luis guillermo lumbreras salcedo para unt. 1 setiembre 2011
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LUIS GUILLERMO LUMBRERAS Y LA ARQUEOLOGIA COMO PRAXIS
SOCIAL
Henry Tantaleán
Universidad Nacional Mayor de San Marcos/Instituto Francés de Estudios Andinos
Hablar de Lumbreras es, sin miedo a equivocarme, hablar de la arqueología peruana.
Personalmente, he tenido la fortuna de conversar con él durante muchas mañanas y
tardes en su hogar en Magdalena, entre libros, bromas y el ambiente natural de una casa
de familia. Creo que todos los que lo han visitado allí, entienden de qué estoy hablando
y saben perfectamente que antes que arqueólogo, científico o académico, Lumbreras es
un gran amigo y un conversador generoso con el cual el tiempo pasa volando y con el
que puedes conocer de primera mano lo que otra gente puede aprender solo a través de
los libros. No creo ser un gran conocedor de la vida del Dr. Lumbreras y existen textos
como el de Enrique Gonzales Carré y Carlos del Águila (2005) que recogen impresiones
más vívidas y más relacionales que esta. Sin embargo, espero que este escrito pueda
complementar en algo la percepción que se tiene del Dr. Lumbreras y formar parte del
homenaje en vida de mi generación a alguien que ha contribuido por encima de muchos
otros a la arqueología peruana pero, sobre todo, a la sociedad en general. Gran parte de
esta semblanza está basada en esas conversaciones donde hemos hablado de su vida y su
contexto histórico que le tocó vivir. Y, a pesar que Lumbreras ha sido criticado por sus
diferentes “falencias”, “inconsecuencias” o “contradicciones”, creo que él ha sabido
llevar una vida que merece la pena contar, pues, ya forma parte de la memoria histórica
de nuestro país: Lumbreras es un patrimonio cultural vivo.
Como algunos investigadores han señalado, Lumbreras es, sin duda, uno de los
arqueólogos peruanos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX (Schaedel y
Shimada 1982: 363, Shimada y Vega Centeno 2011). Nació el 29 de julio de 1936 en la
ciudad de Huamanga, en el departamento de Ayacucho en la sierra central de los Andes
peruanos en el seno de una familia acomodada, hijo de un renombrado abogado y
exdiputado de la provincia ayacuchana de Huamanga y de una afamada profesora de
matemática (Fujita 2010). Adicionalmente, su hermano fue un destacado médico y su
hermana matemática. Pese a esta extracción de clase, Lumbreras, no se mantuvo alejado
e insensible de la realidad social muy injusta, casi feudal, que le rodeaba (Lumbreras
1985: 56), lo cual se revelará más adelante.
Luego de esa niñez arropada por las comodidades de la vida de hijo de familia
acomodada en la sierra, Lumbreras se dirige a Lima para realizar sus estudios. Primero,
desarrolla su educación primaria en el colegio religioso de La Recoleta en el centro de
Lima y, luego, en 1951 prosigue su educación secundaria en el colegio Antonio
Raimondi del distrito de Lince, en la Av. Arequipa y, a pesar que dicho colegio es uno
donde la clase media de Lima enviaba a estudiar a sus hijos, Lumbreras vive en el
popular distrito de Lince a pocas cuadras del colegio. Su pasión por el pasado del Perú
le lleva a que en el cuarto año de sus estudios secundarios fundase con otros
compañeros el Círculo de Estudios “Antonio Raimondi”, el cual se dedicaba a realizar
tertulias, investigaciones históricas y conferencias de divulgación al público sobre temas
históricos y arqueológicos. Además, Lumbreras conoce en ese colegio la colección de
Raimondi depositada allí, así como también la del famoso arqueólogo Julio C. Tello
quien también había sido profesor allí durante la última década de su vida cuando
pasaba serios problemas económicos1. Las conferencias organizadas por Lumbreras y su
círculo de amistades en ese colegio estaban ligadas a temas de la historia del Perú.
Es así que, a una de esas conferencias, en el año 1953, asiste Emilio Choy Ma2 y allí
traban una larga amistad y comienza una colaboración que le permitirá a conocer a
Lumbreras algunos escritos marxistas. Además, fueron los tiempos en que Lumbreras se
reunía con la gente de su barrio en un café de Lince para sostener tertulias sobre historia
y temas nacionales. A esas reuniones también se integra Choy quien es uno de los más
interesados3 y es así que a una de sus tertulias en 1953, Choy ya interesado en el origen
del Hombre Andino, un tema que por ese entonces también le preocupaba a Lumbreras,
1 Ya desde 1930 la preeminencia de Tello como intelectual orgánico del gobierno peruano comienza a ser
disminuida. Por ejemplo, el Patronato Nacional de Arqueología que él fundó presidido, en ese entonces,
por Luis Valcárcel no le prestaba mayor apoyo y más bien criticaba sus trabajos (Prieto 2011). 2 Choy había nacido en el Callao y era hijo de inmigrantes chinos. Era dueño de una ladrillera y según nos
cuenta Lumbreras andaba en sus correrías por Lima con su chofer de apellido Huamán, un poeta
proletario del grupo “1ero de Mayo” y que conocía a mucha gente ilustrada de la sociedad limeña, incluso
al mismo José María Arguedas quien también fue amigo de Choy. 3 Otro tema que apasionaba a Choy en esos momentos, era la revolución de Túpac Amaru. Por ejemplo,
Choy sostenía la tesis que sí Túpac Amaru hubiese triunfado en su revuelta, otro sería el país y no estaría
de espaldas a los indígenas, una visión que se puede entroncar con los estudios de José Carlos Mariátegui.
Asimismo, Choy conocía muy bien los temas de la República Popular China de su momento, dado su
conocimiento del idioma chino y su consecuente interés por sus raíces. Esto era posibilitado por sus
medios económicos que le permitían conseguir la literatura de ese país.
escribe un texto que luego será publicado en la Revista del Museo Nacional titulado
“Los orígenes del Hombre Americano” que, según Lumbreras, escribe en el tiempo
record de dos semanas. Al año siguiente, en 1954, siguiendo la inquietud de Choy,
Lumbreras publica un pequeño texto en “La Prensa” sobre los orígenes autóctonos del
Hombre Americano (influenciado por Louis Agassiz). Todavía estaba en 4to año de
secundaria. En esos años, es que Choy muestra por primera vez a Lumbreras el texto
marxista titulado “Sobre la contradicción” de Mao Tse Tung, escrito que Choy estaba
estudiando para comprender el proceso revolucionario chino. En ese mismo año, en otra
de sus tertulias en Lince, el mismo Choy le alcanza a Lumbreras el texto “¿Que pasó en
la Historia?” de Gordon Childe. Dos años después le hace llegar el libro “Los Orígenes
de la Civilización” también de Childe, el cual inspiraría a Choy a escribir “La
Revolución Neolítica en los Andes” que es casi una respuesta andina al texto de José
Luis Lorenzo “La revolución Neolítica en Mesoamérica”. Claramente los libros de
Childe impresionan al joven Lumbreras como les sucedió a otros tantos intelectuales de
izquierda que luego conformarían la Arqueología Social Latinoamericana (Marcos
2007).
Lumbreras ingresa en 1955 a la UNMSM y realiza estudios en la Facultad de Letras,
obteniendo su bachillerato en Letras y Humanidades en 1959. Luego, en 1960,
obtendría el grado académico de Doctor en Letras con Mención en Arqueología y
Etnología. En su época de formación universitaria tuvo como docentes a Raúl Porras
Barrenechea, Luis E. Valcárcel, Jorge C. Muelle, José Matos Mar, y a profesores
visitantes como John V. Murra, John Rowe y Juan Comas y como condiscípulos a Rosa
Fung, Ramiro Matos, Isabel Flores, Duccio Bonavia, entre otros, quienes constituyeron
junto con Lumbreras la primera generación de arqueólogos-antropólogos profesionales
del Perú. Asimismo, durante su formación como estudiante universitario apoyó en sus
trabajos de campo a diversos investigadores, sobre todo extranjeros, lo que le permitió
poseer una visión panorámica de los restos arqueológicos en el Perú, la cual sintetizará
en sendos libros.
En 1959, la Universidad San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho es reabierta
(Degregori 2011[1990]: 41) con un comité de reapertura compuesto por intelectuales
tan brillantes como Jorge Basadre, José María Arguedas, y presidida por Luis E.
Valcárcel. Es al año siguiente, en 1960, tras completar su doctorado cuando Lumbreras
ingresa a enseñar allí y conoce a César Guardia Mayorga con quien estudia
sistemáticamente el marxismo (Lumbreras com. pers. 2011). Esta etapa es la de mayor
formación política y filosófica de Lumbreras, en la cual madura su pensamiento gracias
a la re-inmersión en la realidad ayacuchana no solo en la universidad y en la
intelectualidad sino también en las zonas rurales y en el trabajo político. Dentro de lo
arqueológico trabaja en el afamado sitio de Wari, lo cual le ayuda a darle forma a su
planteamiento de Wari como capital de un Imperio panandino.
Luego de esa etapa, en 1966 Lumbreras regresa a Lima y comienza a dictar clases en
diferentes universidades, entre ellas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Asimismo, el año de su retorno a Lima también inicia sus excavaciones en Chavín de
Huántar donde excavaría el contexto arqueológico más importante recuperado hasta la
fecha en el recinto subterráneo de la plaza del Templo Viejo conocido como “La
Galería de las Ofrendas”. La ontología y la epistemología ya marxista se puede
observar bien madura en el texto que da cuenta de estas excavaciones (Lumbreras 1993,
en especial las páginas 94 a 100). Justamente allí, se hace evidente la operatividad de su
categoría teórico-metodológica “unidad arqueológica socialmente significativa” que, en
síntesis, sería el reconocimiento de un hecho histórico en base a los restos
arqueológicos.
Asimismo, en base a su tesis doctoral y a las notas de sus clases en Huamanga publica
el libro “De los Pueblos, las culturas y las Artes en el Antiguo Perú” (1969), un texto
clásico en la arqueología peruana donde todavía se nota la influencia del positivismo y
culturalismo en su formación académica dada su estructuración en su época de
estudiante en la Universidad de San Marcos. Sin embargo, allí también plantea su
secuencia cronológica en la que se puede ver su posición contraria a la de John Rowe
proponiendo etapas evolutivas basadas en procesos sociales a diferencia de las etapas
inspiradas en la historia del arte y el culturalismo de Rowe. Sin embargo, la propuesta
de Lumbreras siguió utilizando implícitamente la visión evolutiva y culturalista en la
prehistoria andina. Esta cuestión será autocriticada más adelante y a lo largo del resto de
sus publicaciones. Pese a ello, este libro constituyó uno de los pocos ejemplos en los
que una síntesis de la arqueología peruana escrita por un nativo fue traducida al inglés
(Lumbreras 1974) y es muy popular en las bibliotecas de los colegas norteamericanos.
En 1970 tenemos a Lumbreras organizando el simposio “Formaciones autóctonas en
América” celebrado en el marco del XL Congreso Internacional de Americanistas de
Lima (Patterson 1994: 533). Desde allí, se nota claramente su vocación de reunir a los
intelectuales de izquierda de Latinoamérica. Asimismo, su influencia marxista se hace
explicita en la década de los 70s, sobre todo a raíz del curso sobre arqueología que
ofrece en la Universidad de Concepción, Chile, y que denominó con el nombre de
“Arqueología y Sociedad” y que luego se sintetizarán en su libro teórico más popular y
conocido titulado “La Arqueología como Ciencia Social” (1974). Este libro parece
generar un verdadero quiebre en su producción precedente. En otro lugar (Tantaleán
2004), ya hemos realizado un análisis algo extenso de este libro e, incluso, el mismo
Lumbreras (2005) ha reflexionado sobre sus primeros escritos por lo que no nos
explayaremos en esto. Lo que si queda claro, a la luz del libro anteriormente citado, es
que Lumbreras tenía bastante interiorizada la teoría y el método del materialismo
histórico. También tenía bastante clara la perspectiva dialéctica de la realidad social y su
representación. Sin embargo, la manera de llevarla a la práctica es elemento todavía
faltante en dicho documento, quizá, como consecuencia de su carácter de manifiesto
primigenío de esta nueva forma de observar la materialidad social o, como algun autor
ha sugerido (Navarrete 2006), aspiraría a convertirse en un discurso popular y construir
un programa político revolucionario.
Dicho texto impulsará a José Luis Lorenzo a organizar la Reunión de Teotihuacán de
1975 (Lorenzo 1976) y que perseguiría establecer unas líneas generales de acción en la
perspectiva materialista histórica que cada uno de los participantes desarrollaba en sus
respectivos países.
En ese, su regreso a Lima y ya consolidado en la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos su posición marxista se hace más notoria e influyente. Así, uno de sus textos
clave resultó en el año 2000 elegido como uno de los 50 “libros que todo peruano culto
debe leer”. Dicho libro fue publicado en el año 1972 aunque escrito como regalo para su
hijo y, por tanto, redactado en un lenguaje sencillo (Lumbreras 2010) y que tituló “De
los Orígenes del Estado” (Lumbreras 1972) y que luego fue re-editado sucesivamente
como “Los Orígenes de la Civilización en el Antiguo Peru”. Allí, claramente se nota
que para Lumbreras lo que movería la (pre)historia en los Andes Centrales sería, a la
manera marxiana, la lucha de clases.
A raíz de varias reuniones internacionales, como la ya citada de Teotihuacán y otras
(ver Navarrete 2006) pero, sobre todo, la realizada en Paracas auspiciada por la
UNESCO se concreta su propuesta regional para América del Sur articulada por los
Andes y que se recoge en su libro titulado “Arqueología de la América Andina”
(Lumbreras 1981) donde se plantean las “áreas histórico-culturales” en esta parte del
continente americano y la propuesta explicativa en cada una de ellas, un planteamiento
que ha prefigurado la arqueología en los Andes hasta nuestros días.
Ya desde la década de los 1970 y bajo la cobertura del Gobierno Militar de Juan Velasco
Alvarado comienza a trabajar dentro de la estructura del estado, específicamente en
materia cultural. Concretamente, Lumbreras se desempeña como organizador del
Departamento de Monumentos Arqueológicos del Instituto Nacional de Cultura y entre
1973 y 1979 funge como director del Museo Nacional de Arqueología del Perú.
Durante la década de los 1980 su práctica se dará tanto en la UNMSM como en otros
lugares como el Proyecto Arqueológico e Histórico Chincha y Pisco a partir de 1984
(Lumbreras 2001). Esta investigación se inició junto con Craig Morris y fue la base sobre
la cual una serie de miembros y asociados al Instituto Andino de Estudios Arqueológicos
(INDEA) pudieron desarrollar investigaciones vinculadas a la perspectiva materialista
histórica (Canziani 1992, Alcalde et al 2001, solo por citar algunos). Esta es, también,
claramente la etapa que podríamos denominar la de sus escritos de la revista Gaceta
Arqueológica Andina donde comienza a darle mayor consistencia a su propuesta inicial
publicada en 1974 en varios artículos diseminados a lo largo de esta década (ver varios de
ellos en Lumbreras 2005). Finalmente, en el año 1989, es nombrado profesor emérito de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Del año 1990 hasta 1999, Lumbreras acompañado de Marcela Ríos realiza un periplo
por Europa dando clases en la Universidad Complutense de Madrid (1991), en la
Universitat Autònoma de Barcelona en España (1991-1994)4 y realizando estancias en
Alemania entre 1995 y mediados de 1996 donde sigue desarrollando su línea teórica,
sobre todo, con relación a la aparición del estado (por ejemplo, ver Lumbreras 1996).
4 Mientras realizaba mi doctorado en la Universitat Autònoma de Barcelona entre 2000 y 2008 pude
sentir cuán grande fue la impresión que Lumbreras había dejado en muchos de mis profesores.
Finalmente, en ese mismo año regresará a América del Sur aunque permanecerá cuatro
años en el Brasil donde destaca su participación en el Instituto Experimental de
Investigación de Campos dos Gaitacases en Rio de Janeiro para regresar al Perú a
finales 1999. Ya instalado nuevamente en el Perú, en la primera década del siglo XXI,
Lumbreras se encargará de ser el director del Instituto Nacional de Cultura y apoyará a
la arqueología peruana con proyectos tan emblemáticos y regionales en Sudamérica
como el Programa Capac Ñam que tenía como objetivo principal declarar como
patrimonio cultural de la humanidad a la red vial del Imperio de los Incas.
Lumbreras, en la actualidad, alejado de la estructura gubernamental y universitaria,
sigue activo, organizando museos, publicando y conferenciando en la línea marxista que
le ha proporcionado una perspectiva holística y global del mundo andino prehispánico,
histórico y contemporáneo. Más importante aún, sigue alentando a los jóvenes
investigadores y a sus colegas contemporáneos a buscar la constitución de esa
arqueología como ciencia social a la cual nos invitó y sigue invitando mediante una
praxis comprometida, no solo con la ciencia sino, sobre todo, con la sociedad en
general.
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