luis alberto de cuenca -...

Download Luis Alberto de Cuenca - recursos.march.esrecursos.march.es/culturales/documentos/conferencias/gc58.pdf · T ras un leonés, un granadino, un placentino y dos valencianos era ya hora

If you can't read please download the document

Upload: dokien

Post on 06-Feb-2018

218 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • Luis Alberto de Cuenca

    Fundacin Juan March

    Madrid MMV

    pyP

  • Cuadernos publicados:

    1. Antonio Colinas2. Antonio Carvajal3. Guillermo Carnero4. lvaro Valverde5. Carlos Marzal6. Luis Alberto de Cuenca

    poticayPOESA1 y 3 de Febrero de 2005Edicin al cuidado de Antonio Gallego Luis Alberto de Cuenca de esta edicin Fundacin Juan MarchEdicin no venal de 500 ejemplares

    Depsito legal: Imprime: Imago Soluciones Grficas S.L. (Madrid)

  • Preludio para Luis Alberto de Cuenca

  • Tras un leons, un granadino, un placentino y dos valencianos era yahora de invitar a estas sesiones de Potica y Poesa a un poetamadrileo. Nacido en Madrid en diciembre de 1950, Luis Alberto deCuenca es Profesor de Investigacin del Consejo Superior deInvestigaciones Cientficas, ha sido Director del Instituto de Filologa(1992-1993) y Director del Departamento de Publicaciones del C.S.I.C.(1995-1996), Director de la Biblioteca Nacional (1996-2000) ySecretario de Estado de Cultura de 2000 a 2004.

    Fillogo clsico, sus traducciones y ediciones van desde losgriegos y latinos a los trovadores y troveros medievales, recalan enlos barrocos y llegan hasta el siglo pasado. Por su traduccin delCantar de Valtario recibi el Premio Nacional de la Crtica en 1987.Solo esa actividad justificara sobradamente una vida entera. PeroLuis Alberto de Cuenca ha querido ser siempre poeta y ahora nosexplicar las causas. Comenz a publicar muy pronto, aunque esaprimersima etapa de poeta veinteaero (su libro Los retratos, de1971, por ejemplo) no ha sido includa por el autor en su poesareunida, de 1972 a 1998, con el ttulo de Los mundos y los das,aprovechando medio verso de su amado Grard de Nerval (Madrid,Visor, 1999). Despus apareci Sin miedo ni esperanza (Visor,2002), y ya tiene muy adelantado un prximo libro del que nosofrecer pasado maana media docena de inditos.

    Desde el casi agobiante y diverssimo culturalismo de sus primerospoemas a los desolados pero casi nunca desesperados poemasltimos, muchas aguas han cado, pero siempre han regado una tierra

    7

    y

  • frtil y propicia. Trazar para Vds. un breve perfil y con el asunto dela msica como hilo conductor. No son muchas las imgenesmusicales en poemas tan abundantes de referencias culturales; no sonmuchas, pero s son significativas y sobre todo persistentes.

    En el primer poema, Anglica en la isla del llanto, de susegundo libro, Elsinore (1972) -es decir, en el primero de lospoemas de Los mundos y los das, su poesa reunida-, leemos estaespecie de versculo:

    Persgueme, corza sombra. Oblcua reina, esprame. Resuenen en

    mis ojos los olifantes del deseo. Mis sentidos son una violenta y nica

    realidad.

    Retengamos en esa invocacin a Anglica, personaje literario quevolveremos a encontrar en los poemas de Luis Alberto de Cuenca,la inequvoca referencia a Cernuda -deseo y realidad-, y la rarezadel instrumento msico que expresa la intensidad del deseo hacia laoblcua reina, esa trompa de caza o guerrera que viene de la EdadMedia con o sin esa slaba final. Olifn, olifante.

    Veinte aos despus, en el poema Zombier en la calle de Elhacha y la rosa (1993), el viejo aerfono vuelve a resonar, aunqueahora en ninguna parte: Aqu no hay olifantes que valgan. Pero,ms explcito an en mi opinin, en el poema de cida nostalgiatitulado In illo tempore, de Por fuertes y fronteras (1996) -es decir,ms de un cuarto de siglo despus-, vuelve a aparecer la referenciaa Cernuda y de nuevo en el mismo contexto de sexualidad explcitacon msica de fondo, demasiado fuerte la msica para mi gusto:

    8

  • Con la msica a tope, preparaste

    una mezcla explosiva en una jarra

    mientras yo te quitaba, dulcemente,

    la ropa de cintura para arriba. (...)

    y nos besamos como en las pelculas,

    y nos quisimos como en las canciones.

    Cuando la realidad era el deseo

    y nuestro reino no era de este mundo.

    Como otros poetas de su generacin, Luis Alberto de Cuenca vapoco a los conciertos, ni a los clsicos ni a los otros. Ellos se nutrende discos. Lo leemos en La chica de las mil caras (Elsinore):

    Antes leamos novelas bizantinas, escuchbamos discos,

    no encendas jams la luz en el desvn.

    Y el tocadiscos -los muy expertos acabaron llamndolegiradiscos- nunca era as denominado, era siempre el pick up, elaparato que en el piso vaco donde se celebra un guatequeimaginario y extremada, variadamente culturalista desde el ttulo(El crepsculo sorprende a Roberto Alczar en CharlotteAmalie, tambin en Elsinore), yace en la alfombra emitiendo untango de colores ajados o bien hot jazz en la distancia. Msicasque hacen palidecer los recuerdos junto a versos provenzales: E!Durendal, cum es bele, e clere, e blanche! Personajes que otrasveces, con aparente mayor propiedad histrica, pueblan lospoemas de otros sones. As, cuando Roland ofrece a Aude y no aDurendal como homenaje el ltimo de sus pensamientos(seguimos en Elsinore), oimos:

    9

  • el feroz grito criminal del guila en la sala de msica,

    (...)

    palacios sumergidos de marfil en la frente,

    pstumas arpas, vegetal ocaso de smbolos y cmbalos.

    Perpetua noche, sola, total noche, fugitiva de ti.

    S, como los trovadores o los minnesinger, tantas veces evocadosy glosados en sus versos, Luis Alberto de Cuenca oye msicasiempre o casi siempre en contextos amorosos. Porque el cuerpo dela mujer es msica, vibra y delira como msica, y as lo explica enHere, in the dark, with you (Elsinore, como siempre):

    El fuego de mi ira para ti, pequea, para el delirio sonoro de

    tu cuerpo.

    S, es posible que la msica no exista, o mejor dicho, que no estmuy en primer plano en los poemas de Luis Alberto de Cuenca, queven -cuando las lgrimas no los empaan- ms que oyen. Seven ms otros referentes, tanto los literarios como los del sptimoarte: Mae West, Judy Garland, Murnau, Lillian Gish, Hawks... Lamsica no est, pero respira. Nos lo dice en el poema tituladoL.W.J. de Elsinore, y entre parntesis:

    (Arpegios de la tarde, seda fra y escamas en el acuario. La msica no

    existe, no circula su savia, pero respira.)

    Y aunque la muchacha rubia del poema -casi siempre, comoobservamos, hay una o varias muchachas en los poemas de LuisAlberto: Isabel, Margarita, Ginebra, Susana, Macarena, Carmen,

    10

  • Paula, Arancha, Paloma, Marta, Teresa, adems de su primeranovia, solo en el titulado Voy a escribir un libro, en Por fuertes yfronteras de 1996- detesta los saxos estridentes (la msica noexiste) es por la sencilla razn de que ella misma es msica:

    Pero su pecho es una flauta, un be bop de azucenas, un laberinto de

    marfil, una pelcula de Flash Gordon. Su pecho es una flecha enve-

    nenada, lanzada por un sioux, que se clava despacio, lentamente...

    La imagen que nos queda flotando al terminar el poema, como entantos otros, es la flecha envenenada, el sioux, la pelcula... Pero aqu muchacha, me pregunto, un poeta ha dicho que su pecho es unaflauta, un be bop de azucenas...?

    A veces, pocas es cierto, se hace an ms explcita la ntimafusin de tan variados, tan complejos referentes como los queatesora la formacin del poeta y que brotan con naturalidad en suspoemas. En Volveremos a vernos, de El hacha y la rosa (1993),el poeta predice un tiempo mejor y definitivo, donde siempre es deda, donde el sol no se pone, y le dice a su amada:

    Y vivir en tus labios el amor que la Tierra

    sintiera por el Cielo cuando el mundo era un nio,

    y el tiempo dejar de salmodiar su lgubre

    cancin de despedida mientras nos abrazamos.

    Es decir, ya no temeremos al amor, porque no ser un instantefugitivo. Ya no temeremos la luz que no hiere los ojos porque nohabremos de ocultarnos en la noche, temerosos de que el canto delos pjaros anuncie nuestra separacin. Ya no habr cancin dedespedida, el alba que los trovadores idearon y llega a nosotros,

    11

  • trgica en el Wagner de Tristn e Isolda, sonriente en el Strauss delcomienzo de El caballero de la rosa, a travs de tantos momentosmusicales y literarios, hermossimos, y se posa en este poema.

    No nos desvela el poeta sus gustos musicales clsicos. Solorecuerdo una excepcin, y muy sorprendente, por cierto. Entre lascosas que justifican un verano / especialmente duro, me refiero alVerano de 1994 (de Por fuertes y fronteras, 1996), junto a Eljorobado de Feval, el perro de su novia, los cuentos de GuillermoHauff o a la duea del perro haciendo largos en la piscina..., entretodas esas cosas encontramos, la primera nada menos, Les Indesgalantes de Rameau, una de las escassimas menciones del granbarroco francs en la poesa espaola.

    Pero cuando el poeta quiera sincerarse con su presunto lectoren uno de los poemas ms, presuntamente, autodefinitorio, ser denuevo escuchando una voz del mundo del jazz, y una voz cmo no!de mujer, una de las reinas del blues. Es la faceta seria de un poetaque la enmascara tantas veces con cido humor y chascarrillos dellenguaje. Hela aqu, en el poema Advertencia al lector de Porfuertes y fronteras, que parece tambin una anotacin de un diario,en impecables alejandrinos

    Oyendo a Dinah Washington -son las diez de la nochede un veintitrs de octubre-, se me ocurre decirleal presunto lector de mi literatura

    que procure evitarla como se evita a un husped

    molesto -un erudito, una rata en el bao-,y que si, por alguna razn que se me escapa,

    12

  • quiere seguir leyendo, que entienda lo que lee

    como lo que es: un grito (o un susurro) de angustia

    y soledad.

    Ese ltimo verso, roto como el sentimiento que confiesa, es elltimo rasgo que completa el perfil de quien ocupa estas nuevassesiones del ciclo Potica y poesa.

    A. G.

    13

  • Luis Alberto de CuencaLa alegre brisa de la literatura

  • 17

    Fue en 4 curso de bachillerato, lo recuerdo con nitidez, cuandotena doce aos.

    En 2 y 3 habamos estudiado en clase una asignatura quese llamaba Castellano (o, tal vez, Espaol, que viene a serlo mismo) e intentaba introducir en nuestras pueriles yasilvestradas mentes la cruel disciplina de la morfosintaxis. Meacuerdo con cierto repeluzno de los continuos anlisismorfolgicos y sintcticos a que nos sometan los profesoresde turno, desvinculados siempre de cualquier perspectiva queno fuese destripar el idioma, abrirlo en canal con el escalpelode la gramtica al uso y mostrarnos sus vsceras sangrantes, enlas que segn ellos todo se dispona siguiendo un cierto orden,de la misma manera que los arspices romanos crean adivinarel futuro examinando las entraas de las vctimas queacababan de sacrificar, como si el orden fuese algo susceptiblede ser descubierto y no una borrosa quimera a la que tender opor la que suspirar, como si en el lenguaje -o en su reflejo, elmundo-, no reinase con insufrible despotismo, desde elcomienzo de los tiempos y hasta el final de los mismos, elpadre Caos omnipotente.

    Pero el hecho fue que en 4 de Bachillerato aquella asignaturallamada Castellano o, tal vez, Espaol, que haba tenido quepadecer a lo largo de los dos cursos anteriores, desaparecimomentneamente de mi horizonte lectivo y, a cambio, surgiotra, denominada Historia de la literatura universal, que iba aconvertirse en la piedra fundacional de mis inquietudes poticasy en el punto de partida de mi vocacin lectora.

    y

  • 18

    Desde aquellos primeros fantasmas pedaggicos que recorrieronEuropa en los aos cuarenta y cincuenta del siglo XX y llegaron aEspaa a comienzos de los sesenta, inspirando la poltica educativadel tardofranquismo, el conocimiento de la historia de la literaturaen nuestro pas no ha hecho ms que retroceder. Los responsablesde los diferentes planes de estudios han perpetrado, a partir deentonces, el desafuero de no reconocer el desarrollo histrico de laliteratura como materia digna de estudiarse en la educacinsecundaria, entendiendo que no debe ser objeto de una asignaturaaislada. De ese modo, ser en los manuales de Lengua espaoladonde se conceda un mnimo y vergonzante albergue a la diacronaliteraria, desprovista, eso s, de datos biogrficos y estilsticos yreducida a una simple lista de lecturas obligatorias sin ordenacincronolgica en la que los alumnos debern bucear si quierenencontrar el tesoro sumergido del aprobado.

    Pueden ustedes concebir la promocin del hecho literario sinhaberlo situado antes en las reveladoras casillas del tiempo y delespacio? Mucha gente en Espaa no slo concibe esa eliminacinde lo contextual en el estudio de la literatura, sino que la defiendecon ardor (guerrero o de estmago?), postulando un regreso altexto y a sus claves internas que no tenga en cuenta en absolutocundo y dnde fue escrito ese texto, por quin y para quin, eincluso contra quin, temas todos ellos que a m me parecen, tanto oms que los propios textos, el meollo de la escritura.

    Pero los estructuralistas, que han mandado muchsimo en losltimos tiempos, se niegan a considerar razones extratextuales en elanlisis literario, dando va libre para que los autores de los planesde estudio hayan decidido eliminar con carcter definitivo laHistoria de la literatura de los curricula pedaggicos. Con ello, seha iniciado un camino que conduce a la absoluta relativizacin (y

  • 19

    valga la paradoja) del hecho literario, que es la senda por dondediscurre nuestra sociedad occidental, regida por los falsos principiosdel igualitarismo y la correccin poltica. Porque, al fin y al cabo,todo es lenguaje, y lo mismo da Shakespeare que una columna delperidico gubernamental de turno, o el corpus de la lrica provenzaltrovadoresca que las composiciones poticas presentadas por losalumnos de un taller literario como ejercicio de la semana. Laaxiologa tradicional no est de moda. Y los valores que cotizabanantao al alza retroceden en el mercado del gusto general ante lasgrandes palabras vacas de nuestro tiempo, palabras que seenarbolan a modo de pancartas en los mtines de cualquierformacin poltica o en los telediarios de las cadenas pblicas yprivadas, palabras que desgastan tanto el sentido de lo querepresentan que llegan a perder la conexin con sus referentes y sedesentienden de la realidad objetiva, que es donde nicamentepueden encontrarse la belleza, la verdad, la libertad y todos losdems desiderata que predican los falsos profetas en sus huecosdiscursos altisonantes.

    Lo afirmo con rotundidad y sin temor alguno a equivocarme: sino hubiera estudiado en 4 curso de bachillerato aquel manual deHistoria de la literatura universal no habra escrito nunca un soloverso (lo que, por cierto, hubiese sido una buena noticia para misdetractores). El descubrimiento de un libro en el que figuraban losmejores escritores de todos los tiempos, se consignaban sus obrasms importantes y se enumeraban sus caractersticas formales ytemticas ms sobresalientes supuso para m una especie deapocalipsis del que an no me he recobrado del todo. Sinopsisbiogrficas y rasgos estilsticos se unan a la mera enumeracin delas obras ms relevantes de cada autor para conformar un modelodidctico deliciosamente obsoleto y extraordinariamente bien

  • 20

    trazado para servir de gua a la hora de adentrarse en los dominiosdel hecho literario sensu stricto.

    En las pginas de aquel libro se me revel ni ms ni menos que lapoesa pica, ese gnero al que el Volksgeist de una tribu, una raza ouna estirpe haba blindado para siempre con la eficaz proteccin queconfiere el saberse colectivo. Pero no slo me refiero a la revelacinde la pica annima que disfraza el silencio de su autora bajomscaras pronunciables como Homero o Valmiki, Turoldo o PerAbbat, sino a la pica de laboratorio desprovista de Volksgeist,escrita por bibliotecarios imaginativos como Apolonio de Rodas,soadores como Virgilio, cortesanos brillantes como Ariosto,soldados como Ercilla o libertinos como Lord Byron. Me enamorde ambas epopeyas, la popular y la culta, y tuve la suerte, tres aosms tarde, de encontrarme a los dos ms ilustres representantes decada una de ellas, o sea, a Homero y a Virgilio, como autoresmonogrficos a los que iban respectivamente dedicadas lasasignaturas de Griego y de Latn del ltimo curso debachillerato, llamado entonces Preuniversitario y ms conocido porPreu, su forma apocopada. Ni la Ilada ni la Eneida son ajenas, enmodo alguno, a mi vocacin literaria. Tampoco la epopeyamesopotmica de Gilgamesh, que se cuenta tambin entre mislecturas favoritas y que est en la base de mi poema Gilgams y lamuerte, dedicado a Fernando Lanzas; ni el Libro de los Reyes, deliranio Firdusi, en el que un padre y un hijo deben luchar a muertecon los ojos vendados, ignorantes del parentesco que los une einvoluntarios precursores de las teoras de Freud, que siempreandaba a vueltas con la familia en sus tormentosos escritos.

    Y no slo la pica universal, sino los dems gneros literarios,que en Grecia nacieron ya completamente armados, como la diosaAtenea de la cabeza de su padre Zeus, y que inician caminos que

  • 21

    an siguen recorrindose hoy en da y seguirn frecuentndose en elfuturo, como los que conducen a parcelas tan diferentes como lalrica, el teatro, la filosofa y la novela. Sin los lricos griegos elamor no sera como es. Fue Safo, no la biologa, quien se invent lapasin amorosa, que luego llevaran a niveles de complicacindifcilmente superables Platn en el Banquete, los elegacos latinos,la seora Murasaki, Petrarca, Garcilaso, Lope y Donne.Shakespeare reescribe en Hamlet la Oresta de Esquilo, y el Quijotesigue las huellas indelebles que los novelistas antiguos -Caritn,Heliodoro y Aquiles Tacio, entre otros- dejaron para toda laeternidad.

    Con la literatura griega de poca helenstica tuve una relacinespecialmente intensa y prolongada en el tiempo. Dediqu mimemoria de licenciatura a los epigramas de Calmaco de Cirene ymi tesis doctoral a los fragmentos de Euforin de Calcis, el msoscuro de los poetas helensticos. Fue el perodo helenstico unaparcela cronolgica de la historia de Grecia y del Mediterrneo quetiene ms de un vnculo conceptual con este mundo nuestro decomienzos del siglo XXI, tan proclive a confundir lo accesorio conlo esencial y tan vulnerable por su debilidad en la esfera delpensamiento.

    Lo de Calmaco no tiene contraindicaciones estticas, pero lo deEuforin... Consagr varios aos de mi vida al desciframiento desus jeroglficos poticos y, sin embargo, andando el tiempo, tuve laincongruente osada de caracterizar mi propia produccin lrica conel marbete de lnea clara, una etiqueta extrada del lenguaje de lostebeos, concretamente del cmic franco-belga, con los formidablesHerg y Edgar P. Jacobs como autores de referencia. Un estudiosode Euforin de Calcis defendiendo la lnea clara! Eso es lo que sellama coherencia interior.

  • 22

    Voy a utilizar esa contradiccin como fuerza motriz de losprrafos siguientes. Vern ustedes adnde quiero llegar: no cabeduda de que hay poetas a los que ilusiona y fascina preguntarse porsu labor creativa desde el punto de vista terico e intentar explicar ydefinir la poesa propia a golpe de reflexin. Otros, en cambio, noslimitamos a escribir poesa porque nos gust un libro de Historiade la literatura universal en el lejano bachillerato y quisimosemular las hazaas de los hroes que figuraban en ese libro, de lamisma manera que a otro muchacho pudo fascinarle en suadolescencia la lectura de un libro sobre las Batallas decisivas delmundo occidental que tena su padre en su biblioteca (el libroexiste: son tres gruesos tomos publicados por Ediciones Ejrcito en1985) e inducirlo a abrazar la carrera militar. Otros -insisto-comenzamos a escribir poesa porque nos gust un determinadolibro inicitico y no pudimos evitar que nos indujera a escribir.

    Adicionalmente, acaso potenciaran nuestra vocacin poticaotros factores, como el hereditario en mi caso, o una sensibilidadenfermiza, o hasta, si ustedes me lo permiten, ostensibles problemasde afirmacin personal. Pero permtanme tambin que les diga quea m, como a muchos otros poetas, el porqu de mi escritura y larazn ltima de mi vocacin literaria me importan tan poco como elhecho de que siga lloviendo cuando por fin he llegado a casa. Loque s alcanzo a discernir es que escribir poesa no se elige; all enel fondo, no me cabe duda de que la creacin potica ha deplantearse en trminos de necesidad.

    No creo, sin embargo, en modo alguno que ser poeta (o sea,mulo de los hroes que protagonizaban la Historia de laliteratura de marras) d acceso a ninguna realidad paralela,posibilite el dilogo con los dioses o reinaugure el mundo muchosmillones de aos despus de su inauguracin oficial. Ser poeta es

  • 23

    hallarse en posesin de una determinada techne (que diran losgriegos), de una tcnica, la de hacer versos, que implica, desdeluego, odo potico, cultura potica y algo que decir al oyente olector (un algo que decir que se plantea en trminos de necesidadu obligatoriedad y que se impone al creador, que no tiene msremedio que expresar ese algo en un poema).

    Imagino que con todo esto andan relacionados conceptos comoinspiracin, dictado de la Musa, etc. Qu le vamos a hacer. Lapoesa parece manar de la fuente de las Musas. Ser un regalo de losdioses. Luego resulta que, detrs de cada verso irrepetible, no slohay inspiracin, sino tambin tcnica y trabajo. Calmaco llamabafrutos de mis insomnios a sus depuradsimos epigramas, y en lainmensa mayora de las ocasiones el poema es un producto de lasensibilidad y de la inteligencia en accin, o sea, del trabajo y de laconstancia. En las escassimas ocasiones en que no es as, seproduce una especie de arrebato del poeta por parte de la Musa quehace innecesaria cualquier intervencin del creador en la confeccinde su obra, y el poema se escribe solo. Puede parecer una tontera,pero eso ocurre, aunque muy de tarde en tarde, y yo creo que todoslos poetas hemos tenido esa sensacin alguna vez.

    Al casarse mi hermana, mis padres convirtieron su alcoba en uncuarto de estudio para m. Yo ya haba contrado el virus de lapoesa, porque tena diecisis aos cumplidos y cuatro o cincoestanteras atiborradas con los libros que aparecan en letra grandeen los manuales. Por mi ventana abierta ya soplaba la brisa alegre,intil, fresca de la literatura, y amenazaba con seguir soplando hastael final de mis das, como dicindome: Mientras respires, yo estarcontigo, perfumndote los pulmones, alimentando el fuego de tuespritu, hacindote ms fcil, ms ligera y ms dulce la tarea de laexistencia.

  • 24

    Y yo me lo crea y sigo creyndomelo a pie juntillas: con laliteratura hasta la muerte. De modo que crec y me adscrib (o,mejor dicho, me adscribieron) a una generacin con muchosnombres: del 68, de los novsimos, de los 70, del lenguaje... Era yes -porque an quedamos vivos algunos de sus miembros- unageneracin proclive al decadentismo, al esteticismo y alculturalismo, y a los mass media, el cine y los tebeos. Gente comoEzra Pound, Saint-John Perse, Cavafis, T. S. Eliot o los surrealistasfranceses oficiaban como maestros inmediatos de nuestrosdesatinos, que aspiraban al cosmopolitismo. Entre los espaoles -yhablo ya de mi caso personal-, tengo que citar a mis dos grandesobsesiones poticas, Juan-Eduardo Cirlot y Pere Gimferrer, porcuya obra pase con una bolsa inagotable en la que iba metiendo loselementos que me interesaban, que eran prcticamente todos, paraluego sacarlos, desplegarlos encima de la mesa y mezclarlos en otraproporcin, presuntamente original, creyendo que eran mos desdesiempre y que era yo quien los haba descubierto.

    De la misma manera que en la revolucin de 1789 figuraban yaen germen todas las revoluciones posteriores, en la potica de lageneracin del 68 estaban ya en potencia todas las posibles poticasulteriores: la poesa del silencio, el minimalismo, la poesa de laexperiencia, el nuevo clasicismo, etc. La potica del 68 llevaba yaen su seno una potica de la postmodernidad, con todo lo queimplica la palabreja. Y es que para el poeta postmoderno, comopara el aejo personaje del romano Terencio, nada de lo humano lees ajeno (nihil humani alienum).

    Tuve ocasin de participar en el viaje colectivo de los 80 y no ladesaprovech. Eso s, con mis clsicos debajo del brazo, comoaconsejaban los cnones del archicitado manual. Otros compaerosde mi generacin prefirieron establecerse en su finca de la Sabina,

  • 25

    regalo del Mecenas de turno, pero yo prefer viajar. En el curso delviaje me encontr con personas que no conoca previamente y queenriquecieron mi andadura. Una de esas personas se llamaba y sellama Miguel dOrs. Entre 1974 y 1977 haba mantenido unaprolongada correspondencia con l en la que los autnticosprotagonistas haban sido Borges y Manuel Machado, pero fue enlos 80 cuando me enter de que mi antiguo corresponsal era uno delos poetas espaoles ms importantes de la segunda mitad del sigloXX. Disfrut mucho con su Curso superior de ignorancia, al que unjurado del que form parte le concedi en 1988 el Premio de laCrtica. Fue una autntica revelacin para m leer ese libro, que mecondujo inmediatamente despus al resto de la obra de dOrs.

    Cuando volv del viaje de los 80 mi bibliografa potica yainclua La caja de plata (1985) y El otro sueo (1987), dos libros enlos que mezcl las sensaciones literarias que emanaban del viejomanual con las nuevas sensaciones que emanaban del libro de mivida. Prob el cctel y me gust, de modo que segu trabajando enesa direccin. En algn momento me he parado a pensar qupoemas, no qu poetas, iluminaron aquel viaje inicitico hacianinguna parte. Y he revuelto en mi mente ttulos como Farai unvers de dreyt nien de Guillermo de Aquitania, Adelfos deManuel Machado, Al volante del Chevrolet de Pessoa,Esperando a los brbaros de Cavafis, Le regret d'Hraclite deBorges, Momento de Cirlot o En las cabinas telefnicas... deGimferrer. Son poemas que s, prcticamente, de memoria.

    Es muy importante la memoria en poesa, porque la poesa esthecha de memoria y para ser aprendida de memoria (par coeur,como dicen los franceses, relacionando la memoria con el corazn).En un principio, la poesa fue una plegaria, una oracin para recabarde los dioses ayuda en la jornada de caza, o para maldecir al

  • 26

    enemigo, o para dialogar con los difuntos, o para propiciar lamaternidad de las hembras del clan. De la poesa religiosa a lapica no hay ms que un paso, al amparo del citado Volksgeist, eseespritu colectivo que alumbra los cantares de gesta annimos.Luego, ya entre los griegos, nace la lrica, es decir, una poesadesvinculada del nosotros para centrarse en el yo, que porprimera vez se exhibe y se derrama obscenamente en pblico, conel fin de que todos se reconozcan en l. Una vez inventada la poesadel yo, y en una sociedad como la nuestra -tan poco parecida,por citar un ejemplo, a aquella en que naci el Beowulf- no es fcilescribir otra cosa que poesa lrica, y no es malo ni bueno que seaas, entre otras cosas porque es inevitable, aunque algunos sigamosconsiderando la pica como la gran poesa y la lrica como suhermana menor.

    Mi amigo Jon Juaristi dijo de m en las pginas de El Europeo,una revista postmoderna que diriga hace aos Borja Casani, que eraun excelente minor poet (y no creo que lo de minor viniese deque Jon estuviera pensando en mi condicin de poeta lrico).Excepto en la adjetivacin, estoy de acuerdo con su definicin.Normalmente, los poetas menores no deberan dedicarse a las letrasmayores, sino a las diminutas. En este caso, el poeta menor es,adems, miope y refractario (de momento) a las operaciones demiopa con rayo lser, y debe limitarse, pues, a encarar en susversos temas gruesos, elementales, burdos, bsicos. Tambin lospoetas de la Antologa Palatina, con ser poetas menores, abordabantemas mayores, los llamados temas de siempre, en los dsticoselegacos de sus epigramas. De modo que el poeta miope y menor,al salir a la calle, no es capaz de leer ms que las letras de losanuncios ms grandes, los carteles mejor iluminados, losrascacielos, las autopistas. Ello quiere decir, trasladado a la esfera

  • 27

    de los sentimientos, que el poeta cegato slo es capaz de discernir, yen consecuencia de apreciar, pasiones evidentes como el amor, laamistad y el odio, y que, en el plano de las sensaciones, se limita acaptar las menos sutiles, como placer, dolor, calor y fro. Consemejantes motivaciones lricas nuestro minor poet corre el peligrode situarse al margen de la exquisitez presumible en un alumno delas Musas.

    La calle puede ser un lugar hostil, lleno de gente, de semforos,de gases venenosos, pero de pronto, sin avisar, llega la brisa de laliteratura a tu ciudad. Es distinta de la que soplaba en tu cuarto deestudio de adolescente, porque est impregnada de vida (con toda laamargura y la desilusin que ello implica), pero el hecho es quesigue dejndote en el alma el mismo bienestar alegrementeperfumado. Y al volver a casa, con la brisa soplando a todo soplaren la calle, inventas tus poemas de poeta menor, tus epigramas.

    Son poemas con historia, en los que pasan cosas, como en laspelculas americanas. Los personajes son como t, como tu amada,como tus amigos. Y se mueven y suean y se mueren en medio deuna ciudad hiperreal, tan fantstica como la vida misma. Porque tupoesa es hija de tu tiempo (palabra en el tiempo, ya lo dijo donAntonio Machado). Y lo seguir siendo maana, cuando decidashablar de otra cosa y jubiles de un plumazo a todos tus antiguospersonajes, porque eres un poeta testimonial (aunque te horroricepensar que alguien que no seas t diga eso de ti en el futuro), y enun poeta testimonial hasta el silencio es testimonio.

    Desde los remotos orgenes hasta el viaje de los 80 y el obligadosedentarismo actual han transcurrido muchos aos, pero tambinalgunos libros. En Los retratos (1971) y Elsinore (1972), eldescubrimiento de la Cultura con mayscula en las aulas de launiversidad me hizo escribir algunos de los poemas ms

  • 28

    culturalistas de la generacin del 68, en la estela de Pound, que metena obnubilado en aquella poca. Luego vino un perodo desilencio potico por motivos estrictamente profesionales:preparacin de memoria de licenciatura y de tesis doctoral,oposiciones... Pero en 1978, cuando me daban ya por desaparecidopara la poesa, publiqu Scholia, un libro que ofici de puente entreel culturalismo inicial y una nueva maniera potica, ms prxima alas formas clsicas y, al mismo tiempo, ms moderna (digmosloas) y desenvuelta. Entre 1979 y 1983 se produjo en mi poesa esecambio sustancial, claramente perceptible en dos libros que hemencionado ms arriba: La caja de plata y El otro sueo.

    En 1993 se public El hacha y la rosa, un libro miscelneo yplural que anunciaba los tonos, ms graves y reflexivos, de Porfuertes y fronteras (1996). El ciclo lo cierra hasta hoy Sin miedo niesperanza (2002), el libro de la cincuentena, en el que recurr aladagio latino nec metu nec spe para dar una idea del estado denimo que recorra mis entretelas cuando, sin saber cmo ni porqu, me hice definitivamente mayor.

    Han pasado ms de dos aos desde la aparicin de ese ltimolibro, y ya tengo material para una nueva entrega an sin ttulo, dela que voy a dar cumplidas muestras en este mismo cuaderno. LaMusa sigue sin abandonarme, lo que empieza a serme gravoso,porque ya dije antes, con Calmaco, que, la mayor parte de lasveces, los poemas son frutos de insomnio, y a estas alturas de lavida no estoy dispuesto a renunciar al reparador sueo cotidiano,aunque no sea ms que para prepararme a afrontar como es debidoeso que William Shakespeare y Raymond Chandler llamaronsueo eterno (big sleep).

    En el prlogo, titulado A Leopoldo Lugones, de su maravillosolibro El hacedor (Buenos Aires, 1960) escriba el maestro Borges:

  • 29

    Si no me engao, usted no me malquera, Lugones, y le hubieragustado que le gustara algn trabajo mo.

    Y en la Advertencia del irrepetible Chateaubriand a su Vida deRanc (traduccin espaola: Valencia, Cabrerizo, 1846) puedeleerse: He aqu cuanto tena que decir. Mi primera obra la escriben Londres en 1797, la ltima en Pars en 1844. Entre estas dosfechas median nada menos que cuarenta y siete aos, que es tresveces el tiempo que llama Tcito una larga parte de la vidahumana: Quindecim annos, grande mortalis aevi spatium. Nadieme leer, fuera tal vez de algunas sobrinas segundas acostumbradasa las consejas de su anciano to. El tiempo ha transcurrido: yo hevisto morir a Luis XVI y a Bonaparte, y vivir despus de estoparece una burla. Qu hago yo en el mundo? Poco grato espermanecer en l cuando los cabellos no caen ya bastante paraenjugar las lgrimas que se desprenden de los ojos.

    De la primera cita se desprende una captatio benevolentiae. Ojalque al presunto lector de mi poesa no le suceda lo que al maestroBorges con Lugones, aunque ste no lo malquisiera.

    De la segunda, que me voy entrenando para la inminente vejez,aunque desde mi primera obra hasta la ltima tan slo hayan pasadotreinta y dos aos, o sea, que me faltan quince (grande mortalis aevispatium) para llegar a los cuarenta y siete de que hablaChateaubriand. Eso merece un brindis, con el que termino estacharla: Por la literatura! Por que su alegre brisa siga soplando ennuestras mentes durante muchos aos! Por Chateaubriand! PorBorges! Por la Fundacin March!

    Madrid, 29 de diciembre de 2004.

  • Seleccin de poemas

  • 33

    EL CREPSCULO SORPRENDE A ROBERTO ALCZAREN CHARLOTTE AMALIE

    El Cairo, Puerto Prncipe, como efigies o drsenaspropiciadas al mar, Buenos Aires, Juneau, no siento ya las venas,lisez, persecuteurs, le reste de mes chants.Roberto, una flamgera sombra en los cafetines.Vestigios de herona en las naves de Charlie.Muri feliz el ciervo acribillado por las ninfas,reflejando en sus ojos para siempre el desnudo imposible de

    Diana.

    Presbteros de Esmirna, titilantes astrlogos del Etna,como si Jack os viera, desists en un tango de colores ajados.Svimtus al acecho en la selva del Soho,dos tigres malheridos, el pick up en la alfombra,y Kaiba, la sonrisa, esa piel adornada con tafetanes de oro.

    Llevan short las muchachas en el Alto Amazonas.Las crteras vacas, el singular acento del deseo.Es una blusa roja mi alma devorada por panteras en Java.Cara al sol esos jvenes, rubios como el desierto,hot jazz en la distancia, embalsamadas voces en la noche:E! Durendal, cum es bele, e clere, e blanche!

    Plidos maniques de Burne-Jones, luz, sombreros de copa.Bsame: las gardenias blanquean tus sangrantes ojos dobles.

  • 34

    Qu terribles presagios, llamad al hierofante.Descubr tu secreto, Dick Flowers, tu mscara de goma, tus

    coturnos:fue en Doomsday, color fucsia Roadtown, y en los parterresJess bordaba el agua con palabras dulcsimas.

    Tras el rosado vidrio de las copas heladas,los labios de Roberto parecan anmonas resueltas a no morir

    jams.

    (De Elsinore)

  • 35

    A. PERSI FLACCI CHOLIAMBIHipocrene, Parnaso, luces tibiasayer, hoy fra sombra que se apaga.No os conozco, reposo cotidiano,sueo, sed, desatino de los dbiles.La blancura de un lirio, la fraganciade un perfume, su voz o sus tobillos.Todo me est negado. Soy el vientosin colegiar, la muerte de las aves.Atardec. La magia de los nmeros,el proftico naipe o la tristezade las viejas plegarias a los dioses.Mi palacio se hunda, mi sonrisapalideca, mueca del silencio.Desbcame, tiniebla trepadora,hiende con tu locura mi locura,decapita mi prfida inocencia.La huella de sus fustas. Era tarde...Todo es recuerdo ya: la piel, los ojos.La noche est conmigo, sus corceles,la terrible pureza de la nada.

    (De Scholia)

  • 36

    AMOUR FOULos reyes se enamoran de sus hijas ms jvenes.Lo deciden un da, mientras los cortesanosdiscuten sobre el rito de alguna ceremoniaque se olvid y que debe regresar del olvido.Los reyes se enamoran de sus hijas, las amancon ltigos de hielo, posesivos, feroces,obscenos y terribles, agonizantes, locos.Para que nadie pueda desposarlas, planteanenigmas insolubles a cuantos pretendientesaspiran a la mano de las princesas. Nuncase vieron tantos prncipes degollados en vano.

    Los reyes se aniquilan con sus hijas ms jvenes,se rompen, se destrozan cada noche en la cama.De da, ellas se alejan en las naves del sueoy ellos dictan las leyes, solemnes y sombros.

    (De La caja de plata)

  • 37

    ENCUENTRO DEL AUTOR CON FERNANDO AROZENAVena de las cuatro corrientes del infierno:del ro de los monstruos que aoran la belleza,del que pueblan voraces serpientes silenciosas,del ro de la nieve y del ro del fuego.

    No me servan ya los viejos diccionarios,ni pensar en morir, ni vengarme de nadie.La traicin derramaba veneno en mis odos.El vrtigo sembraba puales en mis labios.

    Era triste vivir la huida de los nombres.No recordaba historias. Todo estaba vaco.Tan slo atormentaba mi espritu un recuerdo:Leonor haba muerto en brazos de otro hombre.

    Cerr los ojos. Quise conjurar la memoriade la paz. El olvido que purifica. El cero.Y no pude. La imagen volva a torturarmey a inundar mi cerebro con sus horribles formas.

    Entonces me encontraste t, Fernando Arozena,vaga sombra extrada de una crnica apcrifa,deus ex machina, sueo forjado por un locopara rehabilitarme y condonar mis deudas.

  • 38

    Llegabas como el drago de tu patria: frondoso,soberbio y milenario, cargado de leyendas,lleno de grutas fericas y amores primevales,con el pjaro azul y la rama de oro.

    Hablaste, y tus palabras sonaron en la estanciacomo viejos hexmetros de Homero o de Virgilio.No me heran: cantaban, y en sus modulacionesvibraba la amistad y la paz retornaba.

    Dijiste del saqueo de Troya por los griegos,de la sombra de Helena y del hacha de Hagen;de abrazos que duraron un siglo, de Nauscaay del mltiple rostro del campen eterno.

    Todo era matinal, como los desafos,como los desayunos de la seora Hudson.Y la brisa del alba traa las cancionesprimeras de la especie, los primeros latidos.

    Las horas discurran doradas, y t, hermano,me hacas regresar al claustro de la vida.Y Otelo no tena que matar a Desdmona,y Anglica sufra los desdenes de Orlando.

    (De La caja de plata)

  • 39

    LA DESPEDIDAMientras haya ciudades, iglesias y mercados,y traidores, y leyes injustas, y banderas;mientras los ros sigan vertiendo su basuraen el mar, y los vientos soplen en las montaas;mientras caiga la nieve, y los pjaros vuelen,y el sol salga y se ponga, y los hombres se maten;mientras alguien regrese, derrotado, a su cuartoy dibuje en el aire la V de la victoria;mientras vivan el odio, la amistad y el asombro,y se rompa la tierra para que crezca el trigo;mientras t y yo busquemos el medio de encontrarnos,y nuestro encuentro sea poco ms que silencio,yo te estar queriendo, vida ma, en la sombra,mientras mi pecho aliente, mientras mi voz alcancela estela de tu fuga, mientras la despedidade este amor se prolongue por las calles del tiempo.

    (De El otro sueo)

  • 40

    LA MALCASADAMe dices que Juan Luis no te comprende,que slo piensa en sus computadorasy que no te hace caso por las noches.Me dices que tus hijos no te sirven,que slo dan problemas, que se aburrende todo y que ests harta de aguantarlos.Me dices que tus padres estn viejos,que se han vuelto tacaos y egostasy ya no eres su reina como antes.Me dices que has cumplido los cuarentay que no es fcil empezar de nuevo,que los nicos hombres con que tratasson colegas de Juan en IBMy no te gustan los ejecutivos.Y yo, qu es lo que pinto en esta historia?Qu quieres que haga yo? Que mate a alguien?Que d un golpe de estado libertario?Te quise como un loco. No lo niego.Pero eso fue hace mucho, cuando el mundoera una reluciente madrugadaque no quisiste compartir conmigo.La nostalgia es un burdo pasatiempo.Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,pntate ms, alisa tus arrugasy ponte ropa sexy, no seas tonta,

  • 41

    que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,y tus hijos se van a un campamento,y tus padres se mueren.

    (De El otro sueo)

  • 42

    EL DESAYUNOMe gustas cuando dices tonteras,cuando metes la pata, cuando mientes,cuando te vas de compras con tu madrey llego tarde al cine por tu culpa.Me gustas ms cuando es mi cumpleaosy me cubres de besos y de tartas,o cuando eres feliz y se te nota,o cuando eres genial con una fraseque lo resume todo, o cuando res(tu risa es una ducha en el infierno),o cuando me perdonas un olvido.Pero an me gustas ms, tanto que casino puedo resistir lo que me gustas,cuando, llena de vida, te despiertasy lo primero que haces es decirme:Tengo un hambre feroz esta maana.Voy a empezar contigo el desayuno.

    (De El hacha y la rosa)

  • 43

    VOLVEREMOS A VERNOSVolveremos a vernos donde siempre es de day los feos son guapos y eternamente jvenes, donde los poderosos no abusan de los dbilesy cuelgan de los rboles juguetes y tebeos.

    En ese hogar de luz que no hiere los ojosvolveremos t y yo a decirnos bobadascogidos de la mano, viendo morir las olassin agobios ni prisas, donde el sol no se pone.

    Y vivir en tus labios el amor que la Tierrasintiera por el Cielo cuando el mundo era un nio,y el tiempo dejar de salmodiar su lgubrecancin de despedida mientras nos abrazamos.

    (De El hacha y la rosa)

  • 44

    CUANDO PIENSO EN LOS VIEJOS AMIGOSCuando pienso en los viejos amigos que se han idode mi vida, pactando con terribles mujeresque alimentan su miedo y los cubren de hijospara tenerlos cerca, controlados e inermes.

    Cuando pienso en los viejos amigos que se fueronal pas de la muerte, sin billete de vuelta,slo porque buscaron el placer en los cuerposy el olvido en las drogas que alivian la tristeza.

    Cuando pienso en los viejos amigos que, en el fondodel mar de la memoria, me ofrecieron un da la extraa sensacin de no sentirme soloy la complicidad de una franca sonrisa...

    (De Por fuertes y fronteras)

  • 45

    IN ILLO TEMPORETus padres se haban ido a no s dndey la casa qued para nosotros,lo mismo que el convento abandonadodel poema de Jaime Gil de Biedma.Con la msica a tope, preparasteuna mezcla explosiva en una jarra mientras yo te quitaba, dulcemente,la ropa de cintura para arriba.Llenaste las dos copas hasta el borde.Bebimos. Nos entr la risa tonta,y se nos puso un brillo en la miradaque subrayaba nuestra juventud,y nos besamos como en las pelculas,y nos quisimos como en las canciones.

    Cuando la realidad era el deseoy nuestro reino no era de este mundo.

    (De Por fuertes y fronteras)

  • 46

    ABRE TODAS LAS PUERTASAbre todas las puertas: la que conduce al oro,la que lleva al poder, la que esconde el misteriodel amor, la que oculta el secreto insondablede la felicidad, la que te da la vidapara siempre en el gozo de una visin sublime.Abre todas las puertas sin mostrarte curiosoni prestar importancia a las manchas de sangreque salpican los muros de las habitacionesprohibidas, ni a las joyas que revisten los techos,ni a los labios que buscan los tuyos en la sombra,ni a la palabra santa que acecha en los umbrales.Desesperadamente, civilizadamente,conteniendo la risa, secndote las lgrimas,en el borde del mundo, al final del camino,oyendo cmo silban las balas enemigasalrededor y cmo cantan los ruiseores,no lo dudes, hermano: abre todas las puertas.Aunque nada haya dentro.

    (De Sin miedo ni esperanza)

  • 47

    BBETELADile cosas bonitas a tu novia:Tienes un cuerpo de reloj de arenay un alma de pelcula de Hawks.Dselo muy bajito, con tus labiospegados a su oreja, sin que nadiepueda escuchar lo que le ests diciendo(a saber, que sus piernas son cohetesdirigidos al centro de la Tierra,o que sus senos son la madriguerade un cangrejo de mar, o que su espaldaes plata viva). Y cuando se lo creay comience a licuarse entre tus brazos,no dudes ni un segundo:bbetela.

    (De Sin miedo ni esperanza)

  • 48

    SIN MIEDO NI ESPERANZAY de repente vuelves del infiernocon un traje de noche impresionanteque recuerda al que Dale Arden se pusocuando Ming el cruel fue derrotado.Y nos miramos a los ojos comosi fuese el primer da de la Historia.Y bailamos, mejilla con mejilla,trasladados a un mundo sin maanay sin ayer, ardiendo en una hoguerade plenitud, como ngeles rebeldesque al final se han salido con la suyaperdiendo la batalla, como sombrasque, en la victoria del amor, se dicenen silencio, sin miedo ni esperanza,las palabras que nunca se dijeron.

    (De Sin miedo ni esperanza)

  • 49

    QU QUEDA DE LA NOCHEQu queda de la noche, vida ma.Qu queda de tu ascenso a mis infiernosy qu de mi descenso al parasode tus ojos, velados por la niebladel humo y del deseo. Qu ha quedadode las llamas alegres y furiosasque devoraron nuestros corazones.

    Este despedazado panorama.Esta desolacin. Estas cenizas.

    (De Sin miedo ni esperanza)

  • 50

    SOBRE HROES Y TUMBASDesde lejos me llegan las hazaasde los hroes modernos: traficantesde drogas, mercenarios, cabecillasde la revolucin, agentes doblesal servicio del cielo y del infierno,detectives borrachos, femmes fatalesque acaban locamente enamoradasde sus vctimas, gatos holgazanesque se ponen el mundo por montera, nios gordos con gafas que leen librosinterminables y maravillososen la gris soledad de sus alcobas.Desde lejos me llegan los cantaresque celebran las gestas de los hroesde ayer, hoy y maana. Desde lejospercibo a duras penas sus estrofasinconexas, que evocan los perfiles gloriosos de los hombres y mujeresque quisiera imitar, los personajesque querra yo ser y que se escapanpor el hueco que deja mi silencio y por las grietas de mi cobarda.

  • 51

    Desde lejos escucho las pisadasdevastadoras de la multitudsobre las tumbas de los hroes muertos.

    (Indito en libro)

  • 52

    EL CUARTO OSCUROEn el sueo tu madre (era tu madre,con aquel camisn azul celestey los ojos vacos?), en la casade tus abuelos, vaga por las sombrasde aquel pasillo que te daba miedo-un miedo irresistible, insoportable-y se para un momento frente al cuartooscuro donde t buscas juguetesen lbregos armarios, y le dices:Mam, los he encontrado, estn aqu!No se los diste a nadie, son los mismosque tuve entonces! No los ves? Qu hagocon ellos? Me los llevo? Se los dejoa los fantasmas? Dime, mamata,me los puedo llevar? Y una voz dulcete responde: Son tuyos, hijo mo,pero no existen en tu realidad.Fjate bien en ellos. Estn hechos de nada: se disuelven en tus manos.Como yo, vida ma, como yo.

    (Indito en libro)

  • 53

    APARICINVagaba yo perdido en mis miserias-nfima parte de las mezquindadesy estrecheces del mundo- cuando tapareciste, y de repente todolo que nos rodeaba se borr,como en una pelcula romntica,y vi que haba estrellas en tus labioscentelleando sin cesar, y supeque me obsequiabas ese firmamentosin pedir nada a cambio, y que en tu gloriahaba sitio para mi tristeza.De modo que instal en tu coraznmi tienda de campaa, y t cerrastecon llave las ventanas de tu pecho,y nos quedamos a vivir all,calentitos, felices.

    (Indito en libro)

  • 54

    AIGUABLAVAAqu, donde el Sol brilla y sopla el viento.Aqu, en la biblioteca de las olas.Lejos de las marchitas amapolasque engalanaron nuestro sufrimiento.

    Aqu, donde la rosa de tu alientoperfuma las marinas caracolas.Aqu, en silencio, sin dolor, a solascon el mismo callado sufrimiento.

    Aqu, donde tu alma, enternecidapor las ms delicadas sensaciones,vuelve a reconciliarse con la vida.

    Aqu, donde florecen las pasiones.Donde regresa la ilusin perdidaa repoblar el mundo de emociones.

    (Indito en libro)

  • 55

    NO EST MUERTAElla dijo, despus de mil besos y abrazos:Soy tan feliz que quiero que el tiempo se detenga.Y l respondi: No sufras, ya inventar la frmulade que el tiempo no pase para ti. Y la mirabacon los ojos nublados por la melancola.Y entonces ella dijo: Si logras detenerlo,que no vaya a dolerme y, sobre todo, que hagajuego con mi vestido.

    (Indito en libro)

  • 56

    MEMORABILIAQudate, vida ma, con el agua,que es tu elemento, y djame la tierrapara m. En cuanto al fuego, no me importaque te lo quedes para siempre; el mose apag sin remedio. Y qu decirtedel aire: pues que todo para ti,como el sur, como el este y el oeste(el norte es mo, no hay que darle vueltas,te guste o no te guste). Y del bikiniamarillo, comido por las moscas,que tanto me gustaba, no se hablems: se viene conmigo, a mi museode residuos, junto al esparadrapoque te puse en la boca aquella vezen que decas la verdad, la mscarade negrita zumbona, el abanicocon que te protegas del calorque haca en el infierno, la sonrisafeliz y tonta que le arrebatastea tu oso de peluche y la ua rotaque me diste una noche de tormenta.

  • 57

    Slo quiero esos mseros despojosdespus de la batalla. Y que la nieveme cubra con su manto, hecho de olvido.Y que el silencio eterno me ilumine.

    (Indito)

  • Bibliografa

  • Bibliografa de Luis Alberto de Cuenca

    1. Libros de poesa (seleccin)

    Los retratos, Madrid, Azur, 1971.Elsinore, Madrid, Azur, 1972. Scholia, Barcelona, Antoni Bosch, 1978.Necrofilia, Madrid, Cuadernillos de Madrid, 1983.La caja de plata, Sevilla, Renacimiento, 1985 (edicin crticaaaade Javier Letrn, Madrid, Fondo de Cultura Econmica,aaa2003).El otro sueo, Sevilla, Renacimiento, 1987. Poesa (1970-1989), Sevilla, Renacimiento, 1990.77 poemas, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1992.El hacha y la rosa, Sevilla, Renacimiento, 1993.Los Gigantes de Hielo, Mxico, El Tucn de Virginia, 1994.Por fuertes y fronteras, Madrid, Visor, 1996 (segunda edicinaaaampliada, San Sebastin de los Reyes, UniversidadaaaPopular Jos Hierro, 2002).Los mundos y los das. Poesa 1972-1998, Madrid, Visor,aaa1999 (segunda edicin, 2000).Fiebre alta, Mxico, Prctica Mortal, 1999.Alicia, Cuenca, Ediciones Artesanas, 1999.Doble filo. Antologa, Madrid, Hiperin, 2001 (seleccin yaaaprlogo de Luis Muoz).No me las ensees ms... y otros poemas, Bjar, LF Ediciones,aaa2002.

    61

  • Sin miedo ni esperanza, Madrid, Visor, 2002.Vamos a ser felices y otros poemas de humor y deshumor,aaaLucena, 4 Estaciones, 2003 (seleccin y prlogo de JavieraaaLetrn).El enemigo oculto, Madrid, TF Editores, 2004 (con fotografasaaade Jos del Ro Mons).Lieder, Madrid, Galera SEN, 2004 (con serigrafas de Charris).

    2. Otros libros (seleccin)

    Floresta espaola de varia caballera (Raimundo Lulio, Alfonso X,aaaDon Juan Manuel), Madrid, Editora Nacional, 1975.Euforin de Calcis, Madrid, Fundacin Pastor de Estudios Clsicos,aaa1976.Necesidad del mito, Barcelona, Planeta, 1976.Museo, Barcelona, Antoni Bosch, 1978.Hroes de papel, Madrid, Anaya, 1990.El hroe y sus mscaras, Madrid, Mondadori, 1991.Etctera, Sevilla, Renacimiento, 1993.Bazar. Estudios literarios, Zaragoza, Lola Editorial, 1995.lbum de lecturas, Madrid, Huerga & Fierro, 1996.Las cien mejores poesas de la lengua castellana, Madrid, EspasaaaaCalpe, 1998.Seales de humo, Valencia, Pre-Textos, 1999.Baldosas amarillas, Madrid, Celeste, 2001.

    62

  • 3. Ediciones y traducciones (seleccin)

    Mara de Francia, Lais, Madrid, Editora Nacional, 1975 aaa(edicin bilinge), y Madrid, Siruela, 1987.Agustn Prez Zaragoza, Galera fnebre de espectros y aaasombras ensangrentadas, Madrid, Editora Nacional, 1977aaa(edicin, introduccin y notas)Eurpides, Helena y Reso, Madrid, Gredos, 1979.Calmaco, Himnos y epigramas, Madrid, Gredos, 1980.Antologa de la poesa latina, Madrid, Alianza Editorial, 1981aaa(en colaboracin con Antonio Alvar).Gabriel Bocngel, Antologa potica, Madrid, EditoraaaaNacional, 1982, y Dueas (Palencia), Simancas Ediciones,aaa2002 (edicin, prlogo y notas).Guillermo de Aquitania, Poesa completa, Madrid, Siruela, 1983.Geoffrey de Monmouth, Historia de los reyes de Britania,aaaMadrid, Siruela, 1984, y Madrid, Alianza Editorial, 2004.Las mil y una noches segn Galland, Madrid, Siruela, 1985.Jacques Cazotte, El diablo enamorado, Madrid, Siruela, aaa1985 y 2005.Homero, Ilada, canto I, Madrid, revista Poesa, nm. 25,aaa1985-1986 (edicin bilinge).Ramon Llull, Libro de la orden de caballera, Madrid,aaaAlianza Editorial, 1986 y 1992.Cantar de Valtario, Madrid, Siruela, 1987, y Madrid, Gredos,aaa1998.Grard de Nerval, Las quimeras, Madrid, revista Poesa, aaanm. 33, 1990.

    63

  • Homero, Ilada, canto II, Madrid, revista Poesa, nm. 38, 1992.Filstrato el Viejo y Filstrato el Joven, Imgenes, y Calstrato,aaaDescripciones, Madrid, Siruela, 1993 (en colaboracin conaaaMiguel ngel Elvira).Horace Walpole, Cuentos jeroglficos, Madrid, Alianza Editorial,aaa1995 y 2005.Eurpides, Hiplito, Madrid, Alma Mater, 1995 (edicin bilinge).Argentario, Epigramas, Logroo, AMG Editor, 1996 (edicin bilinge).Pedro Caldern de la Barca, Poesa, Madrid, Espasa Calpe, 2000aaa(seleccin, prlogo y notas).Jos del Ro Sainz, Poesa, Granada, La Veleta, 2000 (edicin y aaaprlogo, en colaboracin con Jos del Ro Mons).Carlos Luis de Cuenca, Alegras, Lucena (Crdoba), Ayuntamientoaaade Lucena, 2004 (edicin, prlogo y notas).Antoine Galland, Aladino, Madrid, Siruela, 2005.

    64

  • Bibliografa selecta sobre la poesa de LuisAlberto de Cuenca

    Masoliver Rdenas, Juan Antonio: L. A. de C.: historia de un aaaegocidio, Hora de Poesa, nm. 43, Barcelona, enero-

    afebrero 1986, pp. 75-80.Martnez Mesanza, Julio: Temas y formas en la poesa de L. A.aaade C., Zarza Rosa, nm. 7, Valencia, octubre-noviembreaaa1986, pp. 21-35.Garca Martn, Jos Luis: El amor, el valor, la amistad y losaaasueos, Cuadernos del Norte, nm. 47, Oviedo, enero-aaafebrero 1988, pp. 98-99.Lanz, Juan Jos: La poesa de L. A. de C., Crdoba,aaaTrayectoria de Navegantes, 1991.Conde Guerri, Mara Jos: La singularidad potica de L. A.aaade C., Cuadernos Hispanoamericanos, nm. 492, Madrid,aaajunio 1991, pp. 128-134.Lanz, Juan Jos: La literatura como representacin en Poesaaaa(1970-1989) de L. A. de C., nsula, nm. 535, Madrid,aaajulio 1991, pp. 24-26.Bares, Manuel: Diez poetas de este tiempo, Zaragoza,aaaEdelvives, 1991, pp. 19-21, 117-125 y 147-148.Linares, Abelardo; Soto, Manuel; Barreiro, Javier; Marzal,aaaCarlos; Vilas, Manuel; Siles, Jaime; Acn, Ramn: LuisaaaAlberto de Cuenca, Poesa en el Campus, nm. 20,aaaZaragoza, Universidad de Zaragoza, 1992.Gutirrez Carbajo, Francisco: Conversaciones con L. A. deaaaC., La Caa, nm. 5, Madrid, primavera 1993, pp. 46-53.

    65

  • Fiddian, Robin W.: Rewriting Bcquer: Julia by L. A. de C.,aaaSiglo XX / 20th Century, vol. 11 (1-2), Lincoln (Nebraska),aaa1993, pp. 31-47.Provencio, Pedro: La Generacin del 70 (II). Los antinovsimos y laaaacultura de consumo, Cuadernos Hispanoamericanos, nm. 524,aaaMadrid, febrero 1994, pp. 99-115.Munrriz, Miguel, y Puente Aller, Noel: ltimos veinte aos de aaapoesa espaola. Un repaso a la lrica ms reciente, Oviedo,aaaAyuntamiento de Oviedo, 1994, pp. 25-40, 162 y 209-210.Gmez Montero, Javier: Potica de la postmodernidad y praxis de laaaaparodia en Poesa (1970-1989) de L. A. de C., Actas del IXaaaSimposio de la Sociedad Espaola de Literatura General yaaaComparada, Zaragoza, 1994, pp. 133-151.Lanz, Juan Jos: Potica y evolucin en la poesa de L. A. de C., enaaaLa llama en el laberinto. Poesa y potica en la generacin del 68,aaaMrida, Editora Regional de Extremadura, 1994, pp. 123-157.Baena, Enrique: La interpretacin de la vida es alegrica: El hacha yaaala rosa, de L. A. de C., nsula, nm. 577, Madrid, enero 1995, aaapp. 17-19.Gutirrez Carbajo, Francisco: La escritura en su punto de L. A. deaaaC., Cuadernos Hispanoamericanos, nm. 537, Madrid, marzoaaa1995, pp. 130-134.Martnez-Fresneda Barrera, Mara Emilia: Ecos y pervivencias de laaaalrica amatoria antigua en la poesa espaola del siglo XX, Epos,aaavol. XI, Madrid, 1995, pp. 49-71.Martnez de Mingo, Luis: La difcil facilidad de un poeta sobrado,aaansula, nm. 595-596, julio-agosto 1996, pp. 25-26.Daz de Castro, Francisco J.: La rama de oro, Cuadernos Hispano-aaaamericanos, nm. 555, Madrid, septiembre 1996, pp. 145-148.

    66

  • Tortajada, Vicente: Igual que va el soldado sobre el fuerte aaaruinoso, Renacimiento, nm. 13-14, Sevilla, otoo-aaainvierno 1996, pp. 75-76.Bentez Reyes, Felipe: L. A. de C.: escribir en plata, en Genteaaadel siglo (1982-1996), Oviedo, Ediciones Nobel, 1996, aaapp. 212-214.Barrajn, Jess Mara: La poesa de L. A. de C., diversa y aaaaaasemejante, Revista de Literatura, nm. 117 (tomo LIX),aaaMadrid, enero-junio 1997, pp. 113-125.Dadson, Trevor J.: Art and the Distancing of Grief: L. A. deaaaC.'s La caja de plata and its Golden-Age Antecedents,aaaRevista Hispnica Moderna, vol. L, Nueva York, 1997, aaapp. 363-381.Lanz, Juan Jos: En la Biblioteca de Babel: algunos aspectosaaade intertextualidad en la poesa ltima de L. A. de C.,aaaAnnali dell'Istituto Universitario Orientale, SezioneaaaRomanza, XLI, 1, Npoles, enero 1999, pp. 177-203.Lpez de Abiada, Jos Manuel; Martnez de Mingo, Luis, yaaaPrez Escohotado, Javier: Poemas memorables. Antologaaaaconsultada y comentada (1939-1999), Madrid, Castalia,aaa1999, pp. 245-256.Malpartida, Juan: Mundos y das de L. A. de C., CuadernosaaaHispanoamericanos, nm. 586, Madrid, abril 1999, aaapp. 126-128.Morales Lomas, Francisco: El mundo y los das, Turia, nm.aaa50, Teruel, octubre 1999, pp. 282-284.Gonzlez Moreno, Pedro A.: L. A. de C., entre la literatura yaaala vida, Barcarola, nm. 58-59, Albacete, noviembreaaa1999, pp. 489-494.

    67

  • Castro Garca, Mara Isabel de: Los mundos y los das, de L. A. deaaaC. El yo potico y el mal de Saturno. Ecos de Manuel Machado,aaaen Poesa histrica y (auto)biogrfica (1975-1999), Madrid,aaaVisor, 2000, pp. 219-228.Letrn, Javier: El sueo de una sombra: la esttica postmodernaaaaen la poesa de L. A. de C., en Poetas en el 2000. Modernidad yaaatransvanguardia, Actas del XIV Congreso de Literatura EspaolaaaaContempornea, Mlaga, 2001, pp. 305-315.Letrn, Javier: Tcala otra vez, Sam: tradicin y poesa espaolaaaaen los umbrales del tercer milenio, Bulletin of Hispanic Studies,aaavol. LXXVIII, Liverpool, 2001, pp. 71-87.Eire, Ana: Conversacin con L. A. de C., Letras Peninsulares, aaavol. 14, 2-3, Davidson (North Carolina), invierno 2001-2002,aaapp. 505-514.Martnez Mesanza, Julio: Un poema de L. A. de C. comentado poraaaJulio Martnez Mesanza, Prima Littera, nm. 10, Madrid, aaaprimavera-verano 2002, pp. 52-53.Flores, Jos Mara: Poesa y tebeos. Algunos poemas de L. A. de C.,aaaEl Wendigo, nm. 89-90, Gijn, primavera-verano 2002,aaapp. 36-38.Conget, Jos Mara: Viento de cine. El cine en la poesa espaola deaaaexpresin castellana (1900-1999), Madrid, Hiperin, 2002, aaapp. 272-274 y 436.Morante, Jos Luis: Un cuarto de siglo de poesa: L. A. de C., enaaaPalabras adentro, Lucena, 4 Estaciones, 2003, pp. 91-97.Prado Galn, Gilberto: Treinta aos de poesa, Barcarola, aaanm. 63-64, Albacete, julio 2004, pp. 164-171.

    68

  • NDICEPg.

    Preludio para Luis Alberto de Cuenca (A.G.) .............................................................................. 5

    La alegre brisa de la literatura........................................................................................................................ 15

    Seleccin de poemas (los seis ltimos inditos).......................................................................... 31

    El crepsculo sorprende a Roberto Alczar en

    Charlotte Amalie (de Elsinore) ................................................................................................ 33

    A. Persi Flacci Choliambi (de Scholia) .................................................................................... 35

    Amour fou (de La caja de plata) ...................................................................................................... 36

    Encuentro del autor con Fernando Arozena (de La caja de plata) ................ 37

    La despedida (de El otro sueo) ........................................................................................................ 39

    La malcasada (de El otro sueo) ........................................................................................................ 40

    El desayuno (de El hacha y la rosa) ............................................................................................ 42

    Volveremos a vernos (de El hacha y la rosa) ........................................................................ 43

    Cuando pienso en los viejos amigos (de Por fuertes y fronteras) .................... 44

    In illo tempore (de Por fuertes y fronteras) ............................................................................ 45

    Abre todas las puertas (de Sin miedo ni esperanza) ...................................................... 46

    Bbetela (de Sin miedo ni esperanza) .......................................................................................... 47

    Sin miedo ni esperanza (de Sin miedo ni esperanza) .................................................... 48

    Qu queda de la noche (de Sin miedo ni esperanza)...................................................... 49

    Sobre hroes y tumbas (Indito en libro) .................................................................................. 50

    El cuarto oscuro (Indito en libro) .................................................................................................. 52

    Aparicin (Indito en libro) .................................................................................................................... 53

    Aiguablava (Indito en libro) ................................................................................................................ 54

    No est muerta (Indito en libro) ...................................................................................................... 55

    Memorabilia (Indito) .................................................................................................................................. 56

  • Bibliografa ...................................................................................................................................................................... 59

    Bibliografa de Luis Alberto de Cuenca .................................................................................... 61

    1. Libros de poesa (seleccin) .................................................................................................... 61

    2. Otros libros (seleccin).................................................................................................................. 62

    3. Ediciones y traducciones (seleccin) .............................................................................. 63

    Bibliografia selecta sobre la poesa de L. A. de C. .......................................................... 65

  • Creada en 1955 por el financieroespaol Juan March Ordinas, laFundacin Juan March es unainstitucin familiar, patrimonialy operativa, que desarrolla susactividades en el campo de la culturahumanstica y cientfica. Organizaexposiciones de arte, conciertosmusicales y ciclos de conferencias yseminarios. En su sede en Madrid, tieneabierta una biblioteca de msica yteatro. Es titular del Museo de ArteAbstracto Espaol, de Cuenca,y del Museu dArt EspanyolContemporani, de Palma de Mallorca.En el mbito de la sociologa y labiologa, a travs de sendos Centros,promueve la docencia y lainvestigacin especializada y lacooperacin entre cientficos espaolesy extranjeros.