los vivos y los muertos

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EDMUNDO PAZ SOLDÁN Los vivos y los muertos 200 Páginas 15,50 Euros El autor Edmundo Paz Soldán nació en 1967 en Cochabamba, Bolivia. Con Dochera ganó el Premio de Cuento Juan Rulfo 1997. Es doctor en Lenguas y Literaturas Hispánicas por la Universidad de California, Berkeley. Actualmente es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell, Estados Unidos. Ha publicado las novelas Días de papel (Premio Erich Guttentag 1992), Alrededor de la torre (1997), Río fugitivo (Alfaguara, 1998), Sueños digitales (Alfaguara, 2000), La materia del deseo (Alfaguara, 2001), El delirio de Turing (Alfaguara, 2003), obra ganadora del V Premio Nacional de Novela 2002 de Bolivia y Palacio quemado (2007); los libros de cuentos Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994), Amores imperfectos (Alfaguara, 1998) y Desencuentros (Alfaguara, 2004); y la antología Simulacros (Santillana, 1999). Ha coeditado la antología de cuentos Se habla español (Alfaguara, 2000). Sus obras han sido traducidas al inglés, alemán, finlandés, francés, danés, griego, polaco y ruso, y han aparecido en antologías en España, Estados Unidos, Alemania, Suiza, Francia, Perú, Argentina y Bolivia. Ha recibido en el 2006 la beca de la fundación Guggenheim. «Entre los nuevos autores latinoamericanos, la voz de Edmundo Paz Soldán es una de las más creativas.» MARIO VARGAS LLOSA

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Page 1: los vivos y los muertos

EDMUNDO PAZ SOLDÁNLos vivos y los muertos200 Páginas15,50 Euros

El autorEdmundo Paz Soldán nació en 1967 en Cochabamba, Bolivia. Con Dochera ganó el Premio de Cuento Juan Rulfo 1997. Es doctor en Lenguas y Literaturas Hispánicas por la Universidad de California, Berkeley. Actualmente es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell, Estados Unidos. Ha publicado las novelas Días de papel (Premio Erich Guttentag 1992), Alrededor de la torre (1997), Río fugitivo (Alfaguara, 1998), Sueños digitales (Alfaguara, 2000), La materia del deseo (Alfaguara, 2001), El delirio de Turing (Alfaguara, 2003), obra ganadora del V Premio Nacional de Novela 2002 de Bolivia y Palacio quemado (2007); los libros de cuentos Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994), Amores imperfectos (Alfaguara, 1998) y Desencuentros (Alfaguara, 2004); y la antología Simulacros (Santillana, 1999). Ha coeditado la antología de cuentos Se habla español (Alfaguara, 2000). Sus obras han sido traducidas al inglés, alemán, finlandés, francés, danés, griego, polaco y ruso, y han aparecido en antologías en España, Estados Unidos, Alemania, Suiza, Francia, Perú, Argentina y Bolivia. Ha recibido en el 2006 la beca de la fundación Guggenheim.

«Entre los nuevos autores latinoamericanos, la voz de Edmundo Paz

Soldán es una de las más creativas.» MARIO VARGAS LLOSA

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La obra

La cara oculta del American Way of Life. Un retrato descarnado de la violencia de una sociedad que se creía triunfadora

Las señas de identidad de una generación: mp3, myspace y muerte

Una sobrecogedora reflexión sobre la pérdida

El boliviano Edmundo Paz Soldán dibuja en ‘Los vivos y los muertos’, su séptima novela, una trama coral ambientada en Madison, una pequeña localidad del estado de Nueva York. A través de encuentros en los pasillos del instituto, paseos por los centros comerciales y mensajes en Myspace, sus jóvenes habitantes van construyendo un mundo de aspiraciones truncadas, secretos inconfesables y pasiones desatadas. Pero no son los únicos en Madison que están expuestos a tales deslices de la condición humana.

Cruda, directa y desprovista de artificio, la narración de Soldán se va desenvolviendo poco a poco de la mano de sus protagonistas, conduciéndonos por un camino sin retorno al lado más oscuro de las relaciones, del deseo y de la frustración. Del miedo y la violencia. De la muerte y la desesperación.

Un retrato descarnado de la violencia

enquistada en los rincones más insólitos de una sociedad que se creía triunfadora

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Hay un gran número de puentes en la pequeña localidad de Madison, en el estado de Nueva York. Demasiados en proporción al tamaño del pueblo. El Lincoln, el Sherman Oaks. También el Sagan... Pero de entre todos ellos destaca de manera especial el puente Pataki, uno de los varios que comunican el pueblo con la universidad. Siete jóvenes, casi todos ellos estudiantes de dicha universidad, lo habían elegido para terminar allí sus días...

El móvil de Tim acaba de sonar. A pesar de que sabe que no debe, no puede evitar acudir a la cita que le acaban de proponer. A fin de cuentas es la novia de Jem, su hermano gemelo. Pero Amanda le asegura que es a él a quien quiere. Un peligroso juego de intercambio de parejas entre los hermanos que empezó como pura diversión, pero que esta vez parece haber ido demasiado lejos... Mientras Tim conduce a toda velocidad para llegar a su cita con Amanda el sentimiento de culpa se apodera de él. El semáforo se pone en rojo, pero acelera en vez de frenar, y un Honda azul inicia la marcha al otro lado de la avenida...

No hay día en que Amanda no eche de menos a Tim. Perdida entre películas francesas antiguas y libros de Jane Austen y Charles Dickens, se deja llevar por la inercia de su relación con Jem. Le gustaría irse muy lejos, acabar con todo, pero es más fácil seguir a su lado, agarrarse al sexo y las drogas que comparte con él. A fin de cuentas, él es la estrella del equipo de fútbol del instituto, ella es animadora y su padre el entrenador. Un círculo del que no parece fácil salir.

Para Amanda, ser animadora del equipo no es más que una de las muchas actividades en las que está implicada. Para Hannah, sin embargo, es toda su vida. Sus habilidades atléticas hicieron pensar a sus padres que podría ser una gimnasta de éxito. Pero después de unas pruebas en el equipo de la universidad, la respuesta fue tajante: “Es buena, pero no tan buena”. Así que se aferró a la animación hasta el punto de enfocar todas sus energías en llegar a ser cheerleader profesional.

Lo que Hannah desconoce es que cada vez que regresa a casa del entrenamiento, unos ojos la espían ocultos tras las cortinas de la casa de enfrente. Unos ojos que recorren su cuerpo, que se recrean en sus piernas, en su minifalda, en sus grandes pechos, en su piel tersa casi aún adolescente. El señor Webb es el vecino de Hannah. Un militar retirado adicto al porno que estuvo destinado en España y cuyos instintos se ven desbordados cada vez que ve a su joven vecina. Intenta acercarse a ella, ser amable, ganarse su confianza, pero sólo encuentra en la muchacha una fría cordialidad, un muro de seriedad infranqueable de quien sabe que su interlocutor se pasa la mitad del día discutiendo con su mujer y con Junior, su hijo de once años.

Los encapotados cielos de Madison parecen vestir el luto de todos sus habitantes. Pero la vida debe seguir, y Hannah propone una fiesta en su casa aprovechando la ausencia de sus padres. Algo que en circunstancias normales tendría una aceptación masiva, pero que el truncado ánimo de los estudiantes deja a Yandira como única acompañante. Bajo la lluvia nocturna, deciden ir a Syracuse de compras para después regresar a casa. Sin embargo, el señor Webb tiene otros planes para esa noche. Con la complicidad de las sombras de la noche, la perversión adquiere forma de horror para ahondar un poco más en el creciente drama del pueblo...

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Los PERSONAJES

Amanda es el personaje central de la novela. Está enamorada de Tim, pero sale con su gemelo Jem. Hija del entrenador del equipo del instituto, es una de las conocidas como “chicas superpoderosas”: guapa, buena estudiante, escribe, hace teatro, es animadora del equipo... pero lo que en realidad desea es irse de Madison, alejarse de su clima depresivo para siempre.

Jem es la estrella del equipo de fútbol del instituto. Popular, triunfador con las chicas, despreocupado y vividor. Su vida en ocho lecciones: fútbol, gimnasio, porros, videojuegos, sexo, Amanda, Tim y diccionarios.

Tim es el gemelo de Jem, dos minutos menor que él. Más reservado y tímido, se hacía pasar por su hermano cuando éste se cansaba de sus ligues. Hasta que apareció Amanda, y el juego se convirtió en algo más serio.

Hannah sólo sueña con ser animadora profesional. Sus ojos color miel, sus minifaldas y su cuerpo exuberante encierran una ambición en forma de piruetas y acrobacias. Como muchas de las demás chicas, está loca por Jem, e incluso una vez llegó a intimar con él en su coche a la salida de clase.

Webb es el vecino de Hannah. Un ex-militar destinado en España destituido por acosar a varias mujeres, aficionado al porno y a los chistes malos. Desempleado, divide su tiempo entre dejar mensajes obscenos en el myspace de Hannah y discutir con su mujer y su hijo de once años, Junior.

Junior lo tiene difícil para llevar la vida que corresponde a un niño de su edad. Con un hogar a medio romper y el traslado de un país a otro, no es extraño que tenga que recurrir a Tommy, un hermano imaginario, para poder compartir todas esas cosas que no entiende.

Christine tiene la vocación religiosa que le falta a su hermana Amanda. A pesar de ser una de las chicas más populares del instituto, acaba acercándose a Colin, un muchacho introvertido al que todos llaman enterrador.

Enterrador siempre va con un desvencijado abrigo negro, escucha a grupos emo y compone canciones para su amiga Yandira. Pero el desengaño amoroso con Christine le hará llevar su sentimentalismo demasiado lejos...

Yandira, la única amiga del enterrador, es de origen puertorriqueño. Como Hannah, tuvo su momento de gloria con Jem, y también compartirán juntas un trágico final.

Daniel escribe para el Madison Times. La tragedia en el pueblo le pondrá en el centro de muchas situaciones incómodas mientras él es incapaz de recuperarse del abandono de Alicia y de alejarse de la botella.

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La crítica HA ESCRITO…

«Su narrativa ha ofrecido una nueva serie de imágenes que sirven para pensar el presente con

todas sus paradojas.» J. ANDREW BROWN

«El eterno joven, el trágico adolescente, el James Dean cochabambino.» GIOVANNA RIVERO

«En la literatura boliviana, el boom es Edmundo.» FERNANDO IWASAKI

Palacio quemado «De la estirpe de los narradores de largo aliento, esta novela es una excelente muestra contemporánea de las diferentes formas narrativas de nuestros contemporáneos.»

Patricia de Souza, La Razón

«No se abstengan de leer esta novela los lectores exigentes.»

Ernesto Ayala-Dip, Babelia

El delirio de Turing «De la estirpe de los narradores de largo aliento, esta novela es, sin duda, una excelente muestra contemporánea de las diferentes formas creativas de nuestros contemporáneos»

La Razón

La Materia del deseo

«Con un manejo del español tan bello como rico en su pureza y versatilidad el autor hace una demostración de talento narrativo».

Guía del ocio Sueños digitales

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«Servida con una eficaz lenguaje narrativo, bien contada, la nueva novela de Paz Soldán sorprende, entretiene e interesa».

Luis Alonso Girgado, La Voz de Galicia

«Su historia es de todas partes, como es de todas partes la novela, fundadora de una nueva literatura boliviana: esta vez sí, nueva».

Horacio Vázquez-Rial, ABC Cultural

Amores imperfectos «El que quiera descubrir cómo las últimas generaciones aportan mucho más que adrenalina a nuestra literatura, aquí tiene el libro ideal para hacerlo».

Gustavo Faverón, La Razón (Bolivia)

«A través de una prosa casi transparente y cotidiana, se entretejen lugares y seres metidos en el torbellino de los sucesos amorosos… Estos cuentos optan por inyectarnos una buena dosis de verdad, desde el frágil decorado de sus formas y sus detalles de tocador».

Rodolfo Ortiz, La Razón (Bolivia)

« Basta con considerar su narrativa como un proyecto coherente y sostenido… Verdadero discurso sobre la fragilidad de las cosas, el corpus compuesto por estos relatos se empeña en sostener con eficacia el carácter provisorio de nuestras pequeñas certezas».

Emilio Martínez, La Estrella (Bolivia)

Simulacros «Paz Soldán sigue siendo el policía de sobretodo que apenas entra en la escena del crimen sabe que se trata siempre de averiguar sobre el corazón humano. Y la buena literatura es, al fin y al cabo, el crimen perfecto o la averiguación perfecta».

Sergio Ramírez, escritor

Río fugitivo «Un libro extenso y complejo donde entra valientemente, y con perspicacia suficiente, para contar la adolescencia, el más engañoso de los territorios para un escritor que dispone de dos elementos

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sustanciales a la hora de adentrarse en ese territorio, su vocación, y su experiencia de lo vivido… ».

Sergio Ramírez

«Río fugitivo, bildungsroman, educación sentimental, saga urbana despojada de atributos épicos e inquietante apuesta ontológica, logra desarrollar, con armas honestas, una indagación implacable sobre los orígenes de toda una generación».

Juan González, El Malpensante (Bolivia)

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EntrevistaEdmundo Paz Soldán: « La literatura trabaja en cámara lenta,

tarda en procesar experiencias».

PREGUNTA: En tu última novela haces una desgarradora radiografía de la juventud norteamericana y de su sociedad en general. Es un retrato descarnado de la violencia de una sociedad que se creía triunfadora. ¿Crees que esta historia podría suceder en otro país? No hay sociedad que sea inmune a la violencia. Lo que hace particularmente norteamericana esta historia es que a los impulsos violentos de los personajes se añade la facilidad para conseguir armas de todo tipo. También, en Estados Unidos el individuo se encuentra muy solo, muy aislado, y lo que a veces es su gran virtud --el aislamiento produce genios excéntricos, tipos talentosos que reman contra la corriente-- a veces es también su gran defecto --el aislamiento produce gente desequilibrada sin que nadie se dé cuenta de ello--. Lo que en otras sociedades puede quedarse en el nivel de la fantasía, la forma de vida de los Estados Unidos, la defensa intransigente del derecho a portar armas, hace que esto pueda convertise muy fácilmente en realidad.

PREGUNTA: Hasta ahora, Bolivia era el espacio donde se movía gran parte de tu obra. ¿Qué supone este cambio no sólo físico sino de interés temático y lingüístico? La literatura trabaja en cámara lenta, tarda en procesar experiencias. Tuve que vivir veinte años en los Estados Unidos para animarme a novelarlo. Al haber vivido tantos años aquí, mi mirada sobre esta sociedad se ha sedimentado más, y eso me permite tener una relación algo privilegiada con mi material narrativo: es algo que miro de afuera, como un extraño, pero que también puedo comprender desde adentro. La nueva novela que estoy escribiendo también transcurre en los Estados Unidos. Y sí, es fascinante, después de haber escrito siete novelas ambientadas en un país pequeño como Bolivia, toparme de pronto con este país-continente, una máquina enorme para generar narrativas.

En cuanto al lenguaje, lo quiero vivo, evolucionando constantemente; el desafío para mí es encontrar un castellano capaz de dar cuenta de la experiencia norteamericana, dispuesto a nutrirse de palabras y giros del inglés para enriquecerse, pero que no suene falso, impostado. Hay otros caminos además del Spanglish para el español en los Estados Unidos.

PREGUNTA: En Los vivos y los muertos recreas literariamente un hecho real y te nutres de los valores del nuevo periodismo… Cuando me enteré de la historia que da origen a la novela, me impresionó mucho, por su cercanía geográfica (todo ocurrió en un pueblo a veinte minutos de donde vivo) y personal (la madre de una de las chicas que murió era compañera de trabajo de mi ex-mujer). Al principio, quise ir al pueblo, hablar con la gente, hacer una novela de "no ficción". Sin embargo, un día hace cuatro años, comencé a escuchar en mi cabeza las voces de los adolescentes. Y de pronto me di cuenta que, tenía, de golpe, toda la estructura narrativa de una novela. Me había pasado esto al escribir cuentos, no con una novela. Así

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que decidí meterme a la novela, hacer caso a esas voces, respetando en la medida de lo posible la historia original pero alterándola cuando fuera conveniente (por dar un ejemplo: todo ocurrió en 1996, pero yo trasladé la historia al presente, porque sentía que entendía más a los Estados Unidos de hoy que al país de hace diez años).

PREGUNTA: Además de una sobrecogedora visión de la violencia y las fisuras del “sueño americano”, ¿es una honda reflexión sobre la perdida? La primera versión de la novela era más policíaca, al comienzo estaba fascinado por el aspecto sensacionalista de la historia, por la violencia y la sangre. En las siguientes versiones me fui metiendo más y más en la piel de los personajes, y la novela dejó de ser tan policíaca porque me comencé a preguntar qué era lo que sentían esos adolescentes que habían perdidos a sus hermanos, a sus amigos, a sus padres. Cómo era convivir con muertos. Qué significaba la pérdida. La novela es para mí tanto un relato realista sobre la violencia y la perdida como una crónica policial y un cuento de fantasmas.

PREGUNTA: En Los vivos y los muertos incluyes una considerable cantidad de referencias musicales, grupos alternativos en inglés, incluso reproduces parte de las letras de las canciones. ¿Escuchas a este tipo de grupos o tan sólo es algo que conoces por influencia de los medios? ¿Qué tipo de música sueles escuchar? Los escucho todo el tiempo. Soy fanático del rock y el pop en inglés, y sentía que algunas canciones iban de manera muy natural con la novela, calzaban con las angustias de los adolescentes, con el paisaje desolador. Me gusta mucho el rock-pop melancólico, grupos como Death Cab, Snow Patrol, Dashboard Confessional. La idea era que la novela transmitiera, entre otras cosas, las sensaciones de un adolescente torturado, que escucha música en su habitación con las luces apagadas.

PREGUNTA: En el libro mencionas con frecuencia distintos tipos de comunicación por Internet: chats, myspace... Sé que desde hace tiempo tienes tu propio blog. ¿Participas también de otros recursos virtuales? ¿Cómo crees que refleja todo esto la época en que vivimos y la manera de comunicarnos? ¿Otros recursos virtuales? Bueno, estoy muy conectado a las redes sociales vía el Facebook... Lo que me interesa de estas nuevas vías es la forma que tienen de comunicarnos y desconectarnos a la vez. Eso también quería explorar en la novela, por eso me interesaba ambientarla en el presente: el internet esta ahí, los chicos están muy conectados, hay una sensación de comunidad, y sin embargo todos viven en la soledad más profunda.

PREGUNTA: Recientemente se ha celebrado la feria de Frankfurt, en la que se ha hablado mucho sobre el futuro del libro, el posible relevo del libro digital y los nuevos formatos. ¿Ves una posibilidad real de que se produzca este relevo a medio-corto plazo? ¿Qué opinas de la lectura digital? ¿Te ves leyendo un libro en una pantalla en vez de en papel? En el corto plazo, habrá una convivencia de medios. En el mediano-largo plazo, es inevitable que el e-book termine asumiendo más preponderancia que el libro impreso. A mí no me molesta la lectura digital, siempre y cuando se encuentre un formato, un sistema que no sólo reproduzca sino que también mejore la experiencia de la lectura de un libro impreso. A veces, por cuestiones de una reseña

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urgente, he tenido que leer libros en una pantalla. Por ahora, si se trata de novelas, prefiero el papel; las largas distancias todavía no funcionan bien en la pantalla.

PREGUNTA: ¿Hasta dónde ha penetrado en ti la sociedad y la cultura norteamericana? ¿Cuánto crees que hay en tu literatura del hecho de llevar viviendo 20 años en los Estados Unidos? Hay cosas que te influyen sin que te des cuenta, por el sólo hecho de vivir en un país. Lo importante para mí de Los vivos y los muertos es eso: no tanto la influencia norteamericana obvia (los libros, la música) sino aquello más intangible, lo que pude captar en estas dos décadas y que aparece en la novela sin que yo me dé cuenta de ello.

PREGUNTA: ¿Cómo llevas el hecho de ser escritor y profesor al mismo tiempo? ¿Crees que son dos actividades complementarias que consiguen alimentarse la una a la otra? ¿Cuál de ellas te sería más difícil abandonar? Me encanta enseñar, pero es algo que podría dejar de hacer sin problemas. La escritura, en cambio, es una vocación muy profunda, algo que no me imagino dejando. La escritura y la enseñanza a veces se llevan muy bien, dialogan entre sí, aprenden cosas una de la otra; otras, todo se pone más tenso, y aparece una cierta esquizofrenia. Está bien que sea así: la tensión interna siempre ayuda a la creatividad.

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El autorHA DICHO…

(Sobre Los vivos y los muertos) «Ahora, después de llevar 20 años en Estados Unidos, me ha dado por ambientar mi próxima historia en ese país y estoy escribiendo una novela sobre el mundo adolescente de Estados Unidos, sobre la violencia en un high school: la psicopatología de la violencia en la vida cotidiana, los asesinos en serie, el chico que coge una pistola y decide matar a sus compañeros. Y la novela quiere explorar por qué ocurren esas cosas.»

(Sobre El delirio de Turing) «Sólo intentaba mostrar que en nuestro presente se están desarrollando nuevas formas de protesta social en las que la resistencia no es necesariamente armada.»

(Sobre La materia del deseo) «Mi proyecto consistía en narrar cómo mi generación se relacionaba con lo político: es decir, de manera indirecta. Como el protagonista, se intenta asumir una actitud distanciada, única, algo cínica, pero al final se debe aceptar que la política se inmiscuye en todas partes, en nuestra vida cotidiana, y más vale afrontar nuestra responsabilidad histórica.»

(Sobre Palacio Quemado) «Tenía dos libros en mente, de literatura política. Por un lado, El conformista (Moravia), pues me interesaba la idea de un arribista sin mucha ideología; por otro lado, El Gatopardo, porque quería contar el fin de una clase política, el fin de una era y el principio de otra. Bueno, en mi novela no me meto con la nueva era, pero sí al menos se la vislumbra.»

(Sobre Desencuentros) «Hubo un momento en que me di cuenta de que me estaban saliendo muchos cuentos breves y comencé a ponerme como desafío a veces tratar de meter todo un cuento en una sola página. Los cuentos de Desencuentros me tomaron ocho años. El libro no es muy grueso, lo cual es bueno. Hay que aprender a editarse. Uno hace su propia antología, luego los lectores hacen otras, luego el tiempo hace la definitiva.»

«Que los lectores no encuentren la perfección en mis obras, pero que descubran algo que les haga mirar el mundo de otro modo.»

«Ciertas novelas mías, las que abordan temas tecnológicos, tienen un público sobre todo joven. El desafío es que la novela resista la lectura de gente que ni siquiera esté interesada en la tecnología.»

«Para mí, lo ideal sería que la novela pudiera crear un mundo autónomo y no tuviera que depender de la realidad para legitimarse.»