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I Los usos políticos de la historia entre los israelies y los palestinos: un enfoque comparativo Han Greilsammer* Los movimientos nacionales israelícs y palestinos, desde su origen, se vieron confrontados a problemas muy similares. Por una parte, necesitaban "formar una nación" a partir de elementos disímbolos, en extremo heterogéneos; por la otra, adquirir legitimidad ante el mundo, que todos los reconocieran plenamente. Kn lo (¡ue se refiere a la construcción de ima nación, ios dirigentes sionistas y palestinos tuvieron el mismo problema, aunque en épocas diferentes: en el siglo XIX los judíos vivían en regímenes y culturas fundamentalmente diversas, en paí- ses en extremo variados de Europa, América, África y Asia, y tanto su historia como sus creencias eran a priori irreconciliables. ¿Cómo hacer un pueblo, a for- tiori un Estado, con esta "concentración de exiliados".'' En contra de concepcio- nes concurrentes de identidad judía (asimilacionismo, territorialismo, socialismo rexolucionario, etc.), el sionismo se fundó en el credo de ima luuionaiidad\\\f\\A: segiln los pensadores y los dirigentes sionistas, los judíos son una nación, tienen ima historia y un territorio comunes, historia y territorio nacionales cjiíe lograron salvaguardar en el corazón, a pesar del exilio y la dispersión. Pero este axioma era muy difícil de probar para las élites del siglo XIX, ya que el judaismo no tenía un significado nacional sino cultural y religioso: los países de acogida eran considera- dos por los judíos como su patria y algunos de ellos, como los judíos reformados de Alemania, querían inclusive suprimir de los libros de oración toda idea, aun simbólica, de un regreso a .Sion; otros más, los judíos ortodoxos, desconfiaban del nacionalismo moderno, descubriendo en él un nuevo "falso mesianismo". ' Traducción de Artuní \ ázqiic/ Barrón (el'ID. 75

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  • I

    Los usos polticos de la historia entre los israelies

    y los palestinos: un enfoque comparativo

    Han Greilsammer*

    Los movimientos nacionales israelcs y palestinos, desde su origen, se vieron confrontados a problemas muy similares. Por una parte, necesitaban "formar una nacin" a partir de elementos dismbolos, en extremo heterogneos; por la otra, adquirir legitimidad ante el mundo, que todos los reconocieran plenamente.

    Kn lo (ue se refiere a la construccin de ima nacin, ios dirigentes sionistas y palestinos tuvieron el mismo problema, aunque en pocas diferentes: en el siglo XIX los judos vivan en regmenes y culturas fundamentalmente diversas, en pa- ses en extremo variados de Europa, Amrica, frica y Asia, y tanto su historia como sus creencias eran a priori irreconciliables. Cmo hacer un pueblo, a for- tiori un Estado, con esta "concentracin de exiliados".'' En contra de concepcio- nes concurrentes de identidad juda (asimilacionismo, territorialismo, socialismo rexolucionario, etc.), el sionismo se fund en el credo de ima luuionaiidad\\\f\\A: segiln los pensadores y los dirigentes sionistas, los judos son una nacin, tienen ima historia y un territorio comunes, historia y territorio nacionales cjie lograron salvaguardar en el corazn, a pesar del exilio y la dispersin. Pero este axioma era muy difcil de probar para las lites del siglo XIX, ya que el judaismo no tena un significado nacional sino cultural y religioso: los pases de acogida eran considera- dos por los judos como su patria y algunos de ellos, como los judos reformados de Alemania, queran inclusive suprimir de los libros de oracin toda idea, aun simblica, de un regreso a .Sion; otros ms, los judos ortodoxos, desconfiaban del nacionalismo moderno, descubriendo en l un nuevo "falso mesianismo".

    ' Traduccin de Artun \ zqiic/ Barrn (el'ID.

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  • I As, toda nacin que est constituyndose tiene un problema fundamental

    de legitimidad, y no slo en sus relaciones con el exterior, con las dems, sino sobre todo en relacin con su propio pueblo. Los jefes sionistas, al igual que los jefes palestinos cincuenta aos despus, temieron constantemente que su pueblo no estuviera convencido con la idea, no creyera en la causa, no estuvie- ra persuadido de lo justo del gran proyecto nacional, que eligiera otro tipo de identidad. Por eso se ech mano de todos los medios posibles para fundar esta legitimacin, en particular fabricando mitos histricos, mitos que constituyeron una dimensin esencial de la produccin de una cultura israel. La mayora de los intelectuales -universitarios y escritores participaron con entusiasmo.

    Ocurri lo mismo con los palestinos de despus del gran xodo de 1948: si bien ellos tenan en comn el lugar, la cuna geogrfica, el origen topolgico de todos aquellos que se encontraban en tierras palestinas en el momento de la tragedia de 1948, la naqba (catstrofe), no por fuerza constituan un pueblo antes de dicha expulsin: todos saben que a principios de siglo, la poblacin rabe de Palestina, muy ampliamente mayoritaria en ese territorio otomano, se

    compona de grupos tnicos y religiosos de orgenes en extremo diversos: cris- tianos, drusos, musulmanes, grandes familias riqusimas radicadas en Beirut o El Cairo, frente a pohxcs fellahs^ en estado de servidumbre, beduinos, viajeros y comerciantes de Siria, Egipto, Lbano y 1 ransjordania, rabes del Golfo, mu- chos de los cuales se haban sentido atrados a ese lugar por la esperanza de una vida mejor y por el progreso econmico ligado en parte a la llegada de una poblacin occidental. En resumidas cuentas, en ambos casos, ya sea que se tra- te de David Ben Cnirin o de Yasser Arafat, fue necesario, lenta y pacientemen-

    te, forjar una nacin. Por otra parte, el movimiento nacional israel siempre tuvo que luchar para

    que su entorno, el mundo rabe y el mundo en general lo reconocieran. La bs- queda de este reconocimiento estuvo en el centro de todo el esfuerzo poltico de la organizacin sionista y, posteriormente, de los sucesivos gobiernos israe- les: lograr que lo reconocieran, que lo admitieran, entablar relaciones diplo-

    ' Campesino (N. del T.)

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  • I I

    mticas, econmicas y culturales, etctera. De igual modo, despus de aos de haber odo decir por parte de los israeles y los pases occidentales que no exis- ta un "pueblo palestino", que se trataba de una mera invencin, y despus de que los gobiernos rabes lo manipularon en todos sentidos, el movimiento na- cional palestino trat de que lo reconocieran, primero como pueblo con dere- chos y luego como una nacin que aspiraba a un Estado en tierras de Palestina. Aqu tambin, en trminos generales, se trata de una misma bsqueda de re- conocimiento y de legitimidad.

    El sionismo se consagr a esta doble labor y dedic a ella todas sus fuerzas morales e intelectuales. En los aos 1920, el gran historiador Ben Zion Dinur, uno de los fundadores de la universidad hebraica de Jerusaln, se uni al mo- vimiento nacional en un momento en el que la historiografa sionista estaba a punto de convertirse en la memoria colectiva, implantada en una estructura y una disciplina universitarias. Fue entonces cuando, para retomar los trminos de Eric Hobsbawm respecto al nacionalismo europeo, se "inventa"una nacin, se imagina una tradicin, se narra una comunidad.

    EN BUSCA DE LAS CONTINUIDADES

    Al querer probar a toda costa el "derecho histrico" de los judos sobre Eretz Israel, la historiografa sionista llev la causalidad ai extremo, afirmando la uni- dad global e ininterrumpida de la nacin juda durante todo el periodo del exi- lio, y planteando ciertos axiomas: el pueblo judo se mantuvo durante dos mil aos como una entidad orgnica nica; esta nacin siempre tuvo una dinmica activa, y no slo actu en reaccin a su entorno local; las comunidades judas siempre mantuvieron relaciones entre s mediante vnculos sociales, religiosos y culturales; Eretz Israel, la tierra de Israel prometida a Abraham, Isaac y Jaco- bo, desempe el papel de centro unificador en la vida de todas las comunida- des judas; esta tierra de sueo, a pesar de la dispersin, sigui siendo el eje nico de la identidad nacional juda; adems, siempre hubo presencia juda en Eretz Israel, sin discontinuidad ninguna; por ltimo, desde la antigedad y has- ta nuestros das, la nacin juda ha luchado constantemente por su renacimiento y por la soberana poltica en su pas.

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  • I Resulta muy notable que la historiografa palestina, desarrollada por los in-

    telectuales cercanos a la Organizacin de Liberacin Palestina (OLP) y poste- riormente por la Autoridad Palestina, se haya esmerado en plantear exactamen- te los mismos temas, copiando el ejemplo sionista que tena ante s: para probar el derecho histrico, se afirm que el pueblo palestino era un pueblo de muy larga ascendencia, que se remontaba hasta los pueblos cananeos; que nunca haba dejado su tierra, hasta su expulsin en 1948; que la tierra de Palestina (la tierra, las piedras, el olivo) siempre haba constituido su fundamento unificador; (]uc la nacin palestina siempre haba luchado por su reconocimiento y la sobe- rana poltica en su pas; y que los refugiados instalados en Palestina, en Lbano o en otras partes, no haban cjuerido nunca integrarse a los pases de acogida, etctera.

    En ambos casos, el objetivo t]ue los polticos fijaron a los historiadores movi- lizados era muy difcil de llevar a cabo, pues pona a dura prueba su conciencia profesional y cientfica: cmo probar la antigedad de un pueblo, cmo probar su unidad perpetua y su continuidad, cmo probar su apego ininterrumpido a la tierra de Palestina o de Israel, cuando trabajos histricos y arc|ueolgicos incuestionables mostraban justamente lo contrario (en el caso judo, los historia- dores sionistas vean que se les asignaba la tarea de "demoler" los trabajos de los ms grandes historiadores judos de los siglos XIX y XX: Jost, Graetz, Geiger, Dubnow, Taebler...)? Los historiadores israeles y palestinos, quienes escribie- ron unos sobre la historia de Israel y otros sobre la historia de Palestina, urdie- ron mal que bien una historia movilizada al servicio de su causa nacional. No fue casualidad que los grandes historiadores de ambos bandos hayan estado

    \ inculados, de una manera u otra, a la direccin poltica de su bando. Algunos de cWo^pertenecan incluso a esa direccin poltica. (Ben Zion Dinur fue al mis- mo tiempo ministro de Educacin Nacional de los primeros gobiernos de Ben Gurin y redactor de los libros de historia nacional.)

    En ambos casos, estos historiadores fueron a buscar en los archivos las prue- bas "irrefutables" de la existencia de un movimiento nacional ligado a la tierra, mucho antes de la poca moderna, considerando quiz que la antigedad era el fundamento de la legitimidad. Al seleccionar sus fuentes, los historiadores sionistas quisieron volv er a encontrar las huellas del mo\ imiento nacional judo

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  • I i

    desde el siglo X\'II, e incluso desde los tiempos bblicos, (^on ello, estaban res- pondiendo a los urgentes llamados de Ben Gurin. Los pioneros de la historio- grafa sionista son Gershom, Scholel, Itshak, Baer, Ben Zion Dinur, los eruditos que, en los aos 1930, construyeron esta crnica de cabo a rabo. Las huellas de los tiempos de ruptura, de aislamiento de las comunidades judas, las marcas de fusin en las culturas nacionales y, sobre todo, el hecho de que, durante si- glos, el pueblo judo no hizo ningn esfuerzo real por regresar a E^retz Israel incluso cuando habra podido hacerlo de manera individual o colectiva, todo esto fue borrado, condenado al silencio.

    De manera por completo anloga, los historiadores y escritores palestinos, ya sea que enseen en universidades del mundo rabe o en universidades presti- giosas de Estados Unidos, han tratado de hacer que los orgenes del pueblo palestino se remonten a lo ms lejano posible, antes incluso de! nacimiento del pueblo judo. V tanto en Israel como en torno a la OLP, una cohorte de profe- sores, investigadores, maestros de escuela, responsables del sistema educativo, dirigentes de movimientos juveniles, escritores, poetas, periodistas, organiza- dores de ceremonias nacionales e in\cntores de emblemas se fueron relevando para transmitir este mensaje histrico, afirmando la verdad de la nacin.

    (Tanto los dirigentes sionistas como los palestinos aceptaron sin chistar la idea, muy discutible, de un "derecho histrico" a la tierra: la antigedad de la presencia en la tierra, la continuidad de la presencia en la tierra, el hecho de haber constituido la mayora de los habitantes en tal momento u otro, el ha- ber regresado a su tierra mientras que los otros la haban "abandonado", el haberlas comprado legalmente, etctera. No fue sino muy recientemente, en 1980, cuando uno de los mayores escritores israeles, A. B. Vehoshua, en un texto titulado "D"un droit a Tautre" [De un derecho al otro] -mismo c|ue pu- bliqu en francs en una recopilacin llamada Repenser Israel [Volver a pensar Israel]-, mostraba claramente la perfecta inanidad del concepto de derecho his- trico, y el hecho de c|ue la Histoa como tal no poda en ningn caso propor- cionar un fundamento moral o jurdico a la ocupacin.)

    La insistencia en la historia antigua, incluso muy antigua, resulta manifiesta en la valorizacin del rrlafo bibliro que hacen todos los jefes del sionismo, a la cabeza de los cuales est David Ben Gurin. Contrariamente a la cultura del

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    Talmud, ligada al Exilio y a la dispersin, a la Biblia se le asign un papel central. Este texto sagrado permita establecer el vnculo entre el sionismo po- ltico moderno y la historia antigua del pueblo hebreo, saltndose el periodo

    del Exilio, que se prefera dejar de lado. Se eligieron secciones adecuadas de la Biblia, dndoles interpretaciones apropiadas al objetivo nacional buscado. Al igual que los patriarcas y los profetas, David o Sansn, el "nuevo hebreo" ten- dra fuerza fsica y valor, un cuerpo sano, un vnculo directo con la tierra y el campo, manifestara su orgullo y su valenta nacional, anttesis viviente del ju- do del exilio y de la dispersin.

    El mejor ejemplo es quizs el peso que otorg el sionismo al episodio de la salida de Egipto, relatado en el xodo y festejado por los judos en la Pascua. A sionismo se apoder muy pronto de esta "historia", cambiando por supuesto la intervencin divina por la de un pueblo cjue con valor toma en sus manos su destino nacional y se libera del yugo de sus opresores, bajo la conduccin de un lder poltico (Moiss o Ben Gurin) apto para transformar una horda de escla-

    vos en un pueblo libre.

    LA INTERPRETACIN DE LO MTICO

    El sionismo, evidentemente, aprovech el hecho de que la Biblia, adems de sus enseanzas morales y de su cdigo de leyes religiosas, se presentara como //// re/fto histrico, el del nacimiento del pueblo judo, de su lucha de liberacin nacional, de su vnculo con la tierra de Israel. Evidentemente, puso mucho ms el acento en la historia y las crnicas que en el Pentateuco y los mandamientos divinos, y seleccion todos los pasajes en los que la nacin es la que parece actuar y no tanto Dios. La Biblia se convirti, en la enseanza sionista laica, en la expresin de una cultura nacional, se seculariz y se nacionaliz.

    Los palestinos no tuvieron la suerte de poseer un relato legendario de este tipo, ya que el nacimiento del islam es mucho ms tardo y el Corn no es un relato histrico. Sin embargo, de la misma manera en que el sionismo exalt la figura legendaria de Moiss Ben Gurin, los palestinos se sirvieron, como todos los rabes, de la figura de Mahoma. Los historiadores palestinos suelen presen- tar al fundador del islam como el fundador de la nacin rabe, el mayor perso-

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  • I naje de la historia humana, el (|uc aport la Revelacin al mundo, realiz la unin de la nacin rabe y estableci kjs marcos de la conquista. Despus de l se exalta con frecuencia a los cuatro califas, los justos, y sobre todo a Ornar, el ms estimado de todos, el (|ue conquist Palestina y Egipto y los anex al islam: Ornar aparece entre los palestinos como im personaje mtico que, de acuerdo con la leyenda, habra dicho (jue conciuistara toda la tierra en donde su camello pudiera posarse. Fue califa durante diez aos, hasta que lo asesinaron.

    O)nfrontados con la tesis sionista del derecho histrico fundado en la Biblia, los palestinos desarrollaron la tesis segn la cual ellos seran, de hecho, los des- cendientes de los cananeos, esas comunidades que vivan en Palestina antes de que la conquistaran los judos. Echan mano de la arqueologa para probar que su derecho sera muy anterior al de los judos y se presentan como "los ca- naneos de los orgenes". Un investigador palestino muy importante, de nombre Salibi, ex profesor en Beirut, cjue hizo su doctorado con Bernard Lewis y ejerce desde hace aos en Ammn, dedic su carrera universitaria a probar que los rabes palestinos s son los descendientes de las comunidades cananeas, a partir de estudios lingsticos, folclricos y de otros tipos. Los movimientos palestinos trataron de concretar dicho vnculo renovando ritos y ceremonias antiguas atri- buidas a esas comunidades: danzas, msicas, etctera. Algunos intelectuales palestinos se consideran expresamente como los descendientes de los filisteos. (Esta filiacin con los cananeos plantea problemas, ya que, de acuerdo con el islam, todo lo que exista antes de Mahoma no era sino idolatra, y por lo tanto algo malo e ilegtimo.)

    El mismo uso de la leyenda histrica existe entre los israeles y los palesti- nos a propsito de Jerusaln: en 19%, bajo Benyamin Netanyahu, los israeles proclamaron las fiestas de los tres mil aos de Jerusaln. Por qu tres mil aos.'' Porque es alrededor de esa poca cuando podra situarse la conquista de jeru- saln por parte del rey David y la instalacin del pueblo judo en esta tierra. De inmediato, los palestinos replicaron festejando los cinco mil aos de Jeru- saln, porque tres mil aos antes de nuestra era estaba instalado en la regin de Jerusaln el pueblo de los jebuseos, una de las comunidades cananeas de las que los palestinos afirman descender y que de hecho en la Biblia siempre se menciona como asentada en Jerusaln. Con lo que se afirma que los jebuseos

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  • I i

    se quedaron en Jeriisaln mucho ms tiempo (ue los judos! La conquista

    (injustificada) de David fue lo que puso trmino al reino jebuseo... Evidente-

    mente, nadie pregunta quin se encontraba ah antes de los jebuseos.

    Toda esta controversia seudohistrica estall inmediatamente despus de

    los acuerdos de Oslo, cuando el asunto del arreglo definitivo de la cuestin

    de Jerusaln estuvo en el centro de la actualidad poltica. Es necesario saber

    que la negociacin actual sobre Jerusaln va acompaada de controversias his-

    tricas totalmente tendenciosas. El Muro de las Lamentaciones, por ejemplo,

    que es el lugar santo por excelencia del pueblo judo, los intelectuales ligados

    a la OL' lo presentan como carente de toda relacin con los judos, y algunos

    afirman incluso que el templo de Jerusaln jams se encontr en tal lugar, en

    caso de que alguna vez haya existido algn templo judo (para los arquelogos

    palestinos no existe ninguna prueba de eso): al contrario, el Muro es un lugar

    santo del islam, ya que es la muralla externa de la mezquita Al Aksa, que es

    por completo santa. As, algunos investigadores palestinos afirman, contraria-

    mente a lo que podra esperarse, que las piedras del Muro no podran ser de ori-

    gen herodiano (ya que son anteriores al islam) sino mucho ms tardas, contem-

    porneas a la construccin de Al Aksa, etctera. En estos momentos se sabe

    (lue el VVaqf" palestino realiza importantes trabajos de remodelamiento en la

    explanada del Templo y en la parte que se encuentra bajo ella, y los israeles lo

    acusan de querer erradicar las huellas de vestigios judos incmodos.

    Debido a que la historia del origen cananeo no es en verdad muy seria, los

    palestinos han (juedado confrontados con el problema crucial, fundamental, de

    definir el origen de su pueblo: quin es el pueblo palestino, cundo nace,

    cmo apareci.' Dado cjue la nacin palestina no aparece verdaderamente como

    tal sino hasta el momento de su enfrentamiento con el sionismo en el siglo XX,

    en la reaccin de autodefensa de la poblacin rabe de Palestina ante la coloni-

    zacin sionista, este nacimiento era por fuerza muy problemtico: cmo con-

    fesar que esta nacin no se constituy sino en relacin con la Otra, en relacin

    con el enemigo.''

    Institiicitm encariada de los bienes reliiosos.

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  • I I

    Fue as como se trat que diversos movimientos populares originados entre

    los rabes que vivan en Palestina antes de la llegada de los primeros sionistas

    a finales del siglo XIX, fueran la marca de la existencia del pueblo palestino. Lo

    esencial era que dichas revueltas hubiesen tenido lugar antes de 1881, fecha

    del inicio de la primera ola de inmigracin juda, desencadenada por el movi-

    miento de los Amantes de Sion. As, se le dio excesiva importancia a la revuelta

    campesina de 1834 contra el poder de Ibrahim Pacha, gobernador egipcio de

    Palestina. El principio del movimiento nacional palestino no .se situara para

    nada a principios de ese siglo, sino en la revuelta de \os fel/ah de la montaa de

    Nablus en 1834. Es ste un ejemplo tpico de uso de la historia con fmes

    polticos, de tan sabido que resulta -por los informes detallados que Ibrahim

    Pacha enviaba a su padre Mohamed Al y por lo que escribi el historiador

    libanes Assad Ro,sjtum- que \os/e///s de 1834 no reivindicaban en absoluto la

    autodeterminacin poltica, sino un cambio de rgimen de la tierra y un regreso

    al sistema anterior, el sistema otomano. C^omo los dems fe//a/is de la regin,

    que se rebelaban de vez en cuando, los de la montaa de Nablus no queran ni

    pagar aumentos de impuestos, ni senir en el ejrcito.

    Queda por hacer un esfuerzo de gran amplitud para encontrar races al pue-

    blo palestino, de lo cual dan prueba ios trabajos del historiador Rashid Khalidi,

    quien ha escrito numerosas obras sobre el tema, echando mano del folclor, de

    una investigacin de los orgenes del vestido, de las preparaciones culinarias

    palestinas, etctera.

    Para movilizar a la nacin en torno a temas que le son comunes, los dirigen-

    tes sionistas y palestinos eligieron echar mano de un arsenal seleccionado de

    hechos histricos; todos ellos, evidentemente, actos de valenta y herosmo. El

    objetivo, emplear acontecimientos conocidos y no tan conocidos de la historia

    antigua y moderna, era dar vida al pueblo y llevarlo a que resistiera todos los

    obstculos. Pero, durante la mayor parte de su existencia, el pueblo judo y el

    palestino han enfrentado muchas ms derrotas, exilios, destrucciones y desdi-

    chas (|ue episodios de valenta, herosmo o resistencia. En el caso del pueblo

    judo, toda su historia entre el periodo bblico y el sionismo moderno est hecha

    de persecuciones, expulsiones y pogromos. En cuanto al pueblo palestino, su

    historia en el siglo XX est hecha de fracasos, derrota, exilio y reveses. En am-

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  • I I

    bos casos, pues, la bsqueda minuciosa de hechos de herosmo capaces de dar vida al pueblo tena que concentrarse en hechos reales susceptibles de ser re- modelados, embellecidos. En la mayor parte de los casos, ios celosos senadores de la causa nacional seleccionaron acontecimientos que en realidad haban acabado en derrota y de manera bastante lastimosa, y los transformaron en ima historia de \ ictoria y herosmo. \'eamos cmo.

    En el caso judo se seleccionaron cuidadosamente tres episodios de historia antigua: la rebelin de los macabeos en 167-158 antes de nuestra era, la defensa de Masada en 70 despus de (Cristo, y la gran rebelin de Bar Kokhba en l.i2- 135 de nuestra era. Del lado palestino, todo empieza por fuerza despus del nacimiento del islam, y el gran hecho armado (|ue se invoca es la \ictoria de Saladino en la batalla de Hittin, en el siglo XII.

    El uso del episodio de los macabeos o asmoneos con fines polticos lo practi- caron muy pronto los pioneros sionistas. Los judos religiosos conmemoran este episodio durante la fiesta de Hanuca, fiesta llamada de las Luces, en la que se acostumbra encender im candelabro durante ocho das, aadiendo una vela cada jornada. Recordemos que, segn la tradicin, se trata de un puado de comba- tientes judos que se levantaron contra el poder griego en Judea en el siglo II antes de nuestra era. Los pioneros sionistas recin llegados usaron el episodio para mostrar la continuidad de la identidad juda y el derecho de los judos sobre la tierra de Israel. Judas Macabco era el hijo del gran sacerdote y el jefe militar de la rebelin contra los decretos hostiles ordenados por los gobernantes griegos, apoyados por los judos helenizados. Muy pronto, bandas pioneras sionistas reci- bieron el nombre de macabeos. E^l mismo Teodoro Fler/.l terminaba su libro fun-

    damental ElEstarojudo con las palabras: "Los macabeos van a resurgir..." lo- dos vean en la fiesta de las Luces la celebracin del activismo poltico y del despertar nacional. Se trat de dar relieve al herosmo militar de estos combatien- tes, considerados como los antepasados de la Hagan, de las milicias sionistas y del Tshal. Luego se estableci el vnculo entre los macabeos y los gloriosos com- batientes de la guerra de Independencia, y se retom a porfa la frase del texto litrgico: "en aquellos tiempos... exactamente como en nuestros tiempos!".

    As, todos los dirigentes polticos sionistas se aglomeraban en las ceremo- nias de la fiesta: encendido de \elas en las plazas y en las calles, desfiles con an-

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  • I 1

    corchas y banderas, discursos de movilizacin, competencias deportivas. Hubo incluso una curiosa tentativa del mo\imiento sionista socialista de presentar la rebelin asmonea como un levantamiento de las clases desfavorecidas contra los explotadores... El ministro de Educacin nacional, el historiador Ben Zion Dinur, tuvo un papel clave en el uso de esta historia con fines polticos. Tam- bin en este caso se trataba de seleccionar aquello que se deseaba y, sobre todo, lograr que se olvidara la continuacin poco gloriosa de la historia de los maca- beos, la terrible decadencia que golpe a esta dinasta corrupta y su resultado, la prdida de la independencia nacional.

    l.A IIIS'IORIA AI, SK.RVICK) IW. \A l'OL'l'ICA

    Sin embargo, una de las caractersticas del uso de la historia con fines polticos es que ste slo existe en tanto no se lo reemplace con algo mejor, ms eficaz. Es por eso que asistimos a la disminucin brutal del uso del mico de los maca- beos despus de la creacin del Estado judo, dado que se instaur una nueva fiesta, ms "ilustrativa" ms movilizadora: la fiesta de la Independencia.

    El ejemplo ms conocido de uso de la historia por parte del mo\imiento na- cional judo fue sin duda Masada. Fortaleza real de Herodes, fue la ltima plaza fuerte juda en caer en manos de los romanos, tres aos despus de la destruc- cin del segundo templo. El historiador judo Flavio Josefo, en su relato clsico I^a guen'a de los judos, cuenta (|ue un lder, Eleazar Ben Yair, se refugi ah en- cabezando a un grupo de /.elotes. Luego de un prolongado sitio, las tropas ro- manas lograron abrir ima brecha en la muralla. A instigacin de Eleazar, los lltimos supervivientes prefirieron el suicidio colectivo ([ue la captura. Flavio Josefo describe las ltimas horas de Masada, la arenga del jefe y el suicidio co- lectivo de 960 personas. Masada tambin se menciona brevemente en la Hh- toa natural ^ Plinio. Diversos historiadores han cuestionado con frecuencia la verdadera historia del lugar, en Francia particularmente Fierre Vidal-Naquet. An ms: la tradicin juda nunca ha otorgado un espacio al episodio de Ma- sada. De hecho, nada se sabe de cierto y es ms creble, se estima en la actuali- dad, que se tratara de una banda de sicarios que practicaban el asesinato po- ltico -no slo contra los romanos sino tambin contra sus opositores judos-,

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  • I 1

    que sus correligionarios los hubieran expulsado de Jerusaln y que, en el ca-

    mino a Masada, saquearan poblados judos y asesinaran a sus habitantes. Por

    otra parte, no hay huellas con\ incentes de "combates" entre los romanos y los

    defensores de Masada.

    Le reevaluacin de esta historia, para utilizarla con fines polticos, tuvo lugar

    durante el mandato britnico. La guerra de hn judos se public en hebreo

    moderno para uso de los pioneros de 1923. Sobre todo, im poeta judo de Pa-

    lestina, de nombre Lamdan, public en 1927 un poema pico titulado Jte////^,

    cjue entusiasm a la sociedad juda, cuya reaccin fue de fervor y emocin. En

    poco tiempo, este texto se volvi un documento esencial para la formacin mo-

    ral de los jvenes, una especie de texto sagrado que haca pasar a Masada del

    campo histrico al campo mitolgico. Pero todo va a ocurrir en el verano del

    ao 1933. n cuadro del movimiento juvenil sionista llamado Schmarya Gutt-

    man regresa a su kibutz una noche de aquel verano. Como les gustaba el depor-

    te, deciden regresar a pie, pasando por el Mar Muerto y Masada. Justamente,

    la antigua cindadela haba recobrado actualidad gracias a los trabajos del ar-

    (uelogo alemn Schulten en 1932. De noche, el joven originario de F^scocia

    sube al pen, a pesar de que es de difcil acceso. Unos das despus cuenta su

    aventura a uno de sus amigos, dirigente del movimiento sionista y de hecho

    futuro presidente del Estado de Israel, Ben Zvi, y los dos jvenes se ponen de

    acuerdo para comprobar la fuerza potencial de semejante lugar: su emplaza-

    miento en el corazn del desierto muy bien podra servir para simbolizar la so-

    ledad del pueblo judo, la soledad de los pioneros en un mundo hostil. Masada

    era el ultimo refugio, no haba salida posible. Perseverar, resistir, defenderse a

    toda costa, ese poda ser el mensaje de Masada.

    Aqu es donde pasamos a la reescritura de la historia por parte de (uttman,

    quien afirma que si los romanos realizaron tales esfuerzos para aniquilarlos, los

    hombres de Masada no podan ser sino fieros combatientes por la libertad del

    pueblo judo, sionistas anticipados. Durante el verano de 1941, los xitos de

    Rommel en frica del Norte suscitaron gran preocupacin entre los dirigentes

    judos de Palestina, quienes prepararon un plan de defensa llamado ".Masada

    sobre Carmel". Guttman explot a fondo el potencial pedaggico del episodio:

    organiz un encuentro de dirigentes de los mo\ imientos juveniles sionistas en

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  • I I

    la cima de Masada para celebrar ah el vnculo indestructible del pueblo judo

    con esa tierra. Antes de bajar, aquellos jvenes redactaron un texto que fundaba

    el mito: una especie de pacto relij^ioso que describe la subida hacia las alturas,

    hacia Masada. Los zelotes se haban vuelto combatientes por la libertad de la

    nacin, y Masada se con\erta, en la nueva cultura sionista, en la anttesis de la

    Shoah. Una nueva etapa se inici en los aos 1960, con las excavaciones arqueo-

    lgicas llevadas a cabo por Yigael Yadn, el comandante en jefe del Tshal

    convertido en el ms famoso arquelogo del pas. Las excavaciones se volvieron

    un acontecimiento nacional, cada nuexo descubrimiento se anunciaba de in-

    mediato en la prensa y la radio. Yadn, en verdad, dio cuerpo al mito inventado

    por (iuttman, con la bendicin de las autoridades. Masada se convirti en el

    sitio de reunin de los movimientos juveniles sionistas, el lugar donde los sol-

    dados prestan juramento, etctera. Por lo dems, el "complejo de Masada" sir-

    ve a menudo para justificar posiciones polticas duras, sndrome de personas

    que creen que el mundo entero les es hostil. Sin embargo, como en el caso de

    los macabeos, notemos que ha habido, desde los aos 1970-1980, cierta dismi-

    nucin en el uso de Masada.

    Ocurre lo mismo con el mito de Bar Kokhba, quien fue el lder de la mayor

    rebelin juda contra Roma en 132-135 de nuestra era. C^omo en el caso de Ma-

    sada, las fuentes disponibles son muy escasas: algunas menciones en el Tal-

    mud, en Ensebio, inscripciones en monedas y, sobre todo, en ios manuscritos

    del Mar Muerto descubiertos en los aos 1950, la historia de Roma de Din

    Casio. La rebelin dur tres aos y medio y fue un total fracaso: luego de la

    derrota, la poblacin juda de Judea fue ampliamente exterminada y los roma-

    nos extirparon de Judea toda presencia juda. Esta rebelin termin en una

    catstrofe, como cualquier tentativa de uso desconsiderado de la fuerza contra

    un adversario ms poderoso. Ahora bien, en este caso tambin, en contra de la

    tradicin juda, que le dio muy poco espacio a este desastre, el sionismo hizo de

    l un smbolo nacional, el del judo ijue rechaza el yugo extranjero. Los israeles

    buscaron todas las huellas arqueolgicas de la rebelin, las cartas de Bar Kokhba

    estn expuestas en el museo de Israel; el gran rabino de Israel, apoyado por el

    gobierno israel, hizo llevar osamentas de una gruta del Mar Muerto y les dio

    sepultura nacional.

    87

  • I I

    Entre los palestinos, el personaje histrico de Saladino es el ms usado.

    Se sabe que en su rpida y brillante campaa militar de 1187, a la cabeza de

    12 mil jinetes, Saladino conquist Tiberades, Hittin y Jerusaln, y que casi la

    totalidad de Palestina cay en sus manos. Su victoria sobre los cruzados en la ba-

    talla de Hittin y el hecho de que haya logrado liberar la tierra nacional y echar

    fuera a los invasores europeos muestra claramente qtie los "extranjeros" veni-

    dos de Occidente (los sionistas quedan aqu asimilados a los cruzados) no fue-

    ron capaces de mantenerse en Medio Oriente ante los pueblos de la regin, ya

    que estos pueblos lograron unirse. Evidentemente, la historia palestina de Sa-

    ladino est arreglada: se omite, por ejemplo, la desercin de sus tropas ante

    Tiro, la reconquista de San Juan de Acre por parte de los cruzados, y el hecho

    de que a fin de cuentas Saladino se vio obligado a firmar un tratado de paz con

    Ricardo Corazn de Len, tratado c|ue dej en manos de los cruzados toda la

    planicie costera entre Jaffa y Tiro. Se omite tambin el hecho de c|ue Saladino

    fue excepcionalmente abierto y tolerante con los judos de su reino.

    El mito de Saladino es, sobre todo, el de una poca en la que todos los ra-

    bes estaban unidos contra el inxasor. Es para los palestinos el smbolo de resis-

    tencia y unidad, y el combate de Hittin se evoca con frecuencia en los libros de

    historia de los nios de escuela palestinos. Sobre todo porque la victoria de

    Hittin es la de una caballera ligera, pequea y astuta c|ue, como la guerrilla pa-

    lestina, logr eludir, rodear y acosar al ejrcito de los cruzados, mucho ms nu-

    meroso, fuerte y experimentado. Tambin se evoca, en el contexto actual de las

    negociaciones de paz, el mtodo de Saladino, que consista en no ver en los

    acuerdos firmados con el enemigo ms que acuerdos de papel, que permiten la

    reconstitucin de las fuerzas antes de reiniciar los combates. Y adems, cuentan

    los libros de historia palestinos, luego de Saladino, quien estableci la dinasta

    de los ayubidas en Egipto, los mamelucos lograron unificar todo el Medio

    Oriente, de Egipto a Siria, y dieron la puntilla a Occidente.

    LA FimiC;A I)H I.O.S CRANDKS HOMBRES

    El uso que se hace del personaje de Saladino es muy interesante. En efecto,

    este lder no era rabe en absoluto, sino kurdo, y su origen kurdo se ha borrado

    88

  • I

    de manera voluntaria. Por el contrario, los mo\imientos religiosos, como Mamas o la Jihad islmica, insisten en que Saiadino estableci la universidad Ai Azliar en El Cairo y en que era en extremo fiel a la religin. Los menos religiosos, los nacionalistas de la ()LI>, a menudo han tratado de presentar a V'asser Arafat como un nuevo Saiadino, im Saiadino II. t|ue como el primero, echara fuera de

    Palestina a los infieles. Como la victoria de Hittin es de todos modos un hecho armado bastante

    aislado, a la historiografa palestina le gusta insistir en el periodo de los califas omeyas en Egipto, periodo de la edad de oro rabe. De la misma manera en (|ue los judos tuvieron su edad de oro espaola, los califas omeyas establecie- ron la supremaca de la cultura rabe: los palestinos anuncian que su regreso a su tierra ancestral significara ima nueva edad de oro, el esplendor de la cultura rabe. Evidentemente, queda silenciado el periodo de decadencia que sigui, la conquista por parte de los turcos y la cada en la poca otomana.

    Todava en busca de smbolos histricos, en los libros de historia de los ni- os palestinos se insiste en la figura del filsofo del siglo XIV Ibn Jaldi'm y se recuerda su libro fundamental, Histoiia de los rabes y los bereberes. Con frecuen- cia se trae a colacin la teora desarrollada en la clebre introduccin de esta obra, segiln la cual toda la historia de los rabes gira en torno al eterno comba- te de los pueblos del desierto (aqu debe leerse los palestinos) contra los pue- blos de las ciudades (aqu debe leerse los sionistas, c|ue se establecieron en ciu- dades, poblaciones y colonias). De este modo se le recuerda al nio que la civilizacin del desierto est caracterizada por la originalidad, la fuerza, el pode- ro, el valor y la \ isin, en tanto que el mimdo de las ciudades y de los ocupan- tes es un mundo decadente, corrupto, debilitado, etctera. En otros trminos, la \ ocacin de los palestinos, pueblo del desierto, es vencer a los sionistas, pue- blo de las ciudades.

    Pasemos ahora al uso de la historia reciente con fines polticos. Una de las le- yendas ms importantes del sionismo fue, durante mucho tiempo, la historia de la muerte trgica de Y'osef Trumpeldor y de siete de sus compaeros: se tra- ta de la cada de la granja fortificada de I'el Jai, asentamiento judo de Alta Ciali- lea, en marzo de 1920. Tel Jai, situada al noroeste del valle de Jule, se haba fundado en 1918 v consntua uno de los tres enclaves establecidos en el norte

    89

  • I

    y cuyo objetivo era proteger las tierras de colonizacin juda de esta regin cer-

    cana al Lbano y a Siria. Se sabe c]ue los rabes se rebelaron contra la domi-

    nacin francesa y que, en 1920, grupos armados atacaron los asentamientos

    judos de Alta Galilea. Fue durante el combate para defender Tel Jai cuando

    Yosef Trumpeldor y sus compaeros cayeron con las armas en la mano, en

    circunstancias poco claras, y dejaron siempre mucho lugar a la imaginacin.

    Slo se sabe que Trumpeldor, personaje carismtico y deslumbrante cjue diriga

    las fuerzas judas, fue gravemente herido y muri cuando lo transportaban de

    urgencia al kibutz cercano Kfar Giladi.

    Muy pronto se empez a exagerar en torno a este episodio, a contar que las

    ltimas palabras de Trumpeldor haban sido: "No importa. Es bueno morir por

    nuestro pas." Kstas palabras inventadas tuvieron de inmediato una enorme di-

    fusin y forjaron el mito de le Jai. El sionismo transform esta historia en un

    mensaje muy claro, del mismo tipo que el de los macabeos, el de Masada o el

    de Bar Kokhba: herosmo, valenta, espritu de sacrificio, \ alor, defensa del pas.

    El Batalln del Trabajo, la perla de la sociedad pionera, recibi el nombre de

    Trumpeldor; un kibutz se llam as; hubo historias, cuentos, poemas, obras de

    teatro, canciones; Tel Jai se convirti en un lugar de peregrinaje. Los movi-

    mientos juN'eniles pioneros difundieron el recuerdo del hroe. Trumpeldor y

    sus compaeros representaban a todos los pioneros, a todos los combatientes

    judos de todas las pocas, (jue de este modo ganaron, para ellos y para sus

    iiijos, im derecho irrevocable sobre esa tierra. Era desde luego la prueba defini-

    tiva del derecho de los colonos judos a la tierra, ya que no se tiene derecho a

    una tierra ms que si se est dispuesto a morir por ella.

    El hecho de que las fuentes histricas de 'Tel Jai fueran muy \ agas no tena

    ninguna importancia. Lo esencial era que la leyenda designara a un enemigo

    preciso, los rabes, superior en ni'miero, cruel, maquiavlico, astuto, que haba

    masacrado sin piedad a los heroicos defensores. La imponente estatua de un

    len rugiente se erigi en el patio cuadrado de 'Tel Jai, se grabaron las clebres

    palabras de 'Trumpeldor en el zoclo, se organizaron desfiles en el lugar, Ben

    Gurin no dej de evocar esta historia cada vez que la comimidad juda de Pa-

    lestina estaba en peligro. Lo que es seguro hoy es que Ben Gurin saba muy

    poco de ese combate, y cjuc lo poco cjuc saba era falso.

    90

  • I

    Ms tarde, la Shoah tambin proporcion a los fundadores del Estado de

    Israel ejemplos de valenta infinita y de sacrificio que iban a servir de modelo

    a las generaciones fituras. Los dos episodios que se usaron son la historia de

    Hannah S/.enes y la de la rebelin del gueto de Varsovia.

    Hannah Szenes era una jf)ven pionera sionista socialista orij^inaria de Buda-

    pest, quien, a fines del ao 1942, cuando la suerte de los judos de Hungra le

    preocupaba, se imi a los paracaidistas de la Hagan, que estaban esperando

    que los enviaran a pAiropa a socorrer a sus hermanos. En marzo de 1944 salt en

    paracadas sobre Yugoslavia, pero poco tiempo despus fue detenida por la po-

    lica hngara. Cruelmente torturada, no revel ninguna informacin. No

    obstante, despus de que los fascistas pronazis toman el poder, la condenaron

    a muerte y la pasaron por las armas en el patio de su prisin.

    El mito de Hannah Szenes recuerda, toda proporcin guardada, el de Juana

    de Arco. La imagen perfecta, inmaculada, de la joven que no conoci nunca el

    amor carnal, que se lanza en defensa de su pueblo y que \ a a encontrar la muer-

    te, pero cuya luz guiar a generaciones de jvenes israeles. Se volvi uno de los

    personajes centrales de la religin civil israel: herona moderna, independiente

    y combativa, smbolo del activismo nacional, hroe (|ue las revelaciones hist-

    ricas no podan tocar, criticar, alcanzar. Criando en 1994 el realizador de un tele-

    drama puso en boca de uno de sus personajes una frase que acusaba a Hannah

    Szenes de haber sucumbido a la tortura y denunciado a sus amigos, el asunto

    fue llevado a tribunales.

    FA otro episodio fundamental es el de la revuelta del gueto de Varsovia en

    mayo de 1943, uno de los momentos fundamentales de movimiento nacional,

    pues es smbolo de \ aienta ejemplar: la rebelin de condenados andrajosos,

    muertos de hambre, contra el poder nazi; los soldados del Tshal, del Estado

    judo, continuaron la obra de los combatientes del gueto de Varsovia. Pero, en

    este caso tambin, para ser utilizable, era necesario que el episodio, muy real,

    se arreglara un poco. Era necesario que los rebelados, prototipos del soldado

    judo, fuesen onistas socialistas^, dignos hijos del partido Mapai, que estaba

    construyendo Eretz Israel. El problema era justamente que entre los rebelados,

    y en particular entre sus jefes, se contaba gran cantidad de comimistas antisio-

    nistas, de religiosos y ultrarreligiosos, de sionistas de derecha ligados al Betar y,

    91

  • I

    sobre todo, de judos re\ oliicionarios del Biind polaco, feroces asimilucionistas

    y antisionistas. Fue as como el relato de la rebelin, difundido por los mo\ i-

    mientos juveniles del joven Estado judo, borr de manera voluntaria el recuer-

    do de esos jefes y esos combatientes, y no conser\ ms que el del jefe sionista

    socialista de la rebelin (Mordejai Anielewicz) y los de sus compaeros cjue

    tenan la misma ideoloo;a.

    En el caso de los palestinos, el periodo c|iie precede a la tragedia de 1948 y al

    nacimiento del Pastado judo comprenda, objetivamente, muy pocos hechos his-

    tricos utilizables. Durante todo el periodo mandatario, a los palestinos los aplast

    una situacin que se les sala por completo de las manos, con los pioneros sionis-

    tas de un lado, los taimados britnicos del otro, jefes palestinos cormptos, grandes

    familias establecidas en Beirut o en El Cairo e insensibles a sus desgracias, y jefes

    religiosos fanticos del tipo del Mufti de Jerusaln llaj Amin al Husseini.

    Recordemos, adems, que dichos jefes sern los primeros en escapar en 1948,

    dejando ah a los palesdnos sin ningn mando y totalmente desorientados.

    Esto no le impidi ai mo\ miento palestino, a pesar de todo, buscar mucho

    despus pedazos de historia que pudieran usarse en su lucha. Surge as un

    personaje cjue el movimiento nacional y los movimientos religiosos como el

    Hamas y la Jihad islmica, sobre todo, usaron a fondo. Se trata de E^zzedin el

    Kassam, y es simblico ciue se haya dado su nombre a los comandos armados

    del Hamas. Es el \)nmcxfreer/otn fighter [Acsno.

    Digamos de inmediato que Ezzedin no tena nada que ver con el mito cjue

    de l hicieron los palestinos. Se trataba de im sirio muy piadoso que llam a la

    lucha contra el mandato francs en .Siria y Lbano. Lleg a Palestina, a Haifa,

    en 1920, y emprendi una importante obra educativa en la que combin el

    llamado a la rectitud con un feroz sentimiento patritico. A finales de los aos

    1920 particip en la creacin de un movimiento armado c|ue empez a acosar

    las posiciones judas y probablemente asesin a varios judos. Pero en 1953,

    cuando se encontraba cercado en Jenn con sus hombres, los ingleses lo ataca-

    ron por sorpresa y lo mataron.

    I 'n personaje menor, por completo. Pero el mo\ imiento palestino hizo de l

    su hroe, smbolo de rectitud, de educacin, de idealismo, de panarabismo.

    No hay duda de que el personaje fue puesto en relie\ e para con\ ertirlo en una

    92

  • I

  • I guerra del lado judo se lle\ a cabo de la manera ms limpia y ms moral po-

    sible, sin atrocidades ni matanzas de civiles; y sobre todo, un elemento his-

    trico fundamental, ([ue los rabes de Palestina abandonaron voluntariamente

    sus \iviendas luego de un llamado radiofnico de sus dirigentes, que les pedan

    que se fueran, con el fin de regresar despus de los combates, cuando todos

    los judos hubieran sido masacrados... Los judos no expulsaron a los rabes: al

    contrario, hicieron todo lo posible para convencerlos de que se quedaran, etc-

    tera. Ninguna de estas afirmaciones, digmoslo de inmediato, no es totalmente

    cierta ni totalmente falsa. No hay duda de cjue el mito de la guerra de 1948,

    mito de herosmo y rectitud, es el recurso fundamental de la empresa nacional

    israel, completada luego con otros mitos venidos a reforzarlo, como el de la

    guerra de los Seis Das.

    En tanto que, del lado israel, el uso poltico de la historia se termina de

    hecho con la guerra de Independencia y el nacimiento del Estado judo, ste no

    hace sino empezar a partir de ese momento para los palestinos. Fue necesario,

    para la O.I", encontrar un momento a partir del cual el herosmo pasara de un

    campo al otro, y en el que el pueblo palestino comenzara a registrar victorias y

    actos de herosmo. Todo va a empezar en 1965, cuando la OLP deja de ser una

    organizacin-apndice dirigida por Ahmed Choukheiry, sin influencia y mani-

    pulada por Flgipto, y llega a manos del joven Yasser Arafat, quien \ a a hacer de

    ella la espina dorsal del despertar palestino.

    Por tal razn, sin duda el episodio de Karam es el ms masivamente usado.

    En 1965 una unidad israel emprende una operacin de represalias mal prepa-

    rada en Jordania, al otro lado de la frontera. La esperan unidades jordanas a las

    (ue por primera vez se han unido elementos armados de la OI.P, y los rabes

    infligen gra\ es prdidas a ios israeles tomados por sorpresa. Todos los historia-

    dores militares estn de acuerdo en decir que fue la legin jordana la que

    infligi dichas prdidas al ejrcito israel, pero Karam se volvi smbolo funda-

    mental de la resistencia armada palestina, smbolo que slo ser reemplazado,

    unos veinte aos despus, por la Intifada. Es justo despus de Karam cuando

    las escasas fuerzas palestinas se incrementan un 300% con voluntarios de los

    campos de refugiados.

    94

  • I

    Con ei fenmeno actual de los "nuevos historiadores" en Israel (que abord

    en mi libro publicado hace dos aos por Gallimard: l/i Nouvelk Histoirrdlsrie),

    el Estado judo parece haber llegado a un estado de su desarrollo en el cjue mu-

    chos de sus intelectuales y de sus investigadores estiman que su pas cuenta

    con la suficiente fuerza y madurez, y cjue est lo suficientemente instalado y se-

    guro como para ya no tener necesidad de usar polticamente su historia falsifi-

    cndola, embellecindola y seleccionando lo que resulta til a la nacin. Hoy

    cada uno de los micos, cada uno de los episodios, cada uno de los hechos arma-

    dos se re\ isa, se analiza y se reevak'ia. Todo se revisa y se critica severamente

    con los ojos de la "ciencia". Muchos se ofuscan, al considerar que todava no es

    momento de semejante cuestionamiento, que el destino de Israel todava no

    est seguro, que no hay que desmovilizarse.

    (Ciertamente pueden entenderse las razones por las cuales el momento de

    tal cuestionamiento todava no llega entre los palestinos. Mientras estn meti-

    dos en la lucha por la creacin de su Estado, los intelectuales, investigadores e

    historiadores palestinos se han movilizado al servicio de su causa sin restriccin

    alguna. (Hoy, por lo dems, uno de los problemas proviene de este desequili-

    brio, de esta ausencia de simetra ente el importante nmero de intelectuales

    crticos en Israel y el muy reducido nmero de dichos intelectuales del lado

    palestino.) Es cierto, y lo entiendo perfectamente, que el Estado palestino to-

    dava no ha nacido, (]ue la nacin palestina est dispersa por todo el mundo y

    que los conflictos violentos desgarran a este pueblo entre laicos y religiosos,

    entre religiosos moderados e islamistas fundamentalistas, entre musulmanes y

    cristianos, entre moderados cjue aceptan vivir al lado de Israel y extremistas

    que suean con su anicjuilacin, entre la pequea burguesa de las ciudades y

    el proletariado de los campos de refugiados. Palestinos de los territorios ocu-

    pados y del exterior. Qu puede haber ms evidente de esta movilizacin ab-

    soluta de los intelectuales que ver a uno de los ms grandes investigadores pa-

    lestinos, el profesor Edward Said, autor de numerosos libros que sientan

    ctedra (entre los cuales est el excelente Orientalismo), plantarse del otro lado

    de la frontera israelo-libanesa, en la puerta Fatma, para arrojar piedras a los sol-

    dados israeles.''

    95

  • I

    Pero estoy seguro de que tambin llej];ar el momento de la reconsideraein

    del uso de la historia, de un anlisis de los errores cometidos por los dirigentes

    palestinos, de las maniobras y de las estrategias de los gobiernos rabes. Tene-

    mos ciertas seales anticipatorias en el nacimiento de im movimiento palestino

    de los derechos himianos, en la crtica al liderazgo palestino, a la corrupcin y

    al tratamiento a los opositores por parte de esos lderes. Es muy notable que

    ciertos intelectuales palestinos, a la cabeza de los cuales est .Sari Nusseibeth,

    presidente de la universidad Al Quds, cuestionen el rechazo presentado a las

    propuestas Barak en la cumbre de ('amp Da\id, y reconozcan c]ue dicho re-

    chazo fue un error histrico. Podemos ver en eso, me parece, las premisas de

    cierto despertar crtico (|ue algn da llevar a un examen de los usos de la po-

    ltica de la historia palestina.

    l'aradjicamentc, la iniciativa ms notable referente al enfoque de la Histo-

    ria no proviene de los intelectuales sino de im sacerdote, el padre (-houfani de

    Nazaret, cjuien decidi hacer entender a los rabes israeles y a los palestinos la

    importancia de la Shoah para la identidad de los judos israeles. Por vez pri-

    mera, se trata verdaderamente de descubrir la vivencia del otro en su autenti-

    cidad, de descubrir lo que funda histricamente la identidad del Otro: es al

    mismo tiempo im gesto muy valiente, digno de admiracin, y una razn para

    tener esperanza. (^

    Esprit. mayo de 2()().l

    96