los últimos dias de gruissam

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Happlo dirigió una pensativa mirada por la ventana al lago que ahora, a plena luz del díadurante el mediodía, parecía tan tranquilo y brillante; y que se diferenciaban tanto deaquel otro, negro e inquietante, que la pasada noche se había cobrado las vidas de laadolescente hija de Esmeralda y de otro joven de Lac. Afilo el morro imaginando lo que

 pudieron sentir los dos jóvenes mientras eran arrastrados a las profundas aguas en lo

que tenia que haber sido una inolvidable velada de amor. El continuo devaneo de lasolas producidas por la vigorosa brisa marina que llegaba del cercano mediterráneo batíaconstantemente los muros de la torre de Gruissam, adormeciendo al tatuado mago que

 pasaba horas y horas mirando a través de la ventana aun a sabiendas de que algo muy peligroso le observaba desde lo mas profundo del mismo. Solía recordar de cuan lejosvenia, cuantos kilómetros tuvo que recorrer con la furia y la venganza como únicascompañeras, detrás de una pandilla de bribones traídos del otro confín del mundo paraarrasar su casa, matar por segunda vez a las gentes que consideraba su familia y robarlesu orgullo, sus riquezas y su sabiduría. Todo por una estatua de doble rostro y laincorregible ambición de un desgraciado cuyo nombre llevaba tatuado mágicamente enla mejilla como si fuera una res y que sin saberlo, había condenado su propia vida por la

afrenta que había levantado contra su tatuada persona. Cuando conoció al inquino Pol,el no era mas que un joven mago que con mas ilusión que medios se disponía a levantar un hogar para el y para sus compañeros en medio del verde mar de los Pirineosoccidentales, donde su magia fuera oculta por los bosques y las neblinosas montañas, deojos con cruces y espadas; aunque bien lo sabia el, iguales o mas terribles resultaron ser al final las propias envidias y tribulaciones que dentro de la sociedad mágica a la que

 pertenecía muy a su pesar, obraban a su antojo saltándose las leyes y ocultandomediante la corrupción, la represión y el miedo, los terribles actos que justificaban solosu propia suficiencia y altivez. Pol Burani era uno de esos perros inquisitoriales quehacían y deshacían a su antojo valiéndose de su gran poder, prestigio y posición en laOrden de Hermes; mientras que el no era mas que un desconocido salvo para losQuaesitor, que lo tenían por brujo y con la peor de las cartas de presentación que

 pudiera tener dentro de esta: Sospechoso de dar pábulo a los renegados Diedne, aunqueeste ultimo extremo jamás se hubiese demostrado. Aun así, lo que nadie sabia, ni Pol, nilos Quaesitor, ni ningún otro mago con vida era lo mucho que había tenido que luchar 

 para llegar hasta allí, a la cordillera pirenaica que separaba Hispania del continente. Elsin fin de tormentas que había visto, alumbraban los cielos sobre la mar y sobre la tierradesde que en una fecha ya lejana y siendo un mozalbete imberbe que acababa de llegar aEdimburgo, ayudado por aquellos mismos rayos y truenos, había dado muerte al señor de Ach-nam-Breac, regente normando de las Lowlands y un poderoso pero descuidadomago de la casa Flambeau, la misma a la que pertenecía el bastardo de Burani. El

mismísimo Ghioroneus no pudo atisbar muy bien porque la piel tatuada de aquelmisterioso y loco jovenzuelo de ojos verdes brillaba de tal manera, hasta que aclamadostodos los relámpagos habidos sobre sus cabezas, cayeron estos a mansalva sobre elafeminado y pretencioso duque, no dejando de el ni un solo palmo de carne que noestuviera humeante y ennegrecida. Happlo era especial, especial incluso entre losmagos, porque para realizar su peculiar magia necesitaba de los infinitos tatuajes de su

 piel que cuando utilizaba le respondían con inquietantes destellos azulados. Así se lohabían recordado muchos y muchos a lo largo de su infinito destierro. No cabía duda deque era un ser pagado de si mismo, obstinado y pendenciero como se lo demostró aldifunto Ghioroneus y tremendamente altivo cuando el sino no le echaba constantementenuevos y cada vez mas dificultosos retos. Para el los reveses del destino eran retos, no

se los podía tomar de otra manera. Su pronta orfandad, el repentino abandono de sututor, su agravio en las ruinas de Ach-nam-Breac, los miles de leguas recorridas en

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tierras que no comprendía, solo, escondiéndose temeroso a la vuelta de los caminoshasta que un día habiendo cruzado la estrecha lengua que separaba las islas delcontinente, pudo al fin quitarse la capucha y pestañear ante el sol de poniente mientrassaludaba con renovado aire al Tribunal Normando en el pueblecito de Calais en Lille.Pero era joven, podía haber afrontado aquello y mucho más. Y el caso es que lo hizo.

 No sin ayuda, claro esta, pero puso cerco a aquella cuadrilla de despiadados esclavistasen la torre que ahora les servia de guarida a él y a los que pudo rescatar de las manos deaquellos inmundos seres que traficaban con personas. Ahora la torre y el lago deGruissam daban nombre a su pequeño señorío, desde donde irguiéndose cual ave Fénixhabía acusado al oscuro mago de Val Negra de multitud de crímenes ante el TribunalProvenzal y vuelto a recuperar parte de todo aquello tan valioso para el como eran loslibros y haciendas que pertenecían a su antiguo hogar llamado Terralba, situado en elotro mar de los Pirineos, en el valle navarro del Roncal. Pero aquella estatua de doblerostro no le fue devuelta. Pol amenazaba con el chantaje hacia uno de sus colegas paraimpedir la transacción del poderoso artefacto Diedne y aunque Happlo podía haberselavado las manos abandonando a su suerte al malogrado George, aquel honor que nacía

del orgullo y no de la nobleza le obligaron a encajar dolorosamente el toché delenemigo franco y a seguir rumiando la venganza entre las paredes de la alta torre dellago. Mientras, él y los suyos continuaban luchando en aquella constante guerra deguerrillas que las intrigas del Flambeau, las del tirano conde local Joinville, la convulsasituación local y los terribles peligros mágicos que como el del lago, asolabancontinuamente sus vidas, hacían desmembrarse las energías en tantos frentes, que lesresultaba imposible después de dos años, pasar a la ofensiva sin abandonar loscompromisos para con el pequeño magofeudo y los confusos tiempos que se vivían enel Langedoc. Tiempos que se presentaban tremendamente desesperanzadores para la

 baronía local y resto de condados, que como la de Joinville, se habían posicionado dellado de la insurgencia catara y en un marco mas político y secreto, a favor del reyaragonés de la península frente al delfín del la casa de Anjou, el decadente sodomitaSimón de Montfort. Había sufrido lo indecible para construir su nuevo hogar y de nuevoestaba a punto de perderlo. En el camino había perdido además de muchas cosas bellas,a muchos amigos. El buen Menua, con quien tuvo y sostuvo sus mas y sus menosdebido en parte a su corrección no siempre estratégicamente viable; a Tarvos “el toro”,muerto en las angostas salas subterráneas de Calebais…Solo Randam quedaba ya que lerecordase la imagen verde y montañosa de Terralba en el alto de Laza, suspendido bajoimpresionantes y negruzcos peñascos que hacían de antesala de los Pirineos.Lo había analizado una y mil veces desde que el cura del pueblo descubrió ser cátaro.Todos los factores apuntaban a un inmediato desastre del Tribunal sobre la política

mundana y la cruel guerra destruiría Gruissam con o sin su presencia como ya lo había predicho la vieja Zorby hacia ya dos semanas, justo cuando descubrieron queSegismundo, el párroco local, era cátaro. Solo el joven conde de Breziers quedaría allí

 para proteger su honor y su casa con el filo de la espada. Él tenía que ser práctico. Lacampana de Ibyn no podía quedarse en la endeble alianza o Pol se haría con ella comoya lo intento antes que ellos en Calebais y por otro lado, sabia positivamente que fueracual fuese la resolución del Tribunal Provenzal ninguno de los magos de la alianza seinvolucraría demasiado en la campaña a favor de los herejes cataros. Esperaba en breveun desembarco en masa hacia la alianza amiga de Giborne, mucho mejor asentada ymejor estructurada. Tal vez Grith se quedara para proteger el regio feérico, pero el restoeran demasiado inexpertos como para poder hacer frente a las intrigas de Pol (así como

a las ampollas que pudo haber levantado nuestro querido Menua y su tratado del Jinetede la Tormenta en un poderoso mago de la alianza de Mistridge) dentro de un escenario

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donde preservar el código seria la ultima de las preocupaciones del Tribunal. Fue a lavuelta de Calebais, con la campana en su poder, al descubrir el cuerpo de Mandrake yBeltz ahogados en sus respectivas habitaciones cuando tuvo aquella funesta idea. Pol,desde su consolidada posición dentro de la alianza de Val Negra, Domus Mágnum delos Flambeau, se aprovechaba de la precaria situación que vivían como alianza, para

mediante pequeñas trabas e incidencias conseguir que estuvieran siempre pendientes deun sin fin de pequeñas vicisitudes constantemente auspiciadas por agentes del Flambeauque no tardaban en multiplicarse y crecer en la candente tensión social y religiosa queenvolvía a la libre Occitania. De pie sobre el brillante cuerpo tatuado del mago Criamonuna visión lo atravesó como un rayo por una fracción de segundo y en ese momento vioclara su oportunidad de invertir la dirección de su particular rueda de la fortuna. Lamisma noche del terrible suceso reunió a todos los magos de la alianza para pedirles unfavor, un favor que ponía en peligro su vida y la del resto de convocados. Aquellatenebrosa noche de verano, mientras los magos reunidos en la sala del consejo alrededor de la esplendida mesa de roble tallado, miraban de reojo hacia las ominosas sombrasque les llegaban desde los marcos de los amplios ventanales que daban al lago, Happlo,

se concentraba en poner en orden sus ideas para realizar el mejor discurso de su vida.Grith de casa Merinita lo miraba con sus ojos chispeantes y poco preocupados; elcolosal y salvaje Berto de casa Bjornaer se rascaba incomodo la espalda; el reciénllegado Arturo de casa Jerbiton no hacia mas que tragar saliva, profundamente afectado

 por lo ocurrido; George de casa Verditius se mantenía impertérrito con la mirada fija enningún sitio y por ultimo Rograth, de casa Tytalus, parecía relajado después de laemoción del reciente descubrimiento. Hablaron rápido y tomaron decisiones aquellanoche. Acordaron enfrentarse cuanto antes a lo del lago, aun así, después de haber realizado el hechizo de protección a la alianza. Ninguno conocía el hechizo de Aegis por lo que a la mañana siguiente deberían de enviar sendos mensajes a la vecina Giborne

 para que les ayudasen con el ritual en tanto que supiesen de lo ocurrido tanto aMandrake como a Beltz.-Queridos compañeros. -Comenzó a decir aquella vez -Disculpad que os robe estasnecesarias horas de descanso que tras lo ocurrido nos son de vital y humana necesidad,

 pero siendo sinceros no creo que ninguno vayamos a dormir hoy placidamente.-Rograth arqueo visiblemente las cejas pero no dijo nada y sonrió aquilínamente -Tengouna propuesta que haceros, una propuesta que contraviene puntos del Código pero queno debiera suponer perjuicio alguno para nadie. –El tatuado mago pensó y deseo que talvez alguien si que resultase muy perjudicado –Ya sabéis que todas aquellas infraccionesdel Código no se consideran graves si no llevan consigo un detrimento físico o mentalde algún sodale y en el caso de la pequeña ayuda que os voy a pedir, no intervienen

deseos de socavar la orden, ni de atacar a ninguno de sus miembros. Es mas, acabaríacon la constante persecución a la que estoy sometido por parte de ya sabéis quien. –Y enesto se acaricio la mejilla izquierda tatuada con las letras magicas –Nuestro pequeño einsignificante hogar se dirige directo hacia las cataratas de la historia y no tenemosfuerzas suficientes como para remar hasta la orilla mas cercana, hecho este que nos

 precipita inevitablemente al desastre ¡Poco importara la Aegis cuando las tropas de unosy otros comiencen a luchar ante nuestras puertas con la espada en una mano y laantorcha en la otra! La vieja Zorby nos previno de nuestra destrucción y en vanolucharíamos contra el destino. A llegado la hora de que seamos conscientes de lo que senos avecina y obremos con cautela y buen hacer. No podemos olvidar que en estosmismos instantes somos dueños de uno de los artefactos más poderosos que existen

actualmente y que ello debe de quitarnos el sueño tanto como el ser del lago. Laseguridad de la campana de Ibyn debe de ser toda una prioridad para nosotros, puesto

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que ya sabemos que nuestro viejo conocido el señor Burani la codicia y ansiadenodadamente. Propongo que la alejemos lo mas posible de él y una de dos, laarrojemos al lo mas profundo del lago o la entreguemos a Giborne. –Al contrario de loque cabria esperar no hubo ningún sobresalto tras aquellas palabras –La destruccióninevitable de Gruissam nos obliga a buscar un nuevo hogar y en el caso de que alguno

de vosotros escogiese Gibrone, como creo que sucederá en la mayoría de los casos, lacampana podría viajar con vosotros siempre que estéis dispuestos a dar la vida por  protegerla. -El asustadizo rostro de Arturo de Jerbiton se ilumino por un instante y selevanto del estrado que perteneciera a Menua.

 –Queridos sodales, he de reconocer que no hay macula alguna en la exposición queacaba de realizar nuestro respetado mago mayor y que yo mismo conduciré la campanaa Giborne si así me lo permitís. Hace ya tiempo, como bien ha apuntado Happlo de ExMiscellanea, que vislumbramos la caída definitiva de nuestros denodados esfuerzos por erigir un remanso de paz en este lugar. Yo mismo, en la visita de cortesía que nosdispensaron nuestros sodales de Giborne, ya comente esta posibilidad con mi homologode filiación Miguel, recibiendo su beneplácito y apoyo en cuanto me decidiese a dar el

 paso sin menoscabo de mis obligaciones para con vosotros, compañeros de alianza yamigos ¿Alguien mas recorrerá el camino junto a mi llegado el momento? –Tal vez la

 pregunta no la debiera haber lanzado el mismo y tal vez por eso mismo Rograth yGeorge tardaron un poco en levantar las manos. Fue la afilada lengua del cada vez másimpaciente Tytalus la que sustituyó a la pausada voz del Jerbiton.-Yo también acompañare a George y al nuevo a la vecina Giborne, pero no hasta quehaya husmeado a fondo en la habitación de mi malogrado y malhadado predecesor, loque me llevara varios meses, sino el año completo. Así que por mi parte, no hay prisaninguna en acometer la reforma o disolución que acabáis de dibujar, apreciados sodales.-Creo que hablo por los dos –Y en esto Berto miro al Merinita –cuando digo queapoyaremos cualquier decisión que tome la sala en cuanto a la disolución de la mismasea cuando sea. Quedan menos de dos años para el ritual del Encuentro entre los magosde mi casa y sin duda será un buen momento para encontrar un nuevo hogar en latitudesmenos favorables para los mundanos y sus destructivas políticas de guerra eintervención en la naturaleza, la vis comienza a escasear alarmantemente.¿Grith? -Cuando Happlo miro al pequeño mago este afirmaba abiertamente con lacabeza.-No os preocupéis por mi, no me alejare mucho de Gruissam, aunque si que cambiare decompañía, a veces sois tan aburridos…-Y sus labios volvieron a dibujar una picara ydesafiante sonrisa que fue contestada con otra aun mas jocosa del joven y tatuado mago.-Tal vez no tanto como esperáis mi buen duendecillo verde… –Se incorporo de la mesa

y les dio la espalda mirando de frente hacia las brillantes aguas que asomaban al fondo,más allá de los anchos ventanales –Aun os he de pedir el pequeño favor al que merefería al inicio de mi exposición y este no es mas que un divertido teatro que habremosde representar durante algunos días, para olvidarlo por siempre jamás cuandodeshagamos nuestra unión –El misterioso mago se volvió a dirigir a la mesa pero estavez se sentó en el estrado del difunto Mandrake imitando el acusado y solemne timbrede voz del difunto –Queridos compañeros, habremos de preparar las exequias de Happloy Beltz antes de partir cada uno en pos de sus pasos y entregar la campana de Ibyn aGiborne ¡Busquemos nuestro nuevo destino con valor y fortuna! -Fue George, que hastaaquel momento había permanecido en un incomodo silencio, quien no pudo reprenderselas ganas.

-Pero vos no sois…-Fue entonces cuando el tatuado Ex Miscellanea descubrió de su pechera el inconfundible sigil de casa Criamon.

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-¿No soy quien; George?El discurso resulto ser convincente, mas aun cuando Berto y Grith (este últimovisiblemente emocionado por el “juego”) asintieron con la cabeza y declararon que loque no les concerniese como alianza y esta se dirigía a su disolución, era asuntoexclusivo suyo y que suyo seria el problema si le descubrían. Rograth levanto los

hombros despreocupadamente en tanto que continuaba mirando el pasillo que le llevaríaa la habitación del difunto Beltz al acabar la exasperante reunión y, mientras Georgetuviera una pizca de honor, sabia que le debía una. Solo el joven Jerbiton mostró algúnatisbo de duda, pero estaba claro que no seria el quien contraviniese los deseos deldestructivo mago en medio de aquel nido de ratas. Acto seguido y visto que nadie poníainconvenientes a su propuesta explico cuidadosamente cada detalle del plan

 previamente concebido y rogó silencio absoluto de lo ocurrido hasta que tuviese todo preparado para suplantar la identidad del Criamon ante los grogs y los magos de laamiga Giborne. Así los espías que pudiera tener Pol en Gruissam y después el propioTribunal le darían por muerto y podría comenzar una nueva vida enterrado en los

 profundos valles navarros bajo la tutela del hijo de su antiguo rey, el Sancho que

apodaban como “el Fuerte”.¡Toc, toc! El sonido de la puerta le hizo girar el cuello distrayendo la mirada de lasoleada ventana, dando la vuelta por completo para dirigirse a averiguar quien seencontraba tras los postigos de su habitación. Abrió la maciza puerta de roble ydescubrió el arrugado y rugoso rostro del chambelán de la torren en medio de la

 pequeña sala donde se encontraban las habitaciones de los 4 magos mayores, dos deellos muertos hacia medio año en una situación un tanto oscura.-Mago Mandrake, –Happlo tenia que reconocer que asociar aquel nombre a si mismo lecostaba y desagradaba –un “curioso” visitante acaba de llegar a la torre y desea ser recibido por los señores.Milbruck utilizaba de manera muy graciosa y acertada el termino curioso para referirsea asuntos que Gabin no debía, ni podía dar trato como señor de la torre y es que, al cesar lo que es del cesar y aquel curioso personaje debía de ser cuando menos algún “boinaroja” Mercere en busca de noticias. El mago despidió al enjuto normando y volvió aacercarse a la ventana para ordenar su desmarañado escritorio. Cerró con llave el cajóndonde guardaba el tomo tercero del trabajo de auram de Ventus Gurges y salió de lahabitación cerrando la puerta suavemente dirigiéndose hacia las escaleras de caracol alfondo del pasillo por donde había venido el chambelán ingles. Cuando Happlo llego a laespaciosa sala de magos, descubrió a sus compañeros charlando falazmente con unapuesto hombre rubio que vestía unas sucias pero inequívocas túnicas de tela roja muycara, con grandes vetas de bordados en hilo de oro representando vivaces llamas. Una

de las cejas se le enarco automáticamente al ver a aquel individuo, pero mantuvo unaactitud serena y con una esplendorosa sonrisa saludo a sus compañeros y aldesconocido. Estos respondieron saludando con un gesto de la cabeza, pero Arturo selevanto del escaño y presento al forastero.Mago mayor, este es Zorlyn de casa Flambeau –el hechicero ígneo se levantocondescendientemente y saludo con la palma de la mano al pecho inclinando el gesto. AHapplo le pareció gracioso, habría de venir de muy lejos y muy cansado para no tener ningún atisbo de la tan característica altivez de los magos del Creo Ignem.Oh…por favor, no os levantéis, parecéis cansado. Me llaman Mandrake y soy de casaCriamon como podéis observar. –Happlo iba como de costumbre con el torso aldescubierto –Pero decidme Zorlyn ¿A que se nos debe vuestra visita? –El recién llegado

sonrió agradecido y se sentó de nuevo a la par que se le mudaba el rostro cuandocomenzó a hablar.

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-Veréis…-su tono denotaba una clara oscilación de inseguridad y preocupación -Comoya os he dicho me llamo Zorlyn, pertenezco a la casa Flambeau y hasta hace bien pocoal tribunal de Iberia. Llevo alrededor de un mes vagando por campos y montañas,

 buscando rehacer mi dicha en cualquier otra alianza que no fuese la mía propia deAbodi al noreste, en tierras de los vascones y naturalmente fuera del Tribunal Ibérico

del cual me hallo desterrado so pena de muerte -A Happlo le hizo recordar muchascosas aquel escueto relato, pero el hecho de que hubiera una alianza tan cercana a ladefenestrada Terralba hizo que el corazón le palpitara mas salvajemente que si hubieravisto un dragón. Las palabras del rubicundo mago se le nublaron en la mente y perdió

 por unos instantes el hilo del relato ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quiénes?-¿Cómo es que no buscasteis asilo en Val Negra? –La pregunta corto de raíz laceremoniosa narración del recién llegado dejándole un tanto confuso. Su celeste miradase volvió interrogativa al Jerbiton para volverse a reflejar en la del falso Criamon. Lamirada de este parecía perdida.Las gentes de mi casa no admitimos fallos… - Zorlyn agacho apesadumbrado el rostro ytardo un rato en continuar –Y sobre todo no admitimos que se nos venza en batalla

mágica; y no hablo precisamente de los certamenes. Fui juzgado por atacar con misartes a un maldito Tytalus llamado Marhaus que había pactado con un demonio, – Rograth levanto las cejas en un claro gesto de sorpresa y admiración hacia aquelcompañero de filiación –y aunque esa fue la razón de mi expulsión, infinitamente mayor fue el daño que me produjo el haberme visto superado por aquel difunto diabolísta y elagravio que aquello causo a mi nombre dentro de mi casa al haberse hecho publicas lascausas de mi destierro. Como apuntáis, -el lánguido Flambeau miraba ahora de frente asu tatuado sodale con un vivido destello azulado- es cierto que mi primera parada larealice en Val Negra, pero cuando arreciaron los detalles de mi expulsión, mis sodalesempezaron a cuestionar mi valía y comenzaron a retarme en certamen a cualquier hora ylugar. Los días que allí viví, pasaran como los peores que he conocido jamás entre las

 burlas y risas de mis compañeros. –Happlo arrugo el rostro en un gesto muy pocorepresentativo de la impávida actitud de aquel a quien intentaba suplantar mientrasluchaba por encontrar las palabras adecuadas. Sentía ganas de descargar todo el odiohacia Pol en aquel desdichado mago pero habría de conformarse con pisotear un pocomás su autoestima.-Deberíais de saber que no recibe piedad aquel que no la promueve –dijo finalmentemostrándole la espalda tatuada y recorriendo con paso lento y dramático la estanciacircundada por vetustas columnas del séptimo nivel de aquella magnifica torre –Pero,asimismo sabed también, que en los tiempos que corren Gruissam sabría apreciar vuestras cualidades si es que son dignas de nuestra posición. Aquí no tendréis la opción

de fracasar. Nos acechan innumerables contratiempos y no penséis que hablo decuestiones baladíes. En Gruissam, desgraciadamente, los fallos se pagan con la muerte.El escoto extendió los brazos hacia su antiguo escaño y hacia el de Beltz –Dos magosmuertos y una docena de mundanos en los últimos tres meses Zorlyn. ¿Afrontareis losdesafíos que el misterioso lago de Gruissam esconde en su lóbrego interior? –Elceniciento rostro del mago rojo pareció mudar un poco de color, pero consiguió emitir un imperceptible “si”. Happlo se pregunto si realmente Pol esperaba sacar algo de elloscon semejantes compinches o si por el contrario lo habría enviado conscientemente a lamuerte. “No habrá perdón para el débil” rezaba el lema del valle negro de los Flambeau.

 –No habrá vuelta a atrás Zorlyn –insistió una vez más.-Si, lo juro –dijo al fin un poco más convencido. Entonces los brazos tatuados que se

sostenían sobre los escaños se unieron por las manos y estas se extendieron hacia el

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nuevo mago de la alianza. Arturo aplaudía encantado mientras que Rograth le mirabaavergonzado.-Sed bienvenido pues, Sodale Zorlyn, de casa Flambeau, a la alianza de magos del lagode Gruissam –Happlo separo las manos y las entrecruzo con las del espía, a la par que elresto de magos repetía la cordial muestra de bienvenida con mayor o menor entusiasmo.

La ceremonia de admisión se alargo un poco mas de la cuenta debido a que, reglónseguido, llegaron los criados de la torre con los alimentos de aquel día a lo que losmagos aprovecharon para celebrar un pequeño banquete, descorchando algunas buenas

 botellas de vino de Borgoña en un ambiente un tanto distendido, como hacia mucho queno se vivía en la torre. Poco a poco, según las conversaciones se fueron haciendo menosanimosas, los magos empezaron abandonar de uno en uno la mesa hasta que soloquedaron Arturo, Zorlyn y Happlo. Fue este último el primero en levantarse de los tres.-Si nos disculpáis Arturo, seré yo mismo quien muestre sus nuevos aposentos a nuestraúltima admisión. –El tatuado mago esbozo una tímida sonrisa como excusándose por aquel calificativo. Este pareció no objetar nada y se despidió afectuosamente delFlambeau que acompaño al tatuado mago escaleras arriba, hasta llegar al siguiente piso

de la torre. Se detuvieron ambos delante de una maciza puerta de roble con los símbolosde la casa Criamon.-Esta era mi antigua habitación. Esta orientada al oeste y se puede contemplar el brillodel atardecer reflejado en lago. Desgraciadamente, como ya os he comentado, haráalgún tiempo que algo ataco la alianza matando a los magos Beltz y Happlo en sus

 propias habitaciones y desde entonces, Rograth y yo nos mudamos a aquellashabitaciones para investigar lo ocurrido y atacar a la “cosa” sea lo que fuere si vuelve aaparecer. Como veis, en medio del todo el ajetreo no nos hemos preocupado de cambiar las puertas. Pero no os preocupéis, en cuanto tengamos una nueva buena puerta paravos, realizaremos todos los cambios pertinentes. No temáis, nadie se inmiscuirá envuestros asuntos mientras estéis con nosotros. Ahora mismo estamos todos bastanteocupados como para venir a importunaros; tal vez al único que veáis en estos días sea aMilbruck, nuestro chambelán. El se os dirigirá cuando haya algún tipo de noticia oreunión. Mientras tanto estáis en vuestra casa. –Las manos tatuadas volvieron a apretar las del rubio mago y este último desapareció tras la puerta de la habitación deMandrake, al tiempo que sonaba el chasquido metálico de la cerradura al caer sobre el

 pestilla. Happlo se alejo con una maliciosa sonrisa en los labios hacia su propiahabitación ¿Tendría hambre la bestia del lago aquella noche?Pero a la mañana siguiente quedo un poco desilusionado cuando comprobó que elincauto Flambeau seguía vivo y con buen apetito, por todo lo que vio, se habíaengullido durante el almuerzo en el comedor de Gabin. En cuanto a los demás magos de

la alianza, nada, solo el Jerbiton mantenía un poco las buenas costumbres y se había preocupado por bajar a almorzar al comedor, donde compartían anhelos y preocupaciones con otros habitantes mundanos de la alianza, pero por aquellas fechas el joven señor de Bezieres y Randam, que eran los mas asiduos a aquellos desayunos detrabajo, viajaban mucho y la mitad de las veces no aparecían por la salón del quinto

 piso.-Deberéis de excusar a nuestros compañeros. Rograth al igual que yo, pasa muchotiempo investigando que fue lo sucedido a Beltz mientras que Berto y Grith,últimamente andan muy atareados pululando por los bosques. En cuanto a George…¿Sabes algo Arturo? –Los brazos tatuados se alargaron hasta coger con las delicadasmanos un sabroso y pringoso buñuelo; la otra mano sostenía el tazón de leche que

empezaba a hervir con un hechizo.

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-Ayer me comento algo de un nuevo objeto de protección, pero no le hice demasiadocaso, supongo que se encerrara en su habitación los siguientes meses. –Pero elFalmbeau tampoco le hizo gran caso a él y al final acabo por mascullar entre dientesmientras señalaba el tazón hirviendo.-Creo Ignem. Pensaba que a los Criamon os interesaban otras artes.

-Y así es. Desgraciadamente nuestra biblioteca es tan escasa que mis conocimientos deintellego superaban con creces lo impreso en el papel y no hemos tenido otra elecciónque generalizar nuestros conocimientos ¿Verdad Arturo?-Así es mago mayor Mandrake –el Jerbiton sostenía con insuperable pose su taza dehierbas orientales en infusión –Ninguna de las sumae de nuestra pobre bibliotecaalberga conocimientos que no los pueda reflejar un gran especialista como era el difuntoHapplo, un practico elementalista al que no le gustaban mucho los de vuestra casa y notenemos ningún hechizo escrito que supere la segunda magnitud. Evidentemente, ello esfruto de de la poca atención que dedicamos hoy en día a los estudios legos, dada la

 precaria situación en la que nos encontramos. –Mientras Arturo estaba explicándole masdetalladamente los diferentes problemas de la alianza, los ojos del escocés siguieron

analizando al mago de la túnica escarlata. Nada, ni un solo gesto de sorpresa odesagrado ante lo que escuchaba, ni siquiera cuando se le habló el descubrimiento de lacampana de Ibyn; como si ya lo supiera y la historia no fuese con el, como si no pensaraquedarse mucho tiempo… -Así es que a veces, cuando la suerte acompaña y las aguasfluyen tranquilas, aprovechamos para desempolvar nuestros intermitentes estudios y

 parece que la alianza se halle desierta. –Las elegantes túnicas del Jerbiton acariciaronlevemente el suelo cuando se levanto –Eso me recuerda que yo también he de atender mis estudios ¡Sea pues! Caballeros, si me disculpan.-y el sonido de los pasos se fue

 perdiendo hasta desaparecer. Cuando Happlo volvió la mirada del umbral por dondehabía salido Arturo, se encontró con aquellos brillantes ojos azules expectantes en el.-¿Qué hicisteis con los cuerpos de los difuntos magos? –Maldito entrometido, pensó

 para sus adentros al recibir tal pregunta, pero trato de disimular su desagrado volviendonuevamente la cara hacia el umbral de piedra –Os puedo conducir hasta ellos, lostenemos embalsamados en magia en los sótanos, en una especie de cripta que hace lasfunciones de laboratorio principal. Pero deberá ser después de mis ejercicios demeditación en el lago, a la hora de las vísperas más o menos ¿Estáis de acuerdo?El espía de Pol respondió afirmativamente y el mago tatuado se tuvo que ausentar parahacer la peor parte de toda aquella incomoda representación. El maldito Mandrake teníala fastidiosa manía de realizar sus famosos ejercicios de meditación en una roca enmedio del lago y aquello, a aquellas alturas, suponía no solo un fastidio, sino toda unatemeridad, pero a su suplente no le quedaba otra opción para sostener su credibilidad. El

tiempo que debería representar a un mago de la casa Criamon, sin duda, debería ser largo y él estaba decidido a meterse en el personaje lo máximo posible. No sabía a que pruebas le enfrentarían los años venideros. Ya en la roca, en vez de meditar, su cerebrose dedico a elaborar un plan. Sin duda el espía de Pol venia a certificar su muerte y no arobar la campana de Ibyn. Había que darse prisa. Tenía un plan y necesitaba a Ratón.

 No fue aquella misma noche, pero si la siguiente cuando Estigio llego de Narbona a lasinmediaciones del lago de Gruissam en espera de una señal ígnea que le indicase dedonde descendería la cuerda que le infiltraría en la torre. Pasada la media noche, elasesino, se encontró con Zorlyn en sus habitaciones y los dos salían a hurtadillas hacialas mazmorras de la torre. Llegaron hasta los establos en la parte baja, donde toparoncon dos soñolientos guardias frente a la puerta que descendía a los laboratorios.

Mientras Estigio se parapetaba en las sombras, Zorlyn apareció con aire autoritariodelante de los sobresaltados grogs ordenándoles que le trajeran una enorme tinaja de

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agua. Una vez los dos grogs habían desaparecido de la sala, Estigio corrió al oscuroumbral y se encamino a los subterráneos junto al mago. Este había conseguido la llaveque abría la mortaja de Happlo mediante un hábil truco el día que visito la tumba,consistente en realizar una replica exacta de la llave cuando en un aparente descuido, ladejo caer de la cerradura, pisándola sobre el reblandecido y húmedo suelo, utilizando

después un muto terram para lograr una copia exacta del improvisado molde. Los dos personajes se internaron en el estrecho laboratorio que hacia las veces de transitoriatumba y al instante, alumbrados por una luz mágica que el Flambeau había invocado yconvenientemente encapuchados, pudieron ver claramente dos grandes arcones decristal en los que reposaban ambos difuntos. El de los ojos azules dirigió la luz a la

 primera de las urnas para que los perceptivos ojos del asesino pudieran contemplar el primer cadáver, pero este agito negativamente la cabeza y la esfera ígnea comenzó alevitar sobre el segundo arcón. Entonces Estigio sonrió y se dirigió al mago de loscabellos rubios.-No hay ninguna duda es el. Happlo el espía Diedne.-¿Estas seguro? –Contesto Zorlyn –Recuerda que el Criamon de arriba también esta

lleno de tatuajes.-No, esta es su cara y la marca la cual dejara Pol sigue en su rostro. No hay duda es el yesta muerto. El señor Burani se pondrá contento cuando lo sepa, quien sabe, tal vezhasta te conceda una segunda oportunidad en Val Negra.-Es lo que me prometió. Ahora vamos, hay que salir de aquí. –Con aparente prisa elmago volvió a cerrar cuidadosamente el laboratorio y comenzó a subir las escaleras.

 –Espera mi señal, volveré a zafarme de los guardias. –El cruel asesino espero mirandocuidadosamente al pasillo y al de muy poco tiempo creyó oír un par de imprecaciones yel ruido del agua al caer de golpe sobre la piedra. La luz de una antorcha llego hastadonde estaba y en un abrir y cerrar de ojos se encontraba ya junto a su compinche en laventana de la habitación de este.-Excelente, todo ha ido muy bien, te felicito. Pero el señor Burani ordena que te quedesaquí; dice que aun trama algo para con no se que campana de Ybin, así que no se teocurra llamar la atención. –El hábil sicario asomaba ya su cabeza al vacío cuando volvióa dirigirse al mago – ¿Algo que desees, trascienda a nuestro benefactor?Zorlyn hablo sin ocultar su enfado –Si, decidle a vuestro amo que no le resultaran

 baratos mis servicios y que estoy arriesgando mucho mi pellejo. Decidle que ya puede pensar una forma ingeniosa y fabulosa de pagarme o pondré a La Orden al corriente detodas sus fechorías. –Una torcida mueca de amenaza recorrió el rostro del diligenteasesino y sus dos diminutos ojos se clavaron como dagas en el pecho del Flambeau.-Se lo diré… –Silbo entre dientes y se dejo caer torre abajo ayudado por la cuerda a una

velocidad vertiginosa. Al rato las lisas aguas negras de aquella noche sin luna se vieronsacudidas por pequeñas ondas y el espía comenzó a recoger la cuerda mientras acertó aoír como el asesino alcanzaba la orilla.Estigio llego de madrugada a Narbona y se hospedo en el “Caballo de La Camarga” taly como habían acordado el día anterior él y Justino, el viejo y taimado Quaesitor aliadode Pol. Era una lujosa posada y durmió confortablemente lo que restaba de noche y todala mañana. Al mediodía, alertado sin duda alguna por el rico olor a comida que secolaba entre las tablas de su alcoba, se vistió unas elegantes ropas de alegre color y bajoal comedor con un hambre de mil demonios. No tardo en ver al viejo Justicar en elrincón mas apartado de la bulliciosa sala. El agente se reunió con el contacto.-¿Qué tal? –El viejo leguleyo le hizo la pregunta sin despegar los ojos del plato mientras

comía placidamente como era costumbre en el.

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-No hubo ningún problema, esa alianza es un desastre y será fácil acabar con ellallegado el momento. –Los delgados labios del asesino esperaron a que el viejo levantarala vista para seguir hablando –Happlo de Ex Miscellanea yace muerto en lossubterráneos de Gruissam. No hay lugar a dudas, es el mismo individuo con el cualtopamos durante nuestra estancia allí.

-Y la marca. –Justino seguía impertérrito en su sopa de coles.-Mejilla izquierda, letras P, O, L. –El decrepito comensal sonrió por un instante y dejocaer un tintineante saquete encima de la mesa.-Bien, ahora me tengo que marchar. He sido citado dentro de cinco días con el señor Burani en la capital del Garona, Tolousse. Te adelanto su agradecimiento pero procurano gastártelo demasiado deprisa. Te haré llamar dentro de semana y media, procura estar de una pieza. –El cetrino asesino echo un vistazo al interior de la sucia bolsita y unagolosa sonrisa inundo su afilado gesto depredador.-Id con dios, señor y descuidad, no hay nadie en esta apestosa villa que se atrevasiquiera a mirarme a la cara. –El Quaesitor miro la eléctrica mirada del joven asesinocontemplando el regalo y se pregunto como podía haber individuos tan ajenos al temor 

como aquel. Hasta él tenía que reconocer a veces que le inquietaban ciertos tonos de vozdel insensible hijo de la laguna. Se levanto al fin cuando hubo terminado su sopacuando se paro y dijo por encima de su hombro –Os haré llamar –Detrás escucho unarisita condescendiente y salio de la posada con el chasquido de dientes ritual de aquelasesino en mente.Cuando Justino regreso a Narbona una semana y media mas tarde, dos alarmantesnoticias le asaltaron. La primera hacia referencia a que hacia una semana, el lago habíavuelto a actuar en la torre de Gruissam causando la muerte del miembro mas reciente dela joven alianza y aunque esto suponía un hecho inesperado e inquietante, la segundanoticia lo incomodo y asusto infinitamente mas. Estigio había muerto. Según pudoaveriguar de algunos chismosos locales, el cuerpo sin vida del joven asesino apareciótirado en un pajar cercano a un burdel sin aparentes rastros de violencia. Las gentes quelo vieron, hablaban de un rictus terrible de horror en su cara que incluso llego aconmocionar a las dos primeras putas que lo encontraron, sin ir más lejos, en la nochede todos los santos hacia tres escasos días. Pero mas raro le pareció aun, el que unmisterioso individuo que nadie sabe de donde salio, depositara en la iglesia un grossodispendio con la recomendación de enterrar cristianamente y en suelo sagrado almalogrado jaque de la Camarga. A partir de aquel momento y durante los dos días queestuvo investigando la muerte de su criado, el retirado Justicar tuvo la sensación de quehabía ojos observándole, e incluso en un par de ocasiones, creyó ver a un encapuchadoescondiéndose en las insalubres y lóbregas callejuelas en las que se crió el propio

difunto cuya muerte investigaba. Aquella misma noche después de ver a la oscura formaespiándole por tercera vez, mando ensillar su caballo y se alejo al galope de Narbonacamino de la alianza mas cercana; Gruissam. Asustado como estaba, el viejo Quaesitor no dejo recados de ningún tipo en la antigua villa romana, a pesar de que habíaacordado ponerse en contacto con Pol en aquella misma malsana ciudad. Justino llegosudoroso y temiendo muy seriamente por su propia seguridad a la torre del lago,acompañado en todo momento por sus dos escoltas que a pesar de todo, no aligerabansu atormentada conciencia de que alguien o algo lo perseguía. La verdad, es que podíahaber sospechado de los magos de Gruissam, pero la horrible forma en que pereciera sucompinche y la noche en que muriera, le hacían presagiar un enemigo mucho masterrible y a pesar de su agnosticismo hermético, sabia como reconocer y porque podía

acabar un alma presa en el infierno. Los sirvientes del maligno rara vez olvidaban lascuentas pendientes y sin duda alguna, tanto él como Estigio, tenían mas de una

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esperándoles en las puertas del Averno. Llegaron en mitad de la noche, como espíritustraídos arrancados del limbo. Los caballos entraron corcoveando y nerviosos en elzaguán de la planta baja de la torre al tiempo que sus herrajes resonaban en el enlosadosuelo de piedra pulida. Sus ollares estaban dilatados y enrojecidos por el esfuerzo y susrelinchos eran entrecortados entre bufidos apresurados de vital oxigeno. Justino mando

a los establos a uno de los guardaespaldas mientras que el otro le acompaño haciadentro por la puerta de entrada. Todavía mantenía bastante fresca la visita y estanciaanterior de hacia un mes y subieron raudos un par de pisos hasta que se encaramaron alas estancias del salón donde les había atendido inicialmente el señor de la torre, unmundano llamado Gabin. El corazón del Justicar se detuvo en seco ¿Dónde estaban losguardias? Un alarmado saludo salio de su garganta, pero el silencio le respondió conaun mas fuerza. -No puede ser, pensó para sus adentros, No pueden haber desaparecidotodos ¡Malditos imbéciles! Donde se habrán metido. El asustado anciano espeto a suacompañante a que desenvainara el arma y a que estuviese lo más atento posible y

 juntos comenzaron a ascender hacia los pisos superiores, a las estancias de los magos.Aquella parte de la torre no la había conocido en su anterior visita, así que al final

llegaron al último piso, cuyo techo se sostenían por una hilera interminable de arcos demedia cruz. El viento soplaba gélido en aquellos primeros compases del invierno y laelegante túnica de color argénteo se le elevo por encima de la cabeza enredándosealrededor de su calva cabeza. Justino se maldijo a si mismo con un pequeño timbre dedesesperación en su boca, pero al final logro dominar a la endemoniada y vaporosa

 prenda. De frente suyo el hombre de armas lo miraba descaradamente e iba a descargar toda su ira verbal contra él, cuando este empezó a retroceder pausadamente hacia atráscon una clara mirada de aprensión que se elevaba unos centímetros por encima de su

 brillante calva. El corrupto Quaesitor sintió un electrizante cosquilleo en la nuca al tantoque la espada del escolta caía sobre la piedra y el sonido de sus estrepitosas pisadas se

 perdía por las escaleras. No supo a ciencia cierta como, pero antes de darse la vuelta yasabia lo que le esperaba a sus espaldas. Tan solo la intensidad de su grito lo sorprendió.