los procesos creativos y la subjetividad amelia haydée imbrano

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REVISTA MNEMOSINE. ARTE Y HUMANIDADES revistamnemosine.blogspot.com 1 REVISTA MNEMOSINE - ISSN 2174 - 5560 Contacto: [email protected] REVISTA MNEMOSINE. ARTE Y HUMANIDADES revistamnemosine.blogspot.com LOS PROCESOS CREATIVOS Y LA SUBJETIVIDAD. UNA PERSPECTIVA DESDE EL PSICOANÁLISIS Claudio Maruottolo Sardella Doctor en Medicina UPV/EHU REVISTA MNEMOSINE ISSN 2174 - 5560 Contacto: [email protected]

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Los Procesos Creativos y La Subjetividad Amelia Haydée Imbrano

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LOS PROCESOS CREATIVOS Y LA SUBJETIVIDAD. UNA PERSPECTIVA DESDE EL

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Claudio Maruottolo Sardella Doctor en Medicina

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LOS PROCESOS CREATIVOS Y LA SUBJETIVIDAD. UNA PERSPECTIVA DESDE EL

PSICOANÁLISIS

Claudio Maruottolo Sardella. Doctor en Medicina UPV/EHU

Resumen

La expresión (del latín: expressĭo), etimológicamente, se refiere a un movimiento del interior hacia el exterior, es decir, una presión hacia afuera. En base a esta definición etimológica, propongo que la expresión es la resultante de un proceso complejo de transformación de lo psicodinámico y lo sociodinámico que se materializa en la tercera tópica o subjetividad configurándose el discurso del sujeto como lenguaje en acción en las prácticas sociales. Por lo tanto toda expresión, en cualquiera de sus formas, es discurso y todo discurso se expresa según determinación de las múltiples dimensiones de la mente (individual, vincular y colectiva) integrados en forma compleja y en su condición de existencia histórica y cultural.

La creatividad implica en sí mismo un cambio psíquico de la expresión que compromete a un trabajo psíquico de transformación de todo ese material psíquico para lograr su materialización. Ese trabajo psíquico, re-desarrolla estructuras subyacentes a la subjetividad creando nuevos recursos yoicos más adaptativos.

En la práctica de la Terapia, Grupal, Dinámica, Intensiva y Breve (TGDIB) que desarrollamos en un dispositivo de comunidad terapéutica se emplea la creatividad como principio del abordaje. El proceso terapéutico de la TGDIB se desarrolla sobre constantes transferenciales de problemas-conflictos que se resuelven en base al desarrollo de la creatividad en lo singular, grupal y colectivo en las prácticas comunitarias. El desarrollo de la creatividad en los participantes, re-desarrollará la estructuras del aparato psíquico bajo la concepción múltiples dimensiones de la mente. Así propongo en forma didáctica el triángulo de la creatividad: Problema–Conflicto-Transferencia, trabajando sobre él desde el foco a la periferia y desde la superficie a la profundidad. La aplicación de este instrumento es el fundamento en el análisis de los procesos terapéuticos (en los grupos dinámicos y expresivos: arte, ocio, trabajo comunitario) en este tipo de dispositivo asistencial breve.

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En este trabajo desarrollaré en primer lugar las propuestas de Freud, Winnicott y Pichón Rivière sobre la creatividad y sus procesos. En segundo lugar, presentaré el origen de la subjetividad, mostrando cómo hay una relación entre el origen de la creatividad y la subjetividad. En tercer lugar, describiré los contenidos y procesos que se producen en la subjetividad o tercera tópica, para posteriormente proponer cómo desde este modelo se desarrollan la expresión y los procesos creativos. Por último, relacionaré estos hallazgos con su utilidad clínica.

Palabras Claves: Subjetividad, tercera tópica, creatividad, expresión, psicodinámico, sociodinámico.

Abstract

Etymologically, expression (from latin: expressĭo) means internal to external movement, that is, a pressure towards the outside part of something. Based on this, I suggest that the expression is a complex process of psychodynamic and socio-dynamic transformation that founds its materialization in the third topic or subjectivity, configuring the subject discourse as language within social practices. Thus, every expression, in every form, is discourse and every discourse expresses multiple mind dimensions (individual, relationship and collective dimensions) integrated in a complex way and herein its historical and cultural existence.

Creativity implies in itself a psychological change of the expression that comprises a psychic work of transformation of the whole psychological material with the aim of materializing it. This psychological work re-develops underlying subjectivity structures, creating new Ego resources that get the patient closer to an adaptive behavior.

In the Intensive Dynamic Brief Group Therapy (IDBGT) that we develop in a Therapeutic Community we use creativity as the main approach. The IDBGT therapeutic process grows from transference constants of issues-conflicts that are settled by the development of individual, group and collective creativity within social practices. The participants’ development of creativity re-develops the psychic apparatus structure in the psyche multiple dimensions. I propose a didactic model: a triangle of creativity, Issue-Conflict-Transference, working from the focus to the periphery and from the surface to the depth. The application of this instrument is the basis of the therapeutic processes analysis

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(in dynamic and expressive groups: art, free time, community work) in this outpatient clinical device.

First of all, in this issue I present the proposals of Freud, Winnicott and Pichón Rivière related to creativity and its processes. Afterwards, I propose the origin of subjectivity, demonstrating the relationship between that and creativity. In third place, I describe the contents and processes in which subjectivity or third topic happens. Finally, I relate these findings with their clinical application.

Key words: subjectivity, third topic, expression, creativity, psychodynamic, socio-dynamic

I. Introducción

Desde la perspectiva psicoanalítica se puede precisar que no ha existido una postura unívoca sobre el concepto de creatividad. Sin embargo, los teóricos del psicoanálisis desde su origen hasta nuestros días, coinciden en continuar investigando en la creatividad y los procesos creativos, ya que están ligados, por un lado, al conocimiento de las dinámicas del aparato psíquico y por otro lado, a la explicación clínica de como contribuyen al cambio psíquico que acerca al paciente a su cura.

Los avances de las neurociencias, las ciencias cognitivas, las ciencias sociales y del propio psicoanálisis nos permiten comprobar que los procesos creativos involucran operaciones complejas que actúan en múltiples dimensiones de la mente integrando todos los niveles de la personalidad. La inclusión de la subjetividad como tercera tópica al resto de la personalidad (bajo el modelo dinámico, económico y tópico) me permite representar desde el psicoanálisis el lugar mental de encuentro entre individuo y sociedad, cuyo producto es el sujeto situado en su existencia histórica-cultural.

Como veremos más detalladamente, la subjetividad se encuentra configurada simultáneamente por procesos psicodinámicos y sociodinámicos. Las representaciones cargadas libidinalmente acceden a la tercera tópica como procesos psicodinámicos, ensamblándose en el lenguaje, que accede como procesos sociodinámicos. Los procesos creativos son los responsables del ensamblaje de ambos procesos, en la tercera tópica, creando ese discurso que expresará afectiva y representacionalmente un lenguaje en acción. Todo discurso es lenguaje en acción porque tiende a su materialización dentro de las prácticas sociales.

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Podríamos decir que nadie crea fuera de su espacio y su tiempo cultural. Por lo que, al ser explicado el proceso creativo desde el psicoanálisis debe ser estudiado además por el pensamiento complejo y por los aportes socio-constructivistas que acompañan esta teoría.

A modo de acercamiento a la perspectiva que presento, me sustentaré en tres posturas teóricas: la de Sigmund Freud, la de Donald Winnicott y la de Enrique Pichón Rivière. Veremos cómo en estas propuestas hay un descentramiento del aparato psíquico desde lo individual a lo grupal y colectivo y a una propuesta similar respecto al surgimiento de la creatividad que siguen estos autores. Así en Freud depende del individuo, en Winnicott se suma el vínculo y en Pichón Rivière se suma a lo individual y lo vincular: lo colectivo.

En este trabajo desarrollaré en primer lugar las propuestas de estos psicoanalistas que trabajaron sobre la creatividad y sus procesos que van en la línea de mis teorizaciones. En segundo lugar, presentaré el origen de la subjetividad, mostrando cómo hay una relación entre el origen de la creatividad y la subjetividad. En tercer lugar, describiré los contenidos y procesos que se producen en la subjetividad o tercera tópica, para posteriormente proponer cómo desde este modelo se desarrollan la expresión y los procesos creativos. Por último, relacionaré estos hallazgos con su utilidad clínica.

En mi interés sobre la creatividad convergen distintas experiencias, destacando el estímulo de maestros excepcionales: con Roberto Páez, con quien compartí espacios de trabajo en arte, y con José Guimón en el acercamiento al estudio desde la perspectiva psicoanalítica de la creatividad en las artes. El placer de conectar con la libertad de la creatividad artística y científica son parte de esas relaciones con estos dos extraordinarios maestros. También la observación de los desarrollos de talleres de arte en el Hospital de Día de orientación dinámica de AMSA en Bilbao, en donde distintos trastornos de la personalidad utilizan el trabajo artístico como instrumento fundamental del proceso terapéutico, y el preguntarme en qué medida ese trabajo artístico beneficia a nuestros pacientes y los acercan a la cura. Por último, el espacio compartido con psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, artistas, en el curso de post grado de “Terapias Corporales y Artísticas” que venimos realizando desde la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). La creación de este espacio de enriquecimiento de diálogo transdisciplinario, con intercambios de ideas y experiencias, nos permitió la reflexión sobre los procesos creativos, la cultura y la subjetividad desde una perspectiva psicoanalítica y cómo el trabajo creativo puede ser sustrato para continuar investigando la relación de la creatividad con su utilidad clínica.

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II. Tres perspectivas psicoanalíticas sobre los procesos creativos

En Freud, la teoría sobre el proceso creativo no fue expuesta de modo sistemático, sino que se encuentra dispersa en varios de sus trabajos.

Para él, el material fundamental de la creatividad se encuentra, y está dado, por deseos inconscientes que son concebidos como prohibidos. Ese material primario se mantiene reprimido, no encontrando salida por los fuertes mecanismos de defensa y solo pudiendo hacerlo trasladando la meta pulsional a otros fines por medio de un proceso psíquico complejo dependiente de la sublimación, por medio de la cual el objeto original del impulso se sustituye por otro culturalmente más aceptable.

Por tanto, la energía necesaria para la creación es de naturaleza sexual. La pulsión es derivada hacia un nuevo fin no sexual, con la obtención de un placer sustitutivo consciente del deseo original inconsciente pero moralmente aceptada por la cultura en la sociedad. Las principales actividades sublimadas que Freud describió son la artística, y la investigación intelectual1.

Siguiendo aún a Freud, la pulsión de vida conduce al sujeto hacia el objeto y suministra la materia prima psíquica para la creatividad. El aparato psíquico reduce la tensión en forma de descarga de energía libidinal por medio del principio del placer. Mientras se ejerce la represión de los instintos sexuales, se genera acúmulo de energía y aumento de la tensión. Es por ello que mediante el mecanismo de sublimación se permite el paso a la consciencia de esa representación sustitutiva adherida a una cantidad de energía que buscará su descarga en un objeto investido diferente de su deseo originario.

La creatividad y los procesos que se ponen en marcha logran por un camino complejo la reconciliación entre el principio del placer y el principio de la realidad permitiendo que el sujeto del deseo, más allá de los condicionamientos inconscientes y conscientes pueda dar paso al proceso creativo haciendo lugar a otro placer. Este otro placer hace posible aceptar la realidad, sustituyendo la resignación pasiva como sucede en las disposiciones psicopatológicas.

1 Afirma Freud que la pulsión lleva a volcar gran cantidad de energía al trabajo cultural. A la capacidad de intercambiar la finalidad

sexual por otra, la llama capacidad de sublimación. La transformación de una actividad sexual en actividad sublimada, requiere de

un tiempo de retracción de la libido sobre el Yo, lo cual posibilita la reorientación hacia actividades no sexuales. A este proceso de

retraimiento de la libido se le llama narcisismo secundario. Este repliegue le parece imprescindible a Freud, para toda actividad

creativa. Sobre este repliegue actúan otros mecanismos de defensa del Yo, como ser la figuración, el desplazamiento, Este proceso

de desplazamiento de la libido está considerado como el punto de partida de cualquier actividad creativa.

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Winnicott ha sido sin duda alguna una de las figuras más destacadas del psicoanálisis post- freudiano y representante disidente de la escuela inglesa de la década de los `60. Su teoría se centra principalmente en la relación particular de la madre con el bebé. Los aportes más destacados además de creatividad han sido los fenómenos transicionales y la descripción de la zona intermedia de experiencia cultural, todos temas íntimamente enlazados como veremos.

En él, la creatividad es categorizada como universal del ser humano y la ubica en la condición afectiva de estar vivo y nos da una síntesis fascinante: […] “Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena de vivirse es, más que ninguna otra cosa, la apercepción creadora”[...]. Separa la idea de creación de la obra de arte en el sentido que creación puede ser un cuadro, pero puede ser también un jardín, una casa, un traje, un peinado, una sinfonía, una escultura, una comida preparada en casa.

En su teoría, el proceso creador depende de un conjunto de operaciones psíquicas implicando a la producción de ilusiones. El espacio potencial o zona intermedia de experiencia se origina de la relación madre-bebé, por medio de la entrega del pecho. El posterior destete posibilita los estados de ilusión y desilusión gradual que permiten la aceptación de la realidad2. Sin embargo, la tarea de aceptación de la realidad nunca queda terminada, siendo imposible para toda la especie humana quedar libre de la tensión de vincular la realidad interna con la externa. El alivio de esas tensiones lo proporciona la ilusión de esa zona también libre de ataque donde el sujeto se relaciona con el objeto3, conservándose toda la vida en las experiencias creativas como el arte, la vida imaginativa y a la labor científica creadora.

En la teoría winnicottiana se observa el descentramiento del sujeto al proponer una relación con la cultura como determinante del desarrollo de la mente4. En referencia a esto dice así de su predecesor: […] “En su topografía de la mente,

2 En la ilusión – desilusión dedicada a los primeros objetos existe un inicio de operación simbólica realizada con un

acompañamiento motriz, de sentimiento de poderío sobre el objeto, es decir, sobre la angustia frente a la ausencia. Estos estados

es donde lo vivido transcurre sin el cuestionarse si es interior o exterior del bebe y teniendo la ilusión de que esa zona será libre de

ataques. Recordemos además que para nuestro autor en el origen: “no hay Sujeto. No hay bebe”. El bebe no existe sino en un

estado de soledad disociado no traumática.

3 El uso del objeto implica volver al instante de unión de dos cosas que ahora están separadas (el bebé y la madre), pero el uso de

este objeto, es decir la disposición de la imagen interna de este objeto, es posibilitada por la disponibilidad de la madre exterior,

separada y real que mantiene viva la imagen de este objeto

4 Winnicott establece una distinción entre cultura y experiencia cultural. Deja para el término cultura la denominación de aquellas

expresiones de tradiciones, costumbres, mitos, leyendas, cuentos, formas de registro que se transmiten de una a otra

generación. En cambio ubica la experiencia cultural del lado de cada creador, en el estado de ilusión creativa, del juego que cada

uno haga posible de acuerdo a su propia posibilidad de mantener la paradoja inaugural de la existencia humana.

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Freud no reservó un lugar para las experiencias de las cosas culturales. Asignó un nuevo valor a la realidad psíquica interna, y de ello nació un nuevo valor para cosas reales y verdaderamente exteriores. Uso la palabra “sublimación” para indicar el camino hacia un lugar en que la experiencia cultural adquiere sentido, pero quizás no llego tan lejos como para decirnos en que parte de la mente se encuentra esa experiencia” […](Winnicott, 1971).

Para Winnicott, el lugar de ubicación de la experiencia cultural existe entre el individuo y el ambiente (al principio el objeto materno). El uso de un objeto simboliza la unión de dos cosas separadas bebé y madre, en el punto del tiempo y el espacio de la iniciación de su estado de separación. Así mismo, la experiencia cultural comenzó con el vivir creador, cuya primera manifestación es el juego y por lo tanto deriva de ella. En el espacio potencial que existe entre el objeto subjetivo y el objeto percibido en forma objetiva entre las extensiones del Yo y del no-Yo, se encuentra el juego recíproco entre el no existir otra cosa que yo y el existir de objetos y fenómenos fuera del control omnipotente.

La importancia de esta dialéctica entre el lactante y el medio ambiente se expresa mediante el desarrollo de la teoría de los fenómenos transicionales para describir la manera en que la formación de un ambiente lo bastante bueno en las primeras etapas permite que el individuo haga frente al inmenso registro de la pérdida de la omnipotencia.

El impulso creador aparece espontáneamente si el individuo se desarrolla satisfactoriamente instituyéndose como acto vital, útil y necesario más allá del límite práctico porque encuentra placer en su propio ejercicio.

En Enrique Pichón Rivière, tal vez el psiquiatra y psicoanalista más prolífico de la escuela argentina, creador de una nueva concepción psicoanalítica, dice en referencia al ser humano: […] “Entiendo al hombre como configurándose en una actividad transformadora, en una relación dialéctica mutuamente modificante con el mundo, relación que tiene su motor en la necesidad…” (E. Pichón Rivière. 1971). Parecería que en la idea de nuestro autor la creatividad es también, como en Winnicott, una función vital en el devenir sujeto.

En Pichón Rivière se desarrolla una evolución teórica desde el sujeto determinado en lo individual a uno determinado en el vínculo hasta llegar a lo social. Para él todo lo que existe se desarrolla, sufriendo un proceso constante de transformación, siendo la contradicción el motor de ese desarrollo. El cambio se puede producir en todos los ámbitos, pero tiene su estructura organizada en lo social, que crea las condiciones necesarias para ello. (Pichón Rivière, 1980).

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Existe una relación mutuamente modificante entre el hombre y la estructura social5. La propuesta que él desarrolla, el psicoanálisis operativo, tiene como objeto de estudio el desarrollo y la transformación dialéctica entre la estructura social y la fantasía inconsciente del sujeto, y reposa en relaciones fundadas sobre las necesidades de éste.

En el proceso creador sostiene que […] “Se asume al artista, como líder, para sí y para los otros. Este proceso, aparentemente inconsciente, obedece, además de algunos factores personales, a una intrincada red de estímulos provenientes de su contorno para poder captar aquello cuya emergencia representa lo auténtico, es decir, “el propium”. El vínculo que establece el artista entre su Yo y el objeto artístico, si logra trascender, es porque su llamado o mensaje representa la reconstrucción de un mundo que es propio y de todos” […].

Toda obra como la de […] “todo creador, ha seguido un curso no rectilíneo sino dialéctico. Se embarca en el tobogán de la espiral, creando, destruyendo el objeto estético para reconstruirlo en un nivel diferente y con técnicas diferentes"[...].

Sobre el proceso creativo agrega […] “Partiendo del primer periodo que es el de descubrimiento, deslumbramiento o encuentro fortuito de algo que puede guardar aún las señales de una destrucción previa, necesitó para su creación o reconstrucción un conjunto instrumental que caracteriza el Yo del artista. Se crea así, por primera vez, un vínculo vocacional con un objeto que, por la operación señalada, se ha transformado en el objeto estético. El objeto primario, fragmentado y disgregado, es “reparado” por el artista; cada fragmento de ese todo anterior sufre una metamorfosis totalizante, es una forma y permanece a la espera de ser externalizada sobre la pantalla de la tela. Es el triunfo de la vida sobre la muerte, de la salud sobre la locura. Las contradicciones previas que habitan en el contexto de creación, es decir, su mundo interno, se van resolviendo sobre la mancha. Así es cómo lo siniestro se transforma en lo maravilloso, el contenido y la forma en la síntesis recrean una nueva estructura” […] (Pichón Rivière, 1978).

Del objeto creado como obra de arte nos dice que […] lo importante es que todo este proceso da como resultado la aparición de un objeto externo y capaz

5 "A este proceso lo he representado gráficamente como el funcionamiento de una espiral en continuo movimiento, en la cual

situaciones de apertura y de cierre alternan y se resuelven dialécticamente de una manera continua, pero en condiciones

anormales se transforma en un círculo cerrado, vicioso, patológico. La actividad (la obra) adquiere el carácter de lo estereotipado.

Esa dificultad puede definirse como una inhibición (fobia) frente al espacio abierto por el nuevo ciclo de la espiral." "Entrevista de

Zito Lema a Enrique Pichón Rivière, sobre el arte y la locura" pag. 139, Ediciones Cinco.).

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de ser contemplado por los demás, que provoca una vivencia estética (por eso un objeto de arte)" […].(Pichón Rivière, 1978).

Para Pichón Rivière […]"El sujeto es "sano" en la medida que aprehende la realidad en una perspectiva integradora y tiene capacidad para transformar esa realidad transformándose, a la vez, él mismo." Diferencia estar sano de estar enfermo ubicándolo entre fenómenos comunicacionales: dilemática y dialécticamente […] "...El sujeto está activamente adaptado en la medida que mantiene un interjuego dialéctico con el medio y no una relación rígida, pasiva, estereotipada” […] (Pichón Rivière, 1971).

III. De la pulsión a la expresión y la cuestión de los procesos creativos

III.1. La Dinámica psíquica de la expresión

La expresión (del latín: expressĭo), etimológicamente, se refiere a un movimiento del interior hacia el exterior, es decir, una presión hacia afuera. En base a esta definición etimológica y a las tres teorías psicoanalíticas previas, propongo que la expresión es la resultante de un proceso complejo de transformación de lo psicodinámico y lo sociodinámico que se materializa en el discurso del sujeto como lenguaje en acción en las prácticas sociales.

Los fundamentos de la actividad psíquica son el deseo de expresión y la necesidad de descarga de la tensión. En su recorrido, la dinámica de la expresión emerge de la complejidad de un proceso de transformación que, partiendo de lo biológico a la pulsión, surge como comunicación en cualquiera de sus formas en el lenguaje social, encontrando su destino de materialización en la cultura de pertenencia con la obtención de placer. Esta unidad en el discurso, posiciona al sujeto deseante en una dialéctica de intereses conscientes e inconscientes, de pertenencia y alteridad discursiva, en su

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condición situada histórica-cultural6. Es por ello que podemos decir que nadie se expresa fuera de su espacio y su tiempo cultural.

Por lo tanto, se debe diferenciar entre capas de comunicación: la de los actos de habla7 (Harley, 2009) y la del discurso. Mientras que los actos de habla están configurados por los signos lingüísticos y organizados por los procesos cognitivos8 en su uso instrumental, en el contexto social, al referirnos al discurso lo definimos desde la perspectiva foucaultiana como constituido por un número limitado de enunciados para los cuales se puede definir un conjunto de condiciones de existencia, es decir desde dónde se comunica y cuáles son las determinantes en la expresión del sujeto.

En este último sentido, la complejidad en la unidad del discurso que toda expresión detenta será la del sujeto singular perteneciendo a una comunidad de intereses con sus intercambios libidinales. Así, el conjunto de enunciados que provienen de un mismo sistema de formación de discursos como el discurso familiar, de una disciplina o clase social entre otros, estarán determinados por constantes espacio temporales de configuración cargados de contradicciones, azar y deseos pulsionales en el sustrato cultural de las prácticas sociales.

Desde esta perspectiva, el discurso es toda expresión que comunica en la emergencia compleja de lo profundo de las raíces psicodinámica y sociodinámica. El discurso en el arte, las ciencias, las religiones y las tradiciones culturales son los grandes campos de esta posibilidad de análisis. Sin embargo, no hay que olvidar la producción de discurso en la vida cotidiana del sujeto y su posibilidad de un etno-análisis.

Toda expresión es discurso y todo discurso es expresado en las prácticas sociales pudiendo ser materializado, ahora sí como sostuvo Winnicott, en una obra de arte como un cuadro, pero pudiendo ser un jardín, una casa, un traje, un peinado, una sinfonía, una escultura, una comida preparada en casa cuando cualquiera de estas expresiones simboliza el encuentro de lo psicodinámico y

6 En Pierre Bourdieu, lo denomina habitus, siendo sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras predispuestas

para funcionar como estructurante, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que

pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines” (Bourdieu, 1993)

7 Definida por la pragmática psico-lingüística cognitiva de Austin y Searle. Según estos autores son estructuras del lenguaje

objetivables y basadas en las reglas de las inferencias.

8 La subjetividad como tercera tópica presenta entre sus contenidos los procesos discursivos y los cognitivos. Estos últimos son los

responsables de la configuración de actos de habla. (Maruottolo, 2013)

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lo sociodinámico del sujeto posicionado en su condición de existencia histórica-cultural.

Partiendo de este modo, el discurso es una configuración compleja9 ya que: a) es una dualidad psicodinámica y sociodinámica en la unidad del discurso (principio dialógico), b) los efectos sociodinámicos del discurso son, al mismo tiempo, causas y productores de aquello que lo produce en lo psicodinámico (principio de recursividad), c) en la configuración del discurso no solo lo psicodinámico está en lo sociodinámico, sino que lo sociodinámico estará en lo psicodinámico (principio hologramático).

En el modelo de la subjetividad o tercera tópica, se sitúa el lugar de encuentro de los discursos10. Todo enunciado en el discurso que sustenta el sujeto, implica lenguaje en acción, en cuanto expresa el poder y los deseos de materialización y de descarga de tensiones del aparato psíquico. Ese discurso es contenido y producción de la subjetividad. El proceso terciario corresponde a la actividad de ensamblaje en el lenguaje social que habita en la subjetividad con las representaciones que para el sujeto tienen una connotación a la vez singular, grupal y colectiva. El proceso terciario, como vamos viendo, tiende a la doble materialización psíquica y física del discurso.

Siguiendo el modelo procesual de la expresión presentado, diríamos que hay un organismo biológico que siente y tiene necesidades con aumento de tensión psíquica. En el Ello, las representaciones cargadas se encuentran organizadas bajo el proceso primario. En el nivel de la experiencia inconsciente, esa urgencia se experimenta como deseo, una pulsión que quiere expresarse y ser satisfecha, obteniendo su descarga externa.

Las representaciones simbólicas, económicamente cargadas, se recogen en el Yo. El Yo encierra el conocimiento de la realidad y el proceso secundario lleva a cabo la estrategia de cómo y cuándo satisfacer las necesidades y deseos de expresión. Las relaciones de objeto y el grupo interno son los organizadores paulatinamente internalizados en las prácticas histórico-sociales desde la experiencia afectiva. Esa experiencia se internaliza primero en la diada (madre–bebe), luego al grupo familiar y a otros vínculos cercanos, hasta llegar posteriormente a las relaciones grupales más extensas con la comunidad. El Yo posee sentimientos de continuidad a esas pertenencias sociales, que es

9 Edgar Morín, La reforma del pensamiento. Pag. 115 (Morin, 1999)

10 intersubjetivos, es decir de aquellos que provienen del espacio cultural de lo familiar edípico u otros espacios que se van

constituyendo a partir del vínculo y de los discursos transubjetivos, es decir de aquellos que provienen del espacio cultural de lo

público de los grandes grupos o colectividades.

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adaptativa a ese reconocimiento mutuo en términos de certidumbre afectiva operativa. La expresión depende de ese sentimiento de continuidad trazando el camino de su descarga y solo en la interrupción de ese sentimiento se activará el proceso creativo.

El Yo logra este objetivo a través de las demandas del Superyó, que a su vez se configura a través de las demandas culturales como lo concibió Freud. El Superyó influencia la existencia del Yo a través del sentimiento de culpa o ansiedad moral en la relación afectiva de los procesos sociodinámicos que se internalizan en la cultura de pertenencia. El Yo se encuentra siempre “asediado” en una relación dialéctica entre el deseo de expresarse y el deber de cómo hacerlo.

De acuerdo con Freud, estas estructuras y su interacción constituían el fundamento de la personalidad, sólo teniendo un ligero conocimiento consciente. Sin embargo, desde la teoría que sostengo, la expresión, además de los órdenes inconscientes y de la vida anímica, incluye como etapa final de su materialización al orden del discurso. Así, la cultura crea un espacio-soporte donde se desarrollan los intercambios libidinales. Este espacio ofrece la posibilidad de que los sujetos se encuentren en comunidades de intereses, en las cuales establecen lazos afectivos y simbólicos que permiten dar cuenta de los conflictos que se producen (Carpintero, 2012)11.

Desde esta perspectiva, la expresión requiere otros pasos que a mi modo de ver no se plasmaron en modelizaciones previas: las representaciones se catectizan en el Yo, pasando a la subjetividad, donde se produce su traducción, es decir, el ensamblaje de las representaciones cargadas al lenguaje, por medio del proceso terciario, con la consecuente producción discursiva. La traducción es la materialización psíquica de los deseos conscientes e inconscientes en el lenguaje, que para el sujeto tiene connotación, conformando por tanto un lenguaje en acción, en el sentido del fin pulsional expresado en el discurso.

Estas producciones discursivas, libidinalmente cargadas, están siempre vinculadas a los elementos afectivos subyacentes a la subjetividad, es decir, a las relaciones de objeto, a los organizadores del grupo y a los sentimientos, a los grandes grupos colectivos que habitan el Yo y a ese espacio de pertenencia cultural que al sujeto le es próxima.

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Encuentro ese lugar de espacio-soporte en la configuración del discurso para una alineación a los discursos sociales que se

internalizan en la tercera tópica o subjetividad.

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La transcripción del discurso, es la segunda materialización, ya no psíquica, sino en las prácticas sociales. La identidad del sujeto, en su expresión como producción cultural, se transcribe materialmente en la identidad de la obra creada y es allí donde encuentran su descarga en la práctica social. El sujeto en su acto expresivo actúa para sí y para los otros, transformándose en un portavoz de sus necesidades simbólicamente expresadas. La identidad es siempre la expresión confirmatoria de alineación a los discursos de pertenencia y alteridad, transcribiéndose fragmentos de la espiral dialéctica en lo singular, lo vincular y colectivo.

La dinámica psíquica de la expresión sigue un camino desde la pulsión hacia su descarga como materialización del poder y deseo de expresarse. Veremos en el apartado sobre la cuestión de la creatividad, cómo ante la imposibilidad de poder expresarse, sea por mecanismos defensivos psicodinámicos, sea por mecanismos defensivos sociodinámicos, la expresión cambiará, creando una estrategia adaptativa para alcanzar ese objetivo. La creatividad como tarea es la estrategia que permite el cambio psíquico sublimatorio adaptativo frente a la imposibilidad de expresión.

III. 2. Subjetividad contenidos y procesos

Como aproximación al entendimiento de cómo actúan los procesos psicodinámicos y sociodinámicos en la expresión, requeriré profundizar en los contenidos y procesos que se llevan a cabo en la subjetividad. Para ello utilizaré la metáfora del teatro de Baars que le permitió explicar a ese autor los fenómenos de conciencia uniéndolos a lo inconsciente, y que me permito emplearla, criticarla y complementarla, para elaborar mi punto de vista.

La propuesta de Baars (Baars, 1997)12, su propuesta parte de los supuestos que los fenómenos de consciencia son activos, que la cantidad de información que puede albergar la consciencia es limitada, que se gestiona por un sistema procesual de la información con procedencia de áreas corticales y que los procesos consciente e inconsciente tienen igual importancia para dicho sistema. Así planteado, el proceso que se lleva a cabo en lo consciente, permite disminuir la incertidumbre a la que se ve expuesto el ser humano.

12

Citaré que los precedentes del desarrollo de la metáfora de Baars se encuentran en la filosofía, la metáfora el mito de la

caverna de Platón y la metáfora del teatro cartesiano. En Baars su propuesta metafórica, va más adelante que las otras dos, ya que

incluye lo consciente y lo inconsciente.

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La metáfora del teatro muestra un escenario, un efecto luminoso que delimitaría un sector del escenario, unos actores iluminados y fuera del foco otros actores que ocupan el escenario y, más allá, el público junto a personas invisibles detrás de escena. Esta metáfora trata de hacer comprender cómo los entramados cerebral e inconsciente movilizan, integran, organizan, y controlan el foco, quedando dichos contenidos (los actores) incluidos en el foco luminoso (consciencia). Esto permite explicar, además de los fenómenos inconscientes, según el autor, la percepción, el aprendizaje, la memoria de trabajo, el control voluntario, la atención y la propia identidad (Mora, 2005).

Como dije, trataré de utilizar la metáfora del teatro como Baars, agregando mi aproximación a lo ya demostrado y con lo cual estoy hasta aquí de acuerdo, a comprender la configuración multidimensional de la mente, de la necesidad de incluir a la subjetividad en un espacio psíquico específico y de la existencia de procesos culturales que co-determinan la existencia humana. Además encuentro la necesidad de incluir la subjetividad como sitio de convergencia de los procesos bio-psicológicos (descritos por Baars), pero a diferencia de la postura reduccionista de este autor, propongo una complejización mayor al incluir los procesos culturales sociodinámicos que se internalizan en la subjetividad.

Baars no toma en cuenta la relación con la cultura y todo el sistema de creencias y rituales que la sostienen en las prácticas sociales. Desde la perspectiva que sostengo, la mente requiere un modelo sobre la complejidad de múltiples dimensiones que configuran un psiquismo abierto y multideterminado.

En la hipótesis a ser demostrada, los concurrentes al teatro: actores, público, y profesionales del teatro que están allí comparten sus prácticas culturales. El foco es movido y enfocado en base a unas características propias que dan las cualidades descritas por Baars, pero debe agregarse a todos los que están en el teatro teniendo una identidad cultural compartida (en este caso por el arte teatral). Habrá, además cierto grado de libertad para el foco, pero estará posicionado de acuerdo a las pautas que restringe el libreto, el grupo de actores que actúa y el público que comparte la sala, fuera del foco, participando desde el reconocimiento (por ejemplo mediante su asistencia o mediante aplausos, entre otros). Mientras tanto, fuera del teatro la gente transcurre indiferente a lo que pasa allí dentro.

Si afirmamos que el sujeto está determinado por dos condicionantes primordiales: a) condicionantes conscientes e inconscientes de la vida anímica (en el sentido psicodinámico freudiano) y que Baars demostró, y b) los condicionantes discursivos en la cultura (sentido sociodinámico), en

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base a la demostración que acabo de describir, puedo ahora sí incorporar el legado teórico winnicottiano y pichoniano al fundante de Freud.

Asimismo, observando la metáfora revisada, propongo la inclusión de los principios dialógico, de recursividad y hologramático propuesto en la teoría de la complejidad de Edgar Morín como requisito para comprender la multideterminación del sujeto posicionado discursivamente, y los aportes socioconstructivistas, de Vygostky, de cómo se internalizan en el sujeto los discursos sociales, dialéctica e históricamente, en lo singular y colectivo en toda práctica social.

Mi propuesta incorpora además: a) la subjetividad, b) su contenidos principales como las producciones discursivas (con sus unidades: lenguaje y representaciones cargadas) y c) los procesos terciarios, que actúan en las producciones discursivas (lenguaje connotativo): en la traducción (de representaciones y lenguaje), entendida como materialización psíquica, y en la transcripción, en la materialización en la obra creada, entendida como práctica social13.

El proceso complejo de toda expresión se origina y es modulado por formaciones cerebrales, deseos inconscientes y necesidades adaptativas conscientes, en relación con la connotación afectiva de los discursos del espacio social. Esa concordancia o connotación discursiva entre sujeto y sociedad, mediada por la cultura, otorga el grado de sentimiento de continuidad, pertenencia y seguridad en todas las dimensiones de la mente. Es decir, que ese sentimiento de seguridad es coincidente con la necesidad de certidumbre que señalaba Baars o Winnicott (este último, en la creación de la zona intermedia).

Esa necesidad está siempre presente a lo largo de toda la vida y está en la base de la dialéctica del vínculo y de relaciones afectivas más extensas con la comunidad. En ese espacio de experiencia cultural, la razón discursiva y el sentimiento de identidad afectiva conforman la organización compleja auto-eco-organizada para mantener la continuidad y certidumbre psíquica de toda expresión que, al mismo tiempo, es subjetivadora en la práctica social.

13

En la subjetividad la semántica en el lenguaje de toda producción discursiva, podrá ser analizada, como expresión en cualquier

orden en sus componentes primordiales: los distintos lenguajes que habitan la subjetividad y sus representaciones simbólicas

cargadas. Al referirnos a un lenguaje connotativo y denotativo nos referiremos a la semántica del lenguaje discursivo que habita

en el “sujeto en relación adaptativa” a los discursos sociales y sus prácticas. Si bien, en la subjetividad coexisten diversos lenguajes

denotativos son los connotativos los que adquieren connotación discursiva encontrándose como significado afectivo en sede

subjetiva.

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Ahora bien, vemos que el ser humano se expresa continuamente en un lenguaje cargado desde la vida anímica siempre que el Yo sienta que es adaptativamente viable esa expresión. Dentro de esta presentación de funcionamiento de la mente en general, pero de la subjetividad en particular, los procesos creativos son un momento en el funcionamiento de la psiquis que se adapta para el cambio de una situación preexistente. Como ya hemos dicho, pasando de un momento de continuidad a otro de discontinuidad y de necesidad vital de retorno a la continuidad, que dé certidumbre a la existencia del sujeto situado.

La discontinuidad14 o situación de crisis en el sujeto15, sería el momento de activación del proceso creativo que accede al Yo, sea por vía de lo inconsciente, sea por vía del mundo externo. En cualquier caso, se pone en crisis la continuidad de poder expresarse como hasta ese momento por la adaptación del Yo que es vivida como displacer. Por lo tanto, “el libreto” debe ser cambiado para alcanzar una nueva adaptación.

El Yo del sujeto es el centro coordinador, movido por el displacer que debe crear una nueva adaptación. La regresión será la norma, al igual que presentará una caída de identificaciones y una retirada de la pulsión libidinal sobre los discursos que habitan la subjetividad (Maruottolo, 2008). Recordando a Winnicott16, el Yo busca en su espacio de experiencia intermedia a un objeto que calme el displacer y la incertidumbre. Esta situación activa la fantasía que será el instrumento Yóico de la creatividad, debiendo crear una nueva producción semántica (un nuevo discurso). Hasta aquí vemos como la continuidad representa las posibilidades de expresión en el lenguaje, dada la identificación subjetiva con el objeto discursivo social, y otorga la certidumbre al sujeto, situado en sus prácticas sociales. También vemos la existencia de otro

14 El termino discontinuidad en Foucault: "Designa al conjunto de quiebres, dispersiones, interrupciones, accidentes,

entrecruzamientos que ocurren en el interior de una episteme determinada- La discontinuidad se refiere a aquella dispersión

experimentada en el nivel de los hechos y sucesos históricos que la historia tradicional no puede observar sino como accidentes o

singularidades. (...) A su vez, la discontinuidad pone de manifiesto que allí donde yacen las unidades y coherencias aparentes,

emergen en verdad los quiebres, las rupturas, las dispersiones, la no-coherencia." Para Foucault las discontinuidades rompen con

una historia tradicional que pone los hechos históricos como productos de una evolución y como una continuidad de

acontecimientos y a su vez propone una nueva manera de comprender dichos acontecimientos, como productos de rupturas y

quiebres que son finalmente los que componen la historia. (Albano, 2007).

15 Para René Kaës "El hombre se crea hombre gracias a la crisis, y su historia transcurre entre crisis y resolución, entre ruptura y

sutura. En este espacio del "entre", de vivas rupturas y mortales suturas, de fracturas mortificantes en uniones creativas, en este

espacio de lo transicional, se juegan todos los avatares de lo social, lo mental y lo psíquico, que juntos tejen la singularidad de una

persona".

16 Winnicott el uso del objeto implica volver al instante de unión de dos cosas que ahora están separadas (el bebe y la madre),

pero el uso de este objeto, es decir la disposición de la imagen interna de este objeto es posibilitada por la disponibilidad de la

madre exterior, separada y real que mantiene viva la imagen de este objeto.

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momento opuesto de crisis, de discontinuidad, que genera incertidumbre, displacer psíquico. La cuestión de la expresión, sus orígenes, destinos y la necesidad de emprender cambios como cualidad de la creatividad, serán tratados en el punto siguiente.

IV. La dinámica de la creatividad y sus procesos

Cuando los discursos del sujeto son concebidos como prohibidos, el sujeto sufrirá un sentimiento de discontinuidad que lo invade17. Ese material primario se mantendrá reprimido (a fin de evitar el sentimiento de displacer en el Yo), no encontrando salida por los fuertes mecanismos de defensa y solo pudiendo hacerlo trasladando la meta pulsional a otros fines por medio de un proceso psíquico complejo dependiente de la sublimación. Por medio de este mecanismo, el objeto original del impulso se sustituye, proporcionalmente a la intensidad de la censura percibida, por otro culturalmente más aceptable.

A mi modo de ver, tres posibilidades crean las condiciones para que en el Yo se active el proceso creativo (si bien como comprenderemos están indivisiblemente relacionadas). En el primer caso, por una necesidad de expresión intensamente motivada que no encuentra posibilidad de traducción o transcripción en el lenguaje que habita la subjetividad. Basándome en los desarrollos de la teoría crítica de Marcuse, se produce lo que llamo la unidimensionalidad discursiva: no hay pluralidad de lenguajes en la subjetividad o tercera tópica, por la libertad de expresión “censurada” con acumulación de tensión.

En el segundo caso, por pérdida de reconocimiento de los vínculos que daban sustento afectivo a la identidad. Implica una alteración que parte de la segunda tópica, donde toda pérdida es vivida como un duelo en el que se produce un repliegue libidinal de los discursos que antes daban sentido a la condición de existencia en la vida anímica, es decir, los discursos pierden su anclaje afectivo.

En el tercero y último caso, a diferencia de las dos primeras, la entrega voluntaria, motivada por el placer de la creatividad, hecho que ocurre en el arte, las ciencias o en cualquier acto de la vida cotidiana donde se realiza un trabajo creativo movido por el deseo. 17

Un acrecentamiento esperado, previsto, de displacer es respondido con la señal de angustia; y su ocasión, amenace ella desde

afuera o desde adentro, se llama peligro. (Freud, 1935). ESQUEMAS DE PSICOANÁLISIS. Parte I El aparato psíquico. Pag 144.

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En relación con esta última posibilidad, el placer y el reconocimiento (dando certidumbre) generan la motivación para llevar a cabo el trabajo creativo. La creatividad debe ser comprendida como una producción que emerge de la capacidad y la necesidad universal del ser humano de expresarse, por medio de un trabajo, que al mismo tiempo que se transforma a sí mismo, transforma la realidad cultural a la que pertenece. El cambio en la cultura retorna en nuevas transformaciones sobre el propio sujeto.

El proceso terciario son las operaciones que se llevan a cabo en la subjetividad, siendo definido como el ensamblaje de las representaciones cargadas (psicodinámicas) que se unen al lenguaje (sociodinámicas). El proceso terciario está constituido por la traducción y transcripción como actividades procesuales de la expresión. En la actividad creativa el proceso terciario adquiere el nombre de proceso creativo.

Como fases del trabajo creativo, distingo el momento de la fantasía18 y la regresión al servicio del Yo como el anuncio del inicio de la fase divergente de

la creatividad que sirve para generar múltiples realidades y múltiples versiones para utilizarlas como materiales a fin de obtener significados de las experiencias y elaborar los conflictos. Como ya vimos, esta fase de la creatividad es dependiente de la discontinuidad, sea en forma involuntaria o sea en forma voluntaria.

El trabajo de Bonovitz es interesante porque considera que la fantasía es un campo de los pensamientos, sentimientos, ideas e imaginaciones que no guardan un vínculo estrecho con la realidad objetiva. Para él es mucho más amplia que la definición que Freud hace de ella, como una satisfacción parcial de los deseos derivados de las pulsiones inconscientes sexuales y agresivas. Para Bonovitz la fantasía es tanto consciente, como inconsciente y preconsciente, y trabaja sobre la suposición de que la realidad y la fantasía existen en una relación dialéctica en la que cada una define a la otra, se interrelacionan y se separan al mismo tiempo. Coincido con este autor en que en toda fantasía existen núcleos de realidad, y en la realidad hay fragmentos

18

En cuanto a la idea del papel que juega en las teorizaciones de Freud sobre la fantasía […] Se discernió que el ámbito de la

fantasía era como una «reserva natural» instituida a raíz del paso, sentido dolorosamente, del principio de placer al de realidad, a

fin de proveer un sustituto a la satisfacción pulsional que debió resignarse en la vida real y efectiva. El artista, como el neurótico,

se había retirado de la insatisfactoria realidad efectiva a ese ámbito de la fantasía, pero, a diferencia de aquel, se ingeniaba para

hallar el camino de regreso y volver a hacer pie sólidamente en la realidad fáctica. Sus creaciones, las obras de arte, eran

satisfacciones fantaseadas de deseos inconscientes, en un todo como los sueños, con los cuales tenían además en común el

carácter del compromiso, pues también ellas debían esquivar el conflicto franco con los poderes de la represión […]. (Freud, 1935).

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de fantasía, y cada una de ellas influye en la otra y la penetra.Concuerdo con Bonovitz, en que la fantasía es una construcción influenciada por el otro, no como el producto de una mente aislada (Bonovitz, 2003).

Otro punto indispensable de estudiar es el de regresión al servicio del Yo, que he mencionado más arriba y que está relacionado con la creatividad y la fantasía. Este concepto, desarrollado en la década de los `50 por Ernest Kris, describe un proceso en sede Yoica que se refiere a la movilización y cristalización del material bruto del inconsciente actuando en el preconsciente. La regresión es una vuelta a lo primario e infantil al servicio del Yo. Esto ocurre, según este autor, en los momentos como en los estados de debilidad de esta instancia, el sueño, las fantasías, la enfermedad o en el proceso creador (Kris, 1952).

En la regresión al servicio del Yo este autor señala dos fases: primero una fase de inspiración, en la que el Yo pierde su capacidad de control sobre el proceso secundario produciéndose una regresión a su servicio, es decir hasta una etapa en la que funciona el proceso primario.

En la segunda fase, de elaboración, el producto creativo a través del proceso secundario continúa su transformación, es decir, el material que proviene del Ello y que deviene preconsciente produce una evaluación lógica bajo las cualidades del proceso secundario de la obra creada. Para Kris, lo distintivo de este estado es que está dado bajo el control de la consciencia al servicio del Yo, y la energía que requiere este proceso es dada por catexias del propio Yo.

Desde la perspectiva que sostengo sobre la creatividad, coincido hasta aquí con el autor, sin embargo, creo que al encuentro de material inconsciente, debe sumársele material consciente que se encuentra también bajo la influencia de la fantasía y bajo la posterior elaboración creativa del proceso secundario.

El material cargado por catexias del Yo debe pasar de la segunda tópica a la tercera tópica, es decir, desde el Yo a la subjetividad, donde se produce otra transformación mediante el proceso terciario. Es decir, se traduce esa representación cargada en una coherencia de lenguaje discursivo con la instancia cultural de experiencia próxima. En esto se deben seguir las ideas de Pichón Rivière (que va más allá de Freud y de Winnicott), viendo al sujeto producido como emergente y portavoz en la praxis de lo social y a su vez, como transformador de la cultura. La subjetividad o tercera tópica sería el punto de convergencia (fase de convergencia creativa) de esos tres espacios (individual, vincular y social) en un proceso de traducción de todas las tópicas

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(primera, segunda y tercera tópica). Por ello, encuentro en la subjetividad19 el sitio para configurar todas las demandas de la mente en el proceso creativo.

El proceso creativo se concreta con la transcripción del lenguaje discursivo en las prácticas sociales del sujeto en situación, imprimiéndole su identidad. La identidad en su expresión emerge de la subjetividad en toda práctica social, siendo una síntesis compleja del sujeto en la dialéctica discursiva, de la vida anímica (procesos psicodinámicos) y de su espacio y su tiempo cultural (procesos sociodinámicos). La identidad es el pasaje de esos contenidos mentales a la materialización física en el discurso, sea en los diálogos, en las prácticas de disciplinas científicas, religiosas, en las acciones de la vida cotidiana y, por supuesto, en las obras de arte, es decir, en todos los espacios que el sujeto construye y crea como sujeto situado.

V. Del origen de la subjetividad y la creatividad

La creatividad es indisoluble de la subjetividad, ya que la primera es el producto de las configuraciones que se llevan a cabo en la segunda por la emergencia de lo singular(procesos psicodinámicos conscientes e inconscientes) y lo cultural (procesos sociodinámicos discursivos sociales).

Sostengo que el origen de los procesos creativos está ligado al origen sociodinámico de la subjetividad, dado que ambos se produjeron en la zona de experiencia intermedia, signados por los primeros encuentros entre la madre y el bebé. En ese espacio vincular se produce el primer proceso creativo, originándose la subjetividad con la incorporación del individuo a la cultura como sujeto de ella. Por eso, expresé en otro artículo que […] Donde hay un individuo debe advenir un sujeto […] (Maruottolo, 2013).

El acto original del encuentro en la zona de experiencia intermedia, como la describió Winnicott, establece la dialéctica del vínculo, donde a mi modo de ver, no solo se desarrollan los procesos de la vida anímica, sino también los discursivos20. Los primeros, organizados en el espacio afectivo del vínculo 19

La subjetividad constituida por los sistemas intrasubjetivo o subjetividad narcisista, Intersubjetivo o subjetividad vincular y

transubjetivo, o subjetividad colectiva (Maruottolo, 2013).

20 En Piera Aulagnier (Aulagnier, 1975) lo conceptualiza desde un contrato que designará lo que está en la fundación de toda

posible relación sujeto-objeto, sujeto-sociedad, discurso singular y referente cultural. En ese investimento se transfieren ideales,

valores, se trasmite la cultura y la palabra de certeza del discurso social al cual el sujeto está anclado. El carácter continuo de la

vida, que da espontaneidad al sujeto en su cotidianeidad (18), es característico de ese pacto fundador, que habita en su escena

fantasmática.

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como componentes del Yo (configurando las relaciones de objeto y posteriormente, el grupo interno con la inclusión del resto del grupo familiar), y como componentes del Superyó (configurando la conciencia moral y el ideal del Yo). Los segundos, organizados en el espacio discursivo intersubjetivo del vínculo, internalizándose e incorporándose como componente de la subjetividad.

El origen de la primitiva subjetividad se determina en el encuentro diádico, y la separación de la subjetividad o tercera tópica con la segunda tópica, cada una con contenidos y procesos diferentes. A su vez, el ingreso del sujeto a la cultura producirá la separación de la propia subjetividad, configurándose la intrasubjetividad, con los contenidos de ese ser individual, no sujeto a la dialéctica del vínculo, resabio pre-conflictual y omnipotente, previo al ingreso a la cultura. La intersubjetividad se conforma con los contenidos discursivos del encuentro dialéctico del sujeto en la cultura vincular. La transubjetividad se originará en un momento posterior del desarrollo de esta tópica. Por lo tanto, los contenidos de la subjetividad o tercera tópica, incluyen el conjunto de discursos de pertenencia y de alteridad que se internalizan progresivamente como lenguaje en acción y que posicionarán al sujeto en su dimensión psíquica cultural.

El límite interno de la subjetividad es la vida anímica, en la segunda tópica, que ancla los contenidos discursivos de la subjetividad a los sentimientos de pertenencia al mundo interno del Yo, determinando las motivaciones inconscientes y conscientes, y configurando un posicionamiento siempre subjetivo en la experiencia histórico-cultural.

De la subjetividad o tercera tópica surge la identidad, representando así la configuración expresiva discursiva de la personalidad. Personalidad que no solo incluye los procesos biológicos y psicodinámicos, sino también los sociodinámicos.

Aplicando el principio hologramático de la complejidad, la identidad de cualquier obra creativa será la vía regia para encontrar el camino a la identidad del sujeto creador y desde allí a la profundidad bio-psico-sociodinámica.

Los distintos discursos de intersubjetividad y posteriormente, de transubjetividad irán constituyendo los lenguajes de la subjetividad definitiva: en intrasubjetividad o subjetividad narcisista, intersubjetividad o subjetividad vincular y transubjetividad o subjetividad colectiva y, desde allí, a la expresión de la subjetividad con el resto de la cultura por medio de la identidad.

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Bajo este modelo de la mente, ésta no se articula a la cultura, ni es parte de un “con-texto”, sino que desde el origen del sujeto, la dimensión cultural de la mente queda incluida en ella.

VI. La dinámica de la subjetivación y el límite de la creatividad

La configuración de ese psiquismo auto-eco-organizado desde el paradigma de la complejidad nos remite inevitablemente a la subjetivación21 cuando pensamos en cuál es el límite de la creatividad.

En primer lugar, se debe entender que el poder y los deseos son categorías de la subjetivación. Estas categorías se encuentran tanto en los procesos que determinan la vida anímica singular (inconsciente/consciente) como en los que determinan la dinámica cultural. En segundo lugar, ambos procesos acceden a la subjetividad determinando las condiciones culturales de existencia, modulando los procesos terciarios de la traducción y la transcripción en el lenguaje para conseguir mantener un equilibrio anímico psíquico necesario entre sujeto y la sociedad.

En la subjetividad, las representaciones cargadas que acceden desde el Yo se traducen en el lenguaje del discurso social que habita en esta instancia del aparato psíquico. La transcripción en el discurso o lenguaje en acción es la expresión de la identidad del sujeto en situación en sus prácticas sociales. La continuidad-discontinuidad en la espiral dialéctica del discurso consigue el equilibrio o adaptación entre las tensiones del mundo interno y del externo del sujeto.

El proceso terciario (tanto en el ensamblaje de la traducción como de la transcripción del discurso) adquiere en el sujeto un carácter instituyente que se ajusta a momentos de expresión en la continuidad o de expresión creativa en la discontinuidad. En esta última situación, los de momentos de crisis surgidos por conflictos intra e inter-sistémicos, instituyen nuevas concordancias subjetivas vinculares o colectivas plasmadas en el discurso.

21

En Foucault "La cuestión es determinar lo que debe ser el sujeto, a que condición está sometido, que estatuto debe tener, que

posición ha de ocupar en lo real o en lo imaginario, para llegar a ser un sujeto legítimo de tal o cual tipo de conocimiento". En

Jürgen Habermas el concepto es similar bajo la denominación del poder de colonización de la personalidad desde el sistema.

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Si tomamos la subjetivación como un meta-proceso, es decir la convergencia de dos procesos (el psicodinámico y el sociodinámico) puede ser representada por […] La metáfora de trama y urdimbre como un tejido, da una textura que sirve de modelo configurante para comprender la dinámica compleja que sostiene en forma multidimensional los procesos de subjetivación/sociabilización […] (Maruottolo, 2008). La metáfora de la trama y la urdimbre demuestra cómo en el discurso del sujeto se configura la semántica y la razón-afectiva deseante a las condiciones de existencia.

Por ello, la pregunta que se hacía Walter Benjamín (Benjamín, 1991) […] ¿Qué comunica la lengua? La lengua comunica la esencia espiritual (léase mental) que le corresponde. Es fundamental saber que se comunica en la lengua y no a través de la lengua. El ser espiritual (mental) se comunica en y no a través de una lengua" [...]. Para Walter Benjamín, el lenguaje significa el principio encaminado a la comunicación de contenidos mentales semióticamente configurados: en la técnica, en el arte, en la justicia o en la religión(Cuesta, 2008).

Pero, la siguiente pregunta sería cómo el sujeto incorpora ese lenguaje cultural. Basandome en Vygotsky, encuentro el antecedente más significativo para sostener mi tesis, ya que él está especialmente interesado en los procesos de interiorización, donde […] “Toda función en el desarrollo cultural del niño aparece dos veces. Primero aparece en el plano social, y después en el plano psicológico. Primero aparece entre personas, como una categoría interpsicológica, y luego dentro del niño, como una categoría intrapsicológica (Kozulin, 1985). Esto resulta igualmente válido en relación a la atención voluntaria, la memoria lógica, la formación de conceptos y el desarrollo de la voluntad [...]. Se sobreentiende que la internalización transforma al proceso mismo y cambia su estructura y sus funciones. Las relaciones sociales o relaciones entre personas subyacen en todas las funciones superiores y sus relaciones” […] (Vygotsky, 1934). Desde la perspectiva sociocultural el lenguaje es el principal instrumento de transmisión cultural, de mediación semiótica.

A través de la participación en interacciones sociales con otros, las personas van dotando de significados subjetivadores a las situaciones y a su propia actividad en función de sus características personales, sus motivaciones, conocimientos y experiencias previas, identificaciones en vínculos y grupos significativos22. Cada persona reconstruirá, mediante diferentes lenguajes, los 22

Fundamento de los desarrollos teóricos de la primera escuela de Frankfurt. Los distintos autores como Adorno, Marcuse,

Fromm, Horkheimer, Benjamin, entre otros, trataron de comprender las formas de dominación de la sociedad desde distintas

perspectivas. Así la filosofía, el psicoanálisis, la sociología o la lingüística entre algunas fueron las bases para elaborar una teoría

crítica.

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fenómenos en los que ha participado. Esta reconstrucción es considerada por Vygotsky como apropiación, y se trata de un proceso activo, de interacción y de reconstrucción personal23.

Vygostky demuestra la existencia de un sistema dinámico de significado en el que se unen lo afectivo y lo intelectual. Muestra que cada idea contiene una actitud afectiva transformada hacia la posición de la realidad a que se refiere. Además nos permite descubrir el camino desde las necesidades e impulsos de una persona hasta la dirección concreta tomada por sus pensamientos; y el camino inverso, desde sus pensamientos hasta su conducta y actividad (Vygostky, 1934).

En este punto, creo importante como deducirá el lector, resaltar la posible vinculación entre los conceptos de Benjamín y los sostenidos por Lev Vygotsky, en la zona de desarrollo próximo y los de Donald Winnicott, sobre la zona intermedia de experiencia cultural, posibilitando inferir como se configura dialécticamente ese lenguaje en la mente.

Siguiendo ese camino, en la subjetividad, el lenguaje discursivo, o sea el lenguaje en acción, se encuentra cargado libidinalmente, produciéndose y reproduciéndose como emergencia de la vida anímica y los discursos de lo social por medio de la cultura de un tiempo y un lugar.

Otro punto a dilucidar es cómo se produce este proceso. El espacio vincular familiar imprime su poder subjetivador a lo privado, que a su vez se relaciona dialécticamente con el espacio social de lo público que también posee poder subjetivador desde las instituciones que actúan desde la organización social.

Sea por vía intersubjetiva, sea por vía transubjetiva, debemos reconocer a la cultura como dimensión de la mente. Su poder subjetivante actúa sobre el sujeto en situación, condicionando sus prácticas sociales. Se establece allí también la creación de un sujeto-objetivo necesario y vital para el Yo que dé la certidumbre de la expresión en la semántica del discurso. La expresión y, particularmente, la creatividad, encuentran su límite en los condicionamientos que emergen del poder y los deseos que se configuran en la subjetividad, provenientes del mundo interno representacional, y de los diferentes lenguajes que habitan la tercera tópica. La elección de uno de los lenguajes para su ensamblaje en la traducción y la adquisición de un discurso “encarnado en el

23 Para Vygotsky, las funciones mentales superiores parten de la vida social y para comprender al individuo es necesario

comprender las relaciones sociales en las que este individuo existe. La naturaleza psíquica de los seres humanos representa el

conjunto de las relaciones sociales interiorizadas que se han convertido en funciones para el individuo y forman la estructura del

individuo.

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sujeto”, estará determinada por su condición situada, en cuanto relación dialéctica del poder y deseos de la cultura de pertenencia.

Todo desarrollo histórico y social se da en esa relación. Por ejemplo, la multiplicidad de lenguajes en un ambiente de libertad, reconocimiento mutuo y aceptación de la elección discursiva, permitirá la libertad de expresión y el desarrollo de transformaciones tanto en el actor social como en el medio que se desarrolla, y a su vez, éste será favorecedor para cambios no sólo en la subjetividad, sino también en las estructuras subyacentes a ella.

Es Michel Foucault quien desarrolla la teoría más acabada sobre la forma en que los discursos sociales ejercen el poder de subjetivación24, mostrándonos cómo actúa toda una red de discursos que opera en términos de exclusión-inclusión (Birman, 2008; Maurice, 1984).

Los principios de exclusión que describe Foucault son […] “las prohibiciones que recaen sobre él revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con el deseo y el poder. Y esto no tiene nada de extraño, pues el discurso (el psicoanálisis nos lo ha mostrado) no es simplemente lo que manifiesta (o encubre) el deseo; pues (la historia no deja de enseñárnoslo) el discurso no es simplemente aquello que traduce la lucha o los sistema de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse” [...]. Otro principio de exclusión, que según este autor, actúa en el discurso es el de separación y rechazo en un continuum razón/locura. El último de los tres principios de exclusión, se ubica entre lo verdadero y lo falso, sostenido desde el poder y el saber que instituyen un discurso cargado libidinalmente, y cuya expresión de identidad, como vemos, debe cumplir con determinadas metas, que son reflejo de todo un sistema de instituciones que las imponen y las acompañan en su vigencia.

A mi modo de ver, el lenguaje y los contenidos discursivos internalizados por medio del proceso subjetivador, posteriormente emergen con una identidad semántica cargada libidinalmente, representando la fuerza discursiva del sujeto en las prácticas sociales.

Por lo tanto, la expresión como producción discursiva de la subjetividad (PDS), en cuanto traducción y transcripción en la tercera tópica, se encuentra anclada a la vida anímica, en la segunda tópica, en las relaciones de objeto y del grupo interno.

24

El problema en Foucault es acerca de la historia de las formas de sujeto, es decir, los modos de subjetivación. Los modos de

subjetivación son las prácticas donde se constituye el sujeto, por ejemplo: los modos de objetivación del sujeto, modos en el que

el sujeto aparece como objeto de una determinada relación de conocimiento y poder (Castro, 2004).

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La expresión siempre está determinada dialécticamente por la necesidad confirmatoria de pertenencia y reconocimiento con las prácticas sociales donde se manifiesta. Por lo tanto el ser humano está determinado por sus necesidades, sus deseos pulsionales de reproducir esa experiencia próxima originaria, como la expuso Winnicott. El Yo se adapta en base a esa necesidad básica de continuidad y pertenencia discursiva a la cultura. La espiral dialéctica del vínculo, o de relaciones sociales más amplias, está mediada por los discursos cargados de deseos inconscientes de que el otro pertenezca al espacio propio de experiencia cultural25.

Por lo tanto, en sede Yoica, el mundo interno anímico del sujeto determina el sentimiento de pertenencia. A su vez, el mundo interno configura el vínculo que ancla los procesos del lenguaje, configurando el discurso alineado a las prácticas de la cultura de pertenencia. También esto ocurre entre lo inconsciente y lo consciente, donde existen formas de defensas adaptativas, y formas de subjetivación de la expresión en base a una dialéctica en la que se instituye la necesaria pertenencia cultural, destacando a mi entender, tres formas: según grados de libertad, de posicionamiento o identidad y de reconocimiento mutuo26.

A estas formas en que la cultura ejerce su poder subjetivador, las llamaré en general supresivas y son el fundamento del condicionamiento de la traducción-transcripción en la tercera tópica por las prácticas sociales. Las prácticas sociales constituyen la recursividad en la materialidad discursiva que, al mismo tiempo que es subjetivada, es subjetivadora en la experiencia tanto vincular como colectiva.

La última cuestión a ser develada es la implicancia clínica de la utilización de este modelo que propongo, por un lado, con el cambio psíquico (por las implicancias en el re-desarrollo psíquico) y por el otro, con la justificación de la utilización de este modelo del psiquismo en los procesos terapéuticos de los diferentes dispositivos psicoanalíticos (sean bi-personal, grupal y colectivo).

25

[…] “… en una sociedad como la nuestra son bien conocidos los procedimientos de exclusión. El más evidente, y el familiar

también es lo prohibido. Tabú del objeto ritual de la circunstancia, derecho exclusivo o privilegiado del sujeto que habla: he ahí el

juego de tres tipos de prohibiciones que se cruzan, se refuerzan o se compensan, formando una compleja malla que no cesa de

modificarse” […] (Foucault, 1970).

26 Concepto desarrollado por Axel Honneth. Referente de la tercera generación de la Escuela de Frankfurt.

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VII. La creatividad en el proceso terapéutico y su implicancia en la clínica

Este apartado, como intuirá el lector, estará dirigido a esclarecer en qué medida la utilización de este modelo, que incorpora la subjetividad a la personalidad y, particularmente la creatividad, inciden en el proceso terapéutico. Un punto a aclarar antes de comenzar es que omitiré, por escasez de espacio, la cuestión de los fenómenos transferenciales y contra-transferenciales y la de los procesos que ocupan la psicopatología de la subjetividad.

Siguiendo los pasos de los autores que han acompañado esta teoría, todas las formas de expresión, y en especial la creatividad, requieren de formaciones biológicas y mentales. Esta última, como hemos visto, involucra múltiples dimensiones, tanto en lo individual, en lo vincular, como en lo colectivo.

Ya Freud se describe la activación de distintas funciones en el trabajo expresivo y en especial en el creativo, que son motivadas por el principio del placer, y la pulsión, que tiende a su descarga, haciendo énfasis en la necesidad individual que debe ajustarse a la adaptación del medio. Winnicott agrega que el trabajo depende también de las relaciones, es decir, que como vimos, está determinado con la creación del espacio intermedio. Para Pichón Rivière, la creatividad es, además, un acto de transformación propia junto con la del medio. A medida que el medio se transforma se continúa transformado el propio sujeto creador. Para él la creatividad se estructura en una espiral dialéctica, desarrollándose en todo vínculo, grupo o colectividad. El sujeto en su acto creativo actúa para sí y para los otros, transformándose en un portavoz de necesidades singulares y colectivas.

La propuesta que sostengo, sigue el sentido de las anteriores, completando la modelización en base a que toda expresión se da en el discurso, entendiendo discurso como lenguaje en acción, que implica un trabajo procesual inter-sistémico, que converge en la subjetividad o tercera tópica, en una espiral dialéctica de materialización psíquica, de razón y deseos compartidos en el discurso. El ser humano es el producto de la necesidad de expresión singular y gregaria. Esto justifica que sea tomado en cuenta tanto en su desarrollo sano, como en su psicopatología. Asimismo estos conceptos deben ser utilizados en los dispositivos que contribuyan al camino de los pacientes a su cura.

Los dispositivos terapéuticos que desarrollan la creatividad (bi-personal, grupal o institucional), trabajan sobre este paradigma. Todo el trabajo expresivo, sea individual o grupal, genera el hacerse cargo, re-desarrollando todas esas funciones indispensables del aparato psíquico para la actividad creativa, pero

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es necesario que el espacio transicional (sea vincular, grupal o colectivo) este allí posibilitándolo, como señalara Winnicott. Los dispositivos clínicos verbales y no verbales crean nuevos recursos Yoicos en la medida que crean una cultura próxima a ser re-interiorizada. Esa cultura es la de la permisividad (libertad expresiva singular) y del reconocimiento mutuo (identidad expresiva compartida).

Como ejemplo explicativo de este modelo presentaré la experiencia que acumulamos con nuestra Terapia Grupal, Dinámica Intensiva y Breve (TGDIB) en el Hospital de Día, trabajando con un programa de comunidad terapéutica de orientación grupoanalítica (Guimón, Maruottolo y Mascaró, 2012). La TGDIB es una técnica aplicable en comunidad terapéutica cuyo objetivo es implementar un tratamiento psicodinámico y sociodinámico, teniendo en cuenta las múltiples determinaciones del sujeto (individual, vincular y social), y donde la creatividad es el instrumento de rehabilitación de las formaciones bio-psico-sociales que integran la mente. En nuestra técnica, el instrumento operativo terapéutico principal es el grupo dinámico.

El Hospital de Día cuenta con cuatro programas para distintas patologías psiquiátricas. Cada uno de esos programas o unidades de tratamiento cuenta con miembros que tienen un proceso grupal propio, pero a la vez integrados en distintos experiencias terapéuticas colectivas con los miembros de los otros programas de la comunidad terapéutica (Mascaró, 2013).

El sujeto participante se incorpora en una micro-sociedad con una cultura que le facilita la participación en la organización. En este sentido se adopta el concepto de ambiente de Winnicott (Winnicott, 1988). El grado de democratización será la cualidad más relacionada con la ideología asistencial institucional, siendo el factor más importante, subjetivante y socializador con que actúa la Terapia Social (Maruottolo, 2012). Dentro del Hospital de Día encontramos grupos socioterapéuticos de trabajo en la organización, grupos de talleres artísticos, grupos sociodinámicos27 y psicoterapéuticos profundos28. La subjetivación y la socialización se desarrollan en un ambiente facilitador que permite la emergencia de producciones discursivas en las prácticas sociales, que organizan la experiencia de la comunidad terapéutica, y para ello, se promueve la participación creativa de todas las fuerzas participantes (Maruottolo, 2012).

27

Grupo grande grupoanalítico y el grupo multifamiliar psicoanalítico.

28 Además del grupo pequeño grupoanalítico, se desarrollan otros grupos psicoterapéuticos de orientación cognitiva-conductual.

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VII. 1. La terapia por el medio y los medios transformadores en la Comunidad Terapéutica

En la organización, los grupos de trabajo (grupos asamblearios, comisiones de trabajo como el de la revista, el de cultura o el de evaluación de las terapias o de programa, entre otros…) se desarrollan en el discurso hegemónico instituido, condicionando las prácticas sociales. En este sentido, el grado de libre expresión, en sí mismo, es lo discursivo que se instituye, ya que es la connotación del límite de lo posible del cambio psíquico o creatividad que los participantes pueden desarrollar. En palabras de Bion sería que […] “hay una matriz del pensamiento dentro de los límites del grupo básico, pero no dentro del individuo” […] (Bion, 1948).

Una cultura de múltiples opciones de lenguaje, como ya intuye el lector, es un ambiente terapéutico porque condiciona al sujeto a movilizar y responsabilizarse de su posición en la relación con él y los otros. Como ya vimos, se desarrollan distintos procesos en cada sujeto, dentro de un trabajo creativo que es transformador solo en la libertad de elección, en la producción de discurso con la consecuente materialización sobre el medio de pertenencia en el que se expresa. A su vez, el ambiente, como sustrato de la expresión, se modifica, actuando como facilitador de nuevas trasformaciones singulares, grupales y sociales de la comunidad terapéutica.

Así, la inclusión incorpora no solo procesos biológicos y psicológicos (conscientes e inconscientes) que proponen una configuración individual, reduccionista y cerrada de la mente (como lo propuso Baars), sino de un determinismo abierto y multidimensional que también incluya la dimensión cultural que se configura y reconfigura. En base a esto, se da sentido a las teorizaciones post- freudianas de una mente producida, además, en lo relacional. Lo cultural determina ese espacio de pertenencia discursivamente estructurado, convergiendo en la subjetividad y así regulando las prácticas sociales.

En nuestra manera de crear ambientes terapéuticos coincidimos con las ideas de David Clark de que “se debe estimular un papel del paciente psiquiátrico activo, responsable y libre” (Clark, 1982). Sostenemos una ideología institucional que promueve la permisividad y tolerancia a expresar libremente sus emociones, cuestionamientos y críticas a sus compañeros, a los miembros del equipo o a la misma institución siendo pensados y canalizados en la organización para determinar acciones que permitan la resolución de problemas-conflictos, y la introducción de cambios, si son posibles en las distintas instancias comunitarias.

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El ambiente terapéutico institucional es una simulación a escala de la sociedad, y los procesos sociodinámicos que allí se desarrollan posicionan al sujeto participante en el lenguaje colectivo hegemónico histórico-cultural instituido29. La experiencia en esa micro sociedad promueve entrar en la organización, acompañando la creación de oportunidades reales, para que los pacientes y terapeutas puedan asumir una participación activa en las acciones de la institución y no siendo solo objetos pasivos e irracionales del trabajo dirigido. La libre expresión asegura la emergencia de problemas-conflictos vinculares, grupales, intergrupales o institucionales30, que a través de su resolución creativa en forma orgánica, promueven un fortalecimiento del Yo, en base a nuevos recursos Yoicos genuinos que se redesarrollan en los sujetos participantes31. Esta es la base de la TGDIB, como muestro en la figura 1, pudiendo ser representada en un triángulo que diagramo para permitir el entendimiento de las experiencias en los distintos grupos terapéuticos (sean grupos de trabajo o tareas, psicodinámicos y sociodinámicos).

Transferencia Problema

Conflicto

Fig. 1. Triangulo TGDIB (Maruottolo, 2012)

Los cambios en la experiencia colectiva sociodinámica crean nuevos discursos hegemónicos con nuevas formas en las prácticas sociales en la institución. Este fortalecimiento del Yo permite resolver en otras instancias terapéuticas de la comunidad (terapias individuales, grupales, familiares…), conflictos profundos transferenciales psicodinámicos o sociodinámicos. Por último, hace

29

[…] “En la madurez, el ambiente es algo a lo que el individuo contribuyen y sobre lo cual el hombre y la mujer individual asumen

su responsabilidad. En una comunidad en que hay una proporción suficientemente grande de individuos maduros, la situación

imperante sirve de base para lo que se llama democracia” […] (Winnicott, 1988).

30 Problemas en un nivel de la relación en el aquí y ahora, pero que se reactualizan en conflictos del allí y entonces adquiriendo

una connotación transferencial con mecanismos que tienden a la repetición en su resolución.

31 Término desarrollado por García Badaracco. Estos recursos Yoicos permiten su resolución creativamente confluyendo a un

cambio psíquico.

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falta reseñar que actuará como método de prevención a las actitudes omnipotentes del terapeuta, del equipo o de la propia institución32.

El ambiente terapéutico creado en nuestro modelo desde la psiquiatría dinámica y social está constantemente en proceso de renovación y actualización, ya que sus miembros presentan una curiosidad (“epistemofilia”), que se manifiesta por medio de algunos procesos de búsqueda de uno mismo. Dentro de las corrientes psicoanalíticas, Bion habló de las relaciones de «búsqueda curiosa» o las relaciones “K” de knowing, (Bion, 1962), refiriéndose a esta actitud de búsqueda en la comunidad que consiste en preguntarse sobre el porqué de lo que ocurre (Guimón y Maruottolo, 2013).

VII. 2. El arte como forma de re-desarrollo psico-dinámico y socio-dinámico

La “Terapia por el Arte” (“Art Therapy”) es un conjunto de prácticas muy variadas en la enseñanza, rehabilitación, y la psicoterapia cuyo objetivo es ayudar a la integración o a la reintegración de la personalidad. La idea de que la actividad artística tiene efectos terapéuticos en las enfermedades mentales está muy extendida en la población general y entre los profesionales de la salud mental que colaboran en Instituciones (Guimón, 2012).

Los efectos beneficiosos de la terapia por el arte pueden explicarse desde el punto de vista biológico porque se ha visto que en los pacientes se producen determinadas modificaciones psicofisiológicas cuando la practican. Por ejemplo, se han observado modificaciones del EEG en niños normales tras musicoterapia. Otros estudios demuestran modificaciones sobre el sistema inmunitario (Guimón, 2012).

Los vínculos entre arte y psicoterapia se remontan a las primeras concepciones psicoanalíticas. Freud las relaciona a las representaciones inconscientes a través de las imágenes simbólicas de los sueños (Freud, 1900). Para Jung, en cambio, el arte tiene la capacidad de hacer visibles imágenes arquetípicas del inconsciente colectivo (Jung, 1932). Para otros psicoanalistas también actúa

32

El grado de democratización supone matices instituidos en las distintas comunidades terapéuticas. Si bien la denominación de

comunidad terapéutica es una denominación común en este tipo de dispositivo en base a todo lo expuesto, es importante aclarar

la diferencia que existe entre de modalidades en este campo de la psiquiatría, pudiendo ir desde la radicalidad horizontal de toda

jerarquía (como ocurrió en las comunidades terapéuticas anti psiquiátricas) hasta las comunidades terapéuticas autocráticas de

una radicalidad vertical jerárquica(como Dederich en Synanon Organization, Daytop y sus derivaciones posteriores), pero estas no

son objeto de estudio en este artículo.

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sobre funciones específicas del Yo, como la regresión (Kris, 1952) o la fantasía (Winnicott, 1971).

Desde los años cuarenta se considera que la expresión artística, como modalidad de tratamiento, tiene efecto terapéutico, bien a través del insight, bien sobre el proceso creador en sí. Ernest Kris, considera el arte como una comunicación en la que hay un emisor un mensaje y un receptor. En la comunicación terapéutica, el paciente y el terapeuta intercambian permanente sus roles de emisor y receptor, mientras el mensaje que surge es el producto de su interacción.

Los dispositivos de arte pueden tener diferentes objetivos ya sea como terapia ocupacional, como espacio recreativo, diagnóstico, o como espacio de redesarrollo expresivo y creativo. Nuestra manera de hacer terapia por el arte es a través de un grupo de trabajo, por lo que los denominamos Talleres de Arte. Así, no solo lo vemos beneficioso en lo biológico y psicológico, sino también como medio de integración en lo grupal y social. Las artes plásticas, la música, la danza o la escultura, entre otros, son instrumentos terapéuticos para el re-desarrollo del aparato psíquico, operando como facilitadores, de una matriz grupal que actúe como terapia creativa de nuevos recursos yoicos genuinos de lo singular, lo vincular y lo colectivo.

Esa matriz grupal es la base operacional de todas las relaciones y comunicaciones. Siguiendo a Foulkes, […] “Dentro de esta red (“network”) (es donde) el individuo es concebido como un punto nodal. El individuo, en otras palabras, no se concibe como un sistema cerrado sino abierto” (Foulkes y Antony, 1957). La “terapia creativa”, como práctica dentro del hospital psiquiátrico, implica un proceso complejo de operaciones psíquicas del que emerge el posicionamiento del sujeto (identidad) plasmado en un trabajo de transformación de la realidad cultural inscripta en la identidad de la obra, y creando un modo de producción, de la que el sujeto es parte, dentro de una matriz grupal creativa. Ese ambiente adquiere, desde nuestra concepción, el nombre de matriz creativa, y representa las condiciones que facilitan el desarrollo y la actualización del potencial creativo. Aún cuando se puede ser creativo en un ambiente desfavorable, la creatividad puede ser estimulada por medio de la configuración favorable del ambiente físico y social. En general, todos los autores plantean la necesidad de que un ambiente favorable otorgue: confianza, seguridad y valoración de las diferencias individuales en la matriz grupal.

Los elementos terapéuticos más destacados que se desarrollan en nuestros talleres de arte, son:

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1) Función Expresiva

2) Función Creativa

3) Autoconocimiento

4) Proactiva

5) Catártica y resignificante

6) Autovaloración

7) Adaptativa del Yo con el manejo de la realidad

8) Comunicativa/Social

Como finalidad recreativa, reeducativa, y si se quiere, hedonista, también se fomenta activamente la satisfacción superficial de los deseos inmediatos. Pero lo que emerge, en realidad, es un sujeto que retorna a rehabilitarse formando parte de un conjunto de personas ligadas por constantes espacio-temporales en su mutua representación interna, configurando una matriz creativa. Implícita y explícitamente, a través de complejos mecanismos facilitadores se internalizan en los sujetos, mientras se desarrollan las prácticas como tareas creativas, en este caso, por el arte33. Resalto “en este caso” ya que el mismo concepto se aplica en otros grupos de trabajo, como también en los grupos psicoterapéuticos o socioterapéuticos de la comunidad terapéutica.

Las expresiones artísticas (dibujo, collage, pintura, etc.) ponen orden y forma a las experiencias internas, permitiendo la expresión del paciente, pero además, son terapéuticas dada la permisividad para transformar el ambiente en su experiencia externa creativa. También, las terapias no verbales artísticas se pueden considerar como espacios terapéuticos transicionales, hasta que el paciente se encuentre “más seguro” en los grupos de psicoterapia profunda. Funcionalmente los fenómenos que llamamos creativos se centran en las estrategias adaptativas, sean de orden psicodinámico o de orden sociodinámico.

La finalidad del terapeuta por el arte no es crear obras de arte sino poner a disposición de los pacientes ciertos materiales y ciertas técnicas de base, a partir de las cuales el arte puede ciertamente evolucionar por medio de un ambiente creativo. La eficacia de las terapias artísticas ha subrayado la

33

Distintos tipos de problemas en el trabajo en arte-terapia remiten al paciente a sus conflictos originarios y a un modo de

resolución en la transferencia, el paciente se enfrenta en ese sentimiento y a la repetición. El cambio psíquico también aquí

sobreviene en un ambiente suficiente para que se pueda resolver creativamente superando la repetición.

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importancia de la comunicación empática entre terapeuta y paciente, fundamental en cualquier terapia, pero especialmente útil en las terapias no verbales para pacientes que encuentran difícil la comunicación verbal y necesitan un método diferente para abordar la exploración de afectos o sentimientos (Guimón, 2012).

VIII. Discusión

Es sabida la importancia que para Freud tiene la experiencia social a través de la cultura en los seres humanos34. Distintas corrientes en la historia del psicoanálisis intentaron recoger el legado freudiano en este campo adoptando la denominación de escuelas culturalistas. Siguiendo esos pasos, desde la perspectiva del psicoanálisis grupal e institucional que desarrollamos en un dispositivo de comunidad terapéutica ambulatoria, encuentro las bases para desarrollar esta propuesta de un psicoanálisis neo-culturalista que incluya a lo psicodinámico y lo sociodinámico, tanto en su teoría como en su práctica.

En primer término, la subjetividad es un concepto que tiene raíz en la filosofía y en la sociología. A lo largo de todo este trabajo expongo que la subjetividad o tercera tópica es la “tópica social”. Su origen se produce en el encuentro de la madre con el bebé, por medio del cual se crea la matriz en la espiral dialéctica de intercambios libidinales que los configuran discursivamente en un proceso de transformación en la práctica social35. Esa cultura próxima pasa a configurar el espacio-soporte36 de los intercambios libidinales. En las iniciales prácticas sociales emergen los primeros discursos del sujeto, sobre los que se irán sumando otros espacios a medida que amplía su experiencia vital37.

34

Así Freud escribe en 1935 sobre la influencia que tuvo para él la cultura en su producción científica psicoanalítica: […]”Tras el

rodeo que a lo largo de mi vida di a través de las ciencias naturales, la medicina y la psicoterapia, mi interés regresó a aquellos

problemas culturales que una vez cautivaron al joven apenas nacido a la actividad del pensamiento. Hallándome todavía en el

apogeo del trabajo psicoanalítico, en 1912, hice en Tótem y tabú el intento de aprovechar las intelecciones analíticas recién

adquiridas para la exploración de los orígenes de la religión y la etnicidad. Dos ensayos más tardíos, El porvenir de una ilusión

(1927) y El malestar en la cultura (1930), continuaron luego esa orientación de trabajo. Discerní cada vez con mayor claridad que

los acontecimientos de la historia humana, las acciones recíprocas entre naturaleza humana, desarrollo cultural y aquellos

precipitados de vivencias de los tiempos primordiales, como subrogadora de los cuales esfuerza su presencia la religión, no eran

sino el espejamiento de los conflictos dinámicos entre el yo, el ello y el superyó, que el psicoanálisis había estudiado en el

individuo: los mismos procesos, repetidos en un escenario más vasto.[…]." (Freud, 1935) Prefacio pag 68, VOL 20 (1935) Obras

Completas.

35 Basado en los desarrollos teóricos de Winnicott.

36 Concepto de Enrique Carpintero.

37 Recordemos el pacto narcisista en P. Aulagner. Otorgándole la primera identidad llamada por esta autora violencia primaria.

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Hemos establecido que la expresión se materializa en el discurso, y por lo tanto, toda expresión es discurso y todo discurso, se desarrolla en las prácticas sociales, incluyendo la práctica clínica. No me refiero a la productividad objetiva de actos de habla sino a las prácticas mismas que producen discursos.

El lenguaje como concepto psicoanalítico presenta dos órdenes: el de los actos de habla, que son determinados por los procesos cognitivos y bio-psicolingüísticos, (siendo objetivables e instrumentales), y los discursos, que son subyacentes a los actos de habla, (no siendo objetivables ya que obedecen al orden de la complejidad en su configuración psicodinámica y sociodinámica). En los actos de habla, las inferencias que se realizan son la base del análisis sobre la pragmática del lenguaje que emite el individuo, mientras que el análisis del discurso examina la emergencia psicodinámica y sociodinámica del posicionamiento del sujeto en las prácticas sociales con su configuración histórica-social.

Michel Foucault utiliza la categoría discurso y del mismo modo la concibo, pensándola no como la referencia a un objeto, sino como una fuente constitutiva del mismo. El discurso es otra cosa distinta del lugar al que vienen a depositarse y superponerse unos objetos instaurados de antemano, como en una simple superficie de inscripción. Tampoco se debe pensar al discurso como una nueva presentación del objeto, puesto que los discursos no son, como podría esperarse, un puro y simple entrecruzamiento de cosas y de palabras. Es lenguaje en acción, por lo que tampoco hay que tratar a los discursos como conjuntos de signos, sino como prácticas que forman sistemáticamente los objetos de que hablan.

El discurso no es, entonces, “simplemente lo que manifiesta (o encubre) el deseo; es también el objeto del deseo” (Foucault, 1970). Si el discurso comunica, entonces es la expresión de disposición como objeto de deseos, en una espiral dialéctica de intercambios libidinales en la cual el sujeto como actor emerge en su práctica social. Así, la expresión sigue un recorrido psicodinámico y sociodinámico de la que emerge su materialización como práctica discursiva con una identidad propia alineada a una identidad colectiva.

Otro concepto desarrollado es el de identidad que, desde la perspectiva que presento, es la expresión del sujeto materializada tanto psíquica y como físicamente en las prácticas sociales. Esto se demuestra que toda obra original38 detenta una identidad que está impregnada de la identidad del autor. El análisis del discurso de un texto, de una obra de arte, desde esta 38

Con original me refiero a auténtica en el sentido de íntima y verdadera, en contraposición a la crítica que desarrolló Adorno

sobre la industria del arte.

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perspectiva, expone el posicionamiento en el diálogo, o el ambiente en el que se configuran las prácticas, nos revelan su configuración discursiva y, por consiguiente, la posibilidad de análisis de su origen psicodinámico y sociodinámico, las condiciones de existencia y los procesos que lo llevaron a su materialización.

La perspectiva que presento se refiere a la subjetividad como una unidad en el discurso, como emergencia que hace referencia a aquellos procesos de un sistema complejo, no reductible a sus partes constituyentes39. La subjetividad, desde el modelo de la tercera tópica, se encuentra constituida por la intrasubjetividad, la intersubjetividad y la transubjetividad. Estas instancias, con sus lenguajes, se integran complejamente como procesos sociodinámicos. La configuración del discurso del sujeto emergerá de ese lenguaje anclado a la vida anímica singular y grupal que se halla en la segunda tópica (como relaciones de objeto, grupo interno). Los procesos psicodinámicos y sociodinámicos se conforman dialógicamente, recursivamente y hologramáticamente en el enunciado como lenguaje en acción. Es decir, el sujeto se expresa en un lenguaje que emerge40 de la espiral dialéctica en la historia cultural de pertenencia.

Cuando encarnamos un discurso lo hacemos desde nuestra subjetividad que siempre está posicionada (Maruottolo, 2013). Toda posición del sujeto en una práctica social refleja un discurso del sujeto desde un lugar y tiempo social que también lo configura.

En segundo término, se ha visto que la creatividad es un concepto polisémico, y que para comprenderla es necesaria la utilización del modelo de la tercera

39

La intersubjetividad a diferencia de otras concepciones psicoanalíticas ( Orange, 1995; Orange, Atwood, Stolorow, 1997; Stern,

1985; Benjamin, 2012; Pujet, 2003; Beebe, Sorter, Rustin, et al, 2003; Cover van Putten, 2006), tendría a mi modo de pensar dos

acepciones: como componente de la tercera tópica o como campo intersubjetivo. En cuanto a la primera, ha sido ampliamente

desarrollada en este artículo y en otros ya publicados. Solo queda agregar que cuando un sujeto se posiciona discursivamente, por

ejemplo, en el campo intersubjetivo, lo hace con toda su subjetividad. Por campo intersubjetivo me refiero a los discursos que

circulan como lenguaje en acción en las prácticas sociales que emergen en esa parte del vínculo.

Para concluir sobre la idea de intersubjetividad: El término no debe referirse a la denominación de intersubjetividad, cuando se

trate solo el aspecto que determina al sujeto desde lo anímico. La subjetividad con sus instancias se encuentran ancladas a los

componentes afectivos, pero como vimos a lo largo del presente modelo, se convierte en una unidad más compleja y de otro

orden que es el de discurso, y que también está anclado a las prácticas sociales. También debemos pensar que la subjetividad no

solo está constituida por los aportes del campo intersubjetivo, sino además por el campo transubjetivo. En cuanto al concepto de

subjetividad colectiva, lo representamos por el conjunto de discursos que acceden desde el campo transubjetivo a la

transubjetividad como instancia de la tercera tópica. El discurso se constituye en la configuración compleja de las tres instancias

de la subjetividad: intra, inter y transubjetividad. Es por ello que encuentro diferencias con el modelo de subjetividad colectiva de

Domingues (Domingues, 2003).

40 El concepto de emergencia se relaciona estrechamente con los conceptos de auto-eco-organización y supervivencia, y se define

en oposición a los conceptos de reduccionismo y dualismo que se refirieren a inter-acción, con-textos o relación, entre otros.

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tópica, ya que permite dar una perspectiva multidimensional. La motivación inconsciente de todo acto creativo es retornar al placer y, por tanto, se halla vinculado con la sexualidad y con la experiencia omnipotente primigenia. Pero la creatividad debe ser estudiada en su complejidad constitutiva, necesitando por tanto, la transdisciplinariedad, y no enfoques parciales desde disciplinas separadas como se ha hecho hasta ahora.

El concepto de creatividad fue ejemplificado en este artículo en la experiencia con el arte y en el proceso terapéutico, viendo que posee una cualidad multifuncional. En ambas instancias vemos que la creatividad es la “estrategia compensatoria” en la estabilidad mental con que contamos los seres humanos ante nuestras dificultades, sean físicas, intelectuales o sociales, ya que los déficits en alguna de estas formaciones41 bio-psico-sociales pueden ser compensados en la otra, por lo que no es atributo de una clase particular de sujetos.

Desde nuestra experiencia en el trabajo cotidiano en el Hospital de Día, resalto el papel del ambiente como mecanismo sociodinámico del sujeto, en el reconocimiento mutuo de las potencialidades de responsabilizarse, de explorar en el mundo simbólico, arriesgarse, comprometerse y perder el temor a cometer errores con la consecuente emergencia de la creatividad en las prácticas sociales.

La producción de la expresión como continuidad, y de la creatividad como expresión que emerge en la discontinuidad, permite el cambio estratégico adaptativo de la expresión, siguiendo un recorrido psicodinámico y sociodinámico, debiendo ser entendidas dentro de formaciones42 bio-psico-sociales integradas en la mente.

En cuanto los procesos terciarios, a mi modo de ver, se demostró que construyen los discursos que se llevan a cabo en la subjetividad. La idea de procesos terciarios tiene otros antecedentes post freudianos, en otros, Donald Winnicott, Andrè Green (Green, 1972), Silvano Arieti (1976) y Hector Fiorini (2006). La propuesta de proceso terciario que propongo es claramente diferente de los procesos primario y secundario, y es la última etapa de la expresión. Los procesos terciarios se desarrollan en la subjetividad: a) en la

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Proviene del latín formatio, asociado al verbo formar, es decir, otorgando forma a alguna cosa, concertar con un todo a partir

de la integración de sus partes.

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traducción o materialización psíquica en el discurso del sujeto y b) en la transcripción o materialización física en las prácticas sociales. El proceso terciario que culmina con la realización de una expresión creativa se denomina proceso creativo.

Por último cabe mencionar que la incorporación de la subjetividad como tercera tópica nos permite completar un modelo explicativo de “la ruta” que finaliza con la producción de la descarga, desde el origen de la pulsión hasta su expresión como materialización psíquica en el lenguaje, y su materialización física en la obra creada como práctica social. Este modelo teórico permite integrar los procesos psicodinámicos y sociodinámicos en la unidad del discurso del sujeto. La utilización de este modelo como análisis del discurso permite al psicoanálisis un avance significativo de los campos bipersonal, grupal, institucional y social. Por lo que el modelo de la subjetividad como tercera tópica, incorpora estos procesos sociales a un psicoanálisis que considera una mente compleja, abierta y multidimensional.

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Claudio Maruottolo Sardella es Médico Psiquiatra por la Universidad de Buenos Aires, Doctor en Medicina por la Università degli Studi di Napoli Federico II (1994) y Doctor en Medicina por la Universidad del País Vasco (2011). Jefe Clínico del Hospital de Día de Avances Médicos (AMSA) en Bilbao. Miembro titular de la Asociación de Psicoterapia Analítica Grupal. Profesor del Máster Universitario de Salud Mental y Técnicas Psicológicas, en la Universidad de Deusto, Bilbao.

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