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  • 7/27/2019 LOS FANTASMAS DEL CINE TEATRO CASA ESPAA

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    LOS FANTASMAS DEL CINE TEATRO CASA ESPAA

    Tras doblar por la Sagrado Corazn de Jess y cortar en diagonal la plazaprincipal, mir la hora en mi casio de plstico negro. Eran las veinte y cuarto de unlunes de verano del ao setenta y nueve. En las palmeras que adornaban el sitiopblico un puado de loros, a coro con un par de urracas, armaban una bataolainfernal, aunque a m en ese crepsculo todo me sonaba a meloda. Bella resultaba latardecita aquella cuando caminaba con la escases de prisa que solo puede acarrear unadolescente de quince junios, en un pequeo poblado del interior provincial. El olor derosas y geranios endulzaba la tibia brisa y todo se barnizaba con un naranja oscuro,con esa paz potica que es capaz de disfrutar un espritu libre y feliz.

    Presion el timbre dos veces y me hice un paso al costado, esperando conansiedad que alguien abriese la puerta. Rogaba que mi amigo estuviese presente. Laintencin era invitarlo al cine teatro Casa Espaa. Hoy haba funcin a tarifa rebajada yla primera pelcula me involucraba directamente. Gustavo fue por aos el compaerode butaca inseparable. Amantes fanticos del cine, al grado de asistir, semana trassemana, a los estrenos de las dos salas de la ciudad. Razn vital para que si o si meacompaara esa noche especial.

    Cabezn del alma, que gustazo! Cmo te va? Tantos aos sin vernos. Todava por Miami? me dijo invitndome a pasar mientras callaba a un perro queladraba en el fondo sin parar.

    Lo observ emocionado. Mi viejo y apreciado Gustavo Nedic, con su plida carasalpicada de pecas, su pelo color sol y sus ojos claros, casi cristalinos. Transcurrierontres dcadas y all estaba, igualito, vestido con sus desfachatados diecisis aos.

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    Qu lindo verte otra vez che! exclam regalndome un fuerte abrazo. Me enter que sos ahora un afamado escritor

    Ni tanto. Escribo garabatos que algn pobre desprevenido lee de vez encuando, agregu honestamente. Y vos? Adems de buen abogado, un corredor de

    autos de la puta madre. Me enter que te distes unos tumbos el otro da.

    Nada grave, por suerte solo unos rasguos. Hago lo que me gusta ysobrevivo bastante bien, pero entr y sentate, me cambio en un segundo y salimos. Aqu hora es la pelcula?

    Hoy pasan una sola y empieza a las veintiuna y quince, contestsorprendido porque conoca la razn que me acercaba a su puerta. Sabas quevendra? inquir balbuceando.

    Se sonri y puso cara de por supuesto, a la vez que abandonaba el living

    dejndome herido de intriga. La casa en su interior no haba cambiado nada, hasta lasfiguras magnticas pegadas en la heladera eran las que yo conoca.

    Quers un vaso de jugo de naranja Walter? me dijo la mam de Gustavosaludndome desde lejos, como si fuera ayer mismo que me hubiese visto por ltimavez.

    Las sombras se haban ensanchado hasta volverse noche cuando pisamos lacalle. Agarramos la avenida Alvear Oeste y al pasar frente al cine Alvear mir lacartelera, pasaban una nueva y una vieja.

    A esa la vimos, est re buena, te acords? le dije sealndole el afiche dePsicosis, con la tenebrosa casa y el perfil nico de Anthony Perkins.

    Ms all me detuve en la esquina y observando con detenimiento acot:

    La ciudad es la misma de siempre, no han cambiado ni un ladrillo, agreguextraado mientras miraba la entrada lateral del Hotel Alvear con el caf al fondo.

    Perdn mocha!Me ests cargando? me dijo en tono irnico. Esto es unsueo, es tu sueo. No me vengas con huevadas, todo est as porque as es como lorecords, me recrimin el ms grande de los cuatro Nedic.

    Cerr los ojos y apret los dientes. Por unos instantes me haba confundido,perdiendo la dimensin onrica de esta aventura. Deba apurarme, no fuese a ser queun gallo trasnochado o un perro vagabundo me volvieran a mi presente en las tierrasdel norte, tan pero tan lejos del aorado pueblo que pisaba en mi sueo. Alc la vista yme encontr con el monumento al libertador, arriba una luna blanca e inmensa sederramaba por las alas del cndor. Tom conciencia del motivo por el cual estaba all, einst a Gustavo a que apurara su paso.

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    A medida que nos aproximamos a la sala de proyeccin, mis invitados van

    apareciendo por todos lados.

    Desde el fondo de la avenida, un carro dorado tirado por cuatro caballos

    blancos es conducido por un tipo medio en cueros, quien se acerca pegando gritos al

    cielo.

    Charlton Heston? pregunta Gustavo emocionado.

    S seor, el mismsimo Ben Hur, contesto mientras saludo al prncipe judo

    abanicando mi mano.

    Al cruzar por Kuka, escuchamos una acalorada discusin en una de las mesas

    de la confitera de abajo. Cuatro hombres jugando al pker parecen estar a punto de

    irse a los puos. Exijo moderacin a los gritos y les recuerdo a Newman y a

    Redford que van a llegar tarde al cine. Los trhanes me hacen sea de que ya estn

    saliendo. Del otro lado de la avenida, un par de manzanas despus, Woody Allen se

    prueba unas gafas y regatea el precio con el gordo Mathez. Pasamos rpido, mirando

    para el otro lado. Lo que menos deseo es quedar atrapado en una de sus fascinantes

    exposiciones filosficas.

    Es raro por la hora, pero Galver an est abierto. Reconozco al taxi de Robert

    de Niro estacionado afuera. Tras las vidrieras distingo a Travis, el veterano de Vietnam

    probndose una camperita marrn oscuro.

    Atravesamos la rotonda y veo con alegra la gran columna de pblico formada

    al costado del cine. Gustavo me pega un tirn del brazo derecho y me pide que preste

    atencin. Tres motociclistas acaban de pasar a milmetros de mi humanidad.

    Son Peter, Dennis y Jack, no aprendern jams, acoto y sigo con la mirada

    a los inadaptados que me hacen burla riendo a carcajadas.

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    Ya en la entrada, veo a Belmodo acompaado por la Welch. El animal intenta

    explicarle algo, pero ella mira el piso y mueve la cabeza enfurecida. Lino Ventura de

    bermudas y camisa colorinches los observa aburrido desde atrs.

    Esquivamos la cola y nos dirigimos a la boletera, todos me reconocen y nos

    dejan pasar sin problemas. Nthan Pinzn nos estudia con desconfianza,

    enfocndonos con un ojo a cada uno y con voz tenebrosa nos dice:

    Ustedes son menores de edad, lo siento mucho pero no van a poder ingresar.

    Gustavo protesta desilusionado, no puede entender mi falta de previsin. Estoy

    desorientado. Ser que ac se acab todo? Una voz me saca de mis dudas.

    Djalos pasar. Acaso no los conoces? Son Walter y Gustavo, dice unbarbado individuo vestido con ropas antiguas que est sentado en la esquina y nos

    haba pasado desapercibido hasta entonces.

    Y este quien lo juna? dice mi amigo, moviendo su mano izquierda con los

    cinco dedos juntos.

    No seas irrespetuoso che! Es el maestro Narciso Ibez Menta, contesto y

    me inclino en seal de reverencia. Cuando comenzamos a entrar al edificio, escucho a

    alguien protestndole a Nthan. Se trata del nico, del autntico agente 007. Pinzn

    tampoco lo identifica. Sean, el escoces lo mira ofendido mientras le dice:

    Soy BondJames Bond Ms atrs Tiburn Delfn y Mojarrita lo

    censuran impacientes.

    Una vez adentro, un tumulto nos atrae al centro del hall. Nos cuesta traspasar la

    ronda, en el medio dos luchadores disputan un encarnizado enfrentamiento. Son Martn

    Karadagian y la Momia Blanca. Entre los espectadores, el Che Marrone aplaude a

    rabiar, imitado por Gabi, Fof y Miliki.

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    Y ahora qu? Me podes explicar esto? Pens que habas invitado

    solamente a gente de cine, me recrimina Gustavo.

    Es mi sueo y hago lo que se me ocurra, no? As me dijiste vos en tu casa,

    le digo un poco fastidiado con tantas preguntas. Aunque este hecho no lo tena en

    carpeta, mis queridos personajes de la tele se han colado al avant premier. Para

    corroborarlo, el Chavo zapatea enfrente de un Quico que se hace el desentendido y

    entonces, el sin casa, le arranca el chupetn de un tirn dicindole: Ahora es mo!

    En la puerta de la sala, siento una sedosa mano que acaricia mi nuca, un perfume

    embriagador me envuelve lentamente.

    OrOrnella, exclamo paralizado al tiempo que la Mutti me estampa unjugoso beso en la boca.

    Nos vemos adentro mi osito, susurra y me revuelve el cabello con dulzura.

    De reojo observo la expresin de celos de la francesita Isabelle Adjani (mi

    otro gran amor). Francois Truffaut la agarra del brazo, impidindole que me arme una

    escena.

    Te pasaste cabezn! dice mi rubio amigo. Pens en alguna para m

    tambin. No seas egosta.

    Ingresamos a la sala de proyeccin acompaados por un acomodador vestido

    con galera y bastn. Nos indica con el bigote las butacas en la primera fila donde

    debemos sentarnos.

    Gracias Charlie! le agradezco y le suelto un billete de un peso. En el

    asiento de atrs, el seor Spock se golpea el codo en la palma y me mira

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    desaprobndome. Gustavo lanza una carcajada, pero es mandado a callar

    inmediatamente por un loco con cara de Jack Nicholson que lo censura amenazante.

    Me levanto impulsado por las risotadas y la jarana que tienen los hermanos Charles en

    la tercera fila. Por suerte Trinity y Bud estn cerca y les ruego que los controlen. Al

    volver me cruzo con Peter Seller, persigue a la pantera rosa quien se esconde bajo el

    asiento del joven Frankenstein.

    No cabe un alma, el cine est repleto, hasta mi familia y mis mejores amigos

    estn aqu. Lo veo a Nstor Prieto charlando con Clark Kent. El gordo Julio Fonzalida le

    tira los perros a la Loren, Marcello Mastroianni est a segundos de agarrarlo a

    trompadas. Ivan y Tito Barn contemplan fascinados a Sorba mientras este les narra

    historias griegas.Estan todos, Kirk, Henry, Burt, el petiso Rafael Rodriguez, Humphrey, El narign

    Marcelo Nuez, la Taylor con Richard, Carlitos Martinitodos.

    Gustavo me seala el reloj indicndome que ya es hora, busco arriba la salita de

    proyeccin y levanto la mano. Philippe Noiret sonre y me muestra el pulgar levantado.

    Se apagan las luces y sube el telnEl guionista de Dioso del Diablo? est

    a instantes de comenzar.

    Soar no cuesta nadano