los albaÑiles

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5/28/2018 LOSALBAILES-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/los-albaniles 1/60  LOS ALBAÑILES PIEZA EN DOS ACTOS VICENTE LEÑERO  A quien no conoció pecado, lo hizo pecado entre nosotros   para que fuésemos justicia de Dios en él.   Pablo, 2 Cor. 5.21  PERSONAJES:  DON JESÚS CHAPO ÁLVAREZ JACINTO  SERGIO GARCIA ISIDRO PATOTAS INGENIERO ZAMORA FEDERICO ZAMORA JOSEFINA CELERINA MUNGUÍA PÉREZ GÓMEZ DÁVILA ALBAÑILES  La acción se desarrolla, simultáneamente, en un edificio en proceso de construcción y en un supuesto recinto destinado a la investigación policial. El

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LOS ALBAILESPIEZA EN DOS ACTOSVICENTE LEEROA quien no conoci pecado, lo hizo pecado entre nosotrospara que fusemos justicia de Dios en l.Pablo, 2 Cor. 5.21PERSONAJES:DON JESSCHAPO LVAREZJACINTOSERGIO GARCIAISIDROPATOTASINGENIERO ZAMORAFEDERICO ZAMORAJOSEFINACELERINAMUNGUAPREZ GMEZDVILAALBAILESLa accin se desarrolla, simultneamente, en un edificio en proceso de construccin y en un supuesto recinto destinado a la investigacin policial. El edificio en construccin ocupa casi la totalidad del foro, mientras que el recinto de investigacin policial(que en el texto se denomina simplemente rea policial)ocupa el proscenio, quiz slo una parte del proscenio. La obra de ingeniera donde se desarrollan los acontecimientos pertenece a un edificio de departamentos de varios pisos. La escenografa deber establecer dos niveles por lo menos, en la etapa en que se empiezan a levantar algunos muros. Columnas de concreto descimbradas o sin descimbrar, andamios, muros y losas inconclusos integran lo que an es un esqueleto. Hoy zonas, sin embargo, donde ya se configuran algunas habitaciones. En la planta inferior se define perfectamente la bodega, que para la historia es uno de los principales ejes narrativos. Est dirigida dentro de lo que ya es el cuerpo del edificio aprovechando algunos muros definitivos e improvisando otros con lminas, tablas y piezas de cartn. Es el nico sitio habitante de la obra, amplio pero insuficiente para el espacio que exigen lo materiales e instrumentos que all se guardan, adems del catre del velador, de los cajones, de las cajas de refrescos y de los improvisados percheros donde los albailes cuelgan sus ropas. Ambientan la escenografa, en diferentes zonas de la construccin: pequeos cerros de cemento y grava. Tabiques acomodados en compactas hiladas, carretillas, artesas, una revolvedora, botes para mezcla, varillas, cajones, etctera. En el ms alto sitio visible de la obra pende, adornada con tras ya deshilachadas de papel de china y flores marchitas, la clsica cruz del tres de mayo. El sector del proscenio destinado al rea policial se encuentra perfectamente delimitado en relacin con el edificio para precisar que se trata de un sitio totalmente ajeno y distante de la obra. Lo amueblan una pequea mesa de madera y tres o cuatro banquillos individuales. A excepcin de las primeras escenas del primer acto, relativa al encuentro del cadver del velador, todo lo que ocurre en la zona del edificio est en relacin de tiempo pretrito respecto a las escenas que transcurren en el rea policial. Las violaciones de tiempo y de espacio que cometen los personajes al cruzar del rea policial a la zona del edificio, o viceversa, deben entenderse como eso: como violaciones cronolgicas y espaciales, como sbitos rompimientos que slo justifica la unidad psicolgica que rige los acontecimientos de la historia.Son poco ms de la seis de la maana. Al parecer, el edificio se encuentra totalmente deshabitado. La iluminacin que asciende de manera muy lenta descubre, en uno de los niveles superiores de la construccin, el cuerpo de un hombre tendido, muerto. Es evidente que ha sido asesinado: la sangre an fresca mancha su cabeza, y sus ropas y las zonas prximas a donde yace. Entre los andamios, a poca distancia del muerto, un dbil jadeo delata a Isidro. Es un muchacho de quince o diecisis aos: pen de la obra. Isidro puede tener all una hora o escasos minutos: est, literalmente, paralizado por el miedo, con los ojos fijos en el cadver. No cambia de posicin ni traza ademn alguno hasta que no se escuchan el silbar alegre, los pasos y los murmullos de los albailes que empiezan a llegar a sus trabajo. Cuando los primeros entran en escena y avanzan tranquilos, ya en direccin de la bodega, para cambiarse de ropa, ya rumbo al sitio donde se encuentra algn instrumento de trabajo, Isidro inicia si retirada. Lo hace muy lentamente, tratando de no dar las espaldas el cadver. Aterrado. Ahogado un grito que an no ha podido prorrumpir, desciende por los andamios. A medio camino se encuentra con un albail a quien difcilmente logra decir, con voz apagada: Mataron a don Jess. Apenas lo ha hecho, emprende la estampida. Tropieza con otro albail. Repite la frase. La repite frente a un tercero (cada vez en voz ms alta) y tal vez frente a un cuarto, antes de ir a estrellarse contra el Chapo Alvarez que en ese instante viene llegando a la construccin. l Chapo es un hombre robusto que por sus ropas de mejor calidad (usa siempre sombrero de fieltro, chamarra de cuero) y por su actitud altera, se diferencia inmediatamente de los albailes: es el maestro de obras. La reaccin de los albailes ante las palabras de Isidro es muy semejante en todos: a la incredulidad sucede la sorpresa, el desconcierto. Algunos murmuran No es cierto, Ests loco, pero de inmediato suben por los andamios en direccin a donde Isidro ha sealado. Cuando los primeros localizan el cadver, pronuncian en diferentes tonos la frase de Isidro. De ese modo, el Mataron a don Jess se propaga hasta llegar a convertirse, segundos despus, en un murmullo unnime que invade el edificio. Al or la frase en boca de Isidro, el Chapo sujeta fuertemente al muchacho para impedir su huida.ISIDRO.-Ustedes no lo crean y era cierto. Vinieron los endemoniados y mataron a don Jess.(El Chapo no puede sujetar por ms tiempo a Isidro, que se revuelve frenticamente. Lo deja al fin en libertad e Isidro va a refugiarse en un rincn de la obra, prximo al rea policial. Desde all observa, gimoteando, lo que ocurre en el edificio. Cuando el Chapo llega frente al cadver, ya han entrado en escena todos los albailes que integran el reparto. El Chapo trata de despejar el sitio. Impide que los albailes toquen el cadver.)CHAPO.-Hganse a un lado. Atrs todos. No lo toquen. Atrs.(Algunos albailes se retiran. Otros permanecen prximos al sitio. Forman pequeos grupos. Se escuchan sus comentarios.)ALBAILESque se encuentran prximos al cadver.-Est bien muerto.-Cmo estuvo?-Sepa!-Jijo, mira nada ms que fregadazo.-Pobre viejo.-A qu horas lo encontraron?-No s, yo acabo de llegar.-Eso es lo malo de ser velador.-Lo hicieron caca.-Pobrecito-No sera su vieja?ALBAILESque se encuentra distantes.-Qu pas?-Mataron a don Jess.-Nhombre, no es cierto. De veras? Dnde est?-All arriba.-Le partieron la cabeza a tubazos.-De veras?-Lo acaban de encontrar.-En la madre. Ora s va haber pedo.-Pobre hombre.-Est horrible.(El Chapo contina tratando de alejar a los mirones. Slo permite que un albail cubra el cadver con una manta.)CHAPO.- Dije que pa fuera. Qu no han visto nunca un muerto? (El Chapo llama a Patotas: un albail de aspecto pauprrimo, tal vez el ms miserable y primitivo de la obra. El Chapo le habla en voz baja y acto seguido Patotas sale de escena como quien va a cumplir una orden. Isidro abandona el rincn donde ha permanecido gimoteando.)ISIDRO.-(Agresivo.) ustedes lo mataron! (Todos los albailes se vuelven para mirar a Isidro, speramente. El muchacho retrocede y entra en el rea policial que se ilumina por primera vez. Prez Gmez y Dvila, dos investigadores de aspecto criminal, cercan a Isidro como aun animal que ha cado en una trampa. El edificio entra en penumbra.)DVILA.-Ahora vas a ver, maldito escuincle!PREZ GMEZ.- No salgas con cuentos porque te va peor.DVILA.-Qu fue?PREZ GMEZ.-Quieto, cabrn, quieto.DVILA.-Contesta cuando te hable.(Lo cachetea.)Quin fue?PREZ GMEZ.-No tienes lengua?DVILA.-(Lo cachetea de nuevo.)Quin fue?PREZ GMEZ.-Ms te vale abrir el pico, muchacho. Esto no es un juego.DVILA.-Habla si no quieres que te tumbe los dientes.PREZ GMEZ.-T estabas ah. Lo viste todo.DVILA.-Me ests cansando la paciencia.ISIDRO.-Yo no s nada.DVILA.-Nada?(Dvila flexiona en una llave de lucha libre el brazo de Isidro, mientras con la otra mano da un violento tirn a sus cabellos. Entra Mungua. Es un investigador de aspecto ms civilizado que sus compaeros.)MUNGUA.- Djenlo! Les dije que no lo tocaran.(A Dvila. Quien no parece dispuesto a soltar a Isidro.)Sultalo, Dvila!DVILA.-Este buey nos quiere ver la cara.PREZ GMEZ.-Hace horas que nos tiene aqu.MUNGUA.-Djenlo, yo me encargo.(Isidro se libera de Dvila. Pero ste vuelve a prenderlo.)MUNGUA.- Te dije que lo soltaras.(Dvila Obedece de mala gana y sale de escena.)PREZ GMEZ.-Todo lo que averiguamos es cierto. Este mocoso sabe, pero hay que apretarle para que desembuche.MUNGUA.-Luego hablo contigo.PREZ GMEZ.-Quieres que te ayude?MUNGUA.-No.PREZ GMEZ.-Voy viendo a los otros?MUNGUA.-Djame en paz!(Prez Gmez sale de escena. Mungua se aproxima a Isidro.)MUNGUA.-No te va a pasar nada, no tengas miedo... Lmpiate esos mocos.(Lo ayuda a levantarse.)-Sabes por qu ests aqu? No porque seas sospechoso. Nada ms porque encontraste el cadver. Y eso no es malo, al contrario.(Pausa.)-Cuntos aos tienes?(Largo silencio.)-Si no hablas te va a ir de la trompada, te lo advierto. Cuando yo me enojo soy peor que esos dos... De qu tienes miedo? Ah, ya s, tienes miedo porque llegaste a la obra antes, mucho antes de que lo mataran. Lo viste todo... Quin fue? Quines fueron?ISIDRO.(Atemorizado.)Fueron... fueron los endemoniados. Don Jess me lo dijo. Lo vena persiguiendo desde hace mucho.MUNGUA.-A ver a ver, cmo est eso de los endemoniados? Quines son los endemoniados?ISIDRO.-(Sealando hacia la obra.)Son ellos. Ellos mataron a don Jess!(Se oscurece el rea policial y se ilumina el edificio. Prez Gmez y Dvila examinan el lugar de los hechos e interrogan, en forma inaudible, a algunos albailes. Varios curiosos ajenos a la construccin se han incorporado a la escena, murmurantes. Entran el ingeniero Zamora y su hijo Federico, un muchacho de veinticuatro o veinticinco aos, tmido, inseguro. El Chapo sale a su encuentro.)CHAPO.-Est arriba, ingeniero, quiere verlo? Ya no debe tardar la ambulancia.INGENIERO ZAMORA.-Es inconcebible, lvarez. Cmo pudo pasar esto?CHAPO.-Eso es lo que yo me pregunto, ingeniero. Imagnese: llegu a la obra y me encontr con la novedad. De no creerse. Sobre todo por a saa del asesino. De menos le dio veinte tubazos en la cabeza. Lo dej hecho una porquera.INGENIERO ZAMORA.-Tena que ser!CHAPO.-Y luego que todo est muy raro, ingeniero.INGENIERO ZAMORA.- Nada de raro. Yo saba muy bien que ese viejo mariguano acabara metindonos en problemas. Se lo dije.(Se vuelve hacia Federico.)-Tambin a ti te dije, Federico. Ves por qu no me gusta trabajar con gente as? Ustedes tienen la culpa.CHAPO.-Yo noms recibo rdenes, ingeniero.INGENIERO ZAMORA.-Un viejo loco, mariguano y depravado por fuerza...CHAPO.-(Interrumpiendo, en el momento en que Dvila y Prez Gmez se aproximan.)Eso tipos queran hablar con usted.DVILA.-El ingeniero Zamora?... Nos permite un momento?(Encaminndolo hacia otra. Confidencia.)-El asunto es grave, ingiero Zamora. No quisiramos causarle molestias, pero va a ser necesario que interroguemos a su gente y que...(Se alejan. Federico permanece junto al Chapo.)CHAPO.-Usted no quiere ver cmo dejaron al pobre viejo? Tiene los sesos de fuera y se le ven como un mazacote de pura mierda. Los ojos se le botaron. Parecen dos pelotas as de grandes. Toda la quijada descuadrada y llena de sangre... Vaya a verlo antes de que se lo lleven, ingeniero.INGENIERO ZAMORA.-(A punto de salir de escena, llamando.)Federico.CHAPO.-(Cortando el viaje de Federico.)Ah, ingeniero, se me olvidaba. Son suyas estas llaves?(Le tiende un llavero.)-Estaban all arriba, junto al muertito.(Federico recoge de un manotazo el llavero, se rene con su padre y los investigadores, y junto con ellos sale de escena. Patotas se aproxima al Chapo.)PATOTAS.-(Socarrn.)Oye, Chapo, y de un casual no encontrase tambin la dichosa cartera? El viejo la tena.CHAPO.-(Retador.)La encontraste t?PATOTAS.-Yo no. Yo por qu.(Mientras el Chapo vuelve al sitio del cadver, se hacen audibles los comentarios de diversos grupos de albailes.)ALBAILES 1-Se me hace que hoy no chambeamos-T crees?-Pa como estn las cosas yo digo que no.-Pregntale al Chapo.-Pregntale t.ALBAILES 2-Cunto vas que el que se escabecho al viejo es alguno de la obra.-Nhombre, nadie tena nada contra l.-Era inofensivo.-Inofensivo? Era un viejo cabrn.ALBAILES 3-Ya le avisaran a su mujer?-Pobrecita.-Tas loco!, Si eso era lo que estaba esperando.-Qu mataran a su viejo?-Claro, si es re puta.. Noms pregntale al Chapo.-De veras?(Sergio Garca, el plomero de la obra, un muchacho que usa gruesos lentes y que delata pronto su condicin de ex seminarista, escucha estos ltimos comentarios. Los reprueba con un gesto. Jacinto el[albail ms importante despus del Chapo]advierte la molestia de Sergio. Si dirige a l, sarcstico.)JACINTO.-Lperos, todos son unos lperos; ni la muerte perdonan... Ora es cuando deba ponerte a rezar, Cura, pa que veas.SERGIO.-Usted tambin. Jacinto.JACINTO.-Yo? Yo soy comunista.(Re sin conviccin.)-El Patotas dice que te vio anoche por aqu.Sergio.-Y qu andabas haciendo el Patotas en la obra?JACINTO.-Sabr Dios. A lo mejor andaba buscando a tu hermana. No andaba tu hermana con el viejo?SERGIO.-Cllese infeliz!JACINTO.-(Remendado, grotesco.)Ay s s... infeliz,CHAPO.-(Llegando hasta ellos.)Quietos. No me empiecen a armar relajo.(A Jacinto.)Ve llamando a tu gente que ya es hora de chambear.JACINTO.-Qu chamba ni qu nada, Chapo.SERGIO.-(Explosivo.)Por fin les lleg su hora, cobardes!CHAPO.-Aqu al nico al que se le lleg su hora fue al viejo, y sanseacab. Jlenle que no quiero escndalos.(A un grupo de albailes.)Ya estuvo suave de comadreo. A chambear, rale.(A los curiosos.)Vmonos de aqu, que esto no es cine.(A un polica uniformado.)Saca de aqu a esta gente, cuate, para eso te pagan.(Conducidos por Prez Gmez, entra dos camilleros a recoger el cadver. Los albailes observan la accin, silenciosos. Llorando escandalosamente entra Josefina, una mujer madura, con cierto aire de prostituta.)JOSEFINA.-Dnde est mi marido? Mi Chucho. Dnde est? Quiero verlo.ALBAILES-sa es la vieja de don Jess.-A poco no est re buena.-No le hagas, hombre, pobrecita.-Es puro cuento.(El Chapo sale al encuentro de Josefina. Ella se arroja a sus brazos.)JOSEFINA.- Dios mo, Dios mo. Qu le hicieron a mi Chucho. Dnde est. Quiero verlo, quiero verlo.CHAPO.-Ahorita no se puede.JOSEFINA.-Djame.CHAPO.-No, mujer.JOSEFINA.-(Despus de un periodo de llanto.)Quin lo mat? Por qu?... Es horrible, Chapo. Yo tuve la culpa. Dio me castig. Yo tuve la culpa.CHAPO.- No digas babosadas.JOSEFINA.-Lo dej solo y ya estaba muy viejo. No era malo, Chapo; verdad que no era malo? Todava la ltima vez...CHAPO.-Ya cllate!JOSEFINA.-(Despus de otro largo periodo de llanto.)Estaba mejor en el manicomio. All lo cuidaban... Yo tuve la culpa.CHAPO.-T no tienes la culpa de nada.JOSEFINA.-Djame verlo por ltima vez.(Advierte a los camilleros que se alejan con el cadver. Intenta ir tras ellos. El Chapo la detiene.)-Ah est, ah est... Djame, quiero verlo. Djame.CHAPO.-Ya se lo llevan.JOSEFINA.-(Forcejeando.)Djame.(El Chapo la suelta, fastidiando. Josefina sale de escena, tras los camilleros.)PATOTAS.-(Desde un punto lejano de la obra.)Ora s ya se le hico con la viuda!(El Chapo reacciona furioso. Localiza a Jacinto.)CHAPO.-Cuando quieras decir algo, atrvete a decirlo en mi cara, buey. A ti te hablo, Jacinto!JACINTO.-Qu traes conmigo!CHAPO.-Reptelo en mis narices si eres tan macho.JACINTO.-Yo no abr el pico.CHAPO.-(Repartiendo su mirada entre los albailes, retador.)Pues el que haya sido!(Se oscurece el edificio. Se ilumina el rea policial.)ISIDRO.-(Obsesivo.)Fueron ellos, fueron ellos...MUNGUA.-Qu estabas haciendo en la obra? A qu fuiste al edificio? Qu le hiciste al viejo? Contesta, qu le hiciste?ISIDRO.-Nada.MUNGUA.-Lo s todo, muchacho.ISIDRO.-Yo o le hice nada. ramos amigos. l estaba muy viejo, muy pobre, muy jodido, muy solo.MUNGUA.-T tambin estabas solo.ISIDRO.- No...MUNGUA.-En tu casa nadie te quera. Eras un estorbo. Una boca ms a la que darle de tragar y un petate menos donde dormir... En las noches, tu madre te mandaba a casa de Pachita. Te largaba a la calle para poder acostarse con los borrachos del rumbo.ISIDRO.-No...MUNGUA.-Pero t no te ibas a casa de Pachita. Te ibas a la bodega, a hacerle compaa al viejo que tambin estaba solo como t.(Una tmida luz se enciende en la bodega. All se ve a don Jess, envuelto en un sarape y sentado frente a un improvisado comal donde se calienta un jarro. Es un viejo de indefinida.)-Hasta la madrugada te la pasabas oyndolo hablar de sus recuerdos, de sus mentiras. Te contaba historias de aparecidos, no es cierto? La del ciego que se cas con la mismsima muerte, la del hijo de Satans, la del sacristn endemoniado que se robaba a las vrgenes del pueblo.(Don Jess re queda, pcaramente.)Lo queras mucho, verdad? Hasta esa noche. Qu pas aquella noche? Estaba muy borracho? Le entraron las fiebres?... Empez a decir tonteras. Se burlo de ti. Te amenaz con un alambre. T nada ms queras defenderte. No ibas a dejar que te lastimara. Agarraste un tubo.ISIDRO.-No es cierto! No es cierto!(Isidro huye del rea policial y entra en el edificio. Llega sin querer a la bodega. La imagen del viejo lo aterra y escapa en sentido contrario. Termina agazapado en uno de los lmites del rea policial con el edificio. All permanece durante toda la siguiente escena.)(Una luz de tarde ilumina el edificio. Los albailes realizan las ltimas tareas de una de sus diarias jornadas. Algunos se preparan ya para retirarse.)ALBAIL.-Ese don Jess es un lpero. Sabes qu me cont? Que el otro da estaba Jacinto haciendo de las aguas...PATOTAS.-(Interrumpiendo.)Me importan un carajo los chismes de ese viejo ojete!ALBAIL.-pale t!PATOTAS.-Voy que te pidi prestado.ALBAIL.-Cinco pesos pa sus medicinas.PATOTAS.-Pa sus medicinas! Viejo mendigo; tiene ms lana que t y que todos nosotros juntos... Y les prestaste?ALABAIL.-S pues.(Patotas se aleja meneando la cabeza. Va hasta donde Sergio arma una tubera.)SERGIO.-Ya voy a acabar, pero mientras puede ir resanando esos boquetes.PATOTAS.-No, ah ser maana. Ya son las seis.(Advierte los libros que estn junto a la caja de Herramientas de Sergio.)Usted siempre con libros, verdad? Pues qu tanto estudia.(Hojea un libro.)Eso qu es?SERGIO.-Lecciones de ingls.PATOTAS.-Qu se va a ir de bracero?SERGIO.-No, no nada ms para eso sirven los idiomas.PATOTAS.-Entonces pa qu.SERGIO.-Bueno... para saber ms, para ser ms instruido.PATOTAS.-Pa ganar ms lana?SERGIO.-El dinero es lo de menos.PATOTAS.-Qu va a ser lo de menos! Dgamelo a m... Adems los libros no sirven para hacer lana. Ah tiene al Chapo. No me diga que es ledo... Y a don Jess. Bien listo que es para engatusar tarugos y sacarles centavos, por la buena o por la mala... No, si aqu el que no es ladrn es ratero. No le robaron a usted su tarraja? Para que vea.SERGIO.-Todo se paga tarde o temprano.PATOTAS.-Eso s quien sabe.SERGIO:-En esta vida o en la otra.PATOTAS.-Pos si nos esperamos a la otra estamos jodidos. O como deca mi compadre: pobre del pobre que al cielo no va, se friega aqu y se friega all... Bueno, pero cada quien... Ah nos vemos maana.(Se encamina a la bodega intercambiando varios Hasta maana con los albailes. Entra para recoger rpidamente su chamarra.)DON JESS.-No te quedas a tomar un cafecito?(Patotas responde con un gesto de indiferencia, de desprecio, y se retira.)Hasta maana, Patotas.(A otros albailes que entran en la bodega.)No se quedan a tomar un cafecito?ALBAIL 1.- No, don Jess, gracias.ALBAIL 2.-A lo mejor tiene toloache.DON JESS.-Qudense a averiguarlo.(Los albailes desaparecen. En otro ngulo del edificio, el Chapo se aproxima a Jacinto.)CHAPO.-Quiero hablar contigo.JACINTO.-(Disculpndose.)Ya no acab los estribos, Chapo, son un friego.CHAPO.-No, no es para eso.(Cordial.)Te tengo buenas noticias. Qued arreglado el asunto.JACINTO.-Cul asunto?CHAPO.-Cul ha de ser, hombre. Habl con Perico, el del camin materialista, y est en lo dicho. El jueves empezamos la acarreada. Primero el cemento, luego el tabique... Poco a poquito, con mucho disimulo.JACINTO.-Se va a dar cuenta el ingeniero.CHAPO.-Qu se va a dar cuenta!JACINTO.-Si te agarran te friegan.CHAPO.-Si nos agarran, querrs decir. T vas metido en el negocio. La tercera parte es tuya, no se te olvide.JACINTO.-Bueno pues, digo: si nos agarran nos friegan. Se acabaron las chambas con el ingeniero Zamora.CHAPO.-Lo que sobran los ingenieros y chambas, no faltaba ms. Y eso si nos pescan, que est por verse.JACINTO.-Y el velador?CHAPO.-Tambin ya est arreglado. Don Jess hace lo que yo diga.JACINTO.-No iba a traer otra gente el ingeniero, de su confianza?CHAPO.-T no te apures. Eso djalo de mi cuenta.JACINTO.-Est bueno... Ora que s te digo una cosa, Chapo, yo no le tengo mucha fe a ese viejo.CHAPO.-Uh qu caray, no te digo? T a todo le pones peros. Pa ti todo es difcil. Te voy a regalar como quien dice el material pa que levantes tu casita, y ests ah quejndote en lugar de estar contento.JACINTO.-No, si estoy contento.CHAPO.-Se dice gracias, de perdida.JACINTO.-Gracias, Chapo.CHAPO.-Estara bueno celebrarlo, no? Qu tal si vamos con la Gera.JACINTO.-No traigo lana.CHAPO.-Yo te presto. Oh te adelanto unos centavos.JACINTO.-Ando muy desbalanceado, Chapo; ya te debo ms de dos rayas.CHAPO.-Bueno, yo te pago las gilas, quihubo?JACINTO.-No, Chapo, gracias, hoy no. Otro da.CHAPO.-Mmmmm que la chin. Est ms aguado que la fregada.(El Chapo sale de escena. Se han retirado ya todos los albailes. Jacinto entra en la bodega, para recoger alguna prenda.)DON JESS.-T s te quedas a tomar un cafecito conmigo? He andado muy malo, Jacinto, ya me volvieron los ataques. Y sin lana, figrate; no tengo ni pa mis medicinas.JACINTO.-Ya sabe que de m nunca va a conseguir un centavo, don Jess.DON JESS.-Si no te estoy pidiendo dinero, noms un poco de compaa. Se siente tan feo quedarse solo toda la noche, con los ruidos, con los recuerdos, con la canija soledad.JACINTO.-De cuando a ac tiene usted miedo.DON JESS.-Sern los aos, Jacinto: ser la ingratitud de los amigos.JACINTO.-Pues dgale a su mujer que venga a acompaarlo.DON JESS.-No te burles de m, no seas canijo... Debas tratarme bien, Jacinto, aunque noms fuera por tu conveniencia. Si yo no quisiera no sala de esta bodega ni un pinche clavo, ni uno.(Jacinto se turba. Sale de la bodega. Va a retirarse del edificio cuando encuentra a Isidro, agazapado en el mismo sitio donde concluy su ltima intervencin.)JACINTO.-Qu haces aqu? Todava no te has ido?... Qu esperas?ISIDRO.-Nada.JACINTO.-Vmonos por ah, te disparo el camin... O mira, mejor vamos al cine, juega?; da una a todo dar en el Ermita. No quieres ir?(Isidro deniega.)Te vas a quedar otra vez con el viejo?... Te vas a quedar?ISIDRO.-Me voy a rato.JACINTO.-No quieres ir al cine?(Isidro deniega nuevamente. Jacinto sale de escena, vencido, mientras se oscurece el edificio: slo queda encendida dbilmente la bodega, perfilando a don Jess. Desde el rea policial. Mungua habla a Isidro.)MUNGUA.-Y no ibas al cine. Sacrificabas tus diversiones para quedarte con el viejo. Era como un padre para ti. Como tu padre, al que nunca le viste la cara. Un fantasma llamndote desde el infierno.DON JESS.-Isidro...MUNGUA.-Le tenas miedo, pero ibas.(Isidro comienza a avanzar lentamente hacia la bodega.)DON JESS.-Ven, Isidro.MUNGUA.-Ibas. Porque te llamaban sus ojos, su voz, su aliento, su lumbre.DON JESS.-Ven...(Isidro llega hasta la bodega. Se detiene en la entrada.)Quihubo... Acrcate, no tengas miedo.(Isidro entra.)Sintate ah. No. Mejor ac. Ac est ms cmodo... Quieres un cafecito? Fuchi. No; la verdad es que est saliendo muy malo. Te voy a dar otra cosa mejor, o vers. La estaba guardando especialmente para ti.(Se levanta y busca en diferentes sitios.)Dnde la puse?(Encuentra al fin una botella. La acaricia. La besa.)Para que te hagas hombre. Has probado alguna vez?(Isidro deniega.)chale un trago. Con esto se te quita el fro... ndale.(Isidro rechaza definitivamente la botella.)No? Bueno, si dices no, pues no, ni hablar; eres t el que se lo pierde.(La destapa y bebe un trago largo.)Ah! La medicina nacional. De veras no quieres?(Isidro deniega. Pausa. Don Jess prepara un cigarro de hoja.)De estos si no te ofrezco porque son bien canijos.(Lo enciende. Fuma largamente.)Hoy e veo medio tristn, Isidro, qu te pasa? Te da mucha lata Jacinto? Cosa de chamacas? Mal de amores? La Celerina?(Re.)Ya es hora de que oigas mis consejos, Isidro, Yo te quiero como a un hijo; como al hijo que nunca tuve, o que si tuve no s. Qu te parece? Es cierto.(Re.)Hay tanta vieja en el mundo que ya no volv a ver, que adivinar los hijos de uno que andan pisando la tierra... Ay, Isidro, las hembras!, tan canijas y tan necesarias, tan chulas que son. Y a todas hay que entrarles, no tiene remedio. Cuestin de ponerse listo desde chamaco. Nada de esperar ni de pedir permiso. La mano siempre suelta, livianita livianita, y como quien no quiere la cosa, en el camin, en la calle, cuando estn desprevenidas, su rozoncito por delante o por detrs, su acariciadita muy sabrosona, poniendo todo el nimo en lo que se hace, sin miedo, porque es bien sabido que digan lo que digna a las viejas les gusta tanto como a uno. A poco no? Aprovchate ahora que ests tiernito, Isidro; ya luego te pondrs viejo y te llegarn los ataques y las fiebres como las mas. Bueno, como la mas no. Mis fiebres no son cosa de enfermedad. No, no son de enfermedad. Son una cosa del diablo, de los endemoniados que me persiguen.(Pausa. Transicin.)Nuca te he contado que estuve en el manicomio? Pues estuve, Isidro. All me mand mi mujer, Josefina, la de ahora. No por ocurrencia suya, sino mal aconsejada por los endemoniados esos. Un da me dieron los ataques, y ya cuando me despert estaba all, en el mero pabelln de agitados. Los desgraciado locos se me echaron encima y me recibieron a patadas, a araazos, a mordidas. Ves esta cicatriz? Y mira, este cacho de labio que me falta, un chiflado me lo arranc de una mordida el da que legu. Pero pas ese da, bendito sea Dios, y luego las cosas cambiaron porque yo no fui nada tarugo. Qu te crees. Me hice el mensito; empec a estudiar el asunto. Ya al poco tiempo me di cuenta de que uno de los locos, el turulato Pea se llamaba, les gustaban los locos.(Re.)Y empec a hacerla de conseguidor, de alcahuete, t sabes.(Re.)El asunto me sali muy bien porque yo no estaba loco. Con decirte que a las tres semanas yo era all el amo: el proveedor de hierba, el conseguidor. Sacaba ms centavos que los que gano aqu, cmo la ves.(Re.)No, ah s no. En el manicomio los endemoniados no pudieron conmigo.(Transicin.)Est calando el fro. Deja ir por la cobija.(Cuando don Jess se levanta, Isidro cobra valor para hablar.)ISIDRO.-El maistro Jacinto dice que usted es puro cuento.DON JESS.-(Muy extraado.)Qu qu? Qu dice Jacinto?ISIDRO.-Que todo lo que usted platica son habladas.DON JESS.-Eso dice ese infeliz? Eso dice?(Encolerizndose poco a poco.)Y le crees. T le crees, verdad?... Pues lrgate entonces. Anda, a ver, por qu no te largas.ISIDRO.-Los endemoniados no existen.DON JESS.-Quin dice que no existen?ISIDRO.-Pos no existen.DON JESS.-Muy bien, no existe. Ni tampoco el mal de ojo existe para ti.ISIDRO.- Es puro cuento.DON JESS.-Y si te digo que yo he visto aparecidos? Si te juro que...(Se interrumpe. La clera la impide hablar de momento.)Venga para ac, escuincle pendejo. Acrquese, ndale, no me tenga miedo.ISIDRO.-Ya me voy.DON JESS.-No, no, acrquese ndele. ndale, Isidro, acrcate. T crees que este pobre anciano es capaz de contarte mentiras? De veras me crees un viejo hablador A ver, dime, qu gano yo con hacerte buey.(Pausa.)Isidro... Te llamas como el San Isidro labrador, quita el agua y pon el sol. Muchachito que ests.(Larga pausa.)All en Salvatierra, hace muchos aos, yo tena una novia. Encarnacin se llamaba. Todas las tardes iba a esperarla a la orilla del Lerma y ella llegaba corriendo, con sus cabellos largos como los de hilos del ro, con su vestido hecho de nubes, oliendo a flores, y a cuelo, y a tierra hmeda. Todas las tardes llegaba a decirme con palabras y miradas que me tena voluntad, y con palabras yo tambin la llenaba de cario... Pero una tarde no lleg. Me dijeron que se haba ido a la feria de Uriangato, y all voy hasta Uriangato a buscarla. Sabes cmo me la encontr, Isidro? Estaba risa y risa abrazada con otro hombre. Abrazada! Todava yo quise hablar como la gente, pedirle explicaciones, tratar el asunto pues; pero ella se ech a rer en mis narices. No se me ha olvidado su risa en tanto aos, Isidro... Yo traa un cuchillo, o lo agarr de no s dnde, ya t sabes lo que es la sangre cuando se calienta, y all mismo se lo encaj a aquel cristiano.(Pausa.)Fue entonces cuando ella me ech la maldicin, cuando mand a los endemoniados a fregarme la existencia. Yo me hu llorando hasta Salvatierra y llorando me pas todo un da en la tumba de mi padre. Todava me acuerdo. Cuando descargu all toda mi pena, alc la cara y vi delante una mujer vestida de blanco que me alargaba sus manos como de hielo. Por primera vez alguien me vea y me hablaba como ella me habl. Palabras de consuelo que yo nunca haba odo. Caricias que me cerraban los prpados a medida que el nima hablaba de flores, de jardines, de huertas del mar azul... Despert. Estbamos tendidos sobre la tumba de mis padres. La mujer me segua acariciando, acariciando. Yo me hice a un lado y ella se despert. Quiso detenerse la tnica, pero el viento se la arrancaba ya y en lo que es un parpadeo. Isidro, yo alcanc haber su vientre agusanado. La querida de Satans! Recontrafegada vieja: me enga toda la noche y a la hora que se vio descubierta se alej gritndome que lo supiera yo de una vez por todas: estaba condenado. Culebras le salan de la boca. Gusanos y sapos se quedaron regados por el suelo. Una carcajada hizo temblar la tierra, la s tumbas se resquebrajaron y se solt un ventarrn y un aguacero del que todava tiene memoria las gentes del lugar. Ah se acabaron todas mis esperanzas! Cmo echarle la culpa al paludismo si me acost con la mismsima querida del demonio, nima maldita salida del infierno, enviada por los diablos infelices, que mientras se achicharraban el alma tuvieron todava nimos para soliviantar a la puta de Satans.(Largo silencio. Se aproxima a Isidro.)Y ahora qu me dices.(Re ladino... Abriga a Isidro con su misma cobija.)Bien que se est aqu, verdad? Calientito. Y bien blanda que tienes la carne, Isidro. Blandita, blandita...(Impresionado an por la narracin, Isidro tarda en reaccionar. El manoseo de don Jess termina por obligarlo a levantarse como un resorte.)ISIDRO.-Estse quieto! (Don Jess re, ladino.) Cllese!(Al salir precipitadamente de la bodega se enciende de golpe todo el edificio. Es medioda. En plena labor, los albailes disparan sus rdenes a Isidro quien de momento, atolondrado, no sabe a dnde ir ni a quin obedecer primero.)ALBAILES-rale con la mezcla, Isidro.-Qu pas con esos tabiques.-Trime un refresco de tamarindo.-A m uno de lo que sea.-Aprese, escuincle pendejo.-Aprate con esa manguera, Isidro..Aprese.(Isidro corre de un lado a otro. Tropieza con Jacinto, quien lo observa desde haca un momento.)JACINTO.-Dnde vas. Dnde vas? Hace media hora que te estoy pidiendo la carretilla.ISIDRO.-(Desconcertado, inmvil.)S maistro.JACINTO.-La carretilla!(Isidro llega hasta la bodega por la carretilla. Encuentra a don Jess quien contina riendo, ladino.)DON JESS.-Bien blandita que tienes la carne, Isidro.(Isidro regresa a Jacinto, con la carretilla.)JACINTO.-Te quedaste otra vez con don Jess? Mira que ojerotas traes!(Paternal.)Cuntas veces te he dicho que s viejo no es de fiar. yeme una cosa: t trabajas para m, t eres mi pen, y por eso yo tengo obligacin de cuidarte... como si fueras un hijo mo, Isidro.(Don Jess sale de la bodega. Patotas lo advierte y suspende su trabajo para entrar en ella. Sigilosamente. Se dedica a hurgar los cajones y el catre del viejo. Don Jess regresa a la bodega y sorprende al Patotas.)DON JESS.-(Lastimero.)Qu vas a encontrar ah, Patotas. No tienes ojos? Mrame. No hay nadie ms pobre y ms fregado que yo. Qu cosa le puedes robar a este viejo infeliz, de no ser el alma.(Cabizbajo, se dira, que arrepentido, Patotas sale de la bodega. Cruza sin quererlo el rea policial donde Dvila lo recibe con un rodillazo a los bajos. Patotas emite un grito de dolor y cae. Gime ininterrumpidamente mientras Dvila lo golpea durante toda la escena.)DVILA.-T fuiste, desgraciado, queras robarlo.PATOTAS.-Yo no fui.DVILA.-No mientras, que te conozco muy bien. Los conozco a todos ustedes, ratas de cao. Por cinco pesos son capaces de matar a su madre. Qujate, s, qujate ahora... Levntate! Me vas a decir la verdad? Vas a decirla?PATOTAS.-S, todo lo que usted quiera.(Entra Mungua.)DVILA.-Tu caso est resuelto. Aqu est lo que buscas.MUNGUA.-No es eso lo que busco, Dvila.DVILA.-Va a declarar.MUNGUA.-Qu Pas con el ingeniero Zamora?DVILA.-Aprate, antes de que se nos prive.MUNGUA.-Yo s lo que tengo que hacer... Te pregunt qu pas con el ingeniero Zamora.DVILA.-Prez Gmez fue a hablar con l a su despacho.MUNGUA.-A su despacho? Qu est haciendo ese imbcil donde no debe? Quiero hablar con Zamora, con el hijo del ingeniero Zamora aqu, hoy mismo.DVILA.-(Con sorna.)Lo que usted ordene, jefe.(Sale.)MUNGUA.-(A Patotas.)Dime todo lo que sepas. No quiero mentiras. La verdad!(Patotas jodea nicamente. Suavizndose.)No te voy a pegar ni nadie te va a volver a pegar. Habla, te hace bien. No podr vivir con eso atorado en el cogote.(Suplicante.)Dime que eres inocente.(Por otro ngulo del rea policial entran Dvila. Prez Gmez y Federico. ste muy nervioso; los otros falsamente atentos.)PREZ GMEZ.-Es una simple cuestin de rutina, ingeniero.(Le ofrece un cigarrillo que l mismo le enciende luego.)Con filtro?FEDERICO.-(Aceptando.)Gracias.PREZ GMEZ-Su padre es una persona finsima. No quisiramos causarle ms molestias.DVILA.-Es muy interesante lo que estaba usted diciendo, ingeniero. Sobre esta cosa del albail. Cmo la llam?... La mentalidad del albail.FEDERICO.-Ah, s s.DAVILA.-Muy interesante.(A Prez Gmez.)No te parece?PREZ GMEZ.-(Hipcrita.)Pone en claro muchas cosas.DVILA.-Est bien visto. Son tipos desadaptados que ya no son gente del campo pero que tampoco logran integrarse a la ciudad. Viven como entre dos aguas.PREZ GMEZ.-Y eso los vuelve muy resentidos.DVILA.-Y por tanto muy peligrosos.FEDERICO.-(Dudando.)Bueno, eso es lo que yo pienso.DVILA.-Muy bien pensado, ingeniero.FEDERICO.-(Atrevindose.)Peligrosos porque adems son ignorantes, primitivos; se desprecian a s mismos. Un albail ve reflejada en otro albail su propia miseria, y por eso lo odia, hasta llegar a veces al crimen.DVILA.-Es cierto.PREZ GMEZ.-Entre esta gente, el ndice de criminalidad es altsimo.FEDERICO.-(Ms seguro ya.)Para uno es muy difcil convivir con ellos. Envidian terriblemente la inteligencia, los conocimientos, la autoridad del ingeniero. A eso se debe que saboteen las obras y que...MUNGUA-(Cruzando hasta ellos para interrumpir a Federico.)Cllese ya! A quin cree que va a tomarle el pelo? A estos idiotas?, A m?DVILA.-Mungua, por favor...PREZ GMEZ.-(Confidencial.)Ya estuve hablando con su padre.MUNGUA.-Qutate!(A Federico.)A m me tiene muy sin cuidado usted, su padre, y el dinero de su padre. Qu andaba haciendo en la obra la noche del crimen?FEDERICO.-(Turbado.)No...MUNGUA.-Conteste!FEDERICO.-Yo no estaba ah.MUNGUA.-Qu andaba haciendo?FEDERICO.-Yo no estaba ah, se los juro.MUNGUA.-Con que no, eh?(Transicin, Irnico.)La mentalidad del albail! Tipos ignorantes que envidian la inteligencia del ingeniero.(Sonre burln.)La inteligencia de usted?Del Nene?(A Prez Gmez y Dvila.)Saban eso? Los albailes lo apodaban el Nene.(A Patotas.)As le pusieron, verdad? El Nene. El Ne-ne.(Re.)(Federico retrocede. Al hacerlo entra en el edificio y se encuentra sorpresivamente con su padre. El rea policial se oscurece.)INGENIERO ZAMORA-Cuntos compaeros tuyos deben envidiar tu suerte, Federico. Este edificio no estaba en los planes de la compaa, t lo sabes. Yo lo hice entrar pensando en ti, para abrirte un camino. Entindelo. T eres el nico responsable de la obra.FEDERICO.-Eso dices, pero a la hora de la hora les haces ms caso a los albailes.INGENIERO ZAMORA.-No es cierto.FEDERICO.-Todo el mundo se da cuenta, pap.INGENIERO ZAMORA.-No es cierto. Lo que pasa es que no has sabido ganarte su confianza y as no se puede trabajar con ellos.(El Chapo llega hasta ellos.)CHAPO.-(Al ingeniero Zamora.)Buenos das, ingeniero.(A Federico, con intencin.)Qu milagro, ingeniero.FEDERICO.-Aqu estuve ayer.CHAPO.-Pero ya no regres en la tarde, y no nos trajeron el confitillo.FEDERICO.-Hoy lo traen.(Al ingeniero Zamora.)Ya habl con ellos.CHAPO.- Pues ojal porque tengo a la gente rascndose el ombligo.(Al ingeniero Zamora.)De aquel otro asunto, ingeniero, quera preguntarle...INGENIERO ZAMORA.-(Interrumpiendo.)Vanlo todo con Federico, para eso est aqu.(Va a irse. Se detiene, reflexivo.)Cul asunto, lvarez?CHAPO.-La cuestin del velador, ingeniero.INGENIERO ZAMORA.-Ya puede darle las gracias a don Jess. Que se vaya. Maana le mando a una gente de confianza. No quiero problemas con ese viejo.CHAPO.-Pues sa es la cuestin, ingeniero. Resulta que... Bueno, es que estuve ayer en el sindicato, y como aqu el ingeniero me dijo que don Jess se quedaba definitivamente, pues yo arregl todo para...INGENIERO ZAMORA.-(A Federico.)Eso dijiste t?FEDERICO.-S.INGENIERO ZAMORA.-Qu don Jess se quedaba definitivamente?FEDERICO.-El maestro lvarez me insisti.CHAPO.-No, yo no insist nada, yo noms cumplo rdenes. A m me da lo mismo que est don Jess o cualquiera. Ora que usted dice la ltima palabra, ingeniero.INGENIERO ZAMORA.-Siempre que ese viejo ha estado con nosotros, tenemos problemas. No es cierto, lvarez?CHAPO.-Bueno, tanto como problemas no.INGENIERO ZAMORA.-Est enfermo, le dan ataques.CHAPO.-De eso ya se alivi.INGENIERO ZAMORA.-Qu se va a aliviar!(A Federico.)Pero en fin, si t lo prefieres, yo no digo nada, es asunto tuyo. Te aguantas con el viejo?FEDERICO.-Ya dije que s.(El ingeniero Zamora sale de la obra. Apenas lo hace, los albailes prorrumpen en comentarios, desde sus respectivos sitios.)ALBAILES.(Entre risas.)-Ya lleg el Nene, muchachos.-A trabajar, que ya lleg el Nene.-e e, el Ne ne.JACINTO.-(Sin abandonar e sitio donde trabaja.)Pregntale de las varillas, Chapo.CHAPO.-Oiga, ingeniero, cuntas varillas va a llevar las columnas del muro sur. En el plano no dice nada.FEDERICO.-Cules columnas.CHAPO.-Las de all. Esprame, ahorita le traigo el plano.FEDERICO.-(Detenindolo momentneamente.)La idea de que se quedara don Jess fue de usted, maestro.CHAPO.-Es un buen velador.FEDERICO.-Quera ponerme en ridculo.CHAPO.-No digas eso, ingeniero... Voy por el plano.(Camino de la bodega, el Chapo encuentra al viejo y, sonriendo, le hace un brevsimo comentario en voz baja. Don Jess avanza hacia Federico en el momento en que entra en el edificio Celerina, hermana de Sergio: una chica muy linda, como de quince aos. Su entrada provoca un gran alboroto entre los albailes. Evadiendo sus piropos, Celerina sube hasta el sitio donde se encuentra Sergio para llevarle la portaviandas con el almuerzo. Don Jess llega hasta Federico.)DON JESS.-Con su perdn, ingeniero, buenos das. El Chapo me acaba de decir y yo quera darle las gracias. Usted no sabe el favor enorme que me hace. Ya estoy viejo, ya no me quieren en ningn lado, ya noms sirvo de velador. O ver que no va a tener nada que sentir de m. Gracias, ingeniero, Dios lo bendiga.(Trata de besarle la mano. Federico la retira rpidamente.)Dios lo bendiga.(Don Jess regresa a la bodega. Con el plano en las manos, Chapo llega Federico acompaado por Jacinto.)CHAPO.-(Por don Jess.)Pobre viejo, no vio?, Hasta las lgrimas se le botan del puro agradecimiento.(Extiende el plano. A Jacinto.)stas son las columnas, t?JACINTO.-sas meras.CHAPO.-No dice nada de las varillas, mire.(Federico examina el plano, confuso.)Cuntas le ponemos?... Quiere que mejor hable al despacho pa preguntar?FEDERICO.-No no, esprese.(Saca su regla de clculo. Realiza operaciones intiles.)Pnganles cuatro.JACINTO.-(Sorprendido.)Cuatro varillas?CHAPO.-(Irnico.)De tres cuartos o de media?FEDERICO.-(Duda por los comentarios y vuelve a accionar la regla de clculo.)Mejor seis... No no, pongan cuatro. S, para que no estn sobradas. Cuatro varillas de tres cuartos con estribos a cada cincuenta.(Duda.)Est bien as?CHAPO.-Lo que usted diga, ingeniero.(Despus de que Sergio ha almorzado, Celerina se encamina hacia fuera del edificio. Isidro le sale al encuentro.)ISIDRO.-Ya te vas?CELERINA.-Ya me voyISIDRO.-Prate, no?CELERINA.-Aqu no me hables. Nos est viendo mi hermano.ISIDRO.-Y qu que nos vea.CELERINA.-Luego se enoja.ISIDRO.-Pues que se enoje.CELERINA.-Si, t, como yo soy la que la pago. Anda orita re enojado. No le gusta que me chiflen ni que me griten cosas. Fjate, dices que yo tengo la culpa, que yo les hago ojitos.ISIDRO.-Y les haces? O noms a m.CELERINA.-Oh, t.ISIDRO.-Es re apretado ese canijo Cura.CELERINA.-No le digas Cura.ISIDRO.-As le dicen todos.CELERINA.-Es muy buena gente.ISIDRO.-No dices que no?CELERINA.-Es estricto, pero es muy buena gente. Dej de estudiar con los padrecitos para mantenernos a m y a la Concha.(Isidro empieza a acariciarla.)l hubiera querido seguir en el seminario, pero para que no nos muriramos de hambre.(Transicin.)Tate quieto, no me tentalis.ISIDRO.-Vamos a la matin el domingo?CELERINA.-No puedo, no me dejan. Tengo que ir a misa con Sergio y lego a una visita.ISIDRO.-Vamos a la matin.CELERINA.-No me tentalis.ISIDRO.-ndale.CELERINA.-Ya me voy.ISIDRO.-Prate.(Celerina lo hace un lado, para salir.)No te vayas, Cele.(Celerina sale.)Cele... Oye, Cele.(Un grupo de albailes ha estado observando la escena a distancia. Ren y hacen comentarios con relacin a Isidro y a Sergio. ste ltimo ha lanzado a Isidro una mirada amenazadora.)ALBAILES:-Se va a poner celoso don Jess, Isidro!-Convdanos del almuerzo que te trae tu hermana,-No seas apretado.-Danos una probadita.-Del almuerzo o de tu hermana, como quieras.-El que ya prob fue Isidro.PATOTAS.-(Interviniendo.)Qu se traen con el Cura?ALBAIL 1.- Uy, Patotas, desde cundo.ALBAIL 2.- Mira noms.PATOTAS.-l no se mete con ustedes.ALBAIL 1.- Contigo s?PATOTAS.-(Lanzndose hacia Albail1.)rale cabrn!ALBAIL 1.-(Rectificando, conciliador.)Es guasa, es guasa.(Patotas se dirige a Sergio, amigable, pero ste lo rehuye.)ALBAIL 1.-Ya ves cmo es bien apretado?ALBAIL 2.-No aguanta nada.(Sergio entra en el rea policial, que se ilumina, y se encuentra con Mungua. El edificio se oscurece.)MUNGUA.-Cunto tiempo lleva de trabajar de plomero?SERGIO.-Como cinco aos.MUNGUA.-No ha trabajado en otra cosa?SERGIO.-En una imprenta. Unos meses nada ms.MUNGUA.-Y antes?SERGIO.-Estudiaba.MUNGUA.-Qu Estudiaba?SERGIO.-Estaba en el seminario.MUNGUA.-Iba para cura.SERGIO.-S seor.MUNGUA.-Por qu no sigui estudiando?SERGIO.-No puede seguir.MUNGUA.-Por qu?SERGIO.-Porque no. Tengo que contestar a fuerza?MUNGUA.-Es importante.SERGIO.-Yo no creo que sea importante.MUNGUA.-Usted conteste. Por qu se sali del seminario?SERGIO.-Me senta mal de la vista.MUNGUA.-Nada ms por eso?SERGIO.- S.MUNGUA.-Esta seguro?SERGIO.-Y porque tena que mantener a mi familia.MUNGUA.-A sus dos hermanas.SERGIO.-S seor.MUNGUA.-Celerina y Concha.SERGIO.-S seor.MUNGUA.-Concha es la casada, verdad?SERGIO.-S seor.MUNGUA.-Y su marido no puede mantenerla o qu Trabaja?SERGIO.-Es chofer, pero ahorita, anda sin chamba.MUNGUA.-Y usted lo mantiene.SERGIO.-Viven en mi casa.MUNGUA.-Qu edad tiene su hermana Celerina?SERGIO.-Catorce aos.MUNGUA.-Muy bien. Quedamos entonces en que usted se sali del seminario porque tena que mantener a sus hermanas y al cuado ese que no encuentra chamba.SERGIO.-Tienen tres hijos.MUNGUA.-No hay ms familia a la que tenga que mantener? Padres, tos...SERGIO.-No tenemos padres.MUNGUA.-Murieron?SERGIO.-Hace diez aos.MUNGUA.-Los dos al mismo tiempo?SERGIO.-Primero mi pap y al ao siguiente mi mam.MUNGUA.-Correcto, amigo Garca. Dgame una cosa: de no haber tenido necesidad de mantener a sus hermanas, usted seguira en el seminario.SERGIO.-Le digo que tambin fue porque estaba enfermo de la vista.MUNGUA.-No vea bien o qu.SERGIO.-No, no vea bien.MUNGUA.-Y sa es razn para que uno no pueda ser cura? Me parece que con esos lentes, asunto arreglado, no?SERGIO.-Es que me afectaba la cabeza. No poda estudiar.MUNGUA.-Lo vio algn mdico?SERGIO.-El doctor que atenda a los seminaristas.MUNGUA.-Qu le dijo?SERGIO.-Que no deba estudiar mucho. Que nos hiciera esfuerzo mental.MUNGUA.-Y por eso se sali del seminario, ms que por la obligacin de atender a sus hermanas.SERGIO.-Fueron las dos cosas juntas.(Transicin.)No s qu tiene que ver esto con la muerte de don Jess!MUNGUA.-Realmente nada, amigo Garca. Se lo pregunto por pura curiosidad... Dgame una cosa, ya para dejarlo ir: hubo algn cura que se empe en correrlo?SERGIO.-Nadie me corri! Lo decid yo mismo.MUNGUA.-Claro, pero despus de escuchar un consejo. Los seminaristas tienen un cura que los aconseja, no es cierto? ; que les dice que no hagan esto, que no hagan aquello, que no se anden toqueteando; esas cosas.SERGIO.-Hay un confesor.MUNGUA.-Eso, un confesor. Quin era su confesor?SERGIO.-El padre Jimnez.MUNGUA.-Y qu opinaba de usted el padre Jimnez? Quera que siguiera en el seminario o no?SERGIO.-l no me entenda muy bien.MUNGUA.-Por qu no lo entenda?SERGIO.-Bueno, no crea en mi vocacin. Me pona a hacer otras cosas. Saba que yo era bueno para la plomera y me mandaba a arreglar los excusados, a cambiar las llaves, a instalar un tinaco.MUNGUA.-(Estallando.)Y usted lo aborreca, lo odiaba. Lo odiaba porque no le permiti consagrarse a Dios. Como odiaba a sus hermanas, como odiaba a los albailes, como odiaba a don Jess.SERGIO.-No es cierto. Yo no odiaba a don Jess.MUNGUA.-Le tena asco.SERGIO.-No.MUNGUA.-Miedo.SERGIO.-No... Le tena lstima. Era un anciano y estaba enfermo.MUNGUA.-Pero eso no le quitaba lo ratero ni lo lpero. Es cierto que era un lpero?SERGIO.-S seor.MUNGUA.-Lpero en qu sentido? Deca malas palabras?... Usted nunca ha dicho malas palabras, amigo Garca? Nunca ha mandado a nadie a la chingada, as, con todas sus letras?... No se ponga colorado. Est bien, nunca ha dicho malas palabras. Por qu?SERGIO.-Es rebajarse.MUNGUA.-Y cmo juzga a los que las dicen?SERGIO.-No los juzgo.MUNGUA.-Y a don Jess?SERGIO.-Es muy arriesgado juzgar a los dems:MUNGUA.-(Irnico.)Ah, s; eso es pecado, verdad? Y usted, un hombre que haba decidido consagrarse a Dios, no puede cometer pecados. Est en el mundo para redimir a los dems... Para redimir a don Jess. Nunca trat de hacerlo?SERGIO.-No.MUNGUA.-Por qu? Era su obligacin.SERGIO.-No era mi obligacin! Ya no estoy en el seminario! Soy un hombre comn y corriente!MUNGUA.-Por eso dej que don Jess pervirtiera a Isidro. Claro, ya no estaba en el seminario, ya no era su misin salvar a los dems.SERGIO.-Yo no poda hacer nada.MUNGUA.-No quera hacer nada.SERGIO.-Era intil?MUNGUA.-Era un crimen.SERGIO.-(Rabioso, a punto de llorar.)Era intil, intil, intil...!(Se oscurece el rea policial. Se enciende el edificio. Los albailes almuerzan formando distintos grupos.)ALBAIL 1.-Vente a tomar uno tacos, Patotas.ALBAIL 2.- Sin pena, ntrale.(Patotas se integra al grupo. En la bodega, terminan de almorzar Chapo, Jacinto y don Jess. El viejo acaba de contarles un chiste.)CHAPO.-(Riendo estruendosamente.)Usted siempre tan lpero, don Jess.JACINTO.-(Serio.)No le veo el chiste.CHAPO.-Bueno, pero qu te pasa, Jacinto. Vamos hablando claro. Qu mosco te ha picado contra don Jess.DON JESS.-No me quiere, Chapo, es como todos, me ve pobre y jodido y me desprecia.CHAPO.-Es cierto eso?DON JESS.-Ni te apures, ya estoy acostumbrado a la ingratitud.CHAPO.-Antes la llevabas bien con l. Acurdate que l es nuestro socio.JACINTO.-Otra vuelta con eso? Si me va a estar cobrando los favores...CHAPO.-No te estoy cobrando nada, hombre, no te enchiles. Yo noms digo.JACINTO.-(Saliendo de la bodega.)Claro, t tienes que defenderlo. A ti te llena de favores, s hasta su vieja te presta.CHAPO.-(Que ha ido tras l.)pale, Jacinto. Hasta ah te aguanto.(Jacinto traza un ademn ofensivo y regresa a sus tareas. Chapo vuelve con don Jess.)Quin sabe qu le ha entrado a este buey. Est bien loco.DON JESS.-No, Chapo, no est tan loco. Ya me llegaron los rumores.CHAPO.-Rumores de qu.DON JESS.-De eso, Chapo.(El Chapo sale de la bodega, desarmado, mientras Federico se aproxima al grupo de albailes donde almuerza Patotas.)PATOTAS.-No se echa un taco, inge? Estn ricos. Son de frijolitos con cuchillo... sin pena.ALBAIL.-(Confidencial, socarrn.)Al Nene no le gusta el chile.PATOTAS.-Prubalos.(Federico se decide, toma el taco que le alarga Patotas y lo prueba. Muy pronto el picante hace su efecto. Mientras los albailes ren, Federico escupe el bocado y gesticula por el ardor que sufre. Llega hasta donde trabaja Sergio.)FEDERICO.-(Descargando su enojo.)Hasta cuando va a terminar con esa tubera?SERGIO.-Ya me falta poco.FEDERICO.-Lleva ms de una semana aqu.SERGIO.-Es que me pas una contrariedad. Me robaron mi tarraja.FEDERICO.-Pretextos!SERGIO.-No, no son pretextos, ingeniero. Quera decrtelo desde la otra vez, pero todava tena esperanzas de encontrarla. Don Jess dice que no sabe, pero yo la dej en la bodega... Para m que Jacinto es el de todo. Ya un da fueron las pinzas y la sierra, y me qued callado. Pero la tarraja son palabras mayores.FEDERICO.-Si usted no cuida su herramienta quin se la va a cuidar.SERGIO.-Le digo que la dej en la bodega, ingeniero. Adems no es slo mi herramienta. Aqu estn pasando cosas muy chuecas que usted debe saber. Se estn robando material de la obra: cemento, tabique, calhidra, no se ha dado cuenta? Estn acarreando con todo.FEDERICO.-No me venga con chismes.SERGIO.-Yo le aviso para que sepa. Ahora que sin la tarraja o puedo hacer nada.FEDERICO.-Cmprese otra.SERGIO.-De dnde, son ms de quinientos pesos.FEDERICO.-Pues entonces vayas. Yo no puedo tenerlo. Aqu si no cumple con su trabajo. Lo que sobran son plomeros.SERGIO.-Est bien, ingeniero, olvdelo.(Sale Federico. Jacinto llega hasta Sergio.)JACINTO.-Ya te o chismeando, cura cuatrojos, tena que ser t.SERGIO.-Si no me devuelven mi tarraja la van a pagar muy caro.JACINTO.-Quin?SERGIO.-Usted, Jacinto.JACINTO.-Me vas a mandar al infierno?SERGIO.-Cudese.JACINTO.-Me vas a pagar? No te tengo miedo, buey.(Con un ademn le tira los lentes. Sergio se inclina a reconocerlos, pero los bota lejos con puntapi. Sergio se levanta, temblando de clera.)Desde hace mucho que te traigo ganas, cabrn. ntrale y no rompemos la madre.(Los albailes se aproximan, con curiosidad, con inters por el pleito. Patotas llega rpidamente.)PATOTAS.-Qu pas?JACINTO.-(A Patotas.)T no te metas que el pleito no es contigo.PATOTAS.-(A Sergio.)No le tengas miedo, Cura, es pro hablador. Sunatelo.(Mientras los albailes hacen rueda, Sergio parece decidido a intercambiar golpes. En ese momento, desde la bodega, se escucha el largo aullido que preludia un ataque, probablemente epilptico, de don Jess.)ALBAILES:-Es el viejo!-Ya le dio el ataque!(Don Jess cae el suelo. Se contorsiona como una vbora. Seguido por Sergio. Jacinto corre hacia la bodega.)CHAPO.-(Desde un andamio.)Aprate Jacinto, antes de que tronche la lengua.(Sergio y Jacinto sujetan al viejo. Jacinto le introduce en la boca un trozo de madera. Don Jess se va calmando poco a poco. Jadea. Todos los albailes observan atemorizados la escena.)ISIDRO.-Los endemoniados...OSCUROACTO SEGUNDO(Es de noche en el edificio. Dos albailes irreconocibles acarrean bultos de cemento hacia fuera del escenario, supervisados por don Jess.)DON JESS.-Rapidito. No se pueden estar aqu toda la noche.(Se dirige a la bodega a contar los bultos. Confirma su clculo y detiene a uno de los macheteros que llega por ms.)Ya estuvo bien. El Chapo dijo que ocho y ya fueron ocho. Ora hasta el jueves.(Se oscurece el edificio. Se enciende el rea policial donde el Chapo comparece ante Mungua. Prez Gmez y Dvila observan la escena.)MUNGUA.-Tambin va a negar eso?CHAPO.-Negar qu, seor.MUNGUA.-El robo del material. El cemento. El tabique, las varillas usted mandaba sacar de la obra, toda las noches.CHAPO.-Yo? Todas las noches?MUNGUA.-Estoy enterado de sus trinquetes, amigo. Usted tiene un negocio de materiales de construccin. El local est situado en la avenida Patriotismo nmero...CHAPO.-(Interrumpiendo.)Eso es un delito?MUNGUA.-El material que vende es robado.CHAPO.-Tiene testigos?MUNGUA.-Tengo testigos.CHAPO.-(Irnico.)Si usted lo dice...MUNGUIA.-Su situacin es muy comprometida, amigo lvarez. Don Jess era su cmplice. Usted lo llev a la obra sabiendo sus antecedentes.CHAPO.-El viejo no tena antecedentes penales. Le di trabajo porque lo necesitaba.MUNGUA.-Lo necesitaba usted, para sus robos... Don Jess lo serva como un esclavo, hasta que se cans. Un da seguramente haba estado fumando hierba o andaba borracho- lo amenaz con denunciarlo al ingeniero.CHAPO-Amenazarme a m?(Sonre ruidosamente.)MUNGUA.-S. Fue el nico que se atrevi a amenazar al maestro lvarez.CHAPO.-(Sonriendo an.)De veras que no entiendo nada de nada.(Pausa.)Yo le di trabajo a Don Jess, es cierto. Como le digo, andaba muy necesitado, y era un buen hombre. Con sus vicios, claro, nadie es perfecto, pero era honrado. De otro modo no se la doy de velador. Adems, se llevaba muy bien con toda la gente, al menos hasta donde yo s, en la obra. Ya si por fuera tuvo sus dificultades con el plomero, es otro cantar. Yo soy maestro, no niera.MUNGUA.-Dice usted que tuvo dificultades con el plomero.CHAPO.-Parece que s. El plomero no es gente ma; trabaja por su cuenta.MUNGUA.-Sospecha de l.CHAPO.-Sospecho de qu.MUNGUA.-Del crimen.CHAPO.-Yo no sospecho de nadie. Pero no metera las manos al fuego por un tipo como el plomero.MUNGUA.-Las metera por los dems?CHAPO.-Por los dems quin sabe. Por el Cura, desde luego que no.MUNGUA.-Tampoco yo las metera por usted. lvarez. Mucho menos estando enterado de sus relaciones con la mujer de don Jess.(Pausa.)Qu me dice de ella?CHAPO.-(Impvido.)Qu quiere que le diga?MUNGUA.-Usted sabr. No en balde era su querida.CHAPO.-(Empezando a rer en tono ascendente.)Sigo sin entender nada.(Re ms fuerte. Sale.)PREZ GMEZ.-Lo vas a dejar ir? Vas a permitir que ser ra en tus narices? Qu clase de interrogatorios son stos, Mungua.MUNGUA.-(Ajeno.)Dnde est el informe del laboratorio?PREZ GMEZ.-Slo complicas las cosas y ya no se puede perder ms tiempo.MUNGUA.-Dnde est ese informe?PREZ GMEZ.-Para qu diablos te sirve!... Est bien, voy por l... Nada ms dime esto, Mungua: qu es lo que buscas?MUNGUA.-La verdad.PREZ GMEZ.-S, ya s, pero...MUNGUA.-Busco la verdad.(Se oscurece el rea policial. Se enciende el edificio. El ingeniero Zamora est frente al Chapo. Los albailes observan.)INGENIERO ZAMORA.-(Violento.)Son un par de intiles! Qu piensan que estn levantando, una casa de muecas?CHAPO.-Nosotros cumplimos rdenes, ingeniero.INGENIERO ZAMORA.-No me vengas con cuentos. lvarez, no te conozco de ayer.CHAPO.-Por qu bamos a hacerlo por nuestras pistolas?INGENIERO ZAMORA. Por imbciles. Ni siquiera para una babosada tienen sentido comn.CHAPO.-Su hijo dio la orden, ingeniero. A m me extra y hasta le volv a preguntar.JACINTO.-No hay por qu cargarnos el muertito.CHAPO.-(A Jacinto.)T esprate.(Al ingeniero Zamora.)Le pregunt dos veces, si eso decan los planos y l dijo que s.(Entra Federico. Se mantiene a distancia.)JACINTO.-Fue una orden del joven.INGENIERO ZAMORA.-Qu tienen en la cabeza. lvarez, piedras?JACINTO.-(Sealando a Federico.)Pregntale pues; ah est.INGENIERO ZAMORA.- Ahora mismo me descimbran esas columnas. Y no se hagan ilusiones para el sbado.JACINTO.-Primero pregntele a su hijo, ingeniero.INGENIERO ZAMORA.-(A Federico.)Ya viste lo que hicieron estos imbciles? Armaron las columnas con cuatro varillas. Las columnas del centro, imagnate!JACINTO.-No es cierto que usted dijo as, joven?INGENIERO ZAMORA.- Si hubieras estado aqu no habra pasado esto.JACINTO.-Pero si aqu estuvo hasta que acabamos de cimbrar.FEDERICO.-No s de qu hablan.IGENIERO ZAMORA.-Cmo que no sabes!... Se llevaron todo el da armando las columnas como se les ocurri.JACINTO.-Explquele a su pap. Usted dijo que iban de a cuatro.FEDERICO.-Qu yo dije qu?INGENIERO ZAMORA.-(Tratando de apartar a Jacinto.)Qutese de aqu.JACINTO.-Que iban a cuatro de tres cuartos.INGENIERO ZAMORA.(Empellando a Jacinto.)No me oy?(El Chapo interviene para retirar a Jacinto. ste se resiste.)JACINTO.-No lo niegue, joven.FEDERICO.-Yo no dije eso, no estoy loco.JACINTO.-Aqu est el Chapo y aqu estoy yo, y estn todos los dems que tambin lo oyeron.CHAPO.-(A Jacinto.)Ya prale, t.JACINTO.-(Al ingeniero Zamora.)Que los otros lo digan, ingeniero.INGENIERO ZAMORA.-Saque a este imbcil de aqu, lvarez. Squelo.(Casi por la fuerza el Chapo retira a Jacinto. Se dirige a los albailes.)CHAPO.-Me descimbran todas esas columnas. Rapidito, Patotas, muvanse.(Seguido por Federico, el ingeniero Zamora camina hacia otro punto de la obra.)FEDERICO.-(Aparentando serenidad.)Ya trajeron todo el confitillo. Maana empezamos con los muros de atrs, y apenas termine el plomero le damos duro a los resanes.INGENIERO ZAMORA.-Esto no puede ser, Federico. Te he dicho mil veces que no des una orden hasta no estar seguro. Y antes de darla piensa un poquito. Qu aprendiste entonces en la escuela? Para eso he gastado tanto dinero e tu educacin?FEDERICO.-De veras crees que yo comet esa tarugada?INGENIERO ZAMORA.-No voy a discutirlo ms. Lo nico cierto es que sigues sin hacerme caso.FEDERICO.-Les das la razn. Les tienes ms confianza a los albailes que a m... Ah, no! Ahorita mismo voy a obligar al maestro Alvarez...INGENIERO ZAMORA.-(Interrumpiendo.)Deja las cosas como estn.FEDERICO.-Eso s que no. Lo voy a obligar a que admita su error.INGENIERO ZAMORA.-Resultara peor.(Pausa.)No quiero que pase esta semana sin que yo vea, en la oficina, las relaciones completas de material. El ingeniero Rosas dice que se est gastando muchsimo. Tienes tus relaciones al da?FEDERICO.-Claro que s.INGENIERO ZAMORA.-Pues quiero verlas antes de que termine la semana.(Va a salir.)FEDERICO.-(Detenindolo.)Vamos a aclarar bien el asunto de las columnas, pap. Yo no dije...INGENIERO ZAMORA.-Olvdalo ya, Federico; qu ganas con mentir.FEDERICO.-Eso soy para ti, verdad?. Un mentiroso. Piensas que no s dirigir una obra.INGENIERO ZAMORA.-No pienso nada.FEDERICO.-Pues yo s. Estoy cansado de que a cada rato me lo eches en cara; de que para todo me digas lo mucho que piensas en mi carrera. Mentira! Nunca has pensado en mi carrera. Yo s muy bien por qu se proyect este edificio.INGENIERO ZAMORA.-Ya, Federico.FEDERICO.-No fue para encauzar a tu hijo en la profesin. Convenciste a la compaa de que se metiera en esto, para poder acostarte con la puta que les vendi el terreno.(El ingeniero Zamora sale de escena. Federico se encamina a la bodega, colrico.)FEDERICO.-Quiero ver las relaciones de material! Los recibos, las salidas, las remisiones...DON JESS.-Cmo no, ingeniero.FEDERICO.-Pronto!DON JESS.-Ahorita mismo, ingeniero.(Va por una libreta. Se la entrega.)FEDERICO.-Dnde estn?DON JESS.-(Abriendo la libreta.)Aqu estn. Todo muy en orden y al da, como siempre.(Federico se pone a revisar las cuentas y ordenar los innumerables papeles que hay en la libreta.)Hay das en que el mal anda como ganado suelto, ingeniero, no le parece? Buscando por dnde metrsenos al alma. No descasa hasta que no encuentra el modo. Y cuando lo encuentra ya nos freg. Hay das en que amanecemos as, con el demonio metido en las entraas. Todo lo que pensamos y todo lo que hacemos y todo lo que hablamos es malo. El mal nos brota del alma como ponzoa de vbora.. . Pero tambin hay das buenos y en esos das buenos todo lo que hacemos y todo lo que nos rodea es bueno: la gente es buena, las cosas son buenas, hasta las mismas penas resultan livianitas de llevar. Todos tenemos nuestros das malos y nuestros das buenos. Y as vamos tirando por la vida.FEDERICO.-(Ajeno al parlamento; en lo suyo.)Faltan muchas remisiones. No estn completas.DON JESS.-Usted debe tener ms, ingeniero.(Federico se busca en los bolsillos. Extrae numerosos papeles y probablemente su cartera. Rene sus notas con las que estaban en la libreta y establece comparaciones, trata de ordenarlas.)FEDERICO.-Es increble lo que se ha gastado en material.DON JESS.-La obra necesita comer para ir formando su cuerpo, ingeniero, como la gente. Se come el tabique, se come el cemento y las varillas y la arena. Mire qu grandote se ve ya nuestro edificio, hasta parece un gigante... Me gusta ir viendo crecer las obras; desde que son un mugroso terreno lleno de basura y miados de perro. Luego se limpia y se arregla, como se arregla a una novia para que le hagamos un hijo. Y se lo hacemos, cmo de que no. Los edificios son como los hijos. Por eso me gusta trabajar en esto de la construccin. Y ms me gustara si las obras nunca se acabaran. Mientras un edificio est as, creciendo, es de usted y mo y de todos; se le ve nuestro sudor, nuestro trabajo, hasta nuestra sangre. Ya terminado ya qu. Es de otra gente que no vio crecer a ese hijo y que no puede quererlo como nosotros, que le fuimos dando la vida pedazo a pedazo.FEDERICO.-(En lo suyo.)Esto no est bien. Y sabe qu pienso? Que se estn robando el material.DON JESS.-No puede ser, ingeniero, para eso estoy aqu. No se abre un bulto de cemento ni se agarra un tabique sin que yo d la salida. Pregntele al Chapo.FEDERICO.-El Chapo y usted son lo mismo. Rateros!DON JESS.-No, ingeniero; somos humildes, pero muy honrados.FEDERICO.-En qu se ha gastado tanto material?DON JESS.-En la obra, no le digo? Ah estn las cuentas. Y si no me cree, pngase a contar tabique por tabique y bultito por bultito; lo que ha entrado y lo que queda. Es muy fcil slo que muy tardado. Pero si quiero yo le ayudo. Se viene una nochecita, pa que no se vayan a rer de nosotros los albailes vindonos cuente y cuente y nos ponemos a medir y sacar nmeros.(Sonriendo, ladino, mientras Federico sale de la bodega y seguidamente de la obra.)Lo espero una nochecita, ingeniero.(Se pone a arreglar meticulosamente la bodega. Entra Sergio para buscar algunos niples, codos, tuercas, en su caja de herramientas. Permanece ajeno a don Jess.)Encontraste siempre tu tarraja?SERGIO.-Usted sabe que no.DON JESS.-No sabes cmo lo siento, Sergio.SERGIO.-(Calmado, convincente.)Por qu goza en hacer el mal, don Jess?DON JESS.-Yo no hago mal a nadie.SERGIO.-Muy pronto va a tener que rendir cuentas a Dios. Le quedan pocos aos.DON JESS.-La vida siempre es corta para todos.SERGIO.-Justamente por eso.DON JESS.-Nunca le he tenido miedo a la muerte, estoy preparado; tengo mi conciencia tranquila.SERGIO.-Con usted no se puede hablar.DON JESS.-Estamos hablando, Cura... A ver, dime qu quieres que haga. Dmelo y yo te digo.SERGIO.- Para qu.DON JESS.-Dmelo sin miedo.SERGIO.-Usted no es de los que atienden razones.DON JESS.-Segn. Hay que orlas.SERGIO.-Luego se va a burlar de m.DON JESS.-Yo no me burlo de nadie. Burlarme en serio, de nadie.SERGIO.-(Mofndose.)No, es un santo!DON JESS.-Eso no me toca a m juzgarlo; ni a ti, Cura.SERGIO.-(Ms animado.)Don Jess... Usted sabe que Dios nos lleva a cuentas de todo lo que hacemos; de lo bueno y de lo malo. l conoce perfectamente nuestros pecados, y de ellos nos va a juzgar el da de nuestra muerte. Lo nico que importa es la otra vida. Los sufrimientos de sta no son nada en comparacin con los que tendremos en el infierno o en el purgatorio si no nos arrepentimos.DON JESS.-Es cierto.SERGIO.-Dios acabar castigndolo horriblemente si usted no se enmienda, don Jess.DON JESS.-(Sonre.)Dios y yo hablamos de t, muchachos. Somos algo as como compadres.SERGIO.-No blasfeme.DON JESS.-No es blasfemia, no seas tonto.SERGIO.-Ya ve cmo no se puede hablar con usted.DON JESS.-Seguimos hablando. Lo que te pasa es que a fuerzas quieres ver en m a un cabrn. Y sabes por qu? Porque tus ojos miran noms lo que t tienes dentro: mugre, pura mugre. Pero no le hace. Para eso estoy aqu: para cargar con tu mugre y con la de todos los dems.(Federico entra en escena intempestivamente, muy apurado. Llega hasta la bodega.)FEDERICO.-(Mirando hacia todas partes.)Dnde est. Mi cartera, dnde est. Aqu la dej. La puse aqu.DON JESS.-Qu perdi, ingeniero?FEDERICO.-Mi cartera.DON JESS.-Ah caray.FEDERICO.-(Buscando febrilmente.)Cuando saqu las notas la puse aqu.(Muestra un papel.)Estoy seguro. Esta nota la traa en la cartera. Usted la vio.DON JESS.-Yo no vi nada.FEDERICO.-Aqu la puse.DON JESS.-(A Sergio.)T viste algo?SERGIO.-Cuando llegu, no.DON JESS.-Ah estara.(Animando a Federico.)Bsquela, bsquela con confianza, ingeniero, pero aqu no est. A lo mejor e le cay all afuera.FEDERICO.-No no.(Mientras Federico sale a buscar la cartera fuera de la bodega, Sergio mira en forma recriminatoria a don Jess.)DON JESS.-Yo no la vi.(Sale. A Federico.)Pregntele al Chapo, a los albailes; a lo mejor alguno la vio.PATOTAS.-(Aproximndose.)Qu pas?SERGIO.-El ingeniero. Parece que perdi la cartera.PATOTAS.-Aqu?SERGIO.-Dice en la bodega.FEDERICO.-Traa ms de tres mil pesos. Tiene que aparecer.PATOTAS.-Ah jijo!SERGIO.-(A los albailes.)Nadie vio la cartera del ingeniero?PATOTAS.-Traa tres mil bolas.ALBAILES-Ya le robaron la cartera al Nene-No se hagan moscas, no se hagan moscas.-Ah te hablan, Jacinto.-Ojos que te vieron ir, cundo te vern volver!CHAPO.-(Aproximndose.)Qu perdi, ingeniero?FEDERICO.-Mi cartera. La dej en la bodega, estoy seguro.CHAPO.-Ya la busc?(Federico regresa a la bodega. Sigue buscando, con desnimo ya.)CHAPO.-A lo mejor la dej en la oficina, o en su casa, o la tir por ah.FEDERICO.-No. La dej aqu, y aqu me la robaron.(A Don Jess.)Me la rob usted.DON JESS.-No es cierto.FEDERICO.-Usted, viejo ratero.CHAPO.-Primero bsquela en su casa. Si don Jess dice que no la visto es que no la visto.FEDERICO.-Tiene que aparecer!CHAPO.-Eso s quin sabe.(Federico sale. Todos los albailes miran acusatoria, silenciosamente a don Jess. l se refugia en la bodega. Patotas lo sigue.)PATOTAS.-Ahora s que se fue a lo grande... Tres mil bolas! No se le hace mucha lana pa usted solito?DON JESS.-T noms piensas en dinero.PATOTAS.-Tres mil bolas...DON JESS.-El dinero acabar siendo tu perdicin.PATOTAS.-O la de usted, viejo jijo.(Se oscurece el edificio. Se ilumina el rea policial.)PREZ GMEZ.-(A Mungua.)Te sirvieron de algo los informes del laboratorio?DVILA.-Qu le van a servir! Cundo han servido?PREZ GMEZ.-Yo se los dije.DVILA-Est loco.(A Mungua.)Vamos haciendo un trato, Mungua. Dame tres horas, slo tres horas, y te tengo una confesin con pelos y seales, inobjetable, de es al que le dicen el Patotas.MUNGUA.-Y por qu no de Isidro?DVILA.-Bueno, tambin, por qu no. Es ms difcil pero se puede.MUNGUA.-O de Jacinto, o de lvarez, o del plomero.DVILA.-No seas sangrn.MUNGUA.-O del Nene, ndale. Treme una confesin del Nene.PREZ GMEZ.-Te ests metiendo en honduras con los de all arriba, te lo advierto... Ya en serio, Mungua, por qu no le buscas por el lado del Patotas?MUNGUA.-No es tan fcil.(Se oscurece el rea policial. Se ilumina el edificio. Mientras trabajan, patotas se dirige a Jacinto.)PATOTAS.-Tres mil muganos es mucha lana. T qu haras con tres mil... Yo, primero que nada, me pona un pedo bien puesto con los amigos. Luego me compraba dos o tres tacuches, zapatos, dos camisas de gente.(Pausa.)A ti ni te hace, verdad? T ests en el negocio?JACINTO.-Cul negocio?PATOTAS.-El que t y el Chapo se traen con el viejo. Qu se me hace que hasta se van a repartir los tres milagros de la pelleja.JACINTO.-Ya estuvo suave de jorobar, no? Andas buscando bronca? Desde que te juntas con el Cura...PATOTAS.-T te vendiste al Chapo, Jacinto.JACINTO.-Yo no me he vendido a nadie, buey. Siempre he sido amigo del Chapo. l me hizo albail.PATOTAS.-Pero una cosa es la amistad y otra la lambisconeada... El Chapo no tiene madre, Jacinto, ni que no lo supieras. Se chupa nuestra raya. l recibe del ingeniero lo que es de ley pagarle a cada albail, y nos da la mitad. Yo soy bruto, pero no pendejo. Y si me aguanto es por hambre.JACINTO.-Ests ardido porque no te la dio de media cuchara.PATOTAS.-Lo nico que me duele es la pura injusticia.JACINTO.-Pues ve al sindicato.PATOTAS.-(Despectivo.)El sindicato...!JACINTO.-Ve a rajar, rale.PATOTAS.-Pa que me quede sin chamba?... Cada da te ests pareciendo ms al Chapo, Jacinto. Prefiero al Cura: maricn y todo pero derecho. Me ca que si yo tuviera un poco de lana, me largaba de aqu pa no tener que verles la cara a tipos como t.(En otro ngulo de la obra, Isidro conduce a Celerina hasta un sitio escondido.)ISIDRO.-Aqu no nos ve nadie.(Trata de besarla. Ella se resiste.)Uno nada ms.CELERINA.-No, aqu no.ISIDRO.-Me lo prometiste.CELERINA.-No...ISIDRO.-As eres de rajona?CELERINA.-Nos pueden ver.ISIDRO.-No nos ve nadie.CELERINA.-Pero quin te dice que en un de repente llegan y...ISIDRO.-(Molesto.)Est bueno, ah muere.CELERINA.-Isidro...ISIDRO.-Qu.CELERINA.-No te enojes.ISIDRO.-Eres re sangrona. Contigo no se puede. Siempre es igual. Que si estamos en la calle: aqu no, porque nos ven. Que si vamos al cine: ay no, porque no me dejan. Siempre es igual: Yo no s ni por qu ando de rogn.CELERINA.-Bueno, ndale, pero noms uno.ISIDRO.-De veras?CELERINA.-Noms uno.(Isidro se acerca lentamente. Se mira a los ojos y al fin, luego de larga pausa, Isidro la besa en la boca. Es un eso largo, tierno.)ISIDRO.-Te quiero mucho, Cele.CELERINA.-T tambin.JACINTO.-(Muy lejos, desde su andamio.)Ms mezcla, Isidro!(Isidro y Celerina continan mirndose, ajenos.)Mezcla, Isidro!CELERINA.-Te hablan.(Isidro vuelve a besarla suavemente antes de salir corriendo a cumplir las rdenes de Jacinto. Celerina se dirige hacia donde Sergio debe encontrarse, pero ste le sale al encuentro antes de lo que ella supone.)SERGIO.-Desde maana no me traes el almuerzo. Voy a ir a la fonda.CELERINA.-Tuve que hacerle un mandado a Concha...SERGIO.-Pues as te queda mejor.(Empieza a comer de los recipientes de la portaviandas. Luego largo silencio.)CELERINA.-Ests enojado conmigo?SERGIO.-Por qu?CELERINA.-Sabe!, tienes cara.SERGIO.-Hay razn para que est enojado? Hiciste algo malo?CELERINA.-No.SERGIO.-Entonces?CELERINA.-Noms.SERGIO.-(Despus de un largo silencio.)No se te olvide que hoy en la tarde te vas a confesar.CELERINA.-Oh qu lata contigo!SERGIO.-Aunque te enojes, chiquita.CELERINA.-No tengo pecados.SERGIO.-No digas babosadas.CELERINA.-Pues no tengo pecados, bah, t qu sabes.SERGIO.-Yo s.CELERINA.-Y si no quiero ir?SERGIO.-Aunque no quieras.CELERINA.-Y si me voy a otra parte?SERGIO.-Yo mismo te voy a llevar.CELERINA.-Tiene clase de ingles.SERGIO.-Mi clase de ingls puede esperar. Eso es ms importante.(Celerina pronuncia una palabra ininteligible, posiblemente una grosera.)Qu dijiste?CELERINA.-Nada.SERGIO.-Te ests volviendo muy retobada, cele, y no te lo voy a permitir. T y Concha no entienden. Trabajo y me esfuerzo por ustedes y ni siquiera saben agradecer.CELERINA.-Pa qu te esfuerzas.SERGIO.-Es mi obligacin.CELERINA.-Nadie te obliga, a cuidarnos.SERGIO.-Si no te cuidara, ahorita quin sabe qu sera de ti... Por cierto que no me has hecho caso. Te dije que no quera verte con ese escuincle, y sigues en lo mismo.CELERINA.-Con quin?SERGIO.-Ya sabes de quin hablo.CELERINA.-Eso a ti no te importa.SERGIO.-Ms de lo que quisieras, chiquita. sta es la ltima vez que te lo repito: te vuelvo a ver con l y te doy una cueriza que no se te olvidar nunca.(Por la portavianda.)Llvatela. Ya no quiero ms... Entendiste?CELERINA.-(Dolida.)Cmo eres, Sergio.(Celerina se encamina hacia fuera del edificio. Isidro corre a darle alcance.)ISIDRO.-Te veo en la tarde. Voy a la tienda.CELERINA.-No puedo.(Sale.)(Los albailes continan su trabajo, pero van desapareciendo poco a poco. Por momentos slo se advierte a Jacinto, quien comienza a beber de una botella. Entra Josefina, rumbo a la bodega, Jacinto la mira con expresin de deseo.)DON JESS.-Qu milagro, vieja.JOSEFINA.-Vine en una carrerita a dejarte estos trapos.(Don Jess recoge el bulto.)No puede venir antes.DON JESS.-Gracias... Quieres un cafecito?JOSEFINA.-Ya me voy... Cmo has estado?DON JESS.-Bien.JOSEFINA.-Quin otro da te dio el ataque?DON JESS.-Ta estoy bien. Y t?JOSEFINA.-Ah como siempre.DON JESS.-Ese vestido es nuevo?JOSEFINA.-Es ms viejo que t!DON JESS.-Est bonito.JOSEFINA.-De dnde voy a sacar pa comprarme un vestido. Apenas si tengo pa tragar.DON JESS.-No andas bien de centavos?JOSEFINA.-(En burla.)Uh s, ando requetebin! Me saqu la lotera... T s que eres chistoso.DON JESS.-Prate, prate.(Busca debajo del catre y coge un billete. Se lo alarga.)Un cincuentn. No es mucho, pero de algo te ha de servir.JOSEFINA.-No quiero dinero tuyo.DON JESS.-Ah Dios, ni que fuera dinero del diablo. Agrralo. Sea lo que sea todava soy tu marido... Pa que te compres un vestido nuevo; uno negro muy elegante.(Josefina toma el billete.)JOSEFINA.-Otro da vengo.DON JESS.-Aqu te espero.(Al salir de la bodega, Josefina encuentra al Chapo.)CHAPO.-(Confidencial.)Hoy s tienes tiempo, verdad? Qu tal si nos vemos a las ocho.JOSEFINA.-(Nerviosa.)No puedo, Chapo; otro da.CHAPO.-Vas a seguir con la misma cancin?JOSEFINA.-Otro da.CHAPO.-Y otro da me vas a decir lo mismo. Ya me ests cansando la paciencia!(Transicin. Amable.)A qu horas paso por ti?JOSEFINA.-No.CHAPO.-No me hagas enojar, prieta. A m no me vas a ver la cara de payaso. Yo no soy tu viejo.JOSEFINA.-Es que no puedo, Chapo. Luego te explico.CHAPO.-A poco me vas a decir que tienes miedo de que el viejo se entere. Con el Tiburcio no te importaba. Ni con Lorenzo... Piensa que ya no ests tan pollita, prieta; ya no te cueces al primer hervor. Yo dira que es hasta un favor el que te hago.JOSEFINA.-(Con ademn de pegarle.)Grosero!CHAPO.-(Sujetndola.)As me gustas: brava.JOSEFINA.-(Suplicante.)Djame, Chapo.CHAPO.-Paso por ti a las ocho.JOSEFINA.-No. Hoy no puedo(Quejosa.)He sido muy mula con l.CHAPO.-No hagas tragedias.JOSEFINA.-T eres su amigo.CHAPO.-Yo no soy amigo de nadie!... Don Jess est aqu por lo nuestro, de otro modo...JOSEFINA.-l no tiene la culpa.CHAPO.-Paso por ti a la ocho.JOSEFINA.-(Definitiva.)No, Chapo. Contigo ya no. Nunca ms.(Sale de escena. Jacinto, ebrio, se acerca al Chapo.)JACINTO.-(Muy ebrio.)Qu suerte tienes con las viejas, Chapo! Cmo te admiro! Palabra que no hay otro tipo como t en todo este pinche mundo.CHAPO.-Empezaste temprano. Jacinto. No invitas?JACINTO.-Seguro que invito. A ti te invito lo que quieras y cuando quieras. Te debo la vida, Chapo! Todo lo que soy te lo debo a ti. A ver, quin otro iba a ayudarme como t me has ayudado. Quin otro iba a sacarme de mi pueblo. Nadie. Quin iba a darme chamba. Nadie. Quin iba a hacerme socio en sus movidas. Nadie ms que t, canijo Chapo... Y qu bien est saliendo la acarreada, no?; ni quien se las huela. A listo no hay quien te gane!... Para cundo calculas que pueda empezar mi casita?CHAPO.-Todava falta.JACINTO.-Pero poco ms o menos?... Dos meses? Tres?CHAPO.-Ya veremos.JACINTO.-No le hace, el tiempo que sea.(Deteniendo al Chapo cuando va a irse.)Chapo, Chapo. No te me vayas... Quiero pedirte un favor, ya hablando de otra cosa. Un favor que yo te pido, aqu entre cuates; ente t y yo. As noms.CHAPO.-Necesitas dinero?JACINTO.-No es dinero. El dinero: puf!... Djame decirte. Orita que la estaba viendo. Orita que lleg y que la vi; jjole, qu bruto, qu buena est la vieja de don Jess. De eso quera pedirte el favor, Chapo.CHAPO.-(Apartndolo.)Ests muy trole.JACINTO.-Yo le traigo ganas desde hace mucho. No te lo haba dicho porque no saba cmo, pero ahora que estoy trole te lo digo... Prstamela un da, Chapo.CHAPO.-No sabes lo que dices.JACINTO.-Un da noms.CHAPO.-(Empellndolo.)Hazte!JACINTO.-(Suplicante.)Prstamela.(Con un nuevo empelln, el Chapo arroja a Jacinto hasta el rea policial, frente a Mungua. Ambos permanecen all inmviles, en la oscuridad, mientras el Chapo llega a la bodega a cambiarse de ropa.)DON JESS.-(Lastimero.)Con mi vieja no, Chapo. El Tiburcio, Lorenzo, cualquiera; pero t no.CHAPO.-Tambin usted anda borracho como Jacinto?DON JESS.-Hasta hoy te he visto servido en todo como un perro. No me gusta robar, pero te he ayudado en todo porque soy derecho contigo.CHAPO.-Djese de cuentos, viejo lngara. Bien que se rob la cartera del Nene.DON JESS.-Todo te lo aguanto menos lo de mi vieja... T no.CHAPO.-Cllese, ojete.DON JESS.-No me maltrates ms, Chapo.CHAPO.-Pues cllese entonces.DON JESS.-(Envalentonndose poco a poco.)As no me voy a callar nunca... Pinsalo: yo te puedo fregar ms que ninguno.CHAPO.-Son amenazas?DON JESS.-Tmalas como quieras. Estoy viejo, pero todava tengo lo que hay que tener para matar a un cristiano... Con mi vieja no te metas.CHAPO.-Yo me meto con quien se me da la gana.DON JESS.-Con mi vieja no, Chapo; con mi vieja no...(Chapo sale de la bodega. Se oscurece el edificio. Se enciende el rea policial en el ngulo a donde Jacinto lleg con Mungua.)JACINTO.-(Completamente sobrio.)Cmo no voy a estarle agradecido si me tendi la mano y me dio trabajo cuando llegu a Mxico... Para qu me quedaba en mi pueblo: all noms haba malos recuerdos.(Pausa.)Yo tena un hijo, sabe usted? El nico del que estaba seguro que era mo. Los dems quin sabe, se hablaba tanto de la Rosa. Pero de l s estaba seguro porque cuando se lo hice andbamos lejos de Ixtln y la Rosa no pudo ver ms hombre que yo durante meses y meses. Era el chamaco ms vivo del mundo! Se parecera a m; no era chilln, ni remilgoso, ni pegado a su madre. Se le miraba ya el entendimiento avispado y por eso yo me lo llevaba a explicarle cmo es la gente y cmo es que el sol s dejar ver con un lado y se mete por el otro... Una noche me qued con l en el cerro noms para cumplirle la curiosidad que el chamaco tena de ver las estrellas y sentir el fro del monte y or al coyote. Y cuando le ense a cazar vboras! Y cuando lo llev a romperle todito el hocico al chamaco granduln de Juan Jos! Le parti la boca. Era de asombrarse ver cmo tiraba golpes y cmo el escuincle granduln no vea la suya; porque mi hijo era de los escurridizos: saba meter la trompada, y salir, y volver a meterla. Y era chiquin con su padre, adems. El nico chiquin. Si no me quise ir a Guadalajara, fue porque ni modo de llevrmelo, pero ni modo tampoco de dejarlo all: cmo me iba a pasar tanto tiempo sin verlo. Me atoraba en el pueblo, y haca mis planes para despus: para cuando mi hijo estuviera grande. Entonces s: a dejar las tarugadas de andar cargando trnsitos y estadales y metiendo estacas por una paga miserable. Me llevara a mi chamaco a trabajar en lo que fuera y en donde fuera. Tena mis planes; pero aquel da, cuando llegu del trabajo con los ingenieros, cuando entr en la casa... me voy enterando de la desgracia. Mi hijo, mi muchachito, el condenado escuincle que slito slito se traa asoleados a los mocosos del pueblo, el prieto vaciado, listo como su padre y salidor como su padre, mi hijo... me lleva la chingada!, Se estaba muriendo all adentro. Dicen que andaban jugando y que un mocoso, sin querer, lo descont de una pedrada. l y otro granduln, el de Juan Jos, jugando jugando descalabraron a mi hijo y eran unos chorros de sangre que no se le queran quitar ni por todos lo santos del cielo. Ya cuando llegu estaba muerto el pobrecito. Por qu tena que ser mi hijo! Qu fregados le hice yo a la virgen del Sagrario para que se lo llevar?(Pausa.)Ora tendra la edad de Isidro; sus mismos ojos, su mismo pelo, su misma cara de hijo mo. Sera igualito a Isidro... Por eso dej mi pueblo y me vine para Mxico. Aqu conoc al Chapo, y l me ayud y me dio trabajo y me quit los recuerdos.(Abandona el rea policial, que se oscurece, y entra en el edificio, que se enciende y en el que slo se advierte al Chapo. Avanza hacia l totalmente ebrio.)Verdad que t me diste trabajo y me quitaste los recuerdos?(Transicin. Violento.)Pues no porque sea tu amigo te voy a lamer las patas, desgraciado. Ya me s de memoria tus modos: dizque me ayudas y ya con eso piensas: a este pendejo me lo ech a la bolsa, de hoy en adelante me voy a chupar de su raya todo lo que quiera. Y vas y le dices al ingeniero que necesitas pagarme ms, y el ingeniero te suelta ms lana, que t te clavas seguro de que ni yo ni nadie va a protestar por que te debemos favores y porque nos faltan gevos. Nos compras como si furamos putas, Chapo. Pero todo tiene un lmite. Te lo digo yo. yelo bien: te lo dice Jacinto Martnez. Sabes quin es Jacinto Martnez? No, Chapo, no sabes. Para ti. Jacinto Martnez es un pobre buey que se vino a la capital porque andaba muerto de hambre. All en Ixtln tena mi casa, mi mujer, mis hijos, mis animales. Tena chamba, buena chamba, no estas porqueras de trabajo. Y adems haca otras cosas, para que lo sepas. La gente me respetaba. De decir, cuando no saban algo o cuando tenan dudas de hacer esto o aquello, agarrar un trabajo o no agarrarlo, escribir una carta, arreglar un asunto legal; de decir: hay que pedirle consejo a Jacinto Martnez. Y me iban a ver. A veces hasta hacan cola porque yo no me daba abasto para aconsejar a tanta gente. Uno iba a verme porque se quera ir de bracero. Y yo le planteaba la cuestin. Otro porque su tierra ya no daba ni huizaches. Y yo le deca que la tierra es como una hembra, que dejara descansar a su tierra una temporada. Otro tena problemas por haberse escabechado a un fulano. Y yo le deca dnde esconderse. As como te cuento y todava ms. Me respetaban, te digo. Era Jacinto Martnez, no cualquier indio desarrapado... No me vino a la capital por falta de dinero, ni por muerto de hambre, ni por nada de lo que t crees, Chapo. Me vine porque se me dio mi regalada gana. Ya es tiempo de que cambies de parecer. Qu bueno que aqu se rompa la amistad porque ahora vas a saber quin soy yo y de qu tamao me las gasto. Me debes muchas humillaciones y me las voy a cobrar todas juntas. Hasta no verte en la crcel voy a sentirme contento, Chapo.(Regresa con Mungua al rea policial, que se enciende. Se oscurece el edificio.)MUNGUA.-Eso quisiera, verlo en la crcelJACINTO.-(Sobrio.)No.MUNGUA.-Para vengarse.JACINTO.-No es cierto.MUNGUA.-Para quedar libre.JACINTO.-No.MUNGUA.-Lo odiaba. Lo odi siempre.JACINTO.-No es cierto, era mi amigo. Todo lo que le debo son favores. Cmo no voy a estarle agradecido si me tendi la mano y me dio trabajo cuando llegu a Mxico.(Se oscurece el rea policial. Se enciende el edificio; es de noche. Isidro llega corriendo a la bodega.)ISIDRO.-Ya se me hizo con la Celerina, don Jess. El domingo la voy a llevar a Chapultepec.(Advierte a don Jess con el rostro oculto entre las manos.)Qu le pasa?DON JESS.- Vete.ISIDRO.-Est llorando? No me digas que est llorando.DON JESS.-S, estoy llorando. Y ahora cgelo a burla. Va a contrselo a todo mundo. Don Jess estaba chillando como una vieja.ISIDRO.-Qu le pasa?DON JESS.-As mismo: como una vieja.(Pausa.)Todo se acaba: se acaba el valor, se acaba la hombra. Llega la vejez y las tripas se ponen aguadas, se nos apachurra el corazn. Corazn zangoloteado por las decepciones y por la soledad. Pero nadie ms que yo tiene la culpa. Cre encontrar en los ltimos das de mi vida un poco de consuelo, y me traicionaste, Isidro.ISIDRO.-Pero yo qu le he hecho.DON JESS.-Aqu se acaba todo entre nosotros.ISIDRO.-No le he hecho nada, don Jess.DON JESS.-Una chamaquita se llev a mi Isidro para siempre.ISDRO.-Celerina?DON JESS.-Y no es que tenga nada contra ella, al contrario: t sabes el gusto que me da. Pero esperaba que ya de perdida la trajeras por aqu una nochecita, a presentrmela.(Animndose.)Ella necesita consejos como los que yo te di.(Pcaro, confidencial.)Una nochecita me la traes. Me dejas hablarle a sola un ratito y yo te la devuelvo bien aleccionada. Le quito los miedos y le enseo las coas que debe dejarse hacer de ti, para la salud de su cuerpecito y para tu felicidad. Yo siempre pienso en tu felicidad, Isidro.ISIDRO.-Ora s que no le entiendo.DON JESS.-Bien que me entiendes.(Brusca transicin. Muy alertado.)Shhh, esprate. No oyes?... El edificio!ISIDRO.-Est temblando?DON JESS.-No no, es cosa de sentir.(Pausa.)Las cosas sienten, sabas eso? Cuando serruchas una tabla es igual que cuando le arrancas una rama a un rbol, igual que si le quebraras una pata a un perro, como si a ti te troncharan un dedo. Las cosas tienen vida. Lo s desde cuando era como t. Me acuerdo que tena un cuchillo, y en un cuchillo todava es ms eso que te digo: lo agarras fuerte fuerte, y hasta se le sienten las pulsaciones.ISIDRO.-Voy, por qu?DON JESS.-Porque as es. Noms ponte a pensar y vers.(Conduce a Isidro fuera de la bodega.)A poco no le tienes cario al edifico, Isidro. De eso que te le quedas mirando y lo quieres.ISIDRO.-Por qu?DON JESS.-Por muchas cosas... Yo hasta me pongo a hablar con l. Y vieras, Isidro, me oye el cabrn. Hasta me contesta. No con palabras as como la de nosotros, sino ruidos y rechinidos y una bola de modos que l tiene para platicar. Ah estn los olores. Cuando huelo mucho a yeso es que me est diciendo: hace fro. Y voy y me echo la cobija encima... Ahorita que todo est en silencio nos est hablando... Shhh, no oyes nada?ISIDRO.-Qu?DON JESS.-Ese ruido.ISIDRO.-Dnde?DON JESS.-ilo.ISIDRO.-Es el aire.DON JESS.-Claro que es el aire, pero ilo cmo zumba, ilo. Algo me quiere decir.ISIDRO.-Voy, qu cosa.DON JESS.-Todava no s. Es cuestin de ponerse a averiguar... Si por eso te digo que lo quiero, porque me avisa. Y t tambin quirelo, Isidro. S s, quirelo, no te ras. Porque si no es por este edificio, cundo me vas a conocer a m, cundo vas a conocer a la Celerina.(Regresa a la bodega. Se sientan en el catre. Pcaro.)Entonces en qu quedamos? Vas a traerme una nochecita a la Celerina para que la aconseje?(Transicin. Tierno, mientras empieza a acariciarlo.)Isidro... mi muchachito.(Se oscurece el edificio. Se enciende el rea policial donde Jacinto contina frente a Mungua.)JACINTO.-Era un viejo maldito, pero a m qu. A m no me importaban sus sinvergenzadas. Si de veras se rob la cartera del Nene, como dice, me da igual... Pero no tena derecho a meterse con Isidro.(Sale del rea policial, que se oscurece, y entra en el edificio suavemente iluminado. Encuentra a Isidro saliendo de la bodega.)Por qu, Isidro?... Yo quera que te hicieras hombre hecho y derecho y aprendieras a ganarte la vida t slito, sin necesidad de mendigar nunca trabajo ni de pedir prestado a todo el mundo. Para que te hicieras hombre te gritaba; para que te hicieras hombre te mandaba de un lado para otro. Me gustaba traerte a raya y exigirte como a ningn pen le exig nunca. Quera verte reventar; orte decir me largo y no volverte a ver en toda mi vida. Pero ah estabas desde muy temprano, puntual, corriendo corriendo como una rata para cumplir con todos los mandados, hasta con los ms idiotas. Nada se te haca trabajoso, a todo decas que s; y se te escurra la baba o te ponas como un jitomate cuando yo te regaaba por dejar tirada la manguera, siendo que a m la manguera me importaba una fregada... Por qu te quedabas con el viejo, Isidro? Qu no te diste cuenta, o qu? Te gustaba el viejo, Isidro? Y qu pues con la Celerina! No te gustaba ms la celerina?... No debiste hacer amistad con l; debiste hacerla conmigo porque yo nunca te iba a tocar tu pellejo de hombre, que es muy tuyo y que slo a una vieja se le ofrece, oste? El pellejo de un hombre es noms para el pellejo de una hembra que tambin tenga lo suyo y a la que puedas dejar cuando se te d la gana para largarte conmigo por ah, a averiguar qu tan lejos llevan las veredas y qu tan largos son los caminos. Nunca nos quedaremos ms de dos meses en un pueblo porque es como el hombre se echa a perder. Trabajaremos por nuestra cuenta, sin depender ms que de los ingenieros. Yo maestro de obras y t mi oficial. Nos la sabemos todas de todas. Ustedes noms digan lo que quieran y nosotros a darle. Vamos a ganar nuestra lana para hacernos una casita en cada lugar bonito; o no hacer nada, mejor viajar como te digo de un lado a otro, entrndole a las obras grandes cuando las haya, o agarrando chambas de lo que sea cuando llegue la de malas y tngamos que dormir en el cerro porque ni siquiera hay dinero para la fonda. A cazar vboras! Dos pesos por cada vbora muerta. Uno cincuenta, ni nosotros ni usted. Ya te fijaste cmo se le hace, Isidro? Apenas oigas el zumbido, ponte abusado, que no se te escape ni una. Oste el coyote? se mero es. No tengas miedo, ests conmigo. Mira la luna, cuenta las estrellas. A ver, quin tiene ms que nosotros que tenemos de techo todo el canijo cielo.ISIDRO.-(Temblorosos.)Don Jess...JACINTO.-Ya no pienses ms en don Jess. Est muerto. Lo mataron los endemoniados.(Se oscurece el edificio. Se enciende el rea policial. Sergio est frente a Mungua en la misma situacin de la escena entre ambos, en el primer acto.)MUNGUA.-Por eso dej que don Jess pervirtiera a Isidro. Ya no estaba en el seminario, ya no era su misin salvar a los dems.SERGIO.-Yo no poda hacer nada.MUNGUA.-No quera hacer nada.SERGIO.-Era intil!MUNGUA.-Era un crimen.SERGIO.-Era intil, intil.MUNGUA.-Pero si hubiera hecho algo, tal vez don Jess no hubiera abusado de su hermana.SERGIO.-Eso no es cierto.MUNGUA.-Usted sabe que s.SERGIO.-Son mentiras. Inventaron esa historia para achacarme el crimen.MUNGUA.-Nadie ha inventado nada.(Pausa. Se ilumina lentamente el edificio.)Aquella noche recuerda? Su hermana Celerina sali de su casa a escondidas, pensando que usted estaba dormido. Isidro la esperaba en una esquina y con l se fue hasta la obra.(Isidro y Celerina entran al escenario. La accin de ellos y de don Jess ilustra, en silencio, la narracin de Mungua.)Ya era muy noche, no haba nadie, solamente don jess. Entraron despacio, muy despacio, con miedo. Isidro le haba dicho que el viejo quera platicar con ella un ratito para conocerla mejor. Entraron en la bodega; estaba haciendo fro. Don Jess se alegr mucho de verlos y poco a poco, con su pltica, con sus modos, empez a ganarse la confianza de Celerina... Luego de un rato Isidro se levanto diciendo que iba a la farmacia por unas medicinas para el viejo. Cosa noms de dos segundos, dijo, y se fue. Celerina qued a solas con don Jess, frente a aquellos dos ojos de lumbre que la miraban y la miraban, y frente a aquella voz que empezaba a decirle de su vestido, de su pelo, de sus ojos, de sus manos, de su piel suavecita. Cele, no pudo gritar, era tan dbil, tan frgil: una palomita presa en las garras del diablo.SERGIO.-(Gritando.)No es cierto, no es cierto!(Sale.)(Se oscurece el edificio. Mungua va a ir tras Sergio, pero lo detiene la entrada de Dvila y Prez Gmez en el rea policial.)DVILA.-Djalo, Mungua, ya no tiene caso.MUNGUA.-(Violento.)Quin los llam?(Dvila le tiende una hoja de papel.)PREZ GMEZ.-Te hablan all arriba.(Mungua toma el