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LOLA OBLIGADO DE BLOUNT “DEJE ARGENTINA POR AMOR, PERO MI CORAZON SIEMPRE ESTARA EN AQUELLAS PAMPAS DE ENSUEÑO” La tataranieta de Luis Obligado y Saavedra –propietario del campo de Ramallo donde se libró la batalla de la Vuelta de Obligado– está considerada una de las decoradoras más importantes de Gran Bretaña. Junto a sus dos hijos, abre las puertas de Bloxham Grove , su casa en la campiña de Oxfordshire, una construcción de 1740 Construida a mediados del siglo XVIII, la casa de los Blount Obligado cuenta con seis habitaciones y un extenso parque con caballerizas. Allí, Arthur y John –los hijos de la decoradora– crían a los caballos con los que juegan al polo en sus respectivos colegios, Stowe y Harrow.

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LOLA OBLIGADO DE BLOUNT“DEJE ARGENTINA POR AMOR, PERO MI CORAZON

SIEMPRE ESTARA EN AQUELLAS PAMPAS DE ENSUEÑO”

La tataranieta de Luis Obligado y Saavedra –propietario del campo de Ramallo donde se libró la batalla de la Vuelta de Obligado– está

considerada una de las decoradoras más importantes de Gran Bretaña. Junto a sus dos hijos, abre las puertas de Bloxham Grove, su casa en la

campiña de Oxfordshire, una construcción de 1740

Construida a mediados del siglo XVIII, la

casa de los Blount Obligado cuenta con

seis habitaciones y un extenso parque con

caballerizas. Allí, Arthur y John –los hijos de la

decoradora– crían a los caballos con los que juegan al polo en sus respectivos colegios,

Stowe y Harrow.

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te James Blunt, y en 1990 se radicó en Londres. “De chica siempre decía que cuando viajara a Europa iba a hacer un largo viaje. Recuerdo que cuando en 1985 partí de vacaciones al Viejo Conti-nente, algo en mi corazón me decía que no volvería más a Argentina. Y así fue”, confiesa. Seguramente pocas veces ima-ginó que hoy sería considerada una de las decoradoras más cotizadas de Ingla-terra y que el diseño de interiores sería su verdadera vocación.

Madre de dos hijos, John (20) y Ar-thur (18), divide sus días entre su de-partamento de Londres y su campo en Oxfordshire llamado Bloxham Grove. Allií recibió a ¡Hola! Argentina y relató su his-toria, la de una mujer que dejó todo por amor y cuyos diseños son publicados en las principales revistas de decoración del Reino Unido. “Aunque es un país fantás-

Derecha: con un conjunto de Max Mara, posa junto a Twister y Viuda, dos de las yeguas de sus hijos. Abajo: John se prepara para taquear en el Club Kirtlington de Oxford. Abajo,

derecha: vista trasera de la casa que, tras dos años de trabajos de remodelación, se convirtió en el refugio de Lola durante los fines de semana. “Estoy muy ilusionada: en el otoño voy a empezar a trabajar en la reconstrucción de un ala de la casa que en 1930 fue demolida por

peligro de derrumbe”, confiesa.

S u apellido nos remonta a la batalla de la Vuelta de Obligado. Descen-diente de un linaje patricio que

marcó la historia argentina, Lola es la tataranieta de Luis Obligado y Saave-dra, propietario del campo ubicado en Ramallo (provincia de Buenos Aires) en el que Lucio Norberto Mansilla y sus tropas se enfrentaron a Francia y Gran Bretaña. Durante su infancia, pasó los veranos en el castillo del campo, cons-truido por el arquitecto alemán Adolfo Büttner en 1896. Por aquel entonces, Lola se fascinaba con las dimensiones del lugar y le encantaba jugar a decorar sus más de veinticuatro habitaciones. Luego la vida la llevó a convertirse en funcionaria de las Naciones Unidas y a radicarse en Europa. Ahí conoció a Charles Blount, un ex combatiente de Malvinas y primo hermano del cantan-

“Mis hijos empezaron a montar a los 2 años con una petisa llamada Mechita. Luego

comenzaron a jugar al polo en Argentina, en la ciudad de Lincoln, con los Ulloa, y siguieron en

Lobos con el equipo La Alegría”

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tico y Londres es mi capital favorita en el mundo, creo que no podría vivir sin visitar Argentina regularmente”, confie-sa Lola, aficionada al polo y amante de la vida campestre.

–¿Cómo conociste a tu marido?–En 1988, yo vivía en Ginebra y deci-

dí no pasar Navidad en el castillo [así se refiere al campo familiar] como lo hacía todos los años. Con un grupo de amigos, nos fuimos a Verbier para disfrutar de la temporada de esquí, y la primera noche salimos a bailar al conocidísimo Farm Club, donde me encontré con unos vie-jos amigos. Ellos querían presentarme a alguien que vivía en Estados Unidos y que esa noche estaba con ellos. Lo que no me contaron fue que Charlie perte-necía a los Scots Guards, uno de los re-gimientos de la Reina, y que había com-batido en la Guerra de Malvinas. Yo, muy amante de mi país, no sabía qué hacer, pero esa noche estuvo tan simpático que no nos despegamos durante los diez días que pasamos en las montañas. Después, él regresó a Londres y yo a Ginebra y me imaginé que todo terminaría allí. Solo pasaron dos semanas y Charlie y yo nos volvimos a ver. Desde entonces, empe-zó una lista interminable de viajes entre Suiza e Inglaterra y otros tantos por toda Europa. Un año más tarde, ¡me propu-so casamiento! Obviamente, yo quería

Gran anfitriona, con un vestido de terciopelo de la prestigiosa marca irlandesa Avoca, se prepara para recibir invitados. La mesa, hecha en madera y acero inoxidable, es una creación de la diseñadora. Con vajilla de Designers Guild y flores cortadas del jardín de Bloxham Grove,

el comedor refleja el espíritu de la campiña británica. El empapelado con maxicubiertos es creación de Tracy Kendall, uno de sus diseñadores favoritos. Izquierda, arriba: Lola en pleno momento de creación. Izquierda, abajo: la gran cocina, donde la dueña de casa despliega su afición por la gastronomía. “Amo cocinar para mis amigos. Mi chef inglés favorito es Marcus

Wareing, el chef patron del renombrado Berkeley Hotel”, confiesa.

“Adoro la campiña inglesa, pero también me encanta pasar largas temporadas en los campos

de mi familia en Argentina. Disfruto muchísimo de los asados del domingo con mis amigas del colegio

Jesús María y del Abierto de Polo”

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casarme en Buenos Aires, por lo que de-cidimos organizar la boda en diciembre del año siguiente, así la mayoría de nues-tros amigos podían acompañarnos. La fiesta fue en el Círculo Militar y ¡tuvimos que esconder que Charlie era británico y ex militar!

–Ya casada, viviste más de tres años en Argentina.

–Así es. En 1999, me mudé a Buenos Aires porque quería que mis hijos fueran al colegio en mi país para que aprendie-ra bien el español y conocieran de cerca sus orígenes. Fue una experiencia única. Para mí también fue un período muy sig-nificativo porque abrí mi primera galería de arte contemporáneo que bauticé con

mi nombre, Dolores Obligado. En 2003, dejé Argentina con mucha pena porque mis chicos tenían que volver al colegio en Inglaterra, donde eran pupilos.

–¿Cómo te sentís viviendo en un país tan lejano?

–Así como adoro la campiña inglesa, también me encanta pasar largas tem-poradas en los campos de mi familia en Argentina: La Fortuna (San Pedro) y El Castillo de Obligado (Ramallo). No hay nada que disfrute más que los asados del domingo con mis amigas del colegio Je-sús María y ver el Abierto de Polo, un clá-sico que nunca me pierdo. Amo el norte argentino con sus cielos azules y sus mon-tañas multicolores y la enorme Patagonia.

Mi lugar favorito es Traful, donde siempre que podemos vamos de pesca. Londres me parece única por su mezcla étnica, su vida cultural, su moda, sus restauran-tes… En junio, Ascot y los derbies son dos eventos a los que me encanta ir porque es genial ver el espectacular display de som-breros. Y ni hablar de la Copa de Polo de la Reina y Wimbledon.

–¿Qué es lo que más disfrutás de tus weekends en el campo de Oxfordshire?

–Este lugar me da la paz y tranquili-dad que la ciudad me quita. Disfruto mucho de saltar a caballo y las cacerías de zorros. Hace tres años, comencé a cazar y jamás creí que con ese deporte sentiría la misma adrenalina que siento

Lola eligió un género de Penny Morrison, una de las revelaciones en el diseño británico, para hacer los edredones para el cuarto de huéspedes.

Izquierda, abajo: detalle de un placard en el que la decoradora instaló un lavamanos. Derecha, abajo: gran coleccionista, en uno de los pasillos de su

casa luce obras de artistas de estilos tan distintos, como la sueca Ann-Caroline Breig y la británica Sophie Macpherson.

“Mi estilo para decorar es completamente ecléctico, porque me divierte muchísimo mezclar para lograr algo excepcional”

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con el esquí. Es fabuloso ver pasar las estaciones del año aquí. La llega-da del otoño, por ejemplo, es un es-pectáculo de colores mágicos. Con mi marido hacemos caminatas que no cambiaríamos por nada.

–¿Cómo llegaste a la decoración?–Tras pasar varios años en el mun-

do de la diplomacia, un día decidí que era el momento de volcarme a lo que siempre me apasionó, el arte. Me inscribí en la Inchbald School of Design, donde me gradué como decoradora de Interiores en 1996. La mayoría de mis proyectos los hice en casas de Londres, Oxford-shire y Suiza.

–¿Cómo definirías tu estilo? –Creo que es completamente

ecléctico, porque me divierte mu-chísimo mezclar y lograr algo ex-cepcional. Pero también aprendí con el paso del tiempo a escuchar a mis clientes y jamás imponer mi

estilo por sobre el gusto de ellos. –¿Cuáles son tus proyectos en la

actualidad?–Estoy trabajando en un town-

house en Eaton Square (Londres), en un cottage en los Cotswolds (Gloucestershire), en un depar-tamento en el centro de Oxford y en un emprendimiento inmobilia-rio en Oxfordshire. El resto de mi tiempo lo ocupo en el desarrollo de una página web llamada shopon-line.com, en la que voy a vender mi línea de objetos “Certain Design”. El mundo de la decoración es fas-cinante, ya que un día puedo hacer algo totalmente vanguardista para un cliente alemán y otro, algo ex-tremadamente clásico para un prín-cipe árabe.•

Durante sus días en Oxfordshire, maneja el camión para transportar los caballos con los que sus hijos juegan al

polo. Muy argentina, con camisa de patchwork, bombacha de campo y alpargatas, se prepara para pasar una tarde viéndolos taquear. Izquierda, abajo: momentos antes

de despedirse de ¡Hola!, al volante del camión en el que transporta los caballos.

Texto y producción: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Alejandro Querol

“Con mis hijos comparto la pasión por los caballos. Todos los años, organizo cabalgatas con mis amigas. La última la hicimos por el desierto Wadi Rum

(Jordania) y la próxima será por la Ruta de la Seda (Mongolia)”