lo que va una casa para dios

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La importancia del templo la casa para Dios, veamos los contrastes del ayer y del hoy en un lugar no muy céntrico...

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    Lo que va de ayer a hoy

    Historias bblicas de ayer que

    se repiten hoy

    Una casa para

    Dios (1 Crnicas 17:1-27)

    AYEr

    Aconteci que morando en su casa, dijo David al

    profeta Natn: He aqu que yo habito en casa de

    cedro, y el arca de la alianza de Jehov debajo de

    cortinas.

    As ha dicho Jehov: T no me edificars casa en que habite. Porque no he habitado en casa alguna

    desde el da que saqu a los hijos de Israel hasta hoy;

    antes estuve de tienda en tienda, y de tabernculo en

    tabernculo. Por dondequiera que anduve con todo

    Israel

    Y cuando tus das sean cumplidos para irte con tus padres, levantar descendencia despus de ti, a

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    uno de entre tus hijos, y afirmar su reino. El me

    edificar casa, y yo confirmar su trono eternamente.

    Unas veces pareca que Dios quera que le hicieran

    un templo, otras veces pareca que no. Necesita Dios

    un templo para resguardarse de la lluvia?; no es su

    templo el mundo entero?

    Entre dimes y diretes, que si s, que si no, al final fue

    Salomn quien construy el templo. Mand traer de

    muy lejos maderas de cedro, levant altares, colg

    cortinajes, consigui vasos e incensarios para que el

    pobre Jehov se sintiera bien instalado.

    Un millar de hombres estuvieron trabajando Para

    levantarlo.

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    Pero para qu tanto trabajo?.

    Cuatro siglos despus el rey Nabucodonosor

    destruy aquel monumento.

    El rey Zorobabel se decidi a reconstruirlo, ms

    sencillo que el anterior. Despus el tirano Herodes,

    en plan publicitario, mand arquitectos que lo

    mejorasen para ganarse a su pueblo oprimido. Ese es

    el templo que Jess conoci.

    Cuarenta aos despus de su muerte y resurreccin,

    los romanos destruyeron Jerusaln y con ella el

    templo. Hoy slo queda el muro de las lamentaciones.

    Parece que Dios no se quej de todas esas

    construcciones y destrucciones.

    A los seguidores De Jess no se les ocurri pensar en

    templos.

    Bastante tenan con el recuerdo del antiguo de

    Jerusaln donde la haban pasado tan mal.

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    Durante tres siglos no necesitaron templos para las

    sencillas comidas donde su sacrificio era partir y

    repartir trozos de pan, pasarse de uno a otro la copa

    de vino. Para eso no echaron de menos un templo.

    Una casita con sala y mesa grande para reunirse les

    bastaba.

    Hasta que la gente importante del imperio romano

    empez a regalarles edificios, a veces antiguos

    salones, tribunales de justicia, que se fueron

    arreglando y transformando en templos.

    No quiero hacer una historia detallada de los edificios

    sagrados, pero ya saben que hoy

    Hoy

    Los seguidores del humilde obrero de Nazaret se

    fueron animando. No le preguntaron a Dios si le

    interesaba tener un templo.

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    Simplemente empezaron a construir capillas,

    parroquias, catedrales cada vez ms grandes y bellas.

    En ellas entran hoy alternativamente los creyentes y

    los turistas.

    A esos templos les llaman iglesias, sin darse cuenta

    de que la palabra iglesia (ecclesia) quiere decir

    asamblea, la gente reunida, aunque se junten en

    medio del campo.

    A veces los creyentes primero construyen el templo y

    luego intentan, dentro de l, orar, escuchar la Palabra

    y vivir como buenos hermanos. No siempre lo

    consiguen. A veces en el templo se rene gente

    separada por su carcter, por clase social, por su

    individualismo, por enfrentamientos y antipatas.

    Pero Dios se sigue riendo de aquellos grandes

    templos y susurra al corazn de quien quiere

    escucharle que a l no le hacen falta templos. Y

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    algunos corazones le contestan en silencio que a l,

    Dios, no le harn falta pero a ellos s, para que no

    les tueste el sol o les dejen a remojo los chaparrones.

    Ellos no esperan a que algn emperador les construya

    una catedral. A dems donde ellos viven no hay sitio

    para catedrales, ni para emperadores.

    Ellos viven en una aldea en los montes de Alta Verapaz. Se llama el pueblito San Juan Cruz de

    madera (Ahora no les cuento por qu).

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    Un da se juntaron y decidieron que ya tenan lo

    principal para construir su capilla: la fraternidad, la

    amistad y la fe. Solo les faltaban los bloques, el

    cemento, el piedrn y un helicptero para subir todo

    aquello por encima de los empinados senderos del

    bosque.

    Pues ah tienen a los vecinos de San Juan,

    echndose al hombro sus mecapales sus morrales y

    sus rebozos, bajando a la carretera hasta donde

    llegaban las camionetas y pick-ups para recoger los

    materiales. Luego es cuestin de dos horas por las

    cuestas de la selva. Hombres, mujeres y pequeos,

    cada uno con el peso que crea capaz de cargar,

    subiendo entre rocas y lodo, como quien va de paseo

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  • 10

    Me magino que ya se dieron cuenta de que todo ese

    peso no era para hacerle una casa a Dios sino para

    construir, para ellos mismos, su casa del pueblo

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    Del pueblo de Dios.

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    Un galponcito donde no slo levantar los brazos al

    cielo sino alargar las manos a las hermanas,

    hermanos, a los que necesitaban ms que la luz

    elctrica que no tienen, ms que la televisin que no

    llega, ms que las promesas de los polticos que all

    tampoco llegan, porque esos montaeses no son gente

    interesante para su partido.

    Ellos van subiendo por la selva los bloques, el

    cemento, con el fondo musical de una radio de

    bateras y la risa sin bateras de los pequeos,

    cargados con unos puaditos de piedrn.

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    Al llegar arriba sueltan la carga junto a los tablones

    de la futura catedral, se sientan, comen y respiran esperanza.

    Dentro de algunas semanas subir el padre,

    resbalndose en el lodo para celebrar con ellos la fe.

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    Ellos ya la llevan celebrando cuesta arriba desde

    hace aos con el catequista y el ministro de la

    eucarista, compaeros campesinos.

    Cado se escribe esto, ya ven, est la capilla sin

    terminar.

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    Pero ya est muy adelantada la fraternidad, la vida

    compartida, la esperanza, la presencia de aquel

    albail y carpintero, Jess, que nunca tuvo templo.

    Esos son los autnticos materiales que forman la

    iglesia. Lo dems solo es para hacer ambiente.

    Fotos de la aldea San Juan realizadas por Walter Ixim, vecino de la misma.