lo que el arte aporta a la sociología

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Lo que el Arte aporta a la Sociologa

Lo que el Arte aporta a la Sociologa

La sociologa, como discurso cientfico, tuvo en el siglo XX su momento de esplendor, en particular durante los aos sesenta, para hacer inmediatamente en una gran crisis, al menos en Europa y Estados Unidos, y en consecuencia en Amrica Latina, en la dcada siguiente.

El hecho de que nombres como Herbert Marcuse, Teodoro Adorno, Carlos Marx y Max Weber aparecieran en los titulares de los peridicos seguramente hizo pensar a muchos que Augusto Comte tenia razn y que la sociologa era la reina de las ciencias.

Sin embargo, pronto se hizo evidente la incapacidad de la sociologa para enfrentar problemas especficos. Esta incapacidad no solo de responder preguntas concretas sino de proporcionar marcos de referencia se hizo evidente en la cada del muro de Berln, la desintegracin de la unin sovitica y el surgimiento de los conflictos religioso-culturales en los antiguos pases socialistas.

Ningn miembro de la academia sociolgica previo la magnitud de estos fenmenos sociales y fueron los periodistas y analistas editoriales quienes asumieron la responsabilidad de explicar los sucesos.

En algunas reas especificas, como la sociologa del trabajo y sus implicaciones en la organizacin laboral, se tuvo xito, pero en las esferas de conocimiento general la arrogancia de los esquemas preconcebidos impidi aportaciones tiles.

En donde seguramente hizo aun mas falta una actitud humilde y pudorosa por parte de los cientficos sociales es sin duda el arte, pues tendieron a reducir la explicacin del fenmeno artstico a la determinacin de las condiciones econmicas y sociales a un mero reflejo de esto, bien a minimizarlo en trminos de simples cuestiones estadsticas sobre las tendencias del gusto del estudio de la asistencia de publico a actividades artsticas, hecho que revelaba, por un lado, una gran soberbia y, por el otro, un notable desprecio por una de las actividades humanas y sociales mas ricas y mas complejas, de la cual se podan desprender mltiples experiencias aplicables a otros ordenes de la vida social: desprecio incomprensin?.

Es por eso que tan solo que el titulo de la obra de Nathalie Heinich, Lo que el Arte aporta a la Sociologa, es ya una propuesta original que sin duda alguna cambia la percepcin de muchos socilogos que todava pretenden a partir de las generalizaciones del marxismo y del estructural-funcionalismo, explicar la realidad social.

Uno de los hechos que inevitablemente tuvo que asumir la sociologa fue el lugar que ocupa en la realidad el azar, la imposibilidad de explicar en periodos cortos las tendencias de los acontecimientos sociales.

No sin razn, Pierre Bourdieu escribi un libro titulado La Place au Dsordre, el cual, con un solo enunciado, echaba abajo los rgidos mecanismos con que el marxismo y el positivismo elementales pretendan explicar la realidad.

No hay tema mas ejemplificador dentro de este inevitable desorden que el del arte, pues la enorme subjetividad de toda apreciacin esttica, el carcter multifactico de los actores y la caprichosa conducta de las corrientes artsticas impiden a la sociologa dogmtica entender la riqueza y la complejidad del fenmeno.

Es por eso que, en este texto, Nathalie Heinich propone, en lugar de concebir a la sociologa como una posible va que contribuya a explicar el fenmeno del arte, invertir tales trminos y considerar lo que el arte puede aportar a la sociologa, lo cual no solo enriquece enormemente la posibilidad de comprender el arte sino que brinda una perspectiva mas enriquecedora de s misma a la sociologa.

En resumen tenemos lo individual opuesto a lo colectivo, el sujeto a lo social, la interioridad a la exterioridad, lo innato a lo adquirido, el don natural al aprendizaje cultural: el arte es, por excelencia, el terreno en que se afirman los valores contra los cuales se constituyo la sociologa.

Dos soluciones se presentan al socilogo. La primera consiste en situar su objeto (el Arte) dentro de los marcos epistemolgicos de su disciplina (la Sociologa) y mostrar que el arte es, de hecho, un fenmeno colectivo habitado por lo social, condicionado por el exterior, determinado por propiedades esencialmente adquiridas, arraigadas en una cultura: esto es la que sociologa aporta al arte.

La segunda solucin es totalmente diferente: no consiste en proceder a la inversa, como quisiera el paradigma esttico que, al subordinar los marcos sociolgicos al sentido comn, proclama la irreductibilidad del arte a los social; consiste mas bien en abrir los marcos de la disciplina sociolgica para tomar tambin por objeto al arte como lo viven los actores. Las representaciones que se forman de l y que, llegado el caso, tambin se forman los socilogos no son entonces aquello en contra de los cual, sino aquello a propsito de lo cual se constituye la verdad sociolgica.

En la medida que al arte se le asocien espontneamente dos valores antinmicos de la postura sociolgica, como lo son la exigencia de singularidad y la de universalidad, el arte permite, mas que cualquier otro objeto, reconsiderar, y a veces abandonar derribar, cierto numero de posturas, rutinas y hbitos mentales anclados en la tradicin sociolgica por lo menos en una determinada manera de practicar una disciplina. Tal operacin ocasiona desplazamientos que afectan no solo a la sociologa del arte, sino tambin el ejercicio de la sociologa en general, atravesada por la cuestin del arte como por un parteaguas que obliga a redistribuir tanto los enfoques metodolgicos como los tericos.

Observaremos entonces aqu, no ya lo que la sociologa aporta al arte, sino lo que el arte puede aportar a la sociologa, en cuanto se toma por objeto la manera en que lo perciben los actores. Esto permitira clarificar cierto numero de avances realizados por tendencias recientes de la sociologa: tendencias que, desde luego, no necesitaron intereses en el arte para surgir, pero que, por la cuestin de los valores artsticos, se vuelven particularmente inevitables para el investigador y singularmente legibles para quien se interesa en la historia de las ciencias sociales.

Esta puntualizacin tambin se planteara, para el socilogo del arte, como una manera de salirse de sus campos de especializacin, no para abandonarlo sino, al contrario, para desenclavarlo y arrancarlo del prestigioso pero minsculo gueto en que est confinado: enclave y aislamiento cuyas causa deben buscarse en aquello mismo que contribuye, como veremos, a hacer del arte, una especie de objeto-crtica de la sociologa, que revela cmo esta sigue siendo, la mayor parte de las veces, solo una ideologa de lo social, una socioideologa.

Gerardo Estrada Rodrguez

Prlogo al texto Lo que el Arte aporta a la Sociologa, de Nathalie Heinich, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en el ao 2001.