lo extremo en psicoanalisis

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  • 8/19/2019 Lo Extremo en Psicoanalisis

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    Lo extremo en psicoanalisis

    François Pommier

    Traducido del francés por Derek H.

    La pulsión de muerte puesta en cuestión

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    1. Aspectos tópico y económico de la pulsión de muerte

    Mi interés por los problemas relacionados a la angustia primordial, el borramiento del

    sujeto y los mecanismos de intrusión que ponen al sujeto en situación de sobrevivencia –ya

    sea que estos fenómenos se relacionen al cuerpo mismo, al psiquismo, o incluso a laexistencia social- me ha llevado a vislumbrar la pulsión de muerte entre monismo y

    dualismo pulsional, y ello respecto de las diferentes teorías sobre el concepto de pulsión

    !igamos, primeramente, que el problema de la vida subyace siempre a esta problem"tica en

    las situaciones que evoco aquí, incluso si, en contrapartida, es siempre el problema de lamuerte el que es tratado Mi postura clínica, para ser mas preciso, en las situaciones límites

    que he sido llevado a encontrar, consiste primeramente en situar la pulsión de muerte al

    centro de la pulsión de vida, es decir, reconocer el modo de propagación de la corrientemortífera en la vida, hacer de tal modo que pueda surgir, en las vueltas del trabajo analítico,

    la posibilidad de una inversión del fenómeno # sólo entonces la fuer$a vital podría

    instalarse al servicio de la corriente mortífera% sólo entonces esta corriente mórbida podríaderivar, dentro de lo posible, en el cuadro de la cura &o porque hayamos pretendido,

    entonces, disminuir su fuer$a sino utili$ando, por el contrario, su poder destructor para que

    se fatigue por sí misma'onocemos la posición freudiana, esencialmente dualista, incluso si ha sido interpretada de

    maneras diversas por diferentes autores (a pulsión de muerte, en tanto tal, ha sido referida,

     por una parte, a la auto-conservación, para formar con ella )las dos caras de la misma

    moneda* +'hristophe !ejours –la auto-conservación aplicada al animal, la pulsión alhombre-, por otro lado a la libido, siendo siempre la sexualidad considerada por reud

    como la verdadera pulsión .s a veces la disyunción entre instinto de muerte y pulsiones de

    destrucción +Michel de M/0$an lo que se encuentra en primer plano (a pulsión de muertedeviene para algunos una especie de anti-pulsión +1ndré 2reen, en tanto que otros estiman

    necesario considerarla como una pulsión, pero directamente asociada a la sexualidad +3ean

    (aplanche4 una sola pulsión, entonces, pero no verdaderamente en cuanto tal 5trosintentan, esencialmente, distanciarse del modelo biológico sin evocar tampoco la pulsión de

    muerte en tanto tal, salvo para unir el deseo a la muerte, haciendo referencia a una manera

    de )dar muerte a la cosa* a través del juego del )ort-!a6*, en el que se manifiesta el

    símbolo 1sí, (acan recha$a la expresión de la muerte bajo la forma de la pulsión (a pulsión deviene para (acan )un montaje sin pies ni cabe$a*, permitiendo en cambio la

    muerte, en sí misma, alcan$ar en el sujeto )lo que habia antes de los juegos seriales de la

    palabra, y lo que es primordial para el nacimiento de los simbolos*7 si es a través del deseo

    de muerte que el sujeto encuentra su afirmación ante el otro

    8i seguimos finalmente a !ejours en su descripción de una tercera tópica 9, las fuer$as de

    muerte provendrían de un inconsciente excluido !ejours efect:a una partición en dos delaparato psíquico4 inconsciente sexual y pre-consciente por un lado, lugar de circulación y

    de funcionamiento de la pulsión de vida, de la libido y de .ros, que se manifiesta a través

    de los retornos de lo reprimido en una calma relativa% un inconsciente amencial por otra

     parte, reservorio del potencial mortífero que provoca comportamientos que no resultan dening:n tipo de represión, de ninguna transformación por un proceso mental .s a partir de

    1  J. Lacan, “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanalisis” (1953, !"#!scri$os % (&. 'egoia $raduc$or, 'iglo ))%, *uenos +ires, 195, p. 3-

    2 Ch. Dejours, « La troisième topique », EN: Le corps d'abord, Paris, Payot, 2001, p. 83-124

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    este reservorio que se manifestarían, seg:n el autor, las fuer$as de muerte, salvo si sus

    manifestaciones pueden ser retomadas a dosis que el pre-consciente deja escapar gracias ala puesta en latencia;

    .s en este contexto que !ejours puede describir 

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    anterioridad y el primado de una u otra de las pulsiones

    (a pr"ctica clínica con sujetos inmersos en un fenómeno que los somete a una situación decoacción interna o externa muestra que, incluso encontr"ndose sobrepasados en sus

    capacidades defensivas y en condiciones en que su capacidad de pensar se encuentra en

    estado de estupefacción, no podemos decir que estos sujetos se sit:an por ello en la pura

    desunión, desde el momento que deciden venir a consultar y al menos por el simple hechode venir .s esta, me parece, una prueba irrefutable del hecho que, incluso en medio del

    desconcierto, estos sujetos quieren seguir viviendo (o que aparece sin embargo en primer 

     plano en ellos es una cierta tendencia a la desaparición, como si, inversamente a lo quesucede en el contexto del sadismo o de la creación, en los que la pulsión de muerte viene a

     ponerse al servicio de la pulsión de vida, las fuer$as de vida vienen aquí a servir a las

    fuer$as de muerte.n las situaciones que yo anali$o, lo mas habitual es que se sit:e en primer plano de la

    escena analí tica el juego combinado entre las dos pulsiones estrechamente trenzadas, que

    distinguimos a menudo, por lo tanto, con gran dificultad. Es como si la misma señal los

    representara, siendo sólo la orientación de la señal lo que podrí a indicarnos si se trata de un

    movimiento en uno u otro sentido. Lo que podr í a hacernos pensar, por una parte, en lavalorización de la tendencia, para los griegos, respecto del objeto, y por otra parte, a la

    representación de la muerte en la mitologí a egipcia que, siendo prohibida, rechazada o

    reprimida, es el signo simbólico de la vida el que designa también la muerte, pero de

    manera implí cita, elidida, latente, expletiva9. En la mitologí a egipcia, siendo la muerte en

    tanto tal ontológicamente irrepresentable, no existe un jeroglí fico para la muerte, salvo por

    la figuración de la momia y la del alma que se eleva por sobre un cuerpo. Existe en cambio

    un jeroglí fico que simboliza la vida: el jeroglí fico de la cruz, Ankh, Anj. Resulta tentador,

    en una aproximación a la mitologí a, asociar únicamente a la pulsión sexual tanto el impulso

    vital como el retorno a lo inorgánico.

    Es lo que hace Jean Laplanche cuando propone integrar las dos pulsiones de la segunda

    tópica freudiana en una sola, considerando así   la  pulsión de  muerte como parte de lapulsión sexual, haciendo de ella “como el alma misma de la sexualidad humana”10.

    Comparto el carácter monista de la concepción de Laplanche cuando éste desarrolla la idea,

    retomada de reud, seg:n la cual el objeto sería secundario a la pulsión 77, buscando la

     pulsión sexual el placer y no el objeto (a problem"tica del objeto y del riesgo potencial de

    la desaparición de éste es un elemento particularmente presente en el cuadro de la

    enfermedad grave o de los procesos relacionados a la precariedad y la exclusión 1unquesea conveniente insistir nuevamente sobre la manera en la que se imbrican las pulsiones –el

    modo en el que se entreme$clan-, el proceso pulsional se presenta siempre de manera

    unívoca y exponencial como algo comparable a lo que llamamos en termodin"mica)entropía*, principio que establece un vínculo entre el calor y el trabajo mec"nico – 

    enunciado por 8adi 'arnot en 7@9< y retomado por Fudolf 'lausius en 7@C>-, y que seasocia a la noción de irreversibilidad (a reacción espont"nea, fuera de cuadro, que podría

    ser considerada como característica del proceso pulsional, rompe las condiciones delintercambio, introduciendo un desorden y aumentando paulatinamente la entropía –se trata

    9 Cf. J.P. Valabrega, « Contribution à la théorie du symbole », EN: Phantasme, corps et sens, Paris, Payot,

    1992; « Représentations de mort », EN: Topique, No. 48, 199110 J. Laplanche, La pulsion de mort, op.cit., p. 2011 Id., p.90-91

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    de pulsiones que provienen tanto de movimientos de vida como de movimientos de muerte,

    que debemos vislumbrar, en todo caso así, dada la inexistencia, en este registro, derepresentaciones de muerte propiamente dichas, no contando m"s que con una cierta

    figuración de la muerte4 im"genes, sueGos, fantasmas susceptibles de dejar ciertas

    impresiones, pero ninguna huella, ninguna tra$a

    La pulsión de muerte o el movimiento lento de las profundidades

     &o llegaré sin embargo, como (aplanche, hasta el punto de considerar la pulsión de muerte

    como un principio de vida y de pensamiento del hombre, capa$ de animar el cuerpo,aunque este car"cter inmortal de la pulsión me pare$ca pertinente Me parece, en cambio,

    que hay que dejar a esta dimensión su singularidad otorg"ndole, por ejemplo, una

    consistencia m"s terrestre4 las capas minerales de la tierra, que se despla$an y a veceschocan entre ellas, nos dan una imagen de la pulsión de muerte !esde mi punto de vista, la

    dimensión pulsional, mórbida y caótica, habría m"s bien que buscarla en lo aparentemente

    opuesto al alma, en lo mineral, en la sustancia en su estado bruto, en las partículas

    fundamentales en las que yacen las reservas profundas .n las reacciones en cadena malcontroladas que, al liberar una cierta cantidad de energía, volatili$an toda materia

    Me parece posible acercar la pulsión de muerte al movimiento lento de las profundidades,

    específicamente a la tectónica de las placas que estudiaba el meteorólogo alem"n 1lfredHegener en 7?79, cuando desarrollaba la idea seg:n la cual la superficie terrestre estaría

    constituida por un mosaico de placas y plaquetas rígidas que no dejan de jugar las unas

    respecto de las otras, renov"ndose gracias a un aporte fresco de origen magnético Dlacasque se afrontan, desli$an unas respecto de otras o se hunden unas bajo otras, creando

    estados de tensión extremos que provocan reorgani$aciones m:ltiples

    (a pulsión de muerte, fría y cruel que discuto aquí no se limita a su puro car"cter destructor .s, ciertamente, algo como una fuer$a aga$apada en la oscuridad, )operando

    esencialmente en silencio* y capa$ de surgir bruscamente y de provocar una modificación

    de forma que conduciría a la aparición de una discontinuidad Dero si esta discontinuidad es

    generalmente inestable, puede ser a veces estable, precisamente cuando las fuer$as de vidaest"n al servicio de las fuer$as de muerte y que el estallido seguido de la fragmentación

    característicos de la pulsión sexual logran provocar una desvitali$ación Dostulo así que la

     pulsión de muerte es m"s antigua que la pulsión de vida, tal como Foger 'aillois dir" de las piedras que éstas )permanecen después de la vida sobre los planetas enfriados*79 8i la

     pulsión sexual espera la muerte, si porta en ella su propio fin, como lo destaca (aplanche,

    no podemos decir lo mismo de la pulsión de muerte que, como las piedras en las que )sedisimula y al mismo tiempo entrega un misterio m"s lento, m"s vasto y m"s grave que el

    destino de una especie pasajera*7; (a finalidad de la pulsión de muerte no es

     probablemente, entonces, la muerte sino tal ve$ otra forma de vida

    Iuisiera insistir a este respecto, y volviendo también a reud, sobre el hecho que, alreformular su primer dualismo pulsional, es decir, al proponer por una parte una fuer$a

    creadora de vida y por otra una fuer$a de desunión que tendería al reposo absoluto, el padre

    del psicoan"lisis se basa en la idea que todo viviente nace de la materia inanimada –lo queimplica también un retorno a lo inanimado-, idea que va a desarrollar hasta el fin de sus

    días .ncontramos nuevamente esta idea, tal cual, en las &uevas 'onferencias de

    12 R. Caillois, Pierres, Paris, Gallimard, 1971, p. 913 Id.

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    Jntroducción al Dsicoan"lisis4 )8i es verdad que una ve$ -en épocas inconcebibles y de un

    modo irrepresentable- surgió la vida de la materia inanimada, seg:n nuestra hipótesis, tuvoentonces que nacer una pulsión +instinto que quiere suprimir de nuevo la vida y restablecer 

    el estado anorg"nico 8i en esta pulsión +instinto reconocemos la autodestrucción por 

    nosotros supuesta, podemos ya considerarla como manifestación de una pulsión +instinto

    de muerte que no dejamos de hallar en ning:n proceso vital*

    7<

    reud elabora su hipótesis, por cierto, sobre un punto que, en aquella época y aun hoy en

    día, no constituye un consenso entre los investigadores 3ames (ovelocB estima, por 

    ejemplo, que la vida y la tierra formarían un sistema capa$ de mantener la superficieterrestre en un estado propicio a la perpetuación de los seres vivientes 5tros, como el geo-

    fisiólogo Deter HestbroecB, que intenta comprender el impacto del viviente sobre la

    formación de las rocas y la regulación del clima, reh:san la afirmación seg:n la cual latierra presentaría todas las especificidades de un ser viviente

    Aoy en día, la mayor parte de los investigadores est"n de acuerdo, sin embargo, respecto de

    la idea que la vida se constituiría progresivamente a partir de compuestos químicos

    abióticos –no vivientes-, habiendo el agua en su forma liquida jugado un rol indispensableen esta gestación, ella misma estrechamente ligada a las variaciones de la composición de

    la atmósfera terrestre –lo que es también una suposición !el mismo modo que la hipótesis

    de reud respecto de la existencia de la pulsión de muerte es también una suposición (a pregunta es si la aceptamos o no

    1 8 reud )1ngustia y vida pulsional +conferencia ;9, 7?;9* .&4 &uevas conferencias de introduccion al

     psicoanalisis 5bras 'ompletas, tomo ;, +(ope$-Kallesteros, trad, Madrid, Kiblioteca &ueva, p ;7C7 )8i es

    verdad que una ve$ -en épocas inconcebibles y de un modo irrepresentable- surgio la vida de la materia

    inanimada, seg:n nuestra hipotesis, tuvo entonces que nacer una pulsion +instinto que quiere suprimir de

    nuevo la vida y restablecer el estado anorganico 8i en esta pulsion +instinto econocemos la autodestruccion

     por nosotros supuesta, podemos ya considerarla como manifestacion de una pulsion +instinto de muerte que

    no dejamos de hallar en ningun proceso vital*,

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    9 1spectos din"mico y revelador de la pulsión de muerte

    !emostrar la existencia de la pulsión de muerte presenta, a mi parecer, la misma dificultad

    que intentar probar el interés del dispositivo y del enfoque psicoanalíticos luego de haber recha$ado toda idea relativa la mística de la revelación y la ciencia explicativa,

    reduciéndonos así a una visión mecanicista y operatoria del ser humano !el mismo modo

    que en el trabajo del psicoanalista, el :nico instrumento de medición es la relación delobservador al observado, del observador a su observación y al espacio en el que estas

    relaciones se desarrollan .l estudio del psicoan"lisis podría emparentarse en este sentido al

    de un p"jaro nocturno4 la prueba de la existencia de la pulsión de muerte no puede hacerse

    m"s que, por una parte, por deducción, examinando sus supuestas consecuencias, su destino potencial, y por otra, por sustracción, por la negativa, examinando lo que no provendría de

    ella, lo que no la ataGe

    (a prueba por deducción de la pulsión de muerte –de su devenir, si consideramos que no

    muere- puede vislumbrarse seg:n dos configuraciones posibles. Ya sea tomando volumen y

    fuerza, y estamos ante el sado-masoquismo; o bien por un movimiento en el que decrece y

    se transforma, de tal manera que dejarí a de ser la obra del trabajo de lo negativo para venir

    a constituir el espacio intermediario entre Sí-mismo  y no-Sí-mismo (Sidney Stewart)15,

    espacio que permite al acto creativo de venir al mundo. La “relación de influencia” y “la

    realización pulsional por la percepción”, estudiadas por Christophe Dejours, entran en el

    primer caso. El amor y la sublimación corresponden al segundo caso.

    La “relación de dominación”, que Freud asoció inicialmente a la crueldad infantil, luego al

    sado-masoquismo y finalmente, a partir de 1920, a la pulsión de muerte, pone en evidencia,

    tal como lo destaca Roger Dorey16, tres dimensiones principales. En primer lugar, la idea de

    captura, de embargo, de apropiación por des-posesión del otro, y luego la idea de

    dominación, de sumisión e incluso de dependencia y, finalmente, la idea de inscripción de

    una traza, de una marca. La relación de dominación concierne esencialmente el deseo del

    otro, que es al que se apunta con el propósito de reducir la alteridad, y pensamos ante todoen la perversión, relación “de naturaleza esencialmente especular, dual y por lo tanto no-

    mediatizada, es decir, que se desarrolla enteramente en el registro imaginario”17, pudiendo

    la llamada perversión “narcísica” ser considerada como el modelo prototípico de toda

    relación perversa. Pero podemos también pensar en la relación de dominación del obsesivo,

    “(pudiendo) la relación de dominación, sea cual fuere la modalidad que revista, ser

    interpretada como una verdadera formación defensiva que tendrí a la función esencial de

    ocultar la falta, tal como es develada por el encuentro del otro” 18. El objetivo último es el

    otro del deseo, como lo precisa Roger Dorey, subrayando sin embargo pertinentemente,

    ciertas formas de transición entre la dominación perversa, que se caracteriza por la

    “captación y, de este modo, por la neutralización del deseo del otro a través de la

    seducción”19, y el control del obsesivo, que es “una dominación de y por la muerte, de una

    muerte alambicada e invasiva”: dominación por “el ardid del deseo” en el primer caso,

    dominación destructiva que se ejerce por la fuerza en el segundo. La diferencia que subraya

    15 S. Stewart, Mémoire de l'inhumain, Paris, Campagne Première, 2002, p. 27416 R. Dorey, « La rélation d'emprise », EN: Nouvelle Revue Française de Psychanalyse, No. 24, 198117 Id., p. 119 18 Id., p. 13019 Id.

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    Dorey entre los dos términos utilizados por Freud:  Bemächtigung  –dominación- y

     Bewältigung –y que Dorey propone traducir por la palabra  “control” 20 dado que esta ultima

    expresa la idea de “venir al fondo de una dificultad, es decir, sobrellevar una prueba”21-, es

    una manera interesante de hacer el vínculo entre el trabajo de lo negativo y una cierta

    capacidad de ligar de las excitaciones que se cumple “sin duda no en oposición al principio

    del placer, sino independientemente de éste y parcialmente sin tener cuenta de él”22

    . Y en elplano clí nico, parece claro que el elemento fundamental respecto de las manifestaciones de

    angustia de los sujetos que se ven en situación extrema es justamente de lograr transformar

    parcialmente la fuerza que los inunda, en circunstancias en que otra parte del potencial

    pulsional ha sido desviado, con el propósito de poder manejar, controlar una parte de estas

    angustias, o incluso de poder ponerlas a su favor.

    La “realización pulsional por la percepción” disocia las dos pulsiones o, más exactamente,

    las tiene a igual distancia, una respecto de la otra. Consiste en satisfacer las mociones

    pulsionales de destrucción a través de percepciones especí ficas, por lo general el

    espectáculo del sufrimiento, de la degradación f í sica o mental del otro, espectáculo al que el

    sujeto accede por su actividad profesional o por actividades benéficas, incluso caritativas;

    la satisfacción obtenida gracias a este espectáculo no es ni pre-consciente ni reprimida sino

    obtenida directamente, en la actualidad del encuentro entre pulsión y percepción, en el

    sector escindido del Yo.

    Estos dos primeros tipos de evoluciones posibles de la pulsión de muerte –la dominación y

    la realización pulsional por la percepción- que yo agrupo en una sola, ponen en evidencia

    las manifestaciones agresivas de esta última, tanto sobre su aspecto sádico como sobre una

    faceta masoquista. El que estas manifestaciones se sitúen sobre uno u otro aspecto o faceta

    depende, si creemos lo que Freud dice en 192423, de una lucha entre la libido y la pulsión de

    muerte. El primero de estos movimientos agresivos sería no ya el sadismo, como lo sostení a

    Freud en 1915 en “Pulsiones y sus destinos”, sino el masoquismo primario, “testigo de la

    mezcla entre pulsión de muerte y Eros”, de tal forma que es sólo secundariamente que unaparte de la destructividad original sería desviada hacia el mundo exterior.

    En la mayor parte de las situaciones que presento en este libro, las conductas masoquistas

    están a menudo en primer plano. Estas pueden sin embargo ser interpretadas como la

    mezcla íntima de ambas categorí as pulsionales, que concurren a un mismo fin, cooperando

    una con otra. Los intentos de suicidio bajo la forma de conductas de auto-mutilación

    20 Hemos elegido en esta interpretación del texto alemán a una traducción francesa traducir el término

    « ma î trise » como control. Refiriéndonos al alemán, nos parece necesario establecer que Bemächtigung es un

    término que puede ser utilizado por ejemplo para un dictador, en el sentido que se refiere a la capacidad de

    dominar la situación, de gobernar, y que hemos traducido como “dominación”. Bewältigung, palabra que se

    refiere también a la capacidad de tomar posesión de algo, implica en cambio un trabajo, como en el caso del

    duelo: hacer un trabajo de duelo, asumir una situación, para poder luego sobrellevar la pérdida. Si bien eltérmino francés logra traducir esta noción de trabajo implí cita en la palabra alemana, no nos parece que en

    español pueda obtenerse esta connotación sin salir de este registro, por lo que hemos evitado la palabra

    maestrí a, por ejemplo, que no aporta el sentido de control, de estar “por sobre” algo. [Nota del traductor]21 Id., p. 13622 S. Freud, G.W., XIII, p. 36/3 '. Freud, 0 !l problema economico del masouismo 2 (19/, !"# bras 4omple$as

    (Lope6*alles$eros, $rad, 7adrid, *iblio$eca "uea, &omo 3, p. /85/6/859

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    constituyen un ejemplo patente de ello. Estos pueden aparecer sub-tendidos por un exceso

    de libido momentáneo que, en ultima instancia, puede conducir a la muerte, evitando tal

    vez así , al mismo tiempo, el recurso a conductas más violentas; en otros contextos éstas se

    perfilan de inmediato de manera mucho más amenazante y golpean a ciegas cuando, por el

    contrario, prevalece extensamente la corriente mortí fera por sobre la corriente libidinal. De

    la misma manera, las conductas adictivas –especialmente las toxicomanías-, en el curso delas cuales la libido parece estar al servicio de la pulsión de muerte, se presentan

    generalmente como un modo de evitar una des-estructuración personal más grave. Las

    toxicomanías graves son aquellas que no dejan prácticamente ningún espacio a lo sexual.

    De modo general, los comportamientos que llevan al sujeto a los límites de sí mismo abren

    el problema de la intricación-desintricación de las pulsiones orientadas indiferentemente del

    lado de la vida y del lado de la muerte.