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Carlos Flores Sierra

UNIVERSIOA D DEL NORTE

BIBLIO'l110A

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CONTENIDO

I

Prologo 7

El Ascensor 13

El Ruido 22

El Baile 37

Lo Curul 53

I .,~~El Hurocan 71

El Puente 106..,j

Los Binóculos 123

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u¡'\ Vf~~:Q4D DEL NO~'e

BIBLIOTEOA

PROLOGO

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La primera vez que Carlos Flores me habló de Malandaria,su libro no se llamaba Malandaria sino Seis Relatos deMalandaria. Estábamos en el vestíbulo del Hotel Royal,en Barranquilla, aguardando a Néstor Madrid-Malo y aAlfredo Gómez para irnos todos a almorzar a casa de My-riam y de Carlos. Me pidió el autor que prologase unoriginal por mí desconocido e inmediatamente acepté.Supongo que en aquel momento también me convertí enciudadano oficial de Malandaria: esta tierra que acasosea una ciudad o tal vez sea un mundo, porque de entresus lindes no parece haya otra salida que la muerte.

En cualquier caso, sea Malandaria la entera realidad o unpunto en el mapa, también es un libro. En el siglo XII,una época especulativamente más avanzada que la nuestra,al viejo teólogo Hughes de Sain t- V íctor no le habría asom-brado semejante paradoja. A su en tender, el mundo eraotro libro inmenso, donde cada ser se convertía en unapalabra llena de sentido. Si se me permite apuntarlo depasada, añadiré que La Divina Comedia es la metamorfo-sis de dos eternidades -la de los vivos y la de los muertos-en un solo poema y Ulysses se reduce al avatar de Dublínen una novela.

Lo de Joyce y Dante lo apunté a lápiz en 1977, al margende unos párrafos sobre Hughes de Saint- Víctor, en elprimer volumen de la obra de Odette Petit-Morphy, Fran-

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cois Villon et la Scolastique. En aquella época -1977, noel siglo XIl- yo no conocía a Carlos Flores pero acaso sífuese Hughes de Saint- Víctor sin percatarlo y tambiéninadvertidamente empezase a redactar este prólogo. Comosobra añadirlo, también era ya ciudadano oficioso deMalandaria, aunque Carlos Flores no hubiese todavíaconcebido su muy veraz crónica de aquel lugar.

Evitemos disgresiones e hilemos delgado, que por el estam-bre se saca el ovillo. Quedamos en que la primera vez queCarlos Flores me habló de Malandaria su libro no se decíaMalandaria sino Seis Relatos de Malandaria. Esta mediadocena de consejas eran las mismas que hoy componenlos capítulos de la obra. A saber: "El Ascensor", "ElRuido", "El Baile", "La Curul", "El Puente" y "LosBinóculos ". Dos o tres horas después, por sugestión deNéstor Madrid Malo aclamada por todos los presentes sinexcluir al autor, pasó a llamarse Malandaria en tanto losrelatos originales se transformaban en capítulos. De me-nores maravillas está empedrado el santoral de los padresbolandistas: los que deciden qué santos de verdad fuerony por qué, en tanto apean a los impostores legendarios.Vaya, al menos así lo pienso yo.

¿ Qué ocurrió para que una gavilla de seis narraciones seconviertiese en una novela? Aqu í huelga mi preguntaacadémica, porque en realidad no sucedió absolutamentenada. O tal vez sólo se produjese uno de aquellos prodi-gios, que mudan calladamente la historia a la medida delos espejismos de los hombres. Verbigracia y como diríael difunto Bertrand Russell, la paradójica maravilla de quelos franceses decapitasen a un Rey en la cumbre del Estadopara coronar a un Emperador en su sitio. O como pasó enMalandaria, donde un representante del Partido Comunistagana ~nas elecciones y recibe el acta después de muerto.

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De los tres avatares -el de Luis XVI en Napoléon, el deldiputado malandariano en su espectro y el de Seis Relatosde Malandaria en Malandaria- el último me parece elmás inverosímil aunque sea el más evidente, por haberlopresenciado estos ojos que se tragará la tierra, con My-riam, Carlos, Néstor y Alfredo por testigos. Testigos seentiende del portento, no de mi propia transformaciónen mi calavera, comida, descarnada y lija da por la tierracon la amorosa dedicación que el río pule al guijarro.iAhí es nada, pardiez, cuando recién concluido un librocambia de signo y de especie literaria, ante el autor y susamigos en espera del sancocho!

Semejante transformación -de los relatos a la novela, sinquitarle ni añadirle una coma al texto- empezó a obrarsecuando nos contaba Carlos Flores la última de aquellasnarraciones, antes de su definitiva metamorfosis. Comocierta elegía de Gerardo Diego, compuesta a la medida delas liebres, todas las historias de Malandaria concluían enuna procesión. Así y en un 20 de marzo, celebra Malan-daria su primer siglo "de reconocida existencia sobre lafaz de los mapas oficiales". Allíes nada como se desvivenentonces los ciudadanos por perfumarla, maquillarla,peinarla y lavarle las uñas a la ciudad. En fin de cuentas,ocasión como ésta no volverá a prestarse porque tambiénnosotros, los lectores, andamos con los malandarienseshacia el final de la novela, que fue volumen de relatos yahora es ciudad sin dejar de ser novela.

Entre todos los seres que de un modo u otro coinciden enla procesión, nadie se atrevería a negar una verdad tancierta. Me refiero al hecho innegable e irrevocable de queapenas transformadas las seis fábulas en novela, Malanda-ria se convirtió en Malandaria, sin dejar de ser Malandaria.Más claro el agua. Que en este desfile mañanero cabemos

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todos: el hombre múltiple, con su gallinazo invisible alhombro; aquel yerno de Zabulón, obstinado en no morír-sele por más que el viejo le grite drop dead, right now!;la tal Remedios, dueña del Dinosaurio, de quien cuentancasó con el loco del ruido o de "El Ruido ", que es unruido, sí, pero también fue una historia que devino uncap ítulo, etc., etc., etc. Y siga, siga la procesión por delantede la estatua del Hombre Caimán, por las calles de losAviadores, de los Soldados y de la República. Siga siem-pre hacia la plaza mayor de la villa -la que llaman de laRevolución- y don Jorge Guillén diría centro y sentidodel laberinto de siglos y muros, en que el tiempo trans-forma todas las ciudades.

Fuera prolijo narrarlo y mejor será leerlo. Pero podemosreiterar que todos los habitantes de Malandaria partici-pan en la procesión. Por aquí desfilan los protagonistasconocidos, otros que sólo fueron nombres para nosotrosy tantos, tantos más que desconocemos aunque de fijopueblan la ciudad y conviven en la novela. De hecho, tam-poco los malandarienses nos reconocen, porque en estepunto -ya tan cerca de la Plaza de la Revolución- todoslos lectores somos ciudadanos honorarios de Malandaria.A mayor abundamiento, cada vez nos parecemos más alos hombres y mujeres de un libro, que pronto reclamaránlos mapas literarios americanos. Hablo de aquellas cartasgeográficas, donde Canaima es la Canaima y Macondo esMacondo, aunque también sea una librería en el aero- ..puerto de Barranquilla, Colombia. Estas cartas ilustran Iotra Historia, donde figura Cervantes como el mejorvirrey según declaraba don José Santos Chocano en otraépoca.

Tan pronto lleguemos a la plaza, que es una especie deValle de Josafat al borde del juicio final, todos seremos

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los mismos: los seres de Malandaria y los otros, sean ono sean éstos lectores del libro. Malandaria es un vastostream oí consciousness -un monólogo interior, diríamosmalamente en español afrancesado- a la medida delinconsciente colectivo de la humanidad. O bien, si ustedesasí lo prefieren, a la medida de aquel magma siempre vivoen el cauce de los siglos, que Unamuno llamó la intrahis-toria de los hombres: lo que queda frente a lo que pasa, olo que calla y permanece ante lo que chilla y huye haciala nada. Ni que decirlo tiene, en el eterno sustrato cabenlo increíble y lo crezole, el sueño y la vigilia, lo racional ylo irracional. Valga el ejemplo, que me parece significa-tivo, cuando en la espera del sancocho Carlos Flores meleyó "El Ruido ", antes de que el relato se tradujese encapítulo, creí escuchar la conjunta puesta a punto de dosrealidades antagónicas. Por esto le dije entonces que meparecía estar oyendo el fluir inalterable de un surrealismoracional.

y ya nada más puedo añadir ahora. O casi nada más. Quiénsabe. Los prólogos se hicieron para no ser leídos y hayque saltarse ésta a la torera para entrar en la tierra detodos: Malandaria. Pueden ustedes, si gustan, desmemo-riarse de cuanto dijimos en casa de Myriam y de Carlos,para leer la novela como les aseguré no debía leerse. Enotras palabras, como un conjunto de relatos. Al igual quela vida misma, Malandaria se hace, deshace y vuelve arehacerse frente a nosotros. En tanto usted y yo nos con-vertimos en sus ciudadanos honorarios, Malandaria setransforma en parte inalienable de nuestro ser, por el sólohecho de haberla leído. Si verazmente confieso que novolveré a prologarla, también declaro que nunca la lle-garé a olvidar. Palabra de hombre y de malandariense.

Carlos Rojas

El capítulo El Huracán 11fue escrito en fecha pos-terior a la del Prólo¡o.

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El ascensor

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I (qUedÓ mirando, fijamente, los números en el tablero y

t:~;:etó los labios como si intentara, con ese gesto, impar-tirle más velocidad al aparato, los números fueron apare-ciendo en orden descendente, titilantes, fugaces, breve-mente, como estrellitas sin puntas, solecitos amorfos,estrellitas -cifras, 22, 21, 20, 19 y 18, de pronto quietud,17, pleno, rotundamente quieto, mecánicamente muertoy el hombre murmurando ¿quién estará saliendo o será ~que alguien se ha montado?, me juego la cabeza si no es el ~ . tipo del 17 que bajó del 25 y se fue y tiró, malhumorado, ,~ I

la colilla en el cenicero, dio dos o tres pasos hacia atrás, @ , ffimiró de nuevo hacia el tablero y pensó a mí qué me im- ~.\ t iñporta quién suba o quién baje, lo que me interesa es que ~

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13 MALANDARIA 5

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ese maldito ascensor se apure, tengo prisa, faltan diezpara las cinco, ya el entierro debió salir de la iglesia, ojaláque, encuentre esa corbata negra, creo que la dejé en unade las gavetas de la cómoda, estoy que me muero de larabia, qué se hace, uno se tiene que morir de algo, de larabia o de la risa, ja, ja, ji, ji, por fin el 16, 15, otra vezparado, peor que antes, dijo en voz alta, ahora no pensaba,hablaba, a secas, hablaba con una vocecita carraspeante,todavía el 15 y yo necesito embarcarme, por qué embar-carme si los ascensores no son barcos, maldita sea se daña-ría otra vez o será que algún gracioso lo tiene aguantadopara poder cotorrear con el del 1502 sobre aquello de queesta noche juega el Huracán no llegues tarde que el Esta-dio estará a reventar, pero el que se reventaba de la iraera el hombre que iba para su apartamento en el 25 abuscar una corbata negra para poder asistir correctamenteencorbatado al entierro de un amigo de la infancia a quienno había visto desde hace 25 años, esto es el colmo, tresminutos en el 15 y faltan todavía 15 pisos para que esa.porquería llegue, me iré por la escalera, ahora ya nohablaba en voz alta sino que pensaba en voz baja, un tonode idiota nostalgia, qué ganas de decir idioteces, estos 25pisos son 375 peldaños, una vez, una sola vez en la vidame los subí, uno a uno y los conté uno por uno, casi meda la pálida, si, así fue, me subí los 25 pisos pero de aque-llo ya hace 20 años, si, 20 años, exactamente, yo tenía25, es decir que me subí 25 pisos cuando tenía 25 años

t pero ahora no soy capaz de subirme 45 pisos por tener45 años, lo cual demuestra que las matemáticas también

" fallan, que regla de tres ni qué niño muerto, que tal si

no voy al entierro y me quedo con mi mujer y hacemos el<i ~ amor, sonrió con tristeza, un leve y ridículo estremeci-

~ -miento y se quitó la corbata que no le servía para ir al...iñ entierro y la sepultó en el bolsillo trasero del pantalón,~ ~

J'unto a la botella de ron, mientras balbuceaba aquello dea: .o \ '1-J .LL "

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que siquiera no paró en el13 como siempre, qué extrañoy luego pareció meditar en eso de que él no era cabalís-tico pero que la evidencia a veces lo obliga a uno a serIoporque la verdad es que los números tienen influenciasobre la vida y la muerte, en el 1313 viven 13, la mujercallada y sus doce apóstoles, no hijos, pensionistas, in-quilinos, imagínese 13 personas en una caja de fósforos,sardinas en lata, 13, un equipo de fútbol, hoy hay partido,Huracán contra Millonarios, 13, un equipo de fútbol conportero de reserva, en este edificio hace (alta un buenportero para que controle el uso del ascensor, no, mejorsería un ascensorista que maneje ese aparato, diablos, laverdad es que esta gente no está culturalmente preparadapara disfrutar las ventajas de la automatización, este últi-mo pensamiento retumbó pedante en su cerebro, bueno,ya casi llega, 8, 7, maldita sea, paró de nuevo, apuesto aque la vieja del 7 se ha puesto a sacar su basura, le llegóel olor, le llegó el sonido de un campanario, claro son lascinco, no puedo equivocarme, es ella, domingo cinco dela tarde piso 7 la vieja del turbante basura, cuatro bolsasplásticas y la eterna caja de cartón, ahí está pintada,como si la estuviera viendo, qué calamidad llegaré tarde alentierro, no voy a encontrar esa maldita corbata negra,buenas tardes, cómo le va, usted es el nuevo inquilinodel 10 verdad, aquí esperando como de costumbre, del22 al 7 se han tirado más de 10 minutos y lo que falta,esa maldita vieja de la basura de los domingos a las cincoy yo con ese problema del entierro a la misma hora, pa-ciencia dijo el nuevo inquilino del 10, hay que aguantarseciertas incomodidades muy incómodas, siempre hablabaasí pero el hombre con los problemas del entierro, lacorbata negra y las ganas de no ir de pronto al entierro :para quedarse haciéndole el amor a su mujer no sabía que ~su nuevo vecino del 10, sustantivando los adjetivos y ~adjetivando los sustantivos producía un acto de magia ~

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15 MALANOARIA (J I

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capaz de hacer aparecer súbitamente a media docena depersonas impacientes por montar en ascensor aunque laverdad sea dicha eso de hablar de montar en ascensor eraalgo que molestaba mucho al hombre desesperado porllegar pronto al entierro ya que frecuentemente habíapensado que uno monta bicicleta o a caballo o sobre unamujer pero jamás en ascensor y mucho menos en ataúd,a pesar de que ésta es también una forma de trasladarsede un lugar a otro y para siempre pero la molestia se leconvirtió en angustia porque en la puerta principal apa-reció el tipo del 1403 con su fulana de turno, listo paraarrugar su noche en persecución de nuevos placeres anti-guos a tanto la hora de tiempo perdido, cero e iban cuatroesperando el ascensor y entonces apareció la pareja del303 con su niño prodigio, el virtuoso tocador de timbresy nalgas de sirvientas y para las 5 y 3 minutos eran 7personajes en busca de ascensor y de pronto las lucecitas,las estrellas cifras, 6, 5, 4, ya casi, llegaron 3 más jun-tos y al mismo tiempo en que la lucecita marcó, fija, bri-llante, 4, un desconocido de guayabera de color conocido,negra, otro desconocido de pantalón verde-bolsillo-sepul-cro ja, ja, ji, ji y el más conocido del edificio, el gordo del2503 con quien el hombre que quería llegar a tiempo alentierro no se hablaba desde hacía casi 12 años porculpa de aq~el perro pequinés que apareció una mañana

,tirado en el corredor del piso 25 con todas las,aparienciasde haber sido molido a garrote, un crimen horrendo que elidiota le endilgó a nuestro hombre con el fin de indispo-nerlo con la alemana que vivía en el 2504 y que despu"és semurió de rabia atrasada al reactivar sus tediosas discusio-nes con la vieja del turbante, empecinada en aquel enton-

~. ces en sacar las basuras todos los días en el instante mismo~ en que ella sacaba a Fifí a hacer pipí, ya arrancó, no pen-~ saré en el 3 ni en el 2 para que el ascensor siga de largo~ hasta el 1, siga o venga, llegue, no pensaré en el 3 ni en elo.Ju.

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5 MALANOARIA 16

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2 porque siempre sucede lo que uno piensa, pensar esdesear, darle órdenes a las cosas sobre las que marcha lavida, ¿estará mi mujer en casa?, tengo unas ganas locas dehacerle el amor toda la noche sin parar, 1, al fin, perocuando la puerta se abrió entre crujidos metálicos de partomecánico, el hombre y los otros 9 personajes en buscade ascensor se dieron de narices con un ascensor vacío decuyo interior salía el olor pestilente de las basuras de lavieja del 7 que todos tuvieron que ayudar a sacar del apa-rato porque ni la dueña de la basura había bajado ni tam-poco el tipo del 17, quien según alguien pudo comprobardespués, había llamado el ascensor desde su piso paraluego subir, subrepticiamente, por las escaleras, hasta el25, con una llave en la mano y mucha sonrisa en los dien-tes, en tanto que la persona que se había embarcado enel 15 se había quedado en el 7 ayudando a la mujer aintroducir y apilar su cargamento de basuras, para luegopermanecer allí en su apartamento hasta por la mañanacuando bajaron el ataúd por las escaleras porque el ascen-sor se había descompuesto por culpa del niño prodigio,cuyo virtuosismo como tocador de timbres había desen- Icadenado un colapso de chisporrotazos én serie y hecho '

estallar un transformador con estruendo que alarmó a lagorda de la peluca del 4 quien tampoco bajó ya quedespués de timbrar recordó que un tipo de pantalón ver-de le había dicho esa mañana, en la farmacia, que pasaríaa las 5 de la tarde para que le echara la suerte con losnaipes, arte que practicaba para ayudar a su marido, undesocupado de oficio que consumía su vida en el billardel local situado en la primera planta del edificio venido amenos desde cuando se mudaron tres prostitutas en el1001 y el tipo descarado del 1403 comenzó a traer sus ~fulanas a su apartamento para hacer el amor al compás de ffimúsica vallenata en tocadiscos al galope, entre gritos, vul- iñ

CIIgaridades y risas largas y sucias como la basura que acaba- ~o-'u.

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17 MALANDARIA5

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han de sacar hasta el andén para luego regresar al ascensorque los llevaría a sus respectivos destinos en la tarde queJanguidecía, súbitamente entre bostezos de un sol opacoproyectado a través de una llovizna pasajera que duró eltiem~o necesario para que cada uno llegara a su respectivopiso, primero al 3 donde el virtuoso del timbre le pellizcó .la nalga a la fulana y todos festejaron la picardía del toca-timbres con un alborozo estúpido y después al 4, crack,crack, un estremecimiento en vaivén con luces titilantes ydespués al 10 y 10 segundos más tarde al 14, en dondela risa sucia de la fulana abrazada al maníaco del 1403musitándole que se lo iba a comer vivito y coleando saliócontoneándose para que al fin se abriera la reja en el 25,dándole salida al hombre que llevaba en la cabeza, aden- .tro, en los socavones del cerebro, un ramillete de ideasmuy precisas sobre el entierro de un amigo de la infancia,una corbata negra, unos deseos incontenibles de tirarse enla cama con su mujer y el olor ácido de la basura reciente-mente puesta en la acera para deleite de los rebuscadoresde bazofia, perros y niños maltratados por Malandaria,el pueblo grande en el que cada uno de nosotros todavía .finge ser lo que no es y todos fingimos creer lo, dentro delcontexto de una aletargante simulación concertada, todoun hechizo que ahora se quebraba en pedazos, sobre losojos aterrorizados del hombre al accionar el interruptorde la luz de su alcoba y ver a su mujer desnuda, entre-piemada, con el negro del 17, diciendo mi amor, más,más, así, te adoro, me estás matando del gusto, una reta-hila de frasecitas entre ardientes y ridículas que murieron .

, de repente cuando el hombre gritó sinvergüenzas, maldi-, tos, yo lo sospechaba desde hace tiempo, los mataré, puta~ , l' de mierda, malparido, otra retahila pero de palabrotas en-

~ , redadas en la confusión de un forcejeo hecho de manota-~ zos y patadas lanzadas sin destreza, simples manifestacio-~ nes de una amargura incontenible, de un terror defensivo,o~11. .C/)o~a:

:5 MALANDARIA 18

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de unas vergüenzas tardías, de un odio innecesario pues-tos en acción sobre un escenario cursi por unos protago-nistas que no se sabían de memoria sus papeles porque lavida todavía no les había repartido sus partes en la granescena de su pequeña existencia así que, improvisabanfrases y gestos en un esfuerzo por darle dramaticidad a lacómica vulgaridad de sus pobres cotidianidades, signadaspor lo demás, desde aquel momento y como si todo aque-llo y lo de antes hubiese sido poco, por el desenlace nobuscado, por el final jamás previsto de la más negra nochevivida por los inquilinos del Edificio al enterarse de lanoticia de la muerte del señor del 25 a quien se le paró elcorazó60.6r5 430c1.4 Tm (serrp 58.nario ) Tj 1

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.el hombre de la guayabera negra, en estos menesteres elcolor no tiene importancia, de todas maneras la muerte esnegra o tal vez incolora, así que sin demoras innecesariasprocedieron a preparar el cadáver para su viaje al otromundo, chantándole ante todo la corbata negra que apa-reció, efectivamente, en la última gaveta de la cómoda, .retirándole la botella del bolsillo del pantalón dado queya no la necesitaría, una serie de preparativos que se cum-plieron sin mayores afanes mientras q:ue su mujer se poníael traje negro que la alemana había dejado colgado en suescaparate tres días antes de morirse de rabias atrasadas ytodos esperaron la mañana sentados alrededor del ataúdque proyectaba su silueta sobre la pared del fondo de lasala, por efecto de la luz de una vela que había traído la ~

echadora de cartas del 4 quien así mismo contribuyó alvelorio con varias jarras de tinto, empanaditas calientes yun par de botellas de ron que todos bebieron y comieronentre chistes y comentarios apropiados para la ocasiónhasta que amaneció y los hombres medio medio borrachoscargaron el cajón y comenzó el descenso, un lento bamboleopeldaño a peldaño, 375 peldaños uno detrás de otro, uno .sobre otro, lentamente, sin afanes, turnándose unos conotros, de forma que desde el 25 cargaron el ataúd el nue-vo vecino del 10, el descarado del 1403, el padre del niñoprodigio y el desconocido del pantalón verde, siendo rem-plazados después del 20 hast.a el 7 por el gordo del 2503,el desconocido de la guayabera negra, el huracanista del1502 y el negro del 17 que se sentía profundamente cul-pable de todo lo que ocurría y cargó el cajón hasta el 1 .en compañía del nuevo vecino del 10 la única personaque pronunció palabra durante todo el descenso para

~ decir que aquello era una tragedia muy trágica y del tipo~ del 15 que hacía por dos dada su corpulencia y deseos de~ alardear ante la mujercita de las basuras eternas quien~ acompañada de la fulana que había salido con el camajáno.Ju. .." ~ 4 Ino.J

5 MALANDARIA 20

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del 1403, la madre del pellizca nalgas, las 3 prostitutasdel 1001, la nigromante, los 12 inquilinos de la mujerdel 13 y la esposa del muerto esperaban en el 1 la llegadadel cajón que de pronto apareció por la escalera a tiempoque todas las mujeres prorrumpieron en un llanto mono-corde y ridículo que cesó cuando alguien anunció, alegre-mente, que ya habían arreglado el ascensor.

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El ruido

Jamás lograré comprender cómo pudo terminar encerradoentre esas cuatro paredes, en ese nido de ruidos, si paranadie era un secreto que no quería quedarse quieto enningún lugar por silencioso que fuese. Nunca entenderépor qué regresó y cómo pudo embarcarse en aquella locuraque todos supimos que terminaría por perderlo. Jamás,que yo sepa, había hablado de arraigarse o de compro-meterse seriamente con algo. Le desagradaba estarse quie-to, eso que llaman organizarse, establecerse. Siempre fueun andariego empedernido y eso era lo que tenía que ser

.porque no era un hombre común y corriente, normal, do-mesticado, preocupado de la hora, sino un desaforadoque no cumplía ni años, dedicado si acaso a perder eltiempo en esa clase de extravagancias que poco o nadatienen que ver con eso de hacer lo mismo, hablar de lomismo, oir lo mismo, una y otra vez, hasta el cansancio,en el mismo lugar y con la misma gente. La anciana que+ vive alIado de la casa de mi madre, un archivo ambulante,comenta que desde muy joven, nuestro hombre em-prendió la aventura de conversar con gente que venía

~ de paises imprecisos y lejanos con el único propósito~ 1\ conocido de averiguar dónde estaba exactamente el

~ submarino alemán de la 11 Guerra Mundial que habíaa: .~ encallado en la laguna de Cascajal, pero nadie le cree,~ la acusan de demencia senil y se insiste en afirmar que

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quito. Ella no se da por aludida y permanece firme enla creencia de que existen personas con hambre de extra-mundo. Si hubo o no visitantes extraños, buscadores demitos, poco importa porque ahora sabemos que esas yotras no fueron las únicas causas reales o imaginarias quedeterminaron su destino errante y su postrer hundimiento.Parece ser que hubo algo más determinativo en todoaquello, algo que lo indujo a asumir un extraño peregri-naje en el que alejarse era acercarse, irse era regresar, unsino irónico, porque su libertad de huir se transformóen un restringido acto de entrega, rendición, para terminarconvertido en un guiñapo asentado para siempre en unespacio de 2 x 3 oscuro y mugriento, la pocilga en la quepaga el castigo que le impusieron los dueños de Malan-daria por atreverse a organizar una empresa que contra-riaba los más caros designios de los ilustres mercaderes delruido. jQué incomprensible! El jamás se había esforzadopor hacerse sentir en nuestra comunidad ni en tratar demodificar esto o aquello, amaba ser un cero a la izquierda,un honorable desconocido cuyo exclusivo interés se redu-cía a andar a la deriva, en la sombra, en busca del mayornúmero posible de seres aislados, anónimos, para regalar-les un poco de la poesía de su silencio. Ir por ahí, sin to-marse en serio, con la cabeza despojada de alardes y elcorazón permeable a la alegría, jay, las sanas alegrías!,huyendo de eso que llaman la multitud, la recua consumi-da por el hastío y sin embargo gritona y risueña, empeci-nada siempre en aumentar el calibre de sus vociferaciones,dispuesta a la pendencia, ir por ahí, sin tomarse en serio,vagando de un lado al otro a la búsqueda de hombrescapaces de diferenciarse de la manada y de asumir el papelque debería limitarse, -según decía en aquel entonces-, , ~a vivir de tal manera que todas las ambiciones quedasen ~reducidas a disponer de un techo al final de cada cansan- Üi

cio, un plato caliente a la hora inconfundible del hambre ~o-1IJ.1/)o-1II

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ancestral y alguien de noche en la cama, ojalá del sexoopuesto, una vida así, elemental, intrascendente si sequiere, sin el menor riesgo de terminar parapetado enseriedades excesivas o autocontemplaciones porque lascosas serias se han vuelto escasas, decía, y si de prontouno encuentra alguna por ahí tendría que ser un solluná-tico sobre un horizonte vertical, un mico haciéndole elamor a una jirafa, un ángel masturbándose en un confe-sionario o a que a uno se le atasque la cremallera mientrasmedita sobre la inmortalidad del cangrejo que se le acabade sentar en las piernas. Aquel era su poemario, su bagajede conversador prodigioso capaz de apresarlo a uno en lared de sus delirios si de quedarse entre nosotros se hubiesetratado pero nunca quiso hacerlo, al menos cuando fueel otro porque al regresar ya no era el mismo, traicionó supasado, se trazó un propósito, abogó por una causa quenadie estaba planteando e incurrió en el error de tomar supapel demasiado en serio hasta el extremo de perder elsentido de las proporciones al confundir ciertos límites deconveniencia y salir con aquella mamarrachada, la imper-donable embarrada de las 9 putas, una grosería, mejordicho una canallada que de ninguna manera podía quedarimpune así que no es de extrañar que esté donde está,entre esas cuatro paredes, confinado por orden de quienescreen firmemente que la sociedad tiene que defendersey sentar sus precedentes para que esas estupideces no serepitan, lo cual no indica que mucha gente no considereque el castigo fue excesivo porque si bien es cierto que élfue el autor intelectual y cabecilla de aquella barrabasada,la verdad es que no alcanzó a sacarle partido al triunfo desu desfachatez porque las bandidas lo cortaron de entrada,

c{ se lo brincaron, lo dejaron por fuera de la movida y le~ negaron el apoyo que necesitó para defenderse de la per-~ secución que le montaron sus enemigos, los honorables!:J caballeros responsables de que la ciudad no cambie, se loIXo.J

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tiraron, lo acabaron, no he ido a visitarlo pero segúri mehan informado está hecho un esqueleto, convertido en unsaco de huesos, pobre tipo, me parte el alma saber que lotienen encadenado a un catre que no es, según él decía,cama con alguien del sexo opuesto para gastar la nochesino potro de tortura para gritar asombro por la formacomo todo sucedió sin que tuviese que haber ocurrido deesa manera porque él no tenía por qué haberse mezcladoen nada, es más, no tenía que estar ni siquiera en la ciu-dad pero, maldita sea, todo se complicó, nada funcionócomo él lo había previsto, qué absurdo, él se marchó,claro que se marchó, viajó por países muy lejanos, depronto una pirámide, un recorrido lento, un camello,largo, ríos en el mar, interesante, un círculo, polar, des-cubrió que sus sueños habían sido imaginaciones preca-rias pero de todas maneras magnéticas pero un día, cual-quiera, regresó cuando todo el mundo sabía en esta ciu-dad de mierda que él había jurado no regresar jamás, peroregresó, ¿por qué? "no joda, regresé por la sencilla razónde que en el mismo instante en que tomé la firma deci-sión de dejar la ciudad definitivamente ya estaba de re-greso yeso que me había propuesto detenerme, sin que-darme, el mayor tiempo posible, en algún lugar hermosoque pudiese ser el paraíso encontrado, en cualquier sitioinvitante con una caricia a flor de mano, eso fue lo quesiempre dije, demorarme el máximo tiempo posible enaquella ciudad en que una mademoiselle me sugirieraentrar juntos en un concierto de música barroca paradisfrutar de un arrobo irrepetible, así sí, eso valdría lapena como también se justificaría una demora más alládel tiempo señalado, para disfrutar el rumor del río his-tórico rememorando leyendas de walkirias o para asediar ~y asaltar y tomar el castillo encantado de disneyworld en ::¡vez de fortaleza perteneciente a un drácula engolado y iñmenos brutal que belalugosi, de pronto padre putativo ~

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de las meninas transilvánicas, de alguna manera demorar-me para así aplazar mi regreso, casi lo logro, una vez sentíla tentación de quedanne varias primaveras alIado de unamuchacha que decía que su padre era el dueño del Tibermientras que yo, abstraído, escuchaba a una estatua par-lante chismoseando acerca de las cali'guladas de augusto,"qué desgracia, terminar en esta porqueriza después dehaber jurado que de ninguna manera, bajo ningún pre-texto regresaría a esta ciudad que nada distinto podíaofrecerme que no fuera mi cuota diaria de hastío y desi-lusión, jni más faltaba!, ¿a qué iba a regresar?, ¿en buscade qué?, ", él no había podido jamás adaptar el tamaño desus ganas de ser feliz a la estrechez del ruidoso ambientede este pueblo grande con ínfulas metropolitanas, a lasordidez de un medio impregnado de ruidos sucios comoel ruido plebe adherido a las voces de la gente gritándosesaludos, insultos o noticias de una acera a la otra porentre el ruido agresivo de los bocinazos globales dispara-dos para aniquilar el más mínimo resquicio de silencio,él no soportaba la intrepidez de ciertos sonidos surgidos,de las selvas de los instintos más primarios, ni los crujidosde la ciudad ebria, ni la velocidad amenazante de cadavibración convertida en lujuria, todo aquello lo deprimía,lo enardecía hasta el extremo de llegar a odiar a la ciudadmisma a la que le asignaba el papel de detestable caja deresonancia propagadora de bochinche como el escándalodel carnaval sonando frenesí a lo largo de 40 días consus amaneceres dentro de la jungla en la que una solavez en su vida se metió en plan de caníbal condenado ala postre a comerse muerta del miedo a una marimondaperdida en una traba egolátrica, puta vida, mandó al dia-

ct blo el capuchón, se lo regaló a un borracho disfrazado dea:a: relámpago y juró que jamás volvería a participar en esa~ bulla obscena, embadurnada de arrecheras que nada tenían~ lue ver con su ilusión de lo que debería ser una bacanala:o.Ju.Ino.J"a:

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dionisíaca, "¿cuánto costará el tiquete en barco a la Gre-cia Antigua?, aunque sea en tercera clase, qué más da, loimportante es que me lleven hasta allá y que encuentre elsilencio que explica de lo que debería estar hecho de nuevoel mundo ", así eran las cosas que se le ocurrían, así eranlas locuras que se le cruzaban por la mente pero no sólocon respecto a Grecia sino con relación a las ganas quetenía de largarse cuanto antes para ir a gozar de unassaturnales en compañía de Claudia Cardinale retrasada enel tiempo, adelantada en los senos, protuberada, y en supapel de hijastra imperial de Octavio, tocayo extemporá-neo e inédito de El Mejicano descubridor de la barbariede la Europa preazteca, todo un sueño, masturbacionesmentales con posibilidades de extenderse hasta el carnavalde Venecia a bordo de motoscafo propiedad del signoreCousteau en viaje de película a lo largo del Paisaje del Si-lencio y él provisto de máscara simbiótica diseñada paramirar la vida desde el fondo del mar de las serenidades,pobre tipo, los médicos y los enfermeros, sus carceleros,ya no escuchan sus historias porque saben que está cien-tífica y legalmente extraterrestreado, dicen que padecede jupiterismo, que desde su condición de feto era venu-sino, al menos así rezan los informes, de modo que pocoimporta que siga explicándose a sí mismo o repitiéndoles,a las visitas que pasan y se detienen brevemente frente ala reja que lo une al mundo, el cuento sobre el origen desu infortunio, la verdad de su tragedia, los detalles decómo cayó en la trampa de regresar a este infierno cuan-do estando en algún museo, frente a una escultura, talvez en un concierto, de pronto en un teatro o mirando un .

cuadro, sintió el murmullo subterráneo, el soplo apacibleque le permitió, por fin, entender que la felicidad reside ~en la inacción provocada por el silencio que encierra toda ~subordinación a la belleza o lo que era lo mismo que la ~infelicidad existe en la acción provocada por el ruido que ~

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circunda toda dependencia a la fealdad, la revelación desu vida, la" señal en su camino de damasco, los enfermerossonríen, aquél fue el momento del llamado, los médicosse encogen de hombros, el murmullo y el soplo lo conven-cieron de la necesidad de regresar a salvar a su ciudad dela epidemia del ruido así que volvió, en secreto, pero al-guien lo descubrió por los lados de El Camellón, másexactamente por el Cañón Verde, iba sólo pero después,cuando otra persona lo vio cruzar por Soldados frente a laestatua de El Hombre Caimán caminaba del brazo de 2de las 9 putas de la casa de Eugenia Oneguin a quienya la noche anterior le había anunciado que su único pro-pósito era luchar contra la peste que había invadido a suciudad, hacer todo aquello que estuviera a su alcance paracombatir aquel flagelo que ya le resultaba imposibleseguir ignorando porque para nadie era un secreto que elruido podrido se había esparcido por Malandaria, "no setrata -le dijo a Remedios, la pupila preferida de Eugenia-de luchar contra el progreso sino de musicalizar los cruji-dos, armonizar los gruñidos y entonar los alaridos, ¿mecomprendes, querida?, tenemos que neutralizar ciertasfuerzas para que los ruidos del escándalo, los sonidos dela furia y las ondas de la estridencia no nos sigan contami-nando, tú sabes a lo que me refiero" -le comentó a Puri-ficación, más conocida por Purita, 19 añetes, amante deTchaikowski-, "Eugenia, ¿no te parece triste que nuestrat ciudad haya perdido el encanto de sus antiguos murmu-llos, cadencias y silencios?, ¿recuerdas las retretas del Par-que Montesquieu?", "tú eres un romántico empeder-nido" -le replicó la dueña del único prostíbulo del mundodonde sólo tocaban música clásica y daban películas

q I mudas de Chaplin y Harold Lloyd-, "nada de eso -res-~ ~A pondió-, soy otro adán de esta última generación, n.os-

~ tálgico de paraíso y no creo que la ciudad pueda ser, sola-

~ \ I mente, un sitio para trabajar, comer y cagar, jviva la isla

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de la utopía! ", "estás borracho" -terció Azucena, 21,1.35 del talón al cogote, la cabeza no contaba-, "a pro-pósito, Fermín, tráeme otra media de sello negro" -mur-muró mientras sentía la lluvia como un sonido extenso yhúm~o cayendo sobre la ciudad empestada y neuróticade tanto oler y oir ruidos podridos-, "Eugenia, nos tergi-versaron la partitura, antes la melodía era con otra clave,por favor no me hables de los traumas del crecimiento nime vengas con esa carretilla de que se vinieron para Ma-landaria en busca de una nueva vida porque 'tú y yo sabe-mos muy bien que los encandiló el ruido de las luces,como encandila la bombilla al cucarrón y lo condena aquedarse girando y girando, como un loco, untado dezumbidos, alrededor de su muerte lenta y ridícula, zhh. .'.zzzhh ", afortunadamente Fermín trajo la media de Whiskyy él sirvió una ronda para que los 10 brindaran por lasgrandezas y las maravillas que iban a hacer en favor dela ciudad por encima de la cabeza de todos los pericos delos palotes empecinados en oponerse a que uno pudieradisfrutar del sosiego que ofrece la lectura de un libro, lavoz del ser amado, el murmullo de la brisa, la contempla-ción de la belleza y, ¿por qué no?, el sonido inteligentede un instrumento musical, el tin tan tin tan de unacampana, el ulular de las sirenas y la risa de un niño metidaen un cascabel, "Fermín, ponte la Cantata de la Alegría ","sí señor, enseguida", pero no le hizo caso porque casi deinmediato el salón se impregnó con los aromas aflautadosy cIarineteados del Cascanueces así que él se paró en pun-tas y exclamó: " joh, Marius Petipa, por qué me has aban-

donado en este trance!", por lo que ellas no podíanaguantar la risa y se agarraban las barrigas con sus manosduchas en inventar caricias, muertas de la risa con los ojos ~nublados por la pestañina corrida sobre un radio de acción ffide varios milímetros a la redonda sobre cada cara y él ~dale que dale a su simulacro de danza cascanueceada ~

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mientras que ellas retozaban a su alrededor, unidas entresí por la sombra del fantasma de Tchaikowski, dueño yseñor de aquella casa, al menos así dicen que sucedió, quelas 9 se entregaron por entero al juego que él tan sólohabía insinuado pero que no sólo tomó velocidad sinoque partió la historia de Malandaria en dos eras que todosresumimos con eso de que aquello fue antes o que estofue después de la vaina de las 9 putas, de todas mane-ras un acontecimiento de marca mayor que se inició unamañana temprano, cuando nadie lo esperaba, Eugeniasostiene que como a las 7 de la madrugada con todo elelenco amanecido, la mitad medio borrachos, que eranellas 9 y 12 tipos más de confianza, encabezados pornuestro conspirador abrazado a Fermín, un abrazomuy viril como de griegos de taberna del Pireo, era do-mingo y mucha gente salía de misa, un escándalo, lasviejas se persignaban, que a las 5 cuadras los manifes-tantes eran más de 40 y a las 8 de la mañana ya pasa-ban de 300 pero que lo curioso y hasta cierto puntoinexplicable es que marchaban a lo largo de República yen dirección al Camellón sin decir palabra y si es verdadque desde un principio empezaron a lanzar sus primerasconsignas, lo hicieron por escrito, pancartas pintadas congrandes SILENCIO en mayúsculas y hojas sueltas invitan-do a una peregrinación hasta la estatua olvidada de lasvacas sagradas, el monumento conmemorativo a la ter-

~ quedad de las 7 Vacas Heroícas que llegaron hace 92años hasta estos arenales en busca de agua y encon-traron el barranco que la casualidad señaló como el sitio

I más adecuado para que los dueños de aquellos animales,1 perdidos tomaran la decisión de colocar allí la primera

ct piedra de Malandaria sobre la que, con el tiempo y un~ palito, algún patricio de abanico de pajita ordenó eregir~ las 7 columnas entre corintias y dóricas que represen-::J tan los 7 mugidos patrióticos que inspiraron la funda-~

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ción del villorio, acontecimiento que no sólo se celebra eldía preciso del mes preciso, cada año, sino, como dicenuestro mártir, cada vez que el fervor gregario se exacerbay la gente exige que le griten discursos, que le organicenbochinche democrático frente a la estatua de El HombreCaimán, el más reverenciado mito de los malandarensespor su relación estrecha con un semidios danzarín, lagar-tón y tomatrago, las virtudes máximas de la ciudad quede alguna manera no se hicieron presentes, aquella maña-na, en la conducta de más de dos mil y pico de manifes-tantes que de otra parte actuaron, según Susana declaróa la prensa, después del triunfo en las elecciones, sin elmás mínimo sentido histórico de lo que hacían, ya que setrataba según ellos, simplemente, de ejercer el derecho atener rabia cont~a el estrépito insolente de un procesoindeseable muy evidente, más o menos lo mismo dijoRemedios, que todos sabían que sólo se trataba de recor-dar la existencia del silencio, de recuperar el sentido de loarmónico, bajarle el volumen a la ciudad, así que adelante,jadelante! pensaban al ver a lo lejos el edificio Municipal,empapelado con miles de carteles amarillentos, destruidospor las brisas de dos años largos y tristes, pegados allí porlos camaradas en señal de regocijo por la llegada a Malan-daria de aquel joven formidable que tres años más tardeconquistaría una curul desde un cajón de muerto, todoslo recuerdan, el cadáver que barrió en las urnas en el 80,el difunto concejal que de algun~ manera también marchóen aquella manifestación contra el ruido porque iba den-tro del corazón de Remedios, la primera camarada decuerpo entero que surgió entre nosotros por obra y mila-gro de la única visita del Bolshoi a la ciudad, camaradapor amor al arte, la camarada Remedios, la camarada hor- ~miguita arriera que acompañó a nuestro soñador predica- ~dor de utopías desde el día siguiente de aquella marcha y éiidurante 93 días con sus amaneceres, de diciembre a marzo, ::J

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por entre los vericuetos de la navidad, el año nuevo, loscarnavales, hasta cuando, "ese loco divino, divino loco ",estuvo seguro de haberle dicho al oído a 63.568 próji-mos, semejantes y desemejantes, como quien dice a 576malandarenses diarios, la misma frasecita encoñadora:"hay que votar por las muchachas" y todos entendieronque de lo que se trataba era de reintegrarle a nuestracomunidad su antigua partitura y declararse en perma-nente estado de bronca contra los inquisidores del pocosanto oficio de estrangular con gritos la palabra libre, decastigar con exigencias de sumisión al progreso a los poetasdomadores de máquinas atropellado ras de hombres y deexcomulgar a los afinadores de antiguos y abandonados ins-trumentos de orden y de arnlonía, que de lo que se trata-ba, además, era de promover un escándalo en silenciopara que la gente empezara a asumir un papel protagónicoen aquella insólita Cruzada contra el Ruido, como enefecto ocurrió ya que al poco tiempo, como a las 15 cua-dras las 9 muchachas fueron ganando más y más simpati-zantes, se les sumó, como por encanto, una corriente deadictos en el vicio de seguirlas por todas partes, de votarpor ellas, era como si de pronto muchos hubiesen descu-bierto la fascinación de un nuevo culto, como si hubiesencaído de pronto en un nuevo fanatismo erótico-políticoque parecía no tener su orígen y desarrollo única y exclu-sivamente en el mariposeo del andar provocativo de lasmuchachas, en el enc'anto de toda aquella auténtica agita-ción de masas, aquel terremoto de nalgas bamboleantessino más bien en la contundencia de los mensajes provoca-t dores de su campaña contestataria, es decir en la fuerza delas frases salpicadas de picardía que se agitaban sobre sus

c{ senos saltones aprisionados bajo la blancura perversa de~ I unas camisetas bien ceñidas: abajo la paja, no más bla, bla,~ bla, bla, fuera el demobullicio, la palabra escrita al poder,

~~ .úntate el dedo de colores silentes, somos urna-mentales,o .~

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UNIVERSIDAD DEL ~OiTE

BIBLIOTECA

gente callada del mundo uníos, calla coitologuemos, frase-citas así, sugerentes, que casi inadvertidamente y contratodas las previsiones de los sabihondos electorales coloca-ron 63.568 votos a favor de la lista única que encabezabaEugenia a lo largo de un proceso en el que fue perdiendo vi-gencia el murmullo, las consignas del silencio, y poco a po-co el mandan güevo, oye, brother, ¿tú por quién coño vas avotar?, comenzó a sonar por las esquinas de El Camellónmientras por República, Soldados, arriba en la Magdalena,por allá por Primavera, la boca bien abierta de un negrograndulón gritaba: "por Azucena, jtronco de tetas!" yotro, indio barrigón, anunciaba con voz de saxo tenor:"y yo por la tal Purita, jsiempre se me han corrido lasbabas por esa puta! ". fffun ffuunn, faaann, así sonaba lavida del día más largo en la historia de la ciudad y él allímetido en la magia de aquella extraña experiencia, con unsentimiento de arraigo encima de su asombro, comprome-tido seriamente con algo, domesticado por los absurdosde la ciudad absurda, ya no se trataba de conversar condesconocidos de ultramar sobre submarinos alemanesencallados en lo profundo de un lago, ni de seguir sien-do un cero a la izquierda soñando con las meninas tran-silvánicas o con la bambina que juraba que su padreera el dueño del Tíber, ahora se trataba de amarrarse bienlos pantalones para conducir a la victoria a una secta sinI}ombre, inventada en teoría, cualquier noche de desdo-blamientos neuróticos, sentado como un yoga en el pisodel cuarto lleno de aire azul tenue de la enorme casona desu amada Eugenia Oneguin, imaginándose el hielo flotan-do en el whisky con soda que estaba en camino sobre la -+:bandeja transportada en las manos de Fermín fingiendouna prematura importancia al sentirse el amigo íntimo de ctlas 9 futuras honorables concejales, el muchacho con- ~fió desde un principio en esa victoria que unos meses más ~tarde se convertiría en noticia mundial cuando el funCiO~ ~ ~

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UN'VERS!OA D DEL ~Oi'E

BIBLIOTECA

gente callada del mundo uníos, calla coitologuemos, frase-citas así, sugerentes, que casi inadvertidamente y contratodas las previsiones de los sabihondos electorales coloca-ron 63.568 votos a favor de la lista única que encabezabaEugenia a lo largo de un proceso en el que fue perdiendo vi-gencia el murmullo, las consignas del silencio, y poco a po-co el mandan güevo, oye, brother, ¿tú por quién coño vas avotar?, comenzó a sonar por las esquinas de El Camellónmientras por República, Soldados, arriba en la Magdalena,por allá por Primavera, la boca bien abierta de un negrograndulón gritaba: "por Azucena, jtronco de tetas!" yotro, indio barrigón, anunciaba con voz de saxo tenor:"y yo por la tal Purita, jsiempre se me han corrido lasbabas por esa puta! ", fffun ffuunn, faaann, así sonaba lavida del día más largo en la historia de la ciudad y él allímetido en la magia de aquella extraña experiencia, con unsentimiento de arraigo encima de su asombro, comprome-tido seriamente con algo, domesticado por los absurdosde la ciudad absurda, ya no se trataba de conversar condesconocidos de ultramar sobre submarinos alemanesencallados en lo profundo de un lago, ni de seguir sien-do un cero a la izquierda soñando con las meninas tran-silvánicas o con la bambina que juraba que su padreera el dueño del Tíber, ahora se trataba de amarrarse bienlos pantalones para conducir a la victoria a una secta sinnombre, inventada en teoría, cualquier noche de desdo-blamientos neuróticos, sentado como un yoga en el pisodel cuarto lleno de aire azul tenue de la enorme casona desu amada Eugenia Oneguin, imaginándose el hielo flotan-

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nario, aprendiz a solemne, se trasladara personalmentehasta el prostíbulo más bello del universo a entregar, condiscurso de fondo, "las 9 muy merecidas' credencialesque las acreditan a ustedes, estimadas señoritas, comoconcejales del municipio de Malandaria ", una imponenteocasión que nuestro divino loco hubiera deseado festejarcon la mayor discreción, un brindis en cuerda de pocosamigos, gente de pocas palabras, pero no se pudo, jquefiasco!, los triunfos se celebran con eso que llaman entu-siasmo así que pronto la euforia colectiva cogió veloci-dad, poniendo en evidencia nuestro modo de ser natural,la fuerza de nuestra raza social en estado de frenesí,traducible siempre en una alocada convulsión de estrépi-tos y gesticulaciones, guacherna corrida a ritmo de mana-chis, papayeras, orquestas y conjuntos vallenatos disemi-nados de acuerdo con su propio tráca, tráca, cha ca cha ca,pum, pum pum, desde El Camellón hasta los alrededoresde la casa de Eugenia, áfrica rugía en tono de gigantescarisotada en taparrabo, escudos vegetales y lanzas emplu-madas, pam, pam, pam, rácata, rácata, rácata, un pande-monium que en un principio asumió perfiles de signopero después tomó forma de embrujamiento, paroxismogeneral, convulsión febril, gua catá, gua catá, bbrr, pip,pip, bap, bap, a su juicio el descalabro de una victoria quede todas maneras lo incomodaba, le dolía, no sólo porqueél era ahora un derrotado solitario y ridículo sino por-que por más que se esforzaba no lograba percibir el malolor del ruido, algo extraño ocurría, los sonidos le llega-ban nítidos, puros, casi aromáticos y tuvo que admitirque españa también rugía en el taconeo rotundo y gitanode la multitud, un taca, taca, taca, taca sólo interrumpido

~ por las voces de las 9 Furias cantando a coro una sal-::¡ sa de nuevaior con acompañamiento rítmico de tene-iñ dores contra vasos repletos de ron, magno concierto con~ Tchaikowski callado y contra la pared desde la que Fer-

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mín gritaba: "jganamos, ganamos, las muchachas sonconcejales!", " jviva Malandaria!", exclamó una puta anó-nima, " jviva Malandaria! ", contestó el locutor de moda

desde el radio con ojo redondo, verde y titilante, redondo,verde y titilante como el ojo destapado de la hija quincea-ñera de 12 años de Don ,zabulón, espiando el barullodesde su ventana personal, la de su alcoba, la ventanagrande del segundo piso de su fortaleza frente al Ríoaquella noche iluminado por el resplandor de los mecho-nes que portaban los destechados marchando en direccióna la casa de Eugenia, para exigirle -a IaS9hOnorablesseñoritas concejales una pronta solución a su tragediade casi 5 O O años sin casa, más de 3. O O O cadáveresandantes con sus fantasmas, mujeres y niños, gritandoconsignas en minúsculas y sin ortografía, en desigual com-petencia con los bocinazos, frenadas y crujidos de la vidamecánica a todo volumen colándose por entre los resqui-cios de los silencios muertos, un panorama de hombres,objetos, situaciones y circunstancias que él, a 7 cua-dras de aquella ventana, miraba con desprecio semejantea su asco por el desenfreno de aquella gigantesca borra-chera todavía sin trago, la antigua y desgastada ebriedadsurgida y asumida del ruido invadiendo su atmósfera per-sonal recargada, de pronto, con el olor ácido del esperma,una sensación de nostalgia por las nalgas de una Eugeniaque ya no estaba porque se había marchado a remolquedel primer efebo capaz de demostrarle su solidaridad polí-tica o quizá de la mano del señor senador, experto en elarte de estar siempre a tiempo en los acontecimientosque a veces se dan en las esquinas, plazas, muelles, aveni-das, cementerios y casas de putas de las ciudades que handesbordado el perímetro de la anécdota en busca de un c{papel en la historia a riesgo de precipitarse en el caos de ~su propia despersonalización que es pérdida de identidad, ~falta de autonomía, gigantismo, idiotización, los síndro- 13

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mes de un progreso sin belleza, gris, ruidoso y trágico, delque él había querido apartarse hasta el maldito día en queregresó y se embarcó en esta locura, a sabiendas de quecomprometerse en aquel empeño era perder la amistad deaquellos dulces visitantes extraños buscadores de mitos,abandonar sus andares de poeta vagabundo, su búsquedade los jardines edénicos para acabar convertido en unhombre vanidosamente local, un orgulloso patriota munici-pal, un quijote cívico dispuesto a mejorar su pedazo deplaneta, un ciudadano lo suficientemente práctico comopara mandar a la mierda su parentesco espiritual con lasestrellas y sus vínculos de consanguinidad con los pájaros,.un cretino incapaz de darse cuenta de que su lucha contralos sonidos inarticulado s y confusos a los que sigue sien-do tan propensa su de pronto tan querida Malandaria, nopasó de ser un disparate, un mal paso que todos, sin ex-cepción, juzgarían como un acto de falta de fe en la im-portancia y significación del horno sapiens vocüerador ydel hominicaco manejador de máquinas en el proceso dedesarrollo de Malandaria, en suma, una herejía que comotoda herej ía fue una verdad que se volvió loca y que porel hecho de serIo se convirtió en mentira y en delito y enenfermedad contagiosa, en caso clínico con derivaciónjurídica de manicomio-cárcel, la mazmorra dentro de laque se le han concedido las máximas libertades para ejer-cer el placer de horrorizarse con los lados oscuros delalma humana, un martirio.

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