lo bueno, lo malo y lo feo

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LO BUENO, LO MALO Y LO FEO Hace una semana todos los peruanos mayores de edad acudimos a las urnas a expresar, a través de nuestro voto, nuestra simpatía por el candidato o candidata que consideramos la mejor opción para gobernar la ciudad de Lima. Terminó el proceso electoral – bueno al menos el acto de sufragio - y es conveniente evaluar lo bueno, lo malo y lo feo de este tramo de la contienda electoral. Frente a más de una docena de candidatos a la Alcaldía de la Municipalidad de Lima Metropolitana, los ciudadanos de Lima optamos mayoritariamente por dos mujeres y aquí viene el primer aspecto que me parece relevante. Primero, ha quedado demostrado que el estribillo de discriminación por genero no existe más que en la cabeza de un grupito de ONGs y alguna que otra política desfasada en el tiempo; y, la ciudadanía ha tenido una participación mucho más activa que en otros procesos electorales. Pero quizás una de las mejores cosas que nos ha dejado este proceso electoral, es que al parecer millones de limeños han podido ubicarse en la posición política tradicional que más les acomoda: derecha o izquierda. Este sinceramiento político puede mostrarnos el inicio de la consolidación de partidos políticos, dejando de lado el caudillismo imperante durante las últimas décadas. Desde esta perspectiva, la polarización - no en función de personas, sino dogmatica - vuelve a formar parte definitoria en la vida política. La ciudadanía en cierta forma tomó la iniciativa y se definió, corresponde ahora a los partidos dejarse de medias tintas y definirse políticamente. Pero también hay cosas malas. Quizás la más importante fue la inexplicable inacción del Jurado Nacional de Elecciones ante atentados contra el proceso y la democracia. O es que el máximo ente electoral considera que la divulgación de audios obtenidos ilegalmente - vulnerando derechos elementales de un candidato por meses - con la clara intención de manipular la voluntad popular, no constituye un atentado contra la limpieza del proceso y la democracia. Por otro lado, es totalmente reprochable el penoso papel que ha cumplido parte de la prensa, cuando menos desde la perspectiva ética. Luego exigen autoregulación, cuando ha quedado demostrado que no existe la mas mínima intención de hacerlo.

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Page 1: Lo bueno, lo malo y lo feo

LO BUENO, LO MALO Y LO FEO

Hace una semana todos los peruanos mayores de edad acudimos a las urnas a expresar, a través de nuestro voto, nuestra simpatía por el candidato o candidata que consideramos la mejor opción para gobernar la ciudad de Lima. Terminó el proceso electoral – bueno al menos el acto de sufragio - y es conveniente evaluar lo bueno, lo malo y lo feo de este tramo de la contienda electoral.

Frente a más de una docena de candidatos a la Alcaldía de la Municipalidad de Lima Metropolitana, los ciudadanos de Lima optamos mayoritariamente por dos mujeres y aquí viene el primer aspecto que me parece relevante. Primero, ha quedado demostrado que el estribillo de discriminación por genero no existe más que en la cabeza de un grupito de ONGs y alguna que otra política desfasada en el tiempo; y, la ciudadanía ha tenido una participación mucho más activa que en otros procesos electorales.

Pero quizás una de las mejores cosas que nos ha dejado este proceso electoral, es que al parecer millones de limeños han podido ubicarse en la posición política tradicional que más les acomoda: derecha o izquierda. Este sinceramiento político puede mostrarnos el inicio de la consolidación de partidos políticos, dejando de lado el caudillismo imperante durante las últimas décadas.

Desde esta perspectiva, la polarización - no en función de personas, sino dogmatica - vuelve a formar parte definitoria en la vida política. La ciudadanía en cierta forma tomó la iniciativa y se definió, corresponde ahora a los partidos dejarse de medias tintas y definirse políticamente.

Pero también hay cosas malas. Quizás la más importante fue la inexplicable inacción del Jurado Nacional de Elecciones ante atentados contra el proceso y la democracia. O es que el máximo ente electoral considera que la divulgación de audios obtenidos ilegalmente - vulnerando derechos elementales de un candidato por meses - con la clara intención de manipular la voluntad popular, no constituye un atentado contra la limpieza del proceso y la democracia.

Por otro lado, es totalmente reprochable el penoso papel que ha cumplido parte de la prensa, cuando menos desde la perspectiva ética. Luego exigen autoregulación, cuando ha quedado demostrado que no existe la mas mínima intención de hacerlo.

Durante más de dos meses la violencia electoral no ha surgido de las candidatas o candidatos, sino de algunos medios de comunicación, ante la pasividad de un órgano electoral que más parecía un observador que el fiscalizador del proceso electoral.

Si a esto le sumamos que el JNE no ha tenido la mas mínima diligencia al verificar la información consignada por los candidatos en sus hojas de vida, concluiremos que ha llegado la hora de poner las barbas en remojo y cambiar lo que haya que cambiar. La falta de transparencia en los datos personales consignados por los candidatos sumados a la pasividad del Jurado Electoral, llevan a que el electorado sea fácilmente burlado.

Finalmente, el rol de las encuestadoras es totalmente cuestionable. No es posible que también que estas empresas se hayan constituido en parte del proceso electoral, desinformando u manipulando a la población en su intención de voto; sin que exista el mínimo control por parte del Estado. Y en este caso el Estado opera nuevamente a través del Jurado Nacional de Elecciones.