lnr del 20 de septiembre de 2009

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PINTI ENTRE PREVENIR, CURAR Y DISFRUTAR DE LA VIDA BRASCO MIS BOCADOS PATAGONICOS PREDILECTOS EXTRA / COMO VIVIMOS IMAGENES DE UN DIA EN LA OFICINA ¿Y SI LA FELICIDAD NO ES LO QUE PENSAMOS? POR SERGIO SINAY CLAUDIA SANCHEZ, EN LA PAZ DE COLONIA, URUGUAY LN R LA NACION REVISTA 20 DE SEPTIEMBRE DE 2009 A DOS AñOS DE SU RETIRO, HABLA DE TODO: LA DANZA, EL TEATRO COLON, SU DESEO DE SER PADRE Y EL PAIS: “EN EL EXTERIOR, NUESTRA IMAGEN ES CADA VEZ PEOR” JULIO BOCCA EL REPOSO DEL ARTISTA

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edición de LNR del 20 de septiembre de 2009. Julio Bocca

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pinti entre prevenir, curar y disfrutar de la vida

brascomis bocados patagonicos predilectos

extra /como vivimosimagenes de un dia en la oficina

¿y si la felicidad no es lo que pensamos? por sergio sinay

claudia sanchez, en la paz de colonia, uruguay

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La nacionrevista

20 De septiembreDe 2009

a dos años de su retiro, habla de todo: la danza, el teatro Colon, su deseo de ser padre Y el pais: “en el eXterior, nuestra iMaGen es Cada Vez peor”

juLio boccaeL reposo DeL artista

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p o r e milse pizarro f oto s daniel pessah y archivo

un hombre libreHace casi dos años bailó por última vez. Ahora, mientras prepara el lanzamiento de una colección con sus mejores espectáculos, habla de su vida hoy, y del futuro: "Me pone feliz darles un lugar a los chicos para que estudien"

Nota de tapa Entrevista

el domingo descansó. Se rapó y descansó. El sábado 22 de diciembre de 2007 bailó por última vez

para el público. Seguidores y neófitos tapiza-ron esa noche la avenida 9 de Julio. La sábana de más de 300 mil personas se oreó, tensó y preparó la cama con aplauso y nostalgia anti-cipada. Era un adiós. Era un preludio.

A los 40, Julio Bocca se retiraba de los es-cenarios. Se alejaba de los ensayos fatigantes, cruzaba el Río de la Plata y apuraba el pecho para tocar la cinta de llegada a mañanas de mate y hogar, a una nueva etapa. Esa que lo encuentra viviendo en Montevideo, yendo a subastas –“Nunca en mi vida lo había hecho y me encantó. ¿Por qué no lo hice antes? Porque no podía”–, husmeando en el supermercado y andando en bicicleta.

–¿Por qué Montevideo?–¿Por qué no? Me hubiese gustado que-

darme acá, sigo queriendo a la Argentina y a Buenos Aires, pero necesitaba tranquili-dad. Después del retiro necesitaba eso, ba-jar; y Montevideo es una muy linda ciudad. Me queda cerca, tengo buenos espectáculos, tengo la Rambla, y puedo hacer un poco la vida que hacía en Nueva York.

–¿Acá no?–Es una cuestión mía, personal, de mi

cabeza, que uno sale y tiene que estar con una sonrisa, preparado para un autógrafo o foto. Pero reitero: es una cuestión mía.

–¿En la otra orilla eso no pasa?–Pasa, pero mucho menos, porque hay mu-

cha menos gente. Allá es un saludo y siguen. Acá me saludan, me abrazan, me besan, me

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retratos Arriba: con apenas 23 años.

A la derecha: Julio Bocca en 1998

una trayectoria impecablel Nace, en Munro, la noche del 6 de marzo 1967.l A los 7 años empieza con clases de expresión corporal.

l Un año después, su abuela lo sube a un taxi y lo lleva a una audición en el Colón.

l Estudia hasta séptimo grado. A los 14 se va a trabajar a Venezuela (como primer bailarín de la Fundación Teresa Carreño) y a los 15, a Brasil (Teatro Municipal del Río de Janeiro).

l 1985 es un gran año. Baila Copellia, como primer bailarín, en el Teatro Colón, y gana la Medalla de Oro en el 5º Concurso Internacional de la Danza de Moscú. Tiene 18 años.

l En 1986, el American Ballet Theatre (ABT) lo convoca para una audición. Al finalizar, el director de la compañía le pide que regrese al día siguiente para firmar su contrato. El director era Mikhail Baryshnikov.

l Crea, en 1990, su propia compañía, el Ballet Argentino. Cinco años más tarde se presenta en el Luna Park, en el City Center de Nueva York y ante 80 mil espectadores

en Buenos Aires, celebrando el décimo aniversario de aquella medalla en Moscú.

l En 1997 baila ante 35 mil personas en la Bombonera. Repite la escena 3 años después, pero en River.

l 1999 y el cine: filma Tango, dirigido por Carlos Saura.

l 2005 es el año en que vuelve a bailar en el Colón (no lo hacía desde 2002). Es, también, el año de su último Quijote, en el Opera, con Eleonora Cassano.

l 2006: se despide de Nueva York en el Metropolitan Opera House, del Lincoln Center.

l 2007 es el año del adiós. 200 recitales y el último, el 22 de diciembre, en la 9 de Julio, ante más de 300 mil personas.

l 27 años de carrera.

l 7 intervenciones quirúrgicas.

l 154 funciones en el Luna Park.

l 20 años en el American Ballet Theatre (ABT).

sacan fotos, me cuentan historias. Es lindí-simo, pero yo necesitaba estar tranquilito y hacer otras cosas.

–¿Una vida normal?–Sí.–¿Tuviste una alguna vez?–Sí, en Nueva York; tomaba el subte, coci-

naba. Necesitaba eso, y ahora lo tengo. Ten-go amigos y estoy a nada de Buenos Aires. Ahora tengo como fobia de estar con mucha gente. Ir a una disco, que vas y te golpean... No, no puedo.

–¿Entendiste ahora, después de 2007, a los 40, lo que es estar sin hacer nada?

–¡Sí! [se ríe con ganas].–¿Te gustó?–Apenas terminé, me fascinó. Ya a comien-

zos de este año sentía como que tenía que ha-cer algo. Tomé la presidencia de la Fundación [que lleva su nombre], más reuniones, más cosas con la Escuela; me estoy metiendo mu-cho más. Y fui a Praga, a unas master classes. Pensé que nunca iba a poder hacerlo.

–¿Por qué pensabas que no podías?–Sentía que no estaba preparado para dar

clases. Igual, lo que hice ahí fue enseñar a los chicos de la Royal [Opera House], o de la Opera de París, la variación de El Quijote, la del Cisne Negro y el dúo de Diana y Acteón. Había de todos los niveles; va gente de todas partes del mundo a tomar clases de clásico y repertorio. En eso estaba yo. Cuarenta alum-nos para enseñar las variaciones, explicar y corregir a todos por igual. Tenía que probar para saber si podía o no. La experiencia fue maravillosa, me gustó muchísimo.

–Estás haciendo lo que destacaste de Natalia Makarova y de Cynthia Gregory, que se bajaron del escenario a los cua-renta y tantos, pero siguieron con clases, como coreógrafas…

–Exacto. Todos tienen un recuerdo lindo de ellas, que terminaron bien, que podrían haber seguido bailando, pero se dedicaron a otras cosas. Yo ahora tengo toda una es-tructura preparada y me pone feliz darles un lugar a los chicos para que estudien. Hace poco estuve en Asunción, Paraguay, donde junto con Ana Botafogo nos dieron una mención de ciudadanos ilustres du-rante la Gala Iberoamericana, organizada por la Ciudad de Asunción, que este año ha sido declarada Capital de la Cultura. Por supuesto, nunca se publica nada de esas cosas. Si fuera fútbol, saldría.

–¿Se te vació un poco la cabeza de co-reografías?

–No. Al hacer Diana y Acteón pusieron la música y me vino. Y eso no lo hacía desde hace años. Lo que pasaba era que me costaba incorporar cosas nuevas; se ve que el disco ya estaba lleno. Pero están guardadas en algún lado. Pongo el chip y ahí están.

***

Terminó un yogur y ya está listo el mate. El pico del termo regurgita. Se tapa. “Es que está llenísimo, ya va a salir mejor.” La escena que se da en una habitación en Buenos Aires se

repite en la otra orilla. Julio lee los diarios ar-gentinos en Internet. Mira su jardín. Manda un mail a la Fundación. Usa pantalones dos talles más grandes porque no le gusta la ropa ajustada. Acaricia a su perra. Responde un mail. Habla algo con la señora que lo acompa-ña desde hace más de 15 años y por la que va a ver qué puede hacer, porque extraña. Mira al sol. Deja la bandeja de entrada renovando caudal y se va con el termo afuera. "Si el día está lindo, no me lo pierdo.”

Seis kilos más, seguro. Los tiene. Los vive.

Los acusa. “Ahora estoy a dieta de nuevo, porque, mirá.” Se toma lo que un oficinista calificaría de pliegue y para él es… rollo. Su sonrisa ladeada se va borrando al tiempo que flexiona el tronco, apenas levanta la remera y ahí está, la prueba: la panza “me llega”.

–¿Ese tatuaje es nuevo? –Es uno de los últimos que me hice, cuando

terminé el [ciclo en el] Opera con el Ballet Ar-gentino. Fue como cerrar una etapa. Después lo que hice fue alargarme éste [se levanta la manga derecha].

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“Estoy feliz. Van a editar parte de mi vida, cosas que hice con todo amor. Además, eso de pasar por un quiosco de diarios y verme, saber que estaré en la casa de mucha gente, me tiene… ¿cómo explicarlo? ¡Con la sangre en ebullición!”Julio Bocca de Colección es el próximo lanzamiento, de libros + DVD de regalo, a sólo $ 29.90, que hará La NacioN el miércoles 30 de septiembre. El material, rigurosamente seleccionado y avalado por el bailarín, reúne sus mejores espectáculos.

Serán 12 entregas quincenales con formato premium que tendrán, entre otros, Boccatango en el Maipo, Macbeth, Boccarock Nacional, Birdy, Bocca en Nueva York, Adiós, Hermano Cruel, Bocca en San Petersburgo, Piazzolla Tango Vivo, Lago Encantado, Sinfonía Entrelazada, El Lago de los Cisnes. El último número será el DVD Gracias, material inédito de su despedida de los escenarios, con el espectáculo que brindó, en la avenida 9 de Julio, en el año 2007.

lo mejor de un grande

–¿Tiene algún significado?–[Con su dedo contornea un dibujo previo,

que se pierde en el general] Este me lo hice en el año 2000, cuando me separé de mi pareja de 7 años e hice Broadway. Fue un cambio muy grande para mí. Cuando terminé 2007 lo agrandé y lo terminé de redondear.

–¿Hacés algo de actividad física?–Hago clases a veces, con el Ballet del So-

dre, y estoy yendo a un gimnasio. ¡Ah! y estoy haciendo la power plate. Es una má-quina... Supuestamente lo hace Madonna… Es una máquina que usan los astronautas para mantenerse en forma. Eso dice la pu-blicidad [se ríe y se festeja]. Vibra, te trabaja el músculo en menos tiempo. Hago flexiones de brazos, abdominales; la máquina lo que hace es ayudar a intensificarlos.

–¿Vas todos los días?–No…–Tres veces por semana…–[Silencio]–Dos veces…–[Da la sensación de un niño a punto de

saberse en penitencia] –¿Una?–Cada tanto, cada tanto voy. Parece que el vacío lo incomoda y dispara,

como para atenuar una condena: “Pero me gusta andar en bici, eso sí”.

–Y juego a veces al tenis. –¿Cómo se dio?–Me compré la [consola de videojuegos]

Wii, jugué y dije "hay que probarlo de ver-dad".

–¿Y? –Y... es jodido te digo, eh. En la Wii está

bueno. Pero en el otro viene la pelotita rápida y fuiste. Y no quiero correr, porque no quiero lastimarme, ya me lastimé bastante.

–¿La dejás pasar?–Sí.

***–¿Qué significa Cecilia Figaredo?–Me fascina. Es una mujer espectacular, co-

mo persona y como artista. Tiene una calidad de trabajo y de movimiento, sobre todo para lo que es neoclásico, que es espectacular. Es una mujer con un carácter fuerte, nada que ver con Eleonora, que es como... más Julieta. Pero ella también tiene carácter, ojo.

–En el sitio oficial del Ballet Argentino figura Cecilia como primera bailarina. No hay figura masculina.

–No. Seco. Tajante. Se ríe. Ladea. La mueca y los

dientes, otra vez. Las cejas en ascensor dicen que estamos hablando en serio.

–¿Qué querés que te diga? No.–¿Hay una búsqueda?–Todo el tiempo. Es muy difícil que se pon-

gan a laburar.–¿No se lo toman en serio?–No. Es un arte que, si lo hacés, es porque te

gusta. Entonces, las boludeces afuera.–Hernán Piquín era una primera fi-

gura.–Sí, Hernán estaba como invitado.

foto: CLAuDIo EssEs

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–Después viró...–Después hizo su carrera, que me parece

genial. Me hubiese gustado que siguiera un poco más con la danza. Pero como yo hice mi carrera a mi manera, respeto lo que hizo.

–¿Jonatan Luján y Lucas Oliva tienen chances de convertirse en primeros bai-larines?

–Sí, se los ve bien: Jonatan Luján arriba del escenario tiene personalidad, es un ar-tista; interpreta, va, viene, pero creo que llegará a hacer mucho más. Lucas Oliva es un chico con gran talento, sobre todo para las cosas más folklóricas y lo contemporá-neo. Y también tiene personalidad.

–¿Habrá uno?–Por supuesto. Uno busca, pero tienen

que querer serlo. No es cuestión de querer serlo mañana con todas las condiciones: mejor sueldo, auto, viajar en primera. No. Eso llega después.

***

“En Uruguay también tienen sus quilom-bos políticos. Pero si se putean –los políti-cos–, ahora que están en campaña, se piden disculpas.”

–¿Votaste en la última elección?–No, no estaba.–¿Lo viviste como un alivio?–No, me hubiese gustado votar, aunque no

hubiese sabido a quién. Nos quejamos, pero tampoco hacemos mucho. Hay cosas que yo ya no entiendo.

–¿Como qué?–Cuando escuché que iban a dar tanto dine-

ro al fútbol, a mí, como argentino…Se cubre la cara con ambas manos, con cier-

to hastío. Encarcela los gestos por un instante hasta que las palmas, en el descenso, deslíen los ojos. Chorreados duran poco; vuelven a tomar forma.

–Primero: no sé de dónde sale ese dinero, si será de impuestos o qué. Me gustaría que me consultaran a dónde quiero que vayan los im-puestos; creo que sería lo más democrático.

–¿Como un referéndum, decís?–Sí, que cada uno pueda decir a dónde

prefiere que vaya. Por ejemplo, para algo cultural, educativo, para darle de comer a un montón de gente, para la salud. Cosas mucho más importantes que si todos pue-den ver el fútbol.

–¿Pediste hablar con la Presidenta al-guna vez por el Colón?

–No específicamente. Fui a saludar y a presentar la Escuela y la Fundación. Fue solamente una charla, importante, pero no hablamos de un solo tema.

Despereza las eses. Subte, amigos, músi-ca, clásico: en su boca viven unos milise-gundos más. Se enoja. Escupe frases como una fotocopiadora. Por primera vez levanta el tono de voz. Apenas. Que le da bronca. Un país tan lindo. Tener todo y “ser amigos de Chávez solamente, que no es una persona que me guste; por qué no tener contacto con otros presidentes”. Que nuestra imagen es cada vez peor en el exterior. Defiende al campo, porque se hicieron cosas que no le gustan. Pero tenemos trigo. Todo para ex-portar y Uruguay supuestamente nos está ganando en exportación de carne. "Esas cosas no entiendo. Nosotros tenemos esa mentalidad de ir a lo segurito y no arries-gar al cambio.”

foto: GABY HErB stEIN

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imagenes de la ultima gala (2007) Sandra Mihanovich y Lino Patalano acompañaron al artista en su despedida en la 9 de Julio. Más de 300 mil personas asistieron al espectáculo. El saludo final lo hizo en bata y flanqueado por los bailarines Maximiliano Guerra y Cecilia Figaredo

grandes momentos Izq.: junto a Cecilia Figaredo en un pasaje de BoccaTango. Ella fue su partenaire durante los últimos años y es la primera bailarina de su compañía. Arriba: el 22 de diciembre de 2007, sobre el escenario montado en el Obelisco para el que sería su último baile

foto: rosALIE o'CoNNorfoto: GABY HErB stEIN

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Sorbo de mate e inhalación profunda.

***–¿Estuviste en contacto con [Pedro

Pablo] García Caffi [director del Teatro Colón]?

–Sí. Me pidió que asesorara sobre el piso. También hablé con Lidia Segni (directora del Ballet Estable) para colaborar en algunas obras. Siempre y cuando en un futuro estén dadas las condiciones, en un sentido global: reglamento serio, horario de trabajo serio, cantidad de funciones. Tengo todos los con-tactos para traer grandes producciones, pero necesito saber que se les firmará un contrato, que tendrán tal fecha. Hay coreógrafos que necesitan 2 años de anticipación para confir-mar que pueden venir.

En esa visita –hace 4 meses aproxima-damente– quedó maravillado. “En lugares donde yo conocía una pared ahora hay salas enormes. Vi la pintura original, cómo trabaja-ban en los detalles, vi un cuidado. Me resultó horrible verlo vacío, semejante teatro. Si vos ves lo que hicieron antes, que a nadie le pre-ocuparon los pedazos de tela que pusieron en las cortinas, capas de pintura arriba de otras sin saber si eran para la acústica o no. Que haya alguien que se animó, por lo menos una vez, que alguien esté contra toda esa burocra-cia interna, a mi me fascinó."

–Hoy no moverías ni un dedo para lla-mar a un coreógrafo...

–No, no están dadas las condiciones. Me pa-rece que no hay una compañía fuerte. Siento que baila antiguo, no se ha rejuvenecido en la forma de trabajar. Lidia debe de estar hacien-do ese cambio, pero si tenés pocas funciones tampoco lo podés hacer. Debe haber una pro-gramación seria.

–¿Con García Caffi se puede llegar a dar?

–Por lo menos es el primero que tiene las agallas de haber hecho lo que hizo, en el sen-tido de que supuestamente –no sé ahora qué pasó, porque hace tiempo que no he vuelto a leer sobre el Colón– dijo que había que elimi-nar o reubicar a 400 empleados. La verdad es que el teatro necesitaba eso, le guste o no a la gente. Se tiene que empezar desde cero para hacerlo seriamente. No se puede trabajar así: hay diez técnicos para poner un vaso y des-pués hay que ver quién lo mueve.

–Ahí entrás en una lucha con los gre-mios.

–Está bien. Pero el Teatro tiene como tres o cuatro gremios. El Colón es la Argentina en pequeño.

–¿Tejes y vericuetos?–Todos. Los tiene todos. No podés trabajar

el arte así. No estoy en contra de los gremios, porque creo que es justo que defiendan a los trabajadores, pero que defiendan lo que ne-cesitan y lo correcto. Creo que si no se hace limpieza así, lamentablemente puede que se reabra y siga pasando lo mismo.

–En una oportunidad nombraste al di-rector Michael Kaiser [ABT/Royal Opera House de Londres, Kennedy Center of

En un lugar cedido por el Gobierno de la Ciudad, al lado de la Usina de las Ideas, en La Boca, la Fundación que lleva su nombre inauguró este año Diprodi, una escuela de Di-seño, Producción y Dirección Artística. Allí se formarán jefes de escena (stage managers), de producción y directores generales.

El sueño es más ambicioso. Porque Bocca quiere una escuela de arte completa. Prima-ria, secundaria y arte, todo integrado. Quiere que “el profe de matemáticas diga que dos más dos no es sólo cuatro. Que esté relacio-nada con las cuentas musicales, que todo sea más divertido, porque ahora es muy difícil que los chicos se concentren”.

El sorbo tiene la fuerza de un punto final. Tema Colón y adyacentes, agotados. O no.

“La Scala tuvo que cambiar. Achicó. Parte es privado.”

–¿El Colón debería ser privado?–No sé si totalmente, pero sí con un manejo

privado.–¿Mixto?–Sí. Y si tenés un director que es bueno, que

quede ahí. Y si se va, que el que llega respete lo hecho.

–Volvemos al tema de la mini-Argenti-na, otra gestión, otro gobierno.

–Es que sí. No hay un proyecto que siga más allá del período en el que están.

Será que poner el Colón a punto es como limpiar el Riachuelo. Se dice que nadie quie-re hacerlo porque es muy costoso y llevaría muchísimo tiempo. Quien capitalice el rédito político no sería quien inició el cambio. Esa es una de las alegorías que emerge en la charla como los más apurados palos de la yerba.

–Es eso. Así el país no va. Yo siento que estamos yendo para atrás. Es algo tan... tan inexplicable. En Uruguay baja el dólar, en Brasil baja el dólar y acá sube. Yo no soy economista, pero no lo entiendo. ¿Por qué todo al revés?

***

El termo ya no se tapa; hace rato que quedó en el piso. La uña del dedo gordo de-recho es igual a las demás. No está violeta, dolorida y quejosa. Los golpes reiterados la teñían y sólo lograba volver a su color natural cuando había vacaciones. “Se me machucaba en las caídas y quedaba el he-matoma. Pero ahora ya no, no estoy cayen-do de ningún lado.”

–Setenta y cuatro personas se unieron en Facebook en un grupo. Se llama Quie-ro que vuelva Julio Bocca. ¿Lo viste?

–No… ¿74 nada más?En la desazón pelean un falso egocentrismo

y el dolor de quien se siente olvidado.–Sí.–Es poco. Por 74 nada más...La carcajada inunda. Suena fuerte. Sube.

Baja. Vuelve a hablar suave. Insiste en el nú-mero. Ríe. Se divierte.

–¿Cuántos tienen que ser?–No, no. Por ahora estoy muy bien así; estoy

disfrutando de esta etapa nueva, de poder conseguir cosas para la Escuela, de participar

Performing Arts] como ideal para ser quien administrara el Colón. ¿Creés que vendría?

–Creo que si hablan con él, sí. Para mí, esos desafíos le gustan. Y al ser de afuera no entra-ría en esos “ojo porque mirá que sé esto de vos, que conozco a tal...”

En su época se cambiaban en el baño. Las clases de jazz las hacía en el cuarto piso, en el camarín de mujeres, que tenía alfombra. “No hay estudios dentro del Colón para el Institu-to. Estoy trabajando para conseguir un lugar físico para mi escuela, con 12 salas de ballet, una sala de teatro, otra de música, más lo que es primaria y secundaria. La idea es que ellos –los estudiantes del Colón– puedan utilizar-las. El colegio ahora lo hacen afuera. Cuando empezás el secundario, estás corriendo. Enci-ma, no todos llegan, y no todos tienen después la educación para poder hacer otra cosa.”

“en el colon hay diez tecnicos

para poner un vaso, y despues

hay que ver quien lo mueve”

foto: rosALIE o'CoNNor

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video. Para Ver mas sobre esta nota httP://www.lanacion.com.ar/

agradecimientos: oNA sAEz Y mAquILLAJE LArA KLEIN

como jurado, de los homenajes, de tratar de que la danza siga viva.

Un concurso con su nombre, una gala en el Teatro Real de Madrid, una presenta-ción en Londres como representante de los vinos argentinos. La faceta de relaciones públicas le gusta.

–¿Qué está más cerca? ¿Que armes la Compañía de Danza del Teatro Solís o que asumas la Dirección del Ballet Estable del Colón?

–Estamos trabajando lo primero. Están esperando, como en todos lados, las elec-ciones. El director del teatro hace bastante tiempo que está y tiene una programación. Supuestamente sí, el año que viene quiere armarla. Me fascina, porque lo lindo que tiene es que empieza de cero. Es una com-pañía que no existe, se puede hacer un re-pertorio, no hay vicios, va a ser privado.

–Ya en marcha, ¿llamarías a tus contac-tos de coreógrafos para allí?

–Neumayer me dijo que podía para el año 2011. Con Forsythe y con Killian también ha-blé. Tengo que ver con qué compañías puedo trabajar y qué presupuesto tendré, y así ver qué programar.

–Dijiste, alguna vez, que te gustaría tener un hijo...

–A uno le pasa mucho por la cabeza, de-pende de la época, de las etapas. En este momento estoy disfrutando de mi tiempo para mí, que nunca tuve. Entonces, no sé si tendría paciencia para dedicarle todo a otro. Como al mismo tiempo estoy dando a los niños posibilidades de hacer lo que les gusta, es como que con eso me lleno. Pero no descarto. No lo descarto.

–¿Te vamos a tener que pelear como a Gardel y al dulce de leche?

–No. No. No. Lo tengo bien claro. [Se toca el pecho] Sigo amando a Buenos Aires. Sólo necesitaba más tranquilidad. En Montevideo estoy cerca del quilombo sin tener que vivirlo cotidianamente.

–¿Estás en pareja ahora?–Estoy bien.–Esa no es una respuesta.Carcajada. Robusta. Momento de jugar. –Bueno... un poquito de frases así están

bien.Y empieza a probar...–No hablo de mi vida privada. Se ríe. Muy bajito. Se apaga en un ahogo. –Yo no soy público. Ríe un poco más. Imposta la voz, y de-

clara:–Estoy bien. La carcajada in crescendo da la pauta de

que ésta es la línea que más lo divierte de todas.

–Estoy bien. Concluye, sereno. Sus ojos, dulces, bailan. ✖

Junto a su primera gran compañera, Eleonora Cassano. Izq.: Bocca, Guerra y Cassano

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{como vivimos sociedad}

Son tiempos de crisis mundial, de modelos de vida frenéticos, de escasos espacios para el placer. “Debemos vivir de forma más simple para que, simplemente,

los demás puedan vivir”, decía Gandhi. Algunos hacen la prueba...

p o r sergio sinay

C reemos que las nubes reciben un tra-to injusto y que la vida sería infinita-mente más pobre sin ellas.” Así co-

mienza el Manifiesto de la Sociedad de Obser-vación de Nubes (Cloud Appreciation Socie-ty), una institución creada en 2004 por el di-señador y escritor inglés Gavin Pretor-Pinney (Londres, 1968). La asociación ya tiene más de 11.000 adherentes en todo el mundo (su sitio web es www.cloudappreciationsociety.org) y su manifiesto declara también lo si-guiente: “Creemos que las nubes son para soñadores y que su contemplación bene-ficia el alma. De hecho, los que pien-sen en las formas que ven en ellas se ahorrarán la factura del psicoana-lista”. Y tras la enumeración de otros puntos concluye con esta pro-puesta: “Alza la vista, maravíllate ante su efímera belleza y vive la vida con la cabeza en las nubes”.

Se podría pensar que semejante invitación es ilusoria, ajena a las exigencias de la reali-dad, nada pragmática e impracticable. Puede ser. Mientras tanto, la Guía del observador de nubes, libro que escribió Pretor-Pinney y publicación oficial de la Sociedad, lleva vendidos casi 200.000 ejemplares (hay edición en castellano). Y no todo queda en la lectura. Se reproducen los observadores dispuestos a vivir con la cabeza en las nubes. Se trata,

dicen quienes la experimentan, de una prác-tica inspiradora, que permite acceder a uno de los tantos maravillosos obsequios que nos brinda la naturaleza, que limpia la mente y el alma y que, por fin, es gratis.

Tiempos complicadosEl presente no es el tiempo del cólera que

quería Gabriel García Márquez para su nove-la. Es el tiempo de la gripe A, del dengue, de las candidaturas testimoniales, de la inflación real y las estadísticas irreales, del piquete

constituido casi en profesión y en obstácu-lo cotidiano, de violencia en las calles,

en las rutas, en las tribunas, en los atriles, de consumo desbocado de an-siolíticos, de inseguridades varias y crecientes (desde la física hasta la la-

boral), de apelación masiva a variadas terapias. Es el tiempo de la mayor crisis

económica mundial y de la sonora ruptura de una burbuja, aquella en la que estaba envuel-ta la ilusión de una vida a todo consu-mo, rodeada de seguridades, acol-chada en la creencia de que el progreso económico y el desarrollo tecnoló-gico, unidos, casi podrían hacer-nos inmor-tales.

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dulcinea rodriguez es fotógrafa. Trabajó en producciones de moda en

Buenos Aires. Ahora vive en Traslasierra, Córdoba.

Tiene 37 años

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maTias Trabajaba en Tribunales... pero cambió. Izq., arriba: su tarea en una ONG

H asta 1996 fue Matías, el abogado, el aficionado al rugby al que un gran estudio le tenía planea-

do un futuro pleno de logros económicos. El dolor le llegó de la mano de su sobrina. “Ella nació con una malformación rarísima; siempre estuvo en terapia intensiva y falleció a los 10 días”, dice, mientras su vista se pierde en el movimiento de sus manos. Hasta entonces, nada era duda. “Mi familia se des-truyó con lo que pasó; sufrimos mucho. Yo lo viví como un despertar; siempre lo sentí de esa forma; a pesar del sufrimiento y la tristeza, lo tomé como un evento de crecimiento y renacimiento”, recuerda.Las esquirlas de la crisis familiar calaron en los huesos. Y lo despertaron. “No me preguntes por qué, pero pensé: me tengo que ir, un año sabá-tico; eso tengo que hacer. ¿Dónde empiezo? China.” En un atar y desatar de corbata ya estaba recorriendo Laos, Tailandia y el sudeste asiático. En el deambular, buscaba conocer un templo shaolin, con el que dio luego de perderse reite-radas veces. Allí se sorprendió con la presencia de un argentino, profesor de kung fu y de yoga, que había llegado un día antes, y que, “hasta ese momento, había estado dos meses sin hablar.” Matías, el abogado, además de poder conversar, ahora aprendía a meditar con el argentino. En Calcuta colaboró informalmente con Misio-

neras de la Caridad. Entonces fue cuando “me encontré con mi vocación”. El vuelo de regreso a Buenos Aires tenía un fin seguro: trabajar en organizaciones no guberna-mentales. Presentó su renuncia al estudio de abogados, y su jefe de entonces lo contactó con el director de Cáritas. Era 1998, y “coincidió que hubo una inundación muy grande en el Litoral. Me convocaron. Yo pensé que trabajaría de voluntario cargando bolsas, pero me pidieron que organizara el departamento de emergencias”. Fue becado para hacer un máster en dirección de ONG en la Universidad de San Andrés, y pasó de Cáritas a trabajar como coordinador del Fondo Ca-nadiense para Iniciativas Locales. Tomó su mochila y recorrió el conurbano bonaerense, Jujuy y Salta, en busca de proyectos en los que él pudiera ayudar. 1996. Esos cuatro dígitos separan a un hombre en dos. “Matías de antes”, “Matías de ahora”, dice él. El de ahora es el que vio cómo amistades del de antes se distanciaban, y es, también, el que ganó muchas otras nuevas. Es el que desarrolló junto a un amigo y profesor un juego de yoga para chicos de cuyas ganancias por la venta donará el 10% a hospitales públicos; el que cree que lo que le pasa no es casual. “Es lo primero que se nos ocurre para describir una situación extraña. Los eventos que se van dando en la vida tienen una razón; a mí me marcaron que mi vocación no era la que había seguido en su momento. Pero más que vocación es la misión la que en algún momento se te despierta. No tiene que ser algo demasiado amplio o comuni-tario; todos tenemos una y todas son válidas.”

Matías Gutiérrez Moyano ex abogado

trabaja en ong

la miradaCambiar

p or e milse pizarro

En semejante tiempo, ¿qué significa obser-var nubes? Si, además de ser una práctica con-creta y al parecer fascinante, se la considera como una metáfora, acaso la invitación a ob-servar las curiosas formas de cumulonimbos, estratos, nimbostratos, cirros, cirrostratos y demás sea una convocatoria a una nueva forma de vida, más simple, pero no menos significativa. Músicos, escritores, pintores, escultores, dramaturgos, actores pueden dar fe de cuánto arte hay en la simplicidad. Y esta experiencia es también la de quien, como es-pectador u oyente, recibe esa simplicidad y se siente enriquecido y transformado por ella.

El sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que consagró categorías tales como amor líquido, vida líquida o posmodernidad líquida para describir la fugacidad, la inconsistencia en los compromisos y el relativismo en los víncu-los que caracterizan esta etapa de la historia, aporta ahora, en El arte de la vida, la visión de la existencia como una obra de arte de la cual cada individuo es auctor (autor y actor). La hechura de esa obra comprenderá siempre la confrontación entre las condiciones exter-nas y las potencialidades internas. El condi-cionamiento es a veces previsible y a veces no: incluye el imponderable, aquello que está fuera de toda previsión y control. Con eso se vive; contra eso no hay vacuna. Las promesas tecnológicas o científicas en sentido contrario generan luego estupor, estrés, desencanto, frustración y crisis. Al respecto, John Gray, un pensador original, fundamentado profesor de pensamiento europeo de la London School of Economics y autor de Contra el progreso y otras ilusiones, sostiene que “creer que se debe creer en el progreso porque de lo contrario ocurrirán desastres es creer en la creencia. Pero no habrá modelo económico ni desarrollo tecnológico que nos salve de la muerte”.

Entonces, ¿cómo vivir? El actual ministro de Educación de España y rector de la Uni-versidad Autónoma de Madrid, el filósofo y catedrático de metafísica Angel Gabilondo, propuso algunas ideas en una conferencia que tituló Artesanos de la belleza de la propia vida.

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m e fui de la ciudad respondiendo a un llamado que se hacía más

nítido cada vez que me encontraba en la naturaleza. Parecieron ser razones externas y una suerte de casualidad lo que me permi-tió concretar el movimiento hacia las sierras. Sin embargo, a la distancia se ve que el viaje fue emprendido por razones que hoy siento muy distintas.Fue un pedido interno lo que me instó a alejarme de la vida urbana para respon-der a algo más verdadero que buscaba su espacio en mí. Intuitivamente, sabía que la escala de valores y el sistema de creen-cias colectivo en el que estaba inmersa interfería con ese propósito. A pesar de la incertidumbre que me gene-raba cambiar el entorno conocido por uno nuevo, pude ir desidentificándome de los personajes que conocía de mí misma para permitirme ampliar el abanico de posibili-dades de los juegos disponibles.La oportunidad de trabajar la tierra, de preparar medicinas con las plantas del monte, de hilar y tejer, de cantar, de cons-truir, de hacer pan, de compartir experien-cias y trabajos en común unión con otros, de aprender otras formas de relacionarse, otras maneras de acompañar a los niños y a los ancianos, entre tantas otras cosas; todo eso sigue develándose como herra-mientas y pistas para continuar conocién-dome y descubriendo lo que Yo Soy, como parte inseparable de todo lo que Es.Cuando uno ve correr el agua que bebe, cuando alimenta el fuego que lo calienta, cuando camina descalzo en la tierra que nutre los frutos y huele el aire que acaban de exhalar los árboles, se hace evidente que todo está entretejido y que no hay ges-to que hagamos que no se perciba en el resto de la urdimbre. Se hace evidente que “no existe un punto preciso donde termine nuestro cuerpo y comience el de la Tierra”. Estamos inmersos en las mismas mareas cíclicas y cósmicas que todos los demás seres: es fácil sentirlo y afinarse con esa sinfonía sin principio ni final.Alzar la mirada para ver lo que está di-ciendo el universo alrededor nuestro es algo que la vida en la naturaleza nos va dando, así como el recogimiento necesa-rio para escuchar la voz del corazón. El afuera y el adentro se deslimitan.El silencio de la naturaleza nos ayuda a recordarnos parte de este juego ilimitado y a ampliar nuestra percepción para que otras realidades tengan lugar.

iNTEriOrEl llamado

Dulcinea Rodríguez foTografa

señalaba Fromm. Somos materialmente pro-ductivos, insistía, pero mientras ponemos el acento allí nos hacemos improductivos en nuestra relación con los demás, y en la satis-facción de nuestra necesidad de armonía, de unidad, de sentido.

pequeño y hermosoEn esa dirección apuntaba hace 36 años el

economista angloalemán Ernest Friedrich Schumacher (1911-1977). Discípulo de Key-nes, Schumacher abandonó Alemania (ha-bía nacido en Bonn) en 1936 ante la amenaza nazi y se instaló en Inglaterra. Allí dirigió la poderosa Corporación del Carbón por veinte años, de 1950 a 1970. Comisionado en Birmania, su pensamiento se transformó al conocer en profundidad las ideas de Gandhi acerca del desarrollo sustentable. Tras fundar el ITDG (Intermediate Technology Develop-ment Group), un espacio de especialistas de-dicados al desarrollo de tecnologías menos depredadoras del medio ambiente, publicó en 1973 Lo pequeño es hermoso, un libro que, con sólidos argumentos, gran conocimiento de la economía y notable poder de comunicación, proponía replantear la economía incluyendo al ser humano como elemento central.

Lo pequeño es hermoso se tradujo a una veintena de idiomas, circuló por millones, se reedita periódicamente sin perder vigencia y es considerado uno de los libros más vendidos y más influyentes del siglo XX. Hoy, el Instituto Schumacher continúa con sus ideas; es una usina de iniciativas de desarrollo destinado a simplificar y mejorar la vida, un espacio en el que descuellan célebres científicos, como James Lovelock (autor del concepto Gaia,

dulcinea Le gusta ver correr el agua que bebe, alzar la mirada y caminar descalza

Una vida bella, según Gabilondo, pasa por el camino de la sencillez. “La sencillez es un resultado; la simpleza, un estado primario. Hay que saber mucho para ser sencillo.” Y continúa: “A la sencillez no se llega solo, porque uno solo se ensimisma, se enquis-ta, se cree autosuficiente. Necesitamos de la presencia de los otros, de su irrupción, porque eso nos ayuda a vivir”.

Diógenes (414-323 a.C.), filósofo griego que fundó la escuela cínica, que predicaba la au-sencia de necesidades, solía vivir de la men-dicidad, aunque no la veía como tal. “Sim-plemente, decía, pido que me devuelvan.” Y cuando quienes lo observaban extendiendo su mano incluso ante las estatuas le advertían que de ellas no obtendría nada, él respondía: “Estoy practicando para no recibir”. Sin duda, representaba un caso extremo de ausencia de necesidades, aunque un buen disparador para buscar respuesta a esta pregunta: ¿es lo mismo un deseo que una necesidad?

primero, lo necesarioUna necesidad, dicen los filósofos, es

aquello que no puede no ser. No podemos no alimentarnos, no podemos no respirar, no podemos no beber el agua que nuestro orga-nismo necesita. Si eso ocurriera, moriríamos. Esas son necesidades. Como ser reconocido o ser amado, sin lo cual se produce nuestra muerte psíquica y emocional. El deseo, en cambio, está impulsado por la búsqueda del placer. El hambre manifiesta una necesidad: la de alimento. El apetito expresa un deseo: agnolotti de ricota y nuez a los cuatro quesos. A partir de la diferenciación, es posible una nueva pregunta: ¿una vida sencilla se basa en la atención de las necesidades o en la satisfac-ción de los deseos?

Antes de responder, conviene repasar la célebre pirámide de las necesidades huma-nas que en los años 40 del siglo XX diseñó el psicólogo humanista Abraham Maslow. En la base, las necesidades fisiológicas primarias; en el segundo escalón, las de seguridad física y emocional; en el tercero, las sociales (inte-racción con los otros, pertenencia a grupos de referencia, necesidad de amor entendido como interacción afectiva); en el cuarto, las del yo (reconocimiento, valoración, respeto, que refuerzan la autoestima), y en el quinto, las necesidades del ser, es decir, las de realizar las propias potencialidades, concretar nuestro sentido esencial, autorrealizarnos.

No son las necesidades, sino los deseos los que nos impulsan a endeudarnos, a correr detrás de cosas, de apariencias, de símbolos (de estatus, de poder). En La vida auténtica, el gran pensador alemán Erich Fromm advertía que el ser humano se había convertido, desde la mitad del siglo XX en adelante, en un des-bocado productor y consumidor de cosas, en detrimento de otros propósitos e ideales. “Pro-ducimos máquinas que emulan al hombre y el hombre se convierte en máquina, en objeto”,

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n o es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita. Esta es una

de las convicciones en las que se apo-ya el Movimiento por el Decrecimiento, que viene ampliándose en el mundo a partir de los años 90 del siglo XX, y que nació al calor de las ideas de Nicholas Georgescu-Roegen (1906-1994). Este economista rumano publicó en 1971 un libro titulado La ley de la entropía y el proceso económico, en el que sostenía que las teorías económicas que propo-nen el crecimiento como modelo único y a cualquier precio son infundadas. Geor-gescu-Roegen se valía de argumentos no sólo económicos, sino también físicos y ecológicos. El decrecimiento no es una teoría econó-mica, sino una consecuencia inevitable de las leyes de la entropía aplicadas a nuestra realidad vital, según quienes ad-hieren a él (un número cada vez mayor de personas en todo el mundo). “Vivimos en un planeta finito y con una determina-da capacidad para asimilar los procesos vitales de las especies que alberga. La ci-vilización humana lo ha puesto en jaque”, apuntan. Se trata de frenar el crecimien-to por el crecimiento, que –argumen-tan– enriquece a unos pocos, deteriora el planeta y lleva a la mayoría a vivir una vida infeliz. El decrecimiento propone un modelo de vida y de desarrollo basado en la eficiencia, la cooperación, la durabili-dad y la simplicidad voluntaria. También insiste en redefinir los conceptos de po-der adquisitivo y nivel de vida. Su lema es vivir mejor con menos, y rememora una consigna de Gandhi: “Debemos vivir de forma más simple para que, simplemen-te, los demás puedan vivir”.

www.decroissance.org www.decrecimiento.info

mas vidaMás simplicidad, trabajo mis potencialidades más profundas

–emocionales, creativas, espirituales–? ¿Todo lo que hay en mi casa es necesario?, ¿responde a necesidades o a deseos?

“Tal vez no necesitamos tanto espacio co-mo creemos en nuestras casas y en nuestros negocios, ni usar tanto de la naturaleza para nuestra recreación”, dice Moore. También incita a que “dejemos a los niños vivir su in-fancia”. Esto significa no rodearlos de entre-tenimientos tecnológicos que hacen todo por ellos, anulan su iniciativa y su imaginación. Los chicos, dice Moore, parecen pequeños empresarios con agendas llenas de actividades y todo tipo de artefactos electrónicos e infor-máticos a su alrededor. Serán adultos con alma si se les deja vivir con magia en vez de “con técnica y practicidad”. Chicos que crecen con alma serán adultos capaces de vivir vidas más simples y profundas.

Michael Simperl, un consultor publicitario alemán que a partir de una grave crisis profe-sional reorientó su vida en la dirección de la profunda simplicidad y recogió esa experien-cia en el libro Menos es más, ofrece también su aporte. “Tratemos de adecuar nuestras tareas a nuestro tiempo, y no nuestro tiempo a nuestras obligaciones”, propone. Sin duda, un cambio cuántico en una cultura basada en la creencia de que “el tiempo es oro” y que, como tal, es escaso. Simperl es impulsor del menosismo: hacer menos y mejor, tener menos y disfrutar más. “La alternativa menosista, dice, es aprender a no regirse por el número de tareas que se nos imponen o nos imponemos, sino en destinarle un tiempo fijo a cada una”. Esto enseña a fijar prioridades. Siempre, lo que se necesita tiene prioridad sobre lo que se desea. Por lo tanto, es importante aprender a conocer las propias necesidades. Si éstas son atendidas, habrá armonía y satisfacción. Correr detrás de los deseos complica la vida. No tardaremos en encontrarnos sin tiempo, con deudas, con relaciones empobrecidas y con ansiedades constantes.

Otras experiencias de Simperl pueden ser iluminadoras. El aprendió a manejar sus frustraciones y bajones de una manera sencilla y creativa. En lugar de correr a comprar algo y anestesiar la tristeza con consumo (anestesia que, como todas, tiene un efecto temporario), sale a caminar, monta en su bicicleta, observa fenómenos naturales (el atardecer, lo que hacen los animales). “La

frontera mágica es la hora y media”,

dice. En ese plazo se disipa el sentimiento de

frustración o depresión que lo embarga. Y, en este caso, no vuel-

ve, él queda en paz.

según el cual la Tierra es un organismo vivo) y Stephen Harding. Su consigna es: no se tra-ta de repoblar y maltratar la Tierra, sino de disfrutarla y amarla.

Lo pequeño no sólo es hermoso, sino que es condición necesaria de lo grande. Así como la suma de una célula más otra y más otra termina en la conformación de un organismo, el cambio de una actitud individual, la modi-ficación de la vida de una persona o de una familia, más la de otra, más la de otra, pueden conducir a la transformación de un tipo de vida que se ha revelado en muchos aspectos (sobre todo emocionales, afectivos, espiritua-les) tan insatisfactoria como estresante. Es una vida iatrogénica.

La iatrogenia es el proceso por el cual lo que se considera un remedio genera enfermedad o empeora la condición de un paciente. La forma de vida que hoy está en crisis parece haberse originado en concepciones económi-cas, usos tecnológicos y vínculos humanos con alta dosis de iatrogenia. Pruebas al canto: las consecuencias obvias del cambio climático (que ya podemos percibir en nuestra vida y en escenarios cotidianos), el catastrófico de-rrumbe de un sistema económico basado en la codicia, la rapiña, la ambición, el egoísmo y el descontrol, la irrupción de nuevas pan-demias sumada al regreso de enfermedades que se creían erradicadas, el malestar afecti-vo que tiñe las relaciones interpersonales en las que el otro (prójimo, semejante) aparece antes como objeto que como sujeto (pese a que han pasado quince siglos desde que Juan Crisóstomo, que fue obispo de Constantinopla, considerara pecado el tomar a una persona como medio o instrumento). Hay un tipo de vida que ya mostró sus características. Hay otro que espera para ser experimentado. Y esa experiencia puede empezar en cada persona, en cada familia, en cada hogar.

una casa para el alma¿Cómo acceder a la vida simple? En El reen-

cantamiento de la vida cotidiana, el terapeuta y ex seminarista Thomas Moore propone ideas estimulantes en ese sentido. Una de ellas es que el alma tenga un espacio en el hogar que habitamos. Ello ocurre cuando podemos res-ponder a estas preguntas: ¿vivo donde quiero o donde debo vivir? ¿Es éste el lugar adecuado para mí? ¿Estoy rodeado de la gente que me da sensación de pertenencia? ¿Estoy haciendo un trabajo apropiado, lo que puedo, lo que

debo o lo que quiero? ¿Se están expresando en este

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El menosismo recuerda también que no es necesario ser perfecto. En cierto modo, el perfeccionismo es padre de la frustra-ción y de la inconformidad permanentes. Nunca hay satisfacción por el logro, pues siempre prevalece lo que falta. Otra consig-na menosista es la de no quedar enredado en lucubraciones del tipo: ¿tendré dinero el año que viene?, ¿qué será de mis hijos cuando sean grandes?, ¿cómo saldrá este proyecto? En cuanto a esto, Dan Millman (que fue campeón mundial de atletismo y actualmente es entrenador en la Universi-dad de Stanford, además de conferencista y consultor en cuestiones de crecimiento personal) dice: “Nos complicamos seria-mente la vida con temas que tememos y que finalmente nunca ocurren, como arrepenti-mientos respecto del pasado o temores con relación al futuro. «Debería haber hecho esto… Me abandonarán… Me quedaré sin un peso… Me equivoqué en aquello». Nadie

vive, finalmente, en el presente. Hay que aprender a concentrarse en el hoy, que es cuando ocurre lo que ocurre”.

Moore, regresemos a él, propone una ma-nera siempre vigente de reencantar la vida, darle sencillez y profundidad. Invita a volver a los libros, o a ingresar en ellos. “Tengo mi casa llena de libros, cuenta, y es lo que más cuesta trasladar cuando me mudo. Al rodear-nos de libros, nos rodeamos de la sabiduría, la imaginación y la memoria del mundo; nos integramos a él.” Cuando nos protegen y nos abrazan los libros, en cada uno de ellos, en una página leída al azar, en un párrafo escogido por intuición, habrá la punta de un hilo que, si lo seguimos, nos llevará a ideas que nos ayudarán, a relatos que nos darán una nueva perspectiva, a compartir una experiencia pro-pia que creíamos que nadie comprendería.

Si pretendemos ser protagonistas de nues-tra vida y no meras víctimas de circunstan-cias que otros proponen y manejan, si he-

mos llegado a un punto de complicación que rompe nuestra armonía interior, acaso sea el momento de prestar atención a Giorgio Nardone, creador del Instituto de Terapias Estratégicas, de Arezzo, Italia, quien aplica exitosas prácticas basadas en las ideas de los antiguos sofistas griegos. “Cuando quiera resolver un problema, dice Nardone, empiece por preguntarse cómo puede hacer para em-peorarlo. Así le será mucho más fácil descu-brir la solución.” Si queremos vivir una vida más sencilla, con más propósito y sentido, podemos empezar, entonces, por observar con absoluta sinceridad qué hacemos (y cómo lo hacemos) para hallarnos involucrados en una existencia complicada e insatisfactoria. ¿Es-tamos dispuestos a hacer más de lo mismo? Si no es así, acaso sea el momento indicado para empezar a observar las nubes.

Y para cuando no haya nubes, vale este mi-lenario proverbio chino: “Sólo en un estanque en calma se refleja la luz de las estrellas”. ✖

marcos crisTal. Cree que es posible un buen equilibrio entre la vida personal y el trabajo

m arcos Cristal es profesor titular de la carrera de Ciencias Económicas de

la UBA, de la UCA y de San Andrés. Tiene una experiencia de 30 años como consultor de empresas. Cuenta que más de 10.000 ejecutivos de compañías como Accenture, AON, Banamex, Citibank, Femsa, KPMG, Lever, Novartis, Repsol, Renault, SAP, Sie-mens, Telecom, Telefónica, Telmex y otras han participado de sus seminarios.Editorial Sudamericana acaba de publicar un libro de su autoría, El equilibrista, sobre cómo resolver los conflictos y tensiones que suelen tener las personas en el ámbito laboral, analizando cuán satisfechos o frustrados se sien-ten en su trabajo y cómo conci-liarlo con su vida personal.Afirma que para hacer cam-bios profundos es necesario empezar por preguntas que nos cuestionen: ¿puedo elegir mejor mi futuro?, ¿de qué o de quién depende?, ¿puedo soñar con un proyecto propio, del que me enamore, y que ese proyecto sea posible en el entorno de la empresa? "Se necesita tiempo para pensar en estas preguntas como un proceso, un respiro profundo, sin perder de vista que este proceso debe servir para aplicarlo a

problemas concretos."La clave, según dice, está en ini-ciar un viaje-aventura, sin estrés,

lo que está en las antípodas de toda receta acabada.

EN viajEEjecutivos

Marcos Cristal consulTor de empresas

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