liderazgo
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Este documento responde a ciertas necesidades que los líderes padecen y ayuda a un entendimiento mejor de su función como líder.TRANSCRIPT
EL PERFIL DEL LIDERAZGO
Proverbios 11:4; 2 Crónicas 16:9; 1 Samuel 13:14; Marcos 10:43
INTRODUCCION: Líder: “Dirigente con la aceptación voluntaria de sus seguidores. Impulsor
iniciador de proyectos nuevos. El que encabeza la clasificación de una competición deportiva” La
característica esencial de líder es su influencia. Una persona dirige a otros individuos en la media en
que influye sobre ellos y esta influencia se determina cuando las cosas se realizan. Nicolas Murray
dijo: “Hay tres clases de personas en el mundo: las que no saben lo que está ocurriendo, las que
observan lo que está ocurriendo, las que observan lo que está ocurriendo y las que hacen que
ocurran las cosas”. A estas últimas pertenecen los líderes. Perfil. “Conjunto de rasgos peculiares
que caracterizan a una persona o cosas. Adorno delicado que acompaña a las personas o cosas,
especialmente ellos que se colocan al extrema de un objeto bien terminado.” Los líderes son los que
determinan en gran medida, el éxito o fracaso de cualquier organización, llámese estado, club,
empresa o iglesia. Veamos entonces el perfil del líder cristiano.
1. Es una persona de fe, consecuente positiva. Confía en Dios, pues sin su ayuda no se
puede realizar la obra del ministerio (Salmos 27:1; Zacarías 4:6). Confía en las demás
personas, como Dios ha confiado en hombres y mujeres entregándoles el ministerio de la
reconciliación (1 Timoteo 1:12-15; 2 Corintios 5:18-20). También se reviste de una fe en sí
mismo y en las metas que se ha propuesto y las alcanza. Sin fe en Dios, en las demás
personas y en uno mismo, no se puede dirigir con éxito.
2. Es una persona que tiene visión. Liderazgo siempre comienza con una visión. Todo líder
sabe a dónde va, tiene dirección, conoce su destino final. La raíz etimológica de la palabra
liderar significa “ir”. El líder es un pionero. Que se aventura en territorios desconocidos y les
dice a los demás: “Síganme, y emprendamos juntos un viaje hacia la meta que nos aguarda.
Cuando lleguemos a ella todos seremos mejores personas y estaremos mejor que los que
estamos ahora”. Moisés desde joven tuvo la visión de que su nación fuera emancipada del
yugo de esclavitud egipcio. Nehemías tuvo la visión de una Jerusalén con sus muros
reconstruidos brindando protección a sus moradores y llegando a ser un testimonio del
poder de Dios a las naciones vecinas. “¡Donde no hay visión el pueblo perece!” afirma el
libro de los Proverbios (29:18). Ninguna iglesia, ninguna organización, ninguna institución
puede llegar más lejos, o elevarse más alto que la visión de sus líderes. Si nuestra visión es
grande veremos a Dios hacer cosas grandes; si es limitada, nuestros logros serán
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necesariamente limitados. Una visión que despierta, enfoca y canaliza todas sus energías y
esto le lanza a la acción.
3. Piensa y se compadece de los desamparados (Marcos 6:34). Sufre dolores, tan intensos
como los que sufren las mujeres en el momento del parto, para que los perdidos crean en
Cristo, le sigan, obedezcan y sirvan (Gálatas 4:19). Despierta del sueño (espiritual) y se
levanta para servir a Dios, pues El viene pronto (Romanos 13:11). Aprovecha el tiempo y
toda oportunidad para servir al Señor (Efesios 5:16). Emprende grandes cosas para Dios
(Isaías 54:2-4). Pone sus metas por escrito y persevera hasta alcanzarlas (Habacuc 2:2-3).
4. Es un individuo que ama a la gente. Solo el que ama a las personas puede prestarles un
servicio efectivo. Solo los que aman conocen a Dios, y así como Dios dio a su Hijo
Jesucristo que dio su vida por nosotros, por amor, nosotros debemos dar nuestra vida por
los hermanos (1 Juan 4:7-21). La gente que Dios nos da para que sirvamos en su obra,
debe ser la gente más importante del mundo para nosotros. Uno tiene que interesarse de
manera personal en cada una de las personas que estará bajo su cuidado. Las personas no
se interesan en cuánto sabes mientras no sepan cuánto te interesas en ellas.
5. Es alguien que sirve a los demás. Se preocupa más por los intereses de la iglesia que por
los propios. No domina a los que trabajan con él o ella, sino que los motiva. No se sirve de la
gente si no que sirve a la gente. Sabe plenamente que la grandeza en el ministerio cristiano
no es el poder como en el mundo, sino EL SERVICIO (Marcos 10:42-45).
6. Es un cristiano maduro. Hace frente al posible fracaso sin desistir, utiliza el fracaso como
una experiencia positiva para aprender y hace el intento de nuevo hasta alcanzar la meta.
Las piedras, que son un obstáculo en la senda del inmaduro, llegan a ser escalones en el
camino del líder maduro. Todo líder experimenta tensión, frustración y conflictos con otras
personales. La madurez se determina por la manera de superar estas situaciones. Es
inmaduro el líder cuando: tiene poco tacto para tratar a la gente, interfiere en los asuntos
particulares de los demás, constantemente se resiste al cambio debido a la inseguridad que
tiene, cuando las cosas andan mal culpa a los demás, critica exageradamente a los demás y
los métodos que emplean para hacer las cosas y cuando no puede salir de lo trivial para
ayudar al grupo a lograr las metas. El líder que piense que las personas no son importantes,
no se puede considerar a sí mismo como importante. Con el criterio con que considere a los
demás, inconscientemente, se considera a sí mismo. Tratemos a las personas que trabajan
con nosotros como valiosas y entonces nos consideraran valiosos a nosotros.
7. Iniciativa propia: ¿Cuál es la diferencia entre un soñador y un visionario? Mientras el
soñador imagina grandes proyectos y luego no hace nada, el líder, el hombre de visión,
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toma la iniciativa y se lanza a la acción. Esta es la cualidad particularmente distintiva de todo
verdadero líder, la que en la práctica lo separa de todos los demás.
El verdadero líder nunca queda inmóvil; en cada problema ve una oportunidad y se pone en
movimiento para capitalizarla. En este mundo hay tres tipos de personas: Aquellos que ven cómo pasan las cosas, aquellos que participan en las cosas que pasan, y aquellos ¡que hacen que pasen las cosas! El verdadero líder es siempre un agente de cambio,
alguien con iniciativa propia. Es alguien que llega a las costas de un nuevo país donde
jamás se ha oído de Jesucristo y, cuando su tarea es completada, allí quedan discípulos
formados, iglesias establecidas, colegios, hospitales, y seminarios funcionando. Mucho más
importante aún, se reproduce a sí mismo en otros líderes que ha desarrollado para continuar
la tarea. Todo líder es alguien que desborda en iniciativa propia. No hay que llamarlo, él
llama a otros; no hay que motivarlo, él ya está motivado y motiva a los demás.
8. Dedicación: Para Nehemías no era suficiente soñar con ver las murallas de Jerusalén edificadas. Puso
en riesgo su vida al hablarle al rey, organizar un viaje costoso y cargado de peligros. Tuvo
que llegar a un grupo de hombres sin visión, sin entusiasmo, y ponerlos en acción. Debió
conseguir los recursos económicos, los materiales y los obreros para que la visión dada por
Dios pudiera plasmarse. Toda visión debe transformarse en un plan definido de trabajo. “El
genio es uno por ciento inspiración, noventa y nueve por ciento transpiración”, decía
Thomas Alva Edison, el célebre inventor americano a quien debemos, entre otras cosas, el
fóco eléctrico, las películas y el megáfono (que fue el comienzo de los discos y más tarde los
CDs). Cuando otros miran desde afuera, pueden sonreír y pensar que es cuestión de suerte,
de magia, de circunstancias favorables... Pero el líder auténtico, cuando completa su misión,
sabe que el único secreto para los logros destacados es la dedicación absoluta, el trabajo
esforzado. Sabe que nada llega de regalo, que todo se conquista mediante el esfuerzo
personal. El líder está poseído por una visión que se transforma en pasión disciplinada, y
esa pasión es el fuego que lo mueve a trabajar sin contar las horas. El líder comprende con
claridad que, mientras hay hombres que logran mantener su entusiasmo por una hora,
únicamente aquellos que pueden mantener su pasión ardiendo por cuarenta años son los
que tienen un impacto significativo con y a través de su vida. En consecuencia, el verdadero
líder siempre trabaja con dedicación absoluta.
9. Excelencia: El verdadero líder no solo trabaja con dedicación, sino que además es lo
opuesto del mediocre, del improvisador, del desordenado. Está poseído por un espíritu
superior. No se parece a los estudiantes que aspiran a pasar el examen apenas con lo justo,
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sino que busca hacerlo con la máxima calificación. Busca alcanzar la meta y acabar la tarea,
completando su gestión con brillo. Excelencia es el compromiso personal de dar siempre lo mejor de uno mismo a todos, en todo momento, a toda tarea, sea grande o insignificante. Es
la voluntad de hacer siempre más de lo que se espera de nosotros. Excelencia es la
diferencia entre la superioridad y la mediocridad. Excelencia, sin embargo, no debe
confundirse con perfeccionismo. Perfeccionista es la persona que no se satisface a menos
que todo salga ciento por ciento de acuerdo a lo planeado. Es tan riguroso e intolerante
consigo mismo y los demás que vive bajo una permanente carga de frustración. El líder, en
cambio, fija sus metas y es flexible en cuanto al proceso por el cual busca alcanzarlas. Sabe
adaptar su estrategia a las demandas de las circunstancias y deja los resultados para el
final. Excelencia tampoco debe confundirse con la sed de visibilidad que impulsa a muchos,
y que se traduce en jactancia personal al compararse con otros que hacen una labor similar.
Una persona que cultiva la cualidad de la excelencia no necesita andar proclamando “soy el
número uno”; eso lo deciden quienes lo observan. La Escritura abunda en ejemplos de
excelencia. Esta era uno de los rasgos distintivos del profeta Daniel: “Pero Daniel mismo era
superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior (un
espíritu excelente, según la versión inglesa King James), y el rey pensó en ponerlo sobre
todo el reino” (Daniel 6:3). En un ambiente tan competitivo como fue la corte del emperador
más poderoso del mundo de sus días, en un ambiente donde estaría rodeado de los
eruditos más brillantes, cualquiera fuese el campo de labor, Daniel pudo brillar con luz
propia. Se destacó por sobre los demás porque estaba poseído de un espíritu superior. Este
espíritu diferente fue lo que elevó a Caleb por sobre el resto de la nación: “... por cuanto
hubo en él otro espíritu (un espíritu diferente, NVI), y decidió ir en pos de mí, YO...”
(Números 14:24) Y ya conocemos el resto de la historia de lo que Dios hizo con él. El Dr.
Martín Luther King afirmaba: Si un hombre es llamado a ser un barrendero, debería barrer
las calles de la misma manera que Miguel Angel pintaba, que Beethoven componía música,
o que Shakespeare escribía poesía. Debería barrer las calles tan bien, que todas las
huestes del cielo y de la tierra se detengan para observar y decir: Aquí vivió un barrendero
que hizo su trabajo bien. Excelencia es una decisión personal, es una actitud de vida. Es
una cualidad que todos podemos procurarla para nosotros mismos. En proporción directa a
nuestro compromiso con esta virtud, será nuestra capacidad de inspirar. Una visión puede
ser muy contagiosa, no obstante, es la persona animada por un espíritu superior la que
mueve a otros a seguirle. Por lo tanto, demos siempre lo mejor de nosotros mismos en todo
momento; lo que sembramos hoy con excelencia cosecharemos mañana con abundancia.
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10. Perseverancia: Tan pronto un hombre o una mujer emprenda el viaje hacia el logro de su
meta, comenzarán los conflictos. La oposición abierta y directa de enemigos externos
vendrá a cerrar su paso. La crítica, las acusaciones falsas, los rumores, las murmuraciones
de enemigos y seguidores seguirán su accionar. Las circunstancias cambiarán a menudo
aportando su cuota de adversidad. Por lo tanto, el líder deberá trabajar con dedicación y
excelencia pero, además, deberá tener valor, determinación, y perseverar por largo tiempo.
Vayamos a la Biblia y observaremos exactamente el mismo principio. Tan pronto el pueblo
de Israel emprendió la marcha desde Egipto hacia Canaán, Moisés debió enfrentar conflicto
tras conflicto, vencer obstáculo tras obstáculo. El mar Rojo, el ejército de Faraón, Amalec, el
desierto con la falta de agua, la escasez de alimentos. Pero mucho más difícil aún, la falta
de visión de un pueblo derrotista con mentalidad de esclavos. La queja, la falta de
colaboración, la inclinación continua al mal, el deseo constante de volver atrás, le siguieron
como la sombra. Semejantes adversidades hubieran desanimado personas no calificadas
para la tarea, pero nunca a un genuino líder. Los desafíos que debió enfrentar Nehemías al
comenzar la obra de reconstrucción de las murallas de Jerusalén fueron exactamente las
mismas que enfrentó Moisés al comenzar la marcha hacia Canaán. ¿Y qué diremos del
apóstol Pablo? Veamos su record: De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas... 2 Corintios 11:24–27
Esto se llama perseverancia, determinación. Esta cualidad es tan crucial para el liderazgo y
el servicio cristiano, que a lo largo del N.T. se nos recuerde en forma constante que el plan
de Dios es que desarrollemos esta virtud plenamente y nos invita a colaborar con él para
que el proceso llegue a feliz término. “Corramos con perseverancia la carrera que no es
propuesta, puestos los ojos en Jesús...”(Hebreos 12:1). Sin perseverancia, sin
determinación frente a la oposición, nada puede ser construido. El líder necesita valor, no
por un momento, sino a lo largo de toda su vida. La voluntad de correr riesgos una y otra
vez, de funcionar bajo presión, de aferrarse a sus convicciones con la tenacidad de un
bulldog, sin ser terco ni dogmático.
11. Competencia: Si es crucial que un líder trabaje con dedicación, excelencia y perseverancia,
es igualmente importante que sepa hacer lo que se espera de él. De un pianista se espera
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que sepa tocar música, de un médico que sepa curar, de un arquitecto que sepa construir.
De la misma manera, ¿qué se espera de un líder cristiano? Una combinación de habilidades
personales y conocimiento de la tarea que debe cumplir: que sea experto dentro de su
campo de labor específico, pero por sobre todo, que sepa conducir a la gente. En proporción
directa a cómo somos percibidos por nuestros dirigidos será nuestro poder de influencia. Si
somos tenidos como personas preparadas, y expertos que conocen a fondo su materia,
tanto mayor será la posibilidad de que alguien quiera aprender de nosotros y unirse a
nuestra marcha. Pero esto es apenas el comienzo. Si un músico es llamado a dirigir una
orquesta, es fundamental que sepa música pero además, que sepa guiar a un grupo de
colegas; si un médico es llamado a ser el director de un hospital, debe saber de medicina y
también cómo administrar y dirigir al personal; un arquitecto debe dominar su profesión, pero
si quiere dirigir una empresa constructora tendrá que aprender a tratar con empleados,
clientes y proveedores.
12. Creatividad: Todo líder sabe que uno de los recursos más poderosos que Dios ha otorgado
a todos los humanos es la creatividad, y al igual que a un músculo, la desarrolla plenamente.
Cualquiera sea su campo específico, cada líder es profundamente creativo. Sabe que la
clave consiste en hacer las mismas cosas que muchos han hecho por años, pero hacerlas
de un modo nuevo y único, elevando el nivel de calidad. Inclusive hace cosas que nunca
nadie hizo antes. El líder es un original, no una copia. Como pionero, se aventura en
terrenos desconocidos y deja una senda detrás de sí para que otros puedan seguirle. Para
un líder cristiano la creatividad tiene un valor incalculable. Por esta razón se convierte en un
cuidadoso observador de la comunidad a la que debe servir: Aprende a detectar tendencias
significativas que le dan una indicación temprana de la dirección en que la mayoría se puede
estar moviendo y de esa manera adaptar sus estrategias para alcanzarlas adecuadamente.
Es, además, un estudioso de la cultura en que le toca estar inmerso y, de esa manera,
puede discernir qué programas pueden ser efectivos y cuáles no. Por sobre todas las cosas,
al igual que el ingeniero que desarrolló los cohetes propulsores para el trasbordador
espacial, sabe que para extender el reino de Dios debe aprender a ser sensible a su voz, a
captar su visión y obedecer sus diseños. Ya que si Dios está interesado en cohetes
espaciales, cuanto más lo estará en proveer ideas nuevas a quienes buscan extender su
reino.
13. Es una persona entusiasta. Ningún pesimista fue jamás un líder. El pesimista ve una
dificultad en cada oportunidad, en cambio el optimista, ve una oportunidad en cada dificultad
(Número 12:27-33).
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14. Es integro. Josué llamó a los líderes de su pueblo a servir a Dios con integridad: Ahora,
pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y verdad; y quitad de entre vosotros los
dioses a los cuales sirvieron vuestros padres (Josué 24:14) Es indispensable que el líder
cristiano sea honesto y transparente en todos sus tratos y relaciones. Tiene que ser digno
de confianza de los que lo siguen. Debe ser un hombre o una mujer de palabra, que lo que
diga esté respaldado por lo que hace (Mat. 5:16, 1 Timoteo 4:11,12; 1 Pedro 5:3).
15. Disciplinado. Para dirigir a los demás, es necesario dirigirse a uno mismo. Primero: Líder es
aquel que trabaja mientras otros malgastan el tiempo, estudia mientras otros duermen y ora
mientras otros juegan. Establece prioridades, hace una lista de las cosas que tiene que
hacer diariamente, no deja las cosas para última hora y lo que se propone hacer lo hace, lo
que comienza lo termina (Efesios 5:16).
16. Decidido. La indecisión en momentos de emergencia destruye la capacidad del líder y
perjudica a la organización en la que sirve. Cuando se cuenta con todos los elementos de
juicio, la clara y rápida decisión es señal del verdadero líder (Nehemías 5: 6-13).
17. Valiente y esforzado. El valor es la capacidad para permanecer en el peligro cinco minutos
más. Como líderes cristianos constamos con el poder del Espíritu Santo quien nos da valor y
fuerza en cualquier circunstancia. El Bautismo con el Espíritu Santo es la clave para contar
con valor y poder para servir a Dios en cualquier circunstancia (Hechos 1:8; 2:14; 4:19-20;
13:9-12).
18. Fiel y leal. La fidelidad produce confianza. Por ejemplo: como Dios es fiel es digno de toda
confianza. Solo el líder fiel goza de la coniza de los que dirige. Dios demanda de sus siervos
que sean fieles (1 Corintios 4:1-3; Lucas 16:10-12).
El siervo de Dios, se requiere también lealtad. La falta de lealtad en le liderazgo puede
destruir a la organización. Veamos algunos ejemplos: Aarón y María, fueron grandes
colaboradores de Moisés, pero no fueron leales (Números 12). Los doscientos cincuenta
confederados de Core, en un tiempo fueron ciento cincuenta confederados de Core, en un
tiempo fueron colaboradores de Moisés pero no fueron leales. (Número 16. Josué estuvo al
lado de Moisés por cuarenta años como su siervo y no solamente fue fiel sino también leal.
Así como los miembros del grupo deben ser leales al líder, el líder tiene que serlo a ellos
también.
19. Generoso. Hay ocasiones en las que el líder debe olvidarse de sus propias necesidades por
el interés en que la obra del Señor salga adelante. El líder es llamado no solo a dar sus
bienes sino a darse el mismo por las causa que defiende y las personas a las que sirve
(Nehemías 5:14-19).
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20. Responsable. Es puntual en sus compromisos, realiza las tares que se le asignan en el
tiempo y forma correctos. El líder responsable goza de la confianza de todos y contribuye
significativamente al éxito de la iglesia. Gran parte del trabajo de la iglesia no se realza por
la irresponsabilidad que existe entre los que deben realizarlo.
21. Obediente. No solamente debe estar en la capacidad de dar órdenes, sino de recibirlas y
acatarlas. Debe saber trabajar en equipo bajo el principio de autoridad. Quien aspire a
ejercer la autoridad, es necesario que obedezcan primero (Hebreos 13:17).
22. Capaz de seguir lineamientos de trabajo. No hace lo que quiere, lo que se le antoja hacer,
sino sigue lineamientos.
23. Dispuesto a aprender y a superarse. El líder que no está aprendiendo constantemente, se
estanca, y por lo mismo fracasa. Los líderes debemos leer la Palabra de Dios diariamente,
leer buenos libros, asistamos a todas las reuniones de la iglesia y participemos (1 Timoteo
4:13-16).
24. Ferviente deseo de ser usado por Dios. Toda persona que quiera ser un instrumento en
las manos de Dios y se consagre a Él, será como la boca de Dios en este mundo. No
importa su raza, también posición social, si tiene o no dinero si tiene o no educación formal.
Cuando dios pone sus manos sobre alguien, a ese individuo se le dan todos los recursos
divinos y humanos para que triunfe como siervo de Dios.
25. Estar dispuesto. Esto significa separar un tiempo especial cada día para el Señor,
renunciar a ciertas actividades o a todos, renunciar a ciertas comodidades o a todas para
poder servir al Señor. Usted puede ser muy inteligente, capaz, talentosos y de buen
testimonio, pero sino esta disponible no pude ser un líder en la iglesia.
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LIDERAZGO ESPIRITUAL VERDADERO
Romanos 1:8-15
INTRODUCCIÓN: En el tiempo de Pablo, las cartas comenzaban generalmente con una petición a los dioses por la salud y el bienestar de la persona a quien se dirigía la carta. Pablo sigue el modelo contemporáneo, pero usa esta introducción para informar a los hermanos en Roma, tanto de sus oraciones por ellos, como de su deseo de verles.
I. UN ESPÍRITU AGRADECIDO (v.8).A. Pablo da gracias a Dios por la fe de los creyentes en Roma. No
porque la fe de ellos sea particularmente grande, sino simplemente porque ahí en la capital del imperio Dios tenía Su Iglesia; un grupo de personas que creían en Él. Al dar gracias a Dios, Pablo estaba reconociendo que la fe de los romanos era el fruto de la obra de Dios en sus corazones.
B. La primera marca del servicio espiritual verdadero que Pablo demostró tener en abundancia, es la gratitud. Él estaba agradecido por lo que Dios había hecho por él y a través de él, pero estaba igualmente agradecido por lo que Dios había hecho en otros creytn3s y por medio de ellos. Es posible que no haya agradecido a los creyentes romanos mismos para que sus palabras no sonaran
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como una adulación. En lugar de eso dijo: doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros.
C. La acción de gracias de Pablo era íntima, primero que todo a causa de su cercanía espiritual con Dios. Doy gracias a mi Dios, declaró abiertamente. Ningún pagano habría podido hacer una afirmación así, y la mayoría de los judíos nunca se referían a Dios haciendo uso de un pronombre personal. Para Pablo, Dios no era una abstracción teológica sino un amado Salvador y un amigo cercano. Como él testifica en el versículo siguiente, él servía a Dios en su espíritu, desde lo más profundo de su corazón y mente.
D. Pablo da gracias mediante Jesucristo, el único Mediador eterno entre Dios y el hombre. “Nadie viene al Padre, sino por mí”, dijo Jesús (Juan 14:6), y los creyentes en Él tienen el privilegio de llamar al Dios Todopoderoso mi Dios. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y lo9s hombre, Jesucristo hombre” (1 Tim. 2:5).
E. La gratitud de Pablo también era íntima a causa de la intimidad espiritual que mantuvo con sus hermanos creyentes, incluso con los que fueron como los que se encontraban en Roma, a los cuales no había conocido personalmente, Doy gracias a mi Dios...con respecto a todos vosotros, es decir, estaba agradecido por todos los creyentes que estaban en la iglesia de Roma. Su gratitud era imparcial y abarcaba a todas las personas sin distingo (sin limitación) alguno.
II. UN ESPÍRITU COMEDIDO (v.9-10a).A. La segunda marca distintiva de verdadero servicio espiritual que
puede observarse aquí, y la cual Pablo ejemplificó en su propia vida, es la de un espíritu que se interese comedidamente en los demás. Aunque él estaba agradecido por lo que se había logrado y se estaba haciendo en la obra del Señor, él también tenía un interés profundo en equilibrar esas cosa con lo que aún faltaba por hacer.
B. “…Dios, a quien sirvo en mi espíritu. Latreuo (servir) es una expresión que siempre se emplea en el N.T. al hablar del servicio religioso, Y por esa razón se traduce algunas veces “adorar” o “rendir culto”. A excepción de dos referencias al servicio de los ídolos
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paganos, el término se usa en referencia a la adoración y el servicio del dios verdadero. La adoración suprema que un creyente puede ofrecer a Dios se da en el contexto de un servicio consagrado, puro y de corazón.
C. El servicio piadoso requiere de un compromiso total y sin reservas. Pablo sirvió a Dios con todo lo que tenía, empezando con la entrega de su espíritu, esto es, permitiendo que el servicio fluyera como un deseo en lo más profundo de su alma.
D. El servicio primordial de Pablo para Dios estaba relacionado con la predicción del evangelio de su Hijo, el ministerio al cual el Señor le había llamado y al que dedicó todas sus energías y aliento; pero como él se adelanta a explicar, ese servicio a Dios incluía un interés profundo y personal por todos los que creyeran en el evangelio, bien fuera que lo hubieran escuchado de sus labios o por medio de otra persona. Él no estaba interesado en los santos de Roma debido a que hubieran sido “sus convertidos”, puesto que no lo eran, sino porque él y ellos eran hermanos que tenían el mismo Padre espiritual por medio de haber depositado su confianza en el mismo Hijo divino como su Salvador.
E. Quizás debido a que la mayoría de ellos no le conocían personalmente, Pablo aquí invoca al Señor como testigo de su amor e interés sinceros hacia sus hermanos y hermanas espirituales en Roma. Él sabía que Dios, quien conoce los motivos reales y la sinceridad de cada corazón (1 Cor. 4:5), estaría dispuesto a testificar en el sentido de que sin cesar él hacía mención de ellos siempre en sus oraciones. Él no estaba siendo redundante al usar al mismo tiempo las expresiones sin cesar y siempre, sino que simplemente estaba expresando su interés con doble énfasis, negativo y positivo.
F. Aunque él se regocijaba y daba gracias por su gran fidelidad, también sabía que aparte de la provisión continua de Dios hasta la fe más firme flaquea. Por lo tanto, aquellos santos estaban siempre en sus oraciones, nunca fueron excluidos de su lista de oración. Aunque sea por diferentes razones, todo santo fiel necesita el apoyo en oración
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de hermanos creyentes, en la misma medida en que lo necesita el santo que no es tan fiel.
III. UN ESPÍRITU DISPUESTO Y SUMISO (v.10b).A. Pablo no solamente oraba por el bienestar espiritual de la iglesia
romana sino que ansiaba ser usado por Dios como un instrumento que ayudara a contestar esa oración de acuerdo a su voluntad divina. La iglesia siempre ha estado llena de personas que son ágiles para criticar, pero tiene escasez de aquellas que están dispuestas a ser usadas por Dios para resolver los problemas que tanto les preocupan.
B. Muchos cristianos están más dispuestos a dar dinero a un ministerio de alcance misionero, que a convertirse ellos mismos en testigos. Es fácil orar para que Dios use a otros que orar para que nos use a nosotros. Isaías el profeta decía: “Heme aquí, envíame a mí” (Is. 6:8). Por supuesto que la oración pidiendo que haya personas que se dediquen al servicio del Señor ocupa un lugar importante, pero la verdadera medida de nuestro interés en su obra radica en nuestra disposición para que Él nos use a cada uno de nosotros.
C. Pablo había venido rogando a Dios durante mucho tiempo para que él pudiera visitar la iglesia en Roma a fin de ministrarles y ser ministrado por ellos (vv.11-12). Aparentemente él esperaba hacer ese viaje muy pronto, puesto que dijo que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un prospero viaje para ir a vosotros.
D. El anhelo que Pablo tenía de servir a Dios siempre estuvo dirigido por la voluntad de Dios. Él no servía en la dirección indicada por sus propios deseos y prudencia, sino de acuerdo con la voluntad de Aquel a quien servía.
IV. UN ESPÍRITU AMOROSO (v.11).A. Otra marca del servicio espiritual es tener un espíritu lleno de amor.
Pablo quería visitar a los creyentes romanos a fin de servirles con amor en el nombre de Dios. Él no quería ir como un turista, sino para dar de sí mismo, no para entretenerse o para darse gusto.
B. El cristiano que contempla su servicio al Señor como un medio para recibir aprecio y satisfacción personal, se dirige de forma inevitable al
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desencanto y la autoconmiseración; pero el que se enfoca en dar nunca enfrenta esa clase de problemas.
C. Pablo estaba interesado en el bienestar por los hermanos en Roma. Su propósito de ir, era para verlos y comunicarles un don.
D. El verbo en griego es “metadidomi”, que significa “compartir” (ver Rom 12:8, “reparte”; Efe 4:28; 1 Tes 2:8). Generalmente se comparte lo que uno tiene; a veces se comparte algo que pertenece a otras personas. En este caso, lo que Pablo anhelaba compartir era un “jarisma” (“don espiritual”). Este término se usa en varias maneras en Romanos:
1. del don inmerecido de la persona de Cristo (Rom 5:15,16).2. de los dones de Dios a Israel (Rom 11:29).3. de los dones del Espíritu Santo (Rom 12:6).
Quizá la mejor manera de entender el uso de esta palabra aquí es en el sentido general de una bendición dada por Dios a los creyentes en Roma, a través de la visita y el ministerio de Pablo entre ellos.
E. Pablo quería impartir las bendiciones espirituales a fin de que los creyentes romanos fuesen confirmados. El quería que su hermanos y hermanas espirituales crecieran “en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Ef. 4:15).
UN ESPÍRITU HUMILDE (v.12).F. Para evitar que sus lectores creyeran que él tenía en mente una
bendición unilateral, Pablo les asegura que una vista sería de beneficio para él, tanto como lo sería para ellos. Aunque él era un apóstol usado por Dios en gran manera y dotado con dones supremos, tras haber recibido la verdad revelada de parte de Dios mismo, Pablo nunca creyó estar fuera de alcance al punto de no ser edificado espiritualmente por parte de otros creyentes.
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G. Las personas humildes nunca tienen sensación alguna de superioridad espiritual, y jamás se enseñorea de aquellos a quienes sirve en el nombre de Cristo.
H. Pablo añade esto como su verdadero deseo – lo que dice en el v.11 era sólo parte de este deseo más amplio. Calvino nota en estas palabras la humildad de Pablo. El gran apóstol reconoce que él mismo podría ser animado, en su vida cristiana, por los creyentes en Roma. No hay creyente alguno, por tan humilde que sean sus dones, que no pueda ayudarnos en la vida cristiana. Lo único que nos impide aprender de otro creyente es nuestro orgullo espiritual (Calvino).
I. Pablo usa el verbo “sumparakaleo”, que significa “ser confortado [o consolado] juntamente con” (comparar “parakletos” = “el Consolador”, en Juan 14:16, etc). El Espíritu Santo nos puede “consolar” directamente, o por medio de otros creyentes.
V. UN ESPÍRITU FRUCTIFERO (v.13).A. Pablo siente que es importante informar a los creyentes que
por mucho tiempo él había querido ir a Roma, pero que hasta el momento no le había sido posible. La expresión “propuesto ir” implica que Pablo en algunas oportunidades había llegado a trazar ciertos planes para ir a Roma, solo que los planes no se llegaron a concretizar.
B. Pablo le compartió a sus lectores en referente a sus propios planes, él habría estado con ellos desde mucho tiempo atrás, si no hubiera sido estorbado. En 1 Tes. 2:18 Pablo menciona algo parecido, añadiendo que en ese caso fue Satanás quien impidió su viaje. Aquí no hay mención de Satanás; Rom 15:22,23 mas bien implica que lo que le había detenido a Pablo era simplemente la obra evangelística en la cual él estaba ocupado.
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C. Pablo anhelaba tener “algún fruto” en Roma. Esto podría ser más almas convertidas, o simplemente que los creyentes sean fortalecidos en su fe. Entre los romanos, el fruto que Pablo anhelaba ver era en este último sentido de adición. Incluía tanto a nuevos convertidos como a creyentes maduros. Ellos eran un fruto espiritual en el sentido más amplio de ser el producto del poder del evangelio en la vida de los hombres, tanto para salvar como para santificar.
VI. UN ESPÍRITU OBEDIENTE (v.14).A. Pablo prosigue a hablar acerca de sus actitudes y las razones para
su ministerio, explicando que no predicaba ni enseñaba el evangelio debido a razones personales o porque el llamado pareciera atractivo, sino a causa de ser un deudor. “Me es impuesta necesidad”, dijo a los corintios; “y ¡hay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada” (1 Cor. 9:16-17).
B. Cuando el Señor le llamó a la salvación y al apostolado, Pablo estaba haciendo cualquier cosa que no fuera promover el evangelio, precisamente se había propuesto firmemente destruirlo a cualquier costo. En efecto, él parece estar diciendo a los romanos “No me agradezcan por querer ministrarles. Aunque les amo y tengo el deseo sincero de visitarles, yo fui designado por la soberanía de Dios para este ministerio, mucho antes de haber tenido algún deseo personal de realizarlo” (1 Cor. 9:16ss).
C. Pablo era deudor por lo menos en dos sentidos. Primero, era deudor a Dios a causa de los gentiles. Debido a que Dios le había designado como el único apóstol dirigido especialmente a los gentiles (Rom. 1:15; Hechos 9:15), él se encontraba bajo la obligación divina de ministrar el evangelio de ellos. Segundo, él tenía una obligación o deuda con los creyentes romanos directamente, a causa de su necesidad espiritual. Esa es la clase de obligación que una persona tiene con alguien cuya casa se esté incendiando o que esté a punto de morir ahogado. Cuando alguien se encuentra en un gran peligro y
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nosotros estamos en capacidad de ayudar, automática e inmediatamente tenemos la obligación de hacer todo lo que podamos para salvarle. Puesto que los gentiles incrédulos, así como a los judíos incrédulos, les espera la muerte espiritual, Pablo tenía la obligación de ayudar a rescatarlos mediante el evangelio.
D. A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios parecen ser dos frases paralelas en las que los griegos representan a los sabios y los no griegos representa a los no sabios. Los griegos de aquel tiempo incluían personas de muchas regiones apartadas que habían recibido su educación en la enseñanza griega y estaban entrenados dentro de la cultura griega. Tenían un alto nivel de sofisticación y por esa razón para vistos como si se encuentran en un nivel superior frente a las demás personas. Ciertamente esa era la forma como se veían a sí mismos. Se creía en ese entonces que la lengua griega era el lenguaje de los dioses, y se consideraba la filosofía griega como algo poco menos que divino.
E. La expresión no griegos, por otra parte, se usaba con frecuencia para designar a todos los que no habían sido helenizados, esto es, quienes no se habían encumbrado a las alturas del aprendizaje y la cultura griega. Aquí la palabra bárbaro que se utiliza en el original es una onomatopeya que se deriva de la repetición del sonido “bar”. Para un griego culto, los sonidos de cualquier otro lenguaje no tenían sentido y se remendaban sarcásticamente diciendo “bar,bar,bar,bar”. En su sentido más estricto, la expresión bárbaros se refería a las masas incultas, toscas y sin educación, pero en su sentido más amplio se usaba para hablar de cualquier persona que no fuera griega.- “griegos” (“ellenes”) = los gentiles de un trasfondo griego-romano.- “no griegos” (“barbaroi”) = los demás gentiles en todo el mundo.- “sabios” (“sofois”) = gentiles educados e inteligentes.- “no sabios” (“anoetois”) = gentiles poco educados o menos inteligentes.
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F. Por lo tanto, Pablo estaba haciendo manifiesta su responsabilidad con los educados y los no educados, con los sofisticados y con los simples por igual, con los privilegiados y con los menos favorecidos también. Así como el Señor a quien servía (1 Pedro 1:17). Pablo no hacía acepción de personas. El evangelio es el gran igualador de todos, porque todo ser humano que no lo tenga está perdido igual que cualquier otro, e igualmente también puede salvarse por él.
VII. UN ESPÍRITU PRONTO (v.15).A. La deuda externa que Pablo tenía para ministrar no era un estorbo
para su deseo interno de cumplir con esa obligación. Él no solamente estaba dispuesto sino que les manifestó que estaba pronto a anunciar el evangelio a los creyentes que estaba en Roma.
B. Él tenía la misma determinación para predicar en Roma como para ir a Jerusalén, aunque sabía el gran peligro que allí le aguardaba. “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones” (Hechos 20:22-23).
C. La vida solamente tenía un valor para Pablo, y éste era hacer la obra de Dios. Él estaba consumido por un deseo ferviente de servir a Dios, lo cual incluía servir a otros en su nombre. Ese compromiso absoluto también fue compartido por Epafrodito, quien “por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte” (fil. 2:30). Es tipo de siervos piadosos pueden compararse con caballos de carrera cuando están en las casillas de inicio, no pueden esperar para arrancar en su carrera de servir a Cristo.
D. La última característica del servicio espiritual que es un espíritu denodado, se hace evidente en el siguiente versículo que será estudiado en mayor detalle en el siguiente capítulo. Pablo declaró: “No me avergüenzo del evangelio” (Rom. 1:16). Él sabía que Roma era un lugar bastante volátil e inestable, razón por la que los cristianos en esa ciudad ya habían venido experimentando persecución. Él sabía que la ciudad capital del imperio estaba infestada de inmoralidad y paganismo, lo cual incluía el culto al
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emperador. Él sabía que la mayoría de los romanos le despreciarían y que muchos seguramente Tratarían de hacerle daño. Sin embargo, él tenía un denuedo fervoroso para ir allá, por amor de su Señor y por amor al pueblo del Señor.
CONCLUSION: El liderazgo espiritual es visible, es auténtico, agradecido, No se jacta, es humilde y comprometido con Dios y la iglesia.
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