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Leocadia,lamaestradeVilamorta,amaapasionadamentealjovenyapuestoSegundo(elcisne)alquerecibeensucasaydevezencuandohacealgúnobsequio, ya que Segundo aunque estudió derecho, no trabaja. LeocadiatieneunhijodeficienteproductodeunaviolaciónincestuosadeuntíoconelquevivíaenOurense.SegundoaspiraaconseguirunacolocaciónenMadridque lepermitadarseaconocerenelmundo literariode la capital. LlegaaVilamorta un político influyente (don Victoriano). Viene a curarse con lasaguas del balneario. El poeta se enamora de la joven mujer del político(Nieves)yellacoqueteaconél,peroelmaridomuerey laviudamarchaaMadridsinquerersabernadadeSegundo…

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EmiliaPardoBazán

ElcisnedeVilamortaePubr1.1

lgonzalezp05.07.18

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Títulooriginal:ElcisnedeVilamortaEmiliaPardoBazán,1885Diseñodecubierta:lgonzalezp

Editordigital:lgonzalezpePubbaser1.2

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Prólogo

Alverlaluzmipenúltimanovela,quellevaportítuloLaTribuna,nofaltóquienatribuyesesuscrudezasysusfrancasdescripcionesdelavidapopular,aempeñomíodeescribirunaobrarigurosamenteajustadaaloscánonesdelnaturalismo.Acasohoyse me dirigirá la acusación opuesta, afirmando que El Cisne de Vilamorta, pagadisimuladotributoalespírituinformantedelaescuelaromántica.

Yo sé decir que un autor, rara vez produce adrede libros muy crudos o muypoéticos; lo cierto es, en mi opinión, que la rica variedad de la vida ofrece tantalibertadalarte,ybrindaalartistaasuntostandiversos,cuantosondiferentesentresílosrostrosdelaspersonas:yasícomoenunespectáculopúblico,enunpaseo,enlaiglesia, vemos semblantes feos e innobles al lado de otros resplandecientes dehermosura, en el mudable espectáculo de la naturaleza y de la humana sociedadandanmezcladas laprosay lapoesía, siendoentrambas realesyentrambasmateriaartísticadelícitoempleo.

Parece que no necesita refutación el error de los que parten en dosmitades larealidadsensibleeinteligible,conlamismafrescuraquesipartiesenunanaranja,yponen en la una mitad todo lo grosero, obsceno y sucio, escribiendo encimanaturalismo,yenlaotraybajoeltítulode idealismo,agrupanlodelicado,suaveypoético.Puestanerróneaideapertenecealnúmerodelasinsidiosasvulgaridadesquepodemos calificar de telarañas del juicio, que no hay escoba que consiga barrerlasbien, ni nunca se destierran por completo.Es probable que hasta el fin delmundodureestatelarañaespesayartificiosa,ysejuzguemuyidealistaladescripcióndeunanoche de luna ymuy naturalista la de una fábrica,muy idealista el estudio de laagonía de un ser humano (sobre todo si muere de tisis como La dama de lasCamelias),y¡muynaturalistaeldelnacimientodelmismoser!

Noesalardedeimpenitencia,sinoconfesiónsincerísima.AlescribirLaTribuna,meguiabanigualespropósitosquealtrazarlaspáginasdelCisne:estudiaryretrataren forma artística gentes y tierras que conozco, procurando huir del estrechoprovincialismo,paraqueel libro sea algomásquepinturadeusanzas regionalesyaspirealhonrosodictadodenovela.Alamismaluzquemealumbróporlosrinconesde la Fábrica de Tabacos deMarineda, he tratado de ver la curiosa fisonomía deVilamorta.SilaFábricasediferenciaentododelavillita,noconsisteenqueyolasmire con distintos ojos, pero en que forzosamente ha de diferenciarse el puertocomercial y fabril de la comarca enclavada tierra adentro, que aún conserva, oconservaba cuando la pisé por vez última, pronunciadísimo sabor tradicional, yelementospoéticosmuyenarmoníaconelcarácterdelpaisaje.

Respectoa loqueenElCisne llamaráalguien levadura romántica,quierodeciralgo,muy sucintamente, a los buenos entendedores. El romanticismo, como épocaliteraria,hapasado,siendocasinulayasu influenciaen lascostumbres.Mascomofenómenoaislado,comoenfermedad,pasiónoanhelodelespíritu,nopasarátalvez

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nunca.Enunaoenotra forma,habrádepresentarsecuando lascircunstanciasy loque se conoce pormedioambiente faciliten su desarrollo, ayudando a desenvolverfacultades ya existentes en el individuo. Sucédele lo que a la vocaciónmonástica:menos casos se dan hoy de tales vocaciones que se daban, por ejemplo, allá entiemposdeSanFranciscooSanIgnacio;contodo,algunashevistoyomuyardientes,probadaseirresistibles.Nohayestadodelalmaquenoseproduzcaenelhombre,nohay cuerda que no vibre, no hay carácter verdaderamente humano que no seencuentre queriéndolo buscar; y en nuestras pensadoras y concentradas razas delNoroeste,elespíriturománticoalientamásdeloquepareceaprimeravista.

EmiliaPardoBazán

LaCoruña,septiembrede1884

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Capítulo1

Alládetrásdelpinar,elsolponienteextendíaunazonadefuego,sobrelacualsedestacaban,semejantesacolumnasdebronce,lostroncosdelospinos.Elsenderoerabarrancoso,dandoseñalesdehabersidodevastadoporlasarroyadasdelinvierno;atrechoslohacíanmenospracticablepiedrassueltas,queparecíanmuelasfueradesusalveolos.La tristeza del crepúsculo comenzaba a velar el paisaje: poco a poco fueapagándoselaincandescenciadelocaso,ylaluna,blancayredonda,ascendióporelcielo,dondeyaelluceroresplandecía.Seoyódistintamenteelmelancólicodiptongodelsapo,unsoplodeairefrescoestremeciólashierbasagostadasylospolvorientoszarzalesquecrecíanalbordedelcamino;lostroncosdelpinarseennegrecieronmás,resaltandoamaneradebarrasdetintasobrelaclaridadverdosadelhorizonte.

Un hombre bajaba por la senda, muy despacio, como proponiéndose gozar lapoesía y recogimiento del sitio y hora. Se apoyaba en un bastón recio, y segúnpermitíaverlapocaluzdifusa,erajovenynomalparecido.Acadapasosedetenía,mirando aderecha e izquierda, lomismoque si buscaseypretendiese localizar unpunto fijado de antemano. Al fin se paró, orientándose. Atrás dejaba un montepobladodecastaños;asuizquierdateníaelpinar;asuderechaunaiglesiabaja,conmísero campanario; enfrente, las primeras casuchas del pueblo. Retrogradó diezpasos, se colocócara al atriode la iglesia,mirandoa sus tapias,y seguroyade laposición,elevólasmanosalaalturadelabocaparaformarunembudofónico,ygritóconvozplateadayjuvenil:

—Eco,hablemos.Del ángulo de las murallas brotó al punto otra voz, más honda e inarticulada,

misteriosamentesonoraygrave,querepitióconénfasis,engarzandolarespuestaenlapreguntaydilatandolaúltimasílaba:

—¡Hablemoooós!—¿Estáscontento?—¡Contentoooó!—repusoeleco.—¿Quiénsoyyo?—¡Soyyoooó!A estas interrogaciones, calculadas para que la contestación del eco formase

sentido con ellas, siguieron frases lanzadas sin más objeto que el de oírlasrepercutirseconextrañaintensidadenelmuro.—«¡Hermosanoche!—Lalunabrilla.—Se ha puesto el sol.—Eco, ¿me entiendes tú?—Eco, ¿sueñas algo?—¡Gloria!¡Ambición! ¡Amor!». El nocturno viandante, embelesado, insistía, variaba laspalabras, lascombinaba;yen los intervalosdesilencio,mientrasdiscurríaperíodoscortos,escuchábaseelrumortenuedelospinos,acariciadosporelvientecillomansodelanoche,yelplañideroconcertartedelossapos.Lasnubes,antesderosaygrana,eran ya cenicientas, y pugnaban por subir al ancho trozo de firmamento en que laluna llena campeaba sin el más mínimo tul que la encubriese. Las madreselvas y

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saúcosen flor,desde la lindedelpinar, embalsamabanel aire con fragancia sutilydeleitosa.Y el interlocutor del eco, dócil al influjo de la poesía ambiente, cesó devocear preguntas y exclamaciones, y con lenta canturia empezó a recitar versos deBécquer,sinatenderyaalavozdelamurallaque,ensuprecipitaciónderepetirlos,selosdevolvíatruncadosyconfusos.

Absortoenlafaena,poseídodeloqueestabahaciendo,recreadoconlacadenciadelasestrofas,noviosubirporelcaminotreshombresdegrotescayraracatadura,con enormes sombreros de fieltro, de anchas alas.Unode los hombres llevabadeldiestrounamula,cargadaconredondocuero,henchidosindudadezumodevid;ycomotodosandabandespacio,yelterrenocrasoyarcillosoapagabaelruidodelaspisadas,pudieronllegarsinsersentidoshastacercadelmancebo.Algocuchichearonenvozbaja.—¿Quiénes,hom…?—Segundo.—¿Eldelabogado?—Elmismo.—¿Qué hace? ¿Habla solo? —No, habla con la pared de Santa Margarita. —Puesnosotrosnosomosmenos.—Empiezatú…—Alauna…alláva…

Saliódeaquellasbocaspecadoras,interrumpiendolasOscurasgolondrinas,quealasazónrecitabademuyexpresivamaneraeljoven,undiluviodefrasessoeces,degroseríasycochinadaspalurdas,quecayeronenmediodelgentilyarmónicosilencionocturnocomorepiquedealmirecesycacerolasenuntrozodemúsicaalemana.Lomás suave que se oía era por este estilo:—¡Re… (aquí un terno) viva el vino delBorde!¡Vivaelvinotinto,quedapechoalhombre!Re…(aquíloquepuedeellectorsuponer, si considera que los interruptores del soñador becqueriano eran tresdesaforadosarrieros,queconducíanabuenrecaudounpellejodesangredeparra).

Laninfadomiciliadaenelmuronoopusoresistenciaalaprofanación,yrepitiólostacosredondostanfielmentecomolasestrofasdelpoeta.Aloírlasvociferacionesy carcajadas opacas que la pared devolvía irónicas, Segundo, el del abogado, sevolvió furioso, comprendiendo que los muy salvajes se burlaban de suentretenimiento sentimental. Corrido y humillado, apretó el bastón, con deseo deromperlo en las costillas de alguien; y mascullando entre dientes—cafres-brutos-recua— y otros improperios, torció a la izquierda, saltó al pinar, y tomó hacia elpueblo,evitandolasendaporhuirdelprofanogrupo.

Elpuebloestaba,comoquiendice,alavuelta.Blanqueaban,alaluzdelaluna,lasparedesde susprimerascasas,y los sillaresdealgunasenconstrucción, tapias,huertecillos, cuadros de legumbre, llenaban el espacio vacante entre el pueblo y elpinar. Ensanchábase la senda, desembocando en el camino real, a cuyas orillas,copudos castaños proyectaban manchones de sombra. Dormía el pueblo sin duda,pues ni se divisaban luces ni se oían los rumores y zumbidos que revelan laproximidad de las colmenas humanas. Realmente, Vilamorta es una colmena enminiatura, una villita modesta, cabeza de partido. No obstante, bañada por elresplandordelrománticosatélite,nolefaltaaVilamortaciertagrandiosidadcomodepoblación importante, debida a los nuevos edificios que, con arreglo al ordenarquitectónico peculiar de las grilleras, levanta a toda prisa unamericano gallego,

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reciénvenidoconprovisióndecentenes.Segundoseenhebróporunacalleextraviada,—silashayenpueblosasí—.Solo

estaban embaldosadas las aceras; el arroyo lo era de verdad; había en él pozas delodo, ymontones de inmundicias y residuos culinarios, volcados allí sin escrúpuloporlosvecinos.EvitabaSegundodoscosas:pisarelarroyoyqueledieselaclaridadlunar. Un hombre pasó rozándole, embozado, a pesar del calor, en ampliomontecristo,yconenormeparaguasabierto,aunquenoamenazaba lluvia: sindudaera un agüista, un convaleciente que respiraba el aire grato de la noche conprecaucioneshigiénicas;Segundo,alverle,sepegóa lascasas,volviendoelrostro,temeroso de ser conocido.No conmenor recato atravesó la plaza del Consistorio,orgullodeVilamorta,yenvezdeunirsealosgruposdegentequegozabaelfrescosentada en los bancos de piedra próximos a la fuente pública, se escabulló por uncallejónlateral,ycruzandoretiradaplazoletilla,quesombreabaunálamogigantesco,se dirigió hacia una casitamedio oculta por el árbol.Entre la casita y Segundo seinterponía un desvencijado armatoste: era un coche de línea, un cajón con ruedas,desenganchado,lanzaenristre,comoparaembestir.RodeóSegundoelobstáculo,yal dar la vuelta distraído, dos animalazos, dos cochinos monstruosamente gordos,salierondisparadospor laentreabiertacancilladeuncorral,yconun trotecilloquecolumpiabasusvastoslomosysacudíasusorejascortas,vinieronciegosyestúpidosaenredarseenlaspiernasdel lectordeBécquer.NollegóesteamedirelsueloporfavorespecialdelaProvidencia;peroapuradoyaelsufrimiento,soltóacadamarranounparde iracundospuntapiés,que lesarrancarongruñidosentrecortadosyferoces,mientras el mancebo renegaba en voz alta casi: —¡Qué pueblo este, señor!…¡Atropellarle a uno en la calle hasta estos bichos! ¡Ah, quémiseria! ¡Ah…mejordebeserelinfierno!…

Al llegar a la puerta de la casita, algo se sosegó. Era la casa chiquita, linda,flamante;albalcónlefaltabaelbarandadodehierro;noteníasinolarepisadepiedra,cargadadetiestosycajonesdeplantas;detrásdelasvidrierassecolumbrabaunaluz,tamizadaporvisillosdemuselina,ylafachada,silenciosa,ofrecíaalgodepacíficoyagradable, que convidaba a entrar. Segundo empujó la cancilla, y casi al mismotiempo oyose en el tenebroso portal crujir de enaguas; unos brazos de mujer seabrieron,yellectordeBécquersedejócaerenellos,conducir,arrastrar,ycasisubirenvilolaescalera,hastaunaBalita,dondeunveladorcubiertoconblancotapetedecrochet, sustentaba un quinqué divinamente despabilado. Allí mismo, en el sofá,tomaronasientoelgalányladama.

Laverdadantetodo.Frisaladamaenlostreintayseisotreintaysiete,yaúnespeor,quenuncadebióserbonita,nimuchomenos.Desubastocutis,hizolaviruelaalgo curtido y agujereado, como la piel de una criba: sus ojuelos negros y chicos,análogosadospulgas,emparejanbienconlanarizgruesa,malamasada,parecidaalas que los chocolateros ponen a los monigotes de chocolate; cierto que la boca,frescachonayperruna,lucebuenosdientes;peroelrestodelapersona,elatavío,los

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modales,elacento,lapoquísimagraciadelconjunto,mássonparacurartentaciones,que para infundirlas.Alumbrando el quinqué tan bien como alumbra, es preferiblecontemplaralgalán.Estetiene,ensumedianaestatura,elegantesproporciones,yensujuvenilcabezanoséquéatractivoquehacemirarotravez.Lafrente,cuyodecliveesunpocoalarmante,laencubreyadornaelpelocopioso,algomáslargodeloquepermitennuestrasseverasmodasactuales.Lafaz,descarnada,finaycenceña,arrojaalacaleadaparedunasiluetatodadeángulosagudos.Elbigotenaceyserizasobreloslabios delgados, sin llegar a cubrir el superior, con esa gracia especial del bigotenuevo,compañeradelaondulacióndeloscabellosfemeninos.Labarbanoseatreveaespesar,nilosmúsculosdelcuelloaseñalarse,nilanuezasobresalircondescaro.Latezestrigueña,descolorida,untantobiliosa.

Al ver tan guapo chico recostado en el pecho de aquella jamona de apacible yfranca fealdad, era lógico tomarles por hijo y madre: pero el que incurriese ensemejanteerrordespuésdeobservarlesunminuto,denotaríaescasapenetración,porqueenlasmanifestacionesdelamormaterno,porapasionadasyextremosasquesean,haynoséquemajestuosaquietuddelespírituquefaltaenlasdelotroamor.

SindudaexperimentabaSegundolanostalgiadelaluna,porqueapenassedetuvoenelsofá:fuesealbalcón,ylesiguiósucompañera.Abrieronlasvidrierasdeparenpar,ysesentaronmuypróximosendossillasbajas,alniveldelasplantasytiestos.Unamatadeclavelesdeaonzasubíaalaalturaconvenientepararegalarlasnaricesconincitantesperfumes; la lunaplateabael follajedelálamo,cuyadilatadasombraenvolvíalaplazoleta;Segundoabrióeldiálogo,enestaguisa:

—¿Mehicistecigarros?—Toma—contestóella,metiendolamanoenlafaltriqueraysacandounpuñado

decigarrillos—.Docenaymediaporjuntopudeamañarte.Yatecompletarélasdosestanocheantesdeirmealacama.

Seoyóel¡risssch!delfósforo,yconlavozatascadaporlaprimerbocanadadehumo,volvióSegundoapreguntar:

—¿Puesqué,hasucedidoalgonuevo?—Nuevo…no.Laschiquillas…arreglarlacasa…luegoMinguitos…Melevantó

dolordecabezaaquejarse…¡aquejarsetodala tardedeDios!Decíaqueledolíanlos huesos. ¿Y tú?, ¿por ahí muy ocupado?, ¿matándote a leer?, ¿discurriendo?,¿escribiendo,eh?¡Deseguro!

—No… Di un paseo muy hermoso. Fui a Penas-albas y volví por SantaMargarita…Unatardedelaspocas.

—Vaya,queharíasalgúnverso.—No,mujer…Losquehice,loshiceanoche,despuésderetirarme.—¡Ay!,¡ynomelosdecías!Anda,porlasánimas…anda,recita,queloshasde

saberdememoria.Anda,niñoJesús.Alasúplicavehementesiguióarrebatadacaricia,queseperdióentrepeloysienes

delpoeta.Estealzó losojos,sehizounpocoatrás,dejóelcigarroentre losdedos,

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sacudiendoantesconlauñalaceniza,yrecitó.Eraunabecquerianaelpartodesu ingenio.Elauditorio,despuésdeescucharla

conreligiosaatención,púsolaporcimadecuantasprodujolamusadelgranGustavo.Ysepidióotra,yotra,yalgúnpedacitodeEspronceda,yquéséyoquéfragmentosde Zorrilla. Ya no ardía el cigarro: tiró el poeta la colilla, y encendió uno nuevo.Reanudaronlaplática.

—¿Cenamospronto?—Enseguidita…¿Sabesquétengoparadarte?Discurre.—¿Quéséyo,mujer?…—Piensatúloquetegustamás.Loquetegustamás,más.—¡Bah!… Ya sabes que yo… Con tal que no me des nada ahumado, ni

grasiento…—¡Tortilla a la francesa! ¿No acertabas, eh? Mira, encontré la receta en un

libro…Comotehabíaoídoqueeracosabuena,estuvedeensayo…Lastortillaslashacíayosiempreaestilodeporacá,espesitas,quesepuedantirarcontralaparedynosedeshagan…Peroesta…meparecequehadeestaratugusto.Loqueesamí,pocomesabe…prefiero lasantiguas.Se laenseñéaFlores…¿Quéteníadentro laquecomisteenlafondadeOrense?¿Perejilpicado,eh?

—No,jamón.¿Peroquémásda?—¡Voy corriendo a sacarlo de la alacena!, yo creía… ¡El libro dice perejil!

Aguarda,aguarda.Volcó su silla baja por andarmás aprisa, y se oyó a lo lejos el repique de sus

llavesyelbatirdealgunaspuertas;unavozcascadagruñóenlacocinanoséqué.Alosdosminutosregresaba.

—¿Mira,yesosversos,noseimprimen?¿Noloshedeverenletrasdemolde?—Sí —respondió el poeta, volviendo lentamente la cabeza y soltando una

bocanada de humo—.Allá van camino deVigo, aRobertoBlánquez para que losinserteenelAmanecer.

—¡Mealegro!¡Tendrástúmásfama,corazónsalado!¿Cuántosperiódicoshablandeti?

Segundoserioirónicamente,encogiéndosedehombros.—Pocos…—Y,untantocabizbajo,dejóvagarlamiradaporlasmacetasyporla

copa del álamo, que se mecía con agradable susurro de hojas. Estrechabamaquinalmenteelpoetalamanodesuinterlocutora,yestacorrespondióalapresiónconardorosaenergía.

—Y claro, ¿cómo quieres que hablen de ti, si al fin no firmas los versos?—interrogóella—.Nosabendequiénson.Andarándiscurriendo…

—Quémásda…LomismoquedeSegundoGarcía,puedenhablardelseudónimoqueheadoptado.¡Bonitonombreelmíoparaandarenpapeles!¡SegundoGarcía!Elpoco público que se moleste en leer lo que escribo me llamará el CISNE DEVILAMORTA.

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Capítulo2

Segundo García, el del abogado y Leocadia Otero, la maestra de escuela deVilamorta, seconocieronenprimavera,enuna romería.Leocadiaasistióaellaconvaríaschicasaquieneshabíaenseñadoela,b,cyelpespunte.Anteaquelcorodeninfas,Segundorecitópoesíasmásdedoshoras,enun robledal, lejosdelestrépitodel bombo y gaita, donde solo llegaban leves rumores de la fiesta y del gentío.Estúvoseelauditoriocomoenmisa,sibienciertospasajes,almibaradosofogosos,produjeron entre las chiquillas codazos, pellizquitos, risas reprimidasinstantáneamente;perode losnegrosojosde lamaestra, a lo largode susmejillas,picadasdeviruelaypálidasdeemoción,resbalarondoslagrimonestibiosygruesos,y otros después, tantos y tan juntos, que hubo de sacar el pañuelo y limpiárselos.Luego,alregresar,cuandolucíanenelcielolasestrellas,porlossenderosdelmontedonde se alzabael santuario,vereditas agrestes, entapizadasdegramayorladasdebrezosyuces,elgrupodescendióenestaforma:delantelaschiquillas,correteando,saltando,empujándoseparacaersobrelosbrezosycelebrarloconunaexplosióndecarcajadas;LeocadiaySegundodetrás,debracero,parándoseavecesyhablándoseentoncesmásbajito,casialoído.

DeLeocadiaOterosereferíaunahistoriafeaytriste.Aunqueellaconreticenciascalculadasquisierafingirseviuda,semurmurabaquenuncatuvomarido;quecuandoresidía en Orense, huérfana y bajo la tutela de un tío paterno, nació aquel pobrevástago,aquelDominguitocontrahecho,raquíticoyenfermosiempre.Afirmabanlosmejorinformadosqueelmalvadodeltíofuequienabusódeladoncella,confiadaasucustodia,sinpoderreparareldelitoporqueeracasadoyvivíasumujer,Diossabedónde ni cómo. Lo cierto es que el tío murió pronto, dejando a su sobrina unasfinquillasyunacasaenVilamorta,yLeocadia,previoelcompetenteexamen,obtuvola escuela y vino a establecerse al pueblo. Sobre trece años llevaba de habitarlo,observandoejemplarconducta,cuidandodíaynocheaMinguitos,yeconomizandoparareconstruirlaruinosacasa,comolohizoalfinpocoantesdeconoceraSegundo.EraLeocadiamujerpor todo extremohacendosa:nunca faltó en sus armarios ropablanca,ensusalamueblesderejillayunaalfombritadelantedelsofá,ensudespensauvasdecuelga,arrozyjamón,ensusbalconesclavelesyalbahaca.Minguitosandabalimpiocomoeloro;ellalucía,alremangarsuhábitodelosDolores,debuenmerino,enaguas gordas, tiesas de puro almidonadas,muy bordadas a ojetes. Por lo cual, apesardesufealdadydesuhistoriaantigua,nocareciólamaestradesuspirantes:unricoarrieroretirado,contabernaabierta,yCansín,eltenderodepaños.Desairóalospretendientesysiguióviviendosola,conMinguitosyFlores,laviejacriada,queyagozabaenlacasafuerosdeabuela.

El inicuo estupro sufrido en los primeros años de la juventud había dejado aLeocadia, envuelto en sus amargasmemorias, horror profundo a las realidades delmatrimonio,basedelafamilia,yunasedperpetuadecosasidealesydelicadas,rocío

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querefrescalaimaginaciónysatisfacealsentimiento.Poseíalamediainstruccióndelasmaestras,rudimentaria,perobastanteparainfundirgustosexóticosenVilamorta,verbigracia, el de las letras, en sus más accesibles formas —novela y verso—.Consagró a la lectura los ocios de su vidamonótona y honesta. Leyó con fe, conentusiasmo, sin crítica alguna: leyó creyendo y admitiéndolo todo, unimismándoseconlasheroínas,oyendoresonarensucorazónlossuspirosdelvate, loscantosdeltrovador y los lamentos del bardo. Fue la lectura su vicio secreto, su misteriosafelicidad.CuandorogabaasusamigasdeOrensequelerenovasenlasuscripciónenla librería, hacían ellas chacota y ponían aLeocadia el apodo de literata. ¡Literataella! ¡Ojalá! ¡Sipudiesedarcuerpoa loquesentía,almundofantásticoquedentrollevaba! Imposible: jamás alcanzaría su caletre, por mucho que lo estrujase, aproducir ni una triste seguidilla. Almacenada se quedaba tanta poesía y tantasensibilidadalláenlossenosycircunvolucionesdelcerebro,comoelcalorsolarenlahulla.Loquesalíaalexterioreraprosaneta:gobiernodecasa,economía,guisados.

Al tropezar Leocadia con Segundo, la casualidad aplicó encendida mecha alformidablepolvoríndesentimientosyensueños,encerradoenelalmadelamaestra.Encontrado había, por fin, empleo condigno a sus facultades amorosas, desahogopara sus afectos. Segundo era la poesía hecha carne; en él se cifraban ycompendiabantodaslasinteresantesydivinasmenudenciasdelosversos:lasflores,elaura,elruiseñor,laluzmoribundadelsol,laluna,laumbríaselva.

La combustión se produjo con asombrosa rapidez. Ardió y se consumió enincendiosúbito,primerolahonradaresolucióndeborrarconintachableconductaelestigmadel pasado,después el vigorosoy entrañable cariñomaternal.Niunpuntopasó por las mientes a Leocadia la idea de que Segundo pudiese ser su marido:aunquelibresambos,ladiferenciadeedades,ylasuperioridadintelectualdeljovenpoeta,pusieronlímiteinfranqueablealasaspiracionesdelamaestra.Cayóenelamorcomoenunabismo,ynimiróatrásniadelante.

Segundo había tenido en Santiago, durante los años escolares, trapicheosestudiantiles,cosabaladí,yextravíosdeesosquenoevitaningúnhombreentre losquinceylosveinticinco,probandotambiénlasqueenlaépocarománticasellamabanorgíasyhoyseconocenporjuergas.Sinembargo,noeravicioso.Hijodeunamadrehistérica, a quien las repetidas lactancias agotaron, hasta matarla de extenuación,Segundo tenía el espíritu mucho más exigente e insaciable que el cuerpo. Habíaheredado de su madre la complexión melancólica, y mil preocupaciones, milrepulsionesinstintivas,milsupersticionesprácticas.Lahabíaqueridoyguardabasurecuerdo como un culto. Y, más viva aún que la cariñosa memoria de su madre,conservabauna antipatía invencible hacia supadre.No cabía decir que el abogadohubiese sido verdugo de su mujer, y con todo, bien adivinaba Segundo el lentomartirio de aquella fina organización nerviosa, y veía siempre, en horas negras, elataúd mísero en que habían encerrado a la difunta, no sin elegir antes, paraamortajarla,lasábanamásusadadecuantasencontraron.

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ComponíaselafamiliadeSegundodelpadre,unatíavieja,doshermanosvaronesy treshembrasaún impúberes.Gozabael abogadoGarcía famade rico:nadaentredosplatos: fortunadealdea, reunidaochavo trasochavo,conpréstamosusuariosysórdidasprivaciones.Elbufetedabadesí,perodiezbocas,ylacarreradetreshijos,algo tragan. Elmayor de los chicos, oficial de infantería, estaba en Filipinas y noremitía un cuarto; gracias que no lo pidiera. Segundo, que lo era en el ordencronológico,acababadegraduarse:unjurisconsultomásenlanaciónespañola,dondetantoabundaestafruta.ElpequeñoestudiabaenelInstitutodeOrense,conpropósitodeseguirlafarmacia.Lasniñassepasabaneldíacorreteandoporhuertosymaizales,medio descalzas, sin ir siquiera a la escuela de Leocadia por no adecentarse unpoquillo.En cuanto a la tía…,misiaGaspara…, era el almade aquella casa, almaestrechay sin jugo, senectud acartonada, silenciosay espectral, ágil a despechodesussesenta,yquesincesardehacermediaconunosdedosrancioscomoteclasdeclavicordio,vendíaenlagraneraelcenteno,enlabodegaelvinoderenta,prestabaun duro al cincuenta por cien a las fruteras y regateras de la plaza, se cobraba enespecie, tasaba la comida, la luz y la ropa a sus sobrinos, engordaba con amorosasolicituduncerdo,yerarespetadaenVilamortaporsusaptitudesformicarias.

Aspiraba el abogado a trasmitir su clientela y asuntos a Segundo. Solo que elmuchachonodaba indiciosdeservirparaembrollarpleitosycausas.¿Cómohabíarealizadoelmilagrodesalirbienenlosexámenes,sinabrirentodoelcursoloslibrosde derecho, y faltando a clase siempre que hacía solo diluviaba? ¡Bah! Con unmemorión de primera y un regular despejo: aprendiéndose, cuando era menester,páginasypáginasdeltexto,yrecordándolasydiciéndolasconlapropiafacilidadquelasDolorasdeCampoamor,sinocontantogusto.

Sobre la mesa de Segundo se besaban tomos de Zorrilla y Espronceda, malastraduccionesdeHeine,obrasdepoetas regionales,elLamasVarela,aliasRemedia-vagos, y otros volúmenes no menos heterogéneos. No era Segundo un lectorincansable; elegía sus lecturas según el capricho del momento, y solo leía lo queconformabaconsusaficiones,adquiriendoasíunbarnizdeculturadeficienteyvaria.Másintuitivoquereflexivoyestudioso,aprendiósoloyatientaselfrancés,paraleeren el original aMusset, a Lamartine, a Proudhon, a Víctor Hugo. Fue su cerebrocomoerialincultodondeatrechossealzabaunaflorrarayperegrina,unarbustodeclimas remotos; ignoró las cienciasgravesypositivas, las lecturas sólidasy serias,nodrizasdelvigormental,laeraclásica,laliteraturacastiza,lasseverasenseñanzasdelahistoria;yencambio,porrarofenómenodeparentescointelectual,seidentificóconelmovimientorománticodelsegundoterciodelsiglo,yenunrincóndeGaliciarevivió la vida psicológica de generaciones ya difuntas. No de otro modo algúnvenerableacadémico,saltandodeunbrincolosdiezynuevesiglosdenuestraera,sealegra ahora con lo que regocijaba a Horacio y vive platónicamente prendado deLidia.

RimóSegundo susprimerosversos, desengañadosy escépticos en la intención,

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ingenuosen realidad, cuandoapenascontabadiezy sieteaños.Suscompañerosdecátedra le aplaudieron a rabiar. Adquirió entre ellos cierto prestigio, y cuandoestampóenunperiódicolasprimiciasdesumusa,tuvo,sinsalirdelestrechocírculodel aula, admiradores y envidiosos. Desde entonces adquirió el derecho de pasearsolito, de reír poco, de ocultar sus aventurillas y de no jugar ni achisparse porcompañerismo,sinoúnicamentecuandoledabalagana.

Yledabapocasveces.Laexcitaciónpuramentefísicaybrutalcarecíaparaéldeatractivo; si bebía por bravata, repugnábale el espectáculo de la embriaguez, losfinalesdefrancachelaestudiantil,elmantelmanchado,lasdisputasnecias,losamigosqueyacíandebajodelamesaotendidosenelsofá,eldescocoeinsensibilidaddelashembrasvenales;salíadeallídesdeñosoyempalagadísimo,yavecesunareacciónmuypropiadesucomplicadocarácterleimpulsabaaél,lectorsincerodeProudhon,QuinetyRenan,alrecintodealgunaiglesiasolitaria,dondesuspulmonesrespirabancondeliciaairehúmedosaturadodeincienso.

NoprotestóelabogadoGarcíacontralasaficionesliterariasdesuhijo,porquelasjuzgópasajeradiversióndelamocedad,unamuchachada,lomismoquebailarenlasfiestas.EmpezóainquietarseasíqueSegundo,yagraduado,seopusoaauxiliarleenel despacho de sus tortuosos pleitecillos. ¿Si resultaría el chico inútil para todo ybueno solamente para zurcir versos?No era delito zurcirlos, pero así…cuando nohubiese muchos procesos que hojear y artimañas que idear para envolver a loslitigantes. Desde que cayó en la cuenta, el abogado trató a su hijo con mayordesconfianza, con más terca impertinencia y desvío. Cada día le predicaba, en lamesaodondepodía,sermoncillosincisivosacercadelonecesarioqueesganarseelpan, con asiduidad y trabajo, no dependiendo de nadie. Estas continuasamonestaciones,enqueempleabalamismacapciosamachaqueríaqueenelenredijode los protocolos, ahuyentaron a Segundo de su casa. La deLeocadia le sirvió derefugio,yélvinoendejarsequererpasivamente, lisonjeadoalprontoporel triunfoquehabíanobtenidosusversos,alcanzándolehomenajetandesinteresadoyardiente,yatraídodespuésporelbienestarmoralqueengendralaaprobaciónsincondicionesylacomplacencia sin tasa.Superezosamentede soñador reposabaen losalgodonesque sabe mullir el cariño para la amada cabeza. Leocadia admitía, perfilaba,ensanchaba todos sus planes de porvenir; le animaba a que escribiese, a quepublicase;leelogiabasinrestriccionesysinfingimiento,porqueparaella,queteníala facultad crítica aposentada en las cavidades cardíacas, Segundo era el másmelodiosocisnedeluniversotodo.

Pocoapocolaamanteprevisióndelamaestrafueextendiéndoseaotrasesferasde la vida de Segundo. Ni el abogado García ni la tía Gaspara concebían que unchico, terminada ya su carrera, necesitase un céntimo para gasto algunoextraordinario. La tía Gaspara, en especial, ponía el grito en el cielo a cadadesembolso:despuésdellenardecamisaslamaletadesusobrinounaño,pordiezlomenosdebíaquedar surtido: la ropanoestabaautorizadapara romperseoacabarse

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sinmásnimás.Leocadianotólasescasecesdesuídolo;hoysehizocargodequenoandababiendepañuelos,yledobladillóymarcóunadocena;mañanareparóquesolodehigosabrevasledabanmedioduroparaelramodecigarros,yseimpusolatareadehacérselos enpersona, suministrandogratis lamateriaprimera;oyómurmurar alas fruterasde laavariciade la tíaGaspara,entendióqueSegundocomíamal,ysededicóaaderezarparaélplatosapetitososynutritivos,améndeencargarleaOrenselibros,derepasarlelaropaydepegarlelosbotones.

Todoestolorealizabaconinexplicableregocijo,recorriendolacasaapasoligeroycasi juvenil, remozadapor ladulcematernidaddelamor,y tandichosa,queniseacordabadereñiralaschiquillasdelaescuela,pensandosoloenacortarleslatareaparaquedarsemásprontoencompañíadeSegundo.Habíaensucariñomuchapartegenerosa y espiritual, y losmejores instantes de su pasión satisfecha eran aquellashoras nocturnas en que, próximos al balcón, sentados muy cerca el uno del otro,convirtiendoconlaimaginaciónlasmatasdeclavelesyalbahacaenselvavirgen,ellaoía, recostada en el hombro de Segundo, los versos que este recitaba con bientimbradavoz,versoscuyaarmoníaselefigurabaaLeocadiauncánticoceleste.

Lamedallateníasureverso.EranamargaslashorasmatutinasenqueFlores,conla cara larga y difícil, contraída o iracunda, con el pañuelo de algodón torcido,arrugadoycaídosobre losojos,veníaanotificarle,enbrevesy truncadaspalabras,que:

—Sehan acabado los huevos…¿vienenmás?No hay azúcar: ¿de cuál traigo?¿De ese tan caro de pilón que vino la semana pasada? Hoy traje café, café, doslibritas,comoquienlava…Yonocompromáslicor:allátú:yono.

—¿Quédices,mujer?¿Quétesucede?—Quesi tegustadarlealRamón, elde ladulcería,veinticuatro realesporuna

botelladeanisete,habiéndoloaochoenlabotica,bien;peroyonovoyameterleloscuartosenlamanoaeseladrón:avercómonotepidecincodurosporcadafrasquito.

Leocadia,suspirando,salíadesuletargo;ibaalacómoda,sacabadinero,nosinpensarquelesobrabalarazónaFlores:susahorritos,supardemilesderealesparaun apuro, ya debían encontrarse temblando; valía más no enterarse del estado delpeto:losdisgustos,retrasarlos.¡Diosdelante!Yreñíaalaviejaconfingidacólera.

—Veporlabotella,anda,nomeenfades…Alasochoentranlaschiquillas,yaúntengo la enagua por planchar…Hazle el chocolate aMinguitos;más te valiera notenerlomuertodehambre…Ydalebizcocho.

—Daré,daré…¡Puessiyonolediesealinfeliz!…—refunfuñabalacriada,quealnombredeMinguitos,sentíacrecersuenojo.Seoíaenlacocinaelfuriosoporrazoadministrado a la chocolatera para sentarla sobre el fuego y el airado voltear delmolinillo en el remolino espumoso del chocolate. Flores entraba en el cuarto delcontrahecho,queaúnnohabíaabandonadolassábanas,yletomabalasmanos.

—Tienescalor,rapaz…Aquívieneelchocolatito,¿eh?—¿Melodamamá?

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—Telodaréyo.—Ymamá,¿quéhace?—Almidonandounasenaguas.Clavaba el jorobadito los ojos en Flores, alzando trabajosamente la cabeza de

entreelarcodobledelpechoylaespalda.Eranaquellosojosprofundos,conmuchaniña: la boca, demandíbulas salientes, tenía una crispación sardónica y una pálidasonrisa.EchabalosbrazosalcuellodeFlores,ypegandoloslabiosasuoído:

—¿Vinoelotroayer?—preguntábale.—Sí,hombre,sí.—¿Vendráhoy?—Vendrá.¡Puesno!Calla,filliño,calla…tomaelchocolate.Estácomotegusta:

claroyconespumita.—Notengocasigana…Ponloaquí,allado.

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Capítulo3

En Vilamorta había un Casino, un Casino de verdad, chiquito, eso sí, y porañadiduradestartalado,peroconsumesadebillarcompradadelance,ysumozo,unsetentónquedeañoenañosacudíayvareabalaverdebayeta.PorqueenelCasinodeVilamortaapenassolíanjuntarseadiariomásquelasratasylaspolillas,entretenidasenatarazarelmaderamen.Loscentrosdereuniónmásfrecuentadoserandosboticas,ladedoñaEufrasia,situadaenlaplaza,yladeAgonde,enlamejorcalle.Agachadaen el ángulo tenebroso de un soportal, la botica de doña Eufrasia era lóbrega; laalumbrabaalashorasdeconciliábulounquinquédepetróleo,contufo,yhacíansumobiliario cuatro sillas mugrientas y un banco. Quien desde fuera mirase, veríadentrounnegrogrupo,capotes,balandranes,sombrerosanchos,doso tres tonsurassacerdotales, que de lejos blanqueaban como chapas de boinas sobre el fondosombrío de la botica. La de Agonde, en cambio, lucía orgullosamente una clarailuminación,seisgrandesredomasdecristaldecoloresvivosyfantásticoefecto,unatriple estantería cargada de tarros de porcelana blanca con rótulos latinos en letrasnegras, imponentes y científicos, un diván y dos butacas de gutapercha. Estas dosboticasantitéticaserantambiénantagónicas;sehabíandeclaradoguerraamuerte.LaboticadeAgonde,liberaleilustrada,decíadelaboticareaccionariaqueeraunfocodeperpetuasconspiraciones,dondedurantelaguerracivilsehabíaleídoElCuartelRealytodaslasproclamasfacciosas,ydondedesdehacíacincoañossepreparabanconsumadiligenciaforniturasparaunapartidacarlistaquejamásllegóaecharsealcampo; y según la botica reaccionaria, era la de Agonde punto de cita para losmasones, se imprimían libelos en una imprentilla de mano, y se tirabadescaradamentedelaorejaaJorge.Cerrábasereligiosamentealasdiezeninviernoyenverano a las once la tertulia de la botica reaccionaria,mientras la botica liberalsolíahastamedianocheproyectarsobreelpisodelacallelarayadeluzdesusdosclaras lámparas y los reflejos azules, rojos y verde-esmeralda de sus redomas; pordonde los tertulianos liberales calificaban a los otros de lechuzas, mientras losreaccionariosdabanasuscontrincanteselnombredesociosdelCasinodelaTimba.

Segundonoponía lospiesen labotica reaccionaria,ydesdesus relacionesconLeocadiaOtero huía de la deAgonde, porqueherían su amor propio las bromas ypullas del boticario,maleante y zumbón como él solo.Cierta noche queSaturninoAgonde cruzaba a deshora la plazoleta del Álamo, para ir a donde él y el diablosabían,pudoveraLeocadiaySegundoenelbalcón,yentreoyólasalmodiade losversos que el poeta declamaba. Desde entonces, en el rostro deAgonde,mocetónsanguíneo y bien equilibrado, leyó Segundo tal desdén hacia las nimiedadessentimentalesylapoesía,queporinstintoseapartódeélcuantopudo.Sinembargo,cuando se le ofrecía leerEl Imparcial y saber alguna noticia, entraba en casa deAgondebreverato.Hízoloalotrodíadesuconversaciónconeleco.

Estabamuy animada la asamblea.El padre deSegundo, recostado en el diván,

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tenía un periódico sobre las rodillas; su cuñado el escribano Genday, Ramón elconfitero, y Agonde, discutían con él acaloradamente. En el fondo, próximos a latrastienda,enunamesitachica,jugabanaltresilloCarmeloelestanquero,elmédicodonFermín, aliasTropiezo, el secretariodelMunicipioy el alcalde.Al entrarnotóSegundo algode inusitado en la actitudde supadreydel grupoque le rodeaba, ypersuadidodequeyaledaríanlanoticia,dejosecaerenunadelasbutacas,encendióuncigarroytomóElImparcial,queandabarodandosobreelmostrador.

—Pues aquí los papeles no traen nada; lo que se dice nada, exclamaba elconfitero.

Desde lamesade tresillo levantaba lavozelmédico,confirmandolasdudasdeRamón;tampocoelmédicocreíaquepudiesesucedersintraerlolospapeles.

—Usted se muere por decir a todo que no —replicaba Agonde—. Yo estoyseguro,vamos;ymeparecequeestandoyoseguro…

—Yyolomismo—afirmabaGenday—.Siesprecisocitartestigos,allávan:losépormipropiohermano,¿meentiendenustedes?,pormipropiohermano,queseloha dicho Méndez de las Vides; vayan ustedes viendo si es autorizada la noticia.¿Quierenustedesmás?PueshanencargadoaOrense,paralasVides,dosbutacas,unabuenacamadorada,muchavajillayunpiano.¿Quedanustedesconvencidos?

—De todas maneras, no vendrán tan pronto—objetó Tropiezo.— Vendrán tal.Don Victoriano quiere pasar aquí las fiestas y las vendimias; dice que le tiramuchísimoelcariñodelpaís,yqueentodoelinviernonoseleoyóhablarsinodelviaje.

—Vieneaespicharaquí—murmuróTropiezo—;oídecirqueestámalísimo.Sevanustedesaquedarsinjefe.

—Váyaseusteda…Demoniodehombre,demochuelo,quesoloanunciacosasfúnebres.Cálleseustedonosueltebarbaridades.Atienda,atiendaaljuegocomoDiosmanda.

Segundomirabaconindiferenciaalasredomasdelabotica,distraídoporelvivofocoazul, verdeo carmesíqueencadaunadeellas centelleaba.Yacomprendía elasunto de la conversación: la venida de don Victoriano Andrés de la Comba, elministro,elgranpolíticodelpaís,eldiputadoorgánicodeldistrito.¿QuéleimportabaaSegundolallegadadesemejantefantasmón?Yaspirandosuavementesucigarro,seabstrajodel ruidode ladisputa.Despuésseembebióen la lecturade laHojadeElImparcial,dondeelogiabanmuchoaunpoetaprincipiante.

Entretanto,seenredabalapartidadetresillo.Elboticario,situadoaespaldasdelalcalde,ledabaconsejos.Comprometidoyarduocaso:unsolodeestuchemenor;lacontra reunida todaenelestanqueroyendonFermín:cogíanenmedioalhombre:posición endiablada. Era el alcalde de esos viejos séquitos, gastaditos como unochavo, muy tímidos, que antes de hacer una jugada la piensan en cien años,calculandotodaslascontingenciasytodaslascombinacionesposiblesdenaipes.Yano quería él echar aquel solo, ¡qué disparate! Pero el impetuoso Agonde le había

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impulsado, diciendo:—Vaya, lo compro.—Puesto en el disparadero, el alcalde sedecidió,nosinprotestar.

—Bueno, lo jugaremos…Una calaverada, señores. Para que no digan quemeamarro.

Ysucedíatodoloprevisto;hallábaseentredosfuegos:deunladolefallanelreydecopas;deotrolepisanlasotadetriunfoaprovechandoelcaballo;donFermínsemeteenbazassinsabercómo,mientraselestanquero,consonrisamaliciosa,guardasucontracasienterita.ElalcaldelevantahaciaAgondelosojossuplicantes.

—¿No se lo decía yo a usted? ¡En buena nos hemosmetido!Va a ser codillo,codillocantado.

—No,hombre,no…esustedunmandria,queseapuraportodo…Estáustedahíjugandoconmásmiedoquesileapuntasenconunaescopeta…¡Arrastrar,arrastrar!Loschambonessiempresemuerendeindigestióndetriunfos.

Losadversariosseguiñabanelojomalignamente.—Depositanontibit—exclamóelestanquero.—Sicodillumnonresultabit—corroboródonFermín.Sintió el alcalde un escalofrío en el mismo bulbo capilar, y, por consejo de

Agonde, resolviose a mirar lo que iba jugado, enterándose de las bazas de loscompañerosycontandolostriunfos.Tropiezoyelestanquerorefunfuñaron.

—¡Quémaníadelevantarleslasfaldasalosnaipes!Elalcalde,algomássereno,determinóporfinsalirdedudas,suspiróyenalgunos

arrastres briosos y decisivos se resolvió la jugada, quedando todos iguales, a tresbazascadauno.

—Ladelossabios—dijeroncasiauntiempoestanqueroymédico.—¿Loveusted?Poniéndoselopeordelmundo,nolehandadocodillo—observó

Agonde—.Parahacerlapuesta,senecesitaronrequisitos…Tenía a todos suspensos el interés palpitante de la jugada, menos a Segundo,

absorto en una de las perezosas meditaciones en que el bienestar del cuerpoacrecientalaactividaddelafantasía.Llegabanasusoídoslasvocesdelosjugadorescomo lejano murmullo; él estaba a cien leguas de allí: pensaba en el artículo delperiódico, del cual se le habían quedado grabadas en la memoria ciertas frasesespecialmente encomiásticas, hisopazos de miel con que el crítico disimulaba losdefectosdelpoetaelogiado.¿Cuándolellegaríasuturnodeserjuzgadoporlaprensamadrileña?SábeloDios…Prestóatenciónaloquesehablaba.

—Hayquedarlesiquieraunaserenata—declarabaGenday.—¡Hombre…una serenata!—respondióAgonde—: ¡gran cosa!Algomás que

serenata:hayquearmarcualquierestrépitoporlacalle;unaespeciedemanifestación,que pruebe que aquí el pueblo es suyo… Habrá que nombrar una comisión, yrecibirleconmuchocohete,ylamúsicaatodashoras…QuerabienesoscazurrosdedoñaEufrasia.

El nombre de la otra botica produjo una explosión de bromas, chistes y

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pateaduras.Hubocomentarios.—¿Nosabenustedes?—interrogóelsocarróndeTropiezo—.Parecequeadoña

EufrasialehaescritoNocedalunacartamuyfina,diciéndolequeélrepresentaadonCarlosenMadridyqueella,porsusméritos,deberepresentarleenVilamorta.

Carcajadashoméricas,algazarageneral.HablaGendayelescribano.—Bueno,esoserámentira;peroesverdad,unaverdadcomountemplo,quedoña

EufrasialeremitióadonCarlossuretratocondedicatoria.—¿Ylapartida?¿Señalaroneldíaenquehadelevantarse?—¡Vaya!DicequelamandaráelabaddeLubrego.Se duplicó el regocijo de la tertulia, porque el abad de Lubrego frisaba en los

setenta y se hallaba tan acabadito, que a duras penas podía tenerse sobre lamula.Entróenlaboticaunchiquillo,columpiandounfrascodecristal.

—¡DonSaturnino!—chillóconvozatiplada.—Aver,hombre—contestóelboticarioremedándole.—Demealoqueestohuele.—Quedamosenterados…—murmuróAgondearrimandoel frascoa lanariz—.

¿Aquéhuele,donFermín?—Hombre…esasícomo…láudano,¿eh?,oárnica.—Vayaelárnica,queesmenospeligrosa.Diosteladeparebuena.—Son horas de recogerse, señores —avisó el abogado García consultando su

cebolladeplata.Gendayselevantótambién,yleimitóSegundo.Los tresillistasseenfrascaronenhacercuentasy liquidar lasgananciascéntimo

porcéntimo,escogiendofichasblancasyfichasamarillas.Alpisarlacallerecibíasegrataimpresióndefrescura;estabalanocheentreclarayserena;losastrosdespedíanluzcariñosa,ySegundo,enquienerainmediatalapercepcióndelapoesíaexterior,sintióimpulsosdeplantarasupadreytío,ymarcharsecarreteraadelante,solocomodecostumbre,agozartanapaciblenoche.PerosutíoGendayselecolgódelbrazo.

—Rapaz,estásdeenhorabuena.—¿Deenhorabuena,tío?—¿Túnorabiasporsalirdeaquí?¿Túnoquieresvolaraotraparte?¿Túno le

tienestirriaalbufete?—Hombre—intervinoelabogado—;élqueyaes locoy túque le revuelves la

cabezamás…—¡Calla, tonto!DonVictorianoviene, le presentamos al chicoy le pedimos la

colocación… Y la ha de dar buena, que aunque él se figure otra cosa, si no noscomplace,lecostarálatortaunpan…Noestáeldistritocomoélpiensa,ysilosquelesostenemosnosacostamos,selajuegandepuñoloscuras.

—¿YPrimo?¿YMéndezdelasVides?—Nopuedenconellos…Eldíamenospensadolesdanundesaire,melosdejan

en una vergüenza… Pero tú,muchacho…Míralo bien: ¿no te lleva afición por laabogacía?Segundoseencogiódehombros,sonriendo.

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—Puesdiscurre…así,averqueteconvendríamás…Porquealgohasdeser;enalgunapartehasdemeterlacabeza.¿Tegustaríaunjuzgadodeentrada?,¿undestinoenelramodecorreos?,¿enalgunaoficina?

EstabandandolavueltaalaplazoletaparaacercarseacasadeGarcía,yalpasarpordelantedelbalcóndeLeocadia,elaromadelosclavelespenetróhastaelcerebrode Segundo. Experimentó una reacción poética, y dilatando las fosas nasales pararecogerlafragancia,exclamó:

—Nijuez,niempleadoencorreos…Déjemedeeso,tío.—Noporfíes,Clodio—dijo agriamente el abogado—.Estenoquiere sernada,

nada, más que un solemne holgazán, y pasarse la vida echando borroncitos enpapelitos…Nimásnimenos.Allávan loscuartosde lacarrera, todo loquegasté;allávanelInstituto,laUniversidad,lapechera,ellevitín,laboticaflamante;yluego,cuando uno piensa que los tiene habilitados, vuelta a cargar sobre las costillas deuno… a fumar y comer a su cuenta… Sí, señor… Yo tengo tres, tres hijos paragastarme y chuparme el jugo, y ninguno para darme ayuda… Así son estosseñoritos…¡vaya!

Segundo,paradoyconlasfaccionescontraídas,seretorcíalapuntadelbigotillo.Todos se detuvieron en la esquina de la plazoleta, como suele suceder cuandounapláticaseenzarza.

—Nosédedóndesacaustedeso,papá…—declaróelpoeta—.¿Ustedsefiguraque me he propuesto no pasar de Segundo García, el hijo del abogado? Pues seequivocamucho.Ganastendráusteddelibrarsedelpesoquelehago;peromásaúntengoyodenohacérselo.

—¿Yluego,aquéaguardas?Eltíoteestáproponiendomilcosasynoteacomodaninguna.¿Quieresempezarporministro?

Elpoetadionuevotormentoasubigote.—Nohayquecansarse,papá.Yoharíamuymalempleadoencorreosypeorjuez.

No me quiero sujetar al ingreso en una carrera dada, donde todo esté previsto ymarcha por sus pasos contados…Para eso, sería abogado como usted o escribanocomoeltíoGenday.SirealmentecogemosadonVictorianodebuentalante,pídanleustedes para mí cualquier cosa… un puesto sin rótulo, que me permita residir enMadrid…Yomelasarreglarédespués.

—Te las arreglarás… Sí, sí, bien hablas…Me girarás letritas, ¿eh?, como tuhermanoeldeFilipinas…Puessírvatedegobiernoquenopuedo…quenorobéloquetengo,nifabricomoneda.

—Si yo nada pido—gritó Segundo con salvaje cólera—. ¿Le estorbo a usted?PuessentaréplazaomelargaréaAmérica…Ea,seacabó.

—No —dijo el abogado calmándose—… Siempre que no exijas mássacrificios…

—Ninguno…¡asímemuriesedehambre!Abrioselapuertadelabogado:laviejatíaGaspara,enrefajos,hechaunvestiglo,

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salió a abrir; traía un pañuelo de algodón tan encima del rostro, que no se ledistinguíanlashurañasfacciones.Segundoretrocedióanteaquellaimagendelavidadoméstica.

—¿Noentras?—interrogósupadre.—VoyconeltíoGenday.—¿Vuelvespronto?—Enseguida.Tomó plazoleta abajo y explicó sus proyectos a Genday. Este, chiquitín y

fosfóricodegenio,seagitabacomounalagartija,aprobando.Noledesagradabanaéllas ideas de su sobrino. Su cabeza activa y organizadora, de agente electoral yescribano mañero, admitía mejor los planes vastos que la cabeza metódica delabogadoGarcía.QuedarontíoysobrinomuyconformesenelmododebeneficiarelinflujodedonVictoriano.Charlandoasí, llegaronacasadeGenday,y lacriadadeeste,mocitaguapa,leabriólapuertacontodalazalameríadeunafámuladesolterónincorregible. En vez de volverse a su domicilio, Segundo, preocupado y excitado,bajóalacarretera,sedetuvoenelprimersotodecastaños,ysentándosealpiedeunacruzdemaderaqueallí dejaran los jesuitasdurante laúltimamisión, se entregóalpasatiempo inofensivo de contemplar los luceros, las constelaciones y todas lasmagnificenciassiderales.

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Capítulo4

DurantelaspesadassiestasdeVilamorta,mientraslosagüistasdigeríansusvasosdeaguamineralycompensabanlamadrugonaconunletargoreparador,losmúsicosaficionadosdelabandapopularensayabanlaspiezasqueprontoejecutaríanreunidos.De la tienda del zapatero salían trinos melancólicos de flauta: en la del panaderoresonabanbriosasymarcialesnotasdecornetín:enelestancogemíaunclarinete:porel almacén de paños vagaban los ahogados suspiros de un figle. Los que así seconsagrabanalcultodeEuterpeerandependientesdecomercio,hijosdefamilia,elelemento joven de Vilamorta. Semejantes fragmentos de melodía brotaban conpenetrantesonoridaddeentrelaperezosaycálidaatmósfera.Cuandoseesparciólanueva de que dentro de veinticuatro horas llegaba don Victoriano Andrés de laComba y su familia, para salir inmediatamente a las Vides, estaba la charangasumamenteafinadayacordeya,dispuestaaatronarcontandasdevalses,dancitasypasosdobleslosoídosdelinsignevarón.

Notose en la villa movimiento desacostumbrado. La casa de Agonde se abrió,ventilóybarrió,saliendoporsusventanasnubesdepolvo:lahermanadeAgondeseasomópocodespués,peinadaenflequilloyconuncollardecaracolesnacarados.Elama del cura de Cebre, guisandera famosa, daba vueltas en la cocina, y se oía elsonsonetedelalmirezyelchirriardelaceite.Doshorasantesdeladelascinco,aquellegaelcochedeOrense,midenyalaplazalasnotabilidadescalificadasdelpartidocombista-radical,yAgondeesperaenelumbraldesubotica,habiendosacrificadoalasolemnidaddelaocasiónsuclásicogorroychinelasdeterciopelo,yluciendobotasdecharolylevitainglesa,quelehaceparecermáscortodecuelloymásbarrigudo.

Entraba el cochedeOrensepor la partedel soto, y al resonar sus cascabelesycampanillas,eltrotedesusochomulasyjacosyelcarranqueodesupesadamole,losvecinosdeVilamortasecolgarondelosbalcones,seasomaronalosportales;sololaboticareaccionariapermaneciócerradayhostil.Aldesembocarelgranarmatosteenla plaza, agitáronse los grupos; varios chiquillos, descalzos, treparon al estribopidiendounochavoenplañideravoz; las fruterasde los soportales se incorporaronparamejorver,yúnicamenteCansín,eltenderodepaños,conlasmanosmetidasenlos bolsillos y en babuchas, prosiguió recorriendo su almacén de arriba abajo,afectando olímpica indiferencia. Refrenó el mayoral el tiro, diciendo en tonoconciliadoraunamularesabiada:

—Eeeeeeh…Buenoya,buenoya,Canóniga…Estallólacharanga,formadaanteelayuntamiento,enensordecedorpreludioyel

primercohetesaliópitando,despidiendochispas…Lanzoseelgrupoenmasahacialaportezuelaparaofrecerlamano,elbrazo,cualquiercosa…Ybajarontrabajosamenteuna señora gruesa, un cura con las sienes abrigadas por un pañuelo de algodón acuadros…Agonde,conmásrisaqueenojo,hizoseñasalacharangayaloscoheterosdequecesasenensufaena.

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—¡No viene aún! ¡No viene aún!—gritaba. En efecto, no traía más gente elómnibus.Elmayoralsedeshizoenexplicaciones.

—Vienenahí,adospasos,comoquiendice…EnelcochedelcondedeVilar…Enlacarretela…Porcausadelaseñora…Yoaquítraigoelequipaje…Ypagaronlosasientoscomosilosocupasen…

No tardó en escucharse el trote acompasado y gemelo del tronco del conde deVilar, y la carretela descubierta, de arcaica forma, penetró majestuosamente en laplaza.Recostábaseenelfondounhombreenvuelto,apesardelcalor,enunabrigodepaño;asuladounamujerconimpermeablededrilgrisdestacabasobreelpuroazuldelcieloelalacaprichosadesusombrerodeviaje.Enelasientodelantero,unaniñacomo de diez años, y una mademoiselle, especie de aya-niñera ultrapirenaica.Segundo, que al llegar la diligencia se había quedado atrás, no aproximándose alestribo,estavezanduvomenosreacio,y lamano,quecubiertaconlargoguantedeSueciasetendíapidiendoapoyo,encontróotramanodepresiónenérgicaynerviosa.La señora delministromiró con sorpresa al galán, le hizo un saludo reservado, ytomandoelbrazoquelabrindabaAgonde,entróabuenpasoenlabotica.

Tardómásenbajarseelhombrepolítico.Sorprendidoslemirabansuspartidarios.Había variado mucho desde su última estancia en Vilamorta —ocho o diez añosantes,enplenarevolución—.Supelogrispizarra,másblancoenlassienes,realzabalaamarillezde lapiel;amarillo tambiényconestríasdesangre tenía loblancodelojo; y su semblante, arado y marchito, mostraba impresas en signos visibles laszozobras de la lucha social, las vicisitudes de la banca política y los sedentariostrabajosdelforo.Sucuerpoestabacomodesgonzado,faltándoleelaplomo,laactitudquerevelaelvigorfísico.Noobstante,cuandomenudearonlosapretonesdemanos,cuandolostantobueno…porfin…alcabodelosañosmil…resonaronentornoconhalagüeñomurmullo,elgladiadorexánimerecobrófuerzas,seirguió,yunaamablesonrisadilatósussecoslabios,prestandogrataexpresiónalayaseveraboca.Hastaabrió los brazos a Genday, que se agitó en ellos con coleteos de anguila, y diopalmadicasenloshombrosalalcalde.Garcíaelabogadotratabadehacersevisibleydestacarse del grupo,murmurando con el tono grave de quien emite parecer sobrecosasmuypeliagudas:

—Vaya,ahoraarriba,arriba,adescansar,atomaralgo…Porfinelremolinoseaquietósubiendoalaboticaelpersonaje,ytrasélGarcía,

Genday,elalcaldeySegundo.En la salita de Agonde tomaron asiento, dejando respectivamente a don

Victorianoelsofáderepsgrosella,yformandoentornosuyounsemicírculodesillasy butacas. A poco rato aparecieron las señoras, ya sin sombrero, y entonces pudoversequeladeCombaeralindayfresca,pareciendo,másquemadre,hermanamayordelaniña.Esta,consucopiosamatadepelotendidaporlaespalda,suseriedaddemujercita precoz, tenía aspecto triste, de arbolillo ético; mientras su mamá, rubiarisueña,ostentabagranlozanía.Hablosedelviaje,delasferacesorillasdelAvieiro,

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del tiempo, del camino; la conversación enfriaba, cuando entró oportunamente lahermanadeAgonde,precediendoalamadelcura,cargadacondosenormesbandejasdondehumeabanjícarasdechocolate,puesdecenanoentendíanloshuéspedes.Condepositarlo sobre el velador, servirlo, repartirlo, se animó la reunión. Losvilamortanos, encontrandoasuntoadecuadoa sus facultadesoratorias, empezaronainstaralosforasteros,aencomiarlasexcelenciasdelosmanjares,y,llamandoporsunombredepilaa la señoradeCombayagregandouncariñosodiminutivoalde laniña,sedeshicieronenexclamacionesypreguntas.

—Nieves,¿estáelchocolateasugusto?—¿Acostumbratomarloclarooespeso?—Nieves, este pellizco de bizcochomaimón pormí: es una cosa superior, que

soloacásabemoshacer.—Victoriniña,vamos,aperderlavergüenza:estamantecafrescasabemuchocon

elpancaliente.—¿Unpedacitodeesponjadotostado?¡Ajajá!DeestonohayporMadrid,¿eh?—No… —contestaba la voz clarita y remilgada de la niña—. En Madrid

tomábamosconelchocolatebuñuelosychurros.—Aquí no se estilan buñuelos, sino bizcochitos… De esto de encima, de lo

dorado…Esonoesnada:unpajaritolopica…TercióeneldebatedonVictoriano,encareciendoelpan:élnopodíacomerlo;se

lo habían prohibido en absoluto, pues su enfermedad le vedaba las féculas y losglútenes,hastaelextremodequesolíanenviarledeFranciaunashogazaspreparadasadhoc,sinningúnelementoglucogénico;yaldeciresto,volviosehaciaAgonde,queaprobó, mostrando entender el terminillo. Y sentía doblemente don Victoriano laveda,porquenadaencontrabacomparablealpandeVilamorta:mejorensugéneroque el bizcocho, sí señor. Reíanse los vilamortanos, muy lisonjeados en su amorpropio; mas García, meneando sentenciosamente la cabeza, explicó que ya el pandecaía;quenoeracomoenotros tiempos,yque soloelPellejo, el panaderode laplaza, loamasabaaconciencia, teniendo lasantacachazadeescogerel trigogranopor grano, y no admitir ninguno picado del gorgojo; así resultaba tan sabroso elmolleteycontantaliga.Sediscutiósidebíaonotenerojoselpan,ysicalienteeraindigesto.

DonVictoriano,reanimadoporestasmínimasvulgaridades,hablabadesuniñez,de loszoquetesdepanuntadosconmantecaomielqueledabandemerienda;yalañadirquetambiénsolíasutíoelcuraadministrarlebuenosazotes,volviólasonrisaasuavizar las hundidas líneas de su rostro. Dulcificábase su fisonomía con aquellaefusión,borrándoselosañosdecombateylascicatricesdelasheridas,yluciendounreflejo de la juventud pasada. ¡Qué ganas tenía de volver a ver en las Vides unemparradodelcualmilvecesrobarauvasalládechiquillo!

—Aúnlashaderobarustedahora—exclamófestivamenteClodioGenday—.YalediremosalseñordelasVidesquepongaunguardaenlaparradelJaén.

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Celebroseelchisteconhilaridadsuprema,ylaniñasoltósurisillaagudaantelaideadequerobaseuvassupapá.Segundonohizomásquesonreírse.Teníalosojosfijos en don Victoriano y pensaba en su destino. Repasaba toda la historia delpersonaje:a laedaddeSegundoera tambiéndonVictorianounoscuroabogaduelo,enterradoenVilamorta,ansiosoderomperelcascarón.SehabíaidoaMadrid,dondeunjurisconsultodefamaletomódepasante.EljurisconsultopicabaenpolíticoydonVictorianosiguiósushuellas.¿Cómoempezóamedrar?Espesastinieblasentornodelagénesis.Unosdecíanerres yotroshaches.Vilamorta se le encontró, cuandomenossepercataba,candidatoydiputado:yafrisaríaporentoncesenlostreintaycinco,y se exageraba su talento y porvenir.Una vez de patitas en elCongreso, creció laimportanciadedonVictoriano,ycuandovino laRevolucióndeSetiembre, lehallóempinado asaz para improvisarle ministro. El breveministerio no le dio tiempo agastarse ni a demostrar especiales dotes, y, casi intacto su prestigio, le admitió laRestauraciónenungabinetefusionista.Acababadesoltarlacarterayveníaareponersuquebrantada salud al paísnatal, donde su influencia era incontestabley robusta,graciasalenlaceconlailustrecasadeMéndezdelasVides…SegundosepreguntabasicolmaríasusaspiracioneslasuertededonVictoriano.DonVictorianoteníadinero:accionesdelBancoydevíasférreas,encuyoconsejodeadministraciónfigurabaelhábiljurisconsulto…Enarcódesdeñosamentelascejasnuestroversificador,ymiróala esposadelministro: aquellagentil beldadno amaba, de seguro, a sudueño.ErahijadelsegundóndelasVides,unmagistrado:secasaríaalucinadaporlaposición.¡ViveDios!Elpoetanoenvidiabaalpolítico.¿Porquésehabríaencumbradoaquelhombre? ¿Qué extraordinarias dotes eran las suyas? Difuso orador parlamentario,ministropasivo,algodecapacidadforense…Total,unamedianía…

Mientras elaboraba estas ideas el cerebro de Segundo, la señora de Comba seentreteníaendesmenuzar los trajesy fachasde lospresentes.Analizó,con losojosentornados, todoelatavíodeCarmenAgonde,embutidaenuncorpiñoazul fuerte,muyjusto,quearrebatabalasangreasusmejillaspletóricas.Bajódespuéslaburlonaojeada a las botas de charol del farmacéutico, y volvió a subir hasta los dedos deClodio Genday, culotados por el cigarro, y el chaleco de terciopelo a cuadritosmoradosyblancosdelabogadoGarcía.PorúltimoseposóenSegundo,investigandoalgúnpormenordeindumentaria.Perolarechazócomounescudootramiradafijayardiente.

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Capítulo5

Agondemadrugóybajótempranoalabotica,dejandoasushuéspedesentregadosal sueño,yaCarmenencargadademeterles,apenassebullesen,elchocolateen laboca.QueríaelboticariogozardelefectoproducidoenelpuebloporlaestanciadedonVictoriano.Recostábaseeneldivándegutapercha,cuandoviocruzaraTropiezo,caballeroensupardamulita,yleholeó:

—Hola,hola…¿Adóndesevatandemañana?—ADoas,hombre…Mehacefaltatodoeltiempo.—Yalafirmarlo,elmédicose

apeaba,atandosumonturaaunaargollaincrustadaenlapared.—¿Estanapuradalacosa?—¡Tssss! La vieja, la abuela de Ramón el dulcero… Si dice que ya está

sacramentadiña.—¿Ylemandanelrecadoahora?—No;siyafuianteayer…ylepusedosdocenasdesanguijuelasquesangrarona

tutiplén…Parecíauncabrito…Quedómuydébil,hechaunaoblea…Puedequesienvezdesanguijuelasledoyotracosaquepensaba…

—Vamos,untropiezo—interrumpióAgondemaliciosamente.—Enlavidatodossontropiezos…repusoelmédicoencogiéndosedehombros.

¿Yporarriba?—añadiómirandoaltecho.—Comopríncipes…roncando.—¿Y…él…quétal?—silabeódonFermínbajandolavoz.—¿Él? —pronunció Agonde imitándole…—. Así… así… ¡algo viejo! Con

muchopeloblanco…—Pero¿luegoquétiene,vamosaver?Porqueestar,estáenfermo.—Tiene…unaenfermedadnueva,muyrara,delasdeúltimamoda…YAgonde

sonreíapicarescamente.—¿Nueva?Agondeentornólosojos,pególabocaaloídodeTropiezoyarticulódospalabras,

unverboyunsustantivo.—…azúcar.SoltóTropiezofuerterisotada;deprontosequedómuyserioysefrotórepetidas

veceslanarizconeldedoíndice.—Ya sé, ya sé —declaró enfáticamente…—. Hace poco que leí de eso… Se

llama… aguarde, hom… di… diabetes sacarina, que viene de sácaro, azúcar… yde…¡JustamentelasaguasdeaquíyotrasdeFranciasonlasúnicasparacuraresemal!Sibebeunosvasitosdelafuente,tenemoshombre.

EmitíaTropiezosudictamenapoyándoseenelmostrador,sinacordarseyadelamulita,quepateabaalapuerta.Guiñandounojo,preguntóderepente:

—Ylaseñora,¿quédicedelmaldelmarido?—¡Quéhadedecir,hombre!Nosabráqueesdecuidado.Unamuecadeindescriptibleygroseraburlametamorfoseólacarainexpresivadel

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médico;miróaAgonde,yahogandootraexplosiónderisa,dijo:—Laseñora…¡Siquelaseñoranolosabrá!¿Ustedleyólossíntomasdelmal?

Puesjustamente…—¡Chsst!—atajófuriosoelboticario.TodalafamiliaCombahacíairrupciónen

la botica por el postigo del portal.Madre e hija formaban lindo grupo, ambas deenormespamelasdepajatosca,adornadasconunlazocolosaldelanillacolorfuego;sus trajes de tela cruda, bordados con trencilla roja, completaban lo campestre delatavío,semejanteaunramilletedeamapolasyheno.Colgábalealaniñasuricamatadepelooscuro,yalamadreseleembrollabanlascrenchasrubiasbajolasombradelaladelsombrerón.NollevabaNievesguantes,niensutezseveíanrastrosdepolvosde arroz, ni de otros artificios de tocador, imputados injustamente por lasprovincianasalasmadrileñas:alcontrario,senotabanenlasrosadasorejasycuelloseñalesdeenérgicolavatorioyfriccionesdetoalla.EncuantoadonVictoriano,laluzmatinalrevelabamejorladevastacióndesusemblante.Noestaba,conformealdichodeAgonde,viejo:loqueallíseadvertíaeralavirilidad;peroatormentada,exhausta,heridademuerte.

—¡Jesús,María!¿Ustedeshantomadochocolate?—preguntabaAgondeconfuso.—No,amigoSaturnino…ni lo tomamos,conpermisodeusted,hastavolver…

Nopaseustedcuidadopornosotros…Victorinalehasaqueadoaustedlaalacena…elaparador…

Entreabrió la niña un pañuelo que llevaba atado por las cuatro puntas,descubriendounahacinadepan,bizcochoyquesodelpaís.

—Almenos les bajaré unqueso entero… Iré a ver si haypan fresco, de ahoramismito…

No quería don Victoriano; por Dios, que no le quitasen el gusto de irse adesayunaralaalamedadelasaguas,igualquedemuchacho.Agondeobservóquenoeransanosparaéltalesalimentos;yaloírloTropiezo,serascóunaorejaymurmuróconescépticotono:

—Bah,bah,bah…Lesoncosasdeahora,novedades…Losanoparaelcuerpo,¿sehacendecargo?,es loqueelcuerpopideyreclama…Sialseñor leapeteceelpan…Yparasuenfermedad,señordonVictoriano,yanohaycomoestasaguas.Nosé a qué va la gente a dar cuartos a los franchutes cuando aquí tenemos cosasmejores.

ElministromiróaTropiezoconvivointerés.AcordábasedesuúltimaconsultaaSánchezdelAbrojoydelfruncimientodelabiosconqueeldoctofacultativolehabíadicho: «Yo le mandaría a usted a Carlsbad o a Vichy… pero no siempre estánindicadas las aguas… A veces precipitan el curso natural de las afecciones…Descansar algún tiempo y observar régimen: veremos cómo vuelve usted enotoño…».¡QuédiablodecarateníaSánchezdelAbrojoalhablarasí!Unafisonomíareservada,deesfinge.LaafirmaciónexplícitadeTropiezodespertóendonVictorianotumultuosasesperanzas.Aquelpracticóndealdeadebíasabermuchoporexperiencia:

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másacasoquelosorondosdoctorescortesanos.—Vamos,papá—suplicabalaniñatirándoledelamanga.Emprendieron el camino. Vilamorta, madrugadora de suyo, vivía más

activamenteentoncesqueporlatarde.Abiertassehallabanlastiendas;colmadosloscestos de las fruteras; Cansín medía su almacén con las manos en los bolsillos,haciéndose el desentendido por no saludar a Agonde ni reconocer su triunfo; elPellejo,muyenharinado,regateabacontrespanaderosdeCebre,quelepedíantrigodelbueno;Ramóneldeladulceríatableteabasobreelmostradorconungrantablerolleno de libras de chocolate, y antes que se enfriasen del todo lasmarcaba con unhierrorápidamente.

Era despejada la mañanita, y ya picaba más de lo justo el sol. La comitiva,engrosada con García y Genday, se internó por huertecillas y maizales hasta elingreso de la alameda. Exhaló don Victoriano una exclamación de júbilo. Era lamismahileradobledeolmos,alineadasobreelrío,elespumanteyretozónAvieiro,queseescurríaaborbotones,encascaduelasmansas,conrumorgratísimo,besandolas peñas gastadas y lisas por el roce de la corriente. Reconoció los espesosmimbrerales;recordótodoelsaudosoayer,y,conmovido,seapoyóenelparapetodelaalameda.Encontrábaseellugarcasidesierto;mediadocena,alosumo,demustiosybiliososagüistas,dabanvueltasporélconlentopaso,hablandoenvozquedadesuspadecimientos,eructandoelbicarbonatodelasaguas.Nieves,reclinadaenunbancodepiedra,contemplabaelrío.Laniñalatocóenelhombro.

—Mamá,elchicodeayer.Alaotraorilla,sobreunpeñasco,estabadepieSegundoGarcía,distraído,consu

sombrero de paja echado hacia atrás y lamano puesta en la cadera, sin duda paraguardarelequilibrioentanpeligrosaposición.Nievesriñóalachiquilla.

—Noseastontita,hija…Mehasdadounsusto…Saludaaeseseñor.—Es que no mira… ¡Ah!, ya miró… Salúdale tú, mamita… Se quita el

sombrero…vaaresbalar…¡Quia!Yaestáensitioseguro…DonVictorianobajabalosescalonesdepiedraqueconducíanalafuentemineral.

En pobre gruta moraba la náyade: un cobertizo sustentado en toscos postes, unaestrechapiladedonderebosabaelmanantial,unaspocilgasinmundasparalosbaños,yunfuerteynauseabundoolorahuevospodridos,causadoporelestancamientodelagua sulfurosa, era cuanto allí encontraba el turista exigente. Sin embargo, a donVictoriano se le inundó el alma de purísimo gozo. Cifraba aquella náyade lamocedad,lamocedadperdida:losañosdeilusiones,deesperanzasfrescascomolasorillitas del río Avieiro. ¡Cuántas mañanas había venido a beber de la fuente porbroma, a lavarse la cara con el agua que en el país gozaba renombre de poseerestupendasvirtudesmedicinalesparalosojos!DonVictorianoalargóambasmanos,lassumióenlacorrientetibia,sintiéndolaconfruiciónresbalarporentresusdedos,yjugueteandoconellaypalpándolacomosepalpanlascarnesdeunserquerido.Peroelcuerpoondeantedelanáyadeseleescapabalomismoqueseescapalajuventud:

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sin ser posible detenerla. Entonces se despertó la sed del exministro.Allí, al lado,sobreelbordedelapila,habíaunvaso;yelbañero,pobreviejochocho,selobrindóconsonrisa idiota.BebiódonVictorianocerrando losojos,con inexplicableplacer,saboreandoelaguamisteriosa,encantadaporlasartesmágicasdelrecuerdo.Apuradoel vaso, enderezose y subió con paso firme y elástico la escalera. En la alameda,Victorina, que se desayunaba conpanyqueso, quedó asombrada cuando supadre,jovialmente,lacogiódelregazounzoquetedepandiciéndola:

—TodossomosdeDios.

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Capítulo6

AsítantocomolallegadadedonVictoriano,alborotóaVilamortaladelseñordelasVides, en persona, acompañado de sumayordomoPrimoGenday.Ocurrió estesucesomemorablelatardedeldíaenquedonVictorianoinfringiólasprescripcionesdelaciencia,comiéndosemedialibradepantierno.Alastres,conunsoldejusticia,entraron por la plazaGenday elmayor yMéndez, caballero este en una poderosamula,yaquelenunmedianojaco.

EraelseñordelasVidesviejecito,secolomismoqueunsarmiento.Susmejillasprimorosamente rasuradas, sus labios delgados y barba y nariz aristocráticamentepuntiagudas,susojosbenévolos,maliciosos,conlasmilarrugasdelapatadegallo,superfilinteligente,sucaralampiña,pedíanagritoslapelucadebucles,labordadachupaylatabaqueradeorodelosCampomanesyArandas.Consufisonomíaafiladay sutil, contrastaba la de Primo Genday. Tenía el mayordomo el color blanco ysonrosado, lapiel finay transparentede loshemipléjicos,bajo lacual se ramificaninyectadasvenas.Desusverdososojos,elunoestabacomosujetoalpárpadolacioycolgante,yelotrogiraba,humedecido,contruhanescavivacidad.Elpelo,blancodeplata, muy rizoso, le daba un parecido remoto con el rey Luis Felipe, tal cualconservasuefigieelcuñodelosnapoleones.

Medianteunacombinaciónfrecuenteen lospuebloschicos,PrimoGendayysuhermanoClodiomilitabanenopuestosbandospolíticos,poseyendoenelfondounasolavoluntadycaminandoaidénticosfines.Clodiosesignificabaentrelosradicales:Primo era el sostén del partido carlista, y en los casos de apuro, en las electoraleslides,sedabanlamanoporencimadelatapia.AlresonarsobrelaaceraeltrotedeljacodePrimoGenday,abriéronselosbalconesdelaboticareaccionariaydosotresmanos se agitaron en señal de bienvenida cariñosa. Primo se detuvo y MéndezcontinuósurutahastallegaralportaldeAgonde,echandoallípieatierra.

Le recibieron los brazos de don Victoriano y se perdió en las honduras de laescalera.Lamulasequedóatadaalaargolla,pateandoamásymejor,mientrasloscuriosos de la plaza consideraban con respeto los arcaicos jaeces del hidalgo,claveteados de plata sobre el labrado cuero, ya reluciente por el uso. Poco a pocofueronreuniéndoseconlamulaindividuosdelarazaasininaycaballar,conducidosdeldiestro,ylagentelosdistribuyóconmuchotino.Eljacocastañodelalguacil,debuena estampa, con su galápago y su cabezada de seda, sería para elministro: deseguro.Laborricanegra,conjamúa-sillóndeterciopelorojo,quiéndudaqueparalaseñora.Alaniñaledaríanlaotrapollinablancaymansita.Elburrodelalcalde,paraladoncella.Agondeiríaensuyeguadecostumbre,laMorena,conmásesparavanesen los corvejonesque cerdas en la cola.A todo esto, los radicales,García,Clodio,Genday,Ramón,examinabanlascabalgadurasyelestadodelosaparejos,calculandocuantas probabilidades de éxito ofrecía la tentativa de llegar a las Vides antes delanochecer.Elabogadomeneabalacabeza,diciendoenfáticaysentenciosamente:

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—Mucha,muchacalmaseestándandoparaeso…—¡Yle traenadonVictorianoelcaballodelalguacil!—exclamóelestanquero

—. ¡Rinchón como un demonio! Va a armarse aquí un Cristo… Tú, Segundo,¿cuandolomontaste…tehizoalgo?

—Amí,nada…Peroesalegre.—Verás,verás.Los viajeros salían ya y comenzó a disponerse la cabalgata. Las señoras se

afianzaron en sus jamúas y los hombres se asentaron en los estribos. Entonces serepresentó el drama anunciado por el estanquero, con grave escándalo y mayorretrasodelacomitiva.Nobienhuboolfateadoeljacodelalguacilunahembradesuraza,empezóa sorberelaire tododescompuesto,exhalandoapasionados relinchos.DonVictorianorecogíalasbridas,peroelrijosoanimalniaúnsentíaelhierroenlaboca,yencabritándoseprimeroydisparandodespuésvalientescocesy revolviendoporúltimolacabezaparamorderelmuslodeljinete,hizotanto,quedonVictoriano,algodescolorido,tuvoporprudenteapearse.Agonde,furioso,sebajótambién.

—¿Peroquécondenadodecaballoesese?—gritó—.Aver,pedazosdebrutos…¿Quiénosmandatraerelcaballodelalguacil?¡Parecequenosabéisqueesunafiera!Usted…Alcalde…ousted,García…pronto…lamuladeRequinto,queestáadospasos…SeñordonVictoriano,lleveustedmiyegua…Yesetigre,alacuadraconél.

—No, le objetó Segundo…Yo lo montaré, ya que está ensillado. Iré hasta elcrucero.

Dichoyhecho:Segundo,provistodeunavarafuerte,cogióaljacoporlascrinesdelacervizydeunsaltoestuvoenlasilla.Envezdeapoyarseenelestribo,apretólosmuslos,mientrassacudíaunalluviadetremendosvarazosenlacabezadelanimal.Este, que ya se iba a la empinada, soltó un relincho de dolor y bajó los humos,quedándosequieto,trémuloydomado.LacabalgatasepusoenmovimientoasíquellególamuladeRequinto,nosinpreviosapretonesdemano,sombreradasyhastaun¡viva! vergonzante, salido no sé de dónde. Tomó el cortejo carretera adelante,abriendolamarchalayeguaymulasyquedándoseatráslasborricas,acuyoladoiba,honestoapurasvareadas,eljaco.Yadeclinabaelsoldorandoelpolvodelacarretera,prolongaban su sombra los castaños, y subía de la encañada un airecillo regalado,portadordelahumedaddelrío.

Segundo callaba. Victorina, contentísima de ir a lomos de borrico, sonreía,pugnandoenbaldeportaparconelvestidolasrótulaspuntiagudas,quelatablilladelaparejo le obligaba a subir y descubrir. Nieves, reclinada en la jamúa, sostenía susombrilla de encaje crudo con transparente rosa, y al comenzar a andar sacó delpechounrelojsumamentechiquitoymirólahoraqueera.Momentosembarazosos.PorfinSegundocomprendiólanecesidaddedeciralgo.

—¿Quétal,Victorina?¿Vamosbien?Ruborizose la niña extraordinariamente, como si le preguntasen cosas muy

reservadaseíntimas,ydijoenahogadavoz:

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—Sí,muybien.—¿Aquepreferíaustedirenmicaballo?Sinotieneustedmiedolallevodelante.Laniña,queyanopodíaestarmássofocada,bajólosojossincontestar,perola

madre,congraciosasonrisa,tercióeneldiálogo.—Ydigausted,García,¿porquénotuteaustedalachiquilla?Latrataustedcon

unrespeto…Vaafigurarsequeestáyadelargo.—Sinsupermisonomeatreveréyoatutearla.—Anda,Victorina,dalepermisoaestecaballero…Encerrose la niña en el invencible mutismo de las adolescentes, en quienes la

sensibilidadexquisitaytempranaproduceunatimidezextremadamentepenosa.Suslabiossonreían,ysusojos,almismotiempo,searrasaronenlágrimas.Mademoisellele dijo no sé qué en francés, con gran suavidad, y entretanto Nieves y Segundo,riéndose confidencialmente del episodio, tuvieron expeditos los caminos de laconversación.

—¿A qué hora le parece a usted que llegaremos a las Vides?… ¿Es bonitoaquello?… ¿Estaremos bien allí?… ¿Cómo le sentará a Victoriano?… ¿Qué vidaharemos?…¿Vendrágenteavernos?…¿Hayjardín?…

—Las Vides es un sitio precioso —declaró Segundo—… Un sitio que tieneaspectodeantigüedad,aireasí…señorial.Megustalapiedradearmas,yunaparramagnífica,quecubreelpatiodeentrada,ylascameliasylimonerosdelahuerta,quetienenportedemedianoscastañosylavistadelrío,ysobretodounpinarquehablayhasta canta…, no se ría usted… canta, sí señora,mejor que lamayor parte de loscantantesdeoficio.¿Nolocreeusted?Puesyaloverá.

Nievesmirócongrancuriosidadalmancebo,ydespuésfingiómiraraotraparte,acordándosedelarápidaynerviosapresióndemanoadvertidalavíspera,albajarsedel carruaje. Por segunda vez en el espacio de breves horas, aquel muchacho lasorprendía.NievesllevabaenMadridunavidasumamentecorrecta,mesocrática,sinningúnincidentequenofuesevulgar.Amisayatiendasporlamañana;porlatarde,alRetirooavisitas;denoche,acasadesuspadres,oal teatroconsumarido:porextraordinario,algúnbaileocenaencasadelosduquesdePuenteancha,clientesdedon Victoriano. Cuando este obtuvo la cartera, exhibió poco a su mujer. Nievesrecogió unos cuantos saludosmás en el Retiro, en las tiendas los dependientes semanifestaronmásobsequiosos;laduquesadePuenteanchalahizorecomendacionesllamándolamonísima,yaestoseredujeronparaNieves losplaceresdelministerio.LavenidaaVilamorta,alpaíspintorescodelcualtantolehabíahabladosupadre,fueun incidente nuevo en su existencia acompasada. Segundo le parecía un detalleoriginaldelviaje.Lamirabayhablabadeunmodotandesusado…Bah,aprensiones.Entre aquel chico y ella, nada había de común. Una relación superficial, comodoscientasqueseencuentraunoacadapasoporahí…¿Conquelospinoscantaban,eh? ¡Mal año para Gayarre! Y Nieves se rio afablemente, disimulando sus rarospensamientos, y continuó haciendo preguntas, a que respondía Segundo con

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expresivas frases.Acercábase la noche.De pronto la cabalgata, dejando el caminoreal, torcióporuna sendaabiertaentrepinaresymontes.Al revolverde lavereda,apareció el crucero de piedra oscura, romántico, con sus gradas que convidaban arezar o a soñar sentimentales desvaríos. Agonde se paró allí, despidiéndose de lacomitiva,ySegundoleimitó.

Conformeibaperdiéndoseelrepiqueteodeloscascabelesdelasborriquillas,notóSegundounainexplicableimpresióndesoledadyabandono,cualsideélsealejasenparasiemprepersonasmuyqueridasoquedesempeñabanensuvidaimportantísimopapel.—¡Valientenecio!—sedijoasímismoelpoeta—.¿Quétengoyoqueverconestagente,ni ellaconmigo?Nievesmehaconvidadoa ir a lasVidesapasarunosdíasenfamilia…¡Enfamilia!CuandoNievesvuelvaaMadridesteinvierno,dirádemí:«Aquelchicodelabogado,queconocimosenVilamorta…».¿Quiénsoyyo,quépuesto ocuparía en la casa? Enteramente secundario. ¡El de unmuchacho a quienhalaganporquesupadredisponedevotos…!

MientrascavilabaSegundo,elboticarioseleacercaba,emparejandoalfincaballoymula.LaclaridaddelcrepúsculomostróalpoetalaplácidasonrisadeAgonde,susbermejoscarrillosrepujadosporelbigote lustrosoynegro,suexpresióndesensualbondadyepicúreabeatitud.¡Envidiablecondiciónladelboticario!Aquelhombreerafeliz en su cómoda y limpia farmacia, con su amistosa tertulia, su gorro y suszapatillas bordadas, tomando la vida como se toma una copa de estomacal licor,paladeadaydigeridaenpazyengraciadeDiosyenbuenaarmoníaconlosdemásconvidadosalbanquetedelaexistencia.¿PorquénohabíadebastarleaSegundoloquesatisfacíaaAgondeplenamente?¿Dedóndeprocedíaaquellaseddealgoquenoeraprecisamentenidinero,niplacer,nitriunfos,niamoríos,ydetodoteníaytodoloabarcabayconnadahabíadeaplacarsequizá?

—Segundo.—¿Eh?—contestóvolviendolacabezahaciaAgonde.—Chico¡vasbiencallado!¿Quéteparecedelministro?—¿Quéquieresquemeparezca?—¿Ylaseñora…?Vamos,queaesalahabrásreparado…¡Llevamediasnegras

deseda,comoloscuras!Altiempodesubirsealaborrica…—VoyapegarunescapehastaVilamorta.¿Teanimas,Saturno?—¿Escapesenestamula? ¡Llegaría con las tripas en laboca!Corre tú, si te lo

pideelcuerpo.Cosa de media legua galoparía el jaco, instigado por la vara del jinete. Al

aproximarsea laencañadadel río,Segundo lopusootravezalpaso;unpasomuylento. Ya apenas se veía, y el frescor del Avieiro subía más húmedo y pegajoso.SegundorecordóquellevabadosotresdíassinponerlospiesencasadeLeocadia.Deseguroquelamaestraseconsumía,llorabayleaguardabaatodashoras.Estaideafue al pronto bálsamo para el espíritu ulcerado de Segundo. ¡Le quería tantoLeocadia! ¡Era tan extraordinaria su alegría, tan vivas sus demostraciones al verle

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entrar!¡Laconmovíantantolaspalabrasylosversosdelpoeta!¿Yaél,porquénoselepegabaelentusiasmo?Deunamortanilimitadoyabsoluto,Segundonosehabíadignado nunca recoger ni la mitad; y de las bellas caricias cantadas por la musa,elegíaélparaLeocadialasmenoslíricas, lasmenossoñadoras;asícomodeldineroque llevamos en el bolsillo apartamos el oro y la plata, dejando para los pobresimportunoslacalderilla,elochavomásroñoso.Segundoregateabalostesorosdelapasión.Milveceslesucedía,paseandoporelcampo,recogerenelsombrerocosechade violetas, jacintos silvestres, ramas floridas de zarzamora; y al llegar al pueblo,arrojabaalríolasflores,pornollevárselasaLeocadia.

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Capítulo7

Alpasoquedistribuíalatareaalasniñas,diciendoauna:«Esedobladillitobienderecho»;yaotra:«Elpespuntemásigual,lapuntadamásmenuda»;yaesta:«Nohayquesonarsealvestido,sinoalpañuelo»;yalademásallá:«Nopatees,mujer,estatequietecita»;Leocadiavolvíadetiempoentiempolosojoshacialaplazuela,porsiaSegundoledabanganasdepasar.NirastrodeSegundo.Lasmoscas,zumbando,seposaroneneltechoparadormir;elcalorseaplacó;vinolatarde,ysemarcharonlas chiquillas. Sintió Leocadia profunda tristeza, y sin cuidarse de arreglar lahabitaciónsefueasualcoba,ysetendiósobrelacama.

Empujaronsuavementelavidriera,yentróunapersonaquepisabamuyblandito.—Mamá—dijoenvozbaja.Lamaestranocontestó.—Mamá,mamá—repitió conmás fuerza el jorobado—. ¡¡Mamá!!—gritó por

último.—¿Erestú?¿Quéteseofrece?—¿Estásenferma?—No,hombre.—Comoteacostaste…—Tengoasíunpocodejaqueca…Déjameenpaz.DiomediavueltaMinguitos,ysedirigióhacialapuertasilenciosamente.Alver

laprominenciadesuespinazoarqueado,sintiólamaestraunapunzadaenelcorazón.¡Aquelarcolehabíacostadoaellatantaslágrimasenotrotiempo!Seincorporósobreuncodo.

—¡Minguitos!—¿Mamá?—Notemarches…¿Quétalestáshoy?¿Teduelealgo?—Estoyregular,mamá…Solomedueleelpecho.—¿Aver…acércateaquí?Leocadia se sentó en la cama y cogió con ambas manos la cabeza del niño,

mirándole a la cara con el mirar hambriento de las madres. Tenía Minguitos lafisonomíaprolongada,melancólica;lamandíbulainferior,muysaliente,armonizabaconelcarácterdedesviaciónytorturaquesenotabaenelrestodelcuerpo,semejanteaunedificiocuarteado,deshechoporelterremoto;aunárboltorcidoporelhuracán.Noeracongénita la jorobadeMinguitos:naciódelicado, eso sí,y siempre senotóquelepesabaelcráneoylesosteníanmalsusendeblespiernecillas…Leocadiaibarecordandounoporunolosdetallesdelaniñez…Aloscincoañoselchicodiounacaída,rodandolasescaleras;desdeaqueldíaperdiólavivezatoda;andabapocoynocorríanunca;seaficionóasentarsealomoro,jugandoalaschinashorasenteras.Sise levantaba, las piernas le decían al punto: párate. Cuando estaba en pie susademaneseranvacilantesytorpes.Quieto,nonotabadolores,perolosmovimientosdetorsiónleocasionabanligerasraquialgias.Andandoeltiempocreciólamolestia:el

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niño se quejaba de que tenía como un cinturón o aro de hierro que le apretaba elpecho;entonceslamadre,asustadaya,leconsultóconunmédicodefama,elmejordeOrense.Le recetaron fricciones de yodo,mucho fosfato de cal y baños demar.Leocadiacorrióconélaunpuertecillo…Alosdosotresbaños,elmalseagravó:elniño no podía doblarse, la columna estaba rígida, y solo en posición horizontalresistíaelenfermolosyaagudosdolores.Deestaracostadosellagósuepidermis;yunamañana en que Leocadia, llorosa, le suplicaba que se enderezase y trataba deincorporarlesuspendiéndoleporlossobacos,exhalóunhorriblegrito.

—¡Me he partido,mamá! ¡Me he partido!—repetía angustiosamente,mientraslasmanostrémulasdelamadrerecorríansucuerpo,buscandolapupa.

¡Eracierto!¡Habíaselevantadoelespinazo,formandounánguloalaalturadelosomoplatos;lasvértebrasreblandecidassedeprimían,ylacifosis,lajoroba,lamarcaindelebledeeternadesventura,afeabayaaquelpedazodelasentrañasdeLeocadia!Lamaestrahabíatenidounmomentodedoloranimalysublime,eldolordelafieraquevemutilado a su cachorro.Había llorado con alaridos,maldiciendoalmédico,maldiciéndose a sí propia, mesándose el cabello y arañándose el rostro. Despuéscorrieron las lágrimas, vinieron los besos delirantes, pero calmantes y dulces, y elcariñotomóformaresignada.EnnueveañosnohizoLeocadiamásquecuidarasujorobadito noche y día, abrigándole con su ternura, distrayendo con ingeniosasinvencioneslosociosdesuniñezsedentaria.AcudíanalamemoriadeLeocadiamildetalles. El niño padecía pertinaces disneas, debidas a la presión de las hundidasvértebrassobrelosórganosrespiratorios,ylamadreselevantabadescalzaalasaltashorasdelanoche,paraoírsirespirababienyalzarlelasalmohadas…AlevocarestosrecuerdossintióLeocadiareblandecérseleelalmayagitarseenelfondodeellaalgocomolosrestosdeungranamor,cenizastibiasdeunfuegoinmenso,yexperimentólareaccióninstintivadelamaternidad,elimpulsoirresistiblequehacealasmadresverúnicamenteenelhijoyaadulto,elniñoquelactaronyprotegieron,alcualdaríansu sangre si les faltase leche.Y exhalandoun chillido de pasión, pegando su bocafebril de enamorada a las pálidas sienes del jorobadito, exclamó lomismo que enotrosdías,acudiendoaldialectocomoaunarrullo:

—¡Malpocadiño!¿Quiéntequiere?…di,¿quiéntequieremucho?¿Quién?—Tú no me quieres, mamá. Tú no me quieres —articulaba él semirisueño,

reclinando la cabeza con deleite en aquel seno y hombros que cobijaron su tristeinfancia.Lamadre, entre tanto, le besaba locamente el pelo, el cuello, los ojos—comorecuperandoeltiempoperdido—,prodigándolepalabrasdeazúcarconqueseemboban los niños de pecho, palabras profanadas en horas de pasión, que ahoravolvíanalpurocaucematernal.

—Rico…tesoro…rey…migloria…Porfinsintióeljorobadocaerunalágrimasobresucutis.¡Deliciosorefresco!Al

principiolagotadellanto,redondaygruesa,quemabacasi;perofueesparciéndose,evaporándose, y quedó solo en el lugar que bañaba una grata frescura. Frases

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vehementesseatropellabanenloslabiosdelamadreydelhijo.—¿Mequieresmucho,mucho,mucho?¿Lomismoquetodalavida?—Lomismo,vidiña,tesoro.—¿Mehasdequerersiempre?—Siempre,siempre,rico.—¿Mehasdedarungusto,mamá?Yotequeríapedir…—¿Qué?—Unfavor…¡Nomeaparteslacara!El jorobado notó que el cuerpo de su madre se ponía de repente inflexible y

rígido,comosi lehubiesen introducidounastildehierro.Dejódeadvertireldulcecalordelospárpadoshumedecidosyelcosquilleodelasmojadaspestañas.ConvozalgometálicapreguntóLeocadiaasuhijo:

—¿Yquéquieres,vamosaver?Minguitosmurmurósinencono,resignadoya:—Nada,mamá,nada…Sifuederisa.—Peroentonces,¿porquélodecías?—Pornada.Pornada,afe.—No, tú por algo lo decías—insistió lamaestra, agarrándose al pretexto para

enojarse—. Sino que eresmuy disimulado ymuy zorro. Todo te lo guardas en elbolsillito,muyguardado.EsassonleccionesdeFlores:¿piensastúquenomehagodecargo?

Hablandoasí, rechazóalniñoy saltóde la cama.Oyoseenel corredor, casi almismo tiempo, un taconeo firme de persona joven. Leocadia se estremeció, ytartamudeando:

—Anda, anda junto a Flores…—ordenó aMinguitos—.Amí déjame, que noestoybuena,ymeaturdesmás.

VeníaSegundountantoencapotado,ydespuésdeljúbilodeverle,seapoderódeLeocadiaelafándedespejarlasnubesdesucara.Primeroserevistiódepacienciayaguardó.Después,echándole losbrazosalcuello, formulóunaqueja:¿dóndehabíaestado metido?, ¿cómo había tardado tanto en venir? El poeta desahogó su malhumor:vamos,eracosainsufribleandarenelséquitodeunpersonaje.Ydejándosellevar del gusto de hablar de lo que ocupaba su imaginación, describió a donVictoriano,alosradicales,satirizólarecepciónyelhospedajedeAgonde,explicólasesperanzas que fundaba en la protección del exministro, y motivó con ellas lanecesidaddehaceradonVictorianolacorte.LeocadiaclavóenelrostrodeSegundosumiradacanina.

—¿Yquétal…laseñora…ylaniña?¿Dicequesonmuyguapas?Segundo entornó los ojos para ver mejor dentro de sí una imagen atractiva,

encantadora,y reflexionarqueen laexistenciadeNievesélnodesempeñabapapelalguno,siendonecedadmanifiestapensarenlaseñoradeComba,quenoseacordabadeél.Estaidea,hartonaturalysencilla,lesacódetino.Sintiólapunzantenostalgia

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de lo inaccesible,esedeseo insensatoydesenfrenadoque infundeaunsoñador,enlosmuseos,unretratodemujerhermosa,muertahacesiglos.

—Perodi…¿sontanbonitasesasseñoras?—continuabapreguntandolamaestra.—Lamadre,sí…—contestóSegundo,hablandoconlasinceridadindiferentedel

quedominaasuauditorio—.Tieneunpelorubioceniza,yunosojosazules,deunazulclaro,querecuerdanlosversosdeBécquer…—Yempezóarecitar:

Tupupilaesazul,ycuandoríessuclaridadsuavemerecuerda…

Leocadia le escuchaba, al principio, con los ojos bajos; después, con el rostrovuelto hacia otra parte. Así que terminó la poesía, dijo en alterada voz, fingiendoserenidad:

—Teconvidaríanairallá.—¿Adónde?—AlasVides,hombre.Dicequequierentenergenteparadivertirse.—Sí,mehanconvidado,instándomemucho…Noiré.SeempeñaeltíoClodioen

quedebointimarcondonVictoriano,paraquemedéluegolamanoenMadridymeabracamino…Perohija,irahaceruntristepapel,nomegusta.Estetrajeeselmejorque tengo, y es del año pasado. Si se juega al tresillo, o hay que dar propinas alservicio…Yamipadrenoseleconvencedeeso…nilointentaré,líbremeDios.DemodoquenomeveránelpeloenlasVides.

Al informarsedeestosplanes,el rostrodeLeocadiasedespejó,y levantándoseradiantedesatisfacción, lamaestracorrióa lacocina.Flores,a la luzdeuncandil,fregaba platos y tacillas, con airados choques de loza y coléricas fricciones deestropajo.

—Esamáquinadelcafé,¿lalimpiaste?—Ahora,ahora…—responseólavieja—.Noparecesinoqueesunodepalo,que

nosehadecansar…quelohadehacerporelairetodo…—Daca,yolalimpiaré…Pontúmásleña,queesefuegoseestáapagandoyvana

salir mal los bistés… —Y diciendo y haciendo, Leocadia frotaba la maquinilla,desobstruía con una aguja de calceta el filtro, ponía a hervir en un puchero nuevoaguafresca,ycebabalalumbre.

—¡Echa,echaleña!—bufabaFlores—.¡Comoladandebalde!No lehizocasoLeocadia,ocupadaencortar ruedecitas finasdepatatapara los

bistés.Preparadoya loque juzgónecesario, se lavó lasmanosdeprisaymal en latinaja del vertedero, llena de agua sucia, irisada con grandes placas de crasitud.CorrióalasaladondeaguardabaSegundo,ynotardóFloresentraerleslacena,quedespacharon sobre el velador. Hacia el café, Segundo fue mostrándose algo máscomunicativo.Era aquel café el triunfo deLeocadia.Había comprado un juego deporcelana inglesa, un bote de imitación de laca, unas tenacillas de vermeil, doscucharillasdeplata,yservíasiempreconelcaféunalicorerasurtidadecumen,rony

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anisete.GozabaviendoaSegundoservirsedostazasseguidasdecaféypaladearloslicores.A la tercer copa de cumen, viendo al poeta afable y propicio, Leocadia lepasó el brazo alrededor del cuello. Retrocedió él bruscamente, notando con vivarepulsióneloloraguisosyaperejilqueimpregnabalasropasdelamaestra.

SucedíaestoalpuntomismoenqueMinguitosdejabacaeralsueloloszapatos,ysuspiraba,cubriéndoseconlacolcha.Flores,sentadaenunasillitabaja,empezabaarezarelrosario.Necesitabaelenfermo,paradormirse,elmaquinalarrullodelavozcascajosaqueletraíadelamanoelsueño,desdequelefaltabaalahoradeacostarsela compañía de sumamá.LasAvemarías yGloria Patris,masculladosmejor quepronunciados,ibanpocoapocoembotándoleelpensamiento,yalllegaralaletaníaentrábale el sopor, y, medio traspuesto, a duras penas contestaba a las atrocesbarbaridadesdelavieja:

—Juana celi… Ora pro nobis… Sal-es-enfirmórun… nobis… Refajos-pecadórun…bis…Consólateflitórun…sss…

El niño respondía tan solo con la respiración que pasaba desigual, intranquila,fatigosa, por entre sus dormidos labios… Flores apagaba despacito el velón decuerda,descalzábaseparanohacerruido,yseretirabapasitoapasito,apoyándoseenlapareddelcomedor.DesdequeMinguitosdescansaba,noseoíanestrépitosdelozaenlacocina.

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Capítulo8

HastamuytardenosoplóelCisnelapalmatoriadelatóndondelaeconómicatíaGasparalecolocaba,siemprearegañadientes,unaveladesebo.Sentadoalaexiguamesa,entrelosrevueltoslibros,teníadelanteunpliegodepapel,mediocubiertoyade renglones desiguales, jaspeado de borrones y tachaduras, con montículos dearenillayalgúngarrapatoatrechos.Segundonopegaríalosojosentodalanochesinoescribieselapoesíaquedesdeelcrucerolecorreteabaporlacabezaadelante.Soloque,antesdecogerlapluma,parecíalellevarlainspiraciónallí,perfectaycabal,desuerte que con dar vuelta a la espita, brotaría a chorros: y así que oprimieron susdedos la pluma dichosa, los versos, en vez de salir con ímpetu, se escondían, seevaporaban.Algunasestrofascaíansobreelpapelredondas,fáciles,remataditasporconsonantesarmoniososyoportunos,conciertasonoridadydulzuramuydeleitableparaelmismoautor,quetemerosodeperderlas,escribíalasalvuelo,enletradesigual;masdeotrasse leocurríanúnicamente losdosprimerosrenglonesyacasoelforal,rotundo, de gran efecto, y faltaba la rima tercera, era indispensable cazarla, llenaraquelhueco,injerirelripio.Deteníaseelpoeta,mirandoaltechoybuscandoconlosdientes un cabo del bigote para morderlo, y entonces la ociosa pluma trazaba,obedeciendoaautomáticosimpulsosdelamano,unsombrerotricornio,uncometa,ocualquier mamarracho por el estilo… Borradas a veces siete u ocho rimas, seresignabaalfinconlanovena,nimejornipeorquelasanteriores.Acontecíatambiénqueunasílabainoportunaestropeabaunverso,yécheseustedabuscarotroadverbio,otro adjetivo, porque si no… ¿Y los acentos? Si el poeta gozase del privilegio dedecir,verbigracia,micórazonenvezdemicorazón,¡seríatancómodorimar!

¡Malditas dificultades técnicas! El estro alentaba y ardía, a modo de fuegosagrado,enlamentedeSegundo;peroentratándosedequeaparecieseallí,patente,sobre las hojas de papel… Que apareciese expresando cuanto sentía el poeta,condensandounmundodesueños,unanebulosapsíquica…¡Ahíesnada!¡Obtenerladifícilconjuncióndelaformaylaidea,prenderelsentimientoconloseslabonesdeorodelritmo!¡Ah,quécadenatanleveyfloridaenaparienciaytanduradeforjarenrealidad! ¡Cómo engaña la ingenua soltura, la fácil armonía del maestro! ¡Quéhacedero parece decir cosas sencillas, íntimas, narrar quimeras de la fantasía y delcorazónenmetrosueltoydesceñido,ycuánimposiblees,sinembargo,paraquiennose llamaBécquer,prestaralversoesasalitaspalpitantes,diáfanasyazulesconquevuelalamariposabecqueriana!

Mientras elCisne borra y enmienda, Leocadia se desnuda en su alcoba. Solíaentrarenellaotrasnochesconlasonrisaenloslabios,elrostroencendido,losojoshúmedos,entornados, lasojerashundidas,elpelorevuelto…Yesasnochestardabaenacostarse,seentreteníaenarreglarobjetossobrelacómoda,yhastasemirabaalespejodesuvulgartocador.Hoyteníaloslabiossecos,lasmejillaspálidas;acercosealacama,sedesabrochó,dejócaerlaropa,apagóelquinquéysepultólacaraenla

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frescuradelasgruesassábanasdelienzo.Noqueríapensar;queríaolvidarydormirsolamente.Tratódeestarsequieta.Milagujaslepunzabanelcuerpo:diounavueltabuscando el sitio frío, luego otra, luego echó abajo las sábanas…Sentía inquietudhorrible, gran amargor en la boca. Enmedio del silencio nocturno, oía los latidosdesordenadosdelcorazón;sise recostabadel lado izquierdo,el ruido laensordecíacasi. Intentó fijar el pensamiento en cosas indiferentes, y se repitió a símismamilveces,conmonótonaregularidadeinsistencia:—Mañanaesdomingo…lasniñasnovendrán—. Ni por esas se contuvo el bullir del cerebro y el ardor malsano de lasangre…¡Leocadiateníacelos!

¡Dolorsinmedidaysinnombrequeexpresesucrueldad!Hastaentonceslapobremaestrahabíaignoradoelcontrapesodelamor,losnegroscelos,consuaguijónqueseclavaenelalma,suabrasadorasedquequemalasfauces,sufríopolarquehielaelcorazón,sucongojaimpacientequecrispalosnervios…Segundoapenassefijabaenlas muchachas de Vilamorta; en cuanto a las paisanas, no existían para él, ni pormujereslastenía;desuertequelashorasdefrialdaddelCisneachacábalasLeocadiaamalosoficiosdelamusa…¡Peroahora!RecordabalapoesíaAlosojosazulesyelmodo de recitarla. ¡Veneno eran aquellas estrofas de miel: sí, veneno y acíbar!Leocadia sintióacudir llantoa sus lagrimalesy las lágrimas saltaronentre sollozosconvulsivos,quesacudíanelcuerpoyhacíancrujirlasmaderasdelacamaysusurrarlahojademaízdel jergón.Nipor esas suspendió su actividad el caviloso cerebro.IndudablementeSegundoestabaenamoradodelaseñoradeComba;peroellaeraunamujercasada…¡Bah!EnMadridyenlasnovelastodaslasseñorastienenamantes…Yademás,¿quiénresistiríaaSegundo,aunpoetaémulodeBécquer, joven,guapo,apasionadocuandoseleantojabaserlo?

¿QuépodíaLeocadiacontraestagrancatástrofe?¿Novalíamásresignarse?¡Ah!,resignarse.¡Prontosedice!No,no:lucharyvencerporcualquiermedio.¿PorquélenegabaDioslafacultaddeexpresarsussentimientos?¿PorquénosehabíapuestoderodillasdelantedeSegundopidiéndoleunpocodeamor,pintándoleycomunicándolela llamaque la consumía a ella el tuétanode loshuesos? ¿Porquéquedarsemudacuando tantas cosas podía decir? Segundo no iría a las Vides. Mejor. Carecía dedinero.Magnífico.Noconseguiríadestinoalguno,nisemoveríadeVilamorta.Mejor,mejor,mejor…¿Yqué,sialfinSegundonolaamaba;sisedesviabadeellaconunademánqueLeocadiaestabaviendotodavíaaoscuras,omejordicho,alaextrañaluzdelapasióncelosa?

¡Qué calor, qué desasosiego! Leocadia se arrojó de la cama, dejándose caer alsuelo,dondeleparecíaencontrarunafrescuraconsoladora.Envezdealivionotóuntemblor,yenlagargantaunobstáculo,amododeperadeahogoatravesadaallí,quenolepermitíarespirar.Quisoalzarseynopudo:laconvulsiónempezabayLeocadiacontenía los gritos, los sollozos, las cabezadas, por no despertar a Flores. Algúntiempo loconsiguió,masal finvenció lacrisisnerviosa, retorciendosinpiedad losrígidos miembros, obligando a las uñas a desgarrar la garganta, al cuerpo a

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revolcarse,yalassienesabatirsecontraelpiso…Vinodespués,precedidodefríossudores,uninstanteenqueLeocadiaperdióelconocimiento.Alrecobrarlosehallótranquila, aunque molidísima. Levantose, subió a la cama de nuevo, se arropó, yquedó anonadada, sin cerebro, sumida en reparador marasmo. El grato sueño delamanecerlaenvolviócompletamente.

Despertose bastante tarde, no saciada de descanso, rendida y como atontada.Apenasacertabaavestirse;parecíalequedesdelanocheanteriorhabíatranscurridounañoporlomenos;yencuantoasucelosacólera,asusproyectosdelucha…Pero¿cómopudoellapensarencosassemejantes?QueSegundofuesefeliz,esotansoloimportabayconvenía;querealizasesusaltosdestinos,sugloria…Lodemáseraundelirio,unaconvulsión,unacrisispasajera,sufridaenhorasqueelalmaamantenoquieresolitarias.

Abriólamaestralacómodadondeguardabasusahorrosyeldineroparaelgasto.Nolejosdeunmontóndemediaspalpóunbolsillo,yamuylacioyescueto.Enélseconteníanpocohaunosmilesdereales,todosupeculioenmetálico.Quedabansobretreinta duros descabalados, y para eso debía un corte de merino negro a Cansín,licores al confitero y encargos a unas amigas de Orense. Y hasta noviembre novencíansusrentitas.¡Brillantesituación!

Trasunminutodeangustia,causadaporlapugnaentresusprincipioseconómicosysuresolución,Leocadiaselavó,sealisóelpelo,seechóelvestidoyelmantodeseda,ysalió.Porserdíademisarecorríamuchagentelacalle,yelrajadoesquilóndelacapillarepicabasincesar.Enlaplaza,animaciónybullicio.AlapuertadelaboticadedoñaEufrasia,tresocuatrocabalgadurasclericalessufríanmallasimpertinenciasdelasmoscasytábanos,volviendoacadapasolacabezacondesapacibleestrépitodeferraje, ymosqueándose los ijares con la hirsuta cola. Tampoco las fruteras, entreregateos y risas, descuidaban espantar los porfiados insectos, posados en el lugardondelagrieteadapieldelasclaudiasytomatesdescubríalamelosapulpaolacarneroja.Mas el verdadero cónclavemosquil era la dulcería de Ramón.Daba fatiga ynáuseaveraaquellosbichoszumbar,tropezarseenlacálidaatmósfera,prenderselaspatasenel caramelode lasyemas,hacerdespuésesfuerzospenosospara libertarsedeldulcecautiverio.Sobreunatartadebizcocho,merengueycrema,quehonrabaelcentro del escaparate, se arremolinaba un enjambre de moscas: ya no se tomabaRamóneltrabajodedefenderla,yelejércitoinvasorlasaqueabaatodosutalante:aorillas de la fuente yacían las moscas muertas en la demanda: unas desecadas yencogidas,otrasmuyespatarradas,sacandounabdomenblanquecinoycadavérico…

Leocadiapasóalatrastienda.EstabaRamónenmangasdecamisa,arremangado,luciendo su valiente musculatura y meneando un cazo para enfriar la pasta deazucarilloquecontenía;despuéslafuecortandoconuncuchillocandente,yelazúcarchilló al tostarse, despidiendo olor confortativo. El dulcero se pasó el dorso de lamanoporlafrentesudorosa.

—¿Qué quería, Leocadia? ¿Anisete de Brizar, eh? Pues se acabó. Tú, Rosa,

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¿verdadqueseacabóelanisete?VioLeocadia,enelrincóndelatrastienda-cocina,alamujerdeldulcero,dando

papillaaunmamónendeble.Laconfiteraclavóenlamaestrasumiradasombríademujerhistéricaycelosa,yexclamócondureza:

—Sivienepormásanisete,acuérdesedelastresbotellasquetienesinpagar.—Ahoramismolaspago—respondiólamaestra,sacandodelbolsillounpuñado

deduros.—No, mujer, calle por Dios… ¿qué prisa corre? —murmuró avergonzado el

dulcero.—Cobre,Ramón,andeya…Sijustamentevengoaeso,hombre.—Siseempeña…Malditoelapuroquetenía.Marchose Leocadia corriendo. ¡No acordarse de la confitera! ¿Quién le pedía

nada a Ramón delante de aquella tigre celosa, que chiquita y débil como era,acostumbrabasolfearalhercúleomarido?AversiCansín…

Elpañerovendía,rodeadodepaisanas,unadelascualesseempeñabaenqueunalanillaeraalgodón,ylarestregabaparaprobarlo.Cansín,porsuparte,lafrotabaconfinesdiametralmenteopuestos.

—Mujer, que ha de ser algodón, que ha de ser algodón—repetía con su agriavocecilla, acercando, pegando la tela a la cara de la compradora. Parecía tanamostazadoCansín,queLeocadianoseatrevióallamarle.Pasódelargoyaceleróelandar. Pensaba en su otro pretendiente, el tabernero…Mas de pronto recordó conrepugnancia sus gruesos labios, sus carrillos que chorreaban sangre… Y dandovueltas a cuantos expedientes podían sacarla del conflicto, le ocurrió una idea. Larechazó, lapesó, la admitió…Apasode carga sedirigió al domiciliodel abogadoGarcía.

Al primer aldabonazo abrió la tía Gaspara. ¡Qué significativo fruncimiento decejas y labios! ¡Qué repliegue general de arrugas! Leocadia, cortada y muerta devergüenza, se mantenía en el umbral. La vieja, parecida a un vigilante perro,interceptabalapuerta,próximaaladraromorderalmenorpeligro.

—¿Quéquería?—gruñó.—HablarcondonJusto.¿Sepuede?—interrogóhumildementelamaestra.—Nosé…veremos…Yel vestiglo, sinmás ceremonias, dio aLeocadia con la puerta en las narices.

Leocadiaaguardó.Alcabodediezminutosunbroncoacentoledecía:—Venga.Elcorazóndelamaestrabailócomosituvieseazogue.¡Atravesarlacasaenque

había nacido Segundo! Era lóbrega y destartalada, fría y desnuda, según son lasmoradasdelosavarientos,dondelosmueblesnoserenuevanjamásyseapuranhastala suma vetustez. Al cruzar un corredor vio Leocadia al través de una entornadapuertecilla alguna ropa de Segundo, colgada de una percha, y la reconoció, no sincosquilleo en el alma. Al final del corredor tenía su despacho el abogado; pieza

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mugrienta,sobada,atestadadepapelotesylibrostediososypolvorientospordentroyfuera. La tíaGaspara se zafó,mientras el abogado recibía a lamaestra de pie, endesconfiadayhostilactitud,preguntandoconelseverotonodeunjuez:

—¿Yquéseleocurreausted,señoradoñaLeocadia?Fórmulaexteriorrelacionadaconotrainterior:—¡Aque labribonade lamaestraviene adecirmeque se casa con el locodel

rapazyquelosmantengayo!Leocadia fijó sus ojos abatidos en García, buscando en sus facciones secas y

curtidas los rasgos de un amado semblante. Sí que se parecía a Segundo, salvo laexpresión, muy diferente, cauta y recelosa en el padre, cuanto era soñadora yconcentradaenelhijo.

—SeñordonJusto…—balbuciólamaestra—.Yosientomolestarle…Lesuplicono extrañe este paso… porque me aseguraron que usted… señor, yo necesito unpréstamo…

—¡Dinero!—rugióelabogadoapretandolospuños—.¡Mepideusteddinero!—Sí,señor,sobreunosbienes…—¡Ah! (transición en el abogado, que todo se aflojó y flexibilizó). Pero ¡qué

tontosoy!Entreusted,entreusted,doñaLeocadia,ytomeasiento…¿Eh?¿Estáustedbien?Pues…cualquieratieneunapuro…¿Yquébienesson?Hablandoseentiendenlasgentes,miseñora…¿PorcasualidadlaviñadelaJunqueiraylaotrapequeñitadelAdro…?Estosañosdanpoco…

Debatieronelpuntoysefirmólaobligaopagaré.LatíaGaspara, inquieta,conpasodefantasma,rondabaporelcorredor.Cuandosaliósuhermanoyledioalgunasórdenes,sehizovariascrucesenlacaraypecho,muydeprisa.Bajófurtivamentealabodegay tardóalgoensubiryenvaciarsobre lamesadelabogadosudelantal,dedonde cayeron, envueltos en polvo y telarañas, cuatro objetos que rebotaronproduciendoel sonidoespecialdeldinerometálico.Losobjetos eranunahuchadebarro,uncalcetín,unabotaogatoyunsaquetedelienzo.

AquellatardeledijoaSegundoLeocadia:—¿Sabes una cosa, corazón? Que es lástima que por un traje o por cualquier

menudencia así pierdas de colocarte y de conseguir lo que pretendes…Mira, yotengoahíunoscuartosque…nomehacenmuchafalta.¿Losquieres,eh?Yotelosdabaahoraytúdespuésmelosvolvías.

Segundoseirguióconarranquesincerodepundonorydignidad:—Novuelvasaproponermecosasporeseestilo.Admitotusfinezasavecespor

no verte llorar a lágrimaviva. Pero eso de quemevistas y sostengas…Mujer, notanto.

Lamaestrainsistióamorosamentemediahoramástarde,aprovechandolaocasióndeencontrarseelCisnealgopensativo.Entreélyellanocabíamíonituyo.¿Porquéreparabaenaceptarloqueledabancontangranplacer?Acasodependíasuporvenirde aquellos cuartos miserables. Con ellos podría presentarse decentemente en las

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Vides, imprimir sus versos, ir a Madrid. ¡Ella sería tan dichosa viéndole triunfar,eclipsaraCampoamor,aNúñezdeArce,atodos!¿YquiénleprivabaaSegundoderestituir, hasta con creces, el dinero?… Charlando así, echaba Leocadia en unpañuelo, anudadopor las cuatropuntas,onzasydoblillasy centenes agranel, y loentregabaalpoeta,preguntándoleconvozveladaporelllanto:

—¿Medesairas?Segundo cogió con ambas manos la basta y gruesa cabeza de la maestra, y

clavandosusojosen laspupilasque lemirabanhúmedasde felicidad inexplicable,pronunció:

—Leocadia…¡Yaséquetúereslapersonaquemásmehaqueridoenelmundo!—Segundiño,vida…—tartamudeabaellafueradesí—.Novalenada,mirey…

Conformetedoyesto…asíDiosmesalve…¡tedaríasangredelasvenas!¿YquiénlediríaalatíaGasparaquevariasonzasdelcalcetín,delahucha,dela

bota y del saco, volverían inmediatamente, a fuer de bien enseñadas y leales, adormir,sinobajolasvigasdelabodega,almenosbajoeltechodedonJusto?

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Capítulo9

LaparradelasVides,quetantogustaadonVictorianoAndrésdelaComba,esdeesas uvas gruesas conocidas en el país por náparo o Jaén, uvas teñidas con losmatices rojo claro y verde pálido, que dominan en los racimos de los bodegonesflamencos.Cuelgansuspiñasencorimbolargo,condisimetríagraciosa,rompiendoeltupidofollaje.Derramalaparrasombrafresquísima,ycontribuyeahacerapacibleel lugar el hilo de agua que cae en tosca pila de piedra, bañando las legumbrespuestasaremojo.

Tienelamacizacasaaspectodefortaleza:flanqueanelcuerpocentraldostorrescuadrangulares, con achaparrado techo y hondas ventanas: en mitad del edificio,sobreunlargobalcóndehierro,sedestacaelgranescudodearmasconelblasóndelosMéndez, cinco hojas de vid y una cabeza de lobo cortada y goteando sangre.Desdeestebalcónsedominalavertientedelamontañayelcursodelrío;alcostadode la torre hay una solana de madera que avanza sobre el huerto, y gracias a laexposición al Mediodía, florecen claveles de a onza en ollas viejas llenas deresquebrajadoterrón,ydecajoncillosdemaderasedesbordanrechonchasalbahacas,plumas de Santa Teresa, cactos, asclepias y malvas: una flora requemada, crasa,árabe, de embriagadores perfumes. Por dentro, la casa se reduce a una serie desalones dados de cal, con las vigas al descubierto, y casi sin muebles, excepto elcentral, llamado del balcón, alhajado con sillas de paja y respaldo de maderafigurando una lira, época del imperio.Un espejo ya casi desazogado luce sobre elsofásugranmarcodeébano,conalegoríasdedoradolatón,querepresentanaFeboguiandosucarricoche.ElorgullodelasVidesnosonlossalones,sinolabodega,lainmensa candiotera oscura y sorda y fresca como una nave de catedral, con susmagnas cubas alineadas a ambos lados. Esta pieza sin rival en el Borde es la queenseña más ufano el señor de las Vides, y también su dormitorio, que ofrece lasingularidaddeserinexpugnable,porhallarsepracticadoenelgruesodelaparedynotenerentradasinoporunpasadizodondenocabeunhombredefrente.

NorealizónuncaMéndezde lasVidesel tipoclásicodelmayorazgo ignorante,quefirmaconunacruz, tipo tancomúnenaquelpaísde tierraadentro.Méndez,alcontrario,alardeabadeinstruidoyculto.Escribíaconletracorrecta,juntaymenuda,de viejo obstinado; leía bien, calándose las gafas, alejando el periódico o el libro,recalcandolaspalabras,conreposadavoz.Soloquesehabíaestacionadosuculturaenunaépoca:laEnciclopedia,quesupadreyaconociótarde,yqueaélllegóconunsiglo de retraso. Leyó a Holbach, a Rousseau, a Voltaire y los catorce tomos deFeijóo.Quedó adscrito y sellado hasta en lo físico. En religión se hizo deísta, sindejardeiramisaycomerdepescadoenSemanaSanta;enpolíticatomóvahosderegalismo. Sin embargo, desde la venida de don Victoriano, algún movimiento seprodujoenlasyaestratificadasideasdelhidalgodelasVides.Gustoleaquellodelaautonomía inglesa, la libertad individual, unida con el respeto a la tradición y la

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influenciacivilizadoradelasclasesaristocráticas:seriedeimportacionessajonasmáso menos felices, pero a las cuales debía don Victoriano su fortuna política.Discantando estas profundidades de ciencia social, pasábanse tío y sobrino largashoras,durantelascualesNieveshacíalabor,prestandooídoporsienlaspiedrasdelsendero resonabael trotedealgúncaballo;unavisita,unadistracciónen suociosaexistencia.

Segundo,parabajaralasVides,pidióeljacoendiablado,eldelalguacil.Desdeelcrucero,elcaminosehacíaclivosoydifícil.Lo interceptabana trechospeñasmuylisas y resbaladizas, y el jinete se colgaba de las riendas, porque las herraduras sedeslizabanarrancandochispas,yelanimal,arrastradoporsupeso,podíacaerse.Elterreno,calcinadoporelsol,eraquebradísimo;lascasas,másquesentadasenfirmescimientos,parecíancolgadasdelasladeras,próximasadesprenderseyrodaralrío,yel indispensable tiesto de claveles reventones, asomando y saliéndose casi por losbalconcillos demadera, recordaba la flor que al desgaire se coloca en el pelo unagitana.AvecesSegundocruzabaunpinar;respirabaelolorbalsámicodelaresina,ypisabaunaalfombradehojassecasqueasordabaelgolpedelcascodesumontura;derepente, entre dos vallados, aparecía un angosto sendero, orillado de zarzamora,digitalymadreselva,yamenudoexperimentabaSegundolaimpresióndebienestarquecausanalashorasdelsollostoldosvegetales,ytrotabaalamparodeuntúneldeverdura,unemparradoaltosostenidoenpostesdepiedra,viendosobresucabezalosracimosqueyanegreabanyescuchandoelalborotadopitíodelosgorrionesyelsilboestridentedelosmirlos.Porlasmurallastapizadasdemusgocorreteabanloslagartos.Cuandoseencontrabandosotresvereditas,Segundorefrenabaelcaballobuscandoladirección de las Vides y preguntando a las mujeres que subían trabajosamente,arrastrandoelcuerpo,cargadasconuncoloñodeleñadepino,oaloschiquillosqueretozabanalapuertadelascasas.

Allá abajo, muy profundo, corría el Avieiro, y visto desde la altura podíacompararsealahojadeaceroque,blandida,culebreayrefulge.Enfrentelamontaña,dondeseescalonaban,amaneradegradasdecolosalanfiteatro,hilerasdeparedonesdesostenimientoparalasviñas,construidosconpiedrablancuzca;ylaslistasclarassobreelfondoverdehacíanbizarracombinación,destacándoseenellaelrojotejadodealgúnpalomarocasasolariega,yenlacimadelmonteelverdormássombríodelospinares.YaveíaSegundoasuspieslastejasdelasVides.Descendióunacuestamásverticalquehorizontal,ysehallódelantedelportalón.

BajolacepaestabanVictorinayNieves.Entreteníaselaniñaensaltaralacuerda,ylohacíaconnotableagilidad,apiesjuntillas,sinmoversedeunsitio,volteandolacuerdatanrápidamente,quefingíaunaespeciedenieblaenderredordelaeleganteacademia de la saltarina. Como los claros de la parra dejaban pasar grandesmanchonesdesol,alomejorseinundabadeluzelcuerpodelachiquilla,yradiabasumatadepelo, susbrazoso suspiernasdesnudas,pues solo teníaunablusaazulmarino, corta y sin mangas. Al divisar a Segundo dio un grito, soltó la cuerda y

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desapareció. En cambio Nieves, levantándose del banco donde trabajaba, con lasonrisaenloslabiosyalgoencendidadesorpresa,tendiólamanoalreciénvenido,queseapeóprestamentedelcaballo.

—¿YelseñordonVictoriano?¿Cómosigue?—¡Ah! Por allí andaba, regular de salud; pero muy divertido con las faenas

agrícolas,muysatisfecho…—Yaldeciresto,teníaelrostrodeNieveslaexpresióndistraídaconquehablamosdecosasquenosinteresanpoco.Segundoobservóquelaseñoradelministroreparabaensuatavíoflamante, recién llegadodeOrense;yporalgún rato lemortificó la duda de si lo encontraría pretencioso o ridículo, hasta elextremodesentirnohabertraídolaropadetodoslosdías.

—HaasustadoustedaVictorina—añadióNieves riendo…—.¿Dóndesehabrámetidoesaboba?Defijoquesoloseescondióporqueestabadeblusa…Ustedlatratacomoaunamujeryellaseponeinsoportable.Vengausted…

Remangose Nieves la bata de cretona blanca salpicada de capullos de rosa, ypenetró intrépidamente en la cocina, que estaba al nivel del patio. En pos de lostaconcitos LuisXV, que encubría el encaje bretón de la enagua, recorrió Segundovariaspiezas:cocina,comedor,saladelrosario,llamadaasíporqueenellalorezabaconloscriadosPrimoGenday,yporúltimo,saladelbalcón.AllísedetuvoNieves,exclamando:

—Losllamaréporsiestánenlaviña.Yasomándosegritó:—¡Tío!¡Victoriano!¡Tío!Dosvocesrespondieron:—¿Qué?…Allávamos.Nohallandocosaoportunaquedecir,Segundocallaba.Tranquilayalaconciencia

conhaberllamadoalaspersonasformales,Nievessevolvióydijoconlaafabilidaddeunamadecasaqueconocesuobligación:

—¡Pero qué amable, qué amable ha sido usted! Hasta las vendimias nocontábamosconqueseanimaseavenir…Yahora,queseacercanlasfiestas…TantoquepensabaveraustedantesenVilamorta,porqueVictorianoseempeñaentomarlasaguasquincedías…

Al hablar, se respaldaba en la pared, y Segundo se azotaba con el latiguillo lapuntadelasbotas.DelhuertosubiólavozdeMéndez.

—Nieves,Nieves…Quebajes,siteesigual.—Conpermisodeusted…Voyporunasombrilla.Tardó poco en volver, y Segundo la ofreció el brazo. Bajaron al huerto por la

solana, y entre los saludos de ordenanza, Méndez protestó contra la idea de queSegundosevolvieselamismatardeaVilamorta.

—¡Hombre!¡Nofaltabamás!¡Cogercalordosvecesenundía!Y el señor de las Vides, aprovechando la coyuntura que jamás desperdicia un

propietario rural, se apoderó del poeta, consagrándose a enseñar le al pormenor la

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finca. Explicábale al mismo tiempo sus empresas vitícolas. Había sido de losprimerosaazufrarconfortuna,yempleabaabonosnuevosqueacasoresolviesenelproblemadelcultivo.HacíaensayostratandodeimitarconelvinocomúndelBordeelBurdeosdepasto;deprestarle,conpolvosderaízdelirio,elbouquet,lafraganciade los caldos franceses. Pero le salía al paso la rutina, el fanatismo, según decíaconfidencialmentebajando lavozyponiendounamanoenelhombrodeSegundo.Los demás cosecheros del país le acusaban de olvidar las sanas tradiciones; deadulterarycomponerelvino. ¡Comosi ellosno locompusiesen!Soloqueellos lohacíansirviéndosededrogasordinarias,verbigracia,campecheyyerbamora.Élsecontentaba con aplicar los métodos racionales, los descubrimientos científicos, losadelantosde laquímicamoderna,proscribiendoelabsurdoempleode lapezen lascorambres,puessibienlagentedelBordealababaeldejoapezenelvino,diciendoque lapezhacíabeberotravez,a losexportadores les repugnaba,con razón,aquelpegote.Enfin,siSegundoqueríaverlasbodegasyloslagares…

Nohubo remedio.Nieves sequedóa lapuerta, temerosademancharse labata.Asíquesalieron,setratóderegistrarelhuertoendetalle.Eratambiénelhuertounaserie de paredones en gradería, sosteniendo estrechas fajas de tierra, y estadisposición del terreno daba a la vegetación exuberancia casi tropical. Camelios,pavíosylimoneroscrecíanlibres,irregulareseindómitos,cargadosdehoja,defrutaodeflores.Abejasymariposasrevoloteabanybullían,libando,fecundándose,locasde contento y ebrias de sol. De paredón a paredón se bajaba por unas escalerillasdifíciles. Segundo dio el brazo a Nieves y en la última grada se detuvieron paracontemplarelríoquecorríaallámuyabajo.

—Mireustedhaciaallí—dijoSegundo,señalandoasuizquierdaunacolinaalgodistante—.Allíestáelpinar…¿Aquenoseacuerdausted?

—Símeacuerdo—respondióNieves,guiñando,acausadelsol,susazulesojos—.Elpinarquecanta…¡Mireustedcómomeacuerdo!Ydigausted,¿sabeustedsihoycantará?Porquedebuenaganaleoiríaestatarde.

—Siselevantaunpocodebrisa…Conlacalmaquereina, lospinosseestaráncasiquietosycasimudos.Ydigocasi,porquedel todonoloestánnunca.Bastaelrocedesuscopasparaquevibrendeunmodoespecialytenganunsusurro…

—¿Yeso—preguntóNievesentonojocoso—,nosucedemásqueenelpinardeaquí,oesigualentodos?

—¿Quién sabe? —respondió Segundo mirándola fijamente—. Acaso el únicopinarquecanteparamíseráeldelasVides.

Nieves bajó la vista, y después echó una ojeada en derredor, comobuscando adon Victoriano y Méndez, que estaban un escalón más arriba. Notó Segundo elmovimiento,yconimperiosadescortesíadijoaNieves:

—Subamos.ReunioseaMéndez,yyanosedespegódesuladohastaquepasaronalcomedor,

dondelesaguardabanGendayyTropiezo.Laúltimaallegarfuelaniña,muypúdica

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ya,conmediaslargasytrajedeblancopiqué.Lamesaenquecomíannoestabaenelcentro,sinoenuncostadodelcomedor;

eracuadrilonga,y losconvidados,envezdesillas, teníanparasentarsedosbancosfronterizos,deennegrecido roble.Losextremosde lamesaquedaban libresparaelservicio.Sobrioporinstinto,SegundoreparóconsorpresalainverosímilcantidaddealimentosqueconsumíadonVictoriano,nosinadvertirtambiénquesurostroestabamás demacrado que nunca. A veces, el hombre político se detenía, porque unremordimientoleasaltaba.

—Estoydevorando.Protestabaelanfitrión,yTropiezoyGenday,porturno,exponíandoctrinaslatasy

consoladoras. La naturaleza es muy sabia, decía el señor de las Vides, que noolvidabaaRousseau,yelquelaobedecenopuedeerrar.PrimoGenday,glotóncomotodos los pletóricos, añadía con cierta teológica unción: para que el alma estédispuestaaserviraDios,hayqueatenderprimeroalasjustasexigenciasdelcuerpo.Tropiezo, por su parte, sacaba el labio inferior, negando la existencia de ciertasenfermedades novísimas.Toda la vida hubopersonas que padeciesen de la orina yjamás se lesprivóel comerybeber, al contrario.Por lomismoque la enfermedaddesgasta,hayquenutrirse.FácilmentesedejabapersuadirdonVictoriano.Aquellosmanjaresdeotros tiempos, aquellasanticuadasvinagrerasmilagrosas dedondeporun tubo salía el aceite y el vinagre por otro sin confundirse jamás, aquel inmensomolletecolocadoaguisadecentrodemesa,eranotrostantosarcaísmosencantadoresparaél,quelerecordabanhorasfelices,añoslímbicosdelaexistencia.Alospostres,cuando PrimoGenday, sofocado aún por una discusión política en que calificó deincircuncisosalosliberales,sepusoderepentemuygraveyempezóarezarelPadrenuestro, elministro, racionalistaañejoya, sorprendiosede ladevociónconquesuslabiosmurmuraron:Elpannuestrodecadadía…¡Caramba,estascosasdecuandoeraunojoven!…DonVictorianorevivíaalcontactodesusdesvanecidasmocedades.Hastase leveníana lasmientesrecuerdosdenoviazgosefímeros,deamorcillosdequincedíasconseñoritasdelBorde,quealahorapresentedebíanserapergaminadassolteronas o respetables madres de familia. ¡Valiente necedad!… El exministrorechazólaservilletayselevantó.

—¿Ustedduermelasiesta?—preguntóaSegundo.—No,señor.—Yotampoco.Vengaustedyfumaremosuncigarro.

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Capítulo10

Sentáronseenlasala,cercadelbalcón,endosmecedorastraídasdeOrense.Delhuertoyde lasviñassubíauna tranquilidadperezosa,unsilencio tanabsoluto,quepodíaoírseelchoquematedelaspavíasmadurasaldesprendersedelaramaydarenlatierraseca.Oloresafrutayamielentrabanporelbalcónentreabierto.Porlacasanorebullíanadie.

—¿Unabrevaderecibo?—Milgracias…Restallóelfósforo,ySegundosemecióimitandoadonVictoriano.Elcadencioso

balanceodelasmecedoras,lasoñolientapazdelsitio,todoconvidabaaimportanteyconfidencialdiálogo.

—¿Yustedquésehace,vamosaver,porVilamorta?Esustedabogado,¿noeseso? Tengo idea de que se propone usted su ceder a su padre, una persona taninteligente…

Segundoviopropicioelmomento.Lavolutadehumodelcigarro levelaba losojos con suave niebla, predisponiéndole a la expansión y desterrando su reservahabitual.

—Me horripila el pensamiento de empezar ahora la vida que mi padre estáterminando —contestó a la pregunta del exministro—. Esa lucha mezquina paraganar un poco de dinero más o menos; esas intrigas de lugar, esos manejosmiserables,eseexpedienteo,todoeso,señordonVictoriano,nosehizoparamí.Noesquenopuedaejercer:hesidounregularestudiante,porquemibuenamemoriamesalvósiempreenlosexámenes.¿Perodequésirveesacarrera?Debasenadamás.Esunpasaporte,esunapapeletadeentradaencualquieroficina.

—Hombre… pch…—y don Victoriano sacudió la ceniza del puro—; eso esverdad,muyverdad.Loqueseestudiaenlasaulas,apenasseutilizadespués.Yo,sino es por la pasantía en casa de don JuanAntonioPrado, queme hizo aplicar loscodosyaprendercuántaspúas tieneunpeine,nome luciríamuchoconmicienciacompostelana.Amigo,loqueleformaaunoyledesasna,esesapasantíaterribleyese aprieto en que se ve un muchacho cuando le ponen delante un rimero así depapelesylediceunseñormuyorondo:«Estúdiemeustedesohoy,yténgamemañanaformulado dictamen». ¡Allí es lo bueno, el sudar, el roerse las uñas! Allí no valepereza ni ignorancia. La cosa tiene que hacerse, y como no ha de ser por arte deencantamiento…

—Ni aun en Madrid y en gran escala me atrae a mí el foro… Tengo misaspiraciones.

—Sepamos.Vaciló Segundo, con el sentimiento de pudor del que narra un sueño o visión

amorosa.Miródosotresvecesalvagarosohumoazul,yporfinlamediaoscuridaddelasala,discretacomounconfesionario,disipósusrecelos.

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—Quieroseguirlacarreradelasletras.Elhombrepolíticoparódemecerseydefumar.—¡Perohijo,silasletrasnosoncarrera!¡Sinohaytalcosa!Vamosclaros:¿ha

salidoustedalgunavezdeVilamorta…digo,deSantiagoydeestospueblosasí?—No,señor.—¡Entoncescomprendoesasilusionesyesasniñadas!Poraquítodavíacreenque

un escritor o unpoeta, en elmerohechode serlo, puede aspirar a…¿Yustedquéescribe?

—Versos.—¿Prosano?—Algúnartículoosuelto…Casinada.—¡Bravo!Puessisefíaustedenlosversosparanavegarporelmundoadelante…

Yo he notado en este país una cosa curiosa, y voy a comunicar a usted misobservaciones.Aquí losversosse leen todavíaconmucho interés,ypareceque laschicas se los aprenden dememoria…Pues allá en la corte le aseguro a usted queapenashayquienseentretengaeneso.Poracávivenveinteotreintaañosatrasados:enplenoromanticismo.

Segundo,contrariado,preguntóconciertavehemencia:—¿Y Campoamor, y Núñez de Arce, y Grilo? ¿No son poetas de fama? ¿No

gozandegranpopularidad?—Campoamor…A ese le leen porque es muy truhán y dice cosas que hacen

cavilar a las niñas y reír a los hombres… Tiene su miga, y filosofa así,entreteniendo…Peromireusted; ni él niNúñezdeArcevivende los rengloncitosdesiguales…Buenpeloecharían…Grilo,quéséyo…Gozadesimpatíasalláentrelasdamasdealtocopete,y le imprimesuspoesías la reinamadre,quepor lovistoestáenfondos…Enfin,creaustedqueningunomedrarágrancosaporelcaminodelParnaso…Y ya ve usted; se trata de losmaestros, porque poetas de segunda fila,chicos que riman mejor o peor, habrá en Madrid ahora unos doscientos otrescientos…¿Lesconoceusted?Puesyotampocotengoelgusto…Cuatroamigotesles elogian, cuando publican algo en una Revista trasconejada… Y pare usted decontar.Hablandoenplata,tiempoperdido.

Segundo,muysilencioso,seensañabaconelcigarro.—Nolotomeustedaofensa…—prosiguiódonVictoriano—.Yoentiendopoco

deletras,pormásqueenmisjuventudeshicequintillascomotodoelmundo:además,no conozco nada de usted…Demanera quemi juicio es imparcial, ymi consejosincerísimo.

—Yo…—articulóSegundoalcabo—notengocifradasmisaspiracionessoloenlapoesíalírica…Acasomásadelanteoptaríaporladramática…oporlaprosa:quéséyo.Soloquisieraprobarfortuna…

DonVictoriano se levantó y salió al balcón un instante. De repente se volvió,pusoambasmanosenloshombrosdeSegundo,ypegandocasialrostrodelpoetasu

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caraamojamada,exclamóconlástimanofingida:—¡Pobremuchacho!¡Cuántos,cuántosdisgustosleesperanausted!YcomoSegundocallase,atónitodeaquellaefusiónrepentina:—No puede usted, novicio como es, adivinar en lo que se mete; me da usted

pena: ya está usted divertido. En el estado actual de la sociedad, para descollar obrillarenalgo,hayquesudarsangrecomoCristoenelhuerto…Siesen lapoesíalírica,Diosnosasista…Sihaceustedcomediasodramas,veráustedloqueesbueno:adularaloscómicos,dejarelmanuscritoarrinconado,apolillándoseenuncajón,quele corten a usted de un tijeretazo medio acto, y luego el miedo de la noche delestreno, y lo que viene detrás…que puede ser lamás negra…Si semete usted aperiodista…nodescansaráusteddiezminutos,haráustedlareputacióndelosdemásynuncaveránielprincipiodelapropia…Siescribeustedlibros…¿PeroquiénleeenEspaña?Ysiseechaustedenbrazosdelapolítica…¡Ah!

OíaSegundosindespegarloslabios,conlosojosbajosylamiradaerranteporlosnudosde lamaderadelpiso,aquellavozpersuasivaqueparecíaarrancarleunaporunalashojasderosadesus ilusiones,conelmismochasquidoestridentede lauñaquedispersabalacenizadelpuro.Alfinalzóelrostrocontraídoymiróalhombrepolítico,murmurandonosinalgunaironíaenelacento:

—Pues de la política, señor donVictoriano, creo que no debe usted hablar tanmal…Austedlehatratadoconcariño;notendráustedquejadeella.Paraustednofuemadrastra.

SedescompusoelsemblantededonVictoriano,dejandosalira lasuperficie losestragosdelaenfermedad…ylevantándosedenuevoytirandoelcigarroymidiendoapasosagitadoselsalón,rompióahablarapasionadamente,confrasesquebrotabanenoleadassúbitas,enchorrosimpetuososydesiguales,comoelcañodesangreporlacortadaarteria.

—Nometoqueustedesepunto…cálleseusted,criatura…¡quésabeusted,quésabeusted,niquésabenadieloquesonesascosas,hastaquecaeenellasdecabezayquedasujetoynopuedesalirya!Siyolecontaseausted.¡Peroesimposiblecontarla vida entera, día por día, referir una batalla que dura años, sin tregua ni reposo!Combatirparaqueleempiecenaconocerauno,seguircombatiendoparaquenoleolviden, pasar del bufete a la política, de una rueda de cuchillos a una cama deascuas,lidiarenelforo,enelCongreso,sinfe,sinconvicción,porquesí,pornodejarvacanteelpuestoqueunoseconquista;yatodoesto,niunahoralibre,niunminutososegado, ni tiempoparanada…Lograuno fortuna cuandoya le falta humorparagozarla;secasayformafamilia,y…casinoesunodueñodeacompañarasumujeralteatro…Nomehableusted…Elinfierno,elinfiernoenabreviaturaeslapolítica…Querráustedcreer…(yaquísoltóredondalainterjección)quecuandomichiquitinaempezóaandar,intentéyoundíatenerelgustodellevarlaapaseodelamano…Uncapricho,unarareza…Puesibamuysatisfechobajandolaescaleraconlapequeñillaenbrazos,ycátatequemeencuentroalmarquésdeCameros,unaspiranteadiputado

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cuneroporGalicia, quevenía a pedirmequince o veinte cartas demi puñoy letraparamayoreficacia…¡Yfuitanbestia,hombre,fuitanbestia,queenvezdetiraralmarqués por las escaleras abajo, subí de nuevomis dos pisos, di la chiquilla a laniñeraymeencerréeneldespachoaprepararlaelección!Yasí,todalavida;conquedígameusted,¿tengoonotengorazónenabominardetantaestupidezytantafarsa?¡Ah!¡Quétrabajonostomamosparahacernosinfelices!

Nocabíaduda.Enlavozdelhombrepolíticotemblabanlágrimasreprimidas;ensularingeserevolvían,ahogándose,imprecacionesyblasfemias.Segundo,porhaceralgo, abrió de par en par la vidriera del balcón.El sol estaba distante del zenit, elcaloreramenospesado.

—¡Y lo peor de todo… la cola! —prosiguió don Victoriano deteniéndose—.Usted lucha y brega sin calcular, sin entretenerse en observar el estado de susfuerzas… Combate usted al modo de aquellos caballeros antiguos, con la viseracalada. Pero como no es usted de hierro, sino de carne, cuandomenos lo piensa,¡zas!, se encuentra enfermo, enfermo, herido sin saber dónde… No pierde ustedsangre,peropierdeustedeljugo…lopropioqueunlimóncuandoloexprimen…Yelexministrosereíaamargamente.Yquiereustedpararse,reponerse,comprarapesodeorolasalud…yyanoestiempo…yanotieneustedgotadeaguaensucuerpotodo… ¡Ea, fastidiarse, secarse y reventar! ¡Pues ya se ha lucido usted con sustrabajosysusvictorias!¡Estáustedfresco…estáustedaviado!

Decíalo accionando, metiendo las manos en los bolsillos, en un paroxismo deconfianza, expresándose igual que si estuviese solo.Y en realidad, consigomismohablaba.Eraaquelunmonólogo,traducciónenaltavozdelospensamientosnegrosquedonVictorianoocultaba,mercedaesfuerzosdeheroísmo.Laextrañaenfermedadquepadecíalecausabahorriblespesadillasnocturnas;soñabaquesevolvíapilóndeazúcar,yque la inteligencia, la sangrey lavida se le escapabanporuncanalmuyhondo, muy hondo, convertidas en almíbar puro. Despierto, su mente rechazaba,como se rechaza la ignominia, tan peregrino mal. Debía equivocarse Sánchez delAbrojo:aquelloeraundesordenfisiológicoypasajero,unachaqueusualycorriente,consecuencia de la vida sedentaria, y Tropiezo y su rutina vencerían acaso a laciencia.¿Ysinovencían?…Elhombrepolíticosentíapasarporlosbulboscapilaresunsoploglacialqueleencogíaelcorazón.¡Moriraloscuarentaypicodeaños,conla inteligencia firme y con tantas cosas emprendidas y logradas! Y síntomas demuerte debían ser sin duda aquella sed abrasadora, aquella bulimia nunca saciada,aquellasensaciónenervantedederretimiento,defusión,aquelliquidarsecontinuo.

DerepenterecordódonVictorianolapresenciadeSegundo,quehabíaolvidadocasi.Yapoyándoleotravezambasmanosenloshombros,yfijandoenlosdelpoetasusojosáridos,querequemabaunllantocontenido,exclamó:

—¿Quiereustedoírlaverdadyrecibirunbuenconsejo?¿Tieneustedambición,aspiraciones y esperanzas? Pues yo tengo desengaños, y quiero hacerle a usted unfavorcomunicándoselosahora.Noseaustedtonto;quédeseustedaquítodasuvida;

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ayude a su padre, herédele el bufete, y cásese con esa muchacha tan frescota deAgonde… No abandone nunca este país de fruta, de viñas, de clima tan dulce…¡Cuánto daría yo ahora por no habermemovido de él! ¡Si se pudiese ver la vidafutura en cuadros, como un panorama!Nada, hijo…Quieto aquí; eche usted aquíraíces;vivamuchosañosconprolenumerosa…¿Hareparadoustedquésanoestásupadre?Dagustoverleconaquelladentaduratanfuerteytanentera…Yonotengoundientepordañar:dicenqueesunodelossíntomasdemiachaque…¡Ah!,sisumadredeustedviviese,¡ahoraleestaríannaciendoaustedhermanitos!

Segundosonreía:—Pero,señordonVictoriano…—murmuró—,conarregloasusteoríasdeusted,

enlugardevivir…vegetaríamos.—¡Yquédichamayorquevegetar!—respondióelhombrepolíticoasomándose

albalcón—.¿Creeustedquenosondignosdeenvidiaesosárboles?Teníaenefectoelhuerto,asemejantehoraenquedeclinabaelsol,ciertabeatitud

voluptuosa, cual si gozase un sueño feliz. Las hojas lustrosas de los limoneros ycamelias, los gomosos troncos de los frutales parecían beber con deleite el frescoalientovespertino,precursordelrocíovitaldelanoche.Laatmósferadoradaseteñíaalolejosentintasdeacuarela,colorlila.Empezabanaoírsemilrumores,preludiosdecantosdeinsectos,deconciertosderanasysapos.

Interrumpiólacontemplativatranquilidaddelaescenaeltroteprecipitadodeunamula,yClodioGendayenpersona,sofocado,girandocomounadevanadera,penetróenelhuerto.Conlasmanos,conlacabeza,conelcuerpotodo,llamó,gritó,vociferó:

—¡Latraigobuena…buena!Yasubo,yasubo.Fueronlearecibiralaescaleradelasolana,yentródisparado,comounrehilete,

viéndosequenotraíacuellonicorbata,yveníadesceñido,hechounacalamidad.—Quenada,señordonVictoriano,quenoslajuegan,quenoslajugaron…Quesi

no se tomanprontomedidasperdemosel distrito…Mentira leparecería austed loque llevan revuelto y urdido, desde días acá, en la botica de doña Eufrasia… Ynosotros inocentes, descuidadísimos… Toditos los curas metidos en el ajo: el deLubrego,eldeBoán,eldeNaya,eldeCebre…Ponendecandidatoal señoritodeRomero,deOrense,queestádispuestoaaflojarlamosca…Pero¿dóndeandaPrimo;esemajadero,esepasmónquenoseenteródenada?

—Vamos a buscarle, hombre… ¡Quéme cuenta usted! ¡Quéme cuenta usted!Nuncapenséqueseatreviesen…

YdonVictoriano, reanimado, excitado, siguió aClodioque ibagritandopor elsalón:

—¡Primo!¡Primo!A poco rato vio Segundo que los dos hermanos y el exministro recorrían el

huerto, departiendo y gesticulando acaloradamente. Clodio acusaba, defendíasePrimo,yconciliabadonVictoriano.Ensufuria,ClodiometíaaPrimolospuñosenlacara, le desabrochaba el chaleco, mientras el inculpado solo acertaba a contestar

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tartajosamente,haciéndosecrucesmuydeprisa:—Jesús,Jesús,Jesús…¡Avemaríadegracia!El poeta lesmiraba pasar, observando la transformación de donVictoriano.Al

retirarsedelbalcón,vioenfrentedesíaNievesqueledecíaconafabilidad:—¿Yesosseñores?¿Ledejanaustedsolito?Aestashorasyadebencantar los

pinos.Sehalevantadobrisa.—De fijo cantan ahora —contestó el poeta—. Yo los oiré desde la silla del

caballo,caminodeVilamorta.El movimiento de sorpresa de Nieves no pasó inadvertido para Segundo, que

clavandolosojosenella,añadióconsoberbiayfrialdad:—Anoserqueustedmemandaraquedarme.Nievesenmudeció.Porcortesía,figurábasequeeraprecisodeteneralhuésped;y

almismotiempo,esodedecirle:«quédeseusted»,estandolosdossolos, lepareciócosararaygravecompromiso.Alfin,conrisaforzada,pronuncióunafraseambigua:

—¿Peroquéprisatieneusted?Y…¿Volveráustedahacernosotravisita?…—YanosveremosenVilamorta…Adiós,Nieves…Noquierointerrumpiradon

Victoriano…Salúdeleusteddemiparteyquecuenteconmigoyconmipadreparatodo.

SintomarlamanoqueNievesletendíaysinvolverlacara,bajóalpatio.Sentabaelpieenelestribo,cuandouna figurillamenudasaltóallícerca.EraVictorinaquetraía las manos llenas de terrones de azúcar y venía a ofrecérselos al jaco. Estealargaba ansiosamente sus belfos, con ondulaciones inteligentes de trompa deelefante.Segundointervino.

—Hija,vaamorderte…miraquemuerde…Luego,entonofestivo,añadió:—¿Quieresqueteaupeaquí?¿No?¡Aquesíteaupo!La cogió y la sentó en el borrén delantero de la silla. Forcejeaba la niña para

escaparse,ysuhermosopeloenvolvíalacarayhombrosdeSegundo,quelasujetabapordebajode losbrazosyporel talle.Nosinsorpresareparóqueelcorazónde laniña palpitaba fuerte y desordenadamente, bajo la imperceptible turgencia del senoimpúber.Victorina,muypálida,gritaba:

—¡Mamá…mamá!Alfinlogródesasirse,yechóacorrerhaciaNieves,quesereíaacarcajadasdel

suceso.Amediocaminosedetuvo,retrocedió,anudólosbrazosalcuellodelcaballo,yledio,enelmismohocico,unbesomuycariñoso.

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Capítulo11

OchoodiezdíasmediaronentrelavisitadeSegundoalasVidesyelregresodedonVictorianoysufamiliaaVilamorta.QueríadonVictorianotomarlasaguasyalavez desbaratar la tenebrosa maquinación, la candidatura Romero. Plan sencillo:ofreceraRomeroundistritoenotraparte,dondenotuviesequegastaruncéntimo;yasí, quitado de en medio el único rival que tenía prestigio en el país, evitaba elbofetóndeunaderrotaporVilamorta.Estoimportabahacerantesdeoctubre,épocaseñalada para la lucha electoral. Y mientras Genday, García, el alcalde y demáscombistasmanejabanlospalillos,donVictoriano,instaladoencasadeAgonde,bebíaporlasmañanasdosotresvasosdelsalutíferolicor;leíadespuéselcorreo,yporlatarde, a tiempoque el pegajoso bochorno convidaba a siestas, leía o escribía en lafrescasalitadelboticario.

Frecuentemente le acompañaba Segundo en semejantes horas de soledad.Hablaban amigablemente, y el hombre político, lejos de insistir en la tesisdesarrolladaalláen lasVides,alentabaalpoeta,ofreciéndosedemuybuengradoabuscarleenMadridcolocaciónadecuadaasuspropósitos.

—Un puesto que no le robe a usted muchas horas, ni le caliente mucho lacabeza… Yo veré, yo veré… Escudriñaremos… Observaba Segundo en el rostrodesecadodelministroindiciosdemejoríaevidente.ExperimentabadonVictorianoelpasajeroalivioqueproducenlasaguasmineralesenlosprimerosmomentos,cuandosu energía estimula el organismo, siquiera sea para desgastarlo más después. Ladigestión y circulación se habían activado, y hasta la transpiración, enteramentesuprimidapor laenfermedad,dilatabacongrato fomento losporos,comunicandoalas secas fibras elasticidaddecarnemollar.Como la luzdeunabujíabrillamásalacelerarselacombustión,donVictorianoparecíaregenerarse,cuandoenrealidadibaconsumiéndose…Él, pensando renacer, respiraba dichoso la estrecha atmósfera delasintriguillaselectorales,gozandoendisputarpalmoapalmosudistrito,enrecogeradhesionesytestimoniosdesimpatía,ysecretamentehalagadohastapor laabsurdaproposición de incensarle en la iglesia que al párroco de Vilamorta hicieron susfeligreses. De noche se solazaba patriarcalmente en la tertulia de Agonde con lashistoriascómicasde laboticadedoñaEufrasiayconelmenudooleajeocasionadoporlaproximidaddelasfiestas.PocoapocolainocentemesadetresillodeAgondesemodificaba,convirtiéndoseenalgodemásmalicia.Yanoerancuatrolaspersonassentadas,sinounasola;yelresto,depie,formabagrupo,yteníafijoslosojosenlasmanosdelsentado.Laizquierdadelbanquerosecrispabaaferrandolosnaipes,yconnerviosoimpulsodelpulgardeladiestrahacíaascenderlentamentelapostreracarta,hasta que se vislumbraba y adivinaba, primero la pinta, luego el número, luego laporradeunbasto,layemadehuevodeunoro,lacolaazuldeuncaballo,lacoronapicuda de un rey. Y había otrasmanos que recogían puestas y sacaban dinero delbolsilloylodepositabansobrelosfatídicospedazosdecartulina,yseoíadecir:

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—¡Alsiete!¡Alcuatro!¡Asenpuerta!Por pudor, Agonde se privaba de tallar mientras estuviese allí don Victoriano,

sofrenandoaduraspenaslaúnicapasiónqueteníaelprivilegiodecalentaruntantosu sangre y esparcir su linfa, y cediendo el puesto a JacintoRuedas, famoso tahúrambulante,conocidoentodoeluniverso,queandabaalolordelatimbacomootrosaldelosbanquetes:tiporaro,entrechuloypolizonte,quedecíaenvozroncachistesdebajaley.NoaclaranloscronistassilaautoridadcivildeVilamorta,oseaeljuez,intentó poner coto a la diversión ilegal que se permitían los tertulianos, de lafarmacia; pero es punto averiguado que teniendo el juez una piernamás corta queotra, el ruido de su muleta en las baldosas de la acera avisaba siempre de suproximidada los jugadores.Yencuantoa laautoridadmunicipal, sábesedeciertoqueundía,oparamayorexactitudunanoche,penetróenlatrastiendadelboticariolomismoqueunabomba,condineroenlamano,yechándolosobreunacarta,gritó:

—¡Soycaballo,señores!—¡Sea usted burro, si quiere! —le replicó Agonde, dándole un empujón con

irreverencianotoria.Aquel año, la presencia de don Victoriano y la ya declarada lucha entre sus

partidarios y los deRomero, prestaba a las fiestas carácter de batalla.Querían loscombistas sacarlasmás que nunca lucidas y brillantes, y los romeristas aguarlas sifueseposible.Enel salóndelConsistoriopreparábaseelglobopadre,queocupabaextendidotoda la longitudde lapieza:suscuarteronesblancos ibancubriéndosederótulos, figuras, emblemas y atributos, y por el suelo andaban desparramadoscalderos de hojalata llenos de engrudo, pucheretes de bermellón, tierra de Siena yocre, ovillos de bramante y recortes de papel. Del globo gigantesco nacíandiariamente menudas crías; globitos en miniatura, hechos con retazos y muyribeteadosde azul y rosa.Hablábase condesdén en la tertuliadedoñaEufrasiadesemejantes preparativos, y se comentaba el arrojo del hijo del tabernero, solemnemamarrachista,queseproponíaretrataradonVictoriano,enloscuarteronesdelgranglobo. Las señoritas romeristas, frunciendo los labios y encogiéndose de hombros,protestabanquenoasistiríanalosfuegosnialbaile,aunquesusadversariospusiesen,paraconseguirlo,lossantosennovena.

Encambio,lasdelbandocombistaformaronentornodeNievesunaespeciedecorte. Todas las tardes iban a buscarla para salir a paseo, y además de CarmenAgonde,larodeabanFlorentinaladelalcalde,Rosa,sobrinitadeTropiezo,yClara,lamayordelasniñasdeGarcía.Andabaestadescalza,muyocupadaencogermorasyecharlas en el mandil, cuando recibió la estupenda noticia de que su padre leencargabauntrajeaOrense,paravisitaralaseñoradelministro.Yvinoeltraje,consuslazosmuytiesosysusforrosdepercalinamuyengomados,ylachiquilla,lavada,atusada,incrustadoslospiesenbotitasnuevasdechagrín,conlavistabajayconlasmanosunaencimadeotra,ensimétricapostura,fueaengrosarelséquitodeNieves.DeclaroseVictorinaprotectoradeClaraGarcía;lacompuso,laregalóunbrazaletey

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sehicieroninseparables.Solían pasear por la carretera, pero así que Clara tomó confianza, protestó,

asegurandoqueporlasveredasylosatajoseramuchomásdivertidoyseencontrabancosasmásbonitas.YapretóelbrazodeVictorina,exclamando:

—¡Segundotesabepaseospreciosos!Casualmentelamismatarde,alregresaralpueblo,divisaronaunhombrequese

escurría pegado a las casas, yClara, desde la acera de enfrente, echó a correr y lecogióporlacintura.

—Eh…tú…Segundo…noteescapes,quebientevemos.Dio el poeta familiar encontrón a su hermana, y saludó ceremoniosamente a

Nieves,quelecorrespondióconcordialidadsuma.—Mireustedqueesta chica…Vamos,de seguroque lehahechoaustedmala

obra…usteddispense…Sesentaronatomarelfrescoenlosbancosdelaplaza,ycuandoalotrodíasalió

lacaravana,despuésdelahoradelasiesta,SegundoseleincorporóhaciendoestudioennoacercarseaNieves,lomismoquesientrelosdosexistiesealgunainteligenciasecreta,algunamisteriosacomplicidad.Mezclosealgrupodelasniñas,ydeponiendosu seriedad acostumbrada, reía y bromeaba con Victorina, para quien recogía, alborde de los setos, maduras zarzamoras, bellotas de roble, erizos tempraneros decastaña,ymil florecillassilvestresque laniñaarchivabaenunsaquitodecuerodeRusia.

Unasveces las llevabaSegundoporcaminoshondos, costaneros, abiertosen lapiedraviva,guarnecidosdemurallones,cubiertosporemparradosqueapenasdejabanfiltrarselamoribundaluzdelsol;otras,pordescubiertos,calvosyáridosmontecillos,hasta llegar a alguna robleda añosa, a algún castaño dentro de cuyo tronco,resquebrajado y hendido por la vejez, podía Segundo esconderse, mientras laschiquillas,asidasdelasmanos,bailabanenderredor.

UndíalascondujoalremansodelAvieiro,alpuentedepiedrabajocuyosarcoselaguanegra,fríaeinmóvil,dormíasiniestrosueño.Ylesrefirióqueallí,porserelríomáshondoycalentarmenoselsol,seguarecíanlasmáscorpulentastruchas,yquejuntoalestribohabíaaparecidoelmesanterioruncadáver.Tambiénlasguioaleco,dondelasniñasgozaronlocamentehablandotodasalavez,sindartiempoaqueelmurorepitiesesusgritosyrisas.Yotratardelesenseñóuncuriosolago,delcualsereferíanenelpaísmilconsejas:quenoteníafondo,quellegabaalcentrodelatierra,quebajosusmuertasondassecolumbrabanciudadessumergidas,queflotabanenélmaderasextrañasycrecíannuncavistasflores.Eraeltallago,enrealidad,unagranexcavación, probablemente unamina romana inundada, que presa entre la serie demontículosde tobaarcillosaque lapalade losmineroshabíaacumuladopor todaspartes,ofrecíasepulcralyfantásticoaspecto,ayudandoalailusiónlamelancolíadelas vegetaciones palustres que verdeaban en la sobrehaz del gran charco.Como seaproximabael anochecer, lasniñasdeclararonque tan lúgubre sitio les infundíaun

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miedo atroz; las muchachas confesaron lo mismo, y echaron a escape para salirprontoalcaminoreal,dejandoaNievesySegundorezagados.Eralaprimeravezquetal cosa ocurría, porque el poeta evitaba las ocasiones. Nieves, sin embargo,miróinquietaasualrededorybajódespuéslosojos,encontrandolosdeSegundopuestosenella,interrogadoresyardientes.Yentonces,lotétricodelpaisajeylosolemnedelcrepúsculoleencogieronelcorazón,ysinsaberloquehacía,corriólomismoquelasmuchachas.SentíadetráslaspisadasdeSegundo,ycuandoporfinsedetuvo,nolejosde la carretera, le vio sonreír y no pudo menos de reírse también de su propianecedad.

—¡Jesús… qué miedo tan estúpido…me he lucido… estoy a la altura de laschicas!Esqueeldichosocharcoimpone…Digausted:¿cómonohansacadovistasdeél?Esmuyraroymuypintoresco.

Regresabanporlacarretera,despuésdeanochecido,ycomosiNievespretendieseborrarlaimpresióndesuchiquillada,veníaalegreycariñosaconSegundo;dosotresvecessetropezaronsusojos,y,sindudapordistracción,nolosapartó.Hablarondelaexpedicióndeldíasiguiente:habíadeserpor lasorillasdel río,másalegresqueellago;unpuntodevistaadmirableynofatídico,comolacharca.

Enefecto,elcaminoquesiguieronalotrodíaeramuylindo,aunquedifícil,porloespesode losmimbrales y cañaverales, y lo enmarañadode los abedulesy álamosnuevosqueestorbabanaveces elpaso.Acadamomento teníaSegundoquedar lamanoaNievesydesviarlas ramas frescasy flexiblesque leazotabanel rostro.Pormásprecaucionesque tomó,nopudoevitarquesehumedeciese lospies,niquesedejasejironesdelencajedesupamelaenunálamo.Sedetuvieronallídondeelrío,dividiéndose, formaba en medio una isleta poblada de espadañas y de sencillosgladiolos.Unarroyo,bajandodelmonte,veníaaperderseenelAvieiro,humildeycallado. Crecían a sus orillas dentados y variadísimos helechos, y graciosa floraacuática.Segundosearrodillóenelencharcadosueloyempezóaregistrarentrelasplantas.

—Tomeusted,Nieves.Ella se acercó, y él, con una rodilla en tierra; le entregó un manojo de flores

azules, de un azul pálido de turquesa, con tronco delgadísimo; flores que ella solohabíavistocontrahechas, enadornosde sombreros,ycuyaexistencia leparecíaunmito: flores soñadas,quese figurabanocreceríansinoen losbordesdelRhin,alládondesucedentodaslascosasnovelescas;floresqueseconocenconunnombretanbonito:nomeolvides.

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Capítulo12

EraNieves loque suele llamarseuna señora cabal, sinunapágina turbia en suhistoria,sinunpensamientodeinfidelidadasumarido,sinmáscoqueteríaqueladelvestido y tocado; y aun esa, libre de afeites o de saliños tentadores, limitada acomplacenciasservilesconlamoda.Suideal,casodeteneralguno,secifrabaenunavidacómoda,elegante,rodeadadeconsideraciónsocial.Sehabíacasadomuyjoven,dotándoladonVictorianoenalgunosmilesdeduros,yeldíadelaboda,supadrelallamóasudespachodemagistrado;yteniéndoladepiecomoalosreos,leencargómuchoquerespetaseyobedeciesealesposoquetomaba.Ellaobedecióyrespetó.

Y la obediencia y el respeto desesperaron a donVictoriano, que buscaba en elmatrimonio el desquite de largos años pasados en el bufete; años de abstinenciaamorosa,enque losasiduos trabajosy lasedentariavidano leconsintieronataruntierno lazo ni cultivar dulces afectos, permitiéndole a lo sumo algún lance rápido,algunaviolentaeirritanteaventuraquenosatisfacíasuespíritu:juzgabaquelalindahija del presidente de sala le pagaría sus atrasos de amor, y notó con estéril ydoloroso despecho que Nieves veía en él al marido grave a quien se aceptadócilmente,sinrepugnancia,ynadamás.Respetandomaldesugradolatranquilidadde aquella superficial criatura, no supo ni osó despertarla, y solo consiguióconsumirseydeshacerseenvano,acelerarladestruccióndesuorganismoyapresurarlacrisisdelamadurez,multiplicandolasráfagasblancasquelistabansupelonegro.

Alnacerlaniña,esperódonVictorianoresarcirseconcrecesennuevasysantascaricias,enunoasispuro.Maslasexigenciasdelaposiciónpolítica,eltráfagodelosnegocios,lacomplicaciónyelengranajeimplacabledesuexistencia,seinterpusieronentreélylasdeliciaspaternales.Vioasuhijadelejossiempreyapenasconsiguió,ala hora del café, tenerla un rato a horcajadas sobre los muslos. Y despuéssobrevinieronlosataquesdelaenfermedad…

Desdequesedeclaróesta,consusaflictivossíntomas,Nieves,porextrañocaso,sehallócomodesligadadelvínculoconyugal,yenciertomodo,soltera.Juzgabaellasinceramenteydebuenafequeloimportanteyesencialdelmatrimonioeralavidaencomún de los esposos, la cohabitación obligatoria. Libre de este deber, parecíalehabervueltoalosrosadosdíasdelcolegio,cuandomariposeabayjugabaalosnovioscon sus compañeras, que le fingían inofensivas cartitas amorosas y se las metíandebajodelaalmohada.¡Quétiempos!Erapollita…

Nohabíavueltoadivertirsedesdeentonces,no.¡ValientediversiónladeaquellavidametódicayrutinariadeMadrid!…Sí,unatemporadahuboenqueelmarquésdeCameros,elricoyjovenclientededonVictoriano,veníaconciertafrecuencia,yaunlehabíanconvidadodosotresvecesacomer,sincumplido…PersistíaenNieveselrecuerdo de que el marqués la miraba mucho a hurtadillas, y que de noche se loencontraban,casualmente,siempreenelmismoteatroadondeellosiban…Nopasódeahí.

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Ahora florecía la segunda juventud de Nieves, los veintinueve o treinta años,época terrible en la vida femenina; y si no podía producir rojos cálices llenos deabrasadorapasión,encambiodeseabaadornarseconlossoñadoresnomeolvidesdelpoeta…Parecíale aNieves que en el vaso de porcelana deChina de su existenciafaltaba una flor, y el frágil ramito azul venía a completar la gracia del juguete desobremesa… ¡Bah! ¡Quémal había en todo ello!Una chiquillada.Aquellas flores,conservadas entre las hojas de un devocionario lujoso, solo le inspiraríanpensamientosdecolorcelestebajo, inertescomo laspobrescorolasyaprensadasysecas…

Prendió en el pecho el grupo azul. ¡Qué bien hacía entre la cascada de encajecrudo!

—Mamá —le preguntó Victorina de noche, antes de recogerse—: ¿te dioSegundoesasflorestanmonas,di?

—Ah…norecuerdo…Sí,creoquelashacogidoGarcía.—¿Melasdas,paraguardarlasenmisaquito?—Anda,hijita,queteacuestenpronto…Mademoiselle,¡hágalaustedquerece!

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Capítulo13

Laproximidadde las fiestas interrumpió lospaseos largos.Únicamentesesalíaunpocohacialacarretera,regresandoenbrevealpueblo,dondeandabamuchagentepor la plaza. Componíase el paseo de señoritas combistas muy emperejiladas, decurasdealdeaalicaídos,malafeitadosyenfermos,dejugadoresdeheteróclitafacha,deforasterasvenidasdelBorde,tipostodosqueAgondecomentabaconmordacidad,entreteniendobastanteaNieves.

—¿Veaquellas?SonlasseñoritasdeGondás,tressolteronasyunasolterita,quela tratande sobrina,perocomo lasdeGondásno tienenhermano…AquellasotrasdossonlasdeMolende,dealládeCebre,gentemuyaristócrata,Diosnoslibre…Lagordaescapazdepegarleun tiroderevolveralhijodelsol…¡y laotrahaceunosversos!,yoanimoaSegundoGarcíaparaqueseledeclare:compondránunaparejade lomás refinado…Están de huéspedas en casa de Lamajosa: allí se encuentranellasensuelemento,porquedoñaMercedesLamajosa,paraquelasvisitassepanquees noble, les dice a las hijas:—niñas, traedme acá la calceta, que debe estar en elarmario sobre la carta ejecutoria—. Esas dos tan guapitas y tan majas son las deCamino,hijasdeljuez…

Lavísperadelaferiasaliómañanaytardelamúsica,aturdiendolascallesconsuestrépitodemurgavictoriosa.Hallábase laplazaconsistorial salpicadade tingladosque hacían vistosa confusión de colorines chillones y disparejos. Delante delAyuntamiento se levantaban unos extraños armatostes, que así podían parecerinstrumentos demartirio, como juguetes de chiquillos o espantapájaros, y no eransinolosárbolesyruedasdefuegoquealanochehabíandequemarseconmagníficapompa, favorecidos por la serenidad del aire. Del balcón del Consistorio salía, amanera de brazo titánico, el mástil donde debía izarse el magno globo; y por elbarandado corría una serie de vasitos de colores, formando las letras V.A.D.L.C.:delicadoobsequioalrepresentantedelpaís.

Había cerrado la noche, cuando don Victoriano y su familia salieron hacia elAyuntamiento para presenciar la función de pólvora. Trabajo les costó romper porentreelgentíoquellenabalaplaza,dondechocabanmilvariosyopuestosruidos,yalapanderetaylascastañuelasdeuncorrodebaile,yaelmosconeodelazanfona,yaunatristeyprolongadacoplapopular,yalainterjeccióndeunborrachoagresivo,quequería tener por suyos los ámbitos de la feria. Agonde daba el brazo a Nieves,desviabalagenteyexplicabaelprogramadelafiestanocturna.

—Nuncasehavistounglobocomoeldeesteaño:eselmayorqueserecuerda:losromeristasestánfuriosos.

—¿Yquétalhasalidomiestampa?—preguntabaconinterésdonVictoriano.—¡Ah!¡Unacosasoberbia!MejorqueelretratodeLaIlustración.EnelportaldelAyuntamientoredoblaronlasdificultades,yfueprecisohollarsin

misericordiapechos,vientresyespaldasdepersonasinstaladasallí,yresueltasano

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menearseniperderelsitio.—Mireustedquépedazosdeasnos—murmurabaAgonde…—.Aunqueunolos

pisotee, nada… no se levantarán. Esos no tienen posada, y pasan ahí la noche;mañanasedesperezanysevantancontentosasusaldeitas…

Saltaron como pudieron por encima de aquel amasijo, donde en repugnantepromiscuidad se amontonaban hombres, mujeres y muchachos entrenzados,adheridos, revueltos. Aún por los descansos de la escalera yacían grupossospechosos,o roncabaun labriegochispo, ahítodepulpo,ocontabacuartos enelregazo una vieja. Entraron en el salón, donde no había más luz que la dudosaproyectadaporlosvasosdecolores.Algunasseñoritasocupabanyaelbalcón;peroelalcalde,sombreroenmano,deshaciéndosedepurosolícito,lasfuearrinconandoparadejaranchositioaNieves,aVictorinayaCarmenAgonde,entornodelascualesseformóunaespeciedecírculootertuliaobsequiosa.Trajeronsillasalasseñoras,yadon Victoriano se lo llevó el alcalde a la Secretaría, donde le esperaban en unabandejabotellasdeTostadoytagarninasinfames.Lachiquilleríaylasmuchachassecolocaron en primera fila, apoyándose en el antepecho del balcón, desafiando elriesgodequeuncoheteselesvinieseencima.QuedoseNievesalgomásretirada,yseenvolviómejorensuchalargelinotramadodeplata,porqueenaquelsalónlóbregoyvacíosenotabafresco.Habíaasuladounasilladesocupada,yderepenteseapoderódeellaunbultohumano.

—Adiós,García…Dichososlosojos…Hacedosdíasquenolevemos.—Niahorameveustedtampoco,Nieves—murmuróelpoeta,inclinándosepara

hablarlaenvozbaja—.Noesfácilverseaquí.—Esverdad…—contestóNieves,turbadaportansencillaobservación—.¿Cómo

nohabrántraídoluz?—Porqueperjudicaríaalefectodelfuego…¿Nolegustaaustedmásestaespecie

depenumbra?—añadió,anticipándoseasonreírsedelomuyselectodelafrase.Nievesnochistó. Instintivamente leagradaba la situación,queeradelicadísima

mezclade riesgoyseguridad,y tenía suspuntasde romancesca; sentíaseprotegidapor el abierto balcón, por las chicas que se agolpaban en él, por la plaza dondehormigueaba la multitud, y de donde salían rumores oceánicos y cantos y vocesconfusas, llenasdeamantemelancolía;peroalmismotiempolasoledady tinieblasdel salóny laespeciedeaislamientoenquesehallabanellayelCisnepreparabanuna de esas ocasiones casuales que tientan a las mujeres semilivianas, no tanapasionadasquesedespeñennitancautasquehuyanhastalasombradelpeligro.

Siguió callada, sintiendo casi en su rostro el aliento de Segundo.De pronto seestremecieron ambos. El primer cohete rasgaba el cielo con prolongadísimo arcoluminoso,y suestallido, aunqueapagadopor ladistancia, levantabaen laplazaunclamoreo.Enposdeaquellacentinelaavanzadasalieronunastrasotras,aintervalosiguales, ocho formidables, pausadas y retumbadoras bombas de palenque, la señalanunciadaenelprogramadelasfiestas.Retemblabaelbalcónalgraveestampido,y

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Nieves no se atrevía amirar al firmamento, sin duda por temor de que se vinieseabajoconlarepercusióndelasbombas.Parecioledespuésruidogratoyligeroeldelosvoladoresqueaporfíaseibanpersiguiendoporlassoledadesdelespacio.

Fueron losprimeroscohetesvulgaresysinnovedadalguna;un trazode luz,untronidosofocadoyunhazdechispas.Masenbrevelesllegóelturnoalassorpresas;novedades ymaravillas artísticas. Fuegos había que al estallar se partían en tres ocuatro cascadas de lumbre, y con fantástica rapidez se sepultaban en lasprofundidadesdelcielo;deotrossedesprendían,conmisteriosa lentitudysilencio,lucecillasvioladas,verdesyrojas,igualquesilosangelitosvolcasendesdearribaunacajallenadeamatistas,esmeraldasyrubíes.Caíanlaslucesdespacio,despacio,comolágrimas,yantesdellegaralsueloseextinguíanrepentinamente.Lomásbonitoeranlos cohetes de lluvia de oro, que exhalaban caprichosamente una constelación dechispas, un chorro de gotas de lumbre tan presto encendidas como apagadas. Noobstante, el regocijo de la plaza fue mayor ante los fuegos de tres estallos yculebrina.Estosnocarecíandegracia:salíanyestallabancomoloscohetessencillos,ydeallíapocosoltabanunalagartijadeluz,unreptilquebufandoyhaciendoesescorreteabaporelcieloysehundíadegolpeenlasombra.

Tanprontosequedabaaoscuraslaescenacomoseinundabadeclaridadyparecíaascenderhastaelbalcónlaplaza,consuavisperodegente,lasmanchasdecolordelos tinglados y los cientos de rostros humanos vueltos hacia arriba, disfrutando ysaboreandoelgranplacerdeloshijosdeGalicia,razaquehaconservadoelcultoyamordelceltaporlosfenómenosígneos,porlanocheiluminada,compensacióndelbrumosohorizontediurno.

TambiénaNieveslegustabalaalternativadelaluzconlastinieblas,fielimagendel estado ambiguode su alma.Cuandoel firmamento se encendíay resplandecía;ellaalzaba losojos,atraídapor labrillantezy júbilode las luminariasquedabanamomentos tan agradables un colorido veneciano. Cuando volvía a quedarse todooscuro, atrevíase amirar al poeta, sin verle, pues sus pupilas, deslumbradas por lapirotecnia, no distinguían los contornos. El poeta, en cambio, tenía las suyastenazmente fijas en Nieves, y la veía inundada de claridad, con ese matiz lunarhermosoy raroquepresta la luceríade loscohetes,yquecentuplica la suavidadyfrescurade las facciones.Sentíavivos impulsosdecondensarenuna fraseardientetodoloqueyaerahoradedecir,yseinclinaba…y,alfin,pronunciabaunnombre…

—¿Nieves?—¿Qué?—¿Nohabíaustedvistonuncafuegosasí?—Nunca…Esunaespecialidaddeestepaís…¡Megustanmucho!Sifuesepoeta

comousted,diríadeelloscosasbonitas.Andeusted,discurraustedalguna…—Asídebebrillarlafelicidadennuestravida…brevesmomentos,Nieves…pero

mientrasbrilla…mientraslasentimos…Segundorenegabaensuinteriordelafrasepretenciosa,quenoacababadesalir…

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¡Quésimplezasestabaensartando!¿Noeramejorbajarseotropocomásytocarconloslabios?…¿Ysigrita?…¡Nogritará,viveDios!Ánimo…

Enelbalcónsearmóunalboroto.CarmenAgonde,avoces,llamabaaNieves.—Nieves,venga…venga…Elprimerárbol…unaruedadefuego…Nievesselevantóapresuradamenteyreclinosedepechosenelbalcón,pensando

queconveníadisimularynoestarsetodalanochedepaliqueconSegundo.Empezabaa arder el árbol por un extremo, al parecer no sin trabajo, escupiendo difícilmentechispas rojas; perode súbito se comunicó el fuegoa todoel artefacto, ybrotóunaflamígera rueda, una enorme oblea de luz verde y roja, que giraba y giraba y seexpandía,soltandosucabelleradechispasvolantesyatronandoelespacioconruidodemetralla.Callóbrevesinstantesyhastaestuvopróximoaextinguirse;tendioseunvelodehumorosado,yseviodetrásunfocodelumbre,unsoldeoroqueapocosepuso a dar vueltas vertiginosas, abriéndose y rodeándose de una aureola de rayos.Estos fueron apagándose uno por uno, y el solmenguando y quedándose chiquitohastareducirsealtamañodeunacandelilla,quedioperezosamentealgunaslánguidasvueltasy,suspirando,falleció.

Al retrocederNievesparasentarseotravez,sintióunosbrazosquerodeabansucuello.EraVictorina,ebriadeentusiasmo,prendadadelosfuegos,chillandoconsudelgadavocecilla.

—Mamá…mamá…quégracioso,¿eh?, ¡québonito!YdiceCarmenquevanaquemarotrosárbolesyuncubo…

Interrumpiose, viendo a Segundo en pie detrás de la silla de Nieves. Bajó lacabeza,muy avergonzadade su infantil alegría.Y envezde regresar al balcón, sequedóallíclavadahaciendocariciasasumadre,paradisimularlacortedadytimidezqueseapoderabandeellaencuantolamirabaSegundo.Dosarbolitosmásardíanenlosángulosdelaplaza,figurandounmiriñaqueyunaparrilladeluminarias,primerodoradas,despuésazules.Laniña,apesardesuadmiraciónporlapirotecnia,nodabaseñalesdemarcharsedejandosolosaNievesySegundo.Estesesentócomocosadediezminutos; pero al observar que el grupo de lamadre y la hija no se deshacía,levantoseviolentamente,poseídoderepentinofrenesí,yrecorrióeltenebrososalónapasos desiguales, comprendiendo que por entonces no era dueño de sí mismo, nicapazdecontenerse.

—¡Por vida de… Bien empleado… Quién le mandaba ser un necio ydesaprovechar losmomentos favorables!Nieves lehabíaalentado:élno losoñaba,no señor; miradas, sonrisas imperceptibles, pero evidentes; indicios de agrado ybenevolencia, todo existía, todo le aconsejaba aclarar una situación tan dudosa yenigmática.¡Ah,siaquellamujerlequisiera!Yteníaquequererle,ynoasíporbromay pasatiempo, sino con delirio. No se contentaba Segundo con menos. Su almaambiciosa desdeñaba triunfos ligeros y efímeros: o todo o nada. Si la madrileñapensabacoquetearconél,sellevabachasco:éllacogeríaporsusalasdemariposa,yaunacostadearrancárselas lapararía:a lasmariposaselque lasquiereposeer les

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clava un alfiler o les aprieta fuertemente la región del corazón hasta que expiran:Segundo lo había hecho mil veces cuando niño; volvería a hacerlo ahora; estabaresuelto.Siemprequeunarisaligerayburlona,unademánreservadoounaexpresióntranquiladeNievesindicabanaSegundoquelaseñoradeCombasemanteníaserena,eldespechoconcentradosubíaasugargantaamenazandosofocarle;yalverallíalaniña,conquiensumadresosteníaanimadodiálogo,comoparaentretenerlayquelasirviesededefensa,adoptó la firmedecisióndenodejarpasar lanochesinsaberaquéatenerse.

TornóalladodeNieves,peroestasehabíaincorporado,ylaniña,cogiéndolelasmanos, la arrastraba al balcón. Era el momento solemne y crítico: acababan desuspender del palo el globo monstruo para hincharlo; y en la plaza se oía granvocerío,elrumordelaansiedad.Unafalangedeartesanoscombistas,entreloscualesfigurabaRamóneldulcero,despejabaelsitioparadejarespaciovacíodondepudiesearder libremente la mecha y verificarse la difícil operación. Veíanse las siluetasalumbradasporlaluzdelamecha,agitándose,encorvándose,subiéndosebailandounpasodedanzamacabra.Yanoalumbrabanloscoheteslaoscuridadnocturna,yelmardegenteparecíatenebrosocomounlagodepez.

Plegado aun en dobleces innumerables, hecho un látigo, desmayábase el globobesandoel sueloconsubocadealambre,dondeempezabaaencenderseya tomarvigor la apestosa mecha. Los artífices del colosal aerostático lo iban desplegandosuaveyamorosamente,encendiendodebajodeélotrasmechasparaqueauxiliasenala central y facilitasen la rarefacción del aire en la panza de papel. Esta sepronunciaba,abriéndoselosdoblecesconblandoschasquidos,yelglobo,delánguidoy apabullado, volvíase turgente por algunas partes. Todavía los dibujos de suscuarteronesaparecíanprolongadoscomolospresentadelejoslasuperficiebruñidayconvexade lascafeteras;peroyamuchasorlasy letrerosasomabanporaquíyporacullá, adquiriendo susnaturalesproporcionesy colocación, yviéndose claramentelosgroserosbrochazosdebermellónodeazul.

Lo malo era que tuviese el globo tan ancha boca: escapábase por allí el airedilatado,y si seaumentaban lasmechas,habíapeligrodeprender fuegoalpapelyreducir instantáneamente a pavesas la soberbia máquina. Terrible calamidad, queimportabapreveniratodacosta.Asíesquemuchosbrazosseagitabanextendidos,ycuando el globo se ladeaba hacia alguna parte, varias manos lo sosteníanafanosamente:todoconacompañamientodegritos,palabrotasymaldiciones.

En la plaza aumentaban las mareas y crecía la ansiedad. Carmen Agonde,riéndoseconsupastosoreír,explicabaaNieveslasintrigasdeentrebastidores.Losqueempujabanyqueríanmeterseenelcorroparavolcarlasmechaseimpedirqueelgloboascendiese,erandelpartidoromerista:buenacentinelahabíatenidoquehacerelcoheterotodoeldíaparaquenolemojasenlosárbolesdepólvora;perolainquinamayoreracontraelglobo,porllevarelretratodedonVictoriano:selateníanjurada,y afirmaban que no subiría semejante mamarracho mientras ellos viviesen, y que

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ellos echarían otro globo,mejor que el delAyuntamiento, y único que saldría confelicidad. Por eso aplaudían y lanzaban burlescos aullidos cada vez que el globomagno, desalentado e incapaz de alejarse de la tierra, se dejaba caer a derecha eizquierda,mientraslospartidariosdedonVictorianoatendían,deunaparteaprotegerdetodoagravioelenormecorpachóndelaerostático;ydeotraacalentarlebienlasentrañaseinflarleelvientreparaquevolase.

Nievescontemplabaatentamenteelarmatoste,peroestabaamil leguasdeélsuespíritu distraído.Segundohabía logrado abrirse camino entre los espectadores delbalcón,yallíleteníaNieves,asuderecha,alladosuyo.Nadielesmirabaentonces,yel poeta, sin más preámbulos; pasó el brazo alrededor del cuerpo; de Nieves,apoyandoconbríolapalmadesuabiertamanosobreellugardondeanatómicamenteestá situado el corazón. En vez de la elástica y mórbida curva del seno y losacelerados latidosde la víscera,Segundo encontró la durezadeunode esos largoscorsés-corazas emballenados y provistos de resortes de acero, que hoyprescribe lamoda:artificioquedabaaltalledeNievesgranpartedesupúdicaesbeltez.

¡Malditocorsé!Segundodesearíaquesusdedosfuesengarfioso tenazasquealtravésdelateladelvestido,delasreciasballenas,delaropainterior,delacarneydelas mismas costillas, penetrasen y se hincasen en el corazón; agarrándolo rojo,humeanteysangriento,yapretándolohastaestrujarloydeshacerloyaniquilarloparasiempre.¿Porquénosesentíanloslatidosdeaquelcorazón?EldeLeocadiayhastaeldeVictorinasaltabancomopájarosaltocarles.YSegundo,desesperado,apoyabalamano,insistía,sinrecelodelastimaraNieves,deseoso,alcontrario,deahogarla.

SobrecogidaporlaaudaciadeSegundo,Nievescallaba,noatreviéndoseahacerelmáslevemovimientoportemordequelagenteobservasealgo,yprotestandotansoloconlarigidezdeltalleyunamiradadeangustia,queprontobajó,noacertandoaresistirlaexpresióndelosojosdelpoeta.Esteproseguíabuscandoelcorazónausentesin lograr percibir más que el golpeteo de sus propias arterias, de su pulsocomprimidoporlafirmeplanchadelcorsé.Yalfinelcansanciopudomás,susdedosseaflojaron,subrazocayóinerte,ysinfuerzaniilusióndescansóeneltalleflexibleyférreoalapar,eltalledeballenayacero.

Entretanto el globo, a despecho de las maniobras romeristas, redondeaba suenorme vientre, que iba llenándose de gas y luz, alumbrando la plaza comogigantesca farola.Columpiábasemajestuosamente, y en sus cuarteronesmagnos seleían bien todos los letreros y dedicatorias ideadas por el entusiasmo combista.Laefigie, omejor el coloso de donVictoriano, que ocupaba todo un frente, seguía laforma rotundadel globo, y sobresalía, tan feoydesproporcionado, quedabagozo;teníaporojosdossartenes,porpupilasdoshuevosquesefreíansindudaenellas,porbocaunaespeciedepezo lagarto,yporbarbasunenmarañadobosqueomapadechafarrinones de siena y negro humo. Monumentales ramas de laurel verde secruzaban sobre la cabezadelgigantónhaciendo juegocon laspalmasdeorode suuniforme de ministro, trazadas con brochazos de ocre… Y el globo crecía, se

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ensanchaba,susparedesseponíancadavezmástensas,yatirantábaselacuerdaquecontenía sumasa, impacienteyapor lanzarsea las alturasdel cielo.Loscombistasrugíandejúbilo.Alzoseunrumor,unhondorumordezozobra…

La cuerda había sido cortada diestramente, y sereno, poderoso, magnífico, seelevóelgloboaunos cuantosmetrosdealtura, ascendiendoconél la apoteosisdedonVictoriano, lagloriadesus laureles, rótulosyatributos.Resonóenelbalcónydebajo de él una salva de aplausos y aclamaciones triunfales. ¡Oh vanidad de lahumanaalegría!Nofueunapiedraromerista,fuerontreslomenoslasqueentonces,disparadas por certeramano, abrieronbrecha en elmonumentode papel, y por lasheridasempezóaescaparseatodaprisaelfluidovital,elairecaliente.Encogioseelglobo,secontrajocomoungusanocuandolopisan,doblándosealfinporlacinturayentregándose al fuego de la mecha, que en un decir Jesús se apoderó de él y loenvolvióenunmantodellamas.

Almismo tiempoque fenecíamiserablemente el globodel candidatooficial, elgloboromerista,chiquitoyredondo,pintarrajeadoconobscenosdibujos,subíalistoyvivarachodesdeunaesquinadelaplaza,resueltoanopararhastaelúltimopabellóndenubes.

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Capítulo14

Nievespasólanocheintranquila,yaldespertar,losrecuerdosdelavísperaseleofrecieron dudosos y como soñados; no acababa de dar crédito a la realidad deaquella singular osadía de Segundo, aquella toma de posesión directa, aquelapasionadoultraje que ella no supo resistir. ¡Enquégrave compromiso la ponía elatrevidodelpoeta!¿Ysialguienlohabíanotado?Aldespedirsedelaschicasquelaacompañaban en el balcón, ellas se reían de un modo así… particular. CarmenAgonde, lamuchachona gruesa, con sus ojos dormilones y su genio de pastaflora,descubríaaveces tanto lahilazade lamalicia…Peroquia…¿cómohabíandevernada?Elchalargelinoeralargoycubríatodoelcuerpo…YNievestomóelchal,selo puso y semiró con dos espejos para cerciorarse de que con aquella prenda nopodíaverseunbrazopasadoalrededordeuntalle…Estabaenestaocupacióncuandoabrieronlapuertayentróunapersona.Ellasoltóelespejillo,estremeciéndose.

Erasumarido,másquenuncaamarillo,omejordicho,colorbazo,conlashuellasdelpadecimientoescritasenelrostro…ANieveslediounvuelcolasangre.¿SabríaalgodonVictoriano?Notardóen tranquilizarseoyéndolehablar,condespechomalreprimido, del fracaso del globo y del descaro de los romeristas. El ministronecesitabadesahogarsucontrariedadquejándosedeldolorcillodelalfilerazo.

—Perohasvisto,hija…¿quéteparece?…Lamentose después del continuo ruido de la feria, que no le había consentido

pegar los ojos. Nieves convino en que era cosa molestísima: también ella seencontrabadesvelada.Elministroabriólaventanayelruidosubió,másestruendosoy alto. Asemejábase a un gran coral o sinfonía compuesta de voces humanas,relinchos de bestias, gruñidos de cerdos, mugidos de vacas, terneros y bueyes,pregones,riñas,cantares,blasfemiasysonidosdeinstrumentosmúsicos.LamarejadadelaferiacubríaaVilamorta.

Desdelaventanaseveíanlasolas,unbullirdehombresyanimalesentreverados,embutidospordecirloasí losunosen losotros.Entre lamasadealdeanosseabríacamino frecuentementeun rebañode seisuochobecerros, asustados, endramáticaactitud; unamula llevada del diestro formaba corro, disparando un semicírculo decoces;oíansechillidosyayesdedolor,perolosdeatrásempujabanyelhuecovolvíaa llenarse; un jaco, excitado por la proximidad de las yeguas, se encabritabaexhalandodesesperadosrelinchos,caíaalfin,ymordía,hidrófobodecelo,loprimeroque encontraba. Los mercaderes de hongos de fieltro hacían muy rara figura,paseando su mercancía toda sobre la cabeza: una torre de veinte o treintasombrerones, semejante a las pagodas chinas. Otros traficantes vendían, en unmostrador portátil colgado del pescuezo por dos cintas; ovillos de hilo, balduque,dedales y tijeras; los vendedores de ruecas y husos los llevaban alrededor de lacintura,delpecho,portodaspartes,comoelinhábilnadadorllevalasvejigas;ylossartenerosrelucíanalsol,amododecombatientesfeudales.

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Mareaba la confusión, el vaivén no interrumpido de la muchedumbre, lamescolanza de racionales y bestias, y era fatigoso el doliente mugir de las vacasapaleadas,elchillidodeterrordelasmujeres,labrutalhilaridaddelosborrachos,quesalían de las tabernas con el sombrero echado atrás, la lengua estropajosa, ymuydeseosos de expansión y aire, de arremeter contra los hombres y pellizcar a lasmozas. Estas, afligidas, levantaban el grito, no logrando esquivar el abrazo de losborrachossinoparacaerenlasastasdealgúnbuey,orecibir lahocicadadealgunamula,quelesbañabasienesyfrenteenespumosababa.Ylomásaterradoreraveraunas cuantas criaturas de pecho, llevadas en alto por sus madres, bogando comoendeblesesquifesentanirritadogolfo.

CosademediahoraestuvoNievesasomada,hastaqueselecansaronlosojosyoídos,yseretiró.Alatardecitasepusootroratoalaventana.Sehabíaaplacadounpoco el tráfago comercial, y el señorío delBorde empezaba a concurrir a la feria.Agonde, a quien en todo el día no se le había visto el pelo, porque le absorbía ladesesperada timba que funcionaba en la trastienda, subió entonces un rato, ylimpiándose el sudor copioso, explicaba a Nieves las notabilidades conforme ibanapareciendo,nombrándolelosarciprestes,lospárrocos,losmédicos,losseñoritos…

—Aquelflaco,flaco,quetraeunmatalónpasadoportamiz,yadornosdeplataenlamontura,yespuelastambiéndeplata…eselseñoritodeLimioso…unacasa,Diosnoslibre,delapiernadelCid…ElPazodeLimiosoestáa lapartedeCebre…Loqueestener,notienenunochavo,rentitasdecentenoycuatroviñasqueyanodanuva… ¿Pero usted piensa que el señorito de Limioso entrará a comer en algunaposada?No señora: traerá en el bolsillo supanyqueso…ydormirá…¿qué séyodónde?Comoescarlista,enlatrastiendadedoñaEufrasialedejaránecharsesobrelasilladelpenco;porqueundíacomohoynosobrancolchones…Sialespolistaquellevaleabultatantolafaja,esquedesegurovieneahíelpiensodeljaco…

—Ustedexagera,Agonde.—¿Exagerar?Sí,sí…ustednotieneideadeloquesonestosseñoritos.Aquíles

llaman de siete en bestia, porque suelen traer para siete un solo caballo, que vanmontandoporturnodosados;yunpocoantesdelpueblosedetienenparaentraracaballounoauno,muyarmadosdelátigoyespuelas,yeljacopasasietevecesconsietejinetesdistintos…Puesmireustedquiénvieneallíenunaborricayunamula…¡Las señoritas deLoiro! Son amigas de las deMolende…Repare usted el lío quetraendelante:eselvestidoparaelbailedehoy.

—¿Peroesdeveras?—¡Vaya!Sí, señora: ahívendrá todo, todito: elmiriñaqueo comose llameeso

queabultadetrás,loszapatos,lasenaguasyhastaelcolorete…¡Ah!,puesestassonmuyfinas,quevienenavestirsealpueblo:lamayorparte,haceaños,sevestíanenelpinarqueestájuntoalecodeSantaMargarita…Comonoteníancasaaquí,yaseve,ellas no habían de perder el baile, y a las diez ymedia o a las once estaban entrepinos abrochándose los cuerpos escotados, prendiéndose lacitos y perendengues, y

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tan guapas… Entre todo este señorío, créame, Nieves, no se junta el valor de unpeso…Songentequepornogastargrasanihacercaldo,almuerzasopaenvino…Elmolletedepande trigo locuelganalláen lasvigasparaqueno loalcancenadieydureaños…Yalosconoceuno:vanidadynadamás…

Ensañábaseelboticario,multiplicandopormenoresyrecargándolos,conrabiadeplebeyo que coge al vuelo una ocasión de ridiculizar a la aristocracia pobre, yrefiriendo historias de todos los señoritos y señoritas, miserias más o menoshábilmenterecatadas.ReíasedonVictorianorecordandoalgunosdeaquelloscuentos,yaproverbiales en el país,mientrasNieves, tranquilizadapor la risade sumarido,empezaba a pensar sin terror, antes con cierta complacencia recóndita, en losepisodiosdelosfuegos.HabíatemidoveraSegundoentrelamultitud,peroamedidaquevenía lanochey seborraban losvivoscoloresde los tingladosy seencendíanlucecillas y eranmás roncos los cantos de los beodos, se sosegaba su ánimo y elpeligro le parecíamuy remoto, casi nulo.En su inexperiencia se había figurado alpronto que el brazo de Segundo le dejaría señal en el talle, y que el poetaaprovecharíaelprimermomentoparaaparecerexigenteylocodeamor,delatándoseycomprometiéndola.Maseldíasedeslizabaserenoysinlances,yNievesprobabalaimpaciencia inevitable en la mujer que no ve llegar al hombre que ocupa suimaginación.Alfinpensóenelbaile.AllíestaríaSegundo,dehecho.

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Capítulo15

Ysecompusoparaelbailedelpoblachónconsecretailusioncilla,esmerándoselomismoquesisetratasedeunsaraoenelpalaciodePuenteancha.Claroestáqueeltocadoyvestidoeranmuydiferentes,peronomenorelestudioyarteenlaelección.Un traje de crespón de China blanco, subido y corto, guarnecido con encajes devalenciennes:trajeplegado,adherenteydúctillomismoqueunacamisadebatista,ycuyaoriginalsencillezcompletabanloslargosguantesdeSuecia,oscuros,arrugadosenlamuñeca,quesubíanhastaelcodo.Unterciopelonegrorodeabalagargantaylocerraba una herradura de brillantes y zafiros.El hermoso pelo rubio, recogido a lainglesa,seinsubordinabauntantoenlafrente.

CasilediovergüenzadehabercalculadoesteatavíocuandoatravesódelbrazodeAgondelafangosaplaza,yoyólaratoneramúsica,yvioque,comolavíspera,estabaelzaguándelConsistoriollenodegenteacurrucada,alacualeranecesariopisarparallegar hasta la escalera. Por los descansos corrían las heces de la feria, un reguerooscuro,colordevino…Agondeladesvió.

—Nopiseahí,Nieves…cuidadito…Ellasesintiórepelidaportanfeoingreso,yrecordóelvestíbuloylaescalerade

losduquesdePuenteancha,demármol,alfombradaporelcentro,conmacetasaloslados…Alapuertadel salóndondeahorapenetraba,habíaunacantinaprovistadeazucarillos,rosquillasydulces,ylamujerdeRamónelconfitero,consuinseparablemamón, despachaba el género mirando torvamente a las señoritas que entraban adivertirse.SentaronaNievesenellugarmásconspicuodelsalón,frentealapuerta.No estaban muy limpias las caleadas paredes, ni muy flamantes las banquetascubiertasdepañograna;ynilaslucesmaldespabiladas,nilaarañadehojalataconbujíasformabanunespléndidoalumbrado.Lamuchagenteeracausadequeelcalorrayase en insufrible. Hacia el centro del salón se arracimaban los hombres,confundiéndose en negra masa la juventud de Vilamorta con agüistas, forasteros,tahúres y señoritos monteses. Cada vez que la música atronaba el recinto con laindiscreta sonoridad de sus metales, del grupo central se destacaban los animososbailarines,lanzándoseenbuscadepareja.

Nieves miraba, sorprendida, el aspecto del baile. Producíanle un efecto raro ycómico las señoritas con sus peinados abultados y pingües en rizos, sus tecesrafagueadas de polvos de arroz ordinarios, sus escotes por poco más abajo delpescuezo,suslargascolasdetelaspeseteras,pisoteadasydestrozadasporlasreciasbotas de los galanes, sus flores de tarta mal prendidas, y sus guantes cortos demuñeca,degruesocabrito,queamorcillabanlasmanos…AcordábaseNievesdelasdescripcionesdeAgonde,del tocadorestablecidoenelpinar,ysedabaaireconsugranpericónnegro,tratandodealejarlaatmósferapestilenteenqueelbureodelbailelaenvolvía.Allísebailabaadestajo,comosidisputasenunpremioofrecidoaquienechasemásprontolosbofes;ibanlasparejasarrastradasporsupropioimpulsoala

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vez que por los ajenos empujones, pisotones y rodillazos; y Nieves, habituada apresenciarelbaileacompasadoyfinodelossaraos,seadmirabadelafeyresoluciónconquebrincabanenVilamorta.Algunasmuchachasaquieneslostaconazoshabíandesgarrado los volantes del traje, se paraban, remangaban la cola, arrancaban eladorno todo alrededor rápidamente, lo enrollaban, y después de arrojarlo en unaesquina, volvían risueñas y felices a los brazos de su pareja. Los caballeros seenjugabanelsudorconelpañuelo,peroerainútil;cuellosypecherassereblandecían,elpelosepegabaa las frentes,por lossobacosde loscorpiñosdesedaseextendíaunamancha;yloscincodedosdelosgalanesseseñalabanyquedabanimpresosenlaespaldadelasseñoras…Ylagimnasiaproseguía,yelpolvoylasmoléculasdesudorviciabanelaire,yelpisodelsalónsecimbreaba…Habíaparejashermosas,jóvenesfrescasymancebosgallardos,quedanzabanconlaalegríasanadelamocedad,conlos ojos brillantes, rebosando expansión física; y otras muy risibles, de hombreschiquitos conmujeres altas, demujeronas conniñosbarbiponientes, deun ancianocalvoconuna inmensa jamona.Algunoshermanosbailabancon sushermanas,porcortedad,pornoatreversea sacaraotras señoritas, el secretariodelAyuntamiento,casadohacíaañosyaconunaorensanarica,viejaymuycelosa,saltabatodalanocheconsumujer,ypornomorirasfixiadoimprimíaapolkasyvalseselcompásdelashabaneras.

Cuando Nieves entró la miraron las demás mujeres con curiosidad primero ysorpresadespués.¡Cosamásrara!¡Venirtansencillita!¡Notraerunacoladevaraymedia, ni una flor en el peinado, ni brazaletes, ni zapatos de seda! Dos o tresforasteras de Orense, que abrigaban la pretensión de poner raya en el baile deVilamorta,cuchicheabanentresí,comentandoaquellanegligenciaartísticayelpudorde aquel corpiño, blanco, subido y la gracia de aquella cabeza chiquita, casi sinmoño, vaporosa como las de los grabados de La Ilustración. Se proponían las deOrense copiar el figurín; en cambio, las de Vilamorta y el Borde censurabanacerbamentealaministra.

—Vieneasícomovestidadecasa…—Lohaceporqueaquínosequiereponernadabueno…Yaseve,paraunbaile

de aquí… Pensará que no entendemos… Pero mujer, siquiera pudo peinarse algomejor…Ybienseleconocequeseaburre;mira,¡siparecequeseestádurmiendo!

—Antes parecía que no se podía estar quieta sentada… daba con el pie en elsuelo,deganasqueteníadeirse…

¡Ah! ¡Efectivamente, Nieves se aburría! ¡Y si las señoritas censoras pudiesenadivinarlacausa!

No veía a Segundo en parte alguna, por más que le buscaba con los ojos, alprincipio disimuladamente y sin rebozo después. Por fin vino el abogadoGarcía asaludarla,yentoncesnosepudocontener,yesforzándoseporhablarentononaturalycorriente,lepreguntó:

—¿Yelpollo?¡Milagroquenoandaporaquí!

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—¿Quién? ¿Segundo?Segundoes allá… tan raro…¡vayausted a saber loqueestará haciendo él a estas horas! Leyendo versos, o componiéndolos… Hay quedejarloconsusmanías.

Y el ahogado agitó las manos, como indicando que era preciso respetar lasextravaganciasdelgenio,mientraspensabaparasusbotones:

—Estaráconlacondenadadelavieja.Laverdaderaqueelpoeta,dadaslascircunstancias,pornadadelmundoiríaaun

bailecomoaquel,dondesusconocidas, laschicasdelpueblo, lecomprometeríanabailar, a recibir empellones y sudar el quilo como los de más muchachos. Y suretraimiento,hijodelinstintoestético,surtióefectomaravillosoenNieves,borrandodeltodolosresiduosdeltemor,estimulandolacoqueteríaypicandolacuriosidad.

Hablábaseenelmismobaile,enelcírculoradicalqueseformóalrededordedonVictoriano y su esposa, de la salida inmediata para las Vides, a presenciar lavendimia:proyectoqueregocijabaalexministro,comoregocijaaunniñocualquierdiversión extraordinaria. Se nombraba a las personas a quienes el hidalgo teníaconvidadas o pensaba convidar para tan alegre época, y al pronunciar Agonde elnombre de Segundo, Nieves alzó los ojos, su rostro se animó, mientras se decíainteriormente:

—Escapazdenoir.

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Capítulo16

¡GrandíaenlasVidesaquelqueelAyuntamientoseñalaparalavendimia!Elañoenterotranscurreenpreparativosyexpectacióndelhermosotiempodelacosecha.Laparrasehavestidodepúrpurayoro,peroyavasoltandolentamentepartedesuricoornato, como la desposada sus velos al pie del tálamo nupcial: las avispas seencarnizan en los racimos, avisando al hombre de que están maduros; setiembreostentalaserenaplacidezdesusúltimosdías:avendimiarsintardanza.

Ni Primo Genday, ni Méndez se dan punto de reposo. Hay que atender a lascuadrillas de vendimiadoras y vendimiadores que vienen de distantes parroquias aalquilarse,distribuirles la labor,organizarelmovimientodelarecolecciónparaqueresultearmónicoy fructuoso.Yesqueel trabajode lavendimiaseasemejaalgoauna gran batalla, donde se exige al soldado extraordinario desarrollo de energía,despilfarro de músculos y sangre, pero en desquite es preciso tenerle siempreprevenido lonecesariopara repararsus fuerzasen losmomentosdedescanso.Paraque la gente vendimiadora estuviese dispuesta y animada a la penosa faena,importaba que encontrasen a punto, en la bodega, la ancha vasija llena de mostodonde bebiesen a discreción los carretones, al llegar exhaustos de subir el pesadocoleiro o cestón henchido de uva por las cuestas agrias; importaba que el espesocaldodecalabazo,condimentadoconsebodecarnero,lassardinasarenquesyelpandecentenoabundasencuandolosreclamabaelapetitodevoradordelascuadrillas;acuyo fin, ni se apagaba el hogar de las Vides, ni nunca se veían desocupados loscalderosenormesdondehervíaelrancho.

Si a esto se añade la presencia de huéspedes numerosos y distinguidos, secomprenderáelbulliciodelcaserónsolariegoentanincomparablesdías.Encerrabansusparedes,apartede lafamiliaComba,aSaturninoyCarmenAgonde,al jovenyafablecuradeNaya,almonumentalarciprestedeLoiro,aTropiezo,aClodioGenday,alseñoritodeLimiosoyalasdosseñoritasdeMolende.Hallábanseallírepresentadastodas lasclasesyeracomomicrocosmosobrevecompendiodelmundodeaquellaprovincia; atraídos los curas por PrimoGenday, los radicales por el diputado, y laaristocraciaporelmayorazgoMéndez.Ytodaestagentedetandiversacondición,alencontrarsereunida,sedioadivertirseygozarenlamejorarmoníayconcordia.

Al júbilode losvendimiadoresrespondíacomounecoelde loshuéspedes.Eraimposibleresistiralaexpansiónbáquica,alaembriaguezqueserespirabaenelaire.Entrelosespectáculosdeleitososquelanaturalezaofrece,nocabeotromásgratoqueeldesufecundidadenlavendimia:aquelloscestoscolmadosderacimosrubiosodelcolordelacuajadasangre,quehombresfornidos,casidesnudos,semejantesafaunos,subenyvacíanenlacubaoenellagar;aquellarisadelasvendimiadorasescondidasentreelfollaje,disputando,desafiándoseacantardesdeunaviñaaotra,desafíosqueconcluían al anochecer como concluyen todas las expansiones violentas en que segasta mucho vigor muscular; por desahogos melancólicos, por algún prolongado

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gemidocéltico,algúnquejumbrosoa-laá-laá…Lapaganasensacióndebienestar,elrústicoregocijo,elcontentamientodevivir,secomunicabanalosespectadoresdetanlindoscuadros;ypor lanoche,mientras loscorosdefaunosybacantesbailabanalsondelaflautaylapandereta;elseñoríosedivertíatumultuosamente,conpuerilesretozos,enelcaserón:

Dormíanlasseñoritasjuntasenunagranpiezadestartalada,lasaladelRosario,ya los huéspedes varones les había alojado Méndez en otra sala muy espaciosa,llamadadelBiombo,porencerrarunotanfeocomoantiguo;sinquedeestesistemadeacuartelamientoquedaseexentomásqueelarcipreste;cuyaobesidadyronquidoseran tales, que ninguna persona medianamente sensible le podría sufrir porcompañerodedormitorio;yconestarasírepartidaendosseccioneslagentetraviesaymaleante;sucedióquevinoaarmarseunaespeciedeguerra,yquelasinquilinasdela sala del Rosario solo pensaban en hacer travesuras a los inquilinos de la delBiombo, resultando de aquí mil chistosas invenciones y divertidas escaramuzas.Entrelosdoscamposestabaunoneutral:lafamiliadeComba,respetadaensusueño,invulnerableenmateriadebromaspesadas,sibienelbandofemeninosolía tomaraNievesporconfidenteeinspiradora.

—Nieves,vengaacá…Nieves,mirequétontaesCarmenAgonde…Mire…diceque le gustamás el arcipreste, ese barril, que donEugeniño, el deNaya…Porquedicequeledamucharisavercómosuda,yaquellascollasdecarnequetieneenelcogote…Ydiga,Nieves,¿qué leharemosestanocheadonEugeniño?¿YaRamónLimioso,quetodoeldíanosestádesafiando?

Laque así hablaba erapor lo regularTeresaMolende,morenayhombruna, denegrosojos,buenejemplarderazamontañesa:

—La de ayer nos la han de pagar—añadía su hermana Elvira, la sentimentalpoetisa:

—¿Puesquéhasido?—HadesaberustedqueencerraronaCarmen,¡soneldemonio!Laencerraronen

el cuarto de Méndez… ¡Lo que no discurren! Le ataron las manos atrás con unpañuelodeseda,letaparonlabocaconotroparaquenochillase,ymeladejaronallícomoelratónenlaratonera…NosotrosbuscaquetebuscaaCarmen,yCarmensinaparecer… Nosotros echando malos pensamientos… Hasta que va Méndez aacostarse yme la ve allí…Por supuesto que tropezaron con esta boba, que si danconmigo…

—Lomismolaencerrabanausted—alegóCarmen.—¡Amí!—exclamó la amazona enderezando su robusto cuerpo—. ¡Como no

fuesenelloslosencerrados!—Perosimecogieronlaacción…—asegurabaladeAgondeponiendoelrostro

compungido de un bebé—. Mire, Nieves, me dijeron así: «Eche las manos atrás,Carmiña, que le vamos a meter en ellas una monedita de cinco duros». Y yo laseché…y¡fuerontantraidoresquemelasataron!

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AquíNieveshacíacoroalascarcajadasdelasdoshermanas.Aquellasencilleznosehadenegarqueteníamuchogracejo.Nievescreíavivirenunmundonuevodondenoexistíalarutina,lasgastadasfórmulasdelasociedadmadrileña.Esverdadquetancandorososybulliciososdeportespodíanrayareninconvenientesogroseros,peroaveceseranverdaderamenteentretenidos.Desdequeselevantabanloshuéspedes,alamesa, por las tardes, todo era solaz y jarana. Teresa se había propuesto no dejarcomer en paz aTropiezo, y con suma destreza cogía al vuelo lasmoscas y se lasechaba disimuladamente en el caldo, o le escanciaba vinagre en vez de vino, o leuntabadepezlaservilletaafindequeselepegasealaboca.Paraelarcipresteteníaotrachanza:ladehacerlehablardeceremonias,conversaciónaqueeramuyafecto,yalverleentretenido retirarlededelanteelplato,queequivalíaaarrancarle lamitaddelcorazón.

De noche, en el salón de los espejos turbios, donde el piano y las mecedorascampeaban, formábase una brillante tertulia: se cantaban trozos de anticuadaszarzuelas,comoEljuramentoyElgrumete;sejugabanpartidasdeburroescondidoysinesconder,debriscaconseñasydemalilla;cansadosdelosnaipes,acudíanalasprendas,alflorón,aapurarunaletrayaadivinarelpensamiento…Ydespiertayalaretozona sangre campesina, se pasaba a juegos físicos, a las cuatro esquinas, a lagallinaciega,quetienenlasalypimientadelejercicio,delgrito,delencontrónylapalmada…

Recogíansedespuésexcitadosaúnporeljuego,yeralahoramástremenda,ladelasgrandesdiabluras: lahoraenqueseatabancerillasencendidasalcuerpode losgrillos, para meterlos por debajo de la puerta del dormitorio; la hora en que sequitaban tablas a la tarimadeTropiezo, para que, al acostarse, se hundieseydieseformidable costalada… Oíanse por los corredores risas, pasos tácitos, y se veíanbultosblancosqueseescurríanprecipitadamente,ypuertasquesecerrabanconllaveyantelascualesseamontonabanmuebles,mientrassalíadedentrounavozgruesaypastosadiciendo:

—¡Quevienen!—¡Cerrarbien,chicas!…¡NoseabrenialEspírituSanto!…

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Capítulo17

Segundo fue el último en gozar la hospitalidad de las Vides. Como era pocoaficionado a juegos y Nieves tampoco tomaba en ellos parte muy activa,encontraríanse aislados a no ser por Victorina, que no se despegaba de su madreapenasveíapróximoaSegundo,ytambiénporElviraMolende,quedesdeelprimerinstanteseadhirióalpoetacomolaenredaderaalmuro,dedicándoleunrepertoriodemiradas, suspiros, confidencias y vaguedades capaces de empalagar a unmozo deconfitería.AlpuntoyhoraenqueSegundopisólasVides,perdióElviratodoelvapordesuanimación,yadoptólaacostumbradaposturalánguidaysentimental,quehacíaparecermáshundidassusmejillasymásojerososymarchitossuspárpados.Recobrósuandarlamelancólicainclinacióndelsauce,ydejandoaunladobromasyretozos,seconsagróporcompletoalCisne.

Comohacíalunayeranlasnochesapeteciblesparagozadas,asíqueseponíaelsol y se acababa el bureo de la labor y las parejas de vendimiadores se reunían adanzar,algunosdeloshuéspedessejuntabanasuvezenelhuerto,especialmentealpie de un paredón que tenía por límite camelios frondosos, o bien se detenían, alregresar de paseo, en algún lugar de esos que convidan a sentarse y a un rato deplática. Sabía Elvira d e memoria muchos versos buenos y malos, por lo regularpertenecientesalgénerotristón,eróticoyelegiaco;noignorabaningunadelasfloresy ternezasqueconstituyeneldulce tesorode lapoesía regional;y alpasarpor susdelgadoslabios,porsuvozsuave, timbradacontimbrecristalino,alentonarlosconsu mimoso acento del país, los versos gallegos adquirían algo de lo que la saetaandaluza en la boca sensual de la gitana: una belleza íntima y penetrante, laconcrecióndelalmadeunarazaenunaperlapoética,enunalágrimadeamor.Detanplañiderasestrofassealzabaavecesirónicarisa,lomismoqueelrepiquealegredelas castañuelas suele destacarse entre los sonesgemidores de la gaita.Ganaban laspoesíasendialectoyparecíaaumentarsesufrescurayagrestearomaaldecirlasunamujer, con blanda pronunciación, en la linde de un pinar o bajo la sombra de unemparrado, en serenas noches de luna: y el ritmo pasaba a ser melopea vaga ysoñadoracomoladealgunasbaladasalemanas;músicalabial,salpicadademuellesdiptongos,deeñescariñosas,dexmoduladasconotrotonomásmelosoqueeldelasilbadora ch castellana. Generalmente, después de haber recitado buen rato, secantabancanciones:donEugenio,queerarayano,sabíafadosportugueses;yElvirasepintabasolaparaentonaraquellapopularísimaysaudosacántigadeCurros,queparecehechaparalasnochesdruídicas,delunar.

Segundotemblódevanidadcuando,enturnoconlosdelospoetasconocidosyamados en el país, recitóElvirade corrido lamayorpartede los cantosdelCisne,impresos en periódicos de Vigo o de Orense. Segundo no había escrito nunca endialecto,ysinembargo,Elvirateníaunlibrodonderecortabaypegabaconengrudotodas las producciones del desconocidoCisne. Y Teresa, terciando en la animada

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conversacióndelató,conelmejorpropósito,asuhermana.—Esta también compone.Anda,mujer, di algo tuyo.Tiene un cuaderno así de

cosas suyas, discurridas, escritas por ella. Recitó la poetisa, después de losindispensablesremilgos,dosotrescosillascasisinformapoética,flojas,sincerasenmediodesufalsedadsentimental:deesosversosquenorevelanfacultadesartísticas,pero son indicio cierto, infalible, de que el autor o autora siente un anhelo nosatisfecho, aspira a la fama o a la pasión, como el inarticulado lloro del párvulodeclarasuhambre.Segundodabatormentoalbigote;Nievesbajabalosojosyjugabaconlasborlasdesuabanico,impacienteyaunalgoaburridaynerviosa.SucedíaestoalosdosotresdíasdelallegadadeSegundo,elcualtodavíanohabíapodidorealizarlamenortentativadedecirleaNievesdospalabras.

—¡Quéseñoritasestas tancursis!—pensaba ladeComba,mientrasenvozaltarepetía—:¡Québonito,quétierno!SepareceaunascomposicionesdeGrilo…

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Capítulo18

NohablabandeversoselmayorazgodelasVides,nilosGendays,nielarcipreste,instalados en el balcón so pretexto de tomar la luna; en realidad para debatir lapalpitantecuestióndevendimia.

¡Buenacosecha,buena!Lauvanoteníaniseñalesdeoidium:eralimpia,gruesa,ytansazonada,quesepegabaalosdedoslomismoquesiestuvieseregadaconmiel.Desegurovalíamáselvinonuevodeaquelañoqueelviejodelanterior.¡Elanteriorfuemuchocuento!¡Quegranizoporacá,queaguaporacullá!…Estabalauvaabiertayacontantolloverysinpizcadesustancia;resultóunvinoqueapenasmanchabalamangadelacamisadelosarrieros…

Al recordar semejante calamidad, Méndez fruncía su arrugada boca, y elarcipreste resoplaba…Y la conversación seguía, sostenida por PrimoGenday, quemuyverboso,salivandoyriendo,recordabapormenoresdecosechasdeveinteañosatrás,afirmando:

—Ladeesteañoesigualitaaladelsesentayuno.—Lomismo,hombre—confirmabaMéndez—.LoqueeselRebeconodaesta

vezmenos cargas;y laGrilloa, no sé, no sé si aúnnosmeterá en casa seiso sietemás…¡EsmuchaviñalaGrilloa!

Despuésdetanalegresauguriosdepingüerecolección,complacíaseMéndezendetallar a su atento auditorio algunas mejoras que introducía en el cultivo: teníaajustada lamayor parte de sus pipas con arcos de hierro,más costosos que los demadera, peromás duraderos y que ahorraban la pesada faena de preparar y domararcosacadavendimia:ademáspensabainstalar,porvíadeensayo,unlagarconnoséqué hidráulicos artificios, que evitasen el feo espectáculo de la uva pisada porhumanospies;ynoqueriendotampocodesperdiciarelbagazodelauva,destilaríaunalcoholrefinado,quelehabíadecomprarAgondeapesodeoropararemedios…

Al arrullo de las voces graves que discutían importantes puntos agrícolas en elbalcón,donVictoriano,untantorendidodesuexpediciónalasviñas,fumabaenlamecedora, sepultado en penosas meditaciones. Desde su regreso de las aguas,sentíasecadavezmásdébil:laefímeramejoríaseevaporaba,creciendolapostración,la bulimia, la sed y la desecación del pobre cuerpo. Recordaba que Sánchez delAbrojolehabíaindicadocuántoalivioleproporcionaríaunligerosudor,yalobservarlos primeros días, después de beber el agua sulfurosa, el restablecimiento de estafuncióndelapiel,sualegríanotuvolímites.¡Mascuálfuesuterroraladvertirquelacamisa, tiesaydura,se lepegabaalcutis,comosiestuvieseempapadaenalmíbar!Apoyóloslabiosenunplieguedelamangaypercibióunsabordulzón.¡Evidente!¡Sudabaazúcar!¡Lasecreciónglicosaera,pues,incoercible,yportremendaironíadelasuerte,todaslasamargurasdesuexistenciaveníanaresolverseenaquellaextrañaelaboracióndemateriasdulces!

Notabadepocosdíasaestaparteotroalarmantesíntoma.Suvistasealteraba.Al

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desecarseelhumoracuosodelojo,seleibaempañandoelcristalino,ypresentábaselacataratadelosdiabéticos.DonVictorianosentíaescalofríos.Yalepesabahabersepuesto en las homicidas manos de Tropiezo, y haber tomado las aguas.Indudablementeleerrabanlacura.Desdeaqueldía,régimensevero,dietadefrutas,deféculas,deleche.¡Vivir,vivirsiquieraunaño,yocultarelmal!…Siloselectoresveíanasudiputadociegoymoribundo,¡ríansetodosconRomero!…¡Elbofetóndeperderlaseleccionespróximasleparecíatanhumillante!…

Carcajadasargentinasyexclamacionesjuvenilesquesubíandelhuertocambiaronel curso de sus ideas. ¿Por qué Nieves no se hacía cargo del grave estado de sumarido?Él quería disimular ante elmundo entero, pero ante sumujer… ¡Ah! ¡Sumujerlepertenecía,sumujerdebíaestarallísosteniéndolelafrente,acariciándole,envezdegozaryloquearentrelascameliascomounachiquilla!Sieralindayfrescaysumaridoachacoso,peorparaella…Queseaguantase,comoerasudeber…¡Bah,quédisparate!¡Nievesnolequería;nolehabíaqueridonunca!

Lasrisasyelalborotoaumentabanabajo.Eraque,agotadoslosversos,VictorinayTeresahabíanpropuestojugaralescondite.Victorinachillabaacadamomento:—¡Tulé…pandaTeresa!¡Tulé…pandaSegundo!—Eraelhuertomuyadecuadoparasemejante ejercicio, a causa de su complicación casi laberíntica, debida a estardispuesto en inclinadasmesetas, sostenidasporparedillas, divididaspor tupidísimoarbolado,ycomunicadasporescalinatasdesiguales,comosucedea las fincas todasentanaccidentadopaís.Asíesqueeljuegoproducíagranalborozo,puesdifícilmenteconseguíaelquepandabaacertarconlosescondidos.

Procuraba Nieves ocultarse bien, por pereza, por no pandar y tener luego quecorrermuchodetrásdelosdemásjugadores.Deparolelafortunaunrefugiosoberbio,ellimonerogrande,situadoalextremodeunameseta,cercadevariasescalerillasquefavorecían la retirada. Se emboscó, pues, en lo más denso de la gruta de follaje,haciendo por disimular su vestido claro. Breves momentos llevaba allí, cuando laoscuridadaumentóyunavozmurmurómuyquedo:

—¿Nieves?—Eh…—chillóasustada—.¿Quiénmebuscaporaquí?—No, no la buscan a usted… Solo yo la busco —exclamó enérgicamente

Segundo,penetrandoenelalberguedeNievescontantaimpetuosidad,quelostardíosazaharesqueaúnblanqueabanenlasramasdelcorpulentoárbolsoltaronsuspétalossobrelacabezadelosdos,ygimióarmoniosamenteelramaje.

—PorDios,García,porDios…Noseaustedimprudente…márcheseusted…odéjemesalir…Sivienenynosencuentranaquí,quédirán…porDios…

—¿Quémevaya?…—pronuncióelpoeta—.Peroseñora,aunquemeencuentrenaquí… no tendrá nada de particular; hace un rato estuve con TeresaMolende alládetrásdeuncamelio…osejuegaonosejuega…Enfin,siustedlomanda,pordarlegusto…Peroantes,dígameustedunacosaquenecesitosaber…

—Enotraparte…enelsalón…—balbucióNieves,prestandoansiosooídoalos

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lejanosrumoresygritosdeljuego.—¡Enelsalón!…¡Rodeadosdeunosydeotros!…No,nopuedeser…Ahora,ahora…¿ustedmeoye?

—Sí,yaoigo—pronuncióellaconvozapagadaporeltemor.—Pueslaadoro,Nieves.Laadoroyustedmequiereamí.—¡Chisst!,¡silencio,silencio!Estáncerca…Suenanasícomopasos…—No,sonlashojas…Dígamequemequiere,ymevoy.—¡Quévienen!PorDios,¡yomevoyamorirdelsusto!Bastadebroma,García;

yolesuplico…—Sabeusteddemasiadoquenoesbroma…¿Yanoseacuerdausteddeldíade

los fuegos? Si usted no me quisiese, aquel día hubiera apartado el cuerpo… ogritado…ustedmemiraaveces…medevuelvelasmiradas…¡Nomelopuedeustednegar!

SegundoestabaalladodeNieves,hablandoconarranquefogoso,perosintocarla,por más que la embalsamada y rumorosa celda que ocupaban ambos oprimieseblandamente sus cuerpos, como aconsejándoles aproximarse. Pero Segundo seacordabadelasfríasydurasballenas,yNieves,trémula,seechabaatrás.Trémula,sí,demiedo.Podíallamaralagente;perosiSegundonosedesviaba,quédisgusto,quéexplicaciones,quévergüenza.Despuésde todo,elpoeta llevabarazón: lanochedelosfuegosellahabíasidodébil,yestabacogida.¿YquéharíaSegundodespuésdeoírelsí?Élreiterabasuorgullosayvehementeafirmación.

—Ustedmequiere,Nieves…ustedmequiere…Dígalounavez,unasola,ymemarcho…

DejoseoíracortadistancialavozacontraltadadeTeresaMolende,haciendounaespeciedeconvocatoria…

—Nieves,¿dóndeestá?Victoriniña,Carmen…adentro,quecaerocío…Yotroórganoatiplado,eldeElvira,lanzóalosecos:—¡Segundo!¡Segundo!¡Nosretiramos!Caía,enefecto,esamolliznaimperceptiblequerefrescalasnochescalurosasde

Galicia; las hojas charoladas del limonero, en el cual se embutía Nieves paradesviarsedeSegundo,estabanhúmedasde relente;elpoetase inclinóysusmanosencontraronotrasheladasdefríoypavor…Apretolashastaestrujarlas.

—Omediceustedsimequiere…—¡PeroDiosmío,estánllamándonos…meechandemenos…tengofrío!—Pues dígame la verdad. Si no, no hay fuerzas humanas que de aquí me

arranquen…sucedaloquesuceda.¿Tandifícilesdecirunapalabrasola?—¿Yquéhededecir,vamos?—¿Mequiereusted?Síono.—¿Ymedejaustedsalir…iracasa?—Todo…todo…¿peromequiereusted?Élsínoseoyócasi.Fueunaaspiración,unasprolongada.Segundoledeshacía

lasmuñecas.

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—¿Mequiereustedcomoyolaquiero?Dígaloustedclaro.EstavezNieves,conesfuerzo,articulóunsíredondo.Segundolesoltólasmanos,

se llevó las suyas a la boca en apasionado ademán de gratitud, y saltando por lasescalerillas,desaparecióentrelosfrutales.

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Capítulo19

RespiróNieves.Estaba…así…comoaturdida. Sacudió lasmuñecas, doloridaspor la presión de los dedos deSegundo, y se compuso el pelo,mojado de rocío yrevueltoconelrocedelramaje.¿Quéhabíadicho,señor?…Cualquiercosa,parasalirdetangraveaprieto…Ellaseteníalaculpa,porapartarsedelagenteyesconderseenunpuntoretirado…Y,conesedeseodedarpublicidadalosactosindiferentes,queacomete a las personas cuando tienen que ocultar algo, gritó llamando a todo elmundo:

—¡Teresa!¡Elvira!¡Carmen!¡Carmen!—¿Dóndeestá?¡Nieves!¡Nieves!¡Nieves!—respondierondesdevariossitios.—Aquí…juntoallimonerogrande…¡Yavoy!Cuandoentraronenlacasa,Nieves,másserena,recapacitabayseasombrabade

símisma. ¡Decirle a Segundoque sí! Ello había salidomedio a la fuerza; pero alcabo,habíasalidodesuboca.¡Quéatrevimientoeldelpoeta!ImposibleparecíaquefuesetanresueltoelchicodelabogadodeVilamorta.Ellaeraunadamadedistinción,muy respetada: sumarido acababa de serministro. Y aquella familia deGarcía…¡Bah!… unos nadies; el padre usaba cada cuello deshilachado, que daba pena; notenían criada, las hermanas corrían descalzas a veces… El mismo Segundo, a laverdad…selenotabamuchísimoelairedeprovincia,yelacentogallego.No,feonopodíallamársele:teníaalgodeparticularenlacarayeneltipo…¡Hablabacontantapasión!Como si en vez de rogarmandase… ¡Qué aire de dominio el suyo!Y eralisonjerounperseguidorasí,tanentusiastaeintrépido…¿QuiénsehabíaenamoradodeNieveshasta la fecha?Cuatrogalanterías,unoque lamirabacon losgemelos…TodoelmundoenMadridlatratabaconesatibiezayconsideraciónqueinspiranlasseñorasrespetables…

Por lo demás, no dejaba de comprometerla aquel empeño de Segundo. ¿Seenteraríanlasgentes?¿Lonotaríasumarido?¡Bah!…sumaridosolopensabaensusachaques,en laselecciones…Conellaapenashablabadeotracosa.¿Ysi sehacíacargo? ¡Qué horror, Dios mío! Y las del escondite, ¿no maliciarían?… Elvira semostraba más lánguida y suspirona que de costumbre… ¡A Elvira le gustabaSegundo!Aél…no;élnolehacíapizcadecaso…YlosversosdeSegundosonabanbien, eran lindos; podían figurar enLa Ilustración…En fin…Como antes de laseleccionestendríanquemarcharseaMadrid,apenasexistíapeligrograve…Siemprelequedaríaungratorecuerdodelveraneo…Elcasoeraevitar,evitar…

No se atrevió Nieves a decirse a sí misma lo que convenía evitar, ni habíadilucidado este punto cuando penetró en el salón, donde la partida de tresillofuncionabaya.SentoselaseñoradeCombaalpiano,ytecleóvariascosillasligeras,polkasyrigodones,paraquebailasenlasmuchachas.Estaslepidieronavocesotramúsica:

—Nieves,¡lamuiñeira!

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—¡Lariveirana,porDios!—¿Lasabetoda,Nieves?—Todita.¿Puesnolaheoídoenlasfiestas?—Aecharla.Vengadeahí.—¿Quiénlaecha?—¿Quiénlarepinica?¡Aver,aver!Alzáronsevariasvocesdelatoras.—TeresaMolende…¡juy!Dagustovérselabailar.—¿Ylapareja?—Aquí…RamonciñoLimioso,quepunteaqueesunpasmo.ReíaseTeresa,con

viriles y sonoras carcajadas, jurando y perjurando que había olvidado lamuiñeira,que nunca la supo a derechas.De lamesa de tresillo se elevó una protesta: la deldueñodelacasa,Méndez.¡VayasiTeresiñabailababien!Quenosedisculpase,quenolevalíaladisculpa:nohabíaentodoelBordemozaqueechaselariveiranaconmás salero: es verdad que cada día se iba perdiendo la costumbre y el chiste paraestascosastradicionales,antiguas…

Cedió Teresa, no sin afirmar por última vez su incompetencia. Y después derecogerseconalfilereslafaldadelvestidoparaquenolehicieseestorbo,cesódereír,yadoptóuncontinentemodestoycandoroso,dejandocaer elvelode lospárpadosencima de sus gruesos y ardientes ojos, inclinando la cabeza sobre el pecho,descolgando los brazos a lo largo del cuerpo, e imprimiéndoles leve oscilación,mientras frotaba una contra otra las yemas del pulgar e índice; y así, andando amenudospasitos,conlospiesmuyjuntos,siguiendoelritmodelamúsica,fuedandolavueltaalsalónconsingulardecoroylamiradapuestaenelpiso,deteniéndosealfineneltestero.Mientrasestosucedía,elseñoritodeLimiososequitabasuchaquetrabicorto,quedándoseenmangasdecamisa,secalabaelsombrero,ypedíaunobjetoindispensable.

—Victoriña,laspostizas.Corriólaniñaytrajohastadosparesdecastañuelas.Elseñoritoafianzóelcordón

entrelosdedos,ypreviounarroganterepique,entróenescena.EralapropiaestampadedonQuijoteenlosecoyavellanado,ycomoalhidalgomanchego,noselepodíanegar distinción y señorío, por más que imitase escrupulosamente los torpesmovimientosdelosmozosaldeanos.ColocosedelantedeTeresa,ylarequirióconunpunteoapresurado,cortés,peroapremiante,análogoaunadeclaracióndeamor.Unasveces hería el suelo con toda la planta del pie, otras con el talón o la punta sola,dislocando el tobillo y haciendo mil zapatetas, al par que tocaba briosamente laspostizas, que en manos de Teresa respondían con débil y pudoroso repiqueteo.Echandoelsombreroatrás,elgalánmirabaosadamenteasupareja,acercabaelrostroal de ella, la perseguía, la acosaba tiernamente de mil modos, sin que Teresamodificase nunca su actitud humilde y sumisa, ni él su aspecto conquistador, susgimnásticosyresueltosmovimientosdeataque.

Era el amorprimitivo, el galanteode los tiemposheroicos, revelado en aquella

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expresivadanzacántabra,guerreraydura;lamujerdominadaporlafuerzadelvaróny,mejorqueenamorada,medrosa;todolocualresultabamáspicanteatendidoeltipode amazona de Teresa y el habitual encogimiento y circunspección del señorito.Llegó,sinembargo,uninstanteenqueelgalánasomóbajoelvencedorbárbaro,yenmediodelosmáscomplicadosyrendidoszapateos,doblólarodillaantelahermosa,haciendolafiguraconocidaporpuntodelSacramento.Fueinstantáneo:púsoseenpiedeunbrinco,ydandoa suparejaunhalagüeñoempellón,quedarondeespaldaseluno al otro, pegaditos, acariciándose y frotando amorosamente hombro contrahombroyespinazocontraespinazo.Alosdosminutossesepararondegolpe,yconalgunos complicados ejercicios de tobillo y algunas vueltas rápidas quearremolinaronlasenaguasdeTeresa,acabólariveiranayestallóenlasalaunmotíndeaplausos.

Mientraselseñoritoseenjugabaelsudordelafrente,yTeresasedesprendíalafalda,Nieves,alzándosedelpiano,reparóqueenelsalónnoseencontrabaSegundo.Lamisma observación, pero en voz alta, hizo Elvira. Agonde les dio la clave delmisterio.

—Deseguroquea talhoraestáenelpinar,opor laorilladel río…Raraes lanochequenovaadarpaseosasí,muyextravagantes:enVilamortahacelomismo.

—¿Ycómo se cierra la puerta sin venir él?Ese rapaz es loco—declaróPrimoGenday—.Novamosaquedarnostodossindormir,teniendoquemadrugarparalaslabores,porcausadeuncasquivano.¿Eh,mecomprenden?Yocierroyquesearreglecomopueda.¡AveMaríadegracia!

ProtestaronMéndezydonVictorianoennombredelacortesíaydelosdeberesdelahospitalidad,yhastamedianocheestuvofrancoelportaldelasVides,aguardandoelregresodeSegundo.Mascomoestenovolvía,alasdocefueGendayenpersonaaponerlastrancasalaspuertas,diciendoentredientes:

—AveMar…Queduermaalserenosiselopideelcuerpo.Segundo,enefecto,subía hacia el pinar. Encontrábase muy excitado, y juzgaba imposible presentarsedelante de gente ni atender a conversación alguna. Nieves, aquella mujer tanrespetada, tanbella, lehabíadicho¡quesí!Noera,pues,vanosueño,niaspiraciónpropiadeuninsensatolatendenciaaidealesventurasqueatormentabasuespíritu,nilagloriaseríainaccesiblecuandoelamorestabayaalalcancedesudiestraansiosayfebril, y con extenderla podía tocarlo. Pensando en esto trepaba por la pendientesenda, y recorría delirante el pinar, recostándose a veces en alguno de los negrostroncos,embelesado,sinsombrero,bebiendoelairenocturno,escuchandocomoensueños lamisteriosa voz de los árboles y la doliente del río que corría a sus pies.¡Ah!,¡quémomentosdedicha,cuántasupremasatisfacciónleprometíaaquelamorque halagaba el orgullo, excitaba la fantasía y satisfacía su delicado egoísmo depoeta, ávidode pasión, de goces que la imaginación soñadora abrillanta y lamusapuedecantarsinmengua!¡Todolosoñadohastaentoncesenlosversosibaaserrealen la vida; y el canto se alzaría más penetrante, y la inspiración alentaría más

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poderosa,ylasestrofasiríantrazadasconsangre,haciendopalpitarelcorazóndeloslectores!

Adespechodeldebery la razón,Nieves leamaba…¡Lohabíadicho!Elpoetasonrió desdeñosamente pensando en don Victoriano y sintió el gran desprecio delideólogo hacia el hombre práctico pero inepto en cosas del alma… Luego miróalrededor.Triste estaba el pinar a aquellashoras.Yhacía frío…Ademásdebía sertarde. En las Vides extrañarían su ausencia. ¿Se acostaría Nieves ya? Con estospensamientos fue bajando por el difícil sendero, y llegó al portal diez minutosdespuésdequelamanosolícitadeGendayhabíaafianzadolatranca.Elcontratiempono alarmó a Segundo: tendría que escalar alguna pared, y casi le agradaba lonovelescodellance…¿Pordóndeentraría?

Indudablementeel ingresomásfácileraeldelhuerto,alcualpodíadescolgarseporuntaludmuyrápidoqueformabaelmonte:cuestióndearañarselosmuslos,derozarselaspalmas,perodeestarenlaposesiónantesdediezminutossinencontrarseconlosperrosqueguardabanelpatio,nicongente,porhallarsedeshabitadaaquellaparte,quecorrespondíaalcomedor.Dichoyhecho.Volvióatrásyascendió,nosintrabajo,almontecillo:yaenél,dominabalasolanaybuenapartedelhuerto.Estudióla bajada para no caer sobre la paredilla y fracturarse acaso una pierna. Como elmontecillo era es cueto y sin vegetación, la figura delCisne se recortaba sobre elfondodelcielo.

Al fijar losojosen la solanaparaorientarse,Segundovioa suvezalgoque leturbó los sentidos con suavísimomareo: algoque le causóunode esos sobresaltosdeleitosos que agolpan toda la sangre al corazón para repartirla después gozosa yardiente por las venas. En la penumbra de la solana, entre los tiestos, su vistapenetrantedistinguía, sinque le cupiese lamenorduda acercade la realidadde suvisión,unafigurablanca,unasiluetademujercuyaactitudparecía indicarqueellatambiénlehabíavisto,queleobservaba,queleaguardabaallí.

Velozmenteledibujólafantasíalostrazosyperfilesdelaescena:uncoloquio,undivinocoloquiodeamorconNieves,entrelosclavelesylasenredaderas,asolas,sinmástestigosquelayaponientelunaylasfloresenvidiosasdetantafelicidad.Yconunmovimientoprontísimoseechóarodarporlaescarpadapendiente,cayendosobreladuraparedilla.Nohizocasodelgolpe,delasdescalabradurasnidelmolimientodesushuesos:saltódelaparedillaalhuertoybuscóelrumbodelasolana.Losárbolesfrutalesleocultabanelcamino,ydosotresveceserrólaruta:porfinlogrósaliralpiede lasolanamisma,yentoncesalzó lavistaparacerciorarsede laverdadde ladeseada aparición. En efecto, una mujer esperaba allí, ansiosa, vestida de blanco,apoyadasobreelbalaustredemaderadelasolana;masyaladistancianoconsentíailusionesópticas;eraElviraMolende,consupeinadordepercalyelpelotendido,aguisadeactrizquerepresentalaSonámbula.¡Conquéafánseinclinabalapobrecilla!Casi tenía el cuerpo fuera del balcón. Jurara el poeta que hasta le llamaba por sunombre,muybajo,conceceocariñoso…

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Yélpasódelargo.Diolavueltaatodoelhuerto,entróenelpatioporlapuertainterior,quenosecerrabadenoche,yllamóestrepitosamentealadelacocina…Elcriadoacudió,renegandodelosseñoritosqueserecogentardeporquenotienenquemadrugarparaabrirlabodegaalospisadores.

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Capítulo20

ComoseprolongabantantolasvendimiasylasfaenasdeelaboraciónenlamagnabodegadeMéndez,yporaquelpaíselquemásyelquemenostienesupoquillodeBorde que vendimiar y recoger, emigraron parte de los huéspedes, deseosos deatenderasuspropiasviñas.ElseñoritodeLimiosonecesitabaverenpersonacómoentre oidium, mirlos, vecinos y avispas no le habían dejado un racimo para unremedio;lasseñoritasdeMolendeteníanquecolgarporsusmismasmanoslauvadesufamosoTostado,célebreenelpaís;yporrazonesanálogasfuerondespidiéndoseSaturninoAgonde,elarcipresteyelcuradeNaya,quedándoselacortedelasVidesreducida a Carmen Agonde, dama de honor, Clodio Genday, consejero áulico,Tropiezo, médico de cámara, y Segundo, que bien podía ser el paje o trovadorencargadodedistraeralacastellanaconsusendechas.

ArdíaSegundoenimpacienciafebril,nuncasentidahastaentonces.Desdeeldíadelcoloquioenellimonero,Nievesrehuíatodaocasióndehallarseasolasconél;yelsueñocalenturientodesusnoches,laangustiaintolerablequeleconsumíaeranopasardelfugitivosí,queaveceshastadudabahaberoído.Nopodía,nopodíaresistirelCisneestalentatortura,estemartirioincesante:menosdesdichadosi,enlugardealentarle,Nieves le pagase con clarosdesdenes.No era el ansiabrutal devictoriaspositivas lo que así le atormentaba: solo quería persuadirse de que le amabanrealmente,yquebajoelaceradocorsélatíaysentíauncorazón.Yeratalsulocura,que cuando todo elmundo se interponía entreNieves y él, le acometían violentosimpulsosdegritar:—«Nieves,¡dígameustedotravezquemequiere!»—.¡Siempre,siempreobstáculosentrelosdos;siemprelaniñaalladodesumadre!¿DequéservíaestarlibresdeElviraMolende,quedesdelafamosacentinelaenlasolanamirabaalpoetaconojosentresatíricosyelegiacos?Lamarchadelapoetisaquitabaunestorbo,peronoresolvíalasituación.

YSegundosufríaensuamorpropio,heridoporlareservasistemáticadeNieves,ytambiénensuambiciónamorosa,ensuardienteseddeloimposible.Corríayalaprimer decena de octubre; el exministro, abatido y lleno de aprensión, hablaba demarcharsecuantoantes;yaunqueSegundocontabaconcolocarse luegoenMadridmediantesuinflujo,yvolveraencontraraNieves,decíaleinfalibleinstintoqueentrelapersonadeNievesylasuyanoexistíaotrolazodeuniónsinolapasajeraestanciaenlasVides,lapoesíadelotoño,lacasualidaddevivirbajoelmismotecho,yquesino consolidaba aquel devaneo antes de la separación, sería tan efímero como lashojasdelaparra,quecaíanarrugadasysinjugo.

Despedíasedesusgalaselotoño:seveía la rugosaynudosadeformidadde lasdesnudascepas,lasecadelgadezdelossarmientos,yelvientogemíayatristementedespojandolasramasdelosfrutales.UndíalepreguntóVictorinaaSegundo:

—¿Cuándohemosdeiralpinar,aoírcómocanta?—Cuandogustes,hija…Situmamáquierequeseaestatarde…

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La niña sometió la proposición a Nieves. Es el caso que Victorina estaba, dealgún tiempo acá, más pegajosa y sobona que nunca con su madre: apoyabacontinuamente la cabeza en su pecho, escondía la mejilla en el cuello de Nieves,paseábale las manos por el peinado, por los hombros y, sin causa ni motivo,murmurabaconvozquepedíacaricias:

—¡Mamá…mamá!Pero los ojos de la mujercita en miniatura, entornados, de mirada ansiosa y

amante al través de las espesas pestañas, no estaban fijos en sumadre, sino en elpoeta,cuyaspalabrasbebíalachiquilla,poniéndosemuycoloradacuandoélledirigíacualquierchanza,odabacualquierindiciodenotarsupresencia.

Nieves,alprincipio,seresistióalgo,alardeandodepersonaformal.—Peroquiéntemeteatienlacabeza…—Mamá, cuando Segundo dice que los pinos cantan… Cantan, mujer: no te

quepaduda.—¿Pero tú no sabes…—murmuróNieves, regalando al poeta una sonrisa con

másazúcarque sal—queSegundohaceversos,yque losquehacenversos tienenpermisopara…paramentir…unpoco?

—No señora —exclamó Segundo—: no enseñe usted a su hija errores; no laengañe usted.Mentiras son, generalmente, las cosas que en sociedad hablamos, loque tenemos que pronunciar con la lengua, aunque nos quede dentro lo contrario;peroenverso…Enversorevelamosydescubrimoslasgrandesverdadesdelalma,loqueentregenteshayquecallarporrespeto…oporprudencia…Créalousted.

—Ydi,mamá:¿vamoshoyaeso?—¿Aqué,hija?—Alpinar.—Si te empeñas… ¡Qué manía de chica! Y es que también me pica a mí la

curiosidaddeoíresaorquesta…Solo tomaron parte en la expedición Nieves, Victorina, Carmen, Segundo y

Tropiezo.Quedoselagentemayorfumandoypresenciandola importanteoperacióndetaparybarraralgunasdelasprimerascubasparaqueseaposentaseelmosto,yafermentado. Al ver salir la comitiva, les dijo Méndez con tono de paternaladvertencia:

—Cuidado con la bajada… La hoja del pino, con estos calores, resbala, queparecequeestáuntadadejabón…Dadleselbrazoalasseñoras…Tú,Victorina,noseasloquita,nocorrasporallí…

Cosadeuncuartodeleguadistaríaelfamosopinar,perosetardabantrescuartosdehora lomenos en la subida,queera comoal cielo, por lopendiente, estrechayagria, y a cierta distancia empezaba a alfombrarse de hoja de pino, bruñida, lisa yseca, que si facilitaría probablemente más de lo preciso el descenso, en cambiodificultabaelascenso, rechazandoelpieycansando lasarticulacionesdel tobilloyrodillas. Nieves, molestada, se detenía de vez en cuando, hasta que se cogió del

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rollizobrazodeCarmenAgonde.—¡Caramba…esdepruebaestecamino!¡Alavuelta,elquenosematenodejará

detenermaña!—Cárguese bien, cárguese bien —decía la robusta mocetona—… Aquí ya se

rompieronalgunaspiernas,deseguro…Estasubidaponemiedo…Arribaron por fin a la cima. La perspectiva era hermosa, con ese género de

hermosuraquerayaensublimidad.Hallábaseelpinar,alparecer,colgadoencimadeun abismo; entre los troncos se divisaban las montañas de enfrente, de un azulcenicientoquetirabaavioletaporlomásaltoyremoto;mientrasalaotrapartedelpinar, la que caía sobre el río, el terreno,muy accidentado, formabaun rapidísimoescarpe,unavertientecasitajada,sinoapico,almenosendecliveespantoso;yalláabajo, muy abajo, pasaba el Avieiro, no sosegado ni sesgo, sino alborotado yespumante, impacientecon lavallaque leoponíanunospeñascosagudosynegros,empeñados en detenerle y que solo conseguían hacerle saltar con epiléptico furor,partiéndoseenvariosirritadosraudales,queseenroscabanalrededordelaspiedrasamododecoléricasyverdosassierpesimbricadasdeplata.Alosmugidosysollozosdelríohacíacoroelpinarconsuperennequeja,entonadaporlascopasdelospinosque vibraban, se cimbreaban y gemían trasmitiéndose la onda del viento, besodolorosoquelesarrancabaaquel¡ay!incesante.

Losexpedicionariossequedaronmudos,impresionadosporeltrágicoaspectodelpaisaje,quelesechóaloslabiosuncandado.Sololaniñahabló;perotanbajitocomosiestuvieseenlaiglesia.

—¡Puesesverdad,mamá!Lospinoscantan.¿Oyes?PareceelcorodeobisposdeLaAfricana…Si hasta dicen palabras… atiende… así con voces de bajo… comoaquellodeLosHugonotes…

ConvinoNievesenqueefectivamenteeramusicalymuysolemneelmurmuriodelos pinos. Segundo, apoyado en un tronco,miraba hacia abajo, al lecho del río; ycomolaniñaseaproximase,ladetuvoylaobligóaretroceder.

—No, hija…No te acerques…Es algo expuesto: si resbalas y ruedas por esacuestecita…Anda,apártate.

Noocurriéndoselesyamásquedecirsobreel temade lospinos,sepensóen lavuelta. Inquietaba a Nieves la bajada, y quería emprenderla antes de que el solacabasedeponerse.

—Ahorasíquenosrompemosalgo,donFermín…—decíalealmédico—.Ahorasíquetieneustedqueprepararvendajesytablillas…

—Hayotro camino—afirmóSegundo saliendo de su abstracción—.Por ciertoquebastantemenosmolesto,yconmenoscuestas.

—¡Sí, vénganos con el otro camino!—exclamóTropiezo, fiel a sus hábitos devotarencontra—.Aúnespeorqueelquetrajimos.

—Hombre,quéhadeser.Esunpocomáslargo,perocomotienemenosdeclive,resultamásfácil.Varodeandoelpinar.

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—¿Me lo querrá usted enseñar a mí, a mí queme sé todo este país comomipropiacasa?Noseandaesecamino:selodigoyo.

—Yyoledigoaustedquesí;yalapruebameremito.Nohadeserustedtercoensuvida.¡Silopasénoharámuchosdías!¿Seacuerdausted,Nieves,lanochequejugamos al escondite en la huerta; la nochequeme cerraron el portal y entrémuytardeyaporlaparedilla?

A no estar el lugar tan sombrío por lo espeso de los pinos y lo desmayado yescasodelaluzsolar,severíaelrubordeNieves.

—Vamos—dijoeludiendolarespuesta—pordondeseamásfácilyhayamejorpiso…Yosoymuytorpeparaandarporvericuetos…

Segundolaofrecióelbrazo,murmurandoentonodebroma:—EstebenditodeTropiezoestátanfuerteencaminoscomoenelartedecurar…

Vengaustedyseconvencerádequeganamosmucho.Tropiezo, por su parte, decía a Carmen Agonde, meneando con obstinación la

cabeza:—Puestambiénhemosdetenerelgustodeirporelatajoyllegarantesqueellos,

ysanosybuenosgraciasaDios.Victorina,segúncostumbre,ibaacolocarsealladodesumadre;peroelmédicola

llamó.—Cógete aquí, al puñodemibastón, anda,que sino, resbalarás…Amamá le

basta con no resbalar ella… ¡YDios nos aparte de un tropiezo!—añadió riendo acarcajadasdesupropioretruécano.

Lasvocesy lospasossealejaron,ySegundoyNievesprosiguieronsuruta,sinpronunciar una sola frase. Nieves empezaba a sentir cierto temor, por lo muyendiabladodelaveredaquepisaban.Eraunsenderilloexcavadoeneldesplomedelpinar, al borde mismo del despeñadero, casi perpendicular con el río. AunqueSegundo dejaba a Nieves el ladomenos expuesto, el del pinar, quedándose él sintierraenquesentarlaplanta,yteniendoqueponerunpiehorizontalmentedelantedelotro,noporesocedíaelpavorenelánimodeNieves,nileparecíamenosarriesgadalaaventura:secentuplicósureceloalverqueibansolos.

—¡Novienen!—murmuróconangustia.—Lesalcanzaremosantesdediezminutos…Vanporelotrocamino—respondió

Segundo, sin añadir más palabra amorosa, ni estrechar siquiera el brazo que secrispabasobreelsuyocontodalaenergíadelterror.

—Puesvamos—suplicóNievesconapremianteruego—…Deseollegar…—¿Porqué?—preguntóelpoeta,quesedetuvoderepente.—Estoycansada…sofocada…—Puesvaustedadescansaryabebersigusta…Yconlocoardimiento,sinaguardarrespuesta,SegundoarrastróaNieves,torcióa

la izquierda,bajóunacuestecilla,ydandovueltaa laroca,detúvoseenunamesetaestrechaqueavanzabaatrevidamentesobreelrío.Alosúltimosrayosdelsolseveía

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rezumarhiloahilo,porlanegrafazdelpeñasco,unlímpidomanantial.—Bebausted,sigusta…enelhuecodelamano,porquevasonolotenemos—

indicóSegundo.Nievesobedeciómaquinalmente, sin saber loquehacía, y soltandoel brazode

Segundo,quisoacercarsealmanantial;perolabasedelaroca,continuamentebañadaporelagua,habíacriadoesavegetaciónhúmeda,queresbalacomolasalgasmarinas,yNieves,alapoyareltacónenelsuelo,sintióquesedeslizaba,queperdíaelpie…Allá,enelfondodesuvértigo,vioelríoterribleymugidor,loscortantespeñascosquehabíanderecibirlaydestrozarla,ysintióelfríoambientedelabismo…Unbrazolacogiópordondepudo,porlaropa,acasoporlascarnes,ylasostuvoylalevantóenpeso… Dobló ella la cabeza sobre el hombro de Segundo, y este sintió por vezprimeralatirelcorazóndeNievesbajosumano…¡Ybienaprisa!Latíademiedo.Elpoetaseinclinó,yderramóenlabocamismadeNievesestapregunta:

—¿Meamas,di?¿Meamas?La respuesta no se oyó, porque, caso de haberse formado en la laringe, no

pudieronlosselladoslabiosarticularla.Duranteaquelbrevísimoespaciodetiempo,quecompendiaba,sinembargo,unaeternidad,cruzóporelcerebrodeSegundociertaidea poderosa, destructora, como la chispa eléctrica…El poeta estaba de frente alprecipicio,yNievesasuorilla,deespaldas,sostenidaúnicamenteporelbrazodesusalvador.Conapretarunpocomásloslabios,conavanzardospulgadaseinclinarse,elgrupocaeríaenelvacío…Eraunfinalmuybello,dignodeunalmaambiciosa,deunpoeta…Pensándolo,Segundoloencontrabatentadoryapetecible…ynoobstante,elinstintodeconservación,unimpulsoanimal,peromuysuperiorenfuerzaalaidearomántica, le ponía entre el pensamiento y la acción muralla inexpugnable.Recreábase,ensuimaginación,conelcuadrodelosdoscadáveresenlazados,quelasaguas del río arrastrarían… Hasta presentía la escena de recogerlos, lasexclamaciones,laimpresiónprofundaqueharíaenlacomarcaunsucesosemejante…yalgo,algolíricoqueseagitabaylatíaensualmajuvenil,leaconsejabaelsalto…pero a la vez, un frío temor le congelaba la sangre, obligándole a caminar poco apoco,ynohaciaelabismo,sinoensentidocontrario,hacialasenda…

Todoesto,breveenlanarración,fuemomentáneoenelcerebro.Segundoadvertíaensíunhielo,queleparalizabaparaelamorcomoparalamuerte…EralayertabocadeNieves,desmayadaensusbrazos…

Mojóelpañueloenlafuente,yseloaplicóasienesypulsos.Ellaentreabríalosojos.SeoíahablaraTropiezo,reíraCarmen:veníansindudaabuscarlesyacantarvictoria. Nieves, al recobrar los espíritus y verse con vida, no hizo el menormovimientoparaapartarsedelpoeta.

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Capítulo21

Como por tácito acuerdo, los dos héroes de la aventura disminuyeron laimportanciadelpeligrocorrido,primeroantesuscompañerosdeexcursión,despuésante el senado consulto de las Vides. Segundo guardaba cierta reserva sobre losdetalles del caso;Nieves, en cambio, hablabamás que de costumbre, con nerviosalocuacidad, repitiendo cien veces los mismos insignificantes pormenores: habíaresbalado;Garcíaletendiólamano;ellasecogió,ycomoeraasí,medrosa,seasustóun poquillo, por más que la cosa no lo merecía… Pero el terco de Tropiezo, conmansasorna,lellevólacontraria.¡Jesús,quédisparate!¡Nohaberpeligro!¡Puessiera un milagro que Nieves no estuviese a estas horas nadando en el Avieiro! Elterrenoresbalaallícomojabónpuro,ylaspiedrasdeabajocortancomocuchillos,yelríollevaunafuerza,quenosé…Nievesnegaba,haciendoporreírse;maselterrorde lacatástrofedurabaescritoen su rostrocon tan indelebles rasgos,que su frescafisonomía, de sana y caliente palidez, se había convertido en un rostro ojeroso,deshecho,uncuerpoagitadoporescalofríosyespasmos,deesosquellamanmuertechiquita…

Ansiaba Segundo decirle dos palabras, para pedirle una entrevista: comprendíaque era preciso aprovechar el primer instante en que la gratitud y la pavuraablandaban el alma de Nieves, haciendo palpitar su insensible corazón bajo lasballenasdesucorsé.EnlabreveescenadelprecipicioapenasdiolugarlallegadadeTropiezo para que Nieves correspondiese explícitamente al arrebato del poeta, ySegundo quería concertar algo, arbitrar un medio para verse, para hablarse, paraestablecer de una vez que aquellos afanes, desvelos e intrigas eran amor, y amorcorrespondido:mutuapasión,enfin…¿DóndeycuándolograríalaapetecidaocasióndeponersedeacuerdoconNieves?

Diríase que existe en toda historia amorosa un primer período en que losobstáculos se amontonan y las dificultades renacen pujantes e invencibles,desesperando al galán propuesto a vencerlas; y también que llega siempre otrosegundoperíodoenquelafuerzamisteriosadeldeseoyeldinamismodelavoluntadderrocanesosestorbos,ylascircunstancias,momentáneamentesometidas,seponenalserviciodelosamantes.Asíaconteciólanochedeaquelmemorabledía.Comolaniña se había asustado algo al saber el peligro de su madre, hiciéronla acostarsetemprano; y para que cogiese fácilmente el sueño, la acompañó Carmen Agondedispuesta a contarla cuentos y simplezas. Suprimidos así los principales testigos, yengolfados los señoresmayores en una de sus interminables discusiones vitícolas,agrícolasysociológicas,Nieves,quehabíasalidoalbalcónarespirarporquesentíacomounnudoen lagarganta,pudocharlardiezminutosconSegundo,situadoa lapartedeafuera,entrelasvidrierasynolejosdelasmecedoras.

Aveces,ambos interlocutores levantaban lavoz, tratandodecosas indiferentes:del riesgodepor la tarde,de locuriosoqueerael ruidodelpinar…Ybajito,muy

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bajito, la negociación diplomática del poeta seguía su curso…Una entrevista, unaconversaciónconciertalibertad…¡Puesnohabíadepoderser!…¿Yporquénoenla solana, aquellamismanoche?… ¡Bah!, nadie tendría el caprichode ir por allí acuriosearloquepasaba…Élsedescolgaríafácilmentealhuerto…¿Queno?Eramuymedrosa… ¿Hacer mal? ¿Por qué?… Cansada y así como enferma… Sí, secomprende.Preferíaquefuesededía…Bien;mejorseríadelotromodo,pero…¿Sinfalta? ¿A la hora de la siesta? ¿En el salón?…No, no venía gente nunca; todo elmundodormía…¿Palabraformal?¡Gracias!Sí,conveníadisimularparaque,nosehiciesencargo.

Entretanto,losseñoresdelamesadetresillo,hablabandelasvendimiasydesusconsecuencias…Laspobresmuchachasdelpaísganabanbastanteenaquella labor:pero¡bah!,murmuróTropiezoriéndose:noganabansolodinero…Ganabanavecesotrascosas…Conestodeandarlascuadrillasmezcladas,yderetirarsedenoche,porloscaminososcuros,resultabaque…Yaeraaxiomáticoenelpaísqueloshijosdelcarnavalyde lavendimiano tienenpadres conocidos.Apropósitode lo cual, donVictoriano emitió algunas ideas de su repertorio favorito, citando la legislacióninglesa, alabando la sabiduríadeaquellagrannación,queal reglamentarel trabajomaterial,estudiadetenidamentelosproblemasqueentraña,ysepreocupadelasuertedel niño y de la mujer… Con estas serias disquisiciones se acabó la velada,retirándosecadamochueloasuolivo.

Sentada Nieves ante la mesita donde tenía abierto su neceser y colocado unespejillo de pie conmarcode plata, iba desprendiendouna a una las horquillas deconchaquesujetabanlasroscasdesumoño,yMademoiselle recogíayalineabalashorquillasprimorosamenteenunestuche…EntrenzódespuéselpeloaNieves,yestaseechóatrás,respirandoconesfuerzo;depronto,alzólacabeza.

—¿Si me pudiese usted hacer una taza de tila?… ¿Allá en su cuarto… sinmolestar?

Saliólafrancesa,yNieves,muycavilosa,apoyóelcodoenlamesaylamejillaen la palma de lamano, sin dejar demirarse al espejo…Estaba con una cara dedesenterrada,queimponía.No,aquellavidanopodíacontinuar,odelocontrariolallevaríanalcementerio…Encontrábasenerviosísima:¡quéescalofríos,quédesazón,quémomentostanamargos!Habíavistolamuertecaraacara,ypasadomássustos,másrecelos,máscongojasenundíaqueentodoslosañosanterioresdesuexistencia.Si eso era el amor, a la verdad tenía poco de divertido: no servía ella para talesagitaciones…Unacosaesqueagradeparecerbonitayoírlo,yaunposeerunrendidoapasionado,yotraestasangustias incesantes,estasaventurasque leponenaunoelalmaenunhiloylecolocanadosdedosdelavergüenza,ylequebrantanelcuerpo…Yaseguran lospoetasqueestoes la felicidad…Seráparaellos: loqueespara laspobres mujeres… Y vamos a ver, por qué carecía ella de valor para decirle aSegundo: ¡acabemos,nopuedoconestaszozobras, tengomiedo, lopasomuymal!¡Ah!Tambiénleteníamiedoaél…Eracapazdematarla:sushermososojosnegros

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despedíanaveceschispasdeelectricidadyvislumbresfosfóricas.Yluegoélsiemprelecogíalaacción,seimponía,ladominaba…Porélestuvoapuntodecaerenelrío,dedespedazarseen las rocas…¡MaríaSantísima!¿Pueshacíamediahora,no faltópocoparaotorgarle lacitaen la solana?Locualeraunagrandísima locura, siendoimposibledirigirseaaquelrincóndelacasasinqueMademoiselle,ocualquiera, laechasedemenosysedescubrieseelpastel.¡Ay,Diosmío!¡Todoaquelloeraterrible,terrible! ¡Y mañana tenía que acudir al salón, a la hora de la siesta!… Ea, unaresoluciónenérgica:acudiría,corriente;peroacudiríaadesataraquelenredo,adeciraSegundocuatroverdadesparaque se contuviese: amarla, concedido; no seoponía,muybuenoymuysanto;comprometerladeaquelmodo,esoerainaudito;lerogaríaquesevolvieseaVilamorta;ellosyaseiríanprontoaMadrid…¡Ah!,¡cuántotardabaaquellabenditaMademoiselleconlatila!

Lapuertaseabrió…NoentróMademoiselle,sinodonVictoriano.Nadateníadesorprendente su aparición, pues dormía en una especie de despachito, al lado delcuartodesumujerydivididodeesteporuncorredor,y todas lasnoches,antesderecogerse, daba un beso a la niña, cuyo lecho estaba pegado al de su madre; sinembargo,aNievesselepusocarnedegallina,yporinstintosevolviódeespaldasalaluz,tosiendoafindedisimularsuturbación.

Laverdad es que donVictorianovenía grave, y aun algo foscoy severo…Noandabamuy alegre ni expansivo desde el recrudecimiento de su enfermedad; perosobresuaireabatidoresaltabaentoncesnoséquécosa,unvelomásnegroaún,unnubarrónpreñadodetempestades…Nieves,observandoquenoseacercabaalacamadelaniña,bajólosojosyfingióalisarseelpeloconelbatidordemarfil.

—¿Cómoteencuentras,hija?¿Teduraelsusto?—preguntóelmarido.—Sí;aúnestoyunpoquillo…Hepedidotila.—Bienhecho…Mira,Nieves…—¡Qué…qué!…—Mira,Nieves,nosvamosaMadridcuantoantes.—Cuandotúdigas…Yasabesqueyo…—No; si es que es necesario, indispensable; es que yo tengo que ponerme

formalmente en cura, hija, porque me acabo si así continúo…He incurrido en ladebilidaddeconfiarmeaestebestiadedonFermín,Diosmeperdone…ycreo…—añadió con amarga sonrisa— que me ha embromado… Veremos si Sánchez delAbrojomesacadelpaso…¡quelodudobastante!

—Jesús,quéaprensión!—exclamóNieves,respirandoyaprovechandoelrecursodelaenfermedad—.¡Noparecesinoquetienesmalesincurables!EnponiendoelpiealláytomándoteSánchezdesucuenta…dentrodedosmesesniteacuerdasdeeseachaquillo.

—¡Bravo,hija,bravo!Yonoquisieralastimarteniparecerteregañón…peroesoquedices…esoquedicespruebaquenimemiras,niteimportaunbledomisalud,nimehacescasoalguno…locual,francamente…dispensa…pero¡notehonra!Mimal

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esgrave,muygrave…esladiabetessacarina,quesellevalasgentesalotromundobonitamente…Estoy convertido en azúcar…semedebilita la vista…meduele lacabeza… no tengo sangre… y tú ahí; tan serena, tan alegre, retozando como unaniña…Esonolohacelamujerquequiereasuesposo…Atinotehapreocupadomiestado físico, ni mi estado moral… Estás gozando, pasando una temporadadivertidísima…ylodemás…¡buencuidadotedaati!

Nievesselevantótrémula,casillorando…—¿Quémedices?…Yo…yo…—Notealteres,hija;nollores…Túeres jovenysana,yoestoymuygastadoy

achacoso…Peorparamí…Perooye…Aunqueteparezcasecoygrave…yotequisemucho,Nieves…tequieroaún…tantocomoaesaniñaqueestáahídurmiendo…lojuro delante deDios…Y tú podías… podías quererme algo… como una hija… einteresartepormí…Serápocotiempoyademolestia:mesientotanenfermo…

Nieves se acercó en actitud cariñosa, y su marido le rozó la frente con losdenegridoslabios,apretándolaalmismotiempocontrasí…Yañadió:

—¡Aúntengoquehacerteotraadvertencia…echarteotrosermón,hija!—¿Cuál?—murmurólaesposasonriendo,peroazorada.—Ese chico de García… No te sobresaltes, hija, que no es para tanto… Ese

chico…temiraalgunasvecesdeunmodoraro…comositehicieseelamor…¡No,siyonodudodeti!Hassidoyeresunaseñoraintachable…noteacuso…niledoyimportanciaasemejantenecedad…Esque…teparecerámentira…estoschicosdeaquísonmuyatrevidos;tienenmenossolturaparapresentarse,peroenelfondomásosadíaquelosdelacorte…Yopaséaquímisañosverdes,ylesconozco…Soloteavisoparaquepongasarayaaesemequetrefe…Enlosdíasquenosquedan,suprimelospaseoslargosytodasesascursileríasqueaquísehacen…Unadamacomotúes,en este sitio, la reina; yno estábienque contigo se tomen lasbromasque con lasseñoritas deMolende u otras así… ¡Si ya te he dicho que nome cruza ni por elpensamientolaidea!UnacosaesqueeseCisnedelugarsehayaenamoradodetiytedélamanoenlosdespeñaderos;otraqueyoteinjurie…¡Hija!

PocodespuéssepresentóMademoiselleconlatilahumeante.¡Buenafaltaquelehacía la tila a Nieves! Tenía los nervios más tirantes… Estaba convulsa. Hastanáuseas la atacaron al beber las primeras cucharadas.Mademoiselle le ofreció unpoco de poción antihistérica. TragolaNieves, y con algunos bostezos y dos o treslagrimillassealiviósucrisis.Pensóenacostarse,yentróenlaalcoba.Allívioalgoque renovó su desasosiego. Victorina, en vez de dormir, tenía los ojos abiertos.Probablementehabríaoídolaconversación.

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Capítulo22

Yenefecto,lahabíaoídotoda,todita,desdelaprimerpalabrahastalaúltima.Ylasfrasesdeldiálogoconyugaldabanvueltasensumagín,rodando,entrelazándose,destacándose en letras rojas, impresas en su memoria virgen. Las repasaba, lascomentabainteriormente,laspesaba,hacíadeducciones…

Nadieacertaráadecircuáleselmomentocríticoquedividelanochedeldía,elsueño de la vigilia, la juventud de la madurez y la inocencia del conocimiento.¿Quién es capaz de fijar el instante en que el niño, convirtiéndose en adolescente,notaensíesealgoinexplicablequeacasopuedallamarseconcienciasexual;enqueelvagopresentimientosetruecaenrápidaintuición;enque,sintenernociónprecisadelasrealidadesconcretasdelvivir,adivinatodoloquemástardelehadeconfirmarypuntualizar la experiencia; en que entiende la importancia de una indicación, latrascendencia de un acto, el carácter de una relación, el valor de unamirada o elsentidodeuna reticencia?¿Elminutoenquesusojos,abiertossolamentea lavidaexterior, adquieren facultades para escudriñar también la interior, y perdiendo subrillo superficial, el claro reflejo de su pureza candorosa, toman la concentrada eindefinibleexpresiónqueconstituyeunamiradadepersonagrande?

LlegóparaVictorinaeseminutoalosonceaños,aquellanoche,sorprendiendoundiálogo entre su padre y su madre. Inmóvil, sujetando la respiración, con lospiececillosfríosylacabezaardorosaycongestionada,laniñaescuchó,ydespués,enladudosapenumbrade laalcoba,atóalgunoscabossueltos, recordópormenores,ycomprendióalfin,sindarsemuchacuentadeloquecomprendía,perodiscurriendocon precocidad singular, debida acaso a la dolorosa viveza con que la fantasíatrabajabaenelsilencionocturnoyenlaquietuddellecho…

Eslociertoquelaniñapasómalanoche,dandovueltasensumonásticaybrevecamita.Dos ideas, sobre todo, se le iban introduciendoy lebarrenaban lacabezaamanera de clavos. Su papá estaba muy enfermo, muy enfermo, y además muydisgustado y quejoso porque Segundo se había enamorado de su mamá… De sumamá.¡Deellano!¡Ella,queguardabatodaslasfloresdeSegundocomoreliquias!

Las penas de la infancia no conocen límite ni consuelo.Cuando se tienenmásañosysehancorridomástormentasysehavistoconasombroqueelhombrepuedesobrevivir a ciertos pesares y que la bóveda del firmamento no se hunde cuandoperdemos lo que amábamos, entonces casi no existe la desesperación absoluta,patrimoniode laprimeraedad.ParaVictorinaeraevidenteque supapá semoríayquesumamáeramuymala…ySegundounbribón…yqueseacababaelmundo…yqueellatambién,tambiénsequeríamorir.Sialosonceañosdeedadfueseposiblevolverse el pelo blanco,Victorina se cubriría de canas durante la noche en que elsufrimientolahizo,deniña,mujer,ydecriaturaindecisa,tímida,ruborosa,personamoral,resueltaalmayorheroísmo.

TampocoNievesgozómucholosblandosfavoresdelsueño.Laspalabrasdesu

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maridoladejaronmeditabunda.¿SeríamortallaenfermedaddedonVictoriano?¡Talvezsí!Estabamuydesmejoradoelpobre…YNievesexperimentabauncomienzodepenayreconcomio:señor,¿quiéndudaqueellaqueríaasuesposoytemíasumuerte?No sentiría por él un amor grande, de los que las novelas pintan… ¡bah!… perocariño,sí…¡Ojaláqueelmalfueseleve!¿Ysinoloera?…¿Ysisequedasevi…?Ni aunmentalmente se atrevía a concluir la palabreja… Pensar en eso, parece yaalimentarmalosdeseos…No,peroelcasoesquelasmujeres,enefecto,almorírselessusmaridos,suelenquedarsevi…¡MaríaSantísima!Debíaserunagrandesgracia…Bien;¿ysisucedía?Segundo…¡Jesús,quédesatino!Defijoqueaélnoselehabíapasadoporlacabezasemejanteabsurdo…LosGarcías,unosnadies…YaquívolvíaNievesarepasarlaparentela,elmododevivirdeSegundo…

Debuenaganaharíanovillosalacitadeldíasiguiente,porquesumaridoandabareceloso, y era comprometido el lance, aunque en el lugar designado para laentrevistasiempresepodríaachacaracasualidadelencuentro…Yporotraparte,sifaltaba,aquelSegundotanapasionadoseríamuycapazdedarunescándalo,deirabuscarlaasucuarto,deentrarporlaventana.

Bien pensado, juzgó más prudente asistir, y rogar a Segundo… que… que laolvidase…queporlomenos,nolacomprometiese…Eralomejor.

PasóNieveslamañanaenunestadodequebrantamientotangrande,queapenascomió;y,durantelacomida,nomiróniunasolavezaSegundo,temerosadequesumaridoobservaseysorprendieseentreellosalgunafurtivaseñaldeinteligencia.Paramayordesgracia,Segundo, deseosode recordarla con los ojos supromesa, lamiróaqueldíamásquedecostumbre:afortunadamente,donVictorianoparecíadistraídoporsuapetitodesordenadodecomerybeber.Acabadalacomida,seretirarontodos,comosiempre,adescabezarlasiesta.Nievestomóelcaminodesucuarto.EncontróenélaVictorina,tendidasobrelacama.Porprecaución,lahizopreguntas.

—¿Vasadormirlasiesta,monina?—Adormir,no…Peroestoyagustoasí…MiroseNievesalespejo,yseviodescolorida.Selavólosdientes,ydespuésde

cerciorarse con una rápida ojeada de que también reposaba sumarido en el cuartoinmediato,sedeslizóhastaelsalónapasoligerísimo…Temblaba.Aquellaatmósferade tempestadesypeligros,grataparaelavemarina,eramortalparael lindopájarodoméstico. No era vivir estar siempre así, escalofriada de terror y con la sangrecuajadaporelsusto.¡Noeravivir,nirespirar!…Acabaríaporvolverseloca:¿puesno creía sentir pasos, como si alguien la siguiese? Dos o tres veces se paró,reclinándosedesfallecidaenlasparedesdelcorredor,prometiéndoseasímismaquenolacogeríanenotra.

Alentrarenelsalón,sedetuvosobrecogida.¡Estabatansilenciosoysoñoliento,medio a oscuras, con lasmaderas casi cerradas—que solo permitían el paso a unrayo de sol en que danzaban áureas partículas de polvo—, con sus espejosnarcotizadosqueteníanperezadereflejaralgoensus turbias lunas,conlamodorra

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del asmático reloj, cuya esfera parecía un rostro humano que la espiaba y tosíadesaprobándola!…De pronto sintió pisadas veloces, juveniles; y Segundo, audaz,enloquecido, vino a caer a sus plantas, con los brazos enlazados en torno de sucuerpo…Ella quería contenerle, avisarle, explicarle…No se lo consintió el poeta,que pronunciaba tiernas exclamaciones de gratitud y de pasión, y, ya en pie, lalevantabadelsuelo,conelirresistibleimpulsoamorosoquenocalculalosactos.

DonVictoriano,alverentrarensuaposentoalaniña,blancacomolacera,casilívida,despidiendofuegopor losojos,enunadeesasactitudesdehorrorqueni sefingenniseimitan,saltódelacamadonde,despierto,fumabaunpuro…Laniñaledecíaconvozahogada:

—¡Ven,papá!…¡Ven,papá!¿Quépasaríaporlamentedelpadre?Jamássesupoelporquésiguióalaniña,sin

dirigirla ni una levepregunta.En el umbral del salón, detúvose el grupo…Nievesexhaló un chillido altisonante, y Segundo, con hermoso arranque varonil yapasionado,laescudóconsucuerpo…Defensainnecesariaya.Lafiguradehombredetenidaenlapuertanoamenazaba:loquedeellainfundíamiedo,eracabalmentesuactitud de estupor y anonadamiento: parecía un cadáver, un espectro abrumado dedesesperación impotente. El rostro, más que amarillo, verde; los ojos abiertos,nublosos y fijos; las manos y rodillas trémulas… Aquel hombre hacía vanosesfuerzos para hablar; la parálisis empezaba por la lengua: inútilmente intentabarevolverlaenlaboca,formandosonidos…¡Luchahorrible!Pugnabalafraseporsalirdeloslabios,ynosalía:lafaz,delívida,pasabaaroja,congestionándose,ylaniña,abrazando la cintura de su padre, viendo aquel combate de la inteligencia con losórganos,gritaba:

—¡Socorro!¡Socorro!¡Semuerepapá!Nieves, sinosaracercarsea sumarido,perocomprendiendoqueenefectoalgo

grave le sucedía, chilló también pidiendo socorro. Y fueron apareciendo por laspuertas PrimoGenday enmangas de camisa,Méndez con un pañuelo de algodónatadosujetandolasorejas,Tropiezoconlospantalonesamedioabrochar…

Segundo,silencioso,quietoenmitaddelasala,nosabíaquéhacerdesupersona:elirse,eradesairado;elquedarse…Tropiezolesacudió:

—Anda, chico,volandoaVilamorta…Dile aDoroteoeldel cocheque salgaaOrenseytraigaunmédicodeallá,eldemásnombre…¡Yonoquieroestetropieciño!—indicóguiñandounojo—.Corre,disponte.

ElCisne se acercó a Nieves, que derrumbada en el sofá, lloraba, con su finopañueloapoyadosobrelaboca.

—Memandanabuscarunmédico,Nieves.¿Quéhago?—¡Vayausted!—¿Vuelvo?—No…déjemeustedporDios…¡Quevenga,quevengaelmédico!—Ysollozó

másfuerte.

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***

Por pronto que anduvo, hasta la madrugada del día siguiente no llegó elfacultativo a las Vides. Opinó que el caso no era extraordinario: la diabetes sueleterminarasí,conparálisisseguidadederrameseroso:unadelascomplicacionesmásfrecuentes en tan temible enfermedad… Añadió que era conveniente trasladar aOrensealenfermo,conprecauciones.Latraslaciónsehizosingrandesdificultades,ydonVictorianoaúnvivióunosdías.Alasveinticuatrohorasdesuentierro,NievesyVictorina,rigurosamenteenlutadas,salieronparalacorte.

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Capítulo23

SobreVilamortahacaídoelnegrocortinajedel invierno.Llueve,ypor lacalleprincipalylaplaza,empapadasycubiertasdesuciobarro,solocruza,detiempoentiempo,algúncampesino invisiblebajosucapade juncos, jineteenun rocíncuyasherradurasbaten el sueloy alzanun chapoteode fango.Yanohay fruteras, por laplausible razón de que tampoco hay fruta: todo está solitario, húmedo, enlodado ymohoso.Cansín,conzapatillasdeorilloybufanda,sepaseasincesarantesupuertapor evitar los sabañones; el alcalde aprovecha un reducidísimo soportal que hayfrenteasucasaparaentretener la tarde,dandodiezpasoshaciaarribaydiezhaciaabajo, patear muy fuerte y calentarse los pies; ejercicio sin el cual afirma que nodigiere.

¡Ahorasí,ahorasíquelapobrevillitaestámuerta!Niagüistas,niforasteros,niferias,nivendimias…Unapaz,unabandonodecementerioyunahumedadtanterca,quedejarastrosverdesenlossillaresdelascasasenconstrucción.Lasvillitasasí,eninvierno, son capaces de producir murria al más alegre: son la raíz cuadrada delfastidio, laquintaesenciadel esplín, ladesidiadepeinarse, laperezadevestirse, lainterminable noche, el aguacero terco, el frío lúgubre, el aire color de ceniza y elcielocolordepanzadeburro…

Enmediodeaquellaespeciedesueño letárgicoqueduermeVilamorta,hay, sinembargo,unosseresfelices,unosseresenlaplenituddesuventura,aunquepróximosaconcluirsuexistenciadelmástrágicomodo:seresque,consoloelinstintonatural,hanadivinadolamoraldeEpicuroylapractican,ycomenyhozanyseregodean,yno temena lamuertenipiensanen la inexplorada regióncuyaspuertasseabrenalmorir;seresquegozanenrecibirelaguallovedizaensuestiradopellejo;seresparaquienesellodoesbañodeleitosísimodondemuygustosossechapuzanyrevuelcan,abandonandolaincomodidadyestrechodesuscubilesypocilgas.Ellosson,enestaépoca del año, dueños y señores indiscutibles deVilamorta: ellos, los que con susfastosyhazañasdanpábuloalaconversacióndelasboticasyentretienenlasveladasfamiliares,enquesediscutesurespectivacorpulenciayselesestudiadesdeelpuntodevistadesuscualidadespropias,trabándoseacaloradasdiscusionesacercadesilaoreja corta o larga, el rabo bien enroscado, la pezuñamás omenos recogida y elhocico más o menos agudo, prometen carne más suculenta y grasa más copiosa.Hácensecomparaciones:elmarranodelPellejoessoberbiocomotamaño,perosuscarnesdeunrosaerisipelatosoysubandulloinmensoyfofodelatanalcerdodefibramuelle,mantenidocondespojosdetahona:cochinosoberbio,eldelalcalde,cebadocon castaña: algomás chico, pero ¡qué jamones ha de tener!, ¡qué jamones!, ¡quétocinos!, ¡qué lomos, que dan ganas de sentarse en ellos! Ese será el cerdo de latemporada.Sinembargo,hayquienafirmaqueel superior,el soberanomarranildeVilamorta, es la cerda de la tíaGaspara, la deGarcía.Las ancas de tanmagníficobestión parecen una carretera: ya ha estado a punto de ahogarse con su propia

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gordura:susglándulasmamariastocanconlaspezuñasybesanelbarrodelacalle.¿Quiénpuedecalcularlaslibrasdegrasaquerendirá,nilasmorcillasquesellenaránconsusangreylalonganizaquesaldrádesusasaduras?

Cesadelloverunasemana;arreciaelfrío;caeheladaylaescarchasedepositaentersoscristalessobrelasyerbasdeloslinderosyendurecelatierra…Eslaseñaldelahecatombe, a la cual todos los auspicios son favorables, pues además del frío, escuarto crecientede luna;que si fuesemenguante,menguaría la carnemuerta…Hallegadolahoradeempuñarelcuchillo.YenlaslargasnochesdeVilamortaseoyenala hora menos pensada desaforados gruñidos: primero de furor, que indican laimpotenterabiadeversesujetoalbanco,yrevelanenelenervadocerdodomésticolaprole del jabalímontés; luegode dolor, cuando la cuchilla penetra al través de lostejidos; un grito casi humano, de suprema agonía, cuando la hoja se hunde en elcorazón;y,porúltimo,unaseriedequejidosdesesperados,quevandebilitándosealpasoquelafuerzaylavidaseescapanenvueltasenelcalientechorrosanguíneo…

Ocurría este dramaespeluznante en casadel abogadoGarcía a las oncedeunaglacialyserenanochedediciembre.Lasniñas,locasdegozo,muertasdecuriosidad,seatropellabanalrededordelagonizantecerdo,encuyocorazónygargantasepultabael cuchillo el matachín, de arremangados brazos. Segundo, encerrado en sudormitorio, tenía delante pliegos de papel más o menos emborronados… ¡Hacíaversos! Mas como llegase hasta él el ruido de la tragedia, soltó la pluma condesaliento. Había heredado de su madre un profundo horror al espectáculo de lamatanza: a su madre solía costarle diez o doce días de padecimientos, en que noprobababocado,asqueadaporlavistadelasangre,delosintestinosyvísceras, tansemejantes a intestinos y vísceras humanas, por el olor groseramente aperitivo yexcitante del mondongo y de las especias, por las pingüedinosas moles de tocinopendientesdeltecho…AborrecíaSegundohastaelnombredelcerdo,yenelestadoenfermizo de su ánimo, en la excitación nerviosa que le consumía, era para él noimaginado suplicio el no conseguir poner el pie fuera de casa sin tropezarse, sinenredarse en los malditos y repugnantes animales, o ver, a través de las puertasentreabiertas, trozos de sus cadáveres suspendidos en garfios. Todo Vilamortatrascendía amuerte de cerdo, a vaho demondongada: Segundo no sabía ya dóndemeterse,yseacuartelabaensuaposentoconlaspuertasylasventanasbiencerradas,aislándosedelmundoexterior,paravivirconsussueñosyfantasíasenunpaísdondenohabíamarranosy soloexistíanpinares, floresazules,precipicios…¡Insuficienteprecauciónparalibrarsedeltormentodeaquellaépocabrutaldelaño,puestoqueeldramadelaglotoneríaydelamaterialeasediabaallí,ensumismacasa!…Elpoetacogió el sombrero y salió de estampía. Necesitaba huir donde no oyese aquellosgruñidos,nileenvolviesenaquellosolores.Pasódelargoporelzaguán,cerrandolosojos para no ver, a la luz del candil que sustentaba una de las chiquillas, a la tíaGasparaconsubrazodeesqueletodesnudohastaelcodo,agitandoenunbarreñónunlíquido rojo y espumante. Al ver salir a Segundo, las hermanas soltaron el trapo

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riéndoseacarcajadas,ylellamaronofreciéndoleregalosgrotescos,innoblesdespojosdelmoribundo…

Leocadianosehabíaacostado:sentíaseindispuesta,ydormitabaenvueltaenungranmantón,transidadefrío;prestamenteabriólapuertaaSegundo,preguntándolealarmada si le sucedía algo. Nada, a la verdad… En casa de Segundo estabanmatandoelcerdo:noche toledana;no ledejaríandormir…Hacíaademás tanto fríoaquellanoche…queseencontrabanomuybien,asícomopasmado…Quelehicieseunatacitadecafé,omejorunponchederon…

—Lasdoscosas,corazón.Enseguidita.RecobróLeocadiasuactividadybríocomoporensalmo.Prontoascendióde la

poncheralallamacolordezafirodelponche;asureflejotraidor,lacaradelamaestraparecíamuydemacrada.Faltábaleaquelaspectosaludable,aqueltonosuyo,morenocaliente,comodecortezadepan.Lamadurezfemenina,lacrisisfataldelosúltimosañosdeamor,seleíaenelsemblanteempalidecido,enelbrillofebrildelamirada,enelcárdenotintedeloslabios.Sobrelaprosadesusfaccionesvulgarísimasimprimíaeldolorsellocasipoético;comohabíaenflaquecido,resultabanmayoressusojos;yanoeralamujeronadebuenascarnes,limpiayfrescadeboca,quepicadadeviruelaytodoaúnarrancabaaltabernerounrequiebrobestial;abrasábalaelfuegointeriordeunapasiónpostrera,lamáspoderosa,laquenivencelarazón,niborranlosaños,nipuedecambiardeobjeto;laquehincasusgarrasenlasentrañasynosueltalapresasinocuandoyalahamatado.

Y tenía esta pasión tan extraño carácter, que siendo insaciable, volcánica,desesperada, lejos de dictar a Leocadia actos de violencia y arrancarle rugidos deleona, le inspiraba una abnegación y generosidad sin límites, suprimiéndole porcompleto el egoísmo. Horribles habían sido para ella los días del verano, lasvendimias,todoeltiempoenqueapenasveíaaSegundo,enqueleconstabaquenoseacordabadeella,queseconsagrabaaotramujer; ¡ysinembargo,ni saliódesuboca una palabra de celos, ni un reproche, ni le pesó de haber dado a Segundo eldinero;yalveralpoetaerasualegríatanfranca,tangrande,queborrabacomopormagiatodoslossufrimientosyloscompensabaconcreces!

Ahoraexistíaunmotivomásparaqueellasedesvivieseporelpoeta.Tampocoélandaba bueno. ¿Qué le dolía? Ignorábalo él mismo. Mal del espíritu, nostalgia,murria,ahogoproducidoensuspulmonesdesoñadorporelmezquinoambientequerespiraba… Constante inapetencia, negra melancolía, el estómago fatigado, losnervios como cuerdas de guitarra… Y no era su pasión por Nieves como la deLeocadia,deesasqueabsorbenelsertodo,interesanelcorazón,atenaceanlacarneysubyugan el alma; Nieves solo vivía en su cabeza, en su amor propio, en susfacultades líricas, en sus desvaríos románticos, generadores eternos de la ilusión.Nieves encarnaba en forma visible, gentil y halagüeña, sus ansias de gloria, suambiciónartística.

Leocadia sirvió el ponche y el café, y como le temblaba la mano de placer y

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emoción,dejócaerellíquidohirviente,quemándoseunpoco:masnohizocasodelaquemaduraysiguiótansolícita,cuidando,comosiempre,dequetodoestuviesealaperfección.Parahablarconelpoetadealgoqueleagradaseydivirtiese,lepreguntópor el tomo de poesías que traía entre manos y debía extender su fama lejos deVilamorta así que se imprimiese enOrense…Segundo no semostró entusiasmadocontalperspectiva.

—En Orense, mujer… en Orense… ¿Sabes que he mudado de idea? O loimprimoenMadrid…onoloimprimo:pocoperderánconesolasmusasespañolas.

—¿YporquénotegustayaimprimirloenOrense?—Verás… Le sobra razón a Roberto Blánquez, que me lo aconseja desde

Madrid… Ya sabes que ahora Roberto está allá, empleado… Dice que las obrasimpresasenprovinciasnolasleenadie;queélhavistoeldesprecioconquesemiranallílasquetraenpiedeimprentadefueradelacorte…Queademásaquítardanunsigloenimprimiruntomo,ysalenplagadosdeerratas,yconunaformatanfea…Enfin,quenogustan…Yparaeso…

—PuesaMadridconellibro;¿quéimporta?—Chica…Robertome asusta con los precios de las ediciones…Pareceque la

bromacuestaunojodelacara…Nohayeditorquecompreversos,nisiquieraquevayaamediasconelautor…

No contestó Leocadia, limitándose a sonreír. Tenía la salita aspecto de íntimobienestar: aunque el invierno había despojado de sus encantos al balcón, poniendoamarillaslasalbahacasymustioslosclaveles,allídentroelgorgoteodelacafetera,elvahoalcohólicodelponche,laquietud,elsolícitocariñodelamaestra,todoparecíatemplar y suavizar el ambiente. Segundo sentía apoderarse de su cuerpo un soporgrato.

—¿Medasunamantadetucama?—dijoalamaestra—.Hoyenmicasanohaymediodedescansar,mujer…Yoreposaríaunpocoaquíenestesofá.

—Tendrásfrío.—Estaréenlagloria.Anda.Leocadiasalióyvolvióarrastrandocongranesfuerzounobjetopesado,enorme:

uncolchón.Despuéstrajolamanta;luego,fundas.Total,unacamadeveras.Paraloquefaltaba,lassábanasnomás…¡Bah!Tambiénlastrajo.

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Capítulo24

NovacilóLeocadiaaldíasiguiente.Sabíayaelcaminoyfuederechaacasadelabogado.Estelarecibióconelentrecejofruncido.¿Pensabanquefabricabamoneda?Leocadiayanoteníabienesqueempeñar;losquellevabavalíantanpocacosa…Siseresolvíaahipotecarlacasa,élhablaríaconsucuñadoClodioqueteníaahorrosyganasdeunafincaasí…Leocadiaexhalóunsuspirodepena.Sucedíalelocontrarioquea loscampesinos:ningúnapegoa los terrones; ¡pero lacasita! ¡Tanlimpia, tanmona,tancómoda,hechaasugusto!

—Psh…conabonarelimportedelahipoteca…larecobraustedenseguida.Dichoyhecho.Clodioaflojó lamosca, lisonjeadocon la esperanzadeadquirir

porlamitaddesuvalorunnidotancuco,dondeacabarsuvidasolterona.Denoche,Leocadia pidió a Segundo que le enseñase el cuaderno de sus poesías y le leyesealgunas. Hablábasemucho allí, con reticencias y alusiones trasparentes, de ciertasfloresazules,de lasvocesdeunpinar,deunprecipicioydeotrasvariascosasquebienentendíaLeocadianoeraninventadas,sinoqueteníansuclaveenpasadosyparaella misteriosos acontecimientos. La maestra adivinó una historia de amor, cuyaheroínasolopodíaserNievesMéndez.Peroloquenopodíaentenderniexplicarse,era cómo estando ya la señora de Comba viuda y libre para premiar el amor deSegundo, no lo hacía inmediatamente…Los versos revelaban profundo desaliento,ardientedelirioamorosoylían…Aarrancarlaspronto.Todoeraporbiendelchico,porhacerlehombre,paraquehoyomañana…

Celebró Leocadia dos o tres conferencias con Cansín, que tenía en Orense unprimo,dueñodeunestablecimientodepaños;yCansín,encareciendomuchosualtainfluenciay la importanciadel favor, dio a lamaestra una carta de recomendacióneficaz.FueLeocadia a la capital, vio al patrón, y estipularon las condicionesde laadmisióndeMinguitos.Lemantendrían,lelavaríanlaropa,yleharíanalgúntrajedelosretalesdepañoquequedasenporelalmacén…Pagarnolepagaríannada,hastaquesupiesebieneloficio,alláalavueltadeunpardeaños…¿Yeramuyjorobado?,porqueesolegustapocoalaclientela…¿Yerahonradito?Nuncalehabíacogidoasumadredinerodeloscajones,¿verdad?

Leocadiavolvióconelalmaempapadaenacíbar.¿CómoselodecíaaMinguitosy a Flores? ¡Sobre todo a Flores! Imposible, imposible: armaría un escándalo quealborotasealavecindad…YhabíaprometidollevaraMinguitossinfaltaasupuestoellunespróximo…Ideóunaestratagema.AfirmóqueestabaenOrenseunaparientasuya,yquelellevabaelniñoparaqueleconociese:pintólaexpediciónconrisueñoscolores,afindequeMinguitoscreyesequeibaadivertirse…¿Noteníaganasdeverotra vez a Orense? Pues es un pueblo magnífico: ella le enseñaría las Burgas, laCatedral… El niño, con su horror instintivo a los sitios públicos, al trato conhombres,meneabatristementelacabeza;yencuantoalaviejacriada,comosialgorastrease, estuvo furiosa toda la semana. Cuando llegó el domingo y se metieron

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madreehijoenelcoche,alsubiralestribo,FloressearrojóalcuellodeMinguitosyle dio un abrazo trémulo y senil de abuela chocha, babándole el rostro con elbesuqueodesusarrugadoslabios…Despuéssepasóeldíasentadaenelumbraldelacasa, murmurando en alta voz palabras de sorda cólera o de cariñosa lástima,apretándoselafrenteconambasmanos,endesesperadoademán.

Leocadia,yaenelcoche,tratódeconvencerasuhijoyledescribiólabuenavidaque le esperaba en aquel precioso establecimiento, situado en lo más céntrico deOrense, tan entretenido, donde tendríapoco trabajoy la esperanzadeganar, hoyomañana,algúndineritosuyo…Alasprimeraspalabras,elniñofijóensumadrelosojosatónitos,en loscuales,pocoapoco, la inteligencia seabriópaso…Minguitossolía comprender a media palabra. Bajó la cabeza y, arrimándose a su madre, serecostóensuregazo.Comocallaba,Leocadialepreguntó:

—¿Quétienes?¿Teduelelacabeza?—No…déjemedormirasí…unpoquito…hastaOrense.Permaneció, en efecto, quieto y callado y, al parecer, dormido, acunado por el

traqueteo del coche y el ruido ensordecedor de los cristales.Al llegar a la ciudad,Leocadialetocóenelhombro:

—Yaestamos…SaltarondelcocheysoloentoncesnotóLeocadiaqueteníaelregazohúmedoy

queallídondesehabíaapoyadolafrentedelniño,resbalabansobreelmerinonegrodos o tres irisadas gotas de agua… Pero al verse entre gente desconocida, en ellóbregoalmacén,abarrotadodepiezasdepañooscuro,laactituddeljorobadodejódeserresignada:cogioseasumadrecondesesperadoimpulso,exhalandounsologrito,resumendetodassusquejasyafectos:

—Maaamá…maaamá…Aquel grito aún lo oía dentro de su corazón Leocadia cuando, de regreso a

Vilamorta,vioaFloresque laacechabaen lapuerta.Acechares lapalabraexacta,puesFloresselanzósobreellacomounperrodepresa,comounafieraquereclamayexigesucría.Ylomismoqueelhombrefuriosoarrojacontrasuadversariocuantoamano encuentra, así Flores derramó sobre Leocadia toda clase de denuestos, debárbarasydesatinadasinjurias,gritándoleconsuvozbalbucientedevejezyodio:

—¡Ladrona,ladrona,infame!¿Dóndetienesatuhijo,ladrona?¡Anda,borracha,mala mujer, anda a beber licores… y tu hijo puede ser que se esté muriendo dehambre!Perdida,loba,falsa,¿yelchiquillo?¿Dóndeestá,ángeldeDios?¿Dóndelotienes,bribona,querabiabasporlibrartedeélparaquedarteconelotroseñoritodemorondanga?¡Loba,loba,queaunlaslobasquierenaloshijos!¡Loba,lobona…situvieseunfusil,tanciertocomoestoyaquíquetecazabaconperdigones!

Pálida,conlosojosenrojecidos,Leocadiaextendiólasmanosparataparlabocaala frenética vieja: pero esta, con sus desdentadas encías, apretó aquellas manos,dejandoenellaslababadesucólera;ymientraslamaestrasubíalaescalera,laviejaibadetrás,fatídica,murmurandoenvozsorda:

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—Nunca bien te ha de querer Dios, loba… Dios te castigará y la VirgenSantísima… Anda, anda, regodéate porque hiciste tu voluntad… Maldita seas,malditaseas…maldita,maldita…

Lamaldición estremeció a Leocadia…La casa, con la ausencia deMinguitos,parecía un cementerio: Flores no había preparado comida, ni encendido luz…Leocadia, sin ánimos para hacerlo, se echó en la cama vestida, y más tarde sedesnudóyacostósinprobarbocado.

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Capítulo25

¡Con qué interés leía Segundo las cartas de Roberto Blánquez durante aquellatemporadaenqueledabanoticiasdesulibro!RobertoteníaalgunosañosmásqueelCisne:notantosquelesimpidiesenhabersidomuyamigotesallácuandoestudiantes;perosuficientesparaqueBlánquezconociesealgomáselmundoypudieseserviralpoetadeguíaymentor.TambiénBlánquezhabíatenidosuépocadecisne, rimandoversos gallegos; ahora se dedicaba a la prosa de un humilde empleíllo y hacíaartículosdecarácteradministrativo;Madridleilustraba;yconlapenetraciónnaturale ingénitaenquien tieneensusvenassangregallegade las rías, ibaconociendo lavidapráctica…ProfesabaaSegundofanáticaadmiraciónycariñoverdadero,deesosque se forman en las aulas y duran siempre. Segundo le escribía con absolutaconfianza:unasprimasdeBlánquezeranamigasde lamadredeNievesMéndez,yportalconductosabíaelpoetaalgodesudama.NoignorabaBlánquezlosepisodiosdelverano.Ysolíadarenlosprimerostiemposnoticiasmuysatisfactorias.«Nievesviveretiradísima…Meenteraronmisprimas…Apenassalesinoamisa…Laniñanoestábuena…Dicenlosmédicosqueeseldesarrollo…LavanallevaraunconventodelSagradoCorazón,paraeducarla.¡Lamadredicenqueestáguapa,chico!Parecequequedaronmuybiendeintereses…Ellibronotardaráyamucho…Ayerescogíelpapel para la tirada, y el de los cien ejemplares de lujo en papel de hilo… Loscaracteresseránelzevirianos,queeslomásdemoda…Laportada…ahorasehacenpreciosasaseistintas…¿Quieresquerepresenteunacosabonita,algoalegórico?»…AsíporesteestiloeranlascartasdeRoberto,manantialdeensueños,alimentoúnicodelafantasíadeSegundoenaquellargoinvierno,tétricoyoscuro,enaquelignoradorincón,enlaprosadesucasa,enlosrecuerdosdesumalogradaempresaamorosa.

Corríamarzo,mesambiguo,deaguaysol,enqueyalaprimaveraseanunciaconabundanciadevioletasyprímulas,yelfríoempiezaadisminuir,yporelcielo,deunazuldeacuarela,flotancomojironesdelinoblancasnubes,cuandoSegundorecibióesacosainefable,quehacepalpitardejúbiloydeansiedadydeinexplicabletemorelcorazóndelhombre;esacosasolocomparable,por lassensacionesqueproduce,alhijo primogénito recién nacido: ¡el primer libro impreso! ¡Parecíale un sueño queestuvieseallíellibro,allí,delantedesusojos,ensusmanos,conlacubiertablancasatinadadondeeldibujantehabíaentrelazadograciosamente,alrededordeungrupodepinos,unoscuantostallosfloridosdenomeolvides;consupapelcolorgarbanzo,quehacíaparecerantiguayrancia laedición,yencabezadaslascomposicionescontres misteriosos asteriscos! Al ver allí sus versos, limpios de borrones, nítidos,correctos,conelpensamientodestacadopor laenérgicanegrurade la tintasobre lapágina clara, daban ganas de creer que habían nacido así, tan fáciles y con tanadecuadosconsonantesysinenmiendasniripios.

ALeocadialaconmovióellibro,mástodavíaquealautor.Rompiólamaestraencopiosollantodegozo.¡Eralagloriadesupoeta,obrasuyaenciertomodo!Pordos

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o tres días anduvo contentísima, olvidando lasmalas nuevas que le traíaFlores deOrensetodoslosdomingos;deOrense,adondeLeocadianoseatrevíaairportemora ceder a los ruegos, y ablandarse ante las súplicas del niño, pero donde latíanaquellasfibrillasdesucorazónqueaúndestilabansangre,yqueFlorestorturabaconel relato de los sufrimientos de Minguitos, cada vez más desmejorado, siemprequejándosedequeenelalmacénsemofabandeélyleechabanencarasujoroba.

¡Enigmas del corazón humano! Segundo, que desdeñaba el lugar de sunacimiento;quecreíaynoseequivocaba,queenVilamortanoexistíapersonaalgunacapaz de aquilatar elmérito de una poesía, no pudo, sin embargo, dejar de ir unanocheacasadeSaturninoAgonde,ysacandonegligentementedelbolsilloeltomo,echarlosobreelmostradordiciendoconfingidaindiferencia:

—¿Quétepareceestaimpresión,chico?Al punto se arrepintió de semejante debilidad, tantas fueron las tonterías y

patochadasqueelelegante tomo inspiróa la irreverente tertulia. ¡Nunca lohubieraenseñado! En fin, él se tenía la culpa. ¡Si el público no le trataba mejor que susconciudadanos!… Nunca es dueño el hombre de prescindir por completo de laatmósfera que respira: siempre ha de interesarle aquel horizonte que ve. Por pocaimportancia que concediese Segundo al dictamen de los vilamortanos, y aunqueciertamente su aprobación no lograría enorgullecerle, su inepta befa le ulceró yenconóelalma…Retiroseasucasalastimadoydolorido.Pasóunanochefebril,deesas noches en que se conciben magnos proyectos y se adoptan resolucionesdecisivas.

Las condensaba en su carta aBlánquez…Este no contestó a vuelta de correo:pasaron días y días, y Segundo fue todas las mañanas a la estafeta, recibiendosiempre lamisma respuesta lacónica…Por fin leentregaronunacartavoluminosa,certificada.

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Capítulo26

Alabrirlacayeronvariosnúmerosdeperiódicos,dondeseñaladosconunacruzdetinta estaban los párrafos en que se hablaba del libro recién impreso, del tomo depoesías tituladoCantos nostálgicos, que tal nombre dio en la pila Segundo a susrenglonesdesiguales.

Venía también una carta deRoberto, de cuatro carillas…Era su contenido tanimportante para Segundo, de tal manera había de pesar y ejercer influencia en suporvenir lo que aquellas letras contuviesen, que las dejó a un lado, temeroso, sinsaber por qué, de leerlas, queriendo dilatar lo que tanto deseaba… Veía la cartaabierta,ylesaltabanalosojosciertosnombres,ciertaspalabrasrepetidas…Allísenombraba muchas veces a la viuda de Comba… Para dominar su turbación,puramentenerviosa,recogiólosperiódicos,ysedeterminóaleerantesloquetraíalaseñaldelacruz…Recorrióelvíacrucis,entodalaextensióndelapalabra.

ElImparcialdabaunestrepitosobomboalpaísgallego,yparaprobarqueenélnacenpoetasconlamismafacilidadqueexquisitaspavíasybellísimasflores,citaba,sin nombrarle, al autor deCantos nostálgicos, lindo tomito acabado de poner a laventa.Yniunalíneamás,niunaapreciacióncrítica,niunleveindiciodequenadie,enlaredaccióndelpopulardiario,sehubiesetomadoeltrabajodecortarlaspáginasdel tomo.ElLiberal,mejor informado,asegurabaen tres renglonesque losCantosrevelabanensuautorgranfacilidadparaversificar.LaÉpoca,enlomásrezagadodesuseccióndeLibrosnuevos,alababalaeleganciatipográficadellibro;noaprobabaelsaborrománticodel títuloy laportada;y,derefilón, lamentaba,que lamusadelpoeta fuese la infecunda nostalgia, habiendo por ahí tantas cosas sanas, alegres yfecundasquecantar.ElDía…

¡Ah!LoqueesenElDíalepegabanaSegundounvarapaloenregla;peronodeesosvarapalossañudos,intencionados,enérgicos,enquesetomalavaraadosmanospara deslomar a un adversario fuerte y temible, sino un latigazo de desprecio, uncapirotazocon lauña,comoelquesedaaun insectocuandomolesta;unadeesascríticassumarias,queelcríticonosetomaeltrabajodefundaryrazonarporsertanevidenteloquedice,quenorequieredemostración:unaejecucióncapitalpormediodedosotreschistes,perodelasqueacabanconunautornovel,lehunden,lereleganparasiemprealoslimbosdelaoscuridad…Veníaelcríticoadecirquehoy,cuandolosversosmagistralescarecendelectores,eslástimagrandehacergemirlasprensasconrimasdeinferiorcalidad;quehoy,cuandoBécquerperteneceyaalnúmerodelossemidioses de la poesía, habiendo ingresado en el panteón de los inmortales, especado que se le falte al respeto imitándole torpemente, y estropeando ycontrahaciendosuspensamientosmejores;yporúltimo,queesdesentirquejóvenesmuyestimables,dotadosquizádefelicísimasdisposicionesparaelcomerciooparalas carreras del notariado y farmacia, gasten el dinero de sus papás en edicioneslujosasdeversosquenadiecompraránileerá…

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Debajo de tal filípica había escrito de su puño y letra Roberto Blánquez: «Nohagascasodeesteanimal.Leemiartículo».

Conefecto,enunperiódicooscuroysubterráneo,deesosinnumerablesquevenlaluzenMadridsinqueMadridlosvea,Blánquezvertíaydesahogabatodalabilisde su amistad y patriotismo herido, poniéndole al crítico las peras a cuarto,encareciendoel librodeSegundoydeclarándolodignaparejadeldeBécquer, soloqueunpocomásdulce,unpocomássoñadorymelancólicotodavía,afuerdehijodeunpaíshermosocuantodesventurado,unpaísmásbelloqueAndalucía,queSuizayque todos los países bellos del orbe: acabando por decir que, si Bécquer hubiesenacidoenGaliciasentiría,pensaríayescribiríacomoELCISNEDEVILAMORTA.

Segundocogióelmanojodeperiódicosy,mirándolounratoconlosojosfijosyel gesto torvo, hízolo al fin pedazos, primero grandes, luego chicos, luego máschiquitos aún, que lanzópor la ventanay fueron a caer revoloteando, amaneradesimbólicasmariposas,oplateadospétalosde laflorde la ilusión,alcharcode lodomásinmediato…Segundosonreíaconamargura.Allávalagloria…pensó.Ahora…creoqueyaestoymássereno…¡Vamosaleerlacarta!…

Loimportantedeestasonciertos trozos…adicionadosconloscomentariosquenoenvozalta,sinomentalmente,haceellector.

«Estuve,segúntuencargo,encasadelaviudadeComba,aentregarleelejemplarque me remitiste tan cerradito y tan selladito… —¡Claro! Llevaba dentro unadedicatoriaquenomegustabaquevieseellaquepodíashaberlaleídotú…—Tieneunacasapreciosa,conmuchacortinadesedayfloresnaturales.—Todo,todolosuyoes así, delicado y bonito…— Pero tuve que ir dos veces o tres antes de que merecibiese,porquesiempreeramalahora…—Norecibiráellaadosportresalprimeroquesepresente…—Porúltimo,merecibióconunsinfindeetiquetasycumplidos…Estámuyguapadecerca,aúnmásquede lejos;yparecementira,chico,quetengaunaniñadedoceaños:ellarepresenta, lomás,veinticuatrooveinticinco…—¡QuécosasmecuentaamíRoberto!—Puesnada,encuantoledijequeibadepartetuya…—¡A ver!— se puso… ¿cómo te diré yo? —¡Ruborizada!—, disgustada ysobresaltadísima,chico;yademás,tanseria,queyomequedévoladoysinsaberquéhacer…—¡Infame! ¡Infame!Temíaqueyo…Aver, concluyamos, concluyamos…—No quiso recibir el libro por más instancias que le dirigí…—¡Pero esto no seconcibe!¡Ah,quémujer!…—porqueaseguraquelerecordaríamuchoestepaís,yelfallecimiento de su esposo, que Dios haya; y por consiguiente, te ruega que ladispenses…—¡Miserable!—deabrirelpaquete…ydeleertusversos…ytedalasgracias…—¡Ja,ja,ja!—¡Bravo!¡Granactriz!

»Yo,apesardetodo,comotúmeencargabasexpresamentequeseloentregase,mepropusenovolver a casa con él, y saludándola y tomando el sombrerodejé tupaquetitosobreunmueble;peroaldíasiguientepor lamañanaya lo teníaencasa,cerrado, lacrado, intacto…—YyonolaarrojéalAvieiroaqueldíaenquenuestrasbocas…¡Estúpidodemí!Enfin,acabemos…

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»Anteestaconductade laviudita, conjeturoque túdebeshaber inventado todoaquello del precipicio y del balcón…me lo contarías para guasearte conmigo…ocomo eres así, tan loco, soñaste que te sucedió, y confundiste el sueño con larealidad… —Hace bien en mofarse—. De todos modos, chico, si la viuda teinteresaba, no piensesmás en ella…Sé de fijo, pormis primas, que lo saben concertezaporsupadre,quealacabarseellutosecasaconunmarquésdeCameros,quetuvodistrito enLugo…—Sí, sí…comprendido—.La cosanovadebroma:ya leestánbordando,segúndicenmisprimas,sábanasconcoronademarquesa…».

La carta fue desgarrada con más lentitud que los periódicos, en trozos másmenudos, casi enpolvillodepapel…Con los restoshizoSegundounabolita, y ladespidióbriosamenteparaquesehundiesemuyadentroenelcharcodelodo…¡Eselamor!…pensó,riéndoseacarcajadas.

Comenzóapasearseporlahabitación,primeroconciertamonótonaregularidad,después condesasosiegoy furia.Clara, la hermanamayor, entreabrió la puerta delcuarto.

—DicelatíaGasparaquevengas.—¿Aqué?—Acomer.Segundotomósusombrero,yselanzóalacalle,dirigiéndosealasorillasdelrío,

presadelfurorquelasnecesidadesdiariasde lavidacausana losquesufrenalgúnviolentochoquemoral,undesengaño.

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Capítulo27

¡Qué paseo el suyo por las húmedas y encharcadas márgenes del Avieiro! Ibaunasvecesdeprisa,sincausaalgunaque leobligaseaacelerarsumarcha,yotras,también sinmotivo, se paraba, quedándose con los ojos clavados en algún objeto;pero,enrealidad,noviéndolopoconimucho…Unremordimiento,unpesarroedor,lemordía el corazón cuando recordaba el pasado: así como al naufragar un buquecadanáufragolamentaespecialmentelapérdidadeunobjetoqueatodosprefería,asíSegundo,delayerdesvanecidoya,soloechabademenosuninstante;uninstantequequisiera a toda costa revivir; el del precipicio; elmomento en que pudo conseguirdigna y gloriosa muerte, arrastrando consigo al abismo la noble carga de susilusiones,yelcuerpodeunamujerquesoloenaquelminutoinolvidablepudoamarledeveras…

¡Cobarde entonces y cobarde hoy!, pensaba el poeta, llamando en su ayudadesesperadasresoluciones,ynoencontrandoelvalorindispensableparaabrazarsedeuna vez al agua fría y fangosa… ¡Qué horas! Borracho de dolor, se sentó en laspiedras,alaorilladelrío,mirandoconidiotafijezacómolasgotasdeaguadelluvia,alircayendoendiagonaldelcielogris,hacíanenelríounoscírculosquetratabandeprolongarse,ynoloconseguían,porqueotrosinfinitoscírculosigualessetropezabanconellos,ysemezclaban,ysedeshacían,yserenovabanincesantemente,yvolvíananacer,yaconfundirse,marcandoenlasobrehazdelríounosdibujosondulantes,muyparecidosaesalabordelaplataquellamanguilloché…Nonotabasiquieraelpoetaque aquellas mismas gotas que sobre el Avieiro rebotaban espesas y frecuentes,descargaban también sobre su sombrero y hombros, escurrían a la frente, seintroducíanporelcuello,secolabanentre laropaylacarne.Loobservóasíquelademasiadafrialdadlehizoestremecerse,levantarseytomaratardopasoelcaminodesucasa,dondeyatodoelmundohabíacomidoynadieleofrecióunatazadecaldo.

A los dos o tres días se le declaró una fiebrecilla, ligera al pronto, luegomásgrave.Tropiezolacalificódegástricaycatarral,lasinceridadobligaadecirqueleadministró remedios no enteramente desacertados: esto de las fiebres gástricas ycatarralesesparalosmédicospracticonesunabendicióndeDios,uncampogloriosodondesuelencontarporvictorias las jornadas;uncamino trilladoenquenocorrenriesgo de extraviarse. Por allí no se irá al desconocido polo de la ciencia, pero almenosnosevatampocoadespeñaderoalguno…

Salía Tropiezo una noche de visitar a Segundo, e iba muy arrebujado en subufanda. A la puerta misma del abogado, de entre la sombra que proyectaba elparedóncontiguo,sedestacóunamujer,enpelo,vestidaconunabatavieja.Loclarode la noche permitió a donFermín ver sus facciones, y no sin trabajo reconoció aLeocadia,talestabalapobremaestradedesfigurada,mudadayenvejecida.Seleíaensusemblantelamásvivaansiedadcuandopreguntóalmédico:

—¿Yquétal,donFermín?¿CómolevaaSegundo?

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—¡Ah!Buenasnoches,Leocadia…Sabequealprontonomehacíayocargo…Bien, mujer, bien; no se apure. Hoy mandé que le diesen ya un pucherito y unasopa…Novaliónada lacosa:unamojadura…Peroel rapazesalgocaviloso,y leentrótaltristezaytalabatimiento,quepenséquenuncaibaavolverleelapetito…Eneste tiempo hay que abrigarse: tenemos un día bueno y luego, cuando menos sepiensa, carga el agua y el frío otra vez…¿Yusted cómo lo pasa?Me dijeron quetampocoandababuena…Hayquecuidarse,mujer.

—Yonotengoduda,donFermín.—Puesmásvaleasí…¿Noticiasdelrapaz?—AlláporOrense…elpobre…Noseacostumbra.—Ya se irá acostumbrando. Ya se ve… estaba hecho a los mimos… Vaya,

Leocadia,abur.Váyaseasucasa,mujer,váyaseasucasa.DonFermínsealejó,subiéndoselabufandahastalanariz.Aquellamujerestaba

loca:¡puesnolehabíadadopocofuerteelcariño!¡Yquédeshecha,quéacabadaenmeses!Lasviejas aún se enamoranmásque las rapazas.Él había estadoprudente,muyprudente,ennocontarlelosplanesnuevosdeSegundo…¡Eracapazdeallanarlacasasitalsupiese!No,silencio,silencio.Enbocacerradanoentranmoscas.Queloaveriguase por otro lado, por él no. Y con tan sanas ideas y honrados propósitos,Tropiezo llegó a la tertulia de Agonde, y al cabo de un cuarto de hora de sesióndesembuchólanueva.SegundoGarcíasemarchabaaAméricaaprobarfortuna.Asíquesanasedeltodo,porsupuesto…IríaalaCoruñaatomarelvapor.

Fue ocasión propicia para que la tertulia en pleno lamentase una vez más elfallecimientodedonVictorianoAndrésdelaComba,protectorypadredetodoslosvilamortanos sin colocación, diputado útil y agente infatigable de la comarca…Avivir él, no se iría seguramente unmuchacho de tantomérito, un poeta—aquellanoche toda la tertuliaconveníaenqueSegundoteníaméritoyerapoeta—acruzarlosprocelososmaresenbuscadeunaposicióndecente…Perodesdeque lefaltabadonVictoriano,Vilamorta carecía de eco en las regiones del favor y la influencia,pues el señorito de Romero, actual dueño del distrito, pertenecía a la raza de losdiputadosdócilesquenoseimponenalGobierno,queacudenavotarcuandoselesllama,ysetasanabajoprecio,cotizándoseapenasaldeunoscuantosestanquillosymedia docena de credenciales por legislatura…Agonde se desquitó aquella noche,espaciándoseporelterrenodesuconversaciónfavorita,queerarenegardelfunestoinflujo eufrasiano, culpable de que Vilamorta decayese y su juventud emigrase alNuevoMundo…El boticario expuso sus teorías: a él le gustaba que los diputadosvolviesenporeldistrito:¿dequéservíansino?Paraél,elidealdeldiputadoeraaquelfamosohombrepolíticoaquienelbarberodelpuebloquerepresentabahabíapedidoundestino,fundándoseenque,porculpadelrepartodecredencialesentretodaslaspersonasdesuposicióndelpueblo,nolequedabanyaparroquianosqueafeitar,ysemoríadehambre…Enestointervinoelalcaldediciendoqueélsabíadebuenatintaque el señorito de Romero pensaba interesarse muy de veras por Vilamorta; lo

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confirmó el dulcero y algunos de los presentes, y promoviose un altercado quedemostródemodoirrefragablequeadiputadomuertonohayamigos,yqueelnuevorepresentantedelpaísteníayaenelmismofocodelosantiguosradicalescombistassuspaniaguadosydevotos.

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Capítulo28

ElCisnehadejadosulagonatalomejordicho,sucharca:hacruzadoelAtlánticoenalasdelvapor.¿Volveráalgúndía?¿Regresaráconelrostroamarillento,elhígadoestropeado,conalgunosmilesdedurosenletras,guardadosenlacartera,aconcluirsusdíasdondelosempezó,asícomoelbuquedesvencijadoporlastempestadesvienearecibirlaúltimacarenaenelastilleroenquefueconstruido?¿Lesorprenderáalaentradadel continente jovenese temerosomalantillano,verdugode los íberosquetratandeemularaColónconquistandoaAmérica,elvómitonegro?¿Sequedaráporlas zonas tropicales arrastrando coche, unido en matrimonial vínculo con algunacriolla? ¿Llegará a presidir cualquiera de esas repúblicas minúsculas, donde losdoctores son generales y los generales doctores? ¿Se curarán sus melancolías alsalitrosobesodelauramarina,al contactode tierrasvírgenes, alduroacicatede lanecesidadque,empujándolealalucha,ledirá:trabaja?

Acaso algúndíanarrará la historia lasmetamorfosis delCisne, su odiseay susvicisitudes; solo que es necesario que corran los años, pues aún fue ayer, como sidijéramos, cuando salió de Vilamorta Segundo García, dejando a la maestra deescuelahechaunmardelágrimas.YestodelamaestraeselúnicocabosueltodelacrónicadelCisnequeenlaactualidadpodemosrecoger.

MuchodioquehablarLeocadiaenVilamorta.Estabaenferma,segúnunos;segúnotros,arruinada;ysegúnbastantes,nomuycabaldejuicio.ViéronlarondarlacasadeSegundo varias noches, durante la enfermedad del poeta; se aseguraba que habíavendidosusbienes,yqueteníasucasitahipotecadaaClodioGenday;perolomásextrañodetodo,loqueacerbamentesecensuraba,eraelabandonoenquedejabaasuhijo,despuésdehaberlocuidadoymimadotantodepequeño,noyendoaverleniunsolodíaaOrense,alpasoquelaviejaFloresibasincesaryacadapasodabapeoresnuevasdelchiquillo:queseconsumía,queechabasangreporlaboca,quesemoríadetristeza…quenoduraríaunmes…Leocadia,aloírlo,dejabacaerlabarbasobreelpecho,yalgunasvecessemovíanconvulsivamentesushombros,comosisollozase…Porlodemás,solíaaparecertranquila,aunquemuycallada,ysinlaactividadhabitualenella.AyudabaaFloresenlacocina,atendíaalasniñasdelaescuela,barría,todolomismoqueunautómata,yFlores,que laespiabacruelmentepara tomarnotadesusdistracciones,secomplacíaengritarle:

—Mujer,hasdejadosucioesteladodelasartén…Mujer,nohascosidoelrotodela saya… Mujer, ¿en qué piensas? Hoy voy a Orense; tienes tú que cuidar delpuchero…

Afinesdelverano,Clodiopidiólosréditosdesuempréstito,yLeocadianopudopagarlos;porlocualseleanuncióqueelacreedorestabaensuderechoalreclamarlafincaprevioslostrámiteslegales.FueaquelungolpeterribleparaLeocadia.

Aconteceavecesqueunprisionero, insignepersonaje,reyquizá,confinadoporrevesesde la suerteenestrechamazmorra,despojadode susgrandezas,privadode

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cuanto constituía su dicha, pasa años sobrellevando con resignación sus males,aunque abatido, sereno… Y si un día, por un refinamiento de crueldad de loscarceleros, se lequitaaese resignadopresoundije,unobjeto,una frusleríacon lacualllegóaencariñarse…eldolorcontenidosedesbordaysobrevienenlosextremosde la desesperación. Algo parecido le sucedió a Leocadia, cuando supo que erapreciso abandonar para siempre aquella casita amada, donde había pasado conSegundohorasúnicasensuexistencia;aquellacasitadirigidaporella, reconstruidaconsusahorros;aquellacasitalimpiayprimorosaayer,todosuorgullo…

Flores laoyómuchasnoches llorar agritos;perocuandoalgunavez,movidaacompasión involuntaria, entró la vieja a preguntarle qué sucedía, o si quería algo,Leocadiatapándoseconlaropasolíaresponderleenvozsorda:—Notengonada…mujer,déjamedormir…¡Nidormirmedejas!

Mostróaquellosdíasgranversatilidadehizomilplanes;hablóde irseaviviraOrense,dejandolaescuelayponiéndoseacoserencasa;hablótambiéndeaceptarlasproposicionesdeClodioGenday,quehabiendodespedidoasucriaditamoza,nosesabeporqué,ofrecíaaLeocadiatomarladeamadellaves,conlocualsequedaríaensu propio domicilio, eliminando por supuesto a Flores. Todas estas resolucionesduraronbrevetiempo,yfuerondesechadasparaadoptarotrasnomenosefímeras;yconlaseriedeproyectosycambios,el tiemposeapresurabayLeocadiasehallaríaprontosinasilo.

Un día de feria salió Leocadia a comprar diversas cosas que Flores necesitabaurgentemente:entreotras,uncedazoyunachocolateranueva,porquelasuyaestabayainservible.Elvaivéndelgentío,losempujonesdelosvendedores,laluzclaradelsolotoñal,lemareabanuntantolacabeza,débilconlasvigilias,conelpococomeryelmucho sufrir. Parose delante del puesto en que se vendían los cedazos.Era unaespeciedecajóndesastre,yallíseferiabanmilbaratijas,cachivachesindispensables,comomolinillos,sartenes,cazos,jeringas,aparatosdepetróleo,yenunaesquina,dosmercancíasmuysolicitadasdelpúblicoenaquelpaís,consistentesenunospapelitoscolorderosaclaro,yblandoscomoelpapeldeestraza,yunospolvosblancuzcos,deunblancosospechoso,parecidosaaveriadaharina.Leocadiafijósusojosenellos,yalpuntolavendedora,creyendoquelosdeseaba,empezóaponderarlesuscualidades,explicándoleque los retacitos rosa,humedecidosypuestosenunplato,nodejabanmoscaqueallínofeneciese,yquelospolvosblancoseransénecaparamatarratones,dándosela en ciertas bolitas de queso bien preparadas…ComoLeocadia le pidiesetantoasídelospolvos,preguntándolecuántocostaban,lamujeralardeódegenerosa,ycogiendoconunaespátulaunbuenpuñadodepolvitosseloentregóenvueltoenunpapel,pornoséquéfrioleradecuartos.Poco,enefecto,valíaladroga,comúnenelpaís,dondeelarsénico,nativoabundaenlosespatoscalizosqueformanunadelasvertientes del Avieiro, y el ácido arsenioso, elmatarratones, se vende libremente,más que en la botica, en las ferias. Lamaestra se guardó sus polvos, compró pordeferencia media docena de papelitos rosas, y al volver a su casa, entregó

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puntualmenteaFloreslosobjetosencargados.FloresnotóquedespuésdecomerseencerrabaLeocadiaensudormitorio,donde

laoyóhablaralto,comosirezase.Habituadaasusrarezasnoloextrañó.Terminadoelrezo,lamaestrasalióalbalcón,yestuvounlargoratomirandolostiestos;pasóalasala y contempló otra buena pieza el sofá, las sillas, la mesita, los lugares querecordaban su historia. En seguida la vio Flores penetrar en la cocina… La viejaaseguraba después—¿pero en tales casos, quién renuncia a preciarse de zahorí?—queyalellamóaellalaatenciónaquelmododeentrar…

—¿Tienesahíaguafresca?—Sí,mujer.—Dameunvasito.Floresdeclarabaqueal cogerelvaso, lamanode lamaestra temblabacomosi

tuviese alferecía; y lomás singular fue que, no llevando el vaso azúcar, Leocadiacogióunacucharadebojylametiódentro…

Sinembargo,hastadeallíaunahorauhoraymedia,nooyóFloresaLeocadiagemir…Secolóenelcuartoylaviosobrelacama,conuncolorqueponíamiedo;violentasnáuseaslevantabansupechoacongojado,ytrasdelasnáuseasylasarcadasy los convulsivos esfuerzos para vomitar, un frío sudor inundaba la frente de laenfermaysequedabasinmovimientonivoz…Flores,espantada,saliócorriendoenbuscadedonFermín.Queseapurase,queestonoeradebroma…CuandovinodonFermíntodosofocadoypreguntó:

—¿Perovamosaver,Leocadia,quéesesto?¿Quétiene,mujer?,¿quétiene?Ella,entreabriendosusdilatadosojos,murmuró:—Nada,donFermín…Nada.Alacabeceradelacamaestabaelvaso,sinaguaya,peroconunacapadepolvos

blancos adheridos al fondo y raspados a trechos por la cucharilla, pues el agua nohabíapodidodisolverlosylamaestranoqueríadejarlosallí…

ConvienequetambiénenestaocasióndeclaremosqueelinsigneTropiezonodioningunoenelexpeditocaminodeltratamientodetansencillocaso.YahabíareñidoTropiezo algunas batallas más con aquella vulgar sustancia tóxica, y conocía susmañas:acudiósinvacilaralosenérgicosvomitivos,alemético,alaceite…Soloqueelveneno,máslistoqueél,habíapasadoyaalacirculación,ycorríaporlasvenasdelamaestra,helándolas…Cuandolasnáuseasylosvómitoscesaron,sobrelamortalpalidez de Leocadia asomaron unasmanchillas rojas, una erupción semejante a laescarlatina… Duró este síntoma hasta que vino la muerte a desatar aquel tristeespírituyemanciparlodesuspadecimientos,quefuealamanecer.

Poco antes de expirar, en un momento de calma, Leocadia hizo una señal aFlores,yledijoaloído:

—Damepalabra…quenolosabráelchiquillo,¿eh?…¡Porelalmadetumadrenoledigas…noledigaselmododemimuerte!

Pocosdíasdespués,defendíaseTropiezoenlatertuliadeAgonde,enlacual,por

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gustodehacerlerabiar,leachacabanladesgraciadelamaestra.—Una,quemellamarontarde,muytarde,cuandoya lamujerestabacasien la

agonía…Otra,señores,quesetomóunacantidaddearsénico,quenieratantaquelapudiesearrojar,nitanpocaqueleprodujeseuncoliquitoyquedasedespachada…Sitomasemás,eramásfácilgobernarlo,señores.Enloquenoestuvemuyacertadofueennollamarantesalcura…Lohiceconbuenaintención,pornoasustarla,yporsilaíbamos sacando adelante…Cuando le pusieron la extrema, ya no daba a pie ni apierna…

—¡Demodo,murmurómalignamenteAgonde, que con usted, o el cuerpo o elalmanoselibrandeuntropiezo!

Celebrólatertuliaeldicho,yhubochanzasfúnebresyfrasescompasivas.ClodioGenday, el acreedorde la difunta, se agitaba en el asiento. ¡Qué conversaciónmástonta!¡Hablardecosasalegres,canario!

Sehabló,enefecto,decosasalegresysatisfactorias:elseñoritodeRomerohabíaofrecido poner enVilamorta estación telegráfica; y también se decíamucho en lospapeles que la importancia vitícola delBorde reclamaba un ramal de ferrocarril, yprontovendríanlosingenierosaestudiarlo.

LaCoruña,septiembrede1884

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EMILIAPARDOBAZÁN (LaCoruña, 16de septiembrede1851 -Madrid, 12demayode1921).HijaúnicadedonJoséPardoBazányMosqueraydedoñaAmaliadela Rúa Figueroa y Somoza, recibe una educación esmerada desde sus inicios. Suformación se completó en la capital de España, donde solía pasar los inviernos lafamiliadebidoa lasactividadespolíticasdesupadre,militanteenelpartido liberalprogresista.

Lectorainfatigabledesdelosochoaños,alosnuevecompusosusprimerosversosy,alosquince,suprimercuento,UnmatrimoniodelsigloXIX,queenvióalAlmanaquedeLaSoberaníaNacionalyqueseríaelprimerodelosnumerosos—cercade600—quepublicaríaalolargodesuvida.

El año 1868 supone un hito en la vida de Emilia, según explicaba ella: «Tresacontecimientosimportantesenmividasesiguieronmuydecerca:mevestídelargo,mecaséyestallólaRevolucióndeSeptiembrede1868».Emiliatenía16años,ysumarido, JoséQuiroga, estudiante deDerecho, veinte. La boda se celebró el 10 dejulioenlacapilladelagranjadeMeirás,propiedaddelospadresdelanovia.

En 1873, la familia Pardo Bazán —y también los recién casados— abandonatemporalmente España. El viaje se prolonga por varios países de Europa, lo quedespiertaenEmilia la inquietudpor los idiomas,coneldeseodeleera losgrandesautoresdecadapaísensulenguaoriginal.Suinquietudintelectualvaenaumentoy,al regresar aEspaña, entra en contacto con el krausismo (doctrina que defiende latolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo) a través de

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FranciscoGinerdelosRíos,conquienleuniríaunagranamistaddesdeentonces.ElinflujodeloskrausistaslaempujaalalecturadelosmísticosydeKant,yestos,asuvez,laconducenhastaDescartes,SantoTomás,AristótelesyPlatón.

En1876,añodelnacimientodesuprimerhijo,Jaime,sedaaconocercomoescritoraalganarelconcursoconvocadoenOrenseparacelebrarelcentenariodeFeijoo.Sonañosenquetodavíanohaabandonadototalmente lapoesía.GraciasaGinerdelosRíosseedita,en1881,ellibrodepoemasdedoñaEmilia,tituladoJaime.

La aficiónalgéneronovelesconoes tempranaendoñaEmilia, que consideraba lanovela un géneromenor, demero pasatiempo, prefiriendo completar su formaciónintelectual, en laqueencontrabamuchas lagunas.Sinembargo,elconocimientodelas obras de sus contemporáneos la anima a escribir su primera novela, PascualLópez, Autobiografía de un estudiante de medicina, poco antes de aceptar ladirección de laRevista deGalicia, en 1880. En 1881 publicaUn viaje de novios,novela para la que utilizó las experiencias de un viaje a Francia, y ese verano, enMeirás,acabaSanFranciscodeAsís,yaembarazadadesusegundahija,Carmen.ElprólogodeUnviajedenoviosesimportantísimoparacomprenderloquesignificaelnaturalismoenlaobradeEmiliaPardoBazán,corrienteliterariaquedioaconocerenEspaña,asícomolaseriedeartículosquepublicaentre1882y1883bajoeltítulodeLa cuestión palpitante. El naturalismo es un estilo artístico, sobre todo literario,emparentado con el realismo y que se basa en reproducir la realidad con unaobjetividad documental en todos sus aspectos, tanto en losmás sublimes como losmásvulgares.SumáximoimpulsorfueelescritorgaloÉmileZola.

En esta línea naturalista se inscribe la tercera novela de doña Emilia, La Tribuna(1883), así como las posterioresLos pazos deUlloa (1886),La madre naturaleza(1887) y La piedra angular (1891) aunque, entre la primera y la segunda, PardoBazánescribeunanovelaenlaqueseapartadelatécnicanaturalista:setratadeElcisnedeVilamorta, en laqueconjuga laobservación realistaconciertoselementosrománticos.Además,entreLamadrenaturaleza(1887)yLapiedraangular (1891)publica cuatro novelas que tampoco pueden considerarse naturalistas: Insolación yMorriña,ambasde1889yambientadasenMadrid,yUnacristianayLaprueba,lasdos de 1890, como participantes de cierto idealismo, tendencia que se observatambiénenelciclodeAdányEvaformadoporMemoriasdeunsolterón (1891)yDoñaMilagros(1894).

En1891,emprendeunanuevaaventuraperiodísticaconNuevoTeatroCrítico,revistafundada y escrita completamente por ella que, tanto en su título como en suplanteamientomultidisciplinar,culturalensentidoamplioydivulgativo,quiererendirhomenajeasuadmiradoFeijoo.En1892,fundaydirigelaBibliotecadelaMujer.

Desde tiempo atrás, doña Emilia venía colaborando en numerosas revistas yperiódicos con crónicas de viajes, artículos, ensayos y numerosos cuentos que

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agruparíaenvariascolecciones:CuentosdeMarineda (LaCoruña siempreapareceen sus novelas bajo el nombre deMarineda),Cuentos de amor, Cuentos sacro-profanos, En tranvía,Cuentos deNavidad yReyes,Cuentos de laPatria,Cuentosantiguosyotros.Tambiéncolaboraenprensaescrita,yesen1903cuandoempiezaagestarse su novela La quimera que, dos años después vería la luz como libro.Confirmandosucriteriodequelanoveladebereflejarelmomentoenqueesescrita,pueden apreciarse enLaquimera ciertos ecosmodernistas y simbolistas. En 1908,publicaLasirenanegra,cuyotemacentraleseldelamuerte,escritaenelAteneodeMadrid,dondehasidonombradaPresidentadelaSeccióndeLiteraturaen1906.

Viajerainfatigable,continúaconsignandosusimpresionesenartículosdeprensayenlibros.En1900,vanapareciendoenElImparcial sus artículos sobre laExposiciónUniversaldeParís,quecuajaránenellibroCuarentadíasenlaExposición.En1902seeditaPorlaEuropacatólica,frutodeunviajeporlosPaísesBajos.

PardoBazántodavíanohabíaintentadollevaralaescenasusobrasdeteatro,peroen1906estrenaenMadrid,sinéxito,Verdadycuestaabajo.

EsdoñaEmiliaunafigurareconocida,entonces,enlavidaliteraria,culturalysocial.En 1908 comienza a utilizar el título de Condesa de Pardo Bazán, que le otorgaAlfonsoXIIIenreconocimientoasuimportanciaenelmundoliterario.Desde1910eraConsejeradeInstrucciónPública,ySociodeNúmerodelaSociedadMatritensedeAmigosdelPaísdesde1912.Dosañosdespués, se le impondría laBandade laOrden deMaría Luisa, y recibiría del PapaBenedictoXV laCruz ProEcclesia etPontifice. En 1916, el ministro de Instrucción Pública la nombra Catedrática deLiteraturaContemporáneadeLenguasNeolatinasdelaUniversidadCentral.

El12demayode1921,unacomplicaciónconladiabetesquepadecíaleprovocalamuerte. Al día siguiente, toda la prensa hablaba de la escritora fallecida el díaanterior,quefueenterradaenlacriptadelaIglesiadelaConcepcióndeMadrid.

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