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GIORGIO ZEVINI y PIER GIORDANO CABRA (eds.) LECTIO DIVINA PARA LA VIDA DIARIA 1 Los relatos de la Pasión

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GIORGIO ZEVINI y PIER GIORDANO CABRA (eds.)Lectio divinapara la vida diaria

La colección Lectio divina para la vida diaria pretende sugerir unitinerario de lectio a partir de los textos más leídos y orados por lacomunidad cristiana y por la Tradición viva de la Iglesia.Estas páginas, que siguen el mismo método de la lectio divina,también han sido enriquecidas con fragmentos antológicos tomadosde los grandes comentarios que los Padres de la Iglesia y losmaestros de la vida espiritual nos han transmitido.El lector tiene en sus manos un nuevo instrumento que le ayudará aalcanzar una familiaridad orante con la Palabra de Dios, siguiendoun método bien probado y apreciado, y con la colaboración deautores de diferentes dotes y sensibilidades. El compromiso comúnes converger todos juntos hacia una espiritualidad bíblica, tantopersonal como comunitaria, que ilumine la vida cristiana hoy.

LECTIO DIVINAPARA LA VIDA DIARIA

1Los relatos de la Pasión

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Editorial Verbo DivinoAvenida de Pamplona, 4131200 Estella (Navarra), EspañaTeléfono: 948 55 65 11Fax: 948 55 45 06Internet: www.verbodivino.esE-mail: [email protected]

El editor agradece la amable concesión de los derechos de los textosreproducidos y permanece a disposición de los propietarios de dere-chos que no ha conseguido localizar.

Siempre que ha sido posible, el texto bíblico se ha tomado de La Bibliade La Casa de la Biblia.

2003 by Editrice Queriniana, Brescia - © Editorial Verbo Divino,2005 - Es propiedad - Printed in Spain - Impresión: GraphyCems,Vi será(Navarra) - Depósito legal: NA. 207-2006

La Pasión de Jesús segúnlos cuatro evangelios

El misterio pascual incluye la Pasión, la muerte yla resurrección de Jesús. Se trata de hechos decisivosde su vida y por eso los anunció a sus discípulos. Sinembargo, éstos, dominados por sus prejuicios, no com-prendieron el sentido de aquellas profecías ni consi-guieron explicarse cómo podía sufrir y morir aquel queda la vida a los otros. Lo comprenderán plenamentesólo después de la resurrección. Entonces entenderán laimportancia capital del misterio pascual, hasta el puntode convertirlo en el objeto privilegiado y principal de lapredicación. Así nació el kerigma (= anuncio), presenta-ción esencial de lo que es preciso conocer y vivir paraparticipar en la salvación de Jesús. Es el evangelio «lio-filizado», presentado por el apóstol Pedro en el día dePentecostés: «Jesús de Nazaret [..1. Dios lo entregó confor-me al plan que tenía previsto y determinado, pero vosotros,valiéndoos de los impíos, lo crucificasteis y lo matasteis.Dios, sin embargo, lo resucitó» (Hch 2,22-24).

Los relatos de la Pasión, muerte y resurrección, pre-cisamente por su importancia capital, fueron los prime-ros que encontraron una organización ordenada. Eranrecordados de manera habitual al celebrar el memorial dela cena y al hablar de Jesús. No se trataba de un simplerelato de cronista, como si fuera un tributo que espreciso pagar a la información o a la curiosidad, sinode un anuncio cargado de fe. Se trata de creyentes quehablan a otros que ya creen o que pretenden abrirse a lafe. La acogida que se brinde hoy a estos relatos tambiénserá fructuosa en una medida directamente proporcional

ISBN 84-8169-165-8 a la participación en la fe. Sin embargo, estamos ante

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IntroducciOn La Pasidn de Jesas segtin los cuatro evangelios 7

unos hechos reales, leidos a la luz de todo el plan divino(de ahi la abundancia de las citas biblicas) y presentadoscon un desconcertante realismo.

El relato rehdye la tentacion de apagar la curiosidaddel lector. Lo podemos notar en el hecho de que faltantodos los elementos que pudieran iluminar los senti-mientos de los protagonistas; por ejemplo, nada sesabe de los motivos que impulsaron a Judas a entregaral Maestro por un punado de dinero (de modo con-trario al gusto de los novelistas y dramaturgos mo-demos, predicaciOn apostolica no muestra ningUninteres por la psicologia de los personajes» [K. H.Schelke]). Lo notamos tambien en el hecho de que fal-tan los elementos edificantes, como lo demuestra ladesconcertante concision de la misma crucifixiOn. Hu-biera sido facil detenerse en detalles particulares quepresentaran a Jesus como un heroe, como un campeonen el arte de soportar el dolor, como una victima delpoder inicuo.

La comunidad primitiva no predicO nunca la Pasionsin unirla de una manera inmediata y directa con la re-surrecciOn; sin esta, tampoco aquella hubiera tenidosignificado. Separada de la resurreccion, la muerte deJesus se parece a la de Socrates o a la de algunos de losgrandes hombres del pasado: tendriamos un heroe mas,pero no al Salvador de la humanidad. Jesus seguiriasiendo un derrotado, una de las victimas inocentes e im-potentes de un sistema tiranico y homicida. Entrada enla regla general y no seria noticia, y mucho menos «Bue-na Noticia», o sea, precisamente Evangelio. Jesus, por elcontrario, constituye una excepci6n llamativa y comotal ha sido dada a conocer su vida. Jesus ha imprimidoen la historia una novedad que permanece en el tiempo.Pasados dos mil anos, continua sorprendiendo y, lo quees mas importante, encontrando seguidores que hacencontinua esa excepcion.

En Jesus toma cuerpo la figura del Siervo de Yahveanunciado por Isaias. Sufre, pero sin culpa; muere, perono por un castigo. Al morir demuestra su solidaridadcon todos los hombres. Su muerte no es una situaciondefinitiva y, de hecho, resultard fecunda como la muer-te del grano de trigo echado en el surco.

El misterio de la resurrecci6n de Cristo es el misteriocentral del cristianismo, como recuerda el apostol Pablo:«Si Cristo no ha resucitado, tanto mi anuncio como vuestrafe carecen de sentido. (1 Cor 15,14). Ahora bien, a diferen-cia de la muerte, que es facilmente controlable porquepertenece a la experiencia humana, la resurreccion nose puede comprobar con los instrumentos normales deinvestigacion. Pertenece al mundo de lo divino y solopor un don puede ser participada a los hombres. De ahila dificultad para comprenderla y para hablar de ella.

La Pasi6n de Jesus

La Pasion comienza con la agonia en el huerto de losOlivos, seguida por la traicion de Judas, que hizo po-sible el traslado de Jesus: primero ante la autoridadjudia y, despues, ante la romana. La sentencia conde-natoria emanada de esta ültima por instigacion de laautoridad judia llevara a Jesus, tras pasar por indeciblessufrimientos y humillaciones, al Calvario, lugar de laejecucion.

Como fuente de informaciOn disponemos del abun-dante material evangelic°, sancionado historicamentepor algun dato extrabiblico que nos permite conocer,por ejemplo, que Jesus fue crucificado bajo Poncio Pi-lato, gobernador de Roma. Aunque la descripciOn evan-gelica de los hechos es amplia y en ocasiones tambiendetallada, el interes principal estriba en mostrar a loscreyentes el valor que tienen el proceso, la condena y lamuerte. Por eso se acentila vigorosamente que estosacontecimientos son el cumplimiento de las afirmacio-

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8 Introduccion La Pasi6n de Jesus segtin los cuatro evangelios 9

nes del Antiguo Testamento. JesiIs fue condenado a cau-sa de su pretension de ser el Hijo de Dios. Mas alla deesto, que podia ser una simple pretension, la persona deJesus, a los ojos de la autoridad judia, era una amenazapara la subsistencia del pueblo de Israel, porque criti-caba la ley dada por Dios, adoptaba comportamientosque contrastaban con los usos tradicionales, debilitabala conciencia de la eleccinn del pueblo judio y desacre-ditaba a la clase dirigente. Era un hombre «incOmodooy, por lo tanto, debia ser eliminado. El desarrollo total delproceso deja entender facilmente que los motivos de lacondena carecen de todo fundamento. Sin embargo, si-guiendo una 16gica incomprensible, JesUs se somete a lasreglas de un juicio sucio y no reacciona. Actfia con plenaconciencia y lucidez; es mas, lo sabe, lo habia previsto.

Jesus choco con algunas fuerzas poderosas de la so-ciedad, «eligio la muerte>, o -dicho con el lenguaje delEvangelio- «tom6 su cruzD. Jesus quiso asumir la con-dicion mortal de cada hombre, a fin de liberar al horn-bre del poder de la muerte debida al pecado. Su muerteno fue casual, ni una tragica fatalidad. El la habia anun-ciado a los discipulos para prevenir el escandalo que pu-diera suscitar en ellos. Experiment6 el miedo a la muer-te y se sintio ante ella turbado, como tambien se habiaturbado ante el sepulcro de Lazaro; suplicO al Padre quepodia preservarlo y, finalmente, acept6 ese caliz amargocon un gesto supremo de amor infinito.

La PasiOn no es la historia de un condenado a muerte,sino el camino de la manifestacion mesidnica de Jesus; esepifania de su gloria. Esta observaciOn nos hace com-prender que el relato no fue escrito por extranos o porpersonas neutrales ante los hechos, sino por hombresque participaban en primera persona en las consecuen-cias del acontecimiento en su totalidad. Esa es la causade que el relato de la PasiOn este atravesado por un es-tremecimiento de vida y de que la luz de la resurreccionse filtre en el esbozo del sufrimiento.

El relato en su conjunto presenta una novedad conrespecto al resto del evangelio. Mientras que la vidapublica de Jesus esta dividida en diferentes episodiospresentados con frecuencia de manera aislada uno trasotro, la Pasi6n presenta un cuadro organic° y firme-mente organizado. Ello se debe a que esta narracion fuela primera en ser recogida y puesta por escrito. Lo con-firma, de una manera indirecta, el evangelio de Juan,que, aunque acostumbra a mostrarse autonomo y origi-nal en la presentacion del material, se alinea con losotros evangelistas siguiendo muy de cerca su trazado.Por otra parte, el primitivo bloque formado por la pa-siOn-muerte-resurrecciOn fue conectado muy pronto ala entera, aunque sumaria, biografia de Jesus. De ahi re-suite) un complejo bastante organic° que conservaba sucentro de gravedad junto al bloque transmitido en pri-mer lugar, hasta el punto de que el teologo M. KalilerHegel a decir que el evangelio es «un relato de la Pasioncon una extensa introduccion».

La Pasion en los evangelios sinopticos

Los relatos pertenecen al patrimonio de la Iglesia, y esella quien tiene que presentarlos. La fidelidad a la tradi-cion no impide la originalidad de cada evangelista. Mateoy Marcos son muy semejantes, pero no iguales, pues cadauno presenta elementos propios. El evangelio de Lucasse separa mucho de los dos precedentes y se acerca masal de Juan, con el que comparte no pocas analogias.

La Pasion en Marcos

La Pasion no llega de improviso. Jesus fue preparan-do la particular naturaleza de su ministerio, casi la pro-voc6. Durante su vida pUblica tuvieron lugar dos corn-plots, en Mc 3,6 y 11,18, y diversas manifestaciones dehostilidad contra el Maestro de Nazaret. El mismo no

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10 Introducción La Pasión de Jesús según los cuatro evangelios 11

ocultaba a los suyos lo que le esperaba, y en tres oca-siones preanunció su destino (en 8,22-10,52). La suertede Jesús no encontró a la comunidad sin preparaciónalguna, porque el evangelista muestra en el capítulo 13a dónde conduce el seguimiento: al sufrimiento, que sepuede convertir asimismo en martirio. Los discípulosestán llamados a recorrer con Jesús el camino que llevadesde Galilea a Jerusalén: «El tema del viaje ha sido em-pleado para demostrar que la cruz se encuentra en elcentro de la cristología de Marcos» (D. Senior). Recha-zar la cruz equivale a no comprender al que quiso hacerde la cruz el signo de su amor a los hombres, equivale ano sentir un afecto sincero por Jesús. El seguimiento es-taría seriamente comprometido.

Marcos no se entrega, precisamente durante la Pasión,a una representación oleográfica de los discípulos y nosofrece de ellos, por el contrario, la imagen de unas per-sonas débiles y de fácil hundimiento. La oración angus-tiada de Jesús debía servir como ejemplo para imitar(cf. 14,32), pero no encuentra correspondencia y los dis-cípulos se duermen. Jesús se dirige a Pedro preguntán-dole: «Simón, ¿duermes?» (14,37), o sea, dirigiéndose aél con el nombre que llevaba antes de ser invitado al se-guimiento. Parece que el evangelista quiere señalar, conesta denominación particular, que no velar con Cristo esindigno del verdadero discípulo. Marcos pone en guardiacon su evangelio a los seguidores de Jesús recordándolesque la cruz es un momento de crisis. Pedro, que llega arenegar del Maestro (cf. 14,66-72), prueba la fragilidadcrónica del creyente, una fragilidad que sólo podrá sersuperada con la confianza plena en Cristo.

Mientras que el discípulo demuestra su propia fragi-lidad, Jesús da testimonio de su dignidad, definiéndosecomo el Hijo del hombre de la tradición apocalíptica(cf. Dn 7,13), que se presenta en la plenitud de su gloria.Éste explicita todo lo que Marcos había anunciado des-de el principio (cf. Mc 1,1) y lo que el centurión procla-

mará (cf. 15,39) como representante de todos los cre-yentes venidos del paganismo. La Pasión es, al mismotiempo, la revelación suprema de Jesús y la prueba deci-siva para los discípulos.

El momento de su muerte será el que revela la verdadpor medio de dos signos (cf. 15,38ss): el velo del templose desgarra en dos -es decir, que ha concluido la era an-tigua- y el centurión pagano reconoce en Jesús al Hijode Dios -o sea, que toda la humanidad ha accedido a losbeneficios de esa muerte-. Estos dos signos poseen en símismos el valor de una conclusión y revelan el paradó-jico vuelco. La muerte de Jesús ya no es consideradacomo punto de llegada, sino como punto de partida: losdos signos del templo y del centurión revelan su fecun-didad y la presentan como impulso victorioso hacia laresurrección.

Se alude a las mujeres (cf. 15,40ss), a las mismas queserán las testigos de la mañana de resurrección, crean-do así una conexión intencional entre muerte y resu-rrección. Esta última se prepara con algunos gestos debondad: José de Arimatea se anima y le pide a Pilato elcadáver de Jesús: Pilato accede a esta petición y «otorgóel cadáver a José» (15,45). Por otra parte, dos mujeres sefijan en el lugar en que ha sido depositado Jesús, comoes obvio con la intención de volver en cuanto les sea po-sible a honrar el cadáver. Con estos gestos de bondad secierra un drama de maldad. Se está preparando algogrande, y el amor, que nunca muere, estará en condi-ciones de transformar también la maldad de los hom-bres en historia de salvación.

La Pasión de Jesús, e incluso su muerte, no están pre-sentadas como elementos negativos, como un fracasoimprevisto o como una fatalidad trágica. En consecuen-cia, la resurrección no será un remedio, sino que tantola Pascua como la resurrección serán dos partes de unúnico proyecto que el Siervo de Yahvé profetizado por

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12 Introduccion La Pasion de Jesas segan los cuatro evangelios 13

Isaias habla esbozado y que Jesus llevara a su cumpli-miento. De este modo, el misterio de la persona de Je-sus revela su parte mas profunda y el evangelio llega asu cima.

La Pasi6n en Mateo

Una mirada sumaria a Mateo nos permite observarun relato eclesial y doctrinal presentado con un estiloclaro. Mateo evita las improvisaciones y prefiere la es-quematizacion, que ayuda a comprender los hechoscon la inteligencia que procede de la fe de la comuni-dad. Como judio que escribe para judfos, insiste sobre-manera en el cumplimiento de las Sagradas Escrituras:en Jesus de Nazaret se realizan todas las profecias he-chas sobre el Mesias, sobre el Siervo de Yahve, sobreaquel a quien esperaba la historia de Israel y justificabala existencia del mismo pueblo.

Esbozando una comparacion rapida con Marcos,considerado como la fuente principal de Mateo, encon-tramos estas principales diferencias: en primer lugar,Mateo abrevia o bien omite aquellos pasajes de Marcosque tienen valor explicativo, adaptados para lo no judi-os; por eso le parece inutil decir a sus lectores judlosque la fiesta de los azimos era aquella en que se inmo-laba la Pascua. (Mc 14,12), o bien que .era la prepara-cion de la Pascua, es decir, la vispera del sdbado.. Porotra parte, Mateo tiende a completar la frase o a hacermas claro el texto de Marcos: .Uno de los presentes de-senvaino la espada. de Mc 14,47 se convierte en or/no delos que estaban con Jesus saco su espada» en Mt 26,51, afin de que el lector sepa de inmediato y de modo claroque los discipulos protagonizaron un intento de reac-cion violenta. Es tambien Mateo el que muestra unatendencia a la dramatizacion de los acontecimientos:dice que Pedro onego ante todos. (Mt 26,70), en vez derecurrir al simple negro)) de Mc 14,68, queriendo recor-

dar asf. que su negacion fue publica, del mismo modoque habia sido pUblico su testimonio de fidelidad in-condicional, su presunta superioridad sobre todos losotros (cf. 26,33).

Algunas prolongaciones y explicitaciones de Mateosirven para precisar y para orientar mejor al lector,como la introduccion a todo el relato de la Pasion (cf.Mt 26,1ss); gracias a ella, establece un vinculo entre loque precede y lo que vendra. Es como un titulo que con-tiene en embrion todo lo que va a desarrollar. Algunasnotas breves ayudan a clarificar el texto o a identificarmejor a las personas, como en el caso de Judas, al quese llama explicitamente otraidorD (26,25). Mateo conoceel precio de la traicion, fijado en .treinta monedas deplata» (26,15), un elemento que se repetird siete veces afin de mostrar la iniquidad del proceso por parte de losjudios y la realizacion del plan de Dios, que da cumpli-miento alas profecias (cf. 27,3-10). Es aim Mateo, y soloel, quien nos habla de la muerte de Judas (cf. 27,5) y delsuerio de la mujer de Pilato (cf. 27,19). No es dificil vis-lumbrar la intenciOn doctrinal de este ultimo detalle:una pagana intercede por el Justo, mientras que su pue-blo reclama la muerte de Jesus. Tambien esta el detalledel lavado de las manos por parte de Pilato, expresionde su voluntad de declinar toda responsabilidad y laconsecuente asuncion de toda la responsabilidad porparte del pueblo. Este detalle solo lo encontramos en elprimer evangelio (cf. 27,24ss).

Una caracteristica peculiar, aunque no exclusiva, deMateo es la de mostrar el cumplimiento de las profecias.Veamos algunos ejemplos: Mt 26,3ss hace referencia alSal 31,14; Mt 26,15 cita a Zac 11,12; de modo mas ge-neral Mt 26,56 atestigua: .Pero todo esto ha ocurridopara que se cumpla to que escribieron Los profetas..

Decididamente, son mas importantes los ariadidos,respecto al texto de Marcos, que tienen un valor de su-

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14 Introducción La Pasión de Jesús según los cuatro evangelios 15

brayado cristológico: Mateo recuerda más veces la filia-ción divina de Jesús (cf. Mt 27,40.43.54), que Marcosreserva sólo para la revelación final (cf. Mc 15,39). Laspalabras de Jesús referidas en Mt 26,52-54 muestran suplena adhesión al plan de Dios, constituyen una justi-ficación de la no violencia y sacan a la luz la autoridadque reivindica para su misión. Es también Mateo elúnico que solemniza la muerte de Jesús con una seriede milagros que le confieren un alcance cósmico (cf.Mt 27,51-53). Por último, Mateo añade el fragmento delpiquete de guardias y de los rumores sobre el cadáver(cf. 27,62-66). Resulta sorprendente esta postura de losadversarios, que, incapaces de acoger la inconteniblenovedad de la resurrección, hablan de robo del cadáverpor parte de los discípulos. Así, por un camino negati-vo, se convierten en testigos de los hechos.

Gracias a la aportación peculiar de Mateo, el relatode Marcos, ya rico de por sí, se vuelve más claro y com-pleto y adquiere una nota más eclesial. A este respecto,escribe I. Zedde: «El discípulo sabe ya por la fe que Je-sús es el cumplimiento de Israel, que Israel le rechazó yJesús lo sustituyó. La Iglesia es el nuevo Israel, porqueen Jesús y en la Iglesia se produce la muerte y la resu-rrección del mismo Israel».

La Pasión en Lucas

Lucas presenta la Pasión, en primer lugar, como unmartirio (o testimonio), pero no como el martirio deuna idea, sino de la voluntad de Dios: «El Hijo delhombre se va, según lo dispuesto por Dios» (Lc 22,22). LaPasión de Jesús sucede siguiendo el plan de Dios, en-cerrada en la visión teocéntrica de Lucas. Al evangelistale gusta subrayar algunos aspectos que serán normati-vos también para el futuro: el silencio y la pacienciaante los insultos y las acusaciones (cf. 23,9), la inocen-cia del condenado admitida por Pilato y por Herodes

(cf. 23,4.14ss), la acogida del ladrón arrepentido (cf. 23,43),el perdón otorgado a Pedro (cf. 22,61) y a los pecadores(cf. 22,51; 23,34). El testimonio de Jesús supone paralos discípulos una llamada, una cálida y apremiante in-vitación a hacer lo mismo. En efecto, Esteban, que en-carna al verdadero discípulo, se comportará de formaanáloga a Jesús (cf. Hch 6,59ss). De este modo, Lucasrepresenta en la Pasión al primero y verdadero mártir.En consecuencia, no constituye ninguna sorpresa que eltema del testimonio aparezca también con tanta insis-tencia en el libro de los Hechos de los apóstoles.

Afín al tema precedente es el de la inocencia. La ideano es, a buen seguro, nueva, porque aparece también enlos otros evangelistas, pero sólo Lucas expone las tresacusaciones políticas que imputan las autoridades judíasa Jesús (cf. Lc 23,2) y el hecho singular de que Pilatodeclare por tres veces a Jesús inocente (cf. 23,4.14.22).A esta misma conclusión de la inocencia de Jesús llega-rá también Herodes (cf. 23,15). Igualmente, las mujeresque se lamentan a lo largo de su vía crucis expresan consu llanto que Jesús no es un criminal (cf. 23,27). El buenladrón lo afirma con toda claridad (cf. 23,41). En estesentido debemos leer asimismo la afirmación del cen-turión a los pies de la cruz: «Verdaderamente este hom-bre era justo (= inocente)» (23,47). Recordemos que enMarcos y Mateo se había expresado de este modo: « Ver-daderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39;Mt 27,54). El tema proseguirá en el libro de los Hechosde los apóstoles.

El tercer evangelio es notoriamente conocido como el«evangelio de la misericordia», porque Jesús manifiestaen más ocasiones que en los otros su compasión por lospecadores, los extranjeros y las mujeres: tres categoríasque en aquel tiempo componían el nutrido grupo de losmarginados. También en el relato de la Pasión reapare-ce esta sensibilidad: Jesús cura la oreja cortada al sier-vo (cf. Lc 22,50ss), mira a Pedro y le perdona (cf. 22,61),

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Introducción La Pasión de Jesús según los cuatro evangelios 17

no presta atención a sus propios sufrimientos, sino a losde las mujeres de Jerusalén a las que intenta consolar(cf. 23,27-31), manifiesta públicamente su perdón a losque le están crucificando, y declara: «Padre, perdónalos,porque no saben lo que hacen» (23,34).

Es también más que conocida la especial atenciónque dedica Lucas a la oración (cf. 3,21; 5,16...). Asimismose pueden detectar elementos novedosos en el relato dela Pasión. Más allá de las anotaciones sobre la oraciónque podemos encontrar también en Marcos y Mateo, eltercer evangelista añade pasajes que muestran su sensi-bilidad por este tema. Jesús advierte a Simón de la ten-tación inminente y añade una preciosa garantía: «Yo herogado por ti, para que tu fe no decaiga» (Lc 22,32). El yacitado de Lc 23,34, que expresa el perdón de Jesús a susasesinos formulado en forma de oración elevada al Pa-dre: «Padre, perdónalos...». Y también dirigido al Padre,concluye Jesús su existencia terrena, apagándose conlas palabras del Sal 31: «Padre, a tus manos encomiendomi espíritu» (Lc 23,46).

La Pasión en el evangelio según Juan

El evangelio según Juan se distingue de los sinópticospor la originalidad de su esquema y por la sensibilidadde su contenido. Aunque en el relato de la Pasiónmuestra una gran afinidad con los otros escritos evan-gélicos, presenta de todos modos rasgos particularesque motivan que tratemos aparte el cuarto evangelio.Vamos a enumerar de una manera sintética las princi-pales diferencias, distinguiendo entre las omisiones ylos añadidos.

El cuarto evangelio, comparado con los sinópticos,omite:

- el relato de la agonía en Getsemaní;- el beso de Judas;

- el proceso judío ante el sanedrín;- los ultrajes en casa del sumo sacerdote y los escar-

nios al pie de la cruz;- las tinieblas en el momento de la muerte.

Por otra parte, Juan es el único que recuerda:- la impresión de majestad que ofrece Jesús a los que

le detienen;- el interrogatorio de Anás a Jesús sobre su doctrina;- el amplio interés por el proceso romano ante Pilato,

con las escenas del Ecce horno y del Ecce rex vester;- la discusión a propósito del cartel fijado en la cruz;- la interpretación del reparto de los vestidos según el

Sal 22;- la presencia de la madre y del discípulo predilecto a

los pies de la cruz;- la referencia al cordero pascual y la lanzada que

hizo salir sangre y agua del costado de Jesús.

En general, podemos decir que Juan no insiste en losrasgos trágicos y humillantes, porque contempla todosumergido en la luz del cumplimiento de la historia dela salvación. La documentación se vuelve más fácil yconvincente cuando se realiza una breve reseña de la se-cuencia de los acontecimientos.

La secuencia de los acontecimientos

El relato, respetando la unidad de lugar, presenta cin-co escenas que vamos a hacer discurrir ante nosotroscon su dinamismo esencial.

La escena del huerto: Jesús y sus adversarios (18,1-11)Al comienzo se presenta a los personajes: por una

parte, Jesús y sus discípulos, y, por otra, Judas con los

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18 Introducción La Pasión de Jesús según los cuatro evangelios 19

guardias. La noble soberanía de Jesús y su dominio so-bre los acontecimientos se capta en el « Yo soy». Sus pa-labras tienen tal poder que sus enemigos y las fuerzasadversarias retroceden y caen en tierra: «Precisamenteen el momento en que cabría esperar que la víctimadesarmada se hundiera, Juan describe a Jesús con uncontrol pleno de la situación» (D. Senior). El «Yo soy» serepite con insistencia y reviste un valor teológico par-ticular: estamos en presencia de la manifestación delnombre de Dios (cf. Ex 3,6.14). El que es buscado paraser condenado a muerte es, en realidad, el que conducela historia y determina el destino humano. Jesús quieresalvar a los suyos. En el v. 11 acepta beber el cáliz querecibe del Padre como don. Al final, el arresto.

Jesús ante Anás (18,12-27)La importancia de este episodio reside en las decla-

raciones de Jesús ante el anciano sumo sacerdote, queya no estaba ejerciendo el cargo pero seguía siendo aúnmuy influyente. Con Anás se cita de inmediato a Caifás,el sumo sacerdote en activo, el que había sugerido en11,50 que la eliminación de un solo hombre habría deser un beneficio para todos los judíos: «Con este re-cuerdo la historia se inserta en la teología» (M. Galizzi).Con delicadeza, aunque sin menoscabo a la verdad his-tórica, el evangelista presenta también el contraste en-tre Pedro y Jesús. Pedro pudo entrar en el recinto gra-cias a la mediación del «otro discípulo», conocido enaquel medio. Mientras a éste se le califica pacíficamen-te de discípulo de Jesús, Pedro no acepta tal identidad,evidentemente por miedo a sufrir consecuencias desa-gradables. Se nota el contraste entre el interrogatorio dePedro, que reniega del Maestro, y el de Jesús, que ma-nifiesta de manera abierta su identidad, aunque es algoque puede costarle caro. Jesús dice que ha hablado. Elverbo «hablar» expresa de manera adecuada la activi-dad reveladora de Jesús (cf. 12,40-50). La bofetada del

criado es como la respuesta del judaísmo y del mundo aesta enseñanza.

Jesús ante Pilato (18,28-19,16)Esta parte se desarrolla en siete cuadros, tantos como

las entradas y salidas de Pilato. En el primer diálogocon el gobernador explica Jesús el verdadero significa-do de su realeza. Él, el verdadero testigo de la revelaciónmesiánica, o sea, de la «verdad» que es él mismo (cf.14,6), es «rey» de los que escuchan su palabra. Pilato nocapta el sentido, pero está convencido de la no culpabi-lidad de Jesús, de suerte que intenta liberarlo. La coro-nación de espinas está colocada en el centro de la sec-ción y ha sido puesta en relación con la realeza de Jesús:Juan no habla de los salivazos, de los golpes en la cabe-za, de las genuflexiones burlonas de los soldados, perosí refiere las bofetadas, interpretadas como el rechazoviolento de la realeza de Jesús por parte de los hombres.Viene, a continuación, la escena del Ecce horno, que pre-para la escena final del Ecce rex vester. Ahora hay un de-talle particular que sirve a la teología del evangelista: Je-sús es conducido ante el pueblo con las insignias reales(corona de espinas y manto púrpura) y no se le devuelvensus vestidos, como dicen los sinópticos (cf. Mt 27,31). Enconsecuencia, Jesús sigue llevando el manto real. Estoes como decir que sigue siendo rey. Viene después otrodiálogo de Jesús con Pilato. El gobernador intenta sal-varlo presentándolo a la muchedumbre como rey, peroésta rechaza a Jesús diciendo: «¡Quítalo de en medio!».El proceso termina y Pilato entrega a Jesús a los judíospara la crucifixión.

La cruz de Jesús (19,17-37)Un cartel con la condena escrita en tres lenguas (la-

tín, griego y hebreo) proclama la realeza de Jesús fren-te al mundo. En el relato de la Pasión se emplea doce ve-ces el título de «rey» y tres veces el término de «reino».

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20 Introduccion La Pasion de Jesas segan los cuatro evangelios 21

Si tenemos en cuenta que Mateo usa a menudo «reino»durante el ministerio, pero una sola vez en la Pasion,comprenderemos que Juan, con este uso abundante,califica la Pasion como epifania de Cristo-Rey. Por otraparte, la tUnica no dividida simboliza la unidad de laIglesia, realizada por la muerte de Jesus, tal como habiaprofetizado Caifas (11,52). La escena de Maria con eldiscipulo predilecto a los pies de la cruz es propia deJuan. A ellos les dirige Jesus unas palabras conmovedo-ras que sacan a la luz el intenso valor eclesial de su pre-sencia. Despues de esto, Jesus pronuncia el consumma-turn est, expresion conclusiva del cumplimiento total dela voluntad del Padre. Jesus habia anunciado solemne-mente a los discipulos, en 4,34, que su programa de vidaconsistia en la acogida total de la voluntad del Padre.Ahora, en el momento de concluir su existencia terrena,declara de manera solemne que ha cumplido perfecta-mente y con pleno amor esa voluntad.

La muerte viene a sellar una vida de amor. Esto nosupone ninguna sorpresa o novedad para el lector aten-to, que ya conoce la interpretacion dada por Jesus de sumuerte: esta ha de ser entendida como un acto de amor,como un don de vida para el otro, como un amor que seextiende hasta las fronteras de lo imaginable: oAl trans-formar de una manera tan profunda el significado de lacruz, convirtiendola en signo de amor triunfal, el evan-gelio de Juan capta la paradoja intrinseca a la revela-cion cristiana y abre el misterio sin fin del amor de Diospor el mundo» (D. Senior). El Ultimo cuadro es exclusi-vo de Juan. A Jesus no le quiebran las piernas, y este he-cho es conectado, gracias a la cita biblica, con el ritualdel cordero pascual (Ex 12,46): Jesus muere como cor-dero pascual de la nueva alianza. Encontramos aün unprecioso detalle particular que denota la sensibilidadjoanea, que se conjuga muy bien con la lectura vetero-testamentaria. La referencia corresponde ahora al pro-[eta Zacarias; este habia hablado de una fuente que bro-

ta para los habitantes de Jerusalen (Zac 13,1), de un es-piritu de gracia y consuelo y de una mirada dirigida alque traspasaron (Zac 12,10). Del costado traspasadobrota la vida del Espiritu (cf. Jn 7,38ss): la salvacionprocede de Jesus crucificado.

La sepultura (19,38-41)Es una conclusion. La escena nos traslada de nuevo a

un huerto: esta vez es el de la sepultura y no el del arres-to. El evangelista presenta aspectos de realeza tambienal final. Estan presentes o se encargan de la tarea hom-bres de una notable importancia social, como Jose deArimatea y Nicodemo. Jesus es sepultado como losgrandes hombres de este mundo, como persona de au-toridad y con gran suntuosidad: se emplean perfumessin reparar en gastos. No es casual que Juan indique lacantidad de aromas empleados: ounas cien libras. (tra-duciendo esta cantidad a nuestras medidas, se trata deunos 32 kilos, y la cantidad es cien veces superior a ladel perfume de Maria en 12,3): pareceria excesiva, underroche, si no fuera por la suma dignidad del difunto.La cantidad sirve precisamente para indicar la gran im-portancia del cadaver crucificado. El ultimo acto con-siste en la colocacion de Jesus en un sepulcro nuevo. Deel precisa Juan que estaba cerca del lugar de la sepultu-ra, porque estaba a punto de acabar la preparacion dela fiesta y, al ocaso, comenzaba oficialmente la Pascua.Los hombres han concluido su accion. Ahora cones-ponde a Dios orientar de un modo diferente el curso delos acontecimientos.

Notas de la teologia jocinea de la Pasion

De los multiples rasgos teologicos de la Pasion pe-culiares del cuarto evangelio, nos limitaremos a su-brayar solo dos: la «exaltacion» de Jesus y el papel deMaria.

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22 Introducción La Pasión de Jesús según los cuatro evangelios 23

Jesús anuncia tres veces su Pasión, muerte y resu-rrección en los sinópticos; a esto le corresponde en Juanel triple anuncio de su futura exaltación: 3,14; 8,28;12,32-34. Juan realiza una importante anticipación: paraél la exaltación de Jesús acaece no con la resurrección-ascensión, sino ya en la cruz, como dice expresamenteen el pasaje de 12,32ss, antes aún de que comience elrelato de la Pasión. En consecuencia, el lector se veráayudado y guiado a la hora de interpretar rectamente elrelato de la Pasión.

La elevación de Jesús en la cruz se considera desdeuna perspectiva real y soteriológica; desde lo alto de lacruz es desde donde Jesús atrae hacia sí a todos loshombres para entregarles la salvación. Algunos de lostextos que hablan de la glorificación exaltan sobre todoel aspecto soteriológico: Jesús elevado se vuelve signode salvación (3,14ss); los que le miren con fe en la cruz(19,37) obtendrán la vida eterna. En 12,31 es el aspectoreal el que pasa al primer plano: el poder de Satanás vaa ser sustituido por el de Cristo, que domina desde loalto de la cruz como desde un trono. Se comprende asípor qué el tema de la realeza asume tanto relieve en el re-lato de la Pasión, como ya hemos recordado más arriba.

La cruz es, para el cuarto evangelio, la revelación su-prema del amor del Padre. Esto explica la total libertadde Jesús y su perfecta conciencia. En efecto, Jesús norealiza la obra de la salvación como una víctima resig-nada e impotente, sino con la actitud soberana de quienconoce el sentido de los acontecimientos y los acepta li-bremente. Ésta es la cima del amor y también el mode-lo de todo auténtico amor: «Para él, esta hora es la delPadre, la hora de la revelación de la luz, del amor. Hayun versículo de la primera carta de Juan (3,16) que ad-quiere aquí todo su sentido cabal y completo: "En estohemos conocido el amor: él dio su vida por nosotros"»(I. de la Potterie).

En el evangelio de Juan se habla de María de una ma-nera sobria, sin pronunciar siquiera su nombre. Se lallama habitualmente «la madre de Jesús», salvo cuandoJesús se dirige directamente a ella llamándola «mujer».Excepto la referencia de 6,42, María está presente en elsigno inaugural y profético de Caná (2,1-12) y en la con-sumación del misterio (19,25-27), casi para enmarcarcon su presencia discreta el comienzo y la conclusión dela vida pública, dos epifanías diferentes y complemen-tarias del amor de Jesús por la humanidad. Ambos epi-sodios están ligados estrechamente y se iluminan el unoal otro, como se desprende también de la remisión a la«hora». En este momento crucial, se llama a María«mujer», título que saca a la luz no tanto su individuali-dad, como su función en la obra salvífica del Hijo. Ma-ría, la mujer asociada a la hora del Hijo, se sitúa ahí, enesa perspectiva abierta, como el punto crucial dondeIsrael se convierte en Iglesia.

Cuando Pablo VI promulgó, en 1964, el documentoconciliar Lumen gentium, pronunció un discurso en elque proclamaba a María «Madre de la Iglesia». El textobíblico que fundamenta principalmente ese título esprecisamente Jn 19,25-27. Partimos del testamento es-piritual de Jesús para comprender el papel de María. Laentrega de María a Juan por parte de Jesús moribundoestá teñida de una humanísima delicadeza. Con todo,no hemos de abandonarnos a una interpretación dema-siado literal, y mucho menos psicológica o sentimental.Las primeras palabras de Jesús están dirigidas a su ma-dre para confiarle al discípulo; si se hubiera tratado sólode una solicitud filial, hubiera sido más justo lo contra-rio. En consecuencia, Jesús no pretende resolver unacuestión de familia, para lo cual, como mínimo, habríaelegido un momento más oportuno. Orígenes intuyóya en el siglo II el valor eclesial del fragmento y des-pués de él otros muchos autores, sobre todo a partirdel siglo V.

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24 Introduccion La Pasion de Jesas segan los cuatro evangelios 25

Jesus, la Palabra eterna del Padre, ve a su madre y aldiscipulo amado y le dice: «Mujer, ahi tienes a tu hijo».Jesus le revela que, a partir de ese momento, ella seratambien madre de todos los creyentes, representados enel discipulo que se encuentra alai junto a ella. Es volun-tad explicita de Jesus que su madre se convierta en lamadre espiritual de todos los creyentes, madre de laIglesia. Precisamente por este nuevo papel recibe el ti-tulo de «mujero. De modo semejante, Jesus se dirige aldiscipulo recordando su nueva relacion filial con Maria.Y el discipulo, obedeciendo el deseo de Jesus, «la recibiocomo suya». Por eso, mas que una acogida fisica, se tra-ta de acoger un bien espiritual y de establecer una co-munion de vida, como ya observo tambien san Agustin:«La tomo consigo y no en su poder, puesto que no po-seia nada, sino entre sus deberes, a los que atendia conabnegacion>>.

Los relatos de resurreccion

Los relatos pascuales narrados por Juan contemplanel descubrimiento de la tumba vacia y algunas aparicio-nes del Resucitado. El evangelista ha reelaborado re-cuerdos historicos y temas teologicos ya conocidos de latradicion sinoptica, en un marco bastante original ypersonal. En esto aparece el interes apologetic° y teolo-gico de la resurreccion, aunque no hemos de descuidarel valor historic° de estos relatos. Nos encontramosfrente a una multiplicidad de formulaciones sobre la ex-periencia del Resucitado conocidas en el Nuevo Testa-mento y empleadas por la Iglesia joanea. «Esta variedadde formulaciones (formulas catequeticas, profesionesde fe, oraciones, relatos) muestra que la resun-eccionestaba en el centro de la vida de la Iglesia. Y la cosa seentiende facilmente: la comunidad ha nacido de la resu-rrecciOn y ha comprendido a Jesus y se ha comprendidoa si misma a partir de la resurreccion. Esta penetra todas

las manifestaciones de la comunidad. Al estudiar masde cerca las formas en que se ha expresado la fe en la re-surreccion, se cae en la cuenta de que la atencion a lahistoria no es la misma: hay intereses teologicos y de feque se sobreponen y que parecen prevalecer en algunasocasiones. Esto no niega el interes histOrico. Es mas, lamisma fe exige el interes historic°. Es el significado sal-vifico de la resurreccion lo que interesa, pero no habriasignificado salvifico si Jesus no hubiera resucitado real-menteo (B. Maggioni).

Como llegaron los primeros discipulos a la fe enCristo resucitado? Los dos capitulos finales del evange-lio de Juan nos lo dicen claramente, aunque con moda-lidades diferentes respecto a los sinopticos. En efecto,mientras que estos ponen el acento en la proclamacion deque Cristo «ha resucitado verdaderamente» (cf. Mc 16,6;Mt 28,6ss; Lc 24,5.6-34), el cuarto evangelio contemplala resurreccion a traves de los signos de la presencia delResucitado y los diferentes encuentros de Cristo con losdiscipulos, acontecimientos que concluyen con su misiony su vuelta al Padre. Para Juan, el Resucitado es Jesusde Nazaret, que fue crucificado. Y la resurreccion expli-cita la gloria que el Crucificado manifesto ya en la cruzde una manera escondida. Ahora el Jesus resucitadovive en una condicion nueva, trascendente, y el caminoprivilegiado para poder encontrarle sigue siendo la fe.En consecuencia, los relatos pascuales constituyen, enla perspectiva joanea, la toma de conciencia de la co-munidad cristiana de que la cruz no ha sido un aconte-cimiento de derrota y de humillacion, y la resurrecciones, para Jesus, el comienzo de la ascension al Padre, lanueva presencia de su plenitud de gloria.

El tema que une las diferentes escenas de Jn 20 es elde la fe: la fe personal -en las dos primeras escenas: lade la carrera de los discipulos a la tumba (vv. 1-10) y lade la apariciOn del Resucitado a Maria Magdalena (vv.11-18)- y la fe comunitaria -en las otras dos escenas: la

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26 Introducción

de la aparición de Jesús a los discípulos en el cenáculoestando ausente Tomás (vv. 19-25) y la de la segunda ve-nida del Resucitado al cenáculo estando Tomás presen-te (vv. 26-29)-. El tema de la fe aparece presentado demodo progresivo de una escena a otra y se va profundi-zando de una manera gradual a través de las etapas deformación de la comunidad, puestas también de relievepor la relación entre el «ver» y el «creer». El texto vaprogresando así hacia la meta final, que es la bienaven-turanza joánea de la fe: «Dichosos los que creen sin ha-ber visto» (20,29). La fe eclesial del Resucitado se basaen un doble testimonio: el de las Escrituras y el de losprimeros discípulos. Si éste es el tema dominante delcapítulo, se comprende la razón de que el evangelistasubraye, además de la resurrección de Cristo, el caminode fe pascual de la comunidad cristiana y su progresivaadhesión al misterio de Jesús, crucificado y glorioso. Lafe se requiere como respuesta a la iniciativa libre y gra-tuita del Resucitado, que, una vez vuelto al Padre y enposesión de una vida nueva, entrega el Espíritu comocondición para que el hombre pueda recibir del Jesúsresucitado los dones pascuales: la paz, la alegría, la mi-sión, el Espíritu y el perdón de los pecados (vv. 19-25).

Juan cierra más adelante la narración de su evangeliodirigiéndose a la comunidad cristiana con estas pala-bras: «Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchosmás signos de los que han sido recogidos en este libro. És-tos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Me-sías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis en élvida eterna» (vv. 30ss). Estos versículos están unidos nosólo a todo el evangelio, sino también al capítulo 20 y ala bienaventuranza final sobre la fe. Para el evangelista,los «signos» no son sólo las apariciones pascuales, sinotoda la vida de Jesús, a través de la cual manifestó sugloria y el amor de su Padre a los hombres. La finalidaddel evangelio es, por tanto, catequética, y, en conse-cuencia, la selección está en función del crecimiento de

La Pasión de Jesús según los cuatro evangelios

los discípulos en la fe. Esa fe en Cristo tiene un doble as-pecto: reconocer que él es el Mesías, el revelador del de-signio del Padre, que lleva a cabo la misión de reunir alos dispersados y formar la comunidad mesiánica, y esel Hijo de Dios, de la misma naturaleza divina que el Pa-dre, cuya presencia y actividad en el mundo comunicaal hombre el amor de Dios. La adhesión a Cristo con-duce después a la praxis de vida. El evangelista, con suescrito, pretende poner al discípulo en presencia de lapersona de Jesús, concentrarlo en la revelación y en lafe en Cristo, porque la vida cristiana nace del encuentrocon su persona y vive sólo en la comunión vital y perso-nal con él, siguiendo el modelo de fe de los primeros tes-tigos. Juan se muestra claro en su intención y remachacon vigor que «tener la vida» significa tener la fe en Je-sús, en el Hijo unigénito del Padre, contemplando sussignos. El testimonio joáneo está así completamente di-rigido a la persona de Jesús que se revela y a su signifi-cado salvífico: dicho con otras palabras, a su «revela-ción» y a nuestra «fe».

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Pasión de Jesucristosegún Mateo

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1El complot y la uncion de Betania

(Mt 26,1-16)

Cuando termino Jesus este discurso, dijo a sus discipulos:2 -Ya sabeis que dentro de dos dias se celebra la fiesta de la

Pascua, y el Hijo del hombre sera entregado para que lo cru-cifiquen.

Entonces se reunieron los jefes de los sacerdotes y los an-cianos del pueblo en el palacio de Caifas, que era el sumo sa-cerdote, 4 y acordaron en consejo prender a Jesus con enganoy dare muerte. 5 Pero decian: .Durante la fiesta no, pues po-dria alborotarse el pueblo..

Se encontraba JestIs en Betania, en casa de Simon el le-proso, cuando se acercO a el una mujer con un frasco de ala-bastro lleno de perfume muy caro y lo derramo sobre su ca-beza mientras estaba sentado a la mesa.

8 Al ver esto, los

discipulos se indignaron y decian:

- que viene este despilfarro? 9 Podia haberse vendido pormucho dinero y haberselo dado a los pobres.

'° Jesus se dio cuenta y les dijo:

- zPor que molestais a esta mujer? Ha hecho una buenaobra conmigo. " A los pobres los teneis siempre con vosotros,pero a mi no me tendreis siempre. 12 Y al derramar ella esteperfume sobre mi cuerpo, se ha anticipado a preparar mi se-pultura. ' 3 Os aseguro que en cualquier parte del mundo enque se anuncie esta buena noticia, sera recordada esta mujery lo que ha hecho.

14 Entonces uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote, fuea ver a los jefes de los sacerdotes y " les dijo:

- zQue me dais si os lo entrego?

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Pasión de Jesucristo según Mateo

Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata.16 Y desde ese momento andaba buscando la ocasión para

entregarlo.

LECTIO

Ahora ya es inminente la hora de la cruz; Jesús esplenamente consciente de ello y quiere advertir a susdiscípulos. N9 es la primera vez que les habla de su Pa-sión, pero, a diferencia de los anuncios precedentes(cf. Mt 16,21; 17,22ss; 20,17ss), que son más bien gené-ricos desde el punto de vista cronológico, esta vez la in-dicación del tiempo es más precisa, el mensaje es másconciso y más decidido el tono: «Ya sabéis que dentrode dos días se celebra la fiesta de la Pascua, y el Hijo delhombre será entregado para que lo crucifiquen» (Mt 26,2).Después de este anuncio la narración se desarrolla entres escenas con un ritmo apremiante: el complot con-tra Jesús, la unción de Betania y la traición de Judas

Mientras que Jesús con sus palabras revela el plan desalvación concebido por Dios, la sentencia de muerteprogramada por sus adversarios expresa la maldad deéstos: dos proyectos se contraponen; el segundo estádestinado a fracasar. A ello alude también el hecho deque Jesús morirá el día de Pascua, contrariamente alplan de los jefes de Israel. Será precisamente en lafiesta de Pascua cuando se cumpla la Pascua de sal-vación.

En la tercera escena encontramos el triste episodiode la traición de Judas El que traiciona a Jesús no pro-cede de sus opositores, sino de su ámbito más íntimo yfamiliar, del grupo de los discípulos llamados a com-partir con él la vida y la misión. Por treinta monedas deplata, el valor de un esclavo, está dispuesto Judas a «en-tregar» al Maestro, pero, en realidad, es Jesús mismo elque «se entrega» a la muerte por amor.

El complot y la unción de Betania

En este clima de complot y de traición aparece el ges-to de amor de una mujer (vv. 6-13). El perfume no sóloamortigua el aire opresor, sino que preludia profética-mente la victoria pascual de Cristo sobre la muerte, lavictoria del don gratuito sobre la avidez y sobre la mez-quindad de corazón. Los discípulos, tomando comopretexto la necesidad de los pobres, critican a la mujer,consideran su acto como «despilfarro». Jesús, en cam-bio, la defiende, la alaba y confiere a su humilde gestoun valor universal y eterno, convirtiéndolo en parte del«alegre anuncio» que se proclamará a todas las nacio-nes y a todas las generaciones.

MEDITATIO

El gesto de derramar ese perfume tan caro sobre lacabeza de Jesús es calificado por los discípulos de «des-pilfarro», pero Jesús lo califica de «buena obra» (el textogriego dice: «acción bella»). Vivimos en una sociedad quetiende cada vez más a valorar la importancia de las cosasy de las personas en relación con su funcionalidad inme-diata, con su utilidad y eficiencia. Nos arriesgamos a vol-vernos incapaces de una gratuidad pura, insensibles a lossignos de amor, impermeables a la fuerza de los símbo-los, indiferentes a la sobreabundancia, a ese «algo más»que hace bella la vida. Conocemos el precio de las cosas yno su valor; nos interesamos más por las acciones eficacesque por las acciones bellas que califican a la persona. Enconsecuencia, no debe sorprendernos que exista en eltexto de Mateo un vínculo entre la sugerencia de los dis-cípulos: «Podía haberse vendido por mucho dinero», y lapregunta de Judas: « Qué me dais si os lo entrego?».

La acción bella es libre, original, creativa, gratuita,profética; brota de lo íntimo de la persona y, como elperfume, llena silenciosamente el ambiente; refina, ale-gra y embellece de un modo discreto, pero imposible de

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Pasion de Jesucristo segim Mateo El complot y la uncion de Betania 35

detener e irresistible. Son acciones bellas como las deJesus, que vino para que tengamos la vida en abundan-cia (cf. Jn 10,10) y la alegria en plenitud (cf. Jn 15,11),que nos «da el Espiritu sin medidah (Jn 3,34) y que es-cribe nuestros nombres en el cielo (cf. Lc 10,20). Sonacciones bellas las de sus discipulos cuando obran nosimplemente para cumplir leyes o por fines utilitarios,sino bajo el impulso del amor.

ORATIO

Ah Jesus mio, me averguenzo de comparecer ante vos,al pensar en las injurias que os he hecho. zCuantas vecesos he dado la espalda y os he pospuesto por un capricho,por un compromiso, por un momentaneo y vil placer? Yasabia entonces que con ese pecado perdia vuestra amis-tad, y voluntariamente he querido cambiarla por nada.Ojala hubiera muerto antes de haceros tamairio ultraje!

Jesus mio, me arrepiento de todo corazon, quisiera mo-rir de dolor [...]. Os he despreciado y os he traicionado, yvos no me habeis echado, me mirasteis con amor, meadmitisteis min a vuestra mesa de la santa comunion.Querido Salvador mio, ioh si siempre os hubiera amado!Como podre separarme nunca mas de vuestros pies y re-

nunciar a vuestro amor (Alfonso Maria de Ligorio, Opereascetiche, Roma 1934, V, p. 142 [edicion espaiiola: Obrasasceticas de san Alfonso Maria de Ligorio, Biblioteca deAutores Cristianos, Madrid 1952 y 1954, 2 vols.]).

a Judas, que se presenta ya al pontifice y le dice: eCucin-to quereis darme para que os lo entregue?v (Mt 26,15).iQue alegria tuvieron entonces los judios, por el odioque le tenian a Jesucristo, al ver que uno de sus mismosdiscipulos queria traicionarlo y entregarlo a sus manos.En esto consideramos el jubilo que, por asi decirlo,siente el infierno, cuando un alma que durante muchosanos ha estado sirviendo a Jesucristo, lo traiciona porcualquier miser() bien o vil satisfaccion.

Pero, oh Judas, ya que quieres vender a tu Dios, haz-lo al menos por el precio que vale. El es un bien infini-to y, por consiguiente, merece un precio infinito. Pero,oh Dios, ztil concluyes la yenta por no mas de treintadenarios? «Y ellos le fijaron treinta monedas de platah(Mt 26,15). Alma mia infeliz, deja a Judas y vuelve ha-cia ti el pensamiento. Dime, ,por que precio has vendi-do td tantas veces al demonio la gracia de Dios? (Alfon-so Maria de Ligorio, Opere ascetiche, Roma 1934, V, pp.141ss [ediciOn espaiiola: Obras asceticas de san AlfonsoMaria de Ligorio, Biblioteca de Autores Cristianos, Ma-drid 1952 y 1954, 2 vols.]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:oHa hecho una buena obra conmigo» (Mt 26,10b).

PARA LA LECTURA ESPIRITUALCONTEMPLATIO

He aqui que al mismo tiempo en que se dedicaba Je-sus a otorgar gracias y a hacer milagros en beneficio detodos, se unen los principales personajes de la ciudadpara maquinar la muerte del autor de la vida [...]. He aqui

tQue nos dice el gesto de la mujer? Como aparecen nues-tros gestos frente al de ella? aY coma, a la luz del gesto de lamujer, revelan nuestros gestos su valor cristiano?

Nuestros gestos son cristianos —sean cuales sean— cuando sonacogida del Senor de modo personal, original. Cuando son un

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36 Pasión de Jesucristo según Mateo

«sí» al designio de Jesús sobre mí, cuando lo acogemos contodo el corazón, y no sólo exteriormente. Esta acogida es la queda valor a cualquier gesto del hombre, por pequeño e insignifi-cante que sea. Una acogida personal, hecha por nosotros contodo lo que somos, y original, en virtud de una cierta imprevisi-bilidad por su parte. Es aquí donde captamos la espiritualidaddel gesto: es imprevisible, como el Espíritu Santo, que sopla don-de quiere y no sabes de dónde viene ni adónde va. Aquella mu-jer estaba movida por el Espíritu. El cristiano que responde a laspeticiones de Jesús en su existencia histórica, demuestra de unamanera personal y original que realiza un camino espiritual,que está movido por el Espíritu.

Una segunda característica de los gestos cristianos es ser de-sinteresados y gratuitos, totales, gestos en los que damos todo loque tenemos. El cristiano es alguien que hace todo con seriedad.Podrá equivocarse, en uno u otro caso, desde el punto de vistade la eficiencia o de la relación instrumentos-resultados, pero, apesar de todo, se entrega con seriedad, se ofrece, se pone enjuego en todo lo que hace.

Nuestros gestos, si son cristianos, son proféticos. La mujer nocapta del todo, a buen seguro, el alcance de su acción. Es Jesúsquien con su intuición revela la profecía del gesto. Tampoco eldiscípulo sencillo, que obra en la fe de la Iglesia, capta siempreel valor profético. Ahora bien, es profético cuando es evangéli-co, cuando se lleva a cabo con el espíritu de las bienaventuran-zas; y proclama la muerte y la resurrección del Señor, lo hacepresente, lo encuentra en las diferentes situaciones. «Quien avosotros os acoge, a mí me acoge», aunque no sepáis que meacogéis a mí. En efecto: «Maestro, ¿cuándo te vimos sediento,hambriento, encarcelado?». Vosotros habéis hecho gestos pro-féticos sin saberlo, pero yo os digo que son proféticos, porquelos habéis hecho con esa absolutidad, seriedad, totalidad, en-trega, que revelan la muerte y la resurrección de Jesús.

La mujer ha intuido con el corazón lo que los discípulos nocomprendieron con el razonamiento, y Fue más allá porque sedio a sí misma sin reservas en su gesto de derramar sobre lacabeza de Jesús el óleo precioso y perfumado (C. M. Martini,Un'opera bella, en Parole di vita 5 [1994] 20, passim).

2

La cena pascual

(Mt 26,17-29)

" El primer día de la fiesta de los panes sin levadura seacercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

-¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?

" Él contestó:

- Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: «El maestrodice: Se acerca el momento, y quiero celebrar la cena de Pas-cua en tu casa con mis discípulos».

19 Ellos hicieron lo que Jesús les había mandado y prepara-ron la cena de Pascua.

20 Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce 2 ' y, mientrascenaban, les dijo:

- Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.22 Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno:

-¿Soy yo, Señor?22 Jesús respondió:

- El que come en el mismo plato que yo, ése me entregará.24 El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él, pero¡ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría aese hombre no haber nacido!

25 Entonces preguntó Judas, el traidor:

- ¿Soy yo acaso, maestro?

Y Jesús le respondió:

- Tú lo has dicho.26 Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendi-

ción, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo:

- Tomad y comed; esto es mi cuerpo.

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Pasion de Jesucristo segan Mateo La cena pascual 39

" Tomo luego una copa y, despues de dar gracias, se la diodiciendo:

-Bebed todos de ella, " porque esta es mi sangre, la sangrede la alianza, que se derrama por todos para el perdon de lospecados.

29 Os digo que ya no volvere a beber del fruto de la

vid hasta el dia en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Rei-no de mi Padre.

LECTIO

El fragmento se articula en tres partes: la prepara-cion de la Pascua (Mt, 26,17-19), el anuncio de la trai-cion (vv. 20-25) y la cena pascual con la instituciOn de laeucaristla (vv. 26-29). Cada parte esta introducida poruna indicacion cronologica: «El primer dia de la fiesta delos panes sin levadura», «al atardecer» y «mientras cena-ban». En todas las escenas emerge la figura soberana deJesus: este no se deja arrastrar por los acontecimientos,sino que los domina, llevando a su cumplimiento el de-signio del Padre.

Consciente de que su .tiempo» esta cerca, imparte conautoridad ordenes sobre los preparativos para la cena. Eles el cabeza de familia, el Setior, que quiere celebrar laPascua con los suyos. Durante la cena les anuncia la des-concertante noticia de la traicion. No se trata de un im-previsto: Jesus se entrega voluntariamente, pero se en-tristece por el traidor, que es un discipulo suyo, unamigo que falta a su palabra en el amor y en el com-promiso de fidelidad. Tambien Judas, como los otrosdiscfpulos, le pregunta a Jesus: « eSoy yo acaso, maes-tro? (v. 25), pero, a diferencia de los otros discfpulos, nole llama «Ser-tor», sino «maestro», como hard la nochedel arresto en Getsemanf. Ahora Jesus ya no constituyeel centro de su vida.

Jesus, en medio de esta atmosfera de inquietud y detension, introduce gestos y palabras sorprendentes y

tranquilizadores; reacciona ante la traicion del discipu-lo ofreciendo su cuerpo y su sangre, signos de la nuevaalianza. .Tomad y corned... Bebed todos de ella...»; se en-trega en forma de alimento que nutre y sostiene: «Estoes mi cuerpo... esta es mi sangre»: desea permanecer enmedio de los suyos mas alla de su muerte. Esta entregasuya se situa en la lima de la alianza, es decir, en la re-laciOn entre Dios y el pueblo elegido, una relacion deamor, de perdOn y de misericordia. Sin embargo, hayuna novedad: el sacrificio de la celebracion de la alian-za es ahora el mismo Jesus, su sangre es «la sangre de laalianza, que se derrama por todos para el perdon de lospecados» (v. 28). A continuacion, esta cena, la Ultima dela vida terrena de Jesus, anticipa su reunion con todos lossalvados en el Reino de los Cielos. La cena de despedidaes en realidad un hasta la vista, una cita para una reunionen el banquete celestial: hasta el dia en que lo beba convosotros, nuevo, en el Reino de mi Padres ' (v. 29).

MEDITATIO

Cuando los discipulos le preguntaron a Jesus: « eain-de quieres que te preparemos la cena de Pascua?., deblande pensar en celebrar simplemente la tradicional cenapascual judia, pero JesUs tenIa en la mente mucho mas.Es la Ultima cena con sus discipulos. Su muerte es aho-ra inminente, y el traidor, uno de sus amigos, con lastreinta monedas en el bolsillo, hace como si nada y sesienta a la mesa con el. Y los otros, aunque perciben demanera confusa algo en la atmosfera, no comprenden laimportancia de este momento. Mas tarde dormirantranquilamente en Getsemanl y huiran todos por miedodespues del arresto de Jesus.

.0s aseguro que uno de vosotros me va a entregar»: laspalabras salen de la boca de Jesus como una espada cor-tante y provocan de inmediato una profunda tristeza y

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Pasión de Jesucristo según Mateo La cena pascual 41

un coro de preguntas. « Soy yo, Señor?»: es la preguntade todo discípulo tanto ante la eucaristía como ante lacruz. Pablo advierte: «quien coma el pan o beba el cálizdel Señor indignamente, se hace culpable de profanar elcuerpo y la sangre del Señor» (1 Cor 11,27).

Con todo, Jesús, aunque anuncia la traición, no se de-tiene en las consecuencias, sino que quiere hacer naceralgo inédito, quiere transformar este momento en unamanifestación de amor. El amor es más fuerte que lamuerte y que el pecado, carece de límites, es sobrea-bundante, sorprendente. He aquí el don de la eucaristía.Jesús quiere estar presente en nuestra vida, continuarestando en medio de nosotros «todos los días hasta el fi-nal de este mundo» (Mt 28,20), nos ama «hasta el extre-mo» (Jn 13,1), nos prepara un sitio en la casa del Padre(cf. Jn 14,2) y nos espera para el banquete celestial (cf.Mt 26,29).

ORATIO

¡Oh, Jesús mío, oh Dios enamorado de las almas!,¿adónde os llevó el afecto que sentís por los hombreshasta convertiros en su alimento? Decidme, ¿qué osqueda por hacer para obligarnos a amaros? Vos os daispor completo a nosotros sin reserva en la santa comu-nión; en consecuencia, es justo que todos nosotros sinreserva nos entreguemos a vos. Que amen los otros loque quieran, riquezas, honores y mundo: yo deseo sertodo vuestro, no quiero amar a otros más que a vos,Dios mío. Vos habéis dicho que quien se alimenta de vosvive sólo para vos: «El que me come vivirá para por mí»(Jn 6,57). Así, pues, ya que me habéis admitido tantasveces a alimentarme de vuestra carne, hacedme morir amí mismo, a fin de que yo viva sólo para vos, sólo paraserviros y complaceros. Jesús mío, deseo poner en vostodos mis afectos: ayudadme a seros fiel (Alfonso María

de Ligorio, Opere ascetiche, Roma 1934, V, p. 145 [ediciónespañola: Obras ascéticas de san Alfonso María de Ligorio,Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1952 y 1954, 2vols.]).

CONTEMPLATIO

Nuestro amantísimo Salvador, sabiendo que habíallegado ya la hora de partir de esta tierra, antes de ir amorir por nosotros quiso dejarnos el signo más grandeque podía darnos de su amor, como fue precisamenteeste don del Santísimo Sacramento.

Bien fue llamado este sacramento por santo Tomás:«Sacramento de amor, prenda de amor». Sacramento deamor porque sólo el amor indujo a Jesús a entregarnostodo su mismo ser en él; y prenda de amor porque, si al-guna vez hubiéramos dudado de su amor, en este sacra-mento habríamos recibido la prenda del mismo. Comosi nuestro Redentor hubiera dicho al dejarnos este don:«Almas, si alguna vez dudáis de mi amor, aquí os dejo amí mismo en este sacramento; con tal prenda en lamano, ya no podéis tener duda alguna de que os amo, yos amo mucho».

¡Con qué deseo anhela Jesús venir a nosotros en lasanta comunión! «He deseado ardientemente comer estaPascua con vosotros» (Lc 22,24). Eso es lo que dijo lanoche en que instituyó este sacramento de amor. «Hedeseado ardientemente», eso le hizo decir, escribe sanLorenzo Giustiniani, el inmenso amor que nos tenía. Ya fin de que cada uno pudiera recibirlo, quiso quedarsecon nosotros bajo la especie del pan. Si se hubiera que-dado bajo la especie de cualquier alimento raro o degran precio, los pobres se hubieran quedado sin él; perono, Jesús quiso quedarse bajo la especie de pan, quecuesta poco y se encuentra por todas partes, a fin de que

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42 Pasión de Jesucristo según Mateo La cena pascual 43

todos puedan encontrarlo y recibirlo en todos los países(Alfonso María de Ligorio, Pratica di amar Gesú Cristo,Verona

21995, pp. 27-31, passim [edición española: Prác-

tica del amor a Jesucristo, Planeta-De Agostini, Barcelona1996]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Tomad y comed; esto es mi cuerpo» (Mt 26,26b).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Como explica con una extraordinaria lucidez santo Tomás deAquino, es bello el ofrecerse el todo en el fragmento: eso acae-ce cuando la perfectio o integritas se asoma en la parte me-diante la proporción de la forma, que reproduce en lo pequeñola armonía del todo, o cuando irrumpe en ello a través del es-plendor, mediante un fulgor que es encuentro de arrebato y deirrupción.

En la celebración del memorial eucarístico es ésta la bellezaque se hace presente, porque en el fragmento de los signos —elpan partido, el vino vertido— está el todo de aquel que es en per-sona el Amor crucificado, resucitado, que se entrega: «La me-moria litúrgica —afirma el texto de base para el XLVII CongresoEucarístico Internacional— abarca todo el misterio de Cristo sal-vador» (n. 5). La eucaristía es el acontecimiento del hacerse pre-sente la Trinidad en la historia y de la acogida de la historia enla Trinidad, acción de gracias al Padre, memorial del Hijo, in-vocación del Espíritu Santo. En continuidad con la tradición ju-día de la bendición (berakhah), que Jesús hizo suya, la acciónde gracias se dirige a Dios por sus beneficios: ésta es reconoci-miento del absoluto primado de la iniciativa divina, confesión dealabanza por las maravillas realizadas por el Eterno en la crea-ción y en la redención, e invocación del don que sólo procedede Dios y se realizará enteramente en la plenitud del Reino. La

cena del Señor suscita en quien la vive un profundo agradeci-miento, adoración y ofrenda, educándonos para relacionar todocon Dios como fuente primera y la última patria, y para abrir-nos a la acogida del don que sólo viene de él. Este tipo de gra-titud y de maravilla nos libera de la prisión de nosotros mismosy nos entreabre a las sorpresas de la belleza divina.

La eucaristía, por tanto, «encierra todo el bien espiritual de laIglesia» (ibid., n. 16) y se configura por ello como la parábolaviva de toda la historia de la salvación, el acontecimiento de laentrega en la que el todo se ofrece en el fragmento y la bellezaeterna se «abrevia» para darse al mundo. Vivir plenamente laeucaristía significa así convertir el encuentro con el Señor Jesúsen la razón, la fuerza y la belleza de toda nuestra existencia enla Iglesia y para la humanidad. Quien vive eucarísticamente delSeñor puede hacer suyas las palabras del apóstol: «Estoy cruci-ficado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien viveen mí. Ahora, en mi vida mortal, vivo creyendo en el Hijo deDios, que me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20). Y esto es elalba del Reino que viene, alegría que salva al mundo, anticipode la belleza que no conocerá ocaso (B. Forte, «Eucaristia e be-lleza», en Eucaristia, porta santa giubilare, Ciudad del Vaticano2000, pp. 95-98).

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3Getsemani

(Mt 26,30-56)

3° Y despues de cantar los himnos, salieron hacia el montede los Olivos.

" Entonces Jesus les dijo:-Todos vais a fallar por mi causa esta noche, porque esta

escrito: Herire al pastor y se dispersaran las ovejas del rebario." Pero despues de resucitar, ire delante de vosotros a Galilea.

" Pedro le respondio:- Aunque todos fallen por causa tuya, yo no fallare.34 Jesus le dijo:-Te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo

cante, me habras negado tres veces." Pedro le replico:-Aunque tenga que morir contigo, no te negare.Y lo mismo dijeron todos los discipulos.36 Entonces fue Jesus con ellos a un huerto llamado Getse-

mani y les dijo:- Sentaos aqui mientras voy a orar un poco mas alla." Llevo consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo; co-

menzo a sentir tristeza y angustia, " y les dijo:-Siento una tristeza mortal; quedaos aqui y velad conmigo." Despues, avanzando un poco mas, cay6 rostro en tierra y

estuvo orando asi:-Padre mio, si es posible, que pase de mi esta copa de

amargura; pero no sea como yo quiero, sino como quieres tit.40 Volvio donde estaban los discipulos y los encontro dor-

midos. Entonces dijo a Pedro:

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46 Pastern de Jesucristo segun Mateo

- Con que no habeis podido estar en vela conmigo ni si-quiera una hora? 41 Velad y orad, para que poddis hacer fren-te a la prueba; que el espiritu esta bien dispuesto, pero la car-ne es debil.

Por segunda vez se alejo y volvio a orar asi:- Padre info, si no es posible que pase sin que yo la beba,

hagase tu voluntad.43 RegresO y volvio a encontrarlos dormidos, pues sus ojos

estaban cargados.44 Los dejo y volvio a orar por tercera vez, repitiendo las

mismas palabras. Entonces volvio donde estaban los disci-pubs y les dijo:

-Cfodavia estais durmiendo y descansando? Ha llegado lahora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de lospecadores. 46 Levantaos, vamos. Ya esta aqui el que me va aentregar.

47 Aim estaba hablando cuando Rego Judas, uno de losDoce, y con el un gran tropel de gente con espadas y palos, en-viados por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pue-blo. 48 El traidor les habia dado esta serial: Al. que yo bese, esees; prendedloD. 49 Nada mas llegar, se acerce• a Jesus y le dijo:

- iHola, maestro!Y lo beso.

Jesus le dijo:-Amigo, haz lo que has venido a hacer.Entonces, se adelantaron, echaron mano a Jesus y lo pren-

dieron." Uno de los que estaban con Jesus saco su espada y, dan-

do un golpe al criado del sumo sacerdote, le corto una oreja." Jesus le dijo:

-Guarda tu espada, que todos los que empurian la espadapereceran a espada. " <;0 crees que no puedo acudir a mi Padre,que pondria a mi disposicion enseguida mas de doce legionesde angeles? " Pero zcOmo se cumplirian las Escrituras, segunlas cuales tiene que suceder asi?

" Luego se dirigio a la gente y dijo:- Habeis salido a prenderme con espadas y palos como si

fuera un bandido. A diario he estado enseriando en el templo,y no me apresasteis. 56 Pero todo esto ha ocurrido para que secumpla lo que escribieron los profetas.

Entonces todos los discipulos lo abandonaron y huyeron.

Getsemani 47

LECTIO

Como preludio a la escena de Getsemanf, Mateo nospresenta unas palabras de Jesus -en los vv. 30-35- quecontienen uno de los temas conductores de todo el rela-to de la Pasion. Al final de la cena pascual (v. 30), Jesusanuncia la proxima traicion de los discipulos mediantela cita de un pasaje del profeta Zacarfas (Zac 13,7), untexto al que Jesus ariade una alusion explicita a su resu-rreccion. SegUn el estilo propio de Mateo, toda la obrade Jesus queda colocada asi bajo el signo del cumpli-miento de las Escrituras. La Pasion no coge a Jesas des-prevenido; le sale al encuentro con plena conciencia, atraves de la acogida del designio de Dios. El facil entu-siasmo de Pedro, por el contrario, resultard pronto unapretensi6n pasajera.

Los vv. 36-46 constituyen el corazon de la escena deGetsemanf: Jesas en oracion, contrapuesto a los discipu-los adormecidos. Mateo pone de relieve la angustia deJesus, aunque sin insistir demasiado en ella (cosa que sihacen, en cambio, Marcos y Lucas), y subraya su deseode huir de la Pasion, aunque recuerda al mismo tiemposu total disponibilidad a cumplir la voluntad de Dios yla profundidad de su oracion.

En la descripcion de la llegada de Judas (vv. 47-50),acompaiiado por la muchedumbre de los que han veni-do a arrestar a Jesus, Mateo introduce un segundo ecodel Antiguo Testamento; el beso de Judas y la designa-cion «amigo., usada por Jesus, recuerdan, en efecto, eltexto del Sal 55,13-14.21ss. Asistimos de nuevo, tambienen el corazon de la traicion, al cumplimiento del pro-yecto de Dios anunciado por las Escrituras.

La escena de Getsemanl se cierra con un episodiobien conocido de los otros evangelistas -el corte de laoreja con la espada por parte de Pedro-, al que, sin em-bargo, Mateo ariade algunos detalles particulares que

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Pasión de Jesucristo según Mateo Getsemaní 49

faltan en los otros evangelios. De momento (v. 51), Ma-teo no dice el nombre del discípulo que sacó la espada:¿tal vez porque no merezca ser recordado? Por otra par-te (vv. 52-54), refiere unas bellas palabras de Jesús con-tra la violencia; Jesús pone en guardia sobre las conse-cuencias de cualquier acto de violencia en perjuicio dequien la ejerce. Mateo presenta a Jesús como el profetadesarmado, al que el mismo Dios se niega a defendercon la fuerza; el recuerdo de las «legiones» nos sitúa enel triste contexto de la dominación romana. Por último,Mateo vuelve por dos veces consecutivas (vv. 54-56) so-bre un tema ya visto: el cumplimiento de las Escrituras.Sin embargo, en el momento en que Jesús cumple el de-signio de Dios, lo abandonan sus mismos discípulos.

MEDITATIO

Vemos a Jesús triste, angustiado, solo, con su cargade dolor que sus amigos no consiguen llevar con él. Nossentimos sobrecargados con nuestras tristezas, con lasangustias que nos empañan la mirada, que paralizannuestros movimientos, nuestros sueños, nuestro deseode vivir... Vemos a Jesús orar en distintas ocasiones a suPadre y nuestro Padre, y que invita a hacerlo también asus discípulos. Como ellos, tal vez también nosotros ha-gamos otra cosa. Experimentamos rabia contra Dios,que, según nuestra experiencia, ha parecido sordo de-masiadas veces a nuestros gritos de ayuda... O bien leignoramos desde que, precisamente en el dolor, decidi-mos no querer tener nada que ver con él.

Jesús realiza en Getsemaní algo decisivo, y se trata deunas palabras de esperanza para nosotros: no hay quehuir de la angustia, ni siquiera escondiéndola con algu-na forma de alienación barata; es posible vivirla en co-munión con Dios. Ese Dios que nunca cesa de ser el Pa-dre: esta comunión es la respuesta a la oración -a la de

Jesús y a la nuestra- que nos proporciona la fuerza ne-cesaria para hacer frente a las pesadas situaciones de lavida provocadas por los hombres (¡y no por Dios!). Laoración, cuando es auténtica, no anestesia el sufrimien-to, sino que nos hace descubrir que el Padre está pre-sente: bueno, paciente, fiel. Con él también nos es posi-ble a nosotros atravesar los cenagales de la tristeza, nojuzgar a los amigos que nos abandonan, incluso abrazaral traidor y devolver el bien a quien nos hace el mal.

¿No será nuestro mundo un gran Getsemaní en el quela verdad y el amor luchan contra la mentira y la mez-quindad interesada, que parecen adquirir la suprema-cía? Todos estamos invitados a no huir de este «hoy»,a quedarnos con Jesús: con la confianza cierta de queel Padre no quiere otra cosa que la salvación de cadacriatura que se confíe, tal como es, a su infinita mise-ricordia.

ORATIO

Creo [oh Jesús] que si ante la Pasión pediste que pa-sara de ti el cáliz, no fue porque no quisieras la Pasión-por la que habías venido precisamente, y sin la cual nohabría sido salvado el género humano-, sino por otrarazón. A saber: no quisiste que nadie pensara que tú,verdadero hombre, no sentiste la amarga Pasión, por-que eres uno en la naturaleza con Dios. Por eso, con pa-labras de súplica pediste que pasara de ti el cáliz, y pordos y tres veces señalaste -a quien lo hubiera dudado-la suma pena física de tu Pasión. Y así, con la doctrinay con el ejemplo nos enseñaste a tus seguidores cómoante la inminencia de los peligros (aunque vengan pornuestro bien) se puede y se debe orar más de lo queacostumbramos, para que Dios se digne alejar de noso-tros los flagelos de su ira. Y si, no obstante, no puedenser alejados, que el ejemplo de tu Pasión nos ayude a so-

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50 Pasión de Jesucristo según Mateo Getsemaní 51

portarlos virilmente con gratitud, con paciencia, conperseverancia (San Buenaventura, «La vita mistica», eníd., Opuscoli mistici, Milán 1956, p. 293, passim [edi-ción española: Obras de san Buenaventura, Biblioteca deAutores Cristianos, Madrid 1963-1972]).

CONTEMPLATIO

[El Hijo de Dios y Hombre Jesucristo] nos advirtióque orásemos cuando dijo a sus discípulos: «Velad yorad para no caer en tentación». Y amándonos verdade-ramente y de corazón, para que no nos quedara ningu-na excusa para esta bendita oración, el mismo Jesúsquiso orar a fin de que, atraídos por su ejemplo, lo amá-ramos nosotros sobre todas las cosas. Dice, en efecto, elevangelista: «Oraba más intensamente, y le entró un su-dor que chorreaba hasta el suelo, como si fueran gotas desangre». Pon este espejo delante de tus ojos y esfuérzatecon todas tus fuerzas por obtener algo de esta oración,que él oró por ti y no por sí mismo.

Oró aún cuando dijo: «Padre mío, si es posible, quepase de mí esta copa de amargura, pero no sea como yoquiero, sino como quieres tú». Fíjate cómo Cristo sometesu voluntad a la divina, y obra tú siguiendo ese ejemplo(Angela da Foligno, L'autobiografia e gli scritti, Cittá diCastello 1932, p. 263, passim).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa de

amargura, pero no sea como yo quiero, sino como quie-res tú» (Mt 26,39).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Jesús pide al Padre que pase de él este cáliz, y el Padre es-cucha la oración del Hijo. El cáliz del sufrimiento pasará de él,pero únicamente bebiéndolo. Cuando Jesús se arrodilla por se-gunda vez en Getsemaní, sabe que el sufrimiento pasará en lamedida en que lo sufra. Sólo cargando con él vencerá al sufri-miento, triunfará de él. Su cruz es su triunfo.

El sufrimiento es lejanía de Dios. Por eso, quien se encuentraen comunión con Dios no puede sufrir. Jesús ha afirmado estaFrase del Antiguo Testamento. Precisamente por esto toma sobresí el sufrimiento del mundo entero y, al hacerlo, triunfa de él.Carga con toda la lejanía de Dios. El cáliz pasa porque él lobebe. Jesús quiere vencer al sufrimiento del mundo, y para ellonecesita saborearlo por completo. Así, ciertamente, el sufrimien-to sigue siendo lejanía de Dios, pero en la comunión del sufri-miento de Jesucristo el sufrimiento triunfa del sufrimiento y seotorga la comunión con Dios precisamente en el dolor.

Las cosas no deben suceder según tu razón, sino por encimade tu razón; sumérgete en la sinrazón y yo te daré mi razón. Lasinrazón es la razón verdadera; no saber adónde vas es, real-mente, saber adónde vas. Mi razón te volverá perfectamenteirrazonable. Así fue como abandonó Abrahán su patria, sin sa-ber dónde iba. Se entregó a mi saber abandonando su propiosaber, siguió el verdadero camino para llegar al fin verdadero.Mira, éste es el camino de la cruz; tú no puedes encontrarlo, espreciso que yo te guíe como a un ciego; por eso, no eres tú, niun hombre, ni una criatura, quien te enseñará el camino que de-bes seguir; seré yo, yo mismo, con mi Espíritu y mi palabra. Estecamino no es el de las obras que te has escogido, ni el sufri-miento que te has imaginado; es el sufrimiento que yo te indicocontra tu elección, contra tus pensamientos y deseos. Marchapor él, yo te llamo. Sé discípulo, porque ha llegado el tiempo ytu maestro se acerca (Lutero) (D. Bonhoeffer, El precio de lagracia. El seguimiento, Sígueme, Salamanca 5 1 999, pp. 55-56,passim).

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4El proceso judío

(Mt 26,57-75)

" Los que apresaron a Jesús lo condujeron a casa del sumosacerdote Caifás, donde estaban reunidos los maestros de laley y los ancianos. " Pedro lo siguió de lejos hasta el palaciodel sumo sacerdote; entró y se sentó con los criados para veren qué paraba la cosa. " Los jefes de los sacerdotes y todo elsanedrín buscaban una acusación falsa contra Jesús para con-denarlo a muerte. 60 Pero no la encontraron, a pesar de que sepresentaron muchos testigos falsos. Al fin comparecieron dos,61 que declararon:

-Éste ha dicho: «Puedo derribar el templo de Dios, y re-construirlo en tres días».

62 El sumo sacerdote se levantó y le dijo:- ¿No respondes nada contra esta acusación?63 Pero Jesús callaba. El sumo sacerdote le dijo:- Te conjuro por Dios vivo; dinos si tú eres el Mesías, el Hijo

de Dios.64 Jesús le respondió:-Tú lo has dicho; y además os digo que veréis al Hijo del

hombre sentado a la diestra del Todopoderoso, y que viene sobrelas nubes del cielo.

" Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y dijo:-¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?

Acabáis de oír la blasfemia. 66 ¿Qué os parece?Ellos respondieron:-Es reo de muerte.67 Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a darle bo-

fetadas; otros lo golpeaban, 68 diciendo:

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54 Pasion de Jesucristo segan Mateo El proceso judio 55

-Mesias, profetiza quien te ha golpeado.69 Pedro estaba afuera, sentado en el patio. Se le acerco una

criada y le dijo:- tambien estabas con Jesus, el Galileo." Pero el lo nego ante todos, diciendo:- No se de que me hablas." Sall() despues al portal, lo vio otra criada y dijo a los que

habia alli:-Este andaba con JesUs de Nazaret." Y por segunda vez nego con juramento:- Yo no conozco a ese hombre." Poco despues se acercaron a Pedro los que estaban alli y

le dijeron:-No hay duda de que tü eres uno de ellos; se te nota el

acento." Entonces el se puso a echar imprecaciones y a juran- No conozco a ese hombre!Inmediatamente canto un gallo. " Pedro recordo lo que

Jesus le habia dicho: <Antes de que cante el gallo, me habrasnegado tres veces..

Y saliendo afuera, lloro amargamente.

LECTIO

En esta escena, Mateo sigue de cerca, introduciendopoquisimas diferencias, el texto de Marcos. Los versicu-los iniciales de la pericopa (vv. 57ss) tienen la finalidad depreparar la narracion del proceso judio, pero, sobre todo,el recuerdo de la traicion de Pedro. El lector se pregunta,en efecto, al ofr que se le nombra, cual sera su reaccion.

En el corazOn de la escena no se encuentra tanto elfalso testimonio emitido contra Jesus (vv. 59-62), al queresponde con un silencio total, como la solemne procla-maciOn del v. 64 en respuesta a la abierta pregunta delsumo sacerdote. En la respuesta de Jesus, Mateo aludede manera explicita al texto de Dn 7,13, en el que seanuncia la venida del oliijo del hombre., un misterioso

personaje celestial, una figura mesianica esperada paraun futuro no mejor precisado. Jesus se identifica a si mis-mo con tal personaje, aunque, a traves de una alusion ul-terior al texto del Sal 110,1, tambien con el Mesias-Reyque esperaba Israel; un rey que, como ya hemos visto enla escena de Getsemani, no emplea la violencia y cuyoReino es muy diferente al que muchos israelitas deaquellos tiempos -y entre ellos, tal vez, los mismos dis-cfpulos- esperaban. El anuncio del v. 64 abre una di-mension inesperada: Jesus, en el momento en que pare-ce derrotado, anuncia su venida para un futuro queahora esta a punto de cumplirse.

La reacciOn escandalizada del sumo sacerdote (vv.65ss) saca a la luz la dimension religiosa del proceso deJesus, acusado de ponerse en el lugar del mismo Dios.La mencion de los golpes y de los ultrajes en el v. 67 re-cuerda el texto de Is 50,6, o sea, la figura del .siervo deYahvg., otro personaje mesianico con el que se identifi-ca Jesus. Seglin el estilo propio de Mateo, en JesUs secumple el designio de Dios anunciado en las Escrituras;todo ello esta reforzado por la expresion literal emplea-da por el evangelista en el v. 68: .Mesias, pro fetiza quiente ha golpeado. (algunas Biblias traducen, de maneraerronea, oadivina.), aunque sin quererlo, sus persegui-dores le definen como profeta.

Sin embargo, la escena del proceso judlo todavia noesta cerrada. El recuerdo de Pedro, que aparece en elv. 58, encuentra su continuaciOn natural en la breve es-cena conclusiva, dedicada a su triple negacion (vv. 69-75).Mateo, que en el capttulo 16 habfa insistido tambien enla fe de Pedro y en la tarea que le habia confiado el Se-tior, no tiene miedo de mostrar sus limites. A pesar desus pretensiones (cf. Mt 26,30-35), Pedro no es capaz dedar testimonio en el proceso emprendido contra su Se-tior; mas aim, se convierte en el primer negador. Su llan-to final le distingue de la reacciOn que poco despues ten-dra el otro traidor, Judas (cf. Mt 27,3-10).

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56 Pasión de Jesucristo según Mateo El proceso judío 57

MEDITATIO

Jesús fue rechazado por los jefes de los judíos y ne-gado por Pedro. Los primeros no aceptan que la Palabrade Dios, venerada y proclamada por ellos, se realice deuna manera tan imprevisible tanto para su fe ventajosacomo para sus estructuras religiosas. El discípulo, tanpróximo al Maestro durante su predicación, no se atre-ve a asumir el riesgo de padecer la misma suerte.

Hay también muchos que no dejan pasar la ocasiónde decir cosas falsas sobre Jesús con tal de complacera los poderosos. La verdad es abofeteada cuando nosacomodamos en una posición tranquila, en la que ad-ministramos de una manera cómoda (e indolora) nues-tra relación con Dios y con los otros, a los que conside-ramos a nuestro servicio. La verdad es ofendida cuandoel miedo se apodera de nuestro corazón y nos sentimosmuy pequeños, rodeados por gente hostil; intentando sal-var nuestro pellejo, acabamos por vender nuestros senti-mientos más importantes y profundos. La verdad quedadespedazada cuando nos plegamos a las prepotencias delos más fuertes y derogamos nuestro propio juicio, sinpreocuparnos por formarnos una conciencia recta. Estosigue sucediendo todavía hoy tanto en el mundo políticocomo en la comunidad de los creyentes; tanto en las re-laciones internacionales como en las relaciones interper-sonales. Al leer esta página evangélica, ¿quién no se re-conoce en alguno de los personajes que se agitan en tornoa Jesús, y hablan y hablan mientras él calla?

El Señor, la Verdad encarnada, declara de una mane-ra inequívoca que es el Hijo de Dios, el Salvador. Él esel único punto de referencia del corazón del hombre,porque sólo sus palabras son verdaderas, y quien lasacoge realiza la verdad en su interior: el miedo se des-hace, se dilata la respiración. Ojalá nos suceda tambiéna nosotros como a Pedro, que encontremos el coraje de

llorar nuestras mezquindades, las bajezas con las quenos hacemos transparentes. Si nos atrevemos a recono-cer nuestras mentiras, «la misericordia y la verdad se en-contrarán» (cf. Sal 84) también en nuestra existencia yle infundirán un renovado impulso de amor.

ORATIO

¿Qué es más grande que Dios y más miserable que elpecador? Sin embargo, quisiste ser cubierto de salivazosy escarnios. Dios mío, ¿cómo toleraste cosas tan viles portu criatura, a la que habrías podido aniquilar en un ins-tante? A quien te llamaba endemoniado le respondíascon una gran benevolencia. Oh suma manifestación de tucaridad: ¡por nosotros escuchaste tales cosas de parte delos endemoniados! ¿Qué gran solicitud por nosotros teexponía a todo oprobio? Fue tu gran amor el que quisosoportar tranquilamente todo esto (Giacomo da Milano,

pungolo dell'amore», en / mistici, Asís 1995, p. 864).

CONTEMPLATIO

Arrestado el pastor, se dispersaron las ovejas. Apresa-do el Maestro, huyeron los discípulos. Sin embargo, Pe-dro, como el más fiel, le siguió, de lejos, hasta el atriodel príncipe de los sacerdotes. A la pregunta de la cria-da, negó con juramento y repitió por tercera vez que noconocía a Jesús. ¡Cantó el gallo! Pero el buen Maestrohirió al discípulo predilecto con una mirada de conmi-seración y de gracia. Pedro comprendió y, saliendo fue-ra, lloró amargamente.

Oh tú, seas quien seas, que, a la voz de la molestacriada -entiendo tu carne- negaste de una manera pro-caz, con la voluntad o con los hechos, a Cristo apasio-

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Pasicin de Jesucristo segtin Mateo El proceso judt'o 59

nado por ti, al recordar la Pasion del Maestro amadisi-mo sal fuera con Pedro. Llora con una gran amargura,a fin de conseguir que te lance una mirada aquel quemiro a Pedro cuando derramaba lagrimas. Sea doble tupesar; uno de contricion por ti, el otro de compasionpor Cristo. Que te embriague el mal sabor del ajenjo: yasi, purgado con Pedro del reato de la culpa, podras -asite lo deseo- ser colmado con Pedro del espiritu de san-tidad (san Buenaventura, di legno di vita», en id.,Opuscoli mistici, Milan 1956, pp. 102ss [edicion espaiio-la: Obras de san Buenaventura, Biblioteca de AutoresCristianos, Madrid 1963-1972]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Tit eres el Cristo, el Hijo de Dios>, (cf. Mt 26,63).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El lugar de la accion es Sevilla; la epoca, la de la Inquisicion,la de los cotidianos soberbios autos de fe, de terribles heresiar-cas, ad majorem Dei gloriam.

No se trata de la venida prometida para la consumacion delos siglos, de la aparicion sithita de Cristo en todo el brillo de sugloria y su divinidad, ocomo un relampago que brilla del ocasoal oriente>>. No, hoy solo ha querido hacerles a sus hijos una vi-sita, y ha escogido el lugar y la hora en que Ilamean as hogue-ras. Ha vuelto a tomar la forma humana que revistio, hace quin-ce siglos, por espacio de treinta anos.

Aparece entre las cenizas de las hogueras, donde la vispera,el cardenal gran inquisidor, en presencia del rey, los magnates,los caballeros, los altos dignatarios de la Iglesia, las rnOs encan-tadoras darnas de la corte, el pueblo en masa, querno a cien he-rejes. Cristo avanza hacia la multitud, callado, modesto, sin tra-tar de Ilamar la atencion, pero todos le reconocen.

El pueblo, impelido por un irresistible impulso, se agolpa a supaso y le sigue. El, lento, con una sonrisa de piedad en los la-bios, continea avanzando. El amor abrasa su alma; de sus ojosfluyen la Luz, la Ciencia, la Fuerza, en rayos ardientes que infla-man de amor a los hombres. El les tiende los brazos, les bendice.De el, de sus ropas, emana una virtud curativa. Un viejo, ciego denacimiento, sale a su encuentro y grita: g iSenor, corame para quepueda verte!>>. Una escama se desprende de sus ojos, y ve. Elpueblo derrama lagrimas de alegria y besa la tierra que el pisa.Los ninos tiran flores a sus pies y cantan Hosanna, y el pueblo ex-clama: oiEs el i iTiene que ser el! No puede ser otro que ell>>.

Cristo se detiene en el atrio de la catedral. Se oyen lamentos;unos jovenes Ilevan en hombros un pequeno ataed blanco, abier-to, en el que reposa, sobre flores, el cuerpo de una nifia de die-cisiete años, hija de un personaje de la ciudad.

- iEl resucitara a tu hija! -le grita el pueblo a la desconsola-da madre.

El sacerdote que ha salido a recibir el ataud mira, con asom-bro, al desconocido y frunce el cerio.

Pero la madre profiere:- iSi eres t, resucita a mi hija!Y se postra ante el. S,e detiene el cortejo, los jovenes dejan el

atatid sobre las losas. El lo contempla, compasivo, y de nuevopronuncia el Talipha kumi (<<Levantate, muchacha>>).

La muerta se incorpora, abre los ojos, sonrie, mira sorpren-dida en tomb a ella, sin soltar el ramo de rosas blancas que sumadre habia colocado entre sus manos. El pueblo, Ileno de es-tupor, clama, llora.

En el mismo momento en que se detiene el cortejo, apareceen la plaza el cardenal gran inquisidor. Es un viejo de noventaanos, alto, erguido, de una ascetica delgadez. En sus ojos hun-didos fulgura una llama que los anos no han apagado. Ahorano luce los aparatosos ropajes de la vispera; el magnifico trajecon que asistiO a la cremacion de los enemigos de la Iglesia hasido reemplazado por un tosco habito de fraile.

Sus siniestros colaboradores y los esbirros del Santo Oficio lesiguen a respetuosa distancia. El cortejo fonebre detenido y lamuchedumbre agolpada ante la catedral le inquietan, y espia

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desde lejos. Lo ve todo: el ataúd a los pies del desconocido, laresurrección de la muerta... Sus espesas cejas blancas se frun-cen, se aviva, fatídico, el brillo de sus ojos.

1Prendedle! -les ordena a sus esbirros, señalando a Cristo.Y es tal su poder, tal la medrosa sumisión del pueblo ante él,

que la multitud se aparta, al punto, silenciosa, y los esbirrosprenden a Cristo y se lo llevan. Como un solo hombre, el pueblose inclina al paso del anciano y recibe su bendición.

Los esbirros conducen al preso a la cárcel del Santo Oficio yle encierran en una angosta y oscura celda.

Muere el día, y una noche de luna, una noche española, cá-lida y olorosa a limoneros y laureles, le sucede.

De pronto, en las tinieblas, se abre la férrea puerta del cala-bozo y penetra el gran inquisidor en persona solo, alumbrán-dose con una linterna. La puerta se cierra tras él. El anciano sedetiene a pocos pasos del umbral y, sin hablar palabra, con-templa, durante cerca de dos minutos, al preso. Luego, avanzalentamente, deja la linterna sobre la mesa y pregunta:

-¿Eres tú, en efecto?Pero, sin esperar la respuesta, prosigue:-No hables, calla. ¿Qué podrías decirme? Demasiado lo sé.

No tienes derecho a añadir ni una sola palabra a lo que ya di-jiste. ¿Por qué has venido a molestarnos?... Bien sabes que tu ve-nida es inoportuna. Mas yo te aseguro que mañana mismo... Noquiero saber si eres él o sólo su apariencia; seas quien seas, ma-ñana te condenaré; perecerás en la hoguera como el peor de losherejes. Verás cómo ese mismo pueblo que esta tarde te besabalos pies, se apresura, a una señal mía, a echar leña al fuego.Quizá nada de esto te sorprenda...

Y el anciano, mudo y pensativo, sigue mirando al preso, ace-chando la expresión de su rostro, serena y suave (Feclor Dos-toievski, Los hermanos Karamazov, http://www.ciudadseva.com/textos/novela/graninqu.htm).

5El fin de Judas

(Mt 27,1-10)

' Cuando se hizo de día, todos los jefes de los sacerdotes ylos ancianos del pueblo tomaron la decisión de matar a Jesús.

Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.Mientras tanto, Judas, el traidor, al ver que lo habían con-

denado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plataa los jefes de los sacerdotes y los ancianos diciendo:

- He pecado entregando a un inocente.Ellos replicaron:- ¿A nosotros qué? Allá tú.

Él arrojó en el templo las monedas, se marchó y se ahorcó.6 Los jefes de los sacerdotes tomaron las monedas y dijeron:

-No se pueden echar en el tesoro del templo, porque sonprecio de sangre.

' Y después de deliberar, compraron con ellas el campo delalfarero para sepultura de los forasteros.

8 Por eso, aquel cam-

po se llama hasta hoy «Campo de sangre». 9 Así se cumplió loanunciado por el profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedasde plata, precio de aquel que fue tasado por los hijos de Israel,'° y compraron el campo del alfarero, según lo que me mandó elSeñor.

LECTIO

Jesús, arrestado durante la noche, procesado y juzgá-do reo de muerte por las autoridades religiosas (cf. Mt

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26,47-66), fue entregado por estas al alba a la autoridadpolitica (v. 2), que era la Unica que tenia la facultad decrucificar al condenado. Ese fue el resultado de la nuevareunion del sanedrin (v. 1), convencido de que el infa-mante suplicio de la crucifixion infligido por los roma-nos -paganos y extranjeros- supondria un duro golpecontra los seguidores de Jesus. En caso contrario, estoshabrian podido gloriarse de la lapidacion de su Maestropor sus correligionarios incredulos.

En este punto interrumpe Mateo la narracion delproceso de Jesds para continuar el epilog° de la vida deJudas (vv. 3-10), que viene a constituir una bisagra en-tre el proceso religioso (cf. Mt 26,57-68) y el politico (cf.Mt 27,11-26). Mateo es el Unico evangelista que cuentael arrepentimiento del apostol traidor (v. 3a), que mani-fiesta la conciencia de la inocencia de Jesus (.entregan-do a un inocente.: v. 4b) y de la gravedad de su acciOn( He pecado.: v. 4a). De ahi procede la decision de resti-tuir el dinero recibido de los sumos sacerdotes comocompensacion de la parte determinante que tuvo en elarresto del Nazareno (v. 3b).

El arrepentimiento no va seguido de la conversion-como en el caso de Pedro (cf. Mt 26,74ss)-, sino de ladesesperacion, agudizada por la reaccion de los sacer-dotes, indiferentes a su drama. El gesto de deshacersedel dinero echandolo en el cepillo de las ofrendas deltemplo y el suicidio por ahorcamiento (v. 5) marcan lassecuencias conclusivas de la vida de Judas en el relatode Mateo. A diferencia del autor de los Hechos de losapostoles (cf. Hch 1,16-20), el evangelista presenta lafigura del traidor como la del amigo infiel (cf. Mt 26,50),recalcando el precedente veterotestamentario de Aji-

que, despues de traicionar a David, se ahorca(cf. 2 Sm 17,23).

La preocupacion de los sacerdotes por la pureza deltesoro del templo, que hubiera sido contaminada por el

dinero echado por Judas, revela de una manera indirec-ta su conciencia de que es fruto de un mercadeo impio(v. 6). La decision de utilizarlo para adquirir el «campodel alfareroD ofrece la explicacion del nombre atribuidoal cementerio donde eran sepultados los extranjeros (v.7ss; cf. Hch 1,19b); la sangre de la que se habla aqui esla de Jesus en la version de Mateo, y la de Judas segUnlos Hechos de los apOstoles.

En conformidad con la vision teologica de Mateo,que capta en el desarrollo de la vida de Jesus el cumpli-miento del designio de Dios anunciado en las Escritu-ras, en los vv. 9ss aparece la Ultima de las citas del Anti-guo Testamento con que el evangelista comenta lo queesta narrando. El pasaje de la profecia de Zacarias(11,12ss), combinado con referencias, unas veces expli-citas y otras alusivas, a la vida de Jeremias (18,2ss;32,6-15), nos ofrece una cave de lectura precisa de loque sucede: Jesds es el justo traicionado y vendido.

MEDITATIO

La experiencia del pecado nos resulta familiar y a me-nudo cotidiana cada vez que nos consideramos comounicos arbitros de la vida y recorremos caminos auto-nomos respecto a los de Dios, conocidos por las Escri-turas o intuidos en lo intim° de la conciencia.

No sabemos lo que paso en Judas para que optara porhacer arrestar a Jesds; unicamente podemos suponerlopor lo que nos cuentan los evangelios. Pero es que, a ve-ces, ni siquiera sabemos lo que pasa dentro de nosotroscuando optamos por el desamor y el egoismo... La his-toria de Judas nos muestra que reconocer que nos he-mos equivocado es un gesto importante, de autenticahumanidad. Sin embargo, no es suficiente para reem-prender el camino con soltura: es preciso creer que es

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posible un futuro diferente, que el error cometido -seacual sea- no permanece como una marca indeleble so-bre la piel, ni como un lastre que debamos seguir arras-trando para el resto de nuestros días. Nos es posiblecambiar en todas las estaciones de la vida. Y es posibleser perdonados.

Judas no se dio cuenta, o no lo creyó. Los sacerdotesdel templo no se preocuparon de darle un signo de ello;no entraba en sus intereses. La mirada de Jesús, que de-rritió a Pedro en el llanto liberador del arrepentimientoy le abrió a la esperanza y a la confianza, no habría fal-tado ni a Judas ni a los sacerdotes.

¿Y yo?, ¿en quién me reconozco? Es posible que enalguna ocasión haya vivido la experiencia lancinante delremordimiento, sé lo que pesan los sentimientos de cul-pa... Al reconocer mis errores, me he desvivido por bus-car una rendija de luz mientras a mi alrededor no veíamás que oscuridad... Otras veces me he encerrado enmis ocupaciones, en proyectos que debo perseguir atoda costa, hasta el punto de no preocuparme de lo queestaban viviendo los que estaban a mi lado; no he sidocapaz de oír su grito pidiendo ayuda. Tal vez ni siquie-ra pensé que, de algún modo, yo podía ser corresponsa-ble de su dolor.

La Palabra de Dios me invita, una vez más, a no en-cerrarme en la desolación, sino a abrirme a la esperan-za, sea cual sea la situación en que viva. Jesús amó yama a cada persona; me amó y me ama, y vale la penaque me detenga un momento a recordar los momentosen que he tenido una clara percepción de su amor. Sí, esposible ser perdonados: Jesús está dispuesto a perdo-narme incluso antes de declararme arrepentido. ¡Sí, esposible volver a empezar! Ahora puedo convertir mivida y, paradójicamente, también mis errores en cantoal amor misericordioso de Dios.

ORATIO

¡Qué grande fue, oh Jesús, tu pena por la ingratitudde Judas! Tú le habías elegido para formar parte delgrupo de tus apóstoles, le habías perdonado todos suspecados, le habías hecho obrador de milagros, dispen-sador de los bienes de la familia apostólica. ¡Cuánto teamargó la ceguera y dureza de su corazón!

Meditando tus palabras, considerando tus gestos, in-tento intuir lo que pudiste haber experimentado por Ju-das, tu apóstol, y casi me parece escuchar tu lamentoapesadumbrado: «Oh Judas, ¿qué te hice para que metraicionaras? Oh Judas, desventurado discípulo, éste esel último signo de amor; ¿por qué te alejas así de tu pa-dre y maestro? Oh discípulo ingrato, yo te beso los piescon tanto amor ¿y tú me besas la boca con vil traición?¡Qué intercambio! Lloro tu perdición, caro y dilectohijo, no mi pasión y muerte, pues para ello vine a estemundo (Camilla Battista da Varano, 1 dolori mentali diGesü nella sua passione, Milán 1985, pp. 42ss).

CONTEMPLATIO

Oh Judas, quieres vender a Dios, al Hijo de Dios,como un esclavo sin valor, como un «perro muerto», yaque preguntas no a tu voluntad, sino a la de los com-pradores. «¿ Qué me dais si os lo entrego?». ¿Y qué puedendarte? Si te hubieran dado Jerusalén, la Galilea y la Sa-maría, ¿acaso podrías comprar a Jesús? [...].

Dime: ¿en qué te ha ofendido, qué mal te ha hecho,para que digas: «Yyo os lo entregaré»? ¿Dónde están la in-comparable humildad del Hijo de Dios y su voluntariapobreza? ¿Dónde está su dulzura y su afabilidad? ¿Dón-de está su humanísima predicación y dónde los mila-gros obrados por él? ¿Dónde están sus lágrimas piado-

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Pasion de Jesucristo segan Mateo El fin de Judas 67

sas derramadas por Jerusalen y por la muerte de Laza-ro? zDonde esta el privilegio por el cual te eligio comoapOstol y te hizo amigo y familiar suyo. No hubierandebido enternecer estos hechos y otros tu corazon y vol-ver a llamarlo a la piedad e impedirte decir: .Y yo os toentregareD?

Por desgracia, cuantos Judas Iscariote -que se inter-preta .retribucionD- hay en nuestros chas, que por la«retribucionD de alguna ventaja temporal venden la ver-dad, traicionan al projimo con el beso de la adulacion yde este modo se cuelgan del lazo de la condenacion eter-na (Antonio de Padua, I sermoni, Padua 1995, pp. 61ss[edicion espariola: Sermones dominicales y festivos, Edi-torial Espigas y Azucenas, Murcia 1996]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive boy la Palabra:.Contra ti, contra ti solo peque; hice to que ta detestas.

Pero ta amas la verdad en to intimo del ser, en mi interiorme ensetias sabiduriaD (Sal 51,6a.8).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Solo dos seres en el mundo han conocido el secreto de Judas:Cristo y el traidor. Sesenta generaciones de cristianos han fan-taseado en torno a el, pero el hombre de Ishkarioth, aunquehaya hecho en la tierra una nube de discipulos, permanece ter-camente indescifrable. Es el Unico misterio humano que se en-cuentra en los evangelios.

Hasta los tiltinnos dias, hasta la tltima noche, Jestis no trata aJudas de una manera diferente a los otros. Tambien a el, comoa los Once, le da su cuerpo bajo la apariencia de pan, y su san-gre bajo la apariencia de vino. Tambien lavo y seco los pies deJudas -aquellos pies que le habian de Ilevar a la casa de Cai-

las- con aquellas manos que debian ser clavadas, con la corn-plicidad de Judas, al dia siguiente. Y cuando Ilega Judas, entreel resplandor de las espadas y el enrojecer de las linternas, bajola negra sombra de los olivos, y besa -con efusionh, dice Ma-teo- Fa cara todavia empapada de sudor sanguine°, Jest5s no lerechaza, sino que le dice: aAmigo, ague has venido a hacer?>>.

Si Jest5s no hubiera sido vendido, hubiera faltado algo a laperfecto ignominia de la expiacion; si lo hubieran pagado caro,con trescientos siclos en vez de treinta, con oro en vez de plata,la ignominia hubiera disminuido, poco, pero disminuido. Estabaprevisto desde la eternidad que fuera comprado, pero compra-do con poco dinero, con tat de que el dinero entrara de todosmodos. A fin de que el valor infinito resultara sobrenatural, perocomunicable, era necesario cambiarlo con un valor minimo, conun valor de metal que casi no tiene valor. No hada el, el ven-dido, lo mismo, al querer recomprar con la sangre de uno solola sangre derramada sabre la tierra desde Cain a Calk*?

Cada uno de nosotros ha puesto su parte, una parte infinite-simal, para comprar a Judas esta victima inagotable. Todos he-mos contribuido a juntar la suma visible que costo la sangre delLiberador. El campo de Akeldama, que fue pagado con aquellamoneda, el campo que fue comprado con el precio de la san-gre, es nuestra heredad, cosa nuestra. Y ese campo se agrandomisteriosamente, se dilató hasta ocupar media faz de la tierra:ciudades enteras, ciudades populosas, adoquinadas, ilumina-das, barridas, ciudades de tiendas y burdeles, resplandecen enese campo de norte a sur. Y para que el misterio sea coda vezmayor, tambien los dineros de Judas, multiplicados por las trai-ciones de tantos siglos, por todos los negocios cerrados y, ade-mas, incrementados con los intereses, se han vuelto innumera-bles. Ahora -pueden atestiguarlo los contables, verdaderosartispices de esta edad- no bastarian todos los recintos del tem-pi° para contener las monedas generadas hasta el dia de hoypor aquellas treinta monedas que echo en el, en el delirio del re-mordimiento, el hombre que vendio a su Dios (G. Papini, Storiadi Cristo, Florencia 1921, pp. 340-347, passim [edicion

Historia de Cristo, Fax, Madrid 1971]).

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6

El proceso romano

(Mt 27,11-31)

" Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó:

—¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús respondió:

—Tú lo dices.12 Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los

jefes de los sacerdotes y los ancianos. " Entonces Pilato le pre-guntó:

—¿No oyes todo lo que dicen contra ti?14 Pero él no le respondió, de suerte que el gobernador se

quedó muy extrañado.

" Por la fiesta, el gobernador solía conceder al pueblo la li-bertad de un preso, el que ellos quisieran. ' 6 í entonces unpreso famoso, llamado Barrabás. ' 7 í que, viéndolos reunidos,les preguntó Pilato:

—¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el lla-mado Mesías?

" Pues se daba cuenta de que lo habían entregado por en-vidia.

19 Estaba aún en el tribunal cuando su mujer le envió estemensaje:

—No te metas con ese justo, porque esta noche he tenidopesadillas horribles por su causa.

" Los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron ala gente para que pidiese la libertad de Barrabás y la muertede Jesús. 2 ' El gobernador volvió a preguntarles:

—¿A quién de los dos queréis que os suelte?

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70 Pasion de Jesucristo segan Mateo El proceso romano 71

Respondieron ellos:

- A Barrabas.

" Pilato pregunto de nuevo:

- zY que hago entonces con Jesus, el llamado Mesias?

Respondieron todos:

-iCrucificalo!

" El les dijo:

-Pues zque mal ha hecho?

Pero ellos gritaron mas fuerte:

- iCruciffcalo!24 Viendo Pilato que no consegufa nada, sino que el alboro-

to iba en aumento, tom6 agua y se lave, las manos ante el pue-blo, diciendo:

-No me hago responsable de esta muerte; alla vosotros.

" Todo el pueblo respondiO:

-iNosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables deesta muerte!

26 Entonces les sok() a Barrabas; y a Jesus, despues de azo-tarlo, se lo entree) para que fuera crucificado.

" Los soldados del gobernador llevaron a Jesus al pretorioy reunieron en torno a el a toda la tropa. " Lo desnudaron yle echaron por encima un manto de color purpura; 29 trenza-ron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza, y unacalla en su mano derecha; luego se arrodillaban ante 61 y seburlaban, diciendo:

-; Salve, rey de los judios!3° Le escupfan, le quitaban la cafia y le golpeaban con ella

en la cabeza. 31 Tras burlarse de el, le quitaron el manto, le pu-sieron sus ropas y lo llevaron para crucificarlo.

LECTIO

El relato del proceso romano comienza en realidaden Mt 27,1, pero Mateo interrumpe enseguida la narra-cion en el v. 2 para insertar el relato de la muerte de Ju-das (Mt 27,3-10). Solo en el v. 11 vuelve el evangelista altema que habia dejado, describiendo la escena del en-cuentro de Jesus con el gobernador Poncio Pilato.

Como sucede asimismo en el texto paralelo de Marcos(cf. Mc 15,2-5), Mateo subraya el silencio casi total deJesus y la consiguiente sorpresa del gobernador romano.En cuanto a su propuesta de liberar a Jesus, resultandoelegido Barrabas, un famoso criminal, es preciso serialarque, en arameo, Barrabas significa qhijo del padre.. Aeste respecto recordemos que algunos antiguos codicesllaman a este personaje <Jesus Barrabas., agudizando deeste modo la ironia que hay detras de la narraciOn: la mu-chedumbre prefiere a Jesus Barrabas, <thijo del padre.,un bandido, antes que a Jesus, qhijo del hombre..

El v. 19 constituye un subrayado propio de Mateo: elepisodio de la mujer de Pilato sirve para mostrar la ino-cencia de Jesus. La mujer de Pilato recibe una revela-cion divina en suerios, lo mismo que al comienzo delevangelio (Mt 1-2) les habia sucedido a Jose y a los ma-gos. Los vv. 24ss van en la misma linea que el v. 19; tam-bien son caracteristicos de Mateo: asimismo, en este casose pretende mostrar con claridad la inocencia de Jesus.A Pilato se le presenta aqui como un personaje &Ili' ymezquino, diferente al que fue realmente y conocemospor las fuentes historicas: un hombre duro, sediento depoder y dispuesto a realizar cualquier accion posiblecontra el pueblo judio. Mateo parece hacer recaer la to-talidad de la culpa de la muerte de Jesus sobre la totali-dad del pueblo judio. En realidad, la polemica de Mateova dirigida contra las autoridades judias del tiempo yrefleja el desencuentro existente entre el judaismo y lasnacientes comunidades cristianas.

El proceso romano, trazado por Mateo con una ex-trema brevedad, concluye, en los vv. 27-31, con la des-cripciOn de los ultrajes y de las torturas sufridas por Je-sus, como era usual con los condenados a la crucifixion.Mateo, siguiendo aqui el ejemplo de Marcos, no ariadeni una sola palabra de comentario, dejando al lectorfrente a una escena brutal: el .rey de los judios. pareceahora definitivamente derrotado.

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72 Pasión de Jesucristo según Mateo El proceso romano 73

MEDITATIO

El relato del interrogatorio de Jesús por parte de Pi-lato y su desarrollo hasta la entrega del Señor a fin deque fuera crucificado muestran a qué conduce el juiciopreconcebido contra alguien. Jesús no fue conducidoante el gobernador romano para llegar a la verdad res-pecto a él, sino para que el poder constituido que esteúltimo representaba avalara lo que los jefes de los judíosya habían decidido. La verdad ha sido trastornada: elque es no sólo rey de los judíos, sino rey del universo, seve tratado como un fantoche con el que se representauna grotesca y ultrajante parodia real.

Jesús había afirmado que consideraba como hecho aél lo que se hiciera a cualquier persona, especialmentesi estaba en condiciones de debilidad. Vemos que enmuchas partes del mundo continúan los procesos-bur-la, donde se conculcan los más elementales derechos alos pobres. No se duda en condenar o en dejar condenara un inocente a fin de cubrir la responsabilidad de nom-bres «excelentes». Quien está desarmado -porque notiene dinero, no tiene amistades que cuentan, no es «es-pabilado»- puede ser hecho impunemente objeto de vi-tuperio, directamente o por medio de la prensa. Todoello con el beneplácito de quien no quiere comprome-terse con una «causa perdida». Impresiona lo fácil queresulta, hoy como ayer, manipular a las muchedumbres,arrastrarlas a nuestro propio terreno, con una euforiaacrítica que aplasta la capacidad de decidir de una ma-nera autónoma.

Y así, por voluntad del pueblo, se crucifica al Hijo deDios. Y, siempre por voluntad del pueblo y por su bien,se lapida a mujeres, se encierra en prisiones insanas alos adversarios políticos, se acuesta en camillas para lainyección letal a disminuidos mentales, se abandona alhambre a poblaciones enteras, se bombardean países

matando decenas de civiles inocentes. Todos somos res-ponsables de la sangre derramada. Nunca es tarde paracomprometernos a dar nuestra contribución a fin deque haya en el mundo un poco menos de injusticia y unpoco más de amor.

ORATIO

Los pontífices te condujeron maniatado [oh Jesús]ante Pilato, suplicando que fueras [quitado de en me-dio] con el suplicio de la cruz, a ti que, verdaderamen-te, estabas exento de todo pecado. Y tú, cual corderoante el esquilador, permanecías ante el juez, manso y si-lencioso, mientras acusadores falsos e impíos, con uncúmulo de delitos inventados, con aclamaciones tumul-tuosas, piden que el autor de la vida sea muerto, que elbandido homicida y revolucionario sea agraciado. Yprefieren el lobo al cordero, la muerte a la vida, la os-curidad a la luz. ¡Impíos y locos al mismo tiempo!

Oh dulce Jesús, ¿quién será tan duro que sea capaz deoír con las orejas o de volver a pensar mentalmente aque-llos gritos tan duros: « Quítalo de en medio! ¡Crucifícalo!»(Jn 19,15), sin gemir y sin protestar? (san Buenaventura,«Il legno di vita», en íd., Opuscoli mistici, Milán 1956, p.104 [edición española: Obras de san Buenaventura, Bi-blioteca de Autores Cristianos, Madrid 1963-1972]).

CONTEMPLATIO

Margarita lloró con grandes gritos la Pasión de Cris-to diciendo en cada suplicio particular: «A esto te llevóel amor por nosotros, oh Señor». Entonces oyó a Cristo,que le decía: «Hija, has dicho que fue el amor por voso-tros lo que me impulsó a sufrir y que el celo por vues-

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Pasion de Jesucristo segan Mateo El proceso romano 75

tras almas me 'ley() a hacer To que hice Grita, portanto, hija mia, que fui encadenado, esquilado, velado elrostro y escarnecido precisamente por aquel pueblo alque habia liberado con poderoso poder de la servidum-bre de Egipto. Grita que muchos acudieron a verme su-frir no para unirse a mis penas, sino para complacersereciprocamente de mis males. Grita que fui desnudado,flagelado, abofeteado, ensuciado por los salivazos de losimpfos. Recuerda todos los abusos de que fui objeto, lacorona de espinas, los golpes con la cana, la liberacionotorgada a un rebelde asesino como Barrabas, mientrasque no quisieron teller piedad de su rey inocente, recibi-do poco antes y honrado con ramas de palma.

Pero deseo que digas de cada una de las obras que medigne hacer que To hice por mi amor a las almasD (Giun-ta Bevegnati, Leggenda della vita e dei miracoli di santaMargherita da Cortona, Vicenza 1978, pp. 88ss).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:.Sin defensa ni justicia te llevaron, Sefton Con tus Magas

nos curaste» (cf. Is 53,8.5).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

En esta escena, Elia se encuentra en medio del escenario, de-lante del pOblico. Rebecca y Sara han quitado una especie detoga, mejor una estola sacerdotal largo, de una custodia, y laponen sobre los hombros de Elia. Le dan tambien un libro queel anciano abre a una serial ahora conocida. Despues entona uncanto al que se unen todos. Acabado el canto, los jueces -ex-cept° Elia- vuelven a sus sitios en la mesa. Los testigos de la<ctroupeh se disponen en el mismo orden que en el primer acto,aunque de una manera mos reposada.

ELiA: Respetables oyentes (inclina levemente la cabeza, en vozmos baja): Me corresponde a mi, como presidente, pronunciarIa... sentencia (Suspira). La acostumbrada sentencia. Si: la acos-tumbrada... (mira de manera insistente a los espectadores; sigueen voz baja). Como sabeis, es dificil despegarse de un mundopara entrar en otro... aunque ahora sentimos que una vez u otratendra que Ilevarse a cabo este paso... -pero retrasamos siem-pre el dia en que debamos decir adios a todo esto... Alegrias denuestra comunidad... (se conmueve y se interrumpe). Que no osdisguste demasiado -os lo ruego- la formula de nuestra senten-cia. Es una manera de manifestar aCm nuestra pertenencia a laley que condeno a Jesus de Nazaret... no pretende significarmas que eso. Me habia hecho la ilusion de que al continuarmanteniendo viva la memoria de este Personaje Supremo y alpediros un testimonio a vosotros, cristianos de hoy, no solo ha-briamos conseguido encontrar una solucion al dilema de unerror nuestro antiguo y desmesurado, sino que incluso habria-mos logrado suscitar una prueba imprevista que nos habriaabierto un camino nuevo para entender aquel anuncio. Por des-gracia, la esperada revelacion todavia no se ha manifestado, almenos ante nuestros ojos. Y debemos concluir que mi empresacorre ahora el riesgo de parecer, y tal vez de ser, tinicamente lamania senil de un mistico judio. Tambien debo tener en cuenta-y tened a bien perdonarme la sinceridad con que os hablo, yo,un judio, algo que incluso puede ofender vuestra conciencia decristianos-, debo tener en cuenta, decia, que el mundo cristianono parece haber abrazado el mensaje de Jestis de Nazaret deun modo tan vivo y evidente que pueda revelarlo a troves de suvida. Tal vez la verdadera civilizacion cristiana este aim por co-menzar... -es posible-; tal vez estemos aim en los siglos de losqprimeros cristianos>> -tambien esto es posible...-; sin embargo,yo, que he sido llamado esta noche, tal vez por Ultima vez, apronunciar nuestro juicio, digo -todavia... (abre maquinalmen-te el libro que tiene en la mano)- que JesUs de Nazaret fue col-gado en la cruz por orden del procurador romano, porque consus magias habia seducido y desviado al pueblo de Israel (D.Fabbri, Processo a Gest), Milan 1 984, pp. 1049ss).

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7Crucifixión, muerte y sepultura

(Mt 27,32-66)

32 Cuando salían, encontraron a un hombre de Cirene, lla-mado Simón, y le obligaron a llevar la cruz de Jesús. " Al lle-gar al lugar llamado Gólgota, esto es, el lugar de la Calavera,34 dieron a Jesús vino mezclado con hiel para que lo bebiera,pero, después de probarlo, no quiso beberlo.

" Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos echán-dolos a suertes. 36 Y se sentaron allí para custodiarlo. " Sobresu cabeza pusieron un letrero con la causa de su condena:«Éste es Jesús, el rey de los judíos».

" Al mismo tiempo crucificaron a dos bandidos, uno a suderecha y otro a su izquierda. 39 Los que pasaban por allí loinsultaban meneando la cabeza 49 y diciendo:

-Tú, que destruías el templo y lo reedificabas en tres días,sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.

41 Y lo mismo los jefes de los sacerdotes, junto con los

maestros de la ley y los ancianos, se burlaban de él diciendo:42 -A otros salvó, y a sí mismo no puede salvarse. Si es rey

de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él. 43 Hapuesto su confianza en Dios; que lo libre ahora, si es que loquiere, ya que decía: «Soy Hijo de Dios».

44 Hasta los ladrones que habían sido crucificados juntocon él lo insultaban.

45 Desde el mediodía toda la región quedó sumida en tinie-blas hasta las tres. 46 Hacia las tres gritó Jesús con voz potente:

-Elí, Elí. ¿lemá sabaktani? Que quiere decir: Dios mío, Diosmío, ¿por qué me has abandonado?

47 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían:

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- Esta llamando a Elias.48 En seguida, uno de ellos fue corriendo a por una espon-

ja, la empap6 en vinagre y, sujetandola en una caña, le dabade beber. ' Los otros decian:

- Deja, vamos a ver si viene Elias a salvarlo.

" Y Jesns, dando de nuevo un fuerte grito, entregO su espi-ritu. " Entonces, el velo del templo se rase, en dos partes dearriba abajo; la tierra temblo y las piedras se resquebrajaron;" se abrieron los sepulcros y muchos santos que habian muer-to resucitaron, " salieron de los sepulcros y, despues de queJesus resucito, entraron en la ciudad santa y se aparecieron amuchos. 54 El centurion y los que estaban con el custodiandoa Jesus, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaronde miedo y decian:

- Verdaderamente este era Hijo de Dios.

" Muchas mujeres que habian seguido a Jesus desde Gali-lea para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos. " Entreellas, estaban Maria Magdalena y Maria, la madre de Santia-go y Jose, y la madre de los Zebedeos.

" Al caer la tarde, liege) un hombre rico, llamado Jose,natural de Arimatea, que tambien se habia hecho discipulo deJesus. " Este Jose se present6 a Pilato y le pidi6 el cuerpo de Je-sus. Pilato man& que se lo entregaran. 59 Jose tom() el cuerpo,lo envolvio en una sabana limpia 60 y lo puso en un sepulcronuevo que habia hecho excavar en la roca. Rodeo una piedragrande a la puerta del sepulcro y se fue. 61 Maria Magdalena yla otra Maria estaban all, sentadas frente al sepulcro.

63 Al dia siguiente, es decir, el dia despues de la preparacionde la Pascua, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se con-gregaron ante Pilato 63 y le dijeron:

- Senor, recordamos que ese impostor dijo cuando aunvivia: 0A los tres dias resucitareD. 64 Asi que manda asegurar elsepulcro hasta el dia tercero, no sea que vengan sus discipu-los, roben su cuerpo y digan al pueblo que ha resucitado deentre los muertos, y este ultimo engano sea peor que el pri-mero.

65 Pilato les dijo:

- Disponeis de un piquete de soldados; id y aseguradlocomo sabeis hacer.

66 Ellos fueron, aseguraron el sepulcro y sellaron la piedradejando alli la guardia.

LECTIO

Terminado el proceso religioso y politico, Jesus fuecondenado definitivamente a muerte: «A Jestis, despuesde azotarlo, [Pikilo] se lo entrego para que fuera crucifi-cado» (v. 26). El cuadro que nos presenta Mateo parecesacar a la luz mas bien el movimiento de los persona-jes que giran en tomb al condenado; y de este modo elevangelista, jugando con los perfiles, hace resaltar conmayor nitidez la figura del Nazareno. El Cirineo, lacrucifixion, los soldados, los ladrones, los que pasabanpor alli, el sanedrin... aparecen como iconos completosen si mismos, colocados por Mateo uno junto a otro yque tienen el hilo conductor que los une en los salmos22 y 69.

En el v. 32 encontramos a Simon de Cirene. Este debeayudar al condenado llevandole el patibulum, una prac-tica que no era extraordinaria, mucho mas si no olvida-mos que Jesus habia pasado la noche entre bastonazosy golpes (cf. v. 67), hasta la flagelacion por parte de losromanos, anticipo normal de la crucifixion. A continua-cion, prosigue la descripciOn: Jesus, antes de ser cruci-ficado, recibe un gesto de piedad (odieron a Jesus vinomezclado con hiel para que lo bebiera»: la bebida que lasmujeres judias preparaban para los condenados a fin dealiviar sus sufrimientos). Aqui introduce Mateo el v. 22del Sal 69. Por su parte, los soldados que se reparten laropa del condenado, echandola a suerte, no hacen masque actualizar el v. 19 del Sal 22. La motivacion de lacondena puesta sobre la cruz encuentra tambien su ecoen la profecia de Balaan, hijo de Beor (Nm 24,17: « Unaestrella sale de Jacob, un cetro surge de Israel»).

La atencion de Mateo se dirige, a renglon seguido, aun triptico: los que pasaban por allI olo insultaban me-neando la cabeza y diciendo: "Ta, que destruias el temploy lo reedificabas en tres dias, scilvate a ti mismo; si eres

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Pasión de Jesucristo según Mateo Crucifixión, muerte y sepultura 81

Hijo de Dios, baja de la cruz"»; el grupo del sanedrín -su-mos sacerdotes, maestros de la ley y ancianos- «se bur-laban de él diciendo: "A otros salvó, y a sí mismo no pue-de salvarse. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz,y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que lolibre ahora, si es que lo quiere, ya que decía: 'Soy Hijo deDios"» (cf. Sal 22,9) y «hasta los ladrones que habíansido crucificados junto con él lo insultaban»; se trata dealusiones a la tentación padecida por Jesús en el desier-to (cf. Mt 4,3), que se le vuelve a plantear cargada de su-gestión en esta hora tan trágica. Son comentarios deuna muchedumbre obtusa, miopía sabihonda de quiencree poseer la Palabra de Dios y no es capaz de leer laevidencia confirmada por el citado Sal 22. Y es aún esteúltimo salmo el que resuena en el grito de Jesús («Elí,Elí. ¿lemá sabaktani?»: Sal 22,2) y son palabras que lospresentes malentienden («Está llamando a Elías»).

Mateo concluye pronto la agonía de Jesús, que «dan-do de nuevo un fuerte grito, entregó su espíritu» (v. 50), ydesplaza el objetivo sobre el templo y sobre Jerusalén(vv. 51-53), describiendo una escena apocalíptica, sig-no de la era escatológica, y proporcionando por sor-presa un anticipo de la resurrección. La coreografía seenriquece de personajes: el centurión con los que ha-cen la guardia, las mujeres que seguían a Jesús, losamigos de la última hora y, de nuevo, las mujeres anteel sepulcro. Si en Marcos la conclusión parece ser elsepulcro vacío, en Mateo todas las personas implica-das en los últimos acontecimientos de Jesús y las ac-titudes relativas invitan al que escucha el evangelio areconocerse en su propia incredulidad o a situarse enuna perspectiva de fe.

Se pasa así al día siguiente (vv. 62-66), en el que laacción escénica desarrollada en el palacio de Pilato con-firmará el carácter obtuso y la mala fe de las autori-dades religiosas, que, en el juego de la Providencia, nohacen más que predisponer los signos inequívocos -la

guardia, el sellado de la piedra del sepulcro- del albafulgurante de la resurrección de Cristo.

MEDITATIO

¿Cómo puedo entrar yo en esta escena donde tú, Je-sús, estás presente, aparentemente, de un modo pasivo,cuando, en realidad, reúnes a todos y todo a tu alrede-dor: israelitas y no israelitas, mujeres, amigos, la genteque pasa por allí, guías del pueblo y soldados, y la mis-ma creación? Todos miran hacia ti, unos de lejos, otrosde cerca, otros incluso bajo tu cruz, como los soldadossentados para guardarte a ti, que estás clavado en elleño.

¿Y yo, Señor? Tal vez, como otros, estoy esperando deti algún gesto extraordinario, pero tú no brindas ningúnsigno particular, no cedes a nuestras pretensiones de in-crédulos. Tú nos preparas el signo de la fe, el «de Jo-nás», el signo de tu resurrección, que va más allá detodo deseo y expectativa. Todos estamos ahí, bajo tucruz, atraídos por ti como el hierro por el imán. Cree-mos que somos nosotros los protagonistas. Tú, en cam-bio, estás ahí, en medio de la mayor impotencia, sinotras palabras que las dirigidas a Dios -como si hubie-ras olvidado el nombre del Padre-, gritas por nosotros,invocas a Dios por nosotros, nos precedes como pastoral rebaño, como maestro a los discípulos, como herma-no mayor, y afrontas por nosotros el sufrimiento y el ex-tremo abandono.

Creemos que somos nosotros los actores de la escena,como el Cirineo, que se ve obligado a realizar un gestode piedad contigo, sin saber que esa cruz tuya, llevadapor él de mala gana, se ofrece a cada uno de nosotrospara dar sentido a las cruces que encontramos cada día.O como los soldados, que se apoderaron de tu túnica, de

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82 Pasion de Jesucristo segan Mateo

todo lo que poseias, sin darse cuenta de que dentro depoco los ibas a enriquecer con un don mucho mayor -lafe- que les hard exclamar: Verdaderamente este era Hijode Dios. (v. 54). 0 como la muchedumbre y los sanedri-tas decepcionados por ti, mesias fracasado, que sacu-den la cabeza. Ante los incomprensibles caminos de tuamor, tambien nosotros apenas conseguimos creer quea la decepcion le pueda seguir el estupor del dia octavo,el dia de la esperanza recobrada. Asi, pues, tambiennosotros, como las mujeres, nos encontramos ante lapiedra del sepulcro como ante los muchos porques, alas dudas, que provocan nuestra incredulidad, y nosencontramos mirandolos, sin ser capaces de imaginarc6mo y donde se puede abrir una rendija de luz, de es-peranza.

Ahora estamos aqui, no queremos alejarnos, porquesolo permaneciendo ante el misterio de un amor in-comprensible, de un amor -el tuyo- que llega a hacer-se crucificar y hundirse en las tinieblas de la muerte yde la tumba, podremos comprender el gran misteriode tu resurreccion y llegar a ser testigos ante todo elmundo.

ORATIO

Senor Jesucristo, Verbo eterno del Padre y verdaderohombre, te adoramos. Se siempre para nosotros el mis-terio vivo de nuestra fe y de nuestra existencia, que sefundamenta en la fe. Vencedor en la Pasi6n, Redentorcrucificado, en ti queremos persistir viviendo todas lashoras sombrias. Haz que soportemos todo lo que noscontraria como participacion en tu suerte, a fin de quese convierta para nosotros en un camino que nos con-duzca al interior de la eterna luz pascual, por ti, sacra-mento de la solidaridad en el dolor entre tü y nosotros.

Crucifixion, muerte y sepultura 83

Seilor de la gloria eterna, haz que siempre, con fe ycon fortaleza, mantengamos la mirada tendida hacia tuvida sin terrain° (H. Rahner - K. Rahner, Preghiere, Bres-cia 1975, pp. 56ss).

CONTEMPLATIO

[A nuestro Salvador] se le hicieron tambien las pro-puestas mas escarnecedoras y los reproches mas irreve-rentes que quepa imaginar; en efecto, algunos le grita-ban: que presumes de ser Hijo de Dios, baja de lacruz y te adoraremos y te reconoceremos como tal. Di-jiste que destruirlas el templo; realiza ahora algim mi-lagro para tu liberacion y te reconoceremos como nues-tro Dios. Puedes estar seguro de que, si por tu poderbajas de la cruz, todos nosotros creeremos. (cf. Mt 27,40-42; Mc 15,29,32) en ti; de lo contrario, te considerare-mos un impostor, no creeremos en ti y no nos converti-remos. Bonita oferta, esta, al corazOn de nuestroSalvador, tan apasionado por la salvaciOn de nuestrasalmas. Muchos blasfemaban contra el, llamandole bru-jo y encantador, atribuyendo las tinieblas a alguna ma-gia; otros declan que no se trataba de tinieblas, sino quetenian los ojos marcados y deslumbrados por sus en-cantamientos; y a causa de estos discursos, y de otrossemejantes, el sacratisimo corazon de nuestro Senor pa-decio terribles dolores.

Sin embargo, aunque nuestro Saior estaba tan de-seoso de la salvaciOn de nuestras almas que dio su vidamuriendo por nosotros, para conseguirnos la salvacion(Is 53,10-12), a pesar de todo no quiso bajar de la cruz,porque no era esa la voluntad del Padre; al contrario,esa voluntad era la que lo teraa clavado (Francisco deSales, Le esortazioni, Roma 1992, pp. 794ss [edicion es-

Obras, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid1953]).

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Pasión de Jesucristo según Mateo

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:

«Verdaderamente éste era Hijo de Dios» (Mt 27,54).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

En la perspectiva evangélica, el verdadero poder es el de Dioscrucificado: un poder que quiere la alteridad del otro hasta de-jarse matar para ofrecerle la resurrección. Por eso el poder ab-soluto -el de Dios, el del Pantokrátor- se identifica con el abso-luto de la entrega de sí mismo, con el sacrificio que comunica lavida a los hombres y fundamenta su libertad. El Dios encarnadoes aquel que «da su propia vida por sus amigos» y ora por susverdugos.

El poder de Dios significa el poder del amor. Por una «locu-ra de amor», el que es la Vida en plenitud se vuelve para noso-tros la vida en el corazón de la muerte. «Yo tengo poder paradarla [mi vida] y para recuperarla de nuevo» (Jn 10,18), diceJesús. De esta paradoja divina que trasciende las antinomias dela creación decaída, la de la vida y la de la muerte, de la en-trega de sí y de la afirmación de sí, de esta paradoja que es laparadoja misma del amor, tan débil en su soberanía, tan sobe-rano en su debilidad, encontramos una expresión admirable, vi-gorosamente puesta de relieve, en Pablo: «Dios ha querido sal-var a los creyentes por la locura del mensaje que predicamos...pues... lo que en Dios parece debilidad, es más fuerte que loshombres... Dios... ha elegido lo que el mundo considera débilpara confundir a los fuertes» (1 Cor 1,21-28) (0. Clément,.II po-fere crocifisso, Magnano 1999, pp. 35ss).

Pasión de Jesucristosegún Marcos

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Pasión de Jesucristo según Mateo

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Verdaderamente éste era Hijo de Dios» (Mt 27,54).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

En la perspectiva evangélica, el verdadero poder es el de Dioscrucificado: un poder que quiere la alteridad del otro hasta de-jarse matar para ofrecerle la resurrección. Por eso el poder ab-soluto —el de Dios, el del Pantokráfor- se identifica con el abso-luto de la entrega de sí mismo, con el sacrificio que comunica lavida a los hombres y fundamenta su libertad. El Dios encarnadoes aquel que «da su propia vida por sus amigos» y ora por susverdugos.

El poder de Dios significa el poder del amor. Por una «locu-ra de amor», el que es la Vida en plenitud se vuelve para noso-tros la vida en el corazón de la muerte. «Yo tengo poder paradarla [mi vida] y para recuperarla de nuevo» (in 10,18), diceJesús. De esta paradoja divina que trasciende las antinomias dela creación decaída, la de la vida y la de la muerte, de la en-trega de sí y de la afirmación de sí, de esta paradoja que es laparadoja misma del amor, tan débil en su soberanía, tan sobe-rano en su debilidad, encontramos una expresión admirable, vi-gorosamente puesta de relieve, en Pablo: «Dios ha querido sal-var a los creyentes por la locura del mensaje que predicamos...pues... lo que en Dios parece debilidad, es más fuerte que loshombres... Dios... ha elegido lo que el mundo considera débilpara confundir a los fuertes» (1 Cor 1,21-28) (0. Clément,.11 po-fere crocifisso, Magnano 1999, pp. 35ss).

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1La unci6n de Betania

(Mc 14,1-11)

' Faltaban dos dias para la fiesta de la Pascua y los panessin levadura. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de laley andaban buscando el modo de prender a Jesns con enga-tio y dare muerte, 3 pero decian:

-Durante la fiesta no; no sea que el pueblo se alborote.3 Estaba Jesus en Betania, en casa de Simon el leproso, sen-

tado a la mesa, cuando Hegel una mujer con un frasco de ala-bastro lleno de un perfume de nardo puro, que era muy caro.Rompio el frasco y se lo derramo sobre la cabeza.

4 Algunos, indignados, comentaban entre si:

- A que viene este despilfarro de perfume? 5 Se podia ha-ber vendido por mas de trescientos denarios y haberselosdado a los pobres.

Y la criticaban.9 Jesus, sin embargo, replico:

- Dejadla. .Por que la molestais? Ha hecho conmigo unaobra buena. ' A los pobres los teneis siempre con vosotros ypodeis socorrerlos cuando querais, pero a mi no me tendreissiempre. 8 Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a un-gir mi cuerpo para la sepultura. 9 Os aseguro que en cualquierparte del mundo donde se anuncie la Buena Noticia serarecordada esta mujer y lo que ha hecho.

'° Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a hablar con los je-fes de los sacerdotes para entregarles a Jesus. " Ellos se ale-graron al oirle y prometieron dare dinero. Asi que andababuscando una oportunidad para entregarlo.

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Pasión de Jesucristo según Marcos

LECTIO

El texto abre la última página del evangelio de Mar-cos y también la más importante y la más antigua: laque cuenta la Pasión y la resurrección de Jesús. Si esverdad que los evangelios fueron redactados empezan-do por el final, entonces debemos considerar esta pá-gina como la primera del evangelio de Jesús. Cierta-mente se citan en ella los hechos fundadores de la fecristiana, que se arraiga, precisamente, en la fe en lasalvación que procede de la muerte y resurrección deCristo.

Siguiendo un criterio espacio-temporal, la perícopase divide en tres partes. La primera parte (vv. ss) con-textualiza los hechos que sucederán en sentido tempo-ral. En ella se describe un espacio institucional ligadoal templo, donde los sumos sacerdotes y los maestrosde la ley se encuentran en un estado de nerviosismo:quieren deshacerse de Jesús lo antes posible. Pero noquieren golpearle durante la fiesta, puesto que temenla reacción del pueblo, que aquellos días acudía enmasa a Jerusalén. Se trata de una nota importante,porque pone los hechos relacionados con Jesús en co-nexión con la fiesta en la que los judíos celebraban suliberación de la esclavitud de Egipto: la Pascua y losázimos.

La segunda parte (w. 3-9) desplaza la dimensión es-pacial a Betania, una pequeña ciudad de provincia muyquerida de Jesús, porque en ella habitaban algunos desus amigos (cf. Jn 12,1ss). Jesús se encuentra en casade un tal Simón el leproso (cf. Mt 26,6-13). La escenatiene como protagonista a una mujer que rompe unfrasco de aceite perfumado de nardo y lo vierte sobre lacabeza de Jesús. Este gesto constituye el preanuncio dela muerte y de la sepultura de Jesús-Mesías (cf. Lc 7,38;2 Re 9,6). Las manos de esa mujer, como las de un pro-

La unción de Betania

feta y un sacerdote, declaran el mesiazgo de Jesús. Lareacción de los presentes es miope e inquietante. Algu-nos de ellos «la criticaban» (v. 5). Esos tales, aunque es-tán cerca de Jesús, están muy lejos de su misterio me-siánico y de su Evangelio. Para Jesús, el gesto de aquellamujer será anunciado como Evangelio.

La tercera parte (vv. 10ss) cierra la perícopa oscure-ciendo el brillo de la escena de Betania; tal vez ya era denoche cuando Judas decide la traición. El texto vuelve alos sumos sacerdotes y al discurso de apertura: por finpodrán deshacerse de Jesús. Judas ha venido para en-tregárselo. El rechazo de Jesús como Mesías se estáconvirtiendo ahora en un complot.

MEDITATIO

Hay una mujer que ofrece su mayor riqueza, «derro-chándola» por el Señor. En ella habla el lenguaje de lagratuidad, que se expresa con gestos proféticos, cuyoeco resuena más allá de lo inmediato y despierta signi-ficados «más allá». Gestos sencillos, pero hechos autén-ticos por el amor. Por el contrario, hay quien intentaapoderarse de Jesús y quien decide entregarlo, obte-niendo la promesa de una suma de dinero. Están tam-bién los que quisieran transformar en dinero, para dis-tribuirlo entre los pobres, el perfume derramado sobrelos pies del Maestro.

Es incluso demasiado fácil hacer moralismo respectoa la atención a los pobres. En la práctica, ¿cuánto noscomprometemos con ellos? Sin embargo, los tenemossiempre con nosotros y -si lo quisiéramos- cada mo-mento sería bueno para abrirnos a compartir lo que so-mos y lo que tenemos.

El complot en torno a Jesús, no obstante, expresa elclima en que nos encontramos: no interesan los pobres,

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Pasion de Jesucristo segan Marcos La uncion de Betania 91

porque no interesa el Sefton La gratuidad de la relacioncon el pone al desnudo la verdad de la relacion con losotros. El gesto de la mujer puede entonces inquietarnos,y tal vez lo deberia. e. Es Jesus verdaderamente impor-tante para nosotros, hasta el punto de querer «derro-char. por el a nosotros mismos y nuestros bienes?ICOrno reaccionamos cuando vemos a alguien que seatreve a realizar gestos gratuitos?

Nos empantanamos con facilidad en una fe vividacomo relacion de dar y tener, en la que nos exponemossegim nos convenga. El Evangelio es completamentedistinto: es amor, un amor mas fuerte que toda muerte,que es ganancia en si misma. El amor o es gratuito osimplemente no es.

La mujer, al dar su perfume precioso, sale de la salacon un corazon todavla mas grande, capaz de acoger eldon de la vida. Los buscadores de muerte y los filantro-pos respetables se quedan con un corazon todavia masestrecho. Y nosotros?

ORATIO

Es justo, es razonable y algo verdaderamente digno,oh Salvador info, que yo te sirva devotamente sOlo a ti ycumpla solo tu voluntad, porque tu altisima e inefablevoluntad y tu misericordia han descendido sobre noso-tros, que somos tan viles; y tu, a quien los cielos no pue-den contener, te escondiste en el seno de una virgennifia durante nueve meses; tu, a quien sirven los angelesen el cielo, te aviniste a servir a los pecadores. Es justoque nosotros te sirvamos, porque la vida que asumiste,conforme a la naturaleza mortal, fue toda ella pobreza,fatiga, sufrimiento, hasta la acerbisima muerte en lacruz. Por esa infinita misericordia tuya, te ruego, Seiior,que quieras ordenar mi corazon y mi vida de modo per-

fecto a tu amor (Fra Giunta Bevegnati, Leggenda dellavita e dei miracoli di santa Margherita da Cortona, Vi-cenza 1978, p. 127).

CONTEMPLATIO

Magdalena es el modelo de los penitentes; rompio elalabastro de los perfumes por la piedad que sentla ha-cia Cristo. Nosotros tambien debemos sentir piedad ha-cia la Iglesia universal y hacia cada una de las almasarrepentidas Magdalena perdio a Dios con el pecado,pero volvio a encontrarlo al ungir la cabeza y los pies deCristo.

Cada uno de vosotros debe intentar poseer ese un-gtiento que le hace estar bien dispuesto hacia Dios yarrepentido y despegado del pecado. Por desgracia, hayquien siente piedad de su cuerpo pero no de su alma.No es esto asemejarse a la Virgen o a Cristo. No es posi-ble hacer demasiado dario al cuerpo. No demos nuestrocuerpo al pecado, porque hemos sido rescatados a granprecio. No salis siervos de los hombres» (1 Cor 7,23) nide los demonios o de los pecados. Si yo hubiera corn-prado un esclavo, no lo regalaria por nada.

Queda asi demostrado que la Virgen gloriosa comofuerte y santa ofrecio, y como fuerte y piadosa pago elprecio (san Buenaventura, I sette doni dello Spirito San-to, Vicenza 1985, P. 176, passim [edicion espariola: Obrasde son Buenaventura, Biblioteca de Autores Cristianos,Madrid 1963-1972]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«A los pobres los teneis siempre con vosotros» (Mc 14,7).

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PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Os aseguro que en cualquier parte del mundo donde se anun-cie la Buena Noticia será recordada esta mujer y lo que ha hecho».

Ante [esta] cabeza inclinada, Jesús se siente sosegadamenteconmovido en la sala del leproso. La raya que divide la jovencabellera, la frente, le resultan aquí familiares. Son muchas lasveces que ella se le ha acercado de este modo, en la casa de Lá-zaro, como ahora, a la altura de sus rodillas, y le rogaba quehablara. Muchas; y ahora es la última. María de Betania tieneeste destino de mujer acurrucada y silenciosa, no somos capa-ces de imaginar ni su estatura ni su voz. Y con aquel grandísi-mo elogio Cristo premia no sólo su perfume, sino su gran pa-ciencia de oyente.

Alguno tal vez guiña aquí el ojo, entre los comensales tam-bién algunos se dan algún codazo furtivo, como ocurre siemprecuando un hombre y una mujer joven están demasiado cerca yse encierran en un círculo de intimidad. Pero Cristo no quieredarse cuenta, si es que existe, de la malicia que flota en el am-biente. Sabe que ésta es una operación de muerte, no de vida yde sentidos. Y nada es más casto que la muerte, que los cuida-dos que dispensamos a un cadáver.

«Al derramar este ungüento, reservado por ella para mi se-pultura -dice Jesús a los presentes- ha embalsamado mi cuerpopor adelantado.» Sabe que, para María de Betania, su Pasión,de la que ya sólo le separan tres días, ya ha tenido lugar -eneste momento, en esta alegre sala de banquete-, y es como si élya estuviera colgado de la cruz y los cabellos de ella hubieranintentado secar infinitamente, junto con el bálsamo, la sangre delos clavos. Junto al austero Simeón, junto a María, su madre,también esta pequeña mujer es profetisa de la Pasión, la prime-ra testigo de Cristo crucificado.

Sin embargo, hay también quien se siente celoso del fúnebreidilio, se siente escandalizado de tanto derroche. «¿A qué vieneeste despilfarro de perfume?, refunfuña algún discípulo. «Se po-día haber vendido por más de trescientos denarios y habérselosdado a los pobres», insinúa con una ortodoxia más astuta el dis-cípulo que le traicionará por dinero. Y se indignaron, dice Ma-teo, contra ella.

Entonces Jesús, al darse cuenta, les dijo: «Dejadla. ¿Por quéla molestáis? Ha hecho conmigo una obra buena. A los pobreslos tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando que-ráis, pero a mí no me tendréis siempre».

Otra lección del Maestro. A los contables de la caridad. A losque hacen trampas en el juego del Evangelio e intentan usurparsu doctrina, darle la vuelta contra los cánones del amor. Y oigocomo eco de esta frase un grito, un aplauso. Veo a todos los po-bres de la tierra agolparse en torno a esta escena, en el tricliniode Simón el leproso, echando en el pavimento su desesperadamoneda para rescatar los trescientos denarios del perfume:«Nosotros estaremos siempre. Pero éste que está a punto de sertraicionado, clavado desnudo sobre la loma, es verdaderamen-te el más pobre, y sólo lo tendréis por poco tiempo».

María ni siquiera oyó el gruñido de aquellas frases hostilescontra ella. Embalsamó tranquila a su Jesús, con toda la solici-tud femenina que las mujeres, madres o meretrices, dedican a lajoya del cuerpo. A su modo, lo hizo incorruptible para la resu-rrección. Y cree en la resurrección más que nadie, ya que hacepocos días que ha visto salir vivo a su hermano de la tumba. Poreso, si bien sufre completamente solitaria en medio de aquellamuchedumbre alegre, también es la que secretamente está mástranquila; está segura de que su perfume no se perderá (L. San-tucci, Una vita di Cristo. «Volete andarvene anche voi?», Cinise-llo B. 2 1995, pp. 139-141).

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La cena pascual

(Mc 14,12-31)

12 El primer dia de la fiesta de los panes sin levadura, cuan-do se sacrificaba el cordero pascual, sus discipulos pregunta-ron a Jesus:

- zDonde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pas-cua?

" Jesus envie) a dos de sus discipulos, diciendoles:

- Id a la ciudad y os saldra al encuentro un hombre que Ile-va un cantaro de agua. Seguidlo,

14 y allf donde entre decid al

duerio: El Maestro dice: «zDonde esta la sala en la que he decelebrar la cena de Pascua con mis discfpulos?.. 15 El os mos-trard en el piso de arriba una sala grande, alfombrada y dis-puesta. Preparadlo todo alll para nosotros.

16 Los discipulos salieron, llegaron a la ciudad, encontrarontodo tal como Jesus les habla dicho y prepararon la cena dePascua.

" Al atardecer Hegel Jesus con los Doce y se sentaron a lamesa. Luego, mientras estaban cenando, dijo Jesus:

- Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar, uno queestci cenando conmigo.

19 Ellos comenzaron a entristecerse y a preguntarle unotras otro:

- zAcaso soy yo?

" El les contest&

- Uno de los Doce, uno que come en el mismo plato que yo.El Hijo del hombre se va, tal como esta escrito de el, pero

lay de aquel que entrega al Hijo del hombre! ; Ws le valdria aese hombre no haber nacido!

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Pasión de Jesucristo según Marcos La cena pascual 97

" Durante la cena, Jesús tomó pan, pronunció la bendi-ción, lo partió, se lo dio y dijo:

-Tomad, esto es mi cuerpo." Tomó luego una copa, pronunció la acción de gracias, se

la dio y bebieron todos de ella. 24 Y les dijo:-Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama

por todos. " Os aseguro que ya no beberé más del fruto de lavid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.

28 Después de cantar los himnos, salieron hacia el monte delos Olivos. " Jesús les dijo:

-Todos vais a escandalizaros, porque está escrito: Heriré alpastor y se dispersarán las ovejas.

28 Pero después de resucitar,iré delante de vosotros a Galilea.

29 Pedro le replicó:-Aunque todos se escandalicen, yo no." Jesús le contestó:-Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el ga-

llo cante dos veces, tú me habrás negado tres." Pedro insistió:-Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré.Y todos decían lo mismo.

LECTIO

El tema sobre el que gira la perícopa es el de la co-munión de Jesús con sus discípulos en el momento finalde su vida terrena: ¡el momento de la verdad! Ahora lasituación se está precipitando y los discípulos se dancuenta.

Con todo, la parte inicial (vv. 12-16) habla de unaaparente tranquilidad por parte de la comunidad apos-tólica. Ha llegado la Pascua y los discípulos le pregun-tan a Jesús dónde pueden prepararla para que puedacomer la Pascua. Jesús les responde con la misma tran-quilidad y les da unas indicaciones. A pesar de esta im-pasibilidad narrativa, el texto comunica un clima de

tensión: va a suceder algo terrible. De la lectura surgeuna muerte anunciada.

En efecto, llegada la noche y preparado el banquete,hay algo que turba la «comida» de la Pascua (vv. 17-21):sentados a la mesa los Doce, no celebran un banquetede comunión, puesto que uno de ellos, uno «que está ce-nando conmigo» (cf. Sal 41,10), está fuera de la comu-nión, es un hipócrita, es un traidor Y Jesús viola la apa-rente serenidad para decir la verdad: ese banquete no esauténtico, porque uno entre los Doce quiere excluirleprecisamente a él, al Maestro, de la comunión («El Hijodel hombre se va...»: v. 21). Alguien que no le quiere lerechaza, le expulsa.

Aclarado esto, Jesús no reacciona absteniéndose decomer, sino haciéndose pan con su cuerpo y vino con susangre. La sangre de la alianza (cf. Ex 24,8) derramadapor muchos (cf. Is 53,12), que asume un carácter sacri-ficial. Jesús se ofrece a sí mismo para esa comuniónperdida. Es la institución de la eucaristía (vv. 22-25).

Tras el gesto, Jesús explica lo que será esta «eucaris-tía» (vv. 26-31). « Todos vais a escandalizaros» (v. 27): elpastor será golpeado con el rebaño. Ante estas palabras,Pedro se muestra generoso y promete una fidelidad ili-mitada. Sin embargo, el Señor conoce bien el ánimomedroso del primero de los que llamó. Y sabe que noserá así. Sin embargo, él es el primero en confiar aún ensus discípulos, cuando les dice: «Después de resucitar, irédelante de vosotros a Galilea» (v. 28, cf. Mc 16,7).

MEDITATIO

El relato de la última Pascua de Jesús suscita profun-das emociones: amistad, traición, prisa, fidelidad, aban-dono, entrega de sí... se entrelazan y nos llegan a cadauno de nosotros, interpelándonos en primera persona.

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zQue estas viviendo td? Como reaccionas tn. ante Jesus,que te ofrece pan y vino y te dice: Soy yo, alimentate demf, vive de mf?

El instinto de la fe nos hace responder con Pedro:Senor, yo me quedare contigo en cualquier circunstan-

cia, no seran obstaculos para mf ni el sufrimiento ni lascontradicciones en que pueda encontrarmeD. Sin em-bargo, zpodemos estar tan seguros al mismo tiempo deque no le traicionaremos?

Jesus nos invita tambien a cada uno de nosOtros, meinvita tambien a mf, a esa cena. Me siento turbado pordentro: soy consciente de mi sincero deseo de manteneruna amistad con el, pero tambien lo soy de que no pue-do contar con la voluntad de bien que siento si el mis-mo no me da fuerza.

Renuevo mi fe: la entrega que hace Jesus de su cuer-po y de su sangre supone, para cada hombre y para cadamujer, la posibilidad de establecer una relacion vital conel. Sin su entrega nos invade el abandono, que des-miente las mas generosas declaraciones de fidelidad. Sucuerpo y su sangre son boy, para ml y para cualquierpersona, su amor fiel, del que puedo alimentarrne paraser, con el, amor para todos.

ORATIO

Dulcisimo Senor Jesucristo, traspasa la medula de mialma con el dardo de tu amor, que es suavisimo y so-bremanera saludable Haz que mi alma este ham-brienta solo de ti, de ti que eres el pan de la vida eternabajado del cielo, el pan de los Angeles y el alimento delas almas santas, nuestro pan de cada dla y super-sustancial, que es ocapaz de procurar toda delicia y de sa-tisfacer todo gusto, manifestando tu dulzura» (Sab16,20ss). Ttl, a quien los angeles desean dirigir la mira-

da, eres siempre tU el que codicia y gusta mi corazOn, deti rebosan las profundidades de mi alma saboreando tudulzura. Que yo tenga siempre sed de ti, fuente de lavida, de la sabiduria, de la ciencia, de la luz eterna, deti, torrente de delicias, abundancia de la casa de Dios[...]. Senor Jesucristo, pan de vida (Jn 6,48), saciame deti, para que solo tenga hambre de ti, embriagame de ti,para que no tenga sed de nada mas que de ti. Conservami mente en ti, Senor, para que cuando lleguen las som-bras terrenas no me separe de ti, verdadero sol de justi-cia (Mal 4,2) (Giacomo da Milano, oEl pungolo dell'a-more., en / mistici, Asis 1995, pp. 808.814).

CONTEMPLATIO

Por eso, todos los que vieron segun la humanidad alSenor Jesus y no lo vieron ni creyeron, segim el espirituy la divinidad, que el era el verdadero Hijo de Dios, que-daron condenados; del mismo modo ahora, todos losque yen el sacramento que se consagra por las palabrasdel Senor sobre el altar por manos del sacerdote en for-ma de pan y de vino, y no yen ni creen, segun el espiri-tu y la divinidad, que es verdaderamente el santisimocuerpo y sangre de nuestro Serior Jesucristo, estan con-denados, como atestigua el Altisimo mismo, que dice:Esto es mi cuerpo y la sangre de mi Nuevo Testamento,que sera derramada por muchos (Mc 14,22.24); y:Quien come mi came y bebe mi sangre tiene vida eter-na (cf. Jn 6,55) [...].

Por eso, ioh hijos de los hombres!, zhasta cuando se-reis duros de corazon? (Sal 4,3). ;Por que no reconoceisla verdad y creeis en el Hijo de Dios? (cf. Jn 9,35). Vedque diariamente se humilla (cf. Flp 2,8), como cuandodesde el trono real (Sab 18,15) descendio al seno de laVirgen; diariamente viene a nosotros el mismo en hu-milde apariencia; diariamente desciende del seno del

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Padre al altar en manos del sacerdote. Y como se mos-tró a los santos apóstoles en carne verdadera, así tam-bién ahora se nos muestra a nosotros en el pan consa-grado. Y lo mismo que ellos con la vista corporal veíansolamente su carne, pero con los ojos que contemplanespiritualmente creían que él era Dios, así tambiénnosotros, al ver con los ojos corporales el pan y el vino,veamos y creamos firmemente que es su santísimocuerpo y sangre vivo y verdadero (Francisco de Asís, Ad-moniciones, en Fuentes Franciscanas, Admonición 1).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Tomad, esto es mi cuerpo» (Mc 14,22).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Mil veces me ha visitado el recuerdo de esa noche, y ahorasé bien que mil veces más volverá a visitar mi mente.

La tierra se olvidará de los surcos que hieren su pecho; lamujer olvidará el dolor y el placer del alumbramiento, mas yono me olvidaré de aquella noche mientras esté vivo.

Una vez, estando fuera de los muros de Jerusalén, nos dijoJesús:

-Vayamos a la ciudad a comer en la posada.Cuando llegamos ya era de noche y todos teníamos apetito.

Tan pronto como nos vio, el posadero se apuró a recibirnos cor-dialmente, conduciéndonos al comedor de la planta alta. Jesúsnos pidió .que nos sentáramos alrededor de la mesa, pero él per-maneció de pie y dijo al posadero:

-Tráenos una jarra, agua y toalla. Luego nos miró dulcementey nos dijo:

-Sacaos vuestras sandalias.

No entendimos sus intenciones, pero obedecimos. Llegó elposadero con lo que Jesús había pedido y fue entonces cuandonos dijo su voluntad:

-Os lavaré los pies, porque es preciso que yo les quite elpolvo del viejo camino para que podáis entrar libres en el NuevoCamino.

Quedamos perplejos y ruborizados. Simón Pedro se levantóy pretextó:

-¿Cómo permitiré que mi Señor y Rabí se moleste en lavarnoslos pies?

- Lavaré vuestros pies -replicó Jesús- para que no os olvidéisde que aquel que sirve a los hombres será más grande que todoslos hombres.

Paseó su vista por nosotros y agregó:- El Hijo del hombre que os ha elegido por hermanos y cuyos

pies han sido ungidos con ungüentos árabes y secados por elcabello de una mujer, quiere, a su vez, lavar vuestros pies.

Echó agua en la jofaina, se arrodilló y nos lavó los pies, co-menzando por Judas el Iscariote. Cuando hubo terminado, sesentó entre nosotros. Su rostro resplandecía cual una aurorasobre un campo de batalla luego de una noche de combatesangriento.

El posadero y su cónyuge trajeron la comida y el vino. Antesdel lavado yo tenía apetito, pero después lo perdí. En mi gar-ganta había llama sacra que no quise apagar con vino. TomóJesús un pan y dio un pedazo a cada uno de nosotros, dicién-donos:

-Tal vez ya no comeremos más pan juntos: comamos, pues,este trozo en recuerdo de nuestros días de Galilea.

Acto seguido, llenó su vaso de vino y, después de beber unsorbo, lo pasó a nosotros, diciéndonos:

- Bebed este vino recordando la sed que juntos hemos cono-cido. Bebed con la fe de una vendimia nueva y mejor. Cuandome ausente de vosotros, partid el pan cada vez que os reunáisaquí o en otro lugar, y bebed tal como en este momento lo ha-céis; luego mirad en derredor de vosotros, que quizá me halla-réis allí.

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Pasion de Jesucristo segan Marcos

Y nos reparti6 pescado y ganga, igual al ave que do ali-mento a sus pichones. A pesar de que comimos muy poco, nossentiamos hartos y satisfechos. Apenas dimos unos sorbos, nosparecio que la copa que teniamos delante era un espacio entreesta tierra y otra distinta (K. Gibran, JesOs el hijo del hombre,http://www.bibliotecasvirtuales.com ).

3Getsemani

(Mc 14,32-52)

32 Cuando llegaron a un lugar llamado Getsemani, dijoJesus a sus discipulos:

- Sentaos aqui, mientras yo voy a orar.33 Tom6 consigo a Pedro, a Santiago y a Juan. Comenz6 a

sentir pavor y angustia, 34 y les dijo: -

- Siento una tristeza mortal. Quedaos aqui y velad." Y avanzando un poco mas, se postro en tierra y suplica-

ba que, a ser posible, no tuviera que pasar por aquel trance.3° Decia:

- iAbba, Padre! Todo te es posible. Aparta de mi esta copade amargura. Pero no se haga como yo quiero, sino comoquieres tii.

" Volvio y los encontrO dormidos. Y dijo a Pedro:- Simon, zduermes? No has podido velar ni siquiera una

hora? " Velad y orad para que poddis hacer frente a la prue-ba; que el espiritu esta bien dispuesto, pero la came es debil.

39 Se alej6 de nuevo y ore> repitiendo lo mismo. 40 Regreso yvolvio a encontrarlos dormidos, pues sus ojos estaban cargados.Ellos no sabian que responderle. ' I Volvio por tercera vez y lesdijo:

- zTodavia estais durmiendo y descansando? i Basta ya! Hallegado la hora. Mirad, el Hijo del hombre va a ser entregadoen manos de los pecadores. 42

i Levantaos! iVamos! Ya estaaqui el que me va a entregar.

43 Aim estaba hablando Jesus, cuando se presento Judas,uno de los Doce, y con el un tropel de gente con espadas y pa-los, enviados por los jefes de los sacerdotes, los maestros de la

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Pasión de Jesucristo según Marcos Getsemaní 105

ley y los ancianos. 44 El traidor les había dado una contraseña,diciendo:

-Al que yo bese, ése es; prendedlo y llevadlo bien seguro.45 Nada más llegar, se acercó a Jesús y le dijo:-Rabbí.Y lo besó.46 Ellos le echaron mano y lo prendieron. 47 Uno de los

presentes desenvainó la espada y, de un tajo, le cortó la orejaal criado del sumo sacerdote.

48 Jesús tomó la palabra y les dijo:- Habéis salido con espadas y palos a prenderme, como si

fuera un bandido. 49 A diario estaba con vosotros enseñandoen el templo, y no me apresasteis. Pero es preciso que secumplan las Escrituras.

5° Entonces todos sus discípulos lo abandonaron y huyeron." Un joven lo iba siguiendo, cubierto tan sólo con una

sábana. Le echaron mano, 52 pero él, soltando la sábana, seescapó desnudo.

LECTIO

Después de haber señalado otras veces la hostilidadde los jefes de Israel e incluso la distancia y la traiciónde sus mismos discípulos, Marcos cuenta el punto cul-minante de la soledad y el dolor en la vida terrena de Je-sús (vv. 32-42). El drama se desarrolla en Getsemaní, unpequeño huerto situado al este de Jerusalén, cuyo nom-bre significa «prensa». Jesús se dirigió a él con sus dis-cípulos, a fin de no estar solo ante la muerte que sientellegar y para que recen junto a él. Quiere tener aún máscerca a los primeros que había llamado: a Pedro, San-tiago y Juan (cf. Mc 1,16-20). Sin embargo, cuando em-pezó a sentir miedo y angustia, a experimentar hasta elfondo el abismo de su humanidad, a sentir los mordis-cos de esa tristeza sin fin que hace presa en el corazónde un hombre frente al misterio del abandono y de lamuerte (cf. Sal 42,6.12), éstos no consiguieron velar con

él. Cuando Jesús volvió a buscarlos los encontró dormi-dos. «El espíritu está bien dispuesto, pero la carne es dé-bil» (v. 38), les dice Jesús. Es preciso orar y velar...

Jesús vivió solo el encuentro más fuerte con Dios, suPadre. Frente a un Padre que le pedía la ofrenda de suvida, Jesús no se mostró un héroe; al contrario, suplicó:«¡Abba, Padre! Todo te es posible. Aparta de mí esta copade amargura». Sin embargo, no se sustrajo a la copa deamargura de aquella prueba, de aquel misterio, de aqueldolor. Ya ha llegado la hora: todo lo que había predichotres veces se está cumpliendo (cf. 8,31; 9,31; 10,33ss). Eltraidor estaba cerca. Jesús debe terminar de orar e invi-ta a los discípulos a levantarse.

Efectivamente, Judas llega enseguida con su beso dementira para abrir el relato del arresto de Jesús (vv. 43-52).Se trata de la composición de cuatro breves episodios:la captura, el corte de la oreja, el apóstrofe de Jesús algrupo que ha venido a arrestarlo, enviado por los sumossacerdotes y por los maestros de la ley, y la huida de losdiscípulos. A través de estos acontecimientos se desa-rrollan temas citados frecuentemente antes: la traiciónde Judas, la poca fe de los discípulos, el cumplimientode las Escrituras. Ante la cobardía y el carácter poco fia-ble de los hombres, Jesús dice con amargura: «Habéissalido con espadas y palos a prenderme, como si fuera unbandido. A diario estaba con vosotros enseñando en eltemplo» (vv. 48ss). Jesús se queda solo.

MEDITATIO

«Quedaos aquí y velad». La invitación de Jesús es unainvitación acongojada. Nos conmueve. Es su momentode dolor y tal vez el de nuestro desconcierto.

«Quedarse» en ciertas situaciones graves es extrema-damente incómodo; nos entran deseos de huir. Y hoy

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Pasion de Jesucristo segUn Marcos Getsemani 107

huimos: de nosotros mismos, de los otros, del miedo,del sufrimiento, de la responsabilidad... Como minim°,intentamos huir, pero la mayoria de las veces nos en-contramos en condiciones todavia peores. zAcaso po-dremos vivir toda nuestra vida huyendo?

«Quedaos aqui». Jesus nos pide que miremos las co-sas como son, que no abandonemos nuestro sitio ypermanezcamos .despiertos». Dormir es un modo deevitar la realidad. Velar, en cambio, significa ser cons-cientes de quien somos y de lo que esta sucediendo. Je-sils no se esconde: llama por su nombre a la debilidadque experimenta, a la tentacion que advierte, al miedoy a la angustia que siente. Se confia libremente al Pa-dre y lee en su propia vida el cumplimiento de las Es-crituras. Libremente se deja besar por Judas y atar porlos soldados.

Jesus entrego su libertad al Padre permaneciendo ensu amor. A nosotros nos cansa amar porque nos apega-mos sobremanera a nuestra (mal entendida) libertad,en la que acabamos apresados; la Unica via de salida nosparece entonces la de la fuga. «Quedaos aqui y velad.: esla invitacion que nos lanza Jesus a crecer como perso-nas verdaderamente libres.

°RATIO

Jesiis, Senor y dominador, elpor que en tu alma bata-llan tanta ansiedad y tanta angustiosa oracion? Acasono ofreciste al Padre tu sacrificio absolutamente volun-tario? Si, es verdad. Pero lo hiciste para que nosotros,que creemos en tu naturaleza humana, fueramos con-firmados en esta fe; para que en las pruebas de los tre-mendos dolores nos vieramos sostenidos para esperar, ypara que tuvieramos estimulos mas grandes para amar-te; por eso expresaste la debilidad natural de la came

con signos evidentes, por los cuales aprendemos quesufriste verdaderamente nuestros dolores y que tuvisteque tragarte los amargos sufrimientos, no sin un dolorvivo y real (san Buenaventura, Il legno di vita, en id.,.0puscoli mistici», Milan 1956, P. 101 [edicion espaiio-la: Obras de san Buenaventura, Biblioteca de AutoresCristianos, Madrid 1963-1972]).

CONTEMPLATIO

Mira, hija mia, al acercarse mi Pasion, recurri a la()radon. Haz tU tambien, te ruego, asi. En esa hora nopuede haber cosa mas agradable para nosotros. Delmismo modo que los hombres del mundo ambicionanver revestida a su amada mas con un vestido que conotro, asi tambien a nosotros nos gusta mas verte vestidacon el vestido de la santa oraciOn que con cualquier otrovestido virtuoso.

Plugo a mi Padre mostrarme por anticipado todas laspenas que deberia padecer en mi Pasion, precisamentemientras estaba en oracion. En ella me despoje de todami voluntad humana y dije: .Que se cumpla tu volun-tad.. En aquella sufrida oracion, me inflame hasta talpunto de amor que pedi morir en medio del maximo su-frimiento, no en beneficio mio, sino solo por amor a miPadre y por la salvacion de los hombres. Tres veces vol-vi a la ()radon a fin de hacerte comprender a ti y a to-dos los que verdaderamente quieren amarme que nobasta con orar una sola vez, sino que es preciso perse-verar mucho tiempo en la oracion.

Y, en efecto, recordad que, aunque yo era Dios yhabia venido a esta tierra precisamente solo para pa-decer, puesto que era tambien verdadero hombre,cuando se acerco la hora de la Pasion me vi obligado asuplicar: «Si es posible, pase...». Lo mismo, hijita, te

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Pasión de Jesucristo según Marcos Getsemaní 109

digo a ti (Camilla Battista da Varano, I dolori mentali diGesit nella sua passione. I ricordi di Gesit, Milán 1985,pp. 57ss).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:

«Siento una tristeza mortal. Quedaos aquí y velad»(Mc 14,34).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

¿Pero qué te ocurre?

Yo no me había dado cuenta de que estaba llorando, ni si-quiera me había preocupado de que aquello pudiera suceder.

- ¿Por qué lloras?

La verdad es que desde siempre me vuelvo a encontrar en elmonte de los Olivos... y en aquel momento, sí, es extraño, enaquel momento preciso en que, posando la mano en el hombrode Pedro, hizo él aquella pregunta -bien inútil, en suma, casi in-genua, pero tan cortés, tan tierna-: ¿Duermes? Era un movi-miento anímico muy familiar, muy natural, del que hasta aquelmomento no me había dado cuenta, y de pronto...

- ¿Qué es lo que te ocurre? -repitió el cura de Torcy, con im-paciencia-. Ni siquiera me escuchas... estás soñando. Quienquiera rezar, amigo mío, no debe soñar. Así la plegaria se dilu-ye en sueño, y no hay nada más grave para el alma que esahemorragia.

Abrí la boca para responder, pero no pude... Peor aún. ¿No esbastante que nuestro Señor me haya concedido esta gracia de re-velarme hoy, a través de la boca de mi antiguo profesor, que nadapodría arrancarme del puesto elegido para mí desde toda laeternidad, que soy prisionero de la santa agonía? ¿Quién se atre-vería a enorgullecerse de semejante gracia? Me sequé los ojos yme soné la nariz tan torpemente que el señor cura sonrió.

- No te creía tan niño. Estás a flor de nervios, pequeño (peroal mismo tiempo me observaba de nuevo, con una atención tanviva que sentía acallar todas las penas del mundo. Veía mover-se su mirada, estaba casi al margen de mi secreto. ¡Oh! ¡Es unverdadero dueño de las almas, un señor!). Al final, me encogíde hombros, con el aire de un hombre que renuncia.

- Vamos a dejarlo así, no podemos seguir hasta la noche eneste tugurio. Después de todo, es posible que el buen Dios temantenga en la tristeza. Sin embargo, he observado siempreque estas pruebas, por muy grande que sea el fastidio en quenos sumergen, no falsean nunca nuestro juicio en cuanto lo exi-ge el bien de las almas» (G. Bernanos, Diario di un curato dicampagna, Milán 1948, pp. 264-266 [edición española; Diariode un cura rural, Plaza & Janés Editores, Barcelona 1971]).

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4El proceso judio

(Mc 14,53-65)

" Condujeron a Jesus ante el sumo sacerdote y se reunie-ron todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maes-tros de la ley. 54 Pedro lo siguio de lejos hasta el interior del pa-tio del sumo sacerdote y se quedo sentado con los guardias,calentandose junto al fuego.

" Los jefes de los sacerdotes y todo el sanedrin buscabanuna acusaciOn contra Jesits para dare muerte, pero no la en-contraban. " Pues, aunque muchos testimoniaban en falsocontra el, los testimonios no coincidian. " Algunos se levanta-ron y dieron contra el este falso testimonio:

" -Nosotros le hemos oido deck: gYo derribare este templohecho por hombres y en tres dias construire otro no edificadopor hombres..

" Pero ni siquiera en esto concordaba su testimonio.60 Entonces se levant() el sumo sacerdote en medio de todos

y pregunto a Jesus:- No respondes nada? el Que significan estas acusaciones?61 Jesus callaba y no respondia nada. El sumo sacerdote

sigui6 preguntandole:- e.Eres tit el Mesias, el Hijo del Bendito?62 Jesus contest&- Yo soy, y vereis al Hijo del hombre sentado a la diestra del

Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.

" El sumo sacerdote se rase) las vestiduras y dijo:-- Que necesidad tenemos ya de testigos? 64 Acabais de oir

la blasfemia. e. Que os parece?

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112 Pasión de Jesucristo según Marcos El proceso judío 113

Todos lo juzgaron reo de muerte. " Algunos comenzaron aescupirle y, tapándole la cara, le daban bofetadas y le decían:

-iAdiyina!Y también los guardias lo golpeaban.

LECTIO

En el evangelio de Marcos, el proceso judío se articu-la en cuatro momentos: la situación (vv. 53ss); el testi-monio de la acusación (vv. 55-59); la tapadura de la cara(w. 60-62); la condena y los insultos (vv. 63-65).

La estructura y los detalles del relato responden auna demanda kerigmática más que a la exactitud histó-rico-jurídica. La reunión nocturna e informal del sane-drín, en casa del sumo sacerdote, es, en realidad, deci-siva, hasta tal punto que Marcos reduce a una alusión lasesión o sentencia oficial del día siguiente (15,1). El pro-ceso de Jesús forma un episodio único con la negaciónde Pedro: se introduce juntos al Maestro y al discípulo,con un contraste creciente preanunciado por el «de le-jos» que corresponde mal al seguimiento.

La acusación se atranca en un clamoroso callejón sinsalida, constituido por intentos desesperados y fracasosreiterados: a esa alternancia fatal se obliga el que quiereconvencer de pecado a Jesús. Marcos subraya la incohe-rencia a través de la sucesión de negaciones, el desinfladode los testigos de cargo (todos, muchos, algunos, uno) ysu discordancia puntual. El sentido preciso de la acusa-ción (v. 58) se nos escapa; es cierto que la tensión Jesús-templo, como sede de un poder religioso replegado sobresí mismo y fuente de exclusión, es central en Marcos (ca-pítulos 11-12), hasta el desgarramiento del velo (15,38).

Precisamente el sumo sacerdote pide explicaciones aeste respecto. Pero Jesús calla: ni explica ni justifica. Elsilencio puede dar a entender también una identidad, la

del cordero sin voz de Isaías 53. Viene entonces la pre-gunta de fondo, más para la fe que para el proceso:«¿Eres tú el Mesías?», que, al recordar la confesión dePedro (Mc 8,27-30), nos hace prestar atención al alcan-ce revelador del relato. Sin embargo, a diferencia de en-tonces, Jesús responde de manera explícita: « Yo soy».Añade incluso algunas precisiones: el «secreto mesiáni-co» es inútil ahora. La situación en la que se encuentraJesús connota de por sí su estilo mesiánico. A nadie levendría a la mente interpretarla de modo triunfalista.Por otra parte, sólo Jesús puede decir quién es, propor-cionando así el cargo para acusarle que no pueden en-contrar los que le juzgan. Lo hace combinando dos fi-guras entrañables a la primera predicación cristiana: elHijo del hombre «que viene entre las nubes del cielo» (Dn7,13ss) y el rey davídico que «se sienta», como vicario deDios, «en la tierra» (Sal 110,1). De por sí, se trata del len-guaje mesiánico de la época. ¿Por qué gritar que se tra-ta de una blasfemia? Tal vez la asociación aumenta lapretensión: «sentarse a la diestra de Dios» (rey), pero «enel cielo» (Hijo del hombre) significa equipararse a Dios.La autoatribución de ambas figuras por parte del pri-sionero suena como un delito de lesa majestad mesiáni-ca. Pero, sobre todo, detrás de estas palabras figura lapolémica pospascual, el escándalo frente a la profesiónde fe cristiana en el Mesías crucificado.

En las reacciones de los sanedritas hay otros dos ele-mentos dignos de ser señalados. El sumo sacerdote sedesgarra las vestiduras: este gesto le estaba prohibidopor el Levítico (21,10). Marcos lee en él el caducar delmundo cultual que representa. Y «todos lo juzgaron reode muerte» (v. 64). En la Pasión, Marcos opone nueve ve-ces a Jesús contra «todos», como sucede en el cuartocanto del Siervo de YHWH, donde todos están contra elúnico: «Andábamos todos errantes como ovejas, cada cualpor su camino, y el Señor cargó sobre él todas nuestrasculpas» (Is 53,6).

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Pasion de Jesucristo segiat Marcos El proceso judio 115

MEDITATIO

Marcos acaba de decir que (dodos sus discipulos loabandonaron y huyeron. (14,50). Y sentimos tambienque nuestra meditaciOn, a lo sumo, puede «seguirle delejos. con Pedro. Y es que, ahora, ya es muy grande ladistancia que se abre entre el Inocente y nosotros. Es-tamos entre <dodos. aquellos que se escandalizan(14,27.29), presumen de si mismos (14,31), le abando-nan (14,50), conspiran (14,53 y 15,1), buscan de queacusarle (14,55), le condenan (14,61), le ultrajan(15,16). Todos, sin excluir a nadie, insiste Marcos. Y vie-ne la sospecha de que los siglos de imputacion de sumuerte a los «perfidos judios .> no sean mas que un in-tento vano y culpable de escapar de aquel .todos.. Que-demonos dentro, por una vez. Es nuestro lugar en la Pa-skin, Si no queremos ohacer vana la cruz de Cristo. (1Cor 1,17). AllI se situan, poniendose en primer lugar, lossantos. Y no se trata de una falsa humildad. AliI se situatambien el cuarto canto del Siervo de )(I-mil, redactadotodo el sobre el contraste entre el y nosotros, y sobre elvuelco que su muerte obra en las conciencias, hasta re-conocer que es la iniquidad de todos nosotros, la nues-tra, la mia, la que le mato. Jesus tiene, del Siervo, el si-lencio, un componente importante de los relatos delproceso: «Como cordero fue llevado al matadero... noabrio la bocci.. (Is 53,7). Es la «entrega>> traducida enactitud existencial. El que «se entree, a si mismo a lamuerte. (Is 53,12) calla, porque oquien calla otorga..Callar ante una acusacion de este tipo expresa la rendi-cion mas originaria de toda resistencia: el abandono delHijo. Ahora bien, su silencio tiene que ver tambien connuestro pecado. Es el silencio del «Corder° de Dios quecarga con el pecado del mundo. (Jn 1,35). Carga con el yno lo lanza sobre nosotros hablando, justificandose,acusandonos, aclarando las responsabilidades. A ciertashoras, el silencio absorbe el mal. Impide su propaga-

cion en cadena, cual mancha de aceite. Pero el precio esla entrega incondicionada de Si mismo, de la que solo elInocente es capaz. Otro componente esencial es la afir-maciOn de Jesus: «Yo soy. (v. 62). Secreto mesianico enla hora del exito, palabra mas que mesianica en la horade la excomunion. La autorrevelacion en su punto cul-minante suena como una blasfemia. El escandalo esmortal. Y es el quien, con el silencio o con la palabra,paga su precio.

ORATIO

Oh, Dios mfo, te he infligido grandes e infinitas pe-nas, tanto Si estoy condenada o salvada. Oh Setior, no ofnunca que el pecado te ofendiera tanto. De lo contrario,creo que nunca hubiera pecado, ni siquiera ligeramen-te. Sin embargo, Dios mfo, no hagas caso de lo que digo,que con todo esto obraria aun peor Si tu piadosa manono me retuviera. Pero, dulce y benigno amador mfo,son tantas las penas que me dices que ya no me pare-ces Dios, sino mas bien un infierno. Y me pareces Inasque infernal. Y otras veces, por simplicidad y compa-sion, te llamaba infierno (Camilla Battista da Varano,I dolori mentali di Gesa. Le opere spirituali, Jesi 1958,pp. 154ss).

CONTEMPLATIO

Y ahora, adversarios como estos se reimen a tu alre-dedor, Senor bendito, a millones, vienen en grupos masnumerosos que las langostas, las orugas o los azotes delgranizo, de las moscas, de las ranas enviadas contra elfaraon. Aqui estan todos los pecados de los vivos y delos muertos y de los que todavia no han nacido, de loscondenados y de los salvados, de tu pueblo y de los ex-

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tranjeros, de los pecadores y de los santos. Aquí estánlas personas que más quisiste, tus santos y tus elegidosestán sobre ti; tus tres apóstoles, Pedro, Santiago yJuan, aunque no como confortadores, sino como acusa-dores, como los amigos de Job, «lanzando ceniza contrael cielo» y acumulando maldiciones sobre tu cabeza. Na-die era capaz de soportar aquel peso, excepto Dios... Esla larga historia de un mundo, y sólo Dios puede cargarcon su peso. Esperanzas frustradas, votos rotos, lucesapagadas, advertencias desdeñadas, oportunidades per-didas; el inocente traicionado, el joven endurecido, elpenitente que recae, el justo aplastado, el viejo que men-gua; el sofisma de la incredulidad, la terquedad de lapasión, la obstinación del orgullo, la tiranía de la cos-tumbre, el cáncer del remordimiento, la tortura deldesencanto, la enfermedad de la desesperación... estánsobre él y dentro de él. Están con él, ahora, en vez deaquella paz inefable que ocupó su alma hasta el momen-to de su concepción (J. H. Newman, «Sermoni cattolici»,en Opere, Milán 1983, pp. 199ss [edición española: Ser-mones católicos, Ediciones Rialp, Madrid 1959]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Jesús callaba y no respondía nada» (Mc 14,61).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Has tropezado una vez en serio. Es preciso que hayas trope-zado una vez en serio. Has tropezado una vez de noche. Hastropezado, has chocado de noche, has tropezado en el leño dela cruz, que se izaba en la sombra, en aquella noche única. Ydesde entonces tropiezas siempre en el punto doloroso que tehiciste en el cuerpo de Jesús.

Son numerosos los hilos que ligan a todo ser a Jesús, al serde Jesús; numerosos hilos, hilos invisibles, hilos eternos, hilos in-finitos, hilos misteriosos; infinitamente misteriosos, eternamentemisteriosos; interiormente, entre sí, recíproca, mutuamente ya,tan extrañamente ya, ya cada alma a cada cuerpo; y recíproca,mutuamente; con un vínculo tan secreto, extraño, increíble, tanmisterioso; con un nexo tan trágico, aunque, además, en con-junto, con un solo trazo al infinito (por consiguiente, tanto másinfinitamente misterioso, mucho más infinitamente trágico), todaalma y todo cuerpo al cuerpo de Jesús, todo cuerpo y toda almaal alma de Jesús. Gracias a la comunión, a esta comunión. Quéred inextricable, hijos míos... He aquí lo que es vuestra comu-nión... Todo está unido a todo y a todos recíproca, mutuamente,pero todo está así ligado directa, personalmente. Todo está li-gado a todo y a todos entre sí y en conjunto, al mismo tiempo,todo eso está ligado al cuerpo de Jesús. Hay una plena reso-nancia de todo con todo. Y en la persona de Jesús. El pecadomás pequeño (y se comete pronto, hermanos míos; es la cosamás fácil de hacer, la más veloz: un instante) tiene una resonan-cia eterna (Ch. Péguy, «Dialogue de l'histoire et de l'ame char-nelle», en Oeuvres en prose complétes, París 1988, III, 780ss).

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5La negacion de Pedro

(Mt 14,66-72)

66 Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, 'leg() una de lascriadas del sumo sacerdote. " Al ver a Pedro calentandose jun-to a la lumbre, se le quedo mirando y le dijo:

-Tambien tü andabas con Jesus, el de Nazaret.68 Pedro lo nee) diciendo:

-No se ni entiendo de que hablas.

Salk, afuera, al portal, y canto un gallo.69 Le vio de nuevo la criada y otra vez se puso a decir a los

que estaban alli:

- Este es uno de ellos.7° Pedro lo volvio a negar de nuevo.

Poco despues tambien los presentes decian de nuevo a Pedro:

- No hay duda. TU eres uno de ellos, pues eres galileo.

" El comenzo entonces a echar imprecaciones y a jurar:

- Yo no conozco a ese hombre del que me hablais.

" En seguida canto el gallo por segunda vez. Pedro se acor-do de lo que le habia dicho Jesus: oAntes de que el gallo can-te dos veces, td me habras negado tres., y rompio a Horan

LECTIO

La introduccion de la pericopa (\Tease mas arriba v. 54),con el verbo tecnico del seguimiento (akolutheo), la si-tuaba entre los relatos de los discfpulos, lecciones para

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los cristianos. Pero sincronizando los dos aconteci-mientos -si Pedro «estaba abajo, en el patio», lo estabarespecto a Jesús, que estaba arriba, en la casa (v. 66a)-,Marcos revela el alcance cristológico del episodio. Elparalelismo subraya el contraste entre Maestro y discí-pulo.

El cuerpo central es la escena del reconocimiento-negación (vv. 66b-72a), siguiendo el esquema «a tres»,in crescendo: cada reconocimiento de Pedro va intro-ducido por una y (kai); la negación que sigue, por unpero (dé).

1)Una criada reconoce a Pedro como uno de los queandaban «con Jesús»: para Mc 3,13-15 se trata de uncomponente esencial de la misión de los Doce. Pedroniega: «No sé ni entiendo de qué hablas», y se aleja haciael portal (vv. 66-68).

2) La misma escena se repite (hay tres «de nuevo» enel relato), pero esta vez se amplía el círculo. La criada se-ñala a Pedro a los presentes y define su identidad comola de uno de los que forman parte del grupo de los dis-cípulos de Jesús: «Éste es uno de ellos» (vv. 69-70a).

3) La tercera vez son «los presentes» los que recono-cen en Pedro a «uno de ellos», pues es galileo. Las res-puestas precedentes han confirmado las sospechas envez de disiparlas. Su reacción es exasperada: insiste(«comenzó entonces a...») y pone a Dios por testigo. Pe-dro llega hasta el fondo en su negación: a la insisten-cia, añade la remoción del nombre de Jesús. «Todosvais a escandalizaros» (Mc 14,27), había anunciado Je-sús. Si en el Nuevo Testamento escandalizarse signifi-ca separarse de Jesús, la separación toca aquí fondo(vv. 70b-71).

El versículo final (v. 72) refiere el recuerdo de las pa-labras de Jesús y el llanto. El último gesto de Pedro enel evangelio de Marcos no es la triple «negación». Laprotagonista del versículo de arrepentimiento es la pa-

labra de Jesús. Marcos recuerda la profecía de la nega-ción (14,27-31) como pauta de lectura de esta perícopa.La correspondencia entre acontecimiento y profecía esperfecta, está «calculada» («dos veces.., tres veces»). Lapalabra-acontecimiento de Jesús equivale en Marcos alas Escrituras: se cumplen al pie de la letra y han de serrecordadas en cada circunstancia. Pedro había sido yatestigo de esa eficacia en la higuera estéril (Mc 11,21),pero el campo de acción de la Palabra es aquí el mismoPedro. Su vida queda conmocionada hasta que «rompióa llorar».

MEDITATIO

Vamos a seguir el consejo de Marcos, que nos sugie-re meditar la negación de Pedro a la luz de la profecíade Jesús (Mc 14,27-31). No es un código moral, sino suPalabra la que juzga nuestra vida. Jesús, de camino ha-cia Getsemaní, anunció el escándalo de todos los discí-pulos (14,27), que les precedería a Galilea después de laresurrección (14,28) y, por último, la negación de Pedro(14,30).

Pedro reacciona al primer anuncio con un aunque to-dos sí, yo no. Al tercero responde diciendo que está dis-puesto a padecer con Jesús antes de renegar de él. Demodo significativo, el segundo no parece afectarle. Laraíz del pecado de Pedro -y del nuestro- se encuentra yatoda ella en estas reacciones. Si nos limitáramos anuestro episodio, sería fácil identificar el pecado conla falta de valor, con la cobardía, con el ceder al mie-do. Nos quedaríamos en un plano que tiene muy pocode «cristiano», arriesgándonos a deslizarnos al puroanálisis psicológico (y a hacernos justificar por donAbundio: «El valor es algo que uno no puede darse a símismo»).

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Ahora bien, lo que sucede en el patio es solo efecto.La causa, en su fuente, es la falta de fe en Jesus, esta enla falta de escucha, de acogida, de estima a su Palabra.Pedro ha renegado ya de Jesus, contradiciendo sus pa-labras profeticas pronunciadas sobre su vida. Pedrocree mas en si mismo que en el Maestro. Cuenta con elconocimiento que tiene de si mismo, de Jesus, de la si-tuacion. Prefiere basarse en su «buena» voluntad y ensus fuerzas, y poner entre parentesis el conocimientoque el Seiior tiene de el y de sus limites. Y lo hace por-que molesta a sus planes de accion. Las preguntas en elpatio no hacen mas que sacar a la luz una actitud defondo preexistente. Pedro se prefiere a si mismo a Jesus.En cuanto a proyectos, vision de las cosas, fuerzas y cer-tezas, Pedro se siente a gusto en los suyos propios y nie-ga, olvida, los de Jesus. Jesus ya ha sido suplantado, eli-minado, puesto fuera de juego. En su lugar... esta Pedro.Esta es la raiz del pecado: negar a Cristo poniendose ensu lugar. De este callejOn sin salida solo nos salva Jesus.Su palabra-acontecimiento se muestra mas humilde-mente eficaz que toda nuestra remocion interesada.

ORATIO

iSerior Jesucristo! Tu no viniste al mundo para serservido y, por consiguiente, tampoco para hacerte ad-mirar y adorar en la admiracion. TU eres el camino y lavida. Tü pediste solo «imitadores». Despiertanos, pues,Si nos hemos dejado coger por el entorpecimiento deesta seduccion, salvanos del error de quererte admirar yadorar en la admiraciOn, en vez de seguirte y de aseme-jarnos a ti (S. Kierkegaard, «Esercizio del cristianesi-mo», en Opere, Florencia 1988, p. 807 [edicion espaiio-la: Ejercitacion del cristianismo, Ediciones Guadarrama,Madrid 1961]).

CONTEMPLATIO

Vi que, si hubiera otro Dios, en todo semejante a esteDios nuestro, benignisimo y clementisimo, e hiciera porsu amor todas las cosas que el ha hecho por amor nues-tro, quedarian ann, no obstante, dos cosas como deudaque no podrian ser pagadas nunca. La primera es elacto de amor. Porque es el quien nos amo primero y nonosotros. Esto queda como deuda, no es posible pagar-lo. La segunda es que este otro Dios padeceria por unDios como el, en todo igual a su infinidad; pero el pa-decio por nosotros. Y esta es la segunda cosa que quedacomo deuda y no es posible pagarla.

Vi tambien que todo nuestro amor a Dios es, en rea-lidad, un odio pesimo; toda nuestra alabanza, un insul-to; todo nuestro agradecimiento, una blasfemia en com-paracion con lo que convendria a un Dios asi. Y vi demodo claro que la gloriosa madre de Dios, junto contodo el genero angelico y humano, no es suficiente paradar gracias a la divina caridad por la creaciOn de la maspequeiia for... Pensad ahora la profundidad a la que meencontraria considerando los beneficios y gracias quehe recibido, ademas de las hierbas y las flores.

Entonces deje verdaderamente de contar conmigomisma y con mis buenas obras. Entonces rechace contodo el corazOn las dulzuras divinas, para no atiadirdeudas a las deudas e ingratitud a la ingratitud. Y siCristo se me hubiera aparecido, yo habria cerrado losojos para no verle.

Entonces, con la cabeza inclinada hasta tocar el sue-lo, pedi a la divina Majestad la gracia de ponerme siem-pre, mientras viva, de manera ininterrumpida, a los piesmisericordiosos de su Hijito crucificado... Vi que elamor, desembarazado y apasionado, sin ningun ordenni medida, que Dios siente por la criatura es tan grandeque, volviendo en mi, decia: ;Oh locura! iLocura! Nin-

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Pasión de Jesucristo según Marcos La negación de Pedro 125

gún otro nombre me parecía adecuado y verdadero paratanto amor (Camilla Battista da Varano, «Vita spirituale»,en Le opere spirituali, Jesi 1958, pp. 52ss).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Pedro se acordó de lo que le había dicho Jesús... y

rompió a llorar» (Mc 14,72).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El «convencer en lo referente al pecado» ¿no deberá, por tan-to, significar también el revelar el sufrimiento? ¿No deberá re-velar el dolor inconcebible e indecible que, como consecuenciadel pecado, el Libro Sagrado parece entrever en su visión an-tropomórfica en las profundidades de Dios y, en cierto modo, enel corazón mismo de la inefable Trinidad? La Iglesia, inspirán-dose en la revelación, cree y profesa que el pecado es una ofen-sa a Dios. ¿Qué corresponde a esta «ofensa», a este rechazo delEspíritu que es amor y don en la intimidad inescrutable del Pa-dre, del Verbo y del Espíritu Santo?

La concepción de Dios como ser necesariamente perfectísi-mo, excluye ciertamente de Dios todo dolor derivado <Je limita-ciones o heridas; pero, en las profundidades de Dios, se da unamor de Padre que, ante el pecado del hombre, según el len-guaje bíblico, reacciona hasta el punto de exclamar: «Estoyarrepentido de haber hecho al hombre». «Viendo el Señor quela maldad del hombre cundía en la tierra... y dijo el Señor: "Mepesa haberlos hecho". Pero a menudo el Libro Sagrado nos hablade un Padre que siente compasión por el hombre, como compar-tiendo su dolor. En definitiva, este inescrutable e indecible «dolor»de padre engendrará sobre todo la admirable economía del amorredentor de Jesucristo, para que, por medio del misterio de la pie-dad, en la historia del hombre el amor pueda revelarse más fuer-te que el pecado. Para que prevalezca el «don».

El Espíritu Santo, que según las palabras de Jesús «convenceen lo referente al pecado», es el amor del Padre y del Hijo y,como tal, es el don trinitario y, a la vez, la fuente eterna de todadádiva divina a lo creado. Precisamente en él podemos conce-bir como personificada y realizada de modo trascendente la mi-sericordia que la tradición patrística y teológica, de acuerdo conel Antiguo y el Nuevo Testamento, atribuye a Dios.

En el hombre, la misericordia implica dolor y compasión porlas miserias del prójimo. En Dios, el Espíritu-amor cambia la di-mensión del pecado humano en una nueva dádiva de amor sal-vífico. De él, en unidad con el Padre y el Hijo, nace la economíade la salvación, que llena la historia del hombre con los donesde la Redención. Si el pecado, al rechazar el amor, ha engen-drado el «sufrimiento» del hombre, que en cierta manera se havolcado sobre toda la creación, el Espíritu Santo entrará en elsufrimiento humano y cósmico con una nueva dádiva de amorque redimirá al mundo. En boca de Jesús Redentor, en cuyahumanidad se verifica el «sufrimiento» de Dios, resonará unapalabra en la que se manifiesta el amor eterno, lleno de miseri-cordia: «Siento compasión». Así, pues, por parte del EspírituSanto, el «convencer en lo referente al pecado» se convierte enuna manifestación ante la creación «sometida a la vanidad», ysobre todo en lo íntimo de las conciencias humanas, de cómo elpecado es vencido por el sacrificio del Cordero de Dios, que seha hecho hasta la muerte «el siervo obediente» que, reparandola desobediencia del hombre, realiza la redención del mundo(Juan Pablo II, Dominum et vivificanten, 39).

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6

El proceso romano

(Mc 15,1-20a)

Muy de madrugada, se reunieron a deliberar los jefes delos sacerdotes, junto con los ancianos, los maestros de la leyy todo el Consejo de Ancianos; luego llevaron a Jesus atado yse lo entregaron a Pilato.

Pilato le pregunt6:

- e. Eres tit el rey de los judios?

Jesus le contest&

- Tit to dices.

Los jefes de los sacerdotes le acusaban de muchas cosas.

Pilato to interrog6 de nuevo diciendo:

- No respondes nada? Mira de cuantas cosas te acusan.

Pero Jesus no respondi6 nada mas, de modo que Pilato sequed6 extraiiado.

6 Por la fiesta les concedia la libertad de un preso, el quepidieran. ' Tenfa encarcelado a un tat Barrabas con los sedi-ciosos que habian cometido un asesinato en un motin.

8 Cuan-

do Rego la gente, comenzo a pedir lo que les solla concedeE 9Pilato les dijo:

- zQuereis que os suelte al rey de los judios?

'° Pues sabia que los jefes de los sacerdotes hal:Ilan entre-gado a Jesus por envidia.

" Los jefes de los sacerdotes azuzaron a la gente para queles soltase a Barrabas. " Pilato les pregunto otra vez:

--zY que quereis que haga con el que llamais rey de losjudios?

13 Ellos gritaron:

- 1Crucificalo!

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Pasión de Jesucristo según Marcos El proceso romano 129

Pilato les replicó:- Pues ¿qué ha hecho de malo?Pero ellos gritaron todavía más fuerte:- Crucifícalo!" Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les sol-

tó a Barrabás y entregó a Jesús para que lo azotaran y, des-pués, lo crucificaran.

16 Los soldados lo llevaron al interior del palacio, o sea, alpretorio, y llamaron a toda la tropa. " Lo vistieron con unmanto de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se laciñeron. 18 Después comenzaron a saludarlo, diciendo:

- Salve, rey de los judíos!Lo golpeaban en la cabeza con una caria, le escupían y, po-

niéndose de rodillas, le rendían homenaje. 20 Tras burlarse de él,le quitaron el manto de púrpura y lo vistieron con sus ropas.

LECTIO

La impresión dominante que crea Marcos en esta pe-rícopa con el choque brutal de los hechos es la de unaparadoja en acto. El «rey de los judíos» se repite cuatroveces (15,2.9.12.18) y constituye el núcleo revelador delproceso romano, correspondiente al «Cristo» del proce-so judío. En torno a este título giran cinco episodios:

a) la discusión sobre la realeza de Jesús (vv. 2-5);b) Jesús y Barrabás (vv. 6-11);

c) el rey de los judíos ante la muchedumbre(vv. 12-14);

b" Barrabás, liberado - Jesús entregado (v. 15);a') la realeza de Jesús, escarnecida (vv. 16-20).

De nuevo, el verbo «entregar» (vv. 1.10.15) dice dequé se trata: no de un proceso político, sino de una tra-ditio en manos de los paganos. Con la brusca preguntade Pilato, irrumpe el título curioso y provocador, proba-blemente una traducción romana de mesías, una inter-

pretación ulteriormente reductora de las expectativasque circulaban. Jesús responde con un «sí» con reservas,que Juan explicitará de este modo: «Tú lo dices, yo soyrey... Mi Reino no es de este mundo» (Jn 18,36ss). La sor-presa de Pilato nos proporciona la clave de lectura dela situación: «Lo mismo que muchos se horrorizaban alverlo, porque estaba tan desfigurado que no parecía hom-bre ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchospueblos. Los reyes se quedarán sin palabras al ver algo queno les habían contado y comprender algo que no habíanoído» (Is 52,14ss).

El procedimiento del proceso es particular. El juez (Pi-lato) se limita a hacer preguntas; la defensa (competía alacusado) permanece muda; la muchedumbre, instigada,dicta la ley y cambia el orden del día transformando unasesión judicial en una audiencia popular. Está poco docu-mentado el uso de liberar a un preso por Pascua. Marcosse sirve de todos modos del infame Barrabás para seña-larnos una vez más en Jesús al Siervo «traspasado pornuestros delitos, el justo por los pecadores» (Is 53,5).

En la escena central se encuentran el pueblo y su reyfrente a frente. Pilato se manifiesta cada vez más comouna mera función. Ni siquiera la sentencia condenato-ria será pronunciada por el juez legítimo, sino que serágritada por la muchedumbre según el ritmo ternario yaconocido: «¡Crucifícalo! ».

El cambio tiene lugar: Barrabás es liberado y Jesúsentregado. La terrible flagelación queda reducida a unasimple alusión.

La escena de los escarnios de los soldados deja entre-ver costumbres y juegos populares, pero todavía más elkerigma. Los atributos del rey vasallo griego (mantorojo, corona, cetro) y el culto al soberano divinizado(prokynesis) continúan alimentando la imagen derriba-da y, más allá, la profesión de fe. La soldadesca imita lacoronación por desahogo, por escarnio; el creyente ve

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Pasion de Jesucristo segan Marcos El proceso romano 131

verdaderamente, mas alla de la kenosis, a aquel antequien «se dobla toda rodilla y toda lengua proclama quees Senors' (Flp 2,10; cf. Is 45,23).

La burla de los romanos pone en duda la dimensionreal; la burla de los judios (Mc 14,65) pone en duda ladimension profetica del mesianismo de Jesus.

MEDITATIO

El verbo «poner en libertad, soltarD (apoluo) -que serepite cuatro veces-, el contexto pascual, la costumbre deagraciar a un prisionero: todo habla en esta escena de li-beracion, aunque hay muy poca libertad en ella. Quienactua como hombre libre? A buen seguro, no Pilato,detentor del poder, que aun conociendo la inocencia deJesus (v. 14) y los mOviles de sus adversarios (v. 10),contemporiza hasta actuar para «complacer a la gente,);tampoco la muchedumbre, masa maleable (v. 11), ni losjefes religiosos, encerrados en categorias mortiferas.Barrabas recupero la verdadera libertad gracias al «in-tercambio. entre dos hijos del padre (ese es el sentido debar-abba): el inocente y el culpable? Queda el condena-do, el entregado, tratado como esclavo, como chivo ex-piatorio, como objeto. Y si fuera el el hombre libre, larevelacion de otra soberania?

Igualmente inutil seria buscar una coherencia juridi-ca, historica, humana. Si existe una ironia en Marcos,como la hay en Juan, hemos de buscarla aqui. Con el se-creto mesianico, con el curso de los hechos que apre-mian, el evangelio de Marcos nos conduce a esta revela-cion brutal y paradojica, exactamente lo contrario delas apariencias y las expectativas. Es la logica del Sier-vo de YHwx. Despues de su muerte, se abren los ojos: to-dos descubren y confiesan haberse equivocado en suscalculos, haber dado credito a apariencias de maldicion

sin captar el mensaje inaudito de redencion. De aqui lasorpresa, que es, de manera inseparable, la del viernessanto y la de la manana de Pascua.

En nuestra vida acontecen muchas situaciones para-dojicas. El silencio del Maestro nos pide que no entremosen discusion con las apariencias, con la mentira. Su Pa-

]labra, la palabra de la cruz, nos invita a conten plar masalla, en direccion pascual: la inauguracion p sible devalores nuevos, todos ellos «cristianosD. Y nos invitatambien a pasar del escandalo a la sorpresa pascual.

ORATIO

Construirds tu vida diaria recogiendo con cuidado me-ticuloso, con paciente amor, todo lo que nosotros dese-chamos: los harapos de nuestra pobreza, las llagas denuestro dolor, las cargas que no somos capaces de llevar,las infamias que no queremos reconocer. Gracias, Seiior,por esta obstinacion, por este desaparecer, por este reti-rarte que entreabre un espacio libre a mi libre decision deamarte. Dios que te escondes, Dios que no pareces Dios,Dios de los harapos y de las llagas, Dios de las cargas y delas infamias: yo te amo. No se col-no decirtelo, tengo mie-do de decirtelo, y, sin embargo, siento que debo hacerlo:te amo. Amo los harapos, las llagas, las cargas de cadahermano. Lloro las infamias de todo el mundo. Descubroque soy hombre, no que lo parezco (L. Serentha).

CONTEMPLATIO

El Hombre-Dios es «signo de contradiccion». Y porque? Porque, segun la Escritura, debia «hacer manifies-tos los pensamientos de muchos corazones..... zQue es laincognoscibilidad? La incognoscibilidad consiste en no

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Pasión de Jesucristo según Marcos El proceso romano

revestir el carácter de lo que uno es esencialmente.Como hace, por ejemplo, un policía vestido de paisano.Tratándose de Dios, la incognoscibilidad absoluta con-siste en ser un hombre o un hombre particular... ¡Quéabnegación y, por otra parte, qué inmenso esfuerzo!Porque en cada instante tiene la facultad de mostrarseen su verdadera figura. ¡Qué abnegación! ¿Pero qué esesta abnegación sin libertad? ¡Oh colmo de la abnega-ción!: ha conseguido tan bien el incógnito que, aunquequisiera hablar de manera directa, nadie le creería...Siempre resulta doloroso, incluso en la simple vida hu-mana, estar obligado a esconder la propia interioridady manifestarse distinto... Cristo es el amor; sin embar-go, en cada instante de su existencia se vio obligado -porasí decirlo- a crucificar toda compasión y solicitud hu-mana, puesto que sólo puede ser objeto de fe. Ahora bien,toda compasión puramente humana se refiere a la cog-noscibilidad directa. Sin embargo, si no se vuelve objetode fe no es verdadero Dios, y si no es verdadero Dios,tampoco salva al hombre... A Cristo le hace sufrir el he-cho de que su sufrimiento pueda volverse y se vuelva oca-sión de escándalo para los poco creyentes. A buen segu-ro, él sufre una sola vez. Pero no sale del paso como unhombre cualquiera, con la primera vez del sufrimiento.Cristo experimenta más bien el sufrimiento más duro lasegunda vez: por las preocupaciones y la tristeza que leproduce que su sufrimiento sirva de escándalo. Ningúnhombre puede comprender este sufrimiento (S. Kierke-gaard, «Esercizio del cristianesimo», en Opere, Floren-cia 1972, p. 754-761 [edición española: Ejercitación delcristianismo, Ediciones Guadarrama, Madrid 1961]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«De modo que Pilato se quedó extrañado» (Mc 15,5).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Parte del mal que está en nosotros lo arrojamos, lo proyecta-mos, sobre los objetos de nuestra atención y nuestro deseo. Yesos objetos nos lo devuelven, y parece como si el mal vinierade ellos. Por eso llegamos a sentir odio y asco por los lugares enlos que nos encontramos sumidos en el mal: nos da la impresiónde que esos lugares nos aprisionan en el mal. Es así como losenfermos llegan a odiar su habitación y su entorno, aun cuandoesté formado por seres queridos; es también como los obrerosllegan a odiar su fábrica, etc.

Pero si dirigimos nuestra atención y nuestro deseo sobre unacosa perfectamente pura, la parte de nuestro mal que arrojemossobre ella no la manchará; seguirá siendo pura, no nos devol-verá el mal y así nos libraremos de él.

Somos seres finitos, y también es finito el mal que hay en no-sotros; así, pues, si la vida durara lo bastante, podríamos tenerla certeza de que llegaría el día en que, por este medio y en estemundo, nos veríamos libre de todo mal [...[.

Nada hay puro en este mundo, salvo los objetos y los textossagrados, la belleza de la naturaleza (si es contemplada en símisma, sin tratar de alojar en ella las fantasías propias) y, enmenor grado, los seres humanos en los que Dios habita y lasobras artísticas surgidas de la inspiración divina.

El único obstáculo a esta transmutación del horror en amor esel amor propio, que hace penosa la operación de llevar nuestramancha al contacto con la pureza. Sólo se puede vencer al amorpropio si se tiene una especie de indiferencia respecto de lapropia mancha, si se es capaz de ser feliz con el pensamientode que existe algo puro (Simone Weil, «Appunti sull'amore diDios», en L'amore di Dio, Roma 1979, pp. 79-81 [edición es-pañola: Pensamientos desordenados, Editorial Trotta, Madrid1995]).

133

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7Crucifixion, muerte y sepultura

(Mc 15,20b-47)

...'2013 rL i y To sacaron para crucificarlo.

Por el camino encontraron a un tal Simon, natural de Ci-rene, el padre de Alejandro y de Rufo, que venia del campo, yle obligaron a llevar la cruz de Jesus. 22 Condujeron a Jesushasta el Golgota, que quiere decir lugar de la Calavera. 23 Ledaban vino mezclado con mirra, pero el no To acepto. 24 Des-pues lo crucificaron y se repartieron sus vestidos, echandolos asuertes, para ver que se llevaba cada uno.

25 Eran las nueve de la manana cuando To crucificaron. 26 Ha-bia un letrero en el que estaba escrita la causa de su condena:«El rey de los judios.. " Con Jesus crucificaron a dos ladrones,uno a su derecha y otro a su izquierda.

" Los que pasaban por alli lo insultaban, meneando la ca-beza y diciendo:

H Eh, tii, que destruias el templo y To reedificabas en tresdias! 30 'Salvate a ti mismo, bajando de la cruz!

Y lo mismo hacian los jefes de los sacerdotes y los maes-tros de la ley, que se burlaban de el diciendo:

H A otros salvo y a si mismo no puede salvarse! 32 ;El Mesias!'El rey de Israel! ;Que baje ahora de la cruz, para que To veamosy creamos!

Hasta los que habian sido crucificados junto con el To in-juriaban.

" Al llegar el mediodia, toda la region quedo sumida en tinie-blas hasta las tres. 34 Y a eso de las tres grit() Jesus con fuerte voz:

—Eloi, Eloi, elemd sabaktani? (que quiere decir: Dios mio,Dios mio, (Ipor que me has abandonado?).

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136 Pasión de Jesucristo según Marcos Crucifixión, muerte y sepultura 137

" Algunos de los presentes decían al oírle:—Mira, llama a Elías.36 Uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y,

sujetándola en una caria, le ofreció de beber, diciendo:—Vamos a ver si viene Elías a descolgarlo." Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró.38 La cortina del templo se rasgó en dos de arriba abajo. 38 Y

el centurión que estaba frente a Jesús, al ver que había expi-rado de aquella manera, dijo:

—Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.Algunas mujeres contemplaban la escena desde lejos. En-40

tre ellas María Magdalena, María, la madre de Santiago el me-nor y de José, y Salomé, 41 que habían seguido a Jesús y lo ha-bían asistido cuando estaba en Galilea. Había, además, otrasmuchas que habían subido con él a Jerusalén.

42 Al caer la tarde, como era la preparación de la Pascua, esdecir, la víspera del sábado, 43 llegó José de Arimatea, que eramiembro distinguido del sanedrín y esperaba el Reino deDios, y tuvo el valor de presentarse a Pilato para pedirle elcuerpo de Jesús.

44 i se extrañó de que hubiera muerto tan pronto y, lla-mando al centurión, le preguntó si había muerto ya. 45 Infor-mado por el centurión, otorgó el cadáver a José. " Éste compróuna sábana, lo bajó, lo envolvió en la tela, lo puso en un se-pulcro excavado en roca e hizo rodar una piedra sobre la en-trada del sepulcro.

47 María Magdalena y María la madre de José observabandónde lo ponían.

LECTIO

Marcos se atiene, incluso en el corazón de su evange-lio, a la exposición de los hechos. Sin embargo, el ritmose ralentiza con la multiplicación de los detalles: todole parece digno de mención; los numerosos personajesllevan su nombre; precisa las horas y los lugares. Ladisposición de las escenas traduce con una intensidadplástica el dinamismo de fondo: el vuelco pascual. En el

centro, la vertiente de la muerte de Jesús (v. 37). De estelado, una sucesión de gestos y palabras hostiles, distan-tes, crean el vacío en torno al Crucificado. «Sacaron» aJesús (v. 20; cf. Me 12,8 y Heb 13,12), la ausencia de losdiscípulos está subrayada por la requisición, para «ve-jación», del seguidor obligado Simón de Cirene.

El rechazo de la mirra anestésica, el despojo y la per-sistencia del equívoco sobre el «rey de los judíos», pro-longan la incomprensión. Comienza, después, la abier-ta provocación de los escarnios en la cruz, la polifoníacoral de la hostilidad: transeúntes, sumos sacerdotes,maestros de la ley, compañeros de patíbulo. Vuelve lapolémica sobre el templo, junto con numerosísimasreferencias veterotestamentarias: el justo oprimido yaislado de los Salmos, el sabio incomprendido de latradición sapiencial, el profeta indefectiblemente con-tradicho, el Siervo de YHWH que salva precisamente nosalvándose. Como con este último -caso único-, la in-versión de las suertes entre el perseguido y los perse-guidores no ocurrirá antes, sino sólo después, más alláde la muerte.

Las tinieblas (v. 33), los gritos (IN. 34 y 37) y el enési-mo malentendido completan el sentido de soledad, gri-tado de una manera bíblicamente escandalosa por elprimer versículo del Salmo 22. Es algo en sí mismo pa-radójico, puesto que, con el salmista, el Crucificado co-munica su abandono total precisamente a su Dios. Conel ritmo rápido de los últimos acontecimientos, con elcarácter lacónico del decir, Marcos nos hace sentir el hia-to de la muerte. Ha acabado. E, inmediatamente, de lasmismas tinieblas viene un signo, después otro, de laacontecida revolución pascual. En respuesta al episodioespecular de los insultos (v. 29), se desgarra el velo deltemplo. Es el único efecto físico de la muerte de Jesús:juntos, ruptura y nacimiento, clausura e inauguración.Y como reacción a tantos equívocos, alguien empieza acomprender por fin (v. 39); después de tantos escándalos,

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138 Pasion de Jesucristo segan Marcos

alguien cree, basando su fe precisamente en lo queproducia escandalo: 0 Verdaderamente este hombre eraHijo de Dios. Si el templo reservado a los circuncisosse abre de par en par, el primer nuevo creyente puedeser muy bien este soldado romano, este pagano que,con su confesion, vuelve a empezar desde el «comien-zo de la Buena Noticia de Jesits, Mesias, Hijo de Dios»(Mc 1,1).

Y despues de tantas ausencias, vemos aparecer las pre-sencias. Las discfpulas (vv. 40-41.47) ya estaban alli -perono las vefamos- para observar, seguir, servir. Solo despuesde la muerte responden, aunque .de lejos», a la deser-cion de los Doce (Mc 14,50). Y solo ahora se descubreincluso, en la persona de Jose de Arimatea, la existen-cia de un sanedrita solidario y animoso (vv. 42-46). Elcenturion, Pilato, Jose, Maria de Magdala, Maria la ma-dre de Jose, pero tambien la sabana, la roca y la piedrade la entrada del sepulcro, todos ellos son testigos-oculares o inertes- a los que Marcos pide que confir-men la muerte del Hijo.

MEDITATIO

En un clima de violencia, de pasion, meditaremos so-bre un grito y sobre un harapo. Precisamente a causa desu instantaneidad -tambien propia de Marcos- piden eleco de la meditacion para dar todo lo que contienen.«Dios mio, Dios mio, epor que me has abandonado?»Nosotros creemos que el comienzo del Salmo 22, pala-bras de la cruz segun Marcos y Mateo, lleva consigo, mu-cho mas alla de las interpretaciones, algo de <do que hayen Cristo Jesits» (Flp 2,6). Un escandalo rogado, una so-ledad compartida, un abandono confiado, un silenciodialogado, una entrega restituida, un abandono totalcomunicado. Es imposible no leer en estos elementos elresumen del misterio, de la paradoja pascual, la sigla de

Crucifixion, muerte y sepultura 139

la dimension filial divina crucificada. Era preciso ver-daderamente ser hijo, y no parecerlo, para dirigir al Pa-dre este porque abismal.

Jesns, adorador del Padre en espiritu y en verdad, unode esos que el Padre no se cansa de buscar, no es unorante bien, facil y cumplido, sino un anaw que grita deprofundis, desde algo que tiene todas las apariencias dela excomunion y de la maldicion. Es de los que hace arii-cos nuestras plas costumbres. Por algo el efecto de sugrito produce el desgarramiento de la secular barreracultual. Los limites tradicionales entre lo sagrado y loprofano se desintegran en su came, en su experiencia. Sila muerte impura, el patibulo maldito, la blasfemia queexcomulga, el sheol donde nadie te alaba, se vuelven«posibles ambitos de oraciOnD, se convierten todos ellosen santuarios potenciales, incluso mas adecuados a laverdad de muchos salmos que la gloria del Santo de losSantos..., entonces e:que es la «oracionD?, .que es la co-munion con Dios?

Solo unos ojos «paganosD pueden elegir el Golgotapara lanzar la profesion de fe en la novedad absoluta delDios crucificado. Solo unas rodillas nunca arrodilladaspueden plegarse ante este hombre que ha expirado de esemodo e inaugurar la asamblea de los locos y de los necios(cf. 1 Cor 1), y celebrar asi, fuera de Jerusalen, la dedi-cacion de la Iglesia de Pascua.

ORATIO

He leido tu cuerpo miniadosobre el atril malditode memoria se los incipit, las llagasciega, aprendo con las caricias.

Abreme el costadopuerta que nunca se cierra

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tu historia pasada me coge¿cuál es el fin, Jesús?

Inclinas la cabeza, arrebato finalsuspiras el último misterio,el Espíritu apenas te acaba de firmarcomo carta de amor del Padre.

CONTEMPLATIO

La cuarta palabra es amorosa y dolorosa. Dijo: «Diosmío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Meditasobre el tener que morir en la cruz en medio de tantaspenas. Cuánto dolor debiste padecer por mi sensuali-dad. Cuánto amor sentiste por mi naturaleza. « Porqué me has abandonado?» Son palabras en las que ha-bla su sensibilidad. Parecen casi desesperadas y soncaridad perfecta. La quinta palabra fue: «Tengo sed»,palabra de amor y de dolor. Su mente tenía sed en vir-tud de un amor a raudales. «Padre, si te complacieraque yo muriera mil veces de este modo por la humanageneración, tengo sed de hacerlo». Por la carne tengosed de humanidad. Dolor: pura sequedad. Habíadesaparecido de él toda humedad por el sudor, por lasangre y por la aflicción, hasta el punto de tener unased natural maravillosa... (Bernardino de Siena, «DellaPassione di Gesú Cristo», en Prediche volgari, Floren-cia 1941, V, p. 371).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?...

La cortina del templo se rasgó en dos de arriba abajo»(Mc 15,34.38).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

No fue una muerte cualquiera la del Crucificado. Fue unamuerte que significaba algo, que tenía un sentido siniestro ycomplejo en el- mundo y en el tiempo en que moría Jesús. Fue,por consiguiente, una muerte elegida, una muerte que significa-ba algo, y, a través de esta muerte que se convirtió en la suya,la muerte de Dios en la cruz, Dios debía revelarse a sí mismo...

Hay una maravilla por recuperar frente a la muerte de Jesúsen la cruz. En el capítulo 53 de Isaías, el coro pregunta en undeterminado momento: «¿Quién lo hubiera creído?». Este modode reaccionar es el de la maravilla que quiere comprender, quese deja educar para comprender. Ahora bien, existe asimismouna maravilla de la razón que dice: Soy yo quien debe medirlas cosas; o esta cosa entra en mi medida o no existe... Dios de-safía nuestra comprensión para ser fiel a sí mismo, porque nopuede ser según nuestra imagen. Para ser fiel a su lógica deamor... ¿Cómo es el Dios de la cruz de Jesús? Es un Dios que notiene envidia del hombre. Es el Dios que comparte para realizarel intercambio: llego, hasta donde puedo sin contradecirme, aser contigo, para que tú puedas ser como yo. El Crucificado diceal hombre: Tu mal es el pecado -llama al mal del hombre por sunombre- y tu meta es la comunión conmigo y la resurrección.

El hombre que revela la cruz no es el hombre crucificado porDios, sino el hombre que crucifica a Dios, o sea, lo contrario. Noes Dios el que encadena, el que apremia; es Dios el que baja ylleva a cabo el cambio, en lo que depende de él. En definitiva,es con el modo de amar como se mide la distancia entre Dios yel hombre. Dios no es como el hombre. Dejemos que Dios se de-fienda por sí mismo. Y maravillémonos, más bien, como aquellosque tienen la impresión de algo insospechado que empieza a ver-se. En el fondo, la lección más grande la leemos en el capítulo 15de Marcos, cuando se habla de la cruz de Jesús. El centurión dice:«Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios».

Ésta es la maravilla de la inteligencia que conduce a la fe. Laotra es la maravilla de la razón que conduce a la incredulidad(G. Moioli, La Parola della Croce, Viboldone 1985, pp. 11-24,passim).

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Pasión de Jesucristosegún Lucas

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1La cena pascual

(Lc 22,1-20)

' Se acercaba la fiesta de los panes sin levadura llamadaPascua. 2 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la leybuscaban el modo de acabar con Jesus, pero temian al pue-blo. 3 Entonces Satanas entrO en Judas, llamado Iscariote, queera uno de los Doce, 4 y epte fue a tratar con los jefes de lossacerdotes y las autoridades del templo la manera de entre-garselo. 5 Ellos se alegraron y convinieron en dare dinero. 6 Elacepto la propuesta y andaba buscando una ocasion para en-tregarselo a espaldas de la gente.

' Llego el dia de la fiesta de los panes sin levadura, en el quedebia inmolarse el cordero pascual, s y Jesus envio a Pedro ya Juan diciendo:

-Encargaos de prepararnos la cena de Pascua.9 Ellos le preguntaron:- 036nde quieres que la preparemos?

Les respondi6:

- Al entrar en la ciudad, encontrareis a un hombre que Ile-va un cantaro de agua; seguidlo hasta la casa donde entre, " ydecid al duefio de la casa: ((El Maestro dice: "eponde esta lasala para celebrar la Pascua con mis discipulos?".. " El osmostrard en el piso superior una habitacion grande y con di-vanes; haced alli los preparativos.

" Ellos fueron y encontraron todo como Jesus les habiadicho. Y prepararon la cena de Pascua.

14 Llegada la hora, Jestis se puso a la mesa con sus discipu-los. " Y les dijo:

-i Cuanto he deseado celebrar esta Pascua con vosotrosantes de morir! 16 Porque os digo que no la volvere a celebrarhasta que tenga su cumplimiento en el Reino de Dios.

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Pasión de Jesucristo según Lucas La cena pascual 147

'' Tomó entonces una copa, dio gracias y dijo:

- Tomad esto y repartidlo entre vosotros, "pues os digo que yano beberé del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.

19 Después tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio di-ciendo:

- Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced estoen memoria mía.

" Y después de la cena, hizo lo mismo con la copa diciendo:

-Ésta es la copa de la nueva alianza sellada con mi sangre,que se derrama por vosotros.

LECTIO

Estamos en Jerusalén. Jesús, tras un largo viaje, hallegado ya a la ciudad santa, hacia la cual «tomó la de-cisión de ir» (Lc 9,51). En Jerusalén concluirá su vida,«porque ningún profeta puede morir fuera de Jerusalén»(Lc 13,33). El relato de Lucas está escandido en trestiempos: «Se acercaba la fiesta de los panes sin levadurallamada Pascua» (v. 1); «Llegó el día de la fiesta de lospanes sin levadura, en que debía inmolarse el cordero pas-cual» (v. 7); «Llegada la hora» (v. 14). Todo tiende haciael cumplimiento de la Pascua.

En tiempos de Jesús, la Pascua se celebraba no sólocomo memorial del Éxodo de Egipto, sino tambiéncomo memorial de todas las intervenciones de Dios enla historia de Israel. Se recordaban las cuatro nochesmás importantes del mundo: «La noche de la creación,cuando brilló la luz de las tinieblas; la noche del sacrifi-cio de Isaac por parte de Abrahán; la noche de la salidade Egipto, y la noche, todavía futura, de la venida delMesías» (Targum sobre Ex 12,42). En consecuencia, enaquella Pascua reinaba también una gran expectativadel Mesías. De ahí que el poder constituido, sumos sa-cerdotes y maestros de la ley, tenga miedo de Jesús e in-tente matarle, porque es un hombre peligroso.

En la primera escena (vv. 1-6), Lucas subraya la con-vergencia entre la acción de Satanás y el complot urdi-do por los sumos sacerdotes y los maestros de la ley.Satanás «vuelve en el tiempo establecido» (Lc 4,13) y sesirve de uno de los Doce, de Judas, que se pone deacuerdo con el poder para entregar a Jesús a la muertea cambio de dinero. Jesús se encuentra de nuevo frentea su adversario para la última tentación: es el combatefinal y decisivo.

En la segunda escena (vv. 7-13), estamos en la tardedel día de Pascua, cuando se mataba en el templo el cor-dero pascual que se consumiría en la cena. Jesús, talcomo precisa Lucas, envía a Pedro y a Juan a prepararlo necesario para la Pascua en «una habitación grandeen el piso superior», reservada ya, decíamos, por el gru-po de Jesús.

Con la tercera escena (vv. 14-20) entramos en el cora-zón del rito de la Pascua judía. Para Lucas, está claro elpaso de la Pascua judía a la cristiana, a la eucaristía; enefecto, tal como dice san Pablo, «Cristo, nuestra Pascua,ha sido inmolado» (1 Cor 5,7). Jesús es «el Cordero in-molado» (Ap 5,6). El pan y el vino se convierten en susmanos en «su cuerpo y su sangre». Su cuerpo es, en efec-to, «entregado» y su sangre es «derramada» «por nosotros»,«en remisión de los pecados» (Mt 26,28; cf. 1 Cor 15,3),sello de una «nueva Alianza» que Jesús establece consus discípulos. Alianza concluida, la noche de una Pas-cua «última» y «nueva», con «los Doce», aunque tam-bién con todos aquellos que, a lo largo de la historia dela humanidad, acojan su invitación con fe.

MEDITATIO

El gesto de Jesús en aquella última Pascua suya cons-tituye la revelación máxima que nos hace de la esencia

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148 Pasion de Jesucristo segan Lucas La cena pascual 149

intima de Dios: su ser-caridad. Jesus, mientras a su al-rededor se desencadenan las llamas del odio homicida,parece no preocuparse de otra cosa mas que de sus dis-cfpulos. En vez de escapar o de organizar su propia de-fensa, da su cuerpo, da su sangre, se entrega a la muer-te. .Por que no se defiende? . Por que no se esconde nihuye? Porque el es la Vida, y la vida no puede morir. En-trega a sus discipulos el secreto de su vida, de su amor,de su set Les entrega el mandato de hacer memoria deel. Para que le recuerden no deja algo suyo, sino que sedeja todo el. La Iglesia vive de esta memoria del Senor,porque hacer memoria de el es hacerle presente, hacer-le vivo y operante en nuestra vida. Cristo, antes de mo-rir, nos dejo el «sacramentoD de su presencia: la euca-ristia. Cada uno de nosotros esta invitado a entrar en su«eucarisfiaD, en ()radon y ofrenda al Padre. Esto es par-ticipar en su cena, entrar en comuni6n con el. Precisa-mente dentro de la complejidad de nuestra vida, dentrode nuestras intrigadas jomadas, en las que perdemos aveces el sentido de lo que hacemos, Jesus nos dice,como a los discipulos, que ovayamosD y «preparemosDla sala grande del piso superior, porque el desea ardien-temente entrar en comunion con nosotros, desea dar-nos su vida, su set Esta sala es nuestra sala «interiorD,nuestra conciencia, nuestro centro, el ambito en el quenuestro yo se encuentra con el td de Dios. La invitaciones grande! Se trata de entrar en el misterio de Dios, quees tambien nuestro misterio, el misterio de nuestra fe.Hacer eucaristla es ensanchar los espacios de nuestravida cotidiana para entrar en los espacios de Dios,.en lafelicidad de Dios, en su modo de ser y de amar; es en-trar en una profunda unidad y comunion de vida conCristo para dejarnos transformar, para llegar a ser cadavez mas semejantes a el, cada vez mas «su cuerpoD. En-tremos, pues, en el «cenaculo de la historiaD, donde seconsuma el ser-amor de Dios, donde se encuentra el.pan de la vidao (Jn 6,35.48), el unico que puede trans-

formar nuestra vida, donde se realiza la comuniOn conel misterio de amor que da su sentido a la historia, quela dirige hacia la caridad.

ORATIO

Oh alta, eterna Trinidad, amor inestimable.Y asi como me das a ti mismo,comunicandome el cuerpo y la sangrede tu Hijo unigenito,en el que me das todo Dios y todo hombre,asi, amor inestimable,te pido que me comuniquesel cuerpo mistico de tu santa Iglesiay el cuerpo universal de la religion cristiana,porque en el fuego de tu caridadhe sabido que quieresque el alma se deleite de este alimento.Alta, etema Trinidad,amor inestimable,manifiestate tu y tu verdad a nosotrospor medio de su sangre,puesto que entonces vimos tu poder,que pudiste lavamos de nuestras culpasen aquella misma sangre;y nos manifestaste tu sabidurfa,que con el cebo de nuestra humanidad,con la que cubriste el anzuelo de la deidad,cogiste al demonio y le quitaste el seriorfoque tenf.a sobre nosotros.Esta sangre nos muestra tambien tu amor y tu caridad,pues solo por fuego de amor nos compraste de nuevo,aunque no tenlas necesidad de nosotros.Y asi nos manifestaste tambien tu verdad,que nos creaste para darnos vida etema.10h amor inestimable!

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Pasión de Jesucristo según Lucas La cena pascual 151

Te digo a ti, Padre eterno,te suplico,benignísimo Dios,que nos comuniques a nosotrosy a todos tus siervosel fuego de tu caridady dispongas a tus criaturaspara recibir el fruto de la oracióny de la doctrina, que se difundeny se deben difundir por tu luz y caridad(Catalina de Siena, Oración V, 18 de febrero de 1379).

CONTEMPLATIO

¿Ama el alma algo con más ardor que la verdad? ¿Dequé debe mostrarse ávido el hombre, con qué finalidadha de desear tener sano el paladar interior con el quejuzgar la verdad, sino para comer y beber la sabiduría,la justicia, la verdad, la eternidad? ¿Dónde tendrá lugaresto? Allí tendrá lugar de forma mejor, más verdadera ymás plena [...]. Sin embargo, ¿cómo conseguirá el hom-bre, hecho de carne, comprender la razón de que el Se-ñor llamara carne al pan? Llama carne al pan que lacarne no puede comprender. Los fieles demuestran co-nocer el cuerpo de Cristo si no se olvidan de ser el cuer-po de Cristo. Se convierten en cuerpo de Cristo si quie-ren vivir del Espíritu de Cristo. Del Espíritu de Cristovive sólo el cuerpo de Cristo. ¿Comprendéis, hermanosmíos, lo que digo? Tú eres un hombre, posees el espíri-tu y posees el cuerpo. Posees un espíritu invisible y uncuerpo visible. Ahora dime: ¿cuál es el principio vital detu ser? ¿Es tu espíritu el que vive de tu cuerpo, o es tucuerpo el que vive de tu espíritu? ¿Qué podrá responderquien vive -y quien no pueda responder, dudo que viva-,qué deberá responder quien vive? Es mi cuerpo el quevive de mi espíritu. Pues bien, ¿quieres vivir del Espíri-

tu de Cristo? Debes estar en el cuerpo de Cristo. ¿Acasomi cuerpo vive de tu espíritu? No, mi cuerpo vive de miespíritu, y el tuyo del tuyo. El cuerpo de Cristo no pue-de vivir más que del Espíritu de Cristo. Eso es lo quedice el apóstol cuando nos habla de este pan: «Pues si elpan es uno solo y todos participamos de ese único pan,todos formamos un solo cuerpo» (1 Cor 10,17). ¡Misteriode amor! ¡Símbolo de unidad! ¡Vínculo de caridad!Quien quiere vivir tiene dónde vivir, tiene de qué vivir.Que se acerque, crea, entre a formar parte del cuerpo yserá vivificado. No desdeñe pertenecer al conjunto delos miembros, no sea un miembro infectado que debeser amputado, no sea un miembro deforme del que hayque avergonzarse. Que sea bello, válido, sano, que per-manezca unido al cuerpo, que viva de Dios para Dios;que soporte ahora la fatiga en la tierra para reinar des-pués en el cielo (Agustín de Hipona, Comentario al evan-gelio de Juan, 26,6.10.13).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros» (Lc

22,19).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Sólo con la fuerza de la gracia puede ser liberada la natu-raleza de sus heridas, ser elevada a su verdadera pureza ydispuesta para acoger la vida divina. Y esta vida divina es lafuerza motriz íntima de la que brotan las obras de la caridad.Quien quiera mantenerla de manera perenne en él debe ali-mentarse continuamente en aquellas fuentes de las que brota sindescanso: los sacramentos, sobre todo el sacramento del amor.Quien visita al Dios eucarístico y se deja aconsejar por él en lo-

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152 Pasion de Jesucristo segun Lucas

dos sus necesidades, quien se deja purificar por la fuerza divi-na que procede del sacrificio del altar y se ofrece a si mismo alSalvador con este sacrificio, quien lo recibe en la comunion enlo alas intimo de su alma, se vera atraido de una manera ince-sante —incluso cada vez mas—, por la corriente de la vida divina,crecera en el cuerpo mistico de Cristo y su coraz6n se configu-rara segim el moclelo del corazon divino.

Cuando nos despertamos por la manana, los deberes y lastareas del dia quisieran inundarnos enseguida por todas partes(si es que no nos ha angustiado ya la Paz nocturna). Asoma decontinuo la pregunta inquieta: otamo puedo hacerlo todo enun dia? eCuando hare esto, cuando hare aquello? earno hacerfrente a este deber, coma emprendere aquel asunto?>>. Quisie-ramos levantarnos con impetu y tirarnos de cabeza a la activi-dad. Pero en ese momento es importante tomar las riendas y de-cirnos: jCalma! jPor ahora nada de todo eso! Mi primera horade la manana es del Senor. Despues hare frente al traba jo coti-diano que el me confia, y el me dara la gracia de realizarlo.Ahora me encamino al altar del Senor, donde no se trata solo demi y de mis mezquinos asuntos, sino del gran sacrificio de laredencion. En el debo participar, purificarme toda, Ilenarme desanta alegria y ponerme sobre el altar, con el sacrificio divino,a mi misma: todas mis obras y mis sufrimientos. Y cuando el Se-nor venga a mi en la santa comunion, le podre preguntar:4Que mandais hacer de mi?>> (santa Teresa). Y lo que, tras elsilencioso coloquio con el, se me presente como la tarea mas in-mediata, clara comienzo a mi trabajo. Si empiezo mi jornada la-boral de este modo, despues de la misa matutina, se produciraen mi un sagrado silencio y mi alma se vaciara de aquello quela inquieta y la fatiga, y se llenara, en cambio, de santa alegria,de anima y de energia. Y se ensanchara, porque ha salido de siy ha entrado en la vida divina. Como llama silenciosa, arde enella el amor que el Senor ha encendido y la impulsa a corres-ponderle con amor y a encenderlo en otros (E. Stein, La donna,ii suo compito second° la natura e la grazia, Roma 4 1 995, pp.64-65.150ss, passim [edicion espanola: La mujer, su naturalezay mision, Editorial Monte Carmelo, Burgos 2000]).

2

Los discursos de despues de la cena

(Lc 22,21-38)

21 Pero mirad la mano del que me entrega esta junto a inien esta mesa. " Porque el Hijo del hombre se va, segun lo dis-puesto por Dios, pero ay del hombre que va a entregarlo!

" Entonces ellos se pusieron a preguntarse unos a otrosquiet' de ellos era el que iba a hacer aquello.

" Tambien se produjo entre ellos una discusion sobre quiendebia ser considerado el mas importante. 25 Jesus les dijo:

- Los reyes de las naciones ejercen su dominio sobre ellas,y los que tienen autoridad reciben el nombre de bienhechores." Pero vosotros no debeis proceder de esta manera. Entre vo-sotros, el mas importante ha de ser como el menor, y el quemanda como el que sirve. " zQuien es mas importante, el quese sienta a la mesa o el que sirve? No es el que se sienta a lamesa? Pues bien, yo estoy entre vosotros como el que sirve." Vosotros sois los que habeis perseverado conmigo en mispruebas. 29 Y yo os hago entrega de la dignidad real que miPadre me entree, a mf,

30 para que comais y bebais a mi mesa

cuando yo reine y os senteis en tronos para juzgar a las docetribus de Israel.

Simon, Simon, mira que Satands os ha reclamado parazarandearos como al trigo. " Pero yo he rogado por ti, paraque tu fe no decaiga; y M, una vez convertido, confirma a tushermanos.

" Pedro le dijo:- Seiior, estoy dispuesto a ir contigo a la carcel y hasta la

muerte.

" Pero Jesus le contest&- Te aseguro, Pedro, que hoy mismo, antes de que cante el

gallo, habras negado tres veces que me conoces.

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Pasión de Jesucristo según Lucas Los discursos de después de la cena 155

" A continuación les dijo:

—Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿osfaltó algo?

Ellos contestaron:

—Nada.

" Jesús añadió:

—Pues, ahora, el que tenga bolsa que la tome, y lo mismo elque tenga alforja; y el que no tenga espada que venda su man-to y se la compre. " Porque os digo que debe cumplirse en mílo que está escrito: Lo contaron entre los malhechores. Puescuanto a mí se refiere toca a su fin.

" Ellos le dijeron:

—Señor, aquí hay dos espadas.

Jesús dijo:

—¡Es suficiente!

LECTIO

Tras el relato de la última cena, Lucas prosigue sunarración poniendo de relieve algunas actitudes de losdiscípulos que se manifiestan en contradicción con elespíritu de intimidad, comunión y servicio, significadoen el gesto solemne de la institución de la eucaristía yen las palabras de Jesús. Se refiere la traición de Judas,aunque Lucas no le nombra (vv. 21-23), la discusión so-bre quién debía ser el primero (vv. 24-27), el anunciopor parte de Jesús de la negación de Pedro (vv. 31-34) yel espíritu, en nada manso y remisivo, de los discípulos,que entienden mal las palabras de su Maestro (v. 38). Esevidente el contraste entre los sentimientos de Jesús ylos de sus seguidores.

En este fragmento Lucas nos refiere el discurso dedespedida de Jesús, su testamento. Aunque no tienenaquí la amplitud de la narración realizada por Juan, es-tas últimas palabras dirigidas por el Maestro a sus dis-cípulos también revisten una gran importancia, porque

están dichas en el contexto de la institución de la euca-ristía.

En primer lugar, se nos entrega el mandamiento delamor, que debe hacerse humildad y servicio (v. 26) aejemplo de Jesús. Éste se autodefine en relación con susdiscípulos y con toda la humanidad como «el que sirve»(v. 27), a pesar de su realeza (vv. 29ss). Lucas no nos ha-bla del lavado de los pies, aunque su mensaje tiene lamisma fuerza. Pablo recogerá este tema de la humildady del servicio de Cristo para brindárnoslo como modeloen la carta a los Filipenses (2,3-11).

Otro elemento importante que Lucas quiere poner derelieve en el discurso de despedida de Jesús es el del se-guimiento. Después de haber definido Jesús su persona,indica ahora los rasgos de sus verdaderos discípulos:son «los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas»(v. 28), es decir, los que le siguen hasta el final, con fi-delidad, incluso en la prueba de amor extrema. Laofrenda y el sacrificio de sí mismo, representados por lacruz, son la condición para participar en la fiesta de suReino (vv. 29ss).

MEDITATIO

Las últimas palabras de Jesús constituyen una ense-ñanza preciosa. Jesús se presenta a nosotros como unsiervo: «Yo estoy entre vosotros como el que sirve». Se tra-ta de una expresión que encierra todo el misterio de laencarnación y nos revela su amor humilde y atento ha-cia nosotros. Jesús no busca la gloria y el poder, no vie-ne a dominarnos, a someternos, a servirse de nosotros,sino para estar a nuestra completa disposición: ¡un Diosa mi completa disposición! Su vida, en efecto, se ha dis-pensado toda por mí. No buscó su interés, sino el mío.En el centro no estaba su vida, sino la mía: dio, en efec-

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to, su vida por ml, puso su propia vida al servicio de lamia. El ejemplo que me dio debe invitarme a hacer lomismo: tambien yo debo vivir mi vida, mi tiempo, comoun servicio a los otros. Decia el obispo Tonino Bello que,en nuestros dias, hay muchos dispuestos a limpiar loszapatos a otros para obtener algUn beneficio, pero no alavarles los pies como servicio gratuito. Tal vez sea youno de estos.

Jesus me propone una manera distinta de compor-tarme en el medio en que me encuentro. A menudo, enefecto, me dejo llevar por el espiritu de ambicion, corn-peticion, arrogancia, soberbia. Frente a los menestero-sos y a las demandas de los otros me siento tentado aencerrarme en mi egoism°, en una actitud de indiferen-cia. Con frecuencia me siento dispensado, me niego,hago valer lo que deberia ser un servicio debido o desa-rrollo mi profesion, mi trabajo, las tareas que me hansido asignadas, de mala gana. Debo reconocer tambienque mientras desarrollo algUn servicio a los otros, fre-cuentemente me propongo en secreto la afirmacion demi persona, busco el aplauso, alguna gratificacion.

Aunque no soy plenamente consciente de ello, debopreguntarme si por casualidad no sere yo de esos quetraicionan a Jesus, al no seguirle en este punto esencialde su mensaje. El hecho de ser con frecuencia comensalen el sacramento de la eucaristia, en que celebro el me-morial de mi Seiior, que ofrecio su vida por mi, me debeimpulsar a examinarme sobre mi incoherencia.

En el testamento que dejo a sus discipulos, Jesus meinvita a estar en medio de mis hermanos, en mi familia,en mi comunidad, como uno que sirve. Y esto vale siem-pre, sobre todo cuando ocupamos puestos de responsa-bilidad. iQue hello seria poder decir: <Aqui estoy, a vues-tra completa disposicion. Podeis contar conmigo»!

Nuestro mismo trabajo diario seria distinto silo hi-cieramos con espiritu de servicio, disponibilidad, hu-

mildad, entrega, con una actitud de alegria y amabili-dad.

°RATIO

Senor, que eres el amor, hazme comprender coin°amas tu. Hazme comprender cada vez mas la impor-tancia del amor al projimo para llevar una vida cristia-na autentica. Hazme mirar a los otros con benevolen-cia, de suerte que pueda descubrir todo el bien queesconden en ellos. Hazme participar de tu dulzura, a finde que me acerque al projimo con humildad. Haz bro-tar en mi la espontaneidad de la entrega, la solicitud ala hora de ayudar y servir a los otros. Impregname delperfume de tu bondad, para que se refleje en mi a tra-yes de un amor delicado y atento. Hazme acogedor conlos dolores y las alegrias de los otros, comprensivo ensus dificultades. Sosten mi paciencia y dame la fuerzanecesaria para olvidar inmediatamente todo lo que meMere o me irrita. Hazme amar al projimo con sinceridady hasta el fondo, como una entrega de mi mismo que nome haga retroceder nunca ante el sacrificio (J. Galot,Preghiere dopo la comunione, Sorrento 1976, p. 39).

CONTEMPLATIO

Dichoso el que soporta a su projimo en su fragilidadcomo querria que se le soportara a el si estuviese en unasituaci6n semejante. Dichoso el siervo que restituye to-dos los bienes al Senor Dios, porque quien se reservaalgo para si, esconde en si mismo el dinero de su SenorDios (cf. Mt 25,1 8), y lo que creia tener se le quitard.

Ved que diariamente se humilla (cf. Flp 2,8), comocuando desde el trono real (Sab 18,15) descendio al

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158 Pasión de Jesucristo según Lucas

seno de la Virgen; diariamente viene a nosotros él mis-mo en humilde apariencia; diariamente desciende delseno del Padre al altar en manos del sacerdote.

Dichoso el siervo que no se tiene por mejor cuando esengrandecido y enaltecido por los hombres que cuandoes tenido por vil, simple y despreciable, porque cuantoes el hombre ante Dios, tanto es y no más. ¡Ay de aquelreligioso que ha sido colocado en lo alto por los otros yno quiere abajarse por su voluntad! Y dichoso aquelsiervo que no es colocado en lo alto por su voluntad ydesea estar siempre a los pies de otros (Francisco deAsís, «Admoniciones», en Fuente franciscanas, 18, 1, 19).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Yo estoy entre vosotros como el que sirve» (Lc 22,27).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El amor activo es servicio. Intenta dar en cada momento, deuna manera incondicional, cualquier cosa que necesite algunapersona. Lo importante es hacer algo, por pequeño que sea, ydemostrar con nuestras propias acciones, dando nuestro propiotiempo, que amamos. A veces supondrá comprometerse en untrabajo físico, otras veces ofrecer apoyo espiritual a quien estáencerrado en su casa. Si alguien quiere medicinas, dale medici-nas; si necesita consuelo, consuélale.

Todos somos hijos de Dios, por eso es importante compartirnuestros dones. No te preocupes por saber el porqué de los pro-blemas del mundo; limítate a responder a las exigencias de lagente. Algunos me dicen que practicar la caridad reduce la res-ponsabilidad del gobierno con los menesterosos y los pobres. Nome preocupo de eso, porque los gobiernos, por lo general, noofrecen amor. Hago sólo lo que puedo: el resto no es asunto mío.

Los discursos de después de la cena 159

Dios ha sido muy bueno con nosotros, y las obras de amorson siempre un medio para acercarse a él. ¡Mira lo que hizo Je-sús durante su vida en la tierra! La pasó toda haciendo el bien.Recuerdo siempre a las hermanas que durante los tres años dela vida pública de Jesús estuvieron dedicados a asistir a los en-fermos, a los leprosos, a los niños, y eso es exactamente lo quehacemos nosotras, predicando el Evangelio por medio de nues-tras acciones. Servir es para nosotras un privilegio, y lo que in-tentamos dar es un servicio verdadero, ofrecido con todo elcorazón.

Nos damos cuenta de que lo que hacemos es sólo una gotaen el océano, pero éste sin aquella gota sería más pequeño (Ma-dre Teresa de Calcuta, II cammino semplice, Milán 1995, pp.62ss [edición española: Camino de sencillez, Nuevas Edicionesde Bolsillo, Barcelona 2000]).

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3Getsemani

(Lc 22,39-53)

" Despues salio y fue, como de costumbre, al monte de losOlivos. Sus discipulos lo siguieron. 40 Al llegar alli, les dijo:

—Orad para que poddis hacer frente a la prueba.4 ' Se alejel de ellos como un tiro de piedra, se arrodillo y

estuvo orando asi:42 —Padre, si quieres aleja de mi esta copa de amargura;

pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Entonces se le aparecio un angel del cielo, que lo estuvoconfortando. 44 Preso de la angustia, oraba mas intensamente,y le entre) un sudor que chorreaba hasta el suelo, como Si fue-ran gotas de sangre.

45 Despues de orar, se levanto y fue adonde estaban sus dis-cipulos. Los encontro dormidos, pues estaban rendidos por latristeza. 46 Entonces les dijo:

—z0:5mo es que estais durmiendo? Levantaos y orad, paraque poddis hacer frente a la prueba.

' Min estaba Jesus hablando, cuando apareciO un tropel,encabezado por uno de los Doce, llamado Judas, que se acer-cO a Jesus para besarlo. 48 Jesus le dijo:

—Judas, icon un beso entregas al Hijo del hombre?49 Viendo los suyos lo que se avecinaba, le dijeron:

—Senor, zsacamos la espada?

" Y uno de ellos ataco al criado del sumo sacerdote y le cor-to la oreja derecha. 5 ' Pero Jesus dijo:

- Dejadlos !

Y, tocando la oreja, lo curd,: 52

Y a los que venian contra el

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162 Pasión de Jesucristo según Lucas Getsemaní 163

-jefes de los sacerdotes, autoridades del templo y ancianos-les dijo:

-Habéis venido a prenderme con espadas y palos, como sifuera un ladrón. " Todos los días estaba con vosotros en eltemplo, y no me pusisteis las manos encima; pero ésta esvuestra hora: la hora del poder de las tinieblas.

LECTIO

Los acontecimientos comienzan en el monte de losOlivos: Lucas no lo llama «Getsemaní», del mismomodo que tampoco usará el topónimo «Gólgota» (v. 33).Jesús y los suyos (22,37) frecuentaban habitualmenteaquel lugar para pernoctar en él. Judas lo conocía bien(cf. Jn 18,2), pero no así la gente armada que capturaráa Jesús, tras ser guiada por el traidor (v. 47). Lucas nollama a ningún apóstol por su nombre, mientras que enMarcos y Mateo se menciona a tres, los que habían sidotestigos de la transfiguración. Jesús afronta aquí solo subatalla (v. 41).

Al mismo tiempo, intenta asociar a sus discípulos almomento de la «tentación» (vv. 40 y 46), sin pedir com-prensión ni solidaridad, sino intentando advertirles deque la situación «agónica» también les afecta a ellos. Lahora de la prueba es de todos: Maestro y discípulos. Losresponsables de las primeras comunidades cristianas, alos que va destinado el evangelio de Lucas, debieron desentirse implicados. El «hacer frente a la prueba» atenúaen cierto modo el «no nos dejes caer en la tentación» deLc 11,4 (--= Mt 6,13), pero subsiste una petición -«orad»-fundamental en la plegaria dirigida al Padre.

Jesús es el primero en vivirla, luchando en la oracióncontra la angustia. Lucas describe la situación con unaintención parenética, exhortativa: así como Jesús es elmodelo mismo del luchador, del hombre piadoso y jus-to que combate para ser fiel al designio de Dios, así tam-

bién los discípulos están llamados a seguirle llevando lacruz. Sin embargo, para ellos, la «tristeza» (v. 45), juntocon el abatimiento y el sufrimiento, es más fuerte: duer-men.

La «copa de amargura» que Jesús quisiera no beberes una imagen dura, veterotestamentaria, de la santacólera de Dios (Sal 75,9; Is 51,17-23; Jr 25,15; pero tam-bién Ap 14,10; 15,7; 16,19), entrevista ya en un diálogocon los discípulos (cf. Mc 10,38) donde aparece asocia-da, casi como sinónima, a un «bautismo»: está aquípara afrontar la prueba, hasta el final. Los vv. 43ss —elconsuelo traído por el ángel y el sudar sangre- estánomitidos en muchos manuscritos importantes: para nodar cancha a ciertas herejías, se pretendía evitar pre-sentar a un Jesús demasiado humano. ¿Cómo podía serconsolado por un ángel alguien que es superior a losángeles (cf. Col 1,16 y Heb 1,4)? ¿Cómo podía sudarsangre el Hijo de Dios? Por otra parte, los ángeles estánpresentes al final de las tentaciones en el desierto (cf.Mc 1,13 y Mt 4,11); aquí, sin embargo, el consuelo an-gélico, si bien sostiene a Jesús, no le quita la angustia,que incluso crece. El sudor mezclado con sangre (¿unahemorragia violenta?) es síntoma de un trauma excep-cional.

El encuentro con Judas tiene un carácter propio enLucas: Jesús bloquea al traidor y le apostrofa. No sedice que se dé el beso. Jesús sale con un reproche dolo-rido que recuerda la frase amarga pronunciada durantela cena: «La mano del que me entrega está junto a mí enesta mesa» (v. 21). Los discípulos intentan defender a Je-sús para impedir que sea arrestado; tras el arresto, no sehace ninguna alusión a su huida (cf. Mc 14,50): Lucaslos dispensa. Jesús cura al siervo herido, en coherenciacon su rechazo de la violencia (cf. 6,29) y con su amor alos enemigos (cf. Lc 6,27). Se presenta como alguienque domina la situación con grandeza de ánimo.

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164 Pasi6n de Jesucristo segan Lucas Getsemani 165

«Como si fuera un ladrono (v. 52): es el termino (grie-go) usado para designar a los salteadores en la parabo-la del buen samaritano (Lc 10,30) y lo encontramostambien en Marcos y Mateo para designar a los dos cm-cificados y en Juan para referirse a Barrabas. Sin em-bargo, Jesus no es ni un jefe de bandidos ni un revolu-cionario zelota. Es alguien que esta con la gente en eltemplo (cf. 20,1; 21,1.37). El poder de las tinieblas, la«horao de los enemigos de Jesus, subraya que el verda-dero desencuentro es el que se produce entre las tinie-blas y la luz, con el triunfo provisional de Satands, queya ha entrado en Judas (22,3) y esta sobre los discipulos(22,31), y que ahora se ha hecho uno con los que hanvenido a capturar a Jesus.

MEDITATIO

Lo que sucede en el huerto de los Olivos es descon-certante; por un lado, esta la doble reacciOn de Jesus,que experimenta en si mismo, con una violencia inau-dita, la angustia de quien sabe lo que le espera, pero, almismo tiempo, se revela perfectamente dueiio de si mis-mo, capaz de no dejarse hundir por el acoso de los he-chos y, aunque alejado de cualquier figura de oheroe.,capaz tambien de perseverar con fidelidad absoluta enla ofrenda de su propia vida al designio del Padre.

Por otro lado, esta el modo descompuesto, incierto ycasual con que se comportan los discipulos, hundidostal vez por la precipitacion de la situacion. Con fre-cuencia, es tambien esta nuestra condicion personal enacontecimientos particulares o prolongados en los queexperimentamos lo que significa ser qtentados.: cuandonos sorprenden dificultades imprevistas o de una dura-ci6n intolerable. Nos resulta muy dificil «reconocerlasDcomo pruebas mientras se presentan ante nosotros consu brutalidad sin sentido. Primero, el instinto y, despues,

la agitacion de los diferentes estados de &limo por losque pasamos, nos llevan a debatirnos, a proceder de unamanera irracional, recurriendo a soluciones precariasque, a menudo, no nos llevan a ninguna parte. Es unaenorme gracia conseguir levantar al menos un poco lacabeza y mirar mas arriba: abrir el evangelio; dejarnosdecir algo sobre la vida de Jesus y de aquellos que, bieno mal, le han seguido; aceptar que el consuelo del Espi-ritu no sea confundido con el final del sufrimiento, sinoque nos invada como una energia interior para regir yexplorar el sentido de la prueba, el misterioso designiode Dios sobre nuestra vida; sentirnos asi comparierostanto de Jesus como de sus discipulos, de sus respecti-vas angustias, de su perplejidad, de sus laceraciones eintentos de fuga (a buen seguro, no somos mejores quelos seguidores del Maestro). Experimentar, sin embar-go, intimamente, la proximidad del Salvador -no la deun ser imaginario, sino la del Hijo del hombre que sabelo que estamos viviendo-. Al menos en los momentos demayor calma, ponderar las cosas, compararnos con estanarracion, que tiene la insospechable capacidad de im-plicarnos; intentar entrar en dialog() con el Senor Jesus,dejando resonar en nosotros sus palabras que nos hansido transmitidas, y responderle personalmente. No te-ner miedo de sentirnos del lado de los discipulos y delmismo Judas, proyectando una mirada lucida sobrenuestra endemica debilidad, capaz de todo. No conside-rarnos improvisados espadachines torpes y un tantopresuntuosos, sino acoger con docilidad la invitacion deJesus a orar para no .quedarnos dentro., atrapados enla prueba experimentada sin reaccionar. El mismo Je-sus que se deja apresar sin dar explicaciones a los dis-cipulos, haciendoles intuir con su aceptacion que nopretende desistir de su determinacion de .cumplir la vo-luntado de un Padre que, mas alla de cualquier aparien-cia humana, le ama.

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166 Pasión de Jesucristo según Lucas Getsemaní 167

ORATIO

Señor, en mí está la oscuridad; en ti, en cambio, laluz. Estoy solo, pero tú no me abandonas. No tengo áni-mo, pero tú eres mi ayuda. Estoy inquieto, pero en ti seencuentra la paz. En mí está la amargura, en ti la pa-ciencia. No comprendo tus caminos, pero tú sabes cuáles el mío (D. Bonhoeffer).

CONTEMPLATIO

Jesús sufre en su Pasión los tormentos que le infligenlos hombres, pero en la agonía sufre los tormentos quese da a sí mismo: «turbare semetipsum». Es un supliciode una mano no humana, sino omnipotente, y hay queser omnipotente para soportarlo.

Jesús busca algún consuelo por lo menos en esos tres.amigos, los más queridos, pero duermen; les ruega quese mantengan un poco con él, pero le dejan con unacompleta negligencia y tan poca compasión que no fuecapaz de impedirles dormir ni un solo momento. Y, así,Jesús se quedó solo, abandonado a la cólera de Dios.

Jesús está en la tierra solo, sin nadie que no sólo sien-ta y comparta su pena, sino ni tan siquiera que la co-nozca: sólo el Cielo y él tienen este conocimiento.

Jesús está en un jardín no de delicias, como el primerAdán, en el que se perdió todo el género humano, sinoen un jardín de suplicio, donde se salvó él y todo el gé-nero humano.

Sufre esta pena y este abandono en el horror de lanoche.

Creo que Jesús solamente se ha quejado esta únicavez, pero se quejó como si no hubiera podido contenersu excesivo dolor: «Mi alma está triste hasta la muerte».

Jesús busca compañía y alivio por parte de los hom-bres. Creo que esto es algo único en toda su vida. Perono lo encuentra, porque sus discípulos duermen.

Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo: no hayque dormir durante este tiempo (B. Pascal, Pensamien-tos, 553).

ACTIO

Cuando Ignacio de Loyola llega a la meditación de laPasión en sus Ejercicios espirituales, dice al ejercitante:«La sexta se mudará no procurando de traer pensa-mientos alegres, aunque buenos y sanctos, así como sonde resurrección y de gloria, mas antes induciendo a mímismo a dolor y a pena y quebranto, trayendo en me-moria freqüente los trabajos, fatigas y dolores de Chris-to nuestro Señor, que passó desde el puncto que nascióhasta el misterio de la passión en que al presente me ha-llo» (Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales, 206).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Quien sufre sin límites comienza siempre creyendo que hasido abandonado por Dios. Quien en su dolor clama, mezclafundamentalmente su voz al unísono con el clamor de Jesús ensu muerte. Pero entonces Dios no es sólo el interlocutor ocultopor el que el hombre clama, sino, en el más profundo sentido,el Dios humano que clama en él y con él y que se presenta consu cruz por el hombre allí donde éste enmudece en su tormento.Quien sufre no protesta sólo contra su destino: sufre porque vive,y está vivo porque ama. Quien ha dejado de amar ha dejadotambién de sufrir; para él, la vida se ha convertido en algo in-diferente. Cuanto más ama el hombre, tanto más vulnerable es,ya que el hombre es vulnerable en la medida en que es capazde felicidad, y viceversa. Esto podría ser calificado como la dia-

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168 Pasion de Jesucristo segan Lucas Getsemani 169

lectica de la vida humana. El amor vivifica y hace mortal. La vi-talidad de la vida y la mortalidad de la muerte se experimentanen ese inter& por la vida que Ilamamos amor.

El Dios teista es pobre. No puede sufrir porque no puedeamar. Pero el ateo que protesta, vive a su vez en una situaciOndesesperada: desemboca en el sufrimiento porque ama; pero, almismo tiempo, protesta contra el sufrimiento, y por ello contra elamor, que le arrastra hacia el sufrimiento. aComo puede uno, apesar de la desilusion y de la muerte, permanecer en el amor?La fe que surge de aquel acontecimiento de Dios en la cruz noresponde a la pregunta del sufrimiento con una explicacion teis-ta de por que tiene que ser asi; pero tampoco responde con unmero gesto de protesta, sino haciendo retornar al amor deses-peranzado a su propio origen: «Quien permanece en el amor,permanece en Dios, y Dios en el>> (1 in 4,17). Alli donde loshombres sufren porque aman, Dios sufre en ellos. Alli dondeDios ha sufrido la muerte de Jes6s, demostrando asi la fuerza desu amor, encuentran tambien los hombres la fuerza para sopor-tar el aniquilamiento y para «aferrarse a lo mortal>> (Hegel). He-gel Ilamaba a todo esto la vida del espiritu: «La vida del espiri-tu no es la vida que se atemoriza ante la muerte y se conservapura de la devastacion, sino que las soporta y permanece enellas>>. Quien Ilega al amor y, a tray& del amor, al sufrimiento,experimentando la mortalidad de la muerte, entra tambien en la«historia de Dios>>. Si reconoce que su abandono ha sido supe-rado en el abandono de Cristo, puede permanecer en el amor,en comuni6n con la entrega de Cristo. Para Hegel, la compren-sion trinitaria de Dios hacia posible 6nicamente el conocimientode la cruz de Cristo como «historia de Dios>>: «Esto es, para lacomunidad, la historia de la apariciOn de Dios; esta historia eshistoria divina, a troves de la cual ha Ilegado a la conciencia dela verdad. A partir de aqui surge la conciencia y el conocimien-to de que Dios es uno y trino. La reconciliacion en Cristo, en laque se cree en y por Cristo, no tiene sentido alguno si Dios noes conocido como el uno y trino>>. El acontecimiento de la cruz seconvierte, para la fe liberada y amorosa, en una historia de Diosque abre futuro, cuyo presente se llama reconciliacion con el do-lor del amor y cuyo futuro es el amor en su propio mundo, libreya de angustia y opresiOn. La historia de la pasion del mundo hasido asumida en la «historia de Dios>> a troves de la historia de la

pasion de Cristo. «En este sentido, Dios es el gran compafiero, elque sufre en confraternidad, el que comprende>> (Whitehead).Desde el punto de vista de la Trinidad, Dios es tan inmanente a lahistoria como trascendente al mundo; El es (expresado con unaimagen insuficiente) en cuanto Padre trascendente, en cuantoHijo inmanente y en cuanto Espiritu apertura previa de un futu-ro a la historia. Si comprendemos a Dios asi, entenderemosnuestra propia historia, la historia del sufrimiento y de la espe-ranza de la humanidad, como «historia de Dios>>. MOs alio de lasumision teista y de la protesta atea, es Osta la historia de la vida,porque es la historia del inter& por la vida, la historia del amor(J. Moltmann, «El "Dios crucificado". El moderno problema deDios y la historia trinitaria divina>>, en Concilium n`2 76, junio1 972, p. 347).

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4El proceso judío

(Lc 22,54-71)

" Después de prenderlo, lo llevaron hasta la casa del sumosacerdote. Pedro lo seguía de lejos. " Habían encendido fuegoen medio del patio, y Pedro se sentó entre los que estaban al-rededor de la lumbre. " Una sirvienta lo vio sentado junto alfuego, lo miró fijamente y dijo:

-También éste andaba con él.57 Pedro lo negó, diciendo:-No lo conozco, mujer." Poco después otro, al verlo, dijo:-Tú también eres de ellos.Pedro dijo:-No lo soy." Transcurrió más o menos una hora, y otro afirmó ro-

tundamente:-Es verdad, éste andaba con él, porque es galileo.60 Entonces Pedro dijo:-No sé de qué me hablas.E inmediatamente, mientras estaba hablando, cantó un ga-

llo. " Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro. Pedro seacordó de que el Señor le había dicho: «Hoy mismo, antes deque el gallo cante, me habrás negado tres veces»; " y saliendoafuera, lloró amargamente.

63 Los que custodiaban a Jesús se burlaban de él y lo gol-peaban. " Le habían tapado los ojos y le preguntaban:

- ¡Adivina quién te ha pegado!65 Y le decían otras muchas injurias.

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172 PasiOn de Jesucristo segzin Lucas El proceso judio 173

Cuando se hizo de dia., los ancianos del pueblo, los jefesde los sacerdotes y los maestros de la ley se reunieron, lo Ile-varon al sanedrin 67 y dijeron:

—Si tit eres el Mesias, dinoslo.

Jesus les dijo:

—Si os lo digo, no me vais a creer; 68 y si os hago preguntas,no me vais a contestar. 69 Pero desde ahora el Hijo del hombreestarci sentado a la derecha de Dios todopoderoso.

'° Entonces todos le preguntaron:

—Luego zeres tit el Hijo de Dios?

Jesus les respondi6:

—Vosotros lo decis: yo soy.

" Ellos dijeron:

- necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismoslo hemos oido de su boca.

LECTIO

Segun la version de Lucas, Jesus estuvo en la casa delsumo sacerdote, Caifas, durante toda la noche, hastadespues del canto del gallo (v. 60), al despuntar el dia.(v. 66). Esto hace plausible el hecho de que Pedro rene-gara de Jesus en su presencia y que Jesus, a su vez, lemirara intensamente (v. 61), aunque en un primer tiem-po Pedro hubiera seguido los acontecimientos G de lejos.(v. 54), como haran los conocidos y las mujeres de Gali-lea en el Calvario (23,49). Lucas, tambien en este caso,aunque documentando su negaciOn, intenta proteger aldiscipulo, evitando hacerle imprecar y perjurar (cf. Mc14,71). Si Pedro rompe a llorar, debemos setialar que, alo largo de toda la Pasion, Jesus suda sangre, grita agrandes voces, pero no llora. Invitard a las mujeres deJerusalen a llorar por si mismas y por su ciudad(23,27ss). Llora, en cambio, Maria Magdalena en latumba. Los maltratos padecidos por Jesus forman par-te, desgraciadamente, de la practica habitual de los que

controlan al prisionero: vulgar pasatiempo del cuerpode guardia, juego estupido y cruel (Jesus, al no conocera sus torturadores, no puede adivinar quien le ha gol-peado). En filigrana, aparece clara la figura del Siervode YHWH (cf. Is 52,13-53,9). La confrontacion entreJesus y los ancianos, los sacerdotes y los maestros de laley no tiene nada de un verdadero proceso. Falta todoaparato juridic°, no hay testigos ni se dicta ningunasentencia. Se trata solo de un encuentro-desencuentro,de hacer hablar a Jesus para poder acusarle ante Pilatoy tranquilizar a la muchedumbre. Jesus no se hace ilu-siones sobre el desenlace del rapid() debate: sabe que ladecisiOn ya esta tomada y se expresa en consecuencia.Jesus, citando el Sal 110,1, anuncia de forma clara suinminente glorificacion en su Pasion-muerte. Esta es laverdad profunda, la que se encuentra en el origen del re-chazo que se le opone: el es el Mesias, el Hijo del hom-bre a la derecha de Dios, el Hijo de Dios. El mismo re-tomard el tema con los discipulos en el camino a Emans(24,26). En este punto, los jefes de los judios pueden en-tregar a Jesus a Pilato, esperando que le condene. Con-cluido el asunto, Pilato lo volvera a entregar a los judi-os para que ejecuten la condena (23,25).

MEDITATIO

Lo que paso verdaderamente en el corazon de Pedroaquella &la noche y en aquel maldito patio, donde esta-llan todas sus contradicciones, no es facil de descifrar.El es el imico de los discipulos del que sabemos que semovio y que estaba presente alli y en aquel momento,cerca de Jesus. Juega con el peligro y, al mismo tiempo,no le importa abandonar al Maestro. Ahora bien, a laprimera alusion, por la que comprende que se arriesgaa verse implicado como amigo del arrestado, salta en elun instinto de defensa que, si bien es completamente

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Pasión de Jesucristo según Lucas El proceso judío 175

comprensible, desencadena, no obstante, una serie denegaciones que acaban por arrollarle: «No lo conozco,mujer». «No lo soy». «No sé de qué me hablas». El mie-do, hace que le tiemblen las piernas y anula en él cual-quier otro sentimiento, cualquier sentido de fidelidad ycoherencia. Sólo quien ha pasado por situaciones aná-logas puede darse cuenta de este tipo de reacciones. Latradición evangélica, oral y escrita, no tiene palabraspara expresar su estupor: refiere los hechos sin comen-tarios. Sin embargo, Lucas, el evangelista del corazóngrande y bueno, recoge y atestigua para nosotros la úni-ca reacción posible, verdadera, genuina: la de Jesús, apocos pasos del corrillo del que formaba parte Pedro.Una mirada que sólo podemos imaginar. La mirada quecada uno de nosotros teme -o, tal vez, espera-. Jesúsaparece, en los diferentes relatos de la Pasión, decididoa usar la palabra de manera parsimoniosa; aquí callapor completo; sin embargo, se comunica con una inten-sidad difícil de medir. A Pedro le resulta imposible pro-nunciar cualquier palabra. Decide quitarse de en medio(«salió afuera»), abandonar ese lugar de inútiles desafí-os y de rudas derrotas, desaparecer de la escena, ahorainútil y colmo de amargura. Y él, el duro («Señor, estoydispuesto a ir contigo a la cárcel y hasta la muerte»:22,33), se hunde en un estallido de llanto: ya nunca seráel de antes. La mirada indescriptible del Señor hace pa-sar al discípulo desde la más vergonzosa de las negacio-nes a una conciencia nueva y a una nueva fidelidad: lade una vida dedicada ahora, sin reserva alguna, al Evan-gelio. Si éste fuera también siempre nuestro modo de ser,de vivir y de reaccionar frente a nuestras malas acciones,a nuestras rupturas con el Señor -en vez de hacer comosi nada, en vez de tergiversar o intentar dar la vuelta ala situación en nuestro favor-, el hecho grave acaecidoen el patio de Caifás llegaría a su sentido pleno, estaríacargado de salvación también para nosotros, como Je-sús pretendió que fuera y tal como Pedro lo vivió.

Ahora los hechos se precipitan: Jesús, al callar, no dasatisfacción alguna a los esbirros y, con pocas respuestas,libera a sus acusadores de la fatiga de un largo interro-gatorio. Asume ahora lo ineluctable y se entrega. El jue-go está claro: es preciso avalar toda la operación por laautoridad romana; el resto será mucho más sencillo. Nonos cansemos de sondear, de una manera humilde, perocon enorme afecto, las actitudes interiores de Jesús eneste punto, un punto en el que Jesús no puede esperar-se otra cosa y en el que, sin embargo, no desiste de sudeterminación de «beber la copa», según el designio delPadre. No se trata de llevar a cabo un puro ejercicio deimaginación, sino de estar con él, de su parte, en sinto-nía -ciertamente, no para ponernos en su mismo plano,sino para intentar modelar nuestro corazón a partir delsuyo-. Tal vez así muchas situaciones concretas denuestra vida se iluminarían y así nos volveríamos máscapaces de hacerles .frente según Dios.

ORATIO

Por tu cuerpo, dejado a los pecadores;por tu cuerpo, roto como un pan;bendito seas, Señor Jesús.Tu cuerpo divino, que da cuerpo a tu pueblo;tu cuerpo divino, que vivifica a todo hombre;bendito sea, Señor Jesús.Por tu cuerpo, envilecido y triste;por tu cuerpo, encerrado en la noche;bendito seas, Señor Jesús.Tu cuerpo divino, donde reviven los muertos;tu cuerpo divino, donde renace el día;bendito sea, Señor Jesús.Por tu cuerpo, sin belleza alguna;por tu cuerpo, ahora todo él una llaga;bendito seas, Señor Jesús.

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Pasion de Jesucristo segtin Lucas El proceso judio 177

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

CONTEMPLATIO

elAsi es como se sigue al maestro, negando ser disci-pubo suyo? elAsi es como se da la vida por el Senor,echandose atras por miedo a la voz de una cria-da? Peroe; hay que maravillarse de que Dios haya predicho la ver-dad y el hombre se haya engatiado por su propia cuen-ta? Sin embargo, ante el apostol Pedro, que empiezaahora a negar a Cristo, debemos observar que niega aCristo no solo quien dice que el no es Cristo, sino tam-bier' aquel que, siendo cristiano, dice que no lo es. Enefecto, el Setior no dijo a Pedro: «Tii negards que eres dis-cipulo mio, sino simplementeD: «Me negarcisD. Por consi-guiente, Pedro nego a Cristo al negar que era discipulosuyo. Ahora bien, i.que otra cosa ha hecho de este modo,sino negar que era cristiano? Fueron muchos, a con-tinuacion, y no solo jovenes de ambos sexos -de los queparece legitimo esperar fuerza de animo-, sino tambienniiios y niñas, y un ejercito incalculable de santos mar-tires, con fortaleza y violencia, los que entraron en el Rei-no de los Cielos, demostrando que eran capaces de hacerJo que no fue capaz de hacer aquel que habia recibido delSenor las Haves del Reino de los Cielos (Agustin de Hipo-na, Comentario al evangelio de Juan, 113, 2).

ACTIO

Recorramos de nuevo en el espiritu, con el Seilor Je-Kis, las palabras luminosas de un gran cristiano (DagHammarskjoeld): «No busques la muerte. Ella te en-

La conflictividad es intrinseca al amor de Jests desde el mo-mento en que concibe su universalidad desde el lugar concretodel oprimido. Si el amor de Jestis fue para todos, su realizacionconcreta le supuso estar en un primer momento con los oprimi-dos y contra los opresores, precisamente por querer humanizara todos ellos, hacer de todos ellos hermanos ya en la historia yverificablemente. Y esta conflictividad intrinseca explica tambienla conflictividad extrinseca que le sobreviene a la praxis delamor de Jests en forma de polemica, rechazo, persecucion ymuerte, como atestiguan todos los evangelios. Y de esta formatambien se muestra historicamente la dimension gratuita delamor de Jest'is, que no se opone a la eficacia, sino que surgecuando el poder del mundo arremete contra un amor eficaz, yeste se mantiene aunque su eficacia no sea ya claramente pal-pada.

Esta praxis concreta del amor, con estas caracteristicas, mues-tra el discernimiento realizado por Jess en su busqueda de lavoluntad de un Dios que es amor parcializado. Y a tray& de esapraxis aparecen tambien algunas caracteristicas formales de esediscernimiento que convergen con la realidad del Dios mayor.

Desde este punto de vista formal hay que afirmar, en primerlugar, que Jesiss no solo discierne puntualmente —no es eso lo masimportante—, sino que su discernimiento tiene un proceso histori-co. El que Dios sea mayor no se le presenta a Jess desde unaconsideracion puntual de su trascendencia, sino a troves del pro-ceso de su praxis del amor. De ahi que su vida pose por diver-sas etapas no solo cronologicas, sino tambien teologicas, y quese deba hablar de una qconversion>> de Jesus, pues no absoluti-za como eternamente volida aquella forma determinada de ha-cer el Reino y de corresponder al Padre, tal como se le presentaen la primera etapa de su vida. Y a la historicidad del discerni-miento de Jesus le compete tambien su disponibilidad para elriesgo, para tomar una opcion en la oscuridad, pues sabia que

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Pasión de Jesucristo según Lucas

más peligroso que caer en el error era interrumpir el mismo pro-ceso .de discernimiento (J. Sobrino, Jesús en América Latina. Susignificado para la fe y la cristología, Sal Terrae, Santander3 1 995, pp. 216ss).

5Jesús ante Pilato y Herodes

(Lc 23,1-25)

' Entonces se levantaron todos, llevaron a Jesús ante Pila-to 2 y se pusieron a acusarle diciendo:

- Hemos encontrado a éste alborotando a nuestra nación,impidiendo pagar tributos al césar y diciendo que él es el Me-sías, el Rey.

3 Pilato le preguntó:

- ¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús le contestó:- Tú lo dices.4 Pilato dijo a los jefes de los sacerdotes y a la plebe:- No encuentro culpa alguna en este hombre.

Pero ellos insistían con más fuerza:- Va soliviantando al pueblo con su predicación por toda

Judea, desde Galilea, donde empezó, hasta aquí.

Al oír esto, Pilato preguntó si Jesús era galileo. ' Y al cer-ciorarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo envió,aprovechando que también Herodes estaba en Jerusalén poraquellos días

Herodes se alegró mucho de ver a Jesús, porque hacíabastante tiempo que deseaba conocerlo, ya que había oídohablar mucho de él y esperaba verle hacer algún milagro. 9 Lehizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió absoluta-mente nada. ' 8 Estaban también allí los jefes de los sacerdotesy los maestros de la ley acusándolo con vehemencia. " Hero-des, secundado por sus soldados, lo despreció, se rió de él, lepuso un vestido de color llamativo y se lo devolvió a Pilato.12 Aquel día, Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues anteshabían estado enemistados.

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" Pilato convoco a los jefes de los sacerdotes, a los dirigen-tes y al pueblo, ' 4 y les dijo:

-Me habeis traido a este hombre acusandolo de alborotaral pueblo; lo he interrogado delante de vosotros y no lo heencontrado culpable de ninguna de las acusaciones que le ha-ceis; " y tampoco Herodes, pues ha vuelto a mandarlo aqui. Esevidente que no ha hecho nada que merezca la muerte. " Portanto, despues de castigarlo, lo soltare.

Entonces empezaron a gritar todos a una:

- Mata a este y sueltanos a Barrabas!

' 9 El tal Barrabas estaba en la carcel por haber tornado par-te en una sedicion ocurrida en la ciudad y por un homicidio.

" De nuevo Pilato intento convencerlos de que debia soltara Jesus. 2 ' Pero ellos gritaron:

- Crucificalo! Crucificalo!

" Por tercera vez les dijo:

- e. Que mal ha hecho este? No he encontrado nada en elque merezca la muerte. Por tanto, despues de castigarlo, losoltare.

23 Pero ellos insistian a grandes voces, pidiendo que lo cru-cificara, y sus gritos se hacian cada vez mas violentos. " En-tonces Pilato decidio que se hiciera como pedian. " Soho alque habian encarcelado por sedicion y homicidio, es decir, alque habian pedido, y les entree> a Jesus para que hicieran conel lo que quisieran.

LECTIO

Jesus ya ha sido declarado culpable por el judaismooficial, el sanedrin de Jerusalen (Lc 22,71). Sin embar-go, por ser Judea una provincia romana, la condena amuerte dictada por la autoridad local debia ser ratifica-da por el representante de Roma. Por eso, una vez di-suelta la sesion del sanedrin (23,1), los sacerdotes, losancianos y los maestros de la ley llevan a Jesus ante Pi-lato, el gobernador romano. Su denuncia contiene tresacusaciones, graves desde el punto de vista politico (v. 2).La primera: JesUs subleva al pueblo, o sea, lo pervierte,

lo aparta de sus deberes, lo lleva a otro lugar. Es la ra-bia de quien ve amenazado su propio poder. La segun-da acusaci6n: Jesils instiga a la gente a no pagar los tri-butos al cesar. Los escribas y los sumos sacerdotes yahan intentado coger a Jesus en fallo en este capitulo y,al narrar el episodio, Lucas (Lc 20,20-26) ha puesto demanifiesto, mejor que los otros evangelistas, la maliciacon la que ha sido hilvanada la discusion. La terceraacusaciOn, la Unica que Pilato toma en consideracion,es la pretension de Jesus de ser el Mesias, el Cristo rey.A la pregunta de Pilato responde Jesus reconociendoque es el rey de los judios, y este sera el titulo de su con-dena (v. 38). La intenciOn del evangelista Lucas apareceal descubierto desde el principio: el proceso politicoante Pilato es, en realidad, el proceso del reconocimien-to de la identidad de Jesus. Y el relato esta tejido sobrela trama de la inocencia de Jesus. Esta inocencia, afir-mada tres veces por Pilato y confirmada asimismo porHerodes, es como el estribillo que acompasa toda la sec-cion. Pilato, al comprobar que Jesus era galileo, decideenviarle a Herodes, una fase del proceso que solo apare-ce en el relato de Lucas. Herodes Antipas, hijo de Hero-des el Grande, que habia recibido Galilea como herenciade su padre y la gobernaba con el titulo de tetrarca, yaha aparecido dos veces a lo largo del evangelio de Lucas(cf. Lc 9,9; 13,31). Herodes se alegra sobremanera al vera Jesus (v. 8). Sin embargo, su interes es fruto de una cu-riosidad trivial por alguien de quien espera milagros,pero no esta dispuesto a implicarse personalmente.

JesUs calla. Como el Siervo de Yffwx, cordero mansollevado al matadero, no abre la boca (Is 53,7). La curio-sidad decepcionada se transforma entonces en insultosy escarnios. Herodes, tras ponerle un vestido de colorllamativo, precisamente el de «candidatoD a rey, lo enviade nuevo a Pilato. Este pronuncia su segunda declara-cion de inocencia (v. 14), pero el pueblo, con los sumossacerdotes y los dirigentes, pide la liberacion de Barra-

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Pasión de Jesucristo según Lucas

bás, mientras que respecto a Jesús empiezan a gritar:«¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!». Pilato, tras reconocer portercera vez la inocencia de Jesús (v. 22), lo entrega a suvoluntad.

MEDITATIO

El sanedrín conduce a Jesús a casa de Pilato, y éste loenvía a casa de Herodes, el cual lo devuelve a Pilato.Éste, por último, lo entrega a la voluntad de la muche-dumbre. Y Jesús se deja entregar, de mano en mano,con una sumisión total. El grito que dio en la cruz, re-ferido por Lucas, nos revela el final de esta entrega: «Pa-dre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). Sino existiera la entrega libre de Jesús, no se hubiera dadoesta cadena de entregas. En efecto, la primera comunidadinterpretó la Pasión de Jesús en términos de una auto-entrega: «Ahora, en mi vida mortal, vivo creyendo en elHijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20).Y, sin embargo, si bien el abandono en manos del Padrees el que permite a Jesús pasar por el abandono, por latraición, por las falsas acusaciones, por los insultos quele dirigen los hombres, esta página del evangelio, quenarra el proceso político de Jesús, nos revela también laotra cara del amor: para entregarse al Padre es precisoentregarse a la propia historia.

Todo esto se expresa en el evangelio por medio deuna paradoja: Jesús, que frente al sanedrín se había de-clarado el Hijo del hombre sentado a la derecha del po-der de Dios (Lc 22,69) y que, por consiguiente, se pre-sentó con su identidad de juez de la historia y de loshombres, se somete al juicio de los hombres, se deja juz-gar por un tribunal humano; Jesús, el único inocenteque ha entrado en la historia, fue acusado en falso y fuefalsamente condenado; Jesús, el único justo ante Dios,fue cambiado por un criminal; Jesús, que vino a revelar

Jesús ante Pilato y Herodes 183

la voluntad del Padre y a reconducir a ella a la humani-dad, fue entregado a la voluntad de una muchedumbrehostil; Jesús, que es la sabiduría de Dios en persona, fueescarnecido y tratado como un loco.

Entra en esta paradoja tal como vivió: manso y hu-milde. Y con esto nos revela el secreto: el corazón quehace posible el abandono al Padre y la entrega a la pro-pia historia.

ORATIO

No me mueve, mi Dios, para quererteel cielo que me tienes prometido,ni me mueve el infierno tan temidopara dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verteclavado en una cruz y escarnecido,muéveme ver tu cuerpo tan herido,muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal maneraque, aunque no hubiera cielo, yo te amaray, aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,pues aunque lo que espero no esperara,lo mismo que te quiero te quisiera.

(M. de Guevara).

CONTEMPLATIO

«No había en él belleza ni decoro» (Is 53,2).¿Por qué? Porque le veíamos sin comprender. Mas

para aquellos que comprenden que «el verbo se hizo car-ne» es de una belleza sublime. Así sucede con la cruz.

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zPor que, entonces, no tuvo belleza ni decoro? Por-que Cristo crucificado fue escandalo para los judios ynecedad para los gentiles.

Pero ,por que, por el contrario, tambien en la cruztenia belleza? Porque la locura de Dios es mas sabia quelos hombres, y la debilidad de Dios es mas fuerte que loshombres. Por tanto, que venga siempre bello a nuestramente el Esposo a los que creemos. Bello es Dios, Ver-bo cabe Dios; bello en el seno de la Virgen; hello el Ver-bo nacido nifio. Es bello, por consiguiente, en el cielo,hello en la tierra; hello en el seno, hello en los brazos desus padres; hello en los milagros, hello en los suplicios;hello en el invitar a la vida, hello en el no preocuparsede la muerte; bello al abandonar la vida y hello al reto-marla; hello en la cruz, hello en el sepulcro, hello en elcielo.

Escuchad el cantico con inteligencia, y que la debili-dad de la came no distraiga vuestro ojos del esplendor desu belleza. Suprema y verdadera belleza es, en efecto, lajusticia. No lo verias hello silo consideraras injusto; perosi por todas partes es justo, por todas partes es hello(Agustin de Hipona, Exposicion sobre el Salmo 44,3).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive boy la Palabra:.Aprended de mi., que soy manso y humilde de corazon»

(Mt 11,29)

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Si al final todo consistiera en el hecho de que el Padre quisosu muerte para ver satisfecha la justicia divina, gracias a unapena expiatoria sufrida por Cristo, las razones historicas por las

que efectivamente fue perseguido y muerto no tendrian valor al-guno. Sea cual fuere, en efecto, la intencion con la que las au-toridades judias y las romanas lo enviaron a la muerte, perma-neceria identico el valor de su sacrificio. En el fondo, en estahipatesis, aunque Jesas hubiera aspirado verdaderamente a to-mar el poder para restaurar el reino de David y hubiera sidocondenado como un pretendiente ilegitimo al trono, tambien enese caso su muerte hubiera podido realizar el designio divino dela expiacion. En este marco, solo contaria, efectivamente, el su-frimiento padecido, la pena sufrida, no los motivos por los cua-les ha sido infligida en el ambito de las razones humanas. Seriala razor' divina la que ocuparia todo el espacio del aconteci-miento y volveria completamente insignificante sus razones hu-manas.

Sin embargo, el hecho de que Jest5s hubiera sido perseguidoporque afirmaba que habia Ilegado el final del culto del templo,que el hombre era superior a la ley, que el amor era mas im-portante que las observancias, que el Reino de Dios venia paradesbaratar los juicios humanos, que Dios ponia en el centro desu amor a los pequerios, a los pobres y a los pecadores, que erapreciso superar los limites de Israel y que era posible encontrarpor doquier, incluso entre los paganos, la fe que salvo, todo estoes decisivo. Precisamente a partir de todo esto toma su muertesu primer sentido, el de un martirio padecido por afirmar un de-signio de Dios que no agradaba a los hombres. Su muerte es re-dentora porque fue el ado supremo de obecliencia, pero su obe-diencia al Padre no fue un acto vacio de contenido: lo que se lehabia encomendado no era morir, sino predicar el Reino deDios. Cuando la fidelidad a su mandato le Veva a encontrarsecon la muerte, precisamente entonces lo Hew!) a cabo en pleni-tud, transformando la pena que sufria por voluntad de los hom-bres en una oblacion pura de si mismo a Dios [...]. Ahora bien,si los valores por los que lucho quedan asumidos en el acto su-premo de su oblacian en la cruz, la comunidad cristiana, quevive la vida nueva por la identificacion de los creyentes con sumuerte y con su resurreccion, queda fuertemente vinculada consu proyecto de vida y con el modelo de su mision en la historia.Si todas las cosas que Jes6s dijo e hizo, con los consiguientesconflictos que de ahi se derivaron, son componentes esencialesde aquella oblacion de vida constituida por toda su existencia,

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no pueden ser consideradas hoy como marginales, como si la li-beración que Cristo ofrece al mundo estuviera privada de todocontenido histórico determinado. Si la vida cristiana es partici-pación en la muerte y en la resurrección de Jesús, es tambiéncompromiso de continuación de aquella misma misión histórica,por la cual puede suceder que haya que hacer frente a los mis-mos duros conflictos con los poderes de este mundo y, con la ex-periencia de la autodonación, participar en aquella misma di-námica de su vida que conduce, a través del sacrificio, hacia laresurrección final (S. Dianich, II Messia sconfitto, Casale Monf.1 999, pp. 183ss).

6El camino de la cruz

(Lc 23,26-32)

26 Cuando se lo llevaban para crucificarlo, echaron manode un tal Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaronla cruz para que la llevara detrás de Jesús. 27 Lo seguía unagran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban elpecho y se lamentaban por él. 28 Jesús se volvió hacia ellas yles dijo:

—Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bienpor vosotras y por vuestros hijos. 29 Porque vendrán días enque se dirá: Dichosas las estériles, los vientres que no engendra-ron y los pechos que no amamantaron. " Entonces se pondrána decir a las montañas: «Caed sobre nosotras»; y a las colinas:«¡Aplastadnos!». 3 ' Porque si esto hacen con el leño verde, ¿quéharán con el seco?

" Llevaban también con él a otros dos malhechores paraejecutarlos.

LECTIO

Tras ser condenado por Pilato siguiendo la voluntadde sus enemigos, se llevan a Jesús. Lucas no dice expre-samente quién lo lleva; sólo nos muestra una gran mu-chedumbre que sigue a Cristo hacia el Calvario. Sabe-mos por otra fuente que cuatro soldados, bajo el mandode un centurión, recibieron el encargo de vigilar al con-denado (Jn 19,23; Lc 23,47). Sólo los soldados romanostenían derecho a «requisar» a alguien que pasara: «Echa-

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ron mano de un tal Simon de Cirene, que venia del cam-po y le cargaron la cruz para que la llevara detrcis de Je-sits». eComo se explica este hecho? Lucas no habla de laflagelacion de Jesus, y no se comprende la requisicionde Simon, puesto que normalmente era el condenadoquien debla llevar la cruz. De Marcos (Mc 15,15) se pue-de deducir que especialmente la flagelacion habia redu-cido a Jesus a una debilidad extrema. En Lucas, sin em-bargo, parece que aun tiene fuerzas: camina seguidopor la muchedumbre, tiene capacidad para hablar a lasmujeres. Asi las cosas, debemos pensar que el evange-lista tiene una intencion secreta: quiere sugerir al lectorque yea en Simon a un representante modelo del disci-pulo que lleva la cruz, Para Lucas, el verdadero discipu-lo de Jesus es el que toma la cruz y le sigue (Lc 9,23).

Simon no fue el unico que ayudo a Jesus. Hubo otroconsuelo, esta vez espontaneo, que le vino de algunas

• mujeres. Solo lo cuenta Lucas, el evangelista de la pie-dad femenina. Estas mujeres eran de la ciudad de Jeru-salen: es posible que algunas conocieran ya a Jesus yhubieran sido atraldas por el; otras lo hacian simple-mente movidas por compasiOn hacia un condenado amuerte. De manera espontanea, por una piedad femeni-na, se entregan a manifestaciones de llanto y de dolor;no solo protestan contra la condena a muerte de Jesus,sino que hacen tambien manifiesto que el es el rey de supueblo (cf. Lc 23,36). Jesus las ve, y parece olvidar suspropios sufrimientos para pensar en las desventurasque les esperan a ellas y a sus hijos. Y les dirige palabrasque, aunque marcadas por una tierna piedad, resuenancomo una terrible amenaza. El Mesfas que sufre asumeahora los rasgos del profeta que padece; anuncia, comoen Lc 19,41-44, la suerte terrible de los habitantes de Je-rusalen. Las mujeres de Jerusalem deben reseryar sullanto para aquellos momentos. Lucas piensa, evidente-mente, en la destruccion de la ciudad santa en el alio 70d. C. El vinculo establecido por la profecia entre la suer-

te de Jerusalen y la suerte del Mesfas manifiesta la corn-prension del evangelista en relacion con la catastrofe: lacondena divina de una ciudad que se ha opuesto a losmensajeros de Dios y, por Ultimo, al mismo Meslas.

MEDITATIO

Jesus esta rodeado en su camino al Calvario por unamuchedumbre tumultuosa que impreca, blasfema, ame-naza. Pero en el dulcisimo y dolorisimo encuentro consu madre, ye junto a el a Simon el Cirineo, a Veronica,a las mujeres piadosas. Sim6n el Cirineo, e. quien es estedesconocido? Sabemos que volvla de laborar el campo,donde el trabajo era mas pesado y menos remunerado.Es precisamente el, un humilde trabajador del campo,el elegido por Dios, no por los judios, para cargar sobresus hombros la cruz que estaba sobre los hombros deJesus. Lo dice Mateo: «Cuando salian, encontraron a unhombre de Cirene, llamado Simon, y le obligaron a llevar lacruz de Jesus» (Mt 27,32). La cruz de Jesus pasa de sushombros a los del Cirineo. San Alfonso Marfa de Ligoriopone de relieve este traslado sugerido por el odio de losjudios: oAl ver los judlos que Jesus, por la debilidad, ibaa cada paso como si expirara el alma, y temiendo quemuriera por el camino, obligaron a Simon el Cirineo allevar la cruz del Senor». No fue la casualidad la quequiso este cambio; Dios eligiO como discfpulo a un hu-milde campesino y este por primera vez toma su cruz, nola suya del trabajo y del sufrimiento cotidiano, sino lasuya, es decir, la de Jesucristo. Dios elige a Marla paramadre de Jesus, Jesus elige a los apostoles, y Jesus eligetambien a Simon: «Carga con mi cruz y sigueme..

Desde aquel momento, el Cirineo fue elevado a simbo-lo de todos los que sufren y llevan la cruz de Jesus comoel, o sea, como Jesus. Simon comprendio, no obstante,que era un peso glorioso el que llevaba, para ejemplo

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eterno de todos los discípulos de Jesús. La gente humil-de también repite hoy: «Jesús sufrió mucho». Pero de-bería decir: «Nosotros nos animamos a llevar la cruzcomo Simón, el desconocido de Cirene». Ahora bien, elCirineo es un símbolo, y el símbolo puede tener muchossignificados: el significado de que el dolor, la prueba, elesfuerzo... son fuentes de vida, de crecimiento, de ma-duración.

Las personas que han pasado por esta experiencianos enseñan que la vida nos proporciona una gran sa-tisfacción cuando la afrontamos como una conquista.La lucha de la vida es una lucha contra el mal que estádentro y fuera de nosotros. Pero la cruz más bella y ra-diante es la que tenemos que afrontar para ser buenos,para observar la ley de Dios.

ORATIO

«El que quiera venir en pos de mí, que renuncie a sí mis-mo, que cargue con su cruz de cada día y me siga» (Lc 9,23).

Así, pues, ya que, oh Redentor mío, vos, siendo ino-cente, fuisteis delante de mí con vuestra cruz y me in-vitáis a seguiros con la mía, caminad también, que yono quiero dejaros. Si en el pasado os dejé, confieso quehice mal: dadme ahora la cruz que queréis, que la abra-zaré sea cual sea, y con ella quiero acompañaros hastala muerte. «Salgamos, pues, a su encuentro fuera delcampamento y carguemos también nosotros con su opro-bio» (Heb 13,13). ¿Y cómo podemos, Señor, dejar deamar por amor vuestro los dolores y los oprobios, si voslos amasteis tanto por nuestra salud? Pero ya que nosinvitáis a seguiros, sí, queremos seguiros y morir convos, pero dadnos la fortaleza necesaria para llevarlo acabo; esta fortaleza os la pedimos por vuestros méritos,y la esperamos. Os amo, Jesús mío amabilísimo, os amo

con toda el alma, y no quiero dejaros más. Me basta conel tiempo que he estado alejado de vos. Atadme ahora avuestra cruz. Si he despreciado vuestro amor, me arre-piento de ello con todo el corazón: ahora lo estimo porencima de todo bien (Alfonso María de Ligorio, «La Pas-sione di nostro Signore Gesú Cristo», en Opere ascetiche,Roma 1934, V, pp. 91ss [edición española: Obras ascéti-cas de san Alfonso María de Ligorio, Biblioteca de Auto-res Cristianos, Madrid 1952 y 1954, 2 vols.]).

CONTEMPLATIO

Pilato entrega al Cordero inocente en manos de aque-llos lobos para que hagan lo que quieran con él: «Les en-tregó a Jesús para que hicieran con él lo que quisieran»(Lc 23,25). Los ministros lo aferran con furia, le quitanel harapo de púrpura, como les insinúan los judíos, yvuelven a ponerle sus vestidos... Después cogen dos le-ños toscos, componen rápidamente con ellos la cruz yla cargan sobre los hombros del Redentor. Pero no es-peró Jesús, como dice santo Tomás de Villanueva, a queel verdugo le cargara la cruz; él, por sí mismo, con suspropias manos, la cogió con avidez y se la puso sobrelos hombros cubiertos de llagas. Ven, dijo entonces, venmi querida cruz; ya hace treinta y tres arios que suspiropor ti y te voy buscando, te abrazo, te estrecho contrami corazón, porque tú eres el altar en el que quiero sa-crificar mi vida por amor a mis ovejillas... Sale la justi-cia con los condenados y entre ellos va también a lamuerte el rey del cielo, el unigénito de Dios, cargadocon la cruz. Salid también vosotros del paraíso, biena-venturados serafines, y venid a acompañar a vuestro Se-ñor, que se dirige al Calvario para ser ajusticiado juntocon unos malhechores en un patíbulo infame. ¡Oh es-pectáculo horrendo! ¡Un Dios ajusticiado! Imagínate,alma mía, encontrarte viendo a Jesús que pasa hacien-

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do este doloroso viaje. Como un cordero llevado al ma-tadero, asi fue conducido a la muerte el amante Reden-tor. Preguntadle: Oh Cordero divino, no estais saciadotodavia de dolores? Si pretencleis con ellos adquirir micorazon, cesad de padecer, que yo quiero amaros comodeseals (Alfonso Maria de Ligorio, «La Passione di nostroSignore Gesti CristoD, en Opere ascetiche, Roma 1934, V,pp. 87-90 [edicion espatiola: Obras asceticas de san Al-fonso Maria de Ligorio, Biblioteca de Autores Cristianos,Madrid 1952 y 1954, 2 vols.]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:a El que quiera venir en pos de mi, que renuncie a si mis-

mo, que cargue con su cruz de cada dia y me siga. (Lc 9,23).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Conocemos bien at Cirineo de la cruz. Una larga doctrina as-cetica nos ha habituado a pensarnos como socorredores de lossufrimientos del mundo, a sentirnos gente que ayuda al mundoa Ilevar la cruz. aPor que no nos pensamos, sin embargo, comagente que ayuda al mundo a Ilevar la alegria? No os parecehermoso dar comienzo con esta idea a nuestra peregrinaci6n?Es verdad: esta peregrinacion es un tren de sacerdotes ancianos,enfermos, de gente que sufre, pero estamos Ilevando ahora aLourdes, a la Virgen santisima, todo un jolgorio, un gozo, todala sobreabundancia de alegria pascual que hemos podido re-coger a lo largo del camino. Por consiguiente, es justo tenercomo primer pensamiento nuestro ser cirineos de la alegria.

No podemos olvidar que uno de los documentos mas impor-tantes y mem bellos del Concilio Vaticano II empieza precisa-mente con esta expresion cargada de luz: Gaudium et spes. En-tre todos los documentos de la Iglesia, desde que se empez6 a

designarlos con las palabras latinas, me parece que no hay otroque tenga una ouverture tan perfecta: Gaudium et spes. Recor-dad aquellas palabras benditas: <<Los gozos y las esperanzas,las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,sabre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozosy esperanzas, tristezas y angustias de los discipulos de Cristo.Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en sucorazon>> (n. 1). Con este solemne preludio la Iglesia parecedecir al mundo: oEn adelante, his alegrias, oh mundo, seran misalegrias, compartire contigo el pan amargo de tus tristezas, medejare implicar por tus mismas esperanzas, y tus angustias es-trecharan tambien mi garganta con un identico nudo de miedo>>.No somos Unicamente portadores de los dolores del mundo ha-cia la gruta de Lourdes; somos tambien los portadores çie lasalegrias del mundo y estamos Ilamados a compartirlas. Este esel suplemento que quisiera dar al pensamiento de esta noche.

Deberiamos dar gracias a la Iglesia por muchas cosas, sobretodo por la noticia inesperada, estupenda, que nos da con el es-tremecimiento de los anuncios alegres cuando afirma, en laGaudium et spes, que las alegrias de los hombres son tambienlas alegrias del cristiano y que entre unas y otras —una vezdesaparecida la sospecha de la contraposicion— discurre el hilodoble de la simpatia. Parece increible. Estabamos acostumbra-dos a compartir solo los dolores del mundo. Una larga doctrinaascetica nos habia entrenado para hacernos cargo exclusiva-mente de los sufrimientos de la humanidad. Eramos unos exper-tos en el arte de la compasion. El Cirineo de la cruz habia ejer-cido una fascinacion irresistible en nuestras dinamicasespirituales; a los maestros de vida interior no se les habia ocu-rrido la idea de que fueramos tambien los cirineos de la alegria.Aqui esta ahora el desconcertante mensaje: las alegrias genui-namente humanas, que hacen latir el corazon del hombre, pormuy limitadas y tat vez triviales que sean, no son desdefiadaspor Dios ni forman parte de un repertorio ordinario que tengapoco que ver con la alegria pascual del Reino (T. Bello, Cireneidella gioia, Cinisello B. 2000, pp. 1 1 -14).

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7 -La crucifixión y la muerte

(Lc 23,33-46)

" Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, crucifica-ron allí a Jesús y también a los malhechores, uno a la derechay otro a la izquierda. " Jesús decía:

—Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Después se repartieron sus vestiduras echándolas a suertes." El pueblo estaba allí mirando. Las autoridades, por su par-te, se burlaban de Jesús y comentaban:

—A otros ha salvado, ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesíasde Dios, el elegido!

36 También los soldados le escarnecían. Se acercaban a élpara darle vinagre " y decían:

—Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.38 Habían puesto sobre su cabeza una inscripción que de-

cía: «Éste es el rey de los judíos».39 Uno de los malhechores crucificados le insultaba diciendo:

—¿No eres tú el Mesías? Pues sálvate a ti mismo y a noso-tros.

" Pero el otro intervino para reprenderlo, diciendo:

—¿Ni siquiera temes a Dios tú, que estás en el mismo su-plicio? 41 Lo nuestro es justo, pues estamos recibiendo lo quemerecen nuestros actos, pero éste no ha hecho nada malo.

42 Y añadió:

—Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como rey.43 Jesús le dijo:

—Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.44 Hacia el mediodía las tinieblas cubrieron toda la región

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PasiOn de Jesucristo segtin Lucas La crucifixion y la muerte 197

hasta las tres de la tarde. 45 El sol se oscureci6 y el velo deltemplo se rasg6 por medio. 46 Entonces Jesus Tang) un grito ydijo:

-Padre, a tus manos encomiendo mi espiritu.

Y dicho esto, expiro.

LECTIO

El fragmento esta definido claramente por una inclu-sion: al comienzo y al final, Jesus se dirige al Padre enoracion. Una °radon de intercesion al comienzo, unaoracion de confianza y abandono en manos del Padre alfinal. Para Lucas, son las ultimas palabras de Jesus enla tierra. El ultimo suspiro de Jesus es el sello de unavida marcada por la entrega de Si mismo, de su propiapalabra, de su propio aliento y energia vital en beneficiode todos.

El lugar es el designado para los condenados, fuerade los muros de la ciudad santa (Lv 4,14.24), el otero dela «CalaveraD (en arameo, GOlgota; en las traduccioneslatinas, «lugar calvo., Calvario). Para los judios, Jerusa-len es un recinto sagrado donde solo puede morar quiensea digno de vivir de acuerdo con las exigencias de laalianza; es el lugar dado por Dios mismo para vivir unavida santa, de acuerdo con el pacto de alianza conclui-do entre el pueblo y Dios. Jesus fue ocontado entre losmalhechores» (Is 53,12), expulsado de la ciudad, elimi-nado como indigno de vivir sobre el suelo y en el pueblosantos (Dt 17,7.12).

El tiempo es el de los grandes momentos de oraciOny de revelacion divina en la Biblia, entre la hora sexta yla hora nona. En la hora de maxima luz del dia descien-den las tinieblas. Los profetas hablan hablado del osolque se oscurece», pero los signos sin interpretes auten-ticos son ambivalentes. La densa nube del Exodo eraoscura para los perseguidores que querian aniquilar al

pueblo elegido por Dios, pero clara y luminosa para elpueblo de Israel (Ex 14,20). Las densas tinieblas sonpicas de la region de la muerte (Job 10,22), pero tam-bier' signo de la presencia del mismo Dios (Ex 20,21),presencia oscura y misteriosa, pero salvifica, particular-mente en favor de su ungido (Abd 3,10). Dios habla tam-bien con la ausencia de luz, revela tambien haciendoque falte su palabra a los profetas (Miq 3,6).

El velo del templo se rasga. Mientras los hombres oserepartieron sus vestiduras» (v. 34), Dios permite que elvelo del templo «se rasgue por medic)» (v. 45). Esta indi-cacion de Lucas no puede ser casual. El velo que custo-dia el arca con las diez palabras sagradas de la alianzaentre Dios e Israel, se abre (Ex 26), abriendo la vida deDios, la alianza, a todos sin distincion, sin mas barreras.Asi tambien para Jesus: su vida (sus vestiduras) ya no lepertenece; ha sido repartida, compartida, heredada porsorteo entre los presentes.

Los presentes, todos los presentes, escarnecen, seburlan (Sal 22,8), porque no comprenden, no reconocen,la obra de Dios en lo que yen. Se reparten las vestiduras(Sal 22,19), ofrecen vinagre (Sal 69,22) al que ha entre-gado su vida en sus manos, precisamente como la haentregado desde siempre en las manos del Padre. SOloun resquicio: el rey de los judios, el verdadero rey, es re-conocido al menos por uno de los dos malhechores, quele pide entrar en ese Reino, aun reconociendo su indig-nidad. Es lo que JesUs se esperaba como respuesta a sugesto de entrega total.

MEDITATIO

Todo el viaje de Jesus hacia Jerusalen, iniciado en elcapitulo 9 del evangelio de Lucas, converge hacia estemonte. Jesds es elevado, pero no como se esperaban las

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muchedumbres o sus discípulos. Ha subido a la ciudadsanta, pero no para ser coronado rey a la manera hu-mana. Le proclaman rey «por error». Las burlas huma-nas dan en el blanco: Dios reina a través de su Hijo ani-quilado, y el hombre se ríe porque no comprende. Sólouno reconoce su propio mal, se da cuenta de que nosabe y entonces implora, y entra con él en el Reino delperdón.

La elevación de Jesús y su «entrega», anunciada porlo menos tres veces a lo largo del evangelio, no son com-prendidas: son «piedra de tropiezo» para los discípulos, ytambién para nosotros. Es difícil comprender el misteriode la crucifixión, porque comprenderlo es entrar en él.«Quien quiera seguirme que tome su cruz», había dichoJesús, y, desde entonces, todo discípulo debe «esforzarsepor entrar» por esta puerta estrecha, en este misterio detinieblas y luz, de angustia y paz, de silencio y gritos, deacción y contemplación.

Es la revelación suprema del Padre: la presencia en laausencia, la luz en las tinieblas, plenitud de sentido enlo que precisamente parece no tenerlo. Cuando creemosque sabemos, en realidad «no sabemos lo que hacemos»,y buscamos a Dios en otra parte, no, ciertamente, en elCrucificado. Rechazamos esta página &l evangelio, obs-tinándonos en no reconocer a Dios en nuestros fracasos.Como los compañeros de Job o Isaías, consideramos losdolores como castigos o a lo sumo como purificaciones,cuando, en realidad, son el ámbito donde Dios revela supoder de salvación, su verdad y la nuestra.

Jesús, desde la cruz, continúa siendo maestro, ense-ñándonos la lección de un abandono total y confiado enlas manos del Padre. Nos invita a renunciar a nosotrosmismos y a nuestra visión de Dios a fin de poder verrealmente a Dios, nos invita a superar nuestro conoci-miento y sabiduría humana y religiosa para reinar ver-daderamente sobre nosotros mismos y sobre el mal, del

que, sin embargo, somos esclavos a menudo. Jesús, des-de la cruz, ama a todos e incluso acepta ser rechazado ydespojado de su dignidad de Hijo de Dios a fin de no es-pantarnos con su omnipotencia. Quiere ser nuestra ver-dadera fuerza, el verdadero Adán, el hombre que venceen nosotros y con nosotros el miedo a la muerte, propor-cionándonos una fe pura y fuerte en Dios como Padre.

Frente al Crucificado nos encontramos ante la lecciónmás misteriosa y profunda de Dios. Su sabiduría no es deeste mundo, sino «divina, misteriosa, escondida». Si lahubiéramos conocido «no habríamos crucificado al Se-ñor de la gloria» (1 Cor 2,7ss).

ORATIO

Señor Jesús, nos encontramos ante tu perdón. Tú dis-culpas nuestra ignorancia, nos respetas cuando no com-prendemos la razón de que el Padre te haya amado, tehaya elegido como su Cristo, consagrado, ungido, pre-ferido y, después, te haya dejado solo... Entregado enmanos de los hombres, entregado y abandonado con-fiadamente en manos de aquel que callaba y parecía nointervenir.

¡Qué difícil es aceptar estos silencios dolorosos! Quéduro es descubrir que nuestra vida y también nuestrareligiosidad se burla de ti, buscándote sólo cuando bri-llas en la gloria, cuando curas o cuando expulsas el mal,y huyendo de ti cuando pides compañía, amor, com-prensión, perseverancia, solidaridad.

También nosotros te ponemos etiquetas, inscripcionesen la cabeza; creemos siempre que te conocemos, que teamamos, demostrándotelo con nuestra vida y con nues-tros sacrificios. También nosotros creemos saber reco-nocer los signos de la presencia de Dios en las personasque nos rodean, creemos saber en qué circunstancias

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podemos decir que el Padre esta presente y actua y encuales no. Senor Jesus, salvanos de nosotros mismos yde nuestras seguridades. Haz naufragar con tu cruznuestros proyectos excesivamente humanos, haznoscomprender que gno sabemos lo que hacemosD, y pro-voca en nosotros aquella suplica que obtiene el accesoal verdadero Reino.

Acuerdate de nosotros, Senor, y eso sera nuestra sal-vacion.

CONTEMPLATIO

Cuando ofrecemos nuestro sacrificio, realizamosaquello mismo que nos mandO el Salvador; asi nos loatestigua el apostol, al decir: El Senor Jesas, en la nocheen que iban a entregarlo, tomO pan y, pronunciando laacci6n de gracias, lo partio y dijo: .Esto es mi cuerpo, quese entrega por vosotros. Haced esto en memoria mia». Lomismo hizo con el cciliz, despues de cenar, diciendo: .Estecciliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced estocada vez que lo bebciis, en memoria miae. Por eso, cadavez que comeis de este pan y bebeis del cciliz, proclamclisla muerte del Senor, hasta que vuelva.

Nuestro sacrificio, por tanto, se ofrece para pro-clamar la muerte del Senor y para reavivar, con estaconmemoracion, la memoria de aquel que por nosotrosentregO su propia vida. Ha sido el mismo Senor quienha dicho: Nadie tiene amor mcis grande que el que da lavida por sus amigos. Y, porque Cristo muri6 por nuestroamor, cuando hacemos conmemoraciOn de su muerteen nuestro sacrificio, pedimos que venga el EspirituSanto y nos comunique el amor; suplicamos fervorosa-mente que aquel mismo amor que impuls6 a Cristo adejarse crucificar por nosotros sea infundido por el Es-piritu Santo en nuestros propios corazones, con objeto

de que consideremos al mundo como crucificado paranosotros, y nosotros sepamos vivir crucificados para elmundo; asi, imitando la muerte de nuestro Senor, comoCristo muriO al pecado de una vez para siempre, y su vivires un vivir para Dios, tambien nosotros andemos en unavida nueva y, llenos de caridad y muertos para el pecado,vivamos para Dios.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazo-nes con el Espiritu Santo que se nos ha dado, y la partici-pacion del cuerpo y sangre de Cristo, cuando comemosel pan y bebemos el caliz, nos lo recuerda, insinuando-nos con ello que tambien nosotros debemos morir almundo y tener nuestra vida escondida con la de Cristoen Dios, crucificando nuestra came con sus concupis-cencias y pecados.

Debemos decir, pues, que todos los fieles que aman aDios y a su projimo, aunque no lleguen a beber el calizde una muerte corporal, deben beber, sin embargo, elcaliz del amor del Senor, embriagados con el cual mor-tificaran sus miembros en la tierra y, revestidos de nues-tro Senor Jesucristo, no se entregaran ya a los deseos yplaceres de la came ni viviran dedicados a los bienes vi-sibles, sino a los invisibles. De este modo, beberan elcaliz del Senor y alimentaran con el la caridad, sin lacual, aunque haya quien entregue su propio cuerpo alas llamas, de nada le aprovechard. En cambio, cuandoposeemos el don de esta caridad, llegamos a convertirnosrealmente en aquello mismo que sacramentalmente cele-bramos en nuestro sacrificio (Fulgencio de Ruspe, Con-tra Fabiano, XXVIII, 16-19).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Se para ml roca de cobijo, oh Dios, en tus manos en-

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Pasion de Jesucristo segan Lucas La crucifixion y la muerte 203

comiendo mi espiritu, tá, Senor, el Dios fiel, me rescata-rcis. Pero yo confio en ti, Senor, yo te digo: "iTti eres miDios!". Mi destino estcl en tus manos» (del Sal 31).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Yo, hermanos, no me hago ilusiones de haber alcanzado lameta, pero, eso si, olvidando lo que he dejado afros, me lanzode Ileno a la consecucion de lo que esto delante y corro haciala meta, hacia el premio al que Dios me llama descle lo alto pormedio de Cristo JesOsv. El apostol nos ha revelado con frecuen-cia la grandeza de esta vocacion, como nos recuerda en otro lu-gar: c<Dios nos eligio en Cristo antes de la creacion del mundo,para ser ante el santos e inmaculados en el amorh. Ahora bien,acorno responder a la dignidad de esta vocacion? He aqui el se-creto: <<jMi vivir es Cristo!. Es preciso que nos transformemosen Jesucristo.

Es aim san Pablo el que me lo ensena: c<Porque a los que co-nocio de antemano, los destine) tambien desde el principio a re-producir la imagen de su Hijoh. En consecuencia, es preciso queestudie este modelo divino, a fin de identificarme con el y poderexpresarlo sin descanso a los ojos del Padre. aCuales son susprimeras palabras al entrar en el mundo? ((Herne aqui, oh Dios,para hacer tu voluntad>>. Me parece que esta oracion deberiaser como el latido del corazon de la esposa (la Iglesia, cadaalma): q l-lenos aqui, Senor, venimos para hacer tu voluntad>>.

jEl Maestro se mostro tan verdadero en esta primera obla-cion! Toda su vida no fue, por asi decirlo, mos que una conse-cuencia de esto. Le gustaba decir: c<Mi alimento es cumplir la vo-luntad del que me ha enviadoh, y asi debe ser tambien la vidade su esposa, incluso en aquellos momentos en que la inmola laespada. <<Si es posible, aleja de ml este coliz, pero que no secumpla mi voluntad, sino la tuya, Padre)). Entonces, rebosantede alegria, mi alma se dirigira con su Maestro a toda inmola-clan cotidiana, alegrandose de haber sido conocida por el Pa-dre, crucificada junto con su Hijo.

oHe tornado tus palabras para que fuercan mi herencia parasiempre. Ellas son la delicia de mi corazon>>. Esas son las palabras

que resonaban como un canto en el alma del Maestro, y debentener un eco profundo en el alma de su esposa. Precisamente acausa de la fidelidad cotidiana a estas palabras, externas einternas, darer testinnonio de la verdad y podra decir: <<EI que meenvio no me dela solo. Esta siempre connnigo, porque hagosiempre lo que le place>>. Permaneciendo siempre en este con-tacto intimo con el Maestro, podremos irradiar aquella osagra-da virtud>> que salva y libera a las almas (Isabel de la Trinidad,Scritti, Roma 1 967, p. 657 [echelon espanola: Obras completas,Monte Carmelo, Burgos 1985]).

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206 Pasión de Jesucristo según Lucas El desprendimiento de la cruz y la sepultura 207

y el reposo del sábado. Todos deben estar presentes eneste acontecimiento que marca la historia, todos estánrepresentados entre los que lo contemplaron y estabanallí, y todos toman postura.

Hay un centurión que representa a los paganos, alos alejados, a los que no pertenecen al grupo de per-sonas consideradas dignas de entrar en el templo yvivir según la alianza de Dios. El centurión ve, mira yreconoce que el condenado no es una persona cual-quiera. Ese Jesús, llamado por burla rey de los judíos,muere como un rey, como un verdadero justo. La ver-dadera justicia puede ser reconocida en cualquier cul-tura y religión, y el centurión ve en Jesús algo que loacomuna a Dios, el único justo, el que justifica y hacejustos a los hombres (Is 53,11). Por eso alaba a Dios,dándole gloria (Sal 22,27ss).

Los habitantes de Jerusalén, que poco antes habíanrecibido a Jesús con ramos de palmera, aclamando alrey Mesías, ven ahora la inscripción colgada sobre elcondenado a muerte: están perplejos. Ellos no tomanparte en las maldiciones y en las burlas de los jefes y delos soldados. Aunque les resulta difícil creer que éste seaverdaderamente aquel a quien Dios ha elegido para rei-nar, también ellos se muestran sorprendidos por Jesús yno sólo reconocen en él a un justo, protegido por Diosa pesar de las apariencias, sino que vuelven a casa gol-peándose el pecho. En consecuencia, el justo es tambiénpara ellos alguien que pone en crisis su justicia, que lesconvence de pecado, que les pone frente a su propia in-dignidad. La muerte de Jesús divide de inmediato losánimos e impulsa al arrepentimiento personal, al retor-no, a la metanoia (Zac 12).

Los que le conocían y las mujeres asisten y miran,también perplejos y atónitos. No se asocian a las burlas,no se van a casa. Se quedan aparte (Sal 38,12; 88,9), conla actitud de quien debe comprender lo que sucede: son

creyentes que desean comprender si el justo es castiga-do por Dios o sufre por sus propios errores (Sal 37; 38,6;Job 4,7).

Lucas presenta a José, miembro del sanedrín, hom-bre dotado de autoridad y reconocido como «justo ybueno», como a Simeón, al comienzo de su evangelio,un israelita justo que espera la venida del Reino de Diosy de su Mesías. No toma entre sus brazos a un niño queentra en el templo con sus padres, sino un cadáver. Sinembargo, se trata del mismo signo de contradicción,piedra de tropiezo (Lc 1,25-32), el que provoca las ala-banzas de Israel y de los gentiles (el centurión que aca-ba de dar gloria a Dios). Del mismo modo que montaren una cabalgadura en la que nunca ha subido nadiees una prerrogativa real (Lc 19,30; cf. 1 Sm 6,7), asítrata José el cadáver de Jesús, como el de un verdade-ro rey, depositándolo en un sepulcro en el que nuncahabía sido enterrado nadie. El silencio del sábado, díaen el que descansó Dios de la obra de la creación, en-vuelve el misterio de Jesús, que duerme en el seno dela tierra.

MEDITATIO

La cruz convoca a todo el mundo. Todos, judíos ygentiles, están representados en ella. Es como si Diosnos hubiera citado a todos en esta pequeña altura, mos-trándonos el «espectáculo» de la entrega total del Hijode Dios en favor de toda la humanidad. Se trata de unaconvocación solemne, y la cruz se convierte en instru-mento de juicio. Ante el Crucificado se dividen los áni-mos: todos nos vemos obligados a situarnos, y no es po-sible asumir ninguna neutralidad. Un malhechor cree yel otro se burla. Los jefes del pueblo desafían el poderde Dios y tratan a Jesús de rey por burla, mientras queun miembro del sanedrín disiente, sale del anonimato,

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Pasion de Jesucristo segtin Lucas El desprendimiento de la cruz y la sepultura 209

toma entre sus brazos el cadaver del Hijo de Dios y, envez de la fosa comim de los condenados, le proporcionaun sepulcro digno de un rey.

El muro de separacion entre Israel y los gentiles que-da ahora derribado. El velo se ha desgarrado, y la divi-sion entre los verdaderos creyentes y los que no perte-necen a la alianza no tiene ya nada que ver con factoresetnicos, sino con el reconocimiento o no reconocimien-to de cuanto Dios ha realizado por la humanidad en Je-sucristo. Ante el, algunos miembros del mismo pueblose separan, escogiendo -como debemos hacer todaviahoy nosotros- entre la burla y la fe, entre la indiferenciay el seguimiento, entre la duda de quien rio cree queDios pueda salvarnos a traves de esta aparente debili-dad y derrota, y la certeza de quien se confia al designiomisterioso y sabio del Padre. Hemos sido llamados a fi-jarnos bien, a observar al justo ajusticiado, a fin de re-conocer en el al rey que nos libera de la culpa de Adan,abriendo nuestra vida a su accion.

El primer hombre habia sido expulsado del paraisopor un acto de rebelion, por una falta de confianza en laPalabra del Dios creador. Un malhechor es el primeroque entra en el mediante un acto de confianza plena enel nuevo Adan. El Adan rebelde habia sido creado elsexto dia de la creaciOn, y el sexto dia de la redencion,el dia anterior al sabado, viene a la luz, desde las tinie-blas del caos del Golgota, el nuevo Adan, el hombre nue-vo, la humanidad redimida. Cada ser humano, cada unode nosotros tiene ahora, en Jesus, la posibilidad de vivircon la dignidad que la imagen y semejanza de Dios, ins-crita en nuestros corazones, nos permite. Ahora, unidosa Jesus, perdonados y redimidos, tenemos la posibilidadde perdonar a quienes nos traicionan y nos entregan, ynuestra vida puede convertirse en ocasion de alabanzay/o de arrepentimiento por muchos otros hermanos yhermanas del mundo.

El sabado todo es silencio ante la tumba. Es el silen-cio de Dios, el reposo de aquel que lo ha consumadotodo y se prepara para recomenzar otra vez su relaciOnde amor, de alianza, con la humanidad. Tenemos siem-pre una nueva posibilidad en Jesus. Las mujeres obser-van el lugar y el modo como es sepultado Jesus. Medi-tan, oran y se preparan para honrar a Jesus con susaromas y ungrientos, como si se tratara de un rey, comoSi se tratara de un amigo queridisimo, el mas apreciado.Tambien es elocuente el reposo de Jesus en el seno de latierra, su suerio en la tumba. Si nos fijamos bien, conlos ojos de la fe, esto tambien nos habla a nosotros. Setrata del elocuente signo de Jonas, el unico signo que elHijo del hombre da a nuestra generacion, un signo quees preciso descifrar, contemplar.

ORATIO

Aspero brote del jardin de la agonia, arbol sin ramasen el que todo da fruto, cruz de Jesucristo, hundes lasraices en la roca y esta se vuelve suelo fecundo, capaz deacoger la semilla.

Signo de alianza del Espiritu y la sangre, polo delmundo, eje del tiempo, serial de un paso y de una supe-racion, cruz de Jesucristo, eres el memorial de nuestrofuturo.

Cruz levantada en alto, brazos abiertos de par en par,cruz sobre la que esta escrito el mandamiento nuevo,trazas el camino de Dios en el hombre. Al mostrar elprecio del hombre para Dios, cruz de Jesucristo, cance-las la deuda de los dias antiguos y nos haces deudoresdel amor.

Signo de infamia y signo de gloria, declaras que el Senores el siervo. Firma de Dios al final de su historia, nos lla-mas a vivir hoy en la muerte de otro convertido en nuestro,cruz de Jesucristo (de un himno cisterciense trances).

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210 Pasión de Jesucristo según Lucas El desprendimiento de la cruz y la sepultura 211

CONTEMPLATIO

Asociémonos a la confesión del glorioso testigo de losgentiles: «Jesucristo vino al mundo para salvar a los pe-cadores». La misericordia de Dios se muestra más ad-mirable para nosotros por el hecho de que él no muriópor los justos ni por los santos, sino por los inicuos y losimpíos. Y puesto que la naturaleza divina no podía serobjeto del castigo del aguijón de la muerte, naciendo en-tre nosotros, tomó lo que podía ser ofrecido en favornuestro. Desde hacía ya mucho tiempo había amenaza-do, por medio del profeta Oseas, a nuestra muerte conla eficacia de su muerte: «Oh muerte, yo seré tu muerte».Aceptando la muerte, se sometió a las leyes del infierno,pero después, al resucitar, las abrogó, interrumpió la leyde la muerte, que no hacía excepciones, y así, de eterna,la hizo temporal. «En efecto, así como todos murieron enAdán, así, en Cristo, todos serán llamados de nuevo a lavida».

Así, pues, pongamos en práctica el aviso que daba elapóstol Pablo: «Los que viven, que no vivan para sí mis-mos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos».Puesto que lo que era antiguo ha pasado y ha surgido lonuevo, que nadie permanezca en la vejez de la vida car-nal, sino que progrese de día en día, renovándose me-diante el aumento de la piedad. Aun cuando ya haya-mos sido justificados, mientras estemos en esta vidatenemos posibilidad de hacernos más puros y mejores.En efecto, el que no progresa, es culpable; quien no ad-quiere nada, pierde algo.

A nuestra naturaleza, mientras permanezca en la mu-tabilidad de la mortalidad, aunque ya se haya visto ele-vada a un elevadísimo grado en el ejercicio de todas lasvirtudes, del mismo modo que se le puede presentaraún la ocasión de precipitarse a lo bajo, tampoco le fal-ta la posibilidad de subir más alto. Ésta es la norma

rectísima de los perfectos, a saber: que no presumannunca de ser perfectos, de modo que se aleje el peligrode olvidar el propósito de viaje, que todavía no ha ter-minado, y no caigan allí donde se depone la voluntad deprogresar.

En consecuencia, debemos correr con los pasos de lafe, con las obras de misericordia, con el amor a la justi-cia, para que, mientras celebramos ahora como perso-nas espirituales el día de nuestra redención, «no con le-vadura vieja, ni con levadura de malicia y perversidad,sino con los panes ázimos, es decir, con pureza y verdad»,merezcamos ser partícipes de la resurrección de Cristo,que, con el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina por lossiglos de los siglos (León Magno, fi Mistero pascua/e,Roma 1977, pp. 128ss).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Ante ti, Señor mío, están todos mis anhelos, no se te

ocultan mis suspiros. En ti, Señor, pongo mi esperanza;tú me responderás, Señor y Dios mío» (del Sal 38).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Jesús mismo pone en relación el engullido y la expulsión delprofeta Jonás con su propia muerte y su propia resurrección. En-tre el modelo y la imagen no hay sólo una relación de analogía(así-como), sino de superioridad («aquí hay más que Jonás»).En la analogía se expresa la humanidad de Cristo, cuya vidapasa por todas las situaciones fundamentales de la existenciahumana. En la superioridad se expresa la divinidad de Cristo. Elresponde a esta situación arquetípica de una manera única, demodo que todos los acontecimientos que corresponden a ella seconviertan en indicaciones.

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212 Pasión de Jesucristo según Lucas

El arte medieval ponía juntas figuras del Antiguo Testamentoy la de Cristo; en consecuencia, ponía a menudo el engullido deJonás frente a la colocación de Cristo en el sepulcro, y la expul-sión de Jonás por el pez frente a la resurrección de Cristo de latumba A la luz de la teoría junghiana de los arquetipos, lainterpretación tipológica de las Escrituras es algo completamen-te distinto a un simple juego intelectual. Un hombre que se en-cuentre, por ejemplo, en una situación sin salvación, verá en lasituación de Jonás la expresión de su propia situación arquetí-pica (analógica). Ahora bien, si lo que le pasó a Jonás, más alláde su significado literal, se refiere también a lo que le pasó aCristo y ve en ello también el sentido supremo y el cumplimien-to último de toda la historia (superioridad), entonces su situaciónhabrá que ponerla también en relación con el acontecimientoque trasciende la historia: la revelación de Dios en la muerte yresurrección de Cristo.

En el sacramento (mysterion en griego) del bautismo se pro-duce la identificación del cristiano con Cristo. Según los Padresde la Iglesia, el bautismo del cristiano y el de Cristo están mar-cados ambos por el arquetipo de la «travesía marina nocturna»,en la que el héroe se sumerge, como el sol, en los abismos delmar nocturno, para volver a ser engendrado en su seno. SanJuan Crisóstomo dice: «La inmersión y el remontar sombolizanel descenso al Hades y el retorno de él» Junto con Cristo,«sol de justicia», el bautizado ha bajado a la ultratumba y conél ha renacido del reino de los muertos. Con Cristo se lleva acabo la transformación, y el agua de muerte se ha convertidopara el bautizado en agua de vida, la tumba se vuelve seno ma-terno. La expresión recurrente de la Biblia «luz que brota de lastinieblas» (Is 58,10; Sal 112,4; Sal 18,29; 2 Cor 4,6), típicatanto de la liturgia nocturna navideña como pascual, equivale adecir que precisamente el vientre del infierno se convierte en senodel renacimiento (U. Steffen, Giona e la balena. II mito dellamorte e della rinascita, Como 1993).

Pasión de Jesucristosegún Juan

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212 Pasión de Jesucristo según Lucas

El arte medieval ponía juntas figuras del Antiguo Testamentoy la de Cristo; en consecuencia, ponía a menudo el engullido deJonás frente a la colocación de Cristo en el sepulcro, y la expul-sión de Jonás por el pez frente a la resurrección de Cristo de latumba [...]. A la luz de la teoría junghiana de los arquetipos, lainterpretación tipológica de las Escrituras es algo completamen-te distinto a un simple juego intelectual. Un hombre que se en-cuentre, por ejemplo, en una situación sin salvación, verá en lasituación de Jonás la expresión de su propia situación arquetí-pica (analógica). Ahora bien, si lo que le pasó a Jonás, más alláde su significado literal, se refiere también a lo que le pasó aCristo y ve en ello también el sentido supremo y el cumplimien-to último de toda la historia (superioridad), entonces su situaciónhabrá que ponerla también en relación con el acontecimientoque trasciende la historia: la revelación de Dios en la muerte yresurrección de Cristo.

En el sacramento (mysterion en griego) del bautismo se pro-duce la identificación del cristiano con Cristo. Según los Padresde la Iglesia, el bautismo del cristiano y el de Cristo están mar-cados ambos por el arquetipo de la «travesía marina nocturna»,en la que el héroe se sumerge, como el sol, en los abismos delmar nocturno, para volver a ser engendrado en su seno. SanJuan Crisóstomo dice: «La inmersión y el remontar sombolizanel descenso al Hades y el retorno de él» [...]. Junto con Cristo,«sol de justicia», el bautizado ha bajado a la ultratumba y conél ha renacido del reino de los muertos. Con Cristo se lleva acabo la transformación, y el agua de muerte se ha convertidopara el bautizado en agua de vida, la tumba se vuelve seno ma-terno. La expresión recurrente de la Biblia «luz que brota de lastinieblas» (Is 58,10; Sal 112,4; Sal 18,29; 2 Cor 4,6), típicatanto de la liturgia nocturna navideña como pascual, equivale adecir que precisamente el vientre del infierno se convierte en senodel renacimiento (U. Steffen, Giona e la balena. II mito dellamorte e della rinascita, Como 1993).

Pasión de Jesucristosegún Juan

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1El arresto

(Jn 18,1-11)

1 Cuando termini!) de hablar, Jesus y sus discfpulos salieronde allf. Atravesaron el torrente Cedr6n y entraron en un huer-to que habfa cerca.

2 Este lugar era conocido por Judas, el trai-

dor, porque Jesus se reunfa frecuentemente all con sus disci-pubs. Asf que Judas, llevando consigo un destacamento desoldados romanos y los guardias puestos a su disposici6n porlos jefes de los sacerdotes y los fariseos, se dirigio a aquel lu-gar. Iban armados y equipados con linternas y antorchas.

4 Jesus, que sabla perfectamente todo lo que le iba a ocu-rrir, salio a su encuentro y les pregunto:

quien buscais?

Ello§ contestaron:

- A Jesus de Nazaret.

Jesus les dijo:

- Yo soy.

Judas, el traidor, estaba all con ebbs. 6 En cuanto les dijo:«Yo soy., comenzaron a retroceder y cayeron a tierra. Jesusles pregunto de nuevo:

- quien buscais?

Volvieron a contestarle:

- A Jesus de Nazaret.

JesUs les dijo:

- Ya os he dicho que soy yo. Por tanto, si me buscais a ml,dejad que estos se vayan.

9 (Asf se cumplio lo que el mismo habfa dicho: «No he per-dido a ninguno de los que me diste.).

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216 Pasión de Jesucristo según Juan El arresto 217

'° Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desen-vainó e hirió con ella a un siervo del sumo sacerdote, cortán-dole la oreja derecha (este siervo se llamaba Malco). " PeroJesús dijo a Pedro:

-Envaina de nuevo tu espada. ¿Es que no debo beber estacopa de amargura que el Padre me ha preparado?

LECTIO

El evangelista Juan, aunque estuvo presente, nocuenta nada de la agonía de Jesús en Getsemaní. Encambio, describe con abundancia de detalles el arresto,refiriendo un diálogo que falta en los sinópticos (vv. 4-8).Esta opción da prioridad a una determinada orienta-ción: la de mostrar a Jesús en su «hora», como sujeto delos acontecimientos, como único protagonista (cf. v. 8),consciente y determinado (v. 4), como rey vencedor delpecado y de la muerte ya desde este instante (v. 6). En elcapítulo anterior, el 17, encontramos la clave de lecturade este fragmento, concretamente en el pasaje dondeJesús reconoce que la «hora» tan esperada ya ha llega-do (17,1) y que se trata de la «hora» de la glorificación:«Ahora, pues, Padre, glorifícame con aquella gloria queya compartía contigo antes de que el mundo existiera»(17,5).

El fragmento se condensa, efectivamente, en un diá-logo central (vv. 4-8) que es una auténtica autorrevela-ción de la divinidad de Jesús. En el diálogo aparecendos palabras clave: el verbo «buscar», zeteo, y la expre-sión «yo soy», ego eimí. El cuarto evangelio se abre y secierra, de hecho, precisamente con los que «buscan»: bus-can algo los discípulos del Bautista que encuentran a Jesúsen el Jordán y le reconocen como Mesías (Jn 1,38); buscaa alguien María Magdalena en el sepulcro (Jn 20,14). LaEscritura resume en el verbo «buscar» todo el acontecerde la relación del hombre con Dios, puesto que, si, por

una parte, buscar al Señor responde a un mandamientoconcreto (Dt 4,29; Sal 105; 1 Cor 16,11; 2 Cor 7,14 y11,16; Zac 2,3; Is 55,6; Jr 29,13; Bar 4,28), por otra,esto es lo único que da sentido y dinamismo a cadaexistencia humana (Sal 27,8 y 40,17; cf. 42,2). En el v. 5Jesús da cumplimiento con su pregunta-respuesta aesta larga búsqueda del hombre en la historia, y se ma-nifiesta como la meta: «Yo soy». Y con esta expresión seprofesa como el Dios de Abrahán (cf. Gn 15,7), de Isaac(Gn 26,24), de Jacob (Gn 28,13) y de Moisés, que le viocara a cara en el monte (Ex 3,6) y a quien le reveló sunombre (Ex 3,14). El hombre, en efecto, no podría en-contrar a Dios si él no se dejara encontrar, si Dios no sele «entregara». El Hijo es el lugar en el que el hombreencuentra a su Dios.

La reacción del hombre ante el misterio de Dios quese le revela es «caer» (v. 6). El verbo pipto puede indicaren la Escritura una actitud de adoración o de temor re-verencial (cf. Gn 17,3.17; Lv 9,24; Eclo 50,17; Mt 2,11;4,9; 17,6), pero también la derrota de los enemigos yde los impíos (cf. 2 Sm 22,39; Sal 18,39 y 36,13; Is 21,9;Ez 30,6), y aquí Juan parece recoger ambos significados.Los soldados retroceden ante la majestad divina y caenen tierra impotentes, anticipando la verdad que Jesúsrevelará después a Pilato: «No tendrías autoridad algunasobre mí si no te la hubieran dado de lo alto» (Jn 19,11).El arresto de Jesús supone, en realidad, que él se entre-ga plena y libremente a la voluntad del Padre (bebe lacopa que le presentan las manos del Padre).

MEDITATIO

Es de noche (Jn 13,30) cuando sales al encuentro delos que te buscan, sabiendo perfectamente todo lo quete iba a suceder (18,4). Esta noche es una noche espe-cial, una noche exodal. «¿Qué diferencia hay entre esta

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218 Pasion de Jesucristo segan Juan El arresto 219

noche y todas las demas noches?D, preguntaba el maspequetio de cada familia judia al caer el sol, en esta nue-va fiesta de Pesah, y al oir estas palabras el cabeza de fa-milia empezaba el largo relato de la gesta de la libera-ciOn de tu pueblo del poder de Egipto, figura de todaopresiOn del mal, concluyendo el canto de la memoriadiciendo: ((Aguella noche el Senor veto para sacarlos deEgipto» (Ex 12,42). Noche especial aquella en la queahora solo ante tu hora (16,32), te preparas para hacerfrente a la prueba, recibiendo de las manos del Padre lacopa que sella una comuniOn eterna. No la bebes por-que es una copa, sino imicamente porque es tu Padrequien te la ofrece. .Se acerca el principe de este mundo. Yaunque no tiene ningan poder sobre ml, tiene que ser asipara demostrar at mundo que amo at Padre y que cumplofielmente la misiOn que me encomendo» (14,30-31).

Hay muchas noches en nuestra existencia, hay mu-chas pruebas. Se trata de una busqueda inexhausta deun rostro que de sentido y reposo a nuestro andar atientas en la oscuridad... Tn nos sales al encuentro y terevelas como alguien que ya ha llevado nuestro fardo,como alguien que ya ha superado nuestra prueba pornosotros, alguien que ya ha dispersado las tinieblas yvencido todo miedo. Ttl nos revelas que todas nuestrashoras estan en tu hora, toda nuestra lucha en tu victo-ria. La vida es este exodo glorioso y fatigoso al mismotiempo, este paso recorrido individualmente en la fe yen la pobreza de nuestra propia debilidad, esta Pascua,a la que tU ya hiciste frente, en la que ya triunfaste y dela que, por un inconmensurable don de amor, nos hacesparticipes y protagonistas. La prueba que nos reserva lavida es la ocasion para comprender lo que somos capa-ces de amarte y de creer en tu salvacion: 0E1 Senor, vues-tro Dios, quiere probaros, para saber si realmente amciis atSenor, vuestro Dios, con todo vuestro corazon y con todovuestro ser. (Dt 13,4, pero tambien 8,2; y Ex 16,4 y20,20). Es el tiempo propicio para aprender que las ti-

nieblas no se dispersan con antorchas y linternas (18,3),y la lucha contra el pecado no se gana con armas (18,3)y espadas (18,10), sino con una perfecta obediencia a lavoluntad del Padre.

ORATIO

Senor, ta eres aquel que andamos buscando desdesiempre, con ansia y deseo que no encuentran reposo.Ta eres el rostro hacia el que extendemos nuestros bra-zos como un nitio que espera ser levantado a lo alto; taeres nuestra luz en la noche oscura, nuestra fuerza con-tra la tentaciOn y el enemigo... Tta que te ofreces a no-sotros: de Dios te haces hombre, para que podamosamarte; de Setior te haces siervo, para que podamos mi-rarte a los ojos; de Maestro te haces palabra, para queaprendamos a conocerte; de Omnipotente te haces pri-sionero, para que nos demos cuenta de que no somoscapaces de poseerte.

Haz que no te hagamos prisionero de nuestros pre-juicios, que no te encerremos en nuestras categorfasconservadoras; haz que no levantemos la mano sobretu misterio para apoderarnos de lo que es sOlo purodon de lo alto; haz que no nos cansemos de buscarte yaprendamos a esperarte. Dejate encontrar, para que,entregados a ti, que eres el Sefior, nos convirtamostambien nosotros en perfectos hacedores de la voluntaddel Padre.

CONTEMPLATIO

Pues eldonde te halle para conocerte -porque cierta-mente no estabas en mi memoria antes de que te cono-ciese-, dOnde te hall& pues, para conocerte, sino en ti

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2El proceso judio y

la negacion de Pedro(Jn 18,12-27)

12 La tropa romana, con su comandante al frente, y la guar-dia judia arrestaron a Jesus y lo maniataron. " Acto seguido,lo condujeron a casa de Ands, suegro de Caifas, que era sumosacerdote aquel aflo. " Caifas era el que habia aconsejado alos judios: Conviene que muera un solo hombre por el pue-blo..

' 5 Simon Pedro y otro discipulo seguian a Jesus. Este disci-pub, que era conocido del sumo sacerdote, entrO, al mismotiempo que Jesus, en el patio interior de la casa del sumo sa-cerdote. 16 Pedro, en cambio, tuvo que quedarse fuera, a lapuerta, hasta que el otro discipulo, el conocido del sumo sa-cerdote, habl6 a la portera y consigui6 que le dejasen entrar.

Pero la portera pregunto a Pedro:

- e.No eres -ha uno de los discipulos de ese hombre?

Pedro le contest&

- No, no lo soy.

" Como hacia trio, los criados y la guardia habian prepa-rado una hoguera y estaban en torno a ella calentandose. Pe-dro estaba tambien con ellos calentandose.

El sumo sacerdote interrogo a Jesus sobre sus discipulosy sobre la enserianza que impartia.

20 Jesus declaro:

- Yo he hablado siempre en public°. He enseriado en las si-nagogas y en el templo, donde se reunen todos los judios. Nohe enseriado nada clandestinamente. 2 ' (IPor que me pregun-tas a mi .? Pregunta a mis oyentes, y ellos podran informarte.

" Al oir esta respuesta, uno de los guardias, que estaba jun-to a el, le dio una bofetada, diciendole:

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224 Pasión de Jesucristo según Juan El proceso judío y la negación de Pedro 225

- ¿Cómo te atreves a contestar así al sumo sacerdote?

" Jesús le replicó:

- Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si he ha-blado bien, ¿por qué me pegas?

24 Entonces Anás lo envió, atado, a Caifás, el sumo sacer-dote.

" Mientras Simón Pedro estaba en torno a la hoguera, ca-lentándose, uno le preguntó:

- ¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre?

Pedro lo negó:

- No, no lo soy.26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel

a quien Pedro había cortado la oreja, le replicó:

- ¿Cómo que no? Yo mismo te vi en el huerto con él.27 Pedro volvió a negarlo. Y en aquel momento cantó el

gallo.

LECTIO

En el fragmento encontramos dos cuadros que secortan (a: vv. 15-18.25ss; b: vv. 19-24), con dos protago-nistas diferentes: el discípulo y el Maestro. Se trata, enrealidad, de dos interrogatorios. Uno de ellos oficial: elproceso judío a Jesús en casa de Anás; el otro, informal:las preguntas que hacen los criados a Pedro en el patio.Es interesante señalar que el evangelista presenta elcuadro «oficial» como una inclusión entre la primerapregunta a Pedro (vv. 15-18) y sus dos últimas nega-ciones (vv. 25ss). Ambos cuadros están también en es-trecha relación: en el primero, los criados interrogan aPedro respecto a su ser «discípulo de ese hombre» (w.17.25.26); en el segundo, el sumo sacerdote interroga aJesús sobre si es un «maestro», sobre su doctrina y susdiscípulos (v. 19). Se podría decir que Juan representaun único interrogatorio en dos planos. «En el de abajo»,los criados y la portera ponen en aprietos a Pedro. «En

el de arriba», Anás y Caifás procesan a Jesús. Si Pedroes uno de sus discípulos, Jesús es un maestro y tieneuna doctrina de la que debe dar cuentas; si Jesús admi-te que tiene discípulos y una doctrina propia, el que lesigue es discípulo suyo: bastaba con que uno de los dosrespondiera de manera exhaustiva a las preguntas paraque el otro quedara directamente implicado.

Jesús apela en su respuesta al testimonio de los quele han oído, porque en 8,13 los fariseos ya le habían ob-jetado: «Estás dando testimonio de ti mismo; por tanto,tu testimonio carece de valor», y sabía que ellos juzgabansegún la carne (8,14). Además, Juan introduce una notaque es una alusión explícita al fragmento de la Pasión:«Jesús dijo esto cuando estaba enseñando en el templo, enel lugar donde se encuentran las arcas de las ofrendas. Sinembargo, nadie se atrevió a detenerlo, porque aún no ha-bía llegado su hora» (8,20). En consecuencia, el capítulo8 puede ser una clave de lectura para el capítulo 18, y,en efecto, en él encontramos la respuesta a las pregun-tas que aquí se repiten de manera implícita: «Cuandolevantéis en alto al Hijo del hombre, entonces reconoce-réis que yo soy. Yo no hago nada por mi propia cuenta;solamente enseño lo que aprendí del Padre» (8,28). Altriple «yo soy» del fragmento inmediatamente anterior(vv. 5.6.8) hace eco la triple negación de Pedro: «No losoy» (vv. 17,25.26). En la triple negación de Pedro secumple, en realidad, el designio del Padre (16,32), queya había predicho Jesús a su discípulo más ardiente,precisamente durante la cena, en el contexto en queanuncia el canto del gallo (13,36-38).

MEDITATIO

¿Forma parte de la intención del evangelista Juan queeste fragmento situado al comienzo de la Pasión re-cuerde así de cerca la escena del epílogo glorioso de to-

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226 Pasion de Jesucristo segan Juan El proceso judio y la negacion de Pedro 227

dos estos acontecimientos? Pedro y Juan corren juntosa la tumba; uno entra y el otro se queda en la puerta,pero entra despues, y «vio y crey6», alli donde PedrosOlo habia visto (Jn 20,1ss). Pedro es el mas entusiasta,el mas apasionado, el mas humano de los discipulos deJesus. Si Juan es eel discipulo al que Jesas tanto queria»,como 61 mismo atestigua varias veces en su evangelio(Jn 13,23; 19,26; 20,2; 21,7.20), Pedro es, a buen seguro-lo atestigua el propio Juan-, el discipulo que mas ama-ba a Jesus (Jn 21,1ss). Y Jesus, que lo sabe, pone a sudiscipulo en condiciones de tomar conciencia de ello,mas alla de todas sus debilidades. Pedro no traiciona asu maestro; en efecto, en 13,21 Jesus predice que «unode vosotros» -solo uno!- le traicionard; Pedro, en cam-bio -tal vez para beneficio nuestro-, experimenta su de-bilidad constitucional, la distancia que media entre suapasionado amor por el Maestro y su real capacidadpara seguirle.

Tambien nosotros vivimos esta tension entre el ya y eltodavia no, inquietud de un amor que quisiera ser capazde comprometerse por Cristo hasta la entrega de la pro-pia vida (cf. Jn 13,37) y que, sin embargo, experimentaretrasos y cansancios, miedo y timidez. Pedro, con suvida, esta delante de nosotros como un espejo, signo deesperanza en su capacidad de dejarse implicar por la mi-rada de amor de aquel que siempre perdona (cf. Lc 22,61y Jn 1,42), y con su fuerza para empezar a correr denuevo tras el maestro, que interiormente le llama a 61(Jn 20,1ss); con la obediencia sencilla y confiada que lecaracterizo desde el primer instante, que le permitiO ca-minar sobre las aguas (Mt 14,28ss) y echar la red obede-ciendo a la Palabra de Jesus (Lc 5,1ss; Jn 21,6ss), que lehace estar atento al suspiro del Espiritu y le hace decirlas palabras del Padre (Mt 16,15-19). Pedro, en la visperadel drama de la PasiOn, es como cada uno de nosotrosfrente a las pruebas de la vida: llamadas progresivas (ivo-cacion!) a un seguimiento cada vez mas radical, enamo-

rado y generoso, de aquel que se revela como el unico Se-nor. Un titubeo que puede ser Unicamente ocasion paraun conocimiento mas profundo de si mismo y de unamayor confianza en el... Porque la fe y la fortaleza quebrota de ella son antes que nada don del Espiritu.

ORATIO

Senor, confirma en ml aquel don inefable del Espiri-tu que infundiste en mi alma el dia del bautismo y re-novaste con la confirmacion; vivifica en la comunion detu cuerpo y de tu sangre la fuerza viva del amor que porla fe vive en mi corazon; concedeme un espiritu ardien-te y animoso, que no tema sus propias debilidades e in-congruencias, que no se vuelva prisionero de los senti-mientos de culpa que paralizan la esperanza; haz que,como Pedro, Tomas y Pablo, fortalecido con tu perdon,tenga yo siempre la fuerza de empezar de nuevo, de ele-var la mirada a ti, que no cesas de mirarme fijamentecon amor. Haz que sepa escuchar la palabra tranquili-zadora de tu corazon que me confirme como discipulotuyo: e Te basta ml gracia».

CONTEMPLATIO

«Simon, hijo de Juan, eme amas mcis que estos?». Ob-serva que Jesus interroga a Pedro no una sola vez, sinouna segunda y una tercera, y la tercera vez oye final-mente que es amado por Pedro. A la triple negacioncontrapone una triple declaracion de amor, a fin de quela lengua no quede mas esclava del terrior que del amor.Recordad que son tres las partes del cuerpo de las cua-les procede la muerte o la vida: el corazon, la lengua yla mano. Del corazon viene el consentimiento al bien oal mal; de la lengua, el paso sucesivo a la palabra; de la

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228 Pasión de Jesucristo según Juan El proceso judío y la negación de Pedro 229

mano, la ejecución de la obra. Si con estas tres parteshemos negado al Señor, puesto que los contrarios se cu-ran con los contrarios, con las mismas partes confesemosal Señor.

Niega con el corazón el que no cree o el que consien-te el pecado mortal. De modo semejante, niega a Cristocon la lengua el que destruye la verdad con la mentira ocalumnia y denigra al prójimo. Igualmente, reniega conla mano el que realiza obras perversas.

Que los que de este modo niegan a Cristo tres vecesen las tinieblas de los pecados, al canto del gallo, es de-cir, a la predicación de la Palabra de Dios, se arrepien-tan, para ser después capaces, a la luz de la penitencia,junto con el bienaventurado Pedro, de declarar por tresveces: «¡Amo, amo, amo!». Amo con el corazón por me-dio de la fe y de la devoción; amo con la lengua pormedio de la profesión de la verdad y de la edificacióndel prójimo; amo con la mano por medio de la purezade las obras (Antonio de Padua, 1 Sermoni, Padua 1995,1212, passim [edición española: Sermones dominicales yfestivos, Editorial Espigas y Azucenas, Murcia 1996]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre?»

(Jn 18,17).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Divisé, apoyado contra un muro, replegado sobre sí mismo,a un hombre que tenía la cabeza escondida entre los brazos. Aprimera vista, creí que se trataba de un borracho dormido. Peropor el estremecimiento convulso de sus hombros, comprendí que

estaba llorando... Me incliné hacia él y le puse mi mano en elhombro, llamándole por su nombre: «¡Pedro!». No sé por quéme dirigí a él con el nombre que le había dado el Maestro.

El hombre se volvió con un estremecimiento: «¡Ah! ¿Eres tú,Rabí?». Su rostro estaba bañado de lágrimas. «¡No me llamesasí! No soy digno de este nombre. No soy piedra, soy tierra, ce-niza, polvo del camino. ¿Sabes lo que he hecho?», preguntóentre sollozos mientras aferraba un borde de mi simlah, comopara retenerme por miedo a que me fuera de allí dejando deescucharle. «¡Yo... yo le he negado! He dicho .que no le cono-cía..., que no sabía quién era..., que nunca le había visto».

«¿Dónde ha pasado todo eso?», le pregunté. «En la corte delsumo sacerdote», dijo entre gemidos. Me acordé entonces de lagigantesca figura que había chocado conmigo al huir del pala-cio de Caifás. Me sorprendí de que se hubiera atrevido a acer-carse precisamente a ese lugar, e intenté consolarle. «No llores»,le dije, cogiéndole más fuerte el brazo. «Son cosas que pasan...El hombre es...». Pero ninguna palabra podía consolarle. Prosi-guió entre lágrimas, balbuciendo y golpeándose el pecho con elpuño: «¡Le he traicionado! ¡Le he negado!... A él, que tantoamaba a todos. Yo también creía amarle... ¡Estaba tan segurode mí! Incluso me indigné con Judas, que le había entregadoal... Ahora soy peor, soy mucho peor que él».

Pobre Simón. Le ha negado, pero no duda. Es verdad, pen-saba yo: Jesús amaba mucho a todos. Aunque tuviera que so-portar por una sola persona, incluso si fuera sólo por mí, todolo que está sufriendo ahora, lo haría sin pensarlo dos veces. Si-món siente esto, aunque no llega a comprenderlo. ¿Y yo? Yo nole he negado, pero tal vez sea porque no me han hecho ningu-na de las preguntas que le han hecho a Simón. El destino, o sólola casualidad ha dispuesto que yo no fuera sometido a severasamenazas. Tal vez seré expulsado del sanedrín o del gran con-sejo, y éste será el único procedimiento que podrán emprendercontra mí. Tal vez por eso no he negado yo al Maestro, pero yodudo de él. Simón le ha negado, es cierto, pero cree en él (J.Dobraczynsky, Lettere di Nicodemo. La vita di Gesú, Brescia1 994, pp. 310ss) [edición española: Cartas de Nicodemo, Edi-torial Herder, Barcelona 1993]).

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3Jesus y Pilato(In 18,28-40)

" Despues condujeron a Jesus desde la casa de Caifas has-ta el palacio del gobernador. Era muy temprano. Los judiosno entraron en el palacio para no contraer impureza legal ypoder celebrar asi la cena de Pascua. 29 Pilato, por su parte, sa-lio a donde estaban ellos y les pregunto:

- que acusais a este hombre?

Ellos le corrtestaron:

- Si no fuese un criminal, no te to habriamos entregado.

Pilato les dijo:

- Llevaoslo y juzgadlo segim vuestra ley.

Los judios replicaron:

-A nosotros no nos esta permitido condenar a muerte anadie.

32 Asi se cumplio la palabra de Jesus, que habia anunciadode que forma iba a morir.

" Pilato volvio a entrar en su palacio, Hamel a Jesus y le in-terrog&

- zEres td el rey de los judios?

" Jesus le contest&

- Dices eso por ti mismo o te to han dicho otros de ml?

" Pilato replic&

- Acaso soy yo judio? Son los de tu propia nacion y los jefesde los sacerdotes los que te han entregado a mi. e. Que es lo quehas hecho?

" Jesus le explic&

-Mi Reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores

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232 Pasión de Jesucristo según Juan Jesús y Pilato 233

hubieran luchado para impedir que yo cayese en manos de losjudíos. Pero no, mi Reino no es de este mundo.

37 Pilato insistió:

- Entonces, ¿eres rey?

Jesús le respondió:

-Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testi-monio de la verdad. Precisamente para eso nací y para eso vineal mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz.

" Pilato le preguntó:

- ¿Y qué es la verdad?

Después de decir esto, Pilato salió de nuevo y dijo a losjudíos:

- Yo no encuentro delito alguno en este hombre. " Perocomo tenéis la costumbre de que os ponga en libertad un pri-sionero durante la fiesta de la Pascua, ¿queréis que deje en li-bertad al rey de los judíos?

40 Y en medio de un gran clamor, gritaban:

- ¡ No, a ése no! ¡Deja en libertad a Barrabás! (El tal Barra-bás era un bandido.)

LECTIO

Con la precisión de un cronista, la fuerza expresivade un testigo y la profundidad de un teólogo narradorque cuenta la Pasión de Jesús a fin de celebrarla en lacomunidad, recordando cada detalle de lo que sucedióen Jerusalén, Juan narra la escena del encuentro de Je-sús con Pilato, con una introducción y una conclusión.Todo ello con la lógica de tres confrontaciones progre-sivas que llevan a Jesús hacia la Pasión y la crucifixión.Jesús está presente en las tres confrontaciones y consti-tuye también el punto de referencia. Ahora bien, es es-pecialmente en el encuentro de Jesús con Pilato donderevela toda su grandeza.

La primera confrontación, paso del juicio religioso alcivil, tiene lugar en el camino desde la casa de Caifás al

pretorio, donde habitaba el gobernador Pilato. En laspalabras de Juan se nota la inconsistencia de las acusa-ciones y la voluntad de condena por parte de las autori-dades religiosas. Se vislumbra cierta hipocresía que sedesarrolla entre la voluntad decidida de condenar amuerte a Jesús, cargando la responsabilidad última alImperio, y la búsqueda de la pureza legal a fin de podercomer la Pascua esa misma noche. La indicación cro-nológica es precisa: es la mañana del día en la que elpueblo debía celebrar la Pascua. Juan lo recuerda enotras ocasiones (cf. 19,14.31). La muerte de Cristo,como cordero pascual, coincide con la celebración de laPascua del pueblo elegido. Las acusaciones contra Jesússe suponen, pero no se indican con claridad. La pre-gunta de Pilato encuentra sólo una respuesta evasiva. Yla respuesta a la réplica de Pilato, que quiere quedarseal margen de esta lid de difícil resolución, está orien-tada, evidentemente, hacia una condena máxima: «Anosotros no nos está permitido condenar a muerte a nadie».Como aparece a lo largo del evangelio de Juan, el desti-no de Jesús es la muerte; la voluntad de sus perseguido-res es quitarle de en medio cueste lo que cueste, aunquesiempre con la excusa de la legalidad.

La confrontación central, cara a cara, entre el repre-sentante del Imperio y el consagrado del Señor, más alláde la dramaticidad de las palabras y de los gestos, de lossilencios y de las miradas, se convierte en una página derevelación. Jesús revela, precisamente en este momen-to, y no lo había hecho nunca en ninguna otra circuns-tancia en el evangelio de Juan, que él es rey. Jesús lohace con solemnidad, sin subterfugios, con riqueza dedetalles, remitiendo a otro Reino. Ahora bien, su reale-za está ligada, según el más puro lenguaje joáneo, al tes-timonio de la verdad, a la afirmación de su origen divi-no. Para esto ha venido al mundo y para eso ha nacido.Y con la realeza de escuchar su palabra de verdad serelaciona el ser discípulos y siervos de este Reino. El

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234 Pasion de Jesucristo segan Juan Jesas y Pilato 235

desconcierto de Pilato tiene que ver mas bien con la pre-

gunta de un cinico que con la busqueda de un filosofo:Y qui es la verdad?». Jesus no responde. El mismo es

la respuesta: el es la verdad.La tercera confrontacion, casi desesperada, en busca

de un compromiso, tiene lugar entre Pilato y, como pa-rece deducirse del texto de Juan, los que han llevado aJesds ante el, y no la muchedumbre, como aparece enlos otros evangelistas. Su evidente voluntad de liberar aJesds choca con una decision precisa y con una decisionahora convicta: debe morir cueste lo que cueste. No haycambio, no hay ninguna oportunidad de liberar a Jesds.Se prefiere el bandido al rey. Pilato intentard jugar to-da-via una Ultima carta. Pero en esta Pasion gloriosacontada por Juan, Jesus conserva la majestad de un rey,la fuerza de la verdad que es el mismo. Y ante el se hun-den las mentiras del mundo.

MEDITATIO

La Pasion de Jesus segan Juan tiene la fascinaciondel paso glorioso de Jesus, a traves del dolor, de estemundo al Padre. Lo habia anunciado el discipulo ama-do al comienzo del libro de la gloria que abre los relatosde la Ultima cena y de la Pasion (Jn 13,1-4). Estas pala-bras iniciales son como el protocolo interpretativo detoda la Pasion, la cave de comprension de todo lo quesucede. Se trata del paso de este mundo al Padre, y todotiene la fascinacion de una secreta atraccion que ejerceen Jesus la obediencia al Padre, el retorno a su seno. Esuna aventura en la que se consuma el amor de Jesus alos suyos hasta el extremo. Y se trata aim de la nitidaconciencia de vivirlo todo con una extrema libertad.Sabe que el Padre ha dejado todo en sus manos, que deel venia y a el regresaba. El paso, el amor extremo, la 11-bertad suprema, nos permiten escrutar la actitud sere-

na de Cristo, que no es de impasibilidad, mientras quetodos se agitan a su alrededor por su causa y se descu-bren los secretos de sus corazones.

A partir de la narraciOn joanea se hace evidente, enesta agitacion de los corazones, que estan claras las in-tenciones de los que pretenden trasladar el proceso reli-gioso a una responsabilidad civil, la de la autoridad deRoma, con tal de conseguir el objetivo de condenar a Je-sus a muerte. En la desnuda lectura del texto se descubreque al principio no lanzaron contra Jesus ninguna acu-sacion, aunque manifiestan ahora su intenciOn de verlecondenado a muerte. La serenidad de Jesus desconcier-ta, y Juan seiiala: oAsi se cumplio la palabra de Jesus, quehabia anunciado de que forma iba a morir» (Jn 18,32).Todo el evangelio de Juan esta invadido por este destinoy por este contraste entre Jesus y sus enemigos, con pun-ta s de polemicas, acusaciones y calumnias, lanzamientode piedras y amenazas de deshacerse de el. El Hijo ama-disimo lo vive todo con libertad y dirigido al Padre. Aho-ra nos encontramos en el final. El designio malvado estaa punto de cumplirse, pero quieren que sea Pilato quiencargue con todas las responsabilidades.

El gobernador romano que interviene en la escena, ycuyo recuerdo -vaya usted a saber por que- ha quedadopara siempre en los labios de los fieles que recitan laprofesion de fe, como apunte historico de la verdad dela Pasion de Jesds («padecio bajo el poder de PoncioPilato»), en su condicion de 'person* oficial, parece,con todo, mas honesto que los hombres religiosos deIsrael. No es en el fondo un pagano que tiene un cora-zon recto, como el centurion, ni llega a la profesion defe, pero, de todos modos, es alguien que se ha dejadomedir por Jesus, por sus palabras, por el dialogo clari-ficador con el. No merece enseguida un reproche unhombre que intenta comprender algo en una cuestionenredada como la que tiene delante. Se muestra hones-to cuando no se fia de las acusaciones y quiere oir al

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Pasión de Jesucristo según Juan Jesús y Pilato 237

acusado. No la emprende con Jesús cuando éste confie-sa su calidad real, ni siente amenazado el Imperio poraquel hombre. Manifiesta su curiosidad, tal vez entre labúsqueda de la verdad y el agnosticismo pagano, cuan-do pregunta por la verdad: «¿ Y qué es la verdad?». Y noduda la primera vez en manifestar su veredicto absolu-torio: «Yo no encuentro delito alguno en este hombre».En un primer momento, se siente interpelado ante Cris-to, aunque después vacila y cede. ¿Y nosotros? ¿cómonos habríamos comportado ante Jesús?

ORATIO

Meditando tu Pasión gloriosa, recorremos contigo elcamino pascual que va del cenáculo a la cruz y más alláde ella. Te admiramos en la serenidad plena de con-ciencia y amor con la que vas pasando de mano enmano, de tribunal en tribunal, de acusación en acusa-ción, de condena en condena, y te acercas cada vez mása la orilla de tu vivir y de tu morir para encontrarte denuevo con toda tu existencia junto al Padre. Te revelastey definiste como rey, y como rey te adoramos. Sabemosque tu Reino no es como los de este mundo y aceptamosla debilidad de tu reinar desde el leño de la cruz poramor. No impones por la violencia tu Reino, sino que loofreces, lo propones, para que, con nuestra libertad,también nosotros seamos Reino de verdad y de gracia,de justicia y de paz.

Respondiste a Pilato, que deseaba saber qué era laverdad, con tu silencio, y, con todo tu ser ante el Padrey ante nosotros, te revelaste como la plenitud de la ver-dad y de la vida. Prefirieron a un bandido antes que a ti.Y no ha sido ésta la última vez, pues con gran frecuen-cia muchos hombres y mujeres prefieren otras opcionesy te dejan de lado en su vida. Concédenos algo de la ho-nestidad de Pilato, aunque sólo sea el deseo de saber qué

es la verdad. Tal vez descubramos al final, en la paradojade tu Pasión, que tú, que revelas el hombre al hombre,eres la verdad.

CONTEMPLATIO

Considero, pues, auspiciable decir aquí algo de lossufrimientos que por mí sufriste, oh Dios de todos. Tepusiste de pie en el tribunal de la criatura, en una natu-raleza que era la mía. No hablaste, tú que das la pala-bra. No levantaste la voz, tú que creaste la lengua. Nogritaste, tú que agitas la tierra. No rugiste, tú que eres latrompa que resuena majestuosamente en los oídos detodos. No los censuraste, a pesar de tus beneficios, ni lescerraste la boca, a pesar de su maldad. No abandonastea la confusión a quien te abandonaba a los tormentos dela muerte. No opusiste resistencia cuando te ataban, nite indignaste cuando te abofeteaban, ni los injuriastecuando te cubrían de salivazos, ni te estremeciste cuan-do te daban puñetazos. Cuando te hacían burlas, no teenojaste. Y cuando te escarnecían, no alteraste tu rostro.

Le despojaron de la túnica que le cubría como si fue-ra impotente y le revistieron de nuevo como un deteni-do incapaz de huir... Con la flagelación le propinaron laúltima ignominia. Lo entregaron a la plebe abyecta.Doblaron ante él la rodilla para insultarle y le pusieronen la cabeza una corona de desprecio (Gregorio de Na-rek, «Liber orationum», en I Padri vivi. Commenti pa-tristici al vangelo domenicale, Roma 1980, pp. 75ss).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«¿Y qué es la verdad?» (Jn 18,38).

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Pasion de Jesucristo segtin Juan Jesas y Pilato 239

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La personalidad de Pilato, ante el cual fue conducido Jestis yquien decidio de manera soberana sobre su muerte, ha sidoanalizada por los historiadores modernos con resultados discor-dantes. Para muchos, por lo demas, la polemica es ya connatu-ral en algunos juicios perentorios. En efecto, hay quien conside-ra a Pilato como un hombre violento, dotado de una ferocidadque empuja hasta la crueldad: asi lo presentan Flavio Josef°,Filon e incluso el evangelista Lucas (13,1). Otros, basandosesobre todo en la narracion evangelica del proceso de Jess, lopintan como un hombre vacilante y Ileno de escrUpulos, cuyossentimientos de justicia y de rectitud habrian cedido finalmentea la presion de las autoridades y de la plebe judia. Como puedeverse, esta Ultima opinion tiende a oponer al obuenD procuradorromano contra los ornalos>> judios, que, en definitiva, serian losunicos responsables de la muerte de Cristo. Como ocurre confrecuencia en este tipo de controversias, la verdad se sitUa, segu-ramente, entre los dos puntos de vista extremos: este Gauleiter(gobernador de provincia en la Alemania de Hitler), que debegarantizar el orden en una provincia ocupada, probablementeno sea tan malo, para su tiempo, como lo describen los histo-riadores judios y el evangelista Lucas, pero tampoco debio deser tan escrupuloso como dejan suponer las descripciones de losacontecimientos judiciales referidos por los cuatro evangelistas.En su compleja personalidad se asocian rasgos de caracter di-ferente, Si no contradictorios. Pilato es, en efecto, brutal, a vecesferoz, pero tambien astuto y con frecuencia calculador; se mues-tra atento para no lesionar los principios romanos de la equidady la justicia, pero todavia se muestra m6s atento para no perju-dicar a su propia carrera. Este tipo humano era frecuente entrelos gobernadores de provincias romanas, y tampoco es raro en-contrarlo en otros tiempos y en otros lugares.

JesUs fue conducido ante Pilaf° o, como precisan los textosevangelicos, fue (centregado),. A este respecto surge un peque-no problema a partir de dos frases breves del evangelio de Juan.aPor que Pilaf°, cuando le presentan a Jesus completamente ata-do, sin mediar un solo comentario, ni un solo gesto, se limita aplantear esta pregunta: aaDe que acusois a este hombre?)›. A larespuesta de los sumos sacerdotes —Si no fuese un criminal, no

te lo habriamos entregado>,-- replica impasible: aLlevthoslo y juz-gadlo segtin vuestra ler. Dos son las explicaciones que pode-mos encontrar: o Pilato ignora que se ha desarrollado antes unproceso ante el sanedrin, y en este caso no hay ninguna razonpara considerar su decision posterior como la confirmacion o lasancion de un proceso cuya existencia ignoraba, o bien —se-gunda hipotesis, adelantada par algunos comentadores— Pilatosabe que el sanedrin ha juzgado antes a JesUs y lo ha conside-rado reo de muerte. Esta al corriente de las sentencias del sane-drin y con esta Erase sarcastica deja entender a sus interlocutoresque, a pesar de sus leyes, no pueden Ilegar a ninguna sentenciasin el. Tonto si la replica de Pilato es la prueba de su ignoranciadel hecho (primera hipotesis) coma si es la manifestacion de suironia caustica (segunda hipotesis), se impone una conclusion:Pilato no pretende tener en cuenta el juicio del sanedrin, y susentencia no puede ser la ratificacion de la del proceso judio(J. lmbert, II process° di Ges0, Brescia 1984, pp. 89-90.126,passim).

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4Flagelación y condena

(Jn 19,1-16)

' Entonces Pilato ordenó que lo azotaran. 2

Los soldadosprepararon una corona de espinas y se la pusieron en la ca-beza. También le echaron sobre los hombros un manto depúrpura. Y se acercaban a él diciendo:

- ¡ Salve, rey de los judíos!Y le daban bofetadas.4 Pilato salió, una vez más, y les dijo:- Escuchad; os lo voy a sacar de nuevo, para que quede bien

claro que yo no encuentro delito alguno en este hombre.Salió, pues, Jesús fuera. Llevaba sobre su cabeza la coro-

na de espinas y sobre sus hombros el manto de púrpura. Pila-to se lo presentó con estas palabras:

- ¡Éste es el hombre!6 Los jefes de los sacerdotes y los guardias, al verlo, co-

menzaron a gritar:- ¡Crucifícalo, crucifícalo!Pilato insistió:-Tomadlo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro

delito alguno en él.' Los judíos replicaron:- Nosotros tenemos una ley y, según ella, debe morir, por-

que se ha presentado a sí mismo como Hijo de Dios.s Al oír esto, Pilato sintió más miedo todavía. 9 Entró de

nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:-¿De dónde eres tú?Pero Jesús no le contestó. '° Pilato le dijo:

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242 Pastan de Jesucristo segan Juan Flagelacion y condena 243

- 4Te niegas a contestarme? elEs que no sabes que yo tengoautoridad tanto para dejarte en libertad como para ordenarque te crucifiquen?

" Jesus le respondio:-No tendrias autoridad alguna sobre ml si no te la hubie-

ran dado de To alto; por eso, el que me entrego a ti tiene masculpa que

Desde ese momento Pilato intentaba ponerlo en libertad.Pero los judios le gritaban:

- Si pones en libertad a este hombre, no eres amigo del ce-sar. Porque cualquiera que tenga la pretension de ser rey esenemigo del cesar.

Pilato, al oir esto, man& sacar fuera a Jesus y lo sent() enel tribunal, en el lugar conocido con el nombre de «Enlosado.(que en la lengua de los judios se llama «Gabbata.). 14 Era lavispera de la fiesta de la Pascua, hacia el mediodia. Pilato dijoa los judios:

- aqui a vuestro rey!15 Ellos se enfurecieron y comenzaron a gritar:- iQuitalo de en medio! iCrucificalo!Pilato insisti6:- Como voy a crucificar a vuestro rey?Pero los jefes de los sacerdotes replicaron:- Nuestro unico rey es el cesar.16 Asi que, por fin, Pilato se To entregO para que To crucifi-

caran.

LECTIO

El relato de la PasiOn continua con detalles parti-culares de la cronica y de la teologia joaneas. En un mo-mento en el que, por lo que respecta a Pilato, pareceinterlocutorio, hasta el punto de casi conceder una tre-gua, y en un momento de cambio de opinion por lo quese refiere a los acusadores de Jesus, se castiga al conde-nado, segun la costumbre romana, con la flagelacion.Pero dejado a merced de los soldados romanos, que tal

vez han oido hablar de la vulgar acusacion contra Jesus,el hecho de hacerse llamar rey, y considerandolo casicomo un iluso, le hacen blanco de burlas con una au-tentica flagelacion de su persona y de su dignidad: le po-nen la corona de espinas en la cabeza, el manto de pin.-pura sobre los hombres sangrantes, le dirigen el saludode escarnio: a Salve, rey de los judios!. (v. 3), y le dantambien bofetadas en el rostro.

Pilato quiere jugar todavia una Ultima carta. Presen-ta a Jesus ante la muchedumbre con la corona de espi-nas y el manto de pUrpura. Este rey reducido a una po-breza humana inverosimil no puede hacer dafio a nadie,no puede ser considerado en absoluto como rey. Porconsiguiente, carece de culpa, no es peligroso, ya hasido reducido con la fuerza del castigo ejemplar del Im-perio a la medida de un pobre hombre, tal vez un iluso.Se entreve un poco de la justicia romana en el gesto de-sesperado de Pilato, que, con palabras profeticas, se di-rige a Jesus asi: 'Este es el hombre!. (v. 5).

El gobernador romano quiere mantenerse tambienalejado de la responsabilidad de una condena a muerteque carece de fundamento en la legislacion romana: .17ono encuentro delito alguno en este hombre. (v. 6). Lo vuel-ve a entregar a los sumos sacerdotes y se unen a ellos losguardias para gritar con fuerza su inevitable condena,pero, seglin su propia ley, porque se ha hecho Hijo deDios.

El miedoso Pilato vuelve donde Jesus casi en unabusqueda desesperada de la respuesta que pueda libe-rarle aun del peso de la conciencia o que le ayude a li-berar a Jesus. En estos momentos de suspension, pesa-dos como pefiascos, sin via de salida, el argumentodefinitivo de los judios, que gritan y alternan, en favorde la condena a muerte, o bien una causa religiosa obien un oportunismo politico, hunde a Pilato. Se tratadel argumento que pone en peligro la misma legitimi-

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Pasión de Jesucristo según Juan Flagelación y condena 245

dad de su gobierno, la acusación de traición a la auto-ridad del césar: «Si pones en libertad a este hombre, noeres amigo del césar. Porque cualquiera que tenga la pre-tensión de ser rey es enemigo del césar» (v. 12).

El gobernador se siente herido en su dignidad y en suresponsabilidad; padece el chantaje más inesperado, unchantaje que pone en peligro su oficio e incluso tal vezsu propia vida. Asume entonces su función de juez, sen-tándose en la cátedra como en un tribunal civil. Sevenga aún a la desesperada con un golpe cortante: «¡Heaquí a vuestro rey!» (v. 14), pero recibe como respuestaapremiante el grito: «¡Crucifícalo!» (v. 15). Es la conde-na premeditada y el fin rápido de una presencia que seha vuelto ahora demasiado embarazosa.

Los piadosos sumos sacerdotes no tienen vergüenzade plegarse como siervos ante la autoridad odiada y deatribuir ahora, con palabras claras, el título de rey aun hombre, el césar, cuando en realidad el título de reyestaba reservado en las oraciones de la Pascua, que es-taban a punto de celebrar, únicamente al Dios de lacreación y de la liberación pascual de la esclavitud deEgipto.

Prosigue el juego de la ambigüedad, se prolonga ladescarga de la responsabilidad. Al final, Pilato, con lacolaboración de los soldados romanos, entrega a Jesúsa los sumos sacerdotes para que sea crucificado.

MEDITATIO

El relato de Juan, que probablemente quiere intro-ducir orden en las precedentes narraciones de los sinóp-ticos, describe con una gran intensidad de detalles lacrueldad de la Pasión de Jesús en el pretorio por obra delos soldados romanos. Se enlazan los ritos de sadismo,como la flagelación, con momentos de suprema burla,

como la coronación real con una corona de espinas, elponerle el manto de púrpura, el acto sarcástico del ho-menaje de fidelidad. En la Pasión de Jesús no faltan losdolores físicos, lancinantes, que, desde el cuerpo, hierenel alma y la sensibilidad, pero tampoco faltan los doloresmorales, que minan la estabilidad psicológica, como losgestos de desprecio, tanto más bajos cuanto más alto einocente es el personaje; tan inmensamente sentidospor Jesús, que ha proclamado con tan inmensa man-sedumbre y verdad su calidad de rey como inmensa esla bajeza de los soldados romanos que se burlan de ély le ridiculizan.

Maltrecho de este modo, Pilato muestra después aJesús a la muchedumbre. Su figura aparece casi bufo-nesca: es el Jesús arlequín de ciertas pinturas de G.Rouault. El procurador emplea sus palabras, típicas deuna fórmula romana que concede poco a la fantasía,pero que están dotadas de una misteriosa rigurosidad yque han quedado en las mentes de todos: «Ecce horno»(¡Éste es el hombre!). No se sabe si Pilato, con este ritode la mostración del reo, quiso enternecer a la muche-dumbre poniendo el acento en su debilidad, su sufri-miento, su extrema fragilidad, o si quiso humillar aúnmás a Jesús, que se había proclamado rey.

Las consideraciones sobre esto son dos: ¿esperabatal vez calmar la furia del pueblo con el espectáculo deun hombre reducido a la nada, con el cuerpo martiri-zado, de la cabeza a los pies, por el sufrimiento físico,pero despreciado también hasta la extrema humilla-ción, siendo que Jesús había aparecido en otros mo-mentos como un taumaturgo omnipotente? ¿Es posi-ble que quisiera demostrar a los judíos que aquelhombre que le había sido presentado como rey de losjudíos, como un rebelde peligroso, capaz de derribar elmando del Imperio en Galilea, era solamente un pobrehombre, extenuado, impotente, del que no se podía temernada?

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246 Pasion de Jesucristo segan Juan Flagelacion y condena 247

Lo que mas sorprende, sea cual fuere la intencion dePilato, es que nadie se conmovio, excepto los discipulosy discipulas desconocidos que habia entre la gente, yque prevalecio una vez mas por delante de la extremafragilidad del omnipotente, por delante de la manse-dumbre y humildad del soberano, la terrible logica dequerer aplastarlo y llevarlo a la muerte, con el rechazode su realeza y con el deseo de verle muerto en el pati-bulo de la cruz. Y acuden a la mente las palabras deamor, y no de odio, que el antiguo himno latino de lafiesta de Cristo Rey dirigia al Senor como tributo deamor en esta estrofa: «Scelesta turba clamitat... La per-versa turba clama en alta voz. No queremos que Cristoreine sobre nosotros, pero te aclamamos para procla-marte rey universal de todos». Es Jesus verdaderamenteel rey de tu vida?

ORATIO

i Oh Cristo! Tü nos dijiste un « Quien de entre vo-sotros me convencera de pecado?.. Ese es tu crimen. Es-tabas sin pecado entre hombres sin inocencia. Era nece-sario que murieras y ellos te condenaron. Y nosotrosestabamos presentes. Porque en ese momento toda la his-toria del mundo se desarrollo en tomo a ti como el man-to de color sangre con el que los ejecutores te revistieron.

;Oh Cristo! Hijo del hombre condenado por el hom-bre, esta came que tomaste por nosotros, este cuerpoque nosotros te habiamos dado, no estamos dispuestosa recogerlo jirOn a jir6n, bajo el mordisco de latigos yde espinas.

Oh Cristo! En este camino de tu agonia, somosnosotros en realidad quienes necesitamos tu piedad.Quien cancelard la vergiienza que sentimos ante tu

suplicio? Te lo suplicamos: «iPerdona! iMemoria etema,

olvida!» (A. Frossard, Via crucis al Colosseo, Ciudad delVaticano 1986).

CONTEMPLATIO

«Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron». Esel mundo entero -la humanidad compuesta de judios,cristianos y paganos- el que condena ahora a su creadory redentor. La condena salio de la pequeiia muchedum-bre de los que habian seguido a Jesus. De Judas, al queeste Mesias no le parecia bastante eficaz en el piano his-torico y que por eso lo vendio a los judios, quienes as-piraban a un poder y a una liberacion politica. Pedro loneg6. Los otros discipulos escaparon.

Esta es la imagen, sin truco, de la Iglesia naciente ala hora de la verdad. Pero tampoco los judios recono-cieron en Jesus el ideal del mesias politico que se ha-Wan fabricado, muy alejado de la fe de Abrahan. Y sedesenmascaran por si mismos cuando dicen a Pilato:«Nuestro anico rey es el cesar». Pilato, el pagano, inten-ta liberar a Jesus, pero no lo consigue y cede por amora la paz en Jerusalen. iY nadie quiere ser culpable!Judas devuelve el dinero. Los judios yen en Jesils a unblasfemo que es condenado con razon. Pilato se lava lasmanos. Todos son culpables, pero nadie quiere serlo. Nin-guno de los pecadores ha reconocido a Dios tal como Eles verdaderamente. «Dios ha permitido que todos seamosrebeldes para tener misericordia de todos» (Rom 11,32),cristianos, judios y paganos.

Setior, Dios nuestro, condenado por todos noso-tros, ten piedad de nosotros. Pero el hecho de que car-gues sobre ti nuestro rechazo, en tu superior libertad, esya expresion de tu misericordia (H. U. von Balthasar,Via crucis al Colosseo, Ciudad del Vaticano 1988).

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248 Pasión de Jesucristo según Juan Flagelación y condena 249

ACTIO

Ora con santa Teresa de Jesús:«Juntos andemos, Señor. Por donde fuereis, tengo de

ir. Por donde pasareis, tengo de pasar» (Teresa de Jesús,Camino de perfección, 26,6).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Así describe la escena un novelista, Luigi Santucci, en su li-bro Volete andarvene anche voi?: «Animo, Jesús, el plan de Pi-lato es genial. Los golpes que te caen encima son terribles,pero te salvarán la vida. Los jirones de carne que quedan pe-gados al látigo te transformarán en un monstruo tan lastimosoque tu Pasión se acabará con esta granizada de golpes. Pila-to tiene razón: a los treinta años, un hombre se cura <Je eso enunas cuantas semanas. Estás en el horno más rojo del dolor;ahora ya no caen los golpes sobre ti, sino sobre tu segundocuerpo 'desollado; sobre los desgarros y nervios color carmesí,donde el más leve toque produciría espasmo, allí mismo cae elcuero de los látigos; tú callas, pero, si pudieras gritar, tu gritonos rompería los tímpanos. Pero nosotros confiamos en Pilato,y también en los hombres, en su piedad e incluso en su re-pugnancia».

Jesús recibe en la flagelación, por así decirlo, antes inclusoque los plomos sobre los hombros, el peso aplastante del leñoque lleva el nombre de cruz, el sacramento del sufrimiento hu-mano. Es decir, sobre todo, el peso del sufrimiento infligido porla ferocidad del hombre a su propio hermano. Estamos pensan-do, naturalmente, en la violencia, en la tortura, en los camposde exterminio, en el rehén sometido a todo tipo de sevicias yhumillaciones, en nuestras aceras ensangrentadas con excesivafrecuencia. He aquí el cuerpo que lleva sobre sí el dolor cruel,absurdo, de todos los hombres que son víctimas de la falta dehumanidad de sus propios semejantes. He aquí el cuerpo sím-bolo de todos los cuerpos martirizados, deformados, masacra-dos, profanados por el odio, por la maldad, por la venganza.

He aquí el cuerpo que se convierte en el continente desmesura-do del dolor «fabricado» por el hombre.

Todo el episodio narrado por los evangelistas sería una di-versión de los soldados romanos, que de este modo matan elaburrimiento durante el largo parlamento del procurador con lasautoridades y las muchedumbres judías. Jesús fue despojado desu ropa, le echaron encima una desgarrada capa militar de co-lor púrpura, le pusieron en la cabeza una corona trenzada deespinas (en Palestina hay espinas de más de un dedo de largas).A continuación, organizan una parodia de los honores reales,una especie de ceremonia irrisoria de la aclamación -Ave,Caesar imperatoN y de la consagración del rey. Todo ello acom-pañado de salivazos y golpes en la cabeza con una caña (que,probablemente, el condenado había rechazado como cetro"), yentremezclado por genuflexiones burlescas. Jesús no reacciona.No hace nada: deja que le hagan todo lo que quieren. Se con-vierte en una especie de juguete en manos 'de los hombres. SanAtanasio capta el significado del episodio con este texto estu-pendo: «Le condenan a muerte como hombre y, ahora que estáa punto de morir, le adoran como Dios. Le reducen a menos quenada y después le proclaman rey. Le arrancan del dorso susropas <Je pobre, para imponerle la púrpura. Ignoran quién esaquel al que cubren de insultos y de ultrajes, pero, a pesar deello, le llaman profeta. Y mientras se burlan de él, mientras legolpean, le conceden el trofeo de vencedor: la clámide de púrpu-ra, la corona trenzada de espinas, el cetro de caña. Es verdadque hacían todo esto por burla; sin embargo, sin que ellos losupieran, y a su pesar, no hacía más que tomar para sí lo quese le debía (A. Pronzato, «Flagellazione e coronazione di spine»,en AA. W., La passione di Gesú. Trasmissioni della radio vatica-na, Roma 1986, pp. 123ss, passim).

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5La crucifixion(In 19,17-27)

Se hicieron, pues, cargo de Jesus, que, llevando a horn-bros su propia cruz, salio de la ciudad hacia un lugar llama-do «La Calavera. (que en la lengua de los judios se dice «Gol-gota»). 18 Alli To crucificaron, y crucificaron con el a otros dos,uno a cada lado de Jesus.

19 Pilato man& escribir y poner sobre la cruz un letrero conesta inscripcion: «Jesus de Nazaret, el rey de los judiosD. 29 Lainscripcion fue leida por muchos judios, porque el lugar don-de Jesus habia sido crucificado estaba cerca de la ciudad.Ademas, estaba escrito en hebreo, en latin y en griego. 2 ' Losjefes de los sacerdotes se presentaron a Pilato y le dijeron:

- No pongas: «El rey de los judios», sino mas bien: «Estehombre ha dicho: Yo soy el rey de los judiosD.

" Pero Pilato les contest&

- Quede escrito To que yo mande escribir.23 Los soldados, despues de crucificar a Jesus, se apropia-

ron de sus vestidos e hicieron con ellos cuatro Totes, uno paracada uno. Dejaron aparte la tunica. Era una Mnica sin costu-ras, tejida de una sola pieza de arriba abajo. 24 Los soldadosllegaron a este acuerdo:

- No debemos dividirla; vamos a sortearla para ver a quienle toca.

Asi se cumplio este texto de la Escritura:

Dividieron entre ellos mis vestidos,y mi tánica la echaron a suertes.Eso fue To que hicieron los soldados.

" Junto a la cruz de Jesus estaban su madre, la hermana desu madre, Maria la mujer de Cleofas, y Maria Magdalena.

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Pasión de Jesucristo según Juan La crucifixión 253

26 Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quientanto amaba, dijo a su madre:

-Mujer, ahí tienes a tu hijo.

" Después dijo al discípulo:

-Ahí tienes a tu madre.

Y desde aquel momento, el discípulo la recibió como suya.

LECTIO

Entre las muchas teorías que tratan de interpretar elrelato de la Pasión según Juan, nos complace escoger enesta ocasión la del relato litúrgico, es decir, la de la na-rración de la Pasión gloriosa del Señor como una espe-cie de celebración narrativa del recuerdo de la Pasión deJesús a la luz de la victoria de su Pascua. Todo está im-pregnado de un sabor, no de dolor, sino de gloria, y todotiene a la vez el sentido histórico y simbólico del testigoy del teólogo, del que narra y del que contempla, másallá de lo que acaece, el significado más profundo, es-condido. En esta lectura aparece la narración de la cru-cifixión de Jesús sin rigideces hermenéuticas, como lagran liturgia del Calvario. Los momentos, los gestos, laspalabras, tienen la solemnidad de una liturgia pascualdefinitiva, especialmente si la colocamos, como Juanpretende hacerlo, en el día mismo de la Parasceve, lapreparación para el gran día de la Pascua, que aquelario caía en sábado -un gran sábado aquella vez- y ha-bía sido anticipada en el templo con el sacrificio de loscorderos y en las casas con la celebración pascual. Nadase quita a la historicidad garantizada por el testigo, aun-que es preciso considerar los acontecimientos con losojos iluminados por la Pascua y la profundidad con-templativa del testigo del Verbo.

Jesús se encamina hacia el Gólgota llevando la cruz yle crucifican entre dos ladrones. La inscripción que Pi-lato hizo poner sobre la cruz en las tres lenguas más

usadas en aquel momento tal vez traiciona en Juan lapresentación de la cruz como un trono real, en el queJesús es rey. Los cristianos de los primeros siglos no du-daron en añadir al texto de David sobre la realeza delMesías, y sin avergonzarse, la alusión a la cruz: Regna-vit a ligno Deus -Dios reinó desde la cruz-. Es el tronoreal de una liturgia real y mesiánica. Los soldados se re-parten la ropa, pero no desgarran la túnica, tejida todade una pieza, de arriba abajo. Es la vestidura del rey o,por referencia al templo, la vestidura del Cristo sacerdo-te, desde la perspectiva joánea de los versículos siguien-tes y de su primera carta, en los que Jesús ofrece y seofrece como sacrificio de expiación.

En este contexto, Juan, que se autopresenta comotestigo de cuanto sucede, describe la presencia de Maríay de las mujeres, la mirada de Jesús a su madre y al dis-cípulo, las palabras que dirige a la una y al otro. Pala-bras misteriosas, como misteriosa es la presencia deMaría a los pies de la cruz, atestiguada exclusiva y con-cretamente, llamándola por su nombre, por parte deldiscípulo amado. Liturgia del testamento y de la entre-ga. Por una parte, la comunión con el Crucificado de unpequeño grupo constituido por la madre, el discípuloamado y las otras mujeres fieles. Presencia de fidelidad,de participación, presencia eclesial con mil significadossimbólicos: el nuevo Adán, la nueva Eva, la madre delos hijos dispersos, la Iglesia de los comienzos..., contodo el dinamismo de los versículos que siguen. Es no-table el paso lingüístico de los nombres de María comoen una metamorfosis: «su madre, la madre, dijo a la ma-dre, mujer.. tu madre...». Un verdadero paso que confie-re a María una maternidad nueva: la madre de Jesús seconvierte en la madre universal, en la mujer, en la ma-dre del discípulo. Esta transformación se realiza a tra-vés de unas palabras constitutivas que realizan lo quedicen, como las palabras de la cena en las que Cristo seentrega a sí mismo en la eucaristía del pan y del vino.

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254 Pasion de Jesucristo segtin Juan La crucifixion 255

Paso de la maternidad peculiar de Maria a la materni-dad universal de la nueva Eva, la mujer, a la de madredel discipulo y de los discipulos... Don y acogida, pues-to que Juan recibe y acoge -y en el lo hace la comuni-dad eclesial- a la madre de Jesus como madre propia,en la familia de los discipulos. Maria es acogida en lascosas propias del discipulo, como el tesoro mas rico ymas hermoso. Es el testamento de Jesus, que entrega alos discipulos en el discipulo a su propia madre.

MEDITATIO

Esta sublime liturgia del Calvario, que la Iglesia pro-clama con amor cada aiio en el viernes de la Pasion delSeiior, es la hora de Jesus. Todo converge hacia este lu-gar y hacia este momento. Un momento que permane-cera de manera perenne en la historia y en la eternidad.Porque el Jesds que permanece vivo en la historia es elCrucificado del Calvario. Y el Jesus de la eternidad es elCrucificado-Resucitado. En torno a este acontecimien-to, a la seriedad de la redencion por medio de la sangrey del amor hasta la muerte, hasta la consumacion, pa-rece que los hombres de alrededor se dedican Unica-mente a jugar. Esta el juego polemic° entre Pilato y losjudios sobre el titulo de la cruz, que, en realidad, por laprecision del romano era como la sintesis del motivo dela condena, aunque al mismo tiempo podia ser unavenganza suprema del procurador, obligado al final aceder al griterio de la muchedumbre. Pero esta tambienel juego humano de la verdad y la universalidad de esteJesils el Nazareno, nombre y procedencia, rey de los ju-dios, verdadero titulo mesianico, aunque rechazado. Lossoldados que se reparten la ropa del Senor realizan unjuego trivial; son pocos los vestidos que le quedan y ha-cen con ellos cuatro partes. Cuatro, dice Juan, tan atentoa los numeros y a su simbolismo. Y la timica, Unica, se

sortea, pero no se divide ni se desgarra. Un misterio es-condido tambien. Pero se cumplen las Escrituras.

Sin embargo, frente a los soldados y a los enemigos,a la muchedumbre furiosa y tal vez aterrorizada, se en-cuentra, llena de amor y de fidelidad, la familia de Je-sus. Se nombra a cuatro mujeres. Pero estan tambienlos discipulos. Juan y, a cierta distancia, Jose de Arima-tea. La pequeria familia natural de Jesus, su madre, y elpequeiio grupo de los discipulos con el discipulo. Con-mueve su fidelidad, su decision de estar alli para acorn-panar hasta el final al hijo amado y al maestro amado.Serail ellos, sobre todo la madre y el discipulo del amor,los destinatarios de un Ultimo mensaje; mas aim, de unadefinitiva entrega eclesial, de un Ultimo testamento,porque es preciso seguir hasta el fondo los gestos y laspalabras de esta liturgia solemne del sacrificio del cor-dero para captar hasta la muerte, y mas alla de ella, elsignificado de esta ofrenda sacrificial de expiaciOn y deamor supremo.

Es preciso tener los ojos del clarividente Juan y elcorazon de la amantisima madre del Crucificado parapermanecer a los pies de la cruz, donde se ocultan lossecretos mas intimos de Dios, que amo tanto al mundoque le dio a su Hijo. Este, elevado ahora entre el cielo yla tierra, atrae a todos y todo a si y se dispone a efundirsu Espiritu, hacia el Padre, como acto de supremoabandono, y sobre la tierra, para fecundar la nuevacreacion de la Iglesia, presente en Maria y en Juan.

ORATIO

Jesus, que desde la cruz diriges la mirada a tu madrey al discipulo, concedenos, en medio de los sufrimien-tos, la audacia y la alegria de acogerte y de seguirte conun abandono confiado.

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256 Pasión de Jesucristo según Juan La crucifixión 257

Cristo, fuente de la vida, de toda gracia y de toda be-lleza, concédenos contemplar tu rostro sonriente, rostrode quien salva al mundo y lo conduce hacia el Padre.

Señor, suba a ti nuestra alabanza, guiada por la Igle-sia y por tu madre; concédenos vislumbrar en la locurade la cruz, la promesa de nuestra resurrección.

A ti, Jesús, cuyo rostro resplandece en la hora de lastinieblas, como el rostro del Maestro, del Amigo, delHijo, nuestro amor y nuestro reconocimiento, con el Pa-dre y el Espíritu Santo en el tiempo que huye y en laeternidad estable.

CONTEMPLATIO

Jesús es el verdadero cordero pascual, en virtud delcual el ángel exterminador, al golpear a los egipcios,pasó de largo por las casas de los judíos. El mismo Se-ñor hizo comprender esto a sus apóstoles cuando con-sumió con ellos por última vez el cordero pascual y seentregó a ellos como alimento. ¿Por qué escogió comosímbolo precisamente el cordero? ¿Por qué se hizo veraún bajo esta figura, en el trono eterno de la gloria? Por-que era inocente como un cordero -y como un cordero,humilde- y porque como un cordero había venido a ha-cerse llevar al matadero (cf. Is 53,7).

Juan también había contemplado esto cuando el Se-ñor, en el huerto de los Olivos, se dejó atar y, en el Gól-gota, clavar en la cruz. Allí, en el Gólgota, se realizabael verdadero sacrificio de reconciliación, tras el cual lossacrificios antiguos perdieron su eficacia y pronto, traslas destrucción del templo, cesaron por completo. Deeste modo, cesó también el sacerdocio antiguo.

Juan había sido testigo ocular; por eso, contemplar alCordero no era para él algo extraño. Y por la fe y el tes-timonio prestado al Cordero pudo contemplar también

a su esposa. La virgen esposa se convertirá en la madrede todos los redimidos; como la célula germinal de laque nacen siempre nuevas células, construirá la vivien-te ciudad de Dios. Este misterio escondido fue reveladoa Juan mientras estaba a los pies de la cruz junto a lavirgen madre y era confiado a ella como hijo. En esemomento empezó la Iglesia su existencia visible; habíallegado su hora, pero todavía no había llegado su cum-plimiento. Ella vive, es la esposa del Cordero, pero lahora del solemne convite llegará sólo cuando sea venci-do definitivamente el dragón y los últimos redimidoshayan terminado su batalla.

Como el Cordero, antes de subir al trono de la gloria,tuvo que morir, así el camino de la gloria conduce a to-dos los elegidos al convite esponsal a través de los sufri-mientos y de la cruz... Quien quiera celebrar las bodascon el Cordero, debe dejarse clavar primero en la cruz:a eso están llamados todos los marcados con la sangredel Cordero, es decir, todos los bautizados, aunque notodos escuchan la llamada y la obedecen (E. Stein, «Lenozze dell'Agnello», en Stare davanti a Dio per tutti. Vita.Antologia. Scritti, Roma 1991, pp. 285ss).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26ss).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La Iglesia recibe copiosamente de esta cooperación, es decir,de la mediación materna, que es característica de María, ya queen la tierra ella cooperó a la generación y educación de los hi-jos e hijas de la Iglesia como madre de aquel Hijo «a quien Diosconstituyó como hermanos».

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258 Pasion de Jesucristo segtin Juan La crucifixion 259

En ello cooper6 -coma ensena el Concilio Vaticano II- conmaterno amor. Se descubre aqui el valor real de las palabrasdichas por Jesus a su madre cuando estaba en la cruz: oMu-jer, ahi tienes a tu hijo>> y al discipulo: oAhi tienes a tu madre>>(in 19,26-27). Son palabras,Rue determinan el lugar de Mariaen la vida de los discipulos de Cristo y expresan -coma ya hedicho- su nueva maternidad como madre del Redentor: la ma-ternidad espiritual, nacida de lo profundo del misterio pascualdel Redentor del mundo. Es una maternidad en el orden de lagracia, porque implora el don del Espiritu Santo que suscita losnuevos hijos de Dios, redimidos mediante el sacrificio de Cristo:aquel Espiritu que, junto con la Iglesia, Maria ha recibido tam-bien el clia de Pentecostes.

Esta maternidad suya ha sido comprendida y vivida particu-larmente por el pueblo cristiano en el sagrado Banquete -cele-bracion litUrgica del misterio de la Redencion-, en el cual Cristo,su verdadero cuerpo, nacido de Maria Virgen, se hace presente.

Con razor' la piedad del pueblo cristiano ha visto siempre unprofundo vinculo entre la devocion a la Santisima Virgen y el cul-to a la eucaristia; es un hecho de relieve en la liturgia tanto occi-dental coma oriental: en la tradicion de las familias religiosas, enla espiritualidad de los movimientos contemporaneos -incluso delos juveniles-, en la pastoral de los santuarios marianos, Mariaguia a los fieles a la eucaristia.

Es esencial a ia maternidad la referenda a la persona. La ma-ternidad determina siempre una relacion Unica e irrepetible en-tre dos personas: la de la madre con el hijo y la del hijo con lamadre. Aun cuando una misma mujer sea madre de muchos hi-jos, su relacion personal con cada uno de ellos caracteriza lamaternidad en su misma esencia. En elect°, coda hijo es en-gendrado de un modo Unica e irrepetible, y esto vale tanto paraIa madre como para el hijo. Coda hijo es rodeado del mismomodo par ese amor materno, sobre el que se basa su formaciOny maduraciOn en la humanidad.

Se puede afirmar que la maternidad oen el orden de la gra-cia>> mantiene la analogia con cuanto en el orden de la natura-leza>> caracteriza la union de la madre con el hijo. En esta luzse hace mos comprensible el hecho de que, en el testament ° deCristo en el Golgota, la nueva maternidad de su madre haya

sido expresada en singular, refiriendose a un hombre: oAhitienes a tu hijo>>.

Se puede decir ademas que en estas mismas palabras estaindicado plenamente el motivo de la dimension mariana de lavida de los discipulos de Cristo; no solo de Juan, que en aguelinstante se encontraba a los pies de la cruz en compania de lamadre de su Maestro, sino de todo discipulo de Cristo, de todocristiano. El Redentor confia su madre al discipulo y, al mismotiempo, se la do coma madre. La maternidad de Maria, que seconvierte en herencia del hombre, es un don: un don que Cristomismo hace personalmente a coda hombre. El Redentor confiaMaria a Juan, en la medida en que confia Juan a Maria. A lospies de la cruz comienza esa especial entrega del hombre ala madre de Cristo, que en la historia de la Igiesia se ha ejerci-do y expresado posteriormente de modos diversos. Comenzocuando el mismo apostol y evangelista, despues de haber reco-gido las palabras dichas por Jesus en la cruz a su madre y a elmisnno, anode: oY desde aquella hora el discipulo la acogio ensu casa>> (in 19,27). Esta afirmacion quiere decir con certezaque al discipulo se le atribuye el papel de hijo y que el cuid6 dela madre del Maestro amado. Y ya que Maria fue dada comamadre personalmente a el, la afirmacion senala, aunque seaindirectamente, lo que expresa la relacion intima de un hijo conla madre. Y todo esto se encierra en la palabra oentrega>>. Laentrega es la respuesta al amor de una persona; en concreto, alamor de la madre.

La dimension mariana de la vida de un discipulo de Cristo semanifiesta de modo especial precisamente mediante esta entre-ga filial respecto a la madre de Dios, iniciada con el testamentodel Redentor en el GOlgota. Entregandose filialmente a Maria, elcristiano, coma el apostol Juan, oacoge entre sus cosas propias>>a la madre de Cristo y la introduce en todo el espacio de su vidainterior, es decir, en su oyo>> humano y cristiano: ((La acogiO ensu casa>>. Asi, el cristiano trata de entrar en el radio de accionde esa ocaridad materna>> con la que la madre del Redentorocuida de los hermanos de su Hijo>>, oa cuya generacion y edu-cacion coopera>> segUn la medida del don, propia de cada unopor la virtud del Espiritu de Cristo (Juan Pablo II, RedemptorisMater, 44ss).

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6Muerte, transfixión, sepultura

(Jn 19,28-42)

" Después de esto, Jesús, sabiendo que todo se había cumpli-do, para que también se cumpliese la Escritura, exclamó:

-Tengo sed.29 Había allí una jarra con vinagre. Los soldados colocaron

en la punta de una caria una esponja empapada en el vinagrey se la acercaron a la boca. " Jesús gustó el vinagre y dijo:

-Todo está cumplido.

E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

" Como era el día de la preparación de la fiesta de Pascua,los judíos no querían que los cuerpos quedaran en la cruzaquel sábado, ya que ese día se celebraba una fiesta muysolemne. Por eso pidieron a Pilato que ordenara romper laspiernas a los crucificados y que los quitaran de la cruz.

" Los soldados rompieron las piernas a los dos que habíansido crucificados con Jesús. " Cuando se acercaron a Jesús, sedieron cuenta de que ya había muerto; por eso no le rompie-ron las piernas. " Pero uno de los soldados le abrió el costadocon una lanza y, al punto, brotó de su costado sangre y agua.

" El que vio estas cosas da testimonio de ellas, y su testi-monio es verdadero. Él sabe que dice la verdad, para quetambién vosotros creáis. " Esto sucedió para que se cumplie-se la Escritura, que dice: No le quebrarán ningún hueso. " LaEscritura dice también en otro pasaje: Mirarán al que traspa-saron.

" Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo deJesús, aunque lo mantenía en secreto por miedo a los judíos,solicitó de Pilato el permiso para hacerse cargo del cuerpo deJesús. Pilato se lo concedió.

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Entonces el fue y tom6 el cuerpo de Jesus. " Liege) tambienNicodemo, que en una ocasiOn habia ido a hablar con Jesusdurante la noche, con unos treinta kilos de una mezcla de mi-rra y aloe. 40 Entre los dos se llevaron el cuerpo de Jesus y loenvolvieron con vendas de lino bien empapadas en la mezclade mirra y aloe, siguiendo la costumbre judia de sepultar a losmuertos.

41 Cerca del lugar donde fue crucificado Jesus habia unhuerto y, en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie habiasido enterrado. 42 Al11, pues, depositaron a Jesus, dado que el se-pulcro estaba cerca y era la vispera de la fiesta de la Pascua.

LECTIO

Tres acontecimientos cargados de misterio centran laatencion orante de quien medita sobre los ultimos mo-mentos de la vida terrena de Jesus. La parsimonia de lanarracion evangelica enmarca y da relieve a la densidadde los hechos y a la sublimidad del misterio que anun-cian.

Jesas nos ama con su amor y nos configura con laentrega suprema de si mismo. Sorprende la repetida alu-siOn al hecho de que Jestis supiera que todo estaba aho-ra cumplido (v. 28) y al <dodo estci cumplido. (v. 30), asicomo la alusion, tambien repetida, al cumplimiento delas Escrituras (vv. 28 y 36).

La primera vez, la alusion sigue al «despues de esto.y, por consiguiente, evoca e incluye la escena preceden-te (vv. 25-27). Marfa y el discipulo estan al pie de la cruz,participando en la conclusion de la mision mesianica deJesus. Sabe que ha cumplido todo y exclama: «Tengosect.. Es una sed fisica, signo y manifestacion de ague-lla otra, mas ardiente, de la salvacion de la humanidad,de la obediencia a la voluntad del Padre (cf. Jn 4,34;5,30; 6,38 passim).

Inmediatamente despues de la aceptacion del vinagre(cf. Sal 68,22), el «todo estci cumplido>> preludia el anun-

cio de la inclinacion de la cabeza y del «entree el espi-ritu.. La referencia inmediata a entregar el espiritu, ex-pirar, morir, no excluye las otras acepciones: la entregadel espfritu al Padre o la efusion de este sobre la era a laque da comienzo el acontecimiento-muerte. Efundidoel espiritu del protagonista, ya se ha cumplido todo loque preludia el desarrollo.

El conjunto esta inscrito en la referencia a la verdadde la Escritura que habia anunciado enteramente losacontecimientos. Estos no se han cumplido para afir-mar la verdad, pero con su realizacion la han convali-dado.

Las llagas que curan (vv. 31-36). La estructura de lapericopa es tambien muy evocadora. La verdad del aguay de la sangre que brota del costado traspasado figuranen el centro de la narracion. Para los Padres, se trata delbautismo y de la eucaristia, que alimentan a la Iglesiaen su peregrinacion y en su mision. La fe amorosa delos fieles contempla estas llagas de las que brota la cu-racion (1 Pe 3,25); en ellas convergen las miradas y lacompasion amorosa de los creyentes, que buscan y en-cuentran en esas llagas refugio y consuelo. La verdad yla importancia del hecho estan confirmadas por el so-lemne y repetido testimonio del evangelista que lo ates-tigua y, una vez mas, por la alusion al cumplimiento delo que atestiguan las Escrituras.

El gran silencio (vv. 38-42). La colocacion de Jesils enel sepulcro se realiza, segun las tradiciones, antes delcomienzo de la fiesta, con permiso de Pilato. La lleva acabo Jose de Arimatea junto con Nicodemo. Amboseran discipulos ocultos y juntos ofrecen un tratamientoreal a Jesus. Le ungen con ungUentos preciosos, aro-mas, y le envuelven con vendas.

Cae asi el silencio sobre esta suprema expresion de lalucha entre el misterio de la misericordia y el amor, porun lado, y el de la iniquidad, por otro.

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MEDITATIO

Jesús se vuelve presencia invisible. Según las Escritu-ras, sólo algunas pocas personas tendrán el privilegio deverle después de la resurrección. La adhesión a él en eltiempo de la tensión entre el todo está cumplido y la con-signa de llevar a cumplimiento lo que falta a su Pasión enfavor de su cuerpo (cf. Col 1,24) se realizará de ahora enadelante en la fe, que ama y no ve (cf. 1 Pe 1,8.9). La mi-sericordia del Padre se ha entregado del todo en él, lacabeza, y ahora se irradia a sus miembros. Éstos cami-nan por la vía que él abrió en el curso de su vida terre-na (1 Pe 2,22) y que el Espíritu que él envió habilita pararecorrer en su Iglesia peregrina. En ella nos acoge, nosconsuela y nos enseña María. A ella nos ha confiado atodos, y ella nos exhorta a hacer «todo lo que él nos diga»(Jn 2,5).

Los fieles, en su cuerpo místico, se alimentan de sucuerpo y sangre entregados en la cruz. Su obrar no seañade al de Cristo, que crece en los que crecen en élcomo vida de vida, luz de luz, amor de amor. La reden-ción llevada a cabo por Cristo es asociativa, se multipli-ca en la vida que nace en ella y que fluye de ella en lossarmientos. Éstos dan, a su vez, los frutos (cf. Jn 15,1ss)de la misericordia, que se hace cargo de la miseria hu-mana no para convertirse en víctima de ella, sino paratransformarla en la caridad entregada por completo enla cruz.

ORATIO

Gracias, Jesús, por el amor con el que nos amas y noshaces amantes en tu cruz. Por desgracia, la suprema re-velación del amor en la memoria de muchos de noso-tros está ofuscada por los recuerdos de las discusiones

que a lo largo de los siglos han analizado tu cruz e in-dagado sus aspectos. Libéranos de las fantasías quenos impiden concentrarnos en el misterio de tu amormisericordioso: el amor con el que te ama el Padre alque amas y que te acoge con la ternura de la gloria quetenías en él antes de la creación del mundo; el amorcon que te ofreces al Padre ahora que has cumplido lamisión para la que te envió; el amor con que te ama elEspíritu que te ama, que en ti y contigo ha obrado todoy que envías ahora para que se quede con nosotros ynos haga dóciles a tu misericordia; el amor con el quete ama María, la madre amada, a quien pide que seanuestra madre; el amor con el que nos amas en la crea-ción que es tuya y que quieres liberada; el amor conque eres amado por las criaturas que el Espíritu haceamantes.

Elevado en la cruz, nos abriste tu costado, en el quepodemos morar y del que podemos recibir los sacra-mentos de nuestra salvación.

A personas como nosotros has concedido acogerte yexpresarte las primicias del don de la ternura humanapara con tu cuerpo santo. En ellos, a través de una su-cesión nunca interrumpida, acoges las ternuras de to-dos los José de Arimatea, de todos los Nicodemo y, tam-bién, las que las María Magdalena desean manifestartecuando se inclinan sobre los miembros de tu cuerpomístico que sufren. A través de la acogida de nuestraternura nos has enseñado a ser tiernos entre nosotrosen la hora de la prueba y de la muerte.

Concédenos, Señor, tener sed en tu sed, efundir la cu-ración de las llagas que la maldad humana inflige cadadía a tu cuerpo. Haznos acoger a tu Espíritu efundidoen tu muerte. Concédenos decir al Padre en ti y contigo:Cumplo tu voluntad, deseo que tu misericordia se vuel-va fuente y fruto de tu misericordia.

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266 Pasion de Jesucristo segan Juan

CONTEMPLATIO

«Jesas gusto el vinagre y dijo: Todo estei cumplido. E in-clinando la cabeza, entree, el espiritu» (Jn 19,30) [...]. Ya hasonado la hora de llevar el anuncio de la salvaciOn a los es-pfritus que se encuentran en los infiemos. El ha venido,en efecto, para establecer su Reino tanto sobre los muer-tos como sobre los vivos; el sufrio por nosotros la mismamuerte en la came que asumio, en comun con nuestranaturaleza, el que por su naturaleza, en cuanto Dios, esla vida misma. Quiso todo esto expresamente para des-tronar a las potencias de los infiemos y preparar asf elretorno de la naturaleza humana a la vida verdadera. Eles oprimicia de los que han muerto,) (1 Cor 15,20) y opri-mogenito de los que resucitan de Los muertosD (Col 1,16).

oEntrego el espiritu». Parece que, casi obligado poruna inspiracion particular, el evangelista no haya dichosimplemente «murioD, sino oentrego el espiritto>. 0 sea,entrego su espiritu en manos de Dios Padre, segun loque el mismo habia dicho, tambien a traves de la vozprofetica del salmista: «Padre, en tus manos entrego miespiritw> (Lc 23,46; cf. Sal 30,6). Pero, entre tanto, lafuerza y el sentido de estas palabras establecian paranosotros el comienzo y el fundamento de la bienaven-turada esperanza.

Debemos creer, en efecto, que las almas de los sanos,al salir del cuerpo, no sOlo se confian en manos del Pa-dre amadisimo, Dios de bondad y de misericordia,sino que incluso muchas veces se apresuran hacia elPadre de todos y a nuestro Salvador Jesucristo, quenos abrio el camino. Y no es justo pensar, como algu-nos paganos, que estas almas merodean en torno a latumba esperando los sacrificios ofrecidos por losmuertos, o bien que son precipitadas, como las almasde los pecadores, en el lugar del inmenso suplicio, esdecir, en el infierno.

Muerte, transfixion, sepultura 267

Cristo entrego en manos del Padre su alma para queen ella y por ella alcanzasemos el comienzo de lumino-sas esperanzas, sintiendo y creyendo firmemente que,despues de haber soportado la muerte de la came, esta-remos en manos de Dios, en un estado de vida infinita-mente mejor que cuando estabamos en la came. Poreso, el doctor de los gentiles escribe que es mejor ser li-berado del cuerpo para estar con Cristo (cf. Flp 1,23)(Cirilo de Alejandria, .Comentario al evangelio de Juan,en Breviario momistico).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Dulce letio del que pende el Salvador del mundo, de

ti ha venido la alegria a todos. Santo Dios, Santo fuerte,Santo inmortal, ten piedad de nosotros» (de la liturgia).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El hombre, por su naturaleza, busca la verdad. Esta bilsque-da no este' destinada solo a la conquista de verdades parciales,factuales o cientificas; no busca solo el verdadero bien paracada una de sus decisiones. Su bOsqueda tiende hacia una ver-dad ulterior que pueda explicar el sentido de la vida; por eso esuna btisqueda que no puede encontrar solucion si no es en elabsoluto. Gracias a la capacidad del pensamiento, el hombrepuede encontrar y reconocer esta verdad. En cuanto vital y esen-cial para su existencia, esta verdad se logra no solo por via ra-cional, sino tambien mediante el abandono confiado en otraspersonas que pueden garantizar la certeza y la autenticidad dela verdad misma. La capacidad y la opcion de confiarse unomismo y la propia vida a otra persona constituyen ciertamenteuno de los actos antropologicamente mos significativos y expre-sivos.

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268 Pasión de Jesucristo según Juan

No se debe olvidar que también la razón necesita ser sos-tenida en su búsqueda por un diálogo confiado y una amistadsincera. El clima de sospecha y de desconfianza, que a vecesrodea la investigación especulativa, olvida la enseñanza de losfilósofos antiguos, quienes consideraban la amistad como unode los contextos más adecuados para el buen filosofar.

De todo lo que he dicho hasta aquí resulta que el hombre seencuentra en un camino de búsqueda, humanamente intermina-ble: búsqueda de verdad y búsqueda de una persona de quienfiarse. La fe cristiana le ayuda ofreciéndole la posibilidad con-creta de ver realizado el objetivo de esta búsqueda. En efecto,superando el estadio de la simple creencia, la fe cristiana colocaal hombre en ese orden de gracia que le permite participar enel misterio de Cristo, en el cual se le ofrece el conocimiento ver-dadero y coherente de Dios Uno y Trino. Así, en Jesucristo, quees la Verdad, la fe reconoce la llamada última dirigida a la hu-manidad para que pueda llevar a cabo lo que experimentacomo deseo y nostalgia (Juan Pablo II, Fides et ratio, 33).

7El sepulcro vacío y la aparición

de Jesús a María Magdalena(Jn 20,1-18)

1 E1 domingo por la mañana, muy temprano, antes de salirel sol, María Magdalena se presentó en el sepulcro. Cuandovio que había sido rodada la piedra que tapaba la entrada, 2 sevolvió corriendo a la ciudad para contárselo a Simón Pedro yal otro discípulo a quien Jesús tanto quería. Les dijo:

-Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dóndelo han puesto.

Pedro y el otro discípulo se fueron rápidamente al sepul-cro. 4 Salieron corriendo los dos juntos, pero el otro discípuloadelantó a Pedro y llegó antes que él. Al asomarse al inte-rior vio que las vendas de lino estaban allí, pero no entró.6 Siguiéndole los pasos, llegó Simón Pedro, que entró en elsepulcro ' y comprobó que las vendas de lino estaban allí.Estaba también el paño que habían colocado sobre la cabe-za de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado ycolocado aparte.

8 Entonces entró también el otro discípulo,

el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó. 9 (Y esque hasta entonces los discípulos no habían entendido la Es-critura, según la cual Jesús tenía que resucitar de entre losmuertos.)

Los discípulos regresaron a casa. "María, en cambio, sequedó allí, junto al sepulcro, llorando. Sin dejar de llorar, vol-vió a asomarse al sepulcro. " Entonces vio dos ángeles, vesti-dos de blanco, sentados en el lugar donde había estado elcuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.

" Los ángeles le preguntaron:-Mujer, ¿por qué lloras?Ella contestó:

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270 Pasion de Jesucristo segan Juan El sepukro vacio y la aparicion de Jesus a Marfa Magdalena 271

-Porque se han llevado a mi Senor y no se dOnde lo hanpuesto.

" Dicho esto, se volvio hacia atras y entonces vio a Jesus,que estaba allf, pero no lo reconoci6. " Jesus le pregunto:

- Mujer, zpor que lloras? <IA quien estas buscando?Ella, creyendo que era el jardinero, le contest&-Senor, si te lo has llevado td, dime donde lo has puesto y

yo misma ire a recogerlo.16 Entonces Jesus la Ramo por su nombre:- i Maria!Ella se acerco a el y exclamo en arameo:- iRabboni! (que quiere decir «Maestro)." Jesus le dijo:-No me retengas mas, porque todavia no he subido a mi

Padre; anda, vete y diles a mis herrnanos que voy a mi Padre,que es vuestro Padre; a mi Dios, que es vuestro Dios.

" Maria Magdalena se fue corriendo adonde estaban losdiscipulos y les anuncio:

-He visto al SeftonY les conto lo que Jesus le habia dicho.

LECTIO

Los relatos pascuales, presentados por Juan con sen-cillez narrativa y profundidad teologica, contemplan latumba vacia y las apariciones del Resucitado a los dis-cfpulos. El Resucitado es, para el evangelista, aquel quefue crucificado, y la resurreccion explicita la gloria delCrucificado, resplandeciente ya en la cruz. Jesus resuci-tado vive en una condicion nueva, y la fe es el unico ca-mino para encontrarle. A esta luz, los relatos pascualesson la toma de conciencia de la comunidad de que lacruz no ha sido un acontecimiento de derrota y de hu-millacion, y de que la resurreccion es el comienzo de laascension de Jesus al Padre, la nueva presencia de suplenitud de gloria.

La estructura literaria del relato incluye dos escenas:la visita de Maria Magdalena al sepulcro, con la poste-rior carrera de los dos discipulos (vv. 1-10), y la apari-cion de Jesus a Maria Magdalena (vv. 11-18). Juan, traslos acontecimientos finales de la vida de JesUs, saca a laluz, de una manera gradual, el nacimiento y el creci-miento de la comunidad de los discipulos y su fe pas-cual. Tras el descubrimiento de la tumba vacia, MariaMagdalena cuenta a Pedro y al discipulo amado que elcuerpo del Senor ha sido robado del sepulcro (vv. 1 ss).Los dos discipulos corren a comprobar en persona elanuncio imprevisto, constatando la tumba vacia yprimeros signos de la resurreccion (vv. 3-10), sin llegara una fe plena: 0Y es que hasta entonces los discipulosno habian entendido la Escritura, segun la cual Jest-istenia que resucitar de entre los muertos» (v. 9). Poste-riormente, mientras los dos testigos vuelven a casa, seaparece JesUs y se hace reconocer gradualmente aMaria fuera de la tumba, primero con la aparicion delos Angeles (vv. 11-13) y a continuacion con su presen-cia (vv. 14-18). De este modo se premia a la mujer porsu fidelidad y por su amor al Senor (vv. 13.15). Alllamarla por su nombre, Jesus introduce a Maria en lafe pascual: ahora Jesils es para ella el Rabboni (v. 16),el Selior junto al Padre. Este descubrimiento, por Ulti-mo, se convierte en anuncio pascual para los hermanosen la fe (vv. 17ss).

La primera escena de la busqueda de los signos visi-bles del Seilor (vv. 1-10) subraya, por obra de la comu-nidad primitiva, un ejemplo extraordinario de colabo-racion y de comunion incluso en medio de la diversidadde temperamentos y de carismas. El amor fiel de Maria,la autoridad reconocida de Pedro y la intuicion espiri-tual del discipulo amado son dones personales puestosa disposicion de los otros para reconstruir juntos el co-mienzo de un camino de fe pascual, cuando los signosde la presencia del Setior parecen ausentes a causa del

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Pasión de Jesucristo según Juan El sepulcro vacío y la aparición de Jesús a María Magdalena 273

escándalo de la cruz. La búsqueda en común de los dis-cípulos, la comunicación entre ellos, el deseo de la pre-sencia del Maestro en virtud de un amor renovado, apesar de la humillación y de su traición en la Pasión,conducen a los primeros testigos al descubrimiento dela presencia del Resucitado, preludio de la fe plena,eclesial, que alcanzarán al ver al Jesús resucitado, tantoen el cenáculo como en la orilla del lago Tiberíades (cf.20,19; 21,7).

MEDITATIO

La dinámica del relato del «domingo por la mañana»(v. 1), con la experiencia de la tumba vacía realizada porPedro y por el discípulo amado, y de la aparición delResucitado a María Magdalena, está conducida por uncrescendo que muestra el nacimiento y la afirmación dela fe pascual en los primeros discípulos. De un estado deánimo inicial caracterizado por la perplejidad, el des-concierto y la tristeza, se pasa a la profundización gra-dual en la fe en el Resucitado a través de la experienciapersonal y dolorida de la Magdalena: desde los signosvisibles de la ausencia de Jesús se llega, poco a poco, ala presencia viva y alegre del Señor. El interés del frag-mento se encuentra también para nosotros en el en-cuentro personal y gradual con Jesús, un encuentro quedebe llevar a cabo nuestra conversión a través de un iti-nerario de fe que nos conduzca al anuncio gozoso delResucitado. Estamos invitados, como María, a través dela búsqueda de la experiencia personal de Jesús, a su-perar el estado de la adhesión humana, demasiado sen-sible, a su persona y a tomar conciencia de la equivoca-ción de nuestra búsqueda, purificándola en la fe. Sólo lasuperación de esta visión terrena nos permite encontraral Señor y conocerle en su vida profunda y en su miste-rio. El momento del reconocimiento y de la experiencia

personal con él acontece sólo cuando estamos dispues-tos a creer que el Señor está vivo entre nosotros y nosdejamos aferrar por él en la fe, conscientes de que élvive en la intimidad con el Padre y está allí donde pode-mos alcanzarle.

El encuentro de Jesús con María Magdalena y elanuncio gozoso de su resurrección, realizado por ella alos hermanos, contienen un gran mensaje para nuestrascomunidades: el Señor vive hoy entre nosotros, y cadauno debe buscarle a través de un itinerario personal defe. Si realizamos nuestra parte, el Señor no tardará ensalirnos al encuentro y en hacerse reconocer. La fe ecle-sial del Resucitado, para el evangelio de Juan, se basaen un doble testimonio: el de las Escrituras y el de losprimeros discípulos. Por ser éste el tema dominante enel fragmento, podemos comprender la razón de que elevangelista subraye, más allá de la resurrección de Je-sús, el camino de la fe pascual de la comunidad y suprogresiva adhesión al misterio de Cristo, crucificado yglorioso. También a nosotros se nos pide la fe como res-puesta a la iniciativa libre y gratuita del Resucitado,que, una vez vuelto al Padre y en posesión de una vidanueva, da el Espíritu, y como condición para que cadauno de nosotros reciba el perdón de los pecados, la paz,la alegría para un anuncio eficaz a los otros.

ORATIO

Señor y Maestro, haz que también nosotros, como losprimeros testigos, nos sintamos llamados, vistos, cono-cidos por ti, que eres el Resucitado y el presente, y po-damos descubrir en nuestra búsqueda dirigida hacia tutumba los signos de tu presencia y el valor único denuestra existencia entre la multitud de las otras criatu-ras amadas por ti. Danos un corazón humilde, abierto ydisponible para poder encontrarte y permitirte poner-

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Pasion de Jesucristo segUn Juan El sepulcro vacio y la aparicion de Jesus a Maria Magdalena 275

nos tu sello de resucitado, es deck, la certeza de que es-tamos hechos para ti, de pertenecerte y de no desearotra cosa que la comunion de vida contigo, nuestro uni-co bien.

A ti, que eres el nuevo Adan y el viviente, nos acerca-mos con los pies desnudos de la esperanza, para tocartecon la mano vacia de la pobreza y mirarte asi, comoMaria Magdalena, con los ojos puros del amor, y escu-charte con el corazon abierto de la fe. Y mientras, an-gustiados, venimos a ti, invocamos tu nombre, que re-suena como mUsica y canto en nuestra intimidad,donde el Espiritu llora nuestro dolor y con dulzura yfuerza nos impulsa por los caminos del amor verdade-ro, el que tü tienes a cada uno de nosotros.

CONTEMPLATIO

.Mi corazon y mi came exultan en el Dios vivo » (Sal83,3), iy pensar que me habia postrado por completo enla tristeza y en la desesperacion al ver muerto a Jesus...!Con una ganancia no pequetia para la fe y con frutos nopobres de alegria, Jesus ha vuelto a mi desde el sepul-cro.

Mientras es reconocido tambien como Dios vivoaquel que poco antes era llorado como un hombremuerto y mi corazon le compadecia como muerto, aho-ra en el, vivo, exulta no solo mi corazon, sino tambienmi came, segura -gracias a el- de su propia resurrec-cion y de su propia inmortalidad.

El sol nuevo que emerge de los infiemos, dando co-mienzo al dia de la etemidad, golpea los ojos de ague-llos que le esperan velando desde la matiana. Este diano conoce la noche, porque ya no se ocultard el sol deaquel que, ocultandose una sola vez, surgio una sola vezsometiendo a la muerte. Oh hermanos, aeste es el dia

que hizo el Senor, exultemos y alegremonos en el» (Sal117,24). Exultemos en su esperanza, a fin de very gozaren su luz. En efecto, tambien tu, Si velas cada dia en laspuertas de la sabiduria, vigilas su umbral y, atento, ha-ces la guardia con Magdalena a la entrada de su sepul-cro, experimentards, si no me equivoco, junto con lamisma Maria, cuan verdad es lo que se lee respecto a lamisma Sabiduria que es Cristo: Fcicilmente se deja con-templar por aquellos que la aman y encontrar por ague-llos que la buscan» (Sab 6,13).

Y asi tambien el ha prometido diciendo: «Amo a Losque me aman» (Prov 8,17). Asi Maria encontro corpo-ralmente a Jesus, por el que velaba y a cuyo sepulcro ha-bia ido para estar en guardia cuando todavia estaba os-curo.

Pero tu, que ahora ya no debes conocer a Jesus segunla came, sino segiin el espiritu, podras encontrarle, cier-tamente, con el espiritu, Si lo buscas con un deseo se-mejante, y el te advertird mientras estas en ()radonigualmente vigilante. Di, por tanto, al Setior Jesus con eldeseo y el afecto de Maria: .Mi alma te ansia de noche,mi espiritu en mi interior madruga por tio (Is 26,9). Dicon la voz y el animo del salmista: a Oh Dios, tá eres miDios, al alba te busco, mi alma tiene sed de ti » (Sal 62,2),y mira si no te ocurrira que cantes con ebbs: oSticianosde tu amor por la maciana, para que vivamos con alegriay jabilo» (Sal 89,14) (Guerrico de Igny, Sermoni per larisurrezione, III, 1-3, passim).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:((Ella se acerco a a y exclamo en arameo: iRabboni!

(que quiere decir "Maestro"). (Jn 20,16).

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Pasión de Jesucristo según Juan El sepulcro vacío y la aparición de Jesús a María Magdalena 277

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La victoria de Cristo libera nuestros corazones de la angustiay nos otorga la gracia de dirigirnos a Dios con el nombre de Pa-dre. Debilitados en la fe, extraños a un encuentro personal conJesús, no estamos hoy con excesiva frecuencia en condiciones deresistir el choque con la muerte. A fin de acallar el grito de laangustia que nace frente a la constatación de que todo perece,para intentar escapar de la Falta de sentido de la vida, nos hanenseñado a acumular riquezas, a apoderarnos de las cosas;ahora bien, obrando de este modo nos encerramos en un círcu-lo vicioso. El engaño no puede durar mucho tiempo: «¿De quénos sirve —decía san Agustín— vivir bien si no nos es dado vivirsiempre?». ¿No es acaso éste el interrogante grave y urgenteque aparece en tantos actos de rebelión y de protesta? Jesúsresucitado se acerca a toda la humanidad que llora y sufre, seacerca a cada ser humano particular extraviado y confuso, yllama a cada uno por su nombre, como ya lo hizo con MaríaMagdalena (cf. Jn 20,16). La Pascua es esta presencia descon-certante e inesperada de Cristo junto al pobre. Por eso es un díasin ocaso.

En el bolsillo de un soldado anónimo de la Segunda GuerraMundial se encontró una oración que puede ayudarnos a com-prender, a creer y a esperar: «¿Me oyes, Dios mío? Durante mivida no te he hablado nunca, pero hoy quiero saludarte. Sabesque desde mi más tierna infancia me han dicho que no exis-tías... Hoy, de improviso, al ver la profundidad del inmenso cie-lo, de este cielo estrellado sobre mí, se han abierto mis ojos. Ma-ravillado, he comprendido su luz. En el fondo de este terribleinfierno, ha brotado la Fe en mí y te he visto. No te diré nadamás, sólo la alegría de conocerte... Ya no tengo miedo a lamuerte».

Jesús, con su resurrección, ha vencido al pecado, ha expiadonuestra pena: la única verdadera causa de la tristeza humanaha sido extirpada de manera radical. Hemos sido redimidos. Ennuestros corazones ha sido depositada la semilla de la paz, dela reconciliación, de la felicidad. El paso a la vida eterna quehoy se abre ante nuestros ojos no es una promesa para el futu-ro, ni un camino confiado únicamente a nuestra buena voluntad.

Jesús, al morir en la cruz, efundió el Espíritu (cf. Jn 19,30), queha sido derramado en nuestros corazones y en todo el universo(A. M. Canopi, La parola diventa preghiera. Riflessioni sulle co-Ilete del Messale Romano, Anno A, Cinisello B. 1992, pp. 82ss).

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8El Resucitado aparece en el cenaculo

(Jn 20,19-31)

19 Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidoslos discipulos en una casa con las puertas bien cerradas, pormiedo a los judios. Jesus se present() en medio de ellos y lesdij o:

—La paz este con vosotros.20 Y les mostro las manos y el costado. Los discipulos se lle-

naron de alegria al ver al Senor. 21 Jesus les dijo de nuevo:

—La paz este con vosotros.

Y aiiadi&

—Como el Padre me envie) a ml, asi os envio yo a vosotros.22 Soplo sobre ellos y les dijo:

—Recibid el Espiritu Santo. " A quienes les perdoneis lospecados, Dios se los perdonard; y a quienes se los retengais,Dios se los retendra.

24 Tomas, uno del grupo de los Doce, a quien llamaban «ElMellizo., no estaba con ellos cuando se les aparecio Jesus." Le dijeron, pues, los demas discipulos:

—Hemos visto al Senor.

Tomas les contest&

—Si no veo las seiiales dejadas en sus manos por los clavosy meto mi dedo en ellas, Si no meto mi mano en la heridaabierta en su costado, no To creere.

26 Ocho dias despues, se hallaban de nuevo reunidos encasa todos los discipulos de Jesus. Estaba tambien Tomas.Aunque las puertas estaban cerradas, Jesus se present() enmedio de ellos y les dijo:

—La paz este con vosotros.

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280 Pasión de Jesucristo según Juan

" Después dijo a Tomás:

—Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tumano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino cre-yente.

28 Tomás contestó:

—¡ Señor mío y Dios mío!29 Jesús le dijo:

—¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sinhaber visto.

" Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos mássignos de los que han sido recogidos en este libro. " Éstos hansido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo deDios, y para que, creyendo, tengáis en él vida eterna.

LECTIO

Tras las apariciones del Resucitado, recordadas en elevangelio de Juan, la de Jesús a los discípulos reunidosen el cenáculo es, a buen seguro, la más importante. Laperícopa tiene un esquema estructural común a losrelatos de aparición del Resucitado, y sus elementosson éstos: disgusto de los discípulos, privados de la pre-sencia de Jesús; aparición inesperada e iniciativa deCristo; reconocimiento de los discípulos; envío en mi-sión.

Estamos ante un material tradicional de relatos deCristo resucitado que sigue el modelo jerosolimitano (cf.Mc 16,9-20; Mt 28,9ss; Lc 24,36-53; Jn 20,19-29) y queel evangelista ha respetado en gran medida, aunque seaprecia su mano de manera inconfundible.

El fragmento, que ofrece nuevos aspectos de la reve-lación del misterio pascual y de la vida de fe de los dis-cípulos, se divide en dos partes:

1. La vuelta de Jesús entre los suyos y el envío enmisión con el testimonio eclesial de la resurrección y laincredulidad del apóstol Tomás (vv. 19-25).

El Resucitado aparece en el cenáculo 281

2. La aparición de Jesús, estando presente Tomás,con la proclamación final de la bienaventuranza de la fe(vv. 26-29), a la que siguen los versículos conclusivos delevangelio (vv. 30ss).

El encuentro de Jesús con los suyos tiene lugar «aquelmismo domingo, por la tarde» (v. 19). La venida de Jesúses para los discípulos un nuevo «ver» y un nuevo «co-nocer». Entrega a los discípulos los cinco dones pas-cuales prometidos a la comunidad: la paz (= shalom),que es don de la salvación (vv. 19.21); la alegría, quenace del «ver al Señor» (v. 20); la misión, que es pro-longación de la que Jesús recibió del Padre (v. 21); elEspíritu Santo, que suscita en ellos la fe pascual, rea-lizando una nueva creación (v. 22); por último, la re-misión de los pecados para el pecador arrepentido quese confía a la palabra del Señor (v. 23). Ante el primertestimonio eclesial sobre la resurrección: «Hemos vis-to al Señor» (v. 25), Tomás se muestra incrédulo y secierra al misterio.

«Ocho días después» (v. 26), Jesús vuelve entre los su-yos. Ahora, Tomás está presente en la comunidad, y Je-sús le invita a tocar los signos de la Pasión, superandoel estadio de lo sensible, para entrar en la visión de la fe.El encuentro con Jesús y su presencia hacen que Tomásllegue a la profesión de fe con estas palabras: «/Señormío y Dios mío!» (v. 28). Es la confesión explícita de ladivinidad de Jesús más elevada de todo el evangelio.

Después de la aparición del Resucitado a los discí-pulos reunidos, Juan concluye su evangelio con unaspalabras breves, pero significativas. Nos encontramosfrente al intento de valoración y al subrayado del obje-tivo del evangelio: todo lo que Jesús de Nazaret revelócon palabras y obras es signo, para que todo hombrepueda llegar a la fe en Jesús -a través de un camino per-sonal y comunitario hacia él-, reconozca así al Mesías,al Hijo de Dios y posea la vida eterna (vv. 30ss).

"'V

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Pasion de Jesucristo segthn Juan El Resucitado aparece en el cenciculo 283

MEDITATIO

El tema de la incredulidad de los discipulos frente ala resurreccion del Seilor, objeto de nuestro fragmento,ha sido reelaborado por Juan con una intencion teolo-gica precisa: mostrar que el Jesus resucitado conduce acada discipulo a la madurez de la fe, o sea, a creer sinver, basandose unicamente en el anuncio de los prime-ros testigos. El «yen> y el .creer>> son dos acciones fun-damentales respecto al Cristo resucitado. La exigenciade Tomas, para el evangelista, tiene la funcion de ponerla premisa para la enserianza que Jesus dirige a toda laIglesia (v. 29) y hoy a nosotros. Pero nos recuerda quefrente a los signos no faciles de la presencia de Dios enla historia, es preciso saber esperar y ponerse a la bias-queda sin negar el acontecimiento. Jesus se revela siem-pre, antes o despues, y a cada uno segun su modo. To-dos tienen la posibilidad de acercarse al misted° y alCristo revelador, con tal de que tengan apertura y dis-ponibilidad de corazon.

El reproche de Jesus a Tomas: 017 no seas incredulo,sino creyente» (v. 27), resume la problematica de la fe enJuan. Es un aviso para los primeros discipulos y paranosotros. El Resucitado deja entender a todos que eltestimonio y el anuncio de los primeros testigos son su-ficientes para creer en el. Las iiltimas palabras directasde Jesus en el evangelio van dirigidas a Tomas, pero con-tienen la bienaventuranza de la fe: oeCrees porque me hasvisto? Dichosos los que creen sin haber visto» (v. 29). Juan,al referir esta bienaventuranza, quiere poner un fun-damento a la misma profesion de fe que debemos hacernosotros, los que no hemos visto personalmente al Se-nor. El relato de Tomas se convierte asi en el vinculo delas cristofanias con el testimonio, en el vinculo de lossignos con el anuncio. Si, en el tiempo de Jesus, el ver yel creer eran acciones que estaban ligadas entre sí, en eltiempo de la Iglesia ya no es asi. El testimonio apostoli-

co sigue siendo la base de nuestro creer y es suficientepara entrar en comunion de fe con el Serior y experimen-tar personalmente su presencia. Este es el camino quedebemos recorrer si queremos ser verdaderos discipulos yprofundizar en nuestra fe. Existe una estrecha afinidadentre «creep> y .ser discipulo» (cf. Jn 4,1; 6,60-66; 7,3;8,31; 9,28; 19,38): todo el _que cree se encuentra en la«situacion de discipulo.. Esta es la enseiianza destina-da a nosotros: creer sin ver, convencidos de que la fecristiana enlaza con la experiencia de los primeros tes-tigos que vieron al Cristo de la gloria.

ORATIO

Senor Jesus, yen y manifiestate a nosotros como aMaria Magdalena y a los discipulos en el cenaculo, in-cluso cuando nos Veas tristes por el dolor y encuentrescerrada la puerta de nuestro corazon por no haber coin-prendido las Escrituras que hablan de ti. El hecho dellamarnos por nuestro nombre y tu saludo de paz sonbalsam° que disuelve nuestros miedos; son don queabre el camino a nuevos horizontes y nos devuelve laalegria de vivir.

Dilata los angostos espacios de nuestro espiritu ycalienta nuestra fragil esperanza. Danos tambien, Se-iior, unos ojos penetrantes para vislumbrar en tus heri-das de Crucificado, heridas de amor por nosotros, lossignos de tu gloriosa resurreccion, a fin de que podamosanunciar a los hermanos que te hemos visto con la ex-periencia interior del corazon.

A menudo, tambien nosotros somos incredulos, nece-sitamos tocar y ver, como el apostol Tomas, para podercreer y ser capaces de confiarnos. Haz que, iluminadospor tu Espiritu de verdad y de paz, podamos ser conta-dos entre los bienaventurados que, aunque no habian

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visto, creyeron en tu amor y en tu Palabra, fuente denuestra vida.

CONTEMPLATIO

«Mientras los discípulos hablan, Jesús apareció enmedio de ellos y dijo: "Paz a vosotros"» (Jn 20,19). Opor-tunamente añadió «a vosotros», porque la tierra ya sehabía detenido, había vuelto el día, el sol había reem-prendido su curso y el conjunto del mundo ya man-tenía, restituido, su propio orden. Sin embargo, para losdiscípulos todavía duraba la guerra, y el conflicto entrela fe y la incredulidad le obligaba aún a un áspero gol-pe. El torbellino de la Pasión no había sacudido la tie-rra a la par del corazón de los discípulos, y por eso labatalla entre la fe y la incredulidad devastaba sus áni-mos con perverso combate. En sus pensamientos dabanvueltas bandas de pensamientos, y sus cuerpos, si bieneran robustos, estaban partidos por las incursiones dela desesperación y de la esperanza. Los sentimientos ylos pensamientos de los discípulos erraban entre las in-numerables maravillas de los milagros de Cristo y losmúltiples tipos de sus sufrimientos, entre las manifesta-ciones de la divinidad y las debilidades de la carne, en-tre los daños de la muerte y los dones de la vida. O biensu espíritu se sentía elevado al cielo, o bien su alma sesentía abatida por tierra, y en su intimidad, mientrasarreciaba semejante tempestad, no podían encontrarpuerto alguno de tranquilidad, ninguna morada de paz.Al ver esto, Cristo, que escruta los corazones, que man-da a los vientos, da órdenes a las tempestades y con unsolo ademán cambia la tempestad en bonanza, les tran-quiliza de inmediato con su paz, diciendo: «Paz a voso-tros. Soy yo. No tengáis miedo. Soy yo, el crucificado,muerto y sepultado. Soy yo, Dios por mí mismo, hom-bre por amor a vosotros. Soy yo, no un espíritu con ima-

gen corpórea, sino la misma realidad en un cuerpo. Soyyo [...]. Soy yo, aquel ante quien huye la muerte, tiem-blan los infiernos; soy yo, a quien el tártaro, aterroriza-do, reconoció como Dios. No temáis: tú, Pedro, porqueme negaste; tú, Juan, porque huiste; todos vosotros,porque me abandonasteis: porque pronunciasteis unjuicio sobre mí con un pensamiento infiel; porque nocreéis aún, aunque me veáis. No tengáis miedo, soy yo,que os he llamado por medio de la gracia, os he elegidomediante el perdón, os he sostenido con el afecto, os hellevado con el amor y ahora os acojo sólo con bondad,porque un padre no sabe ver las culpas, cuando acogeal hijo, cuando recupera a los suyos» (Pedro Crisólogo,«Sermone 81,2-3, Ottavo discorso sulla Risurrezionedel Signore», en Opere di san Pietro Crisologo, Sermoni, 2(63-124), Roma 1997, pp. 143-145 [edición catalana:Sermons, Alpha, Barcelona 1985-2001]) .

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

¿De qué me sirve el anuncio del milagro más grandioso, si nopuedo experimentarlo personalmente, si no puedo comprobar-lo? Así habla el que duda, en cualquier tiempo, y así lo piensaTomás, el discípulo de Jesús. De las pocas palabras que de élconservamos (Jn 11,16; 14,5), obtenemos la imagen de un dis-cípulo dispuesto a cualquier sacrificio, pero dispuesto también amanifestar abiertamente las dudas que tiene sobre Jesús y a pre-tender respuestas claras. Tras la muerte de Jesús se separó de losotros discípulos, y también el día de la Pascua se quedó aleja-do. «No creeré -dice de manera brutal cuando le llega el anun-

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286 Pasion de Jesucristo segtin Juan

cio por boca de los otros discipulos- si antes no he visto y toca-do yo mismov (cf. in 20,25). A pesar de su negativa a creer, atdomingo siguiente se une Tomas a los otros discipulos. Esto esimportante: muestra que Tomas esta dispuesto a dejarse con-vencer, muestra la honestidad de su duda. Y he aqui que la libregracia del Resucitado persigue ahora a este hombre, vence sududa y suscita en el la fe pascual. Jes6s pronuncia el saludo dela paz, que vale para toclos, pero esta vez de modo particularpara el corazan sin paz de Tomas. Jestis viene por su discipuloque duda. Sabe todo lo que ha sucedido en el, le conoce en lomas profundo de su intimidad. Se ve desde la primera palabraque dirige a Tomas. Jes6s accede a la petician del discipulo enla duda y le concede lo que habia negado a Maria (Jn 20,17).Existe una diferencia entre el querer coger nosotros alga y quesea el Senor quien nos lo de. Maria es rechazada; a Tomas sele concede oir, ver, tocar. Si Tomas se atrevia o no a extender lamano, es una pregunta que queda sin respuesta. No tiene im-portancia. Lo importante es que en Tomas prorrumpe la fe pas-cual. ((Senor mio y Dios mio›) (in 20,28). Aqui esta toda la Fe dela Pascua. Nadie habia hablado nunca asi, nadie lo habia he-cho antes de este esceptico. La victoria es total. La respuesta deJess no declara feliz el dudar, ni el ver o el tocar, sino solo lafe. No es sobre lo que vemos, sino solo sobre la Palabra de Diosdonde la fe puede encontrar fundament° y certeza. Despues deTomas vendran millones de escepticos. No sera el ver o el to-car lo que venza a su duda, sino el testimonio del Cristoviviente (D. Bonhoeffer, Memoria e fedeleta, Magnano 1995,pp. 138-140).

9El Resucitado aparece en

el lago de Tiberfades(Jn 21,1-14)

' Poco despues, Jesus se aparecio otra vez a sus discipulosjunto al lago de Tiberiades.

2 Estaban juntos Simon Pedro, To-

mas «El MellizoD, Natanael el de Cana de Galilea, los hijos deZebedeo y otros dos discipulos. En esto dijo Pedro:

- Voy a pescar.

Los otros dijeron:

- Vamos contigo.

Salieron juntos y subieron a una barca, pero aquella nocheno lograron pescar nada.

4 Al clarear el dia, se presento Jesus en la orilla del lago,pero los discipulos no lo reconocieron. Jesus les dijo:

- Muchachos, c;habeis pescado algo?

Ellos contestaron:

- No.6 El les dijo:

- Echad la red al lado derecho de la barca y pescareis.

Ellos la echaron, y la red se Reno de tal cantidad de pecesque no podian moverla. ' Entonces, el discipulo a quien Jesustanto queria le dijo a Pedro:

- Es el Sefior!

Al oir Simon Pedro que era el Sellor, se cifto un vestido,pues estaba desnudo, y se lanzo al agua.

8 Los otros discipulos

llegaron a la orilla en la barca, tirando de la red llena de pe-ces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tie-rra: tan solo unos cien metros.

9 A1 saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocadossobre ellas, y pan. I° Jesus les dijo:

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Pasión de Jesucristo según Juan 289El Resucitado aparece en el lago de nberíades

—Traed ahora algunos de los peces que habéis pescado.

" Simón Pedro subió a la barca y sacó a tierra la red llenade peces; en total, eran ciento cincuenta y tres peces grandes.Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.

'Jesús les dijo:

—Venid a comer.

Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntar: «¿Quiéneres?», porque sabían muy bien que era el Señor. " Jesús seacercó, tomó el pan en sus manos y se lo repartió, y lo mismohizo con los peces.

" Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discí-pulos después de haber resucitado de entre los muertos.

LECTIO

El texto se compone de dos fragmentos en el planoredaccional:

1. La aparición de Jesús en Galilea y la pesca mila-grosa (vv. 1-6).

2. El reconocimiento de Jesús y la comida preparadapor él (vv. 7-14).

El relato describe, de forma simbólica, la misión dela Iglesia primitiva y el retrato de toda comunidad enmisión, que permanece estéril cuando está privada deCristo pero se vuelve fecunda cuando obedece a su pa-labra y vive de su presencia. El fragmento joáneo pre-senta una gran riqueza de elementos simbólicos: lapesca indica el campo de la evangelización y del aposto-lado; el mar, lugar donde los discípulos ejercen su tra-bajo apostólico, representa el espacio de los aconteci-mientos humanos y el ambiente del trabajo evangélico;el número siete indica la plenitud y la totalidad de losdiscípulos en la Iglesia; entre estos discípulos se nom-bra en primer lugar a Pedro, porque desarrolla la fun-ción de responsable y de guía de la comunidad; los dis-

cípulos trabajan juntos durante la noche sin pescarnada, porque no está Jesús, verdadera luz del mundo(cf. Jn 8,12; 1 Jn 1,5), en su barca. El momento de crisisestá subrayado no sólo por la «noche», sino por el pe-cado de autosuficiencia de los discípulos, puesto de re-lieve por su personal proyecto apostólico: «Voy a pescar

Vamos contigo» (v. 3).Frente a la conciencia de no arreglárselas solos en la

empresa, Jesús interviene al clarear el día, tiempo privi-legiado de la acción de Dios (cf. Ex 14,24; Sal 5,4; 30,6).Con su amabilidad y con el don de su palabra premia a lacomunidad que ha perseverado unida en el trabajo apos-tólico. Jesús les ofrece entonces unas palabras de vida:«Echad la red al lado derecho de la barca y pescaréis» (v. 6).El lado derecho, en el lenguaje semítico, es símbolo de labuena suerte y del bienestar, como obra de Dios. Jesúsimpulsa de este modo a los suyos a cumplir su palabray a vivirla en la obediencia. El resultado es una pescamilagrosamente sobreabundante.

Ahora, los discípulos, uno tras otro, siguiendo al dis-cípulo amado, que es el primero en reconocer al «Se-ñor» (v. 7), reconocen a Jesús a través de la fe. Él lesinvita a participar en el banquete preparado por él mis-mo, y en el que quiere que colaboren los suyos, ponien-do también sobre la mesa el fruto de su misión evan-gelizadora. Llegados a la orilla junto a Jesús, Pedroreemprende su servicio en la comunidad, sacando a tie-rra la red llena de peces sin romperla, dado su carismade conservar la unidad en la Iglesia. Viene, a continua-ción, la invitación de Jesús a comer. El texto, al hablarde pan y de peces, alude de una manera explícita a la eu-caristía, momento cumbre de la comunidad de fe. Estatercera aparición del Jesús resucitado es una invitacióndirigida a todas las comunidades eclesiales para que re-cupere el sentido de la propia misión, poniendo al Se-ñor, palabra y eucaristía, en el centro de su vida.

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Pasion de Jesucristo segan Juan El Resucitado aparece en el lago de Tiberiades 291

MEDITATIO

El relato de la pesca milagrosa alude al misterio denuestras comunidades cristianas, que frecuentementeintentan «hacer», construir, trabajar, junto con los her-manos en la evangelizaciOn, pero a menudo actaan enla «noche» solo con las fuerzas humanas y, entonces, ex-perimentan amargura, decepcion y fracaso en su apos-tolado. En cambio, cuando actUan sal clarear el dia» ycon la luz que es Jesds, intentando obedecer a su pala-bra, dan fruto y se abren por completo al sentido de suvocacion. La sabia dosificaciOn entre el hacer y el estarcon Jesds determina la calidad de nuestra vida cristia-na. Las comunidades que se limitan a vivir en la super-ficie son incapaces de alcanzar el centro mas profundode si mismas y no descubren nunca el «centro del cen-tro», que es Dios y su palabra. Solo las comunidadesque viven y se miran en este centro se conocen a sí mis-mas y experimentan a Dios y su palabra, porque -comodice P. Ricoeur- «la vida interior es la fuente de susrelaciones exterioresD.

El fragmento joaneo nos interpela personal y comu-nitariamente. e. Que nos dice a cada uno la orden de Je-sds: .Echad la red al lado derecho de la barca y pescareis»(v. 6)? Nos dice, en primer lugar, que para salir boy deuna situacion de cansancio y de desconcierto es precisovencer el torpor funesto, que es la superficialidad en lavida espiritual. Jesus, en lo que se refiere a nuestro tra-bajo apostolic°, nos invita a volver a entrar en nosotrosmismos, a confesar nuestras debilidades y a no confiaren proyectos humanos y personales, sino en la fe en el,en su palabra. Solo una fe solida que se apoya en op-ciones personales y en la recuperaciOn de la interiori-dad nos permite superar cierto malestar espiritual y elpeligroso escollo del individualismo y de un activismoesteril. Por lo que a nosotros respecta, se trata de volvera encontrar la unidad de la vida espiritual y de la acciOn

apostolica, fiandonos de la persona de Jest's, convenci-dos de que es a el a quien debemos poner en el centrode nuestras opciones pastorales y apostolicas. Esto nospermitird volver a encontrarnos y trabajar apostolica-mente juntos entre hermanos, a pesar de las diferentessensibilidades y mentalidades. El trabajo comun y laayuda de los unos a los otros nos llevaran a encontrar-nos como comunidades reunidas en el reconocimientodel Senor y en torno a la misma mesa de la palabra y dela eucaristia. Esta es la escuela de la comunicacion y deltestimonio de vida a ejemplo de Jesus y de los primerostestigos del Evangelio.

ORATIO

Padre misericordioso, que eres la fuente del amor, tedamos gracias por el don que nos has hecho de Jesus-palabra y de Jesus-eucaristfa, pan de vida roto por no-sotros y aliment° de nuestra vida espiritual personal ycomunitaria. Nosotros queremos corresponder a esteinmenso don tuyo intentando vivir en comuniOn cons-tante contigo a traves de los signos que el evangelistaJuan nos ha presentado: la capacidad de reconocernospecadores a causa de nuestra autosuficiencia, la unidady el amor reciproco entre hermanos de fe que trabajanjuntos por el Reino, la obediencia a tu palabra de vida yla comunion vivida, hecha testimonio, alrededor de lamesa eucaristica.

A veces nos sentimos cansados y fatigados al recorrereste camino con fidelidad y sentimos miedo, como eldiscipulo en la pesca nocturna, de subirte en nuestrabarca y confiar en ti, porque vemos que muchas denuestras aspiraciones se ven frustradas y somos esteri-les en nuestra evangelizacion. Padre bueno, interval ennuestra vida cuando nos encontremos ansiosos y sin es-peranza, y vuelve a darnos el coraje de ponerte en medio

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de nosotros y de caminar con una renovada confianza eimpulso hacia ti, que eres el camino, la verdad y la vida.

CONTEMPLATIO

«Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla dellago», para reconducir a la Iglesia, en la que los discí-pulos se encontraban entonces abatidos por olas mari-nas, en su fiel estabilidad. Por eso, puesto que los habíaencontrado privados de la virtud de la fe y completa-mente despojados de la robustez viril, llamándoles re-prendió a estos muchachos y les dijo: «Muchachos, ¿te-néis condumio?» (Jn 21,5). Allí, en efecto, estaba, Pedro,que le había negado; Tomás, que había dudado; Juan,que había huido. Les interpela, pues, no como soldadosllenos de valor, sino como niños temerosos; y como nolos encuentra idóneos todavía para el combate, por es-tar demasiado tiernos, les invita a la mesa diciendo:«Muchachos, ¿tenéis condumio?», a fin de que la bon-dad llamara a la gracia, el pan a la confianza, el condu-mio a la fe. No habrían creído, en efecto, que el cuerpohabía resucitado si no le hubieran visto comer siguien-do la perfecta regla del hombre. Éste es el motivo por elque la perfecta saciedad de las cosas requiere el alimen-to: Jesús come pan porque no tiene hambre de alimen-to, sino siempre del amor de los suyos. «Muchachos, ¿te-néis condumio? Le respondieron que no». ¿Y qué podíantener los que no tenían a Cristo con ellos? ¿Qué iban atener los que no veían aún con sus ojos al Señor, que es-taba delante de ellos? «Sin embargo, los discípulos noconocieron -dice- que era Jesús. Les dice: "Echad la reda la derecha de la barca y encontraréis"» (Jn 21,4-7). Vuel-ve a llamar a la derecha a los que el torbellino de la Pa-sión había impulsado y reducido a la izquierda. La echa-ron, dice, pero, como muchachos, no tenían todavíafuerza para sacarla. Sin embargo, se dieron cuenta por

el peso de que los peces no habían sido capturados porarte humana, sino que acudieron a la orden de quien lohabía mandado. «Entonces, el discípulo a quien Jesús tan-to quería dijo a Pedro: "¡Es el Señor!"» (Jn 21,7). El amadofue el primero en ver porque el ojo del amor ve con ma-yor agudeza y porque el que es amado percibe siemprede un modo más vivo. «Pedro, apenas oyó..., se echó almar» (Jn 21,7) para ser el primero a la vuelta, pues ha-bía recibido la supremacía en el orden. Los otros lle-garon con la barca y arrastrando los peces que habíanpescado, para conducir junto con ellos al Señor, con fieltrabajo, a la Iglesia golpeada por las tempestades delmundo, y para conducir a aquellos que mediante la reddel Evangelio raptan a la luz eterna y levantan de lasprofundidades (Pedro Crisólogo, «Sermone 78, 2-3», enOpere di san Pietro Crisologo, Sermoni, 2 (63-124), Roma1997, pp. 123-127 [edición catalana: Sermons, Alpha,Barcelona 1985-2001]).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:«Echad la red al lado derecho de la barca y pescaréis»

(Jn 21,6).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Mientras todavía están hablando, he aquí que él está de pieentre ellos y les saluda: la paz sea con vosotros. La paz que elmundo no conoce y no puede dar. La paz que sobrepasa todosentido y todo conocimiento, tan impetuosamente alta, profundae irresistible, que su corazón habría estallado por el exceso siésta no fuera precisamente... paz. ¡Oh incendio hecho de silen-cio, oh tempestad hecha de reposo! Tan sencillo es el paraíso deDios como una comida con un panal de miel y un pescado asa-

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Pasion de Jesucristo segtin Juan

do. Tan terreno es el paraiso como una mariana de pesca en ellago de Genesaret; las alas resuenan, a troves de la niebla apa-rece un primer sol,.sobre la orilla hay un hombre que llama,hace seiias. Si echals la red a la derecha; ya bulle la red Ilena.La comida esta preparada en la orilla, todos se acomodan,mientras las piedras se secan, y sin que haya necesidad de quenadie pregunte para saber quien es ese extranjero, suenan lasolas contra el sifencio. Oh paz mem alto de las preguntas: es elSenor. As de simple es todo, como si no hubiera sido nunca di-ferente. El Maestro bendice, como siempre, el pan y se lo ofrece aellos despues de haberlo partido. Como si nunca hubieran existi-do la cruz, la tiniebla, la muerte. La paz sea con vosotros. Comosi nunca hubiera habido en sus corazones traiciones, maldiciones,negaciones. La paz sea con vosotros, no os la doy coma la da elmunclo. (Due vuestro corazon no se angustie ni se consuma. Por-que he aqui que yo he vencido al mundo (H. U. von Balthasar, IIcuore del mondo, Casale Monf. 1994, pp. 128ss [edicion espa-nolo: El corazon del mundo, Encuentro, Madrid 1991]).

Autores

Han colaborado en este volumen:

ABADIA BENEDICTINA «MATER ECCLESIAE» — Isola S. Giulio:Jn 20,1-18; 20,19-31; 21,1-14 (contemplatio y lecturaespiritual).

LUCIANO BAFFIGI: Lc 22,21-38 (lectio, meditatio, oratio,contemplatio, actio y lectura espiritual).

JESUS CASTELLANO: Jn 18,28-40; 19,1-16; 19,17-27 (lectio,meditatio, oratio, contemplatio, actio y lectura espiri-tual).

MARCO CHIOLEIUO: Lc 23,33-46; 23,47-56 (lectio, meditatio,oratio, contemplatio, actio y lectura espiritual).

EUGENIO COSTA: Lc 22,39-53; 22,54-71 (lectio, meditatio,oratio, contemplatio, actio y lectura espiritual).

HA FONG MARIA Ko: Mt 26,1-16; 26,17-29 (lectio, meditatio,actio y lectura espiritual).

LucA MAZZINGHI: Mt 26,30-56; 26,57-75; 27,11-31 (lectio).

MONJAS AGUSTINAS, EREMITORIO DE LECCETO — Siena: Lc22,1-20; 23,1-25 (lectio, meditatio, oratio, contemplatio,actio y lectura espiritual).

MONASTERIO DE LA INMACULADA — S. Casciano: Jn 18,1-11;18,12-27 (lectio, meditatio, oratio, contemplatio, actioy lectura espiritual).