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Lectio Divina para jóvenes +Orar con la Palabra de Dios+ I DOMINGO DE ADVIENTO (27 de Noviembre) Puedes descargarlo también en www.sepaju.org Señor Jesús, amigo de los jóvenes, aviva en nosotros, al comenzar el Adviento, el deseo de salir a tu encuentro y con nuestras buenas obras podamos poseerte a Ti que eres nuestro bien verdadero. ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven a nuestra vida! Lectura del Santo Evangelio según San Lucas. 21, 5-19 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.” Comenzamos el Adviento y Jesús nos recuerda con su Palabra que la vida es demasiado valiosa para echarla a perder y por eso anima con dos ejemplos a ponernos en guardia y no echar a perder el mayor regalo que hemos recibido de Dios, que es la vida. La primera nos advierte que el final vendrá inesperadamente, como ocurrió con el diluvio, en tiempos de Noé. La segunda subraya la necesidad de estar vigilantes, porque el dueño de la casa no sabe cuándo vendrá el ladrón. A veces nos puede pasar que vivimos despreocupados de lo más importante que es Dios como en tiempos de Noé y nos ahogamos por el diluvio de cosas que nos están alejando de su amor y su amistad desperdiciando nuestra vida. El diluvio es aquí el símbolo de la muerte, que abre las cataratas del cielo sobre el hombre mortal. Cataratas de luz y de bendiciones para el justo que ha vivido haciendo el bien y de terror y de tormento eterno para quien habiendo obrado mal muere en pecado. Feliz el que, como Noé, con la mente puesta en el diluvio que se aproxima, construye el arca de su vida puesta en Dios y es su cobijo en la hora imprevista de la muerte. Loco y digno de lástima el que vive despreocupado de la vida y se olvida de Dios. Vendrá el diluvio y perecerá en las aguas de la infelicidad eterna.

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Lectio Divina para jóvenes + O r a r c o n l a P a l a b r a d e D i o s +

I DOMINGO DE ADVIENTO (27 de Noviembre) Puedes descargarlo también en www.sepaju.org 

 

Señor Jesús, amigo de los jóvenes, aviva en

nosotros, al comenzar el Adviento, el deseo de salir a tu encuentro y con nuestras buenas obras podamos poseerte a Ti que eres nuestro bien verdadero. ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven a nuestra vida!

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas. 21, 5-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.

En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre:

Dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.

Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.

Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.”

Comenzamos el Adviento y Jesús nos recuerda

con su Palabra que la vida es demasiado valiosa para echarla a perder y por eso anima con dos ejemplos a ponernos en guardia y no echar a perder el mayor regalo que hemos recibido de Dios, que es la vida. La primera nos advierte que el final vendrá inesperadamente, como ocurrió con el diluvio, en tiempos de Noé. La segunda subraya la necesidad de estar vigilantes, porque el dueño de la casa no sabe cuándo vendrá el ladrón.

A veces nos puede pasar que vivimos despreocupados de lo más importante que es Dios como en tiempos de Noé y nos ahogamos por el diluvio de cosas que nos están alejando de su amor y su amistad desperdiciando nuestra vida. El diluvio es aquí el símbolo de la muerte, que abre las cataratas del cielo sobre el hombre mortal.

Cataratas de luz y de bendiciones para el justo que ha vivido haciendo el bien y de terror y de tormento eterno para quien habiendo obrado mal muere en pecado. Feliz el que, como Noé, con la mente puesta en el diluvio que se aproxima, construye el arca de su vida puesta en Dios y es su cobijo en la hora imprevista de la muerte. Loco y digno de lástima el que vive despreocupado de la vida y se olvida de Dios. Vendrá el diluvio y perecerá en las aguas de la infelicidad eterna.

Jesús nos quiere responsables, la vida es para tomársela en serio y son las obras de misericordia, los actos de amor los que construyen una vida de felicidad. Acoger a Jesús es acoger esta vida plena y por eso hay que estar atentos, porque estar pendiente de tantas cosas que no son Dios nos está robando la felicidad, la paz y el amor de nuestro corazón.

Los santos nos ayudan a rezar: “Está en vela quien tiene los ojos abiertos para ver toda luz verdadera que ante ellos brille; está en vela quien practica aquello que cree; está en vela quien ahuyenta de sí las tinieblas de la pereza y de la negligencia” San Gregorio Magno

¿Qué espero del Señor en este tiempo de Adviento? ¿Qué tiene que cambiar en mí?

¿Descubro algún ladrón (distracciones/acciones) que me están robando la amistad con el Señor?

¿Estoy cuidando de verdad mi vida? ¿Qué cosas veo que la construyen y que cosas la destruyen?

¿Me doy cuenta que en cada Eucaristía Jesús viene a mi vida?

Presentamos la corona de Adviento donde

ponemos todas nuestras esperanzas llenos de confianza en la venida del Señor.

Encendemos una vela para pedir vivir cada día más cerca de la Luz, que es Cristo. Para que veamos con claridad el bien y la verdad librándonos de las tinieblas del mal y de la falsedad. Para descubrir como nuestra vida está hecha para la eternidad, para la felicidad, para ser reflejo de la luz y del amor misericordioso de Dios.

- Por la Iglesia, para que haga partícipes a los

hombres de la esperanza que ilumina su camino y despierte así en ellos el deseo y la certeza de la salvación. Roguemos al Señor.

- Por todos los jóvenes para que la cercanía del salvador nos estimule a vivir como hijos de la luz, rechazando en todo momento las obras del mal. Roguemos al Señor.

- Por aquellos en quienes la dureza de la vida ha apagado toda ilusión: para que nuestra oración haga florecer en ellos la esperanza y la voluntad de comprometerse por un mundo mejor. Roguemos al Señor.

Gracias Jesús amigo, por este tiempo en el que

hemos escuchado tu palabra y enseñanza, que como María podamos esperar vigilantes y acogerte con alegría en nuestra vida. Amén.