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Le pedí que llevara, sus ojos hacia arriba — en ese instante recordé conscientemente haber leído en algún lugar que es imposible llorar mirando hacia arriba, y al mismo tiempo pensé que si el hombre estaba completamente asociado, mi trabajo era ayudar a que pudiera disociarse—. No podía cumplir con mi consigna. Le insistí. Le ordené que lo hiciera. Se lo pedí imperativamente muchas veces hasta que finalmente lo logró... Y paró de llorar. Se sonó los mocos y se secó la cara con una montaña de pañuelos de papel y se sentó. En los minutos de sesión que nos quedaban se disculpó por su llanto y yo le dije que no tenía porqué disculparse. Me relató brevemente su situación y nos despedimos hasta la siguiente sesión. La terapia había comenzado. Traté a este hombre durante un año y medio. Trabajamos mucho sobre distintos aspectos de su vida. Hizo enormes progresos en varias áreas: cambió su antiguo trabajo por otro mucho más satisfactorio, comenzó una nueva relación amorosa con la que se sentía muy feliz, resolvió una situación conflictiva de larga data con un familiar. El motivo de consulta original ■—el abandono de su mujer— había pasado a ser apenas un distante aunque amargo recuerdo. Antes de finalizar la terapia, le propuse hacer una evaluación de su proceso. En ese contexto le pregunté cuál había sido a su juicio la sesión más importante que recordaba. En mi interior yo había seleccionado dos o tres sesiones especialmente interesantes y poderosas en las que la riqueza de los contenidos trabajados había resultado ser clave para su progreso terapéutico. Nada de eso. Mi sorpresa fue mayúscula cuando dijo que la sesión absolutamente trascendente para él, la que había marcado un punto de inflexión, había sido la primera: ccCuando me hiciste parar de llorar, sentí por primera vez que tenía alguna esperanza — dijo con una sonrisa—, sentí que empezaba a tener un poco de poder sobre mí mismo, un poco de poder como para recuperarme, para rescatarme. Estaba completamente perdido, sentía que no podía enfrentar la vida, me sentía impotente, y en esa sesión experimenté que eso no era cierto. Pude parar de llorar. ¡Si podía parar de llorar iba a poder con el resto! Ese instante en que me ayudaste a parar de llorar lo cambió todo”. Un año y medio de terapia compartida y dos mapas completamente distintos. Un pequeño recurso de PNL—los accesos oculares, apenas un simple truco— que utilizado en el momento preciso había cambiado la vida de un ser humano. Había recibido una importantísima lección.

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Le pedí que llevara, sus ojos hacia arriba — en ese instante recordé conscientemente haber leído en algún lugar que es imposible llorar mirando hacia arriba, y al mismo tiempo pensé que si el hombre estaba completamente asociado, mi trabajo era ayudar a que pudiera disociarse— . No podía cumplir con mi consigna. Le insistí. Le ordené que lo hiciera. Se lo pedí imperativamente muchas veces hasta que finalmente lo logró... Y paró de llorar.Se sonó los mocos y se secó la cara con una montaña de pañuelos de papel y se sentó.En los minutos de sesión que nos quedaban se disculpó por su llanto y yo le dije que no tenía porqué disculparse. Me relató brevemente su situación y nos despedimos hasta la siguiente sesión. La terapia había comenzado. Traté a este hombre durante un año y medio. Trabajamos mucho sobre distintos aspectos de su vida. Hizo enormes progresos en varias áreas: cambió su antiguo trabajo por otro mucho más satisfactorio, comenzó una nueva relación amorosa con la que se sentía muy feliz, resolvió una situación conflictiva de larga data con un familiar. El motivo de consulta original ■— el abandono de su mujer— había pasado a ser apenas un distante aunque amargo recuerdo.Antes de fina lizar la terapia, le propuse hacer una evaluación de su proceso. En ese contexto le pregunté cuál había sido a su juicio la sesión más importante que recordaba. En mi interior yo había seleccionado dos o tres sesiones especialmente interesantes y poderosas en las que la riqueza de los contenidos trabajados había resultado ser clave para su progreso terapéutico.Nada de eso. Mi sorpresa fue mayúscula cuando dijo que la sesión absolutamente trascendente para él, la que había marcado un punto de inflexión, había sido la primera: ccCuando me hiciste parar de llorar, sentí por primera vez que tenía alguna esperanza — dijo con una sonrisa—, sentí que empezaba a tener un poco de poder sobre m í mismo, un poco de poder como para recuperarme, para rescatarme. Estaba completamente perdido, sentía que no podía enfrentar la vida, me sentía impotente, y en esa sesión experimenté que eso no era cierto. Pude parar de llorar. ¡Si podía parar de llorar iba a poder con el resto! Ese instante en que me ayudaste a parar de llorar lo cambió todo”.

Un año y medio de terapia compartida y dos mapas completamente distintos. Un pequeño recurso de PNL— los accesos oculares, apenas un simple truco— que utilizado en el momento preciso había cambiado la vida de un ser humano.

Había recibido una importantísima lección.

EL ARTE DE EN'i'RAR

EN CONTACTO

LA COMUNICACIÓN COMO DANZA

Si observa con atención a dos personas profundamente conectadas en un diálogo — por ejemplo, una pareja de enamorados conversando en la mesa de un restaurante— , notará algo curioso: sus cuerpos espontáneamente tienden a adoptar posturas similares, a veces, prácticamente idénticas. Es probable que ellos no se den cuenta de lo que están haciendo, pero lo hacen.

Los veo ahora sentados inclinados el uno hacia el otro, mirándose a los ojos con intensidad; ambos apoyan los codos de sus brazos derechos sobre la mesa y mueven las manos mientras hablan; cada tanto, sus manos se rozan, se encuentran y se entrelazan. Hasta pareciera que gesticulan al unísono: ella se toca el pelo, y pocos segundos después, él hace otro tanto. Luego, él cambia de postura y ella lo sigue.

Más aún, si se acercara a escucharlos, comprobaría que hablan con un tono, una cadencia y un volumen de voz similar.

Los enamorados parecen entrelazados por un hilo Invisible: como en una danza, sus cuerpos se mueven acompasados vibrando en una misma frecuencia.

Pero si observa a dos muchachos involucrados en una pelea callejera a la salida de la escuela, notará algo más curioso todavía... comprobará que ocurre el mismo fenómeno: también ellos adoptan posturas corporales similares. Ambos lanzan puñetazos y gritan por Igual. La

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tensión corporal, el ritmo de sus movimientos, sus asaltos y sus.golpes parecen pasos de una misma coreografía.

Esta danza es distinta a la anterior, la música que los acompaña es otra, pero también los contrincantes vibran en la misma frecuencia.

Le propongo que haga el siguiente ejercicio de observación: dispóngase a percibir la comunicación de la gente desde esta nueva perspectiva; propóngase descubrir cómo literalmente se mueven en el mundo siguiendo sus propias coreografías. Lleve conciencia a aspectos que antes, tal vez, le resultaban inadvertidos. Registre con renovada atención lo que las personas “hacen" cuando se comunican. Comprobará que la gente, cuando se relaciona, hace mucho más que hablar.

Observe a los amantes con sus caricias y sus besos, a los ancianos caminando del brazo y a los niños jugando en las plazas. Descubra la coreografía de los empleados que conversan animadamente en la oficina, la de los científicos intercambiando explicaciones frente a sus microscopios y la de los comerciantes negociando sus precios tras los mostradores. Note la composición de movimientos de las adolescentes saltarinas mientras caminan por la calle, la de las personas que conversan esperando en la cola de un banco, la de las familias cenando alrededor de la mesa.

Descubrirá que sus cuerpos se mueven en sintonía produciendo algo parecido a una danza. Las personas que están en contacto parecen seguir una misma e inconsciente composición.

Desde esta perspectiva, se revela una dimensión ampliada de la comunicación. El fenómeno comunicacional abarca muchísimo más que las transacciones verbales centradas en el contenido de las palabras.

Lo que las personas hacemos cuando nos comunicamos incluye una variada gama de comportamientos, algunos de los cuales son conscientes y voluntarios, y muchos otros son completamente involuntarios e inconscientes.

La buena comunicación, vista de esta manera, no se reduce al traspaso exitoso de información entre un comunicante y otro. El fenómeno de la comunicación excede en mucho a la transmisión de información entre mentes conscientes y racionales.

La buena comunicación tampoco requiere —como señala el saber popular— exclusivamente de la simpatía y la amistosa cordialidad. Dos personas discutiendo acaloradamente pueden estar comunicadas con intensidad; en cambio, un vendedor solícito, cargoso, zalamero y en extremo amable puede ser un pésimo comunicador si el resultado que obtiene del cliente es que se sienta incómodo y huya despavorido del comercio.

A la comunicación se la juzga por sus resultados.

Si me permite una metáfora, la buena comunicación se parece a un baile en el que los participantes tienen la habilidad de danzar aunados la misma música sin pisarse los pies. No importa cuál sea esa música. La clave de la buena comunicación es la sintonía.

LA PNL denomina “rapport” al fenómeno de interacción en el que los comunicantes experimentan estar en contacto, en mutua sintonía. A veces, dicha experiencia es percibida como una sensación de mutuo entendimiento, de agradable comodidad, de sentirse comprendido, acompañado por el otro.

Cuando las personas están en rapport, las puertas principales de sus mentes parecen abrirse al intercambio comunicacional: las barreras, los obstáculos y las defensas se aflojan; entonces la comunicación fluye.

Si bien la danza de la comunicación es una experiencia compartida cuyos resultados dependen de los movimientos de ambos participantes, cuando me comunico es mi deseo y mi responsabilidad contribuir a que el proceso fluya de la mejor manera posible.

En tanto comunicador, mi tarea consiste en facilitar el logro del rapport.Como terapeuta, me interesa que mi paciente se abra y confíe;

como profesor, pretendo que mis estudiantes comprendan lo que enseño; como esposo, quiero encontrarme con mi mujer en un diálogo profundo; como jefe, requiero que mis empleados cumplan mis indicaciones; como vendedor, busco despertar el interés de mi cliente. En cada contexto en que me relaciono con otras personas, facilitar la comunicación me acerca a lograr los resultados buscados.

Un axioma postulado por la PNL sostiene que “la resistencia en el receptor, sólo indica la inflexibilidad comunicativa del emisor.

Esto quiere decir que la responsabilidad por la comunicación radica en el emisor.

Sin pretender que esta aseveración sea cierta, la experiencia muestra que es profundamente sabia: si mi paciente no acepta un señalamiento, si mis alumnos no entienden lo que explico, si mi mujer no se conecta conmigo en un diálogo profundo, si mis empleados no siguen mis indicaciones, si mis el entes no perciben interés por mis ofertas, echarle a ellos la culpa no me va a servir de nada.

Lo mejor que puedo hacer, entonces, es buscar comunicarme de una manera diferente (Recuerde el criterio de flexibilidad: cuando algo no funciona... simplemente pruebe otra cosa).

Las personas espontáneamente logramos rapport en situaciones de intimidad y de contacto profundo. Los comunicadores profesionales hábiles también lo logran intuitivamente con sus clientes, pacientes, alumnos.

La PNL investigó las habilidades comunicacionales de personas excepcionalmente diestras en ese arte, y generó un modelo explícito acerca de cómo practicarlo.

Las acciones implicadas en dicho proceso son:

1. calibrar para saber qué acompasar;2. acompasar para lograr rapport,3. lograr rapport para liderar, y4. liderar para producir un resultado. Examinémoslo en detalle.

CALIBRARCuando me comunico, lo hago con alguien: ese alguien importa. Dicha persona no es un objeto a mi servicio sino un ser humano íntegro con el que me dispongo a entrar en relación.

Mi comunicación se dirige hacia esa persona particular con la finalidad de lograr un resultado.

Mi interlocutor tiene su propio modelo del mundo —ve, escucha, siente y piensa de una manera distinta a la mía—; tiene su propio sistema representacional dominante, por lo que su proceso de pensamiento, su distancia óptima y su fisiología tal vez no coincidan con las mías.

No puedo comunicarme entonces con todas las personas por igual.Cada individuo es un mundo, y si quiero comunicarme con esa

persona, necesito ingresar a su mundo. Si baila un vals, de nada me servirá acercarme en ritmo de hip hop. Si baila hip hop, no quisiera acercarme en tiempo de vals. Cada persona danza su propia música y se mueve por el mundo a su propia manera. Si deseo entrar en contacto con ella, primero quisiera saber cuál es su danza.

Calibrar consiste en observar ciertos indicadores corporales y verbales que me brindarán la información necesaria para ese primer acercamiento.

Calibrar es también un proceso continuo de observación que me proporcionará feedback acerca de cómo se está desarrollando la comunicación. A través del calibrado, verificaré los resultados de mis acciones en el transcurso del proceso comunicacional.

¿Qué es importante calibrar?En primer lugar, observaré indicadores gruesos del comportamiento

de mi interlocutor: su postura corporal, su gestualidad, sus movimientos, y las palabras y predicados que utiliza (para detectar su sistema representacional dominante).

Luego, calibraré indicadores sutiles: los pequeños movimientos involuntarios que realiza, el tiempo y el ritmo personal en que se mueve, gesticula y habla, su respiración, la coloración de su piel, sus movimientos oculares y el tono, cadencia y volumen de su voz.

ACOMPASARLa finalidad de calibrar es disponer de la información necesaria para comenzar a acompasar.

Acompasar supone un conjunto de acciones que me permiten acompañar al otro en su modelo del mundo con el objetivo de entrar en sintonía.Hay tres tipos de acompasamiento:1. El acompasamiento corporal.2. El acompasamiento paraverbal.3. El acompasamiento lingüístico.

EL ACOMPASAMIENTO CORPORAL

El acompasamiento corporal es lo más parecido a una danza.Cuando nos comunicamos «cara a cara» con alguien, es la totalidad

que somos y no sólo nuestras computadoras mentales las que entran en contacto. Eso que somos incluye a nuestros cuerpos moviéndose en un espacio físico determinado.

La presencia de nuestro cuerpo es contundente, no es una presencia que pueda pasar inadvertida. Nos comunicamos con y a través de nuestros cuerpos. Nos comunicamos “siendo” nuestros cuerpos. Acompasar con el cuerpo implica reconocer la corporalidad del otro y desde esa corporalidad, tender un puente que facilite el contacto.

El acompasamiento corporal consiste en adoptar una postura corporal similar a la de nuestro interlocutor.

Es la forma más simple, básica y poderosa de facilitar el rapport. Genera una sensación de com odidad instan tánea entre los comunicantes.

Si la persona con la que estoy conversando está de pie con los brazos cruzados, me pondré de pie con los brazos cruzados; si está, sentada en el borde de la silla con el cuerpo inclinado hacia delante gesticulando rápidamente con ambas manos, adoptaré una postura y una gesticulación similar.

Tenga en cuenta que acompasar corporalmente no es lo mismo que imitar. La Imitación en espejo es grosera, artificial y llama la atención de la otra persona que puede entonces sentirse tan incómoda como burlada. El acompasamiento es más sutil, no consiste en adoptar exactamente la misma postura del otro, sino una similar, que calce y armonice con la de nuestro interlocutor.

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EL TEMPO

Todas las personas cuando se mueven, hablan, respiran y gesticulan lo hacen siguiendo un ritmo, una cadencia que les es particular. Si percibimos los movimientos como una danza, el tempo expresaría el pulsar de su música.

De la misma manera en que podemos marcar el compás cuando escuchamos una canción, podemos hacerlo con las palabras, los gestos, la respiración y los movimientos: todas actividades rítmicas. Ya hemos hablado de ello cuando mencionamos que, por lo general, los visuales son más rápidos que los kinestésicos. También los niños suelen tener un tempo más acelerado que el de los adultos y estos, a su vez, más veloz que el de los ancianos

El acompasamiento del tempo personal es clave para facilitar la sintonía.

Primero calibre, y luego acompase el tempo de su interlocutor. Muévase acompañando el ritmo de su danza, hable a su misma velocidad, gesticule siguiendo el compás de sus gestos.

¿ACOMPASAR Sí KM PRE?

Para la época en que aprendí a acompasar, integraba un equipo de trabajo en una institución educativa. Periódicamente, nos reuníamos a conversar con nuestro director. En esas reuniones grupaíes decidí practicar mi acompasamiento: adoptaba la misma postura corporal que mi director, lo miraba a los ojos, lo acompañaba sutilmente en su tempo corporal y en su gestualidad. Pocos minutos después, el resultado que obtenía era que él se dirigía exclusivamente a mí cuando hablaba. Repetí la experiencia varias veces con el mismo resultado.

Al principio, lograr la atención del director fue muy agradable, pero pronto comencé a sentirme incómodo. Percibí también una incomodidad por parte de mis compañeros. El precio de ese experimento consistió en adquirir un cierto protagonismo que yo no deseaba en esas reuniones.

Sin quererlo, estaba aprendiendo una lección importante: hay veces en que es beneficioso acompasar y otras que no. Como con cualquier herramienta poderosa, no estamos obligados a usarla en toda circunstancia.

Tan importante como poder acompasar para lograr rapport, es poder desacompasar cuando queremos interrumpir un contacto.

El acompasamiento corporal es una herramienta simple y poderosa. Es fácil de aprender y practicar. Logra resultados de forma inmediata. Nos entrena en una habilidad tan rara como esencial a la hora de comunicarnos: ¡prestar atención a la otra persona!

EL ACOM PASAMIENTO PARA VERE A í .

El acompasamiento paraverbal consiste en acompañar la forma sonora en que se expresa verbalmente la otra persona. Cuando decimos algo, desde el punto de vista comunlcacional, es tan importante lo que decimos (contenido), como la manera en que lo decimos (la forma).

El volumen de la voz, el tono empleado, el timbre, la velocidad, las pausas, el “cantito", efénfasis que ponemos en determinadas palabras, son las variables paraverbales que calibramos para luego acompasar.

Nuevamente recuerde que acompasar no es lo mismo que imitar. Imitar las variables paraverbáles se parece a una burla. Acompasarlas, facilita lograr la sintonía con nuestro interlocutor. *

EL ACOM PASAMIENTO LINGÜÍSTICO

El acompasamiento lingüístico consiste en facilitar la sintonía con el modelo del mundo de la otra persona a través del lenguaje . Acompasamos tanto los predicados (que dan cuenta del sistema representacional dominante), como las palabras en general.

Ya hemos visto cómo las personas utilizamos cierto tipo de palabras (predicados), giros y metáforas para representar y expresar las cosas según nuestro sistema representacional dominante.

El acompasamiento lingüístico consiste en utilizar fos mismos predicados que utiliza nuestro interlocutor con la finalidad de calzar nuestra comunicación verbal con su sistema representacional dominante.

Por e jem plo , si la persona con la que conversam os es predominantemente visual, utiliza predicados básicamente visuales y se expresa a través de imágenes y metáforas visuales, acompasarla implicará acomodar nuestra expresión verbal según esos parámetros visuales.

La habilidad requerida es la flexibilidad como comunicadores para abandonar nuestras preferencias personales y acomodarnos a las de nuestro interlocutor.

Por otro lado, el acompasamiento verbal también incluye el respeto y la adopción de las palabras que dan cuenta del modelo del mundo de la otra persona.

Por ejemplo, en español, las palabras “panza” , “abdom en” , “estómago”, “barriga”, “tripa” y “mondongo” son sinónimos según indica el diccionario. Pero no lo son en nuestro modelo del mundo. Para cada uno de nosotros, cada una de estas palabras tiene matices de significado muy diferenles.

Cuando dialogamos con alguien que nos acaba de contar que le duele el estómago, no lo estaremos acompasando si le preguntamos cómo es que siente ese dolor de “barriga”. “Barriga” y “estómago” son dos palabras distintas. Lo más probable es que la persona comprenda el significado de nuestra palabra, pero la magia que permite una comunicación cómoda y fluida se habrá resentido. Si de una danza se tratara, sería como si le hubiésemos pisado un pie.

Desacompasar las palabras de nuestro interlocutor producirá, en el mejor de los casos, una incomodidad leve, una pequeña lesión en el rapport, pero en el peor de los casos, podría conducir a graves malentendidos.

Recordemos que las palabras —más allá de lo que dictamine el diccionario— significan cosas distintas en los distintos modelos del mundo.

Acompasar verbalmente implica utilizar las mismas palabras que nuestro interlocutor utiliza para expresar su propia experiencia del mundo.

RAPPORT: ENTRAR EN CONTACTOCuando acompañamos a otra persona con nuestro cuerpo adoptando su postura, su tempo, sus movimientos y sus gestos, y utilizamos un volumen y un tono de voz similar, y acompasamos sus predicados y sus palabras, estamos creando una experiencia comunicacional muy poderosa.

La conjunción de los tres tipos de acompasamiento genera una profunda vivencia de sintonía que denominamos rapport.

Si nuestro objetivo consiste simplemente en “estar ahí” , conectados con la otra persona, participando de una comunicación que fluya sin mayores obstáculos, haber alcanzado rapport es más que suficiente. Pero si esa comunicación tiene otros objetivos —pedir, vender, persuadir, enseñar— que apunten a lograr alguna clase de modificación en el comportamiento de la otra persona, entonces, luego de obtenido el rapport, el paso siguiente radica en liderar.

LIDERARLiderar consiste en facilitar algún tipo de modificación comportamental en la otra persona.

Un médico busca con su comunicación alentar a su paciente a que acepte sus prescripciones y siga determinado tratamiento; un vendedor busca vender; un maestro, enseñar.

iilfift,

Muchas veces la finalidad de la comunicación no es simplemente “estar allí” , sino lograr un resultado. El jefe con su empleado, el padre con su hijo, el terapeuta con su paciente, persiguen con su comunicación un objetivo. Liderar es la forma de alcanzar dicho objetivo.

Una vez establecido el rapport, liderar hacia el objetivo resulta sencillo, ya que se han superado muchas potenciales barreras. Cuando los comunicantes realmente están en sintonía, los movimientos implicados en el liderar fluyen con suavidad.

Ejercido con arte y respeto —lo que no siempre resulta fácil— , el proceso rapport-liderar constituye, en esencia, la no violencia aplicada a la comunicación.

Cuando lideramos de esta manera, no estamos imponiendo, ordenando, presionando, convenciendo, sometiendo ni ejerciendo ningún tipo de poder coercitivo sobre la otra persona. De hecho, habiéndonos adentrado en su mundo, el movimiento de la danza compartida fluye hasta perm itirnos presentarle a nuestro in te rlocu tor opciones comportamentales potencialmente aceptables.

Acompañamos, mostramos, ofrecemos o pedimos desde el respeto. Como en la danza, nuestro movimiento invita, pero no fuerza.

Sin embargo, esta profunda delicadeza no debe ser confundida con una blandura superficial. Desde el rapport, es posible liderar un comportamiento con firmeza y autoridad sin ninguna necesidad de violentar a la otra persona.

Liderar desde el rapport nos permite poner un límite, presentar opciones o solicitar un comportamiento por parte de nuestro interlocutor, sin romper la sintonía en el proceso de la comunicación

EXPERIMENTAR

No hay forma de comprender e integrar la información de este capítulo sin experimentar las herramientas por usted mismo.

En un curso presencial, estos temas requerirían pocas palabras de mi parte y mucha práctica por parte suya.

Lo invito a que practique. Sólo así podrá darse cuenta si estas herramientas le pueden resultar de utilidad.

1. Comience por calibrar. Observe a las personas en su danza en los ambientes en que usted se mueve. ¿Qué le llama la atención? ¿Qué posturas, movimientos y gestos le parecen significativos? ¿Cuál es su tempo? ¿Cuál es su distancia óptima?

2. Preste atención a su interlocutor y calibre. ¿Cómo habla? ¿Qué tono de voz emplea, qué volumen?

3. Continúe calibrando. ¿Qué predicados y qué palabras utiliza?

¿Reconoce su sistema representacional dominante?

4. Ensaye poco a poco acompañarlo en su postura corporal. Siga por los m ovim ientos y los gestos. No im ite, acompañe. Imagine la comunicación como una danza. Dispóngase interiormente a lograr sintonía.

5. Acompase la voz.

6. Acompase predicados y palabras. No se desaliente si no lo logra de entrada. Para la mayoría de las personas, el acompasamiento corporal resulta el más sencillo. Luego, viene el paraverbal. El lingüístico es un poco más complejo y requiere de mayor entrenamiento.

7. ¿Estableció rapport? Es una sensación subjetiva, no hay una forma explícita de saberlo, sólo puede sentirlo. ¿Siente que la conversación fluye? ¿Se encuentra cómodo? Si su comunicación fuese una danza, ¿se está moviendo en sintonía o está pisando pies?

8. Intente liderar. Pruebe modificar levemente su postura corporal o realice un pequeño gesto y calibre si su interlocutor lo acompaña.

9. Pídale algo. Sugiera. Proponga y compruebe qué sucede con su interlocutor. ¿Lo acompaña? ¿Se incomoda? Si siente que algo no fluye, no desespere. Tómese su tiempo y continúe acompasando. Experimenté.

¿ACOMPASAR ES MANIPULAR?Al principio, cuando comienzan a practicar estos procedimientos, algunas personas experimentan tal poder para influir sutilmente sobre otras, que creen estar manipulando.

Algunos lo viven con entusiasmo —ejercer poder sobre otros resulta tentador para muchas personas— y otros, con cierto disgusto, sostenidos en una posición ética, tienden a poner reparos.

El problema con la palabra "manipular” consiste en que suscita significados muy diversos en nuestros distintos modelos del mundo.

Necesitamos definir esa palabra para saber a qué se refiere en este modelo, y mejor aún, necesitamos comprender en profundidad el proceso al cual nos estamos refiriendo más allá de la palabra que utilicemos para designarlo.

Toda comunicación es comportamiento y todo comportamiento tiene un propósito (que puede o no ser consciente y voluntario).

Desde este punto de vista, todo comportamiento tiene por objeto la modificación de uno mismo o del ambiente con la finalidad de producir algún resultado.

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Si definimos “manipular” como “producir un resultado”, vemos que, cuando nos comportamos, siempre producimos resultados o efectos, tanto sobre nosotros mismos, como sobre las cosas y las personas. En este particular sentido podríamos sostener que todo comportamiento implica una manipulación de uno mismo, del ambiente o de otras personas.

No hay forma de comportarnos-comunlcarnos sin producir efectos sobre nosotros y sobre los otros.

Lo que llama la atención en el modelo propuesto por la PNL es que explícita los resultados producidos por nuestro comportam iento comunicativo, los pone en evidencia.

De esta manera, lleva conciencia a nuestro comportamiento y a sus efectos, y nos invita a hacernos responsables, lo cual supone una diferencia ética fundamental.

Dicha diferencia consiste en pasar del comportamiento “ inocente , en piloto automático, al comportamiento conciente y por lo tanto responsable.

No importa qué palabras utilicemos —“manipular” , “modificar , “producir efectos”— siempre que seamos conscientes de que nuestro comportamiento comunicacional afecta ciertas respuestas en las otras personas.

Es imposible no comportarse y que ese comportamiento en presencia de otra persona no la afecte de alguna manera.

La cuestión no radica en si influimos o no en otros siempre influimos— sino en hacemos conscientes de dicha influencia y por lo tanto, responsables por nuestro comportamiento.

EL CORAZÓN DEL ACOMPASARLa esencia del acompasamiento, sin embargo, no radica en modificar a la otra persona sino en modificarnos a nosotros mismos.

Cuando acompasamos, de hecho, nos estamos manipulando a nosotros mismos. Modificamos nuestra postura corporal, nuestros gestos, nuestras palabras, y lo hacemos con la finalidad de acompañar a la otra persona en su modelo del mundo porque nos interesa entrar en sintonía. En tanto comunicadores, es nuestra responsabilidad lograr sintonía con la otra persona. Cuando entramos en sintonía, la comunicación fluye.

Pensaren que estamos intluyendo en nuestro interlocutores correcto, pero es tan sólo la mitad del cuadro.

Si pretendemos comprender el juego del tenis, es insuficiente observar a un solo jugador moviéndose en su mitad de la cancha. Necesitamos observar el conjunto.

A

Comprobar los efectos de nuestra comunicación en la otra persona es tan sólo verificar la mitad del fenómeno comunicativo. La otra mitad consiste en experimentar qué nos sucede a nosotros cuando nos comunicamos de esta manera particular.

Exploremos qué es lo que sucede en la mitad de la cancha de la persona que acompasa a otra.

Allí reside el corazón del acompasar.Cuando acompaso a otra persona, me=dlspongo en mi interior a

abandonar lo que la psicología llama “egocentrismo”, para centrarme en el mundo de mi Interlocutor. Honro su danza y estoy dispuesto a acompañarlo. Entonces la comunicación fluye. La magia del contacto se produce. Sé quién soy, sé para qué estoy allí, no me pierdo en la danza del otro, pero no fuerzo, no impongo, no resisto. En cambio invito, propongo, acompaño, sugiero y confío. Llevo y me dejo llevar por el movimiento.

La transformación que se opera en mí facilita la danza de la comunicación. Dejo de ser un obstáculo para transformarme en un facilitador.

Estamos en rapport. somos dos personas, pero la danza es una sola.

Cuando afectamos nuestro comportamiento de esta manera, ponemos en acción lo que la comunicación es como acto de amor: un profundo respeto y aceptación del otro como otro legítimo en la interacción.

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SANARLOS VÍNCULOS

CONFLICTOS VINCULARESEl verdadero problema con los conflictos vinculares no consiste en que uno tenga razón y el otro esté equivocado. De ser así, todo conflicto se resolvería consultando a un tercero objetivo y neutro que dictamine a quién le asiste la razón y a quién no.

Las cosas no son tan sencillas en nuestras relaciones.El verdadero problema con los vínculos se suscita cuando, aun desde

posiciones encontradas, a ambos miembros de la relación les asiste la razón.

Desde su propio modelo del mundo, los dos tienen su particular y legítimo punto de vista. Si actúan de buena fe, sus sentimientos, sus necesidades, sus posiciones y sus intereses tienen sentido «leídos» según sus propios mapas, aunque lo carezcan en el modelo del mundo de la otra persona.

Comprender esto intelectualmente no es tan difícil, pero vivir de acuerdo con esta comprensión presenta sus dificultades.

Muchas veces las personas tendemos a identificar nuestro particular modelo del mundo con la realidad misma y a considerar a nuestros limitados puntos de vista como la manera más adecuada de abordar la realidad.

Si nuestra forma de ver las cosas es la correcta, entonces cualquier otra estará equivocada. Si nuestros pensam ientos y nuestros

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sentimientos son los que mejor reflejan la “verdadera” realidad, los pensamientos y los sentimientos de la otra persona deben tener “algo” errado.

Al no ser conscientes de que experimentamos la realidad desde un restringido modelo del mundo, menos podremos comprender el modelo del mundo de la persona con la que estamos en conflicto. Sin esa comprensión, elaborar y trascender las diferencias que alimentan dicho conflicto parece ser una tarea casi imposible.

R esguardados en esa ingenua — ¿inm adura?— posic ión existencial, experimentamos con asombro, dolor e indignación las heridas y las ofensas que cometemos y nos cometen sin alcanzar a entender ni las unas ni las otras.

Todos los vínculos pueden potencialmente generar fricciones. Pero los que más nos duelen suelen ser los más cercanos. Las personas más queridas son las que más pueden lastimarnos, porque en esas relaciones nos involucramos con mayor intimidad, estamos más abiertos, expuestos y vulnerables.

Nos preguntamos con incredulidad cómo las personas que más queremos y nos quieren pueden herirnos con tan poca conciencia. Podríamos también preguntarnos cómo podemos herir a nuestros seres queridos con la misma falta de conciencia. Entonces:

• ¿Cómo podríamos comprender el punto de vista de otra persona y llevar mayor sabiduría sanadora a esa relación?

• ¿Cómo esta comprensión podría encarnarse en acciones concretas en nuestro diario vivir?

La respuesta no deja de asombrarnos por su sencillez: poniéndonos en los zapatos del otro. Cuando nos ubicamos en el lugar de la otra persona, podemos observar la realidad desde el particular punto de enfoque con el que ella se contacta, es decir, podemos ver “su” realidad.

Para eso necesitamos abandonar la posición egocéntrica —en la cual el mundo gira alrededor de nuestro ego que siempre tiene la razón— para aprender a ponernos en el lugar del otro.

El modelo que propone la PNL para tal fin es el de las posiciones perceptuales.

POSICIONES PERCEPTUALESPodemos percibir la realidad por lo menos desde tres posiciones distintas.

*’ La primera posición consiste en percibir las cosas desde mi propio punto de vista.

• En la segunda posición, puedo percibir las cosas desde el punto de vista de otra persona.

• En la tercera posición, puedo ponerme en el lugar de un observador neutral y percibir las cosas desde allí.

Si relacionamos las posiciones perceptuales con los estados de la percepción (asociado-disociado), vemos que en la primera posición estoy asociado conm igo mismo y disociado del otro; en la segunda, estoy asociado con el otro y d isociado de mí mismo; y en la tercera, estoy asociado con el observador y disociado de mí y del otro.

Le sugiero que lo experimente por su cuenta.Piense en alguna relación que quiera sanar, una persona con la que

experimente algún tipo de malestar, con la que tenga un vínculo difícil o que simplemente desee comprender o mejorar.

Lo más probable es que al hacerlo, usted se encuentre en primera posición completamente asociado con usted mismo y disociado de la otra persona.

Esta forma de ubicarse en la vida es la que, ai mismo tiempo que le permite ser usted mismo (y tener su propio punto de vista, sus pensamientos y sentimientos), sostiene las diferencias y ios conflictos que experimenta con los otros.

Cuanto más rígidamente arraigado se encuentre en la primera posición, más complicado le resultará sanar sus relaciones.

El objetivo del trabajo que le propongo a continuación consiste en facilitarle un pasaje por lastres posiciones perceptuales a fin de desarrollar una comprensión más integral y transformadora de sus vínculos.

Disponga tres sillas colocadas en triángulo: dos enfrentadas (A) y (B) y una tercera (C) equidistante y más alejada. La silla (A) es la primera posición, la (B) es la segunda posición y la (C), la tercera.

1. Siéntese en la silla (A) y cierre los ojos. Imagine a la persona con la que quiere trabajar sentada en la silla (B). Véala sentada allí y registre qué es lo que siente usted mientras la observa. En su interior, exprese lo que siente y su propio punto de vista sobre la relación o situación conflictiva. Háblele como si la otra persona realmente estuviera allí y pudiera escucharlo. Complete la siguiente frase: “Si lo que siento se tradujera en una acción, lo que te haría es...". Conéctese y permita que la emoción surja. Exprese lo que piensa y siente.

2. Cambie de lugar y siéntese en la silla (B). Desde la segunda posición, póngase en el lugar de-la .otra persona. Como si fuese un actor que va

a asumir un personaje, permita que su cuerpo adopte la postura corporal de la otra persona. Desde este tugar, usted se va a ir convirtiendo en esa persona. Va a comenzar a ver las cosas desde el punto de vista de esa persona y va a sentirse como ella se siente. Experimente la realidad desde el lugar de esa persona y cuando hable comience a expresarse como si fuera ella. No actúe, no finja, “sea" esa persona y confíe en el material que surja de su inconsciente. Entréguese a la experiencia. Desde el lugar de (B), obsérvese a usted mismo sentado en (A) y regístre lo que siendo (B) siente. En su interior, dígale a (A) lo que experimenta. Exprese su punto de vista sobre la relación o la situación conflictiva. “Si lo que siento se tradujera en una acción, lo que te haría es..." complete la frase.

3. Salga de la segunda posición y diríjase a la silla (C). Desde el lugar del observador asuma una posición objetiva. Dispóngase a comprender a (A) y a (B) desde una posición equidistante y externa ai conflicto. Observe a (A) y comprenda su punto de vista. Explore el modelo del mundo de (A). Descubra desde qué lugar, desde qué mapa, desde qué antecedentes históricos, culturales, psicológicos o familiares (A) piensa lo que piensa y siente lo que siente. Luego, observe a (B) y comprenda su distinto punto de vista. Descubra desde qué lugar, desde qué mapa, desde qué antecedentes históricos, culturales, psicológicos o familiares (B) piensa lo que piensa y siente lo que siente. Finalmente reflexione y saque alguna conclusión.

4. Regrese a la silla (A) y asuma su primera posición. Registre qué cambia ahora al observara (B) luego de haber descubierto lo que haya descubierto. Exprese qué necesitaría de (B) para mejorar-enriquecer- transformar ia relación.

5. Vaya al lugar de (B) y desde allí registre qué cambia en su percepción sobre (A) luego de haber descubierto lo que haya descubierto. Exprese qué necesitaría de (A) para mejorar la relación.

6. Ocupe el lugar de (C), y desde la posición de observador reflexione acerca del vínculo entre (A) y (B).

7. Repita la ronda pasando por las tres posiciones y continúe el diálogo entre (A) y (B) poniendo atención a qué necesitaría recibir uno del otro para mejorar la relación. Continúe hasta verificar desde la posición (A) que se haya producido algún cambio favorable.

Fin del experimento.

Para la mayoría de las personas, este ejercicio resulta muy sanador. Ponerse en el lugar del otro y experimentar lo que este siente desde su propio modelo del mundo resulta revelador.

En general, pensamos en la otra persona desde nosotros mismos y no desde el lugar de ella. Cuando asum im os su posición, experimentamos “algo" que nunca podríamos percibir desde nuestro lugar. Nuestra conciencia se expande para dejar entrar al otro y comprenderlo desde su particular y distinto modelo del mundo.

Este cambio de posición perceptual no sólo afecta nuestras cogniciones sino también nuestras emociones. No comprendemos intelectualmente al otro sino que también nos permitimos “ser” el otro y experimentar desde su lugar lo que él o ella experimenta.

Entrar y salir sucesivamente de cada personaje nos va transformando, nos ayuda a salir del egocentrismo inicial para abarcar la relación desde una mirada más inclusiva y amorosa.

Comprobamos vivencialmente cómo nuestra forma de comportamos en la relación afecta a la otra persona y descubrimos, por ejemplo, que lo que muchas veces percibimos como sus “ataques” son las formas que el otro tiene de defenderse de lo que él o ella percibe como nuestros “ataques” (que no son en realidad ataques sino la forma en que nos defendemos de lo que percibimos como sus ataques...).

A medida que vamos expresando nuestros sentimientos, puntos de vista y necesidades desde cada uno de los personajes, podemos ir tendiendo puentes de acercamiento facilitando áreas de contacto, acuerdo y comprensión.

Tal vez descubra que no siempre es posible ni deseable resolver un conflicto. Muchas veces las distancias y aún las rupturas son inevitables en ciertos tipos de vínculos. Lo que este ejercicio facilita es lograr un grado considerable de comprensión y de aceptación de las diferencias. Incluso en los vínculos que no pueden “mejorarse”, la comprensión y aceptación de las diferencias implica un tipo de sanación.

EL “COMPRENDER” SANADORNo alcanza con leer y reflexionar sobre lo anterior. Aun cuando acuerde con mis palabras, no sabrá verdaderamente a qué me refiero hasta que no lo experimente por su propia cuenta.

Sé que practicar el ejercicio que propongo a algunas personas puede resultarle algo artificioso. Dialogar con una silla vacía no es el com portam iento que habitua lm ente tenem os. Pero nuestros comportamientos habituales a veces nos meten en problemas también

J

habituales, y encontrar soluciones novedosas requiere practicar comportamientos novedosos.

Entender y acordar no es lo mismo que experimentar. Entender a otras personas con nuestra cabeza no es lo mismo que experimentar "ser” las otras personas.

Lo invito con amorosa insistencia a que experimente.Literalmente “póngase” en el lugar del otro.Hay vínculos que realmente son Importantes para nosotros y que

íntimamente sabemos que necesitan ser sanados. Poner el cuerpo (y la mente y las emociones) en los zapatos de la otra persona facilita llevar luz y sanación a ese vínculo preciado.

Traspasar las fronteras del ego que nos separa, trascender la «otredad» que nos divide es alcanzar una verdadera comprensión del otro que, en el mejor de los casos, se manifestará en una profunda y genuina aceptación.

Recuerde el significado del saludo Namasté que mencionamos anteriormente (“Honro la dimensión sagrada que habita en ti”).

“Recordar” , del latín, re-cordis, literalmente significa “pasar por el corazón” .

Si se dispone a sanar una relación, “ recuerde” el Namasté. Experimentará de esta manera la dimensión más profunda y sanadora que subyace en la esencia misma de la comunicación.

Ciencia es el ante de crear ilusiones convenientes, que el necio acepta o disputa, pero de cuyo ingenio goza el estudioso, sin cegarse ante el hecho de que tales ilusiones son otros tantos velos para ocultar las profundas tin ieblas de lo insondable.

Cari Gustav Jung (1875-1961) Psicólogo y psiquiatra suizo.

*

LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL

PNL Y ESPIRITUALIDAD

En un mundo que considera que la razón es la única forma de acceder al conocimiento, hablar con propiedad acerca de la espiritualidad pareciera no tener sentido. En la actualidad, hay personas que temen, se avergüenzan y ocultan sus experiencias espirituales por miedo a que las consideren locas, irracionales o infantiles.

A lo largo de los años, he conocido algunas personas verdaderamente locas, irracionales e infantiles, pero también me he encontrado con muchos más seres humanos cuerdos, racionales y maduros que experimentan fenómenos que la razón no alcanza a explicar.

Así como un beso entre amantes es más que un “intercambio de enzimas digestivas y otros microorganismos a través de un medio acuoso” tal como podría definirlo la biología; cierto tipo de percepciones, intuiciones, visiones o experiencias trascendentes van más allá de las explicaciones que puede brindarnos la psicología moderna.

Durante miles de años, la dimensión espiritual ha sido considerada como un aspecto propio de la experiencia humana. Si bien se han desarrollado un sinnúmero de mapas —doctrinas, tradiciones, teologías y religiones— para explicarla, nunca hasta el advenimiento de la ciencia moderna se había cuestionado la legitimidad de esa dimensión de I a experiencia en tanto territorio.

Sin embargo, la psicología académica — basada en creencias propias de su modelo del mundo— , parece haber negado el territorio: no ha aceptado a la dimensión espiritual como un objeto de estudio válido de su disciplina.

Las mismas palabras utilizadas para describir las experiencias ligadas a lo espiritual — como “Dios”, “Espíritu”, “Sagrado”, “Trascendente”— parecen resultar extranjeras en un modelo del mundo que se complace en definirse como racional.

Por supuesto que no compete a la psicología el estudio de las religiones ni de otras cuestiones más ligadas a los campos de la filosofía, la metafísica, la historia, la sociología o la teología, pero ¿qué sucede con las experiencias espirituales que tienen las personas? ¿Cómo abordar aquellos fenómenos a los que las personas se refieren como "experiencias espirituales”?

Por un lado, las psicologías que se ocupan exclusivamente del estudio de la conducta y las interacciones los dejan de lado de la misma manera en que se desinteresan por cualquier otro tipo de experiencia “interior”.

Pero, por otro lado, las escuelas que sí se ocupan del estudio de las experiencias internas, las que cuentan con complejos mapas que pretenden describir los contenidos más profundos del psiquismo, tienen una relación conflictiva con las experiencias espirituales.

Muchas veces, las patologizan — llegan a diagnosticarlas como alucinaciones o delirios místicos—; otras veces, las consideran como resabios de una condición evolutiva prim itiva o Infantil — como pensamiento mágico o creencias irracionales— ; o, en el mejor de los casos, las interpretan como subproductos derivados de otros contenidos psicológicos aceptados —como sublimaciones de la libido— .

En pocos casos se reconoce a la experiencia espiritual como legítima en sí misma.

Recién con el surgimiento de la psicología transpersonal, la dimensión del espíritu comenzó a ser considerada como un campo válido de estudio, y autores como Ken Wilber9 y Stansilav Grof10 han comenzado a trazar mapas que se proponen cartografiar dicha dimensión.

En este contexto, la PNL—en tanto modelo de la experiencia humana subjetiva— , reconoce un lugar para la dimensión espiritual.

Si aquello que designamos como “espiritua l” aparece como experiencia en la vida de las personas, no hay ningún motivo que

“ Wilber, K. Bre/e historia de todas las cosas. Kairós, 1996. Barcelona. 10 Grof, S. La psicología del futuro. La liebre de marzo, 2002. Barcelona.

justifique descalificar a priori dicha experiencia. Pero disponer de un mapa para la dimensión espiritual no implica contar con una teoría Que explique los contenidos espirituales; de la misma manera en que disponer de un mapa que nos oriente en un camino de montaña no implica Que conozcamos de qué minerales se componen sus rocas.

A diferencia de las religiones, de las distintas tradiciones espirituales o aun de ciertas escuelas psicológicas transpersonales que afirman positivamente la existencia del espíritu y de sus diversas expresiones, la PNL no se ocupa de afirmar ni de negar la realidad objetiva de tales fenómenos. No tiene ninguna teoría ni explicación acerca de lo que el espíritu verdaderamente es; en cambio, se ocupa de explorar cómo se manifiesta en las experiencias de las personas y cómo d ichas experiencias son representadas en sus particulares modelos del munoo

Cuando exploramos de qué manera la dimensión espiritual se manifiesta en la experiencia, observamos uno de estos tres tipos ce fenómenos o una combinación de ellos:

• La experiencia de contactar con una totalidad mayor de la cus formamos parte.

• Una cualidad de experiencia que dota de sentido, finalidad o significado a la vida.

• Experiencias en estados no ordinarios de conciencia tales como fenómenos de conciencia expandida, percepción de la dimensión energética del ser humano y el cosmos, y otros fenómenos que trascienden los lím ites del ego y del espacio y el tiem po convencionales.

Cuando desde el modelo de la PNL hablamos de la dimensión espiritual del ser humano, nos referimos a cierto nivel de experienc a interior que puede distinguirse de los fenómenos mentales, corporal es sensoriales, afectivos o vinculares.

Por lo general, las personas relacionamos lo espiritual con nuestras creencias. Decimos: “Yo creo en Dios, en Jesús, en el Amor , o Creo enla reencarnación del alma, en la Iluminación, en el Tao , o bien No creoen ninguno de esos disparates”.

La PNL sostiene que las ¡deas en las que creemos son ni más ni menos que la expresión de nuestro particular modelo del mundo. Son mapas y no territorios. Aquello en lo que creemos o dejamos de creer nos dice más sobre nosotros mismos y los mapas que hemos constru ido que sobre la realidad en sí.

La dimensión espiritual va más allá de las creencias: aflora como una experiencia vivida más allá de las palabras o teorías que tengamos para explicarla.

A veces surge de manera suave y espontánea —observando una puesta de sol, escuchando una sinfonía, buceando en la mirada de un ser amado—, a veces se presenta tras una práctica meditativa, y otras se impone irrumpiendo en medio de una crisis existencial (como una enfermedad grave, o una pérdida dolorosa).

Cuando esa experiencia sucede, hay quienes la describen como entrar en contacto con “aquella totalidad mayor de la cual formamos parte". “El territorio más allá de los mapas”. “La pauta que conecta”. “La Gran Mente”. “Dios”. “El Tao”.

Pero más allá de las palabras, la dimensión espiritual alude a una experiencia interior.

Para comprender el lugar que ocupa el espíñtcren el modelo de la PNL, tenemos que ubicarlo en el contexto de los distintos tipos de experiencias a las que podemos acceder los seres humanos.

LOS NIVELES DELA

EXPERIENCIA

NIVELES DE DIETS

Robert Dilts, basado en ¡deas de Gregory Bateson, desarrolló un interesante modelo que en el mundo de la PNL se lo conoce con los nombres de “Niveles de aprendizaje y cambio”, “Niveles lógicos”, "Niveles neurológicos” o simplemente “Niveles de Dilts”.

Si bien nuestra experiencia de la realidad se nos presenta como un todo más o menos indiferenciado, lo cierto es que no es lo mismo su experiencia de estar ahora leyendo este libro, que el motivo por el cual usted lo está leyendo o la importancia que usted le da en general al hecho de leer libros. Además, y al mismo tiempo, usted lee este libro en algún lugar físico determinado, y el leerlo supone que usted está poniendo en práctica una habilidad de lectura que ya ha desarrollado en algún momento.

Todos estos distintos planos confluyen aquí y ahora e n la conformación de su experiencia. Algunos hacen referencia a cosas externas, otros a conductas y capacidades, otros a pensamientos y propósitos, y aún hay más, como veremos a continuación.

El modelo de niveles permite echar luz sobre estos procesos e identificar los distintos planos en que podemos abordar una experiencia. Los niveles son los siguientes:

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24

1. Entorno.2. Comportamiento.3. Capacidades.4. Creencias.5. Valores".6. Identidad.7. Espiritual.

Le propongo considerarlo de esta manera:

1. s nivel. EntornoToda experiencia sucede en un espacio físico determinado en el que podemos encontrar objetos inanimados (cosas) o seres vivos (plantas, animales o personas).

“Estoy en la cocina”.“Estoy en el estudio de danzas”.“Estoy en la obra” .

2. a nivel. ComportamientoDentro de ese espacio físico nos movemos y nos comportamos de alguna manera.

“Corto vegetales y los vierto en una olla".“Practico estiramientos”.“Doy indicaciones a los obreros”.

3. a nivel. CapacidadesLa forma en que podemos comportamos en ese entorno depende de las capacidades o de las habilidades que hayamos desarrollado.

En un curso de cocina naturista aprendí a cocinar comida vegetariana”.“Aprendí estos ejercicios en la escuela de danzas”."Me especialicé en la construcción de puentes”.

4. e nivel. CreenciasLo que nos permite desarrollar las habilidades a partir de las cuales nos comportamos en ese entorno son nuestras creencias.Las creencias son aquellos pensamientos y opiniones que tenemos acerca de las cosas y que damos por ciertos en nuestro modelo del mundo.

" Díl,s cons¡dera a las creencias y a los valores como un mismo nivel. Dada la importancia de uno de ellos y las diferencias que presentan entre sí, prefiero exponerlos como niveles diferentes.

“Pienso que la comida vegetariana es la más saludable” .“La danza tiene vida, tiene movimiento. Para mí bailar es la mejor forma de expresarme”.“Nuestro país necesita desarrollo, como construir puentes, caminos y fábricas”.

5 ° nivel.ValoresEl fundamento de las creencias que nos permiten desarrollar las capacidades a partir de las cuales nos comportamos en ese entorno son nuestros valores. Los valores son las convicciones más íntimas y profundas acerca de lo que realmente consideramos importante. Ln mismo valor puede ser expresado con creencias diferentes.

“Me importa la salud” .“Me importa lo bello. Me importa expresar lo que soy” .“Me importa erigir obras perdurables. Valoro la trascendencia”.

6.2 nivel. IdentidadLa instancia que sostiene esos valores manifestados en creencias oue nos permiten desarrollar las habilidades a partir de las cuales nos comportamos en ese entorno, es nuestra identidad, aquello que somos. La identidad es la forma en que nos definimos a nosotros mismos.

“Yo soy una persona sana”.“Soy un artista”.“Soy un ingeniero, un hombre de acción”.

7 “ nivel. EspiritualLa fuente de la cual emana el sentido para aquello que somos y que se expresa en valores manifestados en creencias que nos permiten desarrollar las habilidades a partir de las cuales nos comportamos er ese entorno— , constituye la dimensión transpersonal o espiritual.El nivel espiritual puede expresar el significado último, nuestra misión en la vida, o el contacto con un plano de realidad que nos trasciende, difícilmente explicable en términos racionales.

“Soy un ¡nstrunrento para servir con amor a los demás”.“Soy una chispa de gracia y belleza” .“Mi misión es construir".

Así, fuimos configurando una jerarquía de niveles de experiencia partiendo de lo más superficial, externo y alejado del ser, hacia lo más profundo, interno y cercano al ser.

Desde este modelo, observamos que los niveles de experiencia superiores Infunden significado y sentido a los demás, favoreciendo o inhibiendo su desarrollo.

En los relatos que siguen, se observará cómo se relacionan unos con otros.

“Siempre me gustó atender y ocuparme de las personas, me considero una persona sana, he dedicado mi vida a cultivar m i salud y a ayudar a los demás. Hice muchos cursos, he aprendido el arte de la cocina vegetariana y además de cocinar para m ifam ilia, pude desarrollar un pequeño emprendimiento que me tiene muy feliz: ¡el único restaurante vegetariano de m i pueblo!v.

“M i alma es una chispa de gracia que refleja la belleza infinita del universo. En esta vida soy un artista que busca expresar esa belleza a través de la danza. La danza me hace feliz. Practicar estiramientos durante horas me cansa, por supuesto, pero lo hago con gusto: mi cuerpo es un instrumento al servicio de iagracia y todo tiene sentido para m í”.

“Así, como mi misión en la vida es construir, me he convertido en un hombre de acción: un ingeniero que valora erigir obras perdurables. Ese valor fundam enta ciertas creencias como por ejemplo que el país necesita desarrollo y obras, y esas creencias estimulan que despliegue habilidades, como especializarme en ia construcción de puentes. A quí me ves, estoy en la obra dando indicaciones a los obreros. Las cosas que hago y los lugares donde me muevo están alineados con lo que creo y con lo que soy, y todo tiene un profundo sentido para m í”.

Cuando los distintos niveles de experiencia están alineados, nuestra vida fluye con armonía y el sentido impregna aquello que hacemos.

Los espacios físicos que habitamos, nuestros comportamientos, las habilidades que hemos desarrollado, todo lo que pensamos y en lo cual creemos se asienta en valores que representan aquello que somos. La dimensión trascendente dota de sentido a los demás niveles de nuestra experiencia vital.

En cambio, cuando algo en nuestra vida no anda bien, cuando nos sentimos insatisfechos, cuando tenemos dificultades o experimentamos malestar, lo más probable es que nuestros niveles de experiencia no se encuentren alineados y que encontremos incongruencias entre ellos

En el trabajo que le presentaré a continuación, le propongo explorar y alinear los distintos niveles de experiencia.

ALINEACIÓN DE NIVELES

Disponga en el piso un camino en el cual demarcará siete espacios o estaciones. La primera zona, la más próxima a usted, será el entorno; luego, sucesivamente: comportamiento, capacidades, creencias, valores, identidad y espiritual.

En la primera etapa de esta experiencia, el “Viaje de ida”, su tarea consiste en observar y describir. Permanecerá en un estado disociado de la percepción. La finalidad de esta observación es facilitar el darse cuenta de su realidad tal como es.

1. Dé un paso y entre a “Entorno”. Con tos ojos cerrados, observe tos espacios físicos en los que transcurre su vida, los objetos y las personas que están en esos espacios. Observe, registre, tome nota internamente de lo que ve. Explore su casa, su trabajo, sus relaciones, los lugares en los que transcurre su tiempo libre.

2. Avance otro paso e ingrese a “Comportamiento”. Obsérvese moverse en esos entornos, registre sus conductas en ellos. Detecte las cosas que hace y cómo las hace en cada uno de los contextos en los que transcurre su experiencia. Observe cómo se comporta con las personas con las que se relaciona.

3. Dé un paso más e ingrese a “Capacidades". Enuncie cuáles son las capacidades y habilidades que pone en juego para realizar los comportamientos en cada uno de los entornos.

4. Ingrese a la estación “Creencias”. Exprese en palabras sus pensamientos, ideas, juicios y opiniones acerca de por qué usted se comporta como se comporta y ha desarrollado sus habilidades con relación a su trabajo, familia, salud o tiempo libre.

5. Dé un paso más y avance hacia “Valores". Descubra tras sus creencias los valores en los que estas se sustentan. Exprese qué es lo que a usted verdaderamente le importa en su vida. Evalúe si sus valores se encuentran cabalmente representados en sus creencias, habilidades, comportamientos y entornos.

6. Ingrese a "Identidad”. Observe cómo se ve a usted mismo. ¿Quién es usted? ¿Cómo se definiría a s í mismo? ¿Se define por alguna cualidad que le es propia? ¿Por su actividad laboral? ¿Por su pertenencia a algún tipo de grupo o comunidad? ¿Por su rol familiar?

7. Avance hasta e l nivel “Espiritual". Conéctese con aquello que le da sentido a su vida. Con aquella totalidad mayor de la cual usted forma parte. Con su misión. Con aquello que considera más elevado.

El nivel espiritual alude a algo mayor que nosotros mismos. También se lo denomina “nivel transpersonal” en el sentido de ir más allá de la persona.

La palabra “persona”, etimológicamente viene del latín per sona, que a su vez deriva del etrusco phersuy del griego prospora, que significa “máscara”. En el teatro griego, persona era la máscara que utilizaban los actores para representar las comedias o las tragedias. Esa máscara tenía a la altura de la boca un agujero por el que el actor emitía la voz. La persona es la máscara que permite que resuene la voz del personaje.

Ir más allá de la persona es ir más allá de la máscara, de lo superficial; im p lica trascender los personajes que representam os — por conveniencia, neurosis o condicionamiento social— para abrirnos camino en la vida.

Trascender la persona, accederá lo transpersonal, entonces, puede tomar dos caminos:

• ser lo que auténticamente somos en esencia, nuestro ser más íntimo y real que subyace a los personajes que actuamos;

• contactar con la realidad que nos trasciende, que es más amplia que nuestro pequeño ego: la totalidad mayor de la que formamos parte y de la cual emana el significado y el propósito.

En cualquiera de estos dos sentidos, es con esa instancia con la que le propongo contactarse, de manera asociada, para realizar la segunda parte de esta experiencia, el “Viaje de regreso”.

7 . En el nivel ‘Espiritual”, con los ojos cerrados, contacte con lo más profundo de su ser. Permita que aflore su cualidad más auténtica, incontaminada, aquello que se esconde tras sus personajes. Tal vez prefiera llamarlo "su alma", "su sabiduría profunda", "su aspecto más elevado, más sano". Desde este lugar, pregúntese en su interior para qué está usted en la vida. Cuál es su sentido, su significado, su misión. No lo piense con su cabeza, piénselo con su corazón. Permita que su ser más íntimo y verdadero le hable en su interior. La respuesta puede surgir en palabras, sonidos, sensaciones o imágenes. No juzgue, no trate de entender. Acepte y agradezca lo que sea que aparezca. Registre su estado interno, permanezca asociado con sus sensaciones durante todo el viaje de regreso.

6. Dé un paso hada “Identidad". Redefina su identidad desde su experiencia con ei nivel anterior. ¿Quién es usted ahora que ha contactado con su dimensión espiritual?

5. Avance hacia el nivel de “Valores". ¿Son los mismos que enunció en el viaje de ¡da? ¿Aparece algún valor nuevo?

4. Entre a "Creencias". ¿Las creencias que expresó en el viaje de ida son acordes en este momento? Tómese el tiempo necesario para reformular sus creencias de ser necesario.

3. Dé un paso hacia “Capacidades”. ¿Sus capacidades son suficientes y apropiadas desde su estado actual? ¿ Percibe que necesita desarrolla r nuevas habilidades o darle importancia a alguna capacidad ya desarrollada pero que tenía descuidada ?

2. Avance hacia ei nivel del “Comportamiento". ¿Qué comportamientos estarían alineados con sus capacidades, creencias, valores e identidad luego de haber contactado con su ser más auténtico? ¿Considera que es necesario cambiar algunos comportamientos?

1. Ingrese a su “Entorno”. ¿ Cómo percibe a su entorno en este momento? ¿Propondría algún cambio?

Puede realizar el viaje de ¡da y de regreso tantas veces como sea necesario hasta compiobar que los niveles están alineados.

Sus sensaciones le brindarán pistas valiosas acerca de qué anda «bien» y qué «mal» er cada nivel. Luego, su pensamiento le permillrá obtener las conclusiones necesarias.

El trabajo de alineación le facilitará realizar un buen diagnóstico acerca de las cuestiones con las que seguir trabajando más tarde. Todos sus descubrimientos son valiosos aunque todavía no haya encontrado la manera de resolver ¡as dificultades detectadas.

Tenga presente que esta experiencia puede ser realizada en unos cuantos minutos, pero a veces, alinear los niveles en nuestra propia vida ¡puede llevarnos unos cuantos años! Téngase paciencia, trátese con aceptación y respeto.

Para muchas personas tomar contacto con su dimensión espiritual resulta revelador en sí mismo más allá de las palabras. Si se conmueve, si aparecen emociones, permita que afloren: la expresión de las lágrimas, la alegría y aun el enojo resultan sanadores.

Si surgen sensaciones o imágenes, quédese con ellas aunque no pueda explicarlas, ya llegará el momento de comprender desde la razón. Confíe en su inconsciente.

A linea r nuestros n ive les de experiencia es un e jercic io ps ico lóg icam ente poderoso. Facilita el flu ir de la experiencia colocándonos en un nivel de profunda sintonía con nosotros mismos. M uchas personas experim entan una profunda paz interio r. Reencontrarse con la dimensión del sentido permite nutrir de significado existencial a nuestro entorno, a nuestras relaciones y a nuestro trabajo. Algunos lo definen como haber encontrado su lugar en el mundo.

EL TERRITORIOMÁS ALLÁ

DE LOS MAPAS

UN CAMINO DE DESARROLLO PERSONAL

A lo largo del camino de desarrollo personal vamos superando obstáculos y atravesando distintas fases de crecimiento.

Trascendemos la visión ingenua del mundo que nos hace creer que la realidad es tal cual nosotros la vemos. Comprendemos nuestro propio modelo del mundo y aprendemos a respetar aquellos que son diferentes. Resolvemos los conflictos interpersonales generados por la cerrazón de miras a la que nos mueve esta posición egocéntrica.

Trabajamos sobre los objetivos, nos acercamos y logramos nuestras metas. Desarrollamos la habilidad para modificar los estados internos. Poco a poco vamos dejando atrás los dolores innecesarios y neuróticos.

Resolvemos el conflicto interior que nos desgarra o nos inmoviliza aprendiendo a hacer las paces con nosotros mismos, acercando y reconciliando a ios personajes antagónicos que nos habitan.

Descubrimos el sentido de nuestros síntomas y hábitos dañinos, comprendemos sus intenciones positivas y así vamos transformándolos.

Aprendemos a relacionarnos con el cuerpo que somos de una manera más amorosa. Nos vamos aceptando.

Recorremos la senda del crecimiento personal sanando nuestros vínculos y nuestra historia. Aprendemos a vivir en sintonía con los