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ACERCA DE LA TEMPLANZA Prof. Leonardo Bruna R. “Es la virtud que modera la inclinación a los placeres sensibles, especialmente del tacto y del gusto, conteniéndola dentro de los límites de la recta razón” (Antonio Royo Marín, Teología Moral para Seglares, pag. 435-457). “La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar para seguir la pasión de su corazón” (CIC, 1809). “En esta vida el hombre goza y se alegra con deleites de muy diversos géneros. Existen los placeres corporales sensuales, más ligados a lo somático (comida, bebida y sexo), y quiso Dios que estos placeres fuesen muy intensos para asegurar así la conservación del individuo y de la especie. Pero estos placeres sensuales, a causa del pecado, se hayan sujetos a trastornos especialmente vehementes. Por eso la virtud de la templanza, si bien modera la búsqueda y vivencia de todos los placeres, suele considerarse especialmente como virtud moderadora de los placeres unidos al gusto y al tacto. “La templanza refrena en el hombre la inclinación al placer sensitivo y sensual. No destruye, por supuesto, esa inclinación – en tal caso no sería una virtud – pero la libra tanto de la intemperancia desbordada, como de la insensibilidad excesiva. La virtud de la templanza no es la más excelsa de las virtudes morales cardinales, pero su desarrollo es imprescindible ya que no puede el hombre elevar su espíritu en tanto sufra el lastre de una sensibilidad desordenada. La purificación ascética del sentido es previa al desarrollo del espíritu, aunque es verdad que sin este desarrollo no podrá ser perfecta aquella purificación. Sencillamente, la persona que está a merced de sus exigencias sensitivas y sensuales es incapaz de vida espiritual” (José María Iraburu, Espiritualidad Católica, pág. 289-291). A la virtud general de la templanza pertenecen, como partes suyas, la abstinencia (o moderación en el deseo de la comida), la sobriedad (o moderación en el deseo de la bebida) y la castidad o pureza (o moderación en la tendencia sexual).

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LA templanza

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ACERCA DE LA TEMPLANZAProf. Leonardo Bruna R. Es la virtud que modera la inclinacin a los placeres sensibles, especialmente del tacto y del gusto, contenindola dentro de los lmites de la recta razn (Antonio Royo Marn, Teologa Moral para Seglares, pag. 435-457).

La templanza es la virtud moral que modera la atraccin de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los lmites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discrecin y no se deja arrastrar para seguir la pasin de su corazn (CIC, 1809).

En esta vida el hombre goza y se alegra con deleites de muy diversos gneros. Existen los placeres corporales sensuales, ms ligados a lo somtico (comida, bebida y sexo), y quiso Dios que estos placeres fuesen muy intensos para asegurar as la conservacin del individuo y de la especie. Pero estos placeres sensuales, a causa del pecado, se hayan sujetos a trastornos especialmente vehementes. Por eso la virtud de la templanza, si bien modera la bsqueda y vivencia de todos los placeres, suele considerarse especialmente como virtud moderadora de los placeres unidos al gusto y al tacto.

La templanza refrena en el hombre la inclinacin al placer sensitivo y sensual. No destruye, por supuesto, esa inclinacin en tal caso no sera una virtud pero la libra tanto de la intemperancia desbordada, como de la insensibilidad excesiva. La virtud de la templanza no es la ms excelsa de las virtudes morales cardinales, pero su desarrollo es imprescindible ya que no puede el hombre elevar su espritu en tanto sufra el lastre de una sensibilidad desordenada. La purificacin asctica del sentido es previa al desarrollo del espritu, aunque es verdad que sin este desarrollo no podr ser perfecta aquella purificacin. Sencillamente, la persona que est a merced de sus exigencias sensitivas y sensuales es incapaz de vida espiritual (Jos Mara Iraburu, Espiritualidad Catlica, pg. 289-291).

A la virtud general de la templanza pertenecen, como partes suyas, la abstinencia (o moderacin en el deseo de la comida), la sobriedad (o moderacin en el deseo de la bebida) y la castidad o pureza (o moderacin en la tendencia sexual).

A la virtud de la templanza se opone, por exceso, la intemperancia que desborda los lmites de la razn y de la fe en el uso de los placeres del tacto y del gusto. La intemperancia, sin ser lo ms grave, es especialmente vil y oprobiosa para el hombre por cuanto lo rebaja al nivel de las bestias y ofusca especialmente la luz de la inteligencia humana dificultando la vida espiritual.

A la virtud de la templanza se opone, por defecto, la insensibilidad excesiva que huye incluso de los placeres necesarios para la conservacin del individuo y de la especie que pide el recto orden de la razn.

La templanza es la ltima de las virtudes morales pero es, en cierto modo, el piso bsico de las dems, pues el orden segn razn de la fuerte tendencia al placer es necesario para aquel dominio de s mismo sin el cual no se puede realizar perfectamente el amor, que es entrega completa de s a otro.