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7 AyTM 12, 2005 * Universidad de Jaén. Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. ** Arqueólogas profesionales. INTRODUCCIÓN Con estas palabras Manuel de Góngora des- cribió por primera vez, en 1860, las que hoy conocemos como Cuevas de Giribaile. El obje- tivo de este artículo es presentar los trabajos de limpieza y documentación arqueológica de una serie de complejos rupestres encuadrados, probablemente, en época altomedieval (GUTIÉ- RREZ et alii, 2004). Este estudio pretende contri- buir a completar y definir la secuencia históri- co-arqueológica de Giribaile y, a la vez, poder valorar la problemática que plantea el análisis e interpretación de unos eremitorios mal cono- cidos en esta zona de Andalucía. Por otro lado, supone la continuidad de una línea de investigación abierta en el sitio desde que en 1992 se llevara a cabo la prospección de superficie en los terrenos de la presa de Giri- baile, que desembocó en la realización de la tesis doctoral titulada El poblamiento ibérico en Las cuevas de Giribaile: nuevas aportaciones para el estudio del poblamiento eremítico en Andalucía Oriental Luis María Gutiérrez Soler* Carmen Rueda Galán* Mercedes Beatriz Luna** María José Díaz García** RESUMEN Este artículo recoge los trabajos realizados en el año 2001 en la Zona Arqueológica de Giribaile (Vilches, Jaén) centrados en la documentación de un conjun- to eremítico, de carácter rupestre, así como una necrópolis asociada a este poblamiento. PALABRAS CLAVE: rupestre, eremítico, Giribaile. ABSTRACT This paper show the results of the archaeological intervention carry out at the archaeological area of Giribaile (Vilches, Jaén). The archaeological works were focused on the heremitic cave group and the cementery next to it. KEY WORDS: cave, heremitic, Giribaile. “Llámase hoy Cuevas de Mari-Algar (Ma-Al-garb; esto es, Fuente del Ocaso) la que aparece en la lámina. Otras cuevas hay a la izquierda del que lo mira y fueron defensas, según las escaleras interiores y troneras, abiertas a pico, que observa allí el curioso viajero. En la meseta de sitio tan excelente, se alzó, a mi parecer, sin duda alguna, la Giri de Plutarco” (GÓNGORA, 1916: 7-8).

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Page 1: Las cuevas de Giribaile: nuevas aportaciones para el ... · Este estudio pretende contri-buir a completar y definir la secuencia históri-co-arqueológica de Giribaile y, a la vez,

7AyTM 12, 2005

* Universidad de Jaén. Centro Andaluz de Arqueología Ibérica.

**Arqueólogas profesionales.

INTRODUCCIÓN

Con estas palabras Manuel de Góngora des-cribió por primera vez, en 1860, las que hoyconocemos como Cuevas de Giribaile. El obje-tivo de este artículo es presentar los trabajosde limpieza y documentación arqueológica de

una serie de complejos rupestres encuadrados,probablemente, en época altomedieval (GUTIÉ-

RREZ et alii, 2004). Este estudio pretende contri-buir a completar y definir la secuencia históri-co-arqueológica de Giribaile y, a la vez, podervalorar la problemática que plantea el análisise interpretación de unos eremitorios mal cono-cidos en esta zona de Andalucía.

Por otro lado, supone la continuidad de unalínea de investigación abierta en el sitio desdeque en 1992 se llevara a cabo la prospecciónde superficie en los terrenos de la presa de Giri-baile, que desembocó en la realización de latesis doctoral titulada El poblamiento ibérico en

Las cuevas de Giribaile: nuevas aportacionespara el estudio del poblamiento eremítico enAndalucía OrientalLuis María Gutiérrez Soler*Carmen Rueda Galán*Mercedes Beatriz Luna**María José Díaz García**

RESUMEN

Este artículo recoge los trabajos realizados en el año2001 en la Zona Arqueológica de Giribaile (Vilches,Jaén) centrados en la documentación de un conjun-to eremítico, de carácter rupestre, así como unanecrópolis asociada a este poblamiento.

PALABRAS CLAVE: rupestre, eremítico, Giribaile.

ABSTRACT

This paper show the results of the archaeologicalintervention carry out at the archaeological area ofGiribaile (Vilches, Jaén). The archaeological workswere focused on the heremitic cave group and thecementery next to it.

KEY WORDS: cave, heremitic, Giribaile.

“Llámase hoy Cuevas de Mari-Algar (Ma-Al-garb; estoes, Fuente del Ocaso) la que aparece en la lámina.

Otras cuevas hay a la izquierda del que lo mira yfueron defensas, según las escaleras interiores y troneras,abiertas a pico, que observa allí el curioso viajero. En lameseta de sitio tan excelente, se alzó, a mi parecer, sin

duda alguna, la Giri de Plutarco”

(GÓNGORA, 1916: 7-8).

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el curso medio del río Guadalimar (GUTIÉRREZ,

1998) y en la reciente publicación El oppidumde Giribaile (GUTIÉRREZ, 2002). Esta monografíarecoge los informes inéditos de las campañasde excavación dirigidas en 1968-1969 por elgeólogo francés Georges Servajean, apoyadopor el Grupo Arqueológico Carolinense. Laactividad arqueológica realizada en la zona cen-tral del poblado permitió obtener una docu-mentación muy interesante para la compren-sión del proceso histórico en este oppidum deépoca ibérica (SERVAJEAN et alii, 1986).

Esta actividad de investigación se completó,desde un punto de vista administrativo, con lainiciativa de la Delegación Provincial de la Con-sejería de Cultura de la Junta de Andalucía dellevar a cabo la elaboración de la documenta-ción necesaria para la incoación del Expedien-te de Inscripción de Giribaile como Zona Arque-ológica en el catálogo General de PatrimonioHistórico de Andalucía, además de realizar uncampo de trabajo entre cuyos objetivos estabala recuperación y conservación de determina-das estructuras que se encontraban afectadaspor procesos de deterioro (CHOCLÁN, 1986).

Actualmente nos encontramos trabajandoen el proyecto de creación de un centro deinterpretación sobre Giribaile, con la intenciónde fomentar la continuidad de la investigacióny definir fórmulas de musealización y difusiónde este sitio arqueológico.

DEFINICIÓN ARQUEOLÓGICADE GIRIBAILE

Giribaile se localiza en el término municipalde Vilches (Jaén), más concretamente en laconfluencia de los ríos Guadalimar y Guadalén,muy cercano a la aldea de Miralrío. Ocupa unameseta que destaca con relación al entornomás próximo y domina una amplia vega, loque, sin duda, ha marcado el devenir históricode esta zona, con una secuencia crono-cultu-ral que abarca varios períodos.

La primera ocupación, con carácter más omenos permanente, corresponde, grosso modo,a los siglos VIII-VII ane, un momento aún poco

caracterizado en el yacimiento, por lo que enla actualidad es muy complicado poder hablarde la entidad de este sitio durante la Prehis-toria Reciente (NOCETE, CRESPO, ZAFRA, 1986).

La siguiente fase, tras un hiatus, correspon-de a inicios del siglo IV ane, momento en elque se funda el oppidum de Giribaile, que llegóa alcanzar unas 15 has de meseta fortificada,configurándose como una de las grandes ciu-dades del Alto Guadalquivir (RUIZ RODRÍGUEZ,

MOLINOS, 1993). Por otra parte, este núcleo for-maría parte, con una vocación estratégica impor-tante, de la ordenación del pago de Cástulo,ciudad que se convirtió en un centro destaca-do, debido, fundamentalmente, al control queejerció sobre la cuenca de los ríos Guadalén-Montizón y sobre un amplio territorio minero.Esta situación conllevó la adopción de nuevasfórmulas de control político y social. Para ello,desde el punto de vista ideológico, se instalandos santuarios en la cabecera de este territo-rio, Collado de los Jardines, en Santa Elena, yla Cueva de la Lobera, en Castellar, pero, ade-más, desde el punto de vista político, se fundael oppidum de Giribaile como núcleo secundarioy lugar estratégico y de control en la confluenciade los valles del Guadalimar y Guadalén (RUIZ

RODRÍGUEZ et alii, 2001).

Giribaile representa un buen ejemplo delmodo en el que se llevó a cabo el proceso deromanización después de finalizar la SegundaGuerra Púnica. La ocupación de Giribaile con-tinúa, aparentemente, hasta finales del siglo II -inicios del I ane, momento en el que se docu-menta una destrucción violenta, hecho que,muy probablemente, corresponde a una acciónmilitar de castigo encabezada por el cónsul TitoDidio, que tenía a su cargo un destacamentoque hibernaba en la vecina ciudad de Cástulo.

Tras la destrucción se produce un abando-no de la meseta y una disgregación de pobla-ción que empieza a establecerse en el valle,constituyéndose La Monaria en el núcleo másimportante. Para momentos posteriores deépoca romana, en la meseta sólo se docu-mentan algunos fragmentos de terra sigillatahispánica, fruto de una ocupación puntual detipo rural de época flavia.

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La siguiente fase corresponde a un momen-to indeterminado, altomedieval, en el que sedocumenta un núcleo eremítico. Estas eviden-cias deben ponerse con relación a la presen-cia en el valle de sitios de características simi-lares como las Cuevas de la Veguilla, en Canena(CASAS, 2000), o el oratorio de Valdecanales, enRus (VAÑÓ, 1970; HAUSCHILD, SCHLUNK, 1970;

NAVASCUÉS, 1970), comenzando a definir en elterritorio un poblamiento rupestre de ciertaentidad, que aún no ha sido estudiado sobrela base de criterios de investigación comunescronológicos y funcionales, y que viene a sumar-se a otras manifestaciones de utilización de cue-vas en Andalucía Oriental, como el grupo de“covarrones” definido en torno a Guadix (BER-

TRAND, 1986; ASENJO, 1990) o las denominadas“ventanas”, en la provincia de Almería (BARRIO-

NUEVO, 1986), aunque la mayor parte de loscasos estudiados responden a contextos his-tóricos más tardíos.

En Giribaile el poblamiento rupestre podríarelacionarse con una ocupación de época tar-dorromana y/o visigoda detectada en el llanoy en las laderas de la meseta de Giribaile, ocu-pación que continúa hasta época emiral con laconfiguración de un hiSn, fortificación que sereutiliza en época almohade y que se abando-na hacia los siglos XIV-XV (CASTILLO, 1997).

La última fase de hábitat, de mediados delsiglo XX, corresponde a la instalación en lavertiente sur de la meseta de un cortijo dedi-cado a la explotación del olivar, dando lugar auna ocupación estacional, que es interesante nosólo por la existencia actual de vestigios mate-riales de la misma, sino, fundamentalmente, porla reutilización y reestructuración que realiza-ron de los complejos rupestres, procesos quehan podido ser leídos en el desarrollo de nues-tros trabajos de documentación en las Cuevasde Giribaile.

DESCRIPCIÓN FORMALDEL CONJUNTO RUPESTRE

Un estudio de las características del que seha llevado a cabo presenta una problemáticaparticular con relación a la continuidad y a la

diversidad de usos a los que se han dedicadolos diferentes espacios que se definen en elinterior de las Cuevas de Giribaile, alteracio-nes o modificaciones que, sin duda, han influi-do en la configuración actual de las mismas.Por todo ello debemos resaltar la relevancia deuna correcta lectura temporal que intenta defi-nir, en un mismo espacio, huellas resultantes deldevenir de muchos siglos de historia.

Todos los complejos rupestres documenta-dos, un total de cuatro, se ubican en el fara-llón localizado en la vertiente sur de la mese-ta de Giribaile. Directamente relacionados conestas estructuras están los hallazgos de tumbassituadas junto al cortijo de Casas Altas. A estehábitat rupestre habría que añadir otras doscavidades aisladas del conjunto, a las que tra-dicionalmente se ha denominado Piedra Hora-dada y Piedra Hueca o bien Piedra Hueca Gran-de y Pequeña, localizadas ambas en la vertientenorte de esta misma meseta. Habría que seña-lar que la tradición oral habla de otro grupode cuevas muy similares a los conjuntos rupes-tres 3 y 4, ubicadas en el extremo oeste delfarallón, comunicaciones que no han podidoser corroboradas debido a la imposibilidad físi-ca de acceso a esta zona por el desmorona-miento de parte del farallón.

Para una mejor comprensión, tanto de con-junto como de los elementos individualizados,hemos creído oportuno realizar una descrip-ción detallada de cada una de las unidadesobjeto de investigación para, posteriormente,hacer un análisis de conjunto, contextualizan-do los resultados obtenidos en el territorio.

El complejo ruprestre 1

Ocupa una posición central dentro del con-junto. Denominada como “Cuevas de la Mujer”,en referencia a un relieve tallado en una de lasnaves, esta construcción ha sido identificada,tradicionalmente, con un lugar de culto. Lasituación de este complejo antes de la inter-vención era de total abandono, ya que habíasido reutilizado como establo, por lo que laprimera actuación consistió en la limpieza delmismo.

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Se trata de un edificio excavado completa-mente en la roca, aprovechando una cavidadnatural, tal y como puede deducirse de una desus naves (la número 4), que quedó finalmen-te inacabada. La planta es de cinco naves, nume-radas de izquierda a derecha siguiendo la orien-tación sur-norte, y se remata con un espaciocontinuo, a modo de cabecera, que se comu-nica directamente con tres de las estancias, lasdos de los extremos y la central. Para la cons-trucción de este edificio se utilizó un módulocuadrangular en las naves 1, 2, 4 y 5, mientrasque, por el contrario, las dos naves restantes,la 3 y la 6, parecen regirse por un sistema dis-tinto y se constituyen como el eje axial y, pro-bablemente, el más importante del edificio.

Una característica fundamental de su plan-ta es la total simetría, simetría que se expresaigualmente en los accesos, que originariamen-te eran tres, los correspondientes a las navesimpares, aunque en la actualidad existe otraentrada, la de la nave 2, que se abrió con pos-terioridad, muy probablemente en “1935”, yaque esta fecha queda marcada en la pared surdel pasillo, hipótesis que es corroborada porcomunicaciones personales de gente del lugar.Las entradas responden todas al mismo esque-ma, corredor, al que se accede por medio deescalones excavados en la roca. En todas ellasexisten huellas de cerramiento. Este ideal desimetría se expresa, incluso, en los pequeñosdetalles y elementos de su arquitectura comorebajes, vanos u hornacinas.

Las cubiertas de los espacios longitudinales(las denominadas naves 3 y 6), correspondenal tipo de bóveda de cañón rebajada, mientrasque en el resto de estancias, que responden aun módulo cuadrangular (naves 1, 2, 4 y 5)presentan cubiertas casi planas. Por lo que res-pecta a los ingresos desde el exterior, estos sepractican a través de vanos que se cierran conarcos de medio punto, dando acceso a un estre-cho pasillo de casi 2 m de longitud y no másde 1 m de ancho, mientras que los pasos inte-riores se muestran, en cuanto a dimensiones,mucho más irregulares.

Las paredes no presentan ningún tipo derevoco y una vez concluidos los trabajos de lim-

pieza es posible apreciar las huellas dejadas porlos instrumentos empleados en la labra de laroca. El único tratamiento de decoración con-siste en la utilización de pintura roja generali-zada en el techo, además de conservarse enel zócalo de la nave central. Esto, junto al enca-lado de las paredes, muestra la reutilización deestas estancias como lugar de hábitat y, poste-riormente, como establo. De esta misma épocaaún se conservaban restos de pavimento con-sistente en un piso de tierra compactada super-puesto a un relleno de tierra y piedras quepermitía salvar los desniveles de la roca.

A continuación presentamos una descripcióndetallada de cada una de las unidades espacia-les que la conforman, para facilitar la com-prensión estructural y realizar una lectura másfavorable de las distintas fases identificables.

La primera estancia, definida como nave 1,simétrica a la 5, se trata de una sala rectangu-lar con unas dimensiones de 3’40 x 4’80 m yuna altura de 2 m, a la que se accede median-te un pasillo de 2 x 0’60 m. Se comunica condos estancias, de una parte con la nave 2, pormedio de un corredor de 1’50 x 1’50 m, y dela otra, con la nave 6, a través de un pasillo de1’30 x 1’70 m. En la zona central de la estan-cia y en el lugar de paso entre las naves 1 y 6se documentó parte de un pavimento de tie-rra apisonada, de época reciente, bajo el cualse localizaron dos rebajes en la roca, de tipocircular, uno de los cuales tiene su correspon-diente en la cubierta de la misma, sin que sehaya podido obtener una lectura en cuanto asu funcionalidad.

En la zona central de la pared sur, a 1 m desuelo aproximadamente, se abre una hornaci-na rectangular con terminación curva, simétri-ca a la documentada en la pared norte de lanave 5. Este elemento funcional reafirma la con-cepción simétrica del edificio.

En esta nave se documentaron numerososrebajes en la roca, de distinta forma y tamaño,que pueden responder a funcionalidades diver-sas. De un lado, en los ángulos sureste y nores-te se observan dos rebajes circulares, muy simi-lares a otros presentes en el resto de las naves,

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que parecen corresponder a agujeros emple-ados para la sujeción de recipientes de alma-cenaje, pudiendo relacionarse con la etapa deutilización de la cueva como hábitat. Existenotro tipo de rebajes alineados en la pared nortey bajo el pavimento, así como uno de formarectangular documentado junto al acceso a estanave, de los que no se ha podido obtener unainterpretación válida sobre su funcionalidad.

La siguiente estancia, la nave 2, simétrica ala nave 4, presenta, igualmente, forma rectan-gular con unas dimensiones de 5’50 x 3’20 my una altura máxima de 2’30 m. Se comunicacon la nave 1 y con la 3, pudiendo acceder aesta última a través de un pasillo de 1’30 x 1m. Fue, precisamente, en este corredor, bajoel pavimento, donde se documentaron tresrebajes excavados en la roca, dos juntos deforma circular y uno cuadrangular que, funcio-nalmente, parecen corresponder a soportespara encajar recipientes de almacenaje.

Un relleno de tierra y piedras, utilizadocomo nivelación de una gran irregularidad delsuelo natural de la roca, recubría la mayor partede la estancia, extendiéndose hasta enlazar conla nave 1. Bajo el relleno también se localiza-ron algunos rebajes circulares, concretamentetres, pegados a las paredes este, norte y sur.Resulta muy complicado obtener la funcionali-dad de estos orificios a partir de una lecturade la estructura formal del edificio. En total sonnueve los rebajes documentados en esta estan-cia, casi todos circulares, ya que a los citadospor el momento habría que añadir otros dosen los ángulos sureste y suroeste y otro más,muy cercano a la puerta de entrada.

Una peculiaridad de esta estancia es la pre-sencia, en su pared oeste, de una talla en alto-rrelieve de un desnudo femenino y de un bustode mujer, ambas de similar factura, muy dete-rioradas por la aplicación de varias capas de cal.La primera figura se trata de una talla en la rocaque representa un desnudo completo, en unescorzo forzado que intenta representar movi-miento. Esta imagen se rige por fórmulas deproporción y volumen y se manifiesta de formanaturalista. Queda encuadrada en un marco,igualmente rebajado en la roca. La segunda

figura, también en altorrelieve, se trata de unbusto femenino de perfil, esquemático y hie-rático, encuadrado también en un marco rec-tangular que se cierra, en su parte inferior, enuna forma curva. Es en esta parte inferior dondeel autor anónimo dejó plasmadas las iniciales‘PA’.

La nave 3 constituye el eje axial o de sime-tría del edificio y, junto a la nave 6, forma unespacio continuo que se aparta del módulodescrito para las naves 1, 2, 4 y 5. Esta estan-cia, mucho más alargada y estrecha, conecta conel corredor que se conforma como una cabe-cera rectilínea, reproduciendo el esquema deuna “T”. En el lugar exacto que marca la uniónperfecta entre ambas naves, en altura, bajovarias capas de cal, se documentó una cruzincisa, que responde al modelo de cruz latinaapoyada sobre círculo que, iconográficamente,puede relacionarse con un tipo de represen-tación característico de las comunidades cris-tianas. Debajo de la cruz se localizan tres ori-ficios circulares alineados, todos del mismodiámetro, que recuerdan los documentados enla sala 1 de la Cueva A de Valdecanales (VAÑÓ,

1970) y que, aparentemente, pudieron servirpara encajar algún elemento mueble que conel paso del tiempo se ha perdido. Además, enel lugar de encuentro de las naves 3 y 6 el nivelde base ha sido rebajado por debajo de la cotadel resto de las estancias, conformando unespacio privilegiado y destacado por su mayoraltura, con un total de 2’70 m.

La nave 3, además de confluir con la estan-cia número 6, también queda comunicada conlas naves 2 y 4 y posee un acceso directo desdeel exterior que responde al mismo esquemade entrada con corredor que ya comentamosanteriormente.

En cuanto a los rebajes excavados en la rocade esta estancia, a excepción del que presen-ta forma rectangular, apoyado en la pared norte,junto al acceso que comunica con la nave 4,éstos básicamente se localizan en una zona muypróxima a la nave 6 y en ningún caso ha sidoposible obtener datos sobre la funcionalidadconcreta de los mismos. Por otra parte, se debehacer mención de la existencia de una línea

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incisa en la roca de las pareces norte y sur, a1 m aproximadamente del suelo, asociadas amortajas cuadrangulares de pequeño tamañoque, aparentemente, debería interpretarse comouna huella en negativo de algún tipo de ancla-je que permitiera fijar un elemento mueble.

La nave 4, simétrica a la 2, corresponde auna estancia que reaprovecha una gruta natu-ral que fue inicialmente regularizada, pero quequedó como obra inacabada, por lo que susdimensiones, comparadas con el módulo emple-ado en las naves 1, 2 y 5 son algo menores. Enesta sala se han documentado dos rebajes deforma circular excavados en la roca, uno en lapared norte, sin funcionalidad establecida, yuna peculiar zona de paso, también excavadaque, a modo de pasillo, comunica esta estan-cia con las naves 3 y 5.

Es en la nave 5, simétrica a la 1, dondemejor se ha documentado su reutilización comolugar de hábitat contemporáneo, tal y comomuestra la presencia de una chimenea en elángulo noreste de la habitación, al igual que unbanco corrido excavado en la roca, que reco-rre parte de la pared sur y la totalidad del fren-te oeste. Esta sala se comunica directamentecon las naves 4 y 6, con esta última medianteun acceso simétrico al documentado en la nave1. Este concepto de simetría también está pre-sente en la entrada desde el exterior, al igualque en la hornacina rectangular ubicada en lapared norte, que se corresponde a la presen-te en la nave 1.

Por último, hay que señalar que también seha documentado en el centro de la sala unrebaje de forma rectangular, muy parecido a loshallados en las naves 1 y 3, aunque no se puedeprecisar su función, y entalles en las paredes quecomunican esta nave 5 con la 6, para disponertablas horizontales apoyadas en los muros, comosi de estantes o anaqueles se tratase.

La nave 6 se corresponde con el brazosuperior de la “T”. Su forma es alargada y con-tinua y recorre, a modo de cabecera, la longi-tud total del edificio (22’5 m), conectando conlas naves 1, 3 y 5 y se rige por una modula-ción distinta.

En este espacio pueden distinguirse tresambientes diferenciados, separados por tresescalones localizados en la zona sur, a la altu-ra de la posición que ocupa la nave 2, y otrosdos, colocados de forma simétrica, en la zonanorte, dispuestos a la altura de la nave 4. Elnivel de la base del espacio central, como yase ha señalado al tratar la nave 3, ha sido reba-jado por debajo de la cota que presenta elfirme del resto de la nave, conformando unlugar destacado por su mayor altura, así comotambién por la presencia de una cruz incisa enel centro de la pared oeste. Por otra parte, enel desarrollo de los trabajos de documenta-ción arqueológica se observaron dos peque-ñas mortajas rectangulares localizadas, la primeraen la pared este, cerca del ángulo que conec-ta con la pared norte de la nave 3 y la segun-da en la pared oeste. La hipótesis que se pro-pone, en la línea de considerar este edificiocomo religioso, es la posibilidad de que estasmuescas pudieran servir para colocar cancelesque sirvieran para cerrar físicamente este espa-cio durante la liturgia.

Siguiendo esta misma línea de interpreta-ción se puede establecer la posibilidad de queciertas regularidades en la disposición de losrebajes excavados en la roca, en especial porlo que hace referencia a la posible identificaciónde dos formas cuadradas situadas al norte deambos grupos de escalones, fueran las huellasen negativo que han pervivido de los soportesutilizados para instalar algún tipo de mueble, rela-cionado con la función original del edificio.

Finalmente, hay que señalar que al exteriorde este complejo se observan algunos ele-mentos relacionados con el mismo, como es,por ejemplo, una pila adosada a la fachada, enel tramo de muro comprendido entre las puer-tas de acceso a las naves 1 y 2. Se trata de unaestructura de tipo rectangular, provista de desa-güe y muy parecida a la documentada junto ala puerta del complejo rupestre 2. A esto hayque añadir la presencia de un banco corridoexcavado en la roca, sobre el que se disponenun total de 10 rebajes circulares, de distintostamaños, que tal vez pudieran corresponder alas evidencias en negativo que han dejado losmechinales realizados para colocar los made-

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ros utilizados para sostener una cubierta, amodo de porche o narthex, es decir, configu-rando un espacio público abierto al exterior deledificio.

En el transcurso de los trabajos de limpie-za se procedió a retirar dos paredes de mam-postería, pertenecientes a una casa de épocacontemporánea que tapaban la fachada con elobjetivo de recuperar el aspecto original de estay descubrir una hornacina excavada en la rocacon unas dimensiones aproximadas de 1’30 x1’20 m. Por último, en colaboración con laEscuela Taller de Vilches se procedió al cerra-miento y vallado de los complejos rupestres1 y 2.

El complejo rupestre 2

Este edificio se localiza igualmente en unaposición central dentro del conjunto, al este delcomplejo rupestre 1. Se configura como unedificio rectangular de una sola nave, orienta-da hacia el noreste, con unas dimensiones enplanta de 8’40 x 2’40 m, precedida por unaentrada con escalones de bajada que presen-ta una puerta con arco de medio punto y unpasillo de 1’60 x 1’40 m, en el que se obser-van las huellas de los cierres. El esquema de laplanta y las proporciones son muy parecidas alas utilizadas en el diseño de la nave central delcomplejo rupestre 1, lo que, sin duda, indicauna relación no sólo estructural sino también,posiblemente, de carácter funcional.

La simplicidad de esta planta es acorde conla falta de elementos decorativos o funciona-les, con la excepción de la presencia de tresrebajes en el lado norte de la nave, probable-mente utilizados como elementos de sujeciónde algunos recipientes de grandes dimensiones.También, en la pared este, muy cercana a laentrada, se ha documentado una hornacinarectangular de igual forma y dimensiones de lashalladas en las “Cuevas de la Mujer” y en elexterior se ha documentado una pila cua-drangular asociada al edificio.

El estudio comparativo entre ambas cons-trucciones, realizado a nivel de analogía formal,presenta similitudes en las plantas o coinci-

dencias en los elementos particularizados ydemuestra la existencia de ciertas relacionesentre ambos, hecho que queda avalado por laexistencia de un camino excavado en la rocaque asciende por la ladera, abriéndose en dosramales, el primero de los cuales accede direc-tamente al complejo rupestre 1, mientras queel segundo bordea los crestones con direcciónal último edificio descrito.

Finalmente, hay que señalar que entre estosdos complejos rupestres existe una escaleratallada en la roca que da acceso a la partesuperior del complejo rupestre 1 y, desde allí,a la meseta donde se localiza el oppidum ydonde se documentan en superficie cerámicasde época emiral.

El complejo rupestre 3

Conocidas tradicionalmente como las “Cue-vas del Vagonero”, este grupo de cuevas se loca-liza al oeste de los Complejos Rupestre 1 y 2.Su estructura responde bien a la definición deuna cavidad rupestre aérea, entendida estacomo un espacio de grandes dimensiones, muysuperior en tamaño a la mayoría de las cavi-dades restantes (AZKÁRATE, 1988). En este casose trata de un complejo de planta irregular,cerrado y de difícil ingreso, que se articulacomo un espacio continuo desde el que sepuede acceder a tres estancias, ubicadas a dife-rentes alturas.

Un aspecto relevante a destacar y muyimportante para la interpretación de este espa-cio es la intencionalidad de dificultar los acce-sos, lo que permitiría disponer de un lugar derefugio. Desde el exterior este se practicaríaen altura a través de unas escaleras muy empi-nadas y estrechas, excavadas en la roca, quesólo permiten el paso de una persona; el sis-tema se completa con la instalación en la partesuperior de una trampilla de madera, atranca-da con palos, que permitiría cerrar el huecode la escalera.

El espacio es continuo, concebido como unlargo pasillo, de una longitud aproximada de 15m y con una anchura variable, siendo la máxi-ma alcanzada de 2’5 m. La estancia 1, localiza-

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da en el extremo oeste, cierra por este ladoel conjunto. Presenta una planta irregular, com-puesta por un corredor de acceso, precedidapor varios escalones, que se ensancha para darlugar a un espacio de forma semicircular. En estaestancia se abre un ventanuco que mira a lavega del río Guadalimar, esto junto a la pre-sencia de un banco corrido de forma semicir-cular y una mesa central, ambos elementosexcavados en la roca, explica su interpretacióncomo un oratorio.

Las dos estancias restantes se localizan enun plano superior, ambas presentan la mismaplanta de forma ovalada y dimensiones muyaproximadas, así como huellas interiores decierre. La estancia 2 consta de una entrada envertical y carece de una estructura permanen-te para el acceso, lo que hace pensar en quese utilizara algún tipo de escala móvil. Por elcontrario, la estancia 3, ubicada en el extremoeste del edificio, posee una escalera de acce-so excavada en la roca. Otra característica dife-rencial entre ambos espacios es que el prime-ro posee un gran ventanal que mira hacia lavega del Guadalimar y que proporciona unailuminación natural, mientras que la última sólopresenta dos pequeños vanos que no propor-cionan mucha luz. Por otra parte, la ilumina-ción interna de este complejo rupestre se com-pletaría con luz artificial que proporcionarían lasantorchas colocadas en los agujeros de seccióncónica excavados a distintas alturas en las pare-des de la estancia 1.

La reutilización de este conjunto comovivienda, en época contemporánea, es visiblepor lo que respecta al cierre con muros detapial de algunos vanos situados en el primersector del corredor del pasillo, así como porla presencia de una hornacina localizada en elángulo noreste de este primer sector del corre-dor que, hasta hace poco tiempo, albergó unaimagen, probablemente la manifestación deuna tradición religiosa popular que se remon-ta a la función primitiva a la que se dedicóeste complejo. En esta línea habría que inter-pretar, seguramente, la presencia de una cruzlatina sobre un triángulo incisa en una de lasparedes.

El complejo rupestre 4

Este último conjunto se localiza en el extre-mo este del farallón de Giribaile. A diferenciade las denominadas “Cuevas del Vagonero”, aeste complejo se podía acceder desde el nivelde base. Se compone, a modo de colmena, porun conjunto de pequeñas habitaciones, exca-vadas en la roca, cubiertas con bóvedas de cas-carón o cupuliformes y estructuradas en tresniveles, comunicadas entre sí interiormente ycon ventanas que miran al valle.

En la actualidad, el frente del complejo rupes-tre está abierto debido al desplome de la rocade soporte, a causa, muy probablemente, dela acción del agua sobre la piedra, por lo queel trabajo en esta zona ha sido muy complica-do debido a la peligrosidad del acceso actuala la misma y resulta casi imposible establecerla posible existencia de rozas y mechinalescorrespondientes a estructuras mixtas y de ele-mentos interiores característicos de esta clasede habitáculos tales como los poyos-lechos o,incluso, de pequeños oratorios asociados.

LA NECRÓPOLISDE LAS CASAS ALTAS

En el límite norte del olivar que se localizaa las espaldas del cortijo de las Casas Altas, juntoa una necrópolis de época ibérica, se ha docu-mentado un grupo de tumbas que, probable-mente, haya que poner con relación a los pobla-dores de las cuevas. Se trata de una zona deenterramiento de la que ya se tenían noticiasgracias al informe de unas prospecciones efec-tuadas en el término municipal de Vilches en1986, en el que se describen una serie deestructuras de grandes lajas de piedra caliza,encofradas en la roca o, simplemente, excava-das en tierra que, ensambladas unas con otras,formaban construcciones rectangulares de unos3 m de longitud por 0’5 m de anchura, mien-tras que un segundo tipo estaría formado porlas sepulturas excavadas directamente en laroca y selladas con lajas de caliza (GÁMEZ, 1986).

En el reconocimiento del sitio se han docu-mentado tres de estas sepulturas, aunque sólo

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hace falta un simple paseo por el terreno paradarse cuenta de que los restos son mucho másnumerosos y que presentan un estado de con-servación lamentable. Las localizadas por noso-tros hasta ahora se corresponden con el segun-do de los tipos descritos, tumbas excavadas enla roca y cubiertas por lajas de piedra plana queaparecen dispersas en superficie junto a lospropios enterramientos. En un caso la tumbapresenta resaltes para encajar mejor las tapas.

Otro dato de interés viene dado por la pro-pia alineación de los enterramientos que sigue,básicamente, una orientación este-oeste, aun-que se observa una tendencia a girar en direc-ción noroeste-sureste, adaptándose a la pro-pia topografía del terreno, un espolón de rocaconfigurado a partir de una línea de rupturaabrupta que destaca sobre la vaguada de unantiguo arroyo.

La tipología formal de las tumbas y su orien-tación nos remite a paralelos tardorromanosy/o altomedievales excavados y publicadosrecientemente en diferentes lugares de la pro-vincia de Jaén, entre los que se encuentran lasnecrópolis de Toya (DÍAZ, PORTERO, 2003) o deMarroquíes Bajos (SERRANO, CASTILLO, 2000),pertenecientes a comunidades hispano-visigo-das o emirales.

De esta necrópolis, tal vez proceda una vasi-ja de barro depositada en el Museo Arqueo-lógico Provincial de Granada y registrada conel número de inventario 1348, que ingresó endicha institución como parte de la colecciónManuel de Góngora. Esta pieza, aparentemen-te, es muy similar a otros ejemplares proce-dentes de necrópolis visigodas como la delBarranco del Lobo en las subbéticas cordobe-sas (VAQUERIZO et alii, 1994). Por otra parte,sobre el terreno, actualmente, es posible obser-var la presencia de fragmentos de tejas, quepodrían haber sido utilizadas, junto con las pie-dras planas, como elementos de cubrición delas tumbas.

Aparte de estos enterramientos localizadosjunto al cortijo de las Casas Altas, no descar-tamos la hipótesis sobre la existencia de ente-rramientos situados en el entorno más próxi-

mo a la entrada del posible templo, ya quedurante los trabajos de limpieza y acondicio-namiento de los caminos de acceso a las cue-vas se documentaron numerosos rebajes inten-cionales realizados en la roca, aunque por elmomento no ha sido posible localizar ningúnenterramiento.

PIEDRA HUECAGRANDE Y PEQUEÑA

Se trata de dos covachas excavadas porerosión diferencial en la arenisca y situadas unajunto a la otra al norte de la meseta de Giri-baile, en la vertiente opuesta al lugar donde selocaliza el farallón que ha proporcionado loscomplejos rupestres analizados en este traba-jo. Ambas presentan una planta de tendenciasemicircular y cazoletas en la parte superiorque permiten, a través de un sistema de cana-les, recoger el agua de lluvia en la base. Estascovachas son conocidas gracias a la investiga-ción prehistórica desarrollada en la zona a fina-les de los años 60 y comienzos de la décadade los 70 (MORENO, 1967) y la decisión de incluir-las en la actividad arqueológica que hemos rea-lizado se debe al interés que despierta el estu-dio y la documentación de los signos grabadosen su interior, entre los que se encuentranmotivos cruciformes (enmarcados, con peana,etc.), interpretados como símbolos antropo-morfos (ídolos cruciformes, ídolos paleta, etc.)que, inicialmente, se incluyeron como mani-festaciones rupestres esquemáticas, más omenos contemporáneas o posteriores a la Edaddel Bronce, aunque esta lectura dejaba abier-ta una cierta ambigüedad cronológica y cultu-ral, reconociendo su cercanía formal con otrosgrabados presentes en edificios monumentalesque abarcaba un arco temporal que iba desdeel Prerrománico hasta el Barroco, sin descar-tar la posibilidad de que estos grabados pudie-ran ser obra de pastores o eremitas (FORTEA,

1970-1971). El debate sobre la correcta ads-cripción cultural de esta clase de representa-ciones continua hasta la actualidad, tal y comodemuestra el hecho de incluir Piedra Huecacomo un enclave más en la dispersión de losgrabados rupestres post-paleolíticos al aire libreen la Península Ibérica (GÓMEZ-BARRERA, 1993).

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En nuestra opinión estos signos grabadosdeben interpretarse con relación al estudio delpoblamiento rupestre documentado en el entor-no de la meseta de Giribaile. Esta postura queintenta contextualizar el análisis de la iconogra-fía en el territorio, permite realizar una lecturade los símbolos cruciformes no como repre-sentaciones de antropomorfos prehistóricos, sino, más bien, como manifestaciones religiosasde simbología cristiana, entre los que se cuen-tan diversos motivos, destacando entre ellos eltipo de cruces griegas inscritas en un círculo, bienconocidas a través de las estelas discoideas dela meseta (véase por ejemplo, PASCUAL MAYORAL,

PASCUAL MAYORAL, 1999), o las representacio-nes de cruces latinas con peana de forma trian-gular, a veces con dos brazos horizontales. Den-tro de este último grupo habría que añadir lasdos cruces, con peana triangular o circular, queocupan una posición destacada, en el lugar quedefine el eje de simetría de los complejos rupes-tres 3 y 1, respectivamente.

Actualmente, los grabados presentan unestado de conservación muy malo, al encon-trarse cubiertos por varias capas de hollín, debi-do a la acción del fuego realizado dentro delas covachas durante años. Nuestra intencióna la hora de incluir las dos covachas de PiedraHueca en este estudio no es tanto la de resol-ver una larga polémica, si no abordar las cues-tiones interpretativas que permiten vinculareste conjunto con los complejos rupestresdocumentados en el farallón de Giribaile.

INTERPRETACIÓN HISTÓRICA

La inexistencia de depósitos arqueológicosen las Cuevas de Giribaile, como resulta habi-tual, por otra parte, cuando se trabaja con estaclase de construcciones excavadas en la roca,condiciona la metodología empleada y dificul-ta la interpretación histórica, debiendo recurrira la comparación por analogía formal con otroscomplejos rupestres similares o cercanos y auna lectura contextual y diacrónica de los patro-nes de ocupación del territorio.

Aunque no se aporte una cronología pre-cisa del conjunto documentado, si se pueden

apuntar una serie de rasgos, entre los cualescabe citar la posible existencia de una iglesia yun oratorio, de un hábitat rupestre, de espa-cios de reunión, de cruces y símbolos graba-dos en las paredes, etc., característicos de unpoblamiento eremítico, vinculado a unas comu-nidades cristianas que, grosso modo, se enmar-can en época altomedieval.

El estudio del entorno geográfico y paisa-jístico también resulta determinante a la horade explicar el modo en el que se originó ydesarrolló este tipo de poblamiento, mostran-do unas condiciones muy favorables para unaforma de vida que propicia un clima de ora-ción, soledad y recogimiento y, por consiguiente,facilita el ideal de la fuga espiritual de lo mun-dano. Este hecho no es opuesto a la implan-tación de eremitorios cerca de poblaciones ovías de comunicación, aunque resultan casosexcepcionales. Al respecto de esto último sedebe señalar la existencia en el entorno deGiribaile de evidencias arqueológicas con rela-ción a una ocupación del campo en época tar-dorromana y/o visigoda y de un camino cer-cano que transcurre a los pies del oratorio deValdecanales, el Camino a Toledo, de posibleorigen altomedieval, señalado en los mapastopográficos actuales.

En el caso de Giribaile, a la existencia deroquedos de piedra blanda que facilitaron laexcavación de estas cuevas, en las que aún seconservan las huellas de picos retocados pos-teriormente con cincel, se sumaba la disponi-bilidad de nacimientos de agua y zonas aptaspara el cultivo, garantizando de esta forma unascondiciones mínimas para la subsistencia.

El poblamiento que se asocia a las Cuevasde Giribaile parece corresponder a una comu-nidad unida por vínculos religiosos y lazos decohesión específicos, basados en normas deconvivencia establecidas y en algún tipo dejerarquía. Siguiendo el ejemplo de otros mode-los bien conocidos, aunque distantes, el movi-miento eremita inicial pudiera tener un origenindividual y espontáneo, mientras que la arti-culación y vertebración final de los espaciosconstruidos y ocupados podría responder a laspautas de comportamiento de una comunidad

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semieremítica (PUERTAS, 1966). Algunos aspec-tos concretos presentes en el complejo rupes-tre 3, tales como la dificultad en los accesos,que remite a la idea de un cierto encastilla-miento, y la utilización de cierres móviles en elsuelo, a modo de empalizada vertical, que per-mitirían dejarlo completamente aislado, pare-cen signos indicativos del uso de este comple-jo durante épocas de persecución, especialmenteintensas por lo que respecta a las comunida-des cristianas mozárabes.

Respecto a una posible lectura funcional delos diversos espacios documentados, no debe-ría presentar problemas la adscripción como ere-mitorio del complejo rupestre catalogado conel número 4, en el que los habitáculos se orga-nizan por pisos. En el caso de Giribaile el hábi-tat sigue el modelo más común de eremitorio,formado por un número variable de celdas api-ñadas, localizadas cerca de una iglesia. Se tratade construcciones sencillas, de perfil curvo,horadadas en la roca a diferentes alturas, queconstituirían viviendas individuales. A este com-plejo rupestre habría que añadir la existenciade cuevas distanciadas del grupo, Piedra HuecaGrande y Pequeña. Su simplicidad y su aisla-miento invitan a la meditación, a la soledad yal recogimiento necesario para favorecer elencuentro espiritual, la esencia primera del ere-mitismo, que se completa con espacios de reu-nión, de carácter colectivo, que conjugan la vidaen comunidad.

Por el momento no ha sido posible esta-blecer el tamaño de esta comunidad a partirde una lectura del número total de celdas, yaque tenemos noticias de la existencia de otrogrupo de estancias de características similaresa la estudiadas, probablemente localizadas enel extremo oeste del farallón, noticias que nohan podido ser corroboradas por problemasde inaccesibilidad en la zona.

Tradicionalmente, el complejo rupestre 1 seha identificado con una iglesia o con un lugarde culto litúrgico. Una aproximación inicial a suarquitectura y el entorno en el que se ubicaparecen avalar dicha hipótesis, tanto la posicióncentral que este edificio ocupa en el farallón,rodeado de celdas, como la elección de su

emplazamiento, en una zona de fácil acceso,además de la presencia de una cruz incisa enel lugar que marca el centro de simetría del edi-ficio, allí donde debería localizarse el presbite-rio, y la existencia de oquedades y ranuras enel cruce de las dos naves principales, que pudie-ran haber servido para apoyar estructuras lige-ras o, incluso, canceles que sirvieran para cerrareste espacio en determinados momentos de lacelebración o tiempos litúrgicos, sin olvidar laexistencia en las naves laterales de hornacinasde forma arqueada a las que no se puede atri-buir una funcionalidad concreta, pero que pudie-ron servir para colocar lámparas o algún tipode objetos sagrados utilizados en la liturgia,como si de credencias se tratase, son algunosrasgos que pueden relacionarse con el diseñoy la arquitectura de las basílicas rupestres alto-medievales (MONREAL, 1989), aunque ningunode ellos, por sí mismo, resulta definitivo.

Incluso, si aceptamos el carácter basilical deeste conjunto, resulta difícil realizar una lectu-ra funcional a partir del estudio de la planta,debido a las importantes variaciones que pre-senta este tipo de edificios. La comparacióncon el conjunto de iglesias prerrománicas his-pánicas de los siglos VIII a XI, sobre la que seha realizado un ensayo de tipología arquitec-tónica recientemente (PUERTAS, 1999-2000), mues-tra elementos comunes y diferenciadores quehace difícil encuadrar el complejo rupestre 1en un grupo concreto, más allá de su adscrip-ción inicial a las iglesias rupestres, al que debe-mos considerar, por otra parte, el más hete-rogéneo de todos ellos. El hecho de presentardos espacios intermedios (naves 2 y 4) de sepa-ración entre las naves principales, que tal vezdeberíamos interpretar como estancias en lasque se preparaban las ofrendas, y no marcarde forma clara la existencia de un ábside o deun coro diferenciado en planta, ni exterior, niinteriormente (con un arco triunfal, con unmuro iconostático, sobreelevando este espaciocon respecto al resto de las naves, etc.), sonrasgos particulares difíciles de interpretar.

Por otra parte, resulta sorprendente la sime-tría y el equilibrio en las proporciones, al tra-tarse de un edificio excavado completamenteen la roca ya que, habitualmente, esta clase de

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iglesias rupestres se corresponde con cons-trucciones arquitectónicamente más sencillasque las proyectadas para ser realizadas en obrade fábrica. A este respecto resulta interesanterecordar que este hecho debería ponerse conrelación al desconocimiento de las primitivasplantas de las iglesias altomedievales en el surde la Península Ibérica, frente al grupo que sedefine al norte de la meseta, principalmente enlas cuencas del Duero y el alto Ebro, muchomás evolucionado (RIU, 1972).

El desarrollo horizontal de la estructuraresulta poco habitual, aunque puede estarenmascarando un primitivo edificio de una solanave (la que hemos denominado como 3), esdecir, sin crucero, que con el paso del tiempose transformara en una iglesia “monástica” deplanta basilical compleja, en la que se diferen-ciara un espacio específico dedicado al coro,ampliando la planta inicial con un transecto ycon las naves 1, 2, 4 y 5, que siguen, como seha repetido en varias ocasiones, un mismomódulo. Es en este punto cuando resulta difí-cil decantarse por la continuidad en el uso reli-gioso del edificio o el cambio hacia una fun-cionalidad de hábitat. Hay que tener en cuenta,con relación a esta idea, que a partir de las déca-das centrales del siglo XX se establecieronentre 40 y 50 familias, reaprovechando los dis-tintos complejos rupestres, según consta a tra-vés de comunicaciones orales, aunque aúnqueda por realizar un importante trabajo derecuperación de esta memoria histórica.

A este lugar, de carácter público y accesi-ble, al que se une el complejo rupestre 2, quepodría servir de lugar de reunión para realizartodas aquellas actividades en común que habi-tualmente se llevan a cabo fuera de la iglesiatales como asambleas, comidas de fraternidad,etc, se le contrapone el complejo rupestre 3,con un carácter mucho más privado (celdascolgadas, tablas horizontales dispuestas comocierre del conjunto, etc.), articulado a partir devarias cámaras individualizadas y localizadas adiversas alturas, que se organizan en torno aun espacio central que cumple la función dedistribuidor. Dentro de este complejo resultadifícil interpretar la presencia en la estancia 1de un banco corrido adosado a la pared del

edificio y excavado en la propia roca, que rodeauna mesa labrada también en la roca que, talvez, pudiera interpretarse como un altar debloque sin lipsanoteca, que en todo caso defi-ne un espacio de reunión, al que tradicional-mente se ha considerado como un oratorio.

Estas diferencias en organización y distribu-ción entre ambos complejos pueden indicar lacomplementariedad de diferentes espacios quecumplan funciones concretas, difíciles de deter-minar desde la arqueología e insertas en unmovimiento cristiano que no puede ser preci-sado en el tiempo, más allá de su pertenenciaa un momento indeterminado altomedieval, yque quedaría caracterizado por un hábitat enel que el grupo se define como una comuni-dad semieremítica, basada en unos principioscomunitarios que recuerdan la fórmula de lasantiguas lauras y que servirían para explicar lacomplejidad del conjunto rupestre, en la quese combinan covachas aisladas, con cavidadesrupestres de estancia única y cavidades aére-as, sin descartar lugares destinados a reunióny una posible basílica, recordando ejemplosparadigmáticos como Las Gobas (AZKÁRATE,

1991). Esto es, simplemente, por el momento,una hipótesis a tener en cuenta.

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Fig. 1. Plano de situación de Giribaile.

Fig. 1: Plano de situación de Giribaile.

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Fig. 3. Módulos empleados en el complejo rupestre 1.

Fig. 4. Complejo rupestre 1. Localización de la roca natural y zonas de relleno.

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Fig. 5. Complejo rupestre 1. Unidades estructurales construidas.

Fig. 6. Complejo rupestre 1. Funcionalidad de las unidades estructurales construidas.

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Fig. 8. Complejo rupestre 1. Dibujo de la fachada.

Fig. 9. Complejo rupestre 2. Planta.

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Fig. 11. Piedra Hueca Grande. Planta y grabados.

Fig. 12. Piedra Hueca Pequeña. Planta y grabados.

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Fig. 13. Plano topográfico con indicación de los restos de la necrópolis de Casas Altas

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Lamina 1. Vista aérea de la meseta de Giribaile.

Lamina 2. Vista general del farallón con indicación de los Complejos rupestres.

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Lamina 3. Detalle de los relieves localizados en el Complejo rupestre 1.

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Lamina 4. Vista general de la nave 6del Complejo rupestre 1.

Lamina 5. Vista general de lanave 3 del Complejo rupestre 1.

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Lamina 6. Detalle de la hornacina localizada en la nave 1 del Complejo rupestre 1.

Lamina 7. Detalle de la cruz incisa documentada en el Complejo rupestre 1.

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Lamina 8. Vista general de la fachada del Complejo rupestre 1.

Lamina 9. Detalle de la pila localizada al exterior del Complejo rupestre 1.

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Lamina 10. Vista general de laescalera de acceso a la meseta.

Lamina 11. Detalle delas escaleras de accesoal Complejo rupestre 3.

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Lamina 12. Detalle de la estancia 1del Complejo rupestre 3.

Lamina 13. Vista general del Complejo rupestre 4.

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Lamina 14. Detalle de la vasijade barro de la Colección Góngora.

Lamina 15. Vista general del exteriorde Piedra Hueca Pequeña.

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Lamina 16. Vista del interior de Piedra Hueca Grande.