las armadas y la politica de poder*hoy, 8 de octubre, el aniversario del combate naval de angamos....

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LAS ARMADAS Y LA POLITICA DE PODER* eseo rendir, en primer término, un homenaje de recuerdo al célebre teó logo y jurista español don Francisco de Vitoria. Aplicando la recta razón a los princi pios del Derecho Natural elaboró una imagen tan equilibrada y justa de la vida de los pueblos y de la convivencia entre las naciones, que puede ser consi derado fundador de la idea de la co munidad internacional y del Derecho de ese nombre. Analizó también con gran precisión y claridad el problema de la guerra justa. Este es el nexo que explica la invitación formulada a un hombre de armas para intervenir en este coloquio académico. Por curiosa coincidencia, al hablar sobre las Armadas y la política de po der lo hago en una fecha de gran signi ficación para la historia naval de nues tra patria. Recordamos, justamente hoy, 8 de octubre, el aniversario del Combate Naval de Angamos. Este epi sodio naval produjo un vuelco estraté gico de importancia en la Guerra del Pacífico, ya que Chile obtuvo el domi nio del mar. Ello hizo posible transa portar sin oposición por mar a nuestro glorioso Ejército en sus sucesivas Eugenio Guzmán Amado Capitán de Fragata campañas— facilitó el apoyo del po der naval a las operaciones terrestres y se negó el uso del mar a nuestro adver sario. La esencia de la misión perma nente de una Armada consiste precisa mente en la posibilidad de dominar una determinada área de mar, para permitir la libre navegación de los bu ques mercantes y de las unidades de guerra propias, a la vez qué se impide al adversario hacer otro tanto. Este concepto puramente estraté gico se puede lograr merced a los ele mentos que se consideran necesarios para crear el poder naval, y que coinci den con los de una eficaz estrategia marítima. Son el binomio constituido por la fuerza naval y la posición estra tégica. Esta última permite a la fuerza gravitar, y tener permanencia sobre las comunicaciones marítimas que inte resan. Corrientemente se acepta que nos encontramos en el umbral de la Era Nuclear; no menos cierto es que se ha llegado a la nueva Era Oceánica. Por razones dimanantes de la técnica de la guerra, y también por motivos * Conferencia dictada por el autor en el Seminario organizado por la Escuela de Negocios de la Fundación Adolfo Ibáñez, para recordar el cuarto centenario del nacimiento de Francisco de Vitoria, llevado a efecto en Santiago del 6 al 8 de octubre de 1981.

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Page 1: LAS ARMADAS Y LA POLITICA DE PODER*hoy, 8 de octubre, el aniversario del Combate Naval de Angamos. Este epi-sodio naval produjo un vuelco estraté-gico de importancia en la Guerra

LAS ARMADAS Y LA POLITICA DE PODER*

eseo rendir, en primer término, un homenaje de recuerdo al célebre teó­logo y jurista español don Francisco de Vitoria.

Aplicando la recta razón a los princi­pios del Derecho Natural elaboró una imagen tan equilibrada y justa de la vida de los pueblos y de la convivencia entre las naciones, que puede ser consi­derado fundador de la idea de la co­munidad internacional y del Derecho de ese nombre. Analizó también con gran precisión y claridad el problema de la guerra justa. Este es el nexo que explica la invitación formulada a un hombre de armas para intervenir en este coloquio académico.

Por curiosa coincidencia, al hablar sobre las Armadas y la política de po­der lo hago en una fecha de gran signi­ficación para la historia naval de nues­tra patria. Recordamos, justamente hoy, 8 de octubre, el aniversario del Combate Naval de Angamos. Este epi­sodio naval produjo un vuelco estraté­gico de importancia en la Guerra del Pacífico, ya que Chile obtuvo el domi­nio del mar. Ello hizo posible transa portar sin oposición por mar a nuestro glorioso Ejército ­ en sus sucesivas

Eugenio Guzmán Amado Capitán de Fragata

campañas— facilitó el apoyo del po­der naval a las operaciones terrestres y se negó el uso del mar a nuestro adver­sario.

La esencia de la misión perma­nente de una Armada consiste precisa mente en la posibilidad de dominar una determinada área de mar, para permitir la libre navegación de los bu­ques mercantes y de las unidades de guerra propias, a la vez qué se impide al adversario hacer otro tanto.

Este concepto puramente estraté­gico se puede lograr merced a los ele­mentos que se consideran necesarios para crear el poder naval, y que coinci­den con los de una eficaz estrategia marítima. Son el binomio constituido por la fuerza naval y la posición estra­tégica. Esta última permite a la fuerza gravitar, y tener permanencia sobre las comunicaciones marítimas que inte­resan.

Corrientemente se acepta que nos encontramos en el umbral de la Era Nuclear; no menos cierto es que se ha llegado a la nueva Era Oceánica. Por razones dimanantes de la técnica de la guerra, y también por motivos

* Conferencia dictada por el autor en el Seminario organizado por la Escuela de Negocios de la Fundación Adolfo Ibáñez, para recordar el cuarto centenario del nacimiento de Francisco de Vitoria, llevado a efecto en Santiago del 6 al 8 de octubre de 1981.

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geoestratégicos, cabe esperar en el futuro que las naciones se preocupen de los océanos para la conservación de sus principales recursos de poder. La tecnología brinda ahora la posibilidad de utilizar las profundidades e, incluso, el lecho y subsuelo marinos para una larga serie de objetivos civiles y m ili­tares.

El encarecimiento, tan desmesu­rado, de las materias primas vitales hace que todas las naciones, especial­mente las marítimas, se preocupen de la importancia del mar.

A medida que nos adentramos en la Era Oceánica se incrementará la rivalidad marítima, aumentarán los motivos para que se produzcan enfren­tamientos políticos y resultará difícil, en la práctica, establecer un consenso entre las naciones sobre el derecho que debe regir los fondos oceánicos y su subsuelo.

Las conferencias del mar tratan de conciliar los intereses económicos y estratégicos de todos los pa íses, aunque sin muchos resultados hasta la fecha.

Una posición realista obliga, pues, a considerar que detrás del biombo de la coexistencia pacífica existe un peli­gro latente: las relaciones marítimas, que pueden hacerse progresivamente más conflictivas y degenerar en con­flictos a escala mundial. El mundo oceánico puede entrar en crisis y el ejercicio del dominio del mar, para su explotación y control, seguirá siendo tema de capital importancia en el terreno político y estratégico.

Alfred Mahan, que murió en 1914, formuló una estrategia general en la cual el poder marítimo era com­ponente principal.

Fue quizás el primero en elaborar tales ideas y es uno de los más famo­sos tratadistas sobre la materia. Gran parte de su teoría tiene vigencia, pero se hace necesario acomodarla, tanto al desarrollo de la tecnología como a las nuevas relaciones existentes entre las naciones de un mundo en perpetua evolución. Las modificaciones que puede sufrir el equilibrio de las fuerzas internacionales producen alteraciones en las amenazas que afectan la segu­ridad de cualquier nación. Tales ame­nazas deben contrarrestarse con la mo­dificación de la política nacional y con los correspondientes cambios en los conceptos estratégicos. La estrate­gia naval tiene que adaptarse al nuevo requerimiento.

Teniendo en cuenta que esta es­trategia naval debe ser la dirección organizada del poder naval hacia la ob­tención de los objetivos nacionales, al analizarla considerar que éstos pueden verse amenazados por las acciones o intereses contrapuestos de otros pa íses, así como por una serie de factores, incluso internos, que restringen la fo r­mulación y ejecución de una estrategia.

¿Pero quién amenaza desde el mar la consolidación de la política de poder del mundo occidental? ¿Quién tiene la principal capacidad para defen­der esta política?

La respuesta es simple: la princi­pal amenaza es el poder naval de la Unión Soviética, y quien tiene la prin­cipal capacidad para defender la liber­tad del mundo occidental es Estados Unidos. Sobre ambos debemos centra­lizar nuestro análisis.

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Durante los últimos quince años, el mundo occidental ha sido testigo de cómo la Armada soviética se ha conver­tido en una fuerza estratégica de pri­mer orden y con capacidad para estar presente en todos los océanos del mundo.

Los soviéticos han encontrado al hombre que requerían, el Almirante Sergei Gorshkov. No se puede hablar casi de ninguna faceta del nuevo pode­río marítimo de la Unión Soviética sin hacer referencia a este hombre. Es evidente que leyó y comprendió a Mahan y que sus lecciones quedaron grabadas en su mente.

Como arquitecto de la Armada soviética actual, algunos de sus puntos de vista se reflejan en sus escritos. Su serie de artículos en la revista Mors- koy Sbornik, durante 1972 1973, y su libro El Poder Marítimo del Estado, publicado en 1976, son sus trabajos más importantes y conocidos.

Igual que Mahan, cree que el carácter marítimo de un país viene determinado por la geografía, la eco­nomía y el carácter de sus líderes. Pero agrega, además, que la historia, la naturaleza del enemigo y la tecnología son, asimismo, factores que influyen en la elección de una línea de acción estratégica naval. V escribe lo siguien­te: "En la moderna teoría naval es imposible el progreso sin mirar la experiencia histórica. La Unión Sovié­tica tiene enorme capacidad económi­ca para poseer un potencial militar, y los modernos buques de guerra no son meros productos de la industria, pero sí son una muestra de ella" (1).

Gorshkov indica que una podero­sa marina de guerra constituye una necesidad capital para la Unión Sovié­tica, debido a que una de las ramas más poderosas del enemigo es precisa­mente su fuerza naval. La Unión So­viética es ahora una superpotencia con una supereconomía, y requiere una supermarina.

En 1967, el Almirante reveló los objetivos del Kremlin, pero, aparente­mente, ya en 1954 éstos habían dado un giro total, reemplazando los planes estalinístas de la postguerra.

El objetivo, decía Gorshkov, era crear una flota oceánica capaz de lle­var a cabo misiones en una guerra con­

vencional y proteger los intereses ma­rítimos del Estado en tiempo de paz.

No podía ser más explícito acer­ca de la misión del poderío marítimo soviético en la conquista de sus objeti­vos mundiales. "Las guerras de con­quista —escribió Gorshkov— se exclu­yen en la Unión Soviética, pero defen­derá vigorosamente los logros del so­cialismo, utilizando todo el poder del país, incluida la marina de guerra. . ., parte integral de las fuerzas armadas soviéticas, que monta guardia para seguridad del territorio nacional"(2).

La Unión Soviética, por lo tanto, se está preparando para afrontar cual­quier contingencia en aguas oceánicas, y en este proceso de expansión están incluidas sus flotas mercantes y pes­queras, la obtención de bases y, ante todo, el desarrollo acelerado de su marina de guerra.

(1) Sergei Gorshkov, E/ Poder Marítimo de! Estado.

(2) Ibid.

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Su marina mercante es el princi­pal promotor de la creciente participa­ción soviética en el comercio mundial, y acusa un formidable crecimiento en los últimos años. En 1956 ocupaba el vigésimosexto lugar, y ha pasado a tener en la actualidad uno de los pri­meros. Es del caso señalar también, como algo importante, que está cons­truyendo buques técnicamente muy avanzados.

Esta dinámica expansión se pro­duce en un período de relativo estan­camiento de las flotas occidentales y de la industria de construcción naviera.

Debo hacer énfasis en que el cre­cimiento de su flota mercante no está en relación con las necesidades comer­ciales del país. ¿Y cuáles serían enton­ces las razones de este desmesurado desarrollo de su marina mercante? Las razones no son solamente comer­ciales, sino que están en los planos político, económico, estratégico y militar.

En el plano político, la Unión Soviética utiliza las reducciones de fle­tes para atraerse una parte cada vez mayor del comercio del Tercer Mun­do. De este modo, la influencia políti­ca y la capacidad de presión de la Unión Soviética se extienden a medida que los países menos desarrollados se hacen dependientes de sus líneas de navegación. Es un excelente medio de contacto y facilita la exportación a estos países, con una ayuda militar y económica que va acompañada siem­pre de la ideología favorable a la penetración posterior.

En los planos económico y estra­tégico, la marina mercante le permite perseguir dos objetivos declarados:

liberar al Estado soviético de la depen­dencia de las compañías navieras occi­dentales para el transporte de las mer­caderías de su comercio exterior, y asegurarse la mayor parte de los carga­mentos entre los puertos soviéticos y los de los países en vías de desarrollo.

En el plano militar se sirve de la flota mercante para realizar en tiempo de paz diferentes funciones, entre las cuales se cuenta el apoyo logístico a la marina de guerra y el adiestramien­to de su personal. Con este fin destina oficiales navales a estos buques.

La mayoría de sus unidades mer­cantes están proyectadas y equipadas para una rápida adaptación a misiones militares. Por ejemplo, los cargueros se construyen dotados de amplias escoti­llas, capaces de transportar artillería pesada, aviones y misiles.

La rápida expansión de la marina mercante ha estado acompañada por un crecimiento paralelo de la flota pesquera. En la actualidad, los pesque­ros soviéticos están presente en todos los mares del mundo y son apoyados por un complejo sistema logístico que despliega desde los puertos que les sir­ven de base. Grandes buques nodrizas controlan las operaciones.

El aspecto más importante de esta vasta organización se enmarca en la esfera político­estratégica. Las ope­raciones a escala mundial de la flota pesquera, y su incesante presencia en todos los océanos, hacen de ella una parte importante de las relaciones de la Unión Soviética con otros países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, y por ende con toda su política internacional, de un modo general.

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En el plano militar su flota pes­quera constituye la red mundial de información más eficaz y más preciosa de que dispone, pues le permite seguir los movimientos de los buques enemi­gos y prever sus refuerzos eventuales. Entre los pesqueros, algunos están equipados especialmente para inter­ceptar comunicaciones y recoger in­formación electrónica.

En Chile fuimos testigos de las actividades de estas flotas pesqueras cuando, durante el tristemente recor­dado gobierno de la Unidad Popular, estas unidades recibían apoyo logísti­ co en nuestros puertos y cumplían actividades para apoyar la consolida­ción en nuestra patria de una dicta­dura marxista. Hoy continuamos vigi­lando con atención su navegación en alta mar frente a nuestras costas, don­de, además de efectuar investigaciones y explotar los recursos de la hoya hidrográfica del Pacífico, cumplen labores de inteligencia.

El desarrollo de las flotas deque hemos hablado debe considerarse en el contexto de las bases militares obteni­das y de los tratados suscritos por la Unión Soviética en los últimos años, que proporcionan el marco geográfico dentro del cual Moscú trata actual­mente de realizar su expansión mun­dial.

Bajo los auspicios de Gorshkov se comenzó a dar pasos importan­tes. Así, en 1958, Moscú iniciaba la modernización del puerto de Hodeida, en Yemen. Al retirarse Gran Bretaña del protectorado de Aden, en 1968, técnicos soviéticos se hicieron cargo inmediatamente de la administración de los puertos de Adén y Mukalla, en

lo que sería la República Democrática del Yemen.

Cuando, en 1972, Sadat expulsó a los asesores soviéticos, Moscú pudo superar la situación creada obteniendo concesiones en Somalia; Berbera pron­to se convirtió en la mayor base naval de ultramar soviética. A mediados de 1970 obtuvo facilidades de los sirios en Tartus y Latakia. Otro tratado f ir ­mado con Irak, en 1972, le concedía facilidades en Basora y Umm Qasr.

En el Atlántico, los puertos cuba­nos están abiertos a los buques soviéti­cos desde 1960. La penetración de Moscú en el Estado africano marxista de la República del Congo se reveló en marzo de 1975. Ya entonces había técnicos de esa procedencia en Brazza­ville. Con la consolidación de la influencia marxista en Angola, a co­mienzos de 1976, Luanda dio facilida­des para el ingreso a sus puertos de los buques soviéticos. En mayo de 1976 se firmó un tratado de amistad y coo­peración entre dicho país y la Unión Soviética, que fue importante para la consolidación de la presencia de ­ésta en toda Africa. Fue reforzado con el acuerdo pesquero y comercial firmado con Mozambique ese mismo año.

A pesar del revés sufrido en Egip­to y de la expulsión de Somalia, en noviembre de 1977, la Unión Sovié­tica continúa con su estrategia. Ha­biendo perdido Berbera mantiene una excelente posición estratégica en la zona, utilizando los puertos de Adén en Yemen del Sur y los de Massawa y Assab en Etiopía.

En 1979 construyó una base en la isla de Kunashir, en el archipiélago

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de tas Kuriles, y comenzó la construc­ción de otra en las islas de Cabo Verde.

Ese mismo año se hizo público el hecho de que había construido una base en una pequeña isla próxima al puerto de Haiphong, en Vietnam. Además, las unidades de la flota sovié­tica del Pacífico se han establecido en la base naval de Cam Ranh, abandona­da por los norteamericanos.

Otros puertos en donde cuentan con facilidades son: Bengasi y Tobruk, en Libia; Oran y Bizerta, en Argelia; Chittagong, en Bangladesh; Bombay, Vishakhapatnam, Cochín y Marma­ goa, en la India.

Podemos apreciar, a través de esta síntesis sobre las principales bases soviéticas, que existe un plan de penetración y expansión constantes.

La potencia naval ha sido, a lo largo de la historia mundial, condición sine qua non para el reconocimiento de una nación como potencia interna­cional de primer orden. Esto lo han comprendido los líderes soviéticos, indudablemente.

La expansión de su poder naval es uno de los factores que ha elevado a la Unión Soviética a la categoría de superpotencia. Recordemos estas palabras de Gorshkov: "La Marina soviética se ha transformado en una importante fuerza estratégica, en una fuerza capaz de oponerse a una agre­sión desde el mar y de llevar a cabo misiones estratégicas en los océanos mundiales'" (3).

Se dice que el punto de partida del desarrollo de la flota soviética fue 1962, cuando el Kremlin tuvo que retroceder frente a la supremacía na­val norteamericana, a raíz del intento soviético de introducir misiles nuclea­res en Cuba. Ello constituyó una hu­millación que la Unión Soviética no está dispuesta a sufrir otra vez. Tal episodio motivó la iniciación de un amplio programa de construcción naval.

"En la actualidad, la marina de guerra soviética disfruta de una venta­ja de casi 5 a 1 en número de buques, con relación a la de Estados Unidos. Sin tener en cuenta los auxiliares, la ventaja numérica es del orden de 4 a 1. Si sólo contamos los buques principales de superficie, submarinos y buques anfibios, todavía cuenta con 50% más de plataforma que Estados Unidos" (4).

"El número total de unidades no es sino un factor en el equilibrio naval. Es cierto que también deben tomarse en cuenta otros, como la capacidad para el combate y la aptitud para llevar a cabo ciertas misiones. Pero los números, no cabe duda, deno­tan literalmente capacidad para pro­yectar influencia. No ¡lustran tota l­mente sobre la potencia de una marina de guerra, pero los buques son he­chos" (5).

La flota soviética está estructu­rada primordialmente a base de la Flo­ta del Norte, la del Báltico, la del Mar Negro, la del Pacífico y la flotilla del Caspio. Aunque la expansión naval

(3) Sergei Gorshkov, E/ Poder Marítimo del Estado.

(4) - (5) España, Escuela de Guerra Naval, El Poder Marítimo soviético. (Apuntes curso deEstado Mayor 1978/1980).

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soviética refleja ambiciones mundiales, la mayor concentración se presenta indudablemente en los flancos de !a OTAN. La alianza occidental está ame­nazada por unos 160 buques de super­ficie y otros tantos submarinos.

Pero la actividad naval es global; en el mediterráneo, Pacífico, Artico, Golfo Pérsico, Indico, Atlántico Nor­te, Caribe, y en Africa del Sur, Africa Oriental y China. Se ha detectado, incluso la presencia soviética al norte de Nueva Zelanda.

Para completar esta síntesis de la amenaza que significa para el mundo occidental el expansionismo inusitado de la Armada soviética, señalaremos brevemente las principales misiones que podría cumplir en caso de con­flicto. En esta categoría entran cuatro misiones básicas:— Ofensiva estratégica— Dominio del mar

Defensiva estratégica— Interdicción de las comunica­

ciones marítimas

La ofensiva estratégica constitu­ye una de sus misiones prioritarias, y son sus submarinos nucleares los que deben estar preparados para actuar en esta actitud ofensiva, atacando y des­truyendo no sólo buques, sino tam­bién los más importantes objetivos terrestres en el interior del territorio enemigo.

Los submarinos con misiles balís­ticos pueden formar parte de un pri­mer escalón estratégico, para los ata­ques iniciales. Empleados de otro modo pertenecerían a un segundo

escalón, para una posible utilización política o militar en las últimas fases de la guerra, o influ ir en las conversa­ciones de paz.

En cuanto al dominio del mar, se dice que su obtención no constituye un objetivo en sí mismo, sino que es el camino para establecer condiciones que permitan a la fuerza naval llevar a cabo con éxito una misión en ciertas zonas de un teatro determinado y dentro de un período específico.

Respecto a la defensiva estratégi­ca, cabe recordar que Gorshkov se refiere reiteradamente a la amenaza representada por los submarinos nu­cleares y portaaviones occidentales, y señala que la protección del propio suelo de un ataque procedente del mar es uno de los principales objetivos de la marina.

La misión de interdicción de las líneas de comunicaciones marítimas también está considerada entre las ta­reas de la Armada soviética. En los últimos años se ha observado un incre­mento de la exploración aeromarítima sobre las principales rutas comerciales de Occidente, lo cual podría significar que esta misión tiene cierta prioridad.

En la paz, se destaca como una misión especialmente importante de la Armada soviética la protección de los intereses del Estado. Según Gorshkov; "'sirve como disuasión estratégica, disuasión local ante una intervención occidental, protección del Estado so­cialista y símbolo del poderío de la Unión Soviética" (6). Su énfasis en el valor político de la fuerza naval es

(6) Sergei Gorshkov, El Poder Marítimo del Estado.

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particularmente notorio, y última­mente el mundo ha podido compren­der esta realidad al ser testigo de las maniobras navales que se han desarro­llado frente a las costas de la encade-nada y sufrida Polonia.

La realidad del desarrollo gigan­tesco que ha tenido el poderío maríti­mo soviético nos obliga a meditar y preguntarnos por qué se produjo tal expansión en esta nación que siempre estuvo aferrada a una mentalidad terrestre, consideró sus costas como sus fronteras y fue incapaz de proyec­tarse a través de los oceános. Por aña­didura, no dependía ni depende de sus comunicaciones marítimas.

El motivo no puede ser otro que hacer uso de este poderío marítimo con fines políticos y desarrollar una fuerza más poderosa que su principal adversario, Estados Unidos. De esa manera puede la Unión Soviética ser capaz, con su marina, de estrangulara Occidente y dominar al mundo. Con sólo mirar el mapa, comprobamos que desde aquellos fondeaderos que le ofre­cen sus numerosas bases gravita sobre los espacios oceánicos claves, desde donde podría cortar el flujo comercial en el caso de que se iniciaran las hosti­lidades.

Estados Unidos dio sus primeros pasos en el siglo xx , ejerciendo una in­fluencia mundial creciente y con un poder naval que ya gravitaba en el Pacífico, en el Caribe y en el Atlántico. Esta capacidad naval fue la que permi­tió apoyar y aprovisionar a sus aliados y proyectar sobre la tierra un poder

militar decisivo para el desenlace de las dos guerras mundiales.

"Los años que siguieron a estas conflagraciones se caracterizaron por la guerra fría, la negociación de alian­zas y tratados de seguridad mutua para contener la expansión del mono­lítico bloque comunista. La amenaza procedía de potencias terrestres y la marina de guerra de Estados Uni­dos se encontró prácticamente sin oposición en el mar. Su flota, como la británica del siglo x ix , poseía la capa­cidad de dominar todos los océanos del mundo" (7). Este concepto se vio reforzado con el nacimiento del sub­marino nuclear armado de misiles balísticos.

Sin embargo, esta afirmación del dominio transoceánico no existe con la misma certeza y seguridad hoy en día.

Hay varios factores variables que afectan la estrategia naval norteameri­cana y obligan a revisarla continua­mente. Son ellos el poderío marítimo soviético, el distinto contexto pol ítico, las bases navales, las alianzas interna­cionales y las restricciones internas. Digamos algo sobre cada uno de ellos.

En cuanto al poderío marítimo soviético, ya analizado, cabría agregar solamente que los mandos de la Arma­da norteamericana tienen conciencia de que está en juego, ante esa gran escalada marítima, la seguridad de la nación y su tradicional dominio del

(7) España, Escuela de Guerra Naval, Estrategia naval de Estados Unidos. (Apuntes Curso de Estado Mayor 1978/1980).

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mar. Ello requiere un nuevo equilibrio, que debe ser restablecido por el poder naval de su país.

Este es el primero de los factores contribuyentes a la determinación de su estrategia. De aquí la necesidad de contar con un poder naval fuerte, ya que si bien en la paz el objeto princi­pal de la fuerza naval es servir de disua­sión para impedir un conflicto, ella sólo merecerá credibilidad cuando esa fuerza cuente con la capacidad para obtener la victoria.

En cuanto al contexto político, podemos señalar que, después de la Segunda Guerra Mundial, la interven­ción coercitiva de las grandes poten­cias sólo ha tenido éxito dentro de sus zonas contiguas de seguridad nacional.

El aumento del nacionalismo en el mundo moderno, y la negativa de los pueblos a aceptar el papel que a muchos asignó la era colonial, han cambiado las cosas. Ya no practican las antiguas potencias imperiales la anexión física y forzada de bases nava­les ni la conquista de materias primas o mercados, y se hace necesario para ellas recurrir a un sistema más justo para la defensa de sus intereses. Deben utilizar ahora métodos diplomáticos y económicos, porque la tendencia con­tra las intervenciones va en aumento.

Para obtener éxito actualmente en una intervención con fuerzas m ili­tares en otro país se requiere una rela­ción política favorable con el gobierno del país afectado. La intervención coercitiva ha sido una experiencia desa­gradable para Estados Unidos. Sin embargo, es importante continuar con­siderando la amenaza de intervención

física como un elemento disuasivo, ya que ella sí podría contribuir a obtener un determinado objetivo político.

Pero el concepto tradicional de la presencia naval encara hoy todo tipo de problemas por la evolución mundial hacia relaciones más complejas, lo cual origina mayores restricciones políticas al uso de la fuerza naval. En cambio, la diplomacia naval de bajo nivel es otra cosa. Las visitas, las ayudas, el apoyo logístico, no tienen restriccio­nes. Por otra parte, Estados Unidos debe mantener esta presencia, en espe­cial para no dejar el camino libre a las fuerzas navales soviéticas.

Las bases navales y las alianzas son los otros factores que complican el sistema de defensa de Estados Unidos, por su pérdida de bases en el extranjero y el debilitamiento del sis­tema. En cuanto a las bases, en 1953 contaba con aproximadamente 150; hoy, esta cifra ha disminuido aproxi­madamente en un 80%. Respecto a las disponibles, no existe la seguridad de que el país anfitrión vaya a permi­tir que las unidades navales operen desde ellas en todas las situaciones de crisis, sea para evitar comprometerse o bien por tener en tal o cual caso inte­reses diferentes de los de Estados Unidos.

Hemos mencionado también la influencia de las restricciones internas existentes en Estados Unidos. Pode­mos señalar que algunas tendencias dentro del país influyen en el pensa­miento estratégico. Muchas veces la opinión pública ha sido más peligrosa, para los dirigentes políticos nor­teamericanos, que los propios pro­blemas internacionales. Esto ha susci­tado períodos de alta tensión. Las

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consecuencias de Víetnam y de Watergate afectaron no sólo los senti­mientos del ciudadano, sino, incluso, el equilibrio institucional dentro de la relación entre el poder ejecutivo y el legislativo.

Uno de ios más importantes fru ­tos que se cosecharon en Vietnam es un rechazo del activismo norteameri­cano en el concierto internacional, especialmente a la intervención militar. Sentimiento que aparentemente con­tinúa, a pesar de los esfuerzos de Reagan. Esto constituye un elemento central que podría afectar el papel mundial de Estados Unidos.

Esta experiencia habría hecho creer a la mayoría de la gran masa norteamericana que la utilidad del poder naval como instrumento de orden mundial ha declinado y que su futura utilización es cada vez más pro­blemática.

Afortunadamente, el presidente Reagan piensa lo contrario y está cons­ciente de la capital importancia que tiene "su Armada" en la política de poder. En consecuencia, está dando los pasos necesarios para agilizar el programa de construcción naval, casi paralizado durante el gobierno de Cárter, y ha ordenado reactivar y mo­dernizar sus acorazados en reserva. Esto permitirá acercarse a un equili­brio de las fuerzas navales entre Esta­dos Unidos y la Unión Soviética.

Estados Unidos y el mundo occi­dental dependen de las vías de comu­nicaciones marítimas. Son vitales para ellos, no así para el bloque comunista. La interrupción de estas líneas tendría un impacto en la producción y en la

seguridad de las naciones libres. Como ejemplo de lo que podría ocurrir, bas­ta citar el hecho que el 99% de los 700 y tantos millones de toneladas que abarca el comercio norteameri­cano se transporta por mar.

No puede quedar fuera del ámbi­to de la responsabilidad por la seguri­dad de las vías de comunicaciones ma­rítimas, el resto de las fuerzas navales del mundo occidental. Ellas tendrán la tarea de controlar las comunicaciones marítimas en sus mares jurisdiccio­nales.

Chile, representado por su Arma­da, también tendrá una especial e importante responsabilidad, ya que deberemos dar seguridad a las líneas de comunicaciones marítimas en nues­tro mar, que se proyecta desde nues-tras costas hacia el weste, desde nues-tras costas hacia el sur y desde nuestras costas hacia el este. Todo ello sin per­juicio de las proyecciones respectivas del ámbito que corresponde a nuestras posesiones en el Pacífico.

En razón de nuestros derechos soberanos, debemos controlar también dos de los pasos naturales más impor­tantes del continente americano: nues-tro Paso Drake y nuestro Estrecho de Magallanes.

En relación con las consideracio­nes expuestas, es del caso recordar algunas citas que el Sr. Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Dn. José Toribio Merino Castro, señaló en los dos últimos Simposios del Poder Naval, efectuados en el Naval War College de Estados Unidos:

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El Rey Felipe II de España se hizo la siguiente reflexión:

''Quien posea la Isla de Cuba tendrá en sus manos las llaves del Nuevo Mundo".

La Unión Soviética se encuentra hoy enquistada en Cuba.

Los portugueses, en el siglo x v , decían: "Quien controle Málaca tiene su mano en la garganta de Venecia". Tiene este aforismo vigencia actual y se podría enunciar de este modo: "Quien controle la ruta del Cabo tiene en su mano la garganta de Occidente". La Unión Soviética tiene un poder naval con capacidad para controlar la ruta del Cabo.

Y las últimas citas son dos pensa­mientos soviéticos.

Krushev dijo: "La guerra es posi­ble en el caso de que los países 'no comunistas' se nieguen a someterse, y en el momento en que Occidente sea más débil que Rusia".

Y el Almirante Gorshkov: "La Armada soviética es un factor pode­roso para crear las condiciones favora­bles en la construcción del socialismo y del comunismo".

El mar es importante para el de­sarrollo económico de las naciones. El mar es la gran vía de enlace dentro de esa gran comunidad internacional que concibió Vitoria. Este es, precisamen­

te, el punto de enlace entre la conme­moración que hacemos en esta ocasión de Francisco de Vitoria y la misión que tienen las Armadas del mundo libre.

Vitoria imaginó a todas las nacio­nes unidas por vínculos de respeto al derecho, limitadas por normas de vali­dez universal que garantizasen la liber­tad de los individuos. Para el gran jurista y teólogo, ninguna soberanía particular tenía autoridad para usurpar lo que pertenece a la comunidad uni­versal.

Precisamente, las vías de comuni­caciones marítimas, el comercio entre las naciones, el libre desplazamiento de los individuos, pertenecen al patri­monio jurídico de la Humanidad.

Estos son los derechos y las liber­ ' tades que defienden ahora las Arma­

das de los países del mundo libre, por­que ellos se ven amenazados por una ideología ajena a las tradiciones éticas y jurídicas de Occidente.

No está de más recordar que fue justamente la incorporación del Nuevo Mundo a la comunidad de las naciones el gran hecho histórico que suscitó en la mente visionaria de Vitoria sus fé rti­les ideas de libertad y respeto entre las naciones.

Esta circunstancia da un carácter relevante y preñado de tradición al papel que nuestro propio país y su Armada pueden desempeñar en esta encrucijada histórica.

Page 12: LAS ARMADAS Y LA POLITICA DE PODER*hoy, 8 de octubre, el aniversario del Combate Naval de Angamos. Este epi-sodio naval produjo un vuelco estraté-gico de importancia en la Guerra

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