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  • 8/7/2019 Larranaga Muestrame Tu Rostro

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    MUSTRAME TU ROSTRO

    Reflexiones sobre ciertas constantes de la oracin

    Cuando hablamos aqu de orar, lo entendemos en el sentido en que lo vamos ahacer a lo largo de este libro:un trato afectuoso a solas con el Dios que sabemos nos ama; un avanzar, en laintersubjetividad ntima y profunda, en y con el Seor que se nos ofrece comocompaero de vida.

    Cuanto ms se ora, ms se quiere orar

    Toda potencia viva es expansiva. El hombre, a nivel simplemente humano, esuna tensin interior que le hace aspirar hacia lejanas inalcanzables; cualquiermeta lograda lo deja como un arco tenso, siempre insatisfecho. Qu es lanostalgia? Una bsqueda interminable de una plenitud que nunca llegar.En medio de la creacin, el hombre aparece como un ser extrao, algo as comoun caso de emergencia; posee facultades que fueron estructuradas para tal ocual funcin; cumplida la funcin, conseguido el objetivo, sien te que algo lefalta. Pensemos, por ejemplo, en el apetito sexual o en la sed de riqueza:cumplidas las apetencias, el hombre como tal sigue hambriento y desde cadasatisfaccin lograda se lanza en busca de nuevas riquezas o nuevas sensaciones.A nivel espiritual el hombre es, segn el pensamiento de san Agustn, como una

    saeta disparada hacia un Universo (Dios) que, como un centro de gravedad,ejerce una atraccin irresistible sobre l, y cuanto ms se aproxima a eseUniverso, mayor velocidad adquiere. Cuanto ms se ama a Dios, ms se lequiere amar. Cuanto ms se trata con El, mas ganas entran de tratarlo. Lavelocidadhacia El est en proporcin a la proximidad de El.Sin darnos cuenta, debajo de todas nuestras insatisfacciones corre una corrienteque se dirige hacia el Uno, el nico Uno capaz de concentrar las fuerzas delhombre y de aquietar sus quimeras.

    Oh Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma tiene sed de ti, mi carnetiene ansia de ti como tierra reseca, agotada, sin agua (Sal 62).

    * * *Existe la ley del entrenamiento, ley vlida para los de-portes atlticos y vlidatambin para los deportes del espritu: cuanto ms entrenamiento se hace, ms omejores marcas se pueden batir. Si a m me dicen de pronto que haga a pie unacaminata de 30 kilmetros, hoy no los podra hacer. Pero si diariamente meentrenara haciendo largas caminatas, despus de varios meses no tendra

    dificultad alguna para recorrer los 30 kilmetros. Cmo se explica esto? Habaen m capacidades atlticas que estaban dormidas, quiz atrofiadas, por falta de

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    activacin. Al ser puestas en accin, despertaron y se desplegaron.Asimismo, llevamos en el alma capacidades espirituales que eventualmentepueden estar dormidas por falta de entrenamiento. Dios ha depositado en elfondo de nuestra vida un germen que es un don-potencia, capaz de una floracin

    admirable. Es una aspiracin profunda y filial que nos hace suspirar y aspirarhacia el Padre Dios. Si esa aspiracin la ponemos en movimiento, en la medidaen que conoce su Objeto y se aproxima a su Centro, ms densa ser laaspiracin, mayorpeso hacia su Objeto y, por consiguiente, mayor velocidad.Esto lo prueba la experiencia diaria. Cualquiera que haya tratadoentraablemente con el Seor a solas durante unos cuantos das, una vezregresado a la vida ordinaria un nuevo peso lo arrastrar al encuentro con Dioscon nueva frecuencia; los rezos y los sacramentos sern un festn porque ahoralos siente llenos de Dios. De esta manera se va haciendo ms denso el pesode Dios, que nos arrastrar con mayor atraccin hacia El, mientras el mundo yla vida se irn poblando de Dios.Todo esto lo vemos compr9bado en la Biblia. El autor de los Salmos se sientesediento de Dios como una tierra reseca, como una cierva que corre hacia lascorrientes de agua fresca (Sal 41). Se levanta a medianoche como un amantepara estar con el Amado (Sal 118). Jess roba las horas al descanso y alsueo, se va a los cerros para pasar la noche con el Padre.Custodiado por las SS, barruntando su prxima muerte, desde la crcelescriba ]3onhoeffer a un amigo: El da que me entierren, quisiera que mecantaran: Una cosa pido al Seor, habitar en la casa del Seor todos los das de

    mi vida Se cumple la ley: a mayor proximidad, mayor velocidad, al estilo de laley fsica de la atraccin de las masas. Crece la atraccin en la medida en que esmayor el volumen de las masas y mayor la cercana de las mismas.

    * * *Pocas cosas nos harn sentir el realismo de estas leyes como aquella descripcindel gran novelista Nikos Kazantzaki:Y mientras yo reflexionaba, Francisco de Ass apareci en la entrada de lagruta. Resplandeca como un carbn ardiente. La plegaria haba devorado an

    ms su carne, pero lo que le quedaba de ella brillaba como una llama. Unaextraa dicha irradiaba su rostro. Me tendi la mano.-Bien, hermano Len -me dijo. Ests dispuesto a escuchar lo que te voy adecir?Sus ojos brillaban como si tuviera fiebre, y en ellos poda yo distinguir ngelesy visiones que llenaban su mirada. Sent miedo. Habra perdido la razn?Adivinando mi temor, Francisco se me acerc para decirme: -Hasta ahora sehan empleado muchos nombres para definir a Dios. Esta noche yo hedescubierto otros. Dios es abismo insondable, insaciable, implacable,

    infatigable, insatisfecho... Aquel que nunca ha dicho al alma: Basta ya!Se me acerc mucho ms an, y como si estuviera transportado a otros mundos,

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    me agreg con voz emocionada:-Nunca Bastante! -grit. No es bastante, hermano Len! Eso es lo que Diosme ha gritado durante estos tres das y estas tres noches, all en el interior de lagruta:

    Nunca Bastante! El pobre hombre que est hecho de barro, reacciona yprotesta: No puedo ms! Y Dios responde:An puedes! El hombre gime: Voy a estallar! Estalla!, responde Dios.La voz de Francisco enronqueci. Sent lstima de l. Tem que hicieracualquier disparate. Irritado, le dije:-Y qu quiere Dios ahora de ti? No besaste al leproso, que tanta repugnanciate causaba?-No es bastante!-No abandonaste a tu madre, madonna Pica, la mujer ms exquisita delmundo?-No es bastante!-No hiciste el ridculo entregando los vestidos a tu padre y quedando desnudoante todo el pueblo?-No es bastante!-Pero... no eres el hombre ms pobre del mundo?-No es bastante! No lo olvides, hermano Len: Dios es "Nunca Bastante.Si somos sinceros, si miramos sin pestaear nuestra propia historia con Dios,habremos experimentado que Dios es como una sima que arrastra y cautiva yque cuanto ms nos aproximamos a ella ms nos cautiva y embriaga.

    Oh Trinidad eterna! T eres un mar sin fondo en el que, cuanto ms mehundo, ms te encuentro; y cuanto ms te encuentro, ms te busco todava. De tijams se puede decir basta! El alma que se sacia en tus profundidades, te deseasin cesar porque siempre est hambrienta de ti; siempre est deseosa de ver tuluz en tu luz.Podrs darme algo ms que darte a ti mismo? T eres el fuego que siemprearde, sin consumirse jams. T eres el fuego que consume en s todo amorpropio del alma; t eres la luz por encima de toda luz.

    T eres el vestido que cubre toda desnudez, el alimento que alegra con sudulzura a todos los que tienen hambre.Revsteme, Trinidad eterna! Revsteme de ti misma para que pase esta vida enla verdadera obediencia y en la luz de 1< fe con la que t has embriagado mialma.

    Cuanto menos se ora, menos ganas de orar

    Existe en la fisiologa una enfermedad llamada anemia. Es una enfermedad

    particularmente peligrosa porque no produce sntomas espectaculares, y lamuerte llega por el camino del silencio, sin espasmos. Consiste en esto: cuanto

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    menos se come, menos ganas se tiene de comer; cuanto menos ganas de comer,menos se come, y sobreviene la anemia aguda. As se abre y se cierra uncrculo, el crculo de la muerte.En la vida interior se repite el mismo ciclo. Se comienza por abandonar el hecho

    de la oracin por razones vlidas, a lo menos aparentemente vlidas. En vez dedirigirse desde lo Uno hacia lo mltiple, siendoportadores de Dios, lo mltipleenvuelve, encierra y retiene a los hermanos llenando su interior de fro y dedispersin.De esta manera comienza a entrar en el interior del hermano, como una lentanoche, la dificultad para centrar-se en lo Uno y nico. Cuanto mayor va siendola dispersin interior, no faltarn nuevos motivos para abandonar el trato conDios. Se va debilitando el gusto por Dios en la medida en que crece el gusto porla multiplicidad dispersa (personas, acontecimientos, sensaciones fuertes);comienza a declinar el hambre de Dios en la medida en que crece la dificultadpara estar satisfactoriamente con El. Ya hemos entrado en la espiral.

    Abierto este crculo, nos hallamos en una verdadera pendiente: mientras voydesligndome del absolutamente Otro, voy siendo tomado por los otros. Esdecir, mientras el mundo y los hombres me reclaman y parecen agotar el sentidode mi vida, Dios es una palabra que va vacindose cada vez ms de sentido,hasta que, por fin, acaba por ser algo as como un trasto viejo que se tiene en lamano; lo miramos, volvemos a mirarlo y por fin nos preguntamos: y esto, paraqu? Ya no sirve. Se cerr el crculo, lleg la anemia aguda, hemos entrado en

    la recta final de la muerte, de la muerte de Dios en nuestra vida.

    * * *Hay otra enfermedad que se llama atrofia. En esta enfermedad llega la muertetodava ms silenciosamente. Me explicar.Toda vida es explosin, expansin, adaptacin, en una palabra, movimiento.Este movimiento no es mecnico sino dinamismo interno. Si esa tensindinmica es sofocada o detenida, automticamente deja de ser vida. No hacefalta que venga un agente externo y mortfero que provoque un desastre. El ser

    vivo deja de servivo desde el momento en que deja de sermovimiento.

    En la vida interior ocurre otro tanto. La gracia es esencialmente vida y presta alalma la facultad de reaccionar dinmicamente bajo los dones de Dios, demoverse hacia El, conocerle directamente tal como El se conoce, amarle talcomo El se ama. En una palabra, esta gracia-vida establece entre Dios y el almauna corriente dinmica, correspondencias recprocas de conocimiento y amor.Esa gracia que es Don-Potencia es a la vez expansiva y fermentadora. Le ocurrelo que a aquella levadura que tom una mujer y la meti en tres medidas de

    harina hasta que toda la masa qued fermentada. Una vez injertada en lanaturaleza humana, esa gracia, por ser vida, tiende a conquistar nuevas zonas en

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    nuestro interior, penetra progresivamente en las facultades, domina lastendencias egostas y, una vez liberadas, las somete al beneplcito divino, hastaque el ser entero pertenezca completamente al nico y Absoluto. Esta es labreve historia de un Don-Potencia, derramado en el fondo del alma.

    Pero si esa gracia deja de moverse, tambin deja de vivir. Si esa vida no llevauna marcha ascendente y expansiva, automticamente toma la ruta de la muertepor la ley de la atrofia. Existe la esclerosis tambin para la vida del espritu. Silos tejidos de las facultades interiores no son sometidos al ejercicio,rpidamente sobreviene el endurecimiento y la rigidez. Al orar poco, sentimosque hay dificultad para orar, como que las facultades interiores se endurecen. Yal sentir la dificultad, se tiende a abandonar la oracin dentro de la ley delmenor esfuerzo. Y ese gran Don-Potencia sencillamente se inhibe, suvitalidad toma el rumbo de la in-accin, de la in-movilidad y de la muerte.Tengo la impresin de que entre nuestros hermanos hay quienes han tenido una

    fuerte llamada para una vida profunda con Dios, y de que esa llamada estlanguideciendo por una historia que se repite frecuentemente: dejaron de rezar,abandonaron los actos de piedad, subestimaron los sacramentos, desplazaron laoracin personal, dijeron que a Dios hay que buscarlo en el hombre, y porbuscar a Dios, dejaron a Dios... He conocido casos por los que, an ahora,siento tristeza: el caso de hermanos a los que en otro tiempo se les dio unaatraccin poco comn por el Seor, atraccin que, bien cultivada, pudo haberdado a sus vidas un gran vuelo, y, sin embargo, hoy se los ve fros y, por quno decirlo?, tristes.

    Efectivamente, a muchos se los ve dominados por un algo que podramos llamarfrustracin, y no saben por qu. Para m la explicacin es muy clara: all, en elfondo de s mismos, muchas capas ms abajo de su consciente, estn sofocandoaquella llamada fuerte que a unos se les ha dado y a otros no. Una vida quepudo haber florecido, slo qued en posibilidad.

    Cuanto ms se ora, Dios es ms Dios en nosotros

    Dios no cambia. El es el definitivamente pleno y, por consiguiente, Inmutable.

    Est, pues, inalterablemente presente en nosotros, y no admite diferentes gradosde presencia. Lo que realmente cambian son nuestras relaciones con l segn elgrado de fe y amor. La oracin hace ms densas esas relaciones, se produce unapenetracin ms entraable del yo-t a travs de la experiencia afectiva y elconocimiento gozoso, y la semejanza y la unin con l llegan a ser cada da msprofundas.Ocurre lo que con una antorcha dentro de una oscura habitacin. Cuanto msalumbra la antorcha, mejor se ve la cara de la habitacin, la habitacin sehace presente, aunque la habitacin no cambie.

    Cualquiera de nosotros puede experimentar que cuanto ms profunda es laoracin, siente a Dios ms prximo,. presente, patente y vivo. Y cuanto ms

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    resplandece la gloria del rostro del Seor sobre nosotros (Sal 30), losacontecimientos quedan envueltos en un nuevo significado (Sal 35) y la historiaqueda poblada por Dios; en una palabra, el Seor se hace vivamente presenteen todo. No hay juego de azar, sino un timonel que conduce los hechos con

    mano segura.Cuando se ha estado con Dios, l va siendo cada vez ms Alguien porquien y con quien se superan las dificultades, se vencen las repugnancias -ystas se truecan en dulcedumbres-; se asumen con alegra los sacrificios, nacepor doquier el amor. Cuanto ms se vive a Dios, ms ganas hay de estar conl, y cuanto ms se est con Dios, Dios es cada vez ms Alguien. Se abriel crculo de la vida.Y en la medida en que el hombre contemplador avanza en los misterios de Dios,Dios deja de ser idea para convertirse en Transparencia y comienza a serLibertad, Humildad, Gozo, Amor, y progresivamente se va transformando enuna fuerza irresistible y revolucionaria que saca todas las cosas de su sitio:donde haba violencia, pone suavidad; donde haba egosmo, pone amor ycambia por entero la faz del hombre.Si el contemplativo sigue avanzando por las oscuras rutas del misterio de Dios,fuerzas desconocidas desatadas por el Amor empujan al alma por la cuestaadentro del Dios vivo, por una pendiente totalizadora segn y dentro de la cualDios va siendo cada vez ms el Todo, el Unico y el Absoluto, como en untorbellino en el que el hombre entero es tomado y arrastrado, mientras sepurifica y las escorias egostas. se queman con el fuego... Dios acaba por

    transformar al hombre contemplador en una antorcha que arde, incendia yresplandece (Jn 5,35). Pensemos en Elias, Juan el Bautista, Francisco de Ass,Charles de Foucauld...

    * * *No podemos decir: eso no es para m. Todo depender de la altura, mejor, de laprofundidad de la contemplacin en que nos encontramos. Estos profetas nofueron excepcionales por nacimiento o por casualidad, sino porque seentregaron incondicionalmente y se dejaron arrastrar cada vez ms adentro. Y

    aunque es verdad que este entregarse les exigi un estado interior de altatensin, sin embargo, el escultor de tales figuras fue, es y ser Dios mismo. Nomiremos slo a tiempos pasados. En nuestros das y entre nosotros hay hombresque son viva transparencia de Dios.

    Pero no termina aqu el proceso totalizador. En la medida en que elcontemplador se deja tomar, Dios acapara en este hombre la funcin de bienque tienen todas las realidades humanas y tiende a convertirse en Todo Bien:para este hombre Dios vale por una esposa cariosa, por un buen hermano,

    por un padre solicito, por una hacienda de mil hectreas o por un palaciofantstico (Mt 12,46-50; Lc 8,19-21; Mc 3,31-34). Dios, en una palabra, se

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    convierte en la gran recompensa, en un festn, en un banquete (Ex 19,5; Jer24,7; Ez 37,27). T eres mi bien (Sal 15). Tu nombre es mi gozo cada da(Sal 88).Es esto lo que expresa admirablemente el salmista cuando dice: Pero t, Seor,

    has puesto en mi corazn ms alegra que si abundara en trigo y en vino (Sal4). El trigo y el vino simbolizan todas las compensaciones, emociones ygozos que puede apetecer el corazn humano. Para el hombre contemplador queha gustado cun suave es el Seor (Sal 33), Dios sabe a un vinoembriagador, ms sabroso que todos los festines de la tierra.Bien lo experiment Francisco de Ass, el hombre ms pobre del mundo.Noches enteras se pasaba bajo las estrellas exclamando, mientras senta unasensacin plenificante:Mi Dios y mi Todo. Senta aquel algo que los vividores, sibaritas y amadoresdel mundo jams sospecharn, es decir:

    Me saciars de gozo en tu presencia, de alegra perpetua a tu derecha (Sal 15).

    Cuanto menos se ora, Dios es menos Dios en nosotros

    Cuanto menos se ora, Dios se va desdibujando ms en una borrosa lejana.Lentamente se va convirtiendo en una idea sin sangre y sin vida. Noapetece estar, tratar, vivir con una idea, tampoco es un estmulo paraluchar y superarse. Y as, Dios va dejando de ser Alguien, y acaba por diluirse

    en una realidad lejana y ausente.Una vez metidos en esta espiral, Dios lentamente deja de ser recompensa,alegra, gozo... y cada vez se cuenta menos con El. Y as, si llega una crisisya no se acude a Dios porque es una palabra que ya nos dice muy poco; serecurre a medios psicolgicos, o simplemente se deja uno llevar por la crisis.Mientras se efecta este proceso de decantacin, simultneamente asalta eledificio del hombre esa serpiente de mil cabezas que se llama el egosmo, yrenacen las apetencias del hombre viejo reclamando atencin. Y por qu esto?Comienza a fallar el centro de gravedad de una vida y al mismo tiempo se van

    abriendo enormes vacos en el interior, se hacen presentes las compensacioneshumanas como mecanismos de defensa dentro de la ley de los desplazamientos.Y con qu finalidad? Para cubrir los vacos y para apuntalar el edificio; y eledificio se llama elsentido de la vida o tambin elproyecto de una existencia.

    Cuanto menos se ora, Dios tiene menos sentido, y cuanto menos sentido tieneDios, menos se acude a El. Ya estamos atrapados en la espiral de la muerte.

    Si se deja de orar, Dios acaba por ser un don Nadie

    Si se deja de orar durante largo tiempo, Dios acaba por morir no en s mismo

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    porque es sustancialmente viviente, eterno e inmortal, sino en el corazn delhombre. Dios ha muerto como una planta atrofiada a la que se dej de regar.

    Abandonada la fuente de ]a vida, rpidamente se llega a un atesmo vital. Los

    que llegan a esa situacin quiz no se han planteado a s- mismos formalmenteel problema intelectual de la existencia de Dios. Quiz sigan sosteniendo, acasosintindolo tambin, que la hiptesis Dios tiene todava validez; pero dehecho se las han arreglado para vivir como si Dios no existiera. Es decir, Diosya no es la Realidad prxima, concreta y arrebatadora. Ya no es aquella FuerzaPascual que los saca de los escondites de su egosmo para lanzarlos, en unperpetuo xodo, hacia un mundo de libertad, humildad, amor, compromiso.Sobre todo -he aqu el signo inequvoco de la agona de Dios!-, el Seor ya nodespierta alegra en el corazn.Ocurre, a veces, que el vaco de Dios les pesa como un cadver. Y por eso seentregan a discutir, cuestionar y dialogar con una frecuencia e insistencia comonunca antes sobre la oracin, su naturaleza, su necesidad. Ello puede ser unbuen signo. Podra tambin significar que la sombra de Dios no les deja en paz.

    Con una alegre superficialidad divagan hasta el infinito sobre las nuevas formasde oracin: que el concepto de Dios hay que desmitificarlo, que la oracinpersonal es tiempo perdido, un desperdicio egosta y alienante, que vivimosunos tiempos seculares para los cuales ha caducado definitivamente el elementoreligioso, que las formas clsicas de oracin son una elucubracin subjetiva, y

    as hasta el infinito. En una palabra, la oracin se problematiza, seintelectualiza. Mala seal.La oracin es vida, y la vida es sencilla -no fcil- y coherente. Cuando laoracin deja de ser vida, la convertimos en una complicacin fenomenal. Sepregunta, por ejemplo: cmo se debe orar en nuestro tiempo? Para m es una pregunta sin sentido. Acaso se pregunta cmo se debe amar en nuestro.tiempo? Se ama -y se ora- igual que hace cuatro mil aos. Los hechos de vidatienen su raz en la sustancia inmutable del hombre.Cuando se da esta situacin existencial, rpidamente se desencadena una

    inversin de valores y un desplazamiento de planos. A Dios no hay quebuscarlo ya en la montaa, sino en el hombre; no hay que buscarlo en esprituy verdad, sino en el fragor de las multitudes hambrientas.. No existe la

    salvacin de mi alma, sino la liberacin del hombre de la explotacin y de lamiseria. Hay que superar la dicotoma entre la oracin y la vida; el trabajo esoracin..., teologas frvolas que se derrumban ante la primera saeta disparadadesde la autenticidad.Cuando se produce la crisis de Dios, se comienza a contabilizarlo todo con loscriterios de utilidad. Y la Biblia nos recuerda que Dios est ms all de las

    categoras de lo til y lo intil. En el fondo, la Escritura afirma una sola cosa:Dios es. Y se eligi un pueblo cuyo destino final es proclamar a todos los

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    pueblos y continentes que Dios es. Solamente sirve para adorarle, darlegracias, alabarle y para ser testigo suyo. Si echamos en olvido este destinointil del Pueblo de Dios, siempre andaremos divagando por las ramas.

    * * *Cuando en un hermano se produce el vaco de Dios por el abandono de laoracin, surge la necesidad de autoafirmarse desplazndose hacia actividades,por ejemplo, de tipo poltico. De qu se trata? El se justificar con bonitasteologas, pero en el fondo se trata de dar un sentido a su vida, de cubrir unvaco interior con un quehacer que ciertamente tiene apoyos bblicos.No es el caso de todos, pero si de muchos. Nunca hablan de vida eterna, delalma, de Dios, sino de explotacin, de la injusticia social. Es un hechosociolgico ampliamente constatado que una buena parte de tales sacerdotesacaban secularizndose. No faltarn quienes digan que han dado ese paso pararealizarse como hombres y como cristianos. Razones para la exportacin! Si aqu han sido incapaces de amar, all seguirn siendo igualmente incapacesy no encontrarn el centro.S que el trato con Dios puede convertirse en evasin. Este libro, sin embargo,hace ver que los verdaderos libertadores y los grandes comprometidos en laBiblia fueron los capaces de resistir la mirada de Dios en el silencio y lasoledad. Y, por cierto, no un Dios de golosina sino Aquel que incomoda,desinstala y empuja al adoradorpor la pendiente de la paciencia y humildadhacia la aventura de la gran liberacin de los pueblos. Si la contemplacin no

    logra estos efectos, ser cualquier cosa menos oracin. Evasin y oracin sontrminos excluyentes.

    * * *Qu ser de la vida de un hermano en cuya alma Dios ha desfallecido?Seguramente seguir hablando de Dios, pero ser incapaz de hablar conDios. Sus palabras sern palabras de bronce: harn ruido pero no llevarn nada,ni mensaje ni vida ni fuego. Los creyentes jams distinguirn en su frente elfulgor de Dios (Ex 34,28). Dirn: buscbamos un profeta y nos hemos

    encontrado con un profesional. Los hambrientos y sedientos de Dios que seacerquen a l, se van s encontrar con un manantial agotado. No resucitarmuertos, no sanar enfermos. Definitivamente no ser un enviado.No tomar nada en serio, porque el que no ha tomado en serio a Dios, en elfondo es un frvolo. Nada ser importante para l, ni el pobre ni el enfermo ni elexplotado ni el amigo. Slo l ser importante para s mismo. Es ms cmodo ymenos comprometedor arreglrselas consigo mismo, y no con Alguien que nossale al encuentro y pone al descubierto todo lo que tenemos, hacemos y somos.Cuando en un grupo de cristianos se analizan las causas de la crisis de la

    oracin, me llama la atencin la frecuente coincidencia en sealar la siguiente:el miedo a Dios. En qu sentido? Vienen a discurrir, ms o menos, as: si tomo

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    en serio a Dios, mi vida tendr que ser otra. Dios me desafiar a no confundircarisma con capricho, a abrirme a este hermano que no me cae bien, a acabarcon entretenimientos intiles, a aceptar esta carga, a romper con aquellaamistad, menos mundanismo, ms penitencia, ms obediencia... En una palabra,

    me va a poner como un arco tenso. Dios es algo serio. Mejor hacerme eldistrado respecto a l. Es la frivolidad.

    * * *Desplazado Dios, la vida es como una flor que se deshoja. Todo pierde sentidoy se cumple aquella terrible descripcin de Nietzsche en su libro As hablaba

    Zaratustra:

    No habis odo hablar de aquel loco que en pleno da encendi una linterna,corri al mercado y clamaba continuamente: "Busco a Dios, busco a Dios"?Como precisamente all se hallaban reunidos muchos de los que no crean enDios, fue recibido con grandes risotadas. Uno dijo: "Es que se ha perdido?"Otro responda: "Se ha extraviado como un nio." Otros ironizaban: "Estescondido? Tiene miedo de nosotros? Se ha embarcado? Ha emigrado?" Asse rean y se burlaban todos.El loco se meti en medio de ellos, y atravesndolos con su mirada, clamaba:"Que dnde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir. Lo hemos matado, vosotrosy yo. Todos nosotros somos sus asesinos. Est bien; pero pensemos:Qu hemos hecho? Qu hemos hecho al cortar las liga-duras que unan esta

    tierra con su sol? Y nosotros, ahora, adnde vamos? No nos estamosdespeando continuamente hacia atrs, hacia adelante, hacia un lado, en todaslas direcciones? Hay todava arriba y abajo? No vamos errando a travs deuna nada infinita? No sentimos el soplo del vaco? No sentimos un froterrible? No va hacindose de noche continuamente, y cada vez ms de noche?No es cierto que necesitamos encender linternas en pleno da?"El loco call y mir otra vez a sus oyentes. Tambin ellos callaron y le mirabancon extraeza.

    Hemos dejado morir a Dios, pero nacen los monstruos:el Absurdo, la Nusea, la Angustia, la Soledad, la Nada... Como dice Simone deBeauvoir, al suprimir a Dios nos hemos quedado sin el nico interlocutor querealmente vala la pena; y la vida viene a ser, como dice Sartre, una pasinintil, como un relmpago absurdo entre dos eternidades de oscuridad.Con frecuencia no puedo evitar el dar vueltas en mi mente al siguienteinterrogante: Cmo ser el final de quienes han vivido como si Dios noexistiera? Es el momento cumbre de la vida. Cuando adviertan que ya no hayesperanza, que slo les restan unas semanas de vida, a quin clamar?, a quin

    ofrendar ese holocausto?, dnde sujetarse?, a quin agarrarse? No habrasidero.

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    i. El drama de la fe

    Al abrir la Biblia y contemplar la marcha del Pueblo hacia Dios en la

    profundizacin, esclarecimiento y purificacin de su fe, llegamos aexperimentar vivamente qu difcil es esta ruta que conduce al misterio deDios, la ruta de la fe! Y no slo para Israel; sobre todo para nosotros. Cada daestamos viendo que el desaliento, la inconstancia y las crisis nos esperan encualquier esquina. Y esto, sin olvidar que la fe, en s misma, es oscuridad eincertidumbre. Por eso hablamos aqu de drama.Al entrar, pues, en este verdadero tnel, debemos recordar aquella valienteinvitacin de Jess: Esforzaos para entrar por la puerta estrecha (Lc 13,24).

    La prueba del desierto

    En distintos momentos, el Concilio presenta la vivencia de la fe como unaperegrinacin (LG 2, 8, 65). Ms an, nos la presenta en un nivel paralelo a latravesa de Israel por el desierto. Ciertamente aquella marcha constituy 4aprueba de fuego para la fe de Israel en su Dios. Sin embargo, aunque es verdadque de esa prueba sali fortalecida la fe de Israel, aquella peregrinacin estuvocuajada de adoracin y blasfemia, rebelda y sumisin, fidelidad y desercin,aclamacin y protesta.Todo ello es un smbolo real de nuestras relaciones con Dios mientras estamos

    en camino y, sobre todo, y esto es lo que aqu nos interesa destacar, es unsmbolo de las vacilaciones y perplejidades que sufre toda alma en su ascensinhacia Dios, ms concretamente en su vida de fe. Pocos hombres, quiz nadie, sehan visto libres de tales desfallecimientos, como lo veremos con la Biblia en lamano.

    * * *Llegado el momento oportuno, Dios irrumpi en el escenario de la historiahumana. Entr para herir, liberar, igualar. Amigo de Dios y conductor de los

    hombres, Moiss se enfrenta al faran, congrega al pueblo disperso, y lo poneen marcha hacia el pas d la Libertad.

    Salidos de Egipto, comienza la gran marcha de la fe hacia la claridad total. Pero,ya con los primeros pasos, la crisis de fe comienza a enroscarse como unaserpiente en el corazn del pueblo. La duda sube hasta sus gargantas para gritar:El desierto ser nuestra tumba (Ex 14,11>. No te decamos que nos dejarasservir a los egipcios? No era eso mejor que morir en el desierto? (Ex 14,12).Se prefiere la seguridad a la libertad. En medio de la confusin, slo Moiss

    mantiene viva la fe: no tengis miedo, Dios har brillar su Gloria y maanamismo veris resplandecer esa Gloria (Ex 14,17) porque Dios combatir por

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    nosotros y con nosotros.Ante estas palabras, la fe del pueblo se enciende de nuevo. Y con sus propiosojos contemplan fenmenos nunca vistos. De pronto comenz a soplar unviento recio del sur que cort las aguas y las dividi en dos grandes masas. Y el

    pueblo pas como en medio de dos murallas, mientras los egipcios quedabanatrapados como plomo en el fondo del mar. Ante semejante espectculo elpueblo crey en Dios y en Moiss, su siervo (Ex 14,31), y entonaron un cantotriunfal (Ex 15,1-23). Sin embargo, una vez ms, haban necesitado un signopara recuperar su fe: Bienaventurados aquellos que, sin haber visto, creen (Jn20,29).

    * * *Avanz la peregrinacin durante tres das, internndose a fondo en el desiertodel Sur. El desierto vuelve a poner de nuevo a prueba la fe del pueblo. Elsilencio de la tierra y, a veces, el silencio de Dios invade sus almas y sientenmiedo. Se les han agotado las provisiones. Qu comern? Y, como avesrapaces, se abaten sobre el pueblo el desaliento, la nostalgia y la rebelda. Nos has trado al desierto para matarnos de hambre? Mucho mejor quehubiramos muerto a espada, a manos de los egipcios (Ex 16,3).El pueblo sucumbe definitivamente a la tentacin de la nostalgia y se pusierona llorar mientras decan: oh aquella rica carne de Egipto!, oh aquel sabrosopescado que comamos de balde en Egipto, y aquellos melones, y aquellassandas, y aquellos puerros, ~ aquellas cebollas, y aquellos ajos! (Nm 11,5).

    Moiss, cuya fe se mantena inconmovible porque a diario conversaba con Dioscomo con un amigo, les dijo:No tengo nada que ver con vuestras murmuraciones, esas voces son quejascontra Dios. Pero os aseguro que maana mismo vais a ver otra vez la Gloriade Dios y vuestras protestas quedarn reducidas a ridculas voces (Ex 16,5-9).Y al da siguiente por la tarde, una bandada de codornices cubri todo el campo,y al otro da apareci sobre la tierra algo as como un roco, con el que el pueblose saciaba todas las maanas (Ex 16,13-16).

    * * *La peregrinacin sigui avanzando hacia Cades Barne bajo un sol de fuego,sobre un mar de ardiente arena. Y a medida que avanzaban, otra vez eldesaliento y la tentacin turbaron sus almas; la tentacin definitiva de detenerse,abandonar la marcha y regresar a las comodidades antiguas, aunque fuera enestado de esclavitud. Nos has trado al desierto para matarnos de sed anosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado (Ex 17,3)Y en este momento una duda punzante echa por tierra el recuerdo de tantosportentos, muerde el fundamento de su fe y se expresa en aquella terrible

    pregunta: Est Dios con nosotros, s o no? (Ex 17,7). La duda habaalcanzado la cumbre ms alta. Por lo cual aquel lugar se llam Mas (porque

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    protestaron contra Dios) y Merib (porque desairaron a Dios). Esta fue laprueba del desierto en su marcha hacia Canan.Pocos hombres de Dios se han librado de alguna fuerte prueba.

    Nuevas pruebas en nuevos desiertos

    Si siempre fue spera y difcil la ruta de la fe, en nuestros das han aumentadolas dificultades. Hoy la Iglesia est atravesando un nuevo desierto. Lasamenazas que acechan a los peregrinos son las mismas de antao: desalientospor eclipses de Dios, la aparicin de nuevos dioses que reclaman adoracin, yla tentacin de detener la dura marcha de la fe para regresar al confortable yfrtil Egipto.

    Dificultades intelectuales

    El hombre ha vivido durante miles de aos bajo la tirana de las fuerzas ciegasde la naturaleza, fuerzas que l diviniz. Para contrarrestar esas fuerzasdivinizadas, el hombre acudi a los ritos mgicos. Aunque la Biblia es unapurificacin de esos conceptos y costumbres mgicas, en nuestro ancestro msprofundo quedan de ese mundo encantado reminiscencias, muchas de las cualeslas hemos endosado al Dios de la Biblia.La tcnica ha desplazado esas convicciones y costumbres. La ciencia explica loque antes se atribua a divinidades mticas o se consideraba atributo exclusivo

    de Dios. Y aqu nace un peligro: el de confundir lo mgico con lo sobrenatural,arrasar indiscriminadamente con lo uno y lo otro sin distinguirconvenientemente el trigo de la cizaa, y llegar a la conviccin de que todo loque no sea ciencia-tcnica, o no existe o es una proyeccin de nuestrasimpotencias y temores.

    * * *Efectivamente, en tiempos pasados muchos fenmenos de la naturaleza losexplicbamos relacionndolos con Dios. Ahora, al comprobar que todo

    fenmeno natural se explica con los mtodos propios de las ciencias,imperceptiblemente estamos desentendindonos de Dios. A medida que nuestramente se despuebla de aquellas explicaciones, nuestra vida consciente se vavaciando gradualmente de la presencia de Dios. Muchos lo sienten ntimamente,y otros lo dicen abiertamente: que la ciencia acabar por explicar todo loexplicable y que, en adelante, Dios ser una hiptesis innecesaria.

    Sin embargo, ni la tecnologa ni siquiera las ciencias socio-psicolgicas jamslograrn dar la respuesta cabal a la pregunta fundamental v nica del hombre, la

    cuestin del sentido de la vida. Slo cuando el hombre tropieza con su propiomisterio, cuando experimenta hasta el vrtigo la extraeza de estar ah, de

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    estar en el mundo como conciencia y como persona, slo entonces se planteaesta cuestin central: Quin soy yo? Cul es la razn de mi existencia? Dequ manantial provengo yo? Hay un porvenir para m, y qu porvenir?Hoy no se llevan a cabo campaas, llenas de argumentos y de pasin, contra

    Dios. Simplemente se prescinde de l, se lo abandona como un objeto que ya nosirve. Es un atesmo prctico, ms peligroso que el sistemtico, pues vainoculndose suavemente en los reflejos mentales y vitales.

    * * *Nuestra sntesis teolgica no resiste la visin csmica y antropolgica que nosdan las ciencias. Las investigaciones sobre el origen del mundo y del hombredistan mucho de los datos de la Escritura, aunque hoy afirmemos que la Bibliano pretende dar explicaciones cientficas.Sin poder evitarlo, sentimos el contraste entre nuestra dificultad de expresar aDios con signos y smbolos, y la expresin de las ciencias que son unasfrmulas difanas, evidentes y directas. Nos desconcierta la claridad de losmtodos cientficos de investigacin, en contraste con nuestros mtodosinductivo-deductivos, por las vas analgicas para conocer a Dios.

    Si no hemos madurado personalmente una fe coherente con los descubrimientoscientficos, sobreviene la secularizacin que, sin duda, es un proceso purificadorde la imagen de Dios. Pero como muchos no aciertan a distinguir las fronterasde este proceso conveniente v necesario, pasan al terreno de la secularidad hasta

    acabar en un secularismo profano en el que la fe en Dios se debate en unaagona prxima a la muerte. Todo ello est dando origen a una ideo-logiaradical y exclusiva que slo admite el siglo, el mundo. lo profano.

    Como consecuencia de estas ideas y hechos, surge el horizontalismo, unaideologa que debilita la fe y problematiza nuestros solemnes compromisos conDios, porque viene a decir que cualquier esfuerzo aplicado a lo que no pertenecea este mundo es alienacin. La vida con Dios, tiempo perdido; cualquierentretenimiento religioso, tiempo malgastado; el celibato, absurdo y

    perjudicial; la nica actividad vlida, la promocin humana; el nico pecado, laalienacin.

    * * *Esta inspiracin ambiental va penetrando en el alma de aquellos hermanos aquienes, en otro tiempo, una fe incondicional los lig a Dios con una fuertealianza.Tengo la impresin de que el nuevo pueblo de Dios se ha atascado otra vez enMas y en Merib, donde la fe ha descendido a sus niveles ms bajos, y ya se

    escuchan como all los lamentos y desafos. Hoy, la fe resulta para muchos unapalabra dura, y quin puede soportarla? (Jn 6,60). Y como en toda poca de

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    purificacin se cumplirn aquellas trgicas palabras: Desde entonces muchosde los suyos se retiraron, y ya no le siguieron ms (Jn 6,66).

    Despus del desconcierto, vendr la maduracin, es decir, una sntesis coherente

    y vital. elaborada personalmente y no extrada de los manuales de teologa;sntesis en la que se fusionen los avances de las ciencias y una profunda amistadcon Dios. Mientras tanto, este perodo que estamos atravesando ayudar apurificar la imagen de Dios. La fe, como dice Martn Buber, es una adhesin aDios, pero no una adhesin a la imagen que uno se ha formado de Dios nitampoco una adhesin a la fe del Dios que uno ha concebido, sino adhesin alDios que existe.

    Como dice Rahner, el mundo moderno se ha entusiasmado con los grandesinventos de la ciencia, la tcnica v la organizacin, como el nio que acaba deestrenar la bicicleta y por andar en ella deja la misa del domingo. La bicicleta sele ha convertido en dolo, en algo absoluto.Pero cuando despus de darse varios trompazos con la bicicleta toma concienciade que esta no es algo absoluto, aunque s un valor relativo, decide volver amisa, pero en bicicleta.De qu le vale al hombre, decan los universitarios de Pars, tener muchascosas o incluso llegar a resolver el problema del hambre, si despus todos nosmorimos de aburrimiento?.

    Dificultades vivenciales

    Se han aceptado como criterios de vida la inmediatez, la eficacia y la rapidez.Por contraste, la vida de fe es lenta y exige una constancia sobrehumana, suadelanto es oscilante y no se lo puede comprobar con mtodos exactos demedicin; en consecuencia nos sentimos defraudados, confusos y comoperdidos en la selva.Bajo la influencia de las ciencias psicolgicas y sociolgicas,. hoy prevalecenlos criterios subjetivos Aquello que era objetivo como las verdades de fe, las

    normas de la moral o del ideal, ha perdido su actualidad y valoracin, mientrasse abre paso libre a los valores subjetivos e instintivos. Hoy da est de moda loemocional, lo afectivo y lo espontneo.De ah deriva el hecho de que se hayan desvalorizado por completo ciertoscriterios como el dominio de s mismo, mientras la comodidad se va erigiendoen la nueva norma del comportamiento. Hoy da no tienen sentido la ascesis, lasuperacin, la privacin, elementos indispensables en la marcha hacia Dios;esas palabras a muchos les suenan hasta repugnantes; lo menos que piensan esque son perjudiciales para el desarrollo de la personalidad.

    La norma que prcticamente han adoptado coincide en un todo con el ideal de lasociedad de consumo: disfrutar al mximo de la vida, consumir el mayor

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    nmero de bienes, darse el mximo de satisfacciones dentro de aquel idealcomamos y bebamos y coronmonos de rosas (Sab 2,8). Claro est que estono se dice con palabras tan desenvueltas. Se dice: hay que evitar la represin,hay que fomentar la espontaneidad, no hay que violentar la naturaleza, es

    necesario asegurar la autenticidad.Hoy da no se sabe qu hacer con el silencio. La sociedad de consumo ha creadouna variada industria para fomentar la distraccin y la diversin, y de estamanera evitar al hombre el horror al vaco y a la soledad. De este modo seacomoda el objeto al sujeto, no se soportan las normas establecidas y se darienda suelta a la espontaneidad, hija del subjetivismo.

    * * *Vivimos en el nuevo desierto. El camino de Dios est erizado de dificultades.Las tentaciones cambian de nombre. Antao las tentaciones se llamaban lasollas repletas, el pescado frito, la carne asada, las cebollas y las sandias deEgipto. Hoy da las tentaciones se llaman el horizontalismo, el secularismo, elhedonismo, el subjetivismo, la espontaneidad, la frivolidad.

    Cuntos de los peregrinos llegarn a la Tierra Prometida? Cuntosabandonarn la dura marcha de la fe? Tendremos que hacernos a la idea,tambin nosotros, de que slo un pequeo resto habr de llegar a la fidelidadtotal a Dios? Cul es y dnde est el Jordn que habremos de atravesar paraentrar en la zona de la Libertad? Una vez ms el horizonte se nos puebla de

    preguntas, silencio y oscuridad. Es el precio de la fe.Estamos en un proceso de decantacin. La fe es un ro que avanza. Lasimpurezas se posan en el lecho del ro, pero la corriente sigue.

    2. Desconcierto y entrega

    La fe, en la Biblia, es un acto y una actitud que abarca todo el hombre: suconfianza profunda, su fidelidad, su asentimiento intelectual y su adhesinem6cional; y abarca tambin su vida comprometiendo su historia entera con sus

    proyectos, emergencias y eventualidades.La fe bblica, a lo largo de su desarrollo normal, encierra los siguienteselementos: Dios se pone en comunicacin con el hombre. En seguida Diospronuncia una palabra y el hombre se entrega incondicionalmente. Dios pone aprueba esa fe. El hombre se desconcierta y vacila. Dios se descubre de nuevo.El hombre da cima al plan trazado por Dios participando profundamente de lafuerza misma de Dios.Esta fe es la que hizo a Abraham caminar en la presencia de Dios (Gn 17,1),expresin cargada de un denso significado: Dios fue la inspiracin de su vida;

    fue tambin su fuerza y norma moral; fue, sobre todo, su amigo. Siguiendo estamisma lnea, dice la Escritura que crey Abraham a Dios y le fue reputado a

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    justicia (Gn 15,6). Con estas palabras el autor quiere indicar no solamenteque esa fe tuvo un mrito excepcional, sino que ella condicion, comprometi ytransform toda su existencia.Los elementos mencionados estn vivamente expresados en la Carta a los

    Hebreos:Por la fe, Abraham, obediente a la llamada divina, sali hacia una tierra queiba a recibir en posesin, y sali sin saber adnde iba. Por la fe, vino a vivir enla tierra que se le haba prometido como en una tierra extranjera, viviendo entiendas, as como Isaac y Jacob, herederos como l de la misma promesa; porque esperaba la ciudad de slidos fundamentos, cuyo arquitecto yconstructor es Dios...En la fe murieron todos stos sin haber alcanzado la realizacin de laspromesas, pero habindolas mirado y saludado desde lejos y confesado que eranextranjeros y peregrinos en la tierra. Los que as hablan dejan ver claro quebuscan una patria...Por la fe sometieron reinos, ejercieron la justicia, obtuvieron las promesas,cerraron las fauces de los leones, apagaron la fuerza del fuego, escaparon delfilo de la espada, cobraron poder en la debilidad, se hicieron valientes en lalucha y rechazaron las invasiones extranjeras.Por la fe unos fueron martirizados, sin aceptar rescate, para encontrar mejorresurreccin; otros recibieron la prueba de las injurias y los azotes, y ademscadenas y prisin:fueron lapidados, aserrados, tentados y murieron con muerte de espada, erraron

    con pieles de oveja y de cabra, privados, oprimidos, maltratados, vagando porlos desiertos y montaas y cavernas y cuevas de la tierra (Heb 11,1-39).

    La historia de una fidelidad

    El Nuevo Testamento presenta a Abraham como prototipo de la fe,precisamente porque como en muy pocos creyentes, acaso como en ninguno, secumplieron en l las alternativas dramticas de la fe. Es el verdadero peregrinode la fe.

    Dios da una orden a Abraham, que al mismo tiempo es una promesa: Sal de tutierra... hacia una tierra que yo te indicar, y te har padre de un gran pueblo(Gn 12,1-4). Abraham cree. Qu le signific este creer? Le signific extenderun cheque en blanco, confiar contra el sentido comn y las leyes de lanaturaleza, entregarse ciegamente y sin clculos, romper con toda una situacinestablecida y, a sus setenta y cinco aos, ponerse en camino (Gn 12,4) haciaun mundo incierto sin saber adnde iba (Heb 11,8).Pero esta entrega tan confiada le va a costar muy caro y le obligar a colocarseen un estado de alta tensin, no exenta de confusin y perplejidad. En una

    palabra, Dios somete a prueba la fe de Abraham.Por de pronto, pasan los aos y no llega el hijo de la promesa. Dios mantiene a

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    Abraham en una perpetua suspensin como en una novela por entregas, o comoen esos seriales televisivos que cada noche finalizan en el instante en quepareca se iba a producir el desenlace: as Dios, en seis distintas oportunidadesle hace promesa de un hijo (Gn 12,16; 15,5; 17,16; 18,10; 21,23; 22,17). Pero

    pasan decenas de aos y el hijo no llega. En este periodo, Abraham vive lahistoria de una fidelidaden la que se alternan las angustias con las esperanzas,como el sol que aparece y desaparece entre las nubes. Es la historia de laesperanza, en fe, contra la esperanza (Rom 4,18).En todo este tiempo Abraham vive una ansiosa espera resistiendo, para nodesfallecer en su fe, las reglas del sentido comn y las leyes de la fisiologa(Gn 18,11), haciendo el ridculo frente a su mujer: Se rea Sara en el interiorde la tienda de campaa, diciendo: Ahora que soy una vieja, acaso voy aflorecer en una nueva juventud? Adems, mi marido es tambin un viejo (Gn18,12).

    * * *La soledad comienza a golpear las puertas del corazn de Abraham. Tiene quesufrir con pena la separacin de su sobrino Lot (Gn 13,1-18). A pesar de lascampaas victoriosas contra los cuatro reyes, del aumento de la riqueza y de laservidumbre, en su corazn comienza a flaquear la fe y la angustia va ganandoterreno da a da.Llega un momento en que su fe est a punto de desfallecer por completo. Y enmedio de un profundo desaliento se le queja a Dios dicindole: Es verdad que

    me has dado muchos bienes, pero para qu? Yo voy a morir pronto; no mehas dado hijos y todos los bienes que me diste los va a heredar un criado, esedamasceno Eliezer (Gn 15,2-4). Entonces mismo, Dios reafirma la promesa.Pero la fe de Abraham, en este momento, se agita en una honda crisis: CayAbraham sobre su rostro y se rea dicindose en su corazn Conque a uncentenario le va a nacer un hijo? Y Sara, que ya tiene noventa aos, va aparir? (Gn 17,17). Por toda respuesta, Dios sac a Abraham del interior de latienda de campaa a la hermosa noche estrellada, y le dijo: Levanta los ojos alcielo y, si eres capaz, cuenta las estrellas. Pues as de numerosa ser tu

    descendencia (Gn 15,5).

    Pero siempre nos ocurre lo mismo. Cuando desfallece la fe, necesitamos unsigno, un asidero para no sucumbir. Dios, comprensivo y compasivo, concedeel signo en consideracin a la emergencia y debilidad que est sufriendo la fe deAbraham. Pregunt Abraham: Seor Dios, en qu conocer que es verdadtodo esto? (Gn 15,8). Y Dios., puesto ya el sol y en medio de una densaoscuridad, tom la forma (signo) de una antorcha resplandeciente que paspor entre las mitades de las vctimas (Gn 15,17).

    Era Abraham de cien aos de edad cuando naci Isaac, su hijo (Gn 21,5).

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    La prueba de luego

    Vislumbramos que, a raz de estos acontecimientos, la fe de Abraham nosolamente se recuper en su totalidad, sino que se consolid definitivamente; se

    profundiz hasta el punto de hacerle vivir permanentemente en una entraableamistad y trato con el Seor; segn lo que se le haba dicho: Anda en mipresencia y sers perfecto (Gn 17,1). Nos lo imaginamos como un hombrecurtido en la prueba, inmunizado contra toda posible duda, dueo de una granmadurez y consistencia interior. Abraham plant en Berseba un tamarindo, einvoc all el nombre de Yav, el Dios eterno (Gn 21,33).Dios, viendo a Abraham con una solidez tan definitiva, lo somete a una pruebafinal de fuego, a una de esas terri52bies noches del espritu de que habla san Juan de la Cruz. Vamos a ver conqu grandeza y serenidad supera la prueba.

    Despus de esto, quiso Dios probar a Abraham, y llamndole, dijo:- Abraham!Y ste contest:Aqu me tienes! Y le dijo Dios:-Anda, toma a tu hijo, el nico, a quien tanto amas, marcha a Moriah y allsacrifcamelo sobre una de las montaas que yo te indicar (Gn 22,1-3).

    En mi opinin, en este episodio la fe bblica va a escalar su cumbre ms alta.

    Para comprender en su exacta dimensin el contenido y el grado de la fe deAbraham en el presente episodio, tenemos que pensar que el acometer un actoheroico puede resultar hasta atrayente, cuando ese acto tiene sentido y lgica,as como el dar la vida por una causa noble y bella. Pero para someterse a unaorden heroica cuando la orden es absurda, o se necesita estar loco o lamotivacin de esa sumisin sobrepasa definitivamente nuestros conceptos yreglas de herosmo.

    Situmonos en el contexto vital de Abraham, y pongmonos a explorar el

    submundo de impulsos y motivos de este gran creyente. Siempre habasuspirado Abraham por tener un hijo. Se senta ya anciano y haba perdido laesperanza de lograr descendencia. Sin embargo, un da Dios le promete el hijo.Como para Dios nada es imposible, Abraham cree. Pasados muchos aos deesperanzas y desesperanzas, lleg el hijo, el cual ser depositario de laspromesas y de las esperanzas. Ahora Abraham puede morir en paz. Pero altima hora Dios le pide que le sacrifique al muchacho.Una exigencia tan brbara y loca era como pata echar por tierra la fe de toda unavida. El sentido comn ms elemental le tena que asegurar que haba sido

    vctima de una alucinacin. Sin embargo, Abraham, una vez ms, cree.Este creer contiene un abandono-confianza en grado ilimitado. Podemos

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    imaginar un dilogo consigo mismo:

    - Que soy un viejo y no podr tener ms hijos?Yo no s nada. El lo sabe todo. El lo puede todo.

    - Que voy a morir pronto y quedo sin heredero?El proveer; El es capaz de resucitar muertos y hasta de convertir las piedras enhijos (Mt 3,9).- Que es ridculo y absurdo lo que me pide? El es sabio, nosotros no sabemosnada.

    Es decir, hay una disposicin incondicional de entregarse, de abandonarse conuna confianza infinita, un estar infaliblemente seguro de que Dios es poderoso,bueno, justo, sabio contra todas las evidencias del sentido comn; es algo ascomo atarse de pies y manos y dejarse caer en un vaco porque l no permitirque los pies golpeen contra el suelo. En mi opinin, sta es la sustanciadefinitiva -y el momento cumbre- de la fe bblica.

    * * *Veamos ahora cmo se desenvuelve Abraham, lleno de una paz infinita, degrandeza v ternura:

    Se levant, pues, Abraham, muy de madrugada, prepar su asno, y tomandoconsigo dos criados y a Isaac, su hijo, parti la lea para el holocausto y se puso

    en camino para el lugar que le haba sealado Dios.Al tercer da, levant Abraham sus ojos y vio a lo lejos el lugar. Dijo a sus doscriados:-Quedaos aqu con el asno; yo y el muchacho iremos hasta all, y despus dehaber adorado, volveremos aqu.Y tomando Abraham la lea para el holocausto, se la carg a Isaac, su hijo.Tom l en su mano el fuego y el cuchillo y siguieron caminando juntos. DijoIsaac a su padre:-Padre.

    -Qu quieres, hijo mo?-Aqu llevamos el fuego y la lea; pero el cordero para el holocausto, dndeest?-Dios lo proveer, hijo mo.Y siguieron juntos. Llegado al lugar que le haba sealado Dios, erigiAbraham un altar, prepar sobre l lea, at a su nio y lo puso sobre el altar,encima de la lea. Tom el cuchillo y levant su brazo para degollar a su nio.Pero se escuch una voz desde el cielo que le dijo:-Abraham, Abraham, no hagas ningn dao a tu nio porque ahora he visto que

    de verdad amas a Dios, pues por m no has perdonado a tu hijo, el unignito(Gn 22,3-12).

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    En la narracin, la fe y el abandono adquieren relieves particulares. Diosproveer es como una meloda de fondo que da sentido a todo. Es significativoque esta narracin acabe con aquel versculo: Denomin Abraham a este lugar

    Yav provee )por lo que hasta hoy se dice: "En el monte de Yav se proveer"(Gn 22,14).

    La esperanza contra toda esperanza

    La historia de Israel es otra historia de la esperanza contra la esperanza. Enlos largos siglos que van desde el Sina hasta la madurez de los tiempos (Gl4,4), Dios aparece y desaparece, brilla como un sol o se esconde detrs de lasnubes; hay teofanas clamorosas o largos perodos de silencio. Es una largacaminata de esperanzas y desalientos. Dios ha querido que la historia de Israelsea la historia de una experiencia de fe. Por eso, tanto all como en nuestrapropia vida de fe, nos encontramos frecuentemente con el silencio de Dios, laprueba de Dios, la noche oscura.Israel es sacado de Egipto y lanzado a un interminable peregrinar hacia unapatria soberana. Fue una larga ruta de arena, hambre, sed, sol, agona y muerte.Se les prometi que se les iba a regalar una tierra que mana leche y miel. Ningn regalo sino una conquista prolongada a costa de derrotas,humillaciones, sangre y sudor. Ninguna leche ni miel sino una tierra calcrea yhostil que han de cultivar con mil dificultades.

    Lleg un momento en que Israel se convenci de que Dios, o no exista, o loshaba abandonado definitivamente, y de que la nacin era borrada del mapa parasiempre. Fue en el ao 587 a.C., cuando los sitiadores de Nabucodonosorlograron quebrar la resistencia de Jerusaln, que haba aguantado 18 meses elasedio de los invasores. Por fin la ciudad cay y la venganza fue horrible.Jerusaln fue saqueada, arrasada y quemada. El famoso templo de Salomn sedesplom envuelto en llamas. All desapareci para siempre el arca de laAlianza. Tomaron a todos los habitantes de Jerusaln y gran parte de los

    habitantes de Jud, y los deportaron a Babilonia bajo la vigilancia de losvencedores, en una caminata de mil kilmetros, envueltos en polvo, sol,humillacin y desastre.Estas son las noches oscuras en la ruta de la fe. En medio de esa oscuridad,tanto Israel como nosotros nos inclinamos a abandonar a Dios, porque nossentimos abandonados por l. Pero a la vuelta de un cierto tiempo, purificadosnuestros ojos de tanto polvo, aparecer su rostro ms radiante que nunca. Lopueden atestiguar el profeta Ezequiel y el tercer Isaas.Y fuera del parntesis imperial del reinado David-Salomn, la vida de Israel es

    una historia insignificante de la liga de las doce tribus, pas avasallado enoleadas sucesivas por egipcios, asirios, babilonios, macedonios y romanos. Era

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    como para no confiar ms en su Dios, o como para pensar que su Dios erapoca cosa. Y, sin embargo, por esta ruta de desengaos y oscuridades, Diosfue transportando a Israel desde los sueos de una grandeza terrestre hacia laverdadera grandeza espiritual, hacia las claridades de la fe en el Dios verdadero.

    Tedio y agona

    Para los que nos esforzamos por vivir la fe total en Dios, nos resultaconmovedora e impresionante aquella crisis que sufri el profeta Elas en superegrinacin hacia el monte Horeb.Era Elas un profeta fogueado en las luchas con Dios, templado como una fieraen el torrente Querit, donde slo coma medio pan que le traan los cuervos y beba del mismo torrente. Se haba enfrentado a los reyes, habadesenmascarado a los poderosos, confundiendo y degollando a los adoradoresde Baal en el torrente de Quisn.De un hombre de semejante temple y fortaleza no esperaramos undesfallecimiento; sin embargo, ste existi, y de qu profundidad! Enterada lareina Jezabel de cmo Elias haba pasado a espada a los sacerdotes de Baal,envi un emisario al profeta para anunciarle que al da siguiente lo pasarantambin a l a cuchillo. Es de saber que Jezabel haba introducido en Israel elculto a los dioses extranjeros.Ante este anuncio, el profeta Elas emprende la marcha forzada hacia el monteHoreb, smbolo de la ascensin del alma, por el camino de la fe, hacia Dios.

    Elas se levant y huy para salvar su vida y lleg a Berseba que est en Jud.Y dejando all a su siervo, l sigui caminando por el desierto durante un daentero y, cansado, se sent a la sombra de un arbusto y sinti ganas de morirse.Y dijo a Dios:-Seor, basta ya! Llvame de esta vida porque no soy mejor que mis padres.Y tumbndose en el suelo, se qued dormido.Y un ngel le toc dicindole:-Levntate y come.

    Mir Elas y vio a su cabecera una torta cocida y una vasija de agua. Comi,bebi y volvi a acostarse. Pero el ngel vino por segunda vez y le toc,diciendo:-Levntate y come porque te queda todava un largo camino que recorrer (1 Re19,3-7).

    Sobrecoge esta profunda depresin del profeta. Sus palabras recuerdan aquellasotras palabras de Jess: Siento tristeza de muerte (Mt 26,38; Mc 14,34>.Para los que han tomado en serio a Dios y viven en su proximidad y presencia,esas depresiones tienen caractersticas de una verdadera agona, segn eltestimonio de san Juan de la Cruz.

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    No hay hombre que con mas o menos frecuencia, con una mayor o menorintensidad no sufra estos procesos de purificacin que, fundamentalmente, sonoleadas de oscuridad, nubes que cubren a Dios, como si una capa de cienatmsferas oprimiera el alma. Y agrega san Juan de la Cruz que si Dios nos

    retira su mano, moriramos.Ms all de la duda

    Francisco de Ass fue un creyente que goz gran parte de su vida de laseguridad resplandeciente de la fe; sin embargo, unos aos antes de morir cayen una sombra depresin que sus amigos y bigrafos calificaron de gravsimatentacin espiritual, que dur aproximadamente unos dos. aos (3). Slosabemos que fue una continua agona, en la que el Pobrecillo, como si estuvieraabandonado de Dios, caminaba entre tinieblas, tan atormentado de dudas yvacilaciones que casi estaba por desesperarse. Fue una inquietud de concienciatan grave e invencible, que Francisco necesit de una particular intervencindivina para salir de la misma.

    En los primeros aos de su conversin, el Seor le haba revelado que debavivir segn la forma del santo Evangelio (Testamento). Con la fidelidad de uncaballero andante y con la simplicidad de un nio, Francisco sigui literalmenteel texto y contexto del Evangelio, arrojando el bastn, la bolsa) las sandalias (Lc9,3). Desde entonces no toc el dinero. No quiso para s ni para los suyos

    conventos, ni casas, ni. propiedades. Quiso que fueran peregrinos y extranjerosen este mundo, itinerantes sobre la tierra entera, trabajando con sus manos,depositando su confianza en las manos de Dios, sin llevar documentospontificios, expuestos a las persecuciones.

    Los quiso pobres, libres y alegres. No sabios sino testigos. No importaban losestudios, no se necesitaban bibliotecas, los ttulos universitarios estaban desobra; slo el Evangelio, vivindolo simplemente, plenamente, sin glosas, sinepiqueyas, sin interpretaciones ni exgesis.

    Este estilo de vida que le haba revelado personalmente el Seor atrajomillares de hermanos al nuevo movimiento. Pero pronto en el movimientofranciscano naci, creci y domin una gran corriente de hermanos que seavergonzaban de ser pobres,pequeitos, menores, y queran imprimir rumbosdistintos a la incipiente (ya numerosa) Fraternidad. La corriente capitaneada porlos sabios que haban ingresado en la Fraternidad y por el representante delSanto Padre, alentaba criterios diametralmente opuestos a los ideales y a laforma de vida de Francisco.

    Ellos decan: necesitamos sabios y bien preparados.

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    Francisco responda: necesitamos sencillos y humildes.Ellos exigan: ttulos universitarios.Francisco contestaba: slo el ttulo de la pobreza.Ellos reclamaban: grandes casas para estudios.

    Francisco responda: humildes chozas para pasar por el mundo.Ellos afirmaban: la Iglesia necesita una poderosa y bien aceitada mquina deguerra contra los herejes y sarracenos.

    Francisco responda: la Iglesia necesita penitentes y convertidos.

    Francisco de Ass, un hombre que no haba nacido para gobernar ni menos paraluchar, se vio envuelto en medio de una tormenta, a la defensa del idealevanglico.Pero el fondo del drama era ste: mientras Francisco tena absoluta seguridadinterior de que el Seor le haba revelado directa y expresamente la forma devida evanglica en pobreza y humildad, el representante del Papa y los sabiosafirmaban que era voluntad de Dios, expresada en las necesidades de la Iglesiay en los signos de los tiempos, el organizar la Fraternidad bajo el signo delorden, de la disciplina y de la eficacia.Este es el quicio de su conflicto profundo: A quin obedecer? Dnde estefectivamente Dios y su voluntad: en la voz dc la Porcincula donde se le sealla ruta de la pobreza ~ humildad evanglicas como forma de vida, o en la vozdel representante oficial del Papa, que quera dar a la fraternidad rumbos deeficacia, organizacin e influencia, con una fuerte reglamentacin, para el

    servicio de la Iglesia? Dnde estaba realmente la voluntad de Dios?

    Y en este terrible momento en que necesitaba or la voz de Dios, Dios callaba; yel Pobrecillo se debati en una larga irona de dudas y preguntas en medio deuna completa oscuridad: Qu quiere Dios? Lo que quiere el representante delPapa y los sabios es la real voluntad de Dios? Ellos dicen que hay que dar almovimiento una estructura monacal o al menos conventual, en cambio el Seorme orden expresamente que furamos una fraternidad evanglica deitinerantes, penitentes, pobres y humildes. Ha podido inspirar el mismo Dios

    direcciones tan contrarias? Dnde est Dios? A quin obedecer?No estara l, Francisco, defendiendo su obra en vez de defender la obra deDios? El era un ignorante, los dems eran sabios; la Jerarqua pareca sealarcriterios contrarios a los suyos. Pareca lgico pensar que si alguien se habaequivocado, era precisamente l, Francisco. As que, todo habra sido unaalucinacin? La voz de Espoleto, de San Damin y de la Porcincula, fueron,entonces, un delirio de grandeza? Luego, definitivamente, nunca ha estadoDios con l? No ser Dios mismo una alucinacin inexistente?Y el pobre Francisco se refugiaba en las grutas de Rieti, Cortona V (le

    Alvernia; golpeaba las puertas del cielo y el cielo no responda. Clamaballorando a Dios y Dios callaba. Perdi la calma. Aquel hombre, antao tan

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    radiante, se puso malhumorado Comenz a amenazar, a excomulgar. Tan alegresiempre, sucumbi a la peor de las tentaciones: a la tristeza.

    Hubo momentos en su vida en que el desaliento adquiri alturas vertiginosas,

    como en aquella noche que yo llamara la noche transfigurada de Francisco:en la cabaa de San Damin sinti todos los dolores fsicos imaginables ;peroeso era lo de menos: una punzante y torturadora duda sobre su salvacin lollev literalmente a la desesperacin Por fin, esa noche, el cielo habl. Diosrevel a Francisco que su salvacin estaba asegurada. Y en esa negra noche deratas y dolores compuso el himno ms jubiloso y optimista que haya salidojams del corazn humano:

    * * *Cmo desapareci la gravsima tentacin? Con un acto absoluto deabandono) tal como en el caso de Jess y de los grandes hombres de Dios. Unda en que se hallaba oprimido y con lgrimas., oy una voz que le dijo:-Francisco, si tuvieras tanta fe como un grano de mostaza, diras a esa montaaque se alejara hasta el mar, y te obedecera.-Seor, qu montaa es sa?-La montaa de tu tentacin.-Seor -respondi Francisco, hgase en m segn tu palabra.Aquel da desapareci definitivamente la tentacin. La paz regres a su alma, lasonrisa a su rostro; y de nuevo y para siempre la alegra envolvi su vida.

    El silencio de Dios

    En este vivir 4a tras da en busca del Seor, lo que ms desconcierta a loscaminantes de la fe es el silencio de Dios. Dios es aquel que siempre calladesde el principio del mundo: he ah el fondo de la tragedia, deca Unamuno.

    Adnde te escondiste

    Estos ojos fueron estructurados para la posesin, esto es, para la evidencia.Cuando ellos acababan por dominar, distinta y posesivamente, ese mundo deperspectivas, figuras, colores y dimensiones, los ojos descansan satisfechos: hanrealizado su objetivo, han llegado a la evidencia.Estos odos, por su dinmica interna, estn destinados para aprehender el mundode los sonidos, armonas y voces. Cuando consiguen su objetivo, quedanquietos, se sienten realizados.Y as, diferentes potencias arman la estructura humana:

    potencia intelectiva, intuitiva, visual, auditiva, sexual, afectiva, neurovegetativa,.... Cada potencia tiene sus mecanismos de funcionamiento y su objetivo.

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    Alcanzado su objetivo, las potencias descansan. Mientras tanto se mantieneninquietas. En resumen, todas las potencias del hombre y el hombre mismofueron estructurados para la evidencia (posesin).

    Pero he aqu el misterio: el hombre pone en marcha todos los mecanismos, y,una por una, las potencias logran su objetivo: todas ellas quedan satisfechas y,sin embargo, el hombre queda insatisfecho. Qu significa esto? Quiere decirque el hombre es otra cosa y ms que la suma de todas las potencias; y que elelemento especficamente constitutivo del hombre es otra potencia enterrada,mejor, una super-potencia que subyace y sostiene a las dems.

    * * *Me explicar. Nacido de un sueo del Eterno, el hombre no slo es portador devalores eternos sino que l mismo es un pozo infinito porque fue soado ycavado segn una medida infinita. Infinitas criaturas jams alcanzarn a llenarese pozo. Slo un Infinito puede ocuparlo por completo.Siendo fotografa del Invisible y resonancia del Silencioso, el hombre lleva ensus ancestros ms primitivos unas fuerzas de profundidad que, inquietas einquietantes, emergen, suspiran y aspiran, en perpetuo movimiento, hacia sucentro de gravedad donde ajustarse y descansar, esperando dar a la cazaalcance.Cada acto de fe y de oracin profunda es un intento de posesin. Sucede losiguiente: esas fuerzas de profundidad son puestas en funcionamiento mediante

    los mecanismos de fe. Me explico: el creyente, como una cpsula espacial,empinado sobre un poderoso cohete, que son aquellas fuerzas, vaaproximndose a su universo para poseerlo y descansar. Y, en un momentodeterminado de la oracin, al llegar ya al umbral de Dios, cuando el creyentetena la impresin de que su Objetivo estaba al alcance de la mano, Dios sedesvanece como en un sueo, se convierte en ausencia v silencio.Y el creyente queda siempre con un regusto a frustracin. Esa sutil decepcinque deja el encuentro con Dios es intrnsecamente inherente al acto de fe. Deesa combinacin entre la naturaleza del hombre y la de Dios nace elsilencio de

    Dios: nacidos para poseer un objetivo infinito, y encontrndose ste ms all deltiempo, nuestro caminaren el tiempo tiene que ser necesariamente en ausenciay silencio.La vida de fe es al mismo tiempo una aventura y una desventura. Sabemos quea la palabraDios corresponde un contenido. Pero, mientras permanezcamos encamino, nunca tendremos la evidencia de poseerlo vitalmente o dominarlointelectualmente. El Contenido siempre estar en silencio, cubierto con el velodel tiempo. La eternidad consistir en descorrer ese velo. Mientras tanto, somoscaminantes porque siempre lo buscamos y nunca lo encontramos.

    * * *

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    Fray Juan de la Cruz expresa admirablemente el silencio de Dios con aquellosversos inmortales:

    Adnde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo

    huiste, habindome herido; sal tras ti clamando, y eras ido.La vivencia de la fe, la vida con Dios es eso: un xodo, un siempre salir tras ticlamando. Y aqu comienza la eterna odisea de los buscadores de Dios: lahistoria pesada y montona, capaz de acabar con cualquier resistencia: en cadainstante, en cada intento de oracin, cuando pareca que esa figura de Diosestaba al alcance de la mano, ya eras ido: el Seor se envuelve en el mantodel silencio y queda escondido. Parece un rostro perpetuamente fugitivo einaccesible: como que aparece y desaparece, como que se aproxima o se aleja,como que se concreta o desvanece.

    Por qu siempre el alma, cuando ha encontrado a Dios, conserva o vuelve aencontrar el sentimiento de no haberlo encontrado? Por qu ese peso deausencia hasta en la ms ntima presencia? Por qu esa invencible oscuridad de Aquel que todo es luz? Por qu esadistancia infranqueable frente a Aquel que todo lo penetra? Por qu esatraicin de todas las cosas que, no bien nos han dejado ver a Dios, en seguidanos lo ocultan otra vez? .El cristiano fue seducido por la tentacin y se dej llevar por la debilidad. Dios

    calla: no dice ni una palabra de reprobacin. Supongamos el caso contrario: conun esfuerzo generoso supera la tentacin. Dios calla tambin: ni una palabra deaprobacin.Pasaste la noche entera de vigilia ante el Santsimo Sacramento. Adems de quesolamente t hablaste durante la noche y el interlocutor call, cuando alamanecer salgas de la capilla cansado y somnoliento, no escuchars una palabraamable de gratitud o de cortesa. La noche entera el otro call, y a la despedidatambin calla.Si sales al jardn vers que las flores hablan, los pjaros hablan, hablan las

    estrellas. Solamente Dios calla. Dicen que las criaturas hablan de Dios, peroDios calla. Todo en el universo es una inmensa y profunda evocacin delmisterio, pero el misterio se desvanece en el silencio.De repente la estrella desaparece de la vista de los reyes magos y ellos quedansumidos en una completa desorientacin.

    * * *De pronto el universo en torno a nosotros se puebla de enigmas y preguntas.Cuntos aos tena esa mam? Treinta y dos, y muri devorada por un

    carcinoma, dejando seis nios pequeos. Cmo es posible? Era una criaturapreciosa de tres aos, una meningitis aguda la dej invlida para toda su vida.

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    Toda la familia pereci en el accidente, en la tarde dominical, de regreso de laplaya. Cmo es posible? Una maniobra calumniosa de un tpico frustrado lodej en la calle, sin prestigio y sin empleo. Dnde estaba Dios? Tena nuevehijos, fue despedido por un patrn arbitrario y brutal, todos quedaron sin casa y

    sin pan. Existe la justicia? Y esas mansiones orientales, tan cerca de ese bosque negro y feo de casuchas miserables... Qu hace Dios? No estodopoderoso? Por qu calla?Es un silencio obstinado e insoportable que lentamente va minando lasresistencias ms slidas. Llega la confusin. Comienzan a surgir voces, nosabes de dnde, si desde el inconsciente, si desde debajo de tierra, o si desdeninguna parte, que te preguntan: "Dnde est tu Dios?" (Sal 41). No se tratadel sarcasmo de un volteriano ni del argumento formal de un ateo intelectual.El creyente es invadido por el silencio envolvente y desconcertante de Dios y,poco a poco, es dominado por una vaga impresin de inseguridad, en el sentidode si todo ser verdad, si no ser producto mental, o si, al contrario, ser larealidad ms slida del universo. Y te quedas navegando sobre las aguasmovedizas, desconcertado por e silencio de Dios. Aqu se cumple lo que dice elsalmo 29:"Escondiste tu Rostro y qued desconcertado."El profeta Jeremas experiment, con una viveza terrible, ese silencio de Dios.El profeta dice al Seor: "Yav Dios, despus de haber soportado por ti a lolargo de mi vida toda clase de atentados, burlas y asaltos, al final, no sers tquiz ms que un espejismo, un simple vapor de agua?" (Jer 15,15-18).

    La ltima victoria

    Qu sucedi a Jess en los ltimos minutos de su agona? Aquello tuvo todaslas caractersticas de una crisis de desconcierto por el silencio de Dios. En estemomento, el Padre fue para Jess Aquel que calla. Jess, sin embargo, tuvouna magnfica reaccin distinguiendo ntidamente elsentiry elsaber.Para medir y ponderar esta crisis, tenemos que examinar ciertos antecedentes deorden fisiolgico y psicolgico.

    Segn los entendidos en la materia, Jess haba perdido para este momento casitoda su sangre. El primer efecto de esa hemorragia fue una deshidratacincompleta, fenmeno en el que la persona sufre no un dolor agudo sino unasensacin asfixiante y desesperada. Como efecto de esto, se apoder de Jessuna sed de fuego que no slo se siente en la garganta sino en todo el organismo,sed que experimentan los soldados que mueren desangrados en los campos debatalla. Ningn lquido del mundo puede apagar esa sed sino una transfusin desangre.Adems, como efecto de esa prdida de sangre, sobrevino a Jess una fiebre

    altsima la cual, a su vez, origin el delirium tremens que, en este caso y entrminos psicolgicos, significa una especie de confusin mental: no se trata de

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    un desmayo sino de una prdida, en mayor o menor grado, de la conciencia desu identidad y de su ubicacin en el entorno vital. En una palabra, a estasalturas, Jess se encontraba hundido en profunda agona.Fuera de esto, y situndose en niveles ms interiores, tenemos que tener en

    consideracin que Jess, obediente a la voluntad del Padre, mora en plena juventud, al comienzo de su misin evangelizadora, abandonado de lasmultitudes y de los discpulos, traicionado por uno, renegado por otro, sinprestigio ni honor, aparentemente sin resultados, con sensacin de fracaso (Mt23,37). Su panorama psicolgico queda reflejado en esta sombra descripcin:

    Slvame, oh Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello.Hundido estoy en lo profundo del barro, y no s dnde apoyar el pie.He llegado a alta mar y las olas me ahogan.Mi garganta est ronca de tanto gritary mis ojos desfallecen de tanto esperar (Sal 68).

    Mas en el ser humano hay niveles ms profundos que el fisiolgico y elpsicolgico. Estos dos niveles podan estar, en Jess, arrasados. Pero all en lazona del espritu, Jess haba conseguido mantener una admirable serenidad a lolargo de la Pasin.Sin embargo, a una cierta altura de su agona, las circunstancias descritas loarrastraron a un estado de desconcierto y confusin. Crisis? Cada en suestabilidad emocional? No se sabra cmo calificar o dnde encasillarlo. Qu

    fue? Desaliento? Pesadilla? Una momentnea no-che de espritu? Aridezen grado extremo? El peso del fracaso? El espanto de encontrarse solo frentea un abismo?Lo cierto es que, de repente, todas las luces se apagaron en el cielo de Jess,como cuando se produce un eclipse total. La desolacin extendi sus alas grisessobre el pramo infinito. A su derredor, de horizonte a horizonte del mundo,nada se vea, nada se oa, nadie respiraba. La ausencia, el vaco, la confusin, elsilencio y la oscuridad se abatieron de improviso sobre el alma de Jess comofieras implacables. La nada? El absurdo? Tambin el Padre estaba entre la

    masa de los desertores?

    Era el juicio del Justo. Los injustos lo juzgaron injustamente y lo condenaron.Esto era normal. En el momento oportuno, el Padre apostara por el Hijo,inclinando a su favor la balanza. Pero llegada la hora decisiva, nadie dio la carapor el Hijo. Tambin el Padre habra tomado asiento en el tribunal junto aCaifs y Pilato? Tambin el Padre se habra sentado a la puerta para ver pasaral condenado?Como en todo pleito siempre le quedaba, en ltima instancia, el recurso de

    amparo apelando al Padre. Pero todo indicaba que el Padre haba abandonado lacausa del Hijo y se haba pasado al bando contrario pidiendo su ejecucin. Y

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    ahora, a quin recurrir? Todas las fronteras y todos los horizontes quedabanclausurados. As que la razn estaba contra el Hijo? Entonces, Jess habasido un entrometido y no un enviado? Un soador? Todo haba sido intil? Alfin, todo se desvaneca en una pesadilla psicodlica, en un caleidoscopio

    alucinante?Sobre los abismos infinitos el pobre Jess flotaba como un nufrago perdido. Asus pies, nada. Sobre su cabeza, nada. Padre mo, por qu me hasabandonado? (Mt 27,46). Era el silencio de Dios que haba cado sobre su almacon la presin de cincuenta atmsferas.

    * * *Sin embargo, todo eso fue lasensacin. Pero la fe no essentirsinosaber.Nunca estuvo Jess tan magnifico como en los ltimos tramos de su agona.Abri los ojos. Sacudi la cabeza como quien despierta y rechaza una malditapesadilla. Se sobrepuso rpidamente al mal momento. La conciencia de su identidad emergi desde las brumas del delirium y tom posesin de toda suesfera vital. Y ya sereno, libr el ltimo combate: el combate de la certezacontra la evidencia, del sabercontra el sentir. Y del ltimo combate naci laltima victoria.Sin decir, dijo: Padre querido, no tesiento, no te veo. Mis sensaciones interioresme dicen que est lejos, que te has transformado en vapor de agua, en sombrafugitiva, en distancia sideral, en vaco csmico, no s, en nada.Sin embargo, contra todas estas impresiones, yo s que ests aqu, ahora,conmigo; y en tus manos entrego mi vida (Lc 23,46). En plena oscuridad dioJess el salto mortal en una profundsima sima sabiendo que all abajo leesperaba el Padre con los brazos abiertos. Y no se equivoc: en los brazos delPadre despert. Fue un final de gloria. El Padre no lo haba preservado de lamuerte pero bien pronto lo rescatara de sus garras.

    Tres alegoras

    No es fcil expresar el significado concreto delsilencio de Dios en trminos

    precisos. Mil veces dice la Biblia que Dios est con nosotros, y dice tambinque estamos (nos sentimos) lejos del Seor (2 Cor 5,6>. Contradiccin? No.Simplemente se trata de vivencias profundas, llenas de contrastes que, alexplicar, parecen contradictorias pero, al vivirlas, no lo son.El vehculo ms adecuado para explicar lo inexplicable es el de la alegora. Poreso he imaginado -y las coloco a continuacin- tres alegoras para transparentarel contenido del silencio de Dios.

    Lejos del Seor

    Qu hicieron conmigo? Me dejaron aqu. Me encontr, yo mismo a m mismo,

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    en esta pampa infinita con todos los cables cortados.Desde subsuelos desconocidos me nacen impresiones vagas, recuerdos difusosque se parecen a sueos olvidados. Hay en m un algo que me dice que, entiempos pretritos, viv en una patria remota y feliz. De aquello, sin embargo,

    no queda nada: ni imgenes ni recuerdos, salvo la nostalgia. Slo eso soy: unanostalgia como una llama al viento. Tengo el alma errante de los expatriados.Desde la madrugada mi corazn comienza a buscar su rostro entre las brumas.A veces se dibuja en lo distante una efigie difusa de mi Anhelado. Es un rostrode niebla sobre la niebla.De repente me gritan:- Por aqu pas anoche!-Lo visteis? -les pregunto.-No -me responden-, estbamos dormidos.-Entonces, cmo lo sabis?-Es que esta maana aparecieron sus huellas. Mira-las, aqu estn.Todo est claro: nadie lo vio pasar perosabemos que El pas anoche por aqu.- En el mar! -me gritaron los ros-. Sobre las aguas profundas y azules estdibujado su rostro.Y en alas del deseo volamos hasta el mar. Entre la espuma y las olascomenzaron lentamente a dibujar un rostro nunca visto. Pero, con elmovimiento de las aguas, en seguida se esfum la figura.Nos internamos en una selva tan espesa que, aun en pleno medioda, slo lassombras imperaban all. Entre la espesura, sin embargo, se filtr de improviso

    un rayo de luz.- Es el sol! -gritaron unos.-No -respondieron otros-: es un pequeo reflejo del sol.Desde ahora ya sabemos que detrs de esa negra espesura y sobre los anchosfirmamentos brilla el sol aunque nadie haya visto su disco de fuego, salvo algnpequeo destello.

    * * *Acosado por la sed recorr valles y estepas en busca de una fuente.

    - Es intil! -me dije-. No hay agua: aqu se acaba mi vida.Al instante se levantaron desde la tierra mil voces para gritarme a coro:-Caminante, si hay sed tiene que haber una fuente. Camina.Sobre la pampa infinita, al atardecer, cruzan el cielo cndores negros planeandohacia mundos ignorados. Si todas las tardes pasan los cndores en esa direccin,es que ms all de esta llanura infinita se levantan las altas cordilleras, aunquenadie haya visto sus testas coronadas de nieve.Si las grandes aves vuelan todos los das desde mis nidos hacia las MontaasEternas, es seal de que stas descansan a la espera de mis aves, aunque nadie

    haya divisado sus dormidas alturas.

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    Soy un hombre de 44 aos y tengo 7 hijos. Con mi esposa formamos una parejafeliz y honorable. La gente piensa y dice que siempre brillaron las estrellassobre mi cielo. El hombre de la suerte!, as me definen en la calle. Ellos, sinembargo, no tienen ojos para entrar en mis ms remotas latitudes.

    Desde joven, casi desde nio, habita en m una fuerza de contradiccin que meturba y sosiega. Nunca me deja en paz y siempre me deja la paz. Molesta comola fiebre y refresca como la sombra. Es al mismo tiempo agona y xtasis. Aveces me dan ganas de hacer con l lo que con un husped impertinente:ponerlo en la calle. Pero no es posible: vino conmigo al mundo y conmigobajar a la sepultura. Es tan mo como mi sangre.

    No s cmo llamarlo. Sensibilidad divina? Piedad? Hay un hecho concreto:no puedo vivir sin mi Dios. Yo no s si el Seor expresamente encendi en mesa llama o es una predisposicin innata, combinacin fortuita de cdigosgenticos, resultado feliz de leyes hereditarias. Dicho de otra manera: no s si esgracia o naturaleza. A veces lo considero como el mayor regalo de la vida. Otrasveces me parece un aguafiestas.Tengo una certeza de acero. Dios es y est conmigo. Pero nunca vi un destellodel resplandor de su rostro. Hay algo, sin embargo, dentro de m que me diceque tal resplandor existe y brilla. Es una certeza ms cierta que las evidenciasgeomtricas.Hace un par de aos, una despiadada competencia profesional hizo que misnegocios se vinieran al suelo. En esa ocasin supe lo que era una noche sin

    estrellas. El rostro de mi Dios se esfum como una sombra esquiva. El mundose me convirti en un inmenso desierto; y sobre el arenal infinito caminaba yosolo, solamente yo. Clamaba a mi Dios y El me responda con silencios. Estodur no s cuntas semanas. Cuando pareca que la desolacin tocaba fondo,tuve una inesperada visita de mi Seor. Si contara lo que sucedi, nadie lopodra creer; por otra parte es imposible contarlo. Slo dir que no hay en elmundo xitos, conquistas ni emociones que den tanta alegra como una de esasvisitas.

    * * *A veces el absurdo se presenta a mis puertas, me dispara una insistenteandanada de preguntas, y se va. Y yo quedo aturdido durante das y semanas sinsaber adnde mirar. Te acuerdas? El nio de tres aos atacado por laleucemia y condenado a morir? La seora vecina, despus de aos de martirio,abandonada ahora por un marido cruel. La familia amiga, desaparecida en unaccidente; aquel asesinato; este robo; esa violacin; aquella calumnia... Teacuerdas? Dnde est tu Dios?Acudo a mi Dios para transmitirle estas preguntas y aliviarme un poco. A cada

    porquhay un golpe de silencio. Como un eco, slo queda silbando la risa delabsurdo.

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    A veces me pregunto cmo sera ms hermosa la vida, con la fe o sin la fe. Esevidente que, apagada la fe, se encienden las luces verdes para todos losapetitos. Pero cuando lleguen los golpes, cuando invada el hasto o se aproxime

    la vejez, el hombre sin fe tiene que sentirse miserable, impotente y desarmado.No quisiera estar en su piel en esos momentos.Conozco por dentro a mis amigos. Gran parte de ellos arrojaron la fe al rincnde los cacharros viejos como un objeto intil, mejor, como una compaamolesta. No los envidio, sin embargo. S que ellos dan rienda suelta a todas susapetencias. S tambin del infinito vaco de sus vidas.

    Hace un mes aproximadamente la tentacin, vestida de flores, se present a mispuertas. Me dijo que se vive una sola vez; que los ancianos nada apetecen ynadie los apetece; que ahora, todava en pleno vigor, es la oportunidad paracoronarse de rosas. En esos das me pareci que Dios era una sombrainconsistente e inexistente, que estoy perdiendo el tiempo, que el banquete de lavida no se repite. Tomando fuerzas no s de dnde, invoqu a mi Seor paraque me sacara de aquella desolada sima. Por toda respuesta, una vez ms, elsilencio levant su obstinada cabeza.Mi seora me deca el otro da que donde hay drama no hay hasto. Y meaadi: como la fe es drama, estamos salvados del supremo mal, el vaco de lavida. Yo le respond: del vaco de la vida s, pero del desconcierto no.Hay, sin embargo, un meteoro que cruza mi cielo tanto en las noches estrelladas

    como en las noches sin estrellas: la certeza.Estoyseguro de que mi Seor guardar el tesoro de mi vida en un cofre de orohasta el da de la corona final. Tengo la certeza de que estamos destinados a unavida incorruptible e inmortal.

    Sque mi Redentor vive y que, al fin de los tiempos, se levantar sobre el polvopara hablar el ltimo. Y, revestido de esta misma piel, yo ver a mi Dios en mipropia carne. S. Yo mismo lo ver con estos mismos ojos. Yo lo contemplar,yo mismo. Es a l a quien contemplar y no a otro. Ojal que estas palabras segrabaran en el bronce, o se esculpieran para siempre con un estilete en el

    granito! (Job 19,26).Todas las noches oscuras, todos los silencios, todos los desconciertos del mundono sern capaces de derribar esta certeza. Oh hermosa aventura de la fe!

    Vaivn de la duda

    Aqu estoy metido en la vida religiosa. Un da escuch claramente la voz deDios que me invitaba a seguirlo. Sal tras l. Y me ha puesto en este desierto de

    la fe. En los primeros tiempos, el Seor es un Regalo. De da se transforma enuna nube blanca: me cubre contra los rayos del sol. De noche toma la forma de

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    una antorcha de estrellas toda resplandeciente: me protege contra la oscuridad yel miedo.Van pasando los aos. Todo sigue igual. Todos los das me levanto y comienzoa buscar el rostro del Seor. A veces siento cansancio de tanto buscar y no

    encontrar nada. Pregunto, y nadie responde.Todava soy joven. Llevo un corazn solitario y virgen. Dios es su habitante. Aveces, sin embargo, siento que nadie lo habita. He pasado la noche entera anteel Santsimo. Al amanecer senta sueo y decepcin. Slo yo he hablado. Diosha sido el que siempre calla.Se me van los aos. En mi alma se suceden los das claros y los das nublados.Por primera vez he sentido la mordedura de unas preguntas que, como unejrcito en orden de batalla, han asaltado mi pobre alma. No habr sido vctimade una alucinacin? Esta aventura en la que estoy metido y comprometido, noser una desventura? Se vive una sola vez, y el proyecto de mi vida que elegpara esta sola vez, no ser una pasin intil? Estas preguntas se las he hechoal Seor con lgrimas. Pero tampoco he obtenido respuesta.Se me fue para siempre la juventud. Con frecuencia me invade la depresin,algo as como el tedio de la vida. Se fueron para siempre los arrestos juveniles ycomienzan a llegar los signos de decadencia. Muchas veces siento una extraasensacin: para no desfallecer intento agarrarme a Dios, pero tengo la impresinde palpar una sombra. Hoy he podido distinguir claramente el Rostro del Seor.En estas oportunidades siento que me nacen alas y unas ganas enormes de volartan alto como ]as guilas.

    Me siento como un saco de arena, tan cansado de luchar contra la obstinadaoscuridad de la fe. Dije: si esta noche me visitara el Seor pata darme un pocode consuelo y fuerza... Pero esta noche tampoco baj el Seor. Sin embargo, alamanecer, me he abandonado en sus manos, y he sentido una extraa alegra,profunda como nunca.Han pasado muchos aos. Estoy en el ocaso de la vida. No he tenido hijos. Misangre no se perpetuar en otras venas. Me habr equivocado? Habr sidotodo estril? No. S muy bien de quin me he fiado, y a quin he confiado lacustodia del tesoro de mi vida, y estoy seguro de que no quedar defraudado en

    el da final (2 Tim 1,12). Con estos mismos ojos habr de ver a mi Salvador(Job 19,26).

    Una seal

    Son muchas las person