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LA PRESENCIA ROMANA EN EL NE DE LA PROVINCIA CITERIOR DURANTE EL SIGLO II A.C. APROXIMACIÓN ARQUEOLÓGICA A PARTIR DE LOS YACIMIENTOS DE CAN TACÓ (MONTMELÓ, BARCELONA) Y PUIG CASTELLAR (BIOSCA, LLEIDA).* Esther RODRIGO, Institut Català d’Arqueologia Clàssica, (ICAC-UAB); Cèsar CARRERAS, UAB; Joaquim PERA, Departament de Ciències de l’Antiguitat, UAB; Josep GUITART, ICAC-UAB Resumen: La presencia romana en el NE de Hispania en el siglo II a.C. es todavía bastante desconocido, aparte de los campamentos militares de Ampurias y Tarraco. En los últimos años han aparecido una serie de yacimientos con clara presencia itálica datados en la segunda mitad del siglo II a.C., distribuidos de acuerdo a una red viaria primitiva. Este artículo intenta ilustrar este fenómeno con dos yacimientos de control próximos a la infraestructura viaria con diferentes funciones y características, pero con una cultura material itálica común (por ejemplo, cerámica, material constructivo, pintura mural). Summary: The Roman presence in the NE Hispania in the IInd ca. BC is still quite unknown, apart from the military camps at Empuries and Tarraco. In the last years, a series of sites have come out with a clear Italian presence dated in the 2 nd half of II ca. BC distributed according to a primitive road layout. This paper attempts to illustrate such phenomena with two particular outposts close to the road infrastructure with different functions and features, but a common Italian material culture (i.e. pottery, construction material, wall-painting). Palabras clave: militar, vías, Itálico, ánforas, Tegvlae, Opvs signinvm, control visual, pintura mural. Key words: military, roads, Italian, amphorae, Tegvlae, Opvs signinvm, visual control, wall-painting. * Proyecto Ref. HAR2012 37003-CO3-01 «Arqueología de la conquista e implantación romana en Hispania». Subproyecto: «Estrategías y modelos de control territorial en el NE de la Provincia Citerior (ss. II-I a.C.)». Los paisajes agrarios de la romanización, arquitectura y explotación del territorio II. Reunión científica. Redondo-Alandroal (Alentejo, Portugal), 24-25 mayo, 2012.

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LA PRESENCIA ROMANA EN EL NE DE LA PROVINCIACITERIOR DURANTE EL SIGLO II A.C. APROXIMACIÓN

ARQUEOLÓGICA A PARTIR DE LOS YACIMIENTOS DE CAN TACÓ (MONTMELÓ, BARCELONA)

Y PUIG CASTELLAR (BIOSCA, LLEIDA).*

Esther RODRIGO, Institut Català d’Arqueologia Clàssica, (ICAC-UAB); Cèsar CARRERAS, UAB; Joaquim PERA, Departament de Ciències de l’Antiguitat, UAB; Josep GUITART, ICAC-UAB

Resumen: La presencia romana en el NE de Hispania en el siglo II a.C. es todavía bastante desconocido,aparte de los campamentos militares de Ampurias y Tarraco. En los últimos años han aparecido una serie deyacimientos con clara presencia itálica datados en la segunda mitad del siglo II a.C., distribuidos de acuerdoa una red viaria primitiva. Este artículo intenta ilustrar este fenómeno con dos yacimientos de controlpróximos a la infraestructura viaria con diferentes funciones y características, pero con una cultura materialitálica común (por ejemplo, cerámica, material constructivo, pintura mural).

Summary: The Roman presence in the NE Hispania in the IInd ca. BC is still quite unknown, apart from themilitary camps at Empuries and Tarraco. In the last years, a series of sites have come out with a clear Italianpresence dated in the 2nd half of II ca. BC distributed according to a primitive road layout. This paperattempts to illustrate such phenomena with two particular outposts close to the road infrastructure withdifferent functions and features, but a common Italian material culture (i.e. pottery, construction material,wall-painting).

Palabras clave: militar, vías, Itálico, ánforas, Tegvlae, Opvs signinvm, control visual, pintura mural.Key words: military, roads, Italian, amphorae, Tegvlae, Opvs signinvm, visual control, wall-painting.

* Proyecto Ref. HAR2012 37003-CO3-01 «Arqueología de la conquista e implantación romana en Hispania». Subproyecto:«Estrategías y modelos de control territorial en el NE de la Provincia Citerior (ss. II-I a.C.)».

Los paisajes agrarios de la romanización, arquitectura

y explotación del territorio II. Reunión científica.

Redondo-Alandroal (Alentejo, Portugal), 24-25 mayo, 2012.

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1. INTRODUCCIÓN

El objetivo principal de nuestro incipiente pro-yecto, del cual presentamos unas líneas generales enla presente reunión, es el de profundizar en el conoci-miento del modelo seguido por Roma para el controlestratégico de la Provincia Citerior; al ser un territoriomuy extenso vamos a centrar la investigación sobre-todo en dos zonas del nordeste peninsular, tradicio-nalmente conocidas bajo los epígrafes geográficos dela Lacetania y la Layetania ibéricas, la primera ubi-cada en el interior y la otra en la costa. El período aestudiar abarca poco más de un siglo: desde la inter-vención de Catón a principios del siglo II a.C. hasta elconflicto sertoriano, en el primer tercio del siglo I a.C.A lo largo de este período se irá consolidando un mo-delo de dominio territorial romano que culminará conla fundación sucesiva de ciudades: Tarraco, Empo-

riae, Iesso, Ilvro/Iltvro, Baetvlo e Ilerda. Ha sido en elestudio de las ciudades donde se han centrado la ma-yoría de proyectos de investigación arqueológica du-rante los últimos 20 años, esto ha permitido conocercon más precisión sus momentos fundacionales, comoIesso en nuestro caso, pero aún es poco conocida lafase previa a esta eclosión urbana; un período que seha pasado a denominar de manera genérica como«fase de la conquista». Todo parece indicar que la di-námica seguida por Roma para el control territorial enesta zona de la Citerior durante el siglo II a.C., se basaen un modelo, o mejor dicho, en unos modelos de ocu-pación casi desconocidos hasta hace poco tiempo porfalta de investigación. Esta zona de la Provincia Cite-

rior tiene un interés añadido, bajo nuestro punto devista, se trata del primer territorio colonizado porRoma fuera de la Península Itálica, a excepción de lasislas del Tirreno; será pues un modelo experimentalque posteriormente se exportará a otros territorios, yque incluye: un primer dominio militar, la fundaciónde ciudades, las infraestructuras viarias, el control dezonas no pacificadas, la explotación de recursos e im-puestos (por ejemplo, moneda). Este modelo parece,a primera vista, tener matices diferenciados al ante-riormente utilizado en la organización de la PenínsulaItálica.

Para incidir en este conocimiento creemos nece-sario indagar a través de algunos vestigios arqueoló-gicos seleccionados, algunas de las acciones que llevóa cabo Roma en este territorio. Nos centraremos endos aspectos: la construcción de una red viaria y laimplantación de establecimientos de carácter militar,como fase previa a la fundación de ciudades. Creemosque en esta organización territorial el ejército tuvo un

papel clave, no solo en la planificación sino tambiénen su ejecución directa. Es indudable una intervencióndirecta del ejército romano en la construcción del sis-tema viario, así como también en el diseño y urbani-zación de las propias ciudades, tal como se desprendede los registros arqueológicos más antiguos docu-mentados por ejemplo en Iesso, donde la presencia delejército se encuentra plenamente documentada (Gui-tart et alii 1998: 39-65).

Así pues, nos parece importante poder avanzar enel conocimiento de cómo se desarrolló este control territorial por parte de Roma durante el siglo II a.C.,que estrategias se llevaron a cabo para consolidar elpoder; dirimir la duda de si podemos hablar de unúnico modelo, o bien este fue cambiante en funciónde las zonas; como este proceso se adaptó a las co-munidades indígenas que poblaban el territorio; etc.Conocemos bien el resultado final del proceso: la fun-dación de ciudades, pero desconocemos la trayectoriaanterior que lo hizo posible. Creemos que en este mo-mento disponemos de suficientes datos para poder tra-zar unas líneas maestras sobre las que centrar nuestrainvestigación, con el objetivo de llegar a unos resul-tados más precisos que los disponibles con las inter-pretaciones actuales.

La conquista y asentamiento romano en el NE dela Península Ibérica durante la primera mitad del sigloII a.C. es bien conocido a partir de las fuentes escritas—sobre todo Livio (Livio 34.9.12; 10.3-6; 16.6-10;20.2; 21.3-6) (Martínez Gázquez 1992)— pero muyconfuso aún a partir del registro arqueológico. Para lazona costera se dispone de más documentación ar-queológica sobretodo la referida a sus dos principalespuertos: Emporiae y Tarraco, pero se desconoce granparte de la actuación romana en las zonas del interiorhasta finales del siglo II d.C.

Conocemos a partir de las fuentes la llegada deCatón como pretor en el 195 a.C. para enfrentarse auna serie de revueltas indígenas, entre las que se citauna batalla próxima a Ampurias (Livio 34.10.3) y des-pués un avance de sus tropas hacia Tarraco y su terri-torio (Livio 34.16.6). Algunas de las destrucciones depoblados ibéricos contemporáneos de la costa comoAlorda Park (Calafell), Masies de Sant Miquel (Ban-yeres del Penedès) o Puig Castellar (Santa Coloma deGramanet) se han interpretado como resultado de estacampaña militar catoniana, que obligó a destruir lasmurallas de algunos poblados indígenas (Sanmartí ySantacana 2005: 185).

Por otro lado, los romanos modifican la organiza-ción territorial indígena, prueba de ello son la apari-ción de nuevos asentamientos, extensos campos de

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silos y establecimientos de carácter militar romano,tal como se evidencia en la zona de la tribu íbera delos indiketes, próxima al campamento romano de Am-purias (Nolla et alii 2010).

También las fuentes hablan de campañas de Catóncontra los bergistanos (Livio 34.16.9-10; 21.3-6) y la-cetanos (Livio 34.20.2), tribus ambas del interior, yque una vez finalizadas estas, las tropas volvieron denuevo a los puertos de origen donde tenían sus cam-pamentos de invierno (hibernia). Es lógico pensar quelas acciones militares que suponen movimiento de tro-pas requieran de caminos bien guardados con tal deasegurar su circulación y facilitar su aprovisiona-miento.

Recientemente la arqueología nos muestra la exis-tencia de algunos asentamientos de marcado carácterromano, tanto en el interior como en la costa, con cro-nologías situadas entre mediados y finales del siglo IId.C., los cuales creemos podrían estar vinculados aestas rutas de penetración que configuran una nuevarealidad territorial y de dominio, de las que hastaahora las fuentes no nos habían hablado.

En el desarrollo del presente trabajo pues se ana-lizaran los datos recientemente obtenidos en el yaci-miento de Can Tacó (Montmeló, Barcelona), a los quededicaremos en el presente artículo un amplio análisis;así como también los resultados preliminares propor-cionados por los sondeos efectuados hace unos mesesen el yacimiento de Puig Castellar (Biosca, Lleida) yque muestran una gran potencialidad para el conoci-miento de este período. Asimismo vamos a sumar anuestro análisis, a título comparativo, un resumen su-cinto de los datos obtenidos por otros equipos de in-vestigación que desarrollan sus trabajos arqueológicosen yacimientos de naturaleza semejante a los nuestrosy con los que compartimos objetivos, tales como: CalArnau (Cabrera de Mar, Barcelona), Camp de les Llo-ses (Tona, Barcelona), Puig Ciutat (Oristà, Barcelona)y Monteró (Camarasa, Lleida). Igualmente vamos aanalizar los datos obtenidos del estudio de las vías ro-manas en la zona del NE peninsular y su relación conestos primeros asentamientos militares para demos-trar que este fenómeno de control territorial necesitodisponer de una red viaria básica para el movimientorápido de tropas.

2. LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN

Sabemos por Polibio (Polibio III.39) que la víaHeraclea, que iba de Roma a Gadir siguiendo la costade Hispania, tenía por esta época ya calculadas las

distancias, e incluso estaba amojonado el tramo desdeNarbo hasta el Ródano. No será hasta el 120-110 a.C.que una serie de miliarios republicanos nos permitenreconocer, al menos una parte de las vías de penetra-ción hacia el interior. La figura 1 (Ariño et alii 2004:120, Fig. 38) reproduce la ubicación de los miliariosy su interpretación respecto a la via Italia im Hispa-

nias del Itinerario Antonino. En este mapa de miliarios republicanos resulta ex-

traño un tramo aislado, que finaliza aparentemente enla Plana de Vic, y comprende los miliarios Manivs

Sergivs (circa 120 a.C.) de Santa Eulàlia de Riuprimer(IRC I.175), Tona (IRC I.211-212) y Santa Eulália deRonçana (CIL I.840; IRC I.181) (Fabré et alii 1984).Esta vía que sigue la ruta de costa hacia el interior pa-rece que tuviera como destino otro tramo de vía quebien podría ir desde Gervnda hasta Ilerda atravesandoun territorio complicado a nivel orográfico por la ac-tual Cataluña interior, desde Gervnda a Tona y desdeallí a Manresa, Sigarra y Iesso hasta llegar a Ilerda. Eltrabajo de sistematización y actualización de la in-vestigación sobre todas las vías romanas de Cataluñarealizado por Soto (Soto 2010) ha puesto de relievealgunas evidencias de esta más que probable rutatransversal.

Así, Soto (2010) recogería como vía 15 la que iríadesde Gervnda hasta Avsa (Vic) pasaría por el Colld’Ossor, donde se ha hallado un ara romana dedicadaa Seintvndvs, donde pudo existir un santuario; despuéshabría dos tramos de posible vía en Santa María deVallclara y Sant Andreu de Bancells, un posiblepuente romano en Malafogassa, y de allí se continua-ría hasta Folgueroles y Avsa. Más al norte, paralela aesta ruta, hay un tramo de posible vía romana entreTavertet y Olot.

En lo que respecta al tramo que va de Avsa a Man-resa, Soto (2010) lo define como via 25, y reconoce-ría dos variantes: una norte que seguiría el actualrecorrido de la C-25, y vincularía Avsa con el miliariode Santa Eulàlia de Riuprimer (IRC I.175); y una sur,que de Avsa se vincularía al miliario de Tona (IRCI.211-212) e iría por Collsuspina y Moià. Ambas víasson bien conocidas en la Edad Media (Camí Ral). Pre-cisamente, desde esta segunda variante sur a la alturade Collsuspina iría la vía que atravesaría Santa Eulà-lia de Ronçana (CIL I.840; IRC I.181) hasta llegar aGranollers, y alcanzar en algún punto la vía Heraclea.

En la figura 2, aparece la totalidad de las vías ro-manas republicanas en Cataluña de acuerdo con eltrabajo de Soto (2010) en donde se observa como eltramo de vía que iba de Avsa hacia la costa, cruzaba lavariante interior de la vía Heraklea en un punto pró-

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ximo a Granollers, que se convertiría en un verdaderonudo de comunicaciones entre la costa y el interior.Siguiendo la continuidad de esta vía republicana haciala costa, seguiría posiblemente por la riera de Argen-tona hasta alcanzar las proximidades de Cabrera deMar.

2.1. CAN TACÓ

El caso de Can Tacó constituye un buen ejemplode estos primeros establecimientos previos a las fun-daciones urbanas en el que miembros del equipohemos trabajado de manera continuada desde el año2004 (Mercado et alii 2008: 219-232; Rodrigo et alii

2013b: 191-213). El yacimiento de Can Tacó, situadoentre los municipios de Montmeló y de Montornés delVallés, se encuentra ubicado en la comarca actual delVallés Oriental en el territorio que en el siglo II a.C.correspondería a la Layetania interior. La comarcaqueda englobada dentro de la Depresión Prelitoral ca-talana con valles aluviales muy fértiles, separada dela costa por la cordillera Litoral.

La colina donde se sitúa el yacimiento de CanTacó domina un paraje de llanura en la confluencia de

los ríos Congost y Mogent, que dan origen en estepunto al río Besós y se convierte en uno de los ejesvertebradores de la comarca del Vallés. Estos ríos ysus fértiles zonas de aluvión favorecieron la ocupa-ción humana desde la prehistoria.

El cerro de Can Tacó es un espolón elevado con unfuerte desnivel en sus vertientes, a excepción delflanco este, en esta zona es donde la pendiente natu-ral es menos pronunciada y es donde se abre el ca-mino de acceso al asentamiento. La zona norte quedaprotegida de forma natural por lo que actualmente sedenomina el Turó de Les Tres Creus. En la cima delcerro se halla el enclave de Can Tacó, actualmentebautizado con fines patrimoniales con el nombre de«Mons Observans»; el yacimiento está organizado apartir de tres niveles o terrazas que se adaptan a la oro-grafía natural del terreno.

Can Tacó se encuentra en un lugar privilegiadopara la vigilancia y control de vías y caminos que dis-curren por el corredor natural del Vallés. Histórica-mente y hasta la actualidad en esta zona confluyendiferentes cruces de caminos procedentes desde de lazona de Girona hacia el litoral barcelonés y costa delMaresme, Osona o Vallès Occidental–Martorell; mu-chas de estas vías ya eran transitadas desde la anti-

Figura 1. Miliarios republicanos en relación con la ruta Heraclea y la de Tarraco a Graccurris (1: Treilles; 2: Santa Eulàlia

de Riuprimer; 3: Tona; 4: Santa Eulàlia de Ronçana; 5: Massalcoreig; 6: Torrente de Cinca) (Ariño et alii 2004: 120, fig. 38).

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güedad, como la Vía Augusta, la Vía del Congost o laVía de Francia.

En el yacimiento se habían realizado dos inter-venciones arqueológicas a mediados del siglo pasado.La primera de ellas fue llevada a cabo en 1947 por J.Barberá y A. Panyella, y la segunda en 1961 por I. Cantarell (Bertrán 1985: 185-199). La intervenciónde 1947 sirvió para delimitar de forma aproximada elyacimiento, estimándole una extensión de 50 x 30 m.En la intervención de 1961 se documentaron restoscerámicos y fragmentos de opus testacevm, una placade plomo y estucos con decoración de pintura roja.

Estos autores sostenían la hipótesis de que se tra-taba de los restos de un poblado ibérico que tendríaperduración hasta el momento romano. Esta conclu-sión obedecía a la gran cantidad de cerámica de tra-dición ibérica recogida, fechable en el siglo II a.C.(Barberá y Panyella 1950: 5). A mediados de los años80, el profesor Joan Sanmartí realizó una prospecciónsuperficial en la zona para recoger información parasu tesis doctoral. Los resultados de dicha prospección

documentaron nuevos fragmentos de cerámica ibéricay un fragmento de campaniense B. Este investigadorinterpretaba que entre el siglo II y I a.C. se construyó«una fortificación romana destinada a controlar elcruce de caminos (...). Sin embargo, creemos que nose puede excluir la posibilidad de que también hubieraexistido anteriormente en este lugar un estableci-miento indígena, seguramente de pequeño tamaño, talvez con la misma función de controlar y vigilar los ca-minos» (Sanmartí 1986: 839-843).

Las recientes excavaciones llevadas a cabo en elyacimiento por nuestro equipo permiten plantear nue-vas interpretaciones sobre la naturaleza del asenta-miento y a concretar mejor las hipótesis iniciales entorno el carácter militar de este enclave, pudiendo ma-tizar el aspecto defensivo que en un primer momentohabía parecido como el más relevante. En estos mo-mentos, habiendo excavado el 90% del yacimientopodemos afirmar que se trata sobre todo de un enclavede carácter residencial, quizás de representación ofi-cial de algún personaje importante de la administra-

Figura 2. Vías romanas en Cataluña en el siglo I a.C. (según Soto 2010).

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ción romana, que se ha de relacionar necesariamentecon los primeros momentos en que el estado romanoestá desplegando su administración por los territorioshispanos de reciente incorporación, en buena lógicacabe pensar que parte de estos efectivos provenían delestamento militar. Por tanto, se trataría de un asenta-miento poco usual, con una cronología relativamenteantigua de la que tenemos pocos paralelos conocidoshasta ahora en la zona.

El yacimiento se estructura a partir de dos módu-los arquitectónicos: El Cuerpo I, es el módulo más pe-queño, con un perímetro construido de 69,76 m, dentrode un área de 300 m² aproximadamente. Los murosque delimitarían esta construcción son de grandes di-mensiones y construidos con bloques de 40-50 cm,que configuran parte del muro perimetral oriental. Eneste módulo se hallan los accesos documentados. ElCuerpo II, es el edificio más grande y está orientadonoreste / suroeste. Tiene un perímetro de 139,80 m yenmarca un área de 1256 m². Se trata de un edificiorectangular que cuadruplica el tamaño del Cuerpo I yse encuentra delimitado por los muros perimetrales yun patio de entrada al recinto.

En la campaña de 2010 se consideró pertinente se-gregar a una parte del inicial Cuerpo II como unnuevo conjunto independiente al que se llamó CuerpoIII. Esta unidad arquitectónica se encuentra situada enun extremo del Cuerpo II e incluye uno de los accesosdocumentados y las estancias adyacentes, entre ellascabría interpretar la existencia de un puesto de con-trol adosado a este acceso. Se trata de un edificio deplanta irregular.

En cuanto a las dimensiones del yacimiento, el pe-rímetro total es de 161,52 m, que engloba un áreaaproximada de 2000 m² con restos constructivos. Enel yacimiento se han detectado cinco terrazas donde

se disponen los diferentes ámbitos de habitación. Enla parte superior y dominando el conjunto, se encuen-tra la terraza central (C).

En la vertiente este se puede contabilizar dos terrazas. La terraza 1E de 3,30 metros de anchura y laterraza 2E de 7,50 m de anchura. Por el lado oesteotras dos terrazas: la terraza 1W y la terraza 2W, laprimera de 5,50 m y la segunda con 5,25 m de an-chura. La terraza central, situada en la parte más altadel cerro, tiene una anchura de 13,70 m y habría al-bergado los edificios más nobles del conjunto y su usocomo residencia está bien documentado; mientras quelas terrazas inmediatamente inferiores habrían acogidolas áreas de servicio del establecimiento. La terceraterraza recortada en el cerro funcionaría como un co-rredor de circulación y por tanto libre de estructuras,con la excepción de la cisterna 1.

Así pues se configura un enclave de carácter resi-dencial pero con una función estratégica en que se pre-tende que el edificio constituya una referencia visualen el territorio, de manera que sea un punto destacado,claramente visible desde las vías de paso y zonas li-mítrofes. El asentamiento estaría dotado de elemen-tos de protección como el muro perimetral que cierratodo el establecimiento, así como de construccionesque permitían el control visual de la zona, al respectocabe indicar la probable existencia de dos torres queflanqueaban la parte sur del edificio residencial, iden-tificadas a partir de unos sólidos cimientos de plantacuadrada.

La técnica edilicia es muy homogénea en todo elyacimiento. Consiste en muros construidos en piedralocal (pizarra) con la técnica de pared seca, sin arga-masa ni mortero, a excepción de las cisternas. Losmuros tienen módulos diferentes en relación a su fun-ción estructural. Las estructuras murarías se encuen-

Figura 3. Vista aérea del yacimiento de can Tacó en fase de

excavación.

Figura 4. Planta general del yacimiento de can Tacó.

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tran encajadas en trincheras de cimentación excava-das en la roca natural. Puntualmente se observa la uti-lización de material pétreo procedente de alguna zonade extracción cercana como algunos bloques de gra-nito y guijarros de río, ambos tipos también abundan-tes en un radio próximo al yacimiento

A diferencia de los muros internos, construidos ensu mayoría con zócalo de piedra y alzado de adobe ode tapial, el muro perimetral que rodea el enclave seconstruyó con sólidos paramentos de piedra y un relleno interno de piedras de menor tamaño, utilizandola técnica del emplecton. En varios puntos del yaci-miento se han documentado restos de paredes de ado-bes caídas, que habrían alcanzado alturas de casi dosmetros y con disposición de rompejuntas entre las hi-ladas de adobe.

Una peculiaridad del conjunto consiste en la dife-rente orientación del Cuerpo I y III respecto al edifi-cio principal de la terraza central, que conlleva que elmuro perimetral en la fachada se abra hasta 140º. Dehecho, este cambio de orientación responde a la nece-sidad de adaptarse a la topografía del cerro.

Hasta el momento todos los indicios apuntan a queel acceso al enclave se realizaría desde el lado norte,aunque no descartamos totalmente la existencia de ac-cesos secundarios en otros puntos del yacimiento.

La parte residencial que se situaría, como yahemos dicho, en la terraza central, es la que presentaun mayor grado de arrasamiento como consecuenciade haber quedado más expuesta a la acción antrópicay a la erosión natural. Las estancias, en la mayoría decasos, se han podido delimitar únicamente a partir delos cimientos de las paredes o de las trincheras de ci-mentación de las mismas ya que la mayor parte deestos muros fueron expoliados en un momento inde-terminado. Como elemento destacable de esta zonahay que destacar la existencia de un ámbito de gran-des dimensiones, que casi podría considerarse unasala, con un pequeño sub-ámbito en la pared opuestaa la entrada y otra habitación también de dimensionesconsiderables. Hay que remarcar que buena parte delos restos de las habitaciones de la parte alta del yaci-miento aparecen muy destruidas por unos rebajes de laterraza central efectuados en la década de los 70 y quedificultan mucho la interpretación en detalle de la dis-tribución de esta parte del edificio.

No obstante, y por los indicios que la excavaciónha permitido recuperar, podemos deducir que las es-tancias que conformarían la parte residencial del esta-blecimiento son las que presentarían los pavimentosmás elaborados hechos en opvs signinvm con incrus-taciones de teselas blancas. Desgraciadamente, como

consecuencia del arrasamiento de toda la terraza cen-tral no se han podido documentar in situ pavimentosde este tipo, aunque hemos documentado algunosfragmentos en los niveles de escombro que rellenabanla cisterna. Igualmente en los niveles superficiales sehan recogido numerosas teselas que son la evidenciamás clara de la existencia de estos pavimentos. Lamayor parte de las teselas son de color blanco, perotambién hemos recogido muestras de otros colores:negros, rojizas y algunas de color amarillo. La deco-ración de estas estancias se completaría con los estu-cos realizados siguiendo las técnicas y los temaspropios del llamado primer estilo pompeyano, recu-perados de manera fragmentaria en diferentes puntosdel asentamiento.

Es en las terrazas inferiores donde se situarían lashabitaciones destinadas a zonas de servicio y almace-nes; en estas estancias y en las interpretadas comozonas de paso hemos podido observar como los pavi-

Figura 5. Alzado de uno de los muros que conforman el Cos I

(Cuerpo I).

Figura 6. Restos de una de las paredes de adobe documentadas

durante la excavación.

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mentos están formados por capas de tierra compac-tada, convenientemente niveladas para lograr un óp-timo nivel de circulación.

Se ha documentado asimismo la existencia de unsistema de recogida y almacenamiento de aguas plu-viales, del que dan testimonio dos cisternas y algu-nos restos de canalizaciones en varios puntos de laterraza central. Este sistema debía procurar la reco-gida del agua de lluvia de los tejados del edificio, yconstituye una prueba más del cuidado plan arquitec-tónico con que se construyó este asentamiento.

La primera de las cisternas (Cisterna 1) se docu-mentó durante la campaña de excavación de 2007,se emplaza en la terraza inferior sector sur del encla-ve; aparece, impermeabilizada con un revestimientohidráulico de opvs signinvm y su pavimento presentauna pequeña cubeta de decantación, tiene una dimen-siones considerables 9 x 3,60 m y una altura conser-vada de 2 m, se desconoce su sistema de cubierta.Durante las campañas de excavación de 2008 y 2009en la terraza superior se documentó una segunda cis-terna (Cisterna 2) de dimensiones más reducidas quela anterior, mide aproximadamente unos 6 x 2,5 m;también aparece revestida de opvs signinvm y sucubierta podría haber sido abovedada aunque nodescartamos otras soluciones, esta cisterna está cons-truida en forma de L, en su lado más corto se empla-zaba el brocal destinado a la extracción de agua paralas necesidades diarias.

Su función era la de almacenar las aguas pluvialesde la terraza central, en el caso que este depósito lle-gara a llenarse totalmente, las aguas sobrantes se ca-nalizaban, a través del sistema hemos mencionadoanteriormente, hasta la gran cisterna de la terraza in-ferior de mayor capacidad y situada en una cota infe-rior, con este sofisticado sistema de almacenamientose conseguía aprovechar las aguas pluviales en su to-talidad y cubrir así las necesidades de agua del asen-tamiento. Por el contrario y a diferencia de estesofisticado sistema de recogida y almacenamiento deaguas, no se ha detectado en el yacimiento la existen-cia de ninguna red de evacuación para aguas residua-les, más allá de algún elemento constructivo puntualque se pueda interpretar como canalización o desagüe.

Sin ninguna duda, uno de los aspectos más intere-santes que han puesto al descubierto las excavacionesde can Tacó son los restos de decoración mural, estu-cos y pinturas que han aparecido dispersos en variospuntos del yacimiento, sobre todo en los niveles dederrumbe correspondientes a la parte residencial si-tuada en la terraza central y que han aparecido en lasestancias de la terraza inferior 2 E.

La decoración pictórica de estos estucos consisteen la simulación de sillares de mármol que se presen-tan en relieve perfilados por una fina línea roja, tam-bién se conserva lo que sería un zócalo de color rojooscuro y la sofisticada cornisa que presenta una mol-dura corrida con denticulados. Esta decoración sepuede adscribir claramente al descrito como PrimerEstilo Pompeyano, que se popularizó en la segundamitad del siglo II a.C. en Pompeya y debían decorar lasestancias de la parte residencial. La campaña de 2007centrada en la excavación de la cisterna 2, situada enla terraza inferior, permitió recuperar más fragmentos

Figura 7. Cisterna 1.

Figura 8. Cisterna 2.

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de decoración mural correspondientes almismo estilo pero con un módulo de sillarmás pequeño. Los últimos hallazgos quenos ilustran sobre cómo sería la decora-ción de las estancias nobles han aparecidodurante la campaña del año 2009; en la ex-cavación de la Cisterna 1, situada en la terraza superior, se recuperaron un grannúmero de restos de nuevas moldurasmucho más elaboradas que las que se ha-bían recuperado anteriormente, con deco-raciones superpuestas de ovas, cadenas ytambién de los denticulados ya documen-tados anteriormente. También es destaca-ble la presencia de un número signi ficativode tegvlae e imbrex de producción itálica,probablemente de la Campania, que deno-tan la necesidad de importar materialesconstructivos en estos primeros momentosde la ocupación romana (Rodrigo et alii

2013a: 1572-1594). Los materiales cerámicos documentados en las

excavaciones nos indican un horizonte cronológicobastante preciso para establecer la evolución del asen-tamiento. La cerámica fina de importación, corres-pondiente a vajilla de mesa, está dominada exclusi-vamente por las producciones en cerámica itálica debarniz negro: Campaniense de los tipos A y B; sien-do las de tipo A las más numerosas, predominandolas producciones propias del siglo II a.C. (formasLamboglia 25, 27, 27a, 31b, 33, y 36; Morel 2234c),muchas de ellas muestran fondos decorados con lascaracterísticas palmetas radiales. La Campaniense Baparece en una proporción ligeramente inferior yencontramos representadas las primeras produccio-nes que se difunden por territorio catalán (formasLamboglia 3, 5, 8b; Morel 1733 y 2970). Todos estosmateriales nos proporcionan una horquilla ampliadesde mediados de siglo II a.C. hasta principios desiglo I a.C., como se desprende de no haber docu-mentado la variante A tardía y los de tipo B más evo-lucionados; en resumen unas formas que en generalno rebasan los primeros decenios del siglo I a.C.

En cuanto a las producciones de cocina de origenitálico, detectamos una presencia abundante de pla-tos-tapadera como la forma Vegas 14 o la Vegas 16,cazuelas y morteros. Estas producciones tienen unahorquilla muy amplia de fabricación que hace que noresulten de demasiada utilidad para poder acotar lacronología del yacimiento, pero en todo caso, su pre-sencia resulta significativa y nos indica una fuerte pre-sencia de un componente itálico en Can Tacó.

Todos estos materiales se completan con produc-ciones ibéricas locales en las formas típicas y enproducciones oxidadas y con decoración pintada:kalathoi, tinajas con borde de «cuello de cisne»,ollas, ánforas ibéricas, y también cabe destacar lapresencia de numerosas imitaciones en cerámicalocal de cerámica campaniense: imitaciones de laforma Lam. 36, Lam. 8, Lamb. 25, etc.

El conjunto anfórico recuperado hasta ahora re-sulta también significativo; en primer lugar indicarque el ánfora vinaria mejor representada es la Dressel1-A, de la que se han recuperado numerosos bordes yalgún individuo entero durante la excavación de la cis-terna de la terraza inferior, en su mayoría correspon-den a producciones campanas de pasta volcánica;también aparecen numerosas ánforas brindisinas. Lapresencia de ánfora greco-itálica es prácticamente tes-timonial; este ambiente nos lleva al último tercio delsiglo II a.C. También se han documentado algunas pro-ducciones norteafricanas; entre las ánforas tripolita-nas la forma Mañá C2 / T-7000 que se fecha de maneraamplia en el siglo II a.C. es la más representativa; y porúltimo una ánfora rodia que muestra la típica marca conla rosa y nombre de mes y magistrado.

En las últimas campañas hemos podido ampliarlos datos que teníamos sobre el momento fundacionaldel enclave y precisar un poco mejor el momento ini-cial. La excavación de alguna de las trincheras de ci-mentación ha proporcionado algunos materialescerámicos del momento inicial, que permiten estable-cer con seguridad un terminvs post qvem del momentode construcción del enclave que debemos datar dentrodel último tercio del siglo II a.C.

Figura 9. Fragmentos de decoración parietal restituidos Museu de Montmeló.

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Figura 10. Repertorio de los materiales cerámicos aparecidos can Tacó.

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Figura 11. Reconstrucción en 3d del edificio visto desde el lado norte.

Figura 12. Aspecto actual de los restos arqueológicos una vez finalizado el proyecto arquitectónico de adecuación

para la visita del público.

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2.2. PUIG CASTELLAR (BIOSCA, LLEIDA)

Hemos establecido como uno de los objetivosprioritarios de este proyecto proceder al inicio de lasexcavaciones arqueológicas en este yacimiento sin-gular: el Puig Castellar de Biosca, se trata de un es-polón rocoso ubicado en el municipio de Biosca(Lleida), que dista unos 7 km de la ciudad romana deIesso (Guissona, Lleida). Partimos de la hipótesis queen este yacimiento está una de las claves para diluci-dar cómo se gestó la fundación posterior del impor-tante establecimiento romano de Iesso; una ciudadfundada ex novo en la vecina llanura de Guissona a fi-nales del siglo II a.C. y que perdurará durante 8 siglos.

El yacimiento de Puig Castellar se halla ubicadoen lo alto de un cerro, en cuya cima se extiende unapequeña planicie apta para construir un asentamientotemporal. Tanto por su situación elevada, de fácil de-fensa, como por su dominio visual del territorio cir-cundante nos dan las primeras claves de su valorestratégico: desde el yacimiento se divisa un amplioterritorio por todas sus vertientes, entre los que cabedestacar todo el valle del rio Llobregós, un afluentedel Segre, que constituye una importante vía de co-municación que pone en contacto la costa, a través delvalle de los ríos Llobregat-Cardener (ruta de la sal)con la depresión central leridana a través de la AltaSegarra, y en relación con el enclave, también romanorepublicano, de Els Prats de Rei (Barcelona). Asi-mismo el yacimiento cumple otra función estratégicapues su ubicación constituye la puerta natural de ac-ceso a la Plana de Guissona, donde se fundó la ciudadromana de Iesso (Guissona).

Como se indicaba anteriormente, la investigaciónarqueológica en el yacimiento se encuentra en un es-tado muy incipiente, tan solo hemos procedido a rea-lizar una prospección superficial durante el verano de2012. A pesar de ello los resultados de estos trabajosiniciales ya empiezan a apuntar algunos rasgos signi-ficativos sobre su naturaleza que vamos a valorar su-cintamente a continuación.

Antes de pasar a describir los restos arqueológi-cos identificados hasta ahora en los trabajos de pros-pección, queremos destacar algunos aspectos queestán en la base de nuestro interés inicial por el yaci-miento y que nos llamaron la atención desde las pri-meras visitas a la zona: en el cerro de Puig Castellarnos llamaba la atención la existencia de miles de frag-mentos cerámicos diseminados en superficie, asi-mismo también, la presencia de bloques pétreosamontonados o alineados cuya naturaleza litológicano se correspondía con la composición geológica del

Figura 13. Vista del Cerro de Puig Castellar.

Figura 14. Dominio visual del valle del rio Llobregós y acceso

a la Plana de Guissona.

Figura 15. Puig Castellar visto desde el norte.

Figura 16. Bloques de piedra de gres.

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terreno; cabe recordar Puig Castellar es un cerro for-mado por afloramientos de yeso, una piedra frágil yquebradiza que en esta zona muestra diferentes gra-dos de cristalización, lo que da un aspecto generalblanquecino a toda la superficie del terreno; en estecontexto la presencia de piedra foránea de un colormarrón/grisáceo (gres) en la parte alta del cerro lla-maba claramente la atención y a su vez indicaba unaacción antrópica de transporte organizado desde al-guna cantera próxima, en este caso claramente conuna finalidad constructiva, puesto que el yeso naturalno permite obtener bloques compactos para ser utili-zados en la construcción. Junto a la abundancia de ce-rámica, la presencia de piedra foránea era otro indiciopara considerar la existencia de un asentamiento ha-bitacional en la zona. Finalmente indicar que el yaci-miento ha sido durante décadas sometido al saqueoconstante por parte de los buscadores de tesoros; estasacciones clandestinas han proporcionado una intere-sante colección de monedas, algunas de las cualeshemos podido estudiar en colecciones particulares(Pera 1993: 127-270).

3. RESTOS CONSTRUCTIVOS

A nivel constructivo hasta ahora ha sido posibleidentificar en superficie un potente muro perimetralde 1,20 m de ancho que va siguiendo la vertiente SE-S-SW del cerro, una sólida construcción que intentabuscar la línea recta aunque va adaptándose a la curvade nivel que marca la topografía natural. Este muro seha podido seguir visualmente en unos 200 metros li-neales durante la prospección. Hemos podido consta-tar también como en algunos de sus tramos a estapotente estructura se le adosan exteriormente otrasconstrucciones de planta cuadrada, aún por determi-nar, pero que permiten plantear la posible existenciade torres en su trazado. Por sus dimensiones y ubica-ción, todo parece indicar que este muro tendría un ca-rácter defensivo; aunque sin descartar una doblefunción: defensiva y cierre del asentamiento, y que, asu vez, funcionara de muro de contención de tierraspara proteger de la erosión natural esta vertiente delcerro en cuyo interior se construyen otras estructurasarquitectónicas aún por determinar. Cabe señalar queen los límites N-E del cerro no se aprecia la existen-cia de esta construcción defensiva, un aspecto quepuede estar en relación con la topografía natural delsector, con vertientes mucho más abruptas que cons-tituyen por si mismas una defensa natural del asenta-miento.

Asimismo, en la pequeña planicie superior delcerro es donde hemos identificado restos constructi-vos que podemos relacionar claramente con estructu-ras de habitación de una cierta entidad. Se trata dealgunas alineaciones murarías sin que por el momentohayamos podido definir aun ámbitos. Por el momentollama la atención un muro construido con sillares tallados que se ha podido seguir unos 30 m, así comootros que se disponen en sentido perpendicular a aquely que indican una compartimentación del espacio po-siblemente con fines habitacionales. En esta línea tam-bién es interesante destacar la existencia de diversospavimentos de opvs signinvm de cuidada ejecuciónque reforzarían la hipótesis de la existencia de habita-ciones de una cierta entidad constructiva. Estos pavi-mentos muestran un alto grado de deterioro al haberpermanecido al intemperie durante muchos años y porel momento aún no han podido ser relacionados conmuros.

Cabe destacar también la recuperación de un frag-mento de tegvlae cuya pasta nos indica un claro origencampano, y dos fragmentos de imbrices también de

Figura 17. Vista frontal del muro perimetral.

Figura 18. Muro perimetral.

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origen itálico. Estas evidencias, sumadas a las que ve-remos a continuación, también sugieren el carácter itá-lico del asentamiento.

4. RESTOS CERÁMICOS

Las prospecciones han permitido recuperar cente-nares de fragmentos cerámicos que se hallaban dise-minados en superficie por todo el asentamiento; amodo de muestreo estos materiales, aunque no proce-dan de contextos estratigráficos definidos, por su di-versidad y cantidad creemos que resultan altamentesignificativos para poder determinar a priori la natu-raleza y la cronología del asentamiento.

Las cerámicas de importación recuperadas sonen su totalidad cerámicas campanienses de tipo Aproducidas en el siglo II a.C., sin que haya indiciosde las variantes tardías. Por el momento no hemosdetectado presencia de cerámica campaniense detipo B.

Las ánforas constituyen sin duda, por su varie-dad, otro de los materiales que permiten precisarla cronología del conjunto. Llama la atención unagran cantidad de ánforas de boca plana, conocidasgenéricamente como ánforas ibéricas; le siguen enproporción y cantidad los tipos vinarios campano-vesubianos, siendo las Dressel 1, y ánforas de tran-sición de greco-itálica a Dressel 1A de distintoslugares de la Magna Grecia, de estas destacamosunas variedades de procedencia desconocida has-ta ahora, sobre los cuales tenemos abierta en estosmomentos una línea de investigación para deter-minar a través del análisis de pastas su origen. Entercer lugar hemos de situar las ánforas olearias detipo brindisino, con diversos ejemplares. Todo elconjunto anfórico enunciado, junto a alguna mues-tra de tipos tripolitanos antiguos como la africanaT.7.4.11, nos permiten ajustar la cronología gene-ral del asentamiento; por ejemplo, este envase dela Tripolitana ha sido documentado en yacimien-tos hispanos como Ampurias en contextos de 150-

Figura 19. Muros de la plataforma superior. Figura 20. Muros plataforma superior.

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125 a.C. (Aquilue et alii 2002: 18), junto a gre-coitálicas y las primeras Dressel 1-A.

5. REFERENCIAS A OTROS YACIMIENTOSCONTEMPORÁNEOS

5.1. CA L’ARNAU – CAN MATEU

(CABRERA DE MAR, BARCELONA)

Recientes excavaciones en el municipio deCabrera de Mar (Barcelona) han puesto al descu-bierto un establecimiento romano-republicano degrandes dimensiones con una cronología inicial demediados del siglo II a.C.; este enclave romano seextiende bajo la actual población de Cabrera deMar, a muy poca distancia del importante oppidvm

ibérico de Burriac, uno de los centros urbanos másdestacados de los layetanos. El yacimiento roma-no de Ca l’Arnau se relaciona de un tiempo a estaparte con el antiguo topónimo de Iltvro conocidopor la numismática (García Roselló et alii 2000:36-38). Se trata de un asentamiento de carácter itá-lico, la zona de hábitat se extiende a ambos ladosdel cauce de la riera de Cabrera, de unos 7000 m2

conocidos, pudiendo ser su extensión aun superior.Se trata de un complejo urbano de planta irregularcon una calle documentada y diversas estructurasde habitación, siguiendo una organización urba-nística con distintas orientaciones. En la zona cen-tral del complejo se ubican las termas, que es talvez el edificio más destacado del conjunto por sugrado de preservación y antigüedad; estas termasocupan una extensión de unos 450 m2, y presentanel clásico esquema de caldarivm, frigidarivm, tepi-

darivm, laconivm y apodyterivm con una cubierta

abovedada (García Roselló et alii 2000: 36-38).Además hay que destacar otros elementos decora-tivos suntuarios como pavimentos de signinvm conteselas blancas, e incluso presencia de tegvlae deorigen campano.1 El asentamiento no presenta porahora indicios de murallas, quizás influido por laproximidad del oppidum ibérico de Burriac que enestos momentos también experimenta importantesreformas en su sistema defensivo. En otras zonasdel asentamiento se ha documentado actividad meta-lúrgica así como la existencia de una gran domvs

republicana (Can Benet) con excelentes pavimen-tos de signinvm con incrustaciones metálicas, úni-cos en Hispania.

Precisamente son los contextos de construcción delas termas (UE 2345) los que nos proporcionan una delas cronologías más antiguas del yacimiento, fechablea mediados del siglo II a.C. Aparece abundante cerá-mica ibérica, junto con campaniense de tipo A (formasLamb. 33a, Lamb. 36, Lamb. 27ab, Lamb. 31), ademásde ánforas grecoitálicas, púnicas del Estrecho (grupoMañá C2), PE-23 y rodias antiguas. Otro elemento paraconsiderar la romanidad del enclave lo marcan las án-foras brindisinas; estos envases olearios producidos enla costa adriática se fechan en la segunda mitad delsiglo II a.C. en Italia, y es común encontrarlas en con-textos romanos de la Península hasta mediados delsiglo I a.C.; cabe recordar que el aceite de oliva, a me-diados del siglo II a.C., era un producto de consumopreferentemente romano, difícilmente podemos atri-buir su consumo por las poblaciones iberas locales y,por tanto, relacionado con el movimiento de itálicos,más concretamente con el abastecimiento militar.

5.2. CAMP DE LES LLOSES (TONA, BARCELONA)

Este asentamiento se encuentra ubicado a laentrada de la Plana de Vic, en zona de llano, no seconoce la existencia de murallas ni otros sistemasde defensa. Hasta el momento se ha documenta-do un extenso y complejo conjunto de estructurasarquitectónicas de carácter habitacional e indus-trial, estas últimas relacionadas con actividadesmetalúrgicas, sobretodo en bronce. Los restos seencuentran dispuestos flanqueando una calle o cami-

Figura 21. Restos de opus signinum desintegrados en

superficie.

1 Este elemento de las tegvlae con restos de augitasvolcánicas resulta un elemento destacado ya que lasencontramos también tegvlae con las mismas característicasen Can Tacó, y como hemos visto, en el yacimiento interiorde Puig Castellar.

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no y organizado en terrazas. El complejo de Campde les Lloses se relaciona con un asentamientoromano con una función logística vinculada al ejér-cito. El registro arqueológico marca un horizontecronológico entre el 125-75 a.C., aunque tambiénhay indicios de una perduración posterior pero demenor importancia. De este enclave merece des-tacarse su vinculación al paso de dos vías roma-nas por la zona, conocidas por los miliarios deManivs Sergivs —más concretamente el de Tona(IRC I.211-212)—, tal como hemos comentado enotro capítulo, por lo tanto parece fuera de toda dudaque su ubicación obedece a criterios estratégicosen el marco de la red viaria republicana (Álvarezet alii 2000) (Duràn y Mestres 2000).

5.3. PUIG CIUTAT (ORISTÀ, BARCELONA)

Se trata de un asentamiento de unas 5 ha, pros-pectado a partir de la geofísica. Cuenta por ahora contres campañas de excavación y se han documentadotres fases de ocupación. Parece que existe una primeraocupación ibérica, un segunda fase de ocupación re-publicana de siglo II o principios del I a.C., y una úl-tima fase situada grosso modo entre el 80-35 a.C., estaúltima con presencia de material militar y restos deincendio. Aunque está todavía en una primera fase deinvestigación, su localización creemos que se debevincular a una de las vías interiores y uno de los mi-liarios de Manivs Sergivs del 120 a.C., precisamente ellocalizado en Santa Eulàlia de Riuprimer (IRC I.175).(Datos extraídos de la exposición oral en Tribunad’Arqueologia 2013 en prensa).

5.4. MONTERÓ (CAMARASA, LLEIDA)

Este yacimiento se alza en la parte superior de uncerro ubicado en el margen izquierdo del rio Segre. Elcarácter estratégico y el control visual constituyen sinduda las funciones primordiales del enclave, puesdesde el yacimiento se divisa una amplia zona de ladepresión central de Catalunya así como uno de lospocos vados naturales del rio Segre. Las excavacio-nes llevadas a cabo hasta ahora han documentado unaúnica fase de ocupación representada por diversas es-tructuras arquitectónicas relacionadas con habitacio-nes, algunas de planta rectangular simple y otras máscomplejas siendo destacable en estas la presencia depavimentos de opvs signinvm y pintura mural; asi-mismo está bien documentada la existencia de un po-

tente muro perimetral o muralla de 1,5m de anchuraque circunda el yacimiento por la vertiente este. Losmateriales arqueológicos son muy abundantes: mone-das, restos de actividad metalúrgica, molinos, restosmetálicos relacionables con armamento, etc.; La ce-rámica es muy abundante en todo el yacimiento, sobretodo la de tipo común de tradición local; pero seránlas cerámicas de importación las que marcaran el ho-rizonte cronológico de manera más precisa: la vajillade mesa de los tipos campaniense A y en menor me-dida del círculo de la B, propias del siglo II a.C. , juntoa ánforas Dressel 1-A itálicas sirven para fechar el ya-cimiento en el último tercio de siglo II a.C.; no pareceque la ocupación se prolongara más allá de 50 años.La interpretación de este yacimiento es el de un fortíno castellvm del ejército, al servicio del control romanoen esta zona de la Citerior, la residencia de un desta-camento militar en estas dependencias parece fuera detoda duda, la cultura material asociada lo acaba de cer-tificar. Las características topográficas y arquitectóni-cas de este asentamiento, así como su cronología, nosmuestran una similitud indiscutible con el yacimientode Puig Castellar de Biosca situado a 30 km y con po-sibilidades de un contacto visual entre ambos encla-ves. Ver bibliografía Bermúdez et alii (2005); Ferrer et

alii (2009).

5.5. ELS PRATS DE REI (BARCELONA)

Este enclave es aun poco conocido por falta de in-vestigación, aunque disponemos de varios indiciosque apuntan a la existencia de un asentamiento quecronológicamente sería contemporáneo con los ante-riores. En época romano imperial en esta zona seubica el Municipum Sigarrensis, un municipio flaviobien conocido por la epigrafía.

Por referencias de antiguas excavaciones rea-lizadas por investigadores locales y habiendo com-probado los materiales del fondo del museo local,se vislumbra una fase romano-republicana quemuestra una fuerte presencia de ánfora itálica delos tipos campanos y ánfora ibérica de boca plana;una pequeña colección numismática presidida casiexclusivamente por numerario ibérico de la cecaIltirkesken y un extenso repertorio de cerámicascampanienses de los tipos A y del taller de Cales,fase media, entre los que destaca un mínimo de 25individuos de la variedad Morel 3756. En conjun-to nos marca un ambiente cronológico de últimotercio de siglo II —inicios de siglo I a.C. En losúltimos meses hemos tenido noticia que en una

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excavación de urgencia se ha detectado una sólidamuralla de la que se desconocía su existencia has-ta el momento, pero que aun no ha podido ser exca-vada. El estado de la cuestión más reciente referi-do a este yacimiento lo encontramos en el libro deNoelia Salazar 2012 (Salazar 2012).

6. APÉNDICE SOBRE LA DISTRIBUCIÓN DE ÁNFORAS BRINDISINAS

No queremos acabar nuestra aportación sin hacerreferencia a unos de los fósiles directores de estaépoca, las ánforas brindisinas, que creemos puedenser indicativas de la presencia militar en Hispania. Ladistribución de las ánforas brindisinas en la PenínsulaIbérica seguramente refleja el movimiento de tropas ypersonal administrativo romano en este primer siglode la conquista. La concentración en puntos de lacosta (por ejemplo, Sagunto, Gadir, Carteia, CartagoNova), Valle del Ebro hasta Numancia, en estableci-mientos romanos del NE (Can Tacó, Camp de lesLlosses, Monteró, Puig Castellar de Biosca, etc.) y en las primeras ciudades romanas (p.e. Ampurias, Tarraco, Baetulo, Iesso), nos parece altamente signi-ficativa (ver Fig. 22, donde se detalla la distribuciónde las Apani V apuliotas).

A pesar de las diferencias que pudieran existiren el conocimiento arqueológico de cada una delas zonas, el mapa muestra dos concentraciones deánforas brindisinas en el NE peninsular: en la zonade Cabrera de Mar (Mataró, Ca L’Arnau y Burriac),y el valle del Llobregat (Gavà, Sant Feliu, Sant Boiy Cornellà). Por otra parte, las Apani V se docu-mentan en la zona interior del NE siguiendo la rutatransversal desde Gebut, Lleida, Monteró, Guisso-na, Puig Castellar, Tárrega, Camp de les Lloses yCan Tacó.

7. CONCLUSIONES

Así pues, a la vista de los datos expuestos ante-riormente, todo parece indicar que durante la segundamitad del siglo II a.C. la zona del NE peninsular fuesometida a un intenso y planificado proceso de control militar como fase previa a la organizaciónadministrativa que perdurará hasta principios desiglo I a.C., siendo la fundación de ciudades unosde los resultados más trascendentes (Iluro, Baetu-

lo, Iesso, Aeso, Ilerda, y quizás también Gerunda);caso aparte son las ciudades de Emporiae y Tarra-

co, ya que en su condición de enclaves portuariosel proceso de consolidación urbana empezó unasdécadas antes.

Creemos estar en el buen camino al considerarque los establecimientos romanos que hemos ana-lizado obedecen a diversas tipologías, tales como:control administrativo (Ca l’Arnau, Can Tacó), cen-tros logísticos (Camp de les Lloses), centros decontrol estratégico (Puig Castellar, Monteró, y talvez Puig Ciutat). Todos guardarían en común unaestrecha relación con el ejército y el primer des-pliegue de la administración romana.

Asimismo hay que destacar la voluntad expresade hacer visible a las poblaciones locales, medianteestos asentamientos ex novo, la instauración del nuevopoder ejercido por los vencedores de la contienda pú-nica, este aspecto pensamos que resulta particular-mente aplicable a enclaves como el de can Tacó.

Para completar esta tesis no podemos dejar de ladola importancia que el nuevo poder romano confirió ala necesidad de disponer de nuevas vías de comuni-cación, unas vías que posibilitan los desplazamientosrápidos de tropas y sus necesarios suministros; unejército activo en campaña, aunque no sea con finespunitivos o bélicos, como parece en este caso, necesitadisponer de esta red capilar de comunicaciones y cen-tros logísticos.

Otro factor a considerar es el de la uniformi-dad cronológica que presentan casi todos ellos, suscronologías iniciales de mediados de siglo II a.C.,no llegando en su mayoría a perdurar más allá delcambio de siglo; aun así a pesar de este factor detemporalidad llaman la atención algunas realiza-ciones arquitectónicas de tipo suntuario (domvs,

termas, decoraciones arquitectónicas lujosas) quenos indican el carácter itálico y el alto rango deuna parte de sus habitantes.

Figura 22. Mapa de distribución de ánforas Apani V en la

Península Ibérica.

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