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Cuarta Semana Junio 2012 No. 56 Semanario de arte, cultura y sociedad LALUNA Crédito/ Miguel Alvarado.

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  • Cuarta Semana Junio 2012 No. 56 Semanario de arte, cultura y sociedadLALUNA

    Crdito/ Miguel Alvarado.

  • Eduardo H.G/ Regeneracin Radio/ Rebelin

    * A partir del 4 de junio comenz a circular en libreras bajo la editorial Ocano el libro La farsa detrs de la guerra contra el narco, escrito por la periodista Nancy Flores, reportera y editora de la revista Contralnea. La farsa es un cmulo de datos duros que van contrapunteando a los discursos oficiales triunfalistas del gobierno de Felipe Caldern sobre la guerra que sostiene contra el narcotrfico y rebasa 60 mil muertos. El hilo del libro conduce a una conclusin reveladora: el gobierno federal no libra "guerra" alguna contra el narcotrfico, sino todo lo contrario.

    Una mujer blanca, delgada, de mediana edad con el pelo ondulado, cara tranquila, frente lisa, ojos intensos, nariz redonda, labios estrechos y gorro a la cabeza sostiene un trozo de cartn en las manos. Al fondo se ven algunos jvenes donde pareciera ser un parque pblico. La fotografa, aparentemente annima, fue publicada hace unos das en el portal imgur.com, sitio que permite alojar y compartir todo tipo de imgenes de manera gratuita. La imagen lleva, al momento de redactar esto, al menos 223 mil 626 vistas, adems de los cientos de shares (veces compartida) y las republicaciones en otros sitios y redes sociales. La razn, aparte de la mujer en s, es la frase que lleva escrita (en ingls) en el trozo de cartn: Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo dems son relaciones pblicas, de George Orwell. La mxima recorre la red y miles se apropian de ella como un mensaje en contra del control y manipulacin mediticos. En Mxico, al calor de la agitacin social y poltica que pinta el 2012, hay voces que hacen de la oracin orwelliana escrita en el cartn de la imagen, una prctica puntual, precisa y contundente.

    A partir del 4 de junio comenz a circular en libreras bajo la editorial Ocano el libro La farsa detrs de la guerra contra el narco, escrito por la periodista Nancy Flores, reportera y editora de la revista Contralnea. La farsa es un cmulo de datos duros que van contrapunteando a los discursos oficiales triunfalistas del gobierno de Felipe Caldern sobre la guerra que sostiene contra el narcotrfico y rebasa 60 mil muertos. El hilo del libro conduce a una conclusin reveladora: el gobierno federal no libra guerra alguna contra el narcotrfico, sino todo lo contrario.

    - Quisiera que nos explicaras tu trabajo como periodista y por qu decidiste escribir este libro.

    - Soy periodista de investigacin, trabajo para la revista Contralnea donde hago reportajes y adems edito la publicacin. Hasta antes de que tuviramos La farsa, haba investigadores que haban criticado la estrategia de Caldern. Los medios tambin han hecho alguna crtica al respecto. Lo han abordado como una guerra fallida dando por hecho que existe la guerra contra el narcotrfico. Pero algunos investigadores dicen que la guerra no existe. Pero no haba datos duros que confirmaran esta posicin crtica y lo que me propuse con esta investigacin periodstica es tener los datos duros que nos llevaran

    a ver si existe la guerra, si es una guerra fallida o si es una guerra que en verdad no existe.

    - Como fue el trabajo de investigacin de La farsa?

    - Muy duro. Lo empec a mediados de 2009 y lo termin en 2011. No fueron 2 aos y medio de investigacin permanente, pero s continuos. Y algo complicado a la hora de conseguir datos del gobierno federal, que es la parte que ms cost trabajo en cuanto a la reunin de fuentes, porque te dan la informacin a cuentagotas, se agotan los tiempos que les obliga la Ley de Transparencia y al Una mujer blanca, delgada, de mediana edad con el pelo ondulado, cara tranquila, frente lisa, ojos intensos, nariz redonda, labios estrechos y gorro a la cabeza sostiene un trozo de cartn en las manos. Al fondo se ven algunos jvenes donde pareciera ser un parque pblico. La fotografa, aparentemente annima, fue publicada hace unos das en el portal imgur.com,

    sitio que permite alojar y compartir todo tipo de imgenes de manera gratuita. La imagen lleva, al momento de redactar esto, al menos 223 mil 626 vistas, adems de los cientos de shares (veces compartida) y las republicaciones en otros sitios y redes sociales. La razn, aparte de la mujer en s, es la frase que lleva escrita (en ingls) en el trozo de cartn: Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo dems son relaciones pblicas, de George Orwell. La mxima recorre la red y miles se apropian de ella como un mensaje en contra del control y manipulacin mediticos. En Mxico, al calor de la agitacin social y poltica que pinta el 2012, hay voces que hacen de la oracin orwelliana escrita en el cartn de la imagen, una prctica puntual, precisa y contundente.

    A partir del 4 de junio comenz a circular en libreras bajo la editorial Ocano el libro La farsa detrs de la guerra contra el narco, escrito por la periodista Nancy Flores, reportera y editora de la revista Contralnea. La farsa es un cmulo de datos duros que van contrapunteando a los discursos oficiales triunfalistas del gobierno de Felipe Caldern sobre la guerra que sostiene contra el narcotrfico y rebasa 60 mil muertos. El hilo del libro conduce a una conclusin reveladora: el gobierno federal no libra guerra alguna contra el narcotrfico, sino todo lo contrario.

    - Quisiera que nos explicaras tu trabajo como periodista y por qu decidiste escribir este libro.

    - Soy periodista de investigacin, trabajo para la revista Contralnea donde hago reportajes y adems edito la publicacin. Hasta antes de que tuviramos La farsa, haba investigadores que haban criticado la estrategia de Caldern. Los medios tambin han hecho alguna crtica al

    respecto. Lo han abordado como una guerra fallida dando por hecho que existe la guerra contra el narcotrfico. Pero algunos investigadores dicen que la guerra no existe. Pero no haba datos duros que confirmaran esta posicin crtica y lo que me propuse con esta investigacin periodstica es tener los datos duros que nos llevaran a ver si existe la guerra, si es una guerra fallida o si es una guerra que en verdad no existe.

    - Como fue el trabajo de investigacin de La farsa?

    - Muy duro. Lo empec a mediados de 2009 y lo termin en 2011. No fueron 2 aos y medio de investigacin permanente, pero s continuos. Y algo complicado a la hora de conseguir datos del gobierno federal, que es la parte que ms cost trabajo en cuanto a la reunin de fuentes, porque te dan la informacin a cuentagotas, se agotan los tiempos que les obliga la Ley de Transparencia y al

  • final te dicen que no es con ellos, que pidas a otra instancia. Lo otro, acced a informes pblicos del Departamento de Estado y de Justicia de Estados Unidos y de la Unin Europea, que tambin daban alguna referencia de la guerra contra el narcotrfico con datos especficos. Esa parte no fue tan complicada.

    Datos y discursos - La columna vertebral de tu libro son los datos duros que vas comparando con discursos oficiales que Caldern y su gobierno han emitido estos seis aos. Citando al prologuista Jorge Luis Sierra, dibujas la gran contradiccin que representa esta iniciativa de guerra ya que el narcotrfico en Mxico se ha fortalecido, ms que debilitarse, lo cual, creo, sostiene la tesis central de tu libro.

    - La idea de comparar los discursos es revelar que hay una farsa. En los discursos del presidente y en general de los representantes del gobierno federal nos hablan de que estn combatiendo al narcotrfico, que esta guerra la vamos a ganar, que hay una estrategia que est dando resultados. Lo que yo iba encontrado era todo lo contrario. Por ejemplo, dicen que estamos metiendo a los delincuentes a la crcel para que no daen a tu familia y la droga no llegue a tus hijos. Este ha sido el discurso de todo el sexenio y al pedirle a la PGR que nos dijera cuntos de esos que ha detenido, al final ha consignado, que s se presentaron ante la autoridad porque tuvo elementos suficientes para que se les inicie un juicio, tenan relacin con los crteles, responde que solamente son mil 306 y en el discurso el gobierno vena informando a la Cmara de Diputados y a la Cmara de Senadores que eran 121 mil los detenidos en el contexto de la guerra. De 121 mil solamente mil 306 realmente tenan vnculos con el narcotrfico. Ciento veinte mil quin sabe a qu se dedicaban o por qu los detuvieron en el contexto de la guerra. Y luego el Consejo de la Judicatura. Los datos que me proporciona por Transparencia son similares: 53 sentencias firmes por lavado de dinero en el mismo periodo estudiado, 735 por delincuencia organizada, alrededor de 250 por secuestro cuando en Mxico se calcula que hay 45 secuestros al da. No haba evidencia de que en la parte que le toca al Poder Judicial estuviera realmente dando frutos esta guerra. Lo que hay, por el contrario, es un saldo humanitario impresionante: estamos hablando de alrededor de 60 mil muertos, y que algunos medios como el semanario Zeta de Tijuana ya habla de 70 mil. La verdad es que no se tiene la cifra, podran ser 100 mil. Es muchsima gente la que est muriendo y no necesariamente se trata de una lucha cuerpo a cuerpo, como tambin se nos ha querido venir diciendo, que todos los muertos tienen relacin con el narcotrfico y que prcticamente todos los muertos se generan en enfrentamientos. Ha habido familias masacradas simplemente por ir en una carretera y desde un retn les disparan, o los chicos del Tec. de Monterrey que fueron asesinados dentro de sus propias instalaciones, que despus se les quisieron sembrar armas. Nos dimos cuenta de que en Mxico ya estaba vigente este concepto de los falsos positivos, donde personas inocentes son incriminadas arbitrariamente por las autoridades en delitos para justificar su muerte. Nos damos cuenta que hay 250 mil desplazados en

    Mxico, mil 300 nios que han perdido la vida en este fuego cruzado, que puede ser que s haba un enfrentamiento y por alguna situacin el nio fue baleado o en retenes, que es ms grave. El saldo ha sido muy grande para los escasos resultados y nos revelan que justamente no hay una guerra.

    La guerra no es contra el narco - En la pgina 36 de La farsa, leemos: la guerra contra el narcotrfico es una decisin unilateral de Caldern, impuesta por las polticas del Pentgono para militarizar las instituciones de seguridad en Mxico. Si realmente se quiere hacer una lucha en contra del narcotrfico, sta es una decisin errada, porque el asunto no se resuelve [mediante] la fuerza, sino [con] polticas de carcter social. Es una cita que haces del general brigadier y politlogo Francisco Gallardo. La estrategia tuvo por objeto -legitimar la llegada de Caldern al poder, en virtud de que fue impuesto por un golpe de Estado tcnico militar a travs del Estado Mayor Presidencial. El involucramiento del Ejrcito en la lucha contra el narcotrfico trastoca el orden jurdico e institucional del Estado mexicano: viola la Constitucin, escribes.

    - La farsa retoma la visin de muchos investigadores que consult y que cito porque es una inquietud saber si sta es una poltica que debemos pagar con sangre, porque eso es lo que est pasando con Mxico. La gente se da cuenta que sus derechos han sido trastocados por esta poltica pblica. Nos parece normal que haya retenes en todas las carreteras, en cada no s cada determinados kilmetros, pero muy cercanos unos de otros. Nos parece normal que no sintamos seguridad de transitar por la noches las carreteras del pas, incluso dentro de nuestras propias colonias ya nos da miedo salir a la calle si es ms de la una de la maana. Mucha gente ya se haba dado cuenta que nuestros derechos han sido restringidos, el hecho de que ya sea una ley la que permita el arraigo, por ejemplo, que es una figura totalmente ilegal donde se nos trata como culpables sin siquiera podrnoslo demostrar, que nuestros derechos humanos han sido totalmente vulnerados. La farsa trata de documentar con datos duros esa posicin crtica de que esta guerra no est combatiendo al crimen. Lo sostengo porque en el libro lo que se logra evidenciar, realmente documentar es que no ha habido mejor poca para los crteles mexicanos como el actual sexenio. En este sexenio es cuando los crteles mexicanos se han posicionado no solamente al interior del pas, en Estados Unidos, principal mercado de drogas, sino que se encuentran ya en 50 pases. Su presencia en Amrica Latina es impresionante. Estn traficando droga, lavando dinero, tienen propiedades, lo hemos visto con los ltimos decomisos contra el crtel de Sinaloa en Colombia. No vemos esos grandes decomisos en Mxico, donde tambin tienen sus fuentes de lavado de dinero y se han posicionado incluso como los sucesores de Colombia. As lo tratan los aparatos de inteligencia tanto de EU como de la UE y no puede ser que esta bonanza para ese negocio se d en una guerra que nos genera 60 mil muertos.

    - El 27 de mayo publicaste en Contralnea un adelanto del libro, extractos del captulo 3, Mxico

    exporta crteles. Da luz sobre la magnitud del fortalecimiento mundial de al menos 5 crteles mexicanos, encabezados por el de Sinaloa. Por qu elegiste ese captulo como adelanto?

    - Porque no hay mayor evidencia de que no hay guerra que el hecho de que estn en 50 pases, porque ellos han venido diversificando sus negocios. No solamente se trata del trasiego de drogas y lavado de dinero, sino porque ellos estn entrando a todas las vertientes criminales, no solamente en Mxico sino en el mundo. Si alguien tiene la capacidad de llegar a otras latitudes no est viendo mermado su negocio. Es el dinero el que abre fronteras de cualquier pas, ellos tienen la capacidad de estar corrompiendo autoridades no solamente de Mxico y EU, porque de alguna forma pasa la droga y de alguna forma regresa el dinero, sino de otros pases de frica, Europa y Asia. De donde traen la droga es justamente de la India, ah se amafian con las redes criminales de ese pas como tambin lo hacen en Per, en Colombia para trasegar cocana, pero tambin con Italia, por donde entra droga a Europa. Tambin estn en Espaa y en Gran Bretaa. Y ya los estamos ubicando en ciertas regiones con determinados negocios.

    El crtel de Sinaloa y el Chapo Guzmn

    - En trminos reales el gobierno de Caldern ha beneficiado en mayor medida al crtel de Sinaloa, que encabeza Joaqun Guzmn Loera. Tu libro comienza con una descripcin del afiche de la DEA donde se pide una recompensa de 5 millones de dlares por su captura. Sin lugar a dudas el crtel y su lder mximo son parte neurlgica para entender el estado actual de nuestro pas.

    - Empec con l porque me parece que se ha hablado mucho del Chapo y al final, incluso si lo atraparan, si en el contexto de las elecciones fuera detenido para posicionar al partido del presidente, no pasara nada. En trminos generales la guerra no est combatiendo a ningn crtel pero el que se ha visto totalmente beneficiado es el de Sinaloa, de eso no hay duda. Solamente, de los mil 306 detenidos y consignados, 114 son del crtel de Sinaloa y se calcula que hay 500 mil mexicanos involucrados en el negocio de las drogas. La organizacin que tiene ms criminales involucrados es la de Sinaloa y si nos dicen que solamente son 144 los que han detenido, de esos 144 ninguno de verdad representaba la cabeza de la organizacin, al menos la cabeza visible. Qu mayor ejemplo tenemos de impunidad que se, no? Que el Chapo, detenido en su momento y dejado libre en el sexenio de Fox en 2001, que todava no lo encarcelen, no lo ubiquen, no lo asesinen porque tambin se da eso de las ejecuciones selectivas en contra de los criminales. Todava no se haya dado eso cuando la tecnologa a la que ha tenido acceso el gobierno de Mxico y la tecnologa que maneja EU, que adems ya tiene aviones no tripulados en nuestra frontera -y no sabemos exactamente hasta dnde llegan esos aviones- no lo hayan localizado. Parece una burla para los mexicanos que estn perdiendo a sus familiares, que han tenido algn tipo de agravio en todo el contexto de esta estrategia.

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    mil ejemplares distribuidos cada semana. Todos los registros en trmite.

    La

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    A props

    ito de

    Batman

    * Nolan encontr, quiz no tan casualmente, al superhroe de Bob Kane, el solitario Batman, hombre murcilago a quien Tim Burton y, en menor medida el insoportable Joel Schumacher, haban catapul-

    tado a la cima del imaginario juvenil en los aos 80.

    Jorge Zavaleta

    Balarezo/ Argen

    press

    Cuando nos entreg Following, en 1998, ya percibimos al autor que se ira descubriendo ms adelan-te. Ese aire de misterio en sus his-torias y ese querer darle la vuelta de tuerca a todo relato pareca estar siempre rondando, a la hora de filmar, por la mente de Christopher Nolan. Este cineasta britnico, ahora a los 41 aos, quiere demostrarnos que lo mejor est por venir y no se ha ahor-rado ningn esfuerzo para que deseemos que el final de la triloga de Batman, un filme rodado en parte en Pittsburgh, Pennsylvania, ya est aqu.

    En Memento Nolan demostraba, custico, su saber hacer, de pronto Guy Pearce era traicionado por su propia memoria y los retazos de ella componan la pelcula. La tarea, entonces, era doble porque esta vez el espectador por cuenta propia -y por ob-ligacin- tena que detenerse a armar el rompecabezas. A la inversa de la tradicin clsica, Memento iba permanentemente hacia atrs, simulando un flashback total y envolvente. Solo, al final, sobrevivan los trozos, si se quiere los recuerdos de los re-cuerdos, como parte de una caja china que nos cautivaba y nos llevaba a entrar cada vez con mayor entusiasmo y sorpresa en el mis-terio de una cinta que pareca no agotarse y que, sin embargo y al mismo tiempo, no slo rechazaba frmulas y estilos sino que estaba imponiendo su propia vigencia.

    Aclamado despus de este ejercicio de largo aliento y an con cabos sueltos, Nolan se an-im a hacer un casi inmediato remake hol-lywoodense de la sueca Insomnia. Quienes hemos visto ambas versiones podemos decir que la original es extremamente fra y cal-culada pero a la vez podemos afirmar que

    Nolan supo aprovechar el protagonismo de Al Pacino y Robin Williams (en uno de sus raros papeles de villano) y tal vez tambin de Hillary Swank. Donde la original sueca asuma y enfrentaba su propia lealtad y tal vez su letargo intrnseco, Nolan aceitaba la maquinaria y al final nos entregaba, despeja-dos los misterios, una obra que quisiramos ver ms de una vez.

    Entonces fue que Nolan encontr, quiz no tan casualmente, al superhroe de Bob Kane, el solitario Batman, hombre murcila-go a quien Tim Burton y, en menor medida el insoportable Joel Schumacher, haban cata-pultado a la cima del imaginario juvenil en los aos 80. La primera parte estuvo bastante bien y la eleccin de Christian Bale para el rol principal no fue obstculo para desarrollar una dramaturgia colmada, en el mejor estilo de su realizador, de trucos que dejaban a la batiseal slo como un inocente referente. La segunda parte nos mostr la perversi-dad y el dao del Jker, en el que fue casi el ltimo rol de Heath Ledger. Bombas que estallaban, pasajeros heridos por el pnico en un par de barcos, salvaciones de ltimo minuto, cambio de planes y un Batman que al final no poda enfrentar el infierno en que se haba convertido Ciudad Gtica: tales fueron los principales elementos o ejes sobre los que se sostuvo la segunda parte dejndonos con ganas para el estreno que viene pronto.

    En el camino, Nolan precis sus intereses y con The Prestige dirigi de nuevo a C. Bale, junto a Hugh Jackman. La cinta pareca una bien sazonada historia gtica, incluso con ecos de los libros de Nataniel Hawthorne o Lovecraft. Dos magos en permanente com-petencia y enfrentados a su propio destino. La escena final, es preciso decirlo, le hace

    un guio a ese gusto por el misterio y lo cap-cioso que nos descubri, desde un principio, a un Nolan conocedor de artificios y vetas oscuras.

    De nuevo en Inception este cineasta des-pliega un imaginario que esta vez, sin duda, le debe demasiado a Borges, e imagina un laberinto, un sueo sobre otro, un infinito. La aventura, as expuesta, no parece terminar y en ella Leonardo Di Caprio y Marion Cotil-lard parecen escaparse de las coordenadas que les ha propuesto el relato. Muchos crti-cos acusaron la mezcla de pelcula de ac-cin con el gran referente del 007 y eso es cierto, pero no se puede olvidar, al mismo tiempo, que Inception, tan recurrente a la espectacularidad, beba de su propia y ex-trema fuente imaginaria. Borges bien ledo y cultivado pareca resucitar en los encuadres de esta pelcula que, tal vez sin quererlo, era un gran homenaje para el clebre autor argentino, y que en todo momento esperaba la siguiente escena para seguir llevndonos arrastrados por su vendaval de especula-ciones y emociones.

    Con todo lo sostenido hasta aqu, ya casi no hace falta presentar a Christopher Nolan ni descubrir qu mgicos mecanismos guan su imaginacin a la hora de escribir y dirigir una pelcula. Sin exageraciones, podemos decir que en este siglo, sus trabajos se han situado entre lo ms importante que nos of-rece el cine industrial y a gran escala. Tal vez slo David Fincher, en estos momen-tos, sea capaz de mostrarnos esa poderosa creacin que Nolan ofrece en cada pelcula, donde reviven sus pesadillas, lo oscuro, lo ominoso, lo cruel, lo inesperado, y para lo cual l ya tiene preparado una sabia y el-ocuente respuesta.

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    de Virginia WolfLa enfermedad:

    a House* Si como enferma Virginia Wolf hubiese conocido a House,

    no creo que le habra agradado ese tipo impertinente, canalla y misntropo, an incluso con sus brillantes diagnsticos.

    Como escritora, el talento y la excentricidad del particular m-dico la hubiesen seducido y quizs hasta lo habra convertido

    en personaje de alguna de sus novelas.

    Pedro Antonio Curto/ Argenpress

    Dejamos de ser soldados en el ejrcito de los erguidos; nos convertimos en desertores. Con esas palabras se refiere la escritora Virginia Wolf a quienes enferman en un poco conocido ensayo, Estar enfermo. Y saba de lo que hab-laba. Marcada por la muerte temprana de su madre y una hermana, la de su padre la llev a ser internada en un sanatorio. El suyo era un cuerpo frgil que fue azotado por males fsicos y mentales que la obsesionaban. El dolor est presente en su obra. As, en la novela Mrs. Dal-loway lanza una feroz crtica contra la forma en que los mdicos tratan las locuras y las depre-siones. Quien denunci la opresin cultural y social de las mujeres ve tambin al enfermo como un ser desprotegido en la escala de va-lores pues, como dijo, se deja de pertenecer al ejrcito de los erguidos para formar parte del ejrcito de los tumbados. Y resulta un ejrcito derrotado de antemano. Ella tena conciencia de pertenecer a este ltimo y fue la obsesin por la enfermedad la principal causa que la llev a hundirse en el ro Ouse con los bolsillos llenos de piedras para que las aguas se convirtiesen en su sepultura.

    Si como enferma Virginia Wolf hubiese cono-cido a House, no creo que le habra agradado ese tipo impertinente, canalla y misntropo, an incluso con sus brillantes diagnsticos. Como escritora, el talento y la excentricidad del par-ticular mdico la hubiesen seducido y quizs hasta lo habra convertido en personaje de al-guna de sus novelas.

    La serie House no es una ms de las produc-ciones que versan sobre temas mdicos y que tanto abundan en las pantallas. Es algo as como lo que Don Quijote represent respecto a las novelas de caballeras en su tiempo. Porque House, a travs de su original protagonista, se enfrenta a la enfermedad y su curacin con un prisma diferente. En teora, la medicina aborda el tratamiento del paciente desde una filosofa humanitaria que se recoge entre otros aspec-tos en el juramente hipocrtico, principios que son puestos en cuestin por el doctor Gregory House. Pues ste sita la relacin idlica entre el enfermo y su sanador como un conflicto.

    Si hay algo a lo que tenemos derecho cualquier individuo, independientemente de nuestra con-dicin social o econmica, es a la soberana del propio cuerpo, a disponer de l como mejor creamos y cuando padece algn mal basta con entablar una relacin cordial con el mecnico que pretende recuperar el mecanismo ave-riado. Pero House nos dice que la cuestin no es tan simple. Con su bastn de cojo con malas pulgas, seala que existe un conflicto de soberanas; la del paciente que defiende un territorio frente al mdico que penetra en ese territorio. Poco importa que esa penetracin sea consentida y necesaria, se est avasallando nuestra habitacin interior. Como metfora de esa invasin es la prctica del equipo mdico del hospital Princenton-Plaisboro de allanar la vivienda de los pacientes. Con ese mtodo (que

    dudo se realice en ninguna parte) se expone que no conocemos a nuestro cuerpo y que es lo que mejor le conviene. Como repite este doc-tor a medio camino entre Scrates y Sherlock Holmes, todos mienten. La enfermedad nos infantiliza convirtindonos en nios traviesos. Somos prncipes destronados de nuestro pro-pio imperio, el cuerpo que habitamos. En eso House choca con la Wolf, la cual dijo: hay en la enfermedad, confesmoslo (y la enfermedad es el gran confesionario) una franqueza infantil; las verdades se sueltan abruptamente y se dicen cosas que oculta la cauta responsabilidad de la salud.

    Porque House analiza el comportamiento del cuerpo humano sobre la base de unas deduc-ciones detectivescas, busca la resolucin del caso, la verdad, pero se aleja de la parte ms humana que lo comprometera. En un captulo, el familiar de un enfermo le pregunta: cmo puede tratar a un paciente sin conocerlo? A lo cual l le responde irnico: es fcil si te importa un carajo. Es lo mejor, si las emociones te hici-eran ms racional no se llamaran emociones. Por eso nos dividimos el trabajo, ustedes son la familia y yo el mdico. Y eso que House, como Virginia Wolf, es un cuerpo sometido al dolor que les lleva a una pulsin autodestructiva. Es el todo para el enfermo pero ausentndose de su voluntad. El consentimiento informado que aparece en algn captulo, no deja de ser un protocolo y a veces hasta un obstculo para un fin mucho mayor. En realidad parece que el brillante doctor observe al paciente como una cobaya. Necesita hacer eso la ciencia para romper ciertas barreras? Es lo que entiende House cuando se ausenta de las emociones para encontrar resultados, esa verdad profunda que se mueve entre tinieblas de mentiras. En un episodio, Foreman, miembro de su equipo, le espeta: lo entub y l no quera que lo hici-eran! Tiene un documento legal que lo dice. A lo cual House le responde filosfico: entubar o no entubar, esa es la gran cuestin tica. En realidad esperaba que pudisemos evitarlo y tal vez solo practicar un poco de medicina.

    Sin embargo en otra ocasin cuando Foreman es contagiado, es l mismo quien acusa a House de cobarda por no atreverse a aplicarle un tratamiento demasiado agresivo. Porque la in-diferencia tiene un lmite y la divisin del trabajo lo ha hecho pasar al campo de las emociones. Aunque en otro captulo ocurre lo contrario. Su jefa, Cudy, salva a su jardinero empujada por el sentimiento de culpa, un coraje que el propio House por una vez reconoce. Quizs porque el cuerpo es ambivalente y contradictorio, y la medicina que lo trata, tambin. Adems, y eso es uno de los aciertos de la serie, cada cuerpo es una geografa nica, llena de vericuetos, con un comportamiento diferente. Ya lo dijo Virgina Wolf: el asombro que resulta de que, cuando las luces de la salud se apagan, emerjan pases an sin descubrir. Y el doctor House es un aventurado viajero en esos pases por los que Virginia Wolf naveg.

  • la otra verdad sobre la Grecia de la austeridad

    Catastroika,

    * Catastroika, (de catstrofe y troika (FMI, CE y BCE), es un trmino acu-ado en 1989 por el acadmico francs Jacques Rupnik al comprobar el estado de las reformas de Mijal Gorbachov en la Unin Sovitica. Hoy se utiliza como sinnimo de la destruccin completa del pas por las fuerzas del mercado y sirve, entre otros ejemplos, para poner de manifiesto qu est sucediendo actualmente al vender los recursos pblicos de Grecia, condicin sine qua non para que el pas heleno afronte el pago de su inmensa deuda soberana.

    Mrius Fort/ La Vanguardia

    "Nadie privatiza o desregula a menos que exista un martillo sobre sus cabezas, como ahora en Grecia, Espaa o Italia, donde hay una tremenda presin sobre el Gobierno debido a la desesperada situacin financiera".Quien habla es el periodista de la BBC, Greg Palast. l es una de las muchas voces que se escuchan en Catastroika, un documental estrenado en abril, hoy con ms de 800 mil visualizaciones, que denuncia la privatizacin de los activos del Estado griego tras el 'rescate' de la troika.

    Katerina Kitidi y Ari Chatzistefanou son los periodistas que lo han realizado, autores tambin del exitoso Debtocracy, su primer trabajo, que ya han visto ms de dos millones de per-sonas en internet.

    Catastroika, (de catstrofe y troika (FMI, CE y BCE), es un trmino acuado en 1989 por el acadmico francs Jacques Rupnik al comprobar el estado de las reformas de Mijal Gor-bachov en la Unin Sovitica. Hoy se utiliza como sinnimo de la destruccin completa del pas por las fuerzas del mer-cado y sirve, entre otros ejemplos, para poner de manifiesto qu est sucediendo actualmente al vender los recursos pblicos de Grecia, condicin sine qua non para que el pas heleno afronte el pago de su inmensa deuda soberana.

    El documental no esconde su enfado con las polticas de austeridad impuestas desde el norte de Europa y refleja el sentir de muchos griegos que este domingo afrontan unas elecciones cruciales para el pas y para el euro. De hecho, podra decirse que Catastroika resume el sentir ideolgico de los votantes de Syriza, la coalicin de la izquierda radical liderada por Alexis Tsipras, que atemoriza a parte del Viejo Continente por sus supuestas amenazas antieuropestas.

    En este trabajo periodstico, la privatizacin se presenta como necesaria por parte de los poderes polticos y econmi-cos para hacer frente a la crisis de la deuda. Los autores muestran a expertos que disienten de esta idea. "La privati-zacin llevar a la gente a ser despedida, y lo peor que pu-

    edes hacer durante una crisis es dar a los empresarios ms razones para despedir a gente", explica en un momento del documental Dani Rodrik, profesor de poltica econmica in-ternacional de la Universidad de Harvard.

    Katerina Kitidi, coautora de Catastroika habla con LaVan-guardia.com desde Atenas acerca del documental y de los trascendentales comicios a los que se enfrentan los grie-gos este domingo. "Los argumentos que mostramos en el documental en contra de las privatizaciones son los mismos que esgrime Syriza, pero Catastroika es un trabajo que sale de la investigacin periodistica y cientfica y no est ligado a ningn partido poltico", explica Kitidi en conversacin tel-efnica.

    "Alemania y otros pases estn realizando terrorismo ide-olgico", opina esta periodista en relacin a las voces que se han alzado denunciando una "campaa de miedo" para "interferir en los asuntos polticos de Grecia". "Tsipras es pro eurozona y pro Unin Europea", seala. "Se nos dice que si no aceptamos el memorndum, que si decimos 'no' al programa de austeridad, retrocederemos 50-100 aos, que volveremos al dracma... Han llegado a decir que sera como una guerra nuclear!", explica desde la capital griega. A su parecer, "si Nueva Democracia gana este domingo el programa de privatizaciones en Grecia no se va a detener".

    Kitidi cree que tras estas ltimas elecciones "s que saldr un gobierno, no habr una tercera eleccin". "Por las calles de Atenas la gente est tranquila. Saben que este domingo es importante pero muchos piensan ms en poder tener un plato de comida en la mesa que en los entresijos de progra-mas de austeridad", concluye.

    Catastroika finaliza con una cita del filsofo Cornelius Casto-riadis: "Ser el hombre moderno capaz de luchar contra su tendencia a ser pasivo, a permanecer en silencio? Tucdides deca: Es la libertad o la tranquilidad. Tienes que elegir. Sers libre o estars tranquilo. No puedes tener ambas cosas".

    * Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacion-al/20120616/54312715517/catastroika-grecia-documental.html

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    Sobre la dignidady el terror* Para el escritor nipn Kenzaburo O la gran leccin que debemos extraer del drama de Hiroshima es la dig-

    nidad del hombre, tanto de los hombres y mujeres que murieron en aquel instante como de los supervivientes que sufrieron el impacto de la radiacin en la piel y que durante aos padecieron un sufrimiento extremo.

    Salvador Lpez Arnal/ Rebelin/ Traduccin Yoko Ogihara y Fernando Cordobs

    Agosto de 1963, Kenzaburo O [KO] tena 28 aos. Fue entonces cuando el joven y prometedor escritor visit Hiroshima para escribir un reportaje sobre el desarrollo de la IX Confer-encia Mundial contra las bombas atmicas y de hidrgeno: En el primero de los cuadernos que forman este libro, describo la atmsfera enrare-cida de la Conferencia, plagada de amarguras y dificultades (p. 14). Fueron varios ms los viajes realizados por KO entre 1963 y 1965. Sus artculos se recogen en estos Cuadernos de Hiroshima que fueron editados por primera vez en 1965 por Iwanami Shoten y que haban sido publicados en la revista Sekai (Mundo). Para el escritor nipn la gran leccin que debemos extraer del drama de Hiroshima es la dignidad del hombre, tanto de los hombres y mujeres que murieron en aquel instante como de los supervivientes que sufrieron el impacto de la radiacin en la piel y que durante aos padeci-eron un sufrimiento extremo Los japoneses, que vivieron la experiencia de la bomba atmica en sus propias carnes, no pueden considerar la energa nuclear en trminos de productividad industrial, es decir, no deben intentar extraer de la experiencia trgica de Hiroshima una receta de crecimiento.

    KO seala en nota a pie de pgina (n. 6, captulo II, p. 206) una circunstancia no siempre recor-dada: durante los diez aos que mediaron entre el bombardeo atmico de 1945 hasta el ao de celebracin de la Primera Conferencia Mundial en 1955, las fuerzas de ocupacin norteameri-canas obligaron a las vctimas a guardar si-lencio. Tan pronto como acab la ocupacin comenzaron los trabajos de investigacin sobre lo que haba ocurrido. Hasta 1954, momento en el que se realiz el ensayo nuclear en el atoln de Bikini, el Bikini Day, en las islas Marshall (Pa-cifico Sur), hubo poca discusin pblica. El en-sayo nuclear imperial -la radiactividad afect a los 239 pobladores de tres atolones: adems de 28 observadores meteorolgicos americanos y 23 tripulantes del pesquero Dragn de la Suerte V que faenaba en la zona, 49 de ellos murieron en los doce aos siguientes- fue causa de un inters renovado que concluy en la Primera Conferencia Mundial al ao siguiente, en 1955.

    Conmueve las circunstancias en que fueron escritos estos Cuadernos. Todos los ensayos recogidos tienen una ntima conexin con O y Rysude Yasue, el editor con quien el escritor japons trabaj en la realizacin de la obra. Por eso empezar por hablar de la situacin en la que nos encontrbamos cuando en el verano de 1963 emprendimos nuestro primer viaje a Hiro-shima. Mi primer hijo agonizaba sin esperanza en una incubadora. Rysude acababa de per-der a su hija mayor. Un amigo comn, al que le

    atormentaba la idea del fin del mundo por culpa de las armas nucleares, se acababa de suicidar en Pars. El editor y KO estaban profundamente abatidos. A pesar de ello, partieron en pleno ve-rano hacia Hiroshima. Nunca haba hecho un viaje tan extenuante, triste y cargado de prolon-gados silencios como aqul.

    Unos cuarenta aos despus, en 2007, los Cuadernos se tradujeron al italiano. KO explica en el prefacio que escribi para esta edicin las caractersticas del libro. En los Cuadernos se recoge el testimonio de un periodista sobre la tragedia humana provocada por las armas nu-cleares, sin detenerse ni un momento en los detalles de su poder destructivo. Es un libro, aade el que ha sido y sigue siendo- uno de los grandes escritores de los siglo XX y XXI, que habla de los supervivientes del primer bom-bardeo atmico de la historia de la Humanidad (de los hibakusha), del modo concreto en que perdieron la vida o sobrevivieron a costa de pa-decer sufrimientos atroces. Durante los veranos, KO se diriga al Hospital de la Bomba Atmica de Hiroshima para entrevistar a los pacientes y con frecuencia, seala, transcurrido un ao, me daba cuenta de que no encontraba vivo ni siqui-era a uno de los que haba entrevistado el ao anterior. Esta es una de las historias sobre la dignidad humana que cuenta el escritor nipn en estos Cuadernos.

    En una ocasin entrevist a dos chicos jvenes que se haba mudado a Tokio despus del bom-bardeo. Uno de ellos era de baja estatura y tena una discapacidad en un pie. Con otros amigos, victimas tambin, confeccionaba en un centro que perteneca a una escuela misionera vestidos que se exportaban a Amrica. Era un chico cal-lado, sereno. Por la serenidad que reflejaban sus ojos se poda decir que habra logrado mantener su angustia bajo control. Hablaba con naturalidad y sinceridad de los problemas derivados de la leucemia, as como de las dificultades para con-traer matrimonio que tenan l y sus compaeros. El otro muchacho era un obrero con aire brusco. Haba estado comprometido con una chica de Kioto. Cuando tuvo que hacerse el anlisis de sangre, entonces obligatorio, para poder casarse, se enter de que sus glbulos blancos haban au-mentado de golpe. Abandon a su prometida sin darle explicaciones y se march a Tokio.

    Cuando O le conoci tiempo despus, su trabajo consista en montar y clavetear cajas de embalaje en un almacn situado cerca del puerto de la capital nipona. Fue en pleno verano, despus de tres das de intenso trabajo a pleno sol, cuando tuvo que pasar el cuarto en cama atiborrndose de vitaminas e inyectndose hematnicos para la anemia hasta que los brazos se le endurecieron y perdieron todo su color. En realidad, saba que un

    da postrado en cama, flotando como si estuviera muerto en un mar de medicinas, no poda anular el efecto de tres das de exceso de trabajo. Pero el descanso le proporcion cierto alivio psquico y cierta estabilidad. Con ese fin trabajaba durante varios das hasta la extenuacin y no le podem-os llamar estpido por ello. Se enfrentaba a su preocupacin engandose a s mismo. Despus supe que haba dejado el trabajo en el almacn y se hizo camionero de larga distancia. Es probable que siga castigando su cuerpo como si fuera un fantico para alcanzar ese cuarto da en el que escapar de la inquietud.

    El contraste entre las vidas de esos dos jvenes, prosigue KO, es crudo: uno vive de forma esta-ble, el otro de forma precaria; el primero se siente seguro entre amigos, el otro acta como un lobo estepario. A menudo, concluye, me arrepiento de no haberle pedido al primero que invitase al segundo a unirse a su grupo. Pero el lobo solitario y yo sabamos que el otro ya estaba demasiado ocupado con los problemas de su propio grupo.

    Uno de los grandes protagonistas de estos im-prescindibles Cuadernos son los mdicos, los trabajadores de la sanidad que se vieron impli-cados en aquella tragedia inconmensurable. Sin comprender la verdadera naturaleza de la bomba que devast la ciudad (cmo podan compren-derla?) y sin estar en posesin de conocimientos cientficos especficos sobre la radiactividad, di-eron socorro y ayuda mdica a los hibakusha con total desprendimiento, con absoluta abnegacin. KO seala con admiracin: aquellos mdicos que, en muchos casos, estaban condenados a sufrir idntico destino que gran parte de sus pa-cientes y cuya labor, basada por necesidad en el atroz mtodo de prueba y error, ha permitido es-tablecer los fundamentos de la medicina relativa a las enfermedades derivadas de la radiacin. El encuentro fue decisivo para el autor de El grito silencioso: mi encuentro con los hibakusha y con los mdicos que los han tratado con una entrega sin reservas proporcion adems a mi existencia un rumbo bien preciso, por lo que, pensando so-bre todo en las generaciones futuras, deseara despedirme con un mensaje de esperanza.

    Uno de estos hroes, uno de los ms repre-sentativos fue Yoshitaka Matsusaka, que re-sult herido con la explosin de la bomba (KO habla de l en el quinto captulo de la obra). El mdico nipn acudi en auxilio de las vctimas montado a la espalda de su hijo, dispensando un incansable atencin mdica con escassi-mos mdicos. Su hijo, en aquellos momentos estudiante de medicina, mdico aos despus, acarre a su padre por las calles de la ciudad devastada, justo despus de la explosin de la bomba atmica, hasta el puesto de socorro (un escrito imprescindible y conmovedor de YM,

    hijo, puede verse en las pginas 17-20 de estos Cuadernos).

    El autor de Dinos cmo sobrevivir a nuestra locura, tras sealar en el prefacio de noviem-bre de 2007 que nunca se ha dejado de ocupar del movimiento popular a favor de la abolicin de las armas nucleares, recuerda que lamenta-blemente, la actividad de los japoneses en este mbito est sujeta a severas estricciones, en cuanto nuestro pas permanece bajo la sombra del paraguas nuclear de los Estados Unidos de Amrica, que, entre otras cosas, mantienen an una imponente base militar en Okinawa. KO apunta con sentida amargura que una profunda desesperacin me invade cada vez que pienso que morir sin haber alcanzado uno de los prin-cipales objetivos del trabajo de toda mi vida.

    Pero el combate contina y la esperanza no es vana. Ni qu decir tiene que personas como Kenzaburo O y como la obra que comentamos alimentan y cuidan un movimiento humanista internacionalista que sigue siendo tan necesario como el primer da, un movimiento que transita por el mismo sendero de tenacidad y amor que aquel por el que se desplaz el pescador de las islas Bikini del que el autor nos habla con tanto respeto y admiracin en estos Cuadernos.

    La edicin castellana de Cuadernos de Hiro-shima KO tuvo en mente otros ttulos: Reflex-iones sobre el pueblo de Hiroshima, Hiroshima en nosotros, Cmo sobrevivir a Hiroshima- incluye, adems, una entrevista del autor con Philippe Pons para Le Monde de 2011. Afirma aqu el autor de las Cartas a los aos de nos-talgia: Podemos esperar que el accidente de la central de Fukushima permita que los japoneses se reconcilien con los sentimientos de las vc-timas de Hiroshima y Nagasaki, reconozcan el peligro nuclear del que tenemos ante los ojos como ejemplo trgico- y pongan fin a la ilusin de la eficacia de la disuasin preconizada por las potencias poseedoras de la bomba atmica. Que la Humanidad, que todos nosotros, sepa-mos or la veracidad y justicia que acompaan a estas palabras del gran escritor nipn!

    * Rebelin ha publicado este artculo con el per-miso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicar-lo en otras fuentes.

  • El Ch

    indito

    Rebelin

    Por el camino de hacerse preguntas anduvo siempre Ernesto Che Guevara, uno de los pensadores realmente relevantes y trascend-entes del siglo XX. As describi el intelectual cubano Fernando Martnez Heredia al Che, en la maana de este jueves 14 de junio, durante la presentacin de su libro indito hasta el momento Apuntes filosficos, editado por Ocean Sur y el Centro de Estudios Che Guevara, justamente el da que se celebra el aniversario 84 de su natalicio.

    Con la presencia de Aleida March, compaera de vida y lucha del Che, de los intelectuales cubanos Armando Hart, Graziella Pogolotti y Vctor Casaus, y de Vctor Dreke, en representacin de los com-batientes que estuvieron al lado de Ernesto Guevara en todas sus gestas, as como miembros del cuerpo diplomtico acreditado en la Isla, fue presentado el volumen en el capitalino Centro de Prensa Internacional por la investigadora cubana Mara del Carmen Ariet compiladora del libro y por Martnez Heredia, quien tuvo a su cargo el prlogo del volumen.

    Los Apuntes filosficos del Che, que conforman junto a los Apuntes crticos a la Economa Poltica la base de su pensamiento marxista, renen textos de tres momentos de su existencia: anotaciones de su adolescencia y primera juventud; reflexiones escritas entre Tanzania, Praga y Cuba; y los estudios de obras tericas que emprende a partir de su llegada a Bolivia.

    La edicin que se presenta se propuso ordenar los Apuntes en correspondencia con un orden cronolgico de los autores examina-dos por Ernesto Che Guevara y plasmados en su estructura original, hasta donde los dejara en el fragor de sus ltimos combates.

    Sus comentarios profundos, irreverentes, evaluadores, enuncia-dores de tesis, estn llenos de sugerencias y nos devuelven a Marx, Engels, Lenin y otros pensadores marxistas. Sus interpretaciones combinan juicios sobre las virtudes y los defectos de las obras con las implicaciones que tuvieron y su lugar en la historia del marxismo, pero tambin las comenta desde el presente, anotando ausencias, errores y predicciones acertadas.

    La doctora Mara del Carmen Ariet, coordinadora cientfica del Cen-tro de Estudios Che Guevara, agradeci a las editoriales Ocean Press y Ocean Sur, porque sin ellas, este proyecto no hubiera lle-gado hasta esta primera fase, de descubrimientos de documentos inditos del Che, que nos ha permitido entregar una serie de libros

    que nos muestran el carcter multifactico de su obra y tambin a ese hombre ntegro que culmin su trayectoria en Bolivia.

    Aclar que Apuntes Filosficos no es un libro que el Che llegara a culminar, como otros que hizo, sino que fueron apuntes muy per-sonales sobre algo que forma parte de la estructura bsica de su pensamiento, que es la filosofa.

    El libro, segn la investigadora, culmina la parte del Proyecto Edi-torial dedicada a los textos que consideramos fundamentales, que eran los espacios en blanco que existan para entender la sistemati-cidad de lo que logr hacer el Che desde el punto de vista terico y su vocacin intelectual para interpretar, no solo la realidad de Cuba, sino de Amrica Latina y del Tercer Mundo.

    Agreg que puede ayudar a entender este tremendo esfuerzo in-telectual que hizo en Che, desde el joven Ernesto hasta Bolivia, es un libro que dice mucho no solo de su conocimiento, sino de su extraordinaria vocacin filosfica.

    Por su parte, el destacado historiador cubano Fernando Martnez Heredia, Premio Nacional de Ciencias Sociales y autor del prlogo del volumen, enfatiz que la presentacin del libro es un aporte im-portante a la biografa intelectual del Che.

    Coment que el objetivo del prlogo es ayudar a la lectura del libro, sugerir, problematizar y ojal tambin contribuir a un debate que es muy necesario en la Cuba actual.

    Martnez Heredia se refiri a que para un joven de los aos 50, como el Che, era extraordinario ser antiimperialista, ser anticapitalista y ser anticolonialista al mismo tiempo. Subray que esa posicin suya es ajena al eurocentrismo, una de las enfermedades a la que uno se expone cuando estudia. El Che se vacun contra esto.

    El investigador explic que Apuntes Filosficos, que contiene una amplia seleccin realizada por el Che de pasajes de obras de grandes pensadores, con un conjunto sumamente valioso de co-mentarios suyos, puede ser un vehculo para la recuperacin del marxismo que, a mi juicio, es imprescindible en Cuba, en la crucial coyuntura que est viviendo actualmente.

    Desde sus pginas el Che nos invita a tomar su pensamiento y a utilizarlo, concluy. 8