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Reporte Conferencia Benemérita Universidad Autónoma de Puebla La vivencia del cuerpo propio en la fenomenología de Edmund Husserl. Dra. María Dolores Illescas El cuerpo humano puede ser entendido como un objeto de la naturaleza, como cuerpo físico que cuenta con una determinada extensión, volumen, peso, que se sitúa en el espacio y en el tiempo objetivos y se ve sometido a las causas reales de lo natural. Sin embargo, Husserl entiende el cuerpo vivido como propio, el cual se revela como medio y órgano de toda percepción. Éste se caracteriza porque sus percepciones son campos sensibles; las cuales se manifiestan para cada quien como portador del punto cero de orientación en el aquí y ahora. El cuerpo vivido cumple un papel significativo de las cosas reales que aparecen como percibidas, esto significa que no se puede dar un sentido al mundo sin el cuerpo. Otro aspecto importante que caracteriza al cuerpo vivido como propio, es que su medio de percepción es doble; por un lado, toda percepción supone una base sensible, la cual posibilita el darse, por ejemplo, el color, la figura, etc. En esta, las cosas se ponen de manifiesto. La segunda característica de la percepción son las sinestesias, o sea, el movimiento de nuestro propio cuerpo, que implica una movilidad del yo. Para que puedan surgir las percepciones externas, estas dos características se deben dar; sin una de estas dos, no se sería posible. Husserl señala que no es valido afirmar que el objeto meramente real esta en mi espacio, en cuanto espacio fundamental, como espacio aparente. Husserl diferencia el espacio fenomenal, del objetivo; el primero no se puede medir; sin embargo, el espacio fenomenal abre el espacio. El espacio objetivo consiste en un sistema unitario que comprende todos los lugares que ocupan las cosas que se dan de una manera sensible. La pregunta es: cómo se relaciona el espacio fenomenal y el espacio objetivo. Potencialmente, el espacio objetivo se puede convertir en punto cero de orientación para el sujeto, en torno al cual, se organiza toda mi experiencia. La orientación de la propia experiencia en cada caso se ve reorganizada de una manera constante, lo que supone la modificación de la perspectiva. Siempre se capta el mundo desde una perspectiva, no desde un lugar. De esta

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Reporte Conferencia Benemérita Universidad Autónoma de Puebla La vivencia del cuerpo propio en la fenomenología de Edmund Husserl. Dra. María Dolores Illescas

El cuerpo humano puede ser entendido como un objeto de la naturaleza,

como cuerpo físico que cuenta con una determinada extensión, volumen, peso,

que se sitúa en el espacio y en el tiempo objetivos y se ve sometido a las

causas reales de lo natural. Sin embargo, Husserl entiende el cuerpo vivido

como propio, el cual se revela como medio y órgano de toda percepción. Éste

se caracteriza porque sus percepciones son campos sensibles; las cuales se

manifiestan para cada quien como portador del punto cero de orientación en el

aquí y ahora. El cuerpo vivido cumple un papel significativo de las cosas reales

que aparecen como percibidas, esto significa que no se puede dar un sentido

al mundo sin el cuerpo. Otro aspecto importante que caracteriza al cuerpo

vivido como propio, es que su medio de percepción es doble; por un lado, toda

percepción supone una base sensible, la cual posibilita el darse, por ejemplo, el

color, la figura, etc. En esta, las cosas se ponen de manifiesto. La segunda

característica de la percepción son las sinestesias, o sea, el movimiento de

nuestro propio cuerpo, que implica una movilidad del yo. Para que puedan

surgir las percepciones externas, estas dos características se deben dar; sin

una de estas dos, no se sería posible.

Husserl señala que no es valido afirmar que el objeto meramente real esta en

mi espacio, en cuanto espacio fundamental, como espacio aparente. Husserl

diferencia el espacio fenomenal, del objetivo; el primero no se puede medir; sin

embargo, el espacio fenomenal abre el espacio. El espacio objetivo consiste en

un sistema unitario que comprende todos los lugares que ocupan las cosas que

se dan de una manera sensible.

La pregunta es: cómo se relaciona el espacio fenomenal y el espacio

objetivo. Potencialmente, el espacio objetivo se puede convertir en punto cero

de orientación para el sujeto, en torno al cual, se organiza toda mi experiencia.

La orientación de la propia experiencia en cada caso se ve reorganizada de

una manera constante, lo que supone la modificación de la perspectiva.

Siempre se capta el mundo desde una perspectiva, no desde un lugar. De esta

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manera, mi cuerpo también aparece como estando aquí, es decir, ocupando

una posición en el espacio y en el tiempo objetivo.

Para Husserl el cuerpo es único; ninguno puede alcanzar las mismas

apariciones que las del otro, el cuerpo cumple la doble dimensión de ser

espacial y espacializante. De esta manera, el cuerpo animado al sentir las

cosas, se siente a sí mismo. Siento mi sentir en esas sensaciones de toque,

siento que estoy sintiendo algo. La experiencia que surge del tocar, brinda una

automanifestación de la propia experiencia, es una experiencia que se

autorevela, se pone a sí misma de manifiesto.

A continuación señalaremos algunas peculiaridades del tacto. La

primera en la cual el objeto tocado es mi propio cuerpo. Un ejemplo es la mano

que toca la otra mano. En el tacto existe una interrelación dinámica de lo que

toca y es tocado, lo tocado se vuelve a su vez lo tocante. En este sentido,

sujeto y objeto pasan del uno al otro y el cuerpo se manifiesta justamente como

propio. Este tipo de relación no se da en la percepción visual; el ojo no se ve a

sí mismo cuando ve. Husserl privilegia al tacto ante los demás sentidos,

señalando incluso, que éste da lugar a modificaciones en el oído y gusto.

Para Husserl el cuerpo no logra constituirse como cosa, él no es una cosa; es

una multiplicidad de centros sinestésicos de orientación desde los cuales se

manifiesta a sí mismo, se fenomenaliza. Esto sucede porque el sujeto vivido

como propio no puede ser unificado como objeto dado, su aparecer a sí mismo

acaba por verse siempre frustrado, la plena autoobjetivación del cuerpo vivido

es imposible.

En la segunda sección de las Ideas, Husserl plantea un tipo de

autoaprehensión del ego, en el que este se significa a sí mismo como unidad

psicofísica. Esto ocurre como psiquismo, lo que lleva a cuestionarnos el cómo

se vincula el psiquismo con el cuerpo. Esto se da como realidad fundada sobre

una base, el cuerpo como soporte material sensible. El psiquismo es la forma

de localización en el espacio y tiempo del mundo. Éste se opone al yo puro

como una suerte de un dar. Husserl define el psiquismo como unidad de vida,

como “el vivir de una vida” referida al cuerpo. A este proceso se le llama

transcendencia del cuerpo, que se da en la dimensión histórica.

El alma o psiquismo, depende de sí misma y de su historia, de su cuerpo. El

alma o yo anímico no es en suma sino el mismo yo puro, pero vista desde la

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perspectiva de su cuasirealidad, de su mundanidad. Esta mismidad mundana

no se da como objeto natural, sino por algo diferente. Esta mismidad es real e

irreal, porque se la concibe por la vía de un concepto de vida. El alma se

descubre como temporalidad y no meramente como algo en el tiempo. Desde

esta perspectiva, la historia es la condición para que comparezca la naturaleza

de la vida personal.

Husserl analiza el cuerpo propio en el segundo volumen de las Ideas.

Entiende por persona, aquel sujeto de su mundo circundante que vive referido

a su mundo en torno y actúa sobre él, y conforma el objeto fundamental de las

ciencias del espíritu. De esta manera, el cuerpo humano vivo se revela como

medida de expresión, movimiento corporal, etc. Todo se reduce a expresión de

vivencias.

Para Husserl el cuerpo no equivale al cuerpo físico de las ciencias de la

naturaleza; la personalidad se haya dependiente de un subsuelo anímico. Este

subsuelo se refiere al psiquismo, pero no considerado desde la perspectiva de

un ser psicofísico. El subsuelo anímico se relación con el alma sensible. Así,

para Husserl, “todo espíritu tiene un lado de Naturaleza”. Lo que significa que

el subsuelo oscuro donde se forjan las capas más elementales, ondas y

profundas que sostienen el correr de la vida de conciencia, conformando así, la

esfera de la inmanencia. El espíritu es dependiente del alma en la medida en

que el yo ejecuta tales actos sobre la base de la corriente de vivencias.

Cuando Husserl habla del lado natural del yo personal, se refiere a todo lo que

cae bajo el rubro de la “pasividad del yo”; esto es, lo no voluntario, todo lo que

tiene que ver con la sensibilidad y con el pasado olvidado que opera en el

presente. Husserl denomina ego pasivo al que se deja llevar por los impulsos;

conforma la antesala del yo de los actos libres, del yo personal que se mueve

guiado por motivos de razón. Husserl lo denomina “estrato de razón latente”.

La personalidad propia radica en el yo como sustrato de las decisiones y no en

el yo de las meras capacidades pasivas; pero sin éste ultimo, el otro no se

daría. Para Husserl el cuerpo propio es yo puedo, yo quiero, actos voluntarios.

La voluntad nace del impulso y en ello juegan las sinestesias un papel

fundamental. Las sinestesias, permiten articular las operaciones de la

pasividad inherentes a la temporalidad de la conciencia. Éstas asocian la

pasividad con la espontaneidad de los actos aprehensores y dan paso a la pre-

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intencionalidad. La voluntad, se dirige a la constitución de cosas de la

experiencia, lo cual da paso a la intencionalidad a nivel de instinto, la cual

precede a todo comportamiento del yo. Dicha intencionalidad de la vida

primigenia presenta el germen del rasgo central de la intención. En el nivel de

la impersonalidad propia de la sensibilidad esta el germen de lo que luego se

desarrolla como intencionalidad.

Es la afección una intencionalidad instintiva de impulsos donde esta es la

preforma del acto genuino. Por su parte, las sinestesias sensibles del orden

inferior se caracterizan como un hacer pre-yoico, de efectuaciones

involuntarias como modos preactivos del ulterior yo hago, tomado como una

posibilidad practica.