la vida de rosas

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  • 7/26/2019 La Vida de Rosas

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    La Argentina de Rosas

    Fernando Oper

    Desde que Juan Manuel de Rosas aparece en la escena poltica hacia 1820, la vida

    en Argentina tuvo un color rosista. Su figura se incrust en la vida pblica y privada, y

    en el acontecer econmico, cultural y poltico del pas. Como resultado de ese

    espectacular protagonismo del caudillo bonaerense, su vida estuvo a expensas de lascorrientes de opinin. Cada aspecto de su personalidad, cada caracterstica familiar y

    hogarea, su trayectoria como estanciero y militar, sus decretos y acciones de poltico,

    fueron escudriados, medidos, comentados, divulgados, unas veces a la luz de la

    experiencia personal de los narradores, otras, tergiversados por motivos ideolgicos y

    partidistas. Nada escap al ojo observador del escritor, intelectual, adversario poltico.

    Rosas fue el tema de conversaciones y tertulias. Su vida, hazaas, triunfos o fracasos, se

    divulgaron cantados, impresos, narrados y pronto adquirieron contornos fabulosos.

    Este captulo versa sobre la Argentina histrica que se extiende desde la

    independencia en 1810 hasta la derrota del federalismo rosista en 1852. Est propuesto

    como encuadre en el que situar los mitos y leyendas a las que el rosismo dio pauta.Estos tienen siempre su origen en acontecimientos que ocurrieron o que pudieron haber

    ocurrido. La personalidad real de Rosas tendr siempre matices diluidos fluctuando en

    una escala subjetivamente estimativa. El paso de 150 aos, sin embargo, nos garantiza

    cierta objetividad del juicio histrico. Trabajos importantes de historiadores

    contemporneos nos ayudan a comprender la poca de Rosas para poder definir, aislar y

    analizar su mitologa. Una vez reconocidos los mitos, podremos seguir su evolucin

    literaria a lo largo del siglo.

    De la Independencia a la Confederacin rosista

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    Con el levantamiento popular del 25 de mayo de 1810, que depuso al Virrey

    Gobernador del Ro de la Plata, se cerraba un largo parntesis de dominacin colonial

    espaola. Sin dilacin y en la misma capital del antiguo virreinato, se formaba una Junta

    de Gobierno presidida por Cornelio Saavedra hacindose cargo de la ingente labor de

    dar forma a una nueva nacin, sobre los viejos, cimientos del rgimen colonial. Los

    problemas que encaraba la recin constituida junta abarcaban un abanicomultidimensional de tal complejidad que sus soluciones, parciales y tardas, se

    incrustaran en los aledaos de la historia contempornea argentina.

    Uno de los grandes y primeros problemas a resolver parta de la misma formacin

    socio-geogrfica de la antigua colonia. La gran extensin geogrfica del territorio

    independizado y la escasez de poblacin haban producido un desequilibrio orgnico de

    difcil solucin. La colonia haba sido localista, estructurada en ncleos rurales

    diferenciados de regin a regin. Los centros urbanos existentes, escasos en nmero,

    agrupaban a poblaciones pequeas cuyo primitivismo irradiaba del marcado aislamiento

    colonial. Al casi inexistente trfico comercial, paralizaba una ms marcada escasez de

    comunicacin social, ideolgica y cultural. Como contraste de ese mundo aislado,primitivo y rural, se ergua la ciudad de Buenos Aires, capital del virreinato que Carlos

    III reestructur en 1776, y cuya importancia comercial, militar y burocrtica haba

    aumentado aceleradamente desde los aos de la fundacin. Haba sido en esta capital en

    donde paulatinamente una minora ilustrada criolla haba copado puestos en el

    comercio, la administracin y las profesiones liberales. Estas generaciones jvenes

    haban crecido en contacto con los grupos ilustrados espaoles del siglo XVIII, y clara y

    activamente influenciados por el pensamiento ingls y francs. La situacin geogrfica

    de Buenos Aires, favorecida por su enclave como puerto de enlaces comerciales, haba

    permitido que los contactos con el exterior fuesen ms frecuentes, mientras que en el

    interior el inmovilismo se mantena como tnica. La dicotoma, Buenos Aires-resto del

    pas, las diferencias existentes entre ambos mundos, y los diversos grupos por ellos

    representados; son pieza clave para entender la turbulencia de los aos sucesivos1.

    Otro de los grandes problemas que la primera Junta de Gobierno tuvo que encarar

    fue la intolerancia y desacuerdo que las ciudades del interior arguyeron a las

    pretensiones de Buenos Aires de ejercer la capitalidad de la nacin. El ncleo ilustrado

    criollo que se consideraba a s mismo como el gran protagonista del movimiento

    independentista y, por lo tanto, se senta llamado a iniciar las tareas de reconstruccin

    de una nueva nacin con glorioso destino, pronto tuvo que aceptar la amenazante

    realidad de un interior ingobernable. Las expediciones punitivas enviadas al interior se

    mezclaron con los intentos de creacin de asambleas constituyentes con escasarepresentacin militar. Mientras Buenos Aires castigaba los movimientos rebeldes del

    interior, creaba himnos, diseaba banderas, afirmaba la soberana de la nueva nacin sin

    fronteras, fallaba repetidamente en el intento de constituir jurdicamente el pas.

    Tras el fracaso de las distintas juntas y de la asamblea constituyente, fue creado un

    poder ejecutivo unipersonal (el Directorio, 1815) cuya posicin intransigente no hizo

    sino agravar las disenciones que separaban a Buenos Aires de algunas provincias,

    principalmente la Banda Oriental del Uruguay y las provincias del litoral2.

    La revolucin por la independencia de mayo de 1810 haba sido un movimiento

    bsicamente porteo e ilustrado que abogaba por una democracia controlada y unapoltica econmica liberal que asegurase la expansin creciente de la produccin

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    ganadera, dando juego al trfico comercial del puerto de Buenos Aires. Las proclamas

    de las juntas gubernamentales definan los derechos de todos los pueblos a la

    participacin plena en la construccin institucional del pas. En la prctica sta era una

    fingida oferta que esconda el convencimiento del grupo dirigente en la supremaca

    directiva de la provincia bonaerense3.La concepcin centralizadora de las lites rectoras

    porteas y los polticos capitalinos provocaron un movimiento de reaccin que seexpres en la forma de un localismo a la defensiva, exacerbado en ocasiones, cuando la

    intransigencia de Buenos Aires se hizo evidente4.No era tan solo una postura poltica:

    las reacciones provinciales tenan bases econmicas y geogrficas.

    Los ilustrados porteos crean que slo Buenos Aires poda presentar respuestas

    adecuadas a las necesidades del pas. En su irreversible visin del futuro pensaban que

    todo el pueblo seguira los predicados de su credo liberal, sin tener en cuenta que la

    cada del poder colonial no significaba la adhesin total y espontnea de todas las

    provincias del antiguo virreinato al idealismo impreciso de los hombres del gobierno.

    Para grandes sectores del interior, esa pretensin era, de entrada, inaceptable,

    prefiriendo agruparse en torno al poder local de los caudillos a quienes vean comorepresentantes directos de un tipo de democracia espontnea5.Para muchos caudillos la

    patria se reduca al marco regional6.

    Los esfuerzos de organizacin nacional, tras la primera dcada de independencia, se

    resentan en varios frentes: por una parte era necesario terminar con la amenaza

    espaola tendente a recuperar las colonias; por otra parte, haba que consolidar la unidad

    en la independencia. Mientras en el primer frente los esfuerzos del General Jos de San

    Martn daban frutos concretos en sus campaas en los Andes eliminando la amenaza

    espaola en Chacabuco en 1817 y un ao despus en Maip, en el frente interior, los

    peligros de disgregacin provincial no hicieron sino agravarse. Una prueba de la

    carencia de atencin que los hombres de Buenos Aires daban a las demandas del interior

    es la sancin de la Constitucin portea de 1819. La Constitucin estaba inspirada en la

    necesidad de crear un orden legal que garantizase la autoridad de un gobierno central

    ubicado ea Buenos Aires7. Los lderes del interior la acusaron de centralista y

    monrquica y la sancin produjo un agravamiento de las relaciones que culmin en la

    batalla de Cepeda. Los caudillos del litoral, Estanislao Lpez y Francisco Ramrez, se

    aproximaron a Buenos Aires y, sin dificultades, derrotaron al ejrcito del Directorio 8.

    En Cepeda se escribi el prlogo de un largo drama que enfrent a dos argentinas

    separadas.

    Las tropas provinciales obligaron al gobierno de Buenos Aires a la firma del tratadode Pilar. Las estipulaciones del tratado acababan con la democracia doctrinaria y

    sentaban las bases de un rgimen federal, cuya premisa fundamental garantizaba la libre

    navegacin de los ros Paran y Uruguay. Esta premisa es fundamental para entender

    uno de los mayores desacuerdos entre Buenos Aires y las provincias del litoral. No en

    vano la aduana de Buenos Aires haba constituido el fundamento del poder econmico

    de la capital del Virreinato del Ro de la Plata. El acuerdo de Pilar recoga muchas de las

    aspiraciones provinciales y frenaba, al menos tericamente, el predominio econmico y

    poltico de Buenos Aires. Sin embargo, el acuerdo inici un movimiento de

    disgregacin con la atomizacin segregada del creciente poder de los caudillos9. Para

    Buenos Aires, la derrota militar, de la que procur extraer las mejores consecuencias, no

    fue sino el triunfo de un bloque al que imprecisamente comenzaban a denominar laArgentina brbara10. Desde el punto de vista econmico, las diferencias existentes

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    entre Buenos Aires y el resto de las provincias no podran borrarse con una constitucin

    federal, aun en el supuesto de que la aduana se convirtiese en patrimonio colectivo de

    todos los argentinos.

    El tratado de Pilar dio paso a la eleccin de gobiernos provinciales con grandes

    atribuciones gubernativas. Martn Rodrguez fue elegido gobernador de Buenos Aires(1821-1825), contando con Bernardino Rivadavia como ministro de gobierno.

    Rivadavia, hbil administrador, supo sacar ventaja de las posibilidades que la provincia

    ofreca y se embarc en un gran proyecto de modernizacin y desarrollo, que se

    pretenda fuese imitado por las otras provincias. Concibi planes de renovacin

    institucional, poltica econmica, rgimen de la tierra pblica, enseanza y cultura,

    adems de realizar esfuerzos unilaterales para restaurar la anhelada unidad nacional11.

    La cada del poder central como ncleo rector nacional produjo en casi todas las

    provincias, en mayor o menor grado, desajustes de sucesin poltica, luchas por el poder

    entre facciones y un localismo conducente al autonomismo.

    En esos aos la mayora de las provincias han asentado su autonoma sobre las basesde un poder militar, residuos de las guerras por la independencia, y de la liberalizacin

    de las milicias locales, tras el abandono del poder central. Sin embargo, no se ha

    producido un traspaso de poder a sectores sociales nuevos. Buenos Aires, por su parte,

    sigue siendo la provincia ms rica y populosa: se ha convertido en la primera regin

    ganadera del pas, mantiene un cierto equilibrio interprovincial que la permite ejercer

    una cierta hegemona en el nuevo orden de cosas, sus gastos militares se han reducido al

    no tener que concentrarse en los grandes gastos de la guerra, pero fundamentalmente ha

    sabido manejar las cosas para conservar en sus manos la proporcin ms importante de

    los ingresos de la aduana.

    La provincia de Buenos Aires vive unos aos de progreso sin antecedentes desde los

    das de la independencia y que tardar muchos aos en recuperar. Sin embargo, esta

    relativa euforia portea ser efmera, amenazada su continuidad por numerosos

    elementos distorsionantes. Primero, la oposicin de sectores ligados al interior por

    intereses econmicos que no han llegado a aceptar la disgregacin provincial surgida

    del ao 20, mxime cuando muchas de las provincias operan bajo la influencia de los

    caudillos. Segundo, las rivalidades de sectores y clanes dentro de la provincia que

    impiden el normal desarrollo de los ambiciosos planes iniciados12.

    Desde los albores de estos aos de progreso y turbulencia, los intereses britnicos y

    franceses aparecen en el Ro de la Plata asociados en mayor o menos grado con cadadecisin poltica, y han de tenerse en cuenta como otro de los factores

    desestabilizadores del proceso poltico argentino13. Gran Bretaa ha reemplazado a

    Espaa como dominadora de las estructuras comerciales, y durante las dcadas

    siguientes su poltica en el Ro de la Plata estar subordinada a la defensa de sus

    intereses econmicos. Francia no amenaza la preponderancia inglesa, sino que la

    complementa14.

    Los aos siguientes a la batalla de Cepeda no fueron fciles. La tnica general

    estuvo dada por una cierta impotencia poltica, observable en la incapacidad por

    conciliar los intereses de las provincias y Buenos Aires. A las facciones implicadas en la

    lucha, la historia las ha agrupado bajo las denominaciones de unitarios y federales.Desde el punto de vista terico, a los primeros se los puede definir como partidarios de

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    la unidad nacional bajo la gida de un gobierno fuerte centralizado en la principal

    ciudad del antiguo virreinato, mientras que los segundos pretenden un sistema de

    confederacin en el que los intereses de las provincias sean tenidos en cuenta y

    administrados por las fuerzas polticas locales. El partido unitario estuvo formado por

    comerciantes vinculados a la aduana, militares, profesionales e intelectuales nacidos en

    los tumultuosos aos de las guerras por la independencia. El partido federal se nutri dellocalismo provincial, y de estancieros de la campaa y del interior bonaerense que vean

    con recelo los programas liberales de cuo rivadaviano15. Las dos posiciones

    enfrentadas, desde los das de mayo, se consumieron en un forcejeo estril hasta arrojar

    al pas en un perodo de largas guerras civiles.

    La gran paradoja es que, en la realidad, las posiciones de unitarios y federales no

    fueron claras, y que en muchos casos se encuentran unitarios suscribiendo principios

    federales o federales actuando con un cierto sentido centralizador. Parecera como si la

    afiliacin a una u otra faccin, adems de los grupos de inters mencionados, irradiase

    de principios iluministas imitados o bien de filiaciones de parentesco, clientismo

    localista, personalismo o casualidad histrica16.

    Las relaciones entre la Argentina y el Imperio brasileo nunca haban sido buenas.

    Tradicionalmente ambos pases haban ejercido diversos tipos de presiones sobre las

    provincias litorales con el fin de extender sus influencias. Los brasileos jams vieron

    con buenos ojos las perspectivas de adhesin del Uruguay al conglomerado de las

    Provincias Unidas del Ro de la Plata. El Imperio mantena continuas pretensiones sobre

    la orilla oriental del ro y, como mal menor, prefera un Uruguay independiente. En

    1825 el Brasil se decidi a intervenir militarmente en la Banda Oriental en favor del

    caudillo oriental Fructuoso Rivera. Con el fin de hacer frente a la agresin brasilea, se

    cre en Buenos Aires un poder ejecutivo nacional que eligi a Bernardino Rivadavia

    como primer Presidente de las Provincias Unidas del Ro de la Plata. Mientras el

    ejrcito argentino triunfaba en el campo blico (1826), el congreso sancionaba bajo la

    inspiracin de Rivadavia una constitucin que centralizaba al ejercito, el tesoro y la

    administracin, a pesar de la conocida y antigua oposicin provincial. La constitucin

    centralista que Rivadavia empujaba y que el congreso aprob en 1826 fue nuevamente

    rechazada por las provincias. Rivadavia renunci a la presidencia y con l fracas un

    nuevo ensayo centralizador. Rivadavia no alcanz a conciliar el apoyo social necesario

    y el congreso restaur el poder de las provincias mediante una comisin representativa.

    Tras el fracaso centralizador y la cada de Rivadavia, se nombr Gobernador de

    Buenos Aires al federal Manuel Dorrego, quien se vio obligado a firmar un acuerdo depaz con el Brasil por el cual se aceptaba la independencia del Uruguay. La guerra en la

    Banda Oriental, el desgaste de la misma, la mala situacin econmica, la disolucin de

    los organismos nacionales y el retorno de los jefes militares unitarios participantes en la

    campaa contra el Brasil, avivaron de nuevo las brasas del conflicto nunca apagadas.

    Los generales unitarios Juan Lavalle y Jos Mara Paz asumieron la tarea unificadora

    haciendo frente al poder creciente de los gobernadores militares17.Paz derrot al Tigre

    de los Llanos, al popular y temido Facundo Quiroga, y Lavalle, mal aconsejado por

    lderes unitarios, ejecut al Gobernador de Buenos Aires, el moderado y bien

    intencionado Manuel Dorrego (1828)18. El asesinato de Dorrego fue una medida

    antipopular que enzarz an ms las pasiones partidistas justificando en el futuro todo

    tipo de arbitrariedades.

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    Aparicin de Rosas en la escena poltica

    Los viejos representantes del partido del orden, al desenterrar sus hachas de guerra,dieron pie a que el tumulto federal se apoderase del espectro poltico. La ejecucin del

    lder federal dej sin sucesin directa al partido federal de la ciudad, ms ortodoxo y

    organizado, y de esta forma se dio paso a los hombres vinculados al provincianismo

    federal, el sector neofederal19 representado por el activo estanciero Juan Manuel de

    Rosas. Este derrot a Lavalle en el campo militar y lo oblig a negociar20.Se alz sobre

    el representante unitario, apoyado en una estructura militar concreta y un sector

    econmico potente: los estancieros bonaerenses21. Se presentaba como un amigo del

    orden cuya fama de lder haba crecido desde los das de su comandancia de la campaa

    y al socaire de una popularidad bien ganada de militar, gaucho, estanciero y en buenas

    relaciones con los indios22.La suerte estaba echada, Rosas se constituy en el hombre

    del momento de la burguesa portuaria y la oligarqua terrateniente. Su aparicin en el

    panorama poltico no era fortuita, aunque su permanencia tendr unos efectos

    demoledores. Comenzaba a percibirse un cansancio entre los comerciantes vinculados a

    la aduana del puerto de Buenos Aires, estancieros bonaerenses, miembros de la clase

    dirigente y del alto clero tras tres lustros de perceptible conflicto poltico. Algunos

    sentan nostalgias del viejo orden colonial, puesto que ni los ensayos democrticos ni

    los caudillos parecan funcionar. Se anhelaba un sistema, una institucin o simplemente

    un hombre que sacase al pas del marasmo de los aos 20.

    Ni el comercio o los negocios, ni el culto, ni la ley podran funcionar sin los

    imprescindibles elementos del orden. La irrupcin de Juan Manuel de Rosas al poder yel gran impacto que supuso, slo pueden entenderse en este contexto. La fuerza

    perturbadora que el rosismo tuvo en el siglo XIX nace del complejo entramado social de

    grupos de inters que lo alzaron a la gobernacin de la provincia ms rica y poderosa de

    la Argentina.

    Cuando Rosas se encumbra al poder no se han resuelto ninguna de las

    contradicciones bsicas que agitan al pas y en torno a las cuales estallan, en explosin

    de artificio, los enfrentamientos entre unitarios y federales. Asume el poder en un

    momento en que el caos, tanto en Buenos Aires como en las provincias, pareca haberse

    apoderado de la vida poltica23. Llega al poder cuando se cree que no existe

    reconciliacin posible entre la corriente centralizadora y la provincial. Lo haceimponiendo en su provincia un poder absoluto bajo un rgimen federal. Rosas intentar

    usar el sistema federal para unificar al pas. La suya era una propuesta como solucin a

    un pas que no ha aprendido a vivir unido pero que no puede vivir dividido24.

    Juan Manuel de Rosas: estanciero y militar

    Juan Manuel de Rosas naci el 30 de marzo de 1793 en una familia de antiguos

    estancieros y militares espaoles25.Su linaje estuvo vinculado a un extenso tronco que

    arranca de la colonia, con ramificaciones en algunas de las familias de ms abolengo en

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    el Ro de la Plata. Juan, Jos, Toms y Nicols Anchorena, sus primos segundos,

    pertenecan a una de las familias ms ricas de la provincia bonaerense y con ellos uni

    Rosas su destino, participando conjuntamente en vastas empresas econmicas y

    polticas. Su nombre de pila es Juan Manuel Jos Domingo Ortiz de Rozas, apellido que

    comparta con diez hermanos de los veinte que su madre engendr. Por el anecdotario

    de Lucio V. Mansilla, su sobrino, sabemos que Rosas cambi su nombre por el de JuanManuel de Rosas para protestar contra la autoridad materna26.Su educacin escolar fue

    breve y poco intensa y pronto prefiri las tareas del campo a las aulas del colegio. Rosas

    pas la mayor parte de su juventud en las estancias familiares aprendiendo la vida del

    campo y las costumbres de gauchos e indios.

    En los aos en que Rosas se dedicaba a las labores de las estancias se realizaron las

    primeras transformaciones econmicas en la colonia, que ms tarde resultaran en la

    preponderancia de la hacienda como ncleo de la vida econmica del pas. Lynch indica

    que, la clase de los comerciantes vinculados a la aduana posean, todava por esa poca,

    no slo ms riqueza, sino tambin un ms elevado estatus social27.Sin embargo, pronto

    esta direccin derivara hacia el creciente predominio de la clase de propietarios,afectados los comerciantes por la abrumadora competencia de las casas comerciales

    inglesas, que tras la retirada de los espaoles, sentaron sus reales en el Ro de la Plata.

    Hacia 1820 el cambio es observable, acrecentado por las inversiones de los

    comerciantes dirigidas a la adquisicin de tierras del interior y plantas saladeras28.

    Durante unos aos Rosas se emple como administrador de la estancia familiar del

    Rincn de Lpez, pero pronto decidi independizarse trabajando en proyectos propios

    vinculado a diversos socios: Luis Dorrego, Juan Nepomuceno Terrero y sus primos los

    Anchorena29.De sus primeras empresas econmicas se trasluce la imagen de un hbil y

    meticuloso administrador. La primera compaa fundada por l -Rosas, Terrero y

    Compaa- se dedic a la compra de tierras, mejoramientos de las estancias y

    exportacin de productos. El saladero, cuyas primeras plantas haban sido establecidas

    en 1810, fue aprovechado por la compaa y mejorado como productor de artculos para

    exportacin30.El dinamismo de la empresa Rosas, Terrero y Compaa la llev a crear

    sus propias vas de exportacin mediante una flotilla de barcos y la utilizacin del

    puerto de La Ensenada31.De esta forma se evitaba los altos aranceles de la aduana de

    Buenos Aires.

    La iniciativa produjo repetidas protestas entre los comerciantes porteos, quienes

    acusaban a los saladeristas asociados con Rosas de acaparar las carnes que abastecan la

    capital para canalizarlas hacia la exportacin

    32

    . En 1817 el Gobernador Pueyrrednorden la clausura temporal de los saladeros. El episodio engendr un spero y ruidoso

    litigio con el que Rosas hizo su entrada en la escena de los asuntos pblicos. En

    cualquier caso, la creacin de los saladeros y las haciendas de ganado estantes -cuya

    innovacin consista en la utilizacin integral del animal- y la orientacin exportadora

    de estas empresas, contienen tpicos elementos de una economa de mercado que es

    interesante sealar33.

    La empresa Rosas, Terrero y Compaa se convirti en el ms importante saladero

    de carnes y pescados de la provincia y Juan Manuel de Rosas, a sus 33 aos de edad, en

    los albores de la presidencia de Rivadavia, era ya un rico propietario, lder de un grupo

    muy compacto de hacendados y empresarios. Bajo su liderazgo el grupo logrmonopolizar el abasto de la ciudad de Buenos Aires, influy en la promulgacin de

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    leyes que los favorecan y su influencia se hizo sentir en la poltica de la provincia.

    Rosas anticip la expansin de una economa ganadera en la dcada de 1820 y facilit

    en parte la transicin de Buenos Aires de capital del Virreinato a centro exportador34.

    Dentro de esta lnea hay que situar sus esfuerzos para extender las haciendas ms all de

    las fronteras del sur, territorio poblado por tribus indias35.Esta haba sido una aspiracin

    gubernativa desde que se formulara la primera poltica de expansin fronteriza en 1816.En 1817 Rosas y sus asociados fundaron Los Cerrillos, una de las estancias ms

    provechosas, dentro del territorio de dominio indio36.

    Lo que Rosas supo comprender fue que la expansin ganadera era paralela a la

    superacin de la inseguridad en las fronteras. Para conseguir esta seguridad, el factor

    militar era un elemento imprescindible. Rosas entendi que para dar continuidad,

    estabilidad y ganancias a la empresa agropecuaria, sta haba de ir a la par de la

    produccin militarizada37. En el contexto de estas concepciones hay que situar la

    poltica de Rosas encaminada a satisfacer las necesidades crecientes de estancieros y

    empresarios con su expansin en el desierto. En 1820 Rosas organiz a su peonada

    militarmente. No le fue difcil reclutar entre sus propios peones y los de otras estanciasel suficiente nmero de hombres para formar una milicia de caballera a la que equip y

    uniform en rojo38.

    Estos fueron los originales Colorados del Norte, cuya fama controvertida parte de su

    participacin en la batalla de Cepeda y campaas del desierto, hasta convertirse aos

    ms tarde en fuerza fundamental del rgimen rosista. El ao 1820 es fundamental en la

    formacin de Rosas. De ese ao emerge un Rosas aureolado con reputacin poltica,

    poseedor de una fuerza militar importante, elemento a aadir a su creciente ascendencia

    entre la clase estanciera.

    Partiendo de Los Cerrillos, pero extendindose ms tarde a otros centros

    administrados bajo la tutela de Rosas, las estancias se transformaron en centros

    productivos y militares a un tiempo. Administrar estancias como la de Los Cerrillos y la

    de los Anchorena no era tarea fcil. Manejar numerosas peonadas formadas por

    gauchos, indios, siervos y esclavos, y hacerlo con autoridad y eficacia requera grandes

    habilidades organizativas y de liderazgo que Rosas posea y que desarroll39. Su

    conducta vari entre paternalismo, castigos y premios a su voluntad, y desconfianza, lo

    que lo llev a redactar con minuciosidad las instrucciones de las estancias por l

    administradas, reglamentando la disciplina, el orden, el trabajo y el ocio40.La mezcla de

    paternalismo y dura disciplina con que dirigi las estancias puede observarse como

    patrn de comportamiento poltico del Rosas gobernador. Autoritarismo, meticulosidad,paternalismo, conservadurismo, subordinacin a los intereses ms altos de la eficacia

    son elementos todos ellos que salpican de igual forma al administrador y al gobernante.

    Su poltica indiana estuvo mareada por los mismos elementos. Us la fuerza militar

    como amenaza, pero siempre favoreciendo como primera alternativa las bases

    negociadoras. Durante 1820 y 1826, aos de consolidacin de su base social, particip

    en diferentes comisiones a la bsqueda de soluciones de pacto con las tribus indias.

    Comisionado por el Gobernador General Las Heras, en 1825 se firm, como resultado

    de sus gestiones, el tratado de Laguna Huanaco con un nmero representativo de

    caciques indios. En ese tratado las tribus reconocan la autoridad del gobierno de la

    provincia, y a cambio reciban ayuda material y autorizacin para el comercio libre41

    .

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    Tras la cada del rgimen rivadaviano en 1827, el gobierno interino de Vicente

    Lpez y Planes nombr a Rosas Comandante General de las Milicias de la Campaa de

    la provincia de Buenos Aires, con lo que se institucionaliz un poder que Rosas haba

    desempeado de hecho42.

    Los intereses de los grandes propietarios de estancias cada vez ms vidos de tierrasen unos aos de rpida revalorizacin del suelo, encontraron en Rosas un defensor

    inigualable43.No hay duda de que la jefatura de la clase de los estancieros que Rosas

    ejerci proviene de un liderazgo autntico44.Era sta una clase en expansin en un pas

    que descubra sus posibilidades econmicas. Analizando los intereses concretos de la

    clase de estancieros podemos entender la ruptura del grupo con la poltica

    modernizadora del unitario Rivadavia. La lnea econmica de los estancieros y

    saladeristas era expansiva, pero se hallaba limitada a una poltica productora de la que

    se beneficiaban sectores muy concretos. La poltica de Rivadavia, por su parte, se

    encuadraba dentro de un vasto proyecto de crecimiento econmico que peda una lnea

    comercialmente liberalizadora, para atraer a las inversiones extranjeras y a la

    inmigracin.

    El plan rivadaviano demandaba de una superestructura institucional liberal de la que

    el pas careca. Era de entrada un proyecto inalcanzable. La propuesta federalista era

    ms realista en cuanto que responda a la formacin real del pas.

    La poltica indiana de Rosas, su campaa del desierto, su ascendencia entre los

    trabajadores rurales a los que haba organizado en milicias, sus lazos familiares y

    profesionales con las familias ms ricas de la colonia, convirtieron a Rosas en el hombre

    del momento presto a la defensa de los intereses de los grandes propietarios. Rosas fue

    ms que un lder de un grupo econmico. Rosas no fue un estanciero absentista del tipo

    de los Anchorena, ni de los muchos nuevos terratenientes procedentes del sector

    comercial. Manej sus estancias, las dirigi, viva en ellas, las conoca mejor que nadie.

    Fue un pionero en el campo agropecuario y acumul su gran capital trabajndolo. Se lo

    consideraba un campesino autoritario y mandn en sus estancias, algo brutal en la vida

    que llevaba en el desierto; pero honrado, laborioso45. Como resultado de su trabajo

    directo en el campo entr en contacto con las masas campesinas, con gauchos, malones,

    delincuentes, honrados peones, indios asimilados por el sistema y caciques

    indomables46.Supo ejercer su autoridad sobre todos ellos partiendo de una combinacin

    perfecta de atractivo personal y su bien estudiada actitud personal. Se identific a s

    mismo con gauchos y no escondi su actitud47.

    Populismo y primera gobernacin

    Su atractivo personal debi ser muy grande por las pasiones y fidelidades que fue

    capaz de despertar y que incluso muchos de sus enemigos polticos reconocen. Vicente

    Fidel Lpez lo describe como hombre joven, de genio popular, de voluntad de hierro,

    hbil en las labores del campo, buen conocedor del medio, emprendedor, cmico,

    histrinico y de belleza varonil48.Toms de Iriarte, uno de sus ms directos enemigos,

    cuenta la intrepidez de muchas de sus hazaas como jinete49. John M. Formes,encargado de negocios norteamericano en la Repblica Argentina, dej este retrato:

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    Rosas, difiere de todo lo que tenemos en nuestro pas,

    en cuanto que l debe su gran popularidad entre los gauchos

    y campesinos al haber asimilado los aspectos ms

    extremados de su singular modo de vida, sus trajes, sus

    trabajos, e incluso sus deportes... siendo incluso el ms

    atractivo y admirado de esa raza de hombres mediosalvajes... De alguna manera l es tambin extremadamente

    manso y tiene algo de la reflexin de nuestros jefes indios50.

    Su posicin de comandante de la milicia de Buenos Aires aada un elemento

    diferenciador con respecto a los otros estancieros. Sin embargo, no toda la popularidad

    de Rosas fue espontneo resultado de su posicin y personalidad. Se revel como un

    consumado estratega que planeaba sus acciones con meticulosidad y daba a cada uno lo

    que consideraba imprescindible para atraerlo. A la oligarqua le abri las fronteras

    poniendo en sus manos vastas extensiones de tierras pacificadas. La burguesa, incapaz

    de dominar la situacin, debi resignarse fatalmente al arbitrio del hombre que haba

    demostrado poseer los recursos necesarios para controlar el caos al que las diversas

    facciones haban empujado al pas. Los intereses de los comerciantes requeran un pas

    pacificado y prspero. Las clases bajas de la campaa y la ciudad, incapaces en este

    tiempo de orientarse por s mismas, propensas a inclinar su fuerza potencial a favor de

    quien las sedujera, no resistieron el avasallador atractivo del caudillo. Rosas, en

    Buenos Aires, tena ya su trabajo maduro y en estado de ponerlo en exhibicin; era una

    obra de 10 aos realizada en derredor del fogn del gaucho, en la pulpera al lado del

    cantor51.

    El apoyo de las clases bajas era fundamental para el mantenimiento de la dictadura

    rosista, y Rosas lo saba. Santiago Vzquez en nota confidencial al Ministro de

    Relaciones Exteriores de la Repblica Oriental del Uruguay relata una conversacin

    mantenida con Rosas recin ascendido a la gobernacin de Buenos Aires.

    Porque usted sabe la disposicin que hay siempre en el

    que no tiene contra los ricos y superiores: -me pareci pues,

    desde entonces muy importante conseguir una influencia

    grande sobre esa clase para contenerla y para dividirla; y me

    propuse conseguir esa influencia a toda costa- para esto fue

    preciso trabajar con mucha constancia, con muchossacrificios de comodidades y dinero, hacerme gaucho como

    ellos, hablar como ellos y hacer cuanto ellos hacan; -

    protegerlos, hacerme su apoderado, cuidar de sus intereses,

    en fin, no ahorrar ni trabajo ni medio para adquirir ms su

    concepto52.

    A su esposa, Encarnacin Ezcurra, le escriba desde el Campamento del Colorado:

    Ya sabes lo que vale la amistad de los pobres y por ello,

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    cunto importa mantenerla y no perder medios para atraer y

    cultivar sus amistades. No cortes, pues, su correspondencia.

    Escrbeles frecuentemente, mndales cualquier regalo sin que

    te duela gastar ese dinero. Digo lo mismo respecto a las

    madres y mujeres de los pardos y morenos que son fieles. No

    repares, repito, en visitar a las que merezcan y llevarles a susdistracciones rurales, como tambin en socorrerlas con lo que

    puedas en sus desgracias. A los amigos fieles que te hayan

    servido, djalos que jueguen al billar en casa y obsquiales

    con lo que puedas53.

    El populismo manipulativo de Rosas, que tambin utiliz para atraerse el apoyo de

    los caudillos provinciales, fue un populismo de claro trazo conservador y antiliberal. De

    hecho, el antiliberalismo puede considerarse uno de los rasgos del pensamiento poltico

    del populismo en Argentina. Rosas fue un conservador social y polticamente hablando.

    Fue defensor de la iglesia. Sus ideas polticas, pocas y mal estructuradas, que nos han

    llegado a travs de fragmentos y opiniones extradas de cartas y conversaciones, son

    claramente conservadoras. Como contraste, los revolucionarios de la independencia, las

    clases de profesionales nacidas alrededor de los acontecimientos de mayo, se definieron

    como liberal-burguesas, aunque no lo fueran desde el punto de vista social. Atacaron al

    populismo y lo tildaron de brbaro, despreciando todas las tendencias conducentes a la

    colectivizacin o representantes de un tipo de nacionalismo vernculo. Ensalzaron la

    cultura y la tradicin europea en cuanto liberal y racionalista, y a sta opusieron toda

    forma de cultural nacional, nutrida de savia colonial y orientada segn una espontnea

    concepcin de la vida. Es decir, que con su posicin culta y elitista la intelectualidadargentina empuj al gobernador Rosas en brazos del populismo nacionalista vernculo.

    El perodo rosista atestigu un cierto resurgimiento de formas culturales genuinas

    argentinas. Cuanto de espontneo o premeditado hubo en ello no enturbia el hecho de

    que el Rosas brbaro, que la intelectualidad describi, estuvo aparejado a ciertas formas

    de vivir gauchas, a un cierto estilo en el habla y comportarse54.

    Cuando en 1829, Rosas ascendi por primera vez a la ms alta magistratura de la

    provincia de Buenos Aires, lo haca en olor de multitud. Las esperanzas puestas en l

    eran muchas. Ms tarde su popularidad decay notablemente, fracasado en unos frentes

    y duramente atacado en otros. Entonces, ech mano de una tremenda mquina represoray propagandista que le sostuvo en el poder. Fueron los aos en que foment el culto a la

    personalidad y control toda discrepancia por medio de la actividad de fuerzas

    parapoliciales, la Mazorca entre ellas. Rosas sigui siendo un caudillo, pero con ms

    sentido de estado, siempre en lnea con las tradiciones caudillistas nacionales.

    El asesinato de Dorrego en diciembre de 1828, y la reaccin federal, provocaron un

    perodo de guerra civil. La victoria del General Paz sobre Facundo Quiroga en la

    Tablada (1829) reafirm la confianza unitaria en un final predominio en el pas55.Sin

    embargo, la reconciliacin de Lavalle con Rosas en Buenos Aires derrumb muchas

    esperanzas. Rosas oblig al general unitario a pactar en sus trminos. La creciente

    popularidad de Rosas en Buenos Aires creca pareja al desprestigio del unitarismo, cuyofraude y violencia en las elecciones de junio no haban convencido a nadie56.

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    El 1. de diciembre de 1829, la legislatura de Buenos Aires restablecida convoc su

    primera sesin y decidi ofrecer la gobernacin de la provincia con facultades

    extraordinarias a Juan Manuel de Rosas. Esta haba sido una condicin previa. Sus

    partidarios haban preparado el camino. El asesinato de Dorrego, el gobernador federal,

    fue utilizado polticamente para atraer adhesiones a la causa federal, mediante la

    manipulacin del deseo general de normalizacin del pas. Se seal a Rosas como elnico gobernante capaz de conservar el orden y la paz. Rosas haba unido la ciudad y la

    campaa de Buenos Aires de forma que no se haba producido hasta entonces. Las

    esperanzas de estancieros y comerciantes, propietarios y sectores populares, aunque

    apuntando en distinta direccin parecan hermanarle por un breve y fotogrfico

    momento.

    Mientras esto ocurra en Buenos Aires, en las provincias el General unitario Jos

    Mara Paz estaba decidido a no permitir el total triunfo federal y agitaba a las regiones

    del interior en una campaa militar sin tregua57. En la capital se producan diversas

    agitaciones de jefes unitarios, que no perdonaban a Rosas el haberse alzado a la jefatura

    de la provincia con la suma del poder poltico y el estar dispuesto a reducir los manejospolticos al simple arte de administrar con eficacia. Por otra parte, la obtencin de las

    facultades extraordinarias, aunque muchos lo vieran como una necesidad, hera la

    sensibilidad de aquellos que se sentan llamados desde la independencia a participar

    activamente en las tareas de formacin del estado nacional. Algunos sectores unitarios,

    ortodoxos y rivadavianos, haban acusado de tirana a la gobernacin de Rosas, antes de

    que ste hubiese tenido tiempo para ejercer una sola de sus prerrogativas. La llamada

    guerra santa de muchos intelectuales se originaba en base a que Rosas representaba la

    anttesis de un rgimen poltico, liberal, progresista y democrtico58. Esta postura

    intransigente del sector unitario polariz polticamente el conflicto, engendrando duras

    resistencias. Si Rosas quera gobernar era necesario disciplinar a la inquieta lite

    poltica portea. Para ello el apoyo unnime de las clases populares de la ciudad se

    revelaba como imprescindible. Haba que organizarlas, darles cohesin e incluso un

    campo de accin poltica.

    Rosas dirigi su accin gubernativa a la bsqueda de un control firme de la

    provincia. Si la paz era la meta deseada, haba que acallar a los levantiscos. En 1830

    orden el fusilamiento del Mayor Montero acusado de intentona de levantamiento de la

    guarnicin de Salto59. Hubo en el acto una intencin ejemplificadora. Rosas aplic

    entonces las facultades extraordinarias y dej saber a sus enemigos que sta iba a ser la

    respuesta del nuevo rgimen a los intentos desestabilizadores. La reaccin unitaria no se

    hizo esperar. El escndalo de la ejecucin, cometida en circunstancias muy especiales,fue aireado por la prensa opositora60. Fueron stos, aos de efervescencia del

    periodismo poltico. La campaa de prensa unitaria, claramente sensacionalista, sembr

    el terror entre las familias unitarias o sospechosas de simpatas unitarias, que se

    sintieron amenazadas, inicindose la primera oleada emigratoria a Montevideo.

    Rosas, no obstante, fall en garantizar la paz prometida. La continuada belicosidad

    de los partidos, tan obstinados como Rosas en imponer sus soluciones, desgastaron al

    pas en guerras interminables y con ellas se esfumaron muchas filiaciones

    incuestionables. El 6 de diciembre de 1832 termin el primer perodo de gobernacin de

    Rosas y ste no acept una reeleccin, a pesar de la repetida insistencia de la legislatura.

    Aleg motivos de salud y decidi volver a la campaa. Los tres aos pasados en elpoder haban sido de continua agitacin y las facultades extraordinarias con las que

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    gobern no parecan haber sido suficientes para obtener la paz. Los pocos logros

    conseguidos con el uso de las facultades extraordinarias se redujeron a la formulacin

    de un estado confederado, sostenido sobre los temporales acuerdos de los caudillos61.

    Ante la repetida negativa de Rosas a aceptar la reeleccin, Juan Ramn Balcarce fue

    designado nuevo gobernador. En el nterin, Rosas se aprest a llevar a cabo uno de susplanes ms ambiciosos: la Campaa del Desierto. Este gran plan expedicionario

    responda a una lnea econmica iniciada haca aos. El objetivo era extender las tierras

    disponibles de la provincia y abrir nuevos terrenos a la demanda creciente de los

    estancieros. La expedicin acrecent la popularidad de Rosas, aadiendo a su haber el

    ttulo de Conquistador del Desierto62.

    La Revolucin de los Restauradores y la dictadura

    Durante la ausencia de Rosas, y bajo la gobernacin de Juan Ramn Balcarce, la

    escena poltica fue un hervidero de disputas partidistas. En las elecciones para

    representantes de 1833 se produjeron enfrentamientos armados que forzaron la dimisin

    de balcarce63.Juan Jos Viamonte fue elegido provisionalmente para sucederlo. El caos

    se adue del escenario poltico. Los federalistas netos, involucrados activamente en el

    tumulto poltico, empujaban la candidatura de Rosas, bajo la llamada a la Revolucin de

    los Restauradores64.Pieza clave de la revolucin restauradora fue Encarnacin Ezcurra,

    la esposa del ex-gobernador. Ante la ausencia de su marido, todava en plena Campaa

    del Desierto, Encarnacin fue el pivote sobre el que gir la campaa restauradora 65.

    Coordin a las clases bajas de la ciudad y organiz la resistencia antigubernamentalmediante la instrumentacin de una organizacin clave, la Sociedad Popular

    Restauradora. Esta sociedad sirvi los intereses restauradores del rosismo. Su triste

    fama le viene de ser confundida con la Mazorca, que fue slo su brazo parapolicia l66.

    En 1835 la Revolucin de los Restauradores dio sus frutos. Viamonte dimiti. La

    legislatura ofreci de nuevo la gobernacin a Rosas, quien por cuarta vez la rechaz67.

    La final aceptacin estuvo sujeta a ciertas condiciones. La suma del poder pblico,

    exigencia sine qua non, le fue otorgada el 7 de marzo de 1835, y Rosas inici una larga

    dictadura68.No slo obtena facultades extraordinarias, traducidas en la suspensin de

    las garantas individuales que pudieran limitar sus atribuciones, sino el total control de

    los poderes legislativo, judicial y ejecutivo.

    La segunda gobernacin, cuya duracin se extendi hasta 1852, se inauguraba con el

    mismo carcter conservador con que haba discurrido la primera. Aseguraba la

    propiedad a los propietarios, se comprometa a mantener el culto69y fortaleca el poder

    del ejrcito a expensas de los programas educativos y sociales. Si la oposicin no se

    avena a sus trminos, el rgimen sabra cmo silenciarla. El rosismo no deba temer por

    el momento el ruido propagandstico de la oposicin, puesto que la toma del poder se

    realizaba con el fervor efervescente de la multitud70.

    Desde los primeros das de su gobernacin, Rosas se dedic con meticulosidad a la

    tarea de administrar esa gran finca que era para l la provincia de Buenos Aires,tratando de compaginar los intereses de sta con los del resto del pas. Como

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    administrador, sus primeras medidas se encaminaron a reducir sustancialmente los

    gastos pblicos. Recort los presupuestos del estado, despidi a gran nmero de

    funcionarios e intent depurar la ineficaz mquina administrativa71.

    El balance de la administracin de Rosas en sus 20 largos aos arroja un saldo muy

    irregular. A los aspectos coyunturales de la economa (anomalas climticas de los aos1835-1845 y 1857)72,hay que aadir la negativa incidencia que la poltica azotada por

    la discordia tuvo en el libre desarrollo de las iniciativas econmicas73.Extrao fue el

    ao en que guerras, invasiones, escaramuzas punitivas, bloqueos militares, saqueos o

    simple destruccin no se hicieran sentir. Hacer un balance final sin tener en cuenta

    todos estos elementos sera incompleto.

    Pese a las grandes vicisitudes de las guerras, el sector ganadero rioplatense continu

    durante la gobernacin de Rosas una lnea expansionista74. A la rpida expansin

    saladerista, hay que aadir la introduccin de otros productos ganaderos: sebos, cueros

    salados y tasajo, cuyas exportaciones en los aos siguientes a los del bloqueo

    alcanzaron cifras rcord75.La extensin, pacificacin y poblacin de las nuevas tierrasconquistadas al sur de Buenos Aires, as como el proceso de privatizacin de grandes

    extensiones de tierras fiscales, explican este desarrollo productivo. Rosas reemplaz el

    sistema enfitutico del tiempo de Rivadavia por el de venta, acompaado de las

    generosas concesiones de tierra con que el Gobernador premi servicios polticos76.Los

    ltimos aos del rosismo, los pocos que transcurrieron en relativa paz, dan cuenta de la

    aparicin de la ganadera ovina, cuya lana represent un nuevo rubro para las

    exportaciones77. Esta transformacin fue posible gracias a la afluencia inmigratoria

    (irlandeses y vascos) que coincidi con esos ltimos aos de cierta estabilidad poltica.

    Con la introduccin del ganado ovino la economa de pastoreo sustituy parcialmente a

    la vacuna.

    En el interior, la economa provincial corri variada suerte. Las provincias limtrofes

    andinas se beneficiaron temporalmente del resurgimiento de la economa minera

    chilena78.Las regiones del interior siguieron ancladas en una economa de dependencia,

    sobre todo de Buenos Aires. No parece que se produjese ningn cambio en su

    infraestructura bsica, ni en su composicin social79.La economa de estas provincias

    mantuvo su dependencia de la poltica de uno u otro signo que el monopolio comercial

    de Buenos Aires impona. La aduana continu siendo, en tiempos no afectados por el

    bloqueo, la ms importante fuente de ingresos del gobierno, y su poltica proteccionista

    o librecambista, segn conviniese al rgimen, sacrific en muchos casos los intereses de

    los productores del interior

    80

    . En aos de expansin comercial, la manufactura y laartesana local no podan competir con la avalancha de productos extranjeros,

    principalmente ingleses, de ms bajo precio. As, el tmido expansionismo econmico

    de estos aos, se realiz en el sector de la produccin de materias primas, por lo que se

    puede concluir que el federalismo porteo desarroll una economa agropecuaria

    exportadora, a expensas de una dependencia creciente de los productos manufacturados.

    En 1850 la industria haba hecho algunos progresos, pero ninguno tendente a la

    modernizacin de los medios de produccin. Un pequeo sector industrial creci

    paralelamente al incremento de la demanda interior, beneficindose bsicamente los

    sectores alimenticios, textiles y de la vivienda. Los productos de exportacin fueron los

    derivados de los saladeros.

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    El modelo que Rosas favoreci fue en general apropiado al tiempo y lugar. La

    primitiva estancia fue debidamente adaptada a la Argentina de la primera mitad del

    siglo. Teniendo en cuenta los recursos disponibles, esta lnea econmica pareca

    adecuada a la realidad del pas. La evidencia es que no haba muchas posibilidades de

    atraer grandes capitales capaces de cambiar la estructura econmica, en un tiempo en

    que las inversiones extranjeras eran limitadas, las del pas inexistentes, y la Argentinaera todava vista como una aventura que representaba mucho riesgo81.

    La gran beneficiaria de la poltica econmica rosista fue, sin duda, la clase

    propietaria. En su favor dirigi Rosas su poltica econmica durante 20 aos.

    Estancieros fueron los grandes beneficiarios de la ampliacin de tierras del sur de

    Buenos Aires. Si en medio de las zozobras de una poca agitada hubo algunos sectores

    en expansin, fueron el ganadero y la industria derivada: grasas, sebos, cueros y tasajo y

    productos de los saladeros82. Prueba de ello, es la canalizacin de las inversiones de

    capital britnico hacia ese sector83.Rosas aceler el proceso de privatizacin de tierras

    fiscales a gran escala, recayendo en manos de militares federales como pago de sus

    servicios y de los grandes propietarios, vidos de adquirir ms propiedades.

    Rosas aplic en todo momento una poltica econmica nacionalista, con leyes

    ajustadamente protectoras, aunque en el saldo final, el mayor protegido fue el sector

    agrario, por considerrselo el ms slido pilar econmico del pas84. Si en ocasiones

    Rosas actu como defensor de los intereses de los menos protegidos, fueron medidas

    espordicas, imprecisas y forzadas por la necesidad de conservar el apoyo poltico de

    estas clases85. Si discrepancias con el rgimen ocasionaron protestas e incluso

    levantamientos armados de estancieros, como la Revolucin del Sur de Buenos Aires

    (1839), stas se debieron principalmente a factores externos. La Revolucin del Sur de

    Buenos Aires se explica en funcin de los perjuicios que el bloqueo francs infiri a la

    economa exportadora ganadera. Sin embargo, no cabe ninguna duda de que el rgimen

    rosista mim a estancieros y propietarios. La poltica fiscal inexistente, las leyes sobre

    rentas inmuebles y la apertura del desierto al sector agropecuario se sitan dentro de

    esta lnea monoltica.

    Desde el punto de vista poltico, el rgimen rosista estuvo castigado constantemente

    por el intervencionismo exterior y la abierta oposicin unitaria dentro del pas86.Estos

    factores modelaron el carcter del rgimen, el cual no pudo desarrollarse segn pautas

    establecidas, puesto que debi ajustarse a las necesidades que cada momento

    demandaba. Cierto es que la ascensin de Rosas al poder debi ser una provocacin

    para algunos sectores del pas. Se atrevi a alentar la conciencia de las clasesdesposedas contra los intereses de la burguesa urbana. Se aline al lado de caudillos

    locales para conseguir acuerdos interprovinciales87.Qu repugnancia produciran en las

    clases altas bonaerenses las aclamaciones delirantes del pueblo en las procesiones que

    siguieron a la exaltacin de Rosas al poder en 1835, y otras expresiones de carcter

    populista.

    En el poder, Rosas silenci a la opinin pblica. Se puso al lado de los intereses de

    la campaa, despreciando la disponible colaboracin de los intelectuales, y borr toda

    posibilidad de un sistema representativo al asumir en la prctica las facultades

    extraordinarias y la suma del poder pblico. La legislatura, sometida a un papel de

    comparsa, fue un mero instrumento del dictador. La prensa fue censurada y en granmedida silenciada88.Rosas quera imponer un sistema que imprimiera carcter, y para

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    conseguirlo intent uniformar al pas dentro de su concepcin de la poltica. La

    proclama del Gobernador al tomar el poder no anunciaba nada bueno a sus enemigos

    polticos. Amenazaba a la faccin de hombres corrompidos... que se han puesto en

    guerra abierta con la religin, la honestidad y la buena fe y anunciaba mano dura para

    sacar a la patria del profundo abismo de males en que la lloramos sumergida89.Estas

    proclamas anunciaban un tipo de rgimen que ira empujando, a golpes de amenazasveladas, a generaciones de profesionales, intelectuales y hombres pblicos al exilio90.

    Las familias unitarias o que simpatizaban con el unitarismo conocieron la zozobra como

    estilo natural de vida desde que el rgimen consolido su modalidad absoluta, y buscaron

    el exilio, forzado unas veces, voluntario otra.

    Al exilio fueron unitarios doctrinarios emigrados de primera ola, seguidores de

    Rivadavia, quienes casi desde la cada de ste decidieron emigrar como forma de

    expresar su descontento con cualquier rgimen no ortodoxamente rivadaviano.

    Marcharon entre 1828 y 1829, y en su gran mayora se ubicaron en Montevideo. A este

    primer grupo sigui otro de liberales no doctrinarios, profesionales e intelectuales,

    amenazados por los disturbios que se vivan en Buenos Aires: la accin parapolicial dela Sociedad Popular, la polarizacin violenta de distintos bandos polticos y la amenaza

    de la restauracin federal. Alrededor de 1835, emigr la faccin de federales netos en

    desacuerdo con el ala apostlica pro-rosista. Entre 1838 y 1839 se exilaron muchos de

    los miembros de la generacin romntica.

    Unitarios, Federales y romnticos

    El unitarismo se nutri con hombres de la Revolucin de Mayo. Crean que el orden

    nacional al que aspiraban debera estar subordinado a las leyes de la razn, la libertad y

    la ilustracin91.Haban rechazado abiertamente la estructura poltico-social heredada de

    Espaa y consideraban que slo imitando las instituciones e ideologas de los pases

    ms avanzados (Francia, Inglaterra y los Estados Unidos), podran obtenerse las metas

    de democracia y progreso que los animaban. Juan Martn de Pueyrredn, Director

    Supremo de las Provincias Unidas del Sur desde 1816 hasta 1819, Bernardino

    Rivadavia, primer presidente constitucional argentino (1826-27) y Florencio Varela, son

    tres destacados representantes de la poltica y el pensamiento de corte unitario.

    Pueyrredn condujo su actividad poltica hacia la instauracin de un rgimencentralista. Consideraba al caudillismo provincial como una tpica manifestacin del

    fanatismo e ignorancia de la colonia92. Rivadavia fue un intelectual y poltico

    reformista. Supo aglutinar a su alrededor numerosas adhesiones y sus ideas fueron

    adoptadas como principios bsicos del credo unitario. Siendo ministro de Martn

    Rodrguez (1821-24), llev a cabo numerosos planes de reforma econmica y social.

    Apstol del liberalismo, su poltica se anim a modernizar la Argentina mediante el

    crecimiento econmico, el libre comercio, la inversin de capital extranjero y la

    inmigracin93. El unitarismo de corte rivadaviano concluy que las soluciones que

    aportaban eran las nicas viables, por lo que se cerraron en un cierto hermetismo

    ideolgico, que despreciaba todo lo que no fuesen sus propias frmulas. Esta postura

    elitista result en el rechazo de las clases populares y de la cultura del interior, a las que

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    consideraban primitivas y brbaras. La defensa rgida del credo liberal propona la tarea

    de disciplinar al pas, por la fuerza si fuera preciso.

    Florencio Vrela personific el prototipo del intelectual liberal de la primera mitad

    del siglo XIX. Con la fe que el nuevo credo imprima, acept la ingente labor de

    extender el liberalismo triunfante en Inglaterra y Francia y hacerlo universal. Varelacalificaba de beneficiosa la dependencia americana de Europa94.Comparta el esquema

    sarmientista de Civilizacin y Barbarie y lo expres en toda su obra. El anlisis que

    Varela hace de la sociedad argentina desde la emancipacin en 1810, es que el pas ha

    estado dividido en dos bloques agresivamente opuestos: los representantes de la fuerza

    bruta, del atraso colonial, y los sostenedores de los principios de civilizacin y

    progreso95.Unitario militante, rivadaviano por filiacin, Varela no poda aceptar una

    Argentina gobernada por el arbitrio de los caudillos. Le repela la popularidad fctica de

    Rosas en la campaa y entre las clases bajas urbanas. En el pensamiento de Varela,

    Rosas materializaba la barbarie, culpable del atraso y la postracin del pas. Mil veces

    mejor estbamos bajo el sistema colonial y estaramos bajo el dominio de cualquier

    potencia civilizada cristiana96.

    Los federales doctrinarios representaban el ala liberal del federalismo. Eran

    federales por creencia del tiempo de Dorrego y se escindieron del partido por

    desacuerdos de ideologa. No aceptaron el liderazgo sin lmite de Rosas, su sucesor. Los

    planes del partido federal eran organizar el pas por medio de una liga diplomtica

    interprovincial basada en los siguientes puntos: participacin de las provincias en las

    rentas del puerto de Buenos Aires, libre navegacin de los ros y autonoma provincial

    absoluta97. La posicin del sector ortodoxo del partido se haba ido alejando del

    federalismo fantico de los seguidores de Rosas, cuya accin poltica y conspirativa

    haba pavimentado su retorno al poder. Rosista ms que federalista fue la tendencia en

    que desemboc la accin poltica de los federales apostlicos seguidores de Juan

    Manuel. En 1835 el rosismo extendi su amenaza al sector liberal del partido. Nada

    dudoso; nada equvoco; nada sospechoso debe haber en la causa de la federacin

    escribi Rosas a los gobernadores98. Ante este estado de cosas, los federales netos

    decidieron pasarse a la oposicin y buscar el exilio como medida preventiva,

    El otro sector importante que hacia 1838 se uni a la oposicin fue el formado por

    ese grupo de hombres de talento excepcional, agrupados primero en torno a la revista La

    Modaque publicaba Juan Bautista Alberdi, el Saln Literario y ms tarde, la Asociacin

    de Mayo. Se les conoce como la Generacin Romntica del 37. En materia cultural

    predicaron la ruptura con el pensamiento y la tutela espaola a la que culpaban de suatraso99.Su ideas y accin poltica se extendieron ms all de las fronteras del Ro de la

    Plata, dando forma al pensamiento de toda una poca en Amrica Latina100. La

    importancia del grupo radica en que consiguieron una Coherencia ideolgica al verse

    situados en la irremediable coyuntura de definirse frente al poder caudillista de Juan

    Manuel de Rosas. La Asociacin de Mayo busc en sus inicios romper con el

    tradicional y maniqueo esquema de unitarios y federales que divida a la sociedad

    argentina101.Sin embargo, la torpe poltica de Rosas hacia los intelectuales, su marcado

    antiliberalismo o quizs su incapacidad para concordar voluntades, forz a la

    proscripcin a ese talentoso grupo romntico. Desde entonces, observaron el

    enfrentamiento con Rosas como un conflicto entre la civilizacin y la barbarie,

    expresado en dos fuerzas histricas irreconciliables que tiran en direccin opuesta, launa hacia el progreso y la libertad, la otra hacia el atraso y el absolutismo. Con la

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    simplicidad y el gusto por los contrastes propios del romanticismo, esta generacin

    idealiz la cultura europea a la que ambicion transplantada a las tierras de Amrica.

    Como contraste, no podan identificar nada vlido en la cultura folklrica y autctona de

    la Argentina rural. Quisieron redimir el interior y librarlo de sus propios males. El

    programa de salvacin inclua terminar con el poder brbaro de los caudillos y

    modernizar Argentina poblndola, hacindola, ms industriosa, civilizada y urbana.Eran hombres de accin, guerrilleros de la cultura nacional los llama Ral Orgaz102,y

    de ah que optasen por el exilio voluntario. Tanto en Alberdi como en Echeverra es

    observable la influencia del pensamiento francs: Saint-Simn, Lerminier, Leroux,

    Cousin y Mazzini. Ambos ejercieron gran influencia sobre el resto del grupo

    bonaerense: Juan Mara Gutirrez, Jos Mrmol, Miguel Ca y Luis Domnguez, y en

    hombres del interior como Domingo F. Sarmiento.

    Los distintos grupos de proscritos en el exilio aunque diferenciados en sus

    programas, se dedicaron a una tarea comn y primordial: conspirar contra el dictador

    bonaerense. La prensa oficialista, a travs de su principal rgano de difusinLa Gaceta

    Mercantil, los llam a todos unitarios o salvajes unitarios, segn el momento. Estadenominacin es a todas luces insuficiente, dada la diversidad y multiplicidad de

    creencias e ideologas.

    Los viejos unitarios, militantes del tiempo de Rivadavia, se consideraban a s

    mismos llamados a portar la llama de la oposicin. En sus proyectos revolucionarios no

    desdeaban ningn medio, y estaban dispuestos a negociar con potencias extranjeras

    acuerdos polticos y militares. Contaban con prestigiosos militares de carrera con

    dilatada experiencia: Juan Lavalle, Jos Mara Paz y Gregorio Araoz de Lamadrid. Los

    jvenes de la generacin romntica ponan particular empeo en distinguirse de los

    viejos unitarios, a los que consideraban tericos fracasados y acusaban de hacer uso

    indiscriminado de medios conspirativos103.

    Miembros del partido unitario formaron el grupo inicial y rector de la resistencia en

    el exilio, la Comisin Argentina en Montevideo, que estuvo compuesta bsicamente

    por militantes unitarios y fue la clula ms activa. Llev a cabo gestiones diplomticas

    de diversa ndole con el fin de obtener ayuda de potencias extranjeras y desprestigiar en

    el exterior al gobierno de Buenos Aires. En Santiago de Chile existi otra Comisin

    Argentina, que no tuvo el protagonismo poltico de la de Montevideo, aunque su accin

    se hizo sentir debido a la influencia de un romntico del interior, Domingo F.

    Sarmiento. Desde los aos de sus disputas en su provincia natal de San Juan con el

    caudillo Facundo Quiroga, Sarmiento haba declarado la guerra a muerte al caudillismoy al partido federal y todo lo que se opusiese a la causa del progreso 104.

    Educados dentro de una tradicin iluminista, los proscriptos hallaron en el

    periodismo un medio propicio para combatir. Desde 1829 -primera gobernacin de

    Rosas- hasta su cada en 1852, publicaron en Montevideo 140 peridicos, y una

    cantidad incalculable de panfletos, octavillas, hojas impresas y grabados de carcter

    poltico que difundieron en las calles de las ciudades, villas, pueblos, cuarteles y

    campamentos105.

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    Guerra civil y represin: La Mazorca

    La llamada a la lucha contra la dictadura pronto tuvo eco. Entre los aos 1838 y

    1839 la tremenda fuerza de la oposicin se apunt xitos parciales e hizo tambalearse al

    rgimen. El momento crtico y culminante se produjo en 1840, cuando las tropas

    unitarias del General Lavalle se apostaron en los aledaos de la ciudad de Buenos Airesy amenazaron con tomarla. En la trayectoria del rgimen 1840 tipifica, sin duda, el

    momento crtico y culminante a la vez. Es el momento cuando se dirime el podero

    supremo de Rosas y el punto cntrico de una poca.

    Una concatenacin de movimientos conspirativos y revueltas ostigatorias haba

    empujado al rgimen a una posicin lmite. Se produjo el bloqueo de la escuadra

    francesa al puerto de Buenos Aires (1838-40), as como la invasin de la margen

    izquierda del Uruguay por el caudillo oriental Rivera. Este haba firmado un tratado de

    mutua defensa con las tropas correntinas por el cual el Gobernador de la provincia,

    Bern de Astrada, declaraba la guerra a Rosas en desacuerdo con la preponderancia queBuenos Aires ejerca sobre la libre navegacin de los ros. Desde el norte el General

    Lamadrid encabezaba la otra coalicin levantisca, en la que participaron las provincias

    de Tucumn, Salta, Catamarca, La Rioja y Jujuy.

    Los caudillos aliados de Rosas vacilaban y los pactos federales se tambaleaban. Fue

    descubierto el levantamiento de los estancieros del Sur de Buenos Aires (1839),

    anticipado por la Conspiracin de los Maza en la capital (1839). La Comisin Argentina

    en Montevideo firmaba acuerdos con Francia y buscaba alianzas con otras naciones

    americanas (1839)106.Rosas rompi relaciones con la Confederacin Boliviano-Peruana

    y la declar la guerra. Los unitarios haban encontrado un aliado en el Presidente

    boliviano Andrs Santa Cruz (1837-38). Por ltimo, la mquina propagandstica de laoposicin atacaba al rgimen en todos los frentes. Como resultado de esta situacin

    abrumadora, Rosas abri los diques al torrente de la demagogia popular y en el

    torbellino se cometieron todo tipo de actos de violencia, sembrndose el terror. Antes de

    entrar en el apartado del terror rosista, el conglomerado de vicisitudes sealadas exige

    un anlisis que ayude a comprender mejor el significado final que esta sucesin de

    acontecimientos tuvo en la direccin que el rosismo sigui.

    El bloqueo del puerto de Buenos Aires por la escuadra francesa es quizs el

    acontecimiento ms relevante, pues produjo una gama amplia de reacciones de muy

    variado signo. Las causas hay que buscarlas en el contexto de la poltica expansionista

    francesa, celosa de las prerrogativas inglesas en el Ro de la Plata. Francia demand algobierno argentino la concesin del trato de nacin ms favorecida del cual ya

    gozaba Inglaterra, y que Rosas se neg a conceder. La pieza desestabilizadora final fue

    proporcionada por la poltica rosista hacia los ciudadanos franceses, a los que obligaba a

    servir en el ejrcito como a cualquier otro ciudadano. De esta forma, Francia hall

    justificaciones para decretar el bloqueo naval del puerto de Buenos Aires el 28 de marzo

    de 1838.

    El bloqueo fue desastroso para el rgimen de Buenos Aires. Paraliz la actividad de

    la aduana, principal fuente de ingresos del gobierno, as como la gran mayora del

    trfico comercial107. Desestabiliz la estructura del rgimen federal, generando

    desavenencias con el gobierno por parte de aquellos cuyos intereses fueron heridoscomo consecuencia del bloqueo: estancieros y comerciantes108. Hiri directamente a

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    muchos y amplios sectores de la sociedad. La prensa rosista se apresur, como era

    lgico, a extraer del conflicto las consecuencias que ms podran beneficiar al partido

    federal. Atacaron a la oposicin por su traicin a la causa americana y elogiaron al

    dictador por su negativa a doblegarse a los intereses de otras naciones. Rosas intent

    salir del conflicto con el aura de gran lder nacionalista, defensor de la causa

    americana109

    .

    El cmulo de acontecimientos polticos y militares vividos en estos aos fueron la

    expresin de la guerra civil que divida a la nacin argentina. En octubre de 1840 el

    General Lavalle se hallaba frente a la ciudad de Buenos Aires. La campaa haba sido

    sometida a la fuerza del Ejrcito Libertador y la ciudad estaba sitiada. Las instrucciones

    que la Comisin Argentina en Montevideo dio al general unitario antes de iniciarse la

    expedicin eran muy precisas:

    Es menester emplear el terror para triunfar en la guerra.

    Debe darse muerte a los prisioneros y a todos los enemigos.

    Debe manifestarse un brazo de hierro y no tenerconsideraciones con nadie. Debe tratarse de igual modo a los

    capitalistas que no presten socorro. Es preciso desplegar un

    vigor formidable. Todos los medios son buenos y deben

    emplearse sin vacilacin110.

    El bloqueo francs haca ms difcil la defensa de la ciudad. Con todo, Rosas

    sobrevivi al ao 40 y el rgimen se endureci111. Hasta 1840, la dictadura haba

    empleado tcticas intimidatorias para controlar a la oposicin, prevenir levantamientosy uniformar al pas. En ese sentido la accin de la Sociedad Popular Restauradora haba

    probado ser altamente eficaz. Sus directas o veladas amenazas, los peridicos

    escarmientos infringidos entre la oposicin y el control ejercido a travs del amplsimo

    sistema de espionaje haban funcionado. A partir de 1840 el terror se extendi a todos

    los sectores de la sociedad, y Rosas lo permita o lo controlaba. En 1840 la vida y las

    propiedades de todos los no adictos al rgimen federal estaban en peligro112.La suma

    del poder pblico con que estaba investido le permita ejercer la justicia a voluntad, y

    durante tiempos tan virulentos us de esas prerrogativas en forma ilimitada: decret

    ejecuciones sumarias o sentenci a penas de diverso orden sin juicios previos. De

    hecho, fue en esos aos duros de emergencia nacional (1839-1842) cuando Rosas abri

    los diques de la reaccin popular con una demagogia estudiada. Entre bastidores Rosasejerca un control del sistema de espionaje y policial. Las listas preparadas por la

    polica, el cuerpo de serenos, militares o la Mazorca, eran presentadas al Dictador que

    tomaba la ltima decisin: fusilar, azotar, multar113.Las medidas adoptadas eran en

    parte defensivas, aunque a partir de 1840 el contraataque fue la tnica114.

    En 1840 Rosas estableci su cuartel general en el pueblo de Santos Lugares, en la

    provincia de Buenos Aires. El cuartel sirvi tambin de prisin en donde se encarcelaba

    a presos polticos y se llevaban a cabo ejecuciones sumarias115.El recuerdo del lugar va

    asociado a las memorias borrosas de tortura, sangre y muerte. No menos siniestros

    fueron el cuartel de serenos y el cuartel de los restauradores, sedes del cuerpo de serenos

    y de la Mazorca respectivamente116.

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    Al inicio de los aos cuarenta, Rosas se vio forzado a reajustar todo el sistema de

    control poltico que pareca demandar la continuidad del rgimen. El pas viva una

    guerra civil dentro y fuera de la provincia. De hecho, si la conspiracin de los Maza y la

    del Sur de Buenos Aires venan del lado federal, se haca necesario diferenciar a

    enemigos y aliados. Es decir, era imperativo conocer la filiacin de los partidarios del

    gobierno. Llevar a cabo esta tarea era algo que encuadraba perfectamente con el sentidodel orden y uniformidad de Rosas.

    Rosas haba demostrado ya sus habilidades como estratega y demagogo. As,

    decret una parafernalia partidista en la que una serie de distintivos externos permitiran

    comprobar la afiliacin poltica de cada ciudadano. El rojo fue adoptado por el

    federalismo como color oficial117.Haba que vestir en este color o mostrar algn tipo de

    distintivo punz: cintas, pauelos, ponchos, brazaletes, etc.118 Si los unitarios se

    denominaban a s mismos gente decente y gustaban vestir frac, el poncho pronto fue

    el atuendo del rosismo. Si los unitarios iban en calesa, los federales montaban a caballo.

    Si el unitarismo era europeizante y se enorgulleca de ello, el federalismo se proclamara

    vernculo reivindicando los aspectos genuinamente argentinos. La reestructuracin delrgimen aglutin a los adictos y paraliz a los disidentes. Los aos de entusiasmo

    federal generalizado dieron paso a una divisin an ms acusada de la sociedad.

    Fundamental en la instrumentacin del aparato represor rosista fue la organizacin

    conocida como la Mazorca. Brazo parapolicial de la Sociedad Popular Restauradora, la

    Mazorca, motejada por sus enemigos como la ms-horca fue el smbolo del terror.

    Los mazorqueros, los activos miembros de la organizacin, estaban reclutados entre los

    ms exaltados miembros del federalismo rosista, por lo general extrados de los sectores

    bajos de la sociedad. Durante la invasin de Lavalle mucha gente intent afiliarse a la

    organizacin, aunque su carcter parapolicial requera un cuidadoso escrutinio de sus

    miembros. Limpiar la Argentina de salvajes unitarios, enemigos del Restaurador, era

    su fin.

    La accin de la Mazorca se hizo sentir especialmente en los llamados aos del terror

    rojo: 1840 y 1842. Entonces, la Mazorca perpetr actos delictivos de todo orden:

    violacin de domicilios, intimidacin, manifestaciones pblicas de fuerza, arrestos,

    torturas y asesinatos. El degello fue una prctica en uso. Ms de una maana del

    terrible mes de octubre de 1840 se hallaron cabezas decapitadas en lugares pblicos119.

    Las amenazas alcanzaron a todos los estratos de la sociedad, puesto que el terrorismo

    rosista no fue un terrorismo de clase. Fue dirigido a eliminar por todos los medios a la

    oposicin del rgimen. La benevolencia del dictador en el control del terrorismo era unaforma de hacer verosmil que la seleccin de la vctima haba sido el resultado de la

    clera popular. No era as: el sistema policial estaba bien organizado y la represin

    instrumentada en la mayora de los casos120.Se organiza un fichero con los nombres de

    los empleados pblicos, y luego con los de todo el mundo, en que se clasifican las

    personas con arreglo a sus opiniones pblicas121.Cuando fue menester un escarmiento

    ejemplificador, Rosas no titube en ordenar un castigo. A veces, ste lleg como

    resultado de fuertes presiones, como ocurri en el malventurado caso de la ejecucin de

    Camila O'Gorman.

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    Poltica exterior y ltimos aos del rgimen

    A pesar de las simpatas parciales que Rosas obtuvo en algunos pases (Estados

    Unidos), la accin de la oposicin desde el punto de vista propagandstico fue

    devastadora, y la prensa rosista nunca la igual. Esta exalz los logros del gobierno y

    dio respuesta puntual a cada una de las acusaciones e informaciones de la belicosaprensa en el exilio. El Rgimen estuvo siempre muy preocupado de cuidar su imagen,

    tanto en el interior como en el exterior122.La dictadura estaba dispuesta a gastar grandes

    sumas de dinero en este fin. Haba que contrarrestar la accin propagandstica de la

    oposicin, y esto no era fcil por la exuberancia, animosidad, multiplicidad y prestigio

    de la prensa enemiga.

    En 1845 se produjo un nuevo bloqueo naval al puerto de Buenos Aires y las

    entradas del ro, esta vez con la intervencin conjunta francesa e inglesa. Pareci que

    este bloqueo tendra repercusiones ms serias que el primero. Se extendi hasta 1848. El

    largo bloqueo y sus repercusiones negativas minaron la poca credibilidad en lacapacidad del rgimen para encauzar al pas en un camino seguro y definitivo hacia la

    paz. Sin embargo, la batalla del Obligado, en la que las tropas federales rompieron el

    bloqueo que cerraba las bocas del ro, tornaron las suertes del conflicto. Gran Bretaa en

    1849 y Francia despus, decidieron firmar acuerdos de paz. Fueron estos ltimos aos

    del rgimen los pocos en que el rosismo disfrut de cierta tranquilidad. Se tomaron

    medidas para suavizar la represin y normalizar la actividad social: devolucin de las

    tierras confiscadas, relajacin del aparato policial. La Mazorca haba sido disuelta haca

    aos (1846)123.Se produjo tambin cierto progreso econmico, una entrada paulatina de

    inmigrantes y hasta el retorno de grupos de exilados. Rosas retuvo el control del pas,

    acercndolo a una ms slida normalizacin.

    Pareca que, tras tantos aos, el rosismo era imbatible. Las deserciones cundieron

    entre la oposicin. De la generacin de intelectuales de la joven Argentina, muerto

    Echeverra, y Alberdi ms conciliatorio que nunca, slo Mrmol y Sarmiento mantenan

    viva la llama de la oposicin124.Los viejos unitarios tras la desaparicin de Florencio

    Varela se dividieron en sus posturas, respirndose un cierto espritu de compromiso ante

    la evidencia imperecedera de una Argentina federal.

    La Argentina de Rosas pareca haber alcanzado un punto de inflexin en el que se

    vislumbraba que los acontecimientos permitiran, por fin, un normal desarrollo de la

    vida diaria. La gente pareca haber olvidado el desasosiego de guerras y amenazas. La

    vida diaria transcurra, quizs con la normalidad que haba transcurrido siempre, y todohaca pensar que la dictadura poda continuar por otras dos dcadas125. Sin embargo,

    una nueva combinacin de elementos provenientes unos del interior y del exterior otros,

    se aun para echar por tierra esta paz temporal.

    Las relaciones entre la Argentina de Rosas y el Brasil no haban sido buenas desde

    la guerra de 1826, en donde se dirimieron las reas de influencia en el Ro de la Plata.

    Una vez decidido en 1828 el destino de la Provincia Oriental del Uruguay a favor de la

    creacin de una nacin independiente, el imperio haba buscado vas alternativas de

    penetracin, manteniendo expectativas sobre zonas litorales. Conocido es su deseo de

    anexionar la zona de Misiones. Por otra parte, Rosas nunca haba abandonado sus

    pretenciones sobre el Paraguay, al que continu considerando como una provincia delRo de la Plata. Fue en el Uruguay sin embargo, en donde el enfrentamiento se

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    materializ. En la llamada Guerra Grande (1842-1851), Rosas haba apoyado a las

    fuerzas sitiadoras del General Oribe, aliado porteo, durante el largo y agotador sitio a

    la capital. En Montevideo, el General Fructuoso Rivera, caudillo oriental, se mantena

    con el apoyo incondicional de los emigrados unitarios y el imperio. La amenaza federal,

    sin embargo, pareca capaz de romper el crculo. Ello supona un grave peligro para la

    independencia del Uruguay. En ese momento el Brasil decidi intervenir. En 1850firm una alianza con el Paraguay y ambos pases declararon oficialmente rotas sus

    relaciones diplomticas con el gobierno de Buenos Aires. El siguiente ao de 1851, el

    gobernador de Entre Ros Justo Jos Urquiza, quien haba sido encargado del mando de

    las tropas de la federacin para contrarrestar cualquier invasin del bloque brasileo-

    paraguayo, decidi pasarse a la oposicin. Urquiza firm un tratado con el representante

    del imperio, por el que las tropas de las provincias de Entre Ros y las de Corrientes

    sublevadas se declaraban en abierta guerra contra Rosas. Ya el lder unitario Florencio

    Varela haba anticipado que la grieta por la cual el rgimen hara agua sera la creada

    por el conflicto entre Buenos Aires y las provincias del litoral, por la libre navegacin

    de los ros126.

    El ltimo bloqueo al puerto de Buenos Aires haba beneficiado a algunas provincias

    del litoral. Entre Ros en particular, feudo del caudillo Urquiza, supo sacar provecho del

    bloqueo a la capital al desarrollar un mercado directo con Montevideo y desde all con

    el exterior. De esta forma se evitaba el tutelaje de Buenos Aires y los gastos extras que

    la aduana exiga. Tras la ruptura del bloqueo, Rosas acept el que la provincia de Entre

    Ros continuara manteniendo un comercio libre con el exterior para los llamados frutos

    del pas, pero la autorizacin vedaba expresamente el comercio de los productos del

    saladero127.De esta forma Rosas mantena el monopolio sobre este sector, protegiendo

    nuevamente los intereses de la oligarqua bonaerense, pieza clave de su poltica

    econmica. La federacin haba contado con un aliado insustituible en la persona del

    gobernador Urquiza. Rico terrateniente ganadero y comerciante, con flota propia y

    dedicado tambin al trfico de cabotaje, Urquiza llev a cabo en su provincia diversos

    experimentos para vitalizar su riqueza. Las medidas proteccionistas de Buenos Aires

    heran al comercio provincial. Con la apertura del puerto de Buenos Aires, tras el

    bloqueo, y el creciente mejoramiento de la economa portea, los esfuerzos por vitalizar

    la economa del litoral se vean amenazados de asfixia, al no tener salida directa hacia la

    exportacin. De alguna forma, Urquiza y Rosas tenan historiales semejantes. Las

    relaciones entre ambos, cordiales, se haban desarrollado en una atmsfera de

    entendimiento, con elementos de recelo y mutuo respeto128.Se aunaban de esta forma

    en 1851 grandes intereses econmicos y polticos en contra de Rosas.

    A finales del ao un gran ejrcito de ms de 20000 hombres, llamado el Ejrcito

    Grande Aliado de Sud-Amrica, cruzaba el Paran. Las gentes de la campaa siguieron

    animosamente fieles al rosismo y no prestaron su ayuda al ejrcito aliado. Se repeta

    entonces el esquema del ao 40, cuando todo haca presagiar que la campaa estaba con

    Lavalle y se pronunciara contra Rosas, al menos eso auguraban sus voceros. Entonces,

    como ahora, se probaba la ardiente popularidad de Rosas entre el pueblo llano. Lavalle

    escriba a su esposa con amarga evidencia:

    El hecho es que los triunfos de este ejrcito no hacen

    conquista sino entre la gente que habla; la que no haba y

    pelea nos es contraria y nos hostiliza cuanto puede. Este es elsecreto origen de tantas y tan engaosas ilusiones sobre el

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    poder de Rosas que nadie conoce hoy como yo129.

    Sin embargo, la suerte ltima se decidi a favor de las fuerzas aliadas en la batalla

    de Caseros (3 de febrero de 1852), y el rgimen se desplom sin excesivos estruendos.Segn testigos presenciales, Rosas se comport durante la batalla como si hubiera

    perdido el inters por el desarrollo final130.Tras la derrota, Rosas se asil en casa del

    Encargado de Negocios Britnico, Mr. Core, y desde all se embarc en un buque ingls

    camino de Southampton, en donde inici un largo exilio131.

    Desaparecido el dictador, el ejrcito aliado entr en Buenos Aires. Entre la zozobra

    y dudas para unos y el entusiasmo para otros, la casa del ex-gobernador, Palermo, los

    cuarteles de Santos Lugares y de la ciudad, se transformaron en lugares de

    peregrinacin y focos de leyendas y chismes132.

    En la cada del rosismo, como en su ascensin, se combinaron una serie de fuerzas,

    de las que no es la menor el agotamiento del mismo rgimen. El rol econmico que

    Rosas represent ya no era tan necesario para la defensa de determinados intereses. Las

    debilidades del modelo econmico eran ms visibles en un tiempo en que se retornaba a

    la tranquilidad poltica. Es ms, su gobernacin poda ser incluso contraproducente en la

    evolucin hacia nuevas etapas. El agotamiento tambin era poltico. La disputa entre

    federales y unitarios, la guerra civil extenuante, la incapacidad para unificar

    polticamente al pas y las continuas amenazas exteriores haban rendido las resistencias

    de Rosas y su modelo poltico.

    En los aos previos a la batalla de Caseros, Rosas haba presentado su dimisinvarias veces. En 1849, el dictador pareca ms determinado que nunca a dejar el mando.

    El partido rosista, interesado en su permanencia, se encarg de levantar el entusiasmo

    popular demandando su continuidad. Rosas continu sin entusiasmo. Este hecho es

    palpable en la forma en que la dictadura se enfrent al ejrcito invasor: impericia, nimo

    de derrota y desinters parecieron ser la tnica133.La suerte de la batalla de Caseros dej

    sueltos multitud de hilos que se hallaban engarzados a la figura del gobernador.

    Entonces, se revel la sbita traicin de unos, la impotente lealtad de otros, y la

    nerviosa expectativa de los ms. As lo narra un testigo de excepcin, el periodista

    espaol Benito Hortelano:

    Cuando cay Rosas no dio esta poblacin muestras dealegra, al menos tantas como se deban esperar de un pueblo

    que ha estado 22 aos sufriendo una espantosa tirana y que

    le viene la libertad cuando menos lo esperaba y sin contribuir

    en nada para obtenerla; antes al contrario, ya el tirano estaba

    derrotado y se haba refugiado en la ciudad para, desde ella,

    embarcarse, y la Guardia Nacional segua en los cantones

    esperando la orden para defender al tirano que estaba

    impotente para tiranizar. El pueblo que quiere ser libre lo es:

    Buenos Aires si sufri tirana, la sufri con gusto, pues o no

    hubo tirana o, si la hubo, esta Repblica se conformaba con

    aquel sistema, de gobierno cuando no lo derrot134.

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    Balance del perodo

    La Argentina que Rosas dejaba cuando se encaminaba al exilio era un pas que

    distaba mucho de la Argentina post-revolucionaria de 1810. Ni era tan colonial, atrasada

    y brbara como la describieron sus enemigos polticos en el exilio; ni tan unificada,

    prspera y pacfica como ms tarde predicaron sus exgetas, historiadores y escritores

    de la escuela revisionista. Desde el punto de vista de la unidad nacional se haban dado

    muchos y positivos pasos. El rostro de la Argentina de 1852 no era el de la divisin

    catica provincial de la dcada de los veinte. El federalismo rosista haba sido capaz de

    dar cierta unidad poltica al pas pero bajo una forma hegemnica portea, lo que

    implicaba la forzosa subordinacin provincial. Por otra parte, la unificacin no se

    realiz dentro de un marco institucional que el mismo Rosas juzgaba prematura, sino

    sobre lazos de ascendencia que el caudillo porteo pudo establecer con otros poderes

    provinciales, aunque a veces estos fueron efmeros y etreos. De hecho, la batalla de

    Caseros, en donde se decidi la suerte final del rgimen, tuvo su preludio en las

    desavenencias surgidas entre Buenos Aires y las provincias de Entre Ros y Corrientes.

    Las afinidades provenan tambin de la coincidencia de ciertas ideas comunes, aunque

    ms que de ideas debiera hablarse de mentalidades: hostilidad a los cambios

    econmicos y sociales, rechazo de las formas de vida europea, y enfrentamiento al

    programa liberal.

    La administracin de Rosas fue eminentemente conservadora y centralista.Represent a la propiedad, especialmente a la gran propiedad rural, y fue tradicionalista

    en su poltica social. Rosas gobern para una clase: la de los estancieros y

    saladeristas135.Esta poltica es clara en momentos difciles para el rgimen, como los

    correspondientes a los dos bloqueos. Entonces, cuando medidas extraordinarias parecan

    exigir una reorientacin d