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La transformación de las edificaciones del XIX de arquitecturas singulares a modelos en las áreas rurales de la provincia de Cáceres Extremadura cuenta entre &u Patrimonio Arquitectó- nico, tanto en e] ámbito urbano como rural, con im- portantes inmueble& de carácter civil, religio&o y mi- litar, ligados a unos grupos de poder que trataron en su momento de manifestar su condición de privilegio a través de edificaciones singulares (podemm ver ejemplos muy claros en Cáceres, Plasencia o Truji- 110). Má& junto a ellos, pero con un carácter autó- nomo, se de&arrollaron otros tipos de arquitecturas que, eng]obadas bajo en nombre genérico de popula- res, se definieron como la &ínte&i&en la que &eveían reflejado& el medio fí&ico, el sub&trato socioeconó- mico y las tradiciones culturales, de ahí su desvincu- lación de corrientes y modas (pues no mostraban de- seos estéticos y un fuerte arraigo por las tradiciones). Hasta nuestro siglo, apenas ha habido permeabili- dad en las formas de entender la arquitectura (culta/popular), lo que no quiere decir que no se pue- dan rastrear algunos elementos arquitectónicos de cierta entidad en viviendas de índole popular, tales como la presencia de ventanas abocinadas o gemina- das de origen gótico en planta baja o saeteras (caso de Garrovillas de Alconétar, Casar de Cáceres o Zarza la Mayor), o el uso de ménsulas de granito para sustentar los balcones (como en La Garganta o Casas del Monte) o la presencia de vanos de entrada con arcos pétreos de medio punto, apuntados o cono- piales (en Cañamero, Berzocana o Guadalupe). Si dejamos a un lado las obras inscritas en el ám- bito urbano, quizás más estudiadas porque tienen M.a Ángeles Ávila Macías mayor relevancia o por la escasez de núcleos que hay de estas características, y nos adentramos en el mundo rural. nos damos cuenta de como hemos limi- tado las investigaciones a aquellas edificaciones que resultan más singulares (iglesias, castillos, conven- tos, casas nobiliarias de los siglos XV Y XVI, monas- terios, etc.) y nos hemos dejado un tanto abandona- das obras de cierto empaque, pertenecientes en su mayoría a finales del XIX y principios del XX, que destacan de entre la& viviendas populares como si fuesen pequeñas islas. Estas obras no van a ser el ob- jeto directo de nuestro estudio, pero sí van a tener gran transcendencia en él pues en eUas se recogen los elementos que más tarde serán copiados y adaptados en las formas tradicionales, siempre con grandes li- mitaciones. CAMBIOS EN LAS ESTRUCTURAS SOCIOECONÓMICAS y SU REFLEJO EN LA VIVIENDA y es que no podemos olvidar que durante el siglo XIX se llevó a cabo un importante cambio en la es- tructura socioeconómica de la región al plantearse la Reforma Agraria Liberal. É&ta supuso, de un lado, una transformaciÓn radical en el sistema de propie- dad, con la disolución del régimen señorial y la de&a- mortización de bienes eclesiásticos y civiles, y, del otro, una movilidad de la propiedad que propició la llegada de una notable oligarquía de financieros ma- drileños 1 (los cuales se vinieron a sumar a la aristo- Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996, eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996.

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La transformación de las edificaciones del XIXde arquitecturas singulares a modelos en las

áreas rurales de la provincia de Cáceres

Extremadura cuenta entre &u Patrimonio Arquitectó-nico, tanto en e] ámbito urbano como rural, con im-portantes inmueble& de carácter civil, religio&o y mi-litar, ligados a unos grupos de poder que trataron en

su momento de manifestar su condición de privilegioa través de edificaciones singulares (podemm verejemplos muy claros en Cáceres, Plasencia o Truji-110). Má& junto a ellos, pero con un carácter autó-

nomo, se de&arrollaron otros tipos de arquitecturasque, eng]obadas bajo en nombre genérico de popula-

res, se definieron como la &ínte&i&en la que &eveíanreflejado& el medio fí&ico, el sub&trato socioeconó-mico y las tradiciones culturales, de ahí su desvincu-lación de corrientes y modas (pues no mostraban de-seos estéticos y sí un fuerte arraigo por lastradiciones).

Hasta nuestro siglo, apenas ha habido permeabili-dad en las formas de entender la arquitectura(culta/popular), lo que no quiere decir que no se pue-

dan rastrear algunos elementos arquitectónicos decierta entidad en viviendas de índole popular, talescomo la presencia de ventanas abocinadas o gemina-das de origen gótico en planta baja o saeteras (casode Garrovillas de Alconétar, Casar de Cáceres oZarza la Mayor), o el uso de ménsulas de granitopara sustentar los balcones (como en La Garganta o

Casas del Monte) o la presencia de vanos de entradacon arcos pétreos de medio punto, apuntados o cono-piales (en Cañamero, Berzocana o Guadalupe).

Si dejamos a un lado las obras inscritas en el ám-

bito urbano, quizás más estudiadas porque tienen

M.a Ángeles Ávila Macías

mayor relevancia o por la escasez de núcleos que hay

de estas características, y nos adentramos en elmundo rural. nos damos cuenta de como hemos limi-tado las investigaciones a aquellas edificaciones queresultan más singulares (iglesias, castillos, conven-tos, casas nobiliarias de los siglos XV Y XVI, monas-terios, etc.) y nos hemos dejado un tanto abandona-

das obras de cierto empaque, pertenecientes en sumayoría a finales del XIX y principios del XX, que

destacan de entre la& viviendas populares como sifuesen pequeñas islas. Estas obras no van a ser el ob-jeto directo de nuestro estudio, pero sí van a tenergran transcendencia en él pues en eUas se recogen los

elementos que más tarde serán copiados y adaptadosen las formas tradicionales, siempre con grandes li-mitaciones.

CAMBIOS EN LAS ESTRUCTURAS SOCIOECONÓMICASy SU REFLEJO EN LA VIVIENDA

y es que no podemos olvidar que durante el sigloXIX se llevó a cabo un importante cambio en la es-tructura socioeconómica de la región al plantearse laReforma Agraria Liberal. É&ta supuso, de un lado,una transformaciÓn radical en el sistema de propie-dad, con la disolución del régimen señorial y la de&a-

mortización de bienes eclesiásticos y civiles, y, delotro, una movilidad de la propiedad que propició lallegada de una notable oligarquía de financieros ma-

drileños 1(los cuales se vinieron a sumar a la aristo-

Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996, eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996.

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cracia terrate iente que ya existía y que veían en latierra una for a de invertir beneficios y a la vez delograr mayor restigio social).

Esta clase s cial, ávida de ser reconocida y a la vezdiferenciada e las familias tradicionales, inició laedificación d sus viviendas deacuerdo con las últi-mas tendend' s que se marcaban desde la capital. Nose puede olvi ar que la casa era y sigue siendo elsigno externo por el que juzgamos, de ahí que no se

escatimasen e fuerzas y dinero. Los modelos que he-mos localizad han sido muy variados, y sin embargoen todos ellos e reconocen idénticos rasgos:2 organi-

zaciÓn de las ¡chadas siguiendo ejes verticales y ho-rizontales mar ados por molduras y cornisas, ademásde un cambio n el uso que se hace de los elementosarquitectÓnicr s (las ventanas dejaron de ser única-mente puntos e ventilación, y pasaron a ser mirado-res desde los e ales se controlaba c] tránsito de las ca-lle; las puerta' se estrecharon y dispusieron en el

centro de la fa hada, como ejes articuladores y puntoscentrales; los alcones dejaron de tener un valor fun-cional y se ac caron más al decorativo, como formade distribuir l s huecos en aJtura en los paramentosprincipales); m dificaciones en la concepción del es-pacio interno, con nuevas depedencias (despachos,baños, salones además de comedores, etc.) y un rea-juste de las ya xistentes en un intento por graduar los

ambientes desd el más público de la entrada y aleda-ños (conforma o por el comedor y el despacho) al Ín-timo y privado el interior (con las alcobas, cocinas ybaños, además el patio); incremento en el número de

vanos como consecuencia de un cambio en la concep-ción de la casa, para lo cual fue preciso dar mayorventilación y luminosidad a los interiores; ubicación

de estas viviendas en los espacios centrales cerca dela iglesia o de la plaza, ocupando toda una manzana ogran parte de ella y con un área sin edificar a su alre-

dedor para que incremen tase aún más su gran magni-ficencia (figura 1).

Pero a finales del XIX y primeras décadas del XXtambien se levantaron nuevas viviendas que, aunquecompartían esos rasgos de modernidad con las ante-riores, diferían en otros: en primer lugar, los morado-

res no pertenecían a esa oligarquía de financierossino a otro grupo que englobamos como burguesíalocal (con un poder adquisitivo menor y muy ligada alas actividades comerciales) lo cua] repercutió en unaconcepción menos ostentosa de la vivienda pero nopor ello arcaica o faJta de recursos; en segundo lugar,

M.' Á. Ávila

Figura lVivienda de familia acomodada, levantada en 1908 (Reta-masa, Cáceres)

la casa entendida como armazón, se diseñó de modounitario pero el interior no se concibió de modo glo-bal sino compartimentado, dotando a cada piso de in-dependencia con respecto al otro; en tercer lugar,aunque no en todos los casos, la planta baja se dedicó

a uso comercial de ahí que necesitase una entradapropia desde el exterior y a la vez otra que la comu-

nicase con la planta superior desde el interior, lo quecondicionó la distribución interna; en cuarto lugar,las casas se localizaron en las zonas de ensanche delos municipios, alejadas de esas áreas de prestigioantes señaladas (aledaños de la iglesia o en la plaza,lo que resulta lógico si pensamos que era allí donde

el suelo resu]taba más barato y ello permitía dar unavisión renovada a través de los nuevos edificios); enquinto lugar, nunca se trataron de obras originales,

sino de la adaptación de las líneas maestras de otras

más señeras por parte de los alarifes locales y si-guiendo directrices de los propietarios (figura 2).

Todas estas nuevas edificaciones introdujeron enel ámbito rural una nueva forma de concebir la casa,más alejada del mundo agrario en el que estaba in-mersa y más cercana a la órbita urbana. Conceptoscomo los de comodidad, confortabilidad, bienestar,ventilación y claridad se iban superponiendo a los yatradicionales de funcionalidad, rusticidad, herme-tismo, inalterabilidad,3 etc. Resulta fácil ahora ver vi-viendas de carácter popular en las que se han incor-porado balcones exentos con ricas barandas

decoradas con temas geométricos y vegales y apoya-

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Edificaciones del XIX en las áreas rurales de Cáceres 81

Figura 2

Vivienda de clase media, levantada a principios de siglo(Cañamero, Cáceres)

das sobre bases de dos o tres molduras simples deformas cóncavas y convexas, o la sustitución del re-mate en alero de los tejado sobre la fachada por ante-pechos un tanto reducidos en tamaño, o la decoraciónde las fachadas con ricos esgrafiados que simulan loscortes del granito, o la apertura de nuevas ventanas ypuertas con el fin de dotar a la fachada de cierta or-ganización, dar luminosidad a los lúgubres interioresy abrir entrada al piso superior a través de un paso

distinto, o la incorporación de las cocinas al piso in-ferior en la parte trasera o en un lugar más apropiadoque el doble, o la adquisición de nuevos muebles.

Pero todo condicionado por la disponibilidad de di-nero.

Sin embargo, este proceso de asimilación no fue

lineal en el tiempo, pues si bien es cierto que los mo-

delos estaban implicados ya desde finales de la cen-turia pasada, no fue hasta mediados del XX cuandocomenzaron a verse cambios significativos en las ar-quitecturas populares. Esta demora en el tiempo se

debió principalmente a la lentitud con la que cambiala mentalidad del hombre del pueblo, más preocu-pado por la supcrvivencia diaria que por la habitabi-

lidad de su casa. Y es que no podemos dejar a un

lado la idea de que Extremadura durante la primeramitad de la centuria atravesó momentos de fuertecrecimiento demográfico que no se vieron acompa-ñados por un incremento en las economías locales yfamiliares, lo cual llevó a muchas familias a situacio-

nes penosas, con salarios ínfimos que apenas les da-ban para comer y un hacinamiento en casas de pocomás de 25 m' (con una única habitación en la que secocinaba, dormía y se guardaba el ganado).

La emigración supuso, entre otras cosas, un recesosignificativo en efectivos humanos, lo cual repercutióen un descenso de la densidad de la casa y en conse-cuencia, en una mayor disponibilidad de espacio.Pero a este factor hay que sumarle un cambio progre-sivo dentro de las estructuras agrarias, con un aban-dono paulativo del campo en favor de la ciudad y enun incremento de1 sector servicios sobre el agrícola,lo que implicó también la liberalización de espacioen el interior. Sin embargo, durante la década de loscincuenta y setenta, muchas casas se cerraron y aban-donaron y tan solo algunas continuaron estando habi-tadas, siendo en éstas donde los cambios se generali-

zaron. De esta manera, el panorama arquitectónicoantes de la década de los ochenta se puede resumirasí: viviendas cultas de carácter singular (ya sean deprincipios de siglo o casas solariegas del XVI alXVIII); casas populares que responden a sus caracte-

res originales, pero que están cerradas por la marchade sus propietarios; y viviendas también popularesque han iniciados algunas transformaciones para me-

jorar la habitabilidad interior y para recoger las nue-

vas demandas planteadas (agua con'iente, desagües,luz, etc.).

Los CAMBIOS EN LA VIVIENDA POPULAR DESDE

MEDIADOS DEL SIGLO XX

Al analizar la arquitectura popular en las diferentescomarcas de la provincia de Cáceres, apenas encon-

tramos ejemplos genuinos que no tengan transforma-

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ciones y si los hay, están abocados a su destrucción(en unos casos porque su estado es lamentable y

amenazan ruina y en otros porque hay una presiónsobre estos solares). Esta escasez se vincula a dosprácticas que se sucedieron en el tiempo tras el va-

ciamiento que se produjo en los municipios despuésdel proceso migratorio: transformación de los conte-

nedores ya existentes (normalmente por los que sequedaron) o su sustitución por otros nuevos (ejecuta-

dos por los que se marcharon y regresaron con algúncapital).

Entre los años setenta -fechas en las que se inicióla emigración hacia áreas industriales- y losochenta, aconteció un cambio muy significativo en lamentalidad del campesinado extremeño y ello estuvoíntimamente ligado a una importante transformaciónde las estructuras socioeconómicas: el campo dejó deser fuente principal de ingresos y otros sectores to-maron la iniciativa (servicios y construcción). Deeste modo, la casa empezó a quedarse obsoleta conrespecto a los tiempos que corrían y precisó operaralgunos cambios tanto en el interior como en el exte-rior, pues su sustitución aún no era posible ante la

falta de alternativas y ]a carencia de dinero para eje-cutarlas.

Externamente ]0 que se hizo corrientemente fuedotar a la casa de una mayor altura subiendo los te-chos (figura 3), transformando el doblado en un piso(se ve claramente por e] cambio de los materiales de

construcción tradicionales por e] ladrillo y por]a am-pliación en altura que se hace de los ventanucos deventilación) y transformando los pequeños huecos en

otros mayores (balcones o ventanas) para que afian-zasen esa altura a] exterior. Todo ello para lograr ma-yor espacio y poder compartimentarlo, obteniendo un

mayor número de alcobas y diferenciando usos hasta

entonces inexistentes. A ello se sumó la apertura de

vanos más amplios en la planta baja, aprovechandolos ya existentes, con unos caracteres muy comunes;rejas exentas encajadas desde la parte exterior de]

hueco y de composición simple, sección rectangulary vertical con unas proporciones que pasaron de los

40 cm. de ancho y 60 de alto inciales a los 50/60 cm.de ancho por 90/1 00 de alto finales, cerrados concontraventanas de madera y cristal que se protegen

con postigos y cortinas. En cuanto a los vanos de en-

trada -grandes y amp]ios- en muchos casos serectificaron en proporciones, escorando hacia unlado el hueco y permitiendo, de esa manera tan sen-

M.' Á. Ávila

Figura 3Casa popular rectificada en altura (Retamosa, Cáceres)

cilla, transformar el zaguán en comedor. Otra modifi-

cación fue la sustitución de las puertas primitivas demadera por unas en hierro (las más antiguas) o de

aluminio. pero siempre con la misma composiciónoriginal (dos hojas enteras, o una entera y otra par-tida, o una sola partida). Otro cambio fue la incorpo-

ración de nuevos materiales, tanto de construcción(viguetas, ladrillos huecos, uralitas) como de decora-

ción en las fachadas, sustituyendo en estas últimaslos enjalbegados tradicionales por azulejos y baldo-sas que. como si de una habitación se tratase, se dis-pusieron a lo largo y ancho de ésta.

Interiormente las transformaciones se encamina-ron a lograr una moderna distribución de] espaciopara poder incluir las nuevas dependencias, re]acio-

nadas un cambio en ]a concepción de la casa y delpapel que jugaba e] individuo en ellas. En unos casose] zaguán se transformó en comedor, dejando un

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Edificaciones del XIX en las áreas rurales de Cáceres 83

paso para acceder al resto de las habitaciones; en

otros la cocina se trasladó a los corrales, abando-

nando su localización incicial en el último piso o enla entrada; también se compartimentó el dobladopara obtener alguna alcoba (hecho este ligado al

abandono de ciertas actividades agrícolas en el inte-

rior de las casas como las de almacenaje en trojes).Asistimos pues a una nueva secuenciación en la dis-tribución de los espacios, pero esta vez ligado a laconsecución de comodidad, confortabilidad y habita-bilidad. No obstante, los cambios fueron puntuales y

se respetó el contenedor original.Paralelo a este proceso de transformación se inició

otro bien distinto, tanto por los protagonistas comopor los resultados. Pasados los pri meros años de sali-

das masivas, los pueblos quedaron prácticamentc va-cios y olvidados. El paso del tiempo hizo que se recu-

Figura 4Casa popular rectificada en los vanos (Garrovillas, Cáce-res)

perase una cierta actividad que se vió incrementada

en los meses estivales con el regreso de algunos de

los que se marcharon. Éstos, necesitados de un reco-nocimiento social y con algún capital acumulado enlos duros años de trabajo en la ciudad, iniciaron unproceso de derribo de sus antiguas viviendas y laconstrucción de otras nuevas, acordes con su nuevasituación económica y social (no tanto en sus puebloscomo en las urbcs).

De este modo se levantaron viviendas completa-mente distintas a las vernáculas, más cercanas almundo urbano, con pretensiones de modernidad pero

cal'entes de alguna racionalidad arquitectónica (in-serta y vista siempre como una adaptación al en-torno): para empezar, el inmueble se dividió en com-

partimientos estancos de manera que la idea deglobalidad inherente a la casa se rompió y obligó a

un diseño más ccrcano a lo que ellos estaban acos-tumbrados. cl piso; se duplicaron el número de vanosa una proporción de uno o dos por estancia, lo quetrajo consigo un incremento en la oscilación de la

temperatura ambiente y por consiguiente. la necesi-dad de introducir clementos ajenos para corregirla(calefacción en invierno y airc acondicionado en ve-rano); a la puerta de entrada se le sumó la de la co-

chera. quedando inutilizada una parte importante dela planta baja que, desde un punto de vista bioelimá-tieo, era la más apropiada para vivir (sobre todo en

zonas de penillanura con altas oscilaciones térmicas);los balcones se trazaron corridos a lo largo de la fa-chada, sobre vigas de hierro y con antepecho de la-drillo finamente decorado con baldosines de interior;los tejados tradicionales de teja dejaron paso a la ura-lita; y las fachadas se convirtieron en una amplia pa-leta de colores a través de los alicatados que las ce-rraban. Al interior los cambios aún fueron más clarospues se multiplicaron las estancias y se abrieron otras

nuevas. Un dormitorio para cada uno de los miem-bros, uno o dos cuartos de baño, la cocina, el come-

dor y un largo pasillo al que se abren todas las estan-cias y que articula el interior. Se trazaron espacios deuso individual y colectivo que hasta el momento noeran tan claros, pero se perdió en gran medida ese sa-bor de familiaridad que tenían antes las casas.

Poco a poco la fisonomía de los pueblos ha idocambiando. pero la transformación definitiva se estágestando en estos momentos. Reliquias del pasado.

muchas de ellas en estado ruinoso, se entremezclan

con casas remozadas en las que descubrimos aún al-

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gunos vestigios de su pasado; antiguas nuevas vivien-

das junto a otras todavía más modernas que traducenlas nuevas necesidades y aspiraciones de sus inquili-nos, casas adosadas de protección oficial o viviendas

sociales en las afueras que compiten con los chaletsque se construyen los recién llegados y afincados de

fines de semana y vacaciones; y en el centro del pue-

blo o en las calles principales, las casas solariegas yviviendas singulares que permanecen, de momento,incólumes al paso del tiempo y que son la alternativaa seguir para logar esa pretendida modernidad.

M.' Á. Á vil a

NOTAS

l. Sánche¡ Marroyo, F., Dehesas y terratenientes en Ex-

tremadura. La propiedad de la tierra en la provincia de

Cáceres en los siglos XIX y Xx. Ed. Asamblea de Extre-madura, Mérida, 1993. Pp. 16-20.

2. Notas tomadas de la obra de Ávila Macías, M. A., Ar-

quitectura rural doméstica de la Comarca de Las Vi-¡¡uercas. Ed. Asamblea de Extremadura, Mérida, 1995.

3. Rybczynski, W., La casa. Historia de una idea. Ed. Ne-

rea. 1986.