la teoría antropológica de los años sesenta. sherry ortner

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  • 7/27/2019 La teora antropolgica de los aos sesenta. Sherry Ortner

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    La teora antropolgica desde los aos sesenta

    Sherry B. OrtnerTraduccin de Rubn Pez 1

    Presentacin

    Cada ao, en fechas cercanas a la reunin de laAmerican Anthropologist Asociation, elNew York Times solicita queun antroplogo de renombre colabore con una nota sobre el estado del campo. Estas notas tienden a proporcionaruna visin confusa. Hace pocos aos, por ejemplo, Marvin Harris sugera que la antropologa haba sido tomada pormsticos, fanticos religiosos y cultistas californianos; que las reuniones [de la AAA] estaban dominadas por panelessobre chamanismo, brujera y fenmenos anormales; y que las ponencias cientficas basadas en estudiosempricos haban sido premeditadamente excluidas del programa (Harris, 1978). Ms recientemente, en tono mssobrio, Wolf sugiri que el campo de la antropologa est separndose. Los subcampos (y los subsubcampos) estnbuscando continuamente sus especializados intereses, perdiendo contacto unos con otros y con el conjunto: No hayun discurso compartido extensamente, no hay un conjunto compartido de trminos en que los practicantes se dirijanunos a otros, una lengua comn que todos, cualquiera que sea nuestra idiosincracia, hablemos (Wolf, 1980).

    El estado de las cosas se parece mucho a lo que Wolf describe el campo parece estar hecho de retazos yparches, de individuos y pequeas pandillas dedicadas a investigaciones desarticuladas y hablando principalmentepara s mismos. Ni siquiera se escuchan ya argumentaciones emotivas. Si bien la antropologa nunca ha estadounificada en el sentido de adoptar y compartir un paradigma nico, por lo menos hubo un periodo en que existanunas cuantas grandes categoras de afiliacin terica, un grupo de campos o escuelas identificadas y unos pocoseptetos que uno poda lanzar a sus oponentes. Ahora, ah parece haber un espritu generalizado de apata en esteaspecto. No nos hemos puesto unos a otros enfadosos motes. No estamos suficientemente seguros de cmo sedefinirn los bandos, ni de dnde nos colocaramos nosotros mismos en caso de que pudiramos identificarlos.

    Sin embargo, como antroplogos podemos reconocer en todo esto el clsico sntoma de liminalidad:confusin de categoras, expresiones de caos y antiestructura. Y sabemos que tal desorden puede ser el sitio degestacin de un nuevo orden quiz mejor. En realidad, si uno examina el presente con ms cuidado, puede quizdescubrir la forma del nuevo orden que se aproxima. Esto es lo que me propongo hacer en este artculo.

    Argumentar que un nuevo smbolo clave de orientacin terica est apareciendo, y que puede ser llamadoprctica (o accin o praxis). Ni siquiera es una teora o un mtodo en s, sino ms bien, como he dicho, unsmbolo, el nombre bajo el cual una variedad de teoras y mtodos estn siendo desarrollados. Para entender elsignificado de esta tendencia debemos volver atrs, por lo menos veinte aos y ver cmo comenzamos, y cmohemos, llegado a ser lo que ahora somos.

    Antes de iniciar la empresa es importante hacer explcita su naturaleza. Este ensayo se referir a lasrelaciones entre varias escuelas o aproximaciones tericas, dentro de periodos de y a travs del tiempo. Ningunaaproximacin ser exhaustiva y precisamente delineada o discutida aqu; sino ms bien algunos de sus temas sernresaltados, en tanto que las relacionan con las grandes tendencias de pensamiento que aqu nos ataen.Probablemente cada antroplogo hallar su escuela favorita sobresimplificada, si no es que rotundamentedistorsionada; esto es as en tanto que he decidido enfatizar hechos que pueden no corresponder a los quenormalmente son tomados por sus seguidores como los ms importantes logros tericos. De suerte que los lectoresque quieran encontrar una discusin ms exhaustiva de las aproximaciones particulares o a partir de un punto devista ms interiorizado de cada una, tendrn que buscar en otro lado. Lo que me interesa aqu, repito, es dilucidarrelaciones.

    1Nota del traductor: Este ensayo fue concluido en julio de 1982, y publicado originalmente en 1984. Por eso, una gran

    cantidad de trabajos que han sido publicados desde entonces, no fueron incorporados por la autora en la discusin ni en labibliografa.

    Los sesenta: smbolo, naturaleza, estructura

    Como siempre hay arbitrariedad para sealar un punto de partida en cualquier discusin histrica, decid empezar enlos aos sesenta, porque es cuandoyo ingres al campo, y dado que asumo lo importante que es observar cualquiersistema, por lo menos en parte, desde el punto de vista del actor, creo que as pudiera unir teora y prctica desde el

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    principio. Lo hago reconociendo por completo que la discusin no procede de algn hipottico punto de vistaexterno, sino desde mi propia perspectiva, como actor particular transitando a travs de la antropologa entre 1960 yel presente.

    Pero invariablemente los actores desean proclamar la universalidad de sus experiencias e interpretacionesparticulares. Quiero sugerir entonces que, en algn sentido relativamente objetivo, hubo de hecho un grupo mayor derevoluciones en la teora antropolgica que se inici a principios de los aos sesenta. En realidad parece que tal

    trastorno revisionista fue caracterstico de muchos otros campos en esa poca. En la crtica literaria, por ejemplo,

    por los sesenta una mezcla voltil de lingstica, psicoanlisis y semitica, estucturalismo, teoramarxista y recepcin esttica haba comenzado a reemplazar el antiguo humanismo moral. Eltexto literario tendi hacia el status de fenmeno: un suceso socio-psico-culturolingstico eideolgico, surgiendo desde las propuestas de competencia de la lengua, las taxonomasdisponibles del orden narrativo, las permutaciones de los gneros, las opciones sociolgicas deformacin estructural, los constreimientos ideolgicos de la infraestructura... [All haba] unapercepcin revisionista amplia y contenciosa. (Brad- bury, 1981: 137)

    En antropologa, al final de los aos cincuenta, el equipo terico de los bricoleurs consista en tresgrandes, y quiz ms exhaustivos, paradigmas: el estructural-funcionalismo britnico (descendiente de A. R.Radcliffe-Brown y B. K. Malinowski); la antropologa cultural y psicocultural norteamericana (descendiente de M.Mead, Ruth Benedict y otros); y la antropologa evolucionista norteamericana (nucleada alrededor de Leslie White yJulian Steward, y que mantena fuertes nexos con la arqueologa ). Tambin fue durante los cincuenta que ciertosactores y sus principales cohortes fueron preparados en cada una de estas reas. Ellos emergieron a principio de lossesenta con ideas pujantes acerca de cmo fortalecer los paradigmas de sus mentores y antecesores, as comoaparentemente con mucha ms combatividad frente a otras escuelas. Fue esta combinacin de nuevas ideas yagresividad intelectual la que impuls los tres movimientos con los que empieza este recuento: la antropologasimblica, la ecologa cultural y el estructuralismo.

    Antropologa simblica

    Antropologa simblica es una denominacin que no fue usada por ninguno de sus proponentes durante el periodoformativo es decir, 1963-1966, sino fue un mote (probablemente inventado por sus opositores), que albergabatendencias diversas. Dos de sus principales variantes parecen haber sido inventadas independientemente, una porClifford Geertz y sus colegas de la Universidad de Chicago, y la otra por Victor Turner, en Comell.1 Las diferenciasimportantes entre los geertzianos y turnerianos probablemente no son totalmente apreciadas por quienes seencuentran fuera del escenario de la antropologa simblica mientras que Geertz fue influido primeramente por MaxWeber (va Talcott Parsons); Turner tuvo influencia primaria de Emile Durkheim. Adems, Geertz representaclaramente una transformacin de la antropologa nortemericana anterior que trabajaba sobre todo con losfenmenos de la cultura, cuando Turner representa una transformacin a partir de la antropologa britnica previa,que trabaja principalmente con los fenmenos de la sociedad'.

    El movimiento terico ms radical de Geertz (1973b) fue argir que la cultura no es algo que se localice

    dentro de las cabezas de los hombres, sino que toma cuerpo en smbolos pblicos, smbolos mediante los cuales losmiembros de una sociedad comunican su visin del mundo, sus orientaciones de valor, su ethos y todo lo dems,unos a otros entre s, a futuras generaciones y a los antroplogos. Con esta formulacin, Geertz dio al hastaahora elusivo concepto de cultura una localizacin relativamente fija, y un grado de objetividad que no tena antes.El enfoque en los smbolos fue, para Geertz y muchos otros, heursticamente liberador: les dijo dnde encontrar loque ellos queran estudiar. Seal que los smbolos eran lo que finalmente son, vehculos de significacin; el estudiode los smbolos como tal nunca haba sido un fin en s mismo. As, por una parte, los geertzianos2 nunca han estadoparticularmente interesados en distinguir y catalogar las variedades de tipos simblicos (seales, signos, conos,ndices, etctera) vase, en contraste, Singer, 1980; ni, por otra parte (y en contraste con Turner de quien setratar enseguida) han estado particularmente interesados en las maneras en que los smbolos desempean ciertasoperaciones prcticas en el proceso social: purificar personas a travs de ritos de curacin, transformar nios y niasen hombres y mujeres a travs de la iniciacin, matar personas por medio de la hechicera, etctera. Los geertzianos

    no ignoran estos efectos sociales prcticos, pero tales smbolos no han constituido su centro primario de intereses.Ms bien, el centro de inters de la antropologa geertziana ha sido la cuestin de cmo los smbolos modelan las

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    maneras en que los actores sociales ven, sienten y piensan acerca del mundo, o, en otras palabras, cmo los smbolosoperan como vehculos de cultura.

    Es necesario resaltar, como adelanto de la discusin del estructuralismo, que el nimo de Geertz siempreha estado ms con el lado ethos de la cultura que con el lado visin del mundo; ms con las dimensionesestilsticas y afectivas que con las cognitivas. Si bien, por supuesto es muy difcil (por no decir improductivo y,finalmente, perjuicioso) separar tajantemente las dos dimensiones, es posible sin embargo hacer nfasis uno u otro

    lado. Para Geertz, entonces (como para Benedict especialmente, antes de l), aun los ms cognitivos o intelectualesde los sistemas culturales digamos, los calendarios balineses son analizados no (slo) para encontrar un grupode principios cognitivos ordenadores, sino (especialmente) para entender cmo la forma balinesa de dividir el tiempoimprime un sentido propio, de relaciones sociales y de conducta, con un sabor particular culturalmente distintivo, unEthos (1973e).3

    La otra contribucin mayor del armazn geertziano fue su insistencia en el estudio de la cultura desde elpunto de vista del actor (e.g., 1975). Otra vez, esto no implica que uno tenga que meterse en la cabeza de lagente. Significa tan slo que la cultura es un producto de la actuacin social que trata de dar sentido al mundo enque se encuentran los actores mismos, y si uno va a dar el sentido de una cultura, debe situarse en la posicin desdela cual sta fue construida. La cultura no es algn sistema ordenador en abstracto, que derive su lgica de recnditosprincipios estructurales, o de smbolos especiales que proporcionan las claves para su coherencia. Su lgica losprincipios de relacin que se obtienen entre sus elementos deriva ms de la lgica u organizacin de la accin, dela gente operando dentro de cierto orden institucional, interpretando sus situaciones para actuar coherentemente conellas (1973d). Debo hacer notar aqu, sin embargo, que si bien la perspectiva que toma al actor como centro esfundamental en la construccin de Geertz, no est elaborada sistemticamente: Geertz no desarroll una teora de laaccin o de la prctica como tal. l, sin embargo, plant con firmeza al actor en el centro de su modelo y mucho delposterior trabajo que toma como centro a la prctica se construy sobre una base geertziana (o geertziano-weberiana), como lo veremos.

    La otra figura mayor en la escuela de antropologa simblica de Chicago fue David Schneider. Schneider,como Geertz, fue producto de Parsons, y tambin se concentr primeramente en el refinamiento del concepto decultura. Pero sus esfuerzos enfilaron a travs de la comprensin de la lgica interna de sistemas de smbolos ysignificados, por la va de la nocin ncleo de smbolos, y por el camino de ideas anlogas al concepto deestructura de Claude Lvi-Strauss (e.g., 1968, 1977). En realidad, si bien Geertz us prominentemente la frase

    sistema cultural (nfasis agregado), nunca puso mucha atencin en los aspectos sistmicos de la cultura, y fueSchneider quien desarroll con mayor amplitud este aspecto del problema. Schneider en su propio trabajo separa lacultura de la accin social de manera ms radical que Geertz. Sin embargo, tal vez precisamente a causa de que laaccin social (prctica, praxis) fue separada radicalmente de la cultura en el trabajo de Schneider, l y susestudiantes estuvieron entre los primeros antroplogos simblicos que vieron la prctica misma como un problema(Barnet, 1977; Dolgin, Kemnitzer y Schneider, 1977).

    Vctor Turner, finalmente, proviene de un trasfondo intelectual un tanto diferente fue formado en lavariante del estructural-funcionalismo britnico dirigida por Max Gluckman, que estaba influida por el marxismo, lacual insista en que el estado normal de la sociedad no era el de solidaridad e integracin armnica de partes, sinoms bien el de conflicto y contradiccin. As la cuestin analtica no fue, como para la lnea que desciende deDurkheim, cmo la solidaridad es afinada, reforzada e intensificada, sino ms cmo es construida y mantenida enprimer lugar sobre y por encima de conflictos y contradicciones que constituyen el estado normal de las cosas. Para

    el lector norteamericano esto puede parecer una variante menor del proyecto funcionalista bsico, puesto que ambasescuelas ponen el nfasis en el mantenimiento de la integracin y, especficamente, en el mantenimiento de laintegracin de la sociedad actores, grupos, el todo social como opuesta a cultura. Pero Gluckman y susestudiantes (incluido Turner) crean que sus diferencias de la corriente principal eran ms profundas. An ms, ellossiempre constituyeron un grupo minoritario dentro del stablishmentbritnico. Este trasfondo puede en parte contaren la originalidad de Turner con respecto a sus compatriotas, encaminado finalmente a su invencin independiente,su propio tizn, una antropologa explcitamente simblica.

    A pesar de la relativa novedad del movimiento de Turner hacia los smbolos, encontramos en su trabajouna enraizada continuidad con la antropologa britnica y, como resultado, profundas diferencias entre laantropologa simblica turneriana y geertziana. Para Turner, los smbolos son de inters no como vehculos de, yventanas para analizar, la cultura el ethos y visin del mundo de una sociedad integrados sino como algo quedebieran ser llamados operadores en el proceso social, cosas que, cuando se colocan juntas en ciertas formas y en

    ciertos contextos (en especial, rituales) producen transformaciones esencialmente sociales. As, los smbolos en losrituales Ndembu de curacin, iniciacin o caza son investigados por la manera en las que hacen pasar a los actores

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    de una condicin a otra, resuelven contradicciones sociales, y los encadenan a las categoras y normas de su sociedad(1967). Sin embargo, a lo largo del camino hacia estas quiz tradicionales metas estructural-funcionalistas, Turneridentific y trabaj sobre ciertos mecanismos rituales, y algunos de los conceptos que desarroll han llegado a serparte indispensable del anlisis del ritual: liminalidad, marginalidad, antiestructura, comunidad, etctera (1967,1969).4

    Turner y los antroplogos simblicos de Chicago no tienen muchas diferencias entre s, sino, para la

    mayora de ellos, simplemente hablar de su pasado. Sin embargo, los turnerianos 5 agregan una importante, ycaractersticamente britnica, dimensin al campo de la antropologa simblica en su conjunto, el sentido de la

    pragmtica de los smbolos. Ellos investigaron con mucho mayor detalle que Geertz, Schneider, et al., laefectividad de los smbolos, la cuestin de cmo los smbolos hacen realmente lo que los antroplogos pregonanque hacen: operar como fuerzas activas en el proceso social (vase tambin Lvi-Strauss, 1963; Tambiah, 1968;Lewis, 1977; Fernndez, 1974).

    En retrospectiva, se puede decir que la antropologa simblica tuvo una cantidad de limitacionessignificativas. No me refiero a los cargos de que fuera no-cientfica, mstica, literatura, cabeza-hueca, y todos loseptetos puestos por los practicantes de la ecologa cultural (vase adelante). Ms bien, uno puede sealar que laantropologa simblica, especialmente en su variante norteamericana, adolece de una sociologa sistemtica; un pocodesarrollado sentido de la poltica de la cultura; y que falta de curiosidad en cuanto a la produccin y mantenimientode los sistemas simblicos. Estos puntos sern discutidos ms extensamente en el curso de este trabajo.

    Ecologa cultural6

    La ecologa cultural representa una nueva sntesis, y un posterior desarrollo, del evolucionismo materialista de LeslieWhite (1943, 1949), Julian Steward (1953, 1955) Y V. Gordon Childe (1942). Sus races se remontan a Lewis HenryMorgan y E. B. Tylor en el siglo diecinueve, y ltimamente hasta Marx y Engels, ya que los evolucionistas de losaos cincuenta por razones polticas comprensibles, no tuvieron agallas para enfatizar la conexin marxista.7

    White ha investigado lo que lleg a ser llamado la evolucin general o la evolucin de la-cultura-en-general en trminos de estadios de complejidad social y avance tecnolgico. Estos estadios fueron posteriormenterefinados por Elman Service (1958) y por Marshall Sahlins y Elmn Service (1960) en el famoso esquema debandas-tribus-jefaturas-estados. El mecanismo evolucionario en la construccin de White se deriva de eventos ms o

    menos fortuitos, invenciones tecnolgicas que dan lugar a la grandiosa captura de energa, y del crecimientopoblacional (y tal vez las guerras y conquistas) que estimulan el desarrollo de formas ms complejas de organizaciny coordinacin socio-poltica. Steward (1953) combati a la vez tanto el enfoque en la evolucin de la cultura-en-general (como opuesta a las culturas especficas), como la carencia de un mecanismo de evolucin mssistemticamente operativo. Por el contrario, enfatiz que culturas especficas desarrollan sus formas especficas enel proceso de adaptacin a condiciones ambientales especficas, y que la aparente uniformidad de los estadios deevolucin es realmente consecuencia de adaptaciones similares a condiciones naturales similares en diferentes partesdel planeta.

    Si la idea de que la cultura tomaba cuerpo en smbolos pblicos observables, fue la llave que liber a laantropologa simblica de la antropologa cultural norteamericana previa, el concepto que jug un papel similar en elecologa cultural fue el de adaptacin (vase Alland, 1975 para un resumen). Tal como Geertz pregon que elestudio de la cultura corporeizada en smbolos suprime el problema de su engendramiento en el interior de lascabezas de la gente, Sahlins enfoca la adaptacin a factores ambientales como camino aglutinante de factoresamorfos tales como la gestalten cultural y la dialctica histrica (1964). Ese fue un rechazo en gran escala delestudio de los trabajos anteriores tanto de la cultura en el sentido norteamericano como de la sociedad en el sentidobritnico. La dinmica interna fue vista como difcil de medir, y aun difcil de elegir para propsitos de asignarprimaca causal, ya que cualesquier factor externo al ambiente natural y social era tratado como variableindependiente, fija, medible:

    Por dcadas, siglos ahora, la batalla intelectual ha estado dada sobre: cul sector de la cultura esel decisivo para el cambio. Muchos se han enlistado bajo diversas insignias. Curiosamente, pocosparecen seguirlo, Leslie White defiende el crecimiento tecnolgico como el sector mayormenteresponsable de la evolucin cultural; Julian Huxley, con algunos otros, ve la visin humana de la

    finalidad como la fuerza decisiva; el modo de produccin y la lucha de clases se encuentran muytranquilas en la contienda. Diferentes como son, estas posiciones concuerdan en que el impulso deldesarrollo es generado desde dentro... La posicin que asumen las causas internas de desarrollo

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    puede ser defendido sealando hacia un mecanismo tal como la dialctica hegeliana, o puededescansar ms inseguramente en un t argumento de la lgica... En cualquier caso un supuesto irrealy vulnerable est presente, que las culturas son sistemas cerrados... Es , ' precisamente en estepunto que la ecologa cultural ofrece una nueva perspectiva... Ella presta atencin a la relacinentre lo interno y lo r externo; ubica como el resorte impulsor del movimiento evolucionista elintercambio entre cultura y medio ambiente. Ahora la preminencia del paisaje no est siendo

    decidida sobre un pedazo de ' papel... Pero si la adaptacin gana sobre el dinamismo interno serpor ciertas fuerzas intrnsecas y obvias. La adaptacin es real, naturalista, aseguradora de todosaquellos contextos histricos de las culturas que el dinamismo interno ignora (Sahlins, 1964: 135-136).8

    La versin de Sahlins y Service de la ecologa cultural, adoptada tambin por la corriente principal del alaarqueolgica de la antropologa, fue fundamentalmente evolucionista. El uso primario del concepto de adaptacinfue para explicar el desarrollo, mantenimiento y transformacin de formas sociales. Pero hubo otra variante de laecologa cultural, la cual se desarroll un poco despus y lleg a dominar el ala materialista en los sesenta. Suposicin, expresada ms vigorosamente por Marvin Harris (e.g., 1966) y quiz de manera ms elegante por RoyRappaport (1967), se inspir con fuerza en la teora de sistemas. Cambi de la evolucin el enfoque analtico y lodirigi hacia la explicacin de la existencia de fragmentos especficos de culturas particulares en trminos de lasfunciones adaptativas o sistemas de mantenimiento de tales fragmentos. As, el ritual kaiko de los Maring previene ladegradacin del ambiente natural (Rappaport, 1967), el potlach Kwakiutl mantiene un equilibrio de distribucin dealimento entre los segmentos tribales (Piddocke, 1969), y la sacralidad de la vaca en la India protege un eslabn vitalde la cadena alimenticia agrcola (Harris, 1966). En estas investigaciones el inters ha pasado de analizar cmo elmedio ambiente estimula (o previene) el desarrollo de formas sociales y culturales, al problema de las vas en que lasformas sociales y culturales funcionan para conservar una relacin que existe con el medio ambiente. Esto fue aspara los posteriores estudios que vinieron a representar, como conjunto, a la ecologa cultural en los aos sesenta.

    Uno hubiera tenido que encontrarse fuera de relacin con la teora antropolgica para no tomar partido enel reido debate entre los ecologistas culturales y los antroplogos simblicos. Ya que, mientras los ecologistasculturales consideraban que los antroplogos simblicos eran mentalistas cabezas-huecas, enmaraados en nocientficos e inverificables arrebatosde interpretacin subjetiva; los antroplogos simblicos consideraban que los

    ecologistas culturales estaban enredados en un cientificismo negligente y estril, contando caloras y midiendo gotas,empeados en ignorar tercamente una verdad que la antropologa presumiblemente haba establecido por aqueltiempo: la cultura media toda la conducta humana. La pugna maniquea entre materialismo e idealismo,aproximaciones duras o suaves, interpretativos emics y explicativos etics, domin el campo durante unabuena parte de la dcada de los sesenta, y en parte lleg hasta los setenta.

    Que la mayora de nosotros pensemos y escribamos en trminos de tales oposiciones puede estar en parteenraizado en los esquemas que ms han permeado el pensamiento de Occidente: subjetivo/objetivo;naturaleza/cultura; mente/cuerpo, etctera. La prctica de trabajo de campo misma puede, adems, contribuir a talesjuicios, basada como lo est en la paradjica conjuncin de participar y observar en un solo y mismo tiempo puedeser, entonces, que esta clase de construccin polarizada del paisaje intelectual en antropologa est profundamenteimpulsada a ser eliminada por 'completo, tanto por las categoras culturales como por las formas de prctica de laprofesin. Pero la lucha Eric/etic de los aos sesenta tuvo un gran nmero de efectos desafortunados; estorbar la

    adecuada autocrtica en los dos bandos no fue el menor de ellos. Ambas escuelas se regodeaban en los errores de losotros, y no inspeccionaban sus propias casas en busca de debilidades serias. De hecho, ambos bandos fueronimpotentes no slo para manejar lo que los otros hacan (los antroplogos simbolistas renunciando a todo lo quellamara a explicacin, los ecologistas culturales perdiendo de vista los marcos de significado en los que la accinhumana tiene lugar); sino tambin en que nada de lo que hicieron contaba con alguna sociologa sistemtica.9

    En realidad, desde el punto de vista de la antropologa social britnica toda la pugna norteamericana eraalgo sin sentido, ya qu pareca dejar fuera el necesario trmino central, propio de toda la discusin antropolgica: lasociedad. Dnde estaban los grupos sociales, las relaciones sociales, las estructuras sociales, que median tanto lasmaneras en que la gente piensa (cultura), como las maneras en que la gente experimenta y acta sobre su medioambiente? y este conjunto de cuestiones no podan ser respondidas en trminos de las categoras de la antropologasocial britnica (no hubo nadie que se molestara en preguntar), porque los britnicos estaban haciendo sus propiosesfuerzos intelectuales, a los cuales regresaremos a su debido tiempo.

    Estructuralismo

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    El estructuralismo, la ms o menos invencin individual de Lvi-Strauss, fue el nico paradigma genuinamentenuevo desarrollado en los aos sesenta. Quiz uno pudiera decir que es el nico paradigma genuinamente original de

    la ciencia social (y tambin de las humanidades, para esos asuntos) desarrollado en el siglo XX inspirado en lalingstica y la teora de la comunicacin, y reconocindose influido por Marx y Freud, Lvi- Strauss argumenta quela aparentemente embrollada variedad de los fenmenos sociales y culturales puede volverse inteligible a travs dedemostrar las relaciones compartidas de esos fenmenos con unos pocos principios fundamentales. Lvi-Straussprocur establecer la gramtica universal de la cultura, la manera en que las unidades del discurso cultural soncreadas (por el principio de oposiciones binarias), y las reglas de acuerdo con las cuales las unidades (parejas detrminos opuestos) son ordenadas y combinadas para generar las producciones culturales reales (mitos, reglasmatrimoniales, ordenaciones del clan totmico, etctera) que los antroplogos registran. Las culturas sonprimeramente sistemas de clasificacin, pero tambin los conjuntos de las producciones institucionales ointelectuales construidos a partir de aquellos sistemas de clasificacin y ejecucin ms las operaciones sobre ellos.Una de las ms importantes operaciones secundarias de la cultura en relacin a sus propias taxonomas esprecisamente mediar o reconciliar las oposiciones que, en primer lugar, son las bases de esas taxonomas.

    En la prctica, el anlisis estructural consiste en descubrir los conjuntos bsicos de oposiciones quefundamentan algn fenmeno cultural complejo --un mito, un ritual, un sistema matrimonial-- y en mostrar loscaminos en los que el fenmenos en cuestin es tanto una expresin de aquellos contrastes como una reelaboracinde los mismos, produciendo de ese modo una manifestacin culturalmente significativa, o reconsideracin, delorden. An sin el anlisis completo de un mito o un ritual, la por lo menos clara enumeracin de los conjuntosimportantes de oposiciones en una cultura logra ser empresa til porque revela los axiomas de pensamiento y loslmites de lo pensable propios de tales culturas (e.g., Needham, 1973b). Y la mayor demostracin del poder delanlisis estructural se ve en el estudio en cuatro volmenes, Mitolgicas (1964-1971), de Lvi-Strauss. Aqu, elmtodo permite la ordenacin de datos tanto de gran escala (incluyendo datos de la mayora de los indgenas deSudamrica y tambin algunos de la Norteamrica nativa), como de la explicacin de una mirada de pequeosdetalles -por qu el jaguar cubre su boca cuando re o por I qu la metfora de la miel describe la fuga de animalesindmitos. La combinacin del amplio alcance con el detalle mnimo es lo que proporciona al trabajo su gran vigor.

    Mucho se ha hecho a partir del lugar que finalmente dio Lvi-Strauss a las estructuras que l juzga msall de la sociedad y la cultura: en las estructuras de la mente. Tanto esta' cuestin como su crtica, son quiz algo sinimportancia para los antroplogos. Parece incontrovertible que todos los humanos, y todas las culturas, clasifican.&to sugiere la existencia de una propensin innata de algn tipo, pero no significa que algn esquema particular declasificacin sea evitable, sino nada ms que todos los humanos comen motivados por algn sistema universal decategoras de los alimentos.

    La consistente contribucin del estructuralismo de Lvi-Strauss se apoya en la percepcin de que laexuberante variedad, con su aparente azar, puede tener una profunda unidad y sistematicidad, derivada de laoperacin de una pequea cantidad de principios fundamentales- es el sentido que Lvi-Strauss proclama su afinidadcon Marx y Freud, quienes similarmente argumentaban que bajo la proliferacin superficial de las formas, seencuentran operando unos cuantos mecanismos relativamente simples y uniformes (DeGeoge and De- George.1972). Tal percepcin nos conduce a distinguir mucho ms claramente entre simples transformaciones, que operandentro de una estructura dada, y un cambio real, revolucin si se quiere. por el que la propia estructura setransforma. As. a pesar de la base materialista y biologicista del estructuralismo, a pesar de la predileccin personalde Levi-Strauss de considerar que plus ca change, plus c'est la meme chose, esta teora ha tenido siempreimportantes implicaciones en una antropologa mucho ms histrica y/o evolucionista que la practicada por elmaestro. El trabajo de Louis Dumont en particular ha desarrollado algunas de estas implicaciones evolucionistas enel anlisis de la estructura del sistema de castas de la India, y en la estipulacin de algunos de los profundos cambiosestructurales involucrados en la transicin de casta a clase (1965, 1970; vase tambin Goldman, 1970; Barnett,1977; Sahlins, 1981).10

    El estructuralismo nunca fue del todo popular entre los antroplogos norteamericanos. Si bien alprincipio (y ms por los ecologistas culturales) fue visto como una variante de la antropologa simblica, sussupuestos centrales fueron de hecho bastante diferentes a los de los antroplogos simblicos (con excepcin en parte

    de los schneiderianos). Para eso hubo una serie de razones, las cuales se muestran en: 1) el nfasis cognitivo muypuro de la nocin levistraussiana de significado, como contrario a los intereses norteamericanos por los ethos y losvalores; 2) el nfasis ms austero de Lvi-Strauss en la arbitrariedad del significado (todo significado es establecido

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    por contrastes, nada tiene en s ningn significado) como contrario a los intereses nortemericanos en las relacionesentre lasformas de las construcciones simblicas y los contenidos de las que ellas son vehculos,11 y 3) la ubicacinexplcitamente abstracta de la estructura, divorciada en todos los sentidos de las acciones e intenciones de los

    actores, como contraria al razonablemente consistente, aunque variablemente definido, actor-centrismo de losantroplogos simblicos (siendo nuevamente Schneider una excepcin en parte en este punto).Por esas razones, y probablemente por otras ms, el estructuralismo no tuvo mucha acogida entre los

    antroplogos simblicos norteamericanos como pudiera haber parecido en un primer vistazo.12 Le fue concedidodurante un tiempo lo que pudiera haberse llamado status de parentesco ficticio, debido a su tendencia a enfocaralgunos de los dominios que los antroplogos simblicos consideraban como propios mito, ritual, etiqueta,etctera.

    El principal impacto del estructuralismo fuera de Francia, se dio en Inglaterra, entre algunos de losantroplogos sociales britnicos ms aventureros (vase especialmente Leach, 1966). Lvi-Strauss y los britnicosestaban en realidad muy emparentados, nacieron de dos lneas descendientes de Durkheim. De cualquier manera, enel contexto britnico el estructuralismo sufri una cantidad importante de transformaciones. Evadiendo la cuestindel pensamiento y las estructuras universales, los antroplogos britnicos aplicaron primero el anlisis estructural a

    sociedades y cosmologas particulares (e.g., Leach, 1966, 1969; Needham, 1973a; Yalman, 1969; lo mismo esaplicable a Dumont (1930) en Francia). Tambin enfocaron con ms detalle el proceso de mediacin de oposicionesy produjeron una cantidad de reflexiones absolutamente originales sobre anomala y anti-estructura, especialmenteMary Douglas en Pureza y peligro (vase tambin Turner,1967, 1969; Leach, 1964; Tambiah, 1969).

    En todo caso, fue tambin de importancia la manera en la cual algunos britnicos depuraron alestructuralismo de una de sus ms radicales facturas la distincin durkheimiana entre la base social y sureflejo cultural. Lvi-Strauss haba proclamado que si las estructuras mticas son paralelas a las estructurassociales, no es porque el mito refleje a la sociedad, sino porque tanto mito como organizacin social comparten unaestructura fundamental comn. Por otro lado, algunos de los estructuralistas britnicos (Rodney Needham es laexcepcin mayor) regresaron a posiciones ms ubicadas en la tradicin de Durkheim y Marcel Mauss, yconsideraron mitos y ritos como reflejando y resolviendo a nivel simblico oposiciones que aceptaban serfundamentalmente sociales.13 Mientras el estructuralismo britnico estuvo restringido al estudio del mito y el ritual le

    fue posible ingresar formalmente en la antropologa britnica sin tener un muy profundo efecto en ella. Lleg a sersu versin de antropologa cultural o simblica, su teora de la superestructura. Fue slo ms tarde, cuando un ojoestructural (i.e,marxista-estructural) fue puesto sobre el concepto britnico de estructura social, que empezaron asaltar chispas.

    En gran nmero de campos lingstica, filosofa, historia hubo fuerte reaccin contra elestructuralismo a principios de los setenta. Dos hechos interrelacionados fueron sentidos como particularmenteproblemticos, por no decir inaceptables: la negativa de la relevancia de la intencin subjetiva en el proceso social ycultural, y la negativa de cualquier impacto significante de la historia o acontecimiento sobre la estructura. Losdiscpulos empezaron a elaborar modelos alternativos, en los cuales tanto agentes como acontecimientos, jugaban unpapel ms activo. Estos modelos, sin embargo, no tuvieron mucho partido en la antropologa sino hasta finales de lossetenta, y sern discutidos en la seccin final del ensayo. En antropologa, durante la mayor parte de esa dcada elestructuralismo, con sus defectos (y virtudes), sent las bases de una de las escuelas de teora dominantes: elmarxismo estructuralista. Avancemos ahora hacia los aos setenta.

    Los setenta: Marx

    La antropologa de los setenta, estuvo mucho ms obvia y transparentemente ligada a los sucesos del mundo realque la del periodo anterior. Comenzando desde finales de los aos sesenta, tanto en los Estados Unidos como enFrancia (mucho menos en Inglaterra) surgieron movimientos sociales radicales, de gran envergadura. Primero vinola contracultura, luego el movimiento antiblico, y luego, slo un poco despus, el movimiento de las mujeres; estosno afectaron nicamente al mundo acadmico sino que se originaron en l en gran parte. Cualquier cosa queformara parte del orden existente fue cuestionada y criticada. En antropologa, las primeras crticas tomaron la

    forma de denuncia de las ligas histricas entre la antropologa, por un lado, y el colonialismo y el imperialismo, porel otro (e.g., Asad, 1973; Hymes, 1974). Pero esto simplemente era la superficie del asunto. El punto de inters se

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    traslad rpidamente hacia la cuestin profunda de la naturaleza de nuestras construcciones tericas y especialmenteel grado en que ellas daban cuerpo y traan adelante los supuestos de la cultura burguesa occidental.

    El smbolo que anim el nuevo criticismo, y las alternativas tericas que ofrecan reemplazar los viejos

    modelos, fue Marx. De todos los grandes antecedentes deciminnicos de la moderna ciencia social, Marx habaestado notoriamente ausente de la corriente principal del repertorio terico. La estructura de la accin social deParsons fue uno de los textos sagrados de los antroplogos simblicos formados en Harvard, este texto recogi elpensamiento de Durkheim y Weber, y de dos tericos de la economa, Alfred Marshall y Wilfredo Pareto, cuyaprincipal significacin en aquel contexto pareca ser que ellos no eran Marx. Los britnicos, incluyendo tanto a losantroplogos simblicos como a los estructuralistas, estaban fuertemente encajonados en Durkheim. Lvi-Straussproclamaba haber sido influido por Marx, pero esto era tomado como si bromeara diciendo cualquier cosa: hasta loseclogos culturales, los nicos que se autoproclamaban materialistas en los sesenta, escasamente invocaban a Marx;en realidad Marvin Harris lo repudi explcitamente (Harris 1968). Uno no necesita ser un analista especialmentesutil de los aspectos ideolgicos de la historia intelectual para percatarse de que la ausencia de una influenciamarxista significativa antes de los setenta fue exactamente un reflejo del mundo poltico-real, as como lo fue elsurgimiento de una fuerte influencia marxista en los aos setenta.

    Hubo al menos dos escuelas marxistas de teora antropolgica distintas: el marxismo estructural,desarrollado principalmente en Francia e Inglaterra; y la economa poltica, que emergi primero en los EstadosUnidos y posteriormente en Inglaterra tambin all hubo un movimiento que pudiera ser llamado marxismo cultural,trabaj por largo tiempo en estudios histricos y literarios. pero no fue retornado por los antroplogos sino hastamuy recientemente. y ser consignado en la parte final del ensayo.

    Marxismo estructural

    Fue la nica de las escuelas desarrollada totalmente dentro del campo de la antropologa, y probablemente por esarazn tuvo un impacto temprano. En ella, Marx fue usado para atacar, y/o repensar. o por lo menos desplegar en elpaisaje prcticamente todo el esquema terico -antropologa simblica, ecologa cultural, antropologa social

    britnica y estructuralismo-. El marxismo estructural constituy una supuesta revolucin intelectual total, y si notuvo xito en establecerse como la nica alternativa para todo lo hecho, ciertamente logr sacudir la mayor parte dela sapiencia heredada. Esto no quiere decir que fueron necesariamente los escritos de los propios marxistasestructurales (e.g., Althusser, 1971; Godelier, 1977; Terray, 1972; Sahlins, 1972; Friedman, 1975) los que tuvieroneste efecto; sencillamente fue el marxismo estructural la fuerza originada. dentro de la antropologa para lapromulgacin y legitimacin de Marx, marxismo y cuestionamiento crtico en el discurso del campo en sutotalidad (vase tambin Diamond, 1979).

    El avance especfico del marxismo estructural sobre las formas precedentes de la antropologa marxista,radica en que ubic las fuerzas determinantes no en el mbito natural y/o en la tecnologa, sino dentro de ciertasestructuras de relaciones sociales. Las consideraciones ecolgicas no fueron excluidas sino que fueron incluidas por,y subordinadas al anlisis de la organizacin social, y en especial la poltica, de la produccin La ecologa culturalfue impugnada entonces como materialismo vulgar, pues ms que anular, reforzaba la clsica fetichizacincapitalista de las cosas, la dominacin de los sujetos por los objetos ms que por las relaciones sociales que tomancuerpo en, y se simbolizan por medio de esos objetos (vase especialmente Friedman, 1974).

    Las relaciones sociales en cuestin, referidas como el (los) modo(s) de produccin, no deben serconfundidas con la organizacin superficial de las relaciones sociales tradicionalmente estudiadas por losantroplogos sociales britnicos linajes, clanes, mitades, etctera. Estas formas superficiales de lo que losbritnicos llamaron estructura social fueron vistas como modelos nativos de organizacin social tomados por losantroplogos como las cosas reales, pero que de hecho enmascaraban a, o al menos correspondan slo parcialmentecon las asimtricas relaciones de produccin ocultas que dirigan el sistema. Aqu, pues, fue situada la crtica de laantropologa social britnica tradicional (vase especialmente Bloch, 1971, 1974, 1977; Terray, 1975).

    Adems de la crtica y la revisin tanto de la ecologa cultural como de la antropologa social britnica, losmarxistas estructurales volvieron su atencin hacia los fenmenos culturales. A diferencia de los ecologistas

    culturales, los marxistas estructurales no descartaron los hechos culturales y las categoras nativas como irrelevantespara la operacin real y objetiva de la sociedad, ni tampoco, alternativamente, los agruparon para demostrar quehechos culturales aparentemente irracionales, tales como la sacralidad de la vaca, en realidad tienen funciones

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    adaptativas. Tal como la Nueva Izquierda en el mundo real tom los hechos culturales (estilo de vida, conciencia)ms seriamente de lo que lo hizo la Vieja Izquierda, as los marxistas estructurales dieron a los fenmenos culturales(creencias, valores, clasificaciones) por lo menos una funcin central en sus modelos del proceso

    socia('Especficamente, la cultura fue convertida el ideologa y considerada desde el punto de vista de su papelen la reproduccin social: legitimando el orden existente, mediando las contradicciones en la base, y mistificandolos orgenes de la explotacin y desigualdad en el sistema (O'Laughin, 1974; Bloch, 1977; Godelier, 1977).

    Una de las virtudes del marxismo estructural era que tena en su esquema un lugar para cada cosa. Alrehusar ver por separado las relaciones materiales y la ideologa como cosas opuestas, sus practicantesestablecieron un modelo en el que los dos niveles estaban relacionados uno con otro a travs de un ncleo deprocesos socio-polticaeconmicos. En este sentido, ofrecan una mediacin explcita entre los camposmaterialista e idealista de la antropologa de los setenta. La mediacin fue ms bien mecnica, como sediscutir en su momento, pero ah estaba.

    Me parece muy importante, que los marxistas estructurales introdujeran con relativa fuerza a la sociologaen el interior del cuadro. La fertilizacin cruzada de las categoras de la antropologa social britnica con lascategoras marxistas produjeron un modelo amplio de organizacin social (modo de produccin) y procedieron a

    aplicarlo sistemticamente a los casos particulares. Donde otros marxismos enfatizaron casi exclusivamente lasrelaciones de la organizacin poltico-econmica (produccin), los marxistas estructurales -antroplogos antetodo- llamaron la atencin hacia el parentesco, la filiacin, el matrimonio, el intercambio, la organizacindomstica, etctera. Incluyeron estos elementos en sus consideraciones de las relaciones polticas y econmicas (amenudo dndoles una sonoridad ms marxista al llamarlas relaciones de produccin), y el efecto logrado fueproducir ricos y complejos cuadros de casos especficos del proceso social, Dada la relativa parquedad del anlisissociolgico pormenorizado en varias escuelas de los sesenta, como se mencion antes, esta fue una contribucinimportante.

    En lo dicho, sin embargo, uno no puede dejar de reconocer que el marxismo estructural tuvo una serie deproblemas. Primero, por causa de que la limitacin del concepto de cultura al de ideologa fue demasiadoextrema, lo que tuvo el poderoso efecto de permitir a los analistas unir concepciones culturales con estructurasespecficas de relacin social y coloc el problema de la ideologa de espaldas con las concepciones de cultura ms

    generales: segundo, la tendencia a ver la cultura/ideologa ampliamente en trminos de mistificacin, proporcion ala mayora de los estudios culturales o ideolgicos de esta escuela un sabor decididamente funcionalista, ya que elfin de esos anlisis era mostrar cmo mitos, rituales, tabs, o lo que fuere, mantienen el statu quo. Finalmente,yms serio, si bien los marxistas estructurales ofrecan un camino de mediacin entre los niveles material eideolgico, realmente no cuestionaban la nocin de que tales niveles eran slo distinguibles analticamente, a pesarde su crtica a la nocin durkheimiana (y parsoniana) de lo social como la base del sistema, ellos simplementeofrecieron perspicaz y declaradamente una base ms real y objetiva, Y a pesar de pretender descubrir funcionesms importantes de la superestructura (o a pesar de proclamar que lo que es la base y la superestructura varacultural y/o histricamente, o quiz ocasional y muy vagamente que la superestructura es parte de la base)continuaron reproduciendo la idea comn de mantenerlas como cajones analticos separados.

    En este sentido, podemos ver que el marxismo estructural permaneca muy enraizado en los sesenta.Aunque estuvo inyectado de una gran dosis de sociologa en sus primeros esquemas de categoras, y si bien estasociologa fue relativamente concebida de manera original, los huecos bsicos del pensamiento de los sesenta nofueron revisados radicalmente. Despus, y a diferencia de la escuela de la economa poltica y otras aproximacionesms recientes que sern discutidas en seguida, el marxismo estructural fue en extremo no-histrico, factor quenuevamente lo liga con las formas tempranas de la antropologa En realidad, uno puede sospechar que en parte fueesta confortable mezcla de viejos supuestos y categoras en una nueva retrica crtica lo que hizo al marxismoestructural atrayente en aquellos das. De muchas maneras el marxismo estructural fue vehculo perfecto para losacadmicos que haban sido formados en una etapa temprana y que, en los setenta, sintieron el empuje de la acciny el pensamiento crtico que estaba confundiendo todo a su alrededor.

    Economa polticaLa escuela de economa poltica tom su inspiracin primaria en la sociologa poltica, en las teoras de los sistemas

    mundiales y del subdesarrollo (Wallerstein, 1976; A. G. Frank, 1967). En contraste con el marxismo estructural queenfoc con amplitud, a la manera de los estudios de antropologa convencionales en sociedades y culturasrelativamente discretas, los economistas polticos trasladaron su enfoque hacia los sistemas econmico-polticos

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    regionales de gran escala (e.g.,Hart., 1982) Tal como ellos intentan combinar este enfoque con el trabajo de campotradicional en comunidades especficas o micro-regiones, sus investigaciones han tomado generalmente forma deestudios de los efectos de la penetracin capitalista sobre estas comunidades (e.g., American Ethnologist, 1978;Schneider and Schneider 1976). El nfasis en el impacto de fuerzas externas, y en la manera en la cual lassociedades cambian o se desenvuelven grandemente adaptndose a tal impacto, relaciona de alguna manera a laescuela de economa poltica con la ecologa cultural de los sesenta, y realmente muchos de sus practicantes fueron

    formados en esta escuela (e.g., Ross, 1980). Pero, mientras que para la ecologa cultural de los sesenta, que por logeneral estudiaba sociedades relativamente primitivas, las fuerzas externas importantes fueron las del ambientenatural; para los economistas polticos de los setenta, que estudiaban campesinos, las fuerzas externas importantesson las del Estado y el sistema capitalista mundial.

    A nivel terico, los economistas polticos se distinguen de los eclogos culturales al mostrar graninclinacin por incorporar hechos culturales o simblicos en sus investigaciones (e.g., Schneider, 1978; Riegelhaupt,1978). Especficamente, sus trabajos tienden a enfocar sobre los smbolos involucrados en el desarrollo de identidadde clase o grupo, en el contexto de conflictos econmico-polticos de uno u otro tipo. La escuela de economapoltica, en este caso recubierta con la naciente industria de la etnicidad, aunque creo que la literatura reciente enel campo me parece demasiado vasta y amorfa para intentar aqu algo ms que un vacilante gestan todo caso labuena voluntad de los economistas polticos, inscritos de alguna manera en la moda, al poner atencin a los procesossimblicos es parte del relaja-miento general de la vieja disputa materialista/idealista de los aos sesenta.

    El nfasis de esta escuela sobre los grandes procesos regionales es saludable, por lo menos en un punto.Los antroplogos tienen una tendencia a tratar las sociedades, incluso aldeas como si fueran entidades aisladas, conpoco sentido de los grandes sistemas de relaciones en los cuales estas unidades estn insertas. Los trabajosocasionales (e.g., Political Systems o Highland Burma de Edmund Leach) que han visualizado las sociedades dentrode un gran contexto regional han sido de una inclasificable (y admirable) rareza: ignorar el hecho de que loscampesinos forman parte de Estados, y que hasta las sociedades y comunidades primitivas estn invariablementeenvueltas en grandes sistemas de intercambio de todo tipo es una seria distorsin de los datos, y es virtud de loseconomistas polticos recordrnoslo.

    Finalmente, a los economistas polticos debemos el nfasis dado a la importancia de la historia en losestudios antropolgicos. No fueron ellos los primeros en hacer lo, ni los nicos hasta ahora (me extender msacerca de la aproximacin entre la antropologa y la historia en la conclusin de este ensayo); sin embargo,

    ciertamente los miembros de esta escuela son quienes parecen ms comprometidos hacia una antropologacompletamente histrica y quienes estn produciendo trabajos sustanciosos y sistemticos en este sentido.En el lado negativo del asunto podemos lamentar que el modelo de la economa poltica sea demasiado

    econmico, demasiado estrictamente materialista. Uno escucha mucho acerca de salarios, mercado, nexosmonetarios, explotacin econmica, subdesarrollo, etctera; pero no lo suficiente sobre relaciones de poder,dominacin, manipulacin, control y todo aquello en que tales relaciones econmicas tienen lugar, y que constituyepara los actores gran parte de la injusticia econmica experimentada como penuria. La economa poltica, en otraspalabras, no es suficientemente poltica.

    Sin embargo mi mayor objecin se encuentra localizada profundamente en el modelo terico de laeconoma poltica. Especficamente, encuentro controvertible la visin del mundo capitalismo-centrista (por decirlode alguna manera), especialmente para la antropologa. El ncleo del modelo es el supuesto de que virtualmentecada cosa que estudiamos ya ha sido tocada (penetrada) por el sistema capitalista mundial, y por ello mucho de lo

    que vemos en nuestro trabajo de campo y describimos en nuestras monografas debe ser entendido como algo que hasido formado como respuesta a ese sistema. Esto quiz es cierto para campesinos europeos, pero aun en este casouno quisiera por lo menos dejar la cuestin abierta. Cuando nos alejamos cada vez ms del centro el supuesto llegaa ser realmente problemtico. Una sociedad incluso una aldea, tiene su propia estructura e historia, y esto debe sertanto parte del anlisis como sus relaciones con el contexto mayor en el cual opera (vase Joel Kahn (1980) para unpunto de vista ms imparcial).

    Los problemas derivados de la visin del mundo centrada en el capitalismo afectan tambin la visin de lahistoria que tienen los economistas polticos a historia se tratada frecuentemente como algo que llega de fuera de lasociedad en cuestin, como un barco. Por eso, no se accede a la historia de tal sociedad, sino a la del impacto de lahistoria (nuestra) sobre esa sociedad. Los acontecimientos producidos por tal perspectiva son frecuentemente pocosatisfactorios en trminos de los intereses de los antroplogos tradicionales: la organizacin social y la culturaexistentes en la sociedad en cuestin. Los estudios tradicionales, por supuesto, tuvieron sus propios problemas con

    respecto a la historia. En ellos frecuentemente se nos presenta un breve captulo final sobre el cambio social. Elestudio de la economa poltica invirti la relacin, pero solo para crear el problema inverso.

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    An ms, los economistas polticos tendieron a situarse ms en el barco (capitalista) de la historia que en laorilla. Dicen, en efecto, que jams podremos conocer algo semejante a lo que el otro sistema a travs de sus aspectosnicos, tradicionales, piensa realmente. Porque sienten con vehemencia que mucho de lo que nosotros vemoscomo tradicin es de hecho una respuesta al impacto de Occidente y, el argumento contina, slo se lograr uncuadro ms fiel de lo que est sucediendo si reconocemos al mismo tiempo los perniciosos efectos de nuestrosistema sobre los otros. Tal visin est tambin presente, pero en forma de disgusto y/o desesperanza antes que

    pragmatismo, en una cantidad de trabajos recientes que preguntan filosficamente si podemos en verdad conocer alos otros Orientalismo de Edward Said es el primersimo ejemplo (vase tambin Rabinow, 1977; Crapanzano,1980; Riesman, 1977).

    A tal posicin slo es posible responder: tratamos. El esfuerzo es tan importante como los resultados, entrminos tanto de nuestras teoras como de nuestras prcticas El intento de ver otros sistemas desde el nivel delterreno es la base, quiz la nica base, de la contribucin distintiva de la antropologa a las ciencias humanas. Esnuestra capacidad, largamente desarrollada en el trabajo de campo, de tomar la perspectiva de losfolks en la orilla, laque nos conduce a conocer lo que hay incluso en nuestra propia cultura ms all de lo que ya conocemos. (Enrealidad, como cada vez ms antroplogos estn haciendo trabajo de campo en culturas occidentales, incluidos losEstados Unidos, la importancia de mantener una capacidad para ver la otredad, aun en la puerta de junto, llega a serms y ms aguda). Adems, es nuestra ubicacin sobre el terreno la que nos pone en posicin para observar a lagente no slo como reactor pasivo de los actos de un sistema, sino como agente activo y sujeto de su propiahistoria.

    Para concluir esta. seccin, debo confesar que mis sealamientos de la escuela de economa poltica en lossetenta tienen algo de ideolgicamente tendencioso. De hecho la economa poltica es mucho ms viva y mejor enlos ochenta, y probablemente tenga vigor por algn tiempo. Mi periodizacin est, tal como la de todas las historias,slo parcialmente relacionada al tiempo real. He incluido a la economa poltica y al marxismo estructural dentro deeste periodo-categora porque ambas escuelas continan compartiendo un conjunto de supuestos distintos de los quedeseo enfatizar para la antropologa de los ochenta. Especficamente, ambas suponen, como los primerosantroplogos, que la accin humana y el proceso histrico estn totalmente determinados estructural osistmicamente. Sea la oculta mano de la estructura o la destructiva ceguera del capitalismo visto como el agente dela sociedad-historia, ciertamente no est colocada en ningn lugar central la gente real haciendo cosas reales. Estasson precisamente las visiones de las que parecen finalmente estar luchando por liberarse algunos antroplogos, as

    como lo estn haciendo practicantes de muchos otros campos, a medida que nos movemos hacia la dcada de losochenta.

    Los ochenta: la prctica

    Hice notar al inicio de este ensayo la impresin recordada por Wolf de que el campo de la antropologa estdesintegrndose, incluso si tomamos en cuenta el poco grado de integracin que tuvo en el pasado. Suger tambinque escudriando en el paisaje, uno puede encontrar los elementos de una nueva tendencia que parece estar tomandofuerza y coherencia. En esta seccin llamo la atencin hacia esta nueva tendencia, la esbozo y sujeto a una crticapreliminar.

    En los ltimos aos ha venido aumentando el inters por anlisis que enfocan a travs de alguno de lostrminos interrelacionados del conjunto: prctica, praxis, accin, interaccin, actividad, experiencia, ejecucin. Un

    segundo conjunto de trminos enfocan en el hacedor de todo lo que se hace: agente, actor, persona, uno mismo,individuo, sujeto.

    En ciertos campos el movimiento en esta direccin comenz al inicio de los setenta, en algunos de ellossurgi como reaccin directa del estructuralismo. En lingstica, por ejemplo, hubo un repudio temprano de lalingstica estructural y un fuerte movimiento a ver el lenguaje como comunicacin y ejecucin (Bauman andSherzer, 1974, Cale and Morgan, 1975). En antropologa tambin se buscaba una aproximacin basada ms en laaccin. En Francia, Pierre Bourdieu public su Outline of a Theory of Practice en 1972. En Estados Unidos Geertzcritic tanto los hipercoherentes estudios de sistemas simblicos (muchos de ellos inspirados en sus propios textosprogramticos) como aquello que l llamaba estril formalismo del estructuralismo, convocando a los antroplogosa ver el comportamiento humano como accin simblica (1973a: 10; vese tambin Dolgui, Kemnitzer andSchneider, 1977; Wagner, 1975; T. Tumer, 1969). En Inglaterra haba un ala minoritaria que criticaba la visintradicional de estructura social, no desde el punto de vista del marxismo estructural sino desde la perspectiva de la

    eleccin individual y la toma de decisiones (Kapfererm, 1976).14

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    Durante gran parte de los setenta, el marxismo estructuralista y luego la economa poltica, llegaron a serdominantes, al menos dentro de la antropologa. Para ellos los fenmenos sociales y culturales fueron explicadosampliamente haciendo referencia a mecanismos estructural-sistmicos de uno u otro tipo. nicamente a finales delos setenta la hegemona del marxismo estructural comenz a menguar. Una traduccin al ingls del libro deBourdieu fue publicada en 1978, y fue entonces, cuando los llamados a una aproximacin mayoritariamenteorientada hacia la prctica comenzaron a incrementar su auditorio. Aqu est un ejemplo:

    Los instrumentos de razonamiento estn cambiando y la sociedad est menos y menosrepresentada como una elaborada mquina o un cuasi-orgnaismo que como un juego serio, undrama o un texto conductista (Geertz 1980: 301).

    Nosotros necesitamos observar estos sistemas [de parentesco] en accin, para estudiar tcticas yestrategias, no simplemente las reglas del juego (Barnes, 1980: 301).

    ...Las concepciones de gnero en cualquier sociedad deberan ser entendidas como aspectosfuncionales de un sistema cultural a travs del cual los actores manipulan, interpretan, legitiman yreproducen los patrones...que ordenan su mundo social (Collier and Rosaldo, 1981: 313).15

    Qu quieren los actores y cmo pueden conseguirlo? (Ortner, 1981: 266).

    Si el anlisis semitico-estructural se extendiera a la antropologa general sobre la base de supertenencia al lenguaje, entonces lo que se pierde no es simplemente la historia y el cambio, sinola prctica la accin humana en el mundo. Alguno debiera pensar que lo que se pierde es todolo que la antropologa es (Sahlins, 1981: 6).

    Como en el caso de las tendencias revisadas en los sesenta, el presente movimiento aparece con ms amplitud y noabarca solamente el campo de la antropologa. En lingstica Alton Becker, en un multicitado artculo, ha enfatizadocuestiones sobre la construccin del texto y contra la reificacion de The Text (1979). En sociologa, elinteraccionismo simblico y otras formas de la llamada microsociologa parecen estar atrayendo la atencin,16 y

    Anthony Giddens ha puesto en duda la relacin existente entre estructura e intervencin humana ( agency), unode los problemas centrales de la moderna teora social (1979). En historia, E. P. Thompson ha protestado contra lostericos (desde los parsonianos hasta los estalinistas) quienes tratan a la historia como proceso sin sujeto [y]estaban de acuerdo en el desahucio de la historia como accin humana (1978: 78). En los estudios literarios,Raymond Williams insiste en que la literatura debe ser tratada como producto de prcticas particulares, y acusa a laliteratura abstracta de practicar una extraordinaria hechura ideolgica (1977: 46); Si insistimos ms y aqucomenzamos a entrar en terreno peligroso podramos ver quiz la totalidad del movimiento de la sociobiologacomo parte de la tendencia general, en la medida en que vir el mecanismo evolucionista de la mutacin casualhacia la eleccin intencional por los actores que buscan maximizar el xito reproductivo. (Yo dira, justo aqu y noen una nota al pie de la pgina, que tengo una cantidad de objeciones fuertes a la sociobiologa. Sin embargo nopienso que sea muy lejano ver su surgimiento como parte del movimiento hacia el cual estoy llamando la atencin).

    La aproximacin de la prctica es diversa, y no pretender comparar y contrastar sus muchas vertientes.

    Ms bien seleccionar para la discusin algunos trabajos que parecen compartir en el amplio grupo una orientacincomn, orientacin que me parece particularmente promisoria. No deseo canonizar ninguno de estos trabajos enparticular, tampoco deseo proveer una etiqueta para el subgrupo, ni dotarlo de ms realidad de la que tiene. Lo quehago aqu no es ms que principiar a revelar una fotografa, instar a una forma latente para que se torne en algoreconocible. Podemos empezar por contrastar de manera general, este conjunto (o subconjunto) de nuevos trabajosorientados por la prctica con ciertas aproximaciones establecidas ms firmemente, en especial con elinteraccionismo simblico en sociologa (Blumer, 1962; Goffman, 1959; vase tambin Berreman, 1962; y msrecientemente Gregor, 1977 en antropologa) y con lo que fue llamado transaccionalismo en antropologa (Kapferer,1976; Marriott, 1976; Goody, 1978; Barth, 1966; Bailey, 1969). El primer punto a notar es que estas aproximacionesfueron elaboradas en oposicin a la visin dominante, esencialmente parsoniano-durkheimiana, del mundo ordenadopor reglas y normas.17 Reconociendo que la organizacin institucional y los patrones culturales existen, losinteraccionistas simblicos y los transaccionalistas no pretendieron minimizar o arrinconar la relevancia de estos

    fenmenos para entender la vida social.

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    Desde el punto de ubicacin de la interaccin simblica, la organizacin social es una construccindentro de la cual las unidades actuantes llevan a cabo sus acciones. Los hechos estructurales, tales comocultura, sistemas sociales, estratificacin social o roles sociales, ponen condiciones para su accinpero no determinan su accin (Blumer, 1962: 152).

    Los nuevos tericos de la prctica, por otra parte, comparten la visin de que el sistema (en una variedad de

    sentidos a ser discutidos adelante) tiene, de hecho, un muy poderoso efecto, incluso determinante, sobre la accinhumana y la forma de los acontecimientos. Su inters en el estudio de la accin e interaccin no pretende negar ominimizar cuestin, sino expresa ms bien la urgente necesidad de entender de dnde viene el sistema cmo esproducido y reproducido, y cmo cambi en el pasado o cmo ser su cambio en el futuro. Como Giddensargumenta en su importante libro (1979), el estudio de la prctica no es una alternativa antagnica al estudio desistemas o estructuras, sino su necesario complemento.

    El otro aspecto general de la nueva orientacin de la prctica, que la diferencia significativamente de lasprimeras aproximaciones interaccionistas y transaccionalistas, reside en una palpable influencia marxista que vienedesde los setenta. Esto se manifiesta en cierto modo en la manera en que son vistas algunas cosas tales como culturay/o estructuras decir, aunque los nuevos tericos de la prctica comparten con la antropologa de los sesenta unfuerte sentido del poder modelador de la cultura-estructura, este poder modelador es visto ms borrosamente comoun motivo de constreimiento, hegemona y dominacin simblica. Regresaremos a esta posicin con msdetalle despus.

    De manera ms general, la influencia marxista est siendo vista bajo el supuesto de que las msimportantes formas de accin o interaccin para propsitos analticos son aquellas que tienen lugar en relacionesasimticas o dominadas, que son estas formas de accin o interaccin las que explican mejor la forma de cualquiersistema dado en cualquier tiempo dado. Si es un asunto de enfoque dirigido a la interaccin (incluida la lucha)entre actores relacionados asimtricamente, o si es mas un asunto de definicin de los actores (sea lo que sea queestn haciendo) en trminos de role status derivados relaciones asimtricas en las cuales participan, la aproximacintiende a resaltar la asimetra social como la dimensin ms importante, tanto de la accin como de la estructura. Notodos los trabajos de la prctica manifiestan la influencia marxista. Algunos de ellos como el interaccionismosimblico y transaccionalismo estn ms en el espritu de Adam Smith. Los miembros del subgrupo en el cualestoy interesado, en todo caso comparten, implcita o explcitamente, al menos el sabor crtico de la antropologa de

    los setenta, si no una sistemtica alianza a la teora marxistaperse.Sin embargo, hablar de una influencia marxista en todo esto es realmente oscurecer un aspecto importantede lo que est sucediendo: una interpenetracin, casi una fusin, entre las construcciones marxistas y weberianas. Enlos sesenta, haba sido enfatizada la oposicin entre Marx y Weber como materialista e idealista. Los tericos dela prctica, en contraste, se apoyan en un grupo de escritores que interpreta el corpus marxista de tal manera que lohace plausiblemente compatible con el punto de vista de Weber. Como Weber coloca al actor en el centro de sumodelo, estos escritores enfatizan cuestiones de la praxis humana en Marx. Como Weber subsumi lo econmico enlo poltico, estos escritores circunscriben la explotacin econmica a la dominacin poltica. Y como Weber estuvointeresado particularmente en el ethos y la conciencia, estos escritores colocan el acento en cuestiones similares en eltrabajo de Marx. La eleccin de Marx sobre Weber como terico de referencia es un movimiento tctico de algntipo. En realidad, la construccin terica involucrada est en igual deuda con ambos (en teora, vase: Giddens 1971;Williams, 1976; Avineri, 1971; Ollman, 1971; Bauman, 1973; Habermas, 1973; Goldmann, 1977. Para analizar el

    caso sustantivo en esta vertiente weberiano-marxista, vase: Thompson 1966; Williams, 1973; Genovese, 1976).Proceder a explicar y evaluar la posicin de la nueva prctica a travs de proponer una serie de

    preguntas: Qu es lo que la aproximacin de la prctica busca explicar? Qu es la prctica? Cmo est motivada?Y qu tipo de relaciones analticas estn postuladas en el modelo? Permtaseme enfatizar con firmeza que yo noofrezco aqu una teora coherente de la prctica. Sino simplemente presento y examino, de una manera muypreliminar, algunos de los axiomas centrales de dicha teora.

    Qu est siendo explicado?

    Comose indic previamente, la teora moderna de la prctica busca explicar la(s) relacin(es) que se obtienen entrela accin humana, por un lado, y alguna entidad global que podemos llamar el sistema, por otro. Las cuestiones

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    concernientes a estas relaciones pueden encaminarse en cualquier direccin el impacto del sistema en la prctica,o el impacto de la prctica en el sistema. Cmo trabajan estos procesos ser presentado ms adelante. Aqu debemosdecir unas cuantas palabras acerca de la naturaleza de el sistema.

    En dos trabajos antropolgicos que intentan explcitamente elaborar un modelo basado en la prctica(Bourdieu, 1978 [1972]; Y Sahlins, 1981), los autores toman nominalmente el punto de vista del estructuralismofrancs (patrones de relacin de categoras y de relaciones entre relaciones). De hecho, de algn modo, tanto elhabitus de Bourdieu como los dramas cosmolgicos de Sahlins llegan a ser en varios sentidos semejantes alconcepto norteamericano de cultura, combinando elementos de ethos, afecto y valor con esquemas de clasificacinms explcitamente cognitivos. La eleccin de una perspectiva francesa o norteamericana del sistema tiene ciertasconsecuencias para la forma del anlisis como totalidad, pero aqu no estamos particularmente interesados en elasunto es que los antroplogos de la prctica asumen que la sociedad y la historia no son simple suma de respuestasy adaptaciones ad hoc a estmulos particulares, sino estn gobernadas por es-quemas organizacionales y evaluativos.Esto (incorporado, por supuesto, dentro de formas institucionales, simblicas y materiales) es lo que constituye elsistema. El sistema, adems, no est fragmentado en partes como, base y superestructura, o sociedad y cultura, sinoes ms bien una totalidad relativamente intrincada. Una institucin digamos, un sistema matrimonial es almismo tiempo un sistema de relaciones sociales, arreglos econmicos, procesos polticos, categoras culturales,normas, valores, ideales, patrones emocionales, etctera, etctera. No se hace ningn intento por colocar estoscomponentes en niveles y asignar primaca a uno u otro. Tampoco, por ejemplo, el matrimonio es totalmenteasignado a la sociedad, ni la religin lo es a la cultura. Una aproximacin prctica no requiere partir en pedazosartificiales, como base y superestructura (y argumentar cul determina a cul), ya que su empeo analtico no esexplicar una parte del sistema por referencia a otra parte, sino preferentemente explicar el sistema como unatotalidad integral remitindolo a la prctica (lo cual no quiere decir que est armoniosamente integrado).

    Pero si bien el sistema es una totalidad integral, al mismo tiempo todas sus partes o divisiones no tienen lamisma significacin analtica. En la esencia del sistema, tanto formndolo como deformndolo, estn las realidadesespecficas de asimetra, inequidad y dominacin; en un tiempo y lugar dados. Raymond Williams, un marxistaliterato-historiador cultural, resume tanto la insistencia sobre el holismo como la posicin, caracterstica de estavisin, privilegiadora de la dominacin. Tomando el trmino hegemona de Antonio Gramsci, como sudesignacin para el sistema, argumenta que:

    hegemona es un concepto que en primer lugar incluye y va ms all de dos poderosos conceptosanteriores: aqul de cultura como un proceso social total en el que los hombres definen y dan forma asus vidas; y aqul de ideologa en cualquiera de sus sentidos marxistas, en el que un sistema designificados y valores es la expresin o proyeccin de un inters particular de clase. Hegemona vams all de cultura en su insistencia por relacionar el proceso social total con distribucionesespecificas de poder e influencia. Decir que los hombres definen y dan forma a sus vidas es verdad slocomo abstraccin en cualquier sociedad real hay igualdades especificas en significados y por tanto encapacidades para llevar a cabo este proceso Por eso Gramsci introdujo el necesario reconocimiento dela dominacin y subordinacin en que estaba hasta ahora, en todo caso, para ser aceptado como unproceso total.Es justamente en este reconocimiento de la totalidaddel proceso, que el concepto de hegemona vams all del de ideologa. Lo decisivo no es slo el sistema consciente de creencias e ideas, sino el

    proceso total social vivido como organizado prcticamente por significados y valores especficos ydominantes... [Hegemona] es en sentido estricto una cultura, pero una cultura que tiene tambin queser vista como la dominacin y subordinacin vivida de clases particulares (Williams, 1977: 108-109,110).

    Lo que la teora de la prctica pretende explicar, entonces, es la gnesis, la reproduccin y el cambio de forma ysignificado de una totalidad socio-cultural dada, definida ms o menos en este sentido.

    Qu es la prctica?

    En principio la respuesta a esta cuestin es casi ilimitada: cualquier cosa que haga la gente. Dada la centralidad de la

    dominacin en el modelo, sin embargo, la mayora de las formas significativas de prctica son aquellas conimplicaciones polticas intencionales o no-intencionales. Entonces, de nuevo, casi cualquier cosa que haga la gente

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    tiene tales implicaciones. As, el estudio de la prctica es despus de todo el estudio de todas las formas de accinhumana, pero desde un ngulo poltico particular.

    Ms all de este punto general, distinciones posteriores; pueden ser introducidas. Siendo la primera detodas la cuestin de qu son tomadas como unidades actuantes. La mayor parte de la antropologa prctica hasta lafecha toma estas unidades como actores individuales, ya sean individuos histricos efectivos, o tipos sociales(mujeres, comuneros, trabajadores, hijos menores, etctera). EI analista toma estas gentes y sus hechos

    como punto de referencia para entender un i despliegue particular de eventos, y/o para comprender el procesoinvolucrado en la reproduccin o cambio de algn grupo de hechos estructurales. En contraste con el vasto cuerpode trabajos en el campo de la historia, ha sido relativamente pequeo lo hecho en antropologa sobre la accinconvenida colectivamente (vase Wolf, 1969; Friedrich, 1970; Blu, 1980; vase tambin la literatura sobre los cultoscargo, especialmente Worsley, 1968). Aun en estudios de accin colectiva, sin embargo, la colectividad esmanipulada metodolgicamente como sujeto individual Nosotros examinaremos a travs de esta seccin, algunos delos problemas que surgen del individualismo esencial de la mayora de las formas actuales de la teora de la prctica.

    Un segundo grupo de problemas se refiere a la organizacin temporal de la accin. Algunos autores(Bourdieu es un ejemplo) tratan la accin en trminos de hechos de decisin relativamente adecuados y/o derelativamente corto plazo, en marcha. Otros sugieren, aunque no desarrollan el asunto, que los humanos actandentro de planes o programas que son siempre ms amplios que cualquier movimiento individual y, en realidad, quela mayora de movimientos son inteligibles slo dentro del contexto de estos grandes planos. Sahlins (1981) da aentenderesto, as como Ortner (1981) y Collier and Rosaldo (1981); para un antiguo ejemplo, vese Hart y Pilling(1960). Muchos de tales planos son provistos culturalmente (el ciclo normativo de vida, por ejemplo), pero muchosotros deben ser construidos por los propios actores. Aun los proyectos generados (creativamente) por los actorestienden, sin embargo, a formas estereotipadas, en la medida en que los constreimientos y los recursos del sistemason relativamente constantes para actores en situaciones similares. De cualquier modo, un nfasis en los grandesproyectos ms que en marchas particulares subraya el asunto de que la accin por s misma tiene estructura(desarrollable), si bien operando en, y en relacin con la estructura.

    Finalmente, est la cuestin de los tipos de accin elegidos como centrales analticamente en laaproximacin que tratamos. Todos parecen concordar, en contra de la visin parsoniana o saussuriana, en considerara la accin como inmediata puesta en juego o ejecucin de reglas y normas (Bourdieu, 1978; Sahlins, 1982;Giddens, 1979). Ms an, todos parecen tambin estar de acuerdo en que un tipo de voluntarismo heroico o

    romntico, que enfatice la libertad y la inventiva relativamente irrestrictas de los actores, no har ni lo uno ni lo otro(e.g., Thompson 1978). Lo que queda, entonces, es una visin de la accin considerada en trminos de eleccinpragmtica y reaccin de decisin y/o clculo activo y estratgico. Tengo ms que decir acerca del modeloestratgico en la siguiente seccin, cuando discuta las visiones de la motivacin vinculadas con la teora de laprctica. Aqu, sin embargo, deseo preguntar si la critica de la puesta en juego o ejecucin no habr ido demasiadolejos. En realidad, a pesar de los ataques hechos a Parsons por Bourdieu y Giddens, ambos reconocen el papelcentral del comportamiento altamente modelado y rutinario en la reproduccin sistmica. Es precisamente enaquellas reas de la vida especialmente en el llamado dormitorio domstico donde la accin procede con pocareflexin, que mucho del conservadurismo de un sistema tiende a ser situado. Ya sea porque los tericos de laprctica desean enfatizar el vigor y la intencionalidad de la accin, o a causa de un consciente inters en el cambiocomo contrario a la reproduccin, o ambos, puede ser indebidamente subvalorado el grado en el cual los actores enrealidad slo ejecutan normas porque ese fue el camino de nuestros ancestros.

    Qu motiva la accin?

    Una teora de la prctica requiere algn tipo de teora de la motivacin. Hasta el momento, la teora dominante de lamotivacin en la antropologa de la prctica se deriva de la teora del inters. El modelo es el de un actoresencialmente individualista y algo agresivo, autointeresado, racional, pragmtico, y quiz tambin con unaorientacin maximizando que los actores hacen, se supone, es ir racionalmente tras lo que quieren, y lo que quierenes lo que es material y polticamente til para ellos dentro del contexto de sus situaciones histricas y culturales.

    La teora del inters ha sido sacada a relucir con anterioridad en muchas ocasiones. Aqu, basta con hacernotar unos cuantos puntos que tienen relevancia particular para los estudios antropolgicos de la prctica. Estamedida en que la teora del inters es, aunque pretenda no serlo, una teora psicolgica, es evidentemente demasiadoestrecha. En particular porque aunque la racionalidad pragmtica es ciertamente un aspecto de la motivacin, no es

    nunca la nica, y no siempre la dominante. Otorgarle el estatuto de fuerza motivan te exclusiva es excluir del

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    discurso analtico un rango completo de trminos emocionales -necesidad, miedo, sufrimiento, deseo y otros- queseguramente son par- te de la motivacin.

    Desafortunadamente los antroplogos han encontrado, por lo general, que los actores con demasiadaplomera psicolgica son duros de manejar metodolgicamente, y para los tericos de la prctica esto no es unaexcepcin. Hay, de todas maneras, un cuerpo creciente de literatura que explora la variable construccin de unomismo, persona, emocin y motivo en una perspectiva cross-cultural (e.g., M. Rosaldo, 1980, 1981; Friedrich,

    1977; Geertz, 1993a, 1975; Singer, 1980; Kirkpatrick, 1977; Guemple, 1972) El crecimiento de este cuerpo detrabajos es por s mismo parte de la gran tendencia dirigida por L el inters en elaborar un paradigma centradoen-el-actor, como lo es tambin que el subcampo de antropologa psicolgica parezca estar gozando de una especie derenacimiento (e.g., Paul, 1982; Kracke, 1978; Levy 1973) Uno puede tener la esperanza de una hibridacin entrelas consideraciones prcticas, ms orientadas sociolgicamente con su visin de motivos relativamentedesnaturalizada, y algunos de estos hechos de emocin y motivacin ms ricamente estructurados.

    Si la teora de inters supone demasiada racionalidad de parte de los actores, tambin supone demasiadadiligencia. La idea de que los actores estn siempre reclamando derechos, persiguiendo metas, avanzandopropsitos, etctera, puede simplemente ser una visin demasiado energtica (y demasiado poltica) del cmo y elporqu la gente acta. Aqu podemos recordar nuevamente la distincin, subrayada por Geertz, entre la teora delinters y la del esfuerzo (1973c). Si los actores en la teora del inters estn siempre empeados activamente por lasganancias, los actores en la teora del esfuerzo son vistos como experimentando las complejidades de sus situacionese intentando resolver los problemas puestos por aquellas situaciones. Se sigue de esos puntos que la perspectiva delesfuerzo pone gran nfasis en el anlisis del propio sistema, en las fuerzas en Juego sobre los actores, como unamanera de comprender, como se dice, de dnde vienen los actores. En particular, un sistema es analizado con elobjetivo de revelar los tipos de lazos que crea para los actores, la clase de carga colocada sobre ellos, etctera.~teanlisis, a su vez, provee mucho del contexto para entender los motivos de los actores, y los tipos De proyectos queellos construyen para proceder ante sus situaciones (vase tambin Ortner, 1975, 1978).

    Si bien la teora del esfuerzo no rectifica las deficiencias psicolgicas de la teora del inters, por lo menoshace una exploracin ms sistemtica de las fuerzas sociales que dan forma a las motivaciones, que aquellaexploracin que hace la teora del inters. En realidad, uno puede decir que la teora del es- fuerzo es una teora de laproduccin de intereses social, como opuesta a la psicolgica, esta ltima siendo vista menos como expresindirecta de utilidad y ventaja por los actores, y ms como imagen de soluciones a problemas y tensiones

    experimentadas.Finalmente, una aproximacin del inters tiende a ir de la mano con la observacin de la accin demarchas tcticas de corto plazo, ms que de desarrollados proyectos de plazo largo. Desde un punto de vistatctico, los actores buscan ganancias particulares; mientras desde un punto de vista desarrollado, los actores sonvistos como incluidos en transformaciones relativamente extensas de sus condiciones de existencia de sus relacionescon cosas, personas, y consigo mismos. Podemos decir, en el espritu de Gramsci, que la accin en una perspectivade desarrollo o de proyectos es ms un asunto de convertirse que de conseguir (1957). Intrnseco a esta ltimaperspectiva se encuentra un sentido de motivo y accin, forma- do no slo por problemas siendo resueltos, yganancias siendo buscadas, sino por representaciones e ideales de lo que constituye lo bueno en la gente, en lasrelaciones, en las condiciones de vida.

    Es una peculiaridad de la teora del inters ser compartida por una amplia gama de analistas, marxistas yno marxistas, viejos y nuevos tericos de la prctica. La popularidad y durabilidad de la perspectiva, a pesar de

    numerosos ataques y crticas, sugiere que se requerirn cambios especialmente profundos en nuestras propiasprcticas, si es que algo est por ser cambiado en sta rea.

    La naturaleza de las interacciones entre la prctica y el sistema

    1. Cmo e/sistema da forma a la prctica?Los antroplogos los norteamericanos, de alguna manera concuerdan ampliamente en que la cultura da forma,gua, nivela e inclusive, hasta cierto punto, determina la conducta. En los sesenta, Geertz detall algunos de losimportantes mecanismos involucrados en este proceso, y me parece que los tericos de la prctica ms modernos,incluyendo aquellos que escriben en trminos marxistas y/o estructuralistas, mantienen una visin esencialmentegeertziana. Pero hay ciertos cambios de nfasis, derivados de la centralidad de la dominacin dentro del armazn dela prctica. Como se not al principio, el nfasis se ha trasladado de lo que la cultura concede y permite a la gente

    ver, sentir, y hacer, a lo que le restringe e inhibe observar, sentir y hacer. Es ms, aunque se concuerde en que la

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    cultura establece la realidad en la cual los actores viven, esta realidad es vista con ojos crticos: por qu sta y noalguna otra? y que tipo de alternativas est la gente siendo incapacitada para ver?

    Es importante notar que esta visin es al menos parcialmente distinta de una percepcin de la cultura comomistificacin. Desde una visin de la mistificacin, la cultura (igual a ideologa) dice mentiras acerca de larealidad en que la gente vive, y el problema analtico es entender cmo la gente llega a creer estas mentiras (e.g.,Bloch, 1977). En la aproximacin que aqu se discute, sin embargo hay slo una realidad y est constituida

    culturalmente desde arriba hasta abajo. El problema no es que el sistema mienta acerca de alguna realidad extra-sistmica, sino por qu el sistema en conjunto tiene cierta configuracin, y por qu y cmo excluye posiblesconfiguraciones alternativas. En cualquier caso, en trminos del problema especfico de cmo el sistema constrie laprctica, el nfasis tiende a estar colocado sobre mecanismos esencialmente culturales y psicolgicos: mecanismosde la formacin y transformacin de la conciencia'. Aunque los constreimientos de tipo material y poltico,incluida la fuerza, son plenamente reconocidos, ah parece haber concordancia general en que la accin estconstreida de manera ms profunda y sistemtica por los caminos en los cuales la cultura controla las definicionesdel mundo pa- ra los actores, limita sus instrumentos conceptuales y restringe su repertorio emocional: la culturallega a ser parte del individuo. Hablando del sentido de honor entre los Kabyle, por ejemplo, Bourdieu dice:

    [...] el honor es una disposicin permanente, incrustada en los propios cuerpos de los agentes en formade disposiciones mentales, esquemas de percepcin y pensamiento extremadamente generales en susaplicaciones, tal Como aquello que divide el mundo de acuerdo con las oposiciones entre macho yhembra, este y oeste, futuro y pasado, arriba y abajo, derecha e izquierda, etc. y tambin en un nivelprofundo, en la forma de las posturas corporales y las actitudes, maneras de permanecer de pie, sentarse,mirar, hablar o caminar. Lo que se denomina sentido del honor no es otra cosa que el orden cultivado,inscrito en el esquema corporal y en los esquemas de pensamiento (1978: 15).

    En una vertiente similar, Foucault dice del discurso de las perversiones:

    La maquinaria de poder que enfoca en este conjunto ajeno no para suprimirlo, sino ms bien para darleuna realidad analtica, visible y permanente: fue implantada en los cuerpos, deslizada bajo los modos deconducta, formada dentro, de un principio de clasificacin e inteligibilidad, establecido como raison

    d'etre y un orden o desorden natural... La estrategia tras esta diseminacin fue derramar realidad con ellae incorporarla en los individuos (1980: 44).

    As en la medida en que la dominacin es tanto un asunto de procesos psicolgicos y culturales, como de otrosprocesos polticos y materiales, opera por dar forma a las disposiciones de los actores de tal manera que lasaspiraciones de los agentes tienen, en caso extremo, los mismos lmites que las condiciones objetivas de las cualesson producto (Bourdieu, 1978: 166; vese tambin Rabinow, 1975; Barnett and Silverman, 1979; Rabinow andSullivan, 1979).

    Al mismo tiempo, aquellos autores que enfatizan la dominacin cultural tambin ponen lmites importantesen alcance y profundidad a los controles culturales. El caso extremo nunca es alcanzado, y frecuentemente nisiquiera se aproxima. As, aun aceptando la visin de la cultura como poderosamente constrictiva, aquellos autoresargumentan que la hegemona es siempre ms frgil de lo que parece, y nunca tan total como se (o como la

    antropologa cultural tradicional la) proclama, las razones dadas para esto son varias, y se relacionan directamentecon las maneras en las que diferentes autores conceptualizan el cambio sistmico. Esto nos lleva a nuestro grupo decuestiones finales.

    2. Cmo la prctica da forma al sistema?Aqu hay realmente dos consideraciones: cmo la prctica reproduce el sistema y cmo el sistema puede sercambiado por la prctica. Una teora unificada de la prctica debera idealmente poder dar una explicacin paraambas cuestiones dentro de una construccin comn. Hasta el momento, sin embargo, es claro que un enfoque en lareproduccin tiende a producir un cuadro un poco diferente que el de un enfoque del cambio. Nosotros tomaremosentonces estos dos puntos por separado.

    Iniciando con la reproduccin, hay por supuesto una larga tradicin en antropologa por preguntar cmoson reproducidos por y para los actores normas, valores y esquemas conceptuales. Antes de los aos sesenta, por lo

    menos en la antropologa norteamericana, el nfasis fue puesto en las prcticas de socializacin como elementosprimarios de este proceso. En Inglaterra, sin embargo, la influencia del paradigma durkhemiano gener un nfasis en

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