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LA SWAPO EN NAMIBIA JUAN GABRIEL TOKATLIAN Introducción EL PROFESOR FRANZ ANSPRENGER COMIENZA SU ensayo ' 'Afri- ca: Movimientos de liberación e intentos de imposición del do- minio blanco", diciendo: Desde mediados de la década de 1960, el derecho a representar legíti- mamente a un pueblo como movimiento de liberación en los círculos de los Estados nacionales del siglo XX es reclamado sobre todo por hombres en uniformes de combate... ¿Se trata de delincuentes inter- nacionales que deben ir a parar a las mazmorras (o al patíbulo, según la práctica en la República de Sudáfrica) y que en modo alguno pueden ser admitidos en la mesa de conferencias de la política internacional? Quien de otro modo opina y hace pública su opinión o, como político actúa de acuerdo con ella y reconoce a un movimiento de liberación... suele verse expuesto al reproche de que se está dejando llevar por el ambiente de los simpatizantes y que está a un paso de convertirse en colaborador y hasta en cómplice del terrorismo... (pero) De vez en cuando se produce una mágica transformación. El sanguinario jefe terrorista se convierte de pronto en Excelencia por el hecho de haber entrado en una cancillería de Estado y haberse sentado en un sillón de primer ministro, y en sus visitas oficiales también París, Londres y Bonn extienden a sus pies la alfombra roja. Antes estaba a sueldo de Moscú', ahora se le atribuirán cualidades tales como moderación, inteligencia y amplitud de miras... 1 Esta suerte de imágenes y percepciones divergentes respecto de los movimientos de liberación nacional africana se compleji- zan aún más si sumamos otra serie de contradicciones, que in- clusive nos colocan en los campos de discusión políticos y fílosó- 1 Franz Ansprenger. "Africa: movimientos de liberación e intentos de imposición del dominio blanco", en Wolfgang Benz y Hermán Graml (comp.), Problemas mun- diales entre los dos bloques de poder, Colección Historia Universal/ El Siglo X X , México D.F., Siglo xxi Editores, 1982, pp. 300-301. 491

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LA SWAPO EN NAMIBIA

J U A N GABRIEL T O K A T L I A N

Introducción

EL PROFESOR F R A N Z ANSPRENGER C O M I E N Z A SU ensayo ' 'Afri­ca: Movimientos de liberación e intentos de imposición del do­minio blanco", diciendo:

Desde mediados de la década de 1960, el derecho a representar legíti­mamente a un pueblo como movimiento de liberación en los círculos de los Estados nacionales del siglo XX es reclamado sobre todo por hombres en uniformes de combate... ¿Se trata de delincuentes inter­nacionales que deben ir a parar a las mazmorras (o al p a t í b u l o , s egún la práctica en la Repúbl ica de Sudáfr ica) y que en modo alguno pueden ser admitidos en la mesa de conferencias de la política internacional? Quien de otro modo opina y hace públ ica su opinión o, como polít ico actúa de acuerdo con ella y reconoce a un movimiento de l iberac ión . . . suele verse expuesto al reproche de que se está dejando llevar por el ambiente de los simpatizantes y que está a un paso de convertirse en colaborador y hasta en cómplice del terrorismo... (pero) De vez en cuando se produce una mágica transformación. El sanguinario jefe terrorista se convierte de pronto en Excelencia por el hecho de haber entrado en una cancillería de Estado y haberse sentado en un sillón de primer ministro, y en sus visitas oficiales t ambién París, Londres y Bonn extienden a sus pies la alfombra roja. Antes estaba a sueldo de Moscú', ahora se le atribuirán cualidades tales como moderación, inteligencia y amplitud de miras...1

Esta suerte de imágenes y percepciones divergentes respecto de los movimientos de liberación nacional africana se compleji-zan aún más si sumamos otra serie de contradicciones, que in­clusive nos colocan en los campos de discusión políticos y fílosó-

1 Franz Ansprenger. "Africa: movimientos de liberación e intentos de imposición del dominio blanco", en Wolfgang Benz y Hermán Graml (comp.), Problemas mun­diales entre los dos bloques de poder, Colección Historia Universal/ El Siglo XX, México D.F., Siglo xxi Editores, 1982, pp. 300-301.

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fieos. Podr íamos comenzar seña lando que las nociones occidentales de democracia y nación no pueden traspolarse uni-lateralmente a las experiencias africanas.

Ni histórica, política, social o económicamente se dan en el continente africano las precondiciones y requisitos que per­mitieron la emergencia de las burguesías nacionales y la cons­trucción de los Estados-Nación noroccidentales.

De allí que, parafraseando ajean Siegler,

En Africa negra, construcción nacional y construcción del Estado han sido y son, para el movimiento de liberación nacional, dos tareas com­plementarias.2

Paralelamente, la lucha por la democracia no adquiere las formas de representatividad parlamentaria que también han caracterizados las sociedades noroccidentales desarrolladas. La opresión y las desigualdades socioeconómicas han cimentado la existencia de regímenes oprobiosos, que han desarrollado su poder político sobre la base de la explotación y la margina-ción. La presencia colonial europea ha buscado trasplantar mo­delos de dominio político-económico que forzosamente ha que­rido adecuar y mimetizar a una realidad sociopolítica y económica completamente diferente a la del Viejo Mundo. La yuxtaposi­ción de estructuras feudales y precapitalistas con formas de pe­netración y dominio imperialistas ha desarticulado a la socie­dad africana, impidiendo la realización emancipadora de los pueblos.

Por ello, si los4 'interrogantes'' que se plantean un europeo o un norteamericano están relacionados con la forma en que se haya logrado el poder, con el sistema partidista más aconseja­ble y estable, con el grado de legitimidad de un régimen las preguntas que se formulan los africanos son completamente diferentes...

Para ellos el uniforme de combate y la metralleta no constituyen de antemano s ímbolos de terror, sino distintivos honoríficos. El que los porta da a entender que defiende enérgicamente un futuro mejor para

: Jean Zicglcr. Saqueo en Africa, México D.F., Siglo XXI Editores, 1979, p. 40.

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su pueblo, que es un luchador por la libertad, que trabaja activamente en el gran movimiento progresivo de los pueblos y que por tanto debe ser considerado legítimo representante de las auténticas aspiraciones de su pueblo. Con tal fórmula conceden las Naciones Unidas desde 1971 el estatuto de observadores a los movimientos de liberación" afri­canos.3

La historia de Namibia y de su movimiento de liberación nacional, SWAPO (South West Africa People's Organization), no es ajena a esta realidad del continente africano, que amerita no analizarse bajo el prisma preconcebido de conceptos y cate­gorías que desvirtúen su especificidad concreta.

Namibia y su relación con Sudáfrica

Namibia está situada en la costa suroccidental africana y limita con Sudáfrica, Botswana, Angola y Zambia. Su territorio de 824 269 km 2 y aproximadamente 1 500 000 habitantes, fiie decubierto por el navegante portugés Diógo Cao durante su travesía de 1485-1486. Posteriormente arriban holandeses e in­gleses, pero hacia los años de 1840 en adelante, la presencia alemana se hace más ostensible a través de la Sociedad Misione­ra Renana. En abril de 1884 el canciller Bismarck alienta las labores del mercader de Bremen, F. A . E. Lüderitz, para esta­blecer un protectorado alemán en Africa del Sudoeste (antiguo nombre de Namibia).

Pero es la Conferencia de Berlín (1884-1885) la que sella el destino de este país del África austral. Los designios imperia­les europeos se hacen realidad con la subdivisión del continente africano, y es a los alemanes a los que se le otorga el poder de subyugar por la fuerza a los namibianos. Comienza así la era colonial para Namibia, caracterizada por la sistemática apro­piación de tierras por parte de los germanos, la incipiente ex­plotación de los recursos mineros y una devastadora política de exterminio racial que significó una reducción brutal de las poblaciones Herero, Ñ a m a y Ovambo.

El dominio alemán se extiende hasta la Primera Guerra Mun-

3 Franz Ansprengcr. op. cit., p. 301.

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dial, pero luego de su derrota y como consecuencia del Tratado de Versailles, cede sus colonias a las potencias triunfantes. Así pues, la recientemente creada Liga de las Naciones se encarga de estos territorios. En el caso de Namibia, por medio de un mandato de tipo C, se le otorga al Imperio Británico y por su intermedio a Sudafrica, la administración de aquel país . De allí en más comienza la historia trágica del pueblo namibiano, que se ve sujeto a una política de segregación y explotación ilimitada por parte de Sudafrica.

Namibia parece no ocupar la atención internacional durante cerca de 50 años. Sudafrica extiende su dominio neocolonial casi con el beneplácito tácito (¿o concreto?) de los países centra­les de Occidente. Con el poder sudafricano asentado en Nami­bia, se desarrolla y expande la penetración capitalista-imperialista en Namibia, avalada y sostenida por los grandes países indus­trializados y sus respectivos consorcios multinacionales. La en­tonces Unión Sudafricana fue el poder subregional encargado de * 'abrir las compuertas' ' de este proceso, asegurando un con­trol político-social total sobre Namibia y garantizando las con­diciones para una explotación económica del país, tanto de parte de Sudafrica como de las potencias noroccidentales.

En 1966, por Resolución 2145, la Asamblea General de Na­ciones Unidas da por terminado el Mandato sudafricano sobre Namibia. Se conforma a posteriori el Consejo de Naciones Uni­das de Namibia (Resolución 2248 de 1967), y comienzan las tareas en búsqueda de la autodeterminación de este país , cul­minando en la Resolución 435 del Consejo de Seguridad.4

Sin embargo, las políticas neocoloniales sudafricanas hacia Namibia y su interés por anexar dicho país no se detuvieron. Sudafrica ha extendido a Namibia su política de discrimnación racial y bantustización, admnistrándolo directamente o a tra­vés de personeros títeres del régimen de Pretoria. Toda la legis­lación represiva interna que ejercita el gobierno de minoría blanca en Sudafrica, la ha trasladado con retoques formales a Nami­bia. Los ejemplos son varios: El * 'Natives (Urban Areas) Procla-

4 Véase documento: "Namibia: una responsabilidad especial de Naciones Unidas", 1980, Organización de Naciones Unidas, pp. 6-28.

T0KATL1AN: LA SWAPO EN NAMIBIA 495

m a t i o n N o . 5 6 " de 1951 por el cual los negros no pueden tener tierras en las zonas blancas; e l ' 'Wage and Industrial Concil ia­tion Ordinance N o . 3 5 " de 1952 no permite la sindicalización de los africanos negros ni la participación en huelgas; el " P r o ­hibi t ion of Mixed Marriages Ordinance N o . 19 " de 1953, i m ­pide el matrimonio entre blancos y negros; etcétera.^

A ello se suma una voluminosa legislación político-represiva ("Suppression of Communism Act N o . 4 4 " de 1950, " R i o ­tous Assemblies Act N o . 17" de 1956, "Terrorism Act, N o . 8 3 " de 1967, "Boss A c t . " de 1969, "Internal Security A m e n d ­ment A c t " de 1976, etc.)/1 Por otro lado, la dominación socio-política sudafricana no podría llevarse a cabo sin una sujeción completa de la economía namibiana. Dado que la riqueza bási­ca de Namibia descansa en sus ricos yacimientos minerales, Su-dáfrica concentra la explotación económica de este país en la extracción, producción y comercialización de dichos recursos (entre ellos, cobre, zinc y diamantes); y más específicamente del uranio namibiano (en particular, las minas de Rössing). Para estas tareas, el gobierno de Botha recibe la valiosa colabo­ración técnica, financiera e inversora de las principales poten­cias capitalistas de Occidente. A las corporaciones sudafricanas de Consolidated Diamond Mines of South West Africa L t d . , Nufcor, Ucor, Sasol, Escom, Johannesburg Consolidated In­vestment Company Ltd. (entre muchas otras), se suman mul t i ­nacionales norteamericanas (Union Carbide, All is-Chalmers, General Electric, U.S . Steel Corporation, G u l f O i l Corpora­t ion, Amax Inc., Nord Resources Corporation, Superior O i l Company, Comineo L t d . , Bethlehem Steel, Texaco Inc., Stan­dard O i l Company of California, M o b i l O i l Corporation, Bank America Corporation, etc.), británicas (Rio Tinto Zinc , British Petroleum, Consolidated G o l d Fields L td . , Selection Trust L t d . , Anglo-Transvaal Consolidated Investments, De Beers Consoli­dated Mines, etc.), germano occidentales (Steag, Hoechst, Ba­yer, Siemens, Deutsche Bank, Dresdner Bank, Metallgesells-

5 Véase documento: "Descolonización", No. 9. diciembre de 1977. Naciones Uni­das, pp. 10-12.

6 Ibid.. pp. 21-25.

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chaft, etc.), francesas(Framatore, Pechiney-Ugine-Kuhlmann, Credit Lyonnais, Société Nationale des Pétroles d'Aquitaine, Total-Compagnie Minière et Nucléaire, Compagnie Française des Pétroles, Minatome S.A., etc.);7 y canadienses y suizas.

Toda esta situación hace aún más complejo el tema de la independencia de Namibia, pues no sólo Sudafrica tiene pro­fundos intereses para no cambiar el estatus político de este país, sino también capitales y gobiernos foráneos no desean perder sus ganancias económicas y los insumos básicos para sus com­plejos industrial-militares (recordar la importancia del uranio para desarrollar reactores nucleares y la de otros minerales para alimentar la construcción de armamento sofisticado).

Este breve marco de referencia acerca de la dependencia y el sometimiento unilateral con el que Sudafrica sojuzga a Na­mibia permite ir comprendiendo la multiplicidad de factores que han ido conduciendo a la conformación de la SWAPO, que aspira a liberar a su país de lo que algunos autores han intentado definir como el <<subimperialismo , , sudafricano.8

De los orígenes de la SWAPO

Finalizada la Segunda Guerra Mundial y en función de los avances descolonizadores que se producían en el Tercer Mundo, era dable suponer un cierto optimismo respecto a los procesos de independencia en el África negra en general, y en Namibia en particular. Sin embargo, muy pronto quedó demostrado que Sudafrica no cedería ante ningún tipo de presión política o diplomática internacional y que, por el contrario, había deci­dido acentuar su dominio expoliador en territorio namibiano. Así, implemento una política de segregación racial {apartheid) y conformación de 1 1 reservas' ' especiales para la población ne­gra namibiana (bantustanes) que, junto al control y explota-

7 Véase documento: "Objective: Justice", New York, United Nations Department >f Public Information, Vol. XIV, No. 2, November 1982, páginas 45-51. Documento 'Descolonización", op. cit., pp. 80-81 y Gail Hovey Namibia'sStolen Wealth, New fork, The Africa Fund, 1982, pp. 32-40

8 Véase Samir Amin. " E l ruturo de Africa del Sur" en Revista Nueva Sociedad, >Io. 39, Caracas, Noviembre/Diciembre 1978, pp. 65-79.

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ción económicas de los recursos mineros de Namibia, se fue convirtiendo en el nuevo sello (de sujeción) impuesto por el régimen de minoría blanca de Pretoria.

Ahora bien, siguiendo el análisis de Fernando Moran sobre las clases sociales en el Africa negra contemporánea, se pueden enunciar cuatro características básicas:

.. .predominio del campesinado y vigencia de la formas de vida unidas a la condición agraria; 2) poca importancia cuantitativa del proletaria­do industrial, pero situación estratégica de esta clase para el futuro polít ico próx imo; 3) la clase dirigente está integrada, en general, por las profesiones liberales, los funcionarios, empleados y los p e q u e ñ o s comerciantes, a los que se unen, en ciertos casos, los dirigentes sindica­les; 4) subsistencia de un importante sector económico en manos ex­tranjeras.. . i ;

En el caso de Namibia, los dos primeros puntos parecen co­rroborarse mientras los dos segundos no se cumplen. De hecho, la clase dirigente del país es una extirpación del poder blanco sudafricano ahora convergente en Namibia, al tiempo que las capas intermedias no blancas no participan del control político y, por el contrario, rechazan el proyecto de cobijarse bajo la tutela del dominio de una minoría blanca extranjera o asimilar­se y facilitar la represión de la población nativa. En cuanto al control económico foráneo de Namibia, éste no ' 'subsiste'' co­mo forma "parcial" de sujeción económica, sino que maneja la inmensa mayoría de los resortes económicos del país, evitan­do la constitución de una burguesía nacional negra o, por lo menos, de un incipiente grupo empresarial de peso en la eco­nomía local. El Cuadro de la página que sigue apunta a demos­trar lo señalado.

Esta situación socioeconómica específica no ha llevado, co­mo han sostenido ciertos intelectuales radicales, a que el cam­pesinado asuma la dirección revolucionaria de los procesos po­líticos de emancipación (debido a su número y peso económico), sino a que los movimientos de liberación posean otra confor-

9 Fernando Moran. Revolución y Tradición en Africa Negra, Madrid, Alianza Edi­torial, 1971, p. 113.

ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XIX: 4, 1984

Cuadro 1. Posesión de los medios de Producción en las tres principa­les industrias según nacionalidad, 1978.

R A N D S * 925

50 25 ™ 2 5

450

I I280

P 1 10

• Potencias Occidentales 1- Sudafrica J- Namibia

Agricul tura Pesca M i n e r í a

(*)• 1 Rand = 1.2 dólares.

F U E N T E : Department of information and Publicity ( S W A P O of Namibia) " T o be Born a Nation: The Liberation Struggle for N a m i b i a " . Londres, zed Press, 1981, pág. 48.

mación social y política. En Namibia, si bien existe un poten­cial agrícola, éste no ha sido explotado pues Sudafrica coloca en el mercado local sus productos (creando un mercado cauti­vo) dando salida a su producción exportadora (evitando la posi­ble competitividad namibiana) y recreando un dominio unila­teral de la provisión de alimentos para Namibia (acentuando la dependencia asimétrica entre ambos paí ses ) . 1 0 La multipli­cidad étnica namibiana (hotentotes, hereros, ovambos, entre muchos otros), la política de bantustización, la preeminencia de formas precapitalistas de producción, el manejo político de los jefes tribales por parte de Sudafrica y la carencia de una conciencia (subjetiva y objetiva) revolucionaria, han hecho del campesinado namibiano —a pesar de su predominio numérico— una clase que en realidad se 4 'acopla" a los procesos de cambio en vez de "dirigirlos" unitariamente.

10 Véase Richard Moorsom, A Future for Namibia: Transforming a WastedLand, Londres, Rusell Press Ltd. , 1982.

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Por otro lado, se ha ido desarrollando un proletariado alre­dedor de los centros industriales del país (Windhoek, Tsumeb, Walvis Bay, Lüderitz Bay, Otjiwarongo y Orangemund), que en un primer momento (década del 50) comenzó a expresarse espontáneamente contra las pésimas condiciones laborales y salariales. A ellos se sumaron las capas intermedias (pequeños comerciantes y productores, maestros, intelectuales, etc.) que, marginadas por los grupos dominantes y en proceso de proleta-rización, se han ido uniendo en la organización de un frente amplio contra la ocupación africana.

Con este breve marco referencial, podemos ir analizando la emergencia de la SWAPO como movimiento de Liberación de Namibia y sus bases sociales de apoyo. Podríamos señalar cua­tro periodos históricos en la conformación, desarrollo y actua­ción de la South West Africa People's Organization.11 La pri­mera etapa, que se extiende desde los finales de la Segunda Guerra Mundial hasta 1960, se caracteriza por ser una fase' 'for-mativa" de aglutinación de fuerzas nacionales contra la usur­pación territorial sudafricana. Se inician actividades —aún no completamente coordinadas— de rechazo al dominio sudafri­cano mediante huelgas, peticiones individuales ante Naciones Unidas en virtud de la política racista y explotadora adelantada por Sudáfrica, insubordinación pacífica a las reglamentaciones segregacionistas, intentos de autodefensa ante las medidas re­presivas, etc. Estas labores de organización y oposición fueron encabezadas por los intelectuales, los trabajadores de los cen­tros urbanos y mineros más importantes, miembros de comu­nidades religiosas y líderes tradicionales representativos de la población negra.12

El proceso de evolución política namibiana conjugó los es­fuerzos nacionalistas de diferentes organizaciones como la OPO (Ovamboland People's Organization), la SWANU (South West Africa National Union), la N N C (Namibia National Conven-tion), la SWAUNIO (South West Africa United National In-

1 1 Department of Information and Publicity (SWAPO of Namibia), To be born a nation: The Liberation Struggle for Namibia, Londres, Zed Press, 1981, pp. 149-254.

u Ibid., pp. 166-167.

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dependence Organization), entre otras, que buscaron organi­zar a los trabajadores y ampliar los frentes de lucha. La respuesta sudafricana no se demoró y buscó resquebrajar todo intento de unidad, mediante el uso de la violencia. La masacre de Wind­hoek, durante diciembre de 1959, demostró qué actitud iba a caracterizar a Sudáfrica cuando su poder fuese cuestionado y cómo la utilización brutal de la fuerza sería su arma tradicio­nal para contrarrestar los movimientos de autonomía e inde-pendiencia namibiana.

Así arribamos al 19 de Abril de I960, fecha en que se confor­mó la SWAPO liderada por Herman Ja Toivo (detenido en la isla Robben desde 1968) y Sam Nujoma (actualmente en la dirección del movimiento) iniciándose un segundo periodo dirigido a la conformación organizativa definitiva y al estable­cimiento de un movimiento revolucionario articulado a las ne­cesidades de Namibia y con una estructura partidista sólida. En esta fase, también se produce el hecho de extender la influen­cia de la SWAPO más allá de los centros urbanos. Para ello se implementa la táctica de ir ganando la confianza y el respal­do del sector campesino, configurando así una amplia organi­zación de resistencia y de liberación nacional.

Enfrentada a esta nueva realidad, la República de Sudáfrica intensificó la persecución de la SWAPO, lo cual llevó a que la mayoría de sus directivos pasaran al exilio o fueran encarcela­dos. Paralelamente, el gobierno sudafricano organiza, en 1964, una Comisión Investigadora de Asuntos del Africa Sudocci­dental, quien se encargó de la redacción del infausto Plan Oden-daal para fragmentar Namibia y reasentar a los habitantes ne­gros en "reservas autónomas separadas". Así pues, mientras Pretoria incentivaba sus políticas de apartheid y bantustanes (esta última en particular, dirigida a alienar las bases de apoyo a la SWAPO y fomentar la política de "dividir para gober­nar' '), y adelantaba una severa persecución contra las organiza­ciones y grupos liderados por la SWAPO, este movimiento co­mienza un replanteamiento estratégico ante el avasallamiento sudafricano.

En este sentido, se decide combinar lucha política y lucha armada en pos de la liberación de Namibia, produciéndose

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el primer enfrentamiento militar contra las fuerzas de ocupa­ción sudafricana el 26 de agosto de 1966. De allí en adelante, la SWAPO desarrolla su propio brazo militar que, inicialmen-te, aplica el sistema de guerra de guerrillas en p e q u e ñ a escala, concentrándose en el norte y moviéndose efectivamente hacia la zona central del país.

Esta segunda etapa finaliza hacia comienzos de 1970, luego del Congreso Consultivo de Tanga en Tanzania (26 de diciem­bre de 1969-2 de enero de 1970). En dicho cónclave, se rees­tructura la organización partidaria (se crean nuevos departa­mentos y se asignan nuevas tareas entre jóvenes, mujeres, etc.) optando decididamente por la vía armada como medio primor­dial para desalojar a los sudafricanos y obtener la independen­cia nacional.

A partir de 1970 y hasta 1973 se extiende el tercer periodo evolutivo de la SWAPO, que podríamos definir como consoli­dación de la estrategia armada y reconocimiento internacional como movimiento de liberación. Desde 1971 asistimos a un crecimiento significativo de las actividades de oposición y en­frentamiento al poder sudafricano, concretizadas en la huelga nacional contra el sistema laboral de contratación (diciembre de 1971), los levantamientos campesinos de Ovambolandia (enero-febrero de 1972) y el boicot a las elecciones fraudulentas organizadas por Sudáfrica en el bantustan de Ovambolandia (agosto de 1973). Concomitantemente, se intensifican los com­bates militares, lo cual lleva a que Sudáfrica aumente la presen­cia de su pie de fuerza en Namibia y a su vez organice ejércitos 1 'voluntarios'' en base a la cooptación y militarización de dife­rentes grupos étnicos del pa í s . 1 3

Sin embargo, el sistema represivo montado por Sudáfrica (con más de cincuenta bases militares en territorio namibiano14

y una feroz legislación coercitiva) no impidió que la SWAPO continuara aumentando sus bases de reclutamiento y represen­tan vidad. En ese contexto y bajo esa óptica debemos ubicar la Resolución 3111 del 12 de diciembre de 1973 de la Asamblea

13 Véase documento: "Descolonización" , op. cit.. p. 27. 1 4 Department oflntormation and Publicity (SWAPO of Namibia), op. cit.. p. 225.

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General de Naciones Unidas que —luego de corroborar la in­transigencia sudafricana para abandonar el territorio namibia-no y su uso indiscriminado de la violencia, más el peso político y de respaldo que había adquirido el movimiento de liberación— reconoce al South West Africa People's Organization como 4 'el único y auténtico representante del pueblo de Namibia"1^. Esta victoria político-diplomática de la SWAPO implicó tam­bién —de hecho— un triunfo militar, pues sus fuerzas insur­gentes quedaron amparadas por los Convenios de Ginebra so­bre el Derecho de la Guerra (1949) y, posteriormente, por los Protocolos Adicionales de 1977 (aunque Sudáfrica jamás acep­tó esto y por lo tanto no permitió la supervisión internacional de Naciones Unidas o de la Cruz Roja).

Al mismo tiempo, hacia 1973 el brazo armado de la SWAPO adopta, definitivamente, el nombre que hoy lo identifica: PLAN (People's Liberation Army of Namibia). De esa manera, dicho año pasó a representar el logro del reconocimiento internacio­nal de la SWAPO y la consolidación definitiva de la lucha ar­mada para desalojar a las fuerzas ocupacionales de Sudáfrica.

También 1973 significa el comienzo de una cuarta etapa que se extiende hasta nuestros días: la de la ofensiva militar de la SWAPO. La actitud sudafricana ante esta nueva realidad es combinar dos modelos de acción paralelos, que sin excluirse buscan la alineación política de la SWAPO y su eliminación como movimiento de liberación. Por un lado, se incentiva al procedimiento de bantustización y la instrumentalización de la Conferencia Constitucional de Turnhalle (septiembre de 1975) como burdo organigrama para una supuesta autodeterminación del pueblo namibiano.16 Por otro lado, se organiza una perse­cución y represión sistemática contra toda forma de expresión disidente; proclamándose una nueva serie de enmiendas pena­les y una propaganda política antiSWAPO sin precedentes.17

15 Véase documento: "Namibia: Una Responsabilidad Especial de Naciones Uni­das", op. cit., p. 15.

1 6 Department of Information and Publicity (SWAPO of Namibia) op. cit., pp. 207-217.

17 Véase Barbara Kónig, Namibia: The Ravages ofWar (South Africa %s Onslaught on the Namibian Peop/e), Londres, Shadowdean Ltd., 1983.

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Todo ello acompañado de un aumento de desaparecidos, tor­turados y masacrados (tal es el caso de las atrocidades cometidas en Kassinga contra refugiados namibianos).18

Por otra parte, el advenimiento de un gobierno progresista en Angola (junio-julio de 1974) determina que el territorio de este país se convierta en un campo fértil de conflicto. ¿Por qué? Porque las fuerzas combatientes de la SWAPO aprove­chan para replegarse hacia dicho país, aprovisionarse y reincor­porarse a Namibia para atacar al ejército sudafricano. Mientras tanto, Sudáfrica, que ve mermar su control político-estratégico económico regional sobre Zambia, Angola, Tanzania, Mozam­bique y posteriormente Zimbabwe, utiliza el argumento del adiestramiento y provisión de pertrechos de la SWAPO en An­gola, para invadir este país e inducir el derrocamiento del go­bierno revolucionario.

Por todo ello, esta nueva etapa muestra un crecimiento dra­mático de los niveles de conflicto. Los combates se tornan más encarnizados y los conductos de mediación política pierden su razón de ser. Pero si a nivel 4 'interno" no parece existir la me­nor posibilidad de diálogo, en el terreno internacional las Na­ciones Unidas buscan afanosamente fórmulas de solución ne­gociada. Así, en 1978, el Consejo de Seguridad de la O N U aprueba la Resolución 435 que invoca la celebración de eleccio­nes libres, imparciales y sin proscripciones discriminatorias en Namibia, en aras de lograr una rápida independencia de dicho país. Sobre la base de aquella Resolución, se intentan formali­zar conversaciones entre la SWAPO y Sudáfrica (junto a los mediadores internacionales) en varias ocasiones y en especial durante enero de 1981 en Ginebra. Sin embargo, esto no pros­peró pues el régimen de Pretoria, en repetidas ocasiones, obsta­culizó el diálogo y rechazó un cese definitivo del fuego.19 De allí que la lucha armada se agudizara y fuese utilizada por la SWAPO como el único medio de presionar a Sudáfrica. Parale-

18 Véase Fact Paper on Southern Africa No. 9, "Remember Kassinga", Londres, International Defence and Aid Fund, July 1981.

1 9 Justin Ellis, Electionsin Namibia?, Notthingham, Russell Press Ltd., 1979, pp. 7-19.

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lamente, el gobierno de Botha persistió en su política neocolo-nialista y militarista, la cual puede ejemplificarse con el hecho de que Sudáfrica ha estacionado una fuerza militar de más de 75 000 hombres en Namibia, al tiempo que ha ayudado a ar­mar a unos 110 000 blancos para dar base de apoyo a sus inten­tos de finiquitar a la SWAPO. 2 0

Resumiendo, esta cuarta etapa es la que aún persiste y se prolonga como forma de lucha entre la SWAPO de Namibia y Sudáfrica. La violencia ha ido transitando diferentes estadios en Namibia, agudizándose con el correr de los años , ya que la oposición entre las fuerzas nacionales de liberación y las de usurpación e intervención foráneas se ha vuelto más abierta, frontal y directa. Las mínimas expresiones de protesta del pue­blo namibiano fueron rechazadas con represión, a los intentos políticos de organización se respondió con persecución y vio­lencia. De alguna manera, la misma Sudáfrica legitimizó el uso de la fuerza como único mecanismo de replantear la inde­pendencia definitiva de Namibia.

Acerca del programa de la SWAPO

La South West Africa People's Organization, como auténtico representante del pueblo de Namibia, ha contemplado una pla­taforma de cambios socioeconómicos básicos para el momento de su advenimiento al poder en una Namibia independiente. Como ya lo señalamos, las tareas de un movimiento de libera­ción africano como la SWAPO exigen mucho más que un triunfo definitivo sobre su adversario. Se debe dar sentido, forma y dirección al establecimiento de un Estado-nación, aún inexis­tente en Namibia luego de sufrir la presencia del poder colonial (primero Alemania y luego Sudáfrica) durante toda su historia. Paralelamente, la búsqueda de solución del problema nacional se hace compleja con la conjunción de nuevas formas de explota­ción económica que permitan la existencia de estructuras retar­datarias junto a una penetración imperialista significativa.

La reinvindicación político nacionalista no puede dejar de

Véase documento: "Objective: Justice", op. cit., p. 15.

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considerar el tipo de desarrollo socioeconómico que se desea. Lo político y lo económico no pueden analizarse como segmen­tados o en términos fraccionados. Si se busca la independencia nacional, ésta no puede supeditarse a un logro formalmente político sin cambios en el sistema económico. El tipo de socie­dad libre y con justicia y equidad que se anhela no se conforma, ni inmediata ni unilateralmente, luego de obtener la indepen­dencia política de una nación. Se requiere de un proyecto más amplio y coherente en los campos económico, social, cultural y político para conseguir la realización de un pueblo tan sojuz­gado y oprimido como el namibiano. En última instancia, la elección de una vía de desarrollo capitalista únicamente rege­neraría otro 4 'tipo" de explotación, pero explotación al fin. Por ello, la SWAPO, comprendiendo las contradicciones que encierra un proceso de liberación nacional, ha buscado plan­tear un programa de acción que contemple una reconstrucción profunda en Namibia.

Analizando apartes de su plataforma, se podrá observar que se persigue un desarrollo no-capitalista. Se puede percibir la necesidad de producir cambios socioeconómicos y políticos de envergadura con una impronta nacional, popular, democrática y de reafirmación cultural. Es en sí, una plataforma de avanza­da —en términos cualitativos y cuantitativos— respecto al esta­dio actual de desarrollo de Namibia la cual podría dar las pau­tas futuras de un proyecto socialista más amplio.

Ahora bien, en aras de explicitar algunas de las proposicio­nes de la SWAPO, haré referencia a algunos puntos de su pro­grama, adoptado en Lusaka (Zambia) durante agosto de 1976 (aún vigente);

En el presente y en un futuro inmediato, las tareas del SWAPO son: la liberación y la obtención, por todos los medios posibles, de la independencia del pueblo de Namibia, y el establecimiento de un Gobierno Popular Democrático... combatir toda manifestación y ten­dencia al tribalismo regionalismo, orientación étnica y discriminación racial... trabajar en estrecha colaboración con todos aquellos gobier­nos, organizaciones y fuerzas populares progresistas para la emancipa­ción total del Continente Africano... etcétera.

El gobierno de una Namibia realmente liberada tendrá la obliga-

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ción de tomar las siguientes medidas: Emprender la lucha en pos de la abolición de toda forma de explotación del hombre por el hombre, del espíritu destructivo del individualismo y del aumento de la riqueza o poder de individuos, grupos o clases... Garantizar que los medios mayores de producción e intercambio del país pertenecerán al pue­blo... Esforzarse por crear una economía nacional integrada en la cual haya un balance adecuado entre el desarrollo agrícola y el industrial sobre las bases de... una amplia reforma agraria... el establecimiento de colectividades o corporaciones campesinas... el cultivo de un espíri­tu de autoconfianza en nuestro pueblo... Sentar las bases de una edu­cación gratuita y universal de nivel primario, secundario y universita­rio para todos los namibianos... Debemos esforzarnos por eliminar todo vestigio de mentalidad tribal o feudal... Hacer accesible a todos los ciudadanos amplios servicios médicos gratuitos... etcétera2 1

En cierta medida, podemos visualizar que la plataforma de la SWAPO intenta reafirmar la necesidad de una conciencia nacional propia que vaya conduciendo a los cambios socioeco­nómicos necesarios de la sociedad namibiana. Se pretende alentar una reafirmación soberana del pueblo y no iniciar un camino de industrialización acelerada que podría converger en formas nuevas de dependencia hacia el exterior. Por el contrario, se incentiva un desarrollo agrícola que conlleve la autosuficiencia en este terreno y paralelamente satisfaga los urgentes requeri­mientos alimentarios de la población. Inclusive no se persigue una nacionalización frenética de todos los recursos energéticos que condicione la "huida de capitales", sino lograr un mayor control estatal de los mismos en forma paulatina e incremental. Sin tesis ultrarradicales, la SWAPO ha buscado responder a las necesidades reales de su pueblo. Su programa de reformas apunta a sintetizar el futuro de Namibia, en pos de una socie­dad más justa, libre e igualitaria, pero sin pecar de un 4 4 izquier-dismo'' ultrarrevolucionario que lo lleve a alejarse de las masas populares o a elaborar proyectos utópicos sin consonancia con la realidad.

21 Véase "Programa Político de la SWAPO adoptado por la Reunión del Comité Central celebrada en Lusaka (Zambia) entre el 28 de julio y el lo. de Agosto de 1976". en Revista Nueva Sociedad, No. 39, Caracas, noviembre/diciembre 1978, pp. 136-143.

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Conclusión

He intentado plantear los elementos y factores que determina­ron la emergencia de la South West Africa People's Organiza-tion como el genuino representante de la lucha independentis-ta del pueblo de Namibia. De ninguna manera, se pretendió un análisis exhaustivo y total de la multiplicidad de variables que se superponen en el drama namibiano. Se buscó dar un argumento introductorio para un debate más amplio sobre el tema.

La realidad africana y en particular del África negra, nos llega a Latinoamérica por conducto de las agencias noticiosas, que únicamente nos ofrecen una visión casi esquizofrénica de estos pueblos: un rito mágico en Kinshasa o Conakry, cuerpos famé­licos en Yahounde o Bujumbura, o algún dictador fastuoso y sanguinario en Ouagadougou o Kampala.

Es tiempo que en América Latina comprendamos —por me­dio de nuestras propias capacidades y análisis— q u é sucede en realidad allende el Atlántico. En el ejemplo de Namibia, nos encontramos ante un caso concreto de desconocimiento y falta de material bibliográfico o datos informativos veraces so­bre sus problemas y necesidades.

En resumen, conocer la tragedia namibiana es un poco reco­nocer la tragedia africana. Y es paradójico y extraño cómo mu­chos latinoamericanos se autoproclaman tercermundistas y prác­ticamente alejan de su interés la comprensión de las problemáticas africanas. Por qué en el fondo ¿somos o no, latinoamericanos, africanos y asiáticos, parte común del Tercer Mundo?