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LA REUNIFICACIÓN DE EUROPA ANTITOTALITARISMO Y RENOVACIÓN POLÍTICA Grupo PPE en el Parlamento Europeo

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A N T I TOTA L I TA R I S M O Y R E N O VAC I Ó N P O L Í T I C A

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Page 1: LA REUNIFICACIÓN DE EUROPA

L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O PA

A N T I T O T A L I T A R I S M O Y R E N O V A C I Ó N P O L Í T I C A

Grupo PPE en e l Par lamento Europeo

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L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O PA

A N T I T O T A L I T A R I S M O Y R E N O V A C I Ó N P O L Í T I C A L U D G E R K Ü H N H A R D T ( E D . )

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2 3L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

La idea de escribir sobre cómo transcurrió la Historia del siglo XX en los diez Estados miembros de la Unión que se liberaron del comunismo totalitario a finales de los años 80 y a principios de los 90, surgió estando en Washington a principios de 2007, a raíz de una conversación con un compañero eslovaco. Durante la charla sobre el pasado reciente de Eslovaquia y Estonia, Miroslav Mikolášik y yo, nos quedamos estupefactos al observar lo desinformados que estábamos sobre el pasado de los regímenes totalitarios y hasta qué punto desconocíamos cómo la sociedad civil, una vez libre, había evolucionado desde entonces restableciéndose en nuestras respectivas naciones.

Más difícil aún es compartir con nuestros amigos, antiguos miembros de la Unión Europea, las experiencias de pérdida y reconquista de la democracia en nuestros países. Después de cuatro años en el seno de Europa, está claro que a la integración mental e histórica de Europa aún le queda mucho camino por recorrer. Habrá que superar en primer lugar, las actitudes regionalistas y comparar e integrar después, las diferentes percepciones históricas, tradiciones, prejuicios e incluso los miedos y recelos. No podemos contentarnos tan solo con la igualdad política y económica. Tenemos que alcanzar incluso una aceptación espiritual mutua y real. Comprender que la contribución a la construcción permanente de nuestro hogar común europeo que cada Estado miembro puede ofrecer es única, nos beneficia a todos.

Me gustaría agradecer sinceramente a mis queridos compañeros – los jefes de las diez delegaciones nacionales en el Parlamento Europeo – que han apoyado este proyecto de corazón y al que han contribuido con sus aportaciones nacionales. Quisiera hacer llegar nuestro más cálido agradecimiento a la presidencia del Grupo PPE en el Parlamento Europeo cuyo presidente, Joseph Daul, aprobó el proyecto sin vacilación y puso a nuestra disposición los medios necesarios para llevar a cabo la redacción y publicación de esta obra. Les estamos también muy agradecidos a los colaboradores del Grupo PPE por su trabajo. Mi amigo, el eminente erudito, el señor Ludger Kühnhardt, del Instituto de Integración Europea de Bonn, merece una mención especial por haber aceptado la tarea crucial de supervisar el libro en su totalidad y compartir su visión y su experiencia. Por último, me gustaría transmitir mi agradecimiento a los abnegados miembros de mi equipo: Kadri Vanem, que ha coordinado el proyecto de la manera más eficaz, Kadri Kopli, el jefe de mi despacho y Kaja Sorg, responsable de prensa del Grupo PPE.

Tune Kelam, Miembro del Parlamento Europeo

Indice de materias

IntroducciónLucha por la libertad: Las revoluciones pacíficas y los héroes de la Europa anitotalitariaLudger Kühnhardt 5

Bulgaria: Intentos fallidos y éxito de la segunda revoluciónEvgenii Dainov 15

Estonia: El renacimiento de una nación tras haber rozado la extinciónMart Laar 53

Hungría: Un siglo de complejas transformacionesGyorgy Schöpflin 93

Letonia: El hado báltico y el renacimiento de una naciónAntonijs Zunda 131

Lituania: Una batalla secular por la libertadVytautas Landsbergis 185

Polonia: El país de un Papa y del sindicato «Solidaridad»Wlodzimierz Bernacki 215

República Checa: Del totalitarismo monolítico a las luchas de poder democráticasHynek Fajmon 259

Rumanía: De la democracia al totalitarismo y a la inversaVirgil Tarau 289

Eslovaquia: Identidad y democratizaciónSlavomir Michálek 329

Eslovenia: De la triple ocupación totalitaria a la libertad y la independenciaDamjan Hančič, Renato Podbersič, Blaž Ivanc 373

Los Autores 415

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4 5L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

INTRODUCCIÓN

LUCHA POR LA LIBERTAD: LAS REVOLUCIONES PACÍFICAS Y LOS HÉROES DE LA EUROPA ANITOTALITARIA

Ludger Kühnhardt

I. EL ALCANCE DE 1989

El año 1989  seguirá influyendo sobre la política y la sociedad europea aún durante mucho tiempo. 1989  ha sido el año de una revolución, de un levantamiento pacífico en Europa. Por lo general, las revoluciones son consideradas episodios sanguinarios que traen consigo un cambio abrupto y violento en las estructuras sociales de poder. Víctor Hugo las describía sin embargo, como una vuelta a la normalidad. Hannah Arendt las consideraba un medio para regresar a la esencia del órgano político. Cuando Copérnico se detuvo a mirar el cielo y analizó la posición de las estrellas, formuló el modelo heliocéntrico del universo, a través del que aseguraba que las estrellas permanecían fijas en el firmamento, originando una verdadera revolución científica. La filósofa Hannah Arendt aplicó esta observación científica al mundo de la política y concluyó afirmando que las revoluciones son el retorno a la libertad original del hombre. En su opinión, la revolución no tiene que ser necesariamente violenta para ser considerada como tal. La Revolución Americana del siglo XVIII no fue menos revolución que la francesa de 1789. Una dio a luz a la primera Constitución en la Historia mientras que la otra desencadenó toda una serie de disturbios y levantamientos. En cualquier caso, las revoluciones son procesos que desvelan lo desconocido en la Historia. Las revoluciones son revelaciones. La década de 1980 a 1990 fue una de las más reveladoras de Europa.

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6 7L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

La mayor parte de los que han vivido u observado incluso indirectamente los acontecimientos políticos de 1989  no se han parado a reflexionar sobre el sentido y el alcance de los cambios políticos que acontecieron en Europa central. La caída de los regímenes comunistas fue acogida con alegría y entusiasmo aunque también a veces con inquietud y escepticismo. Visto con la perspectiva que nos da la distancia, dos hechos parecen evidentes: 1989 ni comenzó ni terminó en 1989. Si comparamos la caída de los regímenes comunistas en Europa con la Revolución Francesa de 1789, es evidente que dicho año, es simplemente una fecha orientativa ya que la Revolución Francesa sufrió un periodo de incubación y vivió épocas de transformación, de revolución en revolución, de inesperados resultados y de consecuencias involuntarias. Lo mismo sucedió en Europa solo que dos siglos después.

Cuando en la ciudad de la República Democrática Alemana de Leipzig miles de personas gritaban «¡nosotros somos el pueblo!» durante las «Manifestaciones del Lunes», los más optimistas creían oír la principal reivindicación de la Revolución Americana: «un gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo». Hemos podido escuchar múltiples variantes de este eslogan en toda la Europa central y sudoriental. En la Unión Soviética, centro del empirismo comunista del siglo XX, los cambios comenzaron como una especie de revolución desde arriba. Durante el verano de 1989, el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov pretendió salvar el leninismo reformando la base de su ideología. A fin de cuentas, precipitó la pérdida de la Unión Soviética. Se trataba de un Estado artificial, erigido sobre una ideología basada en promesas antropológicas erróneas y falsas teorías económicas. A instancias de la URSS, la República democrática alemana y Yugoslavia firmaron su sentencia de muerte a partir del momento en que la fe ideológica dejó de ser el nexo de unión entre estos países. La revolución pacífica de 1989 obligó a volver la vista atrás en la Historia. La caída de los regímenes comunistas y la lucha a favor de determinados parámetros de poder y de autoridad pública, desembocaron en una revolución pacífica. En algunos casos, esa revolución continuó siendo pacífica mientras que en otros dieron un giro violento. En Rumania, Yugoslavia y Rusia la revolución devoró a sus hijos, como si de la viva imagen de Saturno se tratara.

Por ello la caída de la dictadura de la RDA se definió a menudo como «revolución pacífica». Otros sucesos ocurridos entre 1987 y 1990 y que concluyeron con la recuperación, por parte de numerosos Estados del Este, de su independencia, se conocieron con el nombre de «Revolución Cantada», «Revolución Naranja», o incluso «Revolución de Terciopelo». En cualquier caso

estos epítetos describirían el alcance de los acontecimientos políticos entendidos como una feliz transformación, amistosa y pacífica, de la legitimidad y autoridad políticas. Cualquiera que fuera el contexto específico de un país, el fenómeno principal era el mismo: haber vivido bajo el yugo de un poder totalitario, ejercido en nombre de la ideología comunista, a través de las estructuras de poder y el terror de un Estado monolítico representado por un solo partido.

El totalitarismo tenía tres características esenciales:

> el monopolio del poder sobre el Estado y la sociedad> el monopolio del poder sobre la economía y las fuerzas sociales> el monopolio del poder sobre el espíritu y el corazón de las personas

Según la ideología marxista solo la lucha de clases era considerada como el detonante de una revolución positiva e incluso inevitable. La violencia podía resultar incluso necesaria, y en tal caso, legítima. La melodía de 1989 era fundamentalmente diferente: la lucha no consistía en un enfrentamiento de clases. La lucha tenía como fin la libertad, movida por la idea de la primacía del Estado de derecho, del pluralismo político y de la economía de mercado. El combate aspiraba a otorgar poder a la ley y no a manipular la ley. Pretendía instaurar el poder de la diversidad y no el poder de restringir la diversidad. Pretendía hacer uso del poder de la libertad y no el poder de restringir la libertad. Era un combate a favor de un nuevo comienzo y a su manera, un combate fundado sobre la idea del perdón en relación a los que habían cometido terribles crímenes en nombre del comunismo totalitario.

La Revolución de 1989  anhelaba no solo la libertad sino también el «regreso a Europa». Tras la Segunda Guerra Mundial, los países de Europa central y sudoriental cayeron bajo el control geopolítico e ideológico de la Unión Soviética. Para ellos, la Guerra Fría, el Telón de Acero y la dictadura totalitaria implicaban igualmente una separación de la Europa occidental y de su herencia común. «El regreso a Europa» era un sueño frustrado y una aspiración evidente. 1989 volvió a abrir las puertas que se cerraron de golpe por una trágica Historia. El año 1989 significó el fin de los Acuerdos de Yalta. Marcó el regreso a una civilización común de libertad, derecho y democracia.

Los cambios de 1989 no se produjeron de la noche a la mañana. Los analistas identificaron diferentes periodos con el fin de evaluar mejor las fases de incubación que provocaron la

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8 9L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

transformación en un contexto poscomunista. Cada país de Europa central, oriental y sudoriental escribió su propia Historia. Y pese esas historias han sido diferentes las unas de las otras, todas y cada una de ellas partieron de una misma base y compartieron un sueño: el deseo común de acabar definitivamente con los vestigios del régimen totalitario y de la destrucción. La presión totalitaria y su contra reacción humana provocó una destrucción moral, una mutilación intelectual.

Al término del comunismo totalitario, la reforma de la esfera pública no fue demasiado evidente. La lucha había unido a numerosos ciudadanos pero la elaboración de una democracia estable genera múltiples divisiones en todas las sociedades. La esperanza y el miedo, la frustración y el oportunismo, el resurgimiento de una nueva moral y formas disfrazadas del antiguo poder avanzaban hacia el futuro cogidas de la mano. La observación de Alexis de Tocqueville, el ansia de libertad nacida de la Revolución Francesa, fue remplazada poco después por el confort de la igualdad y la riqueza. Y sin embargo, una estrella brillante guió a las sociedades poscomunistas a través del difícil periodo de transformación y la caótica fase de la reforma, de anarquía reformista y de los arranques anacrónicos en pro de la restauración: el regreso a Europa.

Polonia y Hungría, la República Checa y Eslovaquia, Estonia y Letonia, Lituania y Eslovenia, Rumania y Bulgaria, y por supuesto, Croacia y Macedonia, Albania, Serbia y Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Montenegro habían siempre pertenecido a Europa. Estos países nunca formaron parte de otro continente. Aquellos que definen Turquía como un país europeo buscan en realidad añadir este país candidato a la lista de naciones europeas; después de todo, Turquía fue uno de los miembros fundadores del Consejo Europeo. Pero en cuanto a los países poscomunistas, su aspiración de «regresar a Europa» no hacía sino manifestar el deseo de las nuevas élites y de la mayoría de la población de reunirse lo más rápidamente posible, con una Europa integrada. Invocaban una civilización común con idea de ser reconocidos como iguales políticos. La sed de adhesión a la Unión Europea formaba parte de un programa político constituido sobre una identidad cultural. El poder de la libertad y de la solidaridad que había culminado con las revoluciones de 1989 era interpretado como el fundamento de los valores compartidos de la comunidad política que habían comenzado a emerger en Europa Occidental a partir de la creación de la Comunidad Económica Europea en 1957. Hasta que la CEE no se rebautizó como Unión Europea en 1993, no se logró un verdadero sentido de pertenencia a Europa, que iba mucho más allá del aspecto económico. La ampliación del Este ha sido la fórmula estratégica de este proyecto de civilización. El Este de Occidente debía reintegrar la casa común europea.

rebelión contra el régimen totalitario. El levantamiento de los trabajadores de la RDA en 1953, la revuelta polaca de 1956, la revolución húngara de 1956, la Primavera de Praga de 1968 – que se consideran los principales eventos que marcaron la insistente resistencia – contra un orden artificial e inhumano. Los símbolos de la disidencia y la resistencia fueron entre otros, la literatura samizdat (en ruso, «auto-publicación»), la rebelión, las revueltas, la emigración y los refugiados, los movimientos a favor de los derechos del hombre y «Solidarność». A las formas tomadas por la oposición, podemos estimar hasta qué punto la credibilidad moral y la autoridad política del régimen comunista se volvieron permeables. El comunismo fue un sistema de poder desprovisto de legitimidad. Estaba avocado al fracaso porque nunca fue un sistema logrado.

II. EL DIFÍCIL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN

Tras la caída del totalitarismo comunista, la transformación continuó en todos los países concernidos. Los levantamientos posrevolucionarios eran tan habituales como las luchas entre la antigua nomenclatura y los nuevos conceptos de autoridad, reforma y repartición de poder. Se encadenaron tantas revoluciones como procesos de reequilibrio y de autoridad pública tuvieron lugar. La autoridad del Estado debía redefinirse: la libertad y la autoridad requerían una nueva medida. El nuevo orden poscomunista y postotalitario necesitaba nuevos jefes. Durante el periodo que sucedió al comunismo se produjo una profunda transformación de las personalidades pertenecientes a la esfera pública al mismo tiempo que se pusieron en marcha las medidas estructurales de transformación. Muchos dirigentes poscomunistas jamás habrían participado en la vida pública si los regímenes totalitarios hubieran sobrevivido. Muchos de los nuevos dirigentes eran – y todavía son – de una autenticidad y naturalidad sincera. Mantuvieron la promesa de «vivir en la verdad», por citar la descripción que Václav Havel hacía respecto al deseo de liberar las sociedades totalitarias. Sin embargo vivir en la verdad significaba también convivir con aquellos que habían rebajado la verdad al rango de servir a sus aspiraciones al poder y que habían violado los derechos del hombre en nombre de su ideología. Vivir en la verdad no fue nunca una expresión absoluta o abstracta. Fue un criterio relacional que pretendía redefinir la moral pública, el civismo y el compromiso político en unas complejas circunstancias en continua

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10 11L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

La revuelta contra la opresión totalitaria aunó a numerosos individuos y grupos de lo más heterogéneo. No todos sin embargo, permanecieron en la vida pública tras la caída de los regímenes comunistas. Muchos partidos políticos vieron la luz en el contexto de las sociedades poscomunistas. Participaron en el proceso de transformación y le dieron forma a la vez que se dejaron a sí mismos modelar por las circunstancias. Algunos partidos políticos no sobrevivieron mucho tiempo después de 1989. Otros sin embargo, siguen hoy presentes en la escena pública de sus respectivos países. Las fuerzas sociales a las que representan se hacen eco de las pretensiones antitotalitarias y esperan lograr la normalidad después de la transformación. Aquellos que ocupan altos cargos públicos tratan de traducir las ideas y aspiraciones del segmento de la sociedad a la que representan, donde hunden sus raíces.

Sin embargo, las transformaciones sociales y políticas no son ni mucho menos, un proceso mecánico que gira entorno al poder y la reconstrucción. Los procesos sociales y políticos reflejan igualmente la evolución generacional de la sociedad. A menudo los pensionistas suelen ser considerados como los grandes «perdedores» del proceso de transformación poscomunista. Su potencial económico estaba ligado a sistemas económicos derrotados. Su cultura sociopolítica no era más que un reflejo de del antiguo orden totalitario. Algunos fracasaron en este orden. Otros sin embargo se sintieron liberados y aliviados cuando lo vieron desaparecer. Muchos han tenido que enfrentarse a la nueva realidad. La situación de las jóvenes generaciones era diferente. Aquellos que nacieron en 1989 participaron por primera vez en las elecciones al Parlamento Europeo de 2009. Los tiempos han cambiado y ellos han cambiado con él. Las generaciones más jóvenes de la época pos totalitaria de Europa forman a partir de ahora de una normalidad consolidada aunque sus raíces pertenezcan no obstante a las estructuras y vestigios del pasado comunista de sus respectivos países, sociedades y familias.

Una parte de esta experiencia general procede de la naturaleza opresiva del comunismo totalitario. La evolución actual de la cultura política en toda Europa no puede ni debe borrar la memoria de este infierno histórico. Las víctimas de los totalitarismos, que perecieron en nombre de la ideología comunista merecen un lugar en nuestra memoria. Las jóvenes generaciones que hoy viven libres, disfrutarán de una libertad más plena aún si no se olvidan de este sombrío episodio de su Historia nacional. La aparición del comunismo totalitario tuvo sus causas, y su declive, sus consecuencias. Igualmente la generación de 1989 tiene derecho a saber qué sucedió antes de que

En 2004 y 2007 este sueño se hizo realidad para diez países postcomunistas: Polonia, Hungría, República Checa, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania se adhirieron primero a la UE – junto a Chipre y Malta – y Bulgaria y Rumania les siguieron después. Estos países sufrieron un proceso de transformación intenso y pluridimensional cuando las dictaduras comunistas fueron derribadas. Las estructuras constitucionales e institucionales se vieron afectadas, así como la estructura económica y el tejido social. El carácter individual de cada una de estas sociedades o de cada uno de estos países se había reforzado, constituyendo así un también un aspecto de la voluntad de volver a una Europa plural y diversa, base de su proyecto de unificación. La Unión Europea se convirtió en el marco de referencia de cada país y cada sociedad. Sin embargo la UE no es un entramado centralista capaz de minar la diversidad cultural y nacional sino todo lo contrario. Ofrece a cada uno de sus Estados miembros el contexto adecuado para que puedan realizarse en su individualidad y su diversidad. Esto sucedió con cada Estado miembro que acabó con el comunismo totalitario hace menos de veinte años. La UE ha ayudado a estos países a preservar e incluso reforzar su individualidad. La Unión Europea apoya y protege la diversidad, como muestra la presencia en el Parlamento Europeo de las lenguas maternas de cada uno de sus Estados miembros.

III. LA GENERACIÓN DE 1989

El proceso de transformación de todos estos países, gobernados y maltratados por un régimen totalitario, no fue ni rápido ni fácil. Hará falta probablemente más de una generación para superar todas las trabas heredadas del totalitarismo, especialmente en la cultura política. El totalitarismo esconde además otros rasgos tras su apariencia y su imagen repugnante e intolerante. Los totalitarismos destruyen el alma del pueblo y desnaturaliza los corazones y las costumbres. Hace falta mucho tiempo para olvidar esta historia de seducción y de terror. El proceso de cura afecta a múltiples dimensiones, que no son simples ni agradables. Sin embargo con la adhesión a la Unión Europea, los antiguos países totalitarios que «regresaron a Europa» han ido poco a poco encontrado claramente su remanso de paz.

La adhesión a la Unión Europea nunca fue un proceso abstracto ni se presentó como una operación anónima. Fue promovida por los actores políticos y serán ellos mismos quienes le darán forma en el futuro.

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12 13L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

ellos hubieran nacido y porqué aún hoy siguen viviendo las consecuencias. Esta obra está dedicada a esa generación del 89 procedente de los países de Europa central y oriental.

Los orígenes, la estructura y la desaparición del totalitarismo comunista en Polonia y en Hungría, en la República Checa y en Eslovaquia, en Estonia y en Eslovenia, en Letonia y en Lituania, en Bulgaria y en Rumania, se tratan en este libro. Sus páginas narran la desaparición de un sombrío pasado que deja paso paulatinamente a una vida dulce dentro de la Unión Europea. Pero el objetivo de este libro es también ayudarnos a recordar lo que sucedió y la razón por la que sucedió. Europa afrontará mejor su futuro si asumimos nuestro pasado. Hoy se trata de un futuro compartido en aras de una construcción europea común. Es la comunión de toda una serie de valores basados en la valentía, la sabiduría y la inmensa visión de aquellos que derrocaron los regímenes comunistas y reinstauraron la autoridad pública fundada sobre la libertad, el Estado de derecho, la democracia y la solidaridad. Estas páginas hablan sobre todo de la contribución de hombres y mujeres que se sumaron, crearon y dieron forma a los movimientos y los partidos democristianos y conservadores en medio de las turbulencias. Sus movimientos y partidos políticos respectivos pertenecen a una amplia «familia política» unida a la moral y los valores cristianos de la libertad, y que se agitaron sobre todo en nombre de la dignidad humana, del Estado de derecho, de la libertad y de la solidaridad, de la democracia y de la economía de mercado.

El 13 de febrero de 2007, el Presidente del Parlamento Europeo, el alemán Hans-Gert Pöttering, declaró en su alocución de investidura: «Se nos juzgará sobre la manera en que relancemos la Unión Europea de forma durable y seguramente sobre la unificación europea. Se espera de nosotros, hombres y mujeres políticos, que juguemos un papel de jefe de filas. […] Nos debemos concentrar en lo esencial. […] Necesitamos, sobre todo, una Europa que crea en ella misma, cuyos valores signifiquen su fuerza y que se sienta en condiciones de presentarse como un sólido socio en el mundo». Los diferentes capítulos de esta obra muestran porqué estas palabras tienen hoy un valor y un sentido para cualquier ciudadano de la Unión Europea.

Una Europa que cree en ella misma y se apoya en sus valores para seguir creciendo es una Europa sensible a la oscura sombra de su pasado totalitario y es además, una Europa orgullosa por haber reconquistado su libertad. La historia de la reunificación de Europa es un relato conmovedor que nunca deberíamos olvidar y que merece ser contado una vez tras otra.

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BULGARIA: INTENTOS FALLIDOS Y ÉXITO DE LA SEGUNDA REVOLUCIÓN

Evgenii Dainov

República de Bulgaria - Република България

Superficie: 111.002 Km²

Población: 7.717.200 (2006)

Capital: Sofía

Lengua oficial: Búlgaro

Moneda: Lev (BGN)

Régimen político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 2007

I. INTRODUCCIÓN

Tras numerosos intentos fallidos a principios de los años noventa, Bulgaria llegó a ser una democracia parlamentaria estable y relativamente previsible, que dotada de las bases fundamentales de la economía de mercado, fue evolucionando en un contexto de estabilidad financiera y vigoroso crecimiento. Aunque los problemas importantes residen sobre todo en el entramado jurídico y judicial y también en lo relacionado a las capacidades administrativas y la responsabilidad gubernamental, Bulgaria no ha atravesado sino con éxito los riesgos de la «transición» y ha asumido plenamente su nueva identidad de miembro de pleno derecho de la OTAN y de la UE. Las claves de la estabilidad democrática en Bulgaria residen en el alcance de ciertos valores fundamentales.

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16 17L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

invitada a retomar el sitio de los otomanos. Razones por las que los búlgaros tardarían mucho tiempo en alcanzar la firmeza suficiente como para formar un Estado-nación soberano.

El programa de liberación nacional difería del de las naciones circundantes. En lugar de dejarse llevar por el irredentismo, se estudió concienzudamente el programa de Mazzini y Garibaldi. El enemigo no era un grupo étnico sino un entramado político - no «el turco», sino «el sistema despótico y tiránico vigente». En virtud de lo cual, la vida política en el futuro de la República reposaría sobre los principios de la concordia, la fraternidad y la total igualdad. Este hecho marcó la tradición política búlgara que desde sus inicios fue profundamente democrática, independiente, con conciencia europea y en absoluto xenófoba. La prueba es que los miembros de la comunidad turca tendrían una fuerte presencia en todos los parlamentos democráticos constituidos después de la liberación e incluso hoy forman parte del Gobierno por segunda vez consecutiva.

El programa de Liberación inspiró el levantamiento nacional de 1876. Esta revuelta, reprimida ferozmente por las tropas irregulares turcas, provocó el tumulto en Europa. Rusia, ávida de venganza tras su derrota después de la guerra de Crimea en 1854, declaró una guerra a Turquía que arrastró a duras penas hasta 1878, pero las medidas desplegadas para hacer de Bulgaria un país satélite acabarían fracasando y Bulgaria se embarcará en el siglo XX con la ambición de imponerse como potencia europea intermedia.

En el terreno de la economía se perfilaban otras tendencias. La liberación trajo consigo una grave crisis económica, que provocó la pérdida de los mercados protegidos, de los que se beneficiaban los comerciantes e industriales búlgaros. Al igual que los emprendedores no podían beneficiarse de los créditos, el Estado necesitaba por su parte, grandes cantidades de bienes manufacturados para construir escuelas, equipar a unas fuerzas armadas recién creadas y poner en marcha la administración. El Estado intenta resolver esta crisis de crédito y asegurar por sí mismo la financiación a los productores. Durante los primeros decenios del siglo XX, la economía búlgara no alcanzó el mismo nivel de modernidad (fue menos «europea») que su política: dependía de las peticiones del Estado. Los actores económicos en lugar de basar su crecimiento en la búsqueda de mercados, comienzan a satisfacer sus necesidades sirviéndose directamente del Estado y comienzan a formarse poco a poco las redes de corrupción. La deformación de las estructuras de incitación económica puso en marcha las condiciones necesarias para que la población comenzara a sentirse fascinada por las doctrinas colectivistas y estatistas, lo que arrastró paulatinamente a la sociedad hacia la dictadura. Sin embargo, la cultura política existente cuida de que los búlgaros, tentados a veces por ideales extremistas, no se adhieran plenamente a ellos.

En primer lugar, la ausencia, algo poco frecuente en la región de los Balcanes, de cualquier atisbo significativo de pretensiones nacionalistas o xenófobas. El despertar democrático comenzó a mediados de los años 80, fruto de la represión de la minoría turco-musulmana en manos del Gobierno, aunque también es cierto, que la nueva cultura política se estructuró desde el principio alrededor de derechos políticos y no étnicos, religiosos o culturales.

En segundo lugar, el consenso nacional que se formó en torno a la democracia parlamentaria. Las instituciones democráticas sobrevivieron a gobiernos débiles, a los asaltos periódicos del crimen organizado, a dos seísmos económicos y a dos revoluciones. Todo problema mayor que alcanza la escala nacional es llevado ante las instituciones de la democracia representativa y se trata respetando los procedimientos definidos. En tercer lugar, desde 1997, la ambición de convertirse en miembros de pleno derecho de la UE y de la OTAN, ansiada por toda la nación, suplantó cualquier otra consideración. Cuando se ha tratado de consentir sacrificios durante la crisis en el vecino Kosovo y, acto seguido, después de 2001, en el marco de la lucha internacional contra el terrorismo, siempre se ha impuesto la opción pro-occidental, tanto en el seno del Gobierno como en el de la opinión pública. En cuarto lugar, Bulgaria alberga a la sociedad civil más dinámica de Europa del sudeste, junto a una prensa impresa y electrónica tan desarrollada que no tiene ni punto de comparación en todo el territorio perteneciente al antiguo Pacto de Varsovia. Todos estos factores protegen al país contra las oligarquías, los gobiernos irracionales y la injusticia sistemática.

II. DE LA INDEPENDENCIA AL TOTALITARISMO

Reconocido Estado independiente por el Imperio Bizantino tras la firma en el año 681 d.C. de un tratado de paz, Bulgaria conoció un periodo de plenitud imperial antes de estallar bajo los golpes de los invasores otomanos a finales del siglo XIV. Bulgaria se forja a mediados del siglo XIX, una posición en primer plano dentro del Imperio Otomano, tras unos primeros siglos de zozobra. Con poco más del 10% de la población del Imperio, los emprendedores búlgaros controlaban no menos de una quinta parte de los intercambios imperiales así como buena parte de su producción manufacturera, antes de que un periodo de relativa anarquía viniera a perturbar la estabilidad de los comercios y las empresas. Los búlgaros reaccionaron a la creciente inseguridad enunciando dos grandes principios políticos. El primero era que la seguridad no era posible en el seno del Imperio. El segundo, que ninguna gran potencia debería ser

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18 19L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

desmantelados para dar paso a un tribunal popular nacional único que juzgaría a 10.000 acusados y pronunciaría 2.600  condenas a muerte durante el año de 1945. Estas condenas afectarían a una gran parte de los hombres políticos pertenecientes al régimen anterior al comunismo, así como periodistas, intelectuales, jefes religiosos e incluso artistas. Más de 23.500  personas fueron deportadas a campos de concentración y otras 50.000 «internadas» en lugares remotos hasta 1989.

III. EL IMPACTO DEL COMUNISMO (1940-1980)

Bulgaria fue el único miembro del Pacto de Varsovia que no contó con ninguna unidad del Ejército Rojo basada en su territorio después de 1947. El Kremlin determinó que Bulgaria era un país «seguro» y en efecto se mostró menos turbulento que otros satélites soviéticos. Varias razones justifican este hecho.

La primera es que la ola de terror sin precedentes que barrió el país entre 1944  y 1947 y que insatisfecha de haber aniquilado las élites existentes antes de la guerra, provocó en el pueblo un pánico real. Un miedo que los colectivos de tierras se encargarían de promulgar posteriormente, cebándose con el 80% de la población, a través del mantenimiento de campos de concentración, hasta 1963, con amenazas de «reclusión» en parajes recónditos, actitudes discriminatorias con los hijos de los «vestigios burgueses» y a través de mantenimiento de un policía política y de un partido comunista que sería el más importante que en todo el resto del bloque soviético. El segundo motivo es que amplios sectores de la sociedad búlgara se dejaron seducir, al principio en todo caso, por un programa de «modernización sin capitalismo», una idea que contaba con un amplio respaldo desde la década de los años 20. La tercera razón está relacionada con el control soviético que la URSS ejercía en todos los niveles de la vida práctica. A partir de 1949, los ministerios e instituciones del Estado (incluidas las fuerzas armadas, los servicios secretos y la policía) se llenaron de «expertos soviéticos» que fueron situados además en puestos estratégicos. Bulgaria se convirtió así en la década de los 50, en el país satélite más servil de Moscú, hasta un punto que incluso Gran Bretaña se plantea seriamente cerrar su embajada de Sofía en 1958 a razón de que Bulgaria era ya «una provincia rusa».

Motivados por un clima de desesperanza, los búlgaros se desviarán de las cuestiones públicas para favorecer no solo sus propios bolsillos sino también las penurias crónicas de la economía soviética,

Los extremistas agotaron al país sobre todo durante el periodo de entreguerras. Dos golpes de Estado militares (1923 y 1934) minan al país de partidos y democracia representativa. La falta de representación arrastra violentas turbas en las campañas e instaura las bases de un levantamiento fallido en 1923. Los alborotadores comunistas explotaron la frustración de las masas y proclamaron el estallido de una insurrección fundada sobre las bases del terror, que conoció su apogeo con el atentado bomba contra el rey y su círculo en 1925. Aunque la explosión en una iglesia abarrotada no alcanzó al rey, se llevó por delante la vida de más de 160 personas e hirió de gravedad a otros 500. Fue el acto terrorista más sanguinario hasta el atentado de Oklahoma City en 1995. El Gobierno respondió con más de 6.000 arrestos.

La situación política no consigue retomar una orientación claramente democrática y el país fracasa en el intento de instaurar una moderna economía de mercado. Sin embargo, Bulgaria, nacida de los principios democráticos e igualitarios, no engendró ni un régimen autoritario ni permitió el desarrollo de un movimiento fascista o nacional-socialista potente.

Los búlgaros, yendo a contracorriente de una buena parte de Europa preservaron también los valores de una sociedad multicultural. Y si el país se convirtió en aliado de Alemania en 1942, rechaza acatar las órdenes nazis de deportar a sus 50.000  judíos a los campos de concentración del norte de Europa. Unos años más tarde, en su célebre «Eichmann en Jerusalén», Hannah Arendt recupera la frustración de los informes alemanes de la época, que lamentaban la falta de comprensión de los búlgaros del problema judío.

Durante todo el verano de 1944, varios gobiernos de coalición intentaron salir del eje y negociar la paz con los aliados pero sus deseos chocaron con la intransigencia de los soviéticos. Aunque Bulgaria cortó sus vínculos con Alemania e incluso le declaró la guerra, esto no impidió que Rusia le declarara también la guerra al país balcánico. En la noche del 8 de septiembre, oficiales afines al régimen soviético harán estallar un golpe de Estado que desembocará, tan solo un día después, el 9 de septiembre, en la proclamación de un Gobierno dirigido por el Frente de la Patria, organización rebelde compuesta en su mayoría por comunistas.

La sombra de la violencia del totalitarismo planea sobre Bulgaria inmediatamente después. Entre el mes de septiembre y finales del año 1944, los tribunales populares locales consiguen, sirviéndose de miembros comunistas, ejecutar a unas 18.700  personas. Estos tribunales fueron rápidamente

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asistencia a las mezquitas. Lleva a cabo toda una campaña de eslavización de los patronímicos de procedencia musulmana y llega incluso a renombrar a posteriori a las personas fallecidas. Aunque el régimen negaba estas prácticas de cara al mundo exterior, dentro de Bulgaria, afirmaba que los turcos del país constituían una quinta columna teleguiada por la vecina Turquía, que preparaba la anexión de la mitad meridional del país.

Esta ofensiva no alcanzó los objetivos políticos deseados. La población rechazó sumarse a la causa del Partido Socialista Búlgaro (PSB) y tomar partido contra los turcos como se hizo una generación atrás con los judíos perseguidos. En la primavera de 1989, el régimen, presa del pánico, intenta una última maniobra desesperada para recluir a la minoría turca al lugar a donde pertenecían, al otro lado de la frontera. Este hecho provocó un desmembramiento posterior que tuvo como consecuencia un golpe de gracia a la economía comunista mientras que la comunidad internacional conmocionada sumió a Bulgaria en el aislamiento. Mientras caía el muro de Berlín el 10 de noviembre y miles de búlgaros corrían por las calles pidiendo la libertad, el viejo líder comunista Živkov era destituido por el Comité central. La experiencia comunista había desembocado en la bancarrota, esta vez de forma definitiva.

IV. LA RESISTENCIA (1944-1989)

A causa de la ferocidad del régimen y en consecuencia del importante apoyo que recibió durante la década de los 60, la resistencia fue esporádica e ineficaz. Es más, el control total sobre la información y la memoria histórica hacen que en el momento en el que la generación de posguerra alcanzara la edad adulta, las primeras tentativas de resistencia hubieran quedado ya olvidadas. Hoy, comenzamos apenas a darnos cuenta de que la resistencia inicial al régimen fue mucho más determinante en Bulgaria que en cualquier otro país socialista.

A lo largo de la Historia, los búlgaros han respondido a la opresión, refugiándose en las montañas y los bosques para reorganizarse en grupos armados contra los ocupantes. Este ciclo se repitió tras la toma de poder par los comunistas, el 9 de septiembre de 1944. Miles de búlgaros se esconderán en las montañas para librarse de la violencia y de los pelotones de ejecución. Pronto, formarán grupos armados de guerrilla, dando lugar así al movimiento de resistencia denominado «goryani» (gente del bosque). Será un movimiento que continuará activo durante un decenio y que, aunque las cifras

que se irá desintegrando progresivamente. Hasta el año 1960, los analistas extranjeros situaban a Bulgaria en primer lugar por delante de Grecia, Yugoslavia y Polonia, en términos de prosperidad económica, de infraestructuras y de «organización en general». Las limitaciones del modelo soviético de industrialización quedan por tanto al descubierto en la década de los 60, dejando a su paso una rápida degradación del nivel de vida. El fallo procedía del hecho de que el régimen se sustentaba en el crédito occidental y soviético al mismo tiempo y había acumulado una deuda exterior considerable. Y cuando Moscú reclamó su dinero a finales de 1950, el dirigente búlgaro, Todor Živkov (al mando del país de 1953 a 1989) cedió al Kremlin, en secreto, las reservas de oro del país. Sin embargo ahí no acabó la cosa: en julio de 1963, con idea de resolver el problema y acabar con las pérdidas, Živkov propone la disolución de Bulgaria para integrar la URSS como decimosexta república. Rara vez se ha ilustrado de forma tan clara el carácter antinacionalista del comunismo. Temiendo las consecuencias geopolíticas, los dirigentes soviéticos rechazan la propuesta, pero Živkov no se da por vencido e insiste de nuevo en 1970. Efectivamente Bulgaria no garantizaba el pago de su deuda de cara a Moscú y en 1973 el dirigente búlgaro plantea una vez más la cuestión de la integración recibiendo una nueva negativa. Con idea de mantener a flote su satélite, los dirigentes soviéticos deciden apoyar la economía búlgara dándoles productos agrícolas – equivalentes a 600 millones de dólares por año – y garantizándoles el suministro de petróleo al precio establecido dentro de la Unión Soviética. El funcionamiento de la economía búlgara dependerá desde ese momento del mercado soviético, dados los bajos precios de las exportaciones y los carburantes.

Una vez disipado el temor a la bancarrota gracias a la ayuda de Moscú, el Gobierno búlgaro decide comprometerse con un nuevo movimiento de industrialización a gran escala. EN 1987, el país era de nuevo incapaz de garantizar el pago de su deuda a la URSS y ésta, ya bajo el mando de Mijaíl Gorbachov, pone fin a la entrega de los productos agrícolas y al aprovisionamiento energético a buen precio. El país sufre entonces graves penurias ante la falta de combustible y electricidad.

Aunque aún no había un clima verdaderamente revolucionario, los comunistas eran conscientes de que poco a poco perdían el apoyo de los búlgaros a causa de la degradación de las condiciones de vida. El régimen, incapaz de reimpulsar la economía, trató de desviar la atención de la sociedad, afirmando que el enemigo hereditario estaba a las puertas del país. Durante el invierno de 1986-1987, estalla una terrible ola de represión contra la minoría turca, que constituía un octavo de la población y decide prohibir el idioma, vestimenta tradicional y rituales turcos, así como la

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vuelta a la calma, si conviene, adoptar una perestroika». Todos se dieron cuenta de que aquellos que aspiraban al cambio tendrían que poner las miras fuera del partido.

Se puso en marcha la eslavización de los patronímicos turcos, que suscitó tanto la resistencia general como la solidaridad y simpatía por las víctimas de la opresión. Estas medidas harán tambalear el Gobierno y revelarán su debilidad a ojos de todos. En 1988, la resistencia se hace por fin con el control de la capital, donde fue creado el Club de Glasnost y de la Perestroika, y donde sus miembros no serán apresados sino reenviados. Se rompieron las barreras y a finales de año, numerosas organizaciones opuestas al régimen, vieron la luz. Entre ellas, la confederación sindical «Podkrepa» (apoyo), inspirada en el sindicato polaco Solidaridad. Aunque los medios oficiales no se hicieron eco de ninguno de estos acontecimientos, es cierto que se sabía en casi todo el país, y las organizaciones disidentes comenzaron a salir de sus escondites por decenas, lo que aceleró la debilitación del régimen. Los esfuerzos del régimen para demostrar su poderío se volvieron un arma de doble filo, de modo que la presión y el aislamiento a la minoría turca, por ejemplo, tuvo el efecto contrario al deseado, al igual que tantos otros desencuentros como aquel en el que la vieja guardia arrestó a un grupo de estudiantes que celebraba el aniversario de la muerte de John Lenon.

El 3 de noviembre de 1989, grupos de oposición se reunieron y caminaron hasta el Parlamento con idea de presentar una petición medioambiental. Muy pronto los cantos de decenas de miles de manifestantes «traicionarían» la ecología para convertirse en proclamas políticas que reivindicaban la «libertad» como la exigencia más apremiante. Las autoridades se veían desbordadas por la profundidad acontecimientos. Una semana más tarde, el Partido Comunista desesperado destituirá a su líder, Todor Živkov. El 7 de diciembre, nació la Unión de Fuerzas Democráticas (UDF), creada a partir de los movimientos disidentes y en enero, se declaró preparado para tomar las riendas del Gobierno, en manos hasta entonces del Partido Comunista. El régimen comunista se mostró incapaz apaciguar la tempestad. La ola de cambio que había atravesado Europa se lo había llevado por delante, como al resto.

V. EL CAMBIO DE RÉGIMEN (1989-1997)

Bulgaria es el único país europeo firmante del antiguo Pacto de Varsovia que no pudo llevar a cabo la transición de una sola vez. Tuvo que sufrir dos desastres económicos, atribuidos a gobiernos dirigidos por antiguos miembros comunistas y asumir dos revoluciones políticas, una de 1989 a 1990 y la otra de 1996 a 1997.

sean contradictorias, es cierto que llegaron a agrupar a unos 2.000 hombres armados, que contaban con el apoyo de unos 10.000 auxiliares, organizados en 28 grandes divisiones y decenas de unidades más pequeñas. De los archivos se extrae que el perfil político de estos «goryani» reunía la totalidad de las opiniones presentes en el espectro político: agricultores, antiguos miembros comunistas, trotskistas, nacionalistas, demócratas e incluso anarquistas. El movimiento se vio además reforzado a finales de los años 40, con la llegada de campesinos que huían de la colectivización.

A partir de 1952, más de la mitad de los goryani habían sido eliminados por el régimen, y el movimiento comienza a debilitarse, disolviéndose tres años más tarde, en 1956. Su desaparición permitió al Gobierno llevar a cabo la colectivización de tierras, que se había visto interrumpida. En 1958, el Congreso del Partido Comunista declaró que el socialismo había triunfado de forma completa e irreversible en Bulgaria. El país comenzó a estabilizarse a finales de la década de los 50. Las tierras se habían colectivizado, cualquier posible oposición, aplastada y además se deportó a todas las familias «burguesas» de las ciudades para evitar turbas futuras. Fue una operación que junto a determinados acontecimientos exteriores, logró con éxito la sumisión del pueblo búlgaro. El levantamiento alemán de 1953 y la Revolución Húngara de 1956 habían demostrado que «el oeste» no intervendría.

La resistencia se convirtió en un acto de sacrificio individual. El doctor Ivan Georgiev, fundador el Partido Nacional Revolucionario, de Bulgaria acabó en prisión. Lo mismo sucedió con los intelectuales que distribuirían octavillas favorables a la revolución húngara. La misma suerte corrieron unos estudiantes que en 1968 mostraron su empatía a la Primavera de Praga. Estos actos de resistencia individual se repitieron a lo largo de la década de los 70 y terminarían siempre con el encarcelamiento sistemático de los disidentes. En 1985, dos disidentes de la vieja guardia fueron asesinados en la prisión de Pazardjik.

En cualquier caso, por aquellos tiempos ya había cambiado la situación política. La generación urbana de posguerra había alcanzado la madurez suficiente como para darse cuenta de que la vida, además de imprevisible era precaria y cada vez más indigna. Desde el extranjero llegaban noticias de las continuas derrotas soviéticas en Afganistán y del auge de movimientos de resistencia en Polonia. Los miembros de esta generación, percibían el socialismo cada vez más como una aberración y aspiraban al cambio. El régimen, sin embargo, se negaba a replegarse y a presentar reformas sobre el modelo de la perestroika soviética. En un discurso pronunciado en el verano de 1987, Živkov declaró: «Camaradas, hemos decidido dejar pasar la tormenta y ver que, una vez de

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democráticas las que pasaban a la acción. De hecho, serán éstas las que convenzan a los nacionalistas, tras un diálogo entre las partes interesadas, de crear un Comité de Reconciliación Nacional para enterrar todas las diferencias que pudieran existir en el seno de la población. Los líderes nacionalistas, estando en el candelero y arrastrados por el proceso democrático, fracasarán a la hora de desarrollar un argumento convincente y huyen, abandonados por el gran público, justo una semana después de que las negociaciones con la oposición dieran comienzo a principios del mes de enero.

Los búlgaros se entregaron en cuerpo y alma a dichas negociaciones de la Mesa Redonda. Las reflexiones sobre los procesos democráticos contribuirían a descartar toda consideración étnica y cualquier sueño de grandeza nacional. Bulgaria se libra de esta manera de la «tentación yugoslava» y la Mesa Redonda permitió al fin poner en marcha el reto de la «tercera vía». El PSB entabló las negociaciones con la intención de sustituir la democracia pluralista por la «unidad nacional», remplazando así las reformas favorables al mercado por una «economía mixta», fundada sobre los pilares de la «propiedad social», con la clara intención de que el poder siguiera en manos comunistas. Al final, no obstante, la UDF consiguió imponer sus ideas. Bulgaria sería una república democrática parlamentaria que se comprometería con una economía de mercado. En abril de 1990, Bulgaria se había por tanto librado del modelo de desintegración yugoslava así como de la tercera vía a la rusa, que habría hecho de ella una oligarquía fundada sobre las antiguas élites comunistas. El país, ávido de cambio, evita dar un paso atrás y comienza su transición.

Por desgracia para los reformadores, las elecciones a la Gran Asamblea Nacional organizadas en junio de 1990 fueron pospuestas por los comunistas, que habían adoptado otro nombre hacía poco tiempo. Numerosos manifestantes se reunirán cada día en Sofía para manifestarse contra estos resultados. Las agrupaciones estudiantiles, que crecían en número por día, decidieron ocupar las universidades en primera instancia hasta que llegaron a la sede del Partido Socialista (ex comunista), el 29 de agosto, sitiándolo y quemándolo. Como consecuencia de la terrible escasez alimentaria y a la inutilidad del sistema de racionamiento puesto en marcha por el Gobierno socialista para hacerle frente, se declaró un huelga nacional que tumbó al Gobierno a principios del mes de noviembre. Se puso en pie un gobierno de «salvación nacional», compuesto por socialistas, agricultores y miembros de la UDF que optaría por liberalizar los precios y al final de algunos tropiezos, los productos alimentarios harían su reaparición en los mercados. En otoño la Asamblea Constituyente promulgó una nueva Constitución antes de pronunciar su propia disolución. Las elecciones que siguieron, calificadas de justas y legítimas

Las razones de los altibajos de esta evolución son fácilmente identificables. Mientras que en el terreno político la situación evolucionaba rápidamente y en la buena dirección, en el plano económico, los búlgaros permanecían reticentes, como lo habían sido desde los años 20, a lanzarse a las aguas turbulentas de la economía de mercado. Los mismos reformadores, tanto búlgaros como extranjeros, no tenían las ideas muy claras sobre el calendario a prever y no consiguieron convencer a los ciudadanos ordinarios de que era preferible demoler lo más rápido posible las fábricas y otras infraestructuras industriales edificadas durante la era socialista que de mantenerlas. De hecho, mientras Polonia se doblegaba ante reformas draconianas y los checos se aplicaban para seguir esta vía, la tarea de convencer a los búlgaros de la necesidad de hacer reformas profundas, fue imposible.

En la arena política y en el seno de la sociedad civil, las cosas avanzarán rápidamente tras la caída del Muro de Berlín. A mitades de noviembre de 1989, los medios eran libres. Cada día, manifestantes en masa atravesaban las ciudades y a partir de 1990 una mesa redonda internacional, en la que el Partido Comunista y la UDF negociarían la instauración de la democracia, se pondría manos a la obra. La rápida instauración de instituciones fundamentales para la consolidación de la democracia aleja la amenaza de una posible guerra civil.

Sin embargo un potencial baño de sangre no era el único bache en el camino. Ni tampoco el más peligroso, en la que se sumirían la mayor parte de las repúblicas soviéticas, tentadas de evitar la democracia en nombre de la unidad nacional y de instalar en su lugar regímenes oligárquicos autoritarios fundados sobre la continuidad de las élites. Esta opción, definida más adelante como «tercera vía» sobrevivió a todo este periodo a manos del Partido Comunista de Bulgaria (socialista a partir de 1990), el PSB.

El segundo obstáculo, la confrontación étnica, fue el primero en desatarse. En La víspera de la noche de Navidad de 1989, el régimen promulga un decreto autorizando a los miembros de la minoría turca a recuperar sus nombres musulmanes si así lo deseaban. Ciertos responsables locales, que habían estado íntimamente ligados a la represión contra los turcos, rechazaron el texto. Sintiendo que la única manera de eludir sus responsabilidades era agitar el espíritu nacionalista, a través de manifestaciones cotidianas donde blandirían el eslogan de « ¡Bulgaria para los búlgaros! »; pillados desprevenidos por esta rebelión en sus propias filas y conscientes de que una parte de la población apoyaba a los nacionalistas, los diferentes niveles de poder se cuidarán en no intervenir. Afortunadamente, mientras el gobierno dejaba pasar la tormenta, eran las nuevas organizaciones

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irá expandiendo su tela de araña y los mafiosos camparán a sus anchas cometiendo toda clase de atropellos y asesinatos durante una década a partir de 1993, con el telón de fondo de la recesión económica.

Durante todo este tiempo el PSB será víctima de su propia propaganda. Antes de la aparición de los «demócratas», el partido había insistido a su electorado en que los problemas acaecidos a partir de 1990 no eran más que dificultades económicas pasajeras que se habrían podido evitar fácilmente si no hubieran desembocado en la crisis por la mala gestión de los «demócratas». En 1994 esta idea se había ganado el corazón de los principales dirigentes del partido. El PSB desarrollará una nueva estrategia, en el que la democracia, defendida por una UDF vendida a los intereses extranjeros, no era otra cosa sino la expresión de la voluntad de sembrar deliberadamente la destrucción y el caos y por tanto, para traer al país de vuelta a la normalidad, la única solución lógica era restableciendo el papel prominente del Estado en la economía y la sociedad. En otros términos, Bulgaria no podía ser capitalista. EL PSB se encargaría además de redefinir los términos de negociaciones con el FMI y el Banco Mundial cuyos préstamos habían sustentado a duras penas la economía desde 1990. Un Gobierno socialista que contradecía a estas instituciones a renunciar a la estabilización financiera y a aportar fondos en favor de la producción nacional. En el terreno de la política extranjera, la prioridad será acordada a Rusia y a otros antiguos Estados soviéticos. En definitiva el PSB se comprometería a frenar la influencia de la cultura occidental.

Durante todo este tiempo la inflación rebasaba el 100% en 1994 y los salarios medios volvieron a situarse alrededor de los 65  dólares. Aunque la población sentía bien que la crisis comenzaba a despuntar, las conclusiones que se extraían de esta constatación eran las mismas que aquellas del PSB: las reformas eran la causa de todos los problemas, la solución pasaba por el retorno a una cierta forma de «normalidad» socialista. En las elecciones generales de diciembre de 1994, las terceras desde la caída del régimen comunista, los ex comunistas lograron un triunfo arrollador. De este modo, los búlgaros se sumaron a la tónica de Polonia y de Hungría que también registraron victorias electorales de los antiguos gobernantes de la Europa oriental.

Sin embargo, las cosas no volvieron a la normalidad como se esperaba. Mientras que el Estado restablecía el control de los precios y su control sobre la economía, el sector bancario registró pérdidas crecientes del 400% en el verano de 1995. La balanza de operaciones corrientes pasa de un excedente de 233 millones de dólares en 1994 a un déficit de 750 millones de dólares tan solo dos años más tarde. Los cereales y el pan desaparecen de las estanterías de los mercados y los planes de racionamiento hacen su reaparición. Los salarios medios, que ya habían disminuido en un 50% en 1994, vuelven a ser reducidos a la mitad y la avalancha sobre los bancos llevará a 19 de ellos al cierre durante el segundo trimestre de 1996.

por la UDF, pusieron en marcha un gobierno reformador, dirigido por el joven abogado Filip Dimitrov y fundado sobre una mayoría compuesta en parte por la UDF y por el recién creado partido representativo de la minoría turca, el Movimiento por los Derechos y Libertades (MDL).

Los resultados del escrutinio mostraban sin embargo que el Gobierno no contaba con un mandato claro de cara a una reforma de los fondos en aras de impulsar la economía nacional.

Los sondeos de opinión realizados durante este periodo evidencian la voluntad del pueblo búlgaro de encontrar una alternativa al capitalismo y justo a mediados de los años 90, de su convencimiento de que el Estado tendría que garantizar el empleo y los salarios a sus conciudadanos, una convicción por supuesto en vano con las reformas llevadas a cabo en Europa central.

El gobierno reformador logra restituir a sus propietarios los bienes inmobiliarios nacionalizados y las tierras colectivizadas. Por modestas que fueran, estas medidas aportarán sus frutos. Ya en otoño de 1992, las consecuencias de la integración de la economía (socialista) habían sido ampliamente superadas. Bulgaria se había convertido en un país solvente y exhibía reservas de cambio sin precedentes (1,2 mil millones de dólares americanos respecto a los apenas 150 millones en 1990). Los salarios mensuales se estabilizaron alrededor de los 100 dólares en comparación a los 80 dólares durante los últimos meses del socialismo. El sector privado naciente creó al menos 800.000 empleos tan solo en 1992. La inflación se redujo de un 400% a un 60% en un año. El Gobierno estaba a punto de concluir un plan de recuperación con el FMI y de emprender el mayor proyecto de privatización a gran escala en el conjunto de la economía. Bulgaria se convirtió en miembro del Consejo de Europa y comenzó el proceso de negociación de adhesión a la Unión Europea.

Cuando las primeras reformas dieron sus frutos, la población decidió que había tenido suficiente. El frágil consenso nacional sobre la «transición» se debilitó y en diciembre de 1992, el gobierno del UDF, abandonado por su aliado MDL, fue puesto en evidencia al finalizar un voto de confianza. El Parlamento sin embargo se negó a disolverse y antes que convocar nuevas elecciones, constituyó un gobierno «nacional» fundado sobre la «mayoría fluctuante». Este nuevo Gobierno paró las reformas e hizo que Bulgaria derivara hacia la «tercera vía». A falta de propietarios claramente identificados, la economía pasó de las manos del crimen organizado y a otros grupos mafiosos, que exprimirán a las empresas en beneficio de sus propios bolsillos, dejando al contribuyente la tarea de equilibrar las pérdidas multiplicadas por cuatro entre los años 1992 y 1993. Durante el mismo periodo el déficit del comercio exterior se multiplicó por diez y pasó de 86 a 900 millones de dólares americanos. El crimen organizado

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El atentado bomba incentivado por los comunistas contra la Catedral de Santa Nedelya en Sofía (1925) constituyó el acto terrorista más sangriento que el mundo conocía-ENLEVER hasta el atentado de Oklahoma, 70 años después.

Durante más de una generación, los ciudadanos búlgaros de cualquier profesión, son integrados periódicamente en las «brigadas de choque», nutriendo al Estado de mano de obra gratuita.

Toma de poder de las fuerzas armadas comunistas, el 9 de septiembre de 1944. EL régimen comunista hizo gala de haber integrado a la mujer para llevar a cabo arduas tareas, en las «brigadas de choque».

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A finales de los años 50, todos los paisanos son llamados a unirse a los kolkhozes. La dirección del Partido Comunista asiste a uno de los numerosos desfiles oficiales anuales.

Nikola Petkov, jefe de la oposición anticomunista, es abatido en 1947, justo después de que se firmaran

los tratados de paz de posguerra entre el régimen y los aliados.

El escritor disidente Georgi Markov, primera víctima de la «técnica del paraguas», que sirvió para matar,

a finales de los años 70, a numerosos miembros de la oposición búlgara en el exilio.

Este beso legendario entre el líder comunista búlgaro Todor Jivkov y el líder soviético Leonid Brejnev, simboliza algo que va más allá de una amistad personal. En 1971, Todor Jivkov ofrece a su amigo Brejnev, disolver el Estado comunista de

Bulgaria e integrarlo en la URSS, como decimosexta república de la Unión Soviética.

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32 33L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

Los ciudadanos búlgaros estaban invitados a participar al menos una media docena de veces una vez al año en los desfiles de masas, para mostrar su entrega y gratitud al partido.

Petar Beron (en el centro de la imagen) dirigió la organización medioambiental Ecoglasnost, germen del cambio en Bulgaria.

3 de octubre de 1989. Primera marcha de protesta de la rebelión. Abril de 1989. Entre las últimas atrocidades cometidas, el régimen comunista intenta deportar al conjunto de los miembros de la comunidad turca de Bulgaria, que contaba entonces con unas 750 mil personas.

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34 35L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

El 10 de noviembre de 1989, el Partido Comunista, para hacer frente a las crecientes protestas, destituye a Todor Jivkov, su secretario general desde hacía 33 años.

Ruptura y continuidad. El poeta Yosif Petrov sería el diputado más joven de la última asamblea democrática de 1947. Después de haber sido encarcelado varios decenios por el régimen por cuestiones políticas, Petrov se convierte en miembro de la primera asamblea democrática poscomunista de 1990, donde será esta vez, el más veterano entre sus compañeros.

En el periodo precedente a la celebración de las primeras elecciones libres, casi medio siglo después, un millón de militantes anticomunistas se unen para celebrar la libertad, el 7 de junio de 1990.

En medio de la convulsión del mes de agosto de 1990, la población, al límite de su paciencia, toma la sede del Partido Comunista en Sofía y le prende fuego después.

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36 37L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

Después de que el edificio del Partido Comunista fuera saqueado, se quitó la estrella roja que lo coronaba.

Cada año se celebran ceremonias de conmemoración en antiguos campos de trabajo comunistas.

Jelio Jeliev (en el centro de la imagen) es el presidente de la Unión de Fuerzas Democráticas, partido miembro del PPE, de 1989 a 1990, época en la que se convierte en el primer presidente búlgaro elegido democráticamente.

Homenaje a las víctimas del régimen comunista en Sofía.

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Una segunda revolución fue necesaria para acabar con un Gobierno poscomunista en febrero de 1997.

Ivan Kostov, presidente de la Unión de Fuerzas Democráticas, llegó a ser primer ministro de 1997 a 2001 y enderezó a un país que estaba al borde del desastre, llevándolo a la antesala de la adhesión a la Unión Europea y a la OTAN.

Nadejda Mihailova (en el centro de la imagen con las flores), ministra de Asuntos Exteriores, en el seno del Gobierno democrático reformador de 1997 a 2001, lloró, en el parlamento cuando se enteró, en el marco de los preparativos de adhesión a la Unión Europea, que los búlgaros no necesitarían un visado y podrían moverse libremente por la Unión.

La bandera búlgara (en primer plano) ondeando delante del cuartel general de la OTAN en Bruselas, una vez dentro de la Alianza Atlántica.

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y el acuerdo por la plena integración del país en las estructuras de la OTAN. Se aceptaba asimismo, la reanudación del proceso de restitución de tierras, interrumpido por su régimen.

La UDF obtendrá en las elecciones de abril una mayoría aplastante, lo que otorga al fin a los reformistas, un mandato claro para llevar a cabo y en profundidad, el paquete de reformas planteado, bajo la dirección de Ivan Kostov. Enfrentados a problemas que llegaban por todos los frentes y crisis de último minuto, el Gobierno contaba sin embargo con el apoyo político de la sociedad ya que la organización política búlgara se había llevado a cabo de manera exitosa en 1990, como en todos y cada uno de los momentos cruciales de la historia del país. Gracias a la clara definición de las estructuras políticas y gubernamentales, la Comisión Europea reconoció a partir de 1998, que Bulgaria reunía los criterios de adhesión a la UE concebidos en Copenhague.

En el plano económico y social, la situación era mucho más delicada aunque también en este sentido el Gobierno de Kostov hizo muestra de celeridad y determinación. Las reformas, pospuestas durante un extenso periodo de tiempo, se relanzaron y acogerían, al menos al principio, el apoyo de una mayoría abrumadora de la población. Se puso en marcha nuevamente el proceso de privatización y las industrias que quebraron en la época comunista fueron definitivamente puestas en liquidación bajo control judicial. El problema de la criminalidad también se convierte en uno de los objetivos del Gobierno y en 1999, los grupos criminales emblemáticos de los años 90 bien habían desaparecido bien habían sido integrados en circuitos de actividades legales. Disminuirán los casos de chantaje y extorsión y los delincuentes comunes desaparecerían progresivamente en este decenio. A finales del mandato del Gobierno de Kostov, la parte del PIB producida por el sector privado era de un 70%, la economía «informal» se había reducido del 60% a menos del 40% y los salarios y otras remuneraciones habían alcanzado el nivel anterior a la crisis.

Gracias a la actitud resuelta e inflexible de un mandatario reformista, el Gobierno de la Unión de Fuerzas Democráticas, al mando de 1997 a 2001, logró los objetivos establecidos por el Banco Mundial en su informe de 2001, según el cual, Bulgaria había dado un «giro remarcable» y se había convertido en un país apto para la adhesión a la UE y la OTAN. En el transcurso de este mismo periodo, el partido de la UFM se convirtió en miembro del PPE.

Bulgaria vivió, a semejanza de otros países que no se modernizaron completamente durante el siglo XX, un periodo caótico en el camino hacia la transición. En cualquier caso y al contrario que otros países socialistas que fracasaron en su proceso de transición, las transformaciones acometidas en Bulgaria fueron exitosas porque se llevaron a cabo siguiendo unas fuertes directrices de transición y de reforma.

Aunque el Gobierno socialista había realizado su petición de adhesión a la UE, no tuvo más remedio a mitad de 1996 que achacar el marasmo económico al «capitalismo mundial» y acusar a las ONG financiadas por Occidente de la desestabilización política del país. El Gobierno, sirviéndose de sus relaciones privilegiadas con Rusia, rechazó la posibilidad de que el país formara parte exclusivamente de la OTAN. A finales de otoño de 1996, el carburante desaparece también del mercado, mientras que la divisa nacional se hundirá literalmente, pasando de una equivalencia de 70 LEV el dólar -en enero de 1996- a 3.000 LEV el dólar, tan solo un mes más tarde. A finales de febrero de 1997, la inflación alcanzó el 2.040%, mientras que el salario medio se había hundido por debajo del equivalente a 10 dólares.

VI. SEGUNDA REVOLUCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN (1996-2007)

El «proyecto de sociedad socialista» se rebeló como uno de los peores aspectos de la crisis entre 1989 y 1990. La economía se contrajo un 10% a lo largo del año 1996, y se trató de una recesión más grave incluso de las que llegaron después de 1918 y 1945. Sin embargo, contrariamente a lo que sucedió entonces, esta vez el pueblo reaccionó inmediatamente. Una vez más, los búlgaros desencadenarán una revolución en contraposición a lo que sucedió en 1990, fue breve (diciembre de 1996 - febrero 1997), masiva (más de 800 mil participantes a escala nacional, con el apoyo de tres cuartos de los 7 millones de búlgaros restantes) y decisiva. A principios del mes de febrero de 1997, se construyeron barricadas en cada ciudad y en cada carretera nacional, en los puntos de entrada y salida del país y alrededor de los aeropuertos. El Gobierno socialista cae el 4 de febrero de 1997, las elecciones se anunciaron para abril y el presidente, que se situaba a la cabeza del escrutinio realizado dos meses antes con el apoyo de la UFD, nombra un gobierno temporal compuesto por miembros de este partido.

El Gobierno se compromete a una acción determinada. Tras un acuerdo relámpago con el FMI, instaura un «régimen de caja de emisiones» y reduce la inflación al 12% en el plazo de tres semanas. El salario medio mensual pasará de menos de 10 dólares a 65 dólares en el espacio de dos meses, mientras que las reservas en divisas nacionales se cuadruplicarán y se establecerán a 1,1  millones de dólares durante el mismo periodo. Los parlamentarios adoptarán al respecto un nuevo contrato social, que se plasmará en la «declaración sobre la concordia nacional». La firma de este texto suponía para los socialistas la renuncia del conjunto de experiencias centradas en la «tercera vía»

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todos fue el creado por el antiguo rey Simeón II y al que bautizó con su propio nombre. El Movimiento Nacional Simeón II (MNS II) nació en la primavera de 2011, se hace con las elecciones y forma Gobierno, comprometiéndose a alcanzar el nivel de vida «a la europea» en un plazo de 800 días.

De ideología de centroderecha, el MNS II, proclamó su fidelidad al consenso establecido: democracia liberal, economía de mercado, adhesión a la UE y a la OTAN, estabilidad financiera, restructuración de la economía. Intenta incluso integrar la familia del PPE, muestra de su orientación de centroderecha. Sin embargo el éxito de las reformas llevadas a cabo por este gobierno se vio comprometido por su inexperiencia y una cierta falta de capacidades. Y aunque las reformas implantadas seguían desarrollándose, las que tenían que ponerse en marcha por primera vez, como en el terreno de la salud pública, por ejemplo, nunca lo harán. En cuanto a las reformas denominadas de «segunda generación», que concernían la administración, la educación o en el sistema judicial y las fuerzas del orden, ni tan si quiera se llevaron a cabo. Vuelve a brotar el crimen organizado y el seguimiento anual de la Comisión Europea pone en evidencia la ausencia de reformas en el sistema judicial.

Se mantuvo no obstante la estabilidad financiera y el sector privado tan nuevo y tan desbordado de actividad, consigue garantizar al país unas tasas de crecimiento de entre el 5 y el 6%. A finales del mandato del Gobierno del MNS II en 2005, los salarios habían aumentado un tercio y las inversiones extranjeras se habían duplicado. El país contaba con más de un millón de teléfonos móviles (para una población adulta de 6,4 millones de habitantes). EN 2005-2006, los economistas estimaban que el nivel de vida real era el más alto de la historia reciente del país. En materia de política extranjera, el Gobierno mantenía los compromisos adquiridos con el pueblo, convirtiéndose así en miembro de la OTAN (el 29 de marzo de 2004) y firma el Tratado de adhesión a la UE en abril, todo bajo los auspicios de Simeón II.

No obstante, el pueblo esperaba aún más de Simeón que lo que realmente éste podía hacer y comenzaron a sentir el impacto de la reducción de las reformas. El sistema de salud era cada vez más, fuente de problemas, entre ellos la corrupción. La ausencia de reformas en el ámbito policial y judicial permitió que el crimen organizado se rehabilitara. La guerra de las mafias hizo su reaparición, mientras que los ministerios fiscales se dejaban sobornar cada vez más. Este recrudecimiento aparente de la corrupción se enfrentaba al compromiso de Simeón, que había prometido purgar el mundo político para introducir una «una nueva moralidad en todos los dominios».

En primer lugar se estableció desde el primer momento una cultura política que despejó cualquier duda sobre la representación, la separación de poderes o la democracia liberal. La segunda procede de la determinación a la hora de llevar a cabo las reformas de la fuerza política al mando. La UFM evitó claramente cualquier escollo de nacionalismo o de valores nacionales específicos, que pudieran alejar al país de la democracia liberal para hundirla en el fango de la oligarquía. Desde el principio, la UFM (y las otras fuerzas anticomunistas) se fundaron sobre las libertades y los valores del individuo más que sobre la «nación» o cualquier otra entidad ilusoria. De este modo, evolucionó rápidamente a partir de la mezcla entre la democracia cristiana y el liberalismo y el conservadurismo, característico de la franja de edad de la población activa, convirtiéndose así en un «partido popular», a partir de 1992. Esta corriente política se mostró lo suficientemente poderosa como para hacer que Bulgaria avanzara incluso después de la disolución de la UFM en 2001. Fuerza motriz de la mayor parte de los nuevos grandes partidos, como el Movimiento Nacional para la Estabilidad y el Progreso (MNEP) así como el origen del ascenso, desde 2007, del partido de los Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), que de hecho, los observadores daban por ganador en las elecciones de 2008, llevando a los democristianos búlgaros al poder una vez más.

La tercera gran razón fue la existencia de unos medios de comunicación salvajemente independientes, apoyados por la sociedad civil de todo el antiguo bloque socialista más potente, erudita y democratacristiana. Unas grandes directrices que permitieron al país mantener el rumbo entre 1989 y 2007. Sin embargo, a finales de los años 90, el gobierno más reformador conocido por Bulgaria iba a ser víctima de su propio éxito. Primero, la gente comienza a perder el interés en la política. El país sumergido ya en una democracia y una economía de mercado entre 1996 y 1997, miembro de la UE y de la OTAN, parecía no necesitar ningún otro arreglo desde el punto de vista político. En las elecciones municipales de 1999, «azules» y «rojos» no obtuvieron ni tan siquiera un tercio en el recuento de votos. En segundo lugar, las preocupaciones del público giraban en torno a las cuestiones de gobernanza, ya que después de que se constatara que el país aguantó el impacto del cierre de las empresas, los responsables de la UFM se hicieron, como así lo describía el presidente al mando, «inexplicablemente ricos». La corrupción se convierte en el principal tema de debate, lo que merma no solo la confianza en la UFM sino también en política en general. Sin embargo, los ciudadanos no estaban aún preparados para mirar hacia los socialistas dado que los recuerdos de los desastres recientes estaban aún demasiado frescos.

Fueron toda una serie de cambios que en su conjunto, llevaron a los ciudadanos a buscar algo más novedoso en la arena política. Por ello, nuevos y atractivos partidos salen a la luz. El más llamativo de

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Se abandonó la reforma en materia de salud y las relacionadas con las administraciones no dan los frutos deseados. Es entonces, por primera vez desde 1989, que el Gobierno anuncia alto y claro, una estrategia de reformas bien pensadas de cara a modernizar la enseñanza secundaria. Aun así el gran público permaneció circunspecto. La recuperación económica, sin embargo se llevaba a cabo a un ritmo vertiginoso. En 2007, el 60% de la población poseía un coche y el número de teléfonos móviles excedía al de habitantes. El gran público, sin embargo, no se mostraría impresionado abiertamente, a causa de la evolución preocupante, por el contrario, en otros terrenos. La falta de un plan urbanístico y la red de infraestructuras obsoleta, hacen que en 2007, las carreteras se rebelen incapaces de absorber el tráfico, y el transporte público además, incluidos trenes, se venían abajo a rápida velocidad. Además, la falta de determinación del Gobierno animó al crimen organizado y la corrupción, que se expandirán a un ritmo similar al de los años 1994-1996.

El Gobierno sin embargo alcanza el que fue su único objetivo declarado. El 1  de enero de 2007, a pesar del estado deficiente de sus estructuras económicas y judiciales, Bulgaria se convierte en miembro de pleno derecho de la UE, al igual que Rumania. Tras lo cual, sin embargo el gobierno se tambalea a causa de su incapacidad a establecer y llevar a cabo objetivos políticos. A principios de la primavera de 2008, la Comisión Europea se verá obligada a retirar los fondos atribuidos a título de programas de preadhesión entonces en curso, por una serie de escándalos masivos de corrupción.

Este clima de desconfianza, también en el seno de la UDF y de todos los partidos nacidos de escisión, perjudicaba a la totalidad del sistema político. El ciudadano puso en entredicho su confianza en el sistema, y aunque la participación en las elecciones europeas fue muy elevada, las elecciones municipales de 2007 demostraron que más de la mitad del voto escrutado se decantó por partidos locales en detrimento de los nacionales.

En este contexto, el GERB, nuevo partido de centro derecha creado por Boyko Borisov, el carismático alcalde de Sofía, consigue levantar el vuelo, gracias a la inclusión en su campaña de un programa basado en la renovación de los partidos. El GERB, miembro del PPE, reunió más votos que cualquier otro partido tanto en las elecciones europeas como en las municipales, que le serviría de calentamiento para las elecciones legislativas de 2009 y de la puesta en marcha de un futuro gobierno de centroderecha. Estos resultados demostraron pues que la desintegración de la UDF no venía de la falta de apoyo popular a la democracia cristiana. Al contrario, Bulgaria parece preparada a poner fin al Gobierno dirigido por los socialistas por aquel entonces y deseosa de comprometerse con el GERB en la que sería una nueva de centroderecha.

El electorado manifestará su frustración en el transcurso de las elecciones de 2005. El MNS II alcanza a duras penas la segunda posición, muy lejos de los socialistas aunque con un ligero avance sobre el Movimiento por los Derechos y Libertades (MDL). Hacia la derecha, la Unión de Fuerzas Democráticas (UDF), que estalló porque estaba constituida por nada menos que cinco partidos diferentes, ese hallaba profundamente deshecha y era incapaz de gobernar, de los que tan solo dos (la UDF misma y el nuevo DSB - Demócratas por una Bulgaria Fuerte -, dirigido por el antiguo primer ministro Ivan Kostov) y llegaron a entrar en el Parlamento. Tres meses después, el Parlamento ve nacer a un abigarrado gobierno de centroderecha formado por el PSB (socialistas), el MNS II (el partido de Simeón II) y el MDL (representantes de la minoría turca). Por primera vez desde 1989, el Primer Ministro era de nuevo un socialista, el jefe del PSB, Serguei Stanishev.

Con dos partidos centristas en el seno del Gobierno, los temores de dar un paso atrás a la socialista parecían infundados y el gobierno se vio en la necesidad de comunicar que no haría sino continuar en la línea política de los gobiernos anteriores (de centroderecha). Una vez que los temores se habían disipado, los primeros meses de este nuevo gobierno de coalición triangular, trataron darle salida a las incertidumbres más acuciantes de la sociedad. Ante la sorpresa e indignación de la mayor parte de la sociedad, el escrutinio de 2005 rebeló la existencia de una corriente xenófoba en la escena política búlgara. Un partido constituido en la urgencia, Ataka (Ataque) entró a formar parte del Parlamento y se convirtió incluso en el cuarto grupo por orden de importancia. El compromiso de Ataka durante la campaña electoral había sido el de «procurar que el país no fuera gobernado durante mucho más tiempo por los turcos, gitanos, judíos, traidores de la sociedad y pederastas». Un discurso que hacía temer cómo la sociedad daba la espalda a un vasto pasado de tolerancia étnica y de asistir al nacimiento de una especie de conflicto búlgaro-turco. El peligro fue neutralizado, una vez más por la sociedad civil. Centenares de ciudadanos y 86 ONG llevarán a los tribunales al jefe de Ataka por incitación a la violencia. Cuando terminó el pleito, el acusado fue conminado por los tribunales a no volver utilizar los argumentos que permitieron a su partido entrar en el parlamento. El partido efectivamente cambia su discurso pero se hace pedazos enseguida tras el abandono de los fascistas partidarios de la línea dura.

En cuanto a los socialistas, confirmarán de palabra y acción el rumbo pro-occidental adoptado por el país y no cesarán en su empeño de cara a la adhesión a la UE y mandarían nuevos contingentes a Irak, Afganistán, Bosnia y Kosovo. Las cosas eran más delicadas en las cuestiones de interior y el Gobierno, desprovisto de toda visión, valor político y líneas de conducta, siguió derivando en la línea trazada por sus predecesores.

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el Gobierno reformista de Filip Dimitrov, al mando de 1991 a 1992. Tras la caída del Gobierno, las reformas se suspendieron y la cuestión e la adhesión a la UE se puso en cuarentena hasta 1995. Durante casi todo este año, los socialistas, de vuelta en el poder, se enganchan en el debate Este-Oeste según el canon tradicional de la Guerra Fría y hacen del Oeste, el malo, todo con la idea de restablecer «relaciones prioritarias» con Rusia. Por desgracia para el PSB, los dirigentes socialistas búlgaros de la época no eran bien recibidos en el Kremlin dirigido por Boris Yeltsin. Rechazados de este modo, comienzan a prepararse discretamente en 1995 para la adhesión del país a la UE y presentarán al fin su candidatura oficial.

Tras la revolución de 1997, la Asamblea Nacional pronunció en marzo la «declaración sobre la concordia nacional», el primer documento en el que el conjunto de partidos se declaraban a favor de la adhesión a la OTAN. El Gobierno interino del UDF presentó inmediatamente después una petición oficial de adhesión a la OTAN. A partir de este momento la adhesión a la UE y la OTAN se convirtió en la posición oficial del país. Con el regreso a la estabilidad financiera y política a lo largo del año 1997 y el nuevo lanzamiento de las reformas a un ritmo constante, la Comisión Europea admitió en 1998, que Bulgaria cumplía los requisitos de Copenhague y las negociaciones de adhesión podrían comenzar.

Desde el plano técnico, la adhesión a la OTAN fue bastante más fácil que la de la UE. No es de sorprender que las negociaciones para la primera organización hubieran avanzado a un ritmo considerable en 1997 y 1998. La situación se complicó más adelante a causa del impacto sobre Bulgaria de la crisis de Kosovo. Faltó poco para perder casi la totalidad del apoyo popular en favor de la adhesión a la OTAN, cuando se bombardeó la provincia. Durante semanas, los habitantes de Sofía oían los bombardeos incesantes al otro lado de la frontera. Y cuando la campaña de bombardeos parecía llegar a su fin, el miedo a un ataque terrestre hizo que cundiera el pánico entre la población. A finales de 1999, nada menos que el 80% de los búlgaros eran contrarios a la adhesión a la OTAN. Cuanto más se agravaba la crisis, menor era el compromiso del PSB para con la OTAN y comenzó a organizar formaciones anti la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Tan solo la clara actitud del Gobierno, permitió que se invirtiera la tendencia. El presidente Petar Stoyanov, elegido bajo los colores de la UDF se mantiene firme e inamovible en su idea de que el regreso de Bulgaria al regazo de la civilización europea pasaba por la adhesión a la OTAN». La UDF, que contaba con mayoría en el Parlamento, autorizará a los aviones de la Alianza a utilizar el espacio aéreo búlgaro, mientras que a Rusia se le tenía prohibido. Al término de la Guerra de Kosovo, la población búlgara volvía a decantarse partidaria a la adhesión de la OTAN.

VII. INTEGRACIÓN EN LA UNIÓN EUROPEA Y ENTRADA EN LA OTAN

En relación a los países de Europa central, la decisión de adherirse a la UE y a la OTAN nunca fue ni automática ni en cualquier caso, fácil para Bulgaria. En la era moderna la sociedad búlgara siempre demostró las dificultades que arrastraban decisiones geopolíticas claras. Incluso antes de 1878, durante la época otomana, los partidarios de la liberación estaban divididos en cuanto a su visión sobre el futuro de Bulgaria y se dividían entre los rusófilos, germanófilos, francófilos, «levantiscos», que pretendían asociarse con el imperio otomano y partidarios del Estado-nación, que exigía la creación de una república democrática, que estaría al mismo nivel y sería la prima de las naciones libres de Europa. Esta plataforma «pro europea», fomentó el levantamiento nacional de 1986 pero no implicó el final de las discusiones. Tras la lucha de Rusia contra Turquía para liberar Bulgaria, el sentimiento pro ruso comenzó a extenderse. Sin embargo, la injerencia rusa hace que Bulgaria mire cada vez más a Occidente. Durante las dos Guerras Mundiales, Bulgaria se convirtió en aliada de Alemania, antes de convertirse en país satélite de Moscú durante 45 años.

Estas divisiones y dudas re repetirán a lo largo de los años 90. Los primeros sondeos efectuados en la primavera de 1990 demostrarán que los jóvenes con formación eran más partidarios a la democracia, al capitalista y a una «giro» occidental, mientras que las generaciones más adultas, con menos formación académica, que constituían la mayoría aritmética, se quejaban del «exceso de », aspiraban a una cierta forma de socialismo y eran absolutamente antiamericanos (y por ende, pro rusos). Cuando las primeras reformas comenzaron a dar sus frutos, el campo pro occidental fue durante un corto periodo de tiempo (otoño 1992 – primavera 1993) dominante en número. Sin embargo cuando durante 1993 y 1994 las reformas fracasaron, la población llega a la errónea conclusión de que las reformas «más bien, la ausencia de las mismas» traían consigo una actitud capitalista, el caos y toda una serie de privaciones, que por supuesto una actitud pro rusa corregiría con celeridad. Después de la caída de la economía en 1996 y tras la segunda derrota de los excomunistas, el gran público se desvió de todo lo relacionado con el PSB y por tanto todo lo que tenía que ver con Rusia. La nación abraza la causa de las reformas y la economía de mercado y comienza a identificarse con Occidente.

Las cosas son más complicadas aún en el terreno político. Al principio, la coalición UDF-PSB equivalía a la evidente necesidad de un equilibrio geopolítico: EL UDF era claramente pro occidental mientras que el PSB pro rusa. Los primeros contactos con la UE en aras de una futura adhesión se iniciaron por

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Era evidente que las estructuras del Estado se hallaban profundamente marcadas por intereses privados y partidistas y que se alejaban del objetivo del Gobierno de servir al bien común. A la espera del regreso de los gobiernos democratacristianos que hacían gala de la determinación necesaria, la voluntad de los gobiernos de ocuparse de las debilidades de Bulgaria siguió dependiendo de la presión conjunta de la opinión pública, de la sociedad civil y la Comisión Europea.

VIII. EXPERIENCIAS ESPECÍFICAS Y NUEVOS RETOS QUE DESAFIAR

Bulgaria entró en la UE de forma tardía porque llevó a cabo un proceso de transición lastrada por dos grandes hándicaps; primero, el país no estaba ni modernizado ni totalmente democratizado antes de 1945; y segundo, la sociedad necesitaría mucho tiempo después de 1989, para adherirse plenamente a la causa de las reformas y las transformaciones. De todas formas, Bulgaria completó la transición sin lugar a dudas porque consiguió evitar los peligros mortales que amenazaban al país a cuando intentaba liberarse del totalitarismo.

Después de 1989, evitó las dos trampas principales que pretendían de cierta manera la denominada «tercera vía específica nacional» tan característica de la mayor parte de las antiguas repúblicas soviéticas y la de la búsqueda de una homogeneidad nacional y étnica, que condujo a Guerras Civiles en otros países y Estados en decadencia.

En el mundo poscomunista, Bulgaria ocupa el lugar casi único de un país que ha dispuesto más o menos durante casi todo el periodo transcurrido desde 1989, de un sistema clásico de dos partidos separados por el binomio izquierda-derecha (PSB-UDF). Es más, los partidos que se crearon posteriormente tendrían también a posicionarse según esta división. Fue sobre todo el caso de los dos nuevos partidos más importantes como el del Movimiento Nacional de Simeón II (MNS II) así como el de los Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB). Esta organización en el tablero político mantuvo a Bulgaria alejada de tentaciones autoritarias.

Ciertas personas vieron en los acontecimientos alrededor de la adhesión a la OTAN y la UE, en el transcurso de 1999, el fin de la época de transición del comunismo a la democracia de Bulgaria. El 10 de diciembre de ese mismo año, recibió por parte de la Comisión Europea junto a Eslovaquia, Eslovenia, Chipre, Malta y las Repúblicas Bálticas, la invitación oficial de entablar las negociaciones de adhesión como miembro de pleno derecho de la UE.

El debate político ya estaba más que liquidado y los esfuerzos desplegados por el Gobierno del MNS II, en el poder de 2001 a 2005, sobre las diferentes adhesiones, se concentraron especialmente sobre las cuestiones técnicas. La Historia en ocasiones hace muestra de un particular sentido de la ironía ya que fue Solomon Pasi quien el 29 de marzo de 2004, firmaría el Tratado Atlántico en nombre de Bulgaria. Él, que había sido el hazmerreír de todos cuando sugirió ante el Parlamento la cuestión de la adhesión a la OTAN, fue el ministro de Asuntos Exteriores que llevó al país al ingreso en la Alianza.

Incluso tras el regreso de los socialistas al poder en 2005, Bulgaria demostró su lealtad duradera y resolutiva para con la OTAN. De hecho, sería de los primeros países del que partirían los primeros grupos de voluntarios a Irak y que no siguió el ejemplo de determinados miembros de la OTAN que retiraron su contingente posteriormente.

El camino hacia la adhesión a la Unión Europea, hecho realidad el 1 de enero de 2007, fue un tanto más escarpado. Mientas las negociaciones con la CE comenzaron en 1999, la falta de reformas en manos de los gobiernos a partir de 2001, impide a Bulgaria adherirse a la UE junto al primer grupo de países del antiguo bloque socialista. La Comisión fue muy crítica respecto a la situación en el cuerpo de policía, la falta de reformas en el sistema judicial, la corrupción y el crimen organizado. En definitiva, las negociaciones no fueron conducidas de cara al gran público y al mundo de las empresas, que se sorprendieron al descubrir después de la adhesión, ciertos compromisos adquiridos. Razón por la que, el sector lechero, por ejemplo, se hundió en una importante crisis cuando se comprobó que los productores no habían sido informados de la reglamentación europea.

A lo largo del año 2007, se evidenció que el país disponía de una capacidad administrativa muy limitada para acceder a las financiaciones comunitarias disponibles a partir de entonces y que la situación no era mucho mejor en el terreno judicial.

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Las infraestructuras de base permanecen someras e incapaces de responder a la demanda de la población, a las exigencias del desarrollo económico e incluso a las normas fundamentales de seguridad. En cuanto a la cuestión de las minorías, aunque las políticas hayan apostado por la integración, la exclusión de la minoría romaní no termina de solucionarse. En definitiva, Bulgaria permanece incapaz de formar parte en la toma de decisiones de problemas internacionales urgentes de forma contundente, como por ejemplo el cambio climático, la cuestión de la eficiencia energética o el respeto a los derechos del hombre a escala internacional.

En cualquier caso, los motores del cambio - una potente democracia cristiana, la sociedad civil o los medios - continúan funcionando. A bajo régimen, estos motores del cambio, dado que se ven privados de una representación adecuada, luchan al menos por que los gobiernos incluso debilitados y heteróclitos no puedan dar marcha atrás. Cuando dichos motores funcionan en su plenitud, es decir, a partir del momento en que cuentan con un amplio apoyo y son representados en el Gobierno, tienen la capacidad suficiente como para superar las carencias enumeradas y garantizar a Bulgaria un lugar de pleno derecho en Europa y en el concierto internacional de los Estados democráticos.

Lista de abreviaturas:

URSS – Unión de Repúblicas Socialistas SoviéticasUDF – Unión de Fuerzas DemocráticasPCB – Partido Comunista BúlgaroPSB – Partido Socialista BúlgaroMDL – Movimiento por Derechos y LibertadesFMI – Fondo Monetario InternacionalPPE – Partido Popular EuropeoMNS II – Movimiento Nacional Simeón IIGERB – Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de BulgariaDSB – Demócratas por una Bulgaria Fuerte

Otra de las características que le otorgan a Bulgaria un signo distintivo es su manera de haber resuelto los problemas étnicos, que en ningún momento hicieron prosperar en la arena política partidos o movimientos nacionalistas relevantes. La única excepción fue Ataka que accedió al Parlamento en 2005, pero que vio cómo poco a poco perdería su apoyo popular. La población musulmana en su mayoría y la casi totalidad de la minoría turca (10% de la población) se consideran representadas por el Movimiento por los Derechos y Libertades (MDL).

Entre 1996 y 1997, el gran público, una vez superadas sus dudas y antiguas oscilaciones entre el Este (Rusia) y el Oeste (Europa), se decantó claramente en favor de la adhesión a la UE y la OTAN, lo que protegió a Bulgaria (y a la mayor parte de Balcanes orientales) de la inestabilidad explosiva que afectó a los Balcanes occidentales, y ayudó a contener las turbas en la región. El 29 de marzo de 2004, Bulgaria se convierte en miembro de la OTAN y envía unidades militares a las regiones en crisis como la ex-Yugoslavia, Irak o Afganistán. El 1 de enero de 2007, se convierte en miembro de pleno derecho de la Unión Europea.

La sociedad búlgara se puso manos a la obra en una empresa considerable en materia de democracia representativa y sociedad civil, en particular en lo relacionado con las minorías nacionales. Son «buenas prácticas» de las que podría vanagloriarse y prueba de ello es la representación real y duradera en la escena política y mediática de las minorías, combinadas con una implicación eficaz de éstas en los procesos de toma de decisiones. Bulgaria puede ser - ya es, en cierto modo - una cruz de guía para las democracias nacientes que aspiran adherirse a la UE y la OTAN. En un plano geopolítico más amplio, la experiencia que Bulgaria tiene en democracia igualitaria, en activismo cívico y en pluralismo mediático debería servir como modelo para evitar la «democracia controlada» que emerge actualmente en el Este.

Los desafíos señalados conciernen a determinadas áreas problemáticas, que jamás trataron de solucionarse a través de una acción política eficaz. Las capacidades administrativas resultan insuficientes. La reforma en la enseñanza se quedó en un boceto a pesar de la voluntad del Gobierno y el apoyo público - presente, por fin -. Las cuestiones ligadas al sistema judicial no se resolverán mientras las estructuras sigan sirviendo a intereses privados y el nivel de corrupción inaceptable para un país europeo moderno. Sectores como el de la salud pública, cuyas reformas están estancadas desde 2001, son las grandes víctimas de una inevitable degradación. Y la eficacia está en entredicho, con una productividad en declive desde 2006.

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ESTONIA: EL RENACIMIENTO DE UNA NACIÓN TRAS HABER ROZADO LA EXTINCIÓN

Mart Laar

República de Estonia – Eesti Vabariik

Superficie: 45.227 Km²

Población: 1.342.000 (2007)

Capital: Tallin

Lengua oficial: Estonio

Moneda: Corona Estonia (EEK)

Régimen político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 01.05.2004

I. INTRODUCCIÓN

No cabe duda de que Estonia cuenta con una de las transiciones hacia Europa más logradas si la comparamos con la de otros países de Europa central y oriental. Numerosos analistas han tratado de explicar este hecho y han constado que esta victoria no se debió exclusivamente a unas condiciones históricas, económicas o sociales determinadas. Las decisiones que se tomaron a lo largo de todo el proceso de transición influyeron sobremanera. Cada vez son más los estudios que consiguen rescatar de la memoria la herencia estonia de resistencia al comunismo y ruptura posterior con el mismo, especialmente tras las reformas llevadas a cabo en 1992. La herencia nacional y cultural de Estonia fue decisiva para su liberación como lo fue asimismo la perseverancia que demostraron sus habitantes durante un siglo de lucha por la supervivencia. La profunda conciencia de su identidad y su orgullo nacional permitieron a los estonios en primer lugar atravesar unos duros y complejos años 90 que les llevó a superar además los trámites necesarios para volver a mirar hacia Europa.

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ilustrada, el idioma estonio se convierte en lengua literaria y las fiestas populares se animan con

cantos nacionales que comienzan a salir a la luz a partir de 1869. En 1905, el grupo cultural La

Joven Estonia publicó el primer programa proeuropeo: «seamos estonios pero convirtámonos en

europeos».

Las esperanzas de Estonia de lograr su autodeterminación se reavivaron con la caída en 1917, del

régimen zarista en Rusia. Para entonces y gracias a la presión de grupos estonios bien organizados, el

Gobierno provisional ruso había creado, en abril de 1917, una provincia estonia autónoma, dirigida

por un Consejo Nacional Estonio elegido por el pueblo. En noviembre de ese mismo año, este último

se autoproclama autoridad suprema sobre el territorio. El Consejo Nacional Estonio sería sin embargo

rápidamente desmantelado por los comunistas que retomaron el poder después del golpe de Estado de

Lenin. De febrero a noviembre del año 1918, Estonia estuvo ocupada por la armada alemana aunque

justo antes de la ocupación, el 24 de febrero de ese mismo año, el Comité de Salvación Nacional, al

mando del Consejo Nacional Estonio, había proclamado la independencia de Estonia. Aunque las

autoridades alemanas disolverían al nuevo Gobierno provisional dirigido por Konstantin Päts, los

hombres políticos estonios continuarán ejerciendo presiones diplomáticas desde el extranjero. En mayo

de 1918, Reino Unido, Francia e Italia reconocieron de facto la República de Estonia. Inmediatamente

después del desplome del Imperio Germánico en noviembre de 1918, Lenin ordena al Ejército Rojo

que invada Estonia, donde la independencia se tomó como un obstáculo al progreso de la revolución

mundial de Rusia hacia Europa central. Comenzó entonces la Guerra de la Independencia (noviembre

1918 - febrero 1920), que organizada en la más absoluta precipitación, verá cómo las fuerzas estonias

conseguirán expulsar al Ejército Rojo del país y desmontar además, en junio de 1919, a un ejército

constituido por voluntarios alemanes con base en Letonia (Landeswehr) que pretendería restablecer

la dominación alemana. El 2 de febrero de 1920 se firmó por fin el Tratado de Paz de Tartu, en el que

la Rusia soviética reconocía «de manera incondicional» y para siempre, la independencia de Estonia,

renunciando voluntariamente a todo derecho sobre su territorio y sobre su pueblo. En enero de 1921,

Estonia se convertiría en miembro de la Sociedad de Naciones (SDN).

Mientras que la Guerra de la Independencia continuaba haciendo estragos, se eligió en abril de 1919

una Asamblea Constituyente. En octubre de ese miso año, a causa de una reforma financiera radical se

nacionalizó y reorganizó a pequeños agricultores, el 97% propietarios de grandes extensiones de tierra.

En 1920, una constitución liberal instauró una república parlamentaria. En 1922, los estonios, que eran

Sin embargo también era necesario que Europa se girase hacia Estonia, país que formó parte del patrimonio común europeo durante un milenio. Regresar al hogar común europeo se convirtió, tanto desde el punto de vista político como económico, en la prioridad nacional número uno de los estonios.

II. UNA INDEPENDENCIA CONQUISTADA Y PERDIDA

Estonia es un pequeño país de 1,4 millones de habitantes en el Norte de Europa bañada por el Mar Báltico. Limita al sur con Letonia y al este con Rusia. Su vecina Finlandia se encuentra a tan solo 8  kilómetros al otro lado del Golfo. Con una superficie de 45.200  km², el tamaño de Estonia es comparable el de Dinamarca o Suiza aunque su densidad de población no es muy alta. La lengua estonia pertenece a la familia lingüística ugrofinesa (siendo de entre ellas el finlandés el idioma más parecido al estonio). Hace más de 5.000 años que los ancestros de los actuales estonios emigraron a estas tierras. La vida de los estonios dio ya un giro radical en el siglo XIII, momento en el que los daneses invadieron la región septentrional del país y los «Caballeros de la Orden de Santiago» alemanes se desplazaron hacia la costa báltica en una suerte de cruzada, destinada a cristianizar y a conquistar las tierras de lo que hoy conocemos como Estonia y Letonia.

Una parte del territorio de Estonia fue después dirigido por la Orden Livona, por los reyes suecos (1561-1710), y paralelamente su región meridional por Polonia (1560-1645). Cuatro ciudades estonias se convirtieron en miembros de la Liga Hanseática (Tallin en 1285). Tras la victoria de Pedro I de Rusia, el Grande, contra los suecos en la Gran Guerra del Norte, Estonia se anexionó al Imperio Ruso (1710-1918). Los siglos de dominación extranjera han constituido una amenaza constante para su identidad y su supervivencia, entre otras razones dado su pequeño tamaño. La Gran Guerra del Norte en 1972 causó enormes estragos y redujo la población a menos de 150.000 estonios. Desde el siglo XIII y hasta principios del XX, el idioma estonio no gozaba aún de un estatus oficial y en la enseñanza secundaria y superior no había más opción que el alemán o el ruso. En el siglo XIX, Estonia comenzó un periodo de renacimiento económico y cultural y ya en 1819, los siervos estonios recibieron libertades individuales, pudiendo comprar tierras por primera vez a los grandes propietarios en los años 60. Comienza a formarse una clase estonia

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Francia. El 28 de mayo de 1940, el periódico oficial soviético «Pravda» acusa tajantemente a la élite política y comercial estonia de simpatizar con Inglaterra y de «odio contra Alemania y todo lo alemán». A finales del mes de mayo de 1940, unidades aún más numerosas del Ejército Rojo comenzarán a movilizarse hacia la frontera estonia. A mitad de junio, cerca de 160.000 hombres equipados con 600 tanques estaban listos para invadir el país, que había sido privado de cualquier conexión marítima y aérea con el mundo exterior. El 14 de junio de 1940, el mismo día en que la Wehrmacht entraba en París, la Unión Soviética daba un ultimátum a Lituania, en primer lugar y a Letonia y Estonia el 16 de junio. Estos tres Estados bálticos fueron acusados de complot contra Moscú y de violación de los tratados de asistencia mutua. El ultimátum exigía la formación inmediata de nuevos gobiernos prosoviéticos y el establecimiento de más tropas del Ejército Rojo en sus territorios. En el amanecer del 17 de junio, Estonia sería ocupada en su totalidad y 80 mil tropas soviéticas suplementarias harían su entrada en el país.

Conforme al Derecho Internacional, la República de Estonia se convirtió en un Estado ocupado a partir del 16 de junio de 1940. El ministro plenipotenciario de Stalin, Andre Zhdanov, llegó a Tallin tan solo tres días más tarde. Su misión consistía en realizar una transferencia civil del gobierno legal a un régimen soviético fantoche. Para entonces, el Ejército Rojo había tomado el control total del país. Las unidades de la armada estonia estaban confinadas a sus cuarteles y la Liga de Defensa Paramilitar, desarmada. Aunque la República de Estonia existía aún, el aparato de seguridad soviético, el célebre NKVD, comenzaría los arrestos y las purgas dentro de las instituciones. Con idea de disimular la ocupación, Zhdanov ordena a los comunistas estonios (alrededor de unos 150  en total), organizar manifestaciones el 21  de junio contra el Gobierno activo. Los manifestantes eran en su mayoría trabajadores de las bases militares soviéticas, tropas vestidas de civil, y rusos de regiones fronterizas traídas en tren a Tallin. Los manifestantes prosoviéticos iban acompañados por tanques del Ejército Rojo. El presidente Päts, a partir de ese momento se convirtió en una suerte de prisionero político de las autoridades ocupantes ya que se mostró contrario a ratificar el nombramiento de un gobierno prosoviético que había prometido preservar la independencia del país en las condiciones establecidas en la alianza con la Unión Soviética. El mismo Zhdanov, había escrito de su puño y letra el programa y los decretos.

Se disolvieron casi todas las organizaciones públicas y los comunistas tomaron el control de los medios. Los sospechosos de oposición al régimen comenzarán a ser eliminados. A partir de ahora, el Kremlin

ya casi un millón, representaban el 88% de la población seguidos muy de lejos, por ciudadanos de origen ruso (8%), alemanes, suecos y judíos. Se adoptó en 1925 una ley que introdujo la autonomía cultural para las minorías – una de las primeras de Europa en su género –. Estos años de independencia estuvieron marcados por la prosperidad, debida al desarrollo y un sentimiento de optimismo se respiraba en todo el país. El PIB por habitante destacaba de manera notable por encima de países como Polonia o España y se situaba cerca del finlandés. Los éxitos obtenidos durante estos 20 años de independencia, se convertirán en el valor esencial sobre el que, cincuenta años más tarde, se apoyaría la restauración de la independencia. Más adelante, serán capaces de resistir a la amenaza de la sovietización gracias a un sistema educativo bien arraigado y a su experiencia en materia de orden civil, democracia y de Estado de Derecho.

La tranquilidad y los avances políticos y económicos llegarían sin embargo a su fin el día en que se firmó el pacto germano-soviético de Ribbentrop-Mólotov el 23 de agosto de 1939, conforme al que las dos dictaduras divisaban secretamente la Europa del Este bajo sus dos esferas de influencia. Los protocolos secretos de este pacto germano-soviético implicarían una violación flagrante tanto del Derecho Internacional como de los antiguos tratados de los Estados firmantes. La Segunda Guerra Mundial estalla justo después, con Hitler atacando a un lado de la frontera y Stalin por el otro. El 24 de septiembre de 1939, Moscú en un momento de delirio y sinrazón acusa a Estonia de poner en peligro la seguridad de la Unión Soviética y exige a Tallin que autorice al Ejército Rojo a restablecer sus bases militares en suelo estonio. Aislada en el plano internacional y con una invasión a las puertas, el gobierno estonio obedece al ultimátum. En virtud del Tratado de «Cooperación y Asistencia mutua» del 28 de septiembre de 1939, las bases navales y aéreas soviéticas se instalarán en Estonia y en octubre de ese mismo año, 25.000 hombres del Ejército Rojo cruzarán la frontera para quedarse. Al mismo tiempo, Stalin promete no intervenir ni sobre la soberanía de Estonia ni en su forma de gobierno. En 1939, violando descaradamente el Tratado ‒ una vez más ‒, la Unión Soviética comenzó a utilizar las bases del país báltico para una guerra agresiva contra un tercer país, Finlandia. El control soviético de Estonia se llevó a cabo en cooperación con el otro socio del acuerdo de septiembre del 39, la Alemania nazi. Una semana antes de la llegada del Ejército Rojo a Estonia, Hitler había ordenado a la minoría histórica alemana que saliera del país; unos 17.000 alemanes estonios fueron «repatriados» no en Alemania sino en los territorios polacos que acababan de ser conquistados.

En la primavera de 1940, la Unión Soviética ultimaba los preparativos de cara a concluir la ocupación de Estonia y de los otros Estados Bálticos mientras que paralelamente Hitler invadía

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sospechoso, lo que contribuyó a propagar un sentimiento de miedo generalizado. La campaña de destrucción se centraba sobre todo en las élites nacionales, los funcionarios públicos, los jefes de empresa, los policías y los militares. Esta era la política de avance planificada por Moscú. Los órganos de seguridad soviéticos (NKVD) comenzarán a operar en Estonia a partir de junio de 1940 (antes incluso de que Estonia fuera integrada en la URSS de forma ilegal). El 17 de junio de 1940, el comandante en jefe Johan Laidoner fue deportado a Pensa y el 30 de julio, el presidente Konstantin Päts corrió la misma suerte y fue enviado a Ufaa junto a su familia. Ambos fueron arrestados en 1941 y perderán la vida en cautividad (Laidoner en 1953 y Päts en 1956).

Los arrestos alcanzarán una velocidad de crucero en agosto de 1940. Las prisiones estaban atestadas y muchos de los detenidos eran torturados hasta la muerte. De once antiguos primeros ministros, cuatro fueron ejecutados, cinco murieron en cautividad y uno se suicidó. Tan solo uno consiguió refugiarse en Suecia. En los campos de trabajo forzados se sucederán los tribunales militares y las ejecuciones sumarias. Entre las personas arrestadas de 1940 a 1941, sobrevivieron solo 200 (alrededor de un 5%). Paralelamente la sociedad estonia se sovietizaba. Un proceso de nacionalización forzosa despojó de sus bienes y sin compensación a casi todos los propietarios. Las empresas industriales, los bancos, las grandes casas e incluso los vehículos a motor privados, pasan a manos del Gobierno; las cuentas bancarias se confiscaron y las explotaciones agrícolas se limitaron a un máximo de 30 hectáreas.

Los primeros crímenes masivos cometidos contra la humanidad por el régimen soviético en Estonia adoptan la forma de deportaciones el 14 de junio de 1941. Los preparativos de cara a éstas, habían comenzado ya durante el invierno anterior hasta que el 14 de mayo del 41, el comité central del partido comunista y el gobierno soviético adoptarían una directiva especial de alto secreto (n°  1299-526) y las fuerzas de seguridad, en lo relacionado a las actividades de los «partidos contra-revolucionarios», serían autorizadas a reprimir a cinco categorías de habitantes: miembros de organizaciones antisoviéticas y nacionalistas, antiguos policías, grandes propietarios de tierras, jefes de fábricas, funcionarios públicos, antiguos oficiales de la armada y a los «elementos criminales». La expresión «partidos contrarrevolucionarios» agrupaba a todos los partidos políticos no comunistas y la expresión «organizaciones antisoviéticas y nacionalistas» abarcaba a todas las ONG y las formaciones patrióticas, incluidos los «scouts». Las deportaciones decididas por Moscú equivalían a operaciones masivas de limpieza política y étnica llevadas a cabo contra

no necesitaba más que crear una tapadera que diera credibilidad a sus acciones y enmascarase la brutal opresión a los tres pequeños Estados vecinos y su total privación de libertad. Stalin ordena en los tres Estados bálticos ocupados la organización de elecciones extraordinarias tan solo un mes después (el 14 y 15 de junio de 1940). Aunque la lista oficial de candidatos fue diseñada a partir de la Liga de los Trabajadores de Estonia ‒toda una pantomima‒ los verdaderos partidos políticos y grupos patrióticos conseguirían organizarse, llegando incluso a presentar candidaturas alternativas a pesar de las presiones políticas y las intimidaciones. Como es lógico, se trataba de un escenario que en absoluto convenía a Zhdanov que consiguió retirar de las listas a los candidatos alternativos. Las «elecciones» del 14 y 15 de junio no dejarán lugar a dudas. Los ciudadanos fueron amenazados de ser fichados como «enemigos del pueblo» si no acudían a las urnas y las oficinas electorales estaban controladas por el Ejército Rojo. Todo para nada, pues los resultados de las elecciones fueron amañados de forma descarada, tal y como muestran los protocolos de los comités electorales que han sido conservados. El régimen soviético proclama por tanto la victoria de la Liga de los Trabajadores, cuyo apoyo, de un 92,8% nadie creyó, ni en Estonia ni en Occidente.

Tras la creación de un disfraz legal en la que los designios de Moscú podían verse realizados, el equipo de Zhdanov acelera las medidas de cara a una anexión oficial. El 21  de julio, el nuevo parlamento, constituido en la más absoluta ilegalidad, aprobó una resolución que hacía de Estonia un Estado soviético y que contenía la petición oficial de admisión de la nueva República Soviética de Estonia en la URSS. Las peticiones de tres parlamentos-títere de los países bálticos presentaron el mismo escrito que serían «debidamente» atendidos por el Sóviet supremo de Moscú. La anexión de Estonia a la Unión Soviética finalizó el 6  de agosto de 1940 en la capital rusa. Muchos Estados democráticos, entre ellos los Estados Unidos, fueron conscientes del carácter ilegal de la toma y anexión de Estonia. Optarían pues por una política de no reconocimiento y permitirán a las representaciones diplomáticas de las repúblicas bálticas continuar sus actividades.

III. LA OCUPACIÓN SOVIÉTICA DE ESTONIA, DE 1940 A 1941

El primer año del periodo de dominación soviética superó las peores expectativas. El terror comunista se anticipaba a cualquier forma de protesta o resistencia y suprimía cualquier elemento

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contrarias a las buenas intenciones de la nación, hizo creer a los ciudadanos que sería muy difícil ir a peor. Por lo general, la opinión pública estonia de los años 30 simpatizaba menos con Alemania que con Rusia. Tras el 14 de junio de 1941, la Alemania de Hitler fue considerada como el menor de los dos terribles males.

IV. LA OCUPACIÓN NAZI DE ESTONIA (1941-1944)

Totalmente marginados de las democracias occidentales, la única esperanza que le quedaba a los estonios era que estallara un guerra entre los dos depredadores, Stalin y Hitler. Después de la invasión de Hitler el 22  de junio de 1941, el régimen comunista consideró a la población local como un enemigo potencial. A medida que el Ejército Rojo se retiraba, batallones de la muerte recorrían el país, buscando y neutralizando a los supuestos enemigos, aplicando la técnica de la tierra quemada. Cerca de 2.400  personas fueron asesinadas por estos batallones de la muerte soviéticos, la gran mayoría sin una orden judicial oficial. Las peores ejecuciones sumarias de prisioneros tuvieron lugar en la prisión de Tartu, en Tallin y en Kuressaare (centro administrativo de Saaremaa).

Movilizados a la fuerza por el Ejército Rojo, al menos 33 mil hombres fueron llevados a Rusia. La mayor parte de los 5.600 soldados y suboficiales estonios del cuerpo 22 con base en el país báltico (los oficiales estonios del cuerpo habían sido arrestados en masa previamente) desertarán tras los primeros encuentros con los alemanes o huirán convirtiéndose posteriormente en prisioneros. En agosto de 1941, estos soldados así como miles de reclutas, terminarán en los campos de trabajos forzados del Gran Norte en tanto que personas «no fiables». Estos campos no eran muy diferentes de los Gulags soviéticos y al menos unos 8 mil estonios perecerán durante el invierno siguiente, de hambre o a causa de las inhumanas condiciones de trabajo. Ante el avance alemán, Stalin cambió acto seguido de opinión y en septiembre de 1942, el cuerpo nacional estonio de infantería (de 25 a 30 mil hombres) se constituyó con los reclutas y estonios que habían sobrevivido. Este cuerpo de infantería participó en la empresa soviética y fue desmantelado en 1946.

Con idea de librarse de esta nueva ola de terror y de la movilización forzosa al Ejército Rojo, miles de hombres tomarán la determinación de refugiarse en los bosques y comenzarán a organizarse en grupos

una población civil en tiempos de paz. Más de la mitad de las 10  mil personas deportadas, fueron mujeres, niños y ancianos, que hacinados en vagones para el ganado, serían transportados como si de prisioneros se tratara, a miles de kilómetros de sus casas. Tratados como mano de obra primitiva, se enfrentaron al frío, al hambre y a la privación más absoluta de sus derechos fundamentales. Los hombres serían arrestados y a menudo, fallecían el primer año víctimas del Gulag o simplemente asesinados a tiros. Muchos años después tan solo 4.331 deportados, es decir, menos de la mitad, pudieron regresar a su patria. Alrededor del 10% de los deportados de 1941 pertenecía a la comunidad judía de Estonia.

Uno de los testimonios conservados más conmovedores es el de Rein Vare, que contaba entonces con 10 años y que narró sus vivencias en el periodo de 1941 a 1944 en su diario personal. Con la seriedad de un adulto, cuenta las defunciones de sus compañeros de juego y dibuja sus tumbas. Rein describe el principio de la deportación, el trayecto hacia su destino siberiano y los eventos que se produjeron. Gran parte del diario de Rein está consagrado a su bien amado padre, un profesor de Sausti, cerca de Tallin, que había sido separado de su familia y que murió de hambre en el invierno de 1941 a 1942. Su familia, que no había sido informada de la muerte, seguía dándolo por vivo y así aparecía en la imaginación y en el diario del niño. En 1946, después del fin de la guerra, Rein Vare y su hermana pudieron volver a Estonia para vivir al amparo de los miembros que quedaban de su familia. Su madre, que había intentado desesperadamente encontrar a sus hijos, consigue huir de Siberia pero fue capturada a Leningrado antes de que Estonia ganara la guerra y condenada por tanto a tres años suplementarios en el Gulag. En 1951, Rein Vare, ya con 20 años y un diploma universitario bajo el brazo, fue arrestado una vez más. Fue recluido en la prisión de Patarei de Tallin durante varios meses antes de ser enviado de nuevo al exilio en Siberia. Aunque los miembros restantes de la familia Vare consiguieron volver a su patria en 1958, ya no eran los mismos. A Rein Vari se le había agriado el carácter y tenía dificultades para conservar un empleo. Además abusaba del alcohol. Murió en la más absoluta soledad, como un hombre cuya alma había sido destrozada, en el año que George Orwell lanzó a la fama – 1984 –. Su diario se descubrió tras su muerte y se publicó cuando Estonia alcanzó su independencia. Podría decirse que es la versión estonia del diario de Anna Frank.

El régimen comunista soviético tuvo un impacto profundo sobre el pueblo estonio especialmente durante su primer año. La crueldad y la violencia sistemática en sus primeros tiempos, tan

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autorizados a continuar sus actividades pero se vieron obligados a pagar altos impuestos y sus derechos de propiedad fueron asimismo suspendidos. Esta situación restaba popularidad a las nuevas fuerzas de ocupación alemanas. En octubre de 1943, las autoridades alemanas se lanzarán a la movilización forzada en «Servicio Laboral del Reich» (en alemán, Arbeitsdienst) y más tarde, en una legión estonia. Huyendo del régimen, numerosos hombres cruzarán el mar en dirección a Finlandia. En diciembre de 1943, un régimen estonio de voluntarios se constituirá en el seno de la armada finlandesa. Tenían como objetivo último crear una organización militar independiente de cara a la restauración de la futura independencia.

En octubre de 1943, las fuerzas democráticas comenzarán a organizarse clandestinamente. El pueblo de Estonia había plasmado sus esperanzas en la Carta del Atlántico del 14 de agosto de 1941, declaración a través de la que dirigentes británicos y americanos manifestaron su compromiso de restaurar la soberanía a todas las naciones cuya libertad e independencia hubiera sido arrebatada con motivo de la Guerra Mundial. Se constituyó una comisión nacional clandestina que se reunió por primera vez el 14  de febrero de 1944. Muchos de sus miembros fueron arrestados en abril y enviados a campos de concentración. Los otros se escondieron para continuar las actividades en cooperación con las representaciones diplomáticas estonias previas a la ocupación, situadas en Suecia y Finlandia. En julio del 44, la comisión nacional publica un manifiesto por la nación de Estonia y declara como principal prioridad la restauración de la república democrática anterior al Ejército Rojo.

En enero de 1944, el Ejército Rojo había alcanzado la frontera de Estonia. La inminente perspectiva de ver regresar al terrible régimen soviético incitó a los dirigentes nacionales a apoyar la movilización total decretada por los alemanes. Miles de estonios que habían sido integrados en la armada alemana participarán en los combates al noreste del país y conseguirán frenar por unos meses el avance del Ejército Rojo. En septiembre de 1944, Finlandia salió de la Guerra y Hitler decide retirarse de Estonia. Las fuerzas patrióticas intentarán desesperadamente salir adelante a partir de este momento. El 18 de septiembre de 1944, Jüri Uluots proclama un Gobierno temporal dirigido por el antiguo ministro Otto Tief. Habrá enfrentamientos entre los soldados alemanes y los estonios y la bandera nacional azul-negra-blanca se izó una vez más en lo alto de la Torre Tall Hermann. El 22 de septiembre de 1944 sin embargo, Tallin era de nuevo ocupada por las tropas soviéticas. Los rusos no se molestaron en retirar ningún símbolo nazi, fueron los estonios quienes se encargaron. Sin embargo comenzarían a traer los colores nacionales estonios.

de autodefensa y resistencia. En muchos sitios, las unidades partisanas denominadas «Los Hermanos del Bosque» protegerían sus pueblos de la destrucción y harían todo lo posible por recuperar a sus compatriotas arrestados por la NKVD. En numerosas regiones, los Hermanos del Bosque se aferrarán al Gobierno, izarán la bandera de Estonia y proclamarán la restauración de la República. Tartu, la segunda ciudad más grande del país, fue liberada por los Hermanos del Bosque. El 28 de agosto de 1941, Tallin cae bajo las fuerzas de la unidad alemanas y estonias. Los patriotas estonios alzarán los colores nacionales, el azul, el negro y el blanco sobre la torre Tall Hermann en el edificio del Parlamento. Al día siguiente sin embargo, los alemanes remplazarán la bandera de Estonia por la de la cruz gamada.

Evidentemente, Hitler no tenía ninguna intención en restaurar un Estado cuasi independiente. En realidad, una ocupación extranjera había remplazado a otra. El 29 de julio de 1941, Jüri Uluots, el último primer ministro legítimo de Estonia, presentará, en calidad de presidente constitucional, un memorándum a las autoridades alemanas en el que reclamaría la restauración de la soberanía estonia. Fue ignorado.

Poco después, se constituyó un Consejo de Autonomía estonio aunque con poderes estrictamente limitados. En realidad, el ministro de Estado de Hitler para los territorios orientales ocupados, el ejército y los Servicios de Seguridad alemanes (Sicherheitsdienst), las SS, ejercían un control total sobre el país. Los planes estratégicos nazis preveían la conversión de los Estados Bálticos en una zona colonizada alemana, donde aquellos que tuvieran la raza apropiada serían consagrados a la asimilación y el resto, deportados a Rusia.

La ocupación alemana fue, en muchos aspectos, análoga a la de los soviéticos. El primer año, unas 19 mil personas fueron arrestadas. Entre ellas, 45% fueron liberadas después de haber sido interrogadas, 5.635  fueron ejecutadas y el resto, enviada a campos de trabajos forzados nazis. Hoy se conocen los nombres de los 7.798 ciudadanos estonios que fueron ejecutados o perecieron en los campos de trabajos forzados, durante los tres años en los que Hitler estuvo en el poder. 929  judíos y 243  romaníes residentes en Estonia fueron asesinados. Tras haber liquidado a los judíos que vivían en la región, las autoridades alemanas instalarán varios campos de exterminio en Estonia, a donde irían a parar los judíos de Europa central y oriental.

Aunque el Gobierno nazi hizo todo lo posible por oponerse al comunismo, las autoridades nunca devolvieron a sus propietarios los bienes confiscados por los soviéticos. Los agricultores fueron

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militar-industrial soviético, que además traía trabajadores y técnicos venidos de Rusia. Dada su situación estratégica fronteriza, Estonia quedó custodiada por miles de guardas y se llenó de bases militares soviéticas.

Con la intención de reprimir una vez más el espíritu de la resistencia, las autoridades soviéticas comenzaron los preparativos para una nueva deportación masiva. El pretexto que se buscaron fue la resistencia pasiva a las políticas de colectivización por parte de los agricultores. Esta represión se denominó oficialmente «Deskulakización o Liquidación de los kulaks – agricultores independientes– como una clase social». El 25 y el 26 de marzo de 1949, unas 21 mil personas, sobre todo agricultores, fueron deportados junto a sus familias a las lejanas tierras de Siberia. Este salvajismo desembocó en la creación de más de 3 mil explotaciones agrícolas colectivas en Estonia en apenas unos meses. Los agricultores tuvieron que devolver sus tierras y su maquinaria agrícola y su ganado pasó a manos del proletariado agrícola. Las condiciones de vida en Siberia eran duras los doce meses del año y los deportados eran recibidos además como ciudadanos de segunda clase, no fiables políticamente.

Particularmente trágico fue el episodio de los 5 mil estonios, que deportados a la región de Omsk, fueron instalados cerca de la zona de pruebas nucleares de Semipalatinsk. Entre 1949 y 1956 se probaron casi 260  bombas atómicas de hidrógeno que provocaron durante decenas de años enfermedades ligadas a las radiaciones. Las víctimas permanecieron desinformadas y sin asistencia médica durante mucho tiempo. Tras las dos ocupaciones, las pérdidas humanas de Estonia se estimaron en un total de unas 200 mil personas, es decir el 17% de la población. Hoy el número de ciudadanos estonios en Estonia es inferior al de 1939.

Tras la muerte de Stalin en 1953 y con la llegada de Nikita Kruschev, la política soviética dio un giro. Tras las numerosas críticas del nuevo dirigente de la Unión Soviética a los excesos de Stalin, la mayoría de los presos políticos fueron liberados y a los deportados se les permitió regresar a su patria. Nunca se les devolvió sus bienes y muchos no pudieron reinvertir en sus antiguas propiedades. Aquellos que apostaron por la revolución fueron considerados como ciudadanos de segunda y seguían bajo vigilancia de los órganos de seguridad. En realidad, la población en su conjunto tenía el estatus de rehén colectivo, custodiada por más de cien mil hombres del Ejército Rojo y guardias fronterizos soviéticos, lo que equivalía entonces a un soldado soviético por cada 15 habitantes. Las islas y el litoral estaban aisladas del resto del país, en tanto que zonas fronterizas especiales. Para acceder a estas zonas, era necesario un permiso especial del ministerio del Interior.

Casi todos los miembros del Gobierno temporal de Estonia fueron arrestados. Uluots huyó a Suecia y constituyó un Gobierno en el exilio. Los estonios no se hicieron ilusiones con la vuelta de los soviéticos. Más de 80 mil ciudadanos (un habitante de cada doce), se dieron a la fuga cruzando como pudieron el Mar Báltico, muchos de ellos utilizando pequeñas embarcaciones. Los más afortunados llegarán a Suecia, otros permanecerán durante años en los campos de desplazados en Alemania antes de conseguir partir hacia Estados Unidos, Canadá, Australia o cualquier otro país.

V. LA OCUPACIÓN SOVIÉTICA DE ESTONIA (1944-1986)

Con el comienzo de la nueva ocupación, Estonia conoció una nueva ola de terror aún más espeluznante que la anterior. La guerra dejó tras de sí 53  mil arrestos en Estonia por motivos políticos. Entre 1944 y 1953 unas 30  mil personas fueron condenadas a campos de trabajos forzados soviéticos (la condena rondaba por lo general los 25 años), en los que más de un tercio – unos 11 mil– perderán la vida. La sociedad de posguerra había adoptado la forma de República Socialista Soviética de Estonia (RSSE) pero no se trataba más que de un país sumiso que para cualquier cuestión relevante dependía enteramente del control centralizado de Moscú. En 1946, el Partido Comunista de Estonia (una rama del Partido Comunista de la Unión Soviética) no contaba más que con 7  mil miembros, entre los que el 52% no eran más que funcionarios e inmigrantes rusos recién llegados a Estonia, 27% eran estonios de nacimiento y el 21% estonios de la Unión Soviética rusificada. La última categoría, junto a los oficiales de los cuerpos de infantería estonios, constituían además la clase dirigente soviética local. Ya en 1947  una campaña contra los «nacionalistas burgueses» golpea a la élite cultural, seguida por una purga de dirigentes comunistas locales desde 1949 hasta 1951. Todas las iglesias sufrieron una dura represión en pro de la política atea oficial. De los 260 pastores luteranos antes de la ocupación, en 1952 ya no quedaban más que 63. Muchos fueron arrestados y los que corrieron más suerte, pudieron huir a refugiarse en Occidente. Como consecuencia de la aplicación del plan de industrialización planificado por Moscú, se instalaron fábricas de la industria pesada y de la construcción naval, procedentes de Rusia, en un país que no tenía ni las materias primas ni la mano de obra especializada. Casi la mitad de estas fábricas no hacían sino satisfacer las necesidades del binomio

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productores reales tuvieran que conformarse con pobres cuotas. El estancamiento económico y las precarias condiciones sociales se convirtieron en símbolos indicativos del fracaso del sistema comunista. No hacía falta más que comparar Estonia con Finlandia. Las condiciones de vida en ambos países eran comparables en 1939. Después de 1944, la evolución de cada país en dos sistemas completamente diferentes los había ido distanciando paulatinamente hasta alcanzar una diferencia abismal, a pesar de que Finlandia estuvo obligada durante diez años a pagar reparaciones de guerra masivas a la Unión Soviética. En lo relacionado con las características sociales y la prosperidad de base, los finlandeses habían prosperado y los estonios, no. En 1987, el PIB por habitante finlandés se elevó a 14.370 dólares americanos, siete veces más que el de la Estonia soviética que contaba con menos de 2  mil dólares americanos. A medida que se disponía de más información, ciertamente procedente de la televisión finlandesa, y según se hicieron más frecuentes los viajes, la población era cada vez más consciente de dicha disparidad y la confianza en el modelo de desarrollo soviético comenzó a derrumbarse.

La situación dio un giro especialmente oscuro después de 1978, año en el que Brejnev impulsa la ideología del patriotismo y de la Internacional Socialista, que aspiraba a fusionar los diferentes pueblos en una nueva identidad histórica en pro de Rusia, una única nación soviética. En las «provincias nacionales» como era el caso de Estonia, era necesario intensificar la campaña contra los «vestigios del nacionalismo» y el «egoísmo provincial», así como la rusificación de la lengua y cultura locales. Las autoridades comunistas intentarán introducir de forma artificial nuevas tradiciones soviéticas a lo largo y ancho de la Unión, con idea de superar la «introversión nacional» y las costumbres religiosas que hubieran podido sobrevivir. Estas medidas junto con la invasión soviética de Afganistán (donde cientos de reclutas estonios serían asesinados o mutilados en los años 80) hicieron correr la voz de alarma del futuro e identidad de la nación de Estonia.

VI. EL MOVIMIENTO DE RESISTENCIA EN ESTONIA

La nueva ocupación soviética de 1944  había provocado un movimiento armado de resistencia. El número de miembros de los «Hermanos del Bosque» se estimó en unos 30  mil, esto es el 4% de la población total de principios de 1945. En el Reino Unido de preguerra habría representado un 1,6  millones de personas y en Estados Unidos, más de 5  millones de partisanos. En 1949 aún,

Aunque el terror sistemático en el seno de la Unión Soviética fue desapareciendo durante la segunda mitad de los años 50, se había logrado el objetivo fundamental: la animadversión a cualquier actividad independiente. Como miles de parejas fueron arrestadas y separadas son muchos los niños que Estonia no vio nacer. La política soviética oficial en materia de población agravaba aún más los problemas de natalidad. Los estonios que habían sido deportados en Siberia fueron remplazados por decenas de miles de colonos procedentes de otras regiones de la URSS. En 1945 los estonios constituían el 88  y el 89% de la población, mientras que en 1989  no eran más que el 61%. Las estimaciones no oficiales son más pesimistas aún. En 1979 el número de estonios originarios (948 mil) era aún inferior a su nivel de antes de la ocupación (982 mil). Las ciudades fronterizas con Rusia, al noreste de Estonia, fueron transformadas deliberadamente en rusas al 100% ya que sus antiguos habitantes se vieron obligados a rechazar su derecho de volver a sus hogares.

Los elementos económicos y sociales que quedaban de una sociedad basada en la propiedad libre fueron completamente aniquilados por la nueva ocupación soviética. La nacionalización de la economía hizo que el pueblo dependiera del sistema totalmente controlado por el Estado. La colectivización forzada hizo estragos en la producción agrícola, arrastrando a los agricultores al borde del hambre y trayendo consigo terribles carencias de los alimentos de base. En 1952, se estimó que el verdadero poder adquisitivo de los salarios en términos de cesta alimenticia, era la tercera parte del de 1939. A finales de los años 50  y principios de los 60, las reformas de Kruschev fueron más de tipo local con idea de estimular la productividad. El nivel de vida comenzaba a mejorar y fue considerado rápidamente como uno de los mejores en toda la Unión Soviética. Todos estos elementos habían hecho de los Estados Bálticos con sus buenos contactos con el extranjero y sus productos alimenticios ligeramente superiores, así como con los restos de su cultura originaria, una provincia soviética atípica, de apariencia de un falso «Occidente soviético», ávidamente visitado y colonizado por gente procedente de otras regiones soviéticas.

A finales de los años 60, se frenarán las reformas económicas. Tanto en la industria como en la agricultura la Unión Soviética padecía un potente gigantismo que se demostraba además en la explotación irresponsable de los recursos naturales, en el que desatendía e incluso ignoraba la calidad. Como consecuencia de los proyectos industriales y mineros a gran escala planificados por Moscú, la situación ecológica se agrava de manera considerable. Aunque la producción agrícola mejoraba, más de la mitad era distribuida en otras regiones de la Unión Soviética, lo que provocaba que los

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de ocupación y poder organizar así unas elecciones libres. Los cinco sospechosos de haber redactado el texto fueron condenados en 1975 por haber «calumniado» a la Unión Soviética. Se había logrado el objetivo: llamar la atención sobre el punto más vulnerable de las autoridades soviéticas, el de su naturaleza ilegítima. La primera Conferencia de Helsinki de 1975 anima a la oposición a defender más abiertamente los derechos humanos y las libertades democráticas. Los que así lo hicieron fueron inmediatamente arrestados, ante la desaprobación y el desprecio total de Helsinki que promulgaba el principio de que los nombres de los prisioneros políticos circularán en el mundo libre y se beneficiarán de un apoyo y una empatía creciente por parte de las organizaciones de defensa de los derechos humanos. El principal caballo de batalla fue la preservación de la verdad histórica, del idioma y la cultura, y a través de éstas, del modo de pensamiento occidental.

La resistencia a la rusificación de 1978 era ya más articulada y general. Aparecieron nuevas revistas como el «Suplemento sobre la libre circulación de ideas e informaciones en Estonia» que fueron publicadas de forma clandestina y se enviaron de la misma manera numerosas peticiones al extranjero. El movimiento «Solidaridad» en Polonia despertó en Estonia un gran interés. En 1979, en el 40°  aniversario del Pacto Ribbentrop-Mólotov, cuarenta y cinco defensores de la libertad entre los que se encontraban estonios, letones y lituanos, firmarán el «Llamamiento Báltico» a través del que se solicitará a la comunidad internacional rectificar las consecuencias del pacto germano-soviético de 1939. Y en 1983, el Parlamento Europeo fue la primera institución internacional que reaccionó de forma positiva a esta apelación.

En 1980 las autoridades soviéticas recurrieron a la policía anti-motín para controlar varias manifestaciones patrióticas espontáneas de jóvenes que protestaban contra la rusificación de la educación. La represión brutal de estos alumnos de secundaria incitó a 40  intelectuales estonios a publicar una carta abierta en la que denunciaban la violencia de la policía y la destrucción de la cultura nacional estonia. A pesar de las intimidaciones, la carta se hizo extremadamente popular y se crearon numerosas plataformas a su alrededor que aunque eran modestas se basaban en la autenticidad e incitaba a los estonios a sumarse a la causa. El régimen soviético respondió con más represión aún y las condenas a los disidentes se endurecieron, llegando a ser castigados incluso a penas de prisión. En 1981 el químico Jüri Kukk de la Universidad de Tartu, que había condenado abiertamente el sistema soviético en 1978, murió siendo prisionero como consecuencia de una huelga de hambre. Se convirtió por tanto en un mártir y en símbolo del movimiento independentista.

dos divisiones del Ejército soviético, (27.650 soldados) se desplegaron contra los partisanos. Solo la deportación masiva de los agricultores en 1947 conseguiría dispersar la base de la resistencia, mientras que la derrota de la revolución húngara en 1956 acaba con la resistencia moral de los últimos 700 hombres que seguían escondidos en los bosques. Según las informaciones soviéticas, entre 1944 y 1953, 20.351 resistentes fueron «neutralizados». Entre ellos, más de 2 mil perecieron en combate. Los guerrilleros mataron por su parte a unos 2  mil soldados del Ejército rojo, oficiales del NKVD y «activistas soviéticos».

Poco después de la muerte de Stalin en 1953, grupos clandestinos, a menudo constituidos por estudiantes en su mayoría, intentarán retomar los ideales libertarios así como tratarán de enseñar la verdadera Historia, con el objetivo de minar la dictadura comunista. Estos grupos, distribuirán panfletos patrióticos, izarán la bandera estonia prohibida en las fiestas nacionales, acumularán armas, destruirán símbolos y monumentos comunistas recién construidos. La mayoría de ellos se exponía, junto a sus camaradas, a una condena al gulag.

La era Kruschev plantea un nuevo dilema al pueblo de Estonia: persistir en la oposición mental encarnada o adaptarse a la época de la sociedad comunista. El nivel de vida parecía mejorar, la gente podía dedicarse a su vida familiar y el fracaso de las democracias occidentales cuando llegó la hora de ayudar de forma contundente a los húngaros en 1956, destruyó cualquier esperanza de los estonios. Era evidente que la dominación soviética había llegado para quedarse. Este hecho marcó el principio de un penoso periodo de adaptación y colaboración, que implicó además conflictos reales sobre el futuro de la identidad, la cultura y la lengua nacional. Como consecuencia de la industrialización promovida por Moscú y de la afluencia masiva de mano de obra procedente de Rusia, se activó en el espíritu de los estonios de bien, una cuenta atrás que saltó cuando los indígenas comenzaron a ser minoría en su propia patria. En este contexto, incluso numerosos carreristas soviéticos estarán íntimamente divididos entre la ideología oficial y su amenazada nacionalidad. Hoy se ve con claridad el precio que Estonia pagó por adaptarse y acomodarse al nuevo sistema que si bien trajo consigo una mejora económica y avances en la libertad individual, provocó a largo plazo una deformación del tejido moral de la nación.

Tras la Primavera de Praga en 1968, los movimientos de resistencia al régimen reaparecen. En 1972, dos grupos clandestinos estonios harán un llamamiento a las Naciones Unidas. Basándose en la continuidad legítima de la República de Estonia, pedirán ayuda a la ONU para echar a las fuerzas

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En los primeros años de las reformas de Gorbachov (oficialmente denominado «Perestroika»), la cuestión del medioambiente y de la Historia se convertirán en el caballo de batalla de la oposición nacional en Estonia. Las tentativas pretendían restaurar la memoria histórica del pueblo y prepararían el terreno para los cambios políticos que llegarían después. En 1986 se fundó una Sociedad no gubernamental sobre el patrimonio estonio. Al poco tiempo, puso en marcha una red de organizaciones locales que en menos de un año cubrirían todo el país. En 1987 la siguió un movimiento de protestas masivas que buscaban proteger el medioambiente contra los proyectos del Kremlin que querían dar comienzo a la extracción a gran escala del fósforo. Los manifestantes se oponían no solo a los inconvenientes ecológicos del plan sino también a la remesa de mano de obra que el nuevo proyecto traería para trabajar en las minas. Las acciones de protestas movilizaron a millones de personas, que terminarán ganando la «Guerra del Fósforo»: los planificadores tendrán que rendirse. Esta victoria repentina animará a los ciudadanos a apuntar más alto.

El 23 de agosto de 1987, tuvo lugar la primera reunión política pública en Tallin. Tal y como sucedió en las otras capitales bálticas los organizadores, que habían sido hasta hace poco prisioneros políticos, harán hincapié en el Pacto Ribbentrop-Molotov de 1939. Reunidos en Hirvepark (Parque de la Cierva) a unos pocos metros de los edificios del Gobierno, miles de personas reclamaron la verdad histórica. Se pidió que se rebelaran los famosos protocolos secretos del famoso pacto de 1939. Senadores americanos, que enviaron una carta a Gorbachov apoyando esta reunión, hicieron que los órganos de seguridad del régimen se abstuvieran de intervenir pese a las dudas iniciales. El éxito del encuentro en Hirvepark constituyó una incitación moral de cara a lograr otras iniciativas. Los ciudadanos comenzaron a perder el miedo tan profundamente enraizado en su espíritu. Las manifestaciones del mes de agosto allanaron el camino a las aspiraciones bálticas en los medios internacionales.

Entre agosto de 1987 y febrero de 1988, el clima en Estonia había cambiado más que en el transcurso de los cuarenta años precedentes. La gente se dio cuenta de lo importante que era la posibilidad de manifestarse abiertamente. Y a pesar de que el 2 de febrero de 1988 una manifestación política que conmemoraba la firma del Tratado de Paz de Tartu en 1920, fue violentamente reprimida por la policía el 24 de febrero (70 aniversario de la República de Estonia), miles de personas se manifestarán en Tallin, por una Estonia libre, esta vez sin interferencias. Otro acontecimiento público en Tallin, el 25 de marzo de 1988, conmemoró el aniversario de las deportaciones masivas de 1949. Por falta de determinación, las autoridades soviéticas comenzaron rápidamente a perder el control de la situación. Los primeros

A razón de las protestas populares, las autoridades atrasarán la puesta en marcha de las últimas medidas previstas de rusificación. La ventaja del régimen sobre sus opositores era la constatación de que las democracias occidentales no hubieran reconocido aún la ocupación de los países bálticos. Las comunidades estonias en el exilio –Estados Unidos, Canadá, Suecia, Australia, etc. – se apoyaban en este hecho para coordinar sus actividades a través de intermediarios como el Consejo Mundial Estonio. Gracias a sus acciones de protesta y a las presiones políticas ejercidas consiguieron que la cuestión báltica siguiera siendo un tema de actualidad, lo que alentó y dio valor y apoyo a los defensores de las libertades en los territorios ocupados. A partir de 1982, el Congreso americano adoptó una resolución común invitando al presidente americano a proclamar oficialmente el 14 de junio (fecha en que se llevaron a cabo las deportaciones de 1941) el Día de la Libertad Báltica.

VII. RESTAURACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

A mediados de los años 80, el fracaso de la economía soviética, la frustración moral y la desmoralización de la sociedad se hicieron evidentes, incluso a ojos de los dirigentes del Kremlin. Superados con creces por Occidente en la carrera tecnológica de las armas modernas (Guerra de las Galaxias) y atrapados en un callejón sin salida tanto en el plano político como en el económico (oficialmente definido como «estancamiento») la autoridad soviética se vio obligada a improvisar. Con idea de salvar el sistema comunista y el imperio soviético, la única opción que le quedaba al nuevo líder, Mijail Gorbachov, era la de poner en marcha reformas destinadas a motivar a los ciudadanos más frustrados para que consiguieran ser más eficaces en el trabajo. En el proceso de modernización se introdujo además una política gubernamental que pretendía en parte liberalizar el sistema político y que estipulaba además algunas libertades en los medios de comunicación. Esta política, que se denominó oficialmente Glásnost, pretendía inyectar algo de oxígeno en el sistema. Autorizando una mayor libertad de expresión y de crítica, pretendía reavivar la fe y la motivación de los ciudadanos para con la causa del socialismo. Se produjo totalmente el efecto contrario. El oxígeno que entró en el país con la libertad de palabra, al igual que sucede cuando el vino joven se vuelca en viejos recipientes, hizo explotar el rígido cuadro monopolista de los reformistas del comunismo. El camino hacia un verdadero cambio se acababa de abrir.

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21 de julio de 1940, el Consejo de Estado estonio es recibido por las delegaciones de la armada y marina soviéticas. (Museo Nacional de Estonia)

1941, víctimas del terror rojo en el Castillo de Kuressaare. (Museo Nacional de Estonia)

El búnker de los Hermanos del Bosque, hacia 1941. (Museo Nacional de Estonia)

Cartel que parodia el régimen soviético: «Abajo está en lo alto, lo negro es blanco,

el día es la noche, lo que es grande, es pequeño, lo alto está abajo

y sí quiere decir no» 1941, los deportados tiran las cartas por la ventana. (Museo Nacional de Estonia)

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Campo de refugiados cerca de Leningrado. (Museo Nacional de Estonia)

1944, Vormsi, isla al oeste de Estonia. En el Puerto de Sviby, habitantes de Vormsi abandonan el país (Museo Nacional de Estonia)

1964, zona fronteriza, puesto de acceso a la Isla de Vormsi. (Museo Nacional de Estonia)

23 de agosto de 1988. El Parque de la cierva «Hirvepark» en el centro de Tallin fue la cuna de la Iniciativa Ciudadana para la Democracia en Estonia. La primera manifestación en Hirvepark tuvo lugar en 1987,

en conmemoración del aniversario del pacto Ribbentrop-Molotov, el acuerdo criminal firmado entre el dictador nazi y el comunista, que marcó el destino de los Estados Bálticos en 1939. Miles de manifestantes exigían conocer

la verdad y pedían que se publicaran los protocolos secretos de este Pacto tan tristemente conocido. Desde entonces, los ciudadanos se darían cita cada 23 de agosto en este lugar, año tras año.

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11 de septiembre de 1988. «La mejor canción estonia» (Eestimaa laul), en el estadio de Tallin. La manifestación más importante de la «Revolución Cantada» aglomeró a unas 300 mil personas – es decir,

el equivalente a un tercio de los estonios que vivían en territorio de Estonia –. (Tunne Kelam)

Mayo de 1989, la comisión ciudadana de Pölva, una pequeña ciudad al sur de Estonia comenzó a censar a los habitantes de su localidad. La continuidad jurídica a través de personas reales. (Tunne Kelam)

La Vía Báltica, el 23 de agosto de 1989 en las proximidades de Tartu, una cadena humana que une unas dos millones de personas de Tallin a Vilna para reclamar la libertad de los Estados Bálticos. (Museo Nacional de Estonia)

1 de mayo de 1989. La segunda conferencia de las naciones ocupadas por el régimen soviético se celebró en la casa de Loodi en el sur de Estonia. Los organizadores son antiguos prisioneros políticos que tuvieron un papel de relevancia

a la cabeza de los nuevos movimientos democráticos surgidos en el seno de su propia nación. (Tunne Kelam)

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Febrero de 1990, las comisiones ciudadanas se aproximan a sus objetivos a grandes pasos ‒tras unos comienzos casi clandestinos, comienzan a aparecer en el espacio de un año tan solo, en los carteles publicitarios de la ciudad de Tallin

anunciándose para las elecciones al Congreso estonio. (Tunne Kelam)

1996. EL antiguo presidente de Estonia (1992-2001) y Ernst Jaakson, diplomado de nacionalidad estonia en el que contribuyó a mantener, durante 69 años de forma ininterrumpida, la continuidad jurídica a través de los servicios

diplomáticos, primero como representante diplomático de Estonia en los Estados Unidos y después de la independencia, como embajador así como representante permanente en el seno de las Naciones Unidas. (Museo Nacional de Estonia)

Reunión del gobierno estonio en 2008. (Servicio Público de la Cancillería del Estado de la República de Estonia)11 de marzo de 1990. Apertura de la primera sesión del Congreso de Estonia en el «Estonian Concert Hall».

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Y lo cierto es que esta Revolución Cantada despertó a las masas. En el plano político, durante el verano de 1988, los instigadores de Hirvepark prepararon una solución alternativa al monopolio del partido comunista. El 20  de agosto de 1988, el primer partido político democrático sobre territorio soviético, veía la luz con el nombre del Partido por la Independencia Nacional de Estonia (ERSP). Mientras que los movimientos precedentes se abstuvieron no solo de criticar abiertamente la dictadura comunista sino que contemplaban las reformas dentro del marco de los programas de la Unión Soviética, el ERSP convirtió en su estandarte la idea de la restauración, sobre la base de la continuidad legítima, de una República de Estonia plenamente independiente. El ERSP veía en la independencia política la pieza clave y una condición previa a cualquier auténtica reforma. Uno de los mayores tabúes políticos acababa de romperse ya que las élites estonias soviéticas se distanciaron siempre de la idea de una independencia política, pues la consideraban una provocación además irrealista. El ERSP constituyó una fuente de inspiración que incitó a la creación de un sistema multipartidista no solo en Estonia sino también en el resto de los países bálticos.

Estos cambios repercutieron asimismo en las estructuras soviéticas. En septiembre de 1987 se presentó una propuesta de una Estonia económicamente autónoma. En junio de 1988, Karl Vaino, el alto mando comunista claramente a favor de Moscú, fue remplazado después de muchos años por Vaino Väljas, que dará luz verde a las actividades del Frente Popular y evitará la eliminación de las fuerzas democráticas locales. En noviembre de 1988, el Consejo Supremo de Estonia publica una declaración sobre la soberanía, aproximándose así un poco más al conflicto abierto contra Moscú.

Los movimientos democráticos nacionales se situaron nuevamente a la cabeza del proceso político. El 24 de febrero de 1989, la Sociedad del Patrimonio, el ERSP y la Unión Cristiana de Estonia, lanzan la iniciativa más importante de la Historia moderna de Estonia el Movimiento por la Consulta y los Derechos Ciudadanos. Este movimiento pretendió, basándose en una existencia legítima de la República de Estonia, establecer el número de ciudadanos legítimos del país. Aunque evidentemente las comisiones no podrían contar con el apoyo de las autoridades soviéticas y tampoco disponían de los medios económicos y con una cobertura mediática insuficiente, en un año, los organizadores consiguieron realizar un auténtico censo político nacional e inscribieron a 790 mil personas en calidad de ciudadanos legítimos de la República de Estonia, una República que no era más que un lejano sueño en medio de la realidad soviética. Es más, se registraron 60 mil peticiones de ciudadanos. Se prometió procesos simplificados a los inmigrantes del periodo soviético que osaran apoyar la restauración de la independencia una vez que ésta

días del mes de abril de 1988, una asamblea plenaria de la Unión de las Artes y las Letras Estonias, que agrupaba a la élite de los intelectuales, artistas, escritores y compositores, enunció no solo los problemas de identidad y de cultura nacionales sino también criticó severamente las políticas culturales comunistas. El mensaje de estos líderes culturales, retransmitido en directo por televisión, constituyó un verdadero electrochoque para la nación. Se sucedieron nuevas iniciativas políticas. Y en el marco del programa de televisión estonio «Volvamos a pensar», el 13 de abril de 1988, el economista Edgar Savisaar preconizó la creación de un Frente Popular destinado a movilizar a la gente común hacia esta organización casi oficial con el en apoyo a la Perestroika de Gorbachov.

De todas maneras, en esta época la situación en Estonia había dado un giro radical. Otro de los eventos que marcaron un antes y un después fue la reunión de las Sociedades del Patrimonio de Estonia que tuvo lugar los días 14 y 17 de abril en Tartu. Los organizadores tuvieron la osadía de presentar la bandera nacional durante la reunión que además de ser pública contó con la asistencia de 10  mil personas que vieron cómo los tres colores oficiales prohibidos desde hacía mucho tiempo, el azul, el negro y el blanco desfilaban ante sus ojos pero en bandas de tela separadas. Poco después estos colores comenzaron a verse por todas partes. Precedentes de las cuatro esquinas del país, los participantes volvieron a sus casas animados por un nuevo espíritu de valor y esperanza. A finales de mayo y principios de junio, en numerosos eventos públicos podían verse al fin estos tres colores en toda Estonia.

En mayo de 1988, los ideales políticos nacionales comenzaron a atraer la atención de miles de jóvenes. Los músicos de rock estonios más conocidos transformaron el mensaje patriótico en un idioma y un estilo con la que las jóvenes generaciones no tardaron en identificarse. En cierto modo, las «Cinco canciones patrióticas» de Alo Mattiisen y Juri Leesment tendieron un puente entre el despertar nacional del siglo XIX y la actualidad. Cuando en el mes de junio las autoridades intentaron detener la representación de las canciones en la plaza municipal de Tallin, una multitud se presentó en el lugar donde tendría lugar el festival a las afueras de la ciudad. Es el inicio de los «festivales nocturnos de la canción» donde de forma espontánea decenas de miles de personas festejarían noche tras noche, blandiendo la bandera nacional y cantando himnos patrióticos prohibidos por el régimen. El valor de los ciudadanos se retroalimentó de este formidable espíritu de unidad. El activista estonio Heinz Valk bautizó este movimiento con el nombre de «Revolución Cantada».

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reuniría por primera vez los días 11 y 12 de marzo. Sus decisiones se tomarían en base al Derecho Internacional e incluirían una declaración sobre la restauración del poder legítimo del Estado, un plan de acción destinado a restaurar la independencia y pediría que se retiraran las tropas de ocupación soviética. Estonia se encontraba a un paso de su independencia. Como solución alternativa y viable a los órganos oficiales soviéticos, el Congreso propuso entonces un modelo que tanto Letonia como Georgia o la República de Tartaristán, adoptarían más adelante. El Congreso reclamó en cooperación con el Consejo Supremo de la RSSE un periodo de transición hacia la independencia. El presidente de su comisión permanente fue Tunne Kelam (ERSP).

Las elecciones al Consejo Supremo de la RSSE tuvieron lugar en marzo de 1990. Pese a las limitaciones ya que Estonia seguía siendo oficialmente una república soviética, puede decirse que estas elecciones fueron prácticamente democráticas gracias a la presencia de diferentes partidos en liza. El nuevo Gobierno de la Estonia soviética, dirigido por el jefe del Frente Popular, Edgar Savisaar, fue clave en el distanciamiento del país de la dominación del Kremlin que se agudizaría cuando en cooperación con el Congreso de Estonia el primer ministro comenzó a tratarlos como oposición.

En enero de 1991, fuerzas especiales soviéticas dirigieron brutales ataques contra Letonia y Lituania. Estonia se libró quizá gracias a la firma del acuerdo de cooperación que el país báltico firmó con el presidente de la Federación de Rusia, Boris Yeltsin, que seguía siendo contrario bajo cualquier concepto, a la independencia de los Estados bálticos.

El 19  de agosto de 1991, una tentativa de golpe de Estado militar en Moscú dio a las naciones bálticas la oportunidad de reconquistar su independencia. En tan solo un día, los dirigentes del Congreso de Estonia y del Consejo Supremo sellaron una entente nacional que recogía los principios y mecanismos de la restauración del Estado, donde la decisión de crear una Asamblea Constitucional fue decisiva y que dio lugar tan solo un día después a una propuesta de restauración de la independencia sobre la base de l continuidad legítima de la República de Estonia. La independencia de Estonia fue reconocida en primer lugar por la Federación de la Rusia de Yeltsin, después por Islandia y Dinamarca. En pocas semanas los principales países occidentales restablecieron sus relaciones diplomáticas con la nueva Estonia independiente. El 17 de septiembre de 1991, Estonia se convirtió en miembro de la Organización de las Naciones Unidas.

fuera restaurada. Se formarán en todo el país redes locales de comisiones de ciudadanos y en noviembre de 1989, se eligió una comisión general de ciudadanos. Registrarse públicamente como ciudadano de Estonia estando en posesión de un pasaporte soviético era un verdadero acto de valor. El efecto llamada que se produjo cuando miles de personas comenzaron a registrarse tuvo el poder de un referéndum en favor de la independencia con todas las de la ley. El hecho de redescubrirse ciudadano de Estonia acabó reuniendo a los partisano de todos los grupos políticos, incluidos los del Frente Popular, en el que los dirigentes se mostraron en un principio opuestos al movimiento. La Comisión de los Ciudadanos ofrecía una vía alternativa al sistema comunista y terminó de destruir en el espacio de un año, la poca credibilidad que le quedaba al régimen. A finales de 1989, el nuevo objetivo político nacional había sido definido: un Estado-Nación independiente.

Cuando en el Congreso se eligió a los diputados populares de toda la Unión, el 26  de marzo de 1989 convocada por Gorbachov y permitiendo elegir entre diferentes candidatos el Frente Popular se llevó la mayoría de los escaños. En el Congreso, los representantes bálticos formarán un grupo unido. Los objetivos establecidos eran la autonomía económica de los Estados Bálticos y la denuncia del Pacto Ribbentrop-Molotov.

EL 23 de agosto de 1989, para destacar de alguna manera el 50 aniversario del Pacto Ribbentrop-Molotov, unos dos millones de estonios, letonios y lituanos, se darán la mano formando una cadena humana sin precedentes que atravesaría los tres Estados bálticos. Esta impactante imagen representaba el deseo de los Estados bálticos de recuperar la libertad que les había sido arrebatada tras la firma del famoso Pacto. Este acontecimiento cuya imagen dio la vuelta al mundo acaparando las portadas de los periódicos internacionales, fue una llamada de atención al mundo sobre la cuestión báltica. En diciembre de 1989, Gorbachov tuvo que reconocer que las clausulas secretas del Pacto Ribbentrop-Molotov fueron el origen de la ocupación de los Estados bálticos; es innegable que esto pudiera sembrar la sombra de la duda sobre el hecho de que estos países formaran parte de la Unión Soviética.

El 24 de febrero de 1990, se celebraron las elecciones al Congreso de Estonia que con una tasa de participación del 90% de los ciudadanos censados dio lugar a una composición de lo más heterogénea, con representantes de 31 partidos diferentes y movimientos ‒ entre ellos, los grupos más influyentes eran el Frente Popular, la Sociedad del Patrimonio y el Partido por la Independencia Nacional de Estonia (ERSP) ‒ constituyendo un congreso de un total de 499 miembros que se

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Las elecciones presidenciales llevarán a dos candidatos a la segunda vuelta: el antiguo presidente del Consejo Supremo de la RSSE, Arnold Rüütel y el candidato de Pro Patria, el escritor Lennart Meri que se enfrentarán en el Parlamento hasta que el Riigikogu eligiera a Lennart Meri como primer presidente de la República después de la ocupación. Meri, brillante intelectual y políglota y presidente de la república desde la ocupación, proyectó la imagen de Estonia a escala internacional.

De cara a la devastadora crisis económica que desembocó en el desmoronamiento de la economía soviética, el nuevo Gobierno lanzó inmediatamente después toda una serie de reformas fundamentales a pesar de la feroz oposición de las fuerzas políticas asociadas a las redes y prácticas de la Unión Soviética. La reforma del Gobierno redujo en primer lugar el número de ministros y preparó el terreno para una función pública apolítica. Jóvenes funcionarios con formación comenzaron de esta manera a remplazar a los funcionarios de la época soviética. En el marco de un amplio proceso de privatización, el Gobierno destruyó radicalmente la participación directa del Estado en la economía, estimulando la iniciativa privada y a través de la creación de un clima favorable para los inversores extranjeros. La declaración del primer ministro que decía que «el Gobierno no ayudaría más que aquellos que quisieran ayudarse a ellos mismos» desató no solo una ola de reacciones negativas sino que introdujo además un cambio radical en la sociedad. El éxito del primer objetivo de Laar de orientar al país hacia Occidente se realizó en el periodo de dos años y estableció una red de relaciones de confianza con los dirigentes occidentales que transmitieron el apoyo y la seguridad que contribuyeron a la consecución de las reformas.

El Gobierno puso en pie y equipó a las fuerzas armadas estonias mientras intentaba librarse de la armada y bases militares rusas. Como Estonia recibió el apoyo político de los países occidentales y pudo relacionar este hecho con la retirada de las tropas rusas de Alemania. Cuando Yeltsin y Meri firmaron el acuerdo, las tropas rusas se marcharon de Estonia el 31 de agosto de 1994 jubilando a su paso a miles de militares soviéticos.

En 1994 las reformas económicas comenzaron a dar sus primeros frutos y la economía nacional comenzó a registrar un crecimiento que permitió mejoras en las condiciones de vida. Sin embargo, al mismo tiempo, el descontento social tomó un nuevo impulso por parte de los jubilados y los granjeros colectivos de la época soviética que estimaron que el progreso se estaba consiguiendo a su costa. Todos estos descontentos provocaron que el Gobierno de Laar se derrumbara en el Parlamento en septiembre de 1994 y que la Unión Pro Patria (constituido de la fusión de Pro Patria y el ERSP) viera mermado su apoyo tras las elecciones de 1995. En cualquier caso, las reformas no cesaron y la nueva coalición

VIII. LAS FUERZAS SOCIALES DE TRANSICIÓN Y DESARROLLO POLÍTICO EN ESTONIA DESPUÉS DE LA RESTAURACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Después de la nueva restauración de la independencia, hubo que ponerse manos a la obra para editar los documentos de base y las estructuras necesarias para una sociedad democrática. Se eligió en septiembre de 1991 una asamblea constitucional en la que se representaron sobre una base igualitaria a los miembros del Consejo Supremo y el Congreso de Estonia, que declaró posteriormente haber realizado con éxito su misión de restaurador legítimo de la democracia. El nuevo proyecto de constitución, fuertemente influenciado por el modelo político alemán, se presentó en abril de 1992 y se aprobó por referéndum popular el 28 de junio de 1992. Las elecciones a la presidencia de la República y al Parlamento, el Riigikogu, se convocaron para el 20 de septiembre de 1992.

En enero de 1992, el Gobierno de Edgar Savisaar dimitió como consecuencia de una crisis económica y política. El nuevo primer ministro, Tiit Vähi se encargó de la administración del país hasta las elecciones de septiembre. En verano de 1992, a partir de la introducción de una reforma económica llegó la corona estonia, cuyo curso legal se fijó en relación al marco alemán. La responsabilidad del sistema financiero estonio se confió a un comité monetario independiente.

La fuerza motriz social de la transición llegó de la mano de intelectuales de diferentes generaciones en particular de los jóvenes que habían integrado las ideas aparentemente más radicales de los antiguos disidentes. La Sociedad del Patrimonio, el ERSP y el Congreso de Estonia serán el lugar del que surgirán los nuevos hombres políticos más demócratas. En 1992 se creo un nuevo movimiento de centroderecha, «Pro Patria», que se asoció al Partido Popular Europeo y ganaría además las elecciones parlamentarias del 20 de septiembre de 1992 bajo el eslogan «¡Hagamos limpieza!». Este partido preconizaría un giro radical del este hacia el oeste, de la sociedad soviética hacia una economía de libre mercado. El Frente Popular de Savisaar, en tercer lugar, pasó a formar parte de la oposición. El 21 de octubre, se constituiría el primer Gobierno democrático desde 1940 bajo la dirección del antiguo historiador Mart Laar de 33 años de edad. La coalición de centroderecha agrupaba a Pro Patria, los moderados y al ERSP y el jefe de filas de la Sociedad del Patrimonio fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores.

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de la economía comunista o de su alcance. Esto no hizo más que alimentar un optimismo superficial que haría pensar que librando las altas esferas de dirigentes comunistas, el país, una vez liberado pudieran adoptar rápida y automáticamente las normas occidentales del desarrollo. Era extremadamente difícil comprender desde el exterior hasta qué punto las economías comunistas, que desprovistas de estructuras necesarias, iban a la cola con respecto a los demás. A decir verdad, el regreso a un modelo normal de economía, fue más complicado y más trabajoso de lo que se había creído ya que el sistema económico establecido por los comunistas había sido realmente devastador. Las tiendas estaban vacías y el rublo ruso había perdido todo su valor. En apenas dos años (1992-1993) la producción industrial disminuyó más de un 30%, los salarios bajaron un 45% y el precio del petróleo aumentó a más del 10.000%, mientras que la tasa de inflación por año rebasaba los 1.000%. Los habitantes de Estonia hacían cola durante horas para comprar comida porque además el pan y los productos lácteos estaban racionados y es que el 92% del intercambio comercial se realizaba aún con Rusia, lo que implicaba que el país báltico siguiera dependiendo de Moscú. Letonia aún no estaba preparada para rivalizar en el mercado libre y las primeras cantidades de moneda extranjera se obtuvieron a través de las exportaciones masivas de madera para la construcción. La economía centralizada soviética y las numerosas bases militares rusas (exentas de cualquier tipo de control medioambiental) habían perjudicado gravemente el medio natural. Todo esto provocaba que los inversores extranjeros vieran a Estonia como «una de esas antiguas repúblicas soviéticas» sin mucha esperanza en un futuro mejor.

Y lo cierto es que tampoco eran tantos los que confiaban en la posibilidad de mejorar su porvenir. Sin embargo, a los nuevos dirigentes no les quedaba más que dar el gran salto de cara a superar el gran abismo que separaba el país de las condiciones de vida europeas. Cruzar el precipicio en varios saltos no sería posible y además no había tiempo que perder. La rapidez era un factor decisivo dado que la confianza de los electores en sus responsables políticos así como el nivel de sufrimiento que el pueblo estaba dispuesto a soportar, tenía sus límites. Un programa económico radical, puesto en marcha justo después de la apertura política tenía además muchas más posibilidades de ser aceptado que un programa alternativo más suave que introdujera medidas con cuentagotas. Es más la liberación de una dominación extranjera puede generar un estado de espíritu especial y dar mayor latitud política al Gobierno. Algo que parece imposible en condiciones políticas y económicas «normales» se convierte en realizable cuando una democracia no ha hecho más que comenzar, siempre y cuando se ponga en marcha un programa político determinado así como un liderazgo determinado que ponga en marcha las reformas.

pragmática del partido de la coalición, liderada por el primer ministro Tiit Vähi (de 1995 a 1998) y los liberales nuevamente formados (Partido de la Reforma) siguió la línea reformista de sus predecesores.

Las elecciones de 1999 trajeron consigo una coalición de centroderecha de la Unión Pro Patria, del Partido de la Reforma y de los moderados, liderados una vez más por Mart Laar (1999-2003) que permitieron reavivar la economía y esfuerzos renovados con idea de preparar la adhesión a la UE. La coalición se separó a finales de 2002 y fue sucedida por un nuevo Gobierno dirigido por Siim Kallas, jefe de filas del Partido de la Reforma junto al Partido de Centro (sucesor del Frente Popular). Las elecciones de 2003 dieron el poder a un nuevo partido político «Res Publica» que preconizó nuevas políticas con las «manos limpias». Su jefe de filas, Juhan Parts, se convirtió en primer ministro en coalición con el Partido de la Reforma y la Unión del Pueblo.

La vía política estonia ha tenido sus parecidos con las de otros países poscomunistas, aunque hay no obstante grandes diferencias. En Estonia, por ejemplo, los gobiernos comprometidos profundamente con las reformas fueron remplazados por coaliciones que mantenían nexos con el pasado comunista, razón que evitó cambiar la esencia de la evolución política del país. Por otra parte, fueron los gobiernos reformistas los que permanecieron más tiempo en el poder (el Gobierno de Mart Laar de 1992 a 1994 y de 1999 a 2003). El simbólico «Vilnius Express» que desde 1992 llevó al poder a antiguos comunistas por todos los rincones de Europa central y oriental, no tuvo ninguna repercusión en Estonia, donde los partidos herederos del Comunista jamás obtuvieron más del 1% de los votos. La evolución de la política del país se desarrolló de forma estable en su conjunto, lo que hace que podamos considerar el plano político como una de las reformas más logradas de Estonia.

Podríamos concluir diciendo que los electores pueden hacer abandonar el poder a los reformadores radicales aunque no necesariamente las reformas introducidas por ellos especialmente si éstas se aplicaron con premura.

IX. LAS REFORMAS ECONÓMICAS EN ESTONIA

Cuando Estonia alcanzó su independencia, se pudieron calcular los estragos que causaron 50 años de régimen comunista. Los enemigos del sistema no serían totalmente conscientes de los efectos negativos

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el régimen socialista que fue, según la Fundación Heritage, el primer país, antiguo miembro comunista, que pasó al estatus de economía libre. Y lo más destacable además es que no solo es una economía libre sino de las más libres del mundo. Y como consecuencia de ello, el país que tuvo el crecimiento económico más rápido de Europa. Hasta la ralentización económica mundial en 2008, la tasa media de crecimiento económico desde el inicio de las reformas se elevó al 7% al año. Estonia estaba a la cabeza del e-government (Gobierno electrónico). Su desarrollo económico demostró que la implantación de las reformas de forma radical son la solución para una evolución satisfactoria en la búsqueda de un futuro mejor basado en mejoras en el nivel de vida, disminución de la pobreza y la desigualdad, así como se mostró como un remedio eficaz a la hora de resolver los problemas y tensiones sociales procedentes de la época comunista. También Estonia estaba bien preparada para plantar cara a los desafíos del nuevo milenio.

X. LA VUELTA A EUROPA

Tras la restauración de su independencia, la economía y la sociedad no eran los únicos problemas de Estonia: sus perspectivas en materia de política exterior no eran mucho más optimistas. Tal y como sucedió a principios de los años 20, la comunidad internacional se mostraba más bien pesimista respecto a las perspectivas de futuro de los países bálticos que fueron juzgados como excesivamente dependientes de Rusia como para poder sentar con celeridad los cimientos de su independencia y su economía en términos reales. Para muchos en Occidente, era tan solo cuestión de tiempo que los países bálticos volvieran, de una u otra manera a la órbita de Rusia. Por aquel entonces Moscú ya había comenzado además de su política neoimperialista y a partir de 1992 supuso un alza de los precios de la energía, y a finales de año un parón en el suministro de gas y petróleo sumado a la imposición de un embargo económico destinado a forzar al Estado estonio a renunciar a sus proyectos de reunificación con Occidente. A principios de los años 90, incluso los analistas que evaluaban favorablemente las reformas políticas y económicas estonias no esperaban más que ver a los Estados bálticos adherirse a la UE en un futuro muy cercano. Y las aspiraciones de los mismos a formar parte de la OTAN eran consideradas no solo como utópicos sino también muy arriesgados para la cooperación y el equilibrio internacionales, especialmente en el contexto de una oposición feroz por parte de Rusia.

Un examen en profundidad de las experiencias de Europa central y oriental no muestra ningún nexo entre el tipo de reforma económica introducido y la intensidad de la protesta social. Es más, se podría incluso afirmar que la prolongación de un programa de reformas necesarias puede provocar un descontento significativo, mientras que medidas equivalentes adoptadas con celeridad son aprobadas sin mucho problema por la sociedad. En definitiva, las buenas decisiones tomadas en el buen momento pueden ofrecer ventajas a estos países y garantizar una mayor satisfacción del electorado en razón de los progresos económicos tangibles. Por regla general, la posibilidad de llevar a cabo reformas fundamentales no dura mucho tiempo. Rápidamente las urnas suelen obligar a dar paso a la política normal de los partidos y grupos de la oposición.

El reajuste profundo de la actitud también fue fundamental a la hora de evitar quedarse anclado en un ambiente poscomunista y requería la creación de una economía de mercado que funcionara, basada en el Estado de derecho y en la transparencia. En la época del socialismo impuesta por los soviéticos, la población no tenía la costumbre de reflexionar por sí misma y de lanzarse a los cambios por su cuenta o enfrentarse a los riesgos por sí sola. Buena parte de la población tenía que liberarse primero de la herencia de la mentalidad totalitaria, según la cual otro sería quien tomara y resolviera las decisiones. Era necesario por tanto, devolver a los ciudadanos la energía y la motivación para que ellos mismos fueran capaces de moverse y tomar decisiones.

Las reformas radicales contribuyeron a ello. La primera fue la reforma monetaria en 1992. Estonia se convirtió en el primer país liberado de la Unión Soviética que acuñó moneda propia, la Corona, cuyo valor se fijó en función del DEM a través de un sistema de comisión monetaria. La segunda decisión fundamental que tomó el nuevo Gobierno de 1992 consistió en la adopción de un presupuesto equilibrado sin el cual la reforma no hubiera tenido ningún efecto. Estonia abrió su economía, eliminando todas las trabas arancelarias e introduciendo un programa de liberalización radical. Se llevó a cabo también la reforma del derecho territorial, con idea de restablecer los derechos de propiedad de los antiguos propietarios y privatizar todas las empresas del Estado. La reforma judicial y administrativa que sustentó el Estado de derecho permitió además luchar contra la corrupción de forma más efectiva y las reformas fiscales audaces motivaron un importante desarrollo económico. En 1994 se estableció un impuesto fijo sobre los salarios y en el año 2000 se suprimió el impuesto de sociedades sobre los beneficios obtenidos.

El crecimiento de Estonia comenzó a acelerarse, alcanzando el 10% en tan solo un año. El país estaba tan irreconocible que era difícil acordarse del estado en el que se encontraba Estonia bajo

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Enn Sarv nació en Estonia en 1921. Se diplomó en el célebre liceo de Westholm y comenzó en 1939 sus estudios en la Universidad de Tartu. Cuando Estonia fue ocupada por la Unión Soviética, Sarv se sumó al movimiento de resistencia nacional contra el comunismo. Como muchos de los estonios, esperaba que utilizando la guerra contra Rusia y Alemania, Estonia hubiera podido alcanzar su independencia. Cuando la Alemania nazi ocupó el país, Sarv pasó a formar parte del movimiento clandestino de resistencia nacional y combatió contra la ocupación alemana. En 1944, fue arrestado por la Gestapo y enviado al campo de concentración de Stuthoff. Ahí sobreviviría al horror y volvería a Estonia en 1945, cuando el país estaba nuevamente ocupado por la Unión Soviética. Fue una vez más arrestado bajo las mismas acusaciones de los nazis, la lucha por la independencia del país. Tras 10 años en un gulag de Siberia, Sarv vuelve a Estonia en 1958 y termina sus estudios en la Universidad. Trabajó posteriormente como científico y participó en el movimiento de resistencia y se convirtió, tras la restauración de la independencia de Estonia en uno de los expertos sobre el régimen comunista más apreciados.

Lista de abreviaturas:

NKVD – Comisariado del pueblo para asuntos internosONU – Organización de las Naciones UnidasFP – Frente PopularERSP – Partido por la Independencia Nacional de Estonia PMR – Pacto Ribbentrop-MolotovRSSE – República Socialista Soviética de Estonia

Estonia sin embargó optó por llevar a cabo otro plan. Su objetivo era ante todo superar las barreras que se habían levantado de manera forzosa y que eran aparentemente insuperables, para volver la vista a Europa, su hogar común. Esta perspectiva reposaba sobre un claro programa de reformas tajantes y una ruptura categórica con la herencia comunista y la mentalidad soviética, que consiguieron allanar el camino a un avance de verdad. Ironías de la vida: el bloque económico ruso ayudó a Estonia a separarse del antiguo sistema económico soviético todavía más rápidamente.

En su regreso a Europa, Estonia pasó a formar parte del Consejo de Europa en mayo de 1993 y en febrero del año siguiente se sumó al programa de la OTAN denominado «Partenariado por la Paz». En enero de 1995 entró en vigor un acuerdo de libre comercio con la UE y Estonia, que había firmado sin haber pasado un periodo de transición, avanzó más rápido en su plena adhesión a la UE que los otros candidatos. «El milagro económico estonio» dio por fin credibilidad a las aspiraciones del país báltico a ojos de Occidente. Fue difícil rechazar a un Estado cuyo principal artículo para la exportación hacia los países en periodo de transición era ‒ retomando las palabras del vicepresidente americano Al Gore ‒ «la esperanza». Las aspiraciones estonias fueron apoyadas indirectamente por la gran ampliación de la UE hasta las fronteras rusas en 1995 así como por el inicio del proceso de ampliación de la OTAN. En diciembre de 1997, Estonia, Hungría, la República Checa (entonces Checoslovaquia), Polonia, Eslovenia y Chipre, fueron invitadas a iniciar las negociaciones de adhesión con la Unión Europea, que darían comienzo en 1998 y reforzarían la posición internacional de Estonia, favoreciendo las inversiones extranjeras en suelo estonio. Las negociaciones de adhesión concluyeron a finales de 2002 y la adhesión a la UE se llevó a cabo en mayo de 2004, aprobada en referéndum por el 63% de los electores en junio de 2004. Paradójicamente, la adhesión a la OTAN, aparentemente más difícil de obtener, se concretizó en abril de 2004, antes incluso de que Estonia se adhiriera a la UE. Con la realización en 2004 de estos dos grandes objetivos internacionales, el regreso de Estonia hacia Occidente podría ser considerado como irreversible.

Hoy, Estonia se enfrenta a nuevos desafíos. Estonia debe mostrarse al mundo como un socio fiable en el que se pueda confiar a la hora de tomar decisiones ya que forma parte de la mesa donde se decide sobre el futuro del mundo. Estonia puede servir de ejemplo para los países que caminan hacia la democracia y la economía de mercado, ya que ha demostrado que una transición satisfactoria es posible.

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HUNGRÍA: UN SIGLO DE COMPLEJAS TRANSFORMACIONES

Gyorgy Schöpflin

República de Hungría – Magyarország

Superficie: 93.030 km²

Población: 10.037.800 (2007)

Capital: Budapest

Lengua oficial: Húngaro

Moneda: Florín húngaro (HUF)

Régimen político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 01.05.2004

I. INTRODUCCIÓN

El comunismo dejó una profunda huella en Hungría y para comprender las tendencias políticas de hoy es necesario remontarse y profundizar en el sistema y la mentalidad que se forjó en aquel entonces. La Hungría de hoy por tanto no es más que el escenario resultado de una guerra civil entre culturas, valores y diferentes ontologías. En política se tradujo por una lucha entre dos escuelas que rechazaban la visión de la realidad del otro. Habría además que añadir a este conflicto las reglas formales e informales de la comunidad internacional y las reglas de base de la democracia. Este cuadro se hizo aún más complicado por los dilemas que plantearon los últimos modernizadores ‒ Hungría era aún un país fundamentalmente agrícola en 1945‒ y por las tensiones entre los valores nacionales y los valores importados y los discursos sobre el método, el

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II. LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

La Historia de Hungría durante el siglo XX estuvo marcada por las censuras y rupturas así como por la continuidad y la restauración, pero sobre todo, fue un siglo caracterizado por un sentimiento de pérdida de la representación y la lucha por recuperarla. Esta lucha no ha terminado aún.

Esta pérdida de representación provocó una profunda división sobre la manera de recuperarla, bien a través de la imitación sistemática de la actitud Occidental ‒ símbolo del éxito ‒ bien haciendo uso de los recursos propios de Hungría. Esta división, que hunde sus raíces en el periodo posterior a 1867, dejó su huella en la política de partidos, la izquierda, que abrazaba la importación cultural ilimitada y la derecha que insistía por que la modernidad húngara se definiera por ella misma a través de sus propios criterios.

En definitiva el siglo XX comenzó con un éxito considerable que generó más seguridad y confianza en sí mismo. Hungría era un modelo que tenía una función civilizadora en el valle central del Danubio y Budapest era la capital-escaparate admirada por todos. Aunque si bien es cierto que fue integrado al Imperio austríaco, el país era un reino autónomo con todas las de la ley. Tan solo ciertas cuestiones como los asuntos de exterior, la defensa y determinadas competencias financieras dependían de Viena, a los que había que añadir la Hausmacht ‒ Estado patrimonial‒ del Emperador (rey en Hungría) es decir, los poderes reservados al dirigente.

La construcción de una modernidad exclusivamente húngara iba así por el buen camino y su atractivo cultural era evidente. Además, el desarrollo de una modernidad económica, un aspecto central del proyecto de la modernización, iba tomando forma. Es el contexto de la modernidad política, la entrada de la sociedad en política, donde el Estado se resentía.

El proyecto modernizador tenía tres puntos débiles ligados en su esencia, la democracia, las clases y la etnicidad. El problema de la democracia, de la repartición de poderes era inherente a la situación de 1867, cuando el rey tuvo que aceptar un acuerdo con la élite dirigente sin la cual el país no podría ser dirigido más que de forma represiva. Este acuerdo definía los poderes de la nobleza inferior que aprovechó para lanzar un proceso de modernización desde arriba ‒ los modelos franceses ejercieron una gran influencia ‒ en los que aunque no se excluía a la mayor

significado y el objetivo de la modernidad. ¿Debería la modernidad húngara definirse principal y casi exclusivamente por los criterios universalistas reales o supuestos de Occidente o más bien por sus recursos propios nacionales? En este sentido los húngaros no han representado más un intento, entre muchos otros para imponer una modernidad extranjera universal, impuesta con una particular brutalidad que encontró además la resistencia activa y pasiva de la sociedad húngara. La resistencia generó también sus propios valores, que se añadieron en el conjunto de las actitudes con las que Hungría recibiría el hundimiento del comunismo en 1989.

El modelo particular del periodo posterior a 1989 es que estos dos enfoques se calcaron sobre la política de partidos, el enfoque particularista era representado por la centroderecha y el universalista por la izquierda. Esta situación provocó la polarización de la realidad en la que habría dos bandos distintos y distantes que adoptarían posiciones no negociables. La herencia comunista procedía indudablemente del arsenal de la izquierda, razón que le valdría a la centroderecha para afirmar que el cambio de sistema no había sido real.

El sistema de valores comunista se rebautizó como socialdemocracia y la rapidez de Occidente a la hora de aceptar esta nueva apelación ha sido la fuente de grandes dificultades. Sus principales características incluyen la repugnancia o incluso el rechazo total a la hora de aceptar que la democracia sirva para que el poder político se ejerza en beneficio del pueblo y no para satisfacer los deseos de la élite del partido; que las reglas formales e informales del poder existen por una buena razón y que no están ahí para ser esquivadas; que la corrupción y la falta de responsabilidad son inaceptables en una democracia moderna y que la izquierda no tiene el monopolio del sentido de la democracia.

Al mismo tiempo, la izquierda corre el riesgo de ser víctima de su propia propaganda ya que es incapaz de discernir la diferencia entre las palabras y la realidad. De esta manera, las corrientes ideológicas que se desarrollaron bajo el yugo de un régimen unipartidista siguen presenten hoy por hoy, a diferencia que el lenguaje marxista-leninista, que ha cedido su sitio a la mundialización y al mercado. En cierto modo es fascinante ‒ y terrorífico ‒ ver hasta qué punto los ciudadanos pueden dejarse cautivar por un metalenguaje determinado y perder de esta manera su capacidad de reflexionar de manera autónoma. Sin embargo para comprender cómo pudimos llegar a ese punto, necesitamos volver sobre nuestros pasos a comienzos del siglo XX.

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parte de la población, muchos no podían participar realmente, dada la naturaleza del proyecto. Toda extensión de este proyecto modernizador hacia las clases campesinas «sin formación» reduciría ‒ así se demostró ‒ el poder de los agentes de la modernización y conducirá al país hacía una dirección totalmente indeseable.

Las cosas se presentaban aún más difíciles para la parte de la población no magiar, que entonces constituía la mitad de la población. Este 50% no era en absoluto homogéneo, ni en términos de etnicidad ni en términos de capacidad a la hora de desarrollar sus propios modelos de modernidad. Así como los rumanos y los serbios, que tenían Estados emparentados al otro lado de la frontera, estaban separados de los magiares por su religión ortodoxa y disponían de las masa crítica para apoyar una solución alternativa, pudieron resistir de una forma relativamente positiva a la asimilación. En efecto, estos dos grupos de población habían desarrollado su propia clase media y ambos se habían embarcado activamente en la construcción de una identidad contradictoria.

Los alemanes, eslovacos y los rutenos ‒ cárpato-rusos ‒ no estaban en absoluto en la misma posición y se mostraban dispuestos a plantearse la movilidad social bajo la forma de un cambio de identidad. Por regla general esto pasaba por la emigración ‒ un viaje tan real como simbólico ‒ hacia la ciudad o hacia América. Estos eran la mayoría magiar y la élite dirigente siempre tuvieron miedo de que si el conjunto del a población se veía con derecho a votar, lo utilizarían para desmantelar el país. Hay que recordar que antes de 1914 la ecuación lengua igual nación igual Estado, en el sentido normativo era indiscutible (por ejemplo, jamás se preguntó a los habitantes de la Alsacia-Lorena si querían realmente ser alemanes, se supuso automáticamente).

Tal era el contexto político y sociológico de los acontecimientos que tuvieron lugar entre 1918 y 1920 que pueden ser considerados como una catástrofe para el proyecto húngaro, donde hay que ahondar aún un poco más. En definitiva, hay dos procesos que se desarrollaron de forma paralela: una pérdida de territorio y la tentativa de construir una democracia basada en el sufragio universal. La derrota de los poderes centrales desacreditó a la élite y dio a la clase media no titulada la ocasión de poner en pie un sistema democrático que, tal y como esperaba, sería suficientemente atractivo como para convencer a los no magyares de que se quedaran en Hungría. Fue extremadamente naíf, teniendo en cuenta que éstos tenían proyectos más interesantes o al menos más interesantes para ellos. Los «democratizadores» de 1918 se mostraron particularmente inocentes al pensar que Occidente respetaría sus visados democráticos y dejaría intacto el territorio húngaro. Al contrario,

Francia en particular, se prepararía a dar a sus clientes checos, rumanos y serbios todo lo que pidieran en relación al territorio y la población de Hungría.

La radicalización de la nueva élite da a los Aliados, con la declaración de la República Soviética de Hungría en 1919, el pretexto perfecto para intervenir militarmente el país y los futuros miembros de la Entente Balcánica pudieron a partir de entonces servirse a su antojo en lo que a territorio se refería ‒ casi porque la aspiración tácita de de compartirse enteramente Hungría no se alcanza en absoluto. Este desmembramiento de Hungría dio lugar a la ecuación «lengua=nación=Estado» ya que la nueva distribución dejará casi tres millones de incuestionables magiares en la piel de los sujetos de los Estados sucesores, un proceso que no era garantizado como consensual.

Sin embargo esta pérdida de territorio y de población estaría en lo sucesivo estrictamente ligada a la experiencia de la democracia, desacreditando la idea misma de democracia y ofreciendo una nueva ocasión a las élites de antes de 1914 de regresar al poder. Es lo que finalmente se lleva a cabo para instaurar una copia lo más fidedigna posible del sistema, volviendo incluso a una forma monárquica de gobierno aunque no fueran capaces de ponerse de acuerdo sobre la persona de un monarca. El almirante Miklos Horthy, como responsable supremo, fue por tanto quien hizo regencia.

El conservadurismo del nuevo orden era inevitable. El cambio social, la entrada de la sociedad en el mundo de la política se identificó con el desastre del Trianon, donde el tratado consagrado al desmantelamiento había sido firmado a título de simple programa del Tratado de Paz de París. La orden ‒ nueva y antigua a la vez ‒ era restrictiva y semiautoritaria, y soñaba con conquistar una vez más los territorios perdidos y sus poblaciones, incluso si la élite estaba dividida sobre el punto de saber si todos los territorios debían reconquistarse o bien tan solo aquellos en los que viviera una mayoría magiar.

Este sistema duró hasta 1944. Era estable, estático incluso, con un sentido del cambio muy limitado, sobre todo en lo relacionado con la revisión territorial. En la década de los años 30 comenzó a vulnerabilizarse en relación a los desafíos que venían desde abajo. El problema central era el de los paisanos, más de 3  millones de personas, es decir, cerca de la mitad de la población húngara. El problema de la conversión de los paisanos en ciudadanos estaba lejos de ser exclusivamente húngaro, en efecto, fue uno de los mayores problemas de la Europa de los siglos

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XIX y XX, aunque el régimen de Horthy era inhabitual porque no tenía recetas a este problema y además no le veía ninguna dificultad particular.

El desarrollo económico era lento y la industrialización no conseguía absorber a la población rural. La crisis económica de 1929 provocó el derrumbamiento de los precios agrícolas y una parte importante de la población rural se vio marginada económica y políticamente (en las zonas rurales el voto era restringido y abierto, no secreto). A partir del momento en que el radicalismo de izquierdas perdiera toda credibilidad tras los acontecimientos de 1919, la contestación del statu quo no podría venir más que de la derecha radical, la única capaz de movilizar un apoyo considerable, algo que preocupaba sobremanera al régimen de Horthy, a pesar de su capacidad para contenerla, a veces a través de la represión y otras por la incorporación.

En 1938 con el hundimiento de Checoslovaquia, Hungría recupera las regiones de etnia húngara de Eslovaquia y Rutenia. Dos años más tarde, ganaría las regiones septentrionales de Transilvania y en 1941, la región de Backa en Serbia. El precio a pagar: una alianza primero con la Italia fascista y en segundo lugar con la Alemania nazi que convirtiéndose en el primer comprador de cereales húngaros, había comenzado a atraer a Hungría hacia su modelo económico. La entrada en guerra del país centroeuropeo contra la Unión Soviética en 1941 lo acerca aún más al Eje aunque las relaciones entre el conservador Horthy y el líder de derechas radical, Hitler seguía siendo un poco tensa. De ahí la paradoja de ver un partido socialdemócrata en el centro de Europa, en plena legalidad en Hungría, con sus disputados en el Parlamento pero controlado por los nazis. Todo cambiaría cuando la Alemania nazi invadiría Hungría en 1944 y comenzaría a arrestar a todos los contrarios al régimen nazi y a deportar a los judíos hasta entonces protegidos por el régimen de Horthy, a Auschwitz, instalando finalmente su gobierno fantoche.

En el otoño de 1944, el Ejército Rojo entra en Hungría, toma Budapest después de un asedio devastador y acaba eliminando el 4 de abril los vestigios de la Wehrmacht y los nazis húngaros, las cruces flechadas. La instalación de un nuevo Gobierno provisional bajo los auspicios soviéticos tuvo lugar en el otoño de 1944, pero dado su carácter depredador, las destrucciones a gran escala y el caos generalizado del Ejército Rojo, no fue hasta 1945 que el nuevo orden consiguió asentar su autoridad.

Volviendo al argumento enunciado en el primer párrafo del presente capítulo, en la primera mitad del siglo XX, Hungría fue el teatro de un derrumbamiento de 1918 a 1920 en el que se representó

la desintegración de un modelo de modernidad que funcionaba, de una izquierda que en 1919, se desmoronó también; de la restauración de un sistema neo-K.u.K enteramente dedicado al statu quo y decidido a evitar los intentos de modernidad de una contestataria derecha radical; de la guerra y de un nuevo decaimiento, esta vez con consecuencias terribles y que concluiría con un breve gobierno democrático que introducido por la fuerza por los comunistas, impondría su propia experiencia radical y no daría los frutos deseados.

Una revolución que resultó inútil tuvo lugar en 1956 y durante la década de los 60, el régimen de Kadar optaría por la continuidad y el conservadurismo hasta su propia desaparición y del que no quedarían más que las migajas años después. En todos estos acontecimientos, los cambios vinieron desde arriba y la sociedad jugó un rol secundario y de figurante, de tal manera que el paso a la democracia de 1989 comenzó con serios obstáculos. En cualquier caso, un análisis de la segunda mitad del siglo es necesario antes de llegar a este punto.

III. EL COMUNISMO EN EL PENSAMIENTO EUROPEO

Los herederos del comunismo detestaron reconocerlo pero hay un punto en el que el comunismo y el fascismo se encuentran y es el momento en que la sociedad comienza el tránsito de la identidad colectiva a la identidad individual, en otras palabras, el pasaje a la modernidad. La anomia, la pérdida de valores generada por el desplazamiento físico incitaron al individuo a buscar una nueva identidad colectiva para remplazar la que se había perdido. Tal y como lo demostró Hannah Harendt, es lo que tanto el comunismo como el fascismo propusieron y sería la razón por la que estos dos sistemas pudieron labrarse una cierta autenticidad durante un tiempo.

La cuestión suscitada por esta propuesta es la siguiente: ¿la transformación de una identidad colectiva a una identidad individual es exclusivamente europea o podemos encontrarla en cualquier sociedad? Porque en este contexto europeo, hicieron falta tres generaciones para que emergiera la identidad individual, imponiéndose sobre la colectiva. En Rusia, la diferencia no está tan clara y la sociedad se contenta con una identidad ampliamente colectiva que domina a la individual; en Europa Central y del Sudeste sucede lo contrario y ciertamente en Hungría.

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El análisis completo de las razones que estudian la tensión entre la identidad colectiva y la identidad individual nos obligaría sin duda a remontarnos demasiado lejos en la historia del comunismo en Hungría. Sin embargo, una breve síntesis aquí parece oportuna.

Deepak Lal intentó que la Iglesia Occidental, prohibiendo la herencia lateral y constituyéndose heredera última, garantizara el crecimiento continuo de sus propiedades, ya que alrededor de la quinta parte de los matrimonios permanecieron estériles. La consecuencia involuntaria que se derivó de esta situación fue la desaparición de la familia numerosa y de la propiedad familiar extensa y el surgimiento de la familia nuclear como norma en Europa.

Después, las condiciones agrícolas en Europa favorecieron la cultura sedentaria por encima del pastoreo y a principios de la Edad Media sobre todo, la escasez de las tierras necesitó establecer un complejo sistema de regulación territorial y de poder que conocemos con el nombre de feudalismo. Este sistema atribuía una posición clara al individuo en la jerarquía feudal. Otros modelos de desarrollo, como la aparición de la ciudad como nuevo espacio donde la complejidad podía evolucionar, así como formas especializadas de conocimiento y tecnología, introducirían una interacción dinámica que en el siglo XVIII traería la definición de la personalidad europea u occidental del individuo racional y calculador. Todo lo que se necesitaba era transformar las sociedades de Europa, aún en su mayoría campesinas, en una comunidad de ciudadanos, tal y como los comunistas pensaban hacer a expensas de que los pueblos concernidos estuvieran listos o no a seguirlos, de tal forma que se saltarán una gran cantidad de etapas intermedias y pretenderán atravesar la Historia a marchas forzadas.

En el momento en que los comunistas tomaron el poder en Rusia y luego en Europa Central y en el sudeste europeo, la emergencia del individuo consciente de sí mismo había dado las soluciones puramente colectivas no factibles, lo que significaba que la coerción, la violencia y la fuerza iba a imponerse sobre la sociedad a gran escala. De ahí el terror. Los modelos colectivos del individuo bajo el comunismo, si no fracasaron completamente, dieron como resultado una sociedad deformada, fragmentada, que equivale en gran medida a la Hungría de hoy; esto es aplicable tanto a las identidades colectivas como a las identidades individuales, que fueron impuestas desde el exterior o generadas desde el interior a través del concepto extranjero de modernidad que el comunismo representaba.

IV. LOS ORÍGENES DEL COMUNISMO EN HUNGRÍA

El comunismo en Hungría encierra una extraña paradoja. De 1919 a 1989, hubo pocos países en los que el comunismo era tan poco exitoso como en Hungría, sin embargo cuando lo estratos formales del mismo – la lengua, la ideología, ciertas instituciones – se enfrentaron, éste se mostró extremadamente resistente. Es como si los residuos de los regímenes previos fueran muy difíciles de eliminar. Después de todo, en ningún Estado sucesor del Imperio Austrohúngaro, la herencia del antiguo régimen había sido tan difícil de transformar como en Hungría e hizo falta una guerra perdida y una transformación social después de 1945 para lograrlo. Persistía una cierta nostalgia de las costumbres y actitudes. Si esto fuera cierto, sería una mala noticia porque significaría que harían falta grandes cambios radicales para cambiar los vestigios de las actitudes comunistas.

Este argumento parecerá sugerir que la sociedad húngara, profundamente conservadora, está anclada en el pasado, en el mal sentido tradicional del término. En realidad hay una explicación mejor: los regímenes impuestos desde el exterior con los que Hungría tuvo que vivir – las transformaciones de los comunistas y de la casa de Habsburgo – adquirieron forma y se hicieron realidad y tras su marcha, Hungría se dio cuenta de que se habían enraizado en el país a pesar de la dura resistencia que se encontraron al llegar. Es habitual adquirir ciertas características a las que nos resistimos tal y como lo indicó Nietzsche «quien lucha demasiado contra los dragones, acaba convirtiéndose en dragón».

La primera experiencia de Hungría con el comunismo es muy antigua. Data de 1919, tras una guerra perdida que, se saldó con una pérdida considerable de territorio. La República Soviética de Hungría vivió 133 días antes de ser aplastada por las tropas intervencionistas rumanas. Esta derrota dejó su huella y provocó que los comunistas húngaros se radicalizaran y adoptaran al mismo tiempo una actitud más prudente. La base intelectual y social del comunismo húngaro era poco consistente. Dichas ideas vinieron de la mano de antiguos prisioneros de guerra, en los que un buen número había combatido junto a los Rojos en Rusia y a los que se le sumaron socialistas de izquierda y radicales opuestos a la guerra. La base social era la que se podía esperar de un país apenas industrializado: pocos trabajadores, campesinos sin tierras y otros elementos marginales. Lo que supuso un amplio apoyo para los comunistas era el intento de reconquistar el territorio

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perdido; importantes regiones de la Hungría histórica habían sido rápidamente ocupadas por las fuerzas checas, rumanas y serbias, apoyadas por los Aliados. Cuando los bolcheviques se vieron obligados a renunciar a su intento de hacer de la Hungría histórica una Hungría comunista históricamente, perspectiva aterrorizaba a los Aliados, el apoyo con el que contaban en Hungría desapareció rápidamente.

En el poder, intentarán instaurar medidas igualitarias de envergadura, que totalmente impopulares, como la insistencia sobre la colectivización de tierras, que alienaría a la población rural. Y la población urbana estaba igualmente alienada a causa de las confiscaciones y depredaciones del terror rojo. Todo esto reducía al mínimo, como es lógico, la base social sobre la que los comunistas hubieran podido edificar. Serán por tanto una fuerza marginal, ilegal e ineficaz en el periodo de entreguerras. Portaba además los estigmas de la derrota y se convirtió en el único caso del comunismo internacional donde un partido en el poder había sido derrocado por la fuerza.

La lección que los comunistas húngaros extrajeron de esta época es que no se podía confiar en la sociedad porque tenía ideas erróneas y estaba en este sentido atrasada y reaccionaria, lo que impedía que pudiera ver jamás las grandes verdades iluminadoras proclamadas por el Partido. Naturalmente, esta idea se vio reforzada con la llegada del Leninismo, que argumentaba de manera similar a la hora de implantar su doctrina vanguardista. Esta cualidad particular del comunismo húngaro persistió y persiste aún en el seno de la izquierda húngara y la sociedad, en tanto que personas, electores y ciudadanos y es todavía considerada como un elemento extranjero e infinitamente maleable, que es preferible ignorar y neutralizar.

Se deduce que el comunismo no tiene ninguna teoría significativa del cambio simplemente porque no es capaz de explicar porqué la sociedad reacciona de forma diferente, en épocas distintas y en lugares dispares. Es más, los comunistas nunca pudieron comprender los cambios que ellos mismos provocaron, como la industrialización acelerada y la destrucción del modo de vida rural. Pero por encima de todo, los comunistas, creyendo en la verdad absoluta de su doctrina y convencidos que el proletariado, a quienes ellos representaban cual partido de vanguardia, eran el agente trascendental de la Historia, se mostraron totalmente incapaces de comprender la persistencia y la renovación de los sentimientos nacionales. Oficialmente, la explicación era – se sabe – «la falsa conciencia », una especie de válvula de escape verbal: las maquinaciones de la astuta burguesía podrían llegar a convencer a los miembros de la clase obrera que su parte nacional

de su identidad estaba por encima de su conciencia proletaria. Esto sin embargo seguía sin explicar la razón por la que los sentimientos nacionales persistían tras decenios de régimen comunista.

V. LA VUELTA AL PODER

Cuando en 1944 el Ejército Rojo entra en Hungría, el número total de miembros del Partido era inferior a un millar; el jefe de la policía de Budapest se jactaba en los años 30 de conocer personalmente a cada uno de ellos. A este puñado se sumarían algunos millones de simpatizantes de 1919, sobre todo los que se habían radicalizado con la Segunda Guerra Mundial. Bastaba con añadir la pérdida de autoridad, de prestigio y de poder de la élite dirigente de después de 1919, que había olvidado en gran medida llevar a cabo las reformas necesarias para modernizar el país a pesar de sus competencias políticas. La izquierda radical encontraría un importante punto de apoyo en la reserva de campesinos de los que la derecha radical había dispuesto durante el periodo de entreguerras y durante la guerra misma; fueron muchos los que se pasaron a la izquierda. La cuestión no era que ellos fueran de derecha sino más bien que eran radicales y que poco les importaba si el cambio venía de la extrema izquierda o de la extrema derecha. Los comunistas estaban encantados de acogerlos en sus filas.

El Partido Comunista Húngaro se compuso con varias limitaciones. Ya hemos hablado de los estigmas de 1919; habría que añadir además su inutilidad hasta el momento del derrumbamiento, junto al miedo de la Unión Soviética y después entre 1944 y 1945, al comportamiento incalificable del Ejército Rojo, que se trazó un camino en el país a base de violaciones y pillaje sin límites. Y el NKVD seguía sus pasos. En Hungría reinaba por tanto una falta total de confianza en el comunismo. Como los dirigentes del Partido no lo habían entendido, se llevaron un golpe al ver el resultado de las elecciones más bien libres de noviembre de 1945, en las que no llegarán ni al 17% de apoyo de los electores. El escrutinio sin embargo no fue del todo libre ya que se había creado una especie de lista negra por orden de los comunistas en la que figuraba una parte importante del electorado que sufrió intimidaciones esporádicas; la presencia del Ejército Rojo y los ataques a la fuerza de la comisión de control de los Aliados, controlado por los Rusos, tampoco contribuyeron.

Un análisis más profundo del escrutinio en su conjunto muestra que, aunque en efecto había un apoyo en favor del cambio, no significaba que los electores húngaros desearan el tipo de cambio preconizado

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por los comunistas. El Partido Independiente de los Pequeños Agricultores, logró la mayoría absoluta (54% de los votos), mientras que los socialdemócratas obtuvieron el 17% y el Partido Nacional Campesino radical tan solo el 7%. Si aceptamos que una parte de los sufragios del Partido de los Pequeños Agricultores, ciertamente aquellos que no tenían tierras, se mostraba a favor de una mayor transformación, nos encontramos al final con alrededor de la mitad de la sociedad húngara deseosa de cambios, hecho que los comunistas usarían y del que abusarían en beneficio propio. En definitiva, ellos quizás hubieran preferido haber tenido un apoyo democrático mayoritario pero el hecho de no tenerlo no llegaría a ser demasiado relevante mientras su marcha hacia el poder absoluto pudiera llevarse a cabo.

La cuestión de si los comunistas regresaron a la política húngara en 1945 con el firme propósito de hacerse con el poder absoluto o si por el contrario, su sed de poder apareció paulatinamente una vez que comenzarían la carrera política, es motivo de controversia. Se hicieron con el control de la policía secreta, colonizaron los ministerios, colocaron a sus agentes en todas las instituciones sociales en las que fuera posible y prohibieron las otras, y bien ellos mismos directamente o a través de los jefes soviéticos arrestaron o enviaron al exilio además a los políticos más obstinados y recalcitrantes. La inexperiencia de sus oponentes les resultó muy útil.

Desde el primer momento, los comunistas ignoraron o infringieron el Derecho, atizaron un clima de miedo en el seno de una sociedad que ya estaba traumatizada por la guerra y aprovechando la incertidumbre, desplegaron una violencia inmisericorde y despiadada. Los comunistas pensaban que en las elecciones de 1947 podrían obtener la mayoría. Después de todo, ya habían eliminado a los pequeños agricultores, se infiltraron en los demás partidos y en una última maniobra, acusaron de supuesta conspiración a un grupo denominado Comunidad Húngara. Aun así y a pesar de tratarse de un gran fraude electoral no obtendrían más que el 22% de los votos frente a los buenos resultados obtenidos por los conservadores y grupos de derechas. Sin embargo lo esencial era que el poder del Parlamento ya era secundario en relación a la posición dominante, o más bien monopolística, obtenida por los comunistas en las instituciones del Estado y los otros órganos.

A partir de la segunda mitad de 1947, los comunistas fueron consolidando su hegemonía y su monopolio. Los socialdemócratas fueron obligados a fusionarse en 1948 y tan solo un año después, la nueva constitución señalaba que no era posible ninguna alternativa, ni a nivel de la organización ni a nivel del pensamiento. ¿Cómo sería esto posible? ¿No se suponía que la versión estalinista del comunismo era perfecta?

VI. EL ESTALINISMO

Para Hungría, así como para todo el conjunto de la Europa del Este, el Estalinismo fue la experiencia formativa central de posguerra, el criterio según el que se mediría cualquier desarrollo ulterior. Hay por tanto que considerar el estalinismo en todas sus manifestaciones y a todos los niveles. Su carácter extraordinario se deriva en primer lugar de su extraordinario alcance político. Es difícil encontrar un precedente en la experiencia de la Unión Soviética de un Estado totalmente extranjero y culturalmente tan diverso en tan breve periodo de tiempo. Precisamente esta concentración temporal y la comprensión del proceso en sí, han dado al estalinismo húngaro su segundo carácter sobrecogedor. El tercero es la amplitud, la profundidad y la intensidad del proceso. Todas las instituciones, todas las organizaciones, todas las formas de actividad comunes, todos los individuos, se suponían conformes a un conjunto de reglas predeterminadas o a sufrir las consecuencias de su desobediencia. Es en este sentido cuando el estalinismo se manifiesta como un órgano que pretende sobre los demás un control totalitario, aunque nunca conseguiría, ni tan siquiera durante su apogeo, hacer mella de forma profunda en los individuos, las intenciones y las actividades. Solo logró exigir en la medida de lo posible la conformidad ante un modelo de comportamiento, al menos en lo que afectaba a la mayoría.

El estalinismo funcionaba a diferentes niveles, la ideología, las instituciones, las estructuras, el ejercicio del poder; ejercía su influencia sobre los grupos sociales y sobre la sociedad en su conjunto. Su centro lo constituía una propuesta derivada de la transformación, por Stalin, del marxismo-leninismo, de manera que esta ideología representaba la perfección, la destilación de toda sabiduría humana bajo su forma última, a través de la que estas sociedades se dirigían a una utopía secular. Digamos que era perfecta porque se trataba de una manifestación racional en todos los sentidos y todas sus expresiones. La ventaja de esta propuesta era que de forma inherente excluía todo argumento en relación a las ideologías alternativas, estrategias, diferentes políticas y su ejecución. Y es efectivamente imposible oponerse a la perfección.

Como consecuencia, cualquier desacuerdo o cualquier punto de discordia motivo de disputa se convertía en una actividad o pensamiento antagonista, hostil, que merecía ser combatido con un castigo. Las implicaciones de la ideología de la imperfección eran muy vastas en cuanto a la manera de aplicarse para poder darle así una difusión máxima. Si el marxismo-leninismo es perfecto, es por tanto capaz de dar respuestas no solo a nivel político sino también en lo relacionado a

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la tecnología, las ciencias naturales o cualquier otra cuestión del conocimiento humano. Y a la inversa, todo lo que fuera calificado por el estalinismo como un campo inexistente o reaccionario caería en el olvido. En este sentido, era lógico afirmar que podría existir una forma marxista-leninista de construir un puente, de practicar una apendectomía o de pescar un pez. En otras palabras, dimos con una ganga de reduccionismo político sin precedentes.

Ninguna actividad, por muy apolítica que pareciera, podría librarse de la competencia de la ideología, porque en virtud de su propia definición, todo es político y susceptible de entenderse únicamente desde la política. Se deduce además que no puede haber ninguna neutralidad política. Ni los individuos ni los grupos pueden rezagarse y decir «ni aprobamos ni desaprobamos el sistema, somos apolíticos». El sistema político promovido por la ideología insistía en que daba la impresión de dar su apoyo manifiesto y continuado; de lo contrario, estaríamos frente a un o una escéptica. Sin embargo, ¿cómo era posible dudar de la perfección?

Una vez más la ideología de la perfección se mostraba omnisciente. Por definición, no podía haber un problema sin solución. Y si las soluciones por la ideología fracasaban, este fracaso no podría atribuirse a la ideología en sí sino a sus antagonistas, a los partidarios de otras ideologías, que eran todos hostiles. En consecuencia, el sistema excluía la posibilidad del error. Si algo no iba bien, cosa que sucedía a menudo, era necesario encontrar a un responsable. Fenómenos como los accidentes, la suerte o el error sincero no podían existir. Todas las acciones tenían una finalidad política y todas eran o bien progresistas o bien reaccionarias. En el mismo orden de ideas, la crítica no podía existir de forma independiente a la ideología, tendría que integrar sus imperativos. Solo la crítica realmente autorizada o más exactamente, dirigida por la autoridad, podía ser expresada.

La estructura política construida según los criterios de esta ideología era estrictamente jerárquica, disciplinada y regimentada. En el centro, se encontraba el mismo Stalin. Su voluntad era el imperativo político supremo (y cualquier otro imperativo). Rákosi, jefe de filas de su Partido, el politburó del Partido, el comité central y sus miembros, dependían todos de Stalin. El Partido Húngaro, que actuaba siempre siguiendo las órdenes que venían desde arriba, controlaba todas las instituciones públicas y sociales, a las que infiltraba de esta nueva corriente de pensamiento. Hay que apuntar también la considerable concentración de poder exigida por el sistema. Sería exagerado pensar que Stalin no tenía más que apretar un botón para que la respuesta fuera idéntica en cada uno de los Estados de Europa del Este, sin embargo el grado de homogeneidad impuesto

en la zona y la amplitud de las reglas soviéticas eran inmensos. Visto desde fuera, la apariencia de identidad entonces era total. No fue hasta más adelante que se puso de manifiesto que el contenido no se transformaba automáticamente.

La propuesta central de Stalin ‒ la ideología de la perfección ‒ se basaba en construir un sistema total donde el regreso a la información y la autolimitación estaban excluidos, por dañinos y peligrosos. Era inherente a la naturaleza del proyecto, porque evidentemente no podía haber ni regreso a la información o comunicación entre los dirigentes y los dirigidos dado que los dirigentes estaban a priori en posesión tanto del pasado como del futuro. En la vida real, gobernar sin feed-back crea enormes problemas a los dirigentes ya que no hace más que intensificar las tensiones entre los objetivos del Estado y las aspiraciones de la sociedad. Estas últimas pueden ser ignoradas un tiempo, pero al final los deseos de la sociedad deforman el funcionamiento del sistema, incuso aunque el sistema no cuente con ningún instrumento cognitivo para descodificarlo de forma diferente a la conspiración hostil. Los códigos morales de la sociedad fueron en parte destruidos y en parte deformados pero nunca fueron completamente transformados como Stalin lo hubiese deseado.

La autolimitación es completamente ajena a la perfección por las mismas razones. No hay ninguna necesidad lógica ni ninguna razón que lleve a un Gobierno a aceptar límites a su poder cuando todo lo que hace se presupone perfecto. Por desgracia, esta suposición se apoya en la hipótesis de que el ser humano es a priori un ser perfecto o perfectible, nada más lejos de la realidad, como se puede observar a través de los casos de corrupción en el poder y la impotencia del sistema en muchos de los casos a la hora de proteger y compensar al ciudadano. Esta propuesta no hizo más que reconfortar a los comunistas en su desprecio a la sociedad. La utilización del terror masivo era por tanto el resultado lógico de la premisa tácita. Marcó el comunismo de manera indeleble, lo que tuvo importante repercusiones sobre la viabilidad del sistema a largo plazo.

VII. EL TERROR

Partiendo de la existencia de una autoridad omnisciente dotada de la ideología de la perfección, la imposición de este sistema en todos los dominios de la sociedad era completamente lógica y como la sociedad estaba demasiado atrasada para comprender esta perfección, el sistema debería imponérselo

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a la fuerza. Muchas de las instituciones, creadas a partir de los modelos soviéticos, fueron utilizadas para reducir a la sociedad a la sumisión. Los más conocidos eran por ejemplo los juicios a los que se veían sometidos primero los no comunistas y los anticomunistas y más adelante los potenciales desviacionistas, aquellos que podrían incluso traicionar en teoría al Partido por el hecho de que sus experiencias divergieran de las de Stalin. La forma en la que estos pleitos se desarrollaban estaban también inspiradas en las prácticas soviéticas ‒ una sala de audiencia, un procurador, una defensa, jueces, varios acusados y muchas declaraciones de culpabilidad ‒. Este último elemento necesita subrayarse porque, al contrario de lo que sucede en los juicios penales occidentales, la acusación no buscaba encontrar una serie de pruebas: era el acusado quien las traía en forma de confesión, declarándose culpable. Estas confesiones se obtenían a través de la tortura. Los textos se preparaban cuidadosamente y el acusado era torturado hasta ser capaz de leerlo palabra por palabra. Las acusaciones reflejaban las preocupaciones del momento. Así en 1949 durante el juicio de László Rajk las imputaciones se basaban en el apoyo al titismo y al imperialismo occidental. Más tarde se añadió el sionismo, aunque concernía más a los procesos en la antigua Checoslovaquia que en Hungría. La culpabilidad del acusado era decidida con antelación, al igual que la pena.

Los juicios por ejemplo tenían que considerarse como una proclamación más de la omnisciencia del partido, que todo sabe y todo descubre. Al mismo tiempo, tiene la plena capacidad para deshacerse de elementos contaminados. Es de recibo constatar que esta contaminación no necesita ser consciente o deliberada porque el acusado no debe creerlo sino simplemente confesarlo. En términos jurídicos no se intentaba establecer el mens rea (del latín, «mente culpable»), sino tan solo la culpabilidad determinada por el partido. Por ejemplo, los juicios eran públicos, con idea de mostrar a la sociedad (y al mundo) que no había más vía que el comunismo y que el simple hecho de pensarlo, podía entrañar fatales consecuencias.

Uno de los juicios que suscitaron mayor interés fue el de Rajk. No se trataba de un traidor, todo lo contrario, era un activista dedicado y desprovisto de los estados del alma, que había destruido organizaciones e individuos no comunistas sin piedad. Hizo sus primeros pinitos como comunista clandestino en Hungría y no contaba con la experiencia de Moscú. Sirvió por tanto de excelente chivo expiatorio en la campaña contra el titismo en 1949. El juicio de Rajk se celebró junto a otros de menor envergadura, que golpearán a todo un abanico cada vez mayor, de activistas del partido entre los que se encontrará János Kádár que llegó al poder después de 1956.

A los juicios le siguió la purificación, que se convertiría en la segunda nueva institución. Tenía múltiples objetivos. El partido, que se llamaba desde entonces el Partido de los Trabajadores Socialistas Húngaros, excluyó a pesar de la fusión posterior en 1948, a numerosos socialdemócratas que se convirtieron en comunistas de buen grado. También algunos fascistas que habían sido aceptados como voluntarios en 1945 para engordar las filas del Partido, fueron rechazados. Todos los que hubieran tenido cualquier tipo de experiencia en el Oeste, serían considerados como no fiables, en particular los veteranos de la Guerra Civil Española así como aquellos que hubieran constituido el corazón del partido clandestino, que serían considerados sospechosos y condenados a muerte.

Después llegó el turno de la clase alta y de la clase media, es decir unas 100  mil personas, que serían enviadas al campo y cuyos bienes serían expropiados de forma sumaria, para ser distribuidos después a los altos mandos dignos de confianza. Después, la purga llegó a los niveles sociales inferiores, como a ciertas categorías de proletarios considerados no fiables, tales que los impresores de tendencia socialdemócrata así como la clase enemiga del campo (los productores agrícolas más eficaces) serían enviados a los gulags. La colectivización forzada llevó a decenas de miles de campesinos al exilio a las ciudades para ser utilizados en las nuevas industrias como mano de obra barata. En los 28 meses que seguirán al 1 de enero de 1950, unas 850 mil personas fueron sancionadas por la policía, la mayor parte a través de multas. En los tres años y tres meses que seguirán a 1950, los tribunales tratarán 650  mil casos y condenarán a 387  mil personas, en definitiva, en cuatro años, de 1952 a 1955, un millón 136 mil 434 personas serán objeto de investigaciones policiales que se saldarán con la condena de 516 mil 708 personas, es decir un 45% de los afectados. La mayoría eran campesinos, arrollados por el proceso de colectivización aunque también hubo obreros condenados por «sabotaje», dicho de otro modo, castigados por no haber alcanzado las irrealistas cuotas de producción que se les había marcado.

VIII. EL CAMINO HACIA 1956

Stalin murió el 5 de marzo de 1953. Esta fecha puede ser considerada como un momento crucial en la medida en que sus sucesores comprendieron que la visión estalinista del comunismo era destructiva y peligrosa. De todas formas no sabían en qué dirección orientar el comunismo que tomó de este modo un «nuevo curso» y aceptó además algunos modestos cambios, como la

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El conde István TISZA István BETHLEN

Bela KUN Janos KÁDÁR

El conde Mihály KÁROLYI Mátyás RÁKOSI

Miklòs HORTHY József ANTALL

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112 113L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

La pobreza en 1920. Uno de los altos cargos nazi, el húngaro Ferenc SZÁLASI y el Puente de las Cadenas, Széchenyi, en ruinas.

La derrota de la armada húngara en Rusia.

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114 115L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A L A R E U N I F I C A C I Ó N D E E U R O P A

Budapest, tras haber sido sitiada.

Imre NAGY, rehabilitado en 1989 recibe esta vez funerales nacionales. Una camiseta, alrededor de 2008.

Tanque soviético destruido en 1956.

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de ser reformado. Defender el sistema en términos de ideología era prácticamente imposible. Debía ampararse más bien en otros términos como aquellos de la política de poderes públicos o de la amenaza extranjera o más bien quizás de forma pragmática, afirmando que la situación no estaba lo suficientemente madura como para afrontar el cambio. Este conflicto le hizo la cama al comunismo reformista, de 1953 a 1968. Sin embargo el fin del comunismo propiamente dicho no llegó de inmediato. Esto se debió a que en lugar de hacer cambios reales en la vida práctica pretendieron vaciar completamente de sentido el contenido del marxismo-leninismo. Algo que no tuvo ningún efecto sobre la propaganda (por ejemplo, «nuestro sistema es el mejor porque es el mejor»). El conflicto sobre el titismo fue el primero en esa dirección.

Un último aspecto de la reconciliación de Kruschev con Tito, causó mayores problemas a Rákosi y a otros estalinistas. Todos, casi sin excepción, habían contribuido a la difamación de Tito en 1948 y 1949 y estaban además muy comprometidos en el proyecto de invasión de Yugoslavia. En Hungría, Rákosi estaba particularmente expuesto en este sentido. Además Tito pedía su cabeza como precio a la reconciliación. Pero como para estos dirigentes hubiera sido muy vergonzoso afirmar que Tito después de todo no era un mercenario procedente de la conspiración imperialista-sionista-trotskista ‒ como dijeron a voz en grito algunos años atrás ‒ sino un comunista leal, se decidirá ignorar esto último y se hará todo lo posible por acusar a Beria.

La cuestión de los comunistas locales acusados de haber sido titistas era bastante más problemática. Si Tito no era un enemigo, pues ídem respecto a los condenados a muerte por titismo. La pregunta se hacía por tanto de forma indirecta: ¿cómo era posible que Rajk y las otras víctimas de la purga hubieran sido ejecutadas por una razón que ahora se demostraba no criminal? Aquellos que pidieron su ejecución, ¿qué responsabilidad tendrían ahora? Rákosi se jactó dos años antes de que su guardia personal hubiese permitido desenmascarar a Rajk, toda una hazaña salvo por el hecho de que se habría demostrado que no había nada que desenmascarar. ¿Y qué hacer con estas personas que se declararon culpables durante las audiencias públicas? ¿Cómo se habían obtenido estas falsas confesiones? ¿Qué sucedió en el juicio penal? En los países que se vieron perturbados por la desestalinización, la lucha por la rehabilitación se convirtió en el caballo de batalla de los conflictos políticos de mediados de los años 50.

Ninguno de los tres factores descritos más arriba, ya sea de manera individual o en su conjunto, bastó para desestabilizar en lo más mínimo a ningún Estado de Europa del Este, aunque Hungría

desaceleración del frenético ritmo industrial o la liberación de prisioneros políticos. Así como el Estalinismo se había impuesto en Europa del Este en general y en Hungría en particular, el nuevo curso lo hizo también. En ninguno de los casos Moscú se preocupó más por las consecuencias voluntarias e involuntarias de sus cambios de rumbo. Así van los Imperios. Sin embargo, así como el sistema de la Unión Soviética era lo suficientemente robusto como para absorber los cambios, no era exactamente el caso en los países satélite.

Al poco el Kremlin impondría primero la nueva dirección, que hizo que se disiparan las dudas sobre los vertiginosos proyectos de industrialización del estalinismo. La reconciliación de Kruschev con Tito en 1955 era más bien peligrosa para Rákosi. La precipitada iniciativa de Kruschev tuvo consecuencias inconmensurables para la herencia de la totalidad de los sistemas de tipo soviético en todos los Estados de Europa del Este. La propuesta era terriblemente simple. Si podía haber una vía yugoslava al socialismo que no sea más revisionista ni excluyera al canon, ¿por qué no podría haber también una vía húngara? Esta pregunta no podía obtener ninguna respuesta lógica siempre y cuando la ideología oficial fuera tomada en serio.

Las instituciones instauradas por Tito ‒ la autogestión en la industria ‒ eran menos importantes que la aceptación por parte del Kremlin de su decisión histórica en 1948-1949, de permanecer en el poder y de insistir sobre el hecho de que era comunista, poniendo en duda así el monopolio del comunismo de Stalin. Kruschev alimentó, conscientemente o no, esta legitimación de una alternativa comunista al estalinismo a través de la Declaración de Belgrado. El antiguo alegato de que la Unión Soviética era el centro del comunismo mundial y que tan solo ella tenía derecho de determinar aquello que podía considerarse o no como auténtico socialismo y que tenía licencia para tomar medidas para suprimir las variantes indeseables, iba perdiendo peso. Para los reformistas húngaros, la posibilidad de encontrar su propia vía hacia el comunismo parecía ahora aceptable. Es necesario hacer una observación aquí. Los reformistas de los que aquí se habla, eran intelectuales en el seno del sistema. Entonces, seguían creyendo que un sistema comunista era viable y que las distorsiones políticas impuestas al resto de los sistemas eran producto de errores de Stalin, de la megalomanía de Rákosi o de la atención insuficiente prestada a las variantes locales que no influenciarían el curso de la ideología.

He aquí la clave de quien complicaba la vía, extremadamente difícil de por sí, a los dirigentes de Europea del Este que no deseaban el cambio y que estimaban que el sistema estalinista, al que debían el poder, era perfectamente aceptable tal cual y que no tenía ninguna necesidad

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Este hecho ejercerá una gran influencia sobre ciertas corrientes de pensamiento húngaro no solo por la proximidad geográfica de Austria sino también por su cercanía cultural que la convertía en un modelo a seguir de lo más atractivo. Si la idea de neutralidad era aceptada para Austria, ¿por qué no para Hungría? Y si Austria era neutral y dado que la excusa inicial de su presencia era garantizar las líneas de comunicación soviéticas con Austria, ¿por qué seguiría siendo necesario que la URSS mantuviera cuatro divisiones soviéticas sobre suelo húngaro? Estas preguntas aunque no serán rechazadas categóricamente no recibirán respuesta alguna. De todas formas volverían a plantearse en octubre de 1956.

Entre 1953 y 1956 estos acontecimientos pondrían a prueba rudamente a la unidad de dirigentes del Partido que comenzaría claramente a deshilacharse hasta el final, dado que el Partido húngaro debía hacer frente a las intervenciones autoritarias del Kremlin en relación a la composición de la cabeza del partido. Los días 13 y 14 de junio de 1953 se convocó en Moscú a una delegación de alto nivel de la dirección húngara en la que participarían Rákosi e Imre Nagy. Una vez en el Kremlin ambos serían sermoneados por Beria que les ordenará adoptar inmediatamente la línea general del partido e increpó a Rákosi de manera personal y ofensiva, a renunciar a las políticas de movilización que habían llevado a Hungría al borde del abismo. Rákosi y sus camaradas serían acusados abiertamente de antipartidismo por Nagy, cuando más adelante llegaría a ser Primer Ministro. Esto supuso el inicio de una importante fisura en el seno del Partido húngaro que contribuiría sobremanera a la explosión de la revolución en 1956.

Nagy nunca pudo lanzar sus reformas. No pudo pronunciar su discurso delante del Comité Central y Rákosi, apoyado por el Kremlin contratacó. Se llevaron a cabo ciertos cambios. Se puso fin a la colectivización, el ritmo de la industrialización se ralentizó y comenzaron a liberarse los prisioneros políticos. Nagy pretendía utilizar la burocracia gubernamental para llevar a cabo los cambios pero se dio cuenta de que el partido anulaba la mayor parte de sus órdenes. Este conflicto persistiría hasta los primeros meses de 1955 cuando Nagy sufrió un pequeño infarto. Su protector en Moscú, Malenkov, derriba a Rákosi y consigue que lo destituyan.

Algunos meses más tarde, Nagy fue destituido y excluido del Partido, pero el mal ya estaba hecho. Buena parte de los intelectuales se había sentido inspirada y la confianza en sí mismo del aparato se tambaleaba lo suficiente como para hacer la situación cada vez más inestable. El discurso secreto de Kruschev había provocado el efecto deseado, el de una bomba. Rákosi intentó entonces

entrase en efervescencia después d el primer golpe de Kruschev. El 26 de febrero de 1956, cuando en una sesión secreta especial del vigésimo congreso del partido Comunista de la Unión Soviética, del que estaban excluidos los representantes extranjeros, Kruschev acusó a Stalin de haber sido un tirano asesino. Acusó al gran sabio y pequeño padre de los pueblos de haber sido un déspota, de haber enviado a miles de buenos comunistas a la muerte y de haber causado daños indescriptibles a la URSS y a la herencia ideológica de Lenin. Las razones de Kruschev, al igual que la Declaración de Belgrado, tienen que situarse en el contexto de la lucha por el poder a la cabeza de la Unión Soviética. Atrapado entre el Presidium y el Comité Central, Kruschev lleva este conflicto ante el Congreso, que aun siendo calificado de secreto, llevó el asalto a la palestra pública. En muy poco tiempo, la noticia y los detalles secretos circulaban a ojos de todos.

El efecto causado en el clima político en Europa del Este tuvo poco que ver a la plácida reacción dentro de la Unión Soviética. El discurso sembró la incertidumbre entre los altos cargos e incitó a la duda a los intelectuales que pondrían sobre la mesa nuevas preguntas, especialmente en Hungría (y en Polonia) aunque también en Checoslovaquia y la RDA llegarían las repercusiones. La cuestión de la agenda socialista y de la actitud de Stalin adquirió un gran protagonismo con más urgencia que nunca. Las críticas a las prácticas locales adquirieron mayor peso en adelante.

Los estalinistas e incluso los conservadores en el seno de la élite, que ni mucho menos comulgaban con todos los principios del régimen, se sentían en cambio consternados ya que veían perturbada su vida apacible. No solo tres años antes había fallecido su máxima inspiración ideológica sino que además habían cometido un grave error confiando en Stalin. Todos los que se encontraban en el poder así como la ideología que profesaban se vieron cuestionados y lo mismo sucedió con la legitimidad del poder mismo. Aún peor lo pasaron los estalinistas en países que llevaban tiempo cuestionándolos. Pero incluso aún donde el sistema permanecía relativamente estable, los dirigentes tendrían que hacer frente a las críticas y las preguntas cada vez más frecuentes. La moral de los partidos dirigentes se vio duramente sacudida.

En Hungría, dos factores locales agravarían la situación. El primero fue la rehabilitación de Béla Kun en 1956. Se reconoció entonces que Kun había sido un comunista ejemplar y leal y se presentaba posible rexaminar el tipo de República Soviética Húngara de 1919. La opinión pública daba sin embargo menos importancia a esto que al hecho de que se firmara un año atrás el Tratado de Estado de Austria y el reconocimiento por parte de la Unión Soviética de la neutralidad austríaca.

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Interior sin corazón tras la guerra, se había metamorfoseado de la noche a la mañana en símbolo de la democracia y en víctima del terror estalinista. Para que podamos ser conscientes de la importancia de este acto es necesario remarcar que la fecha de la investidura coincidía con una fecha cargada de significado para la revolución y la liberación en el universo afectivo de los húngaros. Fue el 6  de octubre de 1849 cuando se cumplía el aniversario de los Mártires de Arad, los generales de la revolución de 1848 que fueron condenados a muerte por los tiranos extranjeros de la época, los austríacos. La importancia de esta fecha no podía dejar a nadie indiferente. Una masa de 150 mil a 300 mil personas llegó a la misma conclusión. Era el ensayo general, el momento en el que miles de individuos atomizados se dieron cuenta de que no estaban solos ni perdidos en el temor del sistema, el momento donde la posibilidad de cambio de régimen pasaba a ser un punto en el orden del día.

El 23  de octubre, una multitud aún mayor, esta vez con un objetivo explícitamente político ‒ demostrar su apoyo a los acontecimientos paralelos que estaban teniendo lugar en Polonia ‒ y contrariamente al carácter implícito de la concentración del 6  de octubre, descendía por las calles para reclamar la libertad política y la democracia. La revolución había comenzado.

IX. REVOLUCIÓN DE 1956: FRACASO Y VICTORIA

Las revoluciones son extraordinariamente difíciles de definir de forma coherente. Tenemos una idea de lo que son pero todos los estudios comparativos sobre ellas tienen una tendencia a dar palos de ciego intentando encontrar sus características estructurales comunes. Podemos ponernos de acuerdo para decir que las revoluciones implican un cambio de régimen, una discontinuidad, nuevos modos de legitimación y de legalidad, así como un cambio relativamente rápido, pero no podemos afirmar con certeza cuándo se termina esa revolución.

En este sentido ¿debe vencer la revolución para que pueda ser considerada como tal? La Revolución Francesa, por ejemplo fue seguida por la Restauración a fin de cuentas, incluida la de la Monarquía, pero enraizó una profunda tradición republicana que no se pudo deshacer así como una cierta aceptación del rol del pueblo en política ‒ se hizo visible incluso en 2005 ‒. La restauración fue incluso más lenta en el caso de la Revolución Rusa.

reimponer el estalinismo a una sociedad que no tenía ningún interés en someterse y después del vigésimo Congreso, su postura se hizo casi indefendible. Perdía autoridad e influencia sobre la máquina del Partido.

Hacía tiempo que los intelectuales estaban en su contra. Su objetivo era rehabilitar a Rajk en mayo de 1956  después de que Rákosi aceptara a pesar de todo que quizás el primero fuera inocente. Rákosi fue amablemente invitado a dimitir. Resistió como un campeón pero no dimitió hasta que las posiciones se polarizaron realmente y Mikoyan, el solucionador omnipresente del Kremlin se presentó a ayudarle a tomar la decisión. Sin embargo una vez más la elección de su sucesor por el Kremlin, Ernő Gerő, fue todo un desastre. Éste tenía el mismo perfil que Rákosi pero le faltaba la actitud para ejercer el poder. Se las ingenia para complicar la situación exacerbando aún más la polarización. Sin embargo, incluso aunque la situación fuera incómoda, no fue la división de la cabeza del Partido en sí la que trajo el alzamiento.

Las divisiones entre los dirigentes húngaros se remontaban a mucho tiempo atrás y estaban muy enraizadas. La sustitución de Rákosi por Gerő llegó demasiado tarde para parar el descenso porque la moral de los escalones superiores del partido había comenzado ya a desgastarse. De julio a octubre de 1956, se consideró un periodo crucial nadie en las altas esferas del Partido era capaz de reunir a los fieles del partido ‒ aparato y miembros ‒ y darles un sentido suficiente, teniendo en cuenta las nuevas condiciones con el fin de animarlos a lograr un nuevo objetivo. Para agravar la situación, el partido estaba también perdiendo la lealtad de los intelectuales que lo apoyaban, que comenzaban a estimar que una transformación más radical era posible y que más terrible aún, podía ser más atractiva que todo lo que el partido podría ofrecer.

Además muchos intelectuales encontraron por aquel entonces una nueva motivación en el denominado «comunismo nacional» ‒ por utilizar un término confuso y algo equívoco‒ donde encontrarían una nueva misión alrededor de un conjunto de ideas construidas libremente. Los debates del círculo Petőfi, las ideas expresadas en Iroldami Ujság y en otros lugares, llevarán a Hungría muy lejos del sistema soviético que le fue impuesto en 1949. Las críticas incesantes en el verano de 1956  junto a la ruina intelectual de los dirigentes harán temblar a la élite. La situación estaba a punto de explotar.

Dos acontecimientos echaron leña al fuego. El 6 de octubre se celebró la ceremonia de reinvestidura de Lászlo Rajk ‒ un momento de puro simbolismo político ‒. Rajk que ya había sido ministro de

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la liberación nacional en Europa en una época donde la descolonización fuera de Europa estaba en el aire. 1956 fue democrática e igualitaria a la vez. Esto quizás presentó un inconveniente mayor tanto para la Unión Soviética como para los Estados Unidos, ya que se cuestionó el reparto de Yalta y la retórica americana de dar marcha atrás ‒ un grave error, como sabemos ‒. Por otra parte la revolución húngara de 1956 parecía no tener consecuencias palpables. La Guerra Fría persistía, los rusos aparecían como bestiales, los húngaros como heroicos (o irresponsables, según), sin hablar del hecho de que Hungría debía rehabilitarse de su pasado como último satélite de Hitler. En cualquier caso, Occidente cumple sus obligaciones acogiendo a casi 200 mil refugiados.

En Hungría, 1956 se consideró por supuesto como una revolución o una contrarrevolución aunque una contrarrevolución reconoce a pesar de todo las cualidades revolucionarias de lo que ha sucedido. El hundimiento del régimen de Kádár en 1989 giró precisamente en torno de esta pregunta, cuando el 28 de enero de 1989 las autoridades comunistas reconocieron que 1956 no fue una contrarrevolución sino un levantamiento popular.

¿Cuáles son las razones que nos llevan a pensar, 50  años más tarde que estos acontecimientos puedan contener un sentido revolucionario?

Estos acontecimientos se producían de manera rápida y acelerada. Lo que era impensable un día se convertía en norma tan solo dos días después. Hubo un cambio de perspectivas extraordinariamente rápido. Y después la espontaneidad jugó también un papel importante: nadie se propuso de antemano ser un revolucionario, no se trazó un plan y sin embargo las cosas fluían sin que ninguno de los actores pudiera medir el alcance de sus actos. La revolución acabó por completo con el antiguo régimen. Si hacer tabula rasa era posible, Hungría estaba a poco de conseguirlo en 1956. Los comunistas perdieron toda legitimidad y a menos que retomaran el poder por la fuerza, no tenían otra forma de recobrarla.

El programa de la revolución era radical e innovador. Bill Lomax ve el corazón del proyecto en los consejos de los trabajadores aunque la historia no se resume solo a eso. La revolución puso en marcha nuevas instituciones que permitieron la participación masiva del pueblo, una particularidad diferencial respecto al sistema anterior que excluía cualquier participación del vulgo en política. Entre las nuevas instituciones podemos citar las manifestaciones en las calles, la autogestión (territorial así como en el lugar de trabajo), la libertad de palabra a todo el que deseaba

Podemos afirmar por tanto que una revolución, que es mucho más que un golpe de Estado, debe reunir los siguientes elementos:

> Un cambio radical y de la espontaneidad> Un proyecto político y una herencia> (Ciertas) consecuencias irreversibles> Una movilización masiva

Los eventos que se sobrevinieron en Hungría en 1956 son particularmente interesantes dado que un gran número de comentadores no húngaros rechazaron darles el estatuto de revolución, considerándolos más bien como una sublevación, algo que jamás hubieran hecho con la Revolución Francesa ‒ «la sublevación francesa de 1789» parece particularmente idiosincrásica ‒. ¿Por qué debería ser de otra manera en el caso de los hechos que acontecieron en 1956? La razón no está demasiado clara a simple vista pero es posible explicarlo si tenemos en cuenta la interacción de una serie de factores.

En primer lugar está la ignorancia (que jamás debe subestimarse) y la incapacidad o el rechazo a establecer una distinción entre revolución y levantamiento. Y esta negativa viene porque en el pensamiento occidental, especialmente en las ideologías de izquierda, son positivas, progresistas y moralmente favorables. Ahora bien, la revolución húngara se oponía a un régimen de izquierdas y fue ignorada por una parte considerable ‒ no todos ‒ de la izquierda con el pretexto de que se trataba de una incómoda anomalía. El análisis de A.J.P. Taylor no era tan inhabitual y promulgaba elegir entre «el clérigo-fascismo» y la invasión soviética. Después hubo un silogismo de David Irving ‒ tan banal como el anterior ‒ según el que «el comunismo era una invención judía; 1956 fue un evento anticomunista; y por lo tanto 1956 no fue más que un levantamiento antisemita». Simple y falso.

Un papel importante jugó también la culpabilidad residual de haber abandonado a su suerte a Europa Central y del sudeste bajo las garras de la Unión Soviética. La izquierda occidental siempre estuvo dispuesta a mostrar su hastío por la solidaridad, como pudimos comprobar en 1981.

En definitiva, se dio de lado a 1956 porque no cuadraba con las categorías del pensamiento predeterminadas. Es ahí donde podría ser caracterizado en sus implicaciones tanto de izquierdas como de derechas, y nacional y europea a la vez. 1956 suscitó preguntas tácitas a propósito de

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ninguna repercusión. Se llegó a la conclusión de que el terror por el terror, aunque fuera capaz de contener la situación, no hacía más que alimentar el resentimiento y la pasividad. En otras palabras, a principios de los años 60, el régimen aceptaría necesitar una forma de consentimiento para ejercer nuevamente el poder.

Estos factores construyeron la base de la innovación de Kádár en la década de los 60. La aceptación por parte de la mayoría y no necesariamente un apoyo activo, sería suficiente para mantener en su lugar el régimen comunista mientras que al mismo tiempo el régimen reunía un núcleo solido de partidarios que participarían activamente en esta nueva versión del comunismo formulada a finales del Kruschevismo. Es necesario destacar aquí la importancia de los cambios que se produjeron en el seno de la Unión Soviética. Kruschev había por fin entendido que la imposición inflexible de las reglas soviéticas a los países satélite de Europa del Este no funcionaría nunca y que, no sin estrictos límites, era necesario dejarles un poco de margen a la hora de plantear soluciones alternativas. La falta de flexibilidad no se vio claramente hasta 1968, fecha en la que el Partido Checoslovaco franqueó el límite de la tolerancia con su experiencia radical (pero condenada) en el marco de una democracia unipartidista. Sin embargo a principios de los años 60 nadie lo sabía, ni tan siquiera el Kremlin.

La latitud de la que disfrutaba Kádár pretendía poder ofrecer un acuerdo unilateral a una sociedad pavorida. A cambio de su permanencia en el poder, la política dejaría de ser materia de la vida cotidiana del pueblo. Podrían tomar partido en las cuestiones de menor importancia y estarían autorizados a tener un cierto bienestar económico a cambio de su pasividad política. El poder arbitrario del partido sería parcialmente suprimido, el error político ya no sería más considerado como conspiración hostil, se toleraría un cierto nivel de consumismo y el control del partido ejercido sobre la economía sería más flexible a través del nuevo mecanismo económico.

El acuerdo tácito era que el partido conservaría su monopolio de iniciativa y acción políticas, por temor a ver reaparecer tentativas revolucionarias así como retiraría de la esfera pública por la misma razón 1956 (sustituido por el eufemismo inventado por el régimen «los desafortunados eventos del 56») y se suprimiría la libertad de prensa, la posibilidad poner en duda el rol preponderante del Partido o la conexión de Hungría con Moscú. Este sistema funcionó bajo tales condiciones durante un tiempo. Se había sustituido la legitimidad política por la estabilidad política y funcionaba tan correctamente que todas las partes estaban dispuestas a aceptarlo.

expresarse, así como el regreso al sistema pluripartidista, base de la democracia representativa. La manera en que habría funcionado en la práctica la democracia directa y representativa o cómo todo se habría reorientado en torno a ella, no lo sabemos porque nunca se llegó a poder ponerla en marcha (yo mismo me considero escéptico).

Durante la revolución, la unidad nacional, social y civil estaba claramente extendida. Las diferencias de clase se habían (brevemente) olvidado, así como la división urbano-rural o la existente entre jóvenes y ancianos y otras del estilo. Había por encima de todo un concepto de armonía social que no duraría demasiado. Es conveniente resaltar que algo similar sucedía en Checoslovaquia en 1968 así como en Polonia entre 1980 y 1981. Las implicaciones a nivel europeo de 1956 demostraron que el comunismo no era lo que pretendía ser, que no era ni democrático ni consensuado y que su base reposaba sobre la violencia. Este podía ser además derrocado, un mensaje que a Europa le fue difícil aceptar. Para muchos el comunismo estaba ahí para siempre y se negaban a aceptar la posibilidad de que fuera posible hacerlo desaparecer, incluso en 1989.

X. LOS AÑOS DE KÁDÁR

Lo que sucedió después de 1956 podría llamarse la tercera y última toma de poder comunista en Hungría (tras 1919, 1945-1949), que se llevó a cabo a través del terror y de las amenazas. En cualquier caso no era posible liberarse de la revolución ‒ que había marcado tanto a los dirigentes como a la población. Sin embargo este precepto básico no estaba demasiado arraigado en el periodo posterior a 1956 aunque formaba también parte del nuevo régimen comunista. En definitiva, incluso las revoluciones que fracasan tienen sus consecuencias, lo que hace que ninguna restauración pueda ser efectiva al 100%. En absoluto sería posible para el régimen de Kádár reproducir el alto estalinismo de los años 50. Sobre todo la revolución ‒ o la contrarrevolución tal y como el mismo Kádár la definiría ‒ daría un golpe devastador al partido dirigente. Abrió los ojos a los comunistas sobre el hecho de que sus métodos y doctrinas eran detestadas incluso por el mismo proletariado, en nombre del que y para el que se suponía estaban dirigiendo.

La fallida revolución trajo una especie de anomia. Estar en el poder carecía de justificación, la conciencia estaba dividida porque se demostró que el discurso de los comunistas no tenía

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La contra-élite de Hungría era más bien inexperimentada en el plano político y la sociedad húngara no comprendía gran cosa en cuanto a los poderes o en materia de gobernanza. Imagino que eran muchos los que pensaban entonces que el fin del comunismo como sistema y modo de legitimización aportaría una transformación profunda, en favor de la cual, aquellos que fueron excluidos del poder, podrían ejercerlo nuevamente. Todo esto sin contar con la mayor experiencia de los beneficiarios del antiguo sistema que estaban determinados a preservar sus privilegios y a apoderarse de los bienes del Estado, a mantener sus redes, sus recursos… De tal manera que rechazaron totalmente cualquier forma de autolimitación democrática o de límites éticos a la acción. No aceptaron más que lo mínimo, el resultado de las elecciones, el Tribunal Constitucional y en cierta medida, la desaprobación europea.

Desde este punto de vista, se comprende mejor porqué 1956 fue discutida y porqué tanto la izquierda como la derecha la reivindican como suya. La izquierda desearía desviar su legitimidad de cara al presente, en calidad de herederos de una revolución social y la derecha ve una revolución democrática, nacional e anticomunista. Como la revolución de 1956 fue reprimida abocándola al fracaso, perdura de diferentes maneras, complejas, indirectas y a veces deformadas.

El sistema demostró una considerable capacidad para quedarse intacto hasta su desintegración en 1989. Aportó a la sociedad húngara un modo de vida tolerable y una estabilidad al mismo tiempo que pudo integrar a la mayoría en su funcionamiento. Los instrumentos coercitivos operaban con ciertas limitaciones aunque las actividades de la policía secreta estaban extendidas; si no nos inmiscuíamos en política, no había de qué preocuparse aunque la amenaza de la coacción estuviera siempre presente.

Lógicamente el sistema comenzó a hundirse en 1988, dejando tras de sí una sociedad que se había acostumbrado a una estabilidad que se parecía más a una ausencia de cambio, que era políticamente muy experimentada, que no tenía ningún conocimiento real de las condiciones del mercado y tan solo un vago sentido de la relación entre democracia y libertad. El recuerdo de 1956 era pues el punto central, el acto simbólico alrededor del que todos podrían organizarse en oposición a un régimen comunista y esto incluía al sector reformista de los comunistas. Es importante señalar que era exclusivamente simbólico. El recuerdo traumatizante de la violencia y la devastación estaba muy fresco y en 1989 sirvió para contener la acción. Había una especie determinación que temía que se repitiera una revolución en el sentido de la de 1956. Otro resultado, como a menudo sucede

El resultado sociológico ‒ una consecuencia en parte intencionada del deseo original ‒ fue la emergencia de una parte importante de la sociedad que poseía si no un interés en el sistema al menos algo que garantizara la supervivencia del mismo.

En este sentido, la despolitización aplicada por el régimen creó una barrera que no se podía franquear a menos que se pusiera en peligro al sistema. Dado que el cambio tiene siempre consecuencias imprevisibles y es en cualquier caso desestabilizador, la búsqueda de estabilización del sistema de Kádár se hizo cada vez más conservadora y con el paso del tiempo, se fue estancando reduciendo sus perspectivas. Sin embargo la sociedad cambiaba, así como el mundo alrededor de Hungría, sobre todo con la llegada de Gorbachov y su Perestroika, reforma que los envejecidos dirigentes de la época de Kádár calificarían de poco oportuna.

XI. EL HUNDIMIENTO DEL COMUNISMO

Por otro lado, los dirigentes eran incapaces de renovar su legitimidad, lógicamente porque no podían ni tan siquiera ver el problema. Lo miso sucedía con los activistas renovados que teniendo como objetivo relanzar un partido ideológico habría transgredido las barreras establecidas 30 años antes por miedo a perturbar la estabilidad del régimen. Se comprobó también que no se podía contar con la conexión con Moscú a partir del momento en que los dirigentes soviéticos se embarcaron en un proceso de renovación porque eso habría suprimido necesariamente el supuesto pretexto soviético: «nosotros queremos la reforma pero nuestros camaradas soviéticos no lo verían con muy buenos ojos».

Así las revoluciones fallidas no fracasan siempre del todo aunque desencadenan consecuencias involuntarias. En el caso de Hungría, la sociedad se sorprendió as sí misma cual bella durmiente del bosque que ve cómo la despiertan de su somnolencia. Desde este punto de vista 1956 ejercía y ejerce aún hoy efectos tardíos que educaron tanto a los dirigentes como a los dirigidos durante los años que siguieron al fin del comunismo. Esta manera de dar la espalda al comunismo, fue más bien un tranquilo adiós más que una ruptura espectacular, no tuvo apenas impacto sobre la sociedad, al contrario de lo que sucedió en Checoslovaquia o en Estonia. La reinvestidura de Imre Nagy el 16 de junio de 1989, un acontecimiento casi popular, estuvo delicadamente vigilado, supervisado y coreografiado.

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profundidad de los establos de Augias iban a sentirse defraudados y el carácter gradual del cambio de régimen permitió el sabotaje al poder comunista (redes, dinero, edificios, organizaciones, etc.) que debía volver a la superficie bajo la forma de una especie de sistema neocomunista pero democrático oficialmente. La democracia sin embargo estaba incompleta ya que ésta no se desplegó más que para dirigir consecuentemente y no para sostener una infraestructura verdaderamente democrática. Así es como estaban las cosas en 2008.

en la lucha por los símbolos: una vez que se logró el objetivo inicial, la unidad se desintegraría y 1956 se encontraría después disputada entre la izquierda y la derecha.

Los puntos débiles del sistema lo privarían de cualquier futuro a largo plazo. En primer lugar su estabilidad dependía de la permanencia de Kádár en el poder o de la medida en que su edad comenzaba a tenerse en cuenta ‒ nació en 1912‒ y el problema de la sucesión se divisaba en el horizonte. En segundo lugar, estaba el factor soviético citado anteriormente. El Kremlin permanecía anclado en el conservadurismo, Kádár y el kadarismo estaban seguros pero con el ascenso de Gorbachov que había entendido que el cambio en la Unión Soviética era inevitable, la posición de Kádár tambaleaba igualmente. El tercer factor: el compromiso del sistema con la estabilidad que después de un tiempo se había estancado, esencialmente porque no había y no podía tener una teoría del cambio. En cuarto lugar, la dependencia de Hungría de cara al mundo exterior ‒ teniendo en cuenta su dependencia comercial, era inevitable ‒ hizo que las crisis energéticas fueran traumatizantes para el país. Ya en lo años 80, las comparaciones internacionales mostraban claramente que incluso una economía planificada centralmente y administrada inteligentemente era menos competente que una economía de mercado, como por ejemplo en el caso de Corea del Sur. El factor número cinco: las generaciones comenzaron a cambiar poco a poco, los más jóvenes ya no estaban traumatizados por los recuerdos de 1956 y lo que sucedería después. Sexto factor: el declive del sistema, así como el atractivo de Occidente. Por recoger los términos de Weber, el sistema dejó de ser ejemplar para convertirse en un obstáculo. Por decirlo de manera más simples, creando una complejidad cada vez más grande, pero eliminando los instrumentos políticos para administrarla, el kadarismo fue minándose a sí mismo progresivamente. De ahí el cambio de régimen de 1989.

De manera general, los dirigentes del sistema de Kádár se encontraron en una trampa política e ideológica de la que no podían liberarse más que retirándose. La estabilidad dejó de contar porque ya se daba por adquirida, el comunismo en tanto que ideología se había desmoronado, pocos lo tomaban ya en serio y la Unión Soviética dejó de ser una fuente de apoyo. En otras palabras, a finales de los años 80, la élite, que presentía el cambio, había comenzado a maniobrar apropiándose de los bienes del Estado.

El significado de 1989 fue y seguirá siendo controvertido. ¿Fue una revolución, un cambio de régimen o simplemente una transferencia de régimen? Aquellos que esperaban una limpieza en

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LETONIA: EL HADO BÁLTICO Y EL RENACIMIENTO DE UNA NACIÓN

Antonijs Zunda

República de Letonia – Latvijas Republika

Superficie: 64.589 km²

Población: 2.294.600 (2007)

Capital: Riga

Lengua oficial: Letón

Moneda: Lat (LVL)

Régimen político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 01.05.2004

I. INTRODUCCIÓN

La Historia del sigo XX en Letonia y otros países bálticos es muy compleja. Para comprender bien la evolución y los problemas económicos, sociales y políticos actuales de Letonia, hay que tener en cuenta que fue ocupada en tres ocasiones. Letonia fue ocupada por la Unión Soviética de 1940 a 1941 y por la Alemania nazi de 1941 a 1945. Después de la Segunda Guerra Mundial y nuevamente hasta 1991, Letonia fue de nuevo integrada en la URSS. Cada uno de estos regímenes de ocupación pretendía sus propios objetivos, que eran totalmente contrarios a los deseos de la mayoría de la población letona.

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II. LA INDEPENDENCIA NACIONAL Y LOS DOS REGÍMENES TOTALITARIOS

Letonia se encuentra sobre la costa Este del Mar Báltico y su historia siempre estuvo influenciada por la política de las grandes potencias agresivas. Después de la invasión de las cruzadas alemanas en el siglo XIII, a los letones se les privó de la posibilidad de crear su propio Estado independiente. A partir del siglo XVIII, tras muchas guerras entre las grandes potencias que luchaban por el control de la región báltica, el territorio de Letonia fue integrado a Rusia durante doscientos años. Después de la Primera Guerra Mundial, tras el hundimiento de los imperios alemán, ruso y austrohúngaro, aparecieron sobre el mapa numerosos nuevos Estados en los que la República de Letonia se declaró independiente el 18 de noviembre de 1918.

Entre las dos grandes guerras mundiales (1918-1940), es decir durante su primer periodo de independencia, Letonia conoció un éxito remarcable en materia de crecimiento económico, educación y cultura. La Constitución nacional adoptada en 1992 definía a Letonia como una Estado democrático dirigido por el pueblo. Esta Constitución hacía precisiones sobre los derechos de las minorías étnicas y garantizaba la igualdad entre todas las naciones. Letonia estaba desarrollándose bajo la forma de un Estado caracterizado por la tolerancia étnica. La inviolabilidad de la propiedad privada fue también confirmada por la ley. Todos los ciudadanos se beneficiaban de importantes derechos democráticos. Letonia organizaba elecciones municipales y parlamentarias libres, respetaba la libertad de la prensa y la libertad de las actividades políticas y poseía un sistema judicial independiente, etc. Letonia era una república parlamentaria pero el Consejo de Ministros poseía importantes poderes y podía adoptar solo actos legislativos durante las vacaciones parlamentarias. A la cabeza del Estado se encontraba el presidente que desempeñaba una función ampliamente representativa pero sin responsabilidades políticas. El presidente tenía la posibilidad de disolver el Parlamento pero necesitaba un voto a nivel nacional para que lo aprobara. En caso de que el voto fuera negativo el presidente estaba obligado a dimitir.

Durante este periodo de independencia, Letonia fue un país estable y económicamente próspero. La economía, completamente destruida durante la Primera Guerra Mundial, pudo relanzarse rápidamente. Tanto en la industria como en la agricultura y el comercio exterior se realizaron importantes progresos. Digamos que Letonia se aproximaba al nivel de desarrollo de los países

Aunque Letonia no existió en tanto que Estado independiente de 1941 a 1991 a causa de su ocupación, de su anexión e integración a la Unión Soviética, más de 50  países en el mundo continuaron reconociéndola basándose en el Derecho Internacional, mostrando así su oposición a la política expansionista e ilegal de la URSS. El no reconocimiento internacional de la anexión fue muy importante para los letones y durante los largos decenios en los que duró la ocupación, les ayudó a mantener un espíritu de resistencia al régimen soviético. Contribuyó asimismo de manera general al restablecimiento rápido y logrado de la independencia de Letonia en 1990/1991.

Durante el camino de la independencia, Letonia ha tenido que hacer frente a numerosas graves consecuencias del régimen soviético. Fue necesario reformar profundamente el sistema económico y político. El Frente Popular de Letonia se convirtió en una fuerza política importante. En el transcurso de un periodo relativamente corto en 1991, echó por tierra las bases de un Estado democrático establecido bajo el principio del Derecho. La administración pública instauró nuevas estructuras como la armada, la policía y los guardias fronterizos. El país pasó de una economía soviética planificada a una economía de mercado en el que acuñó una nueva moneda, el lat. Desde el principio del restablecimiento de la independencia, fue necesario organizar una retirada rápida de las tropas de la Federación rusa de Letonia. Esta retirada se hizo efectiva el 30 de abril de 1994 con la firma de un tratado especial que significó el fin de la ocupación del país, tras una duración de cuatro decenios de invasión. El joven Estado letón se encontró enfrentado al grave problema del estatuto de los residentes no letones. Este problema se debía al hecho de que durante la época soviética, cientos de miles de inmigrantes fueron a instalarse a Letonia. Este problema está pendiente de resolverse a través de un proceso de naturalización basado sobre la regla de derecho y de los principios democráticos.

Letonia se adhirió a la OTAN en abril de 2004 y a la UE en mayo del mismo año. A través de una integración en una unión de países desarrollados económicamente, Letonia ha podido desarrollar su propia economía, mejorar la calidad de vida y el bien estar de sus ciudadanos y reforzar su sistema de seguridad social. Dada una compleja situación histórica en el país, la principal ventaja de Letonia es el sentimiento de seguridad y estabilidad a partir del momento en que pasó a formar parte de la UE. Después de un periodo extremadamente complejo en el siglo XX, después de transformaciones económicas y políticas fundamentales, Letonia formó parte de la comunidad de los países democráticos, tal y como se plantea también su futuro.

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de la Constitución de la República de Letonia adoptó una decisión de adhesión a la Unión Soviética, convirtiéndose ella misma en una república socialista soviética. La primera fase de ocupación se había terminado. Los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países de Europa del Oeste rechazaron reconocer la legitimidad de esta acción de la Unión Soviética.

Durante el periodo de 1940-1941 (fecha que dio comienzo a la Guerra Germano-Soviética), el régimen de ocupación instaurado por la Unión Soviética modificó fundamentalmente el sistema económico y político del Estado. Un régimen dictatorial y totalitario fue instaurado en Letonia, aboliendo todas las instituciones democráticas que habían existido durante la época de la independencia. El régimen lanzó la nacionalización de la industria y del comercio, incluyendo también a los bancos. La tierra fue declarada propiedad del Estado. Las principales empresas ‒ VEF, «Vairogs», «Tosmare» y muchas otras ‒ fueron integradas en el sistema económico soviético y pasaron a ser controladas por los sindicatos. Se impusieron cambios radicales en el dominio de la cultura y la educación con la intención de convertir la nación a la ideología comunista. La armada letona fue reorganizada y transformada para pasar a ser el Cuerpo Territorial Nº24. La represión afectaría al 19,4% de los oficiales hasta el 22 de junio de 1941, fecha en la que Alemania ocuparía Letonia.

Operaciones masivas de represión y de terror fueron lanzadas contra la población. El régimen soviético atacó con una crudeza especial a los funcionarios, a los responsables políticos así como a los grandes industriales y hombres de negocios de la época de la independencia. El 21 de julio el presidente letón Karlis Ulmanis fue deportado de Letonia. Fallecería el 20  de septiembre de 1942 en la prisión de Krasnovodosk. Los signos de colonización y «rusificación» eran evidentes. Numerosos rusos fueron transferidos a Letonia, entre los que figuraban miembros del aparato del Partido Comunista y de instituciones soviéticas, oficiales y soldados del Ejército Rojo o incluso más representantes de las instituciones represivas. Durante el primer año del régimen soviético, la agricultura vivió transformaciones radicales. Una reforma agraria impuesta en la precipitación privó a los agricultores de sus tierras para distribuirlas entre los campesinos sin tierras. El régimen soviético difundió la noción de colectivización y de creación de granjas colectivas.

En mayo de 1941, el gobierno soviético y el Comité Central del Partido Comunista decidieron lanzar una deportación masiva de civiles desde Letonia y las otras repúblicas bálticas hacia las regiones más al Norte de la URSS. Esta operación, llevada a cabo por el Comisariado del Pueblo para la Seguridad del Estado de la URSS, en cooperación con los aparatos de seguridad de la

europeos más avanzados. En los años 30  por ejemplo, las exportaciones de mantequillas de Letonia y Estonia se colocaron en segunda y tercera posición respectivamente, después de las de Dinamarca. Las empresas industriales fabricaban productos de calidad. La empresa más célebre era la «Fábrica Electrotécnica Nacional» (VEF), que fabricaba radios, bombillas eléctricas e incluso las cámaras de fotos más pequeñas del mundo, las «Minox». Tampoco la educación se quedó atrás gracias a los avances en la materia, a mediados de los años 30, Letonia era el primer país de Europa en términos de número de estudiantes. El pacto criminal Ribbentrop-Molotov, firmado el 23  de agosto de 1939 entre la Unión Soviética y la Alemania nazi, puso fin a estos avances y un futuro prometedor que parecía aguardar a Letonia. Este pacto divisaba una Europa del Este y la región báltica bajo las dos esferas de influencia de estos dos agresivos Estados. Letonia fue a parar a la esfera de influencia de la URSS entre septiembre y octubre de 1939. Bajo amenaza y haciendo uso de la fuerza, la Unión Soviética obligó a Letonia y al resto de los países bálticos a firmar los «acuerdos de asistencia mutua» que permitirían la instalación de bases militares en estos países. Letonia tuvo que soportar ser testigo de cómo su soberanía nacional se veía restringida y se convertía lentamente en un protectorado soviético.

En junio de 1940 mientras Hitler invadía Francia, su homólogo soviético, el dictador Joseph Stalin, ocupaba los países bálticos, integrándolos en la Unión Soviética. El 16  de junio el gobierno letón recibió un ultimátum que exigía la formación inmediata de un nuevo gobierno y la admisión en territorio letón de un contingente ilimitado de tropas soviéticas. El 17 de junio la URSS ocupaba todo el territorio letón violando así los acuerdos firmados anteriormente con el país báltico (el Tratado de Paz de 1920 y el Tratado de no-agresión de 1932). Consciente de la supremacía militar de la URSS, Letonia reaccionó tal y como lo hizo Dinamarca ante la invasión alemana en abril de 1940, sin oponer resistencia alguna y cediendo a las exigencias soviéticas.

La ocupación se coordinó a través de la Embajada de la Unión Soviética a Riga y por el enviado especial del Kremlin Andreï Vishinski. La Unión Soviética decidió ante todo formar en Letonia un «gobierno del pueblo» dirigido por Augusts Kirhensteins. Los demás partidos se prohibieron y el Partido Comunista se convirtió en la única opción posible. Bajo las órdenes de Moscú, el gobierno fantoche de Kirhesnteins anunció elecciones parlamentarias en Letonia el 14 y 15 de julio de 1940. Estas elecciones se organizaron con el objetivo otorgar al régimen de ocupación una cierta legitimidad. El 21 de julio, el «Parlamento del Pueblo» nuevamente elegido, burlándose

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al régimen del terror comunista. La propaganda del régimen nazi y la evacuación forzada de civiles contribuyeron igualmente a este éxodo. Durante este periodo unas 200  mil personas se marcharon de Letonia. Según ciertos expertos, los daños en la economía letona se traducen en unos 660 millones de dólares americanos. En total, durante la Segunda Guerra Mundial Letonia perdió alrededor de 120 mil personas durante los combates (contando civiles y militares juntos). Si sumamos a los refugiados y a los repatriados, las pérdidas se elevan a unas 450 mil personas, es decir casi la cuarta parte de la población total.

III. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL RÉGIMEN COMUNISTA (1944-1990)

A mediados de 1944, tras la retirada de las tropas alemanas el Ejército Rojo entró en Letonia por el Este, lo que supondría el comienzo de la reocupación del país por el régimen soviético, que sucedería al régimen de ocupación de la Alemania nazi. Este proceso se terminó el 8  de mayo de 1945 con la capitulación sin condiciones de Alemania. El sistema político y económico de la URSS se reprodujo en Letonia.

La integración de Letonia a la Unión Soviética hizo que perdiera una parte de su territorio. El 22  de agosto de 1944 el Presídium del Sóviet Supremo de la República Socialista Soviética de Letonia, basado entonces en Moscú, tomó la decisión de ceder a Rusia una parte de la región letona de Abrene. Ésta y la cesión de otros seis municipios se hicieron violando la Constitución de la RSS de Letonia. Los documentos muestran que ni tan siquiera hubo reunión del Presídium. El 23 de agosto, el Presídium del Sóviet Supremo de la URSS adoptó un decreto que determinaría la integración de estos antiguos territorios letones a la región rusa de Pskov.

Desde el primer momento el régimen de ocupación soviético reprimió a la población. El 29 de enero de 1949 el Consejo de Ministros de la URSS decidió proceder a las deportaciones masivas desde todas las repúblicas bálticas. Del 25 al 30 de marzo, 44.271 personas fueron deportadas desde Letonia hacia las regiones del extremo norte de Rusia. En el informe presentado en plenaria por el Comité Central, el primer secretario del Partido Comunista Letón, Janis Kalnberzins indicó que entre 1945 y 1953 la represión en Letonia había afectado a unas 119 mil personas. Entre ellos, hay que contar

Letonia soviética bajo la dirección de Alfons Noviks y de Semion Shustin. Colaboradores locales, elegidos entre los activistas del Partido Comunista y los miembros de las instituciones soviéticas, no solo participarían en el proceso de la deportación sino que además contribuirían a redactar las listas de las personas que serían deportadas.

En Letonia las deportaciones se llevaron a cabo la noche del 14  al 15  de junio de 1941. Esta crueldad inhumana afectó a 15.424  personas, de las que 3  mil eran niños menores de 16  años. 6.081  deportados murieron, es decir el 39,43% del total. Entre 1957 y 1959 la mayoría de los deportados que sobrevivieron fueron liberados y autorizados a volver a Letonia. Desde junio de 1941 a mayo de 1945, el país cayó bajo el control de un nuevo ocupante, la Alemania nazi. Era la segunda ocupación en un año. El régimen nazi tuvo importantes consecuencias para el desarrollo económico, político y demográfico de Letonia. Letonia no alcanzó su independencia en aquel momento sino que fue integrada en la región que Alemania llamaría «Ostland» ‒ Comisariado del Reich para Ostland o Territorio del Este ‒. El plan global «Ost» concebido por el gobierno alemán preveía la colonización y la germanización de Letonia.

En sus primeros días, el régimen nazi se estrenó lanzando una profunda represión contra la población civil, ensañándose con los judíos, dando así comienzo a su exterminación. El Holocausto provocó la muerte de casi 70 mil judíos letones, es decir más de la mitad de la población judía del país báltico. Una pequeña parte de la población letona participó también en estos crímenes, el «Comando Arajs». Durante la ocupación nazi, alrededor de 100 mil civiles fueron exterminados en Letonia (un total que incluye alrededor de 2 mil romaníes y 2.271 enfermos metales).

A medida que la situación en el frente del Este se deterioraba, el régimen nazi decidió integrar a los letones en sus fuerzas armadas. Alemania constituyó por tanto batallones de policía letones y la legión SS voluntaria letona (divisiones 15  y 16). En total se movilizaron unos 110  mil letones. Casi la mitad de ellos murió en la guerra y casi todo serían enviados al frente del Este, enfrentándose así a los soviéticos y no a los Aliados en el Oeste.

Durante los primeros años de la guerra, en 1944 y 1945, la Unión Soviética ocupó Letonia repetidas veces. Voluntariamente o haciendo uso de la fuerza, decenas de miles de Letones abandonaron su país natal para convertirse en refugiados. Muchos de ellos se vieron empujados a huir al Oeste por miedo a las deportaciones, a una nueva represión y en definitiva por pánico

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El régimen soviético intentó asimismo reforzar el poder del Partido Comunista a través de medidas legislativas. Así, la sección 6 de la Constitución de 1978 de la RSS de Letonia destacó que la fuerza motriz y directriz, el corazón del Estado y de las organizaciones públicas era el Partido Comunista de la Unión Soviética. Era el partido, siguiendo las pautas de la doctrina marxista-leninista, el que definía las grandes líneas para el desarrollo del Estado, su política exterior e interior, y que se esforzaba por dar a su lucha por la victoria del comunismo un carácter planificado y científico. Se lanzó una propaganda masiva para influenciar en la opinión pública y convencerla a favor del régimen. Se puso en marcha también un estricto sistema de censura con idea de evitar que el pueblo expresara su voluntad, que estaba controlada por el Consejo principal de la Literatura. Este Consejo velaba escrupulosamente porque ninguna información desfavorable al régimen soviético, ninguna crítica de su política nacional o económica se manifestara a través del arte, la literatura, la televisión, radio o la prensa. El discurso pronunciado por el Primer Secretario del Partido Comunista de Letonia August Voss, durante el pleno del Comité Central en 1971 es muy revelador. Declaraba que un escritor o un artista podía describir todos los aspectos de la realidad, incluidos los puntos más negativos. Pero que para ilustrar estas realidades, debían respetar siempre y de forma estricta la posición del partido y de la clase obrera.

La propaganda del Partido Comunista destacó siempre la obligación, para un ciudadano soviético, de la fidelidad a los ideales comunistas, de ser internacionalista, de la necesidad de sacrificar sus intereses personales en favor de la sociedad, etc. Con el paso del tiempo la sociedad descubrió la diferencia entre la propaganda comunista y la realidad. El régimen hizo todo lo posible para enmascarar o ignorar los problemas existentes o por presentar la vida y sus problemas bajo un prisma favorable. Estas manipulaciones provocaron contradicciones y un cierto malestar moral en el seno de la sociedad, sometida y obligada a callarse sus opiniones y a ocultar sus pensamientos reales.

El periodo inmediatamente posterior a la guerra, hasta 1953, estuvo marcado por el reinado de Stalin. Fue en el transcurso de este periodo cuando tuvo lugar el punto esencial que provocó la consolidación del régimen totalitario soviético en Letonia. El objetivo primordial de Moscú era el de completar la «sovietización» de Letonia. La tarea principal de la educación y de la cultura era la de expandir la ideología comunista en el conjunto de la sociedad. Se pusieron en marcha represiones masivas contra todos aquellos que apoyaban las posiciones nacionalistas. El régimen soviético se esforzaba por todos

72.850 arrestos, 43.702 deportaciones y 2.321 asesinatos. Algunos historiadores estiman que tanto en Letonia como en Rusia, la represión política afectó a 140 mil personas, incluso unas 190 mil. En todo el tiempo de duración del régimen 240 mil personas fueron víctimas de la represión política. La represión atañía a aquellos que expresaban sus opiniones nacionalistas, a aquellos que se resistían de una manera o de otra al poder de la ocupación, aquellos que habían ocupado funciones importantes durante la independencia o quienes poseían bienes importantes. Todas las personas acusadas de defender la cultura occidental (como el «Grupo Francés» un movimiento intelectual que se interesaba por la cultura y el arte del país galo) eran el objetivo principal de las represiones. La represión en Letonia se ablandó tan solo a principios de los 50 tras la muerte del dictador Stalin. Sin embargo nunca cesó del todo ya que este control permitiría al régimen soviético controlar a la sociedad desde el terror.

Letonia ocupada se convertiría en una de las quince repúblicas unidas de la URSS. El Partido Comunista era la fuerza política decisiva del país con un poder ilimitado. El régimen comunista aniquilaría igualmente los atributos y símbolos pseudo-democráticos: el Consejo Supremo de la República Socialista Soviética de Letonia (Parlamento), El Consejo de Ministros (Gobierno), escudos de armas, la bandera e incluso el himno nacional. Estas instituciones no tenían ningún poder real, no servían más que para crear la ilusión de una cierta soberanía. Todas las decisiones importantes se tomaban en Moscú o era el Comité Central del Partido Comunista de Letonia el que se encargaba del asunto. La Letonia soviética no estaba por tanto dirigida ni por el jefe de gobierno ni por el parlamento sino por el primer Secretario del Partido Comunista. Este puesto fue ocupado por Janis Kalnberzins (1940-1959), Ardvis Pelse (1959-1963), Augusts Voss (1966-1984), Boris pugo (1984-1988) y Janis Vagris (1988-1990).

Después del primero, el segundo secretario del Partido Comunista jugaba también un rol fundamental en el gobierno de Letonia. Nombrado por Moscú, se encargaba de supervisar la situación y cumplía el papel de virrey. El Partido Comunista de Letonia poseía unidades estructurales a través de todo el país. Tal y como sucedía en las instituciones de la represión (el despacho del procurador, la milicia y el comité por la seguridad del Estado), estas unidades estaban encargadas de apoyar y consolidar el régimen de ocupación soviético. Otra característica típica era la existencia de una nomenclatura compuesta por responsables del régimen (aparato soviético y del partido, sindicato, Komsomol ‒ Juventudes Comunistas ‒ dirigentes económicos) nombrados con la aprobación de la dirección del Partido Comunista.

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La economía también sufrió radicales transformaciones. La industria, la agricultura, el comercio y otros sectores se nacionalizaron y los ciudadanos perdieron sus bienes sin ninguna compensación. La empresa privada fue primero limitada y después se prohibió completamente. La economía pasó a formar parte del control total del Estado y se sometió a una planificación estricta.

El sector agrícola vivió una colectivización generalizada. Se tomaron medidas represivas para obligar a los agricultores a unirse a las granjas colectivas, que se crearían en Letonia a partir de 1946. El sistema agrícola soviético era mediocre con altos gastos y una producción muy floja. Las pequeñas granjas auxiliares dirigidas por la población eran claramente mucho más eficaces y producían importantes cantidades de carne, leche y otros productos. Durante el periodo en que Nikita Kruschev se encontró al mando de la URSS la agricultura pasó por diferentes estados.

La estructura económica global de Letonia conoció una transformación radical que puso el acento sobre el desarrollo intensivo de la industria. Se construyeron decenas de fábricas nuevas en el transcurso de los años de 1950 a 1960 y se levantaron grandes empresas industriales destinadas a fabricar productos que se exportarían a otras repúblicas. Esta política no reposaba sobre ningún principio económico objetivo. Se desplazaron masas de trabajadores de Rusia, Bielorrusia, Ucrania y Moldavia. Estas migraciones terminaron por desequilibrar la estructura demográfica de Letonia. A principios de los años 80, tan solo el 52% de la población total era letona. Las tendencias observadas permitían prever que en consecuencia de la política llevada a cabo por Moscú los letones corrían el riesgo de convertirse en minoritarios en su propio país.

El desarrollo forzado de la industria trajo consigo un rápido aumento de la población de las principales ciudades letonas como Riga, Daugavpils, Jelgava, Ventspils, Valmiera y Rezekne. En el transcurso de los años 60 y 70 Letonia conoció una rápida urbanización que trajo escasez en el alojamiento. En los años 60 el gobierno lanzó una construcción a gran escala de bloques de apartamentos de hormigón que estaban mal concebidos, tanto desde el punto de vista arquitectural como urbanístico. Los nuevos barrios residenciales no poseían las infraestructuras necesarias y además faltaban guarderías, tiendas e infraestructuras hospitalarias y centros de salud. A pesar de la construcción de numerosas casas, la crisis de la vivienda se agravaba con el tiempo, especialmente en Riga. Muchas familias tuvieron que esperar diez años o más para obtener una vivienda. La situación de los letones era además mucho más difícil que la de los recién llegados, antiguos oficiales de la armada soviética y miembros de la nomenclatura que gozaban de un tratamiento preferencial.

los medios posibles, imponer a los letones una visión ideológica y políticamente basada en la historia de su país. Desplegaron numerosas técnicas e hicieron un gran esfuerzo para privar a los ciudadanos de su memoria, para minimizar o negar los logros del periodo de la independencia entre 1918 y 1940. El régimen puso especial atención a la representación de los eventos de 1940 en Letonia, afirmando con insistencia que no había habido ocupación y que la nación después de la «revolución socialista» había decidido «voluntariamente» unirse a la Unión Soviética. La realidad histórica en relación a la política puesta en práctica con la URSS en Letonia y en los otros países bálticos ha sido profundamente deformada. Sin embargo a pesar de todos los esfuerzos del régimen comunista los letones se transmitieron los unos a los otros de generación en generación la verdad sobre lo que le sucedió a su país.

En la década de los 50 con idea de debilitar la identidad letona y de acelerar la «rusificación» del país, el régimen soviético lanzó una gran campaña de promoción de la lengua y de la cultura rusas. El ruso se enseñaba cada vez más en las escuelas técnicas y profesionales así como en los establecimientos de enseñanza superior adquiriendo de este modo un prestigio superior al del letón. Esta política permitió al ruso a convertirse progresivamente en la lengua dominante en detrimento del idioma nacional, en numerosos sectores de la industria, en los organismos públicos e incluso en la vida cotidiana. En 1989, el 89% de la población hablaba correctamente el ruso.

El Festival del Solsticio de Verano tan popular en Letonia, fue prohibido en la época del Primer Secretario del Partido Comunista de Letonia Arvids Pelse. La propaganda oficial describía este festival como anticuado, contrario al espíritu de la época y bajo la afirmación de que una sociedad socialista no podía mantener las tradiciones paganas. Todas las referencias al festival, tanto en música como en literatura, cine o incluso en el lenguaje culinario, fueron prohibidas. De este modo el famoso «queso del solsticio» fue rebautizado por «queso campesino». Incluso los manuales escolares fueron modificados para evitar cualquier referencia a la tradición del festival. El solsticio no volvió a ser oficial hasta la caída del régimen soviético en 1988.

El régimen soviético combatió ferozmente la religión y la Iglesia. Se prohibió la enseñanza religiosa en los colegios así como las fiestas de la Iglesia. El Estado puso en marcha una campaña atea intensiva hasta el punto en que los programas universitarios incluían un curso sobre el ateísmo. El poder instaurado intentó limitar las actividades de la Iglesia imponiéndole altos impuestos y coaccionándola con otra serie de obligaciones. La catedral ortodoxa más célebre de Riga se cerró en 1961 y se transformó en una sala de exposiciones y un planetarium.

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esta unión. Dos uniones de Hermanos del Bosque estaban activas en la región de Kurzeme: la «Organización de Partisanos del Norte de Kurzeme» y la «Organización Nacional de los Partisanos Letones». Según los archivos históricos, alrededor de 20.193  personas se sumaron a estas unidades que llevaron a cabo un total de 2.659 operaciones contra el régimen soviético. Entre estos partidarios, 2.422 fallecieron en combate y 7.342 fueron arrestados. En el transcurso de sus operaciones, los Hermanos del Bosque mataron a 259 militares soviéticos, 111 miembros de la KGB, 199 combatientes de batallones penitenciarios así como a 1.070 activistas del régimen soviético.

Conocieron su periodo de actividad máxima entre 1944 y 1949. No contentos con defenderse, atacaban activamente a los dirigentes, la armada y las fuerzas de seguridad soviéticas. Durante los años que siguieron a este periodo el endurecimiento de la represión y las campañas de propaganda llevadas a cabo por el régimen soviético permitieron restringir la lucha de los Hermanos del Bosque. Estos ya no pudieron llevar a cabo operaciones de gran envergadura. La estrategia ofensiva de los años precedentes cedió lugar a una estrategia de supervivencia. Algunos de los Hermanos del Bosque se entregaron voluntariamente a las autoridades soviéticas. Estas rendiciones fueron facilitadas por el decreto de amnistía adoptado en 1955 por el Sóviet Supremo de la URSS. En un año, unos 350 «hermanos» se entregaron voluntariamente.

Otra de las operaciones de combate de estos Hermanos del Bosque era la publicación de periódicos clandestinos, de octavillas y declaraciones que difundían entre la población. Estas actividades eran particularmente importantes en la medida en que rebelaban los entresijos de la política llevada a cabo por el régimen soviético de ocupación. En el transcurso de las guerras conducidas por estos hermanos, se publicaron en Letonia 14 periódicos o boletines de información de diferentes tamaños.

En la segunda mitad de 1944 el régimen soviético crearía formaciones militares especiales, batallones de exterminación compuestos por más de 44 mil combatientes, reacción que demuestra la eficacia del movimiento de los Hermanos del Bosque en la Letonia de posguerra. Cada batallón contaba de media con unos 800 combatientes y las pequeñas ciudades poseían unidades de exterminación de 25  a 30  soldados. Estas unidades eran el elemento de base de la lucha del régimen soviético contra los Hermanos del Bosque en las regiones rurales de Letonia. Estos batallones reclutaban miembros procedentes de la población soviética local o entre sus partisanos.

En líneas generales los principales indicadores económicos y sociales mostrarían que en el transcurso del periodo soviético, Letonia había comenzado a retrasarse respecto a los países que habían visto su posición igualada durante la época de la independencia, como por ejemplo los países escandinavos. Este retraso demostraba la ineficacia, el estancamiento y la crisis del sistema soviético.

IV. RESISTENCIA A LA OCUPACIÓN Y A LA DICTADURA

En los primeros años de posguerra, la mayor parte de la población letona estaba dispuesta a resistir al régimen de ocupación. Esta resistencia tomó dos formas diferentes: una resistencia no violenta y una lucha armada llevada a cabo por los partidarios nacionalistas denominados «Hermanos del Bosque». Tras la llegada del Ejército Rojo a la parte oriental de Letonia en verano de 1944, los primeros grupos de Hermanos del Bosque se formaron espontáneamente y entablaron una lucha armada contra el poder soviético. La ola de represión contra el pueblo favoreció el desarrollo de un movimiento de resistencia. Los Hermanos del Bosque eran hombres jóvenes entre 20 y 30 años y vieron sumarse a su causa, especialmente al principio, a aquellos que habían colaborado con el régimen nazi, incluyendo antiguos policías, legionarios que habían sido integrantes de las tropas alemanas y funcionarios del gobierno territorial, entre otros. Más adelante se unieron los hijos de los nuevos campesinos, los intelectuales rurales y los antiguos soldados y oficiales de la Armada de la República de Letonia que habían conservado el ideal de un Estado independiente de Letonia. Durante este periodo eran muchos los que pensaban que una nueva guerra estallaría entre los países occidentales y la Unión Soviética, lo que hizo que cada vez fueran más los que se comprometieron a la lucha contra el régimen de ocupación soviético.

La lucha armada de los Hermanos del Bosque no se trataba de todas formas de un fenómeno aislado. Otros movimientos similares salieron a la luz en Lituania, Estonia, Ucrania, Polonia y otros países de la Europa del Este. Se formaron grupos entre 1944y 1945 que serían decisivos. En la región de Balvi y Vilaka, por ejemplo, se creó, bajo el mando de Peteris Supe, la «Unión Nacional de los Partisanos Letones». Esta unidad contaba con al menos 400  Hermanos del Bosque. Sus actividades cubrían toda la parte norte de la región de Latgale así como la parte norte y centro de Vidzeme. No fue hasta 1953 que las fuerzas de seguridad soviéticas lograron exterminar

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Constitución de la Unión Soviética, las Iglesias y sus fieles sufrían continuas presiones y diferentes formas coercitivas y restricciones por parte del régimen soviético. Antes de la ocupación de Letonia por la URSS en 1940, el país contaba con 190 sacerdotes católicos. En 1973, las diferentes formas de represión (arrestos, deportaciones, asesinatos) habrían reducido el número a 70. Seis párrocos perderían el derecho de servir a la congregación y enseñar el cristianismo a los niños.

En los años 60, tuvieron lugar una serie de cambios en la organización de la resistencia y en la ideología. Algunos se sentían aún tentados por la idea de formar grupos clandestinos pero estos eran a menudo descubiertos y disueltos rápidamente. La oposición al régimen y a sus políticas se manifestó más a través de las actividades de personalidades o pequeños grupos. Ciertos disidentes comenzaron a criticar abiertamente al régimen soviético. Este movimiento adquirió de hecho el carácter de una resistencia democrática y nacional. Los disidentes reclamaban en general, el respeto por parte de la Unión Soviética a los acuerdos internacionales con los que se había comprometido así como los principios y las normas establecidas por la legislación nacional. El objetivo principal de los disidentes letones era el de luchas por el derecho a la autodeterminación de la nación letona, por el restablecimiento de un Estado independiente, por la salvaguardia de la cultura y la identidad nacionales y contra la rusificación.

La intervención de las tropas soviéticas y sus aliados en Checoslovaquia en agosto de 1968, puso fin a la apertura política del país centroeuropeo en un flagrante acto de violación del Pacto de Varsovia y provocó en Letonia numerosas protestas contra el régimen soviético. Incluso los miembros del Partido Comunista protestaron por esta intervención. En 1969, en señal de protesta contra la invasión de Checoslovaquia, el estudiante Ilja Rips intentó inmolarse a lo bonzo en las proximidades del monumento a la Libertad de Riga. Se distribuyeron numerosos panfletos ilegales y se pintaron eslóganes contestatarios en el asfalto, los muros de las casas y las alambradas. Ciertos habitantes enviaron incluso cartas de protesta a las autoridades públicas.

Los disidentes estimaban que sus roles esenciales eran en primer lugar informar a la población de lo que sucedía en realidad, de sensibilizar a la sociedad y de mantener el espíritu de la resistencia. Para lograr este objetivo hubo varias tentativas de unificar las fuerzas bálticas. El 20 de agosto de 1977, una multitud formada por disidentes bálticos adoptó un documento que pretendía la instauración de un Comité Supremo destinado a coordinar los movimientos nacionales en Letonia, Lituania y Estonia. La KGB intentó poner fin a estas tentativas arrestando a muchos de ellos. En la época de la distensión

Los servicios de seguridad soviéticos utilizaron igualmente agentes dobles en las unidades. Estos agentes contribuían no solamente a la exterminación de un grupo de Hermanos del Bosque sino también permitían igualmente descubrir sus simpatizantes y sus redes de aprovisionamiento en comida y en armas. En su lucha contra los Hermanos del Bosque, el régimen persiguió también brutalmente a sus familias y allegados. Incluso los niños pequeños fueron víctimas de esta política del terror. Los Hermanos del Bosque que se convertían en prisioneros a menudo eran torturados y mutilados. Con idea de intimidar a la población local, los cuerpos de estos hermanos se exponían a menudo al público en los pueblos. Otra de las prácticas comunes consistía en incendiar las casas de los Hermanos del Bosque y de sus familiares y amigos.

La instauración del régimen soviético en Letonia suscitó también una resistencia no violenta como decíamos anteriormente. Se formaron numerosos grupos ilegalmente para intentar unificar y analizar las informaciones sobre las políticas llevadas a cabo por el régimen soviético, Estos grupos imprimían panfletos, declaraciones e incluso pequeños boletines de información en los que incitaban a la población a desobedecer al régimen soviético. La resistencia no violenta consistía por ejemplo en estropear las banderas soviéticas en lugares públicos, destruir los retratos oficiales de los dirigentes de la URSS, izar la bandera de la República de Letonia, escribir eslóganes antisoviéticos sobre los muros y en las calles, etc. El hecho de escuchar la estación de radio Voice of America o de difundir las informaciones emitidas por esta radio eran igualmente consideradas como resistencia al régimen. Algunas asociaciones escolares y algunos grupos se entregaron también a las acciones de resistencia no violenta. Entre 1947 y 1957 los servicios de seguridad soviéticos descubrieron más de 100  asociaciones estudiantiles antisoviéticas. Las iglesias tradicionales de Letonia se opusieron igualmente al régimen de forma pacífica: católicos, luteranos, bautistas, viejo ritualistas y ortodoxos. Las iglesias imprimirían publicaciones ilegales en las que expresarían al pueblo la existencia de Dios y su rol en la vida espiritual de los hombres. Era para ellas la única manera de luchar contra la propaganda en favor del ateísmo que el régimen difundía en los colegios, los establecimientos de enseñanza superior y las comunidades obreras. El jefe actual de la Iglesia Católica de Letonia, el cardenal Janis Pujats, pondría en funcionamiento una imprenta clandestina en la época soviética. Durante este periodo, la Iglesia bautista distribuiría 600  publicaciones ilegales escritas a mano y a máquina. En señal de protesta, las Iglesias organizarían igualmente congregaciones no registradas que pronunciarían sermones no sumisos al control de las autoridades oficiales. A pesar de la libertad de religión proclamada por la

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V. EVOLUCIÓN DEL RÉGIMEN SOVIÉTICO ENTRE 1950 Y 1980

Tras la muerte del dictador soviético Joseph Stalin en 1953, el régimen soviético comenzó una evolución conocida con el nombre de «deshielo de Kruschev». En esta época, las diferentes fuerzas políticas de muchas de las repúblicas soviéticas, incluida Letonia, reclamaron una reforma del régimen dictatorial, mayor libertad, menos dependencia de cara a Moscú y una mayor independencia en las nominaciones de los puestos clave. Este enfoque fue adoptado por uno de los herederos de Stalin, Lavrentiy Beria, jefe de los servicios de seguridad del Estado y miembro influyente del Comité Central del PCUS. Reclamaría reforzar las perspectivas nacionales en los partidos comunistas de varias repúblicas y en el aparato de gobierno. Insistió en que los dirigentes de las diferentes repúblicas dominaran la lengua local, razón por la que no tenían derecho de ocupar estas funciones y tendrían que ser llamados de vuelta a Rusia. El 12  de junio de 1953, Moscú tomó una decisión en este sentido en relación a la RSS de Letonia. Poco después, el 22 de junio, el Comité Central del Partido Comunista de Letonia expresó ideas similares durante la sesión plenaria. Señaló el hecho de que numerosos funcionarios no conocieran el letón así como el hecho de que éste fuera víctima de discriminación y estuviera en vías de extinción en su uso oficial.

De este modo, los «comunistas nacionalistas» tomaron el mando del Partido Comunista y del Gobierno. No tenían intención alguna de destruir el régimen comunista pero deseaban reformarlo y democratizarlo. Los miembros de este grupo protestaban contra la industrialización forzosa en Letonia así como la inmigración masiva procedente de otras repúblicas. Querían que los puestos de dirección del Partido fueran ocupados por letones y pretendían proteger el papel de la lengua y cultura letonas. Los comunistas nacionalistas reclamaron igualmente mayor apertura en relación a la historia de la Unión Soviética y de Letonia. Los dirigentes comunistas nacionalistas de Letonia más conocidos son el presidente adjunto del Consejo de Ministros Eduards Berklavs, el secretario segundo del Comité Central del Partido Comunista de Letonia Vilis Krumins, el economista Pauls Dzerve, el ministro de Agricultura Aleksandrs Nikonovs, el jefe de la división de agricultura del Comité Central del Partido Comunista de Letonia Antons Lurin, entre otros.

La desestalinización lanzada por Nikita Kruschev y la flexibilidad del régimen soviético suscitó un grave conflicto entre dos bandos aparecidos en el seno de la élite del Partido Comunista

entre el Este y el Oeste, durante los años 70, el régimen soviético tuvo cada vez más dificultades a la hora de reprimir a los disidentes. Los dirigentes de los países occidentales y las organizaciones internacionales de los derechos del hombre protestaban contra la represión llevada a cabo por el régimen soviético. La carta escrita por el comunista letón Eduards Beklavs y sus partidarios (denominada carta de los «17 comunistas») describiendo la situación en Letonia, provocó una atención especial en Occidente. Los autores lograron que el documento llegara al Oeste, donde se hizo un eco importante. La carta criticaba abiertamente la política del régimen respecto a las facilidades otorgadas a los inmigrantes para instalarse en Letonia. Señalaba directamente la ausencia de democracia en el país y las violaciones de los derechos del hombre en el país. Las autoridades soviéticas hicieron todo lo posible por demostrar que la carta de los 17 comunistas letones era un fraude y que no reflejaba la realidad.

En su lucha contra los disidentes, la Unión Soviética recurrió a menudo a métodos represivos para lograr sus fines. A principios de los años 60, por ejemplo, el poeta Knuts Skujenieks fue arrestado y condenado a una larga pena de prisión. En 1961, Gunars Astra, por su parte fue condenado al Gulag durante 15 años. Los últimos grandes arrestos de los disidentes en Letonia antes del hundimiento del régimen soviético tuvieron lugar en la época en la que Youri Andropov era secretario general del PCUS. En 1983, Gunars Astra así como Ints Calitis o Lidija Doronina-Lasmane y otros disidentes más fueron condenados repetidas veces. Decenas de personas recibieron advertencias oficiales y fueron perseguidas. Astra, en su comparecencia ante la Corte Suprema de la RSS de Letonia el 15  de diciembre de 1983 declaró ante la audiencia: «estoy convencido de que estos tiempos desaparecerán como una horrible pesadilla. Mis fuerzas salen del simple hecho de estar aquí y de respirar. Nuestra nación está acostumbrada a sufrir, así que sobrevivirá a estos tiempos oscuros». En los años 80 y 90, ciertos disidentes fueron expulsados hacia Occidente. Este fue el caso por ejemplo de los hermanos Olafs y Pavils Bruvers.

En la segunda mitad de los años 80, se recuperaron en Letonia los movimientos de defensa de derechos del hombre. El Grupo «Helsinki 86» fue creado para controlar el respeto de la URSS de los documentos firmados en la conferencia de la OSCE de Helsinki en materia de derechos del hombre. El 14 de junio de 1987, este grupo organizó grandes manifestaciones en protesta del régimen comunista en Letonia. El régimen soviético, ya en crisis, no reprimió abiertamente los levantamientos pero la KGB logró a raíz del acontecimiento los nombres de varios miembros del grupo Helsinki 86 que fueron deportados al Oeste.

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Eduards Berklavs era salvajemente contrario a la inmigración forzada en Letonia. En tanto que presidente adjunto del Consejo de Ministros, había hecho todo lo posible por evitar la afluencia masiva de inmigrantes y su instalación permanente en Riga. Incluso obtendría al respecto el apoyo del gobierno de la URSS probando que Riga no tenía la capacidad requerida para alojar a todos los inmigrantes. Los comunistas nacionales intentaron imponer para Riga las mismas restricciones a la inmigración procedentes de otras repúblicas que aquellas que se aplicaba en Moscú, Leningrado o Kiev. Los que no vieron con buenos ojos este enfoque fueron los antiguos oficiales de la armada soviética, que consideraban Riga como un lugar de residencia muy atractivo.

En diciembre de 1956, los comunistas nacionalistas letones obtuvieron la adopción por el Buró del Comité Central una decisión relativa a la enseñanza del letón y del ruso. Esta decisión subrayaba el hecho de que numerosos empleados de las administraciones públicas de la república manejaban mal el letón, que se excluía por tanto del uso oficial. En ella se explicaba que la documentación de las empresas así como los textos de los acontecimientos de masas, políticos y culturales, estaban a menudo redactados en ruso cualquiera que fuera la etnia de la mano de obra. Todo esto provocaba desigualdades entre ambos idiomas y además suscitaba diferentes formas de nacionalismo. Con idea de mejorar la situación, el Comité Central del Partido Comunista de Letonia exigía por tanto a la organización formaciones en ruso y en letón en las organizaciones del Partido, en las empresas y en las instituciones. Daba al personal dirigente de estas organizaciones dos años para dominar estos dos idiomas a un nivel que al menos permitiera entablar una conversación.

Aparecieron nuevos puntos de vista igualmente de las políticas en materia de educación. Los nuevos programas acordaban mayor atención a la educación estética así como a la historia y a la cultura letonas. Los responsables del sistema educativo letón estimaron que era necesario prolongar los estudios de un año en relación al sistema utilizado por la Federación de Rusia. Justificaba esta propuesta por la necesidad de los estudiantes letones de aprender letón y ruso al mismo tiempo. La propuesta fue rechazada por Moscú. En 1958 las relaciones entre los estalinistas y los comunistas liberales en el seno del Partido Comunista de Letonia comenzaron a empeorar. El ala reaccionaria del Partido se hizo más activa hasta el punto que el Comité Central del PCUS de Moscú enviaría a una delegación de inspección especial a Riga.

Cuando el jefe de la Unión Soviética Nikita Kruschev se presentó en Riga en 1959, los estalinistas consiguieron convencerle de que los nacionalistas ocupaban todos los puestos de dirección

de Letonia y del Gobierno. Uno de estos bandos estaba constituido por antiguos estalinistas contrarios a toda modificación del régimen soviético. El segundo grupo sin embargo, el de los comunistas nacionalistas soñaba con abolir el socialismo estalinista y poner en práctica los verdaderos principios del marxismo-leninismo. Estos dos grupos se opusieron sobre la cuestión de saber qué era lo más importante para Letonia, sus propios intereses o las exigencias y las prioridades de Moscú. Contrariamente a los comunistas nacionales, los estalinistas despreciaban la lengua y la cultura letonas e insistían en la supremacía del ruso como idioma y cultura.

En Letonia el bando estalinista estaba formado por antiguos miembros de la antigua nomenclatura opuestos fuertemente a las reformas de Kruschev. Se trataba del mando del Partido y de las Instituciones soviéticas, del Comité de la Seguridad del Estado y de la zona militar del Mar Báltico. Los representantes más conocidos de este bando eran el secretario del Partido Comunista cargado de ideología, Arvids Pelse, el jefe del departamento del Comité Central del Partido Comunista, Augusts Voss, el general Alexander Gorbatov y el redactor jefe del periódico «Letonia Soviética».

En diciembre de 1956, Kruschev se encuentra con los dirigentes de la RSS de Letonia, el presidente del Consejo de Ministros Vilis Lacis, el primer secretario del Partido Comunista, Janis Kalnberzins y el presidente del Presidium del Sóviet Supremo, Karlis Ozolins. En el transcurso de esta reunión, estos dirigentes pedirían a Kruschev limitar la inmigración en Letonia, nombrar para los altos mandos a personas conocedoras del idioma letón y de las tradiciones del país y de reconsiderar el proyecto artificial de construir fábricas enteramente dirigidas por el sindicato en Letonia. Kruschev admitiría que las propuestas de los dirigentes tenían su fundamento y reconoció la existencia de un cierto desequilibrio en el país báltico.

Sin embargo, los comunistas nacionalistas de Letonia no fueron dotados de una estructura organizativa distinta, no poseían ni unidades estructurales propias ni programas de actividades. Se trataba más bien de un grupo de personas que compartía visiones similares que encontrarían un apoyo en las jóvenes generaciones de la nomenclatura y en los intelectuales de Letonia. El impacto de estos reformistas se sintió en 1958 cuando Fiodor Kashnikov, aunque apoyado y respaldado por Moscú no fue elegido para el puesto de segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Letonia. Esta elección fallida hizo tambalear al poder centra ya que se trataba de un rechazo sin precedentes en las relaciones entre Moscú y el Partido Comunista de una República. Teniendo en cuenta que Kashnikov había sido víctima de una política anti rusa en Letonia, Moscú lanzó contramedidas.

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fábrica de producción de fibras químicas de Daugavpils y la fábrica de tratamiento de materiales plásticos de Olaine. La fábrica electrotécnica nacional (VEF) y la fábrica de radio de Riga bautizadas con el nombre de Andreï Popov se ampliaron considerablemente. La fábrica ferroviaria de Riga obtuvo el monopolio de fabricación de los vagones de ferrocarriles de la URSS.

A Moscú no le interesaba un desarrollo equilibrado de la economía. Las materias primas, la mano de obra y los recursos energéticos que faltaban se transportaban hasta Letonia. Esto provocó que durante los años 60 y 70, el 43% de la mano de obra procediera de otras repúblicas soviéticas. Lo mismo sucedió por ejemplo, con las piezas de recambio que se importaron de Rusia o de otras repúblicas cuando se construyó la fábrica de minibuses de Jelgava. Al igual que la fábrica de textiles de Ogre y la fábrica Lauma construida en la ciudad de Liepaja.

Para el régimen soviético, el indicador principal de producción era el respeto obligatorio de volúmenes fijados en el plan nacional. La calidad de los productos elaborados dejaba mucho que desear a causa de una escasez permanente de todos los tipos de mercancías en la Unión Soviética. La cualidad de la producción no estaba asegurada más que en la industria militar y que cada vez más fábricas se construirían en Letonia en el transcurso de los años 60 y 70. En esta época, más del 15% de la mano de obra trabajaba en la fabricación de material militar. Un porcentaje superior al de Lituania y representaba más del triple del observado en Estonia.

A causa de estos desequilibrios, el sector agrícola se encontró desde el principio en una situación económica más delicada. En Letonia, el régimen soviético había nacionalizado las tierras y colectivizado las explotaciones. Las formas tradicionales de producción fueron abandonadas, algo que trajo problemas sociales, demográficos e incluso morales en las regiones rurales. Durante los primeros años de la agricultura colectiva (finales de los años 40, principios de los 50), los agricultores de las granjas colectivas eran tratados como siervos: sin la autorización del presidente de la granja colectiva no podían mudarse o simplemente salir de ella. Los granjeros recibían por el duro y penoso trabajo que desempeñaban una ridícula remuneración. Hizo falta mucho tiempo para que la agricultura volviera a encontrar su nivel de desarrollo previo a la guerra, lo que pone en evidencia la ineficacia de la agricultura colectiva. El jefe del Partido Comunista de Letonia, Janis Kalberzins lo admitió en un informe. Las granjas colectivas padecían las consecuencias de unos bajos precios de compra fijados por el Estado, considerables impuestos y otras cargas obligatorias como por ejemplo las cuotas de aprovisionamiento en madera de construcción. La época de

del Partido y que los rusos eran víctimas de discriminación en Riga. Moscú decidió por tanto proceder a una purga en el poder en Letonia. El 25 de noviembre, el primer secretario del Partido Comunista de Letonia, Janis Kalberzins y el presidente del Consejo de Ministros Vilis Lacis dimitieron de sus puestos. Uno de los comunistas nacionalistas más conocidos, Eduards Berklavs fue destituido. Se le obligó a desplazarse a la región de Vladimir en Rusia, donde se convirtió en jefe del Consejo Cinematográfico. En tan solo un mes, el redactor jefe del periódico «Lucha» (Cina), Pavels Pizans, el editor del periódico de Riga, Osvalds Darbins y el editor de la revista «Zvaigne», Raphaël Blums y muchos otros fueron destituidos de sus puestos de trabajo. Esta purga destituyó a más de un millar de personas. El reaccionario Arvids Pelse fue nombrado primer secretario del Partido comunista de Letonia. Continuó la depuración política y siguió remplazando hasta 1962 a los dirigentes progresistas.

Cambios similares acontecieron en la élite del Partido Comunista de Letonia, tras la caída de Kruschev y la llegada al poder de Leonid Brejnev. August Voss fue nombrado primer secretario, mientras que este letón originario de Rusia ni tan siquiera hablaba el letón. Estos cambios marcarían el principio de lo que se denominó el «periodo de estancamiento» en Letonia. Ya no había lucha de poder en los altos escalafones. El objetivo principal era mantener las buenas relaciones con Moscú e ignorar las prioridades nacionales. Los años 60 y 70 estuvieron marcados por un control político e ideológico estricto y por una centralización del poder. Los miembros de la nomenclatura tenían acceso a todo y el resto tenía que compartir los restos. Esta situación contribuyó a alienar a la sociedad al poder, creó además una distancia abismal entre las élites, la nomenclatura y los ciudadanos ordinarios. Una parte de la sociedad se dio al alcohol, manifestando una indiferencia creciente y distanciándose paulatinamente de la realidad.

En la década de los 60, siguiendo dócilmente las instrucciones del centro, los nuevos dirigentes de la república apoyaron el desarrollo acelerado de las industrias dirigidas enteramente por los sindicatos. Esta época se caracterizó por la construcción de fábricas químicas y siderúrgicas, factorías de maquinaria, astilleros navales y fábricas de radios y de equipamientos electrónicos. Letonia, tal y como sucedía con el resto de las repúblicas bálticas, estaba cada vez más industrializada. Conforme a la política de desarrollo de la industria química anunciada por Kruschev, cuatro grandes fábricas químicas fueron construidas en Letonia durante la primera mitad de los años 60: la fábrica química de Olaine, la fábrica de fibra de vidrio de Valmiera, la

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típico de ello. Con idea de ahorrar en recursos, la infraestructura de tratamiento de productos químicos peligrosos de Ventspils había sido construida de tal manera que todos los riesgos para los habitantes de la ciudad no habían sido eliminados. La economía municipal de las grandes ciudades no conseguía seguir el ritmo del incremento de la población. Tanto era así que en muchas ciudades, la calidad del agua corriente se deterioró a causa de malas prestaciones en las centrales de depuración. Las unidades militares soviéticas instaladas sobre el territorio de Letonia infligían serios daños al medioambiente e ignoraba las reglamentaciones implantadas por el Gobierno y las municipalidades.

El régimen soviético transformó igualmente la vida cultural de Letonia. Durante el periodo estalinista de finales de los años 40 y a principios de los 50 la cultura no hizo ningún progreso. El acento se puso sobre la salvaguardia del patrimonio cultural nacional. Los cánones de la ideología comunista y los principios del realismo socialista se impusieron en todos los aspectos de la cultura. Era necesario elogiar la cultura rusa y vanagloriar su gran influencia sobre el desarrollo de la cultura letona. Varias tendencias indicaron una liberalización de la vida cultural a lo largo de la segunda mitad de los años 50 y principios de los 60. Las creaciones artísticas nacionales comenzaron a reconocerse y fue posible desde entonces mencionar a los artistas y a los escritores del periodo de la independencia. La intelligentsia creativa pudo trabajar de manera netamente más libre y más diversificada en las diferentes manifestaciones artísticas. Sin embargo los artistas que osaban criticar al régimen incluso de forma implícita, sufrían presiones y todo tipo de medidas de coerción. Estos artistas eran objeto de difamaciones públicas, sus obras dejaban de publicarse y eran excluidos del proceso cultural. Los poetas Knuts Skujenek y Vizma Belsevica fueron víctimas de esta represión, así como el escritor Visvaldis Lams.

En los años 70 y 80, la generación de posguerra hizo su aparición en la escena cultural letona. Estos artistas habían conocido el terror y la represión y tenían menos miedo del régimen soviético que las generaciones anteriores. Estos jóvenes artistas, músicos y escritores conocían mejor las realidades del mundo. Sus creaciones artísticas demostraban una mayor libertad y se veían además influenciados por la esperanza de los emigrados letones que pasaban al Oeste con los que había mayor contacto que antes. Sin embargo el régimen soviético seguía muy de cerca la evolución de la vida cultural en la RSS de Letonia y reprimía todas las manifestaciones que le parecían indeseables. De este modo en 1984 la exposición de los artistas creativos «Naturaleza,

Kruschev engendró nuevas dificultades para los campesinos cuando por razones políticas fueron obligados a abandonar las pequeñas granjas auxiliares individuales que constituían una de las fuentes de ingresos de los agricultores en colectividades. La campaña llevada a cabo por Kruschev en favor de una cultura obligatoria del maíz perjudicó también a la agricultura letona.

A partir de los años 60 sin embargo las discriminaciones al encuentro de los agricultores de las granjas colectivas disminuirían y los precios de compra aumentarían; el Estado había lanzado un sistema de pensión para los agricultores y la población rural vio mejorar sus salarios y su protección social. El Gobierno autorizó a las granjas colectivas a desarrollar diferentes nuevas formas de producción (fabricación de alimentos en lata, producción de cerámica, industria cervecera, etc.) lo que permitió mejorar los salarios de los empleados. A pesar de numerosas tendencias positivas en la década de los 70 y los 80 el principal problema del desarrollo rural seguía siendo el rendimiento de la producción. Según los números indicadores, la agricultura de la RSS de Letonia no había alcanzado aún el nivel de rendimiento que tuvo durante la época de la independencia. Así que el rendimiento del cultivo de la patata que era de 7.670 kg por hectárea en 1940 no se superó más que en 1981. A lo largo de este mismo periodo, el aprovisionamiento de la población en productos alimenticios comenzó a deteriorarse porque la mayor parte de la producción era enviada a Moscú. Esta situación provocó el descontento de la población.

La falta de eficacia de la política económica soviética acarreó graves problemas. Esta crisis provocó un aumento de la inflación en Letonia, los habitantes dejaban su dinero en el banco, el poder de compra no dejaba de bajar y había una escasez considerable de los productos esenciales. Incluso faltó el pan de pan entre 1963 y 1964 y toda una serie de productos lácteos en la década de los 80. Otros bienes eran difíciles de encontrar, como los productos domésticos y de limpieza, prendas de ropa y zapatos modernos. Por ejemplo en ocasiones para comprar un coche había que esperar diez años. La gente adquiría los artículos que necesitaban en el mercado negro o haciendo uso de los contactos para obtener mercancías raras. Este sistema trajo consigo una importante corrupción en el seno de la sociedad.

El régimen soviético se preocupaba poco por la protección del medioambiente. Para organizar los procesos de producción, el Gobierno favorecería normalmente la salida más rápida y por tanto la más cara. Las tecnologías utilizadas en la industria y en la agricultura eran por lo general muy contaminantes. El complejo industrial del puerto marino de Ventspils era un ejemplo

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posible reacción de cara a la apertura y al cambio. Los intelectuales de Letonia y de otras repúblicas bálticas se volcaron sobre esta suerte de poder expresarse abiertamente sobre las realidades de la Unión Soviética y comenzaron a defender la independencia y el restablecimiento de sus Estados.

El grupo «Helsinki 86» se creó en Liepaja en 1986. Este grupo hablaba abiertamente de la ocupación de Letonia por la Unión Soviética, de la represión y de los crímenes cometidos por esta hacia la nación letona. El grupo «Helsinki 86» envió una carta a Gorbachov pidiéndole que les ayudara a ejercer el derecho a separarse de la Unión Soviética, tipificado en el artículo 69 de la Constitución de la RSS de Letonia. La carta se expresaría en estos términos: «Permítanos que seamos nosotros mismos quienes decidamos sobre nuestro futuro. Permítanos comer nuestro propio pan y vender a los demás el resto. Permítanos conocer libremente todas las naciones del mundo. Nunca hicimos daño a ninguna nación y no merecemos ni ser encerrados ni que se nos diga de quién podemos ser o no amigos».

La gran manifestación organizada en Riga el 14 de junio de 1987 por el grupo «Helsinki 86» supuso otro momento crucial en el vencimiento del sistema soviético. En recuerdo a las víctimas civiles de las deportaciones organizadas por la URSS el 14 de junio de 1941, los manifestantes depositaron utensilios de labranza a los pies del Monumento a la Libertad. Fue Letonia quien vio nacer la «Revolución del Calendario» una serie de grandes concentraciones y manifestaciones de masas organizadas en fechas clave para expresar el descontento de cara a la Unión Soviética. De este modo, el 23 de agosto, fecha del aniversario de la firma del Pacto Ribbentrop-Molotov se organizó una gran concentración de nuevo junto al Monumento de la Libertad.

Las milicias y la KGB intentaron frenar la concentración y procedieron al arresto de numerosos participantes. Otra de las manifestaciones significativas fue la que se organizó el día del aniversario de la Fundación de la República de Letonia donde también actuarían las fuerzas represivas del régimen, arrestando a muchos de los participantes. Este movimiento nacional continuó desarrollándose hasta finales de año. Un grupo de militantes entusiastas intentaron restaurar la casa del suvenir en honor del primer comandante en jefe de la armada letona, Oskars Kalpaks. Activistas del club ecologista lanzaron una campaña contra la construcción de una central hidroeléctrica sobre el río Daugava, cerca de Daugavpils. La suma de todas estas acciones contribuyó a desequilibrar aún más los cimientos del régimen.

medioambiente, hombre» se cerró antes de tiempo y se prohibieron ciertos grupos de rock populares entre los jóvenes (por ejemplo el grupo «Perkons»).

Aunque el régimen soviético trató siempre de controlar y administrar estrictamente la vida cultural letona, la cultura nacional se desarrolló a pesar de todo gracias a una cierta interacción con la evolución del mundo real y un distanciamiento de la ingenuidad de la ideología soviética. Se preservaron las mejores tradiciones de la época de la independencia, como por ejemplo el Festival Nacional de Letonia de la Canción y Danza, símbolo del poder espiritual y la fuerza de la música.

VI. LA CRISIS DEL RÉGIMEN SOVIÉTICO Y EL PRINCIPIO DEL CAMBIO (1987-1990)

A principios de los años 80 la situación económica, social y política de la Unión Soviética hizo estragos en el régimen. Los indicadores económicos sufrieron un gran deterioro, así como sus relaciones con Occidente. Era cada vez más evidente que la URSS tanto desde el punto de vista económico como tecnológico estaba a la cola de los países más desarrollados. Las enfermedades y la edad acabaron en un breve periodo de tiempo, con la vida de tres secretarios generales del PCUS. Reinaba un cierto recelo y algunos comenzaron a dudar de la capacidad del régimen para realizar los cambios necesarios y positivos en el mundo. Y fue en este contexto cuando Mijaíl Gorbachov fue elegido secretario general del PCUS en abril de 1985. Él representaba la corriente que había comprendido la necesidad de reformar y de liberalizar el régimen. Gorbachov estimaba que era necesario modernizar urgentemente la economía soviética, totalmente rezagada y poner fin a la corrupción en el seno de la nomenclatura del Partido y de las autoridades soviéticas para así superar el estancamiento y la falta de entusiasmo que paralizaba a la sociedad. El nuevo jefe del partido comunista lanzó la consigna de la Glasnost (transparencia) y anunció el lanzamiento de la Perestroika.

Gorbachov consideraba que las repúblicas bálticas eran el laboratorio ideal para experimentar con ambos procesos porque pensaba que los dirigentes y las sociedades de Letonia, Estonia y Lituania comprendían mejor la esencia de la reforma y mostrarían un mayor apoyo. Sin embargo Gorbachov no había evaluado correctamente ni el ánimo de estas sociedades ni había calibrado la

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Riga. Ocupación militar de Letonia el 17 de junio de 1940. El Ejército Rojo lanza las operaciones de ocupación en la mañana del 17 de junio. (Foto: Museo de Historia y de la Navegación de Riga)

Octubre de 1944. Segunda ocupación soviética (1944-1991). El Ejército Rojo

en Riga. (Foto: Museo de Historia y de la Navegación de Riga).

14 y 15 de julio de 1940. Manifestaciones en masa en Riga organizadas con la complicidad del Ejército Rojo. En esta ocasión los manifestantes alzaban retratos de Stalin, Molotov y otros dirigentes soviéticos.

(Foto: Museo de la Guerra de Letonia).

El régimen soviético impuso la explotación agrícola colectiva en Letonia. Los campesinos fueron obligados a abandonar sus casas para sumarse a los koljós. (Gunãrs Birkmanis. Museo de la Fotografía, Letonia. Nº7960/119)

1944. El movimiento de resistencia letona – los Hermanos del Bosque ‒. Numerosos letones resistieron a la ocupación soviética.

(Foto del libro: Legionarios Letones, Daugavas Vanagi, 2005).

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Letonia se convirtió en miembro de la OTAN. Cumbre de la OTAN en Riga, bajo la presidencia de Vaira Vīķe-Freiberga, los días 28 y 29 de noviembre de 2006. (Foto: J. Kūmiņš)

La «Revolución Cantada», 1987-1991. Los movimientos de liberación de los países bálticos, los primeros en la Unión Soviética, recibieron el nombre de «Revolución Cantada». (Foto: Museo del Frente Popular de Letonia).

La vía hacia la independencia. Barricadas sobre la Plaza del Domo en Riga, 1991. (Foto: Museo del Frente Popular de Letonia) El Tratado de adhesión de Letonia a la Unión Europea se firmó en Atenas el 16 de abril de 2003

por la presidenta letona, Vaira Vīķe-Freiberga y el primer ministro Einars Repše. (Foto: J. Kūmiņš)

La Vía Báltica entre Tallin, Riga, Vilna, el 23 de agosto de 1989.

Cerca de dos millones de personas se dieron la mano para formar una cadena humana de más de 600 km

que atravesaba los tres países bálticos. Esta manifestación se organizó

para atraer la atención del mundo entero hacia sobre el destino histórico

común de estos tres países.

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Esta evolución inquietaba a las fuerzas reaccionarias. En enero de 1989 con el acuerdo y el apoyo de Moscú, organizarían en Riga el Congreso Constituyente del Frente Internacional de los Trabajadores de Letonia. Éste contaba con el apoyo del Partido y de la nomenclatura soviética, de los jefes de la zona militar del Báltico y también de las grandes empresas gestionadas por los sindicatos, es decir, en definitiva por los representantes del poder del momento. Una de las personas al origen del Frente Internacional («Interfront») era el segundo secretario del Partido Comunista, Vitaliy Sobolev. El Interfront era totalmente contario a cualquier forma de autonomía de Letonia o de su secesión de la URSS. Se trataba fundamentalmente de una organización que reagrupaba a los rusófilos y a aquellos que deseaban mantener el régimen soviético. Su objetivo pretendía dañar las fuerzas nacionalistas y reforzar los sectores de la sociedad favorables a Moscú. El 31  de mayo, conscientes del estado de ánimo de la sociedad, el Consejo del FPL lanzó una llamamiento para debatir sobe la cuestión de la independencia política y económica total de Letonia. La manifestación denominada «La Vía Báltica» organizada el 23 de agosto señaló una cierta radicalización de la sociedad y del apoyo de la idea de la independencia. Esta manifestación había sido organizada para conmemorar el quincuagésimo aniversario de la firma del Pacto Ribbentrop-Molotov. A través de Letonia, Lituania y Estonia, casi dos millones de personas se dieron la mano para formar una cadena humana de 595  kilómetros de largo de Tallin a Vilna. El Comité Central del PCUS reaccionó difundiendo la siguiente declaración: «La situación de las repúblicas soviéticas bálticas suscita una preocupación creciente. Los acontecimientos que se desarrollan afectan a los intereses de todas las naciones soviéticas, a la patria soviética en su conjunto. Las cosas han ido demasiado lejos». Sin embargo todo se quedó ahí ya que el régimen no se atrevió a poner fin al despertar de las repúblicas bálticas haciendo uso de la fuerza.

En marzo de 1989, el Frente Popular logró una holgada victoria tras las elecciones al Sóviet de Diputados del Pueblos de la URSS (el Parlamento de la URSS). Los candidatos del FP consiguieron el 80% de los mandatos atribuidos a la RSS de Letonia. Estas elecciones rebelaron su popularidad no solo entre los letones sino también igualmente entre la población rusófila. El régimen soviético y el Partido Comunista perderían progresivamente el poder en Letonia. Las elecciones al Consejo Supremo de Letonia del 18 de marzo de 1990 demostraron una prueba suplementaria: el FPL y sus partidarios lograron 131 de los 201 escaños.

La élite política de la RSS de Letonia estaba dividida respecto a la manera de tratar las manifestaciones. Las fuerzas reaccionarias preconizarían un enfoque más duro hacia los manifestantes, mientras que otros pensaban que era necesario dialogar con ellos. En cualquier caso era imperativo canalizar estas protestas públicas realizadas en el marco de la perestroika de Gorbachov. El 25 de marzo de 1988, el Gobierno autorizó a la Unión de Escritores de la RSS de Letonia a organizar una concentración conmemorativa en el cementerio militar en honor a las víctimas del régimen soviético. Tampoco intervino la milicia el 27  de abril para dispersar una gran manifestación (alrededor de 10  mil personas) organizada a Riga para protestar contra la construcción del metro en Riga.

La evolución de la situación durante el verano de 1988 demostró que los intelectuales se habían comprometido para hacer de sí mismos una oposición activa al régimen. El 1 y el 2  de junio de 1988, una sesión plenaria ampliada de la Unión de los Escritores abordó abiertamente las cuestiones históricas ‒ la supresión del letón del uso oficial, la situación demográfica y la inmigración incontrolada - El discurso pronunciado entonces por Mavriks Vulfsons, profesor de la Academia de las Artes, tuvo un fuerte impacto en el país. En él señalaba que el análisis de los acontecimientos de junio de 1940 desmontaba claramente la versión oficial de la Unión Soviética según la cual Letonia había vivido una revolución soviética. Vulfsons declaró igualmente que la Unión Soviética lo que hizo fue ocupar los Estados bálticos sirviéndose de la firma del Pacto Ribbentrop-Molotov.

Fue en 1988 cuando se creó la organización patriótica «Frente Popular de Letonia» (FPL). El régimen deseaba que el Frente fuera únicamente una organización pública que reaccionaba en los límites del sistema político instaurado, que apoyaría la restructuración lanzada por Gorbachov en la Unión Soviética. Sin embargo desde su nacimiento, el Frente Popular se mostró radical y sus actividades sobrepasaron el marco previsto inicialmente. Las actividades del periódico publicado por el Frente Popular, «Atmoda» (despertar) son el claro ejemplo. El programa adoptado por el Frente Popular proyectaba una soberanía de letonia en el seno de la Unión Soviética. Se trataba de una organización de masas de casi más de 100 mil miembros que integraba también a los comunistas reformadores, a los nacionalistas y a los comunistas convencidos. Janis Peters, Sandra Kalniete, Ivars Godmanis, Dainis Ivans, Romualds Razukas y otros más desempeñaron un importante papel en la creación del Frente. El FPL luchó cada vez más abiertamente por la soberanía y la independencia de Letonia.

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Una pregunta crucial era la de saber si las unidades del ministerio del Interior y los empleados del Comité de la Seguridad del Estado apoyarían al nuevo gobierno. Los miembros de la milicia (policía) estaban divididos. Algunos de ellos se profesaban leales a la RSS de Letonia mientras que otros se sumaban al bando que se oponía a la independencia del país. Las unidades especiales armadas de la milicia, denominadas OMON, eran también hostiles al Gobierno. El Buró del Procurado de la RSS de Letonia se encontraba también dividido. El Comité de la Seguridad del Estado de la RSS de Letonia, dirigido por el general Edmunds Johansons adoptó una actitud relativamente favorable al proceso de la independencia e incluso se adhirió al gobierno dirigido por Godmanis.

En el otoño de 1990, el gobierno letón trató de lanzar las negociaciones con Moscú en relación a las diferentes cuestiones económicas y políticas comunes. El presidente de la URSS, Gorbachov estaba convencido de que las dificultades económicas obligarían a Letonia y a las otras repúblicas bálticas a permanecer en el seno de la Unión. El 26 de noviembre, se envió a Letonia un proyecto sobre el nuevo tratado de la Unión. Este tratado preveía el mantenimiento de todas las repúblicas bálticas dentro de la URSS. El apoyo a la petición en contra de este nuevo Tratado recaudó más de un millón de firmas en Letonia. Había numerosos signos que indicaban un giro más reaccionario en la política de la URSS y se temía la instauración de un nuevo régimen dictatorial así como la utilización de la fuerza contra las aspiraciones independentistas de las repúblicas bálticas. Algunos de los monumentos de la época de la independencia, nuevamente restaurados, fueron profanados y destruidos con explosivos. El 6  de diciembre el grupo reaccionario «Comité de Salvación pública de Letonia» hizo un llamamiento a Gorbachov increpándolo a instaurar el poder presidencial en Letonia y de poner fin a las actividades de las fuerzas independentistas. El comando armado OMON tomó el control de la Asociación de la Prensa de Riga. Las relaciones entre Letonia y la URSS eran tensas. El apoyo expresado por Boris Yeltsin, presidente del Sóviet Supremo de la Federación de Rusia, contribuyó enormemente a reforzar la posición de Letonia.

La confrontación entre las fuerzas independentistas y los grupos prosoviéticos alcanzó su paroxismo en enero de 1991. En Lituania, la cadena de televisión «Vilnius TV» fue atacada por las fuerzas militares soviéticas. Este ataque provocó 110 heridos y 14 muertos. Al mismo tiempo el Frente Popular de Letonia hizo un llamamiento a la población pidiendo que se congregaran en la Plaza del Domo para proteger el Consejo Supremo y otros lugares relevantes. Esta manifestación

VII. DE LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA AL NACIMIENTO DE UN ESTADO INDEPENDIENTE (4 DE MAYO DE 1990 – 21 DE AGOSTO DE 1991)

Tras la victoria de las elecciones al Consejo Supremo (Parlamento) FP pensó que obtendría la independencia de Letonia a través de la vía política. Los debates relativos a la adopción de la declaración de la independencia de Letonia comenzaron en la primavera de 1990. Lituania ya había declarado su independencia el 11  de marzo y Estonia lo haría el 30  de marzo. Los diputados del Frente Popular de Letonia plantearon diversas maneras de restablecer la independencia. Los más radicales consideraban que era necesario declarar la independencia inmediatamente. Los moderados, por el contrario, se mostraban a favor de una independencia más progresiva, pasando por lo que ellos denominaban un «periodo de transición». El 4 de mayo el Consejo Supremo de Letonia aprobó la declaración de independencia por 138 votos a favor y una abstención. Los 57 diputados del grupo de la oposición «Igualdad» asociado al Interfront no participaron en el voto. La declaración afirmaba el restablecimiento de la República de Letonia y de su Constitución. Paralelamente se definió un periodo de desvinculación hasta llegar a la independencia completa. Anatolijs Gorbunovs fue elegido presidente del Consejo Supremo e Ivars Godmanis se convirtió en el primer ministro de Letonia cuando el país alcanzó su independencia. El FPL había tomado el poder político de Letonia.

En el seno de la población reinaba la euforia a favor de la independencia. Sin embargo había graves problemas económicos como por ejemplo la falta de productos de consumo ordinarios (carne, azúcar, alcohol, jabón, etc.). Las empresas industriales carecían de materias primas. El 14 de mayo de 1990  el dirigente soviético Gorbachov firmó un decreto afirmando que las declaraciones de independencia adoptadas por las repúblicas bálticas no eran conformes a la Constitución de la URSS, que se trataban de declaraciones ilegítimas y por tanto carecían de efecto alguno. El Comité de Protección de la Constitución y los Ciudadanos de la URSS y de la RSS de Letonia que reagrupaba a las organizaciones opuestas a la independencia de Letonia, fue fundada el 20 de mayo. Alfreds Rubiks, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista e Letonia, fue nombrado su presidente. El 14 y 15 de mayo las fuerzas reaccionarias intentaron penetrar a la fuerza en el edificio del Consejo Supremo y alzar la insurrección.

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reclutamiento de la juventud letona en el ejército soviético. Durante todo este tiempo, el comando OMON lanzaría violentos ataques en los lugares de paso de las fronteras entre los países bálticos. El 31  de julio, siete personas fueron asesinadas como consecuencia de un ataque al puesto fronterizo lituano de Medininkai. Todo parecía indicar que Moscú no aceptaría la independencia de estas repúblicas.

El 19  de agosto de 1991, Moscú viviría una tentativa de golpe de Estado. El Comité para el Estado de Urgencia, compuesto por ocho personas (Guennadi Ianaëv, Borís Puogo, entre otros) intentó retomar el control del país. En Letonia, el primer secretario del Partido Comunista, Alfreds Rubiks y el comandante de la zona militar del báltico Fiodor Kouzmine, se sumarían a los golpistas exigiendo la dimisión del Gobierno soviético. Unidades especiales del Ejército Rojo, aliadas al comando OMON tomarán el control de la radio y de la televisión públicas, de las líneas telefónicas internacionales y otras infraestructuras. Tres días más tarde sin embargo, se hizo evidente que el intento de golpe de Estado había fracasado. Los golpistas no lograron neutralizar al presidente de la Federación de Rusia, Boris Yeltsin, el cual exhortaba a la población a desobedecer a los conspiradores.

Tras el fracaso del golpe el 21 de agosto el mismo día en que el comando OMOM intentaría tomar por asalto el parlamento, el Consejo Supremo de Letonia adoptaría la ley constitucional sobre la independencia de la República de Letonia. Esta ley preveía que el periodo transitorio anunciado el 4 de mayo de 1990 había terminado y que el país rencontraría su independencia entera y plena. Las fuerzas reaccionarias habían sido derrotadas en Letonia igualmente.

El 24 de agosto de 1991, Boris Yeltsin reconocería la independencia de Letonia en nombre de la Federación de Rusia. Islandia fue el primer país en hacerlo el día anterior. Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Hungría y otros países siguieron rápidamente este ejemplo. La Comunidad Europea reconoció la independencia de Letonia el 27  de agosto, los Estados Unidos el 2  de septiembre y el 18 de septiembre ya serían 79 los países que reconocerían la República de Letonia. El 17 de septiembre Letonia fue admitida en el seno de la ONU. La tarea más importante que esperaba al Gobierno de Letonia a partir de ahora era la de conducir las reformas económicas y políticas necesarias para reforzar esta independencia.

nacional atrajo a más de 700  mil personas sobre las márgenes del río Daugava, en Riga, para protestar contra la violencia y los muertos de Vilna. Los ministerios y el Consejo de Ministros adoptaron una moción pidiendo a la población letona que trajeran a Riga material agrícola pesado así como camiones llenos de troncos de árboles para construir barricadas.

Al mismo tiempo los dirigentes reaccionarios del Partido Comunista, apoyados por el comandante de la zona militar del Báltico se prepararían para derrocar al Consejo Supremo elegido legítimamente así como al Gobierno de Letonia. El 13 de enero estas fuerzas exigían que el poder fuera devuelto a las manos del Comité de la Salvación Pública de Letonia, dirigido entre otros por Alfreds Rubiks. El 15  de enero dicho comité anunciaría que tomaría el poder en Letonia. El 20 de enero, el comando OMON lanzaba el asalto contra el edificio del ministerio del Interior. Cinco personas perdieron la vida.

La aparición de las barricadas demostró la determinación de la población a la hora de defender su derecho a la independencia. El poder de los defensores de las barricadas residía en su superioridad moral de cara a la agresión soviética. Gracias a los medios el mundo entero descubrió la determinación de las naciones bálticas para recuperar su independencia, perdida tras las diferentes ocupaciones. La rotunda actitud de los defensores de la independencia sembró la duda en el seno del gobierno de Moscú porque además no hubo ni combate ni derramamiento de sangre en Riga. A finales de enero de 1991, un frágil equilibrio apareció entre las fuerzas independentistas y los grupos prosoviéticos. El Consejo Supremo, el Gobierno y las municipalidades seguían trabajando mientras que las fuerzas ligadas al poder central mantendrían el control de los lugares tomados por el comando OMON y la armada soviética. Ambos bandos eran conscientes de que este reparto de poder no podría durar mucho.

El 3  de marzo el Gobierno de Letonia organizó un referéndum que planteaba la cuestión de si permanecer o no en el seno de la Unión Soviética. La tasa de participación fue del 87,5%. Una amplia mayoría El 78,3% de la población se pronunció a favor de la independencia. El jefe de la URSS, Mijaíl Gorbachov se vio obligado a dar comienzo a las negociaciones con el Gobierno de Letonia. Dichas negociaciones, relativas al futuro estatuto del país báltico y a sus relaciones económicas con la URSS fueron complicadas y laboriosas. En julio, Moscú preparó un nuevo borrador para el Tratado de la Unión. Letonia por su parte estaba sometida a todo tipo de presiones y Moscú la amenazaba con sanciones económicas. El gobierno de la URSS exigía el

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las catástrofes bancarias y financieras. La más importante fue la quiebra de la banca comercial «Naltija» en 1995. Esta bancarrota afectó a los intereses financieros de más de 100 mil personas así como a numerosas municipalidades e instituciones públicas. Otro de los fenómenos típicos de la época fue la creación de efímeras sociedades de inversiones, basadas sobre el principio de un esquema piramidal; sonsacarían el dinero a los inversores antes de quebrar o desaparecer.

En julio de 1990, el Consejo Supremo decidió lanzar una importante reforma en el campo de la agricultura. La ley relativa a la privatización de las empresas agrícolas y a las cooperativas de pesca preveía que la privatización fuera aplicada a todas las tierras colectivas, los terrenos soviéticos y las empresas agrarias. Esta ley daba a las comunidades de las empresas agrícolas y a los comités de privatización una autoridad considerable. La reforma agraria tuvo como consecuencia rehabilitar a sus antiguos propietarios, las tierras y edificios confiscados por el régimen soviético. El número de explotaciones agrícolas en Letonia pasó a 40 mil en 1993 y a 250 mil en 1995 (explotaciones domésticas individuales incluidas).

Una de las características de la reforma agraria era la disminución del volumen de la producción agrícola. Mientras que la agricultura representaba el 21,9% del PIB en 1990, esta cifra se redujo a la mitad en unos años. Los agricultores privados se convirtieron en los principales productores de bienes agrícolas. Ciertos errores en el proceso de privatización permitieron a antiguos presidentes y responsables de tierras colectivas convertirse en los principales propietarios privados.

El proceso de privatización afectó asimismo a otros sectores de la industria. Las PYME y las empresas de comercio, de transporte así como las empresas industriales, los apartamentos y los bancos fueron privatizados. La privatización de las grandes empresas públicas no comenzó hasta mediados de los años 90 y fue un proceso relativamente lento realizado a cambio de dinero o de bonos de privatización. Sin embargo hacia finales del año 2000 la mayor parte de las empresas públicas habían sido privatizadas. Tan solo algunas empresas monopolistas permanecieron en manos del Estado, como «Latvenergo» (de energía eléctrica) y «Latvijas Dzelzcels» (ferrocarriles letones).

La evolución del modelo económico de Letonia trajo consigo modificaciones fundamentales de su estructura. La parte de las empresas industriales disminuyó rápidamente en el PIB de Letonia. Esta proporción equivalía al 36,5% del PIB total en 1990 y a tan solo el 14,8% en 2001. Esto se explica en parte por el cierre de numerosas empresas dirigidas por los sindicatos. Paralelamente el

VIII. LAS REFORMAS POLÍTICAS Y ECONÓMICAS Y EL DESARROLLO DEL ESTADO DE 1991 A 2004

Tras la declaración de independencia de Letonia el 21  de agosto de 1991, el cometido más importante era el de lanzar importantes reformas tanto en el plano político como económico. El Gobierno debía concebir nuevas estructuras para las administraciones públicas, crear su propia armada y su propio cuerpo de guardas fronterizos. Era necesario tratar de restablecer el orden y el respeto a la ley de un extremo al otro del país. Nadie tenía una visión clara de lo que era menester hacer. Tras el restablecimiento de la independencia, un sentimiento de euforia inundaba a toda la sociedad así como la convicción de que las reformas serían rápidas e indoloras. Sin embargo el tránsito de un régimen totalitario a una democracia libre basada en una economía de mercado no se antojaba simple. Ciertos políticos planteaban la posibilidad de inspirarse en el modelo escandinavo de economía social de mercado, un modelo basado sobre una fiscalidad importante, la intervención del Estado en la economía y una alta protección social. Pero el predominante fue al final el modelo neoliberal, basado en la privatización de las empresas públicas, una reforma fiscal y monetaria, una estricta disciplina presupuestaria, etc.

Letonia había optado por lo que se denomina «terapia de choque», con la supresión del control de los precios y una rápida transición hacia la economía de mercado. El Gobierno estaba convencido de que la liberalización de los precios permitiría tomar consciencia más rápidamente de la situación económica real del país y poner así fin a las penurias de los bienes básicos de tal manera que la población pudiera poner en marcha las economías acumuladas por la población. El problema más grave al que se enfrentaba la sociedad de la época era al de la elevada inflación, que había alcanzado el 1.051% en 1992. Dicha inflación iría disminuyendo progresivamente con el paso del tiempo hasta alcanzar el 119% en 1994.

En el marco del proceso de reforma, se acuñó una moneda provisional: el rublo letón, que se remplazó posteriormente por el lat, cuyo valor se fijó en los 200 rublos. El lat tenía una elevada tasa de cambio y estaba alineada al DEG (en inglés, Special Drawing Rights: SDR). Estas medidas se tomaron para garantizar la estabilidad macroeconómica y reducir la tasa de inflación. Sin embargo Letonia, como tantos otros Estados del antiguo bloque socialista no se libró de

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que fue como Estado independiente (1918-1940) o un Estado totalmente nuevo. La mayoría de los países occidentales reconocían la continuidad del Estado de Letonia tras su primera independencia. Cuba, China, Rusia y Albania no reconocían sin embargo la legalidad de esta continuación y consideraban Letonia como un nuevo Estado. La forma de reconocimiento de la soberanía de Letonia dependía de la interpretación que cada país hiciera de la ocupación de los Estados Bálticos en junio de 1940. Ciertas organizaciones internacionales se mostraron incluso contradictorias al respecto. Así como Letonia se adhirió a la Organización Internacional del Trabajo fundada en 1921, tuvo que afiliarse nuevamente después de su independencia. El Consejo de Europa, por ejemplo, simplemente reconoció su continuidad.

El reconocimiento oficial de la continuidad del Estado permitió resolver positivamente la cuestión de sus bienes en e extranjero a la hora de tomar posesión de los inmuebles y de sus antiguas misiones diplomáticas y sus reservas de oro. A principios de los años 90, Reino Unido, Francia, EEUU y Suiza devolvieron a Letonia los depósitos de divisas y de oro realizados en los bancos de estos países durante el primer periodo de su independencia. Hizo falta mucho tiempo para que Letonia volviera a tomar posesión de sus bienes inmuebles de su antigua embajada en París, que el gobierno francés había cedido a la Unión soviética en el verano de 1940. No fue hasta el 24  de marzo de 2004 cuando Letonia y Francia pudieron firmar un acuerdo concerniente a estos edificios. Francia se comprometió a rembolsar a Letonia el precio de estos bienes inmuebles.

Tras la independencia, una cuestión esencial era la del reconocimiento internacional de las fronteras del país, especialmente aquellas que lindaban con Rusia. Esta cuestión había ya sido resuelta con la firma del Tratado de Paz del 11 de agosto de 1920 entre los dos países. Sin embargo, la Federación de Rusia, en calidad de heredera de la URSS, se negaba a reconocer la validez de este tratado de paz. En las negociaciones, los rusos afirmaban que dicho tratado tenía una significación histórica y que no se trataba de un documento legalmente vinculante. Letonia hizo todo lo posible llevar esta cuestión al primer plano. Se estimaba que la Federación de Rusia había infringido este tratado anexionándose la ciudad de Abrene y de los seis pueblos vecinos. El 22 de enero de 1992, el Consejo Supremo de Letonia adoptaría una decisión especial rechazando reconocer la anexión de la ciudad de Abrene y estos seis pueblos. La declaración adoptada por la Saeima (el Parlamento) el 28 de agosto de 1996 en relación a la ocupación de Letonia subraya igualmente esta cuestión. De cara al fracaso de las negociaciones con Rusia en relación a la frontera, Letonia anunció en

papel que jugó el sector servicios aumentó rápidamente ‒ de 31,9 a 70,4%. Este auge se explica en gran parte por el tránsito vía Letonia de productos petroleros procedentes de Rusia. Durante este periodo la agricultura sufrió un descenso importante, pasando del 21,9% al 4,4%. La producción disminuyó no solamente por el hecho del cambio de modelo de propiedad sino también a causa del aumento de los precios de las materias primas y la pérdida de los mercados de la antigua Unión Soviética. El paro aumentó también precipitadamente. A finales de los años 90 la tasa de desempleo oficial se situaba entre el 7 y el 8% de la población activa. A finales de los años 90, Letonia había superado de sobra la crisis económica y alardeaba de una tasa de crecimiento del PIB de alrededor del 6 al 7%. A pesar de estas realizaciones Letonia tenía la tasa de crecimiento más débil y los salarios menos elevados de entre todos los países bálticos.

La situación socioeconómica provocó sin embargo considerables diferencias entre las ciudades en pleno auge como Riga y Ventspils y aquellas regiones al este del país que se encontraban en crisis. Esta disparidad se manifestaba a través de una tasa de desempleo considerable, salarios más bajos y menor protección social. En 2004, por ejemplo la tasa de desempleo era del 4,5% en Riga mientras que en el este de Letonia (Latgale) alcanzaría del 20 al 27%. Por ende las familias con sueldos más bajos en esta región contaban con mayores dificultades en cuanto al acceso a la educación y a los cuidados sanitarios. Estos fenómenos negativos provocaron un éxodo de la mano de obra y de la población así como un descenso de la natalidad.

Letonia y los otros países bálticos fueron puestos a prueba en 1998 cuando la Federación de Rusia entró en una seria crisis financiera, también llamada la «crisis del rublo». Las empresas de transformación de alimentos letonas, especialmente las de pescado, sufrieron considerablemente. Numerosas empresas quebraron. Esta situación era grave hasta tal punto que Rusia dejó de aplicar el tratamiento preferencial a Letonia en sus intercambios comerciales. La mercancía letona era por tanto menos competitiva en el mercado interno ruso que aquellas procedentes de otros países. En razón de desacuerdos políticos, Rusia comenzó también a reducir sus exportaciones de petróleo a través de Letonia. Todas estas transformaciones obligaron al país báltico a orientar su comercio exterior más hacia los países de la UE en detrimento de Rusia. En 2001, el 61% de las exportaciones y el 53% de las importaciones de Letonia se hacían con países de la Unión Europea.

Para Letonia el restablecimiento de la independencia trajo problemas relacionados con la política interior y exterior. Una pregunta esencial era la de saber si Letonia era la continuación de lo

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principio. Las normas fijadas por la ley permitieron la naturalización de 150 mil personas entre 1995 y 1998, sin embargo tan solo 11.400 personas hicieron uso de este derecho. El estatuto de no ciudadano no tenía ningún impacto real en la vida cotidiana y estas personas no tenían prisa alguna de nacionalizarse. Por otro lado después de la modificación de la ley sobre la ciudadanía, muchas organizaciones internacionales (la OSCE entre ellas) criticaron ciertas restricciones injustificadas impuestas a los derechos de los no ciudadanos. De este modo, aquellos que no tenían la nacionalidad no podían trabajar como abogados, adquirir bienes inmobiliarios, trabajar en el sector farmacéutico o pilotar aviones. Un buen número de restricciones que fueron suprimiéndose progresivamente aunque las tasas de nuevas nacionalizaciones seguían siendo muy bajas. La gran cantidad de no-ciudadanos no veían ninguna razón objetiva para querer adquirir la ciudadanía y muchos pensaban además que se trataba de un proceso demasiado complicado.

En 1997 y 1998, se lanzaron nuevos debates en el seno de la sociedad letona y del parlamento en relación a una nueva modificación de la ley de ciudadanía. Estas enmiendas fueron presentadas por el partido liberal Vía Letona ‒ Latvijas Ceļš ‒ y por los partidos de izquierda, Partido de la Armonía Nacional ‒ Tautas Saskaņas partija ‒ y el Partido Demócrata ‒ Saimnieks ‒. Los partidos de tendencias nacionalistas como el Partido Patria y Libertad/Partido Nacional por la Independencia de Letonia ‒ Tēvzemei un Brīvībai/LNNK ‒ estaban contra los cambios propuestos. El presidente Guntis Ulmanis defendía la necesidad de estas enmiendas, especialmente la supresión de las ventanas de la naturalización y la naturalización automática de niños no-ciudadanos nacidos en Letonia después de la independencia. Las enmiendas propuestas fueron adoptadas el 22  de junio de 1998, los dos principios defendidos por el presidente, incluidos. Tras esta adopción, 36  diputados, así como el grupo de coalición Patria y Libertad/Partido Nacional por la Independencia de Letonia declararon que las enmiendas adoptadas a la ley de ciudadanía eran contrarias a los intereses del pueblo letón y a la Constitución y pidieron además demorar dos meses su aplicación. Se lanzó una campaña de colecta de firmas pidiendo la organización de un referéndum. Esta petición logró obtener alrededor de las 224  mil firmas y acabó con la celebración de una consulta popular al respecto el 3 de octubre de 1998. Más de 487 mil personas (52,5%) apoyaron las enmiendas a la ley. Las tasas de naturalización comenzaron a aumentar progresivamente. En 2004, 69.288  personas habían ya obtenido la nacionalidad desde que comenzaría el programa. Los expertos explicaron este fenómeno como una consecuencia de la adhesión de Letonia a la OTAN y a la UE. A pesar de ello, Letonia contaba aún con unos 450 mil

1997 que estaba dispuesta a firmar un «acuerdo técnico fronterizo». Dicho acuerdo permitió lanzar las negociaciones relativas a la preparación del acuerdo fronterizo a través del que Letonia renunció para siempre a sus reivindicaciones territoriales respecto a Abrene (hoy denominada Pitalovo) y los seis pueblos vecinos. Rusia consiguió imponerse sobre Letonia respecto a la cuestión fronteriza.

Con idea de reforzar la independencia de Letonia era necesario resolver la cuestión candente de la ciudadanía. Un enfoque posible consistía en otorgar la ciudadanía a todas las personas que residían en Letonia en el momento de la independencia y que se declaraban fieles al Estado. El otro enfoque posible era el de conceder la nacionalidad únicamente a aquellos que habían sido ciudadanos de la República de Letonia hasta el 17  de junio de 1940 (en el momento de la ocupación) y a sus descendientes. El 15 de octubre de 1991 sobre la base de estos principios el Consejo Supremo adoptó una resolución «relativa al restablecimiento de los derechos de los ciudadanos de la República de Letonia y a los principios de base de la naturalización». Esta resolución provocó un gran descontento entre los no letones y la parte de la población potencialmente excluida de la ciudadanía. Rusia criticó intensamente esta resolución y acusó a Letonia de dar pruebas de discriminación de los rusos que vivían en Letonia. En cierto sentido, los no letones no se identificaban ya con el Estado letón y veían su futuro con cierta incertidumbre.

El 22  de julio de 1994, el Parlamento de Letonia adoptó una ley relativa a la nacionalidad que aplicaba un sistema de cuotas de naturalización. Esta ley permitía cada año un número de naturalizaciones igual al 0,1% respecto al número de ciudadanos. Esta cuota se ganó las críticas de la OSCE que terminaron con la no ratificación de la ley por parte del presidente letón Guntis Ulmanis. La ley fue después revisada y aunque el principio de las cuotas se abandonó, los candidatos a la ciudadanía fueron repartidos entre diferentes grupos según su edad y su fecha de llegada a Letonia. La nueva versión de la ley de ciudadanía, definida como «sistema de ventana», prometió la naturalización de cada grupo en un plazo concreto. La naturalización comenzaría con el grupo más joven.

En 1995, tras la adopción de la ley sobre la ciudadanía, se creó el Consejo de Naturalización y se puso en marcha el proceso. El 28 de abril el parlamento adoptó otra ley relativa a los ciudadanos de la antigua Unión Soviética residentes en Letonia. Estos fueron reconocidos como residentes permanentes del Estado báltico. Sin embargo todo el proceso en sí fue muy lento desde el

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transcurso de las negociaciones del mes de mayo de 1993, Rusia exigió el derecho de mantener la base naval de Liepaja hasta 1999, la estación electrónica de Ventspils hasta 1997 y la estación de las alertas tempranas de Skrunda hasta 2003. Pero gracias a las presiones internacionales, Rusia cedió y llegó a un acuerdo con Letonia el 30 de abril de 1994. Este acuerdo establecía la retirada completa de las tropas rusas para el 31 de agosto. Letonia se comprometió por su parte a mantener operativa la estación de Skrunda hasta el 31 de agosto de 1998 y firmó un contrato de arrendamiento de cuatro años a estos efectos. El acuerdo relativo a la retirada de tropas implicaba una condición particularmente desfavorable a Letonia. Este acuerdo establecía que 21 mil jubilados de la armada podían quedarse en Letonia en calidad de residentes permanentes. El Estado letón se comprometía a otorgar el derecho a la propiedad y a garantizarles una cobertura social completa. Una parte de la sociedad acogió con cierto escepticismo los acuerdos alcanzados con Rusia y el gobierno fue criticado por haber hecho demasiadas concesiones. La estación de las alertas tempranas de Skundra dejó de funcionar en 1998 pero su demolición no se hizo hasta un año después. La misión de la OSCE en Letonia contribuyó ampliamente a respetar el calendario de los acuerdos, efectuando controles sobre los diferentes lugares y obligando a Rusia a respetar sus compromisos. Lituania fue el único país báltico que logró la retirada de las tropas el 31 de agosto de 1993.

Recuperada la independencia, el país pasó del totalitarismo a la democracia. Se constituyeron numerosos partidos políticos a principios de los años 90. En un primer momento, se reconstituyeron también algunos de los partidos que habían existido en la época de la primera independencia: el Partido Socialdemócrata Estonio de los Trabajadores y la Unión de Agricultores de Letonia, ambos representantes de los intereses de la población rural. La Unión Demócrata Cristiana (KDS) también nació a principios de los noventa y consiguió seis de los cien escaños en las primeras elecciones parlamentarias. La KDS, los conservadores y liberales estaban a favor de realizar reformas económicas y sociales rápidas. Al contrario de lo que sucedió en otras antiguas repúblicas soviéticas, el Partido Comunista (en Letonia, el de los «Comunistas Nacionalistas») no logró conservar su influencia en el país. El Partido Socialista representaba las fuerzas prosoviéticas de Letonia. Tras la independecia, fue perdiendo progresivamente su influencia sobre todo en relación al Frente Popular, una organización de masas que permitió la aparición de un sistema multipartidista. El FPL entró en crisis y sufrió un rápido declive en el verano de 1993 a partir de su derrota en las primeras elecciones democráticas.

no ciudadanos. Esta actitud se explicaba en parte por la actitud de Rusia que insistía en que los no ciudadanos fueran naturalizados inmediatamente y exigía la instauración de lo que se denominó la «opción cero ciudadanía». La política llevada a cabo por Rusia influenció el comportamiento de ciertos no ciudadanos que consideraban que el Estado letón debía otorgarles automáticamente la nacionalidad sin proceso de naturalización.

Otra cuestión delicada para el gobierno de Letonia era conseguir lo más rápido posible la retirada de las tropas rusas. Esta cuestión se planteó por primera vez por el Sóviet Supremo de la República de Letonia en el llamamiento realizado en noviembre de 1990 al presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov. El 1  de febrero de 1992 los dos Estados alcanzaron un acuerdo estableciendo el comienzo de la retirada de las tropas para un mes más tarde. Sin embargo el proceso de retirada era muy complicado y se prolongó. Con idea de preservar su influencia en la región báltica, el presidente ruso Boris Yeltsin, declaró el 28 de octubre de 1992 que condicionaría la retirada de las tropas a la garantía del respeto de los derechos de la población rusa en Letonia. Rusia apeló además a su falta de infraestructuras para acoger a los militares replegados del país báltico. Afirmaba que era necesario construir emplazamientos para los soldados y viviendas para los oficiales y sus familias. La postura del gobierno ruso al respecto estaba fuertemente influenciada tanto por los factores políticos internos (presión ejercida por el alto mando de la armada así como por la oposición) como las realidades políticas exteriores.

Con el objetivo de alcanzar rápidamente una solución, los países bálticos hicieron un llamamiento a sus principales socios occidentales, especialmente Estados Unidos, así como a las organizaciones internacionales. Tras la reunión del 10 de junio de 1992, los dirigentes de la OSCE firmaron un documento pidiendo a la Federación de Rusia que retirara con celeridad sus tropas de los países bálticos. El 25 de noviembre de 1992, el Consejo de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución similar. El primer ministro sueco Karl Bildt jugó asimismo un rol positivo para el país a través de su apoyo y sus esfuerzos de mediación, así como la presión ejercida por los E.E.U.U. sobre Rusia. Con idea de suavizar la postura de Rusia, los países occidentales crearon una fundación especial destinada a financiar alojamientos y otras infraestructuras destinadas a las tropas rusas que se replegaban de los países bálticos. Aunque la retirada de las tropas de Letonia comenzó en marzo de 1992, hizo falta mucho tiempo para alcanzar un acuerdo sobre la fecha de la retirada definitiva ya que Rusia hizo todo lo posible por posponer esta fecha al máximo. En el

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política y las competencias necesarias para expresar y defender sus intereses de forma más eficaz. En 1993, 978 ONG estaban en activo en Letonia y pasaron a ser 7.704 en 2004. Eran muchos los que se preocupaban por el exceso de influencia sobre las decisiones del Estado de determinados grupos económicos, especialmente de aquellos que tenían mayor poder adquisitivo así como del alto grado de corrupción en el país.

Hoy por hoy, es esencial seguir investigando las actividades de las personas que se vieron implicadas en los crímenes contra la humanidad y en las diferentes formas de represión ya que el régimen soviético dejó como legado toda una serie de graves problemas jurídicos y morales. El antiguo jefe del Partido Comunista, Alfred Rubinks ya fue condenado por traición durante el proceso de la independencia. Lo mismo sucedió con el antiguo comisario del pueblo encargado de la seguridad de la RSS de Letonia, Alfons Noviks, así como con Mikhail Farbtuch, uno de los grandes organizadores de las deportaciones. Ambos fueron condenados por genocidio contra la nación letona. El partisano soviético Vasily Kononov, que trató brutalmente e hirió a muchos civiles en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, fue declarado culpable de crímenes de guerra el 30 de abril de 2004 por la comisión de asuntos penales de la Corte Suprema de Letonia.

Otro problema al que se enfrentó el joven Estado letón fue el de la política de integración de las minorías. El 19  de marzo de 1991, el Consejo Supremo adoptó la ley «relativa a la libre plenitud de los grupos étnicos y nacionales de Letonia y a su derecho a la autonomía cultural». Esta ley planteaba el derecho de que todas las minorías étnicas pudieran cultivar y preservar las tradiciones de sus culturas nacionales. El Estado se responsabilizaba del respeto a estos derechos. Desde principios de los años 90, se constituyeron numerosas formaciones para defender a las minorías polacas, ucranianas, rusas o judías y se crearon escuelas especiales para ellas. El Gabinete de Ministros creo el Departamento de Asuntos Nacionales que llevaría este tipo de cuestiones aunque por aquel entonces el problema de las minorías se reducía sobre todo a los problemas relacionales entre la población letona y la rusa. Tensiones étnicas que se prolongarían incluso hasta 2004, fecha en que la minoría rusa protestó contra el uso aumento del uso del letón en las materias de las escuelas rusas.

En el plano de la política de exteriores la tarea más importante era la de agilizar la integración del Estado báltico en el seno de las estructuras políticas, económicas y de seguridad occidentales con el firme objetivo de garantizar la estabilidad y la perennidad del Estado. Uno de os principales

Tras la crisis de las políticas económicas y sociales llevadas a cabo por los neoliberales a mitad de los años 90, las fuerzas políticas populistas entraron en escena. En las sextas elecciones legislativas, por ejemplo, el movimiento populista «Todo por Letonia» dirigido por Joachim Siegerist obtuvo 16  de los 100  escaños en el Parlamento. Otro de los partidos populistas que tuvieron un gran éxito fueron los del Partido Democrático (Saimnieks) y el Partido Unidad. Incapaces de aportar soluciones específicas a los problemas emergentes, estos partidos desaparecieron rápidamente de la escena política de Letonia.

Las críticas recibidas con la llegada de las políticas liberales, obligaron al partido más influyente, Vía Letona ‒ Latvijas Ceļš ‒ a que modificara la estrategia económica que había defendido hasta entonces. En lugar del liberalismo sus políticas comenzaron a insistir sobre la necesidad de una economía de mercado con una orientación social. En el sistema político de Letonia, las fuerzas más conservadoras nacionalistas estaban representadas por el Partido Patria y Libertad/Partido Nacional por la Independencia de Letonia ‒ Tēvzemei un Brīvībai/LNNK ‒ y el movimiento de izquierdas estaba representado principalmente por el Partido Socialista, que preconizaba un rol regulador por parte del Estado en materia de economía y de resolución de los problemas sociales. Este partido se oponía a las privatizaciones a gran escala y pretendía salvaguardar las grandes empresas públicas. El Partido Socialista era favorable a mantener estrechos lazos con la Federación de Rusia.

Letonia ya había organizado cinco elecciones parlamentarias desde el restablecimiento de su independencia. Estas elecciones son la prueba del interés demostrado por la sociedad en el proceso político. De media casi el 70% de los electores participaron en ellas y casi un 60% en las elecciones municipales. Se organizaron en Letonia también varios referéndums y muchas de las ONG de entonces siguen activas hoy. Si observamos todos estos procesos, podemos concluir que las reformas permitieron al país a llevar a cabo con éxito su transición del totalitarismo a la democracia. A pesar de su falta de experiencia en las actividades políticas, los ciudadanos letones fueron tomando consciencia poco a poco de su papel en el proceso de la toma de decisión del Estado para conseguir desarrollar una sociedad cívica. A finales del año 1990, varios grupos comenzaron a organizarse en función de su profesión o intereses, para expresar su opinión e increpar al gobierno en la mejora de sus condiciones, como fue el caso de empleados del sector médico, profesores o agricultores. Los ciudadanos adquirieron poco a poco la experiencia de la

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Tras la cumbre de la OTAN de 1997 se decidió que la República Checa, Hungría y Polonia serían admitidas dos años más tarde. Esta cumbre asimismo aprobó el principio del proseguimiento de la ampliación a pesar de las objeciones de Rusia.

En la cumbre de 1999 organizada en Washington, los Estados bálticos fueron nominados países candidatos. La situación había evolucionado favorablemente para Letonia que había recibido ciertas indicaciones que le permitirían integrarse en el seno de la OTAN en los próximos años. El país lanzó entonces una reorganización intensiva de las fuerzas armadas y del Ministerio de Defensa. Se elaboró un plan de acción específico para definir las tareas que Letonia tendría que llevar a cabo para lograr con éxito su adhesión. La condición más difícil que se impuso fue el de fijar en el 2% del PIB la parte del presupuesto nacional destinada a las fuerzas armadas. En 2003 se decidió integrar en las fuerzas armadas las unidades de la guardia nacional. El concepto de defensa nacional también fue revisado, abandonando el principio de defensa territorial total y subrayando las capacidades de defensa colectiva. El acento se pondría sin embargo sobre la formación de las fuerzas armadas profesionales con el objetivo de garantizar las capacidades necesarias para participar en el sistema de defensa colectiva de la OTAN, para tomar parte a ala cooperación militar internacional y para crear una nueva imagen de las fuerzas armadas en el seno de la sociedad. Se hicieron importantes esfuerzos para permitir a los soldados letones participar en las misiones de la OTAN y en las misiones de otras organizaciones internacionales. En la primavera de 2004, las fuerzas armadas letonas contaban con los siguientes efectivos: 1.200  soldados, 11.650 guardias nacionales, 1.350 oficiales, 1.900 suboficiales y 1.000 reclutas.

El 21 de noviembre de 2002, con motivo de la Cumbre de la OTAN en Praga, Letonia y otros seis países fueron invitados a comenzar las negociaciones de adhesión. En 2004, catorce años después de haber logrado su independencia, Letonia lograba uno de los principales objetivos de su política exterior, convirtiéndose en miembro de la organización de seguridad transatlántica y forjando así los cimientos de su independencia. Esto sería un hito para Letonia dados difíciles antecedentes históricos que había padecido en el siglo XX. La adhesión supuso para Letonia y el resto de los países bálticos la modernización de las fuerzas armadas nacionales, el aumento de sus capacidades de combate, un mayor prestigio y en definitiva una garantía de seguridad y estabilidad en la región. Actualmente la participación de los soldados letones de las misiones de mantenimiento de la paz en Afganistán, Irak o Kosovo se muestra como un importante elemento a la hora de reforzar dicha estrategia.

objetivos de la política extranjera era el de desarrollar una forma de cooperación con los vecinos directos como Lituania, Estonia y los países escandinavos. El apoyo mostrado por los Estados Unidos en la década de los noventa ayudo al país a reforzar su independencia.

A día de hoy el gobierno ruso sigue sin reconocer la ocupación de los países bálticos en 1940, una actitud que demuestra su ambición por mantener su influencia en la región, evidenciando el carácter imperialista de Rusia aún en la actualidad.

IX. INTEGRACIÓN EN EL SENO DE LA UNIÓN EUROPEA Y DE LA OTAN

Para el joven Estado letón y especialmente en los primeros días de su existencia, la seguridad se convirtió en una de sus principales preocupaciones. Para garantizarla era necesario organizar correctamente a las fuerzas armadas e integrarlas en las estructuras instauradas por los Estados occidentales. Este objetivo comenzó a materializarse en la primavera de 1991 cuando se confirmó el control parlamentario y del Ministerio de Defensa de la armada y se creo además una guardia nacional que se repartió por todo el territorio letón. En 1995 el parlamento adoptó el concepto de defensa letón basado sobre la formación de una armada regular, sobre el desarrollo de una guardia nacional y una estrecha cooperación entre ambas entidades en materia de defensa. Se había adoptado por tanto el principio de la defensa total del territorio mientras que el país desarrollaba paralelamente su cooperación con la OTAN.

Los primeros pasos en dirección a la OTAN se dieron en el mes de diciembre de 1991 con la adhesión de Letonia al Consejo de Cooperación NorAtlántico. En 1994, por iniciativa de los Estados Unidos, todos los países fueron invitados a participar en el programa denominado «Partenariado por la Paz» de la OTAN. Letonia consideró que se trataba de una suerte poder participar sobre todo de cara a adherirse en un futuro a la Alianza. En 1995, la OTAN anunció que aceptaría nuevos miembros en un futuro próximo pero que los candidatos tendrían que respetar ciertos criterios en relación al largo proceso de adhesión. Las exigencias eran las siguientes: control civil de las fuerzas armadas en el seno del Estado, buenas relaciones con los países vecinos, ausencia de conflictos étnicos y políticos y frontera común con algún país miembro de la OTAN.

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Comisión europea publicó la «Agenda 2000» con las conclusiones relativas a todos los nuevos países candidatos y las recomendaciones relacionadas con el lanzamiento de las negociaciones de adhesión. El 12  de diciembre del mismo año el Consejo Europeo de Luxemburgo decidió incluir a los 11 países candidatos en el proceso de adhesión. Letonia y Lituania formaban parte del «segundo grupo» de negociaciones mientas que Estonia, mejor preparada, formaba parte del primero. Finalmente las negociaciones con Letonia comenzaron en febrero de 2002 y terminaron en diciembre de ese mismo año. El 16 de abril del año siguiente con motivo del Consejo Europeo en Atenas, Letonia firmó por fin junto a otros países candidatos y bajo la presidencia de Vaira Vaira Vīķe-Freiberga y la mirada atenta del primer ministro Einars Repše, el Tratado de Adhesión a la UE.

La ley letona exigía que dicho tratado fuera aprobado por referéndum, que se organizó el 20 de septiembre de 2003 y cuyo escrutinio dio como resultado que el 66,97% de la población dijera sí a la adhesión a la Unión Europea. Tan solo un 32,26% votó en contra. La adhesión formal de Letonia se llevó a cabo el día 1  de mayo de 2004, después de que todos los demás Estados miembros ratificaran el Tratado de Adhesión. Letonia se convirtió desde entonces en miembro de pleno derecho de la UE y a día de hoy cuenta con una perfecta integración en su espacio económico, social, jurídico y político común. Letonia cuenta con un miembro en la Comisión Europea y con 9  diputados en el Parlamento Europeo. Letonia se unió al espacio Schengen en diciembre de 2008 y espera convertirse también en un futuro próximo en miembro de la unión monetaria europea.

X. LETONIA Y EL FUTURO DE LA UNIÓN EUROPEA

En 2008 la República de Letonia celebró sus noventa años de existencia en cuanto que Estado, de entre los cuales, tan solo 37 fue un país independiente. 53 años pasó el pueblo estonio bajo la ocupación de las potencias extranjeras ‒ tres en total en el siglo XX ‒ que determinaron el destino de la nación y marcaron sobremanera su desarrollo político, económico, demográfico, psicológico y moral. Los letones aman especialmente su libertad reconquistada y su derecho a decidir sobre el futuro de su país.

Desde los primeros días de su independencia, Letonia siempre insistió en su deseo de integrarse a la comunidad de los Estados europeos. La decisión tomada por la Comisión Europea el 27  de agosto de 1991 fue crucial al respecto en la medida que se fraguaron las bases de mejores relaciones entre Letonia y la UE. El gobierno letón señaló que defendería los mismos principios y valores que la Unión Europea: la democracia, los derechos del hombre, la prosperidad y la estabilidad. En 1992, los Estados bálticos y los países de la Europa del Este fueron incluidos en el programa de asistencia europea PHARE, destinado a facilitar las reformas económicas y políticas. El 11 de mayo, Letonia firmó su primer acuerdo económico y comercial con la Comunidad Europea, que garantizaría una liberalización máxima de las relaciones económicas entre Letonia y los países miembros de la Comunidad. El preámbulo de este acuerdo señalaba que de ahora en adelante la ambición de Letonia de concluir ulteriormente un acuerdo de asociación. Letonia hizo todo lo posible por reforzar sus lazos con le UE y anunció rápidamente que uno de los principales objetivos de su política exterior era de adherirse a la Comunidad Europea. Tras la Cumbre de Copenhague de 1993, la UE se declaró favorable a la adhesión tras el cumplimiento de una serie de estrictos criterios: estabilidad institucional, respeto de la democracia y del Derecho y los derechos humanos, la existencia de una economía de mercado funcional, capacidad para participar a la competencia en el seno de la UE, respeto de los derechos de las minorías y capacidad de respetar la obligaciones de los Estados miembros.

El Acuerdo de Libre Cambio firmado el 18 de julio de 1994 representa una etapa importante en las relaciones entre Letonia y la UE, que aceptó que el país báltico mantuviera durante cuatro años más los derechos de importación sobre la madera para la construcción, las pieles no tratadas de animales, la chatarra y la selenita. Esta medida tenía como objetivo facilitar el desarrollo de estos sectores mineros e industriales ya que eran de una importancia capital para el país. El acuerdo preveía igualmente privilegios recíprocos en materia de comercio de productos de la agricultura y de la pesca. En realidad este acuerdo marcó el principio de la reorientación progresiva del comercio exterior de Letonia, que se fue separando paulatinamente de Rusia y de otros países de la CEI en beneficio de los países de la UE. EN mayo de 1994, Letonia aprobó el programa de integración en el seno de la UE. Se creó además una oficina de integración europea para estrechar los lazos entre las instituciones públicas para alcanzar los objetivos conseguidos.

El año 1995 fue particularmente importante para el desarrollo de las relaciones entre Letonia y la UE con la firma, el 12 de Junio del Acuerdo de Asociación UE-Letonia. Dos años más tarde la

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y la solidaridad, la base del Derecho y la previsibilidad. En el futuro será de vital importancia que Europa reduzca considerablemente las diferencias entre los antiguos y los nuevos Estados miembros, entre los grandes y pequeños países, entre los países más ricos y los más desfavorecidos. La integración debe perseguir la base de las realizaciones pasadas, definiendo permanentemente nuevos objetivos y nuevas tareas presentando un interés igual por todos los Estado miembros de la Unión Europea. La fuerza de la UE reside en la solidaridad y la igualdad de todas sus naciones, no en la representación exclusiva de los intereses de Bruselas. El futuro de una Europa Unida depende de la capacidad de todas las naciones reunidas a superar las barreras de los intereses nacionales para trabajar en pro de los intereses comunes.

Recuerdos de deportados

Elfrida Misiņa – Recuerdos de la deportación del 14 de junio de 1941

En la mañana del 14 de junio me preparaba para ir a trabajar a la cooperativa de los consumidores «Ceriba» (Esperanza) en Liepaja, de la que era directora de ventas. Cuatro hombres de uniforme que hablaban el ruso llegaron y me dijeron que debía seguirles junto a mi marido (Paul Misins, nacido en 1915). Uno de los soldados se marchó a buscarlo a la sala de máquinas del hospital en el que trabajaba. No nos dijeron nada sobre hacia dónde nos dirigíamos. Uno de los soldados metió algunos objetos en una manta y nos llevaron con ellos. En la estación nos separaron y mi marido tuvo que embarcar en otro vagón. A mí me llevaron a la región de Krasnoïarsk con las otras mujeres y los niños.

Cuando me di cuenta me encontraba en la granja colectiva «Revolución» en el pueblo de Iltyoukovo, en el distrito de Novosiolovo de la región de Krasnoïarsk. Todos los letones que habíamos sido llevados allí, cinco adultos y cinco niños, vivíamos en la misma habitación. Nos examinaron como si fuéramos esclavos y nos repartieron entre diferentes granjas colectivas no sé en base a qué serie de criterios. Ganaba dinero haciendo todo tipo de pequeños trabajos, hacía punto y cosía. En noviembre de 1941 di a luz a una niña que falleció en el Hospital de Novosiolovo en el otoño de 192 porque ya nació muy frágil. Mi marido, que había sobrevivido a la deportación en la región de Komi, consiguió reunirse conmigo a finales de 1944. Tuvo que desempeñar un trabajo físico muy duro. Al parecer tan solo 3 de los 68 deportados a Komi habían logrado sobrevivir aunque lo cierto es que mi marido volvió muy

Las prioridades para el avenir de Letonia son el desarrollo económico rápido del país, la prosperidad y el bien estar de sus habitantes, el progreso de la educación y de la cultura, la integración en el seno de la UE y de la OTAN y la instauración de condiciones que sean susceptibles de garantizar una independencia irreversible. Es la razón por la que el país báltico se convirtió en miembro de la OTAN y de la UE, en el seno de la cual la cooperación económica ha alcanzado ya un elevado nivel. Se instauró una unión económica y monetaria, con la llegada de la moneda única, que funciona y en la que los países colaboran en materia de seguridad, política exterior, asuntos de interior y de materia de justicia. La UE está unida por valores y principios comunes. Posee una democracia avanzada y garantiza el respeto de los derechos del hombre y las libertades básicas. La sociedad letona es consciente de su suerte a la hora de poder formar parte de un grupo de países tan desarrollado y estable.

El fracaso del Tratado para una Constitución Europea, rechazado por referéndum en Francia y en los Países Bajos quebrantó una integración avanzada de Letonia y de otros Estados miembros de la UE. Letonia era favorable al Tratado y la crítica expresada por los diferentes países hacia la Constitución de Europa, logró provocar una cierta confusión durante un tiempo a nivel de los Estados miembros, de las élites políticas y de toda la Comunidad en su conjunto. La pregunta sobre el futuro de Europa está cada vez más de actualidad. ¿Seguirá siendo un club al que se afiliarán de manera voluntaria los Estados miembros como hasta ahora o se convertirá en unos Estados Unidos a la Europea, una superpotencia que restrinja de manera considerable la soberanía de los diferentes Estados? La cuestión sobre la futura identidad de Europa es esencial. La experiencia del éxito durante estos últimos cincuenta años de integración garantiza que Europa sabrá hacer frente a los retos que se presentan.

Para conseguir un proceso de integración exitoso Europa debería inspirarse de sus valores comunes y basarse en los logros pasados en materia de integración económica, política y social. La seguridad económica de Europa debe situarse en primer plano así como debería centrarse en reforzar su competitividad en un mundo globalizado así como respetar los intereses de una comunidad de ciudadanos o incluso reforzar la democracia y los derechos del hombre. Hace falta conservar y desarrollar todo lo que hace que Europa siga siendo una potencia atractiva: el alto grado de desarrollo científico, la protección del medio ambiente, las nuevas tecnologías, la moneda única, la seguridad social de su población, la igualdad entre los Estados, la soberanía

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Lista de abreviaturas

Gulag – Dirección General de Campos de TrabajoKDS – Kristīgi demokrātiskā savienība (Unión Demócrata Cristiana)RSS de Letonia – Latvijas Padomju sociālistiskā republika

(República Socialista Soviética de Letonia)LNNK – Latvijas nacionālā neatkarības kustība

(Partido Nacional por la Independencia de Letonia)LNPA – Latvijas Nacionālo partizānu apvienība (Unión Nacional de Partisanos Letones)FPL – Latvijas Tautas fronte (Frente Popular de Letonia)OMON – Milicijas īpašo uzdevumu vienība (Escuadrón Policial para Propósitos Especiales)PCUS – Padomju Savienības komunistiskā partija (Partido Comunista de la Unión Soviética)CC PCUS – Padomju Savienības Komunistiskās partijas Centrālā komiteja

(Comité Central del PCUS)VEF – Valsts elektrotehniskā fabrika (Fábrica electrotécnica del Estado)

enfermo y con los dientes que le quedaban, porque había perdido muchos, totalmente ennegrecidos. Se le había caído el pelo y parecía haber envejecido rápidamente. El 27 de agosto de 1946 di a luz a mi hijo Visvaldis, minusválido desde su infancia. La esposa del ministro letón d agricultura, Katrina Bieznieks también fue deportada a Novosiolovo junto a su hijo Uldi. Su marido, Janis Birznieks no se reuniría con ella hasta 1951. Poco después fallecería en el hospital.

Arnolds Treide – Recuerdos de la deportación. Nacido en 1926, deportado el 14 de junio de 1941, liberado en 1957.

Acababa de terminar mi primer año en el colegio técnico de Liepaja cuando, la mañana del 14 de junio, nos condujeron a todos a la estación de Karaosta (puerto militar) donde un largo tren nos esperaba con numerosos vagones con las ventajas enrejadas. Los cabeza de familia fueron separados de los otros a base de mentiras y de ardides. El vagón Pullman de Liepaja contenía más de 50 personas, nada más que mujeres y niños, de entre los que yo era el mayor con mis 15 años.

Nuestro tren contaba con unos 90  vagones en total y estaba tirado por dos locomotoras. Los carros de combate de habían atravesado la frontera el 17 de junio de 1940. Tan solo había pasado un año desde entonces ‒ el año del terror ‒ pero ¡cuánto dolor nos había infringido a nuestro país y nuestra nación! Exactamente un año más tarde nuestro tren pasaba también la frontera pero en el sentido contrario. En la tercera semana cruzábamos el río Lenisseï. Los guardias que nos habían escoltado cuidadosamente a lo largo de todo el viaje, cerraron las puertas, se echaron las mochilas y los fusiles a la espalda y se volvieron a la estación. Habían hecho su trabajo. Pero nosotros nos quedamos ahí, bajo el cielo desnudo, en nuestra desgracia. Descubrimos la peor tortura de Siberia, los mosquitos. Pequeños insectos que estaban por todas partes y nos infligían dolorosas picaduras. No teníamos ninguna forma de protegernos y eran sobre todo los niños quienes más sufrían. Tenían los ojos hinchados, los brazos les picaban y se rascaban las piernas hasta sangrar.

Los oficiales con sus pantalones ecuestres «breeches» y sus botas negras «Kirza» (de caucho) se presentaron en el campo para elegir trabajadores. Por supuesto no necesitaban ni viejos ni mujeres con niños sino a los hombres fuertes que ya habían sido llevados hasta los campos de la muerte. Nos llevaron al centro de la región, 100  kilómetros más lejos al sur de la taïga y nos repartieron entre diferentes granjas colectivas. Al llegar, cada familia recibió cinco kg de avena enmohecida.

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LITUANIA: UNA BATALLA SECULAR POR LA LIBERTAD

Vytautas Landsbergis

República de Lituania – Lietuvos Respublika

Superficie: 65.301 km²

Población: 3.403.300 (2006)

Capital: Vilna

Lengua oficial: Lituano

Moneda: Litas (LTL)

Régimen político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 01.05.2004

I. INTRODUCCIÓN

Ser Estado miembro de la Unión Europea representa para Lituania una oportunidad para contribuir al objetivo común de paz y prosperidad y extirpar el gusto excesivo por el pasado heredado de una época soviética colonialista. Es la manera de hacer frente a los nuevos retos del siglo XX: energéticos, demográficos, climáticos y morales. Además Lituania se enfrenta a otro desafío de envergadura: el nuevo impulso expansionista y desconsiderado por parte de Rusia, que más allá del país báltico, afecta y afectará en un futuro a toda Europa. ¿Qué nos impide ver que Rusia, con su actitud controvertida y poco conciliadora, trata de minar la construcción europea y la solidaridad entre los Estados miembros de la UE? Lituania es consciente de que esta amenaza está aún presente y muy lejos de desaparecer. La UE y Lituania comparten hoy el mismo destino.

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harían una cruz en el mapa a la república y se repartirían los territorios de aquella unión surgida entre el Gran Ducado de Lituania y el Reino de Polonia. Este acontecimiento puede observarse como un cierto precedente del Pacto Ribbentrop-Molotov de 1939. La obligación de sumisión provocará que Lituania y Letonia se subleven regularmente contra los opresores rusos. A finales del siglo XIX la resistencia lituana se transforma en resistencia cultural. Incluso se prohibieron la lengua y los libros lituanos en el territorio anexionado. Es en este contexto que comienza a madurar la idea de Estado independiente que abarcaría esencialmente las tierras tribales de los orígenes. El fin de la Primera Guerra Mundial, que confirmó la caída de los tres imperios europeos, apareció ante Letonia como una buena ocasión. Los ilustrados de la sociedad lituana que en 1905 ya convocaron un congreso único de delegados, la Gran Asamblea de Vilna, que declaró no solo la instauración sino también la restauración histórica del Estado independiente de Lituania por la voluntad unánime de sus delegados reunidos en el Consejo de Lituania el 16 de febrero de 1918. Proclamó al mismo tiempo su independencia de toda relación de Estado que pudiera unir nuevamente a Lituania a cualquier otra nación. Esta declaración que sería defendida una y otra vez durante las guerras de independencia contra Rusia y Polonia, que reivindicaban su autoridad sobre Lituania, sería finalmente confirmada en 1920 con la elección democrática de un Parlamento que se reuniría en asamblea constituyente. La consolidación territorial del Estado fue especialmente difícil. La parte occidental del territorio lituano cedida por Alemania en el Tratado de Versalles, no fue anexionada a la República hasta 1923, mientras que la capital, Vilna y sus alrededores fueron ocupados y luego anexionados a Polonia desde 1920 y durante 19 años. Esto no impediría que Lituania continuara desarrollándose, logrando superar sus dificultades democráticas internas para seguir el modelo elegido por sus vecinos escandinavos si no hubieran acontecido los hechos de 1939 y 1940.

III. LAS TRAGEDIAS DE MEDIADOS DEL SIGLO XX

La Segunda Guerra Mundial marcó con sus trágicos acontecimientos, el destino del país y de su nación. Es necesario volver al contexto histórico en el que se llevó a cabo esta nueva destrucción de Lituania. Ni Alemania ni la Unión Soviética dejarán pasar la oportunidad de recurrir a un expansionismo vindicativo, violando tanto los tratados internacionales como las garantías

II. MIL AÑOS DE HISTORIA

El año que viene, Lituania festejará sus mil años de existencia. En el año 1009 en efecto encontramos que el país se cita en las crónicas anales de la ciudad alemana de Quedlinburg. Aparece como referencia geográfica el lugar donde Brunon, uno de los primeros misioneros venidos a traer la fe cristiana a las comarcas de adoradores de la naturaleza del Mar Báltico, encontró la muerte. El país ya era conocido en aquella época. Estaba poblado por tribus guerreras que compartían una lengua común, diferente de las lenguas eslavas y germánicas, y listos para aunar fuerzas contra las potencias vecinas. En el siglo XIII, Lituania era ya un Estado unificado bajo el reinado de Mindaugas, a quien convertido al cristianismo se le lleva la corona directamente desde Roma. A pesar de todo hizo falta, esperar un siglo y medio más para que Lituania abrazara completamente el cristianismo, 150 años durante los que los lituanos tuvieron que defenderse contra agresivos invasores armados llegados del Oeste, camuflados de misioneros. No fue hasta el año 1410, con motivo de la gran batalla de Grünwald, que habiendo unido sus fuerzas los dos grandes Estados aliados del Gran Ducado de Lituania y el Reino de Polonia conseguirían derrotar a los caballeros de la Orden Teutónica y frenar así durante un tiempo considerable el «Drang nach osten1». Por aquel entonces el territorio de Lituania se extendía de forma considerable hacia el Este e incluía Kiev y Crimea. El Estado colectaba tasas en Novgorod la Grande y se disputaba la esfera de influencia de su vecina, el Gran Principado de Moscú conocido en Europa con el nombre de Moscovia. Estos episodios de la historia política del país permiten comprender porqué el estatuto de Estado tenía y tiene tanto valor a ojos de la sociedad lituana noble e instruida, que se denominaría a partir de entonces, la «nación civil». El Estado lituano de la época estaba dotado de un orden jurídico elaborado. Respetado en las vastas llanuras de Europa de la Europa del Este de los siglos XVI, XVII y XVIII, el célebre código penal y administrativo lituano o Estatuto de Lituania, sirvió de vector de unificación mucho antes de que naciera la idea de la Unión Europea. EN su territorio, Lituania pretendía aplicar la Unión de Brest, el ecumenismo de la época. En 1791, la Mancomunidad de Polonia-Lituania o la República de las Dos Naciones, fue la primera unión europea en adoptar una constitución que convertiría esta unión en una monarquía constitucional durante algunos años. En 1795, las potencias vecinas de Rusia, Alemania y Austria le

1. Drang nach osten, en español «Afán de ir hacia el este», es un término que fue usado por los nacionalistas en los siglos XIX y XX para explicar la necesidad de Alemania de obtener nuevos territorios en Europa Oriental.

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A través de sus contactos en Berlín, los insurgentes sabían que actos como una declaración de independencia estaban prohibidos por Alemania. Manifestando tal desobediencia, pretendían mostrar su oposición moral a la dictadura del futuro nuevo ocupante. Alemania y su administración militar (Militärverwaultung) no reconocerán el gobierno provisional y después de seis semanas ordenarían su disolución. Ante la negativa del gobierno lituano procederían a un curioso reconocimiento por parte del jefe Viatcheslav Molotov, quien juraría en Moscú que se vengaría de los lituanos. El gobierno provisional tuvo la oportunidad de restaurar el antiguo sistema nacional de administración local de tribunales de educación y de proclamar una ley de desnacionalización pero fue despojado de todo poder ejecutivo real por la administración militar y civil alemán (Zivilverwaltung). Alemania que ya había rechazado la declaración e independencia lituana tampoco propuso al país ningún tipo de «alianza» basándose en el modelo eslovaco o croata, aunque hubiera sido mucho más beneficioso para Berlín. Lituania pasó en consecuencia en 1941 a tener un estatuto de país ocupado por el Reich antes de ser integrado a la nueva provincia oriental alemana, Ostland. Tan pronto como se liquidó el gobierno provisional, los nazis se embarcarían rápidamente en la empresa de persecución y liquidación hasta la masacre de los judíos. No perderían el tiempo y crearían comandos especiales de la SS que con la ayuda de colaboradores locales se entregarían a tal fin. En la Lituania ocupada, la resistencia adoptaría la forma de las actividades políticas clandestinas y de los boicots. Nació una estructura política aliada denominada «Comité supremo por la Liberación de Lituania». En la primavera de 1944 se formó una armada de voluntarios con idea de resistir al regreso del poder militar y político soviético y de garantizar la política e supervivencia de Lituania tras el fin de la Guerra, que se esperaba fuera pronto (a semejanza de Finlandia que consigue salvar esta etapa). De todas formas esta armada local tuvo que rebelarse en primera instancia contra las fuerzas alemanas que luchaban en retirada, batalla de la que salió totalmente diezmada. Este episodio acabó con un segundo periodo de ocupación soviética que duraría muchos años hasta la restauración de la independencia del país en 1990. A pesar de que la Carta del Atlántico reconociera a los Estados bálticos sus derechos, los supuestos «liberadores soviéticos» no se retirarían tras la capitulación de Alemania. Además, los aliados occidentales aceptarían las exigencias de Stalin y abandonarían Königsberg. Geopolíticamente por tanto Lituania y los Estados bálticos iban a encontrarse de facto en el bando soviético (incluso aunque sin duda con idea de tranquilizar la conciencia de los Aliados, se había precisado que Königsberg y su población indefensa serían confiados a las autoridades soviéticas de forma temporal, «a la espera del tratado de paz»).

de soberanía otorgadas a Lituania previamente. En marzo de 1939, Alemania emprendió nuevamente la invasión del territorio lituano, incluido el único puerto del país, Klaipėda. Este acto se llevó a cabo después de que Stalin propusiera a Hitler un pacto de amistad (una agresión más que los nazis podían añadir a su palmarés, quizás algo que les sirvió de motivación). Seis meses más tarde, la nueva estrategia política soviética se vería sellada con un pacto colusorio en el que las dos potencias preveían dividir Europa, provocando una nueva Gran Guerra (conforme a la visión de Stalin). En primer lugar decidieron repartirse ciertos países situados a lo lardo de sus fronteras respectivas que serían enumerados en los protocolos secretos del 23 de agosto de 1939. Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia e incluso Besarabia, provincia oriental de Rumania, verían así sus destinos sellados de manera criminal. Tras la firma, ambas potencias imperialistas atacarían sus fronteras respectivas en Polonia. La URSS invadiría Finlandia poco después. En cuanto a los estados bálticos, lograrán resistir hasta junio de 1940, sin embargo la armada soviética terminaría por penetrar en Lituania, Letonia y Estonia y derribando sus gobiernos nacionales, emprendería la anexión a través de una incorporación a la URSS y por medio de la sovietización. Comenzaría para estos países por tanto un periodo de dependencia que duraría medio siglo.

De este modo pues, la Segunda Guerra Mundial marcaría para Lituania y los otros Estados bálticos, un regreso a la lucha por la libertad que duraría muchos años. Pese a haber compartido la suerte de sus vecinos y a pesar de la dolorosa amalgama de la Historia, Lituania vivió no obstante ciertas particularidades.

En 1940 y 1941, la sovietización, acompañada por una represión por motivos políticos, nacionales y sociales y en nombre de la pretendida «lucha de clases» impulsaría la unificación de las fuerzas patrióticas e independentistas lituanas que se fijarían como objetivo organizar, en la primera ocasión favorable, el levantamiento de la población. Este momento, parecía aproximarse con la llegada de la guerra germano-soviética, precedida por las primeras deportaciones en masa. Los alemanes, que serían los primeros en llegar, lanzarían una ofensiva a la frontera lituana el 22  de junio de 1941. Los insurgentes se aprovecharían de la situación. En dos días, antes de la llegada de las tropas, tomarían las grandes ciudades de Kaunas y Vilna y proclamarían la restauración de la independencia de Lituania bajo un Gobierno provisional. En el plano político, esta acción, ampliamente apoyada por la sociedad lituana, pretendía subrayar la ilegalidad y el rechazo a la anexión del país a la Unión Soviética en 1940.

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nivel cultural y religioso, con olas de protestas que dejarían imágenes como la autoinmolación del estudiante Romas Kalanta en la primavera de 1972 y se desarrollaría una prensa disidente. Se organizarían huidas al mundo libre (la más conocida fue la del marino Simas Kudirka), se mantendrán las representaciones diplomáticas en el Occidente democrático de la Lituania independiente previa a la guerra. El objetivo primero de este combate político era el de impedir la legitimación internacional de la ocupación. No fue en vano: ningún Estado de la Europa democrática (salvo una excepción) y de las dos Américas reconocería la legalidad de la anexión de Lituania. Gracias a los esfuerzos aunados de los disidentes y los diplomáticos el caso de la sumisión de los pueblos bálticos sería evocado en el Congreso de los Estados Unidos e incluso en el Parlamento Europeo a partir de 1983. En 1990, momento en el que el Parlamento resultante de las elecciones libres adoptaría su primer acto jurídico constitucional declarando la restauración de un Estado independiente, la República de Lituania, aún bajo ocupación militar soviética, poseía aún representación en al menos tres capitales: Washington, Londres y la ciudad del Vaticano. El Estado restaurado podía por tanto dirigirse a las democracias occidentales que de buena fe no habían reconocido la ocupación y su incorporación a la URSS para pedirles naturalmente que reconocieran su independencia. Estaba muy lejos de ser algo simple pero fue importante para regresar primero a aquello que haría posible el restablecimiento constitucional en el plano jurídico.

Esta Unión Soviética, culpable de las atrocidades en Hungría, Checoslovaquia y en los territorios en los que tenía autoridad directa; una Unión Soviética que había intentado además llevar la Guerra Fría a África, en Asia y en América Central y finalmente conocería el fracaso en Afganistán, se acercaba inexorablemente al hundimiento político, económico y moral. Consciente de este peligro, el Gobierno comunista de la URSS elaboraría un plan de reformas que tendrían el firme objetivo de salvar la Unión renunciando a cualquier nueva expansión y cualquier nueva confrontación con Occidente, contra quien ya habría comenzado y perdido la carrera económica y militar. Las reformas en cuestión, conocidas con el nombre de Perestroika marcarán el advenimiento de una economía más liberal con la transferencia del monopolio del capital público a manos «privadas» de la élite comunista y de una mayor libertad de pensamiento y expresión. Este movimiento se asoció al nombre del dirigente de la nueva generación Mijaíl Gorbachov. Las democracias occidentales se sintieron aliviadas al ver alejarse al espectro de un conflicto nuclear planetario. En cuanto a los ciudadanos de la Unión Soviética que habían conservado un

La segunda ocupación soviética, al igual que la primera, vendría acompañada de la violencia armada y de un proceso de sovietización forzada. La resistencia armada se organizó primero en las regiones antes de alcanzar los bosques y comenzar, en nombre del Estado ocupado, una lucha clandestina unida contra el ocupante. En 1949, la resistencia unida tomó el nombre de «Movimiento Lituano de lucha por la libertad», dotado de un consejo central y de un código militar. La prensa se encargó de la difusión de las ideas entre la sociedad. El movimiento adoptó igualmente los principios constitucionales de la futura Lituania independiente: tras la retirada de los ocupantes, el presidente del consejo del movimiento debía adoptar provisionalmente las funciones de presidente, al mismo tiempo que se aseguraría la organización de elecciones libres y democráticas. El pueblo y en particular los habitantes de los pueblos transformados en kolkhozes, apoyarían la resistencia, lo que les valdría una cruel represión por parte de las fuerzas especiales soviéticas de la NKVD, de las fuerzas regulares y de los colaboradores reclutados localmente. Las olas de deportaciones se sucederían rápidamente. En total unas 150  mil personas fueron deportadas hacia lejanas comarcas e inclementes de la URSS, de las que tan solo unos pocos regresarían. Estas medidas así como las ejecuciones sumarias y las traiciones mermarían la resistencia lituana que fue disuelta en 1954 bajo la orden de los jefes militares. Tras la restauración de la independencia, las autoridades lituanas se dedicarán de lleno a la tarea de una revaluación adecuada en el plano jurídico de los diez años de «guerra de posguerra» en la que los miembros de la resistencia serían calificados como «soldados voluntarios nacionales» y los dirigentes militares y del consejo central, reconocidos como el único gobierno legítimo de Lituania entre 1944 y 1954.

IV. EL CALVARIO DE LA OCUPACIÓN SOVIÉTICA Y LAS NUEVAS FORMAS DE RESISTENCIA

A pesar de la muerte de Stalin, la potencia ocupante instauró un régimen comunista fantoche en Lituania. A esto le siguió un genocidio bajo una forma ya no tanto física, excepcionando algunas muertes ocasionales sino más bien económica y cultural, enmarcadas en el principio de la sovietización, la colonización y en definitiva, la absorción plena de Lituania en el seno de una Unión Soviética «unificada y eterna». Al mismo tiempo, se organizaría una resistencia a

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de facto, aunque durante mucho tiempo su existencia no fue oficial y estuvo constantemente amenazada, directa e indirectamente, por la represión.

Desde finales del año 1988 a principios del año siguiente, se sucederán numerosos eventos políticos de envergadura. El Sąjūdis convocará una gran reunión de todos los representantes lituanos (más de 250  mil personas) para conmemorar los 49  años de la conspiración stalino-hitleriana y todas sus víctimas y hacer escuchar sus reivindicaciones durante los encuentros de los dirigentes soviéticos. Convocará después una asamblea constituyente que se encargó de hacer del movimiento una verdadera organización dotada de un programa y de una estructura coherente a pesar de la ausencia del reconocimiento oficial. Se eligió una dieta, compuesta por los miembros elegidos del Sąjūdis: el Seimas (que se impondría como representación legítima de la nación en detrimento del pseudo parlamento designado por el Partido Comunista). Durante la sesión de los días 15  y 16  de febrero de 1989, el Seimas afirmaría el derecho a la independencia de Lituania, objetivo que se establecería como prioritario. En la primavera del mismo año el Sąjūdis gana triunfalmente la primera elección pluripartita al Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS (en Moscú) contra el Partido Comunista al poder en el país. Junto a los movimientos populares análogos en Letonia y Estonia, el Sąjūdis dirige su combate político hacia los otros demócratas a partir de las dos sesiones del Congreso de los Diputados del Pueblo en Moscú en 1989, que decidirá por mayoría real declarar nulo y sin efecto el Pacto Ribbentrop-Molotov. Siguió la Vía Báltica, una gran manifestación en la que dos millones y medio de personas formarían una cadena humana entre Vilna y Tallin que reclamaría la libertad vendida 50 años antes. Este evento marcaría el planeta. En definitiva, en 1990, los movimientos populares ganarían las elecciones a los nuevos parlamentos nacionales.

V. LA RESTAURACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

La victoria del Sąjūdis a las elecciones lituanas fue tal que el presidente del parlamento y el jefe del Estado fue elegido en sus filas, contra el dirigente del Partido Comunista lituano, con una mayoría equivalente a los dos tercios. En un día el Parlamento adoptó una serie de informes jurídicos que postulaban la restauración de la independencia del país y la adopción de una constitución provisional sobre el modelo de la efímera constitución de 1938. La República de Lituania declaró

espíritu democrático y el gusto por la libertad, sentirían que el momento de cambiar la Historia había llegado y comenzarían a denunciar y se distanciarían de los autores de las malas acciones, exigiendo justicia y cambios reales, en los que el paso a un orden democrático alejado del poder oligárquico usurpado de un «partido» único. Perceptibles en Moscú y Leningrado, entre los estudiantes y en las minas donde los trabajadores eran maltratados, estos cambios emergerían igualmente en las diversas repúblicas soviéticas, ciertamente en los Estados bálticos bajo ocupación que no habían olvidado ni los excesos tiránicos de Stalin ni sus propias luchas por la libertad.

La Perestroika comenzó en 1985. Dos años más tarde, los Estados bálticos fueron sacudidos por movimientos públicos de protesta contra la ocupación soviética (el 23 de agosto de 1987 en Vilna, el «Día del Lazo Negro»). Tres movimientos de masas hicieron su aparición en 1988: dos frentes populares en Estonia y Letonia, y el Sąjūdis (movimiento reformista) en Lituania.

El Sąjūdis, que lideró la lucha por la independencia lituana, fue creado en Vilna el 3  de junio de 1988 durante una reunión en la que se agrupaban miembros de la inteliguentsia académica y artística. Se trataba de aunar iniciativas ya existentes pero dispersadas de los clubes y los círculos que actúan por la protección de los derechos del hombre, la protección de la cultura nacional y de la lengua lituana, la salvaguardia del medioambiente, el restablecimiento y la difusión de la verdad histórica y la conservación de monumentos históricos y culturales.

La base del movimiento residía en la libertad de expresión y de reunión así como en la libertad para debatir los fundamentos de la organización del Estado, entre los cuales se encontraban la modificación de los comportamientos obsoletos y el remplazamiento de los funcionarios ineptos. Por «libertad», los miembros de Sąjūdis entendían la libertad universal a elegir o en otros términos, la democracia. Con idea de dar un peso real a sus exigencias, era necesario que los poderes democráticos fueran unánimes y fueran apoyados por la mayoría de la sociedad. A este respecto el Sąjūdis creó grupos de apoyo. Otros emergerían espontáneamente a lo largo de todo el país. La aparición del primer órgano independiente del movimiento Sajūdžio žinios (las noticias del Sąjūdis), publicado sin la menos autorización, se iniciaría con una verdadera explosión de la prensa libre en toda Lituania en las regiones y en los ciudades de todos los tamaños. El Sąjūdis adoptó la costumbre de organizar gigantescas concentraciones que atraerían a decenas, incluso centenas de miles de personas para exponer sus ideas, sus proyectos y sus reivindicaciones. Incapaz de parar el movimiento, el gobierno intentó más bien cubrirlo, tratándolo como una organización

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15 de junio de 1940. Invasión de la armada soviética que atraviesa la frontera de la República independiente de Lituania. A medianoche, el país báltico recibió un firme ultimátum ordenando al pueblo a que no se resistiera.

Los cuerpos de los 260 prisioneros y del personal de la colonia penitenciaria de régimen forzado de Pravieniškės. Fueron asesinados el 26 de junio de 1941 por las tropas de la KNVD.

A. Barauskas, un funcionario de la policía fronteriza, fue arrestado el mismo día en su domicilio cerca

de la ciudad de Varena, antes de ser asesinado delante de su familia por el invasor soviético con el objetivo de sembrar el terror para disuadir cualquier tipo de resistencia.

Deportaciones masivas de civiles hacia el país ocupante, la URSS. Estos jamás volverían a ver su país.

Resistencia armada frente a la segunda ocupación soviética. Los dirigentes del distrito del Jūra durante el invierno de 1949 durante el que igualmente los líderes del movimiento de lucha por la libertad elaborarían y firmarían una declaración enumerando a título provisional, las bases de la restauración de la democracia en Lituania. En 1999, esta constitución histórica provisional se convertiría en el acta de restauración de la República de Lituania (1990).

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Innumerables cementerios de deportados lituanos en el extremo norte de la URSS. Publicación clandestina de la célebre crónica de la Iglesia católica lituana.

Un deportado y su casa en turba. ¡Se establece el Sąjūdis, movimiento reformador (Perestroïka)y de liberación de Lituania! Vilna, los días 22 y 23 de octubre de 1988.

Taller de tipografía clandestina en la casa de Vytautas Andziulis.

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La delegación lituana se retira del Congreso de los Diputados del Pueblo. Moscú, 8 de junio de 1989. Vilna, 11 de marzo de 1990. El acta de restauración del Estado independiente de Lituania es adoptado. Los dirigentes así como el conjunto del Consejo Supremo cantan el himno nacional.

La Vía Báltica ‒ la manifestación más importante del mundo ‒ reunió a unos dos millones y medio de personas procedentes de Lituania, Estonia y Letonia, que se dieron la mano formando una cadena humana desde

Vilna hasta Tallin, con la intención de reivindicar la libertad de sus países.

Los tres dirigentes de los Estados Bálticos en compañía del presidente de la Rusia democrática, Boris Yeltsin. Se firmó un acuerdo el 27 de julio de 1990 en Jurmala, cerca de Riga para preparar los acuerdos bilaterales relativos

al reconocimiento mutuo y la normalización de las relaciones.

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Agresión soviética. Asalto contra la torre de televisión en Vilna, el 13 de enero de 1991.

El Tratado que establecía las bases de las relaciones entre los Estados, fue firmado en Moscú el 29 de julio de 1991. El proceso de ratificación se logró a través de un intercambio de cartas el 4 de mayo de 1992 en Vilna.

Rusia reconoció a Lituania en tanto que Estado soberano establecido tras el acto de restauración el 11 de marzo de 1990; los dos países condenaron la anexión ilegal de Lituania por parte de la URSS en 1940.

Manifestación ante el Parlamento tras la noche de la masacre, el 13 de enero de 1991. La delegación lituana en la Asamblea general, el 17 de septiembre de 1991, día de la adhesión de la República de Lituania a las Naciones Unidas.

El ministro islandés de Asuntos Exteriores, J. B. Hannibalson en Vilna el 20 de enero de 1991 justo después de la masacre. Al lado el presidente del Consejo Supremo de la República

de Lituania, Vytautas Landsbergis. Islandia fue el primer país que restableció las relaciones diplomáticas previas a la guerra

cuando Lituania se convirtió en independiente.

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Durante su visita a Lituania en septiembre de 1993, varios días después de que el país el país fuera liberado de las tropas de la antigua Unión Soviética, el Papa Juan Pablo II hizo un peregrinaje a la Colina de las Cruces en compañía

del cardenal de Lituania, V. Sladkevicius.

Lenin se marcha de Vilna, el 22 de agosto de 1991.

Firma del acuerdo que programaba la retirada de las tropas rusas en un plazo de un año, el 8 de septiembre de 1992 en Moscú. En la imagen, los ministros de Defensa y dos jefes de Estado.

En Salcininkai, en el sur de Lituania, una moderna escuela de secundaria fue bautizada como «Escuela de Secundaria del Milenio de Lituania».

La explotación privada regresa a Lituania sustituyendo así el sistema del kolkhozes impuesto por el régimen soviético. La Reina Margarita II de Dinamarca visita la casa de un

campesino polaco cerca de Vilna el 31 de julio de 1992.

El presidente G. W. Bush y el presidente de Lituania, V. Adamkus en Vilna el 23 de noviembre de 2002. Anunciaron la buena nueva: Lituania se adheriría

a la OTAN.

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las constituciones soviéticas como nulas y carentes de efecto. Este acto central, esencial para la continuidad y la restauración del Estado independiente fue adoptado sin voces en contra. Apenas pudieron contarse unas seis abstenciones. Se restableció la armada histórica del Estado al mismo título que el antiguo himno y la bandera de la Lituania independiente.

Era el 11 de marzo de 1990. Estonia y Letonia pisarían los talones de Lituania el 24 de marzo y el 4 de mayo respectivamente. Sin embargo no irían tan lejos como Lituania, que había llegado incluso a optar por un estatuto absoluto de independencia mientras que las otras dos decretaron un periodo de transición, como si estos textos se hubieran adoptado según el punto de vista de la «república» soviética. (Será necesario esperar al golpe de Estado de agosto de 1991 en Moscú para que los dos parlamentos terminaran con esta ambigüedad). Al contrario de sus dos vecinos bálticos por tanto, Lituania desafió abiertamente al Kremlin y en el momento más oportuno. En efecto, la tercera sesión del Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS debía abrirse en Moscú al día siguiente, el 12  de marzo para elegir presidente a Mijaíl Gorbachov (aunque éste nunca fue elegido como diputado del pueblo). El Kremlin tenía quizás cosas mejores que hacer antes que reprimir cruelmente la decisión lituana. No fue hasta el 14 de marzo cuando el Congreso adoptó una resolución anulando los actos del Parlamento lituano lanzándole un ultimátum ordenándole a obedecer a la autoridad «central». El presidente del Parlamento lituano contestó haciéndole saber que Lituania, soberana e independiente, no se doblegaría a las resoluciones adoptadas por el parlamento de un país extranjero. De esta manera las posturas de cada uno fueron expuestas y la ruptura fundamental que llegaría a la confrontación internacional, peligrosa, incluso en ocasiones sangrienta, de los dieciséis meses que se sucederían. Sus parámetros son múltiples.

El 12 de marzo ya el parlamento lituano envió una carta a Gorbachov, presidente del Parlamento de la URSS, proponiéndole entablar negociaciones de cara a la normalización de las relaciones entre los dos Estados. La respuesta de Gorbachov (que evidentemente no se dio por escrito) fue: «¡Jamás!». Éste veía a Lituania como una parte de su propio Estado, ahí donde Lituania no veía más que dos Estados que necesitaban comenzar una relación amistosa. De esta oposición emergió la primera pregunta y el primer reto lanzado por Lituania a su vecino: ¿uno o dos Estados? El Kremlin intentó primero socavar la autoridad del gobierno lituano desde el interior haciendo uso de su influencia sobre diversas estructuras del Estado (fuerzas de policía, industrias) y sobre las figuras importantes del antiguo régimen. Tratará igualmente de demostrar la impotencia de

Ciudadanos de Europa. La nueva generacion entusiasmada participa activamente en el referendum sobre la adhesion a la Union Europea.

Vilna, capital europea de la cultura. 1 de enero de 2009.

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El 12 de mayo de 1990, los Estados bálticos, reunidos en Tallin restauraron su entente tripartita de antes de la guerra. En calidad de «Consejo de los Estados bálticos» que llamarán a la URSS a la normalización de sus relaciones y reaccionarán junto a las organizaciones internacionales para rencontrar su plaza legítima en calidad de antiguos miembros de la Sociedad de Naciones. Los tres jefes de Estado se citarán con Boris Yeltsin en la costa báltica, en las cercanías de Riga, con idea de negociar tratados bilaterales con la Federación de Rusia, obviando al poder central soviético.

En Occidente, los lituanos concentraron todos sus esfuerzos diplomáticos en Washington y París y sobre todo en los países nórdicos, comenzando por los más pequeños. Checoslovaquia e Islandia propondrían sus territorios respectivos como zonas neutras así como sus servicios para las negociaciones entre Lituania y la URSS. París hizo la misma oferta a Moscú. En otoño, el presidente francés declaró durante una conversación con el presidente Seimas que el oro de la joven República Lituania, conservado por el Banco de Francia, sería restituido al Estado restaurado. Este hecho mostraba el reconocimiento a la continuidad del Estado lituano. La URSS fue forzada a levantar el bloqueo económico de Lituania decretado en el mes de abril. Mientras los Estados bálticos intentaban imponer su presencia en la Cumbre de París, hizo falta un ultimátum de Mijaíl Gorbachov para que los ministros de Asuntos Exteriores abandonaran la sala de reunión de manera forzosa. A finales del mes de diciembre, el Althing, el parlamento islandés, dio luz verde a su gobierno, recordando la validez del reconocimiento adquirido por Lituania antes de la guerra. Lituania por su parte, había ya advertido al Kremlin que se retiraría integralmente del sistema presupuestario y fiscal de la URRS a partir del 1 de enero de 1991. El imperio decidió que no ya no esperaría más y lanzó la ofensiva militar que había planificado.

VI. UNA PROVOCACIÓN VIOLENTA LLEVADA CON ÉXITO

El año 1991 comenzaría con una serie de acontecimientos que marcarían el destino de todos, desde Lituania a la Unión Soviética, pasando por Occidente y el conjunto del mundo democrático. El plan de los soviéticos era el de simular el derrocamiento del gobierno independiente por una población pretendidamente insatisfecha y de aprovechar así la situación para desplegar a sus fuerzas armadas especiales. En la noche del 12 al 13 de enero de 1991, lanzarían una ofensiva militar, que realizaría

Lituania ante su propia fuerza militar para finalmente un mes más tarde decretar un bloqueo económico, siempre intentando mantener todo lo posible su bloqueo diplomático.

La Unión Soviética y Mijaíl Gorbachov en persona utilizarían su sustancial influencia en la escena internacional para impedir que los países occidentales reconocieran la restauración de la independencia lituana. Polonia y Canadá sin embargo la reconocieron inmediatamente y enviarán sus felicitaciones al parlamento lituano, al igual que el parlamento de la RSS de Moldavia, pese a estar alineado al modelo soviético. El ministro australiano de Asuntos Exteriores felicitó personalmente al país reconociéndolo de manera un poco precipitada. Los debates fueron especialmente animados en la Asamblea Nacional en Francia y la Casa Blanca reaccionó en un primer momento de forma muy calurosa aunque se fue enfriando poco a poco. Se dio cuenta de que confrontados a la presión ejercida por la Unión Soviética, los gobiernos democráticos no realizaban ningún esfuerzo real de restauración de sus relaciones diplomáticas bilaterales con Lituania en este sentido. El equipo de Mijaíl Gorbachov dio prioridad a dos argumentos: 1) El reconocimiento de Lituania traería el efecto dominó y por tanto la caída de la Unión Soviética, con terribles consecuencias en la escena mundial y diversos movimientos separatistas occidentales seguirían el ejemplo de Lituania (se trataba de la misma retórica que en el caso de Kosovo) y 2) el reconocimiento de Lituania sería un gran golpe al prestigio de Gorbachov y sus reformas, los fundamentalistas tomarían el poder y el nuevo poder y el nuevo orden mundial, tan delicadamente elaborado, se hundiría. Para defenderse, la prioridad de Lituania sería la de combatir esta política soviética en el plano diplomático. Durante este tiempo el nuevo Estado independiente se dotaría de las instituciones democráticas siguiendo sus nuevas leyes.

El primer ministro así como el más alto dirigente del Estado, el presidente del Parlamento, se movieron por todas partes encontrándose con los jefes de Estado y de Gobierno de Noruega, Islandia, Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania. Irían incluso a Praga y a Moscú. Estos esfuerzos contribuirían sobremanera a alcanzar sus objetivos sobre todo en cuanto al reconocimiento completo del país. Gorbachov tuvo que dar su brazo a torcer y entabló negociaciones. Entre bastidores planificaba sin embargo un ataque militar. Volviendo de Praga, donde se daría cita con el presidente checo Havel, el presidente del parlamento y el jefe de Estado lituano, se encontraría en Moscú con Boris Yeltsin, jefe del nuevo movimiento democrático ruso.

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su experiencia, supo mostrarse favorable a Yeltsin de manera que tras el desarrollo diplomático de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa en Helsinki el 9 y 10 de julio de 1992, los dos países firmarán en Moscú el 8 de septiembre de 1992, un acuerdo previendo la retirada de las tropas rusas en el espacio de apenas un año. Este acuerdo fue respetado: las fuerzas rusas abandonarían Lituania en primer lugar para después hacer lo propio con Alemania, Letonia y Estonia. Coincidiendo con el aniversario de la retirada, el Papa Juan Pablo II visitó la que ya sería la República independiente de Lituania.

VII. PERSPECTIVAS DE ADHESIÓN A LAS ESTRUCTURAS OCCIDENTALES

A partir de 1992, Lituania sumergida en la reforma de su economía, se adherirá al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Al mismo tiempo puso en circulación una moneda provisional que le permitiría abandonar la zona postsoviética del rublo. Gracias a los tratados internacionales que regían sus relaciones con la vecina Rusia pero igualmente también con Bielorrusia, Polonia y Alemania, Lituania comenzaría a aproximarse al Consejo de Europa, la Unión Europea y la OTAN. Estas dos últimas adhesiones se convertirían en la nueva prioridad nacional. Este doble objetivo era considerado tan esencial como la seguridad de Lituania o la restauración de su armada que se formaría en los nuevos principios de cooperación en el seno de la OTAN.

Un análisis geopolítico permitió efectivamente constatar que tanto a Finlandia como a Suecia le fue útil afirmar su total independencia en el plano de la política internacional antes de adherirse a continuación a la UE. Esto serviría de ejemplo a los tres Estados situados sobre las costas orientales del Mare Nostrum.

El Mar Báltico rencontraría su estatus anterior de «Mediterráneo del Norte», que rusificado de facto, se convertiría nuevamente en europeo. Esto sería un nuevo factor de renacimiento para los Estados costeros de la orilla oriental, que recuperarían sus intereses marítimos, sus fronteras y sus zonas de influencia económica. Rusia jamás se consolaría de la «pérdida» de sus puertos en el Báltico y siempre reincidiría, tratando indirectamente de recuperar el control.

su trabajo en una noche sin que la comunidad internacional, demasiado preocupada por la Guerra del Golfo, prestara atención alguna. En esa noche 14 personas fueron asesinadas y un centenar de defensores pacíficos de la libertad, no armados, fueron heridos en Vilna, mientras que trataban de proteger con sus cuerpos los edificios de la televisión y del Parlamento. Las reacciones internacionales no tardarían. En Rusia, asistimos a numerosas manifestaciones en apoyo de Lituania. La solidaridad para con los Estados Bálticos manifestada por el presidente ruso, Boris Yeltsin obligó al Kremlin a batirse en retirada, marcando así el comienzo de la trágica victoria de Lituania. La represión violenta de los soviéticos en Riga se vio avocada al fracaso y por este motivo se anuló la ofensiva prevista para Tallin ‒ La Historia dice que se abortó la ofensiva en Letonia posiblemente por la influencia ejercida por el comandante checheno de las fuerzas soviéticas desplegadas, el general del ejército del aire, Djokhar Doudaïev, que de hecho poco tiempo después se convertiría en presidente de una Chechenia en búsqueda de la independencia. El Parlamento Europeo, demostrando su trato a Lituania como Estado soberano, condenó la actitud de la URSS en Vilna, calificándola de agresión e invasión. Islandia mandó a Vilna a su ministro de Asuntos Exteriores, Jon Baldvin Hannibalsson. En febrero, el Althing votó sobre la reanudación de las relaciones diplomáticas e informó al gobierno de Lituania. La declaración bilateral en este sentido estaba gestándose desde principios de mes. El bloqueo diplomático impuesto por el Kremlin comenzaría a resquebrajarse. La URSS puso fin a las pretendidas negociaciones entabladas con Lituania y se entablaron verdaderas negociaciones con la Federación de Rusia. Éstas fueron coronadas de éxito y llevarían a la firma en Moscú del Tratado sobre los fundamentos de las relaciones entre la República de Lituania y la República Federal Soviética de Rusia ‒ el intercambio de documentos ratificados tuvo lugar en Vilna el 4 de mayo de 1992 ‒.

A través de este Tratado, Rusia reconocería al Estado lituano restaurado el 11 de marzo de 1990 y condenaría la anexión de Lituania por la URSS en 1940. Este fue un golpe bajo para el Kremlin que siempre se opuso a la independencia de Lituania. En represalia, siete oficiales lituanos prisioneros serían salvajemente ejecutados en la frontera entre Lituania y la URSS dos días más tarde. Sin embargo la caída de la URSS comenzaba ya a perfilarse y tras el fracaso del golpe de Estado de los días 19, 20 y 21 de agosto de 1991, el reconocimiento de Lituania y el resto de los Estados bálticos comenzaría a ser una realidad tanto en el Este como en el Oeste restableciendo al final las relaciones bilaterales diplomáticas. De esta manera, por tanto los Estados bálticos conseguirán restaurar su independencia limitándose a una acción pacífica, diplomática y política. Tan solo quedaba deshacerse lo antes posible del ejército de ocupación. Lituania haciendo uso de

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exactamente en la misma tesitura. Lituania siempre denunció esta actitud y afirmó sin cesar su voluntad de perseguir simultáneamente estos dos objetivos prioritarios sin excluir una adhesión más rápida a la OTAN si se daba la ocasión.

Gracias al hecho de haber encontrado su lugar sobre la escena internacional, la Lituania independiente se comprometió sobre la vía de adhesión de la UE con la firma el 11 de marzo de 1992 de un acuerdo de cooperación económico y comercial. Un acuerdo de librecambio que sería firmado justo después con la Comunidad Europea el 18 de julio de 1994, antes de ser integrada en el acuerdo de asociación de 1995, que consolidará las relaciones entre la Unión Europea y Lituania y reconocerá la candidatura del país con estatus de miembro de pleno derecho. Lituania participará a continuación a la estrategia de la UE por los países de Europa Central y Oriental. Señalemos que mientras tanto, a principios de 1994 más concretamente, el país se presentó como país candidato a la adhesión de la OTAN. Durante todo el año 1995, sin embargo, fue imposible decir si la Alianza no iba a ceder a la presión rusa y a renunciar a invitar y después a aceptar a los Estados bálticos, dejándoles en la esfera de influencia rusa. En efecto, Lituania había obtenido la retirada de las tropas rusas desde el 1 de septiembre de 1993 pero éstas permanecerán en Letonia algunos años más reforzando siempre su presencia alrededor de Kaliningrado, donde hacían igualmente alarde de su modernización con idea de ejercer presión sobre los países vecinos. A pesar de la insistencia de Rusia, Lituania logró evitar la firma de un acuerdo sobre el tránsito militar. El tránsito de medios militares hacia Kaliningrado se llevará a cabo sobre la base de un reglamento provisional renovado cada año. De este modo, Lituania dejaría la puerta abierta a la OTAN persiguiendo la vía atlántica a través de la participación en el Partenariado por la Paz, a la espera de un plan de acción para la adhesión. Las posibilidades de Lituania llegarán con el desarrollo de las relaciones amistosas con Polonia, candidata por sí misma a la OTAN y la UE, que se traducirán en la instauración de una asamblea común de dos parlamentos (a partir de 1997) y una cooperación estratégica. La firma entre los Estados bálticos y los Estado Unidos de una «Carta de Partenariado» cuadripartita contribuirá igualmente de manera importante a la afirmación de la adhesión a la OTAN como objetivo común.

El año 1997 estaría marcado por un nuevo giro. Con motivo de la Cumbre de Madrid, la OTAN reconoció expresamente la voluntad de los Estados bálticos a adherirse un día a la Alianza. Paralelamente el Congreso de los Estados Unidos comenzó a liberar fondos con idea de apoyar

Desde 1991, el Consejo de los Estados bálticos planteó importantes cuestiones relacionadas con los vestigios de la Segunda Guerra Mundial que se hundieron en las aguas del báltico. Se trataba de hecho de una invitación a declarar la zona báltica «zona desnuclearizada» y a encontrar una solución global de cara al peligro representado por las enormes cantidades de armas químicas alemanas oxidándose en el fondo del mar y haciendo planear sobre los Estados costeros la amenaza de una verdadera catástrofe ecológica. Lituania insistió igualmente junto a otros países, sobre la necesidad de desmilitarizar Kaliningrado. Sin embargo, los problemas de seguridad siguen sin solucionarse a día de hoy. El proyecto germano-ruso Nord Stream llegó incluso a aumentar el peligro al llenar los fondos marinos del Báltico, poco profundos, de desechos industriales químicos, así como por las molestas explosiones de las municiones. Simultáneamente, el proyecto abrió la perspectiva de un retorno del Ejército Rojo en el Báltico. Con el pretexto de proteger el oleoducto, Rusia podría proceder a una anexión de facto de las aguas internacionales. Ya en 2002 la marina rusa había sido desplegada a lo lardo de Lituania para proteger una perforación petrolífera. Sin embargo estas preocupaciones no tendrían eco alguno.

A finales de 1993 los principales partidos lituanos alcanzarán un consenso y animarán al presidente a postular por la adhesión del país a la OTAN. Por aquel entonces sin embargo, los dos procesos euro-atlánticos estaban paralizados por luchas y maniobras políticas. Durante diez años, en su carrera por la libertad, Lituania tendrá que enfrentarse a las aspiraciones de la Rusia postsoviética, preocupada por restablecer su hegemonía así como afrontar las dudas sobre sus capacidades en el seno de la OTAN y la UE y prepararse para alcanzar las exigencias específicas requeridas. Todo ello junto a las presiones de una Rusia que al igual que bajo el mandato de Gorbachov, seguiría prometiendo a la redonda, la llegada de una nueva era (el fin de la Guerra Fría pronunciado con complacencia por Occidente) estableciendo entre líneas la condición de respetar sus «intereses legítimos» en los Estados bálticos.

Lituania se verá obligada en muchas ocasiones a denunciar sistemáticamente las reivindicaciones de Rusia de sus derechos imaginarios sobre su vecino próximo y de recordar a Occidente que nunca fue una «república soviética» sino un Estado ocupado por la URSS. Rusia además intentará coaccionar al país a dar prioridad a la adhesión a la Unión Europea y a su «carácter tranquilo» en detrimento de la adhesión a la OTAN con la intención de evitar el auge en la región y el advenimiento de una fuerza rival y provocadora. Hoy, Georgia y Ucrania se encuentran

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de la ratificación del Tratado de Adhesión. Lituania se convertirá en miembro de pleno derecho tanto de la OTAN como de la Unión Europea en 2004. Las primeras elecciones al Parlamento Europeo tendrán lugar este año. El país será el primero en ratificar el difunto tratado estableciendo una Constitución por Europa antes de ratificar, en 2008 el nuevo Tratado de Lisboa.

nuestra puesta a punto. Tres altos mandos de origen lituano jubilados del ejército de EEUU, fueron enviados a Lituania para apoyar los esfuerzos del país. Uno de ellos fue nombrado comandante en jefe de la armada y el desarrollo de un verdadero ejército basado en el modelo occidental y respondiendo a las normas de la OTAN progresaría a pasos de gigante. Poco a poco, Lituania reforzaría su participación en las operaciones internacionales de mantenimiento de la paz. A día de hoy sigue ocupándose de Afganistán, donde se encarga de la reconstrucción de toda la provincia de Ghor. Fue el 23 de noviembre de 2002 cuando el presidente americano George W. Bush, de regreso de la Cumbre la OTAN en Praga, hizo escala en Vilna y anunció la buena nueva: los miembros de la OTAN reunidos en la Cumbre consideraban que los Estados bálticos estaban suficientemente preparados y les invitaban a unirse a la Alianza. En medio de los aplausos, anunció en la plaza del Ayuntamiento en el casco antiguo de Vilna, que en adelante «quienquiera que considerara a Lituania como enemiga tendría igualmente por enemigos a los Estados Unidos de América». La mayoría de los lituanos se sintieron profundamente liberados de la agresión oriental.

El 8  de diciembre de 1998, Lituania se presentó oficialmente a candidato a la adhesión de la Unión Europea. Los tiempos eran entonces difíciles: la crisis financiera rusa había alcanzado también Lituania que la sufrió incluso más que sus vecinos. Cayó el PIB y aumentó el paro (hasta 2001) mientras que las exportaciones andaban de capa caída (se restablecerían al principio para luego alzarse a partir del año 2000). A pesar de estos obstáculos, Lituania logró responder a los objetivos de preadhesión e incluso a resolver el problema que entonces parecía más difícil, incluso insuperable: el cierre de la central nuclear de Ignalina con la ayuda de la UE y del resto de los Estados miembros. Tras ciertos acuerdos internacionales el país se dotará para ello de los instrumentos jurídicos necesarios aunque impopulares. Estos instrumentos permitirán el cierre de un reactor, que sería el segundo antes de ser detenido en 2009. Si la UE no aceptó ser más flexible en la interpretación del Tratado de adhesión de Lituania, se perfilaba para este nuevo Estado miembro desde 2009, un periodo difícil en materia de aprovisionamiento energético, en definitiva con un aumento de su dependencia con Rusia. Desde 2002, aunque Lituania no era aún miembro de la UE, los diplomáticos rusos no aunaron sus esfuerzos de cara a la obtención de una excepción de tránsito hacia Kaliningrado (corredor y exento de visa) por parte de la UE, en violación de la soberanía de Lituania. Sin embargo, la Unión Europea resistirá a las peticiones de Rusia. 2003 será un año crucial que verá el éxito del referéndum sobre la adhesión a la UE, seguido de la firma y

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POLONIA: EL PAÍS DE UN PAPA Y DEL SINDICATO «SOLIDARIDAD»

Wlodzimierz Bernacki

República de Polonia – Rzeczpospolita Polska

Superficie: 312.834 km²

Población: 38.115.800 (2006)

Capital: Varsovia

Lengua oficial: Polaco

Moneda: Zloty (PLN)

Régimen político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 01.05.2004

I. INTRODUCCIÓN

Así como 1918 fue para Polonia el año de la nueva independencia, 1945 marcó el retorno a la dominación. Al igual que los polacos no pararon durante 123 años de lucha hasta reconquistar su independencia, tampoco renunciarían a estos esfuerzos después del año 1945. Proyectaron esta larga lucha sobre diferentes frentes: acciones militares (durante los años 40), huelgas y manifestaciones, instauraciones de estructuras al margen del poder comunista y la creación de sistemas de educación y de información independientes. El sindicato Solidarność (Solidaridad) fue el movimiento que materializó en los años 80  todas estas ambiciones y experiencias. Este sindicato permitió unificar la clase obrera y la inteliguentsia en la lucha contra el comunismo. Solidarność, donde la apelación hace referencia a la idea de solidaridad social en oposición al concepto marxista-leninista de lucha de clases, se convirtió en el sindicato gracias al cual la sociedad polaca se libraría del yugo comunista. Este éxito inmenso se explicó esencialmente por

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años de la guerra el gobierno controlaba también las zonas ocupadas tanto por los alemanes como por los rusos. El objetivo perseguido por los ocupantes era de erradicar cualquier huella de élite intelectual del país. De este modo, los profesores de universidad polacos fueron deportados a campos de concentración y miles de oficiales polacos fueron masacrados en Katyń.

A partir de junio de 1941, fecha en la que el Tercer Reich invadió el territorio de su antiguo aliado, la Unión Soviética, se tomó la decisión de restaurar el comunismo en Polonia. El primer intento en este sentido, que consistía en transferir un grupo de iniciativa más allá de la línea del frente, se saldó con un fracaso, pero sin embargo la segunda, llevada a cabo en diciembre de 1941, fue un éxito absoluto. Este grupo se convertiría en el Partido Obrero Polaco (PPR), una formación comunista en contacto directo con Moscú. El PPR contaba con tan pocos miembros que a menudo era calificado como «partido del diván»: una irónica imagen según la que todos sus miembros cabrían sentados en el mismo sofá. Recibía y acataba las órdenes directas de los dirigentes comunistas de la Unión Soviética para los que se convertiría en un preciado instrumento. De hecho fue gracias al PPR que la lucha contra las estructuras clandestinas del Estado polaco fue tan eficaz: todas las informaciones necesarias, del punto de vista tanto militar como político fueron obtenido por el PPR. Igualmente el PPR que entretanto había integrado en sus estructuras (el 1  de enero de 1944) al Consejo Nacional Interior (KRN) que dio un argumento a Stalin, del que se sirvió para convencer a sus aliados: habría que tener en cuenta ciertas estructuras políticas al momento de reorganizar el poder político de Polonia tras la guerra.

En julio de 1944, mientras que el Ejército Rojo franqueaba la frontera ruso-alemana de 1941, las autoridades soviéticas crearon el Comité Polaco de Liberación Nacional (PKWN). A pesar de la existencia de un gobierno polaco legítimo y de las estructuras estatales clandestinas, los comunistas empezaron a transferir ciertos poderes a los comunistas del PKWN, ejerciendo siempre sobre estos un control político y militar directo. En el transcurso de uno de los episodios más vergonzosos de este período para los comunistas soviéticos y polacos, estos últimos dejaron al ocupante alemán reprimir la insurrección de Varsovia, tras lo cual la capital de Polonia fue literalmente arrasada.

Stalin creó el Consejo de la Unidad Nacional gracias a la pasividad que tanto Reino unido y Estados Unidos mostraron de cara a su política. En dicho Consejo se encontraban los dirigentes comunistas del PPR que ocupaban además los puestos clave de la armada y la policía. Desde ese momento y ante la aprobación y la impasibilidad del Oeste, Stalin tendría carta blanca para

el hecho de que ese movimiento demostraba de manera irrefutable que tan solo la solidaridad entre todos los miembros de la sociedad era susceptible de llevar a la victoria. La solidaridad social dio el golpe de gracia a un sistema totalitario que se nutría de la desintegración y de la división de la sociedad como Hanna Arendt y Erich Fromm lo señalaron. El movimiento Solidarność preconizaba la solidaridad hacia los oprimidos, los parados, los prisioneros; lo que permitió socavar los fundamentos del régimen totalitario.

Solidarność se convirtió en el motor de las negociaciones de la «mesa redonda» gracias a una lucha constante así como de las primeras elecciones legislativas de 1989 en las que los polacos se pronunciaron a favor de un primer ministro no comunista, que sería el primero desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Hoy, Polonia, miembro de la Unión Europea y de la OTAN, puede por fin comenzar a plantearse su situación geográfica entre Rusia y Alemania como una bendición y no como la maldición que fue hasta ahora.

II. DOBLE INVASIÓN

En noviembre de 1918, tras 123 años de servidumbre, Polonia recuperó su independencia en los años 1918  y 1919  a través del camino del compromiso directo en el terreno militar, político y diplomático. Tuvo que defender esta nueva independencia adquirida frente a la Rusia bolchevique, lo que se traducía en la defensa de toda la Europa del Oeste de la invasión comunista ‒ recordemos la batalla de Varsovia en 1920. En septiembre de 1939 con motivo de las invasiones llevadas a cabo por el Tercer Reich (el 1 de septiembre) y la Unión Soviética (el 17 de septiembre), el gobierno polaco fue obligado a exiliarse. Ignacy Mościcki, que era presidente en aquel momento tuvo que dimitir a favor de Władysław Raczkiewicz, quien sería nombrado primer ministro ejerciendo las funciones pertinentes hasta el día de su trágica muerte en julio de 1943, fecha en la que sería sucedido por Stanisław Mikołajczyk. Durante la guerra, el gobierno de la República de Polonia era el único órgano dirigente legítimo y reconocido por la comunidad internacional. Su organización se articulaba alrededor de una estructura estatal ampliamente desarrollada así como de la armada más grande de Europa. Ambas actuaban de forma clandestina. En el transcurso de los primero

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privados, siendo ambos sometidos a un estricto control de la policía política. El poder comunista franqueó una nueva etapa hacia su consolidación tras la adopción de una nueva constitución el 22 de julio de 1952, constitución que había sido redactada bajo la supervisión directa de Stalin y se basaba en el modelo de la constitución soviética de los años 30.

III. INSTAURACIÓN DE UN RÉGIMEN TOTALITARIO

Deseosos de sentirse aceptados aunque fuera por una parte de la sociedad, el poder comunista decidió nacionalizar la industria y llevar a cabo reformas agrarias. Con motivo de este nacionalismo, la mayor parte de las empresas pasaron a ser propiedad del Estado, incluso si legalmente, tan solo las sociedades de un mínimo de 50  trabajadores podían ser nacionalizadas. Evidentemente las compensaciones eran de tipo simbólico. A pesar de todo, la ley de nacionalización sigue siendo respetada y tan solo las sociedades que pasaron a ser propiedad del Estado en violación de dicha ley, pueden aspirar a una reprivatización.

Según los principios de la economía marxista-leninista de la economía socialista, la forma predominante de sociedad era la propiedad del Estado; en consonancia con este planteamiento, la gestión y el control de la economía fueron confiados al poder comunista. Las sociedades privadas que poseyeran aún los medios de producción, era uno de los asuntos pendientes del capitalismo que convenía combatir con todos los medios al alcance. Y así se hizo: se frenó el comercio privado y el artesanado se limitó fuertemente. Asimismo se obligó a los artesanos a adherirse a cooperativas controladas y dirigidas por el Estado.

La reforma agraria no fue más que un mecanismo de propaganda. El objetivo perseguido por las autoridades comunistas no fue otro que el de la colectivización de la agricultura. Sin embargo, la política llevada a cabo al respecto por el poder comunista fracasó a pesar de la fuerte represión que causó grandes estragos entre 1949 y 1953. La resistencia de las comunidades rurales era tal que Polonia se convirtió en uno de los raros países pertenecientes al bloque del Este donde se mantuvo la propiedad privada de tierras. Ya que era imposible desposeer a los campesinos de sus tierras, los comunistas decidieron que la solución sería la de introducir limitaciones y fuertes restricciones

empezar a eliminar a todos sus enemigos políticos. Los dirigentes de la resistencia polaca fueron arrestados, llevados a Moscú para ser juzgados finalmente a duras penas de prisión. Los jefes de los grandes partidos políticos como el PSL, SN, PSP o el SP, que se oponían a la transición al comunismo, fueron bien arrestados bien obligados a abandonar el país (como Stanisław Mikołajczyk del Partido Popular Polaco o Karol Popiel del Partido Obrero). Los militantes locales fueron eliminados a través de medidas como los asesinatos políticos, penas de prisión o intimidaciones. Ciertas unidades militares clandestinas que habían luchado contra el ocupante alemán se rebelaron ahora contra el Estado comunista. Miles de personas encontrarían la muerte durante este periodo designado por el eufemismo de «consolidación del poder del pueblo».

Además de las acciones puramente políticas y militares orientadas a la erradicación física de los enemigos políticos, se llevaron a cabo también tentativas para instaurar un nuevo sistema de organización política. Dicha organización consistía en eliminar los antiguos partidos democráticos y a remplazarlos por otros nuevos que estuvieran al servicio del poder comunista. De este modo el Partido Popular Unido fue creado en sustitución del PSL, el Partido Obrero, anticomunista (democratacristiano) fue eliminado en beneficio del nuevo Partido Demócrata y los supervivientes del PPS independentista fueron integrados en el seno del Partido Obrero Unificado Polaco (el PZPR se fundó en 1948 con motivo de la fusión del PPR y de los activistas soviéticos del PSP). Al principio, las nuevas autoridades funcionaban sobre la base de la «pequeña constitución» de 1945 en ruptura con el sistema político instaurado por la constitución de 1935. Aunque los Tres Grandes señalaron la necesidad de organizar inmediatamente elecciones legislativas en Polonia, los comunistas temiendo una derrota si las elecciones «totalmente libres» tuvieran lugar, decidieron posponerlas al mes de enero de 1947. En junio de 1946 las autoridades celebraron un referéndum que serviría para determinar si sería posible una manipulación a gran escala de los resultados de las elecciones. Esta experiencia se rebeló concluyente más allá de cualquier expectativa: a pesar de las protestas del SP y del PSL, ninguna potencia occidental intentó nada en el plano político cuando apareció que los resultados del referéndum habían sido trucados. Lo mismo sucedió en enero de 1947 cuando tras los resultados no oficiales que mostraban al PSL como vencedor, se anunció sobre dicha base que el «bloque de los partidos democráticos» que obedecían a la ideología comunista había conseguido ganar las elecciones. Sobre el terreno, esto se traducía por un dominio absoluto del Partido Comunista sobre Polonia. Inmediatamente después, se restringió la libertad de religión tanto en lo lugares públicos como

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de Heisenberg o la teoría de la relatividad de Einstein eran ideas juzgadas como contrarias a la visión del mundo científico, así como todos los científicos que se adherían a las investigaciones sobre genética. Eminentes filósofos de antes de la guerra fueron despedidos de las universidades como en el colegio de Lvov-Varsovia por ejemplo así como los sociólogos e historiadores para los que la visión de la ciencia era contraria a la metodología marxista.

La única forma de arte oficial ‒ en literatura, en pintura y escultura ‒ era aquella que se adaptaba al canon proletario marxista. Los artistas de este periodo estaban obligados a seguir las reglas del «realismo socialista». En los años 50, el jazz, por ejemplo, estaba prohibido y el acceso a la música rock fuertemente restringido. La policía política secreta vigilaba y controlaba de cerca las comunidades científicas y artísticas, y cada obra de arte era evaluada en función del canon oficial y censurada en caso de que no se ajustara al mismo. A semejanza de lo que sucedió en la Alemania nazi, las obras calificadas de «inconvenientes» eran destruidas (materialmente: los libros fueron reducidos a cenizas, siendo el papel un bien preciado en la época). Los medios ‒ prensa, radio y televisión ‒ estaban sometidos a una meticulosa censura que no hicieron más que reforzar el poder del Partido Comunista.

Polonia es el país que primero y de manera más directa sufrió los efectos de la sovietización (de 1939 a 1941). Después de 1945, numerosos miembros de las estructuras militares clandestinas polacas, que habían luchado contra el ocupante nazi durante la guerra, comenzaron a librar una batalla contra el poder comunista. Hay que tener en cuenta que no solo los comunistas polacos que pertenecían al Comité de Liberación Nacional Polaco (PKWN) ‒ fundado por Moscú y totalmente dependiente de ésta ‒ sino también al Ejército Rojo, afincado en territorio polaco hasta el fin de los años 90, trataron de eliminar la resistencia. Fue la administración militar la que organizó las deportaciones hacia los confines de Rusia, de los insurgentes polacos, en 1945 y 1946. Citemos como ejemplo relevante de esta política, la deportación de dieciséis miembros de la resistencia polaca y la celebración de la triste farsa judicial «juicio de los dieciséis» en Rusia. Ante estas acciones, los polacos debían dotarse de estructuras totalmente nuevas: el 2  de septiembre de 1945, nació el movimiento «Libertad e Independencia» (WiN). Su objetivo principal era el de luchar por el restablecimiento de la democracia en Polonia y por los derechos civiles de la sociedad. Y después de que los comunistas hubieran declarado abiertamente la guerra a todos los oponentes al régimen, el WiN decidió llevar a cabo acciones militares. En 1946, los primeros

de los privilegios ligados a la posesión de tierras así como la obligación de procurar al Estado bienes y mercancías a precios extremadamente bajos. Este sistema de reparto obligatorio estuvo en vigor hasta 1972.

Bajo régimen comunista, la economía polaca estaba completamente subordinada al desarrollo y a la producción de la industria pesada, que era considerada por el poder como la base del poderío militar. La economía comunista se caracterizaba especialmente por la explotación económica que reposaba sobre la puesta en práctica de los principios socialistas en materia de competitividad, que exigía el incremento de las normas de producción a través de la reducción del salario de los trabajadores. El desarrollo económico estaba planificado en función de planes quinquenales a nivel central, que concernían el mismo periodo para todos los Estados dependientes.

En el transcurso de los primeros años de posguerra (1945-1947), la principal motivación ideológica de la sociedad era la reconstrucción de un país magullado por la guerra. De todas formas, después de que Polonia rechazara el plan Marshall y que se derrumbara el Telón de Acero, las autoridades comunistas animaron a la población a trabajar con dinamismo para poder hacer frente a la amenaza militar representada por el imperialismo occidental y los movimientos revolucionarios. Para comprender los procesos atravesados por la Polonia posterior a 1945 es necesario plantearse el término «revolución» en su acepción utilizada por los comunistas: una revolución no solamente política sino también económica y cultural. Según los principios de Karl Marz, el poder del Partido comunista debía interpretarse en tres dominios: la política, la economía y la cultura. Las políticas fueron especialmente agresivas en lo relacionado con la cultura espiritual, que había sido subordinada plenamente al control del poder político. La realización de este objetivo pasaba por la erradicación del principal adversario, la Iglesia católica. Es la razón por la que entre 1947 y 1956 las autoridades trataron de eliminar la Iglesia de la esfera social. En esta época, numerosos miembros del clero fueron víctimas de arrestos y de procesos espectaculares, como fue el caso del cardenal Wyszyński.

El poder comunista tenía igualmente el dominio sobre la educación y aprovechó para introducir a todos los niveles de la enseñanza programas unificados fundados sobre una visión del mundo «científico» que era de hecho la afirmación del materialismo dialéctico. Este planteamiento era también una manera de propagar el materialismo histórico, conforme a la que el comunismo era el estadio último del desarrollo de todas las comunidades humanas. El «principio de incertidumbre»

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La nueva constitución puso fin a la tradición constitucionalista de antes de la guerra, ya que se dejó a un lado la división tradicional de los tres poderes y se suprimió la figura del presidente. Se aprobó la creación de un Parlamento unicameral (la Dieta) y se cancelaron las elecciones libres tanto a nivel local como nacional. La nueva constitución legitimó la transformación de la República de Polonia a República Popular de Polonia y el antiguo presidente, Bolesław Bierut se convirtió en presidente del Consejo de Estado. Además del PZPR, la esfera política contaba con otros dos partidos políticos ‒ títeres ‒, el SD y el ZSL.

Para el régimen comunista, 1956 fue un año histórico. Tuvo lugar el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en el transcurso del que Nikita Kruschev pronunció su discurso sobre el «culto a la personalidad» que se convertiría, desde el punto de vista político, en el documento de referencia entre las élites dirigentes de los países del bloque comunista. El jefe de la delegación polaca, Bolesłav Bierut, volvería a Polonia en un ataúd tras fallecer en extrañas circunstancias, por una gripe durante el congreso. Edward Ochab fue designado sucesor a la cabeza del PZPR aunque ocupó esta función durante poco tiempo hasta 1956.

Por estas fechas, el descontento de la población ante la dirección comunista del país era tal, que estalló por primera vez a gran escala. En el mes de junio, los trabajadores de las fábricas industriales de Poznań se levantaron contra las autoridades. Esta sublevación era una consecuencia directa del endurecimiento de las normas de producción, de la penuria en las tiendas y del aumento de los precios de los alimentos. Al principio las manifestaciones eran pacíficas pero poco a poco se fueron transformando en una resistencia armada. Para acallar las protestas, se convocó al ejército que apareció con unos 10 mil soldados y 40 vehículos blindados. Murieron 80 personas y 500 fueron heridas, lo que hizo que se propagara por todo el país la oleada de protestas. Aunque se hubiera declarado oficialmente que las manifestaciones eran obra de provocadores incitados por los imperialistas, el poder comunista se vio obligado a modificar la estructura de la autoridad del Partido. En octubre, Władysław Gomułka, que había sido liberado tras dos años de prisión, fue designado como cabeza de Partido. Para numerosos polacos, la nominación de Gomułka era la prueba de que las tendencias reformadoras del Partido portarían sus frutos y se convertirían desde entonces en predominantes.

Efectivamente el final del año 1956 y el principio de 1957 estuvieron marcados por una liberalización del sistema comunista, que se tradujo en la limitación de las actividades de censura, por el retorno

dirigentes del WiN fueron arrestados pero el movimiento en sí no se debilitó. Además de luchas contra las estructuras clandestinas, los comunistas crearon igualmente divisiones especiales en el seno del ministerio de la seguridad pública encargados de los asesinatos políticos de los miembros pertenecientes a determinados partidos políticos legales, especialmente los del PSL y el PS. Entre 1946  y 1948, las unidades militares clandestinas anticomunistas operaban en numerosas regiones de Polonia. Al mismo tiempo, los tribunales militares procesaron a más de 23  mil personas, de las que 676 fueron condenadas a muerte.

Además de las organizaciones políticas como los partidos políticos y las estructuras militares (las unidades clandestinas armadas), la Iglesia católica fue también un actor de primera línea en la lucha contra el régimen antidemocrático. Así como la Iglesia había apoyado durante la Segunda Guerra Mundial a aquellos que luchaban contra la Alemania nazi, numerosos miembros del clérigo prestaron, una vez que se terminó la guerra, asistencia a los oponentes al nuevo orden político. El sistema comunista, para el que la religión era una especie de «conciencia errónea» y la institución de la Iglesia una reliquia feudal, llevó a cabo una política fuertemente antirreligiosa y anticlerical en la década de los 40.

Esta política se tradujo por un lado, en acciones como los arrestos y encarcelaciones de los miembros del clero ‒ citemos el arresto del obispo Kaczmarek y el encarcelamiento del cardenal Wyszyński ‒ y por otra parte por la puesta en marcha de una política a largo plazo que propagaba el ateísmo por la restricción de la educación religiosa de los jóvenes (prohibición de la enseñanza religiosa en las escuelas) y por la limitación del empleo y el ascenso de los adeptos de fieles religiosos.

IV. PRIMERAS OLEADAS DE PROTESTAS Y NUEVAS REPRESIONES

En 1952, el poder comunista llegó a su madurez en Polonia con la adopción, el 22  de julio de 1952, de la Constitución de la República Popular de Polonia. Esta Constitución estaba fuertemente inspirada en la soviética de los años 30 y su texto final de texto fue adoptado por Joseph Stalin. La fecha del 22 de julio no se eligió al azar: era el octavo aniversario de la creación del Comité Polaco de Liberación Nacional (PKWN), fundado en 1944 por el poder soviético.

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conmemoración del milenio de la aceptación del cristianismo, en la que participarían miles de polacos que demostrarían así su apoyo a la Iglesia católica. Las revueltas estudiantiles, iniciadas ante la prohibición por la censura de la pieza patriótica Dziady escrita por Mickiewicz, pusieron el colofón a la oleada de protestas contra el poder comunista en marzo 1968. 2.732  personas fueron arrestadas y 1.616 fueron expulsados de las universidades. La forma en que las autoridades se enfrentaron a las manifestaciones parecía haber sido sugerida por Maquiavelo. Argumentaron que las revueltas estaban inspiradas por polacos de origen judío, tesis que les valdría después de pretexto para purgar el Partido y la administración del Estado. En 1968 y 1969, más de 15 mil ciudadanos de origen judío fueron asimismo obligados al exilio.

La continuidad de la crisis económica puso en evidencia todas las lagunas de la economía socialista de la República Popular. En diciembre de 1970, ante la escasez de bienes de primera necesidad, las autoridades decidieron aumentar el precio de una gran parte de los productos de consumo corriente. El precio de la harina aumentó en un 16%, el de la carne en un 17% y el de los cereales, un 30%. Rápidamente estallaron protestas masivas en el norte del país, donde se interrumpió el trabajo en los puertos de Gdynia y de Gdańsk. Como en 1956, las autoridades enviaron a la armada para acallar las protestas que se extenderían poco después por el resto del país. Seis de entre ellos fueron abatidos el 15 de diciembre en Gdańsk, el 16 y el 18 en Gdynia y Szcezecin. En total, según las cifras oficiales, 45 personas murieron en todo el país y 1.165 resultaron heridas. Hubo más de tres mil arrestos y se quemaron diez carros de combate y 18 vehículos blindados fueron incendiados. Como consecuencia de estos acontecimientos y tras el intento de acallar las protestas por la fuerza las autoridades decidieron destituir al primer secretario, Władysław Gomułka, sustituyéndolo por Edward Gierek, miembro del Partido cuya presencia constante en los más altos niveles lo convertían en el hombre del momento. Su primera tarea consistió en purgar nuevamente el Partido, lo que permitió remplazar a los antiguos activistas por otros nuevos. Llevó a cabo también una gran reforma administrativa: en 1972, se instauraron los «comunes» en calidad de unidades administrativas rurales, en sustitución de las «asambleas» y en 1973, las unidades administrativas colegiales (los «presídium») fueron suplantados por voivodas, presidentes y otros jefes. En 1975 se suprimieron los distritos, cambio que daría lugar a un sistema en dos estratos: voivodas y comunes. Tales modificaciones permitieron a Gierek instaurar un clima de confianza en el seno de la sociedad que pensaba que se trataba de reformas radicales. Sin embargo, el único resultado que se obtuvo fue la creación de una nueva clase de población que se lo debía todo al nuevo poder, del que además dependía completamente.

a la enseñanza religiosa en las escuelas y por una mayor participación de los sindicatos locales. Sin embargo, durante el transcurso del otoño de 1957, el Gobierno de Gomułka volvió a los antiguos métodos en el ejercicio del poder, concentrando todas las actividades, tanto a nivel político como económico en las manos de instancias estrictamente jerárquicas del Partido Comunista, según los principios del centralismo democrático. La Dieta no era más que una vaga imagen de parlamento ya que sus diputados eran elegidos entre los miembros aceptados por el PZPR y que ninguno podía ser rechazado. En otras palabras, todos los miembros de alto nivel eran aceptados. La mitad de los escaños estaba garantizada para el PZPR y el resto a sus partidos satélites. La policía política secreta (UB) volvió en gracia e intensificó sus acciones vigilando a los no conformistas.

Tras el anuncio de la siguiente conmemoración del milenario Estado polaco, la Iglesia católica se convirtió en el blanco de represiones agresivas. Se prohibió la enseñanza de la religión católica en los colegios, los programas de seminarios de teología estaban controlados, el servicio militar se hizo obligatorio para los antiguos seminaristas, las bibliotecas religiosas eran perquiridas y la construcción de nuevas iglesias, prohibida. Las celebraciones de la aceptación del cristianismo por un antiguo soberano polaco, Mieszko Ier, estaban revestidas de un carácter estrictamente secular. Algunos días antes de las celebraciones, los obispos polacos pidieron perdón a sus homólogos alemanes, disculpándolos al mismo tiempo. La segunda mitad de 1960 estuvo marcada por una crisis política y económica continua. La economía socialista y su sistema de centralización se encontraron en punto muerto ante la falta de capitales de inversión, especialmente en lo referido a las nuevas tecnologías. De acuerdo a los deseos de las autoridades, la industria dominante era la pesada ya que según ellos, ésta procuraba a Polonia una ventaja sobre el mundo capitalista. Era el ejemplo perfecto de economía de planificación centralizada, que se tradujo de hecho en una economía de escasez.

Durante la década de los 60 se sucedieron los movimientos contestatarios sociales, políticos y religiosos. En 1964 por ejemplo, los intelectuales firmarían la «carta de los 34» que manifestaba su rechazo a la política cultural del Gobierno, fecha en la que se publicaría también la «carta abierta de Jacek Kuroń y de Karol Modzelewski» y comenzarían los movimientos revisionistas en el seno del Partido Obrero Polaco (PPR). También en ese año se creó la organización Ruch (Movimiento), en la que sus miembros juzgaban ilegal el poder bolchevique y cuyo objetivo era el de luchar contra el comunismo. En 1966, se celebró de manera independiente la

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V. UN PAPA POLACO Y EL POTENTE AUGE DE «SOLIDARIDAD»

La elección de Karol Wojtyła como Papa el 16 de octubre de 1978 marcó un antes y un después en la cultura política polaca en su sentido más amplio. El acontecimiento en sí así como las visitas ulteriores del Papa en Polonia provocaron una recuperación notable de los sentimientos independentistas y anticomunistas. La actitud inflexible del Papa Juan Pablo II hacia las autoridades comunistas tuvo un importante efecto alentador sobre los polacos sobre todo en momentos clave como su visita a Varsovia en 1979 en la que pronunciaría estas extraordinarias palabras: «Que descienda tu espíritu y renueve la faz de la tierra, ¡de esta tierra!».

El fin del decenio coincidió con el desmoronamiento total de la economía. EN 1980, Gierek introdujo precios reglamentarios, medida que, una vez más, provocó protestas masivas. Al mismo tiempo, apareció Lech Wałęsa como jefe indiscutible del movimiento anticomunista. En 1981 firmó un acuerdo con el Gobierno en virtud del cual, estaría permitido desde ese momento, fundar sindicatos independientes y autónomos. Este punto resultó a continuación como el éxito más significativo obtenido por los obreros en huelga porque desde entones podrían registrar de manera oficial el sindicato Solidarność (Solidaridad). Este nuevo sindicato, dirigido por Walesa, pronto contó con más de nueve millones de afiliados. Se trataba de hecho de la primera institución legal independiente del poder comunista, algo que comenzaría a minar el sistema. Otros sindicatos y organizaciones políticas harían también su aparición poco después.

Solidarność estaba constituido por la estructura heterogénea considerable propia de un sindicato y reunía asimismo las condiciones de una organización política acogiendo en su seno diferentes grupos sociales: trabajadores (obreros y profesionales) y políticos. Miembros del Comité de Defensa del Obrero (KOR), aguerridos como consecuencia de los enfrentamientos precedentes con el poder comunista, jugaron un rol en primer plano como consejeros del presidente. Gracias a Solidarność, el comienzo de los años 80 comenzaba a mostrar indicios de libertad para los polacos.

No obstante, las concesiones de las autoridades eran puramente tácticas. Como en el pasado, los dirigentes se sucedían: Gierek cedería su lugar a Stanisław Kania, que la conferiría poco después al general Wojciech Jaruzelski. La línea política permanecía intacta. En la práctica, tras las protestas

En el plano económico, Gierek decidió hacer algo a lo que ninguno de sus predecesores se había atrevido: pedir préstamos a los bancos occidentales. Los fondos prestados por los «imperialistas europeos» se emplearon también para financiar las gigantescas inversiones económicas. Sin embargo, este dinero fue cayendo en saco roto, a falta de una adecuada planificación y de sistemas de gestión económica adecuados. A partir de 1975, aparecieron signos de una nueva crisis económica y determinados productos comenzaron a racionarse, como por ejemplo el azúcar. Con idea de enfrentarse a la crisis económica, las autoridades decidieron modificar la constitución e introdujeron disposiciones suplementarias. De este modo, la República Popular de Polonia se convirtió en un país completamente socialista (es más, en un Estado de Democracia Popular tal y como se podía leer en la constitución) cuya gestión se confió al Partido Unificado de los Trabajadores Polacos (PZPR), que priorizaría las relaciones de Polonia con la Rusia soviética en una suerte de amistad inextricable. Las tentativas que pretenden oficializar la posición constitucional del Partido eran plenamente reveladoras de las dificultades en cuanto a su futuro político. A pesar de las numerosas protestas populares (como la «carta de los 59 intelectuales» o la de los «101») el Parlamento de la República Popular adoptó estas enmiendas el 10 de febrero de 1976 con un único voto en contra (el de Stanisław Stomma). Durante el verano de 1979, las autoridades, que habían anunciado el aumento del precio de las mercancías, especialmente del azúcar (con una subida del 100%) y de la carne (69%), estallaron nuevas protestas masivas, esta vez en Ursus y en Radom. 72 de las 643  personas arrestadas fueron condenadas a duras penas de prisión y más de 200  tuvieron que pagar multas considerables. Con idea de ofrecer asistencia financiera y jurídica a los oprimidos, miembros de la inteliguentsia fundaron el Comité de Defensa de los Obreros (KOR). Poco después fueron apareciendo otros movimientos de oposición: el Movimiento para la Defensa de los Derechos Humanos y Libertades (ROPCiO), el Comité de los Sindicatos Libres, el movimiento Joven Polonia y la Confederación por una Polonia Independiente (KPN). En mayo de 1977, tras el asesinato por parte de la policía política de un miembro del KOR, el estudiante Stanisław Pyjas, sus colegas crearon el Comité Estudiantil de Solidaridad (SKS).

Es conveniente insistir en el hecho de que durante la segunda mitad de los años 70, un sistema de edición que se escapaba de la censura hizo su aparición, en el que el principal representante era la casa editorial independiente NOWA.

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Después de 1981, la situación económica de Polonia era verdaderamente catastrófica; enfrentada a una crisis económica marcada por la escasez del mercado y por una inflación galopante, las autoridades decidieron racionar la mayoría de los bienes de primera necesidad ‒como la carne, la mantequilla, la harina, la leche en polvo, el chocolate, el alcohol, el tabaco, la gasolina, el detergente, el jabón, los calcetines ‒ de los que cada habitante no podía adquirir más que una determinada cantidad. Algunos bienes serían racionados según otra serie de principios específicos, como los televisores, los frigoríficos y las lavadoras.

En 1983, el plano socio-económico nacional fue adoptado. Su objetivo era el de poner fin a la caída de la producción industrial, estableciendo el cumplimiento de la realización del 85% de la producción para los doce años siguientes, con fecha anterior a 1985, pero el proceso de planificación en el seno de la economía centralizada fue una vez más un auténtico fracaso. En 1988, a la nueva subida de precios ‒ en un 60% esta vez ‒ siguió una oleada de protestas sociales. Las autoridades se dieron cuenta de que este nuevo enfrentamiento contra la oposición podría ser el último. En el otoño de 1988 el primer ministro Mieczysław Rakowski intentó salvar la posición del PZPR basándose en el modelo chileno o coreano, a través de una serie de reformas que pretendían una operación de transición hacia una economía de mercado libre, siempre preservando la integralidad del poder político comunista. Estas tentativas fueron también un fracaso. Las resoluciones jurídicas adoptadas entonces tenían como objetivo esencial el de confiar las propiedades del Estado a los miembros del Partido.

VI. TRANSFERENCIA DE PODER

Ante los masivos disturbios sociales y en vísperas de la conmemoración de los acuerdos de agosto, las autoridades comunistas decidieron negociar con los representantes de la oposición. El 31 de agosto de 1988, se entablaron las negociaciones entre el general Kiszczak y el líder de la oposición, Lech Wałesa, que desembocaron en la promesa de negociación durante una mesa redonda. En diciembre, se creó el Comité Cívico del sindicato Solidarność que reunía asociados y expertos que cooperaban con la oposición.

obreras de los años 80, el principal objetivo era el de proteger el dominio comunista en Polonia, que estaba en juego. La llegada al poder del general Jaruzelski significaba que se daría preferencia a la vía de confrontación. Consejeros militares urdirían planes para instaurar un estado de sitio tras la primavera de 1981, que sería finalmente decretado el 13 de diciembre de 1981.

Cuando éste fue decretado, el poder comunista deseaba restablecer las condiciones políticas que reinaban antes de los años 80  cuando el Partido Comunista poseía el poder absoluto. Las estructuras, sin embargo permanecían intactas a pesar del terror policial y militar (durante la pacificación de los mineros en la mina de carbón de Wujek, nueve personas fueron asesinadas), el aislamiento y encarcelamiento de los dirigentes de Solidarność o los asesinatos políticos (como el de Jerzy Popiełuszko, un clérigo que defendía ardientemente el movimiento por la independencia). El estado de sitio volvía a transferir los poderes a las autoridades militares tanto a nivel central como local e ilegalizaba todas las organizaciones. Es más, los civiles ya no podían abandonar su domicilio, tanto el correo como las llamadas telefónicas estaban sujetas a un estricto control (de hecho, los teléfonos no funcionaron durante todo un mes tras el 13 de diciembre de 1981), los periódicos dejaron de publicarse, numerosos programas de televisión y de radio fueron estrictamente limitadas y se interferían cada vez más todas las estaciones que emitían en polaco desde el extranjero.

Para la mayoría de lo militantes de Solidarność, el estado de sitio no era más que la prueba fehaciente de que el principal objetivo de las autoridades comunistas era el de aferrarse al poder. De 1980 a 1982 se demostró claramente que todas las concesiones acordadas por las autoridades eran el resultado de una debilidad pasajera y que no se trataba más que de una maniobra estratégica que pretendía reforzar el poder comunista antes de dar el golpe de gracia a la oposición.

Ilegales desde entonces, Solidarność y otras organizaciones, emprendieron importantes acciones clandestinas. El periodo transcurrido de 1982 a 1988 estuvo marcado por la existencia clandestina de un partido independiente y de estructuras sindicales: excepto Solidarność, la Confederación por una Polonia Independiente (KPN), el Partido demócrata-liberal «Independencia» y el Partido Socialista Polaco (PSP) actuaban desde la sombra. Numerosos periódicos independientes (Tygodnik Mazowsze, Hutnik, Solidarność Walcząca, Wiadomości y Obserwator Wielkopolski, entre otros) siguieron publicándose y lo mismo sucedió con más de cinco millares de libros y otras obras. En la primavera de 1982, Radio Solidaridad comenzó sus transmisiones.

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Miles de soldados de la armada interior prosiguieron la lucha por la independencia combatiendo a las autoridades comunistas. En la foto una de las divisiones militares clandestinas bajo la dirección

del comandante Zygmunt Szendielarz «Łupaszka» en septiembre de 1945. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

Los cuerpos de los combatientes clandestinos asesinados en los enfrentamientos con las autoridades comunistas y profanados después por los miembros del Servicio de Seguridad (la división de Eugeniusz Lipiński «Mrówka»

de la Unión Militar Nacional. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

Las elecciones legislativas amañadas del 19 de enero de 1947 estuvieron precedidas por una ola de terror que pretendía destruir a la oposición ‒ el Partido de los Campesinos Polacos ‒. En la foto, Jézef Hachlica, uno de los miembros del Partido de los Campesinos Polacos, asesinado

por el Servicio de Seguridad. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

El 28 de junio de 1956, los trabajadores de Poznań se manifestaron en las calles reclamando «pan y libertad». La represión violenta que seguiría las revueltas se saldaría con setenta y cuatro víctimas entre los manifestantes.

Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

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Los habitantes de Nowa Huta, ciudad concebida para ser un modelo socialista, protestan cuando se quitó la cruz situada en medio de la plaza sobre la que se debía ser erigida la iglesia.

La armada reaccionó de forma violenta haciendo uso de porras, armas y gases contra los manifestantes. En la foto, una calle de Nowa Huta tras la manifestación. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

En marzo de 1968, los jóvenes se manifestaban contra la política de las autoridades comunistas a favor de la libertad de expresión. Se produjeron enfrentamientos contra la armada en numerosas ciudades. En la foto: Varsovia bajo el humo del gas lacrimógeno. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

Las celebraciones religiosas durante la conmemoración del milésimo aniversario de la introducción del cristianismo en Polonia reunieron a millones de personas llegados de todo el país para testimoniar su fe.

En la foto: el Cardenal Wyszyński presidiendo la celebración en Jsna Góra, el 3 de mayo de 1966. Fuente: Archivos de la requisa salesiana de Piła.

En diciembre de 1970, manifestación de los obreros en el norte del país. El ejército intentó acallar las protestas haciendo uso de la fuerza contra los obreros de los astilleros.

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En diciembre de 1970, manifestación de los obreros en el norte del país. El ejército intentó acallar las protestas haciendo uso de la fuerza contra los obreros de los astilleros.

En diciembre de 1970, manifestación de los obreros en el norte del país. El ejército intentó acallar las protestas haciendo uso de la fuerza contra los obreros de los astilleros.

El 15 de junio de 1976, los trabajadores de Radom, Ursus y Płock se manifestaron contra la subida de precios. La manifestación fue brutalmente reprimida por el ejército. En la foto: las escaramuzas ante la sede del Partido

Comunista en Radom. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

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Como respuesta a la brutalidad de la que las autoridades hicieron gala ante los obreros que se manifestaban, la oposición instauró una ayuda para las víctimas de la represión. Stanisław Pyjas, uno de los activistas

que llevaría a cabo esta acción es un estudiante que fue asesinado por los servicios de seguridad. Tras su muerte, los estudiantes de Cracovia organizaron una «marcha negra» e instauraron un comité

estudiantil de solidaridad independiente. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

La primera visita de Juan Pablo II a su país natal en junio de 1979 suscitó grandes esperanzas no solo en Polonia sino también en otros países del bloque del Este. En la foto: estudiantes de Cracovia

se preparan para ver al Papa. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

En el verano de 1980 Polonia era presa de una ola de protestas que recorría todo el país. Fue entonces cuando nació el movimiento Solidarność. En la imagen: manifestación de los astilleros

«Lenin» de Gdańsk. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

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La creación de Solidarność hizo resurgir la esperanza de una posible restauración de la independencia. En la imagen: miles de personas manifestándose el día de la independencia prohibida (11 de octubre de 1980).

Fuente: Archivo de la Fundación del Centro de Documentación del Movimiento de Independencia.

A pesar de las acciones de represión, los polacos manifestaron su apoyo al movimiento clandestino Solidarność. En la foto: manifestación del sindicato en Wrocław el 31 de agosto de 1981.

Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

El estado de guerra decretado por las autoridades comunistas el 13 de diciembre de 1980 tenía por objetivo destruir el movimiento Solidarność. En la imagen: operación represiva contra los trabajadores, declarados en huelga, de la mina

de carbón de Wujek, en la que ocho mineros perderían la vida. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

Las publicaciones realizadas por determinadas imprentas clandestinas favorecieron la resistencia social. En la imagen una de las imprentas independientes. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

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Juan Pablo II otorgó apoyo espiritual a aquellos que reclamaban la libertad. En la imagen: misa celebrada por el Papa en Gdańsk Zaspa, el 12 de junio de 1987. Fuente: Archivos del Instituto de Memoria Nacional.

El 4 de junio de 1989, se organizaron elecciones legislativas parcialmente libres, de las que el movimiento Solidaridad saldría victorioso, precipitando así la caída del régimen comunista.

En la imagen: Manifestación encabezada por el eslogan «Unidos en la lucha por la independencia» organizada durante la campaña electoral. Foto: Stanisław Markowski.

Durante la primavera y el verano de 1988, mientras numerosas fábricas se proclamaron en huelga, los obreros reclamaban la legalización del sindicato Solidaridad. En la imagen: manifestación en el complejo siderúrgico de Lenin en mayo de 1988.

Fuente: foto de Andrzej Stawiarski.

Hubo que esperar hasta 1991 para que las primeras elecciones legislativas realmente libres tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, tuvieran lugar en Polonia. Foto: Grzegorz Kozakiewicz.

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Los cambios que se produjeron despues de 1989 tuvieron como consecuencia la liberalización de la economía de las limitaciones ideológicas y contribuyeron al desarrollo del país, aunque supusieron también una importante fuente

de descontento social. En la imagen: manifestación de mineros en Varsovia en 1995. Foto: Grzegorz Kozakiewicz.

En 2004, Polonia se convirtió en miembro de la Unión Europea. En la imagen: partidarios de la UE se congregaron en la plaza del mercado en Cracovia. En la imagen: foto de Grzegorz Kozakiewicz.

El Papa, considerado desde siempre por los polacos como una autoridad superior, recordó a la nación que la libertad no podía construirse sin apoyarse en valores morales. En la foto: dos millones y medio de personas fotografiadas

desde el montículo Kościuszko, asisten a la misa celebrada por el Papa sobre la explanada de Blonia, en Cracovia, en junio de 1997. Fuente: foto de Grzegorz Kozakiewicz.

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Justo antes de las elecciones, Adam Michnik, el dirigente de un grupo cercano a Solidarność, comenzó a publicar un diario, la Gazeta Wyborcza, que además de cumplir una función temporal (en relación a las próximas elecciones), servía de útil de la información. Además de Gazeta Wyborcza, otros títulos como Tygodnik Solidarność hicieron su reaparición, publicados por Tadeusz Mazowiecki.

La tasa de participación de las elecciones del 4 de junio se elevó al 62,1%, algo que no era demasiado comparado a las elecciones precedentes, trucadas. Sin embargo el resultado de las elecciones fue una sorpresa para las autoridades comunistas: la totalidad del 35% de los escaños libres fueron obtenidos exclusivamente por representantes de Solidarność. Es más, los candidatos de las listas comunistas, que eran de hecho los favoritos, no consiguieron votos suficientes. Dos semanas más tarde, fue necesario organizar una segunda vuelta ‒ en la que la tasa de participación sería tan solo del 25%. Los resultados de las elecciones al Senado fueron aún más sorprendentes para las autoridades: los candidatos independientes lograron 92 de los 100 escaños (y en la segunda vuelta, consiguieron 7 escaños suplementarios). Mientras que el poder comunista esperaba barrer a la oposición, el 4 de junio fue el día en que la revolución logró la victoria a través de Solidarność.

Las listas del Comité Cívico obtuvieron 260 escaños entre diputados y senadores (161 diputados), lo que les convertía en la segunda formación política en el Parlamento detrás del PZPR (con 173  miembros). En cuanto al ZSL y al SD, no consiguieron más que 76 y 27  diputados respectivamente.

El 19 de julio, la Dieta y el Senado celebraron una sesión conjunta (la «Asamblea Nacional»), a lo largo de la cual el general Jaruzelski sería designado presidente. Jaruzelski confiaría inmediatamente a uno de sus socios, el general Kiszczak, la misión de formar gobierno para lo que sin embargo no obtuvo apoyo suficiente en el Parlamento. A causa de la coalición entre el Comité Cívico, el ZSL y el SD, Jaruzelski se vio obligado a confiar la formación de gobierno a un candidato de la oposición. El 24 de agosto la Dieta designó como primer ministro a Tadeusz Mazowiecki.

El nuevo Parlamento trató de modificar la orden jurídica existente. En diciembre de 1989 la constitución fue modificada: algunas de las enmiendas eran puramente simbólicas (volver a la apelación República de Polonia y devolver la corona al águila del emblema nacional), pero

Las negociaciones alrededor de la mesa redonda comenzaron el 6  de febrero de 1989. Tenían como objetivo alcanzar un acuerdo entre el poder comunista y la oposición así como el de definir los principios frente al gobierno de la liberalización del régimen en Polonia.

Aparentemente las autoridades no estaban dispuestas a ceder más que una mínima parte del poder a la oposición. La mesa redonda reunió a cincuenta y siete participantes. Sin embargo las decisiones más importantes se tomaban en las reuniones de Madalenka, mucho más exclusivas. Tras estas negociaciones se llegó a la conclusión de que convenía reformar la estructura de las altas instancias del Estado: el Consejo de Estado sería remplazado por un presidente de la República Popular elegido y el parlamento sería completado por una segunda cámara, el Senado, que desempeñaría las funciones de cámara alta. Las nuevas elecciones deberían ser «parcialmente libres»: los comunistas tendrían garantizados el 65% de los escaños y el 35% restante sería para los candidatos propuestos en total libertad por la oposición en lo que e convertiría en una auténtica competición democrática. Al finalizar las negociaciones, el gobierno autorizó al sindicato Solidarność a operar en toda legalidad, para lo que se inscribió oficialmente una vez más. Lo mismo sucedió con el sindicato de los agricultores (NSZZ RI). Otras organizaciones como el KPN, el PSP y la asociación de estudiantes NSZ, continuaron funcionando. Sin embargo para ciertas comunidades (especialmente Solidaridad 80, el Partido Independentista Polaco, el movimiento Libertad y Paz, Solidaridad Militante y el partido demócrata-liberal «Independencia») era de recibo poner en cuarentena cualquier negociación con el poder comunista.

El 7 de abril de 1989, el Parlamento modificó la Constitución, introduciendo las enmiendas que fueron negociadas en la mesa redonda. La fecha de las elecciones se fijó el día 4 de junio de ese mismo año. Los candidatos al Parlamento eran por una parte miembros de los partidos en el poder (PZPR, ZSL, SD, PAX) y por la otra, personas propuestas por el Comité Cívico de Solidarność.

Señalemos que a finales de los años 80, la policía política intensificó sus operaciones: antes y después de la mesa redonda, ésta intentó sin cesar infiltrar todos los medios ligados a la oposición. Estas operaciones continuaron hasta el otoño de 1989. Parece que a pesar de las concesiones negociadas el poder comunista intentó mantener el control de la vida política del país a cualquier precio y sobre todo de las actividades de la oposición.

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VII. NUEVA CONSTITUCIÓN, NUEVOS PARTIDOS

La «pequeña Constitución» que regulaba las relaciones entre las más altas instancias del Estado, fue adoptada en octubre de 1992 y se inspiraba en la de 1952 con algunas actualizaciones. La nueva «pequeña Constitución» puede considerarse a día de hoy, la continuidad jurídica entre la República Popular y la III República de Polonia, lo que indica que todas las acciones realizadas según la ley en vigor en la época de la República Popular, eran de hecho legales. Por falta de una separación jurídica clara entre los dos sistemas, calificar el poder comunista de régimen criminal se convirtió desde entonces en una afirmación difícil de realizar.

No se adoptó una Constitución totalmente nueva hasta 1997 y paradójicamente se votó estando en el poder un partido comunista. La Constitución de 1997 definió a Polonia como un Estado de Derecho y por ende, democrático.

Conforme a esta nueva Constitución, basada sobre los principios de la separación de poderes según Montesquieu, es una ordenación y distribución de las funciones del Estado, en la cual la titularidad de cada una de ellas fue confiada a un órgano u organismo público distinto. Así el poder legislativo fue confiado a un Parlamento bicameral, el ejecutivo pasó a manos del Gobierno y del presidente y el poder judicial, a las cortes y los tribunales independientes.

La duración del periodo de transición entre las constituciones (de 1989 a 1997) reflejaba en gran medida las carencias y la debilidad del sistema político polaco. En 1989, el único partido que disponía de una disciplina adecuada y los suficientes recursos, era el Partido Unificado de los Trabajadores Polacos (PZPR).El Comité Cívico de Lech Walesa (KLD), estaba lejos de ser homogéneo en materia de política y democracia. La Unión Cristiana Nacional (ZCHN) dirigida por Wiesław Chrazanowski fue creada durante el otoño de 1989 y el Congreso Liberal Democrático (KLD), que tenía como presidente a Janusz Lewandowski, se fundó en febrero de 1990. En mayo de ese mismo año, Lech Kaczyński y su hermano Jarosław fundaron la Alianza Centrista (PC), y Zbigniew Bujak creó en julio el Movimiento de los Ciudadanos por una Acción Democrática, convertido más adelante en Unión Democrática y para ser finalmente Unión por la Libertad tras fusionarse con el KLD.

muchas otras tuvieron una importancia capital, como el regreso a los principios según los cuales la República de Polonia era un Estado de pluralismo político que protegía el derecho de sus ciudadanos a la propiedad privada y garantizaba la libertad de empresa.

Otra de las enmiendas a la Constitución que entró en vigor en marzo de 1990: los gobiernos locales fueron declarados independientes de la administración central y se dotaron de personalidad moral así como del derecho de propiedad. Esta medida permitió a la Dieta adoptar una nueva ley relativa a los gobiernos locales, en virtud de la cual pudieron celebrarse las primeras elecciones libres tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El 27 de septiembre de 1990, se adoptó otra enmienda, que permitía realizar la voluntad del general Jaruzelski esta vez de abandonar su puesto de forma anticipada. Esta enmienda precisaba que un presidente debía ser elegido por el conjunto de la nación a través de unas elecciones generales. Y así volvió una vez más el pueblo polaco a las urnas el 25 de noviembre de 1990 y tras la falta de un claro ganador durante la primera vuelta, se celebró una segunda el 9 de diciembre, tras la cual Lech Wałesa saldría elegido presidente para un mandato de cinco años. Aleksander Kwaśniewski ganaría posteriormente las elecciones de 1995 y 2005, ostentando así el cargo de presidente durante dos mandatos. En la primavera de 1991 y bajo la influencia del presidente, se determinó acortar la duración de la legislatura parlamentaria y se adoptó en junio una nueva ley electoral. El 27 de octubre, tras las elecciones celebradas bajo esta ley, miembros de 29 partidos políticos fueron elegidos al parlamento. Se introdujo posteriormente una nueva exigencia que sería efectiva en las siguientes elecciones, a través de la que los partidos políticos deberían lograr al menos el 5% de los votos y los grupos el 8% para ser representados. Esta condición estaba destinada a evitar la fragmentación del Parlamento y pretendía facilitar la formación de coaliciones. Al contrario de lo que sucedió en las elecciones de 1989, las de 1991 fueron totalmente libres y democráticas. La particularidad del método de democratización de las estructuras del Estado llevado a cabo en Polonia fue el orden: primero se reformaron los gobiernos locales, luego el presidente y por último el Parlamento, todos elegidos de manera democrática. La «Dieta Contractual» de los años 1989 hasta 1991, resultado de un cierto compromiso, existió hasta la introducción de reformas de mayor envergadura, lo que significó que estas reformas se realizaron por los antiguos dirigentes comunistas.

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VIII. REFORMAS

Las modificaciones realizadas en el sistema de partidos de los años 90 no tuvieron efectos duraderos. El mundo político polaco estaba en continuo cambio a medida que se celebraban elecciones legislativas, presidenciales o locales. Aparentemente, solo la ley sobre la financiación de partidos políticos contribuyó a estabilizar el sistema. Especialmente su disposición según la cual únicamente los partidos políticos que hubieran logrado al menos el 3% de los votos durante las elecciones legislativas, podrían beneficiarse de una ayuda financiera del Estado. A día de hoy, de todos los partidos que contaban con elegidos en el Parlamento en 1990, el PSL es el único que sigue aún en activo. Apuntemos igualmente que durante las elecciones de 2007, se atenuó la diferencia entre los partidos poscomunistas y los partidos post-Solidarność.

Polonia parece encontrarse desde ahora, en camino hacia un sistema bipartito donde las posiciones clave estarían en manos de la Plataforma Cívica (PO), liberal, de Donald Tusk y por el partido Derecho y Justicia (PiS), conservador de Jarosław Kaczyński, que pretende gobernar en coalición con otros partidos.

La evolución de la economía estaba íntimamente ligada a la transformación política. Bajo el mandato de Tadeusz Mazowiecki, la persona encargada de llevar a cabo las reformas económicas fue el viceprimer ministro de Finanzas, Leszek Balcerowicz. En el mes de octubre, este último presentó su plan de acción de cara a reformar la economía polaca, incluyendo entre otros, privatizaciones (desmonopolización) y la facilitación del acceso al mercado. Fijó igualmente las medidas necesarias en materia de política presupuestaria y social. El plan de Balcerowicz pretendía someter a la sociedad durante algunos meses, a una terapia de choque que permitiría mejorar el nivel de vida de la población. Según éste, las reformas liberarían el espíritu de empresa de los ciudadanos, amordazado durante tantos años de represión. Las actas se transfirieron al Parlamento en diciembre de 1989 y entraron en vigor el 1 de enero de 1990. La instauración de las reformas económicas provocó inmediatamente una fuerte inflación (los precios del carbón y del petróleo aumentaron en un 400% y el de la electricidad en 300%) y una pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos. Se estableció la convertibilidad interna del Złoty y se suprimió el monopolio del Estado en materia de comercio internacional. La economía, que hasta 1989 fue planificada y estuvo presa de la crisis y de la escasez constante, se transformó en un sistema donde las carencias

El Partido Comunista sufrió también algunas transformaciones aunque únicamente en el plano formal y en una óptica práctica. El XI Congreso del PZPR proclamó la disolución del Partido y la mayoría de sus miembros decidieron crear uno nuevo, el Partido Socialdemócrata de la República de Polonia (SdRP). Este nuevo Partido ni podía ser asociado directamente a los crímenes de la época comunista ni ser acusado por los mismos, así como, al cambiar de nombre, era más fácil para sus miembros administrar las antiguas posesiones.

Las resoluciones de la mesa redonda y la transferencia de poder realizada de forma pacífica, fueron importantes factores que permitieron a la sociedad aceptar la política propuesta por los allegados de Tadeusz Mazowiecki, Adam Michnik y Jacek Kuroń: correr un tupido velo sobre el pasado. En otras palabras, los dirigentes del antiguo régimen no serían objeto de ninguna causa abierta por la justicia y el orden comunista sería reconocido como legítimo. De este modo, los dirigentes del Estado Comunista nunca fueron reconocidos como responsables de sus acciones desde el punto de vista penal. A causa de la existencia de una continuidad jurídica entre la República Popular y la III República, no fue posible llevar ante la justicia a aquellos que, en su lucha contra la oposición, habían infringido las leyes en vigor de la época.

Después de los cambios acaecidos en 1989, mientras la policía y la armada se revestían de naturaleza política, se consideró necesario realizar un estricto control del personal, especialmente en los servicios secretos. A principios de 1990 por tanto, los miembros de la policía política (UB) así como aquellos servicios de espionaje y contra espionaje fueron objeto de investigación, al término de las cuales la mayoría de ellos fueron destituidos de sus cargos.

En 1997, la Dieta votó la Ley de Lustración que exigía una declaración colaboración o no colaboración con los servicios secretos de la República Popular a todos aquellos que aspiraran a una función pública (diputado, senador, etc.) Reconocer la colaboración no era punible pero sí ocultarla.

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IX. ADHESIÓN A LA OTAN Y A LA UNIÓN EUROPEA

Tras la Conferencia de Yalta en 1945, Polonia se encontró sometida a la influencia soviética. A partir de 1995, formaba parte junto a otros países del bloque del Este del Pacto de Varsovia, cuyo objetivo no era otro sino el de proteger su territorio por encima de servir de contrapeso a la influencia de la OTAN. El Pacto dirigía operaciones militares conjuntas, como por ejemplo, la pacificación de las manifestaciones de la Primavera de Praga. Además de su apariencia militar, la experiencia checoslovaca poseía una dimensión doctrinal: se hizo evidente que la soberanía de los diferentes miembros del Pacto de Varsovia estaba estrictamente limitada según la doctrina Brejnev, que señalaba la imposibilidad por parte de un Estado satélite de la Unión Soviética de abandonar la esfera de influencia rusa. Más que la independencia, el Pacto de Varsovia pretendía proteger el socialismo. Fueron los jefes de las fuerzas aliadas del Pacto quienes suscitaron la cuestión de la anarquía polaca en 1980 y 1981; esta cuestión volvió al orden del día en 1988 y en 1989 bajo el impulso de los dirigentes alemanes y checoslovacos. Señalemos que el ejército soviético se había estacionado en Polonia ininterrumpidamente desde 1994.

Además del control militar ejercido por Moscú en territorio polaco, la economía polaca estaba subordinada en una medida tan significativa a las entregas de la Unión Soviética, de la que dependía (Polonia era también miembro del Consejo de Asistencia Mutua). El medio de presión más convincente de Moscú en este sentido era el aprovisionamiento en gas y petróleo. Todas las acciones polacas eran supervisadas y controladas por la Unión Soviética, que se oponía a cualquier mención de políticas de emancipación ya fuera en sentido económico o militar.

Para comprender las relaciones de la época entre Rusia y Polonia, es necesario contextualizarlas en el reparto bipolar de poder entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, que incluía a Polonia en el campo comunista y que además se basaban en un tradición plurisecular de tensas relaciones. Es Rusia a quienes los polacos debían la división de su país, su privatización de nacionalidad y la pacificación brutal de los levantamientos nacionales del país.

internas eran compensadas por importaciones de productos más baratos procedentes del extranjero. Una economía en la que el trabajo era un derecho así como un deber (cuando Polonia era República Popular, las personas que intentaban escaparse eran sancionadas) se transformó en un sistema donde el trabajo era planteado en categorías comerciales según las reglas de la oferta y la demanda. Transcurrido el primer año de reformas, estalló el desempleo, afectando a un millón de personas y el 30% de la sociedad vivía por debajo del mínimo social. En julio de 1991 se abrió en Varsovia una plaza bursátil que al principio contó con tan solo cinco sociedades pero que pronto sería de una gran eficacia, gracias a los mecanismos del mercado y a la privatización del sistema económico.

Sin embargo, a principios de los años 90, las perspectivas de éxito parecían lejanas. Las negativas repercusiones de las reformas se prolongaron en el tiempo más de lo esperado por Balcerowicz. Entre 1989 y 1991, el PIB cayó en un 20% y no fue hasta 1992 cuando registró una ligera mejora (2,5%). Esta alza fue seguida de un 7% en 1997. Lo mismo sucedió con la inflación: 70% en 1991 y 44% al siguiente año antes de caer en un 14% en 1997 y antes de alcanzar el 9,8% en 1999.

La reforma económica de Polonia pudo verse realizada gracias al apoyo de la ciudadanía y a la determinación de los reformadores aunque también fue de gran importancia la ayuda concedida por el Fondo Monetario Internacional y por el Banco Mundial, que prestaron a Polonia un total de dos millones de dólares, destinado a la reconstrucción y el desarrollo. Los acreedores jugaron también un rol positivo: anunciaron la conclusión de un protocolo para el rembolso de la deuda y sobre todo negociaron con el gobierno polaco la supresión parcial de la misma. En cualquier caso, fue el ciudadano medio el que más sufrió las reformas, algo que se manifestaría en las urnas cuando el partido poscomunista ganó las elecciones de 1993 y acabó formando un gobierno de coalición con el PSL. Este gobierno de izquierdas suspendió el programa de reformas liberales hasta que en 1997, tras la llegada a la vicepresidencia y al Ministerio de Finanzas de Balcerowicz, se reinicializaran.

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llevándola a cabo tan solo unos días después junto a su homólogo checo, el presidente Václav Havel en Praga el 26 de febrero de 1999. El 12 de marzo, los ministros de Asuntos de Exterior se lo presentarían a la secretaria de Estado americana, Madelaine Albright.

Las acciones en favor de la seguridad económica y política se llevaron a cabo de la misma manera. En febrero de 1990, Tadeusz Mazowiecki presentó la candidatura de Polonia a las instituciones europeas de Bruselas. El 22 de noviembre de 1991, fecha que se acercaba al hundimiento de la URSS, Polonia concluyó un acuerdo de asociación con la CEE antes de adherirse cuatro días más tarde al Consejo de Europa. La Unión Soviética dejó de existir el 31 de diciembre de 1991.

Tras la ratificación del acuerdo de asociación UE-Polonia por los Estados miembros en febrero, el gobierno polaco presentó una candidatura oficial de adhesión a la UE en abril de 1994. En diciembre de 1998, la UE envió una invitación oficial al Primer Ministro Jerzy Buzek, invitando a Polonia a comenzar las negociaciones de adhesión. Sin embargo la adhesión a la UE se reveló más complicada que a la OTAN. Para cumplir los criterios fijados por la UE, dos gobiernos y dos legislaturas parlamentarias sucesivas (el de Jerzy Buzek, del AWS y el de Leszek Miller, del SLD) emprendieron la gigantesca tarea de adaptar el sistema jurídico polaco al de la UE y de llevar a cabo programas de reformas radicales en materia de seguridad social y salud así como en lo relacionado con la estructura de la administración y de los gobiernos locales. Estas últimas reformas fueron puestas en práctica sobre todo por el gobierno del AWS, que contaba con numerosos antiguos militantes de Solidarność. El último paso se realizó en el año 2000 con la adopción del tratado de Niza que otorgaba a Polonia 27 votos en el seno del Consejo Europeo y la fecha límite para el cierre de las negociaciones se fijó en 2002. El 2003 fue un año de dudas: tras un referéndum organizado el 8 de junio de 2003 sobre la adhesión de Polonia a la UE, en el que el 77% de los polacos se declararon favorables, la Convención de la UE adoptó un nuevo proyecto de tratado constitucional, que reducía considerablemente el número de votos concedidos en el Consejo a Polonia. El diputado Jan Maria Rokita pronunciaría estas célebres palabras: «Niza o morir», que se convertirían en la directriz a seguir en las negociaciones próximas con la UE. A pesar de todos estos obstáculos, Polonia se convirtió en miembro oficial de la Unión Europea el 1 de mayo de 2004.

Es de recibo situar la actitud de la élite intelectual del país en el contexto de la adhesión a la Unión Europea. Después de 1989, los mayores beneficiarios de las reformas políticas fueron los medios

El otoño de 1989 determinó sobremanera las relaciones entre Polonia y la Unión Soviética y mientras Polonia salía adelante a través de un Gobierno ya independiente, se derribó el muro de Berlín. La Unión Soviética atravesaba por aquel entonces una crisis económica extremadamente grave y se acercaba al derrumbamiento. En estas circunstancias el Gobierno de Polonia se giró hacia su vecino occidental tratando liberarse de la influencia soviética. Prueba de ello fue la reunión en Kryżowa entre Tadeusz Mazowiecki y Helmut Kohl.

La situación era semejante a las relaciones entre Polonia y Alemania aunque éstas se encontraban muy deterioradas a causa de los estereotipos negativos extendidos por la propaganda comunista, para quien la República Federal de Alemania representaba una seria amenaza a la integridad de su territorio. Sin embargo, junto a la euforia del hundimiento del comunismo, los polacos apoyaron la voluntad alemana de unificación. Las ceremonias que tuvieron lugar en Kryżowa en el otoño de 1989 tuvieron importantes repercusiones políticas y culturales. Con el tiempo Alemania se convirtió en uno de los más ardientes defensores de la adhesión de Polonia a la UE.

Además de Alemania, los Estados Unidos fueron otra potencia aliada de Polonia. La visita de Lech Wałęsa al Congreso de los Estados Unidos y el discurso que pronunció así como los aplausos que lo recibieron no eran más que nuevos signos de formación de alianzas exteriores. Miembro del Pacto de Varsovia y aliado de Moscú, Polonia se convirtió en un aliado de los Estado Unidos. En 1991, las negociaciones se entablaron con idea de que la armada soviética se retirara de Polonia. Paralelamente, el Comité consultativo del Pacto de Varsovia reunido en Budapest, decidió romper las alianzas militares y disolver el Pacto. El golpe fallido de Guennadi Ianaïev en Moscú y la llegada al Kremlin de Boris Yeltsin fueron los acontecimientos decisivos en la integración de Polonia en Europa occidental. Sin embargo el verdadero giro llegó con la adopción por el Congreso Americano de la Enmienda Brown, que autorizaba a los países pertenecientes al Grupo Visegrád, adherirse a la OTAN. Se demostró que la cooperación con la República Checa y Hungría fue un factor determinante para la adhesión a la OTAN ya que había permitido ampliar la esfera europea de estabilidad política y militar. El 18 de septiembre de 1993 fue un día histórico para los polacos ya que ese día las tropas rusas abandonaron por fin el territorio polaco. Todo un símbolo para un país que fue invadido por los rusos un 17 de septiembre del año 1939.

Polonia fue invitada a unirse a la OTAN en enero de 1999 y el 17  de febrero el Parlamento polaco autorizó al presidente, Aleksander Kwaśniewski, a ratificar el tratado del Atlántico Norte,

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la UE aunque con algunas reservas. Los partidos que se opusieron salvajemente a la adhesión eran la Liga de las Familias Polacas y la Autodefensa de la República de Polonia para quienes consideraban el proceso como una amenaza al país. Sin embargo estos dos últimos partidos no alcanzaron más que el 5% de los votos en las últimas elecciones de 2007.

Witold Pilecki (1901-1948): descrito por Michael Foot en su libro Six Faces of Courage, como uno de los seis hombres más valientes de la época, Witold Pilecki era una oficial de la armada polaca cuyo nombre resonaría ya en la guerra ruso-polaca (1919-1921). Fue uno de los últimos soldados que depondría las armas durante la invasión alemana de 1939. En 1940 fue internado voluntariamente en Auschwitz para organizar la resistencia como prisionero y convenció a más de 500  personas a que se sumaran a la revolución. Después de dos años y medio, logró escaparse y transmitió tanto a las estructuras clandestinas del Estado como al Gobierno polaco en el exilio, un informe detallado sobre los que sucedía en los campos, datos de inmenso valor. Participó también de la insurrección de Varsovia hasta que fue reprimida, combate tras el cual sería enviado a un campo de prisioneros de guerra. Decidió no obstante volver a la Polonia comunista para continuar su lucha clandestina por la independencia del país. Fue arrestado, torturado y finalmente ejecutado por las autoridades el 25 de mayo de 1948. Tras haber sido injustamente condenado a muerte, declaró que el campo de Auschwitz era una pamplina comparado a lo que el poder comunista le había hecho.

Stanisław Pyjas (1953-1977): Stanisław Pyjas era un estudiante de la Universidad Jagellónica de Cracovia. Fue asesinado el 7 de mayo de 1977 por orden de los servicios de seguridad (UB). Había participado en numerosas actividades clandestinas como la difusión de obras independientes o en lo referido a la organización de la asistencia de los oprimidos, lo que le valió para convertirse él mismo en oprimido y ser asesinado poco después. Su muerte causó una gran conmoción entre miles de universitarios que reaccionaron creando un comité de solidaridad independiente contrario a la ideología comunista, encargado de luchar por los derechos fundamentales.

científicos y culturales. Durante más de medio siglo y conforme a la voluntad del poder comunista, las fronteras del país estuvieron cerradas de manera hermética e impenetrable para la gente y las ideas. El mercado de la edición podía ciertamente haberse enorgullecido de haber publicado numerosos libros en la época de la República Popular pero solo los autores aceptados por el régimen eran autorizados a ser publicados, obras que se sometían además a una estricta censura. Los refractarios a las reglas dictadas por el Estado, o peor, que intentaba publicar sus obras a través de las instituciones clandestinas, era inscrito inmediatamente en una lista de autores cuyas obras «no convenía publicar». El mecanismo empleado en el resto de las manifestaciones culturales era el mismo: los autores, actores y poetas «progresistas» estaban especialmente vigilados y los más «reaccionarios» eran eliminados. Era natural que con la caída del comunismo todas las elites creadoras que habían sido reprimidas decidieran participar activamente en la propaganda pro-europea. Lo mismo sucedió con la élite universitaria: gracias a la democracia nuevamente adquirida, los intelectuales podías formar parte nuevamente de la comunidad científica europea.

La iglesia católica también contribuyó a crear un clima apropiado a la adhesión: las autoridades clericales animaron a la población a votar a favor poniendo de ejemplo a Mieszki Ier, quien abrazando el cristianismo, unió su territorio a una Europa universalista en el plano lingüístico y cultural. Las autoridades religiosas insistieron igualmente sobre el hecho de que los polacos podían enriquecer con su religión a la comunidad europea, rencontrando así su lugar en el seno de Europa. La posición favorable de la Iglesia se benefició además del apoyo del Papa Juan Pablo II.

Los partido proeuropeos dominaban igualmente la escena política. Conviene insistir sobre la continuidad y la consecuencia de las acciones llevadas a cabo por los gobiernos sucesivos, incluso aquellos que a menudo eran muy diferentes, como el primer gobierno comunista de Tadeusz Mazowiecki y el gobierno social-demócrata de Leszek Miller. Además de las numerosas similitudes que caracterizaban las acciones emprendidas por los primeros ministros que representaban líneas diametralmente opuestas, hubo lugar sin embargo mencionar ciertas diferencias.

Los miembros de la antigua Unión por la Libertad (Unia Wolności), que reunieron desde entonces las filas del partido demócrata (demokraci.pl) eran todos fervorosos partidarios de la Unión así como los representantes ligados a la Alianza de la izquierda democrática (SLD) y los miembros de la Plataforma Cívica. En base a esta constatación, el ala conservadora de la Plataforma Cívica podría ser percibida como un partido centrista, es decir que era aún favorable a la adhesión de

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Lista de abreviaturas

AWS – Acción Electoral de SolidaridadKLD – Congreso Liberal DemocráticoKOR – Comité de Defensa de los ObrerosKPN – Confederación por una Polonia IndependienteKRN – Consejo Nacional InteriorNSZZ RI – Sindicato Independiente y Autónomo de SolidaridadPC – Alianza Cívica de CentroPiS – Partido «Ley y Justicia»PKWN – Comité Polaco de Liberación NacionalPO – Plataforma CívicaPSP – Partido Socialista Polaco (social-demócrata)PPR – Partido Obrero PolacoPSL – Partido Campesino de Polonia (representante de la comunidad rural y campesina)PZPR – Partido Unificado de los Trabajadores PolacosROPCiO – Movimiento para la Defensa de los Derechos Humanos y LibertadesSD – Partido DemocráticoSdRP – Partido Socialdemócrata de la República de PoloniaSKS – Comité Estudiantil de SolidaridadSLD – Alianza de la Izquierda DemocráticaSP – Partido Obrero (democratacristiano)UB – ‒ Ministerio de Seguridad PúblicaWiN – ‒Movimiento «Libertad e Independencia»ZCHN – Unión Cristiana NacionalZSL – Partido Popular Unido

Jerzy Popiełuszko (1947-1984): Jerzy Popiełuszko era un párroco católico y el capellán de Solidarność. Fue asesinado por las autoridades. En 1980, el clérigo comenzó a apoyar el movimiento por la independencia. Tras la proclamación del estado de sitio, celebró dos misas durante las cuales defendió la verdad y la justicia para los prisioneros políticos, pidiendo a las autoridades su liberación. Conforme al mensaje de Juan Pablo, promulgaba la no-violencia y apoyaba su visión de que el mal debía ser combatido con el bien. Popiełuszko fue un objetivo constante de la represión y de a propaganda comunista. El 19 de octubre de 1984 fue secuestrado y asesinado por miembros del Ministerio de Seguridad Pública (UB). Medio millón de polacos asistieron a su funeral y el Papa Juan Pablo II rezó sobre su tumba. El proceso de beatificación de este heroico clérigo, está en curso.

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REPÚBLICA CHECA: DEL TOTALITARISMO MONOLÍTICO A LAS LUCHAS DE PODER DEMOCRÁTICAS

Hynek Fajmon

República Checa – Česká republika

Superficie: 78.866 km²

Población: 10.209.600 (2006)

Capital: Praga

Lengua oficial: Checo

Moneda: Corona checa (CZK)

Régimen político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 01.05.2004

I. INTRODUCCIÓN

La Historia de Checoslovaquia está íntimamente ligada al régimen comunista totalitario del periodo de 1948 a 1989. En Checoslovaquia la ideología comunista elaborada en Moscú y llevada a los países socialistas del antiguo «bloque del Este», se convirtió en el símbolo del poder totalitario de un partido único que imponía obediencia y que castigaba cruelmente a los ciudadanos que se mostraban críticos con el régimen. El comunismo se convirtió en el símbolo de la completa nacionalización de la economía, de la prohibición de las empresas privadas, del control de los medios, de la destrucción de los valores humanos, de la distorsión demagógica de la Historia y la tergiversación de los acontecimientos de la época.

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estatal. El poder y el rol motor del Partido Comunista de Checoslovaquia estaban garantizados por la Constitución.

Cada cinco años se organizaban elecciones a los organismos representativos sin embargo no eran elecciones completamente libres. Los votantes podían elegir entre las tres posibilidades siguientes:

> Acudir al colegio electoral y depositar en la urna una papeleta única a favor de los candidatos del Frente Nacional, dirigido por el KSČ

> Acudir al colegio electoral y no depositar dicha papeleta> No participar en la elección

Sin embargo el ciudadano que elegía una de las dos últimas posibilidades se arriesgaba a ser sancionado por el régimen, exponiendo así mismo a su familia. Por miedo a la represión la mayoría de los ciudadanos se decantaban por la opción de votar al partido único.

La estructura federal del Estado se mostró como un factor de fundamental importancia para el futuro. La federación fue el resultado de un acuerdo político que se concluyó en 1968. La estructura de los órganos anteriormente descritos era extremadamente complicada, incluso durante la época totalitaria. La viabilidad de este sistema estaba asegurada por el KSČ, cuya fuerza motriz estaba garantizada por la Constitución.

Restablecida la democracia, el bloqueo del proceso decisional se convirtió inmediatamente en el problema constitucional más grave del nuevo régimen. El problema principal concernía al Parlamento federal, concebido bajo la forma de un parlamento bicameral. La Cámara de Diputados del Pueblo contaba con 200  miembros y la Cámara de las Naciones, con 150. En el seno de la Cámara de las Naciones, 75  diputados representaban a la República Checa y 75 a la República Eslovaca. Para adoptar una ley se necesitaba la mayoría simple de cada una de las cámaras así como de la mayoría simple de cada una de las representaciones nacionales en el seno de la Cámara de las Naciones (prohibición de la dominación por la mayoría). Las mayorías requeridas eran aún más importantes para las leyes constitucionales, hasta el punto que estas leyes necesitaban el apoyo de las tres cuartas partes de todos los diputados, lo que las convertía en difíciles de adoptar. Se trataba por tanto de un Parlamento tricameral, una herencia institucional que se mostró particularmente desafortunada para la evolución del país.

El tránsito a la democracia fue complicado en todos los aspectos de la vida y de la sociedad y el plano legislativo no fue una excepción. En Checoslovaquia, el poder legislativo tuvo que asumir a menudo pesadas responsabilidades para lograr un futuro del país factible. Entre 1990 y 1992 llevó a cabo sus tareas con todos los honores. En los momentos en los que el Gobierno federal era incapaz de reaccionar y de mostrar la determinación necesaria, los debates cruciales sobre el futuro de las reformas económicas y políticas, se llevaron a cabo en el seno de la Asamblea Federal. A pesar de las limitaciones por su estructura inadaptada, este órgano tuvo más influencia sobre el futuro del país que cualquier otro parlamento checo posterior.

II. LA NATURALEZA DEL ANTIGUO RÉGIMEN

El sistema totalitario checoslovaco fue instaurado sobre la base del modelo comunista soviético. Presentaba las siguientes características:

> El rol motor del Partido Comunista de Checoslovaquia, protegido por la Constitución> La completa nacionalización de la economía> La prohibición de las empresas privadas> Una economía regida por los planes quinquenales> La restricción considerable de los viajes al extranjero, especialmente hacia los países considerados

como «Estados capitalistas»> El control de los medios para proteger los intereses del régimen y el bloqueo de las fuentes

alternativas de información> La subordinación total de la política extranjera del país a los intereses de la URSS

Desde un punto de vista estrictamente formal, sin embargo, el régimen comunista checoslovaco poseía una constitución escrita que designaba al presidente de la república como jefe de Estado. Esta definición daba al Estado igualmente una estructura federal compuesta por dos repúblicas. En el nivel federal, había un presidente, un gobierno y un parlamento (Asamblea federal, bicameral). En el nivel de las repúblicas, se encontraba el parlamento checo (Consejo Nacional Checo) y el Gobierno checo y Eslovaquia poseía su propio parlamento (Consejo Nacional Eslovaco). Estas instituciones estaban encargadas de elaborar las leyes instauradas en territorio

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Checoslovaco y el Partido Popular Checoslovaco aunque no obstante estaban totalmente subordinados al KSČ y su impacto sobre el funcionamiento del régimen era nulo. Se reprimía la oposición política y sus militantes eran arrestados.

En el cambio de régimen participaron activamente dos grupos. El primero estaba formado por estudiantes de universidades y escuelas secundarias. El segundo, era un movimiento cívico que manifestaba el descontento de la población. Estaba dirigido por los que se mostraban contrarios al régimen, los «disidentes» y se llamó Foro Cívico. Una de las reivindicaciones esenciales de la revolución de 1989 era la organización de elecciones libres, que simbolizaban para los ciudadanos la esperanza del cambio. Seguían el ejemplo de los ciudadanos polacos, húngaros y de otros países de Europa Central, haciéndose eco de las mismas peticiones.

La reivindicación de unas elecciones libres implicaba una reorganización fundamental de todo el sistema político de Checoslovaquia. Las primeras elecciones libres tuvieron lugar en junio de 1990, es decir, siete meses y medio después de la caída del régimen comunista. El primer Gobierno no comunista de Checoslovaquia tuvo que poner en pie un sistema electoral, organizar el registro de los partidos políticos y garantizar la equidad de la campaña y del proceso electoral en un corto periodo de tiempo. Los grupos políticos tuvieron que seleccionar a sus candidatos, atraer a nuevos miembros, llevar a cabo una campaña electoral, preparar programas para la misma y en definitiva, constituir un gobierno democrático. Todas estas actividades eran nuevas para el país y nadie tenía experiencia en este terreno. A pesar de ello las cosas se desarrollaron relativamente bien.

La primera y más importante cuestión que se planteaba la población era la de tomar una decisión sobre el futuro del Partido Comunista así como el destino de las otras organizaciones políticas del régimen totalitario. A este respecto, la opinión pública se encontraba dividida. Los más radicales consideraban que era necesario disolver al KSČ y prohibir su participación en las elecciones libres. En cuanto a los moderados, opinaban que no había ningún problema en permitir que participaran ya que en cualquier caso sería derribado. Este conflicto se alargó durante meses y aún hoy día, la República Checa siente las repercusiones.

> Se anuló el papel motriz constitucional del KSČ> Se adoptó una ley para prohibir la asociación en partidos políticos en los lugares de trabajo y en

el seno de las instituciones públicas

III. EL NUEVO SISTEMA DEMOCRÁTICO

En 1989 Checoslovaquia sufrió un profundo cambio de régimen. Sin embargo apenas cambió la estructura de los órganos constitucionales supremos. Desde el punto de vista constitucional, el cambio de régimen tuvo como único efecto el de abrogar el artículo 4 de la Constitución que garantizaba el papel motriz del KSČ. Las instituciones del presidente, del parlamento federal, del gobierno federal y de los parlamentos y gobiernos nacionales permanecieron idénticas a las estructuras de 1968. Esta situación tuvo un importante impacto sobre la evolución política de Checoslovaquia. El factor más importante fue la aceptación de quorums de voto elevados al Parlamento Federal. Del nuevo reparto de las fuerzas políticas, esta condición provocó el bloqueo del Parlamento federal y acarreó la escisión de Checoslovaquia en dos Estados soberanos.

El Parlamento federal y los parlamentos nacionales, herederos de la época totalitaria fueron restablecidos durante la Revolución de Terciopelo por la marcha voluntaria de las personalidades más comprometidas y por la sustitución de éstas por nuevos diputados procedentes de las filas del bloque hegemónico de la Revolución de Terciopelo, del Foro Cívico (FC) y de su homólogo eslovaco Público Contra la Violencia (VPN). Este proceso comenzó en enero de 1990. La sustitución de los miembros de los órganos constitucionales supremos de Checoslovaquia en el marco de la Revolución de Terciopelo comenzó a nivel del Gobierno federal y se transfirió al seno de los gobiernos nacionales. El cambio de composición de los órganos constitucionales supremos fue el resultado de un acuerdo entre los representantes del antiguo régimen y los dirigentes del OF y del VPN.

El sistema totalitario checoslovaco reposaba sobre el rol motriz del KSČ, que fue definido por la Constitución en sí. Hasta 1989, más de un millón y medio de ciudadanos checoslovacos (sobre el total de una población de 15  millones) eran miembros del Partido. El Partido Comunista estaba organizado sobre un modelo territorial. Poseía antenas en casi todas las ciudades y regiones y también en el seno de las empresas en el mundo profesional. Las organizaciones locales del KSČ estaban por tanto activas, por así decirlo, en todas las escuelas, oficinas, lugares de trabajo. Los miembros del Partido ocupaban la gran mayoría de las funciones importantes en el seno del Estado. Además del KSČ, Checoslovaquia contaba con otros partidos como el Partido Socialista

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Las primeras elecciones parlamentarias libres, basadas en el sistema de la representación proporcional, tuvieron lugar en junio de 1990. Sin embargo, aparecieron algunos conflictos en relación al sistema de representación proporcional, que concernían especialmente a los denominados «votos de preferencia» y «listas de candidatos independientes».

El conflicto relativo a los votos de preferencia planteaba la cuestión de si un elector podía únicamente votar por la lista de un partido, respetando así automáticamente el orden el orden de candidatos definido por el partido o si podía igualmente mostrar un «voto de preferencia» a favor de ciertos candidatos, modificando así el orden de los mismos. Aun así el problema se resolvió rápidamente por un compromiso que instauraba de 2 a 4 votos de preferencia para los diferentes tipos de elecciones.

En cuanto a las listas de candidatos independientes, se trataba de saber si estaría permitido registrar para las elecciones listas de candidatos que no pertenecían a ningún partido, formaciones no afiliadas a un partido o a un movimiento político. Se decidió finalmente que la inscripción sería posible en el marco de las elecciones locales y no en las nacionales.

IV. LOS DESAFÍOS DE LOS PARTIDOS DEMOCRÁTICOS

En Checoslovaquia, aquellos que habían encabezado la revolución democrática tuvieron que enfrentarse poco después a numerosos problemas de gran complejidad. La creación de partidos democráticos y el reclutamiento de miembros para las nuevas organizaciones, era uno de ellos.

Esta cuestión era particularmente delicada porque a pesar de la actitud favorable por lo general, de los ciudadanos hacia los cambios democráticos, manifestaban poco interés por la participación directa en los partidos políticos. Tras la larga dictadura del KSČ, una gran parte de la población consideraba sospechosa la pertenencia a un partido. Razón por la que ganó numerosos adeptos la denominada «no-política», entendido como la posibilidad de participar en la vida política sin pertenecer a un partido o formación. Václav Havel, el primer presidente no comunista de

> Los partidarios del antiguo régimen fueron despedidos de las administraciones públicas, de la policía, de los tribunales y de los otros órganos gubernamentales

> La ley de selección («Screening Act») fue adoptada> Se obligó a registrarse a todos los partidos políticos y estos tuvieron que comprometerse a

respetar los principios democráticos.

Estas medidas tuvieron como consecuencia la considerable restricción de la influencia del KSČ en la sociedad que llevó a su aislamiento social. Los otros partidos políticos que habían estado en activo durante la época del antiguo régimen, pasaron por un periodo de mutación interna y se adaptaron al sistema democrático. El Partido Popular Checoslovaco se adaptó a la nueva situación transformándose en un partido democratacristiano clásico. Por el contrario, el Partido Socialista Checoslovaco, a pesar de su considerable potencial no logró suscitar el interés de los electores y no obtuvo ningún escaño parlamentario en el transcurso de las elecciones libres.

Además de los partidos del antiguo régimen, aparecieron nuevas formaciones políticas. Al contrario que el KSČ, el Foro Cívico y Público Contra la Violencia, no eran aún movimientos realmente organizados. Su base estaba mal definida y sus estructuras organizativas se encontraban aún en estado embrionario. A pesar de estos hándicaps, estas dos formaciones eran las principales fuerzas políticas ya que contaban con el apoyo de una amplia mayoría de la población. Las primeras elecciones libres así lo confirmaron. A pesar de ello, otras formaciones aparecieron afín de participar por primera vez en la lucha política.

Tras la caída del régimen totalitario en Checoslovaquia, hizo falta crear un sistema político instaurado sobre nuevas bases. El principio fundador del nuevo sistema político era la libre competencia entre los partidos políticos. Se instauró por tanto una separación estricta entre los partidos políticos y el Estado propiamente dicho. Estas condiciones fueron definidas a la hora de registrar los partidos, entre las que constaban especialmente, el respecto del sistema democrático del Estado. En definitiva, se definieron las reglas de organización de las elecciones y de las campañas electorales. El sistema se basó en su conjunto sobre la convicción democrática que la responsabilidad gubernamental debe ser confiada a aquellos que obtienen la mayoría de los votos de los ciudadanos durante las elecciones.

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En lo relacionado con las elecciones parlamentarias, el problema era algo menos complicado desde el punto de vista numérico. El parlamento federal checoslovaco contaba con 350 escaños, el parlamento checo con 200 y el eslovaco con 150. En total, fue necesario designar varias centenas de candidatos para ocupar un total de 700 escaños. Todos los partidos políticos tenían la posibilidad de presentar listas y designar a sus candidatos pero tan solo 6 de cada 8 podrían ver que sus candidatos serían elegidos. A pesar de ello, fue necesario proponer varios miles de personas a las listas de candidatos de los partidos políticos.

El Foro Cívico y Público contra la Violencia acordaron otorgar una especial atención a este proceso. Ambos grupos pretendían obtener los mejores resultados tras las elecciones aunque por otro lado, sus estructuras eran las menos desarrolladas. En este contexto seleccionaron un particular método para elegir a sus candidatos.

Foro Cívico decidió que el 50% de las plazas en las listas serían ocupadas por dirigentes del movimiento y que la otra mitad, sería para los candidatos elegidos en las elecciones primarias en las ciudades, los distritos y las regiones. Las plazas impares de las listas serían para los dirigentes del movimiento y las pares pasarían a ser ocupadas por los militantes de las ciudades y zonas rurales. Este planteamiento permitió que tanto los que hicieron directamente en la Revolución de Terciopelo como aquellos que trabajaron a nivel local, pudieran formar parte de las listas. Desde las elecciones parlamentarias de 1992 el Partido Demócrata Cívico, el más influyente del país, instauró un sistema de elecciones primarias internas para todos sus candidatos, que se convertiría con el tiempo en la norma para todos los partidos políticos checos. Así, cualquier candidato al Parlamento debe obtener en primer lugar los votos de los miembros de su propio partido antes de formar parte de ninguna lista electoral y pedir el apoyo de sus electores.

Además de la elección de los candidatos, la cuestión de la organización de la campaña electoral seguía siendo una incógnita ya que Checoslovaquia carecía de cualquier tipo de experiencia en este terreno. Las últimas elecciones libres se remontaban a 1935 y los nuevos partidos y formaciones tuvieron que contratar los servicios de expertos llegados de Estados Unidos o Europa del Oeste. Poco a poco fue naciendo por tanto una primera generación política democrática de la que se extraerían los nuevos directores de campaña checos, invitados por los expertos extranjeros a hacer seguimiento de diferentes campañas en su país de origen.

Checoslovaquia, se declaró partidario de este enfoque y contribuyó durante mucho tiempo a dificultar la formación de partidos políticos.

Y aunque efectivamente la creación de partidos fue intrincada desde el primer momento ‒ puede decirse que el proceso no está terminado tampoco a día de hoy ‒ el nuevo Estado democrático checoslovaco necesitaba decenas de millares de personas para funcionar, especialmente en política local, donde los consejos municipales y las comisiones electorales se encargaban de organizar las elecciones.

El Partido Comunista y el Partido Popular heredaron del periodo totalitario una organización y unos militantes bien establecidos. El Partido Cívico Democrático (ODS) que se convertiría en el principal partido de derechas en el tablero político aunque también el Partido Socialdemócrata Checo (ČSSD) que se convertiría progresivamente en un partido hegemónico de izquierdas, no poseían ninguna base organizativa y comenzaron de cero, por así decirlo después de 1989. El Partido Cívico se benefició de la herencia del principal movimiento revolucionario, el Foro Cívico. El ODS reclutó a una gran mayoría de sus militantes y contaba ya con alrededor de 22 mil miembros en 1992.

El ČSSD no contaba con esta ventaja pero logró recuperar buena parte de sus activos que habían sido nacionalizados por el régimen comunista en 1948. Esto le permitió adquirir rápidamente una sólida posición económica. Construyó poco a poco una máquina de partido basada en antiguos comunistas reformadores, ciertos miembros del antiguo Partido Socialista Checoslovaco y muchas otras organizaciones más modestas. En 1996, el ČSSD contaba ya con más de 15 mil miembros aunque los efectivos de los dos partidos eran a pesar de todo relativamente poco numerosos. Aún hoy, esta insuficiencia limita su capacidad de acción.

Además del alistamiento de nuevos miembros y de la creación de estructuras organizativas otro desafío para los partidos políticos democráticos era la selección de los candidatos para las elecciones municipales y parlamentarias. Se trataba de una difícil tarea, entre otras razones, porque los plazos eran muy cortos. Las primeras elecciones libres en el Parlamento federal y a los dos parlamentos nacionales tuvieron lugar apenas siete meses y medio después de la revolución y las primeras elecciones libres a los consejos municipales se celebraron tan solo un año después e ésta.

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«Regreso a Europa» se convirtió en uno de los eslóganes más eficaces de las campañas electorales tras la caída del muro en 1989.

V. EL PROBLEMA DE LOS GOBIERNOSDE COALICIÓN

La formación de gobiernos democráticos fue uno más de los retos que Checoslovaquia tuvo que afrontar ante su recién estrenada democracia después de 1989. EL primer gobierno no comunista se formó poco después de las grandes manifestaciones ciudadanas en las calles checoslovacas. Sin embargo, no pudo ser considerado democrático en el sentido estricto del término tal y como lo fue el surgido de las elecciones democráticas de 1990.

Estas elecciones vieron nacer a la política checoslovaca de hoy. Un contexto en el que ningún partido político es capaz de obtener los votos suficientes por sí mismo como para formar gobierno y por tanto para lograr la mayoría parlamentaria necesitan unirse entre sí. Esta situación acarrea los problemas propios de los gobiernos de coalición. A la hora de adoptar leyes y emitir votos de confianza, los políticos de los diferentes partidos deben negociar compromisos susceptibles de obtener el apoyo de la mayoría del parlamento. Una realidad que presenta dificultades incluso a día de hoy.

Hasta el momento, la formación de gobiernos se produce en base al siguiente procedimiento: una vez celebradas las elecciones parlamentarias, el presidente invita a formar gobierno al representante del grupo político ganador de las elecciones. Designa por tanto a dicho representante o primer ministro que negociará a continuación con los otros partidos de tal manera que trate de conseguir la mayoría que mejor corresponda a los intereses de su causa y su programa electoral. Esto permite alcanzar compromisos en materia de programa y puestos en el seno del Gobierno. El Gobierno redacta un discurso del programa y pide un voto de confianza al Parlamento en los días posteriores. En el próximo pleno el parlamento debate sobre la cuestión de confianza y vota para otorgar o no la confianza al parlamento. Este voto quiénes son los diputados a favor del gobierno y a la inversa. Este delimita claramente la posición de la coalición gubernamental y de la oposición.

Como sucede a menudo, se demostró que la práctica es la mejor de las escuelas, lo que provocaba que la calidad de las campañas mejorara a medida que se celebraba una nueva elección. También se puso de manifiesto que aquello que funcionaba en Europa del Este no tenía porqué funcionar necesariamente en Checoslovaquia. Por ejemplo, ciertas técnicas de campaña como el puerta a puerta, se aparcaron o no se emplearon en absoluto. Por el contrario, la eficacia de los grandes carteles publicitarios, los pósteres con la imagen del candidato o los panfletos distribuidos por los buzones, quedó demostrada desde la primera campaña. Lo mismo sucedió con los eventos realizados en presencia de actores, músicos y personalidades políticas, que atrajeron, sobre todo al principio, a ingentes multitudes e interesados electores. Sin embargo, con el tiempo, estos encuentros multitudinarios perderían su atractivo. Hoy día, las campañas inciden en el acercamiento personalizado, el uso de Internet y un contacto directo entre el candidato o candidata y el votante.

Salvo la selección de candidatos y la organización de las campañas electorales, los nuevos partidos políticos tuvieron que definir igualmente las prioridades propuestas a los electores bajo la forma de programa electoral. Una vez más, la falta de experiencia hizo que los primeros programas publicados fueran imprecisos y se acercaran más a una declaración jurada que a un programa electoral. No fue hasta las elecciones parlamentarias de 1992 que pudimos asistir a una verdadera confrontación de los programas entre la izquierda y la derecha democráticas.

Los programas electorales reflejaban naturalmente la situación en la que se encontraba Checoslovaquia. En cada partido se constituían pequeños grupos encargados de escribir los programas después de haber consultado a expertos en derecho, economía o política exterior aunque desde el primer momento se demostró que el electorado por lo general se interesaba más bien poco por las propuestas específicas.

La mayoría prefería acercarse a la política a través de eslóganes simples, razón por la que los programas electorales se transformarían en lemas, como por ejemplo el elegido por el Foro Cívico para la campaña de 1990: «Regreso a Europa». Este eslogan simbolizaba el compromiso de Foro a llevar a Checoslovaquia al seno de las democracias europeas, lugar al que había pertenecido antes de la Segunda Guerra Mundial. Este lema simbolizaba además la apertura de las fronteras para los turistas checoslovacos que habían visto privado durante decenios su derecho a viajar libremente.

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Un sistema democrático se define principalmente por las competencias desempeñadas por las principales instituciones (presidente, Gobierno, parlamento) aunque también las características de su sistema electoral o el rol de los tribunales, entre otros, determinan asimismo la calidad de la democracia. Se recomienda por tanto, tomar consciencia sobre los diferentes resultados que comportan unas u otras definiciones de estos diferentes roles.

Tanto en la antigua Checoslovaquia como en la República Checa, la definición de estos parámetros fundamentales para el correcto funcionamiento del sistema democrático, fue objeto de encarnecidas luchas que terminaron por provocar la desintegración de Checoslovaquia en dos Estados soberanos diferentes. Esta disputa política se llevó a cabo sobre todo entre las diferentes instituciones aunque también la sostuvieron las diferentes corrientes políticas. El sistema fue estabilizándose progresivamente y funciona hoy día sin grandes adeptos.

Tanto Checoslovaquia como la República Checa vivieron intensos altercados que acabó enfrentando al presidente con el parlamento. En cierto sentido, se trataba de un conflicto natural. Václav Havel, mascarón de proa de los disidentes, simbolizaba la victoriosa revolución. Apenas cinco semanas después de la revolución, fue elegido presidente por el parlamento, función que ocuparía durante trece años en total, con una única interrupción de seis meses. Havel representaba una autoridad natural y en medio de la convulsión política y económica, gozaba del respeto de una gran parte de la población.

El parlamento, sin embargo jamás representó una autoridad tal a ojos de la población. Incluso el que nació elegido de las elecciones libres se convirtió en impopular cuando demostró una polarización en aumento. La opinión pública no estaba preparada para asistir a enfrentamientos políticos abiertos y de este modo, el parlamento adquirió rápidamente una mala reputación, no era más que un lugar donde los diputados no hacían otra cosa más que pelearse. Como consecuencia, disminuyó su credibilidad de cara a la opinión pública.

Desde su creación en 1918, sin embargo, el sistema constitucional checoslovaco había reposado siempre en el principio de la democracia parlamentaria. Este sistema, bajo una forma reprimida, incluso sobrevivió al régimen comunista y fue restablecido tras la revolución de 1989. Poco después sería el foco de conflictos sobre las considerables competencias entre el parlamento y el

El problema de los gobiernos de coalición se mantiene en el fondo, intacto pero puede manifestarse de diferentes maneras. Se trata esencialmente de la necesidad de alcanzar compromisos, lo que obliga a todos los partidos de la coalición a alejarse de sus programas electorales. Esto provoca tensiones en el seno de los partidos que se manifiestan posteriormente en las actividades del Gobierno. En un sistema gubernamental de coalición por tanto, los conflictos sobre las competencias entre los ministerios, las diferentes interpretaciones de las decisiones adoptadas por el Gobierno y otros problemas parecidos son moneda corriente. Los conflictos en el seno de la coalición en lo relacionado con los ministerios de poder, como el Ministerio del Interior y el de Defensa sino también en el dominio de las informaciones, puede haber graves problemas en cuanto a la estabilidad del Gobierno.

Las dificultades de los gobiernos de coalición están íntimamente ligadas a las características del sistema electoral. De manera general podemos considerar que en una sociedad que presenta gran diversidad étnica, cultural y religiosa, la representación proporcional entama inevitablemente una fragmentación del tablero político y la necesidad de formar coaliciones. Por el contrario, el sistema de la mayoría simple trae consigo generalmente la aparición de dos partidos dominantes que se suceden en el poder. Ambos se encontrarían en disposición de formar gobierno mayoritario por sí mismo. Este sistema permite un funcionamiento más eficaz y las numerosas críticas del sistema político checo preconizan el paso a un sistema mayoritario.

VI. El PARLAMENTO, EL GOBIERNO Y EL PRESIDENTE

Ya sea en un régimen totalitario como en democracia, la lucha por el poder no se acaba nunca. Sin embargo, la democracia está concebida de manera que dicha disputa se realice de manera digna y de forma civilizada en interés de los ciudadanos y de la sociedad en su conjunto. Este resultado está garantizado por el equilibrio de poderes, por el trabajo de los medios libres, por las elecciones libres, por la garantía constitucional de los derechos y libertades de los ciudadanos y por otros mecanismos de control y corrección.

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Invasión de Checoslovaquia en agosto de 1968

Proceso de Milada Horáková. El presidente de la Checoslovaquia comunista, Klement Gottwald.

El presidente de la Checoslovaquia comunista, Gustáv Husák, asiste al desfile del 1 de mayo en compañía de otros jefes del Partido Comunista Checoslovaco (KSC).

El presidente checo Václav Havel.

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Manifestación de apoyo a Václav Havel como presidente de Checoslovaquia. Plaza de la Ciudad Vieja en Praga, el 30 de agosto de 2004. Ciudadanos checos se reunieron para celebrar la adhesión de la República Checa a la Unión Europea.

El secretario general de la OTAN, Javier Solana, junto al primer ministro checo, Miloš Zeman.

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Sin embargo desde 1990 hasta nuestros días, generalmente las relaciones entre el Gobierno y el parlamento siempre fueron buenas. Aunque se haya presentado alguna que otra moción de censura contra el Gobierno, jamás ninguna ha llegado a adoptarse. Y en los casos en los que el Gobierno ha sufrido altibajos a lo largo de la legislatura, el parlamento ha sabido resolver los problemas correctamente.

También las relaciones entre el parlamento y el presidente han sufrido una particular evolución tras la caída del comunismo en 1989. La primera gran etapa de esta evolución fue la elección del primer presidente no comunista poco después de la Revolución de Terciopelo. Gustáv Husák, el último presidente comunista dimitió voluntariamente tras el nombramiento del nuevo Gobierno y el antiguo parlamento se vio obligado a designar a un nuevo presidente. Después de momentos de duda iniciales y tras numerosas negociaciones con su homólogo eslovaco Público Contra la Violencia, el Foro Cívico nombró a Václav Havel como presidente tras un acuerdo firmado en el mes de diciembre de 1989. Cuando se celebraron las elecciones de 1990, con idea de otorgar legitimidad democrática al cargo, se llevó a cabo una nueva elección presidencial y Havel fue relegido. En la primavera de ese año, sin embargo estalló una importante crisis entre el parlamento y Havel, que proponía cambiar el nombre del país. El presidente pretendía suprimir el término «socialista» del nombre del país para devolverle su apelación tradicional de «República Checoslovaca». Los diputados eslovacos se opusieron desde el primer momento y llegó a la conclusión de que lo más correcto sería que el país adoptara el nombre de «República Federal Checa y Eslovaca».

Aunque Havel dimitiría después de conocer el resultado de las elecciones parlamentarias de 1992, tras la escisión de la federación en dos Estados soberanos y después de que se adoptara una nueva constitución checa, decidió volver a presentarse candidato para la presidencia. Ganaría no solo las elecciones de 1993 sino también las de 1998, que con dos mandatos de cinco años cada uno, seguiría al mando de la presidencia hasta febrero de 2003.

presidente. Tan solo la desintegración de Checoslovaquia y la adopción de nuevas constituciones para las dos repúblicas soberanas permitieron resolver esta conflictiva situación limitando el papel del presidente y acordando una mayor importancia al primer ministro, responsable de cara al parlamento.

En una democracia parlamentaria, uno de los roles esenciales del parlamento es el de controlar al poder ejecutivo. Después de 1990, los medios y el público siempre criticaron la manera en la que el parlamento cumplía con este rol. En 1990, se llevó a cabo una transformación radical de la economía que consistía principalmente en la privatización de una parte considerable del patrimonio del Estado. Este proceso dio lugar a errores, de manera inevitable que tuvieron una incidencia sobre las actividades de la legislatura y sobre su actitud de cara al Gobierno.

En la recién estrenada democracia, las relaciones entre el Gobierno y el parlamento eran muy desequilibradas. El Gobierno no era lo suficientemente representativo, lo que hizo que muchos de los proyectos de ley, algunos de importancia capital, fueran rescritos por el parlamento hasta el punto de volverse irreconocibles. Incluso a veces el parlamento tomaba por sí mismo la iniciativa y aprobaba leyes con las que el Gobierno no se sentía conforme. La situación terminó por evolucionar hasta el punto de que la primera iniciativa en materia de legislación la tendría el Gobierno. Los partidos políticos fueron adquirieron progresivamente la suficiente influencia para disuadir en gran medida a sus diputados a la hora de lanzar solos iniciativas legislativas como habían hecho justo después de la revolución.

Tras la formación de un Gobierno de coalición y de una oposición, la cultura parlamentaria comenzó también a materializarse. Como consecuencia, el control del Gobierno es principalmente ejercido por los partidos de oposición y por sus diputados en el Parlamento. Se estableció una práctica que impedía a los diputados de los partidos en el Gobierno que dirigieran preguntas oficiales a sus ministros. Como consecuencia se derivó el hecho de que sean casi siempre los miembros de la oposición los que realicen preguntas formales a los ministros. En materia legislativa, sin embargo, los primeros tendrían la ventaja de poder influenciar de forma definitiva sobre las leyes, posibilidad que los miembros de la oposición ven limitada ya que en numerosas ocasiones sus enmiendas se ven rechazadas por la mayoría gubernamental.

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Oeste. Con el paso del tiempo y viendo que las perspectivas no se cumplían, la opinión pública proyectó toda su frustración sobre el personal político y el parlamento en su conjunto.

Gran parte de las críticas procedían y proceden aún hoy, de los campesinos pertenecientes a movimientos no democráticos del antiguo régimen. Por lo general, se trata de críticas de carácter mediático, como los ataques a los privilegios y salarios de los políticos, la gratuidad del transporte o incluso su labor práctica. Estas cuestiones suscitan a menudo una crítica demagógica del parlamentarismo. El resultado de esta diatriba, normalmente justificada, es la frustración de los electores y su reticencia a participar en las elecciones. Consideran que todos los políticos son iguales y que poco importa el partido y por lo tanto, no merecen ningún apoyo.

VII. LA TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA

Los cambios acaecidos en Checoslovaquia en el año 1989 se basan en el abandono de un régimen totalitario y en el restablecimiento progresivo de la democracia y la economía de mercado. En materia constitucional y jurídica, el rol preponderante del KSČ fue abrogado inmediatamente y el parlamento y el Gobierno retomaron un normal funcionamiento. En materia económica, se restablecieron la propiedad y la empresa privada. Esto dio lugar a una privatización masiva de todos los sectores de la economía checoslovaca. En cuanto a la política de exteriores, el país logró hacer que el ejército soviético se retirara rápidamente y disolvió el Pacto de Varsovia y el Consejo de Asistencia Mutua.

Los dirigentes políticos del nuevo régimen, estaban convencidos de que era absolutamente necesario modificar la política económica checoslovaca. Por el contrario, las opiniones de las diferentes corrientes políticas variaban considerablemente en cuanto a la forma de proceder en esta transformación. Los diferentes partidos estaban de acuerdo sobre la necesidad de poner fin a la planificación central de la economía, de autorizar a las empresas privadas y de privatizar la economía, que había sido completamente nacionalizada durante el comunismo. El Gobierno lanzó las diferentes etapas de la reforma económica aunque tanto la Asamblea Federal como los Consejos Nacionales tuvieron la última palabra.

Durante sus mandatos surgieron conflictos de competencias con los gobiernos y los parlamentos sucesivos, especialmente en los siguientes puntos:

> El papel del presidente en la formación de Gobierno (sobre todo en lo relacionado con la designación del primer ministro)

> La designación de los miembros del Tribunal Constitucional y del Consejo Bancario del Banco Central, por parte del presidente.

Estos problemas fueron provocados en parte por una definición ambigua del procedimiento en la constitución checa aunque también por diferentes concepciones políticas sobre el papel de dichas instituciones.

El problema de la credibilidad del parlamento a ojos de la opinión pública es un fenómeno muy complejo. La prueba está en las diferentes evoluciones simultáneas. Desde un punto de vista totalmente objetivo, hubo en primer lugar, un descenso de la tasa de participación en las elecciones legislativas en concreto y más en general a las elecciones a todos los órganos representativos. Este fenómeno es tanto más particular que lo fue la principal reivindicación de los ciudadanos durante la Revolución de Terciopelo de poder participar en las elecciones libres. Cuando éstas se instauraron, los ciudadanos comenzaron a perder el interés y la tasa de participación disminuyó sistemáticamente en cada una de las elecciones. En las primeras elecciones parlamentarias, la tasa era del 96,8%, en 2002, apenas alcanzó el 58%.

El problema de la credibilidad del parlamento está íntimamente ligado al complicado proceso de creación de partidos políticos democráticos. En una democracia parlamentaria libre, nadie está obligado a participar en las elecciones y el Estado no puede castigar a los que no lo hagan, como sucedía bajo el régimen totalitario. En principio son los partidos políticos los principales actores del proceso. Deben presentar sus programas con idea de atraer a las urnas al máximo de electores. Sin embargo, el problema es generalmente que la población tiene expectativas muy altas que son incompatibles con la realidad económica y con las posibilidades reales del Estado.

Durante la Revolución de Terciopelo e incluso algunos meses después, muchos pensaron que Checoslovaquia alcanzaría en pocos años, aunque a duras penas, el nivel de vida de sus vecinos del

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El tercer método era el conocido como «privatización por cupones» y concernía principalmente a las grandes empresas industriales, comerciales, bancarias y agrícolas. El Gobierno elaboró una lista de varios centenares de empresas nacionalizadas, las convirtió en sociedades a través de acciones y distribuyó entre los ciudadanos documentos denominados «cartilla de cupones» a cambio de un modesto derecho de inscripción por mil CZK (unos 40  dólares americanos). Se organizaron a continuación varios ciclos de ventas de las acciones a nuevas empresas en subastas públicas. Este proceso transformó a las empresas del Estado en empresas privadas de accionistas minoritarios. De forma paralela se creó un mercado bursátil así como el sistema denominado «RM-System» permitiendo el intercambio de estas nuevas acciones.

El cuarto y último método de privatización consistió en la venta directa de ciertas empresas, sacándolas a concurso. El ejemplo más logrado lo tenemos con la venta de ŠKODA, el único fabricante automovilístico checoslovaco, al grupo alemán Wolkswagen. Sin embargo, el método de la venta directa fue utilizado igualmente por centenares de empresas más pequeñas. A falta de capital suficiente en Checoslovaquia, estas empresas fueron a menudo vendidas a propietarios extranjeros.

Además de la privatización, Checoslovaquia vivió igualmente una liberalización y una desregulación importante de la economía. La liberalización de los precios fue el factor más importante para la evolución de la misma. En tiempos del régimen totalitario, los precios estaban totalmente controlados por la Oficina Federal. Un productor no tenía derecho a determinar el precio de sus mercancías. Un principio que se abandonó completamente en beneficio de un sistema liberal en el que el productor determinaría el precio de su producto o de su servicio en función del mercado. Salvo algunas excepciones (viviendas, agua o gas), los precios estaban completamente liberalizados. Teniendo en cuenta que los precios habían sido mantenidos a un nivel artificialmente bajos en la época totalitaria, aumentaron alrededor del 60% ya en las primeras fases de la liberalización, para estabilizarse a continuación. La tasa de inflación bajó progresivamente hasta un 10% por año. Alrededor de 10  años después del cambio de régimen, la inflación descendió alrededor de un 5% por año.

El nuevo Gobierno checoslovaco comenzó por instaurar las reformas aprobadas por unanimidad por los políticos del nuevo régimen. Una de las primeras medidas tomadas fue la disolución de todos los organismos encargados de la planificación económica. En Checoslovaquia se trataba por tanto de disolver la Comisión del Estado sobre planificación, que determinaba incluso lo que debía producirse y de qué manera. En el plano internacional, la transformación de la política económica de Checoslovaquia y de los países del antiguo bloque comunista en Europa Central y del Este, trajo consigo la disolución del Consejo de Asistencia Económica Mutua, organización totalitaria encargada de coordinar las políticas económicas de todos los países del régimen soviético.

Todos los partidos estaban convencidos de que autorizar nuevamente a las empresas privadas, era una necesidad, tras cuarenta años de prohibiciones. A principios de los años 90, aparecieron tiendas y empresas privadas, mientras que el Gobierno lanzaba el programa de privatización de la economía. En Europa, Checoslovaquia había sido el país de la URSS más nacionalizado, donde el sector privado había desaparecido casi por completo. El nuevo Gobierno deseaba modificar fundamentalmente la estructura de la propiedad ya que estaba convencido de que las empresas privadas tendrían un impacto positivo en la evolución económica del país.

Se utilizaron cuatro métodos principalmente para llevar a cabo la privatización. El primero fue el denominado «pequeña privatización» y consistía en vender los pequeños comercios y empresas que previamente pertenecían al Estado, en las subastas públicas. Se practicó principalmente en el sector servicios y en el comercio y fue rápida y exitosa. Con el tiempo llegaron a privatizarse varias miles de unidades de explotaciones.

El segundo método consistía en restituir los bienes nacionalizados a sus propietarios originales. Esta ley logró devolver muchos miles de infraestructuras comerciales que habían sido nacionalizadas con la llegada del régimen comunista el 25  de diciembre de 1948 y permitió la creación de un grupo de propietarios de bienes inmobiliarios e infraestructuras comerciales capaces de adaptarse rápidamente al mercado libre.

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> La rehabilitación extrajudicial es el proceso a través del cual quedaron anuladas por ley las condenas injustas de todo el periodo comunista. A este procedimiento se sumaron una serie de indemnizaciones financieras por los años pasados en prisión. Poco a poco todas las víctimas del régimen totalitario obtuvieron una indemnización.

IX. LA DISOLUCIÓN PACÍFICA DE CHECOSLOVAQUIA

Aunque pueda parecer paradójico, la República Checa debe su existencia a los eslovacos. Poco tiempo después de la revolución de 1989, quedó manifiesto que las élites políticas eslovacas se sentían al margen en Checoslovaquia. Todo comenzó en la primavera de 1990 cuando la Asamblea federal lanzó el debate sobre la propuesta del presidente Václav Havel de suprimir la palabra «socialista» del nombre del país. El presidente pretendía rebautizar el país como «República Checoslovaca» pero los diputados eslovacos, no del todo convencidos lograron que se adoptara el apelativo, un poco desacertado, de «República Federal Checa y Eslovaca». Este conflicto abrió la vía al proceso de desintegración de Checoslovaquia, que desde mi punto de vista era inevitable dada la situación política de la época.

Las élites políticas eslovacas fueron los principales instigadores de la desintegración del país. Defendían los verdaderos intereses de los electores eslovacos, que estaban claramente menos hartos que los checos por el periodo de 1968-1989. La diferente percepción de este periodo histórico en las dos partes de la federación fue la principal razón de la escisión del país. Mientras que la sociedad checa conoció uno de los periodos más sombríos de su Historia reciente después de 1968, la sociedad eslovaca vivió entonces un periodo de gran progreso. La federalización de Checoslovaquia realizada en 1968 permitió la modernización de Eslovaquia así como la transferencia de fondos masivos desde la República Checa hacia Eslovaquia. Eslovaquia se aprovechó también de su posición geográfica respecto al Pacto de Varsovia. Las grandes fábricas armamentísticas checoslovacas fueron construidas en Eslovaquia con idea de garantizar su protección en caso de que se produjera un posible conflicto armado en la frontera entre la República socialista checoslovaca y la República Federal de Alemania.

VIII. AFRONTAR LA HERENCIA DEL PASADO

En el transcurso de los primeros años que siguieron a la revolución, el poder legislativo permitió afrontar en parte al menos la herencia del pasado. De manera general, se puede considerar que ningún otro parlamento buscó afrontar el pasado comunista con tanto vigor como la Asamblea Federal de 1990 a 1992. Superar la herencia dejada por un régimen totalitario es un proceso extenuante que comenzó en Checoslovaquia en 1989 y que continúa aún hoy. Retrospectivamente, las medidas que se tomaron posteriormente por el régimen parecen positivas:

> La ley relativa a la restitución de los bienes logró devolver sus propiedades a muchos de los que verían cómo el régimen comunista se las confiscó con idea de nacionalizarlas. Esta devolución se aplicó tanto a las tierras como a los bienes inmobiliarios y a las empresas. Esto permitió encontrar rápidamente propietarios preocupados por hacer fructificar sus bienes, hecho que sentó las bases del restablecimiento de la economía de mercado.

> La ley de selección evitó que aquellos que habían integrado o colaborado con los servicios secretos así como los máximos responsables del antiguo régimen, no pudieran ser nombrados en importantes puestos de la administración pública. Esta ley permitió deshacerse progresivamente de altos funcionarios del antiguo régimen en las administraciones públicas. Sin embargo, la ley de selección no se aplicaba a las elecciones, algo que permitió que numerosos colaboradores de la seguridad del Estado, se convirtieran en diputados al Parlamento.

> La disolución de las instituciones del antiguo régimen y el abandono de sus símbolos también se mostró como una técnica eficaz. Este proceso consistió principalmente en rebautizar todas las instituciones y a darles los nombres que habían llevado antes de la instauración del régimen comunista. De este modo, por ejemplo, los responsables de las ciudades y comunas pudieron llamarse de nuevo alcaldes. Por otra parte, la palabra «socialista» se suprimió del nombre del Estado y los días festivos y el contenido de todos los manuales escolares fueron rápidamente modificados.

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Desde su creación el 1 de enero de 1993, la República Checa persiguió su objetivo de integrar a las organizaciones internacionales del Occidente democrático. Su adhesión a la OTAN, en 1999, constituyó la primera etapa de este proceso. La última concluyó con la adhesión a la UE en 2004.

En materia de política de exteriores, la República Eslovaca se encuentra en una situación más complicada. Los gobiernos Mečiar aislaron Eslovaquia de las instituciones del Occidente democrático. Eslovaquia necesitó más tiempo para adherirse a la OCDE y la OTAN, organismos de los que formaría parte en 2000 y 2004 respectivamente. En 2004, se realizó su adhesión a la Unión Europea, donde se volverían a encontrar los dos Estados sucesores de Checoslovaquia para formar parte de la misma familia de Estados democráticos europeos.

Esta diferencia de percepción de la Historia común fue un importante factor que contribuyó a la escisión del país. Las opiniones de las dos partes en cuanto a los personajes más importantes de la Historia checoslovaca moderna ilustran perfectamente esta divergencia, como por ejemplo el hecho de que los checos consideren que Tomáš G. Masaryk es el compatriota más importante del siglo XX, título que por el contrario los eslovacos otorgan a Alexander Dubček. Lo mismo sucede con la figura del fundador de Checoslovaquia o aquel que logró su federalización. Estas divergencias también alcanzan las diferentes percepciones del Estado. Los checos consideran Checoslovaquia como su país y se identifican completamente con él, mientras que los eslovacos no comparten este sentimiento. Su principal preocupación siempre fue Eslovaquia y Checoslovaquia no representa para ellos más que una especie de mecanismo de protección colectiva.

Estas diferencias de actitud hacia el Estado se manifestaron durante la campaña de las elecciones parlamentarias de junio de 1990. Durante esta campaña, el Foro Cívico hizo uso en toda la República Checa del eslogan: «Regreso hacia Europa». El principal movimiento político eslovaco, Público contra la Violencia, utilizó un eslogan completamente diferente: «Hola, Eslovaquia». Estas diferentes expresiones políticas manifestaban claras divergencias en los objetivos de ambas élites políticas, diferencias que aceleraron el proceso de desintegración.

Dicha desintegración, que se realizó en apenas seis meses, fue el resultado de un acuerdo entre los representantes políticos de la República Checa y los de la República Eslovaca. La separación se fijó para el día 1  de enero de 1993. Las dos nuevas repúblicas sucedieron a Checoslovaquia, un acontecimiento de gran relevancia para los dos países. Esta sucesión significó para Eslovaquia la protección ante una posible reivindicación de Hungría y e ídem para la República Checa con respecto a Alemania. Las delegaciones políticas de los dos nuevos Estados decidieron apoyarse mutuamente ante terceros países en todas las cuestiones relativas a su pasado común. Este acuerdo existe aún hoy día y ha dado buenos resultados para los dos países.

La República Checa entró en la escena política mundial el 1 de enero de 1993 y se mostró muy activa desde el primer momento. Logró superar relativamente rápido los problemas relacionados con la renegociación de todos los tratados internacionales. Los tratados más importantes se concluyeron con Alemania y con la Comunidad Europea. Tras su creación, la República Checa ganó rápidamente la confianza de la comunidad internacional. La mejor prueba es su elección en 1994, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

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Lista de abreviaturas

KSČ – Partido Comunista de Checoslovaquia (Komunistická strana Československa)FC – Foro Cívico (Občianské fórum)VPN – Público contra la Violencia (Verejnosť proti násiliu)ODS – Partido Cívico Democrático (Občanská demokratická strana)ČSSD – Partido Social-demócrata Checo (Česká strana sociálně demokratická)

Milada Horákova: mujer política checoslovaca acusada de conspiración y de traición por los comunistas. Ejecutada en 1950. Estudió Derecho en la Universidad Carolina de Praga. El año en que obtuvo su diploma, 1926, se adhirió al Partido Nacional Socialista Checoslovaco. En 1940 fue arrestada por la Gestapo y condenada a muerte desde un primer momento aunque vio su pena reducida a la de cadena perpetua y fue deportada al Campo de concentración de Theresienstadt primero y después en diversas cárceles alemanas. Tras su liberación en 1945, fue elegida diputada a la Asamblea Nacional, puesto del que dimitirá tras el Golpe de Praga de 1948. Arrestada nuevamente por el régimen comunista, fue acusada de conspiración contra el régimen comunista. Milada falleció ahorcada en la Prisión de Pankrác el 27 de junio de 1950.

Václav Havel: fue un político, escritor y dramaturgo checo. Fue el último presidente de Checoslovaquia y el primer Presidente de la República Checa. En 1977 su participación la Carta 77, del que Havel fue uno de sus fundadores y mayor exponente, le valdría una temporada en prisión aunque se ganaría fama internacional como jefe de filas de la oposición. En 1989 se convirtió en la gran figura de la Revolución de Terciopelo.

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RUMANÍA: DE LA DEMOCRACIA AL TOTALITARISMO Y A LA INVERSA

Virgil Tarau

República de Rumanía – Republica Socialistă România

Superficie: 238.390 km²

Población: 21.266.700 (2006)

Capital: Bucarest

Lengua oficial: Rumano

Moneda: Leu (ROL)

Régimen político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 01.01.2007

I. INTRODUCCIÓN

Considerada en su origen como una acción común y complementaria a la participación en la OTAN, la adhesión de Rumanía a la UE se presentó como un proceso largo y difícil. Rumanía presentó su candidatura de adhesión el 22 de junio de 1995 y obtuvo el estatuto de país candidato en diciembre de 1999, cuando el Consejo Europeo reunido en Helsinki decidió entablar negociaciones no solo con ésta sino también con Eslovaquia, Letonia, Lituania, Bulgaria y Malta en febrero del año 2000. Para convertirse en miembro de la Unión, Rumanía debía respetar los criterios de Copenhague: criterios políticos (instituciones estables garantes de la democracia, un Estado de Derecho, el respeto y la protección de las minorías), económicos (una economía de mercado funcional, capaz de hacer frente a la competencia en la Unión) y jurídico-administrativas (estructuras administrativas capaces de trasponer y de instaurar el acervo de los tratados constitutivos, una legislación adoptada conforme a estos tratados y la jurisprudencia del Tribunal de Justicia europea).

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aquellos que tenían ascendencia rumana. La consolidación territorial fue seguida por una serie de reformas políticas, económicas y sociales. Si la unificación política se llevó a cabo relativamente pronto, gracias a las actas administrativas de 1919-1920 y a la reforma constitucional de 1923, la evolución social, económica y judicial, fue progresiva. Sin embargo estas transformaciones afectaron principalmente al medio urbano y no tanto al rural a causa de sus raíces tradicionalistas y conservadoras. En esos límites, el régimen político rumano evolucionó hacia un paradigma democrático hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Los países de Europa Central y oriental fueron, año tras año, sometidos al autoritarismo y se vieron obligados a renunciar a la democracia. Solo Rumanía y Checoslovaquia respetaban los principios democráticos a finales de la Primera Guerra Mundial.

Los cambios aparecidos en Europa durante la década de los anos 30  y los 40  influenciaron igualmente al Reino de Rumanía. La democracia parlamentaria cedió el lugar a una dictadura en Bucarest, como en muchas de las otras capitales europeas. Hicieron falta seis años (23  de agosto de 1944) para que Rumanía pusiera fin a su guerra contra los Aliados y lograra la paz. El derrocamiento del régimen del mariscal Ion Antonescu, sin la ayuda de los soviéticos, permitió a las élites políticas del periodo de entreguerras y a la monarquía bajo los auspicios del rey Michel I, renovar el nexo constitucional con el régimen democrático de entreguerras. Si en otros países de Europa del Este, las élites buscaban una «tercera vía» entre el comunismo y el capitalismo, la mayoría de la sociedad rumana deseaba volver a los valores del sistema político democrático constitucional, desestructurado después de 1938. En consecuencia, cuando el Ejército Rojo entró en Bucarest en septiembre de 1944, encontró instituciones centrales y responsables así como autoridades que no solo representaban al Estado rumano independiente sino que contaban además con un importante apoyo popular.

A pesar de ello, las instituciones democráticas rumanas sufrirán presiones ideológicas constantes con el apoyo directo de la Unión Soviética, que pretendía transformarlas en base a los deseos de los dirigentes comunistas. En el otoño de 1944, los comunistas rumanos apoyados directamente por los representantes soviéticos de la comisión de control aliada, lograrán obtener una representación importante en las estructuras gubernamentales. El régimen político rumano se convirtió en extremadamente inestable y sobrevivió tan solo hasta la primavera de 1945 a causa de las imposiciones soviéticas y acciones perpetradas por los comunistas rumanos de cara a reforzar su representación en el seno del ejecutivo.

Las negociaciones de adhesión comenzaron el 15 de febrero del 2000 y se lograron cuatro años más tarde, a finales de 2004. De los 31 capítulos negociados, aquellos que presentaron más dificultades fueron los relacionados con la justicia y asuntos de interior como la agricultura, la energía o la competencia. Para facilitar las negociaciones de adhesión, se puso en marcha una estrategia de preadhesión, basada en los acuerdos de asociación. Al término de estas negociaciones, Rumanía firmó el tratado de adhesión a la UE, el 25 de abril de 2005.

El regreso de Rumanía al seno de las estructuras europeas ilustra no solo una dimensión de la política exterior sino también la difícil transición después del comunismo. Pese a que durante la segunda mitad del siglo XIX Rumanía era un país democrático, el camino de regreso hacia ésta fue largo e intrincado.

II. DE UN ESTADO MODERNO A UN RÉGIMEN TOTALITARIO

Aparte de los largos procesos inherentes a la evolución de los sistemas económicos y sociales, la Historia contemporánea de Europa se define a partir de ciertos momentos políticos que fueron determinantes. Estos acontecimientos, que van desde las revoluciones de 1848 hasta las dos guerras mundiales del siglo XX, pasando por la guerra franco-alemana y la guerra ruso-otomana a finales del siglo XIX, permiten observar los destinos comunes y divergentes de los Estados europeos.

A mitad del siglo XIX, en una Europa marcada por la aparición de Estados basados sobre principios políticos modernos, el Estado rumano moderno fue creado del cruce de tres imperios diferentes: el Imperio Otomano, el Imperio Ruso y el Imperio Austrohúngaro. Después del Tratado de París de 1856, los principados de Valaquia y Moldavia pasaron a estar bajo el protectorado de las potencias europeas y poco después se unificaron bajo la égida de Alexandru Ioan Cuza. Después de su independencia en 1878 y su reconocimiento como reino soberano en 1881, el Estado rumano entró en un periodo de reformas políticas, económicas y sociales.

Al final de la Conferencia de Paz de París, que ponía fin a la Primera Guerra Mundial, el Gobierno rumano consiguió reunir dentro de los límites de sus fronteras a prácticamente todos

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ciudadanos fue total. En 1947 se lanzaron cinco grandes campañas de arrestos por motivos políticos. En febrero y en mayo de ese mismo año, el Gobierno comunista se ensañó con los simpatizantes y los miembros locales del Partido Nacional Campesino y del Partido Nacional Liberal. Los arrestos y las penas de prisión se llevaban a cabo al margen de cualquier proceso judicial ya que los procedimientos eran dictados por dos decretos secretos del Ministerio del Interior (nº  50.000 de enero y nº  18.000 de mayo de 1947). Más de cien mil personas fueron víctimas de estas acciones. La campaña de destrucción del Partido Nacional Campesino se inauguró en el verano de 1947 cuando sus dirigentes fueron arrestados y condenados por «traición a la nación». Se sucedieron intensas oleadas de violencia de cara a homogeneizar la sociedad rumana. El proceso de pauperización que comenzaría con la destrucción de las bases económicas de las antiguas élites por la reforma monetaria de agosto de 1947, fue seguido por la introducción de los métodos de tasación progresiva que afectó sobre todo a la clase media y alta.

III. LA RUMANÍA COMUNISTA (1948-1989)

Tras la abolición de la monarquía a principios de 1948, Rumanía se convirtió en una república popular, a imagen y semejanza de otros Estados de la región. Las características del régimen rumano se describen a continuación:

> La dominación de un partido único. Durante todo este periodo, el poder fue ejercido en base a un monopolio político, por el Partido Comunista Rumano (denominado Partido de los Trabajadores Rumanos de 1948 y 1965). Su dominación quedó reflejada en las tres Constituciones de este periodo (1948, 1953 y 1965).

> El ejercicio del poder según sus propias leyes, gracias a la policía secreta (Securitate ‒ Departamento de Seguridad del Estado), el ala armada del Partido en el conflicto con sus enemigos reales o imaginarios.

> La destrucción de la sociedad civil y la homogeneización forzada de la población sobre la base de un proceso de ingeniería social, con el objetivo de construir una nación socialista. La atomización social y la ausencia de toda garantía constitucional relacionada con el respeto

El efecto de estos dos factores combinados causó la caída de tres Gobiernos entre agosto de 1944 y febrero de 1945, fecha en la que los soviéticos impondrán la institución de un Gobierno no representativo en Rumanía bajo la presidencia de Petru Groza, Gobierno dominado por los comunistas, que ignoraban y ridiculizaban los principios asumidos por Stalin en la Conferencia de Yalta.

La exclusión de los partidos democráticos (el Partido Nacional Campesino y el Partido Nacional liberal) de las estructuras gubernamentales fue seguida poco después por la introducción de varias medidas populistas con la intención de ganar seguidores a favor del Gobierno de Groza, a través de medios represivos creados para marginalizar a las antiguas élites. La purga de la administración pública, judicial, de la policía y del ejército, además de una agresiva campaña de monopolización de las comunicaciones y el transporte, llevó al deterioro absoluto del entorno político en el verano de 1945. El rey Michel intentó solucionar la situación. El 21 de agosto de 1945, decretó la «huelga Real» a través de la que se negaba a firmar cualquier acta del Gobierno hasta que ésta fuera reorganizada en el respeto a los principios de los acuerdos de Yalta. La acción del rey no tuvo ninguna consecuencia práctica ya que las promesas hechas después de la conferencia de Moscú en diciembre, no fueron secundadas por los dirigentes comunistas en Bucarest. Sin ningún apoyo social, estos, con bellas palabras, dejaron que el pueblo creyera hasta las elecciones presidenciales del 19 de noviembre de 1946, que una evolución democrática sería posible. Las elecciones otorgarán a los comunistas una legitimidad aparente… por supuesto gracias al fraude electoral a gran escala. Incluso aunque las potencias occidentales estaban al corriente de la violación de los criterios democráticos en materia electoral, en un contexto donde las relaciones internacionales se habían visto también deterioradas y en un escenario en el que se respiraba una inminente Guerra Fría, reconocieron el resultado de las elecciones.

Tras esta victoria electoral, el Partido Comunista se quitó la careta y dejando a un lado cualquier comedimiento, lanzó una agresiva campaña contra todo aquel que fuera considerado oponente.

El año 1947 estuvo marcado por el paso de un régimen «democrático popular» a la «dictadura del proletariado». A finales del año, las instituciones políticas del Estado democrático fueron suprimidas, la monarquía se remplazó por una república y el Parlamento se convirtió en la Gran Asamblea Nacional. Los partidos políticos tradicionales fueron bien eliminados bien marginalizados. Las estructuras específicas de la sociedad civil y los diferentes tipos de asociación, fueron disueltos en el segundo semestre de 1947. Además de las transformaciones institucionales y de los procesos de alteración de las estructuras económicas, el terror desplegado para con los

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1944 y 1958, el primer periodo, el PCR logró eliminar o marginar a través del terror, a todos sus oponentes. Simultáneamente se asistió a la creación de un nuevo marco constitucional correspondiente a la ideología comunista y a la integración de los principales sectores de la sociedad en el nuevo orden sociopolítico. La nacionalización de los medios de producción, así como la estabilización monetaria, la legislación referida a las cargas industriales y el principio de la planificación económica, destruyeron una parte importante de la base económica del país. Tras la reorganización económica, se llevaron a cabo las reformas comunistas del sistema educativo y cultural, que consistió sobre todo en la destrucción de centros de la sociedad civil y en la subordinación de la vida intelectual y cultural. En 1948 el régimen comunista adoptó la ley sobre las confesiones religiosas, llamando a la disolución de la Iglesia católica oriental (griega). La ley se centraba en otro sector de la sociedad rumana, la religión, elemento recurrente de ciertos valores tradicionales y democráticos. Se lanzó además una campaña contra el campesinado rumano. La colectivización de la agricultura duró hasta 1962 y fue un proceso doloroso que afectó la esencia social, económica y humana del pueblo rumano.

El proceso de reforma de la sociedad rumana se lanzó en un contexto donde el terror era generalizado contra todos aquellos que se distanciaban de los valores ideológicos y políticos promulgados por el régimen. La represión de la antigua élite se llevó a cabo en tres etapas: 1944-1948, 1948-1954 y 1956-1964. No fue hasta 1955 y tan solo durante este año, que el régimen comunista pondría freno a sus políticas represivas para no ser demasiado mal visto en las reuniones de Ginebra. Es difícil dar una cifra del número exacto de víctimas de la represión. Ni las autoridades comunistas pudieron hacer esta estimación. En una declaración realizada en 1952 por el ministro del Interior, Teohari Georgescu afirmó que desde 1945, un total de cien mil personas habían sido objeto de represiones. Si el número de personas afectadas estaba en continua evolución, las categorías de culpables, definidos ideológicamente en términos de «odio de clase», estaban claramente especificadas, lo que permite describir las etapas de las acciones realizadas contra las diferentes categorías sociales, económicas y políticas al menos hasta 1952: altos funcionarios del periodo de Antonescu (1945-1946); dirigentes de los partidos políticos tradicionales (1946-1952); miembros de la organización fascista la «Guardia de Hierro» (1944-1952); personas que se manifestaron públicamente contra los comunistas y sus aliados durante las elecciones de 1946 (de febrero a mayo de 1947); antiguos funcionarios del periodo de entreguerras y la élite cultural y religiosa (1948-1952). Todos estos individuos fueron arrestados y sus familias, privadas de los

de los derechos y libertades individuales, generaron importantes abusos por parte del Estado de cara a los ciudadanos. Numerosos ejemplos (crímenes, arrestos, condenas por motivos políticos, política de incitación a los nacimientos forzados o racionalización alimentaria) ilustran el desprecio del PCR por el confort y el bienestar del pueblo rumano.

> El monopolio de los medios de comunicación, la afirmación de la supremacía de la ideología comunista por la propaganda y el control de todas las formas de comunicación al público a través de la censura.

> La generalización de la represión contra todos aquellos que se oponían o se mostraban incapaces de adherirse a los valores y principios de la ideología marxista leninista. Los instrumentos de represión, la policía secreta, la Milicia y el sistema judicial estaban totalmente subordinados a la ideología y a las necesidades prácticas del PCR. Como consecuencia de las brutales acciones llevadas a cabo por las instituciones, más de 500 mil ciudadanos rumanos fueron encerrados en centros penitenciarios hasta 1964, un verdadero gulag rumano.

> El distanciamiento de los principios de la economía de mercado y la imposición de un modelo económico centralizado similar al de la Unión Soviética. La planificación centralizada, la industrialización y la colectivización de la agricultura eran los pilares de este sistema económico.

> La liquidación del Estado de Derecho, la subordinación de la justicia para legitimar y ocultar el terror, el control político de todos los medios de coerción.

> Una política extranjera sometida a los intereses soviéticos hasta principios de los años 60, seguida por una autonomía relativa de Rumania en el plano internacional en los años 70 y 80.

Además de esas características, la historia del régimen comunista en Rumania merece un análisis desde el punto de vista de las consecuencias sobre sus instituciones, en su economía y en relación a la sociedad en su conjunto. Los 40  años de régimen comunista influenciaron la manera en la que Rumania llevó a cabo su transición hacia la democracia, dadas las transformaciones políticas, sociales, económicas y culturales sufridas.

La historiografía del régimen comunista rumano menciona tres fases de desarrollo, teniendo en cuenta las evoluciones internas así como las relacionadas con la política exterior. Entre

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A principios de los años 60, las relaciones entre Rumanía y la Unión Soviética se volvieron más tensas a causa de los conflictos en el bloque comunista ‒ donde el más importante enfrentaba a China con la Unión Soviética ‒ y tras la elaboración de un proyecto que pretendía instaurar un «reparto internacional del trabajo» en el bloque del Este. La transformación del bloque del Este en un mercado económico integrado generó un debate abierto entre 1962 y 1964. El papel de Rumanía dentro de este nuevo sistema económico se limitaba al abastecimiento de productos agrícolas. En abril de 1964 los dirigentes comunistas rumanos decidieron adoptar una clara posición al respecto y elaboraron una declaración de principios políticos para afirmar su independencia económica de cara al plan de Moscú. Al mismo tiempo arremetieron violentamente contra el internacionalismo socialista señalando su compromiso total con la independencia nacional y la soberanía. En paralelo, para ganar el apoyo de la población, las autoridades comunistas de Rumanía relajaron el control sobre la sociedad intentando hacer que la mayoría se adhiriera a las posiciones explicadas. La desrusificación de la cultura, la apertura a los valores culturales occidentales y la flexibilización del control de los medios de información fueron vistos como el gran momento de la amnistía. Como consecuencia la mayoría de los condenados políticos ‒ al menos varias centenas de millares ‒ fueron liberados de los centros penitenciarios en 1964. A partir de entonces, los dirigentes comunistas dejarían a un lado la estrategia del terror y comenzarían a realizar una política de seducción para conquistarse a la sociedad rumana. El comunismo rumano no soñaba únicamente con la emancipación de la tutela de Moscú, además de la competencia nacional, pretendía también reconciliarse, en apariencia, con su propia población. La pacificación propuesta a los diversos sectores de la sociedad rumana trataba de reforzar la legitimidad del poder comunista, representada por una élite leal para con el modelo estalinista de modernización social.

A pesar de sus elevados costes, la modernización de la sociedad rumana durante los cuarenta años de comunismo fue igualmente coronada con importantes éxitos como el de la urbanización, la modernización de la industria, el aumento masivo del empleo, el equilibrio entre la población rural y urbana, la reducción del analfabetismo y el ascenso del número de personas con el título de enseñanza secundaria y bachillerato. Sin embargo, parecía que el mundo entero sufriera el mismo progreso. Sin embargo, las limitaciones aparecieron a vista de todos. La obsesión de los dirigentes de oír a la clase obrera y de labrar una industria exclusiva, supuso un obstáculo al desarrollo social y económico de una economía moderna y eficaz. Globalmente, el comunismo rumano

medios elementales para subsistir o deportadas, o bien aisladas administrativamente. Se trataba de una verdadera guerra abierta contra todos aquellos que no se adherían a los valores del régimen comunista.

El Estado rumano dependía exclusivamente de la Unión Soviética y del bloque comunista y estaba integrado en las estructuras de este último tanto a nivel político (Cominform, 1947), económico (Comecon, 1949) y militar (Organización del Tratado de Varsovia, 1955). Las decisiones se tomaban a menudo en Moscú y se aplicaban a Bucarest y en las otras capitales de Europa del Este. La subordinación de Rumanía a los intereses soviéticos hacía que la economía del país se resintiera fuertemente ya que los recursos se utilizaban según a los planes establecidos y en base a las necesidades de Moscú. Es más, hasta mediados de los años 50, gran parte de las materias primas y de los productos de monopolio del Estado (finanzas, transportes estratégicos, petróleo, minerales, etc.) se explotaban conjuntamente para las sociedades rumanas y soviéticas. La economía rumana se transformó según los dogmas del modelo económico estalinista: industrialización masiva, rígida y centralizada planificación y colectivización de la agricultura. A finales de esta década las consecuencias eran ya catastróficas. Las condiciones de vida empeoraban por año y la escasez de los bienes de primera necesidad, hizo necesaria una racionalización. Los productos de base alcanzaron los precios del periodo de entreguerras, mientras que los salarios habían descendido de 900 a 1.000%.

El Gobierno comunista rumano no se vio afectado por el proceso de destalinización que sufrieron otros de los países del Este con la llegada al poder de Nikita Kruschev en la Unión Soviética. El Gobierno de Gheorghe Gheorghiu-Dej se orientó hacia una política extranjera más independiente, gracias a una cierta seguridad personal de su presidente. La retirada de las tropas rusas de Rumania en 1958 le otorgó una autonomía suplementaria. En los años posteriores Bucarest trató de asentar su autonomía económica en el seno del COMECON y tomó medidas que pretendían limitar su participación en la planificación política y militar en el bloque del Este. Todas estas transformaciones no modificarán la esencia estalinista del régimen comunista en Rumanía. El terror seguía siendo el elemento dominante. La colectivización de las tierras cesó brutalmente a principios de los años 60 y se motivó la industrialización para modernizar la economía y la sociedad rumanas e instaurar una base de masas y una legitimidad política con idea de crear una sociedad socialista.

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Sin embargo, si en el extranjero Rumaníaa consiguió mantener una imagen privilegiada hasta finales de los años 70, incluso podría decirse que hasta mediados de los 80, a nivel interno, las evoluciones llevaban al país a una posición totalmente diferente. Tras un breve periodo caracterizado por medidas de liberalización, Ceaucescu volvió al paradigma de desarrollo estalinista. En realidad, mientras los países de Europa del Este intentaban a través de la implantación de una serie de reformas, estabilizar las diferencias con respecto a los países occidentales así como la falta de modernización, Rumanía daba marcha atrás volviendo a los dogmas estalinistas de la modernización, especialmente con la aceleración de la industrialización. Ceaucescu desarrolló un proyecto personal de modernización forzada en el país que consistió sobre todo en la aceleración de las inversiones industriales, especialmente la industria pesada y junto a la ambición de naturalizar la tecnología y los productos necesarios para esta modernización, se condujo a Rumanía al fracaso.

Esta «evolución» no se explicaba únicamente haciendo uso exclusivo de los factores externos como las crisis energéticas de los años 70, sino también a través del desarrollo mismo de la economía rumana. No disponía de recursos necesarios y teniendo un acceso limitado a los mercados económicos mundiales en razón de falta de competitividad de sus productos, Rumanía, entró en crisis a finales de los años 70. La introducción de un nuevo mecanismo económico a través de las reformas fue todo un fracaso. Además, tras la segunda crisis energética de 1977 en lugar de reducir y racionalizar el crecimiento industrial, Ceaucescu tomó una serie de medidas que afectarían al conjunto de la sociedad. La situación económica en continua evolución había dado acceso a costosos créditos para la economía rumana. Centrados en el rembolso de la deuda, las reformas económicas de Ceaucescu se concentraron no sobre la fuente de los problemas del país en busca de una moneda fuerte ‒la ausencia de productos de exportación competitivos ‒ sino más bien sobre la manera de reducir el consumo nacional para liberar las fuertes divisas consagradas al rembolso de la deuda. Sobre las inversiones totales de los años 80, tan solo 5% se dedicó al sector alimentario. Como consecuencia, los efectos de estas políticas fueron drásticos: el retraso tecnológico de la economía, el deterioro de las infraestructuras y una falta de bienes de primera necesidad para la población. Los efectos de esta combinación se revelaron desastrosos para los ciudadanos ordinarios. La racionalización de la electricidad y de la energía térmica destinada al consumidor trataba preservar los recursos para una base económica terriblemente retrasada en términos de eficacia energética pero siguiendo aún el objetivo de incrementar la producción industrial.

fue una experiencia de modernización fracasada, que apostando en el crecimiento extensivo y cuantitativo de la industria, sin poseer las tecnologías adecuadas y perpetuando una excesiva planificación política excesiva. Incluso si los años 60 y el principio de los 70  fueron a menudo calificados como «periodo dorado» por el comunismo rumano, fue debido a una combinación de diferentes factores: industrialización (con la ayuda de las tecnologías occidentales) y nacionalismo económico, autonomía en el seno del bloque soviético y la afirmación de los principios de soberanía nacional, desarrollo del régimen en el seno de la sociedad.

La mejora de las condiciones de vida, la aceleración del ritmo de la industrialización, la urbanización intensiva, corroboradas por la afirmación de un comunismo de tipo estalinista, aunque nacionalista en su esencia, confirieron al régimen una cierta dosis de legitimidad interna así como un reconocimiento exterior de las opciones no convencionales operadas por Rumania en materia de política exterior.

La apertura de las relaciones diplomáticas con la Alemania del Oeste en enero de 1967, el rechazo a romper las relaciones con Israel en 1967 y la condena de la intervención soviética en Checoslovaquia en agosto de 1968, mejoraron la imagen de los comunistas rumanos en los círculos occidentales. Las visitas a Rumania de los dignatarios extranjeros de alto nivel como la de Charles de Gaulle, Willy Brandt o Richard Nixon, reforzarían la posición de Bucarest en la escena internacional. La política exterior fue acompañada además de una mejora relativa de las relaciones culturales con Occidente, de la flexibilidad de los controles internos y de la integración continua en la economía mundial. Los acuerdos económicos con los Estados de la CEE (1967, productos agrícolas y alimentos; 1967, textiles; 1978, productos de la industria pesada y 1981, productos industriales) así como la entrada de Rumanía en el seno de las organizaciones financieras internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Acuerdo general sobre las tarifas arancelarias y el comercio) donde la concesión del estatuto de nación más favorecida por los Estados Unidos tradujo el reconocimiento de la nueva posición de Rumanía a escala internacional.

Ambicioso y pragmático, el nuevo dirigente comunista de Bucarest, Nicolae Ceausescu, intentó incluso jugar un papel activo para resolver los conflictos internacionales (árabe-israelí, americano-vietnamita) y formar parte de los promotores de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa (1975, acta final de Helsinki). Logrará capitalizar sobre sus éxitos internacionales y a utilizarlos para reforzar su legitimidad nacional.

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escasez alimentaria, condiciones de trabajo difíciles, restricción de la libertad de la circulación, reducción de los derechos de las minorías, censura cultural, control de la natalidad, etc.

Los últimos años del régimen fueron los más dramáticos. A medida que se agravaba la crisis económica y que la población veía más difícil aceptar las limitaciones impuestas, se incrementaban el control y la vigilancia. En los años 80, la Securitate comenzó incluso a preocuparse por los alumnos de primaria y secundaria y los estudiantes en general con idea de presionarlos hasta hacerlos cantar para convertirlos en informadores. Un estudio reciente indica que durante los últimos años del régimen, casi el 20% de los informadores de los servicios de seguridad eran adolescentes. Para acallar todas las protestas, además las autoridades impusieron un registro anual en la oficina de la Militia, de todas las máquinas de escribir. La adopción en 1966 del decreto nº 770 permitiendo al Estado reglamentar el régimen de interrupción del embarazo anticipó la que sería en Rumanía una fase contra la vida privada, de control del cuerpo de la mujer en este caso, aunque implícitamente anticipaba al régimen represivo que se inmiscuiría en la vida de todos los rumanos. Según datos oficiales, entre 1966 y 1989, se registraron alrededor de 10 mil muertes por complicaciones durante el parto. Otros numerosos casos, especialmente provocados por los abortos ilegales o situaciones del estilo, no fueron censados. Tan solo en 1989 alrededor de 170 muertes de 100 mil embarazadas, fueron registradas, entre las que el 87% fueron a causa de una interrupción del embarazo. Sobrepasado por sus propios dogmas, el régimen comunista entró en un fuerte periodo de crisis de legitimidad, recursos y soluciones, sucumbiendo violentamente.

IV. RESISTENCIA A LA DICTADURA DE OCUPACIÓN

La instauración del régimen comunista en Rumanía no se libró de conflictos y manifestaciones de la oposición democrática respecto a la intromisión política y económica y de la injerencia del poder político soviético. La sociedad rumana intentó frenar la instauración del poder totalitario. Las elecciones de noviembre de 1946 dieron la mayoría al Partido Nacional Campesino, hecho confirmado por las fuentes documentales del Partido Comunista Rumano, que se vio obligado a falsificar los resultados para obtener una legitimidad tanto dentro como fuera del país.

El fracaso del proceso económico del régimen comunista no ilustra más que una parte de lo que sucedió durante la era de Ceaucescu. Tanto Rumania como Albania y Corea del Norte, pretendían volver a la época de la estalinización de la sociedad. Las políticas de control de la población, la intimidación y la presión alcanzaron impresionantes niveles. La Securitate era la garante del control de la sociedad y cambió las técnicas de coerción. El terror, pese a que ya no era visible, se ejercía de manera administrativa y burocrática, cerrando las puertas a todo aquel que pretendiera presentar un discurso diferente al del Partido. La sociedad en su conjunto estaba bajo vigilancia y era reprimida gracias a una red de informadores coordinados por oficiales de la Milicia y de la Securitate. Se llevó a cabo al mismo tiempo una campaña intensiva en interminable, de movilización y socialización política alrededor del comandante supremo y del Partido Comunista que duraría más de 20 años y que tendría el firme objetivo de controlar totalmente la sociedad. Tras un breve periodo de cohabitación con la sociedad y el Partido (1965-1970), periodo en el que reforzaría su poder a través de la eliminación de sus colegas de la «vieja guardia», Ceaucescu pasó a una nueva etapa en su lucha por reconstruir la sociedad rumana, influenciada por el modelo de movilización asiática. A semejanza de los dirigentes norcoreanos, chinos y vietnamitas, Ceaucescu desarrolló un discurso político nacionalista con tintes del internacionalismo proletario. La restalinización de la cultura y la movilización de la sociedad para hacer un «rápido paso adelante» con intención de crear «al nuevo hombre» y una «sociedad socialista desarrollada multilateralmente». Estos elementos se materializaron alrededor de un culto a la personalidad de Ceaucescu en un intento de encontrar un nexo orgánico entre Ceaucescu, el Partido Comunista de Rumania y la Historia del país. La legitimación de la «Era Ceaucescu» llegó de la mano de un agresivo nacionalismo, identificando similitudes con el periodo de la independencia del Estado rumano y a través de la asociación del líder comunista con ilustres figuras de la Historia rumana. A finales de 1971, el régimen comunista se personalizó hasta el extremo y se centró en Ceaucescu, su familia y su entorno. Durante los últimos diez años, el culto a su personalidad fue cada vez más sofisticado y se trató de monopolizar todo el espacio de propaganda con idea de promover y acentuar el modelo rumano de comunismo. Con esta evolución, el Partido se hizo uno con su dirigente, que llevaba el país junto a su mujer y un grupo de activistas formados y promovidos por el Partido. Se abrió una inmensa brecha entre los dirigentes y la sociedad. En realidad, la Rumania de Ceaucescu no era más que una sociedad insular y atomizada. La represión y el control a través de la movilización y la vigilancia, afectaba a todas las esferas de la sociedad rumana: ausencia de libertad de expresión, de pensamiento y de convicción, desdén y presión sobre las corrientes de pensamiento alternativas,

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nacional de sus actividades militares y políticas, y la mayor parte tenía una corta esperanza de vida. Todo dependía de la intensidad con la que quisiera reprimirlas el Gobierno comunista. Tan solo algunos grupos de guerrilleros lograrán sobrevivir varios años, como el organizado y dirigido por Gheorghe Arsenescu y Toma Arnatoiu o el de Ion Gavrila en los Cárpatos. Salvo contadas excepciones, todos los grupos fueron destruidos antes de alcanzar el ecuador de la década de los 50. Sus miembros serían asesinados o condenados a trabajos forzados a perpetuidad.

Si las autoridades reprimían a los grupos guerrilleros con agresividad, era, entre otras razones, como mecanismo para hacer gala del régimen de terror en las zonas rurales. Desde entonces, el régimen llevó a cabo campañas de castigo contra las personas acusadas de apoyar activa o pasivamente la resistencia.

A partir de la mitad de los años 50 la oposición evolucionó de una resistencia armada «heroica» a otras formas de resistencia como los levantamientos populares contra la colectivización, manifestaciones estudiantiles en el contexto de la revolución húngara de 1956 o protestas organizadas por los trabajadores que salieron en defensa de ciertos derechos económicos y sociales. Estos movimientos tenían una motivación política fundamentalmente y estaban dirigidos contra el régimen. Las medidas represivas llevadas a cabo por las autoridades, las olas de terror habituales y la resignación progresiva de la población ante la inacción de las potencias occidentales, llevaron a la aceptación de la realidad del control comunista sobre el país en el curso del siguiente decenio.

Es en este contexto en que las políticas de cooptación y de conformidad del régimen comunista, comenzarían a ser efectivas. La nacionalización del comunismo rumano, marcada por actos de sedición de cara a la URSS así como por la reintegración progresiva en la sociedad de las categorías reprimidas anteriormente, contribuyó a la desaparición casi total de la oposición. Es más, con el programa extensivo de modernización instaurado en los años 60, la aceleración de la industrialización, la urbanización progresiva y los avances económicos, gran parte de la población rumana comenzó a vivir mejor que antes. El conformismo y la adaptación permitieron una «cohabitación» relativamente pacífica entre el régimen y la sociedad rumana hasta mediados de los años 70.

Como consecuencia de la firma del Acta final de Helsinki y dada la emergencia de salvaguardar la cuestión clave los derechos del hombre a nivel internacional, resurgieron en Europa del Este, movimientos disidentes contra el régimen comunista. Algunos historiadores veían un vínculo

Tras la victoria de las elecciones y la firma del Tratado de Paz de París en 1947, los comunistas desencadenaron una ofensiva generalizada contra todos los centros censados de la oposición. La sociedad rumana atravesó un intenso proceso de purificación, con la eliminación o marginación de las élites políticas, económicas y culturales. A partir de 1947, varios grupos de antiguos militares, de miembros de la oposición y de personas despojadas de sus derechos, intentaron oponerse contundentemente a la conversión forzosa del país al comunismo. Tenían como objetivo estructurar sus esfuerzos contra las autoridades a través de la organización de un «movimiento de resistencia nacional». La mayoría de sus miembros fueron arrestados y condenados en 1946.

La ofensiva comunista contra la oposición al régimen de principios de 1947 vio cómo se creaban nuevas células de resistencia armada, constituidas por representantes de diferentes grupos políticos y sociales alrededor de todo el país. En las regiones montañosas, estos grupos de resistencia lograron desafiar a la represión comunista hasta mediados de los años 50. Estos focos de oposición aunque no llegaran a poner al régimen en peligro, consiguieron a través de su resistencia armada, mermar la legitimidad del poder político en Rumania.

Estos grupos estaban débilmente equipados y se veían sometidos a un a presión gubernamental constante, aún siendo apoyados por la población local.

Según las estimaciones de la Securitate, entre 1945 y 1958, más de mil «organizaciones y grupos contrarrevolucionarios y subversivos» fueron identificados, denunciados y eliminados. Esperaron que sus actividades se fueran a pique a principios de los años 50, década que registró el mayor número de confrontaciones armadas entre los guerrilleros y las fuerzas del Gobierno.

Sin acceso a fuentes de información suplementarias, es difícil hacer una estimación del número exacto de personas que formaron parte de la guerrilla. Los grupos eran relativamente pequeños y de lo más heterogéneo. Estaban constituidos por representantes de diferentes clases sociales e ideologías políticas, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, etc. Aunque la mayor parte de los guerrilleros procedía del campo, a la causa se sumaron antiguos militares, estudiantes, intelectuales así como representantes de antiguos partidos políticos tanto de izquierdas como de derechas. Ya sea motivados por una ideología política o bien simplemente porque presumían que serían arrestados, estos individuos se retiraron a las montañas con la intención de organizar la propaganda o las acciones militares contra el régimen comunista. Estos grupos actuaban localmente, sin coordinación

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de mineros a otras regiones y se arrestó a los líderes. Los dos acontecimientos de 1977 son sintomáticos de la forma en que se llevarían a cabo las acciones contra el régimen comunista en el transcurso de los años 80. Los intelectuales, a través de medidas de protesta públicas activas o pasivas o de «resistencia por la cultura», intentaron luchar contra los abusos políticos e ideológicos del régimen, mientras que los trabajadores utilizaban soluciones más radicales, como la huelga o las manifestaciones en las calles. Estas acciones, aunque no ponían directamente en peligro la existencia del régimen, hicieron mella en la población, dañando su legitimidad.

A lo largo de los años 80, personalidades del mundo de la cultura e individuos ordinarios comenzaron a criticar abiertamente los excesos del régimen comunista. Todos sin excepción fueron severamente sancionados, algunos incluso encarcelados mientras que otros se vieron obligados a emigrar, desplazarse o condenados a arresto domiciliario.

Las condiciones de vida empeoraron con la crisis económica de los años 70 y las medidas de racionamiento de los alimentos, junto a una industrialización desenfrenada, conducirán a rebeliones de trabajadores en los centros urbanos industrializados. En 1981, los mineros de la región de Motru, seguidos en 1983 por los de la parte norte del país, en Maramures, protestarían contra las condiciones de vida y de trabajo. Los trabajadores de los principales centros industriales de Bucarest, Iasi, Cluj y Timisoara, protestarían igualmente contra el régimen. Estas protestas alcanzarían su apogeo en el otoño de 1987, cuando los trabajadores de la plataforma industrial de Brasov plantaron cara al régimen violentamente. La manifestación, que comenzaría con reivindicaciones económicas en la mañana del 15 de noviembre, se politizó rápidamente y terminó acogiendo consignas y cantos anticomunistas. Los trabajadores tomarían y destruirían el comité central del Partido Comunista Rumano. La brutal intervención de la Militia y de la Securitate provocó la dispersión de los manifestantes. Los alborotadores más activos fueron arrestados y desplazados por la fuerza a otras regiones del país. El suceso traspasó las fronteras y la comunidad internacional se hizo eco rápidamente de lo acaecido en Rumanía. La población occidental y las ONG así como los partidos políticos de Europa del Oeste condenaron públicamente las acciones del régimen y se indignaron ante la gravedad de la situación en Rumania. Fue el principio del fin para el régimen comunista rumano.

directo entre la aparición de estos y la desestructuración de los regímenes comunistas. En cuanto a Rumanía, dado el control total de los servicios de seguridad sobre la sociedad y la incapacidad de coordinarse de los diferentes grupos de disidentes, la resistencia pasiva al régimen en el marco de las garantías de Helsinki, contribuyó de manera más modesta a este proceso. A pesar de ello, las protestas y la oposición al régimen de Ceaucescu tuvo un impacto sobre la sociedad, sobre todo gracias a la publicidad realizada a los disidentes por las estaciones de radio occidentales que emitían en rumano.

A partir de 1977, comenzaron a salir a la luz las protestas abiertas contra el régimen, bien a modo de acciones del escritor y militante de derechos del hombre, Paul Goma, bien a través de manifestaciones de mineros, por razones económicas en Valea Jiului. Estos acontecimientos pusieron en evidencia la falta de capacidad del régimen para contener la disidencia, demostrando también una sincronización sistémica con los Estados de Europa del Este.

Entre febrero y marzo de 1977, más de 200  personas firmaron la carta inicial de Goma. La intervención de la Securitate bajo orden expresa de Ceaucescu, el 30  de marzo de 1977, y la presión ejercida sobre los otros signatarios a través del aislamiento, la persuasión o la represión, llevaron al fracaso a fin de cuentas este intento de hacer causa común en defensa de los derechos del hombre. La idea de institucionalizar una oposición, sin embargo, no se evaporó del todo. En febrero de 1979, algunos cientos de trabajadores se unieron para formar el sindicato libre de los trabajadores, que pretendía proteger y promover los derechos y los intereses de los trabajadores fuera de los sindicatos controlados para los comunistas. Esta iniciativa fue rápidamente ahogada por las autoridades y los miembros del sindicato fueron arrestados o acosados por la Securitate.

El segundo acontecimiento importante de 1977 fue la huelga de los mineros. Casi la mitad de los 90 mil mineros que trabajaban en la mina de carbón de Valea Jiului comenzaron una huelga general a principios del mes de agosto, a través de la que manifestaban de forma no violenta su descontento antes las medidas económicas y sociales que repercutían en sus vidas y su entorno laboral. Los oficiales del Gobierno enviados por Ceaucescu en la región para negociar fueron secuestrados y Ceaucescu tuvo que desplazarse hasta allí y aceptar en persona las reivindicaciones de los huelguistas. Este acontecimiento marcó el fin de la cohabitación entre el partido comunista y los trabajadores. Si inmediatamente después de la huelga, las medidas represivas contra los mineros no fueron demasiado espectaculares, en los meses que siguieron, se desplazó a millares

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adoptar una «terapia de choque» al igual que Polonia, Hungría o Checoslovaquia, quienes constituían el Grupo Visegrád. El presidente Iliescu y la vieja guardia optarían por un ritmo de reforma y restructuración industrial mucho más lento, aunque siempre otorgando subsidios gubernamentales a los sectores económicos con fuerte implicación social, no productivos (por ejemplo, Valea Jiuliu). Esto dio lugar a una ralentización de las reformas en 1966. La ausencia de una estrategia nacional a medio y largo plazo coherente, se debía no solamente a una falta de voluntad política sino también a la experiencia de aquellos que aún frenaban la toma de decisiones, que fueron educados y formados bajo el reinado de Ceaucescu.

La falta de voluntad política y de imaginación económica no fue el único desafío al que tuvo que enfrentarse el nuevo Gobierno. Los acontecimientos políticos violentos de marzo a junio de 1990  mostraron una imagen de Rumanía muy distinta a la de la lucha heroica contra el comunismo que había golpeado la imaginación de las poblaciones occidentales diciembre de 1989. Los efectos inmediatos supusieron la pérdida de la simpatía occidental y más importante aún, la ayuda extranjera.

El desmantelamiento de las granjas y de las cooperativas socialistas provocó una fuerte caída de la producción alimentaria. Numerosas familias fueron incapaces de conseguir hacerse con sus antiguas propiedades, bien por la ausencia de registros adecuados bien a causa de un sistema conocido por evitar el rápido y fácil regreso a la propiedad privada. La ausencia de una sólida capacidad agrícola y la falta de avances tecnológicos hicieron que aquellos que habían podido recuperar sus tierras se vieran obligados a cultivarlas con técnicas del siglo XVIII. La tasa de inflación alcanzó el 200%. Los tímidos intentos de restructuración de la base industrial condujeron a un aumento del paro. Si Ceaucescu había rembolsado la deuda, Rumanía se encontraba sin liquidez, sin acceso al crédito y sin inversiones en el extranjero. Cada vez era más difícil pagar los salarios a tiempo lo que ralentizó aún más las reformas. La ausencia de un marco institucional y legislativo viable no hizo más que añadir un desastre tras otro al medio económico, asustando así a los inversores extranjeros. La corrupción se extendió por todo el país y la inseguridad social y el descenso continuo del poder adquisitivo hicieron que el nivel de pobreza aumentara, especialmente entre los jubilados de las zonas rurales. La llegada tardía de las reformas económicas hizo que la transición hacia la economía de mercado fuera dolorosa para la población. El Gobierno intentó adoptar políticas que pretendían atenuar algunos de los efectos negativos de

V. EL FIN DEL RÉGIMEN COMUNISTA

En un particular contexto internacional, como en los otros países comunistas de Europa del Este a finales de los años 80, el descontento de la población rumana en relación al régimen comunista no hizo más que incrementarse. En relación a Rumanía bajo el despótico reinado de Ceaucescu, las penurias económicas y las prácticas coercitivas del régimen tendrían mucho que ver en la manera en que el poder fue derrocado. La transición fue violenta, en primer lugar en razón de la incapacidad del régimen a reformarse.

La revolución estalló en Timisoara el 15 de diciembre de 1989. La llama se prendió cuando las autoridades acallaron por la fuerza una manifestación que se oponía firmemente a la iniciativa del Gobierno de desplazar al pastor calvinista disidente László Tőkés. El motín fue violentamente reprimido por las autoridades comunistas que cargaron contra los manifestantes y las protestas en las calles y los combates contra las fuerzas militares del régimen se intensificarían en los días sucesivos. La revuelta se propagó a otras grandes ciudades del país y alcanzaría su apogeo el 21 y el 22 de diciembre al llegar a Bucarest. Se calcularon más de 160 mil muertos y alrededor de 1.100  heridos antes del derrocamiento de Ceausescu, cifras a las que habría que añadir las registradas en los días que siguieron a la revolución, cuando otras 942 personas perderían la vida y 2.245 más, resultarían heridas. La movilización en masa y la violencia de la represión fueron las principales características de la revolución rumana.

El cambio de régimen político hizo resurgir una Rumanía en plena crisis económica confrontada además a graves problemas sociales causados por el descenso del nivel de vida, la depreciación de los servicios educativos y medicales y las políticas demográficas del régimen. Hicieron falta una fuerte voluntad política y radicales reformas económicas, para poder introducirse en una economía de mercado funcional. Desgraciadamente para Rumania, lo que precisamente faltaba era una clase política sólida con dirigentes con aplomo. Si públicamente la liberalización económica se convirtió en el objetivo fundamental de la clase política, en la práctica las soluciones permanecían difíciles de encontrar.

Tanto el primer ministro rumano entre 1990 y 1991, Petre Roman así como sus colegas más jóvenes del Gobierno, preconizaron la aceleración del ritmo de las reformas y la necesidad de

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Prisión de Sighet, la «prisión de las élites».

Régimen penitenciario de la Rumanía comunista.

El primer Praesidium de la Rumanía comunista.Interior de la prisión de Sighet. Ion Mihalache.

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Canal Danubio-Mar Negro. Elisabeta Rizea, símbolo de la resistencia popular.

Espectáculo con motivo de la fiesta nacional, el 23 de agosto de 1986. Canal Danubio-Mar Negro. Iuliu Maniu, jefe de filas del Partido Campesino Nacional, fallecido en la prisión de Sighet.

Desfile en honor de Nicolae Ceaușescu.

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Revolución rumana en Bucarest, el 22 de diciembre de 1988.

Revolución rumana, Plaza de la Ópera, Timișoara, el 22 de diciembre de 1989.

XIV Consejo Ministerial, los días 4 y 5 diciembre de 2006.

Luxemburgo, 25 de abril de 2005.

Luxemburgo, firma del Tratado.

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Praga. Rumanía se convierte en miembro de la OTAN.

Celebraciones con motivo de la adhesión a la UE en 2007.

Firma del Tratado de Lisboa.

Cumbre de la OTAN en Bucarest, 2008.

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La reconstrucción del Estado democrático se hizo en tres diferentes etapas: uno, la construcción y el reconocimiento legal de las instituciones y principios democráticos (1990-1992); dos, la búsqueda de soluciones políticas, económicas y sociales a la transición, por parte del Gobierno; y tres, el fin de la época de transición política por medio de la evolución de una democracia electoral a una democracia política.

El periodo de 1989 a 1992 estuvo marcado por uno de los avances más importantes en materia institucional y legislativa. La «consagración» de la política multipartidista a través de la adopción del decreto nº8 el 31 de diciembre de 1989, abrió la vía a la formación de las asociaciones libres. En menos de tres meses, sobre la escena política dominada por el Frente de Salvación Nacional (FSN), se crearon otros 200  nuevos partidos, entre los que figuraban los más representativos del periodo de entreguerras: el Partido Nacional Campesino, el Partido Nacional Liberal y el Partido Socialdemócrata. Mientras que estos partidos hubieran podido focalizar la atención de la sociedad rumana en las ideas progresistas, el FSN utilizó las herramientas del poder que tenía a su disposición para denigrar a la oposición política y aterrorizar a sus simpatizantes. El Frente de Salvación Nacional reprodujo su estructura en cada organización administrativa, económica o cultural, remplazando en la práctica las estructuras del antiguo Partido Comunista. Mientras los partidos políticos «históricos» organizaban manifestaciones públicas en enero de 1990, el FSN prometía estructurar y dirigir la revolución, sin embargo, inscribiéndose como partido político el 6 de febrero, anunció así su intención de formar parte de las futuras elecciones. Como el FSN había visto la luz en diciembre de 1989 como Gobierno revolucionario con poderes supremos para dirigir el país, su transformación en partido político hizo que, al menos oficialmente, se retirara del control del poder. Para realizar la separación de poderes del Estado, se constituyó un consejo provisional de unidad nacional con idea de adoptar todas las normas políticas que servían de base a la organización de las elecciones parlamentarias.

Incluso aunque se crearon cientos de partidos hasta mayo de 1990, el sistema político rumano estuvo en todo momento dominado por el FSN. Sus ventajas directas no se debían únicamente al hecho de que había formado parte de los acontecimientos de 1989 sino también a su manera paternalista de definir sus acciones y objetivos políticos. El control de los medios permitió la transmisión de sus mensajes políticos tergiversando siempre o simplemente ignorando los mensajes políticos de los otros partidos. En estas circunstancias, la perpetuación de ciertos

la situación económica sobre la población pero el éxito fue limitado. Las políticas adoptadas por el Gobierno para aligerar el sufrimiento, causaron no obstante, más estragos económicos a medio y largo plazo desestabilizaron aún más la economía.

VI. LA RECONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA

La experiencia totalitaria de Rumanía fue siniestra. Con un régimen político basado en el terror, donde cualquier suerte de oposición era rápidamente aniquilada, la imagen del Estado rumano permaneció como la de un Estado estalinista. La transición hacia un sistema democrático se presentó difícil. La ausencia de estructuras políticas alternativas y movimientos disidentes susceptibles de otorgar el contexto político necesario a la transición, situó a la sociedad rumana en una posición poco envidiable al deber no sólo revolucionar el sistema político sino hacerlo además sin el sustento de valores políticos sobre los que basarse. La democratización de la vida pública no podía resumirse a realizar cambios en la cúspide de la estructura política. La nomenclatura, la clase administrativa no tenía ninguna intención de abandonar ni los instrumentos de su poder ni sus privilegios.

Si en los otros países socialistas de Europa del Este el cambio político se hizo después de la «revoluciones de terciopelo» o a través de evoluciones progresivas de las estructuras políticas vía las negociaciones entre los dirigentes comunistas y los grupos representativos de una sociedad civil emergente, en Rumania, el cambio político fue violento y se hizo de manera revolucionaria. Así los acontecimientos revolucionarios de 1989 marcaron el fin oficial de las instituciones del Estado totalitario y el principio de la construcción democrática, aunque no se avanzara terriblemente durante los primeros años.

La creación del Frente de Salvación Nacional el 22  de diciembre de 1989 y la adopción del programa político que adoptaba los principios democráticos occidentales, marcaron el principio del fin de una era. Los principios del Estado de Derecho, del pluralismo político y de la separación de los poderes del Estado así como la necesidad de una representación popular por medio de elecciones libres, se convirtieron en las cuestiones centrales de la reforma de la sociedad rumana.

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Las primeras elecciones «oficiales» de la nueva república, organizadas en base a la nueva Constitución, tuvieron lugar el 27 de septiembre de 1992. El contexto político fue modificado sustancialmente en relación a los años 90 ya que la duración del mandato y las calificaciones necesarias para los candidatos estaban claramente especificadas, y la legislación electoral fijó las condiciones más severas para la participación en el curso electoral. Tuvieron lugar importantes transformaciones también en la escena política. El Frente de Salvación Nacional se dividió en dos partidos políticos, el Frente Democrático de Salvación Nacional, dirigido por el presidente Iliescu, y el FSN dirigido por el antiguo primer ministro, Petre Roman. Los dos partidos evolucionaron con el tiempo, cambiando incluso de nombre en sus diferentes etapas para llegar a nuestros días como los dos partidos con más poder del país: el FDSN de Iliescu se convirtió en el Partido Demócrata Social y el FSN de Roman, en Partido Demócrata, antaño, Partido Demócrata Liberal.

Para ser más competitivos en la escena política, la oposición «democrática» (antiguos partidos históricos y numerosas organizaciones cívicas) aunó fuerzas en noviembre para crear la convención demócrata rumana (CDR). Las elecciones parlamentarias y presidenciales de 1992, basadas en un sistema electoral proporcional con un margen del 3%, desembocaron en un «equilibrio de poder» entre los partidos políticos. Incluso aunque obtuvo el 28% de los votos, el FDSN de Iliescu logró formar Gobierno con el apoyo de otros partidos tanto de izquierda como de derecha: el PUNR (Partido de la Unidad de la Nación Rumana), el PSM (Partido Socialista del Trabajo) y el PRM (Partido de la Gran Rumania). El Gobierno, dirigido por Nicolae Vacaroiu sobrevivió a las querellas políticas durante los cuatro años posteriores. Por otra parte la oposición política se vio reforzada con el apoyo del 40% del electorado. La Convención Demócrata obtuvo el 20% de los votos, el FSN de Petre Roman, alrededor del 10% y la Unión Democrática de los Húngaros en Rumania (UDMR), el 8%.

En 1996, la primera alternancia política en la nueva era democrática tuvo lugar. Las elecciones llevaron a la presidencia al candidato de la CDR, Emil Constantinescu, mientras que la CDR obtuvo la mayoría de escaños en el Parlamento. La victoria de la oposición acarreó nuevos problemas para el sistema político rumano. Sin suficiente preparación para gobernar, la CDR y sus aliados se vieron minados por las distensiones políticas internas. La inestabilidad gubernamental prevaleció y las pretensiones de reforma radical de la economía no hicieron más que añadir presión a los nuevos dirigentes. La inestabilidad tuvo graves consecuencias para la

principios colectivistas, de una herencia nacionalista, afirmando la dominación del Estado sobre la sociedad, el regreso de la burocracia comunista así como el control de las herramientas del poder, se convirtieron en grandes ventajas en el debate político. Durante las elecciones del 20 de mayo de 1990, el FSN logró obtener más del 65% de los votos para la asamblea constituyente, mientras que Iliescu, su candidato a la presidencia, consiguió el 80% de los votos.

Tras las elecciones parlamentarias de 1990, el sistema político entabló un debate relacionado con la naturaleza de las futuras instituciones del Estado. Aunque el Frente de Salvación Nacional obtuvo una cómoda mayoría en el Parlamento, se mostró incapaz de superar los desafíos puestos sobre la mesa por los representantes de la sociedad civil y los partidos históricos. La fragilidad de los valores políticos sobre los que se basaban las instituciones democráticas, condujo a importantes rupturas en la escena política. En realidad, hasta la adopción de la Constitución en diciembre de 1991, el sistema político estuvo dominado por los enfrentamientos, demostrando así sus limitaciones cualitativas. Las sanciones infligidas a los mineros a principios de los años 90 ilustran bien este fenómeno. La intervención contra los mineros, en un intento de reglamentar los conflictos políticos, inhibió fuertemente el desarrollo de la democracia y el establecimiento del Estado de Derecho en el país.

El cambio democrático no hubiera podido cumplirse sin un nuevo marco constitucional. No fue hasta después de mayo de 1990 que se pudo hablar de la construcción de un Estado rumano democrático sobre la base de un proceso constitucional. La adopción de la Constitución de diciembre de 1991, que remplazó a la de 1965, supuso la ruptura oficial con el antiguo orden comunista.

La nueva ley fundamental instituyó la república en Rumania. No obstante la separación de poderes se antojaba complicada por una diferenciación funcional entre los poderes del Estado. Si el poder ejecutivo pertenecía a un primer ministro elegido por el parlamento, el presidente, elegido por sufragio popular, se convertía en mediador entre los poderes del Estado. El poder legislativo sería para el parlamento, bicameral: el Congreso de los Diputados y el Senado. Como el presidente, el Parlamento se elige por sufragio universal directo, igual y secreto. Esencialmente, la Constitución de 1991, creó las condiciones para efectuar la transición política hacia la democracia instaurando instituciones y principios específicos en el nuevo orden político. Garantizar las libertades públicas, los derechos individuales y de ciudadanía, las asociaciones y las manifestaciones públicas, fue primordial.

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sino también de la superposición de varios procesos que ya de por sí traían implicaciones en todos los sectores de la vida social, económica y cultural. La situación en Rumanía era aún más grave que en los otros Estados que comenzaron también su transición en 1989. El nacional comunismo de Ceaucescu dada su naturaleza paternalista y estalinista, tuvo incidentes mayores sobre la manera en la que la sociedad rumana tuvo que reformarse.

El acento sobre la industrialización en los años 70 y 80, en un contexto internacional desfavorable, tuvo graves consecuencias para la economía rumana. Las enormes inversiones en la industria pesada y el desarrollo horizontal a escala nacional, junto a la dependencia de las tecnologías obsoletas y a una débil productividad del trabajo, pusieron trabas al ritmo y al desarrollo del país y a la vida cotidiana. La voluntad de Ceausescu de liquidar la deuda nacional llevó al país a no utilizar sus fuertes divisas para compensar el déficit de los bienes de consumo. El control de los precios, la planificación centralizada, el racionamiento y la distribución de los bienes controlados a nivel central condujeron a una corrupción masiva y una constante disminución del nivel de vida. La propaganda oficial que pretendía señalar la superioridad del sistema socialista sobre el capitalismo gracias a estadísticas cuidadosamente seleccionadas como el número de médicos, el paro o el acceso a la educación, no podía ocultar las deficiencias cotidianas a las que se enfrentaba la población. La fuerte mortalidad infantil, las malas condiciones de vida y la esperanza de vida reducida continuaban haciendo estragos. La falta de acceso a los productos de base y un malestar general en relación al respeto de la vida en Rumanía jugaron un papel importante en el violento levantamiento contra el régimen comunista en diciembre de 1989.

Conscientes de los desafíos, las nuevas autoridades definieron, en una «declaración oficial al país» publicada por el Frente de Salvación Nacional el 22 de diciembre de 1989, un conjunto de objetivos que pretendían mejorar la situación en el país. La restructuración de la economía nacional, la eliminación de las trabas burocráticas y administrativas, la promoción de la libre iniciativa y de las competencias, la orientación del comercio hacia la satisfacción de las necesidades de las personas, la reforma agrícola, el apoyo gubernamental a la producción de los pequeños campesinos, la reorganización de la educación, el establecimiento de los nuevos fundamentos para el desarrollo de la cultura nacional y los medios, eran las prioridades declaradas del nuevo régimen. Los estudios sobre la fase de transición de Rumanía tienden a subrayar que la transformación nacional tomó dos vías: económica y política. En razón de la influencia de estas dos rutas sobre la evolución de la sociedad

CDR en particular, los dos partidos principales siguiendo su propio camino a las elecciones de 2000. Mientras que el Partido Nacional Liberal sobreviviría, el Partido Nacional Campesino, considerado ampliamente como el jefe de filas de la CDR, y por tanto responsable de sus fracasos, no logró integrar el parlamento y voló en pedazos. Las dos elecciones posteriores, la del año 2000 y la de 2004, modificaron el equilibrio del Gobierno entre el partido de Iliescu (vencedor en 2000) y la coalición DA (Verdad y Justicia, compuesto por el Partido Demócrata y el Partido Nacional Liberal), ganador en 2004.

Excepto en un sentido formal, institucional o electoral, el régimen político rumano ha mejorado visiblemente sus mecanismos de funcionamiento, adaptándose parcialmente a las evoluciones sociales y económicas. La evolución interna, motivadas por el deseo de los diferentes gobiernos de integrar Rumania en la comunidad europea y atlántica, generaron cambios sustanciales en el sistema político. Una de estas evoluciones fue la cooperación entre los partidos rumanos y la organización representativa de la minoría húngara en Rumania, el UDMR. La desaparición de algunos partidos más pequeños y la consolidación ideológica de los principales actores en la escena política, permitieron establecer unas líneas ideológicas más claras. El proceso de reforma política se vio además reforzado por las revisiones constitucionales de 2003. Todos estos avances no hubieran sido posibles sin una presión de la sociedad civil, madura y extremadamente diversa, que ilustrara el verdadero pluralismo de la vida pública en Rumanía. La prensa, los primeros periódicos y más adelante, la radio y la televisión comenzaron a jugar un papel muy activo en la vida política rumana, endosando el papel de «cuarto poder del Estado».

VII. EL PERIODO DE REFORMAS EN LA RUMANIA POSCOMUNISTA

En su fase inicial, la transición política, económica y social en Rumanía fue, como ya se ha comentado anteriormente, predominantemente institucional. La herencia del Estado totalitario, en el que el monopolio del poder político era llevado por un partido único y donde el Estado ocupaba una posición esencial como propietario y productor administrando los recursos económicos de una manera paternalista y burocrática, tuvo consecuencias mayores sobre las transformaciones reformistas. En el caso de Rumanía, no se trataba solamente del proceso político

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economía que alcanzaron su apogeo con el restablecimiento de un marco institucional y jurídico de privatización en agosto de 1991.

El proceso de privatización se realizó en tres etapas: privatización de las empresas del Estado, subsidios del 30% de las acciones de las empresas privatizadas ‒ vía, cupones de valores ‒ a todos los ciudadanos rumanos adultos y finalmente, la venta del resto de las empresas del Estado en siete años a inversores rumanos o extranjeros. El ambicioso programa de reformas no contempló los sectores económicos estratégicos (industria militar, producción de energía, extracción minera, transporte o telecomunicaciones) ya que todos los elementos mencionados se suponía que funcionaban como las administraciones nacionales autónomas, siguiendo el modelo francés.

La ley sobre la privatización creó igualmente instituciones encargadas de supervisar el proceso: una agencia nacional de privatización para supervisar las operaciones, el fondo de las propiedades del Estado para controlar la tercera fase de la privatización y cinco fondos de propiedad privada, repartidos de manera regional para administrar e invertir los boletos recibidos por los ciudadanos rumanos. Los preparativos de la privatización se vieron retrasados por los problemas políticos que siguieron a la caída del Gobierno de Roman, la caída del PIB y la hiperinflación. Durante los años siguientes, la privatización de un pequeño número de empresas se realizó de tres maneras: creación de empresas mixtas, recaudación de fondos gracias a la contribución de los inversores privados (900 hasta 1999), privatizaciones piloto, realizadas en beneficio de los empleados y los administradores, con pagos a plazos (menos del 0,5% de las empresas fueron privatizadas de esta manera), y MEBO (o privatización por la transferencia de acciones pertenecientes a empresas donde las «sociedades» económicas a los empleados (28%, más de 3.700 privatizaciones hasta 1966). Los resultados de la privatización hasta 1995 fueron modestos, las empresas no disponían del apoyo financiero necesario y los inversores extranjeros eran limitados.

Un nuevo impulso comenzó en 1995 tras la adopción del programa de privatización en masa. Desembocó en la propuesta de privatización de 4  mil empresas suplementarias por la rebaja a los ciudadanos en la adquisición de nuevos cupones ‒ esta vez, cupones de privatización ‒ que representaban el 30% de sus acciones. Tampoco este programa alcanzó completamente sus objetivos. La ausencia de reformas estructurales en la economía por temor a las repercusiones sociales desembocó en el mantenimiento de las medidas burocráticas para la coordinación del proceso y sobre las condiciones económicas generales durante el periodo prelectoral que contribuyeron al éxito limitado del PPM.

rumana, es importante examinar los efectos de la reforma económica y social no solo en el conjunto del sistema sino también en la sociedad donde dichas reformas fueron instauradas.

El contexto histórico en el que la sociedad rumana efectuó su transición es importante. Como se menciona anteriormente, el desarrollo político de principios de los años 90 arruinaron todo el crédito político del que disfrutaba el Gobierno rumano de cara a Occidente tras los sucesos de 1989. Los cambios de aquel momento provocaron igualmente la pérdida de buena parte de los mercados conquistados por Rumanía gracias a su participación en el COMECON o a las relaciones de Ceaucescu con otros dirigentes. Sobre el papel, los problemas estructurales de la economía fueron tratados con métodos similares a los empleados por otros Estados de la Europa del Este: estabilización fiscal y convertibilidad de la moneda, liberalización del comercio, privatización y fin al monopolio del Estado, conversión de la economía industrializada en una economía «de servicio» y garantía de la propiedad privada. Los resultados diferían en función de la rapidez de la puesta en marcha de las reformas, de la disponibilidad de los capitales extranjeros y de la capacidad política a la hora de gestionar la reforma.

En Rumanía, tras la tímida adopción a principios de los años 90, de medidas que tenían como objetivo ayudar a implantar en la economía rumana, instituciones específicas para la economía de mercado (empresas comerciales o privadas), se entabló una discusión privada sobre la reforma estructural del sector económico en el curso de los planes de verano.

Aparecieron ciertos tecnócratas de la joven generación rumana requisicionados por el Gobierno, determinados a reformar la economía del país. Otra parte del FSN, reunida alrededor del presidente Iliescu y de los presidentes de ambas cámaras del Parlamento, Alexandru Barladeanu (antiguo ministro del politburó del PCR) y Dan Martian (revolucionario convertido a la política), tomó el partido de una «temporización» del proceso. La clave del conjunto del conflicto residía en los diferentes tipos de enfoques motivados por estos dirigentes.

Ambos enfoques estaban destinados a fracasar. El Gobierno rumano había asumido la responsabilidad de una rápida transformación de la economía a través de medidas liberales, la liberalización del comercio, la privatización de las empresas del Estado y la adaptación a las reglas de la economía de mercado. Sin embargo el presidente Iliescu y sus aliados más allegados preconizaron un reforzamiento del papel del Estado en la economía, haciendo referencia al modelo sueco. Tras una serie de conflictos, el Gobierno adoptó medidas de liberalización de la

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periodo de transición. La trayectoria ascendente de reformas en Rumanía (y en toda la región) permitió una reducción de las desigualdades a medida que la sociedad se reformaba y se adaptaba.

VIII. INTEGRACIÓN EN EL SENO DE LA UE Y DE LA OTAN

Los cambios de diciembre de 1989 empujaron a Rumanía a rexaminar sus opciones en lo relacionado a política de exteriores. El sistema de las relaciones internacionales se restructuró tras la disolución del bloque comunista y del Pacto de Varsovia, aunque sobre todo tras el derrumbamiento de la Unión Soviética. La naturaleza de los cambios del sistema internacional obligó a revaluar en profundidad las estrategias de seguridad nacional en Rumanía. Tras un periodo relativamente tenso, que siguió a las convulsiones políticas internas de 1990 a 1991 pero también ciertas iniciativas «poco inspiradas» en materia de política exterior, como el Tratado de 1991 con la URSS en decadencia, la diplomacia rumana se orientó continuamente hacia las soluciones ofrecidas por las estructuras políticas, militares y económicas desarrolladas en Europa del Oeste. Los acuerdos de invitación (1991), de asociación a la UE (1992) y más delante de admisión al Consejo Europeo (1993) así como la concesión de la clausula de la nación más favorecida por el Congreso americano (1992) supusieron importantes etapas en esta dirección.

Los esfuerzos diplomáticos rumanos y el amplio contexto de redefinición por los Estados occidentales de las prioridades o de los conceptos fundamentales de sus cooperaciones estratégicas con la OTAN y la UE, trazaron la vía para el acercamiento y las negociaciones con las estructuras de seguridad euro-atlánticas. A principios de 1992, el Consejo de Cooperación noratlántico fue creado para garantizar unas relaciones más estrechas entre la OTAN y los Estados de la Europa del Este. El Consejo pretendía mantener las relaciones con los países europeos a pesar del estado de avance y del ritmo de sus reformas políticas y económicas. La integración en las instituciones euro atlánticas tuvo un efecto real y positivo sobre la clase política rumana. Bucarest comprendió la necesidad de reformar el aparato militar y de seguridad y de democratizar los mecanismos de control.

La introducción del control civil sobre la armada y la imposición del control parlamentario sobre los órganos de mantenimiento de la seguridad, de la seguridad y del orden público, fueron dos de las consecuencias de la actitud reformista.

El cambio político de 1996 alimentó un nuevo espíritu de privatización. Se desestimaron el método MEBO y las privatizaciones piloto. El intento de privatizar «caso por caso» fue revisado y la aceleración de la privatización a través de la simplificación del marco jurídico fue suspendida. La privatización se convirtió en un proceso más transparente. La negociación directa, los concursos públicos y las salidas a subasta, fueron las técnicas más utilizadas para realizar el traspaso de propiedad. Los resultados no se hicieron esperar. Más del 20% del «monedero» de los fondos de propiedad del Estado fueron privatizados en dos años, ante el 10% de los primeros cuatro años de funcionamiento del sistema. Esta evolución fue posible gracias a la reorganización del sistema bancario y a la liberalización de la moneda nacional y a pesar de la tasa de inflación.

Tras la victoria incontestada en las elecciones, el PSD volvió al poder en el año 2000 gracias a un programa electoral de izquierda. Se prolongaron ciertas medidas para continuar la privatización, ligadas a la consagración de la restructuración de la economía. Los dos procesos fueron necesarios para lograr las normas que permitirían la adhesión a la UE. Los nuevos vectores de la privatización establecieron como objetivo las grandes empresas y ciertos sectores económicos estratégicos protegidos anteriormente. Las arcas del FSE (hoy autoridad para la privatización y la administración de las participaciones del Estado) disminuyeron de un año al otro para ser transferido al sector privado. Gran parte de los monopolios del Estado, desde la distribución de la energía a las comunicaciones, pasando por la industria pesada y el sector bancario, fueron privatizadas en el transcurso de los años siguientes.

Un examen del conjunto del proceso de privatización permitió constatar la manera en que se llevó a cabo la transición económica rumana, pasando del centralismo económico, basado en una serie de principios económicos y políticos, a la economía de mercado, para lograr al fin la adhesión a la UE. Las contribuciones de los organismos financieros internacionales no pueden subestimarse. El FMI, el Banco Mundial y la UE dieron a Rumanía y a todos los Estados de la región, la asistencia técnica y financiera necesaria para crear las condiciones adecuadas que permitirían a los inversores privados y a las multinacionales sentirse lo suficientemente seguros como para invertir en el país.

Las reformas políticas y económicas se multiplicaron durante el último decenio y la mitad de ellas tuvieron al mismo tiempo altos costes y grandes beneficios. Las desigualdades sociales se incrementaron de manera exponencial: las diferencias entre los salarios, las tensiones étnicas así como los enfrentamientos políticos, permitieron que se instalara la incertidumbre social en el

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oriental en materia de seguridad, se celebró en Bucarest el 25 de marzo de 2002, una Cumbre del V10 (Albania, Bulgaria, Croacia, Estonia, Letonia, Lituania, Macedonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia) a fin de debatir sobre la ayuda común. La cumbre fue denominada como «primavera de los nuevos aliados». Durante la Cumbre de Praga, Rumanía fue invitada con otros seis Estados a formar parte de la Alianza. Se convirtió en miembro de pleno derecho durante la Cumbre de Estambul el 29 de marzo de 2004.

En definitiva, el renacimiento de Rumanía en el seno de las estructuras europeas ilustra al mismo tiempo la dimensión política extranjera y la difícil transición para salir del comunismo. La determinación política constante de integrar al país en la familia euroatlántica, transcendió las diferencias ideológicas.

Lista de abreviaturas:

CDR – Convención Democrática RumanaFSN – Frente de Salvación NacionalFDSN – Frente Democrático de Salvación NacionalFSP – Fondos de Propiedad del EstadoPPM – Programa de privatización de MasasPNT – Partido Campesino NacionalPRM – Partido de la Gran RumaníaPSM – Partido Socialista del TrabajoPUNR – Partido de la Unidad de la Nación RumanaPCR – Partido Comunista RumanoUDMR – Unión Democrática de los Húngaros en Rumanía

La cooperación con la OTAN comenzó en enero de 1994 con la firma del Partenariado por la Paz, programa lanzado por la OTAN con idea de desarrollar la interoperabilidad con los ejércitos de Europa del Este de cara a una expansión eventual de la Alianza. La elección de la integración en las estructuras económicas y de seguridad europeas obtuvo el consenso político deseado en 1995, al término de la reunión de los partidos parlamentarios en Snagov, Rumania.

Rumanía, buscando soluciones para poner fin a la Guerra de Bosnia, comenzó a instaurar reformas que garantizaron su inclusión en la fórmula ampliada de la OTAN. Incluso aún teniendo en cuenta los importantes esfuerzos de las autoridades, el plazo limitado no permitió a Rumanía alcanzar todos los criterios para ser aceptada en la primera oleada de integración. La ausencia de firma de acuerdos bilaterales con los países vecinos y la lentitud de las reformas políticas y económicas perjudicaron su suerte durante la primera etapa de la adhesión. Si la Alianza dio la bienvenida a Rumanía por sus esfuerzos en la vía de las reformas, no tendió la invitación a Bucarest aunque en todo momento la OTAN dejó abierta sus puertas.

Para reforzar la voluntad del Gobierno a la hora de instaurar las reformas necesarias, como premio de consolación, los Estados Unidos firmaron con motivo de la visita del presidente William J. Clinton a Bucarest en 2007, una cooperación bilateral entre ambos países que permitió posteriormente desarrollar los mecanismos necesarios para adherirse a la OTAN.

En el marco de la cooperación estratégica, Rumanía se comprometió de manera similar con los Estados miembros de la OTAN. Tras los acontecimientos acaecidos en la antigua Yugoslavia y con la intervención de la OTAN en la región, Rumanía apoyó las acciones de la Alianza a pesar de una larga oposición interna.

La Cumbre de Washington de 1999 supuso la apertura de una nueva etapa de cara a la adhesión. Rumanía firmó un plan de acción respecto a la adhesión fijando la fecha de adhesión para la Cumbre de Praga en 2002. El traspaso de poder político entre la CDR y el PDSR tras las elecciones del año 2000 no modificó la orientación rumana en materia de seguridad nacional, incluso aunque los socialdemócratas se opusieron a la cooperación Rumania-OTAN en Kosovo. A nivel interno se elaboró un «plan nacional de adhesión» con objetivo de reformar las fuerzas armadas y asumir las normas de la OTAN. Para demostrar la posición estratégica de Rumanía en la región aunque también su política de colaboración entre los Estados de Europa central y

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ESLOVAQUIA: IDENTIDAD Y DEMOCRATIZACIÓN

Slavomir Michálek

República de Eslovaquia - República Slovenská

Superficie: 49.034 km²

Población: 5.379.500 millones

Capital: Bratislava

Idioma oficial: Eslovaco

Moneda: Euro

Sistema político: República parlamentaria

Adhesión a la UE: 01.05.2004

I. INTRODUCCIÓN

La creación de Eslovaquia como nación democrática europea se desarrolló de forma gradual, iniciándose a principios del siglo XX y completándose a principios del siglo XXI. Durante este periodo sucumbió ante la influencia de numerosos factores y acontecimientos tanto externos como internos. La historia eslovaca moderna se divide en varios periodos: la Primera Guerra Mundial y la creación de Checoslovaquia, los años de la República de entreguerras, la República Eslovaca (1939-1945), la dictadura comunista (1948-1989) y la formación del primer gobierno democrático eslovaco (1993). En cada uno de los periodos tuvieron lugar hitos como: el Tratado de Trianon (1920), el Acuerdo de Múnich y el Arbitraje de Viena (1938), el Golpe de Estado comunista de 1948, los tanques soviéticos (1968), la «Revolución de Terciopelo» (1989), la entrada en la OTAN y en la Unión Europea (2004), etc.

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político abierto a la opinión pública internacional, en la que se solicitó el derecho a la libre determinación para la nación eslovaca y un gobierno nacional e independiente. Junto con sus compatriotas checos en los EEUU llegaron a un acuerdo en el otoño de 1915 en el que se estableció un programa para la independencia tanto del país checo como del eslovaco uniéndose ambas Repúblicas en una unión federal de estados y respetando la autonomía nacional de Eslovaquia. La causa eslovaca tenía que ganar el reconocimiento del foro internacional. Es por ello que se asoció estrechamente con la causa checa dadas las similitudes y asumiendo que en solitario no tendrían tantas posibilidades de éxito.

Las actividades de los programas antes mencionados de los eslovacos y checos con sede en los EEUU y en Europa, poco a poco lograron unirse con la resistencia exterior checa y eslovaca, asociada con el Consejo Nacional de Checoslovaquia (Československá Národná Rada), encabezada por Tomás G. Masaryk, Milan R. Štefánik y Edvard Beneš. Desde el principio, los líderes de la resistencia exterior apostaron por la victoria de los Aliados, esperando lograr la creación de un estado independiente checo y eslovaco. El rendimiento militar de las tropas extranjeras checa y eslovaca (legiones) y las actividades diplomáticas sistemáticas de los líderes de los países extranjeros que apoyaban la resistencia, tuvo un papel importante que desempeñar ya que, durante el verano y el otoño de 1918, los gobiernos aliados reconocieron el Consejo Nacional de Checoslovaquia en París como un representante de los Aliados. Además del mérito logrado por la resistencia exterior en la reunión de los aliados, la resistencia interior en Eslovaquia, realizó la tarea crucial de declarar y establecer un estado independiente, cuyas actividades culminaron a finales de octubre de 1918.

El 28 de octubre de 1918, el Consejo Nacional de Checoslovaquia declaró oficialmente el establecimiento del estado checoslovaco, en Praga. Dos días más tarde, independientemente de los eventos en Praga, la élite política eslovaca aprobó la Declaración de la Nación Eslovaca, en Martin (ahora conocida como la Declaración de Martin) en la que se hizo pública su decisión de separarse de Hungría y posteriormente coexistir con la nación checa en la República Checoslovaca (RSC). Eslovaquia, como nación, desarrolló la primera Constitución en su historia. Las decisiones políticas tomadas en Praga y Martin por los representantes de ambas naciones eslavas crearon una clave histórica que dio paso a una historia común de más de setenta años, en el terreno común de la República Checoslovaca.

De las cenizas del Imperio Austro-Húngaro, resurgió un nuevo territorio, resultado de la unión de Eslovaquia y los países checos. Cada uno había experimentado su propio desarrollo histórico y su objetivo principal era alejarse de la influencia de la monarquía húngara anterior, en un esfuerzo por

Eslovaquia ha experimentado un proceso de desarrollo turbulento y a menudo doloroso a lo largo de las décadas pasadas. Hoy en día, es un estado democrático europeo en constante búsqueda de los nuevos retos que se pudieran presentar donde el concepto de la identidad nacional adquiere un gran valor. ¿Cuál es la perspectiva de los eslovacos como nación? Los eslovacos son, sin duda, miembros legítimos de la Unión Europea.

II. NACIMIENTO DE CHECOSLOVAQUIA TRAS EL PROGRAMA POLITICO

El primer programa nacional de los eslovacos se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX. Fue elaborado por Ľudovít Štúr y se basaba en el hecho de que los eslovacos formaban parte de una nación autónoma e independiente, sin embargo, este programa carecía de esperanza de éxito hasta que estalló la Primera Guerra Mundial. Fue en entonces cuando se inició una revisión necesaria de la solución al problema eslovaco. Entre las posibilidades existentes, la formación de un Estado común de checos y eslovacos parecía ser la óptima. La «solución Checa y Eslovaca», es decir, la autonomía del Estado, se discutía abiertamente sólo en el extranjero, porque en casa, las posibilidades de actividad política eran limitadas siempre bajo la estricta vigilancia de las autoridades húngaras.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Eslovaquia se integraba dentro del Imperio Austro-Húngaro y no existía como unidad administrativa independiente. Eslovaquia como país se defendía de la magiarización escalada y de la represión nacional, por tanto, la élite cultural y política eslovaca, que estaba todavía en su fase embrionaria, se vio obligada a luchar por los principios básicos de la existencia nacional; tener idioma y cultura propios. No fue hasta finales de mayo de 1918 cuando la élite política estableció un programa político claro para el futuro de Eslovaquia. En una reunión en Turčiansky St. Martin, se decidió la línea estratégica de la futura política eslovaca: la separación definitiva de Hungría. El programa se basaba en el derecho a la libre determinación, decidiéndose así la formación del estado independiente de la República Checa y Eslovaca. Sin embargo, este anuncio no se proclamó públicamente.

Lo que la nación no podía demostrar abiertamente en casa sí fue llevado a cabo por las autoridades eslovacas en el extranjero, especialmente los eslovacos estadounidenses. Propusieron un programa

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en el campo y trabajaba en la agricultura, posiblemente en la silvicultura (el 60,6%). En las aldeas se encontraba un significativo número de empresas industriales y trabajadores de la construcción (que cultivaban sus propias tierras para las necesidades de la familia) y trabajadores agrícolas (que no tenían tierras y trabajaban en las haciendas de los extranjeros). Muchos de ellos dependían del trabajo temporal en la República Checa o de las zonas fértiles del sur de Eslovaquia. Sin embargo, otros abandonaban sus trabajos para trabajar en el extranjero.

III. El TRATADO DE TRIANON

La posición internacional de Checoslovaquia se hizo estable poco después de su formación, y en particular, tras las conclusiones de los tratados de paz después de la guerra, el Tratado de Versalles con Alemania, el Tratado de Saint-Germain con Austria, y el Tratado de Trianon con Hungría, los cuales influyeron mucho en el trazado de las fronteras estatales y la determinación de la superficie del territorio. El tratado de paz con Hungría, que fue firmado en Trianon el 4 de junio de 1920, fue particularmente significativo para Eslovaquia y los eslovacos en Checoslovaquia, ya que uno de los dos firmantes checoslovacos fue un diplomático eslovaco, llamado Štefan Osuský.

El Tratado de Trianon definitivamente selló la desintegración del Imperio Austro-Húngaro y al mismo tiempo, se confirmó la existencia oficial de la República Checoslovaca. Una tercera parte del antiguo territorio permaneció unido a Hungría. Los húngaros se negaron a desocupar este territorio y los habitantes de la zona vivieron bajo una paz «dictada». Esta paz dictada se convirtió en una característica permanente de la política local y extranjera en Hungría. Hoy en día, el efecto del Tratado de Trianon todavía perdura en la conciencia nacional de Hungría.

El conjunto de tratados de paz de la posguerra fue el resultado de la división del poder, los cuales tenían aspectos positivos y negativos. Dichos tratados pretendían construir un sistema de paz a largo plazo, que no llegó a ser una realidad. La alianza con Francia jugó un papel importante en la formación del nuevo Estado, y se convirtió en el pilar de referencia en la política exterior en los siguientes veinte años. La conclusión de los tratados con Yugoslavia y Rumania también fue de gran importancia para la seguridad de la RSE, visto que se creó un bloque de estados conocido como la Pequeña Entente.

construir una República Unida de Checoslovaquia, con los mismos niveles de economía, industria, poder judicial, educación, etc. Según el censo de población de 1921, había 13.613.172 habitantes en el territorio de la RSE, de los cuales 3.000.870 estaban en Eslovaquia. Alemanes y los húngaros también vivían en la República junto con los checos y eslovacos y los que habían sido los grupos gobernantes en el Imperio Austro-Húngaro hasta 1918, se convirtieron en grupos minoritarios.

El nacimiento de Checoslovaquia en 1918 fue un importante impulso para cambios esenciales que afectarían a toda la República Checa, principalmente en las ciudades y en el estilo de vida de sus habitantes. Bratislava se convirtió en el núcleo de la vida eslovaca y se transformaría con el paso del tiempo de ser un lugar tranquilo, rural y trilingüe a una ciudad metropolitana con una dinámica vida social. A pesar de su ubicación geográfica, se convirtió en el epicentro de la política, economía y cultura de Eslovaquia. Bratislava inició la República con avanzadas fábricas industriales que daban empleo a miles de trabajadores. Estas fábricas incluían, por ejemplo, la fábrica «Dynamo Nobel» (la producción de explosivos), la Stollwerck (chocolate), las fábricas que producían cables, la fábrica de Siemens-Schuskert (transformadores), Matador (goma), Apolo (refinería), Roth (producción de cartuchos y máquinas económicas), Cvernovka (producción de hilo), plantas que producían tela, varias cervecerías, fábricas de lácteos y bodegas.

De 1919 a 1927, la autoridad administrativa a nivel estatal, el Ministerio de Administración de Eslovaquia, se ubicaba en Bratislava. El territorio de Eslovaquia se dividió administrativamente en regiones (Zupy) a finales de 1927. Después de la reorganización de la Administración del Estado el 1 de julio de 1928, el ámbito territorial de Eslovaquia fue unido por la creación oficial de un país eslovaco. Por primera vez en su historia, Eslovaquia tenía una frontera territorial completa.

A pesar de que Eslovaquia entró en la RSE como una de las zonas más desarrolladas de Hungría, su economía no había alcanzado los niveles económicos logrados por el estado checo. La industria eslovaca constituía el 8,5% del potencial industrial de la RSE durante la época del estado común. La minería y el procesado de minerales metálicos representaban una fuerte tradición en Eslovaquia. La abundancia de bosques creó condiciones favorables para la operación de molinos de papel. Eslovaquia era bien conocida por el cuero, la elaboración de alimentos y las fábricas textiles, que estaban equipadas con las más avanzadas maquinarias (las fábricas de textiles de Ružomberok fueron las mayores y más modernas fábricas de textiles en el territorio de Eslovaquia cuando entraron en el estado común). Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos eslovacos vivían

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El Acuerdo de Múnich entre las cuatro grandes potencias ‒ Alemania, Italia, Gran Bretaña y Francia ‒ el 29 de septiembre de 1938 (que implicó la transferencia de los Sudetes a Alemania), y el Arbitraje de Viena (Alemania e Italia) el 2 de noviembre de 1938 (en el que el sur de Eslovaquia fue confiscado y entregado a Hungría), fueron los dictados que redujeron la república presagiando su final. La declaración del estado independiente de Eslovaquia y el Protectorado de Bohemia y Moravia fueron proclamados.

IV. ESLOVAQUIA BAJO EL MANDO DE LA ALEMANIA NAZI

El 14 de marzo de 1939, se declaró la existencia del Estado eslovaco en la Asamblea. El Estado eslovaco se constituyó medio año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, y en el comienzo de su existencia, su soberanía se limitaba a su relación con la Alemania nazi. Esta relación fue confirmada en el Tratado de Protección (el 19 Marzo de 1939) en el que se detallaba la formación de una zona de protección especial («Schutzzone» del 23 de marzo de 1939), en la frontera noroccidental del Estado y la conclusión de las negociaciones en Salzburgo en julio de 1940. Después de la aprobación de la Constitución el 21 de julio de 1939, el nombre oficial era «República Eslovaca» ‒ sin embargo, este título no se utilizaba con frecuencia. A pesar de las circunstancias que rodeaban la formación del Estado eslovaco y su posición de satélite vis a vis del Tercer Reich, se hizo tangible el concepto del Estado eslovaco y de la independencia nacional.

La República Eslovaca, con un área de 38.456  km² y 2,6  millones de habitantes, pertenecía a la categoría de los países europeos más pequeños entre 1939  y 1945. Poco después de la formación del país, su existencia fue reconocida oficialmente por veintisiete países, entre ellos las grandes potencias, con la excepción de los Estados Unidos. Eslovaquia condujo su política exterior de acuerdo a la aprobación de la Alemania nazi, y así, el contacto diplomático con los estados bajo la influencia del poder alemán, se desarrolló más rápido. La República Eslovaca celebró varios acuerdos internacionales bilaterales en las áreas de cultura y economía, incluso con países neutrales.

Junto con el ejército alemán, el ejército del estado eslovaco entró en el territorio soberano de Polonia el 1 de septiembre de 1939, y por tanto fue un colaborador (de principio a fin) en las batallas de la

El período comprendido entre 1918 y 1938 en Eslovaquia fue una época marcada por la creación de redes y por el establecimiento de instituciones de organización, culturales, artísticas, teatros, cine, radio, fundaciones, bibliotecas, etc. Una muestra del cambio civilizado en Eslovaquia fue la eliminación del analfabetismo, por la democratización de todas las redes escolares (es decir, ofreciendo la posibilidad de educación a todos los jóvenes). Era necesario crear un sistema escolar independiente eslovaco. El Ministerio de Educación resolvió la insuficiencia numérica de maestros y profesores de enseñanza secundaria, empleando aproximadamente a 1.400 profesores checos que trajeron libros escolares checos que fueron poco a poco sustituidos por los nuevos libros eslovacos. La Universidad y la Biblioteca del Estado de Checoslovaquia se establecieron en Bratislava en 1919  y la universidad fue denominada la Universidad de J. A. Komenský. Durante la primera década de existencia de la RSE, 301 escuelas de primaria y 68 de secundaria fueron construidas usando los recursos del Estado de Eslovaquia. El número de escuelas de formación profesional, escuelas de negocios e institutos pedagógicos también aumentó, y la Matica Slovenská (asociación cultural eslovaca) fue restablecida. Poco después del golpe de Estado, el Teatro Nacional se puso en funcionamiento en Bratislava.

La segunda mitad de la década de 1920 fue testigo del boom económico mundial, pero al final de la década de 1920, los indicios de una nueva crisis económica mundial comenzaron a aparecer en algunos sectores de la economía eslovaca, siendo sus efectos secundarios totalmente visibles en Eslovaquia y en todos sus sectores de producción en 1931. Cuando la crisis económica culminó en 1933, la producción nacional industrial bajó un 60% en comparación con la producción en 1929. La carga más pesada de la agricultura eslovaca fue asumida por los agricultores.

La crisis económica no sólo contribuyó a la radicalización de los habitantes sino que también trajo consigo nuevos y extremadamente graves cambios políticos que amenazaban la democracia en Europa. Uno de los símbolos más fuertes de esta amenaza fue la victoria del movimiento fascista y nacionalista de Alemania. El canciller alemán, Adolf Hitler, quien tomó el poder en el país, no mantuvo en secreto sus planes de redimir los fallos de Alemania en la Primera Guerra Mundial, ampliando el control a los países vecinos («Lebensraum - espacio vital»). La ocupación forzada de la RSE fue uno de los primeros planes en el programa político de Hitler. En el centro del continente europeo, junto a las fronteras de Checoslovaquia, una nueva guerra había comenzado.

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la deportación de los judíos y la realización completa de la «solución final» nazi, la colocación de judíos en los campos de concentración (1942).

La vida diaria de la sociedad eslovaca estaba llena de contradicciones durante la existencia de la República Eslovaca como estado. La mayoría de sus habitantes vivían en condiciones económicas relativamente estables, condiciones que reflejaban su situación social. La industria y agricultura eslovaca tenían su clientela estable gracias a acuerdos desiguales. La Alemania nazi utilizó la producción de su estado satélite a su máxima capacidad. Decenas de miles de trabajadores eslovacos emigraban anualmente a Alemania. Debido al boom comercial de productos de guerra, no había desempleo en Eslovaquia.

Entre 1939 y 1943, el actual territorio de Eslovaquia no estaba directamente afectado por las batallas de la Segunda Guerra Mundial. Este hecho se refleja en el desarrollo de la cultura, que era limitado por la ideología del régimen estatal de Eslovaquia y la influencia del HSLS. Entre 1939 y 1944, las nuevas escuelas secundarias, universidades, instituciones científicas y artísticas (con una fructífera producción de libros y revistas) se establecieron en Eslovaquia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, existían líneas de resistencia ideológicamente diferentes con un objetivo común- luchar contra el nazismo y el fascismo. Dichas resistencias estaban representadas por comunistas, además de otros grupos de resistencia cívica, los cuales se centraban en la resistencia exterior de los checos y eslovacos. En el Consejo Nacional Eslovaco (SNR) en 1943, se unieron unidades de resistencia eslovaca firmando el Tratado de Navidad y estableciendo las bases del movimiento. El SNR clandestino estuvo activo en el ejército eslovaco, en los órganos gubernamentales, económicos, judiciales y administrativos del Estado Eslovaco, a través del cual se estaba preparando un levantamiento armado. El levantamiento comenzó el 29 de agosto de 1944, cuando el ejército alemán comenzó a ocupar el territorio de la República Eslovaca. Tácticas de batalla partisanas continuaron incluso después de la ocupación del territorio rebelde, hasta la llegada del Ejército Rojo en la primavera de 1945. La República Eslovaca experimentó el aislamiento internacional después de la ocupación por el ejército alemán. El Gobierno y las expuestas autoridades estatales abandonaron Bratislava antes de la llegada del Ejército Rojo en abril de 1945. La República Checoslovaca fue restablecida en el territorio de Eslovaquia.

Segunda Guerra Mundial. Su ideología en el campo de la política exterior se confirmó cuando el estado eslovaco entró en la Alianza del Eje en noviembre de 1940 y participó en la guerra contra la Unión Soviética (junio de 1941) y contra otros países de la coalición Anti-Hitler.

El sistema político del estado eslovaco era autoritario y totalitario, suprimía las ideas parlamentarias, haciendo hincapié en la Unidad Nacional Eslovaca. Iba avanzando sobre la base filosófica cristiana e hizo hincapié en la autoridad en la vida política. El Presidente, Jozef Tiso, lideró el Estado a partir del 26 de octubre de 1939. El poder ejecutivo estaba en manos de los nueve miembros del Gobierno, con oficinas regionales subordinadas. El órgano legislativo era la Asamblea.

La vida política y pública en Eslovaquia se subordinó al partido político eslovaco Hlinka Popular (HSLS), y se confirmó en el artículo 58 de la Constitución de la República Eslovaca que decía: «la nación eslovaca participa en el poder del Estado a través del HSLS». El Presidente de la República realizó su función como presidente de los HSLS con el título oficial de Líder. La Guardia Hlinka y las juventudes Hlinka, los sindicatos unidos comerciales y las asociaciones profesionales de nueva creación, también formaban parte del Partido Popular. Los partidos políticos que representaban las minorías alemanas y húngaras operaban de forma independiente.

Desde 1939 en adelante, la situación de los asuntos de política interior estuvo marcada por diversas luchas para la adquisición de los mejores puestos en el Gobierno. Por un lado, estaba el ala conservadora del presidente Tiso, que se componía principalmente de oficiales del HSLS que participaban en el gobierno estatal. Su objetivo era construir un estado totalitario en Eslovaquia, sobre la base de principios religiosos y de clase. Por el otro lado, había un ala radical encabezada por el Ministro de Relaciones Exteriores, Vojtech Tuka, y el Ministro del Interior, Alexander Mach. Los radicales utilizaron el modelo nazi como su sistema político, tratando de alcanzar los principios del socialismo nacional en Eslovaquia. El Tercer Reich favorecía más el ala radical que el conservador.

Uno de los objetivos compartidos por ambas alas del Partido Popular era encontrar la solución al «Problema judío» ‒ uno de los requisitos esenciales que Alemania tenía con respecto a la política nacional eslovaca. Para lograrlo, se creó el llamado «Código Judío» que era parecido a las regulaciones del Gobierno anterior. Los reglamentos y la ley privaron sistemáticamente a los judíos eslovacos de los derechos civiles, políticos y económicos. La opresión tuvo como resultado

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independencia estatal durante la guerra (la República Eslovaca y el Levantamiento Nacional de la República Eslovaca). Ambos acontecimientos contribuyeron, en cierta manera, al asentimiento de la conciencia eslovaca nacional. Sin embargo, los intentos de los comunistas y los demócratas eslovacos para aplicar una forma federal de Estado, basada en los principios nacionales, fracasó debido a la falta de voluntad de los partidos políticos checos. Por tanto, un modelo asimétrico de la organización del estado se formó dentro de los estados unitarios, y los órganos centrales nacionales (a nivel estatal) y eslovacos no tenían representación en la zona checa. La consecuencia lógica de este modelo fue que la autoridad de los organismos nacionales eslovacos era limitada.

Durante un breve período de la posguerra, la democracia popular se desarrollaba gracias al trabajo común de comunistas y demócratas. Los resultados de la segunda guerra mundial, en particular el factor del poder de la Unión Soviética, influyeron en el establecimiento de la democracia popular en Checoslovaquia. La guerra destruyó las vidas humanas y los valores materiales y es por ello que el pueblo, dolido, comprometiera a los partidos políticos y a los individuos que habían colaborado con los Nazis y permitieron que el bolchevismo entrara en Europa Central y sudoriental. El vacío de poder fue ocupado por la Unión Soviética y su ideología comunista. El hecho de que el territorio estatal fuera liberado por el Ejército Rojo (excepto la estrecha franja de Bohemia Occidental) benefició a los comunistas checos y eslovacos.

Desde el principio, la República Checoslovaca fue construida como un Estado nacional de checos y eslovacos, donde no había lugar para las minorías alemanas y húngaras. La nueva representación política y el estado querían deshacerse de estas minorías no eslavas desplazándolas. Los miembros de esas minorías no eslavas fueron acusados de participar y prestar asistencia a la desintegración de la República, y el 2 de agosto de 1945, perdieron su nacionalidad checoslovaca por Decreto del Presidente Nº 33/1945. Sin embargo, las intenciones iniciales de este desplazamiento fueron renovadas ya que no se obtuvo el éxito esperado. Basándose en la resolución de la Conferencia de Potsdam – a la cual asistieron los primeros ministros de las grandes potencias vencedoras desde el 17 julio al 2 agosto de 1945 ‒ el traslado de los alemanes occidentales tuvo lugar, pero las potencias no estaban de acuerdo con un enfoque similar para tratar el problema de Hungría. Por tanto, buscaron y aplicaron otras medidas que afectaron a la minoría húngara ‒ el intercambio de habitantes basado en el Acuerdo interestatal Checoslovaco y Húngaro, la re-eslovaquización, y sobre todo la violenta colonización interna (liquidación de territorios después de la deportación

V. RECONSTRUCCIÓN DE CHECOSLOVAQUIA Y EL GOLPE DE ESTADO COMUNISTA

La Historia de Eslovaquia, desde su liberación de la Alemania de Hitler en 1945 hasta la caída del régimen comunista en 1989, consta de dos períodos distintos: el llamado período democrático popular (un nombre moderno para el régimen en el poder desde el momento en que Eslovaquia fue liberado hasta febrero de 1948), y el período comunista (desde el golpe de estado en febrero de 1948 hasta noviembre de 1989). El régimen democrático popular fue una formación política temporal e híbrida. Era diferente a los regímenes totalitarios anteriores y posteriores, así como a la democracia parlamentaria de la primera República de Checoslovaquia, a pesar de que se declaraba a menudo que no eran tan distintos. Principalmente se definió como un sistema político de democracia limitada y cerrada y plural. Teniendo en cuenta el hecho de que fue encajado entre dos sistemas totalitarios, sus características democráticas se hicieron visibles y se insertaron en la conciencia nacional de las sociedades eslovacas y checas durante mucho tiempo después, a pesar del hecho de que también contenía varias características no democráticas. El Frente Nacional se convirtió en una base política del nuevo poder, un tipo particular de coalición democrática popular, que fusionó cuatro partidos políticos en Eslovaquia y el mismo número de partidos políticos (de carácter político centro-izquierda) en los países checos. El poder del Gobierno se hizo más fuerte y el control sobre el parlamento se debilitó. Las funciones del parlamento y el Gobierno en Eslovaquia se llevaron a cabo por los organismos nacionales eslovacos, el Consejo Nacional Eslovaco y la Junta de Comisarios.

En el otoño de 1945, el Gobierno nacionalizó las empresas grandes, la industria a gran escala, los bancos y las compañías de seguros por los decretos del Presidente de la República. También, confiscaron las propiedades de alemanes, húngaros y colaboradores (de la misma manera, la propiedad de otros estados fue nacionalizada y confiscada, por ejemplo, la propiedad estadounidense, que tenía un valor de 149 millones de dólares, en Checoslovaquia). Como resultado, una economía mixta emergió con distintos tipos de propiedades y de actividad empresarial y con una fuerte representación en el sector estatal.

Eslovaquia entró en la renovada República Checoslovaca como socio auto-consciente e igual, con su propia representación política y órganos nacionales. Tenía una historia de su propia

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régimen democrático popular como algo temporal y transitorio que se vería superado por su monopolio de poder. Los comunistas utilizaron la crisis gubernamental del 20  de Febrero de 1948, en la que doce ministros de los tres partidos no comunistas (Nacional Socialista, Popular y Demócrata) dimitieron para alcanzar su objetivo. Aunque la solución de la crisis de obierno se discutía más o menos dentro del parlamento, el golpe de estado fue fruto del trabajo de las medidas extra-constitucionales. Pero lo cierto es que la ofensiva comunista no vio ninguna resistencia eficaz durante los eventos de febrero, y un número considerable de ciudadanos apoyó a los comunistas en público, si bien por convicción o por temor. El período de la dictadura comunista comenzó y Checoslovaquia se integró definitivamente en el bloque soviético. Las democracias occidentales no intervinieron activamente para proteger la democracia en Checoslovaquia durante la primavera de 1948. Se denunció verbalmente la situación en una declaración común americana-franco-británica (el 26 de febrero de 1948), pero no actuaron. Dejaron a Checoslovaquia en la órbita de Moscú, con el gran detrimento de los eslovacos y checos. La protesta del embajador checoslovaco de Seguridad del Consejo de la ONU, Ján Papanek, en contra del golpe de Estado en Praga, fue vetada por la Unión Soviética. Cuando ocurrió el golpe de Estado comunista en febrero, el Partido Comunista había ganado un monopolio de poder que era la situación previa para la construcción de un régimen totalitario.

Los años 1948 y 1989 son los años que enmarcan la Checoslovaquia (eslovaca) comunista. Definen un ciclo cerrado de experimentos comunistas – su lugar, el desarrollo y la caída, y por tanto, la dimensión histórica proporcionada, es decir, la dimensión de un pasado irrecuperable. El régimen comunista tenía ciertas debilidades que caracterizaban su naturaleza, es decir, una forma dictatorial de gobierno, el partido de estado, el monopolio del poder, la nacionalización económica y social, la eliminación de los oponentes políticos, los mercados cerrados, la aplicación del principio de planificación económica central y directiva, la ideología marxista-leninista y la propaganda. Al mismo tiempo, al igual que cualquier otro régimen político, estaba sujeta a ciertos cambios. Dichos cambios ocurrieron en su pilar social (estructura de soporte): dentro de la ideología marxista-leninista, las doctrinas individuales se iban alternando, su política era más flexible que el propio régimen comunista. El régimen estaba en su apogeo en la época del estalinismo. Más adelante, sobrevivió a la «edad de hielo» de los años 1948-1953, así como el leve deshielo en 1956 tras la revelación del «culto de la personalidad». Así mismo el régimen superó el aumento de la temperatura, la crisis y un intento de reforma en la década de 1960, así como el

de los alemanes de Sudet). Fue en octubre de 1948 cuando la minoría húngara obtuvo su nacionalidad checoslovaca renovada.

¿Cómo se desarrolló la posición política internacional de Checoslovaquia en este corto periodo? Tras la coalición anti-Hitler de la que formaban parte las grandes potencias, éstas ordenaron que Checoslovaquia perteneciera al área controlada por Moscú. Kremel construyó un bloque monolítico dentro de un corto período de tiempo. El hecho del poder soviético en Europa Central fue aceptado por Gran Bretaña y los EEUU. La ambición original de la representación política de Checoslovaquia, la del presidente Edvard Beneš, de ser el puente entre el Este y el Oeste, pronto se mostró imposible. Cuando Checoslovaquia no firmó el Plan Marshall en julio de 1947, después de experimentar una fuerte presión de Stalin, demostró que era realmente un vasallo de la Unión Soviética. En consonancia con su política de gran potencia, la Unión Soviética consideraba Checoslovaquia un componente estable de una «cadena de estados protectora» en Europa Central. Además, el uranio checoslovaco era un recurso irremplazable para sus intentos nucleares y los diseños iniciales para la producción de la bomba atómica (a partir de otoño de 1945). El rechazo checoslovaco al Plan Marshall fue la evidencia real de la desintegración de la coalición anti-Hitler y el aumento de la subordinación checoslovaca a Moscú, incluso en el sector económico. El golpe de estado comunista en Praga completó este proceso, en febrero de 1948, pero esta subordinación era evidente anteriormente.

Desde el punto de vista de asuntos internos, Eslovaquia (Checoslovaquia) vivió un período turbulento. Los resultados de las elecciones parlamentarias en Eslovaquia en mayo de 1946, en las que el Partido Demócrata obtuvo el 62% de los votos, mostró que la sociedad eslovaca estaba más polarizada y menos inclinada hacia el pensamiento izquierdista que la sociedad checa (donde los comunistas checos fueron los claros ganadores de las elecciones). Al mismo tiempo, las elecciones confirmaron la influencia política de la Iglesia Católica en Eslovaquia. Los resultados del fracaso comunista en las elecciones en Eslovaquia fueron la agudización de las discusiones políticas entre los comunistas y los demócratas, la limitación de competencia de los organismos nacionales eslovacos a partir del tercer Tratado de Praga, y el aumento de las tensiones en las relaciones checo-eslovacas. A partir de este momento muchos eslovacos vieron una doble amenaza en Praga: la amenaza del comunismo y la amenaza del centralismo.

En febrero de 1948, tuvo lugar una confrontación de poder definitiva, a escala estatal, entre los poderes de la democracia y el totalitarismo. Desde el principio, los comunistas habían visto el

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Los cambios fundamentales en la sociedad eslovaca (Checoslovaca) ocurrieron al final de la década de 1940 y principios de 1950 ‒ las esferas económicas, educativas y culturales también se vieron afectadas. Inmediatamente después de febrero de 1948, la segunda fase de la nacionalización así como la tercera fase de la reforma agraria fueron promulgadas. Al final del año, la ola de «restricción y supresión de elementos capitalistas» comenzó al igual que la eliminación de la empresa comercial. En 1949, la colectivización de la agricultura comenzó y duró (con un descanso corto) desde el verano de 1953 hasta el verano de 1955. La transformación estructural de la industria checoslovaca se llevó a cabo también, con una preferencia por la construcción de la industria pesada. Checoslovaquia se convirtió en el motor de industria del bloque del Este. La industrialización de Eslovaquia formaba parte de estos cambios económicos en Checoslovaquia. Por razones estratégicas, la construcción de la industria pesada se prefirió, sin tener en cuenta las consecuencias ecológicas y la proporción eslovaca en la producción de armamentos checoslovaca que iba aumentando. Por otra parte, la finalización no ganó el reconocimiento de la producción industrial en Eslovaquia; por tanto, como regla general, la contribución hacia el PIB fue menor. Se creó un nuevo sistema escolar, promoviendo la iconografía del realismo socialista en el arte y la literatura, y la metodología e ideología marxista-leninista se promovieron en las humanidades. La sociedad fue secularizada y la población tendía a favorecer el ateísmo. Ahora había una intervención profunda en la propiedad, relaciones sociales, cultura, tradiciones y formas de vida, impensables sin el acompañamiento de la violencia y el terror comunista. Las personas eran objeto de discriminación debido a razones políticas, sociales y religiosas.

A finales de la década de 1940 y principios de la década de 1950 en Europa, y en el mundo, se experimentó el período de la «floración» de la Guerra Fría. El peligro de un nuevo conflicto mundial entre los recién-aliados dictaba el desarrollo internacional desde el punto de vista de la vida de las generaciones futuras. Bajo las alas de los EEUU, Occidente actuó en ese momento como una unidad más o menos homogénea interna, sin grandes cambios, pero en el bloque del Este, el proceso interno de limpieza ideológica de sus propias estructuras estalló completamente bajo el patrocinio de Moscú.

Los juicios políticos en Checoslovaquia a finales de la década de 1940 y principios de los 1950 son legítimamente considerados como el fenómeno más trágico de la historia eslovaca moderna. La ilegitimidad era el factor común en todos los juicios, debido a diversas razones; fueron

neo-Estalinismo (es decir, un retorno al pasado durante la normalización de 1968), para terminar al fin en el otoño de 1989.

VI. EL SISTEMA TOTALITARIO COMUNISTA

El sistema totalitario comunista se formó en los siguientes meses tras el golpe de estado de febrero de 1948. Muy pocos se dieron cuenta de la profundidad de estos cambios políticos. El Presidente, Edvard Brenes, siguió con su cargo durante varios meses después del golpe. El Frente Nacional se mantuvo formalmente como institución política pero cambió su propósito y se convirtió en una fachada para la verdadera naturaleza de la dictadura comunista. Los partidos no comunistas perdieron el control, se convirtiéndose algunos de ellos en pseudo-partidos, y los objetivos comunistas en Checoslovaquia cambiaron notablemente. El monopolio del poder comunista sustituyó al Frente Nacional. Las elecciones dejaron de tener valor, el Parlamento dejó de ser un Parlamento, el Gobierno dejó de actuar como tal, etc. Todo se decidió en un círculo interno de la Administración del Partido Comunista. La libertad civil se mantuvo según se plasmaba en los documentos, pero la realidad no era así.

En la relación checa y eslovaca, no se observó ningún movimiento positivo. Por el contrario, un modelo asimétrico de la política y la creciente centralización checa iba limitando la competencia de los organismos nacionales eslovacos hasta que no quedó nada. La continua presión comunista era resistida principalmente por la Iglesia, especialmente la Iglesia Católica en Eslovaquia. El 14 de octubre de 1949, la Asamblea Nacional aprobó la Ley Nº 217/1949 («Sobre la Oficina Estatal de Asuntos Religiosos y la Oficina Eslovaca de Asuntos Religiosos») y la Ley Nº 218/1949 («Sobre la seguridad económica de las Iglesias y las Comunidades Religiosas»), según lo especificado por las regulaciones gubernamentales. Las leyes de la Iglesia bajo las regulaciones gubernamentales modificaron sustancialmente la posición de la iglesia, determinando su autonomía y un estatuto de derecho público. Se subordinaron al Estado y los sacerdotes eran, en realidad, empleados estatales. Aquellos sacerdotes que resistieron la coacción fueron detenidos, perseguidos y juzgados en juicios políticos. Las leyes de la Iglesia continuaron siendo válidas y en vigor sin cambios sustanciales hasta la caída del régimen comunista.

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a cooperar, entonces la violencia seguía. Tarde o temprano, todo el mundo se rendía y había un solo resultado – el protocolo de pregunta.

Cuando el STB avanzaba en el juicio y se cumplía el protocolo de pregunta, pasaba a explicar la acusación. Dicha acusación era presentada oficialmente por la Fiscalía, pero el principal arquitecto (la STB) continuaba para determinar el procedimiento. Su parte en la creación de las etapas finales del juicio se llevaba a cabo en los juzgados. El sospechoso recitaba de memoria todos los «crímenes» que había cometido. El tribunal entonces daba a conocer al público las actividades hostiles y anti-estatales del sospechoso.

El proceso judicial en sí tenía su forma específica también ante el Tribunal del Estado. Generalmente, en los mega-juicios públicos, y el presidente del tribunal así como la Fiscal, invitaban activamente a la audiencia a participar en el procedimiento. Era un juego psicológico, un uso inteligente de la psicología de la multitud, por lo que los efectos de sonido no podían faltar: gritos de indignación, la ira, así como la alegría de la divulgación de sediciosas conspiraciones al servicio de los imperialistas, trotskistas, sionistas, titoístas o nacionalistas burgueses. El abogado, el cual era designado por el estado, daba el toque final a este «teatro» pobre y superficial y no realizaba ninguna defensa del sospechoso ya que él también estaba convencido de su culpa y restringía su único papel a indicar las circunstancias atenuantes (siempre que el sospechoso se hubiera declarado culpable).Se suponía que el veredicto en el nombre de la República - culpable - era de influencia educativa a la sociedad – pena de muerte o el encarcelamiento a largo plazo o por vida.

Los juicios políticos formaban parte de la forma de gobierno comunista. Los castigos punitivos eran su principal herramienta y se ampliaron de forma más rápida en el período inicial del comunismo, entre 1948 y 1954. A través de juicios políticos, el poder comunista eliminó descuidadamente a sus adversarios, los reales, los potenciales y los imaginarios. El número total de juicios políticos en el período de cuarenta años de comunismo en Checoslovaquia todavía no se conoce con exactitud. Se sabe, sin embargo, que el mínimo es casi de 260.000 casos (de los cuales más de 62.000 se produjeron en Eslovaquia), que es el número de rehabilitados por ley a partir de 1990. Estos datos, por muy terrible que sean, no son representativos de todas las consecuencias de los juicios políticos, que no sólo afectaron a las víctimas directas, sus familias y amigos, sino que también influyeron en la sociedad a largo plazo ‒ políticamente, económicamente, culturalmente y moralmente.

fabricados artificialmente a través de confesiones involuntarias y la vulneración de los derechos humanos fundamentales y civiles, así como de las leyes vigentes en aquel tiempo. Afectaron a toda la sociedad y a todas las clases sociales. El «enemigo de clase» estaba siendo cazado por todas partes.

El objetivo principal de los juicios políticos checoslovacos se reflejó a muchos niveles. Es difícil definir exactamente cuál era el dominante, pero el más constante, sin duda, parecía ser el intento de revelar, eliminar, sancionar y eliminar a los enemigos potenciales, reales o imaginarios del régimen en el que la psicología del miedo funcionaba como un motivador importante. El objetivo de este miedo era traumatizar a la sociedad y «educarla». En este caso, era contra la clase imperialista enemiga. Los mega-juicios públicos contra los enemigos internos del estado eran los principales responsables de la activación de esta psicosis de miedo.

El papel más importante en la «creación» de los juicios políticos checoslovacos en ese momento fue el de la Policía de Seguridad del Estado (STB, un equivalente a la KGB en la Unión Soviética), que fue predominantemente una policía política que ayudó, protegió y participó activamente en la construcción del régimen comunista. Los tentáculos del STB estaban por todas partes – en las ciudades, pueblos, regiones, en las organizaciones sociales, escuelas y empresas, así como en las cooperativas y granjas. Sencillamente, se encontraban en cada rincón de la población.

La Policía de Seguridad del Estado utilizaba la combinación de dos métodos en sus investigaciones - la crueldad física y la coacción mental. El procedimiento de STB en la «producción» de juicios políticos tenía sus propios patrones de funcionamiento y etapas. En general, se aplicaba el siguiente procedimiento: selección del enemigo, vigilancia, provocación, asignación de un agente al caso, búsqueda y fabricación de pruebas. Esta etapa inicial culminaba con la aprehensión de la víctima y entrando a continuación, dicha víctima, bajo custodia pre-juicio: aislamiento total, donde el sospechoso no disponía de derechos algunos. Sólo había una relación de doble rasero, el investigador contra el sospechoso. El detenido no era considerado un ser humano, no era más que un número, un criminal prejuzgado, indefenso y confundido. Era sometido a la voluntad del investigador, una persona que no buscaba la verdad. Este último seguía las instrucciones que recibía desde «arriba», así como su propia iniciativa. Determinaba el método de interrogación, así como el modo de sospecha. Además, el interrogatorio era cuidadosamente preparado. Si el sospechoso cooperaba, podía evitar la tortura física y mental como recompensa, pero si se negaba

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traición militar. Once de los catorce acusados fueron condenados a muerte, mientras que los otros tres fueron condenados a cadena perpetua. La pena de muerte fue ejecutada el 3 de diciembre de 1952. Vladimír Clementis, Ministro de Relaciones de Asuntos Exteriores de Checoslovaquia de 1948 a 1950, un intelectual de izquierda y comunista, fue uno de los condenados a muerte y fue ejecutado también. Era un eslovaco que condenó el pacto soviético-alemán Ribbentrop-Molotov (1939) y el agresivo ataque soviético sobre Finlandia (1940).

En abril de 1954, después de una larga preparación en Bratislava ante el Tribunal Supremo, tuvo lugar el juicio de los llamados nacionalistas burgueses eslovacos. Fueron detenidos en prisión preventiva desde el comienzo de 1951 y fueron expuestos a violencia física y mental. El juicio se celebró a puerta cerrada, sólo en presencia de unos testigos predeterminados y «preparados». La acusación era un conglomerado de las más absurdas acusaciones y construcciones ideológicas. Gustáv Husák fue condenado a cadena perpetua, Ladislav Novomeský a diez años de prisión, Daniel Okali a 18 años de prisión, Ladislav Holdoš a 13 años de prisión y Horváth Ivan a 22 años de prisión. Desde el punto de vista del impacto sociopolítico, fue el juicio más importante de Eslovaquia a partir de febrero. En Eslovaquia (o en Checoslovaquia), la campaña contra el llamado nacionalismo eslovaco burgués fue llevado a cabo a lo largo de la década de 1950, resultando en una disminución de las autoridades nacionales eslovacas. Al cancelar el Consejo de Comisarios en 1960, los restos de la autonomía eslovaca fueron eliminados. El Consejo Nacional Eslovaco se convirtió en una institución impotente que «se gobernaba sólo a sí misma». La nueva Constitución nacional aprobada por la Asamblea Nacional el 11  de julio de 1960, declaró la victoria del socialismo, que se reflejó también en el nombre del Estado – la República Socialista de Checoslovaquia (CSSR) ‒ y confirmó el papel rector del Partido Comunista en el estado y en la sociedad, y el marxismo-leninismo como ideología exclusiva.

VII. 1968: INVASIÓN DEL PACTO DE VARSOVIA

Durante la década de 1960 se desarrollaron todas las variantes de política comunista que se aplicaron en Checoslovaquia durante el régimen. La política de mano dura que inicialmente se desvanecía, se renovó después de la sangrienta represión soviética de la sublevación húngara

¿Y quién tiene la culpa de este desastre? ¿Quién se hace responsable de las tragedias y horrores experimentados por muchas generaciones? Desde el punto de vista general, sería sin duda el régimen comunista, las autoridades en el poder y todas las personas que trabajaron en este mecanismo incontrolable. Desde el punto de vista de los asuntos de interior, el desarrollo de Checoslovaquia a comienzos de la década de 1950 fue un período muy agitado. Los comunistas checoslovacos, haciendo pleno uso de las herramientas del poder del Estado, eliminaron con éxito a los opositores internos al régimen y limpiaron sus propias líneas. Creo que la opinión de que todo estaba en marcha únicamente bajo órdenes de Moscú y sus «asesores» no puede ser apoyada (el argumento de que «No somos responsables, todo es culpa de los rusos»). Considero que la política y la represión interna tienen similar importancia, la cual, por su propia iniciativa y con la sensación de poder imparable que emitió, creó la idea de un «futuro brillante».

Tenemos varios ejemplos de juicios políticos. El primero de ellos tuvo lugar en Eslovaquia en la primavera de 1948. En 1950, se produjo el mega-juicio de Milada Horáková y otros, y el grupo de partisanos eslovacos (Viliam Žingor y otros). En enero de 1951, hubo un juicio político escenificado ante el Tribunal Estatal de Bratislava, contra los «Traidores» obispos católicos, Michal Buzalka (Trnava) y Ján Vojtaššák (SPI), y con el obispo católico griego, Pavol Gojdic (Prešov). Buzalka y Gojdic fueron condenados a cadena perpetua, y Vojtaššák a 24 años de prisión. El juicio fue parte de la campaña contra la Iglesia Católica. Dos procesos similares ya habían comenzado en la República Checa. El primero se llevó a cabo a principios de 1950: el juicio del representante de las órdenes, y el segundo a final de noviembre de ese año, contra los ayudantes del obispo. El objetivo político de estos juicios era «revelar» a los creyentes y al clero que la jerarquía de la iglesia era un enemigo del Estado y el Vaticano un instrumento del imperialismo estadounidense.

A principios de julio de 1951, la opinión pública mundial se revolvió literalmente por el juicio fabricado contra el periodista norteamericano William N. Oatis, que fue acusado de conspiración sediciosa y sentenciado a diez años de prisión. La mayor publicidad se logró con los juicios en noviembre de 1951, con la llamada administración de la conspiración sediciosa dirigida por Rudolf Slansky, el ex Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia (UV KSC). Fue el juicio más grande y más brutal en el que participaron oficiales comunistas en Checoslovaquia. En el veredicto, fueron (en diferentes formas) acusados de espionaje, sabotaje y

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la autoridad de Dubcek en el partido, así como en la sociedad, creció significativamente, al igual que su papel en la presidencia del KSČ de Praga ya que él era capaz de confiar en un porcentaje sustancial de los comunistas en Eslovaquia.

Los acontecimientos antes mencionados y casi un período de liberalización de casi cinco años (1963-1967) prepararon el terreno para un proceso reformador y democratizador en 1968 que más tarde fue denominado la «primavera checoslovaca». Dentro de la KSC, la reforma heterogénea se estaba formando. Una cierta liberalización política dio sus frutos también en las áreas de cultura, literatura, arte y en la producción de películas. Casi todas las formas de arte se alejaban de un llamado realismo socialista y algunas obras de arte originales comenzaron a aparecer. El papel de los intelectuales en la vida social y política fue en aumento. Después de la sesión del UV KSC, en enero de 1968, cuando eligieron a Dubcek como el primer secretario del UV KSC, los cambios comenzaron a darse rápidamente. La idea de la reforma socialista se originó dentro del Partido. Muchos funcionarios de mediana edad del Partido perdieron sus ilusiones juveniles pero no perdieron sus visiones y creencias en el socialismo como una estructura social. No querían eliminarlo sino reformarlo, transformarlo en un «socialismo más humano». Mientras se mantenía el Estado federal y el papel protagonista de la KSC, también perseguían la democratización del Partido y el Estado y la modificación del sistema político hacia la pluralidad. Se pretendía modernizar y humanizar el socialismo del Estado, conectar el socialismo con la democracia y el plan del mercado. La democratización de un régimen totalitario en sí no es posible, de la misma manera que la democracia no puede cumplir con el totalitarismo en la misma plataforma. Sin embargo, los comunistas que apoyaban la reforma creían que a través de las mismas, podrían dar al socialismo y a su ideología otro aire. La mayoría de la sociedad en ese momento aceptó el programa, ya que no quería volver al capitalismo. El nivel de participación de los no comunistas a favor del cambio de sistema en Checoslovaquia fue mucho menor en 1968 que en Hungría en 1956 y en Polonia en 1980-1981.

El movimiento social por la democratización superó las intenciones comunistas de reforma. La presidencia de Dubcek, por tanto, se encontraba en peligro y tuvo que ceder ante el movimiento. En Eslovaquia, con el proceso de democratización, el movimiento emancipador eslovaco fue dominante, con el punto de mira sobre la organización del Estado federal. Dicho estado federal fue declarado públicamente por el Consejo Nacional Eslovaco (SNR) en su sesión del 14 al 15 marzo 1968.

en noviembre de 1956. A partir de 1963, se notaba cierta liberación política (un régimen de liberalización parcial) que fue seguido de inmediato por la invasión militar de los cinco estados del Pacto de Varsovia por el «rescate Socialista» en Checoslovaquia el 21  de Agosto de 1968, después de que se llevó a cabo un conocido proceso de normalización (una restauración de la Dictadura comunista). Checoslovaquia experimentaba muchos problemas en aquella época. Fueron principalmente debidos al estancamiento económico (1961-1964) y al colapso del tercer plan quinquenal (1961-1965), ambos de los cuales simbolizaron la necesidad de una reforma económica. La sesión de enero de 1965 de la UV KSČ aprobó la necesidad de tales reformas. Su primera medida demostró que, sin un cambio en el sistema político, sería difícil llevar a cabo la reforma. La reforma económica simplemente generaba cambios en el sistema.

El segundo problema era la rehabilitación de las víctimas de los juicios políticos. Debido a la retrasada desestalinización, la rehabilitación se inició entre 1963 y 1964, pero no siempre era aplicada. Los principales afectados fueron los funcionarios comunistas erróneamente condenados; la cuestión de la responsabilidad de los juicios políticos todavía no se había resuelto. La seguridad nacional siguió siendo un estado dentro del Estado. Durante el proceso de democratización en 1968, estas rehabilitaciones avanzaron mejor cuando fueron legitimados por la ley y cuando las aplicaban a una gama mucho más amplia de personas (incluyendo no-comunistas y ex comunistas opositores). Lo significativo de la rehabilitación limitada en 1963-1964 es que al menos una parte de los crímenes cometidos entre 1949 y 1954 fue revelada ‒ lo cual sacudió la confianza que los ciudadanos tenían en los cargos políticos más importantes. Esto provocó algunos cambios de personal en puestos de liderazgo. Entre los chivos expiatorios se encontraban eslovacos como Viliam Siroky, uno de los dogmáticos de Moscú más fieles y entonces primer ministro de Checoslovaquia, y Bacílek Karol, el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Eslovaquia (KSS UV).

Alexander Dubcek se convirtió en el líder de los comunistas eslovacos en 1963. Desde principios de la década de 1950, el nuevo liderazgo KSS no tenía la carga de los juicios políticos fabricados, por tanto, era mucho más valiente que la UV KSČ en la superación de la herencia estalinista. Al mismo tiempo, ellos ayudaban objetivamente al desarrollo de un movimiento emancipador nacional con sus políticas. Esto era otra fuente de movimiento social, que poco a poco resultó en el movimiento reformista. Con el crecimiento del movimiento nacional político en Eslovaquia,

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21 de agosto de 1968, calles de Bratislava. Ocupación de Checoslovaquia liderada por los soviéticos. 21 de agosto de 1968, calles de Bratislava. Ocupación de Checoslovaquia liderada por los soviéticos.

21 de agosto de 1968, calles de Bratislava. Ocupación de Checoslovaquia liderada por los soviéticos. 21 de agosto de 1968, calles de Bratislava. Ocupación de Checoslovaquia liderada por los soviéticos.

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Frontera del río Danubio durante la era comunista en los años ochenta. La frontera con Austria estaba fuertemente protegida y vigilada. Muchos fueron asesinados

en su intento de escapar y perseguir sus sueños en Occidente libre y democrático.

17 de noviembre de 1989, Bratislava. Una de las muchas manifestaciones que condujeron a la caída del comunismo en noviembre de 1989.

Manifestación Sviečková del 25 Marzo de 1988, La plaza de Hviezdoslavovo. La manifestación pacífica de las velas por un aumento de las libertades fue brutalmente reprimida por comandos comunistas.

La audiencia del Primer Ministro eslovaco, Dzurinda, con el Papa Juan Pablo II., Roma.

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Las nuevas democracias de Europa: Liderazgo y Responsabilidad. Bratislava, 10 – 12 de mayo de 2001. 17 de noviembre de 2007. Los políticos que participaron en la democratización de Eslovaquia hablando en el 18 aniversario de noviembre de 1989. De izquierda a derecha: Hrušovký, Dzurinda, Csáky, Topolánek.

29 de noviembre 2004, Roma. El Primer Ministro eslovaco, Dzurinda,

firma la Constitución Europea.

Mayo de 2004. El Primer ministro Mikulas Dzurinda introduce los cuatro principales candidatos de su partido ‘PE SDKU’ para las elecciones al Presidente del Parlamento Europeo, Pat Cox.

Cumbre Putin-Bush en Bratislava, el 24 de febrero de 2005.

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negociaciones celebradas en Čierna y Tisou entre las delegaciones del KSC y el Partido Comunista de la Unión Soviética (KSSZ) sobre el tema del desarrollo político en Checoslovaquia (29 julio-1  agosto). Representantes soviéticos pidieron de nuevo que los dirigentes de Checoslovaquia hicieran frente a la situación «contra-revolucionaria» de forma rápida y eficiente, utilizando sus propios métodos. Tales acciones, sin embargo, pondrían fin a la política de reforma, que era una alternativa aceptable para el ala progresista dentro de la dirección del Partido. Poco después, se celebró una reunión en Bratislava (el 3  de Agosto) con los representantes de los partidos comunistas y obreros, representantes de Bulgaria, Hungría, la República Democrática Alemana, Polonia y la Unión Soviética, bajo el liderazgo del KSC. Emitieron un comunicado declarando que «la protección y el aseguramiento de los logros socialistas será una obligación internacional común de todos los países socialistas» (Doctrina Brezhnev de Soberanía Limitada). Durante la reunión, una llamada carta de invitación fue entregada al Presidente del KSSZ. Había sido firmada por cinco comunistas checoslovacos polémicos (Vasil Bilak firmó de parte de los eslovacos). Esta carta, que debía dar validez a la preparación de una invasión del ejército del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, era un documento crucial porque había sido firmada por los máximos representantes de la KSC.

La presión soviética política y psicológica continuó pero sólo camuflaba los preparativos para una intervención militar. Las medidas militares comenzaron en la noche del 20 de agosto de 1968. La intervención de los cinco ejércitos estatales del Pacto de Varsovia (Unión Soviética, Polonia, Hungría, Alemania Oriental y Bulgaria) dio lugar a la creación de un movimiento espontáneo de resistencia de los habitantes de Checoslovaquia. Ellos vieron con terror cómo, en una noche, el territorio de la República Socialista Checoslovaca fue invadido por 300 mil soldados extranjeros, más de 6  mil tanques y vehículos de combate, 4  mil cañones y mil aviones de 24  regimientos aéreos. Fue la mayor acción armada en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Poco después de la medianoche del 21 de agosto, el Presidente del UV KSČ redactó una carta «A todo el pueblo de Checoslovaquia», desaprobando la acción militar de los 5 estados del Pacto de Varsovia. Esa noche, los miembros de la STB checoslovaca arrestó a los líderes del Partido y del Estado ‒ Alexander Dubcek, Josef Smrkovský, Oldřich Cernik, František Kriegel, etc El establecimiento de un Gobierno títere que era parte del plan original soviético para la eliminación de la reforma socialista en Checoslovaquia. Posteriormente, los miembros de la Asamblea

El 9  de abril, el UV KSC se unió al SNR, y a mediados de mayo de 1968, el Gobierno de la República Socialista de Checoslovaquia (CSSR) ratificó la creación de un comité especializado que prepararía el terreno para la ley constitucional en la Federación Checoslovaca, encabezada por el vicepresidente, Gustav Husak. Se componía de 30 miembros: 15 del Partido checo y 15 del Partido eslovaco. La verdad es que el Partido Checo saboteó y obstaculizó el trabajo del comité. Un estado federal común checoslovaco no era una prioridad para el Partido Checo, sin embargo, el Partido Eslovaco tuvo éxito y el 27  de octubre, la Asamblea Nacional de la CSSR aprobó la Ley Constitucional Nº 143/1968 de la Federación Checoslovaca. Señaló, entre otras cosas que «los checos y los eslovacos han coincidido en la formación de la Federación Checoslovaca».

El mismo día, la Asamblea Nacional también aprobó la Ley constitucional Nº 144/1968 sobre la posición de las nacionalidades. Declaró que CSSR era un estado común de la República Checa y eslovacos y las otras nacionalidades que vivían en su territorio. A las minorías húngaras, alemanas, polacas y ucranianas (rutenas) les facilitarían, conforme con la ley constitucional, medidas de desarrollo dentro del nuevo sistema. La Ley fue creada para garantizar el derecho de estas nacionalidades a la educación en su propia lengua, el derecho al desarrollo integral, el derecho a utilizar su lengua oficial en transacciones en las zonas habitadas por esta nacionalidad, derecho de reunión, y el derecho de prensa y de información en su idioma. Todas las formas de opresión que contribuían a la desnacionalización fueron prohibidas. La Ley Constitucional de la Federación Checoslovaca fue firmada el 30 de octubre en el Salón de la Federación del Castillo de Bratislava. Las personas que participaron en la firma fueron: el presidente de la CSSR, Ludvík Svoboda, el presidente de la Asamblea Nacional de Checoslovaquia, Josef Smrkovský y el primer ministro de Checoslovaquia, Oldřich Cernik. Este acto ceremonial formaba parte del quincuagésimo aniversario de la celebración de la creación de Checoslovaquia.

El amplio movimiento de democratización social en Checoslovaquia fue supervisado por Moscú, desde el principio, con cierta inquietud. Si Moscú mostraba signo alguno de debilidad, pasividad o inactividad, se podrían poner en peligro sus intereses a escala mundial. Checoslovaquia tuvo que ser devuelta al «redil» de lo contrario, podría dar pie a una avalancha similar en los demás países del bloque del Este. La primera advertencia de Moscú fue dirigida a Praga el 23 de marzo de 1968, después de una reunión de los líderes comunistas en Dresden y se hacía hincapié en la «contrarrevolución sigilosa». Brezhnev entregó el siguiente aviso directamente a Dubcek en las

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«normalización». Este período duró más de dos décadas. El control soviético fue restablecido y la supremacía del Partido del Estado sobre la sociedad se vio renovada. Los frutos de la reforma y el proceso de la democratización fueron destruidos.

Poco después de la invasión de Checoslovaquia, una parte de los comunistas reformistas, incluyendo a Alexander Dubcek, anticipó que incluso dentro de las nuevas condiciones, algo del «socialismo con rostro humano» podría ser salvado. Sin embargo, la realidad demostró que estaban equivocados. Dubcek tuvo que renunciar a su cargo de Primer Secretario del UV KSC, y el 17 de abril de 1969, fue remplazado por Gustav Husák, quien permaneció en este cargo hasta diciembre de 1987. El proceso de normalización estaba asociado con su nombre. Incluso si hubiera tenido su propia idea acerca de la normalización cuando asumió el cargo, se habría visto obligado a implementar el plan creado por Leonid I. Brezhnev y los conservadores dentro del KSC.

El sistema de gobierno en Checoslovaquia (y Eslovaquia) en el momento de la normalización se determinó finalmente por los intereses estratégicos de la Unión Soviética, visto que la superpotencia deseaba estabilizar su hegemonía en esta región. La colocación de ejércitos soviéticos en el territorio de Checoslovaquia y la firme adhesión a la Unión Soviética formaban parte de su estrategia. El régimen político volvió a las represalias, la censura, las purgas, el espionaje, la nomenclatura, la aplicación de criterios de clase cuando se buscaba la admisión a universidades, etc. Era una reminiscencia de la situación de la década de 1950, con la excepción de que el régimen en poder no era un modelo de Stalin. Más bien podría definirse como neo-estalinista. A pesar de que las represalias no eran de carácter preventivo y las persecuciones fueron más leves, el deterioro de la ideología continuó. El principal documento ideológico ahora se convirtió en «Lecciones de la Crisis de Desarrollo en el Partido y la sociedad después del 13 Pleno del KSC». Su verdadero objetivo era relativizar la intervención militar en agosto de 1968 y legitimar el sistema político nuevo. Después del espionaje por parte del Partido, el comunismo reformista empezó a desaparecer de las estructuras oficiales y ni siquiera se crearon las condiciones necesarias para su recuperación en la fase final del régimen comunista soviético durante la «perestroika». Los conservadores triunfantes, con su pensamiento estéril, consideraban que Dubcek, el símbolo de la Primavera de Praga, era todavía una amenaza para el régimen, hasta la caída del comunismo.

Un vínculo mucho más fuerte que la ideología entre el poder y la sociedad en el momento de normalización fue el no escrito, pero, por experiencia, muy leído, «contrato» ‒ un tácito acuerdo

Nacional de Checoslovaquia adoptaron una resolución donde se identificaban con las proclamas fijadas por el Presidente del UV KSC, que declaró la invasión de Checoslovaquia por los cinco ejércitos estatales del Pacto de Varsovia, como una violación del derecho internacional, de las disposiciones del Pacto de Varsovia, y de los principios de relaciones de igualdad entre las naciones. El Gobierno checoslovaco celebró una sesión extraordinaria donde se expresó esta desaprobación a los cinco países cuyos ejércitos habían invadido Checoslovaquia. Después del intento fallido de establecer un gobierno pro-Moscú, los llamados gobiernos de trabajadores y agricultores (Indra y otros), algunos líderes reformistas y representantes políticos fueron secuestrados y llevados a la Unión Soviética. El gobierno CSSR emitió una proclama en la que se hizo hincapié en que Checoslovaquia había sido invadida en contra de su voluntad, y que por tanto, por primera vez en la historia del movimiento comunista internacional, un acto de agresión liderado por el Partido Comunista e interpretado por los ejércitos aliados de los países soviéticos, había tenido lugar en un Estado. El Presidente del UV KSS también reaccionó públicamente y expidió el punto de vista unánime de que el pueblo debería apoyar la política representada por Dubcek.

El presidente checoslovaco, Ludvík Svoboda, viajó a Moscú para negociar con los principales representantes de la URSS. Al día siguiente llegaron los políticos arrestados checoslovacos (Dubcek y otros). Las negociaciones duraron hasta el 26 de agosto, el resultado de las cuales fue la firma del llamado Tratado de Moscú, que obligó a la KSC a poner fin a todos los procesos de avivamiento. La política de mano dura de Brezhnev hacia la «desobediente» Checoslovaquia consiguió el resultado deseado. Además, con el uso de armas, Moscú pronto obligó a los comunistas reformistas que dejasen sus puestos de liderazgo en Checoslovaquia (y en Eslovaquia). Estos puestos importantes se ocuparon por los comunistas dogmáticos conservadores.

¿Cuál fue la reacción de los países occidentales hacia la intervención militar de «países fraternales» en Checoslovaquia? En realidad, no hubo ninguna. Occidente sólo era capaz de emitir varias declaraciones políticas de desaprobación. Los EEUU y la OTAN evaluaron este evento internacional como una acción que no estaba dirigida contra los intereses de Occidente, o simplemente lo veía como un problema interno del bloque del Este.

La intervención detuvo el proceso de democratización y creó unas condiciones que condujeron a la eliminación de los resultados ya obtenidos. Fue el comienzo del período más largo en la historia del régimen comunista en Eslovaquia (y Checoslovaquia) y más tarde se denominó el período de

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industrial, Checoslovaquia fue cada vez más a la zaga de los países industrialmente desarrollados, pero después de la «crisis del petróleo», los procesos innovadores empezaron a acelerarse. La estabilidad del régimen se recuperó con la estructura industrial existente que no correspondía a las exigencias actuales y se deterioraba el medio ambiente. Eso significa, por ejemplo, que la estabilidad del régimen se produjo sin resolver cuestiones económicas. Con la disminución de los resultados económicos, las fuentes de corrupción y consenso social comenzaron a agotarse.

El fallo del sistema económico y su estado general débil al final de la década de 1980 sin duda contribuyó considerablemente a la caída del comunismo en Checoslovaquia; sin embargo, no fue el factor determinante, ni un impulso para los acontecimientos de noviembre de 1989. La situación económica no era alarmante como para iniciar una ola de desorden e iniciar el mecanismo de destrucción. Ambos elementos gobernantes y gobernados se dieron cuenta de que el comunismo había perdido la guerra al capitalismo, el pueblo había agotado sus posibilidades de desarrollo y no eran capaces de forjar un futuro mejor. El comunismo iba encaminado a la extinción. Por otra parte, había perdido su tutor externo. Esta convicción creó las bases pero no determinó el curso de acción consecuente. Hubo cambios en las opiniones, lo que resultó en una aversión hacia la política de la élite del poder y su supresión de los derechos civiles y derechos humanos en una época en la que hubo importantes cambios políticos en los países alrededores, la URSS, Polonia, Hungría y Alemania del Este, en octubre de 1989. La crisis del régimen en Checoslovaquia creció entre 1987 y 1989, así como la tendencia a oponerse a los poderes políticos y a las estructuras independientes. Las tensiones se intensificaron, y era sólo cuestión de tiempo antes de que hubiera una explosión física de insatisfacción. El catalizador llegó en forma de manifestaciones estudiantiles violentamente reprimidas en Praga y Bratislava, el 17 de noviembre de 1989.

La diáspora eslovaca jugó un papel importante en los esfuerzos por restablecer la libertad y la democracia en su país de origen en el Congreso Mundial de Eslovaquia (SWC). El renombrado empresario Stefan Roman, Fundador y Presidente del SWC, había proveído gran liderazgo y financiación crucial. El siguiente presidente del SWC, Marian Stastny, fue una figura clave en la organización de la «Demostración de las Velas» en el centro de Bratislava en la noche de 25 de marzo de 1988. Fue la mayor revuelta popular contra el régimen comunista desde la invasión soviética, el 21  de agosto de 1968. La concentración pacífica fue brutalmente reprimida por la

resultante de la situación actual. Su objetivo consistía en lo siguiente: el Gobierno se comprometió a proporcionar a sus habitantes un cierto «bienestar» holístico, a no usar la violencia para desatender su privacidad y a no necesitar demostración ninguna de su aprobación, aparte de en las elecciones y en las celebraciones del primero de mayo que se habían convertido en un ritual. Por otro lado, en Checoslovaquia (Eslovaquia), la sociedad cedió a la lealtad y la obediencia. El poder se resignó a desempeñar un papel activo del factor humano. Su visión, opuesta a la de la década de 1950, ya no era ser un constructor luchador por la consciencia socialista, sino un ciudadano leal, preocupado por sus propios intereses. El mencionado «contrato» era respetado por ambos lados. Eslovaquia (y Checoslovaquia) ni tenía conocimiento de ello ni experimentó oleadas de turbulencia o huelgas, como se vivieron en Polonia. Los trabajadores no se unieron a las actividades de la oposición y los intelectuales disidentes eran, hasta 1985, sólo un grupo limitado y aislado. Por otra parte, los eslovacos que vivían en el extranjero habían tenido un papel muy importante en la lucha contra el comunismo. Fueron unificados y bien organizados en el Congreso Mundial de Eslovaquia (SKS). El SKS fue creado y presidido por el patriota eslovaco-estadounidense, Stefan B. Romano.

A la hora de nombrar actividades de la oposición en Eslovaquia, cabe destacar la llamada «demostración de las velas», que tuvo lugar en Bratislava el 25 de marzo de 1988. Esta protesta tranquila (miles de velas en las manos de los ciudadanos) contra el régimen comunista, fue brutalmente reprimida por el STB y fue uno de los ejemplos más significativos de la resistencia en este período. Fue una paradoja, puesto que la planificación y coordinación de «La demostración de las velas» no la realizó ningún grupo anti-comunista escondido, sino el SKS y su vicepresidente, Marian Šťastný.

La existencia de un «socialismo goulash» dependía del rendimiento de la economía y el consumo, por tanto, se centró en la política económica y social. En la primera mitad de la década de 1970, la economía observó un aumento, lo que podría atribuirse a los préstamos soviéticos en monedas convertibles y a la entrega creciente de petróleo y gas a un precio razonable. A la luz de algunos cambios en las condiciones externas (como las crisis de la energía y las materias primas), la economía fue incapaz de reaccionar de forma flexible, y la segunda mitad de la década de 1970 fue menos exitosa que la primera. El ritmo de crecimiento de la renta nacional disminuyó y esta tendencia continuó durante la década de 1980. Al mismo tiempo, desde un punto de vista

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El Parlamento Federal eliminó el monopolio del poder mediante la derogación del artículo 4  de la Constitución de la CSSR. La reconstrucción de las asambleas legislativas principales permitió que se aprobasen normas jurídicas nuevas, confirmando cambios esenciales socio-políticos, como el derecho de reunión, una orden jurídica democrática, pluralista y de un sistema político y económico. Permitió la creación de nuevos partidos políticos como el Movimiento Demócrata Cristiano (KDH), el Partido Nacional Eslovaco (SNS), el Partido Verde (SZ), los partidos que representaban a las minorías húngaras, etc. Asimismo, se permitió la transformación del VPN en un partido político y el restablecimiento del Partido Socialdemócrata de Eslovaquia (SDSS) y el Partido Democrático (DS). Estas acciones resultaron en la creación de un espectro político más amplio, desde el ala liberal a nivel nacional, desde la izquierda a la derecha. En relación directa con la formación de un sistema político pluralista, las reformas del sistema electoral también se llevaron a cabo, permitiendo unas elecciones libres y democráticas así como la transformación total de un sistema político postotalitario a un sistema democrático.

Las elecciones parlamentarias en Checoslovaquia en 1990 fueron en realidad un referéndum en el cual los ciudadanos votaron a favor o en contra de los cambios democráticos. Los principales protagonistas de la revolución democrática, el VPN y el FC, adquirieron la mayoría de los votos. Como consecuencia de los resultados, se formó el nuevo Consejo Nacional Eslovaco y el nuevo Gobierno. En enero de 1991, la Asamblea Federal aprobó la «Carta de los Derechos Fundamentales y Libertades», por la cual la sociedad Checoslovaca se unió al grupo de sociedades democráticas avanzadas. La sociedad trató de hacer frente al asunto de la propiedad y los otros hechos y daños que habían tenido lugar entre 1948 y 1989 al aprobar una ley sobre la indemnización extrajudicial.

Un requisito previo esencial para la transformación económica fue el cambio de relaciones en cuanto al asunto de la propiedad que se adelantó en relación con la privatización económica, restitución y transformación. La economía existente planificada y dirigida centralmente fue gradualmente sustituida por un sistema de mercado. La liberalización de los precios en enero de 1991 eliminó el viejo sistema central de regulación de precios. Sin embargo, las transformaciones socio-económicas estaban todavía en su infancia.

Los acontecimientos de noviembre de 1989 abrieron la puerta no sólo a la democracia, la libertad y una economía de mercado, sino también a la mejora de la deformación en las relaciones estatales.

policía antidisturbios comunista. El evento fue una chispa y un catalizador para la caída final del régimen que tendría lugar 20 meses después.

Desde mediados de la década de 1980, la clase política en Checoslovaquia (y Eslovaquia) ‒ ambos bajo la influencia de la perestroika de Gorbachov - comenzó a perder apoyo no sólo entre los civiles, sino también entre los miembros de su propio partido. Durante el mes de noviembre de 1989, cientos de miles de personas salieron a las plazas y a las calles a repudiar abiertamente al régimen que les negaba el diálogo, que ignoraba los requisitos necesarios para la democratización del sistema, y se adhería a una política de hostilidad hacia todos los que no se subordinaban a los dictados del Partido Comunista. La oposición democrática surgía del seno de la sociedad civil y su programa de cambios en el sistema apoyaba conceptos como la democracia, la libertad, y la pluralidad política, económica y espiritual. El proceso de eliminación del régimen comunista en la antigua Checoslovaquia tenía una alternativa de «terciopelo». Procesos similares estaban en marcha casi simultáneamente en los países vecinos del Bloque soviético. Los acontecimientos de noviembre de 1989 allanaron el camino para cambios políticos, económicos y sociales.

VIII. 1989: LA REVOLUCIÓN DE TERCIOPELO

Los acontecimientos de noviembre de 1989 situaron a las sociedades eslovacas y checas a la vanguardia en la solución de los problemas principales: por un lado, tenían que tratar con el período de régimen comunista, y por el otro, tenía que alcanzar los objetivos básicos del cambio social a niveles políticos, sociales y económicos (e incluso a nivel estatal en Eslovaquia). La fuerza motriz detrás de los cambios democráticos en Eslovaquia fueron los esfuerzos de un movimiento ciudadano llamado Público Contra la Violencia (VPN), el Foro Cívico (FC) en la República Checa y el movimiento de los estudiantes. Una de las condiciones básicas para la democratización de Eslovaquia y la sociedad checa fue la reconstrucción del Parlamento Federal y Nacional del Parlamento, que se llevó a cabo a través de la cooptación de nuevos miembros del Parlamento, desde finales de noviembre de 1989 hasta finales de marzo de 1990.

Rudolf Schuster se convirtió en el primer Presidente, en noviembre de 1989, del Consejo Nacional Eslovaco, y Cic Milán se convirtió en Primer Ministro del Gobierno de Eslovaquia.

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rondas de discusión sobre la estructura del gobierno federal, las preocupaciones económicas y la configuración del Estado de la república. Los líderes de los victoriosos partidos políticos llegaron a un acuerdo sobre la creación de un programa de división estatal común, después de pasar la Declaración del Consejo Nacional Eslovaco de la Independencia de la Nación Eslovaca (julio de 1992) y la Constitución de la República Eslovaca (1 de septiembre, 1992). El 25 de noviembre de 1992, los miembros del Parlamento aprobaron la Ley Constitucional sobre la disolución de la RFCE y otras leyes sobre la unión aduanera y monetaria, la división de la propiedad federal, la cooperación y la amistad.

Dos nuevos estados independientes en el centro de Europa, la República Eslovaca y la República Checa, nacieron el 1 de enero de 1993. Hubo nuevos retos para los representantes políticos de la República Eslovaca, así como a sus ciudadanos: gestionar una transformación social y económica que cubría cada esfera de la vida, construir una sociedad democrática y un sistema pluralista, realizar un seguimiento de la integración en curso a la Comunidad Europea, y crear bases sólidas para su propio estado. Dio la casualidad de que en los primeros años del Estado eslovaco, se experimentó una madurez política que trabajaba para lograr toda una serie de objetivos antes considerados imposibles.

Después de su inicio, la República Eslovaca expresó su interés por entrar en organizaciones políticas internacionales, económicas y de defensa y su voluntad de participar plenamente en sus actividades. Eslovaquia se convirtió en miembro de las Naciones Unidas en enero de 1993, en miembro del Consejo Europeo el 30  de junio de 1993, y en octubre del mismo año, firmó el acuerdo europeo de asociación (con respecto a su asociación con la Unión Europea). En las negociaciones en la sede de la OTAN en Bruselas (noviembre de 1993), el presidente, Michal Kovac, expresó su interés en que Eslovaquia se convirtiera en miembro de dicha organización. Cuatro meses después, en febrero de 1994, el Gobierno eslovaco firmó un documento en el que daba una serie de pautas sobre la asociación de la República Eslovaca a la Asociación para la Paz en Bruselas. En junio de ese mismo año, el Consejo Nacional de la República Eslovaca aprobó un documento de seguridad fundamental, la Doctrina de Defensa de la República Eslovaca, en el que Eslovaquia declaraba oficialmente su interés en la plena adhesión a la OTAN. Pero el camino de la República Eslovaca a convertirse en un miembro pleno de la OTAN no fue fácil, y diez años después, el primer ministro Mikulas Dzurinda pudo presentar los documentos de ratificación

La primera disputa seria entre la representación política Eslovaca y Checa se demostró con un cambio de nombre del estado común; el pueblo recuerda este episodio como el llamado «Guerra del Guión» (primavera de 1990). Se suponía que el cambio de nombre del estado no sólo documentaba el final del período totalitario (por eliminación de la palabra «socialista»), sino que para Eslovaquia, también expresaba la igualdad de ambas naciones (eslovaca y checa) basada en principios federales. La decisión de establecer una denominación generalmente aceptada para el estado común y sus símbolos tuvo como resultado un aumento de las actividades que declaraban la soberanía del Estado eslovaco. La controversia acerca de la división de competencia entre las repúblicas y la federación culminó a finales de 1990. Era cada vez más evidente que existía un choque entre la República Checa y la República Eslovaca, desde un punto de vista de la configuración del Estado común y de la convivencia más allá de las naciones eslovaca y checa. Hubo una fuerte inclinación hacia el establecimiento de una federación unitaria, con organismos federales fuertes en la parte checa, y una federación «auténtica» ‒ construida desde abajo hacia arriba por repúblicas nacionales fuertes en el lado eslovaco. Las disputas entre los eslovacos y los checos y representaciones políticas emocionaron la opinión pública, dividiendo la sociedad. Se produjeron serios problemas estatales a partir del tratado propuesto por el Partido Cívico Democrático (ODS) entre el Estado eslovaco y República Checa en febrero de 1991. Dicho tratado fue rechazado incondicionalmente por el lado checo, seguido por largas discusiones por parte de representantes del Gobierno y el parlamento.

IX. NACIMIENTO DE LA DEMOCRACIA ESLOVACA - LUCHA Y RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA

La incompatibilidad de las ideas eslovacas y checas sobre el estado común, y la incapacidad de los representantes políticos de encontrar una solución aceptable, aumentó los niveles de tensión en las relaciones mutuas. El problema se resolvió finalmente en las elecciones parlamentarias de junio de 1992. El ODS ganó en la República Checa y Moravia, mientras que el Movimiento por una Eslovaquia Democrática (HZDS) ganó en Eslovaquia. Los representantes de ambos partidos políticos, Václav Klaus y Vladimir Meciar, no pudieron llegar a un compromiso después de siete

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un país testigo de un aumento de la violencia, de la delincuencia organizada, de los problemas sociales crónicos persistentes, y en una posición internacional débil. Esta evolución provocó descontento en una gran parte de la sociedad. Los empleados en las áreas de cultura, educación y salud expresaron su preocupación por la situación, al igual que la Conferencia de Obispos y se enfrentó al tercer sector. Los ciudadanos ahora trataban las cuestiones de la democracia y un estado legal con más cuidado. La oposición política empezó a unirse colectivamente, y al final de 1996, los presidentes del KDH, el DS y la Unión Democrática (UD) firmaron el Tratado de Cooperación, que dio lugar a la creación de la Coalición Democrática Eslovaca (SDK); esto se hizo antes de las elecciones parlamentarias en 1998 y fue la consecuencia de una polémica ley sobre elecciones. Los partidos políticos húngaros procedieron de manera similar, uniéndose al Partido de la Coalición Húngara (SMK).

Las preocupaciones fueron expresadas por los representantes de los estados del oeste democrático sobre la evolución en curso en Eslovaquia. Estas preocupaciones se administraban mediante gestiones de la UE con los más altos representantes en noviembre de 1994 y octubre de 1995. El Gobierno de Eslovaquia derogó las señales de la OTAN y la UE, que dio aviso de la necesidad de consolidación de la democracia. Los persistentes déficits democráticos en la evolución política interna llevaron a la exclusión de Eslovaquia de la primera ola de expansión de la OTAN, como se decidió en la cumbre de Madrid en julio de 1997. Eslovaquia se enfrentó a un destino similar sobre la cuestión de la entrada en la UE. En diciembre de 1997, los órganos de la UE decidieron que el diálogo sobre el ingreso en la UE se iniciaría en marzo de 1998, sin Eslovaquia. La República Eslovaca ahora se encontraba aislada internacionalmente.

El año 1998 se convirtió en un año de continua lucha política sobre el futuro de Eslovaquia. Parecía que el futuro desarrollo del Estado y la orientación de su política exterior dependían de los resultados de las elecciones parlamentarias de otoño. En 1998, los votantes expresaron una clara voluntad hacia el cambio. El ganador fue el HZDS, pero fue incapaz de organizar el Gobierno y la oposición tuvo que hacerse cargo. Representaba una mezcla heterogénea de partidos y movimientos políticos, que causó complicaciones en sus actividades en el período siguiente. Consistía en ministros del SDK, del Partido de la Izquierda Democrática (SDL), del Partido de los Ciudadanos para la Comprensión (SOP) y ‒ por primera vez en la Historia - los representantes de la minoría húngara del SMK. En el Parlamento, la coalición gobernante tenía una gran mayoría

sobre el Tratado de Washington al Departamento de Estado de los EEUU en Marzo de 2004. Finalmente, el 1 de mayo, 2004, la incorporación de Eslovaquia a la Unión Europea se cumplió.

Desde el punto de vista de asuntos de interior, el comienzo de la República Eslovaca estuvo marcado por muchas dificultades, como consecuencia de la liberalización de precios, la conversión de la industria de armamentos, los impuestos altos, una terapia de choque macroeconómica, la privatización, etc. La tasa de desempleo se disparó, al igual que los precios de los bienes, la situación social de ciudadanos empeoró y las diferencias regionales aumentaron. La construcción del estado supremo y de las instituciones políticas se adelantó rápidamente, y el tercer sector se desarrolló desde un punto de vista organizativo, al igual que las organizaciones voluntarias no gubernamentales (ONG).

El HZDS volvió a ganar las elecciones parlamentarias preliminares en el otoño de 1994. Comenzó a gobernar agresivamente según su eslogan de «el ganador se lleva todo», junto con sus socios de la coalición, el Sistema Nacional de Salud y la Unión de Trabajadores de Eslovaquia (ZRS). La privatización se convirtió en poco transparente y las afiliaciones políticas al partido fueron un factor determinante a la hora de conseguir puestos en todos los niveles organizativos ‒ incluso cuando se trataba de proyectos de privatización. Desde 1995, el desarrollo político interno estaba cada vez más marcado por la notable polarización social, la inestabilidad de las instituciones democráticas, y las relaciones conflictivas entre los principales actores políticos (el Primer Ministro y el Gobierno o el Parlamento y el Presidente, etc.). La consecuencia de la política autoritaria de los partidos de la coalición gobernante fue la desviación del modelo de transformación democrática, lo que resultó en la reducción de la libertad y los medios de comunicación, independencia cultural, la decadencia del Estado de derecho y el crecimiento de las tensiones políticas. Estas tendencias negativas se intensificaron entre 1996 y 1997. La sociedad eslovaca estaba molesta y traumatizada por varios casos dramáticos, comenzando por la sombra que rodeaba las empresas y bancos, la corrupción y el clientelismo, el secuestro de ciudadanos eslovacos. Analistas políticos coincidían en que las prácticas políticas totalitarias del pasado estaban siendo restauradas después de la formación de la coalición gobernante (HZDS, SNS y ZRS) en el otoño de 1994.

Los resultados de los estudios sociológicos muestran que los ciudadanos percibían a Eslovaquia como un país cada vez menos democrático, justo y respetuoso con las leyes, y cada vez más como

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aumento de la productividad del trabajo, el boom en la construcción civil, y los flujos de inversión extranjera fueron evaluados positivamente por las instituciones internacionales y agencias de calificación. Sin embargo, las reformas tuvieron un efecto negativo en las clases socialmente más débiles. La Ley de Ayuda Social y Vida Mínima, en vigor desde 2002, redujo significativamente los beneficios de bienestar social, causando así el descontento y el malestar entre algunas secciones de los ciudadanos. Las reformas económicas provocaron que los sectores de educación, cultura, ciencia y salud sufriesen mucho.

Después de los éxitos en el desarrollo macroeconómico, hubo algunos escándalos de corrupción en la vida pública así como en la vida política. Los ciudadanos eslovacos y el tercer sector criticó el desempeño del Gobierno, el estilo político de los partidos de la coalición gobernante, la débil aplicación de los derechos humanos, los déficits en participación ciudadana en los asuntos de la administración pública, la falta de atención a las necesidades culturales, el deterioro de la moral y los mayores niveles de alienación entre el Gobierno y los ciudadanos, una situación que condujo a menores niveles de confianza en las principales instituciones políticas. Según una encuesta de opinión de 2004, más de la mitad de los adultos de la población eslovaca no deseaba continuar con ninguna de las reformas cruciales que el Gobierno había planeado. Las críticas hacia la política socioeconómica del Gobierno de Dzurinda aumentaban.

La historia del Gobierno de coalición fue turbulenta a partir del verano de 2005. Uno de los ministros que pertenecía a uno de los partidos de la coalición dimitió y tuvieron que remodelar la estructura del Gobierno. Este cambio provocó que los miembros de la coalición ocuparan una posición minoritaria limitando así las posibilidades de maniobrar y hacer cumplir nuevas medidas de reforma. El Gobierno tuvo que depender de la lealtad de numerosos miembros independientes del Parlamento y por tanto el riesgo de corrupción en niveles superiores fue cada vez mayor. Desde principios de 2006, la escena política de Eslovaquia estuvo marcada por parte de los gobiernos compitiendo por una posición más fuerte, lo que finalmente condujo a una crisis en la coalición y su posterior desintegración. El Gobierno se vio en una posición no favorable en el Parlamento y no tenía ninguna influencia sobre la estabilidad del sistema constitucional.

Las prematuras elecciones de julio de 2006 cambiaron la distribución básica del poder político en Eslovaquia. Las elecciones fueron ganadas por el partido social demócrata Smer-Social Democracia (Smer-SD), que, junto con el HZDS y el SNS, formó un nuevo gobierno encabezado

de los miembros del Parlamento, lo que ayudó a hacer cumplir la elección directa del Presidente de los ciudadanos de la República Eslovaca.

El programa del nuevo Gobierno del primer ministro Mikulas Dzurinda fue compuesto por cuatro pilares: el desarrollo de un Estado democrático legal de recuperación económica, la reforma de la política social y las cuestiones de seguridad nacional y extranjera. El centro de sus actividades radica en el fortalecimiento de los intentos de entrar en las estructuras internacionales. En los siguientes cuatro años, el gobierno del primer ministro Dzurinda trató de lograr una «renovación exitosa de las reglas del juego democrático». Eslovaquia gradualmente se convirtió en un país normal de los Cuatro de Visegrad (Polonia, República Checa, Hungría, Eslovaquia) y un componente estable de una dirección europea más amplia. El desarrollo social daba muchas razones para tener expectativas positivas del futuro. Parecía que la sociedad eslovaca tenía potencial suficiente interna para hacer frente a los nuevos retos y para realizar cambios fundamentales. Las instituciones democráticas se fortalecieron gradualmente, se formó un estado moderno, descentralizado y democráticamente legal, y se mejoró la cultura política, se desarrolló un diálogo entre los principales actores sociales, y hubo una mejora en el desempeño de los derechos humanos y de los derechos de las minorías. Los procesos de reforma en las esferas económicas y sociales se encaminaron hacia la creación de un ambiente de transparencia en los negocios. Sin embargo, la tasa de desempleo siguió aumentando y las diferencias regionales fueron creciendo.

La Unión Democrática y Cristiana Eslovaca (SDKU) ganó las elecciones parlamentarias de 2002, y junto con KDH, SMK, y la Alianza del Nuevo Ciudadano (ANO), se formó el segundo Gobierno de Dzurinda. La formación de una coalición conservadora-liberal abrió las posibilidades de reformas en numerosos ámbitos. La orientación pro reforma del Gobierno podría contar con un entorno político bien formado y estable que creaba un ambiente adecuado para la realización de las reformas. «Las reformas» abarcaban varios áreas ‒ las finanzas públicas, el mercado laboral, los entornos empresariales, la reforma fiscal y la aplicación del llamado impuesto de tasa única, una mejora en el ambiente de inversión, una reforma de las pensiones, el inicio de la reforma de salud, la educación, los cambios en la administración de los mercados locales, el acceso a la información ‒ y paulatinamente todo fue reflejándose en el desarrollo económico del país. Hubo una leve mejora en los niveles de vida y en el crecimiento de los salarios reales entre 2005 y 2006. El alto ritmo de crecimiento del PIB, la disminución de la inflación y la tasa de desempleo, el

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Lista de abreviaturas

ANO – Aliancia Noveho občana - Alianza del Nuevo CiudadanoRSE – Československá republika - República ChecoslovacaCSSR – Československá socialistická republika - República Socialista de ChecoslovaquiaDS – Demokratická strana - Partido DemócrataDU – Demokratická Unia - Unión DemocráticaHSLS – Hlinkova slovenská ľudová strana - Partido Popular Eslovaco Hlinka para la InfanciaHZDS – Hnutie za demokratické Slovensko – Movimiento para la Eslovaquia DemocráticaKDH – Kresťansko demokratické hnutie - Movimiento Cristiano DemócrataKSSZ – Komunistická strana Sovietskeho zväzu - Partido Comunista de la Unión SoviéticaODS – Občianska demokratická strana - Partido Democrático CívicoFC – Občianske foro - Foro CívicoSDK – Slovenská demokratická koalícia - Coalición Democrática EslovacaSDKU – Slovenská demokratická un kresťanská Unia –

La Unión Democrática y Cristiana EslovacaSDL – Strana demokratickej ľavice - Partido de la Izquierda DemocráticaSDSS – Socialnodemokratická strana Slovenska - Partido Socialdemócrata de EslovaquiaSKS – Svetový Kongres Slovákov eslovaco - Congreso Mundial de Eslovaquia Smer-SD – Smer-Sociálna Demokracia - Smer-Social DemocraciaSMK – Strana maďarskej koalície - Partido de la Coalición HúngaraSNR – Slovenská Národná Rada - Consejo Nacional EslovacoSNS – Slovenská Národná strana - Partido Nacional EslovacoSOP – Strana občianskeho porozumenia - Partido para la Comprensión del CiudadanoSZ – Strana zelených - Partido VerdeSTB – Štátna bezpečnosť – Policía de Seguridad del Estado,UV KSC – Ústredný Vybor Komunistickej Strany Ceskoslovenska -

Comité Central del Partido Comunista de ChecoslovaquiaUV KSS – Ústredný Vybor Komunistickej Strany Slovenska -

Comité Central del Partido Comunista de EslovaquiaVPN – Verejnosť proti násiliu - Público contra la ViolenciaZRS – Združenie robotníkov Slovenska - Unión de Trabajadores de Eslovaquia

por el primer ministro Robert Fico. Contrariamente al gobierno de Dzurinda, que consideró que su prioridad principal fue el mejoramiento de los indicadores macroeconómicos esenciales (mejorar la calidad del entorno empresarial y prestar menos atención a la esfera social), el nuevo gobierno y sus representantes proclamaron que su prioridad era la política de solidaridad y la mejora de los principios de un «Estado social».

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ESLOVENIA: DE LA TRIPLE OCUPACIÓN TOTALITARIA A LA LIBERTAD Y LA INDEPENDENCIA

Damjan Hančič, Renato Podbersič, Blaž Ivanc

República de Eslovenia – Republika Slovenija

Superficie: 20, 273 km²

Población: 1.959.900 (2006)

Ciudad capital: Liubliana

Idioma oficial: esloveno

Moneda: Euro

Forma de gobierno: República Parlamentaria

Incorporación a la UE: 01.05.2004

I. INTRODUCCIÓN

Eslovenia es el único miembro de la Unión Europea que ha experimentado los tres tipos de régimen totalitario en el siglo XX: el Fascismo, el Nazismo y el Comunismo.

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del movimiento de resistencia y la liquidación de enemigos políticos hasta en tiempos de guerra corroboran este hecho. Por tanto, es muy difícil distinguir de forma precisa entre la lucha por la liberación y la revolución comunista, incluso hoy día, ya que ambos movimientos ocurrieron de forma simultánea. Dicho esto, hubo claras diferencias entre las distintas regiones eslovenas: la guerra civil y la revolución tuvieron lugar principalmente en la parte italiana de la región de Liubliana, mientras en las regiones del norte ocupadas por alemanes y húngaros, tuvo lugar la llamada segunda fase de la revolución, dejada de lado durante la guerra, a pesar de haber mostrado señales de una lucha «ideológica» o de una revolución comunista.

Como consecuencia de las decisiones tomadas en la Conferencia de Yalta en 1945, la antigua Yugoslavia, de la que formaba parte Eslovenia, pertenecía al bloque comunista y consecuentemente el desarrollo del comunismo aumentaba sin ningún impedimento. Después de la ruptura con Stalin (en Kominform) en 1948, el terror comunista se incrementó y en ocasiones se llegó a superar la violencia acaecida en la Unión Soviética. A principios de los años 50, el régimen autoritario empezó a debilitarse debido al hecho de que el sistema político yugoslavo dependía de ayuda americana, aunque permaneció totalitario hasta su ruptura en 1990. A mediados de los años 80, ya podemos encontrar casos aislados de juicios políticos y plataformas ideológicas en colegios y sistemas educativos. A lo largo del periodo comunista, el sistema oscilaba entre el llamado «liberalismo» y la tensión de la población. El periodo más importante del liberalismo comunista fue a finales de los años 60, después de la caída del Ministro del Interior, Aleksander Rankovic (1908-1983) pero al principio de los años 70, el «liberalismo» fue sofocado, debido al temor por la posible conversión del sistema al pluralismo multipartidista, y empezaron de nuevo «Los tiempos de Plomo», y manteniéndose hasta mediados de los años 80.

El ataque por parte del ejército italiano en Yugoslavia significó el zénit de muchos años de política fascista imperialista hacia los países bálticos y la zona de la cuenca del Danubio. El ataque fue una violación del Pacto Briand-Kellog (el 27 de agosto 1928), firmado por Italia. En contra de la ley internacional humanitaria de guerra, que no permite el anexo de un territorio por fuerza armada, Italia expandió sus fronteras a la región de Liubliana (Provincia di Lubiana). La autonomía nacional y cultural fue prometida a los 350 mil habitantes de la región de Liubliana, aunque las autoridades italianas se empeñaron en implementar los sistemas fascistas italianos de la forma más rápida posible. Como consecuencia de la influencia política, cultural y económica de Italia,

II. LA DOBLE EXPERIENCIA DEL FASCISMO DURANTE LA OCUPACIÓN NAZI

La zona oeste de la Eslovenia actual, que en 1920 con el Tratado de Rapallo, se convirtió en territorio del Reino de Italia, fue la primera región en enfrentarse con el primer sistema totalitario, el Fascismo. El Fascismo italiano prohibió cualquier derecho nacional a los eslovenos e intentó que se convirtieran en italianos. Los eslovenos nacionalistas, sobre todo sacerdotes y personas de alto nivel cultural, fueron exiliados y forzados a trasladarse hacia el interior de Italia. Sin embargo, la región de Primorska o Venzeia Giulia fue habitada por italianos de otras zonas del país. El terror provocado por el fascismo se incrementaba cada año llegando a su máximo nivel entre 1941 y 1943, cuando Italia ocupaba parte de la Eslovenia de la posguerra (la provincia de Drava) y la llamada región de Liubliana (Notranjska, Dolenjska, Liubliana).

El siguiente régimen totalitario que afectó a los eslovenos fue el Socialismo Nacional Alemán. Este régimen influyó en una minoría eslovena en Carinthia, ubicada dentro de las fronteras del Tercer Reich en 1938 después del «Anschluss». Los eslovenos eruditos y los sacerdotes en particular, fueron los más afectados. Cuando los alemanes atacaron Yugoslavia y ocuparon una gran parte del territorio esloveno de la posguerra (Gorenjska – Alta Carniola, Styria del sur, parte de Carinthia), la situación empeoró. En estas zonas, los alemanes no tardaron en implantar rigurosas medidas de desnacionalización, las cuales incluían no solamente la deportación de los eslovenos de cierto nivel sociocultural, sino también de la mayor parte de la población eslovena de varias otras regiones. Posteriormente, dicho territorio se pobló de ciudadanos alemanes.

A finales de 1941, los Nazis y las autoridades fascistas italianas, conjuntamente, consiguieron hacer emigrar a los alemanes de la zona de Kocevje (Gotsche) y colonizaron la región de los ríos Sava y Solta. La población eslovena de estas zonas ya había sido desalojada. La limpieza étnica de Kocevsko finalizó después de la guerra por la autoridad comunista eslovena-yugoslava.

El tercer sistema totalitario en Eslovenia, y el que duró más años, fue el Comunismo. Sus orígenes se sitúan previos a la segunda guerra mundial, pero su influencia se hizo cada vez más importante después de la ocupación de Eslovenia en 1941, cuando tuvo lugar una revolución comunista que usaba como pretexto «la lucha de liberación contra la ocupación». La monopolización

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Al contrario que en la democracia, que se basa en la igualdad legal de toda la ciudadanía, el Nacionalsocialismo se basa en la desigualdad y en la subordinación. El tercer Reich estableció una sociedad racista organizada y legitimada, basada en el racismo, en la cual los alemanes «perfectos» deberían estar unidos en comunidad dentro de su pueblo y se justificaba la implementación legislativa contra las naciones inferiores. Por tanto, el Nacionalsocialismo se basaba en el racismo. Las leyes que lo regulaban eran las llamadas «leyes de Nuremberg», que privarían a los Judíos y los gitanos «Roma Sinti» de la ciudadanía alemana. Durante la guerra fueron exterminados masivamente y los habitantes de otras naciones, particularmente los eslavos, también fueron considerados personas inferiores. Después de la ocupación en abril de 1941, estas leyes afectaron a los eslovenos de Baja Estiria, Goernjska y la zona yugoslava de Carintia (Meziska dolina) y a los miembros de la minoría eslovena en Austria Carintia después del Anschluss, es decir, en Marzo de 1938. Yugoslavia fue atacada por Alemania siguiendo los planes ideológicos y logísticos que ya habían sido implementados en las zonas ocupadas.

En 1941, la región de Eslovenia fue ocupada y dividida por tres fuerzas: los alemanes, los italianos y los húngaros. La parte más extensa fue ocupada por los alemanes: Estiria, Gorensjka, un área que abarca unos 9000 kilómetros cuadrados al sur del río Sava y cuatro comunidades al noroeste de Prekmurje. Para estas regiones, Hitler decidió usar el mismo sistema de ocupación que había usado en Alsatia, Lotaringa y Luxemburgo, es decir, nombró a líderes de zona y diputados nacionales de regiones vecinas como jefes de la administración civil.

La Alemania nazi inició una campaña de limpieza étnica muy radical y se marcó como objetivo convertir una parte importante de territorio esloveno en alemán. Los planes de Hitler incluían la deportación de los eslovenos y la colonización de alemanes a la zona de Kocevje y las otras regiones que se habían quedado fuera de la región de la conquista alemana después de la ocupación. En los primeros dos años de la ocupación y siguiendo las órdenes de Hitler, la administración civil tenía que germanizar la región ocupada y convertirla en parte del Reich. Siguiendo este objetivo, los Nazis no cesaron de implantar medidas, entre las cuales se encontraba el exilio de personas no aptas, tanto por razones políticas como racistas. Asimismo se fomentaba el sentimiento de nacionalidad alemana en los eslovenos que eran considerados aptos política y racialmente, quienes tenían el privilegio de poder permanecer en la zona. Por eso se fundó la Unión Popular de Estiria (Steirischer Heimatbund) en Estiria, y en Gorenjska la Union Popular de Carinthia (Kartner

los eslovenos de dicha región comenzaron a formar parte, paulatinamente, de una sociedad fascista y enamorarse de la cultura italiana. Las fuerzas ocupantes creían al principio, que la asimilación de los eslovenos sería una tarea fácil, dado que Italia era un país estable y atractivo, y por eso las medidas de asimilación establecidas eran leves. Querían convencer a los eslovenos usando el cariño, particularmente a la élite social.

Los eslovenos, comparando a los nuevos ocupantes con el régimen nazi, encontraron la ocupación italiana menos opresiva y consecuentemente algunos partidos políticos cooperaron con ellos aunque no eran partidarios del fascismo; la mayoría de los eslovenos confió en la victoria de la Segunda Guerra Mundial de las fuerzas aliadas después de la primera situación de incertidumbre y comenzaron a imaginar su nación como una coalición antifascista.

Las autoridades italianas, al principio respetaron la autonomía cultural y educativa eslovena, y apenas intentaron influir en esta autonomía, pero su objetivo a largo plazo era la «italianización» del país que se haría de manera menos abrupta y más gradual que el sistema implantado por los nazis. El primer paso que se dio fue la creación de una administración pública bilingüe, la enseñanza de lengua Italiana en colegios como asignatura obligatoria y el establecimiento de organizaciones auxiliares fascistas. La suposición por parte de los italianos de una «ocupación italiana con beneficios» que borraría la cultura eslovena inferior de la sociedad fascista corporista, chocó con la resistencia y generaría violencia en las calles y multitud de viviendas incendiadas, alcanzando su momento más crítico durante los tiempos de una gran ofensiva italiana, la llamada ofensiva «Roshka», contra el territorio ocupado por los partisanos, entre junio y noviembre de 1942. Que los italianos fusilaran a sus rehenes y deportaran a los eslovenos a los campos de concentración italianos (Rab, Gonars, Visco, Renici) estaba a la orden del día; solamente en Rab, perecieron 100 eslovenos en circunstancias desesperadas, entre ellos mujeres y niños. Se planearon deportaciones masivas de la región de Liubliana.

Durante la ocupación, los italianos juzgaron a más de 13 mil personas y al menos 3.500 fueron sentenciadas a largas penas de cárcel; docenas de personas fueron condenadas a la pena capital y 145  rehenes fueron fusilados. La violencia fascista contra los eslovenos duró hasta la capitulación de Italia el 8 de septiembre 1943, cuando el territorio de Liubliana y Venezia Giulia fueron ocupados por los italianos y se estableció «La Zona Operativa del Mar Adriático» (Operationszone Adriatisches Küstenland).

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entre Alemania e Italia el 31 de agosto de 1941 – duró desde el 14 de noviembre de 1941 hasta el 20 de enero de 1942. Algunos se mudaron al triángulo de Brežice, donde abundaban los hogares abandonados, y otros se fueron al territorio del Reich. 11174 personas emigraron a Baja Estiria.

La labor de los Diputados del Comisario para Fomentar la Nacionalidad Alemana estaba estrechamente conectada con las deportaciones de los eslovenos. Al principio, su deber era administrar las zonas abandonadas por los eslovenos para ser posteriormente colonizados por alemanes. Durante el proceso de «Germanización», las autoridades alemanas invirtieron mucho tiempo y centraron su esfuerzo en los niños. Fundaron guarderías y colegios en los que se hablaba únicamente alemán.

Las autoridades alemanas también impusieron otras medidas de «Germanización», como la destrucción masiva de libros, la abolición de asociaciones eslovenas y la confiscación de sus propiedades; con esto pretendían destrozar el sentimiento esloveno. Durante la primavera y el verano de 1941, los alemanes marcaron política y racialmente a casi toda la población de la región ocupada de Eslovenia. La evaluación final de los eslovenos fue la más rigurosa de todos los territorios ocupados. Desde un punto de vista político, intentaban eliminar a toda persona «hostil al pueblo alemán» y con la evaluación racial querían prevenir la inclusión en la sociedad alemana de «elementos racialmente no aptos». Se otorgaban grados políticos de 1 a 5, y grados raciales de 1 a 4 (siendo el mejor el grado «1»). Evaluaban a cada persona por separado y después emitían una puntuación global para toda la familia. Asignaban la nota final teniendo en cuenta estas dos notas previas: «E» (evacuado-deportado a Croacia o a Serbia), «V» (verbleibt – se queda en Eslovenia) y «A» (altreich – deportado a Alemania).

La mayoría de la población recibió un grado racial y político de 3 y 3, lo cual hubiera significado la deportación de más de la mitad de la población de Gorenjska. Viendo que este tipo de deportación masiva era muy difícil de ejecutar, cambiaron levemente los criterios e introdujeron nuevos grados distinguiendo entre 3+ y 3-. Finalmente sólo deportaron a las familias con un grado de 3-.

150.000  hombres y mujeres en Estiria, Gorenjska y Carintia fueron movilizados para servir en el ejército y el servicio laboral alemán. En 1942, otros 28 mil fueron trasladados de Baja Estiria, y entre 8  mil y 10  mil hombres de Gorenjska, fueron destinados al frente este. Más de 10  mil personas perdieron sus vidas y muchos desertaron y se unieron a unidades ilegales partisanas.

Volksbund), dos organizaciones de las que todo esloveno apto para ser alemán tenía que ser miembro. Los jóvenes tenían «secciones» especiales dentro de estas organizaciones.

Durante los primeros días de la ocupación, los Nazis empezaron a cambiar la apariencia externa del país. Quitaron los nombres eslovenos de lugares, calles, fábricas y empresas, remplazándolos por nombres alemanes. También cambiaron los nombres y apellidos de la población. Colgaban pósteres en las calles, animando al pueblo que aprendiera alemán. Los alcaldes de cada comunidad se empeñaban en conseguir que su zona adoptase totalmente las costumbres alemanas.

En el territorio ocupado de Baja Estiria, los Nazis procedieron con la «Germanización» y la emigración se produjo a mayor escala y de una forma más determinada que en Gorenjska. Como en la primera «Germanización», ejecutaron, detuvieron y exiliaron a muchos eslovenos nacionalistas que se oponían al nazismo. Las primeras detenciones se realizaron en Maribor el 11 de abril de 1942. Los detenidos fueron trasladados a cárceles y campos de asamblea y tránsito. Entre los detenidos se encontraban muchas personas que habían sido miembros activos de partidos políticos yugoslavos antes de la guerra, los eslovenos pensadores, sacerdotes, profesores, catedráticos, abogados y médicos.

Los alemanes tenían planificado deportar entre 220 y 260 mil eslovenos desde mayo a octubre de 1941. Además de las 17 mil personas que evitaron la emigración escapándose a territorio italiano, exiliaron a unos 80 mil, entre los cuales el 90,83% eran sacerdotes eslovenos, el 84,21% ingenieros, el 66,18% profesores, el 45,20% médicos y farmacéuticos, el 22,32% notarios y abogados, el 14,98% oficiales, el 17,5% profesores y el 6,02% economistas.

En los campos de asamblea los presos eran examinados por comisiones especializadas que decidían y llegaban a una evaluación final. Los que tenían una calificación «E – Fälle» (Evakuierungsfälle) fueron deportados a Serbia o al Estado Independiente de Croacia. Los alemanes exportaron a 36 mil eslovenos a Alemania en total, en 62 transportes. La mayoría de los exportados se vieron forzados a trabajar en la industria alemana. A finales de 1941, los Nazis habían confiscado 1.011 edificios (casas, tiendas, posadas) y parcelas para construcción. A finales de 1943, esa cifra se había incrementado a 2.064 (no incluyendo las propiedades de los eslovenos de las zonas de los ríos Sava y Sotla, donde casi cada propiedad fue confiscada). La migración de los llamados alemanes puros, los «Volksdeutsche», de la región de Kočevje – como habían previsto en el pacto

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formado parte de Hungría desde 1941), en Auschwitz, la mayoría de la comunidad judía de la región eslovena fue asesinada en las cámaras de gas. El objetivo de la política nazi en territorio esloveno era obvio, la eliminación total del idioma esloveno y la desaparición de los eslovenos como grupo étnico independiente.

III. LA CONQUISTA COMUNISTA DURANTE LA OCUPACIÓN (1941 - 1945)

El comunismo en Yugoslavia, particularmente en Eslovenia, al contrario de lo que ocurrió en otros países del Este, llegó al poder sin que interviniera el ejército soviético. Fue un acontecimiento único en Europa, y por eso es importante conocer el comienzo de la usurpación de la autoridad comunista dentro de la estructura de la resistencia.

Los comunistas tomaron la iniciativa cuando organizaron la resistencia, a finales de abril de 1941, fundando el Frente Anti-imperialista (el PIF), renombrado como el Frente de Liberación después del ataque sobre la Unión Soviética. En realidad, siguieron la tradición del Frente Popular de la preguerra y de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética. Dentro del Frente de Liberación, había también Socialistas Cristianos, que formaban parte del «Sokol» (halcón), un movimiento pan-nacional de grupos de personas vinculadas con la cultura y otros grupos. La consecuencia fue la creación de unidades partisanas y muchos actos de resistencia. Después del ataque alemán sobre los soviéticos en junio de 1941, los eslovenos fueron llamados a colaborar en una revuelta armada, los cuales respondieron inmediatamente a la llamada, debido al ambiente anti-ocupación que se vivía en Eslovenia en aquellos tiempos. El Frente de Liberación pretendía el reconocimiento de una Yugoslavia como nación así como un renacimiento nacional por lo que, a finales de 1941, diseñó un programa que se basó en una revuelta armada inmediata.

Un «territorio liberado» fue establecido en la región italiana ocupada en la primavera de 1942, el cual se extendía hasta los alrededores de Liubliana. En agosto de 1941, se fundó el Servicio de Inteligencia de Seguridad (VOS). Dicho servicio dependía directamente del Partido comunista, y llevaba cabo asesinatos de colaboradores, supuestos colaboradores y los enemigos del Frente de Liberación y del comunismo.

Como consecuencia del deseo de las autoridades alemanes de destrozar la nación eslovena y sus esfuerzos por anexar el territorio esloveno al territorio del Reich, comenzaron a alzarse grupos de resistencia eslovena. Detuvieron en masa a todo aquel que fuera sospechoso de colaborar con dichos grupos. Eran tachados como criminales comunistas, aunque realmente eran meros colaboradores del Frente de Liberación (OF) o incluso miembros de grupos de Resistencia católica. Los detenidos eran interrogados y terriblemente torturados en prisión para ser fusilados posteriormente o en el mejor de los casos, encerrados como rehenes o enviados a los campos de concentración. Tan sólo pusieron en libertad a aquellos a los que les fue imposible comprobar su culpabilidad. Murieron 1.590 personas, 1.508 hombres y 82 mujeres. La cifra de los fusilados no es posible conocerla ya que los Nazis no solían dar a conocer la identidad de las víctimas aunque se sabe que fue muy alta.

Los Nazis, no quedándose satisfechos con el fusilamiento de rehenes, en Marzo 1942, empezaron a detener a los familiares de dichos rehenes porque según sus creencias, las familias de los fusilados también tenían que sufrir. El Frente de Liberación (OF) se hacía cada vez más fuerte y poderoso, por lo que Himmler dio la orden de asesinar a los hombres, enviar a las mujeres a los campos de concentración, y separar a los niños de sus padres para posteriormente enviarles a campos especiales. Los Nazis deportaron a la mayoría de los eslovenos a los siguientes campos de concentración: Dachau, Auschwitz, Ravensbruck, Mauthausen, con sucursales (por ejemplo, Ljubelj, donde construyeron un túnel), Buchenwald y Flossenbürg. Muchos murieron en los campos, unos 1.772 en Auschwitz, 1.340  en Dachau, y 971  en Mauthausen. En el verano de 1941, 597  personas con alguna deficiencia mental de Baja Estiria fueron «eutanasiados» por los Nazis en Hartheim. Entre 1941 y 1945, los alemanes deportaron a unos 63 mil eslovenos de los territorios ocupados (Estiria, Gorenjska y el valle de Meziska), la mayoría de ellos, unos 45.000, a campos de exilio alemanes, 10 mil a Croacia, 7.500 a Serbia, mientras unos 17 mil se escaparon de la región de Liubliana y otras áreas. No podemos olvidar las 15 mil personas mandadas a campos de concentración y otros campos de trabajo (Dachau, Auschwitz, Mathausen, Buchenwald). Más de 3.400 rehenes fueron fusilados.

En Gorenjska y Estiria, los Nazis cambiaron de forma radical todos los nombres eslovenos a alemanes. Principalmente usaban nombres de la época del Imperio Austriaco, pero en ocasiones introducían nombres parcial o completamente nuevos. Y después, como sucedería posteriormente con el comunismo, intentaron erradicar la palabra «San/Santa» incluso cuando formaba parte del nombre de un lugar. En mayo de 1944 (después de la ocupación de Prekmurje, que había

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Al final de la segunda sesión del Comité Nacional Esloveno de Liberación, el 1  de noviembre de 1941, las decisiones pactadas el 16 de septiembre fueron complementadas con siete artículos nuevos y el 21 de diciembre añadieron finalmente los artículos 8 y 9. Estos artículos son conocidos como «los 9 artículos básicos» del OF. Representaron su programa, que seguiría en vigor hasta el primer congreso del OF en Julio de 1945  en Liubliana. Sin embargo, los registros del VOS demuestran que los decretos mencionados no eran tan importantes – eran una especie de coartada que comprobaba que se comportaban de forma legal. La tarea anterior de los comunistas no había sido eliminar a los traidores nacionales, sino guiar al pueblo del lado anti-comunista, que representaba un peligro para sus objetivos, para «la revolución social». La culpabilidad de los individuos no tenía importancia, siempre y cuando no se opusieran a los principios del Partido Comunista. Y era muy importante que el pueblo creyera que la persona liquidada realmente era culpable, ya que en caso contrario, el pueblo podría oponerse al movimiento Liberación Nacional.

Inicialmente, el pleno del Tribunal Supremo se autoproclamó por decreto «Comité Nacional Esloveno de Liberación». El decreto incluía tres artículos, de los cuales el segundo era el más importante, porque justificó el monopolio y la autoridad suprema del OF. Inmediatamente surgió la cuestión de quién era el OF, quienes eran sus grupos constitutivos de poder que permitían que hablase en nombre de la nación. Durante la guerra era imposible realizar unas elecciones o un referéndum, ni siquiera los partidos políticos legales de la preguerra ni sus representantes elegidos, los únicos que tenían el derecho a proponer o exigir al pueblo, tenían representación en el Frente de Liberación. En el pleno del OF, aparte del Partido Comunista «solamente había grupos escindidos de antiguos partidos políticos y no del lado católico conservador, los cuales sin duda representaban una parte importante de la nación», escribió France Bučar. El OF representaba solamente la opinión pública de Liubliana y sus alrededores. La opinión de las zonas rurales no tenia representación ninguna, en particular la de los que vivían en zonas ocupadas por alemanes y húngaros. Es por ello que el OF no representaba la opinión pública real, aunque la mayoría de la población estaba en contra de la ocupación. El Partido Comunista (KP), que movía los hilos del OF, actuó de forma ilegal antes de la guerra. Al principio del conflicto el Partido Comunista de Eslovenia (el KPS) tenía unos 1.280 miembros o, según otras fuentes, quizás menos de mil. Por eso el KPS no tenía suficiente apoyo para poder imponerse o incluso influir en la población. El KP era consciente de aquello, y entonces se ocultó, al principio detrás de la fachada del OF, detrás de la idea popular de la liberación y tuvo mucho cuidado al poner «la empresa» como frente de la organización. Al pueblo le gustaba la idea

Tras unos brotes de violencia en el territorio liberado contra campesinos y el miedo de una victoria revolucionaria, se formaron espontáneamente guardias armadas en pueblos y empezaron a colaborar con los italianos. Todos estos acontecimientos facilitaron la creación de unidades anti comunistas («Milizia Volontaria Anticomunista»). La Guerra de la Liberación estaba, por tanto, interrelacionada con el conflicto civil, el cual dividió la nación eslovena. En la primavera de 1942, los representantes de los partidos políticos de la preguerra se unieron para formar una alianza eslovena. La base común de estos partidos era la contra-revolución, a pesar de sus diferencias políticas. A finales de 1941, se publicó un programa, el llamado programa «London Points», que se refería a Eslovenia como una parte de una Yugoslavia Federal, con el rey como líder y una sociedad democrática con un sistema político más justo socialmente que en el antiguo país, ya deteriorado. Siguieron sus relaciones normales con los ocupantes, esperando el momento idóneo para la Resistencia. Como consecuencia de su deseo de impedir el desarrollo de la revolución, decidieron colaborar con la policía y el ejército italianos y posteriormente con los alemanes.

El inicio del Frente de Liberación no está documentado con precisión, en contraste con la tradición comunista. Primero, el 26  de abril, se creó «el Frente Anti-imperialista», el cual fue renombrado como «El Frente de Liberación» después del ataque alemán sobre la unión soviética. Era obvio desde el principio que la lucha por el control total era más importante para los soviéticos que la lucha contra la ocupación. En octubre de 1940, en Zagreb, Kardelj (político, hombre de Estado y publicista partisano antifascista y comunista) anunció que «los comunistas inician enfrentamientos armados con los ocupantes solamente si ven una posibilidad de revolución». Los comunistas tenían claro que lucharían contra cualquier grupo que opusiera resistencia contra la ocupación. Todos los anticomunistas serían aniquilados o comprometidos (usando colaboradores falsos) luego. El Partido Comunista, como iniciador del proyecto, tenía el papel protagonista y tenía claro que no renunciaría o compartiría este protagonismo. Los miembros de PIF y el Frente de Liberación (OF) nunca discutieron la igualdad de derechos entre colaboradores ni la división clara de tareas.

Consecuentemente, el 16  de septiembre de 1941, el Comité Nacional Esloveno de Liberación (SNOO) anunció que impediría las operaciones de todas las organizaciones y grupos de resistencia que no formaran parte del OF. Esta fecha marcará el día oficial del comienzo de la guerra civil, así como el inicio de décadas de culpabilidad comunista oculta.

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OF. Solamente daba órdenes para la detención de personas elegidas por el VOS (el Servicio de Inteligencia y Seguridad). Según los casos documentados, las acusaciones eran muy imprecisas y los jueces no se molestaban en buscar pruebas concretas. Las sentencias se determinaban según las necesidades de la revolución comunista. No se tomaban en cuenta ni los principios de la ley ni los derechos humanos. El objetivo de estas «liquidaciones» no era castigar algún delito, sino disuadir e intimidar a los demás. Solamente se estableció una «comisión especial judicial» el 31 de julio de 1942, después de una decisión del comité ejecutivo del OF en las regiones liberadas, pero por culpa del combate constante, no se pudo implementar el sistema correctamente. Más tarde, después de 1943, algunos delitos fueron derivados a los tribunales militares bajo «el decreto protector». Pero estos tribunales revolucionarios también basaban sus sentencias en información facilitada por el VOS sobre la supuesta culpabilidad de los «acusados» y esta información se consideraba una prueba de culpabilidad indiscutible.

El VOS estuvo en vigor hasta el 19 de febrero de 1944, fecha en la que tuvo lugar la primera sesión del Consejo Nacional Esloveno de Liberación (SNOS) en Crnomelj, en la que el VOS quedó disuelto. El sucesor del VOS fue el Departamento de Protección Nacional (OZNA). A pesar del hecho de que el VOS tenía el titulo de VOSOF, reclamando un vínculo directo con el OF, y fue documentado como colaborador de la «Lucha por la Liberación Nacional», (NOB), era realmente un cuerpo exclusivo del Partido Comunista. El Frente de Liberación nunca llego a reconocer el VOS. Los miembros del VOS eran exclusivamente miembros del Partido Comunista y de la Liga de Jóvenes Comunistas (SKOJ) y sus líderes del VOS eran directamente el comité central del Partido comunista y servía exclusivamente al mismo partido. Solían esconder información de forma sistemática de los «aliados» y luego les entregaba informes especialmente censurados.

El VOS se dividía en tres departamentos: el Servicio de Inteligencia Masiva, el Servicio de Inteligencia Especial y el Servicio de Seguridad. El último era una especie de cuerpo ejecutivo del Servicio de Inteligencia. Las unidades eran organizadas de forma militar y las acciones ejecutadas (liquidaciones y sabotaje) según planes minuciosamente diseñados. Las unidades tenían líderes activistas, supuestamente valientes y tranquilos, firmes, aptos y dispuestos a realizar acciones armadas individuales. El Servicio de Seguridad en Liubliana, registró las casas de los enemigos del movimiento partisano comunista, robó sus registros y documentos, destrozó sus imprentas, robó armas, equipamiento y dinero y sobre todo, liquidó a grupos de personas.

de tener un lugar donde realizar asambleas de resistencia. La mayoría de los eslovenos eran hostiles hacia la ocupación y justo en ese momento había llegado una organización poco conocida pero que prometía movilizar «equipos de combate por la libertad de los eslovenos, independientemente de sus opiniones políticas». Las creencias del OF no reflejaban necesariamente las del KP, de hecho, el pueblo ni reconocía la influencia del KP. Es entonces cuando el OF se convirtió en un símbolo de la lucha por la liberación. La fundación de una organización como el OF se consideraba legal aunque muchos partidos políticos y grupos sociales habían sido privados de este mismo derecho. Se publicó un artículo que permitía solamente a los miembros del OF luchar por la liberación. Los grupos no comunistas dentro del OF, los llamados «aliados» carecían de poder alguno. El partido – en el caso de Lenin – los utilizó como herramientas. Originariamente, los comunistas no hubieran tenido éxito sin haber podido usar los «aliados» para ofrecer una plataforma más grande para «el Partido». Una vez que cuando los comunistas dominaran la situación, y no era necesaria la presencia de los «aliados», se vieron obligados a firmar el Decreto Dolomiti, capitulando finalmente.

El Decreto Dolomiti, creado por los líderes del OF, apenas obstruía la resistencia de partidos tradicionales. Obviamente, su principal interés no era enfrentarse a la ocupación directamente sino preparar el terreno para una revolución comunista. En agosto de 1941, el secretario de organización, Tone Tomšič, afirmó tajantemente: «están equivocados los que pensaban que el gran Frente de Liberación del pueblo esloveno era posible sin la fuerte organización del KP Esloveno (el KPS)».

Toda actividad, y entonces toda resistencia se consideraba «de interés personal» y fue derivada a la liberación nacional si no seguía las pautas del OF, cuyos líderes eran comunistas y tenían el apoyo de los militares partisanos. Además de la pena de muerte, se estipularon otros castigos – la confiscación de toda propiedad, la destrucción de propiedad, y la exclusión de la sociedad (boicot nacional). El decreto protector permitió la realización de juicios secretos, pero no dio detalles de cómo llevarlos a cabo, ni de quién decidiría la culpabilidad del presunto criminal y su actuación. La opinión del OF era que estos juicios secretos eran «una forma típica de un sistema judicial revolucionario, que exigía la atención constante de las autoridades políticas, la integridad de los miembros del Tribunal y la capacidad de poder evaluar información sobre los delitos». Este comunicado ya dejaba al descubierto el carácter verdadero de las sentencias de dichos juicios. Las víctimas eran elegidas por los líderes del Partido y no por el comité ejecutivo del

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8 y el 13 mayo de 1945. Los soldados eslovenos fueron instalados en Vetrinjsko polje (Viktring), cerca de Klagenfurt, siendo divididos en campamentos militares y civiles. Cabe destacar que los británicos no devolvieron las unidades anti-comunistas (los chetniks, miembros de la Guardia Nacional de Primorska), que se retiraron a Friuli y después a Yugoslavia.

Las autoridades británicas comenzaron a repatriar diferentes anti-comunistas (Miembros de la Guardia Nacional, chetniks, Ustaši, la Guardia Nacional Croata) a Yugoslavia el 24  de mayo. 11  mil soldados eslovenos (en su mayoría miembros de la Guardia Nacional) y cerca de 600  ciudadanos fueron repatriados. Algunos historiadores mencionan números más altos, alrededor de 13  mil. Los británicos les aseguraban que sólo los trasladarían a los campos de Italia, aunque el liderazgo anti-comunista militar y político pronto fue consciente de que los repatriados miembros de la Guardia Nacional habían sido trasladados a Yugoslavia, no habiendo reacción por su parte. Fueron guiados probablemente por la confianza casi ciega que tenían en la política británica y las autoridades militares, confianza que había crecido durante la guerra. En ningún caso podían imaginar que pudieran ser extraditados a la Yugoslavia comunista y hacia unas autoridades no democráticas por un país con una rica tradición democrática y de caballerosidad como era Gran Bretaña.

A su regreso a Yugoslavia, la Guardia Nacional se dividió en tres grupos: el grupo A (juveniles), el grupo B (movilizados desde 1945) y el grupo C (el resto). Todos los miembros del grupo C y la mayoría del grupo B fueron asesinados pronto. Sólo en el campamento de Teharje, encarcelaron a 400 menores de edad, que fueron liberados después de agosto de 1945, aunque muchos de ellos nunca volvieron a casa ya que eran asesinados de camino a casa por varios grupos y milicias.

Inmediatamente después del regreso de la Guardia Nacional («domobranci»), comenzó la masacre masiva llevada a cabo por el OZNA Yugoslavo con la ayuda de KNOJ. La máxima autoridad dentro del Partido dio la orden de asesinar a los extraditados. Los prisioneros fueron llevados a campos de exterminio en masa y por lo general eran disparados en el cuello y arrojados en cuevas, simas naturales, minas, y zanjas de tanques. Hasta hoy día, más de 500 cementerios han sido descubiertos en las regiones eslovenas desde el fin de la guerra. La mayoría de los miembros de la Guardia Nacional están enterrados en Kočevski Rog, en pozos de las minas abandonadas en la región Zasavje (Trbovlje, Hrastnik), en zanjas anti-tanques cerca de Celje, o en las simas cerca de Liubliana. La mayoría de las matanzas fueron ejecutadas en junio de 1945.

Hasta finales de 1941, cien personas serían fusiladas acusadas de ser informadores y traidores. Obligaron de forma violenta a los eslovenos a unirse a los grupos partisanos, tanto en Liubliana ciudad como en zonas rurales. Las causas del incremento de violencia, la cual aumentó sumamente en este periodo, estribaban en la creencia partisana de que la guerra sería decidida en 1942. Durante la guerra 4  mil ciudadanos fueron asesinados por los Partisanos. Estos 4  mil eran enemigos ideológicos del Partido Comunista. En Liubliana en 1942, el VOS asesinó entre otros, al presidente de la Asociación de Industrialistas, August Praprotnik, a los académicos Franc Župec y Jaroslav Kikeljan y el profesor Lambert Ehrlich. Las últimas grandes acciones del VOS en Liubliana fueron las liquidaciones del agente de la policía liubliana, Kazimir Kukovič, el 8 de octubre de 1942 y el antiguo «ban» (líder político) Marko Natlačen el 13 de octubre. No sólo eliminaban a los enemigos del OF en otras organizaciones, sino también a «aliados». Obviamente intentaban preparar el terreno para una conquista comunista.

IV. LA INSTAURACIÓN DEL COMUNISMO EN ESLOVENIA

Debemos distinguir dos fases durante el periodo de mayor represión tras la guerra. En primer lugar, recordemos la sangrienta batalla entre la Guardia Nacional y los miembros de otras unidades armadas anti-comunistas y colaboradores, la eliminación de los anti-comunistas más reivindicativos y grandes empresarios (por ejemplo, el erudito Narte Velikonja y el industrial Josip Benko) y la lucha con la minoría alemana en territorio esloveno. Por tanto, en el otoño de 1945 había más de 3.500 alemanes de la Baja Estiria y Prekmurje en prisión o en campamentos así como 7,400-9,000 «Volksdeutsche» y eslovenos que colaboraron con los alemanes en la guerra, siendo éstos deportados entre 1945-1946 por las autoridades eslovenas y yugoslavas. Tras esta primera fase, en un período que comprendió desde agosto de 1945 hasta mediados de los años 50, la campaña de terror se debilitó.

Al final de la guerra, en mayo de 1945, la Guardia Nacional («domobranci»), en ese momento oficialmente parte del ejército de Eslovenia, junto con muchos ciudadanos (unos 6 mil) se retiró a Carintia (Austria). Se introdujeron en el territorio ocupado por el Quinto Cuerpo Británico del octavo ejército, que ocupaba Carintia. La retirada de la Guardia eslovena tuvo lugar entre el

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Prisioneros en el campo de guerra de Sentvid, el verano de 1945 ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

Prisioneros de guerra asesinados por los partisanos en mayo de 1945, excavación cerca de Lesce en 2006. (Foto: Pavel Jamnik)

Mineros en la mina de Trbovlje, 1959. Un año antes tendría lugar la primera manifestación en la Yugoslavia socialista. ( fuente: Zasavski muzej Trbovlje ‒ Museo de la Mina, en Trbovlje)

El Centro Nacional Esloveno en Trieste quemado por los fascistas el 13 de Julio de 1920. ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

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Fusilamiento de rehenes cerca de Smlednik, el 22 de agosto de 1941. ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

Demostraciones pro-yugoslavas en Trieste, Junio 1945 ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

Entrada de las tropas partisanas en Liubliana, el 9 de mayo de 1945 ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

Campo de concentración italiano en la isla de Rab ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

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Deportación de la familia Strehar de Koren, cerca de Krasnja, el 8 de Julio de 1942. ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

Partisanos capturados en Celje en 1942. ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

Campo de trabajo «Goli Oto» en el Adriático donde residían prisioneros políticos, alrededor de 1950. ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

Falsos tribunales políticos, los llamados tribunales Dachau, contra comunistas de la preguerra o activistas del OF. ( fuente: Muzej novejse zgodovine Slovenije ‒ Museo de Historia Contemporánea de Eslovenia)

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La celebración de la independencia de Eslovenia. Liubliana, el 26 de junio de 1991. Miembro de la Defensa Territorial Eslovena durante la Guerra de los Diez Días en Eslovenia

Soldados yugoslavos cerca de Trzin durante la Guerra de los Diez Días en Eslovenia Manifestaciones a favor de la libertad política. Liubliana 1989

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del registro electoral, por tanto, los resultados de las elecciones se conocían de antemano, por supuesto, a favor del Partido Comunista. Las autoridades querían unas elecciones que parecieran democráticas, pero al final consiguieron crear una especie de referéndum para decidir sobre el apoyo al régimen que ocupaba el poder. En los centros de votación, los electores encontraban unas encuestas en relación al candidato propuesto del Frente Popular. Esta encuesta fue pensada para los que no querían votar a favor del Frente Popular y se pretendía dar la imagen de que se tenía en cuenta la opinión de dichos votantes. La encuesta se conoció como la «encuesta negra». Las primeras elecciones libres de la posguerra fueron las elecciones en Eslovenia en abril de 1990.

En junio de 1945 se iniciaron los juicios en masa contra los oponentes oficiales y supuestos del sistema comunista, en particular contra los representantes de cooperativas, bancos y la economía. Las autoridades llevaron a cabo numerosas pruebas para comprometer a los representantes de la oposición política y la Iglesia Católica. Siguiendo el ejemplo de la Unión Soviética, en el verano de 1947, el Partido esloveno organizó un gran juicio político estalinista, el llamado juicio Nagode (llamado así por el primer acusado, Nagode dr. Črtomir) en el que quince personas fueron acusadas de traición y espionaje a favor de los angloamericanos. En mayo de 1947, la policía secreta eslovena, el UDBA, detuvo a 32  intelectuales de alto nivel, los cuales fueron cuestionados y torturados durante dos meses en las cárceles de Liubliana. La oficina política del Comité Central de Policía de Kosovo describió públicamente a los detenidos como «un puñado de espías, enemigos de clase, mercenarios de países extranjeros, que no tenían temor político y cuyas obras son destinadas, sin ninguna base política, a perjudicar a la autoridad del pueblo». El 29  de julio comenzó el juicio contra los 29  acusados, siendo seguido a través de altavoces especiales por los ciudadanos en las calles de Liubliana. Tras 13 días de juicio, el 12 de agosto, tres de los acusados fueron sentenciados a la pena de muerte por fusilamiento, entre ellos se encontraba Crtomir Nagode, mientras los demás recibieron sentencias largas de cárcel con trabajos forzados y carecerían de ningún derecho. Dos de los acusados se suicidaron. En 1991, el Tribunal Supremo de RS revocó la sentencia contra Nagode y los coacusados. Sentenció que el caso se había basado en acusaciones falsas y que había sido un juicio injusto contra espías imaginarios occidentales.

Desde abril de 1948 hasta octubre de 1949 los llamados juicios Dachau se llevaron a cabo (9  juicios en total) ante un tribunal militar contra antiguos internos en Buchenwald y Dachau. Fueron acusados de colaborar con la Gestapo y de continuar con el espionaje y la traición y

Hasta ahora, no sabemos el número exacto de miembros de la Guardia Nacional liquidados al final de la guerra por los partisanos. Las autoridades comunistas de entonces, elaboraron una lista, pero desapareció «casualmente» a mediados de los años 80. Según las cifras recopiladas durante las emigraciones políticas, el número de víctimas fue de aproximadamente 11.720. Tenemos que tener en cuenta también a los que optaron por quedarse en casa y no trasladarse a Carintia, los cuales fueron buscados por las nuevas autoridades yugoslavas y encarcelados más tarde. Actualmente, el número oficial de los miembros de la Guardia Nacional y civiles asesinados es casi de 14.000. De acuerdo con los principios revolucionarios «bolchevique», en 1945  las autoridades comunistas cometieron una masacre judicial en territorio esloveno, privando así a todos los eslovenos de su derecho de ser juzgados. Estaba prohibido hablar de este asunto.

En 1945, Eslovenia sufrió una ola de confiscaciones, que fue seguida por la persecución en masa de los especuladores tanto oficiales como supuestos. En el verano de 1945 se crea un tribunal especial conocido como el Tribunal de Justicia «para el Honor Nacional Esloveno». Este tribunal lleva a cabo la reforma agraria y se reparten las propiedades confiscadas a los terratenientes y a la Iglesia católica entre pequeños campesinos y gente del campo. Con estas actuaciones, consiguieron influir en los más pobres para lograr su apoyo a los comunistas. Sin embargo estos pequeños productores rurales no pudieron asumir la caída en la producción que fue una consecuencia directa de la destrucción y la nacionalización de las grandes explotaciones rurales.

El Partido Comunista de Yugoslavia (KPJ) finalmente se fortaleció a sí mismo y al parecer su autoridad se autolegitimizó gracias a la elección para formar parte de la Asamblea Constituyente el 11  de noviembre de 1945, que era en realidad un voto sobre el futuro régimen social. Las primeras elecciones en la segunda Yugoslavia se caracterizaron por el fraude electoral y aboliciones en masa de los derechos de voto. Aunque después de la Segunda Guerra Mundial las mujeres recibieron el derecho de voto, los candidatos disponibles sólo eran los propuestos por el Partido y la policía secreta política. Los comunistas utilizaron las elecciones como una confirmación de su dominio. En realidad, la gente votaba sin tener derecho real de voto. Los principios reguladores del voto no fueron desarrollados democráticamente sino que estaban sometidos a presiones ideológicas, sobre todo para aquellos que no estaban en el «Frente Popular» pro-comunista, y dichos principios continuaron bajo la atenta supervisión de la policía política ‒ OZNA. Un gran número de personas que votaron en contra de la nueva autoridad en las elecciones, fueron tachadas

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vida pública hasta su muerte. Escribió sus memorias, que fueron publicadas en 2004 por Alenka Puhar, causando un gran revuelo en la opinión pública eslovena. Sus memorias son la prueba de la anarquía de la Yugoslavia de Tito.

Viktor Urbas era agricultor, dueño de una posada y serrador. Durante la Segunda Guerra Mundial apoyó el movimiento guerrillero y al finalizar la Segunda Guerra Mundial, estaba de acuerdo con la persecución de la Iglesia y la colectivización de la agricultura. En la noche del 2 al 3  de septiembre de 1946, fue herido por un disparo a través de la puerta y luego asesinado por los miembros de la policía política secreta. El cadáver fue retirado y el paradero de su tumba sigue siendo desconocido. Su familia fue robada, marcada y perseguida durante varias décadas después.

Entre los juicios de la posguerra ante el Tribunal Civil, los que tenían lugar contra los grandes agricultores o «kulaki», conocidos como los «tribunales kulak», merecen una atención especial, ya que eran también juicios políticos. Se llevaron a cabo sobre todo entre 1949-1951, cuando la campaña de la colectivización y la llamada «socialización» estaba en su apogeo en Eslovenia. Esto fue durante la creación de cooperativas agrícolas (KOZ), que fue la variante eslovena del «kolkhoz» de la Unión Soviética. La implantación de la resolución mencionada y la ejecución de la colectivización en Eslovenia y Yugoslavia, eran en realidad las consecuencias de la dirección nacional yugoslava y del Partido. Después de reproches de la «Informbureau» que defendía que Yugoslavia no construía el socialismo, sino que solamente fortalecía los elementos capitalistas del pueblo yugoslavo.

Para contrarrestar tales reproches y demostrar su ortodoxia, la dirección de la KPJ decidió liquidar finalmente los sectores privados agrícolas, algo que querían alcanzar con la colectivización. Su ejecución iba a ser voluntaria: sin embargo, además de una fuerte propaganda promoviendo la incorporación a las cooperativas, las autoridades también llevaron a cabo varios tipos de opresión. La peor parte fue dirigida a los grandes terratenientes, que fueron considerados como kulaki, de acuerdo con el modelo soviético, y fueron acusados como los principales culpables de los fracasos de la colectivización que el Gobierno había previsto. Muchos fueron condenados a penas severas en los falsos juicios, y a menudo la confiscación de bienes era una de esas penas.

Los juicios de los campesinos y la consecuente confiscación de sus bienes fueron también llevados a cabo debido a su incapacidad de producción mínima exigida. Durante el período de 1945-1952,

sabotaje tras la guerra. Todos los acusados eran, antes de la guerra, comunistas, activistas del OF o partisanos, incluso algunos españoles. Otros tenían puestos de responsabilidad, sobre todo económicos. Quince fueron condenados a muerte (once fueron ejecutados), tres murieron en prisión preventiva, veinte fueron condenados a largas penas de prisión. La élite política eslovena convirtió el juicio contra los acusados en un espectáculo mediático. El juicio se transmitió a través de altavoces en las calles, por radio y fue publicado íntegro por la prensa. Los comunistas de Eslovenia fueron pioneros en estas actuaciones judiciales y la tendencia de los líderes de otras repúblicas yugoslavas, era la de comulgar con este tipo de juicio. La central en Belgrado incluso les advirtió que no continuasen en esa línea de actuación.

Al principio, los juicios políticos se desarrollaban en masa, y más tarde, fueron disminuyendo y las sentencias escaseaban. A lo largo del período totalitario, se verían involucradas unas 25  mil personas, aproximadamente el 2% de la población eslovena antes de la guerra. El número de prisioneros políticos entre 1948 y 1988 fue alrededor de 6.500  según las estadísticas oficiales documentadas por las autoridades ex-comunistas, lo que significa aproximadamente una cuarta parte de las personas juzgadas por los tribunales. Su número real, se sabe, fue aún mayor.

Jože Pučnik (1932-2003) fue expulsado de la escuela clásica de Maribor debido a su colaboración en el periódico estudiantil «Iskanja». Se graduó en secundaria después de cumplir su servicio militar en 1953 y en 1958, se licenció en la Facultad de Artes de Liubliana. Debido a sus críticas a la política en Revija en 1957 fue detenido en 1958 y condenado a nueve años de prisión. Fue puesto en libertad condicional en 1963 pero continuó siendo crítico al régimen abiertamente en la revista «Perspektive». En 1964  fue encarcelado de nuevo y en 1966, emigró a Alemania. Debido a que la policía política secreta de Eslovenia no devolvió su título universitario, tuvo que estudiar de nuevo y obtuvo su doctorado en 1971 y convirtiéndose en un investigador de éxito académico y gran pedagogo. A partir de 1989 fue una figura clave en la democratización y proceso de la independencia de Eslovenia.

Angela Vode (1892-1985) fue una intelectual activa, una maestra de niños con discapacidades, una activista de los derechos de la mujer y una de las primeras comunistas. En 1939, fue expulsada del Partido Comunista por su oposición al pacto entre la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin. Ella colaboró en la resistencia contra los ocupantes durante la Segunda Guerra Mundial. En julio de 1947, fue condenada a veinte años de trabajos forzados por un tribunal estalinista (los llamados «juicios de Nagode»). Quedó en libertad el 1 de mayo de 1953 y fue exiliada de la

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pensamiento y estableció un régimen totalitario completo. En 1946 había un miembro de UDBA por 1200  habitantes de Eslovenia pero si incluimos los informantes activos, había un miembro de UDBA por 282 habitantes. Cientos de miles de personas se vieron afectadas por el espionaje constante y las denuncias, creando un clima de desconfianza general.

El éxito de OZNA fue elogiado incluso por Josip Broz Tito (1892-1980) que, en 1948, consideró que los elementos esenciales para la construcción del socialismo se habían establecido. Entre estos elementos se encontraban el control total de la postura política y las acciones de la seguridad nacional, la milicia y el UDBA. En 1948, por ejemplo, el UDBA detuvo a 6.985 personas y un año después, a 8.762. Mientras tanto, en 1947, 57.184  cartas que llegaron a Eslovenia fueron examinadas y en 1950, 98 mil. Sus informantes se infiltraron en todos los sectores incluso en la iglesia. La policía política secreta del Partido Comunista esloveno creció formando un organismo amplio, bien estructurado, cuyos tentáculos se extendían a Trieste, Italia y Austria. En estos países, el UDBA organizaba empresas comerciales legales como tapadera para la recopilación de información, a nombre de sus informantes. Dichas empresas generaban beneficios y el UDBA incluso organizaba comercio ilegal.

Las acciones secretas y violentas del OZNA y del UDBA también permitieron que el régimen aterrorizase a la población. El régimen intentó dar la apariencia de un estado de ley mediante la creación de multitud de leyes y reales decretos, algunos de ellos revolucionarios, que finalmente confirmaron la realidad de que gobernar por ley era imposible. El sistema judicial también era subordinado a la autoridad política, ya que los tribunales se convirtieron en un cuerpo para la lucha clasista entre los trabajadores y sus enemigos de clase.

Después de la guerra, había numerosos campos de concentración (Teharje, Strnišče cerca de Ptuj, Brestrnica, Hrastovec), campos de trabajo (Liubliana, Medvode, de Kočevje), y campos de trabajo de mujeres en Rajhenburg y Ferdreng cerca de Kočevje. Muchos prisioneros, de Eslovenia, también fueron enviados a la isla de «Goli otok» en el Adriático croata.

Hasta finales de la década de los cincuenta, había controles estrictos en las fronteras de Eslovenia y Yugoslavia, así como en las otras fronteras entre el Este y Bloque Oeste. Después de 1960, este régimen se debilitó y el número de fugas en la frontera disminuyó, puesto que permitieron los viajes al extranjero y la migración económica. Se produjeron fugas masivas ilegales. Desde

un sistema de racionamiento fue introducido en Yugoslavia, y las autoridades especificaban qué cantidad de productos agrícolas, carne, grasa, etc. tenía que ser entregada. Muchos campesinos no podían asumir dichas cuotas y en algunos casos, después de la requisa obligatoria de los productos, algunos campesinos se quedaron sin nada, ni siquiera para una siembra. Es por ello que los campesinos escondieron sus productos y que muchos animales fueron sacrificados de manera ilegal. Estos campesinos fueron acusados de ser saboteadores y especuladores, en virtud de las leyes de la matanza ilegal, la especulación y el sabotaje económico. Fueron llevados ante los tribunales. El Tribunal Civil solía sentenciar penas de confiscación con menos frecuencia que el Tribunal Militar, el esloveno Tribunal de Honor Nacional y las comisiones de confiscación. Sólo en 1947, el Tribunal sentenció 290 sentencias de confiscaciones de bienes.

Los comunistas cambiaron las características económicas de la propiedad con drásticas reformas, lo que significaba la restricción de la propiedad privada a un mínimo. Todo esto terminó en 1953, cuando las autoridades se dieron cuenta de que estos experimentos no eran factibles y decidieron aumentar la superficie de terreno en propiedad (diez hectáreas de tierra, con algunas excepciones hasta treinta hectáreas), impidiendo así la producción de la agricultura remunerativa.

A finales de 1945, la autoridad comunista había confiscado todas las empresas importantes. Esto se hizo bajo la falsa acusación de «colaboración con el ocupante», afirmando que, a menudo, estas empresas cooperaban con los enemigos durante la guerra. Estas empresas eran principalmente propiedad de alemanes o propiedad de habitantes de nacionalidad alemana. Las autoridades eligieron una estrategia de asfixia progresiva en el sector privado para desposeer a los propietarios del resto de sus bienes. Fiel al principio de «mayor a menor», el proceso de apropiación de propiedades privadas, se basó principalmente en la ideología y en parte en la reflexión económica en las tres fases de la nacionalización (1946-1948, 1948-1950, 1958 -1963) de bancos, compañías de seguros, empresas industriales y de construcción, hoteles, cines, solares, casas y apartamentos.

La mano dura de la revolución bolchevique la tenía la Administración de la Seguridad Nacional (UDBA), la policía secreta política (desde 1944, el Departamento de Protección Nacional ‒ OZNA‒ a partir de 1946, la Administración de la Seguridad Nacional ‒ UDBA ‒ a partir de 1969 en adelante, el Servicio de Seguridad Nacional ‒ SDV). Esto condujo a una guerra civil en la que se usaron todos los medios disponibles para atacar a los oponentes políticos como enemigos del pueblo en casa y en el extranjero. Todopoderoso y omnipresente, el UDBA restringía la libertad de

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excepción entre los países comunistas. La Iglesia aquí actuaba con mayor libertad, a diferencia de su papel en los otros países de la Europa oriental, pero no podía hacer ningún tipo de declaración pública sobre cuestiones sociales y políticas. Los creyentes fueron considerados ciudadanos de segunda clase hasta el año 1990.

V. ASPECTOS ESPECÍFICOS DEL MODELO COMUNISTA YUGOSLAVO

Es conocida en Yugoslavia la llamada disputa «Informbureau» entre Yugoslavia y los dirigentes soviéticos, entre Tito y Stalin. Esta disputa, al principio, sirvió para incrementar la violencia comunista. Por un lado, Yugoslavia trató de demostrar la ortodoxia y la devoción de su Partido Comunista a la Unión Soviética, con mayor colectivización, y por otro lado, comenzaron a demostrar que iban a favor de Stalin. Después del conflicto con Informbureau, los comunistas yugoslavos se hicieron aun más estalinistas que Stalin, sin embargo, a la vez trataba de crear una alternativa al socialismo administrativo a través de la autogestión, que era el principio básico del Gobierno de Yugoslavia de 1950 a 1990. El modelo yugoslavo fue el mayor intento de actualizar la «autogestión socialista». En 1950, aprobaron la Ley básica de Gestión de Empresas Económicas del Estado y de Asociaciones Económicas por el Colectivo Laboral, permitiendo que los trabajadores controlasen las empresas. La propiedad del Estado fue renombrada como propiedad social: la gestión social se extendió a las comunidades locales, la educación, los servicios sanitarios y la cultura. La Constitución de 1963 introdujo una definición más simplificada de autogestión.

Los auto-gestores no fueron capaces de soportar el peso de la responsabilidad, y la mayor parte del poder se quedó en manos de los miembros más importantes de la Liga de los Comunistas. Pero en aquel momento Yugoslavia, y en parte Eslovenia, comenzaron a abrirse hacia el Oeste, porque tenían que obtener ayuda desde allí, a causa de una penosa situación económica. Al mismo tiempo, el llamado «comunismo nacional» apareció ‒ la autogestión de Tito ‒ porque, después de la disputa con Stalin, los ideólogos comunistas tenían que encontrar una excusa «filosófica» para justificar su forma de gobernar. Aunque este movimiento significó una desviación del estalinismo, por otro lado, conservó todas las características del totalitarismo comunista hasta su final, e incluso después, con algunas consecuencias definitivas. Después de la primera ola de violencia, cuando casos ejemplares

Eslovenia, entre 1945 y finales de 1959, 34,256  personas escaparon, y 26.710  personas fueron capturadas, cuando trataban de escapar.

La Iglesia Católica en Eslovenia representaba la mayor espina para el régimen comunista, porque era la única organización que seguía alejada del Partido y que estaba muy apoyada por la población que era bastante religiosa. Por tanto, por un lado, los comunistas querían calumniar a la Iglesia en público, y por otro, destruir su base económica. Sólo en Eslovenia los sacerdotes necesitaban consentimiento expreso de las autoridades si, durante la guerra, abandonaban sus puestos, incluso aquellos que habían sido deportados o enviados a campos de concentración por los ocupantes. Unos 630 sacerdotes, monjes, monjas y seminaristas fueron encarcelados o enviados a campos de concentración. Muchos de los juicios eran falsos, montados para ir en contra de los representantes de la Iglesia. Hasta 1961, se llevaron a cabo 429  juicios. De unos 1.000  sacerdotes, 329  fueron condenados a penas de prisión y nueve a muerte ‒ cuatro de ellos fueron ejecutados. El juicio más importante contra la Iglesia en Eslovenia tuvo lugar en 1946, ante un tribunal militar en Liubliana contra el obispo de Liubliana, Gregorij Rozman (1883-1959), quien en 1945 se trasladó al extranjero. Fue condenado junto con un grupo muy heterogéneo que no tenía nada en común. Entre ellos se encontraba el General de las SS, Erwin Rosener. La sombra de la culpa cayó sobre el menos culpable e inocente.

En la misma época, al final de los cuarenta y comienzo de los años cincuenta, el liderazgo yugoslavo trató de establecer una especie de Iglesia Católica Nacional sobre el modelo de la Iglesia Ortodoxa. Esta Iglesia se desvincularía de la del Vaticano y dependería del régimen comunista. Por tanto, a principios de los años cincuenta, las relaciones diplomáticas con el Vaticano llegaron a su fin.

El punto álgido de la persecución a la Iglesia tuvo lugar en enero de 1952, cuando en Novo Mesto, el obispo de Liubliana, Anton Vovk (1900-1963), fue quemado a lo bonzo. Anteriormente había sufrido numerosos interrogatorios dolorosos. Ese mismo año, el Día de la Navidad se convirtió en el Día del Trabajo y ya no era el Día Nacional. Se prohibió la religión en las escuelas y el Instituto Teológico fue expulsado de la Universidad.

A principios de los años sesenta se produjo un acercamiento entre la Iglesia Católica y las autoridades políticas yugoslavas o eslovenas. La consecuencia fue el restablecimiento de relaciones diplomáticas regulares entre la Santa Sede y Yugoslavia, convirtiéndose la ex Yugoslavia en la

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serbocroata en el ejército. El poder absoluto en la Yugoslavia de Tito estaba en manos del Partido Comunista (desde 1952 La Liga de los Comunistas). Los miembros del Partido ocupaban todos los puestos sociales más importantes. El perfil del miembro clásico del Partido era el hombre con un buen trabajo o función de líder, con un buen sueldo y con acceso a ventajas. Es por eso que el mayor porcentaje de miembros del partido se encontraba dentro del funcionariado, en clara ventaja respecto a trabajadores artesanos y agricultores.

El Partido gobernante era al mismo tiempo, un imán y una fuente de decepción. De 1950 a 1977 casi 124 mil personas fueron aceptadas como miembros de la Liga de Comunistas de Eslovenia. 68 mil abandonaron el Partido o fueron suspendidos.

Como una religión política, el Partido creó un sistema con culto a un líder ‒ un dios humano, nuevos días de fiesta y rituales (la herencia revolucionaria, atletismo en grupo para jóvenes). Un ritual especial fueron las iniciaciones en masa (iniciaciones a las organizaciones de pioneros, de jóvenes o del Partido) y el deseo de lograr una asistencia del cien por cien en las «elecciones» para decisiones del Gobierno.

En Eslovenia, en los primeros años de la posguerra, se creó un grupo de élite dentro del poder junto con la mayor parte del personal de las crecientes Oficina Republicana y Oficina del Estado y poco a poco se convertiría en la «clase nueva» del Partido Comunista. Era una organización jerárquica severa. La posición del trabajador en la escala de autoridad decidía no sólo su poder e influencia, sino también su retribución material y privilegios.

Las nuevas autoridades introdujeron un esquema de remuneración según las funciones del trabajador, sus calificaciones no influían en dicha remuneración, lo cual permitió el acceso de individuos sin la educación necesaria, a puestos muy importantes. Los empleados con mas devoción y leales recibían beneficios extras (mejores apartamentos, permiso para hacer compras en tiendas especiales, mejores servicios sanitarios, el uso de casas vacacionales de lujo y de vehículos del Estado). Estas medidas iban en contra de los principios del Comunismo cuyos objetivos eran reducir las diferencias entre los distintos de la sociedad.

La élite comunista tenía la garantía de una amplia gama de privilegios. Además de las ventajas en el logro de puestos de trabajo, los alquileres y otras formas de mejorar sus vidas, también recibía

de castigo judicial y despidos laborales aparecían sólo de vez en cuando, la sociedad o más bien, la gente, se acostumbró a la vida en estas nuevas circunstancias. La presión del Gobierno disminuía a veces, como por ejemplo a finales de los sesenta, y en la década de los setenta volvió a aumentarse - los llamados «tiempos de plomo». Al principio de los años setenta, el socialismo yugoslavo quizá tuvo una última oportunidad para hacerse más fiable, pero entonces llegó la llamada «carta de Tito», y el Partido comenzó a perseguir a liberales y a tecnócratas. Pronto volvió a usarse el viejo vocabulario sobre enemigos internos y externos, la emigración hostil y el clericalismo. Precisamente en los años setenta apareció una amnesia social general y con ella, el oportunismo. Se inició una etapa de préstamos fáciles, mejora de nivel de vida, fronteras abiertas y una tendencia a la simpatía al Partido por la paz y la tranquilidad que emitía. Al mismo tiempo, ciertos sectores de la población podían aprovechar la oportunidad para evitar las campañas demagógicas en la prensa y la cárcel a la que anteriormente habían sido condenados algunos políticos disidentes. En este período también se produjo un incremento de arribistas de poca monta que ocuparon puestos importantes después de la destrucción del Partido Liberal, junto con las más antiguas y severas fuerzas comunistas.

Por otro lado, en los años setenta, la denuncia general por parte de los habitantes de «elementos peligrosos para la sociedad» se consideraba una virtud nacional, así como las leyes que se referían a los delitos contra el régimen social según el Código Penal. La ley más notoria era la 133, que hablaba sobre la «propaganda hostil», según el cual un ciudadano no podía insultar al país por vía oral, escrita o con signos. Hasta finales de los años sesenta, el país podía declarar algunos de sus principios constitucionales como verdaderos pero, precisamente en esta década se empezó a dar la impresión de un modelo que había empezado a crecer y dar al pueblo la oportunidad para prosperar. Sin embargo, el supuesto éxito económico, basado en préstamos (en 1947 la deuda yugoslava ascendía a 2.7 mil millones de dólares, en 1975, a 5 mil millones, y en 1980, a 18 mil millones) empezó a desaparecer después de la muerte de Tito en 1980, cuando la ayuda externa se redujo. La economía comenzó a languidecer, había escasez de bienes, de artículos de primera necesidad y gasolina. Subió el desempleo y comenzaron a verse las primeras huelgas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el ejército partisano de Eslovenia fue disuelto e integrado al ejército yugoslavo (a partir de 1951, el Ejército Popular Yugoslavo) que fue una de las bases de la Yugoslavia de Tito. Hasta 1951, se había desarrollado bajo la influencia de la doctrina soviética y en 1958 fue elaborado el concepto de la guerra en defensa del pueblo general. Sólo se hablaba

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derechos humanos ni especificaba restricciones jurídicas claras sobre la autoridad nacional y la violencia realizada por ella. Por tanto, aparecían opciones para una autoridad arbitraria. En la Constitución de la República Socialista de Eslovenia se promulgaba el principio de la unidad, lo que significaba que los límites entre las ramas ejecutivas, judiciales y legislativas no se definían con precisión. Y por tanto, también sucedía lo mismo en las relaciones entre la independencia, la inspección y la colaboración relacionadas con dicha Constitución.

De acuerdo con el concepto constitucional de la democracia de un pueblo, que se definió por la ideología comunista entre 1945-1953, la autoridad en el Estado debería pertenecer al pueblo o a un órgano representativo elegido por el pueblo. Por razones prácticas, la élite comunista en Yugoslavia, centró toda autoridad en el Gobierno, el cual estaba conectado directamente con el jefe del Partido Comunista. El Partido puso excusas, argumentando que las circunstancias exigían constantemente intervenciones de gran alcance nacional con medios políticos y medios de presión revolucionaria. Es por ello que no sorprende que los miembros del parlamento se reunieran tan sólo dos veces al año. El Gobierno asumió las funciones legislativas y todas las relaciones vitales fueron organizadas por los decretos con fuerza legal. El número de decretos y su contenido es muy extenso. En el período comprendido entre 1945-1950, el Gobierno yugoslavo aprobó 345 decretos y entre 1950-1953, 104. La Ley Constitucional de 1953 ya no permitía tales ordenanzas, pero en el mismo año el Gobierno emitió 80 más; en 1954 más de 40, y en los años siguientes más de 20 más cada año.

Las decisiones de los órganos administrativos no fueron sometidas a una revisión judicial hasta la introducción de una ley, en 1952, que permitía un procedimiento administrativo de solución de aspectos controvertidos. Las regulaciones de procesos administrativos para la actividad administrativa legal de organismos nacionales, comenzaron a ser utilizadas a partir del año 1957, cuando la Ley General de Procedimiento Administrativo fue instaurada.

El principio de unificación de autoridad, que en realidad significaba la autoridad monopólica del Partido Comunista gobernante, centrado en su Buró Político, no podía reconocer a los tribunales como organismos estatales independientes y autónomos. Los jueces eran sometidos a diferentes tipos de presiones, desde la más brutal purga de jueces y su re-educación, hasta la creación de una red de subordinación más elaborada dentro de la rama judicial de poder. Ya en una reunión de la Asamblea del Pueblo provisional en julio y agosto de 1945 en Belgrado, se exigió que los jueces

bienes confiscados de los enemigos de clase ‒ por ejemplo, Josip Broz Tito disfrutó de los cotos de caza y las residencias de la exiliada familia real yugoslava. Muchos más se aprovechaban de bienes confiscados en el llamado Centro Federal de Colección en el que había varios miles de pinturas, casi un millar de pianos, varios cientos de miles de libros, una gran cantidad de muebles, porcelanas, alfombras y equipamiento.

VI. CASOS TÍPICOS DE VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS

El objetivo fundamental de los comunistas victoriosos era la ejecución de la revolución Bolchevique. El primer período de dura represión después del triunfo revolucionario en 1945, indica la supresión evidente de Derechos Humanos. Directas y graves violaciones masivas de los derechos humanos eran frecuentes y las libertades fundamentales eran violadas, usando a menudo la fuerza bruta. Éste fue un período de violencia revolucionaria y terror necesario para que el Partido tomase el poder y ganase fuerza. Es el caso de las autoridades que comenzaron a usar los llamados «contratos temporales de residencia», en lugar de la privación de libertad usando decisiones penales. Dichos contratos fueron aprobados por un órgano administrativo con poder sobre los políticos enemigos, que fueron enviados a campos de concentración así como otras personas sospechosas o peligrosas a zonas remotas del país. Así mismo, multitud de personas eran desplazadas forzosamente. Este período duró desde 1945 a 1955 y durante el mismo, el Estado se basaba en el asesinato (liquidaciones en tiempos de guerra, masacres en masa de los políticos enemigos, después de la guerra «la limpieza del terreno» de los enemigos de clase y militares, los asesinatos judiciales), el robo o el hurto ilegal colectivo (en tiempos de guerra y las confiscaciones de la posguerra, las nacionalizaciones, las reformas agrarias, despojos, confiscaciones de propiedad), la violencia física, la dignidad y otros derechos humanos esenciales (el terror policial, detenciones ilegales, juicios falsos, trabajos forzados en campos de concentración), las intervenciones arbitrarias de políticos en relaciones oficiales, el miedo, el engaño y la mentira (el adoctrinamiento, la manipulación de la opinión pública, la violencia ideológica, la alteración de hechos históricos).

En cuanto a la relación del sistema totalitario hacia el principio de la división de autoridad, los sistemas yugoslavos y eslovenos constitucionales fueron iguales a todos los otros sistemas totalitarios. En oposición a la tradición europea de la civilización jurídica, ni especificaba los

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Subasic Iván (el representante del Gobierno de Yugoslavia en exilio en Londres) se consiguió en 1944, con el tercer llamado «acuerdo de Belgrado». Sin embargo, la formación de partidos estaba permitida bajo una ley especial sobre asociaciones, asambleas y reuniones públicas desde el punto de vista formal legislativo del 25  de agosto de 1945. Esta ley fue válida hasta 1965, cuando fue remplazada por la nueva ley primaria, Ley de la Asamblea. En ella no mencionaba explícitamente a los partidos políticos, pero tampoco los impedía. Definió que todas las asociaciones establecidas podían continuar con su trabajo. Sin embargo, todos los partidos fueron totalmente eliminados de la vida política y brutalmente coartados por medios represores. Cabe mencionar que el KPJ o el ZKJ, que gobernaba en aquel momento, nunca fueron formalmente registrada y por lo tanto era ilegal. Tal como se esperaba, el KPJ, después de tomar el poder en 1945, utilizó la conspiración durante unos años. La represión de la oposición no sólo era incompatible con la entonces Constitución, sino también expresamente ilegal y significaba la violación grave y constante de los derechos humanos y los privilegios. Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, el líder político exigió, y la UDV (Administración de Seguridad del Estado) ejecutó, revisiones precisas de las actividades de todos los partidos políticos en Eslovenia. Al principio, los métodos eran violentos, pero con el tiempo fueron haciéndose más sutiles: interrogatorios repetidos, presión psicológica, amenazas de acción legal, chantaje sobre los miembros de la familia, etc.

Las autoridades de Eslovenia y Yugoslavia no permitieron la existencia formal de partidos políticos, como era el caso, por ejemplo, en Alemania Oriental o en Polonia, pero en su lugar, se encontró un sustituto en las llamadas organizaciones socio-políticas, en particular en una de éstas, la Unión Socialista de Trabajadores (SZDL). El derecho a la unión política estaba estrechamente conectado con el derecho a la libertad de expresión, y en particular a la libertad de prensa. Al igual que en el resto de los regímenes comunistas en Europa Oriental, el Partido Comunista en Yugoslavia o en Eslovenia tampoco permitió la libertad de expresión. El Partido controlaba todos los aspectos de la vida pública con la ayuda de las instituciones, la llamada «idoneidad social-política», que permitía otorgar privilegios o discriminar según creencias y actividades políticas nacionales y mundiales.

En la década de 1980 el Diario Oficial, un diario secreto, comenzó a ser distribuido entre personas importantes. La introducción de este diario estaba en clara oposición a los principios constitucionales y otros reglamentos legales, y por tanto en oposición al Estado democrático. Se publicaron en total 618 ediciones del Diario Oficial secreto, mientras que en el mismo período,

fueran políticamente aptos para el puesto, además de tener las calificaciones necesarias. Los jueces podían ser abogados, pero sólo bajo la condición de que fueran «infinitamente leales». Por tanto, a la hora de elegir entre abogados no educados, pero leales, y abogados educados no leales, tenían preferencia los primeros, los leales. El objetivo principal del sistema judicial era la liquidación de los políticos opositores y enemigos, y la no resolución de casos por vías legales.

La purga de los jueces se inició formalmente con un decreto de Autoridad Revolucionaria, el 31  de octubre de 1945 que afectaba a todos los empleados estatales. Con este decreto, las nuevas autoridades contrataban sólo a aquellos que les parecían adecuados y otros jueces fueron sistemáticamente reducados por la nueva autoridad. La primera tarea fue encomendada al Ministerio de Justicia, que trató de influir en el cuadro profesional y judicial políticamente. Llama la atención una de las resoluciones de la conferencia del Ministerio de Justicia con los presidentes de los tribunales de distrito en diciembre de 1947: «Los tribunales tienen que convertirse en el cuerpo de combate de la autoridad del pueblo. En los tribunales hay que educar a nuevas personas, a nuevos cuadros de juristas socialistas con métodos avanzados y que promuevan el trabajo». Por tanto el juez también tenía que ser un trabajador político. El papel desempeñado por las autoridades judiciales en el período de «democracia popular», se ilustra mejor con el comentario del presidente de la Corte de Distrito de Gorica en 1950: «La función jurídica como parte de la autoridad del Pueblo Unido es muy importante en el período de transición del capitalismo hacia el socialismo. Este periodo se sitúa durante la dictadura del proletariado, cuando el punto de las fuerzas del Estado se fija en contra de aquellos elementos que trataban de impedir u obstaculizar nuestro avance hacia el socialismo. Los tribunales también son un organismo de autoridad del pueblo, que ha dado un duro golpe con la ayuda del poder judicial penal contra los elementos de explotación y personas peligrosas de todas clases. Al mismo tiempo, protegen a los ciudadanos honestos para que puedan trabajar sin molestias. Por ello, es fundamental que las cortes ejecuten una política de castigos, que tiene la tarea de hacer pagar a los que han cometido crímenes. Una política correcta de castigos es por tanto la mejor arma en manos del pueblo laboral, que también servirá para formar a la gente». Las autoridades impusieron medidas represivas con la ayuda del sistema judicial criminal.

Después de la guerra, era imposible que cualquier partido, excepto el KPJ ejerciera actividad política alguna, aunque algunos siguieron existiendo años después y sus actividades estaban permitidas por ley. El acuerdo sobre las actividades de los partidos a nivel político, entre Josip Broz Tito y

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VII. LA TRANSFORMACIÓN DE ESLOVENIA 1990-2000

Las primeras elecciones multipartidistas y libres después de la Segunda Guerra Mundial en Eslovenia fueron en abril de 1990. La Coalición de la Oposición Democrática Unida (DEMOS) ganó con el 56% de los votos. La voluntad general de casi todos los ciudadanos que defendían la soberanía y la independencia de la República de Eslovenia se expresó en la votación del 23 de diciembre de 1990, en la que el 88,5%de todos los ciudadanos de Eslovenia eligieron el «sí» a favor de una Eslovenia independiente. El resultado del plebiscito fue declarado ceremonialmente tanto en la asamblea eslovena como en el parlamento el 26 de diciembre de 1990. El 26 de junio de 1991, el Parlamento de Eslovenia proclamó que Eslovenia era oficialmente un estado independiente.

Después de proclamar la Declaración de la Independencia, la República de Eslovenia declaró la integración en la Comunidad Europea como su principal meta política y económica. La economía eslovena tuvo que ser reformada y consolidada a fin de habilitar el comercio libre y el pleno respeto de los derechos de propiedad privada. Una nueva Constitución (aprobada en diciembre de 1991) favoreció la protección de la propiedad privada. En consecuencia, el legislador inició el proceso de privatización así como el de desnacionalización. Ambos procesos y en particular el proceso de desnacionalización, se enfrentaron a una fuerte oposición de la élite ex-comunista. En 1992, Eslovenia presentó una solicitud para entrar en el Acuerdo Europeo de Asociación, que fue firmado el 10 de junio de 1996.

VIII. INTEGRACIÓN EN LA UE Y LA OTAN 2000-2009

El 11 de noviembre de 1996, Eslovenia y la UE firmaron un acuerdo provisional sobre el comercio, que entró en vigor el 1  de enero de 1997, implementando la parte comercial del Acuerdo de Asociación, y el refuerzo de una zona de libre comercio entre la UE y Eslovenia. El 16 de julio de 1997, la Comisión Europea presentó su dictamen sobre los países candidatos (Agenda 2000). La opinión sobre Eslovenia fue favorable, por lo que, el 13  de diciembre de 1997, Eslovenia y

se publicaron 817  Diarios Oficiales públicos. Existía también una normativa especial general, también secreta sobre la aplicación de reglamentos que jamás fueron publicados en ningún diario secreto. Dicha normativa regulaba determinados asuntos en el ámbito de la seguridad nacional.

Una forma especial de violación de los derechos humanos apareció en la República Socialista de Eslovenia: los Comités de Defensa Popular General y de Auto-protección Social. Estos comités fueron establecidos para asegurar la realización de las políticas, metas y misiones establecidas en la Constitución. También se dedicaban a evaluar las condiciones de seguridad y vigilar el cumplimiento por parte de la Unión Comunista de las responsabilidades definidas por la Constitución para la protección de las relaciones socialistas del gobierno autónomo. Los comités se establecieron en las empresas, las comunidades locales, los distritos y a nivel de la República. El presidente del Comité de Distrito o Local de Defensa Popular General y de auto-protección social, era el presidente del Comité de Distrito de la Unión Comunista. Este sistema garantizaba al UDBA o al Partido, la supervisión de todas las instituciones importantes estatales y sociales o cualquier órgano de su interés, con la ayuda de una amplia red de policía secreta bajo el patrocinio del Partido Comunista.

Todas las organizaciones económicas, los servicios sociales, las asociaciones y las empresas que reclutaban a soldados, estaban bajo control, independientemente de su ubicación. La organización territorial o división, era muy similar a las divisiones formales de distritos y comunidades locales. El departamento de seguridad actuaba en base a una organización en red con infiltrados en la calle y colaboradores especiales. Así mismo, el Partido Comunista también había difundido sus propias células básicas, conocidas como las organizaciones esenciales de la Unión Comunista, en todas partes. Estas células estaban presentes en todas las organizaciones económicas, los servicios sociales (escuelas, universidades, centros de salud, hospitales, museos), en las administraciones estatales y de distrito, en los tribunales y entre los jueces.

Por tanto, La Unión Comunista Eslovena y Yugoslava insinuaron de forma determinada en numerosas ocasiones, que no tenían intención ninguna ni de alejarse del modelo clásico Leninista-estalinista, ni de cambiar la naturaleza de su autoridad, aunque en ocasiones anunciaban reformas nuevas. Estas reformas eran anuladas si existía riesgo de amenaza a la figura del Partido en la sociedad. Sus seguidores eran tachados como peligrosos para el régimen. La Unión nunca permitió que la autogestión del Gobierno y la descentralización dominaran los principios del centralismo democrático. Dicho esto, la desintegración sangrienta de Yugoslavia fue la consecuencia de las políticas equivocadas y totalitarias del régimen yugoslavo de la posguerra.

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Lista de abreviaturas

DEMOS – Coalición de la Oposición Democrática UnidaISAF – Fuerza Internacional de Asistencia para la SeguridadKNOJ – Cuerpo Popular de Defensa de YugoslaviaKOZ – Cooperativas agrícolas, variante eslovena de «koljós» de la Unión SoviéticaKPJ – Partido Comunista de YugoslaviaKPS (PK) – Partido Comunista de EsloveniaNDH – Estado Independiente de CroaciaNOB – Lucha por la Liberación NacionalOF – Frente de LiberaciónOZNA – Departamento de Protección NacionalPIF – Frente Anti-imperialistaSDV – Servicio de Seguridad NacionalSKOJ – La Liga de Jóvenes ComunistasSNOO – Comité Nacional Esloveno de LiberaciónSNOS – Consejo Nacional Esloveno de LiberaciónSZDL – Unión Socialista de TrabajadoresUDBA – Administración de Seguridad NacionalUDV – Administración de Seguridad del EstadoVOS – Servicio de Inteligencia de Seguridad de EsloveniaZKJ – Liga de Comunistas de Yugoslavia

los otros cinco miembros del llamado Grupo de Luxemburgo (la República Checa, Estonia, Hungría, Polonia y Chipre) fueron invitados a formar parte de las negociaciones. Cuando entró en vigor el Acuerdo de Asociación con la UE, el 1  de febrero de 1999, la República de Eslovenia presentó oficialmente una solicitud para ser miembro de la Unión Europea de pleno derecho. Durante las negociaciones, Eslovenia tuvo que armonizar su legislación con acervo y velar por el funcionamiento del mercado interior y también cumplir con otros criterios para la adhesión, adoptados en el Consejo Europeo de Copenhague de 1993. En diciembre de 2002, las negociaciones sobre 31 áreas específicas, se acordaron en la reunión del Consejo Europeo, donde se confirmó que Eslovenia podía convertirse en un nuevo Estado miembro de la UE.

En marzo de 2003, la Asamblea Nacional modificó la Constitución a fin de facilitar la transferencia de los derechos soberanos de los Estados a la organización internacional como la de la UE o de la OTAN. Los cambios también provocaron un referéndum no obligatorio antes de que la Asamblea Nacional ratificase el tratado de adhesión. En consecuencia, el 23 de marzo 2003, tuvo lugar un referéndum nacional en Eslovenia sobre la cuestión de si unirse a la Unión Europea o no. Una gran mayoría (el 89,64%) de los electores votó a favor de la UE. El 1 de mayo de 2004 Eslovenia se convirtió en un Estado miembro de pleno derecho de la Unión Europea. En el mismo referéndum nacional también se planteó la cuestión de si unirse a la OTAN o no. El 66% de los electores votó a favor y el 24 de febrero de 2004, el Parlamento ratificó el Tratado de Washington. Eslovenia se convirtió en miembro de pleno derecho de la OTAN el 29 de marzo de 2004. En marzo del mismo año los soldados eslovenos se unieron a una misión de paz de la ISAF en Afganistán.

Con la adopción de la moneda única europea, el euro, el 1 de enero 2007 y con la adhesión al Espacio Schengen en diciembre de 2007, la República de Eslovenia se integró completamente en la Unión Europea. En el primer semestre de 2008 Eslovenia tomó las riendas de la presidencia rotatoria del Consejo de la UE.

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LOS AUTORES

Bernacki, WłodzimierzPolitólogo, profesor de la Universidad Jagellónica de Cracovia y de la Escuela Secundaria Przemyśl de Europa del Este

Dainov, EvgeniiProfesor de Política en la Universidad de Nueva Sofía, Bulgaria, activista cívico, escritor y músico

Fajmon, HynekHistoriador, miembro del Parlamento Europeo

Hančič, DamjanPhD, historiador, Centro de Estudios para la Reconciliación Nacional, Eslovenia

Ivanc, BlažDoctor, Abogado, Profesor de Derecho en la Universidad de Liubliana

Laar, MartHistoriador, ex Primer Ministro de Estonia

Landsbergis, VytautasMiembro del Parlamento Europeo, ex Presidente de Lituania

Michálak, SlavomirDr. CSc., Instituto de Historia de la Academia Eslovaca de Ciencias

Podbersič, RenatoMA, historiador, Centro de Estudios para la Reconciliación Nacional,Eslovenia y asistente en la Universidad de Nova Gorica

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Tarau, Virgilio LeónDoctor en Historia Contemporánea y Relaciones Exteriores del Departamento de la Facultad de Historia y Filosofía. Universidad Babes-Bolyai, Cluj-Napoca

Schöpflin, GyörgyMiembro del Parlamento Europeo de Hungría (Fidesz-Unión Cívica Húngara). Antiguo profesor Jean Monnet de Ciencias Políticas en la Universidad College de Londres

Zunda, AntonijsProfesor de Historia. Asesor de asuntos de Historia del Presidente de Letonia

JEFE DE REDACCIÓN

Kühnhardt, LudgerDirector del Centro de Estudios de Integración Europea (ZEI), Universidad de Bonn

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Elaborado por: Grupo PPE en el Parlamento Europeo Servicio de Prensa y Comunicación Publicaciones

Jefe de Servicio: Pedro López de Pablo

Coordinación: Conchita Portero Zúñiga

Diseño: Angela Kaladjis

Foto de portada: Iglesia de Saint Pierre La Jeune, Estrasburgo

Dirección: Parlamento Europeo, Grupo PPE 60, rue Wiertz, 1047 Bruselas, Bélgica

Internet: http://www.eppgroup.eu

OR: EN: EDICIÓN 2009 EDICIÓN ES: 2012

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