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Page 1: La Restauraci n Art Culo
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Publicación cuatrimestral

Volumen XXVI

Número 3

septiembre-diciembre 2013

ISSN: 0187-8786

Publicación incorporada a LATINDEX

47

Contenido

69

nuestro medio

5 Bioética, sobrepoblación y ambienteSalvador Elías Castell González

12 La restauración ecológica: ¿mito o realidad? Susana Cruz Martínez, Odilón Sánchez Sánchez, José María Ramos Prado y Angélica Hernández

19 Las bacterias y sus interacciones con las plantasJosé Leonardo Sánchez Tafolla y Ángel Trigos Landa

24 Un helecho de acuario en la penínsulta de YucatánCelso Gutiérrez Baz, Pedro Zamora Crescencio y Armando Contreras Rejón

26 Las mujeres de El Conejo: un modelo exitoso María del Rosario Pineda López, Rogelio Lara González, Rafael Ortega Solís, Guillermo Vázquez Domínguez y Suria G. Vásquez Morales

arte y ciencia

33 ¡Frutas en la tinta!Mariela Castilla Martínez y Silvia del Amo Rodríguez

39 La manufactura de los pectorales huastecosMónica Magaña Jattar

nuestro cuerpo

47 ¿Sabe alguien qué es eso de las emociones?Jorge Borja Castañeda

54 Olfatear es recordarTania Molina Jiménez, Ana G. Gutiérrez García y Carlos M. Contreras

61 Las enfermedades del olfatoLizbeth Donají Chi Castañeda, Enrique Meza, Mario Caba y Rossana Citlali Zepeda

la reseña

69 El camino poético de la cienciaNina Crangle

distintas y distantes: mujeres en la ciencia

77 Florence Nightingale: la lámpara del humanismo científicoMaría Angélica Salmerón

curiosidades científicas

91 Tan letales como el hombreHeriberto G. Contreras Garibay

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Susana Cruz Martínez, Odilón Sánchez Sánchez, José María Ramos Prado y Angélica Hernández

* Centro de Investigaciones Tropicales, UV. [email protected]

LA RESTAURACIÓNECOLÓGICA: ¿mito a realidad?

A menudo nos llega información de diver­

sos medios de comunicación acerca de que

los bosques y las selvas se están perdiendo,

y si vemos en nuestro entorno confirma­

mos que cada vez existen menos lugares con

áreas verdes; esos lugares boscosos donde

con frecuencia jugábamos en nuestra niñez

han desaparecido, y en su lugar encontramos

nuevas colonias, zonas habitacionales, grandes

comercios o alguna nueva cancha de golf. Se

estima que en nuestro país 95% de la vege­

tación existente se ha transformado debido a

diversas actividades que realizamos en nues­

tra vida cotidiana. Las actividades que mayor

impacto tienen en los bosques y las selvas

son la agricultura, la ganadería y la urbaniza­

ción. ¿Qué hacer ante esta acelerada destruc­

ción de nuestros ecosistemas? ¿Qué acciones

podemos emprender para tratar de revertir

nuestro impacto en los ecosistemas? ¿Hasta

dónde estamos dispuestos a llegar para reducir

los efectos de nuestras acciones en la pérdida

de bosques y selvas? ¿Podremos lograr el gran

reto de recuperar los recursos perdidos? Las

respuestas a estas preguntas resultan incier­

tas, aunque tenemos que hacer una profunda

reflexión. Empecemos por definir el quehacer

ante la continua degradación de los ecosiste­

mas que, como las selvas y bosques, son los

pulmones de nuestro planeta.

Una opción que tenemos para recuperar

los bosques y selvas que han sido transfoma­

das (pérdida de su función ambiental y su

biodiversidad) es la restauración ecológica.

Definamos el término. Para el doctor Ham­

bler, la restauración ecológica es “cualquier

intento activo por regresar un ecosistema a

una condición previa luego de la degradación

ocasionada por cualquier disturbio”. Según

esa definición, la restauración se lleva a cabo

mediante dos formas: una es la rehabilitación,

que consiste en llevar a cabo actividades para

restaurar un ecosistema existente que ha sido

alterado; la otra es el restablecimiento, que se

refiere a la restauración de un ecosistema que

se encuentra en un estado muy degradado,

pero que aún presenta algunas de sus fun­

ciones (Figura 1). Para que nos quede claro,

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“rehabilitamos” un área desmontada y “resta­

blecemos” un banco de material. La diferencia

entre ambos es el grado de impacto que han

sufrido.

Muchos investigadores se han enfocado al

estudio de la restauración de áreas degrada­

das, entre los cuales podemos mencionar al

mismo Hambler y al doctor Chazdon. Estos

investigadores sugieren que algunas acciones

encaminadas a restaurar sitios degradados son,

por ejemplo, la re­introducción, que intenta esta­

blecer especies en una zona en que una vez

fueron parte de su distribución; la translocación,

en donde se permite la circulación deliberada

y dirigida de ejemplares de una población sil­

vestre de una parte a otra; el refuerzo, que con­

siste en llevar a cabo acciones para adicionar

nuevos individuos a una población existente,

y la mitigación, que incluye acciones planeadas

para reducir el impacto provocado en los hábi­

tats o las especies por las actividades humanas.

Estas son acciones que en cierta modo permi­

ten recuperar sitios que han sido perturbados,

o bien enriquecer los ya existentes.

Requerimientos de los proyectos de restauración

Conociendo las acciones que podemos reali­

zar para restaurar un área degradada, ¿cómo

iniciamos un proyecto de restauración? Ante

esta pregunta, Chazdon y Hambler recomien­

dan tener una mejor comprensión del sis­

Figura 1. Mecanismos para recuperación áreas degradadas.

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tema: entender cómo está integrado, cómo

funciona, con qué finalidad queremos hacer

la restauración y cuáles son los recursos con

los que contamos para llevarla a cabo.

Existen tres pasos que nos llevan hacia la

restauración: primero es reconocer la causa

de la degradación o de la transformación,

reconocer qué está funcionando mal en el sis­

tema, realizar la acción correctiva apropiada

y demostrar que el sistema ha regresado a un

estado deseable, y después mitigar las accio­

nes que llevaron a la degradación inicial. Para

ello, se requiere del conocimiento de los pro­

cesos de la sucesión y un procesos de manejo

adaptativo; cuando no existe información será

necesaria la investigación experimental a fin

de determinar las vías más apropiadas para

la restauración. También hay que considerar

ciertos aspectos ecológicos, como los efectos

del cambio climático, las especies invasoras o

exóticas –que son aquellas que se han esta­

blecido en un sitio que no es su ambiente

natural–, el desequilibrio de la relación entre

plantas y animales, el conocimiento local de la

población y su deseo de participar en dichos

proyectos y, claro está, las disposiciones

gubernamentales que existen en los diferentes

niveles de acción.

En los proyectos de restauración también se

deben considerar los diseños de restauración,

esto es, la forma de la distribución espacial

y la abundancia y la calidad de la vegetación

que ha permanecido. Es importante ver con

qué especies se va restaurar, que por lo gene­

ral son especies nativas, con cualidades para

incrementar la fertilidad del suelo y mejorar

la biodiversidad, y además con importancia

económica y ecológica. Por otra parte, es vital

integrar a la población local en las estrategias

de desarrollo regional.

Existen técnicas que podrían utilizarse para

facilitar la restauración, como las propuestas

por el doctor Bianconi y sus colaboradores,

quienes sugieren utilizar aceites esenciales

de frutas para atraer a la fauna dispersora de

semillas, como los murciélagos frugívoros,

para enriquecer de ese modo el banco de

semillas en las zonas. También se pueden adi­

cionar materias orgánicas, lombrices de tie­

rra locales y fertilizantes orgánicos, los cuales

pueden mantener la calidad física del suelo o

recuperarlo.

Posibles problemas durante el proceso de la restauración

Un problema frecuente en la restauración es

la recuperación de las relaciones entre plantas

y animales, que es muy lenta. De acuerdo a

los estudios del doctor Dunn, se estima que

dicha recuperación tarda entre 20 y 40 años,

casi el mismo tiempo que les toma crecer a las

especies arbóreas. Los grupos más susceptibles

son las hormigas y las aves, que se recuperan

muy paulatinamente. Estos organismos son

importantes porque son los principales dis­

persores de semillas, y su ausencia hace más

difícil el rescate de las comunidades de plantas

y de los procesos básicos del ecosistema. Este

autor señala que la recuperación de la fauna

dependerá de las condiciones ambientales,

de lo cercanas que se encuentren de la zona

de bosque, del grado de degradación del sis­

tema y, principalmente, del uso histórico de la

tierra.

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Otros problemas que han presentado los

sitios restaurados es el tamaño; si son peque­

ños y están aislados de hábitats similares,

sufren fragmentación y se reduce la viabilidad

de las especies que hay en ellas por la falta de

colonizadores; la limitación de la riqueza

de especies y los efectos de borde, que limi­

tan las especies especialistas, que son especies

con un estrecho nicho ecológico, que pueden

vivir en un solo tipo de hábitat, tolerando una

angosta banda de condiciones climáticas y

otras situaciones medioambientales, o utili­

zando únicamente un tipo de alimento. 

En los proyectos de restauración, además de

considerar las cuestiones ecológicas, también

hay que tomar en cuenta los aspectos económi­

cos, pues para planear es necesario tener ingre­

sos a largo plazo que permitan sostener las

acciones de restauración. La ayuda de expertos

es indispensable para priorizar las zonas que se

van a restaurar, sin dejar fuera las áreas urbanas.

Indicadores de éxito de un sitio ecológicamente restaurado

Para definir el éxito, se debe demostrar su

persistencia a través del tiempo, como la pre­

sencia de hormigas, termitas y aves, o una

superficie mínima arbolada de 10%, según

los criterios de la Organización Mundial de

los Alimentos y la Agricultura de las Naciones

Unidas (FAO). Otros indicadores que permi­

ten evaluar el grado de éxito de los proyectos

de restauración son la riqueza y composición

de especies, la estructura de la vegetación, el

perfil microbiano, la calidad de las especies

y el funcionamiento del ecosistema, medido

por su productividad, biomasa, ciclos de

nutrientes e hidrología.

De acuerdo a los lineamientos y principios

para la restauración de los humedales, surge

una serie de preguntas para valorar los proyec­

tos de restauración (Figura 2) y ver si tienen

éxito, si se tienen que adoptar medidas correc­

tivas, o si de plano se debe cambiar el proyecto.

En resumen, toma mucho tiempo ver que

nuestros esfuerzos de restauración tengan éxito

a cualquier nivel –nacional, regional o local–,

pues debemos disponer de recursos financie­

ros suficientes a largo plazo, realizar una exte­

nuante labor política y, sobre todo, lograr que

los diferentes actores asuman un compromiso

personal por los bosques y selvas.

Alcances de la restauración ecológica

De acuerdo con la información de la FAO, la

restauración está ganando terreno en algunos

países como Cuba y Puerto Rico, entre otros 18

países en donde se ha comenzado a incre­

mentar la cobertura de bosques con propósi­

tos de producción y conservación. Esto es un

aliciente que nos indica que es posible rever­

tir los daños ocasionados por las actividades

humanas, si bien con mucho esfuerzo, dinero

y disposición por parte de la población y de

las autoridades de gobierno, cuando ambos

adquieren el compromiso de restaurar las

áreas impactadas prioritarias.

Así, la restauración debe hacerse basada

en estudios técnicos y científicos para lograr

mejores resultados y, si la restauración es

con fines productivos, buscar un aprovecha­

miento sustentable de los recursos naturales.

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Figura 2. Diagrama de flujo para el desarrollo y valoración de los proyectos de restauración.

Fuente: The Ramsar Convention on Wetlands (2010). Principios y lineamientos para la restauración de humedales.

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Los propósitos de restauración con fines pro­

ductivos, en donde además se considere la

opinión y participación de los habitantes de

la zona, pueden ser un factor clave para recu­

perar los paisajes y conservar la flora y la fauna.

Por ello, en el desarrollo de un proyecto de

restauración se debe determinar quiénes son

los interesados directos para lograr su parti­

cipación en todos los aspectos del mismo, y

más aún en la toma de decisiones. Para hacer

exitoso un proyecto así se deben tener claras

las metas, los objetivos y los criterios de ren­

dimiento desde un principio, pues son ellos

los que le dan una dirección, y tener criterios

de rendimiento de cada objetivo hace que los

interesados directos se vean forzados a exami­

narlos detenidamente. Dentro de los procesos

de restauración también debe considerarse los

métodos de monitoreo que sirvan para eva­

luar los criterios de rendimiento del proyecto.

Bianconi G.V., Mlklch, S.B., Telxelra, S.D. y Mala, N. S. (2007). Attraction of fruit­eating bats with essential oils of fruits: a potential tool for forest reforestation. Biotropica, 39(1), 136­140.

Chazdon, R.L. (2008). Beyond deforestation: restoring forest and ecosystem service on degraded lands. Science, 320, 1458­1460.

Dunn, R.R. (2004). Recovery of faunal communities during tropical forest regeneration. Conservation Biology, 18(2), 302­309.

Hambler, C. (2004). Conservation studies in biology. Cambridge, MA: Cambridge University Press.

LECTOR I N T E R E S A D O

Artículo recibido el 21 de octubre de 2010.Aceptado el 21 de diciembre de 2012.