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LA REITERACIÓN CON NÚCLEO INVARIADO EN POESÍA: SUSTITUCIÓN, OPOSICIÓN Y SELECCIÓN SEMÁNTICAS J. GUILLERMO RENART Univesity of Ottawa Dentro de un marco semiótico abierto, que trata de integrar los aportes es- tructuralistas con la apertura pragmática que el post-estructuralismo teórico y crítico nos ha hecho re-descubrir, voy a proponer una explicación semiótica de un sector (unitario y central) de funciones de la «reiteración con núcleo invaria- do» en poesía. He llamado con este nombre (en Renart 1985, y de manera aná- loga en Renart 1982) a una clase de reiteración que constituye, no sólo un pro- cedimiento usado vasente en la poesía, sino bien el modelo semiótico de múltiples procedimientos empleados en la literatura. Y el sector funcional, cen- tral de la misma (y, por otras razones, bien central de los discursos poético y li- terario) que hemos de examinar ahora, será el consistente en las operaciones, semióücamente dependientes y sucesivas, de la oposición, sustitución, y selec- ción semánticas. Antes que nada, ¿qué clase de reiteración es la que llamo «reiteración con núcleo invariado»? Brevemente recordaré que ese «núcleo invariado» que la ca- racteriza consiste en una o más palabras que se repiten a lo largo de una serie de frases, o segmentos de frase, sintáctica y/o semánticamente relacionados (cf. ibid. 1985: 491-492; 1982; 174-176). Nótese que uso «palabra» en el sentido que el término tiene cuando designa el elemento así llamado del nivel superfi- cial del discurso, (cf. Ruwet 1980: 196: [B]). Si se observa el n.° 1 del Apéndi- ce, se verá que en la reiteración «César fue, César vio, César venció» hay un núcleo invariado: «César» (que no hay en «César fue, vio, venció»). Al resto de cada frase o segmento de la reiteración con núcleo invariado, compuesto por las palabras que no se repiten, lo llamo «variante». El núcleo y las variantes se ha- llan en relación de mutua determinación semántica. Es patente que este fenóme- 1279

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LA REITERACIÓN CON NÚCLEO INVARIADO EN POESÍA:SUSTITUCIÓN, OPOSICIÓN Y SELECCIÓN SEMÁNTICAS

J. GUILLERMO RENART

Univesity of Ottawa

Dentro de un marco semiótico abierto, que trata de integrar los aportes es-tructuralistas con la apertura pragmática que el post-estructuralismo teórico ycrítico nos ha hecho re-descubrir, voy a proponer una explicación semiótica deun sector (unitario y central) de funciones de la «reiteración con núcleo invaria-do» en poesía. He llamado con este nombre (en Renart 1985, y de manera aná-loga en Renart 1982) a una clase de reiteración que constituye, no sólo un pro-cedimiento usado vasente en la poesía, sino bien el modelo semiótico demúltiples procedimientos empleados en la literatura. Y el sector funcional, cen-tral de la misma (y, por otras razones, bien central de los discursos poético y li-terario) que hemos de examinar ahora, será el consistente en las operaciones,semióücamente dependientes y sucesivas, de la oposición, sustitución, y selec-ción semánticas.

Antes que nada, ¿qué clase de reiteración es la que llamo «reiteración connúcleo invariado»? Brevemente recordaré que ese «núcleo invariado» que la ca-racteriza consiste en una o más palabras que se repiten a lo largo de una serie defrases, o segmentos de frase, sintáctica y/o semánticamente relacionados (cf.ibid. 1985: 491-492; 1982; 174-176). Nótese que uso «palabra» en el sentidoque el término tiene cuando designa el elemento así llamado del nivel superfi-cial del discurso, (cf. Ruwet 1980: 196: [B]). Si se observa el n.° 1 del Apéndi-ce, se verá que en la reiteración «César fue, César vio, César venció» hay unnúcleo invariado: «César» (que no hay en «César fue, vio, venció»). Al resto decada frase o segmento de la reiteración con núcleo invariado, compuesto por laspalabras que no se repiten, lo llamo «variante». El núcleo y las variantes se ha-llan en relación de mutua determinación semántica. Es patente que este fenóme-

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no abarca varias formas de reiteración descritas desde antiguo por la retórica(así la anáfora, la epífora, la complexio, la anadiplosis, la concatenación, y laredditió) así corno bien varias formas de paralelismo estudiadas modernamente{cf. Renart 1985; 492), y, en efecto, en el texto literario que nos servirá parailustración (un poema de Alberti) verán Vds. realizadas más de una de estas for-mas. Pero considero justificado tratarlas unitariamente porque en todas ellas sepuede verificar una misma estructura y funcionamiento semiósicos, como creohaberlo demostrado en su lugar (particularmente en 1982 y 1985; cf. bien libroen preparación).

Tras este esbozo de lo que entiendo por reiteración con núcleo invariado,pasemos a examinar (de la manera breve y parcial que nos permitirá el tiempodestinado a la ponencia) el sector semiósico de la reiteración con núcleo inva-riado que constituye nuestro tema —la sustitución, la oposición, y la selec-ción semánticas. Hay un hecho semiósico básico en el origen de nuestra pro-blemática; es el siguiente: dentro de una lectura dada, un significadointegrante del núcleo (que, por definición, se repite) puede estar, con respectoa un significado de las variantes, en relación (1) de igualdad, (2) de diferenciasin oposición, o (3) de oposición— y cada una de estas clases de relación ge-nera clases diferentes de selección de significados en el núcleo. (Prefiero«significado» a sema, semema, lexema, o bien isotopía, etc., pues necesitouna palabra genérica y elástica que abarque cualquiera de estas categorías).Mostrando, pues, ahora la articulación semiósica de estas operaciones, vamosa examinar cómo se produce la selección de significados en el núcleo; me-diante (a) la sustitución de unos significados con otros, y (b) la sustituciónpor el núcleo —en cuanto significante o expresión connotacional— de (otros,potenciales) significantes o expresiones denotacionales; a causa de la oposi-ción que el lector encuentra entre un significado del núcleo y un significadode las variantes.

Pienso que estas nociones teóricas, y en particular el concepto de sustituciónque aquí empleo, se irán perfilando a lo largo del análisis práctico con que trata-ré de ilustrarlas, y sólo convendrá volver a ellas después de tal ilustración; lea-mos ya, pues, el conocido texto de Marinero en tierra de Alberti (Alberti 1972:143), objeto de dicho análisis:

Si mi voz muriera en tierra,llevadla ai nivel del mary dejadla en la ribera.

Llevadla al nivel del mary nombradla capitanade un blanco bajel de guerra.

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¡Oh mi voz condecoradacon la insignia marinera:sobre el corazón un ancla,y sobre el ancla una estrella,y sobre la estrella el viento,y sobre el viento la vela!

El post-estructuralismo ha puesto en el centro de nuestra atención una evi-dencia no ignorada anteriormente, pero a veces preferida: la participación delperceptor en lo percibido (c/., por ejemplo, Ray 1984; Harland 1987: vi, 1-2,passim). En el caso de la percepción de un texto literario, esto se traduceprincipalmente en el siguiente principio: siempre que traos del significado osignificados, como lo haremos ahora, de tal clase de texto es obviamente ne-cesario tener en cuenta que dichos significados dependen en gran parte de lalectura concreta de ese texto que realice su receptor, conforme a sus conoci-mientos, condicionamientos, presupuestos, objetivos. Ahora, pues, deberépuntualizar la especie de lectura de este texto que voy a hacer. Diré que será,en su mayor parte, una de las lecturas más miméticas que el texto acepte —yme explico: en sus últimas obras, Antonio Risco ha destacado la importanciacentral de esa dimensión de la obra literaria que él llama «figuración» (diga-mos, pues, la dimensión «figuracional») con la cual ha identificado en diver-sos lugares la mimesis aristotélica (Risco 1982: 10-11, 61-61, 70, 77-95; verbien Renart 1989, y de próxima publicación). La dimensión figuracional con-siste esencialmente en lo «imaginal», si me permiten el neologismo, del con-tenido de la obra: lo sensorial, lo emocional, los contenidos concretos, en su-ma, del mundo evocado en la experiencia lectora —y en esto consistiríaesencialmente la mimesis—; secundaria y subordinadamente pueden —di-mensión figuracional o mimesis— designar bien lo imitativo o representativode nuestra realidad familiar. Partiré, entonces, de una lectura de este texto lomás figurativa —mimética, pues, en los dos sentidos indicados— que me seaposible. Y por supuesto, lejos de pretenderla exhaustiva, será asimismo unalectura que dé cuenta del texto sólo en lo que concierna luego al estudio delos aspectos teóricos que hemos de examinar. (No pretende, pues, contribuir ala investigación de la obra de Alberti; no forma parte de tal investigación sinode la teoría de la poesía, y por eso espero que me excusarán de no tenerla encuenta. Expresa una experiencia [posible] de lector).

Conforme a tal clase de lectura, podría uno imaginarse la «voz» —esa«voz» que viene a ser como el personaje central del poema— con cierta figurahumana; el así imaginarla antropomórficamente en su manifestación física deri-varía de varios factores, entre los cuales pueden destacarse la capacidad de lavoz de ser nombrada «capitana» de barco (vv. 5-6) y de ser «condecorada» (v.7) con una «insignia» (v. 8) que llevará sobre su pecho (o «corazón» [v. 9] co-

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mo sustituto metonímico que pueda armonizarse mejor con la intensa participa-ción emotiva del hablante en todo lo que dice).

Es esta «voz» que el hablante pide, primeramente, que si se muere en tierra,sea llevada al mar y dejada en la ribera, nada más (vv. 1-3); pero, a continua-ción, corrigiéndose, pide que la lleven al mar y le den un destino bien activo:capitana de barco de guerra (vv. 4-6). Enseguida, en la tercera estrofa, ese desti-no podría parecer reducido a su faceta decorativa o, más en general, estética. Enefecto, lo que entusiasma al hablante es la «condecoración» que su voz recibiría(v.7) «con la insignia marinera» (v. 8); esta condecoración puede entenderse alprincipio de manera literal: una insignia en forma de «ancla» (\. 10). Pero enlos dos versos finales sería difícil prolongar la mimesis en la misma línea figu-racional: Representar en la misma insignia marina también «el viento» (v. 12),puede no parecer tan natural desde el mundo cultural del mismo lector que hastaahora no tenía dificultad en desarrollar en ese sentido la construcción figuracio-nal sugerida por el texto.

Tal lector podría tomar ahora la condecoración metafóricamente, comoequivalente a la apropiación y disfrute de objetos hermosos: concretamente del«viento» y «la vela» impulsada por el viento —y del barco todo, y de la expe-riencia toda que el lector pueda asociar, por vía sinecdóquica o metonímica, alviento y la vela. El significado de «sobre», en los dos versos finales al menos, sino ya desde antes, podrá ser, para ese lector, desde «encima en sentido vertical,con o sin contacto mutuo» —-así «la vela» está «encima» del «viento» que sien-te a su nivel quien la observa desde un barco (en el v. 12: «y sobre el viento lavela»)—, hasta «además» y «más valioso o hermoso aún, si ello fuera posible»—así «el viento» con respecto a «la estrella» (en el v. 11: «y sobre la estrella elviento») y «la vela» con respecto al «viento» (en el v. 12: «y sobre el viento lavela»).

Bien, pero ¿cómo se realizan en todo esto las operaciones semánticas anun-ciadas de la reiteración con núcleo invariado —selección, sustitución, y oposi-ción semánticas? En realidad, ya está examinado implícitamente en la lecturaque acabamos de hacer; sólo falta volverlo explícito, que es lo que voy a tratarde hacer ahora.

Acabo de llamar la atención sobre dos oposiciones semánticas, contenidas,precisamente, las dos dentro de reiteraciones con núcleo invariado: la n.° 1 delapartado 3 del Apéndice —cuyo núcleo es «llevadla al nivel del mar / y»— y lan.° 2 del mismo apartado —cuyo núcleo es «sobre» o «y sobre». Observemos,ahora, la última. Veíamos que en los vv. 9 y 10, según la lectura realizada, elnúcleo «sobre» significaba sencillamente «encima»; pero a partir del v. 11 (odel v. 10 para otros lectores), las variantes imponían otros significados al mis-mo núcleo «sobre»: o «encima en sentido vertical», o «además», o «más valiosoaún si ello cupiera» —o todo ello juntamente. Las variantes, pues, han hechoque surgiera en el núcleo un nuevo significado, opuesto al anterior, y que lo

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sustituyera; la sustitución ha sido desplazante (no permanece el primer signifi-cado), y con cambio desde el significante —en este caso la palabra «sobre»—directamente (tanto el primer significado como los nuevos que le sustituyenson, o, si se prefiere, han llegado a ser, de lengua, de diccionario, y quizá ningu-no se clasificaría, para lectores actuales, como propiamente «figurado»; sin em-bargo, dentro de una lectura en que se procesara como «figurado» alguno deellos, la sustitución sería desde el significado y medíante el proceso metafórico,como lo veremos más abajo con la tercera variedad de sustitución que hemos deconsiderar).

Otra cosa ocurre en la reiteración n.° 1 del mismo apartado: allí encontramosuna segunda variedad de sustitución. En la primera mención del núcleo «llevad-la al nivel del mar / y» (vv. 2-3), las variantes implican necesariamente que laacción esperada de los sujetos apelados, en un sentido, termina en sí misma: ellaconstituye en sí misma su principal objetivo: pero en la segunda mención delnúcleo (en los vv. 4-5), las variantes le cambian este significado —el del térmi-no final, el objetivo, de la acción— por uno opuesto. La sustitución aquí ha sidodesplazante (el primer término y objetivo de la acción desaparece), y con cam-bio desde el significado: el nuevo término y objetivo queda impuesto al núcleopor las variantes mediante el proceso consecuencial, metonímico. Nótese queesta sustitución se percibe más intensamente por la ausencia de una expresióncorrectiva antes de la segunda mención del núcleo en el v. 4, una expresión co-mo «(No, más bien,) llevadla [...] / y nombradla [...]».

¿Habrá una tercera variedad de sustitución semántica en las reiteracionescon núcleo invariado de este poema? Sí, pero advirtamos lo siguiente antes deexaminarla: por considerar ahora directamente el plano axiológico e ideológico,podrá juzgarse que dejaremos la dimensión figuracional para pasar a la que,glosando a Antonio Risco, podríamos denominar dimensión intersemiósica.Propongo yo, sin embargo, que permanezcamos dentro de la dimensión figura-cional siempre que lo ideológico y/o axiológico considerado sea componente,factor o efecto de la dimensión figuracional (ver Renart 1989, y de próxima pu-blicación) —como ocurrirá en lo que sigue. Como todos habremos podido com-probar en la docencia, cuando se pide al lector enfrentado a este poema por pri-mera vez que exprese lo que el poema dice a su sensibilidad suelen oírse cosascomo, «algo idealizado», o, más sofisticadamente, «un mundo etéreo, puro eideal» o «un mundo de plena libertad y felicidad». La presencia de esta signifi-cación puede resultar más evidente en la reiteración n.° 2 del mismo apartado 3que estamos considerando. Allí ciertos componentes de las variantes, como «co-razón», «estrella», «vela», etc., pueden ir transmitiendo progresivamente al nú-cleo —a la idea misma de superposición que éste denota— la significación an-tedicha, connotándola metafóricamente desde las variantes. El nuevosignificado puede agregarse al anterior sin que éste desaparezca o disminuya,pero también puede ocurrir que el significado anterior se vaya diluyendo y bo-

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rrando, y sea la significación metafórica la que acabe dominando en la lectura.En cualquiera de los dos casos se realiza el fenómeno de la sustitución, y otravez desde el significado: pero ahora el nuevo significado puede agregarse al an-terior, o desplazarlo, o ambas cosas en diversas proporciones, y ha sido genera-do mediante el proceso metafórico.

En suma y resumiendo, vemos así que la oposición semántica producida en elnúcleo por las variants, ha exigido la sustitución semántica en el núcleo, pero noha bastado para consumarla. La oposición disocia, pero se necesita un factor aso-ciativo. Este factor asociativo parece ser, siempre, uno de los siguientes: (a) oque el significante del núcleo admita directamente, por denotación léxica, al nue-vo significado; o (b) que el significado del núcleo —volviéndose, a su vez, signi-ficante en segundo, tercero, n grado— admita al nuevo significado por contigüi-dad (mediante sinécdoque o metonimia), o por equivalencia (que en la instanciadel ejemplo lo es mediante metáfora). En los dos casos el nuevo significado pue-de desplazar al anterior, o agregársele sin desplazarlo, o pueden darse ambosefectos en proporciones diferentes. Y en los dos casos el núcleo en cuanto signi-ficante o expresión, sustituye a una o más expresiones denotacionales, puestoque connota más significación: Más significación que la puramente denotacional(en el sentido propuesto por Eco 1977: 110-114, 158-161), o que la significaciónnueva (nueva en la cadena sintagmática, o en el proceso temporal subjetivo de lalectura) —aunque sólo sea, si la significación nueva desplaza a la anterior, me-diante la evocación de esta significación anterior. De todas maneras, es sólo me-diante el factor asociativo como se produce la sustitución semántica y, comoconsecuencia de ella, la selección del significado pertinente entre los muchos queel significante podría admitir. Y la selección (parecería lícito decir sin demasiadoerror), detiene la difference. Cabe advertir que en el caso de (a), estamos en elcampo de lo que Todorov ha denominado —restringiendo quizás demasiado elsentido de la palabra— la «semántica»; y en el caso de (b) —y esto es lo que meinteresa destacar— estamos en el dominio de lo que él mismo ha llamado la«simbólica» o, tal vez mejor en español, la «simbología» (Todorov 1970: 35;1978: 16). Es en este caso, el de la «simbología», donde el proceso de la sustitu-ción semántica se consuma, precisamente, mediante una o las dos maneras de de-sarrollarse el discurso según Jakobson —por contigüidad, o por equivalencia (Ja-kobson 1971: 254; nótese que a veces parece olvidarse que, dentro de las ideasde Jakobson sobre el discurso, las relaciones paradigmáticas y las equivalenciasson una misma cosa —cf. Ruwet 1980: 196: (B), 197: (IV)—, y, que, cuando Ja-kobson examina esas relaciones en el «eje de la combinación», las considera en-tre los elementos in praesentia en el sintagma: Quizás este olvido, o malentendi-do, se repita en casos tan recientes como en Van Buuren 1984: 54).

Hasta aquí, lo que hemos considerado son los conceptos fundamentales de lateoría en cuanto atañe a la relación semiósica de estos tres aspectos —la selec-ción, sustitución, y oposición semánticas. A partir de aquí, pienso yo, se pueden

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ya establecer las condiciones según las cuales se darán sustituciones parciales, ototales; como también qué clases de selección semántica se darán cuando no ha-ya oposición entre los significados del núcleo y de las variantes, sino igualdad,o diferencia sin oposición; así como también, las condiciones para que se denunas u otras clases de selección semántica, o para que se combinen dos o másclases entre sí. En cada uno de estos casos los efectos semiósico-poéticos sondiferentes. Por ahora, el tiempo disponible para esta ponencia sólo nos permiteagregar que la reiteración con núcleo invariado resulta, como puede habersevisto, un procedimiento donde se realizan de manera particularmente intensa fe-nómenos centrales al discurso poético, y un laboratorio privilegiado para obser-varlos. Pienso yo también, tras haber explorado las analogías del procedimientocon otros procedimientos empleados en la literatura, que esa realización es no-tablemente (sorprendentemente, quizás) extensa y profunda; más aún, que pare-ce actualizar más modélicamente que ninguna la estructura semiósica de todasellas. Dicho de otro modo, parece legítimo decir que constituye —o al menos,que realiza por excelencia— el modelo semiósico de todas ellas.

Pero ya debemos concluir. Consideremos un momento una propiedad, veri-ficable en el anterior análisis, de la reiteración con núcleo invariado. Me refieroa su carácter dialéctico. Dialéctica podemos llamar a esta reiteración porque,como hemos observado, las oposiciones que entraña no consisten en una pura ysimple contradicción o contrariedad lógicas, ni las sustituciones que las oposi-ciones desencadenan —aún cuando se traten de sustituciones «desplazantes» deun significado por otro— pueden ser eficaces en la semiosis poética (es decir,vivencialmente) si no permanece en el lector «la memoria viva» del significadosustituido (empleando la expresión de Bécquer y otros románticos [Bécquer1963: LXXIV]). La sustitución semántica —que parece un componente centralde toda la semiosis poética— se presenta así como dinamismo interno al texto,al que se agregan las posibles sustituciones que el receptor haga en su lectura(en su personal producción de la obra) con respecto a «la lengua» (en el sentidode Bousofto 1970), o a otros textos, o fragmentos de texto, diferentes del quelee. Por eso, si ahora quisiéramos indicar sumariamente los autores cuyas ideasmás contribuirían a componer un marco semiótico general para explicar el fun-cionamiento de la sustitución según aquí la hemos entendido, deberíamos nom-brar ante todo, quizás, a Carlos Bousoño (cuya Teoría ha sido un esfuerzo pio-nero, y tal vez el más notable y el más injustamente ignorado fuera del ámbitocultural de la lengua en que se hizo, de formalizar y sistematizar la sustituciónen la semiosis poética) siempre que tengamos en cuenta su examen —importan-te dimensión del libro— de la sustitución como dinamismo interno al texto. Esprobablemente así como mejor se puede apreciar en la Teoría la línea semióticaque la acerca a teorías ulteriores —precisamente las de los otros autores rele-vantes para nuestra explicación semiótica de la sustitución. Pienso, ante todo,en la de Jakobson sobre las relaciones de equivalencia dentro del eje de la

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«combinación» o sintagmático en el discurso literario (Jakobson 1960: 358),particularmente según la exponen Umberto Eco para el texto estético en general(Eco 1977: 417-436), y Nicolás Ruwet para el texto poético en particular (Ru-wet 1980: 196-198). Más directamente, pienso en la sugerencia de Todorov, quepresupone la teoría de Jakobson recién mencionada, de examinar la problemáti-ca planteada en torno a la sustitución, en el eje de la «combinación» —o sintag-mático-paradigmático, podríamos decir ahora glosando a Ruwet (196: (B) y197: (IV)), en el ámbito de las equivalencias o paradigmas que se establecen en-tre los elementos del sintagma, sean éstos, pienso yo, semas, sememas, voca-blos, frases, oraciones completas, o aún segmentos mayores del texto—, y no enel eje de la «selección» puramente —entre cada uno de los elementos del sin-tagma recién mencionados, y elementos equivalentes de fuera del texto (Todo-rov 1972: 352). Pero también tiene directa relevancia la teoría, propuesta porRicoeur —para la expresión metafórica, desde luego, pero aplicable, quizás,también a toda expresión en que se incluyan operaciones sinecdóquicas, o meto-nímicas, o aún tropológicas en general— de la coexistencia de la sustitución designificados que se produce en el eje de la «selección» y en el nivel de la pala-bra, con la interrelación o «tensión» de significados que se produce en el eje dela «combinación» y en al nivel de la frase (Ricoeur 1977: 4-5, 157 passim). In-cluso, aunque en un sentido bien diferente, no falta alguna relación significativacon la teoría de Rifaterre sobre la «gramaticalidad» en el texto poético (Rifate-rre 1978; Culler 1981: 81 ss.).

Es en la amplia corriente semiótica que resulta de la integración de lasideas, recién indicadas, de los autores antedichos donde se entroncan las refle-xiones teóricas sobre el funcionamiento interno de la sustitución y, en parte, dela oposición y la selección semánticas, que acabo de proponer —siempre quecon esas ideas integremos, a su vez, la consideración de los factores particularesa cada sujeto lector para entender el proceso semiósico total. Permítaseme, alefecto, recordar que al comienzo aludía a la apertura pragmática que el post-es-tructuralismo nos ha hecho re-descubrir, apertura que he tratado de incorporaren mi reflexión. Quizá sea este el momento de notar que el principio ahí impli-cado se subsume en otro más amplio y radical. Ha dicho recientemente Johnat-han Culler que la manera óptima de entender el post-estructuralismo en teoría ycrítica literaria «no es pensando que los análisis estructuralistas hayan sido refu-tados o que su interés haya disminuido, sino más bien entendiéndolo como críti-ca de una concepción particular del estructuralismo, la de que el observador sesituaba fuera de una práctica cultural, y describía desde allí las reglas de la mis-ma. Es la crítica que pueda uno situarse fuera y por encima del dominio quedescribe» (Culler 1987: 173; la traducción es mía). Los aportes del estructura-lismo —y con él, de las estilísticas, las fenomenologías, y los formalismos— ala milenaria tradición semiótica, son, pienso yo, tan válidos hoy como siempre.O más válidos, quizás, que hace veinte o treinta años, por poder ubicarse ahora

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en un marco semiótico más amplio, integrador y equilibrado: Porque puedenahora situarse con referencia también a reflexiones teóricas tales como las de lapragmática, de la teoría de los actos del habla, de la estética de la recepción, dela reader's response, y del desconstruccionismo —los cuales contribuyen todosa hacernos concienciar, desde perspectivas y en grados diferentes, que estudiarla literatura supone tomar parte activa en su producción e interactuar con sus re-glas: afectándola y siendo por ella afectados (c/., por ejemplo, Culler 1975,1981, 1987, 1988; Eagleton 1983: 194-217; Eco 1972, 1977, 1981, 1984; Scho-les 1982, 1985; Todorov 1984: 179-193). Como consecuencia de esto, algunosno parecen vislumbrar otra posibilidad que el vernos atrapados en un total es-cepticismo teórico (cf. Ray 1984: 206-212). Sugiero, más bien, que quizás de-semboquemos en un nuevo, lúcido, impresionismo, o mejor, en el redescubri-miento y aceptación irreversibles de la dimensión impresionista de la lectura yla crítica, y de su necesario sitio en la teoría. Creo que no sólo nos lleva haciaallí (con clarividencia notable, quizás inigualada) la mencionada reflexión teóri-co-literaria de Antonio Risco (1982, 1986a, etc.), sino que también nos conducehacia una postura análoga la actual filosofía cuando acepta tener en cuenta lasconsecuencias de la consideración del hecho ficcional y del hecho estético, co-mo parece poder inferirse de la lúcida reflexión de Peter Me Cormick (1988:330-334 passim). Y pienso que es desde allí de donde entenderemos más com-pleta y verdaderamente el funcionamiento semiótico de la sustitución, oposicióny selección semánticas —en la reiteración con núcleo invariado, y en el discur-so poético total. (Y la literatura que da nombre y objeto a nuestra Asociación,ofrece, pienso yo, materiales especialmente ricos —de los cuales es apropiadamuestra el poema de Alberti que aquí nos ha ocupado— a tales exploracionesvenideras de la crítica y de la teoría.)

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63.

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Page 11: LA REITERACIÓN CON NÚCLEO INVARIADO EN … · central de esa dimensión de la obra literaria que él llama «figuración» (diga-mos, pues, la dimensión «figuracional») con la

APÉNDICE

n.b.: En el trabajo hay referencias directas a los apartados 1, 2,y 3 de esteapéndice; el apartado 4 sugiere un desarrollo posible del proceso de identifica-ción e investigación de la «reiteración con núcleo invariado».

1. 1.a. César fue, César vio, César venció,l.b. César fue, vio, venció.

2. 1 Si mi voz muriera en tierra,llevadla al nivel del mary dejadla en la ribera.

4 Llevadla al nivel del mary nombradla capitanade un blanco bajel de guerra.

7 ¡Oh mi voz condecoradacon la insignia marinera:sobre el corazón un ancla,

10 y sobre el ancla una estrella,y sobre la estrella el viento,y sobre el viento la vela!

3. 1 Si mi voz muriera en tierra,llevadla al nivel del mar 1.1y dejadla en la ribera.

4 Llevadla ai nivel del mar 1.2y nombradla capitanade un blanco bajel de guerra.

7 ¡Oh mi voz condecoradacon la insignia marinera:sobre el corazón un ancla, 2.1

10 y sobre el ancla una estrella, 2.2y sobre la estrella el viento 2.3y sobre el viento la vela! 2.4

4. 1 Si mi voz muriera en tierra, 2.1llevadla al nivel del mar 1.1y dejadla en la ribera.

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Page 12: LA REITERACIÓN CON NÚCLEO INVARIADO EN … · central de esa dimensión de la obra literaria que él llama «figuración» (diga-mos, pues, la dimensión «figuracional») con la

4 Llevadla al nivel del mar 1. 1.2y nombradla capitanade un blanco bajel de guerra.

7 ¡Oh mi voz condecorada 2.2con la insignia marinera:sobre el corazón un ancla 3(a).l 4(a).l

10 y sobre el ancla una estrella 3(b).2 4(b).2 5(a)y sobre la estrella el viento 3(b).3 5(b).2 6(a).ly sobre el viento la vela! 3(b).4 6(a).2

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