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  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    2

    Mellado, Luciana La Patagonia y su literatura: unidad y diversidad multiforme/ Mellado Luciana; con colaboracin de Vernica Turra; coordinado por Beatriz Escudero; edicin literaria a cargo de Leticia Gauna. -1a ed. - Comodoro Rivadavia: Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, 2010. 32 p. 30x21 cm. (Sociedad / Literatura) ISBN: en trmite

    Edicin. Noviembre de 2010

    Comodoro Rivadavia (CP 9000) Chubut Argentina

    Coordinacin de obra. Beatriz Escudero

    Editor literario. Leticia Gauna

    Colaboradores. Vernica Turra

    Diseo de tapa. Ignacio Marraco

    Primera Edicin, noviembre 2010

    Comodoro Rivadavia Chubut Argentina

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    3

    Luciana Andrea Mellado. Es Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de la

    Patagonia San Juan Bosco. Curs la Maestra en Literatura Espaola y Latinoamericana en la

    Universidad de Buenos Aires. Docente Universitaria de las ctedras Literatura Latinoamericana

    I, Seminario de Teora y Prctica Discursiva y Seminario Literatura Patagnica. Es investigadora

    y ha publicado artculos acadmicos de literatura y cultura en universidades de Argentina,

    Chile, Mxico, Espaa y Nueva Zelanda. Ha recibido el premio Academia Argentino de Letras

    en el ao 2000. De su produccin potica se destacan Las nias del espejo (2006) y Crujir el

    habla (2008). Actualmente dirige Peces del desierto, plaqueta de poesa que rene a una

    treintena de poetas patagnicos.

    Programa Comunidades en Red Coleccin de obra Aula Abierta Serie. Sociedad/Poltica *Osvaldo Bayer De revoluciones y luchas. La encrucijada de la nacin en el Bicentenario *Brgida Baeza Gabriel Carrizo Las Ciencias Sociales frente al Bicentenario: bordes e intersticios de la nacin imaginada. Serie. Sociedad/Literatura *Luciana Mellado La Patagonia y su literatura: unidad y diversidad multiforme

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    4

    AUTORIDADES

    Rector

    Lic. Adolfo Genini

    Vicerrectora

    Dra. Alicia Borasso

    Secretaria General

    Prof. Nidia Silvia Len

    Secretaria Acadmica

    Mgter. Adriana Perales

    Secretario de Extensin Universitaria

    Cdor. Alberto Csar Ayape

    Secretaria de Ciencia y Tcnica

    Dra. Adriana Mnica Nillni

    Secretara Administrativa

    Cdra. Mara Florencia Gonzlez Pedrozo

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    5

    ndice

    Presentacin 6

    Beatriz Escudero

    Conferencia La Patagonia Argentina y su literatura: unidad y diversidad multiforme

    Luciana Mellado

    I. La Literatura patagnica: un problema para problematizar 8

    II. Construir y deconstruir nuestros propios marcos tericos 15

    III. Patagonia se dice en plural: algunas cartografas literarias de la regin 21

    IV. Bibliografa 29

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    6

    Presentacin

    La Patagonia y su literatura: Unidad y diversidad multiforme anuncia desde

    su ttulo ms que certezas ciertos interrogantes sobre los cuales Luciana Mellado

    propone trabajar, y que de hecho lo hace a travs de un minucioso recorrido. Para

    Luciana la idea de Nacin y la idea de regin aparecen como un lugar de discordia que

    toma cuerpo en los imaginarios construidos alrededor de la nacin y de la regin

    patagnica.

    Luciana va a contrapelo de una cartografa que resulta inaccesible ante la

    fuerza del discurso de Patagonia y su folklorizacin, que borra la conflictividad social

    de este territorio y de su produccin cultural, solapando el carcter socio-histrico de

    la literatura producido. Se dispone a atravesar este discurso para mostrar la polifona

    que ofrece la narrativa patagnica. Desde esta perspectiva toma posicin: reconoce el

    carcter no autnomo del lenguaje y de la literatura.

    Nos ofrece un itinerario de lecturas, un repaso de geografas e imaginarios que

    presentan un escenario de fuerte conflictividad social que va desde mediados del

    Siglo XX, para detenerse en la narrativa producida desde aqu al tomar textos que

    recuperan acontecimientos histricos y decide tomar un corpus de obras de escritores

    que escriben desde y sobre la Patagonia: Msica desconocida para viajes de Cristian

    Aliaga (2002); Fuegia de Eduardo Belgrano Rawson (1999); Trelew de Marcelo Eckhardt

    (1997) y La tierra del fuego de Sylvia Iparraguirre (1998)

    Antes de abocarse al anlisis de las obras aludidas, pone el acento sobre la

    diversidad de los sistemas literarios de nuestros pases, en su mayora mestizos y

    multiculturales, como un terreno propicio para pensar en trminos de especificidades

    y superar la falacia de los discursos globalizadores que sostienen como presupuesto

    una homogeneidad cultural latinoamericana transparentada en las literaturas

    nacionales.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    7

    Este escrito desplaza la idea de una Patagonia desrtica e inmensa,

    incontaminada de conflictividad social y busca en los pliegues de la narrativa una

    Patagonia en plural que nutre una imagen compleja y pone en tensin los discursos

    hegemnicos existentes.

    Beatriz Escudero

    Comodoro Rivadavia, octubre 2010

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    La Patagonia Argentina y su literatura: unidad y

    diversidad multiforme

    Luciana A. Mellado UNPSJB

    I. La Literatura patagnica: un problema para problematizar

    La literatura latinoamericana es heterognea, transcultural e hbrida, segn la

    definen Cornejo Polar, ngel Rama y Garca Canclini, respectivamente. La diversidad de

    los sistemas literarios de nuestros pases, en su mayora mestizos y multiculturales, es

    un terreno propicio para pensar en trminos de especificidades y superar la falacia

    desarrollista de los meta-discursos globalizadores que sostienen, por ejemplo, el

    presupuesto de una homogeneidad cultural latinoamericana transparentada en las

    literaturas nacionales como otra uniformidad textualizada y puesta en discurso.

    Interrogarnos sobre ste y otros estereotipos nos obliga a desplazarnos desde la teora

    de la literatura hacia una teora de la cultura entendida, de acuerdo con Hernn Vidal,

    como el estudio de los diferentes modos en que la produccin simblica en la vida

    cotidiana, presente o pretrita, da sentido a la identidad y a la accin humana en la

    bsqueda de su reivindicacin dentro de estructuras de poder hegemnico y

    dominante (Vidal, 1996: 727). Este corrimiento, adems de potenciar una razn

    crtica, propicia la revisin de las modalidades de persistencia de lo nacional que se

    expresan en trminos esencialistas e invisibilizan las singularidades regionales, de

    clase, tnicas y de gnero, plantendolas no como especificidades sino como

    desviaciones marginales de estereotipos que, construidos desde las metrpolis,

    responden a los modelos instaurados por la hegemona proveniente de las

    formaciones imperiales y nacionales en complicidad con las polticas lingsticas y

    culturales y con los sistemas educativos (Palermo, 1998: 63).

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    La Patagonia representa una de estas especificidades problemticas. Por una

    parte, puede sealarse que presenta a simple vista la consistencia de lo real (9),

    aquello que Csar Fernndez Moreno observ en relacin con Amrica Latina; pero,

    por otra parte, su propia definicin y delimitacin es plural y muchas veces

    controversial. Tericamente, al igual que la idea de nacin, la de la regin aparece

    como un lugar para la discordia y, tambin, para la pluralidad, como un lugar hbrido

    que pone en juego tensiones y ambigedades que impiden plantear cualquier recorte

    del objeto o de la perspectiva de estudio como un estado concluyente y definitivo de la

    cuestin (Mellado 30). Pensada no como desviacin sino como especificidad, la

    Patagonia nos remite a un espacio histrico social que no se reduce a una

    territorialidad geofsica, ni a una unidad administrativa sobredeterminada por el

    Estado, si no que representa una regin cultural que, en cuanto tal, posee una

    configuracin que va ms all de los lmites polticos nacionales, abarcando espacios

    socio-culturales que los exceden (Palermo, 1998: 65). Dichos espacios dialogan, se

    superponen y contraponen en plurales corpus textuales, sistemas literarios y

    formaciones discursivas que dejan ver cmo la regin construye su literatura y la

    literatura construye la regin, a la vez que modela su campo literario e intelectual en

    relacin con las afiliaciones nacionales e internacionales.

    Al igual que la cultural nacional, la cultura regional es constantemente forzada

    a unificarse.1 En sus modos de enunciarla se suelen poner en juego las oposiciones

    entre un adentro y un afuera, entre un nosotros y un ellos, entre lo semejante y lo

    diferente. Los trminos de estas parejas, sin embargo, operan con una fuerza dialctica

    ms que dicotmica, razn por la que las identidades sociales y discursivas que se

    inscriben, de algn modo, en una pertenencia regional se constituyen en una dinmica

    relacional. La nacin suele ser la contraparte frecuente para las caracterizaciones de lo

    regional, las que suelen tener en comn, como sostienen Palermo y Altuna, el hecho

    de considerar tres elementos concurrentes e imprescindibles: hbitat, produccin

    1 Ya en el siglo XIX, la Patagonia se interpreta como una unidad. Mientras las imgenes decimonnicas sobre la

    regin son plurales, al igual que los actores involucrados en su reproduccin (los exploradores, los hombres de ciencia, los militares, y posteriormente los misioneros salesianos, los viajeros, los colonos y finalmente los escritores), el sur de la nacin que se estaba construyendo se concibe unificado. El desierto se interpreta como unidad: cubre todo el espacio ms all del ro Salado, el espacio de los rancheros de vanguardia, de los fortines de defensa, de la pradera ignota para el blanco (Silvestri 224).

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    social y cultura (citado por Ighina 136). Estos elementos y sus vnculos no pueden

    pensarse en trminos de clausura, como lo dado, lo inmutable, sino que deberan

    considerarse como una figura en trnsito constante, que est siendo y, a la vez, se est

    haciendo continuamente. Expresan tanto vnculos histricos y materiales entre la

    regin y el estado nacional, como universos de significaciones imaginarias.

    Los lmites polticos-administrativos de la Patagonia argentina y su

    participacin en la produccin, circulacin y distribucin de bienes simblicos y

    materiales se hallan sujetos a la historia de la nacin en tanto construccin social

    superestructural, distributiva y territorial (Ahmad 92).2 La historia de la regin es, en

    gran parte, la del estado nacional, el que actualmente exhibe las marcas de la

    globalizacin del capitalismo postindustrial que llev al aparato estatal a

    reestructurarse segn la exigencia de los mercados y de los lineamientos de

    corporaciones supranacionales. El progresivo desmantelamiento del Estado de

    Bienestar, vivido con especial intensidad en la dcada del noventa, durante la

    presidencia de Menem, desplaz e incluso anul la lgica social e implant como un

    estado de cosas permanente la lgica del capital. La cultura nacional, entonces,

    entendida como una versin poltica del estar contento con lo que se tiene (Garca

    Canclini, 1996: 15) ya no fue razonable cuando las fronteras nacionales no pudieron

    contener la explosin globalizada de las identidades y de los bienes de consumo que

    las diferenciaban. A pesar del emborronamiento de los lmites y de las funciones del

    estado en una incipiente lgica cultural de capitalismo tardo pueden observarse

    algunas permanencias, por ejemplo, el estado moderno sigue entendindose como la

    forma necesaria para la existencia material de la nacin; se sigue asumiendo que la

    nacin es un lugar de resistencia al neo-colonialismo y al neo-imperialismo; y se

    suele describir lo nacional desde un persistente tradicionalismo patrimonialista

    (Garca Canclini, 1992: 30-1).

    2 Es fundamental el aporte a este tema de La zanja de la Patagonia, libro aparecido originalmente en italiano y a

    mediados del 2005 traducido por vez primera al espaol; escrito por Vanni Blengino y editado por el FCE. El texto, perteneciente al campo de la historia cultural, ofrece una genealoga de las operaciones polticas, econmicas y simblicas realizadas por el Estado nacional para establecer desde y en la Patagonia un sistema de fronteras que una y a la vez separe a la regin del mapa del pas proyectado por los grupos de poder.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    An con las persistencias antedichas, el trmino nacin se ha vuelto

    incmodo, en gran parte porque evoca an la idea del Estado-nacin autnomo,

    cuando esa autarqua social es, en la era posmoderna, inaccesible para la mayora. La

    palabra nacin, en nuestro actual contexto, debera entenderse como un trmino

    relativo a un sistema, que debe implicar relacionabilidad, un nuevo discurso relacional

    a propsito de temas globales y espaciales (Jameson: 131).3

    Para la imaginacin de la nacin es crucial el papel de las narraciones

    encargadas de construir discursivamente su significacin histrica. Fuertemente

    performativas, stas no slo designan una realidad preexistente, sino que se

    entretejen con ella, la direccionan y configuran. Reconocida la importancia de lo

    discursivo, podemos entender la nacin como una agencia de narracin ambivalente

    que sostiene la cultura en su posicin ms productiva (Bhabha 214-5).

    Histricamente, adems, ser la letra escrita la que adoptar un papel determinante

    en la construccin de los imaginarios de la nacin. Gonzlez Stephan, en Economas

    fundacionales. Diseo del cuerpo ciudadano, recuerda que las constituciones,

    gramticas y manuales escritos en el siglo XIX son, en cierto sentido, la escritura

    fundacional por antonomasia (27), y lo son porque constituyen los centros desde los

    que se irradia la ley del Estado, la lengua nacional y el cuerpo ciudadano. Cada uno de

    estos formatos textuales traza el perfil del sujeto deseado que el nuevo espacio

    jurdico que se est construyendo necesita. Son los encargados de construir los marcos

    del sujeto legal en tanto perteneciente a la ciudad escrituraria, y en tanto agente de las

    fuerzas productivas del proyecto nacional. La escritura de la nacin disea los lmites

    imaginarios de sus fronteras y zonas de contacto, plantea los lmites de lo legtimo e

    ilegtimo para la admisin y exclusin de comunidades,4 y distingue posiciones

    3 Zizek sostiene que vivimos en una tensin, an no resuelta, tpica de la era posmoderna, entre dos modos de

    universalidad concreta: la del Estado- Nacin y la del post-Estado-Nacin (165). La primera universalidad concreta supona que el Estado-Nacin era un vehculo de nuestras identidades sociales particulares, es decir, determinadas formas de nuestras vidas sociales (ser campesina, obrera, profesora) eran la forma especfica - transustanciada - en que participbamos en la vida universal de nuestro Estado Nacin (166). Pero sucede que, en nuestras sociedades posmodernas, la institucin abstracta de la identificacin secundaria - con la comunidad mediada y artificial de la nacin - es experimentada cada vez ms como un marco externo, formal y no verdaderamente vinculante, de modo tal que cada vez ms se busca apoyo en formas de identificacin primordiales, inmediatas y generalmente ms pequeas (168). 4 Gonzlez Stephan repara en la importancia de la lengua, particularmente la escrita, como instrumento de

    construccin y delimitacin de lo nacional. Sostiene, al respecto, que (e)n una doble direccin (centrpeta y centrifuga) el cuerpo escrito de disciplinas - incluyendo las constituciones - tuvo como tarea incorporar y modelar a

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    respecto de la matriz de su comunidad imaginaria y poltica hegemnica. Con esa

    diferenciacin, en trminos objetivos y subjetivos, se articulan, entre otras, las

    nociones de centro y periferia.

    La localizacin en la periferia nacional en la que solemos ubicar a la Patagonia

    tiene un carcter concreto. Conformada como un mundo otro en trminos polticos,

    econmicos y geoculturales, su subalteridad no puede entenderse sin problematizar

    las diversas cartografas discursivas que la ubicaron y ubican en la periferia, entendida

    sta como una categora relacional que, condicionada por el entorno socio-histrico

    global, se articula con la hegemona a travs de una dialctica conflictiva e irreductible

    a ser slo una mera contraposicin geogrfica de localizaciones fijas y antagonismos

    irreversibles. Tal como seala el escritor sarmientino Juan Carlos Moiss, ni el poder

    equivale automticamente al centro geogrfico, ni la ciudad es el poder por definicin.

    El poder es el centro mismo (6).5

    Varios rasgos de la regin la ubican en el lugar de lo subalterno: Uno

    geopoltico: la lejana respecto de las metrpolis, especialmente de Buenos Aires como

    ciudad-estado; uno demogrfico: la baja densidad de poblacin por kilmetro

    cuadrado; uno tnico cultural: la compleja herencia racial atravesada por constantes

    flujos migratorios ligados a ofertas y demandas inestables del mercado laboral; uno

    econmico: la falta de industrializacin y de diversificacin de la actividad econmica y

    los sistemas productivos. Estas caractersticas divergen y convergen en gramticas,

    lgicas y discursos locales, regionales, nacionales e internacionales coyunturales que

    obligan a pensar la literatura patagnica fuera de todo esencialismo, desde una

    posicin que se proponga construir su propio aparato terico crtico, para dar cuenta

    los grupos sociales; y contrariamente expulsar a aquellos que no lograban mimetizarse con las normas (24). Seala, refirindose especficamente a Latinoamrica, cmo los programas de escolarizacin de los gobiernos "ilustrados" del ltimo tercio del siglo XIX se conjugaron con la poltica de exterminio de las poblaciones indgenas (Argentina y Mxico) o nmade -campesinas (Canudos en Brasil) (24). Lo que estaba en juego, en el perodo de fundaciones de nuestras naciones, pero tambin actualmente, son fundamentalmente dos cosas: primero, establecer a quines se incluye en el proyecto nacional y a quines se excluye; y segundo, en qu razones se fundan y legitiman estas operaciones. 5 Juan Carlos Moiss observa que los piqueteros, los docentes, los trabajadores, los pueblos aborgenes, los

    ambientalistas, etc. donde estos se encuentren, vendrn a ser en estos das la periferia. Y tambin maana, si el tiempo no les diera la razn y el poder los derechos y las conquistas que reclaman (6).

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    de sus puntos singulares y tambin de los puntos de cruce con otros sistemas literarios

    y culturales.

    La literatura referida a la Patagonia se sita en una tradicin de textos que

    elaboraron y elaboran las distintas cartografas discursivas de la regin desde

    diferentes lugares geopolticos de enunciacin, que pluralizan y complejizan el

    imaginario regional.6 A esta multiplicidad de locus, se le suma la eclosin de las

    fronteras del objeto literatura, lo que comenz a visibilizarse fuertemente ya hace

    unas dcadas, y puso en cuestionamiento, como observa Regine Robin, los

    tradicionales etnocentrismos de la legitimidad. En un contexto en que las disciplinas

    tienden a abrir sus clausuras, y se vuelven inestables varias ideas sustantivas del

    pensamiento filosfico de la modernidad, se vuelve imprescindible reconocer la fuerza

    performativa y estructurante de los lugares de enunciacin en las reflexiones tericas

    sobre las prcticas comunicativas de las que la literatura participa de modo especial. Se

    hace fundamental considerar desde dnde se aborda la literatura, cmo se la entiende

    y experimenta, puesto que esta experiencia (su direccin, su foco, sus recortes) est

    impregnada por una serie de presupuestos epistemolgicos y culturales que

    direccionan y dan sentido al anlisis posterior. Nuestra literatura patagnica, entonces,

    se instala como un problema a problematizar.

    Vivimos un cambio de poca en el que se multiplican los referentes de

    identificacin de los sujetos que ya no pueden interpretarse como una unidad

    indivisible sino ms bien como una unidad imaginada. Pero, tal como advierte Jess

    Martn Barbero, esto no puede ser confundido con la celebracin de la diferencia

    convertida en fragmentacin, proclamada por buena parte del discurso postmoderno y

    rentabilizada por el mercado. La celebracin de las identidades dbiles (fragmentadas)

    tiene una fuerte relacin con otra celebracin, la de la des- regulacin del mercado,

    exigida por la ideologa neoliberal (Martn Barbero: 363).

    La diferencia de lo local y lo regional desde esta ptica se halla ligada a dos

    operaciones de des-conocimiento de la otredad: primero, la obligacin de la

    6 La cartografa supone un diseo de lo espacial, una composicin no natural ni dada; supone, a la vez, un artificio,

    una intencin y un efecto, tres componentes que la literatura tambin articula.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    representacin de la alteridad a travs del exotismo - lo que asegura su

    comerciabilidad - y, segundo, la neutralizacin de los rasgos conflictivos - de clase, de

    gnero, de raza - a travs de la uniformizacin de dicho exotismo. El discurso

    posmoderno ejercita un racismo posmoderno que, segn Zizek, es el sntoma del

    capitalismo tardo multiculturalista, y echa luz sobre la contradiccin propia del

    proyecto ideolgico liberal-democrtico. La tolerancia liberal excusa al Otro

    folclrico, privado de su sustancia (como la multiplicidad de comidas tnicas en una

    megalpolis contempornea), pero denuncia a cualquier Otro real por su

    fundamentalismo, dado que el ncleo de la Otredad est en la regulacin de su goce:

    el otro real es por definicin patriarcal, violento, jams es el Otro de la sabidura

    etrea y las costumbres encantadoras (Zizek: 157).

    En el caso de la Patagonia argentina, su folklorizacin se implanta a travs del

    diseo y reproduccin de un imaginario que la propone como una naturaleza

    incontaminada de conflictividad social. La Patagonia, desde este discurso, constituye

    una cronotopa geofsica con propiedades determinantes para las identidades que

    encontraran en las particulares condiciones terrgenas su razn de ser. En la literatura

    esto se traduce, por ejemplo, en la permanencia y sobrevaloracin del pintoresquismo

    que adjudica al espacio patagnico capacidades proyectivas en las temticas y estilos.

    La Patagonia y su literatura son empujadas a representar, en el sentido teatral del

    trmino, una regin inmensa, solitaria y uniforme, con paisajes desmesurados y

    hombres empequeecidos que resisten estoicamente el despliegue de las fuerzas

    telricas. En esta tendencia discursiva conservadora, que no es exclusiva de la regin,

    es frecuente observar procedimientos de naturalizacin que niegan o minimizan el

    carcter social e histrico de la literatura. Dichos procedimientos operan con ms

    intensidad en el plano de lo no dicho, de lo presupuesto, por eso son ms intensos

    cuanto ms callan. Lo no dicho naturaliza la identidad y el espacio patagnicos,

    homogeneizados por una Patagonia discursiva hegemnica a travs de la que se

    ejercen silencios tcticos, algunos de los que ilustran aquel silencio del discurso

    populista conservador que, segn Zizek, es un buen ejemplo de un discurso de poder

    cuya eficacia depende del mecanismo de autocensura, es decir, descansa en un

    mecanismo que es efectivo en la medida en que se mantenga censurado (148).

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    II. Construir y deconstruir nuestros propios marcos tericos

    La lgica del capitalismo posindustrial dificulta hablar de nosotros y de los

    otros, as como tambin entender los objetos culturales, entre ellos la literatura,

    desde una radicalidad de-significatoria que parece asfixiarse sin haber re-definido el

    estatuto de estos objetos. Ante esta crisis hay, segn Romn de la Campa, dos

    posturas: una, el recurso del retorno, ya sea a la literatura, al arte o a la crtica previa a

    este momento; y otra, la radicalizacin de la teora, sacndole ms filo a su poder de

    rastreo verbal (359). Ambas rplicas se hermanan en una profunda similitud: la

    dificultad de pensar una teora contra- hegemnica desde la interioridad del

    capitalismo global, o la frustracin de sentirse sumido por esa fuerza.

    Cmo pretendemos afrontar estas dificultades en los trabajos sobre

    literatura regional y a travs de ellos? Una respuesta posible se liga a las posibilidades

    que nos ofrecen tres lneas tericas que proponemos rescatar crtica y selectivamente:

    el postcolonialismo, la geopoltica del conocimiento y los estudios culturales.

    Reconocemos que estas lneas no slo tienen desarrollos asimtricos y objetivos

    muchas veces dismiles, sino que, en muchos casos, exhiben profundas

    contradicciones, pero las recuperamos por dos motivos: primero, porque pueden

    formarse con los componentes que de ellas rescatamos un conjunto terico

    enriquecedor y coherente para el anlisis de la literatura regional; y segundo, porque

    todas estas corrientes hacen pie en una idea fundamental para nuestras

    investigaciones, el carcter no autnomo del lenguaje o la literatura, es decir su

    carcter situado y motivado.

    De la teora postcolonial nos interesan tres ideas fundamentales: primero, el

    concepto de unos loci diferenciales acordes al tipo de colonizacin y al cruce de

    herencias coloniales particulares con historias locales tambin particulares; segundo,

    el cuestionamiento de la naturalizacin represiva con que lo occidental y lo oriental,

    lo civilizado y lo brbaro se inscribieron en un orden mundial, y, tercero, la posibilidad

    de des-centrar las prcticas tericas segn la localizacin geocultural.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    El locus de enunciacin diferencial (Mignolo, 1996:121) significa

    principalmente una re-visin de la conceptualizacin del conocimiento que se forj

    durante el perodo moderno. Esta epistemologa moderna - con su punto ms alto en

    la Ilustracin- es imperial porque no slo universaliza sus alcances y sus resultados,

    sino tambin impone una historicidad nica de raz occidental. Pero sucede, tal como

    aclara Mignolo, que:

    la interseccin entre la idea de una modernidad egocntrica basada en su

    apropiacin de las herencias grecorromanas (clsicas) y el surgimiento de la idea

    de la modernidad desde los mrgenes (o contramodernidad), aclara que la historia

    no comienza en Grecia, y que los diferentes comienzos histricos estn, al mismo

    tiempo, sujetos a diversos loci de enunciacin (Mignolo, 1996: 124).

    Es decir que existen, tal como Homi Bhabha explica en El lugar de la cultura,

    un conjunto de comunidades constituidas de otro modo que con la modernidad (23).

    stas son culturas poscoloniales contramodernas que pueden ser contingentes a la

    modernidad u opuestas a ella, resistentes a su opresin homogeneizante o

    asimilacionistas, pero, en cualquier caso, hacen uso de su hibridez cultural para

    traducir, y en consecuencia, reinscribir, el imaginario social de la metrpoli y la

    modernidad (Bhabha: 23).

    Estas culturas contramodernas constituyen un lugar de enunciacin

    diferencial para cuya comprensin se requiere una redefinicin radical del tiempo

    social en el que se inscriben y escriben las historias emergentes. Por ello es

    imprescindible distinguir entre la semejanza de diversas experiencias culturales, como

    lo es la literatura, y la especificidad social de cada una de estas producciones de

    sentido al circular como signos dentro de locaciones contextuales especficas y

    sistemas sociales de valor (Bhabha: 212-13). Esta importancia dada a lo local por la

    perspectiva postcolonial es conjunta con la importancia dada al cruce de herencias

    coloniales particulares con historias contramodernas vernculas.

    La Patagonia, dentro de este tipo de descripcin adopta, por va de la nacin,

    el legado occidental hispano de una colonizacin de asentamiento profundo que se

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    17

    proyecta y supervive en una matriz cultural atravesada y nutrida a su vez por el legado

    indgena que se adopta por va de la regin. A esta complejidad de cruces y mixturas

    deben sumrsele las de las filiaciones y afiliaciones que provienen de las nuevas

    migraciones interprovinciales e internacionales que actualmente caracterizan a la

    regin.

    El segundo punto que rescatamos del postcolonialismo es la denuncia de la

    naturalizacin de algunos binarismos; entre otros, la razn y la intuicin, con sus

    imgenes visuales de lo luminoso y lo oscuro; la civilizacin y la barbarie, con sus

    imgenes espaciales de lo alto y lo bajo; el centro y la periferia, con sus imgenes

    espaciales de lo cercano y lo lejano; la cultura y la naturaleza, con sus imgenes

    temporales de lo actual y lo antiguo, lo veloz y lo lento. Estas dicotomas tambin se

    producen, circulan y se consumen en la regin que, muchas veces, se representa y

    autorrepresenta, en la literatura y el arte, en las extensiones metonmicas de los

    segundos trminos. Publicidades televisivas que muestran que en la Patagonia las

    puertas se dejan abiertas y no hay trabajo para los cerrajeros por falta de ladrones;

    largometrajes que insisten en mostrar a quienes viven en la regin como sujetos sin

    prisa alguna y carentes de toda malicia; libros que celebran una soledad y lejana

    absolutizadas. Ejemplos abundan.

    El reconocimiento de la ubicacin geocultural en la produccin terica y el

    consecuente descentramiento del locus de enunciacin es el tercer rasgo que

    rescatamos del postcolonialismo y es, a su vez, la idea ms fuerte de la lnea de

    indagacin terica que podramos denominar geopoltica del conocimiento, dentro de

    la cual hallamos dos claros referentes en Walter Mignolo y Rodolfo Kusch.

    Las prcticas tericas postcoloniales y las prcticas tericas geoculturales

    comparten la importancia dada a los loci de enunciacin en relacin al conocimiento.

    Refirindose a las primeras, Mignolo explica que estn desafiando la misma

    fundamentacin del concepto occidental del conocimiento y del entendimiento al

    establecer conexiones epistemolgicas entre el lugar geocultural y la produccin

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    18

    terica (Mignolo, 1996: 119).7 Por su parte, Rodolfo Kusch seala, refirindose al

    concepto de unidad geocultural que postulan las prcticas tericas geoculturales, que

    ste lleva incluso a cuestionar filosficamente la posibilidad de un saber absoluto al

    modo como lo propone el pensamiento occidental. El saber absoluto de Hegel, es un

    saber condicionado por la cultura y las circunstancias polticas de la Alemania de su

    tiempo (Kusch, 1978: 15).

    Kusch, cuyas ideas giran, en la dcada de los 70, alrededor de lo que l llama

    la geocultura del pensamiento plantea una filosofa de la cultura que desliza la

    definicin de esta ltima desde la tradicin hasta la existencia; y, de este modo, el

    problema de la cultura es, para l, el de lograr un domicilio existencial, una zona de

    habitualidad en la cual uno se siente seguro (Kusch, 1978: 14). Ese domicilio seguro -

    surgido de una representacin- es una unidad geocultural desde la que piensan y se

    piensan los grupos que comparten un medio geogrfico y unos saberes comunitarios e

    histricos ligados a ese suelo. Esta posicin filosfica y epistemolgica nos obliga a

    revisar la posibilidad de un conocimiento universal, vlido para todas las culturas y

    lugares. Ser necesario ampliar el horizonte de comprensin y, como cree Kusch, no

    establecer ad hoc un pensamiento llamado as universal, sino de descubrir en la

    gravidez del pensar, o sea en el suelo que lo sostiene, un cuadro real del mismo que

    abarque todas las variantes de su modo de ser universal (Kusch, 1978: 16).

    Los estudios culturales, cuyos principios generales nos parece interesante

    adoptar en las investigaciones de literatura regional, realizan un trabajo de erosin del

    proyecto ilustrado y modernizador (Moraa: 426) cuya epistemologa presupone,

    entre otras cosas, un sujeto caracterizado por su masculinidad, por su blancura y por

    7 Si bien sostenemos como una hiptesis fuerte la idea de que la Patagonia representada literariamente depende

    del lugar geopoltico desde el que se habla, lugar representado que propende a establecer tanto una particular geografa imaginaria como particulares procedimientos para su composicin literaria, creemos que hay algunos puntos que aclarar sobre esta idea para no caer en ningn regionalismo determinista ni en el esencialismo que criticamos. Si bien aceptamos la idea de Mignolo de que la poltica y la sensibilidad del lugar geocultural pueden compararse con la poltica y la sensibilidad del gnero, la raza o la posicin de clase (Mignolo, 1996: 133), precisamos su afirmacin de dos modos: por un lado consideramos que la poltica y sensibilidad regional no son estables ni permanentes y slo pueden compararse con los otros perfiles en ciertas coyunturas especficas; por otro lado el reconocimiento de una potencial equivalencia en la sensibilidad regional no supone ni un proceso de homogeneizacin enunciativa, ni un proceso de silenciamiento de otras pertenencias de habla, por ejemplo la del gnero, la raza o la clase.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    19

    su europeidad (Mignolo, 2003: 413- 4), una poltica de los espacios disciplinares que,

    desde la mquina universitaria, ordena, reparte y controla los saberes, diferenciando

    los legtimos de los ilegtimos (Richard, 1996: 1), una ruptura epistemolgica frente al

    sentido comn del que la ciencia debe alejarse para adoptar el objetivismo del modelo

    de las ciencias naturales.

    Las tres presuposiciones de la episteme moderna arriba enunciadas son

    revisadas crticamente por los estudios culturales, desde los cuales se considera

    necesario denunciar el racismo epistmico de la primera presuposicin (Mignolo,

    2003: 414), comprometerse en transgredir el segundo presupuesto - excluyente y

    discriminatorio - de la clausura oficial del discurso universitario, a travs de la

    interdisciplinariedad que se nutre de prstamos, desplazamientos y reconversiones

    transgenricas que entrecruzan marcos de lectura ms plurales y flexibles (Richard,

    1996: 6); y enfrentar el desafo de trascender la tercera presuposicin para inscribirse

    en lo que Boaventura de Sousa Santos llam la doble ruptura epistemolgica de las

    ciencias sociales, es decir en el acercamiento de las ciencias sociales contemporneas

    hacia otras formas de produccin de conocimientos que desmonten algunas

    antinomias arbitrarias de frecuente circulacin, por ejemplo la del subjetivismo vs el

    objetivismo.

    Las desarticulaciones y fragmentaciones del pensamiento filosfico de la

    modernidad rompieron las ilusiones de totalidad y de universalidad del conocimiento y

    el avance de la razn instrumental y estratgica rompi la ilusin de neutralidad de la

    ciencia. Este contexto propici el fortalecimiento de un marco de revisin y

    cuestionamiento de la epistemologa imperante en el que surge la propuesta de

    interdisciplinariedad de los estudios culturales, la cual desborda las fronteras

    acadmicas de divisin y clasificacin de los objetos de estudios acudiendo, segn la

    necesidad concreta de la investigacin, a diferentes prcticas terico metodolgicas,

    en cruces de saberes plurales e interactivos (Richard, 1996: 2). Esto significa que los

    estudios culturales pueden funcionar como un espacio de articulacin entre disciplinas

    humansticas y sociales, y a la vez colaborar en la redefinicin de los propios lmites de

    esas disciplinas. Las mltiples dimensiones y cartografas simblicas que

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    20

    histricamente se cruzan y articulan en la Patagonia como espacialidad sociocultural

    vuelve productivos en nuestras investigaciones algunos conceptos de los Estudios

    Culturales, bsicamente en tanto ellos son, o pueden ser, como interpreta Morris una

    disciplina capaz de reflexionar sobre las relaciones en los marcos locales, regionales,

    nacionales e internacionales de accin y experiencia (Jameson: 131). Esto quiere decir

    que al analizar la regin patagnica y particularmente su literatura ser provechoso

    considerar otros mbitos tanto intratextuales como extratextuales con que se

    intersecta e interacta.

    Compartimos, tambin, con los estudios culturales, la importancia dada a las

    formas locales de conocimiento. Reconocemos, como sostiene Nelly Richard, la

    necesidad de prestarles atencin a las microexperiencias localizadas que se gestan en

    los pliegues de los sistemas culturales, y de no dejar que la macroteora absorba o

    neutralice su potencial creativo bajo el pretexto de volverlas traducibles a los

    delineamientos generales del latinoamericanismo (Richard, 1996: 19). Creemos

    necesario, en coincidencia con lo expuesto anteriormente, analizar la literatura que

    tiene a la Patagonia como referente o como mbito de produccin dentro del contexto

    en el que se mueve y en el que se interrelaciona con diversas fuerzas y formaciones

    socio-discursivas. Dichas formaciones, atravesadas y constituidas por particulares

    relaciones de poder, ponen en juego, en distintos niveles, las nociones de diferencia y

    de especificidad. Esta idea nos acerca al concepto de cultura delineado por los Estudios

    Culturales en tanto nuestro inters por la literatura regional patagnica tiene menos

    que ver con los textos literarios como artefactos culturales en s mismos que con los

    dispositivos a partir de los cuales se producen, distribuyen y consumen toda una serie

    de imaginarios que motivan la praxis socio-poltica del hombre.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    III. Patagonia se dice en plural: algunas cartografas literarias de la regin 8

    Si repasamos la Patagonia que narra la literatura argentina durante el siglo XX

    encontraremos una multiplicidad de geografas y cartografas imaginarias. En la

    segunda dcada del siglo, la regin se presenta como un escenario de fuerte

    conflictividad social. En este perodo, el proletariado local se vuelve el protagonista de

    las huelgas y de los choques que, exacerbados por los estancieros, culminan en una

    serie de masacres perpetradas por el ejrcito. Dos obras son, al respecto,

    fundamentales para instalar la memoria de estos acontecimientos: Los dueos de la

    tierra (1959) de David Vias, Los vengadores de la Patagonia trgica (1972) de Osvaldo

    Bayer.9 Cronolgicamente, entre la publicacin de uno y otro texto, aparece Sobre

    hroes y tumbas (1961) de Ernesto Sabato y con l la idea de una patagonia utpica.

    Utopa que nace, frecuentemente, de una operacin confrontativa que opone Buenos

    Aires como ciudad feroz a la Patagonia entendida como un territorio de posibilidades

    que se caracteriza no tanto en trminos positivos, por lo que es, sino negativos, por

    lo que no tiene: es el lugar donde no habra corrupcin, ni caos mundano, ni

    masificacin. Al igual que Silvio Astier, Martn, el protagonista de la novela de Sabato,

    resiste a la tentacin del suicidio y emprende luego de su fracaso en la Babilonia

    portea un viaje hacia el sur del pas, que l asociaba, desde su infancia, a lugares

    llamados Seno de la ltima Esperanza, Baha Intil, Puerto Hambre, Isla Desolacin,

    nombres que sugeran remotas y solitarias regiones del mundo, pero limpios, duros y

    pursimos; lugares que parecan no haber sido ensuciados an por los hombres y sobre

    todo por las mujeres (469). Con una distancia de ms de treinta aos, los dos textos

    ven en la Patagonia un camino posible para la salvacin, para recomenzar. El sur

    simboliza, como sus circunstancias, un extremo, la ltima alternativa que slo puede

    morar en un delimitado mbito de posibilidades.

    8 Las ideas de este apartado recuperan las ya publicadas en la ponencia Patagonia se dice en plural. En Actas de

    las II Jornadas Nacionales de Investigacin en Ciencias Sociales. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. UNPSJB, Trelew, Noviembre de 2008. ISSN 1852-1215. 9 La Patagonia trgica del periodista espaol Jos Mara Borrero, impreso en 1928, en Buenos Aires, representa un

    antecedente del tipo de narracin aqu aludida pues, a pesar de las profundas diferencias que puedan establecerse entre ellas, existe un comn y ostensivo cruce del testimonio y el documento para validar la puesta en discurso de versiones historiogrficas alternativas, la escritura de memorias invisibilizadas o marginalizadas por la historia oficial.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    Ahora bien, mientras la utopa espacializada en el sur del pas presupone en

    Arlt o en Sabato un territorio representado conjuntamente como impulso, meta y

    proyecto, pura futuridad, la Patagonia utpica que transitan otros textos escritos

    desde la regin en un perodo ms cercano en el tiempo se emplaza en un presente

    que resalta el valor de la experiencia y de la inestabilidad y la multiplicidad de los

    paisajes sociales patagnicos. Esto sucede, por ejemplo, en Trelew (1997) de Marcelo

    Eckhardt y en Msica desconocida para viajes (2002) de Cristian Aliaga.

    Trelew adelanta desde su organizacin formal un modo de composicin

    espacial y una perspectiva. El libro, compuesto por ensayos, relatos y una novela que

    se desarrollan de modo intercalado, se caracteriza por la mixtura genrica y la

    frecuente oscilacin entre las formas narrativas y ensaysticas, as como por una

    insistente descripcin y valoracin del espacio geogrfico y cultural de la Patagonia

    que opera conjuntamente como lugar de enunciacin y principal lugar tematizado.

    Trelew despliega la mitografa de la ciudad homnima a la vez que construye la del

    propio autor que expande y diversifica su enunciacin en otras voces, convirtiendo el

    texto en un texto plural no slo en cuanto a las formas sino en cuanto a las voces que

    lo configuran. Las descripciones referidas a la ciudad de Trelew en este libro se validan

    por el conocimiento personal que brinda la experiencia, por un lado, y la reflexin y la

    lectura, por otro lado. Entre la ciudad vivida y la ciudad escrita y leda se da una

    tensin dialctica que permite la pluralizacin del espacio por la polifona trabajada (la

    que conjuga las voces testimoniales con las inventivas e inventadas) y la fluidez y

    apertura (hasta la idea incluso de lo inasible) de un espacio que ninguna escritura

    agota, en tanto su prctica se prioriza como una ensayo, una tentativa de

    acercamiento al mundo descrito ms que como una construccin o versin definitiva

    de ste.

    Por su parte, Msica desconocida para viajes (2002) de Cristian Aliaga, est

    conformado por un conjunto de textos breves que describen diferentes lugares de la

    Patagonia, pero tambin de Amrica Latina y de los Estados Unidos. El libro ofrece

    pequeos relatos que desestabilizan los paisajes geogrficos de nuestra regin e

    instauran una novedosa cartografa potica. Ms que observaciones certeras de

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    23

    referencias precisas encontramos ambigedad y polisemia en los trazados espaciales.

    La narracin se organiza alrededor de un viaje que es mltiple y discontinuo y que

    traslada estos rasgos a los espacios visitados y retratados. El narrador es un

    observador que se implica circunstancial y transitoriamente con el espacio natural y

    social que recorre. Su carcter de viajero influye no slo en su modo mvil y

    sinecdquico de visualizar los espacios sino que tambin repercute en el tipo de

    acercamiento al mundo narrado.

    Este texto es ciertamente fronterizo: en l se cruzan la prosa potica, la

    crnica y el diario de viaje, formas expresivas todas que convergen en una serie de

    isotopas referidas a la Patagonia, que articulan una serie de rasgos espaciales

    denotativos con otros connotados. As, la dilatacin territorial, la minscula poblacin

    de algunos parajes, la lejana entre localidades, el abandono en que se encuentran

    ciertos pueblos se ligan a la soledad y parquedad de los habitantes, convertidos ellos

    mismos muchas veces en presencias fantasmales fuera de las mudanzas de un tiempo

    modernizador. Esa temporalidad dilatada se construye, adems, por la confrontacin

    explcita con la cartografa urbana de la que el enunciador asume provenir. La

    poetizacin del territorio no anula la referencialidad, apuntada explcitamente en los

    topnimos que se consignan entre parntesis debajo de cada texto, ni tampoco la

    historicidad de la regin, cuya conflictividad emerge especialmente en los textos

    referidos al problema obrero y a la identidad indgena, temas a los que se alude a

    travs de personajes orgnicos, que no se ligan slo a una identidad de clase o tnica

    diferencial sino que ponen en juego la existencia de una historiografa local, de una

    memoria micropolita que Msica desconocida para viajes, al igual que Trelew,

    recupera.

    Otra lnea narrativa con bastantes lneas de continuidad y proyeccin es la

    que revisita la Patagonia indgena, particularmente en los perodos fundacionales de la

    nacin argentina, desde el registro de la narracin histrica.10 La Patagonia se presenta

    10

    Entendemos que esta literatura que tematiza el mundo indgena regional no debe confundirse con la narracin nativa propia, an cuando incluya a los nativos como protagonistas de la accin o del discurso. Es productivo recordar, en este punto, la distincin sustancial que existe entre los locus de enunciacin diferenciales. El concepto

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    como un extenso territorio que no participa de la cartografa argentina de un modo

    efectivo o que recin est incorporndose al mapa poltico nacional. En esta tradicin

    se inscriben, entre otros textos, las novelas Fuegia (1991) de Belgrano Rawson y La

    tierra del Fuego (1998) de Iparraguirre. Estos textos recuperan como materia narrativa

    acontecimientos histricos documentados por un profuso discurso literario e

    historiogrfico. Fuegia se instala explcita e insistentemente en el terreno de la

    metaficcin. Por un lado, recuerda la historia del genocidio sufrido por los indgenas

    fueguinos en el siglo XIX y la modificacin radical de sus espacios propios, y, por otro

    lado, renuncia a reproducir la versin historiogrfica de estos hechos. Si yo iba a

    escribir alguna novela sobre los fueguinos me tena que olvidar prolijamente de la

    historia y escribir otra cosa (70), seala el propio autor, en su conocida comunicacin

    Sacarse de encima la historia. Por su parte, La tierra del fuego rememora, entre otras

    cosas, los dos viajes del Beagle a la Patagonia austral y las actividades realizadas en la

    zona por la Sociedad Misionera Patagnica, en el siglo XIX. Encuentra anclaje en las

    referencias histricas, pero se desplaza constantemente desde la versin oficial

    elaborada desde el centro europeo, particularmente ingls, hacia una versin

    revisionista, moldeada y reorganizada desde una doble periferia enunciativa: la de la

    autora y la del narrador, ubicado en un lugar intersticial, entre dos mundos, por ser

    hijo de criolla e ingls. Su propio nombre, John William Guevara, atestigua este lugar

    doble desde el que percibe y describe a la Patagonia. Iparraguirre reconoce que

    Guevara es un hbrido, un cruce, como somos todos los argentinos (104) y agrega

    que por este sentido de mezcla identitaria y cultural tambin pasa uno de los ejes de

    la novela (104).

    Reescritura del Viaje al Beagle (1836) de Darwin, la novela Fuegia es tambin

    una relectura y reescritura crtica del discurso nacional en su momento fundacional. Lo

    que Fuegia hace visible es la racionalidad histrica de la nacin, aquello que segn

    Homi Bhabha emerge como una forma de narrativa - estrategias textuales,

    desplazamientos metafricos, subtextos y estratagemas figurativas - (213). Este texto

    complejiza las representaciones de las diferencias culturales elaboradas por el relato

    de oralitura que desarrolla Elikura Chihuailaf es, al respecto, un buen punto de partida para pensar la escritura indgena en nuestra regin.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

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    nacional. Al desplazarse por distintas perspectivas narrativas no slo diversifica el

    repertorio de personajes, los acontecimientos y el marco histrico en que stos se

    desarrollan, con deslizamientos no siempre claramente delimitados para la lectura,

    sino que da cuenta del carcter artificial de la historia como sucesin y de la

    inexpugnable relacin entre el lugar de enunciacin y la percepcin de lo real.

    Ingleses, escoceses ovejeros, galeses, chilenos, indgenas canaleses y

    parrikens, y criollos son algunos de los sujetos que se encuentran en esta novela de

    Belgrano Rawson. Los grupos en que estos personajes se inscriben representan

    espacios culturales relativamente permeables. Camilena, una canalesa, por ejemplo,

    forma pareja con Tatesh Wulaspaia, un parriken expatriado que pertenece a la tribu

    enemiga. Antes de esto, y siendo nia, se muda junto con su madre ya anciana con los

    Dobson, a la misin, por miedo a que su propia gente se desquitara fatalmente con

    sta ltima porque no poda remar ni salir de pesca. La relacin entre los espacios y las

    identidades se complejiza si consideramos que adems de las frecuentes disporas y

    expropiaciones relatadas en la novela, cada uno de los personajes tiene una

    microhistoria personal que incluye distintos tipos de desplazamientos y corrimientos

    geoculturales, entretejiendo una trama mayor que se pierde, como observa

    Garramuo, dentro de la textualidad de una historia ms general (158)

    Fuegia, dedicada a Fuegia Basket, Jemmy Button, York Minster y Boat

    Memory, los cuatro indgenas yaganes secuestrados por Fitz Roy, en su primer viaje a

    la Patagonia, actualiza la memoria de los excluidos y repasa algunos de los mecanismos

    y procesos de su exclusin de la identidad nacional. La novela enuncia desde

    diferentes ngulos, la misma historia que los registros oficiales se obstinaron en negar

    o tergiversar: el exterminio de los nativos de la Tierra del Fuego, del ignorado confn de

    la tierra (Lojo citada por Domenella 47). Belgrano Rawson no recurre al discurso de la

    historia como fuerza de significacin lineal y unvoca, sino a la ambigedad y

    fragmentacin narrativa de un relato que no clausura la significacin de aquella

    violencia al mundo indgena que un grupo de criadores de ovejas persigue, diezma y

    desaparece. Al contrario, el texto la expande a travs de la recordacin de una

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    26

    recurrente estructura de violencia sobre la que se construy y construye la

    nacionalidad.11

    En su primer captulo, la novela dice:

    Bueno: la isla se llen de fantasmas. Cada tanto, algn forastero preguntaba por

    ellos. Periodistas, profesores de historia, gente por el estilo. Queran averiguar la

    suerte de Camilena Kippa y Tatesh Wulaspaia, mientras tomaban toda clase de

    notas acerca de los misioneros de Abingdon o de Beltrn Monasterio. Pero su

    principal objetivo era la matanza de Lackawana. Muchos los escuchaban

    incrdulamente, convencidos de que a las vctimas se las haba llevado la gripe o

    sus propias desavenencias (27).

    Las versiones sobre los hechos son confusas e incompatibles. Los relatos que

    niegan la masacre la invisibilizan y silencian en la memoria social. Los indgenas de

    Tierra del Fuego, y tambin la conflictiva produccin del espacio fueguino, sus

    prcticas y representaciones espaciales se borran de la historia y pasan a ocupar el

    lugar de un vaco, de una desaparicin, convertidos en fantasmas naturalizados que

    adoptan, como sostiene Maristany, esa extraa e inverosmil identidad reservada a

    los objetos de exterminio (86).

    Por su parte, La tierra del fuego da cuenta de la juventud formativa de la

    nacin argentina (Cheadle 82), y muestra cmo la soberana nacional sobre la regin

    es slo nominal puesto que todava no ha podido establecer fronteras geopolticas

    concluyentes ni estables. La movilidad e imprecisin de los lmites que sealan y

    11

    En la dcima nota de su artculo, Maristany recuerda que existen diversos testimonios que refieren matanzas de indios perpetradas por los criadores de ovejas, y que uno de ellos, tomado del libro de Lucas Bridges (2000), es bastante semejante al relatado en la novela Existan tambin aquellos que no pagaban a otros para que hicieran el trabajo sucio, sino que lo hacan ellos mismos. Uno de stos era McInch. Desde tiempo inmemorial era costumbre de esos indgenas ir de tarde en tarde a ciertos lugares de la costa atlntica a cazar lobos marinos para abastecerse de grasa y cueros. En una ocasin un grupo numeroso de onas se dirigi con ese objeto al cabo Peas, un promontorio donde haba centenares de lobos marinos. [...] McInch se enter de la proyectada cacera por informes de un renegado, quien, despus de reir con su clan, se haba ido a vivir con los blancos y guardaba rencor a los suyos. Armado de rifles de repeticin y seguido por un grupo de jinetes blancos, deseosos de correr aventuras, McInch rode el promontorio, cortando la retirada de los infortunados indios, que pronto seran desalojados de sus refugios al pie de las rocas por la marea ascendente y caeran en las redes de los frenticos cazadores. No s cuntos nativos fueron muertos en esa ocasin; pero McInch declar ms adelante que haban sido catorce; sostena que al matarlos se realizaba una accin humanitaria, siempre que se tuviera el coraje necesario. Explicaba que esa gente nunca podra convivir con los blancos, y cunto ms pronto fueran exterminados, mejor, pues era una crueldad tenerlos cautivos, aunque fuera en una Misin, donde languidecan o moran de enfermedades importadas. (88)

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    27

    distinguen lo interno de lo externo, lo propio de lo ajeno, compromete, como se

    observa en el texto, la organizacin nacional y la definicin del pas como una nacin

    civil. Los miembros de sta, como comunidad imaginada, slo tienen una cartografa

    mental parcial y limitada de la extensin del pas y sus espacios. Los hombres de la

    llanura desconocen el extremo austral de nuestro pas donde sucedieron los hechos

    (37), nos informa el narrador en el primer pliego, donde tambin deja en claro que

    dicha ignorancia sobre el territorio argentino por parte de la poblacin no es tanto

    voluntaria como impuesta por una estrategia poltica, vinculada a un estado

    metropolitano, que estra la espacialidad fsica y social del territorio de un modo

    irregular reproduciendo el esquema centro-periferia del que, en un nivel internacional,

    l mismo participa. A pesar de que el sur de Argentina no se incluya efectivamente en

    la cartografa de la nacin, el narrador insistir a lo largo de su relato en considerarla

    parte constitutiva de sta. As lo seala, por ejemplo, cuando menciona su fascinacin

    por los mapas y recuerda que una enorme porcin de tierra patagnica aparece en

    esos viejos mapas bajo la denominacin res nullis, cosa de nadie. Es mi pas (89). La

    sentencia final impugna la versin de una tierra disponible y sin dueo al incluirla

    como parte integrante de otro espacio geopoltico mayor.

    Esta novela muestra el doble carcter de la Patagonia en el siglo XIX: por un

    lado, la vasta extensin austral de la regin est ligada nominalmente al mapa de la

    nacin en expansin; por otro lado, su territorio est desligado efectivamente de la

    potestad poltica y administrativa de la Confederacin Argentina. Esta ltima idea le

    permite al orden imperial britnico apropiarse del espacio, borrando los vnculos de

    ste con el estado-nacin argentino, presentndose y representndose como un

    agente inaugural de la zona. Esta dualidad consignada discursivamente en la

    naturaleza de la regin durante el siglo XIX es parte de un doble mito que, difundido

    narrativamente, la postula como un territorio primigenio y tierra de nadie, y [...] como

    parte integral de la nacin (Livon-Grosman 10). Ms que a una anttesis, la duplicidad

    sealada remite a una tensin de fuerzas que modela, en desigual pugna, los mapas

    internacionales y nacionales en los que la Patagonia se ha inscrito histricamente.

  • Serie. Sociedad/Literatura Aula Abierta

    28

    Para finalizar esta comunicacin, debemos sealar que cada una de las

    narraciones literarias aludidas en este ltimo apartado no recuperan de la Patagonia

    slo un referente sino una imagen compleja en la que desembocan ideas y valores

    histricos y sociales. Cada una de ellas colabora en la construccin de una cartografa

    imaginaria de la Patagonia, de una composicin no natural ni dada que supone,

    conjuntamente, artificios, intenciones y efectos. Cada relato, que en este rapidsimo

    punteo agrupamos por afinidades temticas o pragmticas, debera pensarse como

    parte de una trama, de una red de afiliaciones que ponen en juego imgenes y formas

    del espacio que se reiteran y permanecen, pero que, en cada contexto se resignifican y

    ponen en discurso diferentes tensiones entre lo dicho y lo no dicho, evidenciando

    siempre un recorte y una perspectiva irreductible a cualquier psicologismo.

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