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DOSSIER | ESPAÑA EN LA II GUERRA MUNDIAL 44 CLÍO E l siglo XX, el tiempo que Eric Hobsbawn bautizó como el siglo corto, por comprimirlo más acá de 1914 y no más allá de 1991, el periodo de la concentración de la violencia, ha sido la más cruel de las épocas de la civilización humana, la más sangrienta. Ha habido guerras acaso más brutales y desde luego más largas que las que hemos padecido en nuestro tiempo del recuerdo vivo, pero en nuestra memoria solo cabe, me parece, el horror de lo reciente. Desde la inútil y estúpida batalla de la Somme (¡hace 100 años ya!) con sus centenares de miles de muertos sin razón, hasta la desintegración de Yugoslavia con sangre de sus propios vecinos y amigos y parientes, mientras en sus fronteras los civilizados mirábamos sin comprender, pasando por los millones de muertos de la II Guerra Mundial, del Holocausto, de los crímenes de Stalin y el sufrimiento estéril de quienes estuvieron aherrojados por los regímenes comunistas y por las dictaduras, el siglo XX ha sido una orgía de barbarie. Oriente Próximo, Extremo Oriente, los genocidios del África central, China, el califato islámico de la bárbara irracionalidad, mírese a donde se mire ha habido derramamiento de sangre sin interrupción. Y no parece que el XXI lleve mejor camino: basta pensar en Siria y en la tragedia de los millones de sus refugiados, víctimas dobles de la guerra y de la avaricia e insensibilidad de Europa. Un tiempo realmente difícil y lo digo consciente de que estos años terribles han convivido con los mayores logros y avances de la ciencia, del bienestar, del progreso civilizador. Incomprensible pero es así. Solo hay un instante, apenas una década, la que va de 1935 a 1945, en el que tanta crueldad se tiñe por momentos de romanticismo, lo que no aminora el sufrimiento de nuestros semejantes pero sí parece darle un cierto sentido moral. Al hablar del primero de esos tramos históricos, el de la guerra civil española, el historiador británico Kenneth Watkins ase- gura que "fue un espejo en el que se miraron los hombres y PTD KDR CDUNKUH® MN TM QDƦDIN CD K@ QD@KHC@C RHMN K@ HL@FDM de los miedos y esperanzas de su generación. Para muchos se convirtió en la cuestión moral más importante de su tiempo". Imagínese lo que debió de ser salir derrotados de tal aventura: salir derrotados cuando el perdedor sabía que su lucha por la libertad había sido digna y justa. Imagínese también la furia con la que los restos destruidos del ejército republicano es- pañol cruzaron la frontera hacia Francia de la mano de tantos espíritus preclaros también injustamente forzados a huir. Sea Los hombres de "La Nueve", una pequeña compañía forma- da por apenas 150 republicanos españoles e integrada en el mítico regimiento de Marcha del Chad a las órdenes del general Philippe Leclerc, fueron los primeros en entrar en París el 24 de agosto de 1944 y los primeros en tener la rendición alemana. Fernando Schwartz, autor de Héroes de días atrás (Planeta, 2016) Los españoles que consiguieron la rendición nazi en París LA NUEVE g

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Los españoles que consiguieron larendición nazi en París.

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Page 1: La Nueve (Clío)

DOSSIER | ESPAÑA EN LA II GUERRA MUNDIAL

44 CLÍO

E l siglo XX, el tiempo que Eric Hobsbawn bautizó como el siglo corto, por comprimirlo más acá de 1914 y no más allá de 1991, el periodo de la concentración de la violencia, ha sido la más cruel de las épocas

de la civilización humana, la más sangrienta. Ha habido guerras acaso más brutales y desde luego más largas que las que hemos padecido en nuestro tiempo del recuerdo vivo, pero en nuestra memoria solo cabe, me parece, el horror de lo reciente. Desde la inútil y estúpida batalla de la Somme (¡hace 100 años ya!) con sus centenares de miles de muertos sin razón, hasta la desintegración de Yugoslavia con sangre de sus propios vecinos y amigos y parientes, mientras en sus fronteras los civilizados mirábamos sin comprender, pasando por los millones de muertos de la II Guerra Mundial, del Holocausto, de los crímenes de Stalin y el sufrimiento estéril de quienes estuvieron aherrojados por los regímenes comunistas y por las dictaduras, el siglo XX ha sido una orgía de barbarie. Oriente Próximo, Extremo Oriente, los genocidios del África central, China, el califato islámico de la bárbara irracionalidad, mírese a donde se mire ha habido derramamiento de sangre sin interrupción. Y no parece que el XXI lleve mejor camino: basta pensar

en Siria y en la tragedia de los millones de sus refugiados, víctimas dobles de la guerra y de la avaricia e insensibilidad de Europa. Un tiempo realmente difícil y lo digo consciente de que estos años terribles han convivido con los mayores logros y avances de la ciencia, del bienestar, del progreso civilizador. Incomprensible pero es así.Solo hay un instante, apenas una década, la que va de 1935 a 1945, en el que tanta crueldad se tiñe por momentos de romanticismo, lo que no aminora el sufrimiento de nuestros semejantes pero sí parece darle un cierto sentido moral. Al hablar del primero de esos tramos históricos, el de la guerra civil española, el historiador británico Kenneth Watkins ase-gura que "fue un espejo en el que se miraron los hombres y

de los miedos y esperanzas de su generación. Para muchos se convirtió en la cuestión moral más importante de su tiempo". Imagínese lo que debió de ser salir derrotados de tal aventura: salir derrotados cuando el perdedor sabía que su lucha por la libertad había sido digna y justa. Imagínese también la furia con la que los restos destruidos del ejército republicano es-pañol cruzaron la frontera hacia Francia de la mano de tantos espíritus preclaros también injustamente forzados a huir. Sea

Los hombres de "La Nueve", una pequeña compañía forma-da por apenas 150 republicanos españoles e integrada en el mítico regimiento de Marcha del Chad a las órdenes del general Philippe Leclerc, fueron los primeros en entrar en París el 24 de agosto de 1944 y los primeros en tener la rendición alemana. Fernando Schwartz, autor de Héroes de días atrás (Planeta, 2016)

Los españoles que consiguieron la rendición nazi en París

LA NUEVE

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PHILIPPE LECLERC era el nombre de guerra de Philippe François Marie de Hauteclocque, miembro de la pequeña aristocracia de Artois. Fue uno de los principales jefes militares franceses durante la Segunda Guerra Mundial y el más popular junto a De Gaulle. Hombre de ideas con-servadoras, rompió con la derecha francesa cuando buena parte de esta apoyó el régimen de Vichy y radicalizó su antisemitismo.

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allí estaban a las órdenes de Leclerc y

Esta es, en parte, la historia que he conta-do en la novela Héroes de días atrás. Solo que no es un tratado histórico (o no es principalmente un tratado histórico): es la peripecia sentimental de tres persona-jes metidos de lleno en una guerra que los mantiene separados a su pesar, como si tuvieran que pagar por lo que ellos creen que son sus traiciones, su egoísmo y sus cobardías, sin nunca asumir que lo que los mantiene en vida es su coraje. Una francesa judía rebelde, un antiguo diplomático español, su amante, y un jo-ven anarquista catalán, cuyas existencias se entrelazan sin llegar a juntarse pese a que lo intentan con denuedo porque no quieren resignarse a que los maneje el duro destino de un país en guerra. Los

como fuere, no se ha vuelto a registrar en la historia un cataclismo emocional como el que provocó la guerra civil española. El protagonista de Mirando hacia atrás con ira, del comediógrafo inglés John Osborne, exclama: "Supongo que la gente de nuestra generación es ya incapaz de morir por causas que valgan la pena. Eso lo hicieron nuestros padres por nosotros, en los años 30 y 40 […] Ya no quedan causas buenas por las que luchar".También la II Guerra Mundial fue extre-madamente cruel, como sabemos. Pero hubo pequeñas bolsas residuales del entusiasmo romántico al que me refería: los que participaron en ellas lo hicieron

vidas en aras del ideal moral de la dig-nidad, de la lucha por lo que sabían que era lo correcto. De entre todas ellas brilla

con luz propia la peripecia de "La Nueve", esa pequeña compañía de apenas 150 republicanos españoles que, integrados en el mítico regimiento de Marcha del Chad, a las órdenes de un tipo extraordi-nario, el general Philippe Leclerc, fueron los primeros en entrar en París el 24 de agosto de 1944 y los primeros en llegar apenas un día después al primer piso del Hotel Meurice y obtener la rendición del gobernador alemán, el general von

de los campos del sur de Francia (los establecidos por el régimen de Vichy, por los que el presidente Hollande ha pedido perdón hace bien poco), habían penado por el desierto argelino, muchos habían cruzado a pie el desierto del Chad hasta los oasis egipcios y la antigua Libia, todos habían luchado contra el Afrika Korps y

La 9ª Compañía del Regimiento de la Marcha del Chad, más conocida como "La Nueve" o "La Española", se formó por españoles exiliados al mando del líder francés Raymond Dronne

LA NUEVE, pequeña compañía de apenas 150 republicanos españoles (comunistas, anarquistas y socialistas) unidos en lucha antifascista bajo las órdenes del general Philippe Leclerc hizo de avanzadilla de las tropas aliadas en un París ocupado aún por los nazis.

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tres se mueven, los tres hacen la guerra en la Resistencia y con "La Nueve". "La Nueve": unos héroes extraordinarios, generosos y valientes, indomables diría yo (y lo digo en serio porque, por su fama

franceses quisieron ponerse al mando; solo el general Leclerc le dijo al capitán Raymond Dronne, un encantador de ser-pientes que tenía a sus órdenes, "usted podrá con ellos" y vaya si pudo, los llevó hasta la alcaldía de París el 24 de agosto de 1944). Había en ellos, además del heroísmo, una voluntad feroz de derrotar a un enemigo que sabían indigno. Iban a por Hitler, a por Mussolini y pensaban tomarse la revancha contra Franco. Y en ese proceso, el proceso de lo que era moralmente justo, toparon con un deseo idéntico compartido con el general Le-clerc: "cuando me metí en la guerra —les dijo este— me comprometí a hacer tres cosas: librar a mi patria de indeseables, liberar París y reconquistar Estrasburgo". Un patriota y un hombre de bien.Debe destacarse el papel y la perseve-rancia de Evelyn Mesquida, la periodis-ta alicantina que se empeñó en que se reconociera la hazaña de "La Nueve". Y lo consiguió.

CORAJE SIN RECOMPENSA¿Es este un ejercicio más de memoria his-tórica, la tan necesaria y tan denostada? Eso creo, sí. Pero también me parece que es uno de los pocos recuerdos de nuestra historia reciente que no está teñido de confrontación, de dolor o de amargura. Es sencillamente el recuento del coraje de unos hombres que no pretendieron más que dar su sangre por una causa justa sin importarles que su gesta no fuera reconocida. O que fuera olvidada durante décadas. Acabaron la guerra y se eclipsa-ron en el anonimato. Unos como Amado Granell a quien, cuando lo condecoraba en el Arco de Triunfo, Leclerc dijo: "si es verdad que Napoleón creó la Legión de Honor para premiar a los bravos, nadie la merece como usted". Otros, como Ra-món Estartit, el sargento Fábregas, que la noche antes de que un francotirador alemán le volara la cabeza, habló a sus embelesados compañeros de astronomía y astrología y les recitó poemas. Y otros

que, después de la guerra, se paseaban por los Campos Elíseos que habían con-

escoltando a De Gaulle, ahora… vendían helados. A todos los junté en la felicidad

felicidad que en mi novela sienten sus protagonistas, verdadero símbolo de una victoria que a veces pareció demasiado lejana.

HÉROES DE DÍAS ATRÁS. "LA NUEVE""La Nueve", la 9ª Compañía de la 2ª Divi-sión Blindada de la Francia Libre fue real, por más que su heroísmo haya tardado décadas en ser reconocido tanto en Es-paña como en Francia. Compuesta por 150 españoles republicanos (comunistas, anarquistas y socialistas) unidos en lucha antifascista hicieron de avanzadilla de las tropas aliadas en un París ocupado aún por los nazis. Lograron la rendición del general Dietrich von Choltitz."La Nueve" es una gran desconocida en España. En Francia está empezando a darse a conocer en los últimos tiempos.

Pero fue esta compañía compuesta casi en exclusiva por españoles republicanos la que se encargó de la liberación de

de la II Guerra Mundial. Unos héroes que lo fueron a su pesar, ya que lo que real-mente querían era acabar con el nazismo y con Hitler.Terminada la guerra, "La Nueve" y sus componentes españoles fueron total-mente olvidados. Ellos terminaron su misión sin esperar ningún tipo de reco-nocimiento y aceptando su anonimato como parte de su cometido. En la novela, se muestra este tránsito a través de dos amantes separados por el

es una traición mutua) que intentan re-

Segunda Guerra Mundial. Marie es miem-bro de la Resistencia francesa; Manuel está encuadrado en la mítica Nueve.

ARGELIA, MARZO DE 1941Nuestro protagonista se alista en la Le-gión Extranjera, en donde los antiguos

LECLERC EL 25 DE AGOSTO DE 1944, acaba de liberar París.

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republicanos españoles son tratados con una dureza extrema. La guerra sigue su curso y, en noviembre de 1942, los Aliados desembarcan en el norte de África; poco después, los franceses —Legión Extranjera incluida— se unen a ellos. Manuel, junto con otros casi ciento cincuenta españoles más, se integran en la 9ª Compañía de la 2ª División Blindada de la Francia Libre, bajo el mando del general Philippe Le-clerc. Ha nacido "La Nueve"."El 18 de febrero de 1943 nos instalaron en las laderas del paso de Kasserina para frenar al Afrika Korps. Menuda broma. Llovía y hacía mucho frío. A nuestro alrededor solo había barrizales; nos en-contrábamos muy lejos de los oasis de palmeras y lagunas que se divisaban allá abajo entre senderos y rocas de arenisca, aunque dábamos gracias al cielo por no estar en el fondo del valle en el camino de los tanques.…En la madrugada del 19 de febrero, los panzers de Rommel empezaron a atacar. Lo comprendimos por el estruendo del

primer obús que nos pasó por encima de la cabeza y fue a estallar contra una roca a unos cuarenta metros más arriba. Durante más de medio minuto nos cayó encima una lluvia de piedras; nuestras cabezas estaban protegidas por los cascos, pero nada defendía nuestros hombros y espaldas de los guijarros que nos ame-trallaban en su caída.…Vi que a unos veinte metros, Domingo me gritaba algo que no conseguía oír. Luego, con grandes aspavientos me obligó a guarecerme detrás de la roca que tenía delante.En ese instante empecé a pasar verdadero miedo. Un miedo irracional e incontrolable que me decía que era imposible sobrevivir en esta locura y que, si me movía, moriría allí mismo, en un segundo".

LA MARCHA HACIA PARÍSEl 17 de agosto de 1944, La Nueve des-

batalla. Lleva en suelo francés desde el día 1, cuando sus hombres desem-

barcaron en Normandía. Desde allí se dirigieron a toda velocidad hacia el sur, a la abadía del Mont Saint-Michel, y luego al este, hacia Le Mans. Zigza-guearon entre las tropas alemanas destruyendo y capturando mucho material pesado: camiones, tanques,

grandes obstáculos en su marcha hacia París y los españoles allanaron el camino. "Nos abríamos paso disparando ametra-lladoras y cañones continuamente, en medio del polvo, el ruido ensordecedor de las explosiones, las armas al rojo vivo y el olor a pólvora y a miedo.…Pues, pese a todo, en esos días de batalla y sangre, a los españoles de 'La Nueve', yo incluido, nos salió el espíritu comer-cial. Organizamos un mercadillo con los americanos. Nos habían dicho que se peleaban por conseguir prisioneros alemanes: cuantos más tuvieran, más medallas les ponían y sus jefes hasta les daban permisos especiales. Menu-do zoco. Cinco soldados alemanes por un bidón de veinte litros de gasolina, diez por dos pares de botas de media caña, veinte por una ametralladora,

motocicleta y, amigo, un general alemán que capturamos en Laval por un jeep, dos botellas de whisky, cartones de tabaco y un montón de latas de conserva.…El pueblo había quedado maltrecho. La iglesia había sido la peor parada: apenas si quedaban el torreón y la nave central. El cura era buena gente. Día y noche los había pasado enterrando muertos y atendiendo a heridos en la sacristía. Una imagen del Sagrado Corazón que presidía el altar de la iglesia había que-dado hecha añicos y varios de nosotros nos pusimos a hacer una colecta entre toda esta banda de ateos para comprar otra. El cura quedó tan agradecido que,

nos pidió que asistiéramos a una misa que quería celebrar en memoria de todos

Terminada la guerra, "La Nueve" y sus componentes fueron olvidados. Acabaron su misión sin esperar ningún reconocimiento y aceptando su anonimato como parte de su cometido

© P

hoto

SN

CF

GENERAL VON CHOLTITZ

rendición (arriba), un logro de "La Nueve" que ha caído en el olvido.

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los muertos caídos allí. —Sé muy bien quiénes sois —le dijo al capitán Dronne—. Pero quiero celebrar la misa por el descanso de todos los soldados muertos en combate, por todos, cristia-nos, judíos o musulmanes y…también por los otros. No querría que me dejarais solo. Y menos los soldados de guardia, asistió 'La Nue-ve' en pleno."

PARÍS, AGOSTO DE 1944 Los caminos de Marie y Ma-nuel vuelven a cruzarse con la entrada de "La Nueve" en París, el episodio con el que se ha iniciado la novela. Manuel es ahora uno de los soldados más veteranos y respetados de la compa-

combatientes españoles reciben la misión de ocu-par el hotel Meurice, cuartel general de los alemanes, y capturar a su jefe, el gobernador militar, general von Choltitz."Aunque el ruido de la batalla seguía siendo intenso, [Manuel y Domingo] su-bieron procurando hacerlo sigilosamente y desembocaron en el gran pasillo del primer piso del hotel. Estaba desierto.—Esta es la suite de von Choltitz. ¿Vamos?—¿Tú y yo?—No. El papa.—Límpiate la cara, que con los churre-tones no te van a reconocer.Ambos levantaron una pierna al unísono y de sendas patadas reventaron la puerta. De un salto entraron manteniendo la posición de disparo con las metralletas dispuestas.El general von Choltitz estaba sentado a una mesa. Tenía un papel en la mano. Delante de él, sobre una bandeja, había una garrafa de cristal con lo que debía de ser coñac. El general levantó la cabeza. No parecía sorprendido. —¡Ah!—dijo.…Manuel, dirigiéndose a él en francés, dijo: —General von Choltitz, me temo que debo exigir su rendición incondicional

y, por supuesto, la del ejército alemán en París.—Lo imaginaba —contestó el alemán en perfecto francés.…—Sin embargo, veo que usted no es un

—No señor.—La Convención de Ginebra estipula

—Es cierto, mi general. Domingo asómate

Al cabo de un momento, entraron simul-táneamente dos tenientes y un minuto después, el teniente coronel La Horie, que se cuadró ante von Choltitz.—Mi general, tengo el honor de solicitar su rendición incondicional junto con la de sus tropas.Von Choltitz suspiró.…Domingo, asomado al balcón de la suite de von Choltitz, exclamó:—Manolo, ven a ver.

en la distancia. En lo más alto, un desta-

camento de la 2ª DB había desplegado una inmensa bandera francesa.

LA NUEVE Y OTROS PERSONAJES REALES

Compañía de la 2ª División Blindada de la Francia Libre. Estaba formada por unos ciento cincuenta republicanos españoles. Entre los mandos españoles destacaban el capitán Miguel Buiza (1898-1963) y el teniente Amado Granell (1898-1972). El primero fue almirante en la Armada republicana, responsable de conducir un convoy de buques de guerra a Arge-lia para evitar que cayera en manos de Franco, aunque los franceses acabaron por devolverlos a España. El segundo fue uno de los nombres míticos de "La Nueve" y uno de los hombres más res-petados de la División Leclerc

Nueve" fue, también, extraordinaria, unos militares excepcionales que supieron adaptar la cadena de mando a las pe-culiaridades de una compañía en la que eran mayoría los antiguos anarquistas

RENDICIÓN DE LOS OFICIALES ALEMANES en el Hotel Majestic, sede de la Militärbefehlshaber en Frankreich, el Alto Mando Militar Alemán en Francia.

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españoles; no aceptaban órdenes por-que sí. Debían razonarse y, cuando las asumían, eran feroces e imparables.Tres nombres de militares franceses des-tacan por encima de los demás. El coronel Joseph Putz (1895-1945) nació en Bélgica y era un veterano de las Brigadas Interna-cionales en la Guerra Civil. Antimilitarista convencido, valiente, cordial y preocupado por su gente, sus hombres lo adoraban. El capitán Raymond Dronne (1908-1991) estuvo al mando directo de "La Nueve". Hablaba español y comprendía la pecu-liar idiosincrasia de sus hombres; por eso aceptó su mando cuando se lo ofreció el general Leclerc. También recibió la Legión de Honor. Philippe Leclerc era el nombre de guerra de Philippe François Marie de Hauteclocque, miembro de la pequeña aristocracia de Artois. Fue uno de los principales jefes militares franceses durante la Segunda Guerra Mundial y el más popular junto a de Gaulle. Hombre de ideas conservadoras, rompió con la derecha francesa cuando buena parte de esta apoyó el régimen de Vichy y radica-lizó su antisemitismo. Aparecen también en Héroes de días atrás miembros de la Resistencia. El más

importante fue, sin duda, Jean Moulin (1899-1943), prefecto —equivalente a un gobernador civil- de Eure-et-Loir que se convirtió en director del Consejo Na-cional de la Resistencia. Fue capturado, torturado y asesinado por el jefe de la Gestapo de Lyon, Klaus Barbie. Moulin tiene la consideración de héroe de Francia y está enterrado en el Panteón de París.Otros resistentes destacados son el po-lítico y jurista Jean de Menthon (1900-1984) y el periodista y escritor Emma-

nuel d’Astier (1900-1969). O el cónsul portugués Arístides de Sousa (1885-1954), que salvó a numerosos españoles y a miles de judíos, otorgándoles visados y pasaportes portugueses para que pu-dieran huir de los nazis. Después, él lo pagó porque ayudando a los españoles irritó a Franco y, sobre todo, al dictador portugués, Oliveira Salazar, que lo con-

diplomático alguno.

DIFÍCILES DE MANDAR, ORGULLOSOS Y TEMERARIOS

La actual alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha estado siempre dispuesta a recordar a "La Nueve" tanto en su capital como en la nuestra. Este home-naje es la expresión de la amistad entre dos países y de la solidaridad y alianza franco-española, no siempre fácil, que un pequeño grupo de héroes modestos y generosos contribuyó a cimentar. Un acto de memoria histórica que encierra una ironía: para homenajear a esta compañía de republicanos españoles, los reyes de España tuvieron que ir a París a inaugurar el jardín de "La Nueve", Le Jardin des combattants de "La Nueve", un remanso de paz plantado, como digo, a un costado del ayuntamiento, que

un trozo de España. Los reyes de España pre-sidieron el 3 de junio de 2015, junto con Anne Hi-dalgo, el primer homenaje de Francia a estos héroes. Este ha sido el primer re-conocimiento a "La nueve". En cambio, en España esto aún no se ha dado. No hay nada en su memoria. Ni jar-dín, ni plaza, ni monumen-to, ni placa, nada. "Hace 71 años, 'La Nueve' entraba en París. Nunca olvidaremos a nuestros héroes libertadores". Anne Hidalgo, alcaldesa de Pa-rís, agosto de 2015. "Eran hombres muy valientes. Difíciles de mandar, or-gullosos, temerarios", re-cuerda el capitán Raymond Dronne.