la nada fue mi beatriz

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Nada fue mi Beatriz Yo he basado mi causa sobre Nada. El 1° de octubre de 1844 el profesor Johann Caspar Schmidt de treinta y ocho años publicaba los mil ejemplares de El único y su propiedad. El 28 de octubre el libro era secuestrado...Después del Único, Stirner se deshilacha publicando traducciones de Adam Smith, en 1848 escribe una serie de secas crónicas políticas, los dos volúmenes de la Historia de la reacción, de 1852 y muere, se dice, a causa de la infección, por una mosca, de un forúnculo que le había salido en el cuello (uno de esos dolorosos ántrax que torturaron a Marx durante años, en el ano, mientras escribía El capital). Era junio de 1856. En el Berlín de Dronke (Berlín, 1846) se relata la indecente escena de la boda de Stirner, con los amigos que juegan a las cartas, los esposos que se han olvidado los anillos y Bruno Bauer que saca dos de latón de su cartera para remediarlo. Y justamente Dronke es quien utiliza la palabra Übermensch a propósito de Stirner y de sus amigos. “Ya que están por encima de la vida, la vida perseguirá su fin de la mejor manera, despreocupándose de la locuras de los superhombres filosóficos”. Y una de las primeras apariciones del término Nihilismus en Alemania, después de aquellas en Jean Paul y en Jacobi señaladas por Heidegger, es en una nota del diario filosófico de Karl Rosenkranz a propósito de El único. La recensión del libro hecha en 1848 por el profesor Kuno Fischer señala: que la filosofía de Hegel, este “panteón de todos los sistemas”, había producido su propio Doble sofista... Para la historia, Stirner tenía que ofrecer solamente el “texto de una lápida”. Ahora se abre un “movimiento sin puntos de apoyo de la nada a la nada”. La respuesta de Stirner firmada como G. Edward queda como una despedida, líneas esenciales y testamentarias: “Yo quiero solamente ser; yo desprecio la naturaleza, los hombres y sus leyes, la sociedad humana y su amor, y rescindo cualquier relación natural con ella, hasta la del lenguaje. A todas las exigencias de vuestro deber, a todas las designaciones de vuestro juicio categórico contrapongo la ‘ataraxia’ de mi yo; ya hago una concesión si me sirvo del lenguaje, yo soy el ‘indecible’, ‘yo sólo me muestro’¿Y no os ataco quizá, con el terrorismo de mi yo, que

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(Fragmentos del Ensayo introductorio de Roberto Calasso a la edición mexicana de El único y su propiedad, de Max Stirner. Traducción de Pedro González Blanco. Ilustración de portada Criminal Mind de Alberto Perezgrovas. Editorial Sexto Piso, avenida Progreso 158 tercer piso. México DF. 2003 www.sextopiso.com

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Nada fue mi Beatriz

Yo he basado mi causa sobre Nada. El 1° de octubre de 1844 el profesor Johann Caspar Schmidt de treinta y ocho años publicaba los mil ejemplares de El único y su propiedad. El 28 de octubre el libro era secuestrado...Después del Único, Stirner se deshilacha publicando traducciones de Adam Smith, en 1848 escribe una serie de secas crónicas políticas, los dos volúmenes de la Historia de la reacción, de 1852 y muere, se dice, a causa de la infección, por una mosca, de un forúnculo que le había salido en el cuello (uno de esos dolorosos ántrax que torturaron a Marx durante años, en el ano, mientras escribía El capital). Era junio de 1856. En el Berlín de Dronke (Berlín, 1846) se relata la indecente escena de la boda de Stirner, con los amigos que juegan a las cartas, los esposos que se han olvidado los anillos y Bruno Bauer que saca dos de latón de su cartera para remediarlo. Y justamente Dronke es quien utiliza la palabra Übermensch a propósito de Stirner y de sus amigos. “Ya que están por encima de la vida, la vida perseguirá su fin de la mejor manera, despreocupándose de la locuras de los superhombres filosóficos”. Y una de las primeras apariciones del término Nihilismus en Alemania, después de aquellas en Jean Paul y en Jacobi señaladas por Heidegger, es en una nota del diario filosófico de Karl Rosenkranz a propósito de El único. La recensión del libro hecha en 1848 por el profesor Kuno Fischer señala: que la filosofía de Hegel, este “panteón de todos los sistemas”, había producido su propio Doble sofista... Para la historia, Stirner tenía que ofrecer solamente el “texto de una lápida”. Ahora se abre un “movimiento sin puntos de apoyo de la nada a la nada”. La respuesta de Stirner firmada como G. Edward queda como una despedida, líneas esenciales y testamentarias: “Yo quiero solamente ser; yo desprecio la naturaleza, los hombres y sus leyes, la sociedad humana y su amor, y rescindo cualquier relación natural con ella, hasta la del lenguaje. A todas las exigencias de vuestro deber, a todas las designaciones de vuestro juicio categórico contrapongo la ‘ataraxia’ de mi yo; ya hago una concesión si me sirvo del lenguaje, yo soy el ‘indecible’, ‘yo sólo me muestro’¿Y no os ataco quizá, con el terrorismo de mi yo, que

rechaza todo lo que es humano, tanto como vosotros a mí con vuestro terrorismo humanitario, que me marca inmediatamente como ‘monstruo inhumano’, si comete algo contra vuestro catecismo, si no me dejo estorbar en el disfrute de yo mismo?”. Rusia es el país donde Stirner encontró su terreno más afín. Belinski, Chomiakov, Bakunin, Dostoievski, Herzen. Perdidos todos sus manuscritos, no se conservan sus cartas, ni retrato (el único que tenemos fue trazado de memoria cuarenta años después de la muerte de Stirner por la mano del enemigo Engels). Con esfuerzo se ha encontrado una firma suya en un documento. De sus últimos años se conocen pocos detalles: penuria, habitaciones amuebladas, prisión por deudas (dos veces), la humillación de un anuncio publicado en Vossische Zeitung con la reclamación de un crédito, la muerte ignorada... (En Max Stirner. Sein Leben und sein werk. Berlín 1898, de John Henry Mackay, primera y única biografía de Stirner hasta el momento). Stirner y Nietzsche: Franz Overbeck consulta la lista de los libros pedidos en préstamo a la biblioteca de la Universidad de Basilea y descubre allí que en 1874 El único había sido leído por el discípulo predilecto de Nietzsche en aquel momento: Adolf Baumgartner. Pide entonces la confirmación a Baumgartner, el cual recuerda perfectamente haber leído el libro por insistente sugerencia de Nietzsche. “Es el más audaz y consecuente que se ha pensado desde Hobbes”. Ida Overbeck: el recuerdo de dos conversaciones en las que Nietzsche había aludido a Stirner, con una especie de exaltación hosca, diciéndole también que no debería haberle hablado de ello, porque un día lo acusarían de plagio. En la década de los 90 se forman dos facciones contrapuestas: una que ve a Stirner como la sombra de Nietzsche, otra que ve a Nietzsche como la sombra de Stirner. Nadie antes de Helms (Colonia, 1966) había pensado establecer determinados nexos, aunque fueran tan evidentes: por ejemplo, el triunfo de la contrarrevolución en Rusia después de 1905 coincide con la aparición de hasta tres traducciones de la obra de Stirner entre 1906 y 1910. Stirnerianos: Un actor de provincias con el nombre (falso) de Ret Marut. Gracias a la minuciosas investigaciones de Rolf Reknagel podemos reconocer hoy en este nombre al autor de la Nave muerta y del Tesoro de Sierra Madre: B: Traven. Marut publicó entre 1917 y 1919 una revista enteramente redactada por él: Der Zielgelbrenner. Pero Stirner también ronda los delirios de Nagel en los Misterios de

Hamsun. O en los de Jack London en My life in the Underworld. Filosofía de la existencia: ya Löwith situaba a Stirner al lado de Kierkegaard. Y también Buber arrastraría a Kierkegaard y Stirner. Llegó después Juliette Gréco y Sartre. Herbert Read no tardó en recordar a Max Stirner, “uno de los más existencialistas entre los filósofos del pasado”, observando que “enteras páginas de El único se leen como anticipaciones de Sartre”. T. Anders ya había tratado de reconducir el primer Heidegger a Stirner. En cuanto a Camus, su notable crítica a Stirner silencia el impulso vital que de Stirner han recibido muchos de sus personajes. Los maestros de la décadence que podían decir:”le Neánt fut ma Béatrice”. Psychologica: Un caso de paranoia stirneriana ha sido expuesto por Ernst Schultze (1903, Berlín). Se trata de una joven que robaba, SE DESNUDABA Y COMETÍA OTRAS INDECENCIAS PORQUE ESTABA CONVENCIDA DE QUE CUALQUIER MANIFESTACIÓN DE SU VOLUNTAD COINCIDÍA CON EL DERECHO. El único psiquiatra ilustre que ha tomado en serio a Stirner es Ludwig Binswanger y en conexión con la filosofía de la existencia. Otro maldito, Oskar Panizza (que aparece titulando un famoso cuadro de Herr Grosz). En su panfleto de 1895, dedicado “a la memoria de Stirner”, Der Illusionimus und die Rettung der Persönlichkeit, reeditado recientemente con otros textos en La psicosis criminal, Munich, 1978). Panizza desarrolla la tesis de la espectralidad del pensamiento, como encontramos en El único. Se deduce de las premisas stirnerianas una imagen del mundo como perpetua alucinación, ensayo de un ilusionismo radical que podría fácilmente proseguir en la dirección de algunos maestros de la epistemología budista. Panizza concluye: “si no destruimos el pensamiento, el pensamiento nos destruye”. Traducciones. Mucho se puede sacar especialmente de las portadas: el fúnebre liberty de los hermanos Bocca ofrece (para la traducción italiana de Zoccoli) un candelabro en el que múltiples llamas se funden en una sola nube de fuego y humo. La Librería Editrice Sociale deja que un águila se recorte sobre un cielo metafísicamente vacío, y las puntas de algunas de sus plumas desbordan el marco. Los mismos hermanos Bocca proponen, para L'anarchia de Zoccoli, una tetuda, grave y musculosa cariátide, cansada de su oficio, que rompe finalmente con los brazos elevadas columnas y arquitrabes harto tiempo sostenidos...

(Fragmentos del Ensayo introductorio de Roberto Calasso a la edición mexicana de El único y su propiedad, de Max Stirner. Traducción de Pedro

González Blanco. Ilustración de portada Criminal Mind de Alberto Perezgrovas. Editorial Sexto Piso, avenida Progreso 158 tercer piso. México DF. 2003

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