la mujer cananea comentarios

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La mujer cananea EN MATEO Mt 15,21-28 (Mc 7,24-30) 21 Cuando Jesús salió de allí, se fue a la región de Tiro y Sidón. 22 Y de pronto, una mujer cananea, salida de aquellos contornos, le decía a gritos: «¡Ten compasión de mí, Señor, hijo de David! Mi hija se encuentra muy mal, atormentada por un demonio.» 2S Pero él no le respondió palabra. Entonces sus discípulos, acercándose a él, le suplicaban así: «.Despídela; que viene gritando detrás de nosotros.» 24 Pero él respondió: «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.» 25 Sin embargo, ella se acercó y se postró ante él, diciéndole: «¡Señor, socórreme!» 28 Él le contestó: «No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perrillos.» 27 Ella repli- có: «Es verdad. Señor; pero los perrillos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.» 28 Entonces le dijo Jesús: «¡Oh, mujer! Grande es tu fe; que te suceda como tú deseas.» Y desde aquel momento quedó sana su hija. Esta escena es, aparte de 26,1-5, el único relato narrativo en que Mateo procede con mayor detalle que Marcos. La actitud de repulsa de Jesús frente a la mujer cananea aparece aquí de manera aún más áspera que en el texto de Marcos. Como de costumbre, enlaza Mateo el episodio con el precedente, al contrario que Marcos16. Ello produce el efecto de que, en el texto de Mt, la marcha de Jesús tenga el aspecto de una huida ante sus adversarios 17. Junto a Tiro (Me 7,24), Mateo nombra también a Sidón, proba- blemente bajo el influjo de la expresión tradicional bíblica de «Tiro y Sidón» 18; en cambio, más adelante (v. 29, frente a Me 7,31) quedan sin nombrar Sidón y la Decápolis. Según Me 7,31, es sólo después del episodio de la cananea cuando Jesús recorre también el territorio de Sidón, situado todavía más al norte. También la designación

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MUJER CANANEA

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La mujer cananea EN MATEOMt 15,21-28 (Mc 7,24-30) 21 Cuando Jess sali de all, se fue a la regin de Tiro y Sidn. 22 Y de pronto, una mujer cananea, salida de aquellos contornos, le deca a gritos: Ten compasin de m, Seor, hijo de David! Mi hija se encuentra muy mal, atormentada por un demonio. 2S Pero l no le respondi palabra. Entonces sus discpulos, acercndose a l, le suplicaban as: .Despdela; que viene gritando detrs de nosotros. 24 Pero l respondi: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Sin embargo, ella se acerc y se postr ante l, dicindole: Seor, socrreme! 28 l le contest: No est bien tomar el pan de los hijos para echrselo a los perrillos. 27 Ella repli- c: Es verdad. Seor; pero los perrillos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces le dijo Jess: Oh, mujer! Grande es tu fe; que te suceda como t deseas. Y desde aquel momento qued sana su hija.

Esta escena es, aparte de 26,1-5, el nico relato narrativo en que Mateo procede con mayor detalle que Marcos. La actitud de repulsa de Jess frente a la mujer cananea aparece aqu de manera an ms spera que en el texto de Marcos. Como de costumbre, enlaza Mateo el episodio con el precedente, al contrario que Marcos16. Ello produce el efecto de que, en el texto de Mt, la marcha de Jess tenga el aspecto de una huida ante sus adversarios 17. Junto a Tiro (Me 7,24), Mateo nombra tambin a Sidn, proba- blemente bajo el influjo de la expresin tradicional bblica de Tiro y Sidn 18; en cambio, ms adelante (v. 29, frente a Me 7,31) quedan sin nombrar Sidn y la Decpolis. Segn Me 7,31, es slo despus del episodio de la cananea cuando Jess recorre tambin el territorio de Sidn, situado todava ms al norte. Tambin la designacin de la mujer como cananea (en lugar de sirofenicia Me 7,26) esto es, pagana, responde a una forma de expresin bblica arcaizante. De los v. 22-25 corresponden el 22 y el 25 a Me 7,25s. Los v. 23s son nuevos. El detalle (Me 7,24b) de que Jess entr en una casa (pagana) y que no consigui mantenerse de incgnito 19, ha sido suprimido por Mateo. En su texto, la escena tiene lugar durante el camino, y de los v. 21s no se deduce claramente si Jess ha pisado ya territorio pagano (no as en Marcos). Imposible resulta en todo caso el combinar la situacin descrita por Mateo con la de Marcos, por el motivo, sobre todo, de que la dramtica composicin del encuentro de Jess con la mujer en Mateo, en especial el v. 23, no es posible dentro de una casa. Pero precisamente aqu queda ya manifiesta la mano del primer evangelista, aunque slo sea en el ttulo de hijo de David (= Mesas) dirigido a Jess por la mujer pagana, ttulo que no hace sino repetir la invocacin de los dos ciegos de Mt 9,2720. Mateo da pruebas en ambos pasajes de la misma despreocupacin frente al curso histrico exacto de los hechos. Mientras Jess no se digna dirigir una palabra a la mujer, intervienen los discpulos, molestos por el escndalo que provoca, para rogar a Jess que la despida. En sus palabras no puede verse, al parecer, una actitud de compasin, sino de enojo ante la impertinencia de la mujer, y entonces no se adapta bien a ellas el v. 24 como respuesta de Jess a la proposicin de los discpulos, puesto que su intencin no era mover a Jess a que accediera al ruego de la mujer. De esto se sigue pues, que estas importantes palabras de Jess no se encuentran aqu en su lugar histrico, sino que han sido colocadas por Mateo en este contexto, por encontrar en ellas la clave para entender la manera de proceder de Jess. Jess motiva la dureza de su actitud con el carcter de su misin, que se limita slo al pueblo de Israel21. ste es el motivo que le lleva en esta ocasin a dejar arrancarse su intervencin slo por la fe heroica y la humildad de la mujer pagana. El hecho de que frente al centurin pagano de Cafarnam no mostrase la misma resistencia (8,5-13), tiene que ser probablemente explicado por la circunstancia de haberse encontrado entonces en pleno territorio de Israel. El que tambin aqu en el caso de la mujer pagana ceda al fin a su persistente splica se debe slo al hecho de haber encontrado tambin en ella una fe como no ha visto en el pas de Israel (18,10). Las palabras sobre el pan de los hijos tienen en Mateo el tono de una repulsa an ms implacable, por el hecho de faltar la frase deja que primero se sacien los hijos, que en Me 7,27 va precediendo, y para la que en Mateo, tras el v. 24, no quedaba posibilidad alguna, ya que ste va, en cierto modo, sustituyndola. La respuesta de la mujer va lgicamente mejor construida que 27 en Mc 7,28. No se dice nada de los perros junto a la mesa y de las migas de los hijos, sino slo que los perros pueden saciar su hambre de las migas que caen de la mesa de sus amos, tienen parte en las comidas de sus dueos, sin quitar por ello el pan a los hijos, porque reciben slo los desperdicios. En la estilizacin de tono edificante del v. 28 (en lugar del 28 simple dato de la curacin de la hija en Marcos), vuelve a dejarse ver la mano de Mateo, siendo claras las reminiscencias del relato similar de la curacin del siervo del centurin

EN MARCOSLa sirofenicia 7,24-30 (= Mt 15,21-28) 24 Parti de all y se dirigi a la regin de Tiro. Entr en una casa y quera que nadie lo supiera, pero no consigui pasar inadvertido; 25 porque en seguida, una mujer que tena a su hijita poseda de un espritu impuro, apenas oy hablar de l, vino a postrarse a sus pies. 26 Esta mujer era pagana, sirofenicia de origen; y le suplicaba que lanzara de su hija al demonio. " l le respondi: Deja que primero se sacien los hijos; porque no est bien tomar el pan de los hijos para echrselo a los perrillos.- 2S Ella le contesta diciendo: Es verdad, Seor; pero los perrillos, debajo de la mesa, se comen las migajas que dejan caer los hijos. 2S) Entonces l le dijo: En gracia a tus palabras, vete; que ya ha salido de tu hija el demonio. so March ella a su casa, y encontr a la nia acostada en la cama y que el demonio ya haba salido. Esta escena, lo mismo que otras varias que siguen, tiene lugar en territorio pagano. Cul fue el motivo que llev a Jess a abandonar Galilea y marchar a territorio pagano? Desde luego no la intencin de predicar el evangelio tambin fuera de Israel, como lo prueba precisamente el episodio que comentamos, sino el deseo de ir, poco a poco, retirndose del pueblo an no preparado para recibir su mensaje, limitndose a la instruccin de sus discpulos. Para esta instruccin haba circunstancias ms favorables en pas extranjero, donde desapareca el peligro de la continua afluencia de la masa deseosa de milagros. En este sentido la marcha de Jess a pas pagano, significa una huida de su patria. El momento central de la narracin no es el milagro, sino la actitud de Jess ante la mujer pagana y, sobre todo, las palabras que le dirige (v. 27). Por el gnero de su forma es el pasaje una discusin, en la que, excepcionalmente, aparece Jess como el vencido.

El territorio de Tiro formaba la parte ms meridional de la 24 provincia romana de Siria, limitada al sur por Galilea y al este por el dominio del tetrarca Filipo. Desde el lago de Genesaret hasta la frontera haba solamente 50 km de distancia. El territorio de Tiro y Sidn se extenda ampliamente por el este hacia el inte- rior del pas, por lo que la determinacin local que da Marcos no afirma necesariamente que Jess llegase a las cercanas inmediatas de Tiro. La adicin y Sidn puede muy bien, a pesar de su firme pre- sencia en la tradicin del texto, ser una interpolacin posterior a partir de Mt 15,21; en favor de ello habla sobre todo el v. 31. De no ser as, se tratara de toda Fenicia (Sirofenicia, en oposicin a la mitad norte, Celesiria), que polticamente formaba parte de Siria lesde Pompeyo (64 a.C). Marcos no haba dado ninguna determinacin de lugar en la escena anterior, por lo que la frase parti de all es slo una frmula de transicin. El deseo de Jess de quedar de incgnito incluso al entrar en una casa, no se realiza, lo cuall supone que su fama haba penetrado tambin en este pas vecino de Galilea (cf. 3,8). Jess no repara en quedar levticamente impuro por lavisita de una casa pagana, lo cual pone de manifiesto que para l no tena valor alguno el concepto de pureza ritual. 25 Una mujer, que ha tenido noticia de su poder taumatrgico y se ha enterado de que est all, se dirige al momento a l, buscando llena de confianza ayuda para su hija posesa. 26 La designacin de griega (ENLINIS del texto griego) quiere decir que la mujer es pagana, la palabra sirofenicia se refiere a su nacionalidad. 27 Las palabras duras y hasta ofensivas con que Jess rechaza su peticin, recuerdan el uso judo, que reservaba el honroso ttulo de hijos de Dios para el pueblo elegido y daba a los paganos la designacin de perros. A pesar de esto, no se puede ver en ellas este sentido de desprecio1 judo por los paganos, como lo prueba lo que a ellas sigui, y asimismo las palabras pronunciadas por Jess a este respecto en otras ocasiones (Mt 8,1 ls). Jess, adems, no dice perros, sino la forma en diminutivo, que hace referencia a los perros domsticos, que viven en las casas junto a los hombres, en oposicin a los despreciados perros, que andan sueltos por las calles. Pero la frase, lo mismo que la limitacin de la primera misin de los discpulos a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt 10,5s), es instructiva por el propio testimonio de Jess sobre su misin. La salvacin deba ofrecerse, en primer lugar, a los judos como pueblo elegido y solamente despus ser llevada a los paganos (cf. Rom 11,11-24). En el AT se habla ya, repetidas veces, de la participacin de los gentiles en los bienes de la poca mesinica. Pero an no haba llegado la hora para la misin entre ellos. Y ste es el motivo por el que Jess no quiere acceder al ruego de la mujer. No hay, pues, contradiccin alguna entre esta escena y Mc 13,10 la orden de misin y bautismo universal de Jess resucitado. Las palabras y la actitud de Jess ante esta mujer no juda, tienen que entenderse a partir del hecho de su misin personal para Israel, no de ninguna clase de ideas nacionalistas. Nacionalismo y desprecio de otros pueblos y razas, como haba desarrollado el judaismo, precisamente a partir de su con- ciencia de pueblo elegido, eran para Jess ideas tan extraas como la mentalidad cosmopolita de los filsofos helensticos de la poca, segn la cual, todo el que es hombre, tiene, a causa de la inamisible divinidad de su naturaleza humana, derecho al mensaje de la misma Divinidad. En el v. 27a se ha querido ver reiteradamente una modificacin secundaria del texto original de la fuente utilizada, por el motivo de que falta en Mateo y por el tono ms spero que en ste ofrece la respuesta de Jess. En realidad Mt 15,24 es su equivalente, junto1 al cual no haba ya lugar para Mc 7,27a. En una influencia de teologa paulina, en Marcos no puede pensarse en modo alguno, puesto que Pablo, en el pasaje dado generalmente como paralelo 60, reproduce muy probablemente una divisa judeocristiana que no puede proceder de l mismo, y en Marcos no se habla de la misin entre paganos. Jess habla aqu exclusiva- mente de su misin personal, que le prohbe hacer una obra de caridad con una persona que no' es juda. El sentido del v. 276 no es que no puede quitarse el pan a los hijos para drselo a los perros, teniendo entonces los hijos que pasar hambre, sino que no se puede igualar a los perros con los hijos. La mujer pagana tena que entender estas palabras como una repulsa de su peticin. Pero esa misma aspereza de la repulsa, le da ocasin para mostrar la grandeza y la imperturbabilidad de su confianza en Jess. Con una maravillosa capacidad de improvisacin sabe sacar de las palabras de Jess un sentido que le hace poder esperar todava en las posibilidades de xito de su peticin. Tambin los perros en las casas pueden saciar su hambre de las migas que caen de la mesa, aun antes de que los hijos hayan terminado de comer, sin que por ello quede perjudicada su primaca. La ley que concede a los judos una primaca en la salvacin, no queda derogada por el hecho de que Jess escuche el ruego de una madre pagana en su afliccin. Un grado tal de humildad vence la resistencia de Jess. Jess despide a la mujer con la garanta de la curacin de su hija. De vuelta a su casa encuentra la mujer la confirmacin de la promesa. Esta curacin, junto con la del siervo del centurin61 y la del hijo del funcionario real, son las nicas realizadas a distancia por Jess de las que dan noticia los evangelios.