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La muerte viene de Azul Capítulo 1 Suena la alarma del despertador a las 7 de la mañana. Luis Felipe se baña y se coloca la playera azul de su trabajo y unos pantalones beige. Se sirve un plato de cereal con leche y se lo come mientras lee la información de la caja, a pesar de que ya se la sabe de memoria. Toma el camión de las 7:45 que lo deja en su trabajo a las 8 en punto. Sube las escaleras del edificio y se mete en su oficina, donde pasa las siguientes 10 horas marcando números y escuchando voces de desconocidos, que en su mayoría se ponen agresivos al contestar su llamada. Al salir del trabajo, se dirige a una cantina que le queda de camino a casa. Toma dos cervezas mientras mira el televisor sin dirigirle la palabra a nadie. Llega a su casa a las 8:00 pm. Se pone el pijama y ve televisión hasta que dan las 10. Ésta es la rutina que repite todos los días de la semana, menos el domingo. El domingo se queda encerrado todo el día viendo televisión y jugando videojuegos. La aburrida vida de un hombre, con pocas habilidades que explotar en su trabajo y sin intención ni posibilidad de conseguir un mejor trabajo. Pero una noche, estando a punto de salir de la cantina, algo diferente ocurre. “Rayos, no traigo dinero.” Susurra Luis después de abrir su billetera. Habiendo terminado sus dos cervezas correspondientes a ese día, Luis se disponía a pagar cuando se dio cuenta de que no traía suficiente dinero. En un par de segundos se formó un torbellino de pensamientos

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Page 1: La muerte viene de Azul...La muerte viene de Azul Capítulo 1 Suena la alarma del despertador a las 7 de la mañana. Luis Felipe se baña y se coloca la playera azul de su trabajo

La muerte viene de Azul

Capítulo 1

Suena la alarma del despertador a las 7 de la mañana. Luis Felipe se baña y se coloca la playera azul de su trabajo y unos pantalones beige. Se sirve un plato de cereal con leche y se lo come mientras lee la información de la caja, a pesar de que ya se la sabe de memoria. Toma el camión de las 7:45 que lo deja en su trabajo a las 8 en punto. Sube las escaleras del edificio y se mete en su oficina, donde pasa las siguientes 10 horas marcando números y escuchando voces de desconocidos, que en su mayoría se ponen agresivos al contestar su llamada. Al salir del trabajo, se dirige a una cantina que le queda de camino a casa. Toma dos cervezas mientras mira el televisor sin dirigirle la palabra a nadie. Llega a su casa a las 8:00 pm. Se pone el pijama y ve televisión hasta que dan las 10. Ésta es la rutina que repite todos los días de la semana, menos el domingo. El domingo se queda encerrado todo el día viendo televisión y jugando videojuegos. La aburrida vida de un hombre, con pocas habilidades que explotar en su trabajo y sin intención ni posibilidad de conseguir un mejor trabajo.

Pero una noche, estando a punto de salir de la cantina, algo diferente ocurre.

“Rayos, no traigo dinero.” Susurra Luis después de abrir su billetera.

Habiendo terminado sus dos cervezas correspondientes a ese día, Luis se disponía a pagar cuando se dio cuenta de que no traía suficiente dinero. En un par de segundos se formó un torbellino de pensamientos

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dentro de su cabeza intentando pensar en una solución, dejando la mirada fija en la barra mientras se le ocurría algo.

“Oye amigo, ¿no que ya te ibas? ¿Hay algún problema?”

Una voz saca a Luis de sus pensamientos. Voltea sobresaltado hacia el lugar de donde provino la voz y se le queda mirando al barman por unos segundos hasta que respira profundamente y habla.

“Disculpa es solo que… al parecer no traigo dinero… conmigo esta noche.” Una sonrisa se va forzando en el rostro de Luis conforme avanza la oración, tratando de parecer lo más apenado posible.

Al mismo tiempo el barman va frunciendo el ceño conforme escucha al pobre hombre enfrente de él.

“Así que…” Comienza a decir el barman con un obvio tono enojado.

“Amigo, sabes que vengo aquí todas las noches, literal no tengo nada más que hacer. Mañana te las pago sin ningún problema, te lo juro.”

“Mira, no me interesa que tipo de triste historia me quieras vender. No puedo dejar que nadie salga por esa puerta sin haber pagado su cuenta. O sino, seré yo el que tenga un problema.”

“Lo entiendo, pero en serio no puedo hacer nada, no traigo nada, no tengo ningún tipo de tarjeta, nada.”

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“Ok, tiene que haber algo que me puedas dejar que valga algo al menos.”

“Lo siento, pero mi ropa es mi uniforme de trabajo y no traigo celular en estos momentos-”

“¡¿Eres un indigente o qué?! ¡Tiene que haber algo que-¡”

En ese momento algo azota sobre la barra que sobresalta a los dos hombres, quienes voltean a un lado, y encuentran a otro hombre parado ahí, con una mano sobre la madera.

“¿Con esto basta?”

El hombre retira la mano, revelando un par de billetes. El barman los toma.

“Sí. Déjeme traerle su cambio,” el barman observa de reojo al hombre mientras se aleja a conseguir el dinero.

“Gracias,” dice Luis.

“No hay problema, a todos nos pasa alguna vez.”

Luis se queda callado, el rostro con cara de vergüenza. Mientras que el otro hombre lo mira como evaluándolo.

“Se ve que esto no es lo peor que te ha pasado recientemente, ¿o sí?”

Luis lo voltea a ver.

“¿A qué te refieres?”

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“Puedo ver que no estás contento con tu vida. Hay varias cosas que te están molestando, tal vez por eso estás tan distraído.”

“Bueno, mi trabajo apesta y el salario apenas me alcanza para sobrevivir. No es algo por lo qué estar saltando de felicidad precisamente.”

El hombre sonríe.

“¿Quisieras ganar algo más que un mísero salario mínimo?”

Luis se le queda mirando por un segundo, como esperando a ver si se suelta a reir. Cuando no lo hace, le responde.

“Por supuesto que sí.”

“Entonces no te importaría hacer un pequeño trabajo para mí, ¿verdad?”

“¿De que se trata?”

“Lo siento, pero eso es información confidencial, no puedo decírtelo a menos que aceptes.”

En ese momento el barman regresa.

“Aquí está su cambio, señor.”

“Gracias,” el barman se va a atender a alguien más, el hombre voltea a ver a Luis, quien parece estar repitiendo la experiencia de hace rato de un torbellino de pensamientos en su cabeza. “Bueno, me tengo que ir.”

Esto saca de sus pensamientos a Luis, y está a punto de hablar pero el hombre lo interrumpe.

“Piénsalo bien, y si aceptas, te veo mañana aquí mismo a las nueve de la noche. ¿Ok?”

El hombre le sonríe una última vez y sale del bar.

Luis no dice nada por el resto de la noche, llega a su casa, termina su rutina y se duerme. Todo el rato sin dejar de pensar en la propuesta del hombre misterioso.

Caítulo 2

Quinta llamada del día. Esta vez ni siquiera alcanza a decir su nombre, porque la voz de una señora mayor lo interrumpe enseguida sonando muy molesta.

“¿Qué no tienen nada mejor que hacer? He recibido 5 llamadas de ustedes el día de hoy. ¡Esto es una invasión a la privacidad!”

Tratando de no explotar, Luis le contesta.

“Señora, solo estoy haciendo mi trabajo, si no le interesa la llamada puede decírmelo amablemente.”

“¡Amablemente! ¡Sáquense a la chingada! Grosero, ya les dije que no. ¡Esto es acoso!”

“Primero que nada, usted no está teniendo educación; y segundo, señora, le voy a pedir que se calme.”

“Y a parte de todo, contestón. ¿Cuál es tu nombre? Voy a reportarte...”

“No le voy a dar mi nombre, vieja loca. ¿Cree que tengo cosas mejores que hacer que estar marcándole a gente estúpida como usted? No estoy para estas tonterías el día de hoy...Que tenga buena tarde.”

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Luis cuelga el teléfono.

Está harto de todo. Comienza a aventar todo lo que está en su mesa mientras se levanta e intenta salir a tomar algo de aire. Su jefe le grita.

“¡¿A dónde crees que vas?! ¡Tienes mucho trabajo que hacer para cubrir la cuota que me debes! ¡Regresa a tu puesto, Luis Felipe!”

“¡No! Estoy harto de este trabajo mediocre y estúpido. Ya no puedo seguir siendo explotado por un viejo obeso”

“Si sales por esa puerta, estás despedido”

“No tiene que despedirme, ¡renuncio!”

Capítulo 3

9 de la noche. Luis entra cautelosamente al bar, una vez adentro escanea el lugar con la mirada. Entonces lo ve, sentando en el lugar que él ocupaba el día anterior. Camina hasta él.

“Viniste,” dice el hombre.

“Sí, no tenía de otra ahora que no tengo empleo.”

“Vaya, lamento escuchar eso.”

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“No importa, la verdad es que siento como si me hubieran quitado un peso de encima.”

Luis se sienta frente al hombre.

“Estoy aquí, así que, ¿cuál es el plan?”

El hombre sonríe.

“Me gusta esta nueva determinación tuya, tal vez sí fue algo bueno que perdieras ese trabajo.” El hombre mira fijamente a Luis antes de continuar. “La verdad es que no es nada complicado, solo necesito un chofer, eso es todo.”

Luis lo mira sorprendido.

“¿Chofer? ¿Quieres decir que quieres que te lleve a algún lado?”

“Algo así, no puedo mencionar todos los detalles aquí, pero en realidad es muy sencillo. Lo que pasa es que es más rápido con dos personas que con una, por eso estoy ofreciéndote el puesto.”

Luis parece relajarse un poco.

“Bueno, en ese caso, claro que cuentas conmigo.”

“Excelente,” el hombre se levanta de su asiento. “Vayamos a un lugar un poco más privado para discutir los detalles, ¿te parece?”

“Claro.”

Los dos hombres salen por la puerta del bar.

Caítulo 4

Dos horas. Han pasado dos horas desde que Neo entró a la mansión. Y Luis en serio que se está poniéndo muy nervioso.

Hace un par de horas, los dos hombres habían llegado en el carro de Neo a una de las zonas más ricas de la ciudad. Neo, que resultaba ser el nombre del hombre misterioso, le había comentado a Luis que el trabajo consistía en recuperar algo que le pertenecía y que le habían quitado hace tiempo. Básicamente, Neo entraría en la mansión, tomaría lo que iba a buscar, y saldría rápidamente, con Luis sirivendo de ayuda para arrancar el carro lo más rápido posible. Según Neo, no iba a ver ningún problema y saldría muy rápido de la mansión. Pero ya habían pasado dos horas, y el ambiente estaba muy tenso.

Y entonces en un segundo, el caos suple al silencio.

Una alarma empieza a sonar, puertas y ventanas son azotadas y el sonido de varias personas corriendo proviene de la mansión a la que Neo había entrado. Luis más nervioso ahora, enciende el carro y le quita el seguro a la puerta, sabiendo que Neo podría llegar en cualquier momento. No pasan ni tres minutos cuando ve a Neo caer por el muro que separaba a la casa de la calle, este sin problemas se incorpora y corre hacia el auto. En ese momento por el retrovisor ve como la reja de la entrada está siendo abierta, y varias personas salen por ella. Es cuando los disparos comienzan.

Neo está a unos pasos del auto y Luis tiene las manos en el volante y en la palanca de velocidades.

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“¡Arranca!” Grita Neo, quien pone una mano en la manija de la puerta y la abre justo cuando recibe un balazo en la pierna. Neo gruñe de dolor y se dobla un poco pero logra entrar al auto. Luis arranca el auto.

“¡Maldita sea, acelera!” Vuelve a gritar Neo mientras se abrocha el cinturón de seguridad y revisa su pierna.

“¿Estás bien?” Pregunta Luis.

“No te preocupes por mí, solo preocúpate por sacarnos de aquí.”

Afortunadamente parecía que la gente de la mansión no estaba preparada para una persecución en carro, ya que sólo los siguen dos camionetas comunes, aunque a gran velocidad.

Luis no era un experto conductor, pero conocía la ciudad, así que intenta despistar a los otros con vueltas inesperadas y siguiendo rutas no muy conocidas. En algún momento pierde a las camionetas, pero con la ardenalina y el nervio a flor de piel, Luis no desacelera y sigue avanzando sin rumbo específico.

“Oye Luis, creo que ya los perdimos.”

Luis da vuelta y lo voltea a ver con una sonrisa sin darse cuenta que la nueva calle es muy corta y termina en una pared.

Capítulo 5

El sonido de los pájaros es lo que lo despierta. Luis mira a su alrededor intentando descifrar que es lo que pasó y por qué está sentado en un carro que no es suyo, con la ventana del frente hecha trozos, y el carro

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aplastado contra un muro. Entonces por fin nota el otro cuerpo junto a él y lo reconoce, y todo regresa a su cabeza.

“¿Neo?”

Neo está con la cabeza sobre el tablero del coche, el cinturón de seguridad sostiene el resto de su cuerpo y sus manos cuelgan a los lados. Luis se quita el cinturón de seguridad, y se inclina hacia Neo para intentar levantarlo, y ahí es cuando la descubre.

Al levantarlo pone una mano en el pecho de Neo y nota que el bolsillo de su camisa está muy abultado. Intrigado, saca el contenido, el cual resulta ser una bolsa de papel pequeña pero muy pesada. Al abrir la bolsa, enseguida es inyectado con una sensación eufórica y sonríe inmensamente mientras saca de su refugio una de las piedras preciosas más grandes y bellas que hubiera visto en su previamente miserable vida. La joya resplandese con un hermoso color azul que se refleja en los ojos de Luis, unos ojos que brillan de repente con ambición, más ambición que toda la que hubiera sentido hasta ese punto de su vida junta.

Y mientras Luis fantasea sin moverse de su lugar con la joya aún en sus manos, Neo comienza a despertar. Y lo primero que hace es revisar que la razón por la que hizo su pequeña aventura estuviera en su lugar, lo cual no es así.

“¡¿Dónde está?!”

Luis instintivamente esconde con una mano la joya detrás de la espalda, y nota que su compañero, aún medio dormido, está buscando como loco en su asiento y debajo de este por algo.

“¡Maldita sea, ¿dónde está?!”

Luis entonces reacciona de que lo que está buscando es la joya, la cual asume entonces, es lo que fue a buscar a esa mansión. Pero Luis siente que no puede devolvérsela, esta joya le acaba de traer más felicidad de la que ha sentido en mucho tiempo, esta joya tiene que ser de él y de nadie más. Y entonces hace lo que para él es lo más obvio del mundo, sacar de un empujón a Neo del auto, y cerrar la puerta

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que había sido previamente abierta por el choque. Luis pone la joya en el tablero en lo que empieza a salir en reversa de la calle cerrada. Una vez que está en posición de dar vuelta pone la vista al frente y ve a Neo poniéndose de pie, quien una vez de pie voltea hacia el carro y ve no solo a Luis al volante sino la joya sobre el tablero. El rostro de Neo pasa de mostrar dolor a sorpresa, de sorpresa a enojo, y de enojo a algo que sólo podría describirse como odio, todo en menos de tres segundos. Neo da un paso hacia el carro y esta es la señal para Luis de quitar la joya del tablero, dar la vuelta y salir casi volando del lugar.

Capítulo 6

Ha pasado casi una hora desde que Luis escapó de la escena del crimen, el crimen siendo el robo de la joya azul que cometió sobre Neo. Estaba cansado así que decidió detenerse y recargarse en un poste de luz para respirar.

Casi veinte minutos después de haber huido el carro dejó de funcionar, sabiendo que no era suyo y sin idea de que hacer, Luis decidió dejarlo abandonado donde se quedó y continuar su camino a pie. Durante el trayecto no dejaba de pensar en por qué había hecho lo que había hecho, él no era una persona violenta o mala en cualquier sentido; cierto, no ayudaba a cualquier mendigo que le pedía dinero, pero no entendía como había sido capaz de dejar a una persona herida sola a su suerte sin siquiera avisar a nadie.

Cuando Luis había comenzado a caminar, aún no tenía claro adonde se dirigía, lo único que quería era llegar a un lugar seguro, pero después de un rato se dio cuenta de que sus pies lo estaban llevando a su casa, fue cuando Luis recordó que nunca le había dicho a Neo donde vivía, así que aceleró el paso.

Ahora, tras haber descansado un poco, retoma su camino, no sin antes voltear a los lados a ver si había alguien observándolo, una vez que comprueba que no hay nadie más en esa calle, decide sacar la joya de su bolsillo del pantalón, que es donde la había guardado después de haber decidido abandonar el carro.

El simple hecho de tener la joya en contacto con su piel le genera una sensación de poder indescriptible. El autoestima que creía haber perdido hace mucho tiempo hace más que regresar, y se siente capaz de hacer todo lo que se proponga. Luis se encuentra perdido en estás sensaciones placenteras cuando de repente escucha una voces detrás de él. Pero no unas voces cualquiera, sino unos murmullos que suenan débilmente, como un eco que proviene desde muy lejos.

Sin embargo, ese ligero sonido es suficiente para sobresaltar a Luis, quien inmediatamente regresa la joya a su bolsillo y voltea, pero no hay nadie detrás de él. Luis observa a su alrededor por unos segundos más, antes de retomar el camino a casa a paso acelerado.

Por el resto del trayecto Luis voltea de vez en cuando a ver si alguien lo está siguiendo. Al llegar a casa, no tiene ganas de hacer nada más que de recostarse y descansar, así que eso hace y casi enseguida se queda dormido sosteniendo la joya entre sus manos.

Capítulo 7

Calor, hace mucho calor. Pero no importa, hay que seguir trabajando, esa es la orden.

Excavar, excavar, excavar.

Afortunadamente el ritmo que traes es agradable, en lo que cabe, eficiente y no muy cansado.

Excavar, excavar, excavar.

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Algo brilla en la pared, parece que encontraste algo, y por la manera en la que ilumina la obscura mina debe de ser muy valioso.

Excavar, excavar, excavar.

Es grande, y muy brillosa, es la joya más blanca y hermosa que has visto en tu vida. Te toma un rato sacarla de la pared, pero ahora que la tienes en tus manos, sientes que todo el esfuerzo ha valido la pena.

Se escuchan pasos provenir de un lado de la cueva, volteas hacia el sonido y ves a un señor vestido con una levita, pantalones de trabilla y un sombrero de capa alta acercarse a ti.

Vaya, mira eso.

El hombre se acerca aún más. Algo dentro de ti te dice que corras pero no lo haces, en su lugar sólo te quedas quieto sin mover un músculo.

Ya era hora de que algo de valor saliera de este lugar.

El hombre se detiene a unos centímetros de ti.

Dámela.

No respondes. El hombre te mira fíjamente.

Vamos, dámela.

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La sensación de huir crece. El hombre saca un látigo de detrás de él.

¡Que me la des!

Das un paso hacia atrás, pero antes de que puedas dar otro sientes como el látigo choca contra tus manos y sueltas la joya. Te inclinas adolorido mientras el hombre recoge la joya del suelo.

Esto es diferente.

Volteas a ver al hombre, quien ahora es quien parece no poder mover un músculo. Ahora hay una sensación de querer recuperar la joya, pero no es tan grande y nada más te quedas mirando al hombre, quien lentamente te regresa la mirada.

El hombre no dice nada, pero puedes ver en sus ojos un nuevo brillo, un brillo que te aterra.

Empiezas a retroceder, lentamente, porque no sabes aún si sí es lo correcto.

El hombre silba.

Quieres correr pero obviamente los perros son más rápidos.

Dolor, dolor, dolor.

Logras patear uno, pero la otra pierna parece ya no estar ahí.

Dolor, dolor, dolor.

Ahora es un brazo el que dejas de sentir, tal vez eso es bueno.

Dolor, dolor, dolor.

Volteas a ver al hombre, este está sonriendo, sosteniendo la joya con las dos manos. De repente algo rojo y blanco entra en tu visión y unos segundos después todo se disuelve en la oscuridad.

Capítulo 8

Luis abre los ojos. Se encuentra en su cama, en la misma posición en la que se había quedado dormido, con la joya aún entre sus manos. Está sudando. Aún puede sentir el calor de la mina, pero no tanto como los dientes de esos perros. Rápidamente se incorpora y revisa su cuerpo buscando alguna herida, pero afortunadamente no hay nada.

Luis sigue intentando calmarse, cuando de repente el teléfono comienza a sonar espantándolo. Voltea a ver el teléfono, pero no se para a contestar, sigue muy agitado. El teléfono deja de sonar y Luis se calma. Pero no pasa mucho tiempo antes de que vuelve a empezar a sonar.

Así que de mala gana se pone de pie, deja la joya en la cama y camina hacía el teléfono. Contesta.

“¿Diga?”

“Hola, ¿Luis Felipe?”

“Sí, ¿quién habla?”

“Soy yo, tu querido jefe, ¿cómo has estado?”

Luis se queda mirando la pared enfrente de él sin saber que decir o pensar. Lentamente contesta la pregunta.

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“Bien, en lo que cabe.”

“Excelente. Oye, te tengo una estupenda noticia, pero no puedo dártela por teléfono porque eso sería muy aburrido. Necesito que vengas a mi oficina lo más pronto posible, ¿qué te parece?”

Luis vuelve a quedarse estupefacto. Tarda en contestar otra vez y cuando lo hace tartamudea un poco.

“Cla-claro, no hay… problema. Yo lo veo por ahí… señor.”

“Fantástico, te veo luego entonces. Hasta luego.”

“Bye.”

Se corta la llamada, pero Luis no cuelga el teléfono enseguida.

Capítulo 9

Horas después, Luis entra precavidamente a su antigua oficina, donde todo parecía estar de cabeza.

Los demas trabajadores le saludan amablemente, y unos cuantos hasta lo felicitan, lo cual Luis no entiende para nada. Poco a poco se abre paso por la multitud hasta que llega a la oficina del jefe.

Toca la puerta.

“Adelante.”

Luis entra y cierra la puerta detrás de él, silenciando el murmullo de sus ex-compañeros.

“Eh, Luis.”

El jefe, quien está sentado detrás de su escritorio, se pone de pie y camina hasta Luis. Cuando llega frente a él, le da un abrazo, al cual Luis no sabe como reaccionar, así que sólo se queda quieto hasta que el jefe lo suelta.

“Ya sé que te pregunté por teléfono, pero tengo que hacerlo otra vez porque no te ves muy bien, ¿cómo estás?”

Le toma a Luis unos segundos formular una respuesta.

“Bien. No sé a que se refiere con que no me veo muy bien,” dice Luis, aún no muy seguro de que está pasando.

“Bueno, como digas.” El jefe da unos pasos hacia atrás hasta quedar justo enfrente de su escritorio. “La razón por la que te he mandado llamar, es porque como sabes por fin voy a retirarme.”

“¿Qué?”

“Y la persona que he escogido para suplirme en el cargo eres tú, Luis Felipe.”

“¿Qué?”

Luis Felipe tiene la mirada perdida en el espacio, no puede creer lo que acaba de escuchar. Mientras tanto el jefe se ha volteado hacia su escritorio para sacar unas copas y está sirviendo algo en ellas.

“Señor,” comenzó Luis, “usted sí recuerda que yo renuncié ayer, ¿verdad?”

El jefe volteó hacia él, con una copa medio llena en cada mano.

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“¿De qué estás hablando, hijo?”

“¿No lo recuerda? ¡Ayer! ¡Yo me enojé con una clienta por teléfono y la insulté! ¡Y entonces tomé mis cosas y renuncié! ¡En su cara!”

El jefe sólo rió.

“No seas ridículo Luis,” entonces parece que se le viene una idea a la cabeza. “¿No será que tomaste de más en la fiesta que hicieron tus compañeros ayer?”

“¿Qué fiesta?”

“Ayer. Todos celebraron el hecho de que me iba. Cabrones. La única razón por la que no me molestó mucho es porque yo también estoy feliz de por fin irme de este lugar.”

El jefe le da un trago a su copa y le entrega la otra a Luis. Quien sigue con cara de no saber que rayos está pasando. El jefe ríe un poco más.

“Como parece que te está tomando un poco digerir la situación, por qué no te vas a tu casa a descansar y ya mañana hablamos de todas las formalidades, eh, ¿qué te parece?”

Luis le da un trago a su copa, la bebida relajándolo un poco, pero no lo suficiente como para poder contestar a la pregunta.

“¿O qué, acaso no quieres aceptar el puesto?”

Luis lo mira fíjamente, no está seguro de que está pasando, de si esto sólo es un sueño o no, pero, si existía la remota posibilidad de que esto no fuera un sueño, no podría vivir consigo mismo si dejaba pasar esta oportunidad.

“Por supuesto que quiero el puesto, señor,” dice Luis, sintiéndose un poco más confiado. “Es sólo que me sorprendió que me escogiera a mí, eso es todo.”

“Bueno, tú eres lo mejor que tenemos, así que no era una decisión muy difícil,” sonríe el jefe.

“Gracias entonces, señor, no lo defraudaré.”

“Perfecto. Entonces, como quedamos, vete a descansar y ya mañana vemos todo el papeleo y te explico cuales serán tus nuevas responsabilidades.”

“Claro, y nuevamente, gracias, señor.”

“No fue nada, nos vemos mañana.”

“Hasta mañana.”

Luis se toma el resto de su copa de un trago y le entrega la copa vacía al jefe, quien le sonríe y regresa a sentarse en su silla detrás del escritorio.

Luis sale de la oficina sintiéndose como el hombre más afortunado del mundo, no sólo se encontraba en posesión de una joya valiosa, sino que ahora lo acaban de ascender, y justo cuando creía que iba a tener que pasar por la pesadilla de buscar trabajo.

Estaba por salir del edificio cuando una voz femenina lo detiene.

“Oye Luis, espera.”

Luis voltea a ver que una de las secretarias camina hacia él a paso decidido.

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“Hola Jenny, ¿puedo ayudarte en algo?”

“Eso creo, ¿te gustaría cenar conmigo esta noche?” Le pregunta ella con una sonrisa coqueta.

Luis vuelve a sentir esa sensación de que algo no cuadra, pero igual que en la oficina del jefe, siente que debe tomar al toro por lo cuernos y ver que ocurre.

“Claro, sería un placer.”

“Estupendo, ven a mi apartamento esta noche a las nueve, ¿te parece bien?”

“Sí, perfecto.”

“Bien,” dijo ella y le entrega un pedazo de papel donde viene escrito algo, “esa es mi dirección, no llegues tarde.” Le guiña un ojo y se va caminando.

Luis, con el papel en la mano, se le queda viendo aturdido un momento. Unos segundos despúes mete el papel en el bolsillo que no tiene la joya, y sale con una sonrisa de oreja a oreja del edificio.

Capítulo 10

Al entrar a su apartamento, el rostro de Luis ya no porta una sonrisa, en el camino había vuelto a escuchar murmullos detrás de él, pero ahora también había sentido como si alguien estuviera caminando a lado de él vigilándolo. Y sólo parecía ocurrir cuando tocaba la joya, algo que por alguna razón no podía evitar por mucho tiempo, aunque quisiera.

Decide que lo mejor para distraerse es empezar a arreglarse para su cita con Jenny. Se baña, se viste y hace todo lo que considera necesario para verse bien. Una vez que juzga que se ve decente, mira al reloj

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y ve que falta más o menos hora y media, así que va y se sienta en su sillón a esperar, la idea es prender la televisión, pero el sueño le gana y rápidamente se queda dormido.

La nueva pelota es muy buena. O al menos eso piensas mientras juegas con ella junto a tu hermano menor.

¡Neo, Billy, vénganse a comer!

Mamá los ha llamado así que no tienen de otra mas que posponer el juego. Neo toma la pelota en sus manos y los dos entran a la casa. Navegando pasillo tras pasillo hasta llegar a una sala muy grande. Recuerdas como sus amigos les preguntan a veces cómo es que no se pierden en una casa tan grande, y ustedes sólo responden que se saben la casa de memoria.

Vengan, ya siéntense.

Los dos voltean hacia una puerta, por la cual pueden ver a un señor sentado en una silla leyendo el periódico. Ambos caminan hacia el comedor y se sientan a comer. Todos comen a diferente velocidad y de diferente manera. Neo parece estar preocupado por mantener la nueva pelota sobre las piernas mientras come. Papá parece seguir distraído con el periódico. Y mamá parece estar muy preocupada por no manchar el anillo que tiene puesto en su mano.

¿Por qué no te quitas el anillo para comer si te preocupa tanto?

Las otras tres personas en la mesa te voltean a ver. Neo es el primero en hablar.

La historia no otra vez ma, es muy aburrida.

Ella ríe entre dientes.

Está bien, está bien. Recuerda Billy que esta es una reliquia familiar, es muy valiosa, no puedo dejarla por ahí nada más.

Papá entonces por fin se despega del periódico.

Tal vez no quitártela querida, pero sí deberías dejar de preocuparte tanto. La verdad es que no creo que esa cosa pueda ser ensuciada, ha estado presente en muchos asesinatos y nunca se ha manchado de sangre.

Ella lo voltea a ver feo.

No digas eso enfrente de los niños, por Dios.

En eso se escucha como alguien entra caminando al comedor. Los cuatro voltean a ver hacia la puerta. Un jóven con mirada perdida y que parece acaba de salir de un tornado de tierra está parado ahí. Habla.

¿Y por qué no? Si es la verdad.

Mamá frunce el ceño.

Thomas, ¿qué horas son estas de llegar? Anda, sube a darte un baño rápido para que puedas acompañarnos a comer.

Thomas da un par de pasos hacia la mesa.

Esa joya le da suerte a todo aquel que la posea, por eso siempre muerte la rodea, porque, ¿quién no quisiera un poco de suerte en su vida?

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Mamá se pone de pie.

Ya deja de decir esas cosas y súbete a bañar, ¡estás castigado!

Thomas la voltea a ver.

No.

Thomas saca una pistola de su bolsillo y le dispara a mamá en la cabeza. Papá se levanta rápidamente pero Thomas también le dispara, dándole justo en el pecho. Ni tú ni Neo se mueven, sólo obserban sin palabras como Thomas se acerca al cuerpo de mamá y le quita el anillo. Luego camina hasta ustedes y se coloca en medio de los dos.

¿Ven como ahora está más azul que antes? Es porque dos muertes más se han unido a ella.

Tú nada más ves como el barril del arma de repente te bloquea la vista de la joya. Y entonces cinco sonidos se escuchan en rápida sucesión.

Una silla arrastrándose por el suelo.

Una pelota rebotando en el suelo.

Una persona corriendo.

Un gatillo siendo presionado.

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Una explosión que retumba hasta el final de los tiempos.

Luis despierta, espantado porque no sabe que hora es, y no quiere llegar tarde a su cita. Está sudando de nuevo, así que una vez que comprueba que tiene tiempo decide bañarse de nuevo.

Una vez listo, sale del apartamento rumbo al hogar de Jenny. Lamentablemente la sensación de que es seguido sigue ahí, y está poniéndolo muy tenso. Además de que ahora ocurre todo el tiempo, no sólo cuando toca la joya.

Llega al apartamento de Jenny y para calmarse, antes de tocar el timbre, decide sostener con mucha fuerza la joya en sus manos, esto le da confianza y una sensación de poder estupenda, guarda la joya cuando comienza a lastimarle, y porfin toca el timbre. La puerta se abre y al ver a Jenny parada ahí es lo último que necesita para relajarse completamente.

Entra y tiene lo que considera una de las mejores noches de su vida.

Capítulo 11

La cama es la misma.

La mujer a tu lado es la misma.

Pero por alguna razón tú no eres el mismo.

Pero no importa, lo único que importa es hacer lo que se tiene que hacer.

Agarras la almohada y la pones sobre la cara de la mujer y comienzas a presionar.

Algo en la parte de atrás de tu cabeza te dice que no lo hagas, que esto está mal.

¿Pero cómo puede estar mal si es lo necesario?

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Luis abre los ojos y ve que está sentado en la cama con una almohada en la mano.

Grita.

La mujer a lado de él despierta sobresaltada.

“¿Qué ocurre?”

Ella mira como el rostro de Luis refleja horror mientras suelta la almohada.

“¿Estás bien?”

Él voltea a verla, y la observa por unos segundos, antes de pararse y comenzar a vestirse.

“Lo siento, es que,” toma una pausa en lo que se abrocha los pantalones, “olvidé que tengo algo muy urgente que hacer en casa, y tengo que irme de inmediato.”

“¿Qué? ¿Hablas en serio?”

“Sí, lo siento mucho.”

Capítulo 12

El viaje de regreso a su apartamento ha sido deprimente. Por un lado le molesta haber dejado a Jenny plantada en su apartamento, sobre todo porque ella se ha quedado enojada con él, y eso obviamente no le agrada a él. Y por el otro lado, la sensación extraña de ser vigilado no ha disminuido para nada.

Luis abre la puerta de su apartamento, entra, y sin más se acuesta en su cama ha tratar de descansar.

Sabes que se acerca por los ruidos provenientes de afuera, pero en el fondo sientes que ha llegado la hora así que sólo lo esperas.

La televisión está pasando tu programa favorito, es una lástima que probablemente no lo termines de ver.

La puerta se abre y entra la persona a la que estabas esperando.

Así que sí estás vivo. Quién lo diría. ¿En qué te puedo ayudar hermanito?

Neo camina hacia él, pistola en mano.

Sabes a lo que vengo… Tú arruinaste mi vida, y ahora es tiempo de que pagues por eso.

Tú sólo lo observas, pensando solamente en por qué tardó tanto en llegar. Toses antes de hablar.

Hermano, sé que no buscas sólo venganza. Nadie es inmune a su atracción, te nubla la mente cuando está cerca. ¿Por qué crees que no te perseguí hace todos esos años? Simplemente no era mi prioridad.

Neo te apunta el arma con más firmeza.

No me interesa como es que interpretes este momento, he luchado tanto por llegar hasta aquí que lo único que me importa es verte tirado en el suelo con un agujero en tu frente.

Te paras y sin miedo caminas hacia un cuadro en uno de los lados de la habitación, lo quitas y revelas una caja fuerte, la cual abres mientras otra sesión de tos te ataca y sacas la joya luminosamente azul para ponerla a la vista de los dos.

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Supongo que es hora de añadirle un poco más de color, ¿no crees?

Un chiste particularmente gracioso es dicho en el programa de televisión, y el público se ríe fuertemente. Lamentablemente la risa no dura, porque el sonido es remplazado por el de una alarma de seguridad.

Ves como los ojos de Neo se desvían.

Mueves la mano hacia el cinturón. Ya no eres tan rápido y lo sabes.

Neo se compone y te ve sacando la pistola.

Te dispara.

Tu último pensamiento es, nuevamente, ¿por qué tardo tanto?

Capítulo 13

Luis espera a ver si su otro yo le da alguna respuesta, aunque en el fondo sabe que no debería hacerlo porque es una señal de que está perdiendo la cabeza.

Tras un par de segundos más frente al espejo, porfin se aparta, pero aún sin una respuesta clara a qué es lo que debe hacer.

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No sabe si asistir al trabajo o no, sabe que algo anda mal con él y no está seguro de si es lo adecuado ir a trabajar en esas condiciones, especialmente con lo de su nuevo puesto. Tras unos minutos de pasearse por el apartamento, porfin decide salir y dirigirse a la oficina, solo espera que el llegar un poco tarde no lo afecte mucho en su primer día como jefe.

Es a mitad de camino, que lo inesperado, aunque en el fondo tenía la sensación de que algún día lo alcanzaría, ocurre.

Están en un pequeño parque abandonado, con los juegos oxidándose y las plantas creciendo sin que alguien las detenga. El atajo favorito de Luis parece jugar en su contra.

“Nunca esperé que después de todo lo que me tomó llegar hasta este punto, ” dice Neo al tiempo que sale de atrás de la resbaladilla vieja, “un don nadie como tú fuera a arruinarme mi momento de gloria.”

Luis no sabe que contestar, y solo se queda pasmado en el centro del parque.

Neo comienza a caminar hacia él y saca su pistola.

“Sabes, debería solo matarte y quitarte la piedra, pero por alguna razón tengo ganas de escuchar la maldita razón de porque hiciste lo que hiciste.”

“Yo… no pude resistirlo. La mente se me nubló. No sabía lo que hacía.”

Neo ríe, como si todo fuera un chiste muy bueno.

“Sabes, no es la primera vez que escucho eso.” Neo se detiene a un par de metros de Luis y su rostro cambia para mostrar cansancio. “Voy a darte una oportunidad Luis, porque sé lo que esa piedra le hace a la gente, y por lo que he visto has logrado escapar lo peor, así que aún tienes algo de escapatoria.” Neo extiende la mano que no tiene la pistola, sin bajar la otra. “Solo necesito que me la entregues para poder deshacerme de ella de una vez por todas.”

Luis sólo lo mira. Ideas variadas flotan en su cabeza, peleando entre ellas para ver cual llega a volverse realidad. Neo da un paso hacia él.

“Vamos, dámela, ya no tienes nada más que ganar y todo que perder.”

“¿Como Thomas?”

“¿Qué?”

“Thomas, tu hermano, ¿no es así?” La voz de Luis es segura, pero el rostro de su cara no muestra tanta seguridad.

Neo pasa su mano vacía a la pistola y le apunta con fuerza a Luis.

“¡¿Tú que sabes de eso?! ¡Se supone que estabas en el carro esperándome!”

“Y eso hice. Pero recientemente he estado teniendo estos sueños extraños, donde veo algunas de las muertes que la joya ha causado,” Luis da un paso hacia Neo, el rostro una mezcla de incertidumbre y excitación. “Déjame decirte que en verdad siento pena por tu familia, pero era lo necesario.”

Neo abre los ojos horrorizado y aprieta el gatillo. Luis, anticipando el movimiento, se hace a un lado a tiempo y con una mano agarra la pistola y con la otra golpea a Neo en la cabeza. Neo tambalea pero no suelta el arma, los dos empiezan a forcejear por el control de la misma.

“¡No seas estúpido! ¡No dejes que te controle!”

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Neo le da un golpe en el estómago a Luis, y Luis responde tratándo de darle una patada en la ingle, pero falla y le da en la rodilla. Al forcejear, los dos comienzan a avanzar hacia la caja de arena en el parque. Ninguno nota la caja y ambos caen en la arena soltando la pistola en el proceso. Los dos se incorporan rápidamente. Luis sangra por la naríz y la boca, mientras que Neo parece tener un par de cortadas en la frente, la ropa de ambos está desgarrada en varias partes.

Neo empieza a buscar el arma enseguida, pero Luis se queda pensando por un segundo, y se da cuenta de que él ya tiene un arma. Neo no ve venir el golpe, y el dolor proveniente del crujir de su cráneo es suficiente para casi dejarlo inconsciente. Neo cae en la arena y mira hacia arriba. Luis está ahí, con algo color azul y rojo en la mano. Neo intenta levantarse pero Luis le da otro golpe con la joya, que mancha aún más la arena a su alrededor. La respiración de Neo es agitada, y apenas puede mover sus músculos, con un gran esfuerzo logra arrodillarse y pone una mirada llena de furia y lástima en la dirección de los ojos de Luis.

“Dime, ¿eres un hombre, o un esclavo?”

Los ojos de Luis destellan por un segundo, como reconociendo algo, pero no es suficiente para evitar que su brazo caiga con fuerza y el sonido de algo rompiéndose resuena a lo largo del parque y de las calles que lo rodean.

Capítulo 14

Luis no se siente bien, para nada bien. Lleva tres días encerrado en su apartamento sin poder dormir y apenas comiendo lo necesario.

Después de su pelea con Neo en el parque abandonado, decidió que no podía ir a trabajar, no sólo su ropa estaba hecha un desastre y manchada de sangre, sino que él también estaba destrozado y manchado de sangre. Al llegar a casa había marcado para avisar que no podría asistir alegando que tenía una jaqueca terrible, lo cual no era del todo falso, el jefe se mostró muy comprensivo y le dijo que no

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había problema. Después de eso Luis intentó dormir, pero no pudo ya que cada vez que lo intentaba un nuevo sueño sobre la joya se hacía presente.

Al día siguiente, cansado y de mal humor, fue al trabajo sabiendo que no podía atrasar más el asunto del ascenso, cosa por la que ya no sentía emoción alguna. El jefe lo recibió bien, pero varios de los empleados lo volteaban a ver raro, y al pasar por el escritorio de Jenny ella lo miró como si fuera ha matarlo mientras dormía, lo cual le generó una sensación extraña de deseo combinado con terror. Pasó el resto del día escuchando, o mejor dicho oyendo, todas las expliaciones del jefe sobre que era lo que debía hacerse y cómo. Al final del día el jefe comentó en lo mal que se veía y le aconsejó que se tomara las vacaciones que había estado acumulando como empleado, y que cuando regresara descansado podrían poner todo en orden. Luis aceptó sin pensarlo dos veces y regresó a su apartamento.

Eso fue hace tres días. Ahora Luis se encontraba sentado en su sillón, con las piernas recogidas y mirando la televisión sin realmente verla.

Dime, ¿eres un hombre, o un esclavo?

Las últimas palabras de Neo volvieron a resonar dentro de su cabeza, y sus ojos movieron su mirada hacia la puerta que daba a su habitación, donde había dejado la joya sobre su cama la mañana anterior tras haberse despertado de otra horrible pesadilla, no había vuelto a entrar al cuarto desde entonces.

Luis sabía lo que la joya le estaba haciendo, tras experimentar todos aquellos recuerdos sabía que al final nada bueno resultaría de conservarla, pero no sabía como podría deshacerse de ella, el simple hecho de estar en su presencia lo alteraba. Tenía que haber una forma en que pudiera fortalecer su fuerza de voluntad, o al menos debilitar la fuerza de atracción de la joya. Así que, juntando todo el valor dentro de su cuerpo, y cubriéndose todo el rostro con dos toallas de su baño, entra corriendo a su habitación y sabiendo donde se encuentra, toma su laptop con apenas un poco de problema y sale huyendo a la

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misma velocidad con la que había entrado. Azota la puerta para cerrarla, deja la laptop sobre el sofá y se quita las toallas mientras respira agitadamente.

Luis pasa las siguientes casi 7 horas buscando información sobre piedras preciosas, y en algún punto también sobre piedras mágicas. De dónde vienen, cómo se forman, pero sobre todo, cómo destruirlas.

Capítulo 15

Le toma un par de días juntar todo lo necesario, al igual que gastar todo el dinero que le habían dado para sus vacaciones, mas casi tres cuartas partes de todos sus ahorros, pero Luis sabía que al final valdría la pena, lo sabía por los sueños y lo sabía por las sombras que ahora empezaba a ver en la calle cuando salía de casa.

Para sacar la joya de la casa aplica el mismo método que usó cuando entró a su habitación para recuperar la laptop, sólo que ahora usa guantes en las manos, y sobre los guantes normales se pone unos guantes de cocina para extra protección. Entra a la habitación con una mochila vacía en la mano, y lo más rápido que puede pasa la joya de la cama a la mochila. Energía pasa por su cuerpo en el momento que la levanta, energía más que bienvenida considerando su estado reciente, pero logra resistirlo gracias a que la sensación no es muy fuerte.

Luis sale de la casa con una mochila en cada mano, una mano aún con los dos guantes puestos, la mochila en esta mano contiene la joya y sólo eso, mientras que la mochila en la otra mano contiene los materiales que según Luis deben ayudarlo a deshacerse de la joya.

Le toma menos de los esperado llegar al lugar, la arena al parecer fue vaciada dejando atrás sólo la caja de color rojo. Fuera de eso el parque se ve igual que siempre, los juegos viejos y los árboles medio vivos, no hay rastro aparente de que algún crimen hubiera sido cometido en ese lugar. Luis llega hasta la caja vacía y se mete en ella, deja caer las mochilas sobre la madera. Abre la que contiene los materiales y empieza a prepapar todo.

Una vez que tiene su arma lista, se la cuelga del cinturón y se prepara física y emocionalmente para la siguiente fase, sacar la joya al aire libre. Luis considera taparse el rostro, pero sabe que en algún momento tendrá que verla si quiere de verdad destruirla. Los guantes sí se los pone, y tan rápido como sus nervios se lo permiten saca la joya de su confinamiento y la coloca sobre la madera.

Las voces regresan con toda su fuerza. Luis da un paso hacia atrás tapándose los oídos, trata de componerse, pero entonces ve siluetas negras empezar a salir de atrás de todos los árboles, las cuales caminan lentamente hacia él. Luis toma el arma, la cual es una especie de martillo personalizado con un pequeño toque de diamante en la punta, con una mano y se vuelve a colocar arriba de la joya. Las voces cambian por visiones fugaces de él en posiciones de poder, en su trabajo, sobre otras personas, dinero por todos lados; Luis afloja un poco su agarre sobre el martillo, las sombras siguen acercándose. Las visiones ahora cambian, muestran algo mórbido, hay rojo por todos lados…

Dime, ¿eres un hombre, o un esclavo?

El martillo es agarrado con fuerza por dos manos, hace un arco en el aire, y cae con fuerza sobre su objetivo. Por segunda vez en menos de diez días, este lugar es testigo de algo siendo despedazado.

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Capítulo 16

Cuando Luis se levanta del suelo, ya no hay sombras cerca de él, y el único ruido presente es el de unas aves que en ese momento están sobrevolando el lugar. Voltea a ver al suelo en frente de él, algo temeroso, pero respira sin dificultad por primera vez en mucho tiempo al ver los trozos del objeto maldito tirados ahí, privados de ese deslumbrante brillo al que Luis había llegado a acostumbrarse.

Luis suelta una carcajada.

El apartamento nunca se había visto tan bien, es lo que piensa Luis cuando entra por la puerta después de haber terminado con su trabajo, pone una mochila sobre el sofá y prende la televisión. Mientras busca algo que ver, Luis reflexiona en lo que acaba de hacer, lo cual incluye quemar la mochila donde había transportado el objeto, pero sobre todo, enterrar los trozos restantes de dicho objeto. Había tardado mucho tiempo decidiendo el lugar adecuado, y al final se decidió por esparcir los pedazos por toda la ciudad, considerando que era lo mejor. Ahora Luis reflexionaba sobre si eso en verdad había sido la mejor idea, su teoría era que mientras mas regados quedaran los pedazos había menos probabilidades de que volvieran a juntarse, y que por sí sólos no podrían hacer ningún daño, pero no sabía si enterrarlos sería suficiente, definitivamente al aire libre no quería dejarlos y la basura era muy arriesgada por si alguna persona los encontraba, pero pues era posible que alguien excavara y…

Luis suspira y apaga la televisión. Lo que estaba hecho, estaba hecho, sería muy cansado tratar de cambiar el plan en ese momento. Luis camina hasta su habitación y entra, se acuesta en su cama y pide internamente a quien sea que esté escuchando que porfavor lo dejen porfin dormir en paz.

Mañana sería un nuevo día, y Luis tenía la sensación de que todo iba a salir bien, o al menos mejor que los últimos días. Ahora sin la joya no sabía como iba a estar la situación en el trabajo, pero bueno, eso sería algo que tendría que resolver a su debido tiempo, además, tenía la ligera sensación de que todo iba a estar bien de algún modo.

Una gran sonrisa aparece en el rostro de Luis y se queda dormido.

Sí, todo iba a estar muy bien.