la idea del hogar

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MIÉRCOLES 9 DE NOVIEMBRE DEL 2011 490 Escrituras Visita a Bergounioux Un encuentro con el autor francés, que vive silencioso en las afueras, y en cuyas novelas se habla de valores perdidos y de formas de heroísmo Página 6 Pantallas Agnès Varda en Girona Durante una semana la cineasta convivió con profesores y estudiantes, poniendo en cuestión los principios habituales del cine Página 26 La idea del hogar La casa nos define: la que ocupamos, la que deseamos, la que nos imaginamos, la que poseemos Páginas 2 a 5, 16 y 23 Expuesto Los sueños de Cirlot Un recorrido por los mitos recurrentes del poeta y crítico, sus preferencias estilísticas, sus entusiasmos no siempre correspondidos Página 18

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Page 1: la idea del hogar

MIÉRCOLES9DENOVIEM

BREDEL20

11

490EscriturasVisita a BergouniouxUn encuentro con elautor francés, que vivesilencioso en las afueras,y en cuyas novelas sehabla de valores perdidosy de formas de heroísmoPágina 6

PantallasAgnès Varda en GironaDurante una semana lacineasta convivió conprofesores y estudiantes,poniendo en cuestiónlos principios habitualesdel cinePágina 26

La idea del hogarLa casa nos define:la que ocupamos, laque deseamos, la quenos imaginamos,la que poseemosPáginas 2 a 5, 16 y 23

ExpuestoLos sueños de CirlotUn recorrido por losmitos recurrentes delpoeta y crítico, suspreferencias estilísticas,sus entusiasmos nosiempre correspondidosPágina 18

Page 2: la idea del hogar

Pocas cosas dicen tanto de nosotros como la casa en la que vivimos, lugar para laconvivencia pero, sobre todo, para lo íntimo, para lo privado. Dos novedadeseditoriales indagan en las relaciones entre el espacio doméstico y sus habitantes

En casa

Bill BrysonEn casa. Una brevehistoria de la vidaprivada / A casa.Una breu històriade la vida privadaTraducción de Isabel

Murillo. Traducción al

catalán de Joan Solé

RBA / LA MAGRANA670 / 640 PÁGINAS25 EUROS

AnatxuZabalbeascoaTodo sobre la casa

GUSTAVO GILI214 PÁGINAS29,90 EUROS

Page 3: la idea del hogar

3Cultura|sLa

Vanguardia

Miércoles,9noviembre2011

TEMA‘Sin título’ (1988),

una de las fotogra-fías-pintura delartista holandésTeun Hocks

ANDRÉS HISPANO“Bienvenido a la república inde-pendientede tu casa”, rezauna car-gante campaña de la omnipresenteIkea. Es cierto, sin embargo, quehemos hecho de nuestras casas elúltimo refugio de nuestra libertad.Se trata de una idealización quearranca hace dos siglos y que, opo-niendo el espacio doméstico al lu-gar de trabajo y a la dureza delme-dio urbano, nos hizo ver en casa unsantuario de honestidad, amor ysinceridad, tal y comoRichardSen-nett recordaba en El declive delhombre público.Hemos convertido en un fin el

estar en la intimidad, en una casaque hemos hecho reflejo de nues-tras psiques y, por extensión, esca-parate de nuestros gustos y necesi-dad de aparentar. En casa, nos he-mos convencido, somos más noso-tros. La verdad, pocos piensan co-moelmalogradoFranciscoCasave-lla, para quien, segúndecía, ennin-gún sitio se está como fuera de ca-sa. La importancia simbólica queeste espacio ha adquirido hace sig-nificativo cualquier aspecto denuestra relación con ella: no teneruna, vivir en la de tus padres, tener-la compartida, cambiarla o perder-la son rasgos que definen de inme-diato el perfil de cualquiera. Ymásaúnen tiempos comoestos, enroca-dos como estamos en una suerteque claramentepuede ir apeor. Es-ta parálisis, que nos hace apreciarmás lo que tenemos, quizás expli-que el renovado interés que mos-tramos por los detalles del hogar,también del hogar ajeno, en multi-tud de programas televisivos, y delhogar del pasado, como atestiguanvarias novedades editoriales.La historia del espacio domésti-

co supone una alternativa radical ala historia de los grandes eventos yla vida de unos pocos señaladospor el destino. Es el extraordinariorelato de lo ordinario, una crónicade los hábitos e invenciones quehan gobernado el día a día de la in-mensa mayoría, y una historia so-bre la que siempre disponemos deun referente: nuestra propia casa.Dos libros aparecidos reciente-

mente abordan la historia de la ca-sa y lo hacen desde un esquema si-milar, estudiando la evolución delas diversas piezas que componenel hogar común: la cocina, el salón,el baño, el dormitorio...En lo esencial, ambos ofrecen

un recorrido similar, si bien Bill

Bryson (En casa) se ciñemás al ám-bito anglosajón (en paisajes y en laexplicación etimológica de mu-chos términos), ademásde regalar-se unas generosas seiscientas pági-nas en las que dar cabida a una cas-cada increíble de anécdotas y esce-narios. No por nada, Bryson debesu popularidad a suUna breve his-toria de casi todo (2003), cuyo títu-lo ya da una idea de lo poco que leimponen las aventuras caleidoscó-picas. AnatxuZabalbeascoa, enTo-do sobre la casa, resume esta histo-ria enpocomásdedoscientas pági-nas, escritas en un tono menos co-lorido pero igualmente ameno. Laedición, por cierto, viene ilustradapor Riki Blanco en un equilibrado

ejercicio de estilo y de rigor docu-mental.La historia de la casa, además de

registrar la invención, sentido yevolución de la privacidad es, tam-bién, la historia de cómo emplea-mos el tiempo y cómo ordenamoslos roles en la vida familiar. Y esatendiendo a esta evolución comonos hacemos una idea sobre cómoycuándo algunas invenciones, des-cubrimientos o revoluciones llega-ron realmente a cambiar nuestrasvidas. Entre los temas transversa-les que más interesan está el de lahigiene, morboso pero elocuentecomo pocos. Los hábitos del pasa-dononos ahorrandisgustos nime-dias sonrisas: hogares comparti-dos con el ganado, baños romanosen los quedefecar en grupo, recogi-da semanal de excrementos en lospasillos y escaleras de Versalles,unSiglo deOro salpicadopor el va-ciado de orinales en la vía pública,etcétera. Recorriendo la historiadesde distintas estancias, resultamás fácil prestar atención a estosaspectos: la tecnología en la coci-na, la higiene en el baño o los hábi-tos familiares y sociales en come-dor y dormitorio.Una serie británica producida

por Channel 4 (The 1900 House,1999) recreó hasta el más mínimodetalle una casa de época a la quese invitó a vivir auna familia duran-te un mes. Los descubrimientos

Fotografía de Mar-tin Parr de la serie‘Signs of the times.A portrait of thenation tastes’

La historia de la casatambién lo es de cómoempleamos el tiempo ycómo ordenamos losroles en la vida familiar

Interior de unacasa en Birming-ham (Reino Unido)en 1939. Fotogra-fía de Bill Brandt

‘Kaffeeklatsch’,Park Forest, Illinois(EE.UU.), fotografíade 1953 de DanWeiner

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quehabitantes yproductores ha-cían nos dabanuna visiónmuy cla-ra sobre la esclavitud del hogar: lapasta no hervía en la cocina de le-ña, la colada llevabahoras y la com-pra debía hacerse a diario ante lasdificultades de conservación. Elejercicio se repitió recreandohoga-res de diferentes décadas, hacien-do de un reality una lección de his-toria increíble. En Gran Bretaña,cabe recordar, los living museumsson numerosos y populares, y lomismomantienen en usouna coci-na victoriana que una colonia detrabajadores de la era industrial.

El interés por esta mal llamadamicrohistoria no ha dejado de cre-cerdesdehaceunos años, ofrecien-do una visiónmás compleja e inte-grada sobre la relación entre losbienes y los hábitos. No deberíancelebrarse los hitos del urbanismoo el diseño sin exponer lo que deverdad implican en la vida cotidia-na o lo que su mera existencia nosdice de sus responsables.

En el V&A Museum of Child-hood de Londres, por ejemplo, re-cuerdo haber visto expuestas lasropas de un bebé a lo largo deltiempo, desdeun trapohasta el pa-ñal desechable, sin una sola men-ción a lo que esta evolución impli-caba en términos de higiene, tiem-po empleado en cuidados por lamadreo costemedioambiental. Pa-

réntesis: todavía en 1870, Orson S.Fowler, promotor de la casa Octa-gon, recomendaba como científicoque los bebés no se cambiaran deropa interior más de dos veces porsemana. Lo apasionante de esteasunto, el espacio doméstico, esque su estudio requiere trenzar ar-quitectura con las ciencias socialesy las innovaciones técnicas y cientí-ficas. La política y el marketing,consecuentemente, cobran un cre-ciente protagonismo desde el siglo

XIX. En Objects of desire (AdrianForty, 1986), se dedica un extensocapítulo a la introducciónde lamá-quinade coser en loshogares, a có-mo los pioneros del marketing su-pieronvender algo quenohacía fal-ta en las casas y que además, paracolmo, era algoque remitía al peno-so mundo del taller de trabajo. Lohogareño, descubrieron, es algoque podía reinventarse.

La historia de la casa es la de lasoportunidades que ofrece este es-pacio una vez se divide, viste y lle-na de útiles, condicionando tiem-

po y espacio para la lectura, el sexorecreativo, el coleccionismo, elejercicio, la autocontemplación, eljuego o la conversación. En defini-tiva, precisar e intensificar las oca-sionespara lo íntimoy lo comparti-do. Bryson insiste en ejemplos ex-cepcionales que retan la lógica ynos enfrentan a la disparidad demodelos que han existido y hastaconviven hoy.

En 1958 se descubrió en Tur-quía la quepodríahaber sido la pri-

mera ciudad de la historia, ÇatalHöyük, de no ser porque mas alláde su tamaño, la población carecíadecualquier estructura administra-tiva apreciable. Çatal Höyük eraun enorme pueblo sin calles, unconjuntomonstruoso de cubículosde una planta pero distintas altu-ras, amontonados de tal maneraque el único acceso a los hogaresestaba en los tejados.

Desde aquel amasijo al ideal dela casa adosada, o arquitectura dela tranquilidad (Mike Mills), hayun largo caminoencuyoúltimo tra-

mo la cultura popular ha ejercidouna gran influencia. Este es un as-pecto que ninguno de los libros ci-tados contempla, el efecto que loscuentos infantiles, Hollywood, lasrevistas gráficas, la publicidad olas sitcoms han ejercido en nuestraidea sobre lo que constituye un ho-gar. En su libro Believing is seeing(The Penguin Press, 2011), ErrolMorris analiza hasta la extenua-ción algunas imágenes para edu-carnos en la fotografía como fabri-cación y su poder para transmitirideas. Una famosa imagen deWal-ker Evans, que retrata la chimeneade un hogar pobre del medio oesteamericano, llama su atención porelmodo en que los objetos de la re-pisa definen la vida simple yhones-ta que ese tipo de vida representa.Entre estos objetos, Morris desta-ca la presencia de un reloj desper-tador que, sospecha, fue puesto ahípor Evans. Pura dirección artísti-ca. Algoparecido ocurre con las fo-tos de Bill Brandt sobre la vida ho-gareña británica de posguerra o lasde Dan Weiner sobre la prósperaAmérica de los cincuenta. No pue-de decirse que mientan sobre larealidad, pero construyeron a par-tir de ella un ideal con el que mol-dear nuestra imaginación.

¿Qué arquitecto podría imponercon mayor efectividad su hogarideal? |

El espacio condicionalo íntimo y locompartido, del juegoo la conversacióna la lectura o el sexo

BIBLIOGRAFÍA

VV.AA.Dirt. The filthyreality ofeveryday lifePROFILE BOOKS, 2011

Monique Eleb yAnne DebarreL'inventionde l'habitationmoderneHAZAN, 1995

Adrian FortyObjects of desireTHAMES AND HUDSON,

1986

La cultura popular–los cuentos, el cine,la publicidad, la tele...–son determinantesen la idea de hogar

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Fotografías (1978-79) de Laurie Simmonsque recrean escenas domésticas

Page 5: la idea del hogar

RAÚL MINCHINELALa televisión es una ventana almundo. La frase ya se usaba cuan-do reinaba la radio, con discursosque cruzaban el océano y noticiasde rincones remotos, pero es másventana aquella con la que se ve.Sin embargo, pese a su nombre, latelevisiónnoes unaparatoparami-rar lejos. En su lugar, la funcióndel televisor es observar a travésde los objetos opacos. Las retrans-misiones deportivas muestran loque está al otro lado del muro delestadio ode la curvatura del plane-ta, y las crónicas muestran lo queocurre dentro del Congreso de losDiputados.GustavoBueno en su li-bro Televisión, apariencia y verdaddefiende que el televisor es la pró-tesis que permite la clarividencia,el mirar a través de los cuerpos. Locrucial no es la distancia, sino la ba-rrera franqueada. El televisor esunaparatoparadescubrir la intimi-dad.Con la carga histórica de la dis-

tancia, sorprende el reciente alu-vión de programas de televisióncentrados en las casas. Múltiplesespacios retratan la vida a domici-lio: perforan elmuromás inmedia-to, léase, la pared del vecino. Lascámaras entranen las viviendas pa-ra retratar las costumbres, repasarla decoración y dar cuenta de lasconductas. La tendencia contrastacon una frase que se ha conserva-do en el acervo para describir loscambios en la convivencia: “Antes,en el pueblo, todos teníamos lapuerta de casa abierta”. El espaciodel vecino era diáfano, pero ahoraes territorio comanche, donde seguarda el secreto del otro. Igualque los reporteros de guerra, la te-levisión se convierte en una sondaexploratoria que revela quién resi-de tras esa puerta, cómo repartelashabitaciones, quéordenmantie-ne en la despensa.

Convivencias y conflictos¿Quién vive ahí? (La Sexta) entraen las casas vistosas, desde chaléscon acantilado hasta construccio-nes de Gaudí, para identificar a lospropietarios y acompañarlos en unrecorrido donde lucen desde el ba-ño a la terraza. Se suma una vueltade tuerca en Mi casa es la mejor(Nova). Allí, cuatro domicilioscompiten por ser el favorito, y loscontrincantes recorren cada casaenuna visita conjunta.Al voyeuris-mo seañaden las cualidadesdel an-fitrión, que sirve un aperitivo a susrivales mientras relata los motivosde la ornamentación de la salita oel retablo en homenaje a sus pa-dres. El montaje puntúa el recorri-do con las impresiones de los riva-

les, que hacen a la vez un juicio es-tético y un dictamen moral. Ade-más de entrar en la casa ajena, sesomete al vecino al juicio del vecin-dario.El qué hay tras la puerta es me-

nos conflictivo que el qué sucede.Se trata en otros espacios, que hanseparadoconvenientemente los es-tratos. La convivencia entre los jó-venes se retrata en programas co-mo Piso compartido (La Sexta2),donde los protagonistas relatan enprimera persona los encontrona-zos con sus compañeros de resi-dencia y los roles que se asumenen el día a día, que pueden extre-marsehasta los límites quemostra-ba el largometraje Gente Pez. Losjóvenes en coexistencia se sabentemporales y confiesan sin proble-mas las tensiones. En el núcleo fa-miliar –mucho más sólido– no sontan visibles, así que para ilustrar laconvivencia de losmayores fue ne-cesario colocar dentro al otro.En Me cambio de familia (Cua-

tro) dos hogares intercambian lasmadres, que aterrizan en un espa-cio donde son distintas las formasde comportamiento, las costum-bres en higiene o el reparto de ta-reas del hogar. El adulto que cam-bia de familia es testigo de los con-flictos entre las distintas formas denormalidad. Cuando el espacio delvecino deja de ser diáfano, la nor-malidad se acota al propio domici-lio; yo soy lo normal, y los otrosson los raros. Con la puerta cerra-da, la normalidaddejade ser unva-lor estadístico: se proyecta al exte-rior lo que cada uno asume comopropio.El adulto colocado como extra-

ño para revelar el contraste ha lle-gado hasta la profesionalización.En Adopta a un famoso (T5), unafigura de la cadena pasa veinticua-tro horas en hogar ajeno, que lomismoesunpisodeestudiantes ca-cereños que unmatrimoniomayordeunpueblodeToledo. Los prota-gonistas son concursantes deGranHermano o tronistas de Mujeres yHombres y Viceversa: es decir, re-presentantes de la telerealidad. Larealidad televisada se debería con-frontar así con la realidad de calle:un apartado obligado es ir a com-prar al mercado, que se trufa conreacciones de los compradores.Sin embargo, el espacio abunda enbromas pactadas: comidas dondesólo llevapicante el platodel invita-do, labores rurales tras invitar a lu-cir tacón, accidentes domésticosdonde se fuerza al recién llegado alimpiar el desastre. La telerreali-dad fuerza a la realidad, la siembracon pruebas. Otro profesional quese instala en la normalidad del otro

se muestra en El convidat (TV3),un adopta a un periodista donde elanfitriónesunapersonalidadde re-nombre.El reporteromuestra ladi-ferencia pero no el conflicto: denuevo, ser visitante ocasional re-vierte en un turismo documental,cercano a los programas que fil-man los ornamentos. Testimonianlo excepcional soslayando lo habi-tual. El perfecto negativo de las es-posas de Me cambio de familia,donde las protagonistas ven dina-mitada su normalidad al estar so-metidas a obligaciones.

La escalera (Cuatro), además deperforar el muro de la casa, entraen el reducto de la comunidad de

vecinos. El espacio dibuja las nor-mas mínimas de convivencia en elespacio colindante al domicilio,mientras la abogada Carmen Car-celénmedia en los conflictos entreinquilinos. La intimidad del des-cansillo es tan sugerente como lade la casa, con el añadido de quepueden presentarse posiciones nonegociables. Normalidades cuyoestado de equilibrio se cimenta enel conflicto: lo insoportable en elhogar puede ser el pan de cada díaen el rellano.El espectáculo del contraste en

hogar ajeno se solía formular co-mo lohaceKarakia (C33),mostran-do a los extraños con su diferenciamenos amenazadora: la gastrono-mía.Programasqueentranen la ca-sa del otro hasta la cocina. La nue-va oleada requiere menos exo-tismo, lo que sugiere que el vecinose va tornando más desconocido.La televisión es la ventana al mun-do porque permite mirar conve-nientemente protegido. En el dic-cionario, abrir la ventana significaoxigenar, mientras que abrir lapuerta es ampliar el campo de lasposibilidades, permitir que las co-sas nos manchen. Cuando busca-mos al vecino a través de la venta-na, suele ser indicador de que pro-gresivamente abrimos menos lapuerta. |

Cuando buscamos alvecino a través de laventana, suele indicarque cada día abrimosmenos la puerta

Las cámaras entran enlas casas para retratarcostumbres, repasarla decoración y darcuenta de conductas

Fotogramas dealgunos programasrecientes de televi-sión en los que lascasas o sus morado-

res son los protago-nistas, de arribaabajo: ‘¿Quién viveahí'’ (La Sexta),‘Mi casa es la me-

jor’ (Nova), ‘Mecambio de familia’(Cuatro), ‘La escale-ra’ (Cuatro), y‘El convidat’ (TV3)

Casasde televisión

Perforando la pareddel vecino

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Cultura|sLa

Vanguardia

Miércoles,9noviembre2011

ESPACIO

S

Espacios

EVA MILLETEsunmueble básico. Relativamen-te fácil de construir si se comparacon su complementomás cercano,la silla. En esencia es un sobre, sos-tenido por una o más patas, perodetrás de esta aparente llaneza dela mesa hay mucho más. La evolu-ción de esta pieza es un reflejo delos cambios en los hábitos socialesdel hombre y del refinamiento desu vida doméstica. Tanto a nivelpúblico como privado, lamesa es yha sido un mueble fundamental,hoy y hace dosmil años. Entremu-chas otras cosas, alrededor de unase celebró laÚltima Cena, se forja-ron leyendas como la del rey Artu-ro, se firmaron acuerdos de paz yse llevaron a cabo conferencias ycumbres políticas. Todavía hoy, enla era digital, soportan actos públi-cos de este tipo, además de un sin-fín de ritos cotidianos, algunos tanclave como las comidas familiareso la firma de una hipoteca.Nacida en el 2004, con el propó-

sito de acercar el mundo del mue-ble y de las artes decorativas algran público, l'Associació per al'estudi del Moble se ha centradoen la mesa en su última iniciativa:La taula és art, con la ideade reivin-dicar una pieza clave en un patri-monio, el mobiliario, que conside-ran muy cercano a todos pero, a lavez, muy desconocido.Porque la mesa lleva mucho

tiempo con nosotros. Ya existía enel Antiguo Egipto (donde consistíaen toscas plataformasdepiedrapa-ra mantener los objetos fuera delsuelo) y en China, que la utilizabapara la pintura y la escritura.Fueron los griegos y, especial-

mente, los romanos quienes exten-dieron el que hoy es quizás su usomás conocido: el comer. En la cul-tura helénica, sin embargo, eranmeros soportes para los alimentos:planchas de madera que se oculta-ban tras utilizarse. Fueron los ro-manos los que sofisticaron estemueble, que en esta civilizaciónfue un símbolo de estatus. Sénecalas coleccionaba mientras que enlas villas romanas más pudientesse exhibían mesas con grandes so-bres redondos de madera y un pe-destal de marfil. Alcanzaban pre-cios astronómicos y se trataban co-mo objetos preciosos, que se pu-lían y cubrían con gruesas telas delino, precursoras de los actualesmanteles. Las comidas se celebra-

ban enmesasmás sencillas y bajas,reclinados sobre divanes.Durante la Edad Media, las me-

sas empezaron a hacerse más al-tas, para acomodar tronos, sillas ybancos, y continuaron siendo unprivilegio de los nobles. Solían sermodelos transportables, con caba-lletes. Las hoy clásicas mesas rec-tangulares, llamadas de refectorio,aparecieron en el siglo XVI, comounamejora de las de caballete. Fa-bricadas en maderas resistentes,como el roble, eran largas y enor-mes: pensadas para amueblar vas-

tas salas en castillos ymonasterios.La evolución de la mesa tam-

bién refleja los cambios del confortdoméstico y las actividades deocio.Así, en el sigloXVII los come-dores dejaron de ser patrimoniode reyes y monjes y empezaron aaparecer en las casas. Para estasnuevas estancias se diseñaronnue-vas mesas, en especial ovaladas.Años después, en el apogeo de lacultura de los salones aparecieronlas mesitas bajas, las auxiliares, lasde centro, las de juego, los velado-res para servir el té o los postres…

En el siglo XIX, la burguesía occi-dental atiborró sus casas de mesasde todo tipo, algo que persiste ennuestros días. Siguen siendo omni-presente en los hogaresmodernos,prácticamente sólo han cambiadolos materiales.¿Puede considerarse una obra

de arte un mueble tan cotidiano?Esta es la preguntaque sehanplan-teado en la Associació per al'Estudi delMoble y que, con un tí-tulo que dejamuy clara su postura,ha propulsado su última iniciativa.Así, este mueble es el protagonistade La taula és art, su segunda con-vocatoria de la ruta y concurso deescaparates en la queparticipan al-gunas de las más prestigiosas tien-das de Barcelona. Galerías, comer-cios de diseño y textil, anticuariosy talleres de restauración, entreotros, dedicaron sus escaparates aestemueble fundamental. “Hemosescogido la mesa porque en la cul-tura occidental tiene una presen-cia constante y un lugar destacadoen las sociedades actuales”, expli-ca lahistoriadoraMònicaPiera, es-pecialista enmobiliario ypresiden-ta de la asociación. “Por eso quere-

mos que el debate llegue a la calley sea motivo de conversación en-tre aquellos que pasean frente a losescaparates de las tiendas que ven-den arte y que se concrete así la re-lación entre losmuebles y esta dis-ciplina”.El proyecto viene respaldado

por el cocinero Ferran Adrià,quien también ha sabido elevar loque se sirve en la mesa, la comida,a la categoría artística. En el mis-mo tomaronparte 34comercios re-partidos por distintas zonas de laciudad, que han interpretado el ca-risma de este mueble de muy dis-tintas formas. Desde el homenajeque un clásico comoVinçon rindióa la mesa de operaciones, a la des-construcción virtual que el DHUB(Disseny Hub Barcelona) instalóen el Museu de les Arts Decorati-ves de la calleMontcada, punto departida del recorrido. Participarontambién reputados anticuarios ypequeñas tiendas de jóvenes talen-tos, quienes agudizaron el ingeniopara atraer las miradas a sus loca-les sin necesidad de utilizar un es-truendoso hilo musical.A través de visitas guiadas y una

votación abierta al mejor escapar-te a través de la web www.estudi-delmoble.com se animó a los visi-tantes a participar en el proyecto.La ruta, que se pudo recorrersehasta el 1 de diciembre, tambiéndió respuesta a otra pregunta quese hacieron sus organizadores: sies posible amar a “unos pedazosde madera”. La respuesta es sí. |

Fueron los griegos ylos romanos quienesextendieron el que hoyes quizás su uso másconocido: comer

01 Escaparate para‘La taula és art’ enel Museu d’Idees iInvents

02 Escaparate de‘La taula és art’ enBoulevard delsAntiquaris

03 Escaparate para‘La taula és art’ enMinimFOTOGRAFÍAS DE JORDI

ROVIRALTA

TendenciasLa evolucióndeesta pieza esun reflejode los cambios en loshábitos sociales del hombreydel refinamientode suvidadoméstica.Un itinerario porBarcelonademostró susposibilidades

El arte de lamesa...comomueble

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