la idea de la muerte identidad nacional

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¿La idea de la muerte identidad nacional? José Guadalupe Posada y su intervención en la invención de la identidad mexicana Claudia Guerrero Sepúlveda Mayo 2009 La idea de la Muerte, su presencia en la Nación Mexicana y Jose G. Posada quién supo expresar su fuerza de identidad y cohesión creadora de mexicanidad.

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La identidad nacional, una invención?

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Page 1: La Idea de La Muerte Identidad Nacional

¿La idea de la muerte identidad nacional?

José Guadalupe Posada y su intervención en la

invención de la identidad mexicana

Claudia Guerrero Sepúlveda

Mayo 2009

La idea de la Muerte, su presencia en la Nación Mexicana y Jose G. Posada quién supo expresar su

fuerza de identidad y cohesión creadora de mexicanidad.

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La muerte .... las calaveras, parte de la identidad nacional mexicanai

La nacionalidad mexicana imaginada en una comunidad política en la que nunca nos

conoceremos todos pero en la que todos nos consideramos mexicanos, cumple con la idea de

Renan porque nos reconocemos como connacionales en la “esencia de lo que todos tenemos en

común y también de aquello que en común debemos olvidar”.

Algo que en común tenemos los mexicanos de manera particular es lo que imaginamos y

hacemos en el “día de los muertos” u otrora “día de las ánimas”, costumbres que reconstruimos

tomando elementos del pasado tanto de los españoles como de quienes habitaron nuestro país

antes de la conquista ya que como dice Eric Hobsbawm en la construcción de tradiciones

inventadas de género nuevo para propósitos nuevos se utilizan antiguos materiales acumulados

en el pasado de cualquier sociedad para así poder estar enraizadas en una antigüedad remota que

las haga parecer como “naturales” y para las cuales no sea necesaria más definición que la propia

afirmación.

Quienes no se reconocen como mexicanos lo consideran macabro porque mantenemos

una alegre familiaridad con la muerte, intimamos con ella de forma irónica y consideramos posible

la convivencia entre vivos y muertos, además de que es algo que nos hace iguales en la

horizontalidad de lo que es una nación porque nos llega a todos y de igual forma se burla de todos

nosotros.

El origen de la nacionalización mexicana de la muerte pareciera que no la podemos situar

como una invención del Estado, y tampoco en una cultura particular ya fuera alta o popular. Es

significativo que los mexicanos le otorguemos a la muerte una intensa representación dentro de

nuestra lengua teniendo más de cincuenta términos para nombrarla y cuyo vocabulario simbólico

va más allá de lo que pudiera existir en otra nacionalidad cercana en geografía y pasado con la que

compartimos lenguaje e historia. La lista proporcionada a continuación nos permite evocar estos

términos y cómo los reconocemos como propios de la muerte: la parca, la calavera, la pelona, la

pelona catrina, la calva, la canica, la cabezona, la copetona, la dientuda, la sonrisas, la sin dientes,

la mocha, la dama de la guadaña, la huesos, doña osamenta, la flaca, la descarnada, la tilica, la

pachona, la araña pachona, la temeleque, la patas de catre, la patas de alambre, la grulla, la María

Guadaña, la segadora, la igualadora, la despenadora, la liberadora, la pepenadora, la afanadora, la

enlutada, la dama del velo, la pálida, la blanca, la polveada, la llorona, la chingada, la chifosca, la

chicarra, la chicarrona, la tiznada, la tostada, la trompada, la jodida, la jijurnia, la tia Quiteria, la

madre Matiana, la patrona, la tolinga, la bien amada, la novia fiel, la güera, la impía, la apestada, la

amada inmóvil, la petateada y la mera hora.

Además de esta presencia lingüística hay una relación llena de tradición y seducción entre

los mexicanos y la muerte. Para muestra se presenta un poema que se publicó en el día de

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muertos de 1923, en Oaxaca y en las que un amoroso desdeñado le coquetea a la muerte y luego

es tratado por ella como lo hubiera sido por cualquier otra mujer.

Cuando, ya muerta mi ilusión postrera,

En mi pecho le abrí su tumba helada,

Una noche llegó a mi cabecera

La misteriosa y pálida enlutada.

Mi corazón se estremeció al sentirla,

Pero aunque ella, inclinándose muy quedo

-“Soy la muerte”, me dijo, yo al oírla,

ni tristeza sentí ni sentí miedo.

-“Yo soy tu último amor. Juro adorarte,

Dijo al besarme con su beso frío,

Tuya, tuya he de ser, no he de dejarte,

Quiero que seas para siempre mío”.

Yo la quise estrechar contra mi pecho,

Para gozar de sus caricias toda,

Pero ella dijo, huyendo de mi lecho:

-“Esperemos que pasen nuestras bodas”,

Y las noches así fueron pasando

Y la fiebre avivando mi quimera,

Yo siempre preguntándole: “¿Hasta cuándo?”

Ella diciendo siempre: -“Espera.... espera”.

Pero por fin cedió la calentura

Y una noche (mi alma acongojada)

Ya no volvió la pálida enlutada.

Y al mirar que la muerte no ha tornado

Al lecho en que la espero hora tras hora,

Pienso que, cual las otras, me ha dejado,

Porque es también mujer y engañadora. ii

En un anuncio en el día de los muertos, se despliega la familiaridad con la que aparece en

nuestra vida cotidiana

Si la parca se lo lleva,

Donde hay silencio profundo

No se apene, lleve un radio

Comprado en la voz del mundo

En la celebración del día de los muertos compartimos

tradiciones de comida, de dulces, de fiesta, de elementos decorativos

y de convivencia en las “lloradas de hueso” a lado de las tumbas con

su convite de mole, música y pulque en contraste con las solemnes

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misas enlutadas del “día de las ánimas”. El fraile Diego Durán ante la extrañeza propia de quien no

comparte los sentidos de la comunidad imaginada especulaba que la celebración indígena del Día

de Todos los Santos y el Día de ánimas o de difuntos era en realidad una pantalla para continuar

con la observación de los festivales aztecas de un mes de duración dedicado a los niños y los

adultos muertos y también Rivadeneyra consideraba esta costumbre como superticiosa

mencionándola en su lista de abusos encontrados entre los indios diciendo....... “El día de difuntos

creen que vienen éstos a comer, por lo que les ponen aquellos manjares que más les gustaban”.

Algunos elementos presentes ese día son el pan de muertos, las calaveras de azúcar, el papel

picado, los altares de muerte y las calaveras.

Aunque estas tradiciones y costumbres los mexicanos no las practiquen, las sienten como

parte de lo que los hermana entre ellos, son fácilmente reconocibles en el extranjero y también

presentadas como parte de lo que advertimos como típicamente mexicano.

José Guadalupe Posada y su intervención en la invención de la

identidad mexicana.

La obra de José Guadalupe Posada además de numerosa es variada, sin embargo por lo

que es reconocido y popular es por sus grabados de calaveras. En ellos representa en el papel de la

muerte al hombre visto “hasta los tuétanos” como lo veía la gente mexicana en un tono siempre

irónico, satírico, jovial, cómico, en

movimiento, ilustrando las

tradiciones y las costumbres

mexicanas. Estos grabados podían

además acompañar a otras

costumbres nuestras como son los

corridos y a las “calaveras” (rimas

literarias mexicanas), mismos que

han contribuido en gran medida a

la invención de la identidad nacional mexicana. Es considerado como representante expresionista

del arte moderno mexicano.

Las calaveras y esqueletos son utilizados por José G. Posada con propósitos satíricos así

como para crear el comentario social y la crítica política. La representación y presencia de sus

grabados ayudaron a confirmar aún más en el imaginario nacional la idea de la muerte en la

generación revolucionaria, en la que todos éramos y podíamos ser iguales. Una frase acuñada por

él dice "La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la

gente acaba siendo calavera”. Y es que si culturalmente la comparamos ya la calavera deja de ser

un recordatorio de la brevedad de la vida, (representada frecuentemente junto a un reloj de

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arena) o de lo propio para llevar una vida de humildad cristiana y ahora se presenta como

representante de la igualdad humana, utilizada por Posadas en la tradición liberal.

Posadas además de contribuir a la conformación de la comunidad imaginada hermanada

en su concepción de la muerte utilizó sus grabados para representar la historia nacional y las ideas

de la época. En la época porfiriana la industrialización y el progreso se asociaron a una forma de

vida que daba lugar a accidentes ferroviarios, a deportaciones en masas hacia las zonas urbanas y

así incorporarse a la producción, esta situación es descrita en una buena parte de los grabados de

crítica política y social de Posadas. A continuación se describen algunos de ellos.iii

En el Gran panteón de calaveras de Posada describe la muerte en la época de progreso

cuando llegan en tranvía los vivos a visitar a sus hermanos en el “día de los muertos” en el

Panteón de Dolores de la Ciudad de México.

1El Gran Panteón de Calaveras

En los grabados de Posada los vivos son también esqueletos, independientemente de que

los sepa o lo ignoren, y ambos se miran, unos y otros están vivos o muertos a su manera. Son parte

del pasado, los muertos rondan la vida con su recuerdo, los vivos tocados por la muerte se van

haciendo obsoletos.

En el grabado del Choque de un eléctrico con un carro fúnebre (uno de los muchos que

creo sobre accidentes) un tranvía destruye una carroza funeraria, arrojando al suelo el cuerpo de

un currutaco.

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2Grabado del choque de un eléctrico con un carro fúnebre

En la idea de los males que acarrea el progreso, la propia muerte que va en el cortejo sufre

las consecuencias de la modernización siendo atropellada por el tranvía que ya no se detiene ni

aún por los muertos, y la comunidad sigue ocupada en sus propios asuntos. Es una crítica a la

electricidad, a los medios mecánicos, al progreso, al mundo moderno en los que el tiempo corre

sin rumbo, con prisa y hacia la muerte, y que afecta tanto a ricos como a pobres.

Otro más en esta idea es el grabado de las bicicletas, en él la tecnología ahora está

representada por la bicicleta, que en ese entonces era un artículo aristocrático y burgués, los

ciclistas insisten en correr. Uno de ellos representa al tiempo (el viejo de barba blanca con alas y

halo) atropellando al esqueleto del yelmo que representa al pasado, uno más con “potencias”

sobre su cráneo y a la derecha tres ciclistas más; la libertad, la aristocracia y el capital. Otros dos

esqueletos más uno de ellos con sombrero de charro y otro con faldas tratan de seguir la carrera

en sus bicicletas. Los poderes celestiales y terrenales se montan en el progreso (la bicicleta)

atropellando el pasado y la tradición y son seguidos por el pueblo, otra crítica más a los tiempos

modernos despiadados y mecanicistas.

En estos grabados Posada muestra la falacia de la “religión del progreso” que proponía el

presidente Días, las bicicletas atropellan gente, los trenes escapan de sus vías, lo que crea un

desorden completo en la vida urbana.

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3Las bicicletas

Posadas además de la crítica política y social, fue dejando huella de los personajes y de los

momentos relevantes de la historia y así también incluye en su iconografía a Madero, Huerta,

Zapata, así como de festividades y de estereotipos de los personajes de la época.

Madero y su esposa en su

entrada a la Cd. de México

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Madero,

Presidente de México

La Calavera Zapatista

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Esta representación de Posada en tantos temas y tonos de las vidas diarias de los

mexicanos en eventos cotidianos o extraordinarios, con personajes conocidos o anónimos, o ricos

y pobres le proporcionó a los mexicanos una imagen de sí mismos que ayudó a crear la identidad

mexicana y una visión de la vida mexicana de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Otra de las obras de Posadas en las que participa en la creación de la identidad nacional es

en la ilustración de la Biblioteca del Niño Mexicano,iv, obra misma que también ha contribuido a

crear la identidad de la nación mexicana, de aquello que debemos recordar y olvidar.

La Calavera Huertista

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Otra más es en la que representa la vida burguesa con el personaje “Don Chepito

Marihuano”, payaso de la clase alto, hombre rico, remilgado y ridículo.

Pero sin duda la, calavera más famosa de Posada es la “Calavera de la Cuchara,” la

“Calavera Catrina.” Esta imagen de la mujer joven de la clase alta, con su sombrero elegante, se

ha convertido en icono mexicano. Es probable que su popularización, como la conocemos hoy,

empezó cuando ella apareció en el mural famoso de Rivera “Sueño de una tarde dominical en la

Alameda Central.”, al pintarla en el centro de este mural de memoria nacional, Rivera le hace un

reconocimiento a José G. Posada como alguien que representó una influencia importante en su

desarrollo como artista.

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El valor que tiene para nosotros los mexicanos la idea de la muerte y sus representaciones

en el día de los muertos y en los grabados de Posada es algo inventado pero legítimo. La idea de la

muerte compartida se puede observar en una gran diversidad de terrenos sociales o de

cosmovisiones políticas e ideológicas en el México de antes y de ahora, y como lo dice Benedict

Anderson nos permite imaginarnos como una comunidad política inherentemente limitada y

soberana. José G. Posada al haber seleccionado, escrito, dibujado, popularizado e

institucionalizado sus grabados de calaveras ha ayudado a inventar la ideología de una nación,

según Erick Hobsbawm no basta para hacerlo solamente lo que se conserva en la memoria

popular.

i Idea de La Muerte En Mexico, Claudio Lomnitz, FCE, 2006.

ii Manuel de Puga y Acal, “La balada de la muerte”, El Mercurio de Oaxaca, 1º. De noviembre de 1923.

iii Justino Fernández, “Arte Mexicano de sus orígenes a nuestros días”. Editorial Porrua, S.A. Séptima Edición.

iv http://www.bicentenario.gob.mx/bdbic/index.php?option=com_booklibrary&task=showCategory&catid=19&Itemid=30