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A N A L I S I S Y P R O P U E S T A S STIFTUNG EBERT FRIEDRICH REPRESENTACIÓN EN URUGUAY GABRIEL PAPA La herencia del neoliberalismo en América Latina y los márgenes de maniobra de los gobiernos progresistas

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A N A L I S I S Y P R O P U E S T A S

STIFTUNGEBERTFRIEDRICH

REPRESENTACIÓN EN URUGUAY

GABRIEL PAPA

La herencia del neoliberalismoen América Latina y losmárgenes de maniobra de losgobiernos progresistas

A N Á L I S I S Y P R O P U E S T A S

La herencia del neoliberalismoen América Latina y losmárgenes de maniobra de losgobiernos progresistas

GABRIEL PAPA

diciembre 2004

FRIEDRICH EBERT STIFTUNG

FESUR – Representación en UruguayPlaza Cagancha 1145, piso 8Casilla 10578, Suc. Plunae–mail: [email protected]://www.fesur.org.uyTels.: [++598 2] 902 2938 / 39 / 40Fax: [++598 2] 902 2941

Realización gráfica integral: www.gliphosxp.com

Gabriel PapaEconomista. Docente universitario [en el pasado de la Universidad de laRepública, actualmente de la universidad privada ORT] y de EnseñanzaSecundaria. Responsable de la sección económica del Semanario Brechadesde julio del 2000 y coordinador del suplemento mensual de economía.

LA «DÉCADA NEOLIBERAL»,UN PANORAMA POCO ALENTADOR _____ 7

UNA «FILOSOFÍA» DE MERCADO _____ 9LA POLÍTICA Y LA ERA DE LAS

REFORMAS NEOLIBERALES _____ 12ELEMENTOS PARA UN BALANCE _____ 14

¿QUÉ HACER? OPCIONESY MÁRGENES DE MANIOBRA _____ 19

Indice

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Luego de dominar tanto en el plano teóricocomo en el práctico durante más de una déca-da, parece haber llegado la hora de la retiradapara el neoliberalismo en América Latina.

En este sentido, en la conferencia internacio-nal «Más allá de neoliberalismo. Opciones paralos gobiernos progresistas en América Latina»1

se intentó dar cuenta del desafío que enfrentala construcción de alternativas partiendo de labase de la situación económica y social here-dada. Una serie de expertos y políticos de dis-tinta nacionalidad brindaron elementos paracaracterizar la situación económica y social dela región luego de más de una década de polí-ticas neoliberales y discutieron sobre las posi-bilidades y caminos de superación.

Los insumos técnicos de la discusión fueronprovistos por el director del centro REDES, eleconomista argentino Fernando Porta, elcoordinador internacional de Social Watch, eluruguayo Roberto Bissio y el economista yexministro del gobierno de la Concertación,el chileno Roberto Pizarro. Por su lado, laperspectiva netamente política estuvo a car-go del embajador argentino en UruguayPatiño Meyer, el presidente del Partido So-cialista de Chile Gonzalo Martner, el diputadoy cofundador del PT brasileño Paulo Delga-do, el Intendente de Montevideo Arq. MarianoArana y el candidato a la presidencia por elEncuentro Progresista–Frente Amplio–NuevaMayoría Dr. Tabaré Vázquez.

1 Conferencia Internacional desarrollada el 17 de agosto de 2004 en la Intendencia Municipal de Montevideo.

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En este informe, y en base a las exposicionesde los expertos y políticos convocados, seplanteará en primera instancia una visión ge-neral de la «década neoliberal» y sus resulta-dos. Luego se presentaran los rasgos esen-ciales de las bases conceptuales –la «filoso-fía»– del modelo neoliberal. Posteriormente seexpondrán las políticas públicas que derivan yconstituyen el centro del modelo, tal como fue-

ron destacados por los conferencistas. En cuar-to lugar se presentarán algunos de los «resul-tados» económicos, tecnológicos y socialesresaltados por los participantes. Finalmente seintentará dar cuenta de algunas de las tensio-nes, desafíos y reflexiones planteadas por losparticipantes en relación a la construcción dealternativas.

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Durante la conferencia, los expositores coinci-dieron en destacar que durante la década del90 la mayoría de los gobiernos de AméricaLatina se inspiraron y aplicaron políticas, convariantes y adaptaciones según el país, quese basaron en una serie de ideas–fuerza en-tre las que se destacan la primacía del merca-do –nacional o internacional, según el caso–como principal, si no exclusivo, asignador derecursos; la reducción de la intervención delEstado en la economía y la desregulación delos mercados de bienes y servicios, trabajo ycapital.

En el plano del debate de ideas, técnicos y po-líticos aceptaron la percepción de que, apenasiniciada la década del 90’, la discusión parecíaestar saldada a favor del neoliberalismo.

Tan es así que el discurso neoliberal ocupódurante la década pasada no solo el centro

del escenario sino, prácticamente, la totalidaddel mismo. «Hace 15 o 20 años la oleadaneoliberal no dejaba espacios para discutir y,salvo algunos minoritarios reductos minorita-rios, el pensamiento único se había impuesto»afirmó el intendente Arana.

En lo formal, tales políticas estuvieron enmar-cadas en lo que se llamó el «Consenso deWashington», un conjunto de principios y me-didas de política económica que el profesorWilliamson formuló a principios de la décadadel 90’ en la capital de los Estados Unidos yque contó desde el inicio tanto con la bendi-ción de las instituciones financieras interna-cionales y la mayoría de los «think tank» delNorte y el Sur como con la entusiasta adhe-sión de las cúpulas de los partidos políticostradicionales de la región. En un continenteque, desde mediados de la década de los 80’había recuperado la democracia, se impuso

La «década neoliberal»,un panorama

poco alentador

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una concepción que «manifiestamente no tie-ne ningún compromiso con la democracia» yque «le es indiferente, en el mejor de los ca-sos», señaló Martner.

Sin embargo, tal estado de cosas parece haberllegado a su fin de la mano de las promesasincumplidas. Al comienzo del nuevo siglo, lospartidos políticos que más claramente adhie-ren a los grandes postulados del neoliberalismose ven en la disyuntiva de minimizar ante la ciu-dadanía su compromiso con la citada «profe-sión de fe» o, en su defecto, disminuir radical-mente su caudal electoral. Por otro lado, los cen-tros de estudios, los intelectuales y comunica-dores que adhieren a estos postulados ya noconvocan la admiración de otrora ni ocupan laposición hegemónica en el campo de la gene-ración del discurso público.

Los gobiernos que más claramente se com-prometieron con las propuestas «neoliberales»fueron desplazados del poder por medio deelecciones, movilizaciones sociales o una com-binación de ambas. Las propias institucionesfinancieras internacionales anuncian la revisiónde sus políticas y, al menos en el discurso, pro-meten autocrítica. Pero si algún sentido tienela máxima que plantea que «el árbol ha de serevaluado por sus frutos», quizás lo más rele-vante es que los resultados productivos, finan-cieros, tecnológicos y sociales muestran los lí-mites y la falta de respuestas satisfactorias dela propuesta «neoliberal» frente a la magnitudde las expectativas y necesidades de AméricaLatina.

La «nueva economía» no se mostró a la alturade los reclamos sociales y el discurso neoliberaldejó de seducir. A nivel político, los nuevosgobiernos llamados «progresistas» ganan elapoyo popular de la mano del descontento,denunciando las carencias de las políticasneoliberales y prometiendo un nuevo pacto.

Pero, si bien las políticas neoliberales fracasa-ron en su promesa de mejorar sustantivamentela situación social de las grandes mayorías einaugurar una nueva era de crecimiento sus-tentable, es innegable que, por otro lado, tuvie-ron éxito en remodelar sustantivamente el apa-rato productivo de la región, profundizar la in-serción internacional basada en los productosprimarios y en consolidar una nueva forma yestructura del Estado. En palabras de Vázquez,«sobre el neoliberalismo se puede decir quepocas veces semejante fracaso tuvo tanto éxi-to».

Mientras que en el plano económico y finan-ciero la herencia se revela muy difícil de ges-tionar, en el «mundo de las ideas» el retroce-so del discurso neoliberal no parece ser la con-secuencia de la emergencia de un proyectoalternativo claramente delineado.

Superar la tarea de denuncia del calamitosoestado de cosas, discutir alternativas tan via-bles como no subordinadas a la «hoja de ruta»del establishment e implementarlas en iniciati-vas concretas parece ser el desafío de la hora.

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¿Qué es lo que le asigna el carácter de«neoliberal» a las políticas aplicadas en Amé-rica Latina durante la década del 90’? La pre-gunta no fue directamente planteada perosobrevoló varias de las presentaciones. Esasí que para Martner, la disminución del ta-maño del Estado, la privatización generali-zada de las empresas públ icas y ladesregulación de los mercados de bienes,servicios y factores son los tres rasgos dis-tintivos del modelo neoliberal. Por el contra-rio, la apertura comercial, la búsqueda de laestabi l idad de las grandes variablesmacroeconómicas y el equilibrio fiscal asícomo la eficiencia y eficacia de la acción es-tatal fueron reivindicadas por el político chi-leno como elementos de «buena política» y,en muchos casos, consecuencia directa delas «costosas» enseñanzas derivadas de losproblemas encontrados en el pasado en laseconomías de la región.

Una «filosofía»de mercado

Por su lado, el economista Pizarro prefirió ca-racterizar al neoliberalismo como aquel mode-lo donde un mercado dominante convive conun Estado débil en su capacidad de interven-ción, la apertura comercial y financiera esirrestricta e unilateral y en el cual, más allá dela búsqueda del equilibrio, la política fiscal serevela «incapaz» de generar los recursos ne-cesarios para financiar políticas sociales uni-versales, que, a su vez, son sustituidas por in-tervenciones «focalizadas».

Más allá de definiciones y precisiones, existióconsenso en que las políticas aplicadas por losgobiernos en América Latina en la década delos 90’ partieron de la base de considerar queel mercado es el mejor y más eficiente asignadorde los recursos de la economía. Simultánea-mente se amplía el ámbito en el cual las rela-ciones de mercado son convocadas parainstrumentar la satisfacción de las necesidades.

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Lo que distingue y califica como «neoli-beral» a las políticas instrumentadas en los 90’es que el carácter estructurador es otorgadoen forma exclusiva y excluyente al mercado,como subrayó Pizarro. Las relaciones de mer-cado se transforman en las grandes organiza-doras y proveedoras de sentido de la vida eco-nómica, social y cultural.

En el plano interno, la premisa neoliberal tuvodos grandes consecuencias. Por un lado, el«libre juego de las fuerzas de mercado» impli-có el inicio de un proceso de desregulación delos mercados de bienes y servicios, trabajo ycapital. Los mecanismos administrativos de fi-jación de precios de los bienes y servicios fue-ron, salvo contadas excepciones, eliminados.En lo que respecta al mercado laboral, la di-rección de las reformas neoliberales estuvomarcada por la desregulación, desmontándoselos mecanismos que, amparados en la legisla-ción laboral, obstaculizaban la flexibilización delfactor «trabajo». Las leyes y reglamentos la-borales fueron reducidos al mínimo y se privi-legió la relación contractual entre el trabajadorindividual y su empleador.

En materia financiera, el principio liberalizadorencontró los límites de las amenazas y reali-dades de las reiteradas crisis. Instalados en laexperiencia chilena, Martner y Pizarro reivin-dicaron los exitosos instrumentos de control(encajes) que su país instrumentó para limitarel ingreso de capitales especulativos. Instru-mento que, según recordó Pizarro, el tratadobilateral de comercio e inversión recientemen-te firmado por Chile y Estados Unidos modificóy limitó severamente.

Por otro lado, según el modelo, el Estado–es decir el ámbito donde las decisiones denaturaleza política sustituyen a la lógica delmercado– debía intervenir lo menos posible enla economía. Como consecuencia su tamaño,actividades y funciones debían de ser reduci-das. Es así que comenzaron a trasladarse alsector privado, extranjero por lo general, tantocasi la totalidad de las empresas públicas pro-veedoras de bienes que subsistían como, so-bretodo, las empresas estatales de servicios

públicos. Simultáneamente se procedió a in-tentar regular los mercados de servicios públi-cos resultantes a partir de sendas agencias pú-blicas independientes. En este sentido, la de-bilidad institucional y técnica de las agenciasreguladoras así como los errores (y horrores)en el diseño del proceso privatizador limitaronla capacidad reguladora del Estado y de pro-moción de la competencia entre los nuevosactores.

En el plano industrial, la dinámica «mercado-céntrica» implicó la vigencia del principioneoliberal según el cual «la mejor política in-dustrial es no tener una política industrial»,esquema que se extendió al ámbito tecnológi-co. Tal principio rector no evitó, sin embargo,que muchas medidas de estímulo a la produc-ción sobrevivieran de la mano de la acción delobby de los sectores interesados. Por el con-trario, la debilidad institucional se traduce enfalta de transparencia y ésta ampara la acciónde las corporaciones mejor posicionadas, comodestacó Fernando Porta.

Si las relaciones de mercado deben primar, tam-bién el «peso» financiero del Estado se debereducir. Los impuestos no deben distorsionar niinterferir en las asignaciones del mercado porlo que los impuestos indirectos, el de consumoen forma particular, pasan a ocupar el primerlugar de la lista de recaudadores. Por otro lado,tal concepción implica que el equilibrio fiscal seerige en un objetivo de primer orden. RobertoPizarro subrayó que, en los hechos, la orienta-ción fiscal da lugar a otra relevante característi-ca del modelo: la incapacidad de «convocar» alesfuerzo fiscal, mediante el pago de tributos, alos sectores más ricos.

En el marco externo, se procedió a realizar unaprofunda apertura comercial de las economías.En algunos países, la apertura tomó la formade una decisión unilateral y acelerada. Es elcarácter indiscriminado de la apertura, es decir,no negociado desde posiciones de relativa fuer-za, lo propio del modelo neoliberal (Pizarro). Enlos casos en los cuales los países de la regiónemprendieron caminos de integración regional,ésta también estuvo signada por la voluntad

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aperturista al punto que se calificó a los proce-sos de integración como de «regionalismoabierto». En definitiva, el principio rector enmateria de la inserción internacional es claro:en el marco de la dinámica comercial, tecnoló-gica y financiera que deriva de la llamada«globalización», la articulación de cada eco-nomía o subconjunto de ellas con el «resto delmundo» debía seguir las señales y los estímu-los emanados del mercado internacional.

La apertura no se vio limitada al ámbito delintercambio de bienes y servicios sino que tam-bién se extendió al ámbito financiero así comoal de la inversión extranjera directa.

En consecuencia, se redujeron al mínimo o, di-rectamente se eliminaron, las restricciones a losmovimientos de capitales, integrando los mer-cados financieros locales al mercado global,dando paso a los llamados «mercados emer-gentes». Junto con la apertura y la integraciónfinanciera, se procedió a llevar adelante políti-cas de estabilización por la vía de la aprecia-ción cambiaria. Por otro lado, los países tendie-ron a adoptar en forma temprana el principiode «no discriminación» y «trato nacional» delas inversiones extranjeras directas, impidien-

do la aplicación de requisitos de desempeñoespecíficos para las empresas extranjeras.

En el ámbito de las políticas sociales, la pers-pectiva neoliberal implica la sustitución de launiversalización por la focalización y/o conten-ción. Paralelamente, el carácter comercial seextendió al ámbito de la educación, la salud, lavivienda considerándolos servicios cuya pro-visión depende de un precio. Como consecuen-cia de ambas tendencias, las políticas socia-les tendieron a concentrarse en la satisfacciónde las necesidades básicas con destino en lossectores de la población de menores ingresos.Una gran variedad en las modalidades de ac-ceso al servicio público así como la disparidadde la calidad al servicio al cual se acceden fue-ron la consecuencia de este proceso. Los re-cursos fiscales, sujetos al mandato del equili-brio fiscal y a las limitaciones derivadas de unapolítica tributaria renuente a convocar a lossectores privilegiados al esfuerzo fiscal, sonescasos y se concretan en el deterioro de lacalidad de la educación, salud y vivienda delos sectores populares. Emerge, se profundi-za y consolida la sociedad fragmentada, con-cluyó Pizarro.

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Durante décadas, la izquierda latinoamerica-na intentó «cambiar las estructuras» de un sis-tema que se juzgaba socialmente injusto. Ental sentido, la expresión «reformas estructura-les» con el que instituciones financieras inter-nacionales (IFIs) y gobiernos calificaron lastransformaciones institucionales que se produ-jeron en América Latina en los 90 –y que reco-noce sus antecedentes en las políticasinstrumentadas en los gobiernos militares quese instalaron en la región desde la década del70– nunca fue mejor aplicado. Aunque, claroestá, con una dirección y un sentido bien dis-tintos, al usado antaño por la izquierda.

Fernando Porta presentó la «estructura de in-centivos» a que dieron lugar las reformas asícomo las tendencias de cambio e impactos quesobrevinieron a partir de su aplicación en laeconomía en general y la producción de bie-nes y servicios en particular.

La políticay la era de las

reformasneoliberales

Apertura comercial y financiera, desregulaciónde los mercados, privatización de las empre-sas públicas, estabilización por la vía de laapreciación cambiaria (con el ejemplo de losplanes de Convertibilidad y Real en Argentinay Brasil como emblemáticos), ausencia de po-líticas sectoriales respecto de la industria y enel sector tecnológico fueron las «reformas es-tructurales».

Tales cambios institucionales no fueron neu-tros. Por el contrario implicaron un incentivonegativo respecto del sector transable de laeconomía (sesgo anti–transable, como se co-noce en la jerga) así como el abaratamientodel capital en términos relativos respecto delfactor trabajo. Promovieron asimismo la pro-moción del endeudamiento externo del Esta-do y las empresas, la precarización del em-pleo, un fuerte proceso de segmentación delos ingresos de los hogares, la percepción de

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elevadas rentas en un limitado número de sec-tores y la elevación de la incertidumbre.

El experto argentino Fernando Porta describiócomo el aparato productivo reaccionó ante es-tas políticas produciéndose una acentuación dela especialización en los sectores primarios esdecir aquellos donde las economías tenían ven-tajas naturales comparativas. Este proceso sedio paralelamente a una desindustrialización conla consiguiente destrucción de un conjunto decapacidades acumuladas durante las anterio-res etapas. La trama productiva se debilitóemergiendo, por el contrario, conjuntos de em-presas fuertemente articulados con el mercadoglobal y con escasa capacidad de derrame ha-cia el interior.

En el plano tecnológico el abaratamiento rela-tivo del capital, la apreciación cambiara y laapertura comercial junto con la ausencia deuna orientación derivada del papel conductordel Estado provocaron el desencadenamientode procesos tecnológicos caracterizados porla emergencia de islas de modernidad. Se con-solidaron los procesos productivos ahorradoresde mano de obra, la renovación tecnológica

se produjo principalmente a partir de la com-pra de maquinaria. El aumento general de laproductividad se reveló insuficiente en térmi-nos de las presiones competitivas provenien-tes del mercado global y se concretó a partirde la racionalización bruta de los planteles, laintensificación del proceso de trabajo y la per-sistencia de las estrategias rentistas por partede las empresas, destacó Porta.

La potencia de los estímulos produjeron unafuerte reestructura patrimonial que vino de lamano de procesos de centralización del capi-tal, concentración de los mercados y una fuer-te transnacionalización de las grandes empre-sas productoras de bienes y servicios.

Tanto la precarización laboral como el deteriorode la cantidad y calidad de la oferta de bienespúblicos afectaron negativamente las condicio-nes de vida de la población. El aparato y la es-tructura productiva se «adaptó» a las nuevasseñales y estímulos que vinieron de la mano delas reformas estructurales. ¿Podrá «readaptar-se» a partir de nuevas señales?, se preguntóPorta al concluir su presentación.

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Las reformas de los 90’ suele presentarse comoiniciativas tan dolorosas como imprescindiblesa los efectos de poner definitivamente a Améri-ca Latina en el sendero del crecimiento. Cami-no que los países habrían perdido a partir desu tránsito por el modelo de sustitución de im-portaciones. El problema es que si nos atene-mos al indicador preferido de los economistas,la tasa de crecimiento anual del PBI, los resul-tados no fueron los esperados. Según expusoPizarro, la región, que tenía una tasa de creci-miento anual del 4,9 por ciento en la décadadel 50’, la elevó al 5,5 para la década siguientey mantuvo en 5,1 por ciento en el período 1973/80. La «década perdida del 80» que llegó de lamano de la crisis de la deuda supuso para Amé-rica Latina crecer a una tasa de apenas el 1,6por ciento. El problema es que las políticasneoliberales apenas si habilitaron a que en elperíodo 1990–2003 la tasa de crecimiento al-canzara el 2,7 por ciento.

Elementospara

un balance

En este punto, Pizarro comparte la visión de queel modelo de sustitución de importaciones comocamino hacia la industrialización emitía eviden-tes señales de agotamiento pero se pregunta sino se podría haber reformulado el modelo sinproceder a tan radical cambio de paradigma.Severas y reiteradas crisis financieras y una in-serción internacional de las economías de laregión de «baja calidad» fueron dos sobresa-lientes consecuencias del camino de cambioelegido.

En el plano financiero, Porta destacó que elfinanciamiento del proceso de acumulación decapital de la región continuó dependiendo enalto grado de superávit comercial del sectorprimario de la economía. En este sentido, sibien el modelo neoliberal tuvo éxito en la re-creación de las «ventajas comparativas (está-ticas)» naturales, no se registró una integra-ción relevante en las cadenas de valor por lo

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que el modelo exportador continúo concentra-do en la generación de commodities. La fluc-tuación de los precios y la escasa dinámica re-lativa de este tipo de productos –en el marcode las políticas proteccionistas de los paísesdesarrollados– fue una fuente de restriccionesy, en el peor de los casos, incertidumbre en elhorizonte financiero de las economías.

Sobre la base de tal restricción, operaron unaserie de factores que fueron viabilizados ymagnificados por la apertura financiera que elmodelo implementó. Es así que los capitalesingresaron y salieron de los mercados financie-ros siguiendo un comportamiento «procíclico»,por lo que los períodos de expansión se poten-ciaron con la entrada de capitales de corto pla-zo mientras que las recesiones se profundiza-ron con su salida. Por otro lado, no se limitó elendeudamiento con el exterior de las empre-sas transnacionales. Además, el modelo nodesestimuló las pautas y comportamientos deconsumo en el exterior de los sectores socialesprivilegiados. Tal panorama se tradujo en unamuy baja capacidad genuina de pago, expre-sada en la cantidad necesaria de años de ex-portaciones para cubrir la deuda externa. En sumayoría, los países de la región habrían de estemodo requerir de las divisas producidas por lasventas al exterior equivalentes a más de 2 yhasta 4,5 años (en el caso de la Argentina) paracubrir su deuda, en el promedio del período1999–2001.

La combinación de políticas internas y restric-ciones externas provocaron un tipo de creci-miento no sustentable. «Los ciclos de crecimien-to son cada vez más cortos y seguidos de caí-das cada vez más profundas» señaló Porta, ba-sándose en que la combinación de shoks rea-les y financieros obliga a realizar «ajustesrecesivos» en la medida en que no son simultá-neamente posibles el crecimiento de las expor-taciones y la expansión del mercado interno.En definitiva, el fracaso del modelo neoliberaltambién se explicita en que uno de los proble-mas –la dependencia financiera– que supues-tamente vino a resolver se agravó: «la regióncrece solo cuando recibe fondos del exterior su-periores a los que remite», concluyó.

Presentado como sinónimo y anfitrión de lamodernidad, el modelo neoliberal tuvo sin em-bargo consecuencias nefastas sobre el proce-so de innovación científico y tecnológico de laregión. El conjunto de reglas de juego e incenti-vos operaron sistemáticamente en contra de lainnovación. En este sentido, la exposición deFernando Porta fue, nuevamente, esclarece-dora. Los recursos invertidos en la innovación ydesarrollo (I + D) se mantuvieron en nivelespeligrosamente bajos. Brasil, Argentina, Chile yUruguay invertían bastante menos del 1 porciento del PBI al inicio de la década del 90’ ycontinuaron haciéndolo al final del período.

La gravedad del proceso queda de manifiestosi se compara tal comportamiento con el veri-ficado en otros países «emergentes» (nueva-mente, los países del sudeste asiático) queincrementaron la parte de su riqueza destina-da a tal fin, ampliándose por lo tanto la brecha«tecnológica» que separa a los países de Amé-rica Latina tanto de los países desarrolladoscomo de algunos de sus antiguos «colegas»del mundo subdesarrollado.

Mientras que las restricciones fiscales y el ses-go anti–industrial de las políticas públicas limi-taron la acción del Estado en el campo de la I +D, el sector privado de la región no tomó el re-levo. Pero el tema no se reduce a un problemade recursos. Porta también subrayó otras for-mas de expresión de la debilidad del procesode innovación tecnológica. El marco macroeco-nómico constituyó un fuerte incentivo a la com-pra de equipos extranjeros como forma predo-minante de incorporación de cambio técnico endesmedro de los esfuerzos endógenos y el de-sarrollo de capacidades propias.

A su vez, el sistema financiero orienta sus deci-siones de crédito principalmente a partir de con-siderar la solvencia del solicitante y no la viabi-lidad del proyecto. La deserción de las políticassectoriales evitó el escaso encadenamiento delos complejos productivos competitivos existen-tes, de origen extranjero por lo general. El pa-norama se completa con la «fuga de cerebros»y, en definitiva, la existencia de sistemas nacio-nales de innovación desarticulados.

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En el plano social, se destacó el análisis deRoberto Bissio. En este sentido, subrayó quelos sucesivos compromisos asumidos por elsistema de las Naciones Unidas son posiblesde ser cumplidos en un mundo globalmentemás rico por lo que se tornan en objetivos «po-lítica y éticamente» necesarios de ser alcan-zados. Desde una perspectiva global, planteóque Asia es la región con más pobres, Áfricael continente con mayor proporción de pobre-za y América Latina aquel con las mayores des-igualdades y el menor progreso social. «El 80por ciento de la población del mundo viven enpaíses con distribuciones de ingreso menosdesiguales que en los países de América Lati-na», dijo, subrayando que de acuerdo a lasestadísticas del BID para el período 1998/99el 5 por ciento más rico de la población de laregión recibe el 25 por ciento del ingreso mien-tras que, en el otro extremo, el 30 por cientomás pobre apenas si se apropia del 7 por cien-to. O, en otras palabras, «América Latina es ellugar donde los ricos son más ricos y los po-bres más pobres», destacó.

Con la mirada global, Bissio destacó que «lospaíses que no aplicaron el consenso de Was-hington (típicamente los del sudeste asiático)dejaron a América Latina atrás en crecimientoeconómico y social, con la característica de queprimero experimentaron crecimiento social yluego económico». Mientras tanto, en la región,en el período 1990/97 «Chile creció a tasaselevadas y mejoró los índices de pobreza, Uru-guay creció menos intensamente y bajó la po-breza, Argentina creció aún más y apenas labajó mientras que Venezuela experimentó es-caso crecimiento y la pobreza aumentó» dijoBissio subrayando la inexistencia de una rela-ción directa entre crecimiento y pobreza.

Más concretamente, en relación al tema del cre-cimiento y la distribución del ingreso, Bissio plan-teó que «no es cierto que primero tiene que cre-cer la torta sino que, por el contrario, la torta nocrece si está mal distribuida».

Un interesante aporte lo constituyó la presen-tación de un «índice de calidad de vida», unindicador que articula el tema de la salud

reproductiva (porcentaje de partos atendidos),la salud infantil (tasa de mortalidad de meno-res de 5 años) y la educación (porcentaje deniños que alcanzan 5º grado). La relación en-tre crecimiento económico, distribución del in-greso, pobreza con la evolución y significadode este indicador, sin embargo, fue apenasesbozado.

En lo que respecta a la inserción internacionalde América Latina, se puede afirmar que elmodelo neoliberal acentúo la primarización delperfil exportador. «La región tiene las ventajasnaturales en los lugares equivocados» afirmóPorta. Para entender las implicancias del pro-ceso, Roberto Pizarro se refirió a la evolucióndel comercio mundial. En el período 1985–2000, mientras que las exportaciones mundia-les de productos primarios crecieron a una tasaanual promedio del 3,7 por ciento, las expor-taciones de manufacturas lo hicieron a un rit-mo que más que lo duplica, del 9,1 por ciento.Pero, si miramos más de cerca el proceso, re-sulta que mientras las manufacturas basadasen recursos naturales crecieron a un ritmo del6,6 por ciento anual, aquellas de tecnologíabaja y media lo hicieron a tasas superiores al8 por ciento y las que incorporaban alta tecno-logía lo hicieron al 13,2 por ciento.

La dispar evolución de los distintos tipos de ex-portaciones determinó la variación de la partici-pación de cada clase de producto en el total. Esasí que mientras que la parte de las exportacio-nes de bienes primarios en el total se redujoprácticamente a la mitad –pasando de ocuparel 23 al 12,4 por ciento del total– con el comple-mentario aumento de la participación de los pro-ductos manufacturados, resulta interesante ob-servar que los 10 puntos porcentuales de ga-nancia corresponden al incremento del peso delos bienes de alta tecnología. Dime en lo que teespecialices y te diré el dinamismo que tienentus exportaciones y, por lo tanto, cuan restringi-da u holgada será la restricción financiera quete afecta, fue el mensaje.

Peor aún, la región pierde posición respectode otras bloques de países otrora rezagados.En efecto, Pizarro subrayó que la participación

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de América latina (excluido México que, porsu peculiar vínculo con los Estados Unidos con-viene poner en un aparte) en el comercio demanufacturas proveniente de países en desa-rrollo se redujo en beneficio de aquellas pro-venientes de los países del sudeste asiático–pasando del 17 al 9 por ciento del total–, dis-minución que afectó la participación de las ex-portaciones de tecnología media y superior. Esasí que al final de la década, la exportación debienes con tecnología media incorporada pro-veniente de la región bajó su participación enel total de las exportaciones provenientes depaíses en desarrollo del 17,5 al 10 por ciento ylas de alta tecnología lo hicieron del 6,6 al 2,1por ciento.

En definitiva, el modelo neoliberal profundizó laarticulación de la región con el mercado globalen su papel de proveedor de bienes primarios yproductos manufacturados con fuerte base enrecursos naturales y baja tecnología. Pizarrodestacó en su presentación los límites de una«especialización primaria» en relación a la con-ducta llevada adelante por los países desarro-llados, destino «natural» de la exportación.

En efecto, en materia arancelaria, los bienesagrícola deben pagar un promedio de 20,4 porciento al ingresar en los mercados de los paí-ses industrializados mientras que, en contra-partida, los bienes no–agrícolas son gravadoscon un arancel promedio de 8,5 por ciento.

Pero, como se sabe, la producción primaria dela región debe enfrentarse, también, con lasTesorerías de los países desarrollados. De estemodo, en el período 2000–2002, el 81 por cien-to del ingreso del productor de arroz de un paíscentral es subsidiado. El porcentaje del ingre-so del productor alcanzaba valores del entor-no del 45 por ciento para el azúcar, la leche yla carne ovina, mientras que en materia de tri-go y carne vacuna, el apoyo ascendía a valo-res cercanos al 35 por ciento del ingreso.

A partir de una política que no intentó y/o logróintegrar las cadenas de valor incorporandovalor agregado bajo la forma de mano de obracalificada y tecnología, la «bendición» de los

recursos naturales erigida en ventaja compa-rativa se transformó, en cierto sentido, en su«maldición».

En este punto, cabe aclarar el hincapié realiza-do por Pizarro en relación al marco internacio-nal que rigió durante la implementación de laspolíticas neoliberales en la región. O, más pre-cisamente, la articulación de las reformas es-tructurales con la dinámica de la globali-zación. Por un lado planteó que la desloca-lización, verificada a lo largo de la década, delas corporaciones multinacionales de los paí-ses desarrollados en beneficio de su implanta-ción en los países subdesarrollados como ex-plicada por la necesidad de reducir costos ymaximizar el capital. La «marca» –el diseño delproducto, la investigación y desarrollo así comolas innovaciones a él asociadas– y la gestióncontinúan perteneciendo a la corporación consede en el país central. La producción propia-mente dicha, por su parte, es deslocalizadaaprovechando la presencia de las materias pri-mas, el bajo costo de la mano de obra o la proxi-midad con el mercado consumidor según co-rresponda en cada caso.

Bajo este esquema, Pizarro planteó como laprotección de las inversiones extranjeras seconvierte en una necesidad de primer ordenpara el «nuevo orden global». Por una partedeberán ser objeto de las mismas medidas ypolíticas que la nacional (principio conocidocomo de «trato nacional»), por lo que el tratodiscriminatorio queda prohibido. En el extre-mo, la protección de las inversiones extranje-ras efectivamente realizadas es asegurada porlos tratados bilaterales y multilaterales firma-dos, extendiéndose el amparo hasta el llama-do lucro cesante. Una nueva generación deacuerdos de protección extiende tal conceptoaplicándolo a las ganancias que se proyecta-ban obtener una vez concretadas inversionesque se encontraran en carpeta. Las controver-sias son resueltas en ámbitos judiciales extra-nacionales.

Por el lado financiero, los excedentes requie-ren de ámbitos de valorización que serán, par-cialmente, brindados por los mercados finan-

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cieros de los «países emergentes» que fueronintegrados al mercado global (o al «casino glo-bal», según se lo mire) a partir de la apertura yla liberalización financiera.

El tema de la protección de la llamada propie-dad intelectual pasa, también, a ubicarse en elprimer plano de las negociaciones comercia-les multilaterales, como observó Pizarro. Si enla nueva era las fuentes de competitividad sonel diseño, la permanente innovación en los mé-todos de trabajo, la invención de los productos

que periódicamente se incorporan al merca-do, la cuestión de las licencias y patentes setransforma en esencial. En efecto, la protec-ción de la propiedad intelectual opera simultá-neamente como barrera a la entrada de nue-vos competidores y fuente de ingresos.

En definitiva, se cumple una vez más la obser-vación de que «cada país tiene la globalizaciónque se merece». O, más concretamente, quecada modelo socio–económico tiene la globali-zación que se merece.

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Como quedó nuevamente evidenciado en laconferencia, una vez realizada la tarea de diag-nóstico, la construcción de alternativas se re-vela mucho más compleja.

En particular, la simultánea participación enuna muy intensa campaña electoral parecióprovocar que las presentaciones del intenden-te Arana y el candidato presidencial Vázqueztuvieran un alto nivel de abstracción y genera-lidad. La condena del modelo neoliberal y susconsecuencias caracterizó sus respectivas ex-posiciones, quedando poco espacio para larealización de propuestas más concretas. Porsu parte, el status diplomático operó en el mis-mo sentido en lo que respecta a la presenta-ción del embajador argentino Meyer.

No es de extrañar, por su lado, que la reflexiónen relación a la construcción de alternativas to-mando en cuenta las restricciones emanadas

¿Qué hacer?Opciones y márgenes

de maniobra

de la aplicación del modelo neoliberal estuvieramás presente en los discursos de los represen-tantes de los dos países, Chile y Brasil, dondeel progresismo debe lidiar en la práctica con talrealidad desde las tareas de gobierno. Comose sabe, en Chile el neoliberalismo fue introdu-cido en la década del 70’ por el gobierno delgeneral Pinochet y sus «Chicago boys» y seconsolidó en la década posterior. En Brasil, sibien la intensidad fue distinta, la izquierda llegaal gobierno luego de que los gobiernos de JoséSarney Collor, Itamar Franco y F. H. Cardosorealizaran muchas de las reformas inspiradasen la filosofía y política anteriormente descri-tas.

Es así que Gonzalo Martner, presidente delPartido Socialista de Chile, reivindicó a las po-líticas fiscales centradas en el equilibrio fiscaly a la apertura comercial como dos políticastan ajenas al credo neoliberal como necesa-

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rias a la hora de construir alternativas. «Laspolíticas fiscales expansivas pueden provocaréxitos de corto plazo pero, a la larga, provo-can inestabilidad» afirmó basándose en la ex-periencia transitada por su país a comienzode los 70’. El desencadenamiento de proce-sos inflacionarios difícilmente controlables y elendeudamiento son las consecuencias de laausencia de una rigurosidad fiscal que se con-cretaría en déficits fiscales permanentes. Ines-tabilidad política y dependencia de los orga-nismos financieros internacionales son, en se-gunda instancia, los resultados perniciosos detal conducta. «Inestabilidad macroeconómica,vulnerabilidad y dependencia financiera» sontres males a evitar a toda costa.

Tal conducta no es incompatible con el aumentodel gasto social. En este sentido, Martner ex-hibió los resultados del gobierno de laConcertación en su país, destacando que «eltamaño del Estado aumentó teniendo como ejeel incremento de las funciones sociales». Enefecto, de acuerdo a las cifras presentadas elgasto del Estado se incrementó en 4 puntosporcentuales, aumento explicado por la dupli-cación de los gastos en educación y vivienda yla multiplicación por tres del gasto en salud.Por otro lado «la cautela fiscal permite evitarla condicionalidad que emana de la dependen-cia financiera de los organismos financierosinternacionales» afirmó. Es así que «la noticiade que un jerarca del Banco Mundial visitó elpaís para revisar la ejecución de los progra-mas de vivienda, no existe en Chile porquenuestra política social no está sustentada enel endeudamiento» ejemplificó.

En relación a las privatizaciones, eje de las po-líticas neoliberales, planteó que la política de«concesión» permite una articulación con elsector privado que habilita el imprescindibleaumento de las inversiones en infraestructurasin «desposeer» al sector público. «No es lomismo privatizar que mantener el control so-bre la base de concesiones al sector privado»afirmó Martner.

También reivindicó la centralidad de la apertu-ra comercial. «El desarrollo endógeno sobre

la base del proteccionismo es un imposiblepara un país pequeño como Chile» afirmó. Labúsqueda de mercados para las exportacio-nes y su diversificación son, desde este puntode vista, esenciales. La clara explicitación detal concepción constituye un aporte, teniendoen cuenta el ámbito y la ocasión en la que fuerealizada. En efecto, la izquierda chilena ocu-pando posiciones de gobierno reiteró comocondiciones necesarias de la integración re-gional a la estabilidad macroeconómica de lossocios, la vigencia de altos grados de institu-cionalización del proceso y la efectividad elcarácter de «regionalismo abierto» del proce-so. La sintonía política entre los gobiernos pro-gresistas de la región no constituye por sí mis-mo un puente que permite superar estas con-diciones, pareció afirmar.

El conferencista brasileño, el diputado PauloDelgado, también acentúo su preocupación enla estabilidad como base de la voluntad de am-pliación de los márgenes de maniobra. «La gen-te no aguanta el permanente cambio» dijo, re-firiéndose al período en cual la inflación impo-nía el remarque diario de precios. Seguramen-te, Delgado tenía en su mente la inestabilidadcambiaria y financiera vivida en el período in-mediatamente anterior a la elección del presi-dente Lula. Rechazó, en línea con lo expresa-do por Martner, la concepción por la cual «laderecha atesora y la izquierda gasta» ya que«las cuentas públicas tienen que manejarsecon pudor». Resaltó, sin embargo, la aparen-te contradicción entre «una política económi-ca de estabilización y ajuste fiscal» que se ve-rifica junto con la anhelada futura «indepen-dencia respecto del FMI».

La centralidad de la tarea política como instru-mento para lograr la «unión nacional» en tornoa los «símbolos públicos» fue destacada. «Lapolítica no es solamente una reunión de exper-tos, hay que tener una relación social perma-nente con la ciudadanía» apuntó Delgado. Eltema de la lucha política contra los sectoressociales y económicos y los apoyos partidarioslocales a partir de los cuales las políticas de ins-piración neoliberal fueron implementadas fue,lamentablemente, apenas aludido.

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En la tarea de ampliación de los márgenes demaniobra, Delgado priorizó la reforma de lasinstituciones políticas y financieras internacio-nales. En este sentido, puso sobre la mesa lanecesidad de cambiar las reglas de juego–«para romper la dinámica espontánea de laglobalización»– que articulan la inserción co-mercial, tecnológica y financiera impuestas porla globalización neoliberal. El papel que Brasil,como potencia emergente, pretende jugar enla discusión de tales reglas tampoco fue ocul-tado. La idea es que las nuevas reglas de jue-go permitan que los países subdesarrollados«se integren al mercado global sin desintegrara la nación, como dice el socialista francésJospin». En este punto, resultó interesante lareflexión realizada en relación a las evidentesdificultades encontradas para lograr modifica-ciones favorables a los países subdesarrolla-dos en la política y accionar de las institucio-nes multilaterales. «Durante la década del 90’,coincidieron durante varios años una ampliamayoría de gobiernos socialdemócratas y, sinembargo, las reglas de la ONU, la OMC y elFMI no se modificaron» observó.

Es así que, en el actual estado de cosas, «to-dos los días la Unión Europea y los EstadosUnidos logran en la OMC regímenes favora-bles que protegen a sus sectores vulnerables.Pero nos acusan de caer en infantilismo izquier-dista cuando nosotros intentamos proteger-nos» afirmó refiriéndose a las reglas de juegoque, junto con China e India, Brasil pretendecambiar y cuyo accionar en la reunión de laOMC en Cancún fue manejada como un éxito,según dijo el político brasileño.

La integración regional fue indicada como pla-taforma de desarrollo de los países de la re-gión así como instrumento de negociación conlos países centrales. «Crecimiento económi-co, desarrollo social y preservación ambiental«fueron los temas centrales de la agenda dela integración para la cual, dijo Delgado, losrecursos financieros del banco de desarrollobrasileño, el BNDES, estarían disponibles. La-mentablemente el encuentro no fue aprove-chado en el sentido de abordar la problemáti-ca de la integración a partir del diálogo entre

la visión y acción expresada por el represen-tante chileno y la planteada por Delgado.

«El orden mundial de la postguerra» ya no estávigente, por lo que se impone una reestructurade los mecanismos de decisión de las Nacio-nes Unidas, afirmó, reiterando el conocido re-clamo brasileño. Expresó, inclusive, que las res-tricciones de ingreso y circulación de personasque imponen los Estados Unidos lo inhibe decontinuar siendo la sede de la organización.

Insistió también en que el FMI excluya de lacondicionalidad que caracteriza las negocia-ciones en torno al gasto público del nivel dedéficit fiscal permitido que de éste se deriva alas inversiones de las empresas públicas asícomo aquellas destinadas a la construcción deinfraestructura.

En el capítulo financiero, subrayó también lanecesidad de responsabilizar judicialmente laacción de las agencias calificadoras de riesgo.Más concretamente dijo que «tenemos queresponsabilizar criminalmente ante el TribunalPenal Internacional a las agencias calificado-ras que provocan el derrumbe de los paísespara favorecer a algunos inversores».

En conclusión, la conferencia constituyó unimportante aporte en la dirección de compren-der las bases conceptuales que caracteriza-ron las políticas de inspiración neoliberal quedominaron la acción de gobierno y el discursopúblico durante la década del 90’. La discu-sión en relación a lo que se debe o no consi-derar «neoliberal» fue planteada, aunque suprofundización ha de continuar.

La pormenorizada presentación de las políti-cas públicas y «reformas estructurales» reali-zada por los expertos también fue una contri-bución destacada. Por otro lado, los expertosconvocados dieron un amplio panorama de la«radicalidad» y profundidad de las transforma-ciones que tales políticas, reformas e incenti-vos provocaron sobre el tejido productivo, fi-nanciero, tecnológico y social. En este senti-do, transitando hacia una cada vez más vigen-te «sociedad del conocimiento», el retraso tec-

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nológico y en investigación y desarrollo queexhibe la región no puede sino encender lassirenas de alarma.

En este sentido, no resulta ocioso insistir enque si bien el discurso y los gobiernos de ins-piración neoliberal están en retirada, las con-secuencias de su accionar cambiaron la fazde la región, en cualquiera de las dimensionesque se pretenda analizar.

La valorización de la articulación de las políti-cas neoliberales implementadas en el ámbitolocal con la dinámica de la globalización quesopló como un vendaval en la década del 90’fue otro de los aciertos de los conferencistas.En este sentido, quedó en evidencia que la ta-rea de construcción de alternativas locales solotendrá éxito en la medida en que se articulecon un cambio en las reglas de juego globales.Las dificultades del diseño de una efectiva po-lítica de integración regional fueron, sin em-bargo, apenas presentadas.

Un capítulo central apenas explorado fue elanálisis de los apoyos económicos, sociales y

políticos locales que permitieron primero einstrumentaron después la radicalidad de lasreformas y políticas de inspiración neoliberal.En este sentido, la visión de una fuerzaexógena («el FMI», «la OMC», «la política delos Estados Unidos») como única fuente de ex-plicación de todos los males es claramenteerrónea y, por lo tanto, no permite la compren-sión y superación del problema.

La aplicación de políticas públicas «idénticaspero de signo contrario» –como podrían ser laestatización de las empresas privatizadas,hiper–regular todos los mercados, cerrar la eco-nomía, expandir fuertemente el gasto público–son tan inviables como, en muchos casos, in-convenientes. En este sentido, la explicitacióny el diseño de las nuevas «políticas públicas»progresistas requiere de mayores desarrollos.

En definitiva, tanto la urgencia como las difi-cultades de la construcción del «modelo pro-gresista» fueron claramente reflejados por losexpertos y políticos convocados por la confe-rencia.