la hechicera indomita - trudi canavan

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  • Annotation

    La segunda entrega de una sagafantstica que nos sumerge en unfascinante nuevo universo, delectura imprescindible para los fansde la aclamada autora australiana ypara todos los amantes de la buenafantasa. Aunque gracias a ella los Blancossalieron victoriosos de la batallacontra los Pentadrianos, Aurayaest lejos de sentirse feliz y

  • satisfecha. Durante el da sigueintentando incansablementereconciliar a los tejedores desueos paganos con los sacerdotes,mientras que noche tras nochevuelven las pesadillas: el recuerdode los muertos y el calvario vividopor el pueblo Siyee la atormentan.Por si fuera poco, del nico que sefa para ayudarla ha desaparecidosin dejar rastro. A pesar de haber muerto hacemucho tiempo, el legendario tejedorde sueos Mirar sigue vivo a travs

  • de sus pensamientos, que habitan enla mente de Leiard. Este se ha vistoobligado a huir a las montaas encompaa de Emerahl, unahechicera muy poderosa que bienpodra ser la ltima de losIndmitos. Valindose de susprodigiosas dotes mgicas, Emerahlayudar a Leiard a desenmaraar elinslito embrollo de evocacionesajenas que conquistan su mente. Lo que acaban descubriendopodra cambiar su vida, y tambinel mundo, para siempre...

  • Siguen las aventuras de Auraya enun universo de magia, herosmo,divinidades enfrentadas y amorprohibido. La autora, que convirti en bestsellers internacionales las sagas deKyralia y que nos sorprendi denuevo con La sacerdotisa blanca,brinda a sus seguidores una nuevahistoria repleta de fantasa,emocin e intriga en la segundaentrega de La era de los cincodioses.

  • TRUDI CANAVAN

    La hechicera indmita

    La Era de los CincoDioses N2

  • Traduccin de CarlosAbreu Fetter

    Fantascy

  • Sinopsis

    La segunda entrega deuna saga fantstica quenos sumerge en unfascinante nuevouniverso, de lecturaimprescindible para losfans de la aclamadaautora australiana y paratodos los amantes de labuena fantasa.

  • Aunque gracias a ellalos Blancos salieronvictoriosos de la batallacontra los Pentadrianos,Auraya est lejos desentirse feliz ysatisfecha. Durante el dasigue intentandoincansablementereconciliar a lostejedores de sueospaganos con lossacerdotes, mientras quenoche tras noche vuelven

  • las pesadillas: elrecuerdo de los muertosy el calvario vivido porel pueblo Siyee laatormentan. Por si fuerapoco, del nico que sefa para ayudarla hadesaparecido sin dejarrastro. A pesar de habermuerto hace muchotiempo, el legendariotejedor de sueos Mirarsigue vivo a travs de

  • sus pensamientos, quehabitan en la mente deLeiard. Este se ha vistoobligado a huir a lasmontaas en compaade Emerahl, unahechicera muy poderosaque bien podra ser laltima de los Indmitos.Valindose de susprodigiosas dotesmgicas, Emerahlayudar a Leiard adesenmaraar el inslito

  • embrollo de evocacionesajenas que conquistan sumente. Lo que acabandescubriendo podracambiar su vida, ytambin el mundo, parasiempre... Siguen las aventuras deAuraya en un universo demagia, herosmo,divinidades enfrentadas yamor prohibido. La autora, que

  • convirti en best sellersinternacionales las sagasde Kyralia y que nossorprendi de nuevo conLa sacerdotisa blanca,brinda a sus seguidoresuna nueva historiarepleta de fantasa,emocin e intriga en lasegunda entrega de Laera de los cinco dioses.

  • Ttulo Original: Last of the Wilds Traductor: Abreu Fetter, Carlos Autor: Canavan, Trudi 2014, Fantascy ISBN: 9788415831389 Generado con: QualityEbookv0.68

  • Prlogo REIVAN detect el cambio antesque los dems. Al principio, fuealgo instintivo, ms una intuicinque una certeza; luego percibi unolor apagado y terroso en el aire.Al fijarse en las paredes del tnel,advirti que el polvo se habaacumulado solo en un lado de lasprotuberancias y hendiduras, comosi hubiera llegado hasta all desdeel fondo del pasadizo, impulsadopor el viento.

  • Un escalofro le baj por laespalda cuando pens lo que esopoda significar, pero permanecien silencio. Poda estar equivocada,y los dems seguan demasiadoconmocionados por la derrota.Pugnaban por asimilar la muerte deamigos, familiares y camaradas,cuyos cuerpos haban quedadoatrs, sepultados en la frtil tierraenemiga. No necesitaban otromotivo de preocupacin. Aunque no hubieran estado enplena retirada hacia su pas con la

  • moral por los suelos, ella no habrahablado. Los hombres de su equipose ofendan con facilidad. Al igualque ella, albergaban unresentimiento secreto por no habernacido con dones suficientes paraconvertirse en Servidores de losDioses, por lo que se aferraban alas nicas cualidades que loshacan superiores. Eran ms inteligentes que la gentecomn. Eran Pensadores. Sedistinguan de quienes simplementeeran cultos por su capacidad para

  • calcular, inventar, filosofar yrazonar. Esto haba engendrado enellos una competitividad extrema.Mucho tiempo atrs, habanestablecido una jerarqua interna.Los mayores tenan precedenciasobre los jvenes; y los hombres,sobre las mujeres. Resultaba ridculo, por supuesto.Reivan haba observado que lasmentes tendan a tornarse taninflexibles y lentas con la edadcomo los cuerpos en que sealojaban. El mero hecho de que

  • hubiera ms hombres que mujeresentre los Pensadores no significabaque los varones fueran ms listos. AReivan le entusiasmaba demostraresto ltimo..., pero aquel no era elmomento ms oportuno para ello. Adems, podra estarequivocada. El olor a polvo era ahora msintenso. Dioses, espero estarequivocada. De pronto, record que las Vocesposean la facultad de leer la mente.

  • Volvi la vista atrs y se queddesorientada por unos instantes.Esperaba ver a Kuar, pero, encambio, sus ojos se posaron en unamujer alta y elegante que caminabadetrs de los Pensadores. EraImenja, Voz Segunda de los Dioses.Reivan sinti una punzada detristeza al recordar por qu aquellamujer diriga ahora el ejrcito. Kuar haba muerto a manos de lospaganos circulianos. Imenja mir a Reivan y le hizouna sea para que se acercara. A

  • Reivan le dio un vuelco el corazn.Nunca haba hablado con una de lasVoces, pese a que perteneca alequipo de Pensadores que habaplaneado la ruta a travs de lasmontaas. Grauer, lder del equipo,haba asumido la tarea de informara las Voces sobre sus progresos. Ella se par en seco. Un vistazo alos hombres que tena delante bastpara comprobar que ninguno deellos haba reparado en la llamadao en que ella se estaba rezagando, ymenos an Grauer, que tena toda su

  • atencin puesta en los mapas.Cuando Imenja la alcanz, Reivanech a andar de nuevo,mantenindose un paso por detrsde la Voz. En qu puedo serviros,reverencia? Imenja, con el ceo fruncido, noapartaba la mirada de losPensadores. Qu es lo que temes? pregunt por lo bajo. Reivan se mordi el labio. Seguramente todo es producto

  • de la enajenacin subterrnea, de laoscuridad que me ofusca la mentese apresur a decir, pero... meparece que en el trayecto de ida nohaba tanto polvo en el aire, ni enlas paredes. La forma en que se haasentado parece indicar unmovimiento rpido de aireprocedente de ms adelante. Se meocurren algunas causas... Tienes miedo de que se hayaproducido un derrumbe aseverImenja. Reivan asinti.

  • S. Y de que se genere msinestabilidad. Natural o artificial? La pregunta de Imenja y susimplicaciones hicieron que Reivanse detuviera, presa de la impresiny el miedo. No lo s. Quin hara algoas? Y por qu? Imenja arrug el entrecejo. He recibido informes de quelos sennenses estn hostigando anuestro pueblo ahora que la noticiade nuestra derrota ha llegado a sus

  • odos. O tal vez se trate delugareos que intentan vengarse. Reivan apart la vista. Levinieron a la memoria imgenes devoranes chorreando sangre por laboca tras la ltima excursin decaza la noche antes de queentraran en las minas. Ganarse lavoluntad de los aldeanos no habasido una prioridad para el ejrcito,y menos an cuando estabaconvencido de la victoria. Por otro lado, no estaba previstoque regresramos por aqu. Se

  • supona que expulsaramos a lospaganos de Ithania del Norte,conquistaramos el territorio ennombre de los dioses y volveramosa nuestros hogares a travs delpaso. Vuelve con tu equipo, pero nocomentes nada. Imenja suspir.Ya nos ocuparemos de losobstculos cuando topemos conellos. Reivan obedeci y ocup denuevo su lugar detrs de los otrosPensadores. Consciente de que

  • Imenja poda leerle la mente,permaneci alerta por si aparecannuevos indicios de problemas. Notard en encontrarlos. Observ divertida que suscompaeros Pensadores caan pocoa poco en la cuenta de lo quesignificaba la cantidad creciente decascotes en el tnel. La primerabarrera que encontraron fue unapequea parte del techo que sehaba venido abajo. No obstrua elpasadizo por completo, por lo queles bast con trepar por encima del

  • montn de escombros para seguiradelante. Luego, los obstculos sevolvieron ms frecuentes y difcilesde salvar. Por medio de la magia,Imenja desplazaba una roca aqu yun montculo de tierra all. Nadieaventur una causa posible deaquellas anomalas. Todosguardaban un silencio prudente. El tnel los condujo a una de lasgrandes cavernas naturales queabundaban en las minas. Reivanescudri el vaco. Donde no deba

  • haber ms que oscuridad se alzabanunas formas plidas tenuementeiluminadas por los faroles de losPensadores. Imenja dio unos pasos al frente.Cuando se adentr en la caverna, suluz mgica se elev y brill conms fuerza, hasta alumbrar unapared de roca. Los Pensadoresalzaron la vista hacia ella,descorazonados. Tambin all sehaba hundido el techo, pero estavez no haba manera de pasar porencima de la obstruccin. Los

  • escombros llenaban la caverna porcompleto. Reivan contempl el montn depiedras. Algunas de las rocas eranenormes. Si se produjera underrumbe as sobre sus cabezas...,ella dudaba que tuvieran tiempo deentender qu estaba ocurriendo.Apenas alcanzaran a or un crujidoantes de morir aplastados. Es mejor que una cuchillada enlas tripas y una agona larga ydolorosa pens. Pero no puedoevitar la sensacin de que una

  • muerte repentina nos despojara dealgo importante. La muerte es unaexperiencia de la vida. Solo laexperimentamos una vez. Cuandollegue mi hora, me gustara serconsciente de ello, aunque esotraiga consigo dolor y miedo. Grauer emiti un gruido quellam su atencin. Esto no debera haber ocurridoexclam, y su voz reson en lacueva empequeecida. Locomprobamos todo. Esta cavernaera estable.

  • Baja la voz le ordenImenja. l dio un respingo y baj lamirada. Perdonadme, reverencia. Busquemos otra salida. S, reverencia. Lanz una mirada a losPensadores ms allegados a l yreuni en torno a s a un reducidocrculo de hombres. Tras murmurarentre ellos por unos instantes, sesepararon para dejar que Grauer sedirigiera al frente con paso seguro.

  • Permitidme que os gue,reverencia dijo en tono humilde. Imenja inclin la cabeza hacia losotros Pensadores, indicndoles quese unieran a l. El pasadizo quedabarrotado cuando el ejrcitovolvi sobre sus pasos. Laatmsfera se enrareci de formanotoria, pese a los esfuerzos de losServidores por obtener aire a travsde los respiraderos y las grietas dela montaa bajo la que seencontraban. Tanto los Servidorescomo los soldados y los esclavos

  • guardaban un silencio preado deinquietud. La nocin del tiempo se perdacon facilidad bajo tierra. Los mesesque Reivan haba pasado allayudando a sus compaerosPensadores a trazar un mapa de lasminas, el sistema de cuevasnaturales y los senderos de montaale haban proporcionado ciertahabilidad para calcular el tiempo.Grauer tard casi una hora en llegaral tnel lateral que buscaba. Seadentr en l prcticamente de

  • cabeza, ansioso por demostrar suvala. Por aqu dijo, consultandouna y otra vez el mapa. Hay quebajar por esta galera. LosPensadores avanzaban tras Grauer atoda prisa mientras l doblaba unacurva. Y luego caminar un buentrecho por... Hubo un instante de silencio,seguido de un grito resonante que seapag en la distancia. LosPensadores recorrieron la curvarpidamente y enseguida se

  • detuvieron. Al echar un vistazoentre los hombros de dos personas,Reivan vislumbr un agujero deforma irregular en el suelo. Qu ha ocurrido? Los Pensadores se apartaron paradejar pasar a Imenja. Tened cuidado, reverencia dijo uno de ellos por lo bajo. Suavizando su expresinligeramente, la mujer asinti antesde continuar caminando despacio. Sin duda ya sabe qu le hapasado a Grauer comprendi

  • Reivan. Debe de haberle ledo elpensamiento mientras caa. Imenja se acuclill y toc elborde del agujero. Arranc un trozodel saliente antes de enderezarse. Arcilla dijo, mostrndoselaa los Pensadores. Moldeada pormanos humanas y reforzada conpaja. Esto es obra de un saboteador.De un experto en trampas. Los Blancos han incumplidosu parte del trato! sise uno delos Pensadores. Pretendenimpedir que volvamos a casa.

  • Es una trampa! exclam otro. Nos mintieron en el paso paraque siguiramos esta ruta! Si nosmatan aqu, nadie sabr que nos hantraicionado! Dudo que ellos sean losresponsables repuso Imenja,dirigiendo la vista ms all de lasparedes de roca que los rodeaban.Frunci el ceo y sacudi la cabeza. La arcilla est seca. Quien hayahecho esto se march hace das. Nopercibo ms que los pensamientosde pastores de gabras que estn

  • lejos de aqu. Elegid a otro gua.Seguiremos adelante, pero conprecaucin. Los Pensadores vacilaron eintercambiaron miradas deincertidumbre. Imenja los observ,uno tras otro, y la ira asom a surostro. Por qu no habis hechocopias? Los mapas. Reivan apart lavista, luchando contra unafrustracin creciente. Grauer selos ha llevado consigo. Era incapaz

  • de confiar en alguien lo suficientepara facilitarle copias. Quharemos ahora? La aprensin la invadi por unmomento. Casi todos los tnelesms anchos de las minas conducana la entrada principal. Al fin y alcabo, la intencin original de losmineros no era crear un laberinto.Las galeras ms pequeas,excavadas a lo largo de vetas demineral, y los sistemas de cuevasnaturales eran ms intrincados, peromientras el ejrcito evitara

  • internarse en ellos, acabara porencontrar la salida. Uno de los miembros del grupodio un paso al frente. Deberamos poder orientarnosbasndonos en la memoria. El aopasado todos pasamos una largatemporada aqu. Imenja asinti. Entonces concentraos enrecordar. Yo pedir a algunosServidores que pasen delante paracomprobar si hay ms trampas. Aunque todos los Pensadores

  • asintieron con gentileza, Reivan viosignos de indignacin en su actitud.No eran lo bastante necios uorgullosos para rechazar la ayudade hechiceros, y seguramente sabanque los Servidores cargaran conparte de la culpa si suceda algopeor. Aun as, no dirigieron lapalabra a los dos Servidores que seacercaron. Hitte se ofreci como gua yninguno de los dems le disput elpuesto. Tras una inspeccin delagujero, se descubri que era una

  • grieta que atravesaba el suelo, eltecho y las paredes, pero no era tanancha como para no poder saltarla.Tendieron sobre ella, a manera depuente, unas angarillas cuya cargahaban atado a las espaldas de unosesclavos que ya soportaban un pesoexcesivo. Los Pensadores cruzaronlos primeros y el resto del ejrcitolos sigui. Reivan supuso que no era la nicaque se desesperaba por la lentitudcon la que avanzaban. Casi habanllegado al final de su travesa por

  • las montaas. Las minas del ladohaniano, ms pequeas, los habanllevado hasta un valle al que nopoda accederse por otras vas ydonde los pastores apacentaban susgabras. Una marcha ms larga atravs de una serie de cuevasnaturales les haba ahorrado lanecesidad de escalar una crestaescarpada. Desde all, haban caminadodurante una jornada por angostassendas de montaa. Cuando sedirigan hacia la batalla, haban

  • recorrido aquel tramo de nochepara que los espas voladores delenemigo no los divisaran. Ahora solo les faltaba encontrarel camino para salir de aquellasminas en el lado sennense y... Qu? Se acabaron nuestrosproblemas? Reivan suspir.Cualquiera sabe qu nos espera enSennon. Enviar el emperador unejrcito para rematarnos? Tal vez nisiquiera le haga falta. Nos quedanpocas provisiones, y an tenemosque cruzar el desierto de Sennon.

  • Nunca se haba sentido tan lejosde su hogar. Se abism durante un rato en losrecuerdos de su infancia: de lashoras que pasaba sentada en la forjade su padre, o ayudando a sushermanos en la construccin. Evitpensar en la breve temporada enque la haba embargado el dolor yel despecho por haber sidoentregada a los Servidores, y serecre en el entusiasmo con quehaba aprendido a leer y escribir,en la avidez con que haba

  • devorado todos los libros de labiblioteca del monasterio antes decumplir los diez aos. Habaarreglado toda clase de cosas,desde caeras hasta tnicas, habainventado una mquina para rebajarel cuero e ideado una receta deconfitura de drimma con la que elSantuario haba ganado ms dineroque con todos los dems productosdel monasterio juntos. Reivan tropez con algo y estuvoa punto de perder el equilibrio. Allevantar la vista, la sorprendi la

  • irregularidad del suelo. Hitte loshaba guiado hacia los tnelesnaturales. Ella mir al nuevo guade los Pensadores y advirti laseguridad con que se mova. Espero que sepa lo que hace. Almenos acta como si lo supiera. Oh,lo que dara por poder leer lamente, como las Voces. Cuando se acord de Imenja, laasalt un sentimiento de culpa. Envez de permanecer alerta y haceralgo til, se haba embebido en suspensamientos. Decidi prestar ms

  • atencin en adelante. A diferencia de los tneles msaltos de las montaas, rectos yamplios, estos eran estrechos ytortuosos. No solo torcan a derechae izquierda, sino que ascendan ydescendan, a menudo de formaabrupta. El ambiente estaba cadavez ms hmedo y cargado. Envarias ocasiones, Imenja orden unalto para que los Servidorestuvieran tiempo de obtener aire msfresco en aquellas profundidades. De pronto, el tnel se ensanch y

  • la luz de Imenja ilumin unacaverna enorme. Reivan solt un jadeo deasombro. Estaban rodeados decolumnas plidas e impresionantes,unas tan finas como dedos, otrasms gruesas que los rbolesvetustos de Dekkar. Haba algunasunidas en haces, otras estabantruncadas, y sobre sus tocones sehaban formado sombreretesparecidos a los de las setas. Todoestaba cubierto de una capareluciente de humedad.

  • Al echar una ojeada hacia atrs,Reivan advirti que Imenja sonrea.La Voz Segunda adelant a losPensadores y se adentr en lacaverna para contemplar aquellasformaciones. Descansaremos aqu un rato anunci. Su sonrisa desapareci y,tras lanzar una mirada significativaa los Pensadores, dio media vueltay gui al ejrcito hacia el interiorde aquel espacio inmenso. En cuanto Reivan pos los ojosen Hitte, comprendi el porqu de

  • la expresin de Imenja. El hombretena la frente arrugada depreocupacin. Los Pensadores seapartaron de la fila de personas queentraban en la caverna ycomenzaron a hablar entre s en vozbaja. Reivan se acerc a ellos, y laspocas palabras que capt bastaronpara confirmar sus sospechas. Hitteno saba dnde estaban. Habaoptado por penetrar en los tnelesnaturales, donde las trampas de unsaboteador seran ms evidentes,

  • pero los pasadizos nodesembocaban en galeras hechaspor el hombre tal como l esperaba.Ahora tema que se haban perdido. Reivan se alej con un suspiro. Sisegua escuchando, quiz dira algoque despus lamentara. Al caminarentre las formaciones, descubrique la caverna era incluso msgrande de lo que le haba parecidoen un principio. El rumor delejrcito que se aglomeraba sonabacada vez ms dbil a su espaldamientras ella avanzaba entre las

  • columnas, sorteando lasdesigualdades del terreno yatravesando charcos. La luz deImenja lo baaba todo en unaclaridad intensa entreverada desombras negras. En una parte de lagruta, el suelo era ms extenso y lascharcas haban formado superficiesescalonadas. Reivan se fij en unasaberturas que podan ser entradasde tneles. Mientras las examinaba, oy unsonido bajo e inarticulado tras s.Se qued paralizada y mir

  • alrededor, preguntndose si alguienla haba seguido. La voz son msfuerte y apremiante hastaconvertirse en un bramido furioso.Se trataba de la persona que tendalas trampas? De un lugareosediento de venganza, incapaz deenfrentarse al ejrcito perodispuesto a ajustar cuentas con unode sus miembros? Reivan sepercat de que estaba jadeando deterror, y lament amargamentehaberse separado del ejrcito y quesus dotes mgicas fueran tan

  • limitadas que apenas le bastabanpara crear una msera chispa. Sin embargo, si ese alguien lahubiera seguido con malasintenciones, no habra delatado supresencia con un rugido sonoro.Ella se oblig a respirar con mscalma. Si lo que haba odo no erauna voz, qu era? Cuando se le ocurri la respuesta,se ri a carcajadas de su propianecedad. El viento. Vibra a travs de lostneles como el aliento a travs de

  • un tubo. Ahora que estaba ms atenta,percibi un movimiento en el aire.Se agach para mojarse las manosen un charco antes de encaminarsehacia la direccin de la queproceda el sonido, con los brazosextendidos ante s. La sensacin defro que le produca la brisa en lapiel mojada la gui hacia unaabertura grande a un lado de lacaverna, donde soplaba unacorriente de aire ms fuerte. Sonriendo satisfecha, Reivan

  • ech a andar de vuelta hacia dondeestaba el ejrcito. Se sorprendi al ver cunto sehaba alejado. Cuando lleg por fin,las cinco secciones se encontrabanya all, aglomeradas en torno a lasformaciones rocosas. Sin embargo,algo no iba bien. En vez deasombro y admiracin, sus carasreflejaban temor. Reinaba unsilencio inslito para una multitudtan grande. Se le haba escapado a algnPensador algn comentario

  • revelador sobre la situacin, ohaban decidido las Vocescomunicar al ejrcito que se habanperdido? Al acercarse, Reivan vioa las cuatro Voces de pie sobre unsaliente. Parecan tan tranquilos yseguros de s mismos comosiempre. Imenja baj la vista y laclav en los ojos de Reivan. Entonces el bramido se oy denuevo. All sonaba ms dbil ycostaba ms identificarlo comoproducto del viento. Cuando variosmiembros del ejrcito soltaron

  • gritos ahogados y murmuraronplegarias, Reivan comprendi quera lo que tanto los haba asustado.Al mismo tiempo, vio que Imenjaapretaba los labios, divertida. Es el Aggen! El monstruo! exclam alguien. Reivan se tap la boca parareprimir una risotada y advirti quelos otros Pensadores sonrean. Noobstante, el resto del ejrcitopareca dar crdito a estaposibilidad. Hombres y mujeres seapiaron entre gritos de terror.

  • Nos devorar! Hemos entrado en su guarida! Ella suspir. Todo el mundoconoca la leyenda del Aggen, unabestia gigantesca que supuestamenteviva debajo de aquellas montaasy engulla a todo aquel que fuera lobastante insensato para adentrarseen las minas. Incluso habaesculturas de l en las excavacionesms antiguas, en pequeashornacinas para ofrendas, como siun ser tan grande fuera a saciarsecon obsequios que cupieran en un

  • espacio tan reducido. O como si pudiera sobrevivir.Era imposible que un monstruo tanenorme como el tal Aggen sealimentara de los escasos eimprudentes exploradores que seinternaban en sus dominios. Si lebastaba con eso, era mucho mspequeo de lo que aseguraban lasleyendas. Pueblo de los dioses. La vozde Imenja retumb en la caverna, yel eco de sus palabras se alej,como si persiguiera el bramido.

  • No temis. Aqu no percibo otrasmentes que las nuestras. Ese sonidoest causado por el viento, quecorre por estas cuevas como unsoplido a travs de una flauta,aunque con resultados menosmelodiosos aadi con unasonrisa. Los nicos monstruosque hay aqu estn en nuestraimaginacin. Pensad en el airefresco que el viento trae consigo.Descansad y disfrutad lasmaravillas que os rodean. Las tropas haban enmudecido.

  • Reivan oy que los soldadosempezaban a imitar el sonido o amofarse de quienes habanexpresado sus temores en voz alta.Un Servidor se le acerc. Pensadora Reivan, la VozSegunda desea hablar contigo. El corazn de Reivan dio unbrinco. Ella ech a andar a todaprisa tras el hombre. Las otrasVoces la observaron con interscuando lleg al saliente. Pensadora Reivan dijoImenja, has descubierto una

  • salida? Tal vez. He encontrado un tnelen el que hay corriente. Ese vientopodra proceder del exterior, perono sabremos si el pasadizo estransitable hasta que lo exploremos. Explralo entonces ordenImenja. Que te acompaen dosServidores, para iluminar tu caminoy comunicarse conmigo si el tnelresulta sernos til. As lo har, reverencia respondi Reivan. Tras trazar elsmbolo de los dioses sobre su

  • pecho, se alej. Dos Servidores, unhombre y una mujer, salieronrpidamente a su encuentro. Reivanles dirigi una corts inclinacin dela cabeza antes de reanudar lamarcha, seguida por ellos. Encontr el tnel sin dificultadesy entr en l. El suelo era irregular,y en algunos trechos tenan quesubir pendientes acusadas. Elbramido sonaba cada vez msfuerte, hasta que empez a vibrar atravs de ella. Los dos Servidoresdespedan olor a sudor pese a que

  • el aire era fro, pero no expresabansus temores. Aunque sus lucesmgicas brillaban con msintensidad de la necesaria, Reivanno se quej. Cuando el sonido se tornensordecedor, Reivan advirticonsternada que el tnel seestrechaba ante ella. Aguard a queel viento amainara y avanz decostado por el hueco. LosServidores se pararon conexpresin dubitativa. El espacio se redujo hasta que

  • Reivan not la presin de la rocacontra el pecho y la espalda. Msadelante, el pasadizo se curvaba yse perda en la oscuridad. Podrais acercar ms esa luz?grit Reivan. Tendrs que guiarme lleg larespuesta. La pequea chispa luminosa pasflotando junto a la cabeza deReivan y se detuvo. Y ahora por dnde? Un poco ms a la derecha contest ella.

  • Ests segura de que quiereshacer esto? pregunt el otroServidor. Y si te quedasatascada? Me desatascar afirmReivan, esperando que de verdadresultara tan fcil. No pienses enello. Adelante y ligeramente ala derecha. Eso es... Ahora a laizquierda... No tan deprisa. Cuando la luz se aproxim al finalde la curva, ella se percat de queel tnel se ensanchaba de nuevo.Aunque quiz se angostara ms

  • tarde, la nica forma de saberlo erallegar hasta all. Ella siguiandando, not que la opresin sobresu cuerpo disminua, dobl la curvaarrastrando los pies... ... y suspir aliviada al ver que elpasadizo continuaba agrandndoseante ella. Unos pasos ms adelante,poda extender los brazos a loslados sin tocar las paredes. Apocos metros, el tnel torca a laderecha. El camino ya no estabailuminado por la luz mgica delServidor, que se haba quedado

  • atrs, en el hueco estrecho, sino poruna claridad tenue procedente dems all de la curva. Ella apret elpaso y estuvo a punto de tropezarcon alguna desigualdad del terreno.Cuando gir a un lado, exhal, mstranquila. Las paredes del pasadizodesembocaban en una superficiegris y verde. Rocas y rboles. El exterior. Sonriendo, regres a la parteestrecha del tnel y refiri a losServidores lo que haba visto.

  • Un flujo de soldados manaba dela salida del tnel ante los ojos deReivan. Al emerger, cada hombre ymujer se detena por unos instantespara mirar alrededor, con el aliviodibujado en el rostro, antes deenfilar el angosto sendero queconduca a lo alto del barranco.Haban pasado tantos frente a ellaque haba perdido la cuenta. Los Servidores haban ampliadoel tnel utilizando la magia. Elfantasmagrico bramido del viento

  • ya no volvera a orse en el bosqueBlanco, como Imenja lo hababautizado. Era una pena, pero pocossoldados habran podido pasar poraquel corredor tan estrecho comohaba hecho Reivan. Un grupo de esclavos comenz asalir. Parecan tan contentos comolos dems por dejar atrs las minas.Al final del viaje, los liberaran yles ofreceran trabajosremunerados. Les reduciran lacondena por haber combatido en laguerra. Aun as, Reivan dudaba que

  • ninguno de ellos fuera a jactarse dehaber participado en aquel intentofallido de vencer a los circulianos. No creo que ninguno de ellosest pensando en la derrota ahoramismo reflexion.Simplemente se alegran de ver laluz del da. Pronto su nicapreocupacin ser atravesar eldesierto. Pensadora Reivan dijo unavoz conocida tras ella. Ella se volvi, sobresaltada, y seencontr frente a Imenja.

  • Perdn, reverencia. No os heodo acercaros. Imenja sonri. Entonces soy yo quien deberadisculparse por habermeaproximado con tanto sigilo. Contempl a los esclavos conmirada distante. He pedido a losotros Pensadores que se adelantenpara encontrar un camino que bajeal desierto. Debera haberme ido conellos? No. Quiero hablar contigo.

  • Imenja hizo una pausa cuando elatad que contena el cuerpo deKuar surgi del tnel. Lo observpasar y dio un suspiro profundo.Creo que poseer dones mgicos nodebera ser un requisitoindispensable para todos losServidores de los dioses. Para lamayora, tal vez, pero deberamosreconocer que algunos hombres ymujeres tienen otras habilidadesque ofrecernos. A Reivan se le cort larespiracin. Imenja no poda estar a

  • punto de... Aceptaras convertirte enServidora de los Dioses, si se tebrindara la posibilidad? Convertirse en Servidora de losDioses? Lo que Reivan habasoado durante toda su vida? Imenja pos la vista en Reivan,que pugnaba por recuperar el habla. Sera... Sera un honor para m,reverencia dijo. Imenja sonri de nuevo. Entonces as ser, al trmino denuestro viaje.

  • PRIMERA PARTE

  • 1

    EL hombre que estaba de piecerca de la ventana prcticamenterezumaba temor. Permanecavacilante a pocos pasos del cristal,retndose a vencer su horror a lasalturas, a aproximarse ms a laventana para contemplar el lejanosuelo desde la torre. Danyin realizaba este rito todoslos das. A Auraya no le gustabaimpedrselo. Enfrentarse a su miedo

  • exiga un gran valor. El problemaera que, como ella poda leerle lamente, perciba su ansiedad y sedistraa de su trabajo. En aquelmomento, intentaba centrar suatencin en una carta larga yaburrida de un mercader quesolicitaba a los Blancos quepromulgaran una ley que leconcediera la exclusiva delcomercio con los siys. Al apartar la mirada de laventana, Danyin advirti que ella loobservaba y frunci el entrecejo.

  • No, no he dicho nada respondi Auraya. l sonri, aliviado. Leer lasmentes se haba convertido en unacostumbre para ella. Lospensamientos de los dems leresultaban tan fciles de detectarque tena que concentrarse para noorlos. Como consecuencia, el flujode las conversaciones le parecaexcesivamente lento. Saba lo quesu interlocutor iba a decir antes deque este pronunciara una palabra.Responder a una pregunta antes de

  • que la otra persona tuviera laoportunidad de formularla era unadescortesa. Se senta como unaactriz que se anticipaba a las frasesde sus compaeros de reparto. Sin embargo, con Danyin podaestar ms relajada. Su consejeroaceptaba su facultad de leer lamente como una faceta de supersonalidad y no se ofendacuando ella reaccionaba a suspensamientos como si l los hubieraexpresado en voz alta. Auraya leestaba agradecida por ello.

  • Danyin se acerc a una silla y sesent. Se fij en la carta que ellasostena en sus manos. Habis terminado? pregunt. No. Ella baj la vista y seoblig a seguir leyendo. Cuandoacab, se volvi de nuevo haciaDanyin. El hombre tena unaexpresin distante, y ella sonri alver el rumbo que haban tomado susreflexiones. No puedo creer que ya hayapasado un ao pens l. Hace

  • un ao que soy consejero de losBlancos. Cuando se percat deque ella lo miraba, sus ojos seiluminaron. Cmo conmemoraris maanavuestro primer ao como Blanca?inquiri. Supongo que nos juntaremospara cenar contest Auraya.Tambin celebraremos una reuninen el altar. Danyin arque las cejas. Quiz los dioses os feliciten enpersona.

  • Ella se encogi de hombros. Quiz. O quiz solo asistamoslos Blancos. Se reclin en suasiento. Juran seguramente querrcomentar los acontecimientos delao. Pues tendr que comentarmuchas cosas. Cierto convino ella.Espero que no todos mis aos comoBlanca sean tan emocionantes.Primero la alianza con Somrey,luego mi estancia en Si, despus laguerra. No me importara visitar

  • otros pases o regresar a Somrey ya Si, pero preferira no tener quevolver a luchar en una guerra. l asinti en seal deconformidad. Deseara poder decir concerteza que es improbable que esoocurra mientras yo viva. Perono puedo, aadi para susadentros. Ella movi la cabezaafirmativamente. Yo tambin. Solo nosqueda confiar en que los dioses

  • tuvieran un buen motivo paraordenar que les perdonramos lavida a los hechiceros pentadrianos.Ahora que el ms poderoso de ellosha muerto, sus fuerzas soninferiores a las circulianas; almenos por el momento. En cuantoencuentren a otro que ocupe sulugar, volvern a representar unaamenaza para Ithania del Norte. En otra poca, esto no le habrapreocupado. No nacan a menudohechiceros tan poderosos como loslderes pentadrianos; quiz una vez

  • cada cien aos. Que cinco de ellos,pertenecientes a la mismageneracin, se hubieran hecho conel poder en Ithania del Sur era unhecho extraordinario. Los Blancosno podan confiar en quetranscurrieran otros cien aos antesde que los pentadrianos dieran conun hechicero lo bastante fuerte parasustituir a Kuar. Deberamos haber matado a loscuatro supervivientes pensAuraya. Pero la batalla habaterminado. Habra parecido un

  • asesinato. Debo reconocer queprefiero que los Blancos tengamosfama de compasivos que de crueles.Tal vez esta sea tambin la voluntadde los dioses. Contempl el anillo que llevaba.A travs de l, las deidadesacrecentaban su fuerza mgicanatural y le conferan dones quemuy pocos hechiceros habanposedo jams. Era una tira blanca,sin adornos, nada espectacular, y sumano presentaba el mismo aspectoque el ao anterior. Faltaban aos

  • para que resultara evidente que nohaba envejecido un solo da desdeque se lo haba puesto. Sus compaeros Blancos habanvivido mucho ms. Juran haba sidoel primero al que los dioses habanelegido, ms de cien aos atrs.Haba visto marchitarse y morir atodas las personas que habaconocido antes de su Eleccin. Ellano era capaz de imaginar cmodeba de sentirse. Dyara haba sido la siguiente, yluego Mairae y Rian, elegidos con

  • intervalos de veinticinco aos.Incluso Rian llevaba suficientetiempo siendo inmortal para que laspersonas que lo recordaban de lapoca anterior a su Eleccinnotaran que su aspecto no habacambiado en absoluto desdeentonces. He odo rumores de que elemperador de Sennon rompi laalianza que haba firmado con lospentadrianos pocas horas despusde su derrota dijo Danyin.Sabis si es verdad?

  • Auraya alz la vista hacia l ysolt una risita. As que el rumor se estpropagando. No sabemos conseguridad si es cierto. Elemperador expuls de Sennon atodos nuestros sacerdotes despusde firmar el tratado, as que ningunode ellos fue testigo de esa ruptura,si es que se produjo. Al parecer, un tejedor desueos s estuvo presente dijoDanyin. Habis habladoltimamente con la tejedora asesora

  • Raeli? No desde que regresamos. Desde la guerra, ella senta que lehurgaban en una herida cada vezque alguien mencionaba a lostejedores de sueos. Siempre quepensaba en ellos, Leiard le vena ala memoria. Apart la mirada, abrumada porlos recuerdos que se agolpaban ensu cabeza. Algunos estabanrelacionados con el hombre decabello y barba canos que habavivido en el bosque, cerca de su

  • aldea natal, y que tanto le habaenseado sobre los remedios, elmundo y la magia. Otros recuerdos,ms recientes, tenan que ver con elhombre al que ella haba nombradosu asesor sobre asuntosrelacionados con los tejedores,pese al prejuicio generalizado entrelos circulianos contra los miembrosde aquella secta. Entonces su mentela importun con imgenes fugacesde momentos ms ntimos: lavspera de su partida hacia Si, en laque los dos se haban hecho

  • amantes; las conexiones en sueos atravs de las que se comunicabansus deseos; los encuentros secretosen la tienda de campaa de lcuando se dirigan por separadohacia la batalla, ella para combatiry l para sanar a los heridos. Por ltimo, sinti un escalofro,cuando el recuerdo del campamentodel burdel acudi a su memoria.Ella haba dado con Leiard alldespus de que Juran descubrierasus amoros y lo obligara amarcharse. Auraya an tena

  • grabadas en la retina las tiendasvistas desde arriba, baadas en laluz dorada de la maana. El pensamiento que ella habaledo en su mente resonaba en susodos. No es que Auraya no meparezca atractiva, inteligente obuena persona. Es solo que no valela pena pasar tantas molestias porella. En cierto modo, tena razn. Susrelaciones habran causadoinevitablemente escndalo yconflictos si hubieran salido a la

  • luz. Era egosta por su parte buscarel placer cuando haba personasque podan sufrir las consecuenciassi aquello llegaba a saberse. Ser consciente de eso no habasuavizado la impresin que se haballevado al no encontrar el menorrastro de amor o arrepentimiento enla mente de Leiard aquel da. Elcario que haba percibido en ltantas veces, y por el que tantohaba arriesgado, haba muerto,aniquilado por el miedo. Deberaestarle agradecida a Juran se dijo

  • Auraya. Si Leiard era capaz dedesenamorarse tan fcilmente pormiedo, algo o alguien habraacabado con su amor tarde otemprano. Cuando uno ama a unaBlanca, debe ser ms fuerte. Deahora en adelante procurar evitar alos hombres con tales debilidades,y cuanto antes me olvide de Leiard,antes encontrar un... un... Un qu? Sacudi la cabeza. Erademasiado pronto para pensar ennuevos amantes. Si se enamorabade nuevo, volvera a cometer actos

  • irresponsables y vergonzosos? No,ms vala que se concentrara en eltrabajo. Danyin la observabapacientemente. Sus sospechas sobrelos pensamientos de Auraya seacercaban demasiado a la realidad.Ella se enderez y clav la miradaen l. Has hablado con Raeli? pregunt. l se encogi de hombros. Un par de veces, de pasada,pero no sobre esta cuestin.

  • Queris que le pregunte algo alrespecto? S, pero no antes de la reuninde maana en el altar. Con todaseguridad se abordar el tema deSennon, y es posible que los otrosBlancos hayan averiguado ya laverdad. Mir la carta delmercader. Propondr queenviemos sacerdotes a Si. Danyin no se mostr sorprendido. Como refuerzos? S. Los siys sufrieron unnmero terrible de bajas durante la

  • guerra. Ni siquiera sus nuevosarneses de caza les bastaran paraevitar una invasin. Como mnimodebemos asegurarnos de quepuedan avisarnos con rapidez sinecesitan nuestra ayuda. Pensar en los siys la llen de unaaoranza y una pena de ndoledistinta. Los meses que habavivido en Si haban pasadovolando. Anhelaba una excusa paravolver. En comparacin con elestilo de vida honesto y sencillo delos siys, las exigencias y

  • preocupaciones de su propiopueblo se le antojaban ridculas oinnecesariamente mezquinas yegostas. No obstante, su sitio estaba all.Quiz los dioses le habanconcedido el don de volar para quepudiera cruzar las montaas yconvencer a los siys de que sealiaran con los Blancos, pero esono significaba que tuviera quedispensarles un trato de favorrespecto a otros pueblos. Por otro lado, no debo

  • abandonar a los siys. Los condujea la guerra y la muerte. Deboasegurarme de que no padezcan msprdidas a causa de su alianza connosotros. La mayor parte de su territorioes intransitable para los pisatierraseal Danyin. Eso frenara elavance de posibles invasores ydara tiempo a los siys para pedirayuda. Ella sonri al orlo emplear eltrmino con que los siys se referana los humanos comunes.

  • No te olvides de la hechiceraque se intern en Si el ao pasadocon esos pjaros feroces quecriaba. Incluso unos hechiceros conpocos poderes haran mucho daosi lograran colarse en el pas sin serdescubiertos. Aun as, si los pentadrianosquisieran atacarnos de nuevo, dudoque se molestaran en invadir Si. De todos nuestros aliados, Sies el pas ms prximo alcontinente del sur. All no haysacerdotes, y los pocos siys que

  • poseen dones mgicos apenas hanrecibido entrenamiento. Sonnuestros aliados ms dbiles. Danyin se qued pensativo yasinti. Lo cierto es que Jarime puedeprescindir de algunos sacerdotes.Los jvenes intrpidos que enviisa Si debern ser buenos sanadorestambin. Os interesa mantener vivala gratitud de los siys. Dentro deveinte aos, solo los ms viejosrecordarn que obligasteis al reyBerro a retirar a los colonos

  • torenios de su territorio. Los siysms jvenes no comprendern elmrito de esa accin..., o seconvencern de que habran podidohacerlo sin vos. Es posible que yahayan empezado a convencerse. Ella sacudi la cabeza. An no. Quiz s. La gente es capaz deconvencerse de cualquier cosacuando quiere culpar a otros. Ella crisp el rostro. Culpar aotros. La afliccin haba llevado aalgunos a responsabilizar a los

  • Blancos, e incluso a los dioses, dela muerte de sus seres queridos enel conflicto. Percibir la pena deaquellas personas y de otras msracionales era otro inconvenientede su capacidad para leer la mente.En ocasiones tena la impresin deque todos los hombres, mujeres ynios de la ciudad lloraban laprdida de un pariente o amigo. Por otra parte, estaban lossupervivientes. Ella no era la nicaa quien la atormentaban losrecuerdos traumticos de la guerra.

  • Los combatientes haban vistocosas terribles, y no todos podanolvidarlas. Un escalofro recorri aAuraya cuando pens en laspesadillas que la haban asaltadodesde entonces. En aquellos sueos,caminaba por un campo de batallainterminable y sembrado decadveres mutilados que leimploraban ayuda o le lanzabanacusaciones a gritos. Debemos hacer todo lo posiblepor evitar otra guerra pens oencontrar una manera mejor de

  • defendernos. Los Blancosposeemos una gran fuerza mgica.Deberamos descubrir una forma deluchar que no provoque tantasmuertes. Aunque la descubrieran, tal vezno servira de nada si las deidadesenemigas existan de verdad. Levino a la memoria la maana, dasantes de la batalla, en que habapresenciado la salida del ejrcitopentadriano de las minas. Su lderhaba invocado a una figuraluminosa. Auraya habra supuesto

  • que se trataba de una ilusin de noser porque sus sentidos le decanque aquella figura rebosaba energamgica. Los circulianos siempre habancredo que los pentadrianosadoraban a dioses falsos, que losintegrantes del Crculo de los Cincoeran las nicas divinidadesautnticas que haban sobrevivido ala Guerra de los Dioses. Si lo queella haba visto era una deidad real,cmo explicarlo? Los Blancos haban consultado a

  • los dioses tras la batalla. Chaia leshaba dicho que era posible quehubieran surgido dioses nuevosdespus de la guerra. Tanto l comolos otros miembros del Crculoestaban investigndolo. Desde entonces, Auraya habaanalizado y discutido en mltiplesocasiones las posibilidades con suscompaeros Blancos. Rian seresista a aceptar que hubieranaparecido nuevos dioses. Aunquepor lo general era fervoroso y deconvicciones firmes, la idea de que

  • existieran otras deidades loalteraba, incluso lo enfureca. Ellaempezaba a comprender que loshombres necesitaban que los diosesfueran una fuerza constante en eluniverso, una fuerza con cuyainmutabilidad pudieran contar. A Mairae, en cambio, no lepreocupaba la posibilidad de quehubiera dioses nuevos en el mundo.Servimos a nuestros Cinco; eso eslo que importa, haba comentado. Ni Juran ni Dyara estabanconvencidos de que la deidad

  • que Auraya haba avistado fuerareal. Aun as, estaban mspreocupados que Mairae. Tal comohaba sealado Juran, lasdivinidades verdaderasrepresentaban una gran amenazapara Ithania del Norte. l habadado por sentado que si lospentadrianos afirmaban que susfalsos dioses los haban enviado ala guerra era para someter a supueblo a obediencia. Ahora cabala posibilidad de que esos diosesexistieran y de que hubieran

  • animado quiz incluso obligado a los pentadrianos a invadirterritorio circuliano. Todos se haban mostrado deacuerdo en que si uno de los diosespentadrianos exista, seguramentelos dems tambin. Ningn diospermitira que sus adoradoresveneraran a deidades falsas ademsde a l. Estoy segura de que lo que vi fueuna divinidad real, as que tendraque creer en la existencia de cincodioses nuevos en este mundo. Pero

  • no puede ser... Auraya. Sobresaltada, alz la vista haciaDanyin. S? Habis odo algo de lo que hedicho? Ella hizo una mueca, pesarosa. No. Lo siento. l sacudi la cabeza, sonriendo. No tenis por qu disculparos.Si os ensimismis de ese modo,debe de ser por algo importante. S, pero no es nada por lo que

  • no me haya ensimismado cientos deveces ya. Qu decas? Con una sonrisa, Danyin empez arepetir pacientemente losrazonamientos que le habaexpuesto. Emerahl permaneca sentada, muyquieta. Oa alrededor de s los sonidosnocturnos del bosque: el susurro dehojas, el parloteo y los trinos de lospjaros, el crujir de las ramas... y,

  • en algn lugar no muy lejano, unaspisadas ligeras y rpidas. Se puso tensa al notar que laspisadas se aproximaban. Unasombra tap la luz de las estrellas. Qu ser? Algo comestible,espero. Acrcate ms, animalito... Ella tena el viento en contra,pero eso daba igual. Haba creadoen torno a s una barrera mgica quecontena sus olores corporales. Que son bastante fuertes sedijo ella, avergonzada.Cualquiera apestara tras viajar

  • durante un mes sin mudarse de ropa.Cmo se reira Rozea si me viera am, la favorita de su burdel,cubierta de mugre, durmiendo en elduro suelo, sin otra compaa quela de un tejedor de sueos loco. Pens en Mirar, que estabasentado frente a la hoguera, varioscientos de pasos tras ella.Probablemente estara refunfuandopara s, discutiendo con la otraidentidad que haba en su cabeza. De pronto, el animal emergi delas sombras, y Emerahl desterr a

  • Mirar de su mente. Un brim! pens. Un brimpequeo, gordo y sabroso! Una descarga de magia aturdidoralo mat al instante. Ella se levant,recogi la bestezuela y empez aprepararla para asarla. Centr todasu atencin en despellejarla,limpiarla y encontrar un palo quesirviera como asador. Se encaminde vuelta hacia la fogata, con lastripas rugindole de hambre. Encontr a Mirar tal como se lohaba imaginado. Con la mirada fija

  • en las llamas, mova los labios, sinpercatarse de que ella se acercaba.Emerahl daba cada paso de formasigilosa, con la esperanza de oralgo de lo que l deca antes de quereparase en su presencia y secallara. ... importa poco si te perdona ono. No puedes volver a verla. S que importa. Podra serimportante para nuestro pueblo. Tal vez. Pero qu piensasdecirle? Que aquella noche erasuna persona distinta?

  • Es la verdad. No te creer. Ella saba que yoexista dentro de ti, pero no lleg aver lo suficiente para comprendertodo lo que eso implicaba. Yo memantena al margen mientrasvosotros dos hablabais. Crees quelo haca por educacin? Guard silencio. As que hay una ella pensEmerahl. Quin es? A juzgar porlo que ha dicho sobre el perdn,alguien a quien traicion. Es esamujer la causa de todos sus

  • problemas, o solo de algunos? Sonri. Tpico de Mirar. Esper a que l continuarahablando, pero no lo hizo. Sustripas protestaron de nuevo. Mirarlevant la vista y ella ech a andarcomo si acabara de llegar. Una caza fructfera dijo,sosteniendo el brim en alto. No parece una lucha muy justacoment l. Una granhechicera contra un animal salvaje. Ella se encogi de hombros. No sera ms justa si yo tuviera

  • un arco, flechas y buena puntera.Qu has estado haciendo? Pensar en lo agradable quesera que no hubiera dioses. Suspir con melancola. De qusirve ser un hechicero poderoso einmortal si uno no puede hacer nadatil por miedo a llamar la atencin? Ella procedi a colocar el brimsobre el fuego. Qu cosas tiles llamaran laatencin de los dioses? l realiz un gesto vago. Pues... lo que resulte til en

  • cada momento. til para quin? Para los dems respondi lcon un ligero deje de indignacin. Algo como... como despejar uncamino despus de underrumbamiento. O como sanar a lagente. No haras nada por ti? l se sorbi la nariz. De vez en cuando. Puede quenecesite protegerme. Emerahl sonri. Puede. Tras comprobar que

  • el brim estaba apoyado de formaestable, se sent sobre los talones. Siempre habr dioses, Mirar.Simplemente nos las hemosapaado para enemistarnos conellos en los ltimos tiempos. Mirar ri con amargura. Fui yo quien se enemist conellos. Yo los provoqu. Yo difundla verdad sobre ellos para evitarque engaaran a la gente y tomaranel mando. Pero t y los dems... Sacudi la cabeza. No hicisteisnada. Vuestro nico delito era ser

  • poderosos. Por eso nos calificaronde indmitos y ordenaron a susesbirros que nos mataran. Ella alz los hombros. Los dioses siempre nos hantenido controlados. An puedessanar a otros de forma discreta. l no la escuchaba. Es como estar encerrado en unacaja. Quiero salir y estirar laspiernas! Si haces eso, te agradeceraque te apartaras de m. An megusta estar viva. Levant la

  • mirada. Seguro que los siys novern nuestra hoguera? Seguro asever l. Espeligroso para ellos volar ennoches sin luna por esta zona en quelas montaas estn tan juntas.Tienen buena vista, pero no tanto. Ella reajust el brim en el asador,sobre el fuego. Se reclin haciaatrs y se fij en Mirar, que habaapoyado la espalda en el tronco deun rbol. La luz amarilla de lasllamas realzaba los ngulos de sumandbula y sus cejas, y tea sus

  • ojos azules de un verde plido. Cuando l dirigi la mirada haciaEmerahl, ella se estremeci con unamezcla de dolor y alegra. Habacredo que nunca volvera a verlo y,sin embargo, all estaba, vivo y... ... algo cambiado. Apart lavista, pensando en las ocasiones enque haba intentado interrogarlo.Mirar no haba sabido aclararlecmo era posible que siguiera convida. No conservaba recuerdos delsuceso que supuestamente habacausado su muerte, aunque haba

  • odo hablar de l. Esto haca mscrebles las afirmaciones de Leiard,su otra identidad. Este estabaconvencido de que su mentecontena una reconstruccinaproximada de la personalidad deMirar, formada a partir del elevadonmero de recuerdos de conexindel lder fallecido, que Leiardhaba recibido al conectarmentalmente con otros tejedores. Pero tiene el cuerpo de Mirar pens ella. Bueno, est muchoms delgado y el cabello blanco lo

  • avejenta mucho, pero sus ojos sonlos mismos. Mirar crea que el cuerpo leperteneca, pero no tena unaexplicacin para ello. Leiard, porsu parte, opinaba que era una meracasualidad que su aspecto fuerasimilar al de Mirar. Cuando Leiardasuma el control, se mova de unmodo completamente distinto, yEmerahl se preguntaba cmo habaconseguido reconocerlo siquiera.Solo estaba segura de que el cuerpoera el de Mirar cuando este

  • recuperaba el dominio sobre l. Por eso, ella haba hechopreguntas a Leiard sobre losrecuerdos de conexin. Si lo quedeca era cierto, cmo habaocurrido? Cmo haba obtenido ltantos recuerdos de conexin deMirar? Caba la posibilidad deque Leiard, o alguien con quien lhubiese conectado, hubieraacumulado recuerdos de conexinde muchos tejedores de sueos? Leiard no se acordaba de quin lehaba transmitido los recuerdos. De

  • hecho, su memoria estabarevelndose tan poco fiable comola de Mirar. Era como si cada unoconservara en la mente parte delpasado del otro, pero las lagunas noeran resueltas por ninguno de losdos. Emerahl haba consultado aambos respecto al sueo de la torreque ella tena desde haca meses yque sospechaba que guardabarelacin con la muerte de Mirar.Ninguno de ellos lo habareconocido, aunque al parecer

  • Mirar se haba sentido incmodo alorlo. Resultaba frustrante. Emerahl nosaba muy bien qu quera Mirar deella. Cuando lo haba encontrado enel campo de batalla, l estabasanando heridos, como los demstejedores, pero era evidente queaquello no le bastaba para pasarinadvertido, pues de lo contrario nole habra pedido a ella que losacara de all. Sin embargo, no lehaba especificado adnde deballevarlo. Haba dejado que ella

  • tomara la decisin. Consciente de lo bien que se ledaba a Mirar meterse en los conlos dioses, Emerahl lo llev al sitioms seguro y remoto que conoca.No haba tardado en descubrir aLeiard. Este pareca haber aceptadola compaa de la hechicera soloporque no tena alternativa. Ellaperciba las emociones tanto deLeiard como de Mirar. Se habasorprendido al advertir que lamente de Mirar estaba abierta y sepoda leer. Haba recordado

  • despus que Mirar nunca haba sidocapaz de ocultar sus pensamientostan bien como ella. Adquirir estahabilidad requera tiempo, ademsde la ayuda de un lector de mentes,y, como todos los dones mgicos,se olvidaba si uno no la ejercitaba. Eso significaba que los diosescaptaran sus pensamientos si porcasualidad se fijaban en l, ydescubriran a Emerahl a travs desu mente. Mirar conoca laidentidad de Emerahl. Naturalmente, ellos no tendran

  • motivo para interesarse en aqueltejedor de sueos medio loco. Unade las cosas que ella saba acercade los dioses era que no podanestar en ms de un lugar a la vez.Posean la facultad de salvardistancias en un instante, pero suatencin era focalizada. Estabanocupados en tantos asuntos que lasprobabilidades de que repararan enMirar eran bajas. Y, si aun as reparaban en l,quin creeran que era l? Mirar lehaba contado a Emerahl algo sobre

  • los dioses que ella ignoraba. Solovean el mundo fsico por medio delos ojos de los mortales. Despusde cien aos, ya no quedabanmortales vivos que hubieranconocido a Mirar en su da, as queningn mortal lo identificara.Incluso era posible que lostejedores de sueos que hubiesenrecibido recuerdos de conexinsobre Mirar no lo reconocieran. Lasreminiscencias de la aparienciafsica de alguien eran personales. Los nicos seres capaces de

  • reconocerlo ahora eran inmortales:ella, los dems indmitos y Juran elBlanco. No obstante, el Mirar queellos recordaban presentaba unaspecto mucho ms saludable. Sucabello era rubio, y lo llevabapeinado con esmero. Tena la pieltersa y ms carne en los huesos.Cuando ella haba comentado locambiado que estaba, l se habaredo y haba descrito la estampaque ofreca dos aos atrs. Lucauna cabellera cana y larga, barba yestaba incluso ms delgado que

  • ahora. Le haba confesado que lepreocupaba ms que loidentificaran como Leiard, aunqueno haba explicado por qu. Alparecer, Leiard era tan hbil parameterse en problemas como lohaba sido Mirar. El paso por las montaas de Siera lento y penoso, pero noimposible para personas tandotadas como ellos. Si alguien lossegua, sin duda haba quedado yamuy atrs.

  • Mirar bostez y cerr los ojos. Cunto falta? Te dara demasiadainformacin si te lo dijera repusoella. Se haba negado a desvelarleadnde se dirigan. Si l lo supiera,los dioses podran leerle la mente yordenar a alguien que se adelantarapara salir a su encuentro. Los labios de l se torcieron enuna sonrisa. Me refera a cunto falta paraque el brim est listo. Ella solt una risita.

  • S, ya. Todas las noches mepreguntas cuntos das de caminonos quedan. As es admiti l sin dejarde sonrer. Cunto falta? Una hora respondi ella,sealando el brim con unmovimiento de la cabeza. Por qu no lo preparas conmagia? Sabe mejor cuando se asadespacio, y estoy demasiadocansada para concentrarme. Loexamin con ojo crtico. Tambin

  • pareca agotado. Durmete. Teavisar cuando est listo. l asinti de forma casiimperceptible. Emerahl se levant yfue en busca de ms lea. Llegarana su destino al da siguiente. Por finestaran a salvo de la mirada de losdioses. Y despus? Exhal un suspiro. Despustendr que intentar desentraar loque ocurre en esa menteembrollada.

  • 2

    ESTAS son preciosas coment Teiti al pasar al siguientepuesto. Imi alz la vista hacia laslmparas. Cada una consista en unaconcha descomunal en la que sehaban practicado orificiosdiminutos, de manera que la llamadel interior proyectara miles depuntos de luz. Eran bonitas, pero nolo bastante especiales para su

  • padre. Necesitaba algo nico.Arrug la nariz y apart la mirada. Teiti no dijo una palabra mssobre las lmparas. Llevaba eltiempo suficiente ejerciendo de ayade su sobrina para saber queintentar persuadirla de que algo eramaravilloso solo serva paraconvencerla de que no lo era.Caminaron con paso tranquilo haciael puesto siguiente. Estaba cubiertode platos repletos de polvos detodos los colores, algas y coralseco, trozos de minerales

  • preciosos, animales acuticosdesecados o conservados y plantastanto flotantes como submarinas. Mira! exclam Teiti. Esamma! No resulta fcil deencontrar. Los perfumistas elaboranuna fragancia deliciosa con ella. El encargado del puesto, unhombre rollizo de piel grasienta, lededic una reverencia a Imi. Hola, princesita. Os hallamado la atencin el amma? pregunt con una sonrisa radiante. Son lgrimas secas de

  • pezgigante, algo muy excepcional.Os gustara olerlas? No. Imi sacudi la cabeza.Ya conozco el amma; mi padre mela ha enseado antes. Por supuesto. El hombre seinclin mientras ella se volvahacia otro lado. Teiti pareca decepcionada, peroguard silencio. Despus de echarun vistazo a varios puestos ms, Imisuspir. No s cmo voy a encontraralgo aqu se lament. Los

  • objetos ms raros y valiosos habrnido a parar directamente a manos demi padre, y los mejores artesanosde la ciudad ya trabajan para l. Cualquier cosa que le regalesser muy preciada para l leasegur Teiti. Aunque solo seaun puado de arena, l lo valorarmucho. Imi la mir con impaciencia. Lo s, pero es que es su aalnmero cuarenta. Es algo extraespecial. Tengo que encontrar unregalo mejor que cualquier otro que

  • haya recibido nunca. Ojal... Dej el resto de la frase en elaire. Ojal l hubiera accedido acomerciar con los pisatierra.Entonces podra encontrar algo quenunca antes hubiera visto. Se supona que ella no deba estarenterada de aquel asunto. El da quela hechicera pisatierra haballegado a la ciudad, Imi estabaencerrada en su habitacin. Habaenviado a Teiti a investigar quocurra, pero con la intencin dehacer algo a escondidas.

  • En su alcoba, detrs de un antiguopanel tallado, haba un tnelestrecho por el que ella apenaspoda pasar. Aunque originalmenteestaba obstruido, Imi lo habadespejado tiempo atrs. El tneldesembocaba en una habitacinsecreta con las paredes cubiertas detubos. Si ella apoyaba la oreja enuno de los tubos, alcanzaba a or loque se deca en el otro extremo. Supadre le haba hablado de ello encierta ocasin y le haba reveladoque era as como se enteraba de los

  • secretos de los dems. El da que la pisatierra habaentrado en la ciudad, Imi se habaarrastrado por el tnel para intentaraveriguar qu haba alborotado alos guardias. Haba odo a aquellamujer preguntarle a su padre si lospisatierra y los elay podan seramigos. Su gente se ocupara de lossaqueadores que mataban y robabana los elay desde haca tanto tiempo;los obligaran a vivir en la ciudadsubterrnea. A cambio, los elayprestaran ayuda a su gente si algn

  • da la necesitaban. Adems,realizaran otros intercambios. Elpueblo de la hechicera y el de loselay podran intercambiarsemercancas. Pareca un buenacuerdo, pero el padre de Imi lohaba rechazado. No se fiaba de lospisatierra, pues crea que todoseran unos mentirosos, ladrones yasesinos. No es posible que todos sean aspens. O s? Si lo eran, el continente deba deser un lugar espantoso, donde todos

  • se desvalijaban y se asesinabanunos a otros a todas horas. Quiz loera, pues tenan muchas cosasvaliosas por las que luchar. Imi neg con la cabeza. Regresemos. Su ta asinti. Tal vez encuentres algoespecial la prxima vez. Tal vez repiti Imi conescepticismo. An te queda ms de un mespara encontrar un regalo. El mercado se hallaba cerca de la

  • Boca, el gran lago que serva deentrada a la ciudad submarina.Cuando Imi avist la enorme yoscura cueva inundada de agua, unanhelo teido de melancola lainvadi. Solo se haba aventurado asalir de la ciudad unas pocas vecesen su vida, pero siempre encompaa de muchos guardias. Erael inconveniente de ser princesa.No la dejaban ir a ningn lado sinescolta. Haba aprendido tiempo atrs aolvidarse de los guardias armados

  • que las seguan a Teiti y a ella atodas partes. Se les daba bienmostrarse circunspectos y nointerferan en sus asuntos. Circunspectos. Imi sonri. Erauna palabra que haba aprendidohaca poco. La pronunci por lobajo. Salieron del mercado al roPrincipal. En realidad no era un ro,ya que estaba seco, pero todas lasvas de la ciudad tenan nombres deros, arroyos, riachuelos, regueros ocualquier tipo de corriente. A las

  • cuevas pblicas ms grandes lasllamaban lagunas o charcoscuando alguien quera mofarse de lazona. El ro Principal era la avenidams ancha de la ciudad. Conducadirectamente a palacio. Imi nunca lohaba visto desierto, ni siquiera aaltas horas de la noche. Siemprehaba alguien circulando por all,aunque solo se tratara de unmensajero que iba o vena, o de loscentinelas que patrullaban lamuralla.

  • Aquel da, el ro Principal estabamuy transitado. Dos de los guardiasque seguan a Imi se adelantaronpara abrirle camino entre lamultitud. El bullicio de las voces,las pisadas fuertes, la msica y elcanto de los juglares resultabanensordecedores. Imi se detuvo al reconocer unameloda. Era una cancin nueva,titulada La dama blanca, y ellaestaba convencida de que hacareferencia a la visitante pisatierra.Su padre haba prohibido que se

  • interpretara en el palacio. Teiti laasi del brazo y tir de ella paraque continuara andando. No les pongas ms difcil sutrabajo a los guardias dijo entredientes. Imi no rechist. De todos modos,no puedo mostrarme demasiadointeresada en la cancin, puespodran sospechar que s lo de lapisatierra. Llegaron al final del roPrincipal. Teiti lanz un suspiro dealivio cuando dejaron atrs la

  • muchedumbre, atravesaron la verjay se adentraron en la tranquilidadde la laguna del palacio. Un guardiasali a su encuentro y ejecut unareverencia ante Imi. El rey desea veros, princesa anunci con formalidad, en elsaln Principal. Gracias respondi Imi,disimulando su emocin a duraspenas. Su padre quera hablar conella en pleno da! Nunca tenatiempo para verla antes delatardecer. Deba de tratarse de algo

  • importante. Teiti sonri con aprobacin antela compostura de Imi. Avanzaronpor la corriente principal delpalacio con un andar digno peroexageradamente lento. Los guardiasagachaban la cabeza a su paso enseal de cortesa. La corrienteestaba repleta de hombres ymujeres que aguardaban a que elmonarca les concediera audiencia.Se inclinaron cuando Teiti e Imipasaron ante ellos en direccin alas puertas dobles del saln

  • Principal, que estaban abiertas. En cuanto Imi entr en la enormeestancia, vio a su padre apoyado enel brazo del trono, hablando conuno de los tres hombres que estabansentados en unos taburetes frente al. Reconoci al consejero real, almayordomo de palacio y al sastremayor. Su padre alz la vista,despleg una amplia sonrisa y abrilos brazos. Imi! Ven y dale un abrazo a tupadre. Ella sonri y, dejando a un lado

  • el decoro, arranc a correr a travsde la sala. Cuando salt a losbrazos de su padre, not que estosla rodeaban y sinti la vibracin dela risa que surga de lo msprofundo de su pecho. l la solt y le hizo un hueco en eltrono, a su lado. Tengo una pregunta importanteque hacerte le dijo. Ella asinti, adoptando unaexpresin seria. De qu se trata, padre? Qu entretenimientos te

  • gustara ver en la celebracin de miaal? Ella sonri de oreja a oreja. Bailes! Malabaristas yacrbatas! Por supuesto dijo l. Qums? Se te ocurre algoverdaderamente especial? Ella se qued pensativa. Personas que vuelen! El rey arque las cejas y mir asu consejero. Crees que algunos siysaceptaran venir?

  • Imi se puso a dar botes de alegra. Vendrn? Vendrn? El consejero sonri. Se lo preguntar, pero noprometo nada. Tal vez no les gusteestar bajo tierra, en lugares desdedonde no se vea el cielo. Adems,no pueden volar en sitios reducidos.No tienen espacio suficiente. Podramos llevarlos a nuestracueva ms grande y ms alta propuso Imi y pintar el techo deazul, como el cielo. Un brillo de inters asom a los

  • ojos de su padre. Eso sera espectacular. Lededic una sonrisa mientras ellaintentaba proponer ms ideas quepudieran complacerlo. Tragafuegos! exclam. l torci el gesto, seguramente alrecordar el accidente que se habaproducido unos aos antes, cuandoun tragafuegos novato y demasiadonervioso se haba derramadoencima aceite ardiendo. Bien dijo. Es todo? Ella reflexion por unos instantes

  • y se le ilumin el rostro. Una bsqueda del tesoro paralos nios. No eres ya un poco mayorpara eso? An no..., si lo hacemos fuera. El semblante del rey pas areflejar desaprobacin. No, Imi. Es demasiadopeligroso. Pero podramos ir con guardiasy organizarla en algn sitio... No. Ella apart la mirada con un

  • mohn. Dudaba que el exterior fuerarealmente tan peligroso. Por lo quehaba odo en la habitacin de lostubos, los saqueadores no rondabanlas islas a todas horas. La gentesala todos los das en busca decomida u objetos de intercambio.Cuando los saqueadores mataban aalguien, siempre era en las islasms remotas, o en algn lugaralejado del archipilago. Algo ms? pregunt l. Imipercibi el tono de alegra fingida.Cada vez que su padre forzaba una

  • sonrisa, ella lo notaba porque no seformaban arrugas en las comisurasde sus ojos. No contest. Salvo unmontn de regalos. Las arrugas aparecieron entonces. Desde luego asever l.Ahora que debo atender a todasesas propuestas, tengo mucho quehacer. Vuelve junto a Teiti. Ella se inclin hacia delante y ledio un beso en la mejilla antes debajarse de sus rodillas y dirigirsehacia Teiti. Con una sonrisa, su ta

  • la tom de la mano y sali con ellade la sala. Fuera, en la corriente, haba ungrupo numeroso de comerciantes.Al pasar, ella los oy murmurarentre s. ... tres das esperando! Lleva tres generaciones en mifamilia. No pueden... ... nunca haba visto unascampanillas marinas as. Grandescomo puos! Campanillas marinas? Imiaminor el paso, fingiendo que se

  • quitaba una pelusa de la ropa. Pero los pisatierra las handescubierto. Las tienen biencustodiadas. Y si organizamos unamaniobra de distraccin? Entoncespodramos... La conversacin prosigui en vozdemasiado baja para que ellaalcanzara a escucharla mientras sealejaba. Campanillas marinasgrandes como puos? A su padre leencantaban las campanillasmarinas. Podra pedirle a uno de

  • aquellos comerciantes que leconsiguiera una? Por lo visto,estaban planeando una granexcursin para recoger grancantidad de ellas. Despus, lascampanillas grandes se venderanpor todas partes. Se convertiran enalgo vulgar y aburrido. A menos que pida a alguien quese acerque a hurtadillas a coger unapara m antes de que loscomerciantes lleguen all. Sonri. Eso es! Solo necesito averiguardnde estn esas campanillas

  • marinas. No le resultara difcil. Cuandoanocheciera, hara una visita a lahabitacin de los tubos. :Vienes, Auraya?, preguntJuran. Ella dio un respingo al or la vozen su cabeza. Dej caer elpergamino que estaba leyendo unrelato fascinante de un marinero alque uno de los seres del mar habasalvado de ahogarse y se levant

  • del asiento de golpe. Sumovimiento brusco sobresalt a suviz, que solt un chillido, trep porel respaldo de la silla sobre la quedorma y subi corriendo por lapared. Lo siento, Travesuras dijoAuraya, acercndose a la pared ytendindole la mano. No era miintencin asustarte. l le lanz una mirada acusadora,con las patas separadas yfirmemente sujetas a la pared. Ohuaya asusta. Ohuaya mala.

  • Perdname. Baja para que terasque. La bestezuela permaneci fuerade su alcance, con los bigotestemblndole como siempre quehaca honor a su nombre. :Ohuaya persigue a Trasuras,dijo una vocecilla en la mente deAuraya, que sacudi la cabeza. No, Travesuras. Me... :Auraya?, la llam Juran. :S, ya voy. Dnde ests? :Al pie de la torre. Ella suspir y dej a Travesuras

  • aferrado a la pared. Tras colocaruna copa sobre el borde delpergamino para que el viento no lovolara de la mesa, se acerc a laventana, descorri el pestillo yempuj el cristal para dejar pasarel aire. Se concentr y cobr unaconciencia aguda del mundo. Dealguna manera saba dnde estabaella con respecto al suelo, alpaisaje que la rodeaba y al cielo.Invoc magia y esforz su voluntadpara cambiar ligeramente de

  • posicin, un poco ms arriba yhacia delante. Un momento despus,se hallaba flotando fuera, frente a laventana, con solo aire bajo los pies.Cambiando otra vez de posicin,dio media vuelta y cerr la ventana. Debajo se extenda el recinto deltemplo. Tal como estabasuspendida, casi daba la impresinde que tena un pie apoyado en laCpula y el otro en el edificiohexagonal conocido como CincoCasas, donde se alojaba el clero.Adems de la Torre Blanca, situada

  • tras ella, el terreno del templo secompona de jardines bien cuidadosy de forma circular, ya que elcrculo era el smbolo de losdioses. Ms adelante, a su derecha,ella divis una tira de cieloreflejado en uno de los numerososros de Jarime que serpenteabahacia el mar. Hizo un esfuerzo para descender.Cuando se mova de aquel modo, lasensacin no era en absoluto la devolar. Durante los ltimosmomentos de la batalla, cuando

  • haba acumulado ms energa quenunca antes, haba adquirido unapercepcin nueva de la magia. Si seconcentraba, poda detectarla pordoquier en torno a s. Los circulianos y los tejedores desueos compartan la creencia deque la magia estaba presente entodas las cosas. Todos los seresvivos podan absorber parte de esamagia y canalizarla hacia larealidad fsica. A sus aplicacionesse las denominaba dones, y eranecesario aprenderlas, como

  • cualquier habilidad corporal. Casitodos los seres vivos, entre elloslas personas, solo eran capaces deabsorber una pequea cantidad demagia, por lo que sus dones eranlimitados. Algunos, sin embargo,eran ms fuertes y dotados. Si eranhumanos, se les conoca comohechiceros. Yo ya era una hechiceraextraamente poderosa inclusoantes de que los diosesincrementaran mis poderes paraconvertirme en una Blanca se

  • record, contemplando el anillo queluca. Me pregunto qu tipo devida habra llevado en la poca enque no haba sacerdotescirculianos. Le gustaba imaginar que habraempleado sus dones para ayudar ala gente, que no habra cado en lacorrupcin ni en la crueldad, comomuchos hechiceros poderosos delpasado. Entre ellos figuraban losindmitos, que si bien eran lobastante dotados para alcanzar lainmortalidad, se haban sentido ms

  • inclinados a abusar de su poder yde su posicin de autoridad. Tal vez los humanos no debanllegar a ser tan poderosos. Tal vezposeer una forma fsica los hacavulnerables. Los dioses autnticosno eran corruptos. Aunque carecande corporeidad, eran seres demagia pura que existan en laenerga que impregnaba el mundo. Auraya se par en seco. Percibo esa magia. Significaeso que podr percibirlos a ellos? Esta posibilidad le resultaba tan

  • emocionante como perturbadora.Baj la vista. El suelo no estabamuy lejos. Se dej caer y, cuandose encontraba frente a la partesuperior de la entrada de la torre,redujo la velocidad para aterrizarcon suavidad. Al echar un vistazo a travs delos arcos, divis a los otrosBlancos, de pie en la sala. Mairaela vio y sonri. Los demssiguieron la direccin de su mirada.La expresin de Juran se dulcificcuando pos la vista en ella.

  • Has dado una vuelta matinalen torno a la torre? pregunt l,indicndole con un gesto quecaminara a su lado mientras losBlancos se dirigan hacia laCpula. No respondi Auraya.Debo confesar que me he olvidadode la hora que era. Te has olvidado de tu primeraniversario? inquiri Mairae. De eso no repuso Aurayacon una risita. Solo de la hora.Estaba enfrascada en la lectura de

  • un documento fascinante sobre loselay que Danyin me habaproporcionado. Se volvi haciaJuran. Debo visitarlos de nuevopara hacerles una segunda oferta dealianza? Juran sonri. Ya hablaremos de ello en elaltar. Los sacerdotes que estaban de pieo se paseaban en torno a la torre yla Cpula se detuvieron aobservarlos. Auraya se habaacostumbrado a sus miradas de

  • curiosidad y admiracin. Habaaprendido a aceptarlas como partede sus funciones y ya no laavergonzaban. Me convierte eso en unavanidosa mimada? se pregunt. No es fcil cumplir con mideber. Trabajo duro, y no enbeneficio propio. Sirvo a losdioses, como ellos, pero da lacasualidad de que estoy ms dotaday soy buena en mi trabajo. Y aun assoy capaz de cometer errores. Laimagen de Leiard le vino a la

  • mente, seguida por la punzada dedolor habitual. Ahuyent ambascosas con firmeza. Pasaron por debajo de uno de losanchos arcos de la Cpula ydejaron atrs el tenue sol de lamaana. Los detalles del interiorcobraron forma cuando los ojos deAuraya se adaptaron a la oscuridad.En el centro de la enormeestructura, sobre un estrado, sealzaba el altar. Las cinco paredes triangularesque hacan de base se inclinaban

  • hacia fuera como los ptalos de unaflor que se abra. Juran pas porencima de una de las paredes ysubi con aire decidido hacia elcentro, donde una mesa y cincosillas los esperaban. Los dems losiguieron. Cuando ocuparon susasientos, las paredes se elevarondespacio y se juntaron por encimade sus cabezas, encerrndolos en loque ahora era una habitacin debase pentagonal. Auraya contempl a cada uno desus compaeros Blancos. Juran

  • respiraba hondo, preparndose parapronunciar las palabras rituales.Dyara estaba tranquilamentesentada. Rian tena el ceofruncido; no se le vea contentodesde la guerra. Mairae, con losbrazos cruzados, tamborileaba conlos dedos en silencio. Chaia, Huan, Lore, Yranna,Saru comenz Juran. Os damoslas gracias una vez ms por traer lapaz a Ithania y por los dones quenos han permitido preservarla. Osdamos las gracias por guiarnos con

  • vuestra sabidura. Os damos las gracias repitiAuraya en voz baja junto con losdems. Se concentr en la magiaque los envolva. Si las deidades sehallaban cerca, no perciba supresencia. Hoy se cumple un ao de laEleccin de Auraya, y un ao msen que los dems os hemos servido.Repasaremos los acontecimientosde dicho ao y reflexionaremossobre cmo debemos proceder enadelante. Si nuestros planes difieren

  • de los vuestros, os rogamos que nosmanifestis vuestra voluntad. Guiadnos murmuraron losdems. Juran desplaz la mirada en tornoa la mesa. Muchas alianzas pequeas ypacficas, y una gran guerra dijo. Es una forma de resumir el ao.Auraya no pudo evitar unasonrisa irnica. Abordaremosprimero los asuntos sobre lugaresms prximos. Se volvi haciaDyara. Cmo van las cosas en

  • Genria y Toren? Ella se encogi de hombros. Muy bien, de hecho. El reyBerro muestra un comportamientoejemplar ltimamente. El rey Guiresigue siendo tan sensato comosiempre. Cada uno reconocegentilmente el papel del otro en laguerra, y ambos intercambianelogios sobre la destreza de sussoldados. Puso cara deresignacin. Estoy esperando aque este pavoneo masculino vuelvaa dar paso a los altercados.

  • Con una risita, Juran centr suatencin en Auraya. Cmo estn los siys? No tengo noticia desde que semarcharon del campo de batalla. Hizo una pausa. La comunicacincon ellos resultara mucho mssencilla si destinramos sacerdotesall. Les promet que lesenviaramos algunos, as comosanadores y maestros. Es un viaje difcil. En efecto convino Auraya.Estoy segura de que encontraremos

  • algunos sacerdotes jvenesdispuestos a realizar ese esfuerzo acambio de la oportunidad de viviren un lugar que pocos pisatierra hanvisto. Podramos emplear comogua al explorador que entregnuestra primera propuesta dealianza. Muy bien intervino Juran.Encrgate de ello, Auraya. Ypregunta a los siys si a algunos lesinteresara venir aqu para ingresaren el sacerdocio. Se dirigi aRian. Qu hay de los

  • dunwayanos? Por el momento, estnencantados respondi. Nadacomplace ms a un pueblo guerreroque la oportunidad de participar enuna batalla pica. Casi parecenlamentar que se haya acabado. Juran esboz una sonrisa torcida. Alguna novedad sobre lastrampas del paso? Siguen retirndolas. Cunto tiempo falta para queterminen? Unas semanas.

  • Mairae sonri cuando Juran posla vista en ella. No hay quejas por parte de lossomreyanos. Como sabis, semarcharon hace una semana, por loque deberan llegar a Arbim hoy omaana. Juran asinti. Solo nos quedan los sennenses.Para sorpresa de Auraya, el lderde los Blancos mir a Dyara. Lamujer se ocupaba ya de los asuntosrelativos a dos pases, Toren yGenria. Era inconcebible que

  • estuviese hacindose cargo de untercero, sobre todo teniendo encuenta que Sennon se habaalineado con los pentadrianos y quecon toda seguridad obtener sucolaboracin requerira muchotiempo y esfuerzo. El emperador en persona haenviado mensajes proponiendouna nueva era de amistad contest Dyara, con una expresinde desaprobacin que evidenciabalo que opinaba al respecto. Correel rumor de que ha roto el tratado

  • que firm con los pentadrianos. Bien coment Juran,satisfecho. Alintalo, pero que note note demasiado ansiosa. Observ a Rian y Mairae. Puestoque ni Somrey ni Dunway os estncausando muchos problemas, quieroque trabajis con Dyara en esto.Dudo que logremos convencer alemperador de que se ale connosotros en un futuro prximo. Sabeque si lo hace, su pas ser elprimer objetivo de los pentadrianosen caso de que nos declaren la

  • guerra de nuevo. A ver qu podisconseguir de l mientras se sientaculpable por haber tomado partidocontra nosotros. Dyara, Rian y Mairae trabajarnjuntos para conseguir la alianza conSennon pens Auraya. Y yoqu? Los siys no causanproblemas... Pero claro. Hay otropas con el que nos interesaaliarnos. Juran la mir. Ella sonri. Los elay? No repuso l. Tengo otra

  • misin para ti, pero ya hablaremosde eso ms tarde. Tratemos lascuestiones sobre los territorios queestn ms all de nuestras costas.Qu debemos hacer para evitarque los pentadrianos nos ataquen denuevo? Los dems intercambiaronmiradas. Qu podemos hacer? inquiri Rian. Dejamos queregresaran a su pas, donde puedenrecuperar sus fuerzas. As es admiti Juran. Por

  • tanto, qu opciones tenemosahora? Podemos cruzarnos debrazos y esperar que no se rearmenni intenten invadirnos de nuevo, opodemos tomar medidas paraimpedirlo. Dyara arrug el entrecejo. Ests proponiendo unaalianza? Jams la aceptaran. Nosconsideran paganos. En eso se equivocan, y es unpunto dbil que podemosaprovechar. Juran entrelaz losdedos. Nuestros dioses son

  • reales. Tal vez los pentadrianosdejaran de adorar a sus falsasdeidades si lo supieran. Cmo podramosconvencerlos? pregunt Rian.Haran una demostracin de supoder los dioses si nosotros se lopidiramos? Siempre y cuando no lespidiramos que se manifestasencada vez que topramos con unpentadriano respondi Juran. Dyara emiti un quejido en sealde desacuerdo.

  • Los pentadrianos lo creeran,o concluiran que hemos creado unailusin? Auraya solt una risita. Del mismo modo que Juran yt habis concluido que la deidadpentadriana que vi era una ilusin?inquiri con aire despreocupado. Dyara se qued pensativa. Tal vez dudaramos menos sihubiramos estado all. Si sus dioses son reales,tendremos que convencerlos de quelos nuestros son mejores seal

  • Mairae. Juran asinti. S. Por lo pronto, debemosconseguir que los pentadrianoscambien el concepto que tienen denosotros. No solo debemospersuadirlos de que nuestros diosesexisten, sino tambin de que lesconviene ms tenernos comoaliados que invadirnos. Debemosdejarles claro que todo lo que lesdisgusta de nosotros es falso. Sicreen que somos paganos, lesdemostramos que se equivocan. Si

  • nos consideran intolerantesrespecto a otras religiones susojos se posaron en Auraya, lesdemostramos que tambin seequivocan. Auraya parpade, sorprendida,pero Juran no hizo un parntesispara explicarse. Se inclin haciadelante y junt las manos. Quiero que todos pensis enesto con detenimiento. Los miruno tras otro. Averiguad qudetestan de nosotros. Debemosprocurar que nuestra amistad les

  • resulte beneficiosa. No queremosque nos invadan de nuevo, y loltimo que me apetece es conquistarel continente del sur y tomarme eltrabajo de intentar gobernarlo. Si lo que necesitamos esinformacin, deberamos potenciarnuestra red de espas declarRian. S convino Juran.Hagmoslo. Se dirigi a Auraya. Bien. En cuanto a tu misin... Ella se enderez en su asiento. S?

  • Los pentadrianos creen quesomos intransigentes con otrasreligiones. Quiero que contines tutrabajo con los tejedores de sueos.Me impresion la labor de sanacinque realiz despus de la batalla.Muchos de los sacerdotessanadores expresaron tambinadmiracin por sus habilidades.Dicen que aprendieron mucho solode observar a los tejedores. Loshabitantes de esta ciudad sebeneficiaran de una colaboracinentre los tejedores de sueos y los

  • circulianos. Quiero queacondiciones un lugar dondetejedores y sacerdotes sanadorespuedan trabajar juntos. Auraya clav los ojos en l,preguntndose si saba que eso erajusto lo que ella pensaba hacer.Sus motivos eran tan nobles comoparecan indicar sus palabras? Eraconsciente del impacto que estopoda tener sobre los tejedores desueos? La pervivencia de estos dependade su excepcional capacidad

  • sanadora. La gente acuda a ellos,pese a la desconfianza y laintolerancia, porque eran mejoressanadores que los sacerdotescirculianos. La mayora de laspersonas que decidan convertirseen tejedores de sueos lo hacanpara conservar esos conocimientosde sanacin. Con ello condenaban su alma. Losdioses se negaban a acoger lasalmas de quienes no les habanrendido culto en vida. Si loscirculianos supieran tanto de

  • sanacin como los tejedores, muypocas personas querran unirse aellos, y se perderan menos almas. El precio sera el debilitamientoo quiz incluso la extincin de unpueblo que ella admiraba. Sinembargo, ese precio ya no lepareca tan elevado como antes.Rescatar almas era ms importanteque proteger una secta pagana. Estotambin favorecera a los vivos.Haba ms sacerdotes circulianosque tejedores de sueos. Podransalvar muchas ms vidas.

  • La propuesta de Juran de queanimara a circulianos y tejedores aque colaboraran entre s era algoextraordinario. Despus de todo, lhaba matado a Mirar por voluntadde los dioses. Hasta dnde llegarasu condescendencia hacia la periciade los tejedores? Tienes la intencin de limitarlos tipos de conocimientos que lossanadores podran adquirir de lostejedores? pregunt ella. Yqu hay de toda la gama dehabilidades mentales de sanacin...,

  • las conexiones mentales y lasconexiones en sueos? Juran frunci el ceo,visiblemente incmodo con estaidea. Empieza por la informacinprctica, de carcter fsico. Si estashabilidades relacionadas con lossueos se revelan tiles, nosplantearemos la posibilidad deestudiarlas. Ella asinti. Maana me ocupar de ello. Juran la contempl con expresin

  • reflexiva, antes de ponerse derechoy respirar hondo. Hay algn otro asunto quedebamos discutir? Se hizo un largo silencio. Loscuatro Blancos sacudieron lacabeza. En ese caso, es todo por hoy. O sea, que no piensas apelar alos dioses? quiso saber Dyara. Juran neg con un gesto. Si hubieran descubierto que lasdeidades pentadrianas eran reales,se nos habran aparecido y nos lo

  • habran comunicado. Mairae se encogi de hombros yse puso de pie. Las paredes delaltar comenzaron a inclinarse haciafuera. Ella sonri. Si quisieran hablar connosotros, las paredespermaneceran cerradas. Mientras los dems se levantabany salan del altar, Auraya seconcentr en la magia que larodeaba. No haba rastro de losdioses, al menos ninguno que fueraperceptible para ella. Solo capt

  • cierta perturbacin all donde lasparedes tocaban el suelo del altar. Auraya dijo Dyara. Alz la vista hacia la Blancamayor. S? Tienes planeado aprender amontar? A montar? repiti Auraya,sorprendida. Pens en loscargadores, los rainas grandes yblanquecinos en los que cabalgabanlos otros Blancos. Sus pocosintentos de ir a lomos de rainas

  • normales en el pasado le habanresultado incmodos yembarazosos, y le costaba imaginarque montar en un cargador fuerams sencillo. Pues... no. No mehace falta. Dyara asinti. Es cierto. Por otro lado,tenamos un cargador criado para ti,as que supongo que era voluntad delos dioses que montaras en uno,pese a tu facultad para volar. Es posible que me eligieranmucho despus de que naciera el

  • cargador aleg Auraya despacio, antes de que supieran queescogeran a alguien que no sabamontar. Tal vez por eso meconcedieron el don del vuelo. Dyara se qued meditabunda. Para compensar tu laguna? S. Oyeron una carcajada de Mairae. Me parece que se excedieronligeramente con la compensacin. Juran solt una risita y sonri aAuraya. Solo un poco, pero les estamos

  • inmensamente agradecidos por ello.

  • 3

    EN aquella poca del ao seca yventosa, los objetos lejanosadquiran un aspectofantasmagrico... cuandoalcanzaban a divisarse. En elmomento en que Reivan lleg a laAndana, apareci ante sus ojos elSantuario, que estaba situado alfinal. Not que el estmago le dabaun vuelco y, con un suspiro dealivio, se detuvo y dej caer su

  • pesada bolsa. El gran complejo de edificioscubra la ladera de una colina, a lasafueras de la ciudad de Glymma.Delante de todo haba una ampliaescalinata que ascenda hasta unprtico cuyos arcos daban paso auna sala enorme. Detrs de esteedificio se alzaban las fachadas deotras estructuras, cada vez msdesdibujadas a causa del polvo queflotaba en el aire. Era difcildeterminar si las construccionesestaban separadas o unidas entre s.

  • Visto desde delante, el Santuariopareca una aglomeracin confusade muros, ventanas, balcones ytorres. En el punto ms lejano sedivisaba una llama, de brillomortecino debido a la atmsferapolvorienta. Era el fuego delSantuario, encendido por el primermortal ante el que los dioses sehaban manifestado cien aos atrs.Desde entonces arda noche y da,alimentada por los Servidores msfervorosos.

  • Cmo puedo presumir y creerque merezco un lugar entre ellos?Porque Imenja as lo cree, serespondi Reivan al istante. La noche anterior a la salida delejrcito de las minas, Imenja lahaba hecho acudir a su ladodurante una reunin de las Voces ysus consejeros para hablar delcamino que les quedaba porrecorrer. Reivan haba esperado aque Imenja le diera una orden o leformulara una pregunta, peroninguna de las dos cosas haba

  • ocurrido. No haba sido sinodespus de la reunin, mientrasyaca desconcertada e incapaz deconciliar el sueo bajo el cielonocturno, cuando habacomprendido que Imenjasencillamente quera que estuvierapresente para observar. Durante el resto del viaje, Imenjase haba asegurado de tener cerca aReivan en todo momento. Unasveces, le peda su opinin; otras,solo pareca tener ganas deconversar. En estos casos, Reivan

  • se olvidaba con facilidad de queestaba hablando con una Voz de losDioses. Cuando Imenja dejaba a unlado su actitud de lder severa ypoderosa, mostraba un sentido delhumor mordaz y una compasinhacia los dems que cautivaban aReivan. Me cae bien pens. Merespeta. Llevo aos soportando lasburlas de los Pensadores. Me hanasignado las tareas ms aburridas yhumillantes, por miedo a que unasimple mujer demostrara ser su

  • igual. Seguramente creen que sisigo siendo pobre, me obligarn acasarme, tener hijos y dejar de serun fastidio para ellos. Estoy segurade que Grauer me envi a trazar elmapa de las minas solo paraperderme de vista. Ahora el lder anterior de losPensadores estaba muerto. Hitte, susustituto, no le haba dirigido lapalabra desde que ella haba guiadoal ejrcito hasta la salida de lasminas. Reivan no saba si l estabaenfadado con ella por haberle

  • hecho sombra al encontrar unaforma de salir, o porque se habaenterado de la promesa de Imenjade convertirla en Servidora de losDioses. Probablemente por ambasrazones pens con irona. Querabie cuanto quiera. Si me trataranmejor, como una persona a la quevale la pena escuch