la gramática de la persuasión

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Establece la reglas para generar textos argumentativos con la intención persuasiva. Tomando en cuenta la superestructura y las marcadores textuales.

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  • LINGSTICA n 38 | 01/02/2000 La gramtica de la persuasinJos Portols

    CHRISTIAN PLANTIN, VINCENZO LO CASCIOLa argumentacin, Gramtica de la argumentacin.Estrategias y estructurasTraduccin de Amparo Tusn Valls Ariel, Barcelona. Traduccin de David Casacuberta Alianza, Madrid 159 pgs. 1.300 ptas. 374 pgs. 2.600 ptas.

    Todos sabemos que Bill Gates no emplea a las mismas personas para la creacin del software y para persudir a los clientes de la bondad de sus productos o, si se ponen lascosas difciles, para convencer a los tribunales antimonopolio. Los primeros sonexpertos en lgica; los segundos, en argumentacin retrica. Sin embargo, evidenciascomo esta no han impedido que, desde el siglo XVII, la retrica haya cado en eldescrdito cientfico. John Locke, en su intento de construir una filosofa paralela a lanueva ciencia que desarrollaba Newton, present las argumentaciones propias de laEscolstica como esencialmente falsas y su mtodo retrico como contrario alverdadero conocimiento. Fue el propio Locke quien opuso las argumentacionescientficas a las argumentaciones falaces ad hominem, ad verecundiam y adignorantiam. Fundamentar, por ejemplo, una conclusin en la autoridad de Aristtelesconstitua, en su opinin, una argumentacin ad verecundiam, pues obligaba aloponente a callarse para no ser acusado de soberbia. Esta crtica de la retrica porparte de la ciencia moderna llev a considerarla como una forma de engao que debaser evitada si se quera alcanzar la verdad. En consecuencia, de las tres operacionesprincipales de la retrica la inventio, que busca los argumentos e ideas, la dispositio,que los ordena, y la elocutio, que los verbaliza quedaron desterradas tanto la inventio como la dispositio y, a partir del siglo XVIII, la retrica se centr en una parte de la elocutio, a saber, en el mbito de la expresin literaria y, muy especialmente, en lasdenominadas figuras retricas. Este limitado campo de estudio se ha mantenido,aunque con altibajos, hasta la actualidad. La preocupacin de la lingstica por laargumentacin retrica es, sin embargo, reciente y dentro de esta corriente seencuadran los dos libros que aqu se resean. El nacimiento de la lingstica comociencia en el siglo XIX trajo no slo un mayor rigor en las investigaciones, sino tambinuna delimitacin del objeto de estudio. Hasta comienzos del presente siglo su intersconsisti, ante todo, en la historia de las lenguas. Fue la poca de las gramticashistricas y de las investigaciones etimolgicas. Ya en el siglo XX se uni la gramticade la lengua contempornea al meollo de lo propiamente lingstico. Este acotamientode la lingstica dej fuera de su mbito a la retrica y a la argumentacin. Son losnuevos planteamientos semnticos y, sobre todo, pragmticos de la lingstica los quepermiten un nuevo acercamiento. El libro de Christian Plantin constituye un breve,actualizado la edicin original es de 1996 y enjundioso estado de la cuestin, aunquetambin haya en l valiosas aportaciones personales que el autor ya haba expuesto conms detenimiento en su obra Essais sur largumentation (Pars, Kim, 1990). Plantin seinteres por los estudios argumentativos a partir de las enseanzas de semntica dellingista francs Oswald Ducrot, posteriormente prosigui su formacin en las

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  • universidades de Bruselas y de Ohio. Vincenzo Lo Cascio es, por su parte, unreconocido estudioso de las relaciones temporales dentro del discurso y suacercamiento a la argumentacin debe mucho a su trabajo en Holanda y a su contactocon el ncleo ms importante de los estudios argumentativos en Europa, el formadopor Frans van Eemeren y Rob Grootendorst en la Universidad de Amsterdam [1]. Ellibro de Lo Cascio el original italiano es de 1991, en contraste con el de Plantin,constituye una teora propia de la construccin de textos argumentativos que l calificacomo gramtica. Tambin aqu se exponen las principales teoras argumentativas,pero para configurar una propuesta personal y unificada. Tal como se concibe en estosdos libros, la argumentacin estudia los modos con que los hablantes pasan depresentar argumentos a llegar a conclusiones. Estos modos argumentativos muyfrecuentemente no coinciden con los de la lgica, por lo que se precisan unos estudiosespecficos que den cuenta de ellos. Una argumentacin como la situacin en el PasVasco es insoportable. El Gobierno debe acercar a los presos de ETA presenta el pesode las circunstancias como algo que condiciona absolutamente una decisin; encambio, una argumentacin del tipo si se acerca a los presos, despus se pedir eltercer grado, y despus la libertad indica que no se puede realizar una accin porquedespus otras indeseables se sucedern en la jerga de los polticos, se entrar en unadinmica peligrosa. Quien mantiene: Como en Irlanda del Norte, son necesarios unosacuerdos, argumenta por analoga, y quien replica: De eso nada, aqu continan losactos violentos y las amenazas, rechaza la analoga. Los problemas que presenta estetipo de argumentaciones para la lgica ya haban sido destacados por Cham Perelmany Lucie OlbrechtsTyteca en su Tratado de la argumentacin (1958) (hay traduccin alespaol en la editorial Gredos) y por Stephen Edelson Toulmin en The Uses ofArgument del mismo ao, pero el fundamento de ambos libros se encuentra ms en laretrica clsica y en la prctica jurdica que en la lingstica. Como ya he dicho, hansido los ms recientes desarrollos de la ciencia del lenguaje los que han permitidovolver a su lectura con un instrumental lingstico enriquecido. Adems de captulos dehistoria y de definicin de la argumentacin, el libro de Plantin se detiene en los tiposcannicos de argumentacin: la causalidad con sus diversas variantes, la analoga yla naturaleza de las cosas, al tiempo que repasa otros que se consideran falacias, oparalogismos, como la argumentacin de autoridad o la argumentacin ad hominem.Son sumamente interesantes las aplicaciones que hace Plantin de la Teora de laArgumentacin en la Lengua de Oswald Ducrot y Jean Claude Anscombre en las que sedestaca la importancia de la formulacin lingstica concreta en la argumentacin [2]:si se habla de el alto el fuego unilateral de ETA, se admite que hay guerra y, portanto, que hay dos bandos en iguales condiciones; todo lo contrario que si se prefiereel abandono de la violencia por parte de los terroristas, donde se categoriza lasituacin de un modo muy distinto: ya no hay soldados, sino delincuentes. Otroejemplo, un mismo hecho, prender fuego a bienes y a personas, se puede denominarviolencia de baja intensidad o violencia incendiaria, ahora bien, las conclusionesque se obtienen de una u otra denominacin son muy distintas. No extraara escuchar:Se trata de violencia de baja intensidad. Pueden continuar las negociaciones, peronos alarmara Se trata de violencia incendiaria. Pueden continuar las negociaciones.Vuelvo a recordar que los hechos son idnticos, lo fundamental es la forma lingsticaelegida. Lo Cascio, como sucede con Van Eemeren y Grootendorst, parte de la teorapragmtica de los actos de habla (con origen en la obra de Austin) y a esto une unencomiable dominio de la lingstica textual. El filsofo John Austin defendi que alhablar se realizaban acciones. Preguntamos, condenamos, acusamos, juramos o

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  • insultamos por medio de palabras. Si el mundo no es igual despus de hacer unpuente o una carretera, tampoco es el mismo para una persona despus de reconocerun delito, sufrir un insulto o, simplemente, escuchar una pregunta. En opinin de LoCascio, argumentar es un acto de habla con el que se busca convencer, igual que sebusca ofender con un insulto. De los diez captulos de que consta su obra, losresultados ms originales se exponen en los captulos quinto y sexto. En los dos sepresentan reglas para una buena formacin argumentativa. En el quinto, La gramticaargumentativa, Lo Cascio utiliza para sus reglas las unidades del procesoargumentativo que distingui Toulmin. Tomemos el siguiente razonamiento: Se estproduciendo un calentamiento del planeta. Segn los cientficos, las emisiones de CO 2son la causa de este calentamiento y, por consiguiente, hay que reducir sus emisiones.Aqu se pueden distinguir varios elementos, un argumento: Se est produciendo uncalentamiento del planeta, una conclusin: Hay que reducir las emisiones de CO 2 ,y una regla general que permite que se pase del argumento a la conclusin: Son lasemisiones de CO 2 las que estn produciendo este calentamiento; a su vez, esta reglageneral se autoriza con una fuente: Segn los cientficos. Las reglas argumentativasque propone Lo Cascio, y que presenta con una formalizacin inspirada en las reglas dereescritura, y de anlisis en constituyentes, del generativismo, no slo describen lasargumentaciones ms habituales, sino que pretenden predecir combinacionesargumentativas imposibles. Las reglas del captulo sexto afectan a lo que Lo Casciodenomina como indicadores de fuerza. Se trata de unidades lingsticas de evidentevalor argumentativo como: porque, pues, dado que, por consiguiente, as pues, etc.Estas nuevas reglas anuncian la posibilidad o imposibilidad de ciertas combinaciones, ode ciertas posiciones, para estos indicadores. Los resultados son sumamentesugerentes en sus propuestas ms generales, por ejemplo, una opinin que se sita enprimer lugar de un proceso argumentativo no se puede marcar con un indicador defuerza. En cuanto al anlisis ms concreto, el traductor, David Casacuberta, seenfrenta con una tarea en muchas ocasiones irresoluble. Estos indicadores de fuerzano se corresponden por completo de una lengua a otra y, aunque las explicaciones deLo Cascio para el italiano puedan servir de orientacin para los estudios del espaol, noes posible la traduccin directa en todos los casos. Tal vez en este punto hubieran sidoconvenientes algunas notas aclaratorias que avisaran al lector. Este comentario ennada empaa el mrito de los traductores de los dos libros, en especial, el esfuerzo deadaptacin de David Casacuberta. No se puede hacer lo imposible (por cierto, unejemplo este de falacia por cuasiparfrasis). La argumentacin, en fin, es un claroejemplo de lo falso de nuestra confianza en el constante crecimiento de losconocimientos. Sabemos mucho menos sobre ella que los escolares de los siglospasados. Una doble tarea, pues, nos compromete: recuperar una tradicin perdida, yanalizarla y mejorarla gracias a los nuevos conocimientos lingsticos. Estos dos librosson pasos slidos en un camino que se presenta apasionante.

    [1] Es muy recomendable la lectura de su Argumentation, Communication and Fallacies (Hillsdale, LawrenceErlbaum, 1992).[2] Hay traduccin al espaol de su libro fundamental La argumentacin en la lengua (Madrid, Gredos,1994).

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