la filosofia católica en el s. xx_v-83-p-167-186 [1970]

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  • 7/28/2019 La Filosofia catlica en el s. XX_V-83-P-167-186 [1970]

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    La filosofia catlica en el siglo XXpor

    R A F A E L G A M B R A

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    S U M A R I O1. Pervivencia de la tradicin escolstica.2. Renacer de la filosofa en nuestro siglo.3. Lafilosofacatlica. Cantera de renovacionesfilosficasdiversas.4. Nueva presencia del pensamiento catlico.5. Diversidad de escuelas.6. Perduracin latente del modernismo.7. Dos grandes controversias.9. Polmica sobre el orden poltico cristiano.

    10. Difusin de un neo-modernismo.

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    L A FILOSOFIA CATOLICA EN EL SIGLO X XPOR

    RAFAEL GAMBRA

    He aqu un tema que hace no ms de diez aos hubiera sidoconsiderado de corte acadmico, en nada polmico, o polmicoslo dentro de los matices de una ortodoxia religiosa, es decir,de un grado que no penetra en el oyente o en el lector no iniciado.Hoy, en cambio, nos hallamos frente a un tema difcil y vidrioso,origen y mbito de los ms enconados enfrentamientos intelectua-les de nuestros das.Algo ha sucedido en los resortes profundos o en las actitudesradicales de la filosofa catlica por cuya virtud podra habersetitulado este estudio "G randeza y tragedia de la filosofa catlicaen nuestra poca." Veremos, por sus pasos, el desarrollo actualde esta gran corriente de pensamiento, y tambin la escisin pro-funda que la ha llevado hoy a ese estado de desgarramiento in-terior.1. Pervivencia de la tradicin escolstica.

    Durante toda la Edad Media y hasta el Renacimiento y laReforma, la filosofa en Europa (en la Cristiandad) era porentero cristiano-catlica. En estos siglos, particularmente en elXIII , culmina la filosofa cristiana en las grandes sntesis filo-sfico-teolgicas del Tomismo y del Franciscanismo. Es a partirdel Renacimiento cuando aparece en Europa una filosofa no es-pecficamente cristiana: el raconalismo en el sentido modernode la palabra; y es a partir de la Reforma cuando cabe ya hablarde un pensamiento cristiano no catlico. Durante el Siglo de Oro

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    RA F AE L GA MBRAespaol (xvi a xvn) la filosofa catlica se prolonga en nuestrapatria con figuras y Sistemas que de cerca o de lejos influyen enel Concilio de Trento y en toda la Contrarreforma.Despus de esa poca, la filosofa catlica llamada Escols-tica por razn de su origen medieval no deja nunca de existirni de alimentar una tradicin de pensamiento sumamente trabadoy consecuente. Sin embargo, durante un largo perodo siglosXVIII y XIX- esta tradicin filosfica aparece como soterrada yrecluida en medios eclesisticos aparentemente de escasa influen-cia sobre lo que podra llamarse la filosofavigente.2. Renacer de la filosofa catlica en nuestro siglo.

    A principios de nuestro siglo esta situacin cambia radical-mente de signo. La Escolstica catlica bajo los nombres deNeotomismo o de Neoescolstica sale de su confinamiento paraconvertirse, si no en la filosofa dominante de antao, s en unade las escuelas ms importantes y prestigiosas de la poca. Surigor, profundidad y enriquecimiento multisecular la constituyenen uno de los cauces ms fecundos del pensamiento filosfico con-temporneo.Pueden reconocerse como origen de este resurgimiento de lafilosofa catlica en nuestro siglo dos factores principales: Esel primero la Encclica de Len X I I I A eterni Patris (1879), querecomienda el Tomismo y el cultivo de la filosofa y la teologasegn el ejemplo del Doctor Anglico frente a los fidesmos en-tonces dominantes y frente a las corrientes del llamado "moder-nismo". El fidesmo (Gioberti, Rosmini, G ratry) propenda anegar a la razn todo poder de acceso al absoluto particular-mente al orden religioso para otorgarlo slo a la fe. Del moder-nismo har despus una ms extensa referencia.

    La contundente y valerosa recomendacin de Len X I I I nosupuso, naturalmente, una polarizacin de la filosofa catlicahacia el Tomismo, ni mucho menos una afirmacin de la vera-cidad o necesidad de esta filosofa lo que hubiera sido ajeno170

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    LA F I LOSOFI A CATOL ICA EN EL SIGLO X Xpor completo al magisterio eclesistico, sino un estmulo a lospensadores catlicos para enfrentarse segn el espritu tomistacon los grandes temas de la teologa y la filosofa.El segundo de esos factores para la renovacin de la escolsticacatlica fue la necesidad umversalmente sentida de rigor filosfi-co ante el marasmo de sistemas criticistas e idealistas de la po-ca, tan faltos de vigor como de.arraigo en una tradicin fecundade pensamiento.3. La filosofa catlica. Cantera de renovaciones filosficasdiversas.

    La tradicin escolstica, al salir as de su enclaustramiento,se revela, ante todo, como fuente de inspiracin de movimien-tos renovadores del pensar filosfico especialmente de la me-tafsica que van a sacarlo de la postracin y del esceptismo po-sitivista en que se vea sumido. Francisco Brentano, por ejem-plo pensador formado en el aristotelismo escolstico, exhumala olvidada doctrina aristotlica de la intenconalidad (o carcterreferencial a una realidad exterior) de los fenmenos psquicos,teora que opuso al idealismo dominante en la poca y que con-tribuy en gran medida a restaurar el cultivo de la metafsica.De l derivan muy directamente la fenomenolog de Husserl yaspectos del pensamiento de Heidegger. Max Scheler, por suparte fuertemente influido por preocupaciones religiosas y filo-sficas catlicas, es promotor de la axiologia o teora de los va-lores, esencialmente hostil al positivismo antimetafsico del sigloxix. Lo mismo podra decirse del pensamiento tan sugestivoen su da de Bergson, y de corrientes religiosas del existencia-lismo (Gabriel Marcel, especialmente), fuertemente influidos porla renacida filosofa catlica. Se trata en los casos citados deautores originaria o tendencialmente catlicos que, sobre el elencotemtico de la filosofa tradicional, realizan renovaciones diversasdel pensamiento moderno, pardales y a menudo encontradas, peroque contribuyen a sacarlo del impaso positivista o antimetafsico.

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    4. Nueva presencia del pensamiento catlico.Pero aqu nos interesa, ms que las inspiraciones laterales,la presencia misma del pensamiento catlico tradicional en elpresente filosfico a travs de las formas diversas de su reno-vacin.Este espectacular resurgimiento cuenta con precedentes ilus-tres en la segunda mitad del siglo pasado: los espaoles Balmes,Ceferino Gonzlez, cultivadores preclaros de la filosofa catlica,as como la gran obra de crtica histrica y doctrinal de Menn-dez Pelayo; los itliauos Taparelli y Lberatore, entre otros varios.Su expansin desde principios del siglo actual bajo los pon-tificados de Een X I I I y San Po X reprimi e hizo abortarplanteamientos teolgicos y filosficos de inspiracin modernista(Baader, Gnther) que, en opinin de algunos, hubieran ofrecidointeresantes desarrollos. Eos aos ltimos nos han mostrado,tristemente, el porvenir presumible de tales intentos.Frente a ello, ese resurgimiento alumbr realizaciones llenasde vigor que contribuyeron en alto grado al reverdecimiento de

    la metafsica en nuestra poca. Citemos entre otras el InstitutoFilosfico de Lovaina (promovido por. el cardenal Mercier), elInstituto franciscano de Quaracci, el Instituto Catlico de Pars,el Anglico de Roma, la Universidad de Miln, la de Friburgode Suiza, el Bulletin Thomiste, etc.5. Diversidad de escuelas.

    Este amplio movimiento neoescolstico al igual que la es-colstica de todas las pocas ha contenido dentro de s diver-sidad de corrientes o escuelas filosfico-teolgicas. Por ms queel movimiento principal y determinante de este renacer fue el to-mismo, de raz aristotlica, todas las. otras escuelas de la antiguaescolstica tienen aqu su papel y representacin. Cabe as sea-lar un agustinismo de tendencia intuicionista y aun pragmatista172

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    LA F I LOSOFI A CATOL ICA EN EL SIGLO X X(Hessen, Peter Wust etc.); un escotismo que cultivan principal-mente los franciscanos; el suarecianismo (Descoqs) y el molinismo;un tomismo conciliador con corrientes modernas (Marechal, Gey-ser, Mandonnet), y, en fin, el que podramos llemar tomismo es-tricto. En ste deben destacarse en una primera generacin losnombres de Mercier, Gardiel y Gredt, y en la generacin queahora concluye los de Garrigou-L agrange, Maritain, Sertillan-ges, Gilson (franceses); Marcel de Corte (belga); Helln, Ram-rez (espaoles); Manser, Mausbach, Grabmann (alemanes), entreotros muchos. Cabe, por ltimo, menciomr aore nd endieti^tes como Amor Ruibal (sistema correlacionista).Todas estas corrientes, dentro siempre de la ortodoxia catlica,se complementan entre s en la diversidad de sus temas preferen-tes y en sus tendencias, rivalizan en casos, pero forman entre todasun importantsimo elenco filosfico, valioso en s y valioso ensu influencia sobre el pensamiento contemporneo, al que ha de-parado rigor conceptual y liberado de los prejuicios positivistase idealistas.6. Perduracin latente del "modernismo".

    Sin embargo, dentro de esta notable floracin filosfica ca-tlica, previve, como soterrada, la tendencia que el Pontfice SanPo X conden en su da bajo el nombre -quiz no muy de-finitorio de "modernismo". E lla alimenta, como vamos a ver,las grandes controversias que se mantienen en nuestro siglo den-tro del pensamiento catlico. Si hemos dicho que podra llamarsea este captulo de la historia "grandeza y tragedia de la filosofacatlica actual", es en este punto dondepor el momento al me-nos y en la corta perspectiva de un presente histrico la grande-za va a trocarse en tragedia y el nuevo auge en naufragio. Tantopara comprender este cambio de signo cuyos venenosos frutoshoy sufrimos como para penetrar en las controversias filos-ficas a que me he referido, es preciso que aluda antes a lo quefue esa teora modernista que socava hoy los cimientos del pen-samiento catlico y aun de la misma fe.173

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    RAFAEL GAMBRAPrecursor y profeta de esa teora fue, en el siglo pasado, elclrigo francs Felicit de Lamennais, cuyas doctrinas sobre elcristianismo nos darn la clave de ese modo de pensar y de susderivaciones, sumamente actuales por lo dems. Fue L amennaisautor de dos libros notables E nsayo sobre la indi ferenca re i-giosa y Palabras de un creyente, y dirigi, con Lacordaire,una revista titualada L 'A venir.Segn Lamennais, la razn humana fue iluminada en sus or-

    genes por una especie de revelacin (cultural) primitiva, que lahiz-fecundary apta para alcanzar progresivamente la verdad, todaverdad. De esta idea, que enlaza en sus orgenes la razn humanay la revelacin, deriva el que se considere a menudo a Lamen-nais como un fidesta o tradicionalista filosfico. Sin embargo,no fue sa su intencin ni, sobre todo, la evolucin posterior desu pensamiento.Identificando en su origen la razn humana con la revelacindivina, Lamennais supone que el progreso de la razn ha decoincidir con un supuesto desarrollo de la fe. Consecuencia deello es la idea central que este autor transmiti al modernismo y asus herederos espirituales: que la fe no es un conjunto de ver-dades inmutables por divinas en su origen y reveladas en su trans-misin, ni la Iglesia algo constituido sobre bases incambiables, nila religin re-ligacn con un orden trascendente y eterno, sinoque fe, I glesia y religin son algo i:nfi eri , en evolucin perfectivacomo la razn y la ciencia humanas, con cuyo progreso o desarrollovendrn a identificarse a modo de una concomitante iluminacin oanimacin proftica. Tal es la idea que Lamennais leg al mo-dernismo del siglo pasado y al llamado "progresismo religioso"de nuestros das.En el progreso de la ciencia (y de la tcnica) se acerca elhombre a su plenitud humana, y, simultneamente, a la futura re-ligin universal o planetaria en la que convergern todas las re-ligiones del mundo. L a religin del "hombre que se hace Dios"se identificar as con la religin "del Dios que se hace hombre".Lamennais hace la apologa de la religin, pero en tanto que bene-factora (o animadora) de ese desarrollo humano al contribuir a174

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    LA F I LOSOFI A CATOL ICA EN EL SIGLO X Xromper las ligaduras de la opresin histrica y a liberar las fuerzasde la razn y la personalidad del hombre. La Revolucin es de estemodo proclamada como una creacin cripto-cristiana, fruto aunsin saberlo> del verdadero progreso religioso. E n su trmino, lareligin est llamada a disolverse en esa plena realizacin de laspotencias humanas, de cuya asuncin csmica ha sido heraldo yprofeca.Veamos, por ejemplo, algunas de las frases ms significativasde Lamennais que parecen expresar, con casi siglo y medio deanticipacin, las ideas del actual "progresismo catlico", recibidaspor ste a travs del modernismo de principios de siglo:

    "La religin es universal; es como la razn humana,pero (como ella tambin) se desarrolla en un proceso na-tural, tanto en el gnero humano como en cada uno de susindividuos."(Reconocemos aqu la nocin actual de una religin progresi-va, sin dogmas ni normas inmutables, y el tan divulgado slogandel aggiornamento y de una I glesia en marcha. Asimismo, los dic-tados descalificadores de mmomlisia y de reacconario, comunesa la terminologa del racionalismo y del marxismo.)

    "Antes o despus se implantar una gran religin (hu-manista) que no ser sino una frase de esa religin univer-sal y una. Brotar del caos actual de religiones y realizarentre los hombres la ms vasta unidad que nunca en elpasado se haya conocido."(E s sta quiz la expresin perfecta del ecumeni smo prof icode nuestros das, que no es ya un intento misional de atraer acismticos y paganos hacia la nica y verdadera Iglesia, sino elensayo extraeclesistico de alcanzar un punto terico de con-fluencia del que nazca un nuevo cristianismo o una nueva reli-gin que sea como el desarrollo de las existentes. E s tambinel germen del pacfismo eclesistico (o irenismo) de la actualidad,que busca, a cualquier precio, la paz (temporal) del mundo, aun

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    RAFAEL GA MBRApor encima de lo que hoy despectivamente se 1 aman "diferencias"o "discriminaciones" religiosas.)

    "L as prerrogativas que los catlicos creen patrimonio dela Iglesia sobrenatural pertenecen a la humanidad toda; ellaes la verdadera Iglesia instituida por Dios en su creacin, yesas altas prerrogativas forman lo que se ha llamado la Sobe-rana del Pueblo. En ella, la decisin suprema: vox populi,vox De. (...) Confinada hasta aqu la Iglesia en lo quetiene de dogma y jerarqua, el cristianismo no ha penetradotodava en la Ciencia ni en la gran Sociedad del futuro."

    (Estos prrafos nos descubren las races del llamado huma-nismo cristiano, especie de culto al Hombre como depositario detodo valor, y del consiguiente rebajamiento de la religin parasituarla al servicio del hombre. La tendencia asimismo de susti-tuir al pueblo fie por "el pueblo de Dios" todos los hombres.Nos explican tambin el imperativo contemporneo de desmitifi-cacn religiosa religin racional, "para adultos" o desalie-nacn, como se dice tambin con terminologa marxista. Segneste imperativo, el cristiano consciente o "maduro" debe desasirsesucesivamente de toda concrecin histrica o de toda forma decivilizacin supuestamente cristiana, estimada ahora como "triun-falismo"; de toda simbologa, rito o costumbre de la I glesia pre-trita, vistos ahora como "alienaciones" superadas; y, por ltimo,de su propio contenido religioso dogmtico y disciplinariopara insertarse en una pantestica apertura de amor a todo lo hu-mano en su progreso, supuestamente perfeccionador y edificante.)Lamennais fue condenado por las Encclicas de Gregorio X VI Ide 1831 y 1834, y, ms tarde, sus doctrinas por el Sylabus dePo I X . Muri sin retractacin, fuera de la I glesia.Sus doctrinas, sin embargo, no mueren con l. A fines delsiglo pasado renacen en un extenso movimiento cuyo centro msvisible fue la revista Le Silln de Marc Sangnier, al que seasocian nombres como los de Loisy, Laberthonnire, etc. Estemovimiento fue solemnemente condenado por San Po X en suEncclica Pascendi bajo el nombre genrico de "modernismo", y176

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    LA F I LOSOFI A CATOL ICA EN EL SIGLO X Xhasta tal punto consider peligrosa y disolvente para la fe sudoctrina que lo calific de "sntesis o compendio de todas las he-rejas" y estableci la obligacin para todos los clrigos en elmomento de su ordenacin, y para todos los obispos en su con-sagracin, de prestar el "juramento contra el modernismo" queles ataba con el estigma del perjurio si en todo o en parte con-descendan o aceptaban ese conjunto de doctrinas. Este juramen-to fue abolido en 1967.Nuestros das han conocido, sin embargo, un nuevo y msterrible brote del modernismo, que, aparentemente al menos, hainvadido todos los niveles de la Iglesia con un vigor y unos me-dios de difusin desconocidos en sus anteriores manifestaciones.7. Dos grandes controversias.

    Cmo en lo que va de siglo, en el seno de una floracinbrillante de la filosofa catlica y despus de la clarividente con-denacin de San Po X , ha podido producirse esta invasin gene-ralizada de un neomodernismo demoledor en todo el mbito dela Iglesia?Creo que el medio en el cual han pervivido esos grmenes he-terodoxos y el vehculo de su expansin han sido dos grandescontroversias doctrinales sostenidas a lo largo de este ltimomedio siglo en el seno de la filosofa catlica. En general, la di-fusin de las grandes herejas del cristianismo se ha producido alcalor de polmicas histricas memorables. E l arrianismo princi-pal hereja de la Antigedad alent en la gran controversiasobre la Trinidad Santa y la naturaleza del Verbo en su relacincon el Logos de los paganos. E l protestantismo la hereja dela Modernidad creci en la disputa sobre la predestinacin yla ciencia divina.Un papel similar han tenido en nuestro siglo en orden a la granhereja (quiz apostasa) de la Edad Contempornea las polmicassobre la nocn de fi losof cri sti ana y sobre el orden policocristiano. Aludir a ellas brevemente para descubrir en algunas

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    RAFAEL GAMBRAde las posiciones que se levantaron en ellas la sombra de Lamen-nais y del modernismo, que es, en definitiva, la del racionalismomoderno, esencialmente antirreligioso.8. Controversia sobre la nocin de filosofa cristiana.

    La controversia sobre el concepto de filosof cristiana (sualcance y sus lmites, su constitutivo formal, su misma exis-tencia y aun su posibilidad) fue objeto del IV Congreso Cient-fico de Catlicos iniciado en Friburgo en 1897 y tambin delCongreso Tomista de 1933. Multitud de trabajos monogrficossostuvieron la polmica entre una y otra fecha y posteriormentea ellas.Las posiciones dentro de la polmica son muchas y muy ma-tizadas, pero ca>e reducirlas a tres, cuya frontera delata la in-fluencia latente del modernismo a que vengo refirindome.La primera de ellas es la tradicional, que afirma la existenciade una filosofa cristiana netamente diferenciada en el seno dela historia general de la filosofa. Esta filosofa recibe inspira-cin temtica, hitos orientadores y aun un espritu o estilo depensar, de la fe cristiana. No es preciso reducir la filosofa a unamera explicacin o expresin racional de la fe (anclla theolo-giae): antes bien, posee su objeto propio las verdades natura-les y se vale slo de la razn. Pero la misma superposicin ycontinuidad objetivas de los rdenes de ser y consiguientementede conocer hacen tericamente posible la existencia de un pen-samiento de inspiracin y orientacin cristianas; pensamiento que,por lo dems, tiene un puesto indudable en el orden de las reali-dades histricas. Muchos autores de esta renacida escolsticamilitaron en esta posicin: Demph, del Prado, Chevalier, Gilson,Grabmann... Estos ltimos formaron lo que podra llamarse alahistrica del pensamiento catlico: a travs de finos y penetran-tes anlisis de la filosofa cristiana medieval pusieron de mani-fiesto sus fuentes inspiradoras y los eslabones perdidos de sutradicin viva para hacer posible su prolongacin bajo impulsos178

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    renovadores profundamente filosficos. Ellos mostraron, incluso,cmo toda cultura y toda tradicin filosfica, por ende hundesus races en una vivencia religiosa que penetra e infunde unidady aliento a todos sus productos.Una segunda posicin ante la nocin de filosofa cristiananiega e calificativo, pero mantiene la realidad del sustantivo. Nohay para ella filosofa cristiana, pero s filosofa de cristianos(hecha por cristianos). L a filosofa, segn los portavoces de estacorriente, es oficio de la razn cogni t i o de rebus per causas,y su objeto est constituido exclusivamente por las verdades na-turales. Al igual que no existe una fsica o una geometra cris-tianas y otras musulmanas (por ejemplo), tampoco hay ms queuna y sola filosofa, si es verdaderamente tal y no teologa re-vestida de ropaje racional, o mera apologtica. Lo ms que ad-mite esta opinin es una influencia meramente negativa de la fesobre la obra de la razn a travs de la mente e intencin delfilsofo que razona. L a fe ndica al pensador creyente cuando haerrado en el caso de que ste llegue a conclusiones en conflicto conlas verdades de la fe, pero no cabe ningn gnero de inspiracinni de influencia positiva de la fe sobre la filosofa porque sta es,por definicin, racional y slo racional. Existir, por tanto, filo-sofa "hecha por cristianos", pero no filosofa cristiana. Fueronde esta opinin el cardenal Mercier, Mandonnet, M aritain (en suprimera poca), Scheler, Chenu, Congar.Hay que distinguir, sin embargo, la intencin que, secreta oa veces subconscientemente, condujo a unos y a otros de estospensadores a adoptar esta posicin discrepante de la tradicionaladmisin de una filosofa catlica por derecho propio. En losprimeramente citados (Mercier, especialmente) se trataba de abrirpaso como tal filosofa a la renacida escolstica disipando' recelosen un mundo postkantiano que no admita otra filosofa que lade un racionalismo hipercrtico. En los ltimos, en cambio, comoChenu y Congar (destacados tericos del progresismo y tambindel Concilio Vaticano I I ), su intencin est en lnea con el pen-samiento modernista que hemos examinado: se trata de reconoceren la razn humana y en sus productos (la ciencia y la filosofa)

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    el desarrollo del Hombre hacia su plenitud, coincidente en defi-nitiva con trn paralelo progreso desmit i fi cador de la fe cris-tiana, E l saber debe secularizarse (liberarse de lo que no searazn misma) para alcanzar su desarrollo, y la nueva fe progre-siva insuflada de "profetismo humanista" no ser ms queel heraldo de esta gran asuncin humana hacia su unidad y ple-nitud.Una tercera posicin, ms radical an en este designio secu-larizador de la filosofa, niega, no ya el calificativo, sino inclusoel sustantivo en la nocin de filosofa cristiana. Su representanteprincipal y casi nico en el tiempo de la polmica fue mileBrhier. La filosofa es, segn l, incompatible con la vivenciaactiva de la fe, de cualquier fe religiosa. En la medida en que elpensador acta como creyente deja de hacer filosofa. No cabehablar ni aun de fi losof de cri sti anos, puesto que el pensadorha de prescindir de su fe (o ponerla entre parntesis) para hacerverdadera filosofa.9. Polmica sobre el orden poltico cristiano.

    La segunda de estas grandes controversias de la filosofacatlica actual se refiere al orden polico cristiano (sentido,alcance y legitimidad de este concepto). E sta polmica dio lugara varios importantes libros que jalonan un aspecto de la revivis-cencia del modernismo religioso y de la resistencia al mismo.Entre sus autores de una y otra posicin, Maritain, Mounier,Eschmann, de K oninck, L . E . Palacios.LA posicin tradicional de la Iglesia ante el orden polticofue la distincin de dos sociedades y dos poderes el civil y elreligioso con naturaleza y fines diferentes (el bien comn tem-poral, el bien comn sobrenatural). Sociedades y poderes inde-pendientes, pero realizados en unos mismos hombres miem-bros a la vez del Estado y de la Iglesia-, y en el contexto deuna misma civilizacin histrica. Por lo mismo, armonizados enlos aspectos de la vida humana que se relacionan con ambos180

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    fines (natural y sobrenatural) y jerarquizados entre s como elalma y el cuerpo, como lo temporal y lo eterno. A l igual que filo-sofa y teologa son saberes diferentes con su propio campode verdades, pero con una relacin mutua en las zonas limtrofesy comunes (los "prembulos a la fe") y tambin con una ins-piracin de la fe sobre la razn, as Iglesia y sociedad civil sondistintas e independientes, pero se armonizan en zonas comunesy recibe la segunda una inspiracin vivificadora por parte de lafe religiosa. Tal era el esquema terico que presidi a la Cris-tiandad medieval y moderna (hasta Westfaa) en las relacionesdel Pontificado y el Imperio; tal la estructura interna de lospueblos cristianos con su diarqua complementadora Iglesia-Estado.Y a a fines del siglo pasado cien aos despus de la Revo-lucin Len X I I I recomend a los catlicos franceses su ral-liement a la Repblica, cesando en su actitud de hostilidad o deaislamiento poltico. Nacen as las primeras manifestaciones delo que, con expresin genrica, se conoce como "democraciascristianas". Para ellas, el orden poltico, las "formas de gobierno"son indiferentes religiosamente: cualquier rgimen (y en este"cualquier" se incluye tambin la democracia inorgnica basadaen la V oluntad General) es bueno o malo en la prtica segnlo sean quienes ejerzan en l la autoridad, pero no por ningn otroconcepto. E sta nueva posicin constituy un primer germen dedivisin en la concepcin religioso-poltica de los catlicos. Sinembargo, los demcrata-cristianos aceptaron siempre la distincinentre lo que se llam en la poca la tesis y la hiptesis. Cual-quier gobierno, con ciertas mnimas condiciones de libertad reli-giosa, puede ser aceptable en hiptesis (esto es, dado el hecho dela Revolucin), pero en tesis contina vlida la concepcin tra-dicional de la independencia, armona y complementariedad jerr-quica del orden poltico y el religioso.Planteamiento muy distinto es ya aquel con que inicia estacontroversia el filsofo catlico francs Jacques Maritain en suobra H wmcmismo Integral . Segn este autor se ha operado unaespecie de evolucin dialctica (dentro de una teologa y de una

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    RAF AE L G A M B R AIglesia en marcha) desde el antiguo E stado confesional a lo quel llama nuevo Estado laico-cristiano, que l propugna como msadecuado al verdadero cristianismo, o a un cristianismo evolucio-nado, Este Estado reunir en s las virtudes de la antigua Cris-tiandad sacrcdizada y las del moderno Estado laico, sin los incon-venientes de uno y otro. Ser, en esencia, la laicizacin del Estado,pero acompaada de una supuesta vivificacin interna por el cristia-nismo individual de sus miembros. Supone ello el abandono porparte de la Iglesia de cuantas estructuras polticas y comunitariasforj la influencia civilizadora del cristianismo en veinte siglos deCristiandad. Supone tambin que el Estado laico no ser ya algoadmisible slo en hiptesis (como' un hecho que no puede evitar-se), sino tambin en tesis, es decir, como algo tericamente su-perior (para una visin cristiana) al E stado confesional y a laantigua Cristiandad.Apoya Maritain esta curiosa teora secularizadora del ordenpoltico en su concepcin filosfica llamada personalismo y en lafamosa distincin entre individuo y persona en el hombre singu-lar concreto. Individuo, segn ella, es algo negativo, implica li-mitacin: el hombre, en cuanto individuo, puede someterse a lasociedad como la parte al todo, reconocer en ella un "bien co-mn". La persona, en cambio, es un concepto positivo y espiri-tual : el hombre, en tanto' que persona, portador y realizador devalores, no puede ser parte de un todo ni someterse a un biencomn, sino que es una forma de absoluto que slo hace relacina la persona de Dios. Han seguido esta tesis Manuel Mouniery Eischmann. (Sabido es cmo Maritain y Mounier, consecuen-tes con su designio laicizador del Estado, vieron en el Alzamien-to N acional de Espaa de 1936 precisamente en tanto quealzamiento religioso un hecho reprobable, y dirigieron sus sim-patas al .enemigo, en tanto que sus hermanos en la fe luchabany moran aqu en defensa de sus creencias.)Frente a esta teora se alzaron voces numerosas en defensa deEstado intencional y confesionalmente cristiano como nica tesisadmisible para la teologa y la filosofa catlicas. Charles deK onninck y Leopoldo E . Palacios, entre otros, demostraron cum-182

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    plida y slidamente que, adems de un bien comn temporal,existe un bien comn sobrenatural que es el mismo Dios (a lavez bien comn de cada alma y de la sociedad cristiana); y quesi Dios no tuviera tal razn de bien comn estara de sobra, nosolamente el carcter parcialmente sacralizado del Estado cris-tiano, sino la misma I glesia, conclusin difcilmente sosteniblepara un catlico.10. Difusin de un neo-modernismo.

    Una y otra polmica que tienen, como se ha visto, unfondo comn terminaron bajo la contundencia argumental dequienes sostenan las perennes posiciones del catolicismo sobreel ser de la filosofa cristiana y sobre el orden poltico. I nclusoel autor ms caracterizado tanto del concepto tecnolgico o se-cularizado de la filosofa como de la laicizacin (por va religio-sa) del E stado -J. Maritain hubo de rectificar muy prontosu posicin en la primera de esas cuestiones, y de denunciar (re-cientemente) las consecuencias demoledoras que de sus tesis po-lticas extraeran sus discpulos y continuadores (denuncia untanto incongruente puesto que en este terreno no se basaba enuna previa rectificacin de principios.) Fueron, sin embargo, sutomismo de base y su fe religiosa los determinantes de estos cam-bios de posicin.No obstante, la semilla estaba echada desde la poca del mo-dernismo y aun desde Lutero. L as polmicas aludidas sirvieronpara revelar que la tendencia no estaba muerta, sino que crecaalarmantemente dentro del catolicismo. Hizo falta, sin embargo,para su expansin generalizada y explosiva el ambiente espiritualde la ltima postguerra. Vencidos los fascismos formas des-afortunadas del espritu nacional y patrio , vencedores univer-sales los soviets y los norteamericanos, una ola de nihilismo inte-lectual y de desorden moral penetr todo el mbito occidental.Deshecha y colonizada Alemania, desacreditado el espritu tra-dicional y catlico en Francia por su episdica vinculacin a la

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    ocupacin alemana, el ms desenfrenado izquierdismo y el esp-ritu abandonista de un pacifismo pro-marxista se apoderan detoda Europa, con la sola excepcin de Portugal.Y es en este ambiente, en la dcada que ahora (1969) cul-mina, cuando se ha operado en el seno de la Iglesia un dramticoresurgimiento invasor de las teoras que hemos conocido por "mo-dernismo" y de las posiciones laicistas que en esas polmicasaoraron. Ocasin de este fenmeno fue el Concilio Vaticano I I ,realizado bajo el lema de aggiornamento de la Iglesia, tr-mino equvocamente empleado y ampliamente utilizado por losgrupos proclives a lo que ahora se llama progresismo catlico.Bajo ese lema hemos visto ensayar durante los aos presentes:a) Una "reconciliacin" de la I glesia con el llamado "mundomoderno" y con su "desarrollo" racionalista y tecnocrtico, in-terpretado en todos sus aspectos como realizacin de la naturalezadel Hombre y cumplimiento (en la T ierra) de las promesas evan-glicas. La Iglesia, segn este designio, debe abjurar de su pa-sado histrico, de su tradicin y de cuanto represent la Cris-tiandad secular que se ve ahora execrada como "constantinismo"y "triunfalismo" en nombre de un nuevo "humanismo ecume-nista". Sucesivas "aperturas" al M undo y al H ombre procuran"desmitificar" la fe interpretndola como "particularismo supe-rado" y desdibujar las diferencias religiosas para su convergen-cia hada una mera espiritualidad desta y filantrpica. E s el fondodel "progresismo religioso" de un Congar o un Chenu, entreotros muchos.b) Una "reconciliacin" de la fe cristiana con la cienciamoderna, interpretando a la fe (al modo gnstico) como una vi-sin proftica o una versin mitificada (interpretable) de cuantola ciencia moderna descubre y promueve. Por modo tal que unproceso de "desmitificacin" de la fe (un catecismo "para adul-tos") en el que la fe aparece como "respuesta a las necesidadesdel hombre", pondr de manifiesto la identidad ltima de la fe yla ciencia "moderna". Tal es el evolucionismo seudomstico yseudocientfico de un Teilhard de Chardin, o el freudismo reli-gioso de un Oraison.184

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    c) Reconciliacin con la democracia moderna o sociedad lai-cista (Maritain, Mounier) y con el socialismo marxista (Cardon-nel), interpretados uno y otro como realizaciones cripto-cristia-nas que contienen, mejor que cualquier otra realizacin histrica,el "mensaje social" del E vangelio.d) Ensayo, en fin, de una "religin sin Dios" al modo dela teologa anglicana de la "muerte de Dios" (Bultmann, Robin-son) y de los actuales "grupos profticos" dentro del Catolicismo

    (Evely). E l progreso de la religin paralelo al de la ciencia yla democracia culmina en el abandono de la idea de un D iostrascendente y personal para sustituirlo por el culto al Hombrey al Desarrollo. D ios ser, como escribi Ortega y Gasset, "lomejor de nosotros mismos": un nombre o una abstraccin. Lafe "del Dios que se hace hombre" vendr a coincidir con el pro-ceso del "hombre que se hace Dios". Destino final de la Iglesia,segn estas posiciones postreras, ser disolverse en el mundo yentregarse al servicio del Hombre. Su misin habr de reducirsea una especie de "animacin interior y espiritual" de la sociedaddemocrtica y socialista.Frente a todas estas vertiginosas e insospechadas consecuen-cias del progresismo, que convierten en disolucin lo que no hacems de quince aos era venturoso resurgimiento del pensamientocatlico, conserva todo su verdadero valor prof tico la definicincon que San Po X conden a principios de siglo el incipientemodernismo: "movimiento de apostasa general para el estable-cimiento de una nueva religin universal sin dogma ni jerarqua,sin regla para el espritu, bajo pretextos de dignidad y de li-bertad".El propio Maritain, en una obra reciente, rechaza en los tr-minos ms enrgicos todo este devastador conjunto de consecuen-cias, por ms que lo sean en gran medida de las premisasque l mismo sent. "Hay dice una especie de apostasa in-manente que se encuentra sobre todo entre los pensadores msavanzados entre nuestros hermanos protestantes, pero quees tambin activa entre los pensadores catlicos igualmente avan-zados. Creen que proponen un cristianismo superior, mientras

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    se encierran en sus propias construcciones subjetivas y acaban,como el obispo anglicano Robinson, en un cristianismo de perromuerto, que flota a la deriva de las filosofas ms variadas."La escalada del progresismo religioso ha sido, sin embargo,extraordinaria en el ltimo lustro, y lo que el propio Papa Pa-blo V I ha llamado la "autodemolizione" del catolicismo ha con-seguido efectos que jams hubiera soado la ms implacable per-secucin exterior contra la Iglesia.Son legin, no obstante, los pensadores que dentro de la Igle-sia se mantienen firmes en la fe recibida y ofrecen batalla a lacorriente neomodernista procurando restaurar la filosofa catlicaen el esplendor con que la vimos resurgir a principios de siglo.Citemos, entre otros muchos, los nombres de Gilson, Marcel deCorte, Philipe de la Trinit, Thbon, Pieper, K endall, L . E. Pa-lacios... La batalla intelectual que libran, aunque aparentementedesasistida y contraria a lo que en lenguaje marxista se llamahoy "el viento de la Historia", no puede desfallecer porque seapoya en la promesa evanglica de que "las puertas del Infiernono prevalecern contra la Iglesia". Su lucha, siempre renovada,toma fuerzas de las palabras de Cristo a sus discpulos en labarca zozobrante: "Hombres de poca fe, por qu habis descon-fiado?"

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