La controversia en la ética de Watson.

Abordar la ética en la actualidad, no es enmarcarlo solamente en un código

deontológico, que sumerge al investigador en determinados lineamientos, en su

devenir profesional. La responsabilidad tiene una estrecha relación con asumir

nuestro propio accionar en el campo de la psicología, y es en la práctica misma

donde se plantean los dilemas éticos. Las actividades que se realizan en la

investigación con miras a comprobar o corroborar una hipótesis, utilizando a seres

humanos como objeto de un determinado experimento, está en contra de la misma

dignidad de la persona cuando es manipulada. Sin embargo el padre del

conductismo John Broadus Watson, sin medir las consecuencias de su experimento,

utilizó al pequeño Albert de once meses de edad, para comprobar su hipótesis, cuyo

objetivo era demostrar el condicionamiento ante la reacción al miedo, provocando

una fobia.

El experimento consistió, en situar en un ambiente al pequeño Albert con un

ratón de laboratorio, para que jugara, en ese momento no mostraba ningún miedo

alguno, solo el interés de tocar al roedor mientras se movía a su alrededor. Para

tratar de condicionar el miedo, Watson y su asistente Rosalie Rayner, golpeaba un

martillo contra una plancha metálica cada vez que el niño tocaba al ratón, realizando

un ruido estruendoso, provocando, que el niño llorara y a la vez mostrara signos de

temor al oír el ruido.

Luego de haber repetido el mismo evento, se procedió a mostrar solo el

roedor al pequeño Albert, generando demasiada ansiedad y temor, con intenciones

de huir del lugar para alejarse del roedor. El niño había asociado el ratón con el ruido

estruendoso, lo que inicialmente no provocaba ninguna reacción, produciría el

mismo miedo y la misma respuesta emocional que el ruido inicial.

Por otro lado, se estableció algo más problemático, que el mismo

condicionamiento a la fobia, pues el pequeño, generalizó la asociación, trasladando

el miedo a otros animales u objetos, como un conejo, un perro peludo, la barba de

Santa Claus o incluso una máscara que cubría la cara del investigador.

Watson se mostraba orgulloso de su experimento, se vanagloriaba que podía

condicionar con sus métodos truculentos a una persona, es conocido que en una

oportunidad, manifestó que si tuviera una docena de niños cualquiera, y aplicando

técnicas de modificación de conducta, podría conseguir cualquier tipo de persona

que deseara.

Desde una mirada normativa actual, los profesionales de la salud, son

responsables de sus actos que repercuten en el bienestar o el perjuicio de los

demás, debemos tener en cuenta que existen dos espacios diferentes y a la vez

relacionados para rendir cuenta ante sí mismo, estas son : la responsabilidad ética y

legal. No se puede justificar la idea, que existió un vacío normativo en el contexto en

la cual se desarrollo el experimento, pues la dignidad por la persona y el respeto por

su integridad, no tienen que estar estipulado en ningún código o norma, ya que es

intrínseca del ser humano.

La visión del investigador y su posicionamiento como científico de la salud,

implica tener un irrestricto respeto, consentimiento y cuidado que garanticen el

equilibrio emocional de la persona que es sometido a cualquier evaluación,

asimismo existen diversos organismos que coadyuvan en las actividades de

investigación con seres humanos, que son reguladas por principios éticos

estipulados en la Asociación de psicólogos Americanos (APA) y en nuestro medio

por el código deontológico del psicólogo peruano, bajo la mirada de la ley del trabajo

del psicólogo Nº 28369.