la escuela moderna

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LA ESCUELA MODERNA Francisco Ferrer Guardia (1859-1909), pedagogo y activista político español, fue el fundador de la Escuela Moderna e introdujo en España el racionalismo pedagógico. Fundó en 1901 la Escuela Moderna, uno de los experimentos pedagógicos más interesantes de la historia contemporánea española, con grandes influencias en toda Europa. En sus aulas no se enseñaban enseñanzas religiosas y sí científicas y humanistas, se fomentaba la no competitividad, el pensamiento libre e individual (es decir no condicionado), el excursionismo al campo, y el desarrollo integral del niño. Según Ferrer Guardia, la educación no puede ser dogmática ni basada en dogmas ni prejuicios, y debía aceptar los métodos de la ciencia, desterrando todo lo que no se puede demostrar por el método científico. La libertad era considerada un valor fundamental, se procuraba la igualdad de todos, niños y niñas, que ese educaban juntos, se rechazaba el espíritu competitivo y por lo tanto toda imposición, exámenes, premios y castigos. Entre sus contenidos, se declaraba prioritaria la educación del conocimiento, los afectos y la sexualidad, la experimentación y la observación de la naturaleza, la solidaridad, la ayuda mutua y la crítica de las injusticias. Su educación se basaba en la evolución de los niños, y se hacia de forma individualizada. Todo ello presentado con una didáctica no directiva. La Escuela Moderna generó enseguida la crítica de los ambientes e instituciones más conservadoras, y sobre todo de la Iglesia Católica, pues ponía en entredicho sus postulados dogmáticos, sus métodos y el poder económico de los centros educativos de la Iglesia. No cejaron hasta destruir a su fundador y cerrar la Escuela Moderna. Durante todo el primer tercio del siglo XX, decenas de escuelas, ateneos libertarios y universidades populares de toda Europa seguirían los planteamientos de la Escuela Moderna.

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LA ESCUELA MODERNA

Francisco Ferrer Guardia (1859-1909), pedagogo y activista político español, fue el fundador de la Escuela Moderna e introdujo en España el racionalismo pedagógico. Fundó en 1901 la Escuela Moderna, uno de los experimentos pedagógicos más interesantes de la historia contemporánea española, con grandes influencias en toda Europa. En sus aulas no se enseñaban enseñanzas religiosas y sí científicas y humanistas, se fomentaba la no competitividad, el pensamiento libre e individual (es decir no condicionado), el excursionismo al campo, y el desarrollo integral del niño.

Según Ferrer Guardia, la educación no puede ser dogmática ni basada en dogmas ni prejuicios, y debía aceptar los métodos de la ciencia, desterrando todo lo que no se puede demostrar por el método científico. La libertad era considerada un valor fundamental, se procuraba la igualdad de todos, niños y niñas, que ese educaban juntos, se rechazaba el espíritu competitivo y por lo tanto toda imposición, exámenes, premios y castigos.

Entre sus contenidos, se declaraba prioritaria la educación del conocimiento, los afectos y la sexualidad, la experimentación y la observación de la naturaleza, la solidaridad, la ayuda mutua y la crítica de las injusticias. Su educación se basaba en la evolución de los niños, y se hacia de forma individualizada. Todo ello presentado con una didáctica no directiva.

La Escuela Moderna generó enseguida la crítica de los ambientes e instituciones más conservadoras, y sobre todo de la Iglesia Católica, pues ponía en entredicho sus postulados dogmáticos, sus métodos y el poder económico de los centros educativos de la Iglesia. No cejaron hasta destruir a su fundador y cerrar la Escuela Moderna. Durante todo el primer tercio del siglo XX, decenas de escuelas, ateneos libertarios y universidades populares de toda Europa seguirían los planteamientos de la Escuela Moderna.

Una de las formas de expresión de las ideas de Ferrer Guardia, aun cerradas las escuelas, fueron los ateneos libertarios, opuestos a la rigidez y dogmatismo de la enseñanza existente y a la falta de infraestructuras educativas oficiales para la propia clase trabajadora. Y aunque se constituyeron como asociaciones culturales, funcionaron en la práctica como escuelas para miles de personas sin recursos para poder pagar una enseñanza privada.

Biografía de Francesc Ferrer i Guardia

Francesc Ferrer i Guàrdia nación en Alella, Maresme, el 10 de enero de 1859 y murió fusilado en los fosos del Castillo de Montjuit en Barcelona, el 13 de octubre 1909.

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 De familia católica y monárquica de payeses acomodados, fue el tercero de catorce hermanos. A los 13 años tuvo su primera disputa con la iglesia, tras denunciar al sacerdote de su pueblo de intromisión familiar, por lo que fue enviado por su familia a trabajar a Barcelona, donde entró como aprendiz en un comercio de harinas en el distrito de Sant Martí de Provençals, cuyo dueño le inscribió en clases nocturnas y le inició en los ideales republicanos. Durante la I República, el joven Ferrer participó con entusiasmo en experiencias de educación popular. Durante los años siguientes el joven autodidacta estudió a fondo el ideario de Pi y Margall y conoció las doctrinas de los internacionalistas en lops círculos obreros más anticlericales. Sus ideas librepensadoras le llevaron pronto al anarquismo, tendencia en la que desarrolló una gran actividad como agitador y revolucionario. Además, se caracterizó siempre por la vehemencia con que difundió sus mensajes anticlericales e ingresó en 1883 en la logia masónica Verdad de Barcelona.

Su trabajo como revisor en la compañía de ferrocarriles le permitió convertirse en el correo que aseguraba el contacto entre los revolucionarios españoles y el exiliado presidente del gobierno republicano Manuel Ruiz Zorrilla, de cuyo Partido Republicano Progresista era militante.

Exilio en París y formación pedagógica y libertaria

En 1886 apoyó en Santa Coloma de Fernés el pronunciamiento militar del general Villacampa, partidario de Ruiz Zorrilla, cuya finalidad era proclamar la República, pero al fracasar éste tuvo que exiliarse en París, acompañado de Teresa Sanmartí, con la que tuvo tres hijos.

Subsistió dando clases de castellano, comerciante de vinos y como secretario sin sueldo de Ruiz Zorrilla. Hasta la década de 1890 continuó siendo republicano, pero a partir de entonces comienza un viraje hacia el anarquismo

En París descubrió su vocación pedagógica y desarrolló una brillante carrera al frente de la escuela laica que él mismo había fundado, con lo que se ganó prestigio internacional como pedagogo librepensador y enemigo del oscurantismo que por aquel entonces dominaba la enseñanza religiosa en España. En julio de 1892, participó en el Congreso Librepensador de Madrid.

En 1893 se separó de Teresa Sanmartí y en 1899 se casó con Leopoldine Bonnard, maestra de tendencias anarquistas con quien recorrió Europa.

Mientras maduraba sus conceptos de educación anarquista y en el proyecto de la Escuela Moderna, para ponerlos en práctica a su vuelta a España, profundizaba en las ideas anarquistas y conocía y hacía amistad con sus principales pensadores, Elisée Reclus, Malato y Piotr Kropotkin.

Fundación de la Escuela Moderna

En agosto de 1901, tras recibir una cuantiosa herencia que le dejó al morir Ernestine Mennier -una rica anciana parisiense a la que había dado clases de español desde 1894-,

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regresó a Barcelona, en donde se instaló y creó la Escuela Moderna, un proyecto práctico de pedagogía libertaria,

Se trataba de una escuela, de ideario racionalista, igualitaria, laica y ácrata, no coercitiva y considerada por su fundador, como natural. El proyecto, que comenzó con 30 alumnos, tenía para 1906 más de 30 escuelas relacionadas con el movimiento.

En contraposición a ella, se impulsó una pedagogía racional, con un alumnado mixto, y en la que se abolieron prácticas retrógradas, como el sistema tradicional de castigos.

El crecimiento de la Escuela Moderna se situó en el punto de mira de los elementos conservadores, lo que le acarreó la enemistad de la Iglesia Católica y de muchos estamentos oficiales que veían en las escuelas laicas una amenaza a sus intereses, pues subvertía las ideas educativas de la época.

Atentado contra Alfonso XIII y nuevo exilio

Hasta 1909, la Escuela Moderna fue clausurada repetidas veces y sufrió la persecución de los sectores políticos y religiosos más conservadores de Barcelona, que intervinieron directamente contra la escuela y Cintra Ferrer i Guardia cuando en 1906 uno de sus profesores, traductor y bibliotecario de su centro educativo, Mateo Morral, fue implicado en el atentado contra Alfonso XIII,  el 31 de Mayo de 1906, día de su  boda, cuando la comitiva real pasaba por la calle Mayor madrileña, lanzó una bomba que provocó la muerte de veintitrés personas. Las autoridades clausuraron la escuela y se abrió un proceso a Ferrer i Guardia, que fue detenido y juzgado y del que quedó en libertad en 1907, ya que no se reunieron pruebas concluyentes contra su persona. Mateo Morral, partidario de la «acción directa», decía de Ferrer Guardia que era uno de esos «débiles de espíritu que opinan que nada se puede hacer sin discursos».

Al no poder abrir la Escuela Moderna, se trasladó a Francia y a Bélgica; donde fundó la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia, continuó en París con la edición del boletín de la Escuela Moderna y editó la revista de la Liga L'Ecole rénovée en Bruselas.

La Semana Trágica de Barcelona y su fusilamiento

Ferrer i Guardia regresó a Barcelona de nuevo y vivió allí hasta que fue detenido en 1909 acusado de haber sido el instigador de la rebelión obrera y popular contra la Guerra de Marruecos, conocida como la «Semana trágica». El 9 de octubre se constituyó el consejo de guerra en la prisión Modelo de Barcelona para juzgarlo. Tenía en contra la monarquía, el gobierno y la Iglesia; fue hallado culpable de ser el autor material del incendio del convento de Premiá, y condenado a la pena capital, sin que las garantías procesales ni las pruebas aportadas en su contra dejaran una indudable sensación de que se había hecho justicia. Murió en el foso de Santa Amalia de la prisión del castillo de Montjuïc, el 13 de octubre de 1909. Se negó a que le vendaran los ojos, gritando en el momento de ser fusilado sus últimas palabras, no acabadas porque la fusilería lo acalló: «Soldados,

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vosotros no tenéis la culpa. Apuntad bien. ¡Viva la Escuela Moderna! Muero inocente y feliz de…». Nunca se demostró que fuese culpable de lo que se le imputaba.

El proceso a Ferrer Guardia

El tiempo y el consenso histórico han dictaminado la injusta incriminación de Ferrer. Cuando en julio de aquel mismo año estalló la que después sería conocida como Semana Trágica, Ferrer Guardia fue inmediatamente relacionado con ella, e incluso se le responsabilizó de los violentos hechos que durante aquellos días se sucedieron, aunque había permanecido todo el tiempo en su finca de Montgat, en su propiedad de Mas Germinal, sin sospechar que un motín comenzaba y se extendía por la ciudad. Fue a ella por sus asuntos de ediciones y fue detenido. Antonio Maura quería que su condena fuera ejemplar.

Se urdió un falso Consejo de Guerra plagado de testimonios falsos (más de 80 testigos) y llenos de rencor vertidos contra él por parte de sus enemigos políticos que vieron la oportunidad de librarse de un adversario político.  Se le acusó de que había quemado iglesias y un convento en Premiá, donde ninguna iglesia había sido quemada, como tampoco ningún convento. En el juicio se prohibió la comparecencia y el testimonio de todas las personas que podían demostrar su inocencia, a pesar de que se presentaron voluntariamente personas a declarar a su favor, lo que se les impidió alegando que estaban fuera de plazo y que la instrucción (que llevaba el comandante don Valerio Raso Negrini) había finalizado. No apareció ningún documento que lo comprometiera a pesar de que durante días se registró en su casa de Montgat, y hubo que presentar un único papel falsificado que hablaba genéricamente de provocar la dislocación social.

El gobierno censuró todas las agencias telegráficas españolas e hizo difundir que en el juicio había habido interrogatorio y testigos públicos, en el que al mismo Ferrer Guardia se le impidió hablar. Se le humilló confiscándole todas sus ropas y haciéndole vestir un sayal.

El capitán Francisco Galcerán, su abogado defensor, demostró la inocencia de su cliente, lo absurdo de los cargos y la escandalosa irregularidad del procedimiento. Tras la ejecución fue detenido, lo que provocó indignadas protestas de sus colegas de París y Londres. Finalmente, Galcerán fue puesto en libertad el 15 de octubre de 1909.

 El proceso provocó un escándalo internacional, en el que intervinieron destacadas personalidades internacionales que intercedieron ante el gobierno español, como H. G. Wells, Arturo Conan Doyle, Georges Bernard Shaw o Kropotkin. El embajador en el Vaticano logró frenar una notificación de la santa Sede contra el fusilamiento. Las súplicas para la conmutación de la pena fueron ignoradas.

La ejecución de Ferrer Guardia motivó una campaña internacional de mítines y movilizaciones en todas las principales capitales europeas y que pilló por sorpresa al gobierno español, causando tal crisis que su primer ministro, Antonio Maura, se vio obligado a dimitir, lo que le acarreó el fin de la política activa.

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A raíz del proceso y ejecución de Ferrer Guardia, The Times dijo: «Por negligencia o estupidez, el gobierno ha confundido la libertad de instrucción y conciencia, el derecho innato a razonar y expresar su pensamiento, con el derecho de oposición, asimilándolo a una agitación criminal»

ESCUELA MODERNA

En el mes de agosto de 1901, abrió sus puertas, en el número 70 de la calle Bailén, de Barcelona (España), un centro educativo que se proponía transformar radicalmente la experiencia pedagógica en sentido crítico, laico, racionalista y libertario. Era una escuela, según el mismo Ferrer Guardia, en al que los niños y las niñas debían tener «una insólita libertad, se realizarán ejercicios, juegos y esparcimientos al aire libre, se insistirá en el equilibrio con el entorno natural y con el medio, en la higiene personal y social, desaparecerán los exámenes y los premios y los castigos».

Los principios básicos de la escuela Moderna

1. La educación de la infancia debe fundamentarse sobre una base científica y racional; en consecuencia, es preciso separar de ella toda noción mística o sobrenatural.

2. La instrucción es parte de esta educación. La instrucción debe comprender también, junto a la formación de la inteligencia, el desarrollo del carácter, la cultura de la voluntad, la preparación de un ser moral y físico bien equilibrado, cuyas facultades estén asociadas y elevadas a su máximo de potencia.

3. La educación moral, mucho menos teórica que práctica, debe resultar principalmente del ejemplo y apoyarse sobre la gran ley natural de la solidaridad.

4. Es necesario, sobre todo en la enseñanza de la primera infancia, que los programas y los métodos estén adaptados lo más posible a la psicología del niño, lo que casi no sucede en ninguna parte, ni en la enseñanza pública ni en la privada.

5. El propósito de la enseñanza es que los niños de ambos sexos tengan idéntica educación; que por semejante manera desenvuelvan la inteligencia, purifiquen el corazón y templen sus voluntades; que la humanidad femenina y masculina se compenetren, desde la infancia, llegando a ser la mujer, no de nombre, sino en realidad de verdad, la compañera del hombre.

6. La coeducación de pobres y ricos, que pone en contacto unos con otros en la inocente igualdad de la infancia, por medio de la sistemática igualdad de la escuela racional, esa es la escuela, buena, necesaria y reparadora.

7. Establecer la protección e instrucción higiénica en las escuelas. No se necesitan palacios relumbrantes; para difundir la instrucción bastan salas amplias, de luz abundante y aire puro, donde los escolares estén protegidos.

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8. El juego es indispensable a los niños. Por lo que mira a su constitución, salud y desarrollo físico, todo el mundo estará conforme; pero acontece que únicamente para la atención en la cantidad de desarrollo físico que producen los juegos.

9. Es de vital importancia la preparación de los maestros y una vida y sueldo digno para ellos. El verdadero educador es el que, contra sus propias ideas y sus voluntades, puede defender al niño, apelando en mayor grado a las energías propias del mismo niño.

10. La escuela debe renovarse para renovar la sociedad, una sociedad que repruebe los convencionalismos, las crueldades, los artificios y las mentiras que sirven de base a la sociedad moderna.

11. Partiendo de una educación en solidaridad y de la igualdad, no hay que crear una desigualdad nueva, y, por tanto, en la Escuela Moderna no hay premios, ni castigos, ni exámenes en que hubiera alumnos ensoberbecidos con la nota de sobresaliente, medianías que se conformaran con la vulgarísima nota de aprobados ni infelices que sufrieran el oprobio de verse despreciados por incapaces.

12. Los niños y las niñas deben tener vitalidad cerebral propia, a fin de que cuando se emancipen de su racional tutoría, continúen siendo en el mundo social enemigos mortales de prejuicios de toda clase, propendiendo a formarse convicciones razonadas, propias, sobre todo lo que sea objeto del pensamiento.

13. El propósito culminante de la Escuela Moderna es fomentar la evolución progresiva de la infancia evitando los atavismos regresivos, que son como rémoras que opone el pasado a los avances francos y decididos hacia el porvenir.

La primera noticia de la existencia de la Escuela Moderna lanzada al público:

PROGRAMA

La misión de la Escuela Moderna consiste en hacer que los niños y niñas que se le confíen lleguen a ser personas instruidas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio.

Para ello, sustituirá el estudio dogmático por el razonado de las ciencias naturales.

Excitará, desarrollará y dirigirá las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la totalidad del propio valer individual no sólo sea un miembro útil a la sociedad, sino que, como consecuencia, eleve proporcionalmente el valor de la colectividad.

Enseñará los verdaderos deberes sociales, de conformidad con la justa máxima: No hay deberes sin derechos; no hay derechos sin deberes.

En vista del buen éxito que la enseñanza mixta obtiene en el extranjero, y, principalmente, para realizar el propósito de la Escuela Moderna, encaminado a preparar una humanidad

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verdaderamente fraternal, sin categoría de sexos ni clases, se aceptarán niños de ambos sexos desde la edad de cinco años.

Para completar su obra, la Escuela Moderna se abrirá las mañanas de los domingos, consagrando la clase al estudio de los sufrimientos humanos durante el curso general de la historia y al recuerdo de los hombres eminentes en las ciencias, en las artes o en las luchas por el progreso.

A estas clases podrán concurrir las familias de los alumnos.

Deseando que la labor intelectual de la Escuela Moderna sea fructífera en lo porvenir, además de las condiciones higiénicas que hemos procurado dar al local y sus dependencias, se establece una inspección médica a la entrada del alumno, de cuyas observaciones, si se cree necesario, se dará conocimiento a la familia para los efectos oportunos, y luego otra periódica, al objeto de evitar la propagación de enfermedades contagiosas durante las horas de vida escolar.

Llamamiento de la Escuela Moderna a los intelectuales

«La Escuela Moderna hace un llamamiento vehemente a cuantos escritores amen la ciencia y se interesen por el porvenir de la humanidad, para que propongan obras de textos dirigidas a emancipar al espíritu de todos los errores de nuestros pasados y encaminar la juventud hacia el conocimiento de la verdad y la práctica de la justicia, librando al mundo de dogmas autoritarios, sofismas vergonzosos y convencionalismos ridículos, como los que desgraciadamente forman el mecanismo de la sociedad presente»

Conferencias dominicales para la instrucción popular

No se limitó la Escuela Moderna a la acción pedagógica. Sin olvidar un momento su carácter predominante y su objeto primordial se dedicó también a la instrucción popular, organizando una serie de conferencias dominicales públicas, a que acudían los alumnos, sus familias y gran número de trabajadores deseosos de aprender.

Sobre la enseñanza religiosa

«Se sabe con toda certeza que en esas escuelas laicas cuyo avance ya le arredra, no se enseña nada contra la religión ni el dogma; no preocupan allí tales cuestiones porque creen que los sentimientos religiosos deben nacer e infundirse a los pequeñuelos en el seno del hogar doméstico; hay en tales centros de enseñanza la sana convicción de que en ellos debe formarse el hombre de ciencia y de conocimientos humanos, al paso que la familia, y la sociedad luego, deben formar al hombre de creencias religiosas si esas son sus inclinaciones». El Brusi (El Diario de Barcelona)