la educación del futuro

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Es innegable que al final del S. XX se produjo una revolución tecnológica que aún en nuestros días sigue desarrollándose. Dicha revolución no solo ha conquistado el campo científico sino también el doméstico porque los nuevos adelantos tecnológicos se han convertido en aparatos indispensables en nuestros hogares: teléfonos móviles de última generación, televisores planas con 3d, Ipad, tablets y un largo etc… Miremos donde miremos encontraremos tecnología en nuestros alrededores. Lo importante no solo es este desarrollo tecnológico si no que el ser humano ha sabido adaptarse a estos cambios y como ser racional los ha sabido usar para su bien común. Sin embargo a pesar de que cualquier institución cuenta con la última tecnología y ha ido renovándose a lo largo de los años; pongamos como ejemplo la sanidad y las nuevas técnicas de operaciones, hay una que como una caja hermética no deja que la tecnología entre o entre a cuenta gotas por alguna rendija abierta. Estamos hablando de la escuela pública. Sí que hay ordenadores, pizarras digitales y tablets, pero el problema reside en el modo en que las usamos. Si nuestros padres entraran en una clase actual, no notarían cambio alguna respecto a cuando hace 30 años atrás, ellos estaban en la escuela.

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Page 1: La educación del futuro

Es innegable que al final del S. XX se produjo una revolución tecnológica que

aún en nuestros días sigue desarrollándose. Dicha revolución no solo ha conquistado el

campo científico sino también el doméstico porque los nuevos adelantos tecnológicos se

han convertido en aparatos indispensables en nuestros hogares: teléfonos móviles de

última generación, televisores planas con 3d, Ipad, tablets y un largo etc…

Miremos donde miremos encontraremos tecnología en nuestros alrededores. Lo

importante no solo es este desarrollo tecnológico si no que el ser humano ha sabido

adaptarse a estos cambios y como ser racional los ha sabido usar para su bien común.

Sin embargo a pesar de que cualquier institución cuenta con la última tecnología

y ha ido renovándose a lo largo de los años; pongamos como ejemplo la sanidad y las

nuevas técnicas de operaciones, hay una que como una caja hermética no deja que la

tecnología entre o entre a cuenta gotas por alguna rendija abierta. Estamos hablando de

la escuela pública.

Sí que hay ordenadores, pizarras digitales y tablets, pero el problema reside en el

modo en que las usamos. Si nuestros padres entraran en una clase actual, no notarían

cambio alguna respecto a cuando hace 30 años atrás, ellos estaban en la escuela.

Se sigue utilizando una metodología anquilosada en el pasado, se sigue

utilizando los mismos medios para transmitir la enseñanza: las clases magistrales donde

es la figura del profesor la que domina constantemente una clase. Y esto, según mi

punto de vista, debe cambiar.

Vuelvo a repetir, que sí que contamos con los medios para crear una escuela

interactiva pero hay que cambiar los métodos didácticos y para ello, quien debe cambiar

primero es el maestro.

El maestro se enfrenta cada día a una media de 30 alumnos por clase, alumnos

que tienen acceso a la última tecnología y que si les das una clase magistral donde solo

habla el profesor, se aburrirán. La desmotivación es contra lo que debemos luchar.

Page 2: La educación del futuro

El maestro debe ser consciente que en sus clases debe incorporar los medios

necesarios para que sus alumnos interactúen entre ellos, con el maestro y con los medios

de comunicación.

Lo que nosotros les contemos en clase, lo pueden encontrar en cualquier sitio

teniendo acceso a Internet, por eso, debemos ser originales y hacer que cuando entren

por la puerta de clase, vean que toda esa tecnología está a su alcance y que será el

profesor quien les guíe en la búsqueda de conocimientos, les aconseje y les valore.

Según un estudio británico, con el cual estoy de acuerdo, los jóvenes de ahora

claman por una serie de premisas que harían a la escuela pública más atractiva. Una ya

la hemos comentado, la figura del maestro.

Claman por una participación más activa a la hora de desarrollar las

programaciones didácticas y el currículo. Hay una serie de puntos que deberán

aprenderse y no son negociables. Pero, hay que tener en cuenta las necesidades del

alumnado de hoy en día y adaptar nuestros curriculum a esas necesidades.

Relacionado con el punto anterior, la enseñanza que nuestros alumnos quieren

debe tener relevancia con el mundo real. ¿Quién no se ha preguntado lo siguiente: ¿ para

qué me sirve esto en el mundo real?

Ahí es donde la escuela pública falla. Al no evolucionar, nuestros métodos y

enseñanzas no tienen nada que ver con el mundo actual que tenemos hoy en día. Por eso

nuestros jóvenes se aburren al no ver ninguna aplicación a la realidad de lo que están

estudiando. Una solución serían las clases prácticas, donde sea el alumno quien

investigue, participe y debata las teorías. Pero sin olvidar que es el profesor quien les

guía.

En conclusión, la escuela pública debe modernizarse, avanzar, no tener miedo a

la tecnología y a las nuevas enseñanzas. El profesor debe olvidarse de las clases

magistrales y tener en cuenta que sus alumnos son dinámicos y expertos en las

tecnologías. Debe hacerles participe del proceso educativo y ser innovador. El nuevo

alumnado del siglo XXI tiene unas necesidades que hoy por hoy la escuela pública no

las está cubriendo del todo.

Page 3: La educación del futuro

Aunque debemos decir que poco a poco estas ideas están llegando a la escuela

pública y se está viendo un cambio, lento, pero progresivo.