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PARTE PRIMERA: INTRODUCCIÓN. EL FUNDAMENTO DE LA REGULACIÓN DEL BIENESTAR ANIMAL: PARADIGMAS CIENTÍFICOS, FILOSÓFICO-ÉTICOS Y MOVIMIENTOS SOCIALES. EL STATU QUO DE LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA EN EL MOMENTO DE LA ENTRADA EN VIGOR DEL TRATADO DE LISBOA. CAPÍTULO III: LA CONSOLIDACIÓN DEL DERECHO DEL BIENESTAR ANIMAL Y SUS DIVERSOS FUNDAMENTOS EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX (1) ECONOMÍA Y CIENCIA DEL BIENESTAR ANIMAL. EN PARTICULAR LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL Y LA EVOLUCIÓN DE LAS CIENCIAS COGNITIVAS, DEL LENGUAJE Y DE LA BIOLOGÍA DEL VINCULO SERES HUMANOS-ANIMALES. Enrique Alonso García. 1.- LA CONSOLIDACIÓN DE LOS FUNDAMENTOS DEL BIENESTAR ANIMAL Y SUS DIVERSOS FUNDAMENTOS EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX: INTRODUCCIÓN. 2.- LAS CAUSAS ECONÓMICAS POR LAS QUE EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX SE ROMPIÓ EL ESTANCAMIENTO QUE SE HABÍA PRODUCIDO EN TORNO A LOS AÑOS TREINTA. 3.- LOS CAMBIOS EN LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA: EL SURGIMIENTO DE LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL A PARTIR DEL INFORME BRAMBELL Y SU DESARROLLO POSTERIOR HASTA FINALES DEL SIGLO XX (1998). 4.- EL DEBATE ACTUAL ACERCA DE HACIA DONDE SE DIRIGE DICHA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL: SU AUTONOMIA COMO CIENCIA, EL PROBLEMA DE LAS METODOLOGÍAS DE ANÁLISIS CIENTÍFICO DEL BIENESTAR ANIMAL Y SU RELACIÓN CON OTRAS CIENCIAS SOCIALES Y LA INTEGRACION EN SU METODOLOGÍA DE ELEMENTOS DE ESTAS. A.- Su naturaleza misma de ciencia y su autonomía y como tal “nueva” ciencia sin pérdida de legitimidad científica. B.- El reto metodológico: cómo avanzar más allá de la fijación de indicadores, hacia el diagnóstico de estados de bienestar concebidos como estados holísticos complejos, e incluso entrar abiertamente en el mundo de la conciencia como objeto científico. C.- El problema de la articulación de su relación con las ciencias sociales y, en concreto, con la ética o la decisión de apartarse de ella definitivamente. 5.- LOS AVANCES EN OTRAS CIENCIAS COGNITIVAS Y DE LA CONCIENCIA ANIMAL. 6.- LA INFLUENCIA DE LAS CIENCIAS COGNITIVAS Y DE LA CONCIENCIA SOBRE LAS MÁS RECIENTES TENDENCIAS DE LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL. LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL DE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XXI.: CONCIENCIA, MOTIVACIÓN Y GENÉTICA EVOLUTIVA EN LA MENTE ANIMAL. EL PUNTO DE ENCUENTRA CON LA FILOSOFÍA. 7.- LOS ÚLTIMOS AVANCES DE LA CIENCIA ACERCA DE LA RELACIÓN SER HUMANO-ANIMAL: LA BIOLOGÍA DEL VÍNCULO ENTRE MAMÍFEROS MÁS ALLÁ DE LA BIOFILIA. 8.- LA CIENCIA DERIVADA DEL ESTUDIO DEL LENGUAJE HUMANO Y SU RELACIÓN CON LA INTELIGENCIA Y CONCIENCIA ANIMAL. 1.- LA CONSOLIDACIÓN DE LOS FUNDAMENTOS DEL BIENESTAR ANIMAL Y SUS DIVERSOS FUNDAMENTOS EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX: INTRODUCCIÓN. No siendo necesario en esta introducción analizar en detalle cada uno de los avances científicos ni la recepción en el derecho, paso a paso, norma a norma, de las consecuencias de los profundos cambios que se produjeron a partir de los años 60 y 70 en Estados Unidos y Europa, ya que ello es el contenido mismo del resto de las partes de esta obra, si conviene, en cambio, por la trascendencia que han tenido en la definitiva consolidación de este derecho, analizar las siguientes cuestiones: A) las causas económicas por las que en el último tercio del siglo XX se rompió el estancamiento que se había producido en torno a los años treinta; B) los cambios en la filosofía de la ciencia y el surgimiento de la denominada Ciencia Aplicada del Bienestar Animal a partir 1

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PARTE PRIMERA: INTRODUCCIÓN. EL FUNDAMENTO DE LA REGULACIÓN DEL BIENESTAR ANIMAL: PARADIGMAS CIENTÍFICOS, FILOSÓFICO-ÉTICOS Y MOVIMIENTOS SOCIALES. EL STATU QUO DE LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA EN EL MOMENTO DE LA ENTRADA EN VIGOR DEL TRATADO DE LISBOA. CAPÍTULO III: LA CONSOLIDACIÓN DEL DERECHO DEL BIENESTAR ANIMAL Y SUS DIVERSOS FUNDAMENTOS EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX (1) ECONOMÍA Y CIENCIA DEL BIENESTAR ANIMAL. EN PARTICULAR LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL Y LA EVOLUCIÓN DE LAS CIENCIAS COGNITIVAS, DEL LENGUAJE Y DE LA BIOLOGÍA DEL VINCULO SERES HUMANOS-ANIMALES. Enrique Alonso García. 1.- LA CONSOLIDACIÓN DE LOS FUNDAMENTOS DEL BIENESTAR ANIMAL Y SUS DIVERSOS FUNDAMENTOS EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX: INTRODUCCIÓN. 2.- LAS CAUSAS ECONÓMICAS POR LAS QUE EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX SE ROMPIÓ EL ESTANCAMIENTO QUE SE HABÍA PRODUCIDO EN TORNO A LOS AÑOS TREINTA. 3.- LOS CAMBIOS EN LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA: EL SURGIMIENTO DE LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL A PARTIR DEL INFORME BRAMBELL Y SU DESARROLLO POSTERIOR HASTA FINALES DEL SIGLO XX (1998). 4.- EL DEBATE ACTUAL ACERCA DE HACIA DONDE SE DIRIGE DICHA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL: SU AUTONOMIA COMO CIENCIA, EL PROBLEMA DE LAS METODOLOGÍAS DE ANÁLISIS CIENTÍFICO DEL BIENESTAR ANIMAL Y SU RELACIÓN CON OTRAS CIENCIAS SOCIALES Y LA INTEGRACION EN SU METODOLOGÍA DE ELEMENTOS DE ESTAS. A.- Su naturaleza misma de ciencia y su autonomía y como tal “nueva” ciencia sin pérdida de legitimidad científica. B.- El reto metodológico: cómo avanzar más allá de la fijación de indicadores, hacia el diagnóstico de estados de bienestar concebidos como estados holísticos complejos, e incluso entrar abiertamente en el mundo de la conciencia como objeto científico. C.- El problema de la articulación de su relación con las ciencias sociales y, en concreto, con la ética o la decisión de apartarse de ella definitivamente. 5.- LOS AVANCES EN OTRAS CIENCIAS COGNITIVAS Y DE LA CONCIENCIA ANIMAL. 6.- LA INFLUENCIA DE LAS CIENCIAS COGNITIVAS Y DE LA CONCIENCIA SOBRE LAS MÁS RECIENTES TENDENCIAS DE LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL. LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL DE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XXI.: CONCIENCIA, MOTIVACIÓN Y GENÉTICA EVOLUTIVA EN LA MENTE ANIMAL. EL PUNTO DE ENCUENTRA CON LA FILOSOFÍA. 7.- LOS ÚLTIMOS AVANCES DE LA CIENCIA ACERCA DE LA RELACIÓN SER HUMANO-ANIMAL: LA BIOLOGÍA DEL VÍNCULO ENTRE MAMÍFEROS MÁS ALLÁ DE LA BIOFILIA. 8.- LA CIENCIA DERIVADA DEL ESTUDIO DEL LENGUAJE HUMANO Y SU RELACIÓN CON LA INTELIGENCIA Y CONCIENCIA ANIMAL. 1.- LA CONSOLIDACIÓN DE LOS FUNDAMENTOS DEL BIENESTAR ANIMAL Y SUS DIVERSOS FUNDAMENTOS EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX: INTRODUCCIÓN. No siendo necesario en esta introducción analizar en detalle cada uno de los avances científicos ni la recepción en el derecho, paso a paso, norma a norma, de las consecuencias de los profundos cambios que se produjeron a partir de los años 60 y 70 en Estados Unidos y Europa, ya que ello es el contenido mismo del resto de las partes de esta obra, si conviene, en cambio, por la trascendencia que han tenido en la definitiva consolidación de este derecho, analizar las siguientes cuestiones: A) las causas económicas por las que en el último tercio del siglo XX se rompió el estancamiento que se había producido en torno a los años treinta; B) los cambios en la filosofía de la ciencia y el surgimiento de la denominada Ciencia Aplicada del Bienestar Animal a partir

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del Informe Brambell; C) los avances en la filosofía clásica y en la teoría de la mente (inteligencia, conciencia, emoción) tanto humana como animal; D) la nueva ética: la recuperación del pensamiento Benthamista en la teoría de la “liberación animal”; E) la evolución de la teoría de los valores, el debate ético y sus consecuencias para la filosofía en general y para la filosofía del derecho en particular (los llamados derechos de los animales y sus críticos); F) La relación entre la filosofía ecofeminista y el bienestar animal y G) El deconstruccionismo postmodernista. Este capítulo se ocupa sólo de dos primeros aspectos, dejando la evolución del pensamiento filosófico y ético y los movimientos sociales por ellos generados para el capítulo V. 2.- LAS CAUSAS ECONÓMICAS POR LAS QUE EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XX SE ROMPIÓ EL ESTANCAMIENTO QUE SE HABÍA PRODUCIDO EN TORNO A LOS AÑOS TREINTA. Como ha puesto de relieve BERNARD ROLLIN, “las implicaciones morales de negar a los animales la conciencia, incluso el sentimiento de dolor, no se hicieron aparentes hasta mediados del siglo XX, cuando la preocupación social emergió en medio de un proceso de cambio radical en las formas como se había venido haciendo uso de los animales en la agricultura y la investigación, cambios que comprometían seriamente el bienestar animal y que corrían el riesgo de perpetuarse si se continuaba negando la conciencia de la mente animal por los científicos (…), cambios que fueron más súbitos y profundos que los que habían tenido lugar desde que la domesticación misma de los animales [anterior al neolítico]1”. Efectivamente, la producción agropecuaria, basada hasta entonces en una estructura de simbiosis entre hombre y animal (la productividad estaba en relación directa con el bienestar del animal de producción; cuanto más cuidado estaba el animal, mayor rendimiento tenía) pasó a ser una industria intensiva donde el bienestar no era una variable en la aplicación de los métodos científicos de producción. La relación pasó a ser de explotación en vez de simbiótica. A diferencia de los anteriores sistemas de producción, ahora lo que los animales sentían era totalmente irrelevante y su miseria no tenía como consecuencia una menor productividad; productividad que aumentó simplemente a través de técnicas veterinarias y de intensificación de la producción, por lo que invertir en el bienestar era superfluo desde el punto de vista económico. El modelo aristotélico-estoico-tomista-kantiano de dominio y uso para mayor felicidad y gloria humanas, y su modernización laica cartesiano-kantiana-conductista, venían de perlas como justificación de esta nueva situación. Los científicos de la producción animal confesaban abiertamente no saber, ni tener que saber nada, acerca del dolor o sufrimiento animal para ejercer su profesión. 1 BERNARD E. ROLLIN, Animal Mind: Science, Philosophy, and Ethics, en The Journal of Ethics, vol 11, pg. 253 (2007), pg. 267.

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Lo mismo puede decirse de los excesos en la enseñanza y la investigación, la caza, el deporte, o la función social de los zoológicos. Como se detalla más adelante, la descripción de los procesos de producción agropecuarios es una parte esencial, por si sola, de la nueva ética de Liberación Animal de SINGER, como fue también en Gran Bretaña la descripción de las condiciones de los animales de producción por RUTH HARRISON la que motivó la constitución inmediata del COMITÉ BRAMBELL, para analizar si era o no necesario realizar cambios sustanciales en las políticas públicas y el derecho del bienestar animal que se habían ido “apagando” desde el primer tercio del siglo XX. También en los EE.UU sería la descripción de la producción agropecuaria por MICHAEL FOX a principios de los años ochenta lo que generaría la reacción social definitiva, aunque el derecho ambiental propiamente dicho se había adelantado toda una década en EE.UU. respecto a Europa dando lugar a una una ética animal más general, no construida sobre le crítica al trato de los animales de producción sino vinculada intelectualmente al biocentrimo implítico en el movimiento social ambiental2. Fue, pues, la visualización de las nuevas condiciones de vida animal derivadas de la nueva lógica económica, que había hecho saltar por los aires los antiguos “pactos” ser humano-animal, lo que revitalizó y posibilitó la reacción social y la toma de posición, mediante los mecanismos del Estado de Derecho, de las nuevas mayorías sociales, debiéndose a éstas, y no a la ciencia (aunque la reacción para analizar y encontrar base científica para acometer la reforma, es decir, el Informe Brambell, fue casi inmediata), la consolidación la irrupción definitiva del derecho en la regulación del bienestar animal. El fenómino, es decir, la extensión de un movimiento social, frente a abusos palmarios, fue de nuevo el motor de la reforma jurídica, de manera muy similar a cómo los abusos en la Gran Bretaña de los siglos XVI a XIX y la Revolución Industrial habían dado lugar a la primera generación de normas tendentes a imponer el bienestar animal. También debe tenerse en cuenta que las consecuencias del nuevo modelo de producción produjeron resultados no queridos que ponían en riesgo el propio sistema (en particular la seguridad alimentaria), pero ello sería la causa de una tercera generación de normas de bienestar mucho después, ya casi entrado el siglo XXI, cuya lógica, de nuevo, es distinta a la del bienestar animal como valor moral o bien jurídico a proteger por sí mismo. En la seguridad alimentaria el objetivo del derecho es en realidad el de asegurar la salud humana y el bienestar animal se concibe como un mero instrumento para conseguirla. Para la seguridad alimentaria el bienestar animal no es un efecto directo, sino indirecto. Todo ello se analiza más adelante en el correspondiente capítulo de la segunda parte. 3.- LOS CAMBIOS EN LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA: EL SURGIMIENTO DE LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL A PARTIR DEL 2 Como repaso a la historia del derecho de los animales norteamericano desde 1970 hasta 1987 puede consultarse JOYCE TISCHLER, The History of Animal Law, Part I (1972-1987), en 1 Standford Journal of Animal Law and Policy, pgs 3 y ss (2008).

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INFORME BRAMBELL Y SU DESARROLLO POSTERIOR HASTA FINALES DEL SIGLO XX (1998). Sólo a partir de los años 60/70 del siglo XX se produjo la reacción social que obligó a la ciencia a afrontar las consecuencias de su propia lógica y para ello hubo que “inventar” la teoría de la mente y que “reinventar” el análisis de la inteligencia, la conciencia y las emociones y los orígenes del lenguaje, como objeto de la ciencia y de la filosofía. Como se ha visto en el capítulo II anterior, el peso del positivismo/conductismo en todas las ciencias y especialmente en la biología, veterinaria y la psicología, habían proscrito –literalmente, a veces por norma legal y a veces por presión de los gurús de la comunidades científicas- los estudios científicos de la mente y emociones animales (así como los del lenguaje animal, como se verá posteriormente en el último apartado de este capítulo) durante casi cuarenta décadas. Baste por ahora señalar que hubo que esperar ni más ni menos que hasta 1976 para que apareciera DONALD GRIFFIN, el primer etólogo que solicitó que se abandonara lo que él calificó ya abiertamente como el gran tabú que bloqueaba las ciencias del comportamiento animal: la idea de que no se debía explorar la conciencia mental de los animales3, aunque, como han señalado ENRIQUE FONT, FERNANDO COLMENARES y FEDERICO GUILLEN- SALAZAR, ya antes algunos como KLOPFER habían empezado a difuminar la línea entre la etología y la psicología comparada llamando a la segunda “la etología americana”4. El surgimiento de la denominada “Ciencia Aplicada del Bienestar Animal” (que algunos llaman “ciencia del bienestar animal en sentido estricto”) nació exactamente como se ha descrito. A partir de la reacción política al escándalo social que supuso la divulgación de las lamentables condiciones en que, con la anuencia o la indiferencia de los científicos, se encontraban los animales de producción y de investifgación en el nuevo boom económico que siguió al fin de la Segunda Guerra Mundial. Sólo a esa acción política se debe el debate y la renovación del interés por la investigación científica y no a la inversa. Los científicos literalmente se vieron forzados a mirar el mundo con los ojos de la gente ordinaria y sólo asó comprendieron el tremendo error en el que la

3 DONALD R. GRIFFIN, The Question of Animal Awareness: Evolutionary Continuity of Mental Experience, Rockefeller University Press, 1976. Sus trabajos previos sobre la ecolocalización de los murciélagos fueron los que inspiraron el conocidísimo trabajo del filósofo Thomas Angel sobre como se sentiría uno siendo murciélago, trabajo que fue un revulsivo para la filosofía cognitiva de las últimas décadas que se examina más adelante. 4 Véase ENRIQUE FONT, FERNANDO COLMENARES y FEDERICO GUILLEN- SALAZAR, El lugar de la Etología en las Ciencias del Comportamiento: Un Debate Inacabado, en 51 (1) Revista de Psicología General y Aplicada, 53-83 (1998) pg. 60, que lo refieren a la 2ª edición de la obra de KLOPFER, de 1974, An Introduction to Animal Behavior: Ethology’s First Century. Sin embargo, probablemente ya antes, en la primera edición de 1967, de PETER H. KLOPFER & JACK P. HAILMAN, ambos habían cuestionado el enorme impacto que había tenido el conductismo en la investigación del comportamiento animal. Véase, también, al respecto, LYNNE D. HOUCK & LEE C. DRICKAMER eds., Foundations of Animal Behavior: Classic Papers with Commentaries, University of Chicago Press, 1996, en especial la introducción de LEE C. DRICKAMER & CHARLES T. SNOWDOWN, a la parte segunda, The Emerging Science: Defining the Goals Approaches and Methods, en pgs 71 y ss.

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dogmatización de paradigmas científicos obsoletos les habían sumergido durate varias décadas. Efectivamente, si bien la ciencia del comportamiento animal ha avanzado mucho en sus cincuenta años de historia5, su evolución ha sido lenta y al principio tremendamente conflictiva y problemática en los ámbitos y foros científicos. No lo fue tanto, sin embargo, en la nueva Ciencia Aplicada del Bienestar Animal que surgiría, de nuevo, en el Reino Unido, con el denominado Grupo de Oxford. Fue la antes mencionada RUTH HARRISON, con su descripción de lo que ocurría en la ganadería intensiva6

la que hizo de detonador. Su Animal Machines, publicado en 19647, llamó tanto la atención que sólo pocas semanas después, a finales de junio de ese mismo año, el Gobierno Británico8

encargó a un Comité presidido por el profesor F.W. ROGERS BRAMBELL “examinar las condiciones en las que se encuentra el ganado estabulado en sistema de producción intensivo y aconsejar si deben o no establecerse estándares en interés de su bienestar y, si así fuese, cuáles deberían ser éstos”. Las recomendaciones de lo que se conoce como el INFORME BRAMBELL9. dieron lugar no sólo a una reforma sustancial del derecho británico (a partir de la Agriculture –Miscellaneous Provisions- Act de 1968) y al establecimiento, un año antes, del Farm Animal Welfare Advisory Committe –que luego devino el conocido Farm Animal Welfare Council británico-, sino también a los fundamentos teóricos y científicos de una nueva “ciencia” construida a partir de las célebres “5 Libertades” (poder girar, tumbarse, permanecer de pie, estirarse

5 Véanse, por todos, JEFFREY R. LUCAS & LEIGHW. SIMMONS, Eds., Essays in Animal Behaviour: Celebrating 50 Years of animal Behaviour, Academic Press, 2005; y JOHN ALCOCK, Animal Behavior: An Evolutionary Approach, Sinaver Associates, 9ª Ed., 2009. 6 Como también se ha apuntado en el apartado 1 anterior, el propio PETER SINGER, como se verá en el capítulo V de esta obra, se vió obligado a describir los abusos de la producción intensiva como parte casi autoexplicativa de los fundamentos abstractos de la nueva ética de liberación animal. El mismo papel, sociológico, no filosófico, jugaría quince años después en los EE.UU. la publicación de otro “clásico”, el de MICHAEL FOX, Factory Farming, The Humane Society of the United States Ed., 1980. 7 RUTH HARRISON, Animal Machines: The New Farming Factory Industry, Stuart Books, 1964. El libro, editorializado en el periódico londinense de mayor tirada de la época, fue prologado por RACHEL CARSON, que sólo dos años antes había dado lugar, también, casi por sí sola, al nacimiento de la conciencia ambiental con la publicación de Silent Spring. Acerca de la vida y obra de RUTH HARRISON puede verse, recientemente, HELEN VAN DE WEERD & VICTORIA SANDILANDS, Bringing the Issue of Animal Welfare to the Public: A Biography of Ruth Harrison (1920-2000), en 113 Applied Animal Behaviour Science, 404-410, 2008. 8 El encargo fue del Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación y del Secretario de Estado de Escocia. Irlanda del Norte quedó fuera del Informe. 9 Pg.1 del celebérrimo Informe del Comité Brambell: Report to the Technical Committee to Enquire into the Welfare of Animals kept Under Intensive Livestock Husbandry Systems (Command Rep. No 2836), London: Her Majesty´s Stationary Office, 1965. El Informe es público y puede obtenerse, aunque, pese a su importancia, no se encuentra en la web y hay que solicitarlo directamente a los Archivos oficiales del Parlamento.

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y acicalarse sin ningún tipo de limitación), que estimularon la investigación en estos temas, surgiendo así la que se ha venido a denominar Ciencia Aplicada del Bienestar Animal. De hecho, el INFORME BRAMBELL añadió a su texto principal un anexo III con el Memorandum del etólogo Dr W.H. THORPE10, quien diagnóstico cuáles eran las cuestiones que los científicos no habían investigado hasta la fecha y en las que era necesario ampliar y profundizar en la investigación ya que sólo así sería posible llegar a conclusiones que permitieran poder seguir dictando ulteriores recomendaciones. El INFORME BRAMBELL, pues, y el anexo de THORPE en particular, pueden considerarse una especie de catálogo de “la materia” que debía abarcar la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal11. Los científicos se lanzaron al reto de investigar al menos las cuestiones más medibles con parámetros derivados de la etología aplicada, la psicología conductista y la fisiología [por ejemplo, el estudio de la activación del eje del hipotalámico, pituitario adrenocorcortical (HPA) en relación con la producción de las hormonas corticoides indicadoras de estrés (cortisol, corticosterona, aldosterona)], comparando progresivamente sus resultados con los descubrimientos que en paralelo iba produciendo la neurobiología (es decir, viendo si las situaciones con niveles anormales de comportamiento y sustancias coincidían en mayor o menor medida –o sea, con el mayor o menor desarrollo o con lesiones- en las correspondientes partes del cerebro de los distintos animales), contrastando a su vez los datos con los que progresivamente iba produciencdo la neurociencia humana y animal, utilizando, además, la genética aunque en un principio sólo en las manifestaciones fenotípicas (no genotípicas) de los procesos de selección. Durante unos 25 años los resultados alcanzados tendieron a consolidarla como tal Ciencia, con mayúscula, llevándose gran parte de sus conclusiones a la legislación, tanto en Gran Bretaña como en toda la Unión Europea. El derecho generado por estos primeros avances de la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal es por ello muy casuístico, directamente relacionado con determinados animales de producción y con determinada técnica (o fase) de producción, con una continua retroalimentación ya que se investigaba lo que la ley mandaba investigar, lo que generaba datos que hacían avanzar, a su vez, la legislación o modificarla. Además, la legislación obedecía a cuestiones muy concretas. Por ejemplo, en EE.UU. no hay regulación alguna sobre gallinas para carne o ponedoras y muy poca sobre el ganado, pero está en cambio hiperregulado el sacrificio de équidos, hasta el extremo que han tenido que cerrar todas las plantas y se sacrifican en Méjico y Canadá. En el caso de la Unión Europea, mientras todas las normas son por familias de ganado -gallinas ponedoras, o incluso los 10 Pgs 71 a 79 del Informe. 11 Véanse, al respecto, JOY A. MENCH, Thirty Years after Brambell: Whither Animal Welfare Science?, en 1 (2) Journal of Applied Animal Behaviour Science, 91-102, 1998, pgs 91-92; JEFFREY RUSHEN, Farm Animal Welfare since the Brambell Report, en 113 Applied Animal Behaviour Science 277-278, 2008; JACK L. ALBRIGHT, History and Future of Animal Welfare Science, en Journal of Applied Animal Behaviour Science, Nº 1(2), 145-148 (1998); o IAN J.H. DUNCAN, Science-Based Assessment of Animal Welfare, en 24 (2) Scientific and Technical Review of the Office International des Epizooties 283-492, 2004.

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huevos de gallinas ponedoras como indcadores del bienestar de éstas, terneros, ganado porcino, équidos, etc- y por actividad –explotación, sacrificio, etc.- el ámbito de la regulación en materia de transporte, en cambio, se aplica a todas las especies, incluídas las silvestres y las domésticas de compañía; o se regulan los zoos pero no los circos, etc.. A la vez la distribución territorial de competencias hace que en cada Estado y en la Federación o la Unión haya regulaciones de unos u otros animales en relación con innumerables situaciones diferentes que pueden afectarles debido a los tipos de explotación agropecuaria existentes en sus territorios (en una palabra el bienestar de especies concretas de animales en determinada situación, por ejempo, explotación productiva, puede estar regulada en un Estado de una federación y no en otro o en una región o Comuniadd Autónoma y no en otra). Pero es que incluso las normas del mismo grupo de legislación (y por ello la propia Ciencia Aplicada del Bienestar Animal, que informe pero a su vez se retroalimenta de aquéllas) puede responder a “filosofías” diferentes. Por ejemplo, el aumento de producción es tomado en los EE. UU. casi siempre como una presunción irrefrutable de que hay bienestar (si los animales no se encontraran bien, no se reproducirían), mientras ello no es así en Europa, donde constituye un postulado la desvinculación entre bienestar y cantidad de alimento (y por ello de animales) que se produce. Así pues, esta Ciencia Aplicada del Bienestar Animal se asentó en sus primeros años –y con ella el derecho resultante en innumerables normas de detalle con muy poca correlación de unas normas con otras- con grandes avances en determinados campos y enormes vacíos en otros prácticamente similares y en un principio a partir de la filosofía de la ciencia derivada del positivismo/conductismo, es decir, como pura derivación de la ciencia de la biología, dando lugar incluso a lo que posteriormente se ha venido a denominar “la escuela de la funcionalidad biológica12

“. Este enfoque produjo, pues, una nueva “revolución”, similar a la del siglo XIX, que relanzó el derecho que tiene por objeto lograr el bienestar animal, al avanzar esta Ciencia tanto en sus aplicaciones totalmente prácticas, como ocurre con la aportación, por ejemplo, de TEMPLE GRANDIN como en sus fundamentos teóricos y teórico-prácticos, como ocurre, por ejemplo, con la obra de autores como G.P. MOBERG, DONALD M. BROOM o IAN J.H. DUNCAN. Así, TEMPLE GRANDIN insiste una y otra vez en que la teorización de la ciencia del bienestar o incluso su fundamentación científica, si está alejada de la realidad de las granjas, no avanzará nunca hacia las soluciones de minimización del sufrimiento animal13. La práctica (visita de granjas y

12 IAN J.H. DUNCAN, Science-Based Assessment…, Op cit., pgs 484-485. 13 Véanse, por ejemplo, TEMPLE GRANDIN ed., Livestock Handling and Transport, CAB Intl., 1993, y algunas de sus obras previas como Welfare Requirements of Handling Facilities, en 24 Current Topics in Veterinary Medicine and Animal Science 137-149, 1983; u Objective Scoring

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observación directa y paciente de las reacciones de los animales, por ejemplo, la cojera como indicador de que algo falla) es la esencia misma de esta Ciencia. G.P. MOBERG14 concibió la Ciencia del Bienestar Animal como una especie de análisis de riesgos, siendo éstos el que el animal pudiera enfermar, no producir o no esforzarse lo suficiente, fallase en la reproducción o incluso muriese, estado el bienestar, pues, comprometido cuando su comportamiento y especialmente sus funciones biológicas y fisiología se ven afectadas hasta tal grado que la probabilidad de que se materialice alguno de esos riesgos deviene probable, siendo los costes biológicos asociados con el estrés severo o prolongado –por ejemplo, la supresión del sistema inmunológico- el mejor indicador o medida del sufrimiento, concepto éste, el de sufrimiento, sobre el que giraba toda la ciencia desde el Informe Brambell, como lo haría toda la filosofía posterior a PETER SINGER-. DONALD M. BROOM, a su vez, sostiene, dando el paso hacia indicadores positivos -de placer15- y no sólo negativos -de reacción frente a algo-, que el bienestar animal debería concebirse a partir de la manera y el estado como el animal intenta interrelacionarse con su medio16, algo, pues, intrínseco a su naturaleza e individualidad, no algo que se le pueda dar17, tratándose de un continuo que va de un bienestar pobre a otro más rico, conceptualizando, pues, la salud del animal como algo más genérico18, en el que entran en juego los

of Animal Handling and Stunning Practices at Slaughter Plants, en 212 Journal of the American Veterinary Medical Association 36, 1998. Ella misma insiste machaconamente en sus best-sellers en la necesidad de apartarse de la conexión de esta ciencia desde sus mismos orígenes con las burocracias. Véanse, al respecto, TEMPLE GRANDIN & CATHERINE JOHNSON, Animals in Translation: Using the Mysteries of Autism to Decode Animal Behavior, Harvest-Harcourt, 2006; Animals Make Us Humans: Creating the Best Life for Animals, Houghton-Mifflin-Harcourt, 2009. 14 G.P. MOBERG, Animal Stress, American Physiological Society, 1985; Suffering from Stress: An Approach for Evaluating the Welfare of an Animal, en In: Sandoe P, Hurnik F, eds. Proceedings of Welfare of Domestic Animals Concepts Series in Method of Measurement. Acta Agriculturae Scandinavica. Sect A, Animal Science(Suppl) 27: 46-49, 1996. Puede verse también, G.P. MOBERG, Using Risk Assessment to Define Domestic Animal Welfare, en 6 Journal of Agricultural and Environmental Ethics 1-7, 1993, y G.P. MOBERG & JOY A. MENCH eds., The Biology of Animal Stress: Basic Principles and Implications for Animal Welfare, CAB Intl., 2000. 15 Aunque reconozca que es muy difícil de medir. Véase DONALD M BROOM & K.G. JOHNSON, Stress and Animal Welfare, Chapman & Hall Pub., 1993. 16 DONALD M. BROOM, Indicators of Poor Welfare, en 142 British Veterinary Journal 524-526, 1986 y Animal Welfare Defined in Terms of Attempts to Cope with the Environment, en Acta Agricultura Scandinavica (Section A, Supplement 27) 222-228, 1996. 17 DONALD M. BROOM, Animal Welfare: Concepts and Measurement, en 69 Journal of Animal Science, 4167-4175, 1991. 18 DONALD M. BROOM, The Scientific Assessment of Animal Welfare, en 20 Applied Animal Behaviour Science 5-19, 1988.

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sentimientos subjetivos19 y que incluye cómo lleva el animal su vida a lo largo

del tiempo20, siendo la frustración de la incapacidad de adaptarse al medio uno de los indicadores más claros. Dando un paso adicional, IAN J.H. DUNCAN mantiene que es la percepción por el animal de su propia condición lo que define su bienestar y que su salud y condición física y comportamiento son sólo relevantes si reflejan sus sentimientos, aunque siempre concentrando la atención, como hiciera ya MARIAN STAMP DAWKINS en 1980, en su decisivo libro de 1980 Animal Suffering21, en el sufrimiento, si bien entendido como concepto amplio, como un conjunto de estados desagradables y emocionales del animal, que incluirían sentimientos tales como dolor, frustración, miedo, privaciones y, en algunas especies filogenéticamente superiores, aburrimiento22. Es cierto que en 1998, treinta años después del INFORME BRAMBELL, esta Ciencia pasó ciertos momentos tambaleantes, entendiendo muchos de los propios científicos que la habían desarrollado que había llegado a una especie de estancamiento, al no observarse progresos relevantes tras ese primer ciclo productivo y al cuestionarse sus fundamentos teóricos –estimándose que debía pasarse claramente a investigar los aspectos integrales y positivos del bienestar animal y no los segmentados (mediante indicadores) que habían puesto la atención sólo en parámetros negativos (el sufrimiento en sus distintas variantes biológico-psicológicas, conductistas, o de estados mentales). Ello dió lugar a un gran debate científico-social –que iría en paralelo a los intentos de dotar de un nuevo impulso oficial en el Reino Unido a la política científica en la materia23- acerca de si el problema era propiamente científico y si había que dar el salto hacia una ciencia de indicadores holísticos positivos24,

19 DONALD M. BROOM, Assessing Welfare and Suffering, en 25 Behavioural Processes 117-123, 1991, y Animal Welfare Defined in Terms of Attempts to Cope with the Environment, cit supra. 20 DONALD M. BROOM, A Usable Definition of Animal Welfare, en Journal of Agricultural and Environmental Ethics, Nº 2 (Supplement 6) pgs 15-25, 1993. 21 MARIAN S. DAWKINS, Animal Suffering: The Science of Animal Welfare, Chapman & Hall, 1980. Pueden verse los trabajos conjuntos de Ian Duncan y Marian Dawkins, en IAN J.H. DUNCAN & MARIAN S. DAWKINS, The Problem of Assessing “Well-Being” and “Suffering” in faro Animals, en I. Smith ed., Indicators relevant to Animal Welfare, Martinus Nijhoff eds., 1983. 22 IAN J.H. DUNCAN & MARIAN S. DAWKINS, The Problem…, Op cit.; IAN J.H. DUNCAN, Welfare Is to Do What Animals Feel, en 6 Journal of Agricultural and Environmental Ethics 8-14 (100· y Animal Welfare Defined in terms of Feelings, en Acta Agricultura Scandinavica (Section A, supplement 27), pgs 29-35 (1996); y Thirty Years of Progress in Animal Welfare Science, en 1 (2) Journal of Applied Animal Behaviour Science 151 y ss,1998. 23 Véase A.J.F. RUSSEL ed., Farm Animal Welfare: Who Writes the Rules?, The British Society of Animal Science, 1999. 24 El debate se llevó a un número especial de la Revista Journal of Applied Animal Welfare Science que hasta entonces y después constituye en cierto modo el alma mater de esta ciencia. [ De hecho, en los EE.UU. además del Journal of Animal Science (una vez que añadió la sección correspondiente sobre bienestar animal) ha sido este Journal of Applied Animal

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o si se trataba realmente de una cuestión de voluntad política o de defensa de intereses económicos, cuando no de una cuestión de filosofía científica y de pugna abierta entre los científicos por fijar la prevalencia de unas líneas teóricas sobre otras para obtener financiación de proyectos25, o de una consecuencia intrínseca a la propia Ciencia, que para poder avanzar a base de consenso y apartarse, para buscar su legitimidad, de la filosofía, se había centrado en posiciones minimalistas, centradas en medir indicadores biológicos o de comportamiento meramente negativos, huyendo del reto de definir el placer y la riqueza de la vida colectiva e individual de los animales; en una palabra, alejándose de la noción de la ciencia del sufrimiento como sentimiento, perdiendo así su ambición inicial, como habían denunciado unos años antes P. SANDOE & H.B. SIMONSEN26

y criticó abiertamente, como ponente principal en el debate de 1998, JOY MENCH. Además, los nuevos derroteros por los que intentaba seguir profundizando esta nueva Ciencia continuaban inmersos en sus grandes principios, siendo el primero y más importante de ellos, casi como una obsesión, el apartarse de todo lo que la relacionara con la ética. Nadie mejor que DONALD M. BROOM expresó esta idea: “El término `bienestar´ debe definirse de manera tal que se pueda separar radicalmente la vara de medir de la ciencia de las decisiones éticas acerca de que es o no aceptable. (…) Hay cuatro componentes en el estudio del bienestar animal. El primero consiste en decidir que hay un problema, y ello sí supone consideraciones éticas. El segundo y el tercer componente , consistentes en seleccionar indicadores y medidas de bienestar y analizarlas puede y debe ser llevado a cabo con radical independencia de la visión ética que se pueda tener acerca de los resultados del análisis. El cuarto componente vuelve a consistir en la toma de decisiones éticas una vez la ciencia se haya pronunciado. Está claro: donde la medición del bienestar y la

Welfare Science la revista dedicada por excelencia a esta nueva ciencia].La ponencia principal, que revisó los logros hasta la fecha y donde y porqué se había producido el estancamiento, resaltando líneas de trabajo que se habían quedado frustradas pero que debían recuperarse (como había ocurrido con los unánimemente alabados trabajos con ganado porcino y con gallinas de A. STOLBA y D.G.M. WOOD-GUSH, JENSEN y otros), fue elaborada por la conocida JOY A. MENCH, Thirty Years Alter Brambell: Whither Animal Welfare Science?, en 1(2) Journal of Applied Animal Welfare Science 91 a 102, 1998, dando lugar a una réplica de numerosos autores publicada en el mismo número y a una contrarréplica final de la misma JOY MENCH que se encuentra en las pgs 163 a 166 y que lleva el título de Beyond Suffering: The Impassible Dream. 25 Con independencia de ello, muchos de los científicos –cuya financiación en parte dependía de la propia industria- habían llegado, especialmente en los EE.UU., a la conclusión de que bastaba con que no se hicieran patentes los indicadores segmentados negativos y de que con ello el sistema cumplía con los requisitos científicos más que de sobra, generándose una campaña que acusaba de totalmente acientíficos e ideólogos –cuando no directamente de terroristas- a las ONGs que seguían alentando el movimiento social. Véase, por ejemplo, MARLENE K. HALVERSON, From Negative to Positive Animal Welfare: Obstacles and Opportunities, en 1 (2) Journal of Applied Animal Welfare Science, pgs 154 y ss, especialmente, pgs 156 y 157, 1998. 26 P. SANDOE & H.B. SIMONSEN, Assessing Animal Welfare: Where Does Science End and Philosophy Begin?, en 2 Animal Welfare 257-267, 1992.

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ética se unen inextricablemente lo único que se produce es mala ciencia (bad science)27”. Así pues, la recién nacida Ciencia Aplicada del Bienestar Animal tenía en 1998 problemas de “identidad”. Y estos problemas no se limitaban a los de su identidad en el contexto de las ciencias naturales o de la vida, sino que se extendían mucho más allá, a su interrelación con las ciencias sociales. 4.- EL DEBATE ACTUAL ACERCA DE HACIA DONDE SE DIRIGE DICHA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL: SU AUTONOMIA COMO CIENCIA, EL PROBLEMA DE LAS METODOLOGÍAS DE ANÁLISIS CIENTÍFICO DEL BIENESTAR ANIMAL Y SU RELACIÓN CON OTRAS CIENCIAS SOCIALES Y LA INTEGRACION EN SU METODOLOGÍA DE ELEMENTOS DE ESTAS. Tres eran, pues, los problemas a los que la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal se enfrentaba en 1998 de cara al nuevo siglo: 1) afirmarse como ciencia autónoma; 2) avanzar más allá de la fijación de indicadores, hacia el diagnóstico de estados de bienestar concebidos como estados holísticos complejos, e incluso entrar abiertamente en el mundo de la conciencia como objeto científico; y 3) articular su relación con las ciencias sociales y, en concreto, con la ética o apartarse de ella definitivamente. A.- Su naturaleza misma de ciencia y su autonomía y como tal “nueva” ciencia sin pérdida de legitimidad científica. Centrándonos por el momento en su propia afirmación como ciencia, la todavía “joven” en 200428

Ciencia Aplicada del Bienestar Animal, en primer lugar, había tenido serios problemas de reconocimiento en su entorno más afín. Como han descrito VONNE LUND et al29, los artículos sobre investigaciones en bienestar animal al principio simplemente no eran aceptados en la revista Animal Science, cuyo contenido giraba en torno a la biología y la gestión de animales domésticos, incluidas las innovaciones tecnológicas para aumentar la productividad y la eficiencia de los animales de producción. Y ello simplemente porque no era considerada “auténtica ciencia” (genuine science). Como describen P. SANDOE, S.B. CHRISTIANSEN & M.C. APPLEBY, “en las primeras fases era importante que la ciencia del bienestar animal fuera reconocida y aceptada como disciplina `científica´, por lo que tenía que adoptar

27 DONALD M. BROOM, Welfare as a Broad Scientific Concept, en 1 (2) Journal of Applied Animal Behaviour Science, pgs 149 y ss, en concreto la cita procede de la pg 150, 1998. 28 Así la califican, por ejemplo, S.T. MILLMAN, I.J.H DUNCAN, M. STAUFFACHER & J.M. STOOKEY, en The Impact of Applied Ethologists and the International Society for Applied Animal Ethology in Improving Animal Welfare, en 86 Applied Animal Behaviour Science 299 (2004). 29 VONNE LUND, GRAHAME COLEMAN, STEFAN GUNNARSON, MICHAEL CALVERT APPLEBY & KATRI KARKINEN, Animal Welfare Science: Working at the Interface Between the Natural and the Social Sciences, en 97 Applied Animal Behaviour Science 37-49, 2006. La cita que sigue procede de la pg 40.

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un enfoque científico convencional, con experimentos centrados en los efectos de factores únicos y aislados en condiciones controladas30“. Por ello, como antes se ha indicado, en un principio, esta Ciencia combinó, como ya se vió, elementos de las ciencias clásicas, principalmente de la etología, de la fisiología o patología y de la psicología conductista, centrándose en la búsqueda de medidas e indicadores “rigurosamente científicos”, tales como los procesos de reproducción, metabolismo y la respuesta del sistema inmunológico y su relación con la productividad, lo que en el fondo sigue constituyendo lo que podría denominarse “la respuesta americana al problema del contenido de la ciencia del bienestar animal”, al menos la apoyada oficialmente, para los animales de producción por el United States Department of Agriculture (USDA). Sin embargo, pronto empezaron los investigadores a abrirse hacia otro tipo de metodologías sobre la base de que, al centrarse en los animales de producción primaria, la interrelación con el hombre era un componente esencial de influencia sobre estos parámetros. Así, por ejemplo, la filosofía de esta ciencia teorizada por DANIEL BROOM y MARIAN DAWKINS, antes expuesta, en el fondo trasladó a la misma analógicamente la metodología de la oferta-demanda proveniente de la economía para cuantificar el valor que los animales mismos atribuyen –demandándolo- al bienestar animal (sin perjuicio ya lo habían apuntado así otros estudios pioneros, como los antes citados de WOOD-GUSH, ciertamente interdisciplinarios). B.- El reto metodológico: cómo avanzar más allá de la fijación de indicadores, hacia el diagnóstico de estados de bienestar concebidos como estados holísticos complejos, e incluso entrar abiertamente en el mundo de la conciencia como objeto científico. Estas “ampliaciones” del contenido y metodología de la nueva Ciencia habían dado lugar a una nueva visita al debate ya clásico entre, de una parte, las ciencias positivo-conductistas y etología clásica y, de otra, las nuevas teorías de la cognición, la conciencia y las emociones de los seres humanos y de los animales. Incluso las grandes figuras más interesadas en la vertiente aplicada y práctica de la metodología de la ciencia del bienestar animal, reconociendo el valor del conductismo y la etología clásica, plasmaban muy gráficamente sus limitaciones. Pueden verse, por ejemplo, descripciones muy gráficas del valor que autores muy conocidos atribuían al conductismo y de la plasmación muy gráfica de donde estaban sus límites, en las innumerables anécdotas dignas, efectivamente, de autor de best sellers, como TEMPLE GRANDIN31. A nivel teórico fueron DAWKINS y DUNCAN quienes más desarrollaron la denominada “escuela de los sentimientos de los animales” (versus el enfoque anterior,

30 P. SANDOE, S.B. CHRISTIANSEN & M.C. APPLEBY, Farm Animal Welfare: The Interaction of Ethical Questions and Animal Welfare Science, en 12 Animal Welfare 469-478 (2003). 31 TEMPLE GRANDIN & CATHERINE JOHNSON, Animals in Translation: Using the Mysteries of Autism to Decode Animal Behavior, Harvest Ed 2006, pgs 11 a 15.

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que, como antes indicábamos, había venido a denominarse “escuela de la funcionalidad biológica”)32. La idea de sufrimiento, o las de mediciones de parámetros fisiológicos o del comportamiento, como los de BROOM, con los que lo que se mide es la capacidad para interrelacionarse con el medio, permite apreciar conductas exitosas de adaptación, pero el éxito no es indicador de felicidad en la adaptación. Naturalmente el problema es uno de objetividad en la metodología científica, pero muchos otros científicos creen que ello es alcanzable o que no plantea problemas radicalmente distintos a los que plantea la medición del sufrimiento o la adaptación conductista al medio (como señala, por ejemplo, LILLY-MARLENE RUSSOW33), e incluso si se formula la pregunta correcta –es decir no desde la perspectiva de si la privación de algo implica sufrimiento, sino desde la de qué supone mejor calidad de vida para el animal- la respuesta objetivamente científica es más fácil de lograr34. JOY MENCH no llegó a proponer nunca la salida hacia una Ciencia Aplicada del Bienestar Animal no estrictamente “científica”. Lo más que esta nueva Ciencia parecía dispuesta a aceptar es “la utilización de los enfoques más flexibles que hace tiempo han sido aceptados por la física, la química y otras disciplinas científicas35”. Por eso JOY MENCH propuso, recuperando y profundizando en el conocimiento adquirido a partir de las experiencias nórdicas con el ganado porcino y las gallinas ponedoras antes mencionadas, que, en vez de medirse y reaccionarse frente a las necesidades de los animales a medida que éstas salen a relucir, se midieran sus estados generales de placer, salud y prosperidad: la libertad de comportamiento que los animales reclaman puede ser importante para ellos por muchas razones y no sólo porque las sientan como necesidades. De hecho, el mayor énfasis en la medición del placer (aspecto positivo) recuperó la idea inicial de científicos como MARIAN DAWKINS, logrando que la corriente denominada “la escuela de los sentimientos” –versus la “escuela de las funciones biológicas”36

-impusiera su metodología, aunque se siguió explorando dentro de los parámetros puramente científicos de medición de esos sentimientos, mediante técnicas como la de las preferencias-motivación de los animales y otros indicadores secundarios que se utilizan como subrogados para poder medir los sentimientos (DUNCAN) o el placer

32 IAN J.H. DUNCAN, Science-Based Assessment…, Op cit., pgs. 485-488. 33 LILLY-MARLENE RUSSOW, Expanding the Ethologists´ Toolbox, en Journal of Applied Animal Welfare Science, No 1(2), pgs 160 y ss (1998). 34 JOY A. MENCH, Thirty Years Alter Brambell: Whither Animal Welfare Science?, en 1(2) Journal of Applied Animal Welfare Science, pgs 91 a 102, y Beyond Suffering: The Impassible Dream. Id., pgs 163 y ss, 1998. 35 LILLY-MARLENE RUSSOW, Expanding…, Op cit., pg 160. 36 I.J.H. DUNCAN, Science-Based Assessment… Op cit, pgs 484-485.

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(MENCH),cuando no ya directamente, como se verá a continuación, niveles de conciencia. Efectivamente, la cuestión esencial, es que la denominada “escuela de los sentimientos” sigue entendiendo que, si bien la capacidad cognitiva y la de sentir pueden medirse con subrogados, ello en cambio no es predicable de la conciencia que sigue estando allende de lo que impone el método científico. Que la conciencia no es potencialmente medible por métodos científicos sigue en realidad siendo una afirmación de muchos de los representantes de la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal. De hecho, las modernas tendencias hacia la medición de aspectos positivos de calidad de vida de JOY MENCH y otros sigue operando con parámetros directos o indirectos (o secundarios y subrogados) que no tienen por objeto medir el nivel de conciencia sino algo genéricamente denominado bienestar o calidad de vida no conducible necesariamente a la conciencia. Sin embargo, no por ello renuncian otros científicos a esta meta. Así, el propio creador de la etología cognitiva, DONALD R. GRIFFIN, cree que la posibilidad de medir cada vez mejor la capacidad cognitiva está llevando poco a poco la conclusión de que existen niveles de conciencia: “los animales [hoy en día] son vistos más como actores que toman decisiones eligiendo qué hacer que como objetos totalmente dependientes de influencias externas” y “si bien es muy difícil reunir pruebas y evidencia científica convincente en el sentido de que tienen experiencias conscientes”, muchos científicos y él mismo “han demostrado que muchos animales se comportan de manera fuertemente indicativa de que son conscientes de su situación y de cómo su comportamiento puede afectar a dicha situación37”. C.- El problema de la articulación de su relación con las ciencias sociales y, en concreto, con la ética o la decisión de apartarse de ella definitivamente. Toda esta evolución descrita en el aparado anterior ha obligado en cierto modo a esta Ciencia Aplicada de Bienestar Animal a afrontar uno de sus mayores problemas de definición de su propia esencia: su apertura hacia la filosofía y la ética. En realidad los nuevos datos producidos por esta Ciencia han sido claramente utilizados por los filósofos de la ciencia (singularmente por BERNARD ROLLIN), pero también se ha producido en fenómeno paralelo en sentido contrario. Si DANIEL BROOM, IAN DUNCAN y otros se vieron obligados a reafirmar casi dogmáticamente la exigencia de separación entre la nueva Ciencia y, especialmente, la filosofía y la ética, ello se debió no tanto a la necesidad de “salvaguardar el purismo” que perseguía a la biología y la psicología animal desde WATSON y SKINNER38, como a su percepción de que

37 DONALD R. GRIFFIN Animal Minds: Beyond Cognition to Consciousness, University Of Chicago Press, 2001. 38 Véase, al respecto, en este sentido, reconociendo el peso sobre la nueva ciencia aplicada del bienestar animal de este pasado científico que dominó durante cincuenta años la ideología científica del siglo XX I.J.H. DUNCAN, Science-Based Assessment…, Op cit, pg. 485.

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la Ciencia del Bienestar Animal caminaba hacia derroteros que podrían socavar los logros y el reconocimiento adquirido en la comunidad científica a base de esfuerzo durante al menos treinta años, desde el INFORME BRAMBELL, y, en concreto, a la necesidad de salvaguardarla de las tendencias manifestadas por JOY A. MENCH y otros en su búsqueda de indicadores holísticos de calidad de vida en su conjunto y, en mucha mayor medida, de las apelaciones abiertas a la ética, realizadas por algunos otros de sus propios colegas, reconocidos científicos del bienestar animal, como TANNENBAUM39

y FRASER40 a

principios y mediados de los noventa. También los estudios, cada vez más numerosos, que centraban la atención de los diversos efectos que el contacto humano tenía sobre los animales de producción, y en concreto, sobre el estrés y la producción, tales como, típicamente, los de P.H. HEMSWORTH, G:J COLEMAN y J.L. BARNETT41, parecían ir conduciendo la nueva Ciencia hacia nuevos derroteros. De hecho, como ha puesto de relieve RICHARD P HAYNES, la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal de los últimos años, sin renunciar a sus postulados originales, a través de los trabajos de las nuevas generaciones de científicos –que interactúan con filósofos-, como los citados y otros (APPLEBY, SANDOE, NORDENFELT, NUSSBAUM, etc) está utilizando como indicadores valores paramétricos positivos que miden estados que más parecen de conciencia-cognición que a otra cosa42. Ello ha llevado también a otros científicos de este nuevo saber, algunos años más tarde, a cuestionarse si la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal no debería definitivamente reconocer que en realidad sólo si se convierte en ciencia multidisciplinar saldrá de sus contradicciones y debates acerca de su propia “esencia”, como hicieron, en 2006, en un divulgadísimo articulo

39 Véase, por ejemplo, J. TANNENBAUM, Ethics and Animal Welfare: The Inextricable Connection, en Journal of American Veterinay Medicine Association 1360-1376, 1991. 40 DAVID FRASER, Science. Values and Animal Welfare: Exploring the “Inextricable” Connection, en 4 Animal Welfare 103-117, 1995; Animal Ethics and Animal Welfare Science: Bridging the Two Cultures, en Applied Animal Behaviour Science 171-189, 1999; o DAVID FRASER, D.M. WEARY, E.A. PAJOR & B.N. MILLIGAN, A Scientific Conception of Animal Welfare that Reflects Ethical Concerns, en 6(3) Animal Welfare 187-205, 1997. Más recientemente, DAVID FRASER, Understanding Animal Welfare: The science in its Cultural Context, Wiley-Blackwell, 2008. 41 P.H. HEMSWORTH. J.L. BARNETT & y G:J COLEMAN, The Human-Animal Relationship in Agriculture and its Consequences for the Animal, en 2 Animal Welfare 33-51, 1993; Improving the Attitude and behaviour of Stockpeople Towards Pigs and the Consequence on the Behaviour and Reproductive Performance of Commercial Pigs, en 39 Applied Animal Behavioural Science 349-362, 1994, en parte llevadas al libro, sólo de HEMSWORTH & COLEMAN, Human-Livestock Interactions: The Stockperson and the Productivity and Welfare of Intensively Farmed Animals, CAB Intl. Pub., 1998. 42 RICHARD P. HAYNES Animal Welfare: Competing Conceptions And Their Ethical Implications, Springer, 2008.

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publicado también en el sancta sanctorum de la nueva Ciencia, Applied Animal Behaviour Science, VONNE LUND y otros43. Los puentes hacia las ciencias sociales y la filosofía y la ética (además de a otras ciencias sociales como la antropología, la economía, la gestión de negocios y de políticas públicas, la educación, el bienestar social, la sociología y el derecho) aparentemente se están tendiendo y empiezan a producir una ciencia multidisciplinar –incluso transdisciplinar, en cuanto que cuestiona con nuevos paradigmas la esencia de la Ciencia del Bienestar- y ello obliga a volver hacia atrás a examinar que había ocurrido, sin embargo, durante todo este mismo tiempo (a partir de los años 60/70 en adelante), en campos que se ocupaban de la misma cuestión pero que no pretendían autoconstruirse como “ciencia dura” sino abierta y confesadamente como filosofía y ética. Antes, sin embargo, de volver al análisis del desarrollo, en paralelo a la evolución de la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal, de la filosofía y a la ética para entender el mundo real (y no aislado) en el que aquélla y el derecho por ella generado deben establecerse y aplicarse, es necesario, por un lado, resaltar que no sólo esta Ciencia está ampliando los horizontes del saber acerca de la inteligencia y la conciencia de los animales y, por otro, acabar de precisar, a la luz de estas otras ciencias, donde se encuentra exactamente la propia Ciencia Aplicada del Bienestar Animal tras los avances habidos durante la primera década del siglo XXI. 5.- LOS AVANCES EN OTRAS CIENCIAS COGNITIVAS Y DE LA CONCIENCIA ANIMAL. Aunque tampoco tiene sentido en esta introducción dar cuenta detallada de los conocimientos alcanzados tanto por la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal como por las restantes ciencias (sin perjuicio de que se remite desde ya al capítulo IV, que intenta resumir, desde el punto de vista estricto de los científicos cuál es el estado actual del conocimiento en la materia), es momento ya de poner de relieve, sin embargo, que estas otras ciencias de la inteligencia y de la concienia animal han sufrido, a su vez, un avance44 todavía mayor que los alcanzados por aquélla. 43 VONNE LUND, GRAHAME COLEMAN, STEFAN GUNNARSON, MICHAEL CALVERT APPLEBY & KATRI KARKINEN, Animal Welfare Science: Working at the Interface Between the Natural and the Social Sciences, en 97 Applied Animal Behaviour Science 37-49, 2006. 44 Véanse, por todos, por un lado, a efectos históricos, JOHN M. PIERCE, Animal Learning and Cognition: An Introduction, 2d edition, 1997, que repasa los principios y las descubrimientos experimentales que han emergido en un siglo de investigación sobre la inteligencia animal, desde los experimentos de Pavlov hasta las investigaciones sobre la representación del tiempo o los números y el lenguaje, la navegación, la comunicación o la memoria y el aprendizaje socialmente adquirido, libro introductorio útil para aproximarse a la inteligencia animal desde la psicología, la biología, la zoología o la neurociencia; por otro, describiendo de manera muy fácilmente comprensible la evolución de los resultados de los estudios de la inteligencia animal a la humana (incluida la comparación del CE –coeficiente de encefalización- con los homínidos desaparecidos), GERHARD ROTH & MARIO F. WULLIMANN, Brain Evolution and Cognition, Wilay, 2001 y el resumen divulgativo, todavía más asequible par los profanos en esta materia, de URSULA DICKE & GERHARD ROTH, Animal Inteligence and the Evolution of the Human

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Así lo demuestra el desarrollo de la etología cognitiva, a partir del matrimonio oficiado por DONALD GRIFFIN entre la etología, que poco había evolucionado desde que su fundación por los co-premiados con el Nóbel de 1973, KONRAD LORENZ y NIKOLAAS TINBERGEN, y las ciencias cognitivas, rompiendo con la inhibición, inducida por el conductismo, del estudio de los estados mentales de los animales. Y estos avances se han producido incluso aunque la frontera entre la etología cognitiva y otros métodos de estudio científico de la cognición animal es muy borrosa. De hecho el término “etología cognitiva” es utilizado de una manera ambigua y nada precisa tanto por los filósofos como por los propios científicos que trabajan en este campo para referirse a cualquier investigación del aprendizaje y cognición animal con independencia del método usado y de si el objeto de estudio es o no la conciencia o la teoría de la evolución. Por ejemplo, muchos primatólogos expertos en psicología comparada que trabajan con grandes simios nacidos y criados en cautividad son considerados por los filósofos como científicos de la etología cognitiva cuando en realidad entre los científicos que practican esta ciencia ello es una contradicción esencial con sus postulados al no basarse en el estudio del comportamiento de los animales en su medio natural dirigido específicamente a descubrir procesos en sus estados mentales, que eran las dos premisas esenciales de la nueva ciencia de la etología cognitiva de GRIFFIN45. De hecho también entre los científicos existe una cierta animadversión a ser calificados como “científicos de la etología cognitiva” o a ser asociados con esta área del conocimiento debido a que, aunque admitan la validez del paradigma científico introducido por GRIFFIN, en especial por su énfasis en la observación del comportamiento animal en circunstancias ecológicamente significativas, siguen pensando que el estudio de la conciencia se escapa al

Mind, en Scientific American, Agosto 2008 (ya publicado en la versión castellana de Investigación y Ciencia, como “Evolución de la Inteligencia”, en el nº 35 de Mente y Cerebro, Abril 2009, pgs. 12-19). Acerca de la investigación de la conciencia humana a partir del estudio de casos límite (niños nacidos sin cerebro) puede verse, REINHARD WERTH, En Busca de la Conciencia Perdida, en investigación y Ciencia, Mente y Cerebro, nº 35, abril 2009, pgs. 36 y ss. Acerca de los avances de la psicobiología puede verse, también a nivel divulgativo, IGNACIO MORGADO, Emociones e Inteligencia Social: Las Claves para una Alianza entre los Sentimientos y la Razón, Ariel, 2007 (en las páginas 42 a 49 se plantea y resume el estado del arte del conocimiento acerca de si los animales tienen o no sentimientos). Acerca de la evolución de la inteligencia en los homínidos, puede verse JOSEP CORBELLA, EUDALD CARBONELL, SALVADOR MOYÁ & ROBERT SALA, Sapiens: El Largo Camino de los Homínidos hacia la Inteligencia, Península Atalaya, 2000. Acerca de dónde se encuentra hoy en día la neurociencia, puede verse, por todos, MARK F. BEAR, BARRY W. CONNORS & MICHAEL A. PARADISO, Neuroscience: Exploring the Brain, Lippincott Williams & Nilkins, 3d ed., 2007. Su desprecio hacia la neurociencia animal a la que sólo toman como posible objeto de investigación comparada, acusando a los promotores del bienestar animal de estar paralizando la ciencia puede verse en pgs. 16-19. 45 Véase COLLIN ALLEN, A Field Guide to the Philosopy of Mind: Philosopy of Cognitive Ecology, Texas A & M University, 2008.

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método científico46. En cualquier caso, el matrimonio posterior entre la etología cognitiva y la filosofía de la mente de MARC BEKOFF y COLLIN ALLEN47

y otros también revolucionó el ámbito científico. También la biología de la conservación, cada vez más, se adentra en la mente y la cognición animal para articular mejor las políticas de conservación que pueden generar conflictos con la población humana que cohabita especies de fauna silvestre en los hábitats a ellas reservados, iluminando, como ha señalado ANA RECARTE VICENTE-ARCHE48, aspectos inusitados de la mente animal49. Se ha renovado también el interés por los estudios del proceso histórico de domesticación50, así como, por supuesto, debido a los avances en la exploración de la tenue frontera entre lo humano y lo animal-no humano, han cobrado inusitada importancia en tiempos recientes de ciencias tales como la 46 Por ejemplo (citado por COLLIN ALLEN, Op cit.), ALAN KAMIL, en On the Proper Definition of Cognitive Ethology, capítulo 1 de RUSSELL P. BALDA, IRENE M. PEPPERBERG & ALAN C. KAMIL eds., Animal Cognition in Nature: The Convergence of Psychology and Biology in Laboratory and Field, Academic Press, 1998, confiesa que le incomoda utilizar el término “etología cognitiva” para describir los estudios que contiene el propio libro que prologa, aunque él mismo está considerado un clásico en este campo. 47 Véase MARC BEKOFF & COLLIN ALLEN, Species of Mind: The Philosophy and Biology of Cognitive Ethology, MIT Press, 1997. Véanse, también MARC BEKOFF, Minding Animals: Awareness, Emotions, and Heart, Oxford University Press, 2002; y The Emotional Lives of Animals, New World Library, 2007; y MARC BEKOFF, COLIN ALLEN & GORDON BURGHARDT, eds., The Cognitive Animal: Empirical and Theoretical Perspectives on Animal Cognition, MIT Press, 2002. 48 ANA RECARTE VICENTE-ARCHE, The Sea Otter Recovery Plan, Case Study, Instituto de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares, April 2004. 49 Pueden verse, entre otros, HANS KRUUK, Hunter and Hunted: Relationships Between Carnivores and People, Cambridge University Press, 2002; NINA FASCIONE, AIMEE DELACH & MARTIN E. SMITH, People and Predators: From Conflict to Coexistence, Island Press, 2004. 50 Véase, por ejemplo, STEPHEN BUDIANSKY, The Covenant of the Wild: Why Animals Chose Domestication, Yale University Press, 1992. De todas formas la obra más descriptiva del proceso de domesticación, que recoge toda la bibliografía más reciente, es la de es la reciente de MEG DALEY OLMERT, Made for Each Other: The Biology of the Human Animal Bond (Lifelong Books, 2009) quien conecta el proceso con la segregación de la oxitocina en las realciones interespecie y no sólo entre madre-hijos o entre seres humanos, como se verá más adelante. De todas formas, la cuestión sigue siendo objeto de análisis y estudio histórico y científico (a partir del análisis del ADN mitocondrial de las poblaciones históricas). Por ejemplo, una interpretación divergente de la de MEG OLMERT –en lo que a la domesticación del perro se refiere- acaba de salir a la luz en los estudios del grupo dirigido por PETER SAVOLAINEN. Véanse PETER SAVOLAINEN, YA-PING ZHANG, JING LUO, JOAKIM LUNDEBERG & THOMAS LEITNER, Genetic Evidence for an East Asian Origin of Domestic Dogs, en 298 Science 22 November 2002, pgs. 1610 – 1613; y más recientemente, JUN-FENG PANG, CORNELYA KLUETSCH, XIAO-JU ZOU, AI-BING ZHANG, LI-YANG LUO, HELEN ANGLEBY, ARMAN ARDALAN, CAMILLA EKSTRÖM, ANNA SKÖLLERMO, JOAKIM LUNDEBERG, SHUICHI MATSUMURA, THOMAS LEITNER, YA-PING ZHANG & PETER SAVOLAINEN, mtDNA Data Indicates a Single Origin for Dogs South of Yangtze River, less than 16,300 Years Ago, from Numerous Wolves, en Molecular Biology and Evolution, Advance Access publicado el 1 de septiembre 2009.

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paleoantropología51, la primatología52, -o incluso la “arqueología de primates”53-, la cetología54. Todavía mucho más llamativo resulta el cambio metodológico

51 Véanse, simplemente como introducción divulgativa, por ejemplo, JARED DIAMOND, The Third Chimpanzee: The Evolution and Future of the Human Animal, HarperCollins, 1992; o, en España, JUAN LUIS ARSUAGA & IGNACIO MARTÍNEZ (Del proyecto Atapuerca), La Especie Elegida: La Larga Marcha de la Evolución Humana (2007); o JOSEP CORBELLA, EUDALD CARBONELL, SALVADOR MOYÁ & ROBERT SALA, Sapiens: El Largo Camino de los Homínidos hacia la Inteligencia, Ed. Península-Atalaya, 2000.

52Véanse, por ejemplo, RAYMOND CORVEY, The Metaphysics of Apes: Negotiating the Animal – Human - Boundary, Cambridge University Press, 2005; FRANS DE WAAL, The Ape and the Sushi Master: Cultural Reflections of a Primatologist, Basic-Perseus Books, 2001; FRANS DE WAAL ed., Primates and Philosophers: How Morality Evolved, Princeton University Press, 2006; los distintos apartados de diversos autores contenidos en los capítulos II (Conversations with Apes) y III (Similarity and Difference), en The Great Ape Project, Paola Cavalieri & Peter Singer eds., St Martin´s Griffin, 1993.; y, en España, las obras presentadas en el congreso organizado por la Asociación Primatológica Española y recogidas en FEDERICO GUILLÉN-SALAZAR ed., Existo, Luego Pienso: Los Primates y la Evolución de la Inteligencia Humana, Ateles Pub., 2005. Para quien quiera aproximarse desde una perspectiva más iniciática sobre la evolución, biología y comportamiento social de los primates, puede verse ROBERT W. SHUMAKER & BENJAMIN B. BECK, Primates in Question: The Smithsonian Answer Book, Smithsonian Books, 2003. Acerca de los progresivos descubrimientos derivados de la comparación del genoma humano y del chimpancé a partir de la localización dentro del 1% del ADN que nos diferencia (unas 15 millones de bases) a partir del análisis de la región acelerada humana 1 (HAR1, as 118 bases que se diferenciaron aceleradamente en los últimos 6 millones de años mientras habían permanecido prácticamente idénticos –sólo 2 bases de diferencia entre el chimpancé y el pollo en 300 millones de años-) y otras técnicas en el Chimpancé Sequencing and Analysis Consortium, véase Initial Sequence of the Chimpanzee Genome and Comparison with the Human Genome, en Nature, Vol 437, pgs 69-87, Septiembre 2005. Sus logros progresivos pueden consultarse en el portal http://genome.ucsc.edu donde se da cuenta de la actividad del consorcio en su investigación computacional y de biología molecular evolutiva. Está pendiente de publicarse en el número de mayo 2009 de Scientific American (Vol 300, number 5) una breve reseña de los principales logros hasta la fecha elaborada por KATHERINE S. POLLARD, una de las expertas bioestadística que puso en marcha el proyecto en la Universidad de Santa Cruz, California. 53 Véase, por todos, MICHAEL HASLAM, ADRIANA HERNANDEZ-AGUILAR, VICTORIA LING, SUSANA CARVALHO, IGNACIO DE LA TORRE, APRIL DESTEFANO, ANDREW DU, BRUCE HARDY, JACK HARRIS, LINDA MARCHANT, TETSURO MATSUZAWA, WILLIAM MCGREW, JULIO MERCADER, RAFAEL MORA, MICHAEL PETRAGLIA, HÉLÈNE ROCHE, ELISABETTA VISALBERGHI & REBECCA WARREN, Primate Archeology, en 460 Nature 339-344 (16 de julio de 2009). Puede verse también, Fossil Primate Challenges Ida´s Place, en Nature Vol. 461, 22 Octubre 2009, acerca de los avances derivados del cierto desengaño que supuso comprobar que Ida (Darwinius masillae), lo que se creía el antecesor de los primates de hace unos 47 millones de años, estaba en realidad más cercano de loslemures que de los humanos. 54 Véanse, por todos, ARMSTRONG, S. J.; BOTZLER, R. G. EDS. The Animal Ethics Reader, Routledge, 2003; BEARZI, M.; STANFORD, C. B. , Beautiful Minds, Harvard University Press, 2008; KASTELEIN, R. A.; THOMAS, J. A.; NACHTIGALL, P. E. eds, Sensory Systems of Aquatic Mammals, De Spil Publishers, 1995; LILLY, J. C. , Communication between Man and Dolphin: the Possibilities of Talking with Other Species, Julian Press, 1978; LUMSDEN, C. J.; WILSON, E. O., Genes, Mind, and Culture., Harvard University Press, 1981; MANN, J., CONNOR, R. C., TYACK, P. L. & WHITEHEAD, H. eds., Cetacean Societies: Field Studies of Dolphins and Whales, The University of Chicago Press, 2000; MAYR, E. , On the Growth of Biological Thought, Harvard University Press, 1992; REYHOLDS III & J. E. & ROMMEL, S. A. , Biology of Marine Mammals, Smithsonian Institution Press, 1999; SCHUSTERMAN, R.J., THOMAS, J. A.& WOOD, F. G. eds., Dolphin Cognition and Behavior: a Comparative Approach. Lawrence Erlbaum Associates, Publishers, 1986; SMOLKER, R. , To Touch a Wild Dolphin,

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en los animales utilizados para llevar a cabo los estudios científicos, donde el perro y no los mamíferos superiores con cerebros de mayor tamaño son los que ofrecen más posibilidades de avance en las ciencias de la cognición animal y humana. Recientemente, vencidos los prejuicios de los animales de compañía (en particular el perro) como objeto útil para el estudio de la cognición animal –por su “contaminación” por el contacto humano- los nuevos logros científicos se han producido a partir de su estudio profundo por ser éstos (y no los “silvestres”) los animales precisamente más inteligentes55. Tan importante ha sido este cambio metodológico que el debate definitivamente ha saltado abiertamente a la palestra científica en publicaciones como Science56, siguiendo los caminos que, curiosamente, ya habían anunciado (un poco incluso avergonzándose por el carácter meramente intuitivo de su afirmación) algunos filósofos de la conciencia57, aunque en esto todavía no hay consenso y no parece que vaya a ser aceptado sobre todo por los primatólogos58. Doubleday, 2001; WHITE, T. I. , In Defense of Dolphins, Blackwell Publishing, 2007: WILSON, E. O. , Sociobiology: the New Synthesis, Harvard University Press, 2000; WITLOW, W. A. , The Sonar of Dolphins, Springer-Verlag, 1993; WRIGHT, R. , The Moral Animal: Evolutionary Psychology and Everyday Life. New York, USA: Vintage Books, 1994; y ZENTALL, T. R.; WASSERMAN, E. eds., Comparative Cognition: Experimental Explorations of Animal Intelligence, MIT Press, 2006. 55 Acerca de la capacidad cognitiva de los perros véanse los trabajos de investigación del grupo de la Universidad de Viena formado por Friederike Range, Andrea Szucsich, Ludwig Huber, Martin Tiefenthaler, Zsófia Viranyi, Lisa Horn, Ulli Aust, Michael Steuer, et al. (http://cleverdoglab.univie.ac.at/). Puede verse, por ejemplo, FRIEDERIKE RANGE, ZSÓFIA VIRANYI & LUDWIG HUBER, Selective Imitation in Domestic Dogs, en Current Biology, Volume 17, Issue 10, 868-872, 15 Mayo 2007. Acerca de la comprensión del lenguaje por los perros, véase, JULIANE KAMINSKI, JOSEPH CALL, J. & JULIA FISCHER, Word Learning in a Domestic Dog: Evidence for Fast Mapping, en Science Vol. 304, 1682, 11 junio 2004. ELLEN M. MARKMAN & MAXIM ABELEV, Word Learning in Dogs?, en Trends in Cognitive Sciences, Vol 8 Nº 11 Noviembre 2004.; y JEFFREY K. PARROTT, Psychology: Talking to Dogs, Today´s Science on File, September 2004, 32-35. Pueden verse en 325 Science, 28 de agosto de 2009, en relación con la similitud entre perros (no en cambio los simios) y los niños en la comunicación gestual, JÓZSEF TOPÁL, GYÖRGY GERGELY, ÁGNES ERDÖHEGYI, GERGELY CSIBRA & ÁDÁM MIKLÓSI, Differential Sensitivity to Human Communication in Dogs, Wolves, and Human Infants, en las pgs 1269-1272 y MICHAEL TOMASELLO AND JULIANE KAMINSKI, Like Infant, Like Dog, en pgs 1213-1214. Acerca de las investigaciones sobre el mecanismo exacto por el que los perros pueden detectar bien captando cambios de conducta bien a través del olfato ataques epilépticos antes de que se manifiesten o el cáncer de pulmón y otros tipos de tumores, véase SARAH KERSHAW, El Cerebro Canino Es Algo más que un Buen Olfato, publicado en The New York Times / El País, el 19 de noviembre de 2009. Como se ha documentado recientemente, con motivo de los aniversarios de Darwin, sus perros mascota contribuyeron a estimular en su mente la teoría de la evolución: véase EMMA TOWSEND, Darwin´s Dogs:How Darwin´s Pets helped Form a World-Changing Theory of Evolution, Frances Lincoln, 2009. 56 Véase VIRGINIA MORELL, Going to the Dogs, en 325 Science, 28 de agosto de 2009, pgs 1062-1065. 57 Los estudios de DANIEL DENNETT y otros filósofos de la mente y la conciencia están descritos en el capítulo V de esta obra. En cualquier caso, sin perjuicio de remitir al lector al mismo, se adelanta ya que DENNETT se aventura a afirmar algo que la línea, si es que existe, no está tanto entre los seres humanos y los grandes simios-cetáceos, sino probablemente entre el hombre y perro y el resto de los animales ya que sólo doméstico ha evolucionado (o “ha sido evolucionado” genéticamente por el ser humano) para acercarse a su imagen y semejanza (lo que no ha ocurrido con ningún otro animal de compañía –tampoco el gato- ni el

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Si la interpretación evolucionista de la conducta humana va siendo cada vez más aceptada científicamente59, y los científicos se adentran sin temor en la comparación del comportamiento psicológico de humanos con el de los primates60, ello se debe a los avances y al auge reciente de la psicología evolutiva tras el periodo de hibernación y el ostracismo a que fue sometida la sociobiología de E.O. WILSON, el primero que formalizó la idea de que el comportamiento social de todas las especies, incluída la humana, podía ser explicado, al menos parcialmente, en términos evolutivos61

y que dio lugar años después no sólo a su pleno reconocimiento62, sino también al surgimiento de la psicología evolutiva63

como ciencia, aunque sus logros están todavía muy alejados de los que ha alcanzado la biología evolutiva. Todo ello, naturalmente, dando por descontado que la neurociencia en sí misma tampoco ha parado de progresar en el estudio del cerebro animal64.

resto de los animales domésticos y domesticados por razones productivas), lo que ahora se reconoce ya abiertamente por la ciencia y no sólo por la filosofía. 58 Véase, por todos, FRANS DE WAAL, Primates and Philosophers: How Morality Evolved, Princeton University Press, 2006. Véase, en España, la excelente colección de artículos recogidos por FEDERICO GUILLÉN-SALAZAR, en Existo, Luego Pienso: Los Primates y la Evolución de la Inteligencia Humana, Ateles eds, 2005. Por supuesto eso también opinan los promotores del Proyecto Gran Simio, descrito también más adelante en los siguientes capótuoos de esta obra. 59 Véase, por todos, PABLO RODRÍGUEZ PALENZUELA, La Lógica del Titiritero, Ateles ed., 2006. 60 Véanse, por todos, CRAIG STANFORD, Significant Others: The Ape – Human Continuum and the Quest for Human Nature, Basic-Perseus Books, 2001; FRANS DE WAAL, Our Inner Ape, Riverhead Books, 2005; y DAVID BUSS, Evolutionary Psychology: The New Science of the Mind, Allyn & Bacon, 3ª Ed., 2007. 61 E.O. WILSON, Sociobiology: A New Synthesis, Harvard University Press, 1975. 62 Nadie mejor para reflejar los términos de la controversia de E.O. WILSON con JAY GOULD y otros, que el propio E.O. WILSON, en su introducción a la reimpresión de Sociobiology…, Op cit., de 2000, conmemorativa del 25 aniversario de la primera edición. Por supuesto, el analisis es parcial y no hace del todo justicia no tanto a la raíz política del debate (que asimiló la sociobiología al determinismo biológico y éste al determinismo político) sino a sus variables en la biología evolutiva (Stephen Jay Gould et al), la genética evolutiva (Richard Lewontin et al), la neurobiología (Steven Rose et al), la psicología (Leon Kamin et al), las ciencias de la educación (Alfil Kohn et al) o la antropología (Marshall Sahlins et al). Véase, acerca de la controversia, JOHN ALCOCK, The Triumph of Sociobiology, Oxford University Press, 2001. 63 JOHN TOOBY, JEROME H. BARKOW & LEDA COSMIDES, The Adapted Mind: Evolutionary Psychology and the Generation of Culture, Oxford University Press, 1995. 64 Véase, por todos, EUAN MACPHAIL, The Neuroscience of Animal Intelligence, Columbia University Press, 1993.

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La obra de MARC HAUSER65 es quizás la más multidisciplinar ya que se mueve en la interfase entre la biología evolutiva y la neurociencia cognitiva, enfrentándose al reto de entender los procesos y las consecuencias de la evolución cognitiva. Su gran logro es combinar, por un lado, el rigor en la metodología científica objetiva basada en la observación directa del comportamiento animal individual y colectivo (de todo tipo de especies y poblciones) a la luz que ofrecen los distintos puntos de vista provenientes de la etología, el desarrollo cognitivo (de los niños), la teoría de la evolución, la neurociencia del conocimiento y la neurobiología, con el estudio, por otro, de cuestiones que ahondan en campos hasta ahora alejados del tipo de preguntas que suelen hacerse los científicos del comportamiento animal; cuestiones tales como la evolución del lenguaje, la naturaleza de los juicios morales (hasta qué punto la esencia del juicio acerca de lo que está bien o mal es fruto de la evolución de la mente animal), el desarrollo y la evolución de las representaciones matemáticas, estudios de la motivación a partir de su comparación con la toma de decisiones en ámbitos similares al económico, los precursores de la creación musical, o la naturaleza de la percepción de eventos etc. En suma, el mundo del estudio científico de la mente animal ha sufrido en los últimos años una auténtica eclosión. 6.- LA INFLUENCIA DE LAS CIENCIAS COGNITIVAS Y DE LA CONCIENCIA SOBRE LAS MÁS RECIENTES TENDENCIAS DE LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL. LA CIENCIA APLICADA DEL BIENESTAR ANIMAL DE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XXI: CONCIENCIA, MOTIVACIÓN Y GENÉTICA EVOLUTIVA EN LA MENTE ANIMAL. EL PUNTO DE ENCUENTRO CON LA FILOSOFÍA. La propia Ciencia Aplicada del Bienestar Animal (ciencia que, por cierto, como habrá podido adivinarse, se construyó casi exclusivamente teniendo como objeto los denominados animales de producción agropecuaria, aunque sus principios se puedan extender en general a todo tipo de animales confinados66

y en ello reside en parte su distanciamiento respecto del resto de los campos científicos antes reseñados brevemente) ha evolucionado en la primera década del siglo XXI hacia nuevos derroteros mucho más cercanos a los campos de las ciencias cognitivas recién descritos. 65 Puede verse, en particular, lo que podría denominarse su trilogía: The Evolution of Communication, Bradford Books, MIT Press, 1997; Wild Minds: What Animals Really Think, Owl Books, 2000; y Moral Minds:The Nature of Rght and Wrong, Harper-Collins, 2006. 66 Como reza la autopresentación de la varias veces citada revista internacional sobre la aplicación de la etología a los animales gestionados por los seres humanos, Applied Animal Behaviour Science, el objeto es el análisis del comportamiento de los animales domesticados y usados, en particular los domésticos de producción pecuaria y los de compañía, incluyendo gallináceas y animales sujetos a técnicas de producción en granja (cunicultura y, excepcionalmente, cría de especies cinegéticas), así como a animales confinados en parques zoológicos, parques-safari y otras formas de exhibición. Aunque también incluye las alimañas en cuanto pueden afectar a la producción agropecuaria. También excepcionalmente y siempre que se respeten determinados principios, a los animales de laboratorio.

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Diez años después del debate del cambio de siglo (1998) descrito en el apartado 4 anterior el mundo científico volvió a examinar el status quo de la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal como tal ciencia. Debe tenerse en cuenta, dada la influencia del mundo institucional y de las políticas públicas y la legislación de bienestar animal sobre la “agenda” de esta Ciencia, que este nuevo examen introspectivo partía de nuevas premisas: la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE)67 y la Comisión Europea (direcciones generales de Agricultura, de Consumo –DGSANCO- y la Agencia de Seguridad Alimentaria –EFSA-) habían creado ya un sistema de análisis de riesgos para intentar objetivar la toma de decisiones, como se verá más adelante. Además, otros países (EE.UU., Nueva Zelanda, Australia, etc) habían procedido definitivamente a institucionalizar, no sin idénticos debates internos similares al europeo o al internacional, el bienestar animal como política pública ligada a la de consumo. En este nuevo autoexamen, se constató definitivamente a) que es una Ciencia decisivamente influenciada por la legislación, lo que, por ejemplo, explica la mayor importancia en los EE.UU. del bienestar de animales de compañía y silvestres; y, en cambio, la mayor importancia en Europa del bienestar de los animales de producción; b) que ello lleva a diferencias sustanciales en los instrumentos utilizados, según cuáles sean las exigencias jurídicas motivadoras de la investigación, lo que explica, por ejemplo, que no haya regulación en los EE.UU. que más bien se orienta hacia instrumentos de auditoría y certificación voluntarias, aunque forzadas por los mercados y las cadenas de distribución cuando no por el público directamente o como decisión voluntaria de grandes sectores corporativos productivos, como ocurrió, por ejemplo, con la regulación de las ponedoras sólo se produce en este campo –certificación de United Eggs Producers- dada la ausencia de legislación68; mientras que en Europa el sistema es regulatorio puro y duro, o condicionante de ayudas públicas, aunque el etiquetado deja márgenes de elección a los productores y distribuidores; y c) cómo la inclusión del bienestar animal como potencial causa justificada del bloqueo del comercio ha “internacionalizado” la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal69. Sin embargo, además, y esto es ahora lo relevante, se constató indubitadamente que, d) lo cierto es que la pretendida multidisciplinariedad sigue siendo más bien un mero desideratum en lo que a la investigación se refiere.

67 La Organización Mundial de la Sanidad Animal –Office of International Epizooties- se ocupa también del bienestar animal a nivel global, fundamentalmente para evitar guerras comerciales globales, regionales o bilaterales en el seno de la Organización Mundial de Comercio. Se trata más adelante en la Parte segunda, Capítulo VII, de esta obra. 68 Véase, por todos, la espléndida descripción del statu quo en la materia en EE.UU. de JOY A. MENCH, Farm Animal Welfare in the U.S.A.: Farming Practices, Research, Education, Regulation, and Assurance Programs, en 113 Applied Animal Behaviour Science 298-312, 2008. 69 DAVID FRASER, Toward a Global Perspective on Farm Animal Welfare, en 113 Applied Animal Behaviour Science 298-312, 2008.

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Ello no obstante, la expansión del ámbito de la nueva Ciencia a otras metodologías científicas más alejadas de las clásicas de la “escuela de la funcionalidad biológica “ y de la “escuela de los sentimientos”, o, incluso, de la medición por indicadores secundarios de estados holísticos complejos de placer y calidad de vida, es un hecho, aunque se está en los inicios más que en el punto de llegada. Así, la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal se ha abierto definitivamente al menos a tres campos de los que en 1998 sólo podía decirse que estaban siendo explorados por algunos “adelantados”, aunque paradójicamente en todos ellos ya había insinuaciones de que era inevitable tener que investigar estas cuestiones incluso en el propio INFORME BRAMBELL. En concreto, esas tres áreas, según el monográfico dedicado a la cuestión en abril de 200870, y siempre referidas al campo “clásico” de esta Ciencia, el de los animales de producción, son las relacionadas 1) con la conciencia de la mente animal, en su vertiente de análisis de su capacidad cognitiva71; 2) con la motivación animal como metodología para objetivar las preferencias de los animales72; y 3) y con la psicología evolutiva y su base genética –genotípica, no fenotípica- como explicación de la capacidad, o no, de los animales de adaptarse a ambientes no naturales73. Antes de retomar el hilo conductor del análisis de los avances desde los años 60/70 en otros campos como la filosofía del conocimiento, la ética y la filosofía del derecho (lo que se hace en el capítulo V de esta obra), dado que en gran parte no ha sido la ciencia (ni la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal, ni las otras ciencias cognitivas y de la conciencia animal) la que ha motivado los cambios, sino que ha respondido a exigencias derivadas de estas otras áreas del conocimiento humano, lo que explica que no pueda entenderse este proceso si sólo se toman en cuenta la filosofía de la ciencia y los logros de la ciencia aplicada impulsada por ésta, debe llamarse sin embargo la atención de otro fenómeno. Curiosamente, como refleja la obra de RICHARD P. HAYNES antes citada74, tanto en lo que se refiere a la filosofía cognitiva y de la conciencia como en lo 70 Nº 113 de Applied Animal Behaviour Science 277-403, 2008. Véase el Editorial de JEFFREY RUSHEN, en pgs 277-278. 71 Véase, por ejemplo, MICHAEL MENDL & ELIZABETH PAUL, Do Animals Live in the Present? Current Evidence and Implications for Welfare, en 113 Applied Animal Behaviour Science 357-382, 2008. 72 Véase, por ejemplo, MARGIT BAK JENSEN & LENE JUUL PEDERSEN, Using Motivation Tests to Assess Ethological Needs and Preference, en 113 Applied Animal Behaviour Science 340-356, 2008. 73 Véase, por ejemplo, PER JENSEN, BART BUITENHUIS, JOERGEN KJAER, ADROALDO ZANELLA, PIERRE MORMÈDE & TOMASSO PIZZARI, Genetics and Genomics of Animal Behaviour and Welfare: Challenges and Possibilities, en 113 Applied Animal Behaviour Science 383-403, 2008. 74 RICHARD P. HAYNES Animal Welfare: Competing Conceptions and their Ethical Implications, Springer, 2008.

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tocante a la ética, sus avances no han consistido sino en una progresiva coincidencia entre ambos mundos, es decir el de los filósofos con el de los científicos y viceversa, especialmente con los hallazgos derivados de la revolución más reciente de la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal. Los grandes filósofos de la fenomenología y de la conciencia, cuya obra es el objeto del capítulo V de esta obra, prácticamente coinciden en sus descubrimientos e hipótesis con los grandes científicos de la conciencia e incluso con los científicos de la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal. Baste para ello comparar, a modo de ejemplo, los hallazgos a través del método deductivo (no empírico) de los científicos acerca de si los animales viven sólo en el presente (o si por el contrario tienen memoria episódica –o semántica- que les permite viajar mentalmente en el tiempo75

y, por tanto, proyectar el futuro, y lo que ello conlleva para la percepción del sufrimiento como ansiedad producida por la anticipación de daño) con las teorías más recientes de los filósofos de la conciencia que se van a exponer a continuación (DANIEL DENNETT et al). O basta también para darse cuenta de esa confluencia con constatar cómo los científicos han acabado planteando programas y proyectos de investigación cuya lógica sólo se entiende a partir de la ética (por ejemplo, ¿es ético imponer a los animales de producción, como una de las 5 libertades clásicas del INFORME BRAMBELL, la de que el centro de explotación permita la reproducción de las condiciones “naturales” del comportamiento animal, incluida la sociabilidad, cuando, en cambio, ello es sistemáticamente negado, sin que nadie diga nada, a los animales de compañía?)76. Las líneas de pensamiento a partir de mundos tan dispares llevan camino de irse unificando aceleradamente77. Por ello, sería inútil desconocer que el mundo inmediatamente cercano a la Ciencia Aplicada del Bienestar Animal (con el que al menos, según una corriente bastante generalizada de pensamiento antes descrita, tendrán que colaborar los expertos y científicos para que esta Ciencia acepte incorporar elementos de multidisciplinariedad) no sólo ha evolucionado sino que lo ha hecho mediante la creación de nuevos paradigmas a los que no se puede cerrar los ojos. Cuatro, al menos, a nuestro juicio, son las áreas donde se han creado nuevos paradigmas, que han tenido consecuencias no sólo para el derecho y que han dado lugar a reformas legislativas cuya lógica es en principio relativamente ajena a la evolución de aquélla Ciencia, sino que ello hace inevitable que la ciencia –en todas sus 75 Aunque ello sea sólo a través del conocimiento de las tres www (what, where, when) y sin necesidad de autoconciencia de la individualidad de uno mismo. Véase E. TULVING, What is Episodic Memory? en 2 Current Directions of Psychological Science 67-70, 1993. 76 Véase, como símbolo de este debate, el trabajo de STUART SPENCER, EDDY DECUYPERE, STEFAN AERTS & JOHAN DE TAVERNIER, History and Ethics of Keeping Pets: Comparison With Farm Animals, en 19 Journal of Agricultural and Environmental Ethics 17-25 (2006). 77 Esto también es aplicable a cada una de las sensaciones o sentimientos. Véase, en concreto, por la relación que tiene con el bienestar animal, MURAT AYDEDE ed., Pain: New Essays on its Nature and the Methodology of its Study, MIT Press, 2005, donde se analiza el dolor desde las perspectivas metafísica, epistemológica, metodológica y científica (aunque no desde la perspectiva estética, religiosa o ética).

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acepciones- también los tenga que tener en cuenta a la hora de examinar sus postulados básicos: 1) la filosofía clásica del conocimiento y la conciencia (fenomenología); 2) la ética; 3) la filosofía del derecho; y 4) el ecofeminismo y el deconstruccionismo. Antes, sin embargo, conviene hacer una referencia, aunque sea breve, a una rama de la Ciencia Aplicada que tiene por objeto estudiar la bioquímica misma de la relación ser humano-animal. No tiene, pues, sentido el trabajo científico que opera aislado de las profundas corrientes que hoy en dñia mueven el mundo. La ciencia correría el riesgo, como en los años treinta, de entrar por derroteros totalmente equivocados. Por ello, se remite al lector, especialmente al de formación procedente sólo de la ciencia, al capítulo V de esta obra. 7.- LOS ÚLTIMOS AVANCES DE LA CIENCIA ACERCA DE LA RELACIÓN SER HUMANO-ANIMAL: LA BIOLOGÍA DEL VÍNCULO ENTRE MAMÍFEROS MÁS ALLÁ DE LA BIOFILIA. El avance en los estudios de la neurociencia de la cooperación y del origen y desarrollo de la relación madre-hijo y entre colectividades humanas, tanto en la genética del desarrollo como en la evolución prehistórica de los homínidos que nos precedieron y de la propia especie humana, ha dado recientemente un salto previsible a partir de su lógica, pasando a ocuparse de la biología del vínculo ser humano-animal. Constatados, cada vez más, los efectos de la oxitocina y de la vasopresina como hormonas relacionadas con el estímulo del hipotálamo transmitidas a partir de la pitutaria, de generosidad/cooperación versus huida/lucha (la oxitocina cumple la doble función de lograr lo primero, estimulando la creación de dopamina, serotonina y beta endorfina y reprimiendo lo segundo al limitar el funcionamiento de la amígdala cerebral mediante la creación adicional del neurotransmisor GABA -ácido gamma aminobutírico- o activando los neuroreceptores inhibidores de la noradrenalina producida por dicha amígdala, así como también limitando la producción de corticotrofina del hipotálamo), algunos investigadores han empezado a explorar cuándo se produjeron esos cambios genéticos en los homínidos o en la paleohistoria de la especie homo sapiens y si esos mismos cambios biológicos se producen en los animales más cercanos (típicamente los mamíferos, aunque los animales pre-mamíferos tienen precursores de la oxitocina) y en las relaciones entre los seres humanos y los animales (típicamente, como es lógico, los domésticos). Estudios como 1) los de C. SUE CARTER, que han descubierto que el alelo más largo del gen V1, que regula la recepción de vasopresina, es también más largo en general en casi todos los mamíferos78; 2) los que analizan la función de las hormonas espejo que permiten imitar las expresiones faciales y distinguir los gritos o llamadas de los bebés, también presentes en los primates, como ha

78 L. GAVISH, C. SUE CARTER, & L.L. GETZ, Further Evidences for Monogamy in the Prairie Vole, en 29 Animal Behavior 955-957 (1981); C.S.CARTER, A.C.DEVRIES, & L.L.GETZ, Physiological Substrates of Mammalian Monogamy: The Prairie Vole Model, en 19 Neuroscience and Behavioural Reviews 303-314 (1995)

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ido investigando SARAH BLAFFER HRDY79; 3) los que han tenido por objeto los efectos en ratas de las dosis de oxitocina, como los de MICHAEL MEANEY80 y CORT PEDERSEN81; o 4) los efectos fisiológicos de las caricias en las mascotas del celebérrimo equipo de KERSTIN UVNAS-MOBERG82; 5) los que se han centrado en la relación paleohistórica entre las mujeres humanas y los cachorros de los animales predomesticados, como los de JAMES SERPELL83; o 6) la subida casi exponencial de los niveles de oxitocina cuando interactúan con sus mascotas (perros) de JOHANNES ODENDAAL y R.A.MEINTJES84 y otros muchos, por cierto espléndidamente popularizados por MEG DALEY OLMERT, en su reciente best-seller “Made for Each Other: The Biology of the Human Animal Bond85”, … todos ellos han descubierto que la evolución de muchos animales, típicamente los domésticos (tanto de compañía como de producción), más allá de la biofilia natural86, ha ido en paralelo con nuestra propio desarrollo genético e histórico como individuos y como seres sociales organizados en comunidades desde las glaciaciones hasta el preneolítico y neolítico y el mundo moderno. El problema detectado, además, de carácter prospectivo, es que la ruptura de los vínculos, que hemos tenido históricamente condichos animales, al urbanizarse el mundo, puede, por tanto, en hipótesis, puede suponer la desaparición de características genéticas intrínsecas a la especie humana. En suma, esta rama de la ciencia ofrece un fundamento de la relación como bien jurídico digno de protección puesto que si desaparece un elemento de la relación dejamos esencialmente de ser humanos y tenderemos incluso a mutaciones genéticas para deshacer una bioquímica que costó miles de años generar en los humanos. 79 Véase, por todos, SARAH BLAFFER HRDY, Mothers and Others: The Evolutionary Origins of Mutual Understanding. (Cambridge: Harvard University Press, 2009) 80 D.D.FRANCIS, F.C.CHAMPAIGNE & M.J.MEANEY, Variations in Maternal Behavior Are Associated with Differences in Oxytocin Receptor Levels in the Rat, en 12 Journal of Neuroendocrinology, 1145-1148 (2000). 81 Véase C.A.PEDERSEN et al, Maternal Behavior Deficits in Nuliparous Oxytocin Knockout Mice, en 5 Genes, Brains, and Behavior 274-281 (2006), C.A.PEDERSEN,& M.L.BOCCIA, Oxytocin Links Mothering Received, Mothering Bestowed, and Adult Stress Responses, en 5 Stress 259-267 (2002). 82 KERSTIN UVNAS-MOBERG, Physiological and Endocrine Effects of Social Contact, en The Integrative Neurobiology of Affiliation (N.Y. Academy of Sciences, 1997), pgs 146 y ss. 83 JAMES A. SERPELL, Pet-Keeping in Non-Western Societies: Some Popular Misconceptions, en Animals and people Sharing the World (N.H. University Press, 1988) pgs 551 y ss. 84 JOHANNES ODENDAAL & R.A.MEINTJES, Neurophysiological Correlates of Affiliative Behavior Between Humans and Dogs, en 165 Veterinary Journal 296-301 (2003). 85 MEG DALEY OLMERT, Made for Each Other: The Biology of the Human Animal Bond (Lifelong Books, 2009). 86 Véase, por todos, S. R. KELLERT & E. O. WILSON eds, Biophilia Hypothesis (Island Press, 1993).

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8.- LA CIENCIA DERIVADA DEL ESTUDIO DEL LENGUAJE HUMANO Y SU RELACIÓN CON LA INTELIGENCIA Y CONCIENCIA ANIMAL Si en la historia de la ciencia de la inteligencia y conciencia animal, como se ha visto al final del capítulo II, los límites fueron de corte ideológico-científico y, por ello, subliminales (autocontrol por miedo al descrédito científico), en cambio los límites a la difuminación científica de la línea de separación entre los seres humanos y los animales a partir de la exploración científico-filosófica del lenguaje animal y, más tarde, del origen del lenguaje humano87, fueron en un principio mucho más claros y tajantes; nada sutiles, sino directos. Efectivamente, los avances del siglo XIX en la investigación sobre los orígenes del lenguaje se cortaron de raíz cuando la Societé de Linguistique de Paris en 1866 y la London Philological Society en 1872 prohibieron formalmente a sus socios y simpatizantes todo estudio, investigación o formulación de hipótesis acerca de la cuestión. Así pues, con las excepciones imaginativas pero poco científicas de ROUSSEAU y de su precedente, VICO, el statu quo durante el siglo XIX, respecto a la capacidad de los animales para el lenguaje, quedó fijado por MAX MÜLLER88, el profesor de sánscrito de la Universidad de Cambridge, que sentenció lisa y llanamente, como principio indiscutible, que ninguna teoría de la evolución podía explicar el lenguaje. Las ideas de MÜLLER generaron un debate en el que participarían en propio DARWIN y el famoso filólogo norteamericano W. D. WHITNEY y estimularon otros debates adicionales acerca de las relaciones entre lenguaje y cerebro y entre en antropomorfismo y la interpretación del comportamiento animal, que llevaron las ideas de MÜLLER más lejos. En la última década del siglo XIX, tanto el físico FREDERIC BATEMAN como el psicólogo CONWAY LLOYD MORGAN89

demostraron que los ruidos emitidos por los animales, si bien era discutible que expresaran emociones, desde luego no expresaban conceptos. Ese mismo año (1892) RICHARD L. GARNER montaría su expedición a Africa para intentar demostrar que las teorías de MÜLLER, BATEMAN y MORGAN

87 El pequeño excurso que viene a continuación en el texto trata sobre el lenguaje y los animales en sentido estricto, no sobre la comunicación mediante otros métodos; comunicación que también está siendo objeto de estudio científico desde otros parámetros. Véase, por todos, JOYCE LEAKE & VICKIE WICKHORST, Decoding the Mystery of Interspecies Communication: The Animals are Talking...Are You Listening? Abstract Press, 2008. Naturalmente, también se trata de comunicación en sentido estruito y centífico, no la mera comunicación emocional más discutible por falta de parámetros de medición científicos (véase también al respecto el apartado final sobre ecofeminismo y bienestar animal). 88 MAX MÜLLER, Lectures on the Science of Language, 1864, Kessinger Publishing, 2003. 89 Inventor del denominado “canon de Morgan”: la explicación de comportamiento animal debe basarse en la facultad psicológica inferior capaz de explicar ese comportamiento, lo que se convirtió en un auténtico dogma para ciencias como la veterinaria y la etología. Véase MORGAN 1890 y 1894 en Bibliografía selectiva.

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estaban equivocadas, aprovechándose del nuevo invento de Edison: el fonógrafo. Sus escritos (por lo demás cargados de racismo al extender la teoría de la evolución del lenguaje hasta la superioridad del lenguaje del hombre blanco versus el inferior de las muchas tribus) resucitaron y popularizaron la teoría del continuo en la evolución (debe tenerse en cuenta que coincidió en el tiempo con el descubrimiento del hombre de Java y, por tanto, con el desplazamiento del origen del hombre en el tiempo, en muchos miles de años hacia el pasado). Sin embargo, los datos en que GARNER basó sus teorías fueron cuestionados no tanto por los científicos sino por los medios de comunicación (campaña orquestada por el político y periodista HENRY LABOUCHERE) quienes llegaron a demostrar que GARNER había mentido acerca de lo que había visto en África. Como ha señalado GREGORY RADICK en su reciente y apasionante obra acerca de la historia de “la investigación científica del lenguaje de los monos90”, dicho suceso, y el uso del fonógrafo como la tecnología llamada a demostrar su existencia, desaparecieron del mapa durante muchos años después del escándalo “montado” por LABOUCHERE. Enterrada la investigación científica sobre el lenguaje animal desde el “escándalo” de GARNER, y con la ética kantiana, etología y el conductismo/positivismo triunfando en el mundo filosófico y científico de la primera mitad del siglo XX, algunos primatólogos, como EDWARD THORNDIKE y sobre todo ROBERT YERKES continuaron realizando algunos estudios pioneros en lo que sería la ciencia de la primatología. Sin embargo tendría que esperarse a los primeros años de la década de 1960 para que el trabajo conjunto de expertos en lenguajes de las aves (PETER MARLER) y antropólogos convencidos de que estudiar a los primates arrojaría luz sobre los homínidos desaparecidos (como SHERWOOD WASHBURN) retomaran los estudios del lenguaje animal como potencialmente contendor de conceptos. THOMAS STRUHSAKER, alumno del primero, descubrió y los tres hicieron célebres la diversidad de contenidos de las llamadas de alarma de los monos vervet (Cercopithecus aethiops, en castellano se suele utilizar la denominación Cercopiteco Verde) del Parque Nacional de Ambroseli en Kenia91. No se pondrían en marcha hasta los años 60 numerosos experimentos que tenían la finalidad de enseñar a hablar a algunos de los grandes simios (los 90 GREGORY RADICK, The Simian Tongue: The Long Debate about Animal Language, The University of Chicago Press, 2007. La narrativa en torno al uso histórico del fonógrafo puede verse también en GREGORY RADICK, Primate Language and the Playback Experiment, 1890-1980, Journal of the History of Biology, vol 38, nº 3, Noviembre 2005, pgs 461-493. 91 S. L. WASHBURN, PHYLLIS C. JAY, and JANE B. LANCASTER, Field Studies of Old World Monkeys and Apes, en Science 17 Diciembre 1965, Vol. 150. no. 3703, pgs. 1541 a 1547; THOMAS T. STRUHSAKER, Behavior of Vervet Monkeys and Other Cercopithecines, en Science 2 Junio 1967, Vol. 156. no. 3779, pgs. 1197 a 1203; y PETER MARLER, Colobus guereza: Territoriality and Group Composition, en Science 3 Enero 1969, Vol. 163. no. 3862, pgs. 93 a 95.

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llamados “ape projects”): los chimpancés Washoe en Reno o Sarah en Santa Barbara; y en los años 70 algunos gorilas y orangutanes. Ninguno de ellos parecía lograr resultados significativos, reasentándose la teoría, resumida en 1975 por DAVID PREMACK (el formulador de la “teoría de la mente”) en términos bien simples pero tajantes: el ser humano tiene comunicación simbólica y afectiva, pero los animales sólo tienen esta última92. Es más, en realidad hubo que esperar hasta la década de los 80 para que ROBERT SEYFARTH y DOROTHY CHENEY, junto con PETER MARLER, confirmaran el descubrimiento de la comunicación simbólica de las llamadas de grupo de los monos vervet a mediados de los 6093. Y, aún así, y aunque sea adelantarnos al resto de las ciencias –para dejar ya descritos los avances habidos hasta la fecha en la ciencia de los orígenes del lenguaje-, también en los últimos treinta años del siglo XX la cuestión del lenguaje de los primates (y de la comunicación de los cetáceos) ha tenido sus altibajos. Toda posibilidad de evolución adaptativa había sido descartada de plano por STEPHEN JAY GOULD y NOAM CHOMSKY, quienes dieron por sentado repetidamente que el lenguaje, debido a su carácter enormemente complejo, no puede ser el producto de la selección natural sino un efecto colateral de otras fuerzas de la evolución tales como el aumento del tamaño total del cerebro, así que, para todos los lingüistas y científicos del conocimiento, la única forma de explicar cómo podía existir una gramática universal innata, es decir , la única manera como los humanos podían nacer ya con un órgano del lenguaje, es que esté previsto en los genes: el lenguaje estaba implícito en el genoma, existiendo uno o varios genes específicos para el lenguaje. Sin embargo, para la lingüística más avanzada de la época, ello no había sido gradual. CHOMSKY había demostrado que el lenguaje era un sistema perfecto y formal, así que el gen para este sistema quasimatemático debería haber aparecido de repente, sin precursores en otros animales. Todo ello, en palabras de KENEALLY, “había contribuido a extender la idea de que la

92 DAVID PREMACK, Intelligence in Ape and Man, Lawrence Erlbaum Assoc Inc, 1977. Premack fue el pionero en el estudio de la inteligencia y la capacidad cognitiva de los chimpancés que introdujo en uno de sus logros que más influencia tuvo posteriormente, la “teoría de la mente”, es decir la habilidad para inferir estados mentales de otros individuos (intenciones, creencias, deseos), teoría de la mente que se extendió rapidísimamente a la investigación de la psicología del desarrollo humano, la psicología clínica y las ciencias cognitivas y la psicología comparada. 93 ROBERT M. SEYFARTH, DOROTHY L. CHENEY y PETER MARLER, Monkey Responses to Three Different Alarm Calls: Evidence of Predator Classification and Semantic Communication, en Science, 14 de Noviembre de 1980, pgs 801–803. Por lo demás, DOROTHY L. CHENEY y ROBERT M. SEYFARTH, han publicado recientemente un estudio muy documentado y una obra de divulgación que también resultará clave en el futuro por sus aportaciones a la teoría de la mente animal y que analiza cómo conciben el mundo los monos vervet, cómo entienden las relaciones de grupo y clan, cómo utilizan la vocalización oral o cómo gestionan el estrés y los peligros de la vida salvaje, llegando a la conclusión de que para estos monos, como para los humanos, la familia y los amigos tienen la clave para lograr mitigar los efectos perniciosos de la tristeza, el estrés y la ansiedad. DOROTHY L. CHENEY y ROBERT M. SEYFARTH, Baboon Metaphysics: The Evolution of a Social Mind, University of Chicago Press, 2007.

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evolución del lenguaje era un imposible y que la existencia misma del lenguaje era una especie de milagro [genético]94”. Sólo científicos dispuestos a enfrentarse a los círculos de la “ortodoxia” de las ciencias de la lingüística y de la evolución que representaban CHOMSKY y JAY GOULD, como por ejemplo, PINKER y BLOOM, y hasta cierto punto PHILIP LIEBERMAN, pudieron servir de adelantados para lograr un salto cualitativo de mayor orden (la evolución progresiva –y no súbita- del gen o genes del lenguaje) a principios de los años 90. Hasta entonces otros científicos como SUE SAVAGE-RUMBAUGH, ALLAN y BEATRIZ GARDNER, FRANCINE “PENNY” PATTERSON, HEIDI LYN, y otros, ante el poder en los círculos intelectuales del surgimiento repentino de la capacidad lingúística del ser humano (CHOMSKY-JAY GOULD), adoptaron la estrategia alternativa de intentar “enseñar” el lenguaje a los primates, metodología que, a su vez, recibió un golpe casi mortal cuando HERBERT TERRACE, en Science, les acusó en 197995

y MARTIN GARDNER confirmó en 198096, que los investigadores estaban inconscientemente dando pistas constantemente a los animales acerca de qué respuestas debían elegir, lo que invalidaba todos los resultados logrados. Ello alejó la financiación oficial de este tipo de proyectos y se paralizaron estos “experimentos”97. Sólo una paciente tarea de persistencia y refinamiento de las metodologías lograron posteriormente reconstruir este área de conocimiento98. En 1980 el debate estalla en los medios, llegando a la opinión pública a través de la portada de Time (“¿Hablan realmente esos simios?”), artículo que acaba

94 CHRISTINE KENNEALLY, The First Word: The Search for the Origins of Language, Penguin Books, 2007, pg 69. 95 HERBERT TERRACE et al, Can an Ape Create a Sentence?, en Science, November 23, 1979. 96 MARTIN GARDNER, Monkey Business, The New York Review of Books 27, 3-6 (March 20, 1980). Acerca del tono marcadamente machista de la crítica de Martin, véase CHRISTINE KENEALLY, Op cit, pg 45. Véase, también el apartado 3.G más adelante, sobre ecofeminismo y protección de los animales. 97 Puede verse, por todos, el capítulo 2, pgs 40 y ss, de la excelente obra de CHRISTINE KENNEALLY, Op cit. 98 El episodio más conocido de consecuencias nocivas de esta parálisis de la investigación acerca del lenguaje de los simios, por desgracia para su protagonista, el chimpancé Nim Chimpsky, fue el de HERBERT TERRACE. La educación de Chimpsky, en la casa de una de los estudiantes de Terrace, no produjo resultado alguno, acabando por no obtener financiación el proyecto. Terminado el experimento de Terrace, Nim empezó a rotar de mano en mano, en situaciones para las que estaba realmente desadaptado debido a su convivencia con humanos empeñados cotidianamente en enseñarle a hablar. Muy recientemente se ha publicado un libro que, con gran afecto, relata los avatares de la desgraciada vida de Nim, con entrevistas de aquéllos con quienes estuvo, y que intenta resaltar como, gracias a sus habilidades adquiridas posiblemente en la primera fase de su vida, pudo sobrevivir a episodios casi trágicos, especialmente en los periodos en que tuvo que interactuar con otros chimpancés, sin atención humana. Véase, al respecto, ELIZABETH HESS, Nim Chimpsky: The Chimp Who Would Be Human, Bantam Books, N.Y., 2008.

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con unas palabras de una entrevista a CHOMSKY en las que se reafirma en su hipótesis “clásica” y su crítica a las investigaciones-experimentos sobre enseñar a hablar a chimpancés o gorilas: “Es tan probable que un simio llegue a tener habilidad para el lenguaje como que haya en alguna parte una isla con una especie de ave que no vuela esperando a que venga un ser humano a enseñarla a volar”99. Aún así, los estudios de MARLER y otros como PINKER y BLOOM, con la teoría de la evolución con saltos, sin continuo filogenético (el salto pudo producirse en homínidos anteriores al hombre, por lo que habría desaparecido todo rastro del origen del lenguaje, al haber desaparecido esas especies de homínidos), han seguido alentando el debate. Ello llevó a otros estudiosos, como MARC HAUSER o DEREK BICKERTON a interesarse por la comunicación animal y a unir esfuerzos con otras ciencias100. En 2002, la obra conjunta de HAUSER y CHOMSKY (junto con TECUMSEH FITCH)101

publicada en Science parece haber sentado el statu quo actual: “muchas de las propiedades elementales de las palabras presentan sólo analogías u homologías débiles en los sistemas de comunicación animal”102. Por otro lado, el descubrimiento, a instancias de FARANEH VARGHA-KHADEM, del gen FOXP2 en el cromosoma 7 humano por CECILIA L S.L. LAI et al en el año 2001103, inicialmente minusvalorado –¿por exceso de prudencia?- por la propia VARGHA-KHADEM como un gen que tenía que ver sólo con el habla y la articulación y no con los aspectos más complejos del lenguaje, ha centrado las investigaciones en sus múltiples funciones activadoras de muchos otros genes todos relacionados con distintos rasgos del lenguaje. Incluso a la hora del cierre de la edición de la primera edición de este obra, los estudios comparativos de las proteínas del FOXP2 en los chimpancés

99 Por cierto, acerca de la comprensión del lenguaje por no mamiferos, en concreto por los loros, véase IRENE M. PEPPERBERG, The Alex Studies: Cognitive and Communicative Abilities of Grey Parrots, Harvard University Press, 2002; y, sobre todo, su reciente “best seller”, Alex & Me: How a Scientist and a Parrot Uncovered a Hidden World of Animal Intelligence, and Formed a Deep Bond in the Process, Collins, 2008. 100 MARC HAUSER, The Evolution of Communication. Bradford Books, MIT Press, 1997; DEREK BICKERTON, Language and Human Behavior (The Jessie and John Danz Lectures), Washington, 1995. 101 MARC HAUSER, NOAM CHOMSKY & TECUMSEH FITCH, The Faculty of Language: What is it, Who Has it, and Did it Evolve, en Science, November 22, vol. 298, pgs. 1569 y ss, 2002. Este artículo está disponible en la web: www.chomsky.info/articles/20021122.pdf. 102 Véase, a nivel divulgativo, la obra del periodista científico TIM FRIEND, Animal Talk: Breaking the Codes of Animal Language, Free Press, 2004. 103 CECILIA S.L. LAI, SIMON E. FISHER, JANE A. HURST & ANTHONY P. MONACO, A Forkhead-Domain Gene is Mutated in a Severe Speech and Language Disorder, en 413 Nature 519-523 (2001). Acerca de cómo este equipo fue requerido por la neuroecintífica cognitive del Institute of Child Health de Londres, FARANEH VARGHA-KHADEM, para que averiguase si existía alguna mutación genética en la familia de pacientes que estaba tratando, véase CHRISTINE KENEALLY, Op cit, pgs 192 yss.

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y en los seres humanos y sus consecuencias e implicaciones comienzan a llegar al público, aunque “todavía estamos en el punto de partida para futuros estudios del fundamento molecular del lenguaje y la evolución humana104”.

104 MARTIN H. DOMINGUEZ & PASKO RAKIC, The Importance of Being Human, en 462 Nature 169-171 (12 de noviembre de 2009), comentando el alcance de los trabajos de GENEVIEVE KONOPKA et al (GENEVIEVE KONOPKA, JAMEE M BOMAR, KELLEN WINDEN, GIOVANNI COPPOLA, ZOPHONIAS O JONSSON, FUYING GAO, SOPHIA PENG, TODD M PREUSS, JAMES A WOHLSCHLEGEL & DANIEL H GESCHWIND), Human-Specific Transcriptional Regulation of CNS Development Genes by FOXP2, dados a conocer en el mismo número de nature, pgs 213-217.

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