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  • 7/27/2019 La democracia como ideologa - Gustavo Bueno

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    La democracia como ideologa

    Gustavo Bueno

    Hay quienes piensan que existe una nica democracia y una nica oligarqua,

    pero esto no es verdad; de manera que al legislador no deben ocultrsele

    cuntas son las variedades de cada rgimen y de cuntas maneras pueden componerse.

    Aristteles, Poltica, 1289a

    1. La democracia como sistema poltico y como ideologa

    Damos por supuesto que la democracia es un sistema poltico con mltiples variantes

    realmente existentes. Por ello podramos afirmar (valindonos de una frmula que el

    mismo Aristteles utiliz en otros contextos) que la democracia se dice de muchas

    maneras. Pero la democracia es tambin un sistema de ideologas, es decir, de ideas

    confusas, por no decir errneas, que figuran como contenidos de una falsa conciencia,

    vinculada a los intereses de determinados grupos o clases sociales, en tanto se enfrentan

    mutuamente de un modo ms o menos explcito o encubierto.Es posible segn esto analizar las democracias realmente existentes al margen de las

    ideologas que las envuelven y que envuelven tambin al analista? No entraremos aqu en

    esta cuestin, puesto que nuestro objetivo es hablar ms que de las democracias realmente

    existentes, de las ideologas que envuelven a estas democracias, sin necesidad de comenzar

    negando que las democracias puedan ser algo ms que meras ideologas, y aun sin

    perjuicio de reconocer la necesidad de componentes ideolgicos en la misma estructura de

    las democracias que existen realmente, por hiptesis. Comenzaremos presentando un par

    de consideraciones previas que sirvan de referencia de lo que entendemos por realidad

    en el momento de hablar de las democracias como nombre de realidades existentes en el

    mundo poltico efectivo.

    Nuestra primera consideracin tiene que ver[12] con el tipo de realidad que, desdenuestras coordenadas, cabra reconocer a las democracias. Supondremos que la

    democracia, en cuanto trmino que se refiere a alguna entidad real, dice ante todo una

    forma (o un tipo de formas), entre otras (u otros), segn las cuales (los cuales) puede estar

    organizada una sociedad poltica. Suponemos, por tanto, que democracia, en cuanto

    realidad, no en cuanto mero contenido ideolgico, es una forma (una categora) poltica, a

    la manera como la circunferencia es una forma (una categora) geomtrica. Esta afirmacin

    puede parecer trivial o tautolgica, en s misma considerada; pero no lo es de hecho en el

    momento en que advertimos, por ejemplo, el uso, muy frecuente en el lenguaje cotidiano,

    de la distincin entre una democracia poltica y una democracia econmica. Una

    distincin que revela una gran confusin de conceptos, como lo revelara la distincin entre

    una circunferencia geomtrica y una circunferencia fsica. La confusin tiene, sin

    embargo, un fundamento: que las formas (polticas, geomtricas) no flotan en s mismas,

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    como si estuviesen separadas o desprendidas de los materiales a los cuales con-forman. La

    circunferencia es siempre geomtrica, slo que est siempre encarnada o vinculada a un

    material corpreo (a un redondel); por tanto, si la expresin circunferencia geomtrica

    significa algo en la realidad existente, es slo por su capacidad de encarnarse en

    materiales corpreos (mrmol, madera, metal...) o, ms propiamente, estos materiales

    primogenricos, en tanto que puedan conceptuarse como conformados circularmente, serncircunferencias geomtricas, realizadas en determinada materia corprea, sin que sea

    legtimo oponer la circunferencia geomtrica a la circunferencia fsica, como se opone la

    circunferencia de metal a la circunferencia de madera. Pero las formas, cuando se

    consideran conformando a sus materiales propios, no permanecen siempre iguales entre s.

    Aun en el caso de las formas unvocas (como pueda serlo la forma circunferencia)

    resultan diversificadas en la escala misma de su formalidad, por la materia, como pueda

    serlo, en la circunferencia, el tamao, medido por la longitud de su radio, que ya implica

    una unidad corporea. Es cierto que el concepto puro de circunferencia abstrae del tamao o

    de la mtrica del radio; pero cuando este tamao o sus mtricas correspondientes alcanzan

    sus lmites internos (el del radio cero, y el del radio infinito) entonces la forma misma de la

    circunferencia resultar tambin variada, transformndose respectivamente en punto o enrecta (como se transformara una democracia en cuya constitucin se fijasen intervalos

    mnimos de cincuenta aos entre dos elecciones parlamentarias consecutivas, en lugar de

    los intervalos de cuatro, cinco o siete aos corrientes). En el caso de las formas

    variacionales, genricas o especficas (por ejemplo, la forma genrica palanca, respecto de

    las tres especies en las que el gnero se divide inmediatamente), las correspondencias de

    las variantes con los materiales diversos es todava ms obvia.

    La forma democrtica de una sociedad poltica est tambin siempre vinculada a

    materiales sociales (antrpicos) ms o menos precisos, dentro de una gran diversidad; y

    esta diversidad de materiales tendr mucho que ver con la propia variabilidad de la forma

    democrtica en su sentido genrico, y ello sin necesidad de considerar a la diversidad de

    los materiales como la fuente misma de las variedades formales especficas, que es lo que

    probablemente pens Aristteles: Hay dos causas de que las democracias sean varias; en

    primer lugar... que los pueblos son distintos (uno es un pueblo de agricultores, otro es un

    pueblo de artesanos, o de jornaleros, y si el primero se aade al segundo, o el tercero a los

    otros dos, la democracia no slo resulta diferente, porque [13] se hace mejor o peor, sino

    porque deja de ser la misma) (Poltica 1317a). No tendr, por tanto, por qu decirse de la

    misma manera la democracia referida a una sociedad de pequeo tamao, que permita un

    tipo de democracia asamblearia o directa, y la referida a una sociedad de gran tamao, que

    obligue a una democracia representativa, con partidos polticos (al menos hasta que no est

    dotada de tecnologas que hagan posible la intervencin directa de los ciudadanos y la

    computacin rpida de los votos). Ni ser igual una democracia burguesa (como la deEstados Unidos de Norteamrica) que una democracia popular (como la de la Cuba

    actual), o una democracia cristiana que una democracia islmica. A veces, podemos

    inferir profundas diferencias, entre las democracias realmente existentes, en funcin de

    instituciones que muchos tericos tendern a interpretar como accidentales: instituciones

    tales como la lotera o como la monarqua dinstica. Pero no tendr por qu ser igual la

    forma democrtica de una democracia con loteras multimillonarias (podramos hablar aqu

    de democracias calvinistas secularizadas) que la forma democrtica de una democracia

    sin esa institucin; ni ser lo mismo una democracia coronada que una democracia

    republicana. Dicho de otro modo: la expresin, de uso tan frecuente, democracia formal

    (que sugiere la presencia de una forma pura, que por otra parte suele considerarse

    insuficiente cuando se la opone a una democracia participativa) es slo expresin de unpseudoconcepto, porque la forma pura no puede siquiera ser pensada como existente. No

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    existen, por tanto, democracias formales, y las realidades que con esa expresin se denotan

    (elecciones cada cuatro aos entre listas cerradas y bloqueadas, abstencin rondando el

    cincuenta por ciento, &c.) estn constituidas por un material social mucho ms preciso de

    lo que, en un principio, algunos quisieran reconocer. [14]

    Nuestra segunda consideracin previa quiere llamar la atencin sobre un modo de usar el

    adjetivo democrtico como calificativo de sujetos no polticos, con intencin exaltativa oponderativa; porque esta intencin puede arrastrar una idea formal de democracia, en

    cuanto forma que por s misma, y separada de la materia poltica, est sirviendo como

    justificacin de la exaltacin o ponderacin de referencia. As ocurre en expresiones tales

    como ciencia democrtica, cristianismo democrtico, ftbol (o golf) democrticos,

    agricultura democrtica. Estas expresiones, y otras similares, son, segn lo dicho,

    vacuas, y suponen una extensin oblicua o meramente metonmica, por denominacin

    extrnseca, del adjetivo democrtico, que propiamente slo puede aplicarse a un

    sustantivo incluido en la categora poltica (parlamento democrtico, ejrcito

    democrtico o incluso presupuestos democrticos). El abuso que en nuestros das se

    hace del adjetivo democrtico es del mismo gnero que el abuso propagandstico que, en la

    poca de la bomba de Hiroshima, se haca del adjetivo atmico (ventas atmicas,espectculo atmico, xitos atmicos...). Pero no hay ftbol democrtico, como no

    hay matemticas democrticas, a no ser que esta expresin sea pensada por oposicin a una

    supuesta matemtica aristocrtica (No hay caminos reales para aprender Geometra, dice

    Euclides a Tolomeo); ni hay cristianismo democrtico, ni msica democrtica, aunque en

    cambio tenga sentido distinguir, en principio, entre las democracias con ftbol y las

    democracias con golf, las democracias cristianas y las agnsticas, o las democracias con

    desarrollo cientfico significativo y las democracias grafas. Ni siquiera podremos aplicar

    internamente el adjetivo democrtico a instituciones o construcciones de cualquier tipo

    que, aun cuando genticamente hayan sido originadas en una sociedad democrtica,

    carezcan de estructura poltica: a veces porque se trata de instituciones polticamente

    neutras (la cloracin del agua de los ros, llevada a cabo por una administracin

    democrtica, no puede ser considerada democrtica salvo por denominacin extrnseca); a

    veces, porque se trata de instituciones sospechosamente democrticas (como es el caso de

    la lotera nacional antes mencionada) y a veces porque sus resultados son

    antidemocrticos, bien sea porque alteran las proporciones materiales exigidas para el

    funcionamiento del rgimen democrtico cualquiera (como sera el caso, antes

    considerado, del Parlamento que por mayora absoluta aprobase una Constitucin segn la

    cual las elecciones consecutivas de representantes deban estar distanciadas en cincuenta

    aos) o bien porque implican la incorporacin a la sociedad democrtica de instituciones

    formalmente aristocrticas (el caso de la monarqua hereditaria incrustada en una

    constitucin democrtica), o incluso porque conculcan, a partir de un cierto lmite, losprincipios mismos de la democracia (como ocurre con las dictaduras comisariales que no

    hayan fijado plazos breves y precisos al dictador). En general, estos modos de utilizacin

    del adjetivo democrtico, como calificativo intencional de determinadas realidades

    sociales o culturales, arrastra la confusin permanente entre un plano subjetivo, intencional

    o gentico (el plano del finis operantis) y un plano objetivo o estructural (el plano del finis

    operis); y estos planos no siempre son convergentes. El mero reconocimiento de la

    conveniencia de tribunales de garantas constitucionales prueba la posibilidad de que una

    mayora parlamentaria adopte acuerdos contradictorios con el sistema democrtico de

    referencia. Es cierto que tampoco un tribunal constitucional puede garantizar de modo

    incontrovertible el contenido democrtico de lo que l haya aceptado o rechazado, sino a lo

    sumo, la coherencia del sistema en sus desarrollos con sus principios [15] (sin que

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    podamos olvidar que la coherencia no es una cualidad democrtica, como parece que lo

    olvidan tantos polticos de nuestros das: tambin una oligarqua puede ser coherente).

    El hecho de que una resolucin haya sido adoptada por mayora absoluta de la asamblea

    o por un referndum acreditado, no convierte tal resolucin en una resolucin democrtica,

    porque no es tanto por su origen (por sus causas), sino por sus contenidos o por sus

    resultados (por sus efectos) por lo que una resolucin puede ser considerada democrtica.Una resolucin democrtica por el origen puede conducir, por sus contenidos, a situaciones

    difciles para la democracia (por ejemplo, en el caso lmite, la aprobacin de un acto de

    suicidio democrtico, o simplemente la aprobacin de unos presupuestos que influyan

    selectivamente en un sector determinado del cuerpo electoral). Y no slo porque incida en

    resultados formalmente polticos, por ejemplo caso de la dictadura comisarial (aprobada

    por una gran mayora parlamentaria), sino simplemente porque incide, por la materia, en la

    propia sociedad poltica (como sera el caso de una decisin, fundada en principios

    metafsicos, relativa a la esterilizacin de todas las mujeres en nombre de un principio

    feminista que buscase la eliminacin de las diferencias de sexo).

    Cuando decimos, en resolucin, que la democracia no es slo una ideologa, queremos

    decirlo en un sentido anlogo a cuando afirmamos que el nmero tres no es tampoco unaideologa, sino una entidad dotada de realidad aritmtica (terciogenrica); pero, al mismo

    tiempo, queremos subrayar la circunstancia de que las realidades democrticas, las

    democracias realmente existentes, estn siempre acompaadas de nebulosas ideolgicas,

    desde las cuales suelen ser pensadas segn modos que, en otras ocasiones, hemos

    denominado nematolgicos. Tambin en torno al nmero tres se han condensado espesas

    nebulosas ideolgicas o mitolgicas del calibre de las trinidades indoeuropeas (Jpiter,

    Marte, Quirino) o de la propia trinidad cristiana (Padre, Hijo, Espritu Santo); pero tambin

    trinidades ms abstractas, no prosopopyicas, tales como las que constituyen la ideologa

    oriental y antigua de las tres clases sociales, o la medieval de las tres virtudes teologales

    (fe, esperanza, caridad) o la de los tres reinos de la naturaleza viviente (vegetal, animal,

    hominal) o la doctrina, con fuertes componentes ideolgicos, de los tres axiomas

    newtonianos (inercia, fuerza, accin recproca) o la de los tres principios revolucionarios

    (igualdad, libertad, fraternidad). Sin hablar de los tres poderes polticos bien diferenciados

    que, segn un consenso casi unnime, constituyen el triple fundamento de la propia

    sociedad democrtica organizada como Estado de Derecho: el poder legislativo, el poder

    ejecutivo y el poder judicial.

    2. Oscuridad de las definiciones de democracia de estirpe aristotlica

    La definicin aristotlica de democracia que, atravesando toda la historia del

    pensamiento filosfico poltico, llega hasta nosotros, podra considerarse acuada en tornoa la tcnica de seleccin de magistrados y representantes, o bien de normas jurdicas o

    administrativas por el mtodo de las votaciones de un cuerpo electoral constituido al

    efecto. En efecto, el significado filosfico poltico de esta tcnica, habra sido establecido

    por Aristteles precisamente mediante la comparacin con otras tcnicas alternativas, que

    han sido concebidas en el mbito de un [16] sistema tambin ternario de regmenes

    polticos, cuya exposicin crtica constituir en adelante el ncleo mismo de la doctrina

    poltica: monarqua, aristocracia y democracia; con sus tres correlatos patolgicos: tirana,

    oligarqua y demagogia. No es accidental, por tanto, para la definicin de democracia, el

    formar parte de un sistema conceptual ternario de estructuras polticas alternativas, que se

    supone que, de un modo u otro, podran sustituirse, antecedindose o sucedindose

    mutuamente. Ms an, la definicin de democracia mediante el concepto del gobierno detodos (tous pollous) slo alcanza un significado positivo (dado que el todos no puede

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    entenderse en sentido literal) por oposicin al gobierno de algunos (oligous), que sera

    caracterstico de la oligarqua, si los pocos son los ricos, o los ms altos como en Etiopa

    [diramos hoy: entre las monarquas europeas] o los ms hermosos; o de la aristocracia, si

    los pocos son los mejores; o al gobierno de uno (ena), propio de la monarqua. Por

    cierto, Aristteles utiliza a veces (por ejemplo 1289a) el trmino repblica (politeia) para

    designar a ese gobierno de todos, reservando el trmino democracia (demokratia) paradesignar a la perversin de la repblica que otras veces es nombrada como demagogia

    (demagogia). Pero no es este el lugar oportuno para entrar en el anlisis de este proceder y

    de su alcance.

    Lo que s nos parece evidente es que la clasificacin ternaria de Aristteles (y, con ella,

    el concepto mismo de democracia), difcilmente podra interpretarse como una

    clasificacin emprica: cuntos son todos? cuntos son algunos? y acaso existe

    siquiera uno al margen del grupo del que forma parte? Ms plausible es interpretar la

    clasificacin ternaria como derivada de la aplicacin de un criterio lgico y, ms

    concretamente, de la lgica de clases, tal como fue tratada por Aristteles, al exponer su

    doctrina del silogismo, en sus Primeros analticos. Porque la triada todos, algunos,

    uno, que tiene que ver con lo que hoy llamamos cuantificadores, dice relacin a lossilogismos, en la medida en que estos se estructuran en torno a unos trminos, relaciones y

    operaciones que tienen precisamente la forma de clases (trminos mayor, menor y

    medio), vinculadas entre s por las relaciones de inclusin (en el lmite: pertenencia) y

    por las operaciones de interseccin o reunin. Ahora bien: en el silogismo aristotlico,

    todos es la expresin en extensin (por su universalidad) de una conexin entre clases

    (correlativamente: entre sujetos y predicados) que se supone, intencionalmente al menos,

    como necesaria, por lo que no admite excepciones (todos los tringulos inscritos

    diametralmente en la circunferencia, sin excepcin, son rectngulos), mientras que

    algunos es la expresin extensional de una conexin contingente; uno, en cambio,

    podr interpretarse como la expresin intensional de que no existe incompatibilidad de

    principio en la conexin de referencia (uno equivaldra a la exclusin de ninguno).

    Parece, segn esto, que tiene sentido preguntarse si cuando Aristteles defini la

    democracia por todos mandan no habra querido decir tambin que la democracia tiene

    que ver con la necesidad (en el contexto, por supuesto, de la sociedad poltica); si no habra

    querido decir que la democracia es, no tanto una forma alternativa, sino la estructura

    misma de la repblica, la forma en la que todas las sociedades polticas habran de terminar

    por desembocar (lo que autorizara a llamar repblica a las democracias). Esta

    pregunta nos pone ya en el terreno, muy poco emprico, de las ideologas. El paso del

    todo (pan), como cuantificador lgico, al todos (como cuantificador poltico), tiene

    que ver con el paso de un todo en materia necesaria, a un todo que, [17] tanto si tiene lugar

    en una resolucin por aclamacin, como si es slo aproximativo, tiene que ver con unamateria contingente. Desde la perspectiva de una clase de electores dada, habra que

    considerar contingente su asociacin con otras clases (de representantes, de programas)

    propuestas, hasta el punto de que una totalidad estricta de sufragios, sera muy sospechosa,

    por su improbabilidad estadstica. En cualquier caso, la frmula todos mandan es

    ideolgica, en tanto implica redefinir quines o cuantos forman el todo y, en primer lugar,

    cual es la escala de las unidades que han de figurar en el computo como partes de ese todo.

    La mejor prueba del escaso rigor conceptual con el que trabajan polticos y an

    politlogos, analistas y comentaristas en este terreno de las definiciones de la democracia

    (y no hablamos tanto de definiciones acadmicas o especulativas, sino concretas o

    prcticas), la encontramos en el hecho [18] de que ni siquiera suele constituir asunto propio

    para una cuestin previa la de determinar qu categora de unidades (de partes) son lasque hayan de entrar en el juego de un proceso democrtico; antes bien, se habla

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    indistintamente de democracia municipal (en la que las partes-unidades con derecho a

    voto son los vecinos), o de democracia de una comunidad de vecinos (en donde las

    partes-unidades son los pisos), o de democracia de una sociedad annima (y aqu las

    partes-unidades son las acciones) o incluso de la democracia de una federacin de

    Estados (con un voto por Estado) o de las Naciones Unidas (ante el hecho de que en la

    ONU algunos Estados mantengan privilegios en las deliberaciones o en las votaciones, oen el derecho de veto, se dir sencillamente que ese organismo todava no ha alcanzado

    una estructura plenamente democrtica).

    Ahora bien: sin duda, en la definicin de democracia de Aristteles se sobrentiende que

    las partes unidades de la sociedad poltica democrtica son los individuos, los animales

    racionales que constituyen la Repblica; pero este supuesto, aunque parece necesario, no

    es suficiente. Habr que eliminar a los nios, a los menores, a los dementes y cuales son

    las fronteras?; acaso habr que excluir a las mujeres, a los metecos (en nuestros das: los

    emigrantes ilegales), a los esclavos, a los analfabetos, o a los que no contribuyen con

    una renta establecida. Por qu entonces, en lugar de todos mandan, no escogi

    Aristteles el cuantificador algunos? Porque algunos, como cuantificador, dice tanto

    pocos (minoras y, en el lmite, uno slo) como muchos (mayoras); salvo quealgunos se entienda como cualquiera, seleccionado por sorteo entre un cuerpo de

    ciudadanos que se suponen iguales. Todo esto sugiere que las mayoras habran de

    interpretarse como aproximaciones al todo, como expresin (la inmensa mayora) de

    prcticamente la integridad del todo. La mayora sera algo as como la sombra de la

    esencia del todo en el mundo emprico de los fenmenos.

    Pero, por qu razn? Por qu no podra ser una minora la expresin del todo, a la

    manera como la minora, constituida por el partido de Lenin, se consider como

    expresin autntica de la inmensa mayora de los proletarios del mundo, de su

    vanguardia? Dicho de otro modo: no son nada evidentes las razones por las cuales se

    interpretan a las mayoras como expresin del todo, siendo as que el todo no es una

    entidad capaz de autoorganizarse; tan slo sus partes pueden proponerse como objetivo

    la organizacin del todo. Pero, por qu este objetivo habran de poderlo llevar a cabo

    mejor las minoras que las mayoras? Las razones por las cuales cabra justificar el criterio

    de las mayoras son muy dbiles. Sera ridculo invocar el llamado principio de

    desigualdad, segn el cual el todo es mayor que la parte, porque de este principio no se

    infiere, recprocamente, que todo lo que es mayor que otra cosa tenga con ella la razn de

    todo, dado que, por un lado, hay diversos tipos de totalidad y, por otro lado, hay muchos

    tipos de mayor que. Hesiodo pudo decir con razn: Insensatos quienes creen que el

    todo vale mas que una parte suya! Es cierto que hablar de autoorganizacin del todo,

    como ocurre con frecuencia en el lenguaje de los polticos (la democracia es la

    autoorganizacin poltica de la sociedad, gracias a la democracia la sociedad se da a smisma su constitucin), es un modo muy confuso de hablar, por las reflexividades que

    arrastra. Como hemos dicho, no son las totalidades las que se autoorganizan, puesto que

    toda autoorganizacin es un resultado, a lo sumo, de la concatenacin de las partes

    constitutivas. La sociedad poltica, como totalidad, [19] no es un sujeto capaz de tener una

    conciencia global autoorganizativa; son, a lo sumo, partes suyas las que podrn proponerse

    como objetivo esa organizacin total. Y entonces, por qu ese objetivo podan

    proponrselo mejor las mayoras que las minoras?

    No estamos diciendo, con espritu elitista, que no puedan las mayoras proponerse como

    objetivo el todo, el bien comn, &c., mejor que las minoras. Estamos diciendo que no son

    nada evidentes las razones por las cuales las mayoras habran de representar al todo

    mejor que las minoras. Por eso, la debilidad (ideolgica) de la definicin de la democraciapor la mayora es muy notable. Y cmo podra no serlo si comenzamos por advertir que el

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    concepto mismo de mayora es oscuro y confuso, y significa, segn los parmetros que se

    tomen, cosas distintas y contrapuestas? Ante todo, conviene advertir que la interpretacin

    de la mayora como expresin del todo (o de la voluntad general) suele darse como

    axiomtica; sin duda, actan implcitamente razones, pero estas, cuando se explicitan,

    resultan ser muy dbiles, tanto las que parecen tener una intencionalidad racional, como

    las que tienen una intencionalidad fsica.A veces, en efecto, parece como si los idelogos de la democracia asumieran el criterio

    de las mayoras, como expresin de la voluntad general, aplicando el principio dos ojos

    ven mejor que uno; por lo que diez o cien millones de ojos veran mejor que diez o cien

    ojos: slo que este principio es totalmente gratuito, salvo que se de por supuesto

    (incurriendo en crculo vicioso) que l acta ligado al principio: la voz del pueblo (de la

    mayora) es la voz de Dios, o salvo que se presuponga, tambin circular y

    agnsticamente, que puesto que no hay nada objetivo que ver fuera de las voluntades

    mayoritarias, solamente lo que vean esas mayoras en su propia voluntad podr tomarse

    como expresin de la voluntad general. De hecho, en las democracias realmente existentes

    se concede muchas veces a las minoras de expertos la capacidad de juzgar mejor que a las

    mayoras (como ocurre ordinariamente en el terreno del poder judicial, sin perjuicio de lainstitucin del jurado).

    Pero otras veces, el criterio de las mayoras, como expresin del todo, encontrar su

    fundamento, por decirlo as, ms que en la razn en la fuerza: las mayoras (el pueblo

    unido) tiene un poder mayor que las minoras (jams ser vencido); y no hace falta

    decir ms. Sin embargo, esto no es cierto; muchas veces minoras bien organizadas

    disponen de un poder de control indiscutible sobre las mayoras, que se ven obligadas, y a

    veces incluso con aquiescencia de su voluntad, a plegarse a las directrices que le son

    impuestas. Tan slo en el terreno prudencial o pragmtico puede cobrar algn valor el

    criterio de la mayor fuerza de las mayoras. Por ejemplo, cuando se contempla la necesidad

    de rectificar el rumbo, una mayora descontenta o desesperada puede tener ms fuerza en

    su protesta o en su resistencia pasiva, que la minora responsable obligada a rectificar;

    mientras que si la mayora fue la que marc el rumbo, a nadie puede hacer responsable,

    tericamente al menos, de su fracaso.

    Pero, sobre todo, la cuestin estriba en que cuando se discute si las mayoras representan

    al todo mejor o peor que las minoras, no suele quedar determinado a qu mayoras se

    refieren los argumentos, por lo que la cuestin podra aqu quedar desplazada del terreno

    de la confrontacin del criterio mayora/minora al terreno de la confrontacin de

    diferentes mayoras entre s. En efecto: se trata de una mayora aritmtica simple, o de

    una minora mayoritaria [20] (una minora que sea la mayor entre todas las restantes

    minoras)? Y por qu, en una clase estadstica, como lo es un cuerpo electoral con

    distribucin normal, no tomamos como mayora la moda o el modo? Y por qu, entre lasmayoras aritmticas, ha de privilegiarse la mayora un medio ms uno y no otras

    mayoras aritmticas, tales como un medio ms dos, un medio ms tres, o las

    mayoras aritmticas cuantificadas, como puedan serlo las mayoras absolutas de tres

    cuartos, de cuatro quintos, &c.? Todas estas interpretaciones constituyen, desde luego,

    expresiones aritmticas del cuantificador lgico algunos; pero tan algunos son la

    minora mayoritaria como la mayora simple, la mayora de dos tercios, como la de tres

    cuartos; lo que significa que estas determinaciones aritmticas del cuantificador lgico

    algunos que utiliz Aristteles, no son propiamente determinaciones lgicas, sin

    perjuicio de que algunos autores, siguiendo las huellas de W. Hamilton, como Rensch

    (Plurality Quantification, en Journal of Symbolic Logic, 27, 1962), pretendan hacer

    pasar estas determinaciones aritmticas o estadsticas como si fueran cuantificadoreslgicos. En el cuantificador algunos (por lo menos uno) no cabe distinguir minoras y

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  • 7/27/2019 La democracia como ideologa - Gustavo Bueno

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    mayoras; por lo que si se las distingue, es porque, desde un punto de vista lgico, las

    mayoras estn supliendo por todos ms que por algunos. La suplencia se reconoce de

    hecho en el momento en el que se interpretan las decisiones de la mayora como decisiones

    asumidas por el todo, desde el momento en que las minoras derrotadas estn dispuestas

    a acatar el resultado mayoritario (aun cuando tuvieran fuerza para resistirlo). El criterio de

    la mayora implica, segn esto, el consenso y el acuerdo de todos (consensus omnium,voluntad general).

    Ahora bien: lo que ocurre es que el consenso y el acuerdo de la mayora no se identifican

    siempre, porque las mayoras no son unvocas. Supuesta la distincin lgica entre consenso

    y acuerdo, comprobaremos que hay mayoras y minoras, en la lnea del consenso, y que

    hay mayoras y minoras en la lnea del acuerdo; y, en ocasiones, ocurre que las mayoras

    en desacuerdo mantienen consenso en los resultados.

    Y esto es lo que nos obliga a analizar las mayoras democrticas de un modo menos

    grosero que aquel que se atiene a las distinciones meramente aritmticas. Evitando la

    prolijidad nos limitaremos a decir que cuando hablamos de todos (o de mayoras que los

    representan), o bien nos referimos a totalidades (mayoras) atributivas, o bien a totalidades

    distributivas (con las cuales podremos formar ulteriormente, por acumulacin deelementos, conjuntos atributivos con un determinado cardinal); y cuando nos referimos a

    totalidades atributivas, o bien tenemos en cuenta la extensin del conjunto de sus partes, o

    bien la intensin o acervo connotativo en cuanto totalidad o sistema de notas, relacionadas

    no slo por alternativas libres, sino ligadas, como ocurre con los alelos de la Gentica. De

    este modo nos veremos obligados a construir una distincin entre dos tipos de mayoras (o

    de relaciones mayoritarias) que denominaremos respectivamente consenso y acuerdo

    (aunque estaramos dispuestos a permutar la terminologa). El primer tipo, se constituye a

    partir de una lnea de relaciones entre los elementos extensionales del cuerpo electoral

    (considerado como totalidad distributiva) y un conjunto de componentes a ttulo de

    alternativas opcionales dadas en un acervo connotativo, con el cual aqul ha de

    intersectar, precisamente en las operaciones de eleccin o seleccin, y en esta lnea de

    relacin definimos el consenso. El segundo tipo de mayoras se constituye a partir de una

    lnea de relaciones entre las opciones elegidas (del acervo connotativo) y los elementos

    del [22] cuerpo electoral que las seleccionaron; en esta lnea de relaciones definiremos el

    acuerdo.

    Llamemos consenso democrtico a la aceptacin de la resolucin tomada por una

    mayora (segn criterios aritmticos oportunos; unanimidad, en el lmite) de electores

    conformes con un candidato u opcin; en general, un contenido k del acervo connotativo.

    El consenso, segn esto, debe entenderse como una relacin de los electores a contenidos

    k. Llamemos acuerdo democrtico a la condicin de la resolucin sobre los contenidos k

    en la que la mayora (segn el mismo criterio anterior) de los electores estn conformesentre s. El acuerdo es una relacin de los contenidos k y los electores.

    Ahora bien: el acuerdo democrtico, referido al cuerpo electoral, respecto de

    determinadas opciones k, puede ir unido a un consenso (positivo o negativo), ya sea

    mayoritario, ya sea unnime; el acuerdo es imposible sin consenso. Pero y cabra llamar a

    esta situacin paradoja democrtica el consenso puede disociarse del acuerdo: puede

    haber consenso en medio de una profunda dis-cordia, dia-fonia o des-acuerdo. Dicho de

    otro modo: las mayoras que soportan un consenso no implican necesariamente a las

    mayoras necesarias para un acuerdo, y esta paradoja no resultar desconocida a quienes

    hayan participado, como vocales o jueces, en los antiguos tribunales de oposiciones a

    ctedras.

    Un tribunal de cinco miembros (E) puede considerarse, en efecto, como un cuerpoelectoral en miniatura que tiene que elegir o seleccionar un contenido k de entre un

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    acervo connotativo C (doctrinas, tcnicas, &c.) vinculado con los candidatos que lo

    soportan o encarnan. Supongamos, en el caso ms sencillo, un tribunal compuesto de

    cinco jueces o electores {1,2,3,4,5}, dotado de la regla de la mayora simple (de donde su

    numero impar, a efectos de obtener mayora aritmtica, sin necesidad de apelar a voto de

    calidad, segn el principio: en democracia los votos no se pesan, se cuentan),

    comisionados para seleccionar a cinco candidatos-doctrinas {a,b,c,d,e}, que forman parte,sin duda, respectivamente, de un conjunto ms amplio, y de un repertorio ms o menos

    definido en el acervo connotativo de la especialidad de que se trate. Podemos representar

    en tablas de doble entrada los contenidos {a,b,c,d,e} en cabeceras de columna; los

    electores {1,2,3,4,5} en cabeceras de fila; las decisiones, positivas o negativas, por los

    smbolos + y (las abstenciones por 0). La propiedad ms importante de esta tabla es no

    ser simtrica. Por ejemplo, el grado de homogeneidad de las columnas tiene significado

    cuando al consenso/disenso de los electores (respecto del trmino correspondiente); pero

    este significado no puede ser atribudo a cualquiera de los grados de homogeneidad que

    podamos apreciar en cada fila, considerada por separado. En cierto modo, las cabeceras de

    columna representan la extensin de la clase, y las cabecersa de fila su connotacin. Y

    tiene tambin acaso sentido la correspondencia analgica que pudiera establecerse entre elconjunto de las cabeceras de fila y el conjunto de los somas individuales de una

    especie de Weissman, en cuanto portadores de un acervo gentico que se corresponde

    con el conjunto de las cabeceras de columna de las tablas.

    Tomando las tablas como referencias podemos definir el consenso en la direccin

    vertical, por el grado de las homologas de cuadros marcados de cada columna y, por tanto,

    por la relacin entre las diversas columnas; en cambio, los acuerdos se representarn en

    direccin horizontal, por las relaciones de homologa entre filas distintas (no por las

    homologas [23] entre los cuadros marcados de cada fila). El cmputo del consenso, por el

    criterio de la mayora simple (en el lmite, unanimidad) es sencillo. La mayora (expresin

    del consenso total) resultar a partir de las mayoras de cada columna, de la suma de estas

    mayoras, si ella es mayoritaria (cuando nos referimos a cada columna por separado habr

    que hablar de conformidad en diversos grados; el consenso aparecer como mayora simple

    de las columnas).

    Pero el cmputo de acuerdos es ms difcil, porque aqu, segn el mismo criterio, ellos

    pueden tener alcances muy diversos. La distincin ms importante, a efectos de su

    cmputo, es la distincin entre acuerdos (y por tanto, entre el significado de las mayoras

    que les corresponden) de primer orden y acuerdos de segundo orden. Acuerdos de primer

    orden (en relacin con la tabla de referencia, pero se supone que la generalizacin es

    posible) son aquellos que se mantienen en la perspectiva global de la tabla, como

    representacin de una totalidad nica; lo que equivale a decir que tal totalidad habr de ser

    considerada, a efectos del cmputo, como la resultante de la comparacin directa oinmediata, por va de producto lgico, de cada fila con todas las dems, dado que

    descartamos (o no consideramos) la situacin de acuerdo de una fila consigo misma, y

    que consideramos a los acuerdos dos a dos como simtricos. En este contexto de primer

    orden, para una matriz cuadrada de cinco lneas {1, 2, 3, 4, 5}, el nmero mximo de

    acuerdos posibles sobre los contenidos {a, b, c, d, e} ser el de diez: {(1/2), (1/3), (1/4),

    (1/5), (2/3), (2/4), (2/5), (3/4), (3/5), (4/5)}. Los acuerdos de primer orden, aunque

    computados a travs de las homologas de los electores, nos remiten a unas relaciones

    objetivas que tienen que ver con la consistencia del acervo connotativo (el grado mximo

    de consistencia sera el de diez); no porque se d un acuerdo extensional por mayora

    simple tendremos que concluir un acuerdo connotativo: el acuerdo mayoritario de un

    cuerpo electoral sobre la institucin monrquica no la hace a esta compatible con elprincipio de igualdad de oportunidades que se supone figura tambin en el sistema.

    LA DEMOCRACIA COMO IDEOLOGA 9/20

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    Los acuerdos de segundo orden, en cambio, son aquellos cuyo cmputo comienza

    reorganizando prcticamente la tabla o matriz en dos submatrices o regiones matriciales

    dadas precisamente en funcin de la estructura de sus homologas, y de forma tal que lo

    que ahora se compara es el cardinal de acuerdos de una regin con el de otra; o, dicho de

    otro modo, la consistencia de la matriz deducible de esos acuerdos vendr dada, no

    inmediatamente (por la comparacin de partes-filas dos a dos), sino mediatamente, a travsde las regiones previamente establecidas. Y ahora puede ocurrir que una matriz haya

    quedado partida o fracturada en dos submatrices de tres y dos filas, de suerte que los

    acuerdos sean plenos (totales) en cada una de ellas, slo que de signo positivo la primera y

    negativo la segunda. Diremos ahora que la matriz total tiene mayora de acuerdos positivos

    (tres filas contra dos), pero un tal acuerdo mayoritario de segundo orden estar en

    contradiccin total con el desacuerdo mayoritario de primer orden, que arroja una mayora

    de seis desacuerdos {(1/4), (1/5), (2/4), (2/5), (3/4), (3/5)} contra una minora de un nico

    acuerdo {(4/5)}. La apariencia, en este caso, de que la mayora ms significativa es la de

    segundo orden (tres contra dos) se debe a que en este cmputo hemos reducido la matriz

    a sus cabeceras de fila, o, si se prefiere, a la extensionalidad del conjunto de los electores,

    dejando de lado la estructura misma del sistema de relaciones entre las filas, sistema quetiene que ver precisamente con la consistencia o inconsistencia de la matriz. Ilustramos con

    las siguientes tablas las cuatro situaciones posibles: [24]

    Situacin I: Consenso con acuerdo

    E\C a b c d e

    1 + + + + +

    2 + + + + +

    3 + + + + +4 + + + + +

    5 + + + + +

    E\C a b c d e

    1

    2

    3 4

    5

    E\C a b c d e

    1 + + + + +

    2 + + + + +

    3 + + + + +4 + + + + +

    5

    Modelo I-1Consenso unnime (detodos los electores) ypleno (en todos loscasos) positivo. Acuerdopleno positivo.

    Modelo I-2Consenso unnimenegativo. Acuerdo plenonegativo (enmienda ala totalidad).

    Modelo I-3Consenso mayoritariopositivo, acuerdomayoritario de primerorden: seis acuerdos{(1/2), (1/3), (1/4), (2/3),

    (2/4), (3/4)} frente acuatro desacuerdos{(1/5), (2,5), (3/5), (4/5)}.Acuerdo mayoritario desegundo orden.

    Situacin II: Ni consenso ni acuerdo

    E\C a b c d e

    1

    2

    E\C a b c d e

    1 + +

    2 + +

    E\C a b c d e

    1 + +

    2 + + +

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    3 0 0 0 0 0

    4 + + + + +

    5 + + + + +

    3 0 0 0 0 0

    4 + + +

    5 + + +

    3 0 0 0 0 0

    4 + + +

    5 + +

    Modelo II-1No hay consenso(empate en cada una ytodas las columnas). Nohay acuerdo (el cuerpoelectoral est fracturadoen tres subconjuntosdisyuntos): {1,2}, {3}{4,5}.

    Modelo II-2No hay consenso (nohay conformidad en

    cada columna), no hayacuerdo.

    Modelo II-3No hay consenso, no

    hay acuerdo.

    Situacin III: Consenso sin acuerdo(paradoja democrtica)

    E\C a b c d e

    1

    2

    3 + + + + +

    4 + + + + +

    5 + + + + +

    E\C a b c d e

    1 + +

    2 + +

    3 + +

    4 + + + +

    5 + + + + +

    E\C a b c d e

    1 + + +

    2 + +

    3 + +

    4 +

    5 + +

    Modelo III-1Hay consensomayoritario y positivo(todos los candidatos-doctrinas han sidoelegidos por tres votosfrente a dos). Haydesacuerdo mayoritariode primer orden: seis

    desacuerdos {(1/3),(1/4), (1/5), (2/3), (2/4),(2/5)} frente a tresacuerdos {(3/4), (3/5),(4,5)}. Slo hay acuerdomayoritario de segundoorden (con fractura de lamatriz en dos regionesdisyuntas).

    Modelo III-2Hay consensomayoritario y positivo;pero hay desacuerdomayoritario de primerorden: nuevedesacuerdos (con msde tres discrepancias):{(1/2), (1/3), (1/4), (1/5),

    (2/3), (2/4), (2/5), (3/4),(3/5)} frente a unacuerdo mnimo y nounnime (4/5). Haytambin desacuerdo desegundo orden. De estemodo, una vezterminado el escrutinio,podremos comparar losvotos emitidos por cadaelector (las filas, ahora

    por separado, que ya noexpresan directamente

    Modelo III-3Hay consensomayoritario y pleno detipo negativo, no hayacuerdo de primer ordenni de segundo orden.

    LA DEMOCRACIA COMO IDEOLOGA 11/20

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    acuerdos odesacuerdos) con losvotos obtenidos porcada opcin (lascolumnas, que expresan

    el consenso), resultandola paradoja de que en lamayora de lasdecisiones, la mayorade los electores {1,2,3}ha votado con quieneshan quedado en minoraante el consenso.

    Situacin IV: Acuerdo sin consenso

    =

    Concluimos: la definicin aristotlica de democracia como gobierno de todos es

    ideolgica, porque este todo debe ser traducido a una mayora, que es, a su vez,

    concepto que slo puede sostenerse doctrinalmente (en cuanto expresin del todo)

    mediante una serie de convenciones que, o bien piden el principio, o bien son meramente

    metafsicas; y cuando se intentan traducir al terreno, estrictamente tcnico, no siempre son

    compatibles (mayora de consenso, mayora de acuerdo). Un consenso democrtico,

    incluso si es sostenible en mltiples ciclos, no implica acuerdos o armona entre las partes

    de una sociedad poltica, porque el consenso puede reproducirse, por motivos meramente

    pragmticos, en un contexto de profunda discordia poltica, que induce a sospechar laprecariedad de un sistema que estara fundado ms en su dependencia de condiciones [26]

    coyunturales de entorno que en su propia coherencia o fortaleza interna. Otra vez cabra

    comparar el cuerpo de electores a lo que en la biologa de Weissman se llam el soma, y elacervo connotativo a lo que en esta misma biologa se llam el germen.

    3. Una clasificacin sumaria de las ideologas democrticas

    La definicin etimolgica que Aristteles dio de la democracia, fundada, segn hemos

    sugerido, en la tcnica de las asambleas antiguas, es, como l mismo advirti

    insistentemente, muy genrica y abstracta y, en realidad, la democracia, como sistema

    poltico, slo podra determinarse, en sus mltiples variantes, a lo largo de todo un procesohistrico o, dicho de otro modo, en la confrontacin con otros sistemas polticos

    alternativos. En nuestro presente poltico (que algunos politlogos hacen arrancar de la

    revolucin inglesa de 1688, otros de la revolucin de Virginia de 1776, los ms de la Gran

    Revolucin de 1789, y los menos de la constitucin de Weimar de 1919) la democracia

    sigue realizada en muy diversas variantes, que de vez en cuando se niegan mutuamente el

    derecho a utilizar tal denominacin (como vemos en el caso de Cuba y Estados Unidos),

    sin perjuicio de lo cual la tendencia dominante y, a nuestro juicio, claramente ideolgica,

    es la de considerar el concepto de democracia como unvoco o monotpico, exigiendo que

    nicamente sean considerados democrticos los sistemas homologables con la variante mspoderosa en el terreno productivo, comercial o militar. Con esto no queremos dar a

    entender que un concepto de democracia que renuncie a la univocidad dejar por ello de

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    ser ideolgico, porque, en cierto modo, cada variante de la democracia tiene su ideologa y

    aun su nematologa propias.

    Disponemos obviamente de muchos criterios para clasificar estas ideologas

    democrticas; criterios que obligadamente implican algn punto de referencia. Por nuestra

    parte, y a fin de mantenernos en el propio terreno de la ideologa y aun de la filosofa

    democrtica, tomaremos como referencia ciertas ideas asociadas a la Gran Revolucin, asaber, la propia idea secular de sociedad poltica, como autoorganizacin del pueblosoberano y sus tres principios consabidos: Libertad, Igualdady Fraternidad. Segn esto

    podramos clasificar las ideologas democrticas en dos grandes apartados:

    A. Ideologas o visiones ideolgicas de la democracia vinculadas a la idea misma de

    sociedad poltica globalmente considerada.

    B. Ideologas o visiones ideolgicas de la democracia vinculadas a cada uno de sus

    principios.

    4. Visiones ideolgicas de la democracia vinculadas a la idea misma de sociedad

    poltica, globalmente considerada

    Nos referiremos, muy esquemticamente, a las dos concepciones de la democracia que

    probablemente dominan en la filosofa mundana del presente; dos concepciones que, por

    otra parte, no se excluyen, en modo alguno, entre s.

    (1) La democracia es la esencia misma de la sociedad poltica, la forma ms

    caracterstica de su constitucin: la democracia es la misma autoconstitucin de la sociedad

    poltica. [27]

    El alcance y significado de esta concepcin slo puede establecerse cuando se tiene en

    cuenta lo que ella niega, a saber: que las constituciones no democrticas puedan

    considerarse siquiera como sociedades polticas no espreas, y no, ms bien, como

    sistemas efmeros o inconsistentes, o acaso como reliquias de sociedades de primates o

    simplemente como perversiones que nos ponen delante de una sociedad poltica

    degenerada (en un sentido anlogo a aquel en el que San Agustn deca que el Imperio

    romano o, en general, los imperios paganos Babilonia, no eran propiamente sociedades

    polticas porque en ellas no reinaba la justicia).

    Esta concepcin de la sociedad poltica como democracia prstina alienta sin duda en

    las teoras del contrato social (en nuestros das resucitadas por Rawls o Fukuyama), que

    postulan una suerte de asamblea democrtica original constituyente de la propia

    sociedad poltica, e inspira el modo de entender a las sociedades polticas no democrticas

    como situaciones inestables, transitorias y forzadas, que slo encontraran su estado de

    equilibrio definitivo al adoptar la forma democrtica. Por lo dems, estas ideologas

    democrticas encuentran su principal punto de divisoria en el momento de enfrentarse conla efectividad de los Estados realmente existentes. En funcin de esta realidad, la

    ideologa democrtica se decanta hacia el anarquismo, cuando est dispuesta a considerar

    (al modo agustiniano) cualquier indicio estatista como reliquia prehistrica (incluyendo

    aqu la prehistoria de la humanidad de Marx), que impide la plena organizacin

    democrtica de la sociedad; y se decanta hacia posiciones no anarquistas cuando contempla

    la posibilidad de una plena democratizacin del Estado en la forma de un Estado de

    derecho.

    El carcter ideolgico de esta concepcin de la democracia podra denunciarse a partir

    del anlisis de esa asamblea prstina o cotidiana de individuos contratantes; una tal

    asamblea presupone ya la existencia de esos individuos, de unos electores surgidos del

    estado de naturaleza, cuando la realidad antropolgica es que esos individuos capaces dellevar a cabo un contrato social democrtico son producto ellos mismos de una sociedad

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    lex esto), que incorpor el cristianismo (el pueblo de Dios) y de ah pas alromanticismo (Volkstum, de Jahn), construido a partir del trmino Volk (que, por cierto,

    procede del latn vulgus) mezclado con el concepto moderno de nacin (como sustitutivo,en la batalla de Valmy, del rey del Antiguo Rgimen: los soldados, en lugar de decir

    Viva el Rey! gritaron Viva la Nacin!). En la Constitucin espaola de 1978 la

    expresin los pueblos se carga a veces con ecos krausistas (la Europa de los pueblos) enuna tendencia a trazar con lnea continua las fronteras de los pueblos y a redibujar con

    lnea punteada (hasta tanto se logre borrarla) las fronteras entre los Estados cannicos. Si

    el concepto de pueblo adquiere valores muy distintos y opuestos entre s, en funcin de los

    parmetros que se utilicen (unas veces, el pueblo ser una nacin concreta, a la que se le

    supondr dotada de una cultura propia; otras veces el pueblo ser el conjunto de los

    trabajadores, incluso de los proletarios de todo el mundo) se [30] comprender el

    fundamento de nuestra conclusin, que considera a la expresin democracia como

    soberana del pueblo como meramente ideolgica.

    5. Visiones ideolgicas de la democracia vinculadas a los principios de la Gran

    Revolucin

    (3) La democracia es la realizacin misma de la libertad poltica.

    Esta tesis est ya expuesta, en plena ideologa esclavista, con toda claridad, por

    Aristteles: el fundamento del rgimen democrtico es la libertad. En efecto, suele decirse

    que slo en este rgimen se participa de libertad, pues esta es, segn afirman, el fin al que

    tiende toda la democracia. Una caracterstica de la libertad es el ser gobernado y gobernar

    por s mismo. (Poltica, 1317ab).Es evidente que si definimos ad hoc la libertad poltica de este modo, el rgimen

    democrtico encarna la libertad mucho mejor que el monrquico o que el aristocrtico. En

    frmula de Hegel: o bien uno es libre, o algunos, o todos. Y desde luego, parece innegable

    que la libertad democrtica, en tanto implica una libertad de (respecto del rgimenaristocrtico o del monrquico), alcanza un radio de accin mucho ms amplio que el que

    conviene a cualquier otro rgimen. Cuando comienza la visin ideolgica de la libertad

    democrtica? En dos momentos distintos principalmente:

    Ante todo, en el momento en el cual la libertad poltica, as definida, tiende a ser

    identificada con la libertad humana en general, y aun a constituirse en un molde de esa

    misma libertad, entendida como libertad de eleccin; como si la eleccin popular de los

    representantes de cada uno de los tres poderes (incluida la eleccin directa del ejecutivo)

    fuese el principio de la libertad humana en general, entendida precisamente como libertad

    de eleccin o libre arbitrio.Sobre todo, en el momento en el cual la libertad poltica, entendida como libertad de(respecto de la monarqua o respecto de la oligarqua) implicase inmediatamente una

    libertad para definible en el propio terreno poltico. Pues ello equivaldra a dar porsupuesto que las decisiones por las cuales los ciudadanos eligen a sus representantes,

    jueces o ejecutivos, fueran elecciones llevadas a cabo con pleno conocimiento de sus

    consecuencias, incluso en el supuesto de que estas elecciones fuesen llevadas a cabo de

    acuerdo con su propia voluntad (llamamos, pues, tirana dice Platn en El Poltico alarte de gobernar por la violencia, y poltica al de gobernar a los animales bpedos que se

    prestan voluntariamente a ello). Pero la ficcin ideolgica que acompaa, en general, a

    los sistemas democrticos, estriba en sobrentender que un acto de eleccin voluntaria es

    libre para (por el hecho de estar libre de una coaccin violenta), como si la eleccin, porser voluntaria, debiese dejar de estar determinada, bien sea por el clculo subjetivo (no

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    poltico), bien sea simplemente por la propaganda (eminentemente, en nuestros das, por la

    televisin). Pero hay ms: aun concediendo que cada uno de los electores, o, por lo menos,

    su gran mayora, lleve a cabo una eleccin personal libre, de ah no se seguira nada

    respecto de la composicin de las voluntades libres; porque la composicin de voluntades

    no da lugar a una voluntad (aunque se la llame voluntad general), como tampoco de la

    composicin de cerebros, puede resultar un cerebro (aunque se le llame cerebrocolectivo). [31]

    (4) La democracia es la realizacin de la igualdad poltica.

    Por definicin, la democracia, en esta alternativa, se concibe como un rgimen en el cual

    la igualdad poltica de los ciudadanos (que incluye la igualdad ante la ley o isonoma)

    alcanza un grado indiscutiblemente superior al que puede lograr en regmenes monrquicos

    o aristocrticos. Pero ocurre aqu como ocurre con la libertad: la visin ideolgica de la

    democracia comienza cuando se sobrentiende que esa igualdad alcanzada, sin perjuicio de

    ser entendida, adems, como igualdad plena y omnmoda, quedar garantizada por la

    democracia misma.La igualdad no es propiamente una relacin, sino un conjunto de propiedades (simetra,

    transitividad, reflexividad) que puedan atribuirse conjuntamente a relaciones materiales-k

    dadas; en nuestro caso, la igualdad poltica no es una condicin originaria, fija, atribuible a

    las relaciones que se establecen entre los elementos de un conjunto de ciudadanos, sino una

    condicin que se adquiere o se pierde segn grados no fijados de antemano en un origen

    mtico ideal (todos los hombres nacen iguales), en la lucha individual y social. La

    democracia no garantiza la igualdad poltica, sino, a lo sumo, las condiciones del terreno

    en el cual esta igualdad puede ser reivindicada en cada momento. En virtud de su

    definicin lgica, la igualdad implica la sustituibilidad de los iguales en sus funciones

    polticas; por tanto, los grados de la igualdad democrtica habrn de medirse tanto por la

    posibilidad de elegir representantes para ser gobernado equitativamente por ellos, como

    por la posibilidad de ser elegido (en el lmite, una democracia de iguales podra reconocer

    al sorteo de los magistrados, ejecutivos o representantes, como el procedimiento ms

    idneo). Siendo, como es evidente, que la igualdad de los ciudadanos en el momento de ser

    elegidos (como representantes, diputados, y no digamos jefes de Estado, sobre todo en

    monarquas de sucesin hereditaria) es slo una ficcin (como lo es el llamado principio

    de igualdad de oportunidades que se reduce casi siempre a la creacin de unas

    condiciones abstractas de igualdad que servirn para demostrar las desigualdades reales

    entre los candidatos) podremos medir hasta qu punto es ideolgico hablar del rgimen

    democrtico (en abstracto) como realizacin de la igualdad poltica.

    Y no hablamos de la igualdad social, o econmica, o religiosa, o psicolgica, quemuchas veces es presentada como un simple complemento que debiera deducirse de una

    constitucin democrtica, por mucho que se denomine a esta democracia social. El

    socialismo, o el comunismo, no ha sido siempre democrtico (el leninismo no pretendi ser

    democrtico, al menos en su fase de dictadura del proletariado) y la democracia poltica,

    en cuanto tal, puede no ser socialista, puesto que ella es compatible con una sociedad

    dividida en profundas diferencias econmicas, culturales o sociales, con una clase ociosa

    reconocida, con lites aristocrticas, sometidas, sin embargo, a los criterios de la

    democracia poltica; es perfectamente posible que en una sociedad poltica organizada

    como un Estado de derecho y funcionando de acuerdo con las ms escrupulosas reglas

    democrticas la mayora de sus ciudadanos est dispuesta a participar simblicamente en

    las ceremonias que una clase ociosa o una clase aristocrtica les ofrece en espectculocomo parte de su propia vida (por ejemplo, el matrimonio morgantico de una infanta).

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    Dicho de otro modo: las reivindicaciones de orientacin socialista o comunista que puedan

    ser formuladas no tendrn por qu ser propuestas en nombre de la democracia, sino en

    nombre del [32] socialismo o del comunismo, en la medida en que ellas no buscan tanto o

    solamente la igualdad poltica, cuanto la igualdad econmica o social, compatible con las

    desigualdades personales ms acusadas. Una sociedad democrtica, en cuanto tal, no tiene

    por qu extirpar de su seno la institucin de las loteras millonarias que son, lisa yllanamente, mecanismos de amplia aceptacin popular puestos en marcha precisamente

    para conseguir aleatoriamente la desigualdad econmica de algunos ciudadanos respecto

    del promedio. Es cierto que esta desigualdad, as obtenida, no viola formalmente la

    igualdad poltica democrtica, pero tambin es cierto que una sociedad que admite y

    promueve estas instituciones no podra ser llamada democracia social o

    socialdemocracia.

    (5) La democracia es la realizacin de la fraternidad (o de la solidaridad).

    Cabra afirmar que el concepto de fraternidad constitutivo de la triada revolucionaria ha

    ido paulatinamente sustituyndose por el concepto de solidaridad. Acaso esta sustitucintenga que ver con la voluntad (que se percibe en las teoras del positivismo clsico, de

    Comte o de Durkheim) de arrinconar un concepto (fraternidad) ligado a la sociedad

    patriarcal y recuperado por algunas sociedades secretas, para reemplazarlo por un concepto

    ms abstracto y ms acorde con las sociedades industriales ms complejas. Lo que no quita

    oscuridad y confusin al concepto de solidaridad. Unas veces, en efecto, se sobrentiende

    este concepto como virtud tica (y entonces, la solidaridad, tiene un radio universal que

    transciende el de las sociedades polticas); otras veces, como un concepto moral, que se

    refiere a las reivindicaciones de un grupo de personas dado (un grupo de herederos, de

    asalariados, de compatriotas), contra terceros, en cuyo caso, la solidaridad, ya no puede

    universalizarse, porque si bien cabe hablar, por ejemplo, de la solidaridad de los

    trabajadores frente a sus patronos explotadores, no tendra sentido hablar de solidaridad

    de trabajadores y patronos, salvo que, a su vez, constituyan un bloque histrico contra

    terceros. Ahora bien, la solidaridad, como virtud tica, no puede interpretarse como una

    virtud propia de la democracia; y el gobierno que encomienda a la tica y a los profesores

    de tica la misin de hacer posible la democracia real, es un gobierno idealista que acaso

    pretende aliviar la conciencia de su fracaso con la coartada de la formacin tica de los

    ciudadanos.

    La solidaridad democrtica, como concepto poltico, habra de restringirse, por tanto, al

    terreno poltico, como solidaridad de los demcratas contra terceros, en sentido poltico:

    oligarcas, grupos de presin poltica, &c. Todo lo que exceda este territorio habr de ser

    tenido por ideolgico.Como lo excede, en nuestros das, en Espaa, un entendimiento tico de la solidaridad

    que, curiosamente, restituye de hecho este concepto a su alvolo originario, la fraternidad,

    al menos si por fraternidad se entiende, como es costumbre (olvidndonos de Can o de

    Rmulo, los grandes fundadores de ciudades, de Estados) la virtud que tiene que ver con

    el amor (abrazo fraternal), con la tolerancia (reprensin fraterna) y, sobre todo, con la

    no violencia. De este modo, la contraposicin entre demcratas y violentos llega aconvertirse casi en un axioma. Pero este axioma, que podra entenderse como una

    aplicacin concreta del principio de la fraternidad, es puramente ideolgico y est movido

    principalmente (si no nos equivocamos) por los intereses separatistas de los partidos

    nacionalistas vascos (principalmente) que no quieren utilizar los [33] mtodos propios del

    terrorismo. En efecto, el delito poltico fundamental contra una sociedad polticaconstituida, sea democrtica, sea aristocrtica, es el separatismo o el secesionismo; pero

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    como habra que declarar incursos en este delito poltico tanto al PNV como a HB,

    pongamos por caso, puestos que ambas formaciones son separatistas (y sus dirigentes

    hacen constar pblicamente que no se sienten espaoles), se acudir, para poner entre

    parntesis esta circunstancia, al criterio de la violencia. Y en lugar de hablar de demcratas

    (espaoles, los de la Constitucin de 1978) y de antidemcratas (respecto de esa

    democracia constituida) se comenzar a hablar de no violentos y de violentos. Con lo cualse transforma ideolgicamente la democracia en una suerte de virtud intemporal, una

    virtud mas estratosfrica que poltica, porque consiste en practicar el dilogo, la tolerancia

    omnmoda y la no violencia. Como si la democracia no tuviese que utilizar continuamente

    la violencia policial o judicial, o incluso militar si llegase el caso (por qu si no mantener

    un ejrcito?) contra sus enemigos, entre ellos los terroristas. O es que se pretende

    sobrentender que slo practican la violencia los terroristas, pero no la polica, la ertzainza,

    los jueces que condenan a ciertos de aos de prisin a los terroristas? Acudir a la regla:

    La intolerancia contra la intolerancia es la tolerancia, no suprime la intolerancia como

    mtodo (aun cuando la tolerancia sea su objetivo); por otra parte, semejante regla, tambin

    sera asumida de inmediato por los terroristas (que se consideran violentados por las

    tropas de ocupacin espaolas). Y, en todo caso, esa regla no es sino una de lascombinaciones algebraicas dadas en un sistema que contiene estas otras tres: la

    intolerancia de la tolerancia es la intolerancia; la tolerancia de la intolerancia es la

    intolerancia y la tolerancia de la tolerancia es la tolerancia.

    6. Metafsica de la democracia

    Las ideologas democrticas de las que hemos hablado podran pretender mantenerse (es

    cierto que a duras penas) en un terreno estrictamente poltico o, al menos, podra intentarse

    entenderlas siempre en el mbito de las categoras polticas, e incluso justificarlas en la

    medida en que colaboran a extirpar cualquier brote orientado hacia la restauracin de

    cualquier tipo de Estado dual (como alguno llama a un Estado en el que existen las SS

    fascistas o la NKVD soviticas). Pero, de hecho, suelen desembocar, de modo ms o

    menos soterrado, en una autntica metafsica antropolgica que transciende los lmites de

    cualquier terreno poltico, envolvindolos con una concepcin tal del hombre y de la

    historia que, desde ella, la democracia puede comenzar a aparecer como la verdadera clave

    del destino del hombre y de su historia, como la fuente de todos sus valores, y como la

    garanta de su salvacin.

    La democracia metafsica ser entendida, ante todo, como la fuente de la tica, de la

    moral, de la sabidura prctica, de la verdad humana, del sentido de la vida y del fin de la

    historia humana. Se hablar de la democracia como si desde ella pudieran ser

    comprendidos, controlados, superados, cualquier otro gnero de impulsos, ritmos,intereses, que actan en las sociedades y en la historia humanas. La visin secular que

    Hegel atribuy, en su Fenomenologa del espritu, a la autoconciencia como fin yobjetivo de la evolucin humana (tantae molis erat se ipsam cognoscere mentem) sedesplazar hacia la democracia: la autodeterminacin democrtica de la humanidad ser

    el fin de la historia. Kojve y Fukuyama se han atrevido a decirlo pblicamente. [34]

    Desde una metafsica semejante se comprende bien que muchas personas, al proclamarse

    demcratas, parezcan sentirse salvadas, justificadas, elegidas y no slo en unas

    elecciones parlamentarias. Ser demcrata significar para esas personas algo similar a lo

    que significa para los miembros de algunas sectas religiosas formar parte de su grupo, y, a

    su travs, estar tocados de la gracia santificante (algo similar a lo que les ocurre a muchos

    de los que confiesan ser de izquierdas de toda la vida, sobrentendindose salvados antespor su fe que por sus obras). Es cierto que ningn demcrata (ni an el ms metafsico)

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    podr considerarse sectario, aunque experimente sentimientos de exaltacin plena similares

    a los del sectario, porque una democracia es todo lo contrario de una secta: es, por esencia,

    pblica. Pero tambin hay religiones pblicas (como el cristianismo) o movimientos

    polticos pblicos (como el fascismo o el comunismo) cuyos miembros han podido llegar a

    creer mayoritariamente que estaban colaborando a traer al mundo al hombre nuevo (si es

    que no crean haberlo trado ya).Y, en cualquier caso, habr siempre que analiza hasta qu punto una sociedad poltica

    que basa la autoconciencia de su fortaleza en la estructura democrtica de sus

    instituciones, no est siendo vctima de un espejismo ideolgico, porque acaso la fortaleza

    del sistema deriva de estructuras materiales que tienen que ver muy poco con la

    democracia formal. Por ejemplo, puede asegurarse que la fortaleza de una nacin

    organizada como democracia coronada se asiente antes en su condicin democrtica

    (adornada accidentalmente por un revestimiento monrquico) que en la propia corona y

    en la historia que ella representa?

    [10 de octubre de 1997]

    Publicado en la revista baco, Revista de Cultura y Ciencias Sociales, 2 poca, nmero12/13, Gijn 1997, pgs. 11-34.

    Proyecto filosofa en espaol

    2001 www.filosofia.org

    Bibliografa de Gustavo Bueno

    Textos de Gustavo BuenoAutores

    http://www.filosofia.org/derechos.htmhttp://www.filosofia.org/derechos.htmhttp://www.fgbueno.es/gbm/gb0bibl.htmhttp://www.filosofia.org/aut/gbm/index.htmhttp://www.filosofia.org/autores.htmhttp://www.filosofia.org/pcero.htmhttp://www.filosofia.org/derechos.htmhttp://www.filosofia.org/derechos.htmhttp://www.fgbueno.es/gbm/gb0bibl.htmhttp://www.filosofia.org/aut/gbm/index.htmhttp://www.filosofia.org/autores.htm